El desarrollo de la personalidad en el niño
Capítulo 1
La personalidad caracteriza la individualidad de la persona y es lo que la diferencia de las demás. La personalidad se conforma como resultado de la interacción entre la herencia y los factores ambientales. Entre las características de la personalidad que parecen vinculadas a la herencia genética, al menos parcialmente, están la inteligencia y el temperamento. Diversas teorías e investigaciones han tratado de explicar cómo cada persona desarrolla su per-sonalidad diferenciándola del resto (teorías del aprendizaje, teorías psicoanalistas, teorías humanistas y las de tipos y rasgos). El ser humano pasa por una serie de etapas a lo
largo de su vida que son explicadas de manera diferente según los diversos autores. Las experiencias de un niño, especialmente la satisfacción de sus necesidades básicas, el modelo de educación recibido en su entorno familiar y las distintas situaciones que experimenta y a las que se enfrenta, son cruciales para el desarrollo de su personalidad.
Desde su concepción, el niño cuenta con una carga genética que hereda de sus progenitores. Estos factores genéticos hacen que cada niño reaccione de forma distinta en su contacto con el ambiente que le rodea. Dispone de su propio temperamento, carácter, actitudes...
La personalidad futura será el resultado del tempera-mento y las acciones educativas que reciba de los adultos que lo rodean (padres, profesores, hermanos, abuelos), y de las relaciones que establezca.
El niño irá creando una conducta en función de las reacciones que los adultos tengan ante su comportamien-to, y de las diferentes experiencias que vaya acumulando
El desarrollo de la personalidad en el niño
La personalidad es el término con el que se suele designar la individualidad de la persona, es decir, las carac-terísticas que la diferencian de los demás. Conociéndola, podremos prever con más facilidad cómo actuará y cómo
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reaccionará una persona bajo diferentes circunstancias. Existen diversas teorías psicológicas y cada una de ellas recalca determinados aspectos de la personalidad, discre-pando unas de otras sobre el modo en que se organiza, desarrolla y manifiesta en el comportamiento. Intentan describir de qué forma se comportan las personas para satisfacer sus necesidades físicas y fisiológicas. Lo que sí parecen tener claro todas ellas es que la personalidad del ser humano juega un papel muy importante en los comportamientos que manifiesta. De este modo, si la herencia ha dejado huella en el niño dotándole de ausencia de empatía, de mal genio, de impulsividad..., podemos modificar esos aspectos a través de los factores ambientales que influyen en él y, así, modificar su com-
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portamiento hacia una dirección más adecuada. Durante la infancia, los adultos podemos intervenir para modificar rasgos de personalidad en el niño, antes de que estos sean más estables. La diferenciación entre individuos puede deberse a que existen diversos factores que in-fluyen en el desarrollo de la personalidad, pues tanto la herencia como el ambiente interactúan para la formación de cada individuo. Ya desde los primeros años de vida, los niños difieren unos de otros, ya sea por su herencia genética como por variables ambientales dependientes de las condiciones de su vida intrauterina, así como de su nacimiento y posterior desarrollo. A lo largo de toda su vida, el ser humano va experimentando cambios en su personalidad fruto de su madurez y de las influencias y experiencias que recibe del contexto ambiental en el que vive (figura 1.1).
La herencia proporciona una constitución física y una dotación genética, mediante las cuales se va a captar el mundo y a responder ante él.
El ambiente proporciona elementos de interpretación, pautas para dar significado a los estímulos, y determinar formas de respuesta. El nivel sociocultural y el clima afec-tivo ocupan un lugar destacado en el desarrollo infantil.
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Indicadores de la personalidad
En el comportamiento confluyen varios elementos que se convierten en los indicadores de la personalidad de las personas. Estos indicadores son los siguientes:
Las actitudes, que son las predisposiciones positivas o negativas hacia algo o alguien, y se compone de tres partes: lo afectivo, cognitivo y lo conductual.
El temperamento, es la peculiaridad e intensi-dad individual de los afectos psíquicos y de la estructura dominante de humor y motivación.
El carácter, constituido por el conjunto de cua-lidades psíquicas y afectivas que condicionan la conducta de cada individuo.
La voluntad, facultad de hacer o no hacer una cosa, es la facultad de perseverar en la tarea y superar las dificultades a través de la constancia y del esfuerzo.
La motivación, que promueve a actuar o no de una determinada manera.
El desarrollo socio-afectivo del niño radica en los vínculos afectivos que establece con los padres, hermanos, familiares y amigos. Los dos primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo socio-afectivo del niño. El apego y la amistad son los vínculos afectivos básicos. En el apego, la unión afectiva que establece el bebé con las personas que interactúan con él se caracteriza, funda-
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mentalmente, porque manifiesta conductas con las que intenta conseguir o mantener la proximidad con la persona a la que está apegado (lloros, gestos, miradas...), por la existencia de un modelo mental de cómo es su relación con las figuras de apego, así como unos sentimientos presentes en el ambiente, tanto los agradables (seguridad, bienestar,...), asociados a la presencia del adulto querido, como desagradables (ansiedad, miedos...), cuando tienen lugar las ausencias de ese ser querido.
Durante la adolescencia, el menor busca su iden-tidad e intenta resolver quién es él en la realidad; una pregunta que intentará resolver a lo largo de toda su vida. Los jóvenes bien preparados para el futuro asumirán gustosamente las responsabilidades de los adultos. Sin embargo, los que se sienten abrumados y mal preparados para tratar con las nuevas tecnologías y con los nuevos roles son, por el contrario, más propensos a defender sus vidas (Erikson, A. 1968).
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Infancia
Adolescencia
Vida adulta
El apego y la amistad son los vínculos afectivos básicos que es-tablece con los padres, hermanos, familiares y amigos
Es una etapa de estabilidad y cambio, piensan más en sí mismos, analizan su vida y el por qué de su comportamiento en toda ella
Busca su identidad e intenta re-solver quién es él
Figura 1.1. Cambios en la personalidad a lo largo de la vida.
En la edad adulta, observamos que existen dos ten-dencias en el desarrollo de la personalidad: la estabilidad y el cambio, las cuales se producen a lo largo de toda la vida. Los cambios habituales que se dan en la madurez tienen lugar por la tendencia a expresar aspectos de su personalidad. Esos cambios han estado, durante mucho tiempo, ocultos y reprimidos como consecuencia del aumento de confianza en uno mismo y la placidez que acompaña a la edad. Muchas mujeres pasan a ser más enérgicas, competitivas e independientes, mientras que muchos varones pasan a ser más pasivos y dependientes. Se da la tendencia a la introspección que acompaña al envejecimiento, y es que los jóvenes emplean gran parte de su energía en la acción más que en el pensamiento; sin embargo, las personas maduras tienden a pensar más sobre sí mismos, analizando lo que han hecho en la vida
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y por qué lo han hecho. Las personas inician la búsqueda de su identidad en la adolescencia y continúan en la edad adulta. El joven está ahora preparado para comprometerse en una relación más íntima con otra persona (matrimonio, noviazgo...), arriesgándose a una pérdida temporal del yo en situaciones que requieren abandonarse (Hall, E. 1983).
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Teorías del desarrollo de la personalidad
¿Qué determina o condiciona las diferencias indivi-duales entre las personas? Si observamos a la gente, con la que convivimos y nos relacionamos habitualmente, nos podríamos preguntar: ¿qué hace que Alicia sea tan gene-rosa con todo lo que tiene y Verónica sea tan egoísta?, ¿por qué Pedro es muy nervioso y Luis es tan tranquilo?, ¿a qué es debido que Marcos tenga un comportamiento responsable y adecuado con respecto a las normas socia-les y Alberto tenga una forma de actuar desadaptada?... Existen numerosas teorías e investigaciones que intentan explicar cómo cada persona desarrolla su personalidad diferenciándola del resto. Todas ellas se agrupan en cuatro categorías: las teorías del aprendizaje, las psicoanalistas, las humanistas y las de tipos y rasgos (tabla 1.1). Para las teorías del aprendizaje, el desarrollo de la personalidad es un producto de la estimulación externa, es decir, sería fruto de las experiencias obtenidas del ambiente. Las otras tres categorías colocan su causa en el interior de la persona, es decir, la personalidad surgiría como producto de características innatas, de necesidades, impulsos...
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Tabla 1.1. Teorías explicativas del desarrollo de la personalidad
Teorías del desarrollo de la personalidad
Teorías psicoanalistas
Teoría psicoanalítica, S. Freud(1856-1939)
La personalidad humana está constituida por tres estructuras con diferentes funciones desarrolladas en distintas épocas: Id o Ello, Ego o Yo, Súper Ego o Súper Yo .
Psicología analítica,Carl Jung (1875-1961)
La personalidad está en continuo creci-miento durante toda la vida. La mente está formada por: yo (mente consciente), inconsciente personal (material reprimido/olvidado) e inconsciente colectivo (derivado de los recuerdos ancestrales).
Psicología del individuo de A. Adler (1870-1937)
La conciencia es el centro de la persona-lidad. Crea el concepto sí mismo creador. Enfatiza la unidad de la persona, formada por motivos, rasgos, intereses y valores.
Teoría de Ka-ren Horney (1885-1952)
La perturbación de la seguridad del niño en relación con sus padres, le produce ansiedad y despliega estrategias para enfrentarse a su soledad y desamparo.
Teoría psico-social, Erik Erikson(1902-1986)
La maduración del individuo se realiza a través de 8 etapas sucedidas a lo largo de la vida. En la personalidad se da el conflicto entre instintos innatos y demandas sociales.
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Teorías Ahumanistas
Teoría centrada en la persona, Carl Rogers (1902-1987)
Las personas necesitamos encontrar nuestro yo real para aceptarnos como personas y valorarnos como somos. El auto-conoci-miento y la auto-observación comienzan con nuestras experiencias.
Teoría de la auto-actualizaciónA.H. Maslow (1908-1970)
Maslow muestra una serie de necesidades organizadas en estructura piramidal. En la parte baja, se sitúan las necesidades más prioritarias y en la superior las de menos prioridad. Al ser satisfechas las necesida-des de un determinado nivel, el individuo busca en las necesidades del siguiente nivel su meta próxima de satisfacción. El punto ideal sería aquel en el cual el hombre se siente autorrealizado, menos del 1% de las personas lo consiguen (figura 1.2. Jerarquía de necesidades, Maslow).
JERARQUÍA DE NECESIDADES
Autosuperación
FactoresMotivadores
FactoresHigiénicosReconocimiento
Sociales
Seguridad
Fisiológicas
Figura 1.2 Jerarquía de necesidades de Maslow
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Teorías del aprendizaje o ambientalista
Conductismo radical, B.F. Skinner (1904-1990)
La personalidad (motivación inconsciente, aspectos subyacentes de tipo moral y rasgos emocionales), no existe. La conducta humana es aprendida, por tanto, es el resultado del encadenamiento de una serie de secuencias de estímulos y respuestas.
Teoría aprendizaje social, Bandura (1925)
Los principios del aprendizaje explican el desarrollo de la personalidad. El contexto social es muy importante en el desarrollo de la personalidad del ser humano.
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a la comida, sociable y relajado). Somatotonía (agresivo, amante de la aventura
y con ganas de correr riesgos). Cerebrotonía (retraído, auto-consciente e in-
trovertido). Sheldon estudió su correlación y fue bastante alta, otros autores no creen que haya esa causalidad.
Endomorfo Mesomorfo Ectomorfo
Figura 1.3. Somatotipos descritos por Sheldon.
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La personalidad sería la organización dinámica de los rasgos (rasgos cardinales, rasgos centrales y rasgos secundarios) de una persona y determina cuál va a ser su comportamiento.
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Erikson contribuyó a la teoría de la personalidad subrayando el conflicto entre los instintos innatos y las demandas sociales. Por tanto, la cultura concreta, en la cual la persona crece, determina cuáles serán los conflictos, incorporando, además, aspectos psíquicos y sociales. La maduración del individuo se realiza a través de 8 etapas que se van sucediendo a lo largo de la vida (tabla 1.2). En cada una de ellas se enfrenta con una crisis que, cuando se resuelve, puede tener un resultado positivo o negativo y, en función de ello, obtener el equilibrio o no.
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El desarrollo de la personalidad en el niño
Etapas de desarrollo de la personalidad: infancia y segunda infancia, adolescencia y juventud
El ser humano pasa por una serie de etapas a lo largo de su vida que son explicadas de diferentes formas según los autores.
La infancia, aunque se refiere a los primeros meses y años de la vida, y parece que lo olvidamos, es muy importante tanto en el desarrollo emocional como en la experiencia psicológica posterior:
La primera relación que tiene el niño es con su madre, lo que influirá profundamente en su personalidad, puesto que es el momento en que empieza a relacionarse con otra persona, comenzando a desarrollar sus capacidades de amor y a constituirse como ser social.
Es el periodo en el que se producen muchos y variados cambios, así como aprendizajes, debi-do fundamentalmente a la intervención de la madre o a la figura que representa este papel para el niño. Después, continúa el proceso de socialización con la familia.
Inicialmente muestra poco interés por los iguales.
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La segunda infancia o edad escolar, que abarca aproximadamente desde los seis o siete años hasta los once o doce:
Está marcada por el progreso en la socialización con los iguales. Se encuentra inmerso en el grupo de amigos y compañeros de colegio, lo que le lleva a cambios en su conciencia moral.
Hasta este momento, lo bueno y lo malo era lo que los padres exigían de él o le prohibían, mientras que, a partir de ahora, piensan que lo bueno es lo que favorece al grupo.
En esta etapa empieza a incorporarse a la disciplina escolar, exigiéndosele determinados aprendizajes académicos.
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El desarrollo de la personalidad en el niño
La adolescencia comprende el periodo entre los doce y los veinte años:
Se trata de una época crítica con grandes trans-formaciones físicas y emocionales.
Se producen cambios en el cuerpo, en las ca-pacidades intelectuales y en el control de las emociones. Sobreviene el despertar a la sexua-lidad adulta, a los ideales, a la ideología y al descubrimiento del amor.
Durante la juventud, los principales sucesos que marcan la personalidad del adulto joven son el encon-trar una ocupación laboral y la formación de una nueva familia. Ambos son compromisos de larga duración que restringirán el número de actividades características de la adolescencia en las que estaba inmerso. Conseguir una elección adecuada del empleo redundará en un buen ajuste de la personalidad, y ello es debido, por un lado, a que la elección depende del conocimiento de sí mismo, de lo que le gusta y de lo que satisface sus necesidades; por otro lado, al aprendizaje del trabajo que realice, a las relaciones humanas que probablemente encontrará y al camino del ascenso profesional.
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Factores que influyen en el desarrollo de la personalidad: herencia y ambiente
La herencia y el ambiente interactúan para formar la personalidad de cada sujeto. Ya desde el momento del nacimiento, siendo más evidente aún en los primeros años de vida, los niños difieren ampliamente unos de otros, bien sea debido a su herencia genética como a otras variables. Algunos niños, por ejemplo, son más atentos o más activos que otros, y estas diferencias pueden influir posteriormente en el comportamiento que sus padres adopten con ellos, lo que demuestra cómo las variables congénitas influyen en las ambientales. Entre las carac-terísticas de la personalidad que parecen determinadas por la herencia genética, al menos parcialmente, están la inteligencia y el temperamento, así como la predisposición a sufrir algunos tipos de trastornos mentales.
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Cuando estudiamos las influencias ambientales, hemos de tener muy en cuenta que no solo es importante el hecho de que se produzcan, sino también en qué momento se dan, ya que existen periodos críticos en el desarrollo de la personalidad en los que el individuo es más sensible a un tipo determinado de influencia ambiental. Por ejemplo, durante uno de estos periodos la capacidad de manejar el lenguaje cambia muy rápidamente, mientras que en otras etapas es la capacidad de comprender y culpabilizarse.
Las experiencias de un niño en su entorno familiar son cruciales, especialmente la forma en que sean satis-
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fechas sus necesidades básicas o el modelo de educación que reciban. Ambos aspectos pueden dejar una huella duradera en la personalidad. Los niños aprenden el com-portamiento típico de su sexo por identificación con el progenitor de igual sexo; aunque, también aprenden el comportamiento de los hermanos y/o hermanas, espe-cialmente los de mayor edad, todo lo cual influye en su personalidad. Tradicionalmente los psicólogos sostenían que los rasgos de la personalidad de un individuo se mantenían estables a lo largo del tiempo; pero actual-mente eso es algo que se cuestiona, señalando que los rasgos existen solo para la óptica del observador y que, en realidad, la personalidad de un individuo varía según las distintas situaciones a las que se enfrenta.
Orientaciones para favorecer el desarrollo de la personalidad del niño
Algunos consejos que pueden poner en práctica los padres en su relación con los hijos, con el fin de favorecer el desarrollo de la personalidad del niño, son:
Se debe alabar y premiar a los niños solo cuando realmente muestren conductas que le supongan un esfuerzo. Es necesaria la supervisión del com-portamiento de los niños para prestar atención, premiar y elogiar las conductas positivas.
Compartir actividades gratificantes para for-talecer vínculos positivos entre padres-hijos.
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No debemos dejar pasar aquellos comporta-mientos que supongan dejadez o falta de res-peto hacia las personas y cosas. Evitar ceder a sus caprichos y ser rigurosos a la hora de poner límites a sus comportamientos inapropiados. Si los padres tienen una actitud de tolerancia total ante todo lo que haga o disponga su hijo, esto tendrá consecuencias negativas en el desarrollo de su identidad personal. Se deben establecer expectativas, reglas y límites adecuados a la edad y a las características del niño.
Hay que afrontar los problemas y conflictos y no dejarlos pasar sin más.
Debe aprender a asumir responsabilidades y ser autónomo, para ello, todo lo que sea capaz de
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realizar solo, debemos animarlo a que lo haga. Cuando se logra cierto grado de responsabilidad y autonomía, el niño adquiere a su vez una mayor seguridad y autoestima. Sus pequeños esfuerzos deben destacarse, haciéndole saber lo orgullosos que estamos de sus progresos. Es muy conveniente comentar con otros adultos, en su presencia, sobre los éxitos que va consiguiendo, para animarle a seguir en esa línea.
Fomentar valores morales, a través de su par-ticipación en actos altruistas, como campañas solidarias, ayuda a los más desfavorecidos,... Felicitarle por sus actos solidarios, morales y empáticos hacia los demás.
Los padres deben mostrarse como modelos de comportamiento moralmente adecuados, para favorecer que sus hijos les imiten. Tienen que manejar las conductas problemáticas a través de sistemas disciplinarios razonables y consistentes, ejerciendo un adecuado auto-control emocional ante los conflictos que se dan dentro del ámbito familiar.
Los padres deben implicarse y apoyar el pro-greso académico de los hijos y fortalecer la vinculación entre la familia-escuela.
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