LIBROS Y NOMBRES
DE CASTILLA-LA MANCHA
SEXAGÉSIMOTERCERA ENTREGA
63. Año III/ 12 de abril de 2012
DÍAZ RUIZ, Susana B., La identidad
urbana de Guadalajara: Historia local
de una ciudad en clave de memoria
colectiva, Centros de Estudios de
Castilla-La Mancha-UCLM (colección
Almud, n.º 11), 2011, 322 pags.
Son pocos los libros que se escriben sobre
Guadalajara cuyo recurso de investigación
sean las fuentes orales; este que ahora
comentamos es uno de ellos y, al tiempo, ha
servido a su autora como tesis de doctorado
sobre Sociología Urbana.
Lo que, quizás, pueda llamar la atención al
lector sea eso de “la memoria colectiva”,
Para clarificar conceptos diremos que “es
un grupo visto desde dentro”, es decir, lo
que los miembros que lo constituyen ven de
sí mismos y de los demás miembros y que,
por lo tanto, se contrapone al concepto de
“memoria histórica”, que sería la visión que
tendría un observador externo al grupo.
Por eso es interesante constatar lo que
alguien perteneciente a ese grupo o
incardinado en él, piensa y dice, siempre -
evidentemente- desde un punto de vista
subjetivo, en primera persona, de los demás
componentes del grupo o del grupo en su
totalidad, de manera que el estudio de esa
memoria colectiva gira en torno a su
carácter patrimonial y a su conformación
social, producto de la convivencia
cotidiana. Es decir a todo eso que
constituye lo que podríamos denominar
como la mini-cosmovisión que el grupo ha
de desarrollar a través de sus significados y
valores, normas y costumbres, en los que
también existen gradaciones y marcos
distintos como pueden ser la familia, la
religión o la clase social.
Además, junto a esta memoria colectiva es
necesario utilizar otras herramientas que
permitan seguir el recorrido histórico de la
ciudad, es decir, los sucesivos cambios que
ésta ha ido sufriendo con el paso del tiempo
y, también, los cambios de sus habitantes.
Este libro, pues, trata de aclararnos esos
cambios sufridos en los modos de vida, en
el significado de los espacios urbanos y en
los hechos propios de cada contexto:
fiestas, costumbres, lugares emblemáticos y
usos sociales.
Para llevar a cabo este estudio en el tiempo,
Susana B. Díaz analiza tres momentos
seguidos, suficientemente amplios en la
vida generacional: la Guadalajara de los
años cincuenta: “una ciudad subequipada en
industria, especializada en construcción y
servicios y equilibrada en electricidad, gas
y agua, comercio y transportes”, una ciudad
de interior que va sobreviviendo sin
cambios notables, a casi cincuenta
kilómetros de Madrid y con una población
estancada, lo que entonces, exteriormente,
se conocía como una “agrociudad”, es
decir, aquella ciudad cuyo carácter urbano
se veía difuminado por la presencia de
elementos propios del campo: tierras de
labor, huertas, vaquerías, animales o carros
tirados por mulas, que podían verse a diario
en sus calles; elementos éstos a los que
había que añadir otros propios de su
capitalidad de provincia: edificios públicos
y organismos oficiales.
Pues bien, este periodo lo analiza a través
de la morfología simbólica del espacio
urbano, especialmente del centro (la calle
Mayor) y de los barrios (San Roque, el
Alamín, Budierca, la agrupación de casas
de Manolito Taberné, Cacharrerías -Parque
Móvil-, Cerro del Pimiento y la Estación,
principalmente), de lo que entonces era
considerado como “lo tradicional” y “lo
moderno”, además de los recuerdos y
vivencias de la “juventud de los mayores”.
No hay que olvidar que Guadalajara había
salido de una guerra que se dejó notar con
mayor profundidad que en otras provincias.
Resultado de ello era una Guadalajara en la
que la vida era dura y todos se conocían y
cuya diversión principal consistía en el
paseo (“calle Mayor arriba, calle Mayor
abajo”) y el alterne, puesto que la “vida
social” se limitaba a unas cuantas familias
acomodadas. Vida social que queda
también a la vista a través del comercio, el
cine y el teatro y en la que no había más
remedio que cumplir unas normas sociales
que contribuyesen a lograr y mantener una
buena reputación, cosa fundamental a la
hora del noviazgo.
Una Guadalajara donde las clases sociales
estaban perfectamente definidas y “los ricos
eran ricos y los pobres eran pobres”.
El estudio se amplía a los años sesenta y
setenta, cuando empiezan a notarse los
primeros cambios con la llegada de la
industria como resultado del
reconocimiento de Guadalajara como
polígono de descongestión de Madrid. Aquí
se dan tres puntos de vista distintos: la
ciudad vista desde el campo (testimonios de
inmigrantes), la ciudad evocada (el
recuerdo de la infancia y adolescencia de
los entonces adultos) y la ciudad vista por
sus habitantes, además de tenerse en cuenta
otros aspectos como las nuevas condiciones
de vida, las salidas al centro (desde el
barrio), las estrategias de búsqueda de
privacidad (guateques y buhardillas),
además de nuevos locales de alterne como
pubes y discotecas y, algo muy interesante,
las diferencias de clase, generalmente
heredadas y que pueden resumirse en
aquello de “De Guadalajara de toda la
vida”.
Datos que se amplían más aún con otros
acerca de la Guadalajara de los ochenta:
con el nacimiento de un nuevo contexto de
ciudad, con cómo veían los jóvenes la
ciudad en su infancia a través de sus propias
vivencias, la percepción de las diferencias
sociales y sus etapas vitales, que terminan
en la actualidad y con datos de la valoración
estadística de los cambios que introdujo la
industrialización, las críticas (entre ellas la
más extendida de la “tradicional”
dependencia de Madrid)... el
desplazamiento del centro urbano, el
crecimiento demográfico, los cambios
convivenciales y las diferencias sociales
(“ahora todo se ha igualado mas”).
Pero frente a todo lo anterior ha surgido una
problemática urbana, que según sus
habitantes, tiene dos aspectos
contrapuestos: uno positivo, consistente en
la tranquilidad y la calidad de vida, en que
la ciudad constituye un mundo propio y en
la cercanía a Madrid, y otro negativo, que
es aquello que se perdió frente a lo que
permanece, la gente que se conocía, el
urbanismo, la pérdida de la identidad
colectiva, y también lo que significa la
existencia de la Casa de Guadalajara en
Madrid (“Guadalajara, puerta de Madrid”) y
lo que Guadalajara representa en el
contexto castellano-manchego. Finaliza el
libro con una serie de conclusiones que
podríamos resumir en el siguiente párrafo:
“En el caso de los habitantes de
Guadalajara, la significación particular
que adquiere ésta como ciudad en la que se
vive, se concreta a partir de las vivencias
que en ella han tenido lugar. En este
sentido, para todas las generaciones
Guadalajara es la ciudad en la que se
arraigan sus lazos y relaciones, su familia y
amigos, sus buenos y malos recuerdos y el
escenario, físico y humano, en el que ha
transcurrido la vida. Los siguientes
testimonios de cada una de las
generaciones diferenciadas en esta
investigación permiten ver el significado
que adquiere para ellos la ciudad como
mundo propio”.
Un capítulo final se dedica a Guadalajara
entre la planificación y la realidad, en el
que se recogen algunas muestras del
pensamiento de los políticos y de los
periodistas, que junto a sus habitantes
“obvian la Guadalajara real y concreta en la
que viven y han vivido y en la que residen
los sentimientos de arraigo e identidad que
tienen respecto a ella. En cambio en sus
discursos, alimentan la visión de una ciudad
en la que nunca pasa nada y no hay mucho
que ver. Por eso la solución de los
problemas identitarios de la ciudad compete
a todos los actores que viven en ella aunque
sus implicaciones y responsabilidades sean
distintas”.
Una amplia bibliografía, con buena
representación de la prensa local, cierra el
libro. En fin, una buena aportación al
conocimiento de la historia local de la
Guadalajara más reciente, recogida
directamente de las tres generaciones que
hoy conviven, a través de sus recuerdos y
vivencias, sobre su pasado y su presente y
que de este modo pasan a constituirse en
“memoria colectiva” que compartir -unos
como antepasados y otros como herederos-
y en la que la ciudad se ha convertido ya en
patrimonio y seña de identidad de sus
propios habitantes, tanto para lo bueno
como para lo malo (querencias y críticas),
como mundo propio que es
José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS
Museo del Prado: Tiempo,
Arquitectura y ciudad
Diego Peris Sánchez y Rafael
Elvira Gutiérrez
Bubok; edición electrónica
El Museo del Prado nace como proyecto
ilustrado vinculado al desarrollo de la
ciencia en ese momento. Un proyecto para
el que Villanueva plantea una invención que
sea singular. El proyecto para Gabinete de
Historia Natural, Escuela de Botánica y
Química debe acoger los avances
científicos del momento. La estrategia
proyectual trata de responder a la escena
urbana configurando el Paseo del Prado,
gran apuesta de los Borbones para Madrid,
y respondiendo a una topografía singular
que define un doble nivel para la gran pieza
longitudinal que diseña Villanueva. Un
edificio complejo con una gran fachada al
Paseo del Prado y dos grandes frentes en
sus fachadas Norte y Sur que organizan una
estructura de funcionamiento doble del
edificio. Un edificio con dos plantas
autónomas superpuestas que el arquitecto
no llega a ver completamente terminado en
vida.
Villanueva es el gran arquitecto ilustrado
español. Para Chueca es el arquitecto que
mejor asume los principios ilustrados:
“Juan de Villanueva no solamente resume
todo el neoclasicismo español sino que casi
lo agota en su persona”. Villanueva nos
dejó una Descripción de fecha 21 de julio
de 1796, de acuerdo con la tradición de
muchos arquitectos de describir sus obras:
“quisiera…imitando tan acertado uso,
describir la única obra de alguna
consecuencia, que la suerte y el acaso puso
bajo mi dirección”. Una valoración, algo
amarga, de ser su única obra importante, a
su juicio, pero a la vez consciente de la
importancia del proyecto. Villanueva
comienza su descripción aceptando el sitio
y sus condicionantes: “debían ceñirse al
sitio y posición ya elegido y comprado en
que ninguna acción había tenido y en cuya
adquisición no dudo ocurriesen razones
que no es correspondiente a mi alcance el
medirlas ni considerarlas”. El solar era
“una paralelogramo extendido de (725)
pies de largo por (210) de ancho, con el
descenso por su mayor/línea acia mediodía,
y de (28) pies de elevación por su lado
corto de Oriente a Poniente, con un
monasterio y un huerto en su espalda y el
paseo público del Prado a su frente”. Y en
ese espacio acomete un proyecto de gran
envergadura que quiere “hacer visible y
patente a mi Patria parte de aquellas
bellezas y grandiosidades que tenía vistas y
observadas en las ruinas de la antigüedad y
en los edificios de la Roma moderna”.
Villanueva no llegará a ver terminada su
obra en vida. Y cuando se concluya pocos
años después de su muerte, el edificio se
destinará a otra actividad diferente de
aquella para la que fue proyectado. Los
cambios de función modifican los edificios
de forma sustancial, aunque la realidad
física no se modifique. A principios del
siglo XIX surge la iniciativa de establecer
en Madrid un museo de pintura. En 1800, el
secretario de estado, Mariano Luis de
Urquijo propone crear un museo de pintura
como el que existe en otras cortes. El 23 de
marzo de 1803 el general Murat, cuñado de
Napoleón entra en Madrid al mando de
veinte mil soldados franceses. El edificio de
Villanueva, que estaba ultimado, excepto el
salón absidial, es ocupado por las tropas
napoleónicas que lo utilizan como cuartel
de caballería y arrancan los emplomados de
cubierta. Ya estaban concluidas las tres
fachadas principales del Museo excepto el
Salón de Juntas que no se llegó a terminar
en vida de Villanueva. El 2 de mayo se
producirá el levantamiento contra las tropas
francesas.
En años sucesivos el edificio va
reparándose de forma austera sin saber muy
bien el destino del mismo. Cuando el
Museo se abre al público, sin la menor
solemnidad, el 19 de noviembre de 1819,
hay almacenados en él 1.531 cuadros, de
los que se exponen tan solo una quinta parte
en las tres primeras salas habilitadas, los
dos salones que flanquean la rotonda del
cuerpo norte y la antesala de acceso a la
gran galería. La Gaceta del 18 de
noviembre de 1819 anuncia que “al cabo de
año y medio que se ha trabajado en su
ejecución, está ya concluida una gran parte
de la obra”. El Museo se inauguraba con
una exposición de pinturas procedente de
las Colecciones Reales y apenas ocupaba
una pequeña parte de la superficie total
construida. Las Colecciones Reales se
exponen como elemento de prestigio y
propaganda centrada en la Escuela
Española. El Museo nace vinculado así a las
colecciones que los reyes han cedido para el
edificio y con una importante presencia de
la escuela española que ya está siendo
reconocida por diversos estudios.
Las reformas importantes del edificio van a
llegar al Museo de la mano de Narciso
Pascual y Colomer que inicia el proyecto
del cuerpo absidial cuyas obras de
desarrollarán entre 1847 y 1849. En esta
primera mitad del siglo XIX se ha
producido una apropiación del Museo de
Villanueva para museo de pintura y
escultura. Para ello se han producido
reformas interiores y exteriores realizadas
con austeridad que tienen una estricta
utilidad funcional. Se reparan cubiertas y se
recuperan de forma casi escenográfica, con
acabados de gran sencillez y coste austero,
los interiores del edificio. Junto a ello, las
colecciones crecen de forma muy
importante y ocupan el edificio con
mentalidad de colmatación. La nueva
funcionalidad ha cambiado el sentido del
edificio que ahora se ha convertido en un
espacio interior de continuidad en el que la
presencia de las obras de arte define el
sentido de los espacios y los recorridos de
su uso en una continuidad lineal del
conjunto que va uno a otro extremo del
mismo.
En la segunda mitad del XIX serán el
albaceteño Francisco Jareño y Fernando
Arbós los arquitectos que trabajarán en el
Museo del Prado. En este tiempo el edificio
de Villanueva ha continuado sirviendo de
espacio para el Museo de pintura y
escultura con unos fondos que deben
replantear su ordenación y forma
expositiva. Los cambios en el entorno
urbano especialmente en su fachada Norte
introducen cambios significativos en el
funcionamiento interior que tienen su
reflejo en la escalera proyectada por Jareño
para el acceso Norte.
A principios del siglo XX Fernando Arbós
presenta su proyecto de ampliación del
Museo. Plantea “la construcción de dos
pabellones destinados a viviendas de
subalternos, compuesto cada uno de dos
pisos” y situados en los chaflanes norte y
sur de la parte posterior, que se liberan de la
verja existente y, lo más importante, “la
construcción de dos galerías nuevas,
proyectadas cada una entre la sala llamada
de Velázquez y los actuales pabellones
norte y sur, construyendo a la vez, a
derecha e izquierda de la referida sala, otras
dos salitas adosadas a la misma, que
comunicarán con la nueva galería y con la
actual situada en el eje longitudinal del
edificio”. Estas galerías de exposición, así
como las salitas, constarán de dos pisos. El
plazo de ejecución de todas estas obras se
fija en siete años y medio. La ampliación
viene requerida por las nuevas colecciones
que se incorporan y por la revisión de los
criterios expositivos. En 1920 concluyen las
ampliaciones proyectadas por Arbos.
La Guerra civil supone una paralización de
la actividad del Museo y una dispersión de
las obras para garantizar su protección.
Parte importante del patrimonio es
trasladado a Ginebra o a diversos lugares de
España. Pedro Muguruza asumió durante
años las tareas de conservación y
mantenimiento y diversas actuaciones en el
Museo en este período. En 1952 Fernando
Chueca y Manuel Lorente plantean una
nueva ampliación para lo cual adosan dos
cuerpos a los proyectados por Arbós. El
Museo del Prado ha acabado
configurándose en base a edificios paralelos
al de Villanueva que se han ido adosando y
uniendo al original en diferentes épocas. A
lo largo del siglo XX primero con la
ampliación de Arbós y ahora con la de
Chueca-Lorente el edificio ha aumentado
sus superficies con salas pensadas
específicamente para la exposición de
pinturas. La comunicación entre el edificio
de Villanueva y la ampliación de Arbós se
realiza por los espacios situados a los lados
de la sala absidial en un recorrido que debe
volver sobre sí mismo. La nueva
ampliación de Chueca-Lorente lo hace a
través de la de Arbós generando así
recorridos y circulaciones complejas en una
malla que se relaciona lateralmente con los
cuerpos norte y sur del edificio primitivo de
Villanueva. Las circulaciones se van
estructurando en una compleja red que
ordena internamente el conjunto.
José María Muguruza se hace cargo de la
conservación del Museo desde 1952. En
1964 la necesidad de ampliar los espacios
expositivos lleva a cerrar los patios
existentes entre la ampliación de Arbós y la
fachada oriental de Villanueva. En 1969 es
nombrado conservador del Museo Jaime
Lafuente Niño. José María García de
Paredes realizó en 1983 una nueva
adaptación de la sala absidial que se
convierte en salón de actos. A partir de
1986 será Francisco Rodríguez Partearroyo
el que propondrá una serie de proyecto para
el Prado. Y en esos años finales del siglo
XX Dionisio Hernández Gil y Rafael
Olaquiaga realizan el proyecto de
reparaciones de las cubiertas del conjunto.
A finales del siglo XX se convoca el
Concurso Internacional para la ampliación
del Museo que después de un largo proceso
acaba desarrollando Rafael Moneo. La
incorporación de la zona de los Jerónimos
y la unión del edificio existente
anteriormente con las nuevas ampliaciones
introduce un nuevo esquema de
funcionamiento en el conjunto. El Museo
amplía de forma significativa sus
dimensiones con las dotaciones requeridas
por un museo moderno. El edificio de
Villanueva ha quedado integrado en un
complejo conjunto construido a lo largo de
dos siglos y que finalmente configura una
malla extensa y compleja de circulaciones.
Las espléndidas colecciones del Museo, los
requerimientos de una institución con
servicios nuevos ha generado una nueva
realidad que conforma el actual Museo del
Prado.
En el presente trabajo contamos esta
historia de forma detallada. Desde el tiempo
en que se inicia la construcción con una
nueva mentalidad política y artística hasta
la actualidad vamos recorriendo las
ampliaciones y modificaciones del conjunto
construido. El tiempo va cambiando con
nuevas mentalidades, nuevas formas de
entender la realidad de un Museo y las
arquitecturas que les sirven de soporte. Y
junto a ello hemos analizado la evolución
de la ciudad en la que se instala este Museo.
Desde el espacio que se comienza a definir
con el propio Museo hasta la realidad actual
con la situación urbanística de este siglo
XXI.
La documentación gráfica de planos,
grabados y fotografías nos ayuda a
comprender la evolución de este edificio
iniciado por Villanueva y completado en su
parte posterior a lo largo de más de dos
siglos.
El libro se ha publicado en Bubok para
poder adquirirse en papel o en soporte
digital (en este caso al precio de 4 euros).
http://www.bubok.es/libros/211859/MU
SEO-DEL-PRADO-TIEMPO-
ARQUITECTURA-Y-CIUDAD
Alcázar 1931-39
Felipe Molina Carrión
Ed Oretania; Puertollano;
El 15 de abril se publicará el libro
“Alcázar de san Juan, Alcázar de
Cervantes (1931-1939)”. Se trata de uno
de los Premios Oretania de la edición de
2011. El libro es una visión muy
completa del periodo de la II República
en esta ciudad, centro neurálgico de una
zona fundamental en Castilla-La
Mancha, la comarca de La Mancha y el
antiguo Priorato de san Juan. El autor
no trata de hacer una obra definitiva;
aunque sí pretende hacer una síntesis
cercana al lector; su intención es
analizar la esperanza republicana, su
trayectoria a lo largo del periodo, en los
aspectos políticos, sociales, económicos
y culturales. La II República fue muy
importante para la educación, el cine, el
teatro o la pedagogía. Y un buen
ejemplo es el dinamismo cultural de
Alcázar. El golpe de estado de julio de
1936, convertido en sublevación militar
y en Guerra Civil, vino a frenar este
proceso transformador. Ahora, Alcázar
de Cervantes, como así pasó a
denominarse, se convirtió, para el autor,
en punto fundamental en la retaguardia
y en la defensa de Madrid, tanto por su
posición estratégica como por ser nudo
de comunicaciones de primer orden. De
ahí que sufriera la dureza de los
bombardeos de la aviación nacionalista
en mayor medida que otras localidades.
Le interesa el papel de la prensa, como
motor de lucha, de propaganda política
y de cambio social. Periódicos como
“El Socialista Manchego” o “Letra
Confederal” (de la CNT) se convirtieron
en referentes de la expresión de una
ideología, más que en medios de
comunicación e información; incluso
son capaces de reflejar las diferentes
formas de entender la guerra y la
revolución en la retaguardia republicana
y la desunión que fue un factor decisivo
para entender la derrota de la República.
Este volumen termina el 1 de abril de
1939, con el fin de la Guerra. La
reconciliación no era posible, y
comenzaba una dictadura personalista
que duraría hasta noviembre de 1975.
Era el momento del ajuste de cuentas,
de la represión y de la estigmatización
de los derrotados. Pero también, de la
vuelta a la vida cotidiana, siempre
teniendo presente que las heridas de la
guerra no se habían cerrado, y que aún,
en el año 2011, no han acabado de
cicatrizar del todo. La investigación no
pretende ser un estudio meramente
local, sino que en su desarrollo abarca
toda una comarca y una región como la
nuestra, tocando plenamente la
provincia de Ciudad Real, y parte de las
de Toledo, Cuenca y Albacete. Ilustran
el texto numerosas gráficas, cuadros
comparativos y algunas fotografías que
al autor le han parecido significativas.
El presente libro es fruto de una
recopilación de más de cinco años de
trabajo que comenzó en 2006 y
concluyó en esta obra del 2011. La
fecha de presentación no es baladí.
Recordemos que el 12 de abril de 1931
tuvieron lugar las elecciones
municipales que dieron paso a la llegada
de la República. El 14 se proclamó
definitivamente y el 15 se celebró en
muchas localidades de CLM.
Albacete, corregimiento
borbónico
Ramón Cózar Gutiérrez
También disponible en libro electrónico
(PDF con DRM) . 608 pags; 28 €
Editorial Silex Colección: Sílex
Universidad
Este libro pretende adentrarse en el
gobierno municipal y las oligarquías de
la villa de Albacete durante el siglo
XVIII, momento trascendental para su
devenir histórico. Esta localidad se fue
configurando, lenta pero
inexorablemente, en una de las
principales poblaciones del extremo
oriental de la llanura manchega, hasta
conseguir, en 1833, la capitalidad de la
recién creada provincia de su mismo
nombre. En todo este proceso fue
fundamental el objeto principal de la
investigación recogida en este libro: la
institución municipal, máximo órgano
aglutinador de poder local, centro vivo
y controlador de las principales
preocupaciones políticas, económicas y
sociales de la comunidad, que convierte
a sus componentes en “hombres
poderosos”. Tomando como referencia
el concejo, se explora también el
elemento humano integrado por el
gobierno de esta institución, en primer
lugar, a través del análisis sociológico
de los principales actores protagonistas
de la política municipal, sus redes,
conexiones, mecanismos de poder y
control social, para una perfecta
definición de la oligarquía albaceteña.
En segundo lugar, mediante el estudio
del movimiento que generan en la
administración municipal y territorial
las luchas por el poder y contra el
poder, así como las relaciones amistosas
o conflictivas entre los diversos
poderes, que condicionarán la
autonomía de la villa de Albacete hasta
su reducción a corregimiento, en pleno
reformismo borbónico. Pag web de Ed.
Silex
Un clásico reeditado digitalmente:
La “Historia de Guadalaxara” de
Hernando Pecha
Ediciones Aache de Guadalajara ha
reeditado en su colección “Libros digitales”
la Historia de Guadalaxara del jesuíta
Hernando Pecha (Guadalajara, 1571-
Madrid, 1659). Representa un nuevo
esfuerzo de Aache Ediciones en acercar
obras sobre la provincia a historiadores y
público en general, en unos tiempos de
depresión económica que hacen inviables a
muchas ediciones impresas.
El manuscrito de 1632 (BN/Ms.1756) ya
había sido editado por la Diputación de
Guadalajara en 1977, con transcripción,
preparación y ordenación del texto, así
como una breve biografía del autor, escritas
por Antonio Herrera Casado, Cronista
Provincial de Guadalajara. Es una obra que
solo se encuentra en bibliotecas y, a veces,
en librerías de viejo, y que carecía de un
índice onomástico y toponímico, que hacía
difícil hallar los datos de un solo personaje
histórico, dado que el padre Pecha podía
hablar de una misma persona en el apartado
dedicado a seglares, junto a su familia,
como en el dedicado a eclesiásticos.
El título completo es Historia de
Guadalaxara y como la religión de San
Gerónimo fue fundada y restaurada por
sus ciudadanos. Es la más antigua de las
historias existentes sobre la ciudad de
Guadalajara que se conservan, y ha sido
copiada inmisericordiamente, y sin citar,
por los autores de las historias posteriores
del mismo siglo, como Francisco de Torres
(1647) y Alonso Núñez de Castro (ésta sí
fue impresa en 1653), aunque en éstos la
ciudad de Guadalajara tenga algo más de
relevancia frente a los Mendoza. Asimismo,
Pecha aprovecha los Anales de la Ciudad
de Guadalaxara (obra manuscrita y hasta
ahora perdida) que fue escrita en el siglo
anterior por Francisco de Medina y
Mendoza (1516-1577) y otras obras
perdidas de este gran historiador, al que
también emplearon como fuente Torres y,
especialmente, Núñez de Castro. El
principal problema de la obra del padre
Pecha es que el autor es un servidor fiel de
Ana de Mendoza (1544-1633), sexta
duquesa propietaria del Infantado, mujer
muy religiosa y que no entró como monja
para garantizar, con su descendencia, la
continuidad del ducado del Infantado.
Pecha no sólo intentó ocultar o disculpar
(sin mentir pero procurando no mencionar)
los datos negativos en la biografía de la
familia de la persona que apoyaba
económicamente a su orden y le daba de
comer, los Mendoza, sino que se las vio y
se las deseó para enaltecer a algunos
duques, como el primer duque frente a su
hermano el Gran Cardenal Mendoza, ambos
antepasados de la duquesa. Por otro lado,
un antepasado familiar de fray Hernando
fue Pedro Fernández Pecha, que a finales
del siglo XIV fundara en Guadalajara la
Orden Jerónima, única orden española y
que fue muy protegida por los Mendoza y
por los reyes de la Casa de Austria, por lo
que dedica una sección de su obra a esta
Orden. Pecha es fuente indiscutible de la
historia de la ciudad de Guadalajara, y los
Mendoza, por los hechos que conoció de
primera mano o encontró en los archivos de
la Casa Ducal del Infantado- Su “Historia”
es una fuente fidedigna por un lado y
parcial por otro, no altera la historia
conocida en la época pero no lo cuenta
todo, especialmente los encontronazos de
los duques con el concejo de Guadalajara, u
olvida o pasa de largo sobre amoríos de los
duques (por ejemplo, el tercero) y algunos
bastardos de los Mendoza.
La primera ventaja de la edición digital es
que tiene buenos índices al final, y que
puede emplearse en ella el buscador de
textos del lector de pdf que empleemos.
Con ello compensamos la división arbitraria
del manuscrito, al parecer acabado en una
primera versión, estructurado en seis libros
de los que quedan cuatro, “Orden de San
Jerónimo”, “Eclesiásticos de
Guadalajara” (la mayoría de las diferentes
ramas de los Mendoza), “Brazo seglar”
(ayuntamiento de la villa, regidores de la
ciudad y biografías de sus personajes más
importantes, hidalgos, corregidores y reyes)
y “Genealogía e Historia de la familia
Mendoza”, que ocupa casi el doble que los
otros tres juntos. Complementa la historia
cronológica de los duques del Infando, y
sus parientes, describiendo su aspecto físico
más una serie de anécdotas y curiosidades
de los personajes históricos que los acercan
al lector pero con la intención de que “a
cada uno de los duques se les distingue por
una serie de cualidades prefijadas para
engrandecer la memoria de los Infantado”.
Cada uno, según deseo de esta familia, era
un arquetipo, destacando Pedro González
de Mendoza (el héroe de Aljubarrota), el
primer marqués de Santillana (noble
destacado en artes y armas) o el Gran
Cardenal Mendoza (político fiel a la corona
y a los Reyes Católicos). Bien puede
complementarse esta historia con la
iconografía de los frescos de Rómulo
Cincinato del palacio del Infantado y de su
desaparecido Salón de Linajes. La segunda
ventaja es que la obra tiene un extenso
estudio y notas, amén de una biografía
actualizada del padre Pecha, escritas por
Aurelio García López (Hontoba, 1967). La
biografía de Pecha es, en gran parte, la
misma que este autor tiene en la edición
reciente de una obra menor, e inédita hasta
que López García la recuperara, del padre
Pecha, “Doña Ana de Mendoza,sexta
duquesa del Infantado” (Aache, 2011), con
alguna adicción y corrección. Es otra obra
que, aunque su interés histórico es evidente,
debe considerarse como una “loa” de la
duquesa por el padre Pecha, escrita para que
su heredero, el endeudado duque Rodrigo
del que había sido preceptor, le siguiera
apoyando económicamente.
García López, además de su labor como
autor de libros de temática local (que
empezara con la “Historia de Hontoba”, su
localidad natal, a finales de los 80, y
continuara sobre poblaciones tan
importantes como Pastrana, y otras), ha
publicado una serie erudita de monografías
dedicadas a los moriscos en las tierras de
Uceda, Guadalajara y Pastrana, diversos
artículos sobre la princesa de Eboli
resultados de sus trabajos en el Archivo
municipal de Pastrana, Histórico Nacional,
Real Academia de la Historia o el de
Protocolos Notariales), la reedición
comentada de la Historia que escribiera
Francisco de Torres (Bornova, 2011) y
tiene en proyecto una serie de publicaciones
resultado de su búsqueda y transcripción de
documentos de la época. Las primeras
fueron la mencionada Vida de la sexta
duquesa del Infantado y esta reedición de la
Historia del padre Pecha, a las que seguirán
otras obras inéditas del mencionado padre
Pecha que ya tiene transcritas.
Se han perdido el capítulo primero, el sexto
y una parte del segundo de la obra original.
En este “segundo” capítulo, Pecha intenta
demostrar que la romana Complutum se
correspondía con la localidad de
Guadalajara pues, a veces, da valor
histórico a algunos antiguos (y falsos)
cronicones, a pesar de ser una persona culta
y erudita. García López dedica un largo
espacio a esta teoría, a quienes la apoyaron
y a quienes la refutaron, y a la posición al
respecto de Pecha en el primer capítulo
existente de su obra manuscrita.
El erudito estudio de García López, a veces
difícil de seguir, indica que la transcripción
de 1977 de la obra de Pecha “carece de
aparato crítico y presenta algunas lagunas
en la transcripción del texto, puesto que no
se editó su contenido en su totalidad”.
Asimismo, García López opina sobre la
Historia de Pecha que “son fragmentos y
algunos capítulos sueltos que podían servir
de ensayo o preparación para la
elaboración de su obra final, que
posteriormente, en 1653, fue publicada en
su casi totalidad por Alonso Núñez de
Castro, quien también utilizó algunos
capítulos y párrafos de la obra manuscrita
de don Francisco de Torres”. Los plagios
no son nada nuevo en Guadalajara, por
desgracia, aunque, en este caso, Núñez de
Castro recibiera los manuscritos de Pecha y
Torres con el encargo de que, basándose en
ellos, elaborara una historia de la ciudad.
García López prueba que Pecha escribió,
dejó de escribir y retomó su manuscrito en,
al menos, tres periodos entre 1632 y 1651.
Acaba García López su estudio con un
encuadre historiográfico de la obra de
Hernando Pecha. Para García López, Pecha
fue “pionero en los estudios de la familia
Mendoza” amén de un buen historiador de
Guadalajara. José Luis García de Paz,
1-4-2012
http://www.librosdeguadalajara.blogspot.com
Bucólicas
Publio Virgilio Marón
Traducción de fray Luis de León
Editor: Antonio Ramajo Caño
Editorial Castalia; 320 pags. 12 €
Las Bucólicas (o Églogas) no constituyen
únicamente una colección de poemas, sino
un poema total en sí mismo,
cuidadosamente estructurado en un
esquema simétrico. En boca de sus pastores,
personajes cultos y refinados que
desentonan con lo rústico del fondo, el
poeta aborda temas tan variados como la
poesía, la música, la belleza, la naturaleza,
la vida y la muerte, la mitología, el
asesinato, o la confiscación de las tierras el
suicidio, con una perfección formal
extraordinaria y sin perder de vista nunca a
la sociedad romana y las circunstancias
históricas en que le tocó vivir. Asimismo, la
versión que presentamos, de la mano de
fray Luis, constituye una obra de arte. No
existen fronteras insalvables entre
originalidad y traducción. El agustino
compite con Virgilio y demuestra, una vez
más, que el escribir es “negocio de
particular juicio”. Ahora, gracias a la
cuidada edición de Antonio Ramajo,
podemos adentrarnos en una de las grandes
obras de la literatura de todos los tiempos
en sus dos grandes versiones, y
asombrarnos, tantos siglos después de su
sorprendente lirismo e inocencia.
El Alcázar de fortaleza a museo
Jose Luis Isabel
Editorial Ledoria, 2012; 104 pags.; 9 €
Cuando alguien llega a Toledo lo
primero que le suele llamar la atención
es la visión del majestuoso Alcázar, no
sólo por su robusta e imponente silueta
del edificio, sino por estar situado en la
colina más elevada de la ciudad.
Aportando datos sobre la localización
geográfica de la fortaleza, comienza el
libro de José Luis Isabel a desarrollar un
exhaustivo repaso a la historia de una
construcción que, al igual que la ciudad
en la que se encuentra, lo ha sido todo;
desde morada regia, acuartelamiento
militar o casa de caridad, hasta museo y
biblioteca en nuestros días.
El autor, apoyándose en buen número
de fotografías-de las cuales muchas eran
hasta ahora casi inéditas-, nos da cuenta
de un sinfín de datos y curiosidades del
que un día fue testigo de innumerables
intrigas palaciegas, luchas de poder,
comportamientos heroicos y sobre todo,
-y esto permanece inalterable- símbolo
de la ciudad, eso sí, con el permiso de la
Catedral. Amén de repasar hechos que
son más o menos conocidos por la
mayoría, como lo es el terrible asedio
que sufrió a inicios de la Guerra Civil y
que supuso su reducción a ruinas, Isabel
aporta informaciones cuando menos
curiosas y que invitan a echar a volar la
imaginación para recrearse cómo sería
aquél Toledo en el que, por ejemplo, el
Alcázar se encontraba unido al
complejo palatino de Galiana, o en el
que era presidio, o quizá en el que los
franceses, dueños de la ciudad,
instalaron un parque de artillería.
Hablar del Alcázar es también hacerlo
de formación militar, pues cuerpos
como la Infantería, la Caballería y la
Intendencia encontraron su escuela
entre los imponentes muros. Asimismo,
el papel del edificio no se comprendería
en determinadas épocas sin tener en
cuenta a sus edificios circundantes-
como el Museo de Santa Cruz- , algunos
de los cuales hoy ya no existen pero de
los que el autor no ha querido olvidarse
en el libro. A modo de conclusión,
considero que no es posible hacer una
foto fija del Alcázar a menos que uno
quiera encontrar como nota dominante
de su existencia la reflexión que Isabel
nos deja en las páginas finales. Y es que
sea como fuere, el Alcázar ha resurgido
una y otra vez de sus cenizas y es, de
manera eminente, resistente al desánimo
.Como señalaba al inicio, el Alcázar es
lo que a primera vista más destaca de
esa ciudad que permanece inalterable al
paso del tiempo; no en vano, es también
protagonista del primer libro de la
colección “Toledo en tu mano” que con
muy buenas expectativas vio la luz el
pasado 23 de marzo.
Rafael González Casero en ABC Artes y
Letras de CLM, 31-3-2012
La inteligencia ejecutiva
José Antonio Marina
Ed. Ariel, Barcelona
Abril 2012; 16 €
La inteligencia ejecutiva decide, crea,
proyecta, mantiene el esfuerzo... Es
nuestro futuro".
“Sin duda, muchos de vosotros estaréis
padeciendo algún tipo de angustia
educativa, y por eso esperamos que
estos libros funcionen como manuales
de autoayuda, que os permitan sentiros
mejor al ampliar vuestra capacidad para
afrontar las dificultades. Y también al
poneros en relación con otras personas
interesadas en la educación.” Éste no es
un libro más sino un paso innovador y
decisivo que está llamado a
revolucionar la idea que tenemos de la
educación.
La inteligencia ejecutiva se encarga de
dirigir todas las capacidades humanas.
En ella reside nuestra grandeza y
nuestra esperanza. La función principal
de la inteligencia humana es dirigir bien
el comportamiento. No basta con
almacenar conocimientos, no basta con
desarrollar la inteligencia emocional.
Haberlo olvidado es la causa de graves
problemas personales, educativos y
sociales.
La inteligencia ejecutiva se encarga de
hacer proyectos, tomar decisiones,
utilizar los conocimientos, gestionar las
emociones, mantener el esfuerzo,
aplazar la recompensa, realizar metas a
largo plazo. En ella tiene su origen la
libertad humana. Esa inteligencia no
es innata, el niño tiene que aprenderla.
Será su gran talento. Ayudarle a que lo
consiga debe ser el gran objetivo
educativo inmediato. Estamos en el
inicio de una nueva era.
José Antonio Marina (Toledo, 1939)
es probablemente el más conocido de
los pensadores españoles de la
actualidad. En su larga trayectoria ha
compaginado la investigación filosófica
con el trabajo como profesor de
Filosofía en un instituto de enseñanza
secundaria madrileño. En su obra,
Marina acerca al gran público los
grandes temas filosóficos, centrándose
sobre todo en la teoría de la inteligencia,
la fenomenología y la lingüística. Entre
sus publicaciones cabe destacar Teoría
de la inteligencia creadora (1995),
Ética para náufragos (1996), El
laberinto sentimental (1998),
Diccionario de los sentimientos (1999),
El vuelo de la inteligencia (2000), El
rompecabezas de la sexualidad (2002) y
Dictamen sobre Dios (2002). Muestra
de su exitosa carrera son los Premio
Anagrama y el Premio Nacional de
Ensayo.
Página web de Editorial Ariel