CIENCIA DEL MAESTRO DE
LA VIDA Y LA MUERTE
Aleph Dáath
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Titulo: Ciencia del Maestro de la Vida y La Muerte. “Material inédito escrito en el mes de noviembre de 1998” y publicado por primera vez en el mes de agosto 2015.
Autor: Alfonso José Arena Vargas.
Seudónimo: Aleph Dáath.
Primera Edición: agosto, 2015
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY
Depósito Legal: lfi04320151002695
ISBN: 978-980-12-8234-1
Se prohíbe la modificación y reproducción, total o parcial del contenido de la obra, incluyendo todas sus imágenes, por cualquier medio o procedimiento sin la autorización del autor.
El uso de su contenido en referencias verbales o escritas, debe hacerse citando siempre al autor o su seudónimo.
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ORACIÓN DEL INICIADO.
¡Dios Mío!
Maravilloso Ser de luz que iluminas mi alma, y fortalece mi espíritu.
Te pido que me ayudes a encontrar el camino de la suprema sabiduría, para vivir y comprender, el verdadero motivo de mi existencia.
Ayúdame a comprender el conocimiento, para entender el mundo que lo desconoce.
Permíteme sentir amor por la humanidad, aun que una parte de ella, manifieste indiferencia.
Asísteme en todas mis peticiones de acuerdo a la ley divina, y hazme comprender sabiamente, las obras que debo realizar.
Guíame en cada momento de mi vida y hazme sentir fuerte, ante las adversidades y pruebas que debo superar.
Dame la luz que me permitirá enseñar a los demás, con respeto y humildad.
Coloca en mis labios las palabras necesarias, para expresar los sentimientos más nobles, y borra de mi naturaleza interna, todo pensamiento innecesario.
Hazme trascender la indiferencia, valorar la humanidad y entender que mi ejemplo, es la mejor forma de enseñar.
¡Dios Mío!
De acuerdo a la ley divina, permíteme comprender la vida, para alcanzar el máximo fin de mi existencia, condúceme a la libertad absoluta de la realización espiritual, y encarna en el interior de mi real Ser: La Justicia, Libertad y Sabiduría.
AMEN, AMEN, AMEN.
(Aleph Dáath).
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EL CAMINO Y LA VIDA.
Conocimiento, Sabiduría y Autorrealización Espi-
ritual. La vida no es más que el transcurrir del tiempo
profano en que el hombre como objeto manipulado por
las fuerzas del Ego, se encierra en lo más profundo de los
abismos mentales y terrenales. El Camino, no es más que
la autorrealización del Ser, nuestra esencia encerrada,
apresada y encadenada en el abismo del inframundo, en
donde siente y clama: ¡Libertad! ...Es cuando el momento
decisivo ha de llegar y conocer la doctrina de la autorrea-
lización, el Dáath.
...Es el conocimiento y la clave del acenso o el descenso. El
camino que conduce al todo o nada, el ser o no ser. El saber
y comprender de la Vida y la Muerte. El legado de las almas
purificadas al fuego del amor...
El Dáath o Conocimiento, escapa del pensamiento
humano, del pensar intelectual, de la filosofía misma del
saber y del creer. Es experimentar en el laboratorio de las
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divinidades del cosmos, la finalidad de la existencia del
Hombre evolucionado, del ser conciente, del alma libre y
de aquellos que alcanzan la autorrealización.
La sabiduría del ser, la conciencia humana libre de
todo Ego, encarnada en el conocimiento restaurado en la
obra de las siete virtudes que surgen del renacimiento
que tiene lugar después de la muerte, y la comprensión
del saber convertido en conciencia, es el Dáath, la obra de
la Vida y la Muerte encarnada en el verdadero Hombre.
"La autorrealización espiritual no es el camino a la
perfección, es trascender cada defecto, desde la
comprensión y la sabiduría que perfecciona el destino que
nos conduce a morir y renacer concientemente".
(Aleph Dáath, 1998).
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LA VIDA Y LA MUERTE.
La vida y la muerte, constituyen dos elementos
que encierran un significado profundo para el hombre.
Son muchas las creencias que durante siglos, la humani-
dad ha tratado de simbolizar a través de esta frase. Para
la filosofía existen diversas formas de interpretar la vida,
e interpretar la muerte, por lo que es evidente que tales
palabras filosóficamente pueden presentar varios signifi-
cados dependiendo del contexto, en el cual pasan a defi-
nirse.
La vida en su concepción filosófica trascendental
evoca algo más que un simple espacio de tiempo, que el
transcurrir de los años, en el que el hombre ejerce su co-
tidianidad.
La vida es el bien más preciado que posee el
hombre, porque durante ella, tendremos la oportunidad
de alcanzar ese fin o propósito existencial de la realiza-
ción espiritual.
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El espíritu o quinto elemento, el éter existente en
nuestra naturaleza interna, que es la esencia de nuestra
vida, la manifestación inmaterial del ser del hombre, que
habita en la séptima dimensión, no tendría ningún lugar
en el mundo, si no existiera ese importante canal de co-
municación entre el espíritu y la realidad, como es la
vida.
En este sentido, la vida no solo es un transcurrir
del tiempo, también es un espacio de expresión para las
fuerzas superiores, existentes en la naturaleza interna del
hombre, como ser divino, que a su vez, es la imagen y se-
mejanza de Dios, porque Dios es su real ser interno, y su
real ser es la representación de su Dios.
Para las diversas religiones existentes en el
mundo actual, la existencia de Dios en el interior del
hombre, pudiera resultar un elemento blasfemo. Sin em-
bargo, Dios resulta ser una energía creadora, infinita y
suprema. En esta definición, se puede precisar que dicha
energía, desde su razón de ser ocupa un espacio en la na-
turaleza de nuestro planeta, al igual, que también ocupa
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un espacio en la naturaleza interior del hombre, como
elemento que encierra, el producto de una creación de
Dios.
El hombre, fue dotado al momento de su creación,
de facultades divinas, que por lo general se manifiestan
en los mundos superiores de forma inmaterial. En este
contexto, se tiene que el ser humano, no solo se encuen-
tra provisto de la intelectualidad, que le permite diferen-
ciarlo del mundo animal.
Este ser, de forma divina se le permitió tener la
capacidad de vivir las experiencias, y de comprender el
resultado de las mismas, elemento que conlleva a la sabia
comprensión de la relación existente entre las causas y
consecuencias, como elemento regulador de la justicia
divina, emanada de la ley de causalidad, o ley de causa y
efecto. Acercándonos a lo que constituye la ley de causa-
lidad como un elemento regulador de la vida en cuanto al
karma y dharma, se tiene que el ser humano, es el crea-
dor de su propio destino, y este, resulta ser el producto
de sus numerosas existencias. Hecho que denota, que la
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sabiduría, existe en cada etapa histórica y evolutiva, de
estas existencias.
Sin embargo, el hombre debido a su constante in-
volución psicológica, ha perdido la capacidad de poder
reencontrarse con su real ser, con el objeto de materiali-
zar un proceso de comprensión de la sabiduría divina e
infinita, preexistente en las experiencias de vida, que han
tenido lugar en sus pasadas existencias.
La involución del hombre, no es un elemento lite-
rario, o exclusivamente filosófico, por el contrario, es un
hecho que va de lo material a lo espiritual.
En este sentido, la humanidad durante siglos, ha dejado
de creer en su propia existencia, y en esos pilares
fundamentales sobre los cuales se sustenta el conoci-
miento divino. Este olvido y separación ha debilitado el
enlace energético que une su existencia física, con su
existencia espiritual en las dimensiones superiores.
De este proceso involutivo, el ser humano ha pa-
sado, de ser una creación perfecta, imagen y semejanza
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de Dios, para convertirse en un ser, que sólo puede sepa-
rarse de las condiciones que le unen al mundo animal por
su intelectualidad, la cual con el transcurrir del tiempo,
también involuciona, llevándole a vivir en inframundos
mentales, en los que no existe diferencia, entre su huma-
nidad o su condición animal, o peor aún, dicha involución
le puede conllevar a condiciones o estados mentales, in-
feriores a los conocidos en el reino animal.
La involución del hombre durante la vida, se debe a
las fuerzas negativas que conocemos como Ego.
Estos agregados psicológicos, alojados en nuestro
subconsciente humano, no son otros que esos siete peca-
dos capitales, de los cuales en términos religiosos siem-
pre hemos oído hablar, estos son:
Ira
Envidia
Codicia
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Orgullo
Gula
Pereza
Lujuria
El primer agregado psicológico que domina nuestra
naturaleza interna, es el Ego de la Ira.
Este defecto, que vive en el subconsciente
humano, es el responsable de las discordias, y de los
hechos más abominables, que nos conllevan a un proceso
involutivo, del cual pasamos de ser, seres intelectuales o
verdaderos hombres y mujeres, al plano animal, en
donde el instinto subconsciente prevalece sobre la razón
de las cosas.
La sociedad en el subconsciente colectivo, permite
la interacción de este agregado psicológico, entre los dis-
tintos seres humanos, por lo que, la Ira de un hombre
constituye el combustible psicológico para desencadenar
la Ira social.
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Los agregados psicológicos, aun cuando su exis-
tencia está limitada a la naturaleza interna del sujeto,
tienen una repercusión material, en la naturaleza externa
del hombre, debido a que su existencia, también se hace
presenten la naturaleza interna de todos sus semejantes,
por lo que, existe la retroalimentación de un Ego, entre
un sujeto y otro.
Esta retroalimentación, en el caso de la Ira, como
agregado psicológico, ha permitido acontecimientos in-
humanos, incluso, hechos de trascendencia histórica re-
levantes, con profundos antecedentes de odio fundamen-
tados en la irracionalidad.
La Envidia es el segundo defecto, y guarda una
relación con la Ira. Sin embargo, este es un agregado psi-
cológico distinto al Ego que se describe en el párrafo an-
terior. La Envidia se manifiesta como un estado de in-
conformidad del sujeto, con su realidad. Por lo que, en el
subconsciente, el sujeto desea una realidad distinta, vivir
una vida diferente, pero toma como modelo, una realidad
que pertenece a otro ser y de forma egoísta, no acepta
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que su prójimo tenga el derecho de vivir la realidad, que
él desea profundamente, pero que no tiene la posibilidad
de vivir.
Este agregado psicológico, es el causante de la
frustración e inconformidad del ser humano, con su pro-
pia realidad, y con la aceptación de lo que es como per-
sona y como ser creado a la imagen y semejanza de Dios.
La Envidia albergada en el subconsciente humano
es un elemento destructor de la naturaleza interna del
hombre, y el enemigo principal de sus propios logros.
La Codicia como tercer agregado psicológico, se
fundamenta en el egoísmo, y el deseo de obtener cosas,
las cuales no responden a sus propias necesidades, y
desea tenerlas, para justificar sus propios defectos, con la
presunción de un poder que le posiciona por encima de
los demás.
Lo que le permite creer al sujeto, que existe una
jerarquía superior, sustentada en la prepotencia y en la
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necesidad de administrar un poder proveniente de lo que
implica tener algo que los demás no pueden obtener.
La Codicia al igual que la Ira, atenta contra la dig-
nidad del ser humano, y le incita a incurrir en hechos que
pueden resultar, de trascendencia colectiva en lo que re-
fiere a la degradación social.
En este sentido, se evidencia que el agregado psi-
cológico de la Codicia, fácilmente, encuentra su interac-
ción en el mundo real, y en las relaciones humanas que se
desarrollan en el marco de una colectividad, y mayor-
mente se ve influenciada por las relaciones de poder, en
los contextos humanos en los que se ha perdido el valor
espiritual, como elemento indispensable para la existen-
cia humana.
El Orgullo o cuarto agregado psicológico que se es-
tudia en este escrito, tiene su raíz en la auto justificación
de las acciones negativas que el ser humano realiza de
forma inconsciente. Mayormente, surge posterior a la
manifestación de otro agregado psicológico, que sale del
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subconsciente, para expresarse a través del individuo, en
sus pensamientos, palabras o hechos.
Este defecto, lleva al ser humano a sentirse apa-
rentemente bien, con acciones que en el fondo, el indivi-
duo sabe que están mal, permitiéndole ocultar sus culpas
y sentir satisfacción en la manifestación de su negativi-
dad.
El quinto agregado psicológico, la Gula, manifes-
tado en el apetito insaciable, superior a la capacidad de
subsistencia, es la causante de los problemas fisiológicos
del hombre, de su deterioro físico y vital, a través de la
falsa necesidad que siente el sujeto, de vivir para sobre-
alimentarse, y no de alimentarse para vivir saludable-
mente.
El sexto agregado psicológico es la Pereza, que se
fundamenta en la falta de voluntad del individuo, quien
justifica la existencia de falsos estados de agotamiento
mental, que le inducen a creer, que necesita someterse a
un descanso que de acuerdo a la realidad, física y psi-
cológica, solo permite exteriorizar su falta de voluntad.
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La Lujuria, es el séptimo y último de los agregados
psicológicos que se explica en esta disertación. Sin em-
bargo, constituye uno de los más importantes, puesto que
en su entorno es el defecto que limita, en mayor medida
el desarrollo espiritual y moral del hombre.
Si bien es cierto, que el hombre tiene necesidades
reproductivas, que el sexo más allá, de implicar un estado
“perverso”, este constituye la principal verdad que encie-
rra la existencia humana, es a través, del sexo que los se-
res humanos mantienen su supervivencia, y esta razón
permite considerar que el sexo, no solo representa una
necesidad del ser humano, sino también un conocimiento
divino, existente en la creación y en la superación del
hombre, hacia su autorrealización espiritual.
La Lujuria como pecado capital, se manifiesta a
través de los seres humanos de forma instintiva y animal.
Por lo que, el hombre en su mentalidad sumergida en las
fuerzas del Ego que dominan el subconsciente, asume la
sexualidad, desde una visión lasciva, impregnada de ins-
tintos animales, exteriorizados a través de su naturaleza
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primitiva, y no desde el plano conciente y espiritual que
implica la aceptación pura del impulso sexual como ele-
mento de realización espiritual.
Los agregados psicológicos que conforman el Ego,
al exteriorizarse, impiden la presencia de esa chispa di-
vina de luz representada por la esencia, la cual personi-
fica en el hombre, el estado mínimo de conciencia des-
pierta que posee. La conciencia es la luz interior que irra-
dia la energía que une el alma con el ser supremo, al que
conocemos como Dios, que también está dentro del ser
humano, como expresión inmaterial de su real ser.
Al limitar la manifestación de la esencia en la
mente libre, cuya libertad se debe a la ausencia del pen-
samiento, también se limita la expresión de la conciencia
a través del hombre, elemento que impide la conexión del
ser humano con su espíritu.
Esta realidad espiritual del hombre, es compleja
pues su principal fundamento es el estudio de sí mismo,
el autoanálisis de su estado de conciencia, que es comple-
tamente subjetivo, y sus indicadores no provienen de
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consecuencias materializadas, sino de su desarrollo espi-
ritual y de la unificación que debe existir entre su alma y
su real ser interno.
Es por ello, que la ciencia de la vida y la muerte, no
puede comprenderse de una forma ligera, o de hechos
observables, desde la visión humana.
El estudio de la vida como espacio de tiempo y
como existencia del ser humano en función de su propia
evolución psicológica, constituye un elemento fundamen-
tal, y a su vez, la oportunidad otorgada al hombre, para
que este pueda despertar su conciencia, y encontrar el
camino que conlleva, no solo a la realización de su espí-
ritu, sino que posterior a la misma, conduce su concien-
cia, a la unificación del alma con su real ser interno, per-
mitiendo, que ese ser interior, se exteriorice, cuando el
alma del hombre, alcanza su verdadera autorrealización.
Teniendo en cuenta que la vida, como se describe
en este texto, se refiere a esa oportunidad maravillosa,
que las divinidades otorgan al ser humano, para la reali-
zación de la gran obra espiritual, que constituye la purifi-
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cación absoluta de su alma, mediante el despertar de la
conciencia, la muerte de su negatividad, y el renacer con-
ciente que tiene como propósito la autorrealización del
hombre, concebida como la máxima expresión de su real
ser interno.
En este sentido, la definición de muerte, no se re-
fiere a esa muerte física, en la que nuestro cuerpo vital, y
el cuerpo astral, abandonan el cuerpo físico cuando el
sujeto fallece.
Este concepto de muerte, no es más que la elimi-
nación o erradicación absoluta del Ego, que representa la
expresión máxima del yo psicológico, a través de la nega-
tividad y defectos, que conforman esa parte de nuestra
naturaleza interna, que se hace necesario erradicar de
una forma definitiva.
La muerte como elemento transformador del
hombre, requiere de un arduo trabajo emocional y espiri-
tual. Por ello, no cualquier persona puede emprender el
camino a la muerte psicológica, si previamente, no posee
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un nivel de conciencia despierta, que posiciones su esen-
cia, en un alto nivel iniciático.
El despertar de la conciencia es una condición
propia del ser humano, que se desarrolla con el esfuerzo
y la dedicación, manifestada de forma consecuente en las
prácticas espirituales y en la comprensión de la vida
como elemento clave para el desarrollo de la sabia con-
ciencia.
Desde este ámbito, se entiende que no puede exis-
tir la muerte si previamente, no existe un proceso de
comprensión conciente de la vida, aun cuando la muerte,
en este sentido filosófico, reconoce la existencia del rena-
cer del verdadero hombre, hecho que implica la vida
eterna después de la muerte.
Hablar de la vida eterna, no es una fantasía alojada
en el pensamiento espiritual del ser humano, tampoco se
refiere a una vida sin la presencia de la muerte. Esto de-
bido, a que la muerte es un elemento que también forma
parte de la vida, desde esta concepción filosófica la vida
eterna, es comprendida como la autorrealización abso-
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luta del hombre, en la que su real ser o Dios interno, se
libera del Ego, a través de la muerte psicológica, permi-
tiéndole al Venerable Maestro, renacer conscientemente
en sus existencias futuras.
La vida eterna, surge de la muerte y es un ciclo en
el que la muerte física, no marca el fin existencial del
hombre autorrealizado. La muerte física cuando tiene
lugar después de la muerte psicológica, se constituye
como un elemento, que solo marca el reinicio de cada
existencia del Venerable Maestro como una nueva misión
de vida.
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CIENCIA DE LA VIDA Y LA MUERTE.
La ciencia de la vida y la muerte, es el proceso
práctico que el hombre debe experimentar con el objeto
de alcanzar el verdadero propósito de su existencia.
Desde esta condición, se denomina como ciencia, el pro-
ceso de realización espiritual que es sometido al estudio,
de su praxis y experimentación.
Esta concepción filosófica se define la vida como
una ciencia en la cual se experimentan, los métodos, ex-
periencias y otros procesos, que permiten una valoración
sobre la incidencia de dichas prácticas y los efectos que
las mismas producen, en nuestros estados emocionales o
espirituales.
Estos métodos y prácticas, tienen que ver específi-
camente con él despertar de la conciencia, elemento con-
siderado como un paso previo a la muerte psicológica; la
alquimia emocional que constituye la muerte del Ego; y la
alquimia espiritual que tiene que ver con la purificación
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del alma, y el renacimiento del verdadero hombre auto-
rrealizado.
El despertar de la conciencia como se ha mencio-
nado en párrafos anteriores, consiste en otorgar espacios
a nuestra esencia, para que la misma pueda expresarse a
través de la ausencia de pensamientos.
¿Porque la ausencia de pensamientos?
Los pensamientos constituyen una fuente inagota-
ble de combustible mental para el Ego. Adicionalmente, el
pensamiento impide que la esencia tenga espacio en
nuestro cuerpo mental superior, que representa la inte-
lectualidad suprema.
Esta intelectualidad, tiene que ver con el razona-
miento conciente en donde el individuo tiene la capaci-
dad de pensar, sin dejarse llevar por la fantasía, las pre-
ocupaciones, y otros elementos que sólo dificultan el
despertar de la conciencia.
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La esencia que es esa chispa de luz mínima de
nuestra conciencia despierta, sólo se puede exteriorizar
en el vacío que deja, la ausencia de pensamientos y la in-
existencia de los agregados psicológicos.
En este contexto, se puede decir que existe una
relación muy grande entre el despertar de la conciencia y
la eliminación del Ego. Sin embargo, el hecho de suprimir
un pensamiento negativo, por la expresión de un agre-
gado psicológico, no implica su eliminación definitiva, o
en tal caso la muerte psicológica.
La erradicación absoluta del Ego, sólo se consigue
cuando el hombre, despierta su conciencia y alcanza la
iniciación en la maestría de misterios menores, lo que
implica haber logrado la realización de su espíritu, acon-
tecimiento previo a la autorrealización absoluta de su
real ser o Dios interno.
De acuerdo al argumento planteado, existen tres
etapas fundamentales para lograr la unificación del alma
humana con el Dios interior del hombre. Estas etapas
son:
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La iniciación, la maestría iniciática, y la autorrealización
absoluta.
La iniciación ocurre cuando el hombre a lo largo
de su vida, en cualquiera de sus existencias, encuentra el
camino.
En este ámbito, existe una arraigada diferencia en-
tre el camino y la vida, entendiendo la vida como una
línea horizontal y el camino como un eje transversal que
se entrelaza con la vida, creando una encrucijada, en la
cual el hombre estará sujeto, al ascenso espiritual o la
involución psicológica.
Como se mencionaba en el escrito el camino y la
vida, al principio de la presente obra:
“El Camino, no es más que la autorrealización del Ser,
nuestra esencia encerrada, apresada y encadenada en el
abismo del inframundo, siente y clama: ¡Libertad! ...Es
cuando el momento decisivo ha de llegar y conocer la doc-
trina de la autorrealización”.
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Este texto, permite darnos una idea en la cual se
expresa que el inicio del camino, es ese punto específico
al que llegamos en un tiempo y espacio determinado, y
sentimos que nuestra esencia clama por su liberación.
Es cuando el hombre siente la necesidad de des-
pertar conciencia, y comprende que existe un conoci-
miento, y este es la puerta que le conduce a su avance
espiritual.
La vida ofrece las oportunidades, lugar, tiempo y
espacio. El camino nos muestra el conocimiento y la con-
ciencia nos permite desarrollar la sabiduría para com-
prenderlo.
En este sentido, el hombre necesita de la vida por-
que es el lugar, tiempo y espacio en el que se realiza la
gran obra.
Así mismo, la importancia de encontrar el camino
radica en el conocimiento que debemos comprender para
alcanzar el verdadero fin de la existencia humana. Sin
embargo, el lugar, tiempo y espacio, y el conocimiento,
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son los elementos que permiten la realización de nuestro
espíritu, pero la verdadera acción que permite el desa-
rrollo de este avance espiritual, está dentro de nosotros
mismos.
La conciencia es esa luz que nos permite com-
prender el conocimiento y avanzar en el camino que con-
duce, a esa libertad, en la que nuestra alma se unifica con
nuestro real ser o Dios interno.
El hombre, antes de encontrar el camino, debe en-
contrarse a sí mismo, por ello, se hace indispensable que
el iniciado conozca de métodos para el despertar de la
conciencia, y antes de interpretar el conocimiento, realice
prácticas de meditación, con el objeto de crear un punto
de encuentro entre la esencia y su real ser.
La meditación es un método que permite al hom-
bre, aislarse de los pensamientos, de las realidades im-
propias de la conciencia, que cotidianamente encierra la
esencia, en un abismo interminable de problemas origi-
nados por el Ego.
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Por ello, este método permite que esa fracción de
la conciencia, se libere y encuentre ese lugar, tiempo y
espacio determinado, en el que se unifica con nuestro
real ser, para ser irradiada por el amor del Padre, la luz
que simboliza al hijo, y la vida como energía creadora que
representa al Espíritu Santo.
Además de la meditación, existen otras prácticas
como la concentración, que nos induce a mantener el es-
tado de conciencia, o incluso el desdoblamiento astral
conciente, que es un elemento importante para la concre-
ción del fin más preciado que puede tener el iniciado al
encontrar el camino.
Como bien se ha mencionado, el despertar de la
conciencia es el primer paso que debe dar el iniciado,
cuando en el transcurso de su vida, encuentra el camino,
que no es más, que el conocimiento.
Ese conocimiento divino, debe ser comprendido
por el iniciado, quien al recibirlo, siente que dicho cono-
cimiento, ya ha sido vivido.
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Esto debido, a que sabiamente el iniciado, ha ex-
perimentado el conocimiento en sus vidas pasadas, y su
misión en la existencia actual, no es otra, que compren-
der este conocimiento para encarnarlo en su propia con-
ciencia, como una representación de esa luz que ilumina
su propia esencia.
Además, de los métodos para el despertar de la
conciencia, existe otro recurso: “la alquimia emocional”.
Recurso conocido por el significado filosófico-esotérico
que representa la alquimia desde todas sus visiones.
El significado trascendental que filosóficamente
tiene el proceso alquímico, es la representación de la
transformación del Plomo que simboliza al iniciado, car-
gado de agregados psicológicos, en un ser cuya alma, se
ha liberado del Ego, para convertirse en un ser de Oro: el
Venerable Maestro.
Este proceso científico-filosófico, permite que el
hombre se estudie así mismo, y experimente los cambios,
psicológicos y espirituales que tienen lugar en sus mun-
dos internos.
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La transformación psicológico-espiritual es cono-
cida como transmutación, y mediante esta, se puede lo-
grar esa eliminación o erradicación absoluta del Ego. Una
vez, que el iniciado ha despertado su conciencia, tiene
que superar un conjunto de pruebas, asociadas a los cua-
tro elementos existentes en la naturaleza, externa e in-
terna del hombre. Estas pruebas, solamente pueden ser
superadas, mediante la alquimia emocional.
La alquimia emocional es el proceso de transmu-
tación de las reacciones psicológicas, que experimentan
los iniciados avanzados, e incluso los mismos Maestros
Iniciados.
Este proceso de transformación, mediante la co-
rrecta canalización de la energía interna, cumple con el
importante propósito de transformar, no solo las emo-
ciones, sino también las propiedades físicas existentes en
la energía de nuestro cuerpo vital, e incluso en muchos
casos las propiedades químicas de nuestro cuerpo físico.
Como se menciona, la alquimia no consiste exclu-
sivamente, en transformar una emoción o sentimiento,
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sino que además, dicho proceso de transmutación, tiene
la capacidad y el poder de cambiar la manifestación
energética de nuestra naturaleza interna, en función de la
transformación física, energética-vital, y energética-
astral.
En este sentido, la alquimia emocional sirve al ini-
ciado, para canalizar sus energías, en función de trans-
formar los agregados psicológicos en virtudes, las cuales
no solo son encarnadas en su esencia, sino también, en
sus otros cuerpos, especialmente en el cuerpo astral y
mental superior.
La alquimia emocional, permite al Maestro
Iniciado, solarizar los cuatro primeros cuerpos, asociados
a las siete dimensiones existentes en su propio universo.
Cuerpo físico; cuerpo vital; cuerpo astral superior;
cuerpo mental superior. Durante este proceso de alqui-
mia emocional, el hombre realizado espiritualmente,
transmuta el plomo de su naturaleza imperfecta, en el
oro de la conciencia iluminada.
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La alquimia espiritual, es un proceso de transmu-
tación que va mucho más allá, de la transformación
energética y química, de las emociones, sentimientos, y
Egos, para convertirlos en virtudes y energías solariza-
das.
El proceso de trasmutación espiritual, tiene que
ver con la transformación del alma humana. La concien-
cia iluminada, irradia en el alma del hombre, el amor, luz
y vida, para su purificación.
La purificación del alma en la alquimia espiritual,
permite transmutar las propiedades energéticas, que im-
posibilitan, la unificación del alma con el real ser o Dios
interno del hombre.
Esta alquimia espiritual, logra unir el alma
humana con Dios, a través de nuestro real ser interno, y
de esta unión, surge el renacimiento del verdadero hom-
bre autorrealizado.
Durante este proceso, el hombre en su
autorrealización absoluta, logra solarizar el cuerpo causal
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asociado la voluntad; el cuerpo búdhico o de la concien-
cia; y cuerpo átmico, en el que se encuentra nuestro real
ser o expresión de Dios que se manifiesta dentro del
hombre.
Este proceso de transmutación espiritual, trans-
forma el alma humana, la cual es purificada, por las fuer-
zas creadoras de amor, luz y vida. Lo que permite, al
hombre solarizar el cuerpo búdhico en el que habita la
conciencia, y el cuerpo átmico en el que se encuentra su
real ser, elementos que se unen en un solo poder creador.
La alquimia, más allá de su concepción filosófica
representa el proceso de transmutación que permite
transformar la condición energética y química de los
elementos, partiendo, de un elemento en su condición
natural, para su transformación, en otro elemento de
mayor pureza.
En su concepto filosófico la alquimia representa el
elemento: “plomo”, como simbolismo del hombre col-
mado de agregados psicológicos y su naturaleza imper-
fecta, desde su estado originario.
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El proceso de transmutación, representa la ciencia
iniciática que transforma el espíritu. La cual tiene por
objeto, trasformar al hombre, proceso en el que inter-
viene el conocimiento que representa el camino iniciá-
tico, y la vida que aporta el lugar, tiempo y espacio, para
la realización de la alquimia, a la que se le conoce en el
plano espiritual, como la gran obra.
El espíritu atrapado en la naturaleza imperfecta,
dominada por el Ego, en la realización de la gran obra, es
transformado en el oro de la sabiduría. En esta etapa del
proceso, el iniciado vive el conocimiento, al tomar el ca-
mino, y mediante la comprensión, construye la sabiduría
que le permite culminar con el proceso de alquimia emo-
cional y la alquimia espiritual, que le conducirá a la auto-
rrealización absoluta, en la que su alma y su real ser, se
unen en la etapa más perfecta de la creación.
El camino iniciático, que representa el conoci-
miento, es encontrado por el iniciado a lo largo de la vida.
Sin embargo, este debe ser vivido por el iniciado, para
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comprenderlo, y así poder alcanzar una representación
de la sabiduría, encarnada en su conciencia.
En este sentido, el iniciado durante su vida en-
cuentra el camino, pero al encontrarlo, debe hacer uso de
ese conocimiento, en cada lugar, tiempo y espacio de la
vida para comprenderlo y encarnar en sí mismo, la sabi-
duría.
La sabiduría encarnada por el iniciado como re-
presentación del saber absoluto, sobre la práctica de
vida, representa el camino a la verdad. Tal como se men-
ciona, el camino es el conocimiento, y la sabiduría la ver-
dad a la cual conduce, el Dáath o conocimiento.
El conocimiento es la clave que el iniciado debe
buscar a lo largo de su vida. No obstante, para encontrar
el conocimiento, se hace necesario reencontrarse con la
esencia existente en el interior del hombre. La esencia
como expresión mínima de luz, que irradia la conciencia
es el elemento que nos permite comprender el conoci-
miento, cuando este se hace presente en un determinado
tiempo y espacio de la vida.
~ 37 ~
Por esta importante razón, el iniciado durante su
vida, debe estar atento a todos los detalles y situaciones
que surgen a lo largo de su existencia, porque es allí, que
se presentará el conocimiento que nos guía, al camino de
la sabiduría o camino de la verdad.
La verdad puede decirse que es un elemento tele-
ológico de la sabiduría, porque en sí misma, la verdad, es
una de las causas finales de la sabiduría, puesto que la
sabiduría, en sus fines existenciales, conduce a la verdad
que se enmarca en el principio divino de la realización
espiritual, que posteriormente conlleva a la autorrealiza-
ción absoluta o alquimia espiritual que unifica el alma
humana con Dios.
Como se ha mencionado a lo largo del texto, el
principal fin que se establece al estudiar el fenómeno de
la vida y la muerte, conlleva al hecho místico en el cual el
alma humana, se une con Dios.
Sin embargo, como también se visualiza en la con-
cepción filosófica de esta disertación, que ese encuentro
entre nuestra alma y Dios, no sucede, cuando nuestro
~ 38 ~
cuerpo físico desencarna al momento en el que el hombre
fallece.
Por el contrario, el verdadero estudio filosófico
sobre la vida después de la muerte al que se refiere en el
presente escrito, refleja el renacer conciente de la con-
ciencia, y el reencuentro de nuestra alma con Dios, que es
la energía creadora de amor, luz y vida existente en la
multiversalidad del todo.
En el encuentro del alma humana y Dios, se mani-
fiesta la unión de la energía radiante del amor emanada
por nuestro real ser, que a su vez, es la representación
del PADRE; La energía de la luz que emana del alma
humana en representación del HIJO; Y la energía de la
vida, que permite unir el amor y la luz en una sola fuerza.
Esta energía de la vida y su poder creador es la represen-
tación del ESPÍRITU SANTO.
La santísima Trinidad como misterio, es un ele-
mento filosófico de todas las religiones existentes en el
mundo, al aceptar la tríada divina, en cualquiera de sus
~ 39 ~
formas, estamos aceptando la VERDAD que emana del
existencia de Dios.
La verdad es un elemento que pertenece a las cau-
sas finales de la sabiduría.
Sin embargo, aun cuando la verdad no se revela la
representación de Dios en el concepto filosófico, del cual
se habla en esta disertación, no puede concebirse como
absoluta e indivisible, debido a que este concepto de ver-
dad, precisa que la existencia de Dios, no se encuentra en
un solo lugar, desde el cual emana su poder creador.
El poder creador de Dios emana del todo, y está
presente en todos los elementos existentes, no solo en el
universo, sino que se trata, de una energía expresada a
través de los múltiples universos, en su concepción mul-
tiversal.
Por este importante motivo, se entiende que la
existencia de Dios, al estar presente en el todo de la di-
versidad de universos, también se reconoce que dicha
~ 40 ~
existencia, se encuentra presente de igual forma en todas
las cosas originadas de su creación.
En este sentido, el hombre como creación de Dios
hecho a su imagen y semejanza, representa una manifes-
tación de la existencia de Dios, encarnada en el hombre
como producto de la creación. La existencia de Dios en el
hombre, es la representación de nuestro real ser.
La representación de nuestro real ser, es la luz de
la verdad en el interior del hombre. Superior a la con-
ciencia, esta verdad representa la energía creadora infi-
nita, absoluta que se encuentra en el interior han de cada
ser humano.
No obstante, nuestro real ser como manifestación
de la verdad absoluta, existente en el interior del hombre,
es un elemento filosófico, en el cual se reconoce que cier-
tamente existe una sola verdad en el universo, pero esta
verdad está pre-constituida, con la multiplicidad de ver-
dades, debido a que dentro de nuestro real ser, o mejor
dicho en el interior de cada hombre existe una verdad,
que representa su Dios.
~ 41 ~
Esa multiplicidad de verdades, conllevan a una
verdad absoluta, pero que as u vez, no es universal.
La verdad absoluta, está representada por la unión
del real ser de cada hombre, con el cosmos en el cual la
universalidad, sólo es una parte de los múltiples univer-
sos que se crean a partir de las emanaciones de la energía
de Dios.
Como se ha podido observar en el presente es-
crito, la vida y la muerte, representa filosóficamente, algo
más que un principio y final del espacio de tiempo en el
que se desarrolla la existencia humana.
En este sentido, este fenómeno nos conlleva al es-
tudio de muchos elementos, tales como la realización es-
piritual, en la que el hombre alcanza el despertar de la
conciencia y la autorrealización absoluta en la que se
consigue la muerte psicológica.
Consolidando la alquimia en sus diferentes con-
textos, como proceso de purificación del alma, que poste-
riormente, se unifica con nuestro real ser, unión me-
~ 42 ~
diante la cual las energías del amor, luz y vida conducen a
ese real ser, al principio y final de las cosas, al alfa y el
omega, que simboliza en la cultura hebrea, el número
uno; DIOS.
~ 43 ~
EL MAESTRO DE LA VIDA Y LA MUERTE.
I
Dos caminos se unen,
una idea persevera;
Sin Importar cuantos se oponen,
lucharas hasta que mueras.
II
Eres el Maestro del Amor
y el señor de la Muerte,
quien luchando con valor,
al destino venciste exitosamente.
III
Al fin la muerte, le ha ganado a la vida
y de esta batalla, ha nacido el maestro,
ángel de luz y de fuego, que traerá la sabiduría
para convertirla en conocimiento.
~ 44 ~
IV
Conocimiento de los Dioses,
que de la tierra y el agua;
Hará surgir al verdadero hombre,
quien con sus manos hará magia.
V
Esta magia ha de ser,
sagrada como su conciencia,
pero si falla en el arte de comprender,
de manera irremediable, perderá su esencia.
VI
Esto lo llevará al infierno,
haciéndole perder su verdadera vida
y entre llamaradas de fuego;
Se arrepentirá día tras día.
~ 45 ~
VII
En Maestro te has convertido,
cumplirás tu labor Santa,
rescatando a quienes estén sumergidos;
En el abismo de la desesperanza.
VIII
Serás el guía hacia la verdad
y tus huellas el camino,
de quienes te siguen con sinceridad,
para ganarle la batalla al destino.
IX
Muchos te igualarán,
al comprender tu conocimiento
y serás uno de los tantos,
que lucharán,
por alcanzar el reino de los cielos.
~ 46 ~
X
Aun que eres solo un hombre,
tienes el poder de Merlín
y la podredumbre,
podrás convertir en jazmín.
XI
Eres el hechicero más grande
de todos los tiempos
y de manera venerable;
Amo y Señor de los sueños.
XII
Artista del pensamiento,
creador de la vida;
has conseguido la muerte,
para curar de tu alma las heridas.
~ 47 ~
XIII
Hacedor de sueños,
carpintero de la esperanza;
Con tus manos tallarás el camino,
que guiará mis andanzas.
XIV
Dios y Hombre,
Luz de Luna, luz de estrella
hoy tu nombre;
es más poderoso que una centella.
XV
Alquimista misterioso,
que con tus manos de cristal;
Has convertido el plomo en oro,
Usando tú proceso maestral.
~ 48 ~
XVI
Encontraste la muerte
y decidiste volver a nacer,
ahora vivirás para siempre,
enseñando el arte de comprender.
XVII
Ilustre creador de la verdad,
en el camino encontrare los pasos,
que me harán llegar a dónde estás
y siguiéndolos realizaré mis sueños
con grandeza y libertad.
(Aleph Dáath)
~ 49 ~
PASOS FIRMES
I
A la orilla de la carretera
viajaba el caminante,
con la esperanza latente
de llegar hasta su meta.
II
Alegre y despiadado como el viento
va dejando sus huellas,
impregnadas de sentimientos,
atravesando las barreras.
III
Andando con valor
el caminante sabe
que sus huellas quedaran
y aun que en su recorrido muera;
Sus pasos fueron dados con honor.
~ 50 ~
IV
Caminante y camino,
un juego entre la vida y la muerte;
Con tus pasos iluminaste el destino,
que te llevo repentinamente.
V
Caminante, aun muerto
estarás vivo por siempre,
porque ni siquiera el tiempo,
pudo llevarse tu nombre.
VI
Oh caminante de la vida
lo que te preparó el destino,
parece injusto todavía,
pero: ¡así es el camino!
~ 51 ~
VII
¡Perdiste lo irrecuperable!
Y ganaste el honor,
serás un ser venerable
y todos te reconocerán
con absoluto valor.
(Aleph Dáath)
~ 52 ~
UN ARTE, UNA DOCTRINA Y UN AMOR.
I
La inspiración de un momento,
es lo que siento ahora
y con todo el sentimiento,
quiero compararte con una rosa.
II
Eres el arte,
ese sueño sentimental,
que cuando quiero expresarme,
me da una imaginación maestral.
III
Hoy escribo estos versos,
para que todos sepan
que eres el universo;
Y todos los motivos que me inspiran,
para decir las cosas en este momento.
~ 53 ~
IV
No solo eres arte,
eres también sabiduría
y como solo se amarte,
lo seguiré haciendo;
¡Hasta morir de alegría!
V
Mis manos dibujarán el amor;
Convertido en obra de arte,
y plasmare en mi lienzo,
una oportunidad para amarte.
VI
Arte de pensar y de sentir,
me siento orgulloso de escribirte,
mil poemas para ti;
y alabar por primera vez,
esa fascinante grandeza, que en ti percibí.
~ 54 ~
VII
Oh arte de mi corazón,
doctrina de amor y belleza.
Hoy te dedico con pasión,
un poema para consagrar
¡tu grandeza!
VIII
Tú eres el sentido de mi vida,
por eso te pido que me guíes;
ya que sin tu norte,
mi destino no existiría
y mis pasos,
¡Huellas no dejarían!
IX
Has que mis pasos dejen huellas,
perdurables en el tiempo,
para que ni las centellas;
Obstaculicen mis talentos.
~ 55 ~
X
Doctrina maravillosa,
que se plasma en un momento
muchos se cubren con tu gloria,
pero no todos se detienen un segundo
a escribir versos como estos,
por que de manera desagradecida;
XI
Ignoran que tú eres:
¡La dueña de nuestros sentimientos!
Hoy doy Gracias a la vida, por haberte conocido,
cuando fue preciso el momento.
(Aleph Dáath)
~ 56 ~
ÍNDICE
Contenidos: Pág.
Dedicatoria………………………………………………………. 3
Oración del Iniciado………………………………………….. 4
El Camino y La Vida…………………………………………... 5
La Vida y La Muerte…………………………………………... 7
Ciencia de La Vida y La Muerte. …………………………. 23
Poemas.
El Maestro de La Vida y La Muerte. ……………………. 43
Pasos Firmes……………………………………………….……. 49
Un Arte, Una Doctrina y Un Amor. ……………………... 52
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