Atlas de Geografía
Emocional
“Espejismos”
Bettina Ruiz
Todos los derechos
reservados
Hubo un tiempo en que necesitaba el aplauso,
medía mi éxito por los logros alcanzados
sufriendo agonía hasta conseguir mis metas
relajándome sólo un pequeño instante
para seguidamente afrontar el reto siguiente.
Mendigaba el reconocimiento,
nada era suficiente ni bastante,
necesitaba la palmada constante
para no caer en el abatimiento,
sin darme cuenta de mi paulatino aislamiento.
El éxito se secó
como los girasoles al sol del verano
Mi corazón quedó yermo,
una fría estepa
invadió mi voluntad.
Un día tropecé con un gran sabio de ancha
sonrisa
que me preguntó dónde iba a toda prisa.
Sin saber que contestar
me hizo reflexionar.
Si en ser feliz pusieras tanto empeño
como en el logro de tus anhelos
serías el más dichoso de los humanos
– me dijo sin atajos.
Hasta entonces había pensado
que eso era la felicidad:
lograr y lograr y más lograr
sin pausa, sin descanso.
De repente fui consciente
de que lo que me faltaba
no era lograr, sino amar.
A partir de entonces me pregunté
qué razones había
que amar me impedían.
De nuevo vino el sabio en mi ayuda,
me llevó ante un espejo y preguntó:
¿Qué ves?
Un hombre cansado y triste.
Yo veo un ser lleno de luz.
Me gustaría ver lo que tú…
Pasaron días y de nuevo me encontró el sabio
Y ante el espejo me llevó
¿Qué ves?
Un hombre cansado y un jardín
Yo veo un jardín y un ser lleno de luz
Me gustaría ver lo que tú…
Nuevamente tras toparme al sabio me
preguntó
¿Qué ves?
Un hombre triste que sonríe
con una mariposa posada en la cabeza
Yo veo una mariposa posada sobre un ser de
luz
Sueño con ver lo que tú…
El tiempo pasó encontrando al sabio casi a
diario,
ampliando el paisaje ante el espejo
hasta que un día mi sueño se cumplió:
Ví lo que él vió.
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