Cornelio Saavedra
Cornelio Judas Tadeo Saavedra nació en la Villa Imperial de Potosí
el 15 de septiembre de 1759.
Cornelio cursó estudios en el Real Colegio de San Carlos
destacándose por su inclinación por la filosofía. Pero no pudo
concluir sus estudios y tuvo que dedicarse a las tareas rurales
Las invasiones inglesas parecen descubrir en Saavedra una nueva vocación: la militar. Dice en sus memorias:"Este fue el origen
de mi carrera militar. El inminente peligro de la patria; el riesgo que amenazaba
nuestras vidas y propiedades, y la honrosa distinción que habían hecho los
hijos de Buenos Aires prefiriéndome a otros muchos paisanos suyos para jefe y comandante, me hicieron entrar en ella"
Durante las invasiones inglesas el cuerpo de Patricios, el más
importante de la capital virreinal, lo eligió como comandante.
El presidente Saavedra chocará muy pronto con su secretario de
Guerra y Gobierno, Mariano Moreno.
El 5 de diciembre de 1810, se produjo una fiesta en el regimiento de Patricios. Uno de los asistentes que había tomado algunas
copas de más, el capitán Atanasio Duarte, propuso un brindis "por el primer Rey y Emperador de América, Don Cornelio
Saavedra" (jefe del regimiento) y le ofreció una corona de azúcar que adornaba una
torta a doña Saturnina, esposa de Saavedra.
Moreno, preocupado por los sentimientos conservadores que predominaban en el interior, entendió que la influencia de los diputados que comenzaban a llegar sería
negativa para el desarrollo de la revolución y se opuso a su incorporación al ejecutivo.
Triunfó la posición encabezada por Saavedra y Moreno se vio obligado a
renunciar y a alejarse del país, encabezando una misión diplomática en
diciembre de 1810. Murió misteriosamente en alta mar el 4 de marzo de 1811.
El 5 y 6 de abril los saavedristas Joaquín Campana y Tomás
Grigera movilizaron a los sectores suburbanos hacia la Plaza de la
Victoria con el apoyo de los Patricios, los Pardos y Morenos contra el sector morenista de la
Junta
A las tres de la mañana entregaron un petitorio en el Cabildo que decía entre otras
cosas: "El pueblo de Buenos Aires desengañado a vista de repetidos ejemplos, de que no sólo se han
usurpados sus derechos, sino que se trata de hacerlos hereditarios en cierta
porción de individuos, que formando una fracción de intriga y cábala, quieren
disponer de la suerte de la Provincias Unidas, esclavizando a las ambiciones
de sus intereses particulares la suerte y la libertad de sus compatriotas".
Saavedra debió marchar al Norte a fines de agosto de 1811 y su ausencia fue
aprovechada por sus adversarios. A los ocho días de haber llegado a Salta se le
hizo saber su separación del ejército y de la presidencia de la Junta, y se le ordenó
entregar las tropas a Don Juan Martín de Pueyrredón. El sector morenista recupera el
control de la situación y creaba un nuevo poder ejecutivo: el Triunvirato.
El 6 de diciembre de 1811, los Patricios se sublevaron en defensa
de su antiguo jefe. Pidieron que volviera Saavedra y que renunciara
el coronel Belgrano, designado como nuevo comandante del
regimiento.
El Triunvirato arma una doble estrategia. Por un lado, negociar y,
por otro, rodear el cuartel para intervenir en cualquier momento. Hubo varios mediadores, entre
ellos, Juan José Castelli, el orador de la revolución, que estaba
arrestado en el propio cuartel tras haber sido sometido a juicio por la
derrota del Desaguadero.
Uno de los amotinados, el soldado de origen inglés Richard Nonfres, en un rapto de exaltación, comenzó a proferir insultos y disparó un cañonazo contra las tropas que
estaban apostadas frente al regimiento. Cuenta Domingo Matheu que "...un maldito inglés, soldado del cuerpo, pegó fuego a un obús cargado a metralla y mató a uno
e hirió a seis".
La respuesta no tardó en llegar. El saldo del combate fue de 8 muertos y 35 heridos. Pero
Rivadavia y el Triunvirato no iban a dejar las cosas así. Instruyeron un proceso sumario. Por "razones de seguridad" fueron expulsados los
diputados del interior.
El Deán Funes fue detenido sospechado de complicidad con los rebeldes. Los implicados negaron
durante el juicio toda intención política y recordaron sus planteos iniciales. Pero nadie les creyó y en
la sentencia se hablaba de un "movimiento popular que se
tramaba"
Once sargentos, cabos y soldados fueron fusilados a las ocho de la mañana del 10 de diciembre de
1811 y sus cuerpos colgados en la Plaza de la Victoria "para la
expectación pública". Entre los muertos estaba el inglés Ricardo
Nonfres, quizás el autor del primer disparo de una guerra civil que iba
a durar casi 60 años
Esta derrota selló la suerte de Saavedra. Se intentó confinarlo en San Juan, pero, alertado a tiempo, Saavedra cruzó la cordillera de los
Andes y arribó a Chile acompañado por su hijo Agustín de
10 años.
En 1814 decidió volver a la patria ante la cercanía de los ejércitos
realistas que amenazaban Coquimbo. Mientras volvía a cruzar
la cordillera, su esposa Doña Saturnina Otárola apela al
gobernador intendente de Cuyo, José de San Martín, para lograr el
reingreso de su marido.
San Martín accedió fijándole residencia en San Juan. Saavedra
fue enviado escoltado hacia Buenos Aires para estar presente en el juicio que se había iniciado y tras la revolución del 15 de abril de
1815, el Cabildo le devolvió su grado militar.
En 1818, el Congreso Constituyente puso término a las causas en su contra y el director
Pueyrredón dictó un decreto confiriéndole el empleo de
brigadier general de los ejércitos de la Nación.
A fines de ese año fue designado Jefe de Estado Mayor, en
reemplazo del general Antonio González Balcarce, que había
marchado a incorporarse al ejército libertador de Chile.
En 1822 se le otorgó el retiro absoluto del Ejército
Desempeñando ese cargo, inspeccionó las tropas en Santa Fe, Martín García y en Luján y
concretó negociaciones de paz con los indios ranqueles.
Durante el período de la anarquía, se retiró a Montevideo, de donde regresó al constituirse el gobierno
de Martín Rodríguez, en octubre de 1820.
Murió en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829. En Diciembre de ese año el gobernador de Buenos
Aires, Juan José Viamonte, trasladó los restos de Saavedra a
la Recoleta y le brindó un homenaje.
En el decreto decía :
• "El primer comandante de Patricios, el primer presidente de un gobierno patrio, pudo sólo quedar olvidado en su fallecimiento por las circunstancias calamitosas en que el país se hallaba; pero después que ellas han terminado, sería una ingratitud negar al ciudadano tan eminente el tributo de honor debido a su mérito y a una vida ilustrada con tantas virtudes que supo consagrar entera al servicio de la patria."
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