Texto: Dr. Ernesto Contreras
Creó Dios las grandes ballenas, y toda criatura que se mueve según su género,
y toda ave alada según su especie. Y dijo Dios: Produzca la tierra seres
vivientes según su género, bestias y reptiles y animales de la tierra según su especie; y produjo la tierra hierba verde que da semilla según su naturaleza, y
árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. (Génesis 1:12, 20-25).
En 1920, el profesor de botánica alemán, Hans Winkler, acuñó el término Genoma. El Genoma es la totalidad de la información
genética que posee un organismo, tanto en los cromosomas del ADN nuclear, como en el ADN mitocondrial (transmitido
exclusivamente por la madre, y formado por 16,000 nucleótidos).
En 1868 el biólogo suizo Friedrich Miescher,
identifica el ADN nuclear; y luego, el
químico alemán Albrecht Kossel (Premio Nobel 1910), descubre los ácidos nucléicos. Albert Levan y Joe H.
Tjio descubren en 1956 los cromosomas
humanos; y entre 1975 y 1979, se descifra la
secuencia del ADN y de los primeros genes
humanos.
En 2003 se descifró la secuencia del genoma
humano que tiene como 3 mil millones de
complicados eslabones químicos formados por
letras o bases, colocadas en una secuencia precisa, correcta, y distintiva de la
especie; así como entre 30 y 40 mil genes, unos dominantes y otros recesivos (que se expresan, o sólo se
heredan a la siguiente generación).
Este “banco de genes” en toda verdadera especie, puede ser suficientemente amplio, como para que sea posible que se
produzcan múltiples variedades de esa especie (más de 200 razas de perros, y decenas de variedades de pichones), y aún
ocasionalmente híbridos (estériles); pero nunca nuevas especies.
Sólo unas 1,250 letras (.01% de los nucleótidos) del código genético son intercambiables, de tal manera que pueden generar hasta 3 millones de variables (genotipos y fenotipos individuales) en el código y en la apariencia externa, y son la causa por la que
nunca (ni en los gemelos univitelinos), puede haber dos humanos 100% idénticos.
La cantidad de información contenida
en el genoma es enorme (equivalente a 11 veces
los 32 tomos de la Enciclopedia Británica), y es la responsable de que se formen en cada
una de las especies, cada una de sus proteínas,
células, tejidos, órganos, sistemas; además de las características únicas del
individuo (color de la piel, ojos y pelo, etc., etc.).
La secuencia química específica contenida en una molécula de ADN,
es la que determinan la información genética diferente para cada especie. Dicha información está escrita con solo 4 bases
nitrogenadas distintas (nucleótidos), que funcionan como letras del alfabeto genético contenido en el ADN: Adenina (A), Guanina (G),
Citosina (C), y Timina (T).
La información se escribe en los dos renglones
paralelos de la molécula en espiral del ADN, donde
la A siempre se coloca frente a la T, y la C, frente
a la G.
En 1961, Marshall Nirenberg (Premio Nobel 1968 ) y Heinrich J. Matthaei,
descubrieron que cada tres pares de letras forman una de 64 posibles
combinaciones. A este triplete, llamaron codón.
Tres de estos tipos de codones programan dónde
inicia y dónde termina la secuencia de aminoácidos que formará una proteína. Los 61 codones restantes, programan la formación y
colocación (en una secuencia específica), de
cada uno de los 20 diferentes aminoácidos, que forman la larguísima cadena de 300 o más aminoácidos, de cada
proteína.
“El gen que controla la formación de una sola proteína, contiene como 1,000 nucleótidos en su cadena, que podría existir en 4x101000
formas diferentes. Este número está totalmente
fuera de nuestra comprensión.” *Frank Salisbury, American
Biology Teacher, Septiembre 1971, pp.
336-338.
Nota: (*) significa que no es creacionista.
Además, cada gen, no individualmente, sino en combinación con otros
mil o más genes, programan la formación,
funcionamiento y conservación, de cada una de sus estructuras,
glándulas, y órganos (como el ojo, el corazón y
la mano). La absoluta complejidad de todo esto, es realmente
asombrosa.
Aún así, toda esta monumental y complicadísima información, está maravillosamente aglomerada y acomodada como una madeja, en el ADN que forma la yema del huevo, y el núcleo de todas y cada
una de las células del organismo. El genetista francés Jérôme Lejeune, dijo que toda la información de todos los humanos, cabría
en sólo dos tabletas.
Nada que siquiera vagamente
se parezca a un código, existe en el
mundo físico-químico. Por lo tanto,
uno debe concluir que hasta ahora, no
existe ninguna explicación científica
válida, sobre el origen de la vida.” *H.
Yockey, Journal of Theoretical Biology
91 (1981), p. 1.
Nota: (*) significa que no es creacionista.
Todo esto comprueba que la enorme información contenida en el genoma, no pudo ser producto de sucesos al azar; ni de cambios
espontáneos, necesarios y en cantidad suficiente como para transformar una especie en otra Por ello, el código genético, como cualquier otro lenguaje, es prueba fiel de su origen en una mente
infinitamente inteligente (la de Dios).
También es prueba de lo infantil que resulta la idea de la generación
espontánea del ADN y su Genoma que son inertes; y de su inclusión en el primer ser vivo (también creado por
pura casualidad), con la capacidad de reproducirse y alimentarse en ese
instante, con el alimento específico que también por puro azar, fue
oportunamente formado.
Para un pre-Darwiniano (un escéptico de la evolución de acuerdo con Darwin), este enigma ciertamente debería de ser interpretado
como el tipo de evidencia más poderosa que hay a favor de la creación especial.” *C. Haskins, American Scientist 59 (1971),
pp.298.
Nota: (*) significa que no es creacionista.
Pero “a los ojos de los biólogos, incorporar el concepto de que hay
propósito en las cosas, es el mayor pecado científico. El repudio que expresan contra el propósito en la estructura de la biología, está relacionado con el
repudio hacia el concepto de que la biología pudiera tener relación alguna con
una inteligencia mayor que la nuestra.” *Fred Hoyle y
*Chandra Wickramasinghe, Evolution from Space, 1981,
p. 32.
Nota: (*) significa que no es creacionista.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus
juicios, e inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién
entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Porque
de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea gloria
por siempre. Amén. (Romanos 11:33-36).