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CUENTOS, RELATOS, HISTORIASPARA INICIAR O CERRAR LOS ENCUENTROS
1LOS DOS SABIOS + DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA
PROF.DR. JORGE EDUARDO NORO
El pueblo estaba recostado contra la montaa y rodeado por un ro torrentoso y cristalino que le iba
dando la forma definitiva al valle. Lejos de los centros urbanos. Lejos de todo. Slo un camino
zigzagueante y peligroso y de mano nica conduca hacia el pueblo, lo atravesaba cortndolo
simtricamente y se perda rumbo a la cordillera. Todos saban que para emprender el camino deregreso haba que rodear las montaas o atravesar el ro y tomar otra carretera.
En este pueblo, desde haca mucho tiempo, vivan dos personajes ilustres, dos sabios, dos amantes
del saber, dos filsofos. El azar o la geografa los haban distribuido en dos puntos antagnicos,
aunque en cabaas de estructuras similares. Uno viva en el Norte y a la entrada del pueblo; el otro,
en el Sur, a la salida, cuando el camino se perda en el paisaje.
Nadie, ni siquiera los habitantes ms viejos e informados, saban precisar desde cundo estaban all y
por qu haban elegido vivir en un lugar tan alejado de todo. Pero nadie ignoraba su presencia. Los
dos sabios vivan prcticamente sumergidos en sus propias actividades, sin mayor contacto con la
comunidad. No se comunicaban entre si. Es obvio que cada uno saba de la presencia del otro, peropor razones o circunstancias desconocidas no haban establecido nunca un dilogo. Algunos
memoriosos recordaban un par de encuentros casuales, fugaces, nfimos... y nada ms.
Los vecinos del lugar conocan perfectamente la ubicacin de uno y de otro. Lo saban y lo tomaban
como referencia para ubicar, a su vez, algunos lugares del pueblo. Pero sobre todo, lo demostraban
con orgullo cuando numerosos visitantes venan a buscarlos, a conocerlos, a hablar con ellos.
Entonces, solan repetir: A cul de ellos busca?. Cuando el visitante los miraba sorpr endido, los
vecinos solan marcar los dos rumbos (Norte y Sur, Entrada y Salida)... para luego entrar a detallar los
caracteres de cada uno de ellos.
Los sabios no tenan nombres conocidos. La geografa haba sustituido su identidad, y sus caractereshaban permitido diferenciarlos claramente. Ambos practicaban la filosofa, pero eran
mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]8/3/2019 94. RELATOS PARA TRABAJAR EN CURSOS Y ENCUENTROS
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completamente distintos. El sabio del Norte -- el de la Entrada del pueblo, con su cabaa totalmente
de madera y los aosos rboles cobijando el acceso -- era seguro, firme, convincente; su voz clara,
pausada y sonora acompaaba la perfeccin de sus enunciados y de sus respuestas. No admita
dudas, no asomaba ninguna conjetura, solo expresaba la verdad y lo haca con la certeza que
provena del conocimiento trabajosamente adquirido, archivado, retrabajado y sistematizado. La
multitud de libros y de papeles que rodeaban cada una de las habitaciones de su cabaa eran laprueba de todo este esfuerzo. Cuando alguien lo interrogaba, l escuchaba atentamente la
inquietud, se tomaba el tiempo para volver a formular la pregunta (certificando si la haba entendido
correctamente) y luego daba a conocer la respuesta necesaria y precisa. Los interlocutores
enmudecan, tomaban nota, lo reverenciaban. Cada palabra era una produccin de valor
trascendental e histrico. En cada encuentro se estaba produciendo una revelacin.
El Sabio del Sur -- el de la Salida, con su cabaa blanca y matizada de una vegetacin de variados
colores -- tena otras caractersticas. Tambin en sus habitaciones abundaban desordenados - los
libros y los papeles. Lo curioso es que muchos de ellos estaban abiertos, con referencias, marcas,
sealadores, escritos. Al ingresar a la vivienda un tena la sensacin de encontrarse con un
laboratorio de trabajo, sorpendiendo al filsofo en plena tarea. Se mostraba con una admirablesencillez asociada a una contextura fsica ms frgil. El tono de su voz era sereno pero por momento
titubeante, incierta. Combinaba sus palabras con largos silencios y profundas miradas. No le tema a
las dudas sino que muchas veces se sumaba a ellas. Era comn que respondiera a una pregunta con
otra pregunta o a una de sus respuestas con varias conjeturas que la invalidaban o la relativizaban.
Cuando venan a visitarlo, l los reciba con entusiasmo y gozaban escuchando a los recin llegados;
formulaba observaciones, los interrogaban, les peda que dijeran lo que ellos mismos pensaban... y al
final, cuando el sol comenzaba a desarmarse entre los huecos de la montaa, expresaba algunas
opiniones recordndoles que no las tomaran como definitiva, que deban seguir discutindolas en el
camino de regreso.
A cul de los dos buscan? , era la pregunta natural de los vecinos del pueblo a los visitantes. Pero
ellos no recomendaban, sino que simplemente indicaban. Los visitantes -- misteriosamente -- venan
sabiendo qu tipo de sabio queran encontrar. Al sabio del Sur le causaba placer recibir grupos
reducidos, informales. No distingua en ellos niveles, antecedentes, estudios o lecturas. Estaba
convencido de que la verdad -- como bsqueda permanente -- moraba en todo ser humano pero que
deba despertarla y que a l le corresponda la tarea de resucitarla. No era raro que despus de horas
de dilogos animados, en un juego interminable de preguntas y respuestas, la conclusin emergiera
de la boca de un hombre simple o de un joven inexperto. Casi siempre -- cuando esto se produca --
el Filsofo de la Salida sonrea satisfecho y ya no hablaba ms. Todos interpretaban el silencio como
despedida y se retiraban ms ricos interiormente aunque no llevaran consigo ningn documento,
ninguna respuesta.
Al sabio del Norte le agradaban las entrevistas personales o los grandes grupos. En la primeras
pareca encontrar en el interlocutor (generalmente, grabador en mano) el registro histrico de sus
verdades y lo comprobaba por el inters que despertaba con sus monlogos y por el brillo de sus
ojos al descubrir en sus palabras los reflejos de la verdad. Con los grupos gozaba porque saba que
poda llegar a ms gente y que -- a travs de ellos -- la verdad se podan volver expansiva, casi
universal. Ellos tambin saban por el tono de la voz cuando el encuentro finalizaba y partan
orgulloso por el caudal de anotaciones, conocimientos, mensajes y verdades (casi sagradas) que
haban atesorado.
Curiosamente, ni los vecinos del pueblo ni los visitantes solan recurrir a los dos filsofos a la vez.
Partidarios ocasionales o deliberados de uno o de otro, preferan mantenerse fieles a su estilo. No
generaban bandos o antipatas sino tolerancia y respeto.
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El paso del tiempo, con implacable persistencia, fue diluyendo las noches y los das. En un breve
perodo murieron los dos sabios. El filsofo del Norte muri en un tibio amanecer de octubre,
rodeado por sus seguidores ms consecuentes. El sabio del Sur muri en una plcida tarde estival,
cuando un grupo de visitantes abandonaba la casa. A partir de entonces el pueblo, el ro, la
montaa, el camino se quedaron un poco hurfanos, aorando tiempos pasados. Uno y otro,
prolongando una mgica simetra fueron sepultados en sendos valles: cada uno en la suave ladera delas montaas, las mismas que servan de marco a cada una de las viviendas.
La casa del Filsofo de la Entrada (Norte) se convirti rpidamente en un Centro Cultural y
acadmicos de prestigio, al que acudan desde remotos lugares para estudiar los libros del sabios,
hacer las interpretaciones, ordenar sus escritos, publicar sus obras, divulgar sus ideas, repetir sus
enseanzas.
La sencilla casa del Sabio de la salida (Sur) se convirti en una escuela. Sus libros, sus escritos y sus
pertenencias fueron utilizados para continuar con el espritu de bsqueda de su antiguo morador.
Entre aquellas sabias paredes se respiraba la necesidad de no detenerse en ningn conocimiento
definitivo, en multiplicar las preguntas, en relativizar el valor de las respuestas.
Junto a la tumba del Sabio del Norte naci un rbol slido y frondoso: se convirti en un lugar de
referencia para tantos visitantes que acudan a recordarlo y venerarlo; encontraban bajos sus ramas
sombra, seguridad y proteccin. En el otro extremo, en el valle del Sur, junto a la tumba naci un
rbol cargado de frutas que, sin reparar en las estaciones, se prodigaban en alimento para los
visitantes.
A veces, en ciertas noches de verano y en algunas fras maanas de otoo, sobrevuela de un extremo
a otro del pueblo, un espritu inquieto preguntando y preguntando. Cul de los dos era realmente
sabio? Quin era realmente el filsofo y tena la habilidad para proponer el ingreso en el terreno
del pensamiento? En cul de ellos moraba el tesoro de la verdad?
PROPUESTA DE REFLEXION Y TRABAJO
01. Seleccionar y marcar al menos 10 palabras o frases que puedan resultar significativas.
02. En un cuadro de doble entrada caracterizar a cada uno de los sabios y a sus seguidores.
03. Si fuera uno de los visitantes del pueblo mencionado en la historia, qu sabio visitara y por qu?
04. La filosofa, el pensamiento, la sabidura, con cul de los dos sabios se identifica? Por qu?
05. En el propio trabajo, en la formacin previa, se han encontrado con ambos modelos?Describirlos.
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SOBREVIVIENTES DE LA ESCUELAPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
Yo los vi llegar un medioda de verano. Confiaron en la tierra firme, aunque presumieron que esacosta rocosa y escarpada era el continente. Nunca imaginaron que se trataba de una isla. Una de esas
islas que se van consolidando, desarmando y desplazndose con el paso de los aos, cambiando de
forma y de estructura, jugando a ser y no ser en un devenir permanente. Nunca recorremos las
mismas aguas, nunca pisamos la misma isla.
Venan de navegar mares tormentosos y no podan resistirse a la tentacin de depositar sus pies
seguros en la orilla insobornable. Pero era una tierra olvidada y desconocida. Tal vez yo solamente
exista en la afiebrada imaginacin de algunos y necesitaba de la presencia de esos intrusos que me
dieron vida: apareciendo en sus vidas yo misma adquira verdaderamente el ser. Creo que me
despertaron de un largo letargo y todos ganamos con el encuentro. Yo era, frente al mar cargado de
riesgos e incertidumbres, la tierra prometida. Ellos eran, ante la soledad y la arbitraria desproteccin
de siglos, una tabla de salvacin. Hasta ese da nunca supe a ciencia cierta que importancia real
tena.
Lentamente fueron reparando en mi presencia y fueron descubrindome: me recorrieron con la
misma pasin con que desembarcaron y tuve la serena impresin de que crea haber resucitado el
paraso original: paisajes, vegetacin, arroyuelos, cascadas, claros en el territorio eran vistos por
primera vez, aclamados y bautizados con un envidiable sentido del asombro y de la admiracin. Al
desembarcar y tomar posesin del territorio se creyeron fundadores de una nueva realidad pero yo
haba estado all desde siempre: generosa, consenta en dejarme atravesar con cierta indiferencia,
pero slo toleraba algunos vestigios de apropiacin.
Y yo me senta bien. Por primera vez alguien en nombre de la civilizacin - me daba la bienvenida,
me abra las puertas y me haca pasar a la sociedad. Haba en mi un curioso juego de contradicciones:
exista desde siempre, pero senta que recuperaba el ser con esas presencias. Ellos se asomaban a mi
mundo, con la total seguridad de sentirse descubridores y conquistadores; yo me asomaba a un
nuevo universo para certificar mis valores y descubrir con mi natural astucia qu destino me
cabra en el nuevo orden
Porque quedaba claro que no se adaptaran a mi estructura, sino que haba un orden previo que se
me impondra. Recuerdo paso a paso los rituales de ingreso, de conquista, de bautismos y de
apropiacin.
Pas el tiempo y con l, imperceptiblemente, me di cuenta de que fueron explotando de m todas las
riquezas, me fueron cambiando, se aduearon de cada uno de los rincones, me hicieron suya. Y yo
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aprend a vivir solamente para ellos. Basta una acumulacin de vida, aunque sea neutra y gris, para
que nuestras esperanzas ms firmes y nuestros deseos ms intensos se desmoronen... Y lleg un
momento en el que mi vida ya no soaba, abierta, con ninguna diversidad.1
Todos vivimos en el mismo engao: haba sido un encuentro fortuito, casual, valioso, provisorio... y
habamos imaginado que sera eterno. Ellos porque se sentan cmodos en el territorio conquistado yracionalmente organizado; yo porque disfrutaba de una vida gloriosa y de una importancia
desmesurada.
La estructura de mi geografa se fue modificando con el paso del tiempo: en algunos lugares se
fueron adicionando territorios y en otros, el paso del agua fue robando importantes sectores. El mar
mismo viva en un cambio permanente y era muy difcil percibir esas modificaciones que nos alteraba
mutuamente.
No hubo un momento determinado. No fue un fra maana de invierno o un sereno atardecer de
otoo: sino que fueron la suma de los das. Se fueron alejando, descuidaron algunos sectores,
silenciaron algunas voces, dejando caer resguardo, protecciones, sectores. Tuve la impresin pobre, porque yo nuevamente me haba adormecido confiada en una inconsistente fantasa de que
algo pasaba, pero que no poda ser demasiado grave.
Y un da se fueron. Dejaron las instalaciones intactas, los artefactos en funcionamiento, la geografa
cambiada, los rboles y la vegetacin domesticados segn su gusto y parecer... No se llevaron nada:
otras naves vinieron a buscarlos y desaparecieron sin reconocimientos y sin explicaciones.
Volv a quedarme sola. A veces creo que estn deambulando de un lugar a otro, con el bullicio y la
creatividad de antes, pero no es cierto: el sueo me deposita irremediablemente en la realidad.
Cuando los sueos pasan, como los recuerdos, se vuelven indemostrables y remotos. Recuerdos y
sueos estn hechos de la misma materia... todo es recuerdo. A veces creo que nunca estuvieron.
Estoy nueva y definitivamente sola.
Han partido. Yo sigo sin despertar de mi desconcierto. Tantos aos viviendo de lo que ellos hacan y
pregonaban de m! Creo que fui perdiendo mi identidad y se me fue diluyendo en los proyectos
ajenos.
Tal vez sea la hora de convertirme en tierra definitivamente firme, en constituirme en una fortaleza,
en encontrar vida propia, de no depender de nadie... de convertirme sencillamente en la ESCUELA
que se ha atrevido a alcanzar la mayora de edad, a hacer lo que quiere y lo que debe con una
identidad definitivamente propia. Tal vez he vivido en una cmoda y segura minora de edad sin
atreverme a utilizar mis propias capacidades, carente de decisin y de nimo para servirme
creativamente de mis propias potencialidades.2
Ahora definitivamente lo he comprendido: la mera
presencia de ciertas cosas y de determinados rituales no garantiza su existencia: estoy sumergida en
la precariedad y mi universo presente y futuro es una construccin permanente.
Alguien antes de partir se atrevi a escribir en una de las rocas de la playa: Los sobrevivientes de
la que escuela del pasado deben convertirse en los constructores de la escuela que vendr.
1Cfr. SAER J.J., EL ENTENADO. Algunas otras expresiones del relato han sido tomadas libremente del libro,
aunque recrendolas y asocindolas a otros contextos.2Cfr. KANT, Filosofa de la Historia. Respuesta a la pregunta qu es la ilustracin? (Nova). Sapere aude! Ten
el valor de servirte de tu propio entendimiento!
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DISCUSIONES SOBRE EL CAMBIOPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
Todos entendieron que haba que cambiar el pueblo. Nunca pudieron precisar de dnde vino la idea
original. No fue la voz de uno de los candidatos de las prximas elecciones. Tampoco surgi de los
artculos de opinin del peridico local, ni de los encendidos discursos del Intendente que no
desaprovechaba celebracin alguna para pronunciarlos.
La idea del cambio se instal entre los vecinos que comenzaron a imaginar un pueblo diferente. No
faltaban razones para proponerlo: una prolongada historia los haba sostenido desde siempre, pero
en los ltimos tiempos la partida de muchos jvenes, la ausencia de fuentes productivas, el trabajo
escaso, el debilitamiento de los comercios tradicionales y el agotamiento de las instituciones, fueron
sumando argumentos para pensar que el pueblo no tena futuro.
Todos se apropiaron de la idea pero cada uno fue construyendo con ella su propio mundo: para
algunos el cambio deba venir de las autoridades municipales porque para eso haban sido elegidas y
era una de las incumplidas problemas electorales; para otros, los cambios deban producirse por la
directa intervencin del gobierno provincial, ya que no solamente manejaba los recursos, sino que
adems dispona de mayor informacin y poda transferir alguna experiencia favorable de otraspoblaciones; no faltaban los que reclamaban la intervencin de tcnicos de la cercana universidad ya
que abundaban los especialistas y podan disear un pormenorizado estudio de factibilidad de
transformacin estructural del pueblo; algunos atrevidos comenzaron a hacer circular algunos
proyectos que ellos mismos haban diseado o que haba copiado de pueblos vecinos, afirmando que
estaban dispuestos a convocar a los que haban diseados otros cambios (aunque no podan
confirmar si haban tenido algn resultado favorable); algunos pensaron que lo importante era
cambiar el nombre y la direccin de las calles, modificar el trazado de la plaza principal, redisear el
arco de ingreso al pueblo, crear un himno, un escudo y una bandera que los identificara o imaginar
una fiesta que convocara anualmente a los habitantes de los pueblos vecinos; finalmente hubo un
grupo que en una espontnea asamblea de vecinos proclam un cambio anrquico que cada uno lo
interpretaba segn su entender y conveniencia, y que deba tener como consecuencia el beneficio detodos.
Sobraban palabras y faltaban acciones, mientras el tiempo se iba llevando las buenas intenciones y
comenzaba a aparecer el juego de los intereses: unos queran fortalecer los vnculos con sus polticos
amigos, otros pretendan darle oxgeno a las autoridades locales ahogadas por la escasez de recursos
y la abundancia de problemas, algunos aspiraban a incorporarse como funcionarios de los nuevos
organismos de cambio y transformacin (con despacho, sellos, presupuestos y firmas autorizadas),
otros imaginaban que podan brindarles oportunidades a los tcnicos conocidos de otras localidades,
a los que haban fracasado en otros intentos, a los tericos que dibujaban cambios desde las ctedras
de la universidad y hasta no faltaban los que suponan que si se produca un cambio exitoso se les
allanara el camino hacia una banca en el congreso.
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El pueblo segua igual, envuelto en la niebla de un invierno riguroso. El nico cambio real era el
discurso sobre el cambio: un nuevo entretenimiento que no impeda que muchos se fueran, que los
negocios trabajaran poco y mal, que escaseara el trabajo y que cada uno se refugiara en la defensa
de sus propios intereses.
Y la discusin sobre el cambio se fue llevando el cambio mismo y casi hace naufragar al pueblo
perdido y olvidado. Milagrosamente se produjo una lenta resurreccin: buenos vecinos, gente debuena voluntad, ciudadanos honrados desprovistos de cualquier inters particular y slo
interesados en el bien de todos se convocaron, se reunieron y fueron definiendo un cambio a la
medida de sus posibilidades: sustituyeron con iniciativas reales y con acciones concretas los
discursos huecos; supieron que se trataba de un largo camino y de un prolongado esfuerzo pero
lentamente el pueblo entr en un cambio efectivo del que fueron contagindose los vecinos de todos
los sectores y de las ms variadas clases sociales El cambio que haba partido del lugar exacto y
sostenido por el consenso necesario, finalmente lleg hasta las autoridades que observaron
sorprendidas las acciones de los sencillos habitantes del pueblo, capaces de hacer tanto con tan
poco. Y el atrevimiento los llev a muchos a imaginar que el cambio, en ese pueblo, poda conducir
tambin a la transformacin de las formas de representacin y de gobierno, y de las prcticas
polticas
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RITUALES Y TRANSFORMACIONESPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
Era una tribu extraa y perdida en el corazn de la selva y recostada contra un ro caudaloso y
viboreante. Pocos son los detalles que nos han quedado de ella y escasos los restos de su cultura. Su
historia se reduce a algunos cientos de aos, pero con inicio y final precisos.
Milagrosamente lo que ha sobrevivido a la destruccin y al olvido es el testimonio de uno de sus
rituales. De tiempo en tiempo, los miembros de la comunidad reparaban en sus imperfecciones: la
impericia en las batallas, la ineficiencia en las cacera, el fracaso en las cosechas, el deterioro en lasplantaciones, los desbordes inesperados del ro, las peleas y las desinteligencias en las relaciones... y
convocaban rpidamente a una reunin general. Ningn miembro faltaba a la misma y ninguno poda
estar ausente al ritual de la purificacin y el cambio.
Alguien autoridad religiosa y poltica recordaba los pasos de la purificacin, expona claramente
los motivos de la misma, haca la historia de las crisis precedentes y de los efectos obtenidos... los
alentaba con sus gritos e iniciaba el proceso de conversin.
Una larga caminata los llevaba al interior de la selva, a un claro natural que oficiaba del sitial sagrado:
el duro esfuerzo del desplazamiento impona una ascesis necesaria para reconquistar fuerzas y
fortalecer msculos... y al mismo tiempo representaba un compromiso solidario, porque todos concapacidades y condiciones diferentes deban llegar. En el corazn del monte, apenas atravesado
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por la luz del sol resguardando un secreto que les otorgaba identidad se producan los siguientes
pasos: por diversos medios primitivos todos comenzaban a despojarse de la existencia vieja, del
hombre viejo para darle lugar a la vida nueva. La puntillosa observacin de algunos animales los
haba contagiado de la necesidad de buscar y producir en cada uno de los cuerpos una realidad
diferente. El recurso consista luego de desprenderse de la ropa - en utilizar algunos instrumentos
y algunas piedras para rasurarse la barba, eliminar sus cabellos, desprenderse de sectores de la piel...El dolor que produca (y que todos soportaban con admirable solidaridad) se traduca en una especie
de lamento armnico y se transformaba en canto.
Cuando todos haba concluido esta etapa de purificacin, se postraban exhaustos y algunos
encargados reunan los restos que, en el centro de la asamblea, se convertan en una inmensa
hoguera. Pacientemente aguardaban que la misma se agotara y que el suelo se poblara de cenizas...
Cada uno recoga con sus dos manos las tibias cenizas y con ellas regaban el suelo de la selva. Crea
que solamente con los vestigios y de la vieja historia y las reliquias de la existencias viejas se podan
abonar el crecimiento y el futuro.
Una alegre carrera los conduca al ro: todos ingresaban en sus aguas para que la fuerza de las aguasoperara como cicatrizante y purificatorio. Una nueva reunin que se prolongaba sin tiempo - en el
seno de las mismas aguas le otorgaba el sentido definitivo al proceso. Las palabras de quienes
dirigan el grupo permita determinar cules seran los propsitos que los guiaran de all en ms.
Finalmente retornaban a la aldea, se reunan con las nuevas vestimentas, cambiaban de chozas y
reasignaban las funciones... Se iniciaba lo que ellos designaban como una nueva etapa de la
historia del pueblo, con una vitalidad contagiosa e invencible.
El ritual se repiti tantas veces como repararon que algo los estaba carcomiendo y les estaban
restando fuerzas. Entre ellos algunos tenan la particular sensibilidad de entrever los sntomas, otros
exhiban la capacidad de proclamar la necesidad del ritual, varios conducan el proceso... y todos se
involucraban en el mismo.
Un da la tribu desapareci: algunos suponen que cansados de los conflictos fueron emigrando
hacia otros pueblos; hay investigadores que prueban que fueron constituyendo nuevas tribus, con la
mstica original de la primera; las ltimas investigaciones prefieren otra explicacin: comenzaron a
desaparecer los atrevidos que se animaban a desnudar los problemas y la interpretar los signos,
luego desaparecieron los lderes que convencan a la poblacin y convocaban a la purificacin y
finalmente desaparecieron los jefes que deban conducir el ritual. Se mantuvieron las ceremonias,
pero desapareci su contenido... y cuando la tribu convirti su historia en una cclica repeticin de s
misma, desapareci.
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TRANSFORMACION EN LAS PROFUNDIDADESPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
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En el fondo del ro, alejados del ruido del torrente impetuoso que recorra la superficie, sin prestarle
atencin a las crecidas o a las bajantes viva una COLONIA DE PECES. Era una vida apacible, una
comunidad organizada, una sociedad respetada por las otras colonias que habitaban diversos
sectores del caudaloso ro.
Alguien -- en un pasado remoto -- haba elegido ese lugar, alejndose de los ruidos de la superficie,restndole valor al entretenimiento de los grandes barcos de ultramar o de las lanchas de los finesde semana. Saban que para muchos esa colonia estaba demasiado en el fondo del ro, que no
llegaba a ser suficientemente conocida o que por momentos pareca despreciar el contacto con las
restantes asociaciones de peces. Les pareca, sin embargo, que algn precio haba que pagar al
decidirse por una estructura social medianamente organizada, una corresponsable distribucin de las
tareas y cierto inters en hacer las cosas serenamente bien, sin esquivar los conflictos, aunque sin
alimentarse con ellos.
Una vez alguien del COMANDO REGIONAL DE PECES DE LA ZONA LITORAL (C.R.P.Z.L.) convoc a una
reunin a todos los Coordinadores de Colonias para discutir y bajar una serie de Directivas. Como la
reunin se realiz en una zona tambin profunda, realmente las directivas bajaron a lasprofundidades para que los Lderes dispusieran de la informacin necesaria.A todos los sorprendi que el VOCERO del CRPZL les entregara una serie de Borradores de Trabajo y
Documentos -- obviamente los peces disponan de un cdigo de registro de las informaciones -- que
decidan una serie de reestructuraciones a partir del ao siguiente. Les llamaba la atencin que esas
disposiciones fueran obligatorias y que tuvieran el mismo valor para todos. Haba sucedido en
tiempos pretritos cuando el otros tipos de peces (gordos y autoritarios) los que manejaban el
Comando. Cada uno de los representantes de las colonias fueron recibiendo el material, lo leyeron.,
escucharon comentarios y agregaron otros, discutieron lo que pudieron y luego regresaron a sus
acuticas geografas.
Con la misma sensacin de sorpresa, primero, y de desconfianza, despus, el Coordinador reuni a
los peces de la Colonia de la profundidad para brindarles informacin. Es cierto que algunos peces --
imitando a los seres humanos -- lograban informaciones anticipadas y trascendidos... pero a todos les
pareci necesario escuchar la versin original.
Discutieron, opinaron, dieron a conocer sus puntos de vistas, pidieron mas precisiones, algunos
pensaron en organizarse y conectarse con otros peces de diversas latitudes y profundidades... pero
en suma cada uno regres a sus sector de agua (la sociedad tena una curiosa manera de manejar la
propiedad privada) y dej literalmente que las aguas corrieran con la secreta esperanza de que se
llevara consigo la informacin, los borradores de trabajo, los escritos, las decisiones, la
transformacin. De alguna manera -- lo prometa con mucha seguridad el Coordinador -- cada uno
se salvara hacindose cargo de tareas alternativas.
El tiempo, insaciable, se fue llevando los das... y cuando regresaron para una nueva convocatoria, el
CRPZL ya haba dispuesto como se deba funcionar de all en ms... La mayora mantuvo su funcin
especfica que consista en purificar y preparar el agua para la comunidad de peces, pero otros
tuvieron que disponer de su tiempo para clasificar diversos sectores del territorio (tarea que alguna
vez haban realizado) y otros deba estudiar las profundidades y la composicin qumica del agua
(tarea que nunca haban abordado y para la que se debieron preparar apresuradamente). Algunos le
discutieron al Coordinador la habilidad acutica para armar los argumentos y convencerlos... pero
entendieron que todos deban subordinarse al COMANDO REGIONAL.
Cuando ya se haban acostumbrado a las diversas tareas, las aguas bajaron turbias, se produjeron
diversas contaminaciones y desajustes en los niveles del ro y de manera sorpresiva cambiaron
nuevamente las reglas de juego de la pacfica Colonia. Nuevamente bajaron directivas y cada uno
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deba reubicarse en la nica tarea que tradicionalmente haba caracterizado a la Colonia. No haba
lugares ni funciones para todos. Como algunos tenan ms derechos, ttulos, honores, antecedentes,
antigedad que otros pudieron elegir lugares y puestos de trabajo. Los que fueron quedando
debieron adaptarse a las posibilidades que les ofrecan los ayudantes del Coordinador (que
consultaban de manera obsesiva los documentos y los nuevos borradores de trabajo).
Sorpresivamente dejaron de tener inters los estudios y las funciones que por un tiempo habanconcentrado la atencin y el esfuerzo de muchos miembros de la comunidad. Algunos (los ms
informados) decan que se podan producir cambios en el cpula del Comando Regional.
A muchos les llam la atencin una serie de cosas que los peces nunca haban padecido : ningn
miembro del mentado COMANDO acostumbraba a bajar a las profundidades para dar explicaciones
y justificar los ajustes; al Coordinador, el paso del tiempo o el cambio en las aguas le haban quitado
las ganas de justificar las nuevas determinaciones; los peces de la Colonia comenzaron a sufrir una
curiosa enfermedad hasta ese momento desconocida (aunque detectada en otras comunidades) :
enfrentamientos, discusiones, luchas y estrategias para esgrimir derechos.
Lo curioso lleg al final. Cuando la situacin se hizo insoportable los peces hicieron reaparecer unaconducta ancestral que culturalmente haban logrado eliminar. Los peces no utilizaron los salvajes
recursos de los humanos para enfrentar situaciones de conflicto, prefirieron emplear su propio
mtodo: eliminarse mutuamente, comindose los unos a los otros.
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AUTORIDAD: ELECCION O C ONSTRUCCIONPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO
Aquel pueblo, en una remota geografa y en un tiempo inmemorial, pretenda tener al frente de su
comunidad a personas con verdadera autoridad, pero no siempre lograban acordar lo que esperaban
de cada una de ellas. Como haban decidido que los gobernantes estuvieran un tiempo pre-
determinado (sin poder prolongar su gobierno o regresar a l) tenan la posibilidad de juzgar diversas
prcticas y criterios para poder vivir mejor. Eran muchos, por ejemplo, los que ponderaban la
gestin del CARPINTERO porque se mostraba duro e intransigente y haba logrado disciplinar a la
comunidad, principalmente logrando un clima de equidad y justicia. No era una figura simptica pero
impona respeto a todos y nadie poda discutir que lo que decida beneficiaba no slo a la
comunidad, sino a cada uno de sus miembros. Para otros haba sido fundamental el mandato del
joven HERRERO porque tena la rara habilidad de no hacerse notar y de sembrar en cada lugar y en
cada persona las convicciones para obrar de manera correcta. Estaba siempre y haca lo necesario y
oportuno, pasando generalmente desapercibido. Finalmente, no faltaban los que apreciaban
principalmente la labor del anciano AGRICULTOR porque haba
logrado unir a su experiencia y a su sabidura la capacidad de
relacionarse con todos y con cada uno para despertar en ellos la
responsabilidad y el sentido de pertenencia la comunidad; prefera
gobernar en contacto directo con la gente, escuchando,
respondiendo y dando todas las explicaciones, pero sobre todo
estableciendo contactos cargados de afecto y de respeto por cada
uno.
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Prximos a la designacin del nuevo gobernante, cada uno de los miembros de la sociedad soaba
con alguien que reprodujera las virtudes del modelo de autoridad preferido. A pesar de la armona
que reinaba, la comunidad entraba en ebullicin cuando todos los habitantes deban elegir al
responsable de la sociedad, coordinados por los antiguos gobernantes que ordenaban los
mecanismos de eleccin. En aquella oportunidad las dificultades parecan ser mayores porque
observando el desempeo y las virtudes de los antecesores costaba imaginar y decidir quin podaser el sucesor.
Fue all cuando un hombre sabio y prudente hizo or sus palabras: No debemos buscar alguien que
reproduzca la figura de aquellos que ya han gobernando en nuestra comunidad porque todos nos
parecern indignos o imperfectos. El elegido ha de ser alguien que deber crecer con nuestra
determinacin y nuestra eleccin, somos nosotros los que le otorgaremos el lugar y l deber
construir su autoridad. As ha sucedido siempre, porque en la medida en que nos construimos
mutuamente, nos fortalecemos de manera recproca. A ninguno le extra, entonces, que el pueblo
reunido designara al MAESTRO de la comunidad - alguien a quienes todos conocan en una tarea
importante pero menor - porque entendieron que nadie naca con las condiciones para mandar,
sino con la vocacin y la posibilidad de aprender de los dems y con el odo atento a las demandas decada uno de los miembros de la comunidad y del bien de todos.
7INVITADO O INTRUSO
PROF.DR. JORGE EDUARDO NORO
Supo, apenas lleg y salud a todos, que lo consideraban un intruso. No se sorprendi porque todos
en algunas circunstancias nos convertimos en intrusos: en una fiesta, en un lugar que no nos
pertenece, en los trabajos, en la vida de las personas. Hasta la presencia de los educadores en la vida
de sus alumnos es en cierto modo la presencia de un intruso. Pero l no haba sido quien haba
decidido esta presencia: lo haban convocado y requirieron sus servicios.
Pens en otras circunstancias en las que hasta haba escuchado esa palabra que por un momento loparalizaba. Intruso, es decir, que se ha metido sin permiso, que frecuenta un ambiente que no le
es propio, que ocupa sin derechos - un puesto que no le pertenece. No dej de sonrer en su
interior porque siempre las historias haban terminado bien, pero a pesar de su seguridad no eludi
el temor que le provocaban esos primeros minutos de encuentro. Pens por un momento en una
pelcula que lo haba golpeado mucho, DOGVILLE y en los padecimientos de la protagonista, una
intrusa. Recordaba tambin los detalles de la venganza final. Y pens en los mapas y en los
territorios: un intruso es quien merodea un territorio que no le pertenece.
Lo mejor era ponerse a trabajar para que la extraa sensacin que les provocaba se diluyera. Y as lo
hizo: era una frmula que siempre funcionaba. Palabras, indicaciones, trabajos fueron creando un
clima paulatinamente favorable. Al terminar la primera jornada logr que lo despidieran
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amablemente y no le llam la atencin al regresar a la maana siguiente que ya lo llamaran por
su nombre.
Los intrusos nunca dejan de serlo, no baj la guardia, pero supo que ya estaba entre ellos, que poda
confiar y ellos confiaran. El esfuerzo por no defraudarlos era una determinacin esencial. Por eso
hizo ms esfuerzo que el acostumbrado y trabaj para hacerse uno ms de ellos en el limitadotiempo que haban programado.
El intruso se convirti en un compaero ms: lo trataban con absoluta confianza y lo hacan partcipe
de todas las actividades. A pesar del poco tiempo transcurrido ya nadie se acordaba de su condicin
anterior. Slo algunos risueos comentarios daban cuenta de las impresiones iniciales.
Tal vez por eso le cost tanto partir. Prefiri no anunciarlo con anticipacin. Simplemente se los
comunic la ltima vez que cenaron juntos, celebrando la conclusin de una de las etapas del
trabajo. Se quedaron un rato en silencio pero luego reaccionaron lamentando su alejamiento.
Algunos le pidieron que se quedara un tiempo ms, que lo necesitaban, que era una pena perderlo.
Otros programaron algunos reencuentros futuros. Muchos permanecieron en silencio. El aprovechese momento para decirles todo lo que senta. Era verdad que estaba cmodo entre ellos, pero haba
ido descubriendo todas las riquezas que haba en cada uno. Precisamente entendi que deba partir,
porque su presencia ocasional y provisoria era slo una excusa para producir el cambio, para renovar
el entusiasmo, para lograr cosas nuevas. El era habitante de otro territorio y, aunque en algn
momento pudo compartir con ellos la confeccin de algunos mapas, era consciente de que cada uno
es el nico rey habilitado de su propia geografa.
El ritual de los saludos y de las despedidas lo deposit en la terminal de mnibus y subi al micro que
lo llevara de regreso a su lugar. Y mientras viajaba entre-dormido, con un libro en la mano y
muchas imgenes en su memoria meditaba qu era mejor: si seguir siendo un intruso del que
todos desconfiaban o ese ritual repetido que lo obligaba a circular de lugar en lugar perdiendo a los
amigos ganados con cada encuentro. Cerr definitivamente el libro: era preferible no pensar.
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LOS SUEOS DE LA ESCUELAPROF. DR. NORO JORGE EDUARDO NORO
"Es tarde. Ya se han ido todos y he quedado sola. Me espera un largo fin de semana. Hace fro, llueve
y es posible que me ponga melanclica. Pero esta noche, cuando las sombras han invadido cada
sector de mi estructura, cuando ha quedado flotando en el aire el eco de las conversaciones y los
gritos de una semana intensa... quiero bajar al corazn de mi misma para recorrerme y revisar mi
pasado y mi presente.
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Pienso en mis orgenes, en la construccin que me permiti convertirme en una entidad real, en una
presencia familiar en la comunidad. No voy a entrar en los detalles de los planos, los movimientos de
tierra, la acumulacin de materiales, el laborioso trabajo de los constructores y los obreros. Fue un
estreno glorioso encontrarme con las paredes nuevas, los pisos brillosos, los techos seguros, los
fundamentos slidos, las aberturas aceitadas, el mobiliario reluciente...
Me resulta difcil ver en las paredes de hoy los muros de entonces: estas paredes - descascaradas,
manchadas, escritas, mil veces pintadas son todava slidas pero necesitan cada vez ms de
cimientos confiables. Es cierto que en algunos sectores comprobados ciertos riesgos -- hubo que
rellenar grietas, agregar columnas, construir encadenados... pero en el corazn de la tierra, en un
fondo oscuro y hmedo, resiste el corazn del hierro y el cemento. Las paredes protectoras no
pueden arreglarse por s mismas; no lo pudieron nunca... y menos en estos tiempos de movimientos
frecuentes.
Levanto la vista. All est techo: nadie discute su necesidad, porque es realmente lo que protege y
cubre... Pero nada es para siempre... y es el que ms ha sufrido cambios y transformaciones: no pudo
aguantar tantas modificaciones producidas. A cuntos especialistas tuvieron que llamar a lo largo detodos estos aos para resolver su estado crtico?
Cuando aparec en el horizonte de la ciudad era una de las construcciones ms slidas y mi fortaleza
se impona en un paisaje de casas bajas y de construcciones sencillas. A mi alrededor el escenario fue
cambiando y las casitas de entonces se transformaron en las suntuosas casas de hoy, los terrenos
baldos se convirtieron en imponentes edificios de departamentos y la tranquilidad de las calles, en el
infierno de la gran ciudad.
Ustedes pensarn que estoy hablando de las cosas materiales. En parte s, en parte no. Una escuela
es mucho ms que una construccin. Es una de esos significantes que remiten a un significado
material y a otra cosa... La casa es la casa, el estadio es el estadio, el banco es el banco, la crcel es
la crcel, pero la Escuela3 es algo ms: la escuela festeja aos, la escuela est en crisis, la
escuela se est renovando... todas estas frases reflejan mucho ms que lo material. Cuando me
observo a mi misma y miro los pisos, los cimientos, las paredes y los techos... estoy pensando
adems en otras cosas; en quienes diariamente me habitan , en los que comprometen por aos su
existencia y su labor profesional, en los educandos a quienes acompao en sus crecimientos. Y
pienso tambin en los quehaceres, que imaginariamente ubico en mi estructura: all en el techo, losconocimientos
4; aqu, en mis paredes, los contenidos procedimentales5; y abajo, en los cimientos,
las actitudes y los valores6
3Sucede lo mismo con las Iglesias, los Tribunales, las Empresas? Los lugares remiten a realidades que los
contienen y los desbordan? Sus usuarios utilizan la denominacin para designar de manera indistinta a lomaterial y a lo institucional?4Los conocimientos(como el techo) son el paraguas protector y la razn de ser de la escuela... pero tienen una
difcil tarea: proteger (hacia abajo) y afrontar (hacia arriba) todas las inclemencias del tiempo; no le podemos
pedir una fortaleza y una eternidad para la que no fueron preparados;5
Los contenidos procedimentales exhiben una consistencia que se afianza con los aos y sobre su estructura
slida o endeble descansa el techo. A veces se desdibujan y parecen ocultarse, como si no existieran... pero
las paredes que cumplen la funcin de delimitar y contener, tambin deben brindar proteccin, sino, qu sera
de la escuela?6
En los cimientos moran los contenidos actitudinales: es lo que originalmente me dio origen y deberan seguir
all en la oscuridad y el silencio -- dando consistencia al resto. Cmo comprobarlo en el fragor de la lucha
diaria y del bombardeo de problemas? Sin su acerada presencia es fcil que la pared se agriete y que los
techos se desplomen. Sobran experiencias al respecto. Los hbitos y las actitudes estn all abriendo laspuertas, marcando el camino, tramando las condiciones de posibilidad de todo... porque sin ellas no hay forma
de construir. Esa ha sido la razn de ser de mi histrica presencia. Los hierros firmes y eternos que encadenan
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Soy la escuela. La escuela de hoy y de siempre. La escuela material que refleja la otra escuela. Una
estructura exterior que permite reconocer los secretos de mi cara oculta. La noche se ha tornado
ms fra. Tengo ganas de volver al interior de m misma. Recorro los rincones de este cuerpo... y veo
en las aulas, en los patios, en las amplias galeras, en los huecos de las ventanas, las historias ms
dispares. Las de ayer, las de hoy, las de siempre... Cuntos esfuerzos para llevar adelante loimposible! Qu mezquinas y lejanas las recompensas!
Casi no duermo, pero ciertas noches me sobresaltan algunos sueos. Hoy es una de esas noches. Mis
pesadillas son terribles y curiosas. Me veo a mi misma como una construccin y tengo miedo de
proyectar all lo que me sucede como institucin de la sociedad. Contemplo una pelcula de escenas
fugaces y sucesivas, con implacables saltos en el tiempo7... y observo un proceso paulatino y
devastador sobre la escuela: un deterioro progresivo, implacable, inhumano. De pronto veo que se
caen los techos a pedazos, un viento huracanado arrebata las chapas, se agrietan las lozas, una lluvia
intensa perfora los cielorrasos. En medio del sueo, levanto mi mirada temerosa y veo un cielo
impecable, lejano, perfecto y una escuela totalmente desprotegida. El sueo va y viene: primero
aparecen, silenciosas, algunas grietas, pequeas fisuras... y luego van cayendo los histricos ladrillosen un caos destructivo...Sobreviene una furiosa implosin o el juego de topadoras alocadas
destruyendo todos los muros... Al final algo terremoto seguramente remueve, con sonido de
pelcula, los cimientos y dejan al desnudo los grandes abismos...
Parece curioso, pero nada hace prever el desenlace: los controles en orden, las planillas correctas,
los registros perfectos... y hasta las previsiones de los constructores que en sus diseos me haban
imaginado para siempre. Corro de la realidad a los papeles, y de las certificaciones al desastre y no
puedo reaccionar.
Entonces, despierto enloquecida, me levanto de mi letargo y voy apresurada a mirarme: toco las
paredes, observo la quietud y la firmeza del piso, la aparente seguridad del techo... y respiro
tranquila. Todo ha sido un sueo.
Pero el sobresalto llega siempre a la maana siguiente. Recorro la estructura material, acerco mis
odos al imperceptible murmullo de los rincones, y observo que hay otra escuela, un espejo en el que
necesariamente me reflejo, otra realidad en la que yo misma estoy padeciendo mi demolicin.
mi estructura en las bases, se proyectan en forma de columnas en las paredes y terminan en las vigas del
techo. Hay una red (oculta) que me recorre y enlaza todo... pero yo no podra sostenerme sin los cimientos. Las
actitudes claramentedefinidas y consolidadas se proyectan en contenidos procedimentales y se cierran en la
apertura hacia los siempre dinmicos contenidos conceptuales. El universo de los valores recorre y sostiene
desde la base; los muros del saber hacer (y transferir) otorgan las estructuras, y la vastedad del conocimiento(cambiante pero sistemtico, variado pero organizado, expansivo pero nucleado en torno a grandes ejes,
alternante pero capaz de soportar cualquier crtica) permite constituirme definitivamente en escuela.7
La idea de este paso del tiempo reflejado en las cosas cotidianas ha sido magistral y obsesivamente
presentado por el Director britnico Peter Greenaway en varias de sus pelculas (El cocinero, el ladrn, sumujer y su amante, Zoo, El Vientre del Arquitecto y otras) : el deterioro de las frutas y los vegetales, los
cambios en los alimentos y las inevitables transformaciones en los cuerpos, principalmente en los cuerpos
humanos. Su imaginacin se aprecia en la meticulosa puesta en escena y en la coreografa, las tomas largas y a
veces en las imgenes impenetrables. Los juegos matemticos y las alusiones metafricas que abundan en sus
pelculas tienen un atractivo especial para el pblico de arte y ensayo. Una sucesin de fotos o filmaciones
sucesivas podra reflejar estas mismas situaciones en los edificios, en las construcciones, en las personas y en
las instituciones (principalmente las educativas). Esa misma idea del paso generacional del tiempo puede
observarse en una memorable escena de la pelcula La sociedad de los Poetas muertos acompaada de lafrase Carpe diem!
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El proceso destructivo sigue los mismos pasos: primero me roban los conocimientos: los cambios
tormentosos van desnaturalizando su presencia y terminan por hacerlos volar; las sustituciones son
pasajeras e inservibles: un techo lejano e infinito se alza sobre la escuela, definitivamente
desprotegida. Luego van perdiendo valor los contenidos procedimentales, los van carcomiendo la
repeticin y el aburrimiento y los desploman la inutilidad y la falta de imaginacin. Finalmente seproduce el perjuicio mayor: se deshacen las actitudes y los valores. Un estadillo y miles de acciones
me van quitando lo poco que me queda, la nica, definitiva posibilidad de reiniciar el proceso de re-
construccin... Y como escuela, siento que quedo vaca.
Y una escuela vaca, hueca, vieja, fra no tiene ningn atractivo. A menos que me vuelvan obligatoria,
me disfracen de superficiales intereses o me sostengan con otras intenciones, manifiestas u ocultas.
Tal vez solamente se trate de un sueo, de una pesadilla de fin de semana o de noche de lluvia.
Aydenme a despertar por favor, aydenme a conocer la realidad o reglenme otro sueo: la
posibilidad de llegar a ser la que era... y para siempre!.
9PRESENTE Y PASADO DE LA ESCUELA
PROF. NORO JORGE EDUARDO
No me pidan que les cuente la historia completa de mi existencia. Soy demasiado vieja y estimo que
los pormenores de mi origen y de mis primeros pasos no pueden despertar demasiado inters para
ustedes. Son datos conocidos y el consabido juegos de etimologas y de palabras que no creo que
representen un atractivo para esta declaracin.
Quisiera iniciar este relato en el justo momento en que la sociedad y el estado (o los poderes
vigentes, si ustedes prefieren hablar as...)me descubren y se apropian de mis funciones. Es verdadque yo haba recorrido con ms pena que gloria las variadas etapas de la historia misma de la
humanidad occidental y que en manos de algunas instituciones haba podido brindar un real servicio
primero a lo sectores privilegiados(que son siempre los pudientes) y, luego, a los necesitados de las
diversas clases sociales... pero hubo un momento en que repararon en mi presencia y comenzaron a
tramar la manera de apropiarse de m, de mis actividades y de los individuos que con diversas
funciones me frecuentaban...
A m me llam poderosamente la atencin que despus de un prolongado tiempo en que viva en los
suburbios de la sociedad y que solamente era objeto de reflexin por parte de algunos autores
(criticaban mis prcticas y me imaginaban distinta, pero difcilmente se ensuciaban sus manos entre
mis muros) y satricamente representada por algunos pintores, la historia me trasladara
paulatinamente al centro de la escena.
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Tard en entender las razones de tanto inters. Primero me ilusion pensando que la humanidad
entera haba reparado en mi valor y en mi importancia; despus me alegr pensando en quienes me
habitaban y pens que se trataba de un reconocimiento a su sacrificado trabajo y a su vocacional
entrega... pero finalmente la verdadera razn apareci cuando descubr que el inters no estaba
especficamente en m, sino en la instrumentalizacin que de m pudieran hacer.
Yo no desconoca que desde diversas confesiones religiosas haban asociado mi presencia y las
actividades con estrategias de evangelizacin, pero realmente la promocin realizada entre las clases
sociales ms desposedas haba sido un logro civilizatorio indiscutible. El estado, los gobernantes, los
procesos revolucionarios, el juego de los poderes que lentamente se haban hecho cargo de diversas
instituciones hermanas me descubrieron e imaginaron la manera de ponerme a su servicio. Por ms
de un siglo multiplicaron sus discusiones para redactar las leyes, poblaron de escritos los medios
intelectuales, entablaron diversas polmicas para definir mi estructura, mis prcticas, los agentes
responsables, los usuarios... y finalmente de la mano de un siglo que brillaba por sus luces, confiabaen el omnipotente poder de la razn, imaginaba un progreso social y econmico indefinido,
ensayaba numerosas obras de ingeniera social...se traz el perfil de lo que representara para lamodernidad.
Desde aquel momento aparec asociada a las prcticas sociales ms respetadas y form parte de los
discursos principistas ms encendidos. Desde aquel momento, los astutos e ilustrados reyes de un
absolutismo en decadencia, los revolucionarios desesperados por darle profundidad y trascendencia
al movimiento social innovador y las nacientes democracias del siglo XIX fueron proclamando mi
presencia, el valor de mis actividades, la preparacin vocacional de mis responsables, la creciente
universalidad de mis usuarios.
No es extrao que a partir de all las leyes fueran sumando caracteres que se volvieron connatural a
mi presencia: gratuidad, universalidad, obligatoriedad. Me diseminaron en cada sector del territorio,
me hicieron avanzada de civilizacin y progreso en cada rincn, me hicieron objeto de disputas
ideolgicas y religiosas, me convirtieron en una institucin irremplazable, reiteradamente invocada y
nombrada (aunque no siempre debidamente atendida) y me convert en un smbolo y una garanta
del progreso, la moralizacin y la lucha contra la barbarie.
Con mi presencia, el estado pudo reafirmar sus estrategias de poder y ejercer un real control a partir
de una inteligente organizacin de las estructuras sociales y de las ideas. Yo fui indirectamente la
creadora de la identidad de las naciones, la que amalgam las diversidades tnicas o que contribuy
a incorporar las oleadas inmigratorias, la que en los diversos rincones ayud a crear a las
comunidades moralmente esclarecidas, abiertas a las demandas del progreso y dispuestas a
convertirse en mano de obra en la construccin del mundo presente y futuro.
Es cierto que en manos de los gobiernos y de sus funcionarios (principalmente de stos, que
muchas veces pretenden convertirse en voceros de la historia)-- fui quien plasm las prcticas
participativas de las democracias, quien divulg los principios de las revoluciones y, (me avergenza
reconocerlo) quien sostuvo y legitim gobiernos totalitarios e ilegtimos, contagiando a los
ciudadanos de imaginarias virtudes sociales que posteriormente todos criticaron y lamentaron...
Yo me senta una reina y ejerca mi reinado... porque no se imaginaba una actividad transformadora
del individuo y de los grupos sociales que no pasara por m.
Es verdad que a veces esos mismos gobiernos y los burcratas, caracterizados por la contingencia de
los cargos pblicos y de las palabras huecas, me utilizaban sin darme la debida atencin
presupuestaria o que con una prctica demasiado difundida, construan con palabras lo que no
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sostenan con recursos... pero quienes me habitaban y yo misma sobrevivamos con una carga
inmensurable de vocacin y fuego interior...
No faltaron ideas y autores que denunciando el uso sutil o descaradamente ideolgico que de mi
actividad hacan los poderes vigentes proponan mi absoluta eliminacin con el nimo de generar
diversas estrategias de concientizacin de la poblacin. Los ataques renovaron mi fortaleza... aunqueen el fondo anticipaban un futuro que yo no me atrev a vislumbrar.
Nada es para siempre. Aunque la historia me haba concedido el honor de expresar cabalmente a la
educacin, el tiempo fue horadando mis cimientos. Yo comenc a ver signos imperceptibles en
algunas manifestaciones, pero confieso que no les asign valor. Lentamente la escena que yo
ocupaba era invadida por otros y mi reinado se iba eclipsando. Nadie lo discuta, pero mi poder era
cada vez ms formal que real. Los mismos que durante dos siglos haban ido entregndose la posta
para utilizarme fueron prescindiendo de mis servicios. Nunca me echaron, nunca me ofrecieron un
retiro voluntario o me obligaron a una jubilacin anticipada... pero lentamente me fueron
silenciando, quitando de la pantalla, desplazando inters e inversiones, sealando mis errores y mis
fracasos, discutiendo los alcances de mis esfuerzos, sobrevalorando otros medios.
Fue all cuando comprend que poda temer por mi supervivencia; principalmente cuando me fui
convirtiendo en un dique de la sociedad al que iban a parar las aguas de todos los conflictos para que
mgicamente los transformara en soluciones personales y sociales.
Cargada de historia, orgullosa de mis glorias antiguas, dudando de mi presente, desorientada ante
tantos discursos que me cruzan, me atacan y me pretende refundar... quiero imaginar un futurodistinto.
Precisamente en el momento en que el poder puede desprotegerme (libre, al fin!) yo quisiera
encontrar refugio entre quienes realmente me han sido fieles desde siempre: los que creen en la
educacin, los que necesitan de ella, los que la llevan adelante con el esfuerzo de directivos y
docente en el esfuerzo de todos los das...
Aunque a esta altura de este monlogo parezca obvio, djenme que me presente: Soy la Escuela.Quiero proponerles algunas pistas que puedan ayudar a convertirme realmente en una ESCUELANUEVA, en la ESCUELA DE SIEMPRE, o simplemente en la ESCUELA... Si no recurro a Ustedes, aquin voy a recurrir? Acaso ustedes no estn aqu precisamente porque creen en m y quieren
contribuir a re-crearme?
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