TEORÍA ECONÓMICA Y JUSTICIA SOCIAL
JOSEPH F. JOHNSON DONNELLY
Traducción al español por
MSc. Olga González Martín
y Noel González Martín
1
“Más alta que la verdad, objeto de razón,
es la justicia, objeto de la conciencia.”
----de
Hostos
ÍNDICE TEMÁTICO
Introducción……………………………………………………………………………………
1
Capítulo I La Relación entre lo Social y lo
Individual…………………………………23
Capítulo II Prólogo a los Profetas
………………………………………………………..49
Capítulo III Los Profetas y la Justicia Social …………….....………………….
…….…..71
Capítulo IV Adam
Smith…………………………………………………………………...95
Capítulo V Teoría del Crecimiento Económico…………………………………..
….....127
Capítulo VI La Controversia del Capital.
………………………………………………..168
Capítulo VII La Teoría Keynesiana
………………………………………………………185
Capítulo VIII Expansión Económica………………….
…………………………………...201
Capítulo IX Instituciones Fiduciarias
……………………………………………………215
Capítulo X La Justicia Social y la Teoría Sociológica Moderna
………………………283
Capítulo XI La Dignidad y la Institución del Empleo
…………………………………319
Bibliografía …………………………………………………………………………………...335
1
INTRODUCCIÓN
El tema de este libro es la justicia social. Presentaremos los
resultados obtenidos por tres campos de estudio diferentes: la arqueología
(1980s), la sociología (1950s) y la teoría económica (1970s). Estos
resultados aclaran los debates actuales sobre el significado de la justicia
social. No se supone conocimiento previo de la teoría económica o la
sociológica. Las distintas posiciones, ya sean a favor o en contra, se
examinarán a profundidad en sus propios términos.
Los profetas del Antiguo Testamento tenían una idea sobre la
justicia social algo diferente a lo que los teólogos pensaban, una idea de
acuerdo con los movimientos populistas a lo largo de la historia: Jeremías y
Amós abogaban por el alivio de la deuda y la reforma agraria por motivos
morales relacionados con una preocupación por la justicia. Sin embargo,
Adam Smith los atacó por esta misma razón.
La teoría sociológica moderna ha alcanzado una noción muy precisa
acerca lo que es una institución social y ha definido “lo social” como algo
que es ininteligible desde un punto de vista estrictamente individualista.
Pero los economistas angloamericanos tienden a afirmar que en una
sociedad de individuos racionales no existiría ningún fenómeno así de
incomprensible.
2
La finada profesora de economía de la Universidad de Cambridge
Joan Robinson y sus estudiantes1, razonaban desde 1953 hasta 1975 la
existencia de paradojas inevitables en las matemáticas de la teoría
económica de la valoración del capital si se adoptaba el tradicional análisis
individualista de la teoría económica del mercado libre.2 Robinson y otros
afirmaban que debido a estas paradojas, la tasa de beneficios no se podía
explicar desde un punto de vista completamente individualista. Más bien
se debe determinar como un resultado de las políticas y las luchas, es
decir, determinado por un proceso social que no se puede entender según
los términos limitados del análisis económico individualista.
Los resultados de estas tres disciplinas se utilizan para aclarar
cuestiones importantes en debate actualmente sobre el significado y el
estatus del concepto de la “justicia social”. Desafortunadamente, este libro
no nos puede decir cómo obtener la justicia social: ello le corresponde a
esos que están más involucrados directamente en las luchas populistas
para lograrla3. Pero hasta ahora, la naturaleza destructiva y confusa de los
debates en torno al concepto de la justicia social constituyen un obstáculo
para estas luchas: la teoría económica ortodoxa ha sido utilizada para
desacreditar la comprensión popular. Espero que con estas aclaraciones el
1 Entre ellos el profesor Amartya Sen (premio Nobel y actualmente Maestro del Trinity College).2 Esto fue objeto de una famosa, larga y desagradable polémica que incluyó por un lado al profesor Samuelson y el profesor Solow del Instituto Tecnologico de Massachusetts (M.I.T.), premios Nobel posteriormente, y a Robinson y sus colegas, por otro. Véase Avi Cohen y Geoffrey C. Harcourt: ”Whatever Happened to the Cambridge Capital Theory Controversies?”, Journal of Economic Perspectives, 17(1), Inverno 2003.3 Este autor ha estado, de hecho, involucrado en estas luchas pero se necesita la ayuda de los esfuerzos de muchos más para lograr un verdadero progreso.
3
debate sea más constructivo y que los aportes de aquellos más
involucrados directamente sean más valorados que las críticas de los
ideólogos economistas.
El método en este libro no es el deductivo. El gran número de citas
en esta introducción puede ser engañoso: no se ofrece una historia
académica de gran erudición de los conceptos pertinentes, ni un tratado
abstracto filosófico de principios fundamentales. En cambio se ofrecen
ejemplos históricos concretos. Luego se definen los conceptos teóricos que
usamos para analizar esos ejemplos, —tal como la definición de una
institución. Al final se muestra cómo estos conceptos aclaran los ejemplos y
organizan de nuevo los hechos históricos en un orden comprensible.
¿Cuál es el significado de la justicia social?
Existe una tradición en el populismo reflejado en autores
influyentes desde los tiempos de los profetas del Antiguo Testamento hasta
la actualidad que asevera sobre el contenido práctico del concepto de la
justicia social. Esta idea popular de la justicia social la expresó José Martí
en 1886 por ejemplo, en un artículo periodístico escrito a propósito del
movimiento social en los Estados Unidos por la justica social.
“La libertad pública,... no trajo á su establecimiento, ni
crió aquí en su desarrollo, un sistema económico que
4
garantizase á lo menos una forma de distribución equitativa de
la riqueza; en que sin llegar á nivelaciones ilusorias e injustas,
pudiese el trabajador vivir con decoro y sosiego, educar en
honor á su familia, y ahorrar para su ancianidad como el
legítimo interés de labor de toda su existencia, una suma
bastante para librarlo del hambre, o de ese triste trabajo de los
viejos que de veras es una ignominia para cuantos no hemos
imaginado aún el modo de evitarlo.4
La idea de la justicia social ha sido atacada desde la época de Hume y
Adam Smith. Los economistas anglosajones niegan que el concepto de la
justicia social tenga sentido, afirman que la justicia es individualista.
Estudiantes impresionados por la consistencia intelectual de la teoría
económica individualista del mercado libre (no importa si es poco realista)
tienden en la práctica a convenir con ellos. Sus opiniones son cada vez más
influyentes en América Latina y entre estudiantes en Colegios de
Comercio.
Según el influyente economista y filósofo Friedrich von Hayek
(Premio Nobel en Economía), la frase “justicia social” es un fraude
semántico y “La idea de lo que es ’la social’...nos conduce a una ampliación
del concepto de la justicia a esferas donde no es pertinente:...la
4 ”El Movimiento Social y La Libertad Política”, El Partido Liberal (México), 4 nov. 1886.
5
distribución de los bienes del mundo....En cuestiones de la distribución no
existe ningún criterio de la justicia.”5
Si deseamos analizar el mundo real de las actividades económicas,
se ha afirmado que por lo menos debemos suponer6 que la motivación para
una acción es el interés personal del actor. Su clásica expresión se debe a
Adam Smith y es frecuentemente citada.
“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del
panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración
de su propio interés.7
La mayoría de los economistas teóricos han heredado esta visión
utilitarista, y la han elevado para abarcar todas las opciones humanas, no
sólo en las opciones en la esfera económica.8
Frente a esto, Eugenio María de Hostos habla claramente sobre la
moral social y los deberes sociales y dice, por ejemplo, que
5“What is 'Social'? –What Does it Mean?” Studies in Philosophy, Politics, and Economics, Chicago, 1967, pp. 244s. Véase también “The Legal and Political Philosophy of David Hume”, ob. cit.6 (por lo menos hacerlo una parte esencial de nuestro análisis)7 La Riqueza de las Naciones, México, 1958, p. 17.8 Gary S. Becker, Premio Nobel en Economía precisamente por esto dice: “Incluye desde escoger un auto, hasta la selección de un consorte o una religión...Se trata en todos estos casos la utilización de recursos escasos para satisfacer fines competitivos...insisto los principios económicos desarrollados para este sector [del mercado] son relevantes para todo problema de elección...Creo que el análisis económico es esencial para comprender mucho del comportamiento que tradicionalmente estudian sociólogos, antropólogos,...¡Esto sí que es un ejemplo de imperialismo económico!” Teoría Económica, México, 1977, p. 11.
6
“es inmoral hacerse abogado o médico, o maestro o
periodista, o comerciante o peluquero, sin más mira que la de
ganar el pan.9
Significados opuestos de la palabra ''justicia''
En las escrituras de Cicero y muchos otros autores clásicos, la
'injusticia' significa tomar lo que no le pertenece a uno mismo. “Suum
cuique tribuere. Neminem laedere”.10 Mas, se puede preguntar: ¿esto se
aplica a la reforma agraria y a la nacionalización? ¿Estos son, por lo tanto,
injustos? Este libro razona cuidadosamente que hay circunstancias
importantes donde estas sentencias no son pertinentes.
En la actualidad el mundo vive en una lucha. Cuba todavía está
siendo castigada por haber llevado a cabo una reforma agraria en 1959.
Otros países que con razón, quizás, puedan rechazar el pago de las deudas
que han contraído, están bajo la amenaza de castigos similares por parte
de los banqueros del Primer Mundo. ¿Justifica el bien de la sociedad la
expropiación o nacionalización de la propiedad privada o la extranjera?
¿Puede el gobierno justamente prevenir la ejecución de las hipotecas de las
casas de los consumidores que no hacen sus pagos mensuales? ¿Son justos
9Tratado de Moral: “La Moral Social y las Profesiones”. México, 1945, p. 214. Más adelante critica que “en...las...relaciones industriales que...se rigen generalmente por la oferta y la demanda, aún ahí compite con la vocación la ineptitud, y con el deber cumplido, la burla del deber no conocido o no aceptado”, comparando esto con el nepotismo.10 Giorgio Del Vecchio: La Giustizia, Roma, 1946, pp. 25, 115.
7
los impuestos redistributivos y las regulaciones de la tasa de beneficios? Si
se entiende la justicia como algo puramente individualista, entonces, la
respuesta sería no. Esto es, de hecho, parte de la “justificación” para
castigar a Cuba con un bloqueo.
La dirección futura de la economía mundial es un tema de gran
debate y lucha. Parte de este debate versa sobre el significado de la
justicia social: parte de esta lucha es entre aquellos que buscan la justicia
social y aquellos que explotan a los pobres. Parte de la disputa versa sobre
lo que cuenta realmente como explotación y si ésta es esencialmente algo
malo.
Algunos defensores de la globalización y del mercado libre pueden
verdaderamente tener en sus corazones los intereses de los pobres del
Tercer Mundo. Y sí plantean que abrir los mercados a una mayor
“explotación” sería algo bueno en el largo plazo aunque provoque mayor
desigualdad en el corto plazo.
Los economistas ortodoxos11 actualmente tratan el tema de la gran
brecha existente entre el Tercer y el Primer Mundo a partir de la
recomendación de los primeros abandonar sus intentos de regular la tasa
de beneficio o subsidiar el costo de la vida de los más pobres y que que
deben abrir sus economías a la explotación. El aumento resultante de la
desigualdad, plantean, es una consecuencia necesaria de permitir que el
interés propio sea la motivación para el desarrollo económico.
11 Con el objetivo de patentizar su desacuerdo al respecto, la profesora Robinson permitió que uno de sus libros fuera titulado Herejías Económicas, Barcelona 1976 (ed. original Nueva York, 1971).
8
Niegan que pueda existir un derecho humano como el derecho al
empleo, o que la sociedad deba tomar medidas concretas para garantizar
tal derecho o garantizar cualquiera de las desiderata enunciadas por José
Martí y muchos otros.
Sólo los derechos sobre los bienes son importantes para ellos;
afirman que el capital se debe tratar como otros bienes; de modo que
cualquier ley que impida su venta a extranjeros se debe derogar. Cualquier
reforma agraria debe ser socavada por medio de permitir la transferencia
completamente libre del título o escritura de propiedad, aun si esto
ocasiona de nuevo una concentración extrema de la riqueza.12 Presentan
argumentos basados en la teoría económica para apoyar esta posición a la
vez que menosprecian las preocupaciones con la justicia. Ellos desean
estimular una actitud utilitarista y pragmática.
Otros plantean que las políticas económicas que incrementan la
desigualdad y excluyen de manera creciente a los individuos de participar
en las decisiones de la sociedad son injustas a primera vista. En este libro
se demostrará que la teoría económica en la que se basan los economistas
ortodoxos está extremadamente viciada también que, el crecimiento
económico en compañía de una creciente desigualdad parece estar lista
para provocar desastres en países menos desarrollados.13
¿Es desigualdad, por si, una injusticia? Esto seguramente todavía
no se ha demostrado. Muchos trabajos recientes de filósofos académicos
12Por esta razón algunos de estos economistas no tuvieron reparo alguno a la hora de colaborar con y alabar al asesino Pinochet. 13Amartya Sen: “The Rich Get Hungrier“, The New York Times, 28 Mayo 2008.
9
sobre la justicia social hacen suposiciones extravagantes al respecto.
Muchos otros filósofos y economistas niegan que la desigualdad económica
es, por si, una injusticia. Por eso, no planteo tal supuesto en este libro. Sin
embargo, no será posible probar que la desigualdad es, por si, una
injusticia moral. No obstante, investigaciones teóricas de la profesora Joan
Robinson y empíricas del profesor Amartya Sen (un estudiante suya y
Premio Nobel) han comprobado que el crecimiento económico en la
presencia de un aumento del nivel de la desigualdad de la sociedad es muy
peligroso y puede resultar en una hambruna y grandes escaseces de tipos
variados, no solamente una escasez de comida.
Uno de los temas filosóficos/ideológicos básicos se plantea en este
libro: ¿es un acuerdo (contrato) llegado libremente por dos individuos (sin
fraude, excesiva influencia, amenazas, fuerza, etc.) ipso facto justo? La
teoría individualista de la justicia del Liberalismo Clásico plantea que sí lo
es, pues parece ser incomprensible que dos individuos racionales puedan
en tales circunstancias acordar algo injusto. Una teoría social de la justicia
y la filosofía tradicional del derecho sostienen que la cuestión de la justicia
va más allá de los simples elementos formales de procedimiento como los
enumerados más arriba.
Sobre este tema en particular, Alain dice que: “Por ejemplo, es
necesario examinar un salario, a ver si permite sostener una vida humana.
Supongamos un salario miserable; es bien conocido que el obrero pudiera
aceptarlo. Pero cuando firma el supuesto contrato en frente de un notario,
10
no siempre es un contrato”.14 O, de nuevo, “Falta la justicia cada vez que
no son iguales los dos contrayentes, si esa desigualdad modifica el
contrato: por ejemplo, si uno sabe mas que el otro, si uno es mas rico que
el otro o puede asistir mejor, o si es menos dominado por las necesidades y
las pasiones”.15
Sería justo caracterizar a la tradición utilitaria angloamericana en
negar que existe algo como la justicia en el sentido expuesto arriba.16 Los
seguidores de Adam Smith atacan cualquier concepto de la justicia social
que vaya más allá de la igualdad de oportunidades económicas.17 Esto
forma parte de su propensión individualista en contra de “lo social” y de su
parcialidad filosófica contraria a las ideas clásicas de la moral a favor del
utilitarismo.
Esta tradición utilitaria también afirma que no existe tal cosa como
la sociedad que solo existen individuos.18
Mas, el Premio Nobel y activista Adolfo Pérez Esquivel se refirió a
los sistemas injustos cuando les habló a las Madres de la Plaza de Mayo en
14 Alain era el seudónimo de un influyente profesor de filosofía en París quien tenía muchos lectores y tuvo a Simone Weil como discípulo. “Propos de 16 juillet 1932“, Pléiade, p. 1089, Propos sur des philosophes, p. 120.15 “Propos du 4 mai 1914“, Propos d'un Normand, t. V, p. 230.16 Jeremy Bentham: An Introduction to the Principles of Morals and Legislation, Oxford, 1789, p. 8 ss. Bentham no andaba con rodeos pero sus seguidores, a la vez que concordaban con él, han preferido apropiarse de la palabra tradicional “justicia“ para sus propios conceptos que se oponen completamente a los de los profetas, Cícero, de Hostos o Alain). 17 A veces algunos de ellos permiten por excepción de medidas redistributivas muy leves basadas en la utilidad social –pero eso es una falla en la consistencia lógica de su teoría.18 Margaret Thatcher dijo: “No existe tal cosa como la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales y también hay familias“. Citado en Alex Abello: Soldiers of Reason: The RAND Corporation and the Rise of the American Empire, Nueva York, 2008, p. 257. A partir de la adición ilógica de la familia a la lista, ella demuestra la teoría subyacente…las familias son colectividades o instituciones y si alguien las adiciona, por qué no adicionar otras instituciones o colectividades…
11
julio de 1980 y afirmó: “La no violencia es un espíritu de profecía a la vez
de ser un método---un conjunto organizado de quebraduras del orden civil
para desordenar el sistema responsable para las injusticias que nos
rodean. “ Reafirmó también el llamado de la Conferencia de Obispos
Latinoamericanos en Puebla para ”restablecer la justicia en las relaciones
socio-políticas y económicas” (no. 533) que a la vez reafirmó la declaración
de su conferencia en Medellín, 1968, parte II, p. 54s.:
“No deja de ver que América Latina se encuentra, en
muchas partes, en una situación de injusticia que puede
llamarse de violencia institucionalizada cuando, por defecto de
las estructuras de la empresa industrial y agrícola, de la
economía nacional e internacional, de la vida cultural y política,
’poblaciones enteras faltas de lo necesario, viven en una tal
dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo
mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de
participación en la vida social y política’19, violándose así
derechos fundamentales.
Esto claramente le atribuye la responsabilidad de una injusticia a
un sistema o una institución. Pero si es así, ¿cómo puede ser moral la
responsabilidad? ¿es esto simplemente una analogía al concepto
tradicional moral de la justicia en el sentido estricto? Uno de los objetivos 19 Pablo VI, Populorum Progressio.
12
de este libro es responder a las críticas o dudas que se basan en estas
preguntas. Una colectividad puede ser, en un sentido, un actor pero no un
actor moral. La teoría sociológica moderna aclara la relación exacta entre
las acciones individuales y el comportamiento de las instituciones.
Igualmente, los profetas y Martí no podían expresar con claridad lo
que querían. Nosotros repetimos los datos y argumentos que resultan en
un consenso entre los teólogos modernos que los profetas trataban de
enseñar un concepto de la justicia que no era individualista pero que tenía
cierto componente social. Además nosotros apuntamos que los profetas
explícitamente condenaban los contratos hipotecarios que produjeron
peones-endeudados en el Antiguo Israel, aún y cuando fueron acordados de
manera libre. El profesor Moshe Weinfeld de la Universidad Hebrea de
Jerusalén ha resumido hábilmente una generación de erudición en los
aspectos lingüísticos de los términos usados en estos textos biblicos y otros
textos paralelos en otras culturas antiguas del Cercano Oriente. Lo que
está traducido de manera equívoca en las traducciones del Antiguo
Testamento como ”misericordia y justicia” era un término técnico para el
alivio de la deuda y reforma agraria (la restitución de los bienes raíces
hipotecados).20
Pero Adam Smith atacó a los profetas por esta misma razón. Él
creía que es absurdo que un contrato (acordado libremente) pueda ser
injusto. Smith atacó explícitamente los puntos de vista de los profetas en
torno a la usura y la hipoteca y promovió una justificación teórica sobre la 20 Moshe Weinfeld: Social Justice in the Ancient Near East, Jerusalén, 1991.
13
posición del Liberalismo Clásico en torno a los contratos. Esta posición se
convirtió en el proyecto teórico de la teoría del mercado libre para
demostrar cómo los bienes sociales surgen de las motivaciones
comprensibles indivualísticamente.
¿Un bien o un imperativo?
El concepto de la justicia social nunca se ha definido.21 La mayoría
de los economistas y algunos de los filósofos dicen explícitamente que no
hay tal cosa,22 que toda la justicia es individualista, aunque pueda tener
subdivisiones tales como la justicia distributiva o la justicia conmutativa.23
Los sociólogos y muchos populistas piensan que ni una ni otra de estas
subdivisiones son adecuadas, y ninguna es verdaderamente ”social”.
El propósito de este libro es presentar los modos típicos del análisis
que usan los economistas, los humanistas y los sociólogos, en un caso
21 Quizás el intento más útil ha sido la discusión del profesor David Miller (Oxford) sobre el profesor Alasdair MacIntyre (Notre Dame). Profesor Miller reformula la definición de éste sobre la justicia de la siguiente manera: ”La justicia es la disposición a darle a cada persona lo que merece y a no tratarle de manera incompatible con su mérito. …esto no se puede entender concretamente sin referir a las prácticas sociales de la sociedad”, Principles of Social Justice, Cambridge, Mass., 1999 p. 111 ss.22 Según el profesor Miller, el profesor MacIntyre es uno tal, loc. cit.23 La justicia distributiva es “la proporción que existe entre el Estado y sus miembros, por la cual aquél reparte entre éstos las cargas y bienes y comunes, con relación á los méritos de cada uno. No requiere igualdad absoluta, como la conmutativa, entre el mérito del individuo y lo que éste recibe, sino solamente que la relación en que se encuentren el mérito y la recompensa, la capacidad y la carga, sea la misma para todos; así, quien puede trabajar más, debe soportar más cargas.” Enciclopedia vniversal ilvstrada evropeo-americana (Espasa), Barcelona 1930, en el artículo ”Justicia”, p. 3239. Como esta definición se centra en el Estado es insuficientemente social. La teoría sociológica moderna nos permite expandir en gran medida el alcance de esta definición.
14
concreto actual: ¿cuáles son estas nociones competitivas de la justicia
social? Básicamente, ¿*es* que hay tal cosa?
Uno de los temas es concocer si la justicia social en el sentido
explicado más arriba es realmente un deber de la justicia o sólo un ideal de
la “buena sociedad” que nos gustaría ver ocurrir, de la misma manera que
nos gustaría que sucedieran muchas acciones admirables morales.
“Desde antiguo los moralistas distinguen la justicia de la
caridad. Se funda la primera en la igualdad moral y en el
respeto á los demás, y la segunda en la comunidad de
naturaleza y en el amor á los demás hombres; por la primera
somos miembros de un mismo cuerpo, por la segunda somos
hermanos. Establecían, á este efecto, la división general de los
deberes de los hombres entre sí en deberes de justicia y de
caridad, caracterizados, respectivamente, por ser los primeros
coactivos é exigibles y los segundos voluntarios y de pura
beneficencia; negativos casi siempre, los de justicia son
determinados y corresponden á la esfera jurídica; positivos los
de caridad, son indeterminados y se consideran, por lo común,
de exclusiva competencia de la Moral. A los primeros se les ha
llamado también de precepto y á los segundos deberes de
consejo.24
24 Ob. cit., p. 3240.
15
En la visión tradicional de las virtudes, la caridad es buena pero la
justicia es imprescindible. La naturaleza imperativa de la justicia se ve en
que la injusticia es habitualmente reparada por la fuerza o por la amenaza
de ella (el Estado, a través de las funciones de sus tribunales y la policía;
también hay la revolución).
Algunos autores, cuando se refieren a una “sociedad justa” son
poco cuidadosos con la manera en que utilizan el término “justo” pues no
queda claro si utilizan esta palabra significando “justo” en el sentido
estricto (según lo que se citó de la enciclopedia más arriba) o si hablan de
“justo” como un simple “ideal”. Muchos de los que hablan sobre la justicia
social no han aclarado si sus principios de la justicia social son preceptos
estrictos cuya violación justificaría la violencia o simple consejos.
Evidentemente, los profetas del Antiguo Testamento decían lo
primero: que los principios de la justicia social son preceptos estrictos.
Para ellos, la incapacidad del Antiguo Israel para establecer el alivio de la
deuda y la reforma agraria significaba que los invasores asirios estaban
justificados para destruir esa sociedad. La incapacidad de los teólogos
tradicionales de imaginar que el alivio de la deuda y la reforma agraria
pudieran ser preceptos estrictos de la justicia significaba que el
entendimiento teológico tradicional de los profetas no les dejaban ver los
profetas sí abogaban por esas dos medidas de la justicia social.
16
Lo que digo ser la idea “normal” de la justicia, es la idea
compartida por los profetas del Antiguo Testamento, Aristoteles, Cicero,
Ulpiano25, de Hostos, Martí, Alain, Simone Weil, y muchos otros. (No
importa si es individualista o es social). Esa idea de la justicia está a una
larga distancia de muchos que lo usan para discutir un patrón ideal de la
sociedad. Hace falta clarificar la idea, ¿es que se puede incluir el contenido
práctico de “la justicia social” como un tipo de la justicia normal? (Por
ejemplo, el contenido práctico de la versión de la justicia social de los
profetas incluía la reforma agraria. Y eso contenido ha planteada por la
lucha práctica de los peones.) Si se pudiera hacer, las dos distintas
definiciones de “la justicia” y “la justicia social” significarían la misma
“justicia”.
Quienes actualmente hablan sobre la justicia social, ya sean las
Conferencias del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Medellín y
Puebla o los filósofos políticos académicos que utilizan esta frase, no dejan
claro si significan la justicia en el sentido estricto o en un sentido más débil
o análogo. Uno meta de este libro es demostrar que el contenido de su
concepto de la justicia social puede tener el mismo status imperativo como
lo tiene la justicia individualista de los moralistas clásicos.
David Miller26 no se muestra muy convincente: 'la justicia social es
un proyecto no terminado. El trabajo del filósofo politico es decirnos, en
formato de bosquejo, como se mirara una sociedad justa...' Para Miller y la
25 Jurisconsulto romano (170-228).26 David Miller, Political Philosophy, A Very Short Introduction, Oxford, 2003, p. 91.
17
mayoría de sus colegas, la palabra “justo” se ha reducido a casi el mismo
significado de “bueno” y ha perdido la fuerza que tenía, por ejemplo, en el
proverbio romano (atacado explícitamente por Bentham) Fiat justitia, ruat
coelum.
Teoría Económica
La teoría económica trata de interpretar estas situaciones
individualísticamente. Aunque esto es Quijotesco, sí funciona teóricamente
–hasta un cierto punto. En la misma teoría esto no funciona para el capital.
Por lo tanto, no funciona para la teoría del desarrollo y la globalización. El
modelo para los individualistas se basa en la teoría de la utilidad marginal
y la productividad marginal: una parte de la teoría micro-económica.
La mayoría de los sociólogos o los defensores de un ingrediente
social de la justicia descartan los argumentos opuestos de la economía del
mercado libre por faltar del realismo. Lo hacen de dos maneras
inadecuadas: la primera deficiencia del realismo señalada es suponer la
carencia de la “fricción”.27 El mundo real está lleno de fricción, así que la
teoría del mercado libre no se aplica.
La segunda deficiencia indicada es la más profunda carencia del
realismo, es que los agentes individuales no se comportan racionalmente,
por lo menos no con racionalidad económica. Ninguna de las dos
27 Los costos de una transacción son el equivalente económico de la fricción en los sistemas físicos: están presente en la incertidumbre, en la búsqueda de información sobre precios, calidad, disponibilidad de insumos, la protección de la propiedad de ataques de terceros, los costos de contratación y negociación, y en la discriminación de precios.
18
evaluaciones ha perjudicado el prestigio de la economía matemática en la
mente del estudiante y estas evaluaciones son superficiales e inadecuadas.
La discusión no es solamente sobre lo que sucede, sino sobre dónde queda
la culpa y cuáles reformas pudieran suceder si se instituyeran. Las
preguntas sobre la justicia efectivamente son más que una pregunta
descriptiva científica, y la presencia de la fricción e irracionalidad en el
mundo permite que los apologistas del mercado libre pongan la culpa para
los resultados no deseados en esos factores. Los experimentos no realistas
del pensamiento han sido cruciales a la discusión del concepto de la
justicia desde Platón. La teoría económica del mercado libre se tiene que
tratar en sus propios términos como parte de la exploración del concepto
de la justicia.
El sistema económico en el que vivimos se llama Capitalismo pero
no porque tenga mercados libres pues no los tiene; no porque sea
individualista porque tampoco lo es (ya que tiene familias). Lo llaman
capitalismo porque el sistema trata al Capital como si fuera una mercancía
cuya posesión es una propiedad; el Capital se-considera-transferible
libremente y poseerlo confiere derechos a un flujo28 de beneficios. La
crítica hecha en este libro es una que plantea que el modelo matemático de
valoración de capital necesario para-hacer-comprensible este sistema tiene
contradicciones lógicas irremediables. Pues es una crítica muy aguda.
Sin embargo, Piero Sraffa (el ejecutor literario de Antonio Gramsci,
y un protegé de John Maynard Lord Keynes, barón de Newnham) descubrió 28 Desde el punto de vista matemático, un flujo es una serie temporal.
19
que es imposible lógicamente que la cantidad de capital sea designada
únicamente por la productividad marginal porque el proceso de valorarlo
varía con los cambios del nivel de la desigualdad de la sociedad. En los
años 50, después de un análisis cuidadoso de profesora Joan Robinson de
la Universidad de Cambridge, se supo que aparentemente existían círculos
viciosos lógicos e inevitables implicados en el tratamiento del capital como
mercancía sujetos a las leyes usuales de la oferta y la demanda.
Más, un análisis cuidadoso de las bases de la teoría económica del
crecimiento, que se debe a Robinson y a Amartya Sen en los años 6029
demuestra que el capital no es un factor de producción tal como lo es el
trabajo. Es una relación social, o sea, una institución sociológica. El índice
de beneficios (o de interés) o la tasa de rendimiento al capital está
determinada por un equilibrio de fuerzas sociales---es decir, por política.
Esta discusión teórica decide si el índice de beneficio es “natural” o
“político”. Si es político, entonces las medidas sociales para controlarlo no
tienen ninguna desventaja obvia. Pero si es “natural”, entonces, como
creen los economistas, todas las tentativas de controlarla producirían
ineficiencias y un índice más bajo de crecimiento económico.
Amartya Sen condujo investigaciones empíricas sobre las
hambrunas. Demostro que las inestabilidades en la valoración del capital
(como el estock del maíz) en el mercado libre eran más culpables que las
escaseces de comida.
29 Éste no es el trabajo por el cual nominaron a la profesora Robinson para un Premio Nobel o por el cual el profesor Sen obtuvo su Premio Nobel. Véase Marcuzzo, Pasinetti, y Roncaglia, eds., The Economics of Joan Robinson, Londres 1996, esp. p. 217 ss.
20
Esto confirmó los descubrimientos teóricos de Sraffa y Robinson en
torno a la “reversión” (“reswitching”). El valor de un bien capital puede
cambiar con un cambio en el grado de la desigualdad en la sociedad y, por
lo tanto, no se puede comprender solamente en términos de las
motivaciones individualistas de los actores económicos, según Smith. El
crecimiento económico acompañado de una desigualdad creciente causó la
Gran Hambruna de Bengala en 1943, en la que murieron tres millones de
personas, aun cuando no era una escaces del arroz.
Enlazándolo todo junto
Los economistas teóricos y sus aliados como el profesor Rawls
pueden usar la palabra “social” pero no hay nada verdaderamente social
en la manera en que la utilizan. Los sociólogos le han asignado a la misma
palabra un distinto significado y el punto de vista al que se acoge este libro
es el sociológico, el cual contrasta con los puntos de vistas de los legalistas
y los individualistas.
Como han señalado los sociólogos, las sociedades actuales están en
parte constituidas de instituciones. Los economistas contestan que esto
sólo sirve para demostrar que las sociedades existentes actualmente son
irracionales. Sin embargo, el trabajo de la profesora Robinson demuestra
que sólo se puede entender el Capital a través de un análisis institucional.
Lord Keynes hizo lo mismo para la teoría del dinero.
21
Si adoptamos el punto de vista sociológico, entonces el gobierno no
es lo que las leyes oficialmente definen. En la realidad social, este incluye
a todos quienes realizan funciones de gobierno (en términos cibernéticos):
los oficiales del crédito bancario, aseguradores de bonos, y los inversores
mayores. Esta es la parte no-elegida del gobierno.
El punto de vista de este trabajo es que la teoría económica debe
ser reconstruida sociológicamente al menos porque la teoría económica
individualista y utilitaria no puede explicar la teoría del Capital.
Cualquier estructura socio económica estable que pueda
imaginarse debe basarse en algo que vaya más allá de las preferencias
individuales como, por ejemplo, las instituciones. A partir de la definición
de “institución” que hace Talcott Parsons, este libro muestra cómo los
ejemplos de los profetas y de otros pueden formularse como ejemplos de
un concepto de “justicia social”.
Sí hay algo como la justicia social, pero no puede detectarse con
solo echar una mirada a las acciones de los individuos y ver que evitan el
fraude, el robo, etc. Las conclusiones de las tres disciplinas ahora se
enlazan y comparan entre sí.
Incluso, dentro de la teoría económica no es creíble que las
motivaciones comprensibles individualísticamente tales como maximizar la
utilidad o los beneficios por sí solas pueden (incluso en un modelo teórico
puro) explicar fenómenos macroeconómicos como la tasa de beneficios, del
interés o el nivel agregado del empleo. De igual manera, un acto individual
22
tiene una dimensión de “la justicia social” si su justicia o injusticia es
incomprensible en términos de una análisis individualístico, es decir si uno
necesita analizar sociológicamente el contexto institucional que la da a la
acción su significado. El arquetipo de esto es el cambio en la capacidad o
incapacidad de empleo del mismo individuo concreto en dos diferentes
climas económicos con niveles diferentes30 de empleo. Puede ser que los
patronos que niegan a contratar a alguien no cometen ninguna injusticia31
si no le discriminaron. Pero si no obtuvo empleo debido a los niveles
agregados del desempleo, y si esos niveles resultan de la manipulación por
medios injustos, sí hubo una injusticia social. ¿Quién es el responsable?
Esos que crearon o mantuvieron las instituciones manipuladoras, ya que
las instituciones de una sociedad son el análogo social de la planta capital
de una economía.
La justicia no se limita a una regularidad de procedimiento y
libertad formal. Ésta puede incluir conceptos (desarrollados por el
movimiento popular de lucha contra las injusticias) de valores comparable
y una consideración de las relaciones del poder que limitan la elección
individual y manipulan los niveles agregados. Desde el punto de vista
sociológico, los banqueros y los inversionistas ejecutan funciones
dominantes en la sociedad y deben considerarse como parte del gobierno
(el “sistema político”, en el lenguaje técnico de Parsons –en inglés,
30 Ya que niveles distintos de demanda agregada produjeron niveles distintos de empleo.31 en términos comprensibles individualísticamente
23
“polity”). Así, debe extenderse la democracia para incluir a la esfera
socioeconómica.
Si la sociedad hace promesas a través de sus instituciones debe
mantenerlas.
Si la institución del capital es social porque no es una adición
simple de las preferencias de los individuos, la cuestión de la justicia de un
contrato (implicada en esta institución) depende de la injusticia de la
institución. Ni depende de la igualdad de dos ocultas substancias
intercambiadas (según Aristóteles), ni de si el acuerdo se hizo con libertad
completa (según Hume y Adam Smith).
El fallo de la teoría filosófica individualista de moralidad de
reducir la justicia social a una adición sencilla de derechos y propiedades
individuales, es profundamente similar al fallo de la teoría económica de
explicar los conceptos macroeconómicos (tales como el dinero, el nivel de
producción, y la tasa de rendimiento al capital) en términos de las
preferencias de individuos atomísticos.
La moralidad de los profetas concuerda con una idea moral de la
justicia y con el punto de vista sociológico sobre las instituciones. Pero la
idea de los economistas de que el capital es una materia es incoherente en
sus propios términos: se destruye al examinarlo más de cerca.
Organización en detalle
24
El cuerpo del libro no se va a centrar en muchos de los detalles
sobre la filosofía de la justicia, solo en las contradicciones previamente
mencionadas que son pertinentes para la mayoría de los temas
socioeconómicos. El primer capítulo presenta el concepto básico
sociológico de una institución. Mas, como la teoría de la institución de
Talcott Parsons se obtuvo a partir de la Teoría del Dinero de Lord Keynes,
sólo será en el Capítulo IX que lo consideraremos de nuevo para ponerle
punto final a este tema ya que la teoría Keynesiana será presentada en el
Capítulo VII.
Los Capítulos II y III narran la historia social del Antiguo Israel
pues está relacionada con los profetas del Antiguo Testamento y aplica el
concepto sociológico de institución social a esta situación para esclarecer
su verdadero mensaje.32
El padre de la teoría económica moderna del mercado libre, Adam
Smith, atacó explícitamente las doctrinas económicas de los profetas y
Aristóteles y, por lo tanto, el capítulo siguiente ofrece una introducción
elemental pero cuidadosa a esta teoría de la oferta y la demanda de la
mercancía. Al presentar la lógica detrás de este razonamiento (con las
aclaraciones y sofisticaciones introducidas con el tiempo) preparamos el
escenario para los próximos tres capítulos. En estos se explica la
Controversia del Capital, entre otras, y se demuestra por qué este
razonamiento ya no sirve para ni el Capital o el dinero. De aquí puede decir
que no es valido para la teoría del crecimiento económico. 32 Trateremos de demostrar que esto no es tan anacrónico como parece…
25
Debido a que la teoría keynesiana del dinero demuestra que éste es
una institución social, el Capítulo IX regresa a la explicación de la teoría
sociológica moderna de las instituciones: la teoría económica del dinero
será el guía. Cuando Keynes desarrolló la Teoría del Dinero, planteó un
problema de la relación entre esta nueva teoría y el marco ortodoxo de la
demanda y la oferta, basado en los actores individuales tratando de
maximizar sus ganancias en términos utilitarios. Varios teóricos
económicos comenzaron a buscar las bases individualistas de la teoría
Keynesiana que permitiría que fuera deducida lógicamente del enfoque
ortodoxo de Adam Smith y sus seguidores como Walras. Después de la
Controversia del Capital, se hizo evidente para muchos economistas que
sería imposible ofrecer tal tipo de base. Por lo tanto, la teoría del dinero y
la del Capital son ejemplos de comportamiento económico incomprensible
en términos individualistas: resultante del comportamiento social.
El Capítulo X aplica estos conceptos sociológicos al problema del
significado de la justicia social y el capítulo que le sigue se centra en el
caso concreto de cómo encajar el concepto intuitivo de dignidad humana
en el marco económico de la institución sociológica del empleo. Esto pone
punto final al libro al demostrar cómo una teoría rigurosa de la justicia
social puede deesarrollarse, demostrando que algunos elementos que se
pensaron eran obstáculos se pueden de hecho vencer.
26
Las traducciones de las citas son del autor, a no ser que la nota
hace referencia a una traducción de la obra editada en el español. Las citas
bíblicas vienen de la Biblia de Jerusalén, ed. 2da.
Agradecimientos
Quisiera agradecer al profesor Robert Heilbroner (que en paz
descanse), al profesor jubilado Geoffrey Harcourt del Jesus College de
Cambridge, al profesor Amit Bhaduri de la Universidad de Hamburgo, al
profesor Martin Shubik de la Universidad de Yale, al profesor jubilado
Carlos González Prado de la Universidad de Queen”s, al Sr. Noel González
Martín (quien ha traducido los capítulos IV, V, y IX), a la MsC. Olga Rosa
González Martín de la Universidad de La Habana (quien ha traducido los
restantes capítulos), al profesor Takeshi Negishi de la Universidad de
Tokio, al profesor Esteban Morales de la Universidad de La Habana, y al
profesor John Randall (que en paz descanse) del Hostos College, CUNY,
por sus útiles comentarios y aliento.
27
Capítulo I
La Relación entre lo Social y lo Individual
El individualismo niega la existencia de que exista algo como la
“justicia social”: según esta teoría sólo existe la justicia individualista. De
manera general, este concepto de la justicia significa el mantenimiento de
las promesas, incluyendo aquellas relacionadas con los contratos, y el no
robar, etc. La pobreza que existe en la sociedad es injusta solamente
cuando resulta directamente de una acción individual injusta.33 El
individualismo viene en varios sabores pero lo que sí tienen todos en
común es que sólo los individuos son agentes morales y, por lo tanto, sólo
las acciones individuales pueden considerarse como moralmente correctas
o incorrectas, justas o injustas. Y, como por supuesto, la justicia es
solamente un elemento más de la moral en general, la “justicia social” es
un oxímoron.
33Según el individualismo, la pobreza puede ser una falla que no llega a ser injusta. El individuo pobre quizás es culpable por ser peresozo. Sus antepasados quizás son culpables por no cumplir con su deber de criar bien sus hijos. Si la pobreza extensa es el resulta de una decisión político-económica equivocada de un legislador, esta acción individual podría ser una culpa moral sin ser una injusticia real.
28
Por otro lado tenemos el colectivismo. Una noción típica colectivista
de justicia es: “es injusto que algunos tengan más que los demás: debería
haber igualdad de sufrimiento”. Existen más bien distintas posiciones
intermedias. Sería muy difícil establecer rigurosamente la verdad de tal
propósito. Por eso, en este libro, no haremos suponer (como principio)
nada tan igualitario como eso. Aceptaremos que solo un individuo puede
ser un agente moral y que la justicia (no importa si es individualista o es
social) es una parte determinada de la moral. Pero demostraremos que la
noción de la “justicia social” no tiene nada contradictorio, y que sí hay
acciones cuya justicia o falta de justicia es ininteligible si se analizan según
si los individuos robaron de o defraudaron a otros.
Porque si las acciones individuales tienen lugar en un ambiente
formado por las acciones de otros, su significado moral puede depender de
ese contexto. Ya que ese contexto puede ser de naturaleza social, su
significado moral puede depender de las estructuras sociales. Esta idea tan
obvia y tan general se puede hacer suficientamente precisa para utilizar en
el análisis de acontecimientos importantes como el trueque de la inflación
por el desempleo,34 o de la equidad por el crecimiento económico.35 Las
instituciones sociales existen objetivamente y desempeñan un papel en la
cadena de la causa y el efecto que acompaña las acciones individuales. No
es necesario pensar que una institución sea un agente moral, y nunca se
34 Hecho por Paul Volcker, el entonces director del banco central de los EE.UU., en 1979. Actualmente, es consultor económico al presidente Obama. Véase James K. Galbraith, Balancing Acts, NY, 1989, pp. 48 ss.35 Propuesta perenne del FMI.
29
pudiera convencer a ningún individualista o moralista clásico de esto. Solo
los individuos pueden ser agentes morales, pero las instituciones son
reales y, por lo tanto, la sociedad no puede ser analizada correctamente
sólo en función de las motivaciones individualistas de los individuos sin un
contexto institucional. Por consecuencia, el problema de la justicia tiene
que incluir un análisis de la justicia de las instituciones. Esta parte del
análisis de la justicia es el asunto de la “justicia social”.36 Resulta que no
existe razón alguna para llegar a la conclusión de que la “justicia social” es
una contradicción, aún para los dedicados a la tesis individualista que
sólo los individuos pueden ejecutar actos morales o hacer elecciones
morales, mientras se abandone la tesis separada que todo lo que ocurra en
la vida se puede analizar correctamente en términos de motivos
individualistas y que las causas y efectos encadenados entre los motivos
individuales y sus consecuencias solamente vincula los individuos como
individuos, y nunca pasa por ninguna construcción social tan complicada
como una institución. La sociología moderna ha explicado la manera en
que una institución social es construida, mantenida y alterada de forma
ocasional, por las acciones de los individuos, pero niega que las
instituciones son cosas tan sencillas como los individualistas las suponen
ser.
36 Cuando se entienden estos términos bien.
30
La definición abstracta de una institución social37 se dará mas luego,
pero primero explicamos el punto de vista sociológico opuesto a lo de los
legalistas o individualistas, seguido por algunos ejemplos de las
instituciones según los sociólogos.
La teoría sociológica se ha enfocado en explicar científicamente
varias de las regularidades que pueden observarse en la sociedad; en
particular, el comportamiento social en contraposición con el individual.
Cada individuo es diferente; mas, a pesar de eso, aquellos que forman
parte de una cultura específica tienen más en común que lo que lo que uno
pudiera esperar de una simple casualidad. Las similitudes no son algo al
azar, existe una regularidad a explicar en el sentido científico. Además hay
muchas mas regularidad de lo que se puede explicar a partir sólo del
análisis de las leyes escritas o promulgadas de esa sociedad. Mas, tampoco
pueden ser deducidas a través de la razón pura sin la observación. Así es
que el adoptar un punto de vista simplemente legalista o individualista es
un rechazo de los deberes científicos.
En este capítulo, en vez de enumerar los argumentos abstractos o
disciplinarios y los estudios empíricos que según los sociólogos
profesionales refutan la perspectiva individualista, nos conformarnos con
explicar la perspectiva sociológica pero sin probarla. En los capítulos a
continuación sobre los profetas del Antiguo Testamento estudiaremos las
evidencias lingüísticas y arqueológicas que muestran que ellos adoptaron
37 Véase Talcott Parsons, El Sistema Social, Madrid, 1976, (ed. orig. 1951), cap. ii y vii, esp. pp. 43 ss, y también Talcott Parsons y Neil Smelser, Economy and Society, Londres, 1956, p. 103.
31
una visión de “justicia” que incluye los elementos sociales y rechazaron el
elemento central del análisis individualista de la justicia. Este punto
central se basa en el reclamo de que si dos individuos llegan a un acuerdo
(contrato) de manera libre, sin fraude, amenazas, demasiada influencia o
fuerza, entonces el acuerdo es justo. Y también es justo que el Estado lo
ponga en vigor. Sin embargo, los profetas condenaron la puesta en
práctica por parte del estado de determinados contratos que fueron
firmados de manera libre (hipotecas que no habían sido pagadas).
El objetivo de este capítulo es clarificar el tipo de relación existente
entre lo social y lo individual que conforma a “la perspectiva sociológica”.
En resumen, sólo los individuos existen y actúan pero algunos patrones en
sus acciones son ininteligibles en términos puramente individualistas.
“Social” es el adjetivo que utilizamos cuando eso sucede. Si resulta,
entonces que no se puede explicar la justicia de un acto individual en
términos puramente individualistas, [tal como el robo de un objeto
concreto, o un derecho explícitamente definido de otra persona], entonces
es un asunto de la “justicia social”. Si un patrón de tales actos injustos
parece rodear específicamente una institución en particular, sería
razonable hablar de una institución injusta, o decir que se ha
institucionalizado la injusticia en esa sociedad.
En este capítulo vamos a presentar muy brevemente dos ejemplos
concretos en los que se verá por qué la visión individualista difiere
notablemente de la sociológica: el concepto de contrato, de propiedad y el
32
ejemplo más específico del salario negociado en el contrato de trabajo.
Posteriormente, presentaremos las definiciones y categorías analíticas de
la teoría sociológica moderna. Luego de esto, vamos a repasar los ejemplos
usando estas mismas categorías. Teniendo esto en cuenta, consideraremos
la definición de justicia social y su relación con la justicia individual. Esto
será aplicado entonces al distinto significado que “propiedad” asume
cuando se aplica a los medios de producción y no a los de consumo. El
primer ejemplo es la institución del contrato, en particular, la hipoteca.
La institución del contrato tiene una dependencia en la
implementación práctica de normas morales en la naturaleza general del
régimen en el que un individuo pueda vivir (cazador-recolector,
civilizaciones antiguas, feudalismo, capitalismo, monarquía, democracia).
La cosa más importante a decir sobre los contratos en esta conexión es que
existen dos tendencias opuestas. Por un lado, está el principio que plantea
que en el mero hecho del acuerdo existe suficiente sustancia que sirve
como portador de la cualidad moral. La propuesta le da poca importancia
al contenido del acuerdo y se centra más en las condiciones a respeto a la
llegada a éste, tales como el uso de la fuerza o el fraude. Esta visión liberal
es más bien formal y de procedimiento que sustantiva. La decisión de
comprometerse uno con un acuerdo es arbitraria al igual que el contenido
del mismo.
La otra tendencia es admitir, después de todo, que el contenido del
acuerdo es de importancia. Como un ejemplo explícito de la disparidad
33
entre estas dos posiciones considere si el Estado tiene derecho a prohibir
una clase entera de contratos, p.ej., (1) prohibirle a un individuo que se
venda como esclavo, (2) prohibirle a un individuo que firme un contrato de
empleo que no tenga una cláusula permitiendo el modo de la renuncia a
empleo y (3) prohibirle a un individuo vender armas de destrucción masiva.
Una visión absolutista acorde a la primera tendencia suele negar que el
Estado pudiera prohibir tales contratos en el sentido de hacerlos
inmorales. Mas, en la práctica, la gente ha tendido a admitir que están
todos dentro del rango de variabilidad del derecho positivo.
Por consiguiente, la visión individualista absolutamente pura está
completamente en desacuerdo con la práctica real de todas las sociedades
en torno a los contratos. Los sociólogos desean analizar esta práctica y no
predicar contra esta.38 Donde los individualistas pensaban, de forma
ingenua, que el concepto de contratos era algo natural (incluso divino), los
sociólogos modernos descubrieron precisamente que existen muchas
determinaciones igualmente “naturales” (por consiguiente, también
antinaturales) de este concepto: por ejemplo, la determinación de las
contenidos apropiados para los contratos (como lo mencionamos arriba).
Esta comprensión de la existencia y la influencia de lo que podría llamarse
una estructura social, es “moderna”. Desde el punto de vista moderno, el
concepto por ejemplo de contrato que adopta realmente una sociedad
38Esto no demuestra que los individualistas están equivocados en hacer tales juicios de valor. Este libro no tratará de tomar partido entre las perspectivas rivales hasta llegar al capítulo VII. Mas, es necesario explicar la visión sociológica antes de tratar de demostrar que los individualistas morales absolutos están equivocados en cuanto a los contratos.
34
particular en un momento determinado depende de la estructura de esa
sociedad en ese momento específico.
¿Qué es entonces una estructura social y cuál es esta dependencia?
El contrato no es algo que sea precisamente eterno, incluso varias
sociedades tienen diferentes instituciones al respecto. De hecho, la misma
sociedad puede tener dos instituciones fundamentales y distintas sobre el
contrato que no se diferencian desde el punto de vista legal pero sí desde
el punto de vista sociológico. Su equidad fundamental puede diferir incluso
si el criterio de regularidad de procedimiento39 no puede distinguir entre
ellos.
Para nosotros es tan difícil ver las instituciones actuales en las cuales
vivimos como lo es para los peces ver el agua en la que viven. Por eso es
mas fácil observar una sociedad ajena tal como la del Israel Antiguo o el
feudalismo. Lo ajeno de todo lo que les rodea nos hace apreciar mejor su
dependencia en las instituciones que los componen. Es un bies emocional
individual pensar que los modos ajenos no son racionales, mientras que los
suyos bien conocidos si lo son. Las instituciones propias son bien
transparentes, y parecen ser el único modo de comportarse.
Luego se explorarán también las diferencias entre el método de
análisis legalista y el sociológico.
En el antiguo Israel u otras sociedades antiguas, los tipos de
contratos que eran reconocidos como válidos, a saber, institucionalizados,
eran muy pocos y muy rígidos. Sin embargo, uno de ellos, el de la usura o 39 Es decir, la ausencia de o fraude o amenazas de recurrir a la de fuerza.
35
hipoteca, era muy distinto al que se conoce en la actualidad, aún cuando la
legalidad parece ser la misma. Desde el punto de vista legal o filosófico
parece ser un simple contrato, una relación libre entre dos individuos
iguales: el magnate de la aldea local, el prestamista de dinero que
normalmente tiene una banda de matones, hace un trato en igualdad de
condiciones con el pequeño propietario absoluto quien debido a la mala
cosecha tiene que solicitar un préstamo de un 200% o 1000% para poder
llegar a la próxima cosecha. La tierra, la esposa y los hijos pasan a ser una
garantía. El objeto real del magnate es confiscar la tierra – esperar una
ejecución de hipoteca. Al no poder pagar, los campesinos serán
desalojados o se les permitirá quedarse en condición de peón endeudado ---
un tipo de servidumbre permitida a regañadientes por el terrateniente.
Desde el punto de vista legal todo esto (excepto la parte de la
esclavitud) es formalmente lo mismo que las hipotecas modernas. Las
hipotecas son también una relación libre o contractual representada por
dos entidades: un banco y un propietario de una vivienda, etc. Es una
institución distinta desde el punto de vista sociológico debido a la
diferencia en los roles que se desempeñan. Un banco, un funcionario de
préstamos del banco o los accionistas no desempeñan papeles muy
semejantes a los del magnate de la aldea y sus matones. Por ejemplo, ellos
no esperan realmente aplicar una ejecución de hipoteca y prefieren no
tomar posesión de la propiedad al no ser que la revendan inmediatamente.
Por lo general, el magnate de la aldea no piensa en revender la propiedad
36
ya que normalmente no hay otros compradores potenciales. El legalismo
desestima esto.
Pero una misma sociedad puede tener dos distintos tipos de
contratos hipotecarios, los cuales legalmente parecen ser iguales pero de
veras pertenecen a dos distintas instituciones. En el mismo Israel antiguo,
un prestamista comercial urbano y un comerciante rico en su relación a
través de un contrato de préstamo participaban en una clase de juego
considerablente diferente de lo que hacían el peón y el magnate de la
aldea. Aquellos dos contratos pertenecían a dos instituciones diferentes
porque el papel de poder en estos cuatro roles era diferente también. (Los
ideólogos del libre mercado, en su alergia al análisis institucional, intentan
negar la necesidad del uso del concepto de “poder” en este caso, y afirmar
que los cuatro tipos de individuos están participando en el mismo juego
con las mismas reglas y, por lo tanto, no hay ninguna necesidad de
distinguir entre los dos contratos.)
La institución del contrato es conceptualmente de una naturaleza
distinta al concepto filosófico (ley natural) del contrato. Existe una
diferencia entre una institución y un concepto (de moralidad o ley natural).
Una institución es una combinación de roles que satisfacen ciertas
propiedades que se explican a continuación. Por ejemplo, una pareja
casada puede constituir un matrimonio, pero no una institución del
matrimonio. Tampoco la constituyen todas las parejas casadas ya que por
un lado hacen otras cosas fuera de sus roles como personas casadas, por
37
ejemplo cometer delitos y, por otra parte, un grupo de personas es también
menor en algunos aspectos que un grupo de roles.
El segundo ejemplo concreto es el del empleo. La visión
individualista de un contrato de empleo o negociación salarial ve sólo dos
actores: el patrón y el empleado. Esta visión no considera que los patrones
de expectativas presentes puedan influir la justeza o no del contrato. Sin
embargo, para los sociólogos, la estructura de las expectativas es incluso
más importante que el lenguaje explícito del acuerdo porque en ella se
incluyen las expectativas de los que no son legalmente una parte del
contrato laboral: vecinos, familiares, clientes, compañeros de trabajo. La
institución del empleo es mucho más que la simple suma del par de
contratantes y el lenguaje explícito de los contratos. Es un complejo de
roles. El rol del patrón incluye todas las expectativas que las terceras
partes tienen de él. Lo mismo sucede con el rol del empleado. Por otro
lado, el complejo institucional incluye mucho más que los roles de patrón y
empleado. Por ejemplo, incluye también los roles de sostén de la familia,
carga familiar, colega, y otros.
Incluso entre las dos partes contratantes existen a menudo
expectativas no escritas, tácitas (ya sean creadas o no por
comportamientos pasados o cualquier otro mecanismo social). Algunos
empleos son reconocidos socialmente como “trabajos sin futuro” pero otros
son todo lo contrario: una clase particular de empleos puede verse como
una especie de transición hacia puestos mejores. Por ejemplo, a cambio de
38
un rendimiento profesional excelente la recompensa será una promoción.
¿Puede verse el incumplimiento de esta expectativa como una injusticia?
¿Puede considerarse el hecho de permitir la existencia de esta expectativa
–aún sabiendo que va a tener muy pocas posibilidades de cumplirse- como
una injusticia? Desde la perspectiva individualista no, al no ser que el
empleador individual haya creado la expectativa a propósito. Pero los
sociólogos, por su parte, se fijan en las funciones que estas expectativas
tienen para la sociedad total, en las actitudes generalizadas40 de los demás
hacia estos incumplimientos, et hoc genus omne.
La idea de “prácticas laborales injustas” es también un concepto
social y no individual. En el libro de texto de pregrado de Samuelson sobre
economía se encuentra una lista sencilla de prácticas laborales injustas.
“Ejemplos de prácticas de dichos empleadores son (1) el despido de
personas por sumarse al sindicato, (2) negarse a emplear personas que
simpaticen con los sindicatos, (3) amenazar con cerrar el establecimiento
si los empleados se unen al sindicato, (4) interferir en o dominar la
administración de un sindicato, o (5) negarse a negociar con los
representantes nombrados de los empleados.” Si fuese realmente cierto
que las relaciones entre los empleadores y los empleados están regidas por
un contrato, y que la teoría individualista habitual sobre los contratos fuese
válida, entonces no puede haber ninguna objeción moral posible a estas
prácticas. Pero por supuesto, la opinión pública ha condenado estas
prácticas desde el final del siglo, y considero que se debe apoyar 40 “institucionalizada”, como la definiremos más adelante.
39
totalmente el derecho de los trabajadores para que formen sindicatos u
otras asociaciones con motivo de garantizar sus derechos a tener un
salario y condiciones laborales justas.
Si un patrón hace un contrato con un trabajador a una tasa salarial
determinada y luego, el día de cobro, desembolsa solamente dos tercios de
la cantidad acordada (sin una razón adecuada) no es difícil clasificar esto
como una injusticia individual ya que se violó el contrato sin una razón
justificada. Sin embargo, si un patrón hace un contrato con un trabajador a
una tasa salarial determinada (asumiendo que esta es la tasa salarial
competitiva prevaleciente) y cumple con el contrato, aún puede darse el
caso que se considere hoy día que se ha cometido una injusticia de alguna
manera. Por ejemplo, ¿qué pasaría si esta tasa salarial normal es muy baja
en cierto sentido? Los moralistas tradicionales han hablado sobre esto de
forma general por los siglos y en la actualidad también.41 Pienso que la
mayoría del pueblo coinciden en que a cambio del trabajo que realizan los
trabajadores tienen el derecho a salarios y otros beneficios que sean
suficientes para sostenerse en la vida con dignidad.42 Si es un derecho43 y
no se cumple con este, entonces aunque se haya cumplido con el contrato
individual se ha cometido una injusticia. ¿Entonces quién lo cometió?
41 Esto se basaba en la teoría del precio justo, especialmente entre los aristotélicos. En aquel entonces, la cantidad de trabajo ofrecida en una parte del contrato, que intrínsecamente valía una determinada cantidad del producto nacional bruto, se debía cambiar sólo por algo con un “valor igual”, en este caso, una cantidad de dinero que pudiera comprar esa misma cantidad de bienes. Sin embargo, propuestas alternativas como la de Martí y la de la Conferencia de Medellín fueron citados también en la introducción.42 Dedicaremos todo un capítulo a la cuestión del concepto de dignidad en este contexto.43 Al final de este libro, aclararemos de forma general la noción más polémica del “derecho de empleo”.
40
Según el punto de vista tradicional que se tiene sobre el pecado, no puede
haber realmente injusticia ni remotamente.
La injusticia de este contrato no es comprensible en términos de los
dos individuos solamente, sus acuerdos, compromisos, motivaciones o
intenciones. Son las circunstancias sociales alrededor de este las que
crearon una estructura de oportunidades para el trabajador –una en la que
la opción era entre un salario injustamente bajo o morirse de hambre– que
demuestran que este contrato es injusto.
En este ejemplo concreto se supone que la tasa salarial es la que
prevalece. Pero naturalmente, esta tasa salarial se determina solamente
mediante un proceso de negociación (no necesariamente una negociación
colectiva –incluso en el panorama puramente competitivo y atomístico, esto
aún se denomina “negociación”). En particular, ¿qué procesos tuvieron
lugar aquí? Los individualistas han elaborado una teoría económica para
explicar el establecimiento de este nivel de precio como la simple suma de
decisiones sin conexión alguna, independientes, atomísticas, que es la
teoría económica ortodoxa de la oferta y la demanda que data de los
tiempos de Adam Smith. A esto se le llama teoría microeconomía porque
cada par de individuos es microscópico si se compara con el mercado
laboral en su totalidad.
Cada contrato laboral individual incluye a dos personas: el patrón y
el empleado. El patrón tiene en mente sus propias necesidades y no
negocia con el empleado potencial en correspondencia exacta, de persona
41
a persona. Con un ojo puesto en la tasa salarial vigente y el otro en sus
propias necesidades (necesita que la tasa salarial sea lo suficientemente
baja como para obtener beneficios) el patrón simplemente toma o no una
decisión: si la tasa salarial vigente es lo suficientemente baja, el patrón
ofrece el empleo (y esa tasa). Si no, no lo hace. En teoría, 44 entonces, el
trabajador tiene una actitud simétrica.
Esta no es una interacción muy social (pero tampoco lo es
completamente individualista). El resto de la sociedad sólo interactúa con
este par a través del medio del precio del mercado. Sin embargo, este
precio es el resultado de la suma total de todos los pares de negociaciones
salariales. Este resultado viene de una institución que es la del mercado
libre. Mas, esta no es muy complicada y se ajusta al marco del utilitarismo
individualista muy fácilmente, a diferencia de otras instituciones sociales.
Sin embargo, la teoría económica ortodoxa tiene una rama separada
que se llama macroeconomía. Esta estudia las relaciones entre el monto
total de variables45 económicas y deja las motivaciones, necesidades y
preferencias individuales completamente fuera. El resto del libro
argumentará que esta rama es incompatible con la microeconomía porque
las relaciones entre los montos agregados se establecen a través de
instituciones como el dinero, el capital, el empleo (instituciones que son
más complicadas y, de hecho, incompatibles con el mercado libre). Estas
44 Una teoría muy poco realista hasta ahora.
45 Como la cantidad de empleo y el valor total de todos los bienes producidos.
42
instituciones son mucho más “sociales”46 que la institución del mercado
libre.
Las teorías de micro- y macro- economía serán examinadas de
manera más detallada en capítulos posteriores. Podremos demostrar lo que
muchos economistas ortodoxos han sospechado desde hace tiempo, o sea,
que la macroeconomía es inexplicable en términos de preferencias
individuales y opciones utilitaristas. En particular, no puede inferirse a
partir de los modelos de contratos entre dos personas estudiados por la
teoría microeconomía. Incluso el aspecto económico de la sociedad no
puede ser entendido en términos de un modelo basado en contratos. Por lo
tanto, la justicia económica no se puede reducir a la teoría de los contratos
o cualquier teoría de justicia que tome a los contratos como su base.
Según la teoría ortodoxa de la microeconomía, ningún individuo tiene
poder sobre ningún otro siempre que el mercado sea libre y sin
fricciones.47
Los sociólogos, los radicales y los socialistas plantean que es
necesario conceptualizar el “poder económico”.48 Si hubiese que
conceptualizar el poder para teorizar sobre las cuestiones económicas,
46 Es decir, incomprensibles desde una perspectiva utilitarista e individualista47 Sin embargo, la realidad es visiblemente diferente, de manera que los sociólogos no se interesan en cuáles son estas premisas, pues no los verifican. Lo que se aprecia en la práctica es, por ejemplo, la ruptura de sindicatos y una agresión al estándar de vida del trabajador. Los salarios reales han disminuido alrededor del 50% durante los últimos decenios.48 Este fue, explícitamente, el asunto entre el profesor Samuelson y la profesora Robinson al que hicimos alusión en la Introducción y que será desarrollado ampliamente en el Capítulo IV aunque Robinson no era ni sociólogo, ni radical ni socialista. Esta disputa será demostrada en este libro en el Capítulo VI luego de un cuidadoso análisis de las dos teorías económicas. Sin embargo, en este Capítulo I continúa ser una simple afirmación utilizada sólo para ilustrar la perspectiva sociológica.
43
entonces la teoría económica no sería totalmente autónoma y debería ser
reconstruida desde el punto de vista sociológico. Si dos sucesos
individuales que, analizados en microtérminos o en cualquier otro término
puramente individualista, tienen contenidos sociales sustancialmente
diferentes, porque uno fue el resultado de una disparidad en el poder y el
otro no, entonces uno pudiera ser injusto aún y cuando se hubiese llegado
a este de forma libre y justa, mientras que el otro no. Por lo tanto, su
injusticia o falta de ella sería incomprensible sin el uso del concepto de
poder para analizarla.
Ahora deseamos hacer una presentación abstracta más explícita de
los conceptos sociológicos como rol, expectativas e institución los cuales ya
hemos mencionado en el contexto de los ejemplos concretos explicados
anteriormente. Sin embargo, antes de hacer esto sería bueno esbozar,
también en lo abstracto, algunos principios básicos de la perspectiva
sociológica aunque ya han sido ilustrados.
Las perspectivas generalizadas son más importantes que las leyes y
contratos explícitamente escritos, como también lo son las funciones de las
prácticas y las expectativas para la sociedad. Una institución no se
constituye a partir de procesos y normas explícitas sino por los patrones de
la esperada conducta habitual. La significado de una acción o de un patrón
de conducta es una construcción. Los lingüistas también se han apartado
de la idea de que el significado de una oración se puede formar a partir de
las consultas a un diccionario pues se han dado cuenta de que el
44
significado de una oración viene de las interacciones sociales en las que se
utiliza esa oración.
La perspectiva sociológica estudia más lo que la gente hace
realmente y cómo clasifican y evalúan sus acciones en términos de
expectativas o de la “moral tradicional” que cómo pueden ser estas
clasificándolas legalmente. Por ejemplo, desde el punto de vista legal, una
Constitución establece quién es “parte del gobierno” y quién no lo es. Pero
la sociología se centra en la sustancia del gobierno. Cualquiera que ejerza
funciones de gobierno es parte de las instituciones del gobierno definidas
sociológicamente, del “sistema de gobierno”, para usar el término técnico.
Los funcionarios de préstamos bancarios y los inversionistas en bonos
ejercen las funciones de gobierno porque dirigen el flujo de las
asignaciones de los recursos de la sociedad hacia algunos proyectos y no a
otros (esta es la capa más alta en la jerarquía cibernética: la función en
torno al logro o consecución de los objetivos y es la función del sistema de
gobierno).
Una institución no es un objeto hecho de ladrillos y con fachada de
mármol. No es siquiera un carta, estatuto, o manual burocrático de reglas
y procedimientos. Para un sociólogo, la Universidad de París no es una
institución: lo es la Academia, el matrimonio, la ley; la Casa Blanca no lo es
pero sí lo es la “presidencia”, no desde el punto de vista legalista pues la
presidencia no está definida por las leyes o demás elementos que
supuestamente la gobiernan. Lo mismo sucede con el matrimonio; se trata
45
de roles y no de reglas. Se trata de expectativas y no de manuales de
procedimientos.
En el siglo XX los sociólogos descubrieron – y ahora vamos a
presentar este descubrimiento a partir de la formulación que hizo Talcott
Parsons—que la cantidad (y tipo) de conformidad con relación a las
instituciones sociales era mucho mayor (y de naturaleza diferente) que lo
que pudiera medirse en términos de cálculos puramente oportunistas49.
Los individuos son racionales pero no en el sentido meramente oportunista
utilitarista. Existen razones profundas por las que las sociedades serían
más estables y funcionales cuando las cosas son así y, de cualquier
manera, este es un hecho observado.
En resumen, existen regularidades en la sociedad que no pueden
explicarse sólo en términos del individualismo. Es obligación del científico
estudiar estas regularidades y con el objetivo de ordenar datos como
regularidades uno debe usar algún tipo de categoría analítica. Los
sociólogos han encontrado las siguientes categorías ser esenciales para
esto.
La definición abstracta de una institución es que es un complejo
entrelazado de roles, expectativas y sanciones que se institucionalizan en
una sociedad particular. 50
49 (Cálculos sobre la probabilidad de ser recompensado por tal conformidad o castigado por haberse desviado de su rol.)50 Esta no es una definición viciada. La definición de “institución“ depende de la definición de rol, entrelazado, expectativas, sanciones, e “institucionalizado“. Cada uno de estos conceptos se define independientemente de la definición de “institución“. La de “institucionalizado“ se da más adelante.
46
Un rol es como un guión pero es más flexible, de hecho, es mucho
más flexible que una regla. El esposo es un rol, de la misma manera en que
lo es el doctor, el paciente, el patrón, el empleado, el deudor, el acreedor,
el maestro, el estudiante, el peón, el contratista, etc. Estos roles no
envuelven a la persona en su totalidad pero cuando una persona ejecuta un
rol con otra haciendo el suyo también se produce una restricción en torno
a lo que van a hacer, aunque no tan restrictivo como un guión teatral, sino
restrictivo en el sentido beneficioso de reducir la cantidad de opciones o
elecciones que tienen que hacer cada segundo.51 Existe una estructura de
expectativas y sanciones mutuas –tanto las recompensas como las
sanciones negativas—en el comportamiento recíproca.
Una sociedad es más que la suma de sus individuos aunque no exista
una especie de entidad independiente o trascendente que pueda ser
llamada “sociedad” aparte de esos mismos individuos. Sin embargo, la
esencia de la teoría de la acción es que los individuos ejecutan roles que
son objetos culturales, por lo general, de naturaleza extremadamente
complicada como para ser producidos por un solo individuo. Por lo tanto,
en esencial el individuo asume los roles para su propio uso –los asume
51 Por ejemplo, algunas veces la interacción de personas individuales tiene lugar a través de los roles de médico y paciente. Cuando esto sucede, el doctor toma menos decisiones en torno a lo que tiene que hacer que si la interacción se hubiera producido en un entorno mucho más privado e íntimo. En particular, se supone que el médico no se moleste siquiera en medir las ventajas o desventajas de la seducción como también se supone que no lo haga el paciente. Otro ejemplo puede ser dictar o impartir una clase versus conversar. Véase Parsons, ob. cit., cap. x, acerca de la medicina.
47
desde los individuos que lo rodean en sus propios roles como transmisores
de objetos culturales o desde la sociedad en sí–.52
Son preguntas claves en el gran debate: ¿si las colectividades
actúan? ¿Cómo puede tener sentido atribuirle una acción a una
colectividad en vez de atribuírsela a distintos individuos de la colectividad
si no existe una colectividad como agente separada de los individuos que la
componen? La teoría de la acción simplemente intenta precisar la
respuesta lógica de que en algunas ocasiones un miembro individual de
una colectividad ejecuta un rol mientras que, en otros momentos, ejecuta
algún otro.
La motivación de un individuo conforme a un rol puede muy bien
diferir de la importancia funcional del rol para la sociedad. Es raro que un
individuo se sienta motivado precisamente por la importancia funcional del
rol para la sociedad como tal. Por consiguiente, un gran subsistema social
se dedica precisamente a fijar las motivaciones individuales para que los
individuos asuman los roles preexistentes.
Es importante destacar que un rol no debe verse como algo
psicológico por naturaleza. Ser “empleado” es un rol pero no porque el
actor que es empleado, cuando lo ejecuta, adopta una determinada postura
psicológica o un grupo de sentimientos. El rol se define, simplemente, en
términos de las relaciones entre los individuos, esto es, las interacciones.
Es, por definición, conductual. Si el actor muestra las características de
52 Evidentemente, se hacen algunas modificaciones en los roles o, al menos, se hacen elecciones entre los roles que compiten y esto sucede de manera más significativa o frecuente a medida en que más variados sean los roles.
48
comportamiento del rol, entonces el actor está ejecutando su rol. Por
supuesto, es raro que cualquier rol estratégico socialmente funcione si
muchos de sus actores son completamente “falsos”, esto es, si solo unos
pocos actores han adaptado su psicología para cooperar con su
comportamiento. Por lo tanto, sería “usual” para el actor tener, en
términos psicológicos, los sentimientos “apropiados” para el rol –si esto es
así, entonces decimos que éste (o cualquiera de sus valores que sea
discutido) ha sido interiorizado. Consecuentemente, el empleado se va a
sentir como un empleado. Pero es empleado aunque no se sienta como tal.
Nótese que esto deja abierta la pregunta de si la psicología existió primero
y produjo al rol o si el primero fue el rol y el individuo aprendió a sentir los
sentimientos apropiados. Los sociólogos modernos tienden a asumir la
segunda postura. A esto se le llama proceso de socialización.
Para el objetivo de este libro, las diferencias específicas entre los
análisis rivales sociológicos de acción no son importantes. Sólo se supone
la posibilidad de una categoría coherente de acción social. Los roles son
objetos sociales o culturales asumidos por los individuos y producidos por
la sociedad53 y esta es una categoría que permite la existencia de un nivel
de análisis separado pero análogo de acción social similar al nivel de la
acción individual. La única presuposición necesaria para este libro es la
comprensión esencial de que el comportamiento humano es, por un lado,
“plástico” (es decir, no determinado rígidamente por los instintos o la
53 A saber, por individuos, posiblemente en el pasado, pero mantenidos y reproducidos por procesos estables que tienen lugar en el presente, al igual que en una maquinaria…
49
naturaleza humana) mientras que, por otro, los amplios campos del
comportamiento social (de los individuos) poseen regularidades
observables que no son inteligibles de manera individual54 sino a través de
objetos construidos socialmente como los roles.
Aunque un rol puede ser más o menos flexible, todavía habrá
expectativas por parte de la audiencia en torno al comportamiento suyo
pues ellos también han leído el guión y van a reaccionar a la actuación
suya. A diferencia de una obra teatral, su reacción será posiblemente
inmediata, íntima e influirá directamente en usted: pueden haber
recompensas o sanciones. Y si usted sabe cuál es su rol también tendrá
expectativas en torno a las reacciones de otros (su audiencia).
Pueden haber roles privados que sólo son conocidos y significativos
para una o dos personas. Un rol está institucionalizado si puede ser
asumido por muchos individuos (lo mismo para la audiencia) y el “guión”
se escribe usando principios de valor de comportamiento que son (1)
compartidos por el actor y la audiencia en el sentido de que un miembro de
la audiencia recompensa en función de estos principios y castiga el desvío
de ellos y (2) es interiorizado por el actor en el sentido de que el actor
tiene, verdaderamente, una necesidad psicológica de cumplir con éste.
Esto no quiere decir que el actor siempre cumple –evidentemente
algunas necesidades conflictivas pudieran tener, en algunas ocasiones o a
menudo, mayor prioridad. Pero si nadie sintió siquiera esta necesidad,
quisiéramos decir que esos principios y, por lo tanto, este rol no tenían 54 (en el sentido clásico utilitario.)
50
legitimidad institucional entre los miembros de la sociedad. De hecho,
tenemos una escala contínua de posibilidades que van desde totalmente no
institucionalizado hasta completamente institucionalizado.
El otro requisito para que un conjunto de roles forme una institución
es que constituyan un sistema entrelazado que tiene varias funciones
sociales importantes.
Este concepto, por lo tanto, se opone a lo que un no sociólogo quiere
decir a través de la palabra “institución” que es, generalmente, una noción
vaga de burocracia o jerarquía y una instalación material con nómina:
cualquier cosa con un gran departamento de personal. En la Sociología,
esas se llaman “colectividades” o “firmas”.
Una institución es un complejo de roles entrelazados que están
institucionalizados en el sentido de que una cantidad suficiente de actores
ha interiorizado y aceptado como legítimo lo suficiente de sus roles de
forma tal que la interacción resulte efectiva: las recompensas disponibles
para distribución son suficientes para el objetivo tal y como lo son los
castigos. Estas recompensas pueden ser parcialmente materiales, en
función del aspecto económico de la sociedad, y parcialmente afectivas o
psicológicas. Los roles no se institucionalizan al no ser que su entrelazado
complejo se corresponda con la sociedad en la que las otras instituciones
producen las recompensas y castigos a distribuir, etc.55
55 Esto es más bien en situaciones estables. Pero en tiempos de cambios contínuos y extremos, puede que acciones individuales ya no se adhieren en ninguna pauta suficientemente grande para ser considerada institucionalizada.
51
Como es lógico, las instituciones cambian, algunas se reducen o
pierden importancia y otras desaparecen. El matrimonio hoy es bastante
distinto al que existía sesenta años atrás. Debido, probablemente, a la
disminución en los salarios reales las presiones de otras instituciones
significaron que los viejos roles no cubrirían más las necesidades de las
personas, etc. Tal tensión genera desviaciones por parte de los individuos
pero también cambios constructivos en las instituciones. También el
empleo ha cambiado, por ejemplo.
Una institución, o un rol, es meramente una categoría analítica que
usamos para analizar patrones de comportamiento individual. Si utilizamos
estas categorías vemos más patrones que si no las utilizáramos: las
regularidades de comportamiento que eran ininteligibles sin ellas se hacen
inteligibles. De la misma manera en que el descubrimiento que hace un
filólogo del “significado” de una palabra ayuda, las categorías sociológicas
también nos ayudan a ver el significado de una acción individual. (Aun así,
es objetivo, no subjetivo.)
Es precisamente en el proceso de interiorización que las
instituciones se mantienen. Si los roles que conforman una institución no
se le enseñaran más a la próxima generación o no fueran más
interiorizados (el aprendizaje es un proceso de interiorización) entonces la
institución moriría con los mayores (la ley natural no hace esto). Pero hay
más: como con cualquier aprendizaje, la interiorización se debe reforzar
continuamente (o periódicamente) pues si no se deteriora. Por lo tanto, las
52
instituciones necesitan mantenimiento en este sentido también –al igual
que las máquinas. Mientras mayor sea el rol de la “fricción” social (para
tomar prestado un término técnico de las máquinas) más importante se
hace este tipo de mantenimiento, al punto incluso de ser la tarea
fundamental de los gobernantes.
De manera general, una institución social de cualquier tipo es
análoga a una instalación capital en materia de economía. La palabra
“capital” en teoría económica significa instalación industrial capital –es
decir, algunas maquinarias concretas, edificaciones o herramientas. La
cuestión es que (en el pasado) necesitaba de la mano de obra para
producir pero ahora hace que ésta sea más productiva que si hubiera
estado ausente o nunca hubiera sido producida. La excavadora es un
ejemplo perfecto; sin embargo, el dinero no.56 Las instituciones se crean a
partir de las acciones individuales y requieren mantenimiento rutinario:
dictar sanciones contra personas que obedecen o violan las normas. Estas
instituciones también requieren ajustes ocasionales. Se necesitan criterios
para cuando una institución es socialmente injusta y poder realizar dicho
análisis institucional según se describe en la definición antes mencionada;
al igual que se necesitan criterios para cuando una acción es
individualmente injusta y realizar el análisis teológico moral clásico de la
justicia concebida de forma individual.
56 Aunque comúnmente “capital“ significa, por lo general, la suma de dinero líquido o algo equivalente, la teoría económica distingue entre dinero y capital.
53
Como un ejemplo concreto más y para ver cuán útiles son estas
categorías analíticas para explicarlo, ahora pasamos a discutir un aspecto
interesante de la institución de la propiedad. Esta ha tenido distintas
formas en sociedades diferentes o en momentos históricos distintos. La
esclavitud es un ejemplo extremo mencionado anteriormente. Un ejemplo
más suave es la diferencia entre la propiedad de la tierra y la personal. En
el feudalismo, la institución de la propiedad sobre la tierra era una
institución separada de la propiedad sobre bienes muebles y personales
como las joyas o la ropa. Por ejemplo, uno no podía disponer de su tierra
pues las formas para transferir la propiedad eran muy pocas y rígidas. La
propiedad sobre la tierra también significaba responsabilidades hacia los
campesinos que servían en ella. Por otro lado, el tributo pagado por estos
sirvientes no podía ser renegociado libremente (el concepto de “propiedad
intelectual” también es muy diferente del que tenía 75 años atrás).
Los populistas y ahora muchos teólogos han progresado en una
distinción como esta pero la han establecido entre los derechos de
propiedad sobre los bienes capitales (medios de producción) en
comparación con los derechos de propiedad sobre los bienes de consumo,
que nadie nunca puede poseer los recursos de capital totalmente o
controlar su uso sin tener en cuenta a los otros y a la sociedad como un
todo (tanto San Tomás de Aquino y las encíclicas de los Papas recientes,
incluyendo el difunto Papa Juan Pablo II, reiteran este tema tradicional).
54
Los dueños son responsables ante estos trabajadores y comunidades
a la hora de tomar decisiones, por que los recursos creados por la industria
humana, es decir, el capital, sean en cierto modo, mantenidos en
fideicomisos. Los dueños y los gerentes no crearon este capital por sí solos
pues se beneficiaron del trabajo de muchos otros y de las comunidades
locales que apoyaron su empeño. Después de todo, ¿qué es el capital? Es la
“totalidad de los medios de producción…es el resultado del trabajo y tiene
todas las características del trabajo humano” (esto concuerda
completamente con la teoría económica clásica: es un principio común de
Adam Smith57, David Ricardo y Karl Marx. Pero, lo cierto es que esta cita
es del Papa Juan Pablo II). Entonces, la tendencia en torno al valor diría:
adjúntele un valor positivo a la hora de seleccionar los métodos para
resolver problemas que utilicen la técnica de darle cuenta a la comunidad
local, etc. Está claro que esta orientación en torno al valor no está
institucionalizada en el rol del patrón. Hasta cierto punto está presente, en
algunas ocasiones, en el rol del empleado cuando este rol se define por
parte de un sindicato pero tampoco podemos llamarlo siquiera
“institucionalizado” porque uno de los miembros principales aquí, el
patrón, no reacciona de manera gratificante para con el actor (el
empleado) cuando éste se comporta en correspondencia con este valor de
solidaridad con la comunidad (nótese que aún y cuando este acto reciba
una recompensa por casualidad eso no cuenta para cumplir con las
condiciones de la definición de “institucionalizado” al no ser que la 57 La teoría del valor trabajo, véase p. 119, infra.
55
conformidad del acto con el valor sea la razón real para la reacción
gratificante). Casi siempre, el patrón sólo reacciona de forma favorable a
las acciones que producen rentabilidad (o manejabilidad). De hecho, la
rentabilidad entendida limitadamente no es un criterio relevante –muchas
empresas rentables son liquidadas de forma indignante. Otro valor ante el
cual el patrón reacciona favorablemente es el cumplimiento de los
contratos (a saber, el contrato de empleo). Es un condición esencial de éste
que el empleado no tenga ni voz ni voto en el funcionamiento de la firma.
De hecho, no hay responsabilidad alguna ante los empleados o la
comunidad local. El capital es propiedad de la firma y todos sus
compromisos con los productores anteriores de capital deben satisfacerse
a partir de la indemnización obtenida en el contrato que le concedió la
propiedad a la firma. Esto es según la teoría económica clásica también
(este rol es también un rol que es parte de la institución de la propiedad:
un rol puede estar en varias instituciones). Por supuesto, la ideología tiene
una razón aparente para este valor pero dejaremos esto para después.
Todas estas razones ideológicas son menos básicas para un análisis
sociológico que la misma institución en sí (junto a su función real en el
sistema social). Así, otro valor institucionalizado es la independencia de la
administración de la firma de las demás partes. Recíprocamente, la vida
familiar del empleado está, aparentemente, fuera del ámbito del patrón.
En términos prácticos, distintos principios de análisis se convierten
en algo muy importante para nosotros en dos casos. En el caso estable nos
56
preocupamos de la socialización, específicamente de la motivación e
interiorización de los valores de los roles. Mas, en el inestable nos
preocupamos de la presión y de la correlación de fuerzas o equilibrio del
poder. Lo que en algunas ocasiones es identificado como “la lucha de
clases” es realmente este tipo de manipulación estratégica por el derecho
a definir los términos en los que serán hechos los negocios.
Su analogía ocurre todo el tiempo en el mundo de los negocios en el
que, eufemísticamente, se conoce como “negociaciones” (no siempre
expresadas con palabras, por supuesto: el problema es que las
estratagemas y las amenazas implícitas son tan importantes en el mundo
real como las negociaciones superfluas y los contratos explícitos). Cuando
ésta, sin embargo, ocurre entre los asalariados y los empresarios (o sus
agentes, los supervisores) determina las proporciones relativas del
producto que va hacia los salarios y beneficios. La teoría alternativa no
sociológica trata de afirmar que estas proporciones relativas están, sin
embargo, determinadas por los procesos impersonales y no políticos del
mercado libre. Pero, más adelante veremos que la teoría del mercado libre,
a pesar de la validez que pueda tener cuando se trata de discutir las
proporciones relativas del ingreso que son gastadas en posibilidades
alternativas del consumidor, falla completamente cuando se trata de la
teoría del beneficio, la teoría del capital. Es incapaz de explicar
lógicamente las proporciones relativas de salarios y beneficios.58
58 Joan Robinson, “Keynes and Ricardo”, Journal of Post-Keynesian Economics, Vol. 1 No. 1, 1978, también en What are the Questions? And Other Essays: Further Contributions to Modern Economics, N.Y., 1981, p. 82.
57
Aunque todas las acciones se reducen a acciones individuales la
importancia de éstas no. En algunas ocasiones, es ininteligible sin el
contexto social. Este le da su carácter justo o injusto que de otra forma no
tendría. Esa es la diferencia entre la justicia social y la individual.
Hasta ahora, discutimos meramente el patrón de la justicia social: no
hemos dicho nada sobre el contenido. Discutimos cómo la justicia social
interactúa con la justicia individual pero no lo que ésta es.
Aún no hemos terminado con la sociología moderna (hasta que no
terminemos con la teoría del dinero, la inflación y las instituciones
fiduciarias) pero ahora que sabemos qué buscar –roles e instituciones— y
sabemos la relación entre lo individual y lo social vamos a darle algún
contenido a nuestro concepto de justicia social a partir de las tradicionales
e influyentes59 lecciones del patrimonio Judeocristiano enseñadas por
algunos de los grandes profetas del Antiguo Testamento.
El resto de este libro está dedicado a examinar la evidencia a favor y
en contra de las aseveraciones hechas en este capítulo y esto incluye la
necesidad de desarrollar la analogía con la macro-economía en
profundidad. Lo primero será plantear que no existe inconsistencia alguna
entre esta idea de la justicia social60 y una visión individualista clásica de la
moral. Los capítulos II y III tratarán esto tomando a los profetas bíblicos
como representantes canónicos de una perspectiva clásica de la moral y
59En el pensamiento occidental.60Que es muy distinta a la idea socialista o colectivista sobre la justicia social en sus bases teóricas aunque su contenido práctico puede tener mucho en común con las luchas populares por la justicia social.
58
demostrarán que ellos también tenían una idea similar a esta sobre la
justicia social y no veían contradicciones entre lo social y lo individual.61
61Este, por su parte, demostrará que determinadas bases filosóficas extremas para el individualismo (moderno) no son clásicas.
59
Capítulo II
Prefacio de los Profetas
Los profetas eran la gente más sorprendente de todos los tiempos:
su inspiración dio-existencia a la Biblia tal y como la conocemos hoy
(ensamblada con los escritos anteriores por primera vez). No todo lo que
dijeron ha sobrevivido pero hay suficiente en los libros del Antiguo
Testamento titulados Amós, Oseas, Isaías y Jeremías, etc. Sus mensajes
han tenido repercusión en la historia desde entonces como mensajes de fe,
esperanza, juicio y justicia: parte de ellos ha, de hecho, inspirado a muchos
que no comparten la fe del Antiguo Testamento, incluyendo a comunistas
como Shelley y a ateos como Bertrand Russell. Los revolucionarios ingleses
de 1642 y los abolicionistas han estado dispuestos a aprender de ellos tal y
como lo hicieron muchos de los participantes en el movimiento obrero a
principios del siglo XX en Estados Unidos y Gran Bretaña. La continua
influencia de los profetas es algo que tampoco debe desdeñarse.
60
La importancia de los profetas de Israel radica no sólo en lo que
dijeron sino en el contexto económico en el que lo hicieron. La arqueología
moderna y la investigación lingüística han hecho que no pasemos por alto
elementos del pensamiento de los profetas que anteriormente eran
oscuros. Leerlos con cierto grado de fundamento económico es importante
por varias razones. Las épocas en las que vivieron y que juzgaron fueron
extraordinariamente interesantes y, además, tienen algunos paralelos
importantes no sólo con el actual Tercer Mundo sino con la economía de
los Estados Unidos también. Destacar que los fundamentalistas
contemporáneos estadounidenses están a menudo comprometidos con
visiones de justicia económica que no concuerdan con esas de los profetas
del Antiguo Testamento no se hace sin interés.
Los profetas dijeron lo que pensaban sobre la crisis social, a
menudo en una crítica virulenta del grupo dominante poderoso, a menudo
en una denuncia apasionada de la injusticia social cometida por los ricos
en contra de los viudos, huérfanos y los pobres; a menudo en una crítica
radical de las prácticas religiosas de los sacerdotes y soberanos. Los
profetas consideraron al Antiguo Israel digno de una destrucción total y la
predijeron incluso en un momento en que el éxito económico y militar de
Israel parecía indiscutible.
Las tribus israelitas vivían en Palestina –entonces llamada Israel—
desde aproximadamente el 1200 a. de C. Estaban dominadas durante largo
tiempo por vecinos poderosos, y se habían convertido en un reino unido
61
bajo el carismático Rey David hacia el 1000 a. de C.62 Bajo David y Salomón
los tribus se convirtieron en un estado poderoso con una religión
monoteísta. En el catequismo todavía nos enseñan su historia
minuciosamente: cómo su código de leyes basado en los diez
mandamientos fue violado repetidamente por ellos y traicionada, de la
misma manera, su religión monoteísta. Los profetas fueron inspirados por
Dios para advertirles al pueblo israelita que las consecuencias de este
comportamiento diabólico sería la ruina nacional y la destrucción total.
Como estas profecías se cumplieron, a pesar de un aparente éxito y
prosperidad, primero en 722 a. de C. cuando las diez tribus del norte
fueron conquistadas por Asiria y sacadas a la fuerza63, — y finalmente en
586 a. de C. cuando Jerusalén fue completamente destruida y las dos tribus
restantes fueron conquistados y sacados como cautivos por Babilonia.
Lo más fácil de escribir en la historia es lo de los combates y los
reyes: la versión histórica del catequismo es demasiado simple. Para
nosotros, el aspecto más interesante y útil de los profetas no se encuentra
ni en el catequismo ni en el Talmud.
Los profetas clásicos cuyos nombres honran los libros de la Biblia
–nos concentraremos en Amós, Oseas, Isaías y Jeremías— vivieron una
revolución socioeconómica en el siglo VIII a. de C. que había comenzado
con la misma monarquía más de un siglo atrás64.
62el supuesto/titulado autor del libro bíblico de los Salmos.63“perdidas” de hecho64los israelitas mantuvieron el contacto con su historia –varios libros de la Biblia circulaban ya para esta época, razón por la cual la sociedad más igualitaria del tiempo de Débora y anterior a la de David no fue olvidada.
62
A mediados del siglo VII a. de C. justo cuando Israel parecía estar
de nuevo en la cúspide de su poder, compitiendo con las glorias de
Salomón con una creciente prosperidad y ciudades, Amós decidió que Dios
lo había llamado para que abandonara a su gente en el sur de Judea, cerca
de Belén, y viajara setenta kilómetros (a pie) hacia la capital del Norte
durante sus solemnes celebraciones públicas en su templo e interrumpir
las festividades para decir: “¡Ay de aquellos que se sienten seguros ... !
Acostados en camas de marfil, arrellanados en sus lechos, comen corderos
del rebaño y becerros sacados del establo, ... mas no se afligen por el
desastre de José. Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los
cautivos y cesará la orgía de los sibaritas..”65 Amós fue probablemente
ejecutado por esto. Como dice el arqueólogo, Rev. Philip J. King66: “Para los
profetas, Amós en particular, tal lujo lo tenían los ricos solamente por
medio de explotar los pobres.”6768
Vamos a analizar esta parte abandonada u olvidada del mensaje
de los profetas –lo que ellos dijeron sobre la justicia social. Expertos en
arqueología hoy día saben de lo que sabían antes sobre la economía y la
sociedad del Antiguo Israel (aunque saben menos que los profetas).
Nosotros, por nuestra parte, sabemos más actualmente sobre la economía
y la sociología que antes.
65“José” se refiere al país en general o, de manera más específica, al miembro promedio de la sociedad que era pobre.66 Profesor de arqueología bíblica en Boston College, Massachusetts.67 Para un economista moderno también. 68 Rev. Philip J. King, Amos, Hosea, Micah---an Archaeological Commentary, Filadelfia, 1988, p. 139.
63
Los profetas sabían más qué juicio moral hacer sobre todo esto
que la mayoría. Relacionarlo todo nos va a permitir llegar a importantes
conclusiones. Por ejemplo, los profetas estaban directamente dentro de la
tradición Judeocristiana del individualismo moral. Por lo tanto, el que ellos
hayan aceptado una noción sociológica de la justicia social va a demostrar
que no existe incompatibilidad en mantener o sostener nociones
conservadoras de moral y responsabilidad individual al mismo tiempo que
se tienen nociones progresistas sobre justicia social y políticas económicas.
El programa económico de los profetas era el alivio de la deuda y la
reforma agraria.
Tanto los americanistas como los izquierdistas humanistas laicos
han malinterpretado a los profetas aunque de manera diferente. Los
profetas del Antiguo Testamento no sólo hacían acusaciones en torno a
violaciones individualistas de la ley. No se trata solamente de los profetas
descubrir estafadores, ni se trata de que los jueces fueran sobornados para
decidir en contra de los hechos del caso. Amós y otras profetas
condenaban la ejecución y desalojo de campesinos cuando se trataba de un
genuino caso de faltar de pagar las deudas contraídas legalmente y
justamente. Ellos no simplemente protestaban contra la falta de garantías
procesales o el soborno y extorsión en el sentido técnico legal de las
palabras.
Por otro lado, tampoco es cierto que los profetas categóricamente
se oponían a las desigualdades y los ricos. Es cierto que culparon a los
64
ricos y a los poderosos políticamente por gobernar mal la nación y que
profetizaban un cambio total de fortuna entre los ricos y los humildes.
“...quitaré yo de tu seno a tus alegres orgullosos, y no volverás a engreírte
en mi santo monte. Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre,”
Sofonías 3,11-12. Pero la razón por la que creían justificar esto no era una
simple envidia en contra de los ricos.
Para ver esto tenemos que analizar la verdadera situación del
momento. Los profetas intervenían de manera parcial en los asuntos
económicos de su tiempo69. El verdadero matiz del significado de un dicho
de algún profeta era más fácilmente visto por sus contemporáneos quienes
conocían la situación económica, que por nosotros. Nosotros que estamos a
más de dos mil años de distancia de ese entonces y con un vocabulario
sociopolítico desarrollado a partir de la tradición anglosajona de Jefferson,
Adam Smith, Mill y otros, un vocabulario no compartido por el hebreo
antiguo.
Simétricamente, el hebreo antiguo tenía convencionalismos y
frases retóricas bien entendidos: la ignorancia al respecto no siempre
impide la comprensión del sentido general del Antiguo Testamento pero sí
hace imposible ver el verdadero significado que distingue la concepción
clásica liberal de “justicia” de la concepción sociológica de “justicia social”.
Cuando Amós se queja de aquellos que “…venden al justo por dinero y al
pobre por un par de sandalias;” la idea general se entiende pero uno tiene
69este libro ignora con toda intención sus otras intervenciones en los temas de política exterior y en los cultos religiosos.
65
que saber que la transferencia de un par de sandalias era parte de los
tecnicismos legales de una transacción de bienes raíces en el mundo
antiguo que venía desde los patriarcas: ¡Con esta frase, Amós está
condenando la ejecución de las hipotecas!
La vida económica del mundo antiguo, más específicamente la del
Antiguo Israel desde el siglo XI hasta el VI, era completamente diferente a
la nuestra en sus aspectos diarios (sin embargo, un campesino africano o
indio pudiera sentirse familiarizado con ésta). La gran mayoría de las
personas vivía de la tierra como agricultores, campesinos que básicamente
se autoabastecían. Por una parte las ciudades eran realmente importantes
aunque no lo eran en términos numéricos: tanto en esto como en productos
la población urbana estaba atrofiada. En términos económicos, las
ciudades eran verdaderos parásitos que vivían de los campesinos y del
campo sin dar nada tangible en cambio. Esto hace que estudiar nuestro
tema sea difícil ya que todos los documentos escritos fueron escritos desde
el punto de vista urbano. Los campesinos, peones y pastores eran la gran
mayoría, producían la mayor parte de los productos económicos y ni
siquiera se les permitía expresar algo de lo que ha llegado a nosotros (con
la posible excepción de Amós).
Como Geoffrey Ernest Maurice de Sainte Croix70 plantea, en todo
el mundo antiguo griego todas las ciudades eran alimentadas por el propio
interior. Los granos y, de hecho, toda la comida, eran recibidos como
tributo o como un tipo de renta en especies feudal (o sobre la base de un 70La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barcelona, 1988 (orig., Londres, 1982).
66
porcentaje aparcero). Las cosas buenas como las espadas, los barcos, los
botes grandes, las artes y las joyas, además de los instrumentos musicales,
eran producidas en la ciudad, por supuesto. Pero eran para los habitantes
urbanos. Casi nada de esto se intercambiaba con el campo.
En los Estados Unidos hoy día, los agricultores ya no usan nada
hecho a mano ni tampoco fabrican sus propios tractores. Ellos
intercambian la comida por petróleo y maquinarias (y bienes de consumo)
y de manera productiva consumen estas herramientas y suministros en el
proceso de producción de más comida. Esta es una interacción
económicamente significativa entre las ciudades (con sus industrias) y el
campo (con su agricultura). Y esto permite, por cierto, una mayor
productividad. No era así en el Antiguo Israel. Ningún número significativo
de campesinos estaba involucrado en relaciones mercantiles con el resto
del país (al menos, en la primera parte de este período) y, de hecho, el
dinero era casi desconocido en las aldeas. Los campesinos se
autoabastecían prácticamente con la excepción de un posible herrero o
alfarero y de un trueque con pastores vecinos o con otros pastores en el
pueblo (de hecho, los arados de hierro no tenían un uso universal –las
herramientas de piedra y los arados se mantenían en uso incluso para
finales de este período en algunos lugares).
El Antiguo Israel, en el tiempo de los profetas clásicos, había
atravesado por tres tipos de organizaciones socioeconómicas
extremamente diferentes. Y ellos lo sabían –no fue algo inconsciente, los
67
profetas referían a esto: ellos los compararon y contrastaron por varias
razones. Para empezar, fueron un pueblo pastoral –casi nómada, desde los
tiempos patriarcales de principios del segundo milenio hasta la época del
asentamiento en Canaán. Luego, hasta el período de la monarquía, durante
lo que se conoce como período de los Jueces, ellos eran una sociedad
agraria igualitaria descentralizada (todavía con un elemento pastoral). El
tercer período es el de la monarquía: desde mas o menos los 1000 a. de C.
hasta la caída de Jerusalén en 587 a. de C. Una auténtica revolución social
ocurrió durante este período. La sociedad urbana, el comercio, los
gremios, la literatura y la política exterior comenzaron a florecer (expertos
especializados se centran en estos aspectos). Mas, no debe olvidarse que
aproximadamente más del noventa por ciento del pueblo de Israel estaba
desconectado de la vida urbana excepto por la novedad de los impuestos o
la renta. La creciente importancia de la vida urbana y las actividades
económicas de la élite aumentaron continuamente durante este período.
Durante esta época, las ciudades no tenían ninguna importancia, por
razones absolutamente económicas (como la productividad, número de la
población, etc.). Sin embargo, como sucede a menudo en los fenómenos
sociales, las ciudades llegaron a alcanzar el dominio gracias a la
influencia71 que le daban las nuevas instituciones sociales.
71 El concepto de “influencia” es de gran importancia en la sociología científica aunque este no sea el término técnico para esto. En una sociedad más desarrollada, la forma en que un número pequeño de especialistas afecta los acontecimientos no guarda relación con sus números matemáticos ya que lo que nosotros llamamos coloquialmente “influencia” es totalmente análogo a operaciones financieras de crédito aunque tengan lugar en un contexto no monetario y no económico. Esto será discutido de forma abstracta con más detalles en el Capítulo IX.
68
El período seminómada es fácil de describir. En los tiempos
patriarcales, los hebreos vivían de arrear ovejas y cabras. Algunas veces,
las cosechas aumentaban pero no lo suficiente como para que el grano
estuviera a la mano durante todo el año (algunos granos de crecimiento
rápido como la cebada eran sembrados en tierras marginales no
reclamadas por gentes asentadas). La leche de cabra tenía un papel muy
importante en la dieta. La carne se comía sólo en raras ocasiones: en
festivales o cuando había un visitante importante. Este tipo de economía
puede ser complemente autoabastecida y todavía existía en algunas partes
de Sudán hasta hace poco. Posteriormente, venderle la lana a las tribus
vecinas dos veces al año daba algunos lujos en cambio –lujos utilitarios
como suplementos útiles para la dieta (aceite) y herramientas de metal o
armas (que eran raras y costosas).
El asentamiento en la tierra de Israel trajo consigo la conversión
(nunca en un ciento por ciento) a una vida campesina-agrícola. El Período
de los Jueces (como Débora) fue, en términos políticos, organizado de
manera flexible por las tribus y las aldeas si lo comparamos con el período
monárquico que lo siguió después de 1000 a. de C. Pienso que este período
fue más igualitario que otras sociedades israelitas o que la nuestra. Los
profetas, por supuesto, le atribuyeron a estos primeros períodos una mayor
pureza de fe. Hay un gran contraste, visible aunque superficialmente, en
las estructuras económicas del Israel ante y después de la monarquía.
69
El típico campesino de pueblo del período de los Jueces, o sea,
antes de la monarquía, vivía así (al menos si estaban un poquito mejor que
la media): eran dueños de su propia tierra. Los agricultores israelitas no
vivían de sus tierras de labranza sino más bien en sus casas en la aldea con
las tierras de todo el mundo rodeando el pueblo. El típico campesino no
tenía ningún esclavo o jornalero. Sin embargo, tenía quizás dos bueyes
para arar, un pequeño huerto de frutas y una huerta de hortalizas.
Una pequeña aldea como Salem no tendría más que unas pocas
casas cercas unas de otras, talleres del alfarero del pueblo y quizás un
herrero u otros artesanos, un pozo o fuente para agua, una era para el
grano, y prensa de uva colectiva, y una pequeña área abierta para
festivales, reuniones o el mercado. Mas, cada familia molía sus propios
granos, horneaba su propio pan y tejía su propia ropa en la casa. La mayor
parte de la comida venía de su propia granja. Sin embargo, dulces
ocasionales (aparte de las frutas) como la miel tenían que comprarse en el
mercado al igual que la lana o la carne. Esta última sólo se comía en
ocasiones festivas o importantes: esto explica el sarcasmo de Amós cuando
se refirió a la predilección de la clase alta por la ternera.
En tiempos de cosecha, incluso cuando la rapidez era esencial, la
familia de un campesino regular se las arreglaría solo. Mas, un campesino
más rico con una mayor área de tierra que cosechar necesitaría contratar
ayuda para la ocasión. Si una familia de campesino pobre tenía la suerte de
ser una familia grande, ellos podían mantenerse a flote al ofrecerle los
70
niños extras a su vecino más rico en la cosecha. Pero no había espacio en
la aldea para un sin tierra, o un trabajador independiente (con la excepción
de dos o tres artesanos o pastores). No había un mercado de trabajo
regular para jornaleros, excepto en período de cosecha y no está de más
decir que las personas de afuera o migrantes los percibían con gran
desconfianza.
Sin embargo, comenzando al menos con la institución de la
monarquía, este equilibrio fue alterado y un largo período de cambio
comenzó. La motivación, desde luego, fue la presión externa del ejército
filisteo. Las sociedades que rodeaban Israel eran más civilizadas y los
filisteos (en la costa) gozaban, en particular de un mayor desarrollo
tecnológico: aplicado, por supuesto, a las armas. Fue comparativamente
fácil para ellos dominar y oprimir a los israelitas –descentralizados,
desorganizados y atrasados tecnológicamente teniendo en cuenta,
fundamentalmente, que estos últimos no tenían un ejército profesional
permanente y no podían darse el lujo de contratar mercenarios.
Entonces, alrededor de 1000 a. de C., se instauró una monarquía en
Israel. Pasó algún tiempo antes de que esta se desarrollara
completamente. Historiadores israelitas posteriores fueron ambivalentes
en cuanto a este revolucionario acontecimiento. Por un lado, tenían sus
dudas en torno a las consecuencias de esta institución, que incluía un
fuerte aumento de la desigualdad de la sociedad.
71
La monarquía fue instituida en la aldea de Guilgal, como se describe
en el libro de Samuel (profetas posteriores hicieron una alusión poética a
Guilgal para expresar sus opiniones en torno a la institución de la
monarquía). Determinadas actitudes negativas lo decían los llamados
“deuteronomistas” –el autor o editor del libro de Samuel en su actual
forma. “Dijo todo el pueblo a Samuel: ’Suplica a Yahveh tu Dios en favor de
tus siervos, para que no muramos; hemos colmado nuestros pecados
pidiendo en rey para nosotros.’ ” (1 Samuel 12,19) Samuel es presionado
por la gente para que seleccione y nombre un rey. Él responde: “ ’He aquí
el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. Tomará vuestros hijos y los
destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su
carro. Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar
sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos
de sus carros. Tomara vuestras hijas para perfumistas, cocineras y
panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores
olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros
cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores.
Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les
hará trabajar para él. Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros
mismos seréis sus esclavos.’ El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo:
’¡No! Tendremos un rey y nosotros seremos también como los demás
pueblos: nuestro rey nos juzgará, irá al frente de nosotros y combatirá
nuestros combates.’ ” (1 Samuel 8,11-20.) Nosotros expresaríamos esto
72
hoy usando la jerga de la sociología. Una casta militar profesional necesita
de un sistema de financiamiento –al menos impuestos exigidos al
campesinado en especies. Pero también necesita, o al menos fomenta, la
institución del arrendamiento: la propiedad de una finca por uno que no
trabaja la tierra, por ejemplo un capitán victorioso, y no necesita residir
allí.
Por primera vez, existe la necesidad de una clase entera de
trabajadores sin tierra –jornaleros o esclavos– para trabajar en estas fincas
por sus terratenientes ausentes. Lo que se llama latifundios, grandes fincas
que se extendieron mucho más allá de los terrenos que tenían los antiguos
campesinos-propietarios, comenzó a desarrollarse. Cultivos industriales
como las aceitunas y la vid comenzaron a resaltarse para que los ricos
pudieran venderle a los comerciantes internacionales para comprar lujos.
Dos economías paralelas se desarrollarían: el campesino
propietario trataría de continuar con el viejo estilo pero también pagaba
impuestos en especie y renta aunque las nuevas fincas formaban parte de
una economía monetaria y vean algunos pequeños adelantos tecnológicos –
nuevas y mejores herramientas, técnicas agrícolas más productivas y
eficientes, economías de escala. Ninguna de las dos economías beneficia al
campesino propietario porque él todavía no participa en la nueva economía
monetaria. De hecho, el crecimiento de la economía nueva es una
amenaza, pero no por la competencia –esta no existe todavía entre estas
dos esferas de actividades paralelas.
73
La nueva prosperidad –en parte causada por una conquista
extranjera del rey David– crea un comercio internacional de lujos,
materiales de guerra y bienes para la vida urbana: estimula la literatura y
la religión y el aumento urbano, pero no trae beneficio económico alguno
para el campesino regular. Es todo lo contrario por una razón instructiva;
las desigualdades en las aldeas comenzaron a crecer y así empieza la
institución del magnate de la villa o prestamista. En tiempos de mala
cosecha o reveses similares, los campesinos pobres hambrientos tienen
que recurrir al “prestamista”.
Por supuesto, lo que se presta no es dinero probablemente sino
granos y semillas de nuevos almacenes construidos por los magnates (y
agentes reales). Esto pospone el desastre pero conlleva, por lo general, a
un endeudamiento ruinoso. En el mundo antiguo, como en muchas partes
del Tercer Mundo actualmente, las tasas de interés exigidas en tales
circunstancias pueden ser de un 220 a un mil por ciento. El verdadero
objetivo del prestamista es obtener la tierra –el prestamista espera por la
ejecución hipotecaria.
“La mas vieja estructura económica del israel cedió a diferencias
bien marcadas de riqueza y privilegios. Las excavaciones en Tirgah (Tell el-
Farah)72 descubrieron evidencia de la revolución social que hubo. Mientras
las casas de la ciudad en el siglo diez eran todos del mismo tamaño, en el
72 Tirsá (o Tirzá o Tirgah), actualmente Tell el-Farah (del Norte) (o Tell el Far’ah), al nordeste de la moderna Nablús, era un ciudad importante que, según la Biblia (1 Re 16,23), el rey de Israel Jeroboam usó como ciudad capital de su reino. Anteriormente, era una de las ciudades capitales de los cananeos. Véase Ernest G. Wright, Arqueología Bíblica, p. 326. En el sur hay otra sitio importante que se llama Tell el-Far’ah (Sur).
74
siglo ocho, había una sección de casas grandes y caras, y otra de
estructuras pequeñas amontonadas las unas con las otras.”73 Este
incremento en riquezas se debía solamente a que los terratenientes
ausentes tomaran las tierras de los campesinos y los despojaran. Algunas
veces la tierra se quedaría entonces despoblada (igual que antes,
relativamente) como para sembrar cultivos industriales para un comercio
rentable. En otras ocasiones, el anterior dueño campesino y su familia eran
mantenidos como arrendatarios o aparceros pagando la renta en especies.
Tal renta ascendería a más de la mitad de la cosecha. Atrasarse en la renta
ocasionaría una renta mayor, el desalojo o ser vendidos como esclavos para
pagar la deuda. Se creó así una gran clase de trabajadores agrícolas sin
tierras y desposeídos, de los cuales algunos tenían que mudarse a las
ciudades o convertirse en esclavos para sobrevivir.
Varios profetas protestaron en contra de las políticas de la
monarquía. No obstante, también existían profetas oficiales a los que les
pagaba el estado (como Samuel, Nathán y Jonás) pero nos referimos
fundamentalmente a los manifestantes no patrocinados como Elías, Eliseo,
Amós, Oseas, Miqueas, Isaías, Zacarías, Urías, Jeremías, además de varios
anónimos, de los cuales algunos fueron asesinados o ejecutados por las
autoridades (de hecho, Elías y Jeremías escaparon de tales destinos
milagrosamente). Comenzando en el siglo VIII, los profetas declararon que
Israel y Judá74 debían ser destruidos y que lo serían (por invasores
73 James Luther Mays, Amo: A Commentary, Filadelfia, 1969, p.2.74ya existían dos reinos separados donde antes había habido sólo uno.
75
extranjeros). En el catequismo a uno le enseñan que la razón por la cual
dijeron eso fue que Israel (la unión de Israel y Judá) no cumplía con los
diez mandamientos75. Existen muchísimos pasajes de las escrituras que
apoyan esta interpretación que es totalmente irrelevante para nuestro
tema. Mas, como veremos, también existen pasajes que explican
claramente que Israel merecía ser destruido por extranjeros debido a la
injusticia económica y social. Aunque no hubieran existido pecados
religiosos y de otro tipo, las injusticias sociales eran suficientes como para
condenarlo. Para ver además cuán terrible fue esta censura téngase en
cuenta cuán etnocéntrico era Israel. Ser destruido es lo suficientemente
malo ¡...pero ser destruido, además, por extranjeros…!
Israel fue destruido por los asirios en 722 a. de C. y Jerusalén (la
capital de Judá) fue destruida luego de un prolongado asedio por Babilonia
en 587 a. de C.. Casi todos los líderes y habitantes urbanos fueron
asesinados o forzados al exilio. Jeremías había predicado una política
derrotista por años. Se basaba en su propia aseveración de que Jerusalén
merecía ser destruida por su injusticia social (e idolatría). Más adelante
explicó que para arrepentirse y evitar la destrucción tanto una reforma
social sólida como una rendición voluntaria ante Babilonia eran necesarias.
Durante el asedio continuó a predicar el derrotismo y lo metieron dentro
de un tanque de almacenamiento vacío para que muriera; sin embargo,
simpatizantes influyentes dieron la contraorden secretamente cancelaron
la orden de ejecución.75referida como “la Alianza”.
76
Los peones, campesinos y trabajadores agrícolas sin tierras en el
campo quedaron más acomodados después de la conquista por Babilonia
que antes. La población urbana y casi toda la élite cultivada fueron
reasentadas a la fuerza cerca de Babilonia (por setenta años). Allí,
valoraron e interpretaron de nuevo las palabras de los profetas,
preservaron y editaron de nuevo los primeros libros de la Biblia y les
agregaron la mayoría de los libros de los profetas. En este sentido, los
manifestantes contra el estado como Amós fueron la motivación para la
Biblia tal y como la conocemos hoy. Es historia revisionista en el sentido
arquetípico de la palabra.
Por el contrario el código de la ley mosaica tal y como está
presentada en el Deuteronomío daba una mayor igualdad económica y
trataba de evitar la formación de una gran clase de personas sin privilegios
y en desventaja. La noción de ley o código era muy diferente en el Mundo
Antiguo antes de la época de Roma, y los textos bíblicos en el Éxodo,
Levítico y Deuteronomio76 que contienen el código del Antiguo Israel no
son una excepción. Los códigos eran un género literario para ellos: eran
escritos por autores77 y no por jueces o legisladores además de que no se
consideraban vinculantes para los jueces o soberanos; más bien eran para
expresar los ideales de la sociedad. No existían reglas o normas fijas de
procedimientos legales en los tribunales antiguos como existen
actualmente (que se celebraban, por lo general, los portales o zaguanes de
76 Ex 20-23; 34,17-26; 35,1-19; Dt 12,1 – 26,15 y 31,9-13; Lv 25-27 y Nm 35.77 Véase Godfrey Driver y Sir John Miles Kt., The Babylonian Laws, vol. 1, Oxford, 1952, p. 53.
77
las ciudades y no dentro de salas o patios).78 Sin embargo, los siguientes
textos legales de la Biblia ilustran la oposición de los profetas a la
revolución social reseñada anteriormente: “Si tu hermano se empobrece y
vacila su mano en asuntos contigo, lo mantendrás ... No tomarás de él
interés ... No le darás por interés tu dinero ni le darás tus víveres a
usura..” (Lv 25,35-37.) Incluso hoy, nadie aprueba una ley para remediar
un problema hasta que ese problema no exista, por lo tanto, esto es
evidencia para las actividades de los prestamistas de las aldeas descritas
arriba: “Si tu hermano hebreo, hombre o mujer79, se vende a ti, te servirá
durante seis años y al séptimo le dejarás libre.” “Cada siete años harás
remisión. En esto consiste la remisión. Todo acreedor que posea una
prenda personal obtenida de su prójimo, le hará remisión;“ El séptimo año
se llama “año sabático”. Este se refiere a la cancelación de las deudas,
devolución de las prendas y liberación de las personas vendidas como
esclavos por deudas (Deuteronomio, 15,vv12ss, vv1s.) Un texto afín está
parcialmente inscrito en la Campana de la Libertad de los Estados Unidos
y se cantó durante la Guerra Civil Estadounidense. Luego de cada año
sabático nos ordenan que “Declararéis santo el año cincuenta, y
proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para
vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual
regresará a su familia.“ (Levitico 25,9) Esto se refiere a la devolución de la
propiedad a su dueño original o su familia (herederos) sin importar si esta
78 Véase, p. ej., Eric Havelock, The Greek Concept of Justice, Cambridge, Mass. 1978, pp. 136ss.79Esto explica lo que el término “hermano” significa en otras citas también.
78
fue vendida o ejecutada como una hipoteca. Es una prescripción para
cierto tipo de reforma agraria, de redistribución de tierras. Si se hubiera
puesto en práctica fielmente se hubiera impedido, al menos en intención,
que la desigualdad de la sociedad llegara al punto de crear una clase de sin
tierras desposeídos.
El sistema legal de la monarquía no tenía obligación legal de
poner en práctica estas leyes antiguas de un viejo código. Y evidentemente,
no lo hicieron. Los profetas proclamaron que, sin embargo, existía la
obligación moral y religiosa de mantenerse fiel a los ideales expresados en
el código y no hacer esto era injusto.
La institución del peonaje por deuda era injusta. El crecimiento de
grandes fincas, a menudo con terratenientes ausentes, llamado latifundio,
propiedad de una sola familia (o quizás de una familia extendida) pero
ocupada y trabajada por una masa de arrendatarios, de los cuales muchos
eran como siervos, era parte de esta institución. Los peones o siervos en el
posterior feudalismo Occidental (1200 A.D.) son una categoría de personas
legalmente reconocida con muchos menos derechos que los que tienen los
campesinos libres aunque con más que los que tiene un esclavo. El peonaje
por deuda consiste en un arrendatario que está endeudado con el
terrateniente o magnate local hasta lo último y que, por lo tanto, ha
perdido todo poder de negociación. El terrateniente en el Antiguo Israel,
entonces, tenía el derecho legal de asediar a los arrendatarios, sus
pertenencias y familia y venderlos como esclavos para pagar la deuda. A
79
cambio de no ejercer este derecho legal el arrendatario,
“voluntariamente”, aceptaba por necesidad cualquier demanda del
terrateniente convirtiéndose en un sirviente a todos los efectos prácticos.
Legalmente, el arrendatario todavía es “libre” pero es un deudor. Tal
arrendatario, prácticamente un sirviente, se llama peón por deuda. El
peonaje por deuda es una institución en el sentido de la teoría sociológica.
No necesita ser una categoría legal en el sentido en que lo fue la
servidumbre en la Edad Media o la esclavitud en los Estados Unidos de los
1700 - 1860’s. El peonaje por deuda como institución es todavía importante
en el actual Tercer Mundo.
Los terratenientes ausentes y las fincas pertenecientes a la familia
real a menudo se apartaban del tipo de cultivo practicado anteriormente
por las casas de los campesinos que se autoabastecían. La finca grande
entonces se especializaba en un cultivo. Por ejemplo, aceitunas o cultivos
de algún tipo. En este sentido, las economías de escala permitían que se
usaran nuevas tecnologías eficientes de cultivo haciendo así que la
empresa fuera más rentable. Se necesitarían menos personas y el territorio
parecería despoblado, si se compara con la época en que pertenecían a
campesinos libres. Mas, los mayores beneficios le permitirían al
terrateniente ausente construir una mansión en la ciudad capital de Israel,
Samaria, por ejemplo, mientras que los campesinos desplazados se podían
morir de hambre o trasladarse a la ciudad para vivir en una casucha.
80
Este proceso explica las frases sarcásticas del profeta Isaías: “Se
levanta a pleitear Yahveh y está en pie para juzgar a los pueblos. Yahveh
demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a sus jefes. ’Vosotros
habéis incendiado la viña, el despojo del mísero tenéis en vuestras casas.
Pero ¿qué os importa? Machacáis a mi pueblo y moléis el rostro de los
pobres’ –oráculo del Señor Yahveh Sebaot– .” “…Esperaba de ellos justicia,
y hay iniquidad, honradez, y hay alaridos. ¡Ay, los que juntáis casa con
casa, y campo a campo anexionáis, hasta ocupar todo el sitio y quedaros
solos en medio del país!“ (Isaías 3,13-15; 5,7-8).
Con el objetivo de dejar claro que una acción podía ser legal pero
injusta, Isaías declaró: “¡Ay! los que decretan decretos inicuos, y los
escribientes que escriben vejaciones, excluyendo del juicio a los débiles,
atropellando el derecho de los míseros de mi pueblo…”! (10,1-2). Amós
condena lo mismo cuando dice: “Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al
débil, y cobráis de él tributo de grano, casas de sillares habéis construido,
pero no las habitaréis; viñas selectas habéis plantado, pero no beberéis su
vino.” (Amós 5,11). Estos textos no son simples denuncias generales o
poéticas de “pecado” o “conducta diabólica”: se refieren específicamente a
la revolución social concreta que explicamos anteriormente.
La “exacción” es un término técnico para un tipo de arriendo
pagado por el arrendatario. “Tallar piedras” era una técnica lujosa de
albañilería sin argamasa que requería mucha mano de obra. Antes del
aumento de la desigualdad económica, la técnica constructiva habitual era
81
el ladrillo y sólo el palacio real y el templo usaban “piedras talladas” que
era una técnica extranjera que demandaba la importación de expertos
obreros. El patrón de esta sentencia o fallo viene de la maldición semita
(estándar) de inutilidad, que se usaba también en los convenios/acuerdos.
El peonaje por deuda fue declarado como injusto por los profetas
y el código mosaico ordenaba que se mantuviera bajo control y no se
permitiera ningún aumento en la desigualdad económica. ¿Por qué?
Evidentemente no porque implicaba fraude, robo, engaño, violencia,
extorsión o cualquier otra violación de procedimiento legal (como el
soborno, actos de falsificación, etc.). Podemos decir esto con total
seguridad porque, en realidad y según la ley, el peonaje por deuda puede
mantenerse perfectamente bien sin ninguna de estas violaciones
individualistas de procedimiento o de la ley del contrato. Por lo tanto, si los
profetas condenaban el peonaje por deuda debía haber alguna otra razón.
Hay dos que indicaron ellos mismos y cada una tiene su propio
defensor. La primera posible razón se debe al hecho de que la ley mosaica
prohibe la usura, definida como cobro de intereses. Cualquier tasa de
interés está prohibida (excepto cero). La segunda razón obvia es que el
contexto de las leyes con relación a los años sabáticos y de jubileo expresa
claramente el deseo (siendo el de Dios) de que: ”Cierto que no debería
haber ningún pobre junto a ti, …” (Dt 15,4). Pero, la institución del
peonaje por deuda condujo a la creación de una clase empobrecida. Como
82
esto contradice, en su resultado, el deseo de Dios, los profetas la
declararon como injusta.
La usura ha sido una especie de tema paranoico para la
civilización occidental desde que se leyó en el libro del Éxodo que Dios le
había ordenado a los israelitas que ”Si prestas dinero a uno de mi pueblo,
al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis
interés.” (Ex. 22,24) Y nuevamente en el Deuteronomio ”No prestarás a
interés a tu hermano, ya se trate de réditos de dinero, o de víveres, o de
cualquier otra cosa que produzca interés. Al extranjero podrás prestarle a
interés, pero a tu hermano no le prestarás a interés,” (23,19-20).
Aristóteles80, Aquino, Ezra Pound81 y muchos excéntricos continúan a
declarar contra los intereses de los préstamos llamándolos usura. Por otro
lado, Adam Smith y la mayoría de los teóricos económicos, al igual que los
“intérpretes” modernos más autorizados de las tradiciones bíblicas Judía y
Cristiana, han tratado de llegar a un acuerdo con otros modernos y tratar
de distinguir entre la usura y algún tipo de tasa de interés permisible.
Desde el desarrollo del capitalismo en el siglo XVI, los préstamos basados
en intereses han sido indispensables para que la economía funcione. Por
ejemplo, Adam Smith declaró82 frente a esta tradición de no cobrar
80 Universidad de Málaga, “Aristóteles”, en Encíclopedia y Biblioteca Virtual de las Ciencias Sociales, Económicas, y Jurídicas, www.eumed.net/cursecon/economistas/aristoteles.htm, “[Aristóteles] identifica la existencia de interés con la usura, que condena éticamente.” Véase también David Knowles, con Dimitri Obolensky y C.A. Bouman, Nueva Historia de la Iglesia vol. II: La Iglesia en la Edad Media, 2 ed., Madrid, 1983, p. 384.81Véase Thomas Geoghegan, “Infinite Debt”, Harper’s Magazine, vol. 318, No. 1907 (Abr. 2009) pp. 31-39.82y la ideología americanista de laissez-faire trata su libro The Wealth of Nations de manera sagrada.
83
intereses, que “...como en todas partes algo se puede hacer con el uso del
dinero, de aquí que en todas partes haya que pagar algo por usarlo.”83
Los esfuerzos por regular la tasa de interés son inútiles: “La ley
nunca puede establecer esta tasa a nivel inferior a la que prevalece en el
mercado cuando aquélles se promulga. Por eso el Edicto de 1766, dado por
el rey de Francia con la intención de reducir la tasa de interés de cinco al
cuatro por ciento, no tuvo efecto, y se continuó prestando al cinco por
ciento y evadiéndose la ley por mil subterfugios.”84 El fervor religioso es
inútil: “La prohibición absoluta del interés no basta a impedirlo. Muchas
personas necesitan tomar prestado y nadie prestaría sin prometerse la
utilidad que del uso de su dinero puede resultar, no sólo con arreglo a las
ganancias que con él puedan obtenerse, sino en consideración al riesgo y
peligro que lleva consigo evadir la ley...[Cuando el interés no existe],
únicamente la amistad o la caridad pueden justificar el préstamo.”85 Por
cierto, la excepción bíblica de que el interés que se le puede exigir a los
extranjeros no es ni racista ni etnocentrista. Como señala el profesor
Albright, la situación en ese momento era que los extranjeros eran
comerciantes internacionales o mercaderes. Por lo tanto, la distinción
entre “hermanos” y “extranjeros” era igual a la de prohibir el interés en los
préstamos agrícolas y permitirlo para los mercantiles.86
83“...as something can everywhere be made by the use of money, something ought everywhere to be paid for the use of it.” Smith, ob. cit., (Vol. 1, p. 355) 84Ibid, pp. 323s.85Ibid., p. 93.86W.F. Albright, finado profesor de arqueología a Johns Hopkins. Véase también Weinfeld, ob. cit., p. 167
84
Esta observación se hace mucho más significativa cuando notamos
una excepción similar en la ley de cesión y liquidación. Las ventas o
ejecuciones de tierras de labranza nunca eran absolutas en la
intencionalidad de ésta. Estas podían ser derogadas y la propiedad
devuelta luego de siete años o, al menos, durante el Jubileo. “La tierra no
puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, ... Habló Yahveh a
Moisés…” (Lv 25,23; 27,1) Pero había una excepción significativa. La
propiedad dentro de una ciudad estaba exonerada de estas disposiciones.
Nuevamente, leemos “Si uno vendiere una vivienda en ciudad amurallada,
su derecho a rescatarla durará hasta que se cumpla el año de su venta...
En caso de no ser rescatada para él dentro de un año entero, la casa
situada en ciudad amurallada quedará a perpetuidad para el comprador y
sus descendientes y no quedará libre en el jubileo.” (Lv 25,29-30) De
nuevo, la distinción es entre el comercio y la agricultura –o posiblemente
entre el parasitismo no productivo y el uso productivo y provechoso.
Los pensadores modernos que están desesperados por conciliar la
tradición judeocristiana con la teoría del capitalismo han recurrido a
distinciones como tasas de interés “razonables” –algunos dicen tres
porciento, otros que nada por debajo del seis porciento—o la distinción
entre préstamos para consumir y préstamos para la producción o actividad
mercantil (inversión).87 Entonces, una de estas se llama usura y la otra
parte está exonerada de la prohibición mosaico-aristotélica.
87 Véase, p. ej., Rev. Thomas Slater, S.J., Questions of Moral Theology, N.Y., 1915, pp. 96-98.
85
Tales esfuerzos son legales y son incompatibles con la perspectiva
sociológica y la teoría económica. Los esfuerzos por tomar seriamente la
condena bíblica de la usura han sido abandonados por casi todas las
personas influyentes modernas y ya no desempeñan ningún papel en el
debate público.
Es más, es difícil tomar a los profetas con total seriedad si su
concepto de usura era crucial para ellos pero explotado por la ciencia
moderna.
Leer a los profetas más sociológicamente que legalísticamente
ayuda a resolver este problema. Si es cierto que la verdadera intención era
más una crítica de una institución que una adhesión a la ley mosaica (y una
oposición fanática al progreso, algo de lo que algunos los han acusado),
entonces podemos continuar y preguntar si la teoría económica científica
realmente contradice su perspicacia o no.
86
Capítulo III
Los Profetas y la Justicia Social
¿Abogaban los profetas por algún tipo de regulación de la actividad
financiera? Y si lo hicieron, ¿qué pasa entonces con la visión de Adam
Smith de que en el mejor de los casos las leyes en contra de la “usura” son
contraproducentes y que incluso condenan una economía al
estancamiento?
Los asuntos implicados aquí han estado presentes a lo largo de la
historia. Los populistas siempre han abogado por la justicia y la equidad y
a veces por la exoneración de la deuda y la reforma agraria, desde Israel y
Roma hasta el Tercer Mundo del siglo veinte (y a través de William
Jennings Bryan, el entonces candidato presidencial del Partido Demócrata
en el Chicago de 1896).
87
El grupo dirigente88, por su parte, siempre ha rebatido esto con dos
argumentos. Uno basado en los estándares individualistas y legalistas de
justicia en los que, por ejemplo, el alivio de la deuda se ve como algo
totalmente inmoral ya que un contrato al que se haya llegado de manera
libre entre un deudor y un acreedor no debe ser interferido pues las
promesas deben cumplirse. Otro ejemplo representativo de esta posición lo
constituye la oposición a la reforma agraria sobre la base de razones
morales a partir del argumento de que tomar la propiedad privada de una
persona sin una compensación justa constituye un robo. El otro argumento
era probablemente entendido como incoherente incluso en el mundo
antiguo pero finalmente alcanzó su clásica expresión con Mandeville,
Hume y Adam Smith. Las interacciones económicas desreguladas basadas
en los contratos no necesitan tener moral o ética alguna. De hecho, el
egoísmo privado funciona para el bien general de la sociedad en su
conjunto como puede ser “demostrado” por la teoría económica (la teoría
de Smith del mercado libre). Los intentos equivocados de regular o legislar
la “justicia” destruirían este mecanismo maravilloso (del mercado libre). El
crecimiento y la equidad se oponen. Por lo tanto, existe un trueque: las
políticas encaminadas a asegurar la equidad estrangulan el crecimiento
económico. Las injusticias a corto plazo promueven el desarrollo. La
tradición bíblica y el instinto populista no tienen valor alguno. Hay que
reconocer que el soborno, el fraude, la violencia y la extorsión son
injusticias pero la imposición de contratos a los que se haya llegado de 88“establishment”
88
manera libre no lo es. A esta posición se le llama “liberalismo clásico”.
¿Constituía la denuncia del soborno, el fraude y la violencia el
verdadero objetivo de los profetas del antiguo Israel? ¿Eran los profetas
como Ralph Nader, señalando el delito de las empresas y la corrupción
gubernamental?
Establecer estos elementos resulta instructivo para el caso del
antiguo Israel antes de analizarlos en el caso más complicado de una
economía industrial moderna como la de los Estados Unidos. También es
importante recuperar la tradición profética de los fundamentalistas
liberales clásicos. Existe un concepto significativo de “justicia social” que
se aplica a las instituciones y que no se reduce simplemente a decir “no al
fraude, no a la violencia, no al soborno”. Existe una norma para juzgar si
una ley o un contrato son injustos o no. No es cierto, como mantienen los
liberales clásicos, que mientras se siga el reglamento interno el resultado
es justo. El juego puede ser manipulado injustamente contra el pobre aún y
cuando las reglas no establezcan en términos legales diferencias entre el
deudor pobre y el rico.
Por lo tanto, este capítulo analizará el pensamiento de los profetas en
términos sociológicos. Esto probará que las objeciones morales al
populismo son injustificadas. Capítulos posteriores tendrán que tomar el
desafío de la teoría económica antes de tratar, finalmente, el caso más
sofisticado de la economía estadounidense.
Una institución es un sistema de roles entrelazados –y no un corpus
89
de normas sistematizadas–; está concebida en función de los roles y no de
las normas o de manera legalista. Mientras más racionalizada o
burocrática sea una institución más posibilidades existen de que haya
alguna expresión legalista de su actividad –algún tipo de manual sobre
“reglas y procedimientos”. Incluso hoy, sólo un participante ingenuo se
creería esas normas. El antiguo Israel estaba lejos de ser tan racionalizado
o burocrático como lo es una sociedad moderna tecnológicamente
orientada como lo es la de los Estados Unidos. Por lo general, la institución
más concebida en función de las normas en las sociedades modernas
tiende a ser el tribunal de justicia. En el antiguo Israel, como en la antigua
Mesopotamia (y en la antigua Grecia también), hasta el proceso legal era
mucho menos formalizado, previsible y determinado por las normas que
actualmente.
En el período de los Jueces cada pueblo tenía una sala o, al menos,
un área cerca del “portalón, o zaguán” donde se decidían los casos legales.
Cada habitante libre podía participar. Los jueces no eran funcionarios
asalariados sino, simplemente, los “patriarcas”, los reconocidos o notables
del pueblo.
Las sesiones legales se desarrollaban al menos cualquier día de
mercado. Bajo la monarquía, los funcionarios (o agentes) reales tomaron
gradualmente las posiciones o poderes reales de los jueces. No sabemos
los detalles de este proceso pero debe haber sido un gran shock. Quizás los
funcionarios solamente controlaban las acciones de estos tribunales que
90
todavía conducían los notables locales. Parece haberse producido un
cambio en las doctrinas legales de control: de hecho, el código mosaico no
se aplicó más, fundamentalmente en los aspectos socioeconómicos tocados
en el capítulo anterior.
Desde cualquier perspectiva legal, un préstamo es concebido como
un contrato entre dos individuos. La propiedad hipotecada o de garantía
real, y el interés, son simples disposiciones del contrato. Desde una visión
sociológica un contrato de préstamo es una verdadera interacción entre
dos roles –acreedor y deudor–. Las estipulaciones legales y formales del
contrato, por su parte, no son lo que verdaderamente importa, sino las
expectativas, recompensas y sanciones (incluyendo las amenazas y
castigos) en un sentido de facto puramente. En el mundo real del antiguo
Israel, el comportamiento del peón deudor, el del prestamista de la villa, el
de los tribunales del pueblo o el de cualquier grupo de “respetables”
(usualmente los matones y criados del prestamista de la villa –quien es
siempre uno de los notables del área y, por lo general, un magnate local) —
es una cosa y el comportamiento de un prestamista urbano (o financista),
el de un deudor mercantil, el de los tribunales urbanos y reales y el de los
soldados es otra completamente diferente. Desde el punto de vista
sociológico éstas son dos instituciones diferentes. No importa si los
contratos legales son indistinguibles en papel. Las instituciones son
diferentes en sus roles, economía, impacto en la sociedad e incluso en su
legitimidad percibida en ese momento.
91
Pero los profetas clásicos no escribieron libros en el sentido moderno
del término. Lo que hicieron fue predicar en público en algunas ocasiones
cosas como ésta: ”¡Ay de los que cambian en ajenjo el juicio y tiran por
tierra la justicia, detestan al censor en la Puerta y aborrecen al que habla
con sinceridad! Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al débil, y cobráis de
él tributo de grano, casas de sillares habéis construido, pero no las
habitaréis; viñas selectas habéis plantado, pero no beberéis su vino. ¡Pues
yo sé que son muchas vuestras rebeldías y graves vuestros pecados,
opresores del justo, que aceptáis soborno y atropelláis a los pobres en la
Puerta!” (Amós, 5, vv. 7 y 10-12) y algunos sermones, etc. El Libro de Amós
es entonces una antología y no un tratado. Puede que Amós haya dejado o
no notas escritas y aunque lo haya hecho no fueron notas de “oráculos”
separados emitidos en muchas ocasiones (los profetas también
intervinieron entre bastidores de la misma manera en que lo hacen las
personas influyentes habitualmente, incluso hoy —y parte de los “libros” de
los profetas consiste en la recolección de estas actividades más
conversacionales).
El hecho es que para la enseñanza de los profetas lo único que
tenemos para continuar son, por lo general, textos aislados y cortos. No
tenemos párrafos sistemáticos, fluidos y organizados por capítulos.
Mientras más corto es un texto más ambiguo resulta cuando está aislado.
Los textos relevantes de los profetas sobre la justicia socioeconómica son
ambiguos cuando nosotros, que estamos tan alejados del antiguo Israel, los
92
analizamos detalladamente. Es muy probable que esos textos hayan sido
inequívocos y convincentes para la audiencia a la que estaban dirigidos en
el momento en el que los escribieron. Por ejemplo, Habacuc 1,3ss “¡Ante
mí rapiña y violencia, querella hay y discordia se suscita! Por eso la ley se
desvirtúa, y no aparece el juicio. ¡Sí, el impío asedia al justo, por eso
aparece el juicio pervertido!” O, de nuevo en 2,6ss. “¡Ay de quien
amontona lo que no es suyo (¿hasta cuándo?) y se carga de prendas
empeñadas! ¿No se alzarán de repente tus acreedores, no se despertarán
tus vejadores, y serás presa de ellos? ... ¡Ay de quien gana ganancia
inmoral para su casa, para poner su nido en alto y escapar a la garra del
mal! ¡Vergüenza para tu casa has sentenciado: al derribar a muchos
pueblos, contra ti mismo pecas!. . . ¡Ay de quien edifica una ciudad con
sangre, y funda un pueblo en la injusticia!”
Las “prendas” eran, por regla general, los mantos89 de los
campesinos (estos eran necesarios para las noches frías). El deudor
entregaba la “prenda” como un símbolo (en una forma vinculante
legalmente) del contrato hipotecario. Estas prendas eran un gasto muy
importante para una persona pobre pero no lo suficientemente valioso para
un acreedor rico para el cual no eran más que un símbolo. El montón de
“prendas” que figura en el texto profético es un símbolo de la acumulación
de bienes raíces ejecutados como hipotecas.
Miqueas decía: “. . . no queda un justo entre los hombres! Todos
89 Véase Ex 22,25-26. “Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga: es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no?”
93
acechan en busca de sangre, cada cual atrapa en la red a su hermano. Para
el mal sus dos manos adiestran: el príncipe exige, y también el juez,
recompensa; el grande habla de la codicia de su alma, y él y ellos lo
urden.” (Miqueas 7,2ff) Su contemporáneo Isaías reafirmó esta crítica al
declarar (Is.3,13ff) ”Se levanta a pleitear Yahveh y está en pie para juzgar
a los pueblos. Yahveh demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a
sus jefes. ’¡Vosotros habéis incendiado la viña, el despojo del mísero tenéis
en vuestras casas. Pero ¿qué os importa? Machacáis a mi pueblo y moléis
el rostro de los pobres’ –oráculo del Señor Yahveh Sebaot–.” Y,
nuevamente: ”¡ Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan
oscuridad por luz, y luz por oscuridad; ... los que absuelven al malo por
soborno y quitan al justo su derecho!” (Is 5,20ff).
¿Cómo iban a estar Miqueas, Habacuc e Isaías realmente satisfechos
si los mismos resultados, la misma revolución social, la misma “opresión a
los pobres” había sido alcanzada legalmente? (Pero, en realidad, ¿dependía
verdaderamente el grueso del desposeimiento de los pequeños agricultores
(los campesinos) de los sobornos, los testigos falsos y las ilegalidades o
eran estas violaciones legalistas simplemente fenómenos que les
rodeaban?) ¿Qué querían decir?
Los textos, aislados, son ambiguos. Primero, éstos son poéticos y
utilizan técnicas imaginistas, retóricas y provocativas. Aunque la mayoría
de estos textos menciona el fraude o el soborno, no dicen de manera
explícita que esos elementos legalistas son lo esencial. También existen
94
unos pocos textos que ignoran completamente el tema de la ilegalidad
(fraude o soborno) y sólo condenan el resultado (debemos volver a la
historia para ver que “el resultado” era la creación de una clase de
personas sin tierra y poder). “El Señor Yahveh ha jurado por sí mismo,
oráculo de Yahveh Dios Sebaot: ’Yo aborrezco la soberbia de Jacob [es
decir, la nación, Israel], sus palacios detesto, y voy a entregar la ciudad
con cuanto encierra.’ “ (Amós, 6, 8s) O, nuevamente, “¡Congregaos contra
los montes de Samaria, y ved cuántos desórdenes en ella, cuánta violencia
en su seno! No saben obrar con rectitud –oráculo de Yahveh– los que
amontonan violencia y rapiña en sus palacios. Por eso, así dice el Señor
Yahveh: El adversario invadirá la tierra, abatirá tu fortaleza y serán
saqueados tus palacios.“ (Amós 3, 9s) O, de nuevo, “Escuchad esta palabra,
vacas de Basán [es decir, aristocráticas damas], que estáis en la montaña
de Samaria, que oprimís a los débiles, que maltratáis a los pobres, que
decís a vuestros maridos: ’¡Traed, y bebamos!’ El Señor Yahveh ha jurado
pro su santidad: He aquí que vienen días sobre vosotras en que se os izará
con ganchos, y, hasta las últimas, con anzuelos de pescar.“ (4,1-2)
Como muchos de los textos condenan y hacen referencia a las
violaciones legalistas de procedimiento (como el soborno o los testigos
falsos) un lector moderno, demasiado impactado por los beneficios de
nuestro sistema moderno de leyes y códigos imparciales, pudiera asumir
que “opresión” o “exacción”, etc., se refieren particularmente a tales
violaciones de procedimiento. Pero el último texto y sus paralelos no dicen
95
eso; simplemente condena lo que dice que condena, “opresión”, etc.
Interpretar la “opresión” como “ilegalidad” o violencia o cualquiera de los
elementos de la lista de John Stuart Mills es una presuposición anacrónica.
También sería anacrónico asumir que Amós quiso decir lo mismo que Karl
Marx. Pero, ¿qué fue lo que Amós quiso decir? Hay que leerse el texto sin
ninguna idea ética o filosófica preconcebida que pueda ser anacrónica (no
resultaría anacrónico usar sistemas de ética o filosofía de la época de
Amós). Sería bastante permisible usar la teoría económica moderna o la
sociológica –si son objetivamente verdaderas ahora, entonces también lo
eran en ese momento; por lo tanto, nos van a decir de qué hablaba el
profeta aunque éste no haya usado nuestra terminología latinista. Es
anacrónico leer estos textos con los ojos de John Stuart Mills y concluir que
el objetivo fundamental de los profetas era la igualdad formal ante la ley y
la imparcialidad o justicia de procedimiento. Estos son cosas buenas a
tener pero no son el bien que entusiasma a los profetas.
En realidad, la “opresión” a la que se refirieron los profetas y la que
su audiencia observó fue o la revolución social como un todo, es decir,
como resultado, o la institución del peonaje por deuda que, como sabemos
ahora, fue su causa. Sabemos que las ilegalidades individualistas eran, en
realidad, fenómenos correspondientes y no la causa del efecto, “la ruina de
José”. Puede que no hayan sido incluso más frecuentes de lo que son hoy.
El poder económico (y el político) elimina alguna de las tentaciones al
delito sentidas por los pobres o los que no tenían poder (negar que algo
96
como el poder económico existe o que la igualdad puede coexistir con una
verdadera desigualdad en el poder es simplemente un dogma laissez-faire).
Capítulos posteriores tratarán este tema extensamente.
Por ahora, podemos decir esto: primero, los profetas no son,
explícitamente, liberales clásicos como Mill; por lo tanto, uno no debe
asumir que por “opresión” entendían la falta de un sistema moderno de
justicia ni violaciones individualistas de procedimientos legales como la
violencia, el fraude o el soborno. Por lo que sabemos, un profeta como
Amós al comparar las innovaciones monárquicas con las prácticas tribales
durante el período de los jueces como las de Débora, consideraba el salario
de un juez real poéticamente como “soborno” con el objetivo de,
tendenciosamente, apelar al código mosaico en la memoria de su
audiencia. ¿No llaman algunos populistas estadounidenses a determinada
ley del Congreso “el delito del ‘73”?90 O, de nuevo, “negarle a los pobres
sus derechos” en un caso legal no significa necesariamente “sus derechos
procesales”.
Segundo, podemos decir que como la teoría sociológica moderna es
verdadera, la institución del peonaje por deuda sí existió y puede haber
sido el objeto descrito por los profetas bajo los distintos nombres de
“opresión”, “esclavitud”, “acoso”, “negación de derechos”, etc. Sin
embargo, las violaciones de procedimiento también existían; por lo tanto,
la mayoría de los textos proféticos en torno al tema podían, posiblemente,
90. El congreso decretó que la plata no se podía usar para hacer la moneda, solamente el oro. Este era el llamado “delito” del ‘73
97
estarse refiriendo específicamente a ese aspecto limitado de cosas.
Tercero, es muy poco probable que los textos que son condenas
directas de la revolución social simplemente se refieren a violaciones de
procedimiento (verdaderamente, la teoría de Mills reafirma que si no
hubiera sido por las violaciones de procedimiento la institución del peonaje
por deuda no hubiera provocado “la ruina de José”, es decir, la creciente
miseria de los pobres en la medida en que se convertían en desposeídos.
Esta ruina socio-económica fue provocada por las violaciones de
procedimiento o por algo más como la sobrepoblación). A menos que uno
acepte la validez objetiva de la teoría económica de Mills, es imposible
lidiar con el contexto histórico de los textos proféticos y el contexto de la
prohibición de la usura que nos hace entender la conclusión de que su
objeto de referencia fue la institución del peonaje por deuda como un todo
y no sólo sus abusos.
(El sólo en el párrafo anterior deja una puerta abierta de la teoría
económica en nuestra línea de argumentación que aún no podemos cerrar.
La teoría económica de Smith ofrece un análisis alternativo sobre el
antiguo Israel: al negar la importancia de las categorías sociales niega que
la institución del peonaje por deuda haya sido responsable de todos los
males de la sociedad. Acusa a los profetas de hacer un diagnóstico no real
sobre los problemas de la época y de ser románticos reaccionarios. Mas,
aún y cuando la alternativa de Smith fuera verdadera es irrelevante para
poder entender el significado deseado o buscado por los profetas: es obvio
98
que el código mosaico ocupa un lugar preponderante en los horizontes de
los profetas mayor que los imperativos del laissez-faire. Además, la
evidencia es que los profetas no eran conscientes de ninguna presión de la
población).
Evidentemente, la institución del peonaje por deuda era incompatible
con el código mosaico. Descubrimientos arqueológicos recientes han
demostrado que la frase usada por los profetas en los Proverbios y los
Salmos, a saber, “justicia y rectitud” era realmente una frase técnica que
se refería a las leyes de liberación y jubileo, mejor traducidas como “alivio
de la deuda y reforma agraria (o redistribución).”
Una serie de descubrimientos hechos por varios arqueólogos ha
concretizado nuestro entendimiento de la justicia social en el antiguo
Cercano Oriente como un todo y el Israel Bíblico en particular. El profesor
Weinfeld ha sintetizado hábilmente la nueva evidencia como la puesta en
práctica del año del Sabbat bíblico y el Jubileo (capítulo 15 del
Deuteronomio y capítulo 25 del Levítico) en su libro Social Justice in
Ancient Israel and the Ancient Near East. Los textos describen una
institución extraordinaria: cada siete años las deudas eran anuladas y los
esclavos liberados. Los bienes raíces eran redistribuidos cada cincuenta
años. Estas son regulaciones muy igualitarias y suenan verdaderamente
utópicas. Mas, casi ningún documento económico o legal del período de la
monarquía israelita ha aparecido y muchos expertos críticos han tenido sus
dudas en torno a la verdadera implementación de estas leyes del
99
Pentateuco. Sin embargo, su autenticidad está bien sustentada ahora,
fundamentalmente gracias al hecho de que los códigos en el antiguo
Cercano Oriente, como el de Hammurabi en Mesopotamia, eran un ideal
formulado conscientemente. Los jueces activos no estaban obligados a
cumplir con estos códigos en la misma forma en que deben hacerlo los
jueces modernos (o incluso un romano). Paralelas a estas leyes han sido
descubiertas en Mesopotamia y Egipto en el segundo milenio a. de C. y en
Asiria después de la caída de Jerusalén (Nabucodonosor).
También hemos tenemos evidencias contundentes de que leyes
similares fueron puestas en práctica (aunque sólo de manera intermitente)
en los períodos Helenístico y Macabeo en Israel. Documentos legales del
período Macabeo han sobrevivido y muestran que se empleaban
subterfugios y ficción legal para burlar la cancelación sabataria de las
deudas (Mishuah Shevit 10: 3-4) y la liberación de los esclavos (B. Gittin
37a, 86 a). Por lo tanto, ya no hay razón alguna para el escepticismo: la
evidencia cambia radicalmente lo que se pensaba sobre los textos bíblicos.
De hecho, la evidencia va más allá. El significado de las palabras
empleadas en hebreo no es el que se pensaba hace un siglo. “Justicia y
rectitud” realmente significan “moratoria de pagos y reforma agraria”.
“Liberación” significa “liberar a los esclavos” –como era evidente en el
contexto. Estos no eran elementos básicos del vocabulario sino términos
técnicos legales con un significado claramente definido. Traducir mspt
wsdqh como “justicia y derecho”, como en Sal 33:v “Él ama la justicia y el
100
derecho, del amor de Yahveh está llena la tierra” o Sal 99, 4, o Jr 9, 24, “Yo
soy Yahveh, que hago merced, derecho y justicia sobre la tierra” es invitar
al lector a caer en un anacronismo. En un sentido estándar, no técnico, la
frase “derecho y justicia” significa simplemente la combinación de dos
conceptos separados, a saber: “el derecho” y “la justicia”. Cada uno de
ellos es un concepto individual y van más allá de mantener la ley, la
honestidad et hoc genus omne. Pero, en el hebreo clásico, la frase mspt
wsdqh o frases muy relacionadas con ésta eran lo que se llama parejas
lexicales, o sea, una combinación de dos palabras cuyo significado va más
allá de lo que dicen las dos por separado. El inglés no utiliza mucho esta
técnica. La pareja lexical en hebreo conformada por “justicia y derecho” es
un cliché que significa una proclamación legal de la cancelación de las
deudas y una devolución de toda la propiedad confiscada (como garantía
por no pagar la hipoteca) al deudor y la cancelación de otras transacciones
de tierras haciendo así que hubiera una redistribución más equitativa de
los bienes raíces regularmente. Como era costumbre que los padres con
problemas económicos vendieran a sus hijos como esclavos, y algunas
veces se vendían ellos también, estas transacciones fueron canceladas
también.
En los períodos helenísticos ulteriores tales proclamaciones están
bien documentadas a través de 1 o incluso Miqueas 6, 8 fuera del mundo
helenístico (que puede haberlas derivado de los mesopotámicos). La Piedra
de Rosetta tiene una. En Grecia estas acciones eran catalogadas como
101
“filantropía” y términos similares como “amabilidad” y “verdad” y
“misericordia” son usadas en la Biblia ocasionalmente como análogos de
nuestras parejas lexicales (típicamente, proclamaciones posteriores
tendieron a ser más limitadas a las transacciones involucrando al rey pero
también se perdonaron los impuestos atrasados y los delincuentes
recibieron amnistía). La reducción total del significado de filantropía o
caridad a su denotación del siglo veinte es típica –vea, por ejemplo,
trivializaciones similares de las palabras “virtud” o “caballero”.
Una vez que uno está alertado sobre esto, el patrón de uso en la
Biblia queda claro. Comentaristas rabínicos han perdido ya la tradición de
su significado y como resultado han tenido que complicar pasajes como Gn
18, 19 y 2 S 8, 15 (Weinfeld, pp. 34 s). El problema con una interpretación
moderna anacrónica, como la de ellos, fue sentida y expresada por ellos
claramente: “Si existe la justicia absoluta, cómo puede haber caridad?”
Existen pasajes suficientes como este como para mostrarle al lector
cuidadoso que la combinación de palabras significa algo más bien diferente
de lo que significaría la palabra “juicio” aislada. Como resume Weinfeld, p.
33, “Ir por el camino de la . . . ”justicia y el derecho” significa . . . el
establecimiento de la equidad social, es decir, mejorar el status de los
pobres y de los débiles en la sociedad a través de una serie de regulaciones
como las esbozadas anteriormente y que evitan la presión…”
Esto es completamente análogo a las distinción en español entre “la
justicia” (en su significado individualista habitual) y “la justicia social” en
102
el sentido sociológico más relevante de la palabra debido a que el abismo
filosófico entre la justicia y la justicia social es tan grande que existen
pensadores influyentes que aceptan el primero pero niegan cualquier
significado a “la justicia social”. Desde luego, un individualista filosófico
está obligado a negar que el concepto de justicia social explicado en este
libro es significativo o que tiene algo que ver con la justicia. Ellos ven “la
justicia social” como publicidad engañosa –una pareja lexical como las que
se llaman oxímoron. El concepto de justicia social tiene la misma relación
con “la justicia” individualista que las parejas lexicales tienen con sus
componentes individuales. Los casos son paralelos. La filología es fiel
aunque la posición Anglosajona diga que la filosofía es lejana.
Las denuncias proféticas de “injusticia” y “extorsión” son mucho más
abarcadoras de lo que le pudieran parecerle a un ideólogo del mercado
libre. Como resume Weinfeld en la p. 36 “Si examinamos a qué se oponían
los profetas exactamente vemos que el mayor pecado no lo constituía la
deformación del proceso judicial sino la opresión perpetuada por los ricos
terratenientes y clases dirigentes que controlaban el orden
socioeconómico.” Isaías reprende en el Cap 5, vv. 7, 8 y en el 10, vv. 1, 2
“. . .sin duda se refiere a aquellos que ejecutan las hipotecas de los pobres
que no pueden pagar sus deudas…y a aquellos responsables de promulgar
leyes y regulaciones. Al hacer leyes injustas sofocan la causa de los pobres,
roban los derechos a los necesitados, despojan a las viudas y hacen de los
huérfanos su botín. Subvertir la justicia aquí no se refiere a abusar del
103
sistema judicial per se sino, más bien, a la promulgación de leyes injustas”.
Mas, desde una visión moderna, ¿cuál es la ley que está siendo
censurada aquí? Al parecer, una ley perfectamente justa: una deuda
contraída de manera libre entre dos partes va a hacerse cumplir por los
tribunales. Eso es todo. Es suficiente. La ley o decreto era considerada lo
suficientemente injusta como para incluirse en la “pequeña lista” de delitos
por la que Israel mereció la destrucción. Is. 5, 8 ss., Jr. 5, 20 ss.
La fuente de las expresiones eternas de los profetas que han sido
adoptadas por gran parte de la humanidad para expresar las aspiraciones
de justicia de un mundo mejor fue la agitación del campesinado por el
alivio de la deuda y la reforma agraria.
Como resultado de estas consideraciones hemos llegado a tener una
visión muy diferente de los profetas israelitas de la que tienen la mayoría
de las sectas “bíblicas” estadounidenses. Esto se debe a que leímos sus
escritos teniendo en cuenta el contexto de su propia sociedad y los
problemas sociales que les preocupaban. Sin embargo, la mayoría de los
pensadores angloamericanos entre los siglos XVI y XX han leído sus textos
como si hubieran sido escritos en el medio de una sociedad de mercado
libre que se basa en el contrato y en el individualismo. No quiero negar
que existen paralelos importantes entre los problemas socioeconómicos del
antiguo Israel y el mundo actual (de hecho, uno de los ejes centrales de
este libro es que existen y los hemos discutido anteriormente en este
capítulo: el peonaje por deuda y los fallos de una clase dominante a la hora
104
de cumplir con el contrato social provocando así la destrucción de esa
sociedad). Mas, los paralelos no son aquellos en que el pensamiento o el
fundamentalismo angloamericano han hecho hincapié: la ideología de la
sociedad individualista basada en el contrato no era importante en el
antiguo Israel y es una imagen muy distorsionada de la realidad
angloamericana (existen muchísimos individuos en las clases medias que
cuando la economía marcha bien y no hay guerra pueden ver su situación
en la vida con cierto nivel de exactitud o precisión en correspondencia con
esta ideología –mas, es terriblemente inexacta o imprecisa para una parte
significativa de las clases marginadas o durante las recesiones o las
guerras).
Desde el punto de vista de la justicia económica (para no prejuzgar el
tema llamándolo justicia social) los dos elementos más importantes son,
primero, si las principales injusticias (económicas) presentes en nuestra
sociedad (o una anterior si lo vemos desde una perspectiva histórica) se
deben a actos que son violaciones de contratos (concebidos de manera
individual) como el fraude, el soborno y la violencia o si no lo son.
Segundo, si las injusticias económicas o incluso simples fracasos en el
progreso se deben a imperfecciones en la correspondencia de la realidad
con los principios del mercado libre o si se deben a algo más. Por supuesto,
apelar a los textos proféticos no resuelve de ninguna manera estos
problemas.
Sin embargo, mirar la historia estadounidense con la visión
105
ideológica más “oficial” basada en el contrato ha sido la corriente de
pensamiento sobre la “justicia” económica o social proveniente de los
profetas (a la larga). Podríamos incluso atrevernos a decir que palabras
como “individualismo”, “libertad”, y “justicia” tienen significados
diferentes en dependencia de las dos tradiciones contradictorias que las
usan. Es bastante sospechoso hacerlo pensar a uno que el tipo de tradición
de “justicia” más ”popular”, que tiene prioridad, ha sido un blanco de
oportunidad para los ideólogos ”oficiales” (quienes han sido canonizados
en nuestros planes de estudio –Locke, Smith, Mill, etc.). Las palabras de
los profetas han sido secuestradas por estos últimos quienes las han
refinado y les han robado su significado original. Por lo tanto, cuando los
populistas escuchan a los ideólogos, puede parecer que estos últimos están
de acuerdo con los primeros; sin embargo, esto es una forma de disuadirlos
de sus conclusiones a través de una especie de técnica ideológica para que
muerdan el anzuelo. La idea general de “justicia” se ha reducido a
significar simplemente contratos no fraudulentos que se hacen cumplir
cuidadosamente a través de la violencia estatal o sus amenazas. La idea
populista de “individualismo” probablemente tenía más que ver con los
derechos a la privacidad que con la elaborada estructura teórica filosófico-
económica de los ideólogos. En lo particular, pienso que la idea popular
estadounidense del individualismo está condicionada por la propuesta de
que si uno está dispuesto a trabajar duro (”realmente”), entonces uno debe
ser recompensado (a través de beneficios o sus alternativas) con un nivel
106
de vida decente (en función de los estándares de la comunidad) y con
privacidad en la vida privada, en el hogar (es decir, la ”esfera privada”).
Esto no tiene nada que ver ni tampoco es consecuente con la noción
filosófica de individualismo de Locke-Mill.
Este juego de despojar a las palabras populares de sus significados
populares han ido tan lejos que ha eliminado de la tradición popular
estadounidense de “justicia” uno de sus textos fundacionales hasta el
punto incluso de no reconocerlo. Hemos visto que tratar de leer a los
profetas en términos de las teorías individualistas de justicia basadas en
los contratos es realmente una falsificación de sus propósitos. Los
contratos de peonaje por deuda contra los que ellos arremetieron eran
legales y acordados libremente y de manera ”justa”, si por justo se
entiende que no hubo fraude ni coerción ilegal o amenazas por parte de
ninguna de las partes. Por lo tanto, esto no significa nada diferente a
”acordado libremente”. En el lenguaje popular (e incluso en la teoría legal
de los contratos) justo significa mucho más; por lo tanto, es un poco
engañoso para los ideólogos del mercado libre hablar de ”justo y acordado
libremente” como lo hacen (en su lío técnico, la palabra justo no agrega
nada que vaya más allá de lo que deja por sentado la palabra libre).
Los profetas han dado un testimonio imperecedero en contra de esto.
Pocas personas se preocupan más por la moralidad en el sentido individual
tradicional que ellos. Sin embargo, ellos no vieron como una contradicción
el condenar el cumplimiento de un contrato libremente acordado entre dos
107
individuos formalmente libres sobre la base de que tal contrato fuera
injusto. Como ellos condenaron el peonaje por deuda como institución no
estaban influenciados por posibles argumentos –de que estos contratos
eran puramente asuntos individuales y no violaban los estándares de
justicia individualista—aunque condenaron el cumplimiento de los
contratos. Por el contrario, recomendaron un repudio sistemático de las
deudas y una reforma agraria periódica y sistémica. Por estar ellos
dispuestos a abogar por tales medidas, que atacan las bases de cualquier
ideología de derechos individuales, la libertad individual de contratos, los
derechos de propiedad y tierra, y los contratos de deuda en general, no
deben haber estado comprometidos con la teoría de que la justicia es un
asunto de moralidad individual independiente de las instituciones sociales.
Sería una mala interpretación legalista pensar que la distinción entre
“hermanos”, para quienes la exacción de intereses estaba prohibida, y
“extranjeros”, para quienes estaba permitida, era un hecho real.
Ciertamente, los textos existentes del código mosaico expresan las leyes en
torno a la usura, la cesión y cancelación en términos, algunas veces, de esa
distinción.
Mas, los profetas ni lo copian ni lo repiten. Y esto es explicable en
términos de que el hecho de que el antiguo idioma hebreo parece haber
usado la palabra “extranjero” como sinónimo de “mercader”. Los profetas,
por el contrario, trazaron una línea entre el pueblo y el campo. Pero, ¿es
una coincidencia que ese sea el mismo lugar en el que la teoría sociológica
108
traza una línea entre dos instituciones separadas? Concretamente, el
peonaje por deuda y el crédito comercial. Tenemos que darles a los
profetas el crédito de que de la misma manera en que el código mosaico
distinguió esencialmente dos tipos de propiedad –la de la ciudad que era
alienable a perpetuidad y que por lo tanto podía ser propiedad personal
verdaderamente; y la del campo que no era tan alienable y, por lo tanto,
era más propiedad de Dios que personal, hecho este que hacía que
estuviera sujeta a una redistribución periódica—y, por consiguiente, dos
tipos de deuda, aparentemente indistinguibles en términos legales, fueran
esencialmente diferentes unas de otras porque pertenecían a dos
instituciones diferentes: el peonaje por deuda y el crédito comercial. Los
profetas no tenían nuestra terminología moderna pero pueden haber
tenido éxito a la hora de explicarles a sus contemporáneos la diferencia a
través de sus recursos más poéticos y retórica reflexiva.
De ahí que nuestra primera conclusión sea que los profetas
condenaron la incapacidad de Israel de regular socialmente, a través de la
“justicia y el derecho”, la tasa de beneficios en préstamos y los ingresos
por concepto de la renta sobre la tierra y los terrenos. Las instituciones
socioeconómicas de Israel, por el contrario, permitieron que las fuerzas del
mercado y el poder económico de una clase de acaudalados propietarios
ausentes determinaran esas tasas. La razón por la que los profetas
condenaron estas instituciones fue porque el resultado produjo un
empeoramiento de la posición de los pequeños agricultores en la medida
109
en que muchos de ellos fueron convertidos en arrendatarios sin tierra,
peones con deudas o esclavos; un resultado que contradecía su visión de
una sociedad justa.
No es fácil sacar una definición filosófica general, abstracta, sobre
justicia social del Antiguo Testamento. Mas, a la conclusión a la que hemos
llegado hasta ahora es un criterio útil. Al menos, esas instituciones son
injustas y tienen en común el peonaje por deuda que tanto les preocupaba
a los profetas. Quizás muchas otras instituciones son también injustas por
distintas razones pero al menos este elemento es suficiente como para
condenar una institución socioeconómica. De hecho, los profetas
demostraron que incluso esta sola razón era suficiente como para merecer
la destrucción total de la sociedad (refiriéndose a sus instituciones
sociales). Es más, luego del regreso del exilio a Jerusalén de un remanente
de judíos setenta años después, Nehemías organizó deliberadamente
distintas instituciones sociales. En particular, el peonaje por deuda fue
eliminado y el código mosaico en torno a la usura fue, según evidencias
arqueológicas, respetado (o, al menos, verdaderos intentos por hacerlo
cumplir fueron institucionalizados). Fueron precisamente las instituciones
socioeconómicas de Israel las que fueron destruidas total y
permanentemente, y no el pueblo de Israel.
La segunda conclusión que podemos presentar está relacionada con
la validez del concepto de justicia social, diferenciándose de las nociones
individualistas de justicia. Los profetas fueron pioneros en este sentido y
110
tienen que permitírseles algunas dificultades en sus expresiones al
respecto: algunas imprecisiones deben permitírseles. Incluso, aparentes
contradicciones que, sin embargo, pueden eliminarse simplemente
puliendo o perfeccionando su lenguaje sin violar sus intenciones.
Las aparentes contradicciones de los profetas a nivel literal son una
señal de que los objetos de referencia (de estos oráculos) no son
precisamente los individuos. Jeremías también predijo una restauración
después del Exilio. Como, de hecho, la destrucción (que Jeremías explicó
fue el castigo por los ”pecados”) no fue unánime en términos
individualistas pues algunos individuos fueron perdonados y reintegrados
ya que, en particular, algunas instituciones socioeconómicas en cuestión
fueron destruidas y no restauradas, es imposible resistir la marcha de
estos contextos. Está claro que Jeremías estaba, quizás, a un nivel intuitivo,
considerando y condenando lo que nosotros llamamos actualmente
“instituciones”. Él no estaba tratando de afirmar que la catástrofe colectiva
de destrucción nacional y de esclavatura era consecuencia de los
adulterios, mentiras, etc., individuales de todos los israelitas. Él estaba
tratando de hacer énfasis en el hecho de que las instituciones
socioeconómicas del peonaje por deuda y el latifundismo eran
”pecaminosos”, que la nación como un todo estaba permeada por éstas y
que estas instituciones serían destruidas completamente por el castigo de
la nación. Quizás pensó –es difícil estar seguro—que la vasta mayoría de
los urbanistas eran culpables de algún tipo de complicidad en la injusticia
111
social de estas instituciones.
El libro de Jeremías sí contiene este interesante detalle histórico:
después de la destrucción de Jerusalén, el vencedor babilonio “cuanto al
resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían
pasado a él y a los artesanos restantes los deportó Nebuzaradán, jefe de la
guardia, a Babilonia. En cuanto a la plebe baja, los que no tienen nada,
hízoles quedar Nebuzaradán, jefe de la guardia, en tierra de Judá, y en
aquella ocasión les dio viñas y parcelas” un acontecimiento que Jeremías
aprobó. (Jr 39, 9-10.) Existen también otros ejemplos en los textos
proféticos sobre la distinción entre lo urbano y lo agrario. De hecho, tanto
en el Antiguo Mundo Griego como en el Antiguo Israel, las distinciones
entre los terratenientes y los arrendatarios, los ricos y los pobres, las
gentes de las ciudades y las del campo, tenían por razones prácticas la
misma distinción. En cuanto a los que habitaban las ciudades, los ”ingresos
consistían en la red de suministros provenientes de las rentas cobradas por
la aristocracia urbana a los campesinos…Las maravillas de la vida civil
eran, en gran medida, costeadas por estas rentas y las villas estaban
empobrecidas por los beneficios de las ciudades…Los magnates de las
ciudades sólo establecían contacto con los aldeanos en calidad de tres
roles: como recaudadores de impuestos, como policías y como
terratenientes”.91
Este es el cuadro que muestra el resultado final de la acción de las
instituciones del peonaje por deuda, el feudalismo real, el latifundismo, el 91 A.H.M. Jones, The Greek City From Alexander to Justinian, 1940, pp. 268, 187, 295.
112
arrendamiento y la usura en la más igualitaria sociedad tribal del período
de los Jueces como Débora y Samuel. Por arrendamiento nos referimos en
particular a los derechos de propiedad protegidos por el nuevo estilo de
proceso legal en contraposición con el ideal del código mosaico
incorporando las leyes de liberación y jubileo (debemos señalar también
que la “esclavitud” no es un concepto universal y constante. Distintas
sociedades pueden posiblemente tener distintas instituciones de
“esclavitud” de la misma manera en que ya vimos que un concepto
aparentemente idéntico como el de “interés” podía ser realmente parte de
dos instituciones diferentes –crédito comercial o usura y peonaje por
deuda. Lo mismo sucede con la “esclavitud”. Para el código mosaico y la
sociedad anterior, la “esclavitud” era una institución –que no recomendaría
para nada—hasta que la revolución social de la monarquía estuvo bastante
avanzada y con el desconocimiento de las leyes del jubileo y la liberación
era otra institución aunque con el mismo nombre).
Por otro lado, al tomar las ideas de la Alianza como un todo –código
mosaico, testigo profético, comentario deuteronómico—las bases de sus
ideas en torno a una sociedad ”buena” se hacen evidentes. La parte más
vieja del Antiguo Testamento dice, esencialmente, que ser libre y ser una
comunidad corresponsable es la intención de Dios para con nosotros. La
interacción social es para reflejar las normas de la alianza: responsabilidad
recíproca, misericordia, honestidad y ”justicia y rectitud”. Vivir así
promueve la “integridad” (shalom). Las promulgaciones y medidas legales
113
deben manifestar una preocupación especial por los miembros vulnerables
de la comunidad.
Existen fundamentalmente dos tipos diferentes de críticas que uno
puede hacerle a una sociedad y a estas alturas ya queda claro la que
hicieron los profetas. La primera de ellas se llama “ideal/desviación del
ideal”. Esta es cuando usted compara el estado actual de las cosas con un
ideal imaginado y lo deja así. Esta permite preguntar si las “faltas” se
deben a la debilidad humana y a la transgresión individual o si se deben
quizás a problemas menores que pueden ser reformados o si, por el
contrario, las “faltas” son estructurales o radicales. Esta posición no tiene
en cuenta la naturaleza de las instituciones. El segundo tipo de crítica es
“radical”: plantea que la raíz del ”problema” es una institución o varias.
Esta diferencia es como la diferencia entre proponer que todos hagamos
nuestro máximo esfuerzo—y proponer que hace falta un cambio radical. La
palabra bíblica para cambio es “arrepentirse” o “convertirse”.
Evidentemente, los profetas estimularon la última. Ellos también atacaron
las mismísimas instituciones de Israel y no sólo los abusos cometidos por
individuos sino las bases de las instituciones. Esta fue una crítica radical
aunque haya sido en sus aspectos socioeconómicos solamente. Su
definición de “justicia” significaba que una sociedad debía tener
instituciones justas y no sólo “prácticas comerciales leales” entre
individuos.
La integridad de la teoría de ellos en torno a la cualidad de bueno –su
114
teología moral—y de una “buena” sociedad no es objetivo nuestro aquí.
Indudablemente, los profetas sí dijeron que la causa de que varios
israelitas hayan tenido que vivir bajo instituciones injustas fue la maldad
de aquellos que las permitieron o establecieron (por lo general, los
soberanos). Por eso, la perspectiva sociológica plantea claramente que al
final las instituciones son siempre creadas, mantenidas y destruidas por los
individuos. Ellas no caen del cielo. Mas, el hecho de que los profetas
también hayan reconocido que la causa fundamental de que instituciones
diabólicas como la de la injusticia social sea la decadencia moral en
algunos individuos en algunos lugares, eso no significa que las razones por
las que las instituciones fueran malas estuvieran asociadas a la decadencia
moral de los individuos. Las instituciones hubieran seguido siendo injustas
si, incluso por accidente, los hombres que las establecieron hubieran sido
un dechado moral. Las buenas personas no convierten una mala institución
en justa al no ser que realmente alteren la institución. Para decirlo de otra
manera, los profetas, evidentemente, tenían un criterio independiente de
justicia social y lo aplicaron directamente a las instituciones. No tuvieron
que medir a los individuos. Esto es lo que se puede ver en los textos
proféticos sobre justicia social.
¿Cuál era el criterio de ellos? La Alianza –aunque no vamos a adoptar
todo eso. ¿Qué parte mínima de lo que ellos entendieron sobre la Alianza
es aplicable directamente a la cuestión de la justicia social de las
instituciones socioeconómicas? Al menos esto: ellos juzgaron las
115
instituciones del peonaje por deuda, el arrendamiento, el latifundismo y la
usura como injustas porque tendían a crear una nueva clase empobrecida
(que no podía vivir dignamente como acostumbraban a hacerlo) para el
beneficio de una clase separada que no daba en cambio algo que se
correspondiera suficientemente con lo recibido (una independencia digna
se simbolizaba en el Antiguo Cercano Oriente con la siguiente frase:
“comerá cada uno de su viña y de su higuera,…” cf. Is. 36, 16.) Los
profetas hicieron incluso demandas más absolutas pero, al menos,
exigieron que para que una institución fuera socialmente justa no hiciera
esto. La ambivalencia en torno a la monarquía parece mostrar que los
profetas podían haber considerado una determinada cantidad de
desigualdad, de movimiento de recursos económicos de los pueblos a las
ciudades como justa a cambio de una adecuada protección y de un sistema
legal justo. Ellos no eran igualitarios doctrinarios.
Sin embargo, los liberales del mercado libre no están de acuerdo. En
los próximos capítulos trataremos sus clásicas razones pues sus
afirmaciones tienen determinada credibilidad. Ellos plantean que el tipo de
medidas sociales recomendadas por los profetas contendría el crecimiento
y que el progreso del Tercer Mundo o de las condiciones económicas
antiguas hacia nuestro actual próspero Primer Mundo fue posible gracias
al rechazo al igualitarismo a favor del crecimiento a través del
individualismo. Ellos plantean que el crecimiento y la equidad se oponen.
116
Capítulo IV
Adam Smith
Adam Smith sentó las bases de todas las teorías económicas
modernas en su célebre libro La Riqueza de las Naciones publicado en
Londres en 1776.92 De ahí que, tanto él como sus seguidores Malthus,93
Ricardo94, Marx, y Mill95, hayan sido considerados como los economistas
clásicos. Su objetivo era explicar una nueva visión de la economía,
denominada “mercado libre” o “laissez-faire”: a diferencia de la visión
tradicional en la que las organizaciones necesitaban leyes que fuesen
promulgadas y aplicadas por las autoridades, la nueva visión era un
sistema descentralizado, autorregulado de individuos atomísticos. Los
ingredientes fundamentales de esta visión eran las leyes económicas del
mercado, especialmente las leyes de la oferta y la demanda. Sin embargo,
la visión de Smith era, de su propio puño y letra, solamente un proyecto--,
92 Investigación Sobre las Causas de la Riqueza de las Naciones, versión española (2 ed.), México, 1958. 93 Thomas Malthus, clérigo y escritor (1776-1834).94 David Ricardo, hacendista, miembro de Parlamento de Gran Bretaña, y escritor (1772-1823).95 John Stuart Mill, filósofo y escritor (1806-1873).
117
audazmente esbozado y expuesto de forma persuasiva, pero con partes
importantes inconclusas. La parte más importante por cierto era la Teoría
del Crecimiento Económico, que se desarrolló por completo solamente en
los años 50, aunque era la motivación principal de Smith para desarrollar
su teoría económica en primer lugar. Sin embargo, en los años 50,
economistas96 meticulosos descubrieron que había una falta de lógica
fundamental que socavaba cualquier intento de concluir el proyecto de
Smith.
Evidentemente, la economía de mercado libre ha sido siempre
atacada desde muchos puntos de vistas pero el problema con la Teoría del
Crecimiento es quizás el ataque más radical e importante que haya sufrido
ya que se reconocen todas las hipótesis de Smith, y tiene que ver con la
naturaleza del propio Capital. Ahora, el sistema económico en el que
vivimos se llama “Capitalismo” por muy buenas razones, y esta crítica es
más radical que cualquier otra crítica externa.
Existe una diferencia fundamental entre el funcionamiento del
mercado libre en una economía estática, invariable sin crecimiento, y en
una dinámica, con un probable crecimiento (o lamentablemente,
decrecimiento). Por este motivo, este capítulo presenta los fundamentos de
la teoría de Smith que funcionan perfectamente en un análisis estático. El
96 Como Piero Sraffa, Producción de mercancías por medio de mercancías, preludio a una crítica de la Teoría Económica, Ediciones Oikos-Tau, 1966, ed. orig., 1960, y Joan Robinson “The production function and the theory of capital”, Review of Economic Studies, Vol. XXI (1953-1954), (2) No. 55. También en Collected Economic Papers vol. 2, Cambridge Mass., 1980 (vers. cast. Teoría del desarrollo, Barcelona 1973).
118
siguiente capítulo muestra los intentos de los seguidores de Smith para
desarrollar una teoría de crecimiento económico según los principios del
mercado libre y la teoría del Capital. Lo que funcione mal será expuesto
allí y en los siguientes capítulos sobre las polémicas que resultaron de la
teoría del capital y del crecimiento. Para comprender el aspecto negativo
de la teoría de mercado libre, incluso en teoría, hay que entender primero
el razonamiento que intentó emplear Smith para justificarla. Resulta
mortal aseverar a la ligera que las leyes de la oferta y la demanda le
atribuirían un precio (o valor monetario) a un activo capital, pero cuando
se analiza precisamente cómo las leyes de la oferta y la demandan se
justifican, se aprecia que la justificación de Smith hace conjeturas que no
son válidas para bienes duraderos y, en particular, para bienes de capital.
Smith inventó el lema que se repite con bastante frecuencia en la
actualidad: “La mano invisible”. Este se refiere al funcionamiento de la
competencia en un mercado libre para estimular a las empresas útiles y
desestimular los proyectos inútiles o ineficientes. La competencia
establece la disciplina para evitar que gran parte de los recursos de la
sociedad vayan a parar en un proceso productivo poco económico o que
satisfagan las necesidades de una minoría, como la Grand Ópera.
Smith afirmó que la competencia haría bajar los precios hasta que
alcanzaran un nivel en el que los productores promedios, con habilidades y
diligencia promedio, cubrieran sus costos (incluyendo el de su propio
trabajo) y la tasa promedio de beneficios (que es por lo general de
119
alrededor del 11%). Para él, la tasa promedio de beneficios era un dato
determinado, aunque los economistas tratarían después, sin llegar a un
consenso real, de explicar cómo el mercado libre determinaría este
promedio.
La competencia y el mercado libre
Primero se realizará un análisis sobre la demanda de los bienes de
consumo. La motivación para comprar uno es bastante simple: la “utilidad”
que tiene ese bien para el consumidor. ¿Qué satisfacción o felicidad le
producirá al consumidor ese bien a la hora de disfrutarlo? La compra de
una unidad de cierto producto a un precio determinado (dígase el pan)
significa evidentemente que el consumidor tiene que privarse de la
oportunidad de comprar otros productos debido a ciertas limitaciones
presupuestarias. Si la posible felicidad que se pudo haber producido al
emplear la misma cantidad de dinero en aquellas posibilidades alternativas
de consumo es mayor que la que se produciría con la compra del pan, sería
irracional comprar entonces un pan a ese precio. Pero si el precio del pan
fuese menor, posiblemente la compra de más cantidad de pan produciría la
misma felicidad, y entonces sería racional realizar dicha compra. De esta
manera se pueden analizar desde el punto de vista conceptual todos los
precios posibles del pan, y cuáles conducen a este consumidor individual a
hacer las compras (y qué cantidad).
120
Significación de la curva de demanda de un consumidor individual.
Si el precio P = 1.50$ causase la Cantidad demandada = 30,
y si P = 1.40$ C = 31,
y si P = 1.30$ C= 33,
P con los ejes usuales P suavizado P se extendie
a otros valores
30 31 33 C C O
C
La cantidad de pan demandada es una función del precio del pan97, de manera
que se podría trazar la llamada “curva de la demanda” de la forma habitual.
Ahora, cada individuo podría tener distintas preferencias por el pan si se
compara con el vino, por lo que cada individuo podría tener una curva de la
97 Mientras sea una hipótesis simple, como lo hace Smith, que el presupuesto es fijo, y los otros precios son fijos. Walras, con más herramientas matemáticas, demostró después que esta hipótesis simple es inocente y la idea de Smith era correcta. Pero se hace imposible representarla en un gráfico y es difícil de explicar con palabras.
1.5
1.4
1.50$
1.40$
1.30$
1.3
121
demanda diferente. Sin embargo, la curva de la demanda agregada para toda la
sociedad sería la curva (o función) que surge como resultado de cada precio al
sumarle todas las demandas individuales por separado que se harían a ese precio.
La adición sencilla de las demandas individuales
para obtenir la demanda agregada de pan.
Suponga que la curva anterior es la demanda para persona 1 y que la población total consiste de
tres personas.
Persona 2 Persona 3 Demanda Agregada
Precio = 1.50$ Cantidad2 = 29 Precio = 1.50$ C3 = 40 CA = 99
Precio = 1.40$ Cantidad2 = 30 Precio = 1.40$ C3 = 42 CA = 103
Precio = 1.30$ C2 = 32 Precio = 1.30$ C3 = 44 CA = 109
CA = C + C2 + C3
P
C2 C C3 CA
O C
A corto plazo, no existe ningún análisis sobre la oferta del pan. La
cantidad de panes que producen los productores es fija, ya se compraron
para su comercialización, y se echarán a perder si no se venden
inmediatamente. Así que todos se ponen a la venta sin importar el precio.
Evidentemente, la “curva de la oferta” es simplemente una línea horizontal
122
recta. El concepto de equilibrio es ahora muy simple98: también se
denomina “equilibrio del mercado”. Algunos precios posibles conducirían a
que se genere una gran demanda de pan, se agote la reserva disponible del
mismo, y queden todavía compradores insatisfechos que deseen comprar.
Los precios altos pudieran resultar “demasiado altos” en el sentido de que
pocos consumidores desearían comprar pan a ese precio y otra cantidad se
quede y se eche a perder (esto significa vendedores insatisfechos). El
precio de “equilibrio del mercado” es aquel en el que no existen
compradores ni vendedores insatisfechos (por supuesto que pudieran
existir personas insatisfechas que, debido a que tienen un presupuesto
pobre, quisieran comprar más pan a un precio más bajo, pero no se
cuentan como compradores porque dejaron de hacer ofertas, y el mercado
no le presta atención a ese tipo de insatisfacción.) Este precio es
denominado también precio de equilibrio pero no significa más que
equilibrio del mercado.
CURVA DE OFERTA (a corto plazo) PUNTO DE
EQUILIBRIO
P P
O C O
C
98 Este criterio va a ser muy problemático cuando se trate el tema de los bienes duraderos o a largo plazo.
123
No importa el precio, todo el pan se ofrece para
vendar.
Este mismo análisis no se puede hacer para los empresarios: los
organizadores de la producción, dígase de las herramientas, compran de
hecho sus insumos (obreros, otras herramientas, materias primas) en el
mercado libre y los conceptos de curvas de la demanda y de la oferta99
deben todavía tener lógica. Pero la motivación por la curva de la demanda
no puede ser en términos smithianos de satisfacción o términos
walrasianos de utilidad. Los empresarios no sienten placer al comprar ocho
horas de trabajo de un empleado: estos obtienen beneficios a partir de la
venta del producto que se produce. Por ende, los beneficios originan
dinero y el efecto que este tiene sobre sus limitaciones presupuestarias se
traduciría en satisfacción del consumidor si se hace la extraña hipótesis de
que los empresarios gastan inmediatamente todos sus beneficios en bienes
de consumo. En este supuesto estricto se puede motivar la curva de la
demanda de insumos de producción por parte de un productor y, la
existencia de los precios de equilibrio de todos los bienes, obreros con
distintos niveles de calificación, y materias primas ha sido demostrada
matemáticamente100. Pero todavía hay que suponer que todo es perecedero
porque las personas aún actuarían como si todo fuese perecedero en lo
99 O sus generalidades walrasianas más multidimensionales y sofisticadas desde el punto de vista matemático.100 Siempre y cuando se hagan todavía más supuestos que por lo menos sean menos extraños que el fundamental que se mencionó anteriormente de forma explícita.
124
referente a que el mercado se inundaría de productos al mismo tiempo y
ningún ahorro o acumulación tiene lugar. Pero esto significa también que
no se produce ningún crecimiento.
De hecho, este modelo es adecuado solamente para las economías en
las que los bienes de capital no se compran ni se venden, según
reconociera de forma explícita el propio Walras. Se necesita trabajar más
para poder crear un modelo de una economía en la que los bienes de
capital sean producidos por otros empresarios con el objetivo de
vendérselos a otros. Tan pronto se produzcan más cantidad de nuevos
bienes de capital que aquellos que sufren un desgaste debido al deterioro
normal por el uso, hay un crecimiento económico, y este tema será tratado
en el próximo capítulo sobre Walras101. (Esto no quiere decir que
economistas clásicos como Marx no hayan hecho aportes a la teoría del
crecimiento, pero lo hicieron sin haber expuesto qué motivó cada curva
individual de la oferta o la demanda.)
Antes de comenzar este trabajo extra, se deben abordar las cosas
desde un punto de vista conceptual antes de preguntarse cuáles son las
modificaciones que se necesitan para lo que se conoce como “a largo
plazo”. A pesar de que el mercado pueda estar equilibrado, los productores
podrían sentirse insatisfechos desde otro punto de vista, en el sentido de
que la tasa de beneficios que ellos generan no es la que esperaban
razonablemente si se hubieran dedicado a otra línea de trabajo como la
101 De hecho, Smith nunca hizo un análisis individualista verdadero sobre el mercado libre de donde surgían las curvas de la demanda para la producción de nuevos bienes de capital; trató la tasa promedio de beneficios como algo que estaba determinado socialmente.
125
elaboración de vinos. De manera que algunos productores se quedan
dándose con la cabeza contra la pared y diciendo “si hubiera utilizado mis
recursos solamente en cosechar uvas y dicho a los trabajadores que se
ocuparan de las uvas y cubas en lugar del trigo y los hornos102“. Así que,
una situación concreta que se considera como un equilibro cuando se
analiza de una forma no lo constituye cuando se analiza de otra. El
concepto de equilibrio de período corto no se puede adoptar como el
criterio correcto de equilibro para llevar a cabo un análisis de período
largo. En un mercado libre nadie puede obligar a esos panaderos a
quedarse en la empresa si estos ven que hay mejores oportunidades en
otras partes, aun cuando el pan barato sea vitalmente necesario para la
sociedad en ese momento. Esto significa también que la demanda por los
hornos va a disminuir y la demanda de espalderas y cubas va a aumentar.
Si la elaboración de vinos requiere un uso más intensivo de mano de obra
que hacer el pan, entonces aumentará la demanda de obreros y, viceversa.
En la medida en que se retiran los recursos de la elaboración del pan y van
hacia otros procesos productivos, la oferta futura de pan va a ser menor.
Esto es para presentarlo de manera dinámica e intuitiva, pero también se
puede ver en una forma más estrictamente análoga con respecto al análisis
que se hizo sobre la curva de la demanda (que todo fue en tiempo presente
y no implicó cambios de cantidad en la medida que pasaba el tiempo). Con
este precio, la oferta de “período largo” que estará disponible y hace sentir
satisfechos a los productores en cierta forma, sería una cantidad definida
(menor que la cantidad que ellos realmente produjeron de manera
insensata). Esta cantidad alternativa definida existe en un universo
paralelo….pero de esto es lo que realmente trata la curva de la oferta a
largo plazo: diferentes formas, pero paralelas, en la que se pudo haber
102 El lector que es atento se percatará inmediatamente que aquí hay un serio problema: los hornos no se pueden convertir en cubas tan fácilmente…este problema demostrará ser complicado.
126
organizado el proceso productivo. Esta cantidad ideal a ofrecer es una
función del precio, de manera que tenemos una curva. El precio de
equilibrio de “período largo” es el precio en el que la curva intercepta la
curva de la demanda; no es donde la línea de la oferta real (que incluso
pudiera haber sido accidental) intercepta a la curva de la demanda. Es el
precio en el que no hay compradores insatisfechos ni productores dándose
con la cabeza contra la pared, maldiciendo su falta de previsión103.
CURVA DE OFERTA (a largo plazo) EQUILIBRIO (a largo
plazo)
P P
O C O
C
Un equilibrio de largo plazo tiene esta propiedad: la situación
económica se duplicará en el próximo período. Los productores no ven
motivo alguno para cambiar sus pedidos futuros por insumos, ni tampoco
los consumidores, de manera que las cantidades de cada bien en el futuro
no cambiarán, ni los precios. Esta idea tiene una adaptación de sentido
común para el crecimiento constante, una población de crecimiento
103 Suponiendo que una persona razonable no se culpa por meras variaciones accidentales en la oferta que no se pudieron pronosticar y que no espera una nueva tendencia del mercado.
127
constante de nuevos consumidores y, una acumulación constante de más
bienes de capital de manera que todas las cantidades demandadas y
ofertadas aumentan en paralelo y los precios se mantienen invariables.
Pero esta adaptación de sentido común genera una controversia
conceptual extraña, así que en este libro es preferible no tenerla en
cuenta. Este aspecto de la economía “inmutable” fue lo que motivó a
seleccionar la palabra “equilibrio” que proviene de la mecánica newtoniana
y se refiere a un sistema mecánico en el que todas las fuerzas (que puedan
producir movimiento) están neutralizadas por otras fuerzas de manera que
la fuerza neta en cada componente es cero.
Smith ya no es un libro de texto. El consenso entre los economistas
del mercado libre ha sido aplicar cambios en la base, al igual que realizar
otras modificaciones y aclaraciones para poder utilizar más las técnicas
matemáticas104.
Uno de los profesores más importantes en este análisis, que llegó a
ser llamado neoclásico, fue Léon Walras. Algunos de los detalles de
nuestra presentación sobre las ideas de Smith le deben algo a Walras, y los
libros de texto más modernos también. A veces, se asegura que existen
diferencias radicales entre Smith (con otros clásicos) y Walras (con otros
104 Como el teorema de punto fijo de Kakutani “A Generalization of Brouwer's Fixed Point Theorem”, Duke J. Math 1941 vol. 8 no. 3, pp. 457-459 –el último en una larga fila de teoremas de punto fijo, como p.ej. John von Neumann, “a model of general economic equilibrium”, Review of Economic Studies vol. 13 1945 pp. 1-9. Una versión temprana de esta teorema lo descubrió de veras Marx, véase ponencias de Anwar Shaikh, citado en John Cunningham Wood, Karl Marx's economics, p. 364, aunque no se pudo demostrar hasta que Frobenius lo publicara (el teorema de Frobenius está citado en Gerard Debreu y I.N. Herstein, “Nonnegative Square matrices”, Econometrica 1953).
128
neoclásicos como Marshall, Jevons y Böhm-Bawerk). Algunos prefieren el
realismo sólido de Smith a la precisión gala del profesor Walras.
Algo que Smith y Walras tienen en común es hacer hipótesis simples
de manera que la única forma en que se corre algún tipo de riesgo es
mediante el costo de asegurarlo contra ese riesgo previsible. Por esta
razón, la tasa de beneficios en el sentido económico científico no incluye
una asignación para riesgos. La tasa de beneficios real es lo que recibe un
capitalista incluso sin haber corrido ningún tipo de riesgo. Si existen
riesgos, entonces el beneficio económico es un recargo por encima del
costo de asegurar que, como promedio, las pérdidas por concepto de
riesgo están cubiertas por el éxito.
Smith lo enfocó de esta manera “El nivel más baja del beneficio
ordinario ha de ser por lo menos algo más que suficiente para compensar
las pérdidas ocasionales a que se expone cualquier colocación de capital; y
es únicamente ese remanente lo que se puede considerar como beneficio
neto o puro. El llamado beneficio bruto no sólo suele comprender ese
remanente, sino la parte que se retiene para compensar tales pérdidas
extraordinarias. …”105
“Del mismo modo, la tasa más baja del interés usual ha de ser algo
más que suficiente para compensar las pérdidas ocasionales a que está
expuesto el que presta, aun dentro de los limites de una tolerable
prudencia.”
105 Ob. cit., p. 94.
129
O sea, la teoría de Smith no incluye un análisis de riesgos. Esto fue
de forma deliberada. Los beneficios, desde el punto de vista de Smith,
constituyen una recompensa de capital realizado como un factor de
producción, aun ante la ausencia de cualquier tipo de riesgo. Si existiese
algún tipo de riesgo, se debe pagar una prima de riesgo adicional por
encima de la tasa de beneficios promedio. Se supone que el uso racional
del seguro les permite a los capitalistas promediar los riesgos hasta una
cantidad calculable estimada dentro de la definición de eficiencia media. Si
la mitad de las buques que navegan bordeando el Cabo de Hornos
naufraga, entonces cuesta el doble enviar los bienes por esa vía. El seguro
no es un juego, o correr un riesgo, ni tampoco el capitalismo si se tiene en
cuenta este punto de vista. Los obreros reciben un sueldo sin correr
ningún tipo de riesgo, los arrendadores reciben un pago por concepto de
renta sin correr ningún riesgo así que, Smith, al definir el Capital como
uno de los tres factores de producción, al ponerlo en igualdad de
condiciones con la Tierra y el Trabajo, definió los beneficios como esa
parte de lo recaudado que el capital “ingresó” sin correr ningún riesgo.
El verdadero modelo de intercambio
Hagamos una pausa y analicemos con más detenimiento lo que
hemos hecho. Valdría la pena generar un debate con un sentido común y
smithiano, pero los libros de textos modernos consideran valioso hacer una
130
distinción importante que, desafortunadamente, parece muy poco realista
al principio. En el análisis a corto plazo, era como si nuestros productores
no estuviesen realmente produciendo nada. Es más lógico, aunque para los
principiantes es increíblemente poco realista, insertar el análisis a corto
plazo en un modelo que parezca, concretamente, muy diferente pero que
sea conceptualmente el mismo.
O sea, si bien el análisis que se hizo sobre un mercado libre parecía
tener un modelo pero con dos nociones distintas de equilibrio, es más
lógico y más evidente dividir el análisis en dos modelos diferentes. En el
primero, existen solamente consumidores-comerciantes, no hay
productores, y existe solamente el criterio de equilibrio del mercado, o
equilibrio de período corto. En el otro, habrá productores, el proceso
productivo y las serias diferencias entre estos y los consumidores se
establecerán de forma explícita.
La teoría, que para ser realmente sólida tiene que formularse desde
el punto de vista matemático además de investigar dichos temas como el
equilibrio del conjunto de precios y cantidades para toda la economía, ha
llegado a ser denominada Teoría del Equilibrio General. Por lo general, se
presenta de la forma en que hemos comenzado a hacerlo: como una
secuencia de modelos, comenzando por el más sencillo en el que las
cantidades de los bienes de consumo son totalmente fijas, ningún otro bien
se vende en el mercado libre y, todo aquel que tenga que tomar una
131
decisión la toma como si fuera un consumidor106. Es por ello que a este
modelo se le llama generalmente la verdadera economía de intercambio.
Es como si los productores no estuviesen produciendo realmente, o como si
todos tuvieran sencillamente sus existencias disponibles para comerciar.
Nótese además que es una economía de trueque esencialmente donde no
existe el crédito, el banco, ni el dinero (esto es un error permanente en
todas las teorías del equilibrio general, sin importar cuán sofisticadas estas
sean…)107.
Como siempre, haremos varias hipótesis simples que se suman al
supuesto de mercados libres perfectos y libre competencia sin fricción. Se
supone que cada individuo no tenga problemas en obtener una información
completa acerca de todas sus opciones disponibles, por ejemplo, todos los
precios, cantidades y utilidad de los bienes, dónde encontrarlos, quién los
tiene disponibles, etc. Se piensa que los individuos no se unen para
otorgarse mutuamente condiciones preferenciales; más bien, todos tienen
derecho al mismo precio. Así que ningún individuo puede realmente
obtener una gran cantidad de un bien de la cantidad total disponible para
poder controlar el mercado o algo por el estilo. Sin embargo, si no pueden
controlar el mercado, tampoco pueden saturarlo. Al productor que le
106 Nuestros productores, al lanzar todas sus bienes existentes hacia el mercado, actúan como los consumidores que tienen demasiado de un bien y tienen que deshacerse de este a través del comercio. Estos actuaron realmente como comerciantes y no como productores. 107 Se han hecho intentos para remediar esto, pero no solamente son polémicos, sino que los pensadores contemporáneos más profundos como el profesor Martin Shubik de Yale, ob. cit., y la difunta profesora Robinson, publicaron varios razonamientos demostrando porqué este error no podía remediarse, incluso en teoría. Este tema será tratado más detenídamente en los próximos capítulos, p. ej. pp. 313 ss.
132
gusten los precios imperantes en el mercado puede vender a ese precio,
sin hacer que este baje, tantos productos como se puedan producir
(estamos asumiendo que cada productor individual es una fracción tan
pequeña de un todo que sus acciones no pueden afectar el enorme
mercado que existe para su producto). Esto quiere decir que los actores
económicos en nuestro modelo son los que no pueden influir en los precios.
También se formularán varias premisas simples que han sido
criticadas pero que han resultado ser instrumentos explicativos útiles,
suponiendo que no existe ningún riesgo real en la vida (nada contra lo que
se pueda asegurar). Ya que la teoría del seguro es una rutina,
continuaremos y daremos por sentado que no existe ningún tipo de riesgo.
También suponemos que no hay un desgaste normal en las maquinarias,
sin caída en desuso, ni cambios en el conocimiento técnico, las personas
viven una eternidad, no hay niños que crecen después, no hay violencia,
fraude, bancarrotas, o cancelación de contratos, sin sistema bancario, sin
dinero y sin comercio exterior.
Teniendo esto en cuenta, el verdadero modelo de intercambio
funciona según el análisis de equilibrio de período corto que ya se
presentó108.
El segundo modelo: producción e intercambio
108Se exhorta a los lectores que vuelvan a leer el análisis anterior ante este nuevo punto de vista.
133
El próximo paso es dejar que los productores analicen si se sienten
satisfechos con el precio que obtuvieron por sus productos y que hagan
algunos ajustes dentro de su organización del proceso productivo con el
objetivo de aumentar, si es posible, su satisfacción. Se debe introducir el
concepto de equilibrio de período largo que es un criterio diferente al del
de período corto. Un patrón de precios de bienes podría ser un equilibrio
de período corto pero no un equilibrio de período largo.
Por lo tanto, el segundo modelo tiene dos clases de actores
económicos. Los consumidores son como antes. Tal vez tienen algunas
disponibilidades de bienes de consumo para comerciar, pero luego se les
permite que tengan las disponibilidades de materias primas para la venta y
horas laborales a ofrecer para la venta. Los productores son los dueños de
los bienes de capital pero, aun así, se asume que la cantidad de bienes de
capital es de alguna manera fija permanentemente y no se venden ni
alquilan en el mercado libre. Las únicas decisiones que toman los
productores son en cuanto a la cantidad de materias primas y mano de
obra que comprarán en el mercado libre para utilizar con los bienes de
producción dados. Esto es un aumento significativo desde el punto de vista
de sofisticación porque ahora el presupuesto de los trabajadores que no
tienen existencia de bienes para comerciar depende de los salarios
ofrecidos y horas de trabajo compradas por los productores. En el
verdadero modelo de intercambio, si una persona no tuviera nada que
ofrecer para llevar a cabo una práctica comercial, moriría de hambre
134
inmediatamente, y su limitación presupuestaria sería cero.
Afortunadamente, el aumento de sofisticación es meramente matemático.
Siempre y cuando se haga el supuesto tradicional (aunque ha sido criticado
por poco realista) de rendimientos decrecientes a escala, los mismos
métodos matemáticos de análisis que funcionaron en el verdadero modelo
de intercambio solucionarían este modelo de producción simple.
¿Qué significa esta hipótesis109? Vamos a fundamentarla a
continuación. El rendimiento decreciente significa que si alguien (de
alguna manera) duplicó todos los insumos recibe menos del doble de la
producción final. Si por lo menos un insumo se mantuviera constante pero
se duplicaran los otros, esto sería un supuesto muy razonable: si diez
hombres se demoran una hora en hacer un hoyo que reúna ciertas
especificaciones, utilizando diez palas, entonces no hace falta ni siquiera
media hora para que veinte hombres hagan el mismo hoyo con las mismas
diez palas….ni tampoco darle a los mismos diez hombres veinte palas sería
una inversión sabia. En este modelo, ya que los bienes de capital (las palas
y la tierra) son una cantidad fija, esto no constituye una hipótesis poco
razonable. Desde el punto de vista matemático, se establece el mismo
supuesto que se hacía, de forma silenciosa, en el verdadero modelo de
intercambio, o sea, asumiendo la utilidad extra decreciente mientras
aumentan las compras de uno. Esto quiere decir que pasado cierto punto
109Este tema pertenece al tecnicismo de la teoría económica que resuelve las matemáticas. No es importante desde el punto de vista conceptual y criticarlo no sería una crítica radicalmente fundamental.
135
(dígase dos botellas de vino al día), la próxima botella de vino no produce
tanto placer extra como lo hizo la primera110.
Con una cantidad dada de bienes de producción, los productores
pueden aún variar la cantidad de insumos que se utilizan, las tasas en las
que se emplean, y los métodos exactos de producción a utilizarse. El móvil
del interés los induce a seleccionar la tasa más eficiente y método una vez
que se haya determinado la cantidad de insumos a utilizar. Pero ¿cómo
logran determinar la cantidad de insumos a utilizar? ¿Se puede ver esta
cantidad como una función de los precios de los insumos? Si se puede, esto
nos daría una curva de la demanda de forma análoga para la curva de la
demanda de bienes de consumo. Los productores no tienen una limitación
presupuestaria como la tenían los consumidores en los modelos anteriores.
Estos pueden pagar sus costos a partir de sus ingresos, de manera que no
va a ser extremadamente análogo para la curva de la demanda de bienes
de consumo. Sin embargo, los economistas resolvieron una teoría de la
siguiente manera:
Consideremos a un productor con su stock de bienes de capital fijo.
Supongamos que los precios de todos los bienes están dados. Él tiene que
decidir cuánta cantidad de cada tipo de insumo (mano de obra, materias
primas) tiene que comprar. El móvil del interés, por supuesto, significa que
este va a elegir las cantidades que maximizen los beneficios, que son los
ingresos menos los costos. Para cada patrón posible de cantidades de
insumos adquiridos, el costo total se determina fácilmente al multiplicarlos 110 Desde el punto de vista matemático, esto se conoce como la convexidad.
136
por sus precios y sumarlos. Suponiendo que se tiene un conocimiento
perfecto del proceso de producción, el productor conoce cuáles son los
métodos a utilizar con esas cantidades para producir la mayoría de los
productos, y también sabe el precio en que se venderá el producto, de
manera que también conoce sus ingresos. Por ende, este sabe cuáles son
los beneficios que se van a obtener a partir de la compra de esa cantidad
de insumos.
Entonces, los beneficios de esta persona son una función de las
cantidades de insumos que decide comprar. Ahora, las matemáticas
establecen111 que existe una selección exclusiva de cantidades de insumos
que hace de los beneficios resultantes un máximo. Por lo tanto,
lógicamente la selección de cantidades a comprar es ahora una función de
sus precios. De manera que se tiene una curva de la demanda que
evidentemente es el resultado del móvil del interés112. Está motivado desde
el punto de vista individualista en el sentido utilitario, pero ya es una línea
de razonamiento más elaborada (y por ende más fácilmente quebrada). En
el verdadero modelo de intercambio, todos tenían una cantidad limitada de
recursos para comenzar a realizar sus operaciones comerciales, así que la
validez del supuesto de minuciosidad, si se puede decir de esta forma, fue
muy transparente: mientras ningún individuo comenzara con una fracción
111 Gracias al supuesto de convexidad.112 Hay que asumir que la única fuente de satisfacción de los productores son los bienes de consumo que se pueden comprar con los beneficios. Si la pena de seleccionar una mayor cantidad de algo afecta la felicidad, entonces este análisis no funciona. Más importante aún, si las consideraciones políticas acerca de sus elecciones afectan su felicidad, se ha destruido la teoría general del equilibrio sin habérselo propuesto uno.
137
apreciable de las existencias totales de cualquier producto, era evidente
que la hipótesis de mercado libre sobre la incapacidad de cualquier
individuo de influenciar el mercado con un comportamiento113 estratégico
resultara válida. No dependía de ninguna hipótesis sobre la naturaleza de
satisfacción del consumidor, aunque se hizo de hecho el supuesto sobre la
utilidad marginal decreciente (nuestro primer supuesto de convexidad).
Sin embargo, con los productores ya es diferente. Los productores
financian sus costos salariales y de materias primas a partir de sus
ingresos, como los consumidores financian sus compras con sus ventas114.
Este es el comportamiento normal de cualquier cámara de compensación y
hace dinero de forma innecesaria. Pero, si existiese dinero, entonces los
bancos al conceder préstamos lograrían lo mismo. De manera que es una
parte necesaria en nuestros modelos que los productores no se limiten con
su efectivo disponible. Un productor está limitado solamente por el
supuesto de convexidad en el sentido de que no puede duplicar sus
ingresos aun cuando este duplique sus costos, así que no tratará de
producir mucho evidentemente y sus beneficios se reducen a cero. Esto
significa que el único límite sobre el productor es la cantidad de bienes de
capital que este posee. Ahora resultará peligroso comenzar a dejar que
este límite sea una nueva variable, como se hará en el próximo capítulo.
Walras era consciente de esto y ello explica el razonamiento de algunos de
sus supuestos peculiares en el próximo modelo, el que permite el
crecimiento.
Este es el punto en que muchos estudiantes (y profesores) no se
percatan del análisis de Smith (aun cuando haya sido esclarecido por
113 Como tratar de monopolizar el mercado, hacer convenios preferenciales comerciales con unos pocos...114 Pace Mill, véase H. D. Henderson, Las Leyes de la Oferta y la Demanda, Méx. 1946, pp. 110-112 y Blaug, ob. cit., pp. 185-188.
138
Walras y Marshall). La justificación de la curva de la demanda del
productor por los insumos, y su curva de la oferta de bienes de consumo,
parece superficialmente semejante a la del consumidor pero, más
importante aún, es distinta. Todo depende de encontrar la forma de tener
la misma limitación para los productores y limitaciones presupuestarias en
los consumidores. Para nosotros, esta es la manera en que las limitaciones
en el acceso a los bienes de capital pueden jugar el papel de limitación
presupuestaria-sucedánea115. Este es el punto medular de este capítulo
sobre Adam Smith.
Los teoremas de optimalidad y de la eficiencia
En el contexto de estos modelos teóricos los economistas han podido
demostrar dos teoremas que son muy elogiados con frecuencia, aunque
críticos liberales han apuntado hacia sus defectos. Estos son teoremas de
optimalidad: se demuestra que los patrones de consumo y la producción
que son producidos por la Mano Invisible (o sea, que los consumidores y
productores son inducidos a llevarlo a cabo mediante el conjunto de
precios de equilibrio que resulta del mercado libre) son los más óptimo
(dada la tecnología existente, bienes de producción, y materias
incluyendoprimas –incluyendo la la población---disponibles).población-
115 O de lo contrario se puede tratar de presuponer teorías extrañas acerca de la gestión y dirección empresarial para lograr de cierta manera la misma tarea de hacer algo por la limitación presupuestaria (los intentos de Marshall en este sentido son particularmente desalentadores…) a cualquier tasa, y estos arreglos provisionales destruyen el carácter racional individualista utilitario de la teoría de mercado libre aun cuando estos sean más realistas. Si se comienzan a introducir soportes según el caso de este tipo realista, ¿Por qué no se introducen también políticas y luchas sociales?
139
disponibles). Pero para que esta propuesta tenga sentido, se deben definir
los términos de uno, y al término “mejor” hay que darle una definición
específica que sea más débil que el significado coloquial de la palabra.
Se debe considerar un patrón definido de consumo, una cantidad
definida de cada bien de consumo que se consume por cada persona. Por
ejemplo, en un mundo donde hay solamente dos bienes de consumo, pan y
vino, y solo dos personas, usted y yo, un posible patrón es que yo tenga dos
flautas de pan y una jarra de vino, y usted también. Esta distribución es
denominada óptimo de Pareto (se le puso este nombre por el sociólogo
italiano Wilfredo Pareto) si no nos pueden satisfacer más al alterar esta
distribución. Bueno, usted no es como yo y, si no le gusta el vino tanto
como a mí, usted pudiera sentirse más contento si tuviera dos flautas y
media de pan y media jarra de vino solamente. Desafortunadamente, esto
implica que yo termine con una flauta y media de pan y el equivalente a
tres mitades de jarras de vino, de manera que la interrogante obviamente
es si estoy mejor o peor. Si esto me hace sentir menos satisfecho, entonces
tal vez estábamos mejor con la distribución existente. Pero si no me hace
sentir menos satisfecho, evidentemente el mundo sería un mejor lugar si
comerciáramos. Esto demuestra que la distribución existente no es un
óptimo de Pareto.
A diferencia del acostumbrado significado de la palabra “mejor”,
existe una infinidad de varias distribuciones, las cuales son todas según el
óptimo de Pareto. Si yo tengo una migaja de pan pero no tengo vino, y
140
usted posee todo lo demás, esto es un óptimo paretiano porque yo no
puedo mejorar al no ser que usted empeore. Este concepto sobre el óptimo
de Pareto es por ende muy débil: no se puede establecer una diferencia
entre las distintas situaciones aunque una cuestión elemental de sentido
común sí lo permite hacer.
En cuanto a los patrones de producción, existe un teorema de
optimalidad, conocido también como el teorema de la eficiencia. Se puede
demostrar que el patrón de equilibrio de cantidades de mercancías
producidas es un tipo de óptimo de Pareto también, en el sentido de que es
imposible producir más de una mercancía sin terminar produciendo menos
de otra.
Sin embargo, cuando se analice la teoría del crecimiento, se podrá
apreciar que lo que los economistas modernos reclaman haber encontrado
en paralelo en estos modelos más sofisticados de crecimiento económico
(donde los productores deben elegir entre la producción de más bienes de
consumo o más bienes de capital) se viene abajo cuando se hace un estudio
detallado. De hecho, es un tipo de compensación recíproca en una
economía creciente producir más mantequilla o más maquinarias. Por
supuesto, nadie quiere maquinarias sólo porque sí, de manera que el hecho
de desear mayores niveles de consumo (“mantequilla”) implica dedicar
algunos recursos de la sociedad para producir las maquinarias con el
objetivo de aumentar el nivel de mecanización en la producción de
141
mantequilla y haya más per cápita después116 y, con el teorema de la
eficiencia, esto significa producir menos de lo que no son máquinas ahora y
menos mantequilla también. Parece intuitivo que exista una relación de
compensación entre un consumo ahora y otro después debido al teorema
de la eficiencia. De hecho, los economistas del mercado libre moderno se
apasionan al hablar de cómo dejar que el mercado libre dicte la elección de
cómo hacer esta relación de compensación, negándose a utilizar medidas
de política fiscal o tributaria para ejercer una influencia en ello,
garantizando así que la economía elija la trayectoria de crecimiento
óptimo. Pero ahora que se analizaron detenidamente las razones que se
fundamentaron en el caso estático para justificar el concepto de equilibrio,
demanda, y optimalidad, se podrán analizar estos argumentos en el
próximo capítulo con un enfoque sólido.
La teoría del valor trabajo
Smith fue el inventor de la teoría del valor trabajo. Dicho en pocas
palabras, la teoría del valor trabajo plantea que el valor de un producto es
igual a la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario que se
requiere para producirlo. La frase “socialmente necesario” significa tener
en cuenta los niveles promedios de calificación y conocimientos de manera
116 Por supuesto que se podría producir más mantequilla sin esto si se quisiera sacrificar la producción de otros bienes como la carne de ternera. Para que exista más de todo lo demás después, se tienen que idear nuevos procesos productivos, nuevos trucos, con los mismos recursos, o haber más mecanización que permita utilizar otros procesos distintos a los que se están empleando.
142
que los bienes producidos por una persona no calificada que necesita el
doble del tiempo (o mediante un proceso anticuado ineficiente) no valen el
doble. Si una máquina (“Capital”) es utilizada, parte de ese trabajo que
llevó hacer la máquina debe contarse como un aporte a los bienes también.
El precio en que se vende un producto puede variar debido a causas
transitorias pero, de forma general y como promedio, los productos más
valiosos se venderán a un precio más alto. Pese a que Smith afirmara
también que el precio de una mercancía podía dividirse en tres partes:
salarios, renta (de factores escasos que se necesitan en el proceso
productivo) y beneficios (sobre el “capital” utilizado en el proceso),
pensaba que de alguna manera, en el último análisis, todo esto se dividía
en salarios –por ejemplo ya que los bienes de capital como las máquinas
eran al mismo tiempo el producto del trabajo realizado anteriormente.
Aunque sus enseñanzas sobre este tema son probablemente un poco
desorganizadas, se le puede atribuir a él tal vez la observación que, en el
último análisis, el trabajo es la limitación fundamental de lo que se puede
producir. El trabajo es realmente el factor escaso —toda la acumulación de
capital es trabajo acumulado creando las riquezas de las naciones a través
de los años. La teoría de la renta se dejó para que Ricardo y Marx trataran
de dilucidar, pero por simplicidad, se hará caso omiso a ella.
Por lo tanto, la teoría del valor trabajo es una teoría capitalista
peculiar. Las sociedades primitivas o feudales no tratan de calcular el
promedio de habilidades concretas (y carencia de estas) de los distintos
143
individuos para sacar una media de trabajo “socialmente necesario”. Ya
que la teoría de valor trabajo se desarrolló con el objetivo de explicar el
Capitalismo, no existe razón científica para suponer que esta sería útil para
analizar el Socialismo (si este último fuese a existir).
Los neoclásicos pensaron que la teoría del valor no era necesaria en
lo absoluto, y por lo tanto, abandonaron la teoría clásica en lo que respecta
a este tema. Los neoclásicos eran de la opinión de que el “valor”, a
diferencia del precio, era un tipo de misterio metafísico y que la economía
se ocupaba solamente del precio. Entonces los neoclásicos desarrollaron
una teoría del precio distinta117 a la de Smith, aunque utilizando los
conceptos de las curvas de la oferta y la demanda.
Sin embargo, como los problemas de la agregación han llamado el
interés últimamente, los méritos de la teoría del valor trabajo han sido
percibidos por los keynesianos y algunos teóricos neoclásicos como
Morishima118. Se debe aclarar que la teoría del valor trabajo no es un
juicio de valor moralizador sobre quién produce las cosas realmente. Con
Smith y después, la economía trata de ser una ciencia. Una de las
conclusiones de este libro es intentar fortalecer el caso para tratar el valor
del Capital como el resultado del trabajo incorporado en su producción.
117 El principio de la utilidad marginal, según se ha detallado a partir de Walras. Véase Francisco Zamora, Tratado de Teoría Económica, México, 1966, pp. 205 ss. La interrogante consiste en si la utilidad es meramente un misterio metafísico diferente. 118 Michio Morishima, Marx's Economics, Cambridge, 1973, pp. 18, 89, 194.
144
Las consecuencias sociales del interés personal
Adam Smith era un liberal clásico que, en sus días, era progresista.
Hizo énfasis en que nadie sabía mejor que uno mismo lo que mejor
conduciría a uno a alcanzar su propia felicidad o, por lo menos, que no se
debe confiar en nadie para cuidar los propios intereses (incluso si tal vez
los conocieran mejor que uno mismo). Por ende, un aspecto del patrón de
los precios de equilibrio del mercado libre es la estabilidad en el sentido de
que se autorregula. Si el precio de mercado es 10, ningún vendedor
voluntariamente venderá por menos que este, y ningún comprador
comprará por más. Así que si el precio de mercado, siendo un precio de
equilibrio, produce optimalidad y eficiencia, el egoísmo y la falta de visión
de los compradores y los vendedores están garantizados para aplicar esa
optimalidad y eficiencia. Esto fue lo que quiso decir Smith con que el
interés personal se armonizara para el bien de la sociedad. Desde
entonces, otros han hecho hincapié en esta naturaleza de autorregulación
del patrón de equilibrio de precios y cantidades.
Otro aspecto interesante en el que también von Hayek y otros
recalcaron fue el contenido informativo de estos precios y el origen del
mismo. Si la teoría del mercado libre es válida (y se aceptan los supuestos
que se han hecho es, aunque no totalmente válido, por lo menos útil para
analizar las situaciones estáticas de este capítulo), se puede pensar en las
decisiones sociales del sistema económico, las decisiones en cuanto a qué
145
cantidad de cada producto se produce, cuáles son los métodos para
producirlos, y quién recibe el producto para su disfrute, decisiones que
cualquier sociedad imaginable sí toma de alguna manera u otra, como las
que se toman (en el sistema de mercado libre) por los individuos que están
más estrechamente ligados a esta actividad. El productor, que
seguramente debe ser la persona que más conocimientos tiene sobre este
tema, decide cómo llevar a cabo el proceso de producción y cuánto
producir. Los consumidores, quienes mejor conocen sus propios gustos y
preferencias, deciden qué cantidad comprar, y esto resulta ser la misma
cantidad (debido a la propiedad de equilibrio del mercado) que se produjo.
Y así sucesivamente, afectando a todos, en todas partes. El proceso de
decisión ha sido descentralizado para que aquellos que tienen más
probabilidades de tener las mejores informaciones decidan al unísono
cómo hacerlo. De todas las informaciones concretas que existen en la
sociedad y que son útiles para alguien, estas no son distribuidas por igual
en cualquier parte. Aquellos que las necesitan, las obtienen, y en cuanto al
resto, los precios son todo lo que necesitan saber. Estos precios son como
el Reader’s Digest.
Sin embargo, es solamente autorregulación mientras las curvas de la
oferta y la demanda estén motivadas por separado por los beneficios, lo
que quiere decir interés propio. Si al desarrollar la teoría se descubre que
se requieren otras consideraciones para motivar las funciones de la oferta
o la demanda, como prácticas contables, conformismo social para un
146
consenso temporal, conceptos ad hoc de buenas prácticas bancarias, o
cualquier cosa, entonces ya no es autorregulación. Ya no son los intereses
propios de dos partes compitiendo cara a cara, donde cada una está muy
bien informada acerca de sus propios intereses, pero se pueden dar el lujo
de ignorar las necesidades o capacidades de la otra parte, lo que impone
un equilibrio justo. Smith y otros teóricos laissez-faire le prestan mucha
importancia a esta cualidad de autorregulación. Sin embargo, no se
presenta de forma automática solo porque un sistema sea un mercado
libre119, o debido a la ley de la oferta y la demanda. Es válida solamente
cuando las curvas de la oferta y la demanda suben por los mismos
motivos120 que subieron las de Smith, según hemos reproducido de forma
más explícita y detenidamente121.
Factores de producción
Smith pensaba que el móvil del interés servía como un motivo para la
acumulación de capital. Sin embargo, esto es más problemático de lo que
aparenta ser. Smith se refirió a tres categorías generales: la Tierra, el
Trabajo, y el Capital. Se entiende por Tierra todos los artículos productivos
escasos que no se pueden producir, y permanecen escasos incluso a largo
plazo. “Trabajo” quiere decir mano de obra y, “Capital”, bienes de capital,
es decir, ni dinero ni instrumentos financieros, sino artículos productivos
119 Ni siquiera automáticamente ante la ausencia total de fricciones u otras imperfecciones en el mercado. 120 A saber, razones racionales individualistas, comprensibles individualistas, utilitarias o, mejor dicho, motivaciones. 121 Aquí, a partir ya de las aclaraciones y revisiones de Walras y otros sobre Smith para beneficio la exposición.
147
durables que se producen, como por ejemplo canales, clavos, máquinas,
etc. En la actualidad, se tiende a incluir incluso cosas inmateriales bajo
capital, tales como la educación, el know-how general tecnológico y las
organizaciones. La Tierra, el Trabajo y el Capital son tres factores de
producción que, de forma general, entran en el proceso productivo de
cualquier cosa que se pueda imaginar. El pan utiliza la tierra para cultivar
el grano, los obreros para cosecharlo, transportarlo, hornearlo y los hornos
y los camiones para hornearlo y transportarlo. Cada factor recibe una
recompensa o ganancia por su papel en la producción, contribuyendo así al
costo de los bienes. La Tierra recibe la renta, los obreros reciben los
salarios, y el Capital los intereses o beneficios.
Ahora viene la característica distintiva de la teoría clásica que
abandonaron los neoclásicos. ¿Qué determina estas ganancias? Los
clásicos sostenían que los salarios eran un dato sociológico. El estándar
socialmente aceptable de un salario vital para los obreros era considerado
una subsistencia mínima. A los trabajadores se les pagaba lo suficiente por
eso y ya. Eso determinaba los salarios (por cuestiones de simplicidad, se
ignorará la renta y la Tierra en nuestros modelos). Los beneficios son
residuales: cualquier cosa que quede después de haber pagado los
salarios y los costos de los otros insumos, es un beneficio.
Para poder argumentar que el móvil del interés estimula el
crecimiento al impulsar la acumulación de capital, habría que decir
primero que la acumulación de capital significa una alternativa para
148
destinar más obreros con el objetivo que produzcan bienes de capital y
menos para producir bienes de consumo que si el caso fuese a la inversa.
En segundo lugar, que la mano invisible organizara la sociedad para
generar esto de forma automática, siempre y cuando la recuperación de
bienes de capital sea superior a que si fuese de otro modo. El primer punto
es muy bien aceptado, pero el segundo no, tal como se expondrá cuando se
analice la Controversia del Capital en el capítulo VI.
Ricardo y Marx trabajaron incluso en la teoría del crecimiento y
llegaron a la conclusión de que el problema no tenía solución –el
capitalismo no favorecía el crecimiento constante y no conduciría a elevar
cada vez más los niveles de vida. Los neoclásicos entonces consideraron
necesario analizar a Smith en varios aspectos y tratar de interpretar el
criterio de que el interés, o los beneficios, es el precio del Capital, el factor
de producción (debido a los supuestos simples de nuestro modelo, no
existe diferencia entre los intereses y los beneficios).
Para Smith, la economía es la ciencia de la asignación de recursos
escasos. El mecanismo de mercado libre hace la asignación. El precio es la
señal que simboliza lo que se debe hacer. El uso del capital tiene, por lo
tanto, que tener un precio, si la mano invisible va a asignarlo entre los
diferentes usos posibles de producción a los cuales se le puede poner.
Desde el punto de vista del capitalista individual, se está siendo
egoísta al negarse a comprometer el capital a la producción sin recibir el
mejor precio que se puede obtener. Esta motivación no tiene
149
absolutamente nada que ver con el riesgo, es análogo a la renta, de
manera que Marshall, de hecho, se refirió a esta como “cuasirrenta”. Smith
reconoció ese egoísmo. No trató de mitigarlo al decir que el capitalista de
alguna manera obtuvo los beneficios supervisando la empresa: esto se
cuenta como trabajo; o al abstenerse de no consumir el fábrica;capital –no
puede comer una máquina de la fábrica de azúcar; o al correr el riesgo:
porque reducir a la mitad los riesgos no significa reducir a la mitad la tasa
de rentabilidad. Smith dijo que la sociedad se beneficiaba del egoísmo
particular porque necesitaba un mecanismo de distribución que eliminara
la ineficiencia, estimulara la diversidad de bienes útiles producidos y
condujera al crecimiento.
Sin embargo, aquí es donde surge la debilidad del razonamiento de
Smith que ha hecho un gran esfuerzo para poner al Trabajo y el Capital en
un paralelo simétrico, en lo que concierne a los factores de producción
(aunque quedó para Walras ponerlos de forma explícita en un paralelo
totalmente simétrico). Así que Smith está imitando de manera implícita, en
su análisis sobre el incentivo de los capitalistas para invertir, su análisis
anterior sobre la ley de la oferta y la demanda para la los bienes de
consumo (consumidos fundamentalmente en la práctica por los
asalariados). O sea, ahora asume implícitamente que todos los (bienes) de
capital inundan el mercado y no existe acaparamiento, porque
anteriormente supuso que todo el maíz se había vendido porque de lo
contrario se hubiese podrido. Anteriormente, este tipo de supuesto de no
150
acumulación era muy superficial, pero por lo menos tenía lógica. Sin
embargo, ahora es peculiarmente ilógico: el capital es precisamente el bien
duradero por excelencia. Los productores estadounidenses operan
típicamente al 70% o menos de la capacidad, que debe ser considerado
como amontonar al 30%. El supuesto de Smith no es defendible. El
mercado de capital nunca llega a un equilibrio, ni siquiera de forma
aproximada.
Entonces, ¿qué significa equilibrio? Smith tendía a oscilar entre dos
concepciones diferentes. La primera era pensar que el equilibrio
significaba equilibrio de mercado, es decir, acciones vendidas y licitadores
satisfechos (que están dispuestos a hacer una oferta por encima del precio
de mercado para obtener más acciones de que las que ya obtuvieron). La
segunda era pensar qué significaba estancamiento; precios estables y sin
cambios en la producción o consumo, los actores anticiparían una situación
semejante interminable. Se puede decir que el punto fundamental en
común entre estos dos puntos de vista es que ninguno de los dos queda
dándose con la cabeza contra la pared. Pero ningún concepto es
precisamente satisfactorio. El primero no requiere acaparamiento, es
decir, nadie decide acumular existencias con la esperanza de contar con
precios más favorables después; se descarta la acumulación especulativa.
La última es evidentemente incompatible en una economía creciente que
fue, después de todo, el verdadero interés de Smith. Marshall, en 1890,
tuvo que admitir francamente que los métodos establecidos para los
151
análisis económicos eran inadecuados para realizar un estudio sobre el
crecimiento, pero Smith todavía se sentía optimista acerca de este tema en
1776.
En el próximo capítulo veremos lo que Walras y Marshall hicieron
para tratar de arreglar esto. Para anticiparse, seleccionaron el primer
concepto de equilibrio pero lo hicieron matemáticamente preciso. Dejaron
que los productores variaran la cantidad de bienes que sacaban al mercado
y analizaron el incentivo para oferta, que determina esta cantidad y el
incentivo análogo para el consumo, el cual explica la curva de la demanda.
En muchos aspectos, el modelo de Walras representa una
continuación e incluso una mejoría del análisis de Smith. Sin embargo,
existen algunas diferencias que resultan, a la luz de la Controversia del
Capital que aparece mucho después, ser más significativas de lo que se
pensó. En primer lugar, los capitalistas de Smith (que son los únicos
empresarios) emplean un enfoque de valoración a “coste total” (aunque
esto pueda parecer realista, es todo lo contrario al espíritu del análisis
utilitario individualista de las curvas racionales de la oferta y la demanda).
Para esto, Smith tiene que suponer que, de alguna manera, los capitalistas
ya conocen cuál es la tasa promedio de beneficios. Pero Smith no puede
decir una palabra en cuanto a cómo el mercado libre determina la tasa de
beneficios. Es un tipo de dato sociológico (como lo es el nivel de
subsistencia salarial que se le paga a los obreros, una vez más, ignorando
la oferta y la demanda). En otras palabras, Smith analizó un sistema que
152
tiene solamente un mercado libre a la mitad, y no un mercado totalmente
libre. Esto es más realista que Walras, pero solo porque es más psicológico
y menos doctrinario. Por lo tanto, es menos útil para poder conocer si, en
el impasse de hoy día, liberar el mercado un poco más es la dirección
correcta para aplicar reformas en el Tercer Mundo y en los Estados
Unidos.
Relacionado con esto está la otra diferencia entre el concepto de
Smith de un “factor de producción” y el de Walras de un “factor de
producción” que, para evitar cualquier tipo de confusión, Walras lo llamó
un “servicio productivo” (Samuelson genera la confusión al denominar
ambos conceptos por el mismo nombre, y en ocasiones estamos obligados a
utilizar su uso, que es estándar entre los neoclásicos). Para Smith, el
capitalismo disminuye, en su contabilidad, todo el trabajo concreto a un
tipo de denominador común más bajo: el trabajo abstracto, que cuando se
capitaliza, es uno de los tres factores de producción: Tierra, Trabajo y
Capital. También hace lo mismo con los otros dos. En particular, las palas y
los tractores hay que reducirlos de alguna manera a un denominador
común de “Capital”122 abstracto.
Para Walras, existen millones de diversos factores concretos de
producción: Cada trabajador es por separado, al no ser que se pueda 122 Evidentemente si nos encontramos en un punto de equilibrio (y suponemos que conocemos lo que significa equilibrio…) podríamos utilizar una unidad de cuenta como denominador común…pero explicaremos más adelante porqué se elude el problema. Según reconoció Smith, necesitamos una cantidad variable que tenga lógica incluso fuera del equilibrio. Es en este orden, dada la variable que a) se defina el concepto de equilibrio y b) formule las ecuaciones de movimiento que determine donde existe el punto de equilibrio. Sin esto, sería lógicamente circular utilizar los precios. Por este motivo, Walras no hizo la reducción.
153
intercambiar absolutamente por alguien más, un factor diferente. Un
elevador de carga que tiene 10 años es un factor diferente a uno nuevo. No
existe tal cosa como el “Capital” puro y simple. Solo existen todos los tipos
concretos distintos de bienes de capital.
Cada uno tiene su propio precio. Si para el concepto de Smith sobre
los beneficios relacionamos el concepto análogo de Walras sobre el “precio
de los servicios capitales” y le llamamos a este último “beneficios”
también, no obtenemos todavía una tasa de beneficios, porque incluso si se
supiera que este elevador de carga va a generar $1000 semanales de por
vida, o $52,000 al año, no se puede decir si es el 10% ó 20% o por el estilo,
ya que se desconoce el valor que hay que darle al elevador de carga de 10
años. Para Walras, no interesa cuál fue su costo de producción. El valor es
el resultado de la oferta y la demanda, de manera que al no ser que exista
un mercado libre líquido de elevadores de carga de segunda mano, se
desconociera cuál es su valor ahora. Para remediar esto, Walras trató de
cambiar su modelo de producción y consumo por el modelo de producción,
consumo e inversión, que para abreviarlo se denomina modelo del
crecimiento.
154
Capítulo V
La Teoría del Crecimiento Económico
El nuevo hecho económico a explicar y que llamó la atención en 1776
fue el crecimiento económico. Adam Smith, increíblemente, no reflejó en
su libro la Revolución Industrial que lo rodeaba. Pese a que el desarrollo
tecnológico pudiera ser en realidad el factor más importante que genera
un crecimiento económico y un nivel de vida más alto, sus causas y efectos
son todavía muy polémicos, y hay muy poco entendimiento al respecto para
poder formular una teoría. En su lugar, Smith señaló que la acumulación
de Capital era el ingrediente fundamental para elevar el nivel de vida de
las masas trabajadoras.123
Vale la pena analizar el aspecto puramente económico del
crecimiento, es decir, el tipo de crecimiento (o parte de este) que se
desarrolla por razones puramente económicas y no por razones
sociológicas, tecnológicas o biológicas. Por este motivo, nuestra idea
básica, desarrollada por Ricardo y Marx pero siguiendo la visión de Smith,
123 Y es posible que el crecimiento económico genere un desarrollo tecnológico, en lugar de ser todo lo contrario. No se ha llegado a ningún consenso, incluso ahora, sobre la teoría del desarrollo tecnológico.
155
es un mundo en el que no existe un crecimiento en la población, no
aumenta la productividad debido a los avances en la ciencia o
conocimientos de ingeniería, no se descubren nuevos productos, mercados
o continentes124. Los factores sociológicos como el desarrollo de la
innovación o valores culturales que recompensan el logro individual125 se
supone que son constantes. Todos los supuestos simples expuestos
anteriormente se mantienen en vigor excepto uno: ahora se le permite a
los productores producir (y comprar de cada uno de ellos) bienes de
capital, o sea, bienes duraderos (de hecho, por cuestiones de simplicidad
se está asumiendo que estos nunca se gastan) que aportan productividad al
proceso productivo de otros bienes sin llegar a ser utilizados o dañados en
el proceso de producción. Por ejemplo, una pala o un banco de trabajo.
Para introducir la teoría del crecimiento, comenzaremos con la idea
básica como la presentaron los economistas clásicos Ricardo y Marx
(siguiendo las nociones esenciales de Adam Smith) que son un componente
“agregativo” en el sentido de que se miden de alguna manera todos los
insumos de trabajo en “unidades” L de Trabajo, todos los bienes de capital
utilizados en el proceso productivo (o producidos para la venta) en
“unidades” C de Capital, y todos los bienes de consumo (o cualquier otro
tipo de bienes no duraderos) en “unidades” de producción O.
La economía puede dividirse (aproximadamente) en dos grandes
sectores: el Sector I que produce bienes de consumo, y el Sector II que
124 Es fácil ajustar el modelo ligeramente para permitir el crecimiento de la población. 125 Una manera más neutral de presentarlo sería decir, “…que ajusta las prioridades entre valorar la solidaridad y valorar el individualismo”.
156
produce nuevos bienes de capital (a los cuales se le puede llamar también
bienes de inversión)126.
Supongamos que existen 6000 unidades de Capital en la economía el
1ro de enero, 1864, 1200 unidades de trabajo L, y el proceso óptimo de
producción que utiliza estos insumos (y teniendo en cuenta la demanda) ya
ha sido seleccionado por el equilibrio competitivo. Supongamos que la
optimalidad ya haya conducido a la división de estos insumos entre los dos
sectores, y que el Sector I utiliza 5000 unidades de Capital y 1000
unidades de Trabajo, mientras que el Sector II utiliza 1000 unidades de
Capital y 200 unidades de Trabajo.
1864
Capital Trabajo Producción Oferta
Dept
I
5000 1000 3000
Dept
II
1000 200 1200
Supongamos que con estos procesos productivos en el año 1864, el número
de unidades de producción127 del Departamento I es 3000 y el número de
126Para los fines de este artículo, no se ignora nada esencial si se ignoran los bienes intermedios que no son para los consumidores, ni son duraderos como los bienes de capital, tales como el benceno. 127 O se le puede llamar “valor” de la producción ya que los clásicos (Smith, Ricardo…) creían en la Teoría del Valor Trabajo y hacían una distinción entre el valor y el precio de
157
unidades de bienes de inversión del Departamento II es 1200. Los bienes
de consumo se agotan evidentemente en el próximo período, del año 1865.
Ambos sectores pueden utilizar los nuevos bienes de capital,
suponiendo que los capitalistas del Departamento I compran 1000
unidades, y los capitalistas del Departamento II retienen 200 unidades.
Entonces el próximo período de producción tiene más Capital disponible.
Se supone que el rendimiento del Capital disminuya ya que la cantidad de
Trabajo no aumentó. Por ende, a pesar de que la cantidad de Capital haya
aumentado un 20%, se puede decir que la cantidad de producción aumenta
solamente un 15%.
1865
Capital Trabajo Oferta
Dept
I
6000 1000 3450
Dept
II
1200 200 1380
Es evidente que ha habido un crecimiento económico. El importe
total de bienes de consumo aumentó un 15% y aumentará más.
mercado.
158
Este análisis no se basa en motivaciones individuales. Debido a que
el nivel de vida aumentó, tal vez los individuos quieran cambiar la
proporción de ingresos que gastan en los diferentes productos que están
disponibles. Asimismo, la distribución de todos los recursos agregados de
la sociedad entre los dos departamentos pudiera cambiar con el tiempo al
igual que la acumulación de Capital. Esta idea puede resultar útil en
ocasiones como una guía muy general en la realidad, pero ¿Por qué el
aumento de 1200 en el Capital se divide entre los dos departamentos en
1000 : 200 en lugar de otra forma? Posiblemente la proporción exigida por
los capitalistas en el Departamento I va a disminuir porque mientras mayor
sea la cantidad de O, los beneficios de los consumidores no se
incrementarán de igual manera debido a la utilidad marginal decreciente.
Este modelo ha sido analizado con más detenimiento para tomar en
cuenta estas consideraciones desde dos puntos de vistas diferentes. En
primer lugar, se han introducido más supuestos rudimentarios pero
efectivos al estilo smithiano para asumir como premisa las variaciones de
la demanda agregada basado en los márgenes decrecientes. Nuestra
suposición de rendimientos decrecientes pudiera significar que la
productividad no aumenta de forma constante pero sí de manera
indefinida, y ya que existe el mismo número de personas (el capital no es
solamente mayor, sino más “hondo”), hay más bienes per cápita y por ende
un mayor nivel de vida. Además, debido a que la productividad de cada
trabajador aumentó, la teoría económica sugiere que el salario aumente
159
también. Sin embargo, debido al rendimiento decreciente del Capital, la
productividad de cada pieza del Capital disminuye en la medida que este
proceso avanza, así que la teoría económica sugiere que los rendimientos
del Capital disminuyen de forma constante. No obstante, este era un
análisis smithiano rudimentario pero efectivo sobre el que se hicieron una
gran cantidad de supuestos extras que todavía no se han aclarado siquiera
debido a problemas más importantes. Veremos más adelante en el capítulo
sobre la Controversia del Capital que existen problemas peculiares a la
hora de definir el significado de “cantidad de Capital” en total, a
diferencia del número de palas que es una cosa evidentemente física (pero
¿cómo comparar las palas y los tractores? Smith utilizó la teoría del valor
trabajo, pero los neoclásicos la rechazaron en favor de la utilidad. Por este
motivo, ya que ni las palas y ni los tractores tienen ninguna utilidad en el
sentido técnico teórico económico de la palabra, se necesita una línea de
argumentos más amplia y más delicada).
Por lo tanto, en segundo lugar, el enfoque “desagregado” de la teoría
del crecimiento trata de ser análogo con el enfoque walrasiano en el
capítulo anterior. No acepta utilizar la misma “unidad” imaginaria para
medir una pila de 100 palas y una de 2 bulldozers, ni el supuesto de que tal
comparación (especialmente si no hay un equilibrio en la economía) sea
incluso posible128. Este insiste en utilizar una variable para el número de
128 De igual modo que la teoría walrasiano-paretiana no comparó las utilidades de los distintos individuos.
160
palas, y una variable diferente para el número de bulldozers. No existe
lugar en sus ecuaciones para C, L u O.
El modelo de crecimiento de equilibrio general
En el modelo anterior de producción e intercambio se incluyó
solamente la producción de bienes que se consumen de forma inmediata:
consumidos por consumidores o agotados en el proceso de producción.
Nuestro modelo de crecimiento incluye la producción de bienes duraderos,
bienes de capital que potencian la productividad del proceso productivo
pero que no se agotan. Su producción es para la venta o uso, pero como
siempre, es más claro desde el punto de vista conceptual si se asume que
es para la venta, como en el capítulo anterior que era conceptualmente
más claro asumir que los agricultores le vendieran todos sus productos a
un subastador y luego compraran nuevamente todo lo deseen comer.
Tenemos, al igual que antes, dos clases de actores: los consumidores
y los productores. Existen ahora tres sectores de la economía (mientras
que antes eran dos solamente). Un sector produce materias primas para
los otros, por ejemplo, para la extracción (minería, etc.). Este sector utiliza
la mano de obra, bienes de capital (maquinaria) y materias primas como
insumos---al igual que los otros sectores. Otro sector produce bienes de
consumo como alimentos y ropa (se deben omitir los bienes duraderos en
nuestro modelo básico). El tercer sector produce nuevos bienes de capital
161
(maquinarias, almacenes, talleres, etc.) para que los inversores los
compren.
Todos los supuestos simples mencionados anteriormente se
mantienen en efecto. Debido a que no se tendrá en cuenta la necesidad de
realizar mantenimientos, reparaciones, amortizaciones, y un eventual
cambio de maquinarias, toda la producción de nuevos bienes de capital
aumenta el capital total de la sociedad. Ya que se asume, como siempre,
que no hay crecimiento en la población, cualquier aumento en el capital
total es también un aumento en el capital per capita, por ejemplo, por
obrero; conocido como “aumento del capital con respecto al trabajo”. Un
obrero que utilice un destornillador eléctrico en lugar de uno manual es
más productivo129. Lo mismo que el cultivo de la tierra se haga mediante el
uso de la maquinaria y grandes cantidades de fertilizante en vez de la
cosecha manual y el empleo de fertilizante natural130.
Ahora se necesita analizar las motivaciones de las curvas de la oferta
y la demanda. Walras y otros neoclásicos estaban interesados en una
129 ¿En qué sentido un destornillador eléctrico es un capital “mayor” que uno mecánico? (Para Smith, Ricardo, Marx, porque se incorporó más “trabajo” en su producción). En cierto momento, el destornillador eléctrico (probablemente) cuesta más, de manera que un walrasiano pudiera intentar utilizar el precio. Sin embargo, considerar que en algún momento hace 150 años cuando los destornilladores manuales eran lo normal, y comparar su precio en aquel entonces con el precio de un destornillador eléctrico ahora, resultaría muy difícil. Véase Robinson, Teoría económica y economía política, Barcelona, 1975, pp. 65-73. Puede que haya un problema entonces al considerar la intensificación del uso del capital como un proceso que tiene lugar en el tiempo. Mejor se considera, como en los capítulos anteriores, comparar dos universos paralelos. Este problema será difícil e insuperable. 130Curiosamente, quizás no sea más productivo cuando se mida en otras unidades, dígase calorías consumidas, ya que el combustible y los fertilizantes artificiales representan una infusión masiva de calorías en el proceso. Véase Susan George y Nigel Paige, Food For Beginners, Londres, 1982 y Norman Levine, ed., Human Ecology, North Scituate, Massachusetts, 1975, pp. 35, 329-332.
162
justificación utilitaria individualista pero los bienes de capital no tienen
utilidad (en el sentido técnico de la palabra en el terreno de la teoría
económica), de manera que se requiere un enfoque indirecto como se hizo
anteriormente. Debido a que son duraderos, el enfoque que se utilizó
anteriormente no funcionará y tendría que ser incluso más indirecto.
Oferta y demanda
Las funciones de la oferta serán las mismas si se asume como antes
que cada productor gasta todos sus beneficios en utilidad inmediata131.
Estamos suponiendo, entonces, que solamente los consumidores compran
bienes de capital. Para los productores, entonces, la maximización de
beneficios es igual a la maximización de utilidades, al igual que en modelo
anterior. Por lo tanto, los productores, que son individuos utilitarios
racionales, deciden maximizar los beneficios con su capital social dado y no
les interesa absolutamente si producen tractores o maíz. El análisis del
principio básico individualista utilitario racional para las curvas de la
oferta permanece invariable.
La demanda de los bienes de consumo es como antes (asumiendo
nuevamente que no hay acaparamiento ni bienes de consumo duraderos):
cada consumidor observa los precios dados y su existencia de bienes que
se puede vender en el mercado en esos precios (en la práctica, el stock 131 Esto es peor que ser poco realista. Es perverso. Pero si se puede resolver el otro, entonces en otros problemas más complicados que surjan pronto se podrá cambiar este supuesto por uno más realista.
163
principal son las horas de trabajo que se ofrecen, por lo que el precio
principal que se ve es la tasa salarial). Esto les dice el presupuesto que
tienen que gastar. Entonces, observando los precios dados de los artículos
que pudieran comprar por las utilidades o satisfacción que puedan dar,
deciden la cantidad que van a solicitar según el principio de la
maximización de utilidades. Cada actor es una pequeña máquina
maximizadora. Por ende, como antes, para cada individuo la cantidad
demandada es una función de todos los precios de todas las cosas. Para el
mercado como un todo, la demanda agregada132 es simplemente la suma de
todas estas demandas individuales.
La demanda de las materias primas que se consumen en el proceso
de producción es también como antes, si se asume que todas las utilidades
se gastan inmediatamente al comprar bienes de consumo que generen
utilidades para el disfrute del productor.
Pero, ¿De dónde surge la demanda de los nuevos bienes de capital?
Se puede hacer una distinción útil para los bienes duraderos. El
propietario de un edificio es una cosa, su renta es otra. Esto se aplica a las
herramientas, máquinas y fábricas también. Walras señala que la renta de
un bien, digamos por un día, equivale a la compra de su servicio por ese
día. Ahora, los servicios de una herramienta en la actualidad son
perecederos aun cuando la herramienta no lo sea. De manera que los
servicios de todos los bienes de capital existentes se lanzan al mercado por
lo que se puedan vender (y pudiéramos haber reestructurado el modelo 132 Por un bien específico como el pan.
164
anterior para tener en cuenta este---pero no hubiera cambiado nada de
forma sustancial).
Se deduce que la demanda de los servicios de los bienes de capital
(existentes) se puede justificar de la misma forma que se hizo la demanda
de materias primas. La tenencia de capital le permite a uno ofrecer a la
venta sus servicios en cada período, y a través de nuestro análisis anterior
se obtendrá un precio por estos servicios determinado por las leyes
normales de la oferta y la demanda (el que compra los servicios lo hace
exactamente como si comprara petróleo combustible que se va a utilizar en
el proceso de producción). Es posible que este precio pudiera ser diferente
en cada proceso de producción, pero el propietario puede esperar recibir
un flujo de dinero.
Ahora considérese una versión analógica puramente financiera de
esto. Si nos abstraemos del material que nos concierne, se puede
considerar la posibilidad de un agente económico que ofrece un contrato
financiero, un bono, al mercado libre: en lugar de un pago de una suma
global, el agente acuerda pagar una unidad de un numerario en cada
período siempre; en otras palabras, una anualidad. Esto equivale, desde el
punto de vista de incentivo, a un productor de un nuevo bien de capital
ofreciéndolo a la venta en el mercado libre. El primer paso para entender
la motivación de comprar bienes de capital es analizar la demanda
individualista utilitaria racional por ese bono133. Si se tiene una previsión
133 Un comprador de un nuevo bien de capital está esencialmente comprando una serie de pagos futuros, como el que compra un bono. La motivación de estos es la misma que la del que compra una anualidad.
165
perfecta de todos los precios futuros de los bienes de consumo, entonces se
podrá conocer cuáles son las utilidades que se pueden comprar en el
futuro con esa serie de pagos, y se podrá decidir cuáles darán una mayor
satisfacción. Esto quiere decir que se puede seguir aumentando el
porcentaje de sus ingresos destinado a los ahorros hasta que se obtenga
una cantidad igual de satisfacción a partir de las perspectivas de la futura
serie de utilidades como la que se obtiene a partir del consumo actual
precedente. Esto se denomina transacción intertemporal o sustitución
porque sucede entre dos tiempos diferentes134. Ahora, según la hipótesis
restrictiva de que solamente se puede disfrutar la serie futura de pagos
que se obtuvieron a partir de la renta de los servicios de los equipos y que
nunca se puede considerar obtener una ganancia o pérdida de capital y
que se tiene una previsión perfecta del futuro, esto es razonablemente casi
igual al tipo de motivación utilitaria, individualista y racional que se solía
tener, la única diferencia es la naturaleza intertemporal de la
comparación135.
Esto es lo que ha pasado a ser el tema de la génesis de la curva de la
demanda de los bienes de capital.
134 Esto genera muchísimas interrogantes: no esta claro que esto sea del todo el mismo tipo de problema que enfrentaban los consumidores anteriormente, ni tampoco queda claro porqué se debe tener una respuesta. Lo que sí es cierto es que los consumidores o inversores sí toman tales decisiones. Sin embargo, Walras y otros economistas presuponen que ellos hacen esto por las mismas razones que hacen las transacciones entre los bienes competidores en el mismo momento. Esta es la diferencia entre las teorías de “expectativas” walrasianas y keynesianas. 135 Si se asume que las personas son impacientes, aún se tiene otro supuesto técnico que desde el punto de vista matemático resulta ser el mismo supuesto antiguo de convexidad. Entonces, la matemática es invariable desde el modelo anterior aun cuando los significados económicos de las cantidades y preferencias hayan variado significativamente.
166
Walras y el consenso de los economistas modernos de mercado libre
presuponen en modelos simples de la teoría del crecimiento que el
consumidor o inversor racional decide qué por ciento de su limitación
presupuestaria gasta en bienes de consumo ahora y qué porcentaje
(denominado ahorros) gasta en consumos futuros al comprar un bono
mediante el tipo de malabarismo que ya describimos en el verdadero
modelo de intercambio: si la satisfacción que se debe recibir al gastar un
dólar extra en cualquier producto ahora es mayor que la satisfacción
recibida ahora a partir del prospecto de la serie extra de consumo en el
futuro de $0.01 cada semana, entonces sería irracional ahorrar y viceversa.
Estos plantean que las personas son impacientes, y para motivarlas a que
se priven de las utilidades ahora, se les debe ofrecer una mayor cantidad
de utilidades en el futuro 136. Eso es visto como la fuente de rendimiento
del Capital desde el punto de vista de la oferta de ahorros. La persona que
ofrece el bono debe utilizar el dinero adquirido para producir un bien de
capital mediante el cual se ingrese el flujo de dinero futuro que se necesita
para compensar al comprador del bono.
O sea, la oferta de Capital proviene del ahorro137 que está motivado
por la necesidad de recompensar la “espera”. La demanda de Capital surge
136 Pero esto es irrelevante para la lógica del modelo: Samuelson y Robinson hicieron modelos en los que hay personas que prefieren el consumir después y no ahora, por lo menos hasta cierto punto, y por ende van a pagar una prima para hacer esta transacción intertemporal. Esto fue desarrollado aún más por el profesor Modigliani y otros en la llamada “hipótesis del ciclo de la vida”.137 Lo que se expresa aquí es el punto de vista de los economistas clásicos y neoclásicos. Es un criterio totalmente equivocado, como también se podrá apreciar en los próximos capítulos, incluso en la teoría para una economía con facilidades de créditos y un sistema bancario. En los años 30, Keynes revolucionó la economía al desarrollar una teoría de inversión más realista, más sofisticada y más social.
167
a partir del hecho de que los bienes de capital mejoran la productividad y
por lo tanto pueden aumentar los beneficios si los precios de los bienes de
capital son lo suficientemente bajos.
Esto permite que haya un crecimiento económico sin haber siquiera
nuevos descubrimientos o desarrollo científico. Es el aporte al crecimiento
económico en el mundo real hecho por la intensificación del uso de capital,
y valdría la pena estudiar en un modelo que comprenda nuevos
descubrimientos (o nuevas guerras y nuevas enfermedades…) Si la
demanda de bonos es positiva en equilibrio, entonces se producirán nuevos
bienes de capital para responder a esta demanda y la economía tendría un
crecimiento por definición. Lo que es mejor aún, la productividad del
trabajo en la economía crece138.
Dos problemas significativos
Evidentemente hay un problema aquí que Walras no resolvió salvo de
forma arbitraria. El dinero ahora significa utilidad, y debido a que se
conocen los precios con certeza, esto no es un problema. Pero el dinero se
puede traducir después en utilidad solamente si el consumidor o inversor
conoce con seguridad los precios de los bienes de consumo después.
Debido a que la economía esta creciendo de hecho, posiblemente cambie y
138A pesar de que la productividad del Capital haya disminuido, Walras dijo haber demostrado desde el punto de vista matemático la ley de la tendencial de la disminución de la tasa de beneficios. Se desconoce si él conocía las ideas de Marx con relación a este tema, que eran más o menos contemporáneas.
168
el patrón de los precios futuros tal vez no sea el mismo que ahora. Parece
que se necesita que el consumidor pueda prever el futuro con suficiente
certeza para motivar sus transacciones. Esto se denomina previsión en la
literatura económica sobre este tema, y para ver cuántas utilidades se van
a obtener en el futuro a cambio de la paciencia en el presente, el inversor
necesita tener una previsión perfecta. Este problema ha sido muy debatido.
Walras lo postergó de manera bastante deliberada, sin la intensión de
retomarlo después (es muy razonable que un científico fabrique un
problema y lo deje como legado para generaciones futuras, siempre y
cuando se haga de forma tan explícita como lo hizo Walras). Tenía que
asumir que el disfrute ahora de la posibilidad de un flujo de numerario
después era la motivación de la compra de un bono o la producción de
nuevos bienes de capital. El disfrute de un sueño ahora (incluso, o
especialmente cuando el sueño sea acerca del futuro) es una utilidad que
se puede y es comparable con otras utilidades más tangibles. Esto resuelve
(o evita) cualquier problema lógico y le permite a Walras adaptar la
derivación de la curva de la demanda de nuevos bienes de capital en el
paradigma de la teoría del equilibrio general.
Quizás haya otro problema menos obvio que Walras notó y, una vez
más, “resolvió” meramente al presuponer que no se permitía que existiera.
El comprador o productor de un nuevo bien de capital, exactamente al
igual que el comprador de un bono, no tiene solo la expectativa de un flujo
de pagos sino el derecho a vender ese bien (o bono) a una tercera parte y
169
recibir una suma global mucho más grande. ¿Qué pasaría si el precio
futuro del producto fuese más alto? Entonces esta revalorización del activo
pudiera ser una motivación mucho más importante que el flujo para
demandar los bienes de capital ahora. Si existe de todas manera una
previsión perfecta sobre los bienes de consumo, es difícil poder apreciar
porqué no hay una previsión perfecta sobre la futura revalorización del
activo (o depreciación) que aumentará debido al incremento futuro de la
demanda (o disminución de esta) de los bienes de capital. Para evitar este
problema, Walras presupuso de forma explícita en sus modelos de la teoría
del crecimiento que los bienes de capital existentes no se podían revender
en el mercado, ni los bonos existentes se podían negociar. El mercado libre
se concentró solamente en nuevas emisiones de bonos y nueva producción
de bienes de capital. Reconoció que las complicaciones extras al permitir
consideraciones sobre la revalorización de activos para motivar la
demanda de bonos serían difíciles de solucionar.
Por lo tanto, estos son dos problemas serios. Fue necesario evitarlos
al hacer esta restricción artificial sobre el modelo porque si no, entonces
un bono (y de hecho cualquier bien duradero, incluso el chocolate) puede
servir como función monetaria en la sociedad. Para repetirlo de forma más
precisa, las dos presuposiciones que se hicieron y fueron forzadas
arbitrariamente sin dar ninguna razón fundamental son: a) los
consumidores tienen una manera de comparar las utilidades actuales con
un flujo de dinero futuro (no utilidades), y b) no hay mercado en los bonos
170
o bienes de capital existentes. Siempre que se acepten estas
presuposiciónes artificiales, habrá una curva de la demanda para los
bonos139 porque para cada conjunto de precios de los otros bienes, los
consumidores / inversores deciden qué porcentaje de sus ingresos destinan
a los ahorros y cuál al consumo, y la decisión se basa en una relación de
compensación entre la satisfacción recibida a partir del consumo actual y
la mera previsión ahora de un futuro flujo de dinero. Entonces la curva de
la oferta sería como antes para cualquier insumo del proceso de
producción. El concepto de equilibrio es equilibrio del mercado como en el
primer modelo.
Un tercer problema es el supuesto en el que ninguno de los actores
ejerce una influencia sobre los precios. Tendríamos que asumir también
que ningún individuo puede, por acciones estratégicas, afectar los precios
del mercado. Esto parecía razonable cuando la proporción de todos los
bienes disponibles por parte de cualquier actor individual era desdeñable.
Esto es una parte importante del supuesto de lo que se conoce como “pura
competencia” e incluye el supuesto de que no existen monopolios. Este
supuesto es menos razonable cuando los bonos se ofrecen a la venta. Un
empresario individual puede ofrecer cualquier cantidad de bonos porque
se autofinancian. Lo recaudado a partir de sus ventas al público es lo que
financia el proceso de producción de los nuevos bienes de capital. No hay
un límite inicial (basado en los recursos que posee el empresario) que
pueda jugar el papel de una limitación presupuestaria. Un individuo 139 y por ende los bienes de capital.
171
pudiera, al ofrecer más que todos los otros, acaparar el mercado de un tipo
particular de un nuevo bien de capital, o incluso de la producción total de
todos los bienes de capital. El supuesto de que los actores individuales no
influyen en el precio no se aplica a través de cosas inmateriales, con
producción potencialmente ilimitada.
En todos los modelos anteriores, si cada individuo tenía la misma
cantidad de recursos económicos y había un millón de individuos, era
evidente que todos eran, aproximadamente agentes económicos sin
influencia en el precio. Pero en este modelo, puede que un actor no tenga
ningún tipo de recurso, y sin embargo le ofrezca bonos a todo el resto de la
economía a un precio de mercado determinado. Así que es también obvio
que haya guerras de ofertas y que los individuos no sean agentes
económicos sin influencia en el precio. Walras descartó esto mediante una
regla institucional, prohibiendo tales acciones porque introdujo de forma
explícita un individuo que estaba por encima del mercado, no un actor,
pero un “subastador” desinteresado que actuaba como una cámara de
compensación. Las alianzas estratégicas y las guerras de ofertas
estrategizadas se descartaron mediante la regla institucional en la que
ningún individuo podía hacer un contrato con los otros, o ni siquiera
comunicarse mutuamente, y que todos los acuerdos se hacían con el
subastador. Siempre se ha esperado que esto fuera una simplificación
temporal conveniente para hacer la teoría más fácil de formular, pero ya
ha transcurrido un siglo y medio y nadie ha pensado cómo formular una
172
Teoría del Equilibrio General que se pueda resolver sin la institución del
subastador. El motivo es este tema de los bonos. Se puede eliminar al
subastador de los modelos anteriores pero no de este.
Es poco razonable tener una limitación institucional significativa en
un modelo de mercado libre. En el mundo real, la motivación principal de
muchos inversores es de hecho la posibilidad de la ganancia de capital. En
el caso específico de las inmobiliarias destinadas a la renta en áreas
residenciales, el pago de las rentas recibidas cubren solamente los costos
de hipoteca, seguro, impuestos, mantenimiento, y los costos de
administración (como los desalojos y mostrarle la propiedad a nuevos
arrendatarios potenciales) –excepto en los barrios marginales donde se
puede obtener verdaderos beneficios. La motivación principal para invertir
en estos inmuebles es que se espera una revalorización del activo. A esto
se le denomina motivo especulativo.
Los diferentes significados de la palabra “dinero”
Hemos aplazado una serie importante de distinciones hasta ahora.
En ocasiones se ha aclarado que el modelo no incluye nada que sirva como
dinero, más bien es esencialmente un trueque y los intercambios se hacen
como si fuese a través de una cámara de compensación central, como si
todo ha sido negociado de forma simultánea después de los contratos. Sin
embargo, en estos momentos todavía se utiliza la palabra “precio” que
173
carece de significado en el trueque, y asume un patrón monetario de valor.
En otras ocasiones, se ha hablado intuitivamente acerca del dinero y hasta
ahora cualquier confusión posible hubiera sido inofensiva. Pero ahora
vamos a hacer un paréntesis para aclarar la diferencia entre la moneda
imaginaria y el dinero como medio de intercambio, y aun más, el dinero
bancario. Los clásicos nunca lograron entender la naturaleza del sistema
bancario moderno y lo que se conoce ahora como “dinero” no se parece en
lo más mínimo a lo que los clásicos y neoclásicos llamaban en la teoría
económica “dinero”. Lo que llamamos hoy día “dinero” sin prestarle la
debida atención es técnicamente el “dinero bancario” y no se puede
incorporar fácilmente en la economía política clásica o la Teoría del
Equilibrio General de Walras, pero es el tema de una rama separada de la
teoría económica llamada “teoría monetaria” y se va a posponer hasta el
próximo capítulo140. En los siglos XVIII y XIX la palabra “dinero” significaba
más bien un producto como la plata o el oro convertido en una moneda.
Economistas como Marx se refirieron a esto de forma más explícita como
“dinero mercancía”. En nuestros modelos, se ha asumido que el dinero en
este sentido no existe porque es ciertamente duradero, y su demanda no se
ajusta en lo absoluto a nuestro marco de utilidades. Los economistas
140 Obviamente, la separación de la teoría económica en dos ramas distintas es tan poco satisfactoria como la división entre la química y la física que han existido por más de cien años. Desde la época de Lavoisier hasta Linus Pauling, la química era incompatible con la física. Es por ello que Pauling recibió un Premio Nobel por haber explicado el vínculo de la química mediante la física fundamental. Esto significó finalmente que la física y la química se podían considerar como parte de la muy bien elaborada teoría fundamental, la Mecánica Cuántica. Pero todavía no hay un acuerdo sobre una teoría económica muy bien fundamentada que incluya la Teoría del Equilibro y la Teoría Monetaria. Según se podrá apreciar después, algunos economistas distinguidos piensan que la reconciliación es imposible. Véase pp. 107 supra y 312 ss. infra.
174
clásicos y neoclásicos comenzaron asimismo sus series de modelos
abstrayéndose del dinero mercancía, aunque siguieron elaborando modelos
complicados con otro sector, un sector minero que producía dinero
mercancía: reflexionando retrospectivamente, esto era un callejón sin
salida y una complicación innecesaria. El “crédito” es realmente la
complicación que se necesita.
La moneda imaginaria o numerario es simplemente un mecanismo de
contabilidad que utiliza la cámara de compensación para llevar la
contabilidad de todo el mundo y que los actores económicos individuales
usan para hacer sus planes. Por ende, los precios se expresan en una
unidad estándar irreal que es sólo una forma de hablar. La cámara de
compensación no es un banco y nadie puede ahorrar una forma de hablar
para utilizarla después. No hace falta siquiera ser realmente una cámara
de compensación, ya que después de todo, cada transacción se realiza
entre dos individuos que intercambian dos bienes que el mercado
considera que valen lo mismo, y que es realmente un trueque. Los precios
expresados en numerario son sencillamente una forma de hablar sobre el
trueque. Pero este capítulo ha introducido un bien duradero que se puede
comprar en el mercado, la maquinaria, y un instrumento financiero, el
bono, que también es duradero.
Los clásicos hablaban sobre “el dinero como una reserva de valor”,
una forma de poseer un valor de mercado para después pero no consumirla
ahora. Nuestro modelo de crecimiento es el primer modelo en el que esto
175
es posible, y se logra mediante la compra de un bien de capital con el
numerario de uno. Esta es una forma primitiva de préstamos y ahorros.
Entonces, lógicamente la maquinaria hace una de las funciones clásicas del
dinero, puede servir como una reserva de valor y si hay que asumir una
previsión perfecta de todas maneras, el dinero del mundo real no tendría
ventaja en nuestro modelo imaginario sobre la maquinaria. Así que viendo
las cosas retrospectivamente, la maquinaria sería un dinero mercancía si
solo se permitiera revenderla. Walras estipuló en su modelo que no se
puede revender ya que comprendió que sin esta condición su modelo ya no
funcionaría: las complicaciones de la teoría monetaria harían impotentes a
sus métodos de análisis de equilibrio.
Expectativas
El primer problema significativo ha sido muy debatido. Los
inversores tienen que comparar el flujo del ingreso monetario futuro
(factor-beneficio) con la utilidad actual no percibida en esta transacción
intertemporal. Entonces pueden tener una idea en cuanto cuál será el
ingreso monetario. Esto se conoce como expectativa.
Uno de los intentos realizados para simplificar el modelo ha sido las
expectativas estacionarias, en el que cada inversor asume que el precio
actual de los servicios de los bienes de capital se mantendrá invariable de
forma constante, y las expectativas adaptables, donde los inversores
176
utilizan algún método simple de extrapolación para predecir el futuro. Pero
solamente las expectativas racionales, mediante las cuales se predice el
futuro fielmente con una previsión perfecta, son realmente compatibles
con los objetivos del modelo. Se pudiera decir que el utilitarianismo
racional requiere una previsión perfecta en una forma típicamente
newtoniana. La trayectoria de crecimiento que sigue la economía depende
fundamentalmente del tipo de expectativa que se utilice … esto es una
contradicción con la expectativa de los economistas clásicos y neoclásicos
que el comportamiento dependía, en caso que los actores fueran
racionales, solamente de las llamadas “fuerzas reales” de la productividad,
escasez, y preferencias utilitarias.
En cambio, Keynes revolucionó la teoría económica al prescindir de
la microbase, la idea de la maximización de utilidades en la curva de la
demanda del capital en la motivación para las inversiones. Para formular
una teoría más realista, dejó que las expectativas estuviesen determinadas
por la psicología, la mentalidad colectiva o cualquier otro tipo de proceso
social (como la política) que sí generan un consenso entre las personas. Así
que en este momento crucial, en lugar de un principio microbasado de
maximización para equiparar las inversiones y los ahorros, hizo que las
expectativas fueran la causa del macronivel de inversiones que a su vez
determinaba los ingresos y este entonces la cantidad de ahorros.141 La
igualdad de inversiones y ahorros es una macroecuación en vez de un tipo
141 Amit Bhaduri, Macroeconomía, México, 1990, trata de esta inversión del principio de causalidad, pp. 90, 92, 117, y passim.
177
de ecuación sobre la que se ha hablado en los últimos dos capítulos (la que
surge a partir de las motivaciones de la maximización individual de
utilidades que conduce a ofertas a un subastador ficticio).
La teoría de Keynes sobre las expectativas es más realista. Sin
embargo, el proyecto de este libro es investigar posibles alternativas para
la realidad, incluyendo la posibilidad de un mundo económico en el que
todos sean racionales, no haya mentalidad colectiva, y las expectativas
tengan un fundamento racional. Si142 es posible incluso en principio tener
una previsión perfecta basada en consideraciones individuales de
utilidades calculadas racionalmente, entonces se puede culpar por el
desempleo a individuos irracionales e instituciones (como las regulaciones
bancarias) que obstruyen el libre juego de la maximización individual de
utilidades. Pero si esta previsión perfecta es imposible, entonces el propio
concepto de equilibrio se torna conjetural ya que está basado en
expectativas conjeturales. Si hubiese una previsión perfecta, entonces el
dinero, como lo concibió Keynes, se hace relativamente innecesario. Si no
hay previsión perfecta, entonces cualquier bien duradero puede hacer las
funciones monetarias y todo el fenómeno del auge y colapso se hacen
posibles, los cuales son fenómenos sociales porque las expectativas fueron
hechas socialmente y no de forma individual (esto se aclarará después del
Capítulo VII).
142 Esto anticipa uno de los temas fundamentales de este libro, aunque no se puede explicar totalmente hasta después de los capítulos sobre la teoría keynesiana.
178
Walras pospuso este problema porque supuso que cualquiera que
fuesen las expectativas de los inversores sobre las utilidades futuras, era el
disfrute del sueño ahora de estas utilidades lo que motivó su demanda de
bonos. Esto es un cambio peligroso en el uso del concepto de utilidad. El
capítulo anterior trataba sobre los consumidores cuyo juicio sobre las
utilidades era de hecho subjetivo, pero estaba sujeto a un bien real de
algún tipo, de manera que tenían cierta estabilidad. La teoría de la
demanda basada en la utilidad subjetiva no sería muy útil si los juicios de
las personas sobre las utilidades pudieran cambiar drásticamente dentro
de un período muy corto de tiempo sin tener en cuenta las fuerzas reales
fundamentales de la economía. Esto significaría que la curva de la
demanda estaría sujeta a cambios impredecibles, imprevistos.
Sin embargo, esto es exactamente lo que sucede con una curva de la
demanda basada en la utilidad de un sueño. El disfrute de un sueño puede
ser perturbado de manera muy severa si todos los demás se burlan de este,
o si los sucesos futuros decepcionan los sueños actuales de uno, entonces
es menos probable que uno disfrute sueños semejantes en el futuro. Dentro
de los detalles técnicos de la teoría de la utilidad hay un supuesto
179
importante que no nos tomamos el trabajo de explicar en su momento: se
asume que el disfrute de un producto no depende del comportamiento de
otras personas, y esto es más o menos cierto en el caso de la mayoría de
los bienes de consumo aunque no para símbolos de prestigio como diseños
exclusivos. Sin embargo, esto no es siquiera el caso para las expectativas
que son solamente un sueño. Por lo tanto, después de Walras, otros
economistas como Hicks y Morishima continuaron estudiando la
posibilidad de equilibrio si todos compartían expectativas estáticas, o si
todos compartían expectativas adaptativas. Se puede demostrar
matemáticamente que existen algunas normas de expectativas que si todos
las comparten, su formulación induce su cumplimiento si el sistema
comienza en cierto momento fortuito. Esto se consideró como un tipo de
equilibrio. Se le puede y se ha llamado equilibrio “autorealizado”.143 No es
completamente racional o individualista. Las normas de expectativas
funcionan “por casualidad” e incluso solo porque todos los demás las
comparten y porque las condiciones iniciales eran adecuadas. No se basan
en las utilidades. Esto es un tipo de comportamiento social aunque de un
tipo muy mecánico.
143 En inglés, “bootstrap”, significa una de las tiras de cuero que asoman de las botas camperas y que nos ayudan a calzarlas; se llama “oreja de bota” o, a veces, “tirabota”. Una antigua novela cómica alemana nos cuenta del barón Münchhausen se sacó por si mismo de un hoyo profundo en él que había caído jalándose para arriba con las orejas de sus botas. Por eso, hay una frase en inglés, “pulling one’s self up by one’s own bootstraps” es decir, jalándose para arriba con sus propias orejas de bota. Robinson, Hicks, y Harrod discutieron las expectativas auto-realizando con esa frase peyorativa, véase Joan Robinson, Collected Economic Papers, vol. 2, p. 257 s. (vers. cast. Teoría del desarrollo: aspectos críticos, Barcelona 1973), Sir John Hicks, Value and Capital, p. 164, y Sir Roy Harrod, Dynamic Economics, London, 1973, p. 62.
180
Las llamadas “expectativas racionales” han sido objeto de una gran
polémica en los últimos decenios al igual que los Premios Nobel. Pero un
examen de su definición muestra que no son racionales desde el punto de
vista individualista ni se basan en las utilidades. Se definen como cualquier
grupo de expectativas basadas en alguna norma144 compartida que, si se
mantiene universalmente, su formulación induciría su cumplimiento. Es
mejor quedarse con la clasificación original de Robinson de expectativas
“oreja de bota”. Estas no surgen de ningún principio de maximización.
Ahora, como cuestión de principio general, no tiene sentido hablar de
maximización u óptimo al no ser que el actor tenga en mente una serie de
alternativas para comparar y de las cuales seleccionar la que produzca el
máximo resultado. Si se consideran otras alternativas, el significado
específico de “óptimo” cambia. Ahora supongamos que se quisiera tratar la
norma de expectativa como el resultado de un principio de maximización.
Entonces, ¿Cuáles son las normas de expectativas que tienen los actores en
mente?
Hasta la fecha, nadie ha investigado el conjunto de todas las posibles
normas de expectativas para ver si un individuo racional puede maximizar
sus utilidades al seleccionar la regla óptima de selección. La razón es que
el conjunto de todas estas normas sería infinito-dimensional, y como es
bien conocido a partir del contraejemplo de Kakutani,145 los supuestos
144 Por ejemplo, una norma de previsión económica derivada del uso de algún modelo macroeconómico simple por parte de los actores.145 Véase, p.ej., Joel Franklin, Methods of Mathematical Economics, Linear and Nonlinear Programming, Fixed Point Theorems, Berlin 1980, pp. 274 s.
181
matemáticos que hicieron posible demostrar la existencia de un punto de
equilibrio ya no son lo suficientemente sólidos para llegar a estas
conclusiones146. El conjunto de normas posibles es una cosa muy diferente
al conjunto de precios posibles. En la literatura, las restricciones
artificiales se ponen en el conjunto de normas de expectativas para evitar
el problema.
El modelo de crecimiento walrasiano totalmente individualista ha
demorado mucho más históricamente en desarrollarse que el modelo del
equilibrio general de la producción y el intercambio. Por lo tanto, los
modelos de crecimiento agregativos clásicos simples siguieron siendo
desarrollados por los economistas. Dicho modelo se denomina también
“modelo sectorial”. Tiene lógica hacer esto si se tiene un estándar de
“valor”147 que sea objetivo e independiente de la evolución de la estructura
de las preferencias y demandas del consumidor. Los clásicos creían en la
teoría del valor trabajo de manera que podían sumar las diferentes
cantidades de producción de palas, bancos de trabajo, tractores, motores
eléctricos en un agregado masivo llamado Capital. Lo mismo sucede con la
ropa, el maíz, el arroz, las papas, las carnes, todo en un agregado, bienes
de consumo148. Desde su punto de vista, no es más difícil hacer esto que
construir un número índice como el índice de precios al consumidor.
Incluso aquellos economistas modernos que han abandonado la teoría del
146Los teoremas de punto fijo ya no son válidos para este conjunto. 147 Utilizar para las “unidades” de Capital, producción, etc.148 Por el contrario, el enfoque walrasiano se denomina “desagregado” porque el número físico de palas es una variable, el número físico de motores eléctricos de cierta capacidad es otra variable, etc. Esto evita la necesidad de tener un concepto de “valor”.
182
valor trabajo a favor de la teoría de la utilidad walrasiana los lunes,
miércoles y viernes, se sienten satisfechos al sumar los distintos productos
los martes y los jueves según algunos números índice indeterminados de
valor que no llaman valor trabajo. En dicho modelo, la demanda de Capital
nunca está relacionada directamente con la utilidad, ni siquiera una serie
futura de utilidades, así que la cuestión de previsión prefecta nunca sale a
relucir. Se supone que la demanda surge a partir de los imperativos de
maximización de beneficios, como si los productores no fueran también
individualistas utilitarios racionales. En cierto sentido esto puede ser más
realista pero debilita toda la lógica de la teoría de mercado libre. Se
supone que existe una curva relacionando la tasa de beneficios con la
cantidad de ahorros futura. Este método de análisis evita los
superproblemas sutiles del análisis walrasiano puramente individualista,
pero se tropieza con la llamada Controversia Capital. Es fiel a las
observaciones de Smith de que los capitalistas sí se comportan diferente a
los obreros, que existen tres grandes instituciones, Tierra, Trabajo y
Capital que forman tres grandes factores de producción149, pero en el
Capítulo VI esto se tropezará con sus propias paradojas lógicas y que la
“tasa de beneficios” no se puede definir independientemente a la
trayectoria de crecimiento de equilibrio y por lo tanto, no se puede utilizar
como una explicación causal para la trayectoria del crecimiento que tiene
lugar.
149 Esto es lo que plantea Smith, pero sucede que su transición desde “institución” hasta “factor de producción” es inválido cuando el nivel de desigualdad social es muy grande o aumenta rápidamente.
183
Esto es un análisis que como el de Walras está comprometido a los
individuos que utilizan las utilidades como su único criterio para la toma de
decisiones, y es teóricamente coherente en el nivel requerido para tratar
de negar que hace falta la sociología, instituciones o justicia social, pero se
encuentra con una serie de problemas. Estos son la dependencia en el
subastador, en la previsión perfecta, o si no en la previsión perfecta,
entonces en la dependencia de hacer la motivación para la inversión de
disfrutar un sueño. Cualquiera que sean los méritos de la teoría de la
utilidad para explicar el comportamiento del consumidor, se necesita cierta
estabilidad en la evaluación de los individuos de su utilidad de, por
ejemplo, el pan. Una utilidad de un sueño no tiene este tipo de estabilidad
y está evidentemente sujeta al comportamiento público y shocks.
Pero un análisis como el de Smith acepta determinaciones sociales
de dichas variables cruciales en la medida que la tasa salarial o la tasa
promedio de beneficios se tropiecen con el problema de agrupar palas y
tractores en un factor abstracto de producción, el “Capital”150. Ambas
alternativas se retomarán en el próximo capítulo sobre la Controversia
Capital.
150 Esto no es meramente un problema de agregación como lo es para el Trabajo como un factor de producción. Es, como siempre lo evidenció Robinson, también un problema para un bien capital que se puede utilizar en dos diferentes técnicas productivas diferentes que duran tiempos distintos.
184
Resumen
La teoría del crecimiento estudia las motivaciones económicas para
la demanda de nuevos bienes de capital. Esto produce un aumento del
capital con respecto al trabajo y un mayor nivel de actividad económica, y
por lo tanto la posibilidad de un mayor nivel de vida. Sin embargo, para
poder adaptar esta demanda en los paradigmas de justificación de una
curva de demanda mencionados anteriormente, hay que hacer uno de los
siguientes supuestos estrictos y poco realistas: no se permite la reventa de
bonos o bienes duraderos, el subastador prohíbe la comunicación entre los
actores, o todos los actores comparten expectativas estáticas. Cualquiera
de estos supuestos contradice el marco filosófico de la racionalidad
individualista utilitaria (y por lo tanto no se puede utilizar para dar razones
contra la validez de lo social).
La alternativa de las expectativas racionales en la forma en que
normalmente se presenta no permite que se justifique la curva de la
demanda en términos microeconómicos porque invoca un tipo de
comportamiento social en el que todos los agentes comparten la misma
regla para formar sus expectativas y el éxito de la regla depende en gran
medida de que se comparta ya que las expectativas son meramente
realizaciones propias “autorealizadas”.
La única posibilidad de un fundamento para la curva de la demanda
en términos individualmente comprensibles es si la previsión perfecta
185
estuviese basada en un principio de maximización de utilidad: es decir, si
los cálculos en cuanto al curso futuro de los precios estuviesen basados en
un conocimiento total de las preferencias de todos los otros actores y
cuáles serían sus reacciones ante las distintas estrategias posibles de
inversión por parte de los otros actores151. Solamente un análisis de este
tipo podría eliminar la “conjetura” de las expectativas y la naturaleza del
equilibrio. Es decir, no es permisible dentro del marco utilitario
individualista asumir que los otros actores van a ajustarse a una norma
particular de formación de expectativas al no ser que se pueda demostrar
que al hacer esto se maximicen sus utilidades si se compara con sus
posibles desviaciones de la norma152. Pero los métodos matemáticos
normales que se utilizan para demostrar la existencia de un equilibrio no
funcionarán para el espacio de todas las estrategias de inversión debido al
contraejemplo de Kakutani. Este problema nunca se ha resuelto y por
ende, en muy pocas ocasiones se han hecho intentos incluso para hacerlo
ya que el consenso informal parecer ser que no se puede resolver, un
equilibrio que no está basado en conjeturas no es necesario que exista153.
La tasa de beneficios
La tesis de Smith sobre el crecimiento se ha convertido hasta ahora
151 Incluyendo la previsión de las situaciones fuera de equilibrio.152La presentación usual de la teoría de expectativas racionales no considera esta comparación. 153De hecho, en un trabajo sobre economía monetaria de Grandmont se demostró que a veces el equilibrio no existe.
186
en una frase trillada. Evitando algunos de estos problemas sutiles, los
economistas a menudo recurren a los modelos agregativos y dan por
supuesto que la demanda de nuevos bienes capitales es una función de la
tasa de beneficios. Pero existe el hecho evidentemente paradójico del
modelo de Smith, y es que la tasa de crecimiento es igual a la tasa de
beneficios (abstrayéndose de factores extraños y complicados).154 Esta es la
justificación teórica por la que nos liberales se manifiestan en contra de
cualquier intento de regular la tasa de beneficios o la graven
excesivamente (la equidad o igualdad relativa son contrarias al crecimiento
–se plantea que los más pobres se beneficiarán más al aumentar la tasa de
crecimiento, y por ende su nivel de vida, que mediante medidas
gubernamentales de gravar los beneficios y redistribuir los ingresos
resultantes entre los pobres).
Sin embargo, el propio Smith se percató que en el mundo real lo
contrario era cierto:
“En los países que siguen haciendo progresos en cuanto a su
ríqueza, la baja tasa del beneficio puede compensar, en el precio
de muchos artículos, los elevados salarios del trabajo, y permite
que esos pueblos vendara tan barato como sus vencinos menos
industriosos, cuyos salarios quizá sean más bajos
“En realidad, los beneficios elevados tienden a aumentar
mucho más el precio de la obra que los salarios altos.155
154 Véase p. 261.155 “In countries which are fast advancing to riches, the low rate of profit may, in the price of many commodities, compensate the high wages of labour, and enable those countries to
187
“…Ahora bien, la tasa del beneficio no sube, cual acontece
con la renta y los salarios, a medida que aumenta la prosperidad,
ni desciende cuando la sociedad decae. Por el contrario, es
naturalmente baja en los países ricos, y alta en las naciones
pobres, elevándose a los niveles más altos en aquellos pueblos
que caminan desbocados a la ruina.”156
Se deduce algebraicamente a partir de los modelos simples
agregativos que la tasa de crecimiento es igual a la tasa de beneficios (y
los modelos agregativos serían por lo general casi ciertos si los modelos
walrasianos complicados fuesen ciertos). Para hablar de “la” tasa de
crecimiento, que debe describir por ejemplo un rápido crecimiento en la
electrónica pero uno más lento en la agricultura y quizás incluso un
crecimiento negativo en el sector de la vivienda, es en el menor de los
casos una gran simplificación del número índice de una realidad
complicada (pero debe ser el número de cualquiera, como la “población
total” ya que las personas y sus preferencias de utilidad son muy
diferentes). Este o cualquier modelo de crecimiento capitalista de mercado
libre ha sido impuesto ya que una vez que se trate el capital como producto
cuyo precio debe ser determinado en el mercado libre, la tasa de
beneficios que se obtiene al invertir en tractores debe ser igual a la tasa de
beneficios que se obtiene al invertir en equipos quirúrgicos. Esta
sell as cheap as their less thriving neighbours, among whom the wages of labour may be lower. . . In reality high profits tend much more to raise the price of work than high wages.” The Wealth of Nations, p. 95.156 Ob. cit., p. 240.
188
equiparación de lo (que comienza a ser) muchas tasas diferentes de
beneficios se impone por la competencia de la compra de nuevos bienes de
capital (y se impondría aun más si se permitiera la compra de bienes de
capital de segunda mano). Sin embargo, esto implica que la economía
como un todo haga su transacción intertemporal basado en esta señal, y
por ende las “decisiones” que toma el sistema económico en cuanto al
crecimiento están basadas en esta vasta simplificación de considerar “la”
tasa de crecimiento.
Esto no parece importar mucho si hubiese una diferencia, digamos,
de un 3% en un sector y 3.5% en otro, pero resulta que es evidentemente
inválido cuando el crecimiento es distribuido de forma muy desigual, y este
se distribuye de esta manera si el grado de desigualdad en la sociedad
aumenta significativamente. Antes de referirnos a la teoría de esto que
requiere una crítica radical de la teoría ortodoxa del crecimiento como se
expuso en este capítulo, daremos un ejemplo práctico del mundo real: la
hambruna.
El trabajo de Amartya Sen sobre las hambrunas
Amartya Sen comenzó su carrera como un estudiante de Joan
Robinson y trabajó en esta crítica teórica radical sobre la Teoría del
Crecimiento debido a ella y Piero Sraffa. Ganó el Premio Nobel por su
último trabajo sobre los problemas de números índices y el bienestar (es
189
decir, las utilidades de los consumidores y el nivel de vida). Pero en mi
opinión su trabajo más importante fue su estudio empírico157 sobre varias
hambrunas y su trabajo sirve como una confirmación empírica del trabajo
teórico realizado anteriormente.
Un ejemplo práctico de las dificultades de la teoría ortodoxa del
crecimiento es la hambruna. Las hambrunas, depresiones, guerras y la
globalización de la competencia no son desastres naturales simplemente.
Cada uno depende de estructuras políticas de cierto tipo para llegar a ser
un desastre. Quizás esto sea muy difícil de ver en el caso de la hambruna
en el Tercer Mundo pero empezaremos por allí y en el resto del libro, en
varias partes, procederemos entonces a demostrar los elementos paralelos
en cada ejemplo sucesivo mencionado anteriormente terminando con la
globalización.
La teoría ortodoxa del crecimiento pretende abstraerse de estos
desastres al decir que la razón por la que no tiene que lidiar con ellos es
que se deben a factores que no tienen relación con la economía y, por lo
tanto, fuera de su ámbito. Esta es una evasión culpable de responsabilidad
si, como hemos dicho, la misma ortodoxia subrepticiamente depende de
estructuras e instituciones socio-económicas.
El error principal de la teoría ortodoxa del crecimiento es pensar que
el factor limitante es la acumulación de capital y que aumentar la tasa de
beneficios es el método para aumentar el ritmo de acumulación de capital.
Superficialmente, esto puede parecer verosímil por las siguientes razones. 157 Amartya K. Sen, Poverty and Famines, Oxford, 1981.
190
Si el capital es una mercancía, entonces, su oferta debe depender de su
precio, es decir, debe haber una curva de la demanda y una de la oferta
para el capital, tal y como analizó Adam Smith de forma general para los
bienes perecederos. Parece natural suponer que la tasa de beneficios (o,
después de haberse hecho razonamientos abstractos simplificadores, la
tasa de interés) es el “precio” del capital. Esto es una falacia.
Amartya K. Sen, un prominente economista (y discípulo de la famosa
Joan Robinson) ha estudiado, entre otras cosas, los aspectos económicos
del problema del hambre. Ha estudiado, en particular, varias hambrunas
famosas del siglo XX. Cada una, desde luego, es diferente. Sin embargo, lo
que caracteriza a la gran hambruna de Bengala en 1943 y que nosotros
queremos resaltar —un aumento en la desigualdad puede provocar una
depresión (del consumo de alimentos en una hambruna o de la actividad
económica en general en casos paralelos) o incluso un colapso (hambruna
o colapso económico a la vez)— se evidencia también en estos otros casos
de estudio en mayor o menor medida. Por lo tanto, se trata de un principio
suficientemente importante que merece que nos abstraigamos de las
nimiedades y tecnicismos del desarrollismo.
En términos más generales y abstractos, esto significa que la
cantidad de capital depende de la cantidad de desigualdad en la sociedad:
esto está relacionado con el efecto de Ricardo. La misma cantidad física de
capital será valorada de manera diferente, dependiendo de los cambios en
el nivel de desigualdad de la sociedad. Esto invalida la lógica ortodoxa.
191
Por esta y otras razones, el capital no es una mercancía y la tasa de interés
no es su precio. El Capital es una relación social insertada en una
institución social particular y responde a las leyes político-sociológicas y no
a las de la oferta y la demanda.
Aunque la hambruna fue en tiempo de guerra no hubo, de hecho,
ningún sistema de racionamiento para el alimento básico, o sea, el arroz.
Esto se debe a que el sistema estaba demasiado descentralizado (o
primitivo) para permitir ese tipo de control gubernamental sobre la
producción, distribución y venta final del arroz. Aunque dos años
anteriores había habido una mala cosecha la del otro año había sido
satisfactoria. Por lo tanto, las autoridades no sospechaban lo que iba a
suceder. De hecho, la hambruna, que mataría más de tres millones de
personas, comenzó luego de una cosecha satisfactoria sin que notaran
nada al respecto por algún tiempo. En esa época, la información o los datos
no estaban disponibles de una forma centralizadamente organizada como
para saber lo que estaba pasando (incluso la cifra real pudo saberse solo
años después gracias a investigaciones hechas). Cuando en un período de
cuatro meses el precio del arroz en el mercado alcanzó una cifra superior a
su doble todo el mundo fue advertido aunque todavía era posible
malinterpretar la advertencia (sin embargo, en los próximos seis meses el
precio se cuadruplicó nuevamente).
Una de las razones que ocasionó el malentendido oficial ha sido
revelada por el análisis del profesor Sen. Allí no hubo una escasez grave de
192
arroz. Como las autoridades gubernamentales consideraban que las
hambrunas se producían por la falta de alimentos –una presuposición muy
generalizada y aparentemente razonable— es entendible que no se hayan
preocupado al principio, que hayan malinterpretando las señales de
advertencia, y que hayan adoptado medidas erróneas en plena
hambruna.158
Sin embargo, lo cierto es que esta hambruna no fue el resultado de la
falta de arroz sino de la falta de poder adquisitivo. La falta de alimentos no
provoca hambrunas sino la pobreza o la desigualdad. Por supuesto, uno
puede imaginarse un escenario en el que la hambruna haya sido causada
por la escasez de alimentos, pero multas de las hambrunas reales no son
de ese tipo. La Gran Hambruna de Bengala en 1943 es particularmente
reveladora en este sentido aunque sigue siendo un ejemplo típico de las
hambrunas reales. Mas, un elemento atípico que es excepcionalmente
instructivo precisamente por su atipicidad es que en ese momento se
estaba produciendo realmente un boom económico en Bengala debido, en
gran medida, a la producción para la guerra (aunque no había escasez de
trabajo ni de alimentos provocada por la guerra porque la India era no
combatiente y porque las autoridades habían restringido la exportación de
alimentos desde Bengala como precaución ante la hambruna).
En retrospectiva, lo que sucedió es terriblemente simple. Los
trabajadores agrícolas rurales fueron los más afectados
desproporcionadamente porque habían perdido su capacidad para 158 Véase ob. cit., pp. 58 ss.
193
permitirse su consumo habitual de arroz a la vez que los trabajadores
urbanos habían hecho subir el precio (inicialmente, pues después fue la
especulación la que contribuyó). En términos reales, la desigualdad
aumentó (no la pobreza absoluta, sólo la relativa) debido al aumento de la
demanda de exportaciones (uno debe resistir la tentación de mirar de
manera muy superficial el aspecto monetario solamente y llamarle a esta
causa “inflación” porque, de ninguna manera, se trataba de dinero
recientemente creado ese que se le estaba pagando a los trabajadores
urbanos en el “sector de la exportación”. Se trataba de una entrada de
dinero proveniente de otros países (Inglaterra). Este no es un elemento
típico de las inflaciones pero sí de los países en desarrollo actualmente).
Por lo tanto, un incremento de la pobreza relativa, es decir, desigualdad,
produjo una hambruna aún y cuando una parte significativa de la población
disfrutaba de un mejor nivel de vida (este es el paralelismo significativo
que existe con la situación de muchos países tercermundistas actualmente
aún y cuando la situación pueda ser, temporalmente, menos extrema que
una hambruna).
Algunos (libertarios en su gran mayoría, supongo) pudieran tratar de
decir que el verdadero culpable de la gran hambruna de Bengala en 1943
no fue la creciente desigualdad como hemos dicho (siguiendo al profesor
Sen) sino la interferencia gubernamental en las operaciones del libre
mercado. Y hay que admitir que hubo dos áreas de interferencia
gubernamental. Primero, el gobierno de la India, un subsidiario total del de
194
Gran Bretaña (en 1942, etc.) estaba regulando el movimiento de
suministros alimentarios –en una forma que distaba mucho del
racionamiento real de los condados cercanos a la guerra pero que también
distaba de los ideales del libre mercado (esta objeción es demasiado
doctrinaria: la regulación estaba totalmente a favor de los bengalís e
impedía la exportación de granos que se sabía había sucedido en otras
hambrunas como, por ejemplo, la Gran Hambruna de Irlanda en 1848). En
segundo lugar, y mucho más razonable además, el gobierno fue
responsable del aumento en la demanda de las exportaciones (relacionadas
con la guerra) producidas por los trabajadores urbanos. La entrada de
dinero fue resultado de las órdenes de compra del gobierno, etc. Esta
objeción es esencialmente irrelevante. En esta hambruna es más fácil
documentar los hechos porque fue una intervención gubernamental
aunque los resultados no dependieron del carácter estatista de esta
particular intervención. Cualquier aumento equivalente en la demanda de
bienes exportables por parte de sectores privados extranjeros hubiera
producido la misma hambruna. De hecho, el mal camino en el “desarrollo”
de los países en el Tercer Mundo actualmente demuestra la veracidad de
esto. Debido a las políticas concebidas en función del libre mercado, su
desarrollo se centra en la demanda de exportación y ésta proviene del
sector privado de los países primermundistas. Mas, el resultado es el
mismo de 1942 hasta cierto punto. Las condiciones de sub-hambruna se
crean en el Tercer Mundo gracias al desarrollo organizado por el libre
195
mercado, libre de intervención gubernamental (y, en algunas ocasiones,
hambrunas reales: sólo que como el libre mercado internacional, a
diferencia del gobierno del Emperador Jorge VI, no deja rastros
documentales atrás es mucho más difícil de documentar).
En particular, el aumento inicial en el precio del arroz tuvo lugar en
el contexto de una oferta de este producto que estaba mayor que en 1941.
Por lo tanto, este aumento no fue provocado por una escasez de arroz sino
por un aumento en la demanda –más probablemente por parte de los
trabajadores vinculados a las exportaciones. Los trabajadores agrícolas y
los casi desposeídos (los descascaradores de arroz, por ejemplo, formaban
más bien una categoría de personas que aunque tenían empleos y, por lo
tanto, no eran mendigos, eran casi desposeídos) formaban la dos más
grandes categorías de víctimas de la hambruna (los otros eran los
artesanos cuyo bienestar económico dependía a su vez del bienestar
económico de sus clientes: de ahí que cuando éstos comenzaron a pasar
estrecheces y a gastar más en alimentos y menos en otras cosas, los
artesanos pasaban hambre cuando sus clientes sobrevivían). Estos grupos
todavía constituían una “demanda” en el sentido humano de la comida pero
no en el sentido económico ni en el de la “demanda de mercado”. La única
demanda que el mercado reconoce es la del pago. Debido a cambios en los
patrones de producción estos grupos no recibían una remuneración que les
permitiera comprar comida. Por lo tanto, se morían de hambre. El libre
mercado no iba a salvar esta situación. La hambruna de 1943 fue la mejor
196
pero los mismos trabajadores que la provocaron estaban pasando hambre.
No existía razón alguna relacionada con el mercado que indicara una
mayor importación de alimentos proveniente de otras regiones a Bengala
pues estos trabajadores no la hubieran podido comprar de todas formas
(este es un rasgo general de las hambrunas tal y como lo ha demostrado la
historia una y otra vez. Téngase en cuenta que en la Gran Hambruna de
Irlanda en 1848, el gobierno británico, comprometido como estaba con las
políticas del libre mercado permitió que se exportara comida de Irlanda
durante la hambruna pues, al parecer, era tiempo de “escasez de
alimentos”. Y, definitivamente, no hubiera evitado la importación de
comida si así lo hubiera indicado el libre mercado. Mas, no había demanda
de pago para la importación de alimentos).
Así, la creciente desigualdad es la causa crítica de la (mayoría) de las
hambrunas y no la pobreza absoluta, los desastres naturales o la
interferencia gubernamental en los mecanismos del libre mercado.
¿Cómo rebatiría un doctrinario del libre mercado esta conclusión? Ya
hemos visto que, realmente, ellos nos pueden señalar la injerencia
gubernamental en el libre movimiento de los granos porque en la Gran
Hambruna de Bengala en 1943 tal interferencia fue toda a favor de la
oferta de alimentos en el sentido de que impidió la exportación habitual de
alimentos que ocurre en las hambrunas históricamente. Pero un defensor
del libre mercado mucho más sofisticado pudiera señalar los siguientes
elementos: el cambio en la demanda de trabajo, de trabajo agrícola a la
197
exportación de trabajo (y construcción) condujeron a una reducción
relativa en los salarios de los primeros. Por consiguiente, debió haberse
provocado la migración y adaptación: la gente debió haber dejado esa línea
de trabajo y haberse sumado a una mucho más remunerada hasta que se
hubiera producido una equiparación. Simplemente, fue una fricción la que,
debido a las habilidades culturales atrasadas del típico trabajador agrícola
bengalí, causó la hambruna (o la acción imprudente de las autoridades en
tiempo de guerra quienes cambiaron la demanda de manera demasiado
abrupta olvidando que la fricción estaba presente y no previendo las
consecuencias). Tal trabajador estaba adaptado a un sistema de
producción económica más estático y tradicional y no tenía el hábito de
considerar diferentes líneas de trabajo para seleccionar la mejor
oportunidad que es un hábito que ha sido desarrollado en la economía del
libre mercado moderno. Algo así sería el relativamente sofisticado
argumento del libre mercado.
Es muy importante que analicemos este asunto profundamente
porque si nuestra tesis es correcta entonces tiene paralelos no sólo con el
impacto de la globalización en el Tercer Mundo sino en asuntos puramente
internos en la economía de los Estados Unidos (incluso aparte de la
globalización que nos afecta a nosotros también, desde luego).
El mismo Adam Smith dejó que la observación práctica del mundo
real lo convenciera de lo contrario. Él identificó tres “clases” en la
sociedad: los trabajadores, los terratenientes y los capitalistas (o
198
empresarios industriales). Al referirse a sus calificaciones para determinar
la política económica de la sociedad como un todo, y sus bases, declaró:
“Ahora bien, la tasa del beneficio no sube, cual acontece con la renta y los
salarios, a medida que aumenta la prosperidad, ni desciende cuando la
sociedad decae. Por el contrario, es naturalmente baja en los países ricos,
y alta en las naciones pobres, elevándose a los niveles más altos en
aquellos pueblos que caminan desbocados a la ruina .… Toda proposición
de una ley nueva o de un reglamento de comercio, que proceda de esta
clase de personas, deberá analizarse siempre con la mayor desconfianza, y
nunca deberá adoptarse como no sea después de un largo y minucioso
examen, llevado a cabo con la atención más escrupulosa a la par que
desconfiada. Ese orden de proposiciones proviene de una clase de gentes
cuyos intereses no suelen coincidir exactamente con los de la comunidad, y
más bien tienden a deslumbrarla y a oprimirla, como la experiencia ha
demostrado en muchas ocasiones” .(p. 240 f)159
En respuesta a los argumentos del defensor del libre mercado
tenemos dos elementos a considerar. Primero, su argumento no está en
contra de que la creciente desigualdad fuera la causa más probable de la
debacle. Sólo extiende la cadena de las causas a otro eslabón y trata de
159 ”But the rate of profit does not, like rent and wages, rise with the prosperity, and fall with the declension of the society. On the contrary, it is naturally low in rich, and high in poor countries, and it is always highest in the countries which are going fastest to ruin. . . The proposal of any new law or regulation of commerce which comes from this order, ought always to be listened to with great precaution, and ought never to be adopted till after having been long and carefully examined, not only with the most scrupulous, but with the most suspicious attention. It comes from an order of men, whose interest is never exactly the same with that of the public, who have generally an interest to deceive and even to oppress the public, and who accordingly have, upon many occasions, both deceived and oppressed it. ”
199
decir que si no hubiera sido por la fricción, la desigualdad no hubiera
aumentado de forma tan peligrosa. Segundo, se basa en su filosofía
general para sustentar su criterio de que (tanta) desigualdad no hubiera
surgido en una economía sin fricciones. Sin embargo, no hay apoyo
empírico para tal argumento. Ellos tienen un programa utópico para el
futuro y su teoría económica predice cómo va a ser el mundo en tal utopía.
La única respuesta lógica a esto es ensayar la credibilidad de su teoría y
esta es la función de los capítulos teóricos de este libro. En términos
empíricos, el hecho de que el desempleo medido oficialmente de casi un
10% pueda existir por años incluso en los países altamente desarrollados
hace dudoso el que una movilidad de trabajo incrementada sea el método
para prevenir el aumento de la desigualdad.
Se reconoce, por lo tanto, que en el mundo real la creciente
desigualdad puede ocasionar un desastre económico, incluso una
hambruna. Mas, ¿cuáles son los paralelos contemporáneos a este proceso
tal y como lo observamos en el caso de la Gran Hambruna de Bengala de
1943? Primero, téngase en cuenta que el carácter estatista de la inflación
de la guerra, del cambio en la demanda, es irrelevante. El mismo efecto
pudo haber sido producido por bancos o industrialistas extranjeros
estableciéndose o expandiéndose rápidamente en la contratación en
Bengala para producir bienes de exportación para Gran Bretaña o
Alemania. La inyección inesperada de mayores salarios financiados por el
intercambio extranjero tendría el mismo efecto: un relativo
200
empobrecimiento (o miseria) del trabajador agrícola (o de cualquier otro
sector de la producción puramente doméstico). No necesariamente tan
extrema o tan bien documentada como la de 1943 pero aún así, real. En
segundo lugar, y mucho más interesante para nosotros, el mismo patrón
económico abstracto puede desarrollarse en mercancías concretas
completamente diferentes. En los Estados Unidos, un aumento inesperado
en los niveles de vida de los ricos puede provocar un cambio radical en la
demanda también. Aún y cuando la inflación “promedio” resultante
parezca baja, la irregularidad de ésta puede tener un impacto drástico en
los que quedaron atrás. Los ricos pueden aumentar su consumo de
vivienda mucho más incluso que el de comida. Y aunque no deba pasarse
por alto hasta qué punto aumentó en el sentido económico el consumo de
comida: entiéndase vegetales más frescos traídos desde el trópico, más
carne, mayor calidad, manjares más caros, todo esto va en detrimento de
los pobres. Mas, el resultado del costo de la vivienda (de una calidad fija y
constante) es posiblemente mucho más imponente. En los Estados Unidos,
durante veinte años, no ha habido demandas de pago para renovar las
disponibilidades de vivienda ordinarias o incluso para el mantenimiento de
las casas en las zonas urbanas deprimidas. Los ricos han subido el precio
de la tierra en los vecindarios seguros o en aquellos con buenas escuelas y
el grueso de las nuevas construcciones va en la misma dirección. Por
supuesto, aquí han influido muchos factores. Mas, posiblemente, este
cambio en la demanda provocado por la creciente desigualdad ha sido
201
responsable de la diferencia histórica de este período reciente con la “edad
de oro” (después de todo, los otros “muchos factores” han estado
presentes por bastante tiempo así que, por lo tanto, es muy poco probable
que puedan explicar los rasgos noveles de nuestra situación actual). Lo
mismo sucede con el educación universitaria, como ha sido reconocido de
forma general. Esta es, sin duda alguna, la razón por la que la tasa de
inflación en la vivienda y en la educación universitaria ha excedido
vastamente la tasa promedio de inflación. En un estimado aproximado, el
primero ha estado alrededor del 10% anual, para ascender a 1000% luego
de veinticinco años. Pero la tasa promedio de inflación sobre todos los
precios al consumidor ha sido meramente de 5.6% para ascender a 390%
luego de un cuarto de siglo. Los trabajadores pobres, cuyos salarios se
quedaron atrás prácticamente con la “inflación”, significando esta última
cifra que como resultado de este incremento en la desigualdad relativa en
lo concerniente a la vivienda (y la educación) han tenido que recurrir a
viviendas y educación de peor calidad. Como demuestra la observación
pura, ha sido un cuarto de siglo de devastación en el que se ha
desarrollado una hambruna en torno a la vivienda y la educación (el costo
de un título universitario entra dentro del costo de la educación primaria
de manera capitalizada por la naturaleza de financiación de nuestro
sistema de educación primaria basada en los impuestos de propiedad). El
fundador de la teoría del libre mercado, Adam Smith, fue totalmente
explícito cuando se refirió a que sus motivaciones eran el beneficio de las
202
grandes masas, incluyendo a los de peor posición económica. “Los criados,
los trabajadores y los operarios de todas las categorías constituyen la
mayoría en toda sociedad política de importancia. En consecuencia, no
puede ser perjudicial para el todo social lo que aprovecha a la mayor parte
de sus componientes. Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la
mayor parte de sus miembros son pobres y miserables. Es, por añadidura,
equitativo que quienes alimentan, visten y albergan al pueblo entero
participen de tal modo en el producto de su propia labor que ellos también
se encuentren razonablemente alimentados, vestidos y alojados.”160
Esto ilustra cómo el tipo de crecimiento errado realmente hace que
algunos estén en peores condiciones económicas –llegando incluso a
situaciones catastróficas. El crecimiento sin justicia, sin consideración por
la seguridad del trabajo y un salario vital es muy peligroso.
160 Ob. cit., pp. 76ss.
203
Capítulo VI
La Controversia del Capital
Durante los años 50 en la Universidad de Cambridge, después de la
prematura muerte de Keynes, existía un grupo importante de
economistas que habían sido alumnos suyos y colegas que se
relacionaban con el Partido Laborista y estaban deseosos de revolucionar
la teoría económica al transformar sistemáticamente las ideas monetarias
de Keynes en una noción nueva y más general del equilibrio; estaban
dispuestos a cuestionar las bases del proyecto aún sin terminar la teoría
clásica del crecimiento.161 Ellos descubrieron que había serios problemas
lógicos en subsumir los bienes de capital bajo la noción clásica o la
Walrasiana sobre la oferta y la demanda.162 Inmediatamente se produjo
161 Kahn, R.F., “Análisis del Crecimiento”, en Economía del Crecimiento, selección de Amartya Sen, Cd. México, 1979, pp. 133-147, ed. orig. Oxford Economic Papers, nuevo serie, vol. 11, 1959, pp. 143-156.162 Joan Robinson, “The production function and the theory of capital”, Review of Economic Studies, Vol. XXI (1953-1954), (2) No. 55. (Vers. cast. en Teoría del desarrollo: aspectos críticos, Barcelona, 1973.)
204
un gran debate específicamente con algunos de los economistas
matemáticos más importantes que después fueron laureados con el
Premio Nobel y quienes eran miembros de la facultad de la Escuela de
Administración Sloan en los Estados Unidos. La controversia se mantuvo
por más de veinte años y ha pasado a la historia como la controversia del
capital.163 Con el tiempo, hasta los autores de los libros de texto básicos
tuvieron que incluirlos en sus libros como un punto de vista totalmente
diferente a los que se incluían como parte de la instrucción general.
Después de un tiempo, cada lado cantó victoria: la evidencia empírica
para decidir el problema no aparecía convenientemente y los temas
ideológicos que se relacionaban aparentemente con los problemas
teóricos abstractos influyeron en las simpatías de los participantes (y
también en la de los espectadores) a favor de las decisiones contrarias.
Por ejemplo, si el proyecto clásico es esencialmente sólido, entonces
la distribución de ingresos como un todo entre los salarios y los
beneficios obedece a determinadas leyes económicas. Cualquier intento
que haya, ya sea político o social, de alterar esa distribución va a afectar
el crecimiento o, debido a la ley de las consecuencias no planeadas, va a
fracasar y a mover la distribución hacia lo contrario de lo que está
planeado. Pero si el proyecto clásico no es sólido, entonces no sólo queda
abierta la cuestión de qué determina la distribución entre beneficios y
163 Véase en especial Joan Robinson, ob. cit., Joan Robinson, “The unimportance of reswitching”, Quarterly Journal of Economics, Feb. 1975 (Collected Economic Papers vol. 5, Cambridge Mass., 1980), y el simposio celebrado sobre este tema en Quarterly Journal of Economics, vol. 80 (1966).
205
salarios sino que el mejor candidato para una respuesta es uno que
incluya lo que Robinson, ella quien inició la controversia, llamó la
respuesta “de sentido común”: esto depende del poder relativo de
negociación de los empleadores vs los empleados. Pero el poder no es ni
siquiera conceptualizable dentro del marco de la economía clásica pues
es un concepto político o sociológico. Las dos partes involucradas en el
debate vieron que las apuestas políticas en una decisión eran muy
altas.164
En este capítulo vamos a analizar estos temas de manera
retrospectiva. Los que pueden verse ahora como los elementos
fundamentales del debate no fueron considerados de esta manera por los
participantes del mismo. Por lo tanto, una historia del debate o una
presentación de las “dos partes” (aunque, de hecho, hubo más de
veinte!!!) será un poco difícil para nuestros objetivos.165 Visto así, el
estudio empírico hecho por Sen sobre las hambrunas puede considerarse
como una confirmación empírica de la tesis fundamental de Robinson: si
el mercado libre pudiera darle a los bienes de capital un valor (o un
precio), éste dependería de la distribución de ingresos entre los salarios y
los beneficios y del nivel de desigualdad en la sociedad. De ahí que no se
base de forma individual en la manera en que las curvas de la demanda
basadas en la utilidad deben estarlo en teoría. Una teoría económica
164 Samuelson, P., “Remembering Joan”, en George Feiwel, ed., Joan Robinson and Modern Economic theory, N.Y., 1989, pp. 130 ss.165 Véase Harcourt y Cohen, ob. cit., Harcourt, Some Cambridge Controversies in the Theory of Capital, Cambridge, 1972, pero más sencilla es Edward Nell, “Accumulation and Capital Theory”, en Feiwel, ob. cit., pp. 377-412.
206
individualista es imposible si los bienes de capital son significativos. Es
en este detalle que el proyecto teórico sobre el libre mercado de Adam
Smith falla pero el conocimiento ganado en torno a lo que precisamente
falló puede utilizarse a nuestro favor.
En más detalle, existen más bien dos líneas diferentes que se
desprendieron del manifiesto original de Smith. Los términos técnicos
para estos son “clásicas” y “neoclásicas”. Ambas comparten la
preferencia por el proyecto del libre mercado: demostrar que el libre
mercado, a través de las fuerzas del mercado con tendencia hacia un
equilibrio, dentro del marco de las leyes de la oferta y la demanda,
armoniza las preferencias y motivaciones individuales en un todo
coherente. El libre mercado opera descentralizadamente para organizar
los procesos de producción y determinar la distribución de los productos
entre los beneficios y los salarios.166
Para los clásicos como Smith, Ricardo y Marx, el Capital y el Trabajo
como un todo son factores de producción que pueden combinarse de
distintas maneras. Sin embargo, la idea de la utilidad y las
compensaciones no matematizable;fue implementada matematicamente;
por consiguiente, estos autores hicieron un postulado que uno puede
valorar ya sea como una medida provisional en espera de un avance o
una conquista matemática o sea como un nivel de comprensión muy
elevado de la naturaleza de la sociedad. Este postulado es llamado
166A partir de ahora podemos dejar a un lado el tema de la renta y de la tierra para facilitar más la comprensión.
207
algunas veces como la “ley de bronce de los salarios”. Los salarios son
tan bajos como puedan ponerlos los empleadores teniendo en cuenta las
necesidades médicas y culturales de los trabajadores y, por supuesto, las
habilidades especiales de éstos, si es que tienen alguna. La ganancia es
todo lo demás. La teoría del crecimiento es estudiada en función del
modelo macro analizado anteriormente.
Los neoclásicos prefieren hacer hincapié en esa parte del proyecto
de Smith que buscaba ver la sociedad como un todo, incluyendo las
curvas de la oferta y la demanda –incluso para los bienes capitales y
laborales- en lo relativo a los planes de los individuos y cada plan
individual o curva está determinado en teoría por sus utilidades
individuales (o en el caso de los bienes sin utilidad consumible, una
demanda derivada que en última instancia depende de las utilidades
individuales), limitaciones de presupuesto, y compensaciones, o sus
análogos en el proceso productivo: maximización de beneficios,
propiedades técnicas del proceso de producción y demás. Este es el
enfoque definido por Walras y otros que predominan en los libros de
texto económicos.
Ahora bien, lo primero que hay que señalar en torno a este enfoque
es que se concibió como si estuviera refundando el teorema clásico del
crecimiento de Ricardo sin necesidad alguna de asumir algo como la “ley
de bronce de los salarios”. Más bien, los salarios y los beneficios son el
resultado de las fuerzas del mercado y de las compensaciones
208
individuales. Los trabajadores compensan el tiempo libre y la
remuneración. Los inversionistas compensan sus ganancias o las
reinvierten pidiendo cualquier pago por bienes capitales nuevos. Si la
economía está fuera de balance es posible que los salarios y los
beneficios no cuadren en un 100% si se determinan de esta manera pero
en un punto determinado sí lo hacen. Además, y esto está reafirmado
aunque el modelo sea agregado o no, cada factor de producción, cada
asalariado o dueño de capital (inversionista) recibe como “pago por
factores” (remuneración) un valor igual a la fracción del total del valor
del producto que se debe a su contribución al proceso productivo. Los
economistas Victorianos que elaboraron esta teoría estaban muy
complacidos con su obvio paralelo a la definición individualista de
justicia.
La llamada teoría de la “productividad marginal” (cuyos detalles no
vamos a analizar aquí) era el análogo formal del análisis que ofrecimos
anteriormente de un consumidor individual decidiendo qué cantidad de
comida comprar. Ellos estudiaron la compensación en la utilidad. Un
poco más de comida significa un poco menos de alojamiento o refugio y si
el balance de las utilidades no es igual a cero se harán ajustes. De modo
parecido, un productor que quiere maximizar beneficios seguramente
desea ser lo más eficiente posible. Eso significa que la mayor cantidad de
los productos que salgan del proceso de producción por unidad cuesta.
Pero el costo es dividido entre los costos de la mano de obra y los del
209
equipamiento (básicamente). Y ahí hay una compensación. Si se utilizan
menos trabajadores el costo ahorrado se puede gastar en más
equipamiento; si se obtienen más o menores productos se harán los
ajustes necesarios. De hecho, los salarios ofrecidos por hora van a ser
iguales al valor del producto extra producido al contratar una hora más
de trabajo. El beneficio obtenido por los bienes de capital por unidad es
igual al valor del producto extra producido si una unidad de
equipamiento más (aumento del capital con respecto al trabajo) estuviera
a la disposición de los empleados, según esta teoría.
El primer descubrimiento de Sraffa y Robinson167 (Ricardo fue
consciente de esto en un contexto totalmente diferente) fue que esta
línea de razonamiento estaba viciada. Se supone que estas
compensaciones en el proceso de producción provoquen la división de
ingresos entre los salarios y los beneficios. Pero el valor de una unidad de
equipamiento depende de la distribución del ingreso: la misma unidad de
equipamiento física sería valorada de manera completamente diferente
con distintos grados de desigualdad en la sociedad aunque las medidas
de producción (y crecimiento) fueran las mismas pues el proceso de
producción más rentable depende de la distribución de ingresos y de la
tasa de crecimiento.
No existe fuerza del mercado que se haya definido
individualísticamente que permita o estimule (o inste) a los productores a
167 Piero Sraffa, ob. cit., y Joan Robinson, “Preludio a una crítica de la Teoría Económica”, Teoría Económica y Economía Política, Barcelona 1975, pp. 20-29, orig. Oxford Economic Papers, febrero 1961. Véase también Sen, ob. cit., pp. 23-24.
210
ajustar sus procesos de producción (a partir de estas compensaciones) si
no conocen cuál va a ser la tasa de beneficios (debido a esto existe un
círculo vicioso lógico en el argumento de la “productividad marginal”). La
razón por la que esto es verdadero es que parte del costo de usar bienes
de capital es el interés que cobra con el tiempo el valor monetario del
capital y los salarios pagados durante el proceso de producción. Pero
puede esperarse que los cambios requeridos en el proceso de producción
al cambiar el capital por el trabajo alteren el tiempo de duración del
proceso. Por lo tanto, parte de la modificación en costos no lo son los
salarios o los precios de los factores sino los intereses imputados (en el
modelo simplificado no hay diferencia entre la tasa pura de beneficio y la
tasa de interés debido a la falta de instituciones bancarias y de crédito
con su consiguiente fenómeno keynesiano. En modelos neoclásicos más
complicados todavía existe una estrecha relación entre los dos).168
168 El debate se encendió. Los economistas matemáticos trataron de defender este argumento al señalar, y es verdad, que un sistema de ecuaciones matemáticas puede ser vicioso y no hay nada mal en esto. Mas, la economía es mucho más que la matemática y es necesario que el significado económico de cada ecuación y que cada cantidad en la ecuación sean parte de un argumento lógico sin círculos viciosos. En particular, cada ecuación debe estar apoyada por un análisis económico serio de una “fuerza del mercado” que tienda a que la ecuación sea buena. (P.ej., Kenneth Arrow, “Joan Robinson and Modern Economic Theory: an Interview”, en, Feiwel, ob. cit., p. 149.) Es a este nivel que se hacen los argumentos de Robinson y las consideraciones de los economistas matemáticos pasan esto por alto completamente –uno no puede enfrentarse a la crítica de Robinson centrándose en la estructura matemática del sistema de ecuaciones e ignorando las fuerzas del mercado que operan sin y con equilibrio. Las variables tienen que estar bien definidas. En matemática está bien tener un sistema de ecuaciones en el que las cantidades dependan todas de ellas mismas en un círculo. Pero en la economía las ecuaciones deben significar algo. También, para que existan las fuerzas del mercado es necesario que las variables estén bien definidas fuera del equilibrio. Cada ecuación y cada cantidad en cada ecuación tiene que ser económicamente significativa incluso fuera del equilibrio –porque si no no podría haber un fuerza del mercado que sostenga la validez de la ecuación. Se supone que las fuerzas del mercado operen (en cantidades) fuera de equilibrio para inducir al ajuste necesario para alcanzar el equilibrio. Si la expresión matemática no tiene sentido
211
Así, el primer descubrimiento de Sraffa y Robinson echa por tierra el
intento no Walrasiano de justificar objetivamente dividiendo el producto
total en las acciones del trabajo y las del capital. Mucho de la mentalidad
victoriana en torno a la predilección por la economía o ahorro individual,
la sensatez y el no pedir más de la parte que te toca, ha sobrevivido
incluso ahora que esta destrucción fue un golpe que demostró ser no
atrayente para los escritores de libros de texto y difícil de aceptar para
los profesores de las escuelas de administración o gestión de empresas.
Si la crítica puede extenderse a una justificación al estilo Walrasiano de
las formas del capitalismo para el género humano, entonces no habría
posibilidad alguna de que una teoría individualista de la justicia
establezca objetivamente tasas salariales y de beneficio sobre la base de
factores económicos solamente. No habría base alguna para hablar sobre
salarios justos o una tasa de beneficio justa. Los ideólogos individualistas
serían reducidos a un estado de anarquía: cualquier acuerdo al que se
económico fuera de equilibrio no existe fuerza del mercado que justifique el planeamiento de esa ecuación. Lo cierto es que la construcción de un modelo económico con variables que sólo pueden ser definidas en equilibrio no es algo legítimo. Si la variable no tiene sentido económico fuera de equilibrio entonces no puede haber fuerza del mercado alguna detrás de una ecuación. Si la tasa de beneficios no tiene sentido fuera del equilibrio no puede haber fuerza del mercado alguna que equipare la tasa de beneficios en los distintos bienes de capital. Nota bene: La estratagema de Debreu de los bienes con fecha y de un subastador constituye una limitación institucional que elimina de toda consideración el comportamiento estratégico especulativo. No es que intentar ponerlo en práctica sea no beneficioso, es que es imposible tratar de ponerlo en práctica y en este sentido difiere del verdadero libre mercado (ese que no tiene subastador). Por lo tanto, reproduce la increíble estipulación de Walras a un nivel superior. Para demostrar, como lo hace Debreu, que existe una posición de equilibrio mientras no se le permita a nadie tratar de especular o actuar estratégicamente es insuficiente para un verdadero equilibrio intertemporal y significa que, como reafirmó la segunda crítica de Robinson, el significado económico del equilibrio intertemporal ha sido malinterpretado y, por lo tanto, no se ha podido hacer en un modelo matemático.
212
haya llegado libremente entre los individuos debe ser justo: pero no
tendrían una definición económica independiente de los justo, por lo
tanto, sólo esconden detrás de una verborrea que no les pertenece el
hecho de que simplemente están diciendo –debido a que para ellos
“justo” sólo significa “que se haya llegado de manera libre o voluntaria”-
que cualquier acuerdo al que se haya llegado libre o voluntariamente
entre un asalariado y un especulador debe haber sido acordado de
manera libre y voluntaria. Confiar en tal tautología significa estar en
bancarrota ideológica.
El sentido común indica que un trabajador desorganizado que vive al
día tiene menos poder de negociación que alguien con riqueza (en la
forma de bienes de capital). Para los ortodoxos apologistas, el punto
central era ofrecer un análisis coherente sobre la determinación de la
tasa de beneficio que dependía solamente de factores económicos
objetivos169 e ignoraba el asunto real del poder (y sus disparidades). En el
mundo real, las disparidades en el poder están relacionadas con las
desigualdades en la distribución de ingresos (o riqueza) por lo que el
hecho de que la primera crítica de Sraffa y Robinson demuestre que es la
presencia de las variaciones en la distribución de ingreso la que arruina
el análisis sobre la oferta y la demanda es significativamente atrayente
para la reflexión. Este sugiere que un análisis sobre el poder es lo que
hace falta para un análisis sistemático y lógicamente coherente sobre la
169 Y eso todavía no ha sucedido, véase Mark Blaug, Economic Theory in Retrospect, ed. 4, Cambridge, 1985, pp. 458-465 y Robinson, “Time in Economic Theory”, Kyklos, vol. 33, No. 2, 1980, también en Robinson, What Are the Questions?, N.Y., 1981, p. 93.
213
determinación de la tasa de beneficios y la distribución del ingreso.
(Entonces, un estudio más profundo sobre la acumulación del capital
explicaría mejor la distribución de la riqueza).
A una cantidad física determinada de bienes de capital no se le
puede asignar un valor hasta que la variable macroeconómica, la
distribución de ingreso entre los beneficios y los salarios (y con mayor
exactitud el grado de desigualdad en la sociedad), se sepa.
Mas, Walras comenzó a desarrollar un análisis económico del
mercado que eludió este círculo lógico al eliminar cualquier intento
prematuro o artificial de definir el “valor del capital” o la tasa de interés.
De manera profética él simplemente dejó que cada bien capital
independiente fuera descrito por sus cantidades físicas en uso y no por su
“valor contable” que es un problema de convencionalismos y de
expectativas. Esto es más lógico que el modelo agregado, más sofisticado
desde el punto de vista matemático; es desagregado y algo como esto les
permitió a Arrow y a Debreu ganar el Premio Nobel.
Ahora bien, lo que hizo el “valor contable” por los capitalistas en el
antiguo modelo viciado fue permitirles imaginarse que estaban en
equilibrio mientras que los ingresos (beneficios) por unidad de éste valor
contable ficticio (y lógicamente viciado) fueran los mismos que las tasas
de beneficio de sus competidores. Walras y Debreu vieron claramente
que la formación, las fuerzas del mercado, las compensaciones del
proceso de producción no pueden usar un valor contable atribuido sin
214
cometer un error. El problema entonces pasa a ser la definición de
equilibrio en una economía en crecimiento.
Si el capital crece y la productividad cambia también lo hacen el
ingreso real per cápita, el índice salarial, los beneficios y los precios
relativos. La definición de equilibrio lógicamente debe tener en cuenta
esto y distinguir también, entre estos cambios, cuáles están en equilibrio
–reaccionan bien con las utilidades individuales y los deseos de los
inversionistas de maximizar beneficios- y cuáles no debido a que no
reaccionan tan bien.
Walras (y después de todo esto hubo un primer ensayo) no pudo y
sabía que no podía resolver este problema. Por lo tanto, sugirió que los
bienes capitales no podían ser revendidos (aún así tuvo serias
dificultades a la hora de definir el equilibrio intertemporal y simplemente
le indicó el camino a seguir a investigadores que vinieran después).
Morishima, toda una autoridad en sistemas económicos dinámicos ha
confesado finalmente que el problema de permitir la reventa de bienes
capitales duraderos parece ser insoluble pues presenta dos motivaciones
completamente separadas para demandar y comprar un bien capital: la
circulación de ganancias con el tiempo sobre los beneficios que el bien va
a hacer posible, y las futuras pérdidas y ganancias de capital.170 170Michio Morishima: Dynamic Economic Theory, Cambridge, 1996, p. 285 s. “El mecanismo de auto regulación del mercado no funciona…Es extremadamente decepcionante para el autor en particular que tenga que completar su libro con la sección final del Apéndice que establece como teorema que ningún equilibrio general del pleno empleo es posible si no se descarta el equiparamiento de las tazas de beneficios entre bienes capitales. Yo le llamo a esta tesis el ‘dilema de los bienes duraderos’…debido a esto la visión de Walras es que las verdaderas funciones de demanda de los nuevos bienes capitales no están en el modelo”.
215
La justificación que hace Morishima de ésta conclusión es
extremadamente técnica. Una línea de pensamiento más intuitiva fue
definida por la segunda crítica de Robinson. Ella criticó la definición
usual de equilibrio intertemporal por ser no individualista y por lo tanto
traicionar la esencia del modelo neoclásico. Si las ganancias o pérdidas
de capital son usuales en los bienes duraderos entonces, a menos que
estos cambios sean previstos por lo actores que los van a sufrir, el estado
está fuera de equilibrio. Aunque sea formalizado o matematizado, la
definición real de equilibrio (intertemporal) debe incluir la noción de
sentido común de que “nadie se lamente” por haber tomado sus
decisiones y hecho sus compromisos pasados. Incluso si las ganancias de
capital en el bien No. 23 no son previstas habría una razón para
lamentarse: ”Si yo hubiera escatimado algo más recursos para comprar el
bien No. 23”.
La reacción del Premio Nobel Solow a esta crítica, y que se aplica al
trabajo neoclásico anterior de Morishima171 sobre el equilibrio del
crecimiento (que el mismo autor incluso repudia en el pasaje citado
arriba), fue reconocer que sólo el modelo Walrasiano totalmente
desagregado y matemático, La Teoría del Valor por la que Debreu ganó el
Nobel, evitaba la falta de lógica identificada y demostró cómo un perfecto
equilibrio intertemporal con total precisión existía necesariamente si
existía un mercado totalmente libre que incluyera futuros movimientos
171 Michio Morishima, Equilibrium, Stability, and Growth, Oxford 1964.
216
comerciales para todos los bienes económicos.172 Este también falló en
reconocer la profundidad de la crítica de Robinson.
El modelo de Debreu no permite estrategias especulativas como
asaltos bajistas, ofertas públicas de adquisición o intentos de acaparar un
mercado. Estos no pueden ser inteligentes en una economía estática sin
bienes duraderos si uno está en un punto de equilibrio. Tales estrategias
sólo tienen sentido si uno está fuera de equilibrio y uno puede pedir un
préstamo a corto plazo para ejecutar compras a largo plazo –una típica
práctica bancaria. Sólo la presencia de bienes duraderos hace posible el
intento de ejecutar tales especulaciones estratégicas.
Sin embargo, no fue válido por parte de Debreu y de otros
Walrasianos olvidar la inclusión de éstos en el análisis. Cierto, si existe
un equilibrio dinámico, tales asaltos nunca serían buenos –estos
comportamientos estratégicos nunca serían parte de la solución. Pero,
¿qué pasa si no existe el equilibrio dinámico? Sería un lógico error pasar
de “si existe equilibrio esta estrategias son irrelevantes” a “mi modelo
descarta estas estrategias y voy a probar que dentro de este modelo
mutilado y truncado el equilibrio existe”. Esto no logra tratar realmente
la idea de Robinson (para ser justos con Debreu, él nunca dijo que lo
había hecho: fueron sus colegas173 quienes lo dijeron). Sólo un estudio de
un modelo que incluya el comportamiento de depredadores financieros y
172Marjorie Turner, Joan Robinson and the Americans, Armonk, New York, 1989, p. 120 s., Robert Solow, “Brief Comments”, Quarterly Journal of Economics, vol. 89, No. 1 (Feb. 1975), p. 48, y también Kenneth Arrow, ob. cit., pp. 154 ss., y Frank Hahn, “The neo-Ricardians”, Cambridge Journal of Economics vol. 6 (4) (1982), p. 363. 173 P. ej., Solow, Arrow, Hahn, y Samuelson, loc. cit.
217
todavía tenga éxito en demostrar la existencia de un equilibrio
intertemporal puede igualarse a la crítica de Robinson de la previsión
perfecta.174
Ninguna va a suceder porque los bienes duraderos tienen funciones
monetarias y Drèze175 y Grandmont176 ya han demostrado que el dinero
acaba con la posibilidad de un equilibrio intertemporal, como también se
vio en la historia de la Gran Depresión.
Y así lo hace también el brillante trabajo de Amartya Sen sobre la
estructura económica de las hambrunas. Ya hemos hablado sobre los
contenidos empíricos de sus investigaciones en torno a la Gran
Hambruna Bengala en 1943 en la que millones de personas murieron a
pesar de que todos los indicadores macroeconómicos de crecimiento eran
favorables y el suministro de comida per cápita estaba creciendo y era
mayor que el de dos años atrás. También hemos visto que el
extraordinario análisis que hace el Dr. Sen sobre esta hambruna como
resultado no de falta de comida sino de los programas socio económicos
para enfrentar escasez de alimentos. Pero esta es una ejemplificación
empírica de la crítica de Robinson a la teoría neoclásica del desarrollo.
Aunque Smith y Ricardo trataron al maíz como un bien perecedero y
así fue comparado con instrumentos agrícolas, fábricas, etc., en el 174 ”Pero, si los agentes tenían incertidumbre sobre el comportamiento de los otros agentes, pues que el razonamiento estratégico surge, podría ser una falta del equilibrio aún con los mercados futuros completos. Este problema es grave.” E. Roy Weintraub, Microfoundations: The Compatibility of Microeconomics and Macroeconomics, Cambridge, 1979 p. 92.175 Jacques Drèze, Unemployment Equilibria, Cambridge, 1991.176 Jean-Michel Grandmont, Money and Value: a Reconsideration of Classical and Neoclassical Monetary Theories, Cambridge, 1983, p. 1.
218
contexto a corto plazo del período que va de una cosecha a la otra, el
maíz es un bien lo suficientemente duradero a pesar de que los costos de
mantenimiento son reales. Hay que reconocer que tiene que ser
guardado a un precio determinado en un silo lo suficientemente bien
diseñado como para evitar los gusanos y la humedad pero éste es sola
una diferencia en el rango con el oro; mas en el mediano plazo el maíz
puede cumplir funciones monetarias, servir como reserva de valor, como
un bien duradero para la ejecución de estrategias especulativas: tomarse
prestado y prestarse a la vez además de estar sujeto a los giros de los
precios especulativos.
Así, el “dilema de los bienes duraderos” contribuyó a la creación y
sustento de la Gran Hambruna de Bengala al evitar la existencia de un
equilibrio intertemporal. Aumentó el deterioro de los medios de obtener
alimentos por los típicos fenómenos financieros desestabilizadores que
también invalidan la teoría de Debreu. La crítica de Robinson no es
solamente lógica sino práctica. El crecimiento inicial en la desigualdad de
la distribución de ingreso (o de los medios de obtener alimentos también)
alteró el valor del capital, incluso de bienes cuasi durables como el maíz,
que a su vez alteró las expectativas de los inversionistas con relación a la
ganancia futura de capital a partir de la acumulación de reservas de
maíz. Las fortunas fueron hechas por aquellas familias cuyos recursos les
permitieron resistir los costos de mantenimiento.
Por cierto, esto indica que en determinadas situaciones el
219
desequilibrio sucede debido al acceso limitado a los recursos necesarios
para cubrir los costos de mantenimiento de los bienes capitales. El maíz
no podía ser prácticamente un objeto de especulación para el agricultor
bengalí promedio, sólo para unos pocos magnates de algunos pueblos o
aldeas. Existe una base social o de clase para determinar si el maíz es lo
suficientemente duradero o no. Lo mismo pasa en las economías
industrializadas como la de los Estados Unidos donde la propiedad de la
riqueza es extremadamente desigual.
Es muy difícil obviar y explicar de manera convincente una gran
hambruna pero otro punto es que en un menor grado y con menos cosas
que el mismo pan de cada día (como la vivienda o la educación) el mismo
fenómeno puede suceder.
El principio de la continuidad indica que en la medida en que
aumente la desigualdad debe haber una revalorización de efectos
capitales incluso antes de que se llegue al extremo de un desastre visible
(por cierto, el desastre puede ser un deterioro en el acceso a la vivienda,
a la atención médica o la educación y no en la comida: el análisis de Sen
pudiera aplicarse con éxito a algunas cosas en los Estados Unidos). Debe
haber alguna distorsión introducida por esta revaluación haciendo que
las fuerzas del Mercado no sean confiables para alcanzar decisiones de
crecimiento óptimas mucho antes de que el problema sea tan visible para
todos. Y esta es la esencia de la segunda crítica de Robinson: siendo de
naturaleza lógica se aplica a cualquier análisis de las fuerzas del mercado
220
aún cuando el desperdicio, la ineficiencia, y las decisiones nada óptimas
puedan ser escondidas por los medios y las confusiones estadísticas en
una forma en que no se puede hacer con la hambruna. Esto se aplica a la
economía ahora mismo.
Lo que sea que esté determinando la tasa de beneficio (y la de
interés), no son las fuerzas del mercado y el resultado no es ni eficiente
ni óptimo. No va a ser así aun y cuando todo proyecto utópico de laissez-
faire de eliminar las fricciones y la intervención del gobierno fueran
puestos en práctica como por arte de magia.
El capital es una relación social entre los individuos,
institucionalizada actualmente de forma particular (aunque otras son
posibles y han ocurrido en distintos momentos o en distintos países). No
es un factor de la producción cuya remuneración esté determinada por
leyes económicas. Aunque la teoría matemática y la económica
necesitaban probar esto, y necesitaban justificar rigurosamente las
afirmaciones convincentes hechas en este capítulo hasta ahora mientras
esbozamos los puntos centrales sobre la Controversia del Capital, la
conclusión, como se ha dicho aquí, es históricamente posible. En el
mundo clásico del Imperio Romano –una economía basada en la
esclavitud- la esclavitud no era una categoría económica sino una
institución socio-política. En el Feudalismo, basado en el señorío de la
tierra y en la existencia de siervos, la Tierra era gobernada por
determinadas instituciones sociales muy particulares mientras que los
221
bienes personales eran una mercancía económica “normal”. Nosotros
vivimos en el Capitalismo. Por analogía, uno pudiera esperar que el
Capital no fuera tratado y que no se comporte de manera “normal” como
las otras mercancías económicas. Por lo tanto, la conclusión de Robinson
era de esperar, aparentemente.
La peculiaridad más importante es que el dueño del bien capital, el
empresario, reciba lo que sobra, el beneficio, después de que se hayan
hecho todos los pagos factores previamente acordados –salarios, rentas,
los seguros o amortizaciones. Esta es una asimetría fundamental. Los
salarios constituyen una remuneración de los factores (como lo es la
renta) pero la ganancia es un residuo. No está determinado por la ley de
la oferta y la demanda sino por lo que sea que sobra. Por lo tanto, el
poder relativo de negociación entre los trabajadores y los capitalistas
determina el valor del capital, no de la otra manera.
Ninguna teoría económica que ignore esta asimetría fundamental ni
cualquier similar que ya hayamos analizado, puede lidiar con esta teoría
del beneficio, la tasa de interés y el crecimiento económico. Además, la
otra asimetría es que sólo alguien que posea una riqueza sustancial o
influencia socio-política puede ver la maquinaria como capital: que un
determinado bien sea capital o no depende incluso en algunas ocasiones
de si el magnate es el dueño o si es un simple ciudadano medio.
Los fondos de pensiones son un caso importante. Es falso decir que
un gran número de familias estadounidenses tiene riqueza real por su
222
fondo de pensión, SEOP, por que su patrimonio en casa o en carros
asciende a algo. Su posición socio financiera no les permite tener las
mismas actitudes hacia sus inversiones que las de un magnate. O, de
nuevo, si un empleado tiene una acción en un fondo de pensión o en una
compañía de seguro, y éste tiene acciones en una firma y la firma tiene
bienes capitales el empleado no es el dueño de los bienes capitales y no
es un capitalista.
Otro factor que es importante en la manera en la que el mundo real
determina la tasa de crecimiento y, por consiguiente, la tasa de beneficio
es el de la banca y el de otras instituciones de crédito. Esto será
explicado en el próximo capítulo. Pero lo primero a señalar es resultado
de la Controversia del Capital. El crédito no se expande o se contrae
según las leyes de la oferta y la demanda debido a, por lo menos, las
mismas razones que invalidaron su control en la acumulación de capital
(y más). Las operaciones bancarias y de crédito se basan en el consenso
en torno a las expectativas de los capitalistas y los inversionistas, tienden
a su propio cumplimiento y son sociológicas por naturaleza. De hecho,
Parsons clasifica a los oficiales de préstamo como parte de la estructura
que gobierna una sociedad.
La última y más importante conclusión a sacar de la Controversia del
Capital es que los teoremas sobre la eficiencia y la optimación de Walras
y Debreu no son válidos para una economía de bienes duraderos. Por lo
tanto, no hay razón, excepto las políticas, para suponer que los impuestos
223
y otras regulaciones de beneficios tendrían efectos económicos
perjudiciales. De interés también para el tema de este libro resulta el
hecho de que no tiene sentido en que tal regulación constituya una
injusticia esencial para los dueños de los bienes capitales porque no hay
sentido en que el mercado determine la “remuneración justa” para el
capital basado en el proceso de producción o en la productividad de
capital y la utilidad del producto. La pregunta no puede responderse
sobre una base individualista porque no son las fuerzas del mercado
basadas individualísticamente las que determinan la tasa de beneficio. El
capital es una relación social, la tasa de beneficio está determinada por
acciones sociales: evidentemente es un problema de justicia social.
224
Capítulo VII
La Teoría Keynesiana
El siglo XX vio el desarrollo de las teorías económicas que finalmente
comprendieron los acontecimientos del XIX. En 1930, Keynes descubrió la
primera teoría satisfactoria sobre el dinero a partir de la cual Parsons
distinguió medios de intercambio análogos que operaban en la sociología.
Las leyes tradicionales de la economía, tanto de Adam Smith como de
otros, y entre las que se destaca la ley de la oferta y la demanda, no son
aplicables a la economía contemporánea debido a la invención del dinero
bancario y del sistema bancario moderno (al menos desde el siglo XIX).
“Dinero bancario” es lo mismo que “depósito bancario”; es dinero ya sea en
forma de moneda, billete de banco, cheque o una simple copia electrónica en
la computadora del banquero. Su valor no depende del trabajo que haya
costado su producción sino del crédito únicamente, a saber, la confianza que
los actores individuales ponen en él.
La razón por la que el dinero no obedece a las leyes de la oferta y la
demanda radica en el hecho de que no es una mercancía. Es producido y
también destruido a voluntad del sistema bancario. Sin embargo, hay un
malentendido popular en torno a esto. La mayor cantidad de dinero consiste
225
en copias electrónicas –los pagarés de la reserva federal o monedas son una
cantidad insignificante-. Más dinero es creado pero no cuando se imprimen
los billetes. De hecho, el gobierno no es la fuente más importante de creación
o destrucción del dinero (su papel es estabilizador pues el mayor motor de
todo el proceso lo constituye la colectividad de bancos privados). Para hacerlo
todo más sencillo, nuestro análisis se hará sobre la base de la no interferencia
gubernamental en el sistema bancario privado pues así los principios básicos
se entenderán más fácilmente (como ha sido planteado, en efecto, por uno de
los seguidores de Friedman). 177
El dinero se crea cada vez que un banco le da un préstamo a alguien. Los
banqueros no “toman depósitos para luego prestarlos”. No tienen que esperar
a que haya depósitos suficientes para dar un préstamo. Lo cierto es que dan
los préstamos y confían en que los prestatarios gasten el dinero de forma tal
que sea devuelto (voluntariamente) por sus beneficiados como depositantes.
Los bancos dan los préstamos y de alguna manera los reciben como depósitos.
Si esto parece inconcebible citemos tanto a Keynes en su Tratado sobre el
Dinero como al popular texto de Samuelson Economía (quinta edición).
Empecemos por este último.178
“La Creación de Depósitos Bancarios”
“¿Pueden los bancos realmente crear dinero?
177Milton Friedman, Premio Nobel, influyente en la teoría monetaria pero totalmente equivocado y un derechista à l’outrance. Cf. Nicholas Kaldor, barón de Newnham, The Scourge of Monetarism, Oxford 1982. 178 Paul A. Samuelson: Economics An Introductory Analysis, 5 ed., Boston, 1961, p. 331.
226
“La mayoría de las personas ha escuchado que pueden crear
dinero de la nada pero muy pocos entienden realmente cómo
funciona el proceso.
“Lo cierto es que no hay nada mágico o incomprensible en la
creación de los depósitos bancarios [nótese que ‘depósito
bancario’ equivale a ‘dinero bancario’]. Los banqueros prácticos
se enfurecen cuando ven que se les atribuye tal poder pues por lo
general van al extremo opuesto. En algunas ocasiones plantean
que el sistema bancario no puede (y no lo hace) crear dinero.
‘Después de todo’, argumentan, ‘sólo podemos invertir lo que se
queda en nuestro poder. Nosotros no creamos nada. Sólo
ponemos en funcionamiento los ahorros de la comunidad’. Los
banqueros que afirman esto están en un gran error. Se han
enredado con ese amigo nuestro que es la falacia de la
composición: lo que es verdadero para uno no lo es para todos. El
sistema bancario puede hacer lo que cada banco pequeño no
puede: puede expandir sus préstamos e inversiones muchas veces
mientras que un banco pequeño solo presta una fracción de sus
depósitos.
“Por lo tanto, nuestra respuesta a la pregunta básica es
afirmativa. Sí, entre el sistema bancario y el público crean
aproximadamente $5 de depósito bancario por cada dólar
sacado de circulación y dejado en los bancos”.
227
Por otro lado, y con el objetivo de entender la siguiente cita tomada del
libro de Keynes, aclaro que uno debe estar al tanto de su terminología,
explicada en una sección previa de su libro y que yo no reproduzco aquí.
Por “depósito pasivo” él entiende un depósito creado en el banco por un
ahorrador que entra y deposita el dinero: lo que nosotros hemos llamado
simplemente un “depósito”. Por “depósito activo” o “depósito creado
activamente” él entiende los recursos del préstamo o la extensión de un
préstamo a un prestatario. Lo importante aquí es que la mayoría de los
bancos todavía necesita que usted abra una cuenta corriente. Por lo tanto,
la extensión de un préstamo a usted crea, primeramente, un depósito en el
banco. Y los depósitos son dinero. Siempre tengan eso presente. De ahí
que mientras Samuelson, un estadounidense, se preguntaba si los bancos
podían crear dinero de la manera en que lo hacían, Keynes prefería
preguntarse si los depósitos eran creados por los bancos o por los
ahorradores. Veamos entonces la cita de Keynes.179
“La ‘CREACIÓN’ del Depósito Bancario
“Los banqueros prácticos como el Dr. Walter Leaf han
llegado a la conclusión de que para el sistema bancario en su
totalidad la iniciativa está en los depositantes y que los bancos
no pueden prestar más que los que estos les han confiado
previamente. Pero los economistas no pueden aceptar esto como
179John Maynard Lord Keynes, A Treatise on Money, Vol. I: The Pure Theory of Money, Londres, 1930, p. 25ss.
228
si fuera algo natural. Por lo tanto, voy a esforzarme por sacar a
la luz algo que, decididamente, no debe estar en la oscuridad.*
“Aún si analizamos el asunto desde el punto de vista de
un banco entre muchos, es evidente que el ritmo en el que el
banco crea depósitos pasivamente depende en parte del ritmo
en el que este los crea activamente porque aunque los clientes
que pidan el préstamo pagaran rápidamente el producto de los
mismo, muchos de aquellos a los que se los van a pagar
pueden ser depositantes-clientes del mismo banco. Hasta el
punto en el que esto ocurre, y partiendo de que los
depósitos
“--------------------------------------------------------
“*Ver F.W. Crick: ‘The Genesis of Bank Deposits,’ Economics,
June 1927, para poder entender mejor este punto. Para una
discusión más detallada sobre el tema discutido en este capítulo
consultar prof. C.A. Phillips: Bank Credit.
creados activamente son el resultado de los pasivamente
creados, podemos decir que es todo lo contrario. Esto muestra
un poco de lo que está pasando en el sistema bancario
como un todo. En la medida en que los clientes que piden un
préstamo paguen rápidamente sus depósitos a clientes de otros
bancos se ven fortalecidos por el crecimiento de sus depósitos
229
creados pasivamente. Esto pasa en la misma medida en que el
primer banco ha sido debilitado y de la misma manera nuestro
propio banco se encuentra fortalecido siempre que los otros
bancos creen depósitos activamente de forma tal que parte de
los depósitos creados de manera pasiva sean el resultado de los
depósitos creados activamente por otros bancos aún cuando no
sean el resultado de los depósitos activamente creados por su
propio banco.
“Es evidente que no existen límites para la cantidad de
depósitos bancarios que los bancos pueden crear sin temor a
equivocarse siempre que lo hagan a un ritmo adecuado. Las
palabras marcadas son la clave del comportamiento de todo el
sistema. Cualquier movimiento hacia delante por un banco
individual lo debilita pero cualquier movimiento como ese hecho
por uno de sus bancos vecinos lo fortalecerá. Por lo tanto, si
todos se mueven juntos ninguno queda debilitado. De esta
manera, el comportamiento de cada banco, aún cuando no se
pueda arriesgar a dar un paso hacia delante por encima de los
otros, dependerá del comportamento promedio de los bancos en
su conjunto –-sin embargo, se debe tener en cuenta que él
también contribuye a ese promedio a través de la contribución
de una cuenta sea grande o pequeña--. Cada presidente de
banco sentado en su sala puede considerarse como el
230
instrumento pasivo de fuerzas externas sobre las que no tiene
control alguno, pero puede que esas ‘fuerzas externas’ no sean
nada sino él y los otros presidentes de banco, y seguramente no
sus depositores.
“Un sistema monetario de este tipo tendría una
inestabilidad inherente pues cualquier acontecimiento que
pudiera influir en el comportamiento de la mayoría de los bancos
no podría resistirse y podría crear un movimiento violento de
todo el sistema. Debemos ver que los sistemas monetarios
actuales no son, por lo general, tan malos como este y que se
han concebido controles para prever la inestabilidad inherente.
“Nos hemos esforzado por decir lo suficiente para
demostrar que la controversia familiar en torno al cómo y al
quién crean los depósitos bancarios es de alguna manera irreal.
No puede haber duda alguna de que en el uso más conveniente
del lenguaje todos los depósitos son ‘creados’ por el banco que
los tiene. Lo que sí está claro es que los bancos no están
limitados a ese tipo de depósito cuya creación depende de que
los depositantes lo hagan por su propia voluntad trayendo
dinero en efectivo o cheques. Pero también es evidente que el
ritmo al que un banco individual crea depósitos por su propia
iniciativa depende de ciertas reglas y limitaciones pues debe
mantenerse a la altura de los otros bancos y no debe subir sus
231
propios depósitos en comparación con los depósitos totales fuera
de proporción de su cuota del negocio bancario del país.”
Con una mercancía o un dinero mercancía (como el oro), un aumento
en la oferta puede darse solamente gracias al proceso físico de producción
pues se necesitan inputs productivos (materias primas, trabajo y en
muchas ocasiones del uso de instrumentos, plantas –maquinaria y
edificaciones-), tiempo y esfuerzo. Por otro lado, los recursos son escasos.
Sin embargo, no sucede lo mismo con el dinero. El dinero (a saber, el
dinero bancario y el depósito bancario) es una creación política como la
lealtad, la confianza o la legitimidad y no una creación física. No es una
mercancía y su incremento o reducción depende de un proceso de toma de
decisiones políticas por parte de los agentes de préstamos bancarios, etc.
Esta es la razón por la que está eximido de las leyes de la oferta y la
demanda y sujeto entonces a las leyes económicas Keynesianas.
El “mercado monetario” no es un mercado en el sentido habitual del
mercado libre en la economía. La tasa de interés, en particular, no es el
precio del dinero (o del uso del dinero) en el sentido habitual.
Gran parte del debate actual sobre las bajas tasas de ahorro por parte
de los consumidores y asalariados estadounidenses se centra en la base
errada de este punto. Se sabe, como se ha dicho muchas veces, que la
sociedad (la economía en general) no puede crecer si no ahorra
(abstrayéndonos del tema de la utilización de la capacidad productiva, por
supuesto que si la tasa de utilización de la capacidad productiva crece de
232
un 80% a un 95% en un año, entonces la economía podría crecer ese año a
un ritmo increíble sin ningún ahorro). Pero lo que sí no es cierto es que los
individuos privados tengan que ahorrar dinero para que la sociedad
(incluyendo los bancos y todo lo demás) invierta más. La inversión y los
ahorros pueden crecer al mismo tiempo –incluso una inversión creciente
puede considerarse como la causa de los ahorros crecientes que la
acompaña. Este es el punto central de las dos citas hechas anteriormente.
Por lo tanto, aun cuando algunos políticos de espíritu cívico y
editorialistas se preocupan porque la tasa de inversión en Estados Unidos
está peligrosamente baja, no debieran decir que los ciudadanos
estadounidenses deben ajustarse los cinturones, ahorrar más y consumir
menos. De todas formas, un sentimiento de ajuste de cinturones –si llegara
a todos los consumidores- es lo que menos va a alentar la inversión en la
capacidad productiva expandida y la innovación tecnológica.
El gobierno no crea ni imprime dinero. El sector privado sí. Durante el
período victoriano esto era evidente para todo el mundo pues los billetes
de banco tenían impresos en ellos el nombre del banco que los había
emitido y la regulación gubernamental era muy poco estricta. Ahora las
cosas no son tan evidentes para la opinión pública pero todo es igual tanto
técnica como legalmente. Con relación a la parte técnica podemos decir
que el dinero es impreso por el sector privado, la Banknote Corporation de
los Estados Unidos, y es controlado por el Banco de la Reserva Federal
cuyo nombre está de hecho en los billetes. Ahora bien, este banco es parte
233
del sector privado tanto técnica como legalmente y no es una agencia
gubernamental.
Algunos miembros de su equipo administrativo son designados por el
gobierno federal pero muchos son designados por la industria bancaria
privada. Sus acciones son reguladas por la ley pero son independientes y
sus salarios no vienen del gobierno. La Reserva Federal realiza, por
supuesto, funciones regulativas en nuestra sociedad y desde el punto de
vista sociológico debe verse como parte del gobierno de nuestra sociedad o
más bien, como prefieren decir los sociólogos (para evitar confusiones),
parte del “sistema de gobierno”. Pero también lo son los banqueros,
incluidos los privados.
Mas, aparte del status legal exacto de los bancos de la Reserva
federal, lo importante aquí es que los bancos privados por separado crean
dinero y no el gobierno (con la insignificativa excepción quizás de las
monedas). De hecho, los billetes (y las monedas) son solo una fracción
insignificante de la reserva de dinero existente en la economía de los
Estados Unidos. El dinero significativo existente en términos económicos
es la deuda. El dinero puede ser definido incluso teóricamente como deuda
transferible y pagable a la vista. Aún antes de las computadoras y de la
electrónica moderna existían en Londres y otros centros de crédito lo que
se llamaba “dinero exigible o dinero a la vista”. El corredor de bolsa “A”
llamaría por teléfono al corredor “B” en la mañana para pedirle dinero
prestado reintegrable a la vista. Si el corredor “B” decía que sí, se
234
consideraba que la cantidad de dinero era transferida solo con decirlo…y
era devuelto (por lo general en el mismo día) a partir de una llamada
telefónica180 de “B” a “A” pidiendo que el dinero fuera devuelto. Este es el
ideal platónico del dinero. En vista de esta historia, no debe ser difícil
creer que la mayor parte del dinero existente hoy es, económicamente
hablando, una simple copia en la memoria de la computadora. En términos
legales, es una deuda contraída por el banco y debida a su depositante.
Pero como en el caso de nuestros dos corredores de la ciudad de Londres,
el banco no toma tu dinero prestado para admirarlo sino para gastarlo en
garantías o en pagar una de sus otras deudas que pudo haber sido
“llamada” ya sea por otro banco u otro depositante. Téngase en cuenta
también que el “dinero” que usted, el depositante, le prestó al banco no
tiene que ser necesariamente efectivo o moneda –pudo haber sido
perfectamente un cheque- lo que significa que otro banco le debe a usted
este dinero pero que usted transfirió la deuda a su nuevo banco. Por lo
tanto, ahora el banco viejo se la debe al banco nuevo.
No todas las deudas se transfieren tan fácilmente. Por lo general, si
usted me pide dinero prestado, yo no puedo transferirle la deuda a otra
persona: puede que otros no lo consideren a usted digno de recibir el
crédito como lo hice yo, puede que no estén interesados en su promesa de
pago. Este hecho destaca un elemento significativo del dinero: la razón por
la que el dinero moderno es del mismo tipo de aquel al que se llamaba
“dinero bancario” (a diferencia de monedas, efectivo, moneda fiduciaria, 180 Sir Roy Harrod, Money, Londres 1969, p. 51.
235
etc.). Con el objetivo de mantener su valor el dinero necesita de confianza
(esto es aplicable incluso en parte al oro). Por lo tanto, el dinero es una
institución sociológica.181 Primero, usted necesita tener confianza en el
deudor, en el que emite el dinero. Segundo, usted tiene que tener
confianza en el sistema económico como un todo para sentir que el dinero
va a servir para comprar algo que usted necesita (de lo contrario, usted no
aceptaría el dinero o haría un depósito a pesar de la confianza que le
inspirara el deudor o el que emite el dinero: esto pasa en tiempos de
extremo pánico social o de emergencias naturales cuando ni siquiera el oro
es valorado, solo las latas de comida y de agua).
Ahora bien, ¿en qué se basa esa confianza? En esencia, se basa
simplemente en el hecho de que todo el mundo tiene confianza. Es un
círculo vicioso que acarrea su propio cumplimiento. De manera indirecta
tiende a basarse también en la verdadera fortaleza y productividad de la
economía junto con la prudencia o realismo de los financieros, si ellos se
mantienen al tanto de las producciones reales de la sociedad. Sin embargo,
esto es solo una tendencia promedio y una conexión indirecta.
El descubrimiento Keynesiano de las leyes del dinero bancario ha
destruido la vieja creencia de que los actos individuales de ahorro
producen una acumulación de “capital disponible”, unas cantidades fijas de
181 Están de acuerdo un izquierdista como Amit Bhaduri, ob. cit., p. 117 “El dinero es una institución social…” y un Friedmanista como Laurence Harris, “el dinero es un fenómeno social…cuando examinemos diferentes estructuras sociales, encontramos distintos sistemas monetarios…” Teoría Monetaria, México, 1985, p. 16. Entonces, necesitamos una teoría de los “fenómenos sociales“. Claro que la teoría de Friedrich von Hayek de tales fenómenos es mas concordante con las teorías de los Friedmanistas, pero la teoría de Talcott Parsons tiene mas apoyo empírico.
236
dinero que entonces se encuentran con su contraparte: la demanda de
préstamos. Este “encuentro” se debe, según las viejas ideas, a las leyes de
la oferta y la demanda. Los agentes de los préstamos bancarios (y otros
financieros) deciden si crean o destruyen el dinero sobre la base de un
criterio combinado en torno a la capacidad de pago de la empresa
demandante del préstamo y de la extensión de préstamos por parte de sus
iguales. Este es un proceso político. Si usted quiere trigo, puede ir a
Chicago y ofrecer más que los otros demandantes de trigo pero si usted
quiere un préstamo tales acciones no lo van a ayudar a obtenerlo
necesariamente.
En este proceso político existen dos aspectos. El primero es la opinión
en torno a la capacidad de pago. Por naturaleza, los bancos tratan de
formalizar reglas generales definitivas para no darle a sus oficiales de una
libertad total. Pero estas reglas son a su vez el producto de una
determinación política. El segundo aspecto es el criterio en torno al
momento, o sea, si es el momento adecuado para continuar dando
préstamos a este ritmo, o si es necesario frenarlos un poco o expandirlos.
Este es el elemento enfatizado por Keynes. En la misma medida en que
todos los bancos se muevan en la misma dirección la creación de dinero
nuevo es sostenible. Si solo un banco continúa dando nuevos préstamos
apartándose de la línea general adoptada por los otros que, supongamos
que por alguna razón han dejado de dar nuevos préstamos, la situación se
hace insostenible por la siguiente razón: aunque al principio el nuevo
237
préstamo exista en la forma de un depósito bancario en cuenta corriente
en nuestro banco, el banco “A”, digamos que el individuo que tomó el
préstamo (por supuesto lo hizo con el interés de gastarlo) probablemente
va a emitir cheques a otras personas o firmas cuyas cuentas no están en el
banco “A”. En la medida en que el cheque se pague, el banco “A” tendrá
que hacer más pagos que los que hace habitualmente. Pero si los otros
bancos hubieran emitido nuevos préstamos también, entonces el banco “A”
también recibiría más pagos que los habituales (y se podrían cancelar sin
necesidad de efectivos). Mas, lamentablemente, “A” se salió de la línea, los
demás bancos no dieron más préstamos, sus clientes no les están haciendo
cheques a los depositantes de “A” y, por lo tanto, el banco “A” ha contraído
demasiadas obligaciones financieras.
Esta es la esencia de lo que se considera sea un proceso político. La
política es el arte de hacer que la gente se ponga de acuerdo lo suficiente
para que puedan ir en la misma dirección. Les incumbía a los agentes de
préstamos o a sus supervisores lograr que todos los bancos se pusieran de
acuerdo en las líneas a seguir. Por supuesto, está claro que la influencia
del banco “A” es fundamentalmente en el mismo banco “A” y no en los
otros. Por lo tanto, este arte consiste prácticamente en el hecho de que los
agentes del banco “A” se anticipen a sus iguales –y que los agentes del
banco “Z” se anticipen a sus iguales también (incluyendo los agentes del
“A”). Esto es lo que lo hace un proceso esencialmente político. El hecho de
que el préstamo sea bueno o malo importa de alguna manera pero si el
238
préstamo es capaz de “cooperar“ exitosamente con las acciones de los
otros bancos importa mucho más. De esto se trata la política: no basta con
tener la razón, tus colaboradores tienen que estar de acuerdo contigo
también.
Las ideas de Keynes se han convertido en las bases de la teoría de la
sociología moderna Parsoniana. Han sido tomadas como la explicación de
cómo una institución merece crédito, se mantiene con capacidad de pago y
posee legitimidad. Son la “conexión” entre la conciencia subjetiva de los
participantes y las tareas realizadas por la institución, entre la estructura y
la función (y, por cierto, lograron sacar a la sociología del campo de la
teoría de juegos para siempre). Las distintas esferas de la sociedad tienen
su propio set de símbolos (culturales) que sirven como una especie de
efectivo o medio de intercambio. De la misma manera en que las copias
electrónicas en un disco de banco son prácticamente intangibles, el
simbolismo utilizado por un sistema político institucional no debe ser más
que un flatus voci. Al igual que los oficiales de préstamos de un banco, una
institución cultural va a tener sus propios agentes y guardianes de la
moralidad, sus censores y tribunos. El “crédito” relativo a esa institución
puede expandirse o contraerse (en analogía con las variaciones del ciclo
económico en el suministro de dinero bancario). Y aunque no es nuestro
objetivo hacer un análisis de los detalles técnicos de la teoría Parsoniana
aquí sí hablaremos de las similitudes fundamentales entre las instituciones
socio-políticas y el sistema bancario.
239
Ambas son esencialmente viciadas —como en un círculo lógico— y
económicamente independientes cuando el sistema funciona sin
complicaciones. Por ejemplo, si todos los bancos se mueven en una misma
dirección ¿cuál, después de todo, es la justificación para el proceso? Es,
socialmente, su propia justificación. Es circular y económicamente
independiente a corto plazo (en cuanto a causas y efectos inmediatos se
refiere). En nuestro ejemplo, la justificación del cuestionamiento del banco
“A” sobre al comportamiento del resto de los bancos será (suponiendo que
sea correcta) la misma que la de éstos en torno a “A”. Pero al menos parte
de su anticipación es cuestionarse a “A”. Por lo tanto, es circular, viciado
(y solo se rompe en un momento decisivo).
También vemos una diferencia importante de la vieja teoría
económica. En esta, el precio está simplemente determinado por la ley de
la oferta y la demanda. Es un proceso simple. Pero hay dos elementos que
debemos tener en cuenta. Al “nivel promedio” o nivel de expansión de
créditos como un todo se llega a través de este cuestionamiento
anticipatorio político. Una vez que se llega aquí, el crédito disponible se
distribuye entre los que mayor capacidad de pago tengan a partir de lo
establecido por las reglas generales. Por lo tanto, las preguntas en torno al
macro-nivel (cuánto es el total) y el micro-nivel (quién lo obtiene y quién no
y de cuánto es cada préstamo por separado) se determinan por separado.
Pero antes, en la vieja teoría, todas las decisiones se tomaban a nivel micro
240
y entonces automáticamente o por definición se sumaban para darle a
usted la suma total.
En el contexto de una institución social vemos que sucede lo mismo.
Una institución es un sistema de roles, expectativas de comportamiento y
sanciones. Siempre que este opere sin complicaciones (y no estamos ante
la presencia de un momento decisivo), ¿cuál sería el apoyo inmediato de un
persona para regirse por estos roles? El simple hecho de que todos los
demás lo harán. O sea, una persona espera que determinadas sanciones
acompañen el cumplimiento de determinados roles porque se supone que
simplemente las demás personas van a albergar las mismas expectativas.
A veces, cuando nuestras propias instituciones funcionan sin
complicaciones puede resultar difícil incluso notarlas si sus reglas y
expectativas han sido internalizadas porque todo parece “natural” y de la
manera en que “se supone que sea”. Un análisis de algunos momentos
decisivos de la historia cuando los patrones de comportamiento
institucionalizado se han roto (y han sido sustituidos por otros nuevos) nos
permite ver de manera más fácil la “no naturalidad” de las instituciones.
Pero esto muestra una imagen de la sociedad no representativa. En la
mayoría de los casos, la mayor parte del tiempo, las instituciones funcionan
sin problema y el dinero también parece hacerlo excepto en momentos de
pánico o crisis. Pero el hecho es que el dinero no es una “cosa” o una
mercancía, es más bien un acuerdo, una convención. Su eficacia radica en
el consentimiento de los afectados. Y lo mismo pasa con las instituciones.
241
Pero, ¿cómo ocurre un pánico bancario? Recuerden que estamos
partiendo de un sistema bancario totalmente privatizado donde el gobierno
no controla a ningún banco y tampoco funciona como “entidad crediticia de
último recurso” (ese fue el caso en el siglo XIX y fue así como las doctrinas
de Friedman ganaron atractivo). Pasó igual que se muestra en la película
It’s a Wonderful Life de Jimmy Stewart. Si una mayoría de los depositantes
demanda, como pueden hacerlo legalmente, el retiro de sus depósitos en
efectivo a una misma vez el banco, por supuesto, no puede hacerlo. A esto
se le llama “pánico bancario”. Por consiguiente, legalmente el banco cae
en bancarrota y como parte de la liquidación puede exigir el pago
inmediato de sus préstamos a la vez. Por supuesto, sus prestatarios
tampoco pueden pagar pues ellos esperan poder refinanciar sus préstamos
y pagarlos pidiéndole otro a otro banco. Si cada banco experimenta una
situación como esta a la vez no pueden complacer a sus clientes. De esta
manera, todos los negocios caen en bancarrota. Entonces, los depósitos en
el banco en bancarrota no cuentan más como dinero, evidentemente. La
confianza en la eficacia del libro de contabilidad (o en la de la copia
electrónica) no existe para un banco en bancarrota. Incluso, si solo algunos
bancos quiebran, la confianza en el valor de estas entradas (depósitos) en
los bancos que quedaron puede perderse. La cantidad de dinero se reduce
inmediatamente y en casos extremos solo el efectivo, las monedas, a saber,
el oro, pueden mantenerse siendo valiosos.
242
El mismo proceso de destrucción puede observarse, en teoría, con
otras instituciones sociológicas182. El “dinero bancario” significa los
símbolos culturales que denotan influencia o la capacidad para organizar e
imponer sanciones. Ahora bien, eso puede ser si todos, excepto una
persona, por alguna razón cambiaran de pronto y no tuvieran más en
cuenta esos símbolos e ignoraran las sanciones potenciales. Por lo tanto, el
que se quede respetando las normas institucionales está fuera de contexto:
no puede influir en el comportamiento y solo tiene a la fuerza bruta como
sanción efectiva.
En el caso extremo de que cada institución social caiga en bancarrota
y de que cada expectativa carezca de valor, sólo la fuerza física
permanecería como organizador y, por supuesto, este caso extremo nunca
sucedería con toda su pureza y sencillez. Simplemente, de la misma
manera en que no hay suficientes monedas de oro no hay fuerza física
suficiente para organizar una sociedad compleja. Sin embargo, existen
fuerzas físicas suficientes como la policía con sus pistolas para dispararle
al número habitual de individuos desviados como existe efectivo suficiente
en un banco para lidiar con el número habitual de retiros.
Esto es todo lo que vamos a decir sobre las características de las
instituciones sociales generales paralelas al medio de intercambio (dinero
bancario) del sistema capitalista completamente desarrollado de las
naciones industrializadas de Occidente. En el próximo capítulo
182 Talcott Parsons, “On the Concept of Influence”, Public Opinion Quarterly, (Verano 1963), también en idem, Politics and Social Structure, N.Y., 1969, pp. 426-429.
243
continuaremos analizando algunos de los elementos particulares de esto
último: lo relacionado con la expansión y la contracción económica, y el
crecimiento y la recesión (las formas extremas del boom y el pánico que
dejamos afuera).
244
Capítulo VIII
Expansión Económica
Hablaremos en particular sobre la “interrelación”, paradójica con
sentido común o la teoría “económica a la antigua” (incluyendo su última
reencarnación, la llamada por The Economist, “La Nueva Economía”) entre
los ahorros, inversiones, y el nivel general de la actividad económica. (Cuál
es la actividad que cuando es lo suficientemente alta conduce a un pleno
empleo y a una alta capacidad de utilización, digamos 95%, y cuál es,
cuando es baja, la que conduce a un desempleo “oficial” significativo peor
que el 3%). La teoría comenzó con el Tratado sobre el dinero de Keynes en
1930 y se concluyó en su obra famosa La Teoría general de la ocupación, el
interés y el dinero en 1936. (También apareció en varios panfletos políticos
que escribió para el Partido Liberal en varias ocasiones). Esta teoría se
convirtió en la política oficial de los Estados Unidos desde 1947 hasta 1975
más o menos, y constituyó la base del período más largo de estabilidad
245
económica y prosperidad –crecimiento (comparativo) y expansión, por lo
menos en la historia. Fue la base de las políticas de postguerra del Partido
Laborista en Inglaterra, que produjo un crecimiento continuo con pleno
empleo al costo de una inflación moderada solamente (del dos a tres por
ciento).
La interrelación con sentido común entre los ahorros y las
inversiones se puso de manifiesto como una falacia en la cita sobre los
“banqueros prácticos” a la que se refirió Samuelson. Debido a que ningún
acto de inversión puede realizarse sin haber un correspondiente acto de
ahorro, se considera que los ahorradores, individuos o empresas, primero
deciden (de manera independiente y individualista) privarse de cierta
cantidad de consumo de sus ingresos, y, luego, introducen esa parte de
ingresos como fondos prestables al mercado monetario (o al banco, para
depósito). Los empresarios (y los oficiales financieros de las corporaciones)
introducen sus demandas de préstamos en el mismo mercado, o se puede
decir, “introducen sus oportunidades de inversión”. En este (punto de vista
obsoleto), si la demanda excede la oferta de fondos prestables, entonces,
como es usual, la tasa de interés (que se concibió a partir del “precio” del
dinero o del uso del dinero, un préstamo) aumenta –desalentando algunos
empresarios, reduciendo así la demanda, e influenciando a algunos avaros
a consumir menos y ahorrar más. De esta forma se incrementa la oferta –
hasta llegar a un equilibrio y la demanda sea igual a la oferta, y vice versa.
Ahora, si esto solamente fuese verdad, tendría sentido argumentar que el
246
crecimiento, que depende de las inversiones, obviamente, necesita una alta
tasa de ahorro. De manera que si la economía estuviese en una recesión o
con un desempeño podre, (al permitir que la infraestructura de las
disponibilidades de viviendas se deteriore, o dejar que continúe el
desempleo), y si la tasa de ahorro ha caído y alcanzado el punto más bajo
de la historia, se deben tomar medidas para aumentar la tasa de ahorro de
los hogares individuales (y corporaciones). Las medidas más obvias en las
que piensan los expertos y economistas son reducir los impuestos,
especialmente sobre las ganancias de capital, dividendos, y utilidades de
las empresas, con el objetivo de aumentar la tasa de rentabilidad después
de los impuestos (sobre fondos prestables) sin que sea necesario aumentar
la tasa de interés que deben ofrecer aquellos que solicitan los préstamos
(empresarios y corporaciones).
Sin embargo, las premisas y razonamientos sobre las que se basan
estas recomendaciones son totalmente falsas. La teoría de los fondos
prestables,183 y el resurgimiento de su “Nueva Economía”, ignora la
naturaleza del dinero bancario y la naturaleza política del proceso de
inversión y bancario. Para aumentar la oferta de préstamos no es necesario
aumentar la tasa de ahorro en lo absoluto. Si los banqueros intervienen de
forma conjunta y aumentan la oferta monetaria al extender nuevos
préstamos, aún cuando los hogares individuales no aumenten sus ahorros
al privarse cada vez más del consumo (y al no existir cambios en la política
tributaria que tenga como objetivo sacarle más provecho a la tasa de 183 Blaug, ob. cit., p. 200.
247
ahorro existente), los “ahorros” extras aparecen inmediatamente, producto
de las acciones de los propios banqueros, en la forma a la que se refería
Keynes como “depósitos activos”. O sea, según se manifiesta
anteriormente, el propio préstamo comienza a cobrar vida inmediatamente
en forma de depósito. Hay que reconocer que este no es un depósito de
ahorro, sino que después de todo, fue un error contenerlo, que es algo muy
diferente. Los “ahorros” pueden existir también tanto en un depósito en
cuenta corriente como en un depósito de ahorro. Los ”ahorros” siempre
son igual a las ”inversiones”, pero no tienen que ser igual a los “depósitos
de ahorro”. Además, si el juicio de los banqueros era sensato, en la medida
que los fondos del préstamo son extraídos de la cuenta corriente y
gastados, estos se suman a los ingresos monetarios de la sociedad como un
todo. De manera que aún cuando la tasa de ahorro se mantenga constante,
los ahorros totales depositados por individuos por concepto de depósitos
de ahorro van a aumentar porque sus ingresos del hogar aumentan.
Por lo tanto, desde el punto de vista de Keynes, aún está lejos de ser
el caso que, según lo estipula la teoría de fondos prestables, la tasa de
interés se ajuste (aumente o disminuye) para equilibrar la demanda de
préstamos (inversión deseada) con la oferta de préstamos (ahorros). En
cambio, la tasa de interés puede permanecer congelada mientras el
ingreso monetario de la sociedad como un todo se ajuste para verificar las
expectativas de los banqueros, y justificar su racionamiento del crédito, sus
decisiones políticas, conjuntamente con los empresarios, en lo que
248
respecta a la cantidad de inversiones se seguirán realizando.
Naturalmente ambas se pueden ajustar también, la tasa de interés y
el nivel de ingreso monetario pueden variar simultáneamente. Las
publicaciones originales de Keynes explicaban con lujo de detalle un
mecanismo teórico que conduce a las consideraciones anteriores. Desde
entonces, otros estudios realizados por profesora Robinson, barón Kaldor,
Pasinetti, Drèze, Bhaduri y muchos otros han demostrado que existe una
variedad de distintos mecanismos que podrían conducir a resultados
semejantes desde el punto de vista teórico. Desafortunadamente, las
investigaciones empíricas sobre cuál mecanismo funciona realmente han
demostrado ser, como sucede casi siempre en la teoría económica en este
nivel de generalidad, casi imposible de llevar a cabo en cualquier forma
real concluyente.184 También adoptan una fusión apócrifa, de forma gráfica,
de los principios de Keynes sobre la teoría de los fondos prestables,
falsificando de esta manera precisamente aquellos puntos que más han
llamado a la reflexión de la sociología general. Hay que reconocer
evidentemente que existe al menos un mercado monetario importante
donde, a primera vista, la tradicional licitación del mercado de subasta
opera a la antigua para expresar la ley de la oferta y la demanda al
establecer la tasa de interés (en ese mercado solamente) como si fuese un
precio. Y esta es la subasta común de letras del Tesoro. La relación de
este mercado con los ahorros y las inversiones es indirecta. Pero los
184 Los libros famosos de textos estadounidenses tienden a hacer énfasis en algunos detalles técnicos exactos del mecanismo original de Keynes, centrándose en el lado equivocado de los principios básicos, por así decirlo.
249
argumentos (más bien escolásticos) que esto ha provocado en los círculos
académicos económicos, ya sean en contra o a favor de la teoría
keynesiana esbozada anteriormente, no deben ser un obstáculo. Los
hechos acaecidos en la historia reciente hacen que el caso keynesiano, en
su sentido más amplio, sea lo suficientemente convincente. Haremos
referencia a la experiencia histórica de “los seis años del gobierno de
Attlee185, que le sucedió al Gobierno de la Coalición” de Gran Bretaña “en
el verano de 1945, el más exitoso de este siglo en materia de logros
sociales y económicos”.186 La tasa de interés sobre los bonos del Tesoro a
largo plazo era aproximadamente de 2%, la tasa de inflación alrededor de 4
ó 5% (a veces 3%), y el desempleo en 1%.
Por lo tanto, de una forma u otra, aún cuando se trate solamente de
la versión caricaturesca del ”gasto deficitario para estimular la economía”
como en la reducciones famosas de impuestos de Kennedy, los principios
keynesianos ejercieron una gran influencia durante todo el período de la
postguerra hasta la primera crisis petrolera entre 1945 y 1973, que se
denominó “la época de oro del capitalismo”.187
Igualmente, el período de prosperidad de Reagan coincidió
exactamente con los déficits acelerados. El auge terminó tan pronto se
aplicaron medidas para restringir los déficits. ¿Qué otro ejemplo más
práctico de los principios keynesianos que este propio? Por ende, se puede
185 Líder del partido político “Labour” y primer ministro de Gran Bretaña, 1945-1951.186 Nicholas Lord Kaldor, barón de Newnham, ob. cit., p. X.187 Stephen Marglin y Juliet Schor, eds., The Golden Age of Capitalism, 1945-1970, Oxford, 1990.
250
apreciar que si las oportunidades de inversión existen y parecen ser
razonablemente prometedoras, el sistema bancario, actuando como un
todo de forma conjunta, puede crear las facilidades (depósitos bancarios,
dinero bancario) para que las empresas puedan pagar por los nuevos
bienes de inversión (actividades económicas capitales y gastos iniciales
sobre la nómina salarial y materias primas) que se necesitan para
aprovechar esas oportunidades. No se necesita esperar a que los
ahorradores ahorren el dinero. Tan pronto se extienda el préstamo se
genera el dinero, y se considera como “ahorro” cuando aún nadie lo haya
ahorrado. Este se ahorrará después, luego de que haya circulado por las
nóminas salariales, también por las utilidades de las firmas a las que se les
paga por los bienes de inversión, y pagan estas utilidades en dividendos.
Así se paga por la expansión económica al crear un nuevo dinero.188
Tampoco se ha tenido en cuenta la parte relevante, y cada vez más
importante, del sistema financiero que no es parte de lo que generalmente
se denomina “bancos”. Ahora, en la medida que la nueva inversión sea tan
productiva como el promedio de producción existente, el nuevo dinero que
se puso en circulación encontrará una mayor cantidad de bienes y servicios
para poder cubrirla, de manera que el nivel de precios promedios, como el
Índice de Precios al Consumidor, no necesita aumentar. No debe
producirse ninguna inflación al aumentar la oferta monetaria. Por otro
188 En esta breve exposición se ha excluido cualquier consideración sobre el “multiplicador”, el cual aquellos que estén interesados en conocer el proceso en detalle, deben referirse, por ejemplo, a Samuelson, ob. cit., o Robinson, Introducción a la teoría del empleo, Madrid 1963 (ed. orig. Londres, 1936.)
251
lado, si la nueva inversión es una especulación desacertada, podría
provocar una inflación. Las políticas keynesianas tienden a tener una
tendencia viciada inflacionaria en parte por esta razón.
Hasta ahora se han descrito solamente las leyes y no las políticas.
Esto se debe a que nos hemos abstraído del Gobierno. Se han descrito las
operaciones de las empresas privadas con un sistema bancario privado. La
única “política” que se ha descrito ha sido las decisiones del colectivo de
banqueros. Cada banquero individual tiene un margen muy pequeño para
políticas independientes, si quieren seguir siendo solventes y competitivos.
Están limitados por las oportunidades de inversión que existen y por la
“política” ya establecida de facto por las acciones del resto de todos los
banqueros ---qué políticas se le comunican a nuestro banquero individual---
simplemente a través del flujo de depósitos y las extracciones. Esta es una
forma altamente descentralizada de formular política, hasta tal punto que
es invisible para la mayoría de las personas que estudian el tema.
Sin embargo, supongamos que los oficiales de préstamos de los
bancos (y sus directores o supervisores) estuviesen organizados en un
colectivo implícitamente autónomo, una entidad política, con comités, que
tenga voto sobre las políticas, y prisiones para los rebeldes. El proceso de
cuestionamiento a posteriori, sobre el cual se habló, ya no se necesitaría.
La libertad del sistema bancario para expandir o contraer el nivel de
actividad económica sería consciente y visible. Evidentemente sería un
gobierno, un gobierno de la economía (y especialmente tan repugnante
252
para los banqueros como para los ciudadanos). El objetivo de este
experimento teórico (que bajo ningún concepto es una propuesta) es
simplemente demostrar que el poder (de forma general) que tendría
evidentemente el sistema bancario si estuviese organizado de esta manera,
debe ser también el del sistema bancario, aún cuando esté organizado en
su habitual forma descentralizada. La única diferencia es que en el caso
anterior es un poder que se puede ejercer de forma consciente y
deliberada, luego de un debate y votaciones. En el último caso, el que más
se acerca a la realidad, se ejerce exactamente el mismo poder de forma
relativamente inconsciente, respondiendo automáticamente y de manera
descentralizada a las condiciones locales (y estímulos) según se
manifiesten. Por varias razones esta distinción es interesante e
importante. Sin embargo, no afecta la naturaleza del poder y las funciones
del sistema bancario. Es por ello que el punto de vista sociológico hace
hincapiés en que los oficiales de préstamos (y sus directores) trabajan
regulando las funciones. Desde el punto de vista sociológico, ellos son
parte del gobierno de la sociedad, más allá de cuáles sean las formas
legales de ejercer este poder, y la psicología individual de este ejercicio.
Además, los funcionarios de las corporaciones, o el empresario que decide
realizar la nueva inversión (utilizando las facilidades del sistema bancario)
son también parte del gobierno. Entonces, desde el punto de vista
sociológico, ya se ha hablado de las “políticas gubernamentales”. No
obstante, “las políticas gubernamentales” en el sentido acostumbrado de
253
las palabras desempeñan un papel solo y cuando la demanda de las
inversiones privadas, según se ha ilustrado anteriormente, está en un nivel
muy bajo para poder elevar el nivel de la actividad económica hasta el
nivel donde se alcance un empleo pleno (y una tasa de crecimiento
satisfactoria para seguir elevando el nivel de vida de los pobres). En dicho
caso, Keynes también demostró mediante medidas concretas (tales como
aquellas que tomó el gobierno de Attlee), cómo el gobierno generalmente
puede a través de la financiación del déficit, estimular la economía al
encargar sus propios bienes de inversión y realizar sus propios proyectos
de inversión —por ejemplo, la construcción de viales, hospitales, viviendas
públicas— al igual que subsidios de asistencia social (como el seguro de
desempleo) que, al potenciar la demanda de los consumidores, cree un
ambiente empresarial más favorable y tienda a hacer que las
oportunidades de inversión (por lo menos en los restaurantes de comida
rápida) sean más rentables. Es importante, para no crear ninguna
confusión, mantener separadas las leyes de las propuestas de políticas de
Keynes. Las primeras tienen una base muy sólida en lo que respecta a sus
principios esenciales, pero las últimas, carecen de cualquier tipo de
garantía firme. Los principios de Keynes han mostrado de manera
concluyente que si la economía no funciona a plena capacidad, entonces, a)
[el laissez-faire] no corregirá el problema, b) el problema pudiera ser
debido al tipo de causa que se puede solucionar con las políticas
keynesianas, y c) si las políticas keynesianas no solucionan el problema,
254
este fracaso no se debe a ninguna de las razones laissez-faire que los
economistas (o monetaristas como Friedman o von Hayek) fomentaban (y
que aún lo hacen).
En cuanto al tema de porqué no ha continuado el mismo éxito de lo
acaecido desde la crisis petrolera, no hay un consenso al respecto. Esto
pudiera ser debido a nuevos problemas, que no son tan fáciles de
solucionar por la versión relativamente de historieta de las políticas
keynesianas que lograron ser aceptadas por los gobiernos de derecha en
toda Europa y Norteamérica que se desarrollaban lentamente y luego
fueron reveladas por las crisis; o porque las crisis requerían políticas
keynesianas (de forma temporal) pero decisivas y mucho más drásticas que
antes, hasta un punto donde nunca antes se contaba. Además, la ejecución
de estas hubiera echado por tierra el frágil consenso que rige dichas
políticas, o que las crisis petroleras fuesen un pretexto para aquellos que
pudieran beneficiarse con las políticas monetaristas para insistir en su
punto de vista. No estamos tratando de argumentar que nuestros
problemas económicos son fáciles de solucionar. No estamos tratando de
vender el keynesianismo a los escépticos al mitigar las incertidumbres y
dificultades que existen (como sucedió con la primera ola de divulgadores
keynesianos de la postguerra).
Basta con demostrar que las políticas keynesianas funcionaron
durante un par de decenios para probar que la doctrina laissez-faire
siempre está equivocada. Si se necesitan nuevas políticas económicas, que
255
así sea. No se está sugiriendo que el keynesianismo debe ser la última
palabra. Pero las nuevas políticas no pueden ser neumáticos
recauchutados del monetarismo o laissez-faire, que están empíricamente
desaprobadas (y definitivamente) o son contradictorias desde el punto de
vista lógico. No se deben perder de vista dos factores en particular, (a) que
el dinero no es una mercancía (y la tasa de interés no es el precio de su
uso), y (b) el capital no es un factor de producción (y la tasa de beneficio
no es una ganancia devengada) —aunque esta última es para anticipar una
conclusión de un estudiante de Keynes, Robinson, sobre la cual se hablará
en un capítulo posterior.
Para resumir el papel que desempeñará el conjunto de conclusiones
de este capítulo en la estructura del argumento de este libro, hagamos las
siguientes observaciones. Anteriormente se identificaron varias injusticias
evidentes en el funcionamiento de la economía estadounidense, aunque
para ser justos, se han sometido a consideración para ver si realmente son
así. Se han examinado varios argumentos que se han hecho a nombre del
sistema existente. Por ejemplo, debemos suponer que algunos problemas
son inevitables. Ahora, hay que reconocer que la necesidad es una defensa.
Sin embargo, se ha apreciado en este capítulo que un alto desempleo no es
inevitable. Basta con ver el resultado del gobierno del Partido Laborista en
Gran Bretaña cuando las políticas keynesianas se aplicaron de forma
intransigente. No importa si la repetición exacta de la misma solución
funcionará ahora. La historia y la experiencia práctica ya han demostrado
256
que aquellos, tanto ahora como en aquel entonces, plantean que el empleo
pleno no es práctico, o que tiene consecuencias peligrosas, están
equivocados. Se puede conocer a quién culpar, y que es injusto, antes de
que se sepa exactamente la solución. Y una de las razones de esto es que el
“cómo” depende de que se llegue a un consenso. No cabe dudas de que si
el mismo consenso político existiera hoy día, las mismas políticas
keynesianas funcionarían. Esto nos lleva al punto final. Los principios de
Keynes demuestran dos cosas: que la cantidad de gastos en materia de
inversión es crucial para el nivel de actividad de toda la economía; y que la
decisión sobre esa cantidad es, aunque sea descentralizada, aún una
decisión política. Si la cantidad que se decide es muy baja para lograr un
pleno empleo, aquellos que tomaron la decisión (banqueros y empresarios
conjuntamente) asumirán la responsabilidad política por ello. Necesitamos
tener esto presente en la medida que se hable sobre las injusticias sociales
reales de hoy día.
De hecho, las dos razones por las cuales los sectores influyentes de
los formuladores de políticas del sistema sociopolítico de los Estados
Unidos se oponen a las políticas keynesianas son: (a) que funcionarían, y
generarían un pleno empleo, y (b) que al no ser que se complementen con
una política de ingresos con una regulación salarial, estas políticas
producirían una inflación. Evidentemente, esto carece de sentido hasta que
no se explique el porqué el pleno empleo y la inflación son ¡”malos”! desde
su punto de vista. En el penúltimo capítulo de este libro especularemos
257
sobre el porqué el pleno empleo es “malo”. Por supuesto, no es tan malo,
solo que actúa contra sus propios intereses. De manera que hay un
espectáculo de un grupo de personas influyentes que bloquean las políticas
económicas eficaces que beneficiarían a la gran mayoría de las personas,
simplemente porque está dentro de sus intereses hacer esto.
Así, las acciones de esta institución son socialmente injustas. Queda
por ver si las injusticias son inherentes en las propias instituciones o son
meramente el resultado de un mal uso de estas instituciones.189
La inflación es, dentro de sí misma, perfectamente neutral, siempre y
cuando se pueda calcular y pronosticar. Debido a que esto no se puede
hacer, entonces, los sectores de la sociedad se favorecen evidentemente a
costa de otros. Probablemente los dos aspectos fundamentales de la
inflación son: (a) cuando es constante, se requiere la renegociación regular
de convenios salariales, prestación de jubilación, entre otros. Cuando
existe un pleno empleo esto no constituye una dificultad para los
asalariados porque dichos contratos pueden ser renegociados fácilmente,
pero sí lo es para los jubilados y retirados al no ser que el gobierno haya
indexado sus beneficios. En cuanto a los obligacionistas o rentistas, la
estabilidad de la tasa de inflación hace que sea fácil incluirla en la tasa de
interés del bono o hipoteca. Sin embargo; (b) los obligacionistas pueden
llegar a obtener ganancias no merecidas, inesperadas si la tasa de inflación
disminuye a mediados de la vida del bono. Por el contrario, pueden llegar a
189 Las instituciones siendo la institución de las decisiones en materia de inversión –el sistema bancario y los oficiales financieros corporativos y empresarios– y la institución de empleo.
258
perder bastante si ocurre a la inversa. Esto explica sus motivos de
oponerse a los fundamentos (nuevamente) de las políticas keynesianas, y
luchar por la anulación de estas una vez que se pusieron en práctica. (De
hecho, la situación posible más ventajosa para ellos sería un aumento
pronosticado y lento en la tasa de inflación, seguido por un cambio abrupto
en la política hasta llegar a una inflación de casi cero.)
Hay que preguntarse porqué se opondrían (y de hecho se oponen) a
las políticas keynesianas complementadas con las medidas mencionadas
anteriormente, que han demostrado que se puede mantener la inflación a
un nivel módico. Posiblemente esto se debe a los controles que estas
medidas ejercen sobre las posibilidades financieras y especulativas de los
ingresos no provenientes del trabajo. El gobierno de Attlee controlaba no
solamente los salarios a través de su alianza con los poderosos sindicatos
de tendencia socialista en aquel entonces, sino que formula leyes para
limitar los dividendos en acciones, etc., así controlaba también los ingresos
diferidos, y generaba un mercado de valores en calma (ya que dicho límite
tenía el efecto de desalentar la especulación). Ante varias desventajas que
conllevaban estos controles y la falta de confianza (por naturaleza) en los
beneficios de las medidas (cuyos beneficios en cualquier caso se les
conferían primero a los desempleados y los más pobres de la sociedad), es
que ellos se oponen a estas medidas con más rigor, incluso, que a la
inflación. Por supuesto, que no se necesita adoptar su punto de vista.
En la crisis global actual, estas medidas son conocidas por casi todos
259
los economistas como las normales para resolver la crisis y reactivar los
mercados financieros de manera que la demanda de los consumidores
pueda rescatar a las compañías manufactureras de la inminente
bancarrota. Esto, a su vez, protegerá los precios de vivienda y resolverá
esa crisis. Sin embargo, el dólar experimentará una inflación al igual que
todas las otras monedas vinculadas a este. La única oposición a estas
medidas está motivada por el hecho de que todavía hay muchas personas
con empleo, e inversores que no lo han perdido todo, y la inflación
necesaria debilitará su posición aún cuando restablezca la posición de los
otros. La dificultad que se enfrenta para resolver esta crisis a corto plazo,
entonces, es de naturaleza política: los intereses opuestos de estos dos
grupos, uno que se beneficia por la inflación, y el otro que se ve afectado
por esta.
Mas a partir del punto de vista expresado en los últimos capítulos,
esta inflación es simplemente el complemento necesario para la inflación
desigual y tendenciosa que comenzó en los años de Reagan. El gasto
deficitario de Reagan se necesitaba para mantener la economía próspera.
Su gobierno canalizaba hábilmente la inflación resultante hacia el sector
financiero y evitaba que los salarios nominales y los precios al consumidor
aumentaran al mismo ritmo. Esto fue un suceso sin precedentes: la
inflación se distribuyó de forma muy desigual. Los precios de vivienda
aumentaron a un ritmo casi el doble que todo lo demás. Pero ya que la
expectativa justificada sobre el aumento de los precios de vivienda era uno
260
de los principales sostenes económicos para alcanzar una prosperidad total
de postguerra, fue útil aumentar los precios de vivienda. Según se ha
puesto de manifiesto, obedeciendo los principios de Keynes, la solución
para los precios demasiado altos de viviendas no es una corrección
descendente, sino inflar al resto de la economía hasta que se restaure la
paridad. Ahora es muy tarde para hacer esto de forma tal que no cause
dolor, pero es la solución evidentemente, funcionará de hecho a corto
plazo.
261
Capítulo IX
Instituciones Fiduciarias
La filosofía del dinero y el funcionamiento del sistema bancario son
fascinantes y políticamente cargados de significado como lo han demostrado
las luchas en la historia estadounidense y el interés que han mostrado
actualmente los Perotistas190 y muchos otros.
El mecanismo fundamental que hace que un comportamiento sea
“social” en vez de individualista es, por naturaleza, más monetario que
psicológico, o sea, opera de la misma manera en que lo hace el sistema
bancario y no en la forma en que operan los trueques. No obstante, debe
tenerse en cuenta que un banco puede estar sujeto a un pánico bancario
aunque por lo general esto no suceda. Por supuesto, si todos trataran de
retirar sus fondos el banco no podría cumplir con sus obligaciones y los
clientes no triunfarían en su empeño. Entonces, ¿por qué la gente deposita
190 Así se llaman los seguidores de Ross Perot, el candidato presidencial en los EE.UU. en 1988.
262
fondos en una situación tan peligrosa como esta? Pues lo hace por la
creencia individual de que los demás tampoco van a retirar su dinero. El
banco se mantiene a flote debido a la confianza y, por consiguiente, la acción
individual de los depositantes es racional. Pero la acción del individuo es
racional solo si se tiene en cuenta su creencia en torno a las acciones futuras
de los otros depositantes (acreedores) del banco. Mas, esto es solo
comprensible en su contexto social.
Un ejemplo mucho más claro de esto se evidencia en cualquier inversión
en negocios como valores de renta variable, el arte o los bulbos de tulipán.
Los inversionistas o, más bien, los titulares de las acciones albergan una
creencia definitiva sobre el comportamiento futuro de los otros titulares. La
expectativa de dividendos, el disfrute estético o las calorías invertidas por sí
solas son simplemente insuficientes para justificar, en la mente del titular de
acción individual, el precio pagado por la inversión. Sólo las expectativas en
torno a la variedad de precios en el futuro pueden hacerlo. De ahí que la
confianza mantenga al mercado de valores a flote.
Por supuesto, los bancos pueden fallar, como se demostró con la
tulipomanía. Mas, esa confianza que mantiene el mercado a flote se basa en
algo y eso lo explicaremos más adelante.
Una institución o un role se mantienen en vigencia de la misma manera
(incluso si parte de la fuerza es psicológica usualmente pensamos que ésta
es insuficiente para explicar el éxito total de la institución). No hay nada
paradójico en advertir que la verdadera razón por la que la mayoría de las
263
personas obedece las reglas institucionalizadas, sigue los roles y actúa como
si aceptara los valores institucionalizados es porque espera que los demás
hagan lo mismo también. El sistema se mantiene a flote por la confianza.
Desde luego, el sistema también debe funcionar eficazmente. O sea, como
promedio y a largo plazo, la gente debe recibir una suficiente cantidad de
recompensas y satisfacciones del funcionamiento del sistema; como
promedio y en el largo plazo los programas de inversión del banco deben
tener éxito, esto es, incrementar realmente la productividad de las firmas (o
de las familias) para que puedan hacer sus pagos de intereses al banco. Esta
es la prueba que no pasaron los tulipanes.
No todos los individuos necesitan recibir satisfacciones suficientes;
algunos quieren más. Ningún individuo necesita que se le pague
inmediatamente por cualquier “servicio” –que sea interacción asocial en el
sistema de trueque– la mayoría de los negocios no recibe lo suyo en cambio
hasta que no haya pasado un tiempo y aún así puede ser de manera
intermitente. Pero, en especial, la oferta monetaria puede expandirse –los
intercambios de servicio y recompensa no tienen que ser un juego de suma
cero-.
Esto no es un simple “tú me ayudas y yo te ayudo” pues eso sería
simplemente un trueque. Si los individuos solo interactuaran con otros
individuos como “dividendos” no te pudieras licenciar en trueques. Una
institución fiduciaria debe ser el intermediario para poder tener un
verdadero comportamiento monetario. Los compromisos a largo plazo y los
264
préstamos ilíquidos tienen que ser sopesados con los compromisos cuyos
límites no se han fijado y los depósitos altamente líquidos para que el
mecanismo de expansión monetaria y crédito pueda tener un alcance.
Incluso entre los economistas no existe propuesta o sugerencia en
torno a la teoría del dinero que no sea controversial. Existen definiciones
rivales sobre el dinero en cuanto al impacto de este en la economía y cómo
lo hace (si es que lo tiene). Es más, ninguna de estas propuestas es
ampliamente conocida por el público: las nociones generalizas sobre el
dinero constituyen todavía otro cuerpo teórico que está en desacuerdo con
lo planteado por los economistas.
Por suerte, parte de estas diferencias es fundamentalmente verbal.
Para comenzar este tema, entonces, podemos apoyarnos en el consenso
existente entre muchos de los teóricos serios de la economía, quizás la
mayoría, cuya principal discrepancia sería que estamos usando una
terminología incorrecta o quizás omitiendo elementos importantes o
haciendo demasiado hincapié en otros pero que no desearían negar el
significado expresado por nosotros (en la terminología que hemos
escogido). En primer lugar tenemos que definir la palabra dinero y ya hay
una gran discusión en torno a esto. En el siglo XVIII la palabra dinero se
utilizaba para designar lo que ahora llamamos dinero en efectivo. Sin
embargo, en el XIX, con el desarrollo del sistema moderno de crédito, el
significado de la palabra se amplió para incluir también a los billetes y los
“depósitos bancarios” o dinero bancario. Esto es claramente un problema
265
de terminología y nosotros podemos escoger el que queramos. Sin
embargo, antes de continuar me parece que es mejor que expliquemos las
diferencias entre ellos y para hacerlo no hay nada mejor que hacer una
breve recapitulación de la historia del dinero.
Una economía no monetaria es realmente primitiva. Si existiera alguna
mercancía en su sentido moderno tendría entonces que cambiarse a través
de trueques. Pero esto no es conveniente y una vez que estas lograron ser
una parte importante de la vida diaria de las personas algo se hizo para
que el proceso de intercambio fuera más fácil. Una mercancía especial
como el oro, por ejemplo, aunque de hecho bien que pudo haber sido la
plata al principio pues en ese momento era más valiosa que el oro, es por
consenso seleccionado como “dinero”. Como todos sabemos, eso significa
que ya no cambiamos cerdos por fondos sino que cambiamos los cerdos
por oro y luego cambiamos el oro por fondos y esto es mucho más
conveniente (no menos). La cantidad de oro por la que se cambió un cerdo
es el “precio” del cerdo. El oro es invalorable.
Sin embargo, este es todavía un estado bastante primitivo aunque duró
por un buen tiempo. En tal punto de la historia el dinero es todavía, en
principio, una mercancía igual que cualquier otra. Obedece a las leyes de
la oferta y la demanda, aparentemente. Más dinero puede producirse pero
a través de mayores esfuerzos como la minería, por ejemplo. Su valor
puede fluctuar como cualquier otro producto aunque no tenga precio. Si
bien los tiempos recientes son una excepción seria, el valor del oro ha sido
266
a menudo mucho más estable que el de cualquier otra mercancía rival.
También es mucho más fácil de almacenar o de transportar.
En esta situación, el oro es el “medio de intercambio”, es lo que todo el
mundo usa para cambiar por la mercancía que realmente quieren. Sus
otros usos, aparte de este, son insignificantes si se comparan. Por lo tanto,
una clásica definición de dinero (tomada por ejemplo de la Enciclopedia
Británica) es que es “una mercancía aceptada por el consenso general como
un medio de intercambio económico. Es el medio en el que se expresan los
precios y valores; circula de persona a persona y de país a país facilitando
así el comercio. Es la medida principal de riqueza.”
Pero no es este el que la civilización moderna usa principalmente. O,
para decirlo de otra manera, actualmente no existe una mercancía que
sirva como medio de intercambio y que sea además el medio a través del
cual se expresen los precios y valores de contratos, fundamentalmente las
deudas. Por ejemplo, en la Gran Bretaña del siglo XIX la moneda de oro, la
llamada “soberano”. Este era una mercancía. Sin embargo, los precios
eran contratos y las deudas se expresaban en términos de “libras
esterlinas” que no eran una mercancía. Los economistas clásicos hablaban
de esto como “dinero de cuenta”. El número de libras esterlinas necesarias
para comprar un soberano variaba de semana en semana. Clásicamente, el
dinero no es lo mismo que el dinero de cuenta. En la actualidad, tanto el
dinero de cuenta como el medio de intercambio se conocen como “dólar”
en los Estados Unidos. Sin embargo, aún se impone hacer determinadas
267
distinciones científicas en algunas ocasiones. Aún cuando de alguna
manera se podían lograr dos objetivos diferentes con la misma “cosa”,
debemos estar preparados para hacer las distinciones pertinentes. Pero
todavía no existe en Estados Unidos ningún “dinero” como el definido por
la Enciclopedia Británica porque nuestro medio de intercambio no es una
mercancía, es un billete, un billete de banco, o sea un …
Pero, ¿es esto un problema? Quizás lo sea. No obstante, hay que tener
en cuenta que existe un gran diferencia entre el sistema monetario
civilizado de hoy en día y el que existía en los tiempos de Roma. Mientras
no haya confusiones de ningún tipo podemos llamarle a los dos “dinero”.
Mas, asegurémonos de que no surjan dudas.
Los economistas clásicos prefieren reducir la definición de la
Enciclopedia Británica a su primera acepción porque son conscientes de
que las “cosas” comprendidas en los cuatro puntos no tienen que coincidir
y cuando lo hacen necesitan de aclaraciones pertinentes. Por lo tanto,
comúnmente el dinero es una cosa usada, por lo general, como medio de
intercambio. Si realmente es una mercancía -que era habitual que lo fuera
–pudiera llamarse dinero-mercancía. Si habláramos solo de pedazos de
papel sancionados y monopolizados por el estado –se reconocería como
moneda fiduciaria porque no sería una mercancía en el sentido económico
habitual de la palabra debido a que su proceso de producción sería legal y
no económico–.
268
Por lo general, los economistas clásicos no experimentaron,
entendieron o notaron el “dinero bancario” o “depósito bancario” moderno
y tampoco hubieran tenido en cuenta a su precursor, el “billete”, como
dinero. En los siglos XVII y XVIII el gran aumento en la producción y el
comercio – en particular, la novedad de que el comercio a las Antillas y la
producción fabril demoraran más que antes- estimularon e incluso
requirieron de nuevos medios de intercambio. No había dinero suficiente y
este era además muy rígido, inflexible. El crédito se desarrolló, expandió y
perfeccionó de una manera extraordinaria. Para nosotros un ejemplo clave
es suficiente: la “letra de cambio” –solo un simple pagaré: Yo, José
Sanchez, prometo que le pagaré a usted, Jorge Blanco, cincuenta libras
esterlinas dentro de tres meses, el 1ro de Agosto de 1750. Jorge me dará
suministros por el valor de cuarenta y cinco libras que yo necesito para mi
negocio. Jorge autoriza a Juan –a recibir bienes por un valor de cuarenta y
cinco libras (quizás), etc., incluso diez veces más. Y quizás el 1 de
noviembre de 1750 lo tenga un intermediario y luego de presentármelo a
mí acceda a recibir una letra de cambio por otros tres meses-. De esta
manera se hacían los negocios antes, no con dinero en efectivo.191
Un banco comercial haría lo mismo, desde luego, en nombre de sus
clientes. Así, regula y facilita el proceso debido al gran elemento que
constituye el “reconocimiento de su nombre”. Pero la intervención privada
de un banco privado en estas relaciones contractuales privadas entre los
empresarios del sector privado no altera la trascendencia económica de 191 Amit Bhaduri, ob. cit., p. 87.
269
este proceso de descuento y aceptación de letras o pagarés. Se convirtió
en un hecho común que estas letras de cambio actuaran como sustitutos
del dinero o “cuasidinero”. Obviamente, mucho dependía de su
conocimiento y confianza en los que lo aprobaban aunque uno de ellos
fuera un banco. Y cada uno de los que lo endosaba era responsable de
pagarlo en la fecha de vencimiento de forma tal que si no podía pagarlo,
Jorge, Juan, etc., eran responsables de hacerlo. Sólo faltaba por hacerse un
paso. Un banco podía ser el intermediario entre todas las transacciones,
reduciendo realmente la cadena de endosantes. En vez de Jorge
extenderme el crédito, y entonces Juan extendérselo a Jorge, etc., yo podía
solicitarlo directamente al banco. Este podía extenderme un crédito y
darme un pagaré -pagadero al portador- sin necesidad de endoso y en el
que estuviera debidamente grabado el nombre del banco y la cara de algún
personaje (ya sea la del presidente del banco o la de algún patriota). Si yo
le ofrezco este pagaré a Jorge él lo aceptará más rápidamente que antes
porque el banco tiene mayor capacidad de pago que él o que yo y, por lo
tanto, confía en que se lo pueda pasar a Juan o a cualquiera de los socios.
Por otro lado, ya no tiene que preocuparse de lo que pudiera pasar en un
lapso de tres meses. Así, él me puede ofrecer bienes por un valor de
cuarenta y ocho libras esterlinas por un pagaré de cincuenta, etc.
El dinero bancario y el depósito bancario sufrieron un proceso de
evolución con la letra de cambio (que era prácticamente dinero) como
270
medio de intercambio. Pero, ¿por qué era mejor para los negocios que el
dinero-mercancía o la moneda fiduciaria?
Primero, hagamos hincapié en nuestra distinción entre la manera en
que se veía el dinero en el siglo XVIII y los depósitos bancarios. Primero
hubo dinero, oro acuñado. Después, aparte del dinero, individuos privados
inventaron la letra de cambio como un pagaré que era transferido
libremente (por aprobación). No era regulado por el estado en ningún
sentido y tampoco fue una evolución del dinero sino un sustituto. Servía
como una especie de medio de intercambio en círculos de hombres de
negocio (pero era un medio imperfecto debido al descuento). Fue
desarrollado de forma tal que sirviera como un excelente medio de
intercambio una vez que se estandarizó en tres sentidos: a) el deudor
siempre sería un banco en vez de mí; b) la letra de cambio sería pagable a
la vista en vez de en la fecha de vencimiento; c) la letra de cambio era
pagadero al portador y no necesitaba de endoso. No obstante, la forma no
estandarizada de letra de pago se mantuvo por un tiempo, por supuesto.
Pero la estandarizada se hizo conocida como pagaré o depósito bancario
aunque sin ningún cambio legal en su estatus original: la letra de cambio.
No era dinero ni en el sentido en que lo define la Enciclopedia Británica, ni
la jerga legal del siglo XVIII o la teoría económica clásica. Era “dinero
bancario” o “depósito bancario”. Pero como sirvió a los objetivos del
dinero, al menos en los círculos de negocios, algunos fueron utilizados
271
para revisar la definición científica de dinero. La jerga popular fue
adelante, por supuesto.
La razón por la que llamamos billete de dólar al “billete del dólar” es
precisamente porque surgió como letra de cambio –y para la economía
científica todavía lo es-. La razón por la que le llamamos pagaré es porque
una letra de cambio era un pagaré (y si era manuscrito pues entonces se
trataba de una nota manuscrita (“note-of-hand”)).
Mucho antes del período prebélico en los Estados Unidos, los negocios
bancarios se hacían por el sector privado. La competencia por el libre
mercado privado es fundamental para la banca y las letras de cambio,
como hemos visto. La naturaleza esencial de los depósitos bancarios no
depende del gobierno aunque sí del “consenso general” de aquellos
involucrados en el intercambio. En ese período histórico varios bancos
emitieron diferentes tipos de dinero con distintas imágenes. La mayoría de
los comerciantes lo aceptaban a descuento, al igual que con cualquier letra
de cambio. Si el banco estaba en Cleveland un comerciante de Pittsburg
podía necesitar un descuento considerable o negarse a aceptar el pagaré
completamente. Sin embargo, para 1869 aproximadamente, se le llamaba,
por lo general, “dinero” y la mayoría de los economistas lo definirían hoy
de la siguiente manera: dinero de cuenta es aquel en el que se expresan
las deudas, precios y poder adquisitivo; por lo tanto, el dinero como tal es
ese a partir del cual los contratos de deudas y de precios son liquidados y
en la forma en la que se mantiene el poder adquisitivo. Actualmente, en los
272
Estados Unidos (o mejor en el de 1929) el dinero de cuenta es el dólar en
el sentido habitual de la palabra y existen varias “cosas” que responden a
tal expresión: moneda (dentro de los límites), Pagarés de la Reserva
Federal (un tipo particular de pagaré) y saldos de cuentas corrientes –que
no son más que las copias electrónicas en la computadora de su banco.
Pero según la definición clásica, solo las monedas hubieran sido
consideradas dinero. Los bancos de la Reserva Federal son bancos que
pertenecen al sector privado y no agencias gubernamentales y sus billetes
son todavía letras de cambio. Debido al hecho de que el gobierno ha
prometido apoyar estos doce bancos del sector privado, se considera que
ellos tienen una mayor capacidad de pago que los bancos del período
Federal (1790-1859). Sin embargo, sus emisiones fiduciarias no son lo que
los representantes de la doctrina jurídica del siglo XVIII como, por
ejemplo, los Padres Fundadores de los Estados Unidos, considerarían como
dinero. Existen además economistas libertarios de la actualidad como von
Mises que todavía negarían eso debido a que él todavía lo llamaría cuasi
dinero –el desacuerdo es terminológico-.
Esto nos permite esclarecer otro error común sobre la Reserva
Federal y el dinero. Hay muchas personas que plantean que la Ley de la
Reserva Federal es anticonstitucional porque la Constitución se reserva el
poder de acuñar dinero y de regular el valor del dinero al Gobierno
Federal. Pero, lo que sea que se pueda decir en torno a los méritos legales
de tal argumento, la historia del concepto del dinero que acabamos de
273
revisar nos ha demostrado que los Padres Fundadores nunca hubieran
utilizado ese lenguaje en esas partes de la Constitución sobre los pagarés
(letras de cambio) porque no fue hasta bien adentrado el siglo XIX que ese
uso se admitió. Adam Smith, por ejemplo, no utilizó la palabra dinero como
“depósito bancario”.
Sería anacrónico pensar que los abogados y estadistas del siglo XVIII
que escribieran un documento legal utilizaran la palabra dinero para
referirse a los billetes o depósitos bancarios que tanto desde el punto de
vista legal como científico era lo mismo que una letra de cambio. La
palabra dinero en el siglo XVIII tenía un significado mucho más restringido
que en el discurso actual. En aquel entonces no se refería ni a billetes ni a
letras de cambio, al menos no es su uso legal o más cuidadoso (por
ejemplo, cuando el autor estaba siendo cuidadoso) como se evidencia en
los escritos de Jefferson y de Adam Smith. Las disposiciones en la
Constitución de los Estados Unidos con relación al dinero no son, por lo
tanto, en ningún sentido, prohibitivas de los pagarés o del actual sistema
de la Reserva Federal. Arthur Nussbaum en su libro A History of the
Dollar, Nueva York, 1957, p. 52 resume este punto que también podría
tomarse de las cartas de Jefferson, el Diccionario Oxford, La Riqueza de las
Naciones de Smith, o los Commentaries de Blackstone. “En la terminología
técnica de la ley estadounidense, los billetes de banco al igual que otros
billetes como los últimos de los Estados Unidos, billetes de banco nacional
y billetes de la Reserva Federal, se denominan ‘moneda’ (un término que
274
significa simplemente circulación en la ley anterior), mientras que el
término ‘dinero’ se reserva por lo general para la moneda metálica. Esto es
un residuo de la tradición de derecho consuetudinario que consideraba los
billetes de banco simplemente como instrumentos comerciales. “
Otro error generalizado es creer que el complicado aparato de encaje
fraccionario es de alguna manera importante. Sin embargo, no lo es. Es un
simple tecnicismo y no afecta la esencia del depósito bancario. Como
hemos visto, el depósito bancario es un saldo de cuenta o una letra de
cambio y cualquiera que sea el caso lo único importante en derecho o en
esencia desde un punto de vista individualista es que el depósito bancario
es un contrato de deuda que puede usarse para saldar otros contratos de
deudas de la misma manera en que lo hace una letra de cambio entre dos
individuos privados. De hecho, no hace falta que haya reserva alguna: el
billete tiene valor por el crédito. Cuando Jorge Blanco le pagó a Juan con
mi pagaré, yo no tenía ninguna reserva en efectivo porque todavía no
había vendido los suministros que le compré a Jorge. Mientras que los
negocios sigan su curso normal y todos los individuos sean prudentes, las
reservas son totalmente innecesarias porque el crédito es justificable. Las
reservas solo son necesarias para protegernos de cualquier contingencia
no prevista y para lidiar con las tiranteces. En circunstancias ideales hasta
un banco podría hacer negocios sin reservas. La cantidad de reservas
necesarias para operar en el mundo real podría, en principio, dejarse a la
prudencia de los banqueros y a la competencia en el libre mercado en
275
cuanto a lo que a la naturaleza del depósito bancario concierne. De hecho,
y en el mundo ideal del mercado libre sin fricciones de ningún tipo yo,
como individuo privado, podría crear dinero de la nada al escribir una letra
de cambio como en el ejemplo en el que creé cuarenta y ocho libras de
cuasidinero (el ejemplo fue el de la creación de cuarenta y ocho libras de
cuasidinero en un mundo imperfecto –en un mundo perfecto hubieran sido
cuarenta y nueve libras y cincuenta centavos de dinero bancario-).
La esencia del dinero bancario es que se crea del crédito y no de las
reservas. Por lo tanto, la afirmación de que el banco puede crear dinero de
la nada es casi verdadero. Pero el crédito es realmente una institución
sociológica –desde un punto de vista individualista puede parecer que es
de la nada pero es una mala interpretación-. El error generalizado de que
los bancos dependen de la Reserva Federal, de los poderes monopolísticos
dados por el gobierno o de las regulaciones es un serio error científico y es
refutado por la historia de la banca estadounidense pues todos estos
elementos son sólo tecnicismos diseñados para “obligar” a un sistema
bancario de libre empresa por naturaleza a comportarse de una manera
mas estable.
Los complicados tecnicismos del sistema de bancos de la reserva
federal, además de sus regulaciones y leyes, simplemente equivalen a
regular un sistema bancario esencialmente privado para hacerlo, en
primer lugar, más estable y, en segundo lugar, más controlable que antes
por parte de los miembros más influyentes y poderosos de la élite del
276
poder. Pero de alguna manera siempre fue estable y bastante controlado
por la élite del poder. Por estas razones es que es un error esperar mucho
de reformas al sistema aunque sean muy drásticas. La mayoría de las
reformas al sistema monetario llevarían al comercio, involuntariamente, a
depender de letras de cambio y de agentes de bolsa privados, a
intermediarios y a bancos como los de los siglos XVII y XVIII. De hecho,
algunas de esas propuestas por parte de los libertarios, por lo general,
están encaminadas a prohibir las operaciones bancarias, la creación del
dinero bancario al exigir un 100% de respaldo en oro para que haya
moneda de curso legal. Esto parecería una restricción intolerable de la
libertad de los individuos para crear un banco si quisieran hacerlo. Adam
Smith pensaba lo contrario pero se pronunció en contra de la falta de
confianza extrema en la regulación gubernamental. Con relación a las
operaciones bancarias privadas sin restricción de ningún tipo escribió:
“Acaso habrá quien sostenga que impedir que un particular reciba en pago
los billetes de un Banco, por una suma grande o pequeña, cuando no tiene
inconveniente en aceptarlos, o prohibir a un banquero que los emita cuando
los demás no tienen inconveniente en recibirlos, es un atendo manifiesto
contra la libertad natural, que la ley viene obligada a proteger y no a violar.
Estas reglamentaciones pueden considerarse indiscutiblimente como
contrarias a la libertad natural. Pero el ejercicio de esta libertad por un
contado número de personas, que puede amenazar la seguridad de la
sociedad entera, puede y debe restringirse por la ley de cualquier Gobierno,
277
desde el más libre el más despótico. La obligacion a construir muros para
impedir la propagación de los incendios es una violación de la libertad
natural, exactamente de la misma naturaleza que las regulaciones en el
comercio bancario le que acabamos de hacer mención.”
Ahora bien, ¿por qué era y es el dinero bancario mejor para los
negocios que el dinero-mercancía? ¿Por qué, cuando este no existía
todavía, los individuos privados lo inventaron? Sencillamente porque es
más flexible, abstracto, organizado y consciente, menos mecánico y
automático. Las operaciones comerciales complicadas, diversificadas y
extendidas necesitan de planificación. La planificación necesita que las
acciones de los otros sean previsibles. Esto significa que esos otros deben
ser dignos de confianza y con capacidad de pago. El dinero bancario es
simplemente una conversión de este intangible y reducido a un objeto
aritméticamente calculable fungible, transferible de forma tal que se
corresponda con las limitaciones impuestas por el código de propiedad
privada y racionalidad económica (o de contabilidad). Realmente, un
sistema con dinero mercancía nada más es, en esencia, igual que un
antiguo trueque. Ahora bien, el trueque es perfectamente válido para un
simple intercambio de dos mercancías físicas y portátiles. Sin embargo, es
totalmente inadecuado cuando una mercancía es intangible o cuando se
trata de un proceso de producción complicado o uno que lleve mucho
tiempo. A su vez es poco apropiado para los contratos de deudas; o sea, el
trueque no es idóneo para el capitalismo.
278
Un proceso de producción prolongado necesita organización y
coordinación, al igual que compromiso, de diferentes inputs por un período
de tiempo. El producto, por su parte, no se puede vender hasta tanto ese
período de tiempo no haya transcurrido. El productor necesita tiempo. De
ahí, la invención del crédito. Los sistemas de distribución complicados y los
intermediarios también necesitan del crédito para su mejor
funcionamiento. Quizás en una sociedad socialista organizada uno pudiera
imaginarse el crédito sin el dinero bancario pero en una sociedad
individualista (de libre mercado) la única forma útil que el crédito puede
tomar es la de crédito bancario. Los grandes proyectos de ferrocarril de
1830 no hubieran podido haberse construido nunca de otra manera.
Recordemos nuevamente que un sistema de dinero mercancía es
peligrosamente inflexible. Ninguna mercancía como el oro puede
representar verdaderamente el poder adquisitivo de manera generalizada.
Por ejemplo, en un espacio de veinte años el oro ha caído de seiscientos
dólares la onza a trescientos cuarenta aproximadamente. Pues en los
últimos años, ha subido acerca de mil dólares. Por lo tanto, es muy poco
apropiado como patrón de valor en el que deban expresarse los contratos
de deuda a largo plazo. Un contrato de tal duración, expresado en función
del valor del oro (o de cualquier otra mercancía) significaría que los
empresarios se están comprometiendo con una visión definitiva del futuro
valor del oro en ese período de tiempo y ya ellos corren demasiados
riesgos y tienen demasiados compromisos como para arriesgarse mucho
279
más. Por lo tanto, es preferible algo menos riesgoso y más generalizado
que el valor de una mercancía. El dinero bancario es ideal para esto pues
es el compromiso de menor riesgo de poder adquisitivo –es mucho más
seguro que las casas incluso-.
El crédito es realmente un fenómeno social y, por consiguiente, el
dinero civilizado es una institución sociológica de tipo sofisticado.
El dinero mercancía es verdaderamente un trueque. Aunque muchas de
las inconveniencias del trueque pueden mejorarse a través de los
certificados de oro o los mecanismos de acuñación, el trueque no es
apropiado para las economías en crecimiento o una economía capitalista
que se beneficie de los adelantos científico-técnicos. Muchas de las nuevas
oportunidades para invertir capital nuevo surgen a menudo gracias al
progreso tecnológico. Pero el oro nuevo no surge en el momento adecuado
si es que llega a surgir. Por esta razón, las empresas privadas inventaron
el dinero bancario (cuando éste perfeccionó a la letra de cambio). Así, el
nuevo dinero puede crearse justo cuando es necesario, aunque no a la
voluntad de unos pocos individuos, por supuesto. Sólo por aquellos
individuos que, según consenso de los círculos comerciales, tienen un
juicio razonable y están capacitados para hacerlo. Esta es la naturaleza
social del crédito.
Quizás nuestro sistema tradicional de crédito no es totalmente racional
desde el punto de vista tecnocrático. Este fallo es sencillamente algo que
tenemos en común con la mayoría de nuestras instituciones sociológicas.
280
Pero en su defensa se puede argumentar lo siguiente: cualquier sistema de
créditos descentralizado debe verse defectuoso cuando se compara con
una utopía imaginaria en la que las nuevas decisiones sobre inversiones
sean tomadas por comités de expertos desinteresados, objetivos y
democráticamente electos. No importa cuán “lógico” pueda parecer esta
eficiencia en papeles, simplemente no es “sociológica” porque ignora las
leyes del comportamiento de las sociedades humanas. ¿Cómo es que un
individuo llega a ser reconocido como experto, como objetivo, como
desinteresado comúnmente de forma tal que el electorado democrático
tenga acceso a su conocimiento? En un sistema social verdadero ese
conocimiento tiene que estar “institucionalizado” de forma tal que no haya
necesidad de poner a prueba el conocimiento de cada candidato experto –
una tarea que necesitaría que todo el mundo fuera experto también.
El reconocimiento como “experto” se institucionaliza en forma de
“títulos” y “reconocimientos”. Para hacer esto más fácil, nos centraremos
en el caso que estamos analizando, o sea, el conocimiento técnico. No
obstante, en la sociedad contemporánea hasta la mano de obra necesita de
acreditación y trataremos este caso paralelo cuando lleguemos al capítulo
sobre la institución del empleo.
La institución más simple y obvia que lidia con la pericia es el “título”.
El título o nivel académico, como el de una maestría en ingeniería o
economía, certifica que quien lo posee tiene cierto grado de pericia y que
el mismo está avalado por la institución que lo emitió (los títulos en
281
medicina son otro buen ejemplo pues son emitidos por instituciones no
académicas especiales). Los títulos comparten algunas de las
características del dinero aunque no son transferibles. De alguna manera,
ambos pueden falsificarse o robarse, incluso. Las instituciones que los
crean o emiten pueden inflarlos o exagerarlos llenando el mercado con
ellos y bajando así el nivel o la calidad necesaria para poder obtener uno.
Ahora, como experimento, consideren qué uso tiene para la sociedad la
institución de los títulos. Como en todas, cualquiera que sea su papel, el
uso es de alguna manera aligerar el peso de la continua toma de
decisiones. Si una firma química necesita otro grupo de ingenieros como
empleados, ¿qué tendrían que hacer estos si no existiera algo semejante al
“título” o “grado”? Tendrían que anunciarse en los periódicos si, como
asumimos, estamos hablando de empleos iniciales. Las respuestas a los
anuncios incluirían probablemente a un número significativamente mayor
de personas no calificadas, incluyendo aquellos que lo hacen de manera
consciente. La firma tendría una carga enorme, tendría que confiar en la
palabra de los candidatos y tendría que comprobar el conocimiento de
ellos en ingeniería química. Aparte del esfuerzo doble que representaría
que un mismo individuo hiciera las pruebas de distintas firmas
independientes –esto no sería fácil de eliminar porque no sería fácil para
las distintas firmas con sus distintos requisitos y énfasis negociar la
existencia de una autoridad central conjunta que sea aceptable para todos
como la que se encarga del Test de Aptitud Escolástica –SAT- está el hecho
282
evidente de que incluso un estudiante que haya aprobado un grupo de
exámenes finales durante años no apruebe esos mismos exámenes todos
juntos de una vez. Quizás hasta más importante sea el hecho de que existe
una cierta “cultura ingenieril” que se adquiere luego de años de trabajo y
que no puede ser evaluada correctamente a través de una prueba escrita.
Sería muy molesto para los departamentos de personal de las firmas tener
que evaluar todo este background empezando desde cero. La tarea ya es lo
suficientemente dura en el mundo real y sería imposible sin una institución
como el “título”.
De hecho, y por supuesto, existen muchos trabajos en la economía que
no necesitan de conocimientos científicos y que no se prestan para el uso
de “títulos” o documentos semejantes. Algunos son intrínsicamente tan
difíciles de cubrir de manera satisfactoria como cualquier otro. No
obstante, mi experiencia me dice que esos trabajos no se cubren con el
mismo nivel que los tecnológicos y que los empleados hacen una
chapucería de su trabajo. La sociedad sufre debido a esto pero qué
podemos hacer.
Hay otro elemento importante en torno a esto de los títulos y es que
estos no actúan como una medida puramente racional e intencional de la
pericia del individuo. Como una institución, éste se mantiene en gran
medida por las motivaciones más que por los cálculos racionales. Es decir,
algunos estudiantes se las arreglan para obtener un título sin haberse
convertido realmente en tecnólogos aceptables (algunas firmas todavía
283
tienen que eliminar a muchos) y también es perfectamente posible ser un
experto sin tener título alguno (existen, por lo tanto, muchas instituciones
auxiliares en práctica como, por ejemplo, la “recomendación” o las “cartas
de recomendación”).
Para serle útil a la sociedad, el conocimiento prácticamente tiene que
estar institucionalizado en el sentido sociológico abstracto. Si no lo está,
entonces no hay forma alguna de saber quién conoce la respuesta –a
menos que ya usted la sepa y pueda hacerle una prueba a todo el mundo.
La proliferación de dietas pasajeras y prácticas es un buen ejemplo. A la
inversa, cualquier forma social organizada de conocer quién es el que sabe
sobre nutrición es una institucionalización de la pericia nutricional. En una
cultura tradicional, por ejemplo, puede ser que haya consenso general en
que las abuelas son las depositarias de esa pericia nutricional. Por otro
lado, en la sociedad estadounidense contemporánea existen instituciones
en competencia: medicina organizada, tradiciones culturales mantenidas
por las familias, además de organizaciones comerciales y mediáticas.
Ahora bien, el dinero (y la banca) constituyen un caso paralelo en este
sentido. La función de la sociedad a la que el dinero sirve es que a través
del mercado ayuda a organizar la producción. Como la economía se ha
hecho más complicada, al igual que la tecnología, las transacciones
financieras organizan y hasta parecen determinar los amplios preparativos
de algunos proyectos cuyos frutos no se verán hasta que no pasen unos
cuantos años. En una sociedad más organizada tradicionalmente la
284
organización de la producción puede ser, y lo fue básicamente,
institucionalizada de manera más primitiva: sin banca alguna, a menudo
sin dinero o casi sin él e incluso con el trueque desempeñando un papel
bastante pequeño proporcionalmente. Por ejemplo, la preparación o no de
los terrenos y la rotación de los cultivos en el Medioevo se organizaban
según las tradiciones. (En los tiempos modernos, se hace acorde a las
finanzas). La gente sabía qué trabajo tenían que hacer porque sabían con
exactitud la edad, el sexo y las condiciones con las que contaban. Había
mucho menos decisiones que tomar porque la vida era repetitiva. Todo el
mundo sabía cuándo y cuánto sembrar pues seguían las tradiciones. El
riego y el calendario constituyeron un paso de avance significativo y fueron
grandes adelantos tecnológicos gracias a la civilización. En esas
sociedades, la pericia es institucionalizada, está dada por el status (a
saber, la edad, el sexo, las condiciones) y es así que se organiza y se decide
la producción. Los grados y títulos como en la academia no son necesarios.
Una barba es suficiente. El dinero tampoco es necesario –no es necesario
calcular lo que se va a hacer después en función de las posibles ganancias
y de la ratificación de préstamos bancarios porque los asuntos
relacionados con, digamos, la excavación de calles y la instalación de
tuberías de gas un año aproximadamente antes de poder empezar a cobrar
cualquier pago por la entrega de gas no surgen: usted sabe que en la
primavera se siembra, en el otoño se cosecha, en el invierno se pasta en
otro lugar porque así se hizo el año anterior y en el anterior y así…-.
285
Sin embargo, en esa sociedad moderna, complicada y tecnológica, el
poder de decisión debe institucionalizarse de manera más flexible. No debe
ser tan basado en las tradiciones porque nuevos métodos e incluso nuevos
productos no se pueden poner en práctica tan rápido. Las sociedades
tradicionales sí cambian, por supuesto, pero la tendencia indica que la
aplicación de nuevas técnicas afecta las viejas instituciones y, por lo tanto,
debe esperarse a que haya un cambio institucional para que se produzca el
cambio. Esto no es tan flexible como cuando se utiliza el dinero. En los
tiempos modernos ha sido mucho más fácil innovar gracias a la institución
del dinero bancario. Para comprender esto veamos el siguiente ejemplo.
En la situación no monetaria, suponga que usted, como un agricultor de
subsistencia, recibe una oferta de un empresario persuasivo que le da la
oportunidad de pasar de ese estado de agricultura de subsistencia en la
que usted produce para usted, cosecha su propia comida y satisface sus
necesidades que son las que entiende y sabe además cómo funcionan, a
una línea de producción experimental –una nueva manera de producir
herramientas. De manera más específica, usted va a suministrar el carbón
necesario con el que otros van a forjar las nuevas herramientas que, a su
vez, se les entregarán a otros campesinos que han sido inducidos hacia
nuevas prácticas agrícolas que son posibles gracias a éstas herramientas y
que van a ser tan productivas que todos, incluyéndolo a usted, los mineros,
los forjadores, los distribuidores, los demás campesinos y el empresario
van a tener más comida que antes. A falta de dinero (y sin posibilidades de
286
contratos de deuda tampoco) a usted le ofrecen partes de los productos
que los campesinos van a cambiar por las herramientas –si todo sale bien-.
Tenga en cuenta además que al no saberse con exactitud el total, la
cantidad a ganar tampoco puede ser definida –o sea, la parte que le
corresponde a usted.
Alguien puede negarse a correr tal riesgo. Pero piense que se le de la
misma oportunidad aunque esta vez con la presencia de la institución del
dinero y la de la comercialización de la comida. Ahora puede fijar un
contrato con el empresario que incluya dinero en efectivo (cash) –por
adelantado incluso- para el carbón que es menos riesgoso. El dinero
permite que todo el proyecto sea dividido en pequeños proyectos a la vez.
Esto le permite a usted no tener que hacer valoraciones independientes
sobre lo razonable de todo el plan. Deje que sea el empresario el que se
encargue de eso. Usted puede ser su contraparte sin necesidad alguna de
ser su socio. La preocupación suya es ver si el mercado de alimentos es lo
suficientemente estable como para que el dinero con el que usted cuenta
ahora en la primavera le servirá para comprar la suficiente cantidad de
alimentos que usted necesita en el otoño después de la cosecha.
Ahora, y para continuar con el mismo ejemplo, considere la diferencia
entre el pagaré del empresario o el contrato para pagar al recibo del
carbón y su pago por adelantado gracias a un préstamo bancario con
dinero recién creado. En el caso anterior estos son riesgos extras aparte de
la única preocupación que ya mencionamos. ¿Será el empresario lo
287
suficientemente solvente como para cumplir con el contrato cuando usted
le entregue el carbón? Este riesgo de la contraparte sería grandioso en una
sociedad pequeña o altamente centralizada. Pero, como el dinero permite
que el sistema se divida en pequeñas partes hasta el riesgo de la
contraparte sería menos preocupante si hubiera muchos empresarios
compitiendo entre ellos por los contratos de carbón. Por lo tanto, si el que
firma el contrato con usted cae en bancarrota antes de que usted le
entregue el carbón usted siempre puede recurrir al mercado de productos
disponibles y ver si algún empresario (o factor) rival todavía solvente
comprará el carbón. Tendría que colapsar todo el mercado de carbón antes
de que usted sufra una pérdida. Lo mismo sucede con el riesgo de colapso
en el mercado de alimentos. A pesar de esto, la posición del campesino de
cultivos comerciales es peor cuando hay una mala cosecha que la del
campesino de subsistencia. Hasta una mala cosecha catastrófica le deja lo
suficiente a un pequeño agricultor para sobrevivir -porque sacan la
reducción en el mercado de alimentos y como resultado colapsan los otros
de manera catastrófica también. Entonces, el precio de la comida sube
astronómicamente, los especuladores hacen que la situación se ponga más
difícil y aquellos cuyas ganancias en dinero resultaban suficientes para
satisfacer sus propias necesidades alimenticias se encuentran con que el
dinero ganado no es suficiente. Ellos son los primeros en sufrir: incluso en
una hambruna ligera se morirían de hambre o, al menos, quedarían
reducidos a la indigencia. La ideología del libre mercado indica que este
288
riesgo puede evitarse en gran medida y que su indiscutible presencia en la
realidad se debe a que aún no se siguen los ideales del libre mercado. Sin
embargo, la teoría económica objetiva demuestra otra cosa como ya hemos
discutido en otras partes. No obstante, debido a razones sociológicas, las
“nuevas” y modernas instituciones del dinero y el mercado han favorecido
las innovaciones técnicas y metodológicas y han fallado en el cumplimiento
de la promesa de un mejor nivel de vida para todos.
En resumen, entonces, el uso de las facilidades de crédito por el
empresario para pagar por adelantado hace que la innovación sea mucho
más fácil. Los contratistas individuales como usted, por ejemplo, no tienen
que ser persuadidos a la vez de la solidez del plan o proyecto de
empresario. Éste sólo tiene que convencer al banco. Esto es lo que
significa afirmar que el dinero bancario es más flexible que el dinero
mercancía, además de que facilita el desarrollo del proceso de producción.
Ahora bien, si analizamos este mismo ejemplo pero desde el punto de
vista sociológico, podemos decir que en cada uno de los casos diferentes –
tanto el que tenía como el que no tenía dinero- la misma descripción
abstracta de los acontecimientos cubre los casos. La sociedad toma
decisiones que comprometen recursos en acciones específicas, negando su
aplicación o uso en otras iniciativas que por lo tanto ni se desarrollan ni se
hacen. En el caso anterior, todos los productores y factores involucrados
forman, de hecho, un subcomité de la sociedad y deciden qué hacer
hablándolo explícitamente. La sociedad como un todo ha delegado en ellos
289
o en su subcomité, a través de la institución de la propiedad privada, el
derecho a decidir esa parte de las decisiones económicas de la sociedad
que incluyen a su propiedad privada. En el último caso pasaría
prácticamente lo mismo pero con dos diferencias significativas. La
diferencia obvia es que en vez de hablar sobre los hechos, los objetos
reales, se habla mucho sobre el dinero solamente, esto es, pagos
simbólicos y, sólo de manera indirecta, sobre las cosas que el dinero puede
comprar. Esto simplifica la tarea de pensar y lo hace de la misma manera
en que hemos dicho lo hacen las instituciones sociológicas. Reduce el peso
de la toma constante de decisiones desde el principio en todos y cada uno
de los casos a una tarea posible de alcanzar. En ambos casos, la función
social es la misma: la organización de la producción. Mas, la estructura
cambia. Las instituciones que hacen el trabajo son diferentes. En el caso
primero, más primitivo, existe evidentemente menos institucionalización y
las instituciones en funcionamiento son menos complicadas. Por
consiguiente, se logra mucho menos.
Desde el punto de vista principal, esto resuelve la pregunta de si el
dinero es una institución o no. Pero también podemos ver esto
concretamente de dos formas. Primero, para ser una institución, la
institución del dinero debe ser un complejo de roles. Y lo es. Los papeles
de comprador y vendedor son parte de la institución del dinero e imponen
un comportamiento que es diferente al de un trueque o una cooperación
(persuasión). En la colaboración o cooperación, como en nuestro primer
290
ejemplo, usted debe estar al tanto de todo lo que ocurre en el proceso de
producción conjunto. Usted debe ser un “ciudadano informado” sobre la
empresa conjunta y es difícil decir cómo se van a tomar las decisiones.
Pero en el último caso, su papel como vendedor de carbón es más fácil de
cumplir. Usted sólo debe preocuparse por su (pequeña) parte del proceso
de producción y por el precio. Las decisiones son mucho más fáciles
porque la vida es menos flexible. Usted tiene menos opciones. Para ver
cuán restringido es el papel del vendedor sólo imagínense cuánto se
sorprendería usted si el carnicero le preguntara antes de saber lo que
usted va a pedir si su dieta es lo suficientemente balanceada. Tal acción
significaría una seria violación de su role.
Por cierto, como nos interesa el concepto de justicia social, son
precisamente estos roles los que afectan o restringen las preocupaciones
de uno. Sin estos, en el caso primitivo y no diferenciado de la cooperación
las preocupaciones, opiniones, sentimientos y actitudes de uno pasan a
tener un papel en el proceso de toma de decisiones. Uno es más
responsable, más personal. Uno consideraría si una acción es “justa” –
algunos tratarían incluso de expresar su personalidad y preguntarse si es
“interesante” o “relevante”. Pero cuando el papel de uno es el de
comprador o vendedor, prestamista o deudor, uno no hace eso. Uno se
desconecta, es irresponsable (exceptuando el número limitado de
imperativos codificados en ese papel). Uno no expresa su personalidad sino
el role que tiene.
291
En segundo lugar, hasta las monedas de oro se convierten más
rápidamente en medios de intercambio simbólico que en objetos químicos
y eso es de dos maneras. Para empezar, como ya hemos señalado, usted no
está tan preocupado como sí lo está en un trueque con la utilidad física o
química del oro si usted es el vendedor. Su única preocupación radica en lo
que usted puede comprar con éste después. Usted ya está centrándose
más en la realidad social de las monedas que en la física. De hecho, si
pudiera pasarlas no le importaría que estuvieran bañadas en oro. Esto nos
trae al punto obvio de que las monedas también son símbolos porque muy
pronto van perdiendo su valor debido a su uso y desgaste natural. No
obstante, todas “pasan” igual aproximadamente pues aunque la pérdida
del valor comienza a tenerse en cuenta y a permitirse (por la inflación,
quizás) lo cierto es que no todas pierden su valor de la misma manera:
“pasan” más o menos igual –excepto en el caso de loa arbitrajistas- pues
todo el mundo está seguro de que van a “pasar”. Hasta una moneda de oro
es un constructo social y funciona como algo simbólico. Y, por supuesto, si
tenemos en cuenta que la utilidad directa del oro para la mayoría de las
personas es muy pequeña vemos esto de manera más clara: el valor del oro
es social y no físico.
En contraposición con el mito, y un mito que se ha mantenido presente
en casi todos los libros de texto, los depósitos bancarios o el dinero
bancario no surgieron, históricamente, de los ingresos del oro depositado
por un orfebre para su cuidado. Más bien, los comerciantes desarrollaron
292
la institución de una cámara de compensación y comenzaron a emitir papel
comercial o “letras de cambio”. Una disposición de la cámara de
compensación les permitía a los comerciantes saldar sus deudas a través
de compensaciones. Si el comerciante “A” le debe 60 ducados a “B” quien
le debe 50 a “C” quien, a su vez, le debe 55 a “A”, entonces cuando llegue
el momento de arreglar las cuentas (en pocos meses más o menos) la
cámara de compensación les indica que todo lo que hay que hacer es que
“A” le pague 10 ducados a “B” y que “C” le pague cinco a “A”. No hace
falta que hayan 50 ducados en el mundo. Por lo tanto, el dinero moderno
desde sus inicios fue una deuda – un pagaré. Y nuestro ejemplo demuestra
que una deuda puede pagarse con una deuda. El capitalismo industrial
moderno no hubiera podido desarrollarse sin esta institución del crédito
porque sólo así el proceso de producción pudo apartarse de la rigidez o
inflexibilidad inherente al suministro del oro. No obstante, siguió siendo
“patrón oro” porque el valor de las deudas estaba condicionado al valor del
oro (al menos mientras los ducados se hicieron de oro). Por lo tanto, no fue
tan nuevo como para que la sociedad lo absorbiera.
Como una institución para la organización de la producción, el crédito
es en parte como una cooperación o colaboración pero también es en parte
como el dinero mercancía: es una combinación de algunos elementos de
nuestros dos ejemplos. Dado que dinero bancario, una vez creado y en las
manos de los empleadores y de los consumidores, actúa como dinero
mercancía, como una cosa que se “cambia” por otras, el sistema es
293
altamente descentralizado como en nuestro segundo ejemplo. Pero la
creación (y destrucción y retiro) del dinero bancario está en las manos de
ese encomiable subcomité de “banqueros” de la sociedad, ungidos para
este propósito. Ellos y sus clientes, los hombres de negocio que sacan los
préstamos, deben hablar y pensar sobre la factibilidad productiva física del
proceso financiado por el préstamo. En ese sentido es como una
“cooperación”. Por supuesto, los banqueros hacen todo lo posible por
evitar la parte de pensar y por eso han establecido reglas generales. Estas
reglas o procedimientos generales que guían sus decisiones son parte de la
institución del crédito, del dinero actual y se diferencia de la cooperación
primitiva. No obstante, sirve a la misma función. En teoría, todavía puede
describirse como “la sociedad organizando el proceso de producción”.
El Estados Unidos actual ha desarrollado incluso más instituciones de
finanzas y crédito para eludir la renuencia de los banqueros en torno a
pensar. En los tiempos de Adam Smith los bancos que podían crear dinero
nuevo por sí solos, por lo general, se negaban a financiar nuevas empresas
con él pero se limitaban a líneas de crédito para líneas de negocios ya
establecidas. Las nuevas empresas (o la expansión de las viejas) dependía
de inversores privados que no podían crear dinero nuevo, con la excepción,
quizás, de hipotecar propiedades. Actualmente, los analistas de Wall Street
tratan de o pretenden tratar de hacer la reflexión al estilo “cooperativo”
necesaria y pueden actuar como intermediarios entre la creación del nuevo
dinero -a través, por ejemplo, de los préstamos marginales- y la empresa
294
por mediación de los inversionistas privados que siguen a los analistas. Los
bancos comerciales se ha liberado de estos escrúpulos Smithianos,
aunque el caso ha sido más evidente en los sistemas de Japón y Alemania
que aquí. Toda la reflexión que va hacia el clima de la opinión en estas
instituciones aún y cuando tome la forma de reglas generalizadas, es ahora
parte de la institución del dinero y afecta la oferta monetaria.
Esta “reflexión” es más creación de opinión, reacción, prejuicio,
suposiciones, etc., que un verdadero proceso de razonamiento o reflexión
consciente. Mas, sociológicamente, eso es lo que es el pensamiento en la
sociedad. Lo que sirve a los propósitos sociales como “pensamiento” no es
lo que se definiría como “pensamiento” desde el punto de vista individual.
La diferencia entre el proceso de toma de decisiones de un comité y el de
un individuo es un ejemplo de esto. El mismo individuo como miembro de
un comité va a decidir qué es lo que va a aprobar, qué es lo que va a
desafiar, qué es lo que va a expresar de manera totalmente diferente a
como lo harían si estuvieran involucrados en una pequeña conversación en
la que intercambiaran sus opiniones teniendo en cuenta que en la misma
no esté en juego nada social.
Las leyes de la evidencia y la lógica pueden ser entendidas y aceptadas
por un individuo e incluso cumplirlas en el último caso y, sin embargo, ser
remplazadas o sustituidas en el primer caso por la leyes de influencia y
autoridad y los roles sociales que cumplen como miembros del comité o
participantes en la interacción social.
295
Para pasar a un ejemplo más amplio, el dinero y los mercados ejecutan
el pensamiento económico de la sociedad. O sea, en vez de un comité de la
sociedad (o, en vez de cualquier método de votación o discusión de la
sociedad –digamos, cuando estamos en campañas electorales-) tomando
decisiones discursivas en torno a quién produce tanto de tantas
mercancías y quién recibe tanto de qué, se da más bien el caso de que la
mayor parte de ese pensamiento se hace a través de un medio simbólico de
intercambio: el dinero.
Para entender esto veamos el siguiente experimento. Desde un punto
de vista específico, lo que cuenta es sólo aquello que sucede física y
materialmente, no lo que los actores piensan o dicen sobre lo que sucede.
Entonces, imagine que usted, acabado de llegar de Marte, le sigue la pista
a la economía sin el beneficio de entender el idioma. Usted mira la
producción física de automóviles o comida, y mira cómo estos productos
van de una persona a otra y a otra y así. Pero usted no entiende ni los
actos del habla ni la documentación que acompaña estos actos físicos.
Usted tampoco les presta atención a las (raras) manifestaciones físicas de
dinero en la forma de cash pues usted no entiende su significado y, a pesar
de estar físicamente orientado, no lo está de manera simbólica y por lo
tanto se pierde la sociología. Pero, ¿qué es lo que usted ve? ¿Qué es lo que
usted piensa, cuánto lo golpean estas cosas que ve?
Usted sabe lo que usted ve. Obviamente, existe un proceso de
producción organizado, eso es evidente, como también lo es que existe un
296
compleja distribución de los productos (el consumo es relativamente
sencillo pero también es evidente que no es al azar, de alguna manera está
organizado pues es demasiado desigual). Usted también puede distinguir
que para la mayoría de los actores económicos parece existir algún tipo de
paridad entre lo que reciben y lo que emiten. Hasta un vendedor de
hamburguesas recibe mucha carne cruda, un delantal, un sombrero y
emite toneladas de hamburguesas cocinadas y recibe una comida en el
establecimiento y, después, recibe otras cosas de otros lugares.
Si a la misma vez usted observó una economía de trueque una
diferencia puede ser muy chocante. En vez de un complicado patrón de
recepción y emisión, sólo los intercambios tienen lugar. No se emitiría
ninguna mercancía o producto si no se recibe otra comparable a esta al
mismo tiempo. La emisión y la recepción sólo ocurren en una economía de
trueque como una pareja unida al instante. No hay separación ni en el
tiempo ni en el espacio. Por lo tanto, una economía de trueque nunca
podría llevar a cabo un proceso de producción y distribución tan
complicado como el que acabamos de describir. De hecho, en cuanto se
produce esa separación en el espacio y el tiempo usted tiene contratos de
deuda. Entonces, es cuanto éstos se formalicen y se hagan transferibles
que usted tiene dinero.
Ahora suponga que un terrícola nativo le informe o le hable a usted
sobre el uso del dinero. El actual intercambio de cash es sólo una pequeña
parte de su uso. Usted también le presta atención a las hojas de cálculo,
297
los créditos, los salarios, las cuentas y las facturas, además de todos los
tipos de documentos internos de una compañía y los libros de contabilidad.
Ahora es obvio que el dinero y el sistema monetario son una parte
importante de la manera en que la sociedad actual organiza su complicado
proceso de producción y distribución –mucho más complicado que en el
trueque-. Y aún así el dinero no hace esto directamente. Usted más bien
percibe que la gente alterna entre la contemplación de estos documentos
monetarios y la de los procesos físicos de producción y distribución (o
intercambio). Existe un paralelo evidente entre alguien leyendo
documentos de instrucción para poder llevar a cabo algún proyecto físico y
este aspecto de la economía. O entre esto y alguien operando un ábaco y
ejecutando cualquier proyecto físico guiado por los resultados de esa
operación. El sistema monetario es el ábaco para la sociedad como un
todo. Y el papel de los distintos individuos, ya sean empleadores,
empleados, deudores, acreedores, banqueros, consumidores, empresarios,
vendedores, intermediarios, o compradores, etc., constituyen los análogos
de las reglas de interpretación que nuestro misterioso individuo análogo
usa para conectar la observación o reflexión sobre el ábaco con las
acciones de los objetos físicos. Y una diferencia entre la ingeniería o los
juegos y la sociedad es que los roles son más sueltos que las reglas y
permiten una libertad de interpretación que anula la analogía un poquito.
Pero si nos abstraemos de esta diferencia entre roles y reglas la analogía
sigue siendo sorprendente.
298
La teoría económica, de hecho, difiere de la teoría sociológica
precisamente porque parte de que los roles son meramente mecánicos,
automáticos siguiendo un grupo de imperativos programados como si la
economía fuera un autómata celular (en el sentido en que lo dicen Ulam y
von Neumann). Después de todo, ese grupo rígido, automático y mecánico
de reglas es un role –solo que la sociología reconoce una secuencia de
variabilidad en la rigidez o flexibilidad de interpretación que un role
incorpora (como normal y aceptado). El concepto de acción de los
economistas teóricos es un role en el límite teórico extremo de la rigidez
continua. Es una abstracción de la realidad. Los roles actuales que existen
en la sociedad no son casi nada rígidos. Pero esto no importa –es una
abstracción empírica útil que se hace algunas veces.
El complejo de estos roles lo constituye la institución del mercado. Sin
estos, el dinero no tiene significado alguno. Un ejecutivo de una empresa
no sabría cómo convertir las reflexiones en torno a los documentos
monetarios como las proyecciones de costo y de ventas en decisiones
concretas en torno a las operaciones de la compañía si no fuera por el role
que adoptan durante la ejecución de esa parte de sus deberes. Por
ejemplo, la maximización de ganancias podría ser parte de su role (aunque
en realidad no lo es usualmente, es más bien un balance complicado de
imperativos). O, para un banquero, el concepto habitual de
responsabilidades fiduciarias pudiera ser parte de su role.
299
En cuanto al dinero, la cosa no es sólo que haga posible un patrón
complicado de separación en un lugar dado entre el intercambio de
equivalentes sino que es mucho más importante el hecho de que haga
posible una separación también en el tiempo, una demora, un retraso o
una anticipación; algo que en el trueque está prohibido. Y como los valores
relativos pueden cambiar en ese tiempo, tal transacción dilatada es
esencialmente diferente a un trueque. En el caso de una economía en
expansión este tema es de importancia práctica. Es por eso que los
criterios basados en la teoría del dinero mercancía y el intercambio casi
nunca son exactos cuando se trata de una economía en crecimiento que
posee dinero bancario (esto se aplica en particular a Ludwig von Mises y a
miembros semejantes de la Escuela Austríaca de Economía tan populares
dentro de los libertarios).
Mas, uno no debe malinterpretar los medios de intercambio
generalizados de la teoría sociológica aunque sean análogos al dinero. El
dinero no es una simple cantidad de algo. Sería muy simplista ver al dinero
como una cosa física que puede ser cuantificada de manera exacta.
Cuando la imagen mental de alguien sobre el dinero ha sido establecida a
partir de pedazos metálicos o de certificados de papel esta simple imagen
se hace muy natural. Pero es teóricamente erróneo por varias razones.
Primero, ignora las raíces históricas del dinero bancario como letras de
cambio con un tipo de descuento variable y con la posibilidad de no ser
pagado o respetado.
300
En segundo lugar, ignora la naturaleza variable de la cantidad de
dinero. Cuando el banco acepta el pago de uno de sus préstamos por
medio de un cheque extraído de una de sus cuentas el dinero ha sido
destruido (al igual que una deuda). Esto no necesariamente significa que el
dinero ha sido guardado en otro lugar. Si el banco no renueva su cartera
de acciones inmediatamente extendiendo un préstamo de la misma
cantidad que el que ha sido pagado, el total de los depósitos del banco ha
disminuido. El banco no deposita los fondos recibidos en una cuenta
bancaria. El dinero y las deudas son como la materia y la antimateria. Son
creados de la nada, cuando un banco extiende un préstamo el nuevo dinero
es creado como depósito y el nuevo préstamo es una deuda y ambos son
iguales en magnitud. Cuando chocan se eliminan el uno al otro: la deuda es
pagada y el depósito deja de existir y no se crea ningún otro depósito para
que ocupe su lugar –al no ser que se extienda otro préstamo. Una deuda y
un pago entre individuos privados se comporta completamente diferente a
como sería en el caso de una deuda y un pago al banco. Esto se explica en
cualquier libro de texto sobre economía en el primer año de cualquier
colegio. Ya hemos citado, por ejemplo, a Keynes y a Samuelson.
De hecho, desde el punto de vista científico, el dinero es una deuda.
Por lo tanto, lo que hay aquí no es paradójico. No es nada extraño que una
deuda de “A a “B“ pueda cancelar una deuda de “B“ a “A“ si tienen la
misma magnitud. Antes de las regulaciones bancarias federales, cuando los
bancos emitían su propio dinero, esto era obvio. La persona “A“ sería un
301
individuo y “B“ sería el banco. Por lo tanto, el dinero era a menudo
simplemente una deuda de “B“ hacia “A”. Así es en la actualidad un
depósito a la vista. Y el préstamo es solo una deuda de “A” con “B”. Los
demás bancos, incluyendo los de la Reserva Federal, entran en el juego y
aunque lo complican lo hacen sin alterarlo en lo esencial. Las monedas
metálicas son una parte tan insignificante del total que tampoco lo
cambian en su esencia (desde el punto de vista sociológico, es importante
que los otros bancos entren en juego también: esta interferencia con el
proceso teórico cumple con la importante función de mantener el orden, de
hacer cumplir con posibles sanciones las normas institucionales que no
estarían implementadas de forma estable si solo las interacciones
individuales sin la interferencia potencial de estas terceras partes como
intermediarias estuvieran presentes).
Debido a que la cantidad de dinero varía constantemente, pensar
demasiado en el hecho de que es una magnitud cuantificada de forma
exacta es algo engañoso.
En tercer lugar, existe un número de mercancías o instrumentos
financieros como la propiedad, las monedas excepcionales, el oro en
lingotes, efectos comerciales, valores de primer orden, entre otros, que
sirven como “cuasi dinero”. Por lo tanto, si tenemos esto en cuenta, es
imposible cuantificar el valor neto de lo que pueda tener un individuo.
Contar solamente el dinero y no la propiedad, los stocks o los bonos, va
más allá de lo artificial. Sin embargo, estos últimos elementos no son
302
dinero exactamente, de la misma manera en que el dinero no es una
propiedad exactamente y, por lo tanto, su valor no es precisamente
cuantificable.
La situación de los medios de intercambio generales es mucho más que
eso (no obstante, nuestro criterio es que esto es más una diferencia de
grado que de tipo). En esta etapa de transacciones electrónicas, es un
hecho que salta a la vista que los intercambios monetarios no necesitan
acompañarse de los elementos físicos: mas, el poder es mucho menos físico
que eso. Las analogías entre el dinero, como medio de intercambio, y el
poder, como un medio de intercambio generalizado,192 solamente pueden
verse cuando se ha perdido la imagen mental de dinero y, en su lugar, el
tratamiento científico del dinero como una deuda transferible emitida por
una institución fiduciaria involucrada en la mediación es firmemente
captado. Por otro lado, la imagen científica es más obvia cuando las
instituciones legales o gubernamentales obscuras se abstraen de la misma
manera en que lo hace la teoría económica pura. Es por eso que queremos
concentrarnos en la teoría del dinero del libre mercado con una banca
desregulada completamente. Y para ver todas estas analogías debemos
terminar con el dinero y la inflación primero. Pero podemos señalar una
analogía inmediatamente. El dinero es una deuda contraída por un
individuo y debida por un tipo particular de institución especializada. Tiene
valor y credibilidad para otros individuos porque ellos creen que la
institución especializada está cumpliendo con sus funciones (y así lo hará 192 Parsons, ob. cit., p. 120 ss.
303
con sus compromisos). Es fácil ver que el poder se parece en algo a esto.
Un funcionario, por ejemplo, tiene poder si puede escribir una orden a una
institución especializada (por ejemplo, a la policía o al poder judicial) de la
misma manera en que usted puede escribir un cheque. Existe una relación
contractual u orientada por reglas entre el funcionario y la policía –
pasando posiblemente por intermediario- de la misma forma en que existe
una base contractual en la deuda suya debida por el banco. Esto lo
explicaremos con más detalle más adelante. Las diferencias incluyen, por
ejemplo, que las relaciones de poder son incluso menos rígidas o
específicamente cuantificables que las deudas de dinero pero el cuasi
dinero se aproxima más a ellas.
Sería justo decir que el poder, considerado como un medio de
intercambio generalizado, es como una abstracción para ayudarnos a
organizar nuestros pensamientos sobre la sociedad y no tanto una “cosa” u
objeto objetivo. Mas, esto no lo hace irreal o poco realista. El dinero es
mucho más que lo que un acercamiento ingenuo a él indicaría. Hay que
reconocer que en muy pocas ocasiones usted puede señalar pedazos de
poder regados por ahí. Se da más bien el caso de que los individuos no
están seguros sobre la cantidad de poder exacta que tienen y del uso que
le pueden dar a éste, a diferencia del dinero, que al menos parece ser
contado o medido hasta en peniques. Sin embargo, al nivel promedio de
una gran institución el poder se comporta como un medio de intercambio:
la falta de responsabilidad y las dudas o incertidumbres individuales
304
calculan el promedio. En particular, lo sorprendente es que la “oferta de
poder”, al igual que la de dinero, puede inflarse y desinflarse. Por esta
razón cerramos nuestro capítulo sobre la teoría Keynesiana del dinero y la
inflación con una explicación sobre la inflación (y la deflación).
Cuando se analiza desde el punto de vista filosófico, el dinero no es una
“cosa” objetiva. El dinero es realmente una relación social hasta cierto
punto porque es una deuda transferible y así, de manera implícita, tiene
relación con el sistema judicial para recaudarlo). En las pequeñas
transacciones individuales de los consumidores esto puede ignorarse pero
cuando consideramos el flujo de los bienes y de los servicios de la sociedad
como un todo o consideramos un lapso de tiempo suficiente para que las
condiciones económicas se alteren significativamente, lo ignorado conduce
a errores. Por lo tanto, la diferencia entre poder y dinero en este sentido es
más de grado o de nivel que de tipo. Por ejemplo, una razón que hemos
vimos anteriormente, por qué el dinero no puede verse como si fuera
partículas objetivas, es la creación y destrucción del dinero. Cuando usted
paga un préstamo al banco usted puede verlo como si le estuviera
enviando una suma de dinero-partículas. Pero lo que sucede es que la
deuda y el pago se cancelan dejando nada atrás. La oferta monetaria se ha
reducido. Si usted insiste en ver al dinero como una “cosa” entonces usted
debe ver este pago como si usted mandara al banco un grupo de partículas
que una vez llegadas al mismo se van a desaparecer, a destruir. Por lo
tanto, es muy difícil creer que las partículas hayan sido reales. Es mejor
305
pensar en términos de una relación social entre usted y el banco (y, desde
luego, en el sistema bancario como un todo) involucrados en una deuda o
dos, un acreedor y un deudor, cuya relación se ha alterado como resultado
de un “pago” –algún oscuro ritual o cualquier otra cosa. Puede haberse
cambiado al mismo status, a ese de la independencia, como resultado de
procesos menos placenteros como los rituales de “ejecución” o
“bancarrota”.
La oferta monetaria se infla cada vez que se extiende un préstamo y se
deflacta cada vez que se retira un préstamo siempre y cuando el préstamo
sea de una institución fiduciaria como asumimos a partir de ahora y no de
un individuo privado cuyos efectos negociables no serían aceptados como
medio de pago. Igualmente, por supuesto, una simple deflación
momentánea que sea seguida de una reflación similar dejando a la oferta
monetaria exactamente en el mismo lugar en el que estaba antes, no sería
de importancia. Lo que sí es importante es el producto o la tendencia. Un
banco, luego de destruir determinada cantidad de dinero, terminaría
generalmente creándolo nuevamente al extender un nuevo préstamo. Sin
embargo, no existe razón alguna como para creer que la nueva creación va
a contrapesar la destrucción anterior. Cuando el dinero es destruido
realmente desaparece: no hay nada que obligue al banco a extender un
nuevo préstamo. Si el juicio prudente de los banqueros justifica la
extensión de un nuevo préstamo en una menor cantidad –debido quizás a
un cambio en el clima de los negocios desde la creación del préstamo
306
anterior- entonces el resultado de esta gran destrucción seguido de esta no
tan grande creación es una pequeña pero actual deflación.
Como es usual en la economía, es este segundo o “marginado”
resultado neto de dos fuerzas grandes pero con inclinaciones opuestas lo
que se discute. A menudo, los actores no son conscientes de este efecto
neto. Es probable que el afortunado receptor de un préstamo no se de
cuenta de que el total mensual de préstamos a todos los clientes está por
debajo de la cantidad necesaria para el estancamiento. Un banco es sólo
una pequeña parte del juego y puede incrementar su contribución absoluta
al crecimiento de la oferta monetaria todavía a partir de un aumento
desapercibido en su cuota o participación en el mercado que atenúa esa
contribución actuando como una fuga neta. Los ajustes temporales
obscurecen el panorama y pasan meses para que se puedan recopilar los
datos precisos si la economía como un todo está involucrada. Aunque las
causas inmediatas de la inflación o la deflación las constituyen
simplemente las acciones de los banqueros y prestatarios individuales (que
son usualmente inversionistas), las motivaciones de estos actores están
directamente relacionadas con distintos objetivos y es solo el balance o
equilibrio neto entre las motivaciones opuestas lo que determina la
inflación, el estancamiento o la deflación como resultado.
En una economía en crecimiento es habitual aceptar que una oferta
monetaria estática sea poco prudente o incluso injusta. Por múltiples
razones, el consenso indica que un crecimiento de la oferta monetaria que
307
mantiene el ritmo de un crecimiento equivalente en los bienes reales y los
servicios producidos por la economía no cuenta como inflación. Más bien
un crecimiento en exceso en la oferta monetaria por encima de aquél
justificado por el crecimiento económico real se llama inflación –y un
déficit o escasez una deflación.
Nosotros nos vamos a adherir a esta terminología convencional a pesar
de que existe un serio problema teórico con ésta. Es imposible definir
exactamente lo que uno deba decir por “equivalente”. En estadísticas
gubernamentales y otros, los economistas usan varios números índices.
Por ejemplo, el índice de los precios al consumidor debe ser un promedio
(un promedio ponderado) de los precios de los distintos bienes que un
típico consumidor compra para consumir (más que para invertir).
(“Ponderado” quiere decir que la partida de gastos más importantes o
comunes cuenta más que los otros, afecta más al promedio). Las
imprecisiones y ambigüedades del Índice de Precios al Consumidor se han
convertido en un tema muy manido y en otra parte de este libro hemos
planteado que los bajos precios de los gastos de la vivienda han sido
extremadamente engañosos. Sin embargo, existen otros muchos números
índices –otros calculados por los estadísticos del gobierno y otros
concebibles (aunque no sea práctico calcularlos). Por ejemplo, el Índice de
Precios a los Productores. El hecho es que cada número índice tiene una
tasa de crecimiento diferente –entonces, ¿cuál es la “verdadera” tasa de
crecimiento de la economía? Es incluso mucho más importante en el
308
contexto actual señalar que ningún número índice puede salvar las
diferencias entre esas dos esferas muy diferentes: la circulación de los
bienes de consumo y la financiera. El “crecimiento de la oferta monetaria”
parece ser una concepción bien definida pues la cantidad de dinero es sólo
un número. Pero, el “crecimiento de los bienes reales y los servicios” es
una concepción ambigua e indeterminada porque los bienes y los servicios
no tienen un denominador común. Peor aún, si la tasa de ahorro de los
individuos y las firmas cambia, entonces tenemos que determinar cómo
comparar los precios de los bienes y los servicios con los de los
instrumentos financieros, los valores de renta variable y las inversiones en
bienes raíces.
Esto demuestra cuán confusa es esa simple parábola (“demasiado
dinero persiguiendo demasiadas pocas cosas”) que data de los economistas
del siglo XVIII -todavía adorada por monetaristas- como una mítica
explicación de la inflación.
Esta vieja historia va así: imagínese qué sucede si la oferta monetaria
se duplica instantáneamente pero nada más cambia. Como todo el mundo
tiene el doble de dinero en sus bolsillos pero se sigue vendiendo la misma
cantidad exacta de pan, mantequilla y cerveza que existía hasta ese
momento, los precios deben duplicarse y nada cambia realmente: quizás
cada individuo pueda tratar de mejorar su fortuna con su nueva creada
riqueza pero nadie puede tener éxito realmente en comprar más (pues
nada más se ha producido) al no ser que alguien compre menos –pero
309
¿cómo puede pasar eso? Todo el mundo tiene más dinero, todo el mundo
está tratando de mejorar su fortuna, y lo que resulta es una guerra pujante
en la que los precios han subido un 100% y los patrones reales de
distribución y consumo no han cambiado. La moraleja de esta parábola es
que como demasiado dinero está persiguiendo la misma cantidad de bienes
o demasiado pocos, el resultado es la inflación.
El defecto lógico de esta parábola es que no hemos explicado
realmente la motivación, por qué la gente necesariamente sube los precios.
De hecho, lo que sucede pudiera ser muy diferente: la gente pudiera
alterar su tasa de ahorro, digamos de un 10% a un 20%. Así, su
presupuesto para artículos de consumo no se duplica, sube a un 78%. Por
lo tanto, primero, los precios no se duplicarían, sólo subirían en un 78%.
Pero su presupuesto para artículos de inversión sería más que el doble: se
cuadriplicaría. Esto al principio llevaría a una subida inmensa en la
tasación de los bienes de capital o de los activos financieros (aunque no
necesariamente en un 300% debido a la existencia de un exceso de
capacidad y por la flexibilidad en el sistema bancario) pero pronto, según
las suposiciones lógicas de la parábola del siglo XVIII, esto llevaría a una
ampliación del sector de la economía que produce bienes capitales y a una
reducción del sector que produce los bienes de consumo. Esto es sobre la
base de que las expectativas en torno al futuro no cambien. Entonces,
inmediatamente, esto constituye un cambio en los patrones reales de
consumo. Desafortunadamente, para la coherencia lógica de esta parábola,
310
es muy difícil ver cómo grandes cambios en las proporciones relativas de la
economía dedicadas al consumo versus la producción de capital, pudieran
dejar de afectar las expectativas. Por lo tanto, el resultado neto de un
cambio en la oferta monetaria –dejando incluso al dinero bancario fuera- es
probablemente real y, de cualquier manera, difícil de determinar conforme
a estas simples líneas, contraria a la conclusión establecida generalmente
de esta parábola.
Lo fundamental en esta parábola es que ignora al sistema bancario y la
naturaleza política de sus decisiones y de su proceso de formación de
expectativas. Sin embargo, el crecimiento, el sistema de crédito y el ciclo
de formación de expectativas son los elementos más importantes
discutidos actualmente en la economía moderna de los Estados Unidos. Por
lo tanto, la parábola no es válida para una sociedad moderna.
En la realidad, por supuesto, el hecho de tener más dinero en los
bolsillos no ocurre por accidente. Si estamos hablando de consumidores a
punto de gastar ese dinero deben habérselo ganado (los préstamos de
carros, entre otros, son en principio, préstamos para inversiones –existen
muy pocos préstamos para fines de consumo en el sentido de la teoría
económica). Si estamos hablando de inversionistas a punto de comprar
bienes de capital entones hay dos opciones: o se lo ganaron (a través de
beneficios) o como queda claramente definido teóricamente –algo que
asumiremos por ser más simple- lo pidieron prestado. En este caso, existen
dos sub casos más que deben destacarse a través de otra distinción. El
311
dinero prestado es reciclado o creado recientemente, o sea, el dinero
prestado es fundamentalmente reciclado porque otra persona está
pagando un préstamo –en cuyo caso proviene de ganancias o beneficios- o
es un incremento de nueva expansión de la oferta monetaria. Suponga
primero que la oferta monetaria es estática de forma tal que sea solamente
reciclada. Tendría que haber, entonces, una paridad entre los beneficios y
los costos de mantenimiento (en el capital) y, por lo tanto, ningún beneficio
verdadero en el sentido de la teoría economía pura. Si asumimos una
situación de estabilidad en la realidad de forma tal que no haya negocios
malos o extraños con expectativas, raramente podríamos tener una nueva
inversión si la oferta monetaria fuera estática (porque nuevas inversiones
podrían desplazar la producción de bienes de consumo y provocar un
cambio en los precios relativos). El reemplazo del uso y desgaste normal
de los bienes capitales que decidimos llamar “mantenimiento” es todo lo
que es compatible con una oferta monetaria estable y estática. Los
“beneficios” en el sentido puro de la palabra no incluyen las cantidades
requeridas para reembolsar el uso y desgaste natural normal, asegurar
contra riesgos, o compensar al empresario o a la administración por su
tiempo, esfuerzo y habilidades especiales. Como dijo Adam Smith hace ya
mucho tiempo: “Habrá acaso quien se imagine que estos beneficios del
capital son tan sólo un nombre distinto por los salarios de una particular
especie de trabajo, como es le de inspección y dirección. Pero son cosa
sompletamente distinta, regulándose por principios de una naturaleza
312
especial, que no guardan proporción con la cantidad, el esfuerzo o la
destreza de esta supuesta labor de inspección y de dirección. Los
beneficios se regulan enteramente por el valor del capital empleado y son
mayores o menores en proporción a su cuantía… En muchas grandes
empresas el trabajo de inspección de esta clase suele encomendarse
generalmente a un empleado principal; los salarios pagados a esta persona
representan verdaderamente el valor de dicha labor de inspección y
dirección. Aun cuando al fijar esos salarios se atiende regularmente, no
sólo a la destreza ya al esfuerzo de la labor, sino también a la confianza que
se deposita en el empleado, nunca guardan proporción con el capital que
manejan, el proprietario de este capital, a pesar de quedar liberado casi por
completo de todo trabajo, aún espera que sus beneficios conserven una
proporción regular con su inversión.” Todos estos son costos, implícita o
explícitamente, de hacer negocios y deben ser descontados de los ingresos
antes de llegar a los beneficios. Si hubiera un crecimiento económico con
una oferta monetaria estática, obviamente los precios tendrían que alterarse
aunque no todos en la misma proporción. Tomando en cuenta el sistema de
créditos moderno, lo primero que notamos sobre una tendencia secular a la
baja de los precios de los consumidores y los salarios, etc., es que esto
conlleva a un cambio en la posición relativa de los deudores y los acreedores
(en términos históricos, este es el resultado más importante de la deflación o
la inflación). Una hipoteca de treinta años o un bono empresarial no se
renegocian de la misma manera en que lo hacen los precios del mercado
313
como cuando una oferta monetaria restringida interactúa con una economía
en crecimiento. La suma nominal fija que el deudor ha prometido pagar, año
tras año durante décadas, es una carga cada vez más pesada en términos
reales. De hecho, cuando los precios de los bienes raíces caen, las
bancarrotas masivas siguen de la misma manera en que el valor de la
propiedad hipotecada cae por debajo de la deuda a cambio de un activo
financiero. Esto impondría una presión intolerable en el sistema bancario
que difícilmente puede trabajar sin una oferta de valores de primer orden.
Por lo tanto, una continua y estable deflación es prácticamente imposible y
una sorpresiva, seria, deflación es catastrófica. Una deflación intermedia es
obviamente injusta con los deudores –como lo es cualquier reducción no
prevista de la tasa de inflación de su valor esperado (lo contrario no es
injusto con los acreedores –especialmente si tenemos en cuenta que éstos
son, por lo general, bancos ya que estos no operan en términos reales sino
en monetarios y no están limitados en sus planes futuros de operaciones por
sus “ingresos” pues ellos crean dinero si las condiciones lo justifican; sus
planes futuros no se perjudican por una inflación imprevista).
Por otro lado, una lenta inflación constante no constituye ningún riesgo
simétrico para la solvencia del sistema de créditos. De hecho, es todo lo
contrario. Una pequeña inflación es prácticamente necesaria para
contrarrestar los efectos de la fricción. Esto puede verse de la siguiente
manera. En realidad, el sistema de créditos es la manera que tiene la
sociedad de decidir cuáles son los proyectos que va a ejecutar. Esto lo hacen,
314
en parte, los comités y los individuos de manera descentralizada a través de
las señales del mercado y los procedimientos. Pero, en esencia, es solo una
simple manera de seleccionar proyectos que se ven muy bien aunque la
parcialidad es inherente al mismo. Algunos de los proyectos seleccionados
fallan, algo que por supuesto no hacen los no seleccionados. Este sesgo
asimétrico es, por supuesto, natural. Esto quiere decir que sería ineficiente
seleccionar y financiar solo los proyectos que estarían garantizados por el
índice de crecimiento real de la economía. Como algunos están destinados
al fracaso no alcanzaríamos la tasa de crecimiento justificada. Es mejor
seleccionar y financiar más de lo que sería realmente necesario para que
así el éxito sea suficiente. Mas, esto implica que una pequeña tasa de un
tres por ciento aproximadamente de inflación es prudente o sensata.
Esto se debe a que, como fue explicado de manera general
anteriormente, si el aumento de dinero deja atrás el aumento o crecimiento
de los bienes (y servicios) uno tiene una inflación. Ahora, el proyecto
fracasado no ha producido los nuevos bienes o, si fue infraestructural, la
nueva productividad (produciendo, por supuesto, nuevos bienes de manera
indirecta). Pero el financiamiento otorgado ha sido gastado, el nuevo dinero
creado ha entrado en circulación a través de los empleados y los
proveedores de la desventurada operación. Ese dinero está siendo gastado
en los bienes existentes. Hasta el punto en que la (vieja) parábola pueda ser
confiable, el dinero extra ahora persigue los mismos viejos bienes y, por lo
tanto, surge la inflación. Esto no hubiera sucedido (en la misma medida, al
315
menos) si el proyecto hubiera llevado de manera exitosa a un crecimiento
económico. El dinero extra, entonces, se correspondería con los bienes
extras193.
Como ningún sistema de selección de proyectos puede ser perfecto,
debe haber algún nivel de inflación u otra cosa para no alcanzar la tasa de
crecimiento justificada. Eso, a su vez, reduce la tasa de beneficios porque
al haber otras cosas igual la tasa de beneficios (puros) equivale a la tasa de
crecimiento (menos fricción, gastos poco económicos, seguros de riesgo y
compensación por el esfuerzo de gestión y capacidad empresarial). Por lo
tanto, todo el sistema económico y financiero está a favor de una pequeña
inflación y no funciona bien sin ésta.
Sin ésta, uno tiene fuertes tendencias a favor de un ciclo económico
que tenga períodos de estancamiento. Si la tasa de beneficios disminuye
“inesperadamente” por debajo de la tasa justificada, entonces uno ha
preparado el terreno para que las expectativas se modifiquen y se pongan
peor. Esto acelera el problema y provoca la fluctuación del ciclo económico
hacia la baja (o sea, cuando la tasa de beneficios es menor que lo
esperado, los empresarios toman menos préstamos, comprometen menos
cantidad de su dinero y piden menos bienes capitales para nuevos
proyectos: esto entonces provoca una tasa de crecimiento y de beneficio
aún menor y, por lo tanto, a una revisión más drástica de las expectativas,
etc.). Con esto, por el contrario, uno evita estos problemas porque solo
193 Otra consideración importante a tener en cuenta es que como sin crecimiento económico no hay beneficios, ¿cómo entonces podría financiarse ese crecimiento?
316
unos pocos individuos –los que fallan- quedan defraudados. Los resultados
promedios cumplen con las expectativas –en términos monetarios (aunque
no en los reales). Mas, las obligaciones de los empresarios se expresan en
términos monetarios y no en los reales. Por lo tanto, para ellos esto no es
ningún tipo de decepción o dificultad.
Existe un gran número de mitos con relación a la inflación. Los tres
principales que trataremos aquí son, en primer lugar, que ésta tiende por
naturaleza a acelerarse hasta que destruye la moneda. Segundo, hace que
los planes empresariales sean más inciertos al hacer los cálculos
económicos más difíciles: si el curso de la inflación es desconocido, los
costos futuros son desconocidos y, por lo tanto, los contratos a largo plazo
son excesivamente riesgosos. Se dice que esto debe tener un efecto
deprimente en las inversiones. El tercer mito establece que es injusta con
los prestamistas y reduce las motivaciones para ahorrar reduciendo así,
nuevamente, las inversiones. Sin embargo, hay respuestas para cada uno
de estos mitos.
En términos históricos, el primer mito es totalmente erróneo. Por
ejemplo, varios países de Suramérica han controlado inflación de tres
dígitos durante décadas sin ninguna señal de que ésta se haya convertido
en una hiperinflación incontrolable y haya destruido su moneda (como
pasó en Europa Central después de la Segunda Guerra Mundial).
En segundo lugar, los imponderables en la planificación empresarial
realmente son mayores que los de cualquier problema en la tasa de
317
inflación. No es una preocupación significativa, excepto en raros casos de
contratos a muy largo plazo –que no son muy comunes en el capitalismo
competitivo en una era de cambios tecnológicos.
Tercero, tenemos que hacer una distinción entre préstamos y ahorros.
Los ahorros individuales no son una fuente significativa de crédito
financiero actualmente, como tampoco es el rendimiento del dinero real la
mayor motivación para un ahorrador individual. Éste ahorra con el objetivo
de tener el dinero después –para el retiro, por ejemplo. En este caso, la
inflación esperada realmente aumenta la motivación para ahorrar pues se
entiende que va a hacer falta más dinero. Además, una persona empleada
o un empresario exitoso ahorra más que uno desempleado o en bancarrota.
En cuanto a las entidades crediticias –concretamente los bancos- el
dinero es creado de la nada y, por lo tanto, la inflación es irrelevante. Los
bancos no tienen motivación alguna para no prestar porque no hay un uso
alternativo para el dinero si ellos no lo crean. Solo las condiciones
concretas y reales de los negocios, en general, y la capacidad de pago del
prestatario se toman en consideración. La tasa de interés no es un “precio”
que modera entra la “oferta” de préstamos y la “demanda” de éstos. Los
préstamos son una cuestión política y el crédito no es una mercancía, no
está sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Pensar esto y concluir que al
disminuirle la recompensa a un prestamista (a través de la inflación) debe
reducir la “oferta” es una falacia. Lo que más bien sucede es que la
confianza en los negocios –como un fenómeno político fundamentalmente-
318
determina el comportamiento de los prestamistas. Mientras que los
factores económicos se comporten como un input en la formación de este
clima de opinión, que se espera sea de confianza, lo que importa son los
efectos indirectos de la inflación a través de la tasa de crecimiento y la
utilización de la capacidad. Así, en determinadas circunstancias, un 3% de
inflación puede ser “bueno” porque provoca un desarrollo económico que
inspira confianza. Sin embargo, en otras circunstancias puede ser “malo”.
En los momentos actuales, es equivalente a la deflación debido a la curiosa
desigualdad de nuestro crecimiento económico que, en algunos sectores,
es negativo y deflacionario.
Existe un poderoso interés creado en contra de la inflación –o, con más
precisión, en favor de una disminución inesperada en la tasa de inflación-
que es el de la clase de los tenedores de bonos u obligacionistas. Si existe
un estado de inflación y se negocia un contrato de deuda por treinta años
bajo la expectativa del aplazamiento de ese estado, entonces la tasa de
interés nominal tendrá eso en cuenta. Cualquier reducción en la tasa de
inflación es un puro beneficio para el obligacionista a quien le pagarán con
un dinero que vale mucho más que aquel con el que ellos contaban. Ahora
bien, si nos referimos a los bonos en las manos de los individuos, podemos
decir están en poder de los más ricos. Aparte de éstos, los bonos están
generalmente en los bancos. Llamarle a esto “interés creado” es no
polémico. La política de los intereses de estos derechos en hacer que baje
de forma imprevista la tasa de inflación versus los intereses de esos
319
individuos y corporaciones igualmente poderosos que se beneficiarían más
del crecimiento económico resultante del mantenimiento de esta tasa,
complicada por el hecho de que incluso una política de inflación sabia no
provoca per se un crecimiento económico sino que actúa de manera
indirecta, solo si los factores reales necesarios y la confidencia están
presentes, es la historia completa de la lucha con la inflación en las últimas
décadas. Esta pelea política e ideológica ha deformado completamente
tanto la discusión popular del tema en los medios como el debate
académico del mismo en los textos económicos y las investigaciones.
De hecho, el efecto de la inflación en la economía debe operar
indirectamente (como pasa de vez en cuando en la economía que
prácticamente conserva la ley de las consecuencias no buscadas) a través
de otros factores que son tan complicados que la ciencia económica ha
sido incapaz de llegar a un consenso en torno a lo que le ha sucedido a la
economía estadounidense desde 1970. Las complicaciones han sido
demasiado grandes como para hacer el modelo teórico básico poco flexible
(o sea, éste es tan discreto incluso cuando es despojado de complicaciones
prácticas que no existe consenso en torno a cuáles serían los resultados
efectivos si se modificara para tener cuenta las crisis petroleras, la entrada
y salida de personas al mercado laboral, la deuda del Tercer Mundo, la
globalización y las políticas domésticas).
Sin embargo, el modelo teórico básico de la inflación es instructivo
porque al menos nos convence de que los problemas reales se deben,
320
probablemente, a una o más complicaciones y no a la inflación per se (o a
otros aspectos estructurales básicos de una economía doméstica
avanzada). El primer economista en entender la naturaleza del dinero
bancario moderno fue Keynes impulsado por la depresión de los años
veinte en Gran Bretaña (a partir de su experiencia como especulador de
divisas). Debido a que el objetivo de los acuerdos de créditos es salvar la
distancia entre las necesidades actuales y la capacidad futura y que el
objetivo de designar estas obligaciones en dinero es para lidiar mejor con
la incertidumbre no tiene sentido estudiar el impacto del fenómeno
monetario en la economía sin tener en cuenta estos elementos cardinales
del tiempo y la incertidumbre.
Por esta razón permitimos que la noción clásica de las curvas de la
oferta y la demanda para los bienes de inversión sea generalizada a través
de la noción de expectativas. Reconocemos que esas curvas pueden
cambiar violentamente en medio de nuestro análisis en una forma que es
una violación de la clásica comprensión de la ley de la oferta y la demanda.
Digamos que un parámetro como el empleo total y, por tanto, el ingreso
nacional, cambia. Esto no solo provoca el clásico movimiento a lo largo de
la curva de la demanda de inversiones sino un cambio en la curva total
pues se establece una nueva información y un nuevo régimen de
expectativas de negocios.
En concreto, el cuadro keynesiano es así. Asuma, para hacerlo más
simple, que los trabajadores gasten lo que reciben pero que los capitalistas
321
inviertan todos sus beneficios. Todos los bienes producidos son para el
consumo inmediato o son bienes de inversión para ser usados en fábricas.
Los trabajadores compran todos los bienes de consumo y los capitalistas
todos los bienes de inversión. En este simple ejemplo es fácil ver que la
tasa de beneficios es igual a la tasa de crecimiento y que la suma total de
beneficios es igual a la suma total de ahorros que equivale a la suma total
de inversión. Es evidente también que la totalidad de los ahorros no está
exactamente bajo el control de nadie ya que los beneficios son el resultado
de las fuerzas del mercado (esto no se debe en lo particular a nuestra
suposición simplificada –a pesar de que, en el mundo real, los empleados
también ahorran, la suma no está totalmente bajo su control pues ésta
sube o baja con el ingreso nacional y, así, con la tasa de desempleo).
Como experimento teórico, suponga que en un momento determinado
todo está bien, en equilibrio, todo el mundo está trabajando, invirtiendo,
consumiendo, etc. Suponga que por alguna razón los capitalistas son presa
de un ataque de ahorro e intentan acumular parte de sus beneficios en vez
de invertirlos. El gasto en inversiones disminuye, por supuesto. Sin
embargo, la suma total de beneficios es igual a la suma total del gasto en
inversiones. Por lo tanto, los beneficios deben reducirse también. Éstos
continuarán disminuyendo hasta que los capitalistas se den cuenta,
finalmente, de que no pueden darse el lujo de acaparar nada de lo que
sobre.
322
Desafortunadamente, tal reducción en los beneficios está obligada a
provocar un cambio en las expectativas, a producir un pesimismo en los
negocios (y en la banca). Esto va a reducir más las inversiones debido a un
efecto multiplicador. Lógicamente, mientras menos bienes de inversión se
paguen ocurrirá el desempleo. Esto reduce además el ingreso nacional.
Es fácil ver el proceso concreto a partir del cual este fenómeno ocurre.
El primer capitalista que acumula beneficios (que hubieran sido gastados)
produce un bien de inversión no vendido en algún lugar. Los inventarios se
amontonan antes de que los productores se den cuenta de la reducción en
la demanda y de que el beneficio de ellos se ha reducido por la misma
cantidad de lo acumulado. Por supuesto, como una igualdad o identidad
contable puramente, los ahorros todavía son iguales a la inversión –el
beneficio acumulado es todavía ahorrado en un sentido pero,
técnicamente, los inventarios extras también cuentan como inversiones.
Sin embargo, es una inversión no deseada, no planeada y tiene un efecto
perturbador. El productor, por supuesto, no quería invertir en ese bien de
inversión particular. Al desviarse los beneficios del productor de su destino
habitual hacia este inventario no deseado, nuestra economía ha obligado a
otro capitalista a reducir sus gastos en inversiones y así reducir las
ganancias o beneficios de otro. Esto tiene un efecto multiplicador que
puede ser enorme (o en un modelo más realista y complicado, mediano –
alrededor de un 300%).
323
Como la demanda de bienes de inversión es reducida, los obreros serán
despedidos. Esto reduce a su vez el gasto en consumo. Por lo tanto, los
beneficios de los productores de los bienes de consumo también se
reducirán. Este proceso de reducción de beneficios y empleo debe
continuar hasta que el equilibrio se alcance y los beneficios, a un nivel más
bajo, sean iguales a los gastos en inversiones, a un nivel más bajo también
y que el acaparamiento o acumulación sea eliminado.
Este es un ejemplo perfecto de la ley de las consecuencias no buscadas.
No era parte de la intención original del capitalista reducir las ganancias o
beneficios. Mas, ese fue el resultado. La misma cosa, una depresión,
ocurre si los trabajadores comienzan a ahorrar de repente parte de sus
ingresos. Hasta donde dice la definición de contabilidad el inventario
también es una inversión. Y puede contar con él –usar el inventario como
una garantía para un préstamo siempre y cuando ese stock se venda, sea
vendible en la forma habitual. Esto no se tiene en cuenta en nuestra
parábola, en nuestro experimento teórico porque una acumulación de
inventario no planeado afecta esas expectativas.
Tener conocimiento de la existencia del sistema bancario y permitir
que los ahorradores depositen sus beneficios en un banco que pueda a su
vez prestárselo a inversionistas no afecta nuestras conclusiones. ¿De
dónde van a salir estos inversionistas? Son precisamente ellos los que se
sienten más económicos ex hypothesi.194 Si algún otro inversionista está
dispuesto a aprovechar la capacidad al máximo, entonces el ahorro neto no 194 Es decir, por suposición nuestra.
324
se ha incrementado. Estamos asumiendo que hay una reducción neta en el
gasto fuera de los beneficios –eso es lo que ahorro significa. Con relación a
la pregunta de si el segundo capitalista en nuestra parábola, el productor
de bienes de inversión, no pudo cortar de raíz el efecto multiplicador al
mantener su gasto en inversiones planificado al sacar un préstamo para
recuperar el beneficio perdido, nótese que sería demasiado despilfarrador
extender un préstamo a un negocio tambaleante. Los préstamos están
justificados por garantías o por las expectativas de beneficios. La garantía
vale menos ahora que antes y las expectativas son, con toda razón,
revisadas a la baja debido a que, por hipótesis asumimos un nuevo mayor
nivel de ahorro permanentemente. Por lo tanto, el sistema bancario no va a
ir en contra de la tendencia y a complacer a un productor inconformista
que puede estar personalmente inclinado a oponerse a las nuevas
expectativas. La esencia del sistema bancario es institucionalizar estas
expectativas y tendencias consensuadas y, a través de la intermediación,
anular a los inconformistas. Por lo tanto, si el ahorro o la economía de un
capitalista es un simple golpe de suerte y éste es anulado, como promedio,
por el espíritu emprendedor de alguien más, el sistema bancario puede
tener esto en cuenta y cancelarlos o anularlos. Pero si la economía o el
ahorro de un capitalista es simplemente el ejemplo de un nuevo consenso,
el sistema bancario ayuda a multiplicar el impacto de la tendencia.
La parábola del ahorro trabaja a la inversa. Si los capitalistas son
presas de un impulso expansivo ellos pueden, gracias a los créditos del
325
sistema bancario, gastar más que el total de sus beneficios en bienes de
inversión. Luego de un intervalo aceptable, los beneficios aumentan por la
suma exacta del exceso de gastos. Este proceso también se va a mantener
hasta que el impulso expansivo sea saciado. Los capitalistas obtienen lo
que gastan.195
En principio, la misma expansión debía ocurrir si los trabajadores
redujeran sus ahorros y aumentaran la proporción de sus ingresos
gastados. Mas, en la práctica, el gasto en inversiones es la clave por
razones que Keynes explicó están relacionadas con el sistema monetario.
Para tener desempleo o capacidad no utilizada en un equilibrio los precios,
por supuesto, tienen que ser rígidos. El problema es, entonces, ¿qué tipos
de precios son significativamente rígidos y por qué, y a qué otras funciones
sirven? Los textos tienden a centrarse en la rigidez de los salarios pero
esto es malinterpretado. Es la existencia de las obligaciones financieras a
largo plazo designada en dinero la que produce, por ejemplo, rentabilidad
rígida. Además, las empresas tienden a reducir la producción antes de
rebajar los precios por la misma razón. Este sesgo por exceso es análogo a
lo que discutimos anteriormente sobre las hipotecas y la deflación. Los
precios de las rentas y de los bienes raíces, al igual que las tasas de
interés, son significativamente mucho más rígidos que los salarios. El nivel
de gasto en inversiones es mucho más variable y sensible a cambios en las
expectativas (que son políticas), menos condicionado económicamente, que
195 Un dicho de Michal Kalecki, economista en Inglaterra y Polonia (1899-1970), “los trabajadores gastan lo que reciben y los capitalistas reciben lo que gastan”, citado en Robinson, Teoría Económica y Economía Política, p. 73.
326
cualquier otra variable económica. Desde el punto de vista de la teoría
económica, entonces, el gasto en inversiones es la causa y las otras
variables como los salarios o la tasa de desempleo o beneficios son los
efectos. La decisión de invertir es política y se toma a partir de un proceso
político institucionalizado fuera de las leyes económicas, en parte. Por
supuesto, el curso de los salarios, el desempleo y los beneficios son
observados e influidos por esta decisión. Pero esto no se hace a través de
las leyes económicas sino a partir de la influencia en las expectativas del
futuro. Esto es política. Las expectativas de los beneficios futuros son más
importantes en el mercado de valores que los beneficios existentes. Las
expectativas de valor de capital futuro son incluso mucho más importantes.
Para evitar malas interpretaciones debe hacerse hincapié en que no
estamos hablando de regulaciones o políticas gubernamentales de ningún
tipo cuando decimos que la política influye en las expectativas del clima de
negocios del futuro. Hablamos de política en el sentido Parsoniano –la
manera en que los inversionistas y los prestamistas deciden cómo
distribuir los recursos de la sociedad. Estas decisiones están influenciadas
por los inputs de poder y las influencias de otros sectores de la sociedad,
aparte de la economía. No son explicables puramente en términos de las
fuerzas del mercado debido al papel que desempeñan el consenso, la
autoridad y la confianza, como hemos vistos anteriormente. Ellas proceden
en función de las bases institucionales. Sin embargo, las instituciones
necesitan de los inputs de poder tanto para sus operaciones como para su
327
mantenimiento. Las instituciones económicas incluso usan más que el
dinero simplemente y así obedecen a las leyes sociológicas, aparte de las
económicas.
Para redondear nuestra respuesta sobre la rigidez, Keynes y,
posteriormente, Hicks descubrieron que si los precios eran totalmente
flexibles iban a ser extremadamente inestables –de tal manera que haría
que el dinero resulte inútil para los contratos a largo plazo- y en todo caso
esta inestabilidad no es observada (Keynes consideraba que las variaciones
resultantes en el poder adquisitivo del dinero serían lo suficientemente
grandes como para eclipsar las otras fuentes más usuales de
incertidumbre).
Han existido teorías razonablemente exitosas sobre el ciclo económico
que se han basado en esta parábola del ahorro (y la expansión). Mas, en
última instancia el proceso de formación de expectativas debe mantenerse
como un misterio para los economistas. Es esencialmente sociológico por
naturaleza y no puede explicarse a través de un modelo económico que en
última instancia puede explorar las consecuencias de una regla general (o
una tendencia pasajera) u otra. Pero cuando un sistema institucional se
modifica por razones sociológicas puede obtenerse un nuevo paradigma de
formación de expectativas y surge el momento de cambiar los modelos.
Ahora que tenemos más conocimiento sobre la naturaleza del dinero,
podemos aplicarle esto al problema de la naturaleza del capital. El banco
no está bien dependiendo de la cantidad de depósitos que admite o de los
328
préstamos que extiende, sino que, como hemos visto, lo que importa es la
participación o cuota de cada uno en el mercado. Lo importante es
mantenerse a la altura de los otros bancos y no crecer o decrecer en
términos absolutos. En particular, el aparente efecto paradójico del
aumento de los préstamos de un banco a la vez que decrecen los depósitos
aumentando más bien su posición y no, como indicaría el sentido común,
llevándolo a la bancarrota, puede suceder siempre que las cuotas en el
mercado de cada una de estas categorías se muevan en direcciones
contrarias a las sumas totales (o que, al menos, se mantengan estables. Lo
mismo puede suceder con el capital. Es mejor pensar en la propiedad del
capital como una especie de título que como una mercancía. El capitalista
tiene derecho a una parte de la prosperidad total de la sociedad que sea
igual a su cuota del mercado multiplicada por la proporción relativa del
capital vis-a-vis el trabajo y la rentabilidad (como promedio).
Desafortunadamente, esto significa que el resultado de un incremento en
la oferta del capital es impredecible. Depende del equilibrio político de la
fuerzas entre los empleados y los empleadores, además de los fenómenos
Keynesianos como las expectativas, la inflación y la deflación con su
impacto en la expansión o la contracción económica.
Una institución fiduciaria es una organización a la que las personas le
confían compromisos de valor. La esencia de estas instituciones puede
verse en una sociedad de ahorros y préstamos (o un banco). Los individuos
le confían dinero (ahorros) a esa sociedad a través de los depósitos y ésta
329
se los presta a otros individuos (o al mismo individuo, incluso). Mas, esto
no tendría mucho sentido si no fuera por una asimetría fundamental entre
los ahorradores y los prestatarios. Los primeros son, de hecho,
prestamistas para la sociedad pero el préstamo puede ser exigido o
retirado en poco tiempo (treinta días o menos) –por esta razón es que se
hace con bajo interés–. Por su parte, la sociedad hace préstamos a más
largo plazo a sus prestatarios como, por ejemplo, las típicas hipotecas de
treinta años (puede, entonces, cobrar un interés mayor) –y así es cómo la
institución gana su parte para mantenerse–.
La sociedad, por supuesto, asume un riesgo. Este proceso de asumir
deudas a corto plazo y de extender préstamos a largo plazo, es lo contrario
de prudente y se llama intermediación. Es imposible para un individuo
comportarse de esta manera y sobrevivir. Debido al riesgo de que la deuda
a corto plazo se venza antes de que el préstamo a largo plazo pueda
cobrarse, el individuo correría el riesgo de la insolvencia si se mantuviera
el curso esperado de los acontecimientos.
Una corporación con determinada cantidad de reserva de capital
podría intentar llevar esto a cabo a gran escala. Los típicos textos
económicos afirman que debido a la ley de los grandes números uno puede
predecir cuánto de la deuda a corto plazo, a saber, los depósitos, se podrá
pagar. De manera más precisa, los nuevos depósitos también vienen a un
ritmo predecible y es solo el posible exceso de los depósitos extraídos
sobre los nuevos depósitos lo que es una fuga neta de ahorros y préstamos
330
para las cuentas de la sociedad. Esto puede ser sopesado con el flujo
permanente del pago de los préstamos y el capital reserva usado como una
protección contra las fluctuaciones normales en el primero. Lo que un
individuo no podía asumir sin la casi segura posibilidad de bancarrota lo
puede asumir una gran corporación sin peligro debido a la ley de los
grandes números.196
Mas, ésta no es la esencia del asunto. En una sociedad sociológica, las
gentes son más predecibles que las monedas o que jugar a los dados
porque tienden a imitarse unos a otros y por muchas razones sociológicas:
porque son roles e instituciones –porque la gente tiende a adoptar roles y
porque la sociedad tiende a estar organizada institucionalmente. De hecho,
si la versión de los economistas fuera la esencia del asunto, las sociedades
de ahorro y préstamo, además de los bancos, caerían en bancarrota
inevitablemente. Es más, caerían en bancarrota sin correlación alguna.
Pero es fácil ver que tienden a caer en bancarrota por etapas; en el
intermedio (las depresiones o pánicos del ciclo económico) son más
solventes que lo que la teoría de los números grandes predeciría; durante
los pánicos son menos solventes.
Por lo tanto, esta situación es análoga a la que Durkheim estudió
originalmente en su texto La División del Trabajo Social. Las regularidades
observadas son demasiado regulares para ser explicadas por las leyes del
196 La ley de los grandes números es básicamente la siguiente: si usted sólo lanza una sola moneda usted lo arriesga todo porque no se sabe si en el lanzamiento saldrá cara –usted gana– o cruz –cae en bancarrota–. Pero suponga que usted lanza dos mil monedas a la vez. Ahora es casi seguro que al menos 900 de ellas saldrán con cara. Por lo tanto, usted corre un poco de peligro. Mientras más monedas haya más seguro estará usted.
331
hazar–incluso por la de los grandes números. El hecho es que mientras
todos aquellos que lo rodeen a usted mantengan sus depósitos usted
probablemente lo haga también. Pero en cuanto un número significativo de
sus iguales desde el punto de vista sociológico pierda su confianza en la
institución usted lo hará también –incluso sin ninguna razón o evidencia
independendiente-. Este es un factor sociológico debido a la naturaleza de
los roles. El mantenimiento de una institución requiere de esfuerzos
continuos para sancionar –positiva o negativamente- la actuación de los
individuos en sus distintos roles. Pero las sanciones positivas, por ejemplo,
no son siempre recompensas directas y materiales. En un sistema social
sofisticado se usan los medios de intercambio generalizados: los análogos
para las instituciones sociales y los subsistemas, como el gobierno, la
familia, el centro de trabajo, de lo que es el crédito para el nexo o la red
económica.197 Algunos de los medios de intercambio generalizados son el
poder198 y la influencia. El caso que estamos analizando es, por supuesto,
una institución económica (aunque sociológica por todo esto). Sin
embargo, las instituciones económicas tienen funciones gubernamentales e
interactúan con la psicología de las personas –por lo tanto, ellos “cobran” y
“pagan” medios de intercambio generalizados como, a la inversa, usan el
dinero las instituciones políticas. Una institución fiduciaria como un banco, 197 Talcott Parsons y Neil Smelser, ob. cit.; véase también el resumen en Mark Gould, Revolution in the Development of Capitalism, Berkeley, 1987, caps. I y II, también editado como “Systems Analysis, Macrosociology, and the Generalised Media of Action”, en Johannes Loubser, Rainer Baum, Andrew Effrat, y Victor Lidz , eds., Explorations in General Theory in Social Science, N.Y., 1976.198 Talcott Parsons, “On the Concept of Political Power”, Proceedings of the American Philosophical Society, CVII (Junio 1963), pp. 232-262, también en idem, Politics and Social Structure, N.Y., 1969, pp. 352–404.
332
por ejemplo, crea dinero de la nada pero también necesita confianza para
operar; así que la tiene adquirir a través de otro subsistema no económico
de la sociedad. A la inversa, el sistema de gobierno crea poder de la nada y
los distribuye entre las otras partes de la sociedad como si fuera un “banco
de poder”. Mas, necesita también del dinero para operar; dinero que tiene
que “ganar” a partir del buen comportamiento recompensado con el
mercado de bonos por los préstamos que necesita para sobrevivir de mes
en mes (aunque existen otros métodos también).
La manera en que los bancos crean, administran y destruyen el dinero
determinando así la oferta monetaria se trata en detalles en el capítulo
dedicado al Dinero y la Inflación. Esto representa un medio de intercambio
altamente desarrollado, racionalizado y sofisticado. En nuestra sociedad
actual el dinero se administra de una forma totalmente diferente a como se
hacía hace cuatrocientos años atrás. Mas, los otros medios de intercambio
generalizados no son ni tan desarrollados ni cuantificables. Por ahora, el
dinero es invisible a simple vista –porque se ha computadorizado- pero el
poder y la influencia sí lo son por la razón contraria (los distintos medios
de intercambio generalizados no son análogos en su totalidad). Sin
embargo, existe una especie de paralelismo, como veremos a continuación.
En cierto sentido, las monedas de oro o cualquier otro tipo son la base de
toda la estructura del dinero (no en el mismo sentido que tenía hace
setenta y cinco años atrás pero nada esencial se pierde si lo simplificamos
y continuamos con nuestra discusión como si nada hubiera pasado entre la
333
actualidad y 1929). El sistema bancario, a través del crédito, crea veinte o
cien veces tanto dinero como el que hay respaldado en oro (la suma
precisa varía igual que lo hace la oferta monetaria –a esto se le llama
inflación o deflación). Por supuesto, si todo el mundo trata a la vez de
convertir su dinero bancario (deuda transferible) en monedas el sistema
colapsaría. Pero, generalmente, solo una pequeña parte –por ejemplo, el
establecimiento de desequilibrios internacionales- es necesario o deseado
de forma tal que el sistema funcione bien mientras que la confianza en su
mantenimiento futuro se mantenga (una función sociológica que requiere
confianza e influencia). Y esto tiene un paralelo en, digamos, el sistema de
gobierno (funciones de gobierno). Todo el poder viene del cañón de una
pistola, pero la política comanda a la pistola. La base del poder es el uso de
la fuerza mortal –la policía le dispararía en última instancia a cualquiera
que se resista. Pero el subsistema social, a través de la “autoridad” (el
análogo político del crédito –la “legitimidad” es usada también en algunas
ocasiones como un término para describir la autoridad), puede obtener los
mismos resultados que si amenazara con disparar sin hacerlo realmente –
de la misma manera en que yo puedo comprar la misma cantidad de bienes
con un saldo bancario o con una moneda de oro sin poseer ninguna
moneda de oro, teniendo en cuenta que el sistema funcione. Cuando hay
un colapso, un colapso total de la autoridad, solo el tiroteo funciona. Mas,
la verdadera conformidad de la autoridad presente en nuestra sociedad, en
tiempos normales, es de veinte a cien veces mayor que la cantidad real de
334
tiroteos. Si tuviéramos que usar solo el oro, nuestra economía se
desmoronaría. Si la gente solo obedeciera a una pistola cargada, no
veríamos la misma conformidad que realmente vemos y, de hecho,
necesitamos para el funcionamiento correcto de nuestra sociedad.
Sin embargo, la inflación y la deflación de poder ocurren en la historia.
En algunas coyunturas de la historia más tiroteo es necesario para obtener
un determinado grado de conformidad; en otros momentos es menos. El
primero de los casos es la deflación, al igual que cuando se necesita más
oro para respaldar la misma cantidad de dinero o depósitos. El segundo
caso es la inflación, cuando se necesita menos.
De la misma manera en que los billetes y las notas en los libros de
contabilidad son símbolos que representan la capacidad para controlar la
mercancía real, también hay elementos simbólicos199 –poder- que
representan la capacidad para controlar o comandar las pistolas de la
sociedad. De la misma manera en que sería tonto abandonar el sistema de
créditos bancario moderno y regresar a una moneda respaldada un 100%
en oro, sería suicida intentar abandonar el estado de derecho y regresar al
viejo estado de anarquía. La ley es uno de los elementos simbólicos que
reemplazan al tiroteo. El poder, en general, es la credibilidad en que la
sociedad usaría la fuerza para apoyar…lo que sea, cualquier petición hecha
por un individuo, o una institución que posee esa gran cantidad de poder.
La ley es la manera en que la sociedad toma sus decisiones (y así es
política en el sentido sociológico aunque votar no sea necesario). 199 Parsons, El Sistema Social, p. 391 ss.
335
Técnicamente, nosotros distinguimos entre el aspecto de una
institución fiduciaria producido por la intermediación y el aspecto que le
permite crear dinero de la nada (sin esperar por que el depósito venga
primero) al extender un crédito. Este último aspecto es tratado
detalladamente en el capítulo dedicado al dinero y la inflación. En la
práctica, los dos aspectos estás interrelacionados. Puede que el último
aspecto no se lleve a cabo a gran escala entre extraños sin combinarlo con
la intermediación y logrando mantener los depósitos –o, más específico, en
mantener la cuota de mercado de uno en el negocio de mantener los
depósitos iguales a la cuota de mercado de uno en el negocio de extensión
de préstamos (esta formulación más cuidadosa de los imperativos del
banco permite el incremento de los préstamos simultáneamente con una
reducción en los depósitos –que es segura mientras los otros bancos lo
hagan también, aunque sea porque el aumento en préstamos actuará para
revertir la disminución en depósitos si todos los bancos actúan igual).
Y, a la inversa: una sociedad o corporación restringida solo a la
intermediación no sería tan rentable como un banco con todas las de la ley
y no podría competir exitosamente con este en el largo plazo. La historia
reciente ha obscurecido, quizás, este esencial elemento teórico. Pero los
factores que complican las cosas siempre obscurecen los principales. Por
lo tanto, debe admitirse que estos puntos o elementos básicos no
constituyen una guía para las actuales preguntas urgentes que hay sobre
la reforma bancaria en una era de bancos centrales dispuestos a aumentar
336
las tasas de interés para triplicar los números por razones políticas, de
cambios sorpresivos en la moneda y reglamentaciones aduaneras y otras
consideraciones no económicas fundamentalmente.
Un paralelo no económico, aunque instructivo y académico de alguna
manera, resulta instructivo: es una institución fiduciaria pero no con
relación al dinero sino que incluye un medio de intercambio generalizado:
la influencia.200 Es la academia. La academia produce “pericia” –un experto
es alguien que es aceptado como experto aunque sea un farsante o un
impostor. Una manera usual de hacer esto es a través del otorgamiento de
una credencial o de algún documento que lo identifique como tal. Desde
luego, existen formas no académicas de pericia y credenciales pero siguen
siendo un paralelo. Mas, para hacerlo más simple, nos concentraremos en
la academia ya que es muy conocida.
La influencia es cuando una persona (que la posee) es escuchada fuera
de la cadena de mando habitual. No es una cuestión de poder u obediencia.
La influencia es puramente personal cuando se trata del resultado de su
estima por el juicio de esa persona –ya sea justificado a partir de
experiencias pasadas o injustificado basado en ilusiones emocionales.
Aunque, si las emociones fueron producidas socialmente ésta empieza a
transformar la influencia en influencia social, lo que significa que se trata
de una influencia que es producida y usada en la forma determinada por
las instituciones sociales. Maestros, padres, autores, personalidades
famosas, todos ellos tienen un grado de influencia social fácilmente 200 Talcott Parsons, “On the Concept of Influence”.
337
percibida (en el caso de los dos primeros se distingue de la autoridad
debido a su poderosa posición en la sociedad. Nuestro sistema social sería
diferente y tendría que desarrollar diferentes formas de funcionamiento
sin su influencia). Pero aparte de esto, y debido a que es una sociedad
industrial avanzada con una división del trabajo y de grandes empresas,
nuestra sociedad necesita alguna manera social sistemática de otorgar
credenciales de forma tal que la “pericia” pueda ser reconocida por
aquellos que, aunque no son expertos, deben de todas formas hacer juicios
responsables –aunque sea solo para delegar. Quien quiera que esté en esa
posición debe escoger la persona a la que le va a delegar la autoridad para
algo.
En general, la influencia puede definirse como la capacidad para
actuar intencionalmente con el objetivo de cambiar (o confirmar) la
opinión de otros. Un titular de un cargo puede tener poder, pero
cualquiera elegido formalmente o no, puede tener liderazgo –si tiene
influencia. La diferencia entre las líneas oficiales de autoridad y el
ejercicio más fino y flexible de liderazgo es la diferencia entre el poder y la
influencia (sin embargo, teniéndose en cuenta sus objetivos diferentes,
esferas de actividad, y métodos de producción, el poder y la influencia son
paralelos y análogos del dinero como medios de intercambio
generalizados).
Si la sociedad fuera totalmente individualista y “racional” (según la
perspectiva anti sociológica de la “racionalidad”), no existiría ningún
338
medio de intercambio llamado influencia ni transacciones para adquirir o
conferir influencia. Sólo existiría la influencia personal y tendería a ser no-
transferible como lo es la confianza personal (al menos, más allá de los
estrechos círculos de el Gemeinschaft).201
Por definición, la influencia es la capacidad de que se acepte la palabra
de uno –fundamentalmente cuando se trata de dar información- y sus
opiniones sin tener que dar evidencias y razones conclusivas lógicas que
las validen. Por qué el aceite de ricino es bueno para ti, por qué la “Ciencia
Cristiana”202 no debe tomarse seriamente, por qué hay (o no hay) un
derecho constitucional a la privacidad, por qué este tópico de moda en la
física es realmente importante…estas no son preguntas fáciles de explicar
incluso para un experto que intente explicárselas de manera rigurosa a
otro experto. Y sería además extremadamente difícil para la sociedad
moderna si realmente fuera inevitable para el individuo profano llegar a
una decisión individual razonada. Con relación a las brujas quemadas, por
ejemplo, la mayoría de los individuos actualmente creen que no existen
brujas (que valga la pena quemar) sobre la base de evidencias nada
convincentes como lo creían sus ancestros. La sociedad tiene sus vías para
seleccionar a algunos como influyentes y a otros como no influyentes. Así,
la mayoría de los individuos tiende a buscar a personas influyentes para
201El Gemeinschaft es una sociedad o grupo caracterizado por un fuerte sentido de identidad común, estrechas relaciones personales y un apego a asuntos tradicionales y sentimentales (Nota de la Traductora). Véase Parsons, El Sistema Social, p. 101s.202Según el culto norteamericano que se llama en inglés “Christian Science”, los creyentes están obligados a negar la utilidad de la medicina moderna. Todos los enfermedades humanos son creados por pensamientos malos.
339
que lo guíen en determinadas cuestiones como ésta. Un grupo de personas
sencillamente asociales nunca seleccionaría a nadie, al no ser que haya
demostrado un buen historial que casi todo el mundo haya visto –y aún así
la gente no observadora disentiría. Una sociedad primitiva tiene vías o
formas primitivas de distribuir y usar la influencia, de la misma manera en
que tiene un sistema financiero simplista. La sociedad moderna tiene
transacciones de influencia e instituciones de creación de influencia,
instituciones fiduciarias con relación a la influencia que llevan a cabo
operaciones de crédito.
Las universidades son como los bancos de influencia y la academia
como un todo es como el sistema bancario en su totalidad. La influencia,
por su parte, es la capacidad generalizada de actuar sobre las opiniones de
los otros de la misma manera en que el dinero es la capacidad
generalizada de obtener bienes materiales, la capacidad de hacer su
propia elección (pero todavía hacen falta dos para el contrato, uno no tiene
la garantía total de que una persona determinada que posea la mercancía
que uno ha seleccionado acceda). Cuando uno selecciona algo en
específico para comprometer sus recursos de influencia, los “amigos” de
uno, por decirlo de alguna manera, uno pierde la capacidad de actuar
sobre algo diferente o sobre un grupo de personas distinto. Siendo este el
caso, ¿cuál es el acto concreto que corresponde a la abstracción teórica de
“hacer un depósito” de influencia en este banco de influencia y a cuál
requisito de establecimiento de un banco en primer lugar en vista del
340
“capital de subscripción” al banco?, siendo los depósitos los medios para
mantenerla como una empresa en plena actividad y crecimiento.
Como las instituciones de la academia han estado establecidas por
bastante tiempo ya vamos a olvidarnos del orden cronológico. Un pago (o
depósito) de influencia de un individuo a una universidad es cuando el
individuo concede prestigio a esa universidad –no solo en comparación con
otras universidades rivales, si hubiera alguna- pero más significativamente
en comparación con su grupo, iglesia o periódico. Una institución también
puede pagarle esta moneda a una universidad, de la misma manera en que
lo hace un individuo. Esta concesión constante de prestigio es la influencia
–el flujo de ingresos de la universidad correspondiente al flujo entrante de
depósitos en un banco. Las retiradas o retiros son cuando el individuo se
compromete con una creencia particular basada en el prestigio de la
universidad.
Como un hecho empírico esto tiende a reducir, temporalmente, el
prestigio de la universidad al no ser que y hasta el momento en que ese
compromiso arroje resultados favorables para el individuo. Por lo tanto, es
verdaderamente análogo a bajar o reducir los depósitos. A cambio, el
individuo persuadido espera alguna “gloria reflejada” de esta adopción –
espera ser tratado un tanto diferente por terceras partes debido a esto
(esta es la fuerza de la moda). Si esto es confirmado un depósito será
renovado. Si es una decepción, es probable que el individuo conceda
341
prestigio en otra parte (o en ningún lugar). En cualquier medida el flujo de
ingresos de influencia de esta fuente decepcionada será decreciente.
Este último es análogo a cuando cada uno de los bancos emitió sus
propios pagarés, cuando el que deposita y retira descubre para su sorpresa
que la aceptabilidad de los pagarés del banco es muy baja, muy reducida.
Tenga en cuenta que el prestigio no se busca por su propio bien más que el
dinero. El que efectúa los retiros desea usar la influencia retirada en una
transacción privada (el lector también deberá notar que la analogía no es
completa en su totalidad y tampoco debería serla. El sistema social ya
tiene dinero y no necesita la influencia para comportarse exactamente
como el dinero en todos los aspectos.) El individuo desea utilizar la
influencia para agarrarse a determinadas creencias de terceras partes y
no, lógicamente, a la misma que nuestro individuo adoptó justamente de
una universidad. Más bien, al adoptar y manifestar esa, nuestro individuo
espera persuadir a una tercera parte de que un contrato o empleo sería
mejor que otro o algo como eso.
Al darle influencia a una institución, un individuo espera poder hacer
uso de ese depósito a necesidad para las interacciones diarias en las que la
influencia es intercambiada por cualquier otro medio –como sucede,
aunque usualmente entre dos instituciones (pero incluyendo un individuo
actuando en su papel como parte de la institución)- o utilizada para
obtener el compromiso hacia una opinión o creencia por parte de alguna
tercera parte (por ejemplo, en un proceso interno de presupuesto). Y la
342
concesión de prestigio por parte de un individuo a una institución aumenta
la influencia de ésta –porque tendemos a mirar a las demás para ver cuál
institución tiene mayor prestigio, más influencia. Eso, en el último análisis,
es lo que significa el prestigio, a eso se resume.
El área de influencia de los inversionistas que hemos discutido hasta
ahora es la más difusa. Por otra parte, la más formal es la membrecía. Un
estudiante o claustro prestigioso que acepta una invitación para asociarse
está depositando su influencia en la institución (a diferencia de un banco
económico, existe una continuidad que va desde el depósito
extremadamente difuso hasta este depósito formal de “membresía”. Esto
se debe a que la influencia es más similar al cuasi dinero que al dinero
estrictamente cuantificable. Además, aquellas instituciones aparte de las
que tienen claramente definida su política de “membresía” también
desempeñan un papel influyente en la sociedad –los autores, los periódicos
y los tanques pensantes, por ejemplo –y, por lo tanto, la clase difusa de
relación inversionista es más importante). El prestigio de una universidad
es una función del prestigio de su claustro y de sus estudiantes quienes
están más identificados con ésta que sus más difusos partidarios, patrones
e imitadores. Obviamente, una vez que una masa crítica de miembros
prestigiosos ha sido admitida, la admisión de otros será para prestarles a
estos otros el prestigio o la influencia que no tenían antes. Así, la admisión
a una membresía significa también la extensión de un préstamo de
influencia con la expectativa de pago. La influencia total de la institución y
343
sus miembros es mayor que la suma de las influencias de sus prestigiosos
inversionistas: ha sido creado el crédito de influencia.
La base de este crédito de influencia o influencia en general, análoga al
dinero mercancía (oro) como la base del dinero bancario es un grupo de
razones convincentes intelectualmente para creer en algunas afirmaciones.
O, más bien, la capacidad generalizada para preparar estas razones para
cualquier opinión demandada. Esa base es lo que la influencia simboliza,
de la misma manera en que el dinero simboliza el poder adquisitivo (del
oro). El proceso de creación de la influencia a través de las operaciones de
crédito puede darse de distintas maneras, pero una de ellas es la que
acabamos de ver: un proceso de admisión selectiva que permite que
aquellos que son prestigiosos debido a logros reales emitan o proyecten
una gloria reflejada en la cuota acordada de personas admitidas de manera
cuidadosa y que realmente no se la han ganado. El banco de influencia
corre el riesgo de la bancarrota si este último no lo justifica eventualmente
con el transcurso del tiempo (empleado en la institución).
Otras organizaciones de socios o afiliados como la Asociación
Estadounidense de Medicina también usan operaciones de apalancamiento
o influencia. Sus miembros les prestan su prestigio a los funcionarios y
voceros oficiales de la institución. Como resultado, sus palabras son más
persuasivas para los de afuera que lo que realmente impondría la lógica –
especialmente cuando están equivocados.
344
De la misma manera en que la oferta monetaria se infla vis-a-vis los
productos reales de la economía pueden hacerlo otros medios de
intercambio generalizados. La academia en los años cincuenta tuvo éxito
en inflar su influencia. Entonces, el movimiento estudiantil de los sesenta
que se asoció con otras crisis de la sociedad preparó las condiciones para
que el resto de la sociedad mirara bien a la academia. El resultado fue una
depresión deflacionaria y la academia ahora tiene menos influencia en la
sociedad que en cualquier otro momento de la historia.
En general, esto es algo frecuente en la historia: una institución
fiduciaria puede estar autorizada por el resto de la sociedad a inflar la
oferta de su medio de intercambio. Un gobierno, por ejemplo, puede
intentar ejercer una mayor autoridad sin una expansión proporcional de su
zona de influencia. Si los resultados concretos de esta inversión no
cumplen las expectativas entonces resulta una crisis deflacionaria análoga
a la depresión. En casos extremos de deflación de poder, como el profesor
Mark Gould muestra en su libro Revolution in the Development of
Capitalism, un estudio de la Revolución Inglesa de 1642, un gobierno
deflacionario puede ser derrocado.
Las instituciones que son bancos de influencia como la academia, los
medios y los tanques pensantes definen los límites de aceptabilidad e
inteligibilidad en el discurso público. Es importante entender que ellos
hacen esto a través de leyes sociológicas que son análogas a los procesos
económicos Keynesianos de inflación, deflación y crédito. No es solamente
345
el resultado de agregar opiniones individuales (o prejuicios), es una
operación social de crédito. Por lo tanto, los cambios repentinos e incluso
contrarios en la opinión pública que la historia contemporánea presencia
no son ni sorpresivos ni inusuales y podemos esperar más de lo mismo.
Propuestas lógicas que actualmente parecen ser no influyentes porque
desafían el consenso de los poderosos pueden estar en la agenda muy
pronto.
346
Capítulo X
La Justicia Social y la Teoría Sociológica Moderna
¿Qué quiere decir exactamente “justicia social”? La mayoría de nosotros
podría coincidir, quizás, en alguna idea improvisada. En los casos extremos
la coincidencia es más fácil: para los estadounidenses es fácil ver la injusticia
en una especie de sistema feudal o en un sistema económico basado en la
esclavitud. Pero, si esas ideas fueran adecuadas para entender la injusticia
social de los complejos sistemas económicos modernos pienso que hubiera
menos desacuerdo. Los principales problemas en la economía
estadounidense no están tan claramente solucionados al no ser que hagamos
una definición de “justicia social” más precisa.
¿Qué podría decirse sobre las crecientes desigualdades en nuestra
sociedad? Si las desigualdades no pueden ser condenadas de plano, entonces
tenemos que definir cuánto es mucho y de quién es la culpa, cuándo es una
347
necesidad lamentable que se permita que aumente y cuándo no. Lo mismo
puede aplicarse al desempleo y la discriminación.
Podemos lograr esto si tenemos en cuenta algunos de los aspectos
morales tradicionales de la tradición Occidental y los combinamos con la
concreción y especificidad de los descubrimientos sociológicos modernos
sobre las instituciones. Tomaremos como punto de partida a la Biblia -por un
lado porque ha sido muy influyente y, por otro, porque parece un material
poco prometedor para nuestro objetivo pero la verdad es que no sería
inteligente dejarla fuera como el terreno indiscutible o no impugnado de los
fundamentalistas de derecha. La mayoría de las formulaciones de la
moralidad Judeo-Cristiana (en sentido general, mucho de lo que pasa como
humanismo secular se debe a esta tradición) están expresadas en términos
individualistas y no sociales. Pero no todas, y el mensaje de los profetas del
Antiguo Testamento -que será examinado a mediados del capítulo- es
particularmente rico en este sentido.
Primero, haremos algunas consideraciones generales sobre el tipo de
problema que hay -la relación entre lo individual y lo social. Es necesario
hacer esto porque tenemos que ir más allá de frases vagas como “no soy yo,
es el sistema”. Desde luego que muchos problemas se deben al sistema pero
no quiere decir necesariamente que uno no tiene la culpa o que la culpa es
de todos. Los sistemas son creados y, más específicamente, son mantenidos
por algunos individuos. Descubrir la manera exacta en que esto se hace se
debe a la sociología del siglo veinte.
348
La noción individualista de justicia ha sido resumida por Platón (con
desaprobación) como “darle a cada cual lo que le corresponde” y “no
engañar ni estafar a nadie”. Esta visión ha sido adoptada por los pensadores
modernos, utilitaristas, liberales y a favor del libre mercado a partir del
criterio de que cualquier contrato entre dos individuos al que se llegue de
manera libre y sin el uso de la fuerza o el fraude es necesariamente justo.
“Justicia” significa hacer valer o cumplir con tales contratos. El contenido, el
tema del contrato, es irrelevante. En esta perspectiva no existen las
prácticas laborales injustas y, lo que es peor, no hay nada injusto en la gran
tasa de desempleo. Cualquiera que sea el significado de tasa de desempleo,
éste es (según este punto de vista) el resultado de millones de decisiones
individuales a las que se llegó de manera soberana (ni la fuerza ni la
amenaza de la fuerza o el fraude parecen estar lo suficientemente presentes
como para explicarlo). Esta es la razón por la que los economistas puros
ideológicamente le llaman a este desempleo voluntario y no lo ven como una
injusticia –o lo que es peor, por qué los intransigentes culpan a los sindicatos
y a los llamados contratos “closed shop”203 ya que la única fuerza que ellos
reconocen como presente parece estar en la parte de los sindicatos.
La suma de todos estos millones de decisiones individuales y contratos
de trabajo puede ser muy bien una crisis de desempleo y, aún así, la visión
individualista de justicia puede no tener problema alguno con eso. Si no se
está de acuerdo en que ahora tenemos una crisis permanente de desempleo,
203 Se refiere a los contratos con empresas que tienen un convenio con un sindicato determinado por el cual todo empleado debe estar afiliado a éste (Nota de la Traductora).
349
al menos ha tenido lugar una disminución dramática de la calidad del
empleo. La proporción creciente de nuevos trabajos que son de bajos
salarios e inseguros o a tiempo parcial ha sido mencionada. El nivel de
disminución de salarios reales y las crecientes horas extras son evidentes
también pero la visión individualista de la sociedad no puede lidiar con este
fenómeno al no ser que lo ignore.
Y, aún así, tradicionalmente, ha existido la creencia de que una categoría
como la “justicia social” debe existir y que ésta está relacionada con asuntos
como los que mencionamos anteriormente. La sociología moderna explica
que la sociedad (y esta incluye a la economía) no surge como una simple
suma de millones de decisiones individuales tomadas de manera libre. Ésta
reconoce la existencia y las funciones de instituciones como el matrimonio, el
dinero y el empleo donde la teoría política liberal Anglo Americana sólo ve
contratos (el voto del matrimonio es un contrato, el dinero es una deuda
transferible a voluntad y pagadera a la vista, por lo tanto es un contrato, y el
empleo es igual que lo que vimos más arriba, visto por ellos solamente como
un contrato entre dos individuos). Por consiguiente, nuestra discusión en
este capítulo sobre las diferencias entre estos dos puntos de vista sobre la
justicia no va a ser académica. Mas, para comenzar, veamos algunas ideas
tradicionales.
Existe una diferencia entre “comunidad” y organización (o burocracia) y
aunque no es fácil identificarla la gente habla a menudo sobre esta. Mas,
bastante a menudo, es demasiado vaga como para tener algún tipo de
350
utilidad a nuestros efectos. Sin embargo, debe haber algo. Se dice que los
pueblos siderúrgicos en el corazón industrial de los Estados Unidos eran
comunidades –pero con la reciente tendencia a la reducción y hacia la
globalización (trasladar las fábricas a los países del Tercer Mundo para
aprovecharse de la fuerza de trabajo barata y su corolario dejando así que
entren más y más importaciones) las corporaciones se han ido.
Evidentemente, ya no se ven como parte de la comunidad. La devastación
provocada por la pérdida de empleos, etc., ha destruido prácticamente toda
la vida. Pero es demasiado vago y sentimental decir solamente esto; por eso
vamos a ser más analíticos después. Por supuesto, el liberalismo del laissez-
faire no quiere saber nada de esto y se rehusa a poner cualquier valor en la
“comunidad”.
Otra parte del pensamiento tradicional es que existe un “precio justo”
para las cosas y un precio injusto. Esta forma de hablar precede las bases de
la teoría económica moderna que introdujo “la ley de la oferta y la demanda”
en su lugar. Pero la vieja creencia es todavía muy fuerte. Por ejemplo, esto
se refleja en el sentimiento en contra de la especulación (p. ej. durante un
desastre natural o escasez de algo).
En la antigüedad, al igual que en el Medioevo, la usura era casi
universalmente condenada. El Antiguo Testamento también la condena y
trata la exacción de cualquier interés sobre un préstamo como una violación
de la “comunidad” (y por lo tanto es reservada para acuerdos con
extranjeros quienes, en esa época, sólo eran mercaderes profesionales que
351
viajaban debido a que no existía la misma clase de afición por viajar que
existe ahora). Con el surgimiento de un sistema de crédito moderno y la
Reforma Protestante esta visión fue abandonada o modificada para
interpretar el interés excesivo como usura pero las tasas moderadas son un
rendimiento justo -por encima del riesgo de mora involucrado. De nuevo, la
economía moderna lo trata como un simple problema de oferta y demanda.
Sin embargo, ha quedado suficiente sobre la visión tradicional. Por ejemplo,
hasta hace poco tiempo, la mayoría de los estados tenían leyes anti-usura:
prohibiendo la exacción de intereses sobre un préstamo por encima de la
tasa legal, a saber, un límite legal en las tasas de interés.
Ha existido una tendencia a ver los modos de pensar antiguos, bíblicos
y del medioevo como anticuados en su enfoque sobre la usura. En los siglos
diecinueve y veinte también han habido maniáticos y se han reído de ellos
por tratar de imitar este enfoque de manera obsesiva –Ezra Pound me
viene a la mente. Sin embargo, veremos que la teoría económica
Keynesiana y post-Keynesiana hace de una versión (reinterpretada
adecuadamente) de esta aversión moral de la usura un elemento central de
la condición moderna.
Finalmente, todavía existe una concepción de “dignidad humana” que
era expresada en la ética tradicional. La idea liberal que la reemplaza es la
de los “derechos humanos” pero como éstos son concebidos en términos
limitadamente legalistas no cuadran con una visión más vieja de que algo
puede ser “legal pero injusto”, a saber, la violación de la dignidad de uno
352
como ser humano aunque puede que no haya ningún “derecho” legal
reconocido de manera particular que se haya violado. ¿Cómo podríamos
legalizar el derecho al empleo, por ejemplo? O considerar las “cuatro
libertades” famosas de Franklin Roosevelt: libertad de expresión, libertad
de cultos, libertad del temor y de la miseria ¿Cómo es posible meter las
últimas dos en el marco liberal de los derechos humanos legales? Su
pobreza no es (típicamente) el resultado de una transacción individual de
alguien con usted. Es el resultado combinado de muchas transacciones y
de la no existencia de determinadas transacciones también. Pero si nos
referimos meramente al sistema, la dimensión moral se pierde y el
problema de la pobreza se convierte entonces en un simple problema de
política, un problema de alternativas y existe muy poco para determinar
cuál alternativa o transacción hacer o cuánta pobreza es mucha pobreza.
Indiscutiblemente, el 50% de la población va a estar por debajo del
promedio –no es fácil arreglar eso. La mayoría de las personas se siente
diferente en cuanto a la desgracia o el sufrimiento que es “justo” y el que
es “injusto”. Por lo tanto, una noción más precisa de justicia social
relacionada con la pobreza va a ser necesaria para demostrar que la
situación actual es, verdaderamente, una crisis y que se debe a nuestras
instituciones socio-económicas existentes relacionadas con el empleo y las
inversiones.
El Antiguo Testamento, de hecho, tiene un cuadro muy bien definido de
lo que debía ser la sociedad humana –las instituciones socio-económicas y
353
las políticas– aunque no completamente en los famosos códigos, las
secciones legales del Tora. Muchas de esas leyes representan decisiones
de precedentes judiciales y están basadas en el cuadro implícito
fundamental de la sociedad humana.
Uno de los temas más importantes en el Antiguo Testamento es el del
pacto o alianza. En el idioma inglés esa palabra significa simplemente
“contrato” o “acuerdo contractual” y como demostraron Albright y otros
hace mucho tiempo, la palabra en sus idiomas originales también
significaba una especie de acuerdo contractual, un tratado de
protectorado; un acuerdo vasallo-cacique. Era el acuerdo de intercambiar
tributo por protección. Pero en las manos de los escritores del Antiguo
Testamento, que eran excelentes teólogos, la palabra adoptó un grupo de
significados más amplios y más interesantes (para nosotros). El concepto
de “alianza” estaba íntimamente relacionado con su concepto de
“comunidad”. De hecho, era definitivo de comunidad. Parte del tributo
exigido por el pacto era para tener éxito en actuar como una comunidad y
en ser la especie de comunidad que Dios quería que Israel fuera: una
comunidad de hermandad o cofradía.
La noción de hermandad no era simplemente una vaga o sentimental: a
esta se le dio una forma precisa. De hecho, el Antiguo Testamento tiene
éxito en (entre muchas otras cosas) describir una Utopía.
Una edición del código de leyes se encuentra en el libro de
Deuteronomio. Los editores de esta edición, quienes también escribieron o,
354
al menos, revisaron (partes de) otros libros de la Biblia se llaman
deuteronomistas. Su trabajo incorpora la tradición legal de Israel, su código,
además de su tradición de sermones (pues los dos estaban relacionados).
Mas, incluye también una visión revisionista de la historia israelita como
veremos a continuación.
Por supuesto, ya todo el mundo sabe que Israel disfrutó de la
independencia por varios siglos. Luego de un período pastoral, ellos se
habían establecido como pequeños campesinos (y como pastores también) en
Canaán (considerando a la cultura urbana de sus parientes cananeos con
resentimiento y sospecha).
Pero bajo la presión de ataques filisteos y la opresión se decidió
establecer una monarquía: primero una no dividida, brevemente; luego, por
un par de siglos, una de dos reinos divididos. El del norte cayó en manos el
impero asirio en 722 AC y el del sur, luego de haber visto la letra en el muro
cayó en manos del imperio sucesor de los Babilonios en 586 AC. Las
narrativas históricas de la Biblia reflejan la historiografía contemporánea,
monárquica y oficial, además de las visiones revisionistas de los
deuteronomistas (que a veces rayan en lo anti-monárquico), incluyendo a
refugiados del derrocado reino del Norte, activo en el del sur hasta su caída y
a la escuela de pensamiento que ellos fundaron que se mantuvo en todo el
exilio de los Israelitas hacia Babilonia y su subsiguiente regreso a la
reorganización de Israel después de 539 AC. De hecho, finalmente, los
deuteronomistas se convirtieron en el partido dominante en Israel y pudieron
355
controlar hasta los momentos finales de la edición de la Biblia (los seguidores
de varios profetas, la “escuela de pensamiento” profética, por decirlo de
alguna manera, no era exactamente igual pero tenía muchos puntos de
contacto y temas en común con ellos).
Como sucede, los deuteronomistas pensaron que el pacto fundamental,
en la forma de los principios del derecho israelita, había sido revelado en el
Monte Sinaí. Pero para los demás, ellos sabían muy bien lo que estaban
haciendo. Muchos de ellos eran abogados y sabían que lo que estaban
editando en la Biblia era el desarrollo de los precedentes judiciales de esos
principios, decisiones escritas en casos reales (compendiadas, por supuesto).
Ellos sabían lo que estaban haciendo cuando, más adelante, revisaron la
interpretación oficial aceptada de la historia israelita.
La versión oficial de la historia había sido fundamentalmente político-
militar. El Dios de Israel, cuyo nombre, por cierto, era Yahveh, les daría
victorias militares e integridad territorial a la nación de Israel a cambio de
cultos y tributos. Esto era una garantía de éxito y de que la dinastía
gobernaría para siempre de manera ininterrumpida. Esta visión abandonó
de hecho cualquiera que haya sido el significado que “pacto o alianza”
había tenido desde el principio. Los deuteronomistas, en vista de los
acontecimientos, se propusieron desarrollar y hacer más énfasis en el
significado más amplio de pacto o alianza que ya hemos explicado.
Los deuteronomistas revisaron incluso su interpretación de la historia
israelita pasada (el período del Éxodo y el período de los Jueces) en vista
356
de la catastrófica falsificación de la interpretación oficial. Ellos
comprendieron que alguien tenia que interpretar la historia del “Pueblo
Elegido de Dios” como una historia de mantenimiento de la alianza versus
rompimiento de ésta –y con su significado de alianza expandido (debido a
que la interpretación oficial de la alianza era demasiado fácil de mantener).
La historia de ellos revocó las opiniones o juicios de los historiadores
seculares de Israel del período de la monarquía.
Esto forma un tema más bien largo e interesante que lamentablemente
tenemos que dejar aquí (no obstante, cualquiera que comparta mi interés
en este sentido puede seguirlo en los trabajos que se incluyen en la
bibliografía de este libro).
Vamos a centrarnos en el pensamiento de los profetas del Antiguo
Testamento con relación al tema de la justicia social. A mediados de este
capítulo vamos a tratarlos con más detalles para que puedan ser
entendidos en el contexto de sus circunstancias pero nuestro principal
interés no serán tanto sus recomendaciones políticas reales sino sus
concepciones en torno a la diferencia entre justicia social y justicia
individual, su concretización de la opinión de que algo puede ser “legal
pero injusto”.
Pero para ver los principios detrás de las recomendaciones políticas
tenemos que tener una teoría general de la acción (acción humana en el
aspecto sociológico). Si no podemos generalizar lo que ellos pensaron y
enseñaron, solo podremos tratar de copiarlo o de ignorarlo (lo primero es
357
utópico e imposible y lo último es ignorante e imposible). Por lo tanto,
comenzaremos el cuerpo de este capítulo con una explicación de la teoría
científica de las instituciones (y de la acción humana en ese aspecto
limitado).
La sociología describe la actuación de un individuo sólo cuando éste ha
adoptado un rol. Una gran parte de la vida de uno se pasa en un rol o en
otro: no en un sentido peyorativo pero sí en el sentido preciso de uno es
categorizado y se abrigan o albergan expectativas en torno a uno. Mientras
usted es un cazador, cualquiera que sea consciente de esto (y se haya
aculturado a la misma sociedad) tiene ciertas expectativas en cuanto al
comportamiento de usted. Ningún rol da cuentas del todo de un individuo
(ni tampoco ningún rol está tan preparado de antemano con tanta
minuciosidad como para que no hay libertad alguna dentro de este). Existe
una tendencia a no ver que es un rol: a veces parece totalmente natural,
parte del “esquema de las cosas”. Para el momento en que la gente ve
conscientemente que se desempeña un rol está ya a la salida. Otros
ejemplos de roles son “esposa”, “empleado”, etc. En una manera no legal e
informal, las diferencias en los roles son (de manera temporal, por
supuesto) como las diferencias en el status legal entre el maestro y el
aprendiz, o entre el lord y el villano (en el feudalismo) aunque de manera
mucho más flexible, desde luego, que es la razón por la que persisten.
Los roles son construidos por la sociedad y transmitidos (más o menos)
a sus miembros individuales a través de un proceso de socialización (o
358
aculturación). Usted no puede escoger su propio rol pues éste es
simplemente el grupo de expectativas que los otros tienen en cuanto a
usted. Los roles son asignados a través de un proceso más o menos
consensual que involucra a toda la sociedad. Este se opone al punto de
vista individualista. Debido a varias razones empíricas y teóricas,
explicadas por Talcott Parson en su famoso libro La Estructura de la
Acción Social, a principios del siglo los sociólogos encontraron el
comportamiento de la sociedad (y el de los individuos dentro de ésta)
mucho mejor explicado sobre esta base que sobre cualquier teoría
puramente individualista.
(Para simplificar un poco, sólo hagamos hincapié en uno de los
descubrimientos empíricos más importantes que condujo a este cambio.
Durkheim descubrió una inexplicablemente alta tasa de suicidios entre
personas que habían alcanzado una gran fortuna recientemente y de
manera inesperada. Imposible de explicar desde cualquier teoría de la
acción puramente individualista, se llegó a la conclusión de que esos
individuos habían sentido una gran presión provocada por la necesidad de
cambiar muchos de sus roles acostumbrados).
Si el sistema social funciona lo suficientemente bien no es probable
que haya muchos roles que no tengan una función racional para la
sociedad: para su mantenimiento o reproducción. Por lo general, no hay
mucha energía que gastar o perder. Por lo tanto, si hubiera muchos roles
359
irracionales entonces la sociedad no se podría mantener por mucho
tiempo.
Mas, la función de un rol para la sociedad no tiene nada que ver con la
motivación individual para llevarlo a cabo. Para que la sociedad funcione
bien y tenga estabilidad y una posibilidad razonable de persistir tiene que
proporcionarles sanciones –recompensas y castigos– a los actores por
actuar o llevar a cabo sus roles. No puede pensarse que las sanciones son
siempre materiales: placer o dolor físico. Por supuesto, debe haber
“suficiente” comida para seguir (suficiente es un término relativo) pero por
lo general no hay fuerza física suficiente para seguir y se impone entonces
el uso de los factores sociales y psicológicos –al menos para las sociedades
complejas–. Aprobación, rechazo, actividades interesantes y otros muchos
otros métodos más sutiles (que incluyen símbolos culturales a menudo) son
por lo general útiles.
Para una mejor explicación del tema resumiremos conceptos básicos
del capítulo II. Una institución no es lo que el uso común indica –un gran
edificio de mármol, un organigrama y una burocracia. Una institución
puede ser no material completamente (como la del empleo), de la misma
manera en que el rol no es evidentemente un objeto material que pueda
señalarse. De hecho, una institución, en el sentido científico del término, es
un complejo de roles: simple y llanamente eso. Desde luego, una
institución es una creación de la sociedad también pero no tiene que ser
una creación formal o consciente. No hace falta que haya un set de reglas
360
o normas adoptadas formalmente ni que los miembros de la sociedad sean
conscientes de haberlas creado o adoptado.
Un ejemplo de un complejo de roles es la institución del empleo, por
ejemplo. Esta consiste (al menos) en los roles de empleador y empleado
(también el de colega y como las mujeres son todavía menos pagadas que
el hombre por trabajos del mismo valor comparable, éste también
interactúa con roles como esposo, mujer, sostén de la familia, etc.: de una
manera complicada, todas las expectativas que entran a jugar aquí afectan
el ambiente del trabajo –y el salario– aún y cuando parezca irracional
basándose en las circunstancias individuales). De más está decir que en la
medida en que cambia la sociedad también lo hacen los roles y las
instituciones.
Toda acción de un individuo tiene dos aspectos. Obviamente, existe uno
individual, a saber, la motivación del individuo para hacer esa acción.
Cuando, como es usual para la mayoría de nuestras acciones sociales, ésta
es parte de un rol (y esto es positivo o negativo; cumplir o desobedecer un
rol son partes de un rol) las sanciones positivas o negativas que el
individuo espera constituyen una parte muy importante de esa motivación.
El otro aspecto es el social, a saber, qué función cumple o tiene para la
sociedad.
Ahora bien, una de las formas de incluir el aspecto sociológico es la
manera en que Parson lo hizo. Si no hubiera ningún rol (e instituciones)
sería humanamente imposible tomar decisiones y actuar por la cantidad de
opciones que hubiera. Sería agotador, literalmente. Para darles un ejemplo
361
trivial sólo piensen en los hábitos alimenticios. Estos son adquiridos
culturalmente, no solo hábitos individuales de gustos o no. ¿Por qué tener
el postre después de la comida y no después del desayuno? ¿Por qué los
panqués y el sirope de arce no son postre? Sin leyes alimenticias, las
opciones serían abrumadoras. Todo el mundo sabe la sensación tan
desagradable que se siente cuando las normas de la comida se rompen
(durante las primeras veces). La vestimenta, por su parte, es análoga:
hasta los inconformistas se visten parecido.
Para poner otros ejemplos más importantes, suponga que no
existiese el rol del empleador ni del empleado, ningún set de expectativas
entrelazadas comunes sancionadas socialmente. Si la relación no estuviera
disponible todos y cada uno de los días, ¿se haría algún trabajo? El forcejeo
necesario para lograr una relación aceptable de manera gradual o modus
vivendi nunca terminaría -al no ser que fuera en la creación de los roles.
Esto se hará más claro por contraste. Fíjese en la visión liberal
clásica. Los economistas liberales, individualistas, laissez-faire, niegan
esto. Tienden a asumir que, por el contrario, estas relaciones son resueltas
individualmente cada vez, que sólo las motivaciones racionales individuales
entran aquí y la razón por la que esto no es tan difícil es porque no hay
mucho allí que realmente quede afuera: gran parte del guión de estos roles
está realmente en la naturaleza humana. No es la cultura o la sociedad, es
la naturaleza humana eterna (combinada con consideraciones racionales
obvias que le pueden ocurrir a cualquiera). Es así cómo los economistas
explican las regularidades en la sociedad.
Por lo tanto, para ellos, no son ni los roles ni las instituciones las que
regulan la sociedad al regular las interacciones individuales. Los individuos
negocian sus interacciones a través de contratos.
362
Para los liberales clásicos, entonces, toda la justicia es justicia
individualista204 y ésta tiene que ver con contratos. Por analogía, entonces,
si es el punto de vista sociológico el correcto, entonces debíamos buscar la
visión correcta de justicia aplicando el doble aspecto de la acción humana
que ellos han identificado. La justicia tiene un componente individualista
debido al aspecto individual de la acción, a las motivaciones individuales
para ejecutar un rol, etc. Pero la justicia tiene también un componente
social debido al aspecto social de una acción individual. Por lo tanto, allí
hay, después de todo, una categoría separada, justicia social, que no es
simplemente un producto de la justicia individual. Esto es, por supuesto, lo
que se sostiene en este libro. Haría falta un libro aparte para presentar, rigurosamente, la evidencia
que demuestre la visión sociológica y que rebata la economista en su forma
original y clásica del siglo XIX (como se dijo anteriormente). Sin embargo,
aparte de los distintos estudios empíricos de Durkheim -incluido–incluido el
de los suicidios que mencionamos anteriormente- uno de los momentos
históricos cruciales fue el descubrimiento de Talcott Parsons de que el
libre mercado era una institución, no una manera transparente racional y
natural de hacer negocios sino una institución construida socialmente. De
la misma manera en que la institución del contrato no es un contrato,205 la
institución del libre mercado no es en sí el resultado de decisiones
individuales libres (oferta y demanda).
204 P. ej., según la conocida profesora de antropología, Mary Douglas, How Institutions Think, Siracusa, N.Y., 1986, p. 16, John Rawls era un individualista que negaba que la sociedad tuviera su vida distinta y sobre la de sus miembros con los relaciones suyas.205 Durkheim habla sobre los elementos no contractuales del contrato, La División del Trabajo Social, lib. I, cap. 7, véase también Parsons y Smelser, ob. cit., p. 105. Por esos elementos, Durkheim y casi todos los sociólogos modernos afirman que el contrato es una institución sociológica y no una cosa natural. No tiene sus rasgos en “la naturaleza humana” o en la psicología.
363
O sea, el libre mercado es un complejo de roles. Algunas de las
“reglas” son tan suficientemente obvias que las podemos mencionar aquí.
Si ellas parecen transparentemente “naturales” es sólo porque esta
institución es casi lo único ileso que queda en la sociedad estadounidense
por la crítica modernista. Cuando usted le compra algo a un vendedor, éste
no trata de decidir si usted “merece” comprar el producto. Ellos no tratan
de medirlo a usted para ver si le pueden cobrar más a usted que a los otros
clientes; existe un precio de oferta, un precio relativamente fijo.206 Existen
roles para compradores y vendedores. Todo el mundo trata la publicidad y
el bombo de un vendedor como si fuera una categoría del discurso
totalmente separada de una conversación personal no relacionada con la
venta. Es así porque es así. Es parte de un rol diferente. La manera de
percibir las falsedades varía entre los distintos roles. Lo mismo sucede con
la ética de los negocios y la interpersonal.
Uno podría ser un existencialista o una especie de anarquista y tratar
de argumentar que esto es otro ejemplo de por qué los roles son malos –
una falta de libertad opresiva que cambia la personalidad y produce una
ética artificial retorcida como la “ética de los negocios”, etc. Todo debe
ser directo, auténtico e inter-personal sin ningún tipo de conocimiento o
deferencia a los roles y sus guiones o instituciones y sus reglas. Este es el
lado burlón del economista de raya diplomática y sería imposible refutarlo
206 Bueno, realmente lo hacen -pero no tanto como en otras sociedades; y lo más importante, cuando lo hacen uno se siente, si se entera, ofendido, como si alguna expectativa o valor hubiera sido traicionado hasta cierto punto. La norma de este rol se presenta como una expectativa ideal incluso cuando es violada.
364
sin dejar a un lado la esencia de este libro. Es suficiente con reconocer el
contraste que éste tiene con la visión sociológica. Vamos a tratar de
unificar todas las éticas dentro del esquema general de justicia sin adoptar
esta más bien superficial e ingenua crítica de roles. Nuestro esquema
general va a tener en cuenta las diferencias en esferas de aplicación -ej. la
justicia toma la forma de justicia individual cuando se considera aplicada a
un elemento o aspecto de las acciones, y la aparentemente diferente forma
de justicia social para los otros aspectos.
El contrato de trabajo nunca explica en detalles todas las expectativas
del empleador (o del empleado) porque es imposible explicarlo todo por
adelantado. Por lo tanto, el role del empleado existe para satisfacer o
cumplir con lo que está implícito en el contrato —por ejemplo, que usted
tiene que hacer el trabajo en la manera en que lo indique el empleador y,
sin embargo, por otro lado, no de manera literal: las costumbres (a saber,
la institución del empleo) prohíbe demasiada libertad al empleador. Pero el
empleado no es un esclavo durante sus horas de trabajo. Un equilibrio
delicado entre lo estipulado explícitamente en el contrato y “hazlo de esta
manera, esclavo” está presente en lo roles aceptados y las instituciones e
impuesto por muchos medios, no sólo la ley o el mercado. Un empleador
que transgreda las normas del rol va a ser sancionado muchas veces así: el
trabajador individual objeta y es despedido. A menudo, no hay recurso
legal, pero si sus colegas sienten el sentido sociológicamente inducido de
que las expectativas inducidas por los roles (y las instituciones) fueron
365
traicionadas pueden sancionar al empleador, la “moral” puede
deteriorarse, por ejemplo. Sin haber nada lo suficientemente explícito
como para señalarlo, la productividad puede sufrir; los empleados de más
experiencia y los más útiles pueden marcharse, etc.
Si, para variar la suposición, el empleador no estaba de hecho “fuera
de la línea”, entonces los colegas pueden sentir todavía simpatía por el
empleado despedido pero eso no es lo mismo que las sanciones. Es muy
poco probable que el empleador sea sancionado en este caso. Tales
sanciones requieren organización. Si la institución del empleo no tuviera
una organización ésta tuviera que ser dada o demostrada a través de
acciones explícitas, conscientes y políticas (digo políticas no porque el voto
tenga nada que ver aquí sino porque cuando un proceso de formación de
acuerdos para la acción común tiene lugar o se está desarrollando -eso es
político). Por lo general nadie tiene motivaciones para hacer esto y el pre-
requisito habitual para el éxito es un sentimiento de agravio generalizado.
Por lo tanto, la presencia de “precio” (en vez de negociarlo todo de
cero) es una institución; el empleo es una institución: no es lo mismo ser un
empleado que un contratista independiente o trabajar a destajo.
Algunos economistas modernos son los suficientemente astutos como
para reconocer que un mercado es una institución. Dicen que el libre
mercado, si es una institución, tiene tantas virtudes que deberíamos
mantenerlo donde está ya institucionalizado y trabajar para
institucionalizarlo en otras esferas de la vida donde aún no lo está de forma
366
suficiente. En especial, quieren reconstruir la institución del empleo hasta
que logre seguir de manera más cercana el patrón del libre mercado para
aumentar la flexibilidad en el proceso de trabajo. Nosotros vamos a tratar
este asunto más adelante en el libro.
Decir que los “roles y las instituciones existen” y dar sus definiciones
científicas como lo hemos hecho no es suficiente. Esta ciencia sólo es útil si
hay unas leyes controlando las propiedades de los roles y las instituciones. Se
han descubierto algunas leyes —por supuesto, no tan útiles y certeras como
esas de la física y tampoco vamos nosotros a entrar en mucho detalle aquí
pero se impone que digamos que las instituciones, incluso después de ser
creadas, y mientras son un negocio exitoso todavía necesitan de
mantenimiento como un edificio o cualquier parte de una planta. Usted puede
pensar que las sanciones, especialmente la fuerza física, hacen esto, pero no.
Se ha descubierto que no existe suficiente fuerza física o castigos o
recompensas puramente materiales para lograr esto. Ellos desempeñan un
papel importante pero sin legitimidad son insuficientes —o sea, legitimidad
percibida. Esto se produce a través de medios culturales y sociales que son
más o menos entendidos. Sin centrarnos en los medios concretos, ahora
discutiremos las propiedades de este proceso y la relación entre la fuerza
física y el resto. Luego estaremos finalmente listos para aplicar esto a los
profetas del Antiguo Testamento y descubrir la categoría de justicia social.
Una institución, entonces, es una combinación de roles que satisfacen
ciertas propiedades que ya se han explicado con más detalles en el capítulo II.
367
Una pareja puede constituir un matrimonio pero no la institución del
matrimonio, como tampoco lo constituye la unión de todas las parejas
casadas. “Una institución tiene, pues, que ser distinguida claramente de una
colectividad. Una colectividad es un sistema de roles específicos
concretamente interactivos. Una institución, por otra parte, es un complejo de
elementos pautados como expectativas de rol que puede aplicarse a un
número indefinido de colectividades. Por el contrario, una colectividad puede
ser el foco de un conjunto de series de instituciones. Por ello, las instituciones
del matrimonio y del parentesco son ambas constitutivas de una familia
particular como colectividad.”207 Por otro lado, esta unión o colección es
menos que una colección de roles porque ningún individuo comprende o se da
cuenta de todas las posibilidades escritas o preparadas de antemano para su
rol.
Mas, para tratar el tema de la justicia social es conveniente que se
resuman varias definiciones abstractas otra vez (véase el capítulo II supra).
Frecuentemente decimos que un rol aparece como un “guión” pero es
más o menos flexible. Sin embargo, van a haber expectativas por parte de la
audiencia en torno al comportamiento de usted aunque no puedan predecirlo
completamente. De hecho, roles estables e importantes (con significación
estratégica para la sociedad) tienen que ser internalizados, mas o menos, por
los actores (o su mayoría) –es una ley de la sociología. Un rol es una parte de
la orientación total de un actor individual que trata sobre las expectativas con
207 Parsons, ob. cit., p. 46s. Nuestra discusión es dirigida por ese capítulo (menos sus particularidades controversiales).
368
relación a una audiencia (en un contexto de interacción particular). Un rol
tiene que ser integrado con un sistema de criterios de valores normativas.
Según la sociología, por regla general, las interacciones con los otros actores
(o re-actores como miembros de su audiencia) deben ser dirigidas por tales
criterios de valor. Un sistema de acciones en una sociedad concreta tiene que
ser normativamente orientada.
Una norma valorativa se llama “institucionalizada” si simultáneamente los
actores se sienten obligados208 a cumplirla y esta cumplimiento optimiza, a
través de las respuestas de su audiencia (como reactores), las probabilidades
de la consecución feliz de una meta particular del actor. Pero un rol no es una
cosa psicológica puramente. El actor en el rol de “empleado” no tiene que
sentirse “como un empleado”. Ese no es el problema. El rol está definido
puramente en términos de interacciones (entre individuos) y expectativas.
Pero, por supuesto, un rol verdaderamente importante no funcionará bien si
muchos de sus actores fueran completamente poco sinceros: esto es si
demasiados pocos actores han adaptado su psicología a cooperar con su
comportamiento. En ese caso, decimos que el rol no ha sido “interiorizado” de
manera exitosa y, por lo tanto, como acordamos por definición, no ha sido
“institucionalizado”. En un rol institucionalizado de manera exitosa, sería
usual para el actor sentir la necesidad de cumplir y tener los sentimientos
apropiados para el rol, aunque no es absolutamente necesario.
208 Pero no necesariamente en el sentido exacto del superego. Cualquier internalización de la valor normativa tal que conformirla –en actividades concretas– es para el actor una disposición de necesidad en su propia estructura, independientemente (más o menos) de las consecuencias externas de esa conformidad.
369
La definición del concepto de institución es que es un complejo de roles
“institucionalizados” que tienen significación estructural en el sistema social.
Un rol, por supuesto, tiene como parte de su definición quién es el actor y
quiénes son (o pueden ser) los que conforman la audiencia (y cuándo).
Es precisamente en el proceso de interiorización que las instituciones
necesitan mantenimiento. La interiorización debe ser regularmente reforzada
o se deteriorará. Esto es el mantenimiento. Según Parsons, el antiguo punto
de vista “psicológico” de que las sociedades son las resultantes de los
“rasgos” de los individuos independientemente determinados, es que las
personalidades desarrolladas dentro de un sistema social actuarán
espontáneamente de tal manera que cumplan (mas o menos) los
prerrequisitos para la estabilidad de los sistemas sociales de que son partes,
sin la necesidad de mecanismos específicos sociales (y variables a través de
sociedades diferentes) para tal mantenimiento. Pero el punto de vista
“sociológico”209 es, au contraire, que también es necesario buscar tales
mecanismos, es decir, modos de organización de los sistemas motivacionales
de las personalidades y modos de mantener esta organización. Además, que
tales modos serían al nivel de roles socialmentes estructurados.
Por supuesto, las instituciones también experimentan cambios —que van
desde cambios más o menos sutiles a cambios radicales y destrucción pero
dejemos esto aquí (algunos de los más interesantes estudios sociológicos
209 Moderno. Parson, ob. cit., p. 39. Este no es un tema de controversia entre los sociólogos.
370
tratan este tema pero nosotros no pretendemos analizarlo profundamente en
este libro).
La ley científica (o propiedad) que regula las instituciones y que es
relevante para nuestros propósitos es la que está relacionada con el proceso
de mantenimiento. El descubrimiento es que existen cuatro especies de
'divisas'210 sociales -la primera es el dinero y las demás son análogas: el
poder, la influencia (o reputación) y los compromisos de valor (o lealtad).
Cada uno de éstos es un lenguaje o código, un medio de comunicación
simbólico, un medio de intercambio (y de organización) generalizado y es
parte de un sistema bancario o de crédito.
Quizás se objete que el dinero es una cosa tangible y que las demás no.
Sin embargo, esto no es cierto. La mayoría del dinero es simplemente una
réplica o copia en una computadora. La “base” concreta del sistema bancario,
el oro, es casi insignificante en comparación con la cantidad total de dinero.
Mientras más sofisticado sea un sistema social más controlan las instituciones
fiduciarias el problema de distribución de los medios de intercambio y menos
dependencia hay de la base concreta.
La base concreta del poder es la fuerza. Los demás los saltamos. Los
recursos de la sociedad son muchos -objetos materiales, símbolos culturales,
decisiones organizadas, cooperación, etc. Los medios de intercambio
210 Es posible pensar sobre el sistema monetario como un código simbólico de comunicación, véase Parsons, “On the Concept of Influence”, p. 406, donde está citada Roman Jakobson y Morris Halle, Fundamentals of Language, La Haya, 1956 sobre la definición de lengua y una cita no específica a Adam Smith, Ricardo, y J. S. Mill. El aspecto de dinero como medio del cambio se llama “transmición de mensajes” —y lo de medida de valor se llama “código”.
371
generalizados son el sistema de contabilidad para todos los recursos de la
sociedad de la misma manera en que el dinero lo es para los recursos del
subsistema económico de la sociedad. Los cuatro subsistemas de la sociedad
como un todo son, en la teoría de Parsons-Smelser-Gould, la economía, el
“sistema de gobierno” o gobierno, el sistema integrado, y el de latencia
(nosotros vamos a saltar los últimos dos)211. El objetivo de la economía es
satisfacer las necesidades materiales de la sociedad. El del sistema de
gobierno es satisfacer las necesidades gubernamentales o el logro de los
objetivos de la sociedad. El sistema de gobierno necesita, desde luego,
recursos materiales (que son los productos del subsistema de la economía)
para hacer esto y la economía necesita control, la producción del orden y la
organización (que son los productos del subsistema del gobierno) para poder
lograr sus objetivos. Entonces, los cuatro subsistemas están interconectados y
tienen que intercambiar sus “divisas”212.
Ahora bien, pienso que para evitar malos entendidos debemos hacer una
pausa. Nosotros adoptamos la visión sociológica; por lo tanto, el término
“gobierno” no tiene su significado habitual. “Gobierno” significa todo aquello
que en la sociedad tenga funciones de controlar o determinar. No tiene que
ser un gobierno simplemente legal, consciente, constituido y formal. Una
sociedad anarquista podría tener un sistema de gobierno en el sentido en que
lo plantea la teoría sociológica moderna aunque no hubiera ni sistema legal ni
211 Parsons y Smelser, ob. cit., cap. I, Gould, ob. cit., caps. I-II.212 Parsons y Smelser, ob. cit., pp. 51-69 y 74s; Niklaus Luhmann, “Generalised Media and the Problem of Contingency“, en Loubser et al., ob. cit., p. 512; Gould, ob. cit., p. 14, 18, 23, y passim. La teoría entera de Jürgen Habermas sobre el tema de la acción comunicativa es un intento de tratar la misma realidad sociológica.
372
leyes ni gobernante (pero si la fuerza física nunca se usó o se amenazó con su
uso, sería una muy importante: como una sistema monetario totalmente sin
oro o cualquier equivalente funcional a él, por lo tanto, sería o estaría basado
completamente en el crédito. Quizás esto suceda en el futuro).
En una sociedad tribal-patriarcal puede que haya muy poco gobierno
central (que sería un jefe tribal o consejo de notables si existiera alguno). Sin
embargo, existe evidentemente un subsistema de gobierno de la sociedad y
cada jefe de familia es una parte importante del mismo. Un sistema o
subsistema es, como lo fue la “institución”, una abstracción. No es una
colección de individuos porque ningún individuo concreto está completamente
sumergido en cualquiera que sea el rol que puedan hacer o tener en el
subsistema.
En los Estados Unidos modernos, el gobierno legal, formal, es sólo una
mitad de lo que es el gobierno real, viéndolo desde el punto de vista
sociológico. Un oficial de préstamos de un banco decidiendo si crear o no una
línea de crédito (para un candidato) está, desde el punto de vista sociológico,
haciendo o ejerciendo funciones de control. Lo mismo para los inversionistas
ricos, especialmente en bonos públicos o del Estado. Los abogados, incluso
cuando ejercen de manera privada, también ejecutan funciones de control
(esta es la razón por la cual los esfuerzos superficiales para poner fin a la
práctica de firmas de abogados de grupos de presión de Washington han sido
tan inútiles: las formalidades legales no reflejan acertadamente la realidad
373
social. Sólo los esfuerzos encaminados a alterar las estructuras sociológicas
podrían dar resultados).
Hay un número de tareas cruciales que pudieran llamarse imperativos
funcionales que cualquier sociedad debe cumplir para poderse mantener en
marcha (si tenemos en cuenta un sistema social razonablemente estable éste
deber lograr estas tareas de manera exitosa aunque no sepamos cómo).
Suficientes recursos materiales como la comida, el alojamiento, la ropa y,
lamentablemente, el armamento para la defensa ante una genuina amenaza
externa debe ser producida por la economía. Suficientes recompensas
psicológicas deben ser producidas de forma tal que su distribución (y
retención) motive de forma exitosa a los miembros de la sociedad para que
ejecuten los roles sociales necesarios a través del subsistema integral. Las
decisiones deben ser tomadas (y por lo tanto hechas) para la organización
exitosa de la cooperación necesaria para lograr todas estas otras tareas. Las
decisiones son tomadas por el sistema de gobierno y una interiorización y
socialización debe tener lugar, producida por el subsistema de latencia de
forma tal que las recompensas psicológicas sean genuinamente deseadas.
Ya tenemos suficiente teoría sociológica para establecer la ley que vamos
a encontrar relevante para nuestra discusión sobre los profetas y para
explicar la visión sociológica que es mucho más esclarecedora que las visiones
legalistas y naïve (de sentido común sin perspectiva histórica y liberalismo
clásico sin sentido común respectivamente).
374
La ley no es muy precisa pero es lo suficientemente sustantiva como para
tener una influencia. Todas las funciones imperativas de la sociedad son
llevadas a cabo por las instituciones no por individuos asociados libremente;
estas instituciones necesitan recursos (que cuestan tiempo y esfuerzo) tanto
para sus operaciones comunes como para su mantenimiento; las instituciones
existentes realmente están estructuradas aunque no totalmente flexible y,
como resultado, sólo pueden hacer lo que pueden hacer: ellas no pueden
hacer las cosas que no pueden (son funcionales, no mágicas). La monarquía
francesa de 1789 simplemente no pudo resolver los problemas que tenía -
ninguna cantidad de inteligencia o habilidad podía haberla salvado.
Este es el denominador común más bajo de la teoría sociológica moderna:
no es controvertido seriamente. Sin embargo, es sorprendente ver cuán
desdeñado es en el discurso público y en disciplinas académicas paralelas
(como la economía, la arqueología y lo que pasa por “ciencia política”).
Sin tener la posibilidad de ir directamente a la evidencia científica de esta
prueba en el alcance limitado de este libro, voy a ofrecerles una analogía.
¿Puede hacer algo alguna computadora sin el software? (recuerden que el
software es el sistema operativo). ¿No limita el software lo que ésta puede
hacer? ¿No cuesta dinero la creación (y el mantenimiento) del software? Y si
usted quiere resolver un problema distinto, por lo general, usted tiene que
comprar un software diferente. Pues bueno, los individuos y los recursos
materiales de la sociedad son como el hardware de la computadora y los roles
y las instituciones son como el software.
375
Como un ejemplo de la diferencia entre la visión sociológica y la
indiferente veamos un problema social contemporáneo y la propuesta
irreflexiva hecha a menudo al respecto. Se espera que tanto las corporaciones
como cualquier negocio más grande que un negocio familiar no se inmiscuyan
de forma paternalista en las vidas privadas de sus empleados (o incluso en las
de sus suministradores) a cambio de la expectativa de que ellos no son
responsables tampoco. Concretamente, no se espera que ellos sean
indulgentes con las penurias. Si usted se incapacita o sufre medianamente
algún daño no espere que lo retengan por que la alternativa sea quedarse en
la calle.
Muchos comentaristas bien intencionados (e inteligentes), incluyendo
aquellos con una gran experiencia en las técnicas de la administración, han
tratado de proponer que las firmas y las corporaciones cambien su estilo de
administración, que le presten menos atención al “balance final” y más a las
relaciones humanas y al impacto en la comunidad. En otras palabras, que se
conviertan en “corporaciones humanitarias”. Otros, especialmente
involucrados en el informe Cuomo213 o asociados al equipo del expresidente
Clinton, al menos han preferido esperar por resultados a largo plazo y no
tanto por un informe de ganancias trimestrales. Todas estas propuestas tienen
un gran mérito concreto en el sentido de que parecen prácticas desde el
punto de vista individual. Mas, no se ha pensado en cómo institucionalizar los
nuevos roles necesarios para que estas puedan funcionar realmente. ¿Cómo
213America's Agenda: Rebuilding Economic Strength, Cuomo Commission on Competitiveness, Lewis B. Kaden, y Lee Smith, Armonk, N.Y., 1992; Richard Caplan y John Feffer, eds., The State of the Union 1994, Boulder, Colorado, 1994.
376
puede pensarse en curar o resolver un problema social sin un plan para
socializar la medida para resolverlo? Diseñando o estableciendo nuevos roles
e institucionalizándolos ¿Por qué no le decimos a todo el mundo que siga la
Regla de Oro? Estas propuestas pueden tener una apariencia artificial de
utilidad y sabiduría pero desde el punto de vista sociológico son tan inútiles
como un sermón. Una propuesta económica no sería tomada seriamente si no
se pensara en cómo pagarla ¿no es así? La visión sociológica por su parte es
que las otras instituciones de la sociedad son tan limitadas como las
instituciones económicas: los otros medios de intercambio (y los recursos
psíquicos, culturales o políticos que representan) son tan “administrados” en
sus respectivas arenas como lo es el dinero en el subsistema económico214.
Implementar estas prácticas propuestas superficialmente sería tan difícil
como implementar una estrategia que haya sido muy bien diseñada desde el
punto de vista político pero poco sólida desde la perspectiva económica.
Una vez que las partes entrelazadas de todas las instituciones
responsables de los problemas son revisadas, la comprensión concreta de las
nuevas técnicas de management por parte de estos expertos y la manera de
hacerlas funcionar desde la perspectiva económica va a ser valiosa y puede
ser útil –rodeada de nuevas instituciones de apoyo. Mas, sus esperanzas de
lograr más con menos son muy poco realistas.
Esta ley sociológica que hemos mencionado nos permite comprender la
diferencia entre la justicia individual y la justicia social. Por supuesto, no nos
214Según las teorías Keynesianas, estar “administrado” por la sociedad no es tan inflexible como lo es por un individuo.
377
dice cómo determinar que una institución social es injusta. Mas, una vez que
nosotros por medio de consideraciones éticas y no sociológicas hacemos tal
determinación, sí nos dice la relación entre lo individual y los social. Las
acciones de mantenimiento de tal institución deben ser injustas también -y
estas son, desde luego, acciones individuales por las que los individuos deben
tomar responsabilidades. Por lo general, estas acciones son la repartición o
distribución de sanciones a los distintos actores -esa es la forma más común
de mantener una institución: reafirmación a través de sanciones positivas por
conformidad y sanciones negativas por desviación (debido a su efecto
disuasivo estas últimas son particularmente importantes para mantener los
roles institucionalizados)215.
Si fuéramos a decidir, por ejemplo, que el sistema monetario (bancario) es
injusto, esto no significaría que todos los que usan el dinero van a compartir la
culpa. Sólo aquellos que particularmente actúan para mantener y reforzar los
(aspectos injustos del) sistema están cometiendo actos individuales que son
una injusticia social: es decir, tienen injusticia en su aspecto social. O, de
nuevo, el mercado que se rehuse a darle comida a personas que en la caja no
tienen dinero no está, con esto, manteniendo los sistemas de dinero y
propiedad. Pero procesar brutalmente por hurto (de carne) como ha sucedido
por el efecto disuasivo que tiene sobre los otros es haber cruzado la línea de
participar en una institución a mantenerla activamente.
La institución se haría pedazos si no es mantenida activamente debido a
que está sujeta a presiones surgidas del hecho de que es injusta: su acción va 215 También hay otros metodos, p. ej., la creación de recursos culturales o ideológicos.
378
en contra de los sentimientos generalizados de justicia de la gente y esa
contradicción es, desde luego, una fuente de presión.
En teoría económica el mercado es un arreglo institucional que “sintetiza”
todos los deseos individuales discordantes de los distintos actores en un
resultado posible definitivo. Los deseos contradictorios o incoherentes de los
proveedores de un factor se sintetizan en una curva de la oferta. Los distintos
deseos de los posibles compradores de ese factor se sintetizan es una curva de
la oferta. Cuando estas dos curvas se encuentran existe un solo punto de
contacto, su intersección, que las puede satisfacer a las dos simultáneamente.
Este es el resultado, el “punto de equilibrio”. Mas, éste no es el resultado
consciente de una decisión deliberada que se le puede atribuir a una sola
fuente –incluso a una fuente colectiva única como en la teoría de la
conspiración.
Por otro lado, las decisiones políticas son vistas generalmente como un
conflicto más fortuito y menos automático entre distintas facciones opositoras
donde, sin embargo, cada una está tratando de ser conscientemente
discursiva, deliberada y estratégica. Esto es presentado como el terreno de las
conspiraciones –si es que podemos estirar el término para incluir
“conspiraciones” abiertas, públicas, declaradas y no secretas.
Ninguna de estas presentaciones es correcta del todo. La perspectiva
sociológica analiza cada uno de estos campos como paralelos esencialmente –
cada uno es una combinación de tratados reconocidos generalmente en el
otro. La economía es institucional y política y la política tiene una curva de
379
oferta y demanda que constriñe la consciencia de los actores y reduce el
elemento fortuito.
Como los Profetas del Antiguo Testamento estaban haciendo una crítica
institucional y no una individual, la condena mosaica de “usura” es más
correctamente interpretada como una condena de la institución particular de
la deuda por peonaje donde las relaciones de poder permitieron establecer la
tasa de interés. Su propósito era que en vez de que hubiera préstamos del
sector privado para devengar intereses en tiempos de mala cosecha hubiera
reservas de granos organizadas por el estado que fueran entonces prestadas
sin costo alguno. Es decir, las hipotecas serían reemplazadas por el seguro.
Pero lo interesante es que como consecuencia de la Controversia del
Capital vemos que incluso los préstamos comerciales y la tasa de interés
sobre los bonos empresariales no están de hecho determinados por la oferta
individualista y los inputs de demanda sino por factores y consensos socio-
políticos. Por lo tanto, la pregunta que se impone es si la tasa de beneficios no
podría ser regulada por un proceso más democrático que el imperante. Pero
ponerlo de esta manera la hace una cuestión técnica. No vamos a lidiar con la
cuestión interesante pero técnica de cómo la regulación de la tasa de
beneficios afecta a la economía. En un capítulo anterior destruimos la
suposición de que cualquier regulación sería desaconsejable pero todo lo que
eso es hace es abrir la cuestión técnica. Demostramos que la tasa de
beneficios puede decrecer con poca probabilidad de que baje la tasa de
crecimiento, incluso a la inversa.
380
¿Cuál es la cuestión moral? Siguiendo el ejemplo populista de los Profetas,
estaríamos guiados a decir que las manipulaciones institucionales de la tasa
de beneficios (cada establecimiento capitalista de la tasa es una manipulación
institucional) que llevan a la desigualdad o a la exclusión creciente de los que
peor posición económica tienen de contribuir a la sociedad y participar
activamente en las decisiones que afectan el futuro es una gran injusticia
social. Por lo tanto, trocar el desempleo con la inflación puede ser una
injusticia social severa aún si la inflación perjudica a los pobres también.
Pero este es solo un caso particular de un patrón muy general de “lo
social” dentro de los asuntos económicos. Podemos usar las herramientas que
hemos juntado para analizar el aspecto de lo social en la propiedad de la
“capacidad de empleo” de un individuo particular.
Ahora les presento un ejemplo que quizás no sea muy concreto. Dos
individuos, digamos un empleador y un empleado, hacen un contrato
libremente sin fuerza, amenazas, malicia o fraude alguno. En términos
puramente individualistas, es difícil o imposible ver cómo esto puede ser
injusto. Sin embargo, pudiera ser una injusticia social que los términos del
contrato fueran los comunes y habituales o los imperantes. Así, entonces, el
acuerdo sería verdaderamente injusto. Quizás el salario acordado no es un
suelo vital aunque el trabajo sea a tiempo completo. Aunque éste quizás
mantenga la vida (u otras condiciones de empleo) viola la dignidad humana.
Aunque quizás nada de esto sea cierto, no es una remuneración igual a la que
381
se acuerda habitualmente en otro sector de la economía que, aunque
diferente, es equiparable.
Dos filosofías actuales han rehusado aceptar un análisis institucional: la
filosofía clásica (occidental) y la rebelión Anglo-Americana de esta, el
utilitarismo. La filosofía clásica acepta que tal contrato puede ser injusto pero
no por las razones sociales esgrimidas. Aristóteles y las tradiciones de la
iglesia dirían que cada bien tiene un precio justo y que estar de acuerdo con
un contrato seriamente divergente sería una injusticia. El hecho de que la
correlación de fuerzas entre empleadores y empleados haya llevado a un
salario imperante de x sería una injusticia si x no es justo, si x no es el precio
justo natural por la calidad de la labor contratada.
Los teóricos o ideólogos del libre mercado (que son una especie de
utilitaristas) no están de acuerdo con esto. Un contrato así jamás sería injusto
porque “justo” simplemente es procesualmente regular216.
Considere ese contrato de empleo nuevamente. ¿Qué hay con la definición
de libertad de “marcharse”? El populismo, incluso el sentido común, indica
que la ley, con su regularidad de procedimiento, le permite al empleador con
acceso a las finanzas, o incluso al cash, marcharse de las negociaciones de la
misma manera en que le permite al trabajador que vive al día marcharse para
buscar otras oportunidades. ¿Es esto realmente libertad? Sólo en tiempos de
pleno empleo es esta “libertad sustancial” en contraposición a la “libertad
formal”. Por lo tanto, los ideólogos han tratado por todos los medios de
216 Es decir: se observó el procedimiento regular de llegar a un acuerdo, no hubo amenazas ni coerción ni fraude. Cada parte contratante podía marcharse de las negociaciones (en el sentido de libertad de procedimiento formal e individualista).
382
neutralizar esta objeción. La teoría del equilibrio de la tasa de beneficios
pretende demostrar que al no ser que haya falta de libertad en el mercado
siempre vamos a estar en un estado de pleno empleo.217 Así, cualquier
desventaja que el trabajador sienta al “irse” no es culpa de la teoría de la
justicia sino del fallo a la hora de llevar a la práctica el ideal del libre
mercado218.
Sería suficiente para los economistas científicos ver que tal ideal no es
relevante para ninguna descripción científica de la economía real.219 Mas,
para un análisis filosófico del concepto de justicia social necesitamos más.
Necesitamos saber qué está mal con la teoría económica del ideal incluso en
sus propios términos y esto lo dio la Controversia del Capital de Robinson y
Sraffa versus Samuelson y Solow.
El mundo es, hasta hora, injusto pero los filósofos quieren estudiar la
justicia de todas maneras.
La Controversia del Capital se centró de hecho en el punto lógico
puramente de si incluso el ideal del libre mercado de los individuos racionales
con previsión perfecta de todas las tendencias futuras del mercado podría
valorar los bienes capitales coherentemente. Esta trató esta posibilidad ideal
con el objetivo de rebatirla. Es imposible en términos teóricos que el equilibrio
intertemporal sea dependiente de factores económicos individualistas. Los
217Michel Grandmont, Money and Value, Cambridge, 1983, p.1.218 Es decir: la misma definición de justicia está reducida a la sola condición de que el mercado sea libre. La ausencia de fricciones se considera como la ausencia de injusticia.219Joan Robinson: “The Disintegration of Economics”, ibid., vol. 5, p. 94, y Michel Grandmont, ob. cit., p. 6.
383
elementos sociológicos de las instituciones, p. ej., las relaciones de poder en el
empleo o en las finanzas, deber ser utilizados.
Cuando la teoría económica es formulada y entendida correctamente
tiene en sus propios términos un paralelo preciso a ésta. Sólo los ideólogos
creen que han reducido la teoría macro económica a categorías micro
económicas. Los Keynesianos220 y otros221 como los institucionalistas (como
Martin Shubik222, el pionero de la teoría de los juegos, dentro de la economía)
han notado que esto no puede hacerse.
Las micro-bases son los cálculos de utilidad individual en cada
intercambio contractual.
Pero, ¿la suma total de estos muchos intercambios individuales realmente
explica el nivel agregado de las ofertas (producción) o consumo de la
sociedad? ¿Es el nivel agregado de empleo realmente inteligible como la suma
de ochenta millones de decisiones individuales para trabajar o rehusarse a
hacerlo? ¿Es el nivel agregado de salida de la producción realmente el
resultado de las decisiones de los consumidores?
La teoría macro económica tradicional dice que no. La idea de que la
teoría monetaria hace las determinaciones de estos niveles agregados
inteligible en una manera en que una teoría de trueque no lo hace precede a
Keynes. Incluso la teoría macro económica223 de antes de Keynes dependía de
220Paul Davidson: Money and the Real World, N.Y., 1972. 221 Amit Bhaduri: Unconventional Economic Essays, Delhi, 1993, p. 134. 222 Martin Shubik: “The General Equilibrium Model is not Adequate for the Reconciliation of Micro and Macro-economic Theory”, Kyklos 1975. 223 John Maynard Lord Keynes: The Theory of Money, Londres, 1930.
384
categorías adicionales para hacer que estos niveles agregados fueran
inteligibles analíticamente.
El Keynesianismo224 fue incluso más allá; afirmó que no sólo eran los
niveles más inteligibles cuando se analizaban de esta manera sino que los
niveles eran previsiblemente diferentes a la que una teoría de trueque (la ley
de Say) 225 predeciría, por ejemplo, pudieran existir equilibrios de desempleo.
El dinero es, desde luego, una institución no reducible al libre mercado.
Como dice el economista famoso Frank Hahn, “Para un teórico puro, en la
etapa actual, el mayor interés y el desafío del dinero es que no puede
hallar ninguna función en una economía estilo Arrow-Debreu.”226 Por lo
tanto, dentro de la misma teoría económica vemos ya el paradigma de “lo
social”: ese que es incomprensible cuando es analizado en términos
estrictamente individualistas; en este caso, el nivel agregado de producción se
hace inteligible dentro del marco de un análisis institucional.
Realmente, Parsons estuvo muy influenciado por Keynes en los detalles
de su teoría de las instituciones y de los “medios de intercambio
generalizados” (o comunicación) como el poder, la influencia y la legitimación
224 Idem: La Teoría General de la Ocupación, el Interés, y el Dinero, Londres, 1936. 225 Michio Morishima, Walras’ Economics, Cambridge, 1977, pp. 185-188, Jacques Drèze: Underemployment Equilibria, Cambridge, 1991, y Blaug, ob. cit., p. 153-163.226”To the pure theorist, at the present juncture the most interesting and challenging aspect of money is that it can find no place in an Arrow–Debreu economy.” Frank Hahn, ”The Foundations of Monetary Theory”, pp. 21-43. En, Monetary Theory and Economic Institutions, Proceedings of a Conference held by the International Economic Association at Fiesole, Florence, Italy (1982), ed. por Marcello de Cecco y Jean-Paul Fitoussi. Londres, 1987. Véase también de Cecco y Fitoussi: ”Theme and Outline”, ob. cit., p. 3, ”No puede haber ninguna derivación microeconómica del dinero. El dinero es, por su esencia, un fenómeno macroeconómico, que necesita una fundación macro, que se derivaría desde el mundo institucional.” (”There cannot be a microeconomic justification of money. Money is, in its essence, a macrophenomenon, which needs a macrofoundation, to be derived from the institutional world.”)
385
que, junto al dinero, él propuso tenían un papel en el funcionamiento de la
sociedad y las interacciones entre las instituciones.
Entonces, considere ahora lo que la teoría económica (en oposición a la
ideología) tiene que decir sobre nuestro ejemplo original: el contrato de
empleo. El trato o acuerdo individual tiene lugar dentro del nivel dado de
demanda agregada (relevante para el empleador en motivar sus espíritus
animales) y el nivel dado de empleo agregado (y no viceversa; no las
decisiones individuales que armonizan para producir los valores agregados;
no deliberadamente en una manera que los actores perciban e incluyan en sus
decisiones morales, no está en el radar moral). Para el individuo racional,
estos están dados. No se percibe injusticia, individualistamente concebida, en
el acuerdo libre al que llegan las dos partes, cada una con el ojo puesto en sus
niveles de motivación.
Pero los niveles agregados determinaron si éste fue un salario decoroso,
participativo, o no, etc. Y fueron las operaciones de las instituciones
monetarias en adición a los “factores reales” los que determinaron esos
niveles. Por lo general, se admite que los factores reales son fuerza mayor: la
lluvia cae por igual sobre los justos y los injustos. De ahí que la ideología del
libre mercado, postulando que los factores reales por sí solos determinan los
niveles agregados, negando la necesidad de la categoría analítica de las
instituciones monetarias, concluye que no existe ningún otro portador moral
para la justicia o la injusticia del acuerdo que los procedimientos de las dos
partes. Mas, la teoría económica identifica el comportamiento de las
386
instituciones monetarias (al menos) como otro input, y el input social. Por lo
tanto, existe una dimensión individualista y una social.
¿Podemos definir cuáles instituciones son socialmente injustas? En primer
lugar, no todas las veces en que se falla para ser bueno hay injusticia. Por lo
tanto, no podemos responder a esta pregunta presentando a la buena
sociedad (igualdad, libertad y fraternidad son, sin duda alguna, buenas pero
no constituyen el mismo bien que la justicia). Si operamos por analogía con la
definición clásica de justicia individualista que es la del intercambio igual,
conjeturamos lo siguiente:
DEFINICIÓN: Una institución económica es socialmente injusta si dispone
que los individuos intercambien libremente valores desiguales en situaciones
comparables. Por lo general, este se va a deber a macro-niveles afectados de
los parámetros.
La filosofía toma elementos de prácticas comunes o usos lingüísticos. La
ratificación populista del testimonio de los profetas del Antiguo Testamento
debe ser, entonces, explicada o al menos debe encontrarse un explicación
convincente. Un compromiso filosófico como el utilitarismo que se basa en
una economía falaz con el objetivo de ignorar hechos sociológicos evidentes y
contradecir esta ratificación populista no puede ser correcta, entonces. ¿Es
nuestra conjetura mejor?
El contrato no es eterno; las distintas sociedades tienen distintas
instituciones de contrato. De hecho, una misma sociedad puede tener dos
instituciones de contrato completamente diferentes que sean imposibles de
387
distinguir legalmente y sí ser distinguibles sociológicamente. Por lo tanto, la
justicia de cada una puede ser diferente aún y cuando el criterio regular de
procedimiento de justicia no sea distinguible entre ellas.
El deber del sistema de gobierno, según los profetas, es salvar a los
oprimidos de sus opresores, y la ejecución de una hipoteca es su excelente
ejemplo de opresión. La justicia social necesita del alivio de la deuda y de la
reforma agraria.
Nuestra visión abstracta justifica este elemento empírico. Aunque el
contrato hipotecario se acuerda de manera libre en la presencia de disparidad
de poder y aunque en el sentido utilitario el campesino prefiera obtener otro
año más de libertad antes de convertirse en esclavo que morirse de hambre
inmediatamente, es la disparidad en el poder, institucionalizada en el
contrato, la que dispone o fija los términos desfavorables del préstamo y no
los valores objetivos de los productos intercambiados. Este es un caso de
extrema divergencia de valor del precio. La misma es producida en parte por
la emergencia climática pero es aumentada por arreglos institucionales. El
análisis de Sen sobre la Gran Hambruna de Bengala en 1943 demostró que las
inestabilidades en la valoración del principal bien capital, el arroz (Ricardo lo
hubiera llamado granos o maíz), hicieron posible la gran divergencia entre el
valor y el precio que erosionó los derechos a la comida ganados por los
trabajadores más pobres. Este es otro ejemplo de arreglos institucionales que
aumentan o incluso provocan una injusticia catastrófica (en el caso de la Gran
Hambruna de Bengala no hubo una disminución grande de las reservas de
388
alimentos. La erosión de los derechos fue resultado completamente de
arreglos institucionales)227. El estudio empírico de Sen es el ejemplo más
importante de la importancia práctica de la Controversia del Capital que se
haya publicado.
Regresando al caso del empleo estamos reafirmando, entonces, con Smith
y Ricardo, la teoría del valor trabajo pasa tener un estándar de “valor
comparable” (en principio, cualquier teoría económica del valor correcta
científicamente lo haría. Pero, al menos ahora, no hay ningún rival. La teoría
de la utilidad se fue a pique en la Controversia del Capital). Las habilidades de
un empresario para adivinar las demandas del mercado, organizar la
producción, además de la disposición para correr riesgos, merecen una
compensación igual a la de los trabajadores comparables en situaciones
diferentes. Obviamente, son las estructuras institucionales las que interfieren
con esta igualdad, no los “factores reales”.
La Controversia del Capital demostró que la quimera de una curva de la
oferta y la demanda para el Capital como si este fuera un factor de la
producción es incoherente a nivel de teoría.228 Por lo tanto, la cuestión de una
recompensa justa para el Capital no nos detendrá pues es simplemente
absurda. El Capital no es un factor de la producción, es una relación social,
una institución. La institución, incluyendo sus reglas para las recompensas, es
hasta el punto en que manipula niveles agregados de forma tal que etc., etc.
(esto no es más viciado que la economía en sí misma). Parecería, quizás, que
227 La profesora Douglas también da cuenta del resultado del profesor Sen….228 Geoffrey Harcourt: Some Cambridge Controversies in the Theory of Capital, Cambridge, 1972.
389
si los capitalistas como una clase tienen más poder y bienes como promedio,
entonces esto es injusto pero quizás (esto no es fácilmente descartado a priori
pero pudiera serlo quizás de otra forma) aparte de eso, el capital como una
institución puede ser concebiblemente justo.
Robinson y Sraffa demostraron que sólo la teoría del valor trabajo puede
dar una valoración de los bienes capitales en los niveles agregados.229 La
teoría Parsoniana entonces necesita una enmienda poskeynesiana. Las
instituciones son los bienes capitales de la estructura social como un negocio
en marcha. Necesitan ser construidas, mantenidas y adaptadas. Los
individuos contribuyen a esto –de hecho, ninguna institución es más que el
trabajo acumulado de individuos pasados. La responsabilidad moral de los
individuos en torno a las injusticias sociales consiste entonces en estos actos
individuales de creación, mantenimiento y adaptación. Esto hace clara la
relación entre lo social y lo individual y la naturaleza mediada de
responsabilidad individual por las injusticias sociales. Afirmar que había
responsabilidad colectiva sería igual a decir que el Capital fue un Factor de
Producción con derecho a retorno de factor.
229 Robinson, citado en Luigi Pasinetti: Structural Change and Economic Growth, Cambridge, 1971, p. 179.
390
Capítulo XI
La Dignidad y la Institución del Empleo
El empleo es una institución y no un contrato individualista. Los
empleados y los empleadores parecen negociar un contrato de manera libre
pero realmente están actuando dentro del marco de roles
institucionalizados socialmente. Vamos a analizar un ejemplo que está
simplificado e idealizado de alguna manera pero que es de gran
importancia para la economía actual de los Estados Unidos: los
trabajadores marginados y los “pobres” salarios. En teoría, puede haber
argumentos a favor y en contra en torno a esto. ¿Debe ser esto regulado
legalmente? O, para simplificar las cosas, considere si debe ser prohibido.
Mucha gente siente que en realidad hay algo injusto en esta situación
pero son incapaces de poner el dedo en la llaga y de rebatir los argumentos
en su contra en los debates públicos y este es asunto de debates públicos. A
primera vista todo parece indicar que no hay ninguna injusticia
individualista en ofrecer un trabajo marginal que pague menos que un
391
salario vital pues el empleado siempre puede rechazar la oferta. Pero este
es un ejemplo perfecto de un acto que es una injusticia social. El empleador
está individualmente haciendo un acto injusto cuya injusticia es solo
comprensible cuando su dimensión social se tiene en cuenta.
Mas, vamos a comenzar tomando en serio los argumentos del libre
mercado. La década de los ochenta y los años posteriores fueron testigo de
un debate sobre la naturaleza de la institución del empleo y la conveniencia
de cambios significativos. Era la era de la reducción de plantillas (esta
etapa pasó ya aunque puede regresar con venganza. Sin embargo, es
importante entender su naturaleza en términos de justicia y justicia social
por razones tanto históricas como teóricas. Además, los efectos en la
estructura social de un episodio de reducción de empleos no son reparados
o enmendados simplemente porque la tasa de desempleo medida
oficialmente vuelve atrás cuando éste termina. Aparte de la permanente
pérdida de ingresos y crecimiento provocada por la falta de pleno empleo,
no reparar las injusticias cometidas si se cometió alguna, la falta de
memoria cultural, la ruptura en la transición de una cultura de trabajo de
una generación a la otra, está simplemente el efecto más o menos
permanente que el trauma tiene en las reacciones futuras de los empleados
ante eventos posteriores, incluso en una situación diferente). La
competencia en el trabajo dejó de ser recompensada por la continuación
del empleo. Presiones financieras de afuera conllevaron a la asignación de
cuotas a los jefes de personal en algunas firmas: despedir un 20% de la
392
fuerza de trabajo a pesar de su competencia. La ideología del libre mercado
entró entonces a desempeñar su papel para justificar destacando las
virtudes de la flexibilidad y la eficiencia. Mas, la gente se sintió engañada y
traicionada. En este sentido, la cuestión es si podemos justificar
rigurosamente este sentimiento de que los cambios hechos en términos de
empleo fueron injustos o si debe prevalecer la visión individualista de que
el empleador tiene todo el derecho de contratar y despedir a voluntad.
Incluso más, ¿es correcta la visión del libre mercado de que estos cambios
en las corporaciones con menos personal y más malas y con una fuerza de
trabajo más flexible eran absolutamente necesarios para mantenerse siendo
competitivas y beneficiosas potencialmente a largo plazo al aumentar la
competitividad y la productividad?
El hecho de que la globalización, por su parte, haya puesto
indiscutiblemente una presión competitiva en las industrias manufactureras
es un factor que complica las cosas. Sin embargo, ésto no es algo que
“ocurrió así como así”, la globalización fue resultado de decisiones políticas
conscientes tomadas por sucesivos gobiernos guiados en parte por la
ideología del libre mercado. Si la justificación del libre mercado para el
libre comercio y la globalización no es válida, entonces es altamente
cuestionable si esta decisión fue una necesidad práctica y no tanto una
oportunidad para algunas secciones de la sociedad para mejorar su
posición a costa de otros sectores.
393
Los humanistas deseaban imponer restricciones legales a la reducción
de plantilla, al cierre de plantas (y al traslado a áreas extranjeras o de bajos
salarios), imitando a Europa en este sentido donde los empleados tienen
más derechos legales en contra de sus empleadores que en los Estados
Unidos. La teoría del libre mercado plantea, en contra de esto, que tales
regulaciones son “inflexibilidades” e imperfecciones del mercado que
interfieren en la operación caritativa de la mano invisible de la
competencia. Los empleadores deben tener la flexibilidad de contratar y
despedir en función de lo que ellos consideren que va a ser rentable y la
Mano Invisible entonces se encarga del resto.
Las estadísticas muestran de hecho que durante esta etapa la economía
estadounidense creó más trabajos en proporción que la economía europea.
Los ideólogos del libre mercado toman esto como una prueba a favor de su
posición. Pero existen muchas explicaciones posibles de esto.
Si la perspectiva individualista de la justicia fuera correcta, entonces
regular o influir sobre un empleador para que retenga a un empleado al
cual no está obligado a retener por contrato y a quien no desea retener
tampoco sería visto realmente como una violación injusta de los derechos
del empleador. Además, si la teoría del libre mercado fuera correcta, la
falta de flexibilidad provocada por estas limitaciones conllevarían a
ineficiencias en la producción, un nivel de vida más bajo para los mismos
trabajadores y menos ofertas laborales (por lo tanto, habría una mayor tasa
de desempleo).
394
Según esta perspectiva, la única “dignidad” que un empleado necesita
es el derecho a hacer contratos libremente y tener un estado que los haga
cumplir. Esto incluye a los contratos de trabajo. Si esta lleva a un nivel de
vida socialmente aceptable y considerado tradicionalmente como aceptable
pues bienvenida sea. Si no es así, no se trata entonces de una injusticia sino
que puede ser resultado de una situación histórica temporal análoga a la
escasez y privaciones de la hambruna o de tiempos de guerra y que
pasarán, eventualmente, en la medida en que la acumulación del capital a
escala global se incremente.
Cualquier sistema moral tiene que especificar lo que la dignidad
humana requiere. Mas, existen tantas filosofías (o incluso religiones)
opuestas que sería inútil tratar de dar una definición abstracta de dignidad
humana que sólo podría ser explicada a través de argumentos filosóficos de
alto nivel. Por lo tanto, no vamos a tratar de sistematizar una teoría de la
moralidad en su totalidad sino nos centraremos solamente en el empleo
como una institución en la economía estadounidense actual.
Existen dos elementos críticos y ambos están bien ilustrados por la
situación. Vamos a ver también cuán esclarecedor teóricamente es el que el
empleador ofrezca salarios no suficientes para un salario vital. Desde la
perspectiva individualista no es fácil ver por qué esto es una injusticia; de
ahí que el primer elemento esencial aquí sea la diferencia entre la visión
individualista de esta transacción y la social. El segundo es el del nivel de
vida de la comunidad en contraposición con necesidades fisiológicas,
395
incluyendo la dimensión de “contribución”, es decir, cómo un individuo
contribuye al bienestar de la sociedad incluyendo dentro a la toma de
decisiones. Por lo tanto, la pregunta que se impone es si el trabajo, la
relación laboral, incluye la posibilidad de manera regular e
institucionalizada de que el empleado tome decisiones libremente que
contribuyan al bienestar de la sociedad. Esa es la diferencia entre el ser
humano y un robot.
Existen muchos trabajos marginales en la sociedad. Los salarios
iniciales para los arquitectos, los meseros en los centros turísticos
vacacionales, los vendedores de hamburguesas y los maestros de las
escuelas primarias no son suficientes para mantener incluso a la mitad de
la familia. Por otro lado, existen algunas personas que son económicamente
marginales (no en el sentido peyorativo necesariamente) porque necesitan
ingresos adicionales: los jubilados en sus pensiones, los adolescentes que
necesitan sus mesadas o empleo durante el verano, los trabajadores de
temporadas que pueden combinar dos empleos a tiempo parcial o dos
empleos de temporada y, como sucedía antes, las amas de casa que
necesitan mayor flexibilidad en las horas para poder estar en tiempo
cuando termina la escuela. Según la perspectiva individualista, es el
trabajador el que decide si esta es su situación o no y la transacción
empleador-empleado no tiene que ser injusta porque es acordada de
manera libre entre ambos. Además, sería realmente una violación
intolerable de la privacidad del empleado si el empleador que ofrece tal
396
trabajo marginal se pusiera a preguntar si el posible empleado sólo tiene
necesidades marginales, como si fueran a ser despedidos o a rechazar el
empleo si estuvieran necesitados de un salario vital. Asimismo, es natural
que la sociedad requiera de la flexibilidad que algunos trabajos que
satisfacen necesidades sociales sean marginales en este sentido, de la
misma manera en que algunas tareas deben ser realizadas por voluntarios y
otros sin fines de lucro. Por lo tanto, una ley que fue tan aristotélica que
prohibía ofrecer cualquier trabajo que fuera menor que uno a tiempo
completo con beneficios que pagaran un salario vital sería, cuando se
analiza individualísticamente, una injusticia contraproducente en sí misma,
interfiriendo en la libertad de los empleados de decidir privadamente por
ellos mismos lo que realmente necesitan en la forma de empleo y en la
flexibilidad que necesita la sociedad para cumplir, satisfacer o resolver
todos los problemas de las tareas.
La teoría del libre mercado garantiza que la oferta de tales
trabajadores necesitados y la de tales trabajos marginales se ajuste de
forma tal que nadie que necesite realmente un salario vital vaya sin
ninguno y sea obligado a tomar un trabajo marginal. Mas, ya hemos visto
cuál es el problema de la teoría del libre mercado en este sentido: no es
cierto que la cantidad macro económica de la oferta total de tales trabajos y
de la demanda de los mismos se determine a través de la suma de las
preferencias de cada individuo. Son más bien los factores socio-políticos los
que determinan el nivel macro total y sólo entonces los procesos micro
397
económicos reparten o distribuyen el pastel total entre los distintos
individuos. Por esta razón el desajuste es posible por razones no relaciones
con fricciones y es una injusticia social debido a los arreglos institucionales
y procesos políticos, no simplemente una cualidad de la transacción
individual entre el empleador y el empleado vista desde el individualismo.
El pago de menos de un salario vital a la gente que tienen necesidades
más que los marginales (como arriba), es una violación de su dignidad. Por
supuesto, no tan grave como esclavizarlos o encarcelarlos pero sí en una
décima parte. Y de la misma manera, en algún lugar de esas continuas
violaciones, está el empleo que no le permite al empleado participar en la
toma de decisiones más que lo que haría un robot.
La mayoría de las personas tiene una idea de la dignidad humana. Con
el objetivo de presentar algunos de los temas que han surgido sobre la
crisis de la que nos hemos estado preocupando, necesitamos precisar esta
idea de forma tal que podamos decidir definitivamente cuáles aspectos de
nuestras instituciones económicas actuales, si es que hay alguno, violan la
dignidad humana. Después de todo, no todo lo que sucede para ofender a
algunas personas se reconoce como violación de su dignidad humana –
puede que simple o solamente de su sentido de autosuficiencia o
presunción.
Cualquier sistema de moralidad tiene que definir lo que necesita la
dignidad humana. La idea fundamental de que los humanos –tanto los otros
como nosotros mismos– tienen algo que se llama dignidad, que no debe ser
398
violada, es la forma característica en que cualquier sistema moral se
distingue de lo que algunas veces se conoce como “perspectiva
materialista”. Mas, nosotros la llamaremos perspectiva “instrumentalista”.
Esta sostiene que no debe haber ningún “debiera” y que lo que sea
materialmente (físicamente o químicamente) posible que un ser humano
haga como empleo no es una violación de su dignidad.
No podemos decir, absolutamente, que pasar hambre es una violación
de la dignidad humana aunque sea tentador hacerlo. El problema es que
bajo determinadas circunstancias debemos ver el hambre de un individuo
como “su propia falta” de alguna manera. Quizás se conciba como un
castigo pero es tentador analizar la institución del empleo y buscar
violaciones de la dignidad. Ciertamente existe una relación de desigualdad
entre el empleado y el dueño de los recursos productivos (bienes capitales –
plantas, instrumentos, conocimiento técnico- materias primas, etc.).
El empleado se enfrenta al hambre o, al menos, a la falta de vivienda en
el caso de un período de desempleo o una huelga mientras que el
empleador enfrenta peligros menos serios. Esto hace que este último tenga
más poder sobre el empleado a pesar del hecho de que, legalísticamente, el
“contrato” asume que las dos partes son iguales. Al respecto, los
pensadores comunitarios han dicho que esto es intrínsecamente una
violación de la dignidad del trabajador.
Desafortunadamente, el problema no siempre es tan claro. Si la teoría
económica dominante fuera más o menos correcta entonces sería
399
cuestionable si esta desigualdad fuera realmente esencial. En una situación
de pleno empleo, ¿cómo el empleador pudiera usar la pérdida del trabajo
como una amenaza? Partiendo del criterio de que el empleado no haya
obrado mal, muy bien que pudiera entonces aspirar a encontrar otro
trabajo: por lo tanto, la amenaza del empleador es vana. La relación pasa a
ser, después de todo, de igualdad al menos en teoría.
Sin embargo, en la práctica actual, por supuesto, el empleado
despedido siempre tiene grandes dificultades para obtener otro trabajo. Si
la teoría económica dominante fuera correcta esto se debería a
imperfecciones existentes en la competencia en el mercado laboral y no a
nada inherente a la institución del empleo. Pero, después de todo, la
evidencia está en contra de la visión establecida de la falta de dificultades
para encontrar otro trabajo. No es sólo una imperfección que pudiera ser
reducida (por ejemplo, a través de esquemas de formación profesional y
transferencia de ayuda) sin afectar al sistema severamente. Se trata más
bien de una dificultad que constituye una parte esencial del enfoque de
incentivos y amenazas que es la esencia de la institución del empleo
existente.
Esta esencia es inhumana y se presta para violaciones de la dignidad
humana. Si el sistema funcionara, quizás la crítica fuera demasiado
altruista, utópica. Mas, como está incluso en una crisis actualmente que se
debe precisamente a esta característica de la institución, nada más lejos de
una señal de utilidad o pragmatismo que continuar insistiendo en la
400
práctica de la política de incentivos y amenazas. Ni siquiera los campesinos
se basan ya en esta.
De hecho, el sentido común indica que todos los controles y medidas
necesarias para los empleadores encaminadas a contrarrestar el principal
conflicto de intereses entre los empleadores y los “jornaleros” constituyen
una sensación de seguridad para el empleado que promueve la lealtad en el
ser humano normal ya que valora la seguridad por encima de todo lo
demás. Los comparativamente pocos que no lo hacen no constituyen la
media o el promedio. La inseguridad es también una gran fuente de
ineficiencia. Sea o no sea la fuente más importante de ineficiencia en la
sociedad actual, como pensamos nosotros (y Raya Dunayevskaya y Harry
Braverman), no puede ser discutida objetivamente debido a la escasez de
datos y a los obstáculos impuestos a la investigación de este tema por
parte del establishment académico.
Los keynesianos parecen pensar que la causa está más en la mala
administración fiscal y la generación de deficiencia en la demanda efectiva.
Sin embargo, como los dos elementos están entrelazados no tiene sentido
esperar por la ciencia para encontrar la respuesta.
Al menos, el desequilibrio de poder entre el empleado y el empleador
debería ser rectificado con el objetivo de su eventual eliminación (lo que
sucederá, en su lugar, desde luego, es que al presentar propuestas
prácticas para su mejora no mediada sólo logramos demostrar que el
mantenimiento de estas relaciones es injusto. Entonces, estigmatizamos a
401
la oposición previsible a estas propuestas como una obstrucción a la
justicia. Este procedimiento educativo puede ayudar a crear el marco para
vencer esa oposición a través de medidas más radicales incluso,
posteriormente).
Lo primero en la agenda es una ley prohibiendo la contratación de
trabajadores sustitutos durante una huelga. Lo otro es una ley que controle
el cierre de plantas y prohíba la exportación de capital. La tercera medida
obvia es la reforma de la bancarrota y de las leyes de fusión de forma tal
que no puedan ser usadas como una trampa para escapar de los
compromisos contractuales, especialmente los de las pensiones. Por último,
debería eliminarse el uso de la ficción legal de “contratista” por empleados
–p. ej. a través de impuestos prohibitivos y requisitos a cumplir. Es decir, a
los empleadores entablando “contratos” en vez de relaciones de empleo
debe exigírseles, a través de impuestos, que compensen los costos de la
estructura social contraídos por la sociedad en su conjunto a través del
cambio de patrones de empleo estables con beneficios a patrones inestables
de ayuda temporal sin beneficios. Cualquier empleador que todavía valore
la “flexibilidad” lo suficiente como para pagar por esta es bienvenido a
hacerlo.
Implícito en todo esto está, desde luego, el rechazo al Acuerdo General
sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y al Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLC) y un arancel proteccionista en su
lugar.
402
Esto no se hará tanto para “proteger” al trabajo (y al management) de
la competencia como para recuperar el control nacional y local sobre
nuestra economía. También se hará para que las medidas de políticas
públicas a través de regulaciones no sean eludidas permanentemente y
saboteadas por la falta de jurisdicción (o de capacidad investigativa) en el
exterior.
Por lo general se siente, y así lo dicta el sentido común, que el
empleado básicamente tiene menos poder en la institución del empleo que
el empleador. Mas, no se ha llegado a un acuerdo en torno a lo que,
precisamente, significa esto –y ha sido negado totalmente por los teóricos
del laissez-faire. Sería un verdadero error pensar que el empleado no tiene
poder incluso si el derecho a la huelga fuera eliminado por ley (o, como
pasa actualmente, de hecho, por las circunstancias). La pérdida de moral, y
el robo, son solo dos de las represalias a su disposición. La teoría del
laissez-faire ignora esto pero sí reconoce el derecho a renunciar o
marcharse y buscar empleo en otro lugar. Esto nos permite concluir que el
trabajador no está tan carente de poder como un esclavo.
Esto, sin embargo, lleva a los teóricos del laissez-faire o, más bien, a los
menos capacitados, a concluir que la idea del “poder” es irrelevante ya que
todas las partes involucradas en el contrato de trabajo están en igualdad de
condiciones o que incluso tienen el mismo poder y control sobre la situación
(si no fuera por la fricción). Uno pudiera quizás alegar esto si el teorema de
la eficiencia que ellos ofrecen fuera válido. Mas, como hemos visto y como
403
demostró Joan Robinson, ese no es el caso, al menos no mientras estén
presente los bienes duraderos y las estrategias especulativas comerciales
desempeñen un papel.
Si su argumento es significativo entonces ellos invalidan
considerablemente el teorema de la eficiencia.
De hecho, la fricción se convierte en algo esencial para el
funcionamiento estable del sistema ya que ésta es la única cosa que
contrarresta los efectos desestabilizadores de la especulación. La fricción
en torno al crédito es de especial importancia.
Es decir, como ha señalado Harrod,230 los bancos sólo le prestan a
individuos (o entidades) que ya tienen bienes o activos considerables. Por lo
tanto, sólo esos individuos pueden verdaderamente ejecutar las estrategias
especulativas. El hecho de que el equilibrio puro y teórico del mercado no
exista hace que éstas (y en general otros comportamientos estratégicos
también) sean rentables algunas veces. Por consiguiente, esos individuos
que no pueden incluir esa opción dentro de su repertorio están en
desventaja. Tienen menos poder en el sentido preciso de la teoría de los
juegos.
El precedente es la justificación teórica fundamental para la visión de
sentido común de que la razón por la cual el empleador o empresa
inversionista tiene más poder que el empleado en la institución del empleo
está dada porque la amenaza de despido puede ser parte de un estrategia
230Sir Roy Harrod, Money, Londres 1969, p. 51, y también pp. 62 ss. Véase también Perri Pakroo y Catherine Caputo, The Small Business Start-Up Kit for California, Berkeley, California, 2008, p. 87.
404
especulativa del empleador en una forma en que no lo es la amenaza
correlativa formalmente (pero no de igual peso) del empleado de renunciar.
Claro que los patrones tienen menos que perder que los empleados al hacer
efectiva su amenaza. Admitimos que el patron está obligado a contratar
para tener beneficios pero el empleado tiene que encontrar trabajo para
comer. Los grandes argumentos hechos por el laissez-faire para intentar
demostrar que este evidente desequilibrio no es tal han sido
definitivamente refutados por Joan Robinson y otros. Podemos, entonces,
basarnos en el sentido común y reconocer que el desequilibrio es inherente
a la institución, además de ser esencial para ella, y que no es ningún tipo de
efecto secundario causado por la fricción. Por lo tanto, podemos resistirnos
a los esfuerzos tentadores de dejarnos llevar por las reformas encaminadas
a reducir la fricción a través de esquemas de formación o capacitación
profesional, entre otros.
Pero hay más, el comprender que es la fricción la que le da al sistema
económico la poca estabilidad que tiene nos permite sacar una conclusión
muy importante del trabajo de Robinson (que quizás ella no vio). Como la
fricción en torno al crédito tiene un papel tan importante en limitar la
expansión general de las estrategias especulativas, podemos ver lo que
pasaría si la riqueza estuviera más distribuida equitativamente. Autores
bienintencionados sugieren a menudo que el sistema económico sería más
justo si todos, incluyendo los empleados, tuvieran bienes o activos
significativos de forma tal que tuvieran un interés económico en nuestro
405
sistema. Pero, entonces, el sistema económico verdadero fuera mucho más
inestable que ahora pues la fricción en torno al crédito tendría menos
posibilidades de restringir y limitar las estrategias especulativas. Para el
funcionamiento estable del actual sistema es esencial que la riqueza esté
distribuida de manera desigual. Aparte de eso, la falta de un punto de
equilibrio natural y de fricción conduciría a fluctuaciones más imprevisibles
hasta que la riqueza volviera a concentrarse en menos manos nuevamente
(el desarrollo natural de los monopolios en la historia americana constituye
un ejemplo de un fenómeno paralelo). Los esquemas que abogan por una
repartición de la riqueza y que no tocan las actuales instituciones del
empleo (y el capital) son utópicos precisamente porque son demasiado
limitados y con muy poca imaginación.
El experimento teórico de riqueza más equiparada nos ayuda a ver
dónde, precisamente, se encuentra la injusticia social dentro de nuestro
sistema socio económico. No se trata simplemente de desigualdad de
riqueza (o de oportunidades) o de lo que el sentido común puede ver en la
relación del empleo que vimos anteriormente. Existe algo en la institución
del empleo y en la propiedad de bienes capitales que es disfuncional, que
no está diseñado para trabajar sin fricción y desigualdad de poder –no
funcionaría bien en la ausencia de desempleo. Se basa en la intimidación y
las amenazas, las cuales están incorporadas en el sistema a pesar de las
excusas y pudieran incluso caracterizarse como extorsión. Hemos visto que
la tasa de beneficios no es una especie de señal neutral, de asignación
406
caritativa de recursos, sino que se trata simplemente de la recompensa del
juego teórico extorsionado por los empresarios como el precio que precede
a la ejecución de las amenazas estratégicas a su disposición.
De manera más precisa, esa es la naturaleza de los “beneficios
verdaderos”, la participación en el producto real. Para producir estos
beneficios verdaderos económicamente tienen que ser vendidos, desde
luego. La mala administración aquí puede convertir los beneficios reales en
pérdidas financieras. Así, esta crítica no toca el regreso, que es una
recompensa para el empresario por la administración y los riesgos
asumidos, sólo toca lo que técnicamente se conoce como “beneficio puro”
en términos reales.
Ahora podemos dar una definición concreta y precisa de la dignidad
humana dentro de la institución del empleo que es necesaria para el
concepto de justicia social. Muchas personas han sugerido que una
persona, un actor económico, debe ser capaz de tener la sensibilidad de
contribuir al funcionamiento de la sociedad para tener un sentimiento de
dignidad. Esta visión a medio formar puede incorporarse al marco teórico
que hemos desarrollado hasta ahora. Es más, algunas personas han
indicado que tal ser humano debe tener la posibilidad de ayudar a decidir
sobre las acciones, el funcionamiento de la sociedad. Uno no debe ser
excluido de la toma de decisiones (al no ser que, quizás, haya un error o
una falta objetiva involucrada). Quizás esto parezca utópico pero
realmente está en la base de la misma ideología liberal clásica y sirve como
407
publicidad a las virtudes morales del libre mercado, al menos, en el tipo de
porquería ideológica que se difunde en la academia americana
actualmente. Por lo tanto, es justo decir que ya ha sido aceptada como un
imperativo de la justicia social por gran parte de los intelectuales
estadounidenses (al menos en su propio juicio). Pero esto también ha
estado en la base del sentimiento común, en la misma base de la noción de
independencia que es un elemento muy importante históricamente en la
psicología social americana.
El presidente Lincoln le dio a este incipiente sentimiento una expresión
muy clara231 en las circunstancias en las que le tocó vivir aunque quizás no
sea la mejor expresión científica al respecto:
“Continúa promoviendo que la Insurrección232 es en
gran parte, si no exclusivamente, una guerra en contra del
primer principio del gobierno popular—los derechos del
pueblo.
“…existe un elemento…para el que pido atención. Se
trata del esfuerzo en aras de poner al capital en igualdad de
condiciones con, si no por encima del trabajo, la estructura de
gobierno. Se asume que el trabajo sólo está disponible en
relación con el capital…
“El trabajo es anterior al capital e independiente de él.
231 Annual Message to Congress, Dic. 3, 1861.232 Se refiere a la Guerra Civil estadounidense, 1861-1865.
408
El capital es sólo el fruto del trabajo y nunca podría haber
existido si el trabajo no hubiera existido primero. El trabajo es
superior al capital y merece una consideración superior. El
capital tiene sus derechos y éstos merecen la misma
protección que los demás.
“Muchos hombres independientes en estos Estados
fueron contratados hace unos años como peones. El
principiante pobre y prudente en el mundo trabaja por un
salario durante un período de tiempo corto, ahorra un
excedente para comprar herramientas y tierra para sí;
entonces trabaja para su propia cuenta por un tiempo y
finalmente contrata a otro principiante para que lo ayude.
Este es el sistema justo, generoso y próspero que abre el
camino para todos, para dar esperanzas a todos y la
consiguiente energía y progreso y desarrollo de las
condiciones para todos.”
En ese momento histórico la dignidad fue definida por Lincoln como
libertad política más el hecho de la independencia económica o la
perspectiva razonable de ésta en el futuro cercano (o quizás la próxima
generación). Desde entonces, mucho ha cambiado industrialmente pero la
sociedad ha generalizado las ideas expresadas concretamente por Lincoln.
Es posible tener dignidad económica sin independencia económica en la
409
opinión de Lincoln de no ser un asalariado. Sin tener que ser demasiado
abstractos en esto, podemos decir que la sociedad en sí ha
institucionalizado ciertos principios como la incorporación de la dignidad
de un asalariado, un empleado. La seguridad en el empleo es uno de ellos;
por lo tanto, la actual erosión de la institución del empleo está privando a
los trabajadores de una parte esencial de su dignidad humana.
Los liberales clásicos esperaban que el libre mercado garantizara esto.
No obstante, téngase en cuenta que la razón por la que pusieron sus
esperanzas en éste fue que creían en el pleno empleo. Es decir, cualquier
trabajador individual que pensara, correctamente, que un empleador no los
estaba tratando como establecían los principios o normas de la comunidad
podía marcharse o renunciar y encontrar otro trabajo sin muchas
dificultades. Es más, a ese trabajador no calificado se le pagaba lo
suficiente como para apoyar los principios de la comunidad. Como la teoría
clásica y neoclásica es errónea estas esperanzas son ilusorias. Mas, el
hecho sigue siendo que los liberales del siglo XVIII y los que le siguieron
reconocieron la validez de estos imperativos mientras pensaban que sería
una de las recomendaciones de su política económica como el libre
mercado, entre otras.
410
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