7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA
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CAPfTULO VII
LA EUCARISTTA ALEJANDRINA Y LA ROMANA
San Hiplito y los orgenes de la liturgia romana
En el siglo vI, con san Gregorio Magno, hace su aparicin el
canon de la misa romana, poco ms o menos tal como lo utilizamos
todava, fuera de ciertos detalles secundarios . Este canon ofrece una
estructura muy distinta de la eucarista de Hiplito, una factura
no menos diferente de nuevo, como en la liturgia de Adday y de
Man, nos hallamos en presencia, no de una oracin seguida, sino
de una sucesin de oraciones encadenadas, y ni siquiera una de sus
expresiones ofrece un parentesco reconocible con frmula alguna
de Hiplito. Para los que quieren que la Tradicin apostlica repre
sente el uso romano de su tiempo slo hay una conclusin posible: el
canon de la misa actual es producto de una inverosmil dislocacin,
habindose roto, desorganizado, desfigurado todo por la introduc
cin de elementos adventicios, los cuales acabaron con la bella uni
dad que se supone haber habido en los orgenes de la eucarista
romana. Esta concepcin castastrfica de la evolucin de la euca
rista en Roma desde el perodo patrstico, fue lanzada particular
mente por Anton Baumstark 2
Conviene recordar que P. Drews y el mismo Baumstark, cuando
tambin ste estaba hipnotizado por las liturgias sirias occidentales
1. Cf. dom BERNARD BonN, Le C,anon de la Mene romaine, Lovaina 1935.
2. cf. A. BADMSTARE, Das Frobiem des ,5mische,, Messkaaons, en Ephemeride
liturgiean, t. 53 1939, p. 204ss.
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La eucarista alejandrina y la romana
por no decir nada de W.C. Bishop, la haban admitido sobre la
base supuesta de un origen del canon romano que nadie osara ya
buscar en esa direccin . Eruditos anglicanos, como Walter Frere
se la haban apropiado con entusiasmo, hallando en ella una justificacin inesperada del abandono de la tradicin litrgica romana de la
eucarista en su propia Iglesia. A. Jungmann y Th. Klauser6
la vulgarizaron, Y en nuestros das, como en de esperar, reforma
dores intrpidos se apoderan de ella pan forzar a la autoridad
a libnrnos de ese monstruo y hacernos volver finalmente a la verda
dera tradicin catlica y romana, perdida desde hace por lo menos
quince siglos .
En todo esto nos parece que se obra con gran precipitacin
y sobre bases de increble fragilidad. Ya hemos dicho, con el solo
examen de la personalidad de Hiplito y de su obra en general, las
razones positivas que tenemos de dudar de que en su poca repre
sentara la verdadera tradicin romana, aunque fuera miembro del
clero romano. Pero si pasamos a comparar su eucarista con todo lo
que sabemos por otra parte con seguridad sobre la eucarista roma
na posterior a l, resulta no solamente dudoso, sino verdaderamente
inverosmil- hay que reconocerlo- que la liturgia de Hiplito
pudiera engendrar, aun tras todas las adulteraciones que se puedan
imaginar, la actual *liturgia romana. En efecto, dada la completa
ausencia de comunidad tanto en la estructura, como en la factura
o en el detalle de las expresiones, sera notoriamente insuficiente
hablar de una dislocacin producida por la introduccin de cuerpos
extraos en el modelo primitivo. El canon romano, por lo menos,
desde san Gregorio, es ciertamente la liturgia romana. Si, dos sigloso dos siglos y medio antes, la liturgia romana hubiese sido la
liturgia de Hiplito, entonces habra que decir que a la liturgia roma-
3. Vase adsre todo esto al articulo de dom cASRoL sobre e! canoa romano, en cdDictionn,aire daqcMoiogie clsrtienne et de hturgie.
4. WALTER H. FRESE, Th. Anaj,hore of great Eucltaristk Prayer, Londres 1938.
5. A. Jvxeauset, El sacrificio de le misa, BAO, Madrid 1965.
6. Tu. Rayan, The Western Liturgy and its History, Londres 1952.
7. cft,s nicamente, como un ejemplo entre muchos, un articulo de LEO AHON,publicado en ecommonwealth, 1965, p. 590ss, que califica desdeosamente el Canon rimano de popurri galicano, llegado tarde a la n,iaa romana,, y propone que sea pura
y simplemente descartado. No menor fantasa seria desnsontarlo y volverlo a montar
conforme al plan sirio occidental.
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San Hiplito y los orgenes dc la liturgia romana
na le sucedi como aquel cuchillo que en siempre el mismo cuchillo,
aunque se le hubiera ido cambiando sucesivamente el mango y la
hoja. No es una modificacin o mltiples modificaciones lo que
habra tenido que producirse entre una y otra, sino la sustitucintotal de un texto por otro.
Cundo, cmo, por qu habra tenido lugar esta sustitucin?
De ello no tenemos el menor testimonio. Tenemos que aceptar el
hecho, sin poder situarlo ni explicarlo, si aceptamos que Hiplito
representa la liturgia romana a mediados del siglo xii. Tener que
admitir tal mutacin, de la que nadie parece haber guardado el
menor recuerdo, y ello en la Iglesia que se ha distinguido entre
todas por el conservadurismo, es-
reconozcmoslo-
una dificul
tad tan considerable, que por s sola debera inducirnos a poner en
duda que Hiplito nos describa verdaderamente la liturgia romana
del siglo ni. Como por otra parte hemos visto que las razones in
trnsecas que tenemos para creerle, es decir, las que pueden resultar
del conocimiento de su obra y de su personalidad, son de lo ms
exiguas por no decir nulas, parece que esto debera bastar para
disipar el espejismo a que han sucumbido la mayora de los enditos recientes. Explicar la evolucin que pudo producir el canon
de la misa romana de san Gregorio a partir de la de san Hiplito,
es proponerse un quehacer que no tiene la menor probabilidad
de prosperar, pues equivale a lanzarse sin razn suficiente y
hasta sin verosimilitud, por un camino imposible. Insistiendo en
ello se llegar fatalmente a la idea de que el canon de la misa roma
na es inexplicable, injustificable, inaceptable, pero ello sencillamente
porque se habr querido a todo trance imponerle una explicacin que
no tiene el menor fundamento.
Pero esto no es todo. Por inverosmil que sea a priori la mu
tacin total, y no slo la alteracin ms o menos profunda que
habra debido producirse en la misa romana para pasar de san
Hiplito a san Gregorio, no podemos refugiamos en los dos siglos
y medio o tres que las separan, para imaginar una lenta descom
posicin y luego recomposicin que, faltando todo testimonio histrico, no pasara de ser, de todas formas, imaginaria. Aunque no
tenemos un texto completo del canon antes de san Gregorio, tene
mos puntos de referencia acerca de lo que era ya muy anterior-
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La eucarista alejandrina y la romana
mente, de una forma exacta en la segunda mitad del siglo iv.
El De Sacramentis, reconocido hoy generalmente como obra de san
Ambrosio, contiene, en efecto, una serie de alusiones a la eucarista
que l empleaba, las cuales, en toda la parte central, van hasta lacita expresa, ms o menos literal. Este trazado, que una feliz coinci
dencia nos permite efectuar, nos asegura que en todo caso, inme
diatamente antes del relato de la institucin e inmediatamente antes
de la anamnesis, se hallaban entonces frmulas que deban ser, si
ya no palabra por palabra, por lo menos con poca diferencia, las mis
mas que en tiempos de San Gregorio. Adems, ya en su tiempo, a la
alabanza inicial segua una serie de intercesiones. Esto nos basta para
decir que san Ambrosio conoca ya un canon cuyo desarrollo coin
cide prcticamente con el de san Gregorio, mientras que no nos
ensefia nada que pudiera relacionarse con san Hiplito ms que
este ltimo texto. As pues, no se tratara de una lenta disgrega
cin, sino de un cataclismo sobrevenido en el espacio de apenas
un siglo y que habra sustituido una eucarista por otra.
Una sola teora, que se ha sostenido a veces, permitira explicar
lacosa. Sera
precisoque el canon que hoy
da llamamos romano
no fuera en modo alguno romano, sino ambrosiano, o en todo caso
milans, y que el prestigio del gran obispo hubiera podido inducir
a Roma a dejar de lado su propio rito para adoptar el milans en
su lugar . La cosa parece tan enorme que resulta inverosmil. Hay
que aadir que esto ira directamente contra lo que sabemos con
mayor certeza sobre las relaciones entre la liturgia de Miln y la
de Roma en la poca de san Ambrosio. Durante largo tiempo pa
reci imposible atribuirle el De Sacranentis, porque el De mysteriis
que es ciertamente obra suya sigue para el bautismo una liturgia
diferente de la que se contiene en el De Sacrameutis. Y la liturgia
del De Sacramentis se opone a la otra explcitamente como a la
liturgia romana. Posteriormente, un examen atento del pensamiento
y del estilo de los dos escritos, tal como lo ha llevado a cabo en
particular dom Botte, ha convencido prcticamente a todos de que
no pueden tener sino un solo y mismo autor . La conclusin que
8. Vaac Tas. KLAUSER, op. cit., p..30.2i.9. Vase la introduccin de dom Oonr a su edicin y traduccin del De mysteriis
y del Ve Sacra,nenti,, en cSources chrtiennes, Pars 1950.
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La liturgia alejandrina
se impone es sta: entre la redaccin del De Sacramentis y la del
De ,nysteriis debi adoptar Miln la liturgia de Roma en puntos
en que discrepaba de ella. En otras palabras: las cosas debieron
suceder precisamente al revs de la suposicin precedente: no es
Roma laque
en tiempos de San Ambrosio tiende aadoptar la litur
gia milanesa por cuanto entonces diferan, sino que es en Miln
donde se tiende a adoptar la liturgia romana.
*Is vale, por tanto, abandonar todas estas hiptesis, renunciar
pura y simplemente a las ideas de dislocacin, de desmembramiento,
de metamorfosis de la eucarista romana, renunciando a la idea in
fundada que sirve de base a todo esto. Hiplito puede informamos
sobre ciertas caractersticas de una eucarista arcaica, que en su
poca deba, ya haca mucho tiempo, haber desaparecido de Roma y,sin duda, de otros muchos lugares, pero no hay que preguntarle el
origen de la eucarista romana, tal como la tenemos por lo menos
en su formacin en tiempos de san Ambrosio.
La liturgia de/andrina
Habremos por ello de renunciar a comprender la gnesis del
canon romano? De ninguna manera. Si Hiplito no puede sernos
til a este objeto y ms bien puede desorientarnos y extraviarnos,
tenemos otros testigos, y algunos de ellos anteriores a la poca de
san Ambrosio, de un rito afin al rito romano, segn el conocimiento
que tenemos de ste, y cuya evolucin nos es conocida un poco
mejor.
Tenemos todas las razones para creer que sera mucho msprovechoso lanzarse por otra pista. El rito de que hablamos ahora
es e1 de Egipto, y ms cu particular el de la metrpoli, de Alejandra.
Repitmoslo: entre las formas slidamente atestiguadas de la eucaris
ta romana y las de la eucarista alejandrina son mltiples las analo
gas de contenido, de estructura y hasta las semejanzas de expresin.
Si querernos, pues, reunir todos los elementos capaces de esclarecer
la gnesis de la eucarista romana actual, conviene estudiarla en rela
cin con la eucarista alejandrina. Aqu nos hallamos en un terreno
slido y, lejos de que el principio de explicacin adoptado multiplique
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La eucaristaS -aIejaiicriiii y la romana
los problemas insolubles y haga finalmente inexplicable tanto la evo
lucin que hay que tratar de descubrir como el producto final que
tenemos ante los ojos, la comparacin va a proyectar mucha ms luz.
Vamos a ver que esta comparacin contribuir a hacer perfectamentecomprensible lo que muchos se empean en declarar absurdo.
No negamos, sin embargo, que a primera vista el rito alejandrino,
todava ms que el rito romano, nos propone una eucarista cuya
complejidad podra parecer incoherencia. Cuando se compara el rito
alejandrino con su vecino el rito sirio occidental, del que recibi
influencia en fecha muy temprana, hasta el punto de ser sustituido
prcticamente por ste, dicho rito alejandrino parece presentar, al
igual que el romano, exactamente los mismos elementos, pero en un
orden extrafiamente disperso. Pero no hay necesidad de seguir largo
tiempo la comparacin para comprender que sera lanzarse de nuevo
por una falsa pista querer explicar la liturgia alejandrina a partir
de una liturgia siria occidental, en la que todo se habra desparra
mado en desorden. Como no tardaremos en verlo, el orden de la
eucarista siria occidental, por admirable que sea, es, en efecto,
evidentemente un orden buscado deliberadamente, sistemtico, obtenido por los procedimientos de una retrica elaborada. Ms an:
fue concebido en el marco de una teologa trinitaria tambin muy
evolucionada. Fue ste, por tanto, el que a todas luces se introdujo
posteriormente entre los elementos que tenemos todas las probabili
dades de hallar en la eucarista alejandrina en un estado anterior,
si ya no primitivo. Se comprende perfectamente a partir de qu
principios y por qu procedimientos se pudo pasar de un estado
de la eucarista como e! que subsisti largo tiempo en Egipto, al
que se estableci primeramente en Siria occidental antes de impo
nerse en Egipto mismo. No se comprende en absoluto cmo se habra
ido tener la idea de desmembrar el orden sirio si hubiera sido
primitivo cosa que, una vez ms, parece imposible para llegar al
orden egipcio. Y precisamente en Egipto mismo podemos ver cmo
se efecta el paso en orden inverso.
Debemos, pues, finalmente partir de la liturgia alejandrinapara compararla luego con la liturgia romana si queremos esperar
poder sorprender en su estado naciente esos nuevos tipos de litur
gias eucarsticas que el siglo iv iba a propagar por todas partes
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a liturgia aid a idri rut
e instaurarlos definitivamente en la tradicin, pero cuyos orgenes
tienen todas las probabilidades de ser bastante anteriores.
En la liturgia griega llamada de san Marcos, clsica durante
mucho tiempo en la Iglesia de Alejandra, y de la que *la liturgia
copta llamada de san Cirilo no pasa de ser una traduccin , la
eucarista sigue un plan que ya hemos expuesto u que volvemos
a recordar:
1 Accin de gracias inicial.
2 Primera oracin que evoca el sacrificio nosotros la llama-
inos preepiclesis.
3 Copiosas intercesiones y conmemoraciones, terminadas por
una oracin por la aceptacin del sacrificio esbozo de la primeraepiclesis.
4 Reanudacin de la accin de gracias que conduce al sanctus.
5 Nueva oracin que pide con ms insistencia la aceptacin
del sacrificio, con una invocacin formal de la consagracin de los
elementos primera epiclesis en este rito.
6 Relato de la institucin.
7 Anamnesis.
8 ltima invocacin para que sea aceptado el sacrificio ofre
cido y, ms en concreto, para que tenga en todos nosotros sus
efectos de gracia segunda epiclesis.
9 Doxologa final.
El bloque que va de 6 a 9 corresponde evidentemente a todo
el final de la oracin eucarstica, tal como exista desde los orgenes,
por lo cual no nos plantea nuevos problemas. La estructura y el
origen del bloque que va de 1 a 5 es lo que va a reclamar ahoranuestra atencin.
Notemos primeramente que el dilogo introductorio es el mis
mo que en la eucarista de Hiplito, con la sola reserva de que en
lugar de El Sefior est con vosotros, tenemos al principio: El
Sei9or est con todos.
Despus de esto, 1 desarrolla una accin de gradas que se ve
interrumpida por la serie de las oraciones y conmemoraciones, pero
10. Vase sobre estas liturgias Iii. HAN5SZNS, .Institutiones iturpiccse de ritibus
orientalbus, sorno si, parte it, Roma 1932, p. 632as. Para cornpletsr si bibliografa,
3M. SAUGfl, Bibliographic des liturgies orie,italcs, Roma 1962, p. 32ss y S2ss.
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La eucarista alejandrina y la romana
que se reanuda en 4 para rematar en el sanctus. Esta accin de
gracias pasa, como ya hemos solido verlo, del tema de la creacin
al de la redencin. El hombre hecho a imagen de Dios, cado, pero
levantado por la encarnacin redentora de Cristo, calificado desabidura y de luz, forma el centro de las perspectivas, lo cual es
muy alejandrino, como prolongacin en el cristianismo, de la lnea
sapiencial que hemos observado en las oraciones judas del libro vii
tl las Constituciones aposticas. Cuando se reanuda la accin de
gracias, se concentra en el nombre divino - segin otro tema con
el que estamos ya familiarizados -, glorificado por encima de todos
los poderes, en el siglo presente y en el siglo venidero. Esto da
lugar a la invocacin del culto anglico y al sanctus.
Veamos el texto de san Marcos, tal como lo presenta Brightman:
Es verdaderamente digno y insto, santo y equitativo, saludable para
nuestras almas, alabarte a ti, que eres Duefio, Seor, Dios, Padre todopode
roso, cantarte, darte gracias y narrar tus altas gestas &,Ooo1oyeTaOiL Y
noche y da, con una boca que no se fatigue, con labios que no hagan nunca
silencio, con un corazn que no se calle jams, a ti, que hiciste el cielo y
lo que se halla en el cielo, la tierra y lo que hay en la tierra, los mares, lafuentes, los ros, los estanques y todo lo que se halla en ellos, a ti, que
hiciste al hombre segn tu propia imagen y semejanza y le otorgasft el goce
del paraso. Pero cuando cometi la transgresin no lo despreciaste ni aban
donaste, sino que en tu bondad volviste a llamarlo por la ley, lo instruiste
por los profetas, lo reformaste y renovaste por este misterio tremendo, vi
vificante y celestial, e hiciste todo [esto] por tu sabidura, la luz verdadera,
tu Rijo nico, nuestro Seffor, Dios y Salvador Jesucristo, por quien a ti,
con l y el Espritu Santo, dando gracias ofrecemos este culto razonable
Xoyixv e incruento, culto que te ofrecen, Se&r, todas las nacione desde
la salida del sol hasta su ocaso, del norte al medioda, porque grande es tu
nombre entre todas las naciones y en todo lugar se ofrece incienso a tu
santo nombre y un sacrificio puro, en inmolacin y oblacin...
Pi irgue t eres ci que est por encima de todo principado, atit, ini
potestad y dominacin, y de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambi5n
en el siglo venidero: mil millares y diez mil miradas de santos ngeles y
de los ejrcitos de arcngeles te asisten, tus dos muy venerables vivientes
te asisten, as como los querubines de mltiples ojos y los serafines de seis
alas, que con dos se cubren el rostro, con dos los pies y cnn las otras dm,
II. FE. EamosnMA.s, Lilurgies Eastenm aud Western, vol. : ffa.stens Lurgies,
xfonj 1896 coito e mabido, slo se ha publicado este volunien, p. 125am. Este texto
se estableci a partir del Codn Rossa,aensis, del siglo xii. cf. op. cit., p. 112.
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La littirHa alejandrina
vuelan y claman uno a otro con boca infatigable y en llillInUs Ii Viii
OeoXoyLt- que no callan nunca, cantan, claman, glorifican, gritan el hi,iinr,
de la victoria y el trisagio, diciendo a tu gloria sobreeminente Sonto, ron/o.
santo, Seor sabaoth, el cielo y la tierra estn llenos de tu santa glorio ]2,
Una vez ms, este texto, por sus referencias sapienciales, tiene
particular afinidad con las oraciones judas del libro vii de las
Constituciones apostlicas, mientras que su humanismo lgico
es muy caracterstico del cristianismo alejandrino, as corno es tpi
camente egipcio en la evocacin de la creacin, la insistencia en las
aguas, las fuentes, los ros y los estanques. Pero su origen primero
es indubitable: es una refundicin cristianade
las berakoth sinago
gales asociadas al sanctus. Notemos aqu que la qedu.ah es presen
tada sin el versculo de Ezequiel, que bendice la presencia divina
en el lugar de su morada. Esta omisin se debe sin duda al hecho
de que los cristianos que utilizaron esta oracin comprendan toda
va que se trataba all de una bendicin por la presencia divina en el
santuario jerosolimitano, privado ya de objeto. Ms tarde la
sustituyeron por otra bendicin, que significaba que para ellos la .fe
kinah estaba entonces establecida en la humanidad del Salvador.
Es tambin muy interesante, y tpica del cristianismo patrstico,
la referencia el sacrificio puro ofrecido a Dios en todo lugar
entre las naciones. Como ya lo hemos hecho notar, esta cita de
Malaquas 1 era, segn san Justino, invocada por los rabinos
como aplicada a las berakoth que eran elevadas a Dios por los judos
de la dispora. Pero el mismo texto opone a esta interpretacin
la de los cristianos este sacrificio puro ofrecido entre todas lasnaciones es ms bien la eucarista cristiana .
Pasemos a las intercesiones y conmemoraciones. En todas las
liturgias orientales tuvieron estos textos tendencia a desarrollarse
hasta a infiarse progresivamente. Pero en el caso presente de la
liturgia de san Marcos tenemos pruebas, como lo veremos en seguida,
de que el texto de su eucarista, aun habiendo sufrido amplificacio
nes progresivas, se mantiene en esta parte sustancialmentefiel
a unesquema muy antiguo.
12. BRIGHnIAK, op. cit., p. l3lss.
13. JusTiNo, Dilogo c01 Trifn, 116.117.
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La eucarista alejandrina y la romana
Entre las dos invocaciones del nombre divino, que encuadran
la splica en la accin de gracias, hallamos sucesivamente oraciones
por la Iglesia en general, por la paz en el cielo y en esta vida, por
la curacin de todos los males, de la muerte y del pecado, por loscristianos ausentes de sus casas, por la lluvia, las estaciones favora
bles, la fecundidad de la tierra, por las autoridades. Viene luego una
conmemoracin de los difuntos, en la que los santos y el conjunto
de los fieles finados son objeto de una sola oracin indicio de gran
antigedad, a la que al final se asocia a los vivos para que todos
juntos tengan su parte y su herencia con los santos.
Aqu se introdujeron los dpticos, es decir, la lista de los nom
bres de aquellos a quienes se quera conmemorar especialmente".
Viene luego una recomendacin de las ofrendas y una invocacin
que iniplora que el sacrificio sea aceptado, y que acarrea una serie
de invocaciones particularizadas por los oferentes o por aquellos
a cuya intencin se ofrece: primero los obispos, los sacerdotes y
todo el clero, la ciudad cristiana, y finalmente una splica contra
los enemigos de la Iglesia. En ltimo lugar, despus de una como
recapitulacin de todos los objetos de intercesin enumerados, sevuelve, mediante la invocacin reiterada del nombre divino, a la
accin de gracias .
Notemos aqu que la oracin misma que seguir al sanctus
no har ms que reasumir el tema de la recomendacin del sacrificio,
para pedir de nuevo, y ms formalmente, que Dios mismo lo con
sagre. As puede decirse que, como el conjunto de las intercesio
nes est inserto en la accin de gracias, el final de sta, con el sanctus,
est inserto, a su vez, en la peticin final de aceptacin del sacrificio
eucarstico, una primera evocacin de la cual en la accin de
gracias inicial haba dado lugar a las intercesiones.
Si recordamos ahora el contenido y el orden de las oraciones
de la tefillah, nos llamar la atencin ver que los temas de la ora
14. Aqu no podemos entrar en todos los problemas que plantean los dpticos. Vase
la disertacin de E. Ex,nm, impresa a continuacin de la edicin de las Hornilies of
Wersai por R.H. ConNoLLv. Teses and Stadies, vol. Viti, cansl,ridge 1909, p. 9755.
15. Cf. BRIOHTMMI, op. cit., p. 128s,. Ms adelante prese,,tan,os lo que se tieneasegurado de las formas primitivas de las intercesiones y conmemoraciones egipcias. Dado
que todas estas oracionet, con frecuencia, son muy variai,les de un manuscrito a otro
de una misma liturgia, slo daremos el texto integro en e1 ende las Coasttiscio,,es
apostlicas, y la parte del texto de la liturgia de Santiago que parece primitiva
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La liturgia alejandrina
cin se corresponden exactamente, habida cuenta de las inevitables
transposiciones. Slo su orden se ve un poco alterado, pero no
completamente.
En la tefillah, la primera bendicin evocaba las santas acciones
de los padres del pueblo de Dios y su expectacin de un redentor.
La segunda daba gracias por la vida, su conservacin y la resurrec
cin. Ja tercera bendeca el nombre divino. Algo de esto parece haber
entrado ya en el final de la primen parte de nuestra accin de gracias,
con la evocacin del culto definitivo ofrecido hoy, gracias al Re
dentor, que nos restituye los dones perdidos por el pecado, a lo que
sigue luego la bendicin del nombre divino.
Luego, en las bendiciones impetratorias de la teflah se rogabasucesivamente por la penitencia, el perdn, la redencin, la cura
cin, la lluvia y estaciones prsperas que acarrearan paz y prospe
ridad, la liberacin de los cautivos y de los dispersos, las autoridades,
contra los minim, por los fieles, y finalmente por la edificacin
escatolgica de la ciudad santa y por la venida del Mesas.
Venan luego las bendiciones tefillali y ahodah, que pedan fueran
escuchadas las oraciones y aceptados los sacrificios de Israel.Finalmente, la bendicin hodaiz alababa de nuevo el nombre di
vino, mientras que la birkat ha-kohanim recapitulaba los temas de
las intercesiones.
Es sorprendente la correspondencia de los temas, como tambin
la analoga, si no de todo el curso del desarrollo, por lo menos de
su marco: entre una evocacin del culto tributado a Dios por el
pueblo fiel en la espera, y ahora gracias a la venida, del Redentor
y una splica final por la aceptacin de las oraciones y de los sacri
ficios de este pueblo, con la invocacin - tambin en las dos series
de oraciones - del nombre divino, que abra y conclua las inter
cesiones y conmemoraciones.
Pero la semejanza aparece todava ms estrecha si, en lugar
de tomar como trmino de comparacin la frmula de las .emoneh
esreh, que se impuso finalmente al uso sinagogal mientras que en
ms fluctuante en la poca de los orgenes cristianos, tomamos
la frmula particular de la tefillah que! hemos reconocido en el li
bro vn de las Constitv,ciones apostlicas, donde lleva ya las sefiales
para creerla tambin alejandrina.
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La eucarista alejandrina y la romana
En sta, como en la liturgia de san Marcos, no slo la qedukh,
sino tambin las bendiciones que precedan a su primera recitacin,
antes del .emah, vinieron con el tiempo a insertarse en medio de
la tefII/ah.Esta frmula inicia igualmente un proceso en que e1 contenido de
las oraciones que siguen al bloque de la qedidah, en la te/ii/ah venida
a ser clsica, son atradas hacia un puesto anterior a aqulla. As,
la 4., 5.", 6.", 7*a y 8. quedan como incorporadas a la 3a la
bendicin del nombre. Asimismo esta tefii/ah alejandrina inclua las
bendiciones 14., iSa, 16. yj7a por la edificacin de Jerusaln,
la venida del Mesas, la aceptacin de las oracionesy
de los
sacrificios de Israel en una sola gran invocacin final. Y, lo que
es ms, introduca en esta ltima splica una lista de los sacrificios
del pasado que haban sido aceptados por Dios. Hallamos lo mismo
en la eucarista de san Marcos, y los dos justos del Antiguo testa
mento que en ella se mencionan son Abel y Abraham, que iban
igualmente en cabeza de la lista en la oracin contenida en las
Constituciones apostlicas.
A lo que parece, este anlisis nos permite concluir, desde ahora,
que la presencia universal, en los textos fijados de la eucarista que
aparecen a partir del siglo iv, del sanctu.s y de la accin de gracias
que lo precede, de las intercesiones detalladas y de las conmemo
raciones de los santos, proviene de la reunin, venida a ser habitual,
del servicio de lecturas y de oraciones con la comida eucarstica.
En el primero de estos servicios haban subsistido todos estos
elementos del servicio sinagogal, aunque, por supuesto, evolucionando a la vez. Cuando este servicio se uni a la comida eucarstica,
estas oraciones que lo terminaban, como en el antiguo uso judo,
se combinaron con la oracin eucarstica de la comida sagrada para
formar un todo nico. Su carcter ya eucarstico en el sentido eti
molgico de la palabra, haca, por tanto, completamente natural
esta fusin.
Tambin naturalmente iba a originar ciertas compresiones inevi
tables, por el hecho de que los dos bloques implicaban los mismos
elementos de accin de gracias por la creacin y la redencin, y de
oracin por la realizacin de las altas gestas de Dios, objeto de la
berakah-eukharistia.
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Anfora de Der Balizh
Esto es lo que nos queda por ver, para lo cual estudiaremos
ahora lo que vinieron a ser en la liturgia alejandrina los elementos
de la oracin eucarstica propios del banquete sagrado.
Pero antes conviene citar algunos testimonios arcaicos de la
eucarista egipcia. flstos nos certificarn por una parte la antige
dad sustancial del esquema de las intercesiones y de las conme
moraciones conservadas en las formas ms tardas de la liturgia
de san Marcos. Y al mismo tiempo nos permitirn distinguir, en su
ltima parte, entre las formas antiguas y las formas evolucionadas
que nos da a conocer el texto recibido.
Anfora de Der Ba1iz/i, anfora de Serapi6n
La anfora de De- Balizh, que nos ha sido transmitida por
un papiro del siglo vI, est desgraciadamente incompleta. El texto
comienza con el final de las intercesiones e implica una laguna
de por lo menos diecisis lneas al final de la anamnesis y al co
mienzo de la epiclesis que la sigue. Pero otro papiro, esta vez delsiglo iv, publicado por Andrieu y Collomp, nos da, en cambio, un
comienzo de anfora dci mismo tipo, que, comparado con el texto
precedente, nos permite verificar la continuidad de la tradicin
alejandrina por lo que hace a esta primera parte.
Veamos primeramente este ltimo texto, donde est claro que
faltan las primeras palabras:
[Es digno y justo, etc.]... celebrarte da y noche, a ti, que hiciste el
cielo y lo que se halla en el cielo, la tierra y lo que hay en la tierra, el mar
y los ros y lo que en ellos se halla, a ti que creaste al hombre segn tu
imagen y semejanza; t dispusiste todas las cosas por tu sabidura, luz
verdadera, tu Hijo nico, nuestro Seor y Salvador Jesucristo. Por lo cual,
dndote gracias, con l y el Espritu Santo, te ofrecemos este culto razonable
e incruento, que te ofrecen, Seor, todas las naciones, desde la salida del
sol hasta su ocaso, del norte hasta el medioda, porque tu nombre es santo
entre las naciones, y en todo lugar se ofrece el incienso a tu nombre, en unpuro sacrificio, en of renda e inmolacin.
Te rogamos y te suplicamos: acurdate de la santa y una Iglesia catlica,
de todos los pueblos y de todas las greyes. Otorga la paz celestial a todos
los corazones y concdenos tambin la gracia de la paz en el transcurso de
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La eucarista alejandrin:r y la romana
nuestra vida; y del rey de la tierra: sean sus designios, designios de paz,
para con nosotros y para con tu santo nombre...
Todo esto concuerda casi palabra por palabn, excepto algunospuntos abreviados, con el texto clsico de san Marcos. De estas
diferencias no hay, sin embargo, que concluir que suponen a todo
trance amplificaciones posteriores, pues varias de las frmulas
ms desarrolladas de san Marcos siguen ms de cerca el texto de la
berakah juda anterior a la qedidak
Veamos ahora el fragmento de anfora de Der Balizh. Salta a la
vista que reproduce una frmula del mismo tipo, a partir de la l
tima peticin, contra los infieles y por los fieles.
Los que te odian. Sea tu bendicin sobre tu pueblo que ctnnple tu
voluntad. Levanta a los que caen, devuelve los extraviados al camino recto,
fortifica a los que estn faltos de valor
Porque t ests por encima de todo principado, autoridad, potestad y
dominacin, y de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambin en el
siglo venidero. Los millares de los santos ngeles y los ejrcitos innumerables
de los arcngeles te asisten, as como los querubines de mltiples ojos y
los serafines de seis alas, que con dos se cubren el rostro, con dos los pies y
con otras dos vuelan; todos proclaman en todo lugar que t eres santo.
Con todos los que te aclaman, recibe nuestra oblacin hoy, mientras repeti
lOS Santo, santo, santo, Seor sabaoth; el cielo y la tierra estn llenos
de tu gloria.
Llnanos tambin a nosotros de tu gloria y dgnate enviar tu Espritu
Santo sobre estas ofrendas que t creaste, y haz de este pan el cuerpo de
Nuestro Seor Jesucristo y de este cliz la sangre de la nueva alianza
de nuestro mismo Seor y Salvador Jesucristo. Y como este pan en otro
tiempo disperso sobre las alturas, las colinas y los valles fue recogido de
modo que no forinara ms que un solo cuerpo, como tambin este vino, bro
tado de la santa vid de David, y esta agua, brotada del Cordero inmaculado,
mezclados vinieron a ser un solo misterio, as tambin rene a la Iglesia
catlica de Jesucristo.
Porque nuestro Seilor Jesucristo, la noche en que fue entregado, tom
pan en sus santas manos, dio gracias, lo bendijo, lo santific, lo parti y lo
dio a sus discpulos y apstoles diciendo: Tomad, comed de l todos Esto
es mi cuerpo, dado por vosotros en remisin de los pecados. Asimismo, des
pus de la comida, tom el cliz y dio gracias, bebi de l, se lo dio, di
ciendo: Tomad, bebed de l todos; esto es mi sangre, derramada por vos-
16. ct. Al. ArtoslEo y 1. Col.z.oMp, Frag,nents sur ayras de IAnaphore de saintMarc, en Revue des Sdences religienses, Estrasburgo, vol. 8, 1928, p. 500.
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Anfora de Der Balizh
otros para remisin de los pecados. Cada vez que comis de este pan y
bebis de este cliz anunciis mi muerte, proclamis mi resurreccin, ha
cis memoria de mi.
E! pueblo:Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurreccin y oramos
A nosotros, tus siervos, otrganos el poder del Espritu Santo, la con
firmacin y el acrecentamiento de la fe, la esperanza de la vida eterna que
viene, por nuestro Se5or Jesucristo, con el que a ti, Padre, es la gloria,
con el Espritu Santo, por los siglos. Amn
Evidentemente, esta laguna somete a los historiadores de laliturgia al suplicio de Tntalo. Tenamos aqu, a continuacin de
la anamnesis, una segunda epiclesis dirigida al Espritu? Y, supo
niendo que lo fuera, qu le peda que realizan? O bien, por el
contrario, aqu como en lo que nos ha parecido ser el estado primi
tivo del texto de Hiplito, tenamos sencillamente una peticin de
unin de los cristianos pan la edificacin del cuerpo de Cristo, que
inclua la mencin del Espritu como sello de esta unidad? Seguramente no podremos nunca responder a estas preguntas, a menos
que una feliz casualidad haga surgir de las arenas de Egipto un
segundo manuscrito, esta vez completo, de la misma oracin. En
espera de esta ganga improbable, tenemos, quizs, sin embargo,
alguna posibilidad de conjeturar una forma ms antigua todava
de la epiclesis, o ms bien de las epiclesis egipcias. El indicio ms
interesante que poseemos a este propsito nos lo suministra un documento de mediados del siglo iv. Es el eucologio de Serapin de
Thmuis, aquel obispo amigo y corresponsal de san Atanasio. Los
comentaristas de la oracin eucarstica que contiene subrayan
lo que hay evidentemente de muy personal en la redaccin de esta
oracin. En ella hallamos una curiosa mezcla de imgenes jonicas,
desviadas hacia una especie de gnosticismo inofensivo, y de jerga
filosfica, vagamente mistaggica, presente ya en Clemente de Alejandra en el siglo precedente, y que florecer con ms vigor en el
siguiente en Sinesio de Cirene8 De aqu resulta que algunos temas
17. cf. ca Roants B. cAnLLE, An eerly Enchoogiu,n. TI,, D&.BoJinh papyrus askrged and reedted, Lovaina 1949.
IB. Vanse los himnos de ste en la edicin de N. TrazAnul, Roma 1949.
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La eucarista alejandrina y la romana
esenciales a la eucarista tradicional quedan ms o menos volatiliza
dos. Sin embargo, el esquema de la eucarista alejandrina se des
cubre por todas partes, aun cuando con frecuencia slo se halle en
filigrana. Y, como vamos a verlo, no es tan cierto que todas las
particularidades de Serapin sean nicamente un reflejo de su
propia fantasa teolgica y retrica.
Es digno y necesario alabarte, cantarte, glorificarte a ti, Padre increado
del Hijo nico Jesucristo.
Te alabamos, Dios increado, inescrutable, inefable, incomprensible para
toda naturaleza creada.
Te alabamos a ti, que eres conocido por el Hijo nico, a ti que por l
eres anunciado, interpretado y dado a conocer a la naturaleza creada. Te
alabamos a ti, que conoces al Hijo y revelas a los santos las glorias que le
conciernen, a ti que eres conocido por el Logos que engendrast; a ti que
eres revelado a los santos. le alabamos, Padre invisible, corega de la in
mortalidad. T eres la fuente de la vida, la fuente de la luz, la fuente de
toda gracia y de toda verdad. Amigo de los pobres, propicio a todos, t
los atraes a todos a ti por la venida de tu }-Iijo muy amado. Te rogamos,
haz de nosotros hombres vivos. Danos el Espritu de luz, a fin de que te
conozcamos a ti, el verdadero, y al que enviaste, Jesucristo. Danos el Espritu Santo, a fin de que podamos decir y contar tus misterios inefables.
Hable en nosotros el Seiior Jess, con el Espritu Santo: celbrete l por
nosotros. Porque t ests por encima de todo principado, autoridad, potestad
y dominacin, por encima de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambin
en el siglo venidero.
Mil millares y diez mil mirladas de ngeles, de arcngeles, de tronos,
de dominaciones, de principados, de potestades te asisten y, sobre todo, los dos
serafines muy venerables de seis alas, con dos de las cuales se cubren el
rostro, con dos los pies y con las otras dos vuelan; ellos cantan tu santidad; recibe nuestra aclamacin con la suya cuando decimos: Santo, santo,
santo, Seor sabaoth, el cielo y la tierra estn llenos de tu gloria maravillosa.
Seor de las potestades, llena este sacrificio de tu poderosa participacin.
Porque a ti ofrecemos este sacrificio vivo, esta oblacin incruenta. A ti
ofrecemos este pan, figura del cuerpo de tu Hijo nico.
Este pan es la figura de tu sagrado cuerpo, porque el Seor Jess, la
noche que fue entregado, tom pan, lo parti y lo dio a sus discpulos di
ciendo: Tomad y comed de l todos: Esto es mi cuerpo, partido por vosotros
en remisin de los pecados.
Por lo cual nosotros, celebrando el memorial de su muerte, ofrecemos este
pan y rogamos: por este sacrificio s propicio a todos nosotros, snos pro
picio, oh Dios de verdad
Y como este pan, en otro tiempo diseminado sobre las colinas, fue re-
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Anfora de Der Balizh
cogido para que fuera uno, as rene tu santa Iglesia, de toda raza, de
todo pas, de toda ciudad, de todo poblado, de toda casa, y haz de ella
la Iglesia una, viva y catlica.
Y te ofrecemos este cliz, figura de la sangre, porque el Seor Jesu
cristo, habiendo tomado un cliz despus de la comida, dijo a sus discpulos:Tomad, bebed, esto es la nueva alianza, esto es mi sangre, derramada por
vosotros en remisin de los pecados. Por lo cual nosotros ofrecemos este cliz,
figura de la sangre.
Dios de verdad, venga tu santo Logos sobre este pan, para que el pan
se haga el cuerpo del Logos, y sobre este cliz, para que el cliz se haga la
sangre de la verdad. Y haz que todos los que participan de l reciban el
remedio de vida, para la curacin de toda enfermedad, para la confirmacin
de todoprogreso
y de toda virtud, y no pan su condenacin, Dios de verdad,ni para su vergenza o su confusin.
Te hemos invocado a ti, el Increado, por el Hijo nico, en el Espritu
Santo. sese piedad con este pueblo, sea hallado digno de progreso. Que
los ngeles que asisten al pueblo triunfen sobre el Maligno y edifiquen la
Iglesia.
Te rogamos tambin por los que reposan y de los que hacemos memoria.
Aqu se mencionan os nombres.
Santifica estas almas, pues t conoces a todas. Santifica a todos los que
se durmieron en el Seor.
Ponlos en el nmero de tus santas potestades. Dales un puesto y una
morada en tu reino.
Recibe tambin la accin de gracias del pueblo. Bendice a los quc han
aportado las oblaciones y las eucaristas.
Otorga salud, integridad, gozo y todo progreso del alma y del cuerpo a
todo este pueblo, por tu Hijo nico, Jesucristo, en el Espritu Santo, comoera, es y ser, de edad en edad y por todos los siglos. Amn .
Al filosofismo alejandrino y hasta clementino de Serapin puede
cargarse en cuenta la absorcin de casi toda la oracin en el cono
cimiento y la vida, aunque stos son trminos bblicos ya centrales
en las bcrakotk judas, y aunque el desarrollo que les da es comple
tamente jonico. Ms caracterstica de esta gnosis, por ortodoxa
19. El Eucologio de Szaapsw, editado primeramente por A. Dnern,zwars, en Kiev,
en 1894, luego por O. WouuElotlN, en 1898, en el volumen si de la nueva serie de
Teste sed Untersuchungen de GEagAsor y HnNAcX, fue reeditado por Fon en un
segundo volumen que a su edicin de las Constituciones apostlicas aada los Testi,nonm
et Scripturee profrmnquae, Paderborn 1906. El texto de la anfora se halla en las p. 1?2sa.
Cf. el artculo que le dedic dom BS5MARD cAnaLLa: LAnaphore de Srapion, en
cMuson, t. 49 1936, p. Isa y 425,,.
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La eucarista alejandrina y la romana
que sea en su fondo, es quiz la desaparicin del culto lgico y
de la oblacin incruenta, cuya mencin al final de la primera parte de
la accin de gracias parece tradicional en Egipto. Sin embargo, volve
remos a hallarlos en Serapin despus del sanctus, pero no laprimera recomendacin de la oblacin, que viene ordinariamente
al final de la intercesin intercalada. Sin duda decir y contar los
misterios inefables evidentemente, en la oracin eucarstica era
en su mente una equivalencia suficiente.
En cambio, habr que pensar que la reduccin de toda la oracin
de intercesin al solo prrafo en que se pide la vida y el conoci
miento - primera rareza aparente de esta eucarista - viene
tambin de la teologa particular de su autor? Quiz se pueda decir
esto de la formulacin que le da. Pero un poco ms adelante vere
mos que no nos faltan razones para suponer que poda creerse
autorizado, por una tradicin que l conoca, a condensar as en
una sola oracin las intercesiones del comienzo.
Qu decir entonces de las particularidades de las dos epiclesis,
la que precede al relato de la institucin y la que lo sigue? Volviendo
a leer la anfora de san Marcos veremos dentro de unos instantes
que esta doble epiclesis es un rasgo caracterstico de la tradicin
alejandrina. Pero en el texto de De, BalizM la primera peda ya la
transformacin de los elementos en el cuerpo y en la sangre de
Cristo, y esto mediante una venida del Espritu. No olvidemos que
este texto est incompleto, lo cual, dada la extensin de la laguna,
nos permite quiz suponer en l una segunda epiclesis, pero no adi
vinar su contenido. Sea de ello lo que fuere, en Serapin ni laprimera ni la segunda epiclesis contienen mencin alguna del Esp
ritu, y slo en la segunda se pide la transformacin, que se espera
de una venida del L,ogos.
Habr tambin que atribuir esta ltima particularidad a la fan
tasa de Serapin? As lo afirman buen nmero de comentaristas,
pero la cosa es muy poco probable. En primer lugar, slo con leer
su tato, salta ala vista que tiende a introducir en todas partes
al Espritu Santo. Su oracin, aunque relativamente breve, lo men
ciona cuatro veces en lugares donde no lo introduce ninguna otra
eucarista conocida. En estas condiciones sera ya bastante extrao
que lo hubiera l borrado donde lo haba puesto la tradicin, si a
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Anfora de Der Balizh
mediados del siglo iv hubiera Lxistido tal tradicin en Egipto. Pero
si se tiene en cuenta lo que sabernos por otra parte acerca de la
personalidad de Serapin, sta resulta altamente inverosmil 20 En
efecto, aparte de este eucologio, lo ms cierto que sabemos de l es
que tena la preocupacin de combatir a -los arrianos, o arrianizantes, que ponan en duda la divinidad del Espritu Santo. Precisa
mente para responder a su solicitud sobre este punto compuso
san Atanasio las cartas doctrinales que le dirigi. Cmo pensar,
entonces, que Serapin hubiera podido cometer la falsa maniobra,
directamente opuesta a sus preocupaciones, que se le quiere atribuir?
Si en la tradicin de la eucarista hubiera habido ya una oracin
que pidieraal Espritu Santo que operara la consagracin, Serapin
habra sido el ltimo que pensara en manipularla pan atribuir exclu
sivaniente al Logos esta intervencin propiamente divina...
Todo lo que se puede suponer es que las epiclesis alejandrinas
de su poca no mencionaban a ninguna persona divina en particular
pronto veremos que esto no es inverosmil y que fue l quien
tuvo la idea de atribuir una intervencin, por lo menos al Logos.
Otra particularidad de la eucarista de Serapin est en lo que
sigue a esta ltima epiclesis mencin de los ngeles, recuerdo de los
difuntos y el ltimo desarrollo de una oracin por los oferentes y por
todo el pueblo de Dios. Tambin esto lo hallaremos pronto en otras
partes, hay todas las razones para creer que no es Serapin su
inventor.
Pero la particularidad ms importante de su texto consiste en
que el i-elato de la institucin no precede en l a la anamnesis, sino
que est como imbricado en ella. En la liturgia etipica y en otraspartes se hallan otros ejemplos de esta particularidad que nos parece
tan curiosa. En todo caso manifiesta la estrecha trabazn sentida
en la antigedad, entre la anamnesis y la introduccin del relato
en la misma oracin eucarstica. Podemos preguntarnos si tal
disposicin no es tan antigua, y hasta quiz ms antigua que la que
20. Vase la introduccin de J. Lasox a su edicin y iraducci,, francesa de las
Canas .erapin de san ATANASIO, CO la coleccin Sonrees chrtiennea. Dom BOTTX.
LEucoioge de Srapkn st-ii oivtheatiquet, en cOritos Chriatianus 4S, 1964, o. 5Osa
piensa, en efecto, que ci autor podria haber sido u,, pneuna fin, ai de fines del aigio y.
Pero se hace difcU creer que un pneuttatnnaco nuultipiicara basta tal punto las meis
cio,,es del Espritu...
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La eucarista a ej a id r iii y la romana
prevaleci finalmente y que viene a coordinar el relato con la
anamnesis sin suprimir su distincin.
Todava hay que subrayar una ltima particularidad de esta
eucarista: al igual que *la liturgia de Adday y de Man y que las
grandes oraciones judas, fuente de nuestras oraciones cristianas, no
es verdaderamente una sola oracin, sino una sucesin de oraciones
breves, encadenadas por su sentido pero totalmente discontinuas
por su composicin. Esto podr decirse, por lo menos en una cierta
medida, incluso de las formas ms tardas de la eucarista egipcia.
Pero es singularmente interesante observar este hecho en la pluma
de un escritor como Serapin, evidentemente penetrado de cultura
helnica. Si a pesar de ello se atuvo a una forma de composicin
tan marcadamente semtica, hay ciertamente que pensar que los
modelos de la eucarista que se consideraban regulares en su poca,
por lo menos donde l viva, seguan todos fieles a este patrn.
Aadamos todava algo que no concierne solamente a Serapin,
sino tambin a la anfora de Der Balizk, que, sin embargo, no
parece haber recibido influencia de l, el uso que uno y otra hacen,
aunque en diferentes lugares, de frmulas de la Doctrina de losdoce apstoles. De esto se ha querido a veces concluir que tal Doc
trina sera de origen egipcio. Esto es totalmente inverosmil: un
egipcio no habr tenido nunca la idea de hablar de pan diseminado
sobre las colinas, lo cual, en cambio, se comprende muy bien
en boca de un sirio o de un palestino. Esto es tan cierto, que el
redactor de Ver Baizh juzg necesario aadir a las colinas la
mencin de los valles...
Por otra parte, podemos preguntarnos si Serapin conoci de
primera mano el texto de la oracin de la Doctrina de los doce
apstoles. El uso que hacen de ella inducira a pensar que les lleg
a travs de la refundicin que hallamos en el libro vii de las Cons
titiwiones apostlicas, que pone la oracin por la primera copa
despus de la oracin por el pan, y la introduce as en una euca
rista sinttica, que supone la comida ritual separada ya de la real.
Tras estas pistas que nos han abierto las formas ms arcaicas
de la eucarista egipcia, podemos pasar finamente al estado en que
se presenta la ltima parte de la eucarista en el texto de San Marcos
que ha venido a ser clsico.
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A na.nnesis y epictesis en la liturgia egipcia
Lo que nosotros llamarnos la primera epicesis sigue al sanctus.
Enlaza con ella mediante un nexo que se halla en todos los testigos
de la tradicin egipcia: la reasuncin de la idea de plenitud, tomada
de las ltimas palabras del sanctus en esta tradicin: Los cielos y la
tierra estn llenos de tu gloria. La presencia de este nexo hace
pensar que en este lugar haba habido un corte. En efecto, como
hemos dicho, la epiclesis est ya esbozada antes del sanctus y de las
intenciones por que se ofrece el sacrificio, en la primera frmula
de su recomendacin a Dios:
Acepta, oh Dios!, los sacrificios de los que ofrecen [sus] ofrendas, [sus]
eucaristas en tu altar santo, celestial y espiritual voEpv en las alturasde los cielos, por la liturgia arcanglica, de los que han ofrecido mucho o
muy poco, en oculto o en pblico, de los que querran, pero no tienen nada
que ofrecer, las ofrendas de hoy, como aceptaste los dones del justo Abel, ci
sacrificio de nuestro padre Abraham, el incienso de Zacarias, las limosnas
de Cornelio y los dos bolos de la viuda, acepta igualmente sus eucaristas y
dales, a cambio de las [realidades] corruptibles, las incorruptibles; de las
terrestres, las celestiales; de las temporales, las eternas... 21
La idea de este intercambio conduce evidentemente a una ora
cin por la transformacin de los dones, y sta es a razn por
la cual la presencia de esta idea en la anfora de Der Balizh, como
en otro texto del que hablaremos pronto, se halla en la segunda
parte de esta epiclesis, que debe ser su puesto originario. Sin em
bargo, en el texto de San Marcos, esta oracin fue trasladada tras
la anamnesis, a la segunda epiclesis. Cabe preguntarse si este tras
lado, y quiz tambin la atribucin al Espritu Santo, de la trans
formacin implorada, no son las primeras sefiales de una influencia
siria occidental sobre la liturgia de Alejandra. Es cierto que Sen
pin es ya un testigo de esta transposicin, aun cuando ignora la
epiclesis que pide la venida del Espritu Santo. Pero el uso que
hace de la Doctrina de los doce apstoles muestra que est ya in
fluido por los formularios sirios.
21. Bicioannj, op. cit., p. 129.
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La eucarista alejandrina y la romana
La primera epiclesis actual de san Marcos menciona al Espritu
Santo, pero ste parece atrado aqu por la idea de plenitud, y lo
que se espera de l no es la transformacin de los elementos, sino
la consumacin del sacrificio:
En verdad, el cielo y la tierra estn llenos de tu santa gloria por la
epifana de nuestro Seflor, Dios y Salvador Jesucristo: llena igualmente,
oh Dios!, este sacrificio le la bendicin que viene de ti por la visitacin
&tporato de tu Espritu todopoderoso. Porque nuestro Sefior y Dios
y gran rey x iaatXz Jess, el Cristo, la noche que se entreg a s mismo
por nuestros pecados y soport la muerte por todos en la carne, estando
a la mesa con sus santos discpulos y apstoles, habiendo tomado pan ensus manos santas, puras y sin mancha, y levantado los ojos al cielo, a ti,
su Padre, Dios nuestro y de todas las cosas, dando gracias, bendicindolol,
santificndolo y partindolo, lo distribuy entre sus santos y bienaventti
rados discpulos y apstoles diciendo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo, par
tido por vosotros y repartido en remisin de los pecados e! pueblo responde:
Amn.
Asimismo, habiendo tomado la copa despus de haber cenado y habiendo
mezclado vino y agua, levantando los ojos a ti, su Padre, Dios nuestro y
de todas las cosas, dando gracias, bendicindola, santificndola, llenndola de
Espritu Santo, la pas a sus santos y bienaventurados discpulos y apstoles
diciendo: Bebed de ella todos. Esto es mi sangre, de la nueva alianza, derra
mada por vosotros y por muchos y repartida para remisin de los pecados
el pueblo responde: Amn.
Haced esto como memorial de m, pues cada vez que comis de este pan
y bebis de esta copa, anunciis mi muerte y confesis mi resurreccin y mi
ascensin hasta que yo venga. Maestro, Seflor todopoderoso, rey celestial,
anunciando la muerte de tu Hijo nico, nuestro Dios y salvador Jesucristo,
y confesando su bienaventurada resurreccin de entre los muertos al tercer
da, as como su ascensin a los cielos y su sesin a tu diestra, Dios Padre,
y aguardando su segunda, tremenda y terrible parusa, en la que ha le venir
a juzgar a los vivos y a los muertos en la justicia y a dar a cada tino seg]
sus obras - s indulgente con nosotros, Seflor, Dios nuestro-, hemos pre
sentado lo que viene de tus propios dones delante de ti, y te rogamos y te
suplicamos, IDiosi amigo de los hombres y bueno, enva de tu sagrada
altura, del lugar donde est establecida tu morada, de tu seno indescriptible,
el Espritu de la verdad, el Sefior, el vivificador, que habl por los profetasy por los apstoles, que est presente en todas partes y todo lo llena, que
por si mismo y no como un servidor despliega en quien quiere la santifica
cin segn tu beneplcito, que es simple por naturaleza, inultifornie en su
actividad, fuente de los dones divinos, que te es consustancial, que procede
de ti, que comparte el trono de tu reino con nuestro Dios y salvador Jesu
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A lamnesis y epicksis en la liturgia cipcia
cristo; mranos y enva sobre estos panes y sobre etas copas tu Espritu
Santo, a fin de que los santifique y los perfeccione cotiit, Dios todopodtis
que es, y haga de este pan el cuerpo Amn del pueblo y de esta copa dr
sangre de la llueva alianza, de nuestro Sefior y Dios, salvador y gran rey
Jesucristo mismo, a fin de cine sean para todos los que de ellos participamos,
Ifuente de] fe, de vigilancia, de cuidado, de prudencia, de santificacin, de
renovacin del alma, del cuerpo y del espritu, para la comunicacin de la
bienaventurada vida eterna e incorruptible, para la comunicacin de tu
nombre santsimo, para la remisin de los pecados, a fin de que, en esto y en
todo, tu nombre santsimo, precioso y glorificado, sea glorificado, cantado con
mnos y santificado, con Jesucristo y el Espritu Santo, como era, y es, y
ser de generacin en generacin y por todos los siglos de los siglos. Amn
Este texto, evidentemente recargado en su ltima parte, no pa
rece ser ni anterior al concilio de Constantinopla de 380, ni poste
rior al de Calcedonia de 450, puesto que los coptos monofisitas lo
tradujeron poco ms o menos como se halla en su liturgia de san
Cirilo, mientras que la letana de los ttulos del Itspritu Santo est;
evidentemente tomada en gran parte del smbolo constantinopolitano.
Tenemos, con todo, que la epiclesis, por mucho que se haya
desarrollado, est estrechamente soldada a la anamnesis, e incluso
incorporada a la segunda parte de sta. Pero se puede conjeturar
que se desarroll a partir de una frmula que deba ser nluv prxima
a sta, habindose pedido ya anteriormente la transformacin
Hemos presentado delante de ti lo jtte viene de tus propios dones y te
rogamos y te suplicamos [Dios], amigo de los hombres y huenu, iniranos
y enva sobre estos panes y eslas copas tu Espritu Santo, a fin de quepara nosotros que participamos de ellos sean [fuente de] fe y cte renovacin
del alma, del cuerpo y del espritu, para la comunicacin de la vida eterna
y la glorificacin de tu santo nombre, etc.
Ms tarde nos preguntaremos si no podemos incluso remon
tarnos a un estado todava anterior a esta epiclesis. Por el momento
contentmonos con observar que la anamnesis que conduce a sta.
engloba ahora, despus de la resurreccin, no slo la ascensin, sinola parusia misma: explicacin, digna de notarse, de la unidad viva
mente sentida del misterio conmemorado, cuya realizacin va a
22. BRIGEnIAN, op. cit., p. 13255. Nteae que el tecto copto SupOne en la ena,,,lmr,Ls:
c...delante de tu santa gloria..., ibid., p. 178.
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cucar ist;t alejandrina y la romana
implorarse, no como algo sobreaadido, sino como simple despliegue
de las virtualidades de la muerte y de la resurreccin de Cristo.
Muy notable es tambin esta frmula de presentacin del sa
crificio: Hemos presentado delante de ti lo que viene de tus propios dones. Ms o menos literalmente ser conservada por todas
las liturgias de Oriente. No se poda describir en forma ms feliz
cmo el memorial es sacrificial: como el don que Dios mismo nos
hace de la prenda de su misterio salvador, para que se la presen
temos en la accin de gracias y as nos entreguemos a todo el efecto
permanente de este misterio que tiende a su propia ralizacin, a la
gloria de Dios.Por primera vez tambin hallamos aqu la frase Haced esto
como memoria de m, desarrollada con las palabras de san Pablo,
pero puestas en boca de Cristo y acompaadas de un desarrollo que
subrayamos aqu:
- Cada vez que comis de este pan y bebis de esta copa, anunciis mi
liberte y confesis ini resurreccin y vii ascensin, hasta que yo venga.
Esto se hallar igualmente en otras partes en Oriente, y podemos
suponer que fue tambin de Siria de donde esta frmula, como la
epiclesis desarrollada, pas a Egipto.
La influencia del relato paulino de la institucin, rasgo comn
tambin a todo el Oriente, no est menos marcada sobre el relato
que reproduce la eucarista de san Marcos. Pero aqu, como en todas
las liturgias clsicas, se descubren tres factores de evolucin: unatendencia a acentuar el paralelismo entre lo que se dice sobre el
pan y lo que se dice sobre la copa, una tendencia a armonizar los
cuatro relatos del Nuevo Testamento y, finalmente, una tendencia
a acompaar la descripcin de las acciones de Cristo con adjetivos
y otras frmulas que expresan la devocin elevando los ojos
a ti, su Padre..., en sus manos santas, puras y sin mancha, etc..
Pero la gran cuestin que se plantea es la de saber cmo se pudollegar a introducir, primeramente en la oracin que provena de la
berakah aboda.h para la aceptacin de los sacrificios de Israel, una
23. Cf. nfra, p. 272s p. 3OSss. El texto de Santiago tiene ya el cambio de
persona, pero slo aade la resurreccin.
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Anamnesis y epiclesis en la liturgia cgipcia
mencin, ausente de las liturgias ms antiguas, de la transforma
cin de los elementos en el cuerpo y sangre de Jesucristo.
Repitmoslo: en las frmulas de san Marcos, esta peticin pa
rece atrada, o por lo menos preparada, por el final de la primera
parte de la oracin de recomendacin del sacrificio, que introduce
la idea de un intercambio entre los dones materiales, terrenos, tempo
rales que nosotros presentamos, y los dones espirituales, celestiales,
eternos que aguardamos de Dios. Pero con esto no hacemos sino
desplazar hacia atrs el problema, puesto que en as fuentes judas
no haba nada que orientara hacia esta idea. Nosotros nos inclinara
mos a creer que para explicar su emergencia en este lugar hay
que prestar atencin a una primera compresin que pudo produ
cirse por la reunin de las oraciones derivadas de las berakoth ante
riores al .fenuilt, combinadas ya con las derivadas de la tefillah,
y ahora con las que provenan de las berakoth del final de la comida.
Pudo parecer admisible que se guardara al comienzo de la eucarista
una intercesin general y detallada, y al final ua splica ms
breve, ms inmediatamente centrada en la edificacin de la Iglesia,
cuerpo de Cristo, subyacente ya en todas las peticiones del comienzo.Pero la repeticin, a algunos instantes de distancia, de una bendi
cin por la creacin y luego por la redencin, centrada la primera vez
en la luz y el conocimiento, y la segunda, en la vida y la alianza,
debi parecer tarde o temprano un duplicado intolerable.
Por lo dems, las mismas oraciones judas, en particular las
de la Doctrina de los doces apstoles, tendan ya a mezclar los
temas de la viday
del conocimiento, as como la alianza se concretaba
en la torah. As pues, especialmente bajo el influjo de una teologa
fuertemente inspirada en el cuarto Evangelio, como lo vemos en
el caso de Serapin, se trasladara, con gran naturalidad, a la pri
mera parte de la accin de gracias el tema de la vida junto al de
la luz de verdad y se fundiran en una sola evocacin de la reden
cin nuestra liberacin de la ignorancia idoltrica y la de la muerte.
Pero entonces, qu se iba a poner en lugar de la doble bendicin,
que en la comida sagrada todava autnoma preceda inmedia
tamente a la anamnesis? Precisaba un enlace entre el conjunto final
de las oraciones tomadas de la tefillali, sobre la aceptacin por
Dios de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios, y la evocacin
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La eucarista alejandrina y la romana
del memorial. Cmo se estableci este enlace nos lo muestra la com
paraci&n de la primera epiciesis alejandrina con la oracin abodoii.
La oracin abodah terminaba con una invocacin de un retorno ma
nifiesto de la .frkinah a Sin. As tambin la primera epiclesisegipcia pide que seamos llenos de la gloria de Dios Dey Baiizh,
o que su poderosa participacin Serapin o su bendicin y su
visitacin Marcos clsico llenen nuestro sacrificio. As pues, esta
peticin del retorno de la .ekinah, que para los cristianos primitivos
mora todava en Cristo resucitado, es la que debi suscitar la peticin
final de la consagracin de los elementos en el cuerpo y sangre
de Cristo.
Parentesco de las eucaristas egipcia y romana
Este estudio de la eucarista egipcia nos ha proporcionado,
segn creemos, la mayora de los elementos necesarios para eluci
dar el canon de la misa romana. Su sola analoga general de estruc
tura nos invita a establecer cierta relacin entre una y otro. En
efecto, si comparamos con el plan de la eucarista de san Marcos
el de la eucarista romana, descartando el memento de difuntos y el
nobis quoque, observamos que concuerdan exactamente, casi con
la sola diferencia de que el bloque de las intercesiones y conniemo
raciones, en lugar de venir antes del sanctus, le sigue inmediata
mente. Y aun el esquema de este mismo bloque es el mismo que
en el rito alejandrino: primero, lo que nosotros hemos llamado lapreepiclesis te igitur, luego las intercesiones memento de vivos,
despus las conmemoraciones de los santos communicantcs y fi
nalmente la primen epiclesis. l2sta, al igual que en Alejandra, est
formada de dos oraciones hanc igitur y quam oblationem. Pero,
evidentemente, como ya se ha rezado el sanctus, stas se siguen in
mediatamente.
A esta analoga de estructura hay que aadir toda una serie deparalelismos verbales, que no permiten suponer que se trate de una
coincidencia fortuita. Slo en Egipto y en Roma comienza el di
logo introductorio por El Seor est con vosotros o, en Egipto,
coi todos. As tambin a continuacin tenemos sencillamente
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Parentesco de las eucaristas egipcia y romana
en los dos ritos: Arriba los corazones. En Roma comienza la
eucarista por: Verdaderamente es digno y justo, equitativo y sa
ludable, y en Alejandra: Verdaderamente es digno y justo
Alejandra aade santo, equitativo y saludable... Slo en estosdos casos se pasa inmediatamente de los motivos de accin de gra
cias a la expresin del culto tributado a Dios, mediante la transi
cin: Cristo, por quien... Lo mismo se diga de la mencin de los
coros de los ngeles citados a continuacin, sin enlace, y de la intro
duccin del sanctus mediante una splica de que nuestra propia ala
banza sea aceptada con la suya. Asimismo slo en los dos casos los
dones de los fieles son desde este momento calificados de dones
santificados qui tibi offerunt ioc sacrificiutn laudis... t&v 7vpoGps-
ovtoYV r& r& optcT-pL, en la intercesin que precede
a la consagracin. En e relato romano de la institucin, el detalle
de que Jess levanta los ojos ad te Deum pafrein suum tiene un
p;ralelo exacto en el relato de la liturgia de san Marcos. En la
anamnesis, la frmula offeriinus praeclarae tnaiestati tuae de tuis
donis ac datis corresponde al texto atestiguado por la versin
copta: t& a& x r& a&w dpc,sv npoc&xxcv &vdlttoV T & co
86. Pero el paralelismo que ms llama la atencin est en que
la primera parte de la primera epiclesis egipcia pide la presenta
cin en el altar celestial, por la liturgia = servicio anglica,
del sacrificio ofrecido en la tierra, y contina como aceptaste los
dones de tu justo Abel, el sacrificio de nuestro padre Abraham,
expresiones que se hallan exactamente en el supra quae y el sup ph-
ces que, como veremos, deban por lo dems formar una sola ora
cin en e1 siglo iv de la misa romana, en la que constituyen el
equivalente de la segunda epiclesis.
Sin embargo, aparte del puesto especial del bloque de las inter
cesiones en el canon romano, parece ser que las otras diferencias
aparentes no son sino diferencias entre dos variantes de la misma
tradicin, y la romana debi de existir en Alejandra al igual que
en Roma en una poca arcaica. En efecto, si comparamos con elCanon romano, no ya la eucarista de san Marcos, sino la de Serapin,
observamos: 1.0 que en Alejandra, al igual que en Roma, se de
bieron conocer, aunque no se conservaron despus del siglo xv, dos
epiclesis, ninguna de las cuales invocaba expresamente al Espritu
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La eucarista alejandrina y la romana
Santo, 2 que Alejandra conoci igualmente una mencin de los
ngeles al final de la ltima epiclesis, 3 que Alejandra posey
tambin un memento de difuntos, con lectura de sus dpticos, des
pus de esta epiclesis, 4 que finalmente Alejandra enlazaba entonces dicho memento con la conclusin mediante una frmula que
vena a ser la oracin por los que ofrecen el sacrificio, anloga
mente a lo que nosotros tenemos todava en el nobis quo que. Re
leamos, en efecto, el final de la eucarista de Serapin:
Que los ngeles que asisten al pueblo triunfen del Maligno y edi
fiquen la Iglesia.
Te rogamos tambin por los que reposan y le quienes hacemos aqui
memoria.
Aqu se recuerdan los nombres.
Santifica estas almas, pues t conoces a todas. Santifica a todos los que
se durmieron en el Seflor.
FonIos en el nmero de tus santas potestades. Dales un puesco y una mo
rada en tu reino.Recibe tambin la accin de gracias del pueblo. Bendice a los que han
aportado las oblaciones y las eucaristias.
Otorga salud, integridad, gozo y todo progreso del alma y del cuerpo
a todo este pueblo, por tu Hijo nico...
No solamente sorprende el paralelismo en la sucesin de las
ideas, sino que aqu hay analogas, si ya no identidad, en las ex
presiones. Los difuntos son los que reposan, los que se durmieron o qui dorin&nt itt somno pacis. Su admisin en la biena
venturanza se expresa en los dos casos como una traslacin espa
cial: se pide a Dios un puesto para ellos en su reino, o que los
ponga itt loco uds, refrigerii et pocis.
El tambin, que enlaza una ltima evocacin de los oferen
tes con la de los difuntos, tiene, a su vez, un paralelo en el quo que
del nobis quo que peccatoribus. Asimismo, antes, la peticin de lasgracias esperadas de la comunin estaba ligada en Serapin con un
xotvovon, al que parece hacer eco el ex Mc altaris participatione
del canon romano; as tambin la mencin de Mcc piebs tua sancta
en la anamnesis romana responde quiz a las dos menciones del
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Parentesco de las eucaristas egipcia y romana
pueblo que vienen un poco ms lejos en Serapin 24 Hasta el
hecho de que el mnnento de difuntos est unas veces presente en
este lugar y otras ausente, en los testigos del texto romano, parece
haber tenido un paralelo en Alejandra, como lo muestra la diver
gencia entre el uso de Serapin y el de san Marcos.
Por otra parte, la comparacin con la anfora de Dei- Balizh
muestra que tambin en Alejandra la peticin de transformacin
de los elementos poda enlazar con la primera epiclesis, exactamente
como en Roma, y tambin con la segunda.
Finalmente, hay quiz una ltima diferencia aparente entre
Roma y Alejandra, de la que Serapin nos permite suponer que
corresponde a lo que tambin Alejandra poda practicar en poca
ms remota. En Roma, las intercesiones por los vivos estn todas
reunidas en una sola oracin, por lo dems muy densa, mientras
que en Alejandra, corno en todo el Oriente, se extienden en una
larga serie de peticiones que ir desarrollndose cada vez ms. Pero
en Serapin, como en el canon romano, las hallamos condensadas
en una sola oracin, ms breve todava en Serapin que en el
memento romano.As pues, la nica diferencia mayor que queda es la del puesto
de las intercesiones y conmemoraciones. Tambin nos ocuparemos
del problema del puesto primitivo y de la exacta interpretacin de
la oracin que invoca la traslacin de las ofrendas al altar celestial
por los ngeles, pero desde ahora podemos observar que la mencin
de los ngeles hecha por Serapin al final de la epiclesis ltima, hace
pensar que esta mencin poda hallarse all, tanto enEgipto
como
en Roma.
La diferencia entre las posiciones respectivas del sanctus y del
grupo de intercesiones y conmemoraciones en Roma o en Ale
jandra, parece deber explicarse sencillamente por los dos puestos
diferentes en que se recitaba la qeduczh en el rito sinagogal, ya
juntamente con el .femah, antes de la tefillah, ya en conexin con
sta. A propsito del libro vii de las Constituciones apostlicas he
inos visto las razones que nos da este texto para creer que ya los
judos de Alejandra la recitaban una sola vez, en la tefilla/i, pero
21, Latas analogias han sdn sealadas repetidas veces, particularmente por BAUM.
STARK Y JUNOMANN.
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La eucarista alejandrina y la romana
trasladando con l a sta el nnah, lo que por otra parte parece jus.
tificar a los liturgilogos judos que piensan que su recitacin en
conexin con el bmah es la ms antigua. En Roma, donde haba
de haber una fuerte proporcin de judos alejandrinos, es probable
que las sinagogas utilizaran juntamente con la versin de los Se
tenta, una liturgia traducida al griego, como en Egipto. Los cris
tianos, que utilizaran all a los Setenta, antes de que este texto
sirviera de base a las viejas versiones latinas, construiran, pues,
all su propia liturgia a partir de la misma versin de los textos
litrgicos judos usada en Alejandra. As se explica la comunidad
originaria de las liturgias cristianas alejandrina y romana, que el
constante vaivn entre las dos capitales mantendra a travs de todosu desarrollo hasta el siglo v, en que la liturgia romana como las
otras liturgias de Occidente pasara del griego al latn.
Pero la presencia de buen nmero de judos orientales, y en
particular palestinos, en Roma, haba mantenido aqu un conserva
tivismo mayor que en Alejandra. Se conservaba, pues, la qeduiah,
con el emah que la segua, en su puesto primitivo, antes de la tefil
ahy
no en la plena mitad de sta. De tal uso debi resultar la nica
diferencia notable en la estructura de la eucarista, en Roma y en
Egipto.
Slo nos queda por examinar el problema que plantea el puesto
primitivo de las menciones del altar celestial, con los ngeles que
son llamados a trasladar all nuestro sacrificio, y la mencin subsi
guiente de los sacrificios anteriormente aceptados, de Abel el jus
to y de nuestro padre o patriarca Abraham. Esta cuestin,
mnima en apariencia, suscita todo el problema del sentido y del
contenido de la epiclesis, o ms bien de las epiclesis primitivas. El
testimonio de Alejandra coincide con los tomados de las ms anti
guas refundiciones de las eucaristas ms arcaicas, para mostrarnos
que hay una epiclesis, si ya no primitiva, por lo menos relativa
mente antigua, a continuacin de la anamnesis. Pero esta epiclesis,
incluso cuando la vemos dirigida ya al Espritu Santo, no es en un
principio sino un desarrollo aportado a la conclusin de la anamnesis, que siempre, y ya en el. judasmo, haba pedido que el objeto
del memorial tuviera su realizacin en los que lo celebran, ya se
tratara de la construccin escatolgica de la Jerusaln eterna, ya
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Parentesco de las eucaristas egipcia y romana
de la edificacin de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Ya hemos
visto que tenemos buenas razones para pensar que esta idea de la
unidad del cuerpo de Cristo, que se cosuma en la glorificacin final
del Padre, por el Hijo, en el Espritu, fue la que atrajo en este lugaruna primera mencin del Espritu, que en un segundo estadio se
desarrollar en una invocacin formal de su venida sobre nosotros
sobre nuestra celebracin. Como lo muestran las epiclesis que
se hallan hoy en la liturgia de Adday y de Man y en la de Hiplito,
en los orgenes de esta epiclesis no se trataba de ninguna otra cosa:
no se deca una sola palabra de transformacin de los elementos.
Esta idea parece haber surgido en otra parte, en la primeraepiclesis, tal como la tenemos tanto en la liturgia de Der Ba!izh
como en el canon romano, en el guam obkztionem. Ya hemos visto
que no es sino el producto de una evolucin de la oracin abodab
combinada con la oracin precedente, la teflah, que conclua
la parte impetntoria de las kmoneh esreli y que en los orgenes era
una oracin por la aceptacin de los sacrificios de Israel, ella misma
reasumida en la liturgia del templo, segn nos dicen los rabinos.Notemos cmo aflora aqu una segunda fuente de las expresiones
sacnificiates en la liturgia eucarstica cristiana, a partir del momento
en que sta alcanza todo su desarrollo. Cuando haba habido que
traducir el memorial para cristianos no semitas, haban hecho
ya su entrada en la anamnesis las expresiones sacrificiales para ex
plicar su sentido. Aqu se hallan ya desde los orgenes de la oracin
en cuestin. Pero ya en el uso sinagogal haba habido la tendencia,
estimulada por el hecho de que esta oracin sigue a la tefii/ah, que
recomienda las oraciones de Israel, y se entiende de la aceptacin
de sus sacrificios en sentido no slo de los sacrificios rituales del
templo, sino tambin, y quiz todava ms, de las mltiples berakoth
que hacan de la vida entera del pueblo judo una sola accin sacer
dotal a Esta recomendacin de los sacrificios, reasumida y adaptada
por el uso cristiano, como lo vemos muy bien en k liturgia de san
Marcos, por no hablar de la de Serapin, se entender como una
recomendacin de la eucarista, considerada todava ante todo como
una oracin de consagracin, no slo de los elementos de la comida
25. Cf. lo que henos dicho antes, p. 70.
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La eucarista alejandrina y la romana
sagrada, sino, con ellos y por ellos, de toda la vida de la Iglesia.
Sin embargo, parece que es en esta epiclesis ya hemos tratado
de explicar por qu proceso donde se llegar a precisar la peticin
de aceptacin como peticin de transformacin de los elementos.
Hemos visto que en la primera epiclesis egipcia se prepar esta idea
con la de un intercambio entre los dones materiales, terrenos, tem
porales que nosotros aportamos, y los dones espirituales, celestiales,
eternos, que aguardamos de Dios. Esta primera idea se formula en
este lugar en trminos que vienen de san Pablo, no a propsito de
la eucarista, sino a propsito de las ofrendas de la caridad 26* Por
una parte, el hecho de que l mismo interpretara estas ofrendas en
sentido litrgico y, por otra parte, el que entre los cristianos lacelebracin eucarstica estuviera desde los orgenes asociada a una
comida en comn, realizacin de la caridad por la puesta en
comn de las ofrendas de los fieles, explica perfectamente la
transposicin.
Pero la primera parte, anterior al sanctus en la liturgia de san
Marcos, de la oracin de recomendacin del sacrificio eucarstico,
en la que se expresa esta idea bsica, expresa paralelamente otraconcepcin, cuyas races son todava ms antiguas y provienen di
rectamente del judasmo. Es la idea de que nuestras ofrendas son
aceptadas por Dios si van unidas al culto anglico: de ah la peti
cin que se va a hacer a Dios, de que enve un ngel para que lleve
de la tierra al cielo nuestras oraciones y nuestros sacrificios. En el
Apocalipsis los ancianos que son sacerdotes celestiales, o, en otras
palabras, ngeles ofrecen a Dios copas de oro llenas de perfume,
que son las oraciones de los santos Peterson se hizo bien cargo
de la importancia que tena para los primeros cristianos, que en
ello seguan a los judos, la nocin de que el culto terreno que acepta
Dios nos une al culto celestial de las potencias anglicas28*
Es sin
duda alguna lo que se trasluce tras las visiones de Isaas 6 y de
Ezequiel 1, ligadas a la qeduialz y a las bendiciones que la acompa
an en el culto judo. Remontndonos todava ms, tenemos la an
tigua tradicin sacerdotal consignada en el Pentateuco, segn la cual
26. cf. Bom 1527.
27. Ap 5,8. Cf. tambin 8,4.
28. Cf. E. PSTZRSON, Le ivre des Anges, trad. fr., PasIs 1954.
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Parentesco de las eucaristas egipcia y romana
el culto mosaico, con su altar y sus sacrificios, no era sino una
reproduccin del culto celestial y, por tanto, una asociacin de los
hombres a ste .
Msan.
Parece difcilmente contestable que la idea segn lacual los ngeles mismos presentan a Dios nuestras propias oracio
nes y sacrificios, no es una idea puramente cristiana ignorada por
el judasmo Es cierto que no se menciona en las ms antiguas
oraciones judas. Pero se halla ya con todas sus letras en el libro
de tobit. Rafael le dice, en efecto: Cuando t y Sarah, tu nuera,
orabais, yo llevaba delante del Santo el memorial de vuestras ora
ciones el Santo quiere decir Dios; 12,12, y un poco ms adelante
aade: Yo soy Rafael, uno de los siete ngeles que presentan las
oraciones de los santos, y que van y vienen delante de la gloria del
Santo. En el texto de san Marcos, es muy probable que esta evo
cacin fuera sugerida directamente por la cita de Malaquas 1,11,
acerca del sacrificio ofrecido en todo lugar a Dios entre las nacio
nes. Lo que sigue, en efecto, muestra que no sucede as con los
sacrificios actuales de Israel, mancillados por las infidelidades del
pueblo. Pero el captulo 3 aade: He aqu que yo enviar mi n
gel, que preparar el camino deiante de m, y el Seor, al que bus
cis, vendr sbitamente a su templo... Y l se trata siempre del
ngel mencionado se sentar con el que relina y purifica la plata;
y purificar a los hijos de Lev, los purgar como el oro y la pla
ta, de modo que puedan ofrecer al Seor una oblacin en la justi
cia. Entonces la oblacin de Jud y de Jerusaln ser agradable en
la presencia del Seor, como en los antiguos das y en los, primerosaos 3,1-4.
Aqu se halla evidentemente la fuente de la referencia al servi
cio de los ngeles y al altar celestial, en el que deben presentar
nuestras ofrendas. Pero la manen como se formula en el canon
romano tiene todos los visos de ser la ms primitiva, es decir, la
peticin de que un ngel, o los ngeles, sean enviados por Dios
para efectuar este traslado de la tierra al cielo. Antes de pensar enpedir el envo especial de una persona divina a este objeto, ya se
29. Cf. Zx 25,9.40.
30. De este punto hay que decir lo mismo que le la glorificaciti de Dios en la
tierra y tu 1us cielos cf sllpra, p. 236.
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La eucarista alejandrina y la romana
trate del Logos o del Espritu, estaba en la lnea ms natural del
pensamiento cristiano primitivo, como del pensamiento judo de
donde proceda, invocar a este fin el ministerio anglico, es decir,
de los espritus cuya caracterstica es precisamente la de ser envia
dos para establecer el enlace entre el cielo y la tierra, y viceversa.
Se comprende muy bien que a una teologa ms evolucionada le
pareciera necesario destinar a esta consagracin de la eucarista
una intervencin directamente divina, y que la peticin de envo de
los ngeles fuera sustituida por la de tina misin del Logos o del
Espritu. Por el contrario, si tal peticin hubiera sido primitiva,
sera completamente incomprensible que se hubiera retirado su men
cin de la liturgia romana para sustituirla por la de una misinanglica.
Esto nos lleva a decir unas palabras sobre una discusin que
agit vivamente los espritus hace algunos aflos. Dom Cagin, y
luego el padre De la Taille sostuvieron que el ngel de la epiclesis
romana no era efectivamente sino una figura para designar al Es
pritu o al Verbo . A esto replic justamente dom Botte que el
texto conocido por san Ambrosio deba mencionar no un enviado
particular, sino a los ngeles en general En todo caso, el hecho
de que en este lugar hable de los ngeles muestra que para l se
trataba en este texto de un ministerio anglico, exactamente como
en el texto de la liturgia de san Marcos.
Sin embargo, la idea que parece haberse abierto camino en el
siglo iv, de invocar especialmente al Logos y luego al Espritu
Santo, no debe oponerse simplemente a la idea, que debe ser mucho
ms antigua y hasta muy prxima a los orgenes, de invocar la misin de los ngeles. Como se ve en el texto de Malaquas 3, que
hemos citado, y como es un hecho general de la Bibli