Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y opinión pública
La crisis del Pacífico sudamericano (1860-1866)
Carlos Felipe Cifuentes Rojas
Tesis para optar al título de Doctor en Historia
Directora: Muriel Laurent
Universidad de los Andes
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia
Agradecimientos
El proceso de hacer una tesis doctoral es en mayor parte solitario, sin embargo, esta no se
hubiera podido realizar sin el apoyo de muchas personas. Primero quiero agradecer a la
profesora Muriel Laurent por su compromiso con esta tesis, sus orientaciones permitieron
mejorar sustancialmente el producto entregado. También quiero agradecer a Manuel Lucena
Giraldo y a Eduardo Posada-Carbó, de quienes recibí comentarios y consejos en los
momentos iniciales del proceso de esta tesis y estuvieron pendientes de su desarrollo.
Esta tesis, por su naturaleza, me permitió conocer diferentes ciudades y allí archivos y
bibliotecas donde el común denominador fue el trato amable, tanto en Lima, Quito, La Paz,
Santiago, Oxford y Bogotá. Cada biblioteca y archivo tiene sus particularidades y cada uno
de los funcionarios con los que tuve contacto, con su paciencia, supieron explicarme sus
lógicas. Asimismo, para que todos esos viajes fueran posibles conté con el apoyo de
Colciencias y la Universidad de los Andes, que confiaron en mi investigación y la
financiaron, por lo que estoy agradecido.
Claro que además de las cuestiones académicas también hubo personas de las que recibí
apoyo y cariño. Agradezco por la comprensión de mi familia, que siempre me alentó a seguir
adelante en este proceso y que, además, tuvo que aguantar muchos desplantes por mi falta de
tiempo. Mis más especiales agradecimientos a Angélica Contreras, que siempre me apoyó,
creyó en mí y con su amor supo levantarme en los momentos que más lo necesité. Seguro
saben que tienen un lugar muy importante en mi corazón.
Agradezco también a mis compañeros de los doctorados de la Facultad de ciencias sociales
de la Universidad de los Andes, con quienes compartimos tantas experiencias que ayudaron
a que la experiencia del doctorado fuera inolvidable. Particularmente quiero nombrar a
Federico Pino, Javier Cárdenas, Bibiana Ortega, Tatiana Plata y a Misael Kuan, con quienes
construimos una amistad mucho más allá del ámbito académico. Seguro faltarán muchos
nombres y espero no ser condenado por ello, pero a todos y cada uno, infinitas gracias.
Contenido
Introducción .......................................................................................................................... 1
1. La Doctrina Monroe, balance de poder y colonialismo en América ...................... 25
1.1 Europa y América. La lucha por el balance de poder en el Atlántico ........................ 27
1.2 La Doctrina Monroe y el balance de poder en América ............................................. 30
1.3 La Guerra Civil estadounidense. Relaciones entre Europa y los Estados Unidos ...... 36
1.4 Cese de la Doctrina Monroe. El tercer camino ........................................................... 42
1.5 Conclusión .................................................................................................................. 50
2. Unión americana y crisis (1820-1856) ....................................................................... 53
2.1 El ejército continental ................................................................................................. 56
2.2 La Confederación como modelo de unión americana ................................................ 67
2.2.1 El Congreso Anfictiónico de Panamá .................................................................. 70
2.2.2 Entre Panamá y Lima. Otras vías de unión americana ........................................ 77
2.2.3 Primer Congreso de Lima (1847) ........................................................................ 85
2.2.4 El Tratado Continental (1856) ............................................................................. 91
2.3 Conclusión .................................................................................................................. 98
3. El Pacífico sudamericano. Entre la construcción nacional y la lucha por la
soberanía (1848-1864) ...................................................................................................... 101
3.1 Los países del Pacífico y la ola liberal. Luchas por el poder y cambios en las
instituciones republicanas ............................................................................................... 105
3.2 La conciencia del territorio, interconexión y competencia interestatal .................... 116
3.2.1 Ecuador y Perú. Una vieja tensión externa ........................................................ 122
3.2.2 Chile y Bolivia. Guano y soberanía (1863-1864) .............................................. 131
3.2.3 Ecuador y Colombia. Diferencias ideológicas en el Pacífico sudamericano .... 138
3.3 Las coronas europeas invaden América. Americanismo, diplomacia y opinión
pública. ............................................................................................................................ 146
3.4 Conclusión ........................................................................................................... 156
4. La crisis del Pacífico sudamericano y el cese en las dinámicas del sistema de
Estados (1864-1865) .......................................................................................................... 159
4.1 El relanzamiento de la acción exterior española y la escuadra del Pacífico ............. 163
4.1.1 La política de prestigio español ......................................................................... 163
4.1.2 El Talambo y la política de prestigio española .................................................. 171
4.2 El inicio de la crisis del Pacífico y el reavivamiento del americanismo ................... 176
4.3 Preparando el Congreso americano. Una respuesta a la crisis del Pacífico .............. 190
4.3.1 La unión americana ante la crisis del republicanismo en América. Una mirada
desde la acción gubernamental y la opinión pública .................................................. 190
4.3.2 El Congreso americano, el primer intento de respuesta a la crisis en el Pacífico
sudamericano .............................................................................................................. 194
4.4 El segundo Congreso Americano de Lima. Unión, soberanía y guerra .................... 205
4.5 Conclusión ........................................................................................................... 218
5. Los cañones de España sobre el Pacífico. Alianza y guerra (1865-1866) ................ 221
5.1 El Perú en el interludio de la crisis del Pacífico sudamericano ................................ 224
5.2 El entreacto de la crisis del Pacífico y la política del sistema de Estados del Pacífico
sudamericano .................................................................................................................. 235
5.3 “Aliarse es completarse”. Alianza del Pacífico sudamericano contra España. La unión
militar como respuesta a la crisis .................................................................................... 247
5.3.1 Conformando la alianza: la diplomacia y opinión pública coordinadas ............ 248
5.3.2 Guerra, bombardeos y fin de la crisis ................................................................ 259
5.4 Conclusión ................................................................................................................ 270
Conclusiones ...................................................................................................................... 273
Bibliografía ........................................................................................................................ 286
Índice de mapas
Mapa 1. El Pacífico sudamericano………………………..…………………….……… 24
Mapa 2. Guerras de las Campañas de Independencia americana……….…….…….... 59
Mapa No. 3 Ferrocarriles del Perú…………………………………………….….…… 120
Mapa No. 4. Carta corográfica de la República del Ecuador (Fragmento)………… 126
Mapa No. 5. Frontera entre Chile y Bolivia………………………………………..…... 133
Mapa No 6. “Mapa para la inteligencia de la historia física y política de Chile”
(Fragmento)…………………………………………………………………….……….. 136
Mapa No. 7. Principales locaciones de la revolución del 28 de febrero de 1866…..…. 232
1
Introducción
La década de 1860 fue una década de crisis. Alrededor del mundo hubo conflictos
transnacionales que alteraron la política global y pusieron en tela de juicio al republicanismo
y su idoneidad como forma de Gobierno. La Guerra Civil estadounidense (1861-1865) fue
un evento que alteró la política global.1 Para el caso del continente americano, el inicio de
ella significó el cese de la Doctrina Monroe (América para los americanos). Ese cese permitió
que España y Francia entraran en la contienda por el balance de poder en el continente, y
buscaran ejercer influencia directa en Hispanoamérica, ante la vacancia de potencias que
buscaran imponer sus intereses en el continente. Esta tesis afirma que en el Pacífico
sudamericano (Bolivia, Colombia2, Chile, Ecuador y Perú) la crisis se manifestó de una
manera específica, gracias a la presencia de España en esas aguas, que fue vista como un
invasor. Los países de la región afrontaron la crisis de la misma manera en la que lo habían
hecho en crisis previas: promoviendo la unión americana3 y mostrando al mundo que el
asentamiento del republicanismo estaba avanzado en los países de la región.
1 Don Doyle (Ed.). American Civil Wars. The United States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s.
(Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017). 2 Tras la independencia de la corona española, la Nueva Granada se unió con Venezuela y Ecuador para formar
la República de Colombia (1819-1830). Luego de la disgregación de la Gran Colombia, el país fue nombrado
como República de la Nueva Granada hasta 1858, cuando recibió el nombre de Confederación Neogranadina,
hasta 1863, que pasó a llamarse Estados Unidos de Colombia hasta 1886, cuando, finalmente, se instituyó su
actual nombre: República de Colombia. 3 En los documentos consultados, la unión americana se refiere a la unión de Repúblicas hispanoamericanas,
por lo que se preferirá usar el primero a lo largo de la tesis.
2
El término balance de poder es muy elástico y puede tener múltiples significados, por lo que
podría significar todo y a la vez nada.4 Para esta tesis la definición de este término es adaptada
para la comprensión del siglo XIX hispanoamericano. Entonces, esta definición parte de la
presunción de la anarquía del sistema internacional y, por lo tanto, en las antiguas colonias
españolas a principios del siglo XIX. Esa anarquía en Hispanoamérica fue regulada en la
década de 1820 por los Estados Unidos y Gran Bretaña, luego del aseguramiento de las
independencias de las nuevas Repúblicas. Ante los posibles intentos de nuevas
colonizaciones europeas, sobre todo de las coronas española y francesa, ambas potencias
anglosajonas respondieron con advertencias con las que se detuvieron esos intentos. Además,
los Gobiernos de esos países también reconocieron a las Repúblicas hispanoamericanas con
lo que ganaron preminencia política y comercial en el continente. Mantener esa preminencia
se tradujo en un proyecto imperial en ambas potencias que se convirtió en una competencia
geopolítica, que se intensificaría en la década de 1840, cuando ambos proyectos imperiales
entraron en disputa. Esa disputa fue sobre todo en el Caribe y teniendo como puntos centrales,
el control comercial y la búsqueda de un paso interoceánico.5 Entonces, el balance de poder
se entiende como la contienda entre Estados Unidos y Gran Bretaña por extender sus
proyectos imperiales en América, incluso sobre proyectos locales, mediante una coexistencia
regulada entre ambas potencias, en la que ellas buscaban prevenir una hegemonía única en
el continente. afectando las dinámicas, para el caso de esta tesis, del sistema de Estados del
Pacífico sudamericano.
Siguiendo al historiador Robert Burr, los países del Pacífico sudamericano conformaban un
sistema de Estados.6 Ese sistema de Estados se caracterizaba por la convivencia de ellos bajo
4 Para ver algunas definiciones del balance de poder ver Hans Morgenthau [1948]. Política entre naciones.
(Buenos Aires: Grupo editorial latinoamericano, 1986); Erns Hass. “The Balance of Power. Prescription, Power,
or Propaganda” en World Politics, Vol. 5, No. 4 (julio de 1953), 442-477; Raymond Aron [1966]. Peace &
War: A Theory of International Relations. (Londres y Nueva York: Taylor and Francis, 2003), ver sobre todo
el capítulo V, 125-149; Jack Levy. “What Do Great Powers Balance Against and When?” en T.V. Paul, James
Wirtz y Michel Fortman (Eds.). Balance of Power: Theory and Practice in the 21st Century. (Stanford: Stanford
University Press, 2004), 29-50. 5 Michael Doyle, Empires. (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1986), 146; Mathew Brown (Ed.).
Informal Empire in Latin America: Culture, Commerce and Capital. (Oxford: Blackwell, 2008), 13 6 Robert Burr. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:
University of California Press, 1965) 2-3.
3
sus propias dinámicas, mostrándose reticentes ante la influencia de agentes externos, con una
competencia interestatal entre sí, pero que además velaban por su independencia, soberanía
e intereses nacionales, todo esto dentro de un proceso de asentamiento del republicanismo.
En cuanto a las dinámicas internas de esos países, la característica en general fue la falta de
estabilidad política y la sucesión de gobiernos, no siempre elegidos democráticamente.
Mientras que, en el plano internacional, las relaciones entre ellos estuvieron influenciadas
por la competencia interestatal, sobre todo después de la década de 1840, cuando estos
Estados salen de su introspección y buscan proyectarse en la región. Esa competencia fue
principalmente de carácter territorial entre Estados limítrofes y por un esporádico sentimiento
unionista que se avivaba con la amenaza contra la independencia y el sistema republicano en
el continente.7 Establecer que este grupo de Estados conformó un sistema permite
comprender las dinámicas internas de cada uno de ellos, su proyección en la región y la
competencia interestatal generada al interior del sistema. Con esto se busca descentrar la
investigación de una unidad política particular, ampliando, de esa manera, la escala de esta
tesis.
Las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se vieron interrumpidas
debido a la injerencia de agentes extranjeros en la política de la región. La competencia
interestatal se detuvo momentáneamente y, en general, los cinco países que tenían costa en
el Pacífico sudamericano buscaron unirse contra la amenaza española que llegaba a sus
puertas, conformando un Congreso continental, en primera instancia, y luego, por medio de
una alianza defensiva y ofensiva. Durante el desarrollo de la crisis del Pacífico sudamericano,
la política del sistema de países de la región se alteró, estableciendo un cese a las dinámicas
propias de la política dentro y entre los países del Pacífico sudamericano, pasando de unas
relaciones de competencia interestatal que estuvieron al borde del desenlace bélico a unas
relaciones de cordialidad y solidaridad.
7 Tulio Halperin Donghi hace una síntesis al respecto en Hispanoamérica Después De La Independencia:
Consecuencias Sociales Y Económicas De La Emancipación. Biblioteca América Latina, 17. (Buenos Aires:
Paidós, 1972).
4
Esta tesis analizará la manifestación de la crisis global de la década de 1860 en el Pacífico
sudamericano y la manera en la que la afrontaron los países de la región. Para realizar este
análisis se tomarán en cuenta las trayectorias de dos factores que convergieron en esa crisis:
la disputa por el balance de poder en América y la idea de unión americana, desde la
independencia hasta la década de 1860. Ambos factores influyeron en la política del sistema
de Estados del Pacífico sudamericano, alterando sus dinámicas, tanto de la política interna
de cada país, como de las relaciones entre ellos.
Esta tesis busca trascender las explicaciones nacionales, entendiendo que la comprensión de
la historia del mundo, y por ende de una región, es algo más que la suma de historias
nacionales. Es por ello que un enfoque como el de la historia de las Relaciones
Internacionales, que centra el análisis en las relaciones entre Estados, resulta insuficiente para
abordar esta investigación, pese a la renovación que ha tenido desde finales del siglo XX, en
la que se incluyeron aspectos sociales y culturales a esas relaciones.8 Para comprender la
política del Pacífico sudamericano durante la década de 1860 en esta tesis se busca trascender
la distinción entre lo nacional y lo internacional y tener en cuenta lo local y lo global al mismo
tiempo, tal como lo sugieren algunos enfoques transnacionales.9 Apartarse de las
8 La historia de las relaciones internacionales ha evolucionado desde los aportes de Pierre Renouvin y Jean-
Baptiste Duroselle, en la década de 1960, cuando argumentaban que “el estudio de la historia de las relaciones
internacionales se dedica principalmente a analizar y explicar las relaciones entre las comunidades políticas
organizadas en el marco de un territorio, es decir entre los Estados” [1964]. Introducción a la historia de las
relaciones internacionales. (Madrid: Fondo de cultura económica de España, 1968) 1. Para ver un recorrido de
desarrollo de la historia diplomática y de las relaciones internacionales ver Patrick Finney, “Introduction: What
is International History?” in Patrick Finney (ed.), International History (London: Palgrave, 2005); Thomas
Zeiler, “The Diplomatic History Bandwagon: A State of the Field” en The Journal of American History, Vol.
95 No. 4, 1053-1073; y Robert Frank. Pour l'histoire des relations internationales. (París: Presses Universitaires
de France, 212). Aportes como los de Alexander Wendt “Anarchy is what States Make of it: The Social
Construction of Power Politics” en International organization, Vol. 46, No. 2 (primavera, 1992), 391-425 y
Robert Dean “Commentary: Tradition, Cause and Effect, and the Cultural History of International Relations”
Diplomatic History Vol. 24 No 4 (2000), 615-622 introdujeron aspectos culturales en la historia diplomática y
de las Relaciones internacionales, revitalizándola en el cambio de siglo. 9 Sobre la historia transnacional y algunos enfoques ver la introducción al Número de Journal of America sobre
historia transnacional, David Thelen. “The Nation and Beyond: Transnational Perspectives on United States
History”. Journal of American History, Vol. 86, No 3 (1999), 965-976; Además, “AHR Conversation: On
Transnational History” American Historical Review, diciembre de 2006, 1441-1464; y, por otra parte, sobre la
importancia del localismo en la historia transnacional ver Bartolomé Yun Casalilla “Localism, global history
and transnational history” en Historisk Tidskrift (Sweden) Vol. 127, No. 4 (2007), 659-678 y David Armitage
y Sanjay Subrahmanyam. The age of revolutions in global context, 1760, 1840. (London: Palgrave Macmillan,
2010), XIV.
5
explicaciones nacionales e internacionales permite comprender las dinámicas más allá de
enfoques nacionalistas y posibilita ver las conexiones entre regiones dentro de procesos
globales. Esta aproximación, entonces, permitirá analizar la convergencia de fuerzas globales
en la región del Pacífico sudamericano, teniendo en consideración las dinámicas propias de
ella y de los países que la conforman, al mismo tiempo que las dinámicas externas y su
influencia en la región. En años recientes han salido a la luz importantes libros que exploran
las formas en las que diferentes sociedades vivieron experiencias compartidas durante la
década de 1860;10 esta investigación busca hacer un aporte en esta materia, concentrándose
particularmente en el Pacífico sudamericano durante buena parte de esa década. A
continuación, en esta introducción se presentará el objeto de la investigación, luego se
expondrá la historiografía relevante, antes de discutir la metodología y, por último, se
expondrá la forma en que está organizada esta tesis.
La crisis del Pacífico sudamericano en la década de 1860
El historiador estadounidense Don Doyle argumenta que la década de 1860 fue una década
de crisis a nivel global. Esa crisis se caracterizó por una serie de conflictos transnacionales
que incluyeron guerras civiles, invasiones, rebeliones separatistas, luchas de independencia
y unificación, levantamientos y emancipaciones de esclavos, de manera simultánea alrededor
del mundo, con repercusiones tanto en Europa, como en Asia, América y África.11 El Pacífico
sudamericano fue escenario de la crisis global. La región estaba interconectada dentro de la
red global y las amenazas monárquicas europeas en el continente americano encendieron las
alarmas en el Pacífico, sobre todo luego de la declaración del cese de la Doctrina Monroe,
tras el inicio de la Guerra Civil estadounidense, que modificó la disputa por el balance de
poder en América.
10 Guillermo Palacios y Erika Pani (Coord.). El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en la década de
1860. (México: El Colegio de México, 2014); Don Doyle (Ed.). American Civil Wars. The United States, Latin
America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017). 11 Doyle, American Civil Wars, 1.
6
Tras las independencias hispanoamericanas, las nuevas Repúblicas tuvieron el temor de
intentos de restauración monárquica. La respuesta republicana provino del Norte. En los
Estados Unidos, el Presidente James Monroe, en 1823, promulgó la Doctrina que guiaría la
acción diplomática y la contienda por el balance de poder de su país en el continente: América
para los americanos. Las palabras de Monroe mantuvieron al margen del continente a las
cabezas coronadas europeas por cerca de cuarenta años. Sin embargo, tras el inicio de la
Guerra Civil estadounidense, el Presidente Lincoln declaró el cese en la Doctrina Monroe
hasta que la política interna de su país se estabilizara. La Guerra Civil estadounidense tuvo
repercusiones a nivel global. Para el caso del continente americano, esa decisión del Gobierno
estadounidense abrió la puerta para nuevos intentos de traer de vuelta la dominación
monárquica europea al suelo americano. Asimismo, Gran Bretaña, el otro contendiente en la
lucha por el balance de poder en el continente americano, afrontó una serie de crisis al interior
de su sistema colonial en oriente, lo que hizo que los británicos pusieran en un lugar
secundario los sucesos del Nuevo Mundo.12 Con ambos contendientes por el balance de poder
en América ocupados en asuntos internos o coloniales, se abrió la puerta para que Francia y
España entraran en esa disputa, en la que su rol había sido menor luego del proceso
independentista de las Repúblicas americanas.
Durante buena parte de la década de 1860 hubo una ola de intentos colonialistas en América,
protagonizada por España y Francia. La aventura francesa en México, para instaurar un rey
marioneta (1861-1867),13 por un lado, y la reanexión española de Santo Domingo14 (1861-
12 Ver Bourne, Kenneth. Britain and the Balance of Power in North America, 1815–1908. (Berkeley: University
of California Press, 1967); Judith Brown. Modern India: The Origins of an Asian Democracy. (Oxford
University Press, 1994); Richard Huzzey. “Manifest Dominion. The British Empire and the Crises of the
Americas in the 1860s” en Doyle, Amercan Civil Wars, 82-106. 13 La historiografía sobre el imperio mexicano es muy amplia, sugiero ver Alfred H. Hanna and Kathryn A.
Hanna. Napoleon III and Mexico: American Triumph over Monarchy. (Chapel Hill: University of North
Carolina Press, 1971); René Chartrand y Richard Hook. The Mexican Adwnture 1861-1867. (Londres: Osprey
Military, 1994); Erika Pani. Para mexicanizar el Segundo Imperio. El imaginario político de los imperialistas.
(México: Colegio de México e Instituto Mora 2001); William H. Beezley y Servando Ortoll. “Cómo fue que El
Negrito salvó a México de los franceses: las fuentes populares de la identidad nacional” en Historia Mexicana,
Vol. 57, No. 2 (octubre-diciembre, 2007) 405-444; Edward Shawcross. France, Mexico and Informal Empire
in Latin America, 1820-1867: Equilibrium in the New World. (London: Palgrave Macmillan, 2018). 14 En el documento preferiremos referirnos a la República Dominicana como Santo Domingo en vista que así
era denominado por las fuentes consultadas.
7
1865),15 por el otro, fueron claros movimientos que buscaron reactivar el sistema monárquico
en América. La llegada de esas potencias europeas no solo fue facilitada por el cese de la
Doctrina Monroe. Había sectores conservadores, al interior de esas Repúblicas americanas,
que llamaron a las coronas europeas para que recompusieran el orden que veían imposible
de alcanzar bajo un régimen republicano. Los casos de México y Santo Domingo son
ejemplos claros de intentos colonialistas en América durante la década de 1860. En las aguas
del Pacífico sudamericano, por otra parte, una escuadra española invadió las islas de Chincha,
aunque sin fuerza de desembarco suficiente para afrontar una campaña en suelo continental.
Si bien políticos y observadores de la región consideraron que el hecho se encontraba al
mismo nivel que los acontecidos en el Caribe, la toma de las guaneras y la presencia de la
flota española en el Pacífico no podría considerarse como un intento colonialista. Las
acciones españolas allí se podrían ubicar, más bien, dentro de la práctica de la diplomacia de
las cañoneras: práctica común de las potencias frente a naciones más débiles. La diplomacia
de las cañoneras es entendida como el uso real, o la amenaza de una fuerza naval, para
asegurar un beneficio en una disputa internacional. Esta no es un acto de guerra, sino que se
trata del uso de una fuerza naval moderada en el marco de la diplomacia.16
Estas amenazas provenientes de Francia y España, indistintamente, fueron vistas como un
ataque monárquico al republicanismo. La opinión pública de los diferentes países se encargó
de promover un americanismo en defensa de esa forma de gobierno, gracias al cual las
dinámicas de la política del sistema de Estados del pacífico sudamericano fueron trastocadas.
Definir el americanismo resulta complicado, pero en esta tesis, el americanismo se entiende
15 Sobre la reanexión española de Santo Domingo resulta más complicado encontrar bibliografía, ver Cristóbal
Robles-Muñoz. Paz en Santo Domingo, 1854-1865: El fracaso de la anexión a España. (Madrid: Centro de
Estudios Históricos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987); Francisco Febres-Cordero
Carrillo. “La anexión y la Guerra de Restauración dominicana desde las filas españolas (1861-1865).” Tesis de
grado para obtener el título de doctor en historia, Universidad de Puerto Rico, 2008; Anne E. Eller. Let’s Show
the World We Are Brothers: The Dominican Guerra de Restauración and the Nineteenth-Century Caribbean.
Tesis para obtener el grado de Doctor of Philosophy del Departamento de historia de la Universidad de New
York, 2011. 16 Andrew Graham-Yooll [1983]. Imperial Skirmeshes. War and gunboat diplomacy in Latin America. (Oxford:
Signal Books, 2002); J. Y. Wong. "The Limits of Naval Power: British Gunboat Diplomacy in China from the
Nemesis to the Amethist, 1839-1949" en War and Society, Vol 18, No 2 (octubre de 2000) 93-120.
8
como la identidad continental que genera solidaridad en momentos específicos para mantener
la estabilidad en todas las secciones del continente.17 Para efectos de la explicación, esa
definición se puede dividir en dos partes: la identidad continental y la solidaridad ante la
amenaza.
El vehículo para la propagación del americanismo fue la prensa. Para la década de 1860, ella
ya mostraba rasgos modernos, basada en la articulación e interconexión de dos fenómenos:
el desarrollo de las tecnologías y el desarrollo creciente de públicos especializados con
exigencias culturales y políticas. La prensa estaba transitando hacia un “modelo
informativo”, dejando atrás el modelo doctrinario, influyendo en la opinión pública, pasando
de una opinión basada en la doctrina partidista hacia la generación de discusión a través del
raciocinio y la lógica, evitando sesgos políticos.18 Esta evolución de la prensa también influyó
en el camino hacia la modernización de la opinión pública en el Pacífico sudamericano. La
evolución de la opinión pública tuvo que ver con la separación de las esferas pública y privada
y con la evolución misma de la publicidad, entendida como “el conjunto de medios para
divulgar el acto público, o el lugar en que las cosas adquieren la calidad de público.”19 La
prensa, al ser el vehículo de información y no de doctrina, permitió que la opinión pública
diera un paso adelante en su conversión en un tribunal en búsqueda de la verdad, la razón y
la justicia, que debían regular el poder político.20 Además, otro factor que influyó en la
17 Esta definición es construida a partir de la lectura de documentos del periodo de estudio: Justo Arosemena.
Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864), 93; Francisco de Paula
González Vigil [1856]. "Paz perpetua en América o Confederación Americana" en Colección de ensayos y
Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta
Chilena, 1862) 300-301, 326-327; José Victorino Lastarria. La América. (Buenos Aires: Imprenta del siglo,
1865), 266; José María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una
Liga Americana; su origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados
débiles, a saber: ¿un gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros
por las facciones? (París: Librería de Rosa y Bouret, 1865), 55. 18 Eduardo Santa Cruz, “Prensa y modernización en América Latina y Chile en la segunda mitad del siglo XIX:
la crónica y los cronistas” en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, Vol. 17, No 2 (2011), 651-653. 19 Francisco Ortega y Alexander Chaparro, “Introducción”, En Francisco Ortega y Alexander Chaparro (eds.),
Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos XVIII-XIX. (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia-Universidad de Helsinki, 2012), 22. 20 Al respecto Habermas dice que “… el ejercicio del poder necesita del control de la opinión pública (para
evitar que sucumban en las tentaciones). La publicidad de los debates parlamentarios asegura la supervisión del
público. El público mismo constituye un tribunal de más valor que todos los tribunales juntos. Jürgen Habermas
9
propagación del americanismo por medio de la prensa fue la libertad de imprenta que era
respetada en casi todos los países del Pacífico sudamericano en la década de 1860,21 salvo en
Ecuador, donde el Presidente García Moreno la suspendió.22
Además de la prensa, también hubo pensadores liberales que promovieron el americanismo
a partir de libros. Entre ellos sobresalen las obras de los colombianos Justo Arosemena23 y
José María Torres Caicedo24, del peruano Francisco de Paula González Vigil25 y los chilenos
José Victorino Lastarria26 y Benjamín Vicuña Mackenna27. En esos volúmenes los escritores
llamaban a la unión americana, principalmente mediante la adopción de un modelo
confederativo que cumpliera las funciones de la política exterior de las partes confederadas
y se presentara como el organismo con el cual deberían negociar las potencias extranjeras.
Además, la Confederación conformaría un Congreso de Plenipotenciarios mediante el cual
se buscaría solución a las controversias que pudieran suceder entre las partes confederadas.
La idea era mantener la tranquilidad en el continente y velar por la independencia y
republicanismo americano, sobre todo en el Pacífico sudamericano.
La crisis global tuvo impacto en cada uno de los países del Pacífico sudamericano, así como
en el sistema de Estados de la región en general. Esta situación nos presenta una relación
entre los planos global y local. En esta investigación se buscará tener en cuenta ambos niveles
[1962]. Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. (México:
Ediciones G. Gilli, 2002), 134-135. 21 Gilberto Loaiza Cano. “La libertad de imprenta en la América española (ensayo de historia comparada sobre
la opinión pública moderna)” en Historia Y MEMORIA, No 13 (julio-diciembre, 2016) 50-57; David Bushnell,
“The Development of Press in Gran Colombia” en Hispanic American Historical Review, Vol. 30, No. 4
(Noviembre de1950) 448; José Francisco Martín Perla Anaya. El proceso de construcción social del derecho
de libertad de expresión en el Perú. Tesis para optar al título de Doctor en Sociología en la Universidad de San
Marcos (Lima), 2008, 65-67, 75-77; Rodolfo Salamanca. Diseño histórico lineal de la libertad de imprenta y
pensamiento en Bolivia. (La Paz: Ediciones asociación de periodistas de La Paz, 1981) 9; Juan Bautista Alberdi.
Legislación de prensa en Chile o sea manual del escritor, del impresor y del jurado (Valparaíso: Imprenta del
Mercurio, 1846) 22; Posada-Carbó. “¿Libertad, libertinaje, tiranía?”, 186; Jorge Orlando Melo. La Libertad de
Prensa en Colombia: pasado y perspectivas actuales, Recurso digital, disponible en
http://www.jorgeorlandomelo.com/libertad_prensa.htm, consultado el 7 de enero de 2019. 22 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 23. 23 Arosemena, Estudio sobre la idea de una liga americana. 24 Torres Caicedo, Union Latino-Americana. 25 González Vigil, “Paz perpetua en América” 26 Lastarria, La América. 27 Benjamín Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación. Estudios históricos” en Colección de Ensayos y
Documentos, 144-157.
10
al mismo tiempo para enriquecer el análisis de la región durante buena parte de la década de
1860. Incluir la crisis del Pacífico sudamericano dentro de un contexto de crisis global
permite ampliar la escala de la investigación para revisitar un momento de la historia del que
aún falta mucho por decir, lo que justifica la elección del problema de la investigación.
Balance historiográfico
La aproximación historiográfica a la crisis del Pacífico sudamericano ha sido fraccionada
entre el detonante de la crisis y la respuesta de los países de la región a ella. La historiografía
ha primado las respuestas específicas de los Estados del Pacífico sudamericano a la amenaza
española: el segundo Congreso americano de Lima (1864) y los escenarios bélicos de la
guerra hispano-sudamericana (los bombardeos a Valparaíso y El Callao en 1866). La llamada
guerra hispano-sudamericana ha sido opacada en la historiografía por la Guerra del Pacífico
(1879-1883). Los alcances y consecuencias de la última han motivado que esta acapare la
atención de la historiografía de los países que hicieron parte de ella (Perú, Bolivia y Chile).
Los volúmenes que han abordado la confrontación entre los países sudamericano contra
España en la década de 1860 han tenido un tono nacionalista y se han concentrado en
comunicaciones oficiales, estrategias y movimientos navales, sobre todo de las flotas chilena
y peruana.28 Los bombardeos de Valparaíso y Lima también fueron objeto de investigaciones
bajo la misma perspectiva en la que el factor militar y diplomática es el centro.29 Si bien la
28 Carlos Grez. Los intentos de unión hispanoamericana y la guerra de España en el Pacífico. (Santiago:
Imprenta Nascimento, 1928); Enrique Bunster. Bombardeo de Valparaíso y otros relatos. (Santiago: Editorial
Zig-Zag, 1948); Juan Sinn. La política americanista de Chile y la guerra con España: 1864-1866. (Santiago:
Editorial Universitaria, 1960); Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866.
Lima: Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-
1866: el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos,
1977); Agustín Rodríguez. La armada española: la campaña del Pacifico, 1862-1871. (Madrid: Agualarga
Editores, 1999); Alfonso Cerda. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico: 1864-1866. (Santiago:
Editorial Puerto de Palos, 2004). 29 Específicamente sobre el bombardeo de Valparaíso ver Joaquín Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso
y su época. (Santiago: Ediciones ercilla, 1934); Jonathan Domínguez Roa. El Bombardeo del Puerto de
Valparaíso y la protección de intereses económicos extranjeros por parte del Estado: Génesis y desarrollo de
la plaza fuerte de Valparaíso (1854-1876) Tesis para optar al grado de Doctor de la Universidad Andrés Bello
(2010); David Woods [2011]. El Bombardeo de Valparaíso. (Santiago: Editores RIL, 2013). Por último, sobre
11
información contenida en estos volúmenes resulta importante para seguir los
acontecimientos, en esta tesis se abordará el aspecto bélico como resultado de una intrincada
red de hechos, en la que se relacionaron asuntos internos y externos a la región del Pacífico
sudamericano, logrando la consolidación de una cuádruple alianza entre Bolivia, Chile,
Ecuador y Perú.
En cuanto a la historiografía del Congreso americano y de la unión hispanoamericana durante
el siglo XIX, esta ha sido abordada desde la historia diplomática más que desde la historia de
las relaciones internacionales. La primera se encargaba de comprender las relaciones entre
Estados. Su interés pasaba por resaltar a los grandes hombres y los acuerdos que se lograban
entre ellos, mientras que la segunda establece el análisis a partir de la comprensión de las
fuerzas profundas del sistema mundial, trascendiendo la actuación racional y el papel central
del Estado.30 Los trabajos desde la historia diplomática ponen en relieve la figura de Bolívar
como el precursor de la idea unionista hispanoamericana. En general, estos trabajos se
preocupan por analizar los diferentes intentos de formar una liga de países
hispanoamericanos que se llevaron a cabo durante el siglo XIX, desde el Congreso
Anfictiónico de Panamá (1826) hasta los Congresos hispanoamericanos de Lima (1848 y
1864).
Entre las décadas de 1950 hasta 1960, luego de la décima conferencia panamericana de
Caracas en 1954, una parte de la historiografía se concentró en oponer el panamericanismo,
encarnado en la Doctrina Monroe, y la unión hispanoamericana en la idea bolivariana.31 En
el bombardeo al Callao ver Luis Humberto Delgado. Estampas de la guerra. Epopeya del Callao. 2 de mayo
de 1866. (Lima: Ariel editores, 1952); José Ramón García [1994]. El Combate Del 2 de Mayo de 1866 en el
Callao: Resultados y Conclusiones Tácticas y Técnicas. (Madrid: Ministerio de Defensa, 1999). 30 Ver Juan Carlos Pereira. “De la historia diplomática a la historia de las relaciones internacionales: Algo más
que el cambio de un término”, en Historia contemporánea, Vol. 7, 1987, 155-182. Renouvin y Durosell;
Introducción 31 Gustave Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856: An American Union 'Exclusive of the United
States'" en The Hispanic American Historical Revew. Vol 20, No 1 (febrero de 1940), 32-55; Jesús María Yepes,
Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas 1826-1954. (Caracas: Cromotip, 1955); Gordon
Connell-Smith. El sistema interamericano. (México: Fondo de cultura económica, 1966); Indalecio Lievano
Aguirre. Bolivarismo y monroismo. (Bogotá: Populibro. 1969); Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a
la conferencia de Caracas. Caracas: Serie de sesquicentenario del Congreso de Panamá. (Caracas: Oficina
central de información, 1976).
12
esos trabajos se entiende que hay una oposición entre el imperialismo estadounidense y la
cooperación regional profesada por Bolívar. Esas diferencias hicieron que la historiografía
posterior, hasta la década de 1990, resaltara la identidad como factor central en la unión
americana.32 En esos volúmenes se mostraba como Bolívar entendía que “la patria era
América” y que el legado, la cultura e idioma comunes eran factores importantes en la
promoción de una posible unión hispanoamericana. Esos factores, afirmaban, se mantenían,
por lo que esa unión aún era posible. Hasta la década de 1990, estos trabajos traen implícito
lo que el historiador venezolano Luis Castro Leiva llama un historicismo bolivariano, esto es
otorgarle un carácter profético a las ideas del Libertador. Entre otras, sobresale la idea de la
inacabada unión como moralidad republicana, bien sea mediante la construcción de unas
grandes naciones, como por medio de una federación de Repúblicas.33
Con el cambio de siglo, las Relaciones Internacionales abordaron la integración americana.
Esa disciplina buscaba entender las relaciones regionales y aquellas que se establecen entre
el centro y la periferia.34 Para realizar esa explicación los internacionalistas acuden al análisis
de los intentos unionistas del siglo XIX. Por un lado, hay trabajos que abordan las relaciones
32 Arturo Ardado. "La idea de la magna Colombia. De Miranda a Hostos" en Latinoamérica, Vol. 2, Cuadernos
de la cultura latinoamericana. (México: UNAM, 1978); Javier Ocampo. “José María Torres Caicedo y el
problema de la identidad de América Latina” en Pensamiento y acción No 4 (julio de 1978); Javier Ocampo.
Historia de las ideas de integración en América Latina. (Tunja: Editorial bolivariana internacional, 1981); José
Muñoz Pérez. Discurso y reflexiones en torno a la comunidad hispana de naciones. (Sevilla: Colección mar
adentro, 1982); Jorge Bazua Rueda; Uwe Henke y Dennis Small (Comp.). La integración iberoamericana.
(Nueva York: Instituto Schiller, 1986); Antonio José Rivadavia. El bogotano J.M. Torres Caicedo (1830-1889).
La multipatria latinoamericana. (Bogotá: Academia colombiana de historia, 1989); Mario Briceño "Factores
de diferenciación e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano. Bolívar arquitecto de
la Unión" en Actas del II Congreso de Academias iberoamericanas de la historia. Factores de diferenciación
e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano, Madrid, 8 al 14 de noviembre de 1992.
(Madrid: Real academia de la historia, 1994, pp 135-149). 33 Ver Castro Leiva. “La Gran Colombia. Una ilusión ilustrada”, Luis Castro Leiva. Obras Vol. I. (Caracas:
Fundación Polar, 2005) 67y ss. En cuanto al cuestionamiento del rol del Libertador en la historia política
hispanoamericana, hay una bibliografía que ha puesto en entredicho la imagen del bolivarismo oficial y
patriotero. Entre otros, ver Nikita Harwich Vallenilla. Simón Bolívar. Estado ilustrado, nación inconclusa.
(Madrid: Fundación Mapfre, 2004); Germán Carrera Damas [1970]. El culto a Bolívar. (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 1987); Nikita Harwich. "Un héroe para todas las causas. Bolívar en la historiografía"
Iberoamericana No 3, (octubre de 2003), 7-22; Aníbal Romero. La idea de la política en el pensamiento de
Simón Bolívar. (Caracas: Editorial Ateneo, 1985). 34 Sandra Borda, Arlene Tickner. (Comp.). “Introducción”, en Relaciones internacionales y política exterior en
Colombia. (Bogotá: Universidad de los Andes, 2011) 21-26.
13
de integración continental para entender la hegemonía estadounidense en el continente.35 Por
otro lado, hay trabajos que buscan reivindicar la posibilidad de la unión latinoamericana que
pudiera hacer frente a esa hegemonía.36 Este tipo de trabajos muestran la tensión que se vivía
en la política americana de inicios del siglo XXI. El ascenso de la izquierda en América
Latina proponía un modelo de integración ajeno a la Organización de Estados Americanos,
que veían como un organismo al servicio de los intereses estadounidenses, a través del
MERCOSUR y el ALBA.37
Al lado de las Relaciones Internacionales, la historia de las relaciones internacionales
también hizo su aporte en el estudio de la integración latinoamericana en el siglo XIX. Los
trabajos de Germán de la Reza38 y José Briceño39 abordan los intentos unionistas de la región
y buscaron dar una explicación para su “fracaso”. Ambos autores concuerdan con que hay
tres factores en juego para el análisis de la unión hispanoamericana durante el siglo XIX: la
identidad, el contexto externo y la política interna. El primero le daba un carácter anfictiónico
a la unión, esto es que busca unir a las partes que comparte un pasado una lengua y una
religión común. El segundo abría la ventana de posibilidades para la reunión de Ministros
americanos a través de las amenazas de restauraciones monárquicas o invasiones
provenientes de fuera de la región. Y, ambos autores concluyen que la inestabilidad de la
35 Gilbert Joseph, Catherine Legrand y Ricardo Salvatore (Eds.). Close Encounters of Empire: Writing the
Cultural History of US-Latin American Relations (Durham: Duke University Press, 1998); Frank Rosen (Ed.).
Empire and Dissent: The United States and Latin America (Durham: Duke University Press, 2008); Alfred
McCoy, Francisco Scarano. Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State (Madison:
University of Wisconsin Press, 2009). 36 Delia del Pilar Otero "El proyecto bolivariano: una propuesta latinoamericana para la convivencia
internacional" en Estudia Politicae, No 1, (primavera- verano, 2003) 85-108; Edgar Vieira Posada. La
integración de América Latina: del Congreso anfictiónico de Panamá. en 1826 a una comunidad
Latinoamericana o Sudamericana de naciones en el año 2000. (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,
2004); Gustavo Pérez. Alborada bolivariana. Aporte al progreso de integración Latinoamericana y del Caribe.
(Quito: Ediciones la tierra, 2005); Ricardo Lagos (Comp.). América Latina: ¿Integración o fragmentación?
(Buenos Aires: Fundación grupo mayan. 2008); Eduardo Cavieres. "Región y nación. relaciones vecinales,
historia e integración. desafíos pendientes y tareas inconclusas" en Diálogo andino Nº 42, (2013)31-40. 37 Josette Altmann y Tatiana Beirute. Dossier: Alba Alternativa Bolivariana para América Latina y el: Caribe.
Serie Cuadernos de integración de América Latina. (San José: Flacso, 2008). 38 Germán de la Reza, El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el siglo XIX. (Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2012). 39 José Briceño. “Los congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses
en la construcción del regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, (enero-
abril de 2014), 131-170.
14
política interna (las constantes guerras civiles y el caudillismo) era la encargada de poner
trabas al “éxito” de los intentos unionista.
Ahora, el Congreso americano de Lima de 1864, respuesta de los países del Pacífico
sudamericano a la crisis, ha sido entendido como un evento dentro de un proceso de larga
duración, como ya se vio, pero también hay trabajos que lo abordan aparte. Los estudios
particulares de esa reunión continental, en general, reproducen los hechos de la reunión,
describen los tratados firmados y se quejan del “fracaso” que significó este último intento
unionista hispanoamericano. Luego de los “fracasos” de las Asambleas continentales, el
Panamericanismo fue visto como la salida para la unión continental.40
En esta investigación se entiende que el Congreso Americano hace parte de una serie de
experiencias institucionalizadoras en el proceso de consolidación del Estado nacional en
Hispanoamérica, por lo que desechamos la oposición entre éxito y fracaso. Además, en esta
tesis, el asunto identitario no será visto como punto central para comprender el Congreso
americano dentro de la política del Pacífico sudamericano en la década de 1860. Se entiende
que, de ser así, los Estados hubieran buscado establecer una confederación con España o las
Canarias, o Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Entonces, en esta tesis se quiere probar que la
unión en esta parte del mundo no respondió ni a la continuación del ideal inconcluso de
Bolívar, ni a asuntos meramente identitarios; la promoción de la unión fue una respuesta,
dentro de un marco de posibilidades, ante circunstancias específicas de amenazas a la
soberanía e integridad territorial provenientes del exterior.
Si bien el interés principal de esta investigación no es la unión americana, al ser la respuesta
a la crisis del Pacífico sudamericano resulta importante analizarla. En esta tesis la unión
americana es vista como cooperación regional, condicionada por las ideas políticas y al
contexto histórico en el cual se desarrollaba. Entender la evolución que la idea unionista tuvo
40 Entre otros trabajos es recomendado ver Miguel Varas. “El Congreso americano celebrado en Lima en 1864”,
Revista chilena de Historia y Geografía, Vol. 38, 1921, 71-96; Robert Frazer. “The role of the Lima Congress
1864-1865 in the development of Pan-Americanism” en The Hispanic American Historical Review, Vol. 29,
No 3, 1949, 319-348; Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas,
1952); Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima:
1964); Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en
Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91.
15
desde el periodo independentista, hasta la década de 1860 ayuda a ver la naturaleza de cada
uno de los intentos previos al Congreso americano de 1864. Entonces, esa Asamblea
continental, aunque está inscrita en un proceso de largo aliento, fue particular y tuvo sus
propias motivaciones. El análisis de ese Congreso tendrá en cuenta los temas identitarios, el
contexto internacional y la política interna de los países del Pacífico sudamericano; también
se incluirán en el análisis la defensa de la soberanía, entendida esta como el ejercicio soberano
del poder por parte de las autoridades del Estado, a expedir y hacer cumplir las leyes, que
está circunscrito al territorio y excluye el poder de terceros en ese mismo espacio.41
Asimismo, los actores no estatales, como la opinión pública, jugaron un papel en la unión
americana que aún falta por examinar con mayor detalle, en esta investigación se hará un
aporte, sobre todo en la comprensión de la promoción de la unión americana durante la
década de 1860, en defensa del republicanismo en el continente.42
Hasta ahora se ha expuesto historiografía que se ha centrada en la nación, sin embargo,
gracias al giro global que ha dado la historia en años recientes, hay una nueva historiografía
que busca trascender las fronteras nacionales y hacer una historia de alcance global. Aunque
no hay un acuerdo definitivo sobre las formas que esa historia global ha tomado, el énfasis
de este tipo de historia está en las conexiones, la escala y por encima de todo, la integración.43
Esta forma de hacer historia, aunque no tiene un enfoque definido, tiene como principio
realzar la compenetración entre los factores locales y los fenómenos globales.44 Hugo Fazio
identifica al menos tres formas de historia global: 1. La historia transnacional, que busca
41 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro
VIII, 47-66. 42 La historiografía sobre la opinión pública y la unión americana es escasa y está restringida al caso de Chile.
Ver Pablo Lacoste, “Americanismo y guerra a través de El Mercurio de Valparaíso (1866-1868)” en Anuario
de Estudios Americanos, LIV, N°2, (julio-diciembre 1997), 567-591; Ricardo López. El americanismo en Chile
ante la expansión política y militar europea sobre Hispanoamérica (1861-1871). Tesis para optar al grado de
Doctor en Estudios Latinoamericanos, Santiago: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile,
sobre todo el capítulo 4, Entre discursos y prácticas americanistas, 54-85. 43 Jeremy Adelman. What is global history now?, Aeon, publicado online en https://aeon.co/essays/is-global-
history-still-possible-or-has-it-had-its-moment, revisado el 15 de febrero de 2019; A.G. Hopkins, ‘The
historiography of globalization and the globalization of regionalism’, Journal of the Economic and Social
History of the Orient, Vol. 53, No 1, (enero de 2010) 19-36. 44 Hugo Fazio. “La historia global y su conveniencia para el estudio del pasado y del presente” en Historia
Crítica, Edición especial, (Noviembre, 2009), 302.
16
trascender las distinciones entre lo nacional y lo internacional, examinando la convergencia
de fuerzas globales en regiones específicas. 2. La historia comparada, que permite el
contraste de experiencias, y gracias al cual se podrán encontrar respuestas diferentes o
análogas a procesos similares. 3. La historia conectada, que busca reestablecer conexiones
continentales e intercontinentales, escondidas por las historiografías nacionalistas.45
Gracias al giro global que ha tenido la historia, la década de 1860 ha sido estudiada como
una unidad de análisis. Dos trabajos particularmente han abierto la discusión al respecto.
Guillermo Palacios y Erika Pani editaron El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en
la década de 1860, en 2014,46 mientras que Don Doyle editó American Civil Wars The United
States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s, en 2017.47 La intención de estos
trabajos es comprender la década de 1860 a partir de historias transnacionales y destacando
la interconectividad de diferentes zonas del mundo. Ambos libros se tratan de colecciones de
ensayos sobre las experiencias compartidas de diferentes sociedades, enfocándose en tres
regiones distintas: América del Norte, Sudamérica y Europa. Cada uno de estos volúmenes
resalta un hecho particular, alrededor del cual se articularon esas zonas. Palacios y Pani
ubicaron en el centro la invasión francesa a México, mientras que Doyle propuso que fuera
la Guerra Civil estadounidense. Ambos sucesos cumplen 150 años en la década del 2010,
siendo el pretexto idóneo para revisitarlos con nuevas preguntas y enfoques.48
45 Fazio, “Historia global”, 309-310. 46 Palacios y Pani, El poder y la Sangre. 47 Doyle, American Civil Wars. 48 Sobre la bibliografía de la intervención francesa en México ver, entre otros, Patricia Galeana (Coord.). El
impacto de la intervención francesa en México. (México: Siglo XXI, 2011); Juan Pío Martínez. “Higiene y
hegemonía en el siglo xix. Ideas sobre alimentación en Europa, México y Guadalajara" en Espiral, Estudios
sobre Estado y Sociedad, Vol. VIII, No. 23, (enero-abril, 2015), 157-177; Omar González. “Historia, héroes y
conmemoraciones como armas de lucha política. El culto a Miguel Hidalgo en tiempos de la intervención
francesa en México” en Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, Vol. 21 No. 2 (2016), 101-124. Por
su parte, la producción sobre la Guerra Civil y su perspectiva transnacional ha sido abordada en trabajos como
Charles Adams. Slavery, Secession, & Civil War. Views from the United Kingdom and Europe, 1856-1865.
(Toronto, Plymuth: The Scarecrow Press, 2007); Howard Jones. Blue and Grey Diplomacy. A History of Union
and Confederate Foreign Relations. (Chapell Hill: The Univeristy of North Carolina Press, 2010); Wayne
Bowen. Spain and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press, 2011); Andre
Fleche. The Revolution of 1861. The American Civil War in the Age of Nationalism Conflict. (Chapell Hill:
North Carolina University Press, 2012); Robert May [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rym.
(Rainesville: University Press of Florida, 2013).
17
En ambos volúmenes hay ensayos concernientes a Sudamérica y a la conexión de la región
con la crisis global. En American Civil Wars The United States, Latin America, Europe, and
the Crisis of the 1860s, Hilda Sábato hace una historia transnacional del ciudadano en armas
y su importancia en la consolidación del republicanismo en Hispanoamérica.49 Dentro de esta
categoría entran las milicias, los ejércitos caudillistas y los ejércitos que fueron improvisados
para enfrentar contiendas internacionales. La autora discute las repercusiones que tuvo ese
ciudadano en la crisis de la década de 1860 en América. Ella se concentra en el Atlántico
sudamericano, escenario de la guerra de la triple alianza (1864-1870), que enfrentó a
Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, en la que el ciudadano en armas fue
determinante. Por otra parte, en El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en la década
de 1860, Rafael Sagredo se encarga de abordar la guerra hispano-sudamericana en el
Pacífico.50 El autor ubica los hechos dentro de un contexto amplio, que trasciende la región
y los conecta con la dimensión emocional de los pueblos peruano y chileno; gracias a ello,
Sagredo explica la motivación para que se hubiese desatado una guerra motivada por la
“defensa del honor, la dignidad, el decoro, la bandera y la libertad.”51 Ambos trabajos
entienden que la crisis de la región de la década de 1860 fue el preludio para el inicio de la
guerra del Pacífico (1879). Estos trabajos son buenas aproximaciones a una historia
transnacional sudamericana durante la década de 1860, esta tesis se inscribe dentro de estos
esfuerzos buscando hacer algún aporte.
Metodología
Realizar una investigación en perspectiva global o transnacional requiere salir de la oposición
entre lo nacional y lo internacional y evitar fijar el centro de la explicación en un solo punto.
Este tipo de exploración, entonces, requiere la consulta de diversas fuentes en archivos y
bibliotecas ubicados alrededor del mundo, con el fin de reunir diferentes perspectivas, para
49 Hilda Sábato. “Arms and Republican Politics in Spanish America. The Critical 1860s” en Doyle, American
Civil Wars, 185-203. 50 Rafael Sagredo. “Guerra y honor nacional. Chile y Perú contra España (1864-1866)” en Palacios y Pani, El
poder y la Sangre, 313-337. 51 Sagredo, “Guerra y honor”, 336.
18
el caso de esta tesis, sobre la política del Pacífico sudamericano en la década de 1860. El
desarrollo de la investigación se realizó en bibliotecas y archivos en los cinco países que
conformaron la región durante la década de 1860 (Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú).
Allí se consultaron principalmente fuentes diplomáticas y registros de prensa. Además,
gracias al esfuerzo de Google de digitalización de una importante cantidad de bibliografía
sin derechos de autor, fue posible acceder a publicaciones de la época. La consulta de fuentes
variadas en diferentes países y de distinta naturaleza permitió salir de las perspectivas
nacionalistas que han primado en otros trabajos ya referenciados, dando a esta investigación
un carácter transnacional.
La sistematización de esa cantidad de fuentes significó un reto para el investigador: había el
peligro de perder el camino entre tanta información. Para evitar extravíos, tanto la
correspondencia diplomática, como los registros de prensa y la bibliografía de la época
fueron tratados de distintas maneras, que permitieron rastrear asuntos de política interna y
externa de los países de la región, al igual que el inicio de la crisis en el Pacífico sudamericano
y la manera en que fue afrontada, como se explica a continuación.
En cuanto a las fuentes diplomáticas, ellas fueron principalmente correspondencia entre los
Ministros de Relaciones Exteriores de los diferentes países de la región y entre ellos con sus
agentes; asimismo, también se consultaron los informes de los Ministros ante los Congresos
nacionales. En cuanto a la correspondencia diplomática, el foco del investigador fue sobre
aquellos documentos que contuvieran información sobre las relaciones entre ese grupo de
países, la crisis global, el inicio de la crisis en la zona y la unión, como medio de afrontar esa
amenaza. En ellos se buscó analizar el accionar de los Gobiernos del Pacífico sudamericano
frente a aquellos asuntos. Además, tanto en esa correspondencia, como en los informes de
los Ministros ante los Congresos nacionales se rastrearon los intereses nacionales y como
ellos fueron defendidos y promovidos a través de la diplomacia; este punto resulta importante
en tanto que se entiende que las acciones exteriores están condicionadas u orientadas por la
política interna.
19
En cuanto a los registros de prensa, estos se pueden dividir en dos: los oficiales y los no
oficiales. Por un lado, en los primeros se buscó acceder a leyes, decretos y actos oficiales de
los Gobiernos de la región, con ellos se completaba el accionar del sector político de la región.
Por otro lado, en la prensa no oficial se buscó la voz de los actores no estatales, como la
opinión pública. En este tipo de prensa la pesquisa fue sobre lo referente a la política interna
de cada uno de los países del Pacífico sudamericano. Además, también se buscó las formas
en que en esos papeles hacían la promoción del americanismo y de la unión en la región para
afrontar la crisis en aquellas aguas. Con esa información se rastrearon debates y tensiones
entre la opinión pública y el Estado, tanto en la política interna, como en la exterior.
La elección de la prensa no oficial y los años consultados para los casos de Colombia, Chile
y Perú estuvo influida por la lectura de Historia de la Prensa hispanoamericana, en donde
están referenciados los principales periódicos del subcontinente y, claro, los del Pacífico
sudamericano.52 En esos países se escogieron dos de los periódicos más representativos del
momento; en Perú (El Comercio y la Bolsa de Arequipa) y Chile (El Mercurio y El
Ferrocarril) coincidió con que fueron dos periódicos de diferentes ciudades, mientras que en
el caso colombiano fueron dos periódicos con ideología contraria (El Tiempo y El
Conservador). Para el caso de Bolivia solo se consultó un título: La Época durante un año
(1866) por cuestiones logísticas ajenas a la investigación; en Ecuador, durante la primera
parte de la década de 1860 se publicaron una variedad de títulos, de existencia efímera, cuya
colección está en Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit; esa colección no guarda
todos los números de manera consecutiva o sistemática, pero el material allí encontrado fue
consultado en su totalidad (El Nacional, La Unión Colombiana, El Centinela, El Clero, El
Correo de Quito y El Industrial). La cronología consultada fue entre 1860 y 1866, periodo
en el que tuvo lugar la crisis del Pacífico sudamericano.
Por último, en cuanto a la bibliografía de época, esas fuentes fueron leídas con el fin de
comprender la manera en que el americanismo era entendido en la región, a través de las
palabras de algunas personas que se dedicaron a pensarlo y a discutirlo. En esas obras, los
52 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez. Historia de la prensa hispanoamericana. (Madrid:
Mapfre,1992),
20
escritores, además de precisar lo que pensaban sobre el americanismo, también daban
importantes definiciones de palabras conectadas con el tema. El análisis de ellas permitió
comprender las fuentes diplomáticas y la prensa en su contexto de producción, evitando así
alguna anacronía.
Gracias a estos grupos de fuentes y a una extensa revisión bibliográfica se logró reconstruir
la manifestación de la crisis global en el Pacífico sudamericano, la manera en que la
afrontaron los países de la región, las tensiones entre los sectores oficiales y la opinión
pública y las maneras en que esa crisis afectó las dinámicas del sistema de Estados del
Pacífico sudamericano.
En cuanto al acceso a la información, conviene mencionar que en Bolivia y Chile resultó
parcialmente restringido. Debido a la disputa territorial que ambas partes adelantan
actualmente en La Haya,53 los Gobiernos nacionales impusieron una restricción para
consultar el archivo relativo a las relaciones entre esos países, e incluso con el Perú, que
oficia como mediador en el diferendo territorial. Para subsanar de alguna manera esta
falencia, se decidió optar por el diario oficial como recurso para acceder a alguna
documentación estatal. Además, el investigador es consciente de que hubiera sido ideal
consultar los archivos diplomáticos en Washington, Madrid, Londres y París; sin embargo,
por asuntos ajenos al diseño de la tesis, resultó imposible la revisión documental allí, esta
debilidad, sin embargo, se quiso suplir con una exhaustiva revisión de fuentes secundarias y
acudiendo a compendios documentales de correspondencia diplomática, principalmente,
editados sobre la política de la década de 1860.
Organización de la tesis
La crisis del Pacífico estuvo enmarcada dentro de una crisis global que, entre otras cosas,
puso en duda el republicanismo como forma de gobierno. La manifestación en esa región en
53 Obligation to Negotiate Access to the Pacific Ocean (Bolivia v. Chile), Documento online, disponible en
https://www.icj-cij.org/en/case/153 International Court of Justice. Consultado el 10 de marzo de 2019.
21
específico y, en general, en el continente americano se debió a la vacancia en la lucha por el
balance de poder en América: Estados Unidos se concentraba en solucionar la Guerra Civil
y Gran Bretaña en el sostenimiento de su imperio en oriente. Francia y España aprovecharon
la oportunidad y entraron en esa contienda. En el Capítulo 1 se analiza esa trayectoria, desde
el inicio de la puja de las dos potencias anglosajonas en América, hasta la década de 1860.
Este análisis permite ampliar la escala y entender que la región del Pacífico sudamericano
está interconectada con el resto del mundo.
Ante la crisis del Pacífico sudamericano, los países de la región respondieron con el medio
que ya lo habían hecho en otros momentos de crisis previos: promoviendo la unión
americana. En el Capítulo 2 se analizará la trayectoria de los intentos anteriores de promoción
de unión americana, desde el inicio de la vida republicana hasta la década de 1860. El análisis
partirá del intento de unión militar del periodo independentista. En cuanto a los actos políticos
en pro de la unión, se analizarán teniendo en cuenta las reuniones continentales (Panamá,
1826; Lima, 1847; y Santiago, 1856), dentro de su contexto, abordando las motivaciones de
cada una de ellas y las ideas unionistas que circulaban en cada uno de esos momentos. Esta
mirada nos permitirá entender que la respuesta dada por los países del Pacífico sudamericano
a la amenaza española fue la que le permitió su marco de posibilidades, basados en una corta
tradición unionista.
La crisis y la unión americana tuvieron un impacto en la región, modificando las dinámicas
de la política de cada uno de los países del litoral Pacífico y las relaciones entre ellos. Para
poder ver esos cambios resulta pertinente comprender esas dinámicas previas al estallido de
la crisis en esa región. Por eso, en el Capítulo 3 se analizará la política de los países del
Pacífico sudamericano desde 1848, tras la ola liberal, hasta la primera parte de la década de
1860, justo antes de la invasión española a las islas guaneras del Perú (1864). El análisis se
hará teniendo como ejes la política interna de los países del litoral y su proyección en la
región. Se escogió terminar entrada la década de 1860 ya que en este trabajo se entiende que
fue en 1864 cuando las dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico
sudamericano se vieron trastocadas. En este capítulo, además, se abordará la reacción del
sistema a las invasiones de las coronas francesa y española a México y Santo Domingo
22
respectivamente, lo que sirvió como un preludio para la crisis en la región, en el que se mostró
una promoción del americanismo en defensa del republicanismo, principalmente por parte
de la opinión pública.
En el Capítulo 4 se entrará a analizar el inicio de la crisis del Pacífico sudamericano y la
respuesta de los países de la región. El análisis iniciará con la invasión española de las islas
guaneras del Perú, entendiéndola como resultado de una concatenación de eventos que
permitieron que sucediera. Asimismo, en ese capítulo se abordará el Congreso americano
como respuesta de la región ante el embate contra el republicanismo en América. En el
Congreso, además de las polémicas internacionales, también confluyeron las dinámicas
propias de la región. Se mostrará, entonces, cómo en él afloraron los intereses de los países
asistentes, cada uno vinculado a la defensa de la soberanía, entendida esta como el ejercicio
soberano del poder por parte de las autoridades del Estado, al expedir y hacer cumplir las
leyes, está circunscrito al territorio y excluye el poder de terceros en ese mismo espacio.54
No todos los asistentes al Congreso estuvieron de acuerdo con ceder su soberanía a un cuerpo
internacional ajeno. Si bien había una comunión en el interés de defender la soberanía
americana, el Congreso no fue la respuesta para ello. Las acciones de los Gobiernos de la
región fueron motivos de celebración o generadores de tensión entre ellos y la opinión
pública, que en general era promotora del americanismo. El congreso americano de 1864 se
entiende como un nudo histórico, en tanto que él fue un punto de intersección del contexto
internacional, la política interna de cada país del Pacífico sudamericano y la idea de unión
americana.55
Las dificultades por garantizar la unión americana permitieron que la crisis mutara. España
tras arreglar los asuntos con Perú, declaró la guerra a Chile. La unión política no fue la salida
ante la primera amenaza; otra solución debía encontrarse. Entonces, basados en la unión
54 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro
VIII, 47-66. 55 El nudo se entiende en su sentido orográfico: punto de unión entre dos o más sistemas montañosos. El nudo
histórico, entonces, se entiende a partir de su como “el lugar” en el tiempo donde los eventos ocurren y se
cruzan los distintos elementos y niveles, luego de los cuales, cada uno de ellos salen afectados. Michel Werner
y Bénédicte Zimmermann. “Beyond comparison: histoire croisée and the challenge of reflexivity” en History
and theory, 45 (febrero, 2006), 37-38.
23
militar del periodo independentista, los países del Pacífico sudamericano, excepto Colombia,
establecieron una alianza defensiva. En el Capítulo 5 se analizarán las causas de cada uno de
esos países para adherirse o no a la alianza, y los debates que había en la opinión pública al
respecto. Además, en ese capítulo se examinará el desarrollo de esa guerra y la respuesta
conjunta de los países de la región, que dependió de los recursos pecuniarios, navales y
militares disponibles. Tras esa guerra, la crisis terminó.
24
Mapa No. 1. El Pacífico sudamericano
Elaboración propia
25
1. Balance de poder y colonialismo en América
Dentro de la tradición política estadounidense, la Doctrina Monroe (América para los
americanos) ha jugado un importante rol desde su promulgación en 1823. Los
estadounidenses la vieron como medio para lograr tres proyectos interrelacionados: la lucha
por consolidar la independencia americana de Europa, la creación de una nueva nación y la
emergencia de un imperio americano, en fin, para asegurarse el control del balance de poder
en el continente, vacante, tras la salida del poder monárquico español en el continente. Por
su parte, los hispanoamericanos la veían como la salvaguarda de la independencia y el
republicanismo en América. Durante el siglo XIX, la Doctrina Monroe fue puesta a prueba
pocas veces para la defensa del republicanismo en América o para repeler intentos
colonialistas en el continente. Durante la década de 1860, justo cuando los Estados Unidos
peleaban por mantener su existencia como República, potencias marítimas europeas vieron
la oportunidad de expandir su influencia en América e incluirse dentro de la lucha por el
balance de poder por medio del control formal de territorios en el continente. La respuesta
del Gobierno de Washington fue establecer un cese en la Doctrina Monroe y concentrarse en
sus asuntos internos, antes que en los de su zona de influencia directa.
Con la salida de España de la contienda por el balance de poder en América, los británicos
ocuparon su lugar. Y es que la corona española había relegado su preminencia como potencia
marítima, no solo por la pérdida de sus colonias en el continente americano, sino por la
estrepitosa derrota sufrida a manos de los británicos en las costas de Trafalgar, iniciando el
26
siglo XIX. La victoria de la Gran Bretaña la posicionó como gran potencia marítima a nivel
global. Con el fin del coloniaje español en el continente americano, se abrieron las puertas
que habían estado parcialmente cerradas para el comercio británico.56 La corona británica
buscó expandir su influencia en las nuevas Repúblicas. Para ello, evitó cualquier intento
colonialista de otras monarquías europeas (principalmente la francesa y española). Con esos
movimientos entró en la disputa con los Estados Unidos por el balance de poder en América,
siendo el Caribe el principal escenario de esa contienda. En la década de 1850, la guerra de
Crimea (1853-1856) y las revueltas en algunas colonias británicas en oriente hicieron que la
corona británica evitara controversias internacionales y se concentrara en el mantenimiento
de su imperio, iniciando así una nueva etapa del imperio británico.
En este capítulo, entonces, se trazará la trayectoria de la disputa por el balance de poder en
América entre Estados Unidos y la Gran Bretaña hasta la década de 1860, cuando ambas
potencias decidieron replegarse, abriendo el campo para que las coronas francesa y española
entraran en la contienda, a partir de una revisión bibliográfica. Para ello, la presentación se
divide en cuatro partes. Una en la que se expone la lucha por el balance de poder en Europa
y la lucha por el balance de poder entre estadounidenses y británicos en Hispanoamérica,
hasta 1823, el punto de cierre es el pronunciamiento de la Doctrina Monroe, cuando se
termina el colonialismo en el continente americano. La segunda parte continúa con el análisis
de la contienda por el balance de poder entre ambas potencias anglosajonas desde 1823, hasta
la década de 1850, justo antes de la Guerra Civil en los Estados Unidos y la nueva ola
colonialista europea en América. En la tercera parte se aborda la Guerra Civil estadounidense
dentro del conflicto del siglo XIX sobre la "gran cuestión nacional", la relación entre raza y
nación, el lugar de la esclavitud y, sobre todo, el derecho de autodeterminación. También se
56 Durante el periodo colonial, comerciantes británicos recurrieron al contrabando para acceder al mercado
hispanoamericano. La bibliografía al respecto es voluminosa, recomiendo ver Gregorio de Robles. América a
fines del siglo XVII: Noticia de los lugares de contrabando. (Valladolid, Spain: Casa-Museo de Colón, 1980):
Héctor Feliciano Ramos. Contrabando inglés en el caribe y el golfo de México. (Sevilla: Diputación provincial
de Sevilla, 1990); Elizabeth Mancke. “Empire and State.” en David Armitage and Michael J. Braddick (eds.)
The British Atlantic World, 1500–1800. (New York: Palgrave Macmillan, 2009) 193-213; Wim Klooster.
“Inter-imperial Smuggling in the Americas, 1600–1800.” en Bernard Bailyn and Patricia Denault (eds.).
Soundings in Atlantic History: Latent Structures and Intellectual Currents, 1500–1830. (Cambridge: Harvard
University Press, 2009) 141–180.
27
analizarán las relaciones comerciales, financieras y diplomáticas de los la Confederación (el
Sur) y la Unión (el Norte) con Europa en búsqueda del reconocimiento o no como
beligerantes. Por último, en la cuarta parte se abordará el cese momentáneo de la Doctrina
Monroe a raíz de la Guerra Civil estadounidense y sus efectos en las políticas colonialistas
de España y Francia en Santo Domingo y México, respectivamente.
Esta trayectoria de la contienda por el balance de poder en América permitirá ubicar la crisis
del Pacífico sudamericano dentro del contexto global. Gracias a esto se podrá comprender la
década de 1860 como un momento de quiebre en el sistema global, entendiendo que antes de
ese quiebre había unas dinámicas en las que Estados Unidos y Gran Bretaña buscaban que la
balanza de poder en América les favoreciera. Además, conocer las controversias del inicio
de la década de 1860 permitirá reconocer los juicios sobre el republicanismo de algunos
sectores conservadores europeos, que afectarían la visión sobre los países americanos y, por
tanto, de los del Pacífico sudamericano. En fin, se trata de insertar la crisis del Pacífico
sudamericano en un contexto más amplio al regional y mirarlo en perspectiva global
1.1 Europa y América. La lucha por el balance de poder en el Atlántico
El siglo XIX fue el siglo británico, en buena parte gracias a los desarrollos de la revolución
industrial y a la victoria en Trafalgar (1805), que ratificó a Gran Bretaña como la gran
potencia marítima y comercial del mundo. La posición británica no fue fácil de mantener y
hubo competencia en todas partes del mundo.
La victoria en el cabo de Trafalgar, sobre españoles y franceses, le significó a Gran Bretaña
ponerse a la cabeza entre las potencias europeas, no sólo para hacerle frente a Napoleón, sino
para abrirse camino a los comercios hispanoamericanos, aunque este segundo objetivo tuvo
que posponerse en vista de la guerra contra los franceses en el continente europeo.57 El Primer
Ministro británico en 1805, William Pitt, postuló la posición de su Gobierno ante la
57 Martin Robson. The Battle of Trafalgar (London: Conway Maritime Press, 2005); José Gregorio Cayuela
Fernández. Trafalgar. Hombres y naves entre dos épocas. (Barcelona: Ariel, 2004).
28
expansión imperial de Francia. En ella, Pitt expresaba que el objetivo inmediato era liberar a
los países europeos subyugados desde el inicio de la Revolución Francesa, y, de esa manera,
reducir a Francia a sus antiguos límites. Además, Pitt planteaba que, luego de la restauración
de la paz, se debería formar un sistema de derecho público en Europa que regulara cualquier
nuevo intento expansionista en el continente.58
Sin embargo, durante los años siguientes a Trafalgar, el Imperio Francés se expandió en
diferentes frentes dentro del Continente europeo. Desde la victoria en Austerlitz (1805),
contra ejércitos de Austria y Rusia, hasta las derrotas francesas en la Campaña Rusa y luego
en Leipzig (1813). La derrota de Leipzig y, posteriormente, la de Waterloo dieron el golpe
de gracia al Emperador francés y suscitó una reorganización del sistema político europeo y
mundial. la derrota de Napoleón ubicó a Gran Bretaña en lo alto de la jerarquía mundial, una
posición de preeminencia que se consolidó con el paso del siglo; finalizando el siglo XIX, el
imperio británico abarcaba dos terceras partes del mundo.59
En el otoño de 1814, tras la derrota del emperador francés, se reunieron las cabezas coronadas
de Europa en Viena con el fin de reestablecer el statu quo ante bellum, en el que la monarquía
y el cristianismo eran los pilares de la sociedad europea. En el Congreso, las decisiones más
importantes fueron tomadas por las principales potencias (Austria, Rusia, Prusia y Gran
Bretaña). Lord Castlereagh, Secretario del Foreign Office, asumió el liderazgo y estableció
una serie de medidas que fueron aprobadas por el resto de potencias sin mucha objeción, lo
que ratificaba a Gran Bretaña como la potencia más influyente en el Viejo Continente. Al
finalizar el Congreso (1815), las cuatro potencias europeas acordaron que representantes
suyos se reunirían de manera periódica para tomar medidas en pro de mantener la paz y
prosperidad de las naciones en el continente.60
58 Muriel Chamberlain. 'Pax Britannica'? British foreign policy, 1789-1914. (Londres y New York: Longman,
1988) 34-35. 59 Jay Sexton. The Monroe Doctrine. Empire and Nation in Nineteenth-Century America. (New York: Hill and
Wang, 2011) 17; Pierre Renouvin. Historia de las relaciones internacionales II (Madrid: Akal, 1982) 30 60 Joshua Leavitt. Monroe Doctrine. (New York: Sinclair Tousey, 1863) 10-11; Chamberlain, Pax Britannica,
48-54; Renouvin. Historia de las relaciones internacionales, 37.
29
Mientras que, en Europa la disputa por el equilibrio de poder tenía lugar, en América, como
consecuencia indirecta, las antiguas colonias españolas se empezaban a organizar como
nuevas Repúblicas, alejadas de aquel tipo de controversias.61 Si en años anteriores, el balance
de poder en el Viejo Continente se había inclinado en favor de potencias con un importante
poderío marítimo y, además, con posesiones en ultramar, ahora este último factor ya no era
determinante en la ecuación. Las relaciones en el Atlántico sufrieron un cambio importante,
no sólo por el declive de España en su rol de potencia, sino por el ascenso de Gran Bretaña
como potencia marítima, militar y comercial, desde el siglo XVIII. Este rol le significaba al
gobierno británico reflejar su posición dominante en el viejo continente y materializar su idea
de expandirse comercialmente hacia América, ahora sin interferencias de la corona
española.62
Con el inicio de la década de 1820, una nueva situación amenazó el statu quo en Europa. Los
militares y liberales españoles obligaron a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812.63
España fue el tema principal en la reunión de las potencias europeas en Verona, en 1822, no
sólo por el Gobierno Constitucional, sino por la pérdida de sus colonias en América. Allí se
discutió la posibilidad de una intervención conjunta de las potencias en España, pero hubo
muchos celos de ver ejércitos de otras potencias pasando por el medio de Europa, por ello
Francia se postuló para actuar en España y prestar sus servicios para la pacificación de
América.
61 La bibliografía sobre las independencias hispanoamericanas es extensa, sobre todo tras los aportes de la
celebración del bicentenario; Para mostrar un panorama general de la historiografía sobre las independencias
hispanoamericanas ver Jeremy Adelman. “Independence in Latin America” en Jose Moya (ed.) The Oxford
Handbook of Latin American History. (Oxford: Oxford University Press, 2011) 154-182; y Gabriel Paquette.
“Historiographical Review. The Dissolution of the Spanish Atlantic Monarchy” The Historical Journal, marzo,
2009, Vol.52 (1), 175-212. 62 Chamberlain, Pax Britanninca,54-55; Renouvin, Historia de las relaciones internacionales,44; Adrian
Leonard. “From Local to Transatlantic; Insuring Trade in the Caribbean” en Adrian Leonard y David Pretel
(eds.) The Caribbean and the Atlantic World Economy. Circuits of Trade, Money and Knwoledge, 1650-1914.
(Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2015) 154. 63 Manuel Lucena Salmoral (Coord.). Historia de Iberoamérica Tomo III. (Madrid: Editorial Cátedra, 2008)
109-111; Blanca Esther Buldain. “Causas del pronunciamiento de 1820 y de su éxito” en Clío: History and
History Teaching, Nº. 5, 1998, 3-15; Brian Hamnett. The End of Iberian Rule on the American Continent, 1770-
1830. (Cambridge: Cambridge University Press, 2017) 235-265.
30
George Canning (1822-1827), sucesor de Castlereagh (1812-1822) en la Secretaría del
Foreign Office, se opuso a la idea de promover una intervención europea en América. El
Secretario hizo que, en octubre de 1823, el Gobierno francés firmara el Memorandum
Polignac, en el que Francia, luego de intervenir militarmente contra los españoles liberales,
no se inmiscuiría entre España y sus antiguas colonias, mientras que Gran Bretaña se
comprometía a mantenerse neutral.64
Por su parte, Estados Unidos tampoco vería con buenos ojos ninguna clase de intervención
europea en el continente americano. Es por esta razón, que, en el mensaje del Presidente
Monroe ante el Congreso en diciembre de 1823, declaró que la época del colonialismo en el
continente americano había llegado a su fin. El mensaje anticolonial, luego conocido como
la Doctrina Monroe, tenía como espíritu evitar las acciones coloniales europeas en América
y la intromisión en el gobierno de las repúblicas americanas, ni por amenazas, ni por el uso
de la fuerza.65 Canning criticó esta declaración, diciendo que Monroe hablaba con la
seguridad que sería la Royal Navy la que impediría cualquier intervención europea en Centro
o Sudamérica.66
1.2 La Doctrina Monroe y el balance de poder en América
La Doctrina Monroe y el Memorandum Polignac alejaron a las potencias continentales
europeas de cualquier intento por reconquistar América, lo que abría la puerta para que los
Estados Unidos y Gran Bretaña se disputaran la supremacía allí. Si bien es cierto que ambas
iniciativas tendían hacia un mismo objetivo, tanto los Estados Unidos, como Gran Bretaña
veían con mutua sospecha las acciones del otro en el hemisferio occidental. Cada uno de ellos
64 William Spence Robertson. France and Latin American Independence (Baltimore: The Johns Hopkins Press
1939) 253-259; Chamberlain. Pax Britannica, 64; Wendy Hinde. George Canning. (Oxford: Basil Blackwell,
1989) 350-352; Hamnett. The End of Iberian Rule, 240; Sexton. The Monroe Doctrine, 63. 65 Leavitt. Monroe Doctrine, 26-27; Carrie Catt. The Monroe Doctrine and our Latin-American relations. (New
York: Foreign Policy Association, 1923) 28-32; Dexter Perkins. The Monroe Doctrine, 1826-1867. (Gloucester,
Mass: Peter Smith, 1933) 11-13. 66 Chamberlain. Pax Britannica, 64; Hinde. George Canning, 355; Sexton, The Monroe Doctrine, 63.
31
se ganó la simpatía de las nuevas naciones hispanoamericanas, en su búsqueda por alcanzar
posibles ventajas comerciales y en la ampliación de la zona de influencia de ambas
potencias.67
Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña recurrieron a distintos medios para hacerse de la
opinión pública hispanoamericana. Los estadounidenses dieron el primer paso al reconocer
a Chile, México, Colombia, Buenos Aires y Perú en 1822.68 Este paso fue visto con celo por
Canning, pero tanto el parlamento como el Rey se oponían a reconocer las repúblicas
hispanoamericanas. Luego, los británicos imprimieron y distribuyeron el Memorandum
Polignac en Hispanoamérica para mostrar que había sido esa medida, y no otra, la que había
detenido a Francia en sus ideas coloniales. Luego, Canning logró convencer a su gobierno de
la conveniencia del reconocimiento de algunas Repúblicas. El Secretario expuso en Londres
informes de cónsules británicos que mostraban viable y recomendable el reconocimiento de
esas unidades políticas. Entonces, en 1825 y 1826, Colombia, México y Buenos Aires
recibieron su reconocimiento y firmaron tratados comerciales en los que concedieron
importantes ventajas a los británicos.69
Las ventajas comerciales se consiguieron, pero la promesa de los beneficios comerciales se
desvaneció. El estado de las nuevas Repúblicas después de las guerras de independencia era
paupérrimo y no tenían productos que exportar, por lo que el flujo comercial se vio estancado
y la decepción de los comerciantes ingleses no cambió hasta la década de 1850.70 Momento
en el que las economías de Chile, Uruguay y Argentina, principalmente, se introdujeron en
el mercado global, en buena parte, basadas en una estabilidad política interna que no era
común en los demás países hispanoamericanos.71 Las relaciones anglo-estadounidenses eran
67 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University of
California Press, 1967) 66; Sexton. The Monroe Doctrine, 18 Paul Schoroeder. The transformation of European
politics, 1763-1848. (Oxford: Clarendon Press, 1994) 635. 68 Sexton, The Monroe Doctrine, 37-44. 69 Rory Miller. Britain and Latin America in the nineteenth and twentieth centuries. (Londres y New York:
Longman, 1993, 1, 49; Hinde. George Canning, 346, 358, 372. 70 Miller, Britain and Latin America, 73-77. 71 Tulio Halperín Donghi. “Economy and Society in Post-Independence Spanish America.” En Leslie Bethell.
The Cambridge History of Latin America, Vol 3. (The Cambridge History of Latin America. (Cambridge:
Cambridge University Press, 1985) 305-306; Miller. Britain and Latin America, 3, 72-75.
32
cooperativas y buscaban la creación de un sistema comercial en Hispanoamérica, Estados
Unidos aprovechó este sistema los primeros veinticinco años ofreciendo productos más
económicos que los británicos.72
En los años siguientes del aseguramiento de las independencias en América, tanto Estados
Unidos como Gran Bretaña tomaron rumbos distintos. Por un lado, el primero se concentró
en sus cuestiones internas, sobre todo lo referente a la expansión de la frontera, renunciando,
de alguna manera, a las ventajas adquiridas en Hispanoamérica, sin abandonar por completo
su interés en la zona, sobre todo el comercial. Por otro lado, Gran Bretaña, como potencia
marítima y comercial interoceánica, buscaba, con poco éxito, abrir los nuevos mercados a
sus productos, especialmente el paño; además, interfirió en la política de los países
hispanoamericanos, buscando su propio beneficio.73
Mientras que los Estados Unidos se concentraba en sus asuntos internos, Gran Bretaña inició
una época de apogeo del imperialismo, definido en términos de presiones oficiales e
intervenciones, buscando beneficios para el comercio británico en esta parte del mundo.
Gracias a ese apogeo, el imperio británico se convirtió en el principal socio comercial de las
nuevas repúblicas hispanoamericanas. El tono de la política británica en Hispanoamérica,
entre el periodo de las independencias y la mitad del siglo XIX, fue beligerante,
intervencionista e intrusivo, promoviendo las condiciones ideales para el buen desarrollo de
un comercio favorable para esa corona.74 Algunos historiadores califican las acciones
británicas en Hispanoamérica como una forma de imperio informal, la que es cuestionada,
ya que el imperio informal parece ser un eufemismo del imperio. La definición que vamos a
tomar en este trabajo es la de Michael Doyle, quien define Imperio como las relaciones
asimétricas de control político, impuesto por algunas sociedades políticas para ejercer control
72 Donghí. “Economy and Society”, 303; Sexton, The Monroe Docrtrine, 71. 73 Marchant. "Britain and the United States”, 146; Miller. Britain and Latin America, 2. 74 Miller. Britain and Latin America, 48-51
33
sobre la soberanía efectiva de otra. Imperialismo es el proceso de establecer y mantener el
imperio.75
Por medio de esa política imperial, Gran Bretaña implantó un Imperio en la región, basado
en el control político sobre la política interna y externa, es decir sobre la soberanía efectiva
de los países hispanoamericanos, pero sin fines de expansión territorial.76 El principal
objetivo de la política internacional británica era abrir y asegurar los caminos de sus
comerciantes, tanto en Hispanoamérica, como en otras partes del mundo. Para ello, sobre
todo en la década de 1820, firmaron tratados de comercio y navegación, en muchos casos
con la cláusula de la "nación más favorecida" para asegurar un trato justo a las exportaciones
británicas. Además, hubo algunos intentos de adquirir islas o pequeños enclaves por razones
estratégicas o como centros comerciales. Este interés explica el establecimiento de colonias
en las Malvinas (1833) y El Reino de Mosquitia (donde se impuso un rey marioneta en 1832
y se estableció un protectorado formal en 1861).77
Gran Bretaña estaba muy precavida de que, invocando la Doctrina Monroe, Estados Unidos
interviniera en sus asuntos, por lo que acudió a la diplomacia de las cañoneras, como
estrategia para ejercer control sobre la soberanía de los países hispanoamericanos.78 Aunque
hubo en realidad pocos bloqueos, con la sola muestra de poder de uno o dos buques de guerra
de la Royal Navy era suficiente para persuadir a gobiernos y a rebeldes de entrar en razón y
acoger las peticiones inglesas. Con el tiempo este tipo de diplomacia se tornó negativo, en
75 Doyle, Empires, 19. Para ver el debate del imperio informal británico en Hispanoamérica ver Brown. Informal
Empire, 1-4, 21; Miller, Britain and Latin America, 1-3 76 Michael Doyle. Empires. (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1986) 19, 33. 77 Bourne. Britain and the Balance of Power in North America, 49. 78 La Diplomacia de las cañoneras era muy común en el siglo XIX, era el medio por el cual las potencias
"defendían" sus derechos e imponían su voluntad a Estados más débiles. La política de las cañoneras fue
significativamente más utilizada por Inglaterra durante el tiempo en que Lord Palmerston lideró el Foreign
office (1830-1841). J. Y. Wong. "The Limits of Naval Power: British Gunboat Diplomacy in China from the
Nemesis to the Amethist, 1839-1949" en War and Society, Vol 18, No 2 (octubre de 2000), 93-120. Rebecca
Berens Matzke. "Britain Gets Its Way: Power and Peace in Anglo-American Relations, 1838–1846" en War
and History, 2001, 8 (1), 19; Andrew Graham-Yooll [1983]. Imperial Skirmeshes. War and gunboat diplomacy
in Latin America. (Oxford: Signal Books, 2002, 91).
34
tanto que exaltaba los nacionalismos contra las potencias que la usaban, especialmente Gran
Bretaña.79
Algunos de los bloqueos más representativos de la diplomacia de cañoneras fueron:
1. Buenos Aires, Brasil y la Banda Oriental (1826), ocasionado por la disputa entre
Argentina y Brasil por la Banda Oriental. En el conflicto, los brasileños hacían presa
de los barcos comerciantes ingleses, lo que motivó la acción de las naves armadas
inglesas en esa parte del Nuevo Mundo.
2. Las Islas Malvinas (1833). Gran Bretaña las invadió para hacer posesión de ellas,
luego de una querella entre los Gobiernos de Estados Unidos y Buenos Aires. Con
esto, los británicos obtuvieron paso del Atlántico al Pacífico.
3. El Bloqueo Anglo-francés (1845-1850) al Río de la Plata, ocasionado por el intento
del gobierno argentino de Rosas de anexar Uruguay.80
Por su parte, Estados Unidos, que aprovechó su tiempo de reacomodación, fortaleciendo su
fuerza marítima y militar, volvió a buscar su papel protagónico en el escenario continental,
siguiendo su política de expansión territorial que buscaba una salida al Pacífico y controlar
el Golfo de México.81 En la década de 1840, ese país continuó el proceso de ensanchamiento
de sus fronteras en los que se vieron perjudicadas las colonias británicas en Norteamérica y
México, todo basado en la idea del destino manifiesto;82 basados en esta idea, se expandió la
imagen que los Estados Unidos “tenían el derecho del destino manifiesto a poseer todo el
continente que [les] ha dado la Providencia para desarrollar [su] gran cometido de libertad y
autogobierno.”83 Bajo esta perspectiva, los Estados Unidos se expandieron hacia el occidente,
79 Miller. Britain and Latin America, 60. 80 Graham-Yooll. Imperial Skirmishes, 35-82. 81 La política de expansión estadounidense comenzó con las compras de Louisiana a los franceses (1803) y,
posteriormente, la de Florida a los españoles (1818). Robert Bush. The Louisiana Purchase: A Global Context.
(New York: Routledge, 2014); Timothy Lynch (ed.). The Oxford Encyclopedia of American Military and
Diplomatic History. (New York, Oxford: Univerity of Oxford Press, 2013, 5. 82 Mark Joy. American Expansionism, 1783-1860, A Manifest Destiny? (Londres y New York: Taylor and
Francis, 2014) xxvi-xxviii; John D. Wilsey “’Our Country Is Destined to be the Great Nation of Futurity’: John
L. O’Sullivan’s Manifest Destiny and Christian Nationalism, 1837–1846” en Religions 2017, 8(4), 46-47. 83 John O'Sullivan. "Annexations" en United States Magazine and Democratic Review, Vol. 17, No. 1 (julio-
agosto 1845) 6.
35
quitándole Oregón (1846) a la corona británica, y hacia el sur, con la anexión de Texas (1846)
y los territorios de California y otros estados del norte mexicano, tras la guerra entre ambos
países (1848).
La anexión del norte mejicano al gobierno de Washington fue vista con indiferencia por los
británicos, no porque no les importara, sino porque veían en los Estados Unidos a un
complemento de la economía imperial -por su algodón. El descenso del interés británico en
América coincidió con el aumento de acciones al otro lado del mundo, en el sureste asiático
y Nueva Zelanda.84 Sin embargo, los británicos veían la declaración del destino manifiesto
como una expansión de la Doctrina Monroe que debían detener por medios diplomáticos,
antes que tocara sus intereses en Centroamérica y el Caribe, principalmente en lo referente a
la construcción de un canal interoceánico. Por esto, en 1850, representantes de ambos países
firmaron el tratado Clayton-Bulwer, en el que acordaron que ninguna de las dos colonizaría
ningún territorio en Centroamérica, ni se haría con el control exclusivo de ningún canal.85 El
tratado no fue efectivo. Los intereses estadounidenses no sólo estaban en Centroamérica y
Cuba, también patrocinaban expediciones en Japón y en el río Amur, en Rusia, por lo que
Palmerston, primer Ministro británico, sugirió dar un golpe de autoridad en América. Sin
embargo, el gobierno británico estaba concentrado en la guerra de Crimea (1853-1856),
contra el expansionismo ruso. De esta manera los británicos estaban haciéndole frente a dos
expansionismos en ambos hemisferios.86
Ni a Estados Unidos ni a Gran Bretaña les interesaba tener una guerra entre sí y, de esa
manera, permitir que entrara otra fuerza a disputar la influencia en el continente. Entonces,
Gran Bretaña cumplió los puntos del tratado de 1850 que le obligaba a racionalizar su
posición en Centroamérica. Mientras que, en Estados Unidos, la llegada de la administración
demócrata de Buchanan (1857-1861), que mantenía la idea de expansionismo, pero sin
materializarla, encontró en la diplomacia la mejor forma de mantener el orden y la estabilidad
84 Simon Smith, British Imperialism, 1750-1970. (Cambridge, Cambridge University Press, 1998, 72-73) 85 Bourne. Britain and the Balance of Power, 177-180. 86 Bourne. Britain and the Balance of Power, 181-182.
36
en el balance de poder del continente, que pronto fue puesta a prueba, cuando inició la Guerra
Civil estadounidense.
1.3 La Guerra Civil estadounidense. Relaciones entre Europa y los Estados Unidos
La Guerra Civil estadounidense fue un conflicto en el que el republicanismo fue puesto en
duda. Para muchos europeos la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) era la prueba de
que no podía haber civilización en una sociedad sin reyes ni aristocracia; Lincoln, sin
embargo, pensaba que el triunfo del Norte era la última salvaguarda del republicanismo, ya
que su país había servido de modelo en el mundo para reformar o derrocar los viejos
regímenes87. La Guerra Civil, aunque fue un asunto meramente interno, tuvo un alcance que
trascendió las fronteras estadounidenses.88
A mediados del siglo XIX, en ambos lados del Atlántico los republicanos creían que vivían
en una época en la cual el Estado-nación tomaría su forma final. Unionistas y Confederados
quería convencer al mundo de que sus causas podrían mejorar los modelos pasados y marcar
el comienzo de una era en la que la contienda nacionalista fuera un camino para el consenso
y la armonía. Los Confederados argumentaban que la ola revolucionaria de 1848 y otros
movimientos nacionalistas europeos les habían inspirado y servido de ejemplo para
establecer una nación independiente. Basaban su discurso en los derechos de la revolución y
autodeterminación. Por el contrario, muchos unionistas comparaban a los esclavistas sureños
con la aristocracia europea que había derrotado revoluciones progresistas durante el siglo
XIX, sobre todo en América.89
87 Don Doyle. The cause of all the nations. An international history of the American Civil War. (New York:
Basic Books, 2015) 5 y James M. McPherson. “’The Whole Family of Man’ Lincoln and the Last Best Hope
Abroad.” en Robert May. [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rym. (Gainesville: University
Press of Florida, 2013) 147, 150. 88 Jay Sexton. “The Civil War and U.S. World Power” en Don Doyle (Ed.). American Civil Wars The United
States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina
Press, 2017) 15-32. 89 Andre Fleche. The Revolution of 1861. The American Civil War in the Age of Nationalism Conflict. (Chapell
Hill: North Carolina University Press, 2012) 13.
37
La disputa por el nacionalismo y republicanismo tuvo una plataforma importante en Europa
en 1848, basados en los ideales y hechos de la Revolución Francesa en 1789. La ola
revolucionaria empezó en París. En febrero de 1848 los parisinos se tomaron las calles en
protesta contra las medidas de Luis Felipe, prohibiendo la reunión de un grupo de liberales y
reformistas para la realización de un banquete político. Luis Felipe abdicó al día siguiente.
Las noticias de los hechos se esparcieron rápidamente por Europa. En Alemania se tomaron
las calles pidiendo libertad de voto y de prensa. Incluso en el Vaticano, el Papa Pio IX fue
obligado a desocupar los estados vaticanos, abriendo paso a la nueva República Romana. En
Nápoles, el pueblo depuso al Rey Fernando II.90
En general los burgueses revolucionarios europeos pedían derechos civiles y el
establecimiento de gobiernos representativos, basados en principios nacionalistas (misma
cultura, lenguaje y etnia), en lo que se llamó autodeterminación nacional. Esto fue visto por
muchos observadores estadounidenses como que su republicanismo, exitosamente
establecido, se había convertido en un modelo de construcción de nación que podía ser
seguido en cualquier parte del mundo. Tal vez, por ello ese gobierno dio muestras de apoyo
y envió ministros con el fin de reconocer las Repúblicas de Hungría, Italia y Alemania. Dos
años más tarde, la situación había vuelto al statu quo y las coronas europeas que habían caído
volvieron a entronarse.91
En los Estados Unidos la opinión sobre el posible fin de las monarquías europeas dividía las
opiniones. En el norte creían que la caída de ellas promovería las ideas liberales,
democráticas y republicanas, y, de esa forma, se abriría paso a la abolición de la esclavitud
en su país. En el sur, la revolución en Francia y el resto de Europa fue vista con recelo, no
90 Fleche. The Revolution of 1861, 22. Para un panorama de la ola revolucionaria de 1848 ver Dieter Dowe,
Heinz-Gerhard Haupt, Dieter Langewiesche, y Jonathan Sperber, (eds). Europe in 1848: Revolution and
Reform. (New York: Berghahn Books, 2001). Ver sobre todo Heinz-Gerhard Haupt y Dieter Langewiesche
“European revolution of 1848: its political and social reforms, its politics of nationalism, and its short- and
long-term consequences”, 3-45 y Roger Price "’Holy struggle against anarchy’: the development of counter-
revolution in 1848” 47-92. 91 Timothy Mason Roberts. Distant Revolutions: 1848 and the Challenge of American Exceptionalism.
(Charlottesville: University of Virginia Press, 2009) 76– 80; Fleche. The Revolution of 1861, 20, 22.
38
por la posibilidad de la abolición de la esclavitud, sino por el temor de la expansión del
socialismo y el comunismo.92
Los sureños, entonces, se acobijaron dentro de lo que ellos llamaban republicanismo blanco,
en contra del republicanismo negro del norte (pro abolicionista) y del rojo europeo (de
tendencias socialistas y comunistas). 93 Los Confederados argumentaban que su nacionalismo
era posible por el control sobre el conflicto de clases, por medio del esclavismo, que
amenazaba a Europa. Ya en la Guerra Civil, el nacionalismo confederado simpatizaba con
las revoluciones de Polonia (1863) y la recién unificada Italia (1861), teniendo cuidado de
no relacionarse con ningún republicanismo rojo. Los Confederados comparaban el caso de
Polonia con el de ellos mismos, diciendo que sus actos no se trataban de una revolución de
las clases proletarias contra las clases poderosas, sino que ambas eran producto de un orgullo
nacional, que peleaba contra una fuerza ajena que pretendía ejercer control sobre ellas.94
La esclavitud era el estandarte del nacionalismo sureño. Como lo expresaba un periódico de
Georgia “La esclavitud negra es el sur y el sur es la esclavitud negra.”95 Esta institución no
sólo era su modelo de producción, sino que se convertía en un factor que los identificaba
frente a los estados del Norte. Los confederados se veían a sí mismos como superiores y
salvadores de los negros, quienes, decían ellos, se encontraban en un estado barbárico. Su
misión, como buenos cristianos, era ayudar a que este grupo humano entrara por la senda del
cristianismo y la cultura occidental. Los sureños no esperaban que los unionistas entendieran
92 Timothy Roberts. “The United States and the European Revolutions of 1848” en Guy Thomson (ed.) The
European Revolutions of 1848 and the Americas. (London: Institute of Latin American Studies, 2002) 85-86,
89. 93 Roberts. Distant Revolutions; Roberts, “The United States and the European Revolutions 76-99; Adam-Max
Tuchinsky. “‘The Bourgeoisie Will Fall and Fall Forever’: The New-York Tribune, the 1848 French
Revolution, and American Social Democratic Discourse.” Journal of American History, No 92 (septiembre de
2005) 470– 497. Además, la ola revolucionaria de 1848 también influyó en el desarrollo del socialismo y
comunismo, ver Paul Leduc Browne y Douglas Moggach (eds.). The Social Question and the Democratic
Revolution: Marx and the Legacy of 1848. (Ottawa: University of Ottawa Press, 2000). 94 Drew Gilpin Faust. The Creation of Confederate Nationalism: Ideology and Identity in the Civil War South.
(Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1988) 13; Robert May [1995]. The Union, the confederacy
and the Atlantic Rym. (Gainesville: University Press of Florida, 2013) 30. 95 Daily Register (Augusta GA), 31 de diciembre de 1864. Citado en Faust. The Creation of Confederate
Nationalism, 60.
39
esta institución. En el Sur pensaban que “el esclavo no era propiedad, pero el derecho de su
trabajo si lo era, y podía ser transferido como cualquier otra forma de propiedad. El amo tenía
el derecho a la obediencia y al trabajo del esclavo, quien tenía derechos, tales como a la
protección, al consejo y guía, a la subsistencia, al cuidado y la atención en enfermedad y
vejez.”96
Estas diferencias hicieron que el Sur buscara su separación del gobierno de Washington,
invocando el derecho a la autodeterminación. En la mente de los sureños estaba presente la
previa posición de Gran Bretaña de reconocer a las repúblicas que, basados en su voluntad
nacional, habían acudido a su libertad de determinar su forma de gobierno, separándose de
unidades políticas más grandes.97
Por el contrario, muchos unionistas, en el norte, comparaban a los esclavistas sureños con la
aristocracia, y argumentaban que ellos podrían vencerlos, preservar la nacionalidad
americana y acabar con cualquier tipo de propiedad sobre un ser humano. Mientras tanto, las
opiniones estaban divididas en Europa, un grupo conservador veía a los de la Unión como
déspotas, y a los del Sur como los verdaderos defensores de la nación y la libertad. Mientras
que otro grupo de liberales y comunistas argumentaban que la pelea entre el norte y el Sur
era una lucha no entre capitalismo y feudalismo, sino entre esclavitud y el sistema de
trabajadores libres.98
La Guerra Civil se convirtió en un tema de principal interés en Europa. Un grupo importante
de políticos y aristócratas conservadores apoyaba la idea de una secesión del Sur, pero
despreciaban la esclavitud. Algunos observadores europeos creían que los hechos en Estados
Unidos, reflejaban los fallos del experimento democrático. Otros pensaban que una
separación pacífica de la Unión y la Confederación era la mejor opción. Además, también
había quienes pensaban que la secesión repercutiría en la seguridad de Europa, evitando que
96 E.N. Elliott (Ed.). Cotton is King, and Pro-Slavery Arguments. (Augusta: Pritchard, Abbott & Loomis, 1860)
v-vii; Paul Quigle. Shifting Grounds: Nationalism and the American South, 1848–1865. (Oxford y New York;
University of Oxford Press. 2011). 97 Sobre reconocimientos británicos existe una amplia bibliografía. para los casos en Hispanoamérica ver
Wendy Hinde. George Canning. (Oxford: Basil Blackwell, 1989, 357-362); sobre el reconocimiento de Italia
Martin Collier. Italian Unification, 1820-71. (Oxford: Heinemann, 2003, 3). 98 Fleche. The Revolution of 1861, 12, 14.
40
se formara una nación que abarcara un cuarto del globo. Estas opiniones estaban de acuerdo
con que los países europeos guardaran una neutralidad frente a la Guerra. La Guerra de
Crimea acababa de terminar (1854-1857) y los hombres de estado europeos no querían volver
a pasar por un evento similar. También había sectores de la opinión pública europea que
defendían la Unión americana y veían a los del Sur como personas poco civilizadas que
mantenían vigente un modelo de producción obsoleto y reprochable.99 Cuando la Guerra
Civil estadounidense estaba por resolverse, las divisiones de opinión se fueron alineando a
favor del Norte, sobre todo por el tema de la abolición de la esclavitud, ordenada por Lincoln
(1863).100
Para inclinar la opinión general a su favor y buscar su reconocimiento, el Gobierno de la
Confederación envió cuatro diplomáticos a Europa, luego del inicio de la Guerra, tras la toma
de Fort Sumter (en abril de 1861). El reconocimiento de los británicos era el que más les
interesaba. Los Confederados sabían que Gran Bretaña era antiesclavista (había abolido el
esclavismo de sus colonias en 1833 y puso la abolición como condición para el
reconocimiento de las repúblicas hispanoamericanas), por lo que sus diplomáticos llevaban
instrucciones de desviar el interés de esta materia. Argumentaron que el objetivo de la Guerra
era la independencia contra un gobierno ajeno, asentado en el norte.101 Sostuvieron que los
estados Confederados no habían violado ninguna obligación de lealtad, “Ellos habían
ejercido su soberanía, que poseen desde la separación con Gran Bretaña, y eran libres de
99 Estas opiniones eran más comunes en Gran Bretaña, donde el esclavismo era combatido y se promovía su
eliminación. Duncan Campbell. English Public Opinion and the American Civil War. (Woodbridge, Suffolk:
Boydell, 2003). 100 Donalddson Jordan y Edwin Pratt. Europe and the American Civil War. (London: University of Oxford
Press, 1931) xi; Blackett, Richard. Divided Hearts: Britain and the American Civil War. (Baton Rouge:
Louisiana State University Press, 2001). Para ver los comentarios compilados de los políticos y observadores
en Europa ver Belle Becker y Lilian Friedman (Eds.) Europe Looks at the Civil War. (New York: Collier Books,
1962); Además, Charles Adams muestra lo que la prensa del Reino Unido decía sobre la Guerra Civil mediante
una compilación de un número importante de periódicos de diferentes ciudades de las islas en Slavery,
Secession, & Civil War. Views from the United Kingdom and Europe, 1856-1865. (Toronto, Plymuth: The
Scarecrow Press, 2007). 101 Howard Jones. Blue and Grey Diplomacy. A History of Union and Confederate Foreign Relations. Chapell
Hill: The Univeristy of North Carolina Press, 2010, 20-21.
41
revocar la autoridad que habían delegado voluntariamente al Gobierno Federal, y reasumir
ellos mismos el ejercicio de la autoridad delegada."102
Además de alegar la reversión de la soberanía, la carta principal de los confederados era el
algodón y la dependencia en Europa de este producto sureño, Declararon al algodón como el
rey. Según sus cálculos, el 85% del algodón que importaba Gran Bretaña era producido en el
Sur, convirtiéndolo en una base importante para su economía e industria textil, que empleaba
a cerca de cinco millones de personas, y un millón en Francia.103 La Confederación decidió
detener los envíos de algodón a Europa para conseguir el reconocimiento. Las presiones
ejercidas por lo que se conoció como King Cotton Diplomacy tenían como fin forzar a las
potencias europeas a decidir entre unas revueltas internas, que se podrían presentar tras los
cierres de la industria textil, o la intervención en la guerra civil estadounidense.104
Pese a las presiones, las potencias europeas no reconocieron a la Confederación como
beligerante y optaron por una posición neutral frente a la Guerra Civil. Esto se puede explicar
por tres razones. Primera, los gobiernos europeos vieron con preocupación el hecho que la
dependencia comercial frente a un bien repercutiera en las decisiones políticas; segunda, las
potencias no querían reconocer a un Estado esclavista; y, tercera, el algodón no fue lo
suficientemente importante para desplazar la importancia del comercio con la Unión. Las
exportaciones de productos manufacturados de las economías europeas tenían como destino
los Estados del norte, donde los comerciantes e industriales europeos amasaron sus
fortunas.105
102 Pickett Papers, Toombs to Yancey, Mann and Rost; ORN, serie 2, Vol III, 191-195. Citado en Frank Owsley.
King Cotton Diplomacy. (Chicago: The University of Chicago Press, 1931, 54). 103 Jones. Blue and Grey Diplomacy, 22; Brian Schoen. The Fragile Fabric of Union: Cotton, Federal Politics,
and the Global Origins of the Civil War (Baltimore: John Hopkins University Press, 2009) 3; los cálculos de
los confederados provenían principalmente de los estudios estadísticos de David Chrisry, publicados por
primera vez en 1854 y actualizados en 1860. "Cotton is King: or Slavery in the Light of Political Economy" en
Elliott. Cotton is King, and Pro-Slavery Arguments, 250-254. 104 Owsley. King Cotton Diplomacy, 38; Neil Eichhorn. "North Atlantic Trade in the Mid-Nineteenth Century.
A case for Peace During the Civil War" en Civil War History, Vol. 61, No 2, junio 2015, 141. 105 Eichhorn. "North Atlantic Trade, 143.
42
Al mismo tiempo, Gran Bretaña y las potencias europeas tenían sus propios asuntos que tratar
en el Viejo Continente (la revolución polaca, la unificación italiana y la guerra germano-
danesa), en Asia, sobretodo el fortalecimiento del sistema colonial británico en India, y,
además, en Hispanoamérica, la reanexión de Santo Domingo (1861) y la invasión tripartita a
México (1862).106 Si bien es cierto que la Guerra Civil no salió del radar de las potencias
europeas, si perdió preeminencia frente a otros temas en sus agendas. Además, el que los
Estados Unidos estuvieran concentrados en sus problemas internos permitió que dichas
potencias pudieran actuar con mayor libertad, no solo en el mundo, sino particularmente en
Hispanoamérica.
1.4 Cese de la Doctrina Monroe. El tercer camino
Tras la reanexión española de Santo Domingo (1861), el Secretario de Estado, William
Seward le dijo a Lincoln que sólo había dos salidas a analizar, apoyar a los isleños, con lo
que se agravarían las tensiones con España y podría conllevar al reconocimiento de la
Confederación; el otro, no hacer nada, que podría lucir como un abandono a los principios
de la Doctrina Monroe. Lincoln respondió con una historia: "Una vez, un hombre en
Tennessee fue a consultar a su predicador. El clérigo le dio a escoger entre dos caminos: uno
que iba directo al cielo y otro a la condena. El hombre abrió los ojos y dijo al predicador que,
si sólo había esas dos opciones, él abriría un tercero camino, y se iría a través del bosque."107
La decisión de Lincoln fue mantener la neutralidad: lo más importante era preservar la
existencia de la Unión y luego habría tiempo para otros asuntos. Esta posición del Gobierno
106 Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New
York: Crown Publishers, 2013) 121, 165; Jordan y Pratt. Europe and the American Civil War, 3-4; Por ejemplo,
Inglaterra lidio en 1857 con varios intentos de rebelión contra la política colonial británica en India, Judith
Brown. Modern India: The Origins of an Asian Democracy. (Oxford University Press, 1994) 85, 86; May. The
Union, the confederacy and the Atlantic Rym, 28-32; Richard Huzzey. “Manifest Dominion. The British Empire
and the Crises of the Americas in the 1860s” en Don Doyle (Ed.). American Civil Wars The United States, Latin
America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017),
82-106. 107 John Nicolay y John Hay. Abraham Lincoln: A History. Vol 3 (New York: Century: 1917) 379, citado en
Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New York:
Crown Publishers, 2013) 117.
43
estadounidense declaró un cese momentáneo en la Doctrina Monroe, tras lo cual, Francia y
España encontraron la oportunidad de iniciar nuevos intentos colonialistas en
Hispanoamérica y sobre todo en el Caribe.
Tras las independencias americanas, el Caribe se reafirmó como una importante zona
comercial para europeos y americanos. Sin embargo, la importancia no era sólo por el
desarrollo comercial europeo en sí, sino por la conexión que se podía lograr con el Lejano
Oriente a través de un paso interoceánico por Centroamérica.108 De hecho, el paso al Pacífico
y la construcción de un canal fueron motivaciones para los intereses expansionistas europeos
durante el siglo XIX. Los holandeses obtuvieron la primera concesión para un canal en
Centroamérica en 1830. Los británicos establecieron un protectorado sobre el Reino de
Mosquitia en la costa de Nicaragua y crearon una colonia en las Islas de la Bahía frente a
Honduras. Los austriacos se involucraron en un proyecto de colonización en Nicaragua en la
década de 1840.109
Francia se sumó a ese grupo de naciones que buscó hacerse de un paso interoceánico en
Centroamérica. Hubo algunos intentos durante el siglo XIX de hacer un canal en Panamá que
no se pudieron concretar.110 Cuando Napoleón III lanzó su ofensiva en México (1862) las
motivaciones que exponía eran la comunicación marítima entre los dos océanos y el
mantenimiento de las colonias francesas en el Caribe:
La prosperidad de América ... nutre nuestra industria y le da vida a nuestro comercio. Estamos
interesados en ver a los Estados Unidos poderosos y prósperos, pero no tenemos ningún
interés en que esa república adquiera todo el Golfo de México, domine las Antillas y
Sudamérica, y se convierta en la única despensa del Nuevo Mundo y, en consecuencia, de
América Central y del paso entre los dos océanos. En adelante no habría otro poder en
América que el de los Estados Unidos [...] [Pero si tenía éxito en México,] nos habremos
108 Thomas Schoonover. “Napoleon is Coming! Maximilian is Coming? The International History of the Civil
War in the Caribbean Basin.” en Robert May [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rim.
(Gainesville: University Press of Florida, 2013 122). 109 Schoonover. “Napoleon is Coming”, 119. 110 Thomas Schoonover, “France in Central America, 1820s to 1930: An Overview,” en Revue française
d'histoire d'outre mer, No 79 (1992), 161–197.
44
opuesto a una barrera insuperable para las intrusiones de los Estados Unidos, habremos
mantenido la independencia de nuestras colonias en las Antillas [...] y esta influencia creará
mercados inmensos para nuestro comercio, y podríamos adquirir sin problemas la materia
prima indispensable para nuestra industria.111
Napoleón III advertía que, si el balance de poder en América se inclinaba a favor de los
Estados Unidos traería perjuicios para los intereses políticos y económicos franceses y
europeos en el Caribe. Y es que los estadounidenses habían manifestado su interés en dos
aspectos fundamentales en esa región: establecer un paso interoceánico en Centroamérica
(logrado en 1855, tras la construcción del ferrocarril interoceánico en Panamá) y, además,
expandir su frontera hacia México e, incluso, hacerse del control territorial de Cuba.112 La
disputa por el balance de poder en América y el Caribe estaba lejos de terminar, y, en la
década de 1860, tuvo un nuevo capítulo gracias al inicio de la Guerra Civil estadounidense y
la decisión de Lincoln de hacer un cese a la Doctrina Monroe y la retirada de Gran Bretaña
para cuidar su sistema colonial en oriente.113
Además de los diferentes intentos colonialistas de las potencias europeas, en América había
partidarios de la monarquía. Este era el caso en México y Santo Domingo, donde líderes
conservadores promovieron la instauración de príncipes europeos o que se instituyera un
protectorado en sus países. Los principales candidatos para estas ideas eran las coronas de
Francia y España, con quienes sentían mayor afinidad cultural.114 Sin embargo, ninguna de
111 Napoleon III a Forey, 3 July 1862, citado en Alfred H. Hanna and Kathryn A. Hanna. Napoleon III and
Mexico: American Triumph over Monarchy. (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1971) 79–80. 112 Sexton. The Monroe Doctrine, 71; James Barnes y Patience Barnes. The American Civil War through British
Eyes. Dospatches from British Diplomats. tres Volúmenes. Vol 1. (Kent: The Kent State Uniperstiy Press, 2003,
iii); Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University
of California Press, 1967, 177-180). 113 Robert May. The Union, the confederacy and the Atlantic Rim, 1-2. 114 Sobre las ideas monárquicas en Santo Domingo ver Jaime de Jesús Domínguez. La Anexión de la República
Dominicana a España. (Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1979) 11-
22); Wayne Bowen. Spain and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press,
2011) 85-86. También, sobre las ideas monárquicas en México ver Hanna y Hanna. Napoleon III and México
12-16; Edward Shawcross. France, Mexico and Informal Empire in Latin America, 1820-1867: Equilibrium in
the New World. (London: Palgrave Macmillan, 2018) 6-11; Frank Sanders. Proposal for Monarchy in Mexico.
1823-1860. Tesis para obtener el título de Doctor of Philosophy del Departamento de historia de la Universidad
de Arizona. 1967.
45
esas potencias había querido aventurarse en tal empresa en América, en buena medida por la
posible invocación de la Doctrina Monroe e injerencia estadounidense. La Guerra Civil,
momentáneamente, removió esas preocupaciones.
Algunas de los proyectos de imponer monarquías en México y Santo Domingo databan de la
década de 1840. Las cortes de España y Francia recibieron ofertas de conservadores
dominicanos y mexicanos que pensaban que sus gobiernos no se podían sostener por sus
propias fuerzas. Pedro Santana, desde la independencia de Santo Domingo de Haití, en 1844,
ofreció la anexión de su país a la Corona española, por medio del Capitán General de Cuba,
Leopoldo O’Donnell. La propuesta fue rechazada.115 Las constantes invasiones haitianas a
Santo Domingo hicieron que las ideas monárquicas tomaran fuerza, hasta 1860, cuando al
fin se materializaron. Santana se puso en contacto con el Ministro de Estado español,
Fernando Calderón Collantes, y le ofreció la reanexión de Santo Domingo a la corona
española. O´Donnell, ahora Presidente del Consejo de Ministros, consideró la idea y dispuso
que el Capitán General de Cuba enviara un contingente de soldados, una vez se comprobara
que la idea anexionista era aceptada por el pueblo dominicano. En marzo de 1861, Santana
realizó un plebiscito en el que participaron cerca de 4 000 personas, en su mayoría cercanas
al Presidente. La consulta arrojó como resultado la aprobación de la vuelta de Santo Domingo
al sistema colonial español.116
Por su parte, del otro lado del Atlántico, O´Donnell decidido a reanexar Santo Domingo a la
Corona española, evaluó sus posibles repercusiones. El Presidente del Consejo de Ministros
creía que las posibilidades de que la administración entrante de Abraham Lincoln desviara
los recursos políticos y militares de la defensa inmediata de la Unión eran pocas. Según los
cálculos de O´Donnell no habría mayor problema con la reanexión. La anunció formalmente
en marzo de 1861. La comunidad internacional reaccionó con silencio. Seward aconsejó que
se hiciera la guerra a España, pero Lincoln estaba más concentrado en la Guerra Civil que en
hacer cumplir la Doctrina Monroe. Por su parte, el Gobierno británico aceptó con renuencia,
115 Domínguez. La Anexión de la República Dominicana, 22-29; Bowen. Spain and the American Civil War,
85 116 Bowen. Spain and the American Civil War, 87-89.
46
principalmente por el compromiso de España de no reinstaurar la esclavitud. Mientras que la
corte francesa apoyó esta acción, en vista que no afectaban sus intereses en el Caribe; todo
lo contrario, abría las puertas hacia nuevos intentos coloniales.117
La reanexión de Santo Domingo fue otro paso más en el empeño del Gobierno español de
retornar a su posición en el primer renglón como potencia marítima. Luego de la década de
1840, su economía creció y su poder militar aumentó a niveles previos a 1810. Con este
aumento de poder, España intervino en el sudeste asiático, junto con Francia, también invadió
Marruecos y se apoderó del Territorio de Tetuán.118 En 1860 su economía parecía estable y
en constante crecimiento. O´Donnell quería que esa prosperidad repercutiera en el plano
internacional y sirviera para revivir el imperio español, con movimientos colonialistas en
África y América. Esta iniciativa fue aplaudida por la opinión pública española que quería
ver restaurada la gloria pasada de España. Como resultado, más voluntarios se unieron a las
fuerzas armadas españolas.119
Desde la década de 1840, el promotor de las ideas monárquicas en México había sido José
María Gutiérrez Estrada. Gutiérrez vio cómo la disputa entre federalistas y centralistas sumía
a su país en una crisis política, lo que le llevó a pensar que
después de 16 años en que se ha experimentado el republicanismo, tal vez no sea ese sistema
el que más nos convenga. La forma monárquica (con un soberano de estirpe real) sería más
acomodada al carácter, a las costumbres y a las tradiciones de un pueblo, que desde su
fundación, fue gobernado monárquicamente.120
117 Anne E. Eller. Let’s Show the World We Are Brothers: The Dominican Guerra de Restauración and the
Nineteenth-Century Caribbean. Tesis para obtener el grado de Doctor of Philosophy del Departamento de
Historia de la Universidad de New York) 175-176; Peraino. Lincoln in the World, 66-68, 117; Bowen. Spain
and the American Civil War, 88-89. 118 Bowen. Spain and the American Civil War, 6, 35-36. 119 Bowen. Spain and the American Civil War, 39, 44-45. 120 José María Gutiérrez. Carta dirijida al Excmo. Sr. Presidente de la República sobre la necesidad en un
Convencion el posible remedio de los males que aqueja á la República y opiniones del autor acerca del mismo
asunto. (México: Imprenta de Ignacio Cumplido, 1840) 35.
47
Tras la guerra con Estados Unidos, en 1848, Gutiérrez culpó al republicanismo y a la falta de
un gobierno fuerte –de preferencia monárquico- por convertir a México “en presa fácil de un
enemigo extranjero.”121
Gutiérrez se trasladó a Europa donde hizo publicidad a la idea monárquica, sobre todo en
Inglaterra y Francia. En 1853, Cuando Antonio López Santa Ana volvió a la Presidencia
mexicana, envió al Marqués Radepont para que apoyara la labor de Gutiérrez en Europa, sin
embargo, las cortes estaban más interesadas en la Guerra de Crimea que en cualquier tema
hispanoamericano. Los mexicanos debieron esperar hasta el fin de la Guerra para volver a
hablar de monarquías en América. El plan de Radepont era establecer una monarquía en
México que fuera el paso inicial de un plan más grande, en el que se pensaba que, con la
ayuda del Imperio del Brasil, se podría formar un bloque de monarquías hispanoamericanas,
teniendo en Roma su capital espiritual, y en París, su centro económico y cultural.122 El plan
tuvo que esperar. México se sumió en una guerra civil entre liberales (liderados por Benito
Juárez) y conservadores (presididos por Miguel Miramón), en la que los primeros se
impusieron en enero de 1861 y descartaron cualquier iniciativa monárquica en su país.123
En otro intento por recuperar su posición como potencia marítima, España participó en la
invasión a México, junto con Francia y Gran Bretaña en 1861. Esta iniciativa ya se venía
previendo de tiempo atrás. Durante y después de la Guerra de la Reforma, la situación de los
ciudadanos e intereses europeos en México era preocupante. La Guerra Civil mexicana,
conocida como de la Reforma, alarmó tanto al agente británico, Charles Wyke, como para el
francés, Dubois de Saligny. El estado de la seguridad, la vida y los capitales de los súbditos
de esas coronas eran preocupantes. Ambos ministros sugirieron a sus gobiernos que la única
121 José María Gutiérrez. México en 1840-1847. (México: imprenta de Vicente Torres, 1848) 36. 122 Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 18; Bock. Prelude to tragedy, 29. 123 La Guerra Civil mexicana, o Guerra de la Reforma, inició tras la promulgación de la Constitución de 1857,
bajo la cual se buscaron instaurar principios liberales, como la libertad de reunión y la enajenación de bienes
de manos muertas. Los conservadores se opusieron a dicha Constitución y se inició una confrontación que
duraría hasta 1861. Sobre el tema, entre otros tantos, recomiendo ver Zachary Brittsan. Popular politics and
rebellion in Mexico: Manuel Lozada and la reforma, 1855-1876. (Nashville: Vanderbilt University Press,
2015); Agustín Rivera. Anales mexicanos: la Reforma y el Segundo Imperio (México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 1994, 3-130).
48
solución era la intervención por medio de la fuerza para apropiarse de las aduanas, bajar los
impuestos y, así, aumentar las importaciones. Además, veían que esta era la única solución
porque no confiaba en el Gobierno mexicano y creían que una nueva revolución iba a
iniciarse en cualquier momento.124
La situación se complicó aún más cuando, en julio de 1861, el Congreso mexicano votó por
el cese de pago de la deuda extranjera por dos años. Saligny pasó un ultimátum al Gobierno
mexicano para que rectificara, en un plazo de 24 horas, esa decisión, si no las relaciones entre
México y Francia quedarían rotas. Wyke fue más generoso y otorgó 48 horas.125 Así, la
intervención armada en México se hacía cada vez más próxima. En esta ocasión las
circunstancias eran distintas. En pasadas rencillas con el Gobierno mexicano, los europeos
habían evitado la intervención armada para no enfrentarse con los Estados Unidos. En 1861,
ese miedo se había diluido con el inicio de la Guerra Civil estadounidense, y pronto
comprobarían que una intervención europea en América era secundaria para el Gobierno de
Washington.126
En octubre 31 de 1861, delegados de Francia, España y Gran Bretaña firmaron una
convención en la que esas coronas acordaron una invasión tripartita, para obligar al Gobierno
mexicano a pagar sus deudas y a proteger la vida y las pertenencias de los ciudadanos de las
potencias firmantes. Asimismo, las partes firmantes se comprometieron a no aprovechar esta
incursión para adquirir territorios, ni para adquirir ventaja mediante la intromisión en los
negocios internos de México.127 Como una muestra de respeto a la Doctrina Monroe, los
delegados acordaron enviar al gobierno estadounidense una invitación para que se uniera a
la invasión. Lincoln pensaba que las tres potencias tenían suficientes motivos para intervenir.
Sin embargo, Seward respondió que los Estados Unidos no se uniría, no por la violación a la
124 Daniel Dawson. The Mexican Adventure. (Londres: G. Bell and sons, 1935) 63-66. 125 Dawson. The Mexican Adventure, 67-68; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 38. 126 Dawson. The Mexican Adventure, 68; Schoonover. “Napoleon is Coming!” 123; Bowen. Spain and the
American Civil War, 3, 88; Peraino. Lincoln in the World, 238-240. 127 Para ver la Convención de Londres, Bock. Prelude to tragedy, 517-520.
49
soberanía mexicana, sino porque los intereses estadounidenses serían abordados de manera
bilateral. La Doctrina Monroe estaba en receso.128
El principal problema de México era su estado de bancarrota. Esto lo sabía muy bien el
Ministro de la Unión, que ofreció la compra de Baja California, una parte de Sonora y
Chihuahua por 15 millones de dólares. El Gobierno mexicano no aceptó, argumentado que
no iba a negociar poniendo en riesgo la integridad territorial del país. Hasta 1860 el pueblo
mexicano sólo había temido al expansionismo estadounidense. Tras la invasión francesa, el
gobierno de Juárez debió confiar en los Estados Unidos, para que, a través de la Doctrina
Monroe, actuara en favor de su soberanía. Su gobierno se encontraba en la encrucijada de
sacrificar su territorio y nacionalidad en las manos de los Estados Unidos, o su libertad e
independencia ante los tronos europeos.129
La invasión comenzó el 8 de diciembre de 1861. Las potencias decidieron hacerla en el
invierno, escapando de la fiebre amarilla. Primero llegaron 6000 soldados españoles a
Veracruz, puerto que tomaron sin oposición. Luego, el 6 de enero de 1862, los franceses e
ingleses llegaron con 2000 y 700 soldados, respectivamente. Pronto, ese mismo año, los
gobiernos británico y español embarcaron sus tropas de vuelta, dejando sólo a los franceses
en su aventura de “regeneración mexicana.”130
El plan de regeneración estaba basado en el “Gran Diseño” de Napoleón III para las
Américas. Este diseño se fundamentaba en el latinismo y en establecer el imperio francés
como el más importante eje sobre el que girarían las economías latinas en el mundo -
principalmente las americanas. Napoleón III planeaba un nuevo imperio en el que París sería
el centro cultural y económico, y la Iglesia en Roma tendría de nuevo el cetro del
imperialismo religioso.131 El primer paso para llevar a cabo el plan era instaurar a
Maximiliano como rey marioneta y, una vez asegurada su regencia, expandir la influencia
128 Bock. Prelude to tragedy, 167-168; Peraino. Lincoln in the World, 143. 129 Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 25-26. 130 Bock. Prelude to tragedy, 32-33; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 41-44. 131 Don Doyle. The cause of all the nations. An international history of the American Civil War. (New York:
Basic Books, 2015, 7-10; Peraino. Lincoln in the World, 224; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, xv.
50
del Imperio francés a toda América. El interés del Emperador era tan grande que, mientras
que las demás potencias europeas ponían su pleno interés en la revolución de Polonia y la
guerra en Dinamarca, los franceses enviaban más tropas a México.132
Napoleón III, viendo el panorama de la Guerra Civil en los Estados Unidos y la falta de
estabilidad en el resto de repúblicas americanas pensaba que el republicanismo estaba
tambaleándose. Él buscaba ser quien le diera el golpe de definitivo.
1.5 Conclusión
Dentro de la historia del siglo XIX en Hispanoamérica, la disputa por el balance de poder en
el continente tuvo una importante injerencia en los acontecimientos políticos en esta parte
del mundo. Luego de las independencias hispanoamericanas, el papel de España fue relevado
por los Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta la década de 1860, cuando Francia y España
se unieron a ella, tras el tratado tripartita y la reanexión de Santo Domingo. Ahora bien,
también es importante decir que la disputa por el balance de poder, después del proceso de
independencia, se concentraba en la zona comercial del Caribe, hasta el istmo de Panamá.
De allí hacia el sur el interés mermaba considerablemente. El alto interés británico en los
mercados hispanoamericanos se vio pronto defraudado, por lo que prefirió enfocarse en sus
dominios en las Antillas y en buscar la manera de establecer un paso interoceánico que
sirviera de ruta comercial con el sudeste asiático; sobre estos dos aspectos, principalmente,
versaron las diferencias con los Estados Unidos.
El Gobierno estadounidense adoptó como política de Estado la Doctrina Monroe que fue
evolucionando desde su promulgación en 1823. Primero fue útil para proteger la lucha por
consolidar la independencia americana de Europa; luego, le sirvió para concentrarse en sus
asuntos internos, lo que le permitió la creación de una nueva nación; y, más tarde, apoyado
en la idea del destino manifiesto, fue base para la emergencia de un imperio americano. Sobre
todo, fue útil para justificar su expansión hacia el Pacífico y el sur, en territorio mexicano.
132 Peraino. Lincoln in the World, 226..
51
Por su parte, los Estados americanos sentían seguridad de contar con la protección de los
Estados Unidos y la Doctrina Monroe, frente a cualquier invasión europea que pretendiera
cambiar la forma de gobierno en el continente. Aunque no dejó de pesar el hecho que ese
gobierno patrocinara expediciones de filibusteros para ampliar la soberanía estadounidense
en Centroamérica, como la de Charles Walker. Estos actos generaron, como respuesta en
Hispanoamérica, que el sentimiento unionista se encendiera en la década de 1850.
Por su parte, las potencias europeas vieron con celo la Doctrina Monroe. El gobierno
británico, por medio de Canning, buscó opacar el mensaje presidencial estadounidense,
resaltando la importancia del memorándum Polignac, con el fin de obtener las mayores
ventajas posibles en los mercados hispanoamericanos. Más tarde, las potencias comerciales
y navales europeas, queriendo evitar confrontaciones con los Estados Unidos, recurrieron a
la diplomacia de las cañoneras como medio para exigir reparaciones de los Gobiernos
americanos por algunos perjuicios contra sus intereses o de sus súbditos. La diplomacia de
las cañoneras se institucionalizó, de manera informal, como práctica de los Estados
poderosos frente a los Hispanoamericanos.
El inicio de la Guerra Civil estadounidense significó el cese de la Doctrina Monroe. Esta
situación fue aprovechada por los gobiernos español y francés, con la aprobación del
británico, para incrementar su poder monárquico en el continente americano. La reanexión
de Santo Domingo por parte de la Corona española y la alianza tripartita y subsecuente
invasión francesa a México sólo pudieron ser posibles gracias a la confrontación entre la
Unión y la Confederación.
Para hablar del siglo XIX hispanoamericano necesariamente se debe voltear la mirada hacia
el Atlántico Norte. Esta mirada permite ubicar los acontecimientos sucedidos en
Hispanoamérica dentro de un contexto más grande, y, así, ampliar su comprensión. La
disputa por el balance de poder en América, la Guerra Civil estadounidense y la nueva ola
colonialista europea en este continente son asuntos de primer orden en el análisis de la
política de los países del Pacífico sudamericano durante la primera mitad de la década de
1860. Poner estos asuntos dentro de la discusión permite insertar la crisis del Pacífico en la
52
década de 1860 dentro de su propio contexto, que no se circunscribe solamente a la región,
sino que trasciende estos límites, para ponerlo en perspectiva global.
53
2. Unión americana y crisis (1820-1856)
Mientras Gran Bretaña y Estados Unidos buscaban inclinar a su favor la balanza de poder en
América, las jóvenes Repúblicas en el continente formaban un sistema de poder político que
les permitía, entre otras cosas, mantener su independencia. Los procesos de independencia
en América, además de concretar la separación política del Nuevo Mundo con la metrópoli,
también supusieron la disgregación de lo que hasta 1810 había conformado el imperio
español. Durante algo más de tres siglos, Hispanoamérica estuvo bajo el control de la corona
española, lo que hizo que las nuevas unidades políticas compartieran rasgos culturales como
la religión y la lengua establecidas por la monarquía en toda la América española. Bajo esos
rasgos, los jóvenes países hispanoamericanos buscaron unir su porvenir, según las
circunstancias. En un principio, hasta la Batalla de Ayacucho (1825), cuando la
independencia no se había consolidado y había temores de reconquista, la unión resultó ser
de carácter militar; mientras que, con el establecimiento del republicanismo, sectores en los
jóvenes países americanos promovieron la unión política, en una manera confederativa, que
era entendida como la unión que daba como resultado una gran nacionalidad con un gobierno
común.133 Este principio fue invocado en momentos específicos de crisis, en los que vieron
amenazada su independencia y soberanía.
133 Bernardo Monteagudo [1825] "Ensayo sobre la necesidad de una federación jeneral entre los estados
hispano-americanos i plan de su organización" en Colección de ensayos y Documentos Relativos a la Unión y
Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta Chilena, 1862) 170-172; Pedro Felix
54
En este capítulo se explorará la unión americana desde los procesos de independencia hasta
la década de 1850, cómo fue pensada en distintos momentos y las formas que tomó durante
ese periodo. La unión americana fue invocada por algunos países hispanoamericanos en
momentos específicos de crisis, en los que veían la independencia y soberanía americana
amenazadas. Cada uno de esos momentos tuvieron sus particularidades y, por tanto, eso
modificó la forma en la que ese grupo de países asumía la unión americana.
Por ello, se entiende la unión de dos maneras, ambas con un mismo objetivo: defender la
independencia de los países hispanoamericanos. Esas formas de entender la unión americana
van a dar la organización para este capítulo. Por un lado, está la unión militar; para analizarla
se abordará la campaña independentista sudamericana y las ideas unionistas que se gestaron
con el objetivo de extirpar el poder monárquico español de Sudamérica. Se hará mayor
énfasis en el ejército continental presente en el Perú, último bastión realista y donde se selló
la independencia hispanoamericana. Por otro lado, está la unión política a manera de
Confederación; para su análisis se tendrán en cuenta las ideas confederativas que circularon
en Hispanoamérica y los momentos en los que hubo mayor intención política para
materializarlas: el Congreso de Panamá (1826), el Congreso de Lima (1848) y la firma del
Tratado Continental (1856), hasta la década de 1860.
El análisis de cada uno de esos momentos tendrá en cuenta las circunstancias que rodearon
la reunión militar en el Perú, la celebración de los Congresos americanos y la firma del
Tratado Continental, tanto a nivel local como internacional. La historiografía ha tratado los
Congresos a partir de una relación dialéctica entre la situación interna de cada uno de los
países que buscó confederarse y el contexto internacional.134 En el análisis acá propuesto se
Vicuña [1839]. "Único asilo de las repúblicas hispano-americanas (en un Congreso General de todas ellas)" en
Colección de Ensayos, 213; Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta
de Huerta, 1864), 11. 134 Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas, 1952); Germán
de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en Estudios de
historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91; Germán de la Reza. “La dialéctica del
fracaso. El Congreso de Lima (1847-1848) y su desenlace” en Cuadernos americanos. Nueva época. Vol. 4,
Nº. 134, 11-26; Germán de la Reza, El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el
siglo XIX. (Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2012); José Briceño. “Los congresos
hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del
55
buscará ubicar cada uno de esos momentos dentro de su propio periodo histórico. Se tendrán
en cuenta diferentes factores como el contexto internacional y su influencia en el continente,
las ideas circulantes sobre unión y confederación, que fueron modificándose conforme
pasaba el tiempo, acomodándose a realidades cambiantes y, por último, la situación interna
de los países hispanoamericanos que les exigía a cada uno de ellos tener en cuenta sus
intereses particulares en la asistencia, negociación y posible ratificación de los tratados que
se firmaran en las reuniones continentales, donde se les exigía ceder en alguna medida parte
de su soberanía. La comprensión de estos factores en conjunto ayudará a ampliar el
entendimiento de los intentos de unión americana, desde el periodo de las independencias,
hasta la década de 1850.
Esta mirada permitirá comprender los lineamientos, y motivaciones que los países
hispanoamericanos siguieron para promover la unión continental, tales como la comunión de
lengua, cultura y religión y el afán por la defensa de la soberanía y la independencia de
amenazas externas, en momentos de crisis particulares. El análisis da la posibilidad de un
acercamiento a la comprensión de los obstáculos que se presentaron para la consolidación
del proyecto unionista hasta la década de 1850. A partir de esta presentación se busca seguir
la idea de unión americana justo antes de la década de 1860, momento en el que los políticos
del Pacífico sudamericano la trajeron, una vez más, a la discusión pública y promovieron su
puesta en práctica, en sus dos formas (militar y política), ante la crisis del republicanismo en
América, tras la entrada de Francia y España en la contienda del balance de poder en el
continente.
regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, (enero-abril de 2014), 131-170;
Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima: 1964);
Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en
Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91.
56
2.1 El ejército continental
La crisis imperial de 1808-1810 trajo consigo el establecimiento de juntas a lo largo del suelo
americano, las cuales fueron base para el establecimiento de nuevas unidades políticas que
luego se organizarían de manera independiente. Con la restauración de Fernando VII en 1813,
el gobierno monárquico español procuró los medios para restablecer su poder e influencia en
Hispanoamérica. La pacificación del continente tuvo un importante impulso con la
expedición de Pablo Morillo y la restauración monárquica en el norte de Sudamérica.
Además, el Perú era la fortaleza de los realistas sudamericanos, desde allí, el Virrey Azcabal
y su sucesor, Pezuela, enviaron tropas al Alto Perú, Chile y Quito que redujeron los
movimientos independentistas. Para 1817 sólo las Provincias Unidas del Río de la Plata
mantenían su independencia.135 La presencia del poder realista en Sudamérica impedía que
la independencia de las nuevas unidades políticas se mantuviera. El bastión de esas fuerzas
era el Perú. La derrota de los monárquicos allí apostados resultaba imperiosa para garantizar
la separación completa de esa región del poder imperial español. Ese ideal reunió los intereses
de las nuevas unidades políticas que buscaron garantizar su independencia por medio de la
guerra, tal como el caso de las Provincias rioplatenses.
Desde allí, José de San Martín ideó un plan para libertar por completo a Sudamérica del poder
español. La finalidad del plan era ir al Perú, destruir el bastión realista y asegurar la
independencia de la región. La idea de liberación de San Martín había sido más amplia que
la de Buenos Aires y sus provincias. Tras su nombramiento como Gobernador de Cuyo, en
Mendoza (1814), San Martín inició la formación del Ejército de los Andes. Su estrategia
resaltaba la importancia de acabar con el poder monárquico del Perú para garantizar la
independencia sudamericana. El camino a seguir, para llevar a cabo esta empresa, no era por
el Alto Perú, donde las tropas argentinas habían sufrido duras derrotas. La vía era por Chile
y el Pacífico. Tras la derrota de los patriotas chilenos en Rancagua (1814) y la restauración
del poder monárquico en Chile, el plan también debía incluir su liberación.136 La idea de San
135 Tulio Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America. (Durham y Londres: Duke University
Press, 1993) 53-61; John Charles Chasteen. Born in Blood and Fire. A Concise History of Latin America.
(Chapell Hill: University of North Carolina Press, 2006) 106-107. 136 John Lynch [2009]. San Martín. Soldado Argentino, Héroe Americano. (Bogotá: Crítica, 2010) 105-106.
57
Martín era sellar la independencia de toda Hispanoamérica, como garantía de que la
independencia de las Provincias del Río de la Plata no se viera amenazada por ningún reducto
de alguna fuerza monárquica en el continente.
En 1816 los movimientos se iniciaron. San Martín fue puesto a la cabeza del Ejército de los
Andes. El presidente de las Provincias Unidas, Juan Martín Pueyrredón, envió instrucciones
a San Martín antes de salir hacia Chile. En ellas le indicaba que buscara "una forma de
Gobierno General de toda América, que unida en identidad de causa, intereses y objeto,
constituya una sola Nación". Pueyrredón también le pedía que buscara la unidad de los dos
países (Chile y las Provincias Unidas) por medio de una federación.137
El primer paso en el plan de San Martín, liberar Chile, se concluyó en el Maipú (1818). Con
esa victoria, las fuerzas realistas se vieron arrinconadas al sur de ese país, en la isla de
Chiloé.138 Tras la victoria del Ejército de los Andes, se instauró un gobierno en Santiago,
encabezado por el aliado de San Martín, Bernardo O’Higgins.139 Luego de dos años, que
sirvieron para armar y adiestrar adecuadamente al Ejército de los Andes y crear una marina
relativamente bien dotada, encabezada por el británico Thomas Cochrane, el plan de San
Martín entró en su segunda fase. El 21 de agosto de 1820, el ejército libertador se embarcó
en Valparaíso con dirección al Perú, como se ve en mapa No. 2. La flota constaba de
dieciocho buques transportadores, custodiados por siete buques de guerra tripulados por
1,600 hombres, de los cuales cerca de 600 eran extranjeros, sobre todo británicos. El ejército
estaba compuesto por la División de los Andes (2,313 argentinos) y la División Chile (1,968
chilenos), en total cerca de 4,500 soldados entre infantería, caballería y artillería.140
Las fuerzas realistas en el Perú ascendían a 20,000 soldados. La estrategia ideada por San
Martín era bloquear las costas peruanas, con lo que esperaba que las élites peruanas
decidieran apoyarlo para derrotar a los realistas. Su plan estaba dando resultado. El pueblo
137 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín. Vol. IV, 572. Citado en Lynch. San
Martín, 158. 138 Collier, Simón. “Chile”, en Historia de América Latina Tomo VI, Crítica, Barcelona, 1991, 239. 139 Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 62. 140 Lynch. San Martin, 165-173, 183.
58
de Guayaquil se declaró independiente y mostraba interés por anexarse al Perú.141 Además,
con el apoyo de los pueblos costeros del norte del Perú y de un sector de la aristocracia
limeña, San Martín fue proclamado el 21 de agosto de 1821 Protector del Perú. Pese a que la
capital era controlada por americanos, en el resto del Perú los monárquicos todavía tenían
influencia, sobre todo en la Sierra. El apoyo de la aristocracia limeña no era suficiente y los
gastos para mantener una guerra en las montañas se incrementaba. El Protector entendía que
derrotar a las fuerzas realistas en la Sierra parecía imposible sin ayuda de fuera.142
Esa ayuda sólo podría provenir del norte, San Martín veía que la acción conjunta con el
ejército bolivariano podría ser el factor desequilibrante. “Colombia es una máquina de guerra
americana bien montada.”143 El Protector esperaba que estas fuerzas unidas con el ejército
chileno-peruano-argentino podrían exterminar el poder español en Perú y, de paso, en toda
América.
En efecto, mientras San Martín entrenaba el ejército de los Andes en Chile, Bolívar iniciaba
su ofensiva en Venezuela que tuvo un importante éxito en la Batalla de Boyacá en agosto de
1819, abriendo paso hacia el control de Bogotá. La victoria patriota en suelo granadino
permitió el establecimiento de un gobierno americano en la República de Colombia, creada
en Angostura.144 La Constitución de la nueva República de Colombia decía que el territorio
que la conformaba era el mismo que comprendía el Virreinato de la Nueva Granada
(incluyendo la presidencia de Quito) y la capitanía de Venezuela.145 Sin embargo, el control
patriota aún no era completo en el territorio colombiano: los realistas aún controlaban los
puertos de Santa Marta, Cartagena, Río de Hacha, Puerto Cabello, Maracaibo y Caracas, en
141 De Joaquín Mosquera a Pedro Gual, 17 de febrero de 1822 Archivo General de la Nación, Colombia
(AGNC). Fondo Relaciones exteriores, tomo 411 f 7. 142 Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 63. 143 Bartolomé Mitre. Historia de San Martín, Tomo II. (Buenos Aires: Editorial Juventud Argentina, 1944) 456 144 Ley Fundamental de la República de Colombia (1819). Artículo 1. Recurso digital, disponible en
https://es.wikisource.org/wiki/Ley_Fundamental_de_la_Rep%C3%BAblica_de_la_Gran_Colombia,
consultado el 12 de mayo de 2018. 145 Constitución de Cúcuta (1821), Artículo 6. Recurso digital, disponible en
https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_de_C%C3%BAcuta, consultado el 12 de mayo de 2018.
59
la costa caribe, y, al sur, los territorios de Quito y Pasto, lo que hacía ver que la campaña
independentista aún tenía tareas pendientes.146
Mapa No. 2. Guerras de las Campañas de Independencia americana
Fuente: Chasteen. Blood and Fire, 109
Bolívar encargó a José Antonio Páez asegurar la independencia en el norte y a Antonio José
Sucre en el sur. El Libertador se unió al segundo luego de la firma de la Constitución en
146 Una característica de las revoluciones americanas era que los patriotas controlaban las capitales, mientras
que en otras regiones el poder monárquico mantenía su influencia. Halperin Donghi. The Contemporar History
of Latin America, 55; Arturo Santana. La campaña de Carabobo (1821). Relación histórica militar. (Caracas:
Litografía del Comercio, 1921) 10‐11.
60
agosto de 1821 y tras el trámite que cursó en el Congreso colombiano.147 Bolívar marchó al
sur con el consentimiento del Legislativo. El Libertador ejercería como Presidente en el lugar
de la República donde estuviera, con los poderes extraordinarios que le otorgaba el artículo
128 de la Constitución de 1821.148 El primer paso de la Campaña del Sur era libertar Quito y
luego pasar al Perú para terminar con el poder monárquico en América. Allí, en el sur
colombiano, se encontrarían ambos ejércitos, el del sur y el del norte, como se ve en el mapa
No. 2, que buscaban extirpar el poder monárquico y sellar la independencia americana, para
crear una gran confederación americana.
Bolívar se comunicó con San Martín, en el Perú, y O´Higgins, en Chile, anunciándoles que
luego de asegurar la independencia de Colombia, las tropas colombianas, dirigidas por el
Mariscal Sucre, se dirigirían al sur, pasando primero por Guayaquil y Quito, para luego ir al
Perú.149 Sucre, aprovechando la independencia de Guayaquil, se dirigió allí, donde estableció
su cuartel. Pronto se dio cuenta de que sus fuerzas no serían suficientes para vencer a los
realistas. El Mariscal esperaba la llegada de Bolívar, quien se retrasó por algunas
escaramuzas en Pasto.150 La demora del Libertador hizo que Sucre pidiera ayuda a San Martín
(quien ya estaba al mando del Estado peruano con el título de Protector). En septiembre de
1821, San Martín decidió apoyar la campaña de Quito. Sin embargo, no fue hasta enero del
siguiente año en el que representantes de ambos gobiernos, el colombiano y el peruano,
negociaron e hicieron el convenio efectivo. Ambos gobiernos acordaron que los sueldos y
raciones del ejército peruano-chileno-argentino serían pagados por el colombiano. San
Martín envió al General Juan Antonio Álvarez de Arenales y al General Andrés de Santa
Cruz. El Protector temía apoyar el ejército colombiano en esta campaña. Él creía que, con
147 De Bolívar a Pedro Gual, 16 de septiembre de 1821, en Vicente Lecuna (Comp.) Cartas del Libertador, Vol
IV. (Caracas: Fundación Lecuna,1965, 127-128 148 Constitución de Cúcuta, Artículo 128 “En los casos de conmoción interior a mano armada que amenace la
seguridad de la República, y en los de una invasión exterior repentina, puede, con previo acuerdo y
consentimiento del Congreso, dictar todas aquellas medidas extraordinarias que sean indispensables y que no
esté comprendidas en la esfera natural de sus atribuciones. Si el Congreso no estuviere reunido, tendrá la
facultad por sí solo; pero le convocará sin la menor demora, para proceder conforme a sus acuerdos. Esta
extraordinaria autorización será limitada únicamente a los lugares y tiempo indispensablemente necesarios.” 149 De Bolívar a O’Higgins, 23 de agosto de 1821, en Cartas del Libertador IV, 115-116; de Bolívar a San
Martín, 24 de agosto de 1821, en Cartas del Libertador IV, 116-118. 150 David Bushnell. La independencia de la América del sur española. (Barcelona: Crítica, 1970) 113.
61
una victoria en Quito, el poder de Colombia se acrecentaría y se vería afectada la anexión de
Guayaquil al Perú, pero el Protector no cedió contra los realistas por hacerse con el puerto.151
Tras la batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822), los dos ejércitos libertadores del sur de
América proclamaron la gran alianza de las armas sudamericanas. Bolívar decía en carta de
junio de 1822 al Protector que los buenos servicios prestados por el ejército peruano serían
retribuidos “prestando los mismos y aún más fuertes auxilios, si es que ya las armas
libertadoras del sur de América no han terminado la campaña que iba a abrirse. El ejército de
Colombia está pronto a marchar donde quisiera que sus hermanos lo llamen.” San Martín
respondió en el mismo tono, indicando que la unión de Colombia y Perú garantizarían la
libertad de sus Estados y que el único campo de batalla que quedaba en América era el
Perú.152
Los libertadores del sur y del norte de Sudamérica concertaron una entrevista en Guayaquil,
donde Bolívar ya había llegado y había asegurado que el Congreso electoral del puerto
acordara su anexión a Colombia.153 San Martín llegó a Guayaquil sin posibilidad de negar la
voluntad popular guayaquileña y con la necesidad de los refuerzos colombianos para dar fin
a la campaña en el Perú. San Martín necesitaba de Bolívar. El ejército realista en el Perú
estaba intacto y las tropas argentinas, chilenas y peruanas presentaban altos grados de
rivalidad lo que imposibilitaba la cohesión de las fuerzas militares.154 Esto significaba que el
Perú tenía mucha más necesidad de Colombia que Colombia del Perú.155 Las entrevistas que
se hicieron a solas entre el Presidente colombiano y el Protector del Perú (26 y 27 de julio de
1822) fueron cortas y las conclusiones a las que llegaron ambos personajes fueron harto
distantes.
Bolívar expresó al Secretario de Relaciones Exteriores, Pedro Gual, que la reunión había sido
bastante productiva. En ella habían tratado diversos temas en los que sobresalía el tema de la
151 Mitre. Historia de San Martín II, 456. 152 Mitre. Historia de San Martín II, 444. 153 Acta del Congreso electoral de Guayaquil uniéndose a Colombia, 31 de julio de 1822, José Manuel Restrepo
(Comp.). Documentos importantes de Nueva Granada, Venezuela y Colombia. Tomo II. (Bogotá: Imprenta
Nacional, 1970) 71‐84; John Lynch. Simón Bolívar. (Barcelona: Crítica, Barcelona, 2006) 230. 154 John Lynch. Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826. (Barcelona: Editorial Ariel, 1976) 208. 155 John Lynch. San Martín, soldado argentino, héroe americano. (Barcelona: Crítica, 1992) 275.
62
anexión de Guayaquil. Además, Bolívar decía que San Martín se quejaba del mando y de sus
compañeros que le habían abandonado en Lima. El Protector expresaba, decía Bolívar, que
se retiraría a Mendoza o a Europa, una vez se habían sentado las bases para un gobierno a
modo de monarquía constitucional en el Perú, lo cual no fue del agrado del Libertador, pero
advirtió que no se entrometería en asuntos internos del Perú. Bolívar vio la entrevista como
una simple visita. No hubo ningún empeño político ni militar, pues ni siquiera habló
formalmente de los auxilios que había ofrecido Colombia y que se aprestaban a partir. Bolívar
hacía referencia al Batallón Vencedores de Boyacá, el batallón Pichincha y el Yaguachí;
juntos, los tres batallones reunían cerca de 1800 hombres.156
Por su parte, San Martín, al relatar los resultados de la entrevista con Bolívar, veía el tema
de la ayuda militar de gran relevancia. Él se vio decepcionado con la respuesta de Bolívar de
enviar mil hombres al Perú, en este punto ambas declaraciones se contradicen. San Martín
insistió que una acción conjunta ayudaría a poner fin a la guerra. Esto no fue secundado por
Bolívar. Inclusive, el Protector se ofreció a servir bajo las órdenes del Libertador en la guerra
de independencia del Perú, pero la respuesta siguió siendo negativa. Bolívar argüía que el
Congreso de Colombia le impedía salir del territorio de la República; esta evasiva fue mal
vista por San Martín quien sabía que el Libertador había sido quien independizó a la Nueva
Granada sin permiso del Congreso y le había impuesto la Constitución de Colombia. Las
respuestas “esquivas” de Bolívar hicieron que la entrevista fuera infructuosa y dejó entrever
que Bolívar quería para sí mismo toda la gloria de la independencia del Perú.157 Así lo hizo
saber San Martín en una carta que le escribió a Bolívar en la que se despide de la escena
pública, “Me marcho para dejarle libre el camino para la independencia del Perú. Ahora le
queda a Usted, general, un nuevo campo de gloria en el que va a poner Usted el último sello
a la independencia americana.”158
156 De Bolívar al Señor Secretario de Relaciones Exteriores, 29 de julio de 1822 en Vicente Lecuna (Comp.)
Bolívar, Obras completas, Vol. II. (La Habana: Editorial Lex, 1950) 655‐659. 157 Mitre. Historia de San Martín II, 475. 158 Lynch, San Martín, 276.
63
Tras la salida de San Martín de la guerra del Perú, ni Chile ni Buenos Aires contribuyeron de
manera significativa en la lucha por la independencia peruana. Ambos países estaban
demasiado pendientes de solucionar sus problemas internos por lo que dejaron la tarea de la
independencia del Perú a Colombia, dando un paso al costado de la iniciativa de una unión
militar e imposibilitando la conformación de un ejército continental.159 Bolívar, por su parte,
envió a los Secretarios de Relaciones Exteriores de Chile y Perú una nota el 9 de septiembre
de 1822. En ella pedía que se trabajara con unión, que hubiese movimientos conjuntos entre
los ejércitos de Colombia, Perú y Chile para acorralar a los españoles.160 Este fue el primer
llamado en el que Bolívar convocaba a la unión para la defensa contra un enemigo común.
ninguno de los dos gobiernos respondió a este comunicado.
En marzo de 1823, Bolívar envió 4,530 hombres al Perú. Las tropas fueron lideradas por el
general Manuel Valdez, quien recibió órdenes de negociar con el gobierno del Perú, que se
hiciera cargo de las raciones, el equipamiento y demás gastos en que pudiera incurrir el
ejército colombiano en suelo peruano.161 Las tropas fueron al campo peruano y las
condiciones del general Valdés fueron aceptadas y, de esta forma, el ejército colombiano
empezó su acción allí.
La idea de conformar una fuerza multinacional en el Perú no se cumplía en su totalidad. Si
bien es cierto que en 1823 había tropas de cuatro nacionalidades distintas en ese territorio,
no había un solo mando unificado ni una coordinación de acciones conjuntas, por lo que la
idea de un ejército continental no se manifestaba en la realidad. La salida de San Martín del
campo dejó acéfalo al ejército y Bolívar aún no llegaba al Perú para intentar consolidar un
ejército continental que actuara como una sola “máquina de guerra” contra las fuerzas
monárquicas. Además, chilenos, peruanos y argentinos veían con temor la figura de Bolívar.
Sus ideales expansionistas demostrados, según ellos, en el caso de Guayaquil, les hacía
pensar que algo similar podría replicarse más hacia el sur. Estas condiciones, acompañadas
de la falta de dinero, hicieron que la conformación de una sola fuerza multinacional no se
159 Bushnell. La independencia de la América del sur española, 114. 160 De Bolívar al Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 9 de septiembre de 1822, en Cartas del Libertador
IV. 283‐289. 161 Instrucciones ostensibles dadas al general Valdés en Restrepo, Documentos II, 140.
64
completara. La reunión de soldados sudamericanos no significó su unión, aunque
compartieran el mismo objetivo: extirpar el poder monárquico español del continente
americano.
Cuando Bolívar llegó a tierras peruanas la situación política y social era complicada. Se
juntaban cuatro fuerzas patriotas militares distintas: argentinos, peruanos, chilenos y
colombianos, una marina “semirrebelde” y un gran ejército realista.162 El Libertador nombró
a su llegada a Lima al prócer chileno, Manuel Salas Corbalán como ministro peruano cerca
del gobierno de Chile, a quien le encargó la misión de conseguir tropas y dinero que pudieran
ayudar a poner pronto fin a la guerra que se libraba en el Perú.163 La misión de Salas Corbalán
dio como resultado la firma de un tratado entre ambos gobiernos, en el que el chileno se
comprometía a prestarle auxilio al Perú en su guerra de emancipación.164 Este tratado se hizo
efectivo en el segundo semestre de 1823 cuando se desembolsaron 750 mil libras esterlinas
al gobierno chileno para pagar sueldos, uniformes y otros gastos militares. En octubre de ese
año se embarcó en Valparaíso un contingente que contaba con 2500 infantes y 700 caballos
con rumbo a Perú. 165
La estadía de los soldados chilenos en suelo peruano fue corta. En diciembre de ese mismo
año el contingente volvió a Valparaíso. En el informe hecho por el coronel comandante de la
división al Director Supremo de Chile, narraba las situaciones por las que tuvieron que pasar
en el Perú:
… La división de Chile y como doscientos enfermos de las tropas del Perú componían el
ejército que debía operar por el Sur para distraer las fuerzas enemigas y evitar su concentración
en el Norte. Que las órdenes del Libertador eran de obrar precisamente por el sur; pero que se
encontró en la situación más embarazosa que se podía imaginar porque habiéndose embarcado
162 Lynch. Simón Bolívar, 248-249; Tulio Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 67) 163 De Bolívar a Manuel Salas Corbalán, 12 de septiembre de 1823, en Obras completas I, 806‐807. 164 Tratado de auxilio al Perú, 3 de mayo de 1823 en Universidad de Chile, Recurso digital
http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_article/0,1389,SCID%253D15749%2526ISID%253D563%2526PRT%
253D15747%2526JNID%253D12,00.html, recuperado el 6 de mayo de 2018. 165 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, en 31 de octubre de 1823 En Sesiones de los Cuerpos
Lejislativos de la República de Chile (1810‐1845) Tomo VIII, Biblioteca del Congreso Nacional, Santiago, 334.
65
la división perdió toda la movilidad que tenía y de consiguiente no era posible emprender cosa
alguna por Cobija. Que la desmembración del ejército del Perú, la falta de armamento del de
Chile y la diseminación de sus fuerzas en Pisco, Callao y Cobija, le hicieron decidirse a tomar
el único temperamento que conceptuó racional de dirigirse a uno de los puertos de Chile a
reunir la división, organizarla y dirigirla unida a donde el Supremo Director lo tuviese por
conveniente.166
El contingente se dirigió al sur, a la isla de Chiloé, donde se realizó la primera campaña entre
enero y julio de 1824. La campaña en Chiloé y los debates para la aprobación de la
Constitución desviaron la atención del gobierno chileno, y los esfuerzos hacia la guerra en el
Perú fueron puestos en un segundo lugar, con lo que la idea de una unión militar se
disolvía.167
Bolívar, quien seguía viendo en la unión de las fuerzas republicanas de Sudamérica la salida
para el exterminio del poder monárquico en América, le pidió al Director Supremo del
gobierno chileno, Manuel Freire, quien sucedió a O’Higgins, que volviera a enviar tropas al
Perú en igual número al que se retiró a Valparaíso. El Libertador pedía 3,000 hombres
chilenos armados para garantizar la independencia del Perú en 1824.168 Los refuerzos nunca
llegaron y, por el contrario, las otras tropas auxiliares de Chile, y las argentinas, amenazaban
con retirarse. De hecho, el gobierno de Buenos Aires, sospechando de las miras
expansionistas colombianas, empezó a tramitar, desde noviembre de 1823, la salida de la
división de los Andes del Perú por Chile. Mariano Egaña, Ministro de gobierno chileno, pidió
al congreso el 7 de noviembre de ese año, que discutieran sobre el pedido del enviado de
Buenos Aires de retirar sus tropas del Perú por su territorio.169 La discusión se llevó a cabo
y la respuesta del Congreso chileno fue positiva.170
166 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, en 23 de diciembre de 1823 en Sesiones del cuerpo
lejislativo VIII, 612. 167 Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823--‐1828 en Universidad de Chile,
http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_article/0,1389,SCID%253D16491%2526ISID%253D405%2526PRT%
253D16489%2526JNID%253D12,00.html, recuperado el 6 de mayo de 2018. 168 De Bolívar a Ramón Freire, 18 de enero de 1824 en Obras completas I, 879. 169 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, 7 de noviembre 1823 en Sesiones del cuerpo lejislativo
VIII, 390. 170 Sesión de 10 de noviembre de 1823 en Sesiones del cuerpo lejislativo VIII, 411.
66
La situación de las tropas de la división de los Andes era precaria. Los soldados argentinos
no habían recibido sus salarios en un largo tiempo, el ánimo de las tropas estaba bajo. El
ejército se encontraba resguardando El Callao, donde las circunstancias empeoraban cada
día. Al no obtener respuesta del gobierno peruano a sus pedidos de pago, las tropas se
sublevaron el 5 de febrero de 1824. Realizaron un motín en ese puerto, robaron las
pertenencias de sus habitantes y abandonaron la plaza, no sin antes haberla entregado a los
realistas.171
En febrero de 1824 la situación era adversa para Bolívar y su ejército, El Callao había sido
entregado por las tropas argentinas y el 12 de febrero los realistas entraron a Lima y la
ocuparon con la ayuda de peruanos que se pasaban en bandadas al ejército realista, como ya
lo habían hecho antes pasándose al ejército patriota.172 El Libertador ya no contaba con el
apoyo de Chile ni con el de las Provincias Unidas. Él decía que esos gobiernos “se
mantendrán neutros por ineptos e incapaces”; por lo cual “estaba en los hombros de Colombia
lograr alcanzar la independencia peruana, ni en los peruanos se podía confiar.”173
El Vicepresidente colombiano Francisco de Paula Santander, entonces, envió un contingente
procedente de Panamá y de Guayaquil sin perder las esperanzas en la cooperación
continental.174 La espera resultó infructuosa. Chile nunca envió ayudas, y los soldados
argentinos desertaban en desbandadas. Aun así, las tropas colombianas, junto con algunos
voluntarios peruanos y muy pocos chilenos y argentinos, fieles a la causa de la independencia
americana,175 lograron reducir al ejército realista y sellar la independencia peruana y
americana en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.176
El periodo de las guerras de independencia fue un momento en el que había una comunidad
de objetivos en los gobiernos americanos que se establecieron en las nuevas unidades
171 Lynch. Simón Bolívar, 251. 172 Lynch. Revoluciones hispanoamericanas, 301-302; Bushnell. La independencia de la América del sur, 114. 173 De Bolívar a Santander, 10 de febrero de 1824 en Obras completas I, 917. 174 Lynch, Simón Bolívar, 255-256. 175 De la fuerza original, que salió de Valparaíso en 1820, no más de diez oficiales y noventa hombres de los
demás rangos llegarían a pelear en Ayacucho. Para ese entonces el resto había sido dado de baja o se habían
devuelto a sus países por cuestiones políticas y económicas. Lynch. San Martín, 183. 176 Lynch. Revoluciones hispanoamericanas, 304.
67
políticas. Esto llevó a que, al menos en principio, los líderes políticos y militares delinearan
estrategias conjuntas para dar un golpe certero al poder monárquico en Sudamérica. Sin
embargo, había intereses locales y particulares, sobre todo en lo referente a los gastos de la
guerra que dificultaban, pero no impedían, la reunión de un ejército continental en suelo
peruano. La presencia de tropas de diferentes nacionalidades en el Perú hizo que,
momentáneamente, se materializara la unión militar motivada por la posibilidad de derrotar
definitivamente el enemigo común de toda la América antes española.
Esta posibilidad se extinguió pronto. La estabilidad de una fuerza multinacional era frágil y,
en un principio, estuvo atada a la presencia de San Martín en el campo de batalla. Con la
salida del argentino, las tropas del Ejército de los Andes y del chileno cuestionaron su lealtad
y empezaron a desertar, poniendo en riesgo la independencia peruana y sudamericana. A su
vez, La figura de Bolívar, en vez de generar confianza, hacia dudar a chilenos y argentinos,
temiendo por las miras expansionistas del Libertador en Sudamérica, que no sólo repercutiría
negativamente en el mantenimiento de la unidad militar, sino en la confianza de la unidad
bolivariana.
Si bien el objetivo principal de sellar la independencia americana se consiguió, la unión
americana, al menos en el ámbito militar, no se concretó. Este primer intento de unión se
convirtió en uno de los grandes hitos del movimiento unionista en Hispanoamérica. En años
posteriores, sobre todo en la década de 1860, la opinión pública se encargó de recordar que
los países sudamericanos lograron extirpar el poder monárquico español de manera conjunta,
llamando a una nueva unidad militar contra la escuadra española en el Pacífico que, según
ellos, atentaba contra la independencia del continente americano.
2.2 La Confederación como modelo de unión americana
Con el fin de las guerras de independencia, la idea de una confederación o liga
hispanoamericana empezó a hacer eco desde distintas partes del continente. El colombiano
Justo Arosemena entendía la Confederación como la unión que da por resultado una gran
68
nacionalidad con un gobierno común, mientras que por liga la simple alianza de
nacionalidades que termina cuando los objetivos comunes son alcanzados. En ambos casos
el objetivo debería ser la defensa común exterior y al arbitramento de las cuestiones entre los
aliados.177 Esta no era una idea nueva. Francisco de Miranda, en 1798, ya había esbozado la
idea de establecer un Congreso americano, como forma de Gobierno continental.178 Bolívar,
por su parte, había propuesto en 1815 la creación de una asamblea continental “para tratar y
discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres
partes del mundo”.179 Con base en estas ideas, se expandió un germen confederativo en
América que motivó la reflexión de este ideal en diferentes momentos del siglo XIX,
particularmente en los primeros treinta años de vida independiente hispanoamericana. En
cuanto a la puesta en práctica de una Confederación hubo dos intentos hasta la década de
1850: uno en Panamá (1826) y otro en Lima (1847).
La idea de establecer una Confederación americana hasta la década de 1860 mantuvo las
bases establecidas por Miranda, pero más las que Bolívar propuso en “La carta de Jamaica”.
Miranda buscaba que todo el continente hispanoamericano se organizara en una
confederación a modo de imperio católico, en el que no hubiera unidades políticas dispersas,
sino una sola unidad americana que respondiera ante el Concilio Americano.180 Si bien es
cierto que esta propuesta respondía a las necesidades de su época (finales del siglo XVIII y
principios del siglo XIX), la implosión del imperio español (1808-1810) demostró que dentro
de las unidades territoriales en que este estaba dividido se había creado una incipiente
identidad local que generó intereses particulares.181 Bolívar, por su parte, proponía la reunión
de un Congreso de los representantes de las Repúblicas, Reinos e Imperios americanos.
177 Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864) 11, 106-
107. 178 Francisco de Miranda. “Proyectos de gobierno provisorio y gobierno federal” (1801). En Michael Zeuske.
Francisco de Miranda y la modernidad en América. (Madrid: Fundación Mapfre Tavera, 2004) 177-186 179 Simón Bolívar. “Contestación de un americano meridional a un habitante de esta isla”, 6 de octubre de 1815
en Obras completas I, 172-173. 180 Olga Cook Hincapié. Historia del nombre de Colombia. (Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo,
1998) 99-100; William Robertson. The life of Miranda, Vol I. (Chapel Hill: The University of North Carolina
Press, 1929) 223-230. 181 Al respecto hay una bibliografía extensa, quisiera resaltar a Manuel Chust (coord.). 1808. La eclosión juntera
en el mundo hispano. (México: FCE, 2007).
69
Nótese que el Libertador tenía en mente que cada nueva unidad política se podría dar su
propia forma particular de gobierno, pero debido a la comunidad de origen, lengua y religión,
era menester confederar cada una de las partes para completar la obra de la regeneración
americana.182
En vista de la imposibilidad de crear un gobierno general en América, la idea de
confederación de la que hablaba Bolívar en 1815 era, principalmente, el establecimiento de
relaciones de cooperación americanas con el objetivo de sellar la independencia frente a los
poderes europeos en el continente. Entre las condiciones para que existan ese tipo de
relaciones, según el internacionalista Kalei Holsti, deben haber “intereses, objetivos y
necesidades similares o complementarios entre las partes; la confianza en que la otra parte
cumplirá con sus obligaciones; y, finalmente, las interacciones que han de llevarse a cabo en
términos de reciprocidad y de confianza mutua."183 Por otra parte, el politólogo Karl Deutsch
propone que la integración debería construir una zona de paz en la que cada Estado conserva
su soberanía, por lo tanto, se mantiene el sistema de Estados independientes.184 Ambos
factores considerados por estos teóricos entraban en los pensamientos de Bolívar: la
comunidad de intereses y la conservación de la soberanía de cada una de las partes reunidas.
Por esto se afirma que Bolívar se refería más a unas relaciones de cooperación que a una
Confederación americana.
Además de la idea de Bolívar, otras propuestas fueron hechas luego, ya en la década de 1820.
Juan de Dios Mayorga propuso en el Congreso Constituyente mexicano (1823) enviar
invitaciones a todos los gobiernos continentales para la realización de un Congreso general,
encargado de sellar la alianza eterna de los Estados americanos. Por su parte, los legisladores
centroamericanos en 1823 decretaron que el gobierno debería incitar la realización de una
Conferencia de “La gran familia americana” para defender la independencia y crear un
comercio común. Y, por último, el guatemalteco Juan Nepomuceno Troncoso publicó en
182 Bolívar. “Contestación de un americano” 173-174. 183 Kalei Holsti [1979]. International politics: a framwork for analysis. (New Jersey: Prentice-Hall, 1988) 434. 184 Karl Deutsch, et al. Political Community and the north Atlantic area. (Princeton: Princeton University Press,
1957) 6.
70
1825, en el periódico de su país El indicador, una propuesta para la creación de una
conferencia continental.185 En la primera parte de la década de 1820, la necesidad imperante
era repeler el poder realista de América. Las diferentes ideas unionistas de ese momento
versaban sobre la importancia de reunir esfuerzos de las antiguas secciones del imperio
español para expulsar definitivamente ese poder del continente. A continuación, se pasará a
exponer cada uno de los intentos de confederación americana, acompañados de las ideas de
unión americana que circulaban en el continente y que motivaron cambios en el modelo
confederativo.
2.2.1 El Congreso Anfictiónico de Panamá
Precisamente, Panamá fue el escenario de la primera Asamblea americana. Bolívar, desde
1815, pensaba que este era el lugar idóneo, por su centralidad y equidistancia, para reunir a
los representantes de las nuevas unidades políticas hispanoamericanas.186 Una vez
establecida la República de Colombia, en 1821, Bolívar contó con el aparato para desarrollar
su pensamiento y encargó a Pedro Gual, Secretario de Relaciones Exteriores colombiano,
para que promoviera un proyecto de unión, liga y confederación con las República
hispanoamericanas. Unión como la idea general, liga para lograr la expulsión de las tropas
realistas y confederación para asegurar la existencia posterior de las nuevas unidades
políticas americanas. Para ello, el Secretario Gual nombró a Joaquín Mosquera, Ministro
Plenipotenciario en las naciones del sur y a Miguel Ángel Santamaría, Ministro
Plenipotenciario de Colombia en México.
Las instrucciones dadas a ambos Ministros fueron iguales. Los puntos principales eran:
1. Se pactaría la unión entre los Estados para asegurar la existencia política y
prosperidad de la América antes española
185 Waldo Ansaldi. “Por patria entendemos la vasta extensión de ambas Américas. El proyecto de unidad
latinoamericana en perspectiva histórica” en Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación, No. 127, 2014
Buenos Aires, 27. 186 “¡Que bello seria que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los Griegos!” Bolívar.
“Contestación de un americano” 173.
71
2. No importaba el modo de gobierno que se habían dado las naciones, se negociaría
con cada una de ellas
3. Pactar con los gobiernos independientes una federación para la defensa de la causa
común hasta obligar al enemigo a desistir
4. Promover la celebración de un Congreso americano en Panamá, en el que se dé
impulso a los intereses comunes de los estados americanos y dirima las discordias
que puedan suscitarse entre ellos
5. La creación del comercio entre las naciones americanas, ya que antes de la
emancipación, éste estaba impedido por las leyes coloniales. Se firmará un tratado, si
es necesario, en el que conste que las partes contratantes no pagarán más derecho de
importación y exportación que los que asignan para los nacionales las leyes que
gobiernan en los puertos de su arribada.
Gual concluía las instrucciones con las siguientes palabras:
La liga americana que se debe formar debe ser más estrecha de la que se ha formado en
Europa en contra de la libertad de los pueblos. Es necesario que la nuestra sea una sociedad
de naciones hermanas, separadas, por ahora, pero en ejercicio de su soberanía, por el curso
de los acontecimientos, pero unidas, fuertes y poderosas para sostenerse contra las agresiones
del poder extranjero.187
El resultado de las misiones fue la firma de tratados de unión, liga y confederación de
Colombia con México (3 de octubre de 1823), Centroamérica (15 de marzo de 1825) y Perú
(6 de julio de1822), debidamente ratificados por los gobiernos firmantes. Además, Mosquera
ajustó un tratado de la misma naturaleza con Chile (21 de octubre de 1822) y uno de amistad
con las Provincias Unidas del Río de la Plata (8 de marzo de 1823) que no fueron ratificados
por los cuerpos legislativos de esos países. Con esos tratados, la República de Colombia
establecía una red hispanoamericana en pro de la defensa de la independencia, la libertad y
la soberanía.
187 “Instrucciones a Joaquín Mosquera que deberá seguir como plenipotenciario en las naciones del sur”, 10 de
octubre de 1821 en AGNC, Fondo Relaciones Exteriores, tomo 412 ff 1‐3.
72
Los tratados en general, salvo el firmado con las Provincias rioplatenses, tenían el mismo
espíritu unionista:
1. La República firmantes se unen, ligan y confederan para mantener su independencia
frente a España o cualquier otra nación extranjera
2. Los ciudadanos de las partes gozarán de los mismos derechos que los ciudadanos
nacidos en ambos territorios
3. Los buques y mercancías de ambos países no pagarán más que el derecho de anclaje,
exportación y tonelaje establecidos para los nacionales en cada puerto
4. Los presos que hayan cometido delitos graves serán llevados al lugar donde los haya
cometido y allí serán juzgados
5. las naciones firmantes a nombrar plenipotenciarios que los representara en la
asamblea general de los Estados americanos, en ella se establecerían íntimas
relaciones entre todos sus miembros y tendría facultades de juez arbitro y conciliador
en las disputas y diferencias.188
Tras las misiones de Mosquera y Santamaría, solo Chile y las Provincias Unidas del Río de
la Plata no aprobaron la celebración de un Congreso Americano por distintas causas. El
Congreso chileno tenía temor que esa reunión hiciera parte de un plan expansionista de
Bolívar.189 Por su parte, el gobierno rioplatense argumentaba que no podía aceptar esa
invitación a nombre de todas las provincias hasta que no se hubiera consolidado la unión y
el establecimiento de un gobierno general.190 La prensa argentina se mostraba claramente en
contra de una reunión continental: “las dificultades de comunicación y transporte existentes
en América imposibilitaban la viabilidad del congreso, posiblemente, decían, al momento
que llegaran los quejidos de cualquier lugar de América a Panamá ya se hubiese sucumbido
188 Tratado de unión, liga y confederación entre la República de Colombia y el Estado del Perú, 6 de julio de
1823 en AGNC, Relaciones exteriores, t 412 ff 20‐21. 189 Sesión del Congreso chileno de 23 de abril de 1823 en Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile VII,
68. 190 De Mosquera a Gual, 10 de febrero de 1823 en José De‐Mier, Historia de Colombia según sus protagonistas,
Legación a la América meridional. Vol II, (Bogotá: Libreros colombianos, 1987) 281-282.
73
a la fuerza del mal. Es por esto, que en adelante cada Estado, que se constituya, sería la
salvaguarda de su vecino.”191
Pese a estas posiciones al sur del continente, en 1824, Bolívar, como Dictador del Perú192,
empezó su plan de confederación hispanoamericana. El 7 de diciembre de ese año, el
Libertador envió una invitación a los gobiernos de México, Centroamérica, Colombia, Chile
y las Provincias Unidas del Río de la Plata para la celebración de un Congreso de
Plenipotenciarios en Panamá. Bolívar apeló a los tratados de Unión, Liga y Confederación
firmados entre Colombia y los demás países hispanoamericanos para realizar este llamado.
En su carta, el Libertador decía que aquel sería el paso definitivo para sellar la confederación
iniciada por aquellos tratados y que se lograría que se “eternice la duración de estos
gobiernos.” Para terminar, Bolívar advertía que, en caso de no celebrarse la reunión
continental, podría repercutir en perjuicio de la supervivencia de las nuevas Repúblicas y de
sus Independencias, amenazadas por las monarquías europeas, reunidas en la Santa
Alianza.193
Bolívar pensaba que para el éxito del Congreso americano era central que Gran Bretaña
enviase un representante y que se adhiriera a la Confederación hispanoamericana.194 El
Libertador no era de la idea de invitar a los Estados Unidos, sin embargo, cuando el
Vicepresidente colombiano, Francisco de Paula Santander, recibió la invitación, se apresuró
a anotar que debía extenderse una invitación al gobierno de Estados Unidos.195
191 La abeja argentina, Número 9, 15 de diciembre de 1822 en AGNC, Relaciones exteriores, t 412, ff 55-56. 192 Hasta el siglo XIX, la dictadura se entiende como un fenómeno republicano que es utilizada por las
sociedades para preservar el republicanismo en situaciones anormales o de emergencia. El dictador, entonces,
se entiende como un sujeto que adopta disposiciones que podría ejecutar de manera inmediata, es decir, sin
necesidad de ningún otro medio jurídico. Aquel dictador que pretenda mantenerse en el poder por más tiempo
del requerido (en la República romana eran seis meses), o que acuda a medidas violentas para imponerse sería
un déspota. Karl Schmitt [1921]. La Dictadura. Desde los comienzos del pensamiento modernos de la soberanía
hasta la lucha de clases proletaria. (Madrid: Revista de occidente, 1968) 38-40. Además ver Diccionario de
autoridades, recurso online http://web.frl.es/DA.html, consultado el 20 de marzo de 2019. 193 “Invitación del Libertador de Colombia y Encargado del Mando Supremo de Perú al Congreso De Panamá.”
Lima, 7 De diciembre de 1824, en Germán de la Reza. El Congreso de Panamá de 1826 y otros ensayos de
integración latinoamericana. Estudios y fuentes documentales comentadas. (México: Universidad Autónoma
Metropolitana, 2006)74-76. 194 Bolívar “Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá” en Germán de la Reza (Comp.). Documentos sobre
el Congreso Anfictiónico de Panamá. (Caracas: Fundación Ayacucho, 2010) 51-52. 195 De Santander a Bolívar. 6 de febrero de 1825 en Reza. Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 44.
74
Cuando Henry Clay, Secretario de Estado de los Estados Unidos en 1825, recibió la
invitación colombiana, pensó que el Congreso de Panamá sería una herramienta útil para
oponerse a los intereses de la Santa Alianza y se podría formar un plan de solidaridad de
intereses americanos. El Secretario decía que, gracias a la promoción de ese plan, se
establecería una liga de la libertad humana en América, en la que todas las naciones del
Hudson a Cabo de Hornos estarían unidas, no solo por hacerle oposición a Europa. Además,
decía que el Congreso era el complemento del mensaje de Monroe: América para los
americanos. En la reunión "cada estado representado deberá hacer por sí mismo la misma
declaración que Monroe hizo para los Estados Unidos en 1823; esta es que sus territorios no
estaban abiertos para la apropiación por colonización y se prometieran a sí mismos resistir
cualquier intento en esa dirección."196
La oposición en el Congreso estadounidense era reacia a ese tipo de alianzas por lo que los
parlamentarios dilataron la discusión hasta que, en mayo de 1826 nombraron a Richard D.
Anderson y John Sergeant como delegados de los Estados Unidos en el Congreso Americano.
En las instrucciones, Clay hizo énfasis en que ellos deberían rechazar toda idea de la
formación de un Congreso anfictiónico197 investido con poderes para decidir las
controversias entre los Estados americanos. En su lugar, proponía que se tratasen asuntos de
seguridad, comercio y navegación.198 Sin embargo, los enviados estadounidenses no
pudieron llegar a tiempo a Panamá: Anderson, agente de ese gobierno en Colombia, murió
de camino y Sergeant llegó cuando las discusiones ya se habían trasladado a Tacubaya,
México, a finales de 1826.199
196 International American Conference. Reports of Comittees and Discussions Thereon. Vol. IV. Historical A
endix. The Congress of 1826, at Panama, and Subsequent Movements Toward a Conference of American
Nations. (Washington: Government Printing Office, 1890) 11, 18. 197 La idea anfictiónica se entiende de manera análoga al proceso ocurrido en la antigüedad en las polis griegas.
Bajo este principio se reunieron representantes de aquellas ciudades, que compartían una religión y
parcialmente una misma lengua, principalmente con fines defensivos. Arosemena, Estudio, 11. 198 “Instrucciones del Gobierno de los Estados Unidos a sus delegados al Congreso de Panamá” en Reza
Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 107-136. 199 International American Conference, 12.
75
Por sugerencia de Bolívar el Gobierno colombiano envió una carta invitando al Gobierno
británico a participar por medio de un observador en el Congreso americano. Cuando
Canning recibió la invitación encargó a Edward Dawkins y le instruyó para que desalentara
la creación de una liga de antiguas colonias españolas, a la que Estados Unidos podría influir.
Además, Canning le recomendó a su agente que promoviera la apertura de las aduanas y la
instauración de principio del derecho de mares defendido por su gobierno, sobre todo en las
Repúblicas ya reconocidas: Colombia, México y Buenos Aires.200
El Congreso americano se reunió entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826, con delegados
de Centroamérica, Colombia, México, Perú, un observador británico y otro holandés, enviado
por su Gobierno con el fin de analizar las posibilidades comerciales de su país con las nuevas
Repúblicas.201 El resultado de las negociaciones fue la firma de un Tratado de Unión, Liga y
Confederación perpetua. El tratado, inspirado en las ideas de Bolívar, tenía por objeto
sostener la libertad, independencia y soberanía de cada una de las partes firmantes, además
de promover las buenas relaciones entre ellas. Para lograr este objeto, las partes se
comprometían a aportar los contingentes de tropas, buques de guerra, y demás auxilios
necesarios. Además, se dispuso que se reuniría periódicamente un Congreso de
Plenipotenciarios que serviría de árbitro en la ocasión de presentarse diferencias entre las
partes contratantes.202 Los temas comerciales, de tanta importancia para los británicos y
holandeses no fueron abordados con profundidad en las reuniones, esperando tratarlas en
futuras oportunidades. Luego de terminar las deliberaciones, los Ministros Plenipotenciarios
acordaron trasladar el Congreso a Tacubaya, cerca de la capital mexicana, ya que Panamá no
ofrecía las mejores condiciones de salubridad. Allí la reunión se diluyó por la falta de
200 De Canning a Dawkins, 18 de marzo de 1826, en Reza Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 140-
142. 201 Protocolo de la séptima conferencia verbal del Congreso Anfictiónico. Panamá, 13 de julio de 1826, en
Germán de la Reza (Comp.), Documentos sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá. (Caracas: Fundación
Ayacucho, 2010) 199-201 202 “Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua de las Repúblicas de Colombia, Centroamérica, Perú y
Estados Unidos Mexicanos”, 15 de julio de 1826 en Reza Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 209-
217.
76
ratificación de los tratados y por la negativa del gobierno peruano de volver a enviar
representantes al Congreso americano.203
El chileno Benjamín Vicuña Mackenna, años más tarde, opinó que el resultado del Congreso
era de esperarse. En la Asamblea de Panamá ya se notaba la decadencia de la “fraternidad
americana." Bolívar promovió la idea de unión como un escudo para proteger América de la
Santa Alianza, no como un lazo de fraternidad. La Asamblea de Panamá fue débil porque
"fue hija del miedo a Alejandro de Rusia.”204
Además de la idea anfictiónica de Bolívar, en 1825 el argentino Bernardo Monteagudo
también propuso la realización de una federación general hispanoamericana. Monteagudo
decía que se debería formar una liga general contra el común enemigo, la que “llenaría con
la unión de todos, el vacío que encontraba cada uno en sus propios recursos”. Sin embargo,
advertía, de manera premonitoria, que había dos inconvenientes para la realización de ese
proyecto: las grandes distancias entre las partes que se confederarían y el espíritu localista
que “en los primeros años de independencia será tan activo como funesto.”205
Pese a que no se consolidó el proyecto de Bolívar, con el Congreso de Panamá se abrió el
periodo anfictiónico de la unión americana. La anfictionía basa su idea de integración y unión
en el hecho que las unidades políticas que se conformaron en la América antes española
compartían una misma lengua, el catolicismo como religión y, además, juntos enfrentaban la
amenaza de una posible invasión europea, principalmente española, en sus territorios.206 En
general, esta idea se mantuvo hasta 1865. Hasta esa fecha se reunieron dos Congresos
americanos en Lima que basaron sus principios de unión en el proyecto anfictiónico de
203 Germán de la Reza, “Más allá de la negligencia racional: la Asamblea de Tacubaya, 1826-1828”, Estudios
de Historia Moderna y Contemporánea de México (UNAM-IIH), núm. 30 (julio-diciembre del 2005) 5-45 204 Benjamín Vicuña Mackenna. "Unión y confederación. Estudios históricos" en Colección de ensayos y
Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta
Chilena, 1862, 148). 205 Bernardo Monteagudo [1825]. "Ensayo sobre la necesidad de una federación jeneral entre los estados
Hispano-Americanos." en Colección de Ensayos y Documentos, 161-162, 170-171. Publicado de manera
póstuma. 206 Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de Caracas. (Caracas: Serie de
sesquicentenario del Congreso de Panamá, 1976, ver Introducción, 13-26); Germán de la Reza se refiere a este
periodo como el Ciclo Confederativo. El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el
siglo XIX. (Lima: Fondo editorial de la Universidad Nacional Mayor de San marcos, 2012).
77
Bolívar. Asimismo, se celebró en Santiago el Tratado Continental (1856) entre las Repúblicas
de Chile, Perú y Ecuador, bajo los mismos principios, pero sin organizarse en forma de
Congreso.
2.2.2 Entre Panamá y Lima. Otras vías de unión americana
Con la dilución del Congreso Anfictiónico, el gobierno mexicano, encabezado por el
canciller Lucas Alamán, tomó la iniciativa y buscó promover el denominado Pacto de
familia, entre 1830 y 1842, fecha en la cual el gobierno mexicano decidió cesar sus intentos
confederativos para concentrarse en la conservación de su integridad territorial, frente a la
amenaza estadounidense. El plan mexicano buscaba reintroducir los lineamientos
hispanoamericanistas del Congreso Anfictiónico y citar una nueva reunión de ministros
plenipotenciarios.207 Dentro del plan había tres puntos principales: 1. Promover la reunión de
un Congreso de Plenipotenciarios, con el interés de preservar la existencia de las repúblicas
hispanoamericanas; 2. La instauración de un sistema de ventajas comerciales americano; y,
3. La conformación de misiones itinerantes, como las de Mosquera y Santamaría en 1821,
para promover la reunión de la familia continental. La idea de Alamán era la formación de
una Confederación netamente hispanoamericana que le hiciera frente a la política comercial
británica, y al principio de la nación más favorecida, y, por otro lado, a la naciente influencia
estadounidense en el continente.208
207 Sobre el Pacto de familia ver, entre otros, Salvador Méndez. El hispanoamericanismo de Lucas Alamán
(1823-1853). (México: Universidad Autónoma de México, 1996); Germán de la Reza. La invención de la paz:
de la república cristiana del duque de Sully a la sociedad de naciones de Bolívar. (México: Siglo XXI,
Universidad Autónoma Metropolitana, 2009, 196 y siguientes); Josefina Zoraida Vázquez, “El Pacto de
Familia. Intentos mexicanos para la integración hispanoamericana: 1830-1847” en Revista de Indias, vol. LX,
núm. 193, Madrid, 1991, 545-570; María Antonieta Correa, Enrique Catalán. “México y el pensamiento de
integración. De Lucas Alamán a Víctor Urquidi”, en Cuadernos sobre Relaciones Internacionales,
Regionalismo y Desarrollo, Vol. 9. No. 17. Enero-Junio 2014, 41-43; y para una documentación relativa ver
Francisco Cuevas. El pacto de Familia. Historia de un episodio de la diplomacia mexicana en pro de la
anfictionía, estudio preliminar. (México: Secretaría de Relaciones Internacionales de México, 1962. Archivo
Histórico Diplomático Mexicano, segunda serie, 14). 208 Reza, El ciclo confederativo, 131-137.
78
Frente a esta propuesta, el venezolano Andrés Bello pensaba que el proyecto de formar un
Congreso Americano era una ilusión. Si bien era importante acordar reglas generales de
conducta, pensaba el venezolano, el arbitrio propuesto no era el más acertado. Bello era de
la idea que las conmociones internas de los países hispanoamericanos y la multiplicidad de
trámites necesarios para llevar a cabo cualquier acuerdo, hacía de difícil ejecución un
Congreso continental. Además, la convulsa situación interna de las Repúblicas americanas,
entre las que se puede contar la inestabilidad de los Gobiernos, las guerras civiles y la
pobreza, no garantizaba que las decisiones tomadas por ese cuerpo se respetarían. Por tanto,
promovía las negociaciones particulares de Estado a Estado.209
En efecto, mientras el gobierno mexicano impulsaba su Pacto de Familia, la situación interna
de algunos de los nuevos países americanos era convulsa. En el Pacífico sudamericano, en
Ecuador, un grupo de facciosos se armaron en 1835 contra las provincias de Guayaquil y
Manabí, alterando el orden público, intentando extender una revuelta general contra el
gobierno de Vicente Rocafuerte.210 Además, durante ese mismo año, en Perú, Felipe
Salaverry se sublevó contra el presidente Luis Orbegoso y se auto proclamó Jefe Supremo
de esa República. Orbegoso, desde Arequipa, pidió ayuda a Andrés Santa Cruz, presidente
boliviano, para hacerle frente a los revolucionarios, asentados en el norte del Perú. Como
garantía, ambos presidentes firmaron un pacto para confederar los dos países.211 La guerra se
extendió hasta el 7 de febrero de 1836. Tras la victoria de Santa Cruz, el Perú se dividió en
dos estados: El Nor-peruano y el Sur-peruano, luego confederados con Bolivia, dando origen
a la Confederación peruano-boliviana, el 28 de octubre de 1836.212
209 Miguel Amunátegui. Vida de don Andrés Bello. (Santiago: Imp. Pedro Ramírez, 1882) 371-372. 210 De José Miguel Morales, Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, a Andrés María Torrico, Secretario
General del Perú, 25 de noviembre de 1835. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú
(AMREP), Caja 30, Carpeta 22, f 29. 211 De Orbegoso a Santa Cruz, 11 de abril de 1835. AMREP, Caja 30 carpeta 22, ff 41-42. 212 Decreto del Presidente Boliviano, Andrés Santa Cruz de 28 de octubre de 1836 (Estableciendo la
Confederación peruano-boliviana). Documento digital, disponible en
https://web.archive.org/web/20050311112927/http://www.congreso.gob.pe/ntley/Imagenes/Constitu/Ecpb183
6.pdf. Rescatado el 25 de abril de 2018.
79
Bajo esta Confederación se fundieron dos unidades políticas (Perú y Bolivia) para conformar
una nueva nacionalidad. Esta situación se ajustaba, efectivamente, a la definición que daba
Arosemena. Sin embargo, esa reunión de dos porciones de territorio bajo un mismo Gobierno
generó tensiones en su interior; las tres secciones creadas tenían intereses disímiles que
impedía que la unión se mantuviera. Además, la Confederación peruano-boliviana
representaba una amenaza para el incipiente sistema de Estados del Pacífico sudamericano,213
en el que Chile y el Perú luchaban por la preeminencia en la región, sobre todo de sus puertos:
Valparaíso y el Callao, respectivamente.214
El gobierno conservador chileno, encabezado por José Joaquín Prieto, veía el paso de tropas
bolivianas a suelo peruano con cautela y guardaba cierta reserva. Prieto y Diego Portales
temían que Santa Cruz quisiera materializar el ideal bolivariano de unificar Hispanoamérica,
y veían en la creación de la Confederación peruano-boliviana un primer paso para ello.215
Los temores se veían confirmados cuando un grupo de peruanos instaron a algunos chilenos
para que se insurreccionaran contra el gobierno conservador.216 De inmediato, Diego Portales
envió las tropas chilenas al puerto del Callao con las instrucciones de destruir la
Confederación para preservar los intereses nacionales chilenos:
La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de la América. Por su
extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y
Bolivia, apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer
en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de la raza
blanca, muy vinculada a las familias de influjo de España que se encuentran en Lima; por la
mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por
todas esas razones, la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno,
213 Robert Burr. By reason or force. Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:
University of California Press, 1965) 2-3 214 Manuel Lucena Giraldo y Marta Irurozqui. "Lima Vs. Valparaíso. El balance de poder en la América Andina"
en Historia de América Andina Vol. V. (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2003) 437-438; Heraclio
Bonilla. “Perú y Bolivia” en Historia de América Latina, Vol, VI. (Crítica, Barcelona, 1991) 204 215 Robert Burr. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:
University of California Press, 1965) 25-26. 216 Ramón Sotomayor Valdés. Campaña del Ejército chileno contra la Confederación Perú-Boliviana en 1837.
(Santiago de Chile: Impr. Cervantes, 1896) 9-10.
80
y éste es un juicio también personal mío, que Chile sería o una dependencia de la
Confederación como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia
por Santa Cruz, debe de ser absoluta.217
Bajo estas ideas, el gobierno chileno le declaró la guerra a la Confederación peruano-
boliviana en diciembre de 1836.218 A lo que siguieron enfrentamientos por tierra y mar que
dieron como resultado el fin de la Confederación en la batalla de Yungay, el 20 de enero de
1839.219
Ante estos acontecimientos, en 1839, Pedro Félix Vicuña, fundador de El Mercurio de
Valparaíso, alzó su voz a favor de la unión americana, como medio "para libertar a la América
de la anarquía que la ha destruido, y ponerla en el sendero que la lleve a la prosperidad y
engrandecimiento.”220 Vicuña argumentaba que las facciones y las revoluciones no habían
permitido que en América se hubiese gozado de un momento de paz y, entonces, se gozara
de los beneficios del republicanismo. Dentro de los beneficios, el chileno resaltaba el “papel
tiránico” de las leyes, que deberían servir como instrumento para combatir el caudillismo e
impulsar la moral y la virtud de los pueblos hispanoamericanos. Ahora, en cuanto a las
217 De Diego Portales a Manuel Blanco Encalada, General en jefe de la primera expedición chilena a la
Confederación peruano-boliviana, 10-09-1836, en Ernesto de la Cruz (Comp.). Epistolario de don Diego
Portales: 1821-1837, Vol III. (Santiago: Dirección General de Prisiones, 1936) 452-454 . 218 Declaración de Guerra del Estado de Chile contra la Confederación peruano-boliviana, 27 de diciembre de
1836. Recurso digital, disponible en
https://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Guerra_del_Estado_de_Chile_contra_la_confederaci
%C3%B3n_Per%C3%BA-Boliviana, rescatado el 25 de abril de 2018. 219 Para revisar una historiografía reciente sobre la Confederación peruano-boliviana y la guerra con Chile ver
Natalia. Sobrevilla Perea. The Caudillo of the Andes: Andres de Santa Cruz. (New York: Cambridge University
Press, 2011); Juan Carlos Arellano. “Los republicanos en armas: los proscritos, el gobierno y la opinión pública
ante la Confederación Perú-Boliviana” en Universum, Vol. 26, n. 2, 2011, 49-66; Ignacio Morales. “Chile y la
Confederación Perú-Boliviana a partir de una discusión historiográfica” en Intus-Legere Historia, 2012, Vol.
6, Nº 2; 95-114; Juan Carlos Arellano. “Dictadura y facultades extraordinarias: un debate entre el
republicanismo clásico y el liberalismo en el contexto de la guerra entre Chile y la Confederación Perú-
Boliviana (1836-1839).” En Estudios Ibero-Americanos. Enero-abril de 2016, Vol. 42, 1, 255-282; Eduardo
Cavieres y Gonzalo Serrano. “La guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839): el trigo
y la agricultura como bases de un proyecto nacional” en América Latina en la Historia Económica, año 25,
núm. 1, enero-abril de 2018, 136-164; Loreto Correa. La guerra de Chile contra la Confederación peruano
boliviana (1836-1839). Cambio y continuidad: tres repúblicas y un Flandes americano. Tesis para optar al
título de Magíster en Historia, con mención en Historia de América en el Departamento de Ciencias Históricas
de la Universidad de Chile. Santiago de Chile, diciembre de 2000. 220 Pedro Felix Vicuña [1839]. "Único asilo de las repúblicas hispano-americanas (en un Congreso General de
todas ellas)", en Colección de ensayos y Documentos 213.
81
relaciones entre los países americanos, Vicuña decía que convendría la creación de un
Congreso de las Repúblicas hispanoamericanas “con el solo objeto de intervenir en las
diferencias que pudieran tener entre sí y de asegurar la paz interior de cada una de ellas,
aparece como el remedio más específico de tantas dolencias.”221
Esta propuesta de Confederación, aunque se basaba en los principios de comunión de lengua,
religión, cultura y forma de gobierno, no respondía ante una amenaza exterior, como las que
se habían presentado hasta ese momento. La idea de Vicuña respondía a un momento
específico en el que la guerra entre repúblicas hispanoamericanas y las constantes
revoluciones internas amenazaban la tranquilidad de la región. Dentro de la propuesta no se
observa una referencia a constituir una alianza defensiva, característica propia de los intentos
unionistas del siglo XIX, sino que buscaba la “regeneración” de Hispanoamérica. Para ello
los aspectos capitales eran la paz interior y las relaciones amables entre todas las repúblicas
hispanoamericanas.222
La propuesta de Vicuña no encontró eco en el continente. Pocos años más tarde, en 1844,
Andrés Bello sirvió como ideólogo para la idea confederativa del Ministro de Relaciones
Exteriores chileno, Ramón Irarrázaval.223 En la propuesta de Bello estaba considerada la
celebración de un Congreso americano, conformado por Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y la
Nueva Granada. La idea iba en contravía de lo que el venezolano había dicho años antes al
referirse al Congreso de Panamá y al Pacto de Familia mexicano. Bello decía en la década de
1820 que un Congreso con representantes de las repúblicas americanas parecía “una bella
utopía y estéril de consecuencias prácticas para el continente”; sin embargo, para mediados
de la década de 1840, la idea de un Congreso continental se hacía viable por la importancia
de los temas que había por tratar. Sobre todo, los relacionados con el derecho público
americano. Entre los temas más importantes a sancionar estaban la regulación de la
neutralidad, la extradición de criminales, los derechos de sucesión y herencia de ciudadanos
221 Vicuña “Único asilo de las repúblicas hispano-americanas”, 213. 222 Vicuña “Único asilo de las repúblicas hispano-americanas”, 213-215 223 Memoria que el Ministro del despacho en el Departamento de relaciones Exteriores presenta al Congreso
Nacional de 1844. (Santiago: Imprenta de la Opinión, 1844) 9-12.
82
muertos fuera de su país de origen, la navegación fluvial interna y la regulación del comercio
entre las partes confederadas, nada que ver con la defensa de la independencia de posibles
amenazas exteriores.224
Bello hacía énfasis que la Confederación no debería convertirse en una alianza defensiva
contra los poderes europeos, tal como ocurría en la década de 1829, con la amenaza de una
posible invasión de la Santa Alianza. La Confederación debía buscar las herramientas
diplomáticas para ejercer una mediación entre las Repúblicas americanas y las coronas
europeas, que podría resultar más efectiva. Además, apuntaba que “Todas las naciones
fuertes han abusado y continuarán abusando de su poder; no hay un Congreso en el mundo
que pueda ofrecer resistencia efectiva a una ley cuyo origen radica en la constitución moral
del hombre.”225 En últimas, Bello ratificaba la voluntad de unirse de los países débiles para
hacer contrapeso a las potencias comerciales y políticas del Viejo Continente.
También en Chile, en 1844, Juan Bautista Alberdi presentó una propuesta de Confederación
hispanoamericana, ante la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile para obtener el grado
de Licenciado. Alberdi hacía énfasis en la importancia de reunir un Congreso americano para
saber qué piensan los americanos de sí mismos y del destino del continente, no como una
suma de partes separadas, sino como una unidad. El chileno decía que la época de la guerra
con Europa había cesado: la independencia de las Repúblicas hispanoamericanas era un
hecho. El fin de esa guerra abrió paso al tiempo de las empresas materiales, del comercio y
de la industria: “los ejércitos fueron remplazados por el capital”.226
Dentro de los temas a tratar en el Congreso americano, Alberdi resaltaba dos. El primero se
refería al comercio y al tipo de relaciones que debía tener Hispanoamérica con las potencias
europeas. Alberdi planteaba que los gobiernos de los países hispanoamericanos debían
224 Ivan Jaksic, y Frances M. López-Morillas. Selected Writings of Andrés Bello. (New York: Oxford University
Press, 1998) 214-215. 225Jaksic, y López-Morillas. Selected Writings of Andrés Bello, 215. 226 Juan Bautista Alberdi [1844]. "Memoria sobre la conveniencia y objetos de un Congreso Jeneral americano",
leída ante la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile para obtener el grado de Licenciado. En Colección
de Ensayos y Documentos, 239, 256.
83
promover la unión continental del comercio, que consistiría en la uniformidad aduanera. Esta
uniformidad debería comprender la abolición de las aduanas interiores, tanto las provinciales
como las nacionales, dejando solo la aduana marítima exterior. Además, en el Congreso
debería acordarse la uniformidad de moneda y del sistema de pesos y medidas.227 El otro
tema tiene que ver con el papel que debería jugar la Asamblea en la disputa por límites entre
las repúblicas hispanoamericanas, e incluso Alberdi va un poco más allá:
La América está mal hecha, si me es permitido emplear esta expresión. Es menester
recomponer su carta geográfico-política. Es un edificio viejo, construido según un
pensamiento que ha caducado: antes era una fábrica española, cuyos departamentos estaban
consagrados a trabajos especiales, distribuidos según el plan industrial y necesario del
fabricante: hoy cada uno de los departamentos es una nación independiente, que se ocupa de
la universidad de los elementos sociales, y trabaja según su inspiración y para sí. En esta
ocupación nueva, en este nuevo régimen de existencia, no siempre encuentra adecuado y
cómodo el local de domicilio para el desempeño de sus multiplicadas y varias funciones, y
tendría necesidad de variar el plan de su edificio; pero tropieza en los límites que estableció
la Metrópoli monárquica, y que ha respetado la América republicana [...] Es cierto que para
la ejecución de este designio sería preciso que el Congreso no fuese una simple junta de
plenipotenciarios; sino también una especie de gran corte arbitral y judiciaria, que como lo
congresos de Viena, Verona, Troppas, Laibach y Londres, pudiera adjudicar en calidad de
árbitro supremo, costas, puertos, ríos, porciones elementales de terreno en fin, al país que
tuviese absoluta necesidad de poseer alguno de estos beneficios para dar su ensanche y
progreso al movimiento de su vida moderna. El Congreso debe tener todo este poder por
delegación expresa de cada Estado, y porque él nace del interés general y Americano que es
llamado a formular en sus grandes decisiones.228
La idea de Alberdi no tenía en cuenta las particularidades de cada República y los florecientes
nacionalismos, que se alejaban de la búsqueda de intereses comunes y generales y, en cambio,
promovían la búsqueda de intereses particulares. Los principales intereses particulares de la
Repúblicas hispanoamericanas eran los de reorganizar el territorio del país y la obtención de
227 Alberdi. “Memoria”, 239-240. 228 Alberdi. “Memoria”, 232-233. La cursiva se conserva del original.
84
ventajas comerciales .229 Por una parte, cada país tenía tratados comerciales con la mayoría
de las potencias europeas que les impedía pensar en adoptar el tipo de medidas propuestas
por Alberdi. Por otra parte, el uti possidetis juri de 1810, que establecía que las nuevas
Repúblicas mantendrían los límites establecidos por la corona española, era reconocido como
principio básico del derecho público americano en las disputas territoriales entre las
repúblicas americanas, por lo que la concesión de territorios de un país a otro era una idea
que difícilmente se podría realizar.
Dentro de las últimas propuestas, las relaciones entre las repúblicas hispanoamericanas tenían
un peso importante y no tanto las amenazas a la soberanía por parte de algún poder europeo.
Mientras que Vicuña proponía que la Asamblea fuera un medio para evitar conflictos en el
continente, Bello y Alberdi se refieren al establecimiento de un derecho continental en temas
importantes para la época y momento en el que se encontraban las jóvenes Repúblicas; sin
abandonar la defensa de posibles amenazas de alguna potencia europea.230 También es de
resaltar que Bello haya pensado en las Repúblicas del Pacífico sudamericano para
confederarse. Si bien podría ser simplemente por la cercanía geográfica, también podría
referirse a ciertos intereses del gobierno chileno en la región, sobre todo en Perú. Luego de
la guerra de Chile contra la Confederación peruano-boliviana, el Perú se convirtió en un
importante socio político y comercial de Chile. El principal producto de exportación era la
harina. Además de ello, tras el asesinato de Portales por la oposición, muchos de los exiliados
liberales chilenos fueron al Perú, donde planearon intentos revolucionarios contra el gobierno
chileno, por esta razón, el Gobierno de Bulnes necesitaba la cooperación del peruano para
impedir cualquier intento de revolución.231
Al mismo tiempo que en Chile se pensaba en una Confederación hispanoamericana, el
gobierno ecuatoriano, encabezado por Juan José Flores se enfrentaba a una revuelta que
buscaba alejar del poder al caudillo venezolano. Los enfrentamientos iniciaron en 1845,
como resultado de la reforma constitucional de 1843 (conocida como la Constitución de la
229 Burr, By reason or force, 5. 230 Andrés Bello [1832]. Principios de derechos de gentes. (Lima: Imprenta de Gómez Fuentenebro, 1844). 231. Burr. By reason or force, 23-24.
85
esclavitud), la reelección de Flores como Presidente y una serie de medidas fiscales
discriminatorias232 y que atentaban contra la tranquilidad económica de los pobladores de las
diferentes regiones del país. En marzo de ese año se reunieron representantes de Cuenca,
Guayas y Quito en el puerto de Guayaquil y desconocieron la legitimidad del gobierno
floreano.233 Pocos meses después las tropas oficialistas fueron derrotadas y Flores salió del
país, con rumbo a España.234
No pasó mucho tiempo sin recibir noticias de Flores. En septiembre de 1846, Manuel
Sarreata, Ministro Plenipotenciario argentino en Londres, anunció que el expresidente
ecuatoriano estaba preparando una expedición orquestada por los españoles contra las
Américas. El plan era restablecer la monarquía española en suelo sudamericano, bajo el
reinado del hijo de la reina Cristina. Por su parte, el edecán de Flores, Coronel Wright, estaba
reclutando milicianos en Irlanda para ampliar el ejército invasor.235 Con lo que se encendían
las alarmas en Hispanoamérica, motivando la organización de un nuevo Congreso de
Plenipotenciarios.
2.2.3 Primer Congreso de Lima (1847)
Las noticias provenientes de Europa encendieron las alarmas en Hispanoamérica. Pronto se
inició un intercambio epistolar entre los Ministros de Relaciones Exteriores sudamericanos,
en el que el llamado común era a unir esfuerzos contra cualquier atentado a la independencia
232 La regulación fiscal tenía tres puntos que motivaron la movilización. 1. Impuestos diferenciados para los
ciudadanos de la sierra y la costa, siendo los de los últimos más altos; 2. Cobro de un impuesto obligatorio de
tres pesos para todos los hombres entre 18 y 55 años; y 3. El incremento de los cobros de aduana. Mark Van
Aken. King of Night. Juan José Flores and Ecuador, 1824-1864. (Los Angeles, Londres: University of
California Press, 1989) 183-184, 196-198. 233 Pronunciamiento popular de Guayaquil. 7 de marzo de 1845. En Luis Martínez Delgado. Traiciones a la
Independencia Hispanoamericana. (Bogotá: Editorial Kelly, 1974) 184-191. 234 Van Aken. King of Night, 205-208. 235 De Manuel de Sarratea, Ministro Plenipotenciario de la Confederación Argentina frente a las cortes de
Francia y Gran Bretaña, al Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Felipe Arana, 30 de septiembre de
1846, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de documentos precedida por el prólogo de Alberto
Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1938) 3-6.
86
y soberanía de las repúblicas sudamericanas. Felipe Arana, Ministro argentino, advertía a su
par peruano, José Gregorio Paz Soldán, que todos los pueblos americanos debían unir
esfuerzos “para sostener la independencia común, y la identidad de principios y de
instituciones, que acordes adoptaron desde que sacudieron el ominioso [sic] yugo
español.”236 Además, el peruano invitó a los gobiernos americanos para la celebración de un
Congreso continental.237 Por su parte, el Ministro uruguayo, Carlos Villademoros, advirtió
que su gobierno pondría en acción todos sus recursos para combatir la amenaza proveniente
de España.238
Mientras los gobiernos sudamericanos se movilizaban en pro de la defensa de la soberanía
americana, llegó al continente la noticia que el gobierno británico había embargado las naves
que le irían a servir de transporte a Flores y sus tropas. El Gobierno de Lord Rusell, por medio
del Secretario del Foreign Office, Lord Palmerston, embargó los barcos que los agentes de
Flores habían comprado en la isla.239 Esta decisión, en parte, respondió a solicitudes hechas
por comerciantes e industriales británicos, quienes veían en la posible guerra en Sudamérica
un perjuicio para sus actividades económicas, y, por tanto, contra los intereses de la corona
británica. Para el caso, desde Glasgow escribieron
que en la mayoría de estos Estados [hispanoamericanos] se han contratado préstamos, cuyo
pago deberá ser aplazado indefinidamente por nuevas y agresivas guerras y disputas
internacionales; y que, efectivamente, la realización de la expedición del general Flores, será
un signo de ruina, pérdidas y confusión, para todos los partidos, nativos y extranjeros que tienen
intereses comerciales o de dinero conectados con las repúblicas hispanoamericanas.240
236 Del Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Felipe Arana, al Ministro de Relaciones Exteriores
peruano, José Gregorio Paz Soldán, 10 de enero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 44. 237 Circular de invitación del MRE peruano, Paz Soldán, a los MRE de Chile, Ecuador, Nueva Granada,
Venezuela, Bolivia, Buenos Aires, Estados Unidos, Centro América, México y Brasil, 9 de noviembre de 1846,
en Congresos americanos de Lima, 179-180. 238 Del Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Oriental del Uruguay, Carlos Villademoros, a Felipe
Arana, 5 de febrero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 48. 239 “Expedición del General Flores” en The Times, 28 de noviembre de 1846, en Traiciones a la Independencia
Hispanoamericana, 386, 389. 240 De comerciantes y otros residentes de Glasgow a Lord Palmerston, 29 de octubre de 1846, en Traiciones a
la Independencia Hispanoamericana, 372.
87
También en Manchester hubo manifestaciones contra la expedición floreana, los
comerciantes de ese puerto decían
que esos ejércitos no pueden invadir ninguno de los Estados libres de América Central sin
poner en peligro la paz y buen orden de otros, con todos los cuales Gran Bretaña está en
términos de amistad; no se puede tampoco introducir la anarquía en esas regiones, sin acarrear
terribles pérdidas a este país ya que, además de las obligaciones monetarias que ha contraído
el gobierno, las manufacturas que emplean son producidas casi totalmente por la Gran
Bretaña.241
Algunos sectores de comerciantes británicos se preocupaban por la estabilidad de los países
hispanoamericanos y la repercusión de una posible invasión patrocinada por la corona
española. La principal preocupación era que esa empresa podría afectar la paz a los países
sudamericanos, con lo que se verían trastocados tanto el comercio como las finanzas
británicas. Los comerciantes británicos habían hecho una importante apuesta en la región y
esperaban sacar el mayor provecho de ella por lo que buscarían la manera que la estabilidad
sudamericana se mantuviera.
Pese a la noticia que la expedición no se realizaría, la idea de reunir un Congreso Americano
tomaba fuerza. Manuel Camilo Vial, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, siguiendo
las intenciones de su gobierno de promover la celebración de una Asamblea continental,
propuso que siguieran los preparativos para la reunión de Ministros Plenipotenciarios en
Lima.242 Llama la atención que dentro de las motivaciones para la celebración de un
Congreso americano no haya figurado la situación de México que, para ese momento, estaba
en guerra con Estados Unidos y perdía una porción de su territorio en el norte.243
Como se vio anteriormente, para ese momento (mediados de la década de 1840) las ideas que
circulaban sobre la Confederación americana trascendían la unión política y militar. Los
autores americanos hablaban de incluir temas comerciales, postales y otros que propendían
241 De H. Bazley, Presidente de la Cámara de Comercio y Fabricantes de Manchester, a Lord Palmerston, 3 de
noviembre de 1846, en Traiciones a la Independencia Hispanoamericana, 373. 242 Del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Manuel Camilo Vial, a Paz Soldán, 26 de febrero de 1846,
en Congresos americanos de Lima, 72-73. 243 Sobre la guerra entre México y los Estados Unidos, ver Capítulo 1.
88
al desarrollo económico y, en últimas, a estrechar los lazos entre estas Repúblicas
estableciendo un derecho público continental. Los políticos y jefes de Estado americanos
incluyeron, entonces, estos temas dentro de la agenda del Congreso americano. De alguna
forma se puede ver la correspondencia entre las ideas circulantes sobre unión americana y la
política, sobre todo en los países de la costa del Pacífico sudamericano.
Un ejemplo de ello es el Ministro granadino, Manuel Mallarino, quien se mostró animado
frente a la iniciativa y expuso algunos puntos sobre los que debería tratar el Congreso.
Mallarino propuso, como medios para evitar la guerra entre los Estados "ligados", cinco
puntos: 1. La implementación del uti possidetis de 1810 en cuestiones limítrofes; 2. El
establecimiento de políticas claras de extradición y de internación; 3. La neutralidad en
cuestiones internas de cada país; 4. El rechazo a cualquier intento de desmembración de las
Repúblicas firmantes; y, 5. No permitir que dos o más Estados se reúnan para formar uno
solo, este punto como una alusión a la Confederación peruano-boliviana. Además, propuso
que se negociaran estipulaciones postales y comerciales como la libertad de carga,
navegación fluvial.244
El presidente granadino, Tomás Cipriano de Mosquera, dio su juicio sobre el Congreso.
Mosquera acudía al recuerdo del Congreso de Panamá y advertía que un Congreso que se
disolviera con brevedad podría resultar efímero y no cumpliría los objetivos señalados.
Entonces, proponía que se reuniera un Congreso de manera permanente de los representantes
de todas las repúblicas americanas en Washington, bajo la tutela del Gobierno
estadounidense. El carácter permanente “produciría notable sensación en Europa, y a la larga
sin pretenderlo nosotros, ni vociferarlo, podría llegar a ser un alto Juri, o mediador voluntario
en las desavenencias de nuestras Repúblicas, y un obstáculo benéfico de contiendas
armadas.”245 Mosquera proponía adherir a los Estados Unidos en el Congreso, motivado por
la idea de una unión continental y nos solo hispanoamericana. La propuesta de Mosquera nos
244 Del Ministro de Relaciones Exteriores granadino, Manuel Mallarino, a Paz Soldán, 15 de marzo de 1847, en
Congresos americanos de Lima, 202-204. 245 Manifestación de las razones de conveniencia política y de utilidad económica en que se funda la reforma
propuesta en la Lista Diplomática (Plan de Política Exterior), 22 de diciembre de 1847, en Congresos
americanos de Lima, 210-211.
89
habla de un incipiente Panamericanismo, entendido como el medio para reunir las Repúblicas
del continente y conformar un órgano que propendiera por el mantenimiento del orden
americano.
Pese a las ideas del Presidente granadino, las reuniones del Congreso americano iniciaron el
11 de diciembre de 1847 con representantes de Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada y
Perú, tal como lo había previsto Bello. Durante las sesiones se redactaron y firmaron dos
tratados y dos convenciones. El primer tratado fue el de Confederación,246 que reproduce en
gran medida el modelo bolivariano de Panamá. Se establecía una alianza defensiva y ofensiva
contra cualquier poder que atentara contra la independencia; además, se prestaba mayor
atención a las relaciones entre las partes contratantes, sobre todo en lo referente a las disputas
fronterizas, al uso del uti possidetis de 1810, y el arbitrio en discordias entre las partes
firmantes, por medio de la reunión de un Congreso de Ministros Plenipotenciarios periódica
o con carácter de urgencia, tal como lo sugerían Bello, Alberdi y Mallarino. El segundo
tratado fue uno de Comercio y Navegación.247 Este sentaba las bases para un sistema
comercial americano, en el que las mercancías de las naciones confederadas pagarían un
tercio de los costos normales de aduana; los buques con bandera de alguna de las partes
contratantes serían tratados como nacionales; y, establecía la navegación fluvial libre, en los
ríos que dividiesen o atravesaran dos o más naciones.248
En cuanto a las Convenciones, hubo una Consular249 y una de Correos.250 La primera hacía
referencia a retirar el carácter diplomático a los cónsules de cualquier clase y, por tanto, su
inmunidad. El segundo establecía la normatividad y cobros para el tránsito de
correspondencia oficial y la difusión de periódicos entre las partes contratantes. Estos
246 Tratado de Confederación entre las Repúblicas del Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada, firmado
en Lima el 8 de febrero de 1848. En Congresos americanos de Lima, 301-311. 247 Tratado de Comercio y Navegación, firmado el 8 de febrero de 1847 en Congresos americanos de Lima,
327-333. 248 Andrés Bello definió los Tratados y Convenciones como contratos entre dos o más naciones. “Los primeros
están destinados a durar perpetuamente o por largo tiempo, v. gr., un tratado de paz, de comercio o de límites.
Las segundas se consuman por un acto único, pasado el cual quedan enteramente cumplidas las obligaciones, o
extinguidos los derechos de los contratantes.” Bello. Principios de derecho de gentes, 125,128. 249 Convención Consular, firmada el 8 de febrero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 314-319. 250 Convención de correos, firmada el 8 de febrero de 1848, en Congresos americanos de Lima, 321-323.
90
tratados y convenciones sufrieron la misma suerte que el tratado de Confederación de
Panamá: no fueron ratificados sino por la Nueva Granada, por lo que esta iniciativa quedó en
los anaqueles de los archivos de los Ministerios de Relaciones Exteriores de los países
participantes.
Este segundo intento de Confederación mostró la vigencia del juicio primigenio de Bello y
del gobierno chileno: un Congreso continental resultaba impracticable por los trámites que
demandaba y por los intereses particulares de cada república americana. Las ideas
confederativas de Bello en 1844, llenas de esperanzas en una reunión continental que
establecieran las bases del derecho público americano, se encontraron con el obstáculo de la
soberanía del Estado y la inestabilidad interior. El Ministro chileno Vial decidió en 1849 no
presentar los tratados y convenciones del Congreso americano de Lima, ya que sus alcances
… menosca[ban] los poderes y facultades que la Constitución del Estado confiere al Ejecutivo
y a la Representación Nacional; poderes y facultades que constituyen la soberanía que en
aquel y en éstas ha depositado la Nación, y que no pueden ser delegados a persona o
corporación alguna extranjera, sin alterar hasta cierto punto la forma de gobierno establecida
por la ley fundamental.251
Estas palabras del Ministro chileno son importantes para explicar la renuencia a ratificar los
tratados de los Congresos americanos. Las explicaciones en la historiografía se han
concentrado en la falta de orden y buen Gobierno al interior de las Repúblicas para dar cuenta
del “fracaso” de estas reuniones continentales.252 Esto en parte resulta cierto, pero habría que
analizar la forma en la que esos países se concebían a sí mismos y la manera en que entendían
los Congresos americanos. En general, los países que se reunían en los Congresos se veían
como depositarios de una soberanía, entendida como el ejercicio soberano del poder por parte
251 Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso
Nacional de 1849. (Santiago: Imprenta del Progreso, 1849, 10). 252 Entre otros, recomiendo ver Jesús María Yepes, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas
1826-1954. (Caracas: Cromotip, 1955); Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de
Caracas. (Caracas: Serie de sesquicentenario del Congreso de Panamá, 1976); Germán de la Reza. “La
dialéctica del fracaso: el Congreso americano de Lima (1847-1848) y su desenlace”. En Cuadernos Americanos,
No. 134 (abril 2010), 11-26.
91
de las autoridades del Estado, a expedir y hacer cumplir las leyes, tal como se puede leer en
las palabras del Ministro Vial.253 Esta soberanía se vería menoscabada por la injerencia de
un tercero, algún poder ajeno, que le indicaría la manera en la que los Estados debían regular
sus relaciones exteriores, comerciales e incluso la manera en la que se delimitaría el territorio
donde ejercen soberanía.
La idea de establecer una Confederación americana recibió un duro golpe luego del Congreso
de Lima. La confianza en reunir representantes de las repúblicas hispanoamericanas en un
Congreso americano decayó. Las experiencias de Panamá y Lima son muestra de que el
espíritu unionista era efervescente en momentos en que la seguridad era amenazada, tal como
ocurrió en el primer momento en que se supo de la posible expedición floreana, y se diluía
cuando los temores se disipaban, de la misma manera que ocurrió cuando se aseguró en el
Pacífico sudamericano que aquella expedición no saldría. Ambas asambleas daban la razón
a Bello, y mostraban que este tipo de reuniones no eran prácticas. Los resultados que se
alcanzaron durante las sesiones de los Congresos no se reflejaron en políticas de los Estados
de los países participantes. En fin, los esfuerzos confederativos habían resultado insuficientes
para luchar contra los intereses locales e influenciar en la política hispanoamericana y
trascender los momentos en que la seguridad continental era amenazada.
2.2.4 El Tratado Continental (1856)
No pasó mucho tiempo para que las repúblicas sudamericanas se volvieran a sentir
amenazadas. En 1854, el Ministro estadounidense residente en Ecuador firmó un acuerdo
con ese Gobierno, en el que el Ecuador confería concesiones bastante liberales en la
explotación y comercio de guano en las islas Galápagos a comerciantes estadounidenses. Los
agentes de Gran Bretaña, Francia, España y Perú en Ecuador protestaron contra dicho
acuerdo, alegando que se estaba estableciendo un protectorado estadounidense en el
253 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro
VIII, 47-66.
92
Pacífico.254 Además, los estadounidenses, bajo el faro del destino manifiesto,255 buscaban
ampliar su frontera hacia el sur, ya no por medio de confrontaciones bélicas directas, sino
mediante expediciones de filibusteros que, en principio, no estaban patrocinadas por el
gobierno de Washington.256
Como se vio en el capítulo 1, para la década de 1850, la situación en Centroamérica y el
Caribe era tensa entre Gran Bretaña y Estados Unidos. El tratado de 1850 no se hizo efectivo
nunca y el gobierno estadunidense patrocinó diferentes expediciones de filibusteros que
ponían en alerta a los británicos. En 1854, el buque estadunidense Cyane bombardeó una
población en la bahía del reino de Mosquitia (sobre la que Inglaterra ejercía un protectorado).
Este hecho junto con las incursiones de los filibusteros en Hawai, Santo Domingo y
Centroamérica, hacía pensar al gobierno británico que los Estados Unidos se estaban
convirtiendo en una molestia mundial. Sin embargo, el gobierno británico estaba concentrado
en la guerra de Crimea (1853-1856), contra el expansionismo ruso.257
En 1855, el filibustero estadounidense William Walker se aventuró en Nicaragua e impuso
un nuevo gobierno bajo su mando. Este hecho encendió las alarmas en Gran Bretaña. Sin
embargo, el Conde de Clarendon, Secretario del Foreign Office, no hizo ningún reclamo al
respecto, ya que no estaba asegurado que Walker fuera un agente del gobierno estadunidense.
Rusell, Premier británico, prefirió apoyar a las Repúblicas centroamericanas para que
resistieran la invasión, incluso, vendiéndoles armas a Costa Rica.258
Las dudas sobre la oficialidad de los actos de Walker en Centroamérica se disiparon con el
recibimiento del agente del “rey de los filibusteros” por el presidente estadounidense,
254 Gustave Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856: An American Union 'Exclusive of the United
States'" en The Hispanic American Historical Revew. Vol 20, No 1 (febrero de 1940), 33; José Briceño. “Los
congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del
regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, núm. 118, enero-abril de 2014, 142 255 Sobre el destino manifiesto, ver capítulo 1. 256 Charles Brown. Agents of Manifest Destiny: The lives and times of the Filibusters. (Chapell Hill: University
of North Carolina Press, 1980. Ver sobre todo los capítulos 8-10). 257 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University of
California Press, 1967), 181-182. 258 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley: University of
California Press, 1967) 190.
93
Franklin Pierce en mayo de 1856.259 Este acto hizo que se presentara una ola de protestas de
los diplomáticos centroamericanos en Washington. Los gobiernos de los países
sudamericanos fueron más allá. En Nueva Granada y Venezuela, el episodio fue un motivo
para promover el restablecimiento de la antigua Colombia, incluso con la adhesión de
América Central.260 Ante esta propuesta, el Gobierno ecuatoriano no respondió nada. Desde
Nueva Granada y Perú los Ministros de Relaciones Exteriores enviaron enérgicas circulares
contra el acto del Presidente Pierce. El Congreso chileno instó al Presidente Manuel Montt
para que nombrara un observador diplomático en el asunto de Centroamérica. Por su parte,
el Gobierno venezolano invitó a las naciones hispanoamericanas a reunirse en un Congreso
continental en Panamá.261
La idea de celebrar un nuevo Congreso americano tuvo diferentes reacciones a lo largo del
continente, pocas ellas de apoyo. El gobierno mexicano guardó distancia al respecto. El
Presidente argentino, Justo Urquiza, estaba de acuerdo con pactos bilaterales o de algunos
pocos países, que podrían tener mayor efecto que un Congreso americano. 262 El Ministro
granadino, Lino Pombo, no veía en una Asamblea continental una salida para las amenazas
en Centroamérica. Él proponía que una Confederación de la antigua Colombia –incluida
Centroamérica- podría hacer frente, de una manera óptima, a este y otros inconvenientes que
se pudieran presentar en el futuro.263 Por su parte, el Ministro de Relaciones Exteriores
chileno, Antonio Varas, no veía conveniente pensar en la reunión de un Congreso continental
para formar una alianza ofensiva y defensiva; él pensaba que ese modelo no era efectivo.264
La idea de conformar una Confederación americana no se encontró, en esta ocasión, con el
apoyo de los hombres de Estado hispanoamericanos.
259 Nuermberger. "The Continental Treaties”, 40 260 Exposición del Secretario de Relaciones Exteriores al Congreso de la Nueva Granada, en sus sesiones
ordinarias de 1857. (Bogotá: Imprenta del Estado, 1857) 6-7. 261 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 42-43. 262 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 48-51. 263 Exposición del Secretario de Relaciones Exteriores de 1857, 6. 264 Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso de
1856. (Santiago: Imprenta Nacional, 1856) 11.
94
Por su parte, algunos pensadores hispanoamericanos siguieron promoviendo la celebración
de un Congreso americano. Entre ellos sobresale el chileno liberal Francisco Bilbao, quien
veía en la unión y la asociación de las repúblicas hispanoamericanas la manera de formar una
sola nación “más homogénea, más nueva, más pura, extendida en las pampas, llanos y
sabanas, regadas por el Amazonas, el Plata y sombreadas por los Andes.” Y que pudiera
hacerles frente a las amenazas provenientes del exterior. Bilbao proponía, en general, que el
modelo de los tratados de Confederación de los Congresos de Panamá y Lima se replicara en
una posible nueva Asamblea continental; aunque, añadía tres puntos particulares: 1. La
promoción de la colonización interna para ampliar el control de los territorios de cada país y,
así, aumentar la producción agrícola; 2. La creación de una universidad americana; y 3. Poner
en práctica un sistema de educación universal, sobre todo para “civilizar a los bárbaros”. 265
Las ideas de Bilbao no encontraron eco en la sociedad chilena, caracterizada por su
conservadurismo político, hasta la década de 1860.266
Además de Bilbao, el peruano Francisco de Paula González Vigil también reflexionó sobre
la unión y confederación americana. González Vigil era un promotor de la unión
hispanoamericana, aunque entendía los temores de algunos gobiernos de ver mermada su
soberanía. El peruano decía que la unión debería dar como resultado una Nación que genere
respeto en el mundo y que se muestre fuerte ante cualquier amenaza extranjera; esta unión
debe encargarse de las relaciones exteriores, y, cada unidad que la conforma ejercerá su
soberanía en los asuntos domésticos, relativos a la administración interior de cada una.
Además, González Vigil agregaba que el arbitrio era una parte central en la unión americana
para evitar disputas entre países que están llamados a ser hermanos.267
Los hechos de Ecuador y Nicaragua movilizaron el sentimiento unionista de los hombres de
Estado chilenos, peruanos y ecuatorianos, pero esta vez no se organizó en un Congreso
continental. Si en ocasiones anteriores las amenazas provenían del otro lado del Atlántico, en
265 Francisco Bilbao [1856] "Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las repúblicas" en
Colección de Ensayos y Documentos, 283, 295-296. 266 Para ver aspectos de la sociedad chilena en la década de 1850, ver Capítulo 3 267 Francisco de Paula González Vigil [1856]. "Paz perpetua en América o Confederación Americana" en
Colección de Ensayos y Documentos, 328-329.
95
esta ocasión, venían del vecino anglosajón del norte. El destino manifiesto como política
expansionista estadounidense atentaba contra la seguridad y soberanía en Centroamérica y el
Pacífico. Así como el lugar de donde provenía la amenaza cambió, la estrategia utilizada por
los gobiernos hispanoamericanos tampoco fue la misma. No hubo invitación para un
Congreso continental, sino una negociación entre pocos Gobiernos, con lo que los países
hispanoamericanos buscaban evitar los resultados de los Congresos de Panamá y Lima.
Así, en abril de 1856, el gobierno chileno envió unas indicaciones para la liga americana a
los representantes americanos residentes en Santiago.268 A este llamado respondieron los
gobiernos ecuatoriano y peruano, por medio de sus representantes. El presidente del Perú,
Ramón Castilla, envió las bases para la unión de los Estados Americanos al Encargado de
negocios peruano en Santiago, Cipriano Zegarra. En ellas replicaba, de buena manera, los
tratados de los Congresos de Panamá y Lima. Castilla condensaba los tratados de unión, de
comercio y las convenciones postal y consular en un solo documento, que no hablaba del
establecimiento de una liga ofensiva y defensiva.269
Con las bases propuestas por los gobiernos chileno y peruano, se reunieron en Santiago
representantes de estos dos países y de Ecuador. Las reuniones dieron como resultado la
firma del Tratado Continental el 15 de septiembre de 1856.270 Este tratado buscaba acercar a
esos pueblos hispanoamericanos y eliminar las barreras que obstaculizaron su prosperidad y
engrandecimiento, tales como las aduanas comerciales y el flujo de noticias e información.271
El tratado fue ratificado por el Congreso ecuatoriano y fue propuesto al gobierno de Costa
Rica para su adhesión, en vista a su cercanía a Nicaragua. La adhesión se verificó en 1857.
Estos actos empezaban a mostrar que este intento de unión podría tener resultados diferentes
a los que habían tenido los Congresos de Panamá y Lima, y que se estableciera la unión de
los pueblos que una vez fueron colonias españolas. Pero el panorama cambió. Los Congresos
268 En 1856, estaban en Santiago Encargados de Negocios de Ecuador, la Confederación Argentina y Perú. 269 De Ramón Castilla a Cipriano Zegarra, Bases para la unión de los Estados Americanos, 26 de julio de 1856
en Congresos americanos de Lima, 601-604. 270 Tratado Continental, 15 de septiembre de 1856 en Congresos Americanos en Lima, 613-620. 271 Memoria que el Ministro del despacho en el Departamento de relaciones Exteriores presenta al Congreso
Nacional de 1860. (Santiago: Imprenta del Progreso, 1849) 8.
96
de Chile y Perú no ratificaron el tratado, con lo que la unión hispanoamericana se pospuso
nuevamente.272
En Perú, el Senador peruano Ignacio Escudero hizo una evaluación del Tratado Continental
y anotó que varios puntos resultaban impracticables ya que atentaban contra la soberanía
nacional. Entre ellos sobresalían los referentes a la educación y a la convalidación de títulos
en las naciones firmantes, ellos eran contrarios a la Constitución de 1856.273 Por otro lado, el
artículo 6° del Tratado no hacía la distinción entre crímenes graves y atroces para determinar
la extradición; Escudero decía que este punto debería ser considerado en otro tratado
particular sobre el asunto. El Senador veía contraproducente y “cruel” negar el asilo a los
jefes de las expediciones piráticas, lo cual está contra el derecho público internacional. El
Senador hizo otros comentarios sobre las palabras y la redacción que se debería utilizar para
otorgarle claridad a los artículos acordados por los gobiernos de Chile, Ecuador y Perú.274 La
presentación del Senador del 22 de julio de 1857 influyó en la votación negativa a la
aprobación del tratado por parte de la Convención Nacional del Perú.275
Mientras tanto, el Ministro Varas presentó el Tratado al Congreso chileno. Allí también
encontró resistencia. Las facciones de los partidos liberal y conservador se disputaban las
mayorías del Congreso y un movimiento contra el Presidente Montt, liderado por Manuel
Tocornal, tomaba fuerza. En ese ambiente hostil para el gobierno, en agosto de 1857, la
Cámara baja debatió los artículos del tratado. El ataque sobre ellos por algunos Congresistas
liberales, que se declararon en contra de cualquier política proveniente del Presidente Montt,
y la agudeza de la crisis ministerial indujeron a Varas a consentir en un aplazamiento
272 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 53-54. 273 El artículo 24 dice: “Todos los que ofrezcan las garantías de capacidad y moralidad prescritas por la ley,
pueden ejercer libremente la enseñanza y dirigir establecimientos de educación bajo la inspección de la
autoridad.” En Constitución se la República Peruana, 1856. Recurso digital. Disponible en
http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/constituciones_ordenado/CONSTIT_1856/Cons1856_TEXT
O.pdf, rescatado el 3 de mayo de 2018. 274 Dictado del Diputado Don Ignacio Escudero al Congreso Constituyente del Perú sobre el Tratado Tripartito
de Confederación americana de 1856, en Colección de Ensayos y Documentos, 123-129. 275 Sesión Secreta de la Convención Nacional del Perú, 22 de junio de 1857, en Congresos americanos de Lima,
626-627.
97
indefinido. El Tratado Continental fue oficialmente suspendido por los tres gobiernos
contratantes en septiembre de 1857.276
Este intento unionista, pese a que no recurrió a las mismas fórmulas de los Congresos de
Panamá y Lima, tuvo el mismo resultado que ellos. La situación interna de los países
firmantes y el celo por la soberanía nacional fueron obstáculos importantes que no pudieron
ser franqueados para la consolidación de una unión política multilateral. Además, con el cese
de la amenaza en Centroamérica y el Pacífico, los gobiernos de los países firmantes
detuvieron la promoción del Tratado en el continente.
Si bien es cierto que la amenaza estadounidense se había disipado tras la derrota de las tropas
de Walker en Centroamérica, la política estadounidense seguía teniendo intereses hacia el
sur de su frontera, incluso hasta Centroamérica. El Presidente James Buchanan decía ante las
Cámaras del Senado el 7 de enero de 1857:
Está en el destino de nuestra raza extenderse por todo el continente de la América del Norte,
y eso sucederá antes de mucho tiempo, si se espera que los acontecimientos sigan su curso
natural. La oleada de la emigración seguirá hasta el Sur, sin que nada sea parte a detener su
curso, si se deja que esta emigración se extienda pacíficamente; la América central contendrá
en poco tiempo una población americana que labrará el bien de los indígenas, así como el de
sus respectivos gobiernos. La libertad reglada por la ley, dará por resultado la paz, y en las
diversas vías de tránsito al través del itsmo [sic], en las cuales tenemos tanto interés, se hallará
protección y seguridad.277
Por su parte, el Senador sureño, G. Brown en 1858 dijo ante el Congreso:
Nos interesa poseer a Nicaragua: acaso se encontrará extraordinario que yo hable así; y que
manifieste la necesidad en que estamos de tomar posesión de la América Central; pero si
tenemos necesidad de eso, lo mejor que podemos hacer es obrar como amos, ir a esas tierras
276 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 54. 277 José María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una Liga
Americana; su origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados débiles,
a saber: ¿un gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros por las
facciones? (París: Librería de Rosa y Bouret, 1865) 70.
98
como señores. Si sus habitantes quieren tener un buen gobierno, muy bien y tanto mejor; si
no, que se marchen a otra parte. Acaso existen tratados; pero, ¿qué importa eso? Lo repito, si
tenemos necesidad de la América Central, sepamos apoderarnos de ella, y si la Francia y la
Inglaterra quieren intervenir, les leeremos la doctrina de Monroe.278
El deseo de algunos estadounidenses era expandirse y lograr que los Estados Unidos no
“tuviera fronteras para su futuro crecimiento.”279 En la década de 1850, las miradas sobre la
Doctrina Monroe se fueron diferentes tanto en el partido Demócrata, como en el
Republicano; el primero la asociaba con la expansión territorial, mientras que el segundo veía
en ella la manera de promover los principios e intereses estadounidenses, sobre todo en el
campo comercial.280 Estas ideas expansionistas no se llevaron a cabo por las tensiones al
interior de la Unión entre Norte y Sur. Luego, con la llegada de la Administración de Lincoln,
la idea expansionista tuvo un giro. El republicano veía la expansión territorial hacia el sur
como una ventaja para los sureños y su modelo esclavista, por lo que resultaba
impracticable.281 Esta decisión del gobierno estadounidense calmó los ánimos y puso de
nuevo, aunque no por mucho, en pausa la idea confederativa en Hispanoamérica.
2.3 Conclusión
La idea de unión hispanoamericana evolucionó, desde una asociación militar a una idea
confederativa hasta la década de 1850. Este proceso no fue lineal. En las guerras de
Independencia, los líderes de los ejércitos patriotas entendían que la lucha que libraban era
de alcances continentales y que, por ello, era necesario generar una unión para sellar la
Independencia en el continente. Durante la guerra, ejércitos de las Provincias Unidas del Río
de la Plata, Chile, Colombia y Perú se reunieron con un solo objetivo: extirpar el poder
278 Torres Caicedo. Union Latino-Americana, 70-71. 279 Discurso del Senador por Illinois, Stephen Douglas, ante el 32nd US Congress, en Sexton, citado en Jay
Sexton. The Monroe Doctrine. Empire and Nation in Nineteenth-Century America. (New York: Hill and Wang,
2011) 127-128. 280 Sexton, The Monroe Doctrine, 130 281 Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New
York: Crown Publishers, 2013, 97-98).
99
monárquico español en América. Aunque el objetivo se logró en Ayacucho, los temores e
intereses locales, impidieron alguna unión militar.
Ese primer momento terminó con la celebración del Congreso de Panamá. Luego de asegurar
la Independencia y la seguridad de las unidades política creadas tras la implosión del imperio
español, la idea confederativa tomó fuerza. La base de esa propuesta era la comunidad de
lengua, cultura y religión, heredadas de un pasado colonial conjunto. Bajo ese modelo se
realizaron intentos confederativos en Panamá en 1826, en Lima en 1847 y en Santiago en
1856. Cada uno con particularidades propias de su momento.
Sin embargo, para explicar los Congresos continentales la identidad resulta insuficiente.
Dentro de la ecuación entran a jugar otros aspectos, tales como el contexto internacional y su
influencia en la región. Si la mirada sobre los intentos unionistas se restringe a su faceta
anfictiónica (relativa a comunidad de lengua, cultura y costumbres), no se comprendería por
qué esa unión no se extendió a Puerto Rico, Cuba o Filipinas; con esos territorios también
existía la misma comunidad. En cuanto a la influencia del contexto internacional, los intentos
confederativos se realizaron en momentos en los que se presentaban amenazas externas que
ponían en riesgo la seguridad, autonomía e independencia de los países hispanoamericanos.
Aunque no en todas las amenazas a la seguridad en Hispanoamérica se acudió a reunir una
Asamblea para enfrentar al invasor. Algunos casos en los que no se acudió a la ayuda regional
son la invasión británica a Argentina que dio como resultado la anexión a aquel imperio de
las islas Malvinas (1833); la invasión británica al reino de Mosquitia en la zona norte de la
Nueva Granada (1837); la guerra de los pasteles (México-Francia) (1838); el bloqueo anglo-
francés al Río de la Plata (1838-1840); la guerra entre Estados Unidos y México (1846-1848).
Entonces, ni los asuntos identitarios ni la situación internacional por sí solos no explican la
idea confederativa en la región, aunque hacen parte de la explicación.
Otro punto a tener en cuenta son las ideas que circularon sobre unión y confederación.
Durante la primera mitad del siglo XIX, varios pensadores de diferentes nacionalidades se
preocuparon por pensar la unión americana y propusieron que el modelo confederativo, por
medio de un Congreso continental, era el ideal. Solo Bello expresó de manera enérgica que
100
un Congreso no sería efectivo por la naturaleza del terreno americano, las grandes distancias
entre los países y por la impracticabilidad del modelo. Las ideas sobre la unión americana
influyeron en determinados momentos en la manera en que se desarrollaron las reuniones
continentales. Las ideas de Bolívar y Monteagudo influenciaron el Congreso de 1826; Bello,
en una retracción a su idea primigenia influyó para la realización del Congreso de Lima; y,
de nuevo Bello, volviendo a su precaución frente a un Congreso continental, motivó la
celebración del Tratado Continental. Con estos tres aspectos: identidad, política internacional
e ideas circulantes, se hace un mejor cuadro de las motivaciones y desarrollo de los intentos
confederativos.
Un último punto para entender el desarrollo de los intentos confederativos es la situación
interna de los países hispanoamericanos. Cada unidad política creada después de la implosión
imperial tenía sentimientos localistas que entraban en conflicto con la idea unionista. Los
gobernantes hispanoamericanos guardaban un celo por el cuidado de la soberanía y evitaban
cualquier connato de intromisión en sus decisiones o injerencia en asuntos netamente locales.
Además, la falta de tranquilidad al interior de muchos de los países de la región no permitía
que hubiese con quien negociar, ni garantizaba que quien llegase al poder daría continuidad
a los acuerdos y políticas de sus predecesores. Estas condiciones impidieron que los tratados
de alcance continental recibieran la ratificación y que la idea unionista y el principio
confederativo se postergara, o que se reactivara cuando una nueva amenaza se posara sobre
el continente americano.
La unión americana y su desarrollo va más allá de una relación dialéctica entre el contexto
internacional y la situación interna de los países que pretendían unirse. La explicación resulta
más compleja. En este capítulo se mostraron al menos cuatro aspectos que ayudarían en la
comprensión de este fenómeno, sin pretender que sean los únicos. Además, a lo largo del
capítulo se mostró que cada intento unionista tenía sus particularidades. Cada uno de ellos
adoptó diferentes formas, de acuerdo a su marco de posibilidades. Comprender la idea de
unión americana nos ayuda a comprender la manera en que los países del Pacífico
sudamericano buscaron dar respuesta a la crisis que amenazó su independencia y soberanía.
101
3. El Pacífico sudamericano. Entre la construcción nacional y la lucha por la
soberanía (1848-1864)
Tanto la lucha por el balance de poder en América, como las ideas de unión continental
fueron una constante de la política del continente. Esos dos factores por sí mismos no
explican lo que pasaba dentro de la política de los países del Pacífico sudamericano, pero
ayudan a comprender la política de la región. Este grupo de países, en general, tenía como
objetivo principal alcanzar la estabilidad política dentro del republicanismo, como forma de
Gobierno. Durante las primeras décadas del periodo republicano en Hispanoamérica, las
jóvenes Repúblicas buscaron darse una organización interna, procurando una estabilidad
política y la delimitación del territorio nacional. En fin, procuraban asentar el republicanismo
como forma de gobierno. La mirada interna a estas jóvenes Repúblicas, concretamente a las
del Pacífico sudamericano, para la década de 1860, muestra que pocos de los objetivos se
habían alcanzado. La estabilidad política era una tarea pendiente. Las revueltas eran
constantes y había cambios de gobierno recurrentes, con la única excepción de Chile, donde
los gobiernos se mantuvieron, pese a que durante el decenio de Manuel Montt (1851-1861)
hubo sectores liberales descontentos que se revolucionaron.
En este capítulo se busca demostrar que en el Pacífico sudamericano se conformó un sistema
de Estados que tuvo como fin principal mantener la independencia de cada uno de los
integrantes y que, además, ellos competían entre sí para obtener y defender sus propios
102
intereses nacionales, tanto comerciales y políticos en la región.282 Ese sistema se puede
rastrear en la política interior y exterior de cada uno de los países de la región. Su análisis
permitirá explicitar y comprender dinámicas de competencia interestatal por propender que
la balanza de poder les fuera favorable. En este capítulo se abordará la política de los países
del Pacífico sudamericano en su interior y entre ellos desde 1848, tras la ola liberal europea,
con repercusiones en la región, hasta la primera parte de la década de 1860, justo antes de la
invasión española a las islas guaneras del Perú (1864). El análisis se hará teniendo como ejes
la política interna de los países del litoral y su proyección en la región. El capítulo se dividirá
en tres partes. Una primera en la que se discutirá la situación de la política interna de los
países del Pacífico sudamericano. Se abordará el auge del liberalismo en los países de la
región tras los movimientos revolucionarios europeos de 1848,283 las disputas por el acceso
al poder, el caudillismo, los cambios de instituciones y la conciencia territorial generada
dentro de las Repúblicas del Pacífico sudamericano. En la segunda parte se analizarán las
iniciativas adelantadas por los Gobiernos de la región en pro del reconocimiento territorial y
su repercusión en las relaciones entre los países de la región, el eje serán los conflictos
limítrofes e ideológicos de finales de la década de 1850 y principios de la de 1860; y, en la
tercera parte, se mostrará la reacción que hubo dentro de este grupo de países ante el
desencadenamiento de la crisis americana, tras la entrada de España y Francia en la contienda
por el balance de poder en América, mediante la reanexión de Santo Domingo en 1861 y la
invasión francesa a México, desde 1862;284 la exposición de esa reacción considerará tanto
aspectos de los Gobiernos, como acciones de la opinión pública, sobre todo en la promoción
del americanismo en la región.
El análisis de las dinámicas de la política de cada uno de los países del litoral Pacífico y las
relaciones entre ellos inicia desde 1848 ya que a partir de ese momento hubo un importante
cambio en la política hispanoamericana. Las transformaciones que tuvieron lugar desde la
segunda mitad de la década de 1840 explican buena parte de la política de la segunda mitad
282 Burr, Robert. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los
Angeles: University of California Press, 1965) 2-3 283 Sobre la ola liberal europea ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3. 284 Sobre las invasiones a Santo Domingo y México, ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4.
103
del siglo XIX. El historiador estadounidense Frank Safford argumenta que desde ese periodo
hubo un importante cambio en la política hispanoamericana, y por tanto de la del Pacífico
sudamericano. El cambio al que se refiere Safford tiene que ver con la caída de las
instituciones coloniales que se mantuvieron luego de los procesos de Independencia. Estos
cambios estuvieron atados a la mayor integración de las economías de las jóvenes repúblicas
en el mercado global. Los políticos de la región, en general, buscaban modernizar
Hispanoamérica, asentar el republicanismo y crear sociedades liberales. Dentro de sus
programas reformistas sobresalían asuntos como el fin de la esclavitud, la modificación de la
política fiscal, la ampliación de la participación política y la propiedad comunal indígena.285
Esta búsqueda se dio dentro de un proceso iniciado desde el periodo de las Independencias,
en el que se introdujeron rasgos liberales en la política hispanoamericana, tales como la
libertad de imprenta, la abolición de fueros, la división de poderes, entre otros.286
La trayectoria de la llegada de la ola liberal europea a América permitió ver cómo el
republicanismo hispanoamericano adquirió un sentido liberal. Los hombres de Estado
hispanoamericanos habían acudido al republicanismo tras alcanzar su independencia,
principalmente por oposición a la monarquía.287 Sin embargo la adopción del liberalismo en
Hispanoamérica no fue homogéneo. Luego de la Revolución de febrero de 1848, cuando los
parisinos derrocaron a Luis Felipe, las ideas liberales que llegaron a estos países se
encontraron con unos contextos particulares que modificaron su adopción y perduración.
Entonces, hablar de las ideas liberales europeas en el Pacífico sudamericano es hablar de la
manera en que el republicanismo evolucionó en esa región particular. Esta mirada y análisis
permiten mostrar las dinámicas de la política de la región, en cuanto al asentamiento del
285 Frank Safford. “Política, ideología y sociedad” en Historia de América Latina, Tomo VI [1985]. (Barcelona:
Editorial Crítica, 1991) 47-48, 74-76. 286 Eduardo Posada-Carbó e Iván Jacsic (Eds.). Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX. (Santiago:
Fondo de Cultura Económica, 2011) 25; François-Xavier Guerra. “El apogeo de los liberalismos
hispanoamericanos. Orígenes, lógicas y límites”, en Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América, Vol.
3, N° 2 (2004) 7-40; Armando Martínez Garnica. La agenda liberal temprana en la Nueva Granada, 1800-
1850. (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2006). 287 Guy Thompson. The European Revolutions of 1848 and the Americas. (London: Univestiy of London, 2002)
2.
104
republicanismo justo antes de que se desencadenara la crisis de esa forma de gobierno en el
Pacífico sudamericano.
En cuanto al asunto de la delimitación territorial, este fue el punto que más competencia
interestatal generó entre las jóvenes Repúblicas hispanoamericanas. La competencia que se
desencadenó estuvo a punto de iniciar confrontaciones bélicas. Los principales diferendos
territoriales fueron entre Bolivia y Chile, por el desierto de Atacama; y entre Perú y Ecuador,
por la franja oriental en la Amazonía ecuatoriana. Específicamente, a finales de la década de
1850 y principios de la de 1860, esa competencia se recrudeció, generando diferentes
conflictos entre los países del Pacífico sudamericano, vaticinando una guerra a gran escala,
pospuesta por la crisis del sistema republicano en el Pacífico sudamericano, pero
desencadenada, al fin, en la guerra del Pacífico (1879-1883), que enfrentó a Perú y Bolivia
contra Chile. Las relaciones entre las Repúblicas del Pacífico sudamericano estuvieron
influenciadas por la competencia interestatal por la territorialidad, la soberanía y la unión
ante el peligro de perder el ejercicio de la soberanía y el sistema de gobierno republicano.
Este análisis permitirá explicitar que hubo un sistema de Estados en el Pacífico sudamericano
con sus propias dinámicas. En el interior de cada uno de los países que lo conforman se vivían
realidades que moldearon sus intereses y delinearon su política exterior, dentro de un proceso
de asentamiento del republicanismo. Esos Estados, basados en sus intereses, compitieron
entre sí para buscar desequilibrar la balanza de poder en su favor; para ejemplificar esa
competencia se recurrirá a analizar los conflictos territoriales e ideológicos dentro del
sistema. Asimismo, los países del sistema buscaron repeler cualquier poder extranjero que
quisiera interferir dentro de él. Esas dinámicas muestran cómo se configuraba el sistema hasta
el inicio de la crisis del Pacífico, con la que ellas sufrieron una transformación.
105
3.1 Los países del Pacífico y la ola liberal. Luchas por el poder y cambios en las
instituciones republicanas
La oleada liberal europea de 1848 influyó en la política de los países del Pacífico
sudamericano. Esas ideas llegaron a los países de la región, que tenía cada uno sus propias
singularidades, por lo que la trayectoria del liberalismo en ellos fue particular. En la región,
jóvenes políticos, nacidos durante la independencia o luego de ella, se inspiraron en las
revoluciones del Viejo Continente para continuar el plan inconcluso de liberalizar el Estado,
detenido tras el primer embate en la década de 1820. Esta nueva generación buscó promover
una revolución política, económica y social para completar la tarea que había iniciado luego
de la implosión imperial, pero que se había detenido en 1830. No en todos los países del
Pacífico sudamericano la recepción de los ideales liberales europeos fue igual. La política
interna de cada uno de ellos jugó un importante rol. La llegada y adopción del liberalismo
europeo trajo consigo la transformación de instituciones coloniales que se mantuvieron
vigentes hasta finales de la década de 1840, justo en momentos en los que los Estados de los
países del Pacífico sudamericano se esforzaban por tomar conciencia de su territorio y de sus
recursos.
Las vertientes del liberalismo que más influyeron en Hispanoamérica fueron la británica y la
francesa. Por un lado, los radicales británicos proponían el sufragio universal, el libre acceso
a todas las profesiones, la menor intervención posible del gobierno, educación controlada por
el Estado, libertad de asociación, libertad religiosa, separación entre iglesia y Estado; en el
ámbito económico, planteaban la libertad de contrato, la oposición a las concesiones
monopolísticas y los monopolios gubernamentales y el libre comercio. Por otro lado, el
liberalismo francés también hacía énfasis en el sufragio universal (factor decisivo para la
elección de Luis Napoleón como Presidente de la segunda República en 1848), pero hacía
hincapié en la autonomía provincial y municipal, para prevenir el despotismo democrático,
y el concepto de la guardia nacional como un baluarte de los derechos individuales y las
garantías políticas. Además, el liberalismo francés definió la soberanía como del pueblo,
106
ejercida por la nación y limitada por los derechos naturales del individuo.288 En menor
medida el socialismo utópico de Henri Sant-Simon también llegó a la región. Esta tendencia,
en particular, pretendía el beneficio de la sociedad, mejorando las condiciones de los más
pobres desde el Estado o asociaciones de productores. Los políticos hispanoamericanos,
generalmente, preferían el liberalismo, y entre las vertientes provenientes de Europa, ellos
prefirieron la francesa sobre la británica.289
Si bien es cierto que la influencia de la caída de Luis Felipe del trono francés en 1848 fue
mayor en países que compartían una forma de gobierno similar (monárquico),290 también
influyó en América, donde el republicanismo era el común denominador, con la excepción
de Brasil. Los sucesos de 1848 llamaron la atención de los líderes de la oposición y jóvenes
aspirantes en ese continente. Muchos pensaban que un cambio de régimen podría suceder en
su propio país.291 Los jóvenes políticos americanos volvieron la mirada hacia los artesanos,
a quienes buscaron ilustrar con el fin de apoyarse en ellos para realizar su movilización
política. Algunos ejemplos de ello son la Sociedad Democrática (1847) en la Nueva Granada,
la Sociedad del Progreso en Perú (1849) y la Sociedad de la Igualdad en Chile (1850). En un
principio, estas sociedades eran grupos de artesanos que pedían la reducción de los impuestos
a los productos locales manufacturados y su protección frente a productos extranjeros.292
La movilización con bases sociales permitió a los jóvenes políticos acceder al poder y realizar
importantes cambios en las instituciones estatales que permanecían del periodo colonial, así
288 Para ver las características y evolución del liberalismo durante el siglo XIX en Gran Bretaña y Francia ver
Pierre Mannet, An Intellectual History of Liberalism. (Princeton: Princeton University Press, 1995); Thomas
Neil. The Rise and Decline of Liberalism. (Milwakee: The Bruce Publishing Company, 1953) 77-121; Hugh
Jones. “Las variedades del liberalism europeo en el siglo XIX: perspectivas británicas y francesas” en Eduardo
Posada-Carbó e Ivan Jaksic (Eds.). Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX. (Santiago, Fondo de
Cultura Económica, 2011) 43-61. 289 David Bushnell y Neill Macaulay. The emergence of Latin America in the Nineteenth Century. (Oxford:
Oxford University Press, 1988) 188-189; Safford, “Política, ideología y sociedad”, 79 290 Sobre los hechos de 1848 ver Capítulo 1. 291 Kurt Weyland. “The Diffusion of Revolution: '1848' in Europe and Latin America” en International
Organization, Vol. 63, No. 3 (verano, 2009), 392, 411-412. 292 Safford. “Política, ideología y sociedad”,80-81. Para ver un análisis sobre el papel del artesanado en la
política sudamericana en la ola liberal ver Marta Irurozqui y Víctor Peralta. “Élites y sociedad en la América
andina: de la república de ciudadanos a la república de gente decente” en Historia de América Andina Vol. V.
(Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2003) 114-117.
107
como introducir modificaciones en las relaciones entre Iglesia y Estado. Cada uno de los
países del Pacífico sudamericano tuvo una “liberalización” institucional diferente, de acuerdo
con sus dinámicas interiores. Por ejemplo, la llegada de esta ola liberal encontró asentados
en el gobierno a los marcistas en el Ecuador. Los marcistas eran opositores de Juan José
Flores, que en marzo de 1845 iniciaron una revolución desde Guayaquil, que terminó en la
salida de Flores del país y el inicio el periodo marcista (1846-1859), inaugurado con una
nueva Constitución en 1846.293
Estos políticos, en su mayoría jóvenes, aprovecharon el vacío de poder y la falta de unidad
de las élites políticas para tomarse la Presidencia. Una figura para exaltar entre los marcistas
fue José María Urbina (1851-1856). Este general ascendió como Presidente tras un golpe de
Estado en 1851. Urbina promovía el paso de un republicanismo jurídico-político, que
conciliaba el principio de libertad con el de la autoridad desde la esfera estatal, hacia uno
económico y social, que incluyera a los sectores medios y la base de la sociedad.294 Durante
su periodo, Urbina promovió algunas medidas liberales, tales como la abolición de la
esclavitud, el cobro anticipado del tributo indígena, decretó laica la educación, expulsó a los
jesuitas y suprimió derechos de exportación a artículos nacionales, que permitió el aumento
en la exportación de cacao y cascarilla, principalmente.295
Por su parte, para finales de la década de 1840, la sociedad boliviana tenía más rasgos
feudales que liberales. Manuel Isidoro Belzu accedió al poder tras la batalla de Yamparáez
(6 de diciembre de 1848), hasta 1855. Belzu, desde su Gobierno, promovió el tránsito hacia
el liberalismo, educando a los bolivianos para ejercer su libertad.296 Una medida central en
293 Óscar Efrén Reyes, Breve Historia General del Ecuador, Vol II. (Quito: Fray Jodoco Ricke, 1974) 85-86 y
Enrique Ayala Mora. “Los muertos del floreanismo” en Revista ecuatoriana de historia, No. 27, Semestre I,
2008, 69-70; Enrique Ayala Mora. Historia del Ecuador, Vol. II. (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador, 2008) 39. 294 Juan Maiguashca. "El proceso de integración nacional en el Ecuador. 1830-1895", en Juan Maiguashca (Ed.).
Historia y región en el Ecuador, 1830-1930. (Quito: Corporación editora nacional, 1994) 377. 295 Patricio Ycaza “Poder central y poder local en el primer periodo republicano” en Jorge Núñez (comp.)
Antología de Historia. (Quito: FLACSO, 2000) 302-304; Maiguashca. “El proceso de integración” 378-379;
Ayala Mora, Historia del Ecuador, 41-41. 296 José Fellman Velarde. Historia de Bolivia, Vol. II. (La Paz, Cochabamba: Editorial Los amigos del libro,
1981) 105.
108
la política belcista fue permitir las reocupaciones de tierras a indígenas que habían sido
despojadas de ellas por latifundistas. En el campo económico, Belzu promovió el
proteccionismo de la artesanía local, tomó medidas en favor de los productos nacionales, creó
monopolios estatales y prohibió a los extranjeros la práctica del comercio.297 Estas medidas
permitieron que el gobierno liberal belcista estuviera apoyado en los artesanos urbanos, que
se organizaron en gremios quienes defendieron el régimen ante las amenazas de los
latifundistas de tomarse el poder.298 Otras medidas tomadas durante el Gobierno de Belzú
fueron el nuevo reglamento electoral, en el que ampliaba los términos de ciudadanía efectiva;
suspendió los pagos de la deuda externa y creó un impuesto sobre la minería. Además, inició
el arreglo de los caminos coloniales que unían a La Paz con Potosí, Cochabamba y el oriente
boliviano.299
La importancia del artesanado para los políticos liberales se ve más claramente en el caso de
la Nueva Granada a finales de la década de 1840 y principios de la de 1850. Los jóvenes
liberales granadinos se basaron en el artesanado para asegurar la presidencia de José Hilario
López (1849-1853). Los liberales granadinos se ganaron su apoyo con la promesa de
aumentar los aranceles de importación y la protección de la industria local.300 Durante el
periodo de López y hasta 1854, los jóvenes liberales promovieron una serie de cambios en la
política nacional, tales como el sufragio universal sin limitaciones, la eliminación de la pena
de muerte por delitos políticos, la separación de la Iglesia y el Estado, la eliminación del
297 Víctor Peralta. “Amordazar a la plebe. El lenguaje político del caudillismo en Bolivia, 1848-1874” en
Rossana Barragán y Seemin Qayum (dir.) El siglo XIX: Bolivia y América Latina. (Lima: Institut français
d’études andines, 1997) Recurso digital, disponible en
https://books.openedition.org/ifea/7459?lang=es#bodyftn21, consultado el 22 de agosto de 2018; Carlos Mesa
Gisbert; José de Mesa y Teresa Gisbert [1997]. Historia de Bolivia. (La Paz: Editorial Gisbert y Cia, 2016) 340,
342. 298 Huascar Rodríguez. “Mestizaje y confictos sociales. El caso de la construcción nacional boliviana” en
Cuadernos intercambio, Año 8, n. 9 (2011), 154-155; Heraclio Bonilla “Perú y Bolivia” en Historia de América
Latina, 229; Fellman, Historia de Bolivia, 116-118; Mesa, Historia de Bolivia, 340. 299 Frédéric Richard. “Política, religión y modernidad en Bolivia en la época de Belzu” en Barragán y Qayum.
El siglo XIX: Bolivia y América Latina, Recurso digital, disponible en
https://books.openedition.org/ifea/7457#ftn1, consultado el 22 de agosto de 2018; Fellman Historia de Bolivia,
114. 300 Salvador Camacho Roldán. Mis memorias, Vol. I. (Bogotá: Editorial ABC, 1946) 49-57 y Marco Palacios y
Frank Safford [2002]. Historia de Colombia. País fragmentado, sociedad dividida.
(Bogotá: Universidad de los Andes, 2012) 293-295.
109
fuero eclesiástico y militar, el establecimiento del matrimonio civil, la abolición de la
esclavitud, la libertad absoluta de expresión oral y escrita, la reducción del ejército a una
fuerza de policía de 500 a 800 hombres, la descentralización de rentas y gastos, aumentando
la participación de los Estados o regiones, la eliminación del monopolio estatal de tabaco y
aguardiente, la supresión del impuesto al oro y de los diezmos, libertad comercial sin
limitaciones, entre otras.301
Algunos de los sectores del artesanado se vieron defraudados, sobre todo por el
incumplimiento del aumento de tarifas de importación, que era uno de los asuntos que más
interesaba a este grupo. El artesanado vio como los liberales los utilizaron, y las promesas
hechas no fueron cumplidas.302 Desengañados, los artesanos se unieron con un sector de los
militares, que veían en las políticas liberales una amenaza y organizaron una revuelta en la
Semana Santa de 1854, liderada por José María Melo, gracias a la cual, momentáneamente
se hicieron con el poder, trayendo de vuelta varias medidas conservadoras, tales como que
los gobernadores, bajo el nuevo régimen, serían nombrados, y no elegidos; el catolicismo
volvería a ser la religión estatal; y habría un ejército ampliado que nuevamente disfrutaría
del fuero militar.303
La entrada del liberalismo en Chile se encontró con una sociedad conservadora e influenciada
por el Estado conservador (ideado y materializado por Diego Portales), institucionalizado
301 Pedro Moncayo. Ojeada sobre las Repúblicas sudamericanas. Tomada de la Revista del Pacífico.
(Valparaíso: Imprenta y librería del Mercurio, 1861); Jaime Jaramillo Uribe. “Las sociedades democráticas de
artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848” en Anuario colombiano de historia social y de
la cultura, No 8, 1976, 5-6; Eduardo Posada-Carbó. “New Granada and the European Revolutions of 1848” en
Thompson, The European Revolutions, 229-230. 302 Sobre el desengaño de los artesanos con los liberales ver Ambrosio López. El desengaño, o confidencias de
Ambrosio López, primer director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi “Sociedad
Democrática.” Escrito para conocimiento de sus socios (Bogotá: Imprenta de Espinosa, 1851) 3, 6-7 17-18,
19-20; Clara Lida. “The Democratic and Social Republic of 1848 and its Repercussions in the Hispanic World”
en Guy Thomson (ed.), The 1848 European Revolution in the Americas (London, 2002) 60-61. 303 Venancio Ortiz, Historia de la revolución del 17 de abril de 1854. (Bogotá: Imprenta de Francisco Torres
Amaya, 1855) sobre todo 51-54; Palacios y Safford, Colombia, país fragmentado, 313-315; Jorge Orlando
Melo. Historia mínima de Colombia. (Madrid y México: Turner Publicaciones y El Colegio de México, 2017)
144.
110
tras la Constitución de 1833.304 Dentro de las pocas críticas al estado portaliano sobresale la
hecha por Francisco Bilbao en 1844. En Sociabilidad chilena,305 Bilbao cuestionó las
creencias casi unánimes de la nación chilena y culpaba al Estado portaliano de promover un
estado de letargo en la sociedad, que dejó incompleta la gesta revolucionaria iniciada en
1810. Aunque Bilbao quiso generar un gran alboroto, su escrito fue condenado y él mismo
salió exiliado hacia Europa.306 Luego de su viaje por Europa, donde vivió de primera mano
los hechos de la revolución francesa de 1848, Bilbao volvió a Chile en 1850, notando que la
realidad de su país seguía siendo la misma. Por ello volvió su mirada sobre “las masas”, a
quienes debía enseñárseles la ciencia republicana.307
Aunque Bilbao traía también ideas del socialismo utópico, él, junto con otros jóvenes
liberales, buscaron apoyarse en el artesanado para hacerle frente al conservadurismo chileno,
desde los principios liberales. Así nació la Sociedad de la igualdad.308 Pronto la sociedad
empezó a ser cooptada por los jóvenes de las familias prestantes de Santiago, dejando en un
segundo plano a los artesanos. Esta organización no fue bien vista por el Gobierno
conservador de Bulnes, que mantenía la máxima portaliana: con la oposición “bastaba la
mano dura, todo lo dura que fuese necesaria”. El gobierno prohibió la Sociedad de la
igualdad en noviembre de 1850.309 Los pocos que quedaron se opusieron a la candidatura
presidencial del conservador Manuel Montt y el 20 de abril de 1851 realizaron un motín en
las calles de Santiago. Los artesanos, en general, no apoyaron este movimiento de los
304 Constitución de la República de Chile. Jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833. http://bdh-
rd.bne.es/viewer.vm?id=0000040943&page=1, Biblioteca Digital Hispánica. Consultado el 22 de agosto de
2018. Robert Burr dice que esta Carta estableció un gobierno fuertemente centralizado y que no fue hecha para
instaurar instituciones democráticas sino para perpetuar un gobierno oligárquico, en el que se reprimió la
oposición, en pro de mantener asegurado la ley y el orden, “por la razón o por la fuerza”. La censura a la prensa
fue extrema y, además, se prohibieron las reuniones de cualquier tinte político, sobre todo hasta la muerte de
Diego Portales (1837). By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los
Angeles: University of California Press, 1965) 15-17. 305 Francisco Bilbao. Obras completas, Vol. I. (Buenos Aires: Imprenta de Buenos Aires, 1866) 3-41. Edición
hecha por Manuel Bilbao, quien, además, hace una biografía a modo de introducción. 306 Pedro Cruz. Bilbao y Lastarria. (Santiago: Editorial difusión chilena, 1944) 16-17. 307 Bilbao. Obras completas, LXX-LXXV. 308 Simon Collier. “Chile” en Historia de América Latina VI, 246; Cristian Gazmuri. El “48” chileno.
Igualitarios, reformistas radicales, masones y bomberos. (Santiago: Editorial universitaria, 1988) 76. 309 Gazmuri, El “48” chileno, 87, 101-102.
111
liberales, pasando a formar parte de la Guardia Nacional.310 El carácter conservador de la
sociedad chilena postergó la adopción de medidas liberales. Habría que esperar el final del
decenio de Montt para ello, como se verá más adelante.
En el Perú, era común la visión conservadora del pueblo como un niño al que era necesario
educar, en vez de seguir sus mandatos. Esta visión hizo que el liberalismo se moderara y
adoptara una faceta conservadora.311 Los liberales encontraron en el mariscal Ramón Castilla
(Presidente entre 1845-1851 y 1855-1862) un aliado importante para llevar a cabo las
reformas que el gobierno conservador de José Rufino Echenique no permitió (1851-1855).312
Estos sectores liberales se rebelaron e instituyeron un gobierno provisorio al sur del Perú.
Castilla fue nombrado líder político y militar de la insurrección. En su marcha hacia Lima,
el mariscal peruano decretó la libertad sin condición para los esclavos313 y la abolición del
tributo indígena; con ello, estos sectores, ampliamente mayoritarios en el Perú, dieron su
apoyo a los revolucionarios.314 Por su parte, los artesanos urbanos ya apoyaban a Castilla, en
parte porque en su primer periodo presidencial había impuesto barreras proteccionistas.315 La
victoria de la revolución liberal se selló en Miraflores. Los liberales victoriosos aclamaron a
Castilla como Presidente del Perú, quien convocó una Asamblea Constituyente. En 1856 vio
la luz una nueva Constitución, claramente de tendencias liberales.316 Esta Carta abolió la pena
de muerte, estableció el sufragio popular directo para todos los peruanos que supieran leer y
310 Benjamín Vicuña Mackenna. Historia de la jornada del 20 de abril de 1851. Una batalla en las calles de
Santiago. (Santiago: Angosta, 1878), sobre todo 480-529; Francisco Frías. Manual de historia de Chile.
(Santiago: Nascimento, 1967) 354-356; Lida “The Democratic and Social Republic of 1848”, 64. 311 Carlos Contreras y Marcos Cueto [1992]. Historia del Perú contemporáneo. Desde las luchas por la
Independencia hasta el presente. (Lima: Instituto de Estudios Peruano, 2015) 116. 312 Julio Pinto Vallejos. “La construcción social del Estado en el Perú: el régimen de Castilla y el mundo popular,
1845-1856” en Historia, No. 49, Vol. II, julio-diciembre 2016, 565-566. 313 Gracias al auge de la economía guanera, el gobierno de Castilla indemnizó a los propietarios de esclavos,
quienes declaraban más esclavos de los que habían tenido, o reclamaban el pago por aquellos quienes habían
pagado su propia manumisión. Alfonso Quiroz. La deuda defraudada: consolidación de 1850 y dominio
económico del Perú. (Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1987) 159. 314 Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima:
Instituto de estudios peruanos, 2011) 42-43; Jorge Basadre Grohmann. Historia de la República del Perú, Vol.
6. (Lima: Producciones Cantabria SAC, 2014) 219-220, 230. 315 Pinto Vallejos. “La construcción social del Estado en el Perú” 565. 316 Constitución de la República del Perú de 1856, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/constitucion-
no-promulgada-de-1856/html/ Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 22 de agosto de 2018.
112
escribir, abolió impuestos de antiguo régimen y limitó las atribuciones del Poder Ejecutivo.
Este último aspecto hizo que Castilla mostrara su desagrado ante las medidas liberales, lo
que desencadenó en la separación del caudillo con ese sector.317
Tal como sucedió en Europa, en América el liberalismo tuvo un momento de expansión y
otro de contracción. En el Perú, el mismo Castilla, que se apoyó en los liberales para llegar a
la presidencia, convocó al Congreso en 1860 y les encomendó la tarea de reformar la
Constitución por una más moderada.318 La causa del “liberalismo abortado” podría hallarse
en el apogeo de las exportaciones guaneras, que permitió la consolidación de un Estado
independiente, pero sobre bases económicas y sociales frágiles.319 En Bolivia, los
latifundistas, encabezados por José María Linares, derrocaron al sucesor de Belzu, Jorge
Córdova (1856). Linares declaró la dictadura en marzo de 1858 y retrotrajo buena parte de
las medidas populares de Belzu. El dictador asumió, entonces, el juzgamiento y la sanción
discrecional de los delitos políticos, restringió la libertad de prensa, creó milicias compuestas
por propietarios, profesionales y estudiantes, destinadas a remplazar al ejército.320 En la
Nueva Granada, la dictadura de Melo desencadenó en la unión de las élites liberales y
conservadoras, que resultaron victoriosas.321 En 1857, el conservador Mariano Ospina fue
electo Presidente. Los victoriosos consideraban peligrosos a los artesanos por lo que
mandaron al exilio a Panamá a los que representaban una mayor amenaza.322 En Chile, el
conservadurismo y la represión contra la oposición no permitieron, ni siquiera, que se
alcanzara un auge liberal. En cuanto al Ecuador, los conservadores criticaron duramente las
medidas contra la iglesia y, principalmente, las políticas extranjeras del gobierno de
Francisco Robles, sucesor de Urbina, una Asamblea de habitantes de Quito desconoció la
317 Víctor Peralta Ruiz. “La guerra civil peruana de 1854. Los entresijos de una revolución” en Anuario de
Estudios Americanos, Vol. 70, No. 1, enero-junio, 2013, 215. 318 Constitución Política del Perú, 10 de noviembre de 1860,
https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_del_Per%C3%BA_(1860), Consultada el 14 de agosto de
2018. 319 Contreras y Cueto, Historia del Perú contemporáneo, 117. 320 Fellman. Historia de Bolivia, 121-132; Mesa, Mesa y Gisbert, Historia de Bolivia, 346-350. 321 Ortiz, Historia de la revolución, 425-435. 322 Safford y Palacios, Colombia, país fragmentado, 317.
113
presidencia de Robles y nombró un triunvirato, encabezado por Gabriel García Moreno.323
Este acto desencadenó en una guerra civil (1859-1860) que traería como resultado la
instauración del garcianismo, que duró hasta 1875.
Tanto en Chile, como en la Nueva Granada, los gobiernos conservadores duraron poco tras
los movimientos liberales. En Chile, el tránsito al liberalismo fue resultado de elecciones,
que dieron como ganador a José Joaquín Pérez en 1861. El periodo previo a las elecciones
fue tumultuoso. A lo largo de 1858, hasta abril de 1859 se presentaron más movimientos
revolucionarios que resultaron efímeros, tanto en el campo como en las ciudades, siendo los
más importantes aquellos que se presentaron al norte, en la provincia de Atacama. La acción
del Gobierno Montt fue dura contra los líderes revolucionarios a quienes mandó al exilio.324
Además, las relaciones de Montt con su partido no eran favorables. El partido conservador,
al cual pertenecía el mandatario, se fracturó por las diferencias en las relaciones entre Iglesia
y Estado. Esta división dio vida al Partido Nacional (Montt-varistas), encabezado por
Montt.325 Por su parte, el partido conservador se unió con el liberal para evitar la continuidad
de los Montt-varistas. Montt tenía pensado proponer a Antonio Varas como su sucesor, pero
su posición como Ministro del interior se lo impedía; además, el mismo Varas se mostraba
reacio a aceptar el cargo.326 El presidente tuvo que echar mano de su recién formado partido
para escoger su sucesor. El elegido resultó ser José Joaquín Pérez, liberal moderado que había
desempeñado cargos diplomáticos en Estados Unidos, Francia y Argentina.327 El
323 Ayala Mora. Historia del Ecuador II, 43-45; Más adelante se ahondará en este proceso. La vuelta del
conservadurismo al Ecuador implicó la puesta en escena de actores del Pacífico sudamericano como el
Presidente peruano, Ramón Castilla, y, además generó suspicacias por su relación con la Francia imperial. 324 Simon Collier. Chile. The Making of a Republic. 1830-1865. Politics and Ideas. (Cambridge: Cambridge
University Press, 2003) 223-228. 325Sergio Villalobos. Chile y su historia. (Santiago: Editorial universitaria, 2001) 316; Frías, Manual de historia
de Chile, 366. En 1856, el “asunto del Sacristán” enfrentó al gobierno con la Iglesia por temas de jurisdicción
de la justicia civil y eclesiástica. Este incidente que alcanzó magnitudes importantes, tras la solicitud de exilio
del Arzobispo de Santiago, Rafael Valdivieso, generó una división entre los Conservadores chilenos. Esta
división se anidó dentro de los miramientos al gobierno Montt. Collier, Chile. The Making of a Republic, 199-
205. 326 De Manuel Montt a Manuel García, Ministro de guerra y marina, 3 de enero de 1861 y De Montt a Pedro
Fernández, Gobernador de Caldera, 9 de febrero de 1861, en Cristóbal García-Huidobro (comp.) Epistolario de
Manuel Montt (1824-1880), Vol II. (Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, archivos y museos,
2015) Collier, Chile. The Making of a Republic, 232-235. 327 Collier, Chile. The Making of a Republic, 235-240.
114
nombramiento de Pérez calmó la resistencia a los Montt-varistas y generó una relativa unidad
en el pueblo chileno.328 Pérez permitió que los liberales radicalizaran su discurso y buscaran
promover la enseñanza laica, la libertad de elección y la descentralización administrativa,
entre otras.329
En la Nueva Granada, bajo la presidencia conservadora de Ospina, el Congreso promulgó
una nueva Constitución en 1858. Esta Carta optó por un modelo federal como forma de
organización del Estado, dividiendo administrativamente el territorio en Estados
Soberanos.330 Panamá ya se había constituido como Estado Soberano desde 1855.331 Esta
descentralización redujo el poder del gobierno central y ubicó la contienda por el poder al
interior de los Estados. El gobierno de Ospina procuró que el Estado central recuperara algo
de poder; apoyado en un Congreso conservador promovió una serie de medidas, dentro de
las que sobresale la ley electoral de 1859.332 La ley del 8 de abril de 1859, sobre elecciones
nacionales dividió cada Estado Federal en círculos y distritos electorales. También,
estableció un consejo electoral de nueve miembros nombrados paritariamente por el Senado,
la Cámara y el Presidente. El gobierno de la Confederación se encargaría de la organización
de los comicios en cada Estado, nombrando en cada círculo las juntas electorales y en cada
distrito los jurados electorales. Cada distrito contaría con un Censo electoral de todos los
ciudadanos vecinos, así como mesas de votación por cada 500 electores, para conjurar los
fraudes.
328 El Ferrocarril (Santiago). 6 de abril 1861, No 1637; El Mercurio (Valparaíso), 18 de septiembre de 1861,
No 10223. 329 Frías, Historia de Chile, 373. Durante 1865 el Congreso chileno inició debates para reformar la Constitución
de 1833. Uno de los primeros puntos, uno de los más controversiales, fue el referente a la libertad de culto. El
Araucano (Santiago), 11 de junio de 1865, No 2841; El Mercurio, 17 de junio de 1865, No 11377. 330 Constitución para la Confederación Granadina de 1858, http://www.cervantesvirtual.com/obra-
visor/colombia-26/html/, consultada el 14 de agosto de 2018. 331 En 1856 le siguió el Estado de Antioquia consiguió el estatus de Estado; y en 1857, el Congreso creó los
Estados de Santander, Cauca, Cundinamarca, Boyacá Bolívar y Magdalena. Camacho Roldán. Mis memorias,
Vol. II, 223. 332 Javier Díaz Díaz. "Reformas de la ley electoral y sus efectos en las guerras civiles de 1859 y 1860-1862 en
Santander" en Anuario de historia regional y de las Fronteras. Vol. 13 Núm. 1 (2008), 92.
115
La promulgación de esta ley fue rechazada por los sectores liberales granadinos, la acusaban
de ser una herramienta de los conservadores para perpetuarse en el poder.333 Los Presidentes
de los Estados de Santander, Bolívar, Panamá y Cauca se pronunciaron contra dicha ley.
Estos gobiernos entendieron que el gobierno central atentaba contra su soberanía y se
declararon independientes, hasta que no se restableciera el orden constitucional en el país.334
Los cuatro Estados Soberanos, en un principio separados, se unieron contra el gobierno
federal. Tomás Cipriano de Mosquera335, Presidente del Cauca, y Juan José Nieto, Presidente
de Bolívar, tomaron la iniciativa y juntaron fuerzas.336 Una guerra de carácter nacional dio
inicio. Con la llegada de las tropas a Bogotá, se reunieron representantes de Bolívar, Boyacá,
Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander y Tolima y firmaron el pacto de unión, que dio
vida a los Estados Unidos de Colombia, estableciendo un federalismo radical. Mosquera fue
designado Presidente.337 Las confrontaciones se extendieron hasta 1862, periodo en el que
hubo dos Gobiernos en el territorio: el de los Estados Unidos de Colombia y el de la
Confederación Granadina. Tras la victoria liberal, Mosquera convocó una Convención en
Rionegro (Antioquia) para modificar la Constitución, basado en el pacto de unión.338 El
periodo siguiente, hasta 1886, es conocido como el Olimpo radical.339
333 Eduardo Posada y Pedro Ibáñez. La vida del General Herrán. (Bogotá: Imprenta nacional, 1903) 167; Díaz
Díaz. "Reformas de la ley electoral”, 92. 334 Los Ministros granadinos informaron a Florentino González, Ministro Plenipotenciario granadino ante las
naciones del sur, sobre la situación interna de la Confederación. Del Ministro de Guerra, Manuel Sanclemente,
a Florentino González, 10 de mayo de 1859. Archivo General de la Nación de Colombia (AGNC), Fondo
Ministerio de Relaciones Exteriores, Transferencia 2, Caja 462. Correspondencia de Florentino González, ff
142-144; Del Minsitro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Pardo, a Florentino González, 11 de agosto de
1859, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores, T 2, 462, ff 68-69; Diego Castrillón Arboleda. Tomás
Cipriano de Mosquera (Bogotá: Planeta, 1994) 460-465; María Teresa Uribe y Liliana Maria López. La guerra
por las soberanías: memorias y relatos en la guerra civil de 1859-1862. (Medellín: La Carreta Editores, 2008) 335 Conservador converso a liberal luego de perder las elecciones presidenciales de 1856 contra Mariano Ospina. 336 El Tiempo (Bogotá), 6 de marzo de 1860, No 272; Castrillón, Mosquera, 465. 337 Pacto de unión de 20 de septiembre de 1861, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/colombia-
27/html/02612f16-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html, consultado el 28 de agosto de 2018; AMREP, De
TC de Mosquera a Ramón Castilla, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 28. 338 Sobre los debates de la Convención de Rionegro ver Camacho, Memorias II, 161-223. 339 Para una mirada al periodo del Olimpo radical ver, entre otros, Eduardo Posada-Carbó. “¿Libertad,
libertinaje, tiranía? La prensa bajo el Olimpo radical en Colombia, 1863-1865” en Paula Alonso (Compiladora).
Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América
Latina, 1820-1920. (Bogotá: Fondo de cultura económica, 2004) 147-166; Miriam Jimeno. Los límites de la
libertad. Ideología política y violencia en los radicales colombianos. (Bogotá: Cuadernos del CES, Universidad
Nacional, 2005).
116
Esta mirada a la política de los países del Pacífico sudamericano durante los momentos
posteriores a la ola liberal europea refleja, en buena parte, un aspecto que acompañó la
política hispanoamericana desde el periodo de las independencias: el caudillismo.340 Con la
excepción de Chile, en el resto de países del Pacífico sudamericano y en general en
Hispanoamérica, estos jefes militares, montados en su caballo, fueron capaces de tomarse el
poder y gobernar por medios coercitivos.341 Castilla, Mosquera, Belzu, Urbina y García
Moreno durante sus gobiernos fueron al mismo tiempo jefes políticos y gobernantes
absolutos del país, a pesar de las disposiciones democráticas y republicanas, las que pasaban
por encima. Además, ellos modificaban las Constituciones a su antojo, siempre para darse
legitimidad. Estos personajes eran duros con la oposición, a la que mandaba al asilo o
castigaba duramente. Su gobierno era personalista y se basaba en su carisma.342 Sin embargo,
el caudillo no define per se la política de la región, en tanto que la reunión de Congresos y
Asambleas nacionales definían las agendas legislativas y limitaban los poderes del Ejecutivo,
mientras que eran el eje de la lucha partidista.343
3.2 La conciencia del territorio, interconexión y competencia interestatal
En general, durante la década de 1850, la política de los países del Pacífico sudamericano
estuvo concentrada en el interior. El fin de los políticos de la región era fortalecer el
340 Sobre el debate del caudillismo en Latinoamérica ver, entre otros tantos, Charles Edward Chapman. “The
Age of the Caudillos: A Chapter in Hispanic American History,” en Hispanic American Historical Review, Vol
12, No 3 (1932), 281-310; Richard Morse. “Toward a Theory of Spanish American Government” en Journal
of the History of Ideas Vol 15 No 1 (enero, 1954), 71–93; Eric Wolf y Edward Hansen. “Caudillo Politics: A
Structural Analysis” en Comparative Studies in Society and History Vol 9 No 2 (enero de 1967), 168–179 y
John Lynch. Caudillos in Spanish America, 1800–1850. (Oxford: Clarendon, 1992). Además, ver Eduardo
Posada-Carbó. “Congresses versus caudillos: the untold history of democracy in Latin America, with special
emphasis on New Granada (Colombia), 1830–60. A new research agenda” en Parliaments, Estates and
Representation, Vol 37 No 2, (2017), 119-129 y Natalia Sobrevilla Perea. “Power of the law or power of the
sword: the conflictive relationship between the executive and the legislative in nineteenth-century Peru” en
Parliaments, Estates and Representation, Vol 37 No 2, (2017), 220-234, para matizar la discusión e incluir a
los legislativos nacionales como actores que le hacían contrapeso a la figura del caudillo, que se mostraba como
“omnipotente” en la política hispanoamericana del siglo XIX. 341 No todos los caudillos fueron militares. Chapman pone como ejemplo a Gabriel García Moreno, en Ecuador,
cuyo gobierno tuvo todas las características de uno caudillista. “The Age of the Caudillos”, 282 342 William H. Beezley, “Caudillismo: An Interpretive Note” en Journal of Inter-American Studies Vol 11 No
3 (1969), 348-351. 343 Posada-Carbó. “Congresses versus caudillos”, 129.
117
republicanismo; no solo en cuanto al acceso al poder y aspectos políticos, económicos y
sociales, como ya se vio, también hubo importantes avances en cuanto a hacer conciencia del
propio territorio y de las riquezas con las que contaban. Los gobiernos del Pacífico
sudamericano, en general, promovieron expediciones científicas para cuantificar sus recursos
y garantizar el acceso a la economía de mercado internacional, y, también, para el
levantamiento de mapas que servirían como guía en las negociaciones por el establecimiento
de límites con las naciones vecinas. Además, estos gobiernos buscaron conectar más
eficientemente el territorio sobre el que ejercían soberanía. Entonces, durante ese periodo, la
construcción nacional se expresó en la competencia interestatal, de modo que la
territorialidad adquirió un valor estratégico para el desarrollo nacional.344
Mientras las guerras entre facciones y partidos por el acceso al poder tenían lugar en los
países del Pacífico sudamericano, la mirada de los hombres de Estado hacia la territorialidad
y el inventario de recursos seguía vigente e, incluso, tomaba más fuerza que en periodos
anteriores. En la Nueva Granada, por ejemplo, el Estado patrocinó la Comisión Corográfica
en 1849, que estuvo encargada de levantar un mapa de la República y descripciones gráficas
de las personas, las costumbres y los recursos naturales.345 En el Ecuador, la expedición para
levantar una geografía de ese país no fue patrocinada por el Estado, sin embargo, bajo el
gobierno de Robles se publicó: Geografía de la República del Ecuador, por iniciativa del
geógrafo ecuatoriano Manuel Villavicencio.346 En Chile, el geógrafo francés Claudio Gay
publicó entre 1844 y 1848 Historia física y política de Chile, auspiciadas por el Gobierno
Chileno.347 El gobierno de Bulnes, por su parte, en 1848 encargó al geógrafo francés Amado
Pissis la descripción de los recursos geológicos y minerales de Chile, la expedición duró
veinte años, y en 1878 fue publicada Geografía física de la República de Chile.348 En el Perú,
344 Manuel Lucena Giraldo y Marta Irurozqui. "Lima Vs. Valparaíso. El balance de poder en la América Andina"
en Historia de América Andina V, 437-438. 345 Comisión Corográfica. Jeografía física y política de las provincias de la Nueva Granada. (Bogotá: Imprenta
del Estado, 1858). 346 Manuel Villavicencio. Geografía de la República del Ecuador. (New York: Imprenta de Robert Craighead,
1858). 347 Claudio Gay. Historía física y política de Chile. (París: Imprenta de Maulde y Renou 5 tomos). 348 Amado Pissis. Geografía física de la República de Chile. (Santiago: Editor de la sociedad geográfica, 1878).
118
Mariano Paz Soldán, aprovechó la recopilación de datos del irlandés Joseph Pentland para
escribir Geografía del Perú,349 que fue publicada de manera póstuma por el gobierno de
Castilla en 1862. Además, la preocupación por cuantificar los depósitos de guano motivó
varias expediciones, entre ellas sobresale la del italiano Antonio Raimondi en las islas de
Chincha.350 En el caso de Bolivia, la geografía se demoró en consolidarse (en 1886 fue
fundada la primera sociedad geográfica en Sucre). Sin embargo, en la década de 1850, el
gobierno boliviano aprovechó los datos de la expedición de los tenientes estadounidense
Herndon y Gibbon que recorrieron la región colindante a la selva amazónica con el fin de
conocer la geografía, el sistema fluvial, señalando las potencialidades de los recursos
naturales para su posible explotación.351
La representación cartográfica del territorio ayudó a que los gobernantes de estos países
tomaran conciencia de él, pero esto no era suficiente, hacía falta conectar geográficamente
este territorio para lograr dinamizar la economía y proyectarla al comercio exterior. Para los
Gobiernos de los países del Pacífico sudamericano era importante sacar sus productos al mar
para que fueran comerciados en el exterior, así como la conexión del país, en pro de asegurar
el control central de los territorios en donde ejercía soberanía. Los países que mejor lograron
este objetivo fueron Chile y Perú. Ambos gozaban de una bonanza económica, el primero
gracias al auge minero de Chañarcillo, que permitió explotar grandes cantidades de plata, y
los mercados de Australia y California, donde se comerciaba el trigo y la harina chilenos;352
y, el segundo, por la bonanza guanera.353
Gracias al dinero recibido por el guano, el Perú fue el precursor de la construcción de líneas
férreas en Sudamérica.354 El ferrocarril entre Lima y el Callao fue el primer ferrocarril en la
349 Mariano Paz Soldán. Geografía del Perú (París: Librería de M.A. Durand, 1862). 350 Antonio Raimondi. Exploración de las islas de Chincha con tres planos. (Lima: Imprenta de la patria, 1854). 351 Lewis Herndon y Lardner Gibbon. Exploration of the valley of the Amazon, 2 volúmenes. (Washington:
Public Printer, l854). 352 Frías. Manual de historia de Chile, 363. 353 La bibliografía sobre el guano en el Perú es extensa. Recomiendo ver Heraclio Bonilla. Guano y Burguesía
en el Perú. (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974) y Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán
guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima: Instituto de estudios peruanos, 2011). 354 Además de ferrocarriles, los ingresos del guano permitieron importantes mejoras en las décadas de 1840 y
1850. Entre ellos sobresalen la reconstrucción de la catedral de Arequipa (destruida por un incendio en 1844),
119
región, inaugurado el 17 de mayo de 1851.355 En 1856, el gobierno de Castilla inauguró una
nueva línea férrea entre los puertos de Tacna y Arica y en 1858 la línea entre Lima y
Chorrillos y la línea a sangre (por tracción animal) en las islas de Chincha. En los primeros
años de la década de 1860, iniciaron estudios para conectar por medio de un ferrocarril a
Islay con Arequipa (1871), Pisco con Ica (1871) y Paita con Piura (1876), como se ve en el
mapa No. 3.356 Las primeras líneas buscaron cubrir recorridos que resultaban favorables para
la economía guanera y las élites comerciales de Lima, acrecentando la rivalidad entre Lima
y el resto del país, sobre todo con el sur.357
Los ferrocarriles en Chile tuvieron más demoras en su construcción. Durante el periodo de
Montt se inició el proceso de licitación del ferrocarril entre Santiago y Valparaíso. Sin
embargo, debido a las revueltas de 1851 no se pudo iniciar; esta obra se terminó en 1863.358
Ese mismo año, el Congreso de ese país aprobó una ley por medio de la cual se autorizaba al
Presidente para la construcción de un ferrocarril al sur entre Chillán, Concepción y
Talcahuano y otro que conectara Copiapó y Coquimbo.359 En el norte, por medio de decreto,
el gobierno promovió la construcción de un camino de hierro entre el Mineral de Cerro-
Blanco en la provincia de Acatama, y el lugar denominado “El flojo” en la misma
provincia.360 En Bolivia, por su parte, el gobierno liberal de Belzu también se preocupó por
la conexión del territorio. Durante su gobierno inició el arreglo de los caminos coloniales que
unían a La Paz con Potosí, Cochabamba y el oriente boliviano.361 En los primeros años de
la cañería de hierro en Lima, el Callao, Ica, Arequipa y Arica, La construcción de la plaza de mercado de Lima.
Basadre, Historia de la República del Perú VI, 52-54. 355 Basadre, Historia de la República del Perú VI, 48-49. 356 Basadre, Historia de la República del Perú VI, 65-66; “Decreto de construcción de un camino de hierro
entre Islay y Arequipa” El Peruano (Lima), 13 de octubre de 1860, Año 19 Tomo 39 Semestre 2 No 22. 357 Moncayo, Ojeada sobre las Repúblicas sudamericanas, 47. En 1864, las poblaciones del sur, sobre todo
Arequipa se quejaban por las demoras en iniciar el recorrido entre esa ciudad e Islay, lo que daría una salida
más rápida a las industrias del sur a la costa. El proyecto había sido aprobado en el Congreso peruano en 1861.
La Bolsa, 25 de junio de 1864, No 228; 26 de noviembre de 1864, No 248 y 3 de diciembre de 1864, No 249 358 El Araucano (Santiago), 7 de noviembre de 1863, No 2600, El Ferrocarril (Santiago), 2 de junio de 1863,
No 2306; Frías. Manual de historia de Chile, 361. 359 Ley que autoriza al Presidente de la República para. la prolongación del ferrocarril del sur hasta Chillán.
El Araucano, 28 de marzo de 1863 No 2711. 360 El Araucano, 9 de agosto de 1864, No 2716. 361 Fellman, Historia de Bolivia, 114.
120
1860, el conservador José María Achá (1861-1864), sucesor de Linares, Inició la
construcción de caminos que comunicaran La Paz con el centro del país. Esto se logró gracias
al alza de precios del salitre, por el inicio de la Guerra Civil estadounidense, y al incremento
de la demanda de guano en Europa.362
Mapa No. 3 Ferrocarriles del Perú
Tomado de Tantaleán, La Gobernabilidad y el Leviatán guanero, 101.
362 Fellman, Historia de Bolivia, 151.
121
En la Nueva Granada, las ideas de construir caminos y ferrocarriles no se materializaron con
facilidad, el Estado se valió de inversiones extranjeras para realizar una obra de gran
importancia para el comercio mundial: un camino férreo en el istmo de Panamá. En 1849, el
gobierno granadino celebró un contrato con la compañía neoyorquina Totten y Trautwine
para dicha labor y conectar los océanos Pacífico y Atlántico, culminada en 1855.363 Un poco
más de veinte años después iniciaron obras para la construcción de líneas para unir Medellín
y Bogotá con el río Magdalena.364 Además de vías férreas, los gobiernos de este país buscaron
establecer vapores por el río Magdalena,365 construir un camino que uniera Cali con
Buenaventura al suroccidente366 y otros tantos que sirvieran para conectar Bogotá tanto con
el Pacífico como con el Atlántico.367 Estas obras se quedaron en el tintero debido a la pobreza
del erario y al casi inexistente comercio nacional granadino y colombiano.368 En el Ecuador,
durante el periodo liberal pocas obras se realizaron. García Moreno, tras imponerse sobre
Franco inició trabajos en todo el país como la reconstrucción de caminos y el
restablecimiento de acueductos.369
El reconocimiento del territorio y de los recursos con que contaban los países del Pacífico
sudamericano, además de permitirles ciertos avances económicos, revivió disputas por la
soberanía territorial que habían quedado en pausa, principalmente por la introspección que
estos países experimentaron por más de dos décadas, hasta finales de la década de 1850.
Luego de ese proceso, los conflictos que se presentaron en la región fueron de índole
territorial abriendo paso a un momento de competencia interestatal en el sistema de Estados
del Pacífico sudamericano. Uno entre Perú y Ecuador (1858-1860), heredado de tiempos de
la Gran Colombia, que se disputaban la soberanía de una porción de la Amazonía, que en su
mayor parte estaba inexplorada; y otro, entre Chile y Bolivia (1863-1864) por una franja del
363 Palacios y Safford, Historia de Colombia, 322. 364 Carlos Eduardo Nieto. “El ferrocarril en Colombia y la búsqueda de un país” en Apuntes Vol 24 No 1, 66-
67. 365 El Tiempo, 21 de febrero de 1860, No 270 y 28 de septiembre de 1864, No 354; El Conservador (Bogotá),
23 abril 1864, No 31. 366 El Tiempo, 14 de junio de 1865, No 391. 367 El Tiempo, 14 de diciembre de 1864, No 365 y 28 de diciembre de 1864, No 367. 368 Palacios y Safford, Historia de Colombia, 248 369 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 208; Jorge
Salvador Lara. Historia de Quito, "luz de América". (Quito: Fonsal, 2009) 186.
122
desierto de Atacama, en cuyas bahías había algunos yacimientos guaneros. Además, a
principios de la década de 1860 el gobierno colombiano adelantó una iniciativa para reunir
los Estados de la extinta Gran Colombia en una federación, plan aceptado en Venezuela, pero
no así en el Ecuador. Las diferencias entre el gobierno colombiano y el ecuatoriano en este y
otros temas también desencadenaron en un conflicto entre ambos países (1863) que no fue
territorial, pero si, de alguna manera, ideológico. Además de generar diferencias entre las
partes enfrentadas, la inestabilidad de los Estados americanos se sumó como argumento en
el Viejo Continente para reforzar el desprestigio que tenía el modelo republicano allí.
3.2.1 Ecuador y Perú. Una vieja tensión externa
Para hablar del conflicto territorial entre Ecuador y Perú hay que remontarse hasta la década
de 1820. Por un lado, durante ese periodo ambos Estados no lograron establecer la línea
divisoria, problema que, tras la separación colombiana, heredaría el Ecuador. Desde 1822,
cuando Bolívar estaba en Guayaquil se quejaba de la ocupación peruana de las provincias de
Jaén y Maynas.370 El asunto se postergó hasta después de Ayacucho, cuando el ejército
peruano, encabezado por el Presidente José de la Mar, invadió las provincias amazónicas. El
gobierno colombiano declaró la guerra al Perú.371 En 1829, tras la victoria de las armas
colombianas, ambos países firmaron un tratado de amistad en Guayaquil, en el que se
comprometen a formar una comisión para rectificar los límites establecidos en el periodo
colonial entre ambos virreinatos.372 La comisión no alcanzó a terminar sus trabajos, cuando
la República de Colombia se fragmentó. Con ello la delimitación entre ambos países se
postergaría.
370 De Simón Bolívar a Francisco de Paula Santander, 3 de agosto de 1822, en Vicente Lecuna (Comp.). Cartas
del Libertador, Vol III. (Caracas: Fundación Vicente Lecuna, 1965) 265-269. 371 Manifiesto que hace el Gobierno de Colombia de los fundamentos que tiene para hacer la guerra al Perú,
con las contestaciones que da a los cargos el ciudadano el ciudadano M.L. Vidaure, como primer Ministro del
Estado y de Relaciones Exteriores. (Boston: Imprenta de Hiram Tu er, 1828). 372 Tratado de paz entre la República de Colombia y la del Perú, ajustado en Guayaquil el 22 de septiembre de
1829, en José Manuel Restrepo (Comp.) Documentos importantes de Nueva Granada, Venezuela y Colombia,
Vol. II. (Bogotá: Imprenta Nacional, 1970) 457-463.
123
El detonante del conflicto territorial entre ecuatorianos y peruanos fue el relativo a la deuda
inglesa contraída por la República de Colombia en los tiempos de la Independencia. Tras la
separación colombiana, en 1830, la deuda fue dividida entre Nueva Granada, Venezuela y
Ecuador, tocándole a este último cubrir el 21,5% de ella.373 En 1857, el Gobierno ecuatoriano,
encabezado por Francisco Robles, firmó un acuerdo de pago con el representante de los
tenedores de bonos de la deuda anglo-colombiana. Por medio de dicho contrato el Ecuador
cancelaba los bonos de la deuda inglesa con tierras baldías de la Amazonía ecuatoriana
(Provincia de Oriente) y de la provincia de Esmeraldas.374
El Ministro Plenipotenciario peruano en el Ecuador, Juan Celestino Cavero, presentó una
queja ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. El peruano argumentaba que buena parte
de los territorios con los que el Gobierno ecuatoriano pretendía pagar su deuda con los
británicos hacían parte del Perú, según la Real Cédula de 15 de julio de 1802.375 Además,
Cavero anotaba que el hecho que la posesión de esos territorios fuera cuestionable le impedía
al Gobierno ecuatoriano hacer cualquier transacción con ellos:
La sola circunstancia de ser objeto de reclamaciones de parte de cualquier estado será motivo
más que poderoso para que en homenaje a los principios elementales del derecho internacional,
al respecto; y miramientos que se deben entre si las naciones; se hubiese abstenido de ceder a
sus acreedores los territorios disputados; mayormente estando vigente el tratado de Guayaquil
de 1829 que designa el modo de terminar estas diferencias.376
373 Jorge Núñez. “Estudio introductorio” en Reedición de Deuda gordiana de Eloy Alfaro y Estudio histórico
de la deuda anglo-ecuatoriana de Emilio María Terán. (Quito: ministerio coordinador de la política económica,
2013) 22. 374 Contrato Ycaza-Pritchett, 21 de septiembre de 1857, en Eloy Alfaro, Deuda gordiana. (Quito, Imprenta
Nacional, 1896) 61-64; Alberto Acosta. La deuda eterna. (Quito: Grupo de trabajo sobre deuda externa y
desarrollo, 1990) 96-98. 375 De Juan Celestino. Cavero, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Antonio Mata, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 14 de noviembre de 1857, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores
del Ecuador (AMREE), Carpeta G.3.1.30.2 Límites con el Perú, ff 53-55. Para consultar la Real Cédula De 15
De Julio De 1802 ver https://es.wikisource.org/wiki/Real_C%C3%A9dula_de_1802, consultada el 29 de agosto
de 2018 . 376 De Cavero a Mata, 10 de marzo de 1858, (AMREE) G.3.1.30.2 Límites con el Perú, f 80.
124
Cavero solicitó que ambas Repúblicas establecieran una comisión y acordaran los límites
precisos que los separaban, tal como lo establecía el tratado de Guayaquil de 1829. El
Plenipotenciario ponía como base la suspensión del contrato con los acreedores británicos.
El contrato, además de alterar las relaciones con el Perú, hizo que el Gobierno de Robles
fuera combatido por los conservadores quiteños, quienes entendían que el Gobierno pensaba
desmembrar el país.377 Robles, entonces, tenía que enfrentar contrariedades en el interior de
su país y fuera de él. El quiebre fue el rompimiento de relaciones diplomáticas entre el Perú
y Ecuador. Ante esta situación, el General peruano Ramón Castilla, junto con el cuerpo
legislativo, decretó el bloqueo de los puertos del Ecuador. El bloqueo se hizo efectivo desde
octubre de 1858, de manera interrumpida, hasta el 25 de enero de 1860.378 Robles trasladó el
gobierno hacia Guayaquil para hacerle frente a las naves peruanas, pero descuidando Quito
y la Sierra, en general.
La oposición conservadora, liderada por Gabriel García Moreno, aprovechó las
circunstancias internacionales para hacerse con el poder. El primero de mayo de 1859 una
Asamblea de ciudadanos de Quito desconoció la presidencia de Robles y nombró un
triunvirato, encabezado por García Moreno, también designado Director de guerra, para
dirigir el gobierno provisorio de Quito. Robles encomendó a Urbina que se encargara de los
disidentes en Quito. La ciudad fue retomada y García Moreno salió exiliado hacia Lima.379
En su tiempo en Lima, el conservador se reunió con Castilla y le solicitó ayuda para deponer
el gobierno de Robles. El mariscal concedió su apoyo, le entregó a García Moreno una
considerable cantidad de armamento y, con la ayuda peruana, el ecuatoriano se embarcó
rumbo a su país. Una vez tocaron suelo ecuatoriano, en Guayaquil, García Moreno
tranquilizó los ánimos de sus compatriotas justificando su salida del país y la venida de
nuevas embarcaciones peruanas:
377 Ayala Mora. Historia del Ecuador, II, 43. 378 Raúl Porras. Historia de los límites del Perú. (Lima: Librería Francesa científica, 1926) 34-35; José Le
Gohuir. Historia de la República del Ecuador, Vol. I. (Quito: Ecuatoriana, 1935) 523. 379 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 147.
125
Mi salida momentánea del país no tuvo otro objeto que el desempeño urgente de esos deberes
sagrados; y la consecuencia ha sido, como hoy puedo aseguraros con el corazón satisfecho,
conservar la paz y amistad entre dos pueblos ligados por tanto y tan estrechos vínculos,
llamados por la Providencia a auxiliarse recíprocamente en la senda de la prosperidad […] El
ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliares, no vuestros enemigos; y a la Patria no
le quedan adversarios que los malvados que la tiranizan.380
Antes de la llegada de García Moreno, el gobierno provisorio había retomado el control de
Quito, desde donde hacía frente al del Guayaquil. Ante la existencia de dos gobiernos, en
agosto de 1859, en esta última plaza celebraron elecciones con el fin de determinar a cuál de
los gobiernos se adherirían los guayaquileños. Por un estrecho margen, los resultados
mostraron que el puerto quería mantenerse como cabeza del Gobierno nacional. García
Moreno, entonces, se dirigió a Quito, desde donde buscaría el triunfo militar del Gobierno
provisorio en todo el país, con la seguridad de tener el apoyo de Castilla en su tarea. Las
elecciones de Guayaquil trajeron a escena a Guillermo Franco, jefe militar de la ciudad, quien
se hizo cargo del Gobierno de la ciudad, tras la salida de Robles del Ecuador.381 A Guayaquil
se le unió Cuenca, mientras que Loja y Quito se unieron contra los liberales de la costa.382
Castilla se dirigió a Guayaquil con casi cinco mil hombres para cumplir su compromiso con
García Moreno. A su llegada, el Mariscal se encontró con que Robles ya había abandonado
el país y Franco había heredado el mando político y militar. La escuadra peruana no enfrentó
mayor resistencia en la costa ecuatoriana porque se alió con el gobierno regional del general
Franco. El general ecuatoriano le propuso a Castilla la firma de un tratado de paz mutuo en
el que el Ecuador admitía la soberanía peruana de las provincias de Oriente, Jaén y Maynas
(Ver Mapa No. 4), ganándose la confianza del Mariscal.383
380 Proclama de la Ria de Guayaquil. 02 de julio de 1859, en Wilfrido Loor. Cartas de García Moreno. 1855-
1861. (Quito: La prensa católica, 1953) 89. 381 José Pérez Concha. Ensayo histórico crítico de las relaciones diplomáticas del Ecuador con los Estados
limítrofes. (Quito: Ediciones Banco central del Ecuador, 1969) 148-150. 382 José Villacrés. Historia diplomática de la República del Ecuador. (Guayaquil: Universidad de Guayauquil,
1967) 371-374; De Ramón Orejuela, Cónsul general granadino en Quito a Florentino González, 6 de septiembre
de 1859, AGNC Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, 462. Correspondencia de Florentino González, ff
161-163. 383 Lucena e Irurozqui, “Lima Vs Valparaíso”, 446.
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127
Mientras se desarrollaba la guerra civil y el Perú bloqueaba el puerto de Guayaquil, el
gobierno provisorio en Quito entabló gestiones infructuosas con la Confederación Granadina
para que interviniera en el conflicto frente al Perú.384 El gobierno granadino se declaró neutral
aduciendo que de inmiscuirse estaría sobrepasando la soberanía ecuatoriana de darse el
gobierno que mejor le convenga y, además, de establecer los límites con sus naciones
vecinas.385 Paralelamente a estas conversaciones, Tomás Cipriano Mosquera, gobernador de
Cauca, y el mariscal Ramón Castilla acordaban que el primero declararía la independencia
de ese Estado soberano del gobierno central en Bogotá e incorporaría las provincias del norte
del Ecuador a un Estado centrado en el valle del Cauca, mientras que las provincias de la
costa y el sur del Ecuador se integrarían al Perú.386 El acuerdo partía de la premisa de la
“desaparición de esa nacionalidad [la ecuatoriana], anexando su territorio, por partes, a los
Estados vecinos que daña con su existencia.”387
García Moreno se enteró del plan de Mosquera y Castilla y decidió escribirle a Emile Trinité,
Encargado de Negocios francés en Quito, pidiendo que su gobierno analizara la posibilidad
de establecer un protectorado en Ecuador.388 García Moreno buscaba proteger el estado del
territorio ecuatoriano, amenazado desde el norte, como desde el sur. El jefe del Gobierno
provisorio entendía que no poseía los medios posibles para defenderse de ambas amenazas.
García Moreno se inspiró en las condiciones entre Canadá y Gran Bretaña, en el que el
primero tiene su propio gobierno, pero pertenece al imperio británico. El político ecuatoriano
384 De José Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones Exteriores de Quito a Juan Antonio Pardo, Ministro de
Relaciones Exteriores granadino, 18 de noviembre 1859. AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores, T 2, Caja
462. Correspondencia de Florentino González, ff 90v-91. 385 De J.A. Pardo, Ministro de Relaciones Exteriores Granadino, a J. Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones
Exteriores de Quito, 28 de marzo de 1860, en AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la Cancillería de
Colombia III, ff 262-265. 386 Protocolo Mosquera-Selaya, 6 de septiembre de 1859, en Diego Uribe Vargas. Colombia y la diplomacia
secreta: gestiones para implantar la monarquía. (Bogotá: Fundación universidad de Bogotá Jorge Tadeo
Lozano, 2005) 83-86. El tratado, además de acordar la división del Ecuador, también establece que el gobierno
de Castilla otorgaría dinero y armamento al del Cauca para que hiciera efectiva la secesión de la Confederación
granadina. 387 De Buenaventura Seaone, Encargado de negocios peruano en Bogotá, a Tomás Cipriano de Mosquera, 8 de
marzo de 1859. citado en Pérez Concha, Ensayo histórico crítico, 151-152. 388 García Moreno le escribió a su amigo íntimo, que era un ideólogo conservador, Felipe Serrade: “Prefiero la
muerte o el pertenecer a una gran potencia a ser la burla de Castilla y los traidores.” De Gabriel García Moreno
a Felipe Sarrade, ideólogo conservador, 14 de diciembre de 1859 en Loor, Cartas de García Moreno, 107.
128
pretendía que su país se mantuviera bajo el estatus de dominio francés, pero con un gobierno
autónomo y estable autóctono.389 García Moreno argumentaba que, además de la posibilidad
de la pérdida de la soberanía territorial, la política del Ecuador y de las Repúblicas
hispanoamericanas estaba plagada del “desenfreno de la soldadesca y la turbulencia de los
demagogos”, por lo que, concluía García Moreno, “en el protectorado encontraríamos la
civilización en la paz y la libertad en el orden”390 El conservador no recibió respuesta de la
propuesta de protectorado, pero no fue su único intento realizado con este propósito.
La soberanía del Ecuador estaba en peligro y su política interna era convulsa. Mientras la
flota peruana bloqueaba el puerto de Guayaquil, el Gobierno provisorio de Quito, con el
apoyo de Loja, se enfrentaba al Gobierno de la costa, conformado por Guayas y Cuenca.
Castilla se la jugó por el último y decidió darle su apoyo. La crisis internacional se atenuó
tras la firma de un tratado el 25 de enero de 1860, entre representantes de Ramón Castilla y
Guillermo Franco, Jefe Supremo de Guayas, hasta 1860, el Gobierno más fuerte de los
establecidos dentro del Ecuador.391 El Tratado de Mapasingue establecía que el Gobierno
ecuatoriano cancelaba las ventas de territorios para pagar a los acreedores británicos y que
ambas Repúblicas negociarían sus fronteras bajo el principio del uti posidetis de 1810,
basadas en la Cédula Real de 1802 “para acreditar los derechos del Perú a los territorios de
Quijos y Canelos.” En cuanto a la situación interna del Ecuador, el gobierno peruano se
comprometió a “apoyar al de Guayaquil con todos los elementos de que pueda disponer, hasta
que se cimente el orden y se constituya la República.” El tratado, además, estipulaba que el
Gobierno ecuatoriano no se haría cargo de los gastos del bloqueo.392
389 De García Moreno a M. Trinité, 07 de diciembre de 1859, Loor, Cartas de García Moreno, 105-106. 390 De García Moreno a M. Trinité, 21 de diciembre de 1859, Loor, Cartas de García Moreno, 110. En un
impreso aparecido dos años más tarde, publicistas ecuatorianos explicaron la actuación de García Moreno, quien
“manifestó la opinión de poner al Ecuador bajo la protección de una de las grandes potencias europeas, y con
preferencia bajo la de Francia, como el medio más beneficioso para librar a ese país de los peligrosos conflictos
y asegurar el orden y la paz” José María Aviles y Manuel Gómes de la Torre. Refutación del impreso titulado
"Para la historia" publicado en Lima, a nombre del general Guillermo Franco. (Quito: Imprenta de los
huérfanos de Valencia, 1861) 2. 391 El Nacional (Quito), 29 de diciembre de 1859, No 15. 392 Tratado de paz, amistad y alianza entre Perú y Ecuador, 25 de enero de 1860. El Peruano (Lima), 11de
febrero de 1860, Año 19 Tomo 38 Semestre 1 No 14.
129
El proceso de cimentación del orden y de establecimiento de un solo gobierno en el Ecuador
estaba lejos de concretarse. No bien se expandió la noticia de la firma del tratado de
Mapansigue, diferentes localidades se expresaron contra él y se adhirieron a la causa del
Gobierno provisorio.393 Sin las tropas peruanas, que regresaron a su país el 19 de febrero de
1860 con cierta resistencia a la labor de Castilla en Ecuador,394 el Gobierno provisorio, ahora
reforzado, se abalanzó contra Guayaquil, dando inicio a una guerra civil que tuvo su fin en
septiembre de ese año. Juan José Flores fue un refuerzo conservador que desequilibró la
balanza a su favor. El gobierno de Guayaquil, por su parte, buscó apoyo en el del Perú, tal
como lo indicaba el tratado de Mapasingue. Nicolás Estrada, entonces, viajó a Lima para
gestionar un empréstito por $250,000, entregado en cinco partes, entre marzo y septiembre
de 1860.395 El dinero peruano no alcanzó para que el Gobierno de Guayaquil encontrara la
victoria. El 24 de septiembre, las tropas del Gobierno provisorio entraron a Guayaquil
victoriosas.396 Este triunfo significó la adhesión de esa ciudad al Gobierno provisorio y, de
esa manera, la unificación de todo el Ecuador bajo él.397
García Moreno, como Presidente del Ecuador, desconoció el tratado del 25 de enero y rompió
relaciones diplomáticas con el Perú. Además, el Presidente inició un nuevo proceso nacional
393 Dentro de las expresiones contra el tratado de Mapasingue El Nacional, periódico oficial del Gobierno
provisorio, reportó las de la Gobernación de Pichincha, la del concejo municipal y de ciudadanos de Quito, las
de las Provincias de León e Imbabura y la de los cantones de Ibarra, Lacatunga y Ambato. El Nacional (Quito),
22 de febrero de 1860, No 20. 394 El Comercio (Lima), 2 de febrero de 1860, No 6331. Dos críticas principales había contra el Mariscal. Una
sobre el reconocimiento de un Gobierno sobre el otro; “al hacerlo se atraía la animosidad de otro caudillo y
perdía su concurrencia al tratado desde que no viese al General Castilla más que un enemigo que debía influir
y proteger a su antagonista en su proyecto de exclusiva dominación.” Y, otra, por no pedir indemnización alguna
al Ecuador por los gastos del bloqueo, malgastando los ingresos del guano. Con respecto al tratado, un sector
de los peruanos tenía reservas. Argumentaban que la inestabilidad del Ecuador haría que próximos gobiernos
no quisieran validar lo firmado por Franco. El Comercio (Lima), 25 de febrero de 1860, No 6334. 395 De Nicolás Estrada, Encargado de Negocios del Ecuador en Perú, a José Fabio Melgar, Ministro de
Relaciones Exteriores del Perú, 29 de marzo de 1860, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 1; Conferencia entre el
Ministro de Relaciones Exteriores peruano, y el Encargado de negocios ecuatoriano en Lima, Nicolás Estrada,
31 de marzo de 1860, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 42-44; Convenio entre José Fabio Melgar y Nicolás
Estrada, sin fecha, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 25-26; Del Ministro de Relaciones Exteriores peruano a
Juan José Salcedo, Ministro de Hacienda y comercio peruano, 21 de septiembre de 1860, AMREP Caja 122,
carpeta 15, f 5-6. 396 El Nacional (Quito) 10 de octubre de 1860, No 30. 397 Acta de pronunciamiento de Guayaquil, 10 de octubre de 1860, El Nacional (Quito), 20 de octubre de 1860,
No 31.
130
en el que la regeneración moral y la férrea disciplina fueron los instrumentos esenciales para
consolidar al Estado. El proyecto nacional buscaba
restablecer el Imperio de la moral, sin la cual el orden no es más que tregua o cansancio […]
moralizar un país por medio de la represión enérgica y eficaz del crimen y por la educación
sólidamente religiosa de las nuevas generaciones; respetar y proteger la Santa Religión de
nuestros mayores […] fomentar el desarrollo de los intereses políticos de nuestra atrasada y
empobrecida sociedad, removiendo los obstáculos que la falta de conocimientos y vías de
comunicación opone a la industria... arreglar la hacienda pública sobre la triple base de la
probidad, la economía y el crédito nacional.398
Ahora, en cuanto a las relaciones con el Perú, hubo dos puntos sobre las que versaron,
principalmente. Uno referente a la no aprobación del Tratado de Mapasingue por parte de la
Convención ecuatoriana, y otro por la soberanía territorial, amenazada por la ley territorial
ecuatoriana del 29 de mayo de 1861, en la que incluía las provincias en disputa dentro de la
soberanía ecuatoriana.399 José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano,
reclamó al respecto de ambos puntos a su par ecuatoriano, Rafael Carvajal. En cuanto al
tratado, Melgar decía que la no aprobación de este retrotraía las relaciones al estado de guerra
anterior a su firma.400 Carvajal respondió diciendo que ese tratado carecía de validez en tanto
que no había pasado el curso regular por el legislativo para su ratificación, además el mismo
tratado no había sido ratificado por el Congreso peruano.401 En cuanto a la ley territorial,
Melgar protestó por la inclusión de Jaén, los cantones del Napo y de Canelos, las tribus y
territorios que componían el Gobierno de Quijos hasta el Amazonas y el territorio de Maynas,
territorios que el Ministro consideraba peruanos.402 El Ministro ecuatoriano, por su parte,
398 Discurso del Presidente Gabriel García Moreno ante la Convención Nacional reunida en Quito, el 2 de
abril de 1861, El Nacional (Quito), 5 de abril de 1861, No 37 (Número extraordinario). 399 Ley de división territorial, El Nacional (Quito), 11 de junio de 1861, No 44. 400 De José Fabio Melgar, Ministro de relaciones Exteriores peruano, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones
Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1861, AMREE, A.22.3. Comunicaciones recibidas de la cancillería del
Perú III, ff 34-38. 401 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Fabio Melgar, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 5 de octubre de 1861, AMREP, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 36-38 402 De José Fabio Melgar, Ministro de relaciones Exteriores peruano, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones
Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1861, AMREE, A.22.3. Comunicaciones recibidas de la cancillería del
Perú III, ff 39-40.
131
respondió que el Ecuador había ejercido soberanía sobre aquellos territorios desde el tratado
de 1829, sin que gobierno alguno del Perú hubiera hecho ninguna protesta, entonces habría
que ajustar los límites entre ambas naciones teniendo en cuenta este tratado.403 Estas
diferencias hicieron que las relaciones entre ambos países se mantuvieran interrumpidas. No
fue sino hasta el fin del periodo presidencial de Castilla, en 1862, que el Congreso peruano
desaprobó definitivamente el tratado de 25 de enero y, además, le indicó al Ejecutivo que
debía restablecer las relaciones con el Ecuador.404
El conflicto territorial entre Ecuador y Perú es una muestra de la competencia interestatal
dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano y la confrontación entre caudillos,
que fue aprovechada por García Moreno para acceder al poder en Ecuador. La principal
motivación para que se desencadenara el conflicto fueron los choques de intereses de esos
Estados, sobre todo en cuanto a la delimitación territorial se refiere. Ahora, en cuanto a la
balanza de poder regional, el Perú mostró una posición más privilegiada que el Ecuador. El
Gobierno de Castilla acudió a la estrategia de las potencias europeas y bloqueó el puerto de
Guayaquil con el fin de buscar una rectificación de la decisión del Gobierno ecuatoriano de
entregar territorios en disputa. Lo que consiguió con el tratado de 25 de enero de 1860, que,
aunque no fue ratificado, su firma impidió que se siguieran adelantando esas negociaciones
con los acreedores británicos. Esa fue una reafirmación del poder peruano en la región, sobre
todo en el norte del Pacífico sudamericano.
3.2.2 Chile y Bolivia. Guano y soberanía (1863-1864)
Hablar del conflicto territorial entre Bolivia y Chile resulta de la mayor actualidad. Desde
2013 cursa en la Corte Internacional de Justicia de La Haya un diferendo limítrofe, por medio
403 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Fabio Melgar, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 5 de octubre de 1861, AMREP, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 40-42. 404 Ley del Congreso peruano sobre relaciones con el Ecuador, 28 de enero de 1863, El Peruano (Lima), 30 de
enero de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 1 No 13. El diferendo limítrofe entre ambas naciones se prolongó
hasta finales del siglo XX. En el Acta de Brasilia se encontró una solución que se muestra como definitiva en
1998, como consecuencia de la guerra de Cenepa en 1995, y tras varios enfrentamientos bélicos previos. Para
ampliar sobre esta discusión ver Leonor del Carmen. Ecuador. Historia y territorio. (Quito: Casa de la Cultura
Ecuatoriana, 2004).
132
del cual el Estado boliviano pretende recobrar la salida al Pacífico, sobre la cual Chile ejerce
actualmente soberanía.405 Hay cierto acuerdo en indicar la ley chilena de 31 de octubre de
1842 como el inicio de este pleito.406 Esta ley declaró “de propiedad nacional las guaneras
que existen en las costas de la provincia Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama, y
en las islas e islotes adyacentes.”407 Además, el año siguiente, el gobierno boliviano de Belzú,
por medio de una ley, creó la provincia de Atacama, con lo que garantizaba su jurisdicción
sobre esos territorios.408 Durante años, chilenos y bolivianos explotaron poco guano de las
bahías del Atacama.409 Sin embargo, todo cambió en 1862. Un grupo de chilenos, encabezado
por Matías Torres, encontraron un depósito guanero significativo en la bahía de Mejillones
(Ver mapa No. 5) que fue cuantificado por el ingeniero Luis Larroque.410
405 Obligation to Negotiate Access to the Pacific Ocean (Bolivia v. Chile). Corte Internacional de Justicia.
https://www.icj-cij.org/en/case/153 Consultado el 28 de agosto de 2018. 406 Conrado Ríos. Chile y Bolivia definen sus fronteras, 1842-1904. (Santiago: Editorial jurídica de Chile, 1963);
Guillermo Lagos. Historia de las fronteras de Chile. Los tratados de límites con Bolivia. (Santiago: Editorial
Andrés Bello, 1866); Álvaro Pérez del Castillo. Bolivia, Colombia, Chile y el Perú. Diplomacia y política,
1825-1904. (La Paz: Editorial los amigos del libro, 1980); Rodolfo Becerra. Nulidad de una apropiación
chilena: territorios bolivianos entre los paralelos 23 y 24. (La Paz: Plural editores, 2006). 407 Ley de 31 de octubre de 1842. Reproducida en El Araucano (Santiago), 21 de marzo de 1863, No 2509. A
esta ley la acompañaron el decreto de 1843, que estipulaba la manera cómo debía explotarse el guano; y los de
1847 y 1847, que determinaban las condiciones para entregar las concesiones de transporte. 408 Ley de 31 de octubre de 1863, https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1071471 consultado el 28 de
agosto de 2018. 409 Mesa, Historia de Bolivia, 360. 410 Luis Larroque. Informe sobre los depósitos de guano de Mejillones. Presentado al señor Ministro de
Hacienda. (Santiago: Imprenta Nacional, 1863).
133
Mapa No. 5. Frontera entre Chile y Bolivia
Elaboración propia a partir de Daniel Lizars. Map of Bolivia, Chili, United Provinces.
Edimburgo: John Hamilton Publisher, 1831.
El gobierno chileno le concedió la licencia para explotar el guano de Mejillones a Torres que
fue escoltado por la corbeta Esmeralda, en 1862. Por su parte, el gobierno boliviano al
conocer de la empresa de Torres lo apresó en octubre de ese año. El argumento de los
bolivianos era que su soberanía estaba siendo vulnerada. Torres acudió al cónsul chileno en
Cobija para solicitar que sus derechos fueran respetados.411 Esta situación inició un pleito
diplomático entre ambas naciones. Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores
chileno, se comunicó con su homólogo boliviano, Rafael Bustillo, exigiendo que se deje en
libertad a Torres. El argumento de Tocornal era que el chileno contaba con licencias lícitas
411 Carta de Matías Torres, explotador guanero, a José Jonassohn, cónsul chileno en Cobija. 15 de octubre de
1862, en El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No 10561.
134
de su gobierno para explotar el guano que se encontraba dentro del territorio de su
jurisdicción.412 Bustillo respondió que el litoral de Mejillones hacía parte de la soberanía
boliviana: “Por esta razón, y otras, niega categóricamente mi gobierno el statu quo amparado
por esa posesión que V.E. reclama, concediendo a lo más, que se habrá efectuado actos
posesorios más o menos clandestinos y únicamente apoyados por la fuerza.”413
El problema radicaba en que no había límites definidos entre ambas Repúblicas. Chilenos y
bolivianos argumentaban que el desierto de Atacama y su litoral hacía parte de su soberanía.
La terminología en este caso resulta importante, en tanto que en la Constitución chilena de
1833 dice que su territorio “se extiende desde el desierto de Atacama hasta el cabo de Hornos,
y desde las cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, comprendiendo el Archipiélago de
Chiloé, todas las islas adyacentes, y las de Juan Fernández.”414 En el mapa No. 6 se puede
ver como la provincia de Atacama va hasta el desierto del mismo nombre. El argumento
boliviano era que “el desierto alcanza hasta el rio Loa, luego el territorio de Chile debe
extenderse hasta allí, porque la preposición desde no excluye el desierto, por más que los
maestros de la lengua digan que denota principio de tiempo o lugar y significa después de.”415
Desde cada lado se adjudicaban la soberanía del Atacama. Estas diferencias se volvieron
irreconciliables impidiendo firmar un tratado limítrofe entre ambas Repúblicas. La franja de
tierra en disputa hacía parte del desierto de Atacama entre los paralelos 23 y 25. Este territorio
había estado deshabitado y no generó algún interés importante sino hasta el descubrimiento
de los yacimientos guaneros. El gobierno chileno argumentaba que ese territorio era de su
soberanía basado en documentos del periodo de la colonia:
412 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones
Exteriores chileno boliviano, 31 de diciembre de 1862, El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No
10730. 413 De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones Exteriores chileno boliviano a Manuel Tocornal, Ministro de
Relaciones Exteriores chileno, 31de diciembre de 1862, El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No
10730. 414 Artículo 1°. Constitución de la República de Chile. Jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833. http://bdh-
rd.bne.es/viewer.vm?id=0000040943&page=1, Biblioteca Digital Hispánica. Consultado el 22 de agosto de
2018. Negrillas del autor. 415 Transcripción es una carta de un boliviano al periódico, El Mercurio (Valparaíso), 14 de marzo de 1863, No
10680. Resaltado en el original.
135
1° que ya en el año de 1679 las mercedes de tierras en el Paposo y litoral de Atacama se
solicitaban ante el Gobernador y Capitán general de Chile y eran otorgadas por este; 2° que
en el Paposo había un funcionario denominado Diputado, nombrado por el Subdelegado de
Copiapó y bajo su dependencia: Diputado cuya jurisdicción se extendía a todos los parajes
expresados; 3° que al tratar de fundarse un pueblo en el Paposo a fines del siglo pasado, fue
la autoridad de Chile la que intervino en dicha fundación; 4° que la voluntad soberana del
Rey de España reconoció y aprobó los actos jurisdiccionales de los Presidentes y Capitanes
generales de Chile sobre esos parajes, y más aún, declaró expresamente por Reales Órdenes
transcritas por los Ministros Caballero en 3 de junio de 1810 y Soler en 21 del mismo mes en
el año de 1803, que dichas costas y territorios eran de la diócesis de Santiago y pertenecían a
Chile; y 5° finalmente, que Chile ha seguido poseyéndolos y los posee hasta el presente, pues
desde el año de 1842 hasta 1857 la sola Aduana de Valparaíso ha otorgado licencia para
cargar en Mejillones, Angamos, Santa María, Lagartos y demás cañetas del litoral de Atacama
a 113 buques de todas Naciones.416
Por su parte, el gobierno boliviano acudía a relaciones geográficas, como la de Garcilaso de
la Vega en 1609:
Los cuatro términos que el imperio de los Incas tenía cuando los españoles entraron en él son
los siguientes: al Norte llegaba hasta el río Ancasmayu, que corre entre los confines de Quito
y Pasto, quiere decir en la lengua general del Perú, río azul: está debajo de la línea equinoccial,
casi perpendicularmente. Al Mediodía, tenía por término al río llamado Maulli, que corre
Leste hueste, pasado el reino de Chile, antes de llegar a los Araucos; el cual está más de
cuarenta grados de la equinoccial al Sur.417
416 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones
Exteriores chileno boliviano, 12 de mayo de 1863, El Araucano (Santiago), 1 de septiembre de 1863, No 2569.
El Ministro Tocornal hace una descripción más detallada de los documentos por los que justifica la soberanía
chilena del desierto de Atacama en Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones
Exteriores presenta al Congreso Nacional en 1862. (Santiago: Imprenta Nacional, 1862) 100-105. 417 Garcilaso de la Vega [1609]. Primera parte de los Comentarios Reales que tratan Del origen de los Incas,
reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno, en paz y en guerra, de sus vidas y conquistas, y de
todo lo que fue aquel imperio y su república antes que los españoles pasaran a él. (Madrid: Imprenta de los
hijos de doña Catalina Piñuela, 1829) 38.
136
Mapa No. 6. “Mapa para la inteligencia de la historia física y política de Chile”
(Fragmento)
Fotografía tomada de Gay, Historía física y política de Chile, 1
Apoyados en esta descripción, los diplomáticos bolivianos justificaron la soberanía boliviana
del Atacama. En 1847, el Joaquín Aguirre había enviado un Memorandum a Camilo Vial,
Ministro de Relaciones Exteriores chileno, en el que dice que el gobierno chileno,
quién ignora que por Real Cédula de 21 de marzo de 1778 se hizo demarcación del virreinato
de Buenos Aires que comprendía en su dilatada extensión todas las posesiones españolas
situadas al E. de las cordilleras occidentales al S del Amazonas. Entre ellas se contaba los
distritos de la Paz, Charcas, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba, que formaron
antes la Audiencia de Charas o Alto Perú. Existe una disposición legal por la que consta que
la provincia de Atacama, dependiente de aquella Audiencia, continuaba formando parte del
137
territorio del Virreinato; tal es la contenida en la real ordenanza de Intendentes sancionada en
28 de enero de 1782.418
El gobierno boliviano, haciendo un esfuerzo para llegar a un acuerdo limítrofe, envió a
Pascual Soruco a Santiago. El Encargado de negocios fue a Santiago sin instrucciones de su
Gobierno en mayo de 1863, las instrucciones nunca llegaron y al fin este fue relevado de su
cargo por Tomás Frías, quien asumió como Encargado de Negocios.419 Frías entró en
contacto con el Ministro Tocornal, pero las negociaciones resultaron infructuosas, las
posiciones de ambas partes eran irreconciliables; cada una exigía la soberanía de la porción
en disputa y desechaba los argumentos del otro. El 25 de febrero de 1864, finalmente,
Tocornal le envió el pasaporte a Frías para que saliera de territorio chileno.420 Con la salida
del boliviano de Chile, la firma de un tratado de límites entre ambos países siguió siendo una
tarea pendiente.
Durante la estadía de Soruco en Chile, entre abril y noviembre de 1863, la Asamblea
boliviana de Oruro, el 5 de junio, autorizó al Ejecutivo para declarar la guerra a Chile,
“siempre que agotados los medios conciliatorios de la diplomacia, no obtuviere, o una
solución pacífica compatible con la dignidad nacional.”421 Tocornal presentó su queja a
Soruco de la declaración de guerra, pero el diplomático boliviano le expresaba que se
encontraba igualmente sorprendido por la noticia. 422 La sociedad chilena decía que aquella
movida se trataba de una estrategia del Presidente boliviano, Achá, para llamar la atención
de su país en los asuntos exteriores, alejándola de la política interior.423 La declaratoria no
418 "Memorándum presentado a S. E. el señor don Manuel Camilo Vial, Ministro de Relaciones Exteriores, por
el señor don Joaquín de Aguirre, Encargado de Negocios de Bolivia" en El Mercurio (Valparaíso), 20 de mayo
de 1863, No 10735. 419 El intercambio epistolar entre Soruco y Tocornal se puede encontrar en El Araucano (Santiago), 1 de
septiembre de 1863, No 2569. 420 El intercambio epistolar entre Frías y Tocornal se puede encontrar en El Araucano, 29 de febrero de 1864,
No 2645. 421 Decreto de la Asamblea Extraordinaria de Oruro de 5 de junio de 1863, El Araucano, 1 de septiembre de
1863, No 2569; Pérez del Castillo, Bolivia, Colombia, Chile y el Perú, 218-219. 422 El Araucano (Santiago), 1 de septiembre de 1863, No 2569. 423 El Ferrocarril (Santiago), 10 de julio de 1863, No 2340.
138
pasó de una acción política y, aun cuando las negociaciones diplomáticas cesaron en febrero
de 1864, no hubo movimiento militar alguno por parte de ninguno de los gobiernos.
Las posiciones boliviana y chilena, enfrentadas en el conflicto territorial, parecían
irreconciliables y la dificultad en las negociaciones abría la posibilidad de un enfrentamiento
entre esos países. La posibilidad de explotación de guano en el litoral del desierto de Atacama
hizo que los intereses de ambos países se concentraran en la disputa territorial, hasta el punto
de que el Gobierno boliviano le declaró la guerra al chileno. El movimiento, aunque muy
osado, en el marco de la balanza de poder de la región habría significado una estrepitosa
derrota para los bolivianos. Chile gozaba de una bonanza económica y estabilidad
institucional, lo que le permitía posicionarse junto con el Perú como los dos grandes
contendientes por la balanza de poder dentro del sistema de Estados del Pacífico
sudamericano.
3.2.3 Ecuador y Colombia. Diferencias ideológicas en el Pacífico sudamericano
Las relaciones entre Ecuador y Colombia, desde la desintegración de la Gran Colombia,
habían sido generalmente cordiales, sin embargo, iniciando en la década de 1860 hubo
algunas escaramuzas que tensaron los lazos que unían a ambas Repúblicas. La situación
interna de ambos países era convulsa, pero esa misma situación hizo que se generaran
simpatías entre los gobiernos de García Moreno y el de los Estados Unidos de Colombia,
formado en 1861; incluso hablaron de reunir la vieja Colombia en una Confederación entre
los tres Estados que la conformaron. Estas simpatías fueron momentáneas y más pronto que
tarde, las diferencias ideológicas impidieron cualquier intento confederativo y
desencadenaron en una confrontación bélica.
Mientras el Presidente peruano, Ramón Castilla, bloqueaba el puerto de Guayaquil y le daba
su apoyo al régimen de Franco, García Moreno, en 1859, hacía esfuerzos por buscar apoyo
militar en la Confederación Granadina.424 El gobierno granadino negó su apoyo a la petición
424 De José Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones Exteriores de Quito, a Juan Antonio Pardo, Ministro de
Relaciones Exteriores granadino, 18 de noviembre de 1859, AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores,
T 2, Caja 462. Correspondencia de Florentino González, ff 90-92.
139
del Gobierno provisorio de Quito. El ministro granadino, Juan Antonio Pardo, reflexionaba
que “al Gobierno de la Nueva Granada no le es permitido injerirse en ella sin violar la
neutralidad que le toca observar entre los partidos interiores de esa República.”425 Esta
negativa se quedó en la memoria del líder del Gobierno provisorio de Quito.
Como ya se dijo, desde 1861 había en Colombia dos Gobiernos, el neogranadino, encabezado
por Ospina, y el de los Estados Unidos de Colombia, liderado por Mosquera. Los
conservadores neogranadinos pidieron la colaboración del Gobierno ecuatoriano. Vicente
Cárdenas, Encargado de Negocios neogranadino en Quito, pidió al gobierno garciano que
internara a los exiliados granadinos y que apoyara al gobierno conservador en la lucha contra
los revolucionarios.426 García Moreno mismo le respondió a Cárdenas que no podía ayudarlos
luego que el Gobierno de Ospina “violó los deberes de la alianza y de la fraternidad, cuando
el Ecuador, hollando por la pérfida invasión, reclamó en vano el apoyo moral de aquel
Gobierno.”427 El desplante del Gobierno granadino ante la solicitud de apoyo contra el
bloqueo peruano hizo que el ecuatoriano tomara partido por los revolucionarios del sur.
Sumado a esto, desde 1861, Mosquera y García Moreno sostenían correspondencia privada.
Ambos mandatarios estuvieron de acuerdo en volver a reunir a los Estados colombianos bajo
una Federación.428 Para terminar la afrenta al Gobierno granadino, el ecuatoriano recibió a
Manuel María Castro como Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Colombia.429
425 De Juan Antonio Pardo, Ministro de Relaciones Exteriores granadino a José Caicedo, Oficial Mayor de
Relaciones Exteriores de Quito, 28 de marzo de 1860, AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la
Cancillería de Colombia III, ff 262-265. 426 De Vicente Cárdenas, Encargado de Negocios granadino en el Ecuador, a Rafael Carvajal, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 2 de febrero de 1861, AMREE, B.8.2 Comunicaciones recibidas de la
Legación de Colombia II, Sin Foliación. 427 De Gabriel García Moreno, a Vicente Cárdenas, Encargado de Negocios granadino en el Ecuador, 30 de
marzo de 1862, Loor, Cartas, 1862-1867, 54. 428 De Tomás Cipriano de Mosquera a Gabriel García Moreno, AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la
Cancillería de Colombia III, ff 275-276. 429 La decisión la tomó García Moreno luego de reflexionar sobre la idea de unificación colombiana. Aunque
García Moreno cuestionaba el artículo 38° del Pacto de Unión de 1861: “Los pueblos independientes que
quieran hacer parte de la Unión Colombiana deberán aceptar las estipulaciones del presente Pacto adhiriéndose
a él, tener una población que no baje de ciento cincuenta mil habitantes en territorio continuo, y someterse a las
instituciones y Autoridades del Gobierno de la Unión.” Que amenazaba la soberanía ecuatoriana y abría la
posibilidad de cercenar el territorio. Una vez Castro dio las explicaciones necesarias, el Gabinete ecuatoriano
reconoció su misión. De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 15 de febrero de 1862, en Loor, Cartas,
140
La situación entre el gobierno ecuatoriano y la Confederación neogranadina se volvía cada
vez más tensa y se aproximaba más hacia un desenlace violento. En junio de 1862, una
cuadrilla granadina entró a suelo ecuatoriano, donde resultó herido el Jefe militar de Tulcán,
el señor Vicente Fierro, según los ecuatorianos en su territorio y según los granadinos en el
suyo.430 García Moreno movilizó sus tropas a la frontera. Los ecuatorianos ingresaron a suelo
colombiano con la excusa de haber sido violada su soberanía territorial, debido a unos
enfrentamientos entre grupos liberales refugiados en Ecuador y conservadores de Túquerres.
La confrontación entre el ejército de la Confederación y las tropas ecuatorianas se llevó a
cabo a finales de julio de 1862, el resultado fue la victoria del presidente granadino, Julio
Arboleda. El 8 de agosto siguiente Julio Arboleda, como Presidente de la Confederación
Granadina, firmó un tratado de paz con Ecuador.431
Los puntos principales del tratado eran que García Moreno le entregará a un agente granadino
cuatro mil fusiles con sus bayonetas, doscientos mil cartuchos de pólvora, cuatrocientos mil
fulminantes, dos mil vestidos, cien quintales de nitro y cien mil pesos de a ocho décimos por
partidas de seis mil pesos mensuales. El precio de los artículos será fijado previamente.
Además, estipulaba que en caso de que el Gobierno del Ecuador fuera sentenciado a pagar la
deuda que tiene con la Nueva Granada de 180,000 pesos, Arboleda se comprometía a tomar
de ella la parte necesaria para pagar el empréstito de dinero y artículos de guerra. Y, por
último, que en caso que el Gobierno legítimo del Ecuador fuera atacado, el de la Nueva
Granada lo socorrerá, con las fuerzas de que pueda disponer.432
Luego de la guerra con los granadinos, García Moreno optó por dar su apoyo a Arboleda en
la guerra civil contra los ejércitos de los Estados Unidos de Colombia, incluso esperaba que
1862-1867, 35-36; Gabriel García Moreno a Juan José Flores 22 de febrero de 1862, Loor, Cartas, 1862-1867,
39. 430 Gonzalo Arboleda. Julio Arboleda y Gabriel García Moreno. Rectificaciones históricas. (Bogotá: Imprenta
del Telegrama, 1888) 5-6; De Manuel María Castro, Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Colombia
en Ecuador, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 26 de junio de 1862, AMREE,
B.8.2 Comunicaciones recibidas de la Legación de Colombia II, SF. 431 Arboleda, Mosquera, 541-543. 432 Tratado secreto entre Julio Arboleda y Gabriel García Moreno, 8 de agosto de 1862 en Loor, Cartas, 1862-
1867, 88-92.
141
triunfara “porque sostiene en su país la buena causa y hasta los mismos principios que
nosotros.”433 Poco tiempo después arribó a Quito Sergio Arboleda, hermano de Julio, y se
acreditó como Encargado de Negocios de la Confederación, encargado de recoger el
armamento acordado en el tratado del 8 de agosto.434 El Gobierno de los Estados Unidos de
Colombia no tardó en protestar contra el recibimiento de la misión de Arboleda.435
El gobierno ecuatoriano se encontraba en una encrucijada ante los gobiernos de la
Confederación y de los Estados Unidos de Colombia. Debía optar por tomar partido por
alguna de las partes en disputa al norte de su frontera, o armarse para defenderse del
vencedor:
En los momentos de crisis es más fácil indicar los remedios que aplicarlos. De los tres medios
que Propone Ud. (auxiliar a Pasto, formar un ejército poderoso o transigir con Mosquera), el
honor y la prudencia rechazan el primero. El segundo es absolutamente imposible y el tercero
tiene en condiciones esenciales probablemente la absorción del Ecuador en los Estados
Unidos de Colombia y la adopción de la forma federal fraccionaria que sólo sirve para
anarquizar y disolver toda la sociedad. Si Mosquera nos quiere someter a tal humillación,
cumpliremos con nuestro deber combatiendo hasta morir en defensa de la patria; pero si las
circunstancias o la razón le mueven a conducirse con moderación, no será difícil entendernos,
sobre todo si él en persona se acerca al Carchi: si él se abstiene de venir, es porque sin duda
pretende conquistarnos por medio de sus tenientes.436
García Moreno, tras reunirse con Julio y Sergio Arboleda se identificó con el
conservadurismo granadino y desestimó cualquier intento de unirse con los liberales de los
Estados Unidos de Colombia y desconfiaba de las intenciones de Mosquera. En repetidas
ocasiones el presidente ecuatoriano repetía que “prefiere una guerra a unirse con la Nueva
433 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 13 de agosto de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 93. 434 De Sergio Arboleda, Encargado de Negocios de la Confederación Granadina, a Rafael Carvajal, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 29 de agosto de 1862, AMREE, B.8.2 Comunicaciones recibidas de la
Legación de Colombia II, SF. La misión de Arboleda era comprar armamentos. 435 De José Miguel Rojas Garrido, Ministro de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia, a
Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de noviembre de 1862, AMREE, A.4.3
Comunicaciones recibidas de la Cancillería de Colombia III, ff 295-296. 436 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores 22 de noviembre de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 119-
120.
142
Colombia.”437 Y es que en Ecuador veían como contrarias los principios liberales y
federalistas colombianos que calificaban como anárquicos. Con la victoria del Gobierno de
los Estados Unidos de Colombia, se reunió una Convención en Rionegro para redactar una
nueva Constitución de corte liberal, criticada por sectores conservadores en Ecuador:
En la Constitución de los Estados Unidos de Colombia se han admitido los dogmas
disociadores de la más desenfrenada demagogia, mientras que en el Ecuador se respetan el
orden y la libertad. En aquellos Estados hay absoluta libertad de imprenta y de palabra: no
tiene límites la libertad.438
Después de la Convención de Rionegro, en julio de 1863, Mosquera, embestido como
Presidente de los Estados Unidos de Colombia, partió hacia el sur para encontrarse con
García Moreno en el Carchi (frontera colombo-ecuatoriana)439. El camino del Presidente
inició una resistencia en el Ecuador. El principal tema por el que pasaba la discusión era el
religioso. La prensa ecuatoriana era recurrente en mostrar la dificultad de establecer una
unión colombiana. Decían que dicha unión solo les haría “cambiar instituciones por medio
de la fuerza, arrebatarnos la nacionalidad y la autonomía de nuestra amada patria; y
obligarnos a apostatar de la Santa Religión de nuestros padres para que adoremos a los ídolos
de la libertad y la barbarie.”440 En general, la sociedad y la prensa ecuatorianas insistía en
que no era nada beneficioso para el Ecuador establecer una unión colombiana.441 Los
437 De García Moreno a Nicolás Martínez, rector del colegio Bolívar, 23 de marzo de 1863, en Loor, Cartas,
1862-1867, 129. 438 El Correo de Quito, 12 de septiembre de 1863, No 1. Este no era un pensamiento exclusivo de los
ecuatorianos, en Perú se referían sobre el exceso de libertades en la Nueva Granada en 1860:
La Nueva-Granada parece destinada por la Providencia a servir de lección perpetua, palpitante a los
pueblos de la familia de Colon. No hay libertad a que ella no haya dado ascenso y sanción, no hay teoría
que no haya experimentado, no hay sueño que no haya tratado de hacer realidad. Tiene la libertad de
prensa, la libertad de discusión, la libertad de asociación, la libertad eleccionaria, la libertad de cultos;
ha limitado, comprimido, casi anulado las fuerzas del Ejecutivo; ha sido unitaria y es federal; ha puesto
en planta el gobierno fácil y barato, o mejor dicho, el que se pretende tal. Sin embargo, la paz ha huido
de su seno, el desorden se aclimata por donde quiera, su hacienda en bancarrota… El comercio (Lima),
15 de mayo de 1860, No 6423. 439 De Gabriel García Moreno a Tomas Cipriano de Mosquera, 15 de julio de 1863, en Loor, Cartas, 1862-
1867, 143. 440 El Correo de Quito, 26 de septiembre de 1863, No 3. 441 Para ver pronunciamientos populares contra la unión colombiana desde Loja, Ambato, Tulcán y Pelileo ver
El Correo de Quito, 12 de septiembre de 1863, No 1.
143
argumentos tenían que ver con el cambio de instituciones que debería tener el Ecuador, por
unas acordes a la Constitución de Rionegro. Sobre todo, hacían énfasis en el ataque al
catolicismo que hacían las instituciones colombianas. La prensa ecuatoriana comparaba a los
Estados Unidos de Colombia con el infierno donde judíos y moriscos podían abrir sus iglesias
y los católicos se quedaban sin altares ni ministros.442
García Moreno se encargó de avivar la resistencia al proyecto de unión colombiana. En su
mensaje constitucional al Congreso, en agosto de 1863, decía: “La fusión del Ecuador con
aquellos Estados es absolutamente imposible, pues, las reformas religiosas y políticas
introducidas allá no son propias para borrar el Carchi sino para hacerlo más profundo.”443 La
respuesta de Mosquera no se hizo esperar. En Cauca hizo un llamado a sus compatriotas:
Venid conmigo a los confines del Ecuador, a afianzar la libertad y a unificarnos por
sentimientos fraternales con los colombianos del Ecuador, que necesitan, no nuestras armas,
sino nuestros buenos oficios para hacer triunfar el principio republicano sobre la opresión
teocrática que se quiere fundar en la tierra de Atahualpa.444
El presidente colombiano hacía suya la causa del republicanismo para justificar su marcha al
Ecuador. Mosquera acusaba al gobierno garciano de traidor a la causa republicana por los
acercamientos que tuvo con el cónsul francés, ofreciendo el establecimiento de un
protectorado en el Ecuador en 1859. Luego, en 1862, García Moreno intimó con Amédée
Fabre, Cónsul francés en Quito, repitiéndole el ofrecimiento que hiciera a M. Trinité.445
Además, Mosquera también criticó el Concordato que el Gobierno ecuatoriano firmó con la
Santa Sede en 1862. El Concordato entregaba grandes concesiones a la iglesia católica, tales
como la exclusividad para la instrucción pública, el nombramiento de obispos la exención
del clero y prohibía la práctica de cualquier otra religión que la católica. En definitiva, el
442 El Correo de Quito21 de diciembre de 1863, No 12. 443 Mensaje Constitucional del Presidente ecuatoriano al Congreso Nacional, 10 de agosto de 1863, citado en
Pérez Concha, Ensayo histórico crítico, 187-188. 444 El Correo de Quito, 26 de septiembre de 1863, No 3. 445 De Gabriel García Moreno a Amédée. Fabre, Cónsul francés en Quito, 22 de junio de 1861, Loor, Cartas,
1862-1867, 284-285. El cónsul francés envió un informe a M. Thouvenel en los que recomendaba establecer
un protectorado en el Pacífico. Ver de A. Fabre a M. Thouvenel, 1° de febrero de 1862, en Loor, Cartas, 1862-
1867, 3-8
144
Concordato establecía la injerencia del poder espiritual y material de la Iglesia sobre el
Estado ecuatoriano.446 El Presidente colombiano opinaba que ese acuerdo convertía al
Ecuador en un “feudo teocrático de la corte romana.”447 Este par de acontecimientos,
relacionados entre sí, iban en contra de las ideas liberales y anti clericales profesadas por el
gobierno colombiano, razón por la cual, se generó una tensión entre ambos países.448
El movimiento de Mosquera generó posiciones encontradas en la región del Pacífico
sudamericano. En el Perú celebraron la misión de Mosquera de “proteger el republicanismo”
en el Ecuador:
… y entonces el gobierno de Colombia comprendió que su deber como guardián de una de
las naciones más expuestas al peligro y como hermana de la gran familia americana era el
asegurar el porvenir, pidiendo explicaciones y tomando garantías; era también muy augusta
su misión para que se detuviese ante algunas dificultades que naturalmente suscitaría el
elemento reaccionario. Emprendió su marcha hacia el Sur del Estado, con el fin, según la
carta autógrafa al Presidente García Moreno, de conferenciar sobre asuntos de interés
americano y común a las dos hermanas de Colombia, con el de prestar sus buenos oficios a
los oprimidos del Ecuador para sacudir la teocracia que pretendía dominar en la hermosa
tierra de Atahualpa, según la célebre alocución del 15 de Agosto a los Caucanos.449
Mientras que, El Ferrocarril de Santiago de Chile decía que “lo que hoy intenta la Nueva
Granada es un crimen contra la América, es un crimen en el derecho y un crimen contra el
principio de libertad y unificación que toma por símbolo. La libertad no se impone. La
unificación no se manda.”450 Las posturas desde Chile y Perú tienen como eje la importancia
por el respeto de los asuntos internos de cada país, máxima de las relaciones exteriores.451
446 William King, Ecuadorian Church and State Relations under Garcia Moreno 1859-1863. (Austin:
University of Texas, 1974) 144-155. 447 De Manuel Quijano a Justo Arosemena, 09 de noviembre de 1863, AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones
exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 49r-v. 448 Circular de la Secretaría de lo Interior y Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia a las
naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863. AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja
467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 52v. 449 El Comercio (Lima), 21 de enero de 1864, No 8076. 450 El Ferrocarril (Santiago), 2 de octubre de 1863, No 2410. 451 Andrés Bello [1832]. Principios de derechos de gentes. (Lima: Imprenta de Gómez Fuentenebro, 1844), 34.
145
Los peruanos no veían problema en la injerencia colombiana en la política interna del
Ecuador, mientras que los chilenos la condenaban.
La batalla decisiva entre colombianos y ecuatorianos fue el 6 de diciembre de 1863,
resultando vencedor el ejército colombiano en la montaña colombiana de Cuaspud.452 Tras
esta victoria, ambos gobiernos firmaron un tratado adicional de paz el primero de enero de
1864. Este tratado sentó los objetivos de la alianza establecida entre Ecuador y los Estados
Unidos de Colombia:
1. Para sostener y defender la libertad, la soberanía, la independencia e integridad de sus
respectivos territorios, repeliendo cualquier intromisión extranjera. 2. Para impedir cualquier
intervención extranjera en la política interior. 3. Para abolir la aduana terrestre y la de ambos
lados del Carchi. 4. Para sostener la integridad del territorio de la Antigua Colombia. 5. Para
cumplir el punto anterior, ambas partes deberán fijar con anterioridad el número de defensas
por mar y por tierra de acuerdo a un cálculo proporcional.453
Con la firma de ese tratado se normalizaron las relaciones entre ambos Gobiernos.
La parte final de esta confrontación entre ecuatorianos y colombianos se puede ver como una
medida para mantener alejado a cualquier agente externo al sistema de Estados del Pacífico
sudamericano. La posibilidad de un Protectorado en el Ecuador y las concesiones de ese
Gobierno a la Iglesia católica eran motivo de preocupación ya que eran vistos como amenazas
potenciales para el republicanismo en la región, lo que afectaría el sistema y no precisamente
por la acción de alguno de ellos.
452 El Correo de Quito, 12 de diciembre de 1863, No 9. 453 Tratado adicional al de alianza, amistad, comercio y navegación entre los Estados Unidos de Colombia y la
República del Ecuador, 01 de enero de 1864. AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja 467
Correspondencia de Justo Arosemena ff 86-85.
146
3.3 Las coronas europeas invaden América. Americanismo, diplomacia y opinión
pública.
Hasta acá se ha visto como la política de los países del Pacífico sudamericano podría reforzar
el pensamiento generalizado en Europa del fallo del experimento republicano en América.454
Para estas Repúblicas, como para las del resto de las hispanoamericanas, consolidar las
prácticas e instituciones del republicanismo resultó un proceso minado por las dificultades
propias de la inexperiencia del autogobierno que abrió la puerta para que algunos caudillos
se hicieran buscaran ejercer el poder político a su mejor conveniencia, pero siempre buscando
legitimarse por medio de la representación nacional. Chile fue la única República que no
experimentó un cambio de gobierno por medios bélicos después de 1830, entre otras, esta era
una razón por la que ellos mismos se consideraban como la excepción dentro de la “anarquía”
reinante en Hispanoamérica.455 Asimismo, las relaciones entre los países de la región fue otro
argumento para hablar de un posible fallo del republicanismo. La falta de acuerdos en
cuestiones fronterizas, las amenazas de guerras, las escaramuzas y las confrontaciones bélicas
entre países limítrofes, por la búsqueda de ejercer efectivamente su soberanía afectaron el
sistema de Estados del Pacífico sudamericano desde dentro. Las situaciones en México y
Santo Domingo,456 que eran vistas como amenazas a la soberanía americana, mermaron los
ánimos belicistas, poniendo en pausa a las dinámicas de la política del sistema de Estados del
Pacífico sudamericano.
La opinión pública de la región también evaluó el estado del republicanismo para inicios de
la década de 1860 y el balance no era positivo. En Bogotá, el periódico liberal El Tiempo
explicaba las desilusiones del sistema republicano en América:
Los pueblos que acababan de salir del vasallaje humillante de la Colonia, se hallaron de
repente dueños de sí mismos, poseedores de una soberanía, cuyo ejercicio les era
desconocido, de un poder cuyos alcances les eran ignorados y de unos recursos de ignota
454 Jordan y Pratt, Europe and the American Civil War, XI. 455 El Mercurio (Valparaíso), 22 de noviembre de 1862. Número 10584. 456 Ver Capítulo 1, sobre todo apartado 1.4.
147
aplicación. Al uso racional y cuerdo que hicieran ellos de su soberanía estaba
irrevocablemente ligada su dicha social y su porvenir de ventura colectiva.
Desde la terminación de la guerra de nuestra independencia buscan los pueblos con anhelante
afán la fórmula definitiva de su organización social y de su manera de ser política. Desde
entonces estamos ensayando la aplicación de instituciones que puedan adaptarse a las
creencias, los instintos y las costumbres de pueblos enteramente nuevos en la trabajosa labor
de constituirse y gobernarse. Cada uno de estos ensayos ha ido engañando tristemente la
lisonjera esperanza que los había aconsejado, y una desgraciada experiencia ha venido
sellando con sangre su memoria ingrata.457
En Lima también había descontentos con el republicanismo en la región y en Hispanoamérica
en general. El diario liberal El Comercio anotaba:
Hoy, después de cuarenta años, subsisten en toda su fuerza las causas del mal en casi todas
las repúblicas hispanoamericanas. Nada se ha fundado. Las constituciones políticas han sido
y son hojas de papel que ha rasgado la lanza de los caudillos o aventado el soplo de las
revoluciones la vida y la hacienda carecen de garantía; las ambiciones personales devastan
los pueblos; y las costumbres públicas están lejos de haberse arraigado en ellos.458
Las invasiones monárquicas en América generaron respuestas divididas. Había sectores de
la opinión pública que justificaban esas invasiones por la anarquía reinante en Santo
Domingo y México;459 y había otros que pensaban que en Europa poco se conocía de los
adelantos del republicanismo y, además, ratificaban su convencimiento por la libre
determinación de los pueblos, por lo que no había justificación alguna para esos
movimientos. Aunque había diferencias en el modo de evaluar los hechos, los publicistas de
457 El Tiempo (Bogotá), 24 de septiembre de 1861, No 301. 458 El Comercio (Lima), 7 de febrero de 1860, No 6314. 459 Por ejemplo, ver El Tiempo (Bogotá), 5 de noviembre de 1861, No 307; El Mercurio (Valparaíso), 9 de
enero de 1863, No 10625; El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863, No 2195; El Ferrocarril (Santiago),
7 de septiembre de 1863, No 2390.
148
la región compartían el compromiso de la defensa de la democracia y el republicanismo y de
la imposibilidad de imponer en “la América libre” la monarquía como forma de Gobierno.460
Por su parte, las invasiones europeas a México (1861) y Santo Domingo (1860) generaron
alarma en los gobiernos de las naciones del Pacífico sudamericano. La esperanza de la
vigencia de la Doctrina Monroe había sido cuestionada por el inicio de la Guerra Civil
estadounidense, por lo que se extendió el pensamiento que “el resto de la América del Sur
quedaba por precisión bajo las garras de la potencia europea más fuerte.”461 Las naciones del
Pacífico sudamericano buscaron la mejor manera para hacerle frente a los hechos en México
y Santo Domingo y a posibles injerencias europeas que pudieran presentarse en la región y
pusieran en duda la independencia de aquellos países. El llamado general, por parte de
diplomáticos y agentes de los Gobiernos del Pacífico sudamericano, fue a mantener fuertes
las instituciones republicanas, promover la unión americana y evitar conflictos externos.
Tras la toma de santo Domingo, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano, José Fabio
Melgar, envió una circular en ese mismo tono a los Gobiernos de América.462 Melgar
calificaba la invasión española como un ataque contra la soberanía dominicana y como una
agresión a las instituciones democráticas y republicanas americanas. Este motivo era más que
suficiente para mantener el orden interno, evitar las controversias internacionales y promover
la unión americana para que una situación parecida no se replicara en otras partes del
continente.
Las invasiones francesa y española en América exaltaron el sentimiento americanista, que se
basaba en la construcción de una identidad continental republicana y en la solidaridad ante
la amenaza por medio de la promoción de la unión americana. Tanto los Gobiernos de la
región como la opinión pública se contagiaron de ese sentimiento, con la excepción de
460 El Comercio (Lima), 10 de diciembre de 1861, No 7139; El Mercurio (Valparaíso), 28 de diciembre de 1863,
No 10923; El Conservador (Bogotá), 9 de junio de 1864, No 38. 461 El Mercurio (Valparaíso), 20 de octubre de 1862, 10555; con referencia al mismo asunto ver El Tiempo
(Bogotá), 5 de noviembre de 1861, No 307. 462 Circular del Ministerio de Relacione Exteriores del Perú a los Gobiernos de América, 24 de agosto de 1861,
AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 27-33.
149
Ecuador, donde el Gobierno conservador de García Moreno mantenía la opinión que esa
suerte era merecida por esos países debido a la anarquía reinante allí; además, la libertad de
prensa en el Ecuador estaba restringida por lo que la opinión pública no se podía expresar a
favor del americanismo, generalizado en el Pacífico sudamericano.463 Basados en ese
americanismo, tanto los Gobiernos como la opinión pública, promovieron la búsqueda de la
tranquilidad interna y las relaciones cordiales entre países, para mostrar que el
republicanismo estaba en proceso de asentamiento en la región y, con ello evitar que Francia
o España fueran al Pacífico sudamericano a repetir los actos del Caribe. Salvo el caso de la
confrontación entre Ecuador y los Estados Unidos de Colombia se consiguió mermar otras
controversias interestatales.
Las ideas de mantener el orden interno y externo y de la promoción de la unión americana en
pro de la defensa de la soberanía americana se generalizó en el Pacífico sudamericano. Los
Gobiernos de este grupo de países comprendían que las revueltas internas y el poco orden en
la administración pública habían dado origen a estas iniciativas europeas en América. Para
un ejemplo, el Ministro de Relaciones Exteriores boliviano exponía la máxima “La paz
interior de los estados de América no es, por otra parte una condición aislada de cada uno de
ellos, en circunstancias como las presentes, en que un poderoso imperio trasatlántico ha
puesto el pie sobre el territorio de Méjico.”464 Además, los Gobiernos de Colombia, Chile y
Bolivia se mostraron atraídos por la idea de conformar una unión para defender la soberanía
de las naciones hispanoamericanas contra las amenazas provenientes de España y Francia,
como se verá en el capítulo 4.465
463 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 23. 464 De Lucas de la Tapia, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a José Gregorio Paz Soldán, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 3 de diciembre de 1862, en El Peruano (Lima), 7 de enero de 1863, Año 19
Tomo 38 Semestre 1 No 14. 465 De Manuel Quijano, Ministro de Relaciones colombiano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario
colombiano en las naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores,
T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 50; De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones boliviano,
a José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, en El Comercio (Lima), 23 de octubre de
1861, No 7887; Antonio Varas. Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones
Exteriores presenta al Congreso de 1861. (Santiago: Imprenta Nacional, 1861) 9.
150
Sin embargo, el sentimiento unionista no era generalizado en el Pacífico sudamericano. El
gobierno garciano se distanció de las controversias en México y Santo Domingo y de
cualquier tema referente a la unión americana. García Moreno era de la idea que “la
pretendida unión de la América anarquizada contra cualquiera de las potencias que han
atacado a México, es una quimera.” De hecho, decía el Presidente ecuatoriano, si le obligaban
a tomar partido en un posible ataque a la soberanía peruana, “y tuviéramos que optar entre
ese país y sus enemigos, no vacilaríamos en unir nuestras fuerzas a las de la nación europea
que quisiera invadirlo.”466 El pueblo ecuatoriano, por su parte, no se podía expresar
libremente durante el Gobierno de García Moreno, parece ser que las ideas de unión
americana fueron generalizadas, sobre todo en Guayaquil, pero eran ocultadas por temor a
las represalias gubernamentales.467 Sin embargo, con el cambio de presidente y con el
ascenso de Jerónimo Carrión (1864-1867), esta situación sufrió un cambio y, tanto el pueblo,
la opinión pública y el Estado actuaron en dirección de fortalecer los lazos de la unión
americana.468
En general, los gobiernos de la región estuvieron inclinados hacia la promoción de la unión
americana y en suscitar la convivencia pacífica entre los países vecinos. Como se ha
expuesto, hubo muchos conflictos entre los países del Pacifico sudamericano durante los
inicios de la década de 1860. Esto hizo complicada la labor de mantenimiento de la paz, rota
por la guerra entre colombianos y ecuatorianos, finalizando 1863. En general los mensajes
que circulaban califican la guerra entre estos países como una guerra civil, “y en los
momentos actuales [como] una traición a la patria americana.”469
466 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 28 de mayo de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 79. 467 El periodo garciano (1861-1875) se caracterizó por métodos violentos para callar la prensa. En Ecuador se
publicaban ocho periódicos, pese a que habían más de veinte imprentas. Wilson Hallo. Síntesis histórica de la
comunicación y el periodismo en el Ecuador. (Quito: Fundación Hallo, 1992), 98. 468 De J. L. Quiñones, Minsitro Plenipotenciario peruano en Ecuador, a Ministro de Relaciones Exteriores
peruano, Toribio Pacheco, 27 de enero de 1866, Archivo digital del Ministerio de Relaciones Exteriores del
Perú (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:
1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1467. 469 El Ferrocarril (Santiago), 10 de julio de 1863, No 2340; El Comercio (Lima), 23 de septiembre de 1863,
No 7921.
151
Mientras que los Gobiernos se mostraban neutrales ante las invasiones francesa y española
en América y buscaban promover el fin de las rivalidades, algunos políticos liberales de la
región dedicaron algunas palabras a la amenaza del republicanismo en América, y a la
promoción del americanismo. Al igual que en otros momentos de la vida republicana
americana, e incluso antes, en la década de 1860 también circularon diferentes ideas de lo
que significaba la unión americana y sus objetivos.470 Algunos políticos liberales, sobre todo
de Colombia y Chile,471 escribieron libros dedicados al asunto. Cada uno de esos documentos
parte de la evaluación del estado de la unión hasta el momento, es decir, hacían una
evaluación de los Congresos americanos celebrados hasta ese momento (Panamá en 1826 y
Lima en 1847). En general, los escritores apuntaban que esos intentos habían sido más
producto del miedo y motivados por intereses momentáneos y egoístas, además de no estar
respaldados por una estabilidad interna, lo que hacía que las decisiones adoptadas en esas
reuniones fueran, según el chileno Benjamín Vicuña Mackenna, intrascendentes.472
En esos documentos también se puede seguir una promoción al americanismo, tanto en
cuanto a la identidad como a la solidaridad que debía generarse ante la amenaza al
republicanismo en América. El colombiano Justo Arosemena identificaba a los
hispanoamericanos gracias a la identidad compartida y la comunión de instituciones,
siguiendo los argumentos expuestos en otro momento anteriores.473 Por su parte, los chilenos
Vicuña Mackenna y José Victorino Lastarria y el colombiano José María Torres Caicedo
entendían que el principal factor de identidad americana era el republicanismo en oposición
470 En el Capítulo 2 se hace un recorrido por las ideas de unión, liga y Confederación desde 1801 hasta 1856,
sobre todo en el apartado 2.2. 471 Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864); José
María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una Liga Americana; su
origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados débiles, a saber: ¿un
gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros por las facciones?
(París: Librería de Rosa y Bouret, 1865); José Victorino Lastarria. La América. (Buenos Aires: Imprenta del
siglo, 1865); Benjamín Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación. Estudios históricos” en Colección de
Ensayos y Documentos Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-
Americanos. (Santiago: Imprenta Chilena, 1862) 144-157. 472 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 149. 473 Arosemena, Estudio sobre la idea de una liga americana, 106-107.
152
a la monarquía, en todas sus formas, generalizada en Europa.474 En el momento de
publicación de esos documentos, el republicanismo estaba siendo amenazado por las Coronas
francesa y española. La invasión de la primera a México y la reanexión de Santo Domingo
por la segunda motivaron las ideas de solidaridad expuestas por los políticos americanos. En
general, todos ellos coincidían en que la celebración de un Congreso americano serviría para
evitar conflictos bélicos entre las repúblicas de la región y, a través de la Asamblea ellas
mismas, unidas bajo un mismo organismo, se mostraran fuertes ante las Cortes europeas.475
El chileno Vicuña Mackenna aceptaba esa idea, pero añadía que debía haber una unión
popular, por lo que hace un llamado a fundar la "Patria común". No desde los gobiernos sino
desde los pueblos. Esa patria se debería fundar desde el amor y la fraternidad y no a partir
del miedo. Además, Vicuña Mackenna resaltaba que Chile debería tener la iniciativa en ese
proceso por su prestigio como nación civilizada en el continente.476
En ese mismo tono la opinión pública peruana iba más allá y hacía un llamado para unir
esfuerzos en pro de la independencia mexicana, que era la misma independencia
hispanoamericana:
Las rivalidades han cesado entre los pueblos; los odios, los rencores, las envidias han apagado
sus llamas insensatas y el sol de la libertad americana, alto en el horizonte, envía a todas las
almas los mismos ardientes rayos. Ya no hay una causa independiente de Méjico, distinta de
la causa de la independencia del Perú, de Chile, de Colombia; ya no se concibe que la
seguridad, la honra y el porvenir de Chile o el Perú sea algo distinto de la seguridad, la honra
y el porvenir del resto de las repúblicas. Desde Sonora hasta Magallanes, todos sentimos,
todos proclamamos la fraternidad y la alianza de nuestros pueblos.477
Dentro de este proceso de promoción del americanismo, en enero de 1863, el diario
santiaguino El Ferrocarril hizo la distinción entre “la América oficial y la América popular”.
474 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 157; Torres Caicedo, Union Latino-Americana, 293; Lastarria,
La América, 25. 475 Torres Caicedo, Union Latino-Americana, 91-94; Lastarria, La América, 7; Arosemena, Estudio sobre la
idea de una liga americana, 99-107. 476 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 155-157. 477 El Comercio (Lima), 27 de junio de 1863, No 7813.
153
La primera correspondía a los Gobiernos y la segunda al pueblo, que era consejera y juez de
la primera.478 La prensa mediaba en esta relación ilustrando la opinión de la América popular,
moderando las pasiones y haciendo publicidad del sentir popular en sus páginas.479 Por otra
parte, la prensa exigía a la América oficial la publicidad de los debates y correspondencia
para garantizar el control y supervisión del público a sus acciones y decisiones.480 Los
redactores de El Ferrocarril entendían que el control y el equilibrio entre los “justos deseos”
de la sociedad y la capacidad de los Gobiernos de escucharlos y hacerlos realidad estaba la
base del funcionamiento del sistema republicano.
La expresión de esa América popular se materializó en una serie de sociedades republicanas
a lo largo del Pacífico, siguiendo lo que Vicuña Mackenna llamaba la unión popular. En
1862, aparecieron asociaciones de ciudadanos auspiciadas por los partidos liberales que
estaban en contra de la neutralidad mostrada por los Gobiernos hispanoamericanos frente a
las invasiones europeas.481 La más relevante de ellas fue la Sociedad de Unión Americana de
Santiago de Chile, que tenía como principios
…sostener la independencia americana y promover la unión de los diversos estados de la
América (…) procurar informar a este respecto las ideas de todos los americanos e interponer
su fuerza moral para conseguir que los gobiernos obren en el mismo sentido (…) discutir y
presentar al examen público las bases que pudieran servir a la unión de los estados
americanos.482
En Chile, se formaron sociedades de este mismo tipo en Valparaíso, Copiapó, La Serena y
Quillota; en Perú, por su parte, los liberales limeños fundaron la Sociedad de defensores de
478 El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863, No 2195. 479 El Mercurio (Valparaíso), 23 de agosto de 1864, No 11127. 480 Al respecto Habermas dice que “… el ejercicio del poder necesita del control de la opinión pública (para
evitar que sucumban en las tentaciones). La publicidad de los debates parlamentarios asegura la supervisión del
público. El público mismo constituye un tribunal de más valor que todos los tribunales juntos. Es además el
carácter del sistema, que no admiten la legitimidad del poder absoluto, lo que obliga a todos los ciudadanos a
buscar sin descanso, y en cualquier ocasión, la verdad, la razón y la justicia, que deben regular el poder fáctico.”
Ver Habermas, Historia y crítica de la opinión pública,134-135. 481 Colección de ensayos y documentos relativos a la Unión y Confederación de los pueblos Sud-americanos
(en adelante CEDRUCPS), Vol. 2. (Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1867) 9-10. 482 Estatutos de la Sociedad de Unión Americana, Sesión del 3 de junio de 1862, CEDRUCPS 2, 28-29.
154
la independencia y en Bolivia, los sucreños formaron una Sociedad de Unión Americana.
Estas sociedades estaban en contacto permanente, e incluso se pusieron de acuerdo para
realizar actividades para recoger dinero para los hospitales de sangre en México y para el
socorro de las viudas y huérfanos que dejaba el paso de la guerra para
tratar de compensar nuestra inacción oficial y diplomática con la cooperación franca y
generosa de los individuos, nos atrevemos a esperar que los esfuerzos de esa sociedad no sean
tan ineficaces como hasta aquí lo han sido y que la vergüenza del pasado sea un aguijón para
el porvenir.483
Las diferentes sociedades republicanas a través del Pacífico, sobre todo en Chile, Perú y
Bolivia promovieron y organizaron actividades para la recolección de fondos para apoyar la
causa mexicana.484 La Sociedad de Unión Americana de Santiago se convirtió en la cabeza
visible de ese proceso, encargada de reunir los fondos y enviarlos a México.485 La ayuda
recogida fue enviada al gobierno de Benito Juárez. Esta iniciativa motivo a la Sociedad de
Unión Americana de San Luis de Potosí a resaltar las labores de su homónima de Santiago y
a exaltar que los pueblos hispanoamericanos “han pasado de estériles declamaciones a hechos
elocuentes.”486
La América popular anunciaba que en vista que la América oficial no se había podido unir,
ella mostraba que los pueblos estaban unidos bajo la bandera del americanismo que motivaba
a la defensa de la independencia y el republicanismo americano. Ante esa idea, el colombiano
Justo Arosemena pensaba que la relación debería ser inversa. La América popular, al ejercer
su ejercicio como soberano, debía volver Gobierno a quienes encarnaran sus ideas, en este
caso, la idea unionista:
483 Acta de la Sociedad de Unión Americana de Santiago, 30 de abril de 1863, CEDRUCPS, 101. 484 Por ejemplo, en el Perú, en Huaraz, Arequipa y Puno se realizaron colectas para el hospital de sangre en
México. El Comercio (Lima), 01 de junio de 1863, No 7781; El Comercio (Lima), 08 de junio de 1863, No
7789; El Comercio (Lima), 14 de agosto de 1863, No 7871; La Bolsa de Arequipa, 10 de julio de 1863, No 180
y La Bolsa de Arequipa, 17 de julio de 1863, No 181. 485 En CEDRUCPS se recogen las respuestas de diferentes sociedades republicanas a la propuesta de la Sociedad
de Unión Americana de Santiago; por ejemplo, la de Valparaíso (12 de junio de 1863, 115) y La Serena (13 de
junio de 1863, 122). 486 Unión Americana, En CEDRUCPS, 145.
155
Cuando hablamos de los pueblos, no nos referimos sino a sus inmediatos directores, al
político, al tribuno, al demagogo, al miembro del club, al periodista, y a todos los cabecillas
que mueven con su influjo las masas iliteratas. Y esos directores, que son el único pueblo
deliberante, tienen bastante pronunciado el sentimiento de la imperatividad [sic], que los
agita, y les promete convertirse en gobierno si ya no lo son. No tienen por tanto disposición
alguna á menoscabar su soberanía y muestran, por la resistencia a la menor tentativa
centralizadora, el deseo de mantener íntegra, sobre la masa de que disponen, la autoridad que
un gobierno general les escatimaría.487
Arosemena hacía un llamado para que la defensa del republicanismo fuera a través del
ejercicio de la democracia.
El sentimiento americanista, que generó una fuerte filiación identitaria alrededor del
republicanismo y que motivó la solidaridad ante las invasiones en otras partes de América,
se generalizó y tuvo diferentes expresiones en los sectores oficiales y populares del Pacífico
sudamericano. En general, las evaluaciones del estado del republicanismo en la región se
moderaron, pasando de una crítica a convertirla en el factor determinante que los identificaba.
El americanismo de los sectores oficiales motivó el llamado para que cesaran los conflictos
internos y entre países –con la excepción del colombo-ecuatoriano- y así, no se replicara en
el Pacífico sudamericano lo acontecido en el Caribe. En cuanto a los sectores populares, ellos
se sentían decepcionados por la manera en que los oficiales habían afrontado las invasiones
francesa y española en México y Santo Domingo. Entonces, la América popular buscó
promover la unión de los pueblos ya que la unión de los Estados no se había concretado. En
ese marco se crearon sociedades republicanas, entre la que sobresalió la de Santiago, por
medio de las cuales se recogió dinero para apoyar al Gobierno mexicano de Benito Juárez.
La derrota mexicana en la ciudad de Puebla generó reacciones de indignación y pesar en todo
el continente. Tras ella, era casi segura la llegada del ejército imperial francés a la Ciudad de
México.488 La derrota mexicana fue un golpe moral para el accionar de las sociedades
487 Arosemena, Estudios, 94-95. 488 El Ferrocarril (Santiago), 30 de junio de 1863, No 2331; El Comercio (Lima), 8 de junio de 1863, No 7789;
EL Conservador (Bogotá), 13 de septiembre de 1863, No 1.
156
republicanas y de la opinión pública que, luego de enterarse de ella, redujeron sus
operaciones y se acallaron.489
3.4 Conclusión
El sistema de Estados del Pacífico sudamericano tuvo importantes variaciones desde finales
de la década de 1840 hasta inicios de la de 1860. La política interna de los países de la región
se vio alterada y sufrió un reacomodo luego de la ola liberal proveniente de Europa y las
revoluciones de 1848, tras el cual el republicanismo en la región se vio modificado. Ese
reacomodo, en general, ocasionó la supresión y modificación de instituciones y prácticas que
pervivían del periodo colonial; la esclavitud fue abolida, la libertad de prensa fue instituida,
la pena de muerte fue prohibida, entre otras. Los jóvenes políticos que tomaron la iniciativa
para llevar a cabo esos proyectos se apoyaron en sectores populares, como los artesanos, y
se enfrentaron a grupos reaccionarios que se opusieron a las modificaciones introducidas en
la primera parte de la década de 1850. Esta situación hizo que esos grupos reaccionarios
buscaron volver a hacerse con el poder político para que el estado de cosas volviera a
acomodarse en su cauce anterior a la ola liberal.
Al lado de esas contiendas políticas, las economías de los países del Pacífico sudamericano
entraban al mercado global de manera satisfactoria. Chile y Perú fueron los países que
sacaron mejor provecho de ello, gracias a la exportación de harina, por parte del primero, y
guano, por el segundo. Los Estados de la región se preocuparon por tomar medidas que les
permitieran tener conciencia de su territorio y de sus recursos con el fin de optimizar la
entrada de sus economías en el mercado global. Ese reconocimiento en los países del Pacífico
sudamericano, además de permitirles ciertos avances económicos, revivió disputas, dentro
de la competencia regional, por la soberanía territorial que habían quedado en pausa,
principalmente por la introspección que estos países experimentaron por más de dos décadas,
desde 1830. Además de generar diferencias entre las partes enfrentadas. Las competencias
489 El Mercurio (Valparaíso), 6 de mayo de 1864, No 11032.
157
de ese tipo, expuestas en el capítulo, mostraron la posición preponderante de Perú y Chile en
la región. Si bien los diferendos territoriales no se solucionaron en ese momento, esos
Gobiernos si mostraron que podrían imponerse por medios bélicos a sus contendientes.
La balanza de poder dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se inclinaba a
favor de Chile y Perú, pero la posible intromisión de fuerzas externas a él amenazaba su
estabilidad. Las acciones del Gobierno ecuatoriano por favorecer desmedidamente a poderes
exteriores, sobre todo la oferta de la instauración de un Protectorado francés y la firma del
Concordato con Roma, generaron alarmas en la región. Esas medidas eran tomadas como
una amenaza al republicanismo americano y fueron condenadas y combatidas por el
Gobierno colombiano. Las acciones ecuatorianas no fueron las únicas posibles intromisiones
a la estabilidad del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.
El cese de la Doctrina Monroe y la entrada de Francia y España en la contienda por el balance
de poder en América, con las invasiones a México y Santo Domingo respectivamente,
encendió las alarmas y las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano
fueron modificadas. Tanto la opinión pública, como los sectores oficiales del Pacífico
sudamericano, con la excepción de Ecuador, promovieron el americanismo, a partir de una
identidad compartida alrededor del republicanismo, el cual veían bajo amenaza. Esa amenaza
generó una solidaridad que se manifestó en la promoción de la unión americana. Los sectores
populares fueron más eficientes en ese sentido y promulgaron la unión de los pueblos. La
expresión de esa unión fue las sociedades republicanas que se generalizaron en Chile, Perú y
Bolivia, por medio de las cuales se recogió dinero para ayudar al ejército mexicano. El fervor
con que la unión de los pueblos realizaba actividades y promovía el americanismo mermó
tras la victoria del ejército imperial francés.
La amenaza al republicanismo también generó un llamado para que los conflictos internos y
entre los países de la región cesaran, postergando la competencia interestatal, a la expectativa
de lo que pudiera suceder con el republicanismo americano. Entonces, los conflictos que
habían sido ya postergados se detuvieron en pro de generar una mejor imagen de esa forma
de Gobierno. Más tarde, sin amenazas exteriores, esos mismos asuntos volverían a las
158
agendas de nuevos Gobiernos, explotando y trayendo la guerra de nuevo al vecindario. El
conflicto que mayor alcance tuvo fue el que quedó inconcluso entre Bolivia y Chile, que
desencadenaría luego en la Guerra del Pacífico (1879-1883), enfrentando a Chile con Bolivia
y el Perú.490
490 La bibliografía sobre la Guerra del Pacífico es extensa, recomiendo ver Renzo Babilonia. La guerra de
nuestra memoria, crónica ilustrada de la Guerra del Pacífico (1879-1884), (Lima: Fondo Editorial de la
Universidad de Ciencias y Humanidades, Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos, 2009); Carmen McEvoy.
Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico. (Santiago:
Ediciones Universidad Diego Portales, 2011); Carlos Donoso y Gonzalo Serrano (Edit.). Chile y la Guerra del
Pacífico. (Santiago: Centro de Estudios Bicentenario, Universidad Andrés Bello, 2011).
159
4. La crisis del Pacífico sudamericano y el cese en las dinámicas del sistema de
Estados (1864-1865)
La política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano estaba a punto de colapsar. El
inicio de una guerra a gran escala estaba cerca. Sin embargo, los intentos colonialistas de
Francia y España calmaron los ánimos y reavivaron el sentimiento unionista, en defensa del
republicanismo americano, con lo que fue modificado el cauce de las dinámicas del sistema
de Estados. El Pacífico sudamericano fue uno de los escenarios de la crisis global de la década
de 1860, en la que la idoneidad del republicanismo fue cuestionada en diferentes regiones
del mundo.491 La vuelta de Francia y España a la contienda por la lucha de poder en América
causó revuelo y las ideas de unión americana modificaron la política de la región, poniendo
un alto a conflictos territoriales y alterando la política interna de los países del litoral Pacífico.
Aunque, desde que franceses y españoles iniciaron sus movimientos en el continente, hubo
alguna reacción contra ellos, como ya se vio, fue la partida de una flota española con rumbo
al Pacífico la que encendió alarmas, que pronto se verían justificadas, tras apoderarse de las
islas de Chincha en el Perú en 1864.
El inicio de la crisis en el Pacífico sudamericano fue posible por la retirada de los Estados
Unidos y Gran Bretaña de la contienda por la lucha de poder en América y por la política de
prestigio española. El primero explica la intervención francesa y española en América sin
reacción del país del norte o la corona británica, mientras que el segundo explica la idea del
491 Sobre la crisis global de la década de 1860, ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3.
160
Gobierno español de finales de la década de 1850 y principios de 1860 por relanzar su política
exterior, encontrando en las aguas del Pacífico un escenario propicio. La toma de las islas
guaneras encendió las alarmas en los países del Pacífico sudamericano, que, por medio de la
opinión pública, identificaron a España como un enemigo externo, que atentaba contra el
republicanismo americano, frente al cual deberían unirse, si es que querían mantener intacta
su soberanía e independencia.
Este capítulo analizará el inicio de la crisis del Pacífico, su desarrollo y la manera en que los
países del Pacífico sudamericano la afrontaron. Como ya se ha visto en el Capítulo 2, una de
las maneras como los países sudamericanos afrontaban las amenazas exteriores en el siglo
XIX, hasta la década de 1850, fue por medio de la celebración de Asambleas continentales;
ya había pasado en Panamá en 1826 y en Lima en 1848. Para enfrentar la nueva amenaza,
junto con las otras injerencias europeas en suelo americano, en México y Santo Domingo, el
Gobierno del Perú promovió la celebración de un Congreso americano en 1864, que es
entendido como un nudo histórico492, en tanto que en él ocurren y se cruzan los distintos
elementos y niveles de la política global y del sistema de Estados del Pacífico sudamericano,
luego de los cuales, cada uno de ellos salen afectados.493 El Congreso americano de Lima fue
un punto de intersección del contexto internacional, la política interna de cada país del
Pacífico sudamericano y la idea de unión americana. En él convergieron los planos
regionales, nacionales, el continental y el mundo global, cuya relación explica los hechos que
acontecieron alrededor de esta Convención de Plenipotenciarios. A partir del análisis de estas
relaciones, se puede explicar la política del Pacífico sudamericano como un fenómeno
multicausal y como un eslabón de una serie de experiencias institucionalizadoras en pro de
generar una unión continental y en el asentamiento del republicanismo.
La historiografía ha abordado el segundo Congreso americano de Lima dentro de un grupo
de intentos de unir políticamente los países del continente americano, usualmente es visto
492 El nudo se entiende en su sentido orográfico: punto de unión entre dos o más sistemas montañosos. 493 Michel Werner y Bénédicte Zimmermann. “Beyond comparison: histoire croisée and the challenge of
reflexivity” en History and theory, 45 (febrero, 2006), 37-38.
161
como el último intento de unión hispanoamericana, para abrirle paso a una unión
continental.494 Los estudios particulares del Congreso continental de 1864, en general,
reproducen los hechos de la reunión, describen los tratados firmados y se quejan del “fracaso”
que significó este último intento unionista hispanoamericano. Luego de los “fracasos” de las
Asambleas continentales, las Repúblicas americanas no volvieron a insistir sobre la unión
hispanoamericana y finalizando el siglo XIX, en 1889, el Panamericanismo fue visto como
la salida para promover la unión continental, dirigida por los Estados Unidos.495
La perspectiva acá propuesta para analizar el Congreso americano de Lima de 1864 permite
comprender la convergencia de los diferentes factores de la política del sistema de Estados
del Pacífico sudamericano y del contexto global para entenderlo en sí mismo como un intento
de unión particular, con sus propias dinámicas y repercusiones en la configuración de ese
sistema. Además, esta perspectiva permite poner relevancia a un aspecto poco considerado:
la soberanía. Para efectos de este trabajo se entiende la soberanía, en palabras de Jean Bodino,
como el ejercicio soberano del poder por parte de las autoridades del Estado, para expedir y
hacer cumplir las leyes, dentro de un territorio circunscrito y que excluye el poder de terceros
en ese mismo espacio.496 Esta definición, formulada en el siglo XVI, resulta vigente para la
investigación en tanto que permite ver las tensiones entre la unión continental, como medio
para afrontar la crisis que trajo consigo la presencia de la flota española en las aguas del
494 Ver, por ejemplo, Jesús María Yepes, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas 1826-1954.
(Caracas: Cromotip, 1955); Gordon Connell-Smith. El sistema interamericano. (México: Fondo de cultura
económica, 1966); Indalecio Lievano Aguirre. Bolivarismo y monroismo. (Bogotá: Populibro. 1969); Francisco
Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de Caracas. Caracas: Serie de sesquicentenario del
Congreso de Panamá. (Caracas: Oficina central de información, 1976); Germán de la Reza. El ciclo
confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el siglo XIX. (Lima: Fondo editorial de la
Universidad Nacional Mayor de San marcos, 2012); José Briceño. “Los congresos hispanoamericanos en el
siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del regionalismo” en Revista de
Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, enero-abril de 2014, pp 131-170. 495 Entre otros trabajos es recomendado ver Miguel Varas. “El Congreso americano celebrado en Lima en 1864”,
Revista chilena de Historia y Geografía, Vol. 38, 1921, 71-96; Robert Frazer. “The role of the Lima Congress
1864-1865 in the development of Pan-Americanism” en The Hispanic American Historical Review, Vol. 29,
No 3, 1949, 319-348; Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas,
1952); Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima:
1964); Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en
Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91. 496 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro
VIII, 47-66.
162
Pacífico y el celo por el cuidado del poder de decisión de los Gobierno de los países asistentes
al segundo Congreso americano de Lima. Por último, esta perspectiva, que integra la unión
pública al análisis, permite ver dos planos de la política, el oficial y el “popular”, actuando
no siempre de manera coordinada en la promoción del americanismo y en el desarrollo del
Congreso americano de Lima.
Este capítulo pretende, entonces, analizar la crisis del Pacífico sudamericano, desde sus
inicios, y su respuesta: el Congreso americano de 1864, a través de los diferentes niveles de
la política del Pacífico sudamericano, buscando poner en relieve asuntos de guerra, unión y,
sobretodo, soberanía. Para ello, la exposición se hará en cuatro partes. La primera analiza la
política del prestigio español promovida por Leopoldo O’Donnell, Presidente del consejo de
Ministros español, desde 1858 y su repercusión en el inicio de la crisis del Pacífico
sudamericano. La segunda parte expondrá la toma de las islas de Chincha en abril de 1864
por la flota española; en esta sección se abordarán aspectos de la política interna del Perú y
de las relaciones diplomáticas de ese Gobierno con el español que desencadenaron en un
conflicto binacional, dentro del marco de la diplomacia de las cañoneras, envestido de
carácter continental; asimismo, en esta sección se analizarán algunas reacciones de la opinión
pública frente a la toma de las guaneras peruanas. En la tercera parte se examinarán los
preparativos del Congreso americano de 1864, en este apartado se analiza como los
Gobiernos y la opinión pública de la región buscaron relacionar los movimientos
colonialistas europeos en el Caribe y en México con la toma de las islas de Chincha,
mostrándola como una amenaza a la soberanía continental y exaltando, así, un sentimiento
americanista, lo que aceleró la celebración del Congreso, planeado con anticipación. Por
último, una cuarta parte se dedicará a analizar el desarrollo del Congreso americano,
celebrado entre octubre de 1864 y abril de 1865, agrupando las discusiones dentro de tres
categorías: unión, guerra y soberanía.
Para el desarrollo de este capítulo se recurrieron a diferentes tipos de fuentes. Dentro de ellas
sobresalen las diplomáticas, sobre todo la correspondencia entre los diferentes Ministros de
Relaciones Exteriores y entre ellos con los agentes en la región, sobre todo en Lima, donde
se celebró la Asamblea continental. Asimismo, se consultaron las actas de las sesiones del
163
Congreso de Lima. Con esas fuentes se dio cuenta del accionar de los actores estatales y del
plano en el que la historiografía ha analizado la reunión continental. Como este trabajo busca
también incorporar al análisis la mirada de actores no estatales, se recurrió a la consulta de
prensa y publicaciones de la época, con las cuales se busca ampliar la mirada y ver el
desarrollo del Congreso americano, como lo sugiere Pierre Rosanvallon para comprender lo
político, en sus condiciones efectivas de emergencia, teniendo en cuenta las posibilidades de
acción, es decir, aprehenderlos mientras se forman, tanto desde los gobiernos como a partir
de la opinión pública.497 Asimismo, a partir de esas fuentes también se buscará explicar el rol
de la opinión pública en la promoción del americanismo y la evaluación que hizo del
Congreso americano. El que las fuentes consultadas sean de los diferentes países del Pacífico
sudamericano permite ver la crisis de la región a partir de una mirada transnacional.
En este capítulo se verá la manera en que la salida momentánea de Estados Unidos y Gran
Bretaña de la contienda por la lucha del balance de poder en América y la entrada de España
a ella afectó al Pacífico sudamericano de manera directa. Además, también se verá como la
idea unionista volvió a ser importante como respuesta a lo que entendían los Gobiernos de la
región una amenaza al republicanismo. En fin, de lo que se trata es de mostrar la manera en
que las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se trastocaron por esos
dos factores.
4.1 El relanzamiento de la acción exterior española y la escuadra del Pacífico
4.1.1 La política de prestigio español
Después de Trafalgar y la implosión imperial, la preponderancia de España en el sistema
mundial se vio eclipsada por Gran Bretaña y Francia. Durante buena parte de la primera
497 Rosanvallon dice que el método de la historia de lo político es a la vez interactivo y comprehensivo. Esto
“implica reconstruir la manera en que los actores hacen inteligibles las situaciones, situar los reclamos y los
deseos a partir de los cuales ellos piensan su acción, dibujar el mapa de las sinsalidas y de las posibilidades que
estructuran implícitamente su horizonte” Pierre Bouretz, Oliver Monguin, Joel Roman. “Hacer la historia de lo
político. Entrevista con Pierre Rosanvallon” en Memoria y sociedad Vol. 10, Núm. 20 (2006), 80.
164
mitad del siglo XIX, los españoles buscaron ubicarse de nuevo en el primer plano de las
potencias. Luego de la guerra de sucesión carlista y la proclamación de Isabel II (1843), como
reina de España,498 la economía de ese país empezó a mostrar síntomas de recuperación, que
se vieron también reflejados en el crecimiento de su poder militar.499 A finales de la década
de 1850, el Gobierno español se sentía con la fuerza para relanzar su acción exterior.500
Leopoldo O’Donnell fue llamado por la reina para ocupar la Presidencia del Consejo de
Ministros, posición que ocupó entre 1858 y 1863, siendo quien más tiempo duró en la
posición durante la España Isabelina. El bienestar y la percepción optimista del presente y
del futuro español contribuyeron a dar una sensación de estabilidad y de prosperidad que
mantuvieron sólido el ministerio de O´Donnell. En la apertura de las Cortes de 1858,
O’Donnell ya apuntaba su disposición a intervenir en México, Marruecos y la Cochinchina.
El Ministro puso en boca de la reina una amenaza de atacar aquellos lugares donde hubiera
algún atentado contra la integridad de la Corona española y sus súbditos, en cualquier lugar
del mundo, tal como ocurría en México, Marruecos y en la Cochinchina:
Si contra mis deseos y esperanzas no se obtiene de las negociaciones pacíficas pronto
resultado, emplearé los recursos ya preparados para apoyar mis reclamaciones con tanto vigor
y energía como fue mi moderación y templanza en el largo periodo de las contestaciones
suscitadas con el Gobierno de México.
El Rey de Marruecos ha reconocido, como no lo había hecho hasta el día, un principio
consignado en sus tratados con España, confío en que seguirá haciendo justicia a mis
reclamaciones, y que no tendré necesidad de recurrir a la fuerza para hacer respetar el
498 La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los
partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, y los isabelinos, defensores
de Isabel II. Al respecto, ver John Coverdale. The Basque Phase of Spain's First Carlist War. (Princeton;
Princeton University Press, 1984); Gabriel Tortella, Casimiro Martí, José María Jover, José Luis García y David
Ruiz. Historia de España. Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923), Vol. VIII.
(Barcelona: Labor, 1981) 223-237; Laura Corrales Burjalés: "La Guerra de los Siete Años (1833-1840) a través
del grabado popular catalán: estado de la cuestión", Trienio, No 51 (mayo de 2008), 73-110. 499 Fernando García De Cortázar. Memoria de España. (Madrid: Aguilar, 2004) 443-445. Wayne Bowen. Spain
and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press, 2011) 35-36. 500 Miguel Artola. Historia de España. La burguesía revolucionaria (1808-1874), Vol. V. (Madrid: Alianza
Editorial, 1990) 263; Charles Esdaile. Historia de España. La quiebra del liberalismo (1808-1939) Vol. XIII.
Barcelona: Editorial Crítica, 2001) 119.
165
pabellón español, y evitar que se repitan los excesos que contra nuestras plazas y contra
nuestros buques mercantes han cometido los riffeños [sic] en distintas épocas.
Los atentados de que fueron víctimas nuestros misioneros en el Asia, me han obligado a
enviar, en unión con el emperador de los franceses, una expedición militar a la Cochinchina.
Las tropas de mar y tierra corresponderán, si la ocasión se presenta, a sus tradiciones y a la
memoria de las hazañas con que e1 soldado español se distinguió siempre en defensa de los
intereses y del honor de su Patria y de sus Reyes.501
Los tres frentes a los que la Reina se refirió fueron la base de la política de engrandecimiento
de la política exterior española. En cada uno de ellos la principal queja era la situación por la
que pasaban sus súbditos. En la Cochinchina habían denuncias de asesinatos contra
misioneros españoles;502 en Marruecos, algunos moros invadieron Ceuta y asesinaron a
algunos soldados españoles;503 mientras que, en México, que se encontraba en guerra civil,
la situación para los súbditos españoles estaba llena de amenazas por sus vidas y por el
desarrollo de sus negocios.504 El gobierno español advertía que su único interés era encontrar
satisfacciones ante las afrentas contra la corona española y sus súbditos en cualquier lugar
del mundo; no tenía interés alguno en conquista. Así lo expresaba O’Donnell en el discurso
ante el Congreso español para justificar la guerra en Marruecos:
No vamos animados de un espíritu de conquista, no. El Dios de los ejércitos bendecirá
nuestras armas, y el valor de nuestro ejército y de nuestra armada hará ver a los marroquíes
que no se insulta impunemente a la Nación española, y que iremos a sus hogares; si es preciso
a buscar la satisfacción. No nos lleva un espíritu de conquista; no vamos a África a atacar los
intereses de la Europa, no; ningún pensamiento de esta clase nos preocupa; vamos a, lavar
nuestra honra, a exigir garantías para lo futuro; vamos a exigir de los marroquíes la
501 Discurso de apertura de las Cortes de la Reina Isabel II, 1 de diciembre de 1858, Diario las sesiones del
Congreso. Legislatura de 1859. En http://www.congreso.es/est_sesiones/, Consultado el 18 de septiembre de
2018. 502 Discurso de Calderón Collantes, Ministro de Estado, 11 de marzo de 1859, Diario de las Sesiones del
Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 503 Discurso de O’Donnell, Presidente del Consejo de Ministros, 22 de octubre de 1859, Diario de las Sesiones
del Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 504 Sobre la Guerra civil mexicana ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4
166
indemnización de los sacrificios que la Nación ha hecho; vamos, en una palabra, con las
armas en la mano a pedir la satisfacción de los agravios hechos a nuestro pabellón. 505
La política de prestigio que promovió el Ministro O’Donnell era costosa y los beneficios que
se esperaban de las acciones en el exterior eran equiparables a sus gastos. En Cochinchina,
una acción conjunta con la flota del imperio francés garantizó la victoria de los europeos. Sin
embargo, el gobierno español no recibió tierras o algún otro beneficio más que una
indemnización y algunos derechos comerciales. Los beneficios de la invasión fueron en su
mayoría para el gobierno de Napoleón III, que, tras ella, inició la penetración a Indochina.506
Por otra parte, en Marruecos, la invasión inició en Ceuta y terminó en Tetuán, donde ambas
partes firmaron el tratado de Wad-Ras, en el que se declaraba vencedora a España y que
obligaba al sultanato marroquí a reconocer una indemnización de 400 millones de reales y,
además, la soberanía española de Ceuta y otros territorios que estaban en disputa.507
En cuanto a México, España se adhirió a la iniciativa francesa y británica de invadir ese país
para exigir las satisfacciones al Gobierno de Benito Juárez;508 la invasión fue acordada con
el Tratado tripartita del 31 de octubre de 1861.509 En dicho tratado, las partes acordaban no
intervenir en la política interna mexicana, sino limitarse a obligar al Gobierno de ese país a
satisfacer las exigencias que cada una de ellas solicitaba.510 Sin embargo, el Gobierno
imperial francés alteró el plan y envió un contingente de tropas, acompañado por exiliados
mexicanos, con los que buscaba imponer un gobierno monárquico en México. Los enviados
de España y Gran Bretaña mostraron su posición contraria ante los movimientos franceses y
advertían que “los mexicanos son favorables al Gobierno actual [el de Benito Juárez], y que
505 Discurso de O’Donnell, Presidente del Consejo de Ministros, 22 de octubre de 1859, Diario de las Sesiones
del Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 506 Josep Fontana. Historia de España. La época del liberalismo, Vol. VI. (Barcelona: Crítica-Marcial Pons,
2007), 299; José María Jover Zamora. Política, diplomacia y humanismo popular en la España del siglo XIX.
(Madrid: Ediciones Turner, 1976), 1068. 507 Fontana, Historia de España, 299-300. 508 Sobre la invasión tripartita a México ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4. 509 Donaldson Jordan y Edwin Pratt. Europe and the American Civil War. (London: University of Oxford Press,
1931) 3-4; Carl Bock. Prelude to tragedy. The negotiation and Breakdown of the Tripartite Convention of
London, October 31, 1861. (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1966) 517-520. 510 Ver capítulo 1.
167
con dificultad se encontraría partidarios a la monarquía”.511 Entonces, el general español Juan
Prim aconsejó a su gobierno retirar las tropas del suelo mexicano:
Si se quiere crear violentamente y por la fuerza de las armas una Monarquía contra la voluntad
de la nación, las tropas españolas no darán su apoyo a semejante proyecto mientras yo me
encuentre a su cabeza, antes bien desde la capital misma emprendería mi retirada hacia el
puerto y llevaría a cabo el reembarque seguro de que tal proceder daría a España más prestigio
en México, en todos los Estados hispano-americanos y en el mundo entero.512
El gobierno español respaldó la actuación de Prim bajo la premisa del respeto del voto de la
mayoría de los mexicanos. Entonces, la satisfacción a las demandas españolas tuvo que
esperar hasta la restauración del gobierno republicano de Juárez, tras el periodo imperial de
Maximiliano.
La política de prestigio española tuvo un empujón inesperado desde Santo Domingo. El
Presidente, Pedro Santana, solicitó la reanexión de esa República a la Corona española en
1860. Santana temía por la integridad del territorio dominicano, amenazada por ofensivas
haitianas.513 Al año siguiente, el Ministro de Estado español, Calderón Collantes, respondió
a la oferta que era necesario el pronunciamiento del pueblo dominicano para que se hiciera
efectiva la anexión.514 En marzo de 1861, Santana realizó un plebiscito en el que participaron
511 Acta de la conferencia celebrada el 9 de abril de 1862 en Orizaba entre los cinco comisarios de las tres
altas potencias aliadas, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas del 2 de junio de 1862,
97-101. en
http://www.congreso.es/est_sesiones/web/viewer.html?file=http%3A%2F%2Fwww.congreso.es%2Fest_sesio
nes%2Fresource%3Fid%3DC-0133-001.pdf%26leg%3D1861-1862%26idx%3D1 consultado el 19 de
septiembre de 2018. 512 De Juan Prim, General y Ministro Plenipotenciario español en México, a Saturnino Calderón Collantes,
Ministro de Estado español, 29 de marzo de 1862, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas
del 2 de junio de 1862, 85-87, Consultado el 19 de septiembre de 2018. 513 Santo Domingo se había independizado de Haití luego de 20 años en 1854. Jaime de Jesús Domínguez. La
Anexión de la República Dominicana a España. (Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo, 1979) 22-29. 514 De Saturnino Calderón Collantes, Ministro de Estado español, al Capitán general de Cuba, Francisco Serrano
Domínguez, 24 de abril de 1861, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas del 14 de
noviembre de 1861, 4-6 en
http://www.congreso.es/est_sesiones/web/viewer.html?file=http%3A%2F%2Fwww.congreso.es%2Fest_sesio
nes%2Fresource%3Fid%3DC-0004-006.pdf%26leg%3D1861-1862%26idx%3D1 consultado el 19 de
septiembre de 2018.
168
cerca de 4,000 personas, en su mayoría cercanas al Presidente. La consulta arrojó como
resultado la aprobación de la vuelta de Santo Domingo al sistema colonial español.515 Con la
invitación de una parte del pueblo dominicano, España controlaba un nuevo punto en el
Caribe con el que aumentaba su prestigio en la contienda por el balance de poder en América.
Sumada a los otros movimientos españoles en el mundo, la inesperada anexión de la
República caribeña sirvió para alentar la política exterior de ese país. La opinión general
estaba excitada por los logros de la Corona española en el ramo exterior.516 Incluso, el
periódico madrileño La España, en enero de 1861, se atrevió a sugerir que
España no ha renunciado nunca a las Islas de Chincha y de Lobos, principales depósitos de
guano; estas islas se hallan hoy explotadas por el gobierno peruano que saca de ellas una
rentas inmensas; luego España debe recuperarlos, como ha recuperado a Santo Domingo, y
aumentar con estos elementos su riqueza, su comercio y su navegación.517
Si bien la propuesta parecía tentadora, en vista de los grandes yacimientos guaneros de las
islas en el Pacífico sudamericano, y era el reflejo de una sociedad entusiasmada con la
política exterior, ninguna acción se adelantó para intentar hacerse de las islas guaneras
peruanas de Chincha. Al menos, el Gobierno español no lo harían sin razón alguna.
La política de prestigio tuvo un nuevo movimiento en 1862. Algunos españoles que habitaban
en Valparaíso habían escrito en 1859 una carta a su Gobierno, en la que le pedían que enviara
algún buque de guerra para mostrar en esas aguas el estado de la corona española para que
“recobre nuestra nación la preponderancia moral en esta parte del mundo.”518 El gobierno
español envió una escuadrilla naval formada por dos buques de la Armada a las aguas del
Pacífico con el fin de dar la vuelta al mundo, tal como lo hizo el imperio Austro-Húngaro
515 Proclama de Pedro de Santana a los dominicanos, 18 de marzo de 1861, en Documentos anexos a la sesión
de las Cámaras españolas del 14 de noviembre de 1861, 7-8; Wayne Bowen. Spain and the American Civil War.
(Columbia and London: University of Missouri Press, 2011) 87-89. 516 Fontana, Historia de España, 301-302. 517 Nota referida en El Comercio (Lima) 18 de julio de 1861, No 6981. 518 José Antonio González Pizarro, “La Comisión Científica del Pacífico en Chile, 1863- 1864”, en Rafael
Sagredo Baeza- Miguel Angel Puig-Samper Mulero (Eds.). Imágenes de la Comisión Científica del Pacífico en
Chile. (Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana- Editorial Universitaria- Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid, 2007) 27.
169
con la fragata Novara finalizando la década de1850, mostrando el poderío naval del imperio
alrededor del mundo.519
Antes de partir, el Ministro Collantes añadió las fragatas Triunfo y Resolución y una
Comisión Científica. 520 La misión de la Comisión era doble, una científica y otra militar y
política. Por un lado, el gobierno español envió un grupo de profesionales de la ciencia, la
geografía y la historia, entre otras disciplinas, que iría a América a explorar los recursos
naturales de esas zonas en aras del incrementar el conocimiento de la humanidad. Dicha tarea
la realizarían con la ayuda de marinos del ejército español que, por otro lado, se encargarían
de imponer en las zonas por las que pasaban la política colonial del gobierno de la época y,
además, buscar posibles asentamientos para una base naval española en el Pacífico.521
El itinerario señalado al Almirante Luis Pinzón pedía que recorrieran las islas Canarias, Cabo
Verde, Brasil, Río de la Plata, la costa patagónica, islas Malvinas, cabo de Hornos, Chiloé,
las costas del Pacífico en Chile, Perú y California. Además, el Ministro de Estado hacía
énfasis en que el Gobierno español reconocía la independencia de las jóvenes repúblicas
americanas, con las que se deberían estrechar los lazos de amistad, pero ya se advertía de la
posible hostilidad de algunas de ellas, sobre todo del Perú, con quien estaba pendiente la
negociación del reconocimiento, para lo cual disponía de la fuerza naval, en caso de ser
519 Ver Karl von Scherzer [1861]. Narrative of the Circumnavigation of the Globe by the Austrian Frigate
Novara. Undertaken by Order of the Imperial Government, in the Years 1857, 1858, and 1859. (Cambridge:
Cambridge University Press, 2014). 520 Para ampliar sobre la Comisión científica del Pacífico ver Leoncio López Ocón y Miguel Ángel Puig Samper.
“Los resultados de la Comisión Científica del Pacífico” en Estudios sobre historia de la Ciencia y de la Técnica
IV Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas: Valladolid, 22-27 de
septiembre de 1986. (Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1988) 597-
614; Miguel Ángel Puig Samper. Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo la Comisión Científica
del Pacífico (1862-1866). (Madrid: Consejos Superior de Investigaciones Científicas,1988); Leoncio López-
Ocón, “La comisión científica del Pacífico: de la ciencia imperial a la ciencia federativa”, Bulletin de l'Institut
français d'études andines, Vol. 32, No 3, 2003, 479-515. 521 Leoncio López-Ocón y Sara Badía. “Overcoming Obstacles: The Triple Mobilization of the Comisión
Científica del Pacífico”, Science in Context, Vol. 16, No 4, 2003, 505-534.
170
necesaria.522 La expedición partió el 10 de agosto de 1862 y el 9 de septiembre tocó tierra
americana en Bahía.523
La escuadra española fue vista con desconfianza desde el principio en el Pacífico
sudamericano. En Perú, El Comercio de Lima se quejaba de las posibles intenciones de los
españoles y llamaba a unirse alrededor del Gobierno, para que no ocurriese lo mismo que
estaba pasando en México.524 Por su parte, en Chile, El Mercurio de Valparaíso llamó a los
gobiernos sudamericanos, sobre todo al del Perú, a “observar una actitud prudente, llena de
moderación, de táctica” para evitar cualquier conflicto con España.525 Con la llegada de la
escuadra al Pacífico y a los puertos en Chile y Perú, la opinión fue cambiando. En Chile, el
Almirante Pinzón fue recibido por el Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Tocornal el
11 de junio de 1860, quien expresó un parte de tranquilidad ante las intenciones españolas en
el Pacífico.526 Sin embargo, El Ferrocarril retrató algunos sucesos de un banquete ofrecido
al Almirante Pinzón:
Sobre el banquete español de anoche podemos transmitir a Uds. los siguientes detalles: El
salón estaba muy hermoso y la mesa fue muy espléndida; faltaron muchos de los convidados
chilenos desde el Intendente abajo. El almirante Pinzón estuvo como un energúmeno.
Habiendo brindado Subercaseaux [comerciante chileno] por [Juan] Prim, le interpeló a gritos,
preguntando quién es este señor Subercaseaux? yo no conozco a ese señor, y se descargó
contra Prim: dijo que la España debió haber ido a México; que ese país degradado merecía
su suerte; que las repúblicas americanas, fuera de Chile, no saben gobernarse; que la
522 Diario de don Francisco de Paula Martínez y Sáez, miembro de la Comisión científica del Pacífico, 1862-
1865. [1866] (Madrid: Consejos Superior de Investigaciones Científicas, 1994) 13-14. 523 Manuel Almagro. Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión científica enviada por
S.M.C. durante los años de 1862 a 1866. (Madrid: Imprenta y esterotipia de M. Rivadeneira, 1866), 8-11 524 El Comercio (Lima) 12 de enero de 1863, No 7602. 525 El Mercurio (Valparaíso), 29 de enero de 1863, No 10642. 526 De Manuel Ignacio Vivanco, Ministro Plenipotenciario peruano en Chile, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro
de Relaciones Exteriores peruano, 1 de junio de 1863, f 13v, en Archivo digital del Ministerio de Relaciones
Exteriores del Perú (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra
España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 13.
171
suscripción para México era una tontería; y otras cosas por el estilo; todo a gritos e
interrumpiendo a los que hablaban.527
Las palabras de Pinzón fueron el reflejo de un sector de la sociedad española que buscaba el
reposicionamiento de la corona española alrededor del mundo y que no veían en el modelo
republicano americano otra cosa que anarquía. Asimismo, ese sector pensaba que el territorio
hispanoamericano estaba abierto a una nueva ola de colonización, tal como ocurrió en Santo
Domingo, como lo mostraba el diario La España de Madrid en 1861, al sugerir la
reapropiación de las islas de Chincha peruanas que no habrían dejado de ser españolas.528
Luego, tras la visita de la escuadra al Perú en julio de 1863, el Gobierno de ese país se percató
de las intenciones pacíficas de la escuadra española.529 Por su parte, El Comercio se retractó,
curiosamente, de las dudas expresadas con anterioridad y esperaba que la nación española
pronto pudiera “llegar a ser la primera nación del continente europeo.”530
4.1.2 El Talambo y la política de prestigio española
La escuadra española salió del Perú finalizando el mes de julio de 1863 y durante su paso por
las costas panameñas, el Almirante Pinzón recibió noticias de unos sucesos contra un grupo
de vascongados en la hacienda El Talambo, al norte del Perú.531 Los hechos se registraron el
4 de agosto de 1863, dejando un español muerto y un número indeterminado heridos. Según
relatos en la prensa el señor Manuel Salcedo, dueño de la hacienda, había tenido un altercado
con el español Marcial Miner, quien se quejaba por las condiciones por las que estaba
pasando la colonia vascongada en suelo peruano. Lo que pasó después fue difuso y una
527 El Ferrocarril (Santiago), 14 de junio de 1863, No 2317. 528 Nota referida en El Comercio (Lima) 18 de julio de 1861, No 6981. 529 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, a sus agentes en el mundo, 13 de
julio de 1863, f 132, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra
España: 1866, documento No 24. 530 El Comercio (Lima), 10 de julio de 1863, No 8727. 531 F. C. Cerruti. Perú y España. Narracion de los acontecimientos que precedieron y siguieron á la toma de
las islas de Chincha, con el análisis del despacho del Sr Salazar y Mazarredo, Comisario Especial de S.M.C.
detallando las aventuras de su vuelta a casa. (Lima: Imprenta del Comercio, 1864) 6.
172
versión mostraba a los españoles como agresores, mientras que otra los señalaba como
víctimas.532
Los españoles fueron llevados al Perú por medio de un contrato hecho por el mismo Salcedo
con los colonos vascongados en 1860. En el contrato se describían las condiciones de la
hacienda como benignas, en tanto clima y suave trabajo. Los productos que cultivaban en El
Talambo serían algodón, caña, café, arroz, cochinilla, maíz, trigo, camote, etc. Salcedo se
comprometía a pagar los gastos de viaje hasta la hacienda, donde estarían comprometidos a
trabajar por ocho años como retribución. Las condiciones que debían cumplir los
Vascongados eran de asegurar el mantenimiento de las tierras que les serían entregadas,
pagando una porción de su producción que se iría reduciendo año a año.533
La posición del gobierno español al respecto de este tipo de contratos era desfavorable, sobre
todo frente a aquellos con rumbo hacia el Perú. La principal razón de ello radicaba en los
informes del cónsul español en ese país, que refería los malos tratos que recibían los colonos
de otros países en las haciendas del interior del Perú.534 Este informe hizo que varios
gobernadores de provincias españolas advirtieran a sus coterráneos sobre empresarios que
los quisieran reclutar.535 Pese a las recomendaciones, hubo bastantes interesados en el
negocio con Salcedo que se embarcaron al Perú desde Bordeaux.536
Los hechos que tuvieron lugar el 4 de agosto de 1863 en El Talambo pusieron en el centro
de la discusión a la justicia peruana, todo con el fin de evitar cualquier conflicto con el
532 Un relato muy detallado del lado español se encuentra en El Comercio (Lima), 13 de agosto de 1863, No
7870, en él, quien escribe culpa a Salcedo de lo acontecido, todo por tomar represalias contra Miner y los vascos
que le increparon por las vejaciones de las que eran víctimas. Por otra parte, en El Comercio (Lima), 9 de
diciembre de 1863, No 8017, se encuentra una versión diferente, en la que Salcedo es defendido y sus actos
justificados por la violencia de los vascos contra el hacendado. 533 Rodolfo Aguado. "El precedente de la hacienda El Talambo en el conflicto hispano-peruano de la segunda
mitad del siglo XIX". En Estudios de historia social y económica de América, No 3-4, 1988, 167-168. 534 Carta del Cónsul José de Jane a la 1.» Secretaría de Estado de España, Lima, 25 de diciembre de 1859,
A.M.A.E., leg. 2.578, citado en Aguado. “El precedente de la hacienda el Talambo”, 166. 535 Circular del Gobernador de las Canarias, 19 de agosto de 1859, El Comercio (Lima), 17 de febrero de 1860,
No 6327. 536 En total viajaron 95 hombres y 49 mujeres, que viajaron con 125 niños. Relación de pasajeros del buque
L'Asie, Bourdeos, 18 de abril de 1860, A.M.A.E., leg. 2.578, citada en Aguado. “El precedente de la hacienda
el Talambo”, 167.
173
Gobierno español. Cuando el Gobierno peruano se enteró de aquellos sucesos, indicó, a
través del Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, al Prefecto del
departamento de Libertad que diera la mayor celeridad a la administración de justicia del
asunto.537 Por su parte, el Ministro de Justicia, Mariano Álvarez, presionó al Presidente de la
Corte superior de Trujillo y pidió que se le mantuviera al tanto del juicio en repetidas
ocasiones.538 El Gobierno peruano quería evitar cualquier conflicto con la Corona española
por lo que hizo todo lo posible para que se esclarecieran los hechos del Talambo en el menor
tiempo posible y las autoridades competentes impartieran justicia.
El juicio presentó algunos vicios. En un principio, el Juez de Chiclayo se limitó a tomar
testimonio de Salcedo, omitiendo los interrogatorios a los vascos.539 Como resultado de esta
primera pesquisa, el Juez condenó a dos de los vascos. La Corte de Libertad consideró
desacertado el procedimiento y declaró su nulidad y, además, pidió que se apresara a Salcedo
y a otros peruanos señalados por los vascos.540 Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia
del Perú, declaró la nulidad de la sentencia de la Corte departamental y ordenó “la reposición
de las cosas a su estado anterior, encontrando que, no había ningún vicio en los
procedimientos legales.”541 Tal disposición motivó las quejas del cónsul español en el Perú,
Jaime Ugarte, así como del Almirante Pinzón, quien volvió de Panamá al Callao, y del señor
Ministro español en Bolivia, Eusebio Salazar Mazarredo.542 Este complejo proceso legal
muestra el desorden administrativo peruano, al que se refería Pinzón y, por el cual, dudaba
que se impartiese justicia en el caso del Talambo.
537 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano al prefecto de la Libertad, 13 de agosto
de 1863, El Peruano (Lima), 19 de agosto de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 2 No 17. 538 Las comunicaciones de Álvarez con el Presidente de la Corte superior de Trujillo se pueden ver en El
Peruano, 11 de noviembre de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 2 No 139. 539 El Comercio (Lima), 31 de octubre de 1863, No 7958. 540 Informe del Procurador Castro al Ministro de Relaciones Exteriores, José Gregorio Paz Soldán, 1 de
diciembre de 1863, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú (AMREP), Caja 145, Carpeta 16,
f 14. Por un periodo corto, durante 1863, Paz Soldán se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores ya
que Ribeyro había enfermado y no podía asumir el cargo. 541 Sentencia de la Corte Suprema de Justicia del Perú, 1 de marzo de 1864, AMREP, Caja 145, Carpeta 16, ff
15v-16v. 542 De Eusebio Salazar Mazarredo a Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 29 de
diciembre de 1863, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico. Vol. III. (Madrid: Museo Naval, 1994),
10-11.
174
La idea de la que partían las quejas españolas era de la culpabilidad de Salcedo. Salazar se
fue a Madrid con correspondencia del Almirante Pinzón al Ministro de Marina. Pinzón
informaba, en carta, de las quejas que recibió por parte de sus compatriotas en suelo peruano,
incluso antes de los sucesos del Talambo. El almirante también informaba que, a su vuelta al
Callao, en diciembre de 1863, un grupo de españoles le pidieron que les prestara protección
contra posibles retaliaciones peruanas. Pinzón informó a su Gobierno que el señor Salcedo,
“principal artífice de los actos contra los españoles en el Talambo,” no había sido encarcelado
preventivamente, ni se había hecho sobre él cualquier acto que indique que se le encontraría
culpable. Ante esta situación, y frente a las instrucciones que recibió de trasladar la escuadra
a Santo Domingo, Pinzón recomendaba que
con las dos fragatas Resolución y Triunfo y goleta Covadonga, se puede dar al Perú un
ejemplar escarmiento de todos los agravios inferidos a España que aún no han tenido
satisfacción. La posesión de las Islas guaneras, denominadas de Chinchas y la de las exiguas
fuerzas navales del Perú, asegurarían el resarcimiento inmediato de los perjuicios
ocasionados a los súbditos de S. M.; y la demostración palpable no sólo al Perú, sino a todas
las repúblicas Sudamericanas, de que la España, que creían debilitada, y sumida en letal
marasmo, se levanta hoy vigorosa, dispuesta a emplear todos sus medios de acción; para
demostrar al mundo su regeneración.543
Y terminaba su carta aludiendo a la debilidad mostrada por el general Prim en México, que
“contribuyó a la deshonra de España en América y que, si la escuadra se retira del Pacífico,
sin recibir una satisfacción, la honra española será dañada.” Las revueltas en Santo Domingo
deberían esperar.544 Pinzón pasó, entonces, a Valparaíso, donde esperó respuesta de su
gobierno. Pinzón, en últimas, recomendaba el uso de la diplomacia de las cañoneras como
medio para escarmentar al Perú y exigirle satisfacciones en el caso del Talambo.
La comunicación de Pinzón con su Gobierno muestra la idea de algunos sectores de la
sociedad española que buscaban relanzar su política exterior y, con ello, volver a posicionarse
543 De Luis Pinzón al Ministro de Marina español, 29 de diciembre de 1864, Documentos relativos a la campaña
del Pacífico, III, 11-14. 544 De Luis Pinzón al Ministro de Marina español, 29 de diciembre de 1864, Documentos relativos a la campaña
del Pacífico, III, 11-14.
175
en el primer renglón de las potencias mundiales. Estos grupos entendían, al igual que Pinzón,
que la salida del ejército español de México fue una vergüenza y una oportunidad perdida
para retomar su posición en América. El Almirante no repetiría la “deshonrosa” decisión de
Juan Prim en México, y permanecería en el Pacífico para buscar las satisfacciones necesarias
por parte del Gobierno peruano, para lo que sugería tomar las islas de Chincha.
El interés de Pinzón por las islas de Chincha radicaba en los abundantes yacimientos
guaneros. Durante poco más de treinta años (1840-1875), la explotación del excremento de
ave fue aprovechada por los Gobiernos peruanos para ampliar su erario y la capacidad de
endeudamiento. El guano era apetecido en los mercados europeos por sus cualidades como
fertilizante y algunos sectores de la sociedad española querían hacerse de esas riquezas.545
La posición de Pinzón, en la comunicación al Ministro de Marina español, era un reflejo del
pensamiento de un sector español durante la primera parte de la década de 1860. La política
de prestigio española encontró una nueva oportunidad para engrandecer la política exterior
del país en aguas del Pacífico, facilitada por los sucesos del Talambo. Estos sectores, que
encarnaba el Almirante español, tenían como objetivo ampliar la participación del capital
español en el comercio del guano y, además, esperaban que las debidas reparaciones que el
Gobierno peruano debería pagar sirvieran para consolidar el prestigio español en Sudamérica
y, de esa manera, incrementar la efusión de la opinión pública española frente a los asuntos
exteriores.546 Los hechos del Perú fueron, entonces, un nuevo frente de la política de prestigio
español, con el que no contaban y que serviría para confirmar a España como un nuevo
protagonista en la lucha por el balance de poder en América
La llegada de Salazar a Madrid, en enero de 1864, coincidió con una crisis en el cambio de
Ministerio. Manuel Pando, quien había sucedido a O’Donnell, acababa su periodo como
Presidente del Consejo de Ministros. Lorenzo Arrazola sucedió durante un periodo efímero
a Pando, y él mismo le confirió a Salazar el título de Comisario Especial Extraordinario de
545 Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima:
Instituto de estudios peruanos, 2011) 38-40. 546 Juan Antonio Inarejos Muñoz. Intervenciones coloniales y nacionalismo español. La política exterior de la
Unión Liberal y sus vínculos con la Francia de Napoleón III (1856-1868). (Madrid: Sílex, 2010) 101-102.
176
Su Majestad Católica en el Perú, para solicitar las debidas rectificaciones y reparaciones del
Gobierno peruano, referentes al caso del Talambo.547 La vuelta de Salazar a las aguas del
Pacífico suramericano cambiaría el rumbo de la política de la región.
4.2 El inicio de la crisis del Pacífico y el reavivamiento del americanismo
Salazar volvió al Callao y se presentó al Ministro de Relaciones Exteriores peruano con una
nota del Presidente del Consejo de Ministros, Arrazola, en la que introducía al Comisario
regio y describía que su misión era la de “estrechar los lazos que deben unir a los dos
Estados.”548 La llegada de Salazar era esperada en el Perú. El Comercio, basado en algunos
rumores, decía que el Ministro Ribeyro pensaba en no recibir al Comisario español,
precisamente por el título con el que venía nombrado. El publicista del periódico se basaba
en el Tratado de Derecho Público de A. G. Heffter para argumentar que
Se llaman algunas veces diputados, a los Ministros mandados cerca de algún Congreso o
acreditados por parte de una asamblea de Estados (…) Lo mismo sucede respecto de los
Comisarios, quienes no son Ministros con título, aun cuando sean enviados al extranjero, más
a los que esta cualidad puede ser atribuida por sus soberanos, como que así se practica algunas
veces para Comisarios enviados por algunos Estados para demarcar límites o para arreglar
liquidaciones. Todo depende de la cuestión de saber, hasta qué punto su instituyente ha
podido o querido atribuirles un carácter ministerial.549
Los rumores a los que aducía El Comercio eran verdad y, efectivamente, el Ministro Ribeyro,
argumentado que el título de Comisario no estaba conforme a los usos y reglas diplomáticas,
547 Agustín Sánchez. “La intervención española en el Pacífico sur en el contexto de la política latinoamericana
de España, 1863-1866” en Guillermo Palacios y Erika Pani (Coords.). El poder y la Sangre. Guerra, Estado y
Nación en la década de 1860. (México: El Colegio de México, 2014) 353. 548 De Lorenzo Arrazola, Presidente del Consejo de Ministros español, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 18 de enero de 1864 en ADMREP, f 49, Catálogo de documentos sobre la
Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 85. 549 El Comercio (Lima), 8 de abril de 1864, No 8164. La referencia a la que se refiere el periódico se encuentra
en una versión anterior de A.G. Heffter. Derecho internacional público de Europa. Traducido por G. Lizarraga.
(Madrid: Librería de Victoriano Suárez, 1875) 450-451.
177
no aceptó el título de Salazar.550 El Comisario, entonces, salió desde el Callao hacia el sur.
Antes de salir, Salazar envió instrucciones a Pinzón, apostado en Valparaíso, para que
volviera de Valparaíso al Callao con un cargamento de pólvora.551
Mientras que esto acontecía en Lima, la escuadra de Pinzón, en Valparaíso, se retiraba hacia
el norte. El Ferrocarril pronosticaba: “creemos que la escuadrilla española con su Almirante
llegará a las aguas del Perú, y saldrán de allí sin haber hecho nada de provecho, ni para ellos
ni para la fraternal unión que debe ligarnos con la madre patria”.552 Pinzón salió al encuentro
de Salazar. Ambos se juntaron al sur de las costas peruana, cerca de las islas guaneras de
Chincha. Allí, el Comisario le informó al Almirante que no había sido recibido por el
gobierno peruano, por lo que debían iniciar acciones contra el Perú.553 Dicho esto, ambos
españoles hicieron lectura de algunos tomos de Derecho de Gentes: el artículo 342 del de
Vattel y el Droit international de Henry Weathon, e incluso "Elementos del derecho público
internacional de Riquelme" para buscar una salida al conflicto, ajustada al derecho de gentes.
Tras la lectura, ambos resolvieron apoderarse de las islas de Chincha, en vez de abrir
hostilidades contra el litoral del Perú.554
Luego de escoger la salida menos perjudicial para ambas partes y la que se atuviese al derecho
público internacional, Pinzón envió intimaciones al Gobernador de las islas de Chincha,
Ramón Valle Riestra, para notificarle que iban a tomar las islas guaneras. La toma se hizo
sin resistencia de los peruanos. Luego de efectuar la toma, los españoles enarbolaron su
pabellón en la casa de la Gobernación y lo saludaron con 21 cañonazos, tal como lo indicaba
el protocolo del ceremonial marítimo.555 Tras esto, Pinzón embarcó a los funcionarios y
550 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores, a Eusebio Salazar Mazarredo, 1 de abril de
1864 en F.E. Cerruti. Narración que precedieron y siguieron a la toma de las Islas de Chincha. (Lima, Imprenta
del Comercio, 1864) 20-21. 551 Cerruti. Narración, 10. 552 El Ferrocarril (Santiago), 8 de abril de 1864, No 2587. 553 Cerruti. Narración, 11. 554 De Luis Pinzón, Almirante de la Escuadra del Pacífico, al Ministro de Marina español, 25 de abril de 1864,
en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 18-19. 555 Heffter. Derecho internacional, 406-407.
178
trabajadores de las islas con rumbo del continente, pero optó por tomar como rehén al
Gobernador de las islas para garantizar la seguridad de los españoles residentes en Lima.556
Un punto importante para que los españoles tomaran esa decisión fue el hecho que España
no hubiese reconocido la independencia del Perú. Si bien hubo intentos previos para que ese
reconocimiento se lograra, no se había concretado en un acto oficial entre ambos Gobiernos.
El primer acercamiento de ese tipo fue en 1853. El peruano Joaquín Osma y el español Ángel
Calderón acordaron en nombre de sus Gobiernos un Tratado de amistad que no fue ratificado
por el Gobierno peruano, en vista que, a la llegada de Osma a Lima, el Congreso peruano
había clausurado sus sesiones. Luego, tras la guerra civil encabezada por Castilla (1855), se
volvió a reunir un Congreso Nacional, pero el término para la ratificación ya había caducado
(dos años). El Gobierno de Castilla no estaba conforme con ese Tratado y envió a Pedro
Gálvez para que renegociara uno nuevo. Gálvez arribó a Madrid en 1860, fue recibido en la
Corte por el Ministro O’Donnell a quien elevó la petición de conferenciar con la Reina Isabel
II, como requisito previo a cualquier negociación. O´Donnell le negó dicha petición, dando
por terminada la misión de Gálvez en España ese mismo año.557
Tras concretar la toma de las islas, Pinzón y Salazar enviaron una declaración a Lima, en la
que informaban de los hechos y sus razones. Resulta interesante ver los motivos que
expusieron los españoles para justificar su decisión. La declaración inicia argumentando que
la posición del Gobierno del Perú frente al de España hizo que se hiciera “indispensable el
uso de la fuerza”. La declaración continúa argumentando que la toma de las islas guaneras
se trataba de una reivindicación de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones,
que el tiempo no había podido todavía prescribir. En ese mismo sentido, decía que “el
Gobierno de S. M. Católica no ha reconocido la independencia del Perú (…) entonces la
tregua continúa sólo de hecho.” Amparados en el derecho internacional, los funcionarios
españoles tomaron en nombre de su gobierno las islas de Chincha. Tras izar la bandera
556 De Luis Pinzón, Almirante de la Escuadra del Pacífico, al Ministro de Marina español, 25 de abril de 1864,
en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 19-20. 557 Eusebio Aranda. Cuestión entre el Perú y la España. (Lima: Imprenta del Comercio, 1864), 1-3.
179
española allí, las compañías encargadas de la explotación guanera, no verían interrumpidas
sus trabajos, pero rendirían cuentas al Gobierno español.558
Los motivos expuestos por Pinzón y Salazar en su declaración se dividen en dos,
principalmente. Un primer motivo se puede ver cuando ambos se refieren a reivindicación,
ponen en duda la independencia del Perú, no reconocida por la Corona española. En últimas,
lo que supone la invocación de ese argumento es que las cosas volviesen al estado en el que
se encontraba antes de las capitulaciones de Ayacucho (1824).559 Otro motivo, que refuerza
el anterior, se refiere a la tregua de hecho, invocada por los funcionarios españoles. Al
respecto, Bello dice que “Una tregua general y por muchos años, no se diferencia de la paz,
sino en cuanto deja indecisa la cuestión que ha dado motivo a la guerra.”560 Entonces, los
funcionarios españoles, con esta declaración, lo que querían era retrotraer la situación al
estado antebellum y reclamar la propiedad de las guaneras peruanas.
La decisión de esta posición reflejaba los intereses de ciertos grupos en España que
pretendían que la Corona volviera a sus años gloriosos imperiales, apoyados, además, en los
sucesos en África y Cochinchina. Habría que esperar a que las noticias de la toma de las
Chinchas llegaran a la Corte española para ver si estos actos eran secundados por aquel
gobierno. El viaje de la información demoraría cerca de dos meses, por la vía de Panamá
(que contaba con un ferrocarril que comunicaba el Pacífico con el Atlántico). Salazar fue el
encargado de llevar las nuevas del Pacífico.
Las noticias llegaron a Lima el 16 de abril, dos días después. En un principio la sociedad
peruana no daba crédito a la información, que fue confirmada por los funcionarios expulsados
de las islas que llegaron al Callao.561 El Gobierno peruano convocó a la Comisión permanente
558 Memorandum del Comisario real español en el Perú, Eusebio Salazar Mazarredo y el Almirante Luis
Pinzón, comandante en jefe de la escuadra del Pacífico, 14 de abril de 1864, en Documentos relativos a la
campaña del Pacífico, III, 27-28. 559 Al respecto ver Heffter. Derecho internacional, 389-390. 560 Andrés Bello. Principios del Derecho de Gentes. (Lima: Casa de la Calleja, Ojea y Compañía, 1844), 341. 561 El Comercio (Lima), 16 de abril de 1864, No 8176. Las primeras noticias de Chincha fueron recibidas en la
mañana de ese día, pero esta noticia fue tomada como un falso rumor en el mismo periódico. Ante la llegada de
nuevas noticias, el periódico sacó una edición de la tarde en la que confirmaba la invasión de las islas guaneras.
180
del Congreso, que no se reuniría hasta el siguiente julio. En la sesión extraordinaria, el
Ejecutivo, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, pidió la autorización del
Legislativo para levantar un empréstito de doce millones de pesos para fortificar el Callao y
modernizar la flota peruana. Luego de discursos efusivos de los miembros del legislativo,
entre los que se contaba a Ramón Castilla, aprobaron que el empréstito fuera por cincuenta
millones, para hacer una efectiva defensa de la soberanía territorial del Perú.562 El Presidente
peruano, Juan Antonio Pezet,563 se dirigió al pueblo limeño y chalaco, anunciando las
medidas que había tomado el Congreso y asegurando que haría todo lo posible para afrontar
la situación y defender la soberanía territorial del Perú.564
El Ministro Ribeyro, por su parte, envió una circular a las legaciones residentes en Lima, en
la que exponía lo sucedido y deploraba los acontecimientos de las Chinchas.565 Pronto las
legaciones de Gran Bretaña, Estados Unidos, Hawái, Bolivia y Chile respondieron a la
circular, acusando recibido y condenando la toma de las islas guaneras como un acto que no
es propio de las naciones civilizadas.566 Por su parte, el Ministro Plenipotenciario colombiano
en el Perú, Justo Arosemena, que se encontraba en Valparaíso, redactó una interesante nota,
en la que, además de condenar los actos de los agentes españoles, alertaba sobre el cese de la
tregua de una guerra que ya “el mundo había dado por concluida”, todo para emprender “loca
y torpemente, la reconquista de las que fueron y dejaron de ser para siempre posesiones
562 El Comercio (Lima), 17 de abril de 1864, No 8177. 563Juan Antonio Pezet accedió al cargo en 1863, como primer vicepresidente tras la muerte del electo presidente
Miguel San Román, que sucedió a Ramón Castilla en 1862. 564 El Comercio (Lima), 17 de abril de 1864, No 8177. 565 El Comercio (Lima), 25 de abril de 1864, No 8187. 566 De Juan de la Cruz Benavente, Ministro Plenipotenciario boliviano en Perú, a Juan Antonio Ribeyro,
Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 18 de abril de 1864 en ADMREP, Catálogo de documentos sobre
la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 89, ff 2 r-v; de José Nicolás Hurtado,
Encargado de Negocios chileno en Perú, Juan Antonio Ribeyro, 19 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo
de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 90, ff 2-5; de
William Stafford Jerningham, Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M. B. a Juan Antonio Ribeyro,
20 de abril de 1864, 1864 en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas
contra España: 1866, documento No 91, ff 46-47; de Christopher Robinson, Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de los EE.UU. en Lima a Juan Antonio Ribeyro, 21 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo
de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 97, f 34; de
Thomas Ripley Eldredge, Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M. el Rey de Hawai en el Perú a Juan
Antonio Ribeyro, 22 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas
Aliadas contra España: 1866, documento No 98, f 12.
181
suyas.” Arosemena advertía que el derecho de reivindicación, invocado por Salazar podría
afectar también a Colombia, que “tampoco ha querido comprar una independencia que el
brazo y la sangre de sus mejores hijos habían ganado en combates sin cuento.” Por tanto, el
Ministro colombiano extendía la completa solidaridad del pueblo colombiano para con el
Perú.567
El único país de la región que no presentó una nota de solidaridad fue el Ecuador. El
presidente García Moreno, como ya lo había anunciado hacía algunos años, apoyaría
cualquier empresa invasora contra el Perú.568 Pues bien, el tiempo había llegado y España se
había apoderado de las Chinchas. La noticia llegó a Quito y el presidente ecuatoriano no dio
su apoyo a los españoles como lo había anunciado, pero si celebró la invasión de las islas
guaneras.569 Tras conocer las noticias, García Moreno dibujó el peor cuadro posible para el
porvenir del Perú:
Adiós corrompida tierra de los incas! La España no soltará tan magnífica presa; y la república
peruana será víctima de la anarquía, fruto necesario de la desmoralización y de la miseria. Ya
se anuncia una próxima revolución en favor de Echenique, y es natural que Castilla no se
quede quieto y se apodere de los departamentos del sur. Como ya no hay guano, las
expoliaciones serán el recurso de los beligerantes; y la ruina del país dentro de seis meses
será comparable a la de la Nueva Granada, gracias a la imbecilidad y provocaciones de
Castilla.570
Más allá del sentimiento revanchista, García Moreno entendió que el asunto era netamente
hispano-peruano y, además, que su Gobierno debía mantenerse al margen de las diferencias
567 De Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario de Colombia en el Perú, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro
de Relaciones Exteriores peruano, 3 de mayo de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra
de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 113 ff 20-21. 568 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 28 de agosto de 1862, en Wilfrido Loor. Cartas de García
Moreno. 1862-1867. (Quito: Editorial ecuatoriana, 1966) 79. 569 De Gabriel García Moreno al comandante P. Jaramillo, 1 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García
Moreno, 213-214. 570 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 4 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García Moreno, 214.
182
entre ambos gobiernos. A partir de esa premisa, García Moreno dictó la neutralidad del
Ecuador.571
En el Perú, las reacciones contra la toma de las chinchas fueron airadas. En la prensa de ese
país los publicistas hacían arengas para que el pueblo peruano saliera a tomar las armas para
aceptar la “guerra a muerte” y expulsar al invasor.572 Junto con el llamado a la guerra, la
prensa peruana hacía alusión a los planes europeos de acabar con el republicanismo
americano y los hechos perpetrados por los agentes españoles en el Pacífico eran parte de
ellos. Esta nueva iniciativa europea, se podía leer en la prensa, debía ser un estímulo más
fuerte para generar la completa unión de las Repúblicas hispanoamericanas.573 Además de
enunciar el plan europeo para América, el caso particular de las guaneras peruanas encendió
más las alarmas por los principios enunciados por los agentes españoles que realizaron la
invasión: la reivindicación de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones y una
tregua de hecho de cuarenta años. Según la opinión generalizada, los españoles “querían
renovar las escenas de Junín y Ayacucho, que harán siempre su baldón, formando una página
borroneada en sus anales, y en los nuestros la más gloriosa y brillante.”574
Ante esa respuesta de los gobiernos del Pacífico sudamericano, la opinión pública de la
región se manifestó en contra de la toma de las islas guaneras. En Chile, por ejemplo, una
vez se conoció la noticia de la toma de las Chinchas, el Cabildo de Santiago se reunió el
primero de mayo, se pronunció contra ese acto y se llamó al pueblo a contribuir a la
protección del honor y la independencia peruana. La reunión del Cabildo estuvo acompañada
de una gran manifestación de chilenos que arengaban contra España, la reina y el Comisario;
luego la turba se dirigió a la embajada española donde continuaron con las palabras contra
España.575
En esa manifestación, una multitud atiborró el teatro de Santiago, donde políticos liberales
tomaron la palabra. Uno de los discursos más sobresalientes fue el de Benjamín Vicuña
571 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 4 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García Moreno, 214. 572 El Comercio (Lima), 20 de abril de 1864, No 8181; La Bolsa de Arequipa, 10 de mayo de 1865, No 222. 573 El Comercio (Lima), 19 de abril de 1864, No 8180. 574 El Comercio (Lima), 22 de abril de 1864, No 8184; La Bolsa de Arequipa, 17 de mayo de 1864, No 223. 575 El Mercurio (Valparaíso), 3 de mayo de 1864, No 11030 (suplemento).
183
Mackenna. El chileno hacía un análisis de la situación y llamaba a la guerra contra los
españoles:
Lo que está sucediendo, señores, en el Perú no es una sorpresa. Es la consumación alevosa
de un crimen lentamente preparado. Es el mismo crimen de Santo Domingo, el mismo crimen
de Méjico. La cuestión de reclamaciones por innobles indemnizaciones pecuniarias es solo el
vil pretexto de una nueva cruzada de las coronas europeas contra la América republicana,
como en 1810 fue el pretexto la cuestión de vasallaje.
Hasta aquí Chile ha cumplido dignamente su deber. Al distante Méjico le hemos ofrecido
todo lo que podíamos darle: nuestro oro. Al aislado Santo Domingo, ese peñón luciente de
gloria y heroísmo, que se ostenta en un océano enemigo, le hemos tributado el único
homenaje que nos era permitido: el de nuestros aplausos. Pero al Perú, al hermano de cuna,
de gloria y de porvenir, ¿sabéis lo que debemos ofrecerle? Nuestras vidas
Si en 1838 nuestros jóvenes soldados fueron a derrocar con las bayonetas de Yungai al
usurpador de Bolivia,576 ¿Por qué no iríamos nosotros en 1864, a echar lejos, mui lejos de
nuestras playas al usurpador de España?
Si , señores, la independencia del Perú es la independencia de Chile.”577
Las palabras de Vicuña Mackenna son el reflejo del americanismo en Chile. El político liberal
identifica a la América como republicana y condenaba lo ocurrido en México, Santo
Domingo y Perú, donde las coronas españolas francesa y española amenazaban con el retorno
del coloniaje. Ante esta situación, anotaba Vicuña Mackenna, el pueblo chileno había sido
solidario y había dado lo que estaba dentro de sus posibilidades a México y Santo Domingo.
El americanismo chileno sufrió una modificación tras el conocimiento de la toma de las islas
de Chincha en el Perú. Ese sentimiento se hizo más fuerte y la solidaridad, que generó en la
opinión pública chilena, movió a declaraciones como la de Vicuña Mackenna, en las que se
muestra como estarían dispuestos hasta a dar su vida por defender al “hermano de cuna”
contra la Madre patria.
576 Haciendo referencia a la guerra chilena contra la Confederación Peruano-Boliviana (1837-1839). 577 El Mercurio (Valparaíso), 5 de mayo de 1864, No 11032.
184
La prensa chilena hizo un llamado al Gobierno para que los intereses del pueblo fueran
escuchados. “En estas circunstancias, cuando no se conocen terminantemente las intenciones
de nuestros gobiernos, el pueblo se muestra impaciente, asume una actitud belicosa y quiere
que el gobierno lo secunde, así como él está dispuesto a secundarlo.”578 El Ministro de
Relaciones Exteriores chileno, Manuel Tocornal, no estaba dispuesto a secundar la “actitud
belicosa” del pueblo chileno en contra la armada española, por lo que renunció a su cargo.
La prensa se manifestó ante ese hecho diciendo que “el país necesita un hombre que infunda
la suficiente confianza, no solamente por su patriotismo y su saber, sino por su energía y
decisión, un hombre que sea capaz de contener las efervescencias públicas dentro de los
límites legales.”579 El Mercurio aconsejó al nuevo Ministro, Álvaro Covarrubias, que prestara
atención a las recomendaciones de la prensa de todos los colores en la cuestión del Perú.580
El Gobierno chileno secundó a la opinión pública en aquel momento, pero la decisión de
entrar a una guerra contra España debía ser tomada por el Perú, como directamente agredido,
la cual nunca fue tomada y, por tanto, Chile no se batió, sino que asumió una actitud de “paz
armada”.581
Los “justos deseos” expresados por la opinión pública en los casos chileno y peruano y la
capacidad de esos respectivos Gobiernos de escucharlos y hacerlos realidad son una muestra
de que en ese equilibrio estaba la base de la estabilidad y funcionamiento del sistema
republicano, cuestionado durante el siglo XIX, y con más fuerza tras el inicio de la Guerra
Civil estadounidense.
En Colombia, el expresidente Tomás Cipriano de Mosquera presidió una junta en Bogotá
que acordó, entre otras cosas, unirse en la defensa de la soberanía e independencia del Perú
e Hispanoamérica y que, “recordando las batallas gloriosas de Pichincha, Junín, Matará,
Ayacucho y el Callao, en que juntos combatieron, colombianos y peruanos, formemos de
578 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035. 579 El Mercurio (Valparaíso), 7 de mayo de 1864, No 11034. 580 El Mercurio (Valparaíso), 12 de mayo de 1864, No 11038. 581 La paz armada se refiere a la actitud de preparación por parte del Gobierno y el pueblo ante la posibilidad
de entrar en acción contra la escuadra española. El Mercurio (Valparaíso), 10 de junio de 1864, No 11063.
185
nuevo esas legiones sagradas que humillaron al león de Castilla.” Para ello, pedirían al
Presidente, Manuel Murillo Toro, que solicitara permiso al Gobierno ecuatoriano para que
las tropas auxiliares pudieran pasar por su territorio hacia el Perú.582 El temor de los pueblos
y Gobiernos del Pacífico sudamericano creció con la declaración de los agentes españoles;
esto motivo a que algunos periódicos de la región afirmaran que España quería volver a
emprender una guerra que había terminado en la década de 1820.583 En Bogotá, por ejemplo,
el periódico liberal El Tiempo respondía ante la amenaza con la exaltación de la guerra de
independencia y del americanismo:
Si la guerra de la independencia no ha terminado aún para la España, no la consideremos
terminada nosotros. Renuévense, supuesto que nos fuerzan a ello, los tiempos de Boyacá y
Carabobo, de Ayacucho y Junín. Entonces no había en los países de Hispanoamérica sino un
solo corazón, un solo brazo. Aunque a largas distancias, todos obramos de acuerdo, al impulso
de un solo sentimiento. Vuelva a arder ese sentimiento con todo el calor, con toda la luz de
aquellos días, y los pueblos americanos. se salvarán por segunda vez de los déspotas de
Europa.584
En Ecuador, pese a la restricción a la libertad de expresión,585 el pueblo de Guayaquil se
manifestó contra la toma española de las guaneras peruanas en privado ya que el Gobierno
de ese país había prohibido las grandes reuniones o manifestaciones.586 La posición popular
contrastaba con la neutralidad ecuatoriana.
Como ya se había dicho, Salazar fue el encargado de informar a su Gobierno de las acciones
en el Pacífico sudamericano. Si las relaciones entre España y Perú ya eran complicadas, la
partida del Comisario regio hacia su país iba a agregarles un nuevo ingrediente. El viaje de
Salazar de vuelta a España no era un secreto, poco menos de un mes después de los
acontecimientos de las Chinchas, el Comisario inició su retorno a España. Antes de su
partida, Salazar fue advertido de posibles actos contra su integridad, tal vez un poco
582 El Tiempo (Bogotá), 8 de junio de 1864, No 338. 583 El Mercurio (Valparaíso), 3 de mayo de 1865, No 11030; El Conservador (Bogotá), 2 junio 1864, No 37;
El Tiempo (Bogotá), 13 de julio de 1864, No 343. 584 El Tiempo (Bogotá), 1 de junio de 1864, No 337. 585 Sobre la libertad de prensa en Ecuador ver Capítulo 3, sobre todo el apartado 3.1. 586 El Comercio (Lima), 13 de mayo de 1864, No 8212.
186
exageradas por el Comisario. El viaje del Callao a Panamá no fue tranquilo para Salazar;
siempre estaba alerta de no caer en las tretas que pensaba que el Gobierno peruano había
ordenado a algunos agentes en su contra. A su arribo al puerto colombiano, Salazar seguía
tomando sus precauciones. La noche anterior a su partida en tren hacia Colón, algunas
personas fueron frente a la casa del cónsul francés, quien acogió al español, y gritaron algunas
arengas contra Salazar y la tregua de cuarenta años. Salazar pasó la noche allí y temprano
prosiguió su camino.587
El viaje de Salazar generó grandes expectativas en América, no por la partida del Comisario
en sí, sino porque en el continente, los Gobiernos y la prensa esperaban la respuesta del
Gobierno español ante la toma de las islas guaneras del Perú. Las noticias del paso del
Comisario hasta Panamá le añadieron un nuevo ingrediente al conflicto hispano-peruano,
Salazar explicó al Ministro español que su vida estuvo en constante riesgo en el paso desde
Lima hasta el mar Caribe. Los Gobiernos hispanoamericanos estaban a la expectativa de lo
que pudiera decir el Ministro de Asuntos Exteriores español, Joaquín Pacheco, al respecto de
la toma de las islas guaneras y si la aprobaba o no. Pacheco envió una circular a los agentes
españoles en el mundo en la que advertía que su Gobierno no había autorizado a Salazar ni a
Pinzón para que invadieran las Chinchas, “y dado que creyeran deber hacerlo por la necesaria
amplitud de sus instrucciones, no les había dicho nada de donde pudiera inferir tal proyecto
reivindicatorio." Sin embargo, el Secretario español defendía la toma de las islas por la falta
de justicia en los sucesos del Talambo y por los atentados contra Salazar en Panamá, en su
viaje de vuelta a España. Entonces, cuando el Gobierno peruano entregara las justas
explicaciones en ambos negocios, el Almirante Pinzón devolvería las islas. Y concluía
Pacheco diciendo que su Gobierno, pese a que no había un reconocimiento formal del Perú,
no iba a desconocer su independencia, ni la de ninguna otra República americana.588
587 Los hechos del viaje de Salazar entre Lima y España son narrados y comentados en Cerruti. Perú y España,
51-73. 588 Circular de Joaquín Pacheco, Secretario de Asuntos Exteriores español, a los agentes diplomáticos de su
Gobierno en el mundo, 24 de julio de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No. 306.
187
En el Perú la Circular llegó en un momento en el que la prensa criticaba al Gobierno de Pezet
por su aparente inacción. El Comercio, desde el inicio del conflicto, movilizó la opinión hacia
la guerra como medio para proteger el honor nacional y la independencia de América.589
Meses más tarde, cuando el Gobierno se mantenía “expectante”, el periódico limeño llamó
al pueblo y al gobierno a volver la mira y tomar acciones sobre las Chinchas, “lugar donde
el orgullo nacional ha sufrido un insulto.”590 Por su parte, La Bolsa de Arequipa también
llamaba al pueblo del sur del Perú a “escarmentar para siempre a los que, con inmaculada y
pestífera planta ha hollado sacrílegamente el sagrado suelo de los Incas.”591 Luego, en agosto,
el mismo papel registraba como en diferentes localidades del sur del Perú la población se
quejaba de la “actitud pasiva” del Gobierno, contraria al pensamiento popular de vengar la
ofensa inferida con sangre.592 Cuando hubo noticia de la Circular del Gobierno español, el
tono cambió un poco. El Comercio seguía criticando la inacción gobierno Pezet y centraba
sus esperanzas en un Congreso Americano para coordinar la acción de los países reunidos,
abandonando toda esperanza de que el Gobierno peruano actuara por sí mismo.593 La Bolsa,
por otro lado, bajó un poco los ánimos y ya no apoyaba “la guerra a todo evento”, pero se
mostraba contraria a la pasividad del Gobierno.594
La circular del Ministro español se conoció en toda la región generando diferentes reacciones.
En Chile, cuando llegó la noticia de la Circular del Ministro español la prensa entendió que
las pretensiones colonialistas españolas no eran una realidad y buscó calmar los ánimos
belicistas y llamó a la prudencia y a esperar cómo se desarrollaban los hechos para tomar
decisiones.595 Sin embargo, el Gobierno chileno dictó que el carbón era artículo de guerra
por lo que era prohibido proveer del mineral a naves españolas y peruanas. Ese decreto fue
dictado pese a que el Gobierno de ese país no reconocía ni a Perú ni a España como
589 El Comercio (Lima), 20 de abril de 1864, No 8181. 590 El Comercio (Lima), 1 de agosto de 1864, No 8306. 591 La Bolsa de Arequipa, 10 de mayo de 1864, No 222. 592 La Bolsa de Arequipa, 2 de agosto de 1864, No 233. 593 El Comercio (Lima), 26 de agosto de 1864, No 8342. 594 La Bolsa de Arequipa, 25 de septiembre de 1864 No 240. 595 El Mercurio (Valparaíso), 18 de agosto de 1864, No 11122.
188
beligerantes.596 En Colombia los ánimos se fueron calmando con el tiempo, y en agosto de
1864, con conocimiento de la Circular de Pacheco, ya esperaban que las relaciones
diplomáticas entre España y el Perú se restablecieran con normalidad.597 Por último, cuando
se conoció la Circular española en Quito, el Gobierno ecuatoriano se congratuló de su forma
de actuar, calificándola como la más cauta y prudente. Ese Gobierno se reafirmó, entonces,
en entender el asunto como parte de las relaciones entre España y el Perú.598 La distancia
entre la posición del pueblo y el Gobierno ecuatoriano era evidente, más aún en una plaza
liberal como lo era Guayaquil.
En el Perú, la situación era tensa. La opinión pública requería acciones por parte de su
Gobierno y este no hacía visible las acciones que estaba haciendo, sobre todo en lo referente
a la negociación de un empréstito y la compra de dos naves de guerra en Londres. En el
ambiente había una tensión entre hacer la guerra o mantenerse expectantes. Esas diferencias
se materializaron en la ley del 9 de septiembre de 1864. En ella, el Congreso peruano
autorizaba al Presidente para hacer la guerra a la escuadra española como último recurso,
luego de hacer uso de las vías diplomáticas.599 Los debates sobre esta ley en el Congreso
peruano fueron tensos. El Mariscal Castilla proponía que el Gobierno le presentara a Pinzón
un proyecto, cuyo tenor fuera la notificación de un ultimátum para la entrega de las islas de
Chincha, y si pasado este, no se había verificado la desocupación, se declararía la guerra. Los
representantes del Gobierno y otros Congresistas modificaron esa propuesta, añadiéndole
como condición para la declaratoria de guerra el agotamiento de las vías diplomáticas. La
principal razón para este cambio era que los preparativos para una guerra estaban lejos de
estar concluidos; sin embargo, una vez estuvieran listas las fuerzas navales peruanas, el
Gobierno no vacilaría en hacer la guerra a España. El Ministro peruano, Toribio Pacheco,
argumentaba que una declaratoria de guerra en esos momentos resultaría más beneficioso
para España, ese Gobierno la aprovecharía para salvar sus “apuros políticos” y le
596 Decreto del 27 de septiembre de 1864, El Araucano (Santiago), 9 de octubre de 1864, No 2743. 597 El Conservador (Bogotá), 5 de agosto de 1864, No 46. 598 El Correo de Quito, 26 de agosto de 1864, No 26. 599 Ley del 9 de septiembre de 1864, El Peruano (Lima), 10 de septiembre de 1864, Año 22 Tomo 47 Semestre
2 No 16.
189
proporcionaría “una ocasión favorable para hacer una buena ley de la injusta causa que
sostiene.”600
El pueblo peruano recibió esta ley de muy mala manera. En el sur decían que la ley era tibia
y confusa. Ella autorizaba la guerra, pero también las vías diplomáticas, en definitiva, no
había una línea clara de acción por parte del Gobierno Pezet.601Algunos sectores de la prensa
española criticaron la ley peruana del 9 de septiembre. Decían que esa ley era el reflejo de
las turbulencias y las deplorables condiciones de los gobiernos hispanoamericanos que hacen
lo que parece ser una “declaración de guerra, hija de todo el entusiasmo nacional y patriótico
de un pueblo libre, [que] no es más que una manifestación cobarde de un deseo pésimamente
expresado.”602
En Chile tampoco fue bien recibida la ley del 9 de septiembre. En Santiago decían que era
una muestra más de la “política de manos cruzadas” y que “una ley semejante no se halla a
la altura de la situación y mucho menos a la altura del deber del Congreso peruano.”603 La
crítica a la política expectante o de manos cruzadas del Gobierno peruano hacía pensar que
la única salida para solucionar el conflicto hispano-peruano era la reunión de un Congreso
americano.604
Como acabamos de ver, la toma de las islas de Chincha trastocó el sistema de Estados del
Pacífico sudamericano. Los Gobiernos de los países de la región se volcaron a apoyar
moralmente al Perú en defensa de su soberanía, salvo el del Ecuador que decidió declararse
neutral. Las controversias entre los países de la región se detuvieron, pasando a un segundo
plano. Asimismo, esos Gobiernos estaban a la expectativa de lo que pudiera pasar en el Perú
y las posibles repercusiones que la toma de las Chinchas pudiera tener en la región. Entonces,
600 Circular del Ministro de Relaciones exteriores peruano, Toribio Pacheco, a los agentes peruanos en el mundo,
11 de septiembre de 1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra
España: 1866, Documento No 338. 601 La Bolsa de Arequipa, 25 de septiembre de 1864, No 240. 602 El fragmento es tomado del periódico español El Reino. No especifican la fecha ni el número del periódico,
El Mercurio (Valparaíso), 20 de diciembre de 1864, No 11225. 603 El Ferrocarril (Santiago), 27 de septiembre de 1864, No 2730. 604 El Ferrocarril (Santiago), 23 de septiembre de 1864, No 2727.
190
tal como había ocurrido en otros momentos de crisis, la idea de la celebración de un Congreso
americano iba tomando fuerza.
4.3 Preparando el Congreso americano. Una respuesta a la crisis del Pacífico
La toma de las islas guaneras de Chincha por parte de la escuadra española del Pacífico se
sumó a la reanexión de Santo Domingo y a la invasión europea a México, como amenaza
contra la soberanía territorial por parte de algunas potencias europeas en Hispanoamérica,
sumándose a la crisis del republicanismo en el continente americano. aunque la toma de las
Chinchas se puede enmarcar más dentro de la diplomacia de las cañoneras y no tanto como
una invasión, los Gobiernos y la opinión pública los ponían todos al mismo nivel, generando
alarma ante la amenaza contra su forma de Gobierno, que también los identificaba. Estos tres
eventos motivaron un americanismo generalizado en el continente y unas determinadas
respuestas diplomáticas desde el comienzo de la década de 1860.
4.3.1 La unión americana ante la crisis del republicanismo en América. Una mirada desde
la acción gubernamental y la opinión pública
Antes de abordar las motivaciones y dinámicas particulares del Congreso de Lima, resulta
importante seguir la trayectoria de la idea de unión desde el inicio de la crisis continental,
hasta su manifestación en el Pacífico sudamericano. La primera respuesta diplomática a los
movimientos europeos en América fue luego de que se tuviera noticia de la reanexión de
Santo Domingo. El gobierno peruano, por medio del Ministro José Fabio Melgar, envió una
circular a algunos Gobiernos de América en 1860. Melgar iniciaba la circular diciendo que
el ataque contra la soberanía dominicana era un ataque contra las instituciones democráticas
americanas. Frente a la información que pudieran tener sobre el republicanismo en América,
la fragilidad de los Estados americanos y la posibilidad de interferir en ellos, Melgar aclaraba,
tal vez distorsionando algo los hechos:
Conviene que la Corte de Madrid se desengañe […] si el malestar interior de algunas
Repúblicas le han hecho concebir que fácilmente recuperará en ello su perdido poder […] La
191
América se esfuerza ahora por armonizar en su vida práctica la libertad con el orden, el
progreso con la autoridad. Tal es el carácter de las discordias intestinas mal apreciadas
generalmente en el exterior, pero de allí a volver al régimen colonial hay un abismo
espantoso.605
En otra parte de la Circular, el Ministro peruano decía que
al atacarse la independencia de cualquiera de ellas [las Repúblicas Hispanoamericanas] se
hiere a la vez a las demás, no solo, porque levantando la misma bandera y aliadas en los
motivos y en el objeto, lucharon por sacudir el yugo del coloniaje, sino también, porque al
desconocer la existencia legal de una República americana, que antes fue colonia, se
desconoce virtualmente el derecho de soberanía de las demás.606
Con estas palabras, Melgar buscaba promover, dentro de las Repúblicas hispanoamericanas,
la unión continental, tal como había ocurrido en 1847, tras las amenazas de Juan José Flores
y la Reina española contra la independencia del Ecuador.607 Esta idea fue bien recibida y
compartida, en general, por muchos sectores de la política del Pacífico sudamericano. Los
Gobiernos de Colombia y Bolivia se mostraron atraídos por la idea de conformar una unión
para defender la soberanía de las naciones hispanoamericanas contra las amenazas
provenientes de España y Francia.608 El gobierno chileno guardó silencio con respecto a la
unión americana, mientras que su pueblo se mostraba más exaltado que ninguno otro en la
región.609
605 Circular del Ministerio de Relacione Exteriores del Perú a los Gobiernos de América, 24 de agosto de 1860,
AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 27-33. 606 Circular, f 28. 607 Sobre el primer Congreso americano de Lima, ver Capítulo 2, sobre todo el apartado 2.2.1. 608 De Manuel Quijano, Ministro de Relaciones colombiano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario
colombiano en las naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores,
T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 50; De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones boliviano,
a José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, en El Comercio (Lima), 23 de octubre de
1861, No 7887. 609 El Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Tocornal, no era adepto de sacrificar la tranquilidad interna
ante una unión con gobiernos inestables y, en muchos casos, efímeros. Mario Barros. Historia diplomática de
Chile. 1541-1938. (Barcelona: Ediciones Ariel, 1970), 90.
192
La prensa de Chile llamaba a que fuera ese Gobierno el que liderara la oposición democrática
contra la monarquía que pretendía volverse a imponer en suelo americano. Ante el panorama
generalizado de caos, guerras civiles y dictaduras en el Pacífico sudamericano, los chilenos
se veían a sí mismos como la excepción de orden entre la anarquía.610 Esta idea de mayor
nivel de civilización les comprometía con la independencia y el republicanismo americano:
Cuando la Europa monárquica lucha contra la América republicana, es preciso hacer ver la
excelencia de nuestro sistema. Chile debe ser el ejemplo para mostrar que la democracia y la
república no llevan a la anarquía.
Todavía existen gladiadores del despotismo. Todavía bregan esos luchadores de la monarquía
por el triunfo de la esclavitud. Atletas del error, quisieran ver al hombre sumergido en las
tinieblas que a ellos los envuelven. Pero contra esos Goliaths de las preocupaciones, no faltan
en América Davides de la justicia que empuñen la honda de la razón para derribarlos con la
piedra de la verdad.611
A esa posición de preponderancia en el Pacífico de la opinión pública chilena, se sumó la del
Perú, que ponía a su país al mismo nivel y buscaba promover un liderazgo compartido por
los pueblos y Gobiernos de ambos países. La principal razón para ello no fue el adelanto del
Perú en la adopción del republicanismo, sino por la condición de desventaja del resto de
países del Pacífico sudamericano. Bolivia era muy pequeño para ser oído, el Ecuador no
estaba unido y Colombia acababa de salir de una guerra civil.612
El Gobierno chileno se mantuvo al margen, por lo que la iniciativa tomada por el peruano se
tradujo en un nuevo impulso al Gobierno al Tratado continental, firmado en 1856 entre Chile,
Perú y Ecuador.613 El trabajo diplomático peruano promovió la anexión al tratado de
Honduras, Costa Rica y El Salvador.614 Sin embargo, la posición del Gobierno de la
610 El Ferrocarril (Santiago), 6 de julio de 1863, No 2336. 611 El Mercurio (Valparaíso), 18 de julio de 1863, No 10786. 612 El Comercio (Lima), 8 de julio de 1863, No 7825. 613 Sobre el Tratado continental, ver Capítulo 2, sobre todo apartado 2.2.4. 614 Del Encargado de Negocios y Cónsul General en las Repúblicas de Centroamérica del Perú, Juan Ejeta, a
Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones del Perú, 31 de julio de 1862, AMREP, Caja 133, carperta 5, ff
42-43.
193
Argentina era reacia ante la promoción del pacto continental. Ese gobierno decía que no había
una amenaza a la independencia de las Repúblicas americanas.615 Por su parte, en 1862, el
Gobierno colombiano, encabezado por Tomás Cipriano de Mosquera, buscó que los demás
gobiernos americanos renegociaran un nuevo tratado, atendiendo a las necesidades
particulares del momento por el que estaba atravesando el continente.616
En vista de los “infructuosos” Congresos americanos, el Gobierno colombiano proponía una
solución alterna. La idea era que cada una de las Repúblicas hispanoamericanas acreditaran
un Ministro Plenipotenciario cerca del Gobierno de los Estados Unidos, en cuya capital
podría reunirse un Congreso, bajo la tutela del Secretario de Estado, tal como lo había
sugerido Tomás Cipriano de Mosquera en 1843.617 El Gobierno colombiano entendía que si
el Gobierno estadounidense no atendía a dicho Congreso, las decisiones de este carecerán de
toda la autoridad.618 Entre las estipulaciones que proponía el Ministro de Relaciones
Exteriores colombiano, Manuel Ancízar, sobresale la novena. Según el Ministro, las
Repúblicas americanas se garantizarían su integridad territorial entre sí; además, ellas
mismas deberían comprometerse a no ceder parte alguna de su territorio ni a que se funden
colonias en ellos o que se ejerza algún protectorado –refiriéndose específicamente al
Ecuador.619
Entonces había dos tendencias sobre la posible reunión de un Congreso americano. Una que
rescataba el Tratado continental y buscaba que fuera ratificado en la mayor cantidad posible
de países hispanoamericanos. Y otra que buscaba renegociar el Derecho internacional
americano bajo nuevas estipulaciones y bajo la tutela del Gobierno estadounidense. La
615 Robert Frazer. "Latin-American Projects to Aid Mexico during the French Intervention" en The Hispanic
American Historical Review, Vol. 28, No. 3, agosto de 1948, 384. 616 Del Encargado de negocios peruano en Colombia, Antonio García, al Ministro Residente del Perú en
Washington del Perú, Antonio García, 17 de octubre de 1862, AMREP, Caja 132, carpeta 16, ff 127-128. 617 Del Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Manuel Ancízar, a José Antonio García, Ministro
Residente del Perú en Washington del Perú, Antonio García, 12 de junio de 1862, AMREP Caja 132, carpeta
16, f 135. 618 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Ancízar, a las naciones americanas, 5 de julio de
1862, AMREP, Caja 133, carperta 5, ff 44-48. 619 Estipulaciones que suscribiera el Gobierno de los Estados Unidos de Colombia como Doctrina
Internacional Americana. 5 de junio de 1862, en AMREP, Caja 132, carpeta 16, f40.
194
primera de ella adolecía de un mal común en las convenciones americanas: no había sido
ratificado por los legislativos de los países que se habían adherido; solo el Congreso del
Ecuador lo había ratificado, pero en la región no había mucha confianza en el gobierno
garciano.620 Mientras tanto, la segunda reflejaba una novedad y obligaba a una nueva reunión
de Plenipotenciarios con base en Washington. Esta idea se vio mermada por el mismo
Secretario Seward, quien no mostró interés en participar en la reunión continental. El
Gobierno de los Estados Unidos estaba concentrado en la Guerra Civil y no se comprometería
con ningún esfuerzo de ese tipo.621 Con esta respuesta, la propuesta colombiana se archivaba
junto con las propuestas unionistas previas de la primera mitad del siglo XIX, pero esa
proposición dejaba entrever un desencanto por la unión hispanoamericana y abría la
posibilidad del Panamericanismo como forma de unión continental, pero hubo que esperar
hasta la década de 1880 para que se materializara.622 Ambas tendencias se fueron diluyendo
en el tiempo sin que se llegara a ningún acuerdo sobre la mejor forma de establecer una unión
entre los países hispanoamericanos.
4.3.2 El Congreso americano, el primer intento de respuesta a la crisis en el Pacífico
sudamericano
Aunque parecía que la unión americana se hacía una tarea imposible, en junio de 1863, tras
la firma de la Constitución colombiana, Mosquera encargó a Justo Arosemena ir como
Ministro Plenipotenciario al Perú, y allí promover la reunión de una Asamblea americana,
620 Del Encargado de negocios peruano en Bogotá, José Antonio García al Ministro de Relaciones Exteriores
peruano, Juan Antonio Ribeyro, 12 de agosto de 1862, AMREP, Caja 133, carpeta 3, f 30 r-v. 621 Frazer, “Latin-American Projects”, 380. 622 La literatura sobre el panamericanismo resulta extensa. Dentro de ella, no hay acuerdos de esta forma de
unión continental. Unos lo ubican tras el discurso de Monroe en 1823, lo que significa que los Congresos
hispanoamericanos hacen parte de una fase inicial, y el fracaso de esas Asambleas se explica por la ausencia de
los Estados Unidos. Otros autores argumentan que el panamericanismo inició tras la reunión de 1889 en
Washington, donde oficialmente los Estados Unidos iniciaron su diplomacia panamericana. Sobre esta
discusión recomiendo ver Ricardo Martínez. El Panamericanismo, Doctrina y Practica Imperialista. (Buenos
Aires, 1957); Alonso Aguilar. Pan-Americanism from Monroe to the Present: A View from the Other Side.
(New York: MR Press, 1968); David Sheinin (ed), Beyond the Ideal: Pan Americanism in Inter-American
Affairs (Westport: Greenwood Press, 2000); Mark Petersen. Where do we begin? Southern Con Chronologies
of Pan-Americanism. Prepared for delivery at the 2014 Congress of the Latin American Studies Association,
Chicago, IL, mayo 21-24, 2014.
195
que estableciera la alianza entre las Repúblicas del Continente para que entre ellas se
pudieran suministrar seguridad mutua. Arosemena se reunió con el Ministro Ribeyro y
abordaron el tema.623 Ambos Gobiernos habían promovido dos formas de unión diferentes y
se reunían para promover una nueva reunión continental.624 El 11 de enero de 1864, el
Ministro Ribeyro, a nombre de su gobierno, envió una invitación a las Repúblicas
hispanoamericanas más próximas y que compartían el litoral del Pacífico para que asistieran
a una Asamblea que se celebraría en Lima.625
La invitación se refería a elementos comunes en otras invitaciones a Congresos americanos,
pero también tiene sus particularidades, atendiendo al momento histórico en el que fue
escrita. En esta invitación, el Ministro peruano estaba interesado en ajustar una convención
epistolar, en abolir la guerra como medio para la solución de los conflictos entre los países
firmantes, aspectos repetitivos en las demás citaciones previas. Hay dos asuntos que resultan
novedosos. Uno referente a la información estadística de cada uno de los países que asistan
“para hacer una idea de las riquezas, población, medios naturales y artificiales que posean
para ajustar la defensa común.” Además de servir para ajustar la defensa común, esta
iniciativa serviría para hacer un balance de Hispanoamérica y mostrar los avances de esta
región ante el mundo y los beneficios del republicanismo. La ignorancia de Europa referente
a América era una queja recurrente en esta parte del mundo.626 Otro punto novedoso fue el
referente a la motivación de la invitación. Ribeyro no se refería en ella al pasado, lengua,
623 De Justo Arosemena a, Manuel Quijano, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, 12 de noviembre
de 1863, en AGN, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo
Arosemena, f 4. 624 El Ministro Ribeyro reconoce que "El Sr. Arosemena debe tener la satisfacción de haber contribuido al
desarrollo de esa idea [la del Congreso americano], porque el Gobierno del Perú se ha apresurado a tomar la
iniciativa respecto de la reunión de un Congreso Internacional, en gran parte por el convencimiento de que sus
ideas [las de Arosemena] serían aceptadas por los Representantes de las Repúblicas hermanas." De Juan
Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario
colombiano antes las Repúblicas del sur, 4 de febrero de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones
exteriores, Transferencia 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 227v. 625 Circular de invitación del Gobierno peruano a las Naciones hispanoamericanas para la celebración de un
Congreso Americano en Lima. El Peruano (Lima), 13 de enero de 1864, año 23 tomo 45 semestre 1 No 3. 626 El Mercurio (Valparaíso), 13 de mayo de 1864, No 11039; El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863,
No 2195; El Comercio (Lima), 7 de enero de 1860, No 6278; El Conservador (Bogotá), 9 de junio de 1864, No
38.
196
cultura y religión común, tal como era recurrente en las anteriores invitaciones.627 El
Ministro, aunque declaraba que las naciones hispanoamericanas conformaban una familia,
hablaba de “intereses comunes”, y los identificaba en tres aspectos centrales que justificaban
la unión continental: sostener la independencia, defender los derechos autonómicos e
instituciones democráticas y, por último, preservar la existencia nacional de cada una de las
Repúblicas hispanoamericanas, con lo cual se daría “respetabilidad a los derechos adquiridos
a costa de tantas y tan variadas proezas ejecutadas en la guerra santa de la independencia.”628
La anfictionía, que fue un factor central en los intentos de unión anteriores a 1860 ya no era
el eje en la invitación para el Congreso americano de 1864.
La invitación del Gobierno peruano muestra una preocupación por mantener el
republicanismo intacto ante los embates colonialistas europeos, que hasta el momento de la
invitación se traducían en la reanexión española de Santo Domingo y la invasión tripartita a
México, con las subsecuentes acciones militares francesas allí. Como ya se ha reseñado,
había un movimiento unionista en ciertos gobiernos americanos, pero al parecer la situación
de México fue un primer detonante para materializar ese movimiento. 1863 fue un año
convulso. La toma de Puebla (mayo) y Ciudad de México (julio) abrieron el camino a los
franceses y monarquistas mexicanos para imponer al Archiduque Maximiliano de Austria
como emperador mexicano, quien en octubre de ese año aceptó la oferta mexicana.629 El
conocimiento de estos hechos hizo que el gobierno peruano temiera por el republicanismo
americano y enfilara sus esfuerzos en hacer realidad la unión americana.
La invitación al Congreso americano fue recibida con entusiasmo por los Gobiernos de
Bolivia y Chile.630 El Ministro Rafael Bustillo, a nombre del Gobierno boliviano respondió
de manera afirmativa, adhiriéndose a las bases de negociación e hizo énfasis en que esperaba
627 Para ver las invitaciones al Congreso de Panamá en 1826 y el primer Congreso de Lima en 1847 ver capítulo
2, sobre todo los apartados 2.2.1 y 2.2.3. 628 Circular de invitación del Gobierno peruano a las Naciones hispanoamericanas para la celebración de un
Congreso Americano en Lima. El Peruano (Lima), 13 de enero de 1864, año 23 tomo 45 semestre 1 No 3. 629 Raúl González Lezama. Reforma Liberal. Cronología (1854-1876) (México: Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México, 2012), 120-122, 133. 630 El Comercio (Lima), 11 de febrero de 1864, No 8098; El Comercio (Lima), 26 de febrero de 1864, No 8117
197
que ese fuera el escenario para solucionar el conflicto limítrofe con Chile.631 Por su parte, el
Gobierno chileno respondió el 18 de febrero. El Ministro Manuel Tocornal respondió que,
en vista de la situación por la que pasaba el continente, resultaba importante hacer una
reunión, tal como el Ministro peruano indicaba. Sin embargo, el chileno hacía dos
observaciones. Por un lado, decía que se debió invitar al Imperio del Brasil y a los Estados
Unidos. Tocornal entendía que “La diferente forma de gobierno del primero, y el origen y
circunstancias diversas del segundo respecto de algunos puntos”, no son consideraciones
restrictivas para promover una “alianza verdaderamente americana.” Además, Tocornal
señalaba la importancia de extender la invitación a Argentina. Por otro lado, el Ministro
chileno se adhería a las bases de negociación menos a la referente con los límites; el Gobierno
de ese país entendía que ese era un asunto que debía acordarse de manera bilateral.632
En un primer momento solo estos dos países respondieron al llamado del Gobierno peruano.
Sin embargo, la toma de las islas de Chincha en abril de 1864 y los principios enunciados
por el Almirante y el Comisario españoles fueron otro detonante para que la reunión de
Ministros Plenipotenciarios hispanoamericanos se realizara efectivamente y para que la
política de la región se viera alterada. Entre los países que sintieron un remesón en su interior
fue Chile. El Ministro Tocornal recibió críticas por parte de la prensa debido a su “tibio”
mensaje contra la toma de las Chinchas, en el que ofreció los buenos oficios de su gobierno
para mediar entre las dos partes.633 La sociedad chilena, en general, estaba contrariada por
las palabras tibias de Tocornal. El Mercurio se extendió contra Tocornal argumentando que
no era tiempo de negociación, sino que la voluntad popular exigía una “guerra a todo
trance.”634 Tocornal, entonces, dimitió de su cargo, dejando su cargo disponible para quienes
631 De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 26 de febrero de 1864, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de
documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1938) 357-362. 632 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 18 de febrero de 1864, en El Araucano (Santiago), 26 de febrero de 1864; No
2644. 633 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores chileno a sus agentes en el mundo. El Mercurio (Valparaíso),
7 de mayo de 1864, No 11034. 634 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035.
198
apoyan la idea belicista.635 El presidente chileno, José Joaquín Pérez, nombró a Álvaro
Covarrubias como Ministro de Relaciones Exteriores.636
En los Estados Unidos de Colombia el Gobierno de Mosquera había terminado y Manuel
Murillo Toro había asumido la Presidencia. El Gobierno de Murillo respondió el 2 junio de
1864, de manera afirmativa a la invitación peruana. El Ministro de Relaciones Exteriores
colombiano, Antonio Pradilla, celebró que la reunión fuese entre Repúblicas “americanas de
origen español exclusivamente.” Continúa el Ministro diciendo que la relevancia de los
Estados Unidos no se puede negar en los asuntos continentales; sin embargo, “el Gobierno
de aquella República profesa y practica el principio de absoluta prescindencia en los negocios
políticos de las Repúblicas hispano-americanas”, además que la presencia de un
representante de ese país limitaría la acción independiente de las demás Repúblicas del
continente. Esta afirmación contrasta con el pensamiento de Tomás Cipriano de Mosquera,
quien veía central la presencia de los Estados Unidos. El nuevo Presidente colombiano,
Manuel Murillo Toro, era de otro pensamiento. Esta posición pudo haberse formado en el
tiempo que pasó en los Estados Unidos como Ministro Plenipotenciario colombiano; periodo
en el que vio como el Secretario de Estado, William Seward, prescindía de los negocios
hispanoamericanos, como en los casos de Santo Domingo y México.637
El Ministro Pradilla se adhirió a las estipulaciones expresadas en la invitación del Ministro
peruano, pero propuso como principio general que la acción política de cada una de las
Naciones representadas en el Congreso debe quedar completamente libre para ser adoptada
por cada uno de los países, por medio de los recursos que estipulen las leyes de cada una de
ellas. Para terminar, el Ministro colombiano anotó que su Gobierno le enviaría plenos poderes
a Justo Arosemena para que asista al Congreso americano en representación de los Estados
Unidos de Colombia.638 La opinión pública colombiana discutió y evaluó la respuesta del
635 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035. 636 El Mercurio (Valparaíso), 12 de mayo de 1864, No 1108. 637 Al respecto ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4. 638 De Antonio Pradilla, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 2 de junio de 1864, en AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores,
Transferencia 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 91-96.
199
Ministro Pradilla. En esa evaluación, alababan la decisión del Gobierno colombiano de enviar
un Plenipotenciario al Congreso americano; pero, decía un sector de la prensa, parecía que
en esa respuesta buscara “esquivarse la idea de la alianza”: el Ministro proponía la
consagración del principio de que cada pueblo sería responsable por sí solo de sus propias
decisiones en virtud del ejercicio de su soberanía.639 Este principio expuesto por el Gobierno
colombiano ponía en duda las acciones conjuntas de los países asistentes al Congreso
americano para sostener las independencias americanas, a lo que los publicistas del periódico
liberal El Tiempo, adicto al régimen, salieron a desmentir aquellas apreciaciones,
argumentando que ellas eran superficiales. El Presidente Murillo Toro quería preservar la
acción independiente sin involucrarse “en las complicaciones y conflictos que la política
interior o exterior que las otras les acarrean.”640
Las respuestas de ese grupo de Gobiernos corresponden a los intereses de cada uno de ellos
y de lo que esperaban del Congreso americano. Las respuestas de los Gobiernos colombiano
y chileno muestran una preocupación por la soberanía nacional que no estarían dispuestos a
ceder frente al Congreso de Plenipotenciarios.641 Cuando el Gobierno chileno se negó a que
el Congreso emitiera algún juicio frente a sus conflictos limítrofes, da cuenta de su voluntad
de no ceder su poder de decisión ante ningún organismo ajeno a sí mismo. Por su parte, el
Gobierno colombiano condicionó la adopción de los acuerdos resultantes de la reunión
continental a los instrumentos que estipularan las leyes nacionales, poniendo como marco de
referencia la legislación propia ante los tratados internacionales. Al respecto, Bello, quien
había vuelto a su primigenia posición contra las reuniones continentales, decía que los
Estados que concurrieran
se despojaría de una parte mayor o menor de su soberanía propia para depositar esa parte en
un centro común, que sería, por supuesto, una autoridad extraña, porque un cuerpo compuesto
639 Camacho Roldán, "Proyectos de España contra Perú" en La opinión, 15 de junio de 1864, en Escritos I, 402-
403; El Conservador (Bogotá), 1 de julio de 1864, No 41. 640 El Tiempo (Bogotá), 14 de septiembre de 1864, No 352. 641 Jean Bodino define la soberanía como el poder absoluto de un Estado para crear las leyes generales y
especiales y tomar decisiones sin someterlas al consentimiento de superiores. Ver Bodino. Los seis libros de la
Republica, 47-66.
200
de representantes de diversas naciones sería para cada una de ellas una autoridad extraña, y
sus decisiones obligarían igualmente a todas ellas, aun contra la voluntad de la que estuviese
en minoría.642
La cesión de la soberanía nacional no es un tema menor y, como se verá más adelante, fue
un factor principal en las reuniones del Congreso americano.
Las respuestas de los Gobiernos de Bolivia, Chile y Colombia, de alguna manera fueron el
reflejo de un sentimiento americanista que afloraba de nuevo. Esta vez el americanismo se
encendió de manera lenta en los niveles superiores de la política del Pacífico sudamericana.
La reanexión española de Santo Domingo y la invasión francesa a México generaron tibias
respuestas por parte de las autoridades de la región. Sin embargo, este sentimiento se iba
abriendo paso, tal como se vio más arriba, motivando la reunión continental, influenciada por
la invasión española de las islas de Chincha. Aunque el americanismo se generalizó en
aquellos Gobiernos, en el Ecuador encontró mayor resistencia. Algunos factores que explican
esta posición pueden ser las relaciones de ese país con el Perú, principalmente, y la amenaza
a la estabilidad interna, orquestada por este último Gobierno.
Bajo esta perspectiva, en mayo de 1864, el Gobierno ecuatoriano respondió la invitación
peruana de enero de ese año. En la nota, el Ministro ecuatoriano, Pablo Herrera, anunció que
su Gobierno enviaría un Plenipotenciario al Congreso americano; además, Herrera
recomendaba que se le extendiera la invitación a los Estados Unidos y especialmente al
Brasil, con quien Venezuela, Ecuador y los Estados Unidos de Colombia debían arreglar sus
límites. Además la nota decía que el conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú no debe ser
abordado en la reunión ya que el tratado de Guayaquil (1829) se mantenía vigente.643 La
aceptación de Herrera demuestra que el interés del Gobierno ecuatoriano está en la solución
de algunos conflictos limítrofes, más poca referencia hacía a la defensa del republicanismo,
642 De Andrés Bello a Antonio Guzmán, Ministro Plenipotenciario de Venezuela en el Perú, 24 de septiembre
de 1864, en Miguel Luis Amunátegui. La vida de Don Andrés Bello. (Santiago: Imprenta de Pedro Ramírez,
1882) 377. 643 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones peruano, 9 de mayo de 1864, en AMREE, Carpeta A.22.3. Comunicaciones recibidas de la
cancillería del Perú III, ff 95-97.
201
o de ataques europeos; ese gobierno entendía que el Congreso sería el lugar para poner sobre
la mesa asuntos referentes con su soberanía territorial.
En el Ecuador algunos sectores de la prensa opinaban que la unión debía promoverse en favor
del progreso y para evitar conflictos entre los países de la región. El Diario de Quito, por
ejemplo, se expresaba a favor de la unión, pero era de la idea que el momento y la forma no
eran idóneos para promoverla:
Pues bien, busquemos la unión, pero busquémosla donde debemos encontrarla, en el seno de
la paz y no en las tormentas de la discordia; fortificando los vínculos sociales y no lanzando
a la lid al hermano contra el hermano, al hijo contra la madre, ni a la madre contra el hijo. La
templanza y la cordura deben reemplazar el espíritu bélico, el lenguaje de la razón el de las
pasiones.644
En Ecuador, donde la libertad de prensa era restringida, la prensa oficialista promovía la idea
que la unión del Congreso americano era una unión que iba en contra de los principios
católicos y conservadores de ese país, en la cual solo se beneficiarían los sectores liberales.
Asimismo, la prensa ecuatoriana, en general, no creía que la agresión al Perú fuera una
cuestión americana, tal como lo expresaba el Gobierno de ese país, y exigía que la reunión
continental debería tener sus límites y que “la alianza americana no puede, no debe contener
más que la garantía mutua del territorio y de la independencia; si traspasa estos límites, será
indefinible, impolítica, amenazadora, odiosa turbulenta, inconsistente y por lo mismo
impracticable.”645
Poco tiempo después de la respuesta ecuatoriana, el Gobierno de ese país tomó algunas
decisiones que afectaron las relaciones con los países de la región, sobre todo con el Perú. La
más resonante de ellas fue la declaración de neutralidad ante el conflicto hispano-peruano.
El gobierno dio vía libre a las embarcaciones españolas y peruanas para abastecerse de
644 El Correo de Quito, 11 de junio de 1864, No 22. 645 El Correo de Quito, 16 de noviembre de 1864, No 34.
202
víveres y combustible en sus costas.646 Esta acción fue cuestionada por el Gobierno peruano.
El Ministro Ribeyro apuntó que sus naves no necesitarían de abastecerse en los puertos
ecuatorianos, por lo que la medida buscaba favorecer a la escuadra española.647 Además de
abrir sus puertos a embarcaciones de ambos países, el Gobierno ecuatoriano ofreció sus
buenos oficios como mediador en el conflicto hispano-peruano.648 El Ministro Ribeyro no
aceptó la mediación ecuatoriana y acusó a ese Gobierno de no comprender la magnitud de
los acontecimientos que padecía el Perú, que podrían hacer parte de un plan para una “nueva
y ominosa dominación.”649 Mientras los Ministros intercambiaban cartas, otra decisión
ecuatoriana puso en vilo la participación de ese Gobierno en el Congreso americano.
El Gobierno ecuatoriano decidió no enviar un Ministro Plenipotenciario al Congreso
americano. La decisión fue tomada por una cencerrada en Paita contra el Encargado de
Negocios ecuatoriano, Antonio Flores, que volvía de desempeñar una misión en Europa.650
El Presidente García Moreno se quejaba de que no podía confiar en un país donde sus agentes
diplomáticos no contaran con el respeto debido a su carácter e inmunidad.651 El Ministro
Ribeyro argumentó que “los acontecimientos de Paita no tuvieron más origen que la
646 La justificación de esta decisión la plasmó el Gobierno ecuatoriano en un panfleto en el que explicaba que
los enemigos del Ecuador (Perú, la “Nueva Colombia” y los revolucionarios ecuatorianos) veían en las
agitaciones de las Chinchas una oportunidad para desestabilizar al Gobierno de ese país. Sin embargo, el
gobierno ecuatoriano se mantenía en la posición que la neutralidad no tenía nada de ofensivo contra el Ecuador
y que, por el contrario, se ajustaba al derecho público internacional. Neutralidad del Ecuador y permiso a los
buques de guerra españoles para que puedan proveerse de víveres en el litoral de la República. (Quito:
Imprenta Nacional, 1864); Circular del Ministro del Interior, Pablo Herrera, a los Gobernadores de las
Provincias de Guayas, Manabí y Esmeraldas, 14 de mayo de 1864, El Nacional (Quito), 28 de mayo de 1864,
No 156. 647 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 1 de junio de 1864, El Peruano (Lima), 8 de julio de 1864, Año 22 Tomo
47 Semestre 2 No 2. 648 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 18 de mayo de 1864, El Peruano (Lima), 8 de julio de 1864, Año 22 Tomo 47
Semestre 2 No 2. 649 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 13 de junio de 1864, AMRE, Carpeta A.22.3 Comunicaciones recibidas de
la cancillería del Perú III, f 104v. 650 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 6 de julio de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de
las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 209, f 9. 651 De Gabriel García Moreno a Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano ante el Congreso
americano, 6 de julio de 1864, en Loor. Cartas de García Moreno, 226-227.
203
efervescencia popular excitada por la conducta que el Gobierno de esa República ha creído
conveniente adoptar en el conflicto provocado al Perú.”652 La desconfianza del Presidente
ecuatoriano se vio aumentada cuando se enteró de que el Gobierno peruano estaba
financiando una aventura del expresidente Urbina, en defensa del americanismo, contra el
régimen garciano.653 Este acto valió para que el Gobierno ecuatoriano rompiera relaciones
diplomáticas con el del Perú y expulsara al Encargado de Negocios de ese país en Quito.654
La revolución se extendió por el sur del Ecuador y fue enfrentada por el ejército oficial,
encabezado por Juan José Flores.655 Este cúmulo de situaciones complicó la asistencia de un
representante ecuatoriano al Congreso Americano. Sin embargo, en septiembre de 1864, el
Gobierno peruano retiró el apoyo a la expedición liberal ecuatoriana por las quejas de García
Moreno, con lo que las relaciones entre ambos países se restablecieron y Vicente Piedrahita
fue nombrado como Ministro Plenipotenciario ante el Congreso americano.656 Con este
nombramiento estaba garantizada la asistencia del Ecuador a la reunión continental.
El Gobierno peruano, siguiendo el consejo del de Chile, envió una invitación al Gobierno
argentino para que participara en la reunión continental. La invitación fue enviada en junio
de 1864 y además de reproducir las estipulaciones de la original de enero de ese año, también
ponía de manifiesto la importancia de la unión americana para evitar la repetición de hechos
como los de las islas de Chincha.657 El Gobierno argentino, por medio del Ministro de
652 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la
Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 209, f 13v. 653 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 9 de julio de 1864, en Loor. Cartas de García Moreno, 227.
Sobre la financiación del gobierno peruano a la causa urbinista ver Manuel Rodríguez Parra Riofrío, Secretario
General del Gobierno Revolucionario del Ecuador, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores del
Perú, 26 de octubre de 1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas
contra España: 1866, documento No 423, ff 69v y ss. 654 De José Antonio Barrenechea, Encargado de Negocios peruano en Ecuador, a Pablo Herrera, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 15 de julio de 1864, AMREE, Carpeta B.36.2 Comunicaciones recibidas de
la Legación del Perú en Ecuador II, SF. 655 Flores murió tras un combate contra los revolucionarios el 1 de octubre de 1864, pero no fue a causa de la
guerra, sino de una enfermedad urinaria que traía de tiempo atrás. Mark J. Van Aken. King of the night. Juan
José Flores and Ecuador, 1824-1864 (Berkeley: University of Berkeley Press, 1989) 269-270. 656 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 7 de septiembre de 1864 en Loor, Cartas de García Moreno,
247. 657 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, a Benigno Vigil, Encargado de
Negocios del Perú en Argentina, junio de 1864, en Congresos americanos de Lima I, 344-345.
204
Relaciones Exteriores, Rufino Elizalde, expresó que la celebración de un Congreso
continental retardaría la toma de decisiones, por lo que proponía la celebración de un Tratado
de alianza defensiva y ofensiva, que sería mucho más provechoso para afrontar de manera
más pronta y efectiva la situación en el Pacífico.658 Bajo esos preceptos, el Gobierno
argentino no envió un representante al Congreso americano.
Con la participación asegurada de Bolivia, Colombia, Ecuador y Chile en el Congreso
americano, el Gobierno peruano, en julio de 1864, envió una nota a los países
centroamericanos extendiéndoles la invitación a la Asamblea continental. La invitación fue
más corta y no ahondaba en los detalles ni consideraciones de la de enero de ese año. El
Ministro Ribeyro resaltaba el papel de la unión americana como medio de “regenerar” las
Repúblicas hispanoamericanas y garantizar la pervivencia de las instituciones democráticas,
amenazadas por poderes ajenos al continente. La nota no hacía referencia explícita a ninguna
amenaza particular, más advierte que las instituciones republicanas y democráticas estaban
siendo amenazadas. Además de las amenazas exteriores, la situación interna de los países
hispanoamericanos también atentaba contra el mantenimiento de aquellas instituciones.
Según Ribeyro, ambos motivos eran más que suficientes para celebrar un Congreso
hispanoamericano. Entonces, la principal motivación era la defensa de las instituciones
democráticas y republicanas en América. 659
La idea de Ribeyro para motivar a los Gobiernos centroamericanos para que asistieran al
Congreso americano fue la defensa del republicanismo americano. Por la distancia
geográfica, aquellos países estaban más amenazados por los ejércitos franceses en México
que por el asunto de Chincha. Por esto, el Ministro decidió resaltar la amenaza contra el
republicanismo y las instituciones democráticas americanas como un problema que afectaba
a todas las Repúblicas del continente de igual manera. Con esta estrategia, Ribeyro buscaba
sensibilizar a aquellos Gobiernos para garantizar su asistencia.
658 De Benigno Vigil, Encargado de Negocios del Perú en Argentina, a Pedro José Calderón, Ministro de
Relaciones Exteriores del Perú, 29 de octubre de 1864, en Congresos americanos de Lima I, 349-351. 659 Nota del Ministerios de relaciones Exteriores peruano a los Gobiernos centro-americanos, 26 de julio de
1864, en Congresos americanos de Lima I, 395-396.
205
El gobierno de El Salvador aceptó la invitación y nombró como Ministro Plenipotenciario a
Mariano Arosemena, padre de Justo, Plenipotenciario colombiano.660 Mariano Arosemena
no se integró al Congreso por lo que tuvieron que acudir a la representación de otro
colombiano: Pedro Alcántara Herrán, a quien le llegaron sus poderes a Lima en enero de
1865.661 Por su parte, el Gobierno de Nicaragua entendió la importancia de la reunión
continental, pero se excusó de enviar un representante, en vista que era necesaria la
aprobación del Legislativo y podría ser encargado alguien cuando las sesiones ya hubieran
terminado.662 Por último, el Gobierno de Costa Rica no aceptó la invitación del peruano. El
argumento esgrimido iba en consonancia con las prevenciones chilenas y colombianas sobre
la soberanía nacional. El Ministro Solís, decía que era parte de la política costarricense “la
reserva y la expectación en todos los negocios de gravedad, [lo que] la determinan a conservar
su libertad de acción hasta tanto se encuentre en aptitud de pesar los compromisos a que se
sujeta.”663 Con la respuesta de los países centroamericanos ya había un número importante
de Repúblicas que asistirían al Congreso Americano de Lima: Bolivia, Chile, El Salvador,
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, cuyo Ministro Plenipotenciario en Lima recibió
instrucciones para representar ese país en el Congreso americano.
4.4 El segundo Congreso Americano de Lima. Unión, soberanía y guerra
Mientras que los Gobiernos que enviarían representantes al Congreso americano realizaban
todos los aprestos necesarios, en Perú la situación de las islas de Chincha se mantenía en el
mismo estado del momento en que la circular del Ministro español Pacheco fue conocida en
660 De Gregorio Arbizú, Ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 7 de septiembre de 1864 en Congresos americanos I, 402-403 y De Gregorio
Arbizú, Ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones
Exteriores peruano, 20 de octubre de 1864 en Congresos americanos I, 404. 661 El general colombiano, luego de la guerra civil (1860-1862) salió exiliado de su país hacia Guatemala. El
Gobierno de ese país decidió enviarlo a Lima como su representante, pero sin los poderes necesarios.
Conferencia del 18 de enero de 1865, Congreso americano I, 517 y Eduardo Posada y Pedro Ibáñez. La vida
del General Herrán. (Bogotá: Imprenta nacional, 1903) 215. 662 De Pedro Zeledón, Ministro de Relaciones Exteriores nicaragüense, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 23 de agosto de 1864, en Congresos americanos I, 399-400. 663 De J. Solís, Ministro de Relaciones Exteriores costarricense, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones
Exteriores peruano, 16 de septiembre de 1864, en Congresos americanos I, 398.
206
la región. Los españoles mantenían su control en las islas y el Gobierno peruano vacilaba
entre tomar acciones diplomáticas o declarar la guerra. Bajo esas circunstancias, los
Ministros Plenipotenciarios de las Repúblicas que aceptaron la invitación al Congreso
americano fueron llegando a la capital peruana, desde octubre de 1864. Cada uno de ellos
traía consigo las expectativas de sus gobiernos y su acción fue analizada y evaluada por la
opinión pública. La principal expectativa era que tras la celebración de ese Congreso se creara
un organismo que promoviera la unificación de acción contra la invasión española a las islas
guaneras peruanas y que en el futuro dirimiera las diferencias entre los países. En la reunión
continental los Plenipotenciarios abordaron estos temas.
Antes del inicio de las sesiones del Congreso americano, una crisis ministerial tuvo lugar en
el Gobierno peruano. El Ministro Toribio Pacheco renunció a la cartera, como una muestra
de desaprobación a la política del Gobierno Pezet.664 El Presidente peruano llamó a Pedro
José Calderón para que ocupara el lugar de Pacheco, el 16 de octubre de 1864. Pocos días
después de su nombramiento, Calderón explicaba a Justo Arosemena que la línea de acción
de su Gobierno, frente a la cuestión española era cumplir la ley del 9 de septiembre
anterior.665 Con respecto al Congreso continental, el Ministro Calderón advertía de su
importancia, sobre todo en lo concerniente a la unión americana. Calderón decía que los
países hispanoamericanos deberían unirse “conservando cada una integra unidad de su ser y
la órbita completa de su autonomía, se asociarían para prevenir el intento de su común
ruina.”666 Estas palabras del Ministro peruano reflejan dos cosas. Una referente a la forma en
que entiende la unión americana, como una asociación en la que cada una de sus partes
integrantes conserven su soberanía; y, otra sobre el fin del Congreso americano, visto como
una reunión que propendiese la unión ante el peligro que, según él, asolaba la independencia
de las Repúblicas hispanoamericanas, sobre todo la de los países del Pacífico sudamericano.
664 El Mercurio (Valparaíso), 1 de noviembre de 1864, No 11183. 665 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro
Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 16 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de
Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 256-257. 666 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro
Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 19 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de
Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 258v.
207
Del otro lado del Atlántico también hubo un cambio de Ministerio en España. Ramón María
Narváez asumió la Presidencia del consejo de Ministros y Alejandro Llorente fue nombrado
Ministro de Estado, encargado de los asuntos exteriores. El cambio de Ministerio vino con
una nueva Circular sobre el conflicto hispano-peruano. Llorente hablaba de las “anómalas” e
“irregulares” relaciones entre España y Perú, no por la toma de las islas, sino desde que el
último Gobierno no hubiera ratificado el tratado de amistad entre ambos países en 1853.667
La falta de reconocimiento de la independencia del Perú era culpa de este y no de España.
Otro punto que resaltaba el Ministro español es el referente al Talambo. Llorente ponía en el
centro de la controversia la “sangrienta catástrofe” por la que pasaron los súbditos españoles,
a la que el Gobierno peruano no dio debida justicia. Y concluía la Circular con tres
declaraciones: 1. que las satisfacciones que esperaba por parte del Gobierno del Perú eran las
mismas que las de la circular de 24 de junio. 2. Que el Gobierno español no tenía miras de
conquista o dominación en América. 3. Las islas de Chincha permanecerían secuestradas
como medio coercitivo para obtener las reparaciones solicitadas.668
Con el temor de una invasión a mayor escala, Manuel Montt, Ministro Plenipotenciario
chileno, promovió la celebración de unas sesiones previas para abordar el tema de la invasión
peruana a las islas de Chincha, antes de que se iniciara las sesiones del Congreso americano,
estipuladas para el 14 de noviembre, día del nacimiento de Bolívar. El argumento de Montt
era que la realización del Congreso sería anómala y casi imposible mientras una parte del
territorio del Perú permaneciera ocupado por fuerzas españolas.669 La petición fue aceptada
y, entonces, se celebraron sesiones preparatorias previas a las estipuladas del Congreso
americano desde el 15 de octubre de 1864, con la participación de los Ministros
Plenipotenciarios del Perú, José Gregorio Paz Soldán, de los Estados Unidos de Colombia,
Justo Arosemena, de Chile, Manuel Montt, de Venezuela, Antonio Guzmán, de Bolivia, Juan
667 Tratado de paz y amistad entre el Perú y España, 24 de septiembre de 1853, Recurso digital,
https://www.dipublico.org/tratados-y-documentos-internacionales-2/peru-tratados-y-doc-int/bilaterales/1820-
1949/, Consultado el 18 de octubre de 2018. 668 Circular del Gobierno español a sus agentes en el mundo. 8 de noviembre de 1864, en ADMREP, Catálogo
de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No 476. 669 El Mercurio (Valparaíso), 5 de noviembre de 1864, No 11187.
208
de la Cruz Benavente, y quienes se unieron más tarde Vicente Piedrahita, Plenipotenciario
del Ecuador y Pedro A. Herrán como representante de El Salvador.670
El principal tema alrededor del cual giraron los primeros días de la reunión continental fue
el de las relaciones entre España y el Perú. Desde el 15 de octubre hasta el 20 de diciembre,
la discusión de los representantes en el Congreso se concentró en las medidas y movimientos
que el Gobierno peruano, como país ofendido, y los países asistentes al Congreso Americano,
deberían tomar. Como primera medida, el Congreso solicitó al Gobierno peruano
información sobre los aprestamientos y su línea de acción. El Ministro Calderón advirtió que
los preparativos para poner a la marina a la altura de la circunstancia estaban adelantándose
a buen ritmo, el Ministro peruano pensaba que para la segunda o tercera semana de
noviembre ya estarían listos los monitores Loa y Victoria, además de la fragata Callao, pero
que la línea de acción de su Gobierno estaba guiada por la ley de 9 de noviembre: declarar la
guerra una vez se agoten los medios diplomáticos.671 Sin embargo, el Gobierno peruano no
estaba adelantando ningún acercamiento con la Corte española.672
Frente a la respuesta dada por el Ministro peruano, el Plenipotenciario chileno, Manuel
Montt, advirtió: “Si las cosas continuaban desarrollándose en la inacción e inactividad de los
Plenipotenciarios, podía casi asegurarse que vendría la guerra, envolvería a los Estados
americanos, sin que hubiese dado un paso para conjurarla o para cerciorarse de su efectividad
y preparase para sus eventualidades.” Por estas consideraciones, propuso como único medio
que en su concepto sugerían las circunstancias, una intimación colectiva con el Almirante
Pinzón para que desocupase las islas y las restituyese al Perú en la manera correspondiente a
los derechos y dignidad de esta República.673
La sugerencia del Plenipotenciario chileno fue aprobada por el Congreso. En carta del 31 de
octubre de 1864, los Ministros le hicieron saber al Almirante que la ocupación de las islas de
670 Instalación del Congreso Americano de 1864, Acta del 14 de noviembre de 1864.Congresos americanos de
Lima, 409-411. 671 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro
Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 19 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de
Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 258-259. 672 Sesión del Congreso americano del 24 de septiembre de 1864, Congresos americanos de Lima, 418-421. 673 Sesión del Congreso americano del 27 de septiembre de 1864, Congresos americanos de Lima, 421-422.
209
Chincha había afectado los intereses de los Estados americanos, especialmente los
representados por los firmantes, por lo que declaraban el conflicto hispano-peruano como
americano. Los Plenipotenciarios le pedían al Almirante que desocupara las islas y se hiciera
entrega de ellas al Perú, en los términos correspondientes a los derechos y a la dignidad de la
República.674 Esto lo decían basados en la declaración del Gobierno español que no había
autorizado dicha incursión y era el deseo de la Corte de mantener las mejores relaciones con
los Estados americanos.
La respuesta de Pinzón se refiere a dos asuntos, uno concerniente a la declaratoria del
conflicto como americano, y otro sobre la petición de la entrega de las islas de Chincha. Por
una parte, el Almirante decía que el asunto entre el Perú y España es exclusivo de ambas
partes y que la intromisión de otros países en él afectaría las relaciones de España con ellos.
Por otro lado, con respecto a la entrega de las Chinchas, Pinzón apuntaba que no podía
entregarlas por no contar con las instrucciones para ello. La única instrucción con la que
contaba es la circular de junio de 1864. El Almirante recordaba que aquella circular decía que
“una vez declarado el Gobierno del Perú ser ajeno a los sucesos iniciados y estar dispuesto a
recibir al Comisario que haya de gestionar cerca de él sobre las criminales ocurrencias de
Talambo en ese instante mismo, entregará las Islas de Chincha al Comisario que nombrara el
mismo Gobierno del Perú para recibirlas.”675
El intercambio de cartas entre el Congreso americano y el Almirante español causó revuelos
en algunos Gobiernos de la región, sobre todo en lo referente a la declaración del conflicto
hispano-peruano como americano. El Ministro de Relaciones Exteriores colombiano le envió
a Justo Arosemena una nota en la que expresaba el pensamiento del Presidente, Manuel
Murillo Toro. En la carta, el Ministro Teodoro Valenzuela manifestaba la preocupación por
la iniciativa de declarar americano el conflicto hispano-peruano, sin haber recibido previas
instrucciones al respecto: “El Presidente profesa como invariable el principio de que nada hay
674 Despacho colectivo al Almirante Luis H. Pinzón, 31 de octubre de 1846. ADMREP, Catálogo de documentos
sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No, 441. 675 De Luis Pinzón a los Ministros Plenipotenciarios asistentes al Congreso Americano, 2 de noviembre de
1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866,
Documento No 447.
210
que tanto desnaturalice nuestro sistema, como el de dejar en la iniciativa privada y personal
de los empleados públicos.” Continuaba argumentando que estos descuidos harían que los
Estados Unidos de Colombia se vieran inmiscuidos en una guerra perjudicial, tanto para el
sostenimiento financiero, como para la estabilidad institucional. Además, decía Valenzuela
que el Presidente pensaba que la situación de las islas de Chincha no era un asunto americano,
sino que se restringía a las relaciones entre España y el Perú, y aunque alababa la unión
americana, que había sido definitiva en las guerras de independencia,
…no por esto podemos comprometernos a participar de todos los conflictos que por intereses
o por otros motivos, se susciten entre una nación de América y otra europea. Si ese principio
hubiéramos de antemano aceptado, estaríamos hoy probablemente en guerra con Francia y
con España misma, y lo estaría también el Perú por los sucesos de México y Santo Domingo.
Pero cuando haya realmente un peligro, si el país por medio del Congreso así decide, nosotros
nos uniremos con entera decisión siempre que se nos admita a participar de la acción
diplomática y política.676
Por su parte, el Ministro Plenipotenciario ecuatoriano, Vicente Piedrahita, que se había unido
al Congreso americano después del 10 de noviembre, informaba a su Gobierno que él no se
había adherido a la nota del 31 de octubre ya que era de la idea que esa acción orientaba los
hechos hacia la guerra.677 El Presidente ecuatoriano pensaba que la decisión de hacer
americano ese conflicto era grave porque “si se marcha adelante, llegamos a la guerra, y como
esta ha de ser marítima y ningún estado americano está preparado para hacerla, ninguno
querrá arruinar sus puertos y comercio infructuosamente: la guerra es imposible.” García
Moreno concluía diciendo que la consecuencia de aquella decisión sería la disolución del
Congreso americano.678
676 De Teodoro Valenzuela, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, a Justo Arosemena, Ministro
Plenipotenciario colombiano en el Congreso Americano, 17 de diciembre de 1864. AGN. Fondo Ministerio de
Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff137 r-v. 677 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,
Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, en AMREE, C.35.7 Comunicaciones
recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 678 De Gabriel García Moreno a Felipe Sarrade, político conservador ecuatoriano, 26 de noviembre de 1864, en
Loor, Cartas, 263.
211
Las posiciones de los Gobiernos ecuatoriano y colombiano reflejaron su afán por mantener
su poder de decisión frente al conflicto hispano-peruano. Ambas declaraciones partían del
supuesto de que las acciones españolas en las Chinchas no hacían parte de un plan más grande
de colonialismo español en el Pacífico sudamericano. Esta razón bastaba para alejarse de
cualquier manifestación colectiva, que pudiera traer más perjuicios que beneficios. Por otra
parte, ambos Gobiernos criticaron el hecho de hacer continental un altercado entre dos países.
Esa decisión los arrastraría a una guerra que no era deseada y que, además, no la podrían
sostener, bien sea por las finanzas o por la inexistencia de una flota armada que le pudiera
hacer frente a la Escuadra española. Estas posiciones se oponían con la expresada por el
Ministro Montt, representante de un Gobierno con un fuerte sentimiento americanista, quien
afirmaba que “temblaba ante la idea de que Chile se vea envuelto en una guerra con aliados
tan inexpertos como el Perú [...] pero si estos medios [diplomáticos] se frustran, es necesario
no vacilar y abrazar con decisión el partido de la honra nacional y del deber americano.”679
La importancia de la toma de las islas de Chincha se mantuvo y las discusiones al respecto
continuaron luego del 14 de noviembre, fecha de inicio de las sesiones oficiales del Congreso
americano, cuando se suponía que comenzarían las discusiones sobre el Tratado de unión,
liga y confederación. Cada uno de los Plenipotenciarios se pronunció en las sesiones
sucesivas sobre su percepción del conflicto. Paz Soldán se refirió a la solidaridad americana,
reflejada en la firma de cada uno de los Ministros en la comunicación con Pinzón. El peruano
proponía que, basado en esa solidaridad, o se abrieran hostilidades contra la escuadra
española, o se hicieran reclamaciones conjuntas ante la Corte española para que “sean
respetados el honor, los derechos e intereses de las Repúblicas americanas.”680 Montt, por su
parte, pidió que el Gobierno peruano se pronunciara sobre las posibilidades que estaba
pensando y el estado de los aprestamientos como punto inicial para planear una posible
solución conjunta a la amenaza española en el Pacífico. También propuso que el Congreso
americano enviara un representante a España para entablar negociaciones con esa Corte; en
679 De Manuel Montt a Ambrosio Montt Luco (su yerno), 24 de noviembre de 1864, Cristóbal García-Huidobro
(comp.). Epistolario de Manuel Montt (1824-1880), Vol. II, (Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas,
archivos y museos, 2015). 680 Anexo A a la sesión del Congreso americano del 16 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 437-438.
212
caso de no alcanzar acuerdo alguno, los Estados representados en la Asamblea deberán
declarar la guerra a España.681 Un poco más radical fue la posición del Ministro boliviano.
De la Cruz Benavente se puso a favor de la guerra contra el Almirante Pinzón. Además llamó,
invocando la unión americana, a que los Estados representados en el Congreso americano
cerraran sus aduanas a embarcaciones con bandera española y, también, para que restringieran
los derechos de los españoles residentes en los países aliados.682
Estas posiciones belicistas contrastan con las de los Ministros de Venezuela, Colombia y
Ecuador. El venezolano, aunque advertía que el Perú en cualquier momento podría declarar
la guerra a España, indica que la guerra debería ser el último recurso, luego de agotar los
recursos diplomáticos. Además, Guzmán hacía caer en la cuenta que todos los presentes en
el Congreso eran países aliados, por lo que era su deber hacer una protesta u ofrecer sus
oficios para la mediación.683 Arosemena, también llamaba a la unión, pero el colombiano
recomendaba que se sellara esa unión con la firma de un tratado de unión o liga, para, de esa
manera, saber la forma de actuar de los países aliados ante la invasión española. La
proposición fue desechada ya que los demás Plenipotenciarios pensaban que ese
procedimiento tomaría mucho tiempo, y tiempo no había.684 Piedrahita fue mucho más
concreto en sus apreciaciones. El ecuatoriano pensaba que ninguno de los países presentes
era capaz de sostener una guerra marítima con la escuadra española; este debía ser motivo
suficiente para volcar todos los esfuerzos hacia una salida diplomática.685
Las diferencias entre los Ministros que apoyaban la salida bélica y quienes estaban del lado
de una salida diplomática se fueron diluyendo conforme avanzaba la reunión continental. Los
principales motivos para ese cambio fueron dos. El primero tenía que ver con la poca
preparación de la marina peruana. Los Plenipotenciarios se enteraron que una junta de
facultativos había acordado que con el estado de las fuerzas navales del Perú era poco
681 Anexo B a la sesión del Congreso americano del 16 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 441. 682 Anexo D a la sesión del Congreso americano del 17 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 444-448. 683 Anexo C a la sesión del Congreso americano del 17 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 442-444. 684 Anexo E a la sesión del Congreso americano del 19 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 449-450. 685 Anexo F a la sesión del Congreso americano del 19 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 450-452.
213
probable un éxito.686 Sumado a esto, Manuel Montt pensaba que no solo era el Perú el que se
había preparado mal, todos los países americanos eran culpables del mismo mal; “ocho meses
corridos en una inacción común, son también la condenación de todos. Si al Perú le toca la
principal culpa no están exentos de ella los demás.”687 Razón suficiente para dar un paso al
costado en las pretensiones belicistas.
El segundo motivo tiene que ver con el respeto por la soberanía del Perú y de los países
asistentes al Congreso americano. Ante la pregunta del Ministro de Relaciones Exteriores
peruano sobre la opinión de los Plenipotenciarios sobre el ataque o no a la flota española,
Arosemena anotaba que las consideraciones para esa decisión eran afectadas y afectarían la
política interna del Perú, por lo que escapaba al Congreso pronunciarse en ese respecto.
Además, continuaba el Ministro colombiano, cualquier pronunciamiento en nombre de sus
respectivos Gobiernos a favor de la guerra los convertiría, automáticamente, en beligerantes,
comprometiéndolos a asociarse, desde luego, a todos los sucesos posteriores.688 Al respecto,
el Ministro ecuatoriano escribió a su Gobierno explicando el respeto que debía observarse
por parte del Congreso americano de la soberanía de cada uno de los países que asistían a la
reunión:
El Congreso es una comisión y no un poder internacional; él carece de representación y
personería ante los demás Estados, su carácter y funciones están definidas y limitadas en los
títulos de su institución, negociaciones y promesas ad referéndum son los únicos actos de su
competencia, y en ningún caso le es potestativo ejercer las atribuciones privativas de los
Soberanos, ni mucho menos, asumir el imperio pleno que entabla el derecho de la paz y la
guerra.689
686 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,
Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, AMREE, Carpeta C.35.7
Comunicaciones recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF y Acta de la sesión del Congreso americano
del 27 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 466. 687 De Manuel Montt a Ambrocio Montt Luco, 11 de diciembre de 1864, García-Huidobro, Epistolario. 688 Acta de la sesión del Congreso americano del 28 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 467. 689 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,
Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, AMREE, Carpeta C.35.7
Comunicaciones recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF.
214
El rol protagónico que buscó tener el Congreso americano ante el conflicto hispano-peruano,
fue mermando y el Gobierno del Perú empezaba a reclamar cada vez más su soberanía. Esto
quedó evidenciado luego del cambio de mando de la flota española. El Almirante Pinzón fue
remplazado por el Almirante José Manuel Pareja, quien llegó al Callao iniciando el mes de
diciembre. La noticia se hizo pública y el Congreso debatió sobre la posibilidad de establecer
comunicación con el nuevo Comandante en jefe.690 Ante esta iniciativa, el Ministro Calderón
pidió a Paz Soldán que advirtiera al Congreso americano que todos los procedimientos que
aprueben los Plenipotenciarios, con respecto a la cuestión con España, debían ser acordados
primero con el Gobierno del Perú, por lo que le pedía al Plenipotenciario peruano que le
informara de cualquier iniciativa aprobada en la Asamblea con la debida anticipación.691 El
14 de diciembre, el Congreso acordó enviar una nota colectiva al Almirante Pareja, buscando
solucionar el tema de Chincha, aprobada por el Gobierno peruano.692
La nota del Congreso americano al Almirante Pareja tenía la misma intención y argumentos
de la que fue dirigida a Pinzón el 31 de octubre. Los Plenipotenciarios buscaban dar solución
al asunto de las islas guaneras del Perú. Ellos pensaban que la toma de las Chinchas era un
asunto americano y no podrían considerarlo como “uno de tantos conflictos de los que, a cada
paso, surgen en las relaciones de los países, o lo que es lo mismo, puramente hispano-
peruano."693 Bajo este argumento los Ministros buscaron que el Almirante Pareja entrara en
negociaciones con la Asamblea y, juntos, hallar una salida decorosa al conflicto referido.
Pareja respondió a la nota y redujo el conflicto hispano-peruano, a lo que él pensaba, sus
justas proporciones. El Almirante se refirió a que no es intención de su Gobierno el
apoderarse ni de las islas de Chincha, ni de porción alguna de territorio americano, por lo que
la solución debería ser encontrada solo por las partes afectadas, es decir entre España y el
690 Sesión del Congreso americano del 6 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 482. 691 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a José Gregorio Paz Soldán, Ministro
Plenipotenciario peruano en el Congreso americano, 13 de diciembre de 1864, ADMREP, Catálogo de
documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No 531. 692 Sesión del Congreso americano del 14 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 468. 693 Despacho colectivo de los Plenipotenciarios asistentes al Congreso americano al Almirante José Manuel
Pareja, 14 de diciembre de 1864, en ADMREP Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas
Aliadas contra España: 1866, Documento No 570.
215
Perú.694 Con esta respuesta, explicaba después Pareja, el Almirante quería mantener intactas
las relaciones de su Gobierno con el resto de naciones americanas representadas en el
Congreso americano.695 La respuesta de Pareja hacía ver más evidente que el Congreso
americano no tenía injerencia en las relaciones entre España y Perú.
Los Plenipotenciarios buscaron una nueva comunicación con el Almirante español, pero el
Gobierno peruano se negó a ello. Paz Soldán informó a la Asamblea que el 28 de diciembre
su Gobierno había nombrado al General Ignacio Vivanco para pasar a las islas de Chincha y
celebrar con Pareja un arreglo preliminar, que pusiera “pronto y honroso término” al conflicto
que existía entre el Perú y España.696 Este fue el golpe definitivo. El Gobierno peruano
asumió su poder de decisión en sus relaciones con España, tanto lo concerniente al asunto
del Talambo, como a la invasión a las Chinchas, y dejó al Congreso al margen de esos
asuntos. Ya las sesiones, entonces, no abordaron más el tema de la posibilidad de guerra,
para no interferir en la soberanía peruana, y se concentraría en concertar los tratados que
garantizarían la unión americana.
El Ministro Montt expresó su molestia ante el estado de cosas en el Perú y pidió su carta de
retiro de Lima. El Plenipotenciario chileno argumentaba que desde su llegada se vio
decepcionado por la poca preparación del Gobierno peruano para atender una posible
guerra.697 El Ministro ecuatoriano, por su parte, se quejó de la actitud del Gobierno peruano,
que confiaba al Congreso la búsqueda de una salida al conflicto y, por su parte, “negociaba
secretamente” con el Almirante español. Piedrahita esperaba que la decisión del Gobierno
peruano no pusiera en peligro la independencia y soberanía americana, puesto que, según el
ecuatoriano, Vivanco gozaba de la simpatía de los jefes españoles. Por último, Piedrahita
694 Respuesta del Almirante Pareja al Congreso americano, 18 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 487-
488. 695 Del Almirante José Manuel Pareja a Francisco Armero, Ministro de Marina español, 24 de diciembre de
1864, Documentos relativos a la campaña del Pacífico. Vol. I, 9. 696 Sesión del Congreso americano del 30 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 495-496. 697 De Manuel Montt, Ministro Plenipotenciario chileno ante el Congreso americano, a Álvaro Covarrubias,
Ministro de relaciones Exteriores chileno, 4 de enero de 1865, Epistolario de Montt.
216
informó que las negociaciones de dos tratados “fundamentales” ya habían terminado.698 Si
bien, los Ministros chileno y ecuatoriano estaban decepcionados por cómo el Gobierno
peruano había manejado el conflicto con España y la posible intervención del Congreso
americano, ambos no concordaban en la naturaleza de la reunión continental. El primero
entendió que el objeto del Congreso era repeler la invasión española, mientras que el segundo
veía en el Congreso la posibilidad de promover la unión americana y establecer un derecho
público común.
Las discusiones en las que se debatieron los diferentes tratados firmados en la convención
dieron inicio hasta el 4 de enero de 1865. Los plenipotenciarios firmaron dos tratados y dos
convenciones. Antes del retiro de Montt, los Plenipotenciarios firmaron el Tratado de unión
y Alianza defensiva el 23 de enero de 1865, que buscaba mantener la seguridad exterior de
los Estados contratantes, al mismo tiempo que estrechar y fortalecer las relaciones entre ellos.
Además, este tratado buscaba que entre los Estados firmantes se garanticen mutuamente su
independencia, su soberanía y la integridad de sus territorios respectivos.699 Otro fue el
Tratado sobre el modo de proceder para terminar las diferencias entre los Estados
Americanos, aprobado el mismo día del anterior. El objeto de este tratado era el de mantener
la paz entre los países contratantes y que, en caso de que hubiese diferencias, se utilizaran las
vías diplomáticas, sometiéndolas al fallo inapelable de un árbitro. Entre las diferencias se
comprenden las controversias sobre límites.700 La primera Convención fue la de correos,
firmada el 3 de marzo de 1865 sin la presencia de los Plenipotenciarios de Chile y Venezuela.
En general la convención buscaba regular la paridad de costos de los correos entre los Estados
firmantes; además, garantizaba la inviolabilidad de las valijas con correspondencia oficial
(diplomática y judicial); y abría el camino para el establecimiento de una línea telegráfica
698 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,
Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 23 de enero de 1865, AMREE, Carpeta C.35.7 Comunicaciones
recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 699 Tratado de Unión y alianza defensiva entre los Estados de América contratantes, Congresos americanos,
547-549. 700 Tratado sobre el modo de proceder para terminar las diferencias entre los Estados Americanos, Congresos
americanos, 550-552.
217
desde Guatemala hasta Chile.701 La última Convención fue la de comercio y navegación, que
buscaba uniformar los intereses de las partes firmantes y estrecharlas por medio de las
relaciones comerciales, aunque no estipulaba la libertad de aduanas, sino la unidad de
medidas y pesos, acomodado al sistema decimal francés.702 Una vez los tratados fueron
firmados, el 13 de marzo de 1865 se declararon cerradas las sesiones del Congreso
Americano.703
Ante los tratados y convenciones, los Plenipotenciarios colombiano y chileno veían que no
eran herramientas que propiciaran la unión ya que limitaban la independencia de acción y
trasgredía la soberanía nacional de sus países.704 Los argumentos de Arosemena y Montt
estaban en concordancia con las prevenciones que tenían sus Gobiernos desde que aceptaron
la invitación a participar en el Congreso americano. Desde ese momento, ambos Gobiernos
se mostraron reacios a ceder su poder de decisión ante cualquier poder externo, como lo era
la Asamblea continental.
En definitiva, el segundo Congreso americano de Lima fue el primer intento de los países del
Pacífico sudamericano para afrontar la crisis en aquellas aguas. Este intento buscó unir los
intereses de ese grupo de países ante la amenaza a la soberanía americana que supuso la
invasión española a las islas guaneras del Perú. Este intento no tomó más fuerza
principalmente por dos factores. En primer lugar, la negativa de los Comandantes españoles
para negociar con ese organismo un conflicto que, según ellos, era entre dos países y no
debería hacer parte del interés de otras Repúblicas. En segundo lugar, el celo con el que
algunos Gobiernos asistentes buscaron proteger su soberanía, evitando la intromisión de un
poder extranjero en su poder de decisión. Esto se puede ver en las opiniones de los
Plenipotenciarios chileno y colombiano, pero más claramente en el momento que el Gobierno
peruano decidió asumir él mismo su poder de decisión, que había cedido parcialmente al
701 Convención de correos, Congresos americanos,554-556. 702 Convención de comercio y navegación, Congresos americanos, 559-561. 703 Cierre de sesiones del segundo Congreso Americano de Lima, 13/03/1865. Congresos de Lima, 542-543. 704 Robert Frazer. "The role of the Lima Congress, 1864-1865, in the development of Panamericanism" en
Hispanic American Historical Review, Vol. XXIX, No 3, agosto de 1949, 344.
218
Congreso americano, para entrar en negociaciones bilaterales con el Almirante Pareja y, así,
encontrarle solución al conflicto hispano-peruano.
Los tratados y convenciones resultantes de ese Congreso americano sufrieron el mismo
destino que los tratados resultantes de las reuniones continentales anteriores. Tan solo el
Gobierno colombiano, en 1866, de nuevo bajo el mando de Tomás Cipriano de Mosquera,
promovió la ratificación de los tratados y convenciones del Congreso americano, en junio de
ese año.705 Los Tratados fueron aprobados en buena medida gracias al inicio de la guerra
hispano sudamericana, que enfrentó a España con Chile, Perú, Bolivia y Ecuador ese mismo
año.
En efecto, aunque el inicio de las negociaciones entre el Almirante Pareja y el general
Vivanco significaron el distanciamiento de la injerencia del Congreso americano en el
conflicto hispano-peruano, este estaría lejos de terminar y pronto alcanzaría un carácter
regional.
4.5 Conclusión
La vacancia que dejaron los Estados Unidos, concentrados en su Guerra Civil, y Gran
Bretaña, enfocados en mantener su sistema colonial en Oriente, en la contienda por el balance
de poder en América fue llenado por Francia y España. El Gobierno de esta última lanzó
desde finales de la década de 1850 una política de prestigio que buscaba ubicarla como una
potencia de primer orden. Los primeros escenarios de la política de engrandecimiento fueron
la Cochinchina y Marruecos. Luego, iniciando la década de 1860, España volvería la mirada
sobre sus antiguas posesiones en América. La reanexión de Santo Domingo fue el primer
impulso que le daría la fuerza suficiente a la corona española para abordar una empresa en el
Pacífico sudamericano, no de invasión sino de promoción de los avances militares y
científicos. Las acciones de la flota española en el Pacífico sudamericano iniciaron una crisis
en la región, causando un cese momentáneo de todas las controversias en la región,
705 Sesión del Congreso de la República de los Estados Unidos de Colombia del 16 de junio de 1866, AGNC.
Archivo histórico legislativo/Congreso de la República de Colombia, Actas. Consecutivo E7BB7, SF.
219
acelerando la reunión de un Congreso americano, citado previamente por motivo de los
sucesos en México y Santo Domingo.
El segundo Congreso americano de Lima fue un evento motivado por la defensa de la
independencia, soberanía y republicanismo de los países hispanoamericanos, concretamente
los del Pacífico sudamericano, que fueron los que se mostraron más entusiastas con la
reunión. La reanexión de Santo Domingo por parte de España, la invasión francesa a México
fueron motivos para la realización de la reunión continental, pero la invasión española de las
islas de Chincha aceleró la celebración de la Asamblea, acordado para noviembre de 1864.
La opinión pública en la región también se pronunció tras la toma de las islas de Chincha,
haciendo una promoción del americanismo más intensa y con alteraciones, comparada con
la que promovían para los casos de México y Santo Domingo. Hay que recordar que el
americanismo constaba de dos características: la identidad y la solidaridad. A la identidad
republicana promovida por la opinión pública, se le añadió un componente anti-español,
refiriéndose a ese elemento como retrógrado y atrasado, comparado con otras potencias
europeas. Así como la identidad sufrió alguna modificación, la solidaridad también se vio
alterada. En este aspecto es importante resaltar el caso de la opinión pública chilena, que
obligó al Ministro de Relaciones Exteriores a renunciar por no ser él quien actuaría en razón
a una solidaridad popular que pedía acciones bélicas contra la escuadra española. En Bolivia
y los Estados Unidos de Colombia también hubo reacciones de solidaridad contra el ataque
a la soberanía territorial peruana. Esas expresiones repercutieron en el Gobierno boliviano,
pero no en el colombiano. Ante la celebración del Congreso americano, este último Gobierno
entendía que era una oportunidad para estrechar lazos políticos, comerciales y culturales entre
las Repúblicas del continente y no como un medio para enfrentar las acciones de la escuadra
española.
Los asistentes llegaron a ella con ideas diferentes del objetivo del Congreso. Por un lado, los
Gobiernos colombiano y ecuatoriano la veían como una reunión para establecer un derecho
público americano, gracias al cual se ampliarían las relaciones comerciales y se pudieran
evitar los conflictos bélicos entre países por la delimitación territorial. Por otro lado, los
220
Gobiernos de Bolivia, Chile y Perú entendían que el objeto principal del Congreso era la
solución del asunto de las guaneras, antes que cualquier otro. Finalmente, el Gobierno
peruano negoció directamente con el Almirante español, quitándole el rol de mediador al
Congreso, con lo que perdía sentido los Plenipotenciarios de Chile y Venezuela.
Además de las diferencias en las ideas sobre los objetivos del Congreso, los Gobiernos de
los países asistentes a la Asamblea mostraron resistencia a ceder su soberanía ante un
organismo ajeno a ellos, que pudiera dictar una declaratoria de guerra o abordar asuntos que
estaban dentro de su poder de decisión. Por un lado, la posible declaración de guerra del
Congreso americano arrastraría a todas las partes a ponerse en esa misma disposición contra
España, con lo que no todos los Gobiernos estaban de acuerdo, sobre todo los de Colombia
y Ecuador. Por otro lado, los tratados y convenciones firmados en la Asamblea continental
iban en contra de las estipulaciones locales, sobre todo en los ámbitos comerciales y postales.
El celo con que los Gobiernos cuidaban su soberanía fue el principal motivo para que los
tratados firmados allí no fueran ratificados por los Legislativos –con la excepción del
colombiano. Aunque la historiografía ha acudido a argumentar que la inestabilidad interna
de los países asistentes era el argumento para explicar el “fracaso” de los Congresos
americanos, lo que asistieron al segundo Congreso de Lima, como se ha visto, vivían periodos
de relativa estabilidad, comparada con los años previos, por lo que se pone en duda esa
dialéctica entre la situación interna y la política exterior. El cuidado por la soberanía fue el
principal factor para que estas reuniones no trascendiera los momentos de crisis, como el de
la década de 1860. Ese cuidado explica que los múltiples tratados no hubiesen sido ratificados
por los Legislativos de los países firmantes, salvo algunas excepciones ya referenciadas.
221
5. Los cañones de España sobre el Pacífico. Alianza y guerra (1865-1866)
La unión para ejercer una defensa al republicanismo y soberanía americana mediante el
Congreso americano de Lima, como primer intento de respuesta a la crisis del Pacífico,
mostró ser un medio poco eficaz para afrontarla. Uno de los principales motivos fue la
decisión del Gobierno peruano de afirmar su soberanía sobre las relaciones con España y no
cederla a un organismo ajeno. Entonces, tras la negociación del Tratado Vivanco-Pareja en
enero de 1865, la idea de unión americana sufrió un nuevo traspié. La crisis desencadenada
por las acciones de las coronas francesa y española en distintos puntos de América, que
motivó la celebración de una Asamblea continental, no fue suficiente para motivar la unión
de las Repúblicas del Pacífico sudamericano por medio de un Congreso, que velaban por el
mantenimiento de su soberanía.
Tras el cierre de sesiones del Congreso americano, las dinámicas de la política del sistema
de Estados del Pacífico sudamericano, trastocadas tras la invasión española a las islas de
Chincha, volvieron a su estado anterior. Las revoluciones volvieron a ser la constante en los
países de la región y se reactivaron conflictos internacionales que se habían postergado. La
apariencia que la crisis había finalizado con la firma del tratado Vivanco-Pareja permitió que
cada Gobierno se concentrara de nuevo en sus asuntos internos y a conjurar algunas amenazas
a la estabilidad dentro de sus países. Esta apariencia del fin de la crisis se develó, y se
convirtió en un interludio entre una primera parte de la crisis y una segunda etapa. Esa
segunda etapa dio inicio cuando la escuadra española entró en guerra con Chile por las
expresiones de la opinión pública tras conocerse la noticia de la toma de las islas de Chincha
222
y por la decisión de ese Gobierno de declarar el carbón como contrabando de guerra. El inicio
de la confrontación reavivó el sentimiento americanista tanto en la opinión pública como en
los Gobiernos de la región una vez más. La salida de una unión política no era viable por la
premura de los acontecimientos, los Gobiernos del Pacífico sudamericano, salvo el de
Colombia, optaron por la unión militar, por medio de una alianza defensiva y ofensiva.
Esta alianza es entendida en esta tesis como una respuesta del sistema de Estados del Pacífico
sudamericano a una segunda etapa de la crisis del Pacífico sudamericano. Esta mirada
contrasta con la forma en que la guerra hispano-sudamericana ha sido abordada por la
historiografía. En general, el foco ha estado sobre las acciones navales de la guerra y las
comunicaciones oficiales, sobre todo chilenas y peruanas, desde una perspectiva nacionalista,
en la que se resalta la defensa a la independencia americana, amenazada por la flota
española.706 Para el análisis de la segunda etapa de la crisis del Pacífico sudamericano, se
seguirá la línea de González y Parodi, en la que incluyeron tanto a Ecuador como a Bolivia
en el análisis de la guerra hispano-sudamericana.707 Además, para efectos de comprender las
dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano, se incluirá en el
análisis los intentos por adherir a los Estados Unidos de Colombia a la alianza. Así como se
realiza un análisis transnacional, también se vincularán asuntos de la política interna de cada
uno de los países de la región con el fin de comprender las motivaciones e intereses de cada
uno de ellos y vincularlas con las decisiones que tomaron en el plano regional. Por último,
también se añadirá al análisis las diferentes expresiones de la opinión pública frente la guerra
706 Carlos Grez. Los intentos de unión hispanoamericana y la guerra de España en el Pacífico. (Santiago:
Imprenta Nascimento, 1928); Enrique Bunster. Bombardeo de Valparaíso y otros relatos. (Santiago: Editorial
Zig-Zag, 1948); Juan Sinn. La política americanista de Chile y la guerra con España: 1864-1866. (Santiago:
Editorial Universitaria, 1960); Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866.
Lima: Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-
1866: el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos,
1977); Agustín Rodríguez. La armada española: la campaña del Pacifico, 1862-1871. (Madrid: Agualarga
Editores, 1999); Alfonso Cerda. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico: 1864-1866. (Santiago:
Editorial Puerto de Palos, 2004). 707 José Antonio González y Daniel Parodi. "España y su intervención en América del sur: la alianza peruano-
chilena y la guerra contra España. 1864-1866" en Sergio González y Daniel Parodi. Las historias que nos unen.
episodios positivos en las relaciones peruano-chilenas, siglos XIX y XX. (Santiago: Ril editores, 2013)
223
de España contra la alianza del Pacífico y las modificaciones que hubo en la promoción del
americanismo con la segunda fase de la crisis en la región.
Este capítulo busca analizar la segunda fase de la crisis del Pacífico sudamericano desde la
firma del tratado Vivanco-Pareja hasta la salida de la escuadra española de la región, teniendo
en cuenta, principalmente, las acciones de los Gobiernos de la región en torno a la unión por
medio de una alianza defensiva. El análisis se hará en tres partes. La primera que se
concentrará en el Perú, tomando como punto de partida la firma del tratado Vivanco-Pareja,
y sus repercusiones, tanto en el plano interno, como en las relaciones diplomáticas en la
región y con España. La segunda parte se concentrará en los cambios en la política interna
de los demás países del Pacífico sudamericano y en las reclamaciones españolas en Chile,
como el escenario necesario para un cambio en la política de la región frente a su relación
con España. Por último, la tercera parte abordará la alianza del Pacífico, desde su concepción,
pasando por su coordinación y preparación hasta su final, tras el cese de lo que se conoció
como guerra hispano-sudamericano. Con este análisis se busca comprender las dinámicas del
sistema de Estados del Pacífico sudamericano tanto en el interludio de la crisis que
amenazaba la región, como en su segunda fase, marcada por una confrontación naval.
Para realizar este análisis se recurrieron a fuentes de diverso tipo. Entre ellas sobresale la
prensa de los países de la región que es usada con una doble intención. Por un lado, para
mostrar las tensiones y los debates internos de cada uno de los países en el periodo que
sucedió a la firma del tratado Vivanco-Pareja, hasta la conformación de la alianza del
Pacífico. Por otro lado, a partir de la lectura de prensa se siguió a la opinión pública y la
manera en que cambió la promoción del americanismo, tras la mutación de la crisis. Además
de la prensa, también se consultaron fuentes diplomáticas, sobre todo para seguir la
trayectoria de la segunda fase de la crisis, desde los reclamos españoles hasta que ella
terminó; a partir de la revisión de la correspondencia diplomática se reconstruyeron las
acciones de los Gobiernos peruano y chileno para conformar una alianza con todos los países
del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.
224
5.1 El Perú en el interludio de la crisis del Pacífico sudamericano
La toma de las islas de Chincha inició la crisis en el Pacífico sudamericano y acrecentó el
sentimiento unionista en los Gobiernos del Pacífico sudamericano, pero este sentimiento
prácticamente se extinguió tras la decisión del Gobierno peruano de ignorar el Congreso
americano y negociar directamente con el Almirante Pareja. Para ello fue nombrado José
Ignacio Vivanco como Ministro Plenipotenciario. Luego de algunos acercamientos
preliminares, hubo un arreglo inicial entre ambas partes, que fue expuesto en la reunión del
Congreso americano del 4 de enero de 1865, para que los Plenipotenciarios dieran una
opinión al respecto. El Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Pedro José Calderón, leyó
una nota del General Vivanco, junto con un arreglo presentado por el Almirante Pareja,
acompañado de unas modificaciones propuestas por Vivanco. Los principales puntos sobre
los que versaba al nota eran la devolución de las islas de Chincha al Gobierno peruano; la
recepción de un Comisario especial español para presentar reclamaciones en el asunto
Talambo; el pago del Gobierno peruano de una indemnización de tres millones de pesos
fuertes españoles, por los gastos hechos durante la toma de las Chinchas, para lo cual se
podría efectuar un embargo sobre la producción guanera de las islas; y, un saludo a los
pabellones peruano y español con veintiuna salvas, en definitiva, el gobierno peruano accedía
a las condiciones expresadas es la circular del ministro español de agosto de 1864.708
El Ministro peruano pidió la opinión de los Plenipotenciarios de las cláusulas del proyecto.
El Plenipotenciario venezolano, Antonio Guzmán, indicó, con respecto a la admisión del
Comisario, que esta debía haberse hecho desde la presentación de Mazarredo, "porque ese
título es el que la práctica tiene establecido en los casos en que dos pueblos soberanos no
estén recíprocamente reconocidos." Por otro lado, no veía inconveniente en el saludo de las
dos banderas, siempre y cuando fueran simultáneos y que el asunto de los tres millones por
indemnización que cobraba España, se reconociera en un posterior tratado bajo otra
denominación que resultara más decorosa para el Perú. El Plenipotenciario del Ecuador,
708 Sesión del Congreso americano del 4 de enero de 1865, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de
documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1938) 502-509.
225
Vicente Piedrahita, opinó que deberían eliminar el artículo concerniente a la indemnización.
"Si para obtener la supresión insinuada necesario fuera, por ejemplo, renunciar a la exigencia
del saludo previo, nada perdería en ello el Perú." Por su parte, el Plenipotenciario de Bolivia,
Juan de la Cruz Benavente, hizo evidente su molestia por lo referente a la indemnización y
el saludo del pabellón español. "Que no reconoce derecho en la España, verdadera ofensora
del Perú y de la América, en la cuestión de Chincha, para pedir del Perú honores al pabellón
de Castilla [...] Que un atentado nunca autoriza al que lo consuma, para pedir reparaciones y
honores de parte de quien lo sufre", por lo que lo único que se le puede otorgar a España,
como concesión impuesta por la necesidad, es el saludo simultáneo. Con respecto a la
solicitud de nombrar un agente español para que se haga justicia en el caso de Talambo,
Benavente indicó que la causa de Talambo "ha fenecido ante los Tribunales" y era cosa
juzgada. Con respecto a la indemnización de tres millones, el boliviano decía "que solo al
Perú corresponde el de pedir indemnizaciones, por los perjuicios que le causa el atentado que
se consumó [...] que aceptar su exigencia de indemnización, sería establecer un precedente
funesto contra las Repúblicas que tienen islas e intereses litorales." Sobre la hipoteca
impuesta a Chincha, indicó que se debe rechazar y buscar que se cambie por un arbitraje para
resolver en el futuro las desavenencias que puedan ocurrir entre España y el Perú; y concluyó
diciendo "que, si la paz no fuese posible sin la deshonra y toda su ignominia, preferiría, como
representante de Bolivia y como americano, la guerra con todos sus desastres."
El Ministro Colombiano, Justo Arosemena, expresó su preocupación por la última cláusula
que establecía una especie de hipoteca de las islas de Chincha, en el caso que el Perú no
cumpliera las obligaciones contraídas. Juzgó Arosemena no se consideraba autorizado para
dar un concepto de los demás puntos del arreglo, puesto que ellos no afectan directamente
sino al Perú. Por su parte el Plenipotenciario chileno sugirió que se continuaran las
negociaciones entre Vivanco y Pareja, para que se insistiera en la eliminación de los tres
puntos más controversiales: el saludo a la bandera española, el pago de indemnización y la
hipoteca impuesta a las islas de Chincha.709 El Ministro Plenipotenciario peruano, José
709 Sesión del Congreso americano del 4 de enero de 1865, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de
documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1938) 502-509.
226
Gregorio Paz Soldán, también expresó su opinión sobre el proyecto de tratado. Paz Soldán
se manifestaba en contra de que el Gobierno peruano pagara una indemnización a España; el
argumento contra ella era que no se había podido y se podría hacer un conteo de los gastos
de guerra “porque esta no había existido de hecho, sino de España contra el Perú, debiendo
ser ella quien indemnice.”710
En síntesis, los Plenipotenciarios rechazaron los puntos principales del proyecto de tratado.
Todos se mostraron en contra de que el Perú pagara alguna indemnización a España por los
gastos en los que había incurrido la flota en el tiempo de posesión de las islas de Chincha.
Asimismo, la respuesta fue unánime contra la recepción de un Comisario real al que el
Gobierno peruano debería dar explicaciones por el asunto del Talambo. Ahora, en cuanto al
saludo a los pabellones con salvas, práctica naval en la que el honor nacional se ponía en
juego, dependiendo de quién dispara el primer cañonazo, las opiniones estaban divididas; los
Plenipotenciarios de Venezuela y Ecuador lo asentían solo si era simultáneo (el primero en
darlo se declaraba inferior al otro), mientras que los Ministros de Bolivia y Chile se negaban
a esa práctica. En general la percepción de los Plenipotenciarios era que aceptar cualquiera
de esas cláusulas haría parecer a España como inocente ante el atropello contra el honor
peruano.
Pese a las recomendaciones de los Plenipotenciarios, el 27 de enero de 1865, el Tratado
Vivanco-Pareja fue firmado por ambos negociadores sin mayores variaciones frente al
arreglo leído en el Congreso americano. El punto principal del tratado fue la entrega de las
islas de Chincha, solo acordado tras la reprobación del Gobierno peruano a los atentados
contra el Comisario español en Panamá. El resto de artículos se concentran, principalmente,
en el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Por una parte, el
Gobierno peruano estaría en la obligación de recibir a un Comisario especial, nombrado por
el español, el cual entablaría las reclamaciones relativas a los sucesos del Talambo. Por otra
parte, el Gobierno peruano acreditaría a un Ministro Plenipotenciario cerca de la Corte
710 De José Gregorio Paz Soldán, Ministro Plenipotenciario peruano ante el Congreso americano, a José Pedro
Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 26 de enero de 1865, Archivo digital del Ministerio de
Relaciones Exteriores peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas
contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 973.
227
española, con los suficientes poderes para negociar un tratado de paz, amistad, navegación y
comercio, semejante al ajustado con otras Repúblicas americanas. "En dicho tratado se
establecerán, al mismo tiempo, las bases para la liquidación, reconocimiento y pago de las
cantidades que, por secuestros, confiscaciones, préstamos de la guerra de la independencia o
cualquier otro motivo deba el Perú a súbditos de S.M.C. con tal de que reúnan las condiciones
de origen, continuidad y actualidad." Por último, las partes acordaron que el Gobierno
peruano debería pagar a España tres millones de pesos fuertes, a manera de indemnización
por los gastos que ha incurrido la escuadra española en aguas del Pacífico sudamericano.711
El tratado ponía fin a diez meses de bloqueo español en las islas guaneras peruanas, y, en
apariencia, terminaba la crisis del Pacífico sudamericano, pero a un costo material y moral
muy elevado para el Perú. La compra de la paz costó tres millones de pesos al Gobierno
peruano, que significó un duro golpe a las finanzas del país; además, aceptar pagar la
indemnización y la reprobación que hizo ese gobierno de los hechos ocurridos contra Salazar
y Mazarredo en Panamá, fueron una afrenta contra el honor nacional. Desde que el Ministro
Calderón presentó el arreglo preliminar al Congreso americano fue advertido por los
Plenipotenciarios de lo que podría significar pagar una indemnización a todas luces injusta
y, además, que libraría de toda culpa a España por atentar contra la seguridad del Perú y de
la América entera. Estas preocupaciones se extendieron al pueblo peruano, que rechazó el
tratado Vivanco-Pareja. El Presidente Pezet ratificó el tratado el dos de febrero de 1865,712
pese a la resistencia de diferentes sectores y a que la Constitución peruana estipulaba que esa
era una tarea exclusiva del Congreso Nacional.713 Este acto generó más resistencia y rechazo
en el pueblo peruano.
711 Tratado preliminar de paz y amistad entre la República del Perú y S.M.C., 27 de enero de 1865, ADMREP,
Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a
s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 721. 712 José Antonio González Pizarro. "España y su intervención en América del sur: la alianza peruano-chilena y
la guerra contra España. 1864-1866" en Sergio González y Daniel Parodi. Las historias que nos unen. Episodios
positivos en las relaciones peruano-chilenas, siglos XIX y XX. (Santiago: Ril editores, 2013) 111. 713 Constitución Política del Perú, 10 de noviembre de 1860, Artículo 59
https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_del_Per%C3%BA_(1860), Consultada el 8 de noviembre
de 2018.
228
Tres días después de la ratificación, el 5 de febrero, llegó al Callao la fragata española
Berenguela de regreso de las islas de Chincha. El Almirante Pareja dispuso que los oficiales
y marinos descendieran al puerto de “paseo”. La disposición era que todos bajasen sin armas;
solo los oficiales portarían su sable, que los identificaba como tales. Algunos marinos
pasearon por el Callao y otros fueron a Lima. Pareja también descendió de la Corbeta Triunfo
a tierra y fue a saludar al Prefecto del Puerto. Estando allí escuchó un bullicio. El escándalo
era de una multitud de chalacos persiguiendo con piedras y palos a los marinos españoles,
“que se hallaban tranquilos y dispersos, paseando por la población.” Pareja se embarcó de
nuevo hacia la Triunfo y vio como varios españoles saltaban al agua desde el puerto tratando
de escapar de la multitud. Apenas abordó la goleta, Pareja ordenó que fuesen botes a recoger
a todos los marinos en tierra.714 Las versiones de los peruanos difieren sobre la pasividad de
los españoles. Según algunos relatos, había españoles bebiendo cerveza en el hotel Italia y
llamaban a los peruanos “cigarros suaves”, refiriéndose a su poco valor físico y débil carácter;
estas manifestaciones detonarían, de alguna manera, los sucesos contra los marinos españoles
en el puerto peruano.715
Mientras en el Callao ocurrían esos desmanes, en Lima la situación era similar. Los marinos
españoles que fueron a aquella ciudad también fueron perseguidos por la turba y tuvieron
que resguardarse en la casa de la Legación francesa y algunas residencias de extranjeros en
la ciudad. Los marinos se resguardaron allí hasta altas horas de la noche, cuando la guardia
nacional los escoltó hasta el Callao para que se reembarcaran en las flotas españolas.716 La
exaltación del pueblo limeño y chalaco movieron al expresidente Ramón Castilla a intentar
un golpe de Estado contra Pezet. El expresidente pensaba que Pezet era un traidor y ladrón
por haber ratificado un tratado en contra de la honra del Perú. La idea de Castilla era imponer
un nuevo Gobierno, cuyo primer acto sería el rechazo del tratado Vivanco-Pareja. Sin
714 Del Almirante José Manuel Pareja a Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 7 de
febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:
1866, documento No 886. 715 Joaquín Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso y su época. (Santiago: Ediciones ercilla, 1934) 55-56 716 Del Almirante José Manuel Pareja a Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 7 de
febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:
1866, documento No 886.
229
embargo, el consejo de Ministros actuó con premura y mandó encarcelar al Mariscal Castilla,
antes de llevar a cabo su plan.717
Los eventos del Callao y Lima apenas fueron una primera muestra del descontento que se iba
generalizando por todo el Perú por la firma del Tratado Vivanco-Pareja. Conforme se conocía
la noticia de su firma con el Almirante español, la sociedad peruana condenaba la actitud del
Gobierno Pezet. La Bolsa de Arequipa decía que la firma de ese tratado era la “confesión de
nuestra debilidad y apocamiento ante las bocas de los cañones españoles asestados contra el
puerto del Callao.” Además, tras una evaluación del tratado, concluía el mismo periódico:
Las concesiones hechas por el Perú a la España en este tratado leonino, son tan onerosas como
denigrantes el menguado origen que las ha producido. Si cada uno de los ocho artículos
estipulados en ese incalificable tratado, es una prueba de lo que decimos, el último de ellos,
es una ignominia para ambas partes contratantes, revelando claramente y a través de una mal
simulados pretextos, que el Perú ha comprado la paz por tres millones de soles que la codicia
española le impuso como precio de su rapiña y del generoso perdón que el verdugo concede
a la inocente víctima de sus crímenes.718
Así como en Arequipa hubo reacciones contra el tratado, en otras localidades del Perú
también la noticia de su firma fue recibida con descontento, tal como lo informaba el
Encargado de Negocios Francés, Edmond Prosper, a su Gobierno.719
En los países de la región el tratado Vivanco-Pareja también generó algunas reacciones. Por
ejemplo, en Chile, la prensa decía que la firma del tratado sacaba el conflicto del plano
continental y lo ubicaba como un problema internacional entre España y Perú; además,
calificaba aquel tratado como deshonroso para el Perú y la actitud de ese gobierno como
pusilánime y cobarde.720 Por otro lado, en el Ecuador, el Presidente García Moreno mostró
717 De Edmond Prosper de Lesseps, Encargado de Negocios francés en el Perú, a Édouard Thouvenel, Ministro
de Asuntos Exteriores francés,12 de febrero de 1865, en Jaime Urrutia Ceruti (Comp.). Informe de los cónsules
franceses en Lima, 1842-1877. (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos, 2015) 125-129. 718 La Bolsa de Arequipa, 9 de febrero de 1865, No 258. 719 De Edmond Prosper de Lesseps, Encargado de Negocios francés en el Perú, a Édouard Thouvenel, Ministro
de Asuntos Exteriores francés, 27 de febrero de 1865, Informe de los cónsules franceses, 129. 720 El Mercurio (Valparaíso), 18 de febrero de 1865, No 11277.
230
una posición contraria; él celebró que el conflicto hubiese terminado y, además, recriminó al
Gobierno Pezet por no haber negociado desde el principio de la situación, con lo cual se
hubiera evitado una crisis internacional.721
La falta de negociación temprana no solo generó una crisis en la región, sino que la tardía
negociación y sus términos causaron una revolución en el Perú. El interludio entre la primera
fase de la crisis y la segunda, en el Perú se vivieron unos meses marcados por la guerra en su
interior. En el sur, más concretamente en Arequipa, el Prefecto del departamento, coronel
Mariano Ignacio Prado, convocó a los cuatro jefes militares de las unidades acantonadas en
la ciudad y les indicó que, ante la deshonra y los vejámenes que había sufrido el Perú a cuenta
del Tratado Vivanco-Pareja, el único camino a seguir era rebelarse contra el régimen de
Pezet. Los cuatro oficiales se negaron a secundar esa iniciativa por lo que fueron apresados
de inmediato, antes de que pudieran interferir de cualquier manera contra la revolución.722
Prado, encabezando a las tropas afectas a él, enfrentó al regimiento Tiradores de Tacna,
adicto al Presidente Pezet. La victoria sobre ese regimiento, dio a Pardo vía libre en el sur
del país para iniciar un movimiento revolucionario el 28 de febrero de 1865.723
La revolución encontró apoyo popular en Arequipa, donde se reunió una junta de vecinos el
primero de marzo de 1865. En esa reunión los vecinos de la ciudad encargaron el poder
político y militar del Perú a Prado, ante lo que calificaron como el cese del mando de Pezet.
La junta acusó al Presidente de una pasividad en el asunto de las Chinchas, permitiendo que
estuviera izada en ellas la bandera española y no la peruana por más de diez meses. Otra
acusación era referente al tratado Vivanco-Pareja, la junta condenó a Pezet de haber violado
721 De Gabriel García Moreno a Antonio Flores, 22 de febrero de 1865, Wilfrido Loor. Cartas de García
Moreno. 1855-1861. (Quito: La prensa católica, 1953) 286. 722 De Pedro G. de la Fuente, Teniente coronel 1er Jefe de Batallon Gendarmes de Arequipa, a Gómez Sánchez,
Ministro de Estado en el despacho de Gobierno, 7 de marzo de 1865, El Peruano (Lima), Año 23 Tomo 48
Semestre 1 No 17. 723 Luis Humberto Delgado. Etampas de la guerra. Epopeya del Callao. 2 de mayo de 1866. (Lima: Ariel
editores, 1952) 44.
231
la Constitución y las leyes en la celebración y ratificación del tratado del 27 de enero, que
atentaba contra la honra del país.724
La noticia de la revolución arequipeña se expandió rápidamente por el Perú generando
diferentes repercusiones. Desde muy pronto, las provincias del sur del Perú, sobre todo en
Isaly, Moquegua, Tacna, Arica, Puno, Chiquisaca y Castilla se unieron al movimiento del 28
de febrero.725 Mientras los revolucionarios avanzaban, más ciudades, provincias y
departamentos se iban adhiriendo a ella; el 28 de marzo, la revolución ya contaba con el
apoyo en Cuzco, Arequipa, Maquegua, Moquegua, Ayacucho, Libertad, Árica y Piura, estas
tres últimas al norte del país (Ver mapa No. 7).726 Cuando la noticia de la revolución del sur
llegó a Lima, el Gobierno, por medio del periódico oficial, condenó la revolución, diciendo
que esas acciones deberían ser cosa del pasado; la sucesión constitucional de Presidentes se
había mantenido por un periodo de diez años, lo cual era prueba de “la regeneración” del
Perú. En cuanto a los motivos de la revolución (el tratado Vivanco-Pareja y la pasividad del
Gobierno en el asunto de las guaneras), fueron desmentidos por el Gobierno. Primero el
tratado era el mejor de los males en vista de la actitud que estaba tomando el Gobierno
español de reforzar la escuadra e iniciar una guerra. En cuanto al segundo, la inactividad no
era otra cosa sino la preparación adecuada para enfrentar una escuadra marítima.727
Mientras la revolución crecía y ganaba más adeptos en los departamentos del sur y el norte,
el Vicepresidente peruano, Pedro Diez Canseco, abandonó la capital y viajó al encuentro de
Pardo. Ambos militares se encontraron en Ayacucho con un previo intercambio epistolar. En
principio, Pardo no confiaba en Diez Canseco por haber sido parte del Gobierno titubeante
de Pezet. El Vicepresidente buscó ganarse la confianza del caudillo del sur anunciando que
la Presidencia del Perú estaba vacante “por la suprema voluntad de los pueblos que han
declarado traidor al General don Juan Antonio Pezet.” Además, para mantener el orden
Constitucional, Diez Canseco, sucesor legítimo de Pezet, pidió a Pardo el mando de la
724 Acta del 1° de marzo, La Bolsa de Arequipa, 3 de marzo de 1865, No 261. 725 La Bolsa de Arequipa, 11 de marzo de 1865, No 262. 726 La Bolsa de Arequipa, 10 de abril de 1865, No 266. 727 El Peruano (Lima), 8 de marzo de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 1 No 17.
232
revolución.728 Pardo, quien basaba su revolución en “la defensa de la soberanía, la honra y el
régimen constitucional del Perú”, puso al ejército “restaurador” a las órdenes de Diez
Canseco con estas palabras:
Los pueblos me confiaron el sagrado depósito de la magistratura suprema, y hoy la entrego,
-como ellos me la prescribieron. -Los mismos pueblos me encomendaron la obra de restaurar
el honor y derecho de mi patria. –Llevada hasta la altura en que se encuentra, dimito en V.E.
[Diez Canseco] ese precioso encargo.729
Mapa No. 7. Principales locaciones de la revolución peruana del 28 de febrero de 1866
Elaboración propia
728 De Pedro Diez Canseco a Mariano Ignacio Prado, 23 de junio de 1865, en Delgado, Estampas, 48. 729 De Mariano Ignacio Prado a Pedro Diez Canseco, 24 de junio de 1865, en Delgado, Estampas, 49.
233
El Gobierno de Pezet en Lima se fue desgranando poco a poco. Tras la renuncia de Diez
Canseco, los Ministros de Guerra y Hacienda abandonaron sus cargos, también varios
miembros de la Comisión permanente del Congreso renunciaron porque veían el Gobierno
de Pezet como inconstitucional: el Presidente era calificado como traidor. Esos funcionarios,
tras su renuncia, se adhirieron a la revolución. Por su parte, Pezet, en vista de la falta de
generales, se vio obligado a ponerse al frente del ejército fiel a él.730
Al margen de la revolución, el Gobierno peruano, encabezado por Pezet, había adquirido
unos compromisos con España y debía continuar su funcionamiento, confiando en una
victoria oficialista. El Tratado Vivanco-Pareja obligaba al Gobierno del Perú a pagar la suma
de tres millones de soles como indemnización. Entonces, antes de que estallara la revolución,
el nuevo Ministro de Hacienda, José García Urrutia, giró tres letras por doscientas mil libras
esterlinas, pagaderas a cuatro, ocho y doce meses, contra el Comisionado fiscal del Perú en
Londres, Manuel Pardo.731 En la nota de instrucciones a Pardo, el Ministro de Relaciones
Exteriores Calderón recomendaba al Comisionado peruano que “acepte sin el menor
embarazo esos libramientos, pues de lo contrario recaería sobre el país y su Gobierno una
verdadera ignominia.” Para hacer efectivas las letras, el Comisario debía cubrir los rubros
con un empréstito que negociaría a nombre de la República del Perú. Con estas indicaciones,
el Gobierno peruano daría cumplimiento al punto más controversial del Tratado Vivanco-
Pareja y pagaría la indemnización a la Corona española por los gastos que tuvo su Escuadra
durante la toma de las islas de Chincha.732
Otra de las obligaciones a las que se suscribió el Gobierno peruano fue a nombrar un Ministro
Plenipotenciario en España para negociar allí el reconocimiento de la República americana.
730 El Peruano (Lima), 15 de julio de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 4. 731 De José García Urrutia, Ministro de Hacienda del Perú, a José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones
Exteriores del Perú, 12 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 705. 732 De José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, a Manuel Pardo, Comisionado fiscal
del Perú en Londres, 2 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1022.
234
El encargado de esa misión fue Domingo Valle Riestra. El Ministro Calderón instruyó a Valle
Riestra para que ajustara un Tratado que reconociera la independencia del Perú, que ya había
sido obtenida de hecho en 1825. Calderón no vio problema en ese punto, sino en el
reconocimiento de la deuda por el reconocimiento de la independencia. Calderón
recomendaba que los intereses debían ser los medios entre los mínimos y los máximos
contraídos y que debía evitar comprometer las rentas nacionales.733
Mientras se desarrollaba la revolución en suelo peruano, el Plenipotenciario peruano en
España negociaba con ese Gobierno un Tratado de amistad y comercio similar a los otros
celebrados entre la Corona y las Repúblicas hispanoamericanas. Aquellos tratados tenían por
espíritu la renuncia de la Corona española a la soberanía, derechos y acciones que la
correspondieran sobre el territorio americano y el establecimiento de relaciones diplomáticas
y comerciales entre las partes contratantes. Asimismo, las antiguas colonias reconocían como
deudas nacionales las contraídas por los Gobiernos hispanoamericanos durante la guerra de
independencia y las contraídas por las autoridades españolas antes de la expulsión del poder
español en cada nueva unidad política; además, los dueños legítimos de bienes que fueron
secuestrados y vendidos deberían ser indemnizados por los Gobiernos republicanos.734 La
primera parte de las negociaciones no tuvieron problema alguno entre Valle Riestra y el
Ministro de Estado español, Manuel Bermúdez de Castro, pero en cuanto al reconocimiento
de la deuda no hubo puntos de encuentro suficientes para ajustar un tratado que convenciera
a ambas partes.735 Los esfuerzos por ajustar un tratado de paz y amistad entre España y Perú
se encontraron con un nuevo obstáculo, pero no sería el único.
733 De pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Valle Riestra, Ministro
Plenipotenciario del Perú en España, 11 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra
de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 629. 734 Tratado de paz y amistad entre Chile y España, 17 de diciembre de 1844, en Selim Carrasco, El
reconocimiento de la Independencia de Chile por España. La misión Borgoño. (Santiago, Editorial Andrés
Bello, 1961) 116-118. 735 De Domingo Valle Riestra, Ministro Plenipotenciario del Perú en España, a Manuel Bermúdez de Castro,
Ministro de Estado español, 7 de septiembre de 1865, Elena Villanueva, “España y el reconocimiento de la
Independencia del Perú” en Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 8, 623-741.
235
El 6 de noviembre de 1865, los revolucionarios, encabezados por Prado y Diez Canseco
entraron victoriosos a Lima y acabaron con el Gobierno de Pezet.736 Las palabras de Diez
Canseco en la capital peruana fueron contra el Presidente derrocado y un llamado al pueblo
peruano, para estar unido alrededor de los principios revolucionarios, que repudiaban las
acciones exteriores del Gobierno Pezet, sobre todo en lo referente a la toma de las islas de
Chincha y al tratado Vivanco-Pareja, que, según los revolucionarios, atentaba contra la honra
del Perú. Además, el Vicepresidente anunció que sus labores al mando de las tropas y el
poder político pasarían a Pardo, como el principal líder revolucionario.737 El 28 de
noviembre, Pardo se hizo cargo del Gobierno peruano y estableció una dictadura
“estrechamente unida a la nación e intérprete fiel de sus sentimientos.”738
5.2 El entreacto de la crisis del Pacífico y la política del sistema de Estados del Pacífico
sudamericano
La firma del Tratado Vivanco-Pareja significó el fin del conflicto entre España y el Perú, y
el término del primer acto de la crisis del Pacífico sudamericano. Este desenlace a la primera
parte también repercutió en la política de la región, reactivando algunas dinámicas internas
y generando nuevas controversias internacionales. Entre las dinámicas internas que se
reactivaron se cuenta la revolución en el Perú, una nueva serie de cambios de poder en Bolivia
e intentos revolucionarios en los Estados Unidos de Colombia. En Ecuador, como elemento
novedoso se celebraron las primeras elecciones presidenciales, que afectarían las dinámicas
de la política interna de ese país. Por otra parte, la escuadra española, por órdenes de su
Gobierno, se dirigió a Chile a exigir satisfacciones por las acciones de aquel Gobierno en el
transcurso del conflicto hispano-peruano. Este escenario, en el que el desencanto por la unión
americana se había generalizado por el frustrado Congreso americano, mostraba los mismos
síntomas que se habían detenido momentáneamente tras la invasión española a las islas de
736 El Peruano (Lima), 16 de noviembre de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 23. 737 El Peruano (Lima), 13 de noviembre de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 22. 738 Circular de Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, al Cuerpo diplomático del Perú en
el extranjero, 28 de noviembre de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas
Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1053.
236
Chincha y a la celebración del segundo Congreso americano de Lima: tensiones en la política
interna y externa de los países del Pacífico sudamericano.
En el caso de Bolivia, el Presidente José María Achá, en 1864, estaba cerca de terminar su
mandato y convocó a las segundas elecciones constitucionales de la historia de Bolivia hasta
ese momento. Los seguidores del expresidente Manuel Isidro Belzú tenían importantes
posibilidades de hacerse con la Magistratura boliviana.739 Ante esta amenaza, el general
conservador Mariano Melgarejo, con el apoyo de los latifundistas radicales, dio un golpe de
Estado antes de que se celebraran nuevas elecciones presidenciales, en diciembre de 1864.740
La primera medida de Melgarejo fue levantar un empréstito interno para repartir entre las
tropas y consolidar su adhesión al proyecto. Los latifundistas apoyaron esta medida.741
El inicio del gobierno de Melgarejo no estuvo exento de revueltas. Los seguidores de Achá
se levantaron en febrero de 1865 en Sucre. Fueron derrotados. Belzu volvió del extranjero y
proclamó la revolución en Arica. La noticia de la llegada del caudillo generó euforia en las
clases populares. Melgarejo mismo se infiltró en el palacio de gobierno y asesinó a Belzu el
23 de marzo de 1865. Al día siguiente Melgarejo retomó su puesto como Presidente. Dos
meses después, los belcistas volvieron a levantarse. Los movimientos iniciaron en La Paz y
se extendieron por todo el país. A los belcistas se fueron añadiendo latifundistas radicales y
moderados. Poco a poco las fuerzas que se habían logrado unir contra Melgarejo se fueron
desgranando, bien por las diferencias entre los mandos revolucionarios, como por las
victorias militares que iba teniendo el ejército oficialista. La victoria de este último se selló
en diciembre, abriendo paso a un gobierno identificado con los latifundistas más radicales.742
Más al norte, en los Estados Unidos de Colombia, el periodo de Manuel Murillo Toro estaba
por terminar y el nombre que más sonaba para remplazarlo era el de su predecesor, Tomás
Cipriano de Mosquera, que generó controversia en diferentes puntos del país, como en
739 Sobre la primera presidencia de Belzú, ver Capítulo 3. 740 La Bolsa de Arequipa, 25 de diciembre de 1864, No 252. 741 José Fellman Velarde. Historia de Bolivia, Vol. II. (La Paz, Cochabamba: Editorial Los amigos del libro,
1981) 158-162. 742 Fellman Velarde, Historia de Bolivia, 163-170.
237
Panamá y Magdalena en el Caribe, en el Cauca y Pasto en el sur y en Antioquia, donde había
mayorías del Partido Conservador. Miembros de ese partido expresaban por medio de un
periódico homónimo que la revolución era el único medio para combatir las instituciones
colombianas que no favorecían a los conservadores granadinos.743 Por su parte, los liberales
en Bogotá denunciaban que no había un orden armónico en las relaciones del Gobierno
central y los Estados.744 Con estas ideas hubo movimientos contra el Gobierno central en la
costa del Caribe, en los Estados de Panamá y Magdalena, en abril y agosto de 1865,
respectivamente.745 El lugar más sensible para una revolución era el Estado de Panamá. El
temor del Gobierno central era que el tránsito interoceánico se viera trastocado por tumultos
o motines, asimismo le preocupaba que por alguno de estos posibles acontecimientos se
vieran amenazadas la vida o propiedades de extranjeros residentes o en tránsito en Panamá,
tal como había sido denunciado por el Comisario regio español en mayo de 1864.746 Los
movimientos revolucionarios en Magdalena y Panamá fueron ahogados por tropas oficiales,
sin que trascendieran ni amenazaran el orden de la Federación.747
Además de los levantamientos en el norte del país, también se presentaron revueltas en el
occidente colombiano, sobre todo en Cauca y Antioquia. Antioquia era el Estado más
conservador de la unión colombiana y su Presidente era acusado de negociar con el
Presidente ecuatoriano García Moreno un movimiento conjunto contra Cauca, para lo que el
ecuatoriano habría enviado fusiles y pólvora.748 Aunque estas negociaciones no se
esclarecieron, en octubre de 1865, tras la elección de Mosquera de nuevo como Presidente el
general José María Córdova inició un levantamiento en el Estado de Cauca, apoyado por el
Presidente antioqueño.749 Al mismo tiempo que Córdova se sublevaba en Cauca, Antioquia
743 El Conservador (Bogotá), 8 de noviembre de 1865, No 113. 744 El Tiempo (Bogotá), 1 de noviembre de 1865, No 411. 745 Con respecto a la revolución en Panamá ver Diario Oficial (Bogotá), 12 de abril de 1865, Año 2, No 298 y
18 de abril de 1865, Año 2, No 303; Sobre los movimientos revolucionarios en Magdalena ver Diario Oficial
(Bogotá), 13 de agosto de 1865, año 2, No 404. 746 Diario Oficial (Bogotá), 16 de abril de 1865, año 2, No 302. 747 Diario Oficial (Bogotá), 13 de agosto de 1865, año2, No 404. 748 El Tiempo (Bogotá), 19 de abril de 1864, No 383. 749 Diario Oficial (Bogotá), 10 de octubre de 1865, año 2, No 453.
238
y Pasto se levantaban también contra el Gobierno central.750 El presidente, Murillo Toro, se
mostró enérgico contra los conservadores, aumentó las tropas del ejército oficial y enfrentó l
Córdova, alcanzado la victoria el 5 de noviembre.751 Con la victoria del ejército central sobre
los revolucionarios, el orden constitucional se generalizó en todo el país, garantizando, entre
otras cosas, la posesión del electo Presidente Mosquera y el tránsito de un gobierno a otro.
Mosquera, que estaba en Londres, como Ministro Plenipotenciario colombiano allí, luego de
conocer la noticia de su triunfo se embarcó hacia Colombia para asumir la primera
Magistratura.
Por último, en el Ecuador también hubo un cambio de Gobierno. El periodo Constitucional
de García Moreno acaba en 1865 y meses antes de que expirara su período el Presidente
saliente se preocupó por buscar un sucesor que respondiera a su orientación política. En
principio, propuso la candidatura de José María Camaño, terrateniente y comerciante
guayaquileño. García Moreno realizó campaña electoral a favor de él, pero cambió de opinión
cuando Caamaño, junto con otros notables, suscribió una protesta contra la violenta clausura
del Club Republicano, organismo político de los liberales de Quito, que respaldaban la
candidatura de Manuel Gómez de la Torre. Ante esta situación, García Moreno resolvió
promover la postulación de Jerónimo Carrión, electo como Presidente en septiembre de
1865.752
Carrión no resultó ser quien obedeciera fielmente los proyectos e ideas garcianas. El nuevo
Presidente ecuatoriano prefirió gobernar sin violar la Constitución y respetando las
instituciones y garantías. Varios periódicos, especialmente liberales, reiniciaron su tiraje y
los escritos de los ideólogos de la oposición circularon libremente. En contraste con su
antecesor, Carrión mostró un mayor interés por los asuntos internacionales, sobre todo por
los acontecidos en el Pacífico sudamericano, donde la escuadra española aún seguía
mostrándose como una amenaza para la independencia y soberanía en la región. 753
750 El Tiempo (Bogotá), 11 de octubre de 1865, No 408. 751 Diario Oficial (Bogotá), 7 de noviembre de 1865, año 2, No 477. 752 El Nacional (Quito), 20 de septiembre de 1865, No 194. 753 Enrique Ayala. “Gabriel García Moreno y la gestación del Estado Nacional en Ecuador”, Crítica & Utopía,
No. 5 septiembre de 1981, 6.
239
Mientras que la política interna de la mayoría de los países del Pacífico sudamericano se
reacomodaba y volvía a un estado similar al de antes de la toma de las islas de Chincha, la
política española en esta parte del mundo generaba una nueva controversia internacional. En
mayo de 1865, la diplomacia española volteó su mirada hacia Chile, sobre todo sobre las
manifestaciones del pueblo de Santiago en mayo de 1864, cuando se supo del atentado de las
islas de Chincha; sobre el lenguaje usado por cierta parte de la prensa nacional al referirse a
España; y, por último, sobre el decreto de 27 de septiembre de ese año, por el cual se declaró
el carbón como artículo de contrabando de guerra.754 El Encargado de Negocios español en
Chile, Salvador Tavira, entonces, redactó una nota en la que pidió explicaciones sobre dichos
hechos, los cuales “iban en contra del Tratado [de paz y amistad] celebrado entre España y
Chile (1841) y del Derecho de Gentes.”755
La respuesta del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, buscó dar
explicaciones a los hechos a los que hacía referencia el diplomático español. Con respecto a
los sucesos del primero de mayo, en que una reunión de gente pasó en frente de la casa de la
Legación española, dice Covarrubias que hubo gritos contra España provocados por la
excitación de los sucesos de Chincha, pero la muchedumbre fue removida por la Guardia. El
Ministro excusaba ese comportamiento del pueblo de Santiago en la dificultad de controlar
las multitudes y lo volátiles que eran, más teniendo en cuenta la manera en que se habían
desarrollado los sucesos de Chincha:
Es necesario que el Gobierno de S.M. Católica se persuada de que el modo anómalo empleado
para la ocupación de las islas de Chincha por los agentes de España, y los extraños principios
proclamados al efecto, fueron la causa de todo lo ocurrido. En esos procedimientos, en las
impresiones que en el país produjeron, y en las conjeturas a que dieron lugar, debe buscar
US. la explicación de todos los acontecimientos.756
754 Sobre las manifestaciones contra la toma de las islas de Chincha por parte del pueblo santiaguino y la
declaratoria del carbón como artículo de contrabando de guerra, ver Capítulo 4, sobre todo el apartado 4.3.1 755 El Araucano (Santiago), 22 de mayo de 1865, No 2821. 756 Del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, al Ministro Plenipotenciario español en
Chile, Salvador Tavira, 16 de mayo de 1865, en El Araucano (Santiago), 22 de mayo de 1866, No 2821
240
En cuanto a la prensa, Covarrubias dejaba claro que la “prensa periódica se halla colocada
fuera del alcance de toda influencia oficial y goza de una libertad muy amplia para emitir sus
opiniones.” La libertad de prensa, entonces, impedía al Gobierno chileno entrar a juzgar las
palabras impresas, por lo que recomendaba al Ministro que, en caso de tener reparos con
algún periódico, utilice la misma prensa para aclarar las diferencias y pedir satisfacciones.
Por último, el Ministro se refirió a la ley que declaraba el carbón como contrabando de guerra.
Covarrubias argumentaba que, según las prácticas de las principales potencias marítimas y
en las doctrinas de los publicistas que se habían dedicado a la redacción del derecho público,
cada país cuenta con la soberanía para tomar la decisión que considerara más equitativa y
justa, por lo que esa decisión no incurre en una violación al Derecho de Gentes o al Tratado
de amistad entre España y Chile. La respuesta oficial del Gobierno chileno satisfizo a Tavira,
quien informó al Ministro de Relaciones Exteriores chileno que enviaría la respuesta recibida
a su país, para informar de ello a su Gobierno.757
El Gobierno y el pueblo chileno eran optimistas sobre la aceptación del Gabinete español de
las explicaciones dadas por medio de Tavira. Según El Mercurio, dichas explicaciones eran
amistosas, claras y explícitas por lo que, seguramente, ellas borrarían cualquier sombra de
ofensa y serían muestra “de la buena fe, la pureza, la rectitud, la imparcialidad y la justicia
de que han estado revestidos los actos políticos de nuestro gobierno en la pasada crisis
internacional.”758 Esta consideración permitió al Gobierno chileno continuar con sus
negocios internos y externos.
Las principales preocupaciones del Gobierno chileno eran la financiación del Estado y la
reforma a la Constitución, que había permanecido intacta desde el periodo portaliano. En
cuanto a la financiación del Estado y sus proyectos, el Gobierno chileno esperaba que la
explotación guanera se convirtiera en el motor para atacar los apuros financieros y que diera
un empuje a los recursos, industria y crédito que eran necesarios para recuperar el crecimiento
757 Para ver el intercambio entre Salvador Tavira, Encargado de Negocios español en Chile, con Álvaro
Covarrubias, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, entre el 13 y el 20 de mayo de 1865 ver El Araucano
(Santiago), 22 de mayo de 1865, No 2821. 758 El Mercurio (Valparaíso), 24 de mayo de 1865, No 11365.
241
económico que había mantenido el país hasta 1860. En la discusión sobre las guaneras no
figuraba el diferendo territorial con Bolivia.759 Por otra parte, el Congreso chileno, reunido
en junio de 1865, se convirtió en Constituyente. En general había un acuerdo en las Cámaras
sobre la pertinencia de la modificación Constitucional; el argumento que esgrimían era que
al cambiar las sociedades las reglas deben cambiar. Entonces, el 12 de junio comenzaron los
debates sobre los artículos que debían ser objeto de modificaciones. Las discusiones fueron
tranquilas hasta llegar al artículo quinto. Este artículo decía: “La religión de la República de
Chile es la católica, apostólica y romana, con exclusión del ejercicio público de cualquiera
otra.” Las principales posiciones encontradas eran tres, una que buscaba mantener intacto el
artículo en pro de cuidar la moral chilena de otros cultos que pueden ir en detrimento del
catolicismo. Otra posición era la de modificar el artículo, explicitando que significa el
“ejercicio público” de otro culto; esta posición se apoyaba en que la inmigración extranjera,
sobre todo en los puertos, había llevado nuevas costumbres y se habían establecido edificios
para cultos diferentes al católico. Por último, otra posición proponía la supresión de dicho
artículo y establecer la libertad de culto en Chile; el principal argumento de esta posición era
que la Constitución debería suprimir cualquier privilegio de la iglesia respecto del Estado.760
Las discusiones sobre la pertinencia de modificar, mantener o suprimir este artículo se
extendieron hasta septiembre de ese año.
Las discusiones sobre la reforma constitucional se detuvieron en septiembre de 1865, no
porque hubiese un acuerdo en el Congreso sobre el artículo quinto, sino por la respuesta
llegada de España sobre las explicaciones dadas a Salvador Tavira en mayo de ese año. En
España no tomaron bien las explicaciones chilenas. En el periódico La Época de Madrid
argumentaban que Chile, al ser una República democrática, “la acción individual es muy
libre y poderosa y la responsabilidad del gobierno en las relaciones internacionales mucho
menor que en los estados monárquicos y centralizados,” pero esto no era excusa para no dar
justas explicaciones a las “justas” reclamaciones españolas.761 El Ministro español Bermúdez
759 El Mercurio (Valparaíso), 31 de mayo de 1865, No 11363. 760 Sesiones extraordinarias de la Cámara de Diputados celebradas para tratar del proyecto de ley sobre
reforma constitucional, 12 de junio de 1865, El Araucano (Santiago), 19 de junio de 1865, No 2834. 761 La nota de La Época (Madrid) del 21 de julio de 1865 fue reproducida por El Mercurio (Valparaíso), 12 de
septiembre de 1865, No 14451.
242
Castro envió una nota al Almirante Pareja con su nombramiento como Ministro
Plenipotenciario en Chile, relevando de su cargo a Tavira y con instrucciones para pedir
nuevamente explicaciones al gobierno chileno sobre su actuación durante el conflicto
hispano-peruano. En caso de no recibir respuesta satisfactoria, decían las instrucciones que
estaba autorizado para bloquear los puertos chilenos, hasta que fueran dadas las explicaciones
solicitadas.762
El nombramiento de Pareja como Ministro Plenipotenciario en Chile implicaba que la flota,
apostada en el Callao, debía dirigirse hacia allí. Los marinos españoles celebraron el anuncio
de su viaje a Valparaíso, uno de ellos, a bordo de la Covadonga decía
Las fragatas de nuestra escuadra Villa de Madrid con el general [Pareja] a su bordo.
Resolución, Berenguela y Blanca y la Corbeta Vencedora salieron el día 7 de septiembre para
los puertos de Chile, según creo, a festejar con los chilenos el día de la independencia de la
República de la Estrella, la que es muy posible que se estrelle en esta ocasión. En interés de
su salud, le deseamos que a costa de un catarro (pues tendrá que quitarse el sombrero para
saludar) se libre de padecer alguna indigestión cañónica. Amén.763
El marino español recurría a la sátira para explicar lo que pensaba él le iría a ocurrir a la
República de la Estrella (referencia a la bandera chilena). Irónicamente anunciaba que las
naves españolas irían a aguar la conmemoración de la independencia de ese país, el 18 de
septiembre. En cuanto a la expresión “tendrá que quitarse el sombrero para saludar”, hacía
alusión a que tendría que cumplir las exigencias españolas, entre las que se encontraría el
saludo con salvas al pabellón español y, concluía sugiriendo, que, si se negaba a esas
satisfacciones, los españoles recurrirían a la diplomacia de las cañoneras contra los puertos
chilenos. Estas palabras del marino español reflejaban, de alguna manera, el ánimo que
reinaba contra Chile en la escuadra.
Pareja arribó a Valparaíso, tras un viaje de diez días desde Lima, justo un día antes de las
festividades de independencia chilena. El Almirante español envió una nota al Ministro de
762 Miguel Luis Amunátegui. El Diario de la Covadonga. (Santiago: Editado por Guillermo Miranda, 1902), 40 763 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 41.
243
Relaciones Exteriores chileno en la que informaba que fue autorizado por su gobierno para
tratar las ofensas inferidas a España ya que los desagravios, aprobados por Tavira, no
satisficieron las exigencias su Gobierno. Pareja exigió, entonces, que se dieran las
explicaciones satisfactorias y que se hiciera un saludo de 21 cañonazos al pabellón español,
dentro de un plazo máximo de cuatro días. En caso contrario, se declararán rotas las
relaciones entre España y Chile. “Y si llegase el caso de que el infrascrito hubiese de hacer
uso de las fuerzas de su mando, en lo cual tendrá un gravísimo sentimiento, entonces se
considerará en el deber de exigir una indemnización de los prejuicios experimentados por la
Escuadra española en consecuencia de las disposiciones del Gobierno de Chile.” El Ministro
esperó hasta el último día del ultimátum para responder a Pareja. Covarrubias se mostró
sorprendido de que el gobierno español no hubiese aprobado las explicaciones dadas a Tavira
y respondió a la solicitud de Pareja con los mismos argumentos que ya había dado al
destituido diplomático español en Chile.764
Pareja no aprobó las explicaciones del Ministro chileno y extendió dos días más el ultimátum,
antes de utilizar la fuerza de la Escuadra contra los puertos chilenos. Covarrubias no se
intimidó ante la amenaza. Un día antes de expirar el plazo dado por Pareja, el Ministro
respondió que no haría más por intentar satisfacer las peticiones españolas y
queda, pues, el señor Pareja en aptitud de consumar mañana los actos de fuerza que tenga en
mira, y de dar así el triste espectáculo de un atentado internacional que la conciencia de los
pueblos civilizados sabrá calificar y vituperar severamente, y cuyos amargos frutos no tardará
en recoger su propio país.765
Justo el día que se cumplía el ultimátum de Pareja, el 25 de septiembre de 1865, el Congreso
chileno autorizó al Presidente para que rechazara las hostilidades de la escuadra española por
todos los medios que permite el Derecho de Gentes, y para que en consecuencia declare la
guerra al Gobierno de España.766
764 El intercambio entre el Almirante Pareja y el Ministro Covarrubias del 17 y 21 de septiembre de 1865 es
reproducido por El Araucano (Santiago), 23 de septiembre de 1865, No 2879. 765 De Álvaro Covarrubias, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, al Almirante José Manuel Pareja en El
Araucano (Santiago), 25 de septiembre de 1865, No 2880. 766 Proyecto de ley de 24 de septiembre de 1865, El Araucano (Santiago), 25 de septiembre de 1865, No 2880.
244
El Almirante, tras conocer la respuesta de Covarrubias y la declaratoria de guerra a España,
se dispuso a cumplir las órdenes de su Gobierno. Pareja envió una circular a los cónsules
presentes en Valparaíso, informando que, en vista de la “obstinación” del Gobierno chileno
de dar las debidas satisfacciones a España, declaraba rotas las relaciones diplomáticas con
Chile y en estado de bloqueo sus puertos. El Almirante advirtió a los cónsules que todas las
embarcaciones extranjeras tendrían diez días para abandonar las costas chilenas, antes de que
se hiciera efectivo el bloqueo.767 Pasado ese plazo, el Almirante Pareja envió a los
comandantes de los buques que componían la escuadra las instrucciones que debían seguir
durante el bloqueo y hostilizar a Chile. Pareja indicaba que cada uno de ellos quedaba
autorizado, por un lado, para apresar naves chilenas, fueran de guerra o no, y apoderarse de
su carga; y, por otro lado, a apresar carga de contrabando de guerra, así fuera hallada en
buques con bandera neutral.768 Con esta comunicación daba inicio la segunda parte de la
crisis del Pacífico.
En general, en la sociedad chilena había un fuerte sentimiento en contra de España y a favor
de la declaración de guerra a su escuadra en el Pacífico. Algunos sectores de la sociedad
chilena pensaban que su país no le debía nada a España.769 Además, esta era la oportunidad
de mostrar a la antigua metrópoli que eran capaces de mantenerse en su puesto entre los
pueblos civilizados y hacerse respetar de los que intentaran degradarlo de ese rango.770 Por
su parte, los habitantes de Valparaíso no temían de un bombardeo de la Escuadra española.
En la ciudad la idea generalizada era que aquello no sucedería en vista de la presencia de
agentes y comerciantes de todo el mundo –sobre todo británicos y estadounidenses. La sola
idea que el Almirante español fuera a dañar las propiedades de comerciantes extranjeros les
767 Circular del Almirante Pareja a los cónsules extranjeros. Instrucciones sobre el bloqueo, dadas a los jefes
de sus buques, El Mercurio (Valparaíso), 24 de septiembre de 1865. 768 Instrucciones que el Comandante general de la escuadra da para su estricta observancia a los comandantes
de los buques que la componen, 10 de octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico
(1863-1867), Vol. III. (Madrid, Museo naval, 1994), 118-123. 769 El Ferrocarril (Santiago), 7 de octubre de 1865, No 3049; El Mercurio (Valparaíso), 10 de octubre de 1865,
No 11472. 770 El Mercurio (Valparaíso), 19 de octubre de 1865, No 11480.
245
parecía inverosímil.771 Por esta misma razón el Gobierno chileno se confió de la seguridad
de su puerto más importante y obvió su fortificación.772
Para llevar a cabo el bloqueo, la escuadra debía abastecerse de grandes cantidades de
combustible y víveres. El Comandante de la fragata Numancia, Casto Méndez Núñez, que se
había quedado en el Callao, donde aún gobernaba Pezet, se encargó de mantener en el
almacén carbón y víveres suficientes para que el bloqueo a los puertos chilenos no se
interrumpiera. Méndez Núñez se apoyaba en las buenas relaciones que existían entre Perú y
España, luego de la firma del tratado Vivanco-Pareja, para hacer negocios con los
comerciantes peruanos en el Callao. Las buenas relaciones entre ambos países motivaron al
Ministro de Relaciones Exteriores peruano a enviar una nota al cónsul de su país en
Valparaíso. La instrucción era guardar estricta neutralidad en el conflicto chileno-español,
esto en vista que la relación con ambas partes era de “buena armonía” y amistad.773 El
comandante español en el Callao temía por la pronta caída del Gobierno Pezet y que el nuevo
los privara de los recursos de aquella plaza.774 Los temores de Méndez Núñez iban más allá
de mantener llenos los almacenes y abastecidas las naves, el comandante suponía que en caso
de haber un cambio político, el nuevo Gobierno revolucionario se uniría a Chile para
hostilizar la escuadra española.775
El 6 de noviembre de 1865, las tropas revolucionarias de Pardo y Diez Canseco entraron a
Lima y se hicieron del poder. Con el cambio de Gobierno, las relaciones entre el Perú y
España se suspendieron. Méndez Núñez se encargó de hacer zarpar la mayor cantidad de
embarcaciones fuera del Callao para evitar altercados como los de febrero de ese año.776 El
771 Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 60. 772 El Ferrocarril (Santiago), 30 de marzo de 1866, No 3195. 773 De Federico Emilio Condello, Cónsul peruano en Valparaíso, a José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones
Exteriores peruano, 18 de noviembre de 1865, peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra
de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1009. 774 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 10 de
octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 123-1124. 775 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, a Juan Zabala de la Puente, Ministro de
Marina español, 11 de octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 124-125. 776 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 8 de
noviembre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 141.
246
Comandante de la Numancia, antes de partir para aguas chilenas, se encargó de negociar
víveres y combustibles suficientes para tres meses en Panamá.777 Las acciones del militar
español alcanzaron para sacar buena parte de los bienes que había almacenados en el Callao,
antes que el nuevo ministro de Guerra y Marina peruano, José Balta, emitiera una orden de
impedir el embarque de buques españoles.778 Además de estas medidas, el nuevo Gobierno
peruano ordenó a su Ministro en España, Valle Riestra, que buscara un motivo “más o menos
fundado” para retirarse de esa Corte, sin mencionar nada sobre el cambio de política del
Perú.779 El Ministro peruano en España advirtió de lo poco beneficioso que podría ser
retirarse sin anunciar algo a la Corte.780 Al fin Valle Riestra se retiró sin llegar a un acuerdo
sobre el tratado de amistad y la liquidación de la deuda de su país con España. Estos dos
actos fueron más que suficientes para el rompimiento de las relaciones entre España y el
Perú.
Mientras las relaciones entre España y el Perú se rompían, en Chile la escuadra de ese país
había tenido una importante victoria sobre la española, la que tuvo repercusiones en el
desarrollo del conflicto entre ambas partes. El 26 de noviembre, en el puerto de Papudo, al
norte de Chile, la Esmeralda tomó como presa a la Covadonga.781 Las acciones del Almirante
chileno, José Williams Rebolledo, fueron celebradas en Chile y significó un importante
impulso para el ánimo de los políticos, soldados, marinos y para el pueblo en general en la
777 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 13 de
noviembre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 145. 778 De José Balta, Ministro de Guerra y Marina peruano, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores
peruano, 22 de noviembre de 1865, peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 770. 779 De José María la Puente, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Valle Riestra, Ministro
Plenipotenciario del Perú en España, 13 de noviembre de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 635. 780 De Domingo Valle Riestra, Ministro Plenipotenciario del Perú en España, a Toribio Pacheco, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 27 de diciembre de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 625. 781 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 50-51; Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 69-73
247
guerra marítima contra la escuadra española.782 Por su parte, cuando el Almirante Pareja
conoció la noticia de la toma de la Covadonga se suicidó. Esta pérdida fue un golpe
emocional para los marinos y oficiales españoles en el Pacífico que quedaron bajo el mando
de Casto Méndez Núñez.783
5.3 “Aliarse es completarse”. Alianza del Pacífico sudamericano contra España. La
unión militar como respuesta a la crisis
“Aliarse es completarse” era la arenga de una editorial del diario santiaguino El Ferrocarril
en diciembre de 1865. Ese era un llamado a que los Gobiernos americanos se aliaran durante
la guerra que Chile libraba con España, ya que no lo hicieron durante la paz, es decir que
hicieran la alianza por la victoria ya que “nada es imposible para la América aliada; pero todo
es difícil para la América dispersa.”784 La victoria de la revolución de Prado en el Perú y los
demás cambios políticos experimentados en la política de los países del Pacífico
sudamericano permitieron conjurar una acción conjunta contra la escuadra española en la
segunda parte de la crisis del Pacífico sudamericano. El hecho clave fue el ascenso de Pardo
como dictador peruano. Finalizando noviembre, tras ese cambio en el poder en el Perú, la
diplomacia chilena se apresuró a enviar un Ministro Plenipotenciario a Lima para ajustar un
tratado de alianza entre ambos países. Luego de la firma de un tratado de esa característica
los Gobiernos de Bolivia, Ecuador y Colombia fueron invitados a adherirse a él. La alianza
entre los países del Pacífico sudamericano contra España se hizo realidad, con alguna
excepción. Aunque muchos hubieran querido que el tratado de alianza se hubiese mantenido
tras la guerra, la naturaleza misma de él lo hacía transitorio y finito.
782 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,
Ministro de Marina español, 1 de enero de 1866, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 165-
167; El Mercurio (Valparaíso), 28 de noviembre de 1865, No 11514; El Ferrocarril (Santiago), 28 de
noviembre de 1865, No 3093. 783 Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 73-74. 784 El Ferrocarril (Santiago), 7 de diciembre de 1865, No 3201.
248
La guerra hispano-sudamericana ha recibido escasa atención de la historiografía, y los
trabajos al respecto resaltan el ánimo de España por atentar contra la soberanía y la
independencia del Perú, por la toma de las islas de Chincha, y de Chile, por la declaratoria
de guerra.785 Dentro de una historiografía más reciente, Rafael Sagredo propone que España
buscaba reclamar una posición dentro del continente americano, a la que se creía acreedora
por su pasado imperial.786 En definitiva, dentro del marco de la política de prestigio español,
esa corona quería entrar a la lucha por el balance de poder en la región, pero no pretendía
anexiones o nuevas conquistas.
Aunque la idea que la flota española atentaba contra la independencia o el republicanismo
americano estaba generalizada, las acciones de la flota en el Pacífico, como el bloqueo a los
puertos comerciales chilenos, estaban más relacionadas con la diplomacia de las cañoneras –
medio utilizado por las potencias marítimas contra países débiles para buscar satisfacciones.
La flota española no contaba con fuerza de desembarco y estaba demasiado lejos de una base
naval que pudiese proveerle armamento, pólvora o enviar refuerzos. La idea de que España
quisiera acabar con el republicanismo americano se extendió principalmente por que los
políticos y la opinión pública de la región ligaban las acciones de la flota español con la
reanexión de esa corona de Santo Domingo y la invasión francesa a México.
5.3.1 Conformando la alianza: la diplomacia y opinión pública coordinadas
Los movimientos españoles para reclamar alguna posición de preponderancia en América
reavivaron el americanismo en la región, materializado en un primer momento en el
Congreso americano y luego, cuando las circunstancias cambiaron en una alianza defensiva
y ofensiva. Los tratados de alianza tienen una naturaleza diferente a los de confederación,
como el firmado en el Congreso americano de 1865. En principio, los tratados de alianza son
motivados por el inicio de hostilidades entre dos Estados, lo cual da derecho a los demás a
785 Ver, por ejemplo, Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866. Lima:
Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-1866:
el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos, 1977);
Delgado, Estampas y Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso. 786 Sagredo, “Guerra y honor”, 316-317.
249
adoptar medidas necesarias para prevenir la pérdida del equilibrio político. Las alianzas
pueden ser defensivas u ofensivas, mediante las cuales se busca mantener el balance de poder
y repeler ataques de fuera. Contrario a los tratados de confederación, las partes contratantes
no crean instituciones comunes y permanentes, ni ceden su soberanía ante ellas, como sería
el caso con el establecimiento de un Congreso americano de Plenipotenciarios. Los tratados
de alianza, entonces, fijan los medios en la que las partes contribuirían para cumplir los
objetivos establecidos en ellos. Por último, las alianzas son de carácter transitorio, los
tratados de alianza terminan con la guerra que motivó la firma de este tipo de tratado.787
Ninguno de los tratados firmados en el Congreso americano, entre ellos el tratado de
confederación, había sido ratificado por las partes firmantes y la guerra entre España y Chile
requería de acción política para promover una alianza entre los países del Pacífico
sudamericano. La victoria de la revolución del 28 de febrero en el Perú llenó de esperanzas
a los chilenos, sobre una alianza continental contra la escuadra española.788 El Gobierno
chileno, movido por esa misma idea, y tras el cambio de Gobierno en el Perú envió a
Domingo Santa María como Ministro Plenipotenciario, con la tarea de firmar un tratado de
alianza entre ambos Gobiernos.789 Las negociaciones fueron prontas y el 5 de diciembre de
1865 las dos Repúblicas establecieron una alianza defensiva y ofensiva contra España.
Ambas partes declararon que se aliaban contra España que “atentaba contra la independencia,
la soberanía o las instituciones democráticas de ambas Repúblicas o de cualquiera otra del
Continente Sudamericano.” Para enfrentar la escuadra española, ambas partes ponían a
disposición todas las fuerzas navales que poseían y, además, se comprometían a invitar a
todas las Repúblicas del Pacífico sudamericano para que se adhirieran a la alianza.790
787 A.G. Heffter. Derecho internacional público de Europa. Traducido por G. Lizarraga. (Madrid: Librería de
Victoriano Suárez, 1875), 116, 206-210; Andrés Bello. Principios del Derecho de Gentes. (Lima: Casa de la
Calleja, Ojea y Compañía, 1844), 131, 337-340. 788 El Mercurio (Valparaíso), 28 de noviembre de 1865, No 11514; El Mercurio (Valparaíso), 8 de diciembre
de 1865, No 11523; El Ferrocarril (Santiago), 29 de noviembre de 1865, No 2094. 789 Carta Credencial del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en el Perú, 2 de diciembre
de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible
en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 863. 790 Tratado de alianza ofensiva y defensiva entre las Repúblicas de Chile y Perú, 5 de diciembre de 1865, El
Araucano (Santiago), 1 de febrero de 1865.
250
Este tratado de alianza fue el inicio para establecer la unión de las Repúblicas del Pacífico
sudamericano. El americanismo recibió un nuevo empujón tras la declaratoria de guerra entre
Chile y España, suceso inédito desde el fin del periodo independentista. Ese sentimiento hizo
que las controversias internacionales se postergaran para hacer frente a la amenaza común.
El americanismo, en sus dos componentes, el identitario y la solidaridad se modificaron. Por
una parte, la identidad republicana americana, se fortaleció alrededor de un discurso anti-
hispánico. Por otro lado, la solidaridad se concretó a partir de la unión, esta vez militar, frente
a la amenaza que suponía la corona española a la independencia, soberanía y el
republicanismo americano. Si bien ninguno de estos elementos estuvo realmente amenazado
en el Pacífico sudamericano, los antecedentes de Santo Domingo y México hacían que los
políticos y la opinión pública de la región lo vieran de esa manera.
La firma del tratado de alianza fue celebrada en Chile. Por ejemplo, el diario liberal El
Mercurio de Valparaíso celebraba la iniciativa de promover la alianza del Pacífico:
Esta alianza, que descansa en la defensa de los intereses más caros para los pueblos
americanos, que tiene en mira asegurarles una suerte y un porvenir comunes, y que les
permitirá recoger unidos glorias y triunfos en la guerra, dará más abundantes y ricos frutos
en la paz, puesto que tiende a hacer práctica y verdadera esta célebre doctrina: La América
para los americanos.791
Además de celebrar el tratado entre el Perú y Chile, El Mercurio sugería que, ante el repliegue
de los Estados Unidos en sus asuntos internos, esa alianza debía poner en práctica los
principios de la Doctrina Monroe, defraudados tras el inicio de la Guerra Civil
estadounidense.
El tratado de alianza, luego de su firma, fue ratificado por los Gobiernos chileno y peruano,
y el 12 de enero de 1866. Desde ese mismo día el Ministerio de Relaciones Exteriores
peruano envió notas a sus diplomáticos en Colombia, Ecuador y Bolivia para que buscaran
la manera de extender a esos Gobiernos la invitación para adherirse a la alianza peruano-
791 El Mercurio (Valparaíso), 28 de enero de 1865, No 11568.
251
chilena contra España.792 Chile hizo lo propio y envió un representante a Bolivia para
convencer al Gobierno de Melgarejo de que se adhiriera a la alianza.793 Los cambios de
Gobiernos en esos países, justo antes de la firma de la alianza, jugaron un rol importante en
el delineamiento de la política internacional, con respecto a la región.
En Ecuador, el recién conformado Gobierno de Carrión recibió al Ministro Plenipotenciario
peruano, José Luis Quiñones, con quien entró en discusiones sobre la adhesión de su
Gobierno en la alianza peruano-chilena.794 El principal argumento que esgrimía el enviado
del Perú para la adhesión de todas las Repúblicas del Pacífico sudamericana era que España
estaba atacando la independencia, la soberanía y las instituciones democráticas arraigadas en
el continente.795 Estos argumentos, además de la nota del Ministro peruano Pacheco, fueron
bien recibidos por el Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Manuel Bustamante,
quien entendió que la causa de Chile y el Perú eran la causa de América, por lo que pensaba
que era menester promover la unión en defensa de la seguridad de las Repúblicas amigas.796
El Gobierno ecuatoriano era partidario de hacer parte de la alianza del Pacífico sudamericano,
aunque no contaba con los medios materiales para hacer la guerra. Quiñones, entonces,
ofreció algunas subvenciones, con lo que se ajustó la entrada del Ecuador a la alianza.797 La
entrada a ella fue celebrada por el Plenipotenciario peruano, quien le recomendó a
792 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Manuel Luque, Ministro Plenipotenciario del Perú
en los Estados Unidos de Colombia, 12 de enero de 1866, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las
Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1123; de Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro
Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866, Documento No 1124; de Toribio Pacheco, Ministro
de Relaciones Exteriores, al Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia, 19 de enero de 1866, Documento
No 1125. 793 La Época (La Paz), 18 de marzo de 1866 No 2717. 794 Recepción del Ministro Plenipotenciario del Perú, José Luis Quiñones, por el Presidente peruano, Jerónimo
Carrión. 26 de enero de 1866, El Nacional (Quito), 28 de enero de 1866, No 214. 795 El Nacional (Quito), 10 de febrero de 1866, No 216. 796 De Manuel Bustamante, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Toribio Pacheco, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 7 de febrero de 1866, El Nacional (Quito), 10 de febrero de 1866, No 216. 797 De José Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Toribio Pacheco, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 15 de febrero de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra
de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1123;De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro
Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866, Documento No 1210.
252
Bustamante aumentar el ejército, al menos a cuatro mil hombres; resguardar los ríos y
puertos; e impedir que la Escuadra, que bloqueaba los puertos de Chile, se proporcione en
los del Ecuador agua, víveres, carbón de piedra y cuanto necesite para sostenerse. Para llevar
a cabo sus compromisos, el Gobierno peruano facilitaría al ecuatoriano, por medio de
subvención, artículos de guerra y dinero, que serían devueltos inmediatamente cesara la
necesidad.798
La posición del Gobierno de Carrión, respecto a la unidad americana, contrasta con la del
Gobierno garciano al respecto. Pese a que García Moreno envió un Plenipotenciario al
Congreso americano de 1864, no lo hizo basado en sentimientos americanistas. Vicente
Piedrahita fue a Lima con el interés por promover la discusión del conflicto limítrofe de su
Gobierno con el del Perú y, además, con el propósito de atraer las opiniones de los asistentes
a favor del Ecuador y en contra del Perú.799 El Gobierno garciano privilegiaba los asuntos
internos sobre los externos y, además, buscó sacar ventaja en el escenario regional mediante
su participación en el Congreso americano. Con respecto al Gobierno de Carrión no se puede
decir que no haya priorizado los intereses internos, pero entendía la importancia de adherirse
a la alianza para afrontar lo que los Gobiernos del Pacífico veían como una amenaza. Carrión
y el Ministro Bustamante expresaron que ellos entendían que las acciones de la escuadra
española en el Pacífico eran una amenaza contra la independencia, soberanía y las
instituciones democráticas en Sudamérica. Carrión comprendió que lo que ocurría en Chile
798 De José Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Manuel Bustamante, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 21 de febrero de 1866, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del
Ecuador (AMREE), Carpeta B.36.2, Comunicaciones recibidas de la Legación del Perú en Ecuador II, SF. Los
elementos de guerra y el dinero prometidos fueron enviados el 13 de marzo de 1866. En total fueron 1,000
rifles, cuatro cañones y 50,000 soles, De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a
Domingo Santamaría, Ministro Plenipotenciario de Chile en el Perú, 13 de marzo de 1866, (ADMREP),
Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a
s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1123 ;De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones
Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866,
Documento No 1206. 799 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de
Relaciones peruano, 9 de mayo de 1864, en AMREE, Carpeta A.22.3. Comunicaciones recibidas de la
cancillería del Perú III, ff 95-97; De García Moreno a Felipe Sarrade, 26 de noviembre de 1864, en Wilfrido
Loor. Cartas de García Moreno. 1862-1867. (Quito: Editorial ecuatoriana, 1966), 263.
253
podría ocurrir en las costas ecuatorianas. En el conflicto peruano-español, Ecuador también
se había declarado neutral y decretó el carbón como contrabando de guerra.800
En Bolivia, por otra parte, la victoria definitiva de Melgarejo trajo cierta estabilidad interna,
lo que hizo que ese Gobierno pudiera atender tanto los negocios internos como los
internacionales con más cuidado. El Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, Mariano
Donato Muñoz, ofreció toda la cooperación, de la que su país fuera capaz de brindar, “para
considerar común el conflicto internacional” y compartir las victorias o derrotas “que
igualmente fueron comunes en la gloriosa lucha de los quince años, coronada en los
inmortales campos de Ayacucho.”801 Este ofrecimiento de cooperación fue hecho pese a los
reparos que el Gobierno boliviano tenía sobre la política peruana y chilena. Por un lado, el
Gobierno peruano había perjudicado a Bolivia suspendiendo los proyectos de un ferrocarril
entre Puno (ciudad fronteriza entre ambos países) e Islay y el establecimiento de vapores en
el lago Titicaca; sin embargo, para los intereses bolivianos era más importante que el
conflicto en el Pacífico cesara pronto.802 Por otro lado, las diferencias limítrofes con Chile,
sobre la bahía de Mejillones, habían causado el rompimiento de relaciones entre ambos países
y una declaratoria de guerra que no se llevó a cabo. Estas circunstancias, aunque importantes,
fueron opacadas por la “causa americana” y la defensa de la seguridad e independencia de
las Repúblicas sudamericanas, por lo que el Gobierno boliviano se puso de su lado.803 El
americanismo y los recuerdos de las victorias patriotas en la época independentista fueron
factores decisivos para la adhesión boliviana a la alianza, confirmada el 10 de febrero de
1866 por el Ministro Muñoz.804 Como compromiso adquirido, el Perú envió a La Paz mil
800 Discurso de Jerónimo Carrión recibiendo al Ministro Plenipotenciario del Perú, 26 de enero de 1866, El
Nacional (Quito), 28 de enero de 1866, No 214. 801 De Mariano Donato Muñoz, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, al Ministro Plenipotenciario de
Bolivia en el Perú, 30 de enero de 1866, La Época (La Paz), 22 de febrero de 1866, No 2696. 802 La Época (La Paz), 17 de febrero de 1866, No 2692. 803 La Época (La Paz), 19 de febrero de 1866, No 2693. 804 De Mariano Donato Muñoz, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a Toribio Pacheco, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 10 de febrero de 1866, La Época (Quito), 8 de marzo de 1866, No 2708.
254
quinientos rifles y dos cañones rayados, en caso que hubiese un desembarco español en el
continente.805
El único diario que circulaba en ese momento era La Época de La Paz, que estaba alineado
con los intereses de Melgarejo. Ese periódico paceño celebraba la alianza del Pacífico y que
gracias a ella se hubieran reunido de nuevo las nacionalidades americanas que habían
permanecido dispersas luego de alcanzar su independencia.
Mas después de cuarenta años de independencia; después de mil peripecias por las q’ han
pasado los diferentes Estados soberanos, en que el Continente ha tenido que subdividirse;
después de cuestiones internacionales sangrientas y enojosas; después que cada nación ha
tomado un carácter distinto, ha contraído hábitos de vida más o menos especiales; después de
que se han creado, en mayor o menor escala, eso que se llama los intereses propios de un
pueblo, de una nación; después que hemos pasado por diversos y largos periodos de
separación más o menos absoluta, ya que no de guerra enconada; después de todos esos
fenómenos que donde quiera, en las familias, tribus o estados originan algo de egoísmo, de
individualidad… hallar todavía vivos y palpitantes los recuerdos, las ideas y los sentimientos
del pasado; encontrar un solo pensamiento, una sola voz, un solo eco desde el Istmo, y desde
más allá también del Istmo, hasta el cabo de Hornos; sentir que en todas partes late una misma
fibra, se respira un mismo aliento… eso no tiene explicación todavía en el idioma de la
diplomacia europea; eso no se podía ver sino en América, al lado de los fenómenos más
magníficos y sorprendentes de la naturaleza.806
Asimismo, La Época exponía que la alianza del Pacífico facilitaría el asentamiento del
republicanismo en la región:
la alianza de Chile, Perú, Bolivia y el Ecuador es la prenda de la paz sólida y duradera que
cimentamos para el porvenir. La cuádruple alianza es la base de la realización definitiva de
805 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Santamaría, Ministro
Plenipotenciario de Chile en el Perú, 13 de marzo de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la
Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a
s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1123. 806 La Época (La Paz), 2 de marzo de 1866, No 2703.
255
las instituciones democráticas que aún no se han planteado sólidamente en las repúblicas
nuevas.807
En ese sentido, unas de las consecuencias de la adhesión boliviana a la alianza peruano-
chilena fue la renovación de las relaciones entre Chile y Bolivia. Para que ellas se pudieran
restablecer, Melgarejo derogó el decreto del 5 de junio de 1863, por medio del cual Bolivia
le declaraba la guerra a Chile.808 El 11 de marzo de 1866, Juan Ramón Muñoz fue a Santiago
como Ministro Plenipotenciario boliviano y ratificó la adhesión de su país a la alianza
sudamericana.809 Por su parte el Gobierno chileno acreditó a Aniceto Vergara Albano, como
Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno boliviano, con el fin de entablar buenas relaciones
con ese gobierno. Como resultado de la gestión de Vergara, el Gobierno boliviano autorizó
a su Plenipotenciario a Santiago para firmar un tratado limítrofe. El Tratado de Medianería,
como fue conocido, estableció como límite entre Bolivia y Chile el paralelo 24° y, además,
ambas partes estipularon un co-dominio y la repartición de ganancias por explotación
guanera entre los paralelos 23° y 25°.810 Con este tratado se calmó, momentáneamente, el
diferendo limítrofe entre ambos países.
Ya estaba asegurada, entonces, la adhesión de Bolivia y Ecuador a la alianza para enfrentar
a la escuadra española. Si bien la capacidad marítima de estos nuevos miembros era débil y
su erario era frágil, sirvieron como apoyo moral a los Gobiernos chileno y peruano. Además,
esos Gobiernos cerraron sus puertos a las naves españolas, evitando que se pudieran abastecer
de víveres o carbón, precarizando la situación de la escuadra.811 Pese a que la situación de
guerra parecía tornarse halagüeña, a la alianza del Pacífico sudamericano le faltaba un
miembro por adherirse: los Estados Unidos de Colombia.
807 La Época (La Paz), 21 de marzo de 1866, No 2720. 808 Decreto Presidencial del 10 de febrero de 1866, La Época (La Paz), No 2704. 809 Ricardo Aranda (Comp.) Colección de los tratados convenciones y capitulaciones, armisticios y otros actos
diplomáticos y políticos celebrados desde la independencia hasta el día, Vol II. (Lima: Imprenta del Estado,
1890)323-325; El Araucano (Santiago), 22 de marzo de 1866, No 2933. 810 Jaime Eyzaguirre. Chile y Bolivia. Esquema de un proceso diplomático. (Santiago, Zig-Zag, 1963), 34;
Fellman Velarde, Historia de Bolivia, 172. 811 El Mercurio (Valparaíso), 11 de abril de 1866, No 11627.
256
Iniciando 1866, el peruano Manuel Luque viajó a Colombia como Encargado de Negocios
de su país con la tarea de persuadir al Gobierno colombiano de adherirse a la alianza peruano-
chilena. Luque llegó a Santa Marta, en la costa Caribe, donde se enteró que Tomás Cipriano
de Mosquera había sido elegido Presidente, y que pronto vendría de Londres, por lo que
decidió esperar allí. La espera se prolongaba y la misión de Luque revestía de premura por
lo que el diplomático peruano decidió emprender camino rumbo a Bogotá, finalizando enero
de ese año. A su llegada a la capital colombiana, Luque se reunió con el Ministro de
Relaciones Exteriores, Santiago Pérez, quien le advirtió que no entraría en negociaciones con
el Gobierno dictatorial de Pardo, y “menos reconocerlo en el ejercicio de la plenitud de la
soberanía del Perú, mientras que su Representación nacional no se reuniera.”812 Ante esa
inesperada recepción, a Luque no le quedó de otra que aguardar por la llegada de Mosquera,
de quien esperaba otra posición.
Ya en marzo de 1866, la posición frente al Gobierno de Pardo cambió, fue reconocido por
las autoridades colombianas, pero la posición del Gobierno saliente no se modificó. El
Ministro Pérez entendía de la importancia de la misión de Luque, sin embargo,
la situación interna del país, la nulidad de sus recursos marítimos, el estado deficiente de su
tesoro y el próximo término de su periodo constitucional, eran motivos, más que suficientes
para impedir, el que por ahora, los Estados Unidos de Colombia asumiesen otra actitud
distinta; pero sin que por ello se excusase su Gobierno de hacer los más fervientes votos y
manifestar todas sus simpatías en favor del Perú y que por el buen éxito de la contienda que
se le había lanzado.813
A Colombia llegaba información de la conformación de la alianza y el inicio de las
hostilidades contra la flota española. En Bogotá, El Tiempo enaltecía la conformación de una
alianza en el Pacífico:
812 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,
Ministro de Relaciones Exteriores peruano (AMREP), 17 de febrero de 1866, Archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores peruano Caja 162, Carpeta 1 ff 1-9. 813 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,
Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 3 de marzo de 1866, AMREP Caja 162, Carpeta 1 f 18.
257
Hoy comienza una nueva era para las repúblicas latinas. Ellas van a renovar la epopeya
inmortal de su gloriosa independencia. Ellas van a probar a su antigua metrópoli que son
dignas de la libertad conquistada, y que no han sido estériles para su engrandecimiento
cuarenta años de emancipación política. No tenemos ya, es verdad, los grandes caudillos que
nos condujeron a la victoria; pero Bolívar, Sucre, Flores, San Martin, O`Higgins, Lamar, y
tantos otros héroes de nuestra independencia nos miran desde el cielo con orgullo, como el
Inca Huaynacapae a las huestes republicanas en el canto de Junín, esta liada de nuestra guerra
magna. Ellos nos entusiasman y electrizan con su aliento y ellos vaticinan, como el inca
esclarecido, que sobre el cadáver de león ibero batirá en breve el cóndor de los Andes sus
triunfantes alas.814
Sin embargo, en el mismo artículo se comparaba la acción decidida del Gobierno ecuatoriano
para aliarse contra España, mientras que, en los Estados Unidos de Colombia, la misión del
Encargado de Negocios peruano no había logrado convencer al Gobierno colombiano de
adherirse al tratado de alianza del Pacífico. El articulista sentenciaba: “en espíritu americano
el presidente señor Carrión ha probado ser superior al presidente señor Murillo.”815 Pese a la
negativa del Gobierno de Murillo Toro, la noticia de cada triunfo de la alianza era celebrado
en Colombia, donde la opinión pública profesaba el sentimiento unionista, que no era
respaldado por el gobierno.816
Luque seguía esperando a Mosquera quien se demoraba en Europa por diversos motivos.
Entre estos motivos sobresale la negociación y compra del vapor Rayo con destino al Perú.
Ese Gobierno no podía comprar vapores a países neutrales, pero el Presidente electo hizo la
negociación, que no apareció como oficial del gobierno colombiano, sino como una
transacción privada de Mosquera, a pesar de haber intervenido en ella el Secretario de
Hacienda colombiano, Francisco Agudelo. Este no fue el único acto de americanismo del
viejo prócer colombiano. En 1866, por petición de su yerno, Pedro Alcántara Herrán,
814 El Tiempo (Bogotá), 14 de marzo de 1866, No 430. 815 El Tiempo (Bogotá), 14 de marzo de 1866, No 430. 816 Varios colombianos viajaron al Perú como voluntarios en la guerra contra España, entre ellos sobresale el
coronel José Cornelio Borda, que murió en el bombardeo al Callao. Eduardo Contreras Villamizar. Rasgos
biográficos de José Cornelio Borda Sarmiento: héroe colombiano sacrificado gloriosamente en el memorable
sitio del Callao el 2 de mayo de 1866. (Bogotá: Imprenta departamental, 1945).
258
Mosquera permitió que buques de guerra chilenos portaran el pabellón colombiano para
evitar inconvenientes en su viaje desde los Estados Unidos hasta el Pacífico sudamericano.
Mosquera, apoyado en su americanismo, argumentaba que ante esas peticiones no podía
mostrarse neutral.817
Mosquera al fin llegó a Bogotá en mayo de 1866. Luque estaba animado por su reunión con
Mosquera, esperando que el Presidente colombiano diera el visto bueno a la adhesión a la
alianza del Pacífico sudamericano. Sin embargo, sus ilusiones fueron defraudadas. Mosquera
expresó a Luque que en caso de que Colombia se adhiriera a la alianza, el paso siguiente sería
la declaratoria de guerra a España, la que por falta de recursos marítimos y de todo
armamento en sus puertos, no podía hacerse efectiva, ni aun rechazarse las agresiones que
sobre sus costas y puertos del Atlántico pudieran hacer las Escuadras españolas en Cuba y
Puerto Rico. Además, continuaba Mosquera, el erario del país estaba raquítico y la situación
interna estaba lejos de ser estable.818 Por su parte, la opinión pública condenaba el que
Colombia no se hubiera adherido a la alianza, mostrando una ruptura entre ella, tanto con los
Gobiernos de Murillo Toro y Mosquera:
Ya no puede haber más vacilación por parte de Colombia. Su indiferencia, a vista de lo que
está pasando en el Pacifico, es casi un crimen; y si a los diputados del pueblo no les hierve
en las venas la sangre patriota, saturada con la santa indignación de la libertad que hoy
profanan inicuos mercenarios, la sociedad entera debía convocarse en todos los centros de
población, y dar el grito de alianza, en seguida el de guerra, y últimamente el de muerte. Si,
que el espíritu vigoroso de este pueblo inspire a sus delegados, o que pase sobre ellos si se
creen impotentes para salvar el honor nacional, que es el mismo del Perú y de Chile, del
Ecuador y de Bolivia.”819
Las decisiones americanistas tomadas por Mosquera en suelo europeo generaron duras
críticas por parte de sus contradictores en el país. Mosquera fue criticado por sus opositores
817 Diego Castrillón Arboleda. Tomás Cipriano de Mosquera (Bogotá: Planeta, 1994), 582-591; Marco Palacios
y Frank Safford [2002]. Historia de Colombia. País fragmentado, sociedad dividida. (Bogotá: Universidad de
los Andes, 2012), 332. 818 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,
Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 17 de febrero de 1866, AMREP Caja 162, Carpeta 1 ff 98-102. 819 El Tiempo (Bogotá), 16 de mayo de 1866, No 439
259
porque consideraban que el permiso dado para que barcos chilenos navegaran con la bandera
colombiana conducían a declararle la guerra a España y a entorpecer las relaciones con Gran
Bretaña y Estados Unidos. Con la llegada de Mosquera a Bogotá y bajo esas circunstancias,
los radicales y conservadores optaron por un pronunciamiento militar en Antioquia y
Santander; sin embargo, el Presidente colombiano se adelantó a esta situación, apresó a los
conspiradores y frustró sus propósitos. Esto encendió aún más la conspiración y el 23 de
mayo de 1867 se hizo efectiva la detención del Presidente en su lecho, mientras dormía.820
La misión de Luque en los Estados Unidos de Colombia terminó sin la adhesión de ese país
a la alianza del Pacífico, quedando en ella, entonces, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia,
enfrentados contra la Escuadra española.
5.3.2 Guerra, bombardeos y fin de la crisis
La alianza tuvo muy poco de marítima y militar y mucho de apoyo moral, aunque el cierre
de los puertos resultó bien importante en el desarrollo de las confrontaciones navales. Los
únicos países que contaban con alguna fuerza naval eran Chile y Perú, aunque en evidente
desventaja frente a la escuadra española, que estaba pronta a recibir refuerzos de Cádiz.821
Tras el suicidio del Almirante Pareja, Casto Méndez Núñez había sido nombrado comandante
general de la escuadra y su primera decisión fue reducir el bloqueo a Valparaíso y Caldera
ya que la costa chilena era muy extensa y, además, los españoles habían demostrado que esos
dos puertos eran los de más importancia en Chile.822 Esa decisión, además de facilitar el
trabajo para la escuadra, también hacía más sencillos los movimientos militares de la flota
aliada. Aun cuando las naves españolas poco se movían de los puntos de bloqueo, las
confrontaciones fueron muy pocas, en las que la escuadra aliada atacaba y huía o se
820 Castrillón, Mosquera, 598-600. 821 El Ministerio de Marina español ordenó que la goleta Almansa, la goleta Wad-Ras y urca Trinidad con rumbo
al Pacífico para reforzar la Escuadra que se encontraba allí. Real Orden del 11 de diciembre de 1865, en
Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 175. 822 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 76-77.
260
resguardaba en las agrestes costas chilenas.823 El encuentro que estuvo más cercano a una
confrontación marina tuvo lugar al sur de Chile, cerca de Chiloé.
El lugar exacto de la escaramuza fue en la isla de Abtao, donde la flota de la alianza del
Pacífico había dispuesto un apostadero. Ese lugar fue escogido por su difícil acceso; de
hecho, la fragata peruana Amazonas naufragó intentando navegar por los estrechos canales
que servían como única entrada y protección para la entrada a la bahía. Las naves estaban
dispuestas en forma de herradura, concentrado su artillería en la boca de los canales a la
espera de la Escuadra española. Las Fragatas Villa de Madrid y Blanca salieron de
Valparaíso, con rumbo sur, para explorar las costas chilenas. Dentro de su camino recibieron
información que la flota de la alianza estaba apostada en la isla de Abtao. Ni Méndez Núñez,
ni otro oficial español conocía las rutas ni sus peligros y se aventuraron a encontrarlos,
buscando una confrontación directa, comprendiendo la superioridad de las naves españolas
frente a las de las Repúblicas americanas. Las columnas de humo de la flota de las naves de
la alianza se veían a lo lejos. Los americanos querían llamar la atención de los españoles para
que fuesen a buscarlos. Lo lograron y las fragatas españolas se adentraron en un camino lleno
de arrecifes que les dificultaba maniobrar, solo para encontrarse con una flota armada y
dispuesta a destruirlas. El combate se sostuvo por poco más de una hora y media. Las balas
iban y venían, pero sin dar en el blanco. Al trascurrir ese tiempo, Méndez Núñez supo que
cualquier esfuerzo por destruir a su enemigo iba a ser infructuoso. El Comandante ordenó
detener el fuego y salir de esa boca de canal lo más pronto posible, antes de que cayera la
noche.824
Ambas partes exageraron los hechos, mostrando sus actos como victoriosos. Por un lado, de
parte de los americanos afirmaban que su flota había repelido a los españoles y les habían
hecho huir, pese a que las naves de la alianza americana estaban ancladas; también afirmaban
823 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 90-91. 824 Parte del Comandante Williams Rebolledo al Ministro de guerra chileno, 15 de febrero de 1866, El
Ferrocarril (Santiago), 22 de febrero de 1866, No 3166; De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la
Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente, Ministro de Marina español, 16 de febrero de 1866, en
Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 183-187.
261
que los españoles no tenían suficiente pericia para navegar y menos para enfrentar a los
marinos de la alianza.825 Por otro lado, Méndez Núñez informó a su Ministro de marina que
las balas de las fragatas españolas habían dañado las naves americanas de manera
significativa y que el comportamiento suyo y de sus marinos era digno de resaltar. El
enfrentamiento, en realidad, no tuvo resultado de ninguna clase, tuvo mínimos perjuicios
materiales y en total dejó diez heridos y dos peruanos muertos. 826
La Escuadra española hizo otra expedición al sur, pero la agreste geografía chilena le impedía
navegar con tranquilidad. Al volver de una de esas expediciones, a mediados de marzo, los
españoles se encontraron con una escuadra norteamericana al mando del Comodoro Rodgers.
invitó a Méndez Núñez a que pasara al monitor, donde almorzaron y discutieron el conflicto
entre España y las Repúblicas del Pacífico sudamericano. El Comodoro estadounidense se
mostró interesado en el fin del conflicto, también le expresó al oficial español que se reuniría
con el Ministro Plenipotenciario de su país en Santiago, Kilpatrick, para promover un arreglo
entre las partes, sobre todo para proteger los intereses de ciudadanos estadounidense en
Valparaíso. Los estadounidenses se convirtieron en intermediarios entre el Ministro
Covarrubias y Méndez Núñez.
Las posiciones chilenas y españolas eran muy distantes. Los primeros pedían que se
restituyera su honor saludando su pabellón con veintiuna balas, al que responderían. Por su
parte, los españoles requerían que el Gobierno chileno declarara que no había tenido “ánimo
ni intención de ofender a España” y, además, debía entregar de vuelta la Covadonga y a toda
su tripulación presa; por su parte, Méndez Núñez entregaría las presas chilenas que tenía.
Además, Méndez Núñez aprovechó la ocasión para volver a usar el ultimátum como medio
para ejercer presión. El oficial español declaró que, si no recibía respuesta a sus peticiones
antes del 27 de marzo, daría “un manifiesto al Cuerpo Diplomático en que señalaría un plazo
fatal para el bombardeo de Valparaíso; lanzado que fuese y cumplido su plazo principiaré
825 El Ferrocarril (Santiago), 22 de febrero de 1866, No 3166; El Mercurio (Valparaíso), 3 de marzo de 1866,
No 11598. 826 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,
Ministro de Marina español, 16 de febrero de 1866, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 187.
262
mis operaciones.”827 El Ministro chileno rechazó las peticiones de Méndez Núñez, sobre todo
la referente a la devolución de la Covadonga. Covarrubias respondió que “un buque de guerra
capturado en buena lid no se devuelve en protocolo.”828
La intervención de los diplomáticos estadounidenses en el conflicto hispano-sudamericano
fue estrictamente neutral, entendiendo que no podían conceder beneficios particulares a
alguna de las partes. Meses más tarde, William Seward, Secretario de Estado estadounidense,
celebró la actitud, que era el reflejo de la política neutral de su Gobierno frente a los
constantes conflictos que acaecen en el hemisferio:
Nuestra Constitución no es una Constitución imperial y no permite al Gobierno ejecutivo
comprometerse en la guerra sino después de una resolución bien considerada y detenida del
Congreso de los Estados Unidos [...] Si hay alguna cosa característica de los Estados Unidos,
y que es más prominente que cualquiera otra, es que, desde el tiempo de Washington, se han
adherido a los principios de no intervención, y han rehusado con perseverancia el buscar o
contraer embarazosas alianzas, aún con los Estados más Amigos.”829
Volviendo a la acción diplomática de Rodgers y Kilpartrick, la intervención de los
estadounidenses no surtió mayor efecto sobre el conflicto y el anuncio de bombardeo llegó a
Valparaíso, encendiendo la alarma entre otros agentes extranjeros. El manifiesto de Méndez
Núñez al cuerpo diplomático fue enviado el 27 de marzo, anunciando que el 31 de ese mes
sería bombardeado el puerto chileno; el oficial español daba tiempo suficiente para que los
habitantes no combatientes pudieran salir de la ciudad.830 Ante el anuncio del bombardeo, el
Almirante británico, Lord Denman, visitó a Méndez Núñez en la fragata Numancia. Lord
Denman intentó persuadir a Méndez Núñez de su propósito advirtiendo que su Gobierno
“reprueba la destrucción de pueblos indefensos y tomaré medidas para evitarlo.” El español
827 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,
Ministro de Marina español, 24 de marzo de 1866, Documentos relativos a la campaña del Pacífico III, 192-
198. 828 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 52. 829 De John Seward, Secretario de Estado de los Estados Unidos, a Judson Kilpatrick, Ministro Plenipotenciario
estadounidense en Chile, 2 de junio de 1866, El Araucano (Santiago), 17 de julio de 1866. 830 El Mercurio (Valparaíso), 28 de marzo de 1866, No 11619.
263
no se amilanó y le respondió que cumpliría con su deber con la Reina, sin importar quien se
interpusiera.831
El día indicado como el fin del ultimátum llegó y Valparaíso estaba desierta, todos sus
habitantes habían ido a Santiago o se refugiaron en los cerros lejos de la artillería española.
El 31 de marzo, el bombardeo inició a las 8 de la mañana y fue ejecutado por cinco buques:
El blindado Numancia, las fragatas Villa de Madrid, Resolución y Blanca y la corbeta
Vencedora. Las acciones se extendieron hasta medio día y causaron importantes daños
materiales en la casa de Gobierno, las aduanas y en bodegas de comerciantes de todas las
nacionalidades.832
Durante los días siguientes al bombardeo la opinión pública chilena buscaba a quien culpar
por haber permitido que la situación con España se tornara de esa manera. El Gobierno de
Pérez fue el principal señalado. Entre los adjetivos utilizados para referirse a él están la
imprevisión, el desorden, su incompetencia, la falta de actividad y resolución mezquina de
ideas y vanidad personal. Los hechos del 31 de marzo habían colmado la paciencia del pueblo
chileno y pedía que como muestra de patriotismo, Pérez debería renunciar.833 Otros llamados
a la palestra pública fueron los diplomáticos y el Almirante británicos. Según algunos
sectores de la prensa chilena, su inactividad era muestra que el tratado tripartito de 1861834
seguía vigente y que ya no era un tratado solo contra México, sino contra todas las Repúblicas
americanas.835
La opinión pública condenó el bombardeo de Valparaíso. En Bogotá, El periódico liberal El
Tiempo calificaba el acto como “el más atroz, el más villano” y califica a España como la
nación “más infame” y que, bombardeando una plaza desprotegida, demuestra que no tiene
831 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 110. 832 El Mercurio (Valparaíso), 31 de marzo de 1866 (edición de la tarde), No 11619. 833 El Ferrocarril (Valparaíso), 5 de abril de 1866, No 3201; El Comercio (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No
11624. 834 Sobre el tratado tripartita ver capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3. 835 El Ferrocarril (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No 3202; El Comercio (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No
11623.
264
honor alguno.836 En Bolivia, calificaron el hecho como una “Barbarie sin ejemplo”.837
Además el periódico oficialista La Época ubicaba el bombardeo como parte de un plan
español para ganar dinero a partir de las solicitudes de indemnizaciones “injustas” para suplir
sus necesidades, que la industria de ese país no era capaz de satisfacer.838
Tras no encontrar satisfacción a las peticiones españolas en Chile y bombardear el puerto de
Valparaíso, la escuadra española zarpó con rumbo al Callao el 14 de abril de 1866 para
castigar su adhesión a la alianza y declaratoria de guerra a la corona española. El 26 de ese
mes ya estaban frente al puerto peruano y el Gobierno peruano llamó de urgencia a su flota,
aún en aguas chilenas.839 Los Encargados de Negocios francés e italiano fueron al encuentro
de Méndez Núñez. Los diplomáticos europeos volvieron con la aceptación a la declaratoria
de guerra peruana por parte del Comandante de la escuadra española. Al día siguiente de su
arribo al Callao, Méndez Núñez envió un manifiesto al cuerpo consular residente allí, en el
que se mostraba como redentor frente a una dictadura “impuesta por las bayonetas contra la
opinión pública.” Además, el oficial español anunciaba que si el primero de mayo la
declaratoria de guerra no había cesado abriría fuego contra ese puerto. Estas palabras
generaron el efecto contrario al esperado. Todos los partidos se unieron en las labores de
aprestamiento en la fortaleza del Real Felipe para rechazar la agresión española. El Ministro
Pacheco respondió a Méndez Núñez que, para tratar el retiro de la declaratoria de guerra,
ponía como condición obligatoria el saludo a la bandera peruana y el retiro de la escuadra
española del puerto del Callao. El Comandante no aceptó, con lo que se aseguraba el
bombardeo a esta plaza del Pacífico sudamericano.840
836 El Tiempo (Bogotá), 20 de junio de 1866, 444. 837 La Época (La Paz), 13 de abril de 1866, No 2734. 838 La Época (La Paz), 30 de abril de 1866, No 2746. 839 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Álvaro Covarrubias, Ministro de
Relaciones Exteriores chileno, 26 de abril de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de
las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1230. 840 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores peruano, Toribio Pacheco, a los agentes diplomáticos y
consulares del Perú en el extranjero, 5 de mayo de 1866 (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra
de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,
documento No 1149.
265
Al mediodía del dos de mayo la escuadra española izó su bandera de guerra. El intercambio
de balas de las naves españolas y los cañones de la fortaleza del Real Felipe duró casi cinco
horas. Las balas del Perú obligaron a la retirada de los españoles con dos naves fuera de
combate, y cerca de trescientos hombres muertos.841 Esta derrota en aguas sudamericanas fue
la última acción de la escuadra española, que luego de sepultar sus muertos y reparar las
naves, una parte emprendió camino hacia Filipinas y otra a España.842 La salida de la escuadra
española de las aguas del Pacífico sudamericano significó el fin de la guerra hispano-
sudamericana, que se caracterizó por los pocos movimientos bélicos en el mar y por el
bombardeo a dos plazas, Valparaíso sin presentar resistencia por su falta de fortificación, y
el Callao, que contaba con una fortaleza del periodo colonial, desde donde le asestaron el
golpe de despedida a la flota española.
La opinión pública peruana celebró la victoria del dos de mayo poniendo énfasis en que con
ella se defendía a la América republicana y acababan con los planes españoles en la región:
La América republicana debe estar altamente satisfecha por ese feliz suceso, que añadiendo
un nuevo floron á su corona cívica y a las glorias de su independencia, destruye para siempre
el poder y la influencia de la antigua metrópoli sobre las repúblicas del continente que de hoy
más, no sufrirán más impunemente los ultrajes del poderoso ni callarán ante las bocas de
cañones.843
En Bolivia también celebraron el fin de la “segunda guerra de independencia”,844 con la que
se ponía fin a la amenaza monárquica en América. Además, esa misma victoria amenazaba,
según el articulista, los tronos europeos que ya no correspondían a la realidad de esos
tiempos.845 En Chile también celebraron el triunfo de los peruanos y el que esa victoria
841 Diario de Navegación del Teniente de navío Miguel Liaño Fernández, 2 de mayo, en Documentos relativos
a la campaña del Pacífico, III, 207-213. 842 Informe de Juan Bautista Antequera, Comandante de la Numancia, a Casto Méndez Núñez, 8 de septiembre
de 1866, Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 246-247; Pedro Novo-Colson. Historia de la guerra
de España en el Pacífico. (Madrid: Imprenta de Fortanet, 1883), 433-475. 843 La Bolsa de Arequipa, 17 de mayo de 1866, No 320. 844 La Época (La Paz), 14 de mayo de 1866, No 2756. 845 La Época (La Paz), 21 de mayo de 1866, No 2761.
266
hubiera “vindicado al republicanismo”.846 Por su parte, en Colombia festejaron la “valentía”
de los peruanos, que había significado la expulsión de los españoles y la apertura de las
puertas para relaciones cordiales y de progresos entre todos los países de la región.847
El fin de la guerra que había logrado reunir en alianza a cuatro países sudamericano, la
pregunta era sobre la continuidad y finalidad de dicha alianza. Ella no podía diluirse hasta la
firma de un tratado de paz con España, que se demoraría en hacerse realidad. Finalizando el
mes de mayo, luego del bombardeo al Callao, se reunieron en el despacho de Pacheco
Benavente, Ministro Plenipotenciario de Bolivia, Benigno Malo, del Ecuador y Marcial
Martínez, Encargado de Negocios de Chile. La reunión fue con el objeto de discutir el
ofrecimiento del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica para hacer la paz con
España. Los ministros Malo y Benavente hicieron énfasis en que las condiciones habían
cambiado después del 2 de mayo. La alianza debía negociar como ganadores de una guerra.848
La respuesta a la invitación de los Estados Unidos, entonces, fue positiva, con la condición
de esperar el ánimo del Gabinete español, luego de que recibiera la noticia de los hechos del
bombardeo al Callao.849
Mientras las noticias llegaban de los Estados Unidos, la idea de aprovechar la concurrencia
de la alianza para promover la unión tomaba fuerza empezó a circular. Desde la formación
de la alianza del Pacífico Lima se convirtió en su centro diplomático. El Ministro Pacheco
aprovechó esa situación para celebrar una Convención Postal entre el Perú y Chile, similar a
la firmada en el Congreso americano, y para promover un borrador de proyecto de tratado de
amistad, comercio y navegación entre las naciones aliadas.850 El Gobierno peruano pensaba
846 El Mercurio (Valparaíso), 15 de mayo de 1866, No 11657. 847 El Tiempo (Bogotá), 29 de agosto de 1866, No 454. 848 Memorandum de una conferencia en el despacho del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 28 de mayo
de 1866, AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 155-156. 849 Respuesta colectiva, sin carácter oficial. Que los representantes de Chile, Bolivia y Ecuador, dan a la nota
del mismo género, que se ha servido pasarles el Excmo Sor Harvey, Enviado Extraordinario de los Estados
Unidos de Norte América en esta República, 29 de mayo de 1865, AMREE, carpeta C.35.7 Comunicaciones
recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 850 El Araucano (Santiago), 1 de octubre de 1866, No 2943. El Plenipotenciario chileno, además firmó
Convenciones de la misma naturaleza con Ecuador y Bolivia. Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores
presenta al Congreso Nacional de 1866, 20 de diciembre de 1866, No 3009.
267
que los tratados del Congreso americano eran muy generales y, por tanto, de difícil
aplicación.851 El Gobierno chileno estaba de acuerdo con la celebración de un tratado de esa
naturaleza. El Ministro Covarrubias expresó que la firma de un tratado que fortaleciera la
alianza podría “presagiar la unión de toda la América de nuestro mismo origen, y que nos
hemos esforzado y nos esforzaremos siempre hasta esos anchos límites.”852 Por su parte, el
Gobierno del Ecuador era más reacio a este tipo de tratados. El Plenipotenciario Malo decía
que era imposible unificar las exigencias y realidades de cada uno de los países de la alianza;
por ejemplo, decía Malo, el principal problema de su país era con referencia a los altos cobros
en las aduanas peruanas, cuestión que se podría solucionar con un tratado bilateral entre
ambos países.853 El proyecto de tratado no pasó las negociaciones y la idea de unión
americana a través de la alianza del Pacífico volvía a ser engavetada.
Paralelo a las negociaciones del proyecto de tratado peruano, el Presidente colombiano,
Tomás Cipriano de Mosquera, fiel a su idea americanista, invitó a los países de la alianza
para intercambiar los tratados celebrados en el Congreso americano de Lima, antes de 1867,
plazo máximo estipulado en dicha reunión. Continúa Mosquera diciendo que los sucesos
acontecidos entre España y las Repúblicas del Pacífico sudamericano hacía urgente una
nueva reunión de Plenipotenciarios.854 La respuesta de los mandatarios fueron disuasorias,
por ejemplo, el chileno José Joaquín Pérez estuvo de acuerdo con la propuesta de Mosquera,
por lo que esperaría la invitación a un nuevo Congreso de Plenipotenciarios, aunque los
tratados de 1865 no fueron enviados al Congreso para su ratificación.855 La idea de un
851 De José Manuel Suárez, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Manuel Bustamante, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 3 de julio de 1866, MREE, carpeta B.36.2 Comunicaciones recibidas de la
Legación del Perú en Ecuador II, SF. 852 Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Nacional de 1866, 20 de diciembre
de 1866, No 3009. 853 De Benigno Malo, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en Perú, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones
Exteriores peruano, 7 de agosto de 1866, AMREE, carpeta C.35.7 Comunicaciones recibidas de la legación del
Ecuador en Perú SF. 854 De Tomás Cipriano de Mosquera a Jerónimo Carrión, 2 de septiembre de 1866, AMREE, carpeta a.4.4
Comunicaciones recibidas de la Cancillería de Colombia IV, ff 93-95. 855 De José Joaquín Pérez a Tomás Cipriano de Mosquera, 8 de diciembre de 1866, El Araucano (Santiago), 11
de diciembre de 1866, No 3001.
268
Congreso americano perdió validez luego de tres intentos en que las negociaciones y tratados
fueron desechados por los Gobierno americanos.
Las experiencias de los Congresos americanos habían creado dudas en los países de la región
sobre la realidad de la unión, pero la alianza del Pacífico demostró que había posibilidad de
alinear intereses. En ese sentido, el Gobierno peruano, ya en los últimos meses de 1867, envió
una propuesta a los países reunidos en la alianza del Pacífico para fortalecerla y adaptarla a
los tiempos de paz. El Ministro de Relaciones Exteriores peruano, José Antonio Barrenechea,
resaltó el papel del pacto de alianza:
celebrado únicamente para repeler una agresión y, por decirlo así, bajo los cañones enemigos,
ha aproximado a cuatro Repúblicas que habían vivido hasta ahora en medio de la lucha o, por
lo menos, de la desconfianza. Los intereses de la guerra han estimulado los de la paz, de tal
manera, que el principio de la unión ha avanzado más en trascurso de pocos meses que
durante el medio siglo que acaba de expirar.
La experiencia que habían dejado los Congresos continentales, previos a la alianza, era que
la idea de confederación tropieza con las diversidades de cada una de las Repúblicas
americanas, que, si bien tienen miras y objetivos comunes, cuidan celosamente de su
soberanía y ven con prevención cualquier cesión de ella. Sabiendo de esas prevenciones y
teniendo en cuenta la importancia de fortalecer vínculos entre los países aliados, el Gobierno
peruano propuso que cada año, a partir del 1 de marzo de 1868, habría una asamblea de
Plenipotenciarios para ajustar el tratado de alianza, además de examinar y resolver las
cuestiones que se presenten entre los aliados, de uniformar las legislaciones políticas, civiles,
criminales, de comercio, de instrucción pública, de aduanas y de monedas. Los
Plenipotenciarios estarán encargados de “ajustar definitivamente el pacto federal y la
constitución de la alianza," con el fin de formar una entidad respetable entre el “gran cuerpo
de naciones civilizadas.”856
856 De José Antonio Barrenecha, Ministro de Relaciones Exteriores peruano a Rafael Carvajal, Ministro de
Relaciones Exteriores ecuatoriano, 18 de octubre de 1867, AMREE, carpeta A.22.3. comunicaciones recibidas
de la cancillería del Perú III, ff 169-173.
269
Las respuestas a esta iniciativa peruana fue tímida, el Gobierno ecuatoriano encontraba
interesante la propuesta, pero evitó comprometerse argumentando que la decisión de asistir
a un Congreso de Plenipotenciarios es del Legislativo, pero que lo pondrían en discusión.857
La propuesta no fue enviada al Congreso y fue engavetada.
La propuesta de modificar el tratado de alianza resultó infructuosa por su naturaleza misma.
Un tratado de alianza es vigente en tiempos de guerra, cuando los intereses de los países se
alinean para mantener el balance de poder en la región; cuando la amenaza cesa, la alianza
también lo hace.858 Aunque el estado de guerra se mantenía en el Pacífico, por la falta de un
tratado de paz de la alianza con España, las acciones militares se habían reducido a cero luego
de la partida de la escuadra española en junio de 1866. En ese estado de cosas, la insistencia
del Gobierno estadounidense sobre una negociación entre España y las Repúblicas aliadas
fue oída y el 11 de abril de 1871 las partes firmaron un armisticio indefinido, que fue
debidamente ratificado y sus ratificaciones canjeadas poco después, dando fin al conflicto
hispano-sudamericano.859
La política de los países del Pacífico sudamericano se modificó después de 1871. Luego de
alcanzar una estabilidad con referencia al escenario internacional, las dinámicas del sistema
de países del Pacífico sudamericano se reiniciaron, sobre todo la lucha por el balance de
poder en el Pacífico se hizo más intensa entre Chile y Perú. El punto más delicado entre
ambas Repúblicas era su relación con Bolivia. Perú era su aliado y Chile era quien había
“usurpado su territorio”.860 Al fin, en 1879 estalló la guerra del Pacífico, cuyo resultado
cambió el balance de poder en el Pacífico sudamericano.
857 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Antonio Barrenecha, Ministro de
Relaciones Exteriores peruano, 4 de enero de 1868, AMREE, carpeta A.22.3. comunicaciones recibidas de la
cancillería del Perú III, 174-175. 858 Heffter. Derecho internacional, 206-210. 859 Novo-Colson. Historia de la guerra de España en el Pacífico, 510. 860 Robert Burr. By Reason or Force, Chile and the Balancing of Power in South America, 1830-1905.
(Berkeley, Los Angeles, London: University of Carolina Press, 1965), 119-137; Rafael Sagredo Baeza, “Guerra
y honor nacional: Chile y Perú contra España (1864–1866),” en Guillermo Palacios and Erika Pani, (Coords.).
El poder y la sangre: Guerra, estado y nación en la década de 1860. (México: El Colegio de México, 2014)
313-338.
270
5.4 Conclusión
Durante el periodo entre la celebración del Congreso americano y la alianza del Pacífico, las
dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano volvieron a su
estado antes del inicio de la crisis allí. Hubo revoluciones en Bolivia, Perú y los Estados
Unidos de Colombia y las antiguas controversias territoriales se reactivaron. El sistema de
Estados del Pacífico sudamericano tenía asuntos por resolver, pero las acciones de la flota
española en la región les impedía concentrarse en ellos. Tras la firma del tratado Vivanco-
Pareja hubo un momento de tranquilidad en la región, permitiendo que las dinámicas del
sistema de Estados se empezaran a reajustar sobre su cauce original. Sin embargo, la segunda
parte de la crisis del Pacífico alteraría una vez más esas dinámicas y la unión volvió a estar
en el centro del debate de los Gobiernos de la región.
Las acciones de la flota española en aguas del Pacífico sudamericano permitieron que la
unión americana tuviera un papel relevante de la política de los países del Pacífico
sudamericano. Aunque el desarrollo del Congreso americano generó dudas en cuanto a esa
idea, ella se mantuvo en la mente de los Gobiernos de la región. El bloqueo español a los
puertos chilenos y la declaratoria de guerra reactivaron ese sentimiento unionista que se tuvo
que adaptar a la nueva realidad que debía enfrentar. la unión militar estaba en las memorias
de los políticos como la única forma en la que varios Gobiernos se unieran contra un enemigo
común, que, para la década de 1860 era el mismo que en la de 1820: la corona española.861
La reunión de un ejército continental en la década de 1820, con soldados del Perú (para ese
momento Bolivia aún hacía parte del Perú), Chile, Argentina y la primera Colombia
(conformada por los territorios de Venezuela, Quito y la Nueva Granada) sirvió para derrotar
las fuerzas realistas del continente americano. Pese a que la reunión de ese ejército tuvo
inconvenientes, sobre todo de tipo monetario, en las memorias de los políticos de los países
del Pacífico sudamericano estaban presentes las victorias que habían alcanzado reunidos bajo
un mismo interés: alcanzar la independencia. Esta añoranza permitió la conformación de una
861 Sobre el ejército continental ver Capítulo 2, sobre todo el apartado 2.1
271
alianza defensiva contra la corona española. Así, en 1866, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador
conformaron la alianza del Pacífico para defender la independencia americana, obtenida
cuarenta años atrás.
Desde la declaratoria de guerra de España a Chile, el americanismo se modificó; reforzó la
identidad republicana americana, añadiéndole un componente anti-español de una manera
más fuerte que ante la toma de las islas guaneras del Perú. Asimismo, la solidaridad se hizo
más intensa en la región tras el inicio de la guerra en las aguas del Pacífico sudamericano.
En general, la opinión pública estaba alineada con la idea de formar una alianza para luchar
contra España, tal como había ocurrido en el periodo independentista. Esa unanimidad en la
acción conjunta contra la flota española se reflejó en la conformación de la alianza entre los
Gobiernos de Chile, Perú, Bolivia y Ecuador; el colombiano se abstuvo de hacer parte de
ella, yendo en contra de la opinión pública una vez más.
La alianza era bastante desigual, por un lado, estaban Ecuador y Bolivia, que no contaban
con poder marítimo y servían más como apoyo moral. Por el otro lado, Chile y Perú si
contaban con una flota naval y con algún músculo financiero que les permitió afrontar una
guerra marítima. El desenlace de la guerra fue tras los bombardeos a los puertos de
Valparaíso y el Callao. En el primero, los españoles no tuvieron resistencia alguna, mientras
que en el segundo sus naves fueron atacadas y averiadas con alguna gravedad. La salida de
la flota española de las aguas del Pacífico no solo marcó el fin de la guerra, sino el inicio de
una época en el que las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se
reacomodaría y las tensiones previas a la crisis volverían a tomar relevancia, tanto en la
política interna como en las relaciones entre los países de la región. La solidaridad que
despertó la amenaza a la independencia y republicanismo americano por parte de la flota
española postergó un enfrentamiento que estaba a punto de estallar en la década de 1860, casi
que de manera simultánea con la guerra de la triple alianza (1864-1870), que enfrentó a
Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay.862 Si bien la guerra no tuvo lugar en la década
862 Sobre la guerra de la triple alianza ver Leslie Bethell. The Paraguayan War (1864-1870). (Londres: Institute
of Latin American Studies, 1996); Kraay y Whigham (dirs.). I Die with My Country. Perspectives on the
Paraguayan War, 1864-1870. (Lincoln y Londres: University of Nebraska Press, 2004); Luc Capdevila.
272
de 1860, se postergó para finales de la década de 1870, dentro del marco de la lucha por el
balance de poder entre Chile y Perú, con excusa de los conflictos territoriales entre chilenos
y bolivianos.
“Guerra, Estado y nación en América austral en la década de 1860: La contienda de la Triple Alianza. Periferias
e identidades colectivas” en Palacios y Pani, El poder y la sangre, 199-218.
273
Conclusiones
Partir de la presunción que hubo una crisis en el Pacífico sudamericano en la década de 1860
resulta una afirmación que requiere de gran esfuerzo para sustentar, pero afirmar que esa
crisis estuvo inserta dentro de una crisis global reta al investigador a buscar las conexiones
transnacionales para sustentar esa afirmación. Para rastrear esas conexiones, en esta tesis se
buscó ampliar la escala, escapando de explicaciones nacionalistas, para reconstruir esas
conexiones a partir de las relaciones entre las unidades políticas del Pacífico sudamericano y
entre la región con los poderes mundiales. Además, esta tesis buscó ampliar el marco
temporal, yendo hasta inicios del siglo XIX para rastrear los factores que delinearon la
política exterior americana, desde el comienzo de ese siglo, hasta la década de 1860. Con esa
ampliación de la escala, se logró rastrear las trayectorias de la lucha por el balance de poder,
principalmente entre Estados Unidos y Gran Bretaña, en Hispanoamérica, por un lado, y, por
el otro, de la idea de unión americana y su evolución a partir de la comprensión de las
amenazas que la motivaron en diferentes momentos del siglo XIX.
La trayectoria de la lucha por el balance de poder y la idea de unión hasta la década de 1860,
permitió a esta investigación explicar que el Pacífico sudamericano estuvo interconectado
con una serie de eventos de orden global que generaron una crisis en el orbe, marcada por
invasiones, rebeliones, guerras civiles, entre otras, en diferentes continentes y que esa crisis
afectó las dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano. El
historiador estadounidense Don Doyle sostiene que un evento particularmente importante en
el inicio y desarrollo de esa crisis global fue la Guerra Civil estadounidense. Para sustentar
274
la crisis del Pacífico sudamericano, esta tesis se ha adscrito a esa afirmación, pero intenta
matizar el rol de esa guerra, entendiéndola como un desencadenante de la crisis en el Pacífico
sudamericano. El inicio de la Guerra Civil en los Estados Unidos obligó al Gobierno de
Lincoln a establecer un cese a la Doctrina Monroe (América para los americanos) que, junto
con la concentración de Gran Bretaña en el sostenimiento de su imperio en Asia, dejaron un
vacío en la lucha por el balance de poder en el América, ocupado por Francia y España. La
entrada de los nuevos actores avivó el sentimiento unionista en Hispanoamérica,
principalmente por sus acciones, primero en el Caribe, donde la primera invadió México e
impuso un rey marioneta, y la segunda se reanexó Santo Domingo. Además, España envió
una flota al Pacífico sudamericano, que fue vista como una amenaza para la soberanía e
independencia de la región. El Pacífico sudamericano se convirtió en otro escenario de la
crisis global y puso en pausa las dinámicas propias de la política del sistema de Estados del
Pacífico sudamericano.
Antes de estallar la crisis en el Pacífico sudamericano, como ya se dijo, la independencia de
México y Santo Domingo se vieron atacadas por Francia y España respectivamente. Esos
ataques encendieron las alarmas en el Pacífico sudamericano y reavivaron el sentimiento
americanista, definido como la identidad continental que generó solidaridad en momentos
específicos para mantener la estabilidad en todas las secciones del continente. La opinión
pública de la región se encargó de promover ese sentimiento definiendo la identidad
americana a partir del republicanismo e inculcando la unión americana como la forma en que
los Gobiernos y los pueblos de la región como muestra de solidaridad ante la llegada de
tropas francesas, pero principalmente españolas al continente. Es importante anotar que el
americanismo sufrió mutaciones con el desarrollo de la crisis, desde lo acontecido en el
Caribe, pasando por la toma de las islas de Chincha y la declaratoria de guerra española a
Chile. Los hechos en México y Santo Domingo motivaron la creación de Sociedades
republicanas en Chile, Perú y Bolivia que actuaron de manera conjunta para demostrar la
solidaridad de esos pueblos sobre todo con el gobierno de Juárez que enfrentaba al ejército
imperial francés.
275
En cuanto al sistema de Estados de la región, la definición de Robert Burr resultó útil en tanto
que establece tres condiciones para abordarlo. En primer lugar, los Estados soberanos,
pertenecientes a él intentan mantener la independencia de todos los miembros. Esto resulta
claro para el caso de los países del Pacífico sudamericano, en tanto que la respuesta ante las
posibles amenazas a la independencia y el republicanismo recibieron toda la solidaridad y
ellos mismos promovieron la unión como forma de afrontarlas. En segundo lugar, dentro de
ese sistema había una competencia interestatal. Chile y Perú se disputaban por la preminencia
en su interior, basados en la bonanza económica, principalmente. Además, la competencia
interestatal se manifestó en los distintos diferendos territoriales a lo largo de la región; esos
conflictos estuvieron a punto de estallar en una guerra generalizada desde 1859 hasta 1863.
Por último, un tercer aspecto es la reticencia por parte de los miembros a que agentes externos
al sistema buscaran modificar sus dinámicas; esto se evidencia tras la solicitud del Gobierno
ecuatoriano de establecer un Protectorado francés en ese país en 1859, duramente atacado
tanto por la prensa como por los Gobiernos del sistema, uno de los principales argumentos
era que no podría haber un elemento heterogéneo dentro del continente americano, el cual
buscaría modificar el modo de gobierno en el sistema.
La llegada de la crisis a las aguas del Pacífico sudamericano coincidió con un momento en
el que la política en los países del sistema de Estados de la región sufría un reacomodo. El
republicanismo se estaba asentando en esos países gracias a un impulso dado por la ola liberal
llegada de Europa tras las revoluciones de 1848. En la década de 1850, los diferentes
gobiernos de la región modificaron algunas de las instituciones coloniales que pervivían hasta
ese momento. Así, la esclavitud fue abolida, esos gobiernos promovieron el sufragio
universal, la eliminación de la pena de muerte por delitos políticos, la eliminación del fuero
eclesiástico y militar y algunas modificaciones fiscales, sobre todo en lo concerniente a los
impuestos indígenas y la eliminación del monopolio estatal del tabaco y aguardiente. Esas
medidas cayeron mal en algunos sectores conservadores con lo que dio inicio a una serie de
conflictos internos, entre los grupos liberales y conservadores por hacerse con el poder.
Mientras que los gobiernos liberales implementaban esas medidas, también buscaban que las
economías de sus países se insertaran de manera exitosa en el mercado global. Para ello
276
promovieron misiones científicas con las que buscaron hacer conciencia del territorio en el
que cada gobierno ejercía soberanía y hacer un inventario de los recursos con los que
contaban. Durante esa década, las economías del Pacífico sudamericano efectivamente
accedieron con mayor fuerza al mercado global; hay que resaltar los casos de la harina de
trigo de Chile y el guano del Perú que tuvieron un particular éxito y redundaron en la
influencia de esos países en el sistema de Estados de la región. Además de permitir el acceso
a la economía global, las misiones también revivieron algunos conflictos limítrofes que
habían sido postergados en momentos anteriores. Entre ellos se cuentan el que enfrentaba a
Perú y Ecuador, pospuesto desde 1829 y el que confrontó a Bolivia y Chile, puesto en pausa
desde la década de 1840.
Esos conflictos territoriales mostraron que la competencia interestatal en el sistema de
Estados del Pacífico sudamericano estaba cambiando y que había la posibilidad de una
confrontación bélica de grandes magnitudes. Las relaciones entre Perú y Ecuador estaban
rotas y la tensión crecía; asimismo, la diplomacia entre Bolivia y Chile estaba suspendida e
incluso, el primero declaró la guerra al segundo en 1863. Mientras tanto, en el norte, ejércitos
de los Estados Unidos de Colombia y Ecuador se batieron en combate por aspectos de tipo
ideológico. En fin, las relaciones entre los países del sistema de Estados del Pacífico eran
frágiles y se esperaba un desenlace violento en cualquier momento. Bajo esa situación fue
que llegó la flota española a la región y desencadenó el inicio de la crisis del Pacífico
sudamericano, postergando los conflictos en la región para otro momento. La competencia
interestatal dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano estaba en su punto más
alto y tuvo que detenerse por lo que ellos entendieron como una amenaza a la independencia.
La crisis del Pacífico sudamericano, como ya se dijo, está enmarcada dentro de una crisis
global, vinculada con el inicio de la Guerra Civil estadounidense, pero no exclusivamente
por ella. El Gobierno español del Ministro Leopoldo O’Donnell lanzó una política de
prestigio que buscaba reubicar a España dentro de las potencias de primer orden, desde 1858.
Dentro de esa política, las tropas españolas participaron en invasiones en la Cochinchina,
vencieron al ejército marroquí, en ambos casos buscando satisfacciones por agresiones a los
súbditos de España, también la corona se reanexó a Santo Domingo y participaron en la
277
expedición tripartita (España, Francia y Gran Bretaña) a México. Asimismo, gracias a esa
política, el Gobierno español envió al Pacífico una flota, junto con una misión científica para
enarbolar el pabellón en esas aguas y demostrar los adelantos militares españoles. El
Almirante que comandaba la flota, Luis Pinzón, era un representante de sectores de la
sociedad española que estaban convencidos que la política exterior de su país debía resurgir
con fuerza en los lugares donde una vez tuvo control colonial, tal como había sido el caso en
Santo Domingo y México.
La llegada de la flota española al Pacífico causó cierto revuelo en los países de la región,
pero la crisis inició tras los eventos de la Hacienda El Talambo, en agosto de 1863. Allí un
grupo de vascongados se amotinó contra el terrateniente peruano Manuel Salcedo; en los
hechos murió un español y hubo un número indeterminado de heridos. El Almirante español,
junto con el Comisario real decidieron tomar las islas guaneras de Chincha el 14 de abril de
1864, hasta que las reclamaciones españolas fueran aclaradas. Este acto se puede considerar
como una expresión de la diplomacia de las cañoneras. Bajo ese modelo las potencias
marítimas buscaron satisfacer sus reclamaciones frente a países más débiles en todo el
mundo. Los países de la región prendieron las alarmas ante esa invasión y la calificaron como
un intento español por retomar territorios en sus antiguas colonias, y, además, esa práctica se
podría extender a todo el continente americano, amenazando el republicanismo. Esa
afirmación fue permitida por los principios mostrados por los agentes españoles tras la toma
de las Chinchas. En la circular que informaba la toma, decían que esa toma se trataba de una
“reivindicación” de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones y que su Gobierno
no había reconocido la independencia peruana, por lo que, entonces, “la tregua continuaba
sólo de hecho”. Esos principios fueron desvirtuados por el Ministro de Asuntos Exteriores
español, Joaquín Pacheco, quien advirtió que su país, pese a que no había reconocido
formalmente al Perú, no iba a desconocer su independencia, ni la de ninguna otra República
americana. El Ministro aprobaba la posesión de las islas guaneras hasta que el Gobierno
peruano diera las explicaciones justas en el caso de El Talambo, bajo el modelo de la
diplomacia de las cañoneras.
278
La opinión pública en la región también se pronunció tras la toma de las islas de Chincha,
haciendo una promoción del americanismo más intensa y con alteraciones, comparada con
la que promovían para los casos de México y Santo Domingo. Esta fue una primera mutación
del americanismo, desde su resurgimiento en la opinión pública, tras las invasiones europeas
en el Caribe. En cuanto al aspecto identitario, además de señalar al americanismo como
central en la identidad americana, la opinión pública añadió un componente anti-español en
oposición a lo que significaba ser americano. La expresión de la solidaridad también se alteró,
la, opinión pública añadió a la idea de la unión de los pueblos, la exigencia a los gobiernos
de la región para que actuaran en contra de la flota española. La opinión pública, sobre todo
la chilena y la peruana, exigían a sus Gobiernos actuar con fortaleza y que se reunieran en un
Congreso americano que actuara decididamente contra la flota española que amenazaba la
soberanía territorial americana y con ello al republicanismo americano.
La toma de las islas de Chincha marcó el inicio de la crisis del Pacífico sudamericano y los
países de la región buscaron la mejor manera de enfrentarla. Dentro de su experiencia, el
medio que habían utilizado las repúblicas americanas en momentos de crisis había sido la
unión americana. Desde inicios del siglo XIX la idea unionista había empezado a hacer
carrera entre algunos sectores patriotas en Hispanoamérica. Los principales promotores de
esa idea fueron Francisco Miranda y Simón Bolívar. El primero proponía conformar un
Congreso que reuniera todas las partes de la América española y formar una monarquía
católica. Por su parte, Bolívar decía que ese Congreso serviría como una especie de Gobierno
continental que trataría y discutiría sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las
naciones de las otras tres partes del mundo, es decir que se respetarían las soberanías internas,
pero actuaría para la política exterior del subcontinente. Ese Congreso debería ser
anfictiónico, es decir que solo debía reunir a las partes que compartían un mismo idioma,
igual religión y similares costumbres. La idea de Bolívar fue la que se impuso, también
porque él contaba con el aparato institucional de la República de Colombia, que desde 1821
se encargó de hacer realidad el establecimiento de un Congreso en el que se facilitaran las
relaciones de cooperación americanas.
279
Antes de la celebración de ese primer Congreso había que terminar de sellar la independencia
americana. En el Perú, último bastión realista, se reunieron ejércitos procedentes de la
Provincias del Plata, Chile, Perú y Colombia, desde 1823. Si bien la reunión no se pudo
concretar en una unión militar, fue un intento importante en el que se alinearon los intereses
de todas esas unidades políticas y, de alguna manera, lograron actuar juntos, pero no en
conjunto, para erradicar el poder monárquico de Sudamérica. Esa reunión militar en el Perú
se implantó en el pensamiento de los sudamericanos como el gran éxito de la unión americana
que había logrado acabar con la opresión española en el continente. Ya con la victoria
asegurada y con el republicanismo siendo la norma común en el continente, Bolívar, siendo
Dictador del Perú, envió una invitación a todas las nuevas unidades políticas
hispanoamericanas para la celebración de un Congreso anfictiónico en Panamá, en diciembre
de 1824.
Ese Congreso fue la primera experiencia que buscó unir los intereses políticos de las
Repúblicas hispanoamericanas, sobre todo el sostenimiento de la independencia americana
frente a posibles amenazas provenientes de Europa. La convocatoria fue atendida por los
Gobiernos de Colombia, Perú, las Provincias centroamericanas y México, quienes enviaron
Plenipotenciarios para iniciar las sesiones en junio de 1826. Tras las reuniones los
representantes de esos países firmaron un tratado de unión, liga y confederación en el que
cada una de las partes se comprometía a ser salvaguarda de la independencia americana. El
tratado no fue ratificado sino por el Legislativo colombiano, en parte por el fin de la amenaza
de una posible restauración monárquica en América. Ese primer intento de unión americana
fue el ejemplo para las demás reuniones de ese tipo. En general, cuando hubo una amenaza
a la independencia, ella motivó la reunión de una Asamblea continental donde se firmaron
una serie de tratados que, al final, no fueron ratificados por los legislativos de los países
asistentes. Ese patrón se repitió en 1847, cuando el expresidente ecuatoriano, Juan José
Flores, reunió una flota conjuntamente con España para invadir el Ecuador; también se repitió
el modelo en 1856 tras la invasión de un filibustero estadounidense a Nicaragua y la
posibilidad del establecimiento de un protectorado de los Estados Unidos en las islas
Galápagos del Ecuador.
280
Cada uno de esos intentos estuvo influenciado por una idea de unión que fue modificándose
y adaptándose a los diferentes marcos de referencia. Desde la década de 1840, a la unión
política se le añadió la unión comercial; la idea era trascender el cuidado de la independencia
y fijar los objetivos de la unión continental en el desarrollo material de las repúblicas
hispanoamericanas. Asimismo, el carácter de árbitro del Congreso fue un elemento que fue
añadido luego del Congreso de Panamá. Gracias a ese principio, se buscaba evitar conflictos
entre los países hispanoamericanos. En fin, la idea de unión y su implementación en
Asambleas continentales fue evolucionando y ya no solo se pretendía la salvaguarda de la
independencia americana, sino que también se buscaba el desarrollo del subcontinente y la
creación de un derecho público americano. La unión americana se encontró un importante
obstáculo en las soberanías nacionales. Los gobiernos de los países que firmaron los tratados
eran celosos con ella, no querían ceder su poder de decisión ante un organismo ajeno al
sistema político que habían formado en su interior.
Basado en las experiencias de los intentos de unión americana previos a la década de 1860,
el Gobierno peruano volvió a invitar a una reunión de un Congreso americano, motivado por
los sucesos en México y Santo Domingo, pero acelerado tras la toma de las islas de Chincha.
La unión americana fue la manera en que los países del Pacífico sudamericano buscaron
afrontar la crisis que amenazaba la independencia americana. Los asistentes a ese Congreso
fueron representantes de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, El Salvador y Venezuela.
El asunto de las Chinchas fue el tema principal de las reuniones, desde octubre de 1864. En
un principio, el Gobierno peruano entregó su poder de decisión al Congreso americano,
encargándole que ese organismo tomara el liderazgo y coordinara la respuesta de la región a
la crisis del Pacífico sudamericano. En diciembre de 1864, cuando el Congreso americano
seguía debatiendo la mejor forma de afrontar la amenaza española en la región, el Gobierno
peruano reasumió su soberanía. Ante esa decisión, los representantes del Congreso
Americano se dividieron, entre quienes pensaban que el objeto de la reunión se había
terminado (el de Chile, Bolivia, Perú y Venezuela), y entre quienes promovían la firma de
un tratado de unión, otro de arbitrio y dos convenciones, una postal y otra de comercio, en
pro de establecer un derecho público americano. Los tratados fueron firmados y sufrieron la
281
misma suerte de los anteriores: ninguno fue ratificado, salvo el de unión por el Congreso
colombiano. Esos tratados, decían los congresistas, atentaban contra la soberanía nacional
por lo que no fueron discutidos.
Cuando el Perú reasumió su soberanía negoció con el Almirante español, José Manuel Pareja,
un tratado que pusiera fin a esa crisis, en enero de 1865. La firma del tratado Vivanco-Pareja
estipulaba que la flota española devolvería las islas de Chincha tras el pago de una
indemnización y luego de que el gobierno peruano recibiera un comisario regio, al que le
daría explicaciones sobre el asunto de El Talambo. Ese tratado marcó el final de la primera
parte de la crisis del Pacífico sudamericano, abriendo espacio para un periodo en el que se
empezaban a reacomodar las dinámicas de la política del sistema de Estados de la región.
Durante ese periodo, en Bolivia hubo constantes revoluciones y cambios de gobiernos; en
los Estados Unidos de Colombia hubo levantamientos conservadores en diferentes zonas
contra el Gobierno liberal; en Ecuador hubo un cambio de Gobierno, pasando de uno
conservador a uno liberal; y en el Perú una revolución, en oposición al tratado Vivanco-
Pareja, le puso fin a la Presidencia de Pezet. Las dinámicas de la política interna de los países
de la región volvieron a su cauce anterior.
En cuanto a la acción exterior en los países de la región, ella sufrió una contracción. Tan solo
el Gobierno chileno tuvo actividad para resaltar. El Ministro Plenipotenciario español allí,
Salvador Tavira, en abril de 1865, pidió explicaciones sobre la actuación del pueblo chileno
tras la toma de las islas de Chincha; hubo manifestaciones contra la corona española, tanto
en la prensa como en las calles y teatros, sobre todo en Santiago. La respuesta del Ministro
de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, versó alrededor de la imposibilidad
de su Gobierno de reprimir o castigar las opiniones y expresiones de los ciudadanos, en tanto
que en ese país ellos gozaban de libertad de expresión. Tavira aceptó la explicación y envió
su informe a Madrid. Allí el Ministro de Asuntos Exteriores, Bermúdez Castro, no estuvo de
acuerdo con esa explicación. El Ministro destituyó de su cargo a Tavira y envió poderes al
Almirante Pareja para que tomara las medidas necesarias y exigiera explicaciones
satisfactorias para la Corona. En septiembre, Pareja impuso un ultimátum al Gobierno
282
chileno para que cambiara las declaraciones entregadas a Tavira, pero aquel no cambió sus
argumentos y declaró la guerra a España.
Con el comienzo de la guerra entre Chile y España inició la segunda fase de la crisis del
Pacífico. Esta fase se caracterizó por la alianza entre los países del Pacífico sudamericano,
salvo Colombia, y la confrontación naval. El Gobierno chileno, tras el ascenso del coronel
Pardo como Presidente del Perú, en noviembre de 1865, negoció una alianza con ese
Gobierno para hacerle frente a la flota española. La alianza fue celebrada y ambas partes se
comprometieron a extenderle una invitación al resto de países de la región (Bolivia, Ecuador
y Colombia) a unirse a la alianza. Ella fue aprobada por los Gobiernos boliviano y
ecuatoriano, más no por el colombiano, pese a la opinión pública de ese país pedía que su
Gobierno se adhiriera al tratado, el Gobierno colombiano se enfrentaba a una doble
encrucijada: no contaba con el dinero suficiente para afrontar una guerra y temía que entrar
en la alianza significara que fuera atacado por la costa Caribe. La alianza fue un intento más
por reunir los intereses de las repúblicas de la región bajo un mismo objetivo. El hecho que
ella fuera aceptada por cuatro de los cinco países del sistema de Estados se explica por la
declaratoria de guerra de Chile, que trasmitía la idea que, en caso de perder la guerra, el
republicanismo estaría en peligro como forma de gobierno, y la Corona española retomaría
el control de sus antiguas posesiones en la región.
Tras el inicio de la segunda fase de la crisis, la opinión pública mutó de nuevo y se mostró
más certera en sus ataques contra España, a la que calificaban como retrógrada, comparada
con otras potencias europeas. Asimismo, la promoción del americanismo se hizo mucho más
intensa, haciendo un llamado a la solidaridad con Chile, para repeler, lo que en los periódicos
se leía como un intento español por retomar la posesión de sus antiguos dominios en la región.
Si bien esa expresión era exagerada, ella nacía de la relación que hacían tanto políticos como
publicistas de lo que acontecía en el Pacífico con lo que había ocurrido en México y Santo
Domingo; esos hechos eran vistos como un gran plan entre esas Coronas para atacar el
republicanismo americano e imponer monarquías a lo largo del continente. La firma del
tratado de alianza, como medio para repeler la flota española de la región fue celebrada por
la opinión pública en general.
283
La opinión pública de los países del Pacífico sudamericano estaba alineada con la idea de
formar una alianza para luchar contra España, tal como había ocurrido en el periodo
independentista. Esta alineación de intereses nos muestra la existencia de una opinión pública
americanista en la región y en ese momento específico de crisis. En general, en todos los
países, la opinión pública se encargó de promover el americanismo, tanto en su componente
identitario como en la promoción de la solidaridad frente a la amenaza del exterior. Si bien
no se podría concluir que hubo solo una opinión pública del Pacífico sudamericano, si se
puede afirmar que la idea americanista era común en toda la región.
La guerra fue afrontada por las flotas peruana y chilena, ni Ecuador ni Bolivia tenían naves
de guerra, por lo que aquellos Gobiernos brindaron su apoyo moral e impidieron que las
naves españolas atracaran en cualquier puerto del Pacífico. Las confrontaciones navales
fueron pocas, pero la prolongación del estado de guerra ponía en desventaja a la flota
española: los víveres escaseaban y la paciencia se iba perdiendo. Frente a esa situación, el
comandante de la flota española, Casto Méndez Núñez, decidió poner fin a la situación.
Méndez se enfiló hacia Valparaíso y puso un ultimátum para que el Gobierno chileno pagara
una indemnización y saludara el pabellón español, o abriría fuego contra el puerto. El
Gobierno chileno no aceptó las condiciones del español y el 31 de marzo de 1866 la flota
española abrió fuego contra una ciudad vacía y sin defensas. Tras terminar la jornada en
Valparaíso, Méndez Núñez fue al Callao a repetir la fórmula. Sin embargo, el Callao estaba
fortificado y el 2 de mayo las naves españolas recibieron importantes daños, tras lo cual se
retiraron a Filipinas. Con la salida de la escuadra española del Pacífico sudamericano marcó
el final de la crisis en la región.
Tras el final de la crisis en el Pacífico sudamericano las dinámicas de la política del sistema
de Estados de la región modificaron sus relaciones. En el interior de cada uno de esos países
hubo estabilidad política y se celebraron elecciones de manera constante. En cuanto a las
relaciones entre ellos, con la independencia asegurada, la competencia interestatal se detuvo
momentáneamente y, por ejemplo, Bolivia y Chile firmaron un tratado de medianería que
estableció como límite entre Bolivia y Chile el paralelo 24° y, además, ambas partes
estipularon un co-dominio y la repartición de ganancias por explotación guanera entre los
284
paralelos 23° y 25°. La balanza de poder en el sistema se inclinó a favor del Perú tras la
jornada del 2 de mayo, pero como lo afirma el historiador Rafael Sagredo, Chile tomaría las
medidas necesarias para que la balanza de poder le fuera favorable en los años subsiguientes,
teniendo como culmen de ese proceso la Guerra del Pacífico (1879-1883).
Esta tesis se propuso mostrar que hubo una crisis en el Pacífico sudamericano que estaba
conectada con una crisis de alcance global y que esa crisis afectó las dinámicas de la política
del sistema de Estados de la región en diferentes escalas. El enfoque que se utilizó para ello
fue el de la historia transnacional, que permitió ampliar la escala y entender la manera en que
aspectos globales afectan dinámicas regionales y locales, sacando la nación del centro de la
explicación. Para ello, se buscó acceder a la mayor cantidad posible de documentos
diplomáticos, correspondencia, artículos de prensa y publicaciones de la época en toda la
región que permitieron observar las dinámicas de manera conjunta, y, así, proponer la
existencia de un sistema de Estados del Pacífico sudamericano que se vio afectado por la
crisis allí acontecida. Esta investigación buscó trascender las explicaciones nacionalistas y
puso en consideración las realidades de cada uno de los países del Pacífico sudamericano
para comprender la manera en que lo global afectó lo local y se manifestó en la política
regional. Este es un intento que busca hacer un aporte a la producción de historia global desde
América Latina, tal como lo sugiere Matthew Brown,863 y que en años recientes ha tenido un
incremento en la región.
El investigador es consciente de las limitaciones de la tesis acá presentada. Entre ellas se
cuenta la omisión del acceso a fuentes diplomáticas en el Reino Unido, España, Francia y
Estados Unidos, lo que hubiera complejizado el argumento y le hubiera otorgado a la
investigación una mayor escala. Esa limitación se atenuó con la inclusión de una cantidad
considerable de historiografía proveniente de esos países, con excepción de la francesa. Sin
embargo, esa limitación abre la puerta para una nueva investigación que seguro ayudará a la
comprensión global de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.
863 Matthew Brown. “The Global History of Latin America.” Journal of Global History, Vol.10, No. 3 (2015),
365–386.
285
Esta investigación busca promover el interés por la investigación sobre la política
latinoamericana de la segunda mitad del siglo XIX, momento opacado por la predilección de
los investigadores por el periodo de transición de la colonia al republicanismo. El estudio de
ese periodo en Hispanoamérica permitirá comprender las dinámicas propias del asentamiento
del republicanismo en la región, tanto en los campos de la política, la economía y la cultura.
Asimismo, a partir de ese tipo de estudios se podría entender la soberanía en un marco
republicano y el rol que desempeñó en los procesos de unión americana como en las
relaciones entre los países de la región y fuera de ella. El análisis del siglo XIX
hispanoamericano de manera comprehensiva y entender la forma en que la región se
relacionaba entre sí y con el mundo política, comercial y culturalmente nos permitirá avanzar
en el conocimiento de la región, su lugar en el mundo, y entendiendo que las conexiones y
experiencias hispanoamericanas fueron tan importantes como las acontecidas en otras
latitudes para explicar el desarrollo de los procesos globales, tanto en el siglo XIX como en
la actualidad.
286
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