Acerca de la Carta de Jamaica.
Aproximarse al pensamiento de un hombre como Simón Bolívar, resulta complejo,
no por su estilo, ni por sus escritos en sí mismos, sino por el contexto donde
sorbe, Bolívar sus ideas políticas. Es decir, los escritos de Bolívar, obedecen a
una época, no son inocentes y por más de que uno trate de fiarse solamente en lo
mencionado en los textos, cada frase, alude a un mundo, a un pensador, a una
situación puntual.
Son permanentes las alusiones contextuales, a la revolución francesa, a los
vejámenes cometidos por España en contra de las colonias españolas, a los
Estados Unidos, a la invasión napoleónica, entre otros.
Por otra parte, Bolívar, es influenciado por los pensadores de la ilustración
francesa, hombres que ejercieron notable incidencia en las transformaciones del
mundo occidental: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Diderot, entre otros.
En las siguientes líneas, procuraré, adentrarme, en el pensamiento de Bolívar y
de forma especial, en el pensamiento de uno de sus escritos más relevantes: “La
carta de Jamaica”, intentaré tener en cuenta, el contexto en el cual, nuestro
pensador redacta sus ideas, para no caer en una lectura sesgada.
1. AUTOR Y CONTEXTO
1.1. Biografía de Simón Bolívar
Simón Bolívar procedía de familias tradicionales de la sociedad caraqueña. Los
antepasados del libertador tuvieron destacadas participaciones, en el desarrollo
político, económico y social de la vida colonial.
Los padres del Libertador descendieron de Capitanes, General, Alcaldes,
procuradores, regidores y gobernadores.
Los padres del Libertador.
Su padre fue el Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponce, nacido en la Victoria, el 15
de Octubre de 1.726 y su madre, Doña María Concepción Palacios y Blanco,
nacida en Caracas el 9 de Diciembre de 1.758; ambos se casaron el primero de
Diciembre de 1.775 en la ciudad de Caracas. El tenía 47 años de edad y ella
apenas 15 años. Perteneciente ambos a la más rica nobleza criolla.
El 24 de Julio de 1.783 marcaría el calendario de la historia un comienzo
trascendental. Nació Bolívar.
Simoncito creció como todos los niños de su rango social; mecido en los brazos
de una esclava negra llamada Hipólita.
Juan Vicente Bolívar y Ponce, padre del Libertador, murió el 19 de Enero de
1.786, a la edad de 60 años y su esposa María de la Concepción Palacios de
Bolívar, falleció después el 6 de Julio de 1.792, a la temprana edad de 34 años.
De consiguiente, Simón Bolívar tenía apenas dos años y medio de edad cuando
perdió a su padre y 9 cuando quedó huérfano al perder también a su Madre.
Don Feliciano Palacios, padre de Doña María de la Concepción queda como tutor
de los niños, pero murió al año siguiente. Después de la muerte del abuelo Simón
quedó bajo el cuidado de su tío Carlos Palacios, quien se hace cargo de él y sus
hermanos. El ambiente familiar termina desmoronándose con el casamiento de
sus hermanas y la salida de Juan Vicente al cargo de otro tutor.
Este cambio de ambiente influye sobre Simón, quien al poco tiempo huyó de la
casa del tío y pretendió vivir en la casa de su hermana María Antonia. Esta dio
origen a un pleito judicial entre su tutor y el matrimonio Clemente Bolívar; la pareja
alegó todas las razones que le asistían a fin de que la Real Audiencia permitiera
que el joven viniera con ellos, pero la Audiencia falló en favor del tío Carlos
Palacios, y Simón debió obedecer, no sin antes dejar en claro su opinión sobre el
hecho, la cual fue asentada en el expediente del juicio; dijo, entre otras cosas "si
a los esclavos se les permite cambiar de dueño cuando eran objeto de malos
tratos, ¿Por qué no se le permite a él vivir con la gente que más le agradaba?; que
el tribunal podía disponer de sus bienes, mas no de una persona.
A raíz de este incidente, el joven Simón ha sido confiado a Simón Rodríguez quien
dirigía en esa época una escuela de primeras letras en Caracas. Pedagogo Liberal
y excéntrico, de vasto pensamiento universalista, supo sembrar en el alma de su
alumno el germen de las ideas nuevas "Usted formó mi corazón para la libertad,
para la grandeza, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me
señaló”; escribió Bolívar a su maestro Rodríguez muchos años más tarde. Otros
de sus profesores que el célebre Andrés Bello, conocido como el maestro de
América y el más grande humanista del continente.
A los 14 años, Simón ingresó con el rango de Cadete en el batallón de milicias de
Blancos de los Valles de Aragua, y un año más tarde era ascendido a Sub
Teniente.
Después dice Bolívar, fue enviado a Europa a estudiar idiomas extranjeros y a
asistir a la Academia de San Fernando, en Madrid, para mejorar su aprendizaje de
matemática. Allí en Madrid también tomó lecciones de esgrima, danza y
equitación.
Viajes de Simón Bolívar.
Cada uno de los viajes que Simón Bolívar realizó durante su juventud y su
adultez, le ofreció un cúmulo de conocimiento sobre los valores culturales,
sistemas políticos, criterios ideológicos, potencial humano y situaciones
económicas. Esto le permitió el poder actuar y hablar de acuerdo a las
circunstancias no en forma superficial sino precisa y objetivamente. El Libertador
asigna a los viajes una importancia fundamental. En su vida tres viajes realizó
Bolívar a Europa con motivos diversos, pero fácilmente con un solo fin:
construcción de su personalidad, búsqueda y acumulación de experiencias,
elaboración de un destino.
Durante este primer viaje también conoce de su vida: María Teresa Rodríguez del
Toro, con quien se casa luego de cumplir un sin número de requisitos entre lo que
se encontraba el permiso del Rey. Una vez casado en 1.802 regresa a Venezuela
su esposa, quien muere a los ocho meses víctima de una grave enfermedad. Esto
hace que Bolívar quede solo e inmerso en una profunda tristeza.
La Campaña Libertadora.
En 1.813 Comienza su extraordinaria campaña militar en la cual alterna victorias,
hasta 1.818. En Mayo emprende la liberación de Venezuela con una campaña
admirable desde la frontera del Táchira hasta Caracas, donde entra triunfante el 6
de Agosto. El 15 de Junio, en Trujillo dicta el decreto de Guerra a Muerte. El 14 de
Octubre, la municipalidad de Caracas le confiere el título de Libertador y obtiene
una gran Batalla de Sucre (5 de Diciembre) . El 2 de Enero: Asamblea Popular en
Caracas, ante la cual rinde cuentas de sus actos.
1.815: 6 de Septiembre escribe la famosa carta de Jamaica.
1.816: En Haití, con el apoyo del Presidente Petión, organiza una expedición que
sale de los cayos de San Luis y llega a la Isla de Margarita.
2 de Junio: Decreta en Carúpano la libertad de los esclavos.
1.817: 3 de Abril: llega al Río Orinoco.
17 de Julio: Toma de Angostura.
24 de Julio: Aclamado Jefe Supremo
1.819: 17 de Febrero: Instalación del Congreso de Angostura.
27 de Febrero: empieza la Campaña para Nueva Granada.
5 de Julio: triunfo en Pantano de Vargas.
7 de Agosto: Batalla de Boyacá y liberación de Bogotá.
17 de Diciembre: el Congreso decreta la creación de la Gran Colombia y Bolívar
es nombrado presidente.
24 de Diciembre: sale hacia Nueva Granada.
1.820: Presidencia en Bogotá.
1821: 24 de Junio resulta vencedor en las Sabanas de Carabobo, liberando así a
Venezuela, de las fuerzas reales.
29 de Junio entrada triunfal a Caracas.
1.822: 7 de Abril derrota a los realistas en Bomboná liberando así a la Provincia
de Pasto (Colombia)
El 24 de Mayo, Sucre triunfa en Pichincha devolviendo la libertad a Ecuador. 16
de Junio conoce en Quito el gran amor de los últimos años de su vida: Manuelita
Sáenz.
1.823: 2 de Septiembre llega a Lima
1.824: 1 de Febrero: el Congreso lo hace dictador en Marzo se enferma
gravemente en Pativilea.
Julio: Campaña libertadora por el Perú, viaja por los Andes.
6 de Agosto: alcanza la victoria de Junín que inicia la liberación del Perú.
7 de Diciembre: convocatoria desde Lima para el Congreso de Panamá.
7 de Diciembre: bajo las instrucciones de Bolívar, Sucre triunfa en Ayacucho
(Perú) poniendo así sello definitivo a la libertad americana.
1.825: Abril gira administrativa de los departamentos del Sur de Perú.
16 de Mayo Creación de Bolivia.
25 de Junio entrada en el Cuzco.
1.826: Febrero vuelve a Lima.
25 de Mayo: Mensaje al Congreso constituyente de Bolivia.
22 de Junio instalación del Congreso de Panamá, convocado por el Libertador.
14 de Noviembre: llega a Venezuela, de Bogotá.
1.828: Marzo: se reúne en Ocaña (Colombia) una convención que se disuelve sin
que los diversos partidos logren ponerse de acuerdo.
13 de Junio: el pueblo de Bogotá lo aclama dictador
1.830: el 17 de diciembre muere en la Ciudad de Santa Marta (Colombia)
agobiado por una tisis. (TB)
1.2. Contexto.
A finales del siglo XVIII empiezan a hacer crisis una serie de fuerzas que
marcaban una aceleración en el paso de una cultura organizada en torno a los
paradigmas de una sociedad agrícola, a un nuevo sistema de valores que, poco a
poco, irían caracterizando a la sociedad industrial. La Revolución Francesa se
erige como un poderoso símbolo en el campo político de la nueva visión social. Se
trata también de un símbolo eficaz en dos dimensiones precisas: Por una parte,
las demandas de una estructura social representativa que buscaba transformar de
modo radical los privilegios de la nobleza; por otra parte, su fracaso inicial en
Europa mostraba las dificultades que se encontrarían para superar las fuerzas
reaccionarias dispuestas a defender el statu quo.
Si profundizamos un poco más allá de las interpretaciones simplistas sobre las
luchas por la independencia, especialmente a través de los intelectuales que iban
modelando un posible discurso iberoamericano, sorprendemos una visión ya
madura de la nueva ordenación social que se iniciaba. Es decir, se buscaban
formas de superar la estructura que conformaba el mundo agrícola
(autosuficiencia, organización social en torno a la familia o la hacienda,
estratificación social, poder basado en la tenencia de la tierra, trabajo para el
propio provecho, gamonalismo/feudalismo, etc.), para iniciar la transformación que
luego caracterizaría el mundo industrializado (economía de mercado, trabajo de
intercambio, surgimiento de la fábrica, uniformidad, especialización,
profesionalismo, gobierno representativo, educación de las masas, etc.).
La posición de Bolívar está igualmente anclada en este momento de transición:
sin liberarse completamente del lastre de la tradición colonial, desea posicionar a
Iberoamérica en el sendero de la nueva cultura social que se estaba gestando. Al
mismo tiempo que buscaba restaurar a su clase privilegios que él creía legítimos y
que correspondían al mundo que caducaba, su querella contra España era mucho
más profunda y se originaba en una pregunta fundamental: “¿Podrá esta nación
[España] hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin manufacturas, sin
producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?” . España poseía,
claro está, ciencia y política; pero eran una ciencia y política ancladas en el
pasado. La España de Calos IV o Fernando VII era una España sin visión del
futuro. España parecía ejemplificar lo caduco, y las cadenas que la unían con
América impedían el progreso que articulaban los intelectuales y buscaban los
próceres de la independencia.
La independencia política de España se percibió como un modo de consolidar el
poder local que de hecho ya tenían, los criollos, pero se rechazaron los intentos
de transformación social: gobierno local representativo, educación pública,
liberación del comercio, reforma agraria, aplicación de las proclamas sobre la
libertad de los esclavos.
Con la premura de la lucha armada, Bolívar prestó más atención a la
configuración de un gobierno al nivel supranacional que substituyera al colonial
español. Pero a pesar de no ocuparse de la aplicación de sus proclamas al nivel
local y mantener así el apoyo de la oligarquía en el conflicto armado, también sus
intentos de formar gobiernos estables se frustraron. Los intereses de los criollos
eran locales y cuando más regionales. Lejos de percibir en el concepto de
Federación un modo superior de gobierno y de liberación humana, lo interpretaron
como una posibilidad de consolidar su influencia local y regional; es decir, en lugar
de verlo como proyección hacia un gobierno supranacional que uniera los
múltiples intereses regionales, lo ensayaron como instrumento personal para
conseguir y fortalecer su influencia a través de la autonomía local.
Al ver a Bolívar como un hijo de su época, o sea, una mente lúcida de
vanguardia, pero formada en el antiguo régimen, podemos comprender su lucha,
sus éxitos y también sus limitaciones. Y lo que es más importante en nuestra
coyuntura actual, a través de los problemas que él y su tiempo confrontaron,
aproximarnos a nuestra encrucijada actual. El objetivo de Bolívar había sido
simple: la independencia de España y la forja de gobiernos estables. Próximo ya a
su muerte, el 20 de enero de 1830, en un mensaje al Congreso de Colombia,
reconoce con abatimiento haber triunfado únicamente en lo primero:
“¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que
hemos conseguido a costa de los demás”. Bolívar había visto fracasar sus
proyectos y se sentía impotente: “esta inmensa revolución no la encadena nadie,”
decía en julio de 1829. Incluso su proyecto de federación de la Gran Colombia le
parece insostenible y, para evitar una guerra civil a su muerte, propone “dividir el
país con legalidad, en paz y en buena armonía”. Su carta al general Flores del 9
de noviembre de 1830 es de una amargura resignada: “La única cosa que se
puede hacer en América es emigrar”. Predice entonces que los gobiernos pasarán
a “tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas”.
Su pensamiento y su proyecto político no pueden comprenderse sino en sintonía
con las doctrinas que dieron nacimiento a los EE.UU. de Norteamérica y a la
Revolución Francesa. Siempre creía en la democracia, su meta final fue esa, las
continuas luchas para la creación de sociedades democráticas en la antigua
América Española. Simón Bolívar predica con ejemplo la subordinación de la
institución armada, majestad suprema del poder civil de entonces, sin embargo a
pesar del mandato civil, siempre obedeció a la visión enana de ambiciones
envilecidas, por ello nunca perdió dignidad. Tenía la fuerza, el prestigio, la
autoridad moral y la suficiente razón para hacerlo, sin embargo, nunca lo hizo.
Tomo siempre el camino de la obediencia institucional y lo demuestra cuando
entrega el mando a Sucre[1].
1.3. Método utilizado por Bolívar
Bolívar es un historiador del futuro, con referencia a valores, esto es historiosofía;
y precisamente ese es su método, realiza una simbiosis entre la historia y la
filosofía. Es un gran conocedor empírico y teórico de las necesidades del pueblo
latinoamericano, pero no se queda anclado allí en la mera historia y realidad sino
que, por el contrario, busca por todos los medios transformar las condiciones
paupérrimas y de subyugación en las que se encuentra su pueblo. Bolívar es un
gran conocedor de la filosofía europea: Rousseau, Napoleón, Montesquieu,
Montaigne, Hobbes, Maquiavelo, de ella sorbe y extrae elementos republicanos,
que le servirán para elaborar su plataforma política. Causas económicas, políticas,
sociales, ideológicas, desfilan por su pensamiento antes de anticiparnos que la
Americana española se dividiría en quince o más repúblicas Independientes; que
México será una República representada por un Presidente vitalicio, si desempeña
sus funciones con acierto y justicia o que traerá en caso contrario la Monarquía
apoyada por el partido militar o aristocrático.
2. ANÁLISIS CONCRETO DE LA “CARTA DE JAMAICA”
2.1 Resumen y explicación de las principales ideas contenidas en la Carta de
Jamaica”
Bolívar tenía 32 años, cuando escribe esta carta. Se hallaba refugiado en
Jamaica, sin un peso, sin ejército. En el exilio la palabra le sirvió como medio de
propaganda y de apelación. Una vez más trató de convencer a los ingleses de que
se beneficiarían con un comercio sin restricciones con una América libre. Las
respuestas que recibió a estas tentativas dieron origen a uno de los testimonios
más notables de su pensamiento político: La Carta de Jamaica[2].
El 6 de septiembre de 1815, en Kingston, donde se hallaba asilado, Bolívar
escribe la célebre Carta de Jamaica, dirigida a «un caballero de esta Isla», que
resultó ser, según meticulosas investigaciones, Henry Cullen.
En esta profética carta, Bolívar analiza la situación de Venezuela y atisba el futuro
de toda América con una fidelidad asombrosa, producto de sus claros conceptos
sociológicos, por lo que ha sido llamado «el primer sociólogo americano de su
tiempo».
Antecedentes de la Carta de Jamaica.
Era necesario en aquellos momentos, abrir perspectivas al movimiento de
independencia; levantar el ánimo de los vacilantes y pesimistas del campo
patriota, y al mismo tiempo, neutralizar en los posibles aliados extranjeros los
efectos de la propaganda realista, disipar la mala impresión reinante en el exterior,
explicar la justeza de la causa patriota; el origen de la guerra de independencia;
las contradicciones entre las colonias y la metrópoli y las condiciones sociales y
políticas favorables que constituían la base histórica del movimiento de
independencia.
El Libertador, una vez más en el exilio, vivía entonces los peores momentos de su
azarosa vida política. Sin embargo, no perdió ni un momento la voluntad de
continuar la lucha, ni la seguridad en el triunfo definitivo. Desde mayo había
llegado a Kingston, capital de la isla de Jamaica, en donde se dedicó activamente
a buscar auxilios, principalmente con el gobierno inglés, para continuar la lucha en
Tierra Firme. El Libertador estaba convencido de la necesidad de la ayuda exterior
para alcanzar la independencia. Lo mismo que lo estuvieron Miranda y Miguel
José Sanz, la guerra no podía librarse sin armas, sin pertrechos, sin dinero para
atender a los gastos del conflicto. Y tales elementos había que buscarlos en el
exterior, pues las condiciones de atraso económico en que se encontraba
Venezuela, no permitían ni siquiera pensar en obtenerlos dentro del país. Para
continuar la guerra no había otra alternativa que recurrir a la ayuda de los países
extranjeros, y de forma especial Inglaterra; Bolívar clama por la unión y por la
colaboración de potencias extranjeras, quienes puedan reconocer a América,
como un territorio libre, ello lo deja plasmado en la carta de Jamaica:
“Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y
de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos
vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.
América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las
naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios
militares y combatida por España que posee más elementos para la guerra, que
cuantos furtivamente podemos adquirir”[3].
Los auxilios que buscaba El Libertador eran armas, municiones y dinero para
continuar la guerra. Bolívar calculaba que la independencia se podría fraguar
inicialmente con seis u ocho mil fusiles, municiones correspondientes y quinientos
mil duros para pagar los primeros meses de la campaña".
Bolívar era consciente de que el auxilio que pedía a las potencias extranjeras, no
era gratuito, por ello él les ofrecía parte de las tierras libertadas como botín de
recompensa, verbigracia el Istmo de Panamá.
Análisis de la carta de Jamaica: o la carta profética.
Muchos elogios se han escrito para El Libertador en torno a la Carta de Jamaica,
basándose unos en la claridad del análisis de los acontecimientos a que se refiere;
a la certeza de las ideas sociales que expone; al conocimiento profundo de la
realidad hispanoamericana que revela o a la facultad de prever el futuro de
nuestros países. Se ha insistido tanto en este último aspecto, que a veces se
olvidan otros no menos importantes o quedan opacados por la fascinación que
produce el acierto con que El Libertador predijo entonces el futuro de los países de
Hispanoamérica. Esto ha dado origen al nombre de "Carta Profética", como
también se conoce el documento.
Los aspectos más importantes de que trata la Carta de Jamaica, son los
siguientes:
1. Presenta un panorama general de la guerra de independencia a fines de 1815.
Los realistas dominaban la mayor parte de sus antiguas colonias (Venezuela,
Nueva Granada, Quito, Perú, Cuba, Puerto Rico). En Chile y México la situación
no se había decidido; y sólo en el Río de La Plata habían triunfado los
independientes.
El Libertador considera la revolución de independencia como un hecho
irrevocable, que no podía volver atrás, y que a pesar de los fracasos sufridos,
terminaría con la victoria definitiva de la causa independiente.
“El belicoso estado de las provincias del Río de la Plata ha purgado su territorio y
conducido sus armas vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e
inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un millón de habitantes disfruta allí de
su libertad....El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidian do
contra sus enemigos que pretenden dominarlo...... (...)”4.
2. En la Carta de Jamaica, El Libertador critica duramente el sistema colonial y
señala la incapacidad de España para seguir manteniendo su dominación en
América.
En sus críticas al sistema colonial, El Libertador señala como aspectos negativos
la conducta de los españoles con la población americana, desde las
"barbaridades" cometidas contra los indígenas a partir del descubrimiento, hasta
las "atrocidades" que hablan puesto en práctica durante la guerra de
independencia. Y al denunciar estos hechos, El Libertador se apoyaba en
testimonios de los propios españoles, entre otros el Padre Bartolomé de Las
Casas, quien fuera uno de los primeros en denunciar el carácter inhumano de la
colonización española.
“Tres siglos ha —dice usted— que empezaron las barbaridades que los
españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón». Barbaridades que la
presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la
perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si
constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades” 5
En cuanto a la incapacidad de España para mantener su dominio en las colonias,
El Libertador emite juicios acertados sobre las condiciones económicas, sociales y
políticas de la metrópoli que justificaban aún más el movimiento de independencia.
"Que demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar la América, sin
marina, sin tesoro y casi sin soldados, pues los que tiene apenas son bastantes
para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia..." 6
Según El Libertador, España no estaba en condiciones de atender el comercio de
sus colonias. El comercio español fue en gran parte un comercio de comisión.
Compraban las mercancías a otros países europeos y luego las revendían en sus
colonias. Las consecuencias de este sistema fueron la escasez y los altos precios,
y el desarrollo del contrabando, que en muchos casos fue superior al comercio
legal. Todo esto tuvo su origen en la política económica de España, que durante
siglos se orientó a la búsqueda de metales preciosos y su atesoramiento y al
monopolio comercial, descuidando la industria y la manufactura.
3. En la Carta de Jamaica, El Libertador hace un llamado a las naciones
extranjeras para que ayuden a la independencia de las colonias españolas.
Las demandas de ayuda se dirigían, en primer término, a Inglaterra; y en segundo
término, a los Estados Unidos. A Inglaterra, por su tradicional rivalidad con España
por el control del comercio colonial. En muchas oportunidades Inglaterra trató de
apoderarse de territorios coloniales españoles, y ayudó militar y económicamente
a los colonos en sus intentos de independencia. Además, siendo Inglaterra la
primera potencia industrial de su época, era la nación que con más propiedad
podía servir las necesidades del comercio de los nuevos estados.
A estas cuestiones relacionadas con la ayuda exterior se refería El Libertador en
las siguientes frases de la Carta de Jamaica:
"La Europa misma, por miras de sana política, debería haber preparado y
ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el equilibrio
del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y seguro de
adquiriese establecimientos ultramarinos de comercio....... Sin embargo no sólo los
europeos, pero hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmóviles
espectadores de esta contienda que por su esencia es la más justa, y por sus
resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos
antiguos y modernos”7.
No hay dudas que la independencia de las colonias españolas dependía en gran
parte de la situación internacional, de la correlación de fuerzas entre las potencias
europeas. Y la ayuda que buscaban los patriotas se justificaba, entre otras, por las
siguientes razones: primero, por las ventajas recíprocas que obtendrían los
nuevos países y las naciones que los ayudaran, las cuales iban a conseguir un
amplio mercado para el comercio y la colocación de los productos de su industria;
segundo, por la incapacidad económica y política de España para mantener aquel
inmenso imperio colonial; y tercero, porque la formación de los nuevos estados
significaría un factor importante para el equilibrio político internacional.
4. La Carta de Jamaica es, sin duda, uno de los primeros documentos en los
cuales se analizan las causas de la independencia hispanoamericana. Tales
causas fueron, según El Libertador, las siguientes:
a) Políticas: Los hispanoamericanos estaban privados de derechos políticos.
Los colonos, dentro del sistema español, carecían de lo que El Libertador llama "el
derecho a ejercer la tiranía activa"8. Se les privaba del derecho elemental de
gobernarse a sí mismos. El Libertador considera que ésta fue una de las causas
de descontento que provocaron el rompimiento con España, el no haber podido
los hispanoamericanos "siquiera manejar nuestros asuntos domésticos en nuestra
administración interior". A este respecto, El Libertador dice en la Carta lo siguiente:
"Estábamos abstraídos y ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia
del gobierno y administración del estado. Jamás éramos Virreyes, ni
gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; Arzobispos y Obispos pocas
veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles sin
privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados, ni financistas y casi ni aún
comerciantes: todo en contravención directa de nuestras instituciones"9.
Es importante observar que El Libertador reivindica estos derechos al gobierno y
administración de las colonias para la clase de los criollos, a los cuales caracteriza
como "naturales del país originarios de España"; "americanos por nacimiento que
disputaban sus derechos a los indios y a los dominadores españoles"10. El
Libertador hablaba a nombre de los criollos, quienes constituían la "sociedad
nueva en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo vieja en los usos
de la sociedad civil". La experiencia civil de que habla El Libertador no era la de
los indios, ni siquiera la de los pardos, sino la de la oligarquía territorial que se
formó al influjo de las luchas civiles de los cabildos, a través de las cuales se
fueron definiendo sus intereses y su conciencia de clase.
b) Económicas: El monopolio comercial y las prohibiciones y restricciones
económicas, que impedían el desarrollo de las colonias.
España mantuvo sus colonias como "coto cerrado" en beneficio de la economía
peninsular. Se prohibió el comercio con otros países y se impuso estricta vigilancia
para impedir el contrabando. Se prohibía el comercio entre las propias colonias.
Se estableció un riguroso control de la navegación, mediante la autorización de
ciertos puertos para el comercio. Además de esto, se prohibía la siembra de frutos
europeos. Se prohibía establecer en las colonias fábricas de paños y otros
artículos, para que tuvieran que ser comprados a los comerciantes peninsulares.
Toda esta política económica estaba dirigida a convertir la economía de las
colonias en una economía complementaria de la economía española. A este
respecto, El Libertador dice en la Carta lo siguiente:
"Los americanos, en el sistema español... no ocupan otro lugar en la sociedad
que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples
consumidores, y aún esta parte coartada con restricciones chocantes: tales son
las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones
que el rey monopoliza, el impedimento de la fábrica que la misma península no
posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera
necesidad, las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se
traten, entiendan ni negocien.."11.
5. En la Carta de Jamaica, El Libertador predice el futuro de los países
hispanoamericanos, y opina sobre la forma de gobierno que debían adoptar.
El futuro político de los países hispanoamericanos es objeto de la preocupación
del Libertador, quien al respecto se plantea las siguientes cuestiones: ¿Debían las
antiguas colonias unirse en un solo Estado? ¿Se organizarían repúblicas o
monarquías?
“El Libertador consideraba que en aquellos momentos no era posible unir todos
los países hispanoamericanos en una sola nación, no porque no fuera partidario
de la unificación de Hispano América, sino porque "climas remotos, situaciones
diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América"12.
En el mismo párrafo, escribe lo siguiente:
"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación
con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un
origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente,
tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan
deformarse"13.
El Libertador era partidario, pues, de la unidad de los países hispanoamericanos,
ligados entre sí históricamente por el origen, la lengua, las costumbres, la religión.
La paternidad de la idea de unir a América Española en un solo estado
corresponde al Precursor Francisco de Miranda, quien en 1790 propuso formar
con todas las colonias una monarquía bajo la autoridad de un Inca. En 1815, El
Libertador descarta parcialmente estas ideas mirandinas: la vasta extensión del
territorio, la diversidad de climas, el aislamiento de regiones tan distantes, y, en
particular, los intereses opuestos de los grupos regionales, impedían llevar a cabo
idea tan grandiosa. Era una idea más realizable, formar uniones regionales, unir
secciones más pequeñas de aquel inmenso territorio y establecer lazos que
ligaran las distintas porciones así organizadas. En los párrafos transcritos,
encontramos un buen antecedente del Congreso de Panamá, convocado y
reunido por El Libertador en 1826, como un intento para unir los países
hispanoamericanos y asegurar su independencia.
Y encontramos también un antecedente directo de la creación de la República de
Colombia, realizada a partir de 1819 en el Congreso de Angostura. En efecto, El
Libertador, al referirse al futuro de Venezuela y Nueva Granada, dice lo siguiente:
"La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una
república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el
nombre de Las Casas, en honor de este héroe de la filantropía, se funde entre los
confines de ambos países...” 14
Descartada, pues, la idea de un solo estado, El Libertador prevé la formación de
17 naciones en el territorio hispanoamericano; y difiere también de Miranda en la
forma de gobierno que debían adoptar los nuevos estados. El Libertador era
Partidario decidido del sistema republicano. Rechaza toda idea de crear
monarquías en la América antes española. Según él, el sistema republicano está
más de acuerdo con las necesidades de los nuevos estados.
Las monarquías buscan el aumento del poder, la riqueza, la autoridad y a la
conservación de estos objetos por medio de la guerra y la conquista contra sus
vecinos. Los países hispanoamericanos, recién salidos de la colonia, necesitaban
de un sistema político que los ayudara a superar el atraso institucional, la
inexperiencia política, a lograr la paz y el progreso económico y social. Para estos
fines, quería Bolívar que se establecieran repúblicas.
El Libertador estuvo siempre en el centro de esta polémica sobre monarquía o
república, que fue una de las más interesantes en el proceso ideológico de la
independencia. El ejemplo norteamericano y la revolución francesa, ofrecían
asideros sólidos en favor de la república; mientras, por otra parte, el supuesto
atraso cultural, la ignorancia, falta de virtudes en el pueblo, fueron argumentos de
quienes sostenían que nuestros pueblos eran incapaces de gobernarse por sí
mismos, y, por tanto, inaptos para el gobierno republicano. Argumentaban,
además, que las grandes potencias de Europa verían con mejores ojos la
formación de monarquías América. Consecuente con sus ideas políticas, El
Libertador pensaba que dentro de un régimen republicano sería más fácil elevar el
nivel cultural y material de nuestros pueblos, sacarlos del atraso y lograr para ellos
la paz necesaria para organizar sus instituciones y superar las devastaciones
dejadas por la guerra. Pensaba, además, que la composición étnica, el carácter
mestizo de nuestros pueblos, debía contar con un sistema de gobierno que
estimulara la marcha hacia la igualdad social y la democracia.
6. En la Carta de Jamaica, El Libertador se refiere al régimen político y a la
naturaleza de los gobiernos que se debían adoptar en Hispanoamérica.
El Libertador rechaza el sistema federal de gobierno y se pronuncia a favor del
centralismo. Considera que la América Española no estaba preparada para
separarse de la metrópoli, y como consecuencia de la crisis ocurrida en la
península, los americanos han pasado:
"Sin los conocimientos previos, ni la práctica de los negocios públicos, a
desempeñar funciones de gobierno". "Las instituciones perfectamente
representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces
actuales"15.
Las instituciones de gobiernos liberales y perfectos se logran en sociedades
civiles basadas en la justicia, la libertad y la igualdad, y nosotros estábamos
distantes de poseer tales bienes cuando apenas recién salíamos de las cadenas.
Por lo tanto, no estábamos en condiciones de practicar un gobierno perfecto como
el federal. Para llegar a tanto, se necesitaba la práctica y la experiencia civil
política de la cual carecíamos. Era preciso organizar los nacientes estados bajo un
régimen político intermedio, a través del cual se pudiera lograr la unidad y formar
los talentos y virtudes que se requieren para el ejercicio de sistemas populares de
gobierno.
"Los estados americanos ha menester de los cuidados de gobiernos paternales
que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra”16.
La cuestión que se presentó ante Bolívar se refería al futuro de los pueblos
sudamericanos. El análisis de la famosa Carta de Jamaica puede contribuir a
aclarar su posición política. La revolución había fracasado. España había vencido.
Si Morillo actuaba rápida y efectivamente podría establecerse el dominio español
en el Nuevo Mundo. El interrogante que asaltaba entonces a Bolívar era el
siguiente: ¿Existía algún porvenir para una América Libre? Este fue el primer
punto que consideró Bolívar. En su opinión, el destino de Sudamérica estaba
decidido. Al respecto escribió: “Los lazos que nos unían con España han sido
rotos, el odio que la península ibérica nos inspira es mayor que el océano que nos
separa; y un pueblo que ame la libertad será al fin libre”17.
Lo dijo Bolívar: "Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otro
tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los
aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos,
nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de
mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores;
así nuestro caso es el más extraordinario y complicado”18.
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