FEDERICO BRITO FIGUEROA
Zamora
BIOGRAFA
Biblioteca Familiar
NOTA A LA SEXTA EDICIN
Nuestro libro Tiempo de Ezequiel Zamora ha resistido la prueba del tiempo y se ha proyectado
como un mensaje para la accin, en las nuevas generaciones revolucionarias, civilesy militares herederas
y continuadoras de los ideales de redencin social y humana simbolizados por el Jefe del Pueblo Sobera
no y general en jefe de los ejrcitos de la Repblica, Ezequiel Zamora. Ese libro calumniado y blasfe
mado por la (pequea canalla intelectual, constituy una de las orientaciones espirituales de la rebelin
militar y democrtica del 4 de febrero de 1992. As lo proclam muchas veces el comandante Hugo
Chve% Fras, por radio y televisin, y lo confirm especialmente.en un ensayo publicado en el Suple
mento Cultural de Ultimas Noticias. Para quienes trabajamos intelectualmente con humildady
paciencia, pero con absoluta claridad de objetivos finales, esa es la crtica que tomamos en consideracin,
la que nos orienta y nutre espiritualmnte para no desviarnos del camino trabado hace ms de medio
siglo. .
FEDERICO BRTTO FIGUEROA ha
Victoria, 12 de febrero de 1994
i
Ilustracin de cubierta: tomada de Jacinto Prez Arcay. luz Guerra Federal, consecuencias, Oficina
Central de Informacin, Caracas, 1997.
Ilustraciones tomadas de Enciclopedia Ocano de Venezuela, Ocano Grupo Editorial, S.A., 2002,
tomos 2 y 3; Federico Brito Figueroa. Tiempo de E^equielZamora, Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1996.
4
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
CAPTULO PRIMERO
LOS PRIMEROS AOS DE EZEQUIEL ZAMORA
El comandante general Boves desde el principio de la campana manifest el sistema
que se haba propuesto y del cual jams se separ: fundbase en la destruccin de
todos los blancos conservando, contemplando y halagando a las dems castas (...)
repartiendo las casas y los bienes de los muertosy de los desterrados entre los pardos
y dndoles papeletas de propiedad. Jos Ambrosio Llamonas (Memorialpresen-
tado ai Rey..., el 31 dejuliode 1815, g Antologa documental de Venezuela,
Introducny Recopilacin de Santos Rodufo Corts, Caracas, 1960, p. 225.)
La libertad general de los esclavos, no ha sido declarada sino por una proclama
dirigida a los habitantes de la provincia de Caracas cuando^ ejecut el desembarco en
Ocumare el 6 de julio de 1816 (...)La naturaleza, lajusticiay apoltica exigen la
emancipacin de los esclavos. (Simn Bolvar, cuartel general de Angostura, 16 de
julio de 1818, cf. K A. Rondn Marque^ La esclavitud en Venezuela, Cara-
cas, 1954, pp. 38-39.)
El origen social de Ezequiel Zamora y el
cuadro histrico de Venezuela en 1817-
1821
El origen familiar y social de Ezequiel Zamo-
ra se hunde en las entraas del pueblo vene-
zolano, hijo de Alejandro Zamora y Paula
Correa,1 nace en Ca, el I
o de febrero de 1817.
Sus padres no pertenecen a las poderosas fa-
milias que en las ltimas dcadas coloniales
controlan la propiedad territorial conjunta-
mente con la explotacin de los esclavos, peo-
nes y campesinos enfeudados, ni estn inte-
grados a los grupos burocrticos y mercantiles
que dominan en los centros urbanos. Los pa-
dres de Ezequiel Zamora son blancos de ori-
lla, medianos propietarios agropecuarios y,
en consecuencia, forman parte de las cate-
goras econmicas y socialmente oprimidas
en los cuadros de Venezuela colonial.
El origen familiar de Ezequiel Zamora de-
termina que sus primeros aos transcurran
dentro de condiciones sociales saturadas de
la tradicin igualitaria del pueblo venezolano,
libre de ideas despreciativas hacia la pobla-
cin de color, encuadrado en un ambiente
histrico fecundo en proyecciones polticas:
los ltimos momentos de la guerra de eman-
cipacin y los primeros de Venezuela como
pas independiente. Es una poca de encona-
da persecucin y terror, de agona y lucha
abnegada y generosa. Cuando nace, militares
zafios, verdugos colonialistas, ms crueles que
los propios acontecimientos, imperan en el
pas segando cabezas venezolanas como los
negros esclavos y los campesinos siegan pas-
to en las haciendas. Temerosos del patbulo y
de las contribuciones forzosas muchos de los
ricos propietarios esconden su fervor inde-
pendentista y hacen causa comn con los in-
vasores. Los ms firmes vagan arruinados por
las Antillas.
El ambiente histrico-social determina que
Ezequiel Zamora conozca desde temprana
edad los sinsabores de la represin poltica,
no directamente pero s en la persona de su
padre, oficial del ejrcito independentista. El
ambiente histrico-social deteraaina, igualmente,
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
que Zamora adquiera bien pronto nocin de
la generosa abnegacin, del integral sacrificio
humano, del odio a la opresin y de la pasin
de lucha manifestados en el patriotismo per-
seguido pero indomable, lastrado de odio ha-
cia los colonizadores.
En 1821, como un soldado ms, muere
Alejandro Zamora luchando por la emanci-
pacin nacional. Su muerde coincide con la
independencia absoluta y la expulsin de los
colonizadores europeos y es posible que haya
muerto con la certeza de que con el sacrificio
de su vida estaba contribuyendo a formar la
patria de la que carecieron sus abuelos;- la pa-
tria que no conoci su padre y que% un blan-
co de orilla ms, no disfrut plenamente; pero
su pueblo, los negros de Barlovento, sus hi-
jos, viviran en una tierra libre de opresores y
oprimidos. No vivi Alejandro Zamora unos
aos ms para desengaarse, para que la pro-
pia actuacin de su hijo, dos dcadas ms tar-f
d, le hiciera comprender que sus luchas y las
luchas de tantos hombres que como l soa-
ban y combatan, constituan escasamente una
jornada por la construccin de la patria para
todos los venezolanos.
Finalizada la guerra de independencia muy
poco cambia el panorama donde transcurren
los primeros aos de Ezequiel Zamora: los
llanos, los valles del Tuy y Aragua integran el
epicentro de un vasto movimiento popular,
expresin de hondos problemas sociales no so-
lucionados por la guerra de independencia. Los
negros esclavos, los peones y campesinos en-
feudados haban tomado las armas, guiados
por las banderas republicanas o por las bande-
ras de los caudillos que durante los primeros
aos de guerra aparecan formalmente como
realistas, como una forma de luchar por la igual-
dad civil y la liberacin econmico-social.
Los terratenientes,, que no sucumbieron se-
gados por las cuchillas de los guerrilleros,
porque huyeron hacia las Antillas esperando
que pasara la tormenta, comenzaron a regre-
sar a Venezuela con intenciones de continuar
llevando la cmoda vida de la sociedad colo-
nial. Sin embargo sus latifundios haban pa-
sado manu militan, de hecho, a poder de dos y
hasta de cuatro propietarios, expropiados igual
nmero de veces, o los ocupaban los antiguos
peones y capataces satisfaciendo por propia
mano la reivindicacin fundamental que los
haba lanzado a la guerra, reivindicacin ne-
gada con tanto encono y en su conjunto por
el movimiento emancipador.
Los soldados que regresaban de la guerra,
decepcionados unos, ganados por la rebelda,
la mayora, se negaban a someterse a la antigua
esclavitud y servidumbre. Con ms de diez aos
de guerra encima se oponan a continuar sien-
do explotados por aquellos amos que un da
fueron patriotas y al siguiente realistas; que
colaboraron n la elaboracin de las listas de
proscripciones firmadas por Monteverde o
Morillo, y persiguieron alos canarios, aplican-
do con todo rigor el Decreto de Guerra a
Muerte; que traicionaron a Miranda y recibie-
ron a Bolvar en 1813. Hombres de la misma
estirpe social que el marqus de Casa Len,
Felipe Fermn Pal o Rafael Diego Mrida.
El origen familiar y social, y el contacto de
Ezequiel Zamora durante los primeros aos
de su vida con una poblacin oprimida y de
acusada rebelda y sentido igualitario son ele-
mentos claves en el desarrollo de su forma-
cin humana, condicionando, que, a pesar de
ser blanco y vivir en una sociedad donde la
explotacin econmica se escudaba en lo hon-
do del prejuicio racial, corriprendiera, cuando
advino la madurez, que en tan enconada lu-
cha la razn estaba de parte de los hambrien-
tos esclavos y peones, y no de los terratenien-
tes y opulentos, los antiguos hombres de la
diablocracia; condicionando, en sntesis, su
definitiva identificacin con los sentimientos y
aspiraciones de las masas populares venezola-
nas y el desarrollo del apasionado ideal iguali-
tario que fue signo permanente de su vida.
Los primeros elementos intelectuales en la
formacin ideolgica de Ezequiel Zamora
Muerto Alejandro Zamora, a los pocos aos,
la familia se traslada a Caracas. Con la liquida-
6
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
cin de la dominacin colonial, los Zamora
como centenares y miles de familias de la mis-
ma condicin Social, gente modesta y simple,
de escasos bienes de fortuna o sin ms bienes
que los brazos y el cerebro, sin ms patrimo-
nio que los despachos militares adquiridos por
el padre, el esposo o el hijo muertos en la guerra
de independencia, esperan grandes cambios:
la paz, el bienestar material y espiritual de esta
tierra, empapada en la entraa con la sangre
de sus mejores hijos, salobre por la sal de las
lgrimas derramadas en silencio por anni-
mas mujeres del pueblo, que no supieron nun-
ca en el calabozo de qu crcel agoniz el
padre; en qu huesa comn blanquean los hue-
sos del hombre amado; qu rbol, qu flor,
qu frutos cuajaron alimentados con el fosfa-
to de los hijos jnuertos a campo traviesa o
inutilizados en el cepo d la tortura.
Pero muy lejos de la realidad est el justo
anhelo de familias como los Zamora, gente
simple de corazn puro. Fuerzas torvas, en-
carnadas por hombres siniestros, conspiran a
la sombra de la naciente repblica, aspiran a
cosechar los frutos de la siembra regada con la
sangre de ms de 200 000 venezolanos. Y para
ellos son los mejores frutos. La usufructan
en nombre de su aristocrtico origen, la afian-
zan sobre el monopolio de las extensas plan-
taciones de cacao, caf y ail, de los grandes
hatos y latifundios, sobre el control del co-
mercio de exportacin. Oportunistas de to-
das las pelambres, duchos en toda suerte de
arteras, curtidos en todas las traiciones Oh manes de Casa Len, del tuerto Rafael Diego
Mrida y de Felipe Fermn Pal! se encar-gan de dar forma jurdica al despojo. Milita-
res, traidores a su origen de clase, actuando
como hombres de presa de la aristocracia ca-
raquea defienden el despojo con las armas
en la mano.
En Caracas, Ezequiel Zamora estudia en
la escuela de primeras letras que funciona, re-
gentada por el maestro Vicente Mndez, en
la antigua Casa municipal ubicada en la esqui
na de Las Mercedes. La instruccin sistemti-
ca que en los primeros aos recibe Zamora es
en extremo rudimentaria, como s acostum-
bra en aquellas escuelas de la IQ Repblica: leer,
escribir, nociones elementales de gramtica y
aritmtica y doctrina cristiana.2 Adems, Za-
mora es uno de los jvenes que asiste a la es-
cuela fundada en Caracas por el pedagogo
ingls Jos Lancaster.3 Desde los bancos es-
colares data la amistad de Ezequiel Zamora
con Manuel Mara Echeanda, Pedro Medina,
Jos Miguel Lpez y Carlos Dvila. Aquellos
condiscpulos de Zamora y especialmente
Manuel Mara Echeanda devienen posterior-
mente en sus ms fieles compaeros en las
luchas polticas; las asperezas de la vida, los
rudos golpes de la represin godo-terrateniente
no destruyen sino que cimentan y afianzan
aquella amistad nacida en los bancos escolares.
Pero si escasa es la educacin sistemtica
recibida por Zamora, la vida le brinda desde
los ms tiernos aos un campo de fecundo
aprendizaje, propicio para el desarrollo de sus
cualidades de futuro combatiente por la de-
mocracia y la igualdad social. Ms que el maes-
tro Vicente Mndez los verdaderos formado-
res del carcter de Ezequiel Zamora son Paula
Correa, s madre, y Juan Gspers, un emi-
grante alsaciano casado con su hermana Car-
lota. Con el ejemplo de su abnegacin hacia
el esposo y los patriotas perseguidos, Paula
Correa brinda a sus hijos lecciones que dif-
cilmente se aprenden en los libros o estudian-
do catecismo. Esta actitud, manera de ser con-
sustancializada con la sangre, los nervios y la
propia existencia, es posicin definitiva y per-
manente en Paula Correa. En 1847, cuando
para calmar su sed de sangre la oligarqua ve-
nezolana reclama el patbulo para Ezequiel
Zamora, la voz de Paula Correa se alza firme,
y resuelta defendiendo pblicamente la vida
de su hijo, protestando contra los crmenes
del secretario del interior Cobos Fuertes, quien
acta azuzado por la jaura que desde el Con-
greso dirige ngel Quintero y desde las pgi-
nas de El Diario de la Tarde alienta Juan Vicen-
te Gonzlez.
Juan Gspers es un francs aventado a
Amrica por la represin antidemocrtica que
se generaliza en Europa, especialmente en
Francia, despus de la restauracin. Como
7
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
otros tantos revolucionarios europeos, Juan lio de la Revolucin Federal: Zamora recibe
Gspers emigra a Amrica, huyendo a la re- del antigu compaero de los bancos escola-
accin feudal-absolutista y atrado por la lu- res libros de historia, derecho, literatura pol-
cha que libran las naciones hispanoamerica- tica en general que lo inclinan al estudio y
as contra la dominacin colonial. En conocimiento de las revoluciones y movimien-
Venezuela, Gspers es un venezolano ms y tos sociales definidos por la presencia de la
confundido con nuestra igualitaria poblacin masa popular, en especial la revolucin de-
participa en sus luchas, comparte las inqui- mocrtico-burguesa de Francia y las luchas
tudes y anhelos del pueblo. l alsaciano in- agrarias de la antigua Roma. El estudio indi-
troduce a Zamora en un mundo desconoc- vidual, las lecturas, las plticas y discusiones
do, labor para la que est suficientemente con Jos Mara Garca determinan que la in
dotado, se trata de un hombre de ideas de- tuicin de los problemas sociales se transfor-
mocrticas que ha participado en las luchas me en Zamora en profundo ideal democr-
revolucionarias del pueblo francs. Juan Gas- tico e igualitario. Desde aquellos aos de
pers, a quien le parece nuestra guerra de inde- anrquica formacin, combinando el estudio
pendencia simple juego de nios en compa- con el arreo de ganado, data la admiracin de
racin con la revolucin y las guerras en las Ezequiel Zamora por figuras f evolucionaras
que ha participado, contribuye poderosamente como los Gracos, Espartaco y Gracus Babeuf
a despertar la sensibilidad democrtica de Eze- cuyas actuaciones aspira a emular. No son ac-
quiel Zamora. A travs de sus relatos y con- cidentales, desde luego, las constantes refe-
versaciones conoce Zamora la revolucin de- rendas a las sublevaciones de esclavos, que se
mocrtico-burguesa de Francia; de labios del encuentran en sus cartas a los peones de las
alsaciano escucha la letra y la msica de la Mar- haciendas, cuando posteriormente comienza
sellesa y la Carmagnole, se informa de las he- a intervenir como hombre de accin en las
roicas acciones de los sans-culottes y de la luchas sociales venezolanas,
insurreccin de la masa rural que impulsa A los pocos meses de actividad como com
a abolicin de los bienes de manos muertas prador y vendedor de ganado, Ezequiel Za-
y la distribucin de los latifundios de la Igle- mora se establece, con dinero obtenido en
sia y la nobleza entre los descendientes de los prstamo de Juan Gspers, en Villa de Cura
siervos. Napolen Bonaparte que consagra ju- con una modesta casa de vveres.5 Para esta
rdicamente el derecho de los campesinos fran- poca se le describe como hombre de prover-
ceses a la tierra, adquiere en la mente de Za- bial sobriedad, no dominado por vicio algu-
mora los contornos de un Robespierre a no, no fuma ni bebe alcohol, detesta a los
caballo. charlatanes, pero sobre todo siente especial
En sus viajes a los Llanos, Zamora forta- repugnancia por la mentira y la cobarda, es
tece su amistad con el abogado y profesor uni- cribe Laureano Villanueva; ama a su madre,
versitario Jos Mara Garca, su antiguo com- Paula Correa, a cuyas necesidades acude dia-
paero de escuela y quien ya hombre maduro riamente con el fruto de su negocio. Es muy
populariza dentro y fuera de la Universidad aficionado al baile y a la caza, a los ejercicios
de Caracas los fundamentales principios de la corporales, especialmente a la lucha, la nata-
filosofa de la igualdad,4 y quien se traslada cin, la carrera y la equitacin; camina leguas
constantemente a aquellas regiones en activi- a pies y trepa montaas sin fatigarse,
dades profesionales relacionadas con los tri- En Villa de Cura, en los Valles de Aragua y en
bunales del Cuarto Circuito Judicial de la pro- los Llanos, Zamora se encuentra como en casa
vincia de Caracas. propia. Escasamente han variado las condiciones
La amistad de Zamora y Jos Mari a Gar- econmico-sociales de la poblacin llanera y de
ca desempea importante papel en la forma- los peones en relacin con los aos preindepen-
cn ideolgica e intelectual del futuro caudi- dentistas. Se observa, igual que en las ltimas d-
8
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
cadas de la sociedad colonial que los peones per- pertenecen a todos. Fsicamente, sus amigos
manecen atados a la servidumbre en los hatos,y lo describen como un hombre alto y delgado;
una poblacin ambulante se hace justicia por su de oj os azules y mirada viva y penetrante; sus
propia mano, canalizando la realizacin de sus facciones se distinguen por lneas bien defini-
reivindicaciones en el abigeato y en el saqueo de das, pmulos agudos, nariz recta, barba firme
las propiedades de sus explotadores. y saliente, frente descubierta y bien modelada
En los Llanos y en los Valles de Aragua, que dan a su rostro una vigorosa expresin
Zamora se identifica con las capas de la po- de inteligencia, altivez y energa.6
blacin que de manera tan mezquina han sido Los aos que Ezequiel Zamora vive como
tratadas por la repblica. Vive sus vidas, con modesto comerciante en los Llanos y Valles de
los peones llaneros desafa los peligros de una Aragua constituyen en realidad otros tantos
naturaleza salvaje e inhspita, se enfrentaren aos de vivo aprendizaje y maduracin. Hom-
la misma forma que cincuenta aos atrs lo bre se hizo enfrentado a los ms diversos pro-.
haba hecho el abuelo Juan de Zamora, con- blemas, jugndose la vida contra salteadores que
tra los bandidos que fungen de jefes de aque- saquean las caravanas; identificado definitiva-
11a poblacin ambulante lanzada al pillaje por mente con el pueblo, viviendo su vida, suf nen
ia propia sociedad oligrquica sobre cuyas do sus permanentes privaciones, comiendo su
bases materiales se, edific la repblica. Za- escasa comida^ gozando de sus creadoras di
mora demuestra en estos encuentros estar versiones, riendo sus chistes, comprendiendo
dotado de un indomable valor personal, que hasta dnde llega su grandeza y desinters,
a nada teme, jugndose la vida desinteresada- Si dura fue la niez de Ezequiel Zamora,
mente cada vez que es necesario defender a velada por las persecuciones, el terror y la lu
los humildes y a los dbiles. Generoso cual cha, si duros los aos de la adolescencia, ms
ninguno, honrado como pocos, apasionado duros todava fueron los aos de hacerse de-
hasta la exageracin, y actuando en el mismo finitivamente hombre. Todos constituyen una
medio social donde lo haba hecho Jos To- preparacin para el papel que habra de
ms Boves, bien pronto Zamora es conside- desempear como tribuno y organizador po-
rado como un llanero ms. Llaneros son sus pular, primero, eficaz jefe de guerrillas, luego,
mejores amigos personales y llaneros habran indiscutible caudillo de las masas populares,
de ser sus ms leales compaeros polticos en posteriormente. Hombre del pueblo, Ezequiel
sus luchas por la democracia y la igualdad so- Zamora, es en suma, elaboracin y hechura
cial. En los caseros, en los hatos, en los pol- del pueblo venezolano. Este hecho determina
vorientos caminos, los peones hablan de l que en las luchas sociales en las que participa
como hombre audaz, valeroso y servicial, n- como figura de primer orden exprese con ab-
tegro y de sentimientos de cario hacia los soluta fidelidad los sentimientos democrti-
humildes. Siempre tiene dinero para socorrer eos y las reivindiefaciones econmico-sociales
a los pobres, los haberes de su trabajo personal de la masa popular venezolana.
9
FEDERICO BRITO FIGUEROA
CAPTULO SEGUNDO
LAS LUCHAS SOCIALES VENEZOLANAS EN 1840-1846
. ..ciertamente porgrande que sea la repugnanaj el estremecimiento al decirlo (...)
en Venezuela (...) El inters anuales de 45,80 por ciento. (...) Jams se haba visto
en los tribunales de Venezuela la autoridad dando'fuerza y apoyo a las extorsiones
ms monstruosas, ya no paliadas y encubiertas, sino manifiestas y pblicas, haciendo
ostentacin de derechoy legitimidad. (Fermn Toro, Reflexiones sobre la Ley de
10 de Abril de 1834 y otras obras, Caracas, 1941,pp 106-107.)
.. .se corri la vo ^de que bajo la presidencia delsr. Antonio Leocadio Guarnan se-
repartiran los bienes y las tierras de los ricos entre los pobres, que se libertaran los
esclavos (...) para ganarse a la gente ignorante no haba medio ms efica ^que
presentar un programa tan liberal. Oyeron algunos incautos las promesas, y se figu-
raron que semejantes derechos deban conquistarse sin dilacin alguna, sobre todo
cuando iba a someterse el caso del voto decisivo de la mayora eleccionaria, (fos
Antonio Pe% Autobiografa del general Jos Antonio Pez, vol. 2, Cara-
cas, 1946, pp. 407-408.)
Las clases sociales dominantes y el
movimiento liberal venezolano
El 24 de agosto de 1840 con el lema Malope-
riculosam libertatem quam quietum servitium co-
mienza a circular en Caracas el semanario
poltico El Venezolano,1 considerado por los
idelogos de la oligarqua como la tea de la
disolucin Social, la ponzoa venenosa que
introduce la discordia en el seno de la familia
venezolana. La simple lectura de la platafor-
ma de lucha presentada por el peridico y el
conocimiento de quienes respaldan econmi-
camente la nueva empresa poltica, inducen a
pensar que no son tan disolventes y revolucio-
narios sus principios, pero s que algo serio
ocurre entre las clases dominantes venezolanas.
El capital inicial de 570 pesos es aportado por
un heterogneo conglomerado poltico.
Conjuntamente con idelogos democrticos
como Toms Lander, contribuyen ricos pro-
pietarios como Casiano Santana, aristcratas
de la especie de Juan Bautista Mijares, Fran-
10
cisco Rodrguez del Toro, Anacleto Clemente
y Francisco de la Madriz; tambin contribu-
yen Jos Ignacio Paz Castillo, Florencio Orea,
Flix Castro, Remigio Armas, J. J. M., Maria-
no Ascanio, J. S. M., J. Basas de Roger, Jos
Gabriel Lugo, Rafael Mara Lugo, Jos Ju-
lin Ponce, Jos Mara Morales, Diego Bau-
tista Urbaneja, Bartolom Manrique, Jos
Austria, Rufino Blanco, Manuel Echeanda,
Ignacio J.Chaquert, Jos B. Arvalo, Toms
J. Sanabria, Medardo Medina, Martn Eche-
garreta, Jos Toribio Iribarren, Ramn
Lozano y Ca., Vicente Ibarra, Jos Prez, G.
F., Vicente Mexas, R. I., Fermn Beita, Gui-
llermo Espino, J. M. Jesurum y Luis Correa.
El personal de redaccin de El Venezolano lo
integran Antonio Leocadio Guzmn, Toms
Lander, Mariano Mora, Jos Gabriel Lugo,
Rafael Mara Lugo, Jos Austria, Jacinto
Gutirrez, Jos Julin Ponce, Jos Bernardo
Arvalo, Toms J. Sanabria y Juan Vicente
Gonzlez; escribientes Jernimo E. Blanco,
Len Cova, Carlos Berrio, Len
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
Van Prag, N. Maury, Epifanio Franco, To-
ms Pacanins y Abigal Lozano, e impreso-
res Zacaras Llaguno, Manuel J. Rivas, Len
Flix Monasterio, Juan Bautista Gallaraga,
J. J. Torrealba, Len Echeverra, Jacinto
Echeverra, Federico Latassa, Sandalio Uri-
zaba, Eleodoro Lpez, Felipe Ovalles,
Benigno Barrosa, Nicomedes Pea, Manuel
Mara Mondragn, Vicente Liliado y Beni-
cio Cordero.
En los principios sustentados por El Ve-
nezolano ncleo formal del movimiento poltico tradicionalmente calificado de libe-
ral no es posible localizar, con excepcin de expresiones como lo que es de todos
debe circular entre todos, hombres nue-
vos alternabilidad republicana ^ningn plan-
teamiento terico que pueda tildarse de
revolucionario en el entidourgus-democr-
tico; reivindicaciones tan fundamentales
como la abolicin de la esclavitud, la eman-
cipacin econmica de los campesinos en-
feudados, la igualdad civil y poltica para toda
la poblacin, (que s hubieran contribuido a
imprimirle fisonoma democrtica en senti-
do burgus, al llamado Partido Liberal y a
diferenciarlo radicalmente del Partido Con-
servador) estn ausentes en la plataforma de
los redactores y fmandadores de El Venezo-
lano. En cuanto a la separacin de la Iglesia y
el Estado sta era ya una conquista de hecho
y de derecho lograda por los gobiernos con-
servadores desde 1830. Cmo pueden au-
tocalificarse de demcratas quienes comien-
zan pronuncindose por el cumplimiento
rgido de la Constitucin y de las leyes, es
decir, de la Constitucin que excluye de
los derechos de ciudadana al 92% de la po-
blacin y sanciona la esclavitud como una
institucin de la sociedad? Slo es posible
localizar en aquel programa liberal dOs rei-
vindicaciones que introducen un elemento
de diferenciacin con sus adversarios a quie-
nes califican de logreros, adueados de los
puestos pblicos sin querer soltarlos. Nos
referimos a la abolicin de la Ley de 10 de
Abril de 18342 y a la guerra al banco por
sus monopolios y privilegios,3 y estas rei-
vindicaciones, las ms fundamentales para los
liberales de 1840, son claves para la compren-
sin tanto del proceso de diferenciacin que
se operaba en el bloque de las clases domi-
nantes como de aspectos esenciales de las
luchas sociales venezolanas.
El problema en s, no es la Ley de 10 de
Abril, ni la Ley de Espera y Quita, sino la
situacin de hecho4 que ambos estatutos le-
galizan y refrendan: la usura, practicada por
los grandes comerciantes monopolistas, ex-
portadores e importadores, corroe como le-
pra pestilente la sociedad venezolana en
todos sus estratos. El fenmeno no es re-
ciente, ya desde la poca colonial se haba
venido formando una masa de capital comer-
cial y usurario, que de instrumento para faci-
litar la compra-venta de mercancas devino
lentamente en un me dio de apropiacin del
trabajo ajeno a travs del prstamo y del agio.
Los altos comerciantes caraqueos, vulgos
canastilleros, comprando, revendiendo y des-
pus de la independencia especialmente ex-
portando e importando, y suministrando
medios de consumo y prstamos a rdito a
los terratenientes, medianos y pequeos pro-
pietarios, se apropiaban de una importante
parte del plusproducto creado por el trabajo
de los esclavos, peones, campesinos enfeu-
dados y artesanos.
El plusproducto, materializado en las co-
sechas, pasaba a manos de los comerciantes
monopolistas, y los cosecheros continuaban
endeudndose progresivamente, arruinndo-
se no pocos de ellos. En el antiguo tribunal
mercantil de Caracas existe suficiente docu-
mentacin (y Fermn Toro la menciona
en su conocido opsculo) que confirma la
hiptesis histrica y dan una idea de la pre-
ponderancia del capital usurario-comercial,
propio de formaciones econmico-sociales
precaptalistas, en los cuadros de la sociedad
venezolana de la primera mitad del siglo XK.
Fermn Toro escribe que basta echar una
ojeada a aquellos expedientes para conven-
cerse de que ...toda especie de contratos
desiguales y ruinosos, en que la usura, la
mohatra, el anatocismo, todos los medios
11
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
inventados por la ms insaciable avaricia para
absorber la fortuna ajena, han sido defendi-
dos bajo el nombre de la libertad y de la re-
ligin de contratos, y mantenidos y ejecuta-
dos por los jueces en nombre de la repblica
y por autoridad de la ley.5
Algunas sentencias mencionadas por Fer-
mn Toro ilustran la extensin y profundidad
del fenmeno. El comerciante A prest al
agricultor B 1 000 pesos, al 3% mensual, y a
los pocos aos, habiendo hecho ste varios
abonos, dos de los cuales ascendan a 500 pe-
sos, fue condenado por el Tribunal a pagar
4 173 pesos por capital e intereses.6 En los
primeros meses de 1836 el comerciante A
prest al hacendado B 3 000 pesos; n junio
de 1837, el deudor firm obligacin hipote-
caria por 11300 pesos, incluyendo capital e
intereses, y catorce meses ms tarde* en agos-
to de 1838, el deudor demandado declar que
su deuda ascenda ya a 15 704 pesos. Tres me-
ses despus, en diciembre de 1838, el acree-
dor detalla su cuenta hacindola ascender a
18 635 pesos 7 reales.7 El documento merece
ser transcrito ntegramente:
Maana 6 de corriente se cumple el plazo
en que ustedes deben satisfacerme 18 635 pe-
sos 7 reales, compuesto este total de 11300 pesos
de capital, 5 148 de rditos y 2 187 pesos y
7 reales de multa o pena convencional, cons-
tante todo y todo afianzado en escrituras p-
blicas de 4 y 8 de junio de 1837. Como el r-
dito y multa va aumentndose a proporcin
del tiempo que corra sin pagarse, pues los
18 635 pesos 7 reales es cantidad lquida has-
ta maana, sin perjuicio de obrar sus efectos
las escrituras desde el 6 del corriente en ade-
lante hasta quedar yo completamente satisfe-
cho deseo evitar a ustedes perjuicios y redi-
mirme de los que he experimentado y
experimento con la demora del pago, supli-
cndoles verifiquen ste y alejen de este modo
toda contienda judicial, pues tengo expedita
mi accin para proponer maana mi deman-
da, cuyo paso suspendo en obsequio de la paz
hasta ver cul es l resultado de esta poltica
insinuacin extrajudicial, porque cuando uso
de mi derecho judicialmente he agotado ya
12
todos los medios amigables en cuantos nego-
cios me ocurren. Ni la cualidad de hipoteca-
rios, ni las renuncias contenidas en las escri-
turas dejan arbitrio a ustedes para evitar la
ejecucin, el remate y pago de mi deuda, as
como tampoco las leyes terminantes, las opi-
niones de letrados juiciosos, y otros documen-
tos y recursos legales que me favorecen y de
que sabr valerme, pueden abrir la puerta a
ningn juez ni tribunal para oponerse a mi
accin: pues si alguno hubiere aquien la amis-
tad haga sordo a mis reclamos, no implorar
su audiencia, por que la ley y mis pruebas
ponen en mis manos el remedio para aplicar-
lo al mal antes de que suceda, y colocar mi
demanda en un punto de vista en que la im-
parcialidad sola, y la sola justicia, oigan, vean
y determinen.8
El hombre pblico de aquella poca que
presenta el problema tal cual es, dramticamen-
te, describe el caso de un usurero que presta a
un hacendado 3 000 pesos, exigindole obliga-
ciones, renuncias, hipotecas y todas las seguri-
dades que permita la Ley de 10 de Abril a los
prestamistas. El inters de 45% hace crecer ver-
tiginosamente la suma original y el deudor cada
vez ms se siente imposibilitado para hacer
frente a una deuda que crece en progresin
geomtrica, y cuanto mayor es el plazo que el
acreedor le concede, ms segura es su ruina,
porque mayor es el trmino de la progresin.
Al cabo de cinco o seis aos la deuda monta a
18 000 o 20 000 pesos, entonces es demanda-
do el deudor, sus bienes puestos en remate o
cedidos a buen librar en transaccin extrajudi-
cial al acreedor, que se absorbe con un misera-
ble capital y sin ningn trabajo, una finca fruto
de muchos sacrificios y de largos aos de fati-
gas y privaciones.9
Y como las anteriores, otras sentencias de
iguales caractersticas: en los primeros meses
de 1840, una hacienda situada en Tapipa, pro-
piedad de T. F., formada por 15 000 rboles de
cacao, 4 600 arbustos de caf, 3 esclavos
de tarea, 2 manumisos, un esclavo incapaci-
tado para el trabajo por su edad, terrenos de
vegas, casa y repartimiento y avaluada en
12 383 pesos fue rematada en 318 pesos.10
Du-
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
rante el mismo ao las posesiones de J. A. G. S.
situadas en los valles de Aragua, constituidas
por 145 fanegadas de tierra y 36 000 rboles de
cacao, adems de cultivos de algodn, caf y
ail fueron rematadas en 3 000 pesos. Solamen-
te en el ao anterior se haba extrado de estas
haciendas de J. A. G. S. 400 pacas de algodn,
1295 libras de ail y 95 quintales de caf, pro-
ductos que fueron vendidos en el mercado por
10 132,02 pesos.11
No son casos aislados sino expresin de una
situacin general, los juicios y sentencias pre-
sentados por Fermn Toro en sus 'Reflexiones sobre
la Ley de 10 de Abril de 1834. La produccin
agropecuaria, pero especialmente la agricultura
de plantacin, constituye la base de la econo-
ma venezolana. Solamente el cultivo del caf
equivale a 33 millones de arbustos que (con-
juntamente con los instrumentos y medios de
produccin, el circulante utilizado para satisfa-
cer IQS gastos ocasionados por la recoleccin
de las cosechas, beneficio y transporte a los mer-
cados) representa una inversin de 11 500 pe-
sos, sin incluir el valor de la tierra y de los
esclavos, que en escaso nmero trabajan en las
plantaciones de caf, porque en stas predo-
minan las relaciones sociales feudales de pro-
duccin.
Si adems del caf se consideran los culti-
vos de cacao, ail, trigo, caa de azcar, etc.,
con un valor aproximado de 4 millones qui-
nientos mil pesos y 8 millones cuatrocientos
mil pesos que representa el valor de los escla-
vos estimados para la poca, se observa que la
inversin en la agricultura equivale a 24 millo-
nes cuatrocientos mil pesos. A la luz de estas
cifras Es evidente que la agricultura es la ocu-
pacin general de los venezolanos, fuente
principal de su riqueza (...) No tenemos fbri-
ca; todo artefacto nos viene del extranjero; nues-
tro comercio es limitado y todo en manos de
extranjeros; el comercio interior es de muy poco
movimiento (...) las fbricas; como vemos, no
han nacido todava en nuestra tierra; las artes
mecnicas estn en su estado primitivo, y cual-
quier otra empresa industrial es tan miserable y
precaria que de ninguna manera pueden entrar
en competencia con la industria agrcola.12
El capital usurario, en manos de los co-
merciantes, venezolanos o extranjeros,13
y con
el apoyo del Estado desde abril de 1834, se
apodera de la produccin agropecuaria, rique-
za social que es el resultado del trabajo de los
esclavos y preferentemente, de los campesi-
nos encadenados a la explotacin servil de la
tierra. Ese capital usurario es el nexo entre la
produccin agropecuaria venezolana y el
mercado capitalista mundial, debido a que los
prestamistas controlan las importaciones y las
exportaciones. Es un nexo de dependencia en
trminos de la poca del capitalismo industrial.
En las plantaciones de Venezuela en esta
poca concretamente las relaciones de pro-
duccin de naturaleza feudal predominan so-
bre las de carcter esclavista. Ambas coexis-
ten, pero la fundamental es la primera, a pesar
de la oposicin de los terratenientes a eman-
cipar sus esclavos, categora que subsiste
sometida a un evidente proceso de enfeuda-
miento, impuesto por la explotacin latifun-
dista-precapitalista de la tierra y refrendado
jurdicamente por la Ley de Manumisin o ley
de libertad de vientres, cuyo objetivo no es
otro que legalizar un fenmeno que se de-
sarrolla espontneamente en los propios lati-
fundios.
En la guerra nacional de independencia,
sin que sta llegue a adquirir carcter de
revolucin democrtico-burguesa,14
se obser-
va un fenmeno de transferencia, de la pro-
piedad agraria, y en este sentido son ciertas
las consideraciones de Laureano Vallenilla
Lanz, cuando seala que Pez y algunos
otros Proceres, secundados por una porcin
de especuladores, comenzaron a comprar los
haberes militares, sobre todo los de los lla-
neros de Apure y Oriente por precios irriso-
rios; de tal manera que el latifundio colonial
pas sin modificacin alguna a las manos de
Pez, Monagas y otros caudillos, quienes
habiendo entrado a la guerra sin bienes de
fortuna, eran a poco de constituida Vene-
zuela los ms ricos propietarios del pas. A
esta violacin de la Ley de Repartos en
perjuicio de los llaneros se sigui la reaccin
del partido realista, que apoderado de los
13
FEDERICO BRTO FIGHEROA
Consejos de Gobierno y de los Tribunales
de Justicia, comenzaron a anular las confis
caciones de los bienes de los emigrados,
arrebatndoselos a los guerreros de la Inde
pendencia, a quienes se les haban asignado
en recompensa de sus servicios, para devol
vrselos a sus antiguos propietarios y a sus
descendientes que regresaban al pas. Bien
entendido que esta medida no alcanz ni po
dra alcanzar al general Pez, ni a algunos
otros magnates que continuaron aumentan
do su riqueza territorial con las propiedades
de los realistas.15 '
En este contexto, son vlidas, igualmente,
las consideraciones de Mario Briceo Ira-
gorry, quien observa que Los cuadros sociales
de la Colonia se han mantenido hasta hoy, con
sus instituciones civiles, casi invulnerables. En
torno a Pez volvi a levantas la abatida cabe-
za la vieja oligarqua territorial y a ella se han
sumado nuevas fuerzas creadas por el surgi-
miento de los valores provocados por la gue-
rra de independencia. (...) Los hombres de
la independencia y el pueblo que se haban
sacrificado por su triunfo, sin esencialmente
repudiar los principios civilistas, vean con
dolor que stos sirvieran de parapeto para
satisfacer las insaciables ansias de lucro de
los componentes de los propios cuadros cuyo
abatimiento busc la revolucin.16
Pero no
es solamente el latifundio colonial que sub-
siste y elementos de la estructura social co-
lonial los que se proyectan en Venezuela in-
dependiente. Hay otro fenmeno, resultado
inmediato de la guerra de independencia, que
es necesario considerar porque repercute di-
rectamente en la estructura de clase.
El latifundio no solamente subsiste sino
que se incrementa a expensas de las tierras
baldas nacionales y municipales, incorpora-
das al dominio privado sin limitacin alguna
y en trminos que superan el proceso desocu-
pacin y composicin ocurrido en Venezue-
la colonial, en la segunda mitad del siglo xvm.17
Los descendientes de los antiguos amos de la
propiedad agraria, los caudillos militares y sus
asesores, los personajes de significacin pol-
tica y los funcionarios de la burocracia, desde
1821, ocupaban de hecho o incorporan a sus
primitivas posesiones vastas extensiones del
territorio nacional.18
En las tierras incorporadas a los latifun-
dios de origen colonial y en los que se forman
despus d la guerra de independencia, el
sistema de relaciones sociales de produccin
que domina, desde los primeros momentos,
es de carcter feudal. Son peones, manumi-
sos o esclavos en proceso de manumisin y
campesinos jurdicamente libres (pero depen-
dientes de las haciendas mediante el sistema
de renta-trabajo o renta-especie y a veces ren-
ta-dinero) los que valorizan las tierras fcil-
mente adquiridas. En estas nuevas propieda-
des el trabajo de los esclavos es ornplementario
del trabajo realizado por los peones y campe-
sinos enfeudados.
Los amos de la propiedad territorial (ge-
neralmente denominados hacendados o co-
secheros, que cultivan la tierra en las condi-
ciones econmico-sociales descritas, forman
la clase latifundista o terrateniente. Los co-
merciantes-prestamistas, llamados despecti-
vamente canastilleros, integran la burguesa
comercial importadora y exportadora. Estas
dos clases constituyen la base social del blo-
que dominante que controla el Estado vene-
zolano, de modo incipiente desde 1821, pero
sobre todo a partir de 1830. Este es resultado
de la guerra nacional de independencia,
desde el punto de vista de los intereses de las
clases dominantes nativas: los terratenientes
incrementan sus latifundios y la explotacin
latifundista de la tierra y la burguesa comer-
cial controla definitivamente las relaciones con
el mercado exterior capitalista.
Las pugnas entre latifundistas y burgue-
sa comercial conducen a la escisin poltica
del bloque social de las clases dominantes
en 1840. Los terratenientes arruinados, en
proceso de ruina o endeudados con la bur-
guesa comercial, los caudillos militares ex-
traados de las funciones pblicas, demago-
gos del tipo de Antonio Leocadio Guzmn
e idelogos de la contextura intelectual de
Toms Lander, agrupados en torno a El Ve-
nezolano forman el Partido Liberal. Los co-
14
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
merciantes prestamistas (muchos de los cua-
les tambin son grandes latifundistas) la bu-
rocracia civil y militar con el corifeo de la
gente colorada a la cabeza19
e intelectuales
ultramontanos del tipo de Juan Vicente Gon-
zlez, constituyen el Partido Conservador,
Oligarca o Godo.
Las clases sociales explotadas
y el movimiento liberal venezolano
Las pugnas econmicas entre los latifundis-
tas y la burguesa comercial importadora-
exportadora y la escisin del bloque social de
las clases dominantes que controla el Estado
y las instituciones estatales a nivel nacional,
regional y municipal, acelera la contradiccin
fundamental entre clases explotadas y clases
explotadoras. Los propios idelogos que criti-
can la Ley sobre Libertad de Contratos y con-
sideran la usura una lepra del gnero humano,
se atemorizan por el proceso de radicalizacin
que se observa en la prensa y en la calle:
El clamor contra la Ley de 10 de Abril que
se ha levantado en Venezuela escribe Fer-
mn Toro se ha visto acompaado de he-
chos muy expresivos; el odio a los tribunales;
la divisin en la sociedad; las calificaciones de
logreros, usureros y estafadores por una par-
te, y por otra de alzados, tramposos y arteros;
esta divisin y pugna produciendo conflictos
pblicos, desmanes y amenazas que alarman
la poblacin y perturban los hbitos de paz y
armona: las voces de Monte Sacro y de Pa-
lenque difundidas n la capital de la Repbli-
ca y valles circunvecinos, aplicadas unas veces
como injurias a los agricultores, otras como
remedios violentos a lo que se ha llamado cri-
sis; todo esto sirviendo a unos de bandera para
clamar contra el gobierno y contra la preten-
dida oligarqua de empleados y logreros; a
otros de motivos para formar planes econ-
micos ms o menos atrevidos con que se pro-
mueven los nimos y se predisponen a las ms
graves innovaciones, con la mira de sacar el
pas de su postracin actual; a otros, en fin,
de ocasin para excitar las pasiones popula-
res, corromper las masas con los ms torpes
halagos y desencadenar lo ms vil de la socie-
dad, contra toda notabilidad, cualquiera que
sea su ttulo, la riqueza, la gloria militar, o las
virtudes civiles. No dir que sea causa nica-
mente de este estado de cosas la Ley de 10 de
Abril; son varias las que obran simultneamen-
te; pero s, que contribuye muy poderosamen-
te a la perturbacin y a la inmoralidad; y que
por ung reaccin natural obra contraa liber-
tad, la seguridad y la introduccin de capitales,
objetos que principalmente se tuvieron en mira
al sancionarla.20
Antonio Leocadio Guzmn no es un lati-
fundista poderoso,21
ni un revolucionario, es
s un poltico hbil, formado intelectualmen-
te en las fuentes del liberalismo espaol, y
antes de lanzar sus anatemas contra la oli-
garqua y contra los logreros haba medra-
do con quienes as calificaba en limpios y tur-
bios manejos de la cosa pblica. Pero Antonio
Guzmn aporta n capital de incalculable va-
lor, desconocido por los arruinados terrate-
nientes de 1840. Ese capital es la demagogia
social, en cuya utilizacin Guzmn resulta un
maestro de primera categora. El Venezolano,
de la timidez de sus primeras ediciones se lanza
violentamente por el camino de la diatriba
contra sus adversarios. Nada lo detiene en su
carrera, las negociaciones y granujadas pol-
ticas de los notables, que Guzmn conoce de
cerca, dejan de ser un secreto transformn-
dose en un lugar comn en boca del pueblo;
sin embargo Antonio Leocadio Guzmn,
azote de su propia familia, como lo califica
Juan Vicente Gonzlez, su antiguo compae-
ro de armas, evita en todo momento abordar-
las reivindicaciones fundamentales de las ma-
sas populares, pero escribiendo en estilo vul-
gar y chabacano, despierta la duda y la inquie-
tud en el pueblo y produce la impresin de
estar de acuerdo con sus reivindicaciones. La
lnea poltica de la pluma que redacta los
edtpriales de El Venezolano tiene un objetivo:
.. .conquistar la admiracin del pueblo,
arrastrar la simpata de los oprimidos y capi-
talizar al mismo tiempo la confianza de los
privilegiados.22
El Venezolano, una vez lanzado
15:
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
General Carlos Soublette.
por el peligroso camino de la demagogia so-
cial no se detiene en su carrera; su preocupa-
cin no es elevar la polmica al terreno de los
principios sino mantenerla en el plano de la
diatriba; no aspira a liquidar el orden poltico
de la oligarqua para edificar el rgimen
democrtico, sino a desacreditar a los lo-
greros y oligarcas mostrando sus miserias
y lceras morales, con el objetivo de ganar la
confianza popular. En los editoriales redacta-
dos por Antonio Leocadio Guzmn, indepen-
dientemente del lenguaje directo y el estilo que
no pocas veces raya en la procacidad, las ideas
democrticas son escasas, abundan, s, los lu-
gares comunes y la agresividad verbal: harto
reciente son puede leerse en uno de los edi-
toriales de El Venezolano asaz escandalosas,
Harto sensibles al pueblo venezolano, los
excesos de poder, y ms que crueles los pade-
cimientos de la nacin. Leyes que destruyen
la. propiedad; leyes que hacen espantosa la suer-
te del trabajador; leyes que entronizaron la
usura, que aconsejronla avaricia, que autori-
zaron las ms brbaras persecuciones; leyes
que destruyeron el ejrcito, que comprome-
tieron grandes porciones del territorio nacilo
nal; leyes que convirtieron al clero en mquina
e dominacin, y que buscaban perpetuidad de
los mandatarios haciendo instrumentos pol-
ticos el incensario, el tribunal de la penitencia
y la Ctedra del Espritu Santo; leyes que han
encarecido la justicia, y otras que la han em-
brollado, y otras que han hecho perpetuos los
pleitos, y otras que han privado de toda ga-
ranta a los contratos, y engendrado y prepa-
rado as nuevos e innumerables litigios, cual
mina de inmoralidad y depravacin: leyes ven-
gativas que se han llamado perdones; y per-
dones que se han llamado castigos. Todo este
juego de palabras y de acusaciones para con-
cluir en que aquellas leyes son negativas por-
que estn a inmensa distancia del cdigo
fundamental es decir, de la Constitucin de
1830 que precisamente excluye de la de-
mocracia poltica al 92% de la poblacin.
La masa rural incitada por la demagogia
social de El Venezolano se incorpora a las filas
del liberalismo. El retrato de Antonio Leoca-
dio Guzmn es venerado y alumbrado como
imagen sagrada en los hogares humildes, en
tanto que cintas amarillas, emblemas del mo-
vimiento liberal, engalanan los sombreros de
menestrales y gaanes, especialmente en las
sierras de Carabobo* costas y Valles de Ara-
gua y Tuy, Llanos del Gurico, Barinas y Apu-
re, donde vegeta una poblacin campesina en
condiciones sociales favorables a' la demago-
gia guzmancista y a la expansin del evange-
lio liberal, que deviene en el credo de los po-
bres y de los desheredados de la fortuna.
Los redactores de El Venezolano no temen
enfrentarse a los polticos de la oligarqua, es-
pecialmente al corifeo de la gente colorada; ya
en la edicin del 27 de setiembre de 1841, es-
criben refirindose a Jos Antonio Pez: Es
crimen en esta sociedad, crimen poltico o ci-
vil, querer a un ciudadano determinado? Pue-
den todos ser aborrecidos o mal vistos, ya con
justicia o sin ella, y hay uno a quien debe amar-
se por obligacin? Dnde est, pues, la igual-
dad legal? El es un ciudadano en la ciudad o
es el dueo de la sociedad? Y el 5 de octubre
nuevamente insisten sobre el mismo proble-
ma, pero de una manera directa: No es Pez
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
la patria, no es ms que un hombre de ella,
deificarlo no es el ministerio de los patriotas,
de los hombres qu quieren pasar p.orprce-,
res de la repblica. Qu hacemos cuando
muera? Se acabar la repblica?
En afn de capitalizar el odio que las ma-
sas venezolanas sienten hacia la burocracia
militar que comparte el poder con los nota-
bles, El Venezolano, no teme atacarla, en la
edicin de 12 de abril de 1842, Pas escri-ba el audaz demagogo el dominio de los ms fuertes; preciso es que comience el de
los ms inteligentes (...) Su gloria los debe
inclinar a ser excluidos de estos puestos, que
piden ya no hombres d armas y prestigio,
sino hombres de masas, sin ms recomenda-
cin que sus principios y sin ms influencia
que la que inspiran la virtud y el saber. Des-
de las pginas de El Venezolano, Antonio Leo-
cadio Guzmn presenta los elementos forma-
les los de fondo los calla que a su juicio definen la oligarqua venezolana, que consti-
tuye ...una verdadera aristocracia, que des-
naturalizaba la Constitucin del pas, la con-
tradeca y mantena la sociedad en un estado
violento entre leyes liberales y (?) prcticas ab-
surdas. Sin embargo la afirmacin es senci-
llamente una tergiversacin de la realidad hisr
trica: la oligarqua existe de hecho y la
Constitucin y leyes fundamentales de la re-
pblica, que El Venezolano califica de libera-
les, no contradicen sino que reafirman el po-
der poltico de la oligarqua. . El
Venezolano es pobre en la elaboracin de
formulaciones econmico-sociales que
puedan calificarse de serias, desde el punto de
vista revolucionario, pero maneja con maes-
tra la irona y el sarcasmo. Su arma es de una
sorprendente eficacia psicolgica. Para desig-
nar a sus enemigos inventa motes que pene-
tran en el alma del pueblo y se difunden con
rapidez, cpmo el de jabaditps, oligarquistas,
mamantones23
que favorecen la popularidad
del movimiento liberal e introducen elemen-
tos de diferenciacin en sus filas: aterroriza-
dos emigran muchos de los que en principio
han financiado el peridico y los intelectuales
de la calaa de Juan Vicente Gonzlez. Entre
los primeros el de ms significacin es el mar-
qus del Toro, quien con la manifiesta cobar-
da de siempre retorna al redil despus de una
senil travesura y para que no quede la menor
duda al respecto organiza una fiesta en su Quin-
ta de Anauco en honor a Pez, en donde se
dan cita todos los desertores ansiosos de vol-
ver a la gracia divina.24
Inspirados en el ejemplo de El Venezolano
comienzan a circular, en Caracas y en el inte-
rior del pas, otros peridicos destinados a
popularizar el movimiento liberal: El Centinela
del Avila, El Relmpago, ElAgricultor, LaNueva
Era, I^ os Ayes del Pueblo, La Noche Buena de la
Oligarqua, El Zancudo, Las Avispas, ElLaberin-
to, El Sin Camisa, El Bravo Independiente, El Re-
publicano, El Diario de Caracas, El Constitucional,
El Progreso, El Elector, El Tribuno, El Torrente y
La Penca, etc. En esta prensa, los peridicos
epigramticos y humorsticos, no pocas ve-
ces escritos en estilo desaliado, son los que
realizan una propaganda ms o menos conse-
cuente de los principios democrticos (tierras
y hombres libres, Comunidad de las tierras,
racionalizacin de la propiedad, eleccin
popular, etc.) reivindicaciones que los rga-
nos centrales del movimiento liberal temen
mencionar; la prensa humorstica refleja el
proceso de radicalizcin de la masa popular
venezolana que transforma los tmidos plan-
teamientos de los lderes amarillos en peticio-
nes que s pueden calificarse de democrtico-
revohjcionarias porque difunden contrariando
los postulados de su propio partido, la propa-
jganda demaggica (...) en pro del reparto de
las tierras y la libertad de los esclavos.25
Los editoriales, las simples notas infor-
mativas de aquel torrente de hojas sueltas
chabacanamente escritas las ms, inunda a
Caracas...,26
son en realidad llamamientos
a las acciones directas en pro de las reivindi-
caciones democrticas fundamentales; los
prohombres de la oligarqua, los idelo-
gos e intelectuales de aquel rgimen son
duramente criticados y ridiculizados para
satisfaccin de la masa popular venezolana:
ngel Quintero es calificado indistintamente
de fantasma de las tinieblas, ngel malo,
17
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
ngel rebelado, el malvado Quintero;
Monseor Talavera, Obispo de Trcala, es
bautizado como obispo de trica; Jos An-
tonio Pez y Carlos Soublette son calificados
comb dos bribones y los dos malvados ms
insignes que ha producido la tierra, ladro-
nes descarados, viejos impdicos cargados
de aos y de crmenes; de Soublette, presi-
dente de la Repblica, afirmaba El Rayo:
Hasta cundo, General, sois asesino? Hasta
cundo sois ladrn? Recordad, General, que
habis nacido para morir en alto puesto, pero
no para vivir en l. Esta ltima afirmacin
es una alusin a la horca, y Juan Vicente
Gonzlez recibe el cognomento de mulo
trafagte alias Juan Bisonte Sodoma y Go-
morra; de l se dice en el nmero 32 de Las
Avispas: Ves aquella mole, aquel confuso
montn de ropa, coto enorme, respiracin
sofocada^ de olor saturno y pies elefanca-
cos (...) es Juan Vicente Gomorra, principal
redactor del inmundo papel llamado Diario
de la Tarde.
La prensa humorstica desempea papel
fundamental en el proceso de diferenciacin
que se comienza a operar en el seno del mo
vimiento liberal debido a la incorporacin a
sus filas de la masa rural y de los deshereda
dos d los centros urbanos, atrados por la
demagogia social y la crtica descarnada a los
prohombres de la oligarqua. El juicio instau
rado contra Antonio Leocadio Guzmn, por
el delito de difamacine injuria, ilustra hasta
dnde es de profundo aquel proceso de dife
renciacin, impulsado fundamentalmente
porque el pueblo hace suyos y transforma en
reivindicaciones democrticas los tmidos
planteamientos de los arruinados terratenien
tes venezolanos. . En El Relmpago, edicin del 20 de noviem-
bre de 1843, aparecen unas seguidillas en las
que se ironiza a Juan Prez, capitoste del Ban-
co Nacional y de paso se denuncia veladamen-
te el contenido de clase de la justicia oligr-
quica; el autor de las seguidillas es el inquieto
poeta Rafael Arvelo, aunque estn firmadas
por Ramn Villalobos, Ramn Can, talabar-
tero de la parroquia Santa Rosala. Contra
18
Antonio Leocadio Guzmn, propietario de la
imprenta donde se edita El Relmpago se enfila
la enconada accin de los tribunales godos,
que aspiran a hacer un escarmiento, antes que
en la persona de Guzmn, en toda la prensa
democrtica. Los tribunales declaran a Ramn
Villalobos, ebrio consuetudinario e irrespon-
sable ante la ley: no posee bienes de fortuna y
carece de la condicin de elector, no es un
ciudadano dentro de la mecnica de la rep-
blica oligrquica. El jurado de imprenta de-
clara el 25 de enero de 1844 que Antonio Leo-
cadio Guzmn es quien debe responder al
libelo de acusacin, y coneste finrenese el
jurado, bajo la presidencia de Vicente Oso,
pero las masas democrticas de Caracas se
movilizan y frustran audazmente el atentado
que se pretende cometer contra la libertad de
imprenta, salvando de paso al demagogo, cu-
yas prdicas aqullas identifican con sus inte-
reses. El pueblo se concentra frente a la casa
del tribunal, entre las esquinas de Pedrera y
Marcos Parra, en apoyo del redactor de El
Venezolano, quien se defiende haciendo gala
de su comunicativa elocuencia y es declarado
inocente en medio de las aclamaciones de sus
partidarios, mueras a la oligarqua y al gobier-
no,27
no faltando .. .piedras que vuelan a las
ventanas de algunas casas oligarcas, ni gritos
y amenazas contra los godos.28
Los idelogos reaccionarios comprenden
que con el 9 de febrero de 1844, una nueva
fuerza comienza a luchar conscientemente por
la democracia poltica popular venezolana.
Esta es la razn por lo que consideran nefas-
ta aquella fecha; el corifeo de la gente colo-
rada, enriquecido con los despojos de la Ley
de Repartos, escribe al respecto: Aciago
9 de febrero! Habase iniciado en Venezuela la
era de los desrdenes, del derecho del popula-
cho armado a derrocar las leyes e ingerirse en
las deliberaciones del poder judicial,29
en tanto
que para el intemperante ngel Quintero
ese 9 de febrero de 1844 es el sepulcro de la
Patria (...) negra pgina de nuestros das.30
Los historiadores venezolanos (inclusive
los de criterio progresista) no han compren-
dido la significacin democrtica del 9 de fe-
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
brero de 1844 y hasta el mesurado y pene-
trante Jos Gil Fortoul califica de turbas a las
masas que participan en aquella accin. Tur-
bas? Turbas de esa sensibilidad poltica y de
esa pasin por los problemas pblicos son las
que impulsan la historia.
Ramn Daz Snchez llega ms lejos, por-
que no otro juicio se desprende de los trmi-
nos en que describe la protesta popular:.. .el
vocero arrecia en el arroyo, dirase que en la
estrecha calle ha venido a verterse toda la es-
coria humana de los suburbios y que esa ma-
rejada rugiente no tardar en derribar a la guar-
dia e invadir el saln. All estn el albail (...)
el parihuelero (...) y el conuquero. Tambin
la mujer que lava la ropa blanca. Cmo br
lian sus ojos, antes apacibles y humildes, y
cmo se dilatan sus bocas para verter esos
chorros de odio que hierve en sus corazones!31
Las clases sociales explotadas, en este pe-
rodo, estn representadas por el campesina-
do, los esclavos, los peones rurales y urbanos
y categoras artesanales formadas por manu-
misos y esclavos emancipados, Son agrupa-
niientos heterogneos (algunos francamente
diferenciados y otros en proceso de dife-
renciacin) que tienen como caracterstica
comn, precisamente, la condicin de grupos
explotados por las clases sociales dominantes
que controlan la riqueza social y el Estado.
Esos grupos sociales explotados, conjunta-
mente con singulares capas medias de las ciu-
dades y medianos y pequeos propietarios del
campo, al incorporarse al Partido Liberal, le
imprimen contenido de movimiento demo-
crtico, especialmente despus del 9 de febre-
ro de 1844, rebasando, en las acciones prcti-
cas, las aspiraciones polticas de los liberales y
demagogos del tipo de Antonio Leocadio
Guzmn.
Ezequiel Zamora
y el movimiento liberal venezolano
Ezequiel Zamora no participa en la manifes-
tacin del 9 de febrero de 1844; los aconteci-
mientos lo sorprenden aparentemente dedi-
cado a sus actividades profesionales de mo-
desto pulpero y comerciante en ganado, en
Villa de Cura. Pero en realidad, Zamora, des-
de 1840 participa directamente en la lucha
contra la odiada oligarqua de tenderos enri-
quecidos con actitudes de personajes y di-
fundiendo los principios tierras y hombres
libres, entre los explotados del campo. En
este sentido, Zamora est al tanto de cuanto
ocurre en Caracas: desde el 7 de febrero, en
muchos caseros, ranchos y centros de traba-
jo los peones pasan la noche en vela, dis-
puestos a marchar sobre Caracas para resca-
tar a Antonio Leocadio Guzmn (a quien
suponen el intrprete de sus aspiraciones) en
caso de que la sentencia no sea absolutoria.
Cuando un posta llega a Villa de Cura, tra-
yendo noticias sobre los resultados del juicio
ocurren manifestaciones similares a las de Ca-
racas y por primera vez la masa campesina
pronuncia una frase que hiela la sangre de los
notables: Oligarcas temblad!
Cul ha sido la labor de Ezequiel Zamora
desde el 24 de agosto de 1840 hasta el 9 de
febrero de 1844 para que surja, como al azar,
del anonimato al primer plano de las luchas
polticas: respetado y querido ppr gente de
baja condicin, execrado porlas plumas ultra-
montanas, odiado y temido por las clases so-
ciales que monopolizan la repblica como
cerrado coto familiar?
En 1840 cuando comienza a circular El
Venezolano, Ezequiel Zamora apenas tiene
23 aos de edad, pero como millares de hom-
bres del pueblo, en busca de la tierra y la liber-
tad, y atrado por la demagogia social guzman-
cista se identifica e incorpora al movimiento
liberal amarillo. Desde entonces, con mengua
de su bienestar personal, sin aspiraciones
materiales para s, combina sus actividades de
modesto comerciante en Villa de Cura con
las de agitador y organizador de las luchas
democrticas de la masa rural de los Valles de
Aragua y Llanos del Guaneo. En estas regio-
nes, espealmenteen San Francisco de Cara, San
San Jos de Tiznados y los caseros adyacentes y
asociado con el licenciado Juan Martnez, ini-
cia una intensa propaganda democrtica, oral
19
FEDERICO BRTTO FIGUEROA
y escrita, a travs de cartas personales, que
rpidamente se extiende, como el fuego so-
bre la llanura, por los latifundios y centros de
trabajo, transformando aquellas regiones en
el ms poderoso bastin del movimiento an-
tifeudal en l perodo 1840-1846.
Las condiciones econmico-sociales que
imperaban en las zonas rurales y suburbanas
del centro de la repblica y las caractersticas
subjetivas de la poblacin campesina oprimi-
da que en ellas habitaba, favorecen la expan-
sin de la propaganda democrtica iniciada
por Ezequiel Zamora. Desde l poca colo-
nial los terratenientes haban cimentado en los
Valles de Aragua una prspera agricultura de
plantacin sobre la base de la apropiacin la-
tifundista de la tierra. La poblacin indgena
fue destruida en lo fundamental y la sobrevi-
viente sometida a servidumbre, e incorporada
al proceso de la produccin conjuntamente
con la mano de obra de los esclavos negros,
que, permutados por muas, sebo o cueros de
res, multiplicaron con su trabajo el valor na-
tural de aquellos frtiles valles.
Los descendientes de los encomenderos
monopolizaron las mejores tierras: la familia
Bolvar era propietaria de las Vegas de San
Mateo a la par que de los ms ricos hatos
de San Luis de Cura; Antonio Fernndez de
Len, el marqus de Casa Len, era amo ab-
soluto de las tierras d Maracay, en su hacien-
da La Trinidad se cultivaba el mejor tabaco y
en Tapatapa se concentraban miles de cabe-
zas de ganado; en jurisdiccin de El Mamn,
el Conde Tovar y los Mier y Tern posean
tierras que se alargaban hasta el mar, otorga-
das, segn documentos de donacin, con l-
mites que se extendan hasta donde llegaban
la vista y la imaginacin; en La Victoria, las
tierras pertenecientes a las comunidades ind-
genas: Tucua, Tiquire, Guacamaya, La Curia
y La Cumaca y las denominadas tierras de
realengo, arrebatadas a sus legtimos cultiva-
dores, estaban monopolizadas por la aristo-
cracia terrateniente; en las mrgenes del lago
de Valencia los marqueses del Toro haban
campeado como verdaderos, seores feuda-
les; todava en 1806 litigaban por expropiar a
.20
las comunidades indgenas de Mariara y Gua-
cara, defendidas en aquella oportunidad por
Juan Germn Roscio; en Gige, Cabrera y
Yuma, ngel Quintero es uno de los ms opu-
lentos propietarios.
La independencia no modifica la estruc-
tura de la propiedad territorial en los Valles
de Aragua: los caudillos militares comparten
el monopolio de la tierra con sus antiguos
amos, y entre aquellos, Jos Antonio Pez
deviene en uno de los ms ricos terratenien-
tes de la regin, adquiriendo mediante la
especulacin con los haberes de guerra las
propiedades del marqus de Casa Len co-
diciadas por el mantuanaje caraqueo por la
fertilidad del suelo y por las facilidades de
riego. Sin embargo, la independencia y l en-
riquecimiento de algunos caudillos militares
de origen popular no transforman la natura-
leza ntima del rgimen econmico imperante
en los campos, y cuando Ezequiel Zamora
inicia la explicacin oral y escrita de los prin-
cipios democrticos, los terratenientes de
Aragua, a tono con su estirpe de clase, for-
man una categora social que explota a la
masa rural en las mismas condiciones que
en a sociedad colonial.
Las caractersticas subjetivas y psicolgi-
cas del campesinado de los Valles de Aragua
son propicias para la asimilacin de la dema-
gogia social y de la propaganda democrtica
que desde los primeros instantes imprime
Ezequiel Zamora a las tmidas reivindicacio-
nes planteadas por el movimiento liberal ama-
rillo. El campesinado de los Valles de Aragua
es una vasta categora social sostenida a la
explotacin latifundista, pero en permanente
contacto con todo cuanto ocurre en los cen-
tros urbanos de mayor desarrollo. La disgre-
gacin feudal no es obstculo para impedir la
participacin del campesinado arageo, siem-
pre como reserva del progreso, en las luchas
poltico-sociales ocurridas, primero en Vene-
zuela colonial y, posteriormente en Venezue-
la independiente, porque las ideas democrti-
cas debatidas en las ciudades, si no por escrito
por lo menos de palabra, llegan con facilidad
a las masas campesinas contribuyendo pode-
TIEMPO DE EZEQUIEL ZAMORA
rosamente a despertar en ellas la inquietud y
la sensibilidad por los problemas polticos.
Ezequiel Zamora y el programa de
las masas campesinas
La Villa de San Luis de Cura, donde habita
Ezequiel Zamora en 1838-1846, es un vecin-
dario de escasa poblacin urbana, pero de gran
importancia econmica, rodeado de ricos la-
tifundios ganaderos y agrcolas: hacia el Nor-
te Los Colorados y Los Bagres; hacia el Sur
El Samn; al Este La Virginia y El Carmen; y
al Oeste tierras dedicadas a la ceba del gana-
do vacuno, y en el rea urbana una intensa
actividad comercial y una incipiente industria
artesanal y manufacturera que utiliza los cue-
ros de res como materia prima.
En la villa y en el cantn de San Luis de
Cura las pugnas sociales se manifiestan inten-
samente: frente a los opulentos propietarios ve-
getan los peones ganaderos, los campesinos en-
feudados, los manumisos sin tierras, los esclavos
y los pequeos comerciantes y artesanos as-
fixiados por la usura. No son escasos los cho-
ques entre oprimidos y opresores: el ganado
de los latifundistas destruye las siembras de los
pisatarios, los usureros rematan los bienes de
los pequeos propietarios, los esclavos huyen
hacia las rochelas, los trabajadores rurales son
reclutados compulsivamente para el servicio de
las armas, los peones cobran el salario en espe-
cie y el Estado, expresin dla Repblica Oli-
grquica, reprime cruelmente la ms leve pro-
testa del pueblo trabajador.
La vida social brinda a Ezequiel Zamora
excelentes oportunidades para el desarrollo de
sus actividades polticas; algunas veces el ve-
cindario amanece alarmado por la captura de
negros cimarrones que haban huido diez o
veinte aos atrs. El Estado, que sostiene la
esclavitud como una institucin, realiza en las
personas de los capturados los ms crueles
escarmientos: los hombres son azotados y las
esclavas sometidas a pblica vergenza y
luego condenados a trabajos forzados, los es-
clavos en las obras pblicas del cantn y sus
mujeres en los hospicios. Otras veces los tri-
bunales de la localidad rematan los bienes de
uno cualquiera de los propietarios arruinados,
o sencillamente la miseria acentuada por el
violento descenso del precio de los productos
agropecuarios mercantilizados, extiende sus '
garras por los campos y chozas campesinas.
Los capitanes de gavillas son azotados y lue-
go condenados a presidio o muerte.
La-masa popular repudia el orden poltico
que aplica semejantes normas de justicia; Za-
mora lo comprende y extrae de ellos elemen-
tos de juicio y para la explicacin de los prin-
cipios democrticos. Sus argumentos son
dbiles desde el punto de vista terico, pero de
un gran valor agitacional y a tono con el desa-
rrollo social y la mentalidad de la masa rural:
califica la Ley de Hurtos como la de ley del
mecate, y para denunciar la esclavitud y la
apropiacin latifundista de la tierra recurre a
las ms simples imgenes. Dios hizo iguales a todos los hombres en cuerpo y alma, por
qu entonces un puado de ladrones y fac-
ciosos van a vivir del trabajo de los pobres,
especialmente de quienes tienen el pellejo
negro?; cuando Dios hizo el mundo repar-
ti en comn el agua, el sol, la tierra, por qu
entonces los godos se han apoderado de las
mejores tierras, bosque y aguas, que son pro-
piedad del pueblo?
En ninguno de los peridicos liberales que
circulan en Caracas, Ezequiel Zamora ha le-
do formulaciones como las anteriores, pero a
elle parecen correctas y por tal razn las ex-
pone y defiende con pasin. Son producto de
sus diarias lecturas de historia, especialmente
sobre las luchas sociales en la Roma esclavista,
y de sus conversaciones con empobrecidos
curas de empobrecidas parroquias, con quie-
nes mantiene amistad. Esas formulaciones dan
una idea de la lucha para la cual Zamora se
prepara conscientemente, y en el mismo sen-
tido, las constantes referencias que hace a las
campaas desarrolladas por Tiberio y Cayo
Graco en pro del reparto de las tierras entre
los libertos y esclavos romanos. Zamora
manifiesta que esto mismo desea l hacer'en
Venezuela, y para realizarlo invita al pueblo a
21
FEDERICO BRTTO FIGUERA
organizarse y a luchar contra los godos opre-
sores.
La modesta casa de comercio de Ezequiel
Zamora se transforma rpidamente en un
centro de lucha democrtica, generalmente los
corredores de la pulpera bullen de parroquia-
nos, la mayora interesados en escuchar las
conversaciones del catire y la lectura de los
peridicos que llegan semanalmente de Cara-
cas. En esas conversaciones Zamora se revela
ya como un nato e intuitivo agitador demo-
crtico; sus explicaciones sobre la necesidad
desunificarse en la lucha contra los podero-
sos, preparan las condiciones para formas de
organizacin y propaganda mucho ms efica-
ces, capaces de contribuir como contribuye-
ron al desarrollo del vasto movimiento de
masas que posteriormente golpeara hon-
damente los fundamentos e instituciones de
la Repblica Oligrquica.
El desarrollo de la lucha bien pronto reba-
sa los lmites de la simple explicacin de los
principios democrticos, a travs de las con-
versaciones individuales: Ezequiel Zamora
comienza a trasladarse constantemente a los
centros de trabajo y a los caseros enclavados
en los latifundios agrcolas y ganaderos, don-
de celebra/euniones con los peones y escla-
vos. En muchas de esas reuniones Zamora
lee y comenta para sus oyentes una informa-
cin inserta en las pginas de El Venezolano
donde se denuncia que el ganado de Jos
Antonio Pez destruye sistemticamente los
conucos de los campesinos pisatarios de Ma-
racay, a pesar de haberle otorgado el Banco Na-
cional un crdito de $ 110 000 para reparar
los cercados de sus haciendas.
Las reuniones celebradas por Ezequiel Za-
mora se multiplican: una noche se encuentra
en Los Colorados, otra en El Samn, en Los
Bagres o El Nicual, cuando no en caseros
como Garabato, Magdaleno o Gige. De la
simple lectura y comentario de los peridicos
comienza a exponer opiniones propias sobre
los problemas econmicos que afectan a los
trabajadores rurales; en cada una de las ha-
ciendas que visita organiza grupos de activis-
tas, encargados de recibir los peridicos, de
22
distribuirlas insignias amarillas y de elaborar
informes sobre las condiciones sociales que
imperan en los caseros. De esta manera Za-
mora fue creando una amplia red de corres-
ponsales, que sin saber leer ni escribir la mayora de ellos constituyen el ncleo ms importante para la formacin de una organi-
zacin de lucha democrtica: La Sociedad Li-
beral de Villa de Cura, que de liberal en el
sentido que entendan los redactores de El Ve-
nezolano slo tena el nombre; porque tanto
por su composicin social como por sus ob-
jetivos y programa se trataba sencillamente de
una organizacin reivindicativa democrtico-
revolucionaria de las masas campesinas del
cantn.
La noche de la instalacin de la Sociedad
Liberal de Villa de Cura, centenares de peo-
nes se concentraron en el cantn; a la luz de "
las bujas y de los candiles de sebo, sus ros-
tros macilentos, terrosos, famlicos, pero con
unos ojos que denotan una inteligencia co-
mn a pocos pueblos, se distinguan jubilo-
sos, llenos de vida, la vida que insufla la fe en
la lucha por la vida mejor para todos. Aquella
noche Zamora, qued definitivamente afian-
zado como la figura democrtica de mayor
importancia en el cantn San Luis de Cura.
Bien pronto lo sera de todos los Valles de
Aragua, posteriormente de todo el pas, posi-
cin que habra de ocuparlo en razn de ri-
quezas y bienes materiales, de los cuales care-
ca, sino por la abnegacin y pasin puestas
en juego en defensa de los desheredados de
lafortuna.
Cul fue el programa de lucha de la So-
ciedad Liberal de Villa de Cura? Y por qu
fue recibido con tanto entusiasmo por la masa
rural y por las categoras sociales oprimidas
de los centros urbanos?
El programa de la Sociedad Liberal de Villa
de Cura, que de manera tcita estaba presente
en las intervenciones y cartas de Zamora,
era simple: 1) Comunidad d las tierras;
2) Hombres libres; 3) Eleccin popular y prin-
cipio alternativo; y 4) Horror a la oligarqua.
Sin embargo, este programa tan rudimenta-
riamente expresado defina el contenido anti-
TIEMPO DE EZQUIEL ZAMORA
feudal de las movilizaciones de masas que te-
nan por escenario los Llanos y los Valles cen-
trales; constituan una sntesis de los objeti-
vos de la repblica democrtica, porque
expresaba con claridad la lucha por la liqui-
dacin del latifundio al reclamar la Comu-
nidad de las tierras, y la alusin a la aboli-
cin de la esclavitud y a la ampliacin de la
democracia poltica no poda ser ms directa,
y en cuanto a la consigna de horror a la oli-
garqua, constitua un repudio a la poltica
de opresin y sojuzgamiento realizada por
la burocracia militar y el grupo civil que
monopolizaban las instituciones del Esta-
do. stos planteamientos diferencian radi-
calmente el movimiento democrtico perso-
nificado personificado en Ezquiel Zamora y
si)S campesinos del. movimiento liberal ama-
rillo que ignoraba las reivindicaciones fun-
damentales de la masa venezolana.
La Sociedad Liberal de Villa de Gura se
extendi por todos los caseros y vecinda-
rios del cantn; en la organizacin de la sec-
cional de Gige, Santa Cruz y Palo Negro
se destac como excelente activista, l cam-
pesino Francisco Jos Rangel, comisario de
Timbique y Tacasuruma; en el ramal interior
de la Cordillera de la Costa en El Nicual y El Pao de Zarate se destacaron los peo-nes Jos Bernardo Masab, Socorro Masab
(comisario de Guambra) y Tiburcio Barrios;
en los Llanos del Gurico se destacaron Zoilo
Medrano; Jess Gonzlez, El'Agachado y los
hermanos Rosalio y Concepcin Herrera. La
instalacin de una seccional de la Sociedad
Liberal de Villa de Cura en Gige, a inicia-
tiva de Francisco Jos Rangel, ampli el ra-
dio de accin de la propaganda democrtica
hasta la Sierra de Carabbo y zonas adya-
centes al Lago de Valencia, ^onde estaban
ubicadas las haciendas de ngel Quintero.
En las asambleas polticas, los campesinos
ponan en juego su inagotable ingenio. Estas
reuniones finalizaban generalmente entre chis-
tes e ironas o con la improvisacin de co-
rros destinados a zaherir y ridiculizar a los
godos latifundistas y a exaltar a Ezquiel Za-
mora y la lucha por la tierra. Algunos de estos
corros han sido salvados para la historia por
los propios campesinos, quienes los han tras-
mitido de generacin en generacin, no sien-
do extrao (todava en 1940-1946, es decir,
cien aos ms tarde) escucharlos en bailes de
joropo, pasaje y golpe arageo.32
Esas im-
provisaciones en forma de verso libre, cons-
tituyen valiosos documentos para calibrar el
contenido social-reivindicativo de las luchas
que tuvieron por escenario los Valles de Ara-
guaen 1840-1846. Otras veces, a iniciativa de
Zamora, se realizaban actos pblicos en los
que se quemaban ejemplares de la Ley de
10 de Abril de 1834 o de la Ley de Hurtos, o
tambin a iniciativa de Zamora, se quema-
ban judas que representaban a Jos Antonio
Pez, ngel Quintero, Juan Vicente Gonz-
lez o uno cualquiera de los hombres pblicos
de la Repblica Oligrquica.
Los intelectuales que en Caracas orientan
polticamente el movimiento liberal, comien-
zan a mirar con preocupacin hacia los revol-
tosos Valles, y Antonio Leocadio Guzmn, en
primer lugar, no dejan de admirar la audacia
poltica del modesto comerciante de Villa
de Cura. Su fino olfato de poltico cortesano,
de viejo zorro palaciego, ducho en toda suer-
te de maniobras y arteras, lo inducen a pen-
sar que aquel movimiento (que escapa a los
lmites de sus modestas aspiraciones hom-
bres nuevos y altemabilidad republicana) lle-
gara muy lejos, y como buen poltico de la
alabanza es de los primeros en felicitar a Za-
mora, aunque con temor. Toms Lander, por
el contrario, felicita sinceramente a Zamora,33
porque comprende que con hombres como
ste es posible ...estimular, contrariando los
postulados de su propio partido, la propagan-
da (...) en pro del reparto de la tierra y la li-
bertad de los esclavos.34
Pero hay otra gente
que igualmente mira con preocupacinhacia
los Llanos y Valles Centrales del territorio ve-
nezolano. Son los idelogos e intelectuales
identificados con la Repblica Oligrquica, en
primer trmino Juan Vicente Gonzlez, quien
como policaca ave de rapia no cesa de alertar,
desde las pginas del Diario de la Tarde, al Es-
tado y sus instituciones, llamando a reprimir
23
FEDERICO BRITO FIGUERO
el movimiento social simbolizado por Eze-
quiel Zamora, los campesinos de Aragua y
peones llaneros:
Todo debemos temerlo escribe lleno de pavor de puntos donde existen tantos elementos de guerra; donde se levant la fac-
cin de Farfn (...) de donde salieron a deso-
lar las sanguinarias hordas de Boves (...) Por
todas partes los malvados alzan la frente im-
pune. Asonadas y motines ponen en alarma
los llanos de Calabozo que bastaron a Boves
para desolar este pas; en varios puntos bullen
proyectos de conspiracin y, asesinato (...).
Nuestra guerra es a muerte.
Juan Vicente Gonzlez, libelista reaccio-
nario de indiscutible fuerza polmica, defor-
ma conscientemente la verdad histrica pre-
sentando las luchas de las masas campesinas
venezolanas por la democracia poltica, la de-
mocratizacin de la propiedad agraria y la
abolicin de la esclavitud, como una lucha sin
principios, donde lo caracterstico son los cr-
menes y los asesinatos. Necesariamente, con-
tra Ezequiel Zamora, cabeza visible del mo-
vimiento democrtico-revolucionario, lanza el
renegado neurpata los peores dicterios y todo
el cieno de su prosa de sensible antena de la
Repblica Oligrquica.
El movimiento organizado de Ezequiel Za-
mora se extiende impetuosamente. Nada lo
detiene, ni los anatemas y calumnias del Diario
de la Tarde, ni la capitulacin de El Venezolano
que deja de circular intempestivamente. El
movimiento organizado por Ezequiel Zamo-
ra surge en todos los cantones, pueblos y ca-
seros de la provincia: en Maracay, Choron y
Ocumare de la Costa; en La Victoria, El Con-
sejo, San Mateo y Las Cocuizas; se fortalece
en Villa de Cura, Magdaleno, Gige, San
Francisco y comarcas del Gurico; se extien-
de hacia las ms apartadas zonas agrcolas de
Chuao, Costa de Maya, Tiara y la Sierra del
Sur. Las insignias amarillas y el retrato del c-
nico demagogo, alumbrado como una ima-
gen sagrada ms, denotan que la poblacin
campesina identifica'sus aspiraciones social-
reivindicativas con las banderas del liberalis-
mo amarillo.35
Pero el propio desarrollo del
24
movimiento demuestra que est forjando el
brazo arma
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