¿Qué es el arte y cuál es la función de ella?
Patricia Segura Silva
Tal vez todos los objetos e ideas que son de gran importancia para los hombres sean
también de gran interés para tratar de definirlo. Hay una necesaria actitud de dar
significación a lo que algunas veces es imposible ser totalizante; como todo lo
humanamente humano. Definir pues en la totalidad es imposible. Pero, en los
terrenos movedizos en que el arte se mueve, resulta eficaz, al menos intentar hacer
una aproximación a estas preguntas: qué es el arte y para qué sirve (simplemente
cuál es su función).
Jan Mukarovsy se planteó estas cuestiones, pero primeramente le da al arte el
carácter de signo. Por que signo es todo lo que puede definirse, es decir lo que hace
la semiología, es estudiar los signos en su relación con otros signos, que se hacen
significables precisamente con otro sistema de signos que es el lenguaje.
Para realizar y esbozar el panorama, Mukarovsky comienza en un recorrido
histórico sobre algunas categorías o definiciones en donde se ha debatido la
magnitud del arte. Él va a rechazar la idea sicoanalítica de que el arte este reducido a
su capacidad inmanente con su creador, limitando esta observación a un objeto o
cosa que se intenta estudiar. El teórico ve en esta posibilidad una irreductibilidad
que imposibilita entender el hecho artístico en su calidad epistemológica o incluso
fenomenológica. Pensamiento clave con el que derroca la anterior intención, es la
obra o cosa artística sufre cambios en su proceso histórico, nunca es estable ni
permanece intacta. Esto viene a bien, destacar lo que para en los estudios de la
pragmática literaria interesa la obra de arte como hecho que se va transformando
según su tiempo y en los tiempos de futuros receptores.
Mukarovsky va observar que en la recepción del objeto de arte, habrá una serie de
valores subjetivos que hacen que reaccionemos ante esa presencia, pero esos
elementos subjetivos pueden objetivarse si se determina el núcleo central dentro
del colectivo humano. Por ello, refutará cualquier teoría del arte como puro placer.
Aunque el teórico reconozca la obra objeto como una función de signo autónomo, el
va por más y lo verá en su calidad de signo comunicativo. Una de las más
importantes aportaciones que ya esta vislumbrando el teórico del circulo de Praga,
es la forzosa necesidad de estudiar la obra de arte en su conjunto semiológico;
porque sin él dice, que el crítico de arte caerá en la trampa de juzgar la obra en su
pura concepción formal. Reconocer el hecho u objeto artístico de lo inmanente a su
constante y permanente dialéctica.
En su siguiente apartado Jan Mukarovsky intenta decantar que una de las funciones
tal vez más resaltantes pragmáticamente hablando, será el elemento sígnico en la
función estética de la obra de arte. Hace una seria reflexión sobre qué es lo estético
más allá de las esferas del arte. Por tanto, llegará a la conclusión de que el ser
humano siempre a buscado la belleza como un fin en si mismo más allá de las
funciones prácticas que le imponemos o que son consecuencia satisfactoria de
cubrir necesidades básicas. Dejará muy en claro que aunque no es la única función
del arte estar al servicio de la estética, sí es un condicionante indispensable para que
dicha comunicabilidad en el hecho artístico pueda lograr la trascendencia en su
deseo de llegar a un receptor. Tan sencillo como para atreverme a decir que es la
estética no sólo un requisito formal de la obra artística, sino que gracias a la estética
la obra en sí misma logra desautomatizar la conciencia para entonces acceder y
aceptar la convención del arte; es decir su ficcionalidad.
Estas reflexiones como lo habíamos planteado en el inicio, no son desde luego
nuevas. Es seguramente una obligación humana estar constantemente cuestionando
porqué, qué, para qué, de aquello. Si el universo fuera un paraíso ideal, tal vez no
tendríamos la necesidad de crear arte, como también los griegos lo entendían:
artificio. Estoy de acuerdo con Mukarovsky hasta el punto de que sólo seguimos en
ese intento incansable por tratar de desentrañar el misterio del hecho artístico y
también como una idealización clasista, sigo creyendo así como ya lo había
decretado Aristóteles, que la ficción es la virtualización de los mundos posibles y no
de lo que son en la valiosa intencionalidad de la realidad.
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