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Comisión Interamericana de MujeresComisión Interamericana de Mujeres
COVID-19 en la vida de las mujeres:
Emergencia global de los cuidados
La Organización de los Estados Americanos (OEA) reúne a los países del hemisferio occidental para promover la democracia, fortalecer los derechos humanos, fomentar el desarrollo económi-co, la paz, la seguridad, la cooperación y avanzar en el logro de intereses comunes. Los orígenes de la Organización se remontan a 1890, cuando las naciones de la región formaron la Unión Pa-namericana con el objetivo de estrechar las relaciones hemisféricas. Esta unión se convirtió en la OEA en 1948, luego que 21 naciones adoptaran su Carta. Desde entonces la Organización se ha expandido para incluir a las naciones del Caribe de habla inglés y Canadá, y hoy todas las naciones independientes de Norte, Sur y Centroamérica y el Caribe conforman sus 35 Estados miembros. La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) es el principal foro generador de políticas hemis-féricas para la promoción de los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Creada en 1928 - en reconocimiento de la importancia de la inclusión social de las mujeres para el fortalecimiento de la democracia y del desarrollo humano en el continente americano - la CIM fue el primer órga-no intergubernamental establecido para promover los derechos humanos de las mujeres.
COVID-19 en la vida de las mujeres: Emergencia global de los cuidados
La CIM reconoce y agradece la cooperación de la Unión Europea, a través de su programa EUROsociAL+, para la elaboración de este documento.
Copyright ©2020Todos los derechos reservados
Comisión Interamericana de Mujeres (CIM)[email protected] http://www.oas.org/cim /ComisionInteramericanaDeMujeres @CIMOEA
Diseño y diagramación: Patricio Bascuñán
ISBN 978-0-8270-7081-3
OAS Cataloging-in-Publication Data
Inter-American Commission of Women.
COVID-19 en la vida de las mujeres: Emergencia global de los cuidados / Comisión
Interamericana de Mujeres.
47 p. ; 21x29,7cm. (OAS. Documentos oficiales ; OEA/Ser.L/II.6.27)
ISBN 978-0-8270-7081-3
1. Women’s rights. 2. COVID-19 (Disease). I. Title. 2. Series.
OEA/Ser.L/II.6.27
4 Presentación de Alejandra Mora Mora (Secretaria Ejecutiva de la CIM/OEA)
7 Presentación EUROsociAL+
10 Significado,ubicuidadeimportanciadeloscuidados
15 Contexto:Situacióneconómicadelasmujeresantesydurantepandemia
16 ¿Dónde estaban las mujeres antes de la pandemia?
18 Durante la pandemia: características especiales de distanciamiento físico
20 Nuevospatronesdecuidado
20 La inelasticidad del tiempo de las mujeres
21 Mujeres trabajando en los servicios considerados esenciales
22 Lasburbujassoninsuficientesparaelcuidado
24 El cierre de las escuelas y colegios y la educación a distancia
25 La expansión del teletrabajo
25 El colapso del trabajo doméstico remunerado
27 Las nuevas dependencias de las personas mayores
27 Los cuidados son colectivos, pero su atención es individual y sin corresponsabilidad
28 Salud mental de las mujeres
29 Emergenciaglobaldeloscuidados
29 Los cuidados como un derecho
32 Los cuidados como un trabajo en las cadenas de valor
34 Los cuidados dentro de los servicios sociales esenciales
34 La participación de los hombres en la solución colectiva a los cuidados
36 Los cuidados como eje transversal
37 MedidasdecuidadosparaenfrentarlacrisisenEuropa:Leccionesaprendidas
41 Recomendaciones
41 Sobre los cuidados como eje transversal
42 sobre los cuidados como un derecho
42 Sobre los cuidados como trabajo y en las cadenas productivas y de valor
43 Sobre los cuidados en los sistemas de protección social/servicios sociales
43 Sobre la incorporación de los hombres como parte esencial de la solución
44 Notas
PresentaciónAlejandra Mora Mora Secretaria Ejecutiva Comisión Interamericana de Mujeres (CIM)Organización de los Estados Americanos (OEA)
“No debería ponerse en valor que una mujer hipoteque su vida
por encargarse del cuidado de un familiar dependiente, sino que
es necesario combatir la brecha de género en los cuidados.” – Kate Millet
Desde la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados
Americanos (OEA) lo hemos dicho con fuerza desde el primer día: LaemergenciaderivadadelCOVID-19estáprovocandoimpactosespecíficossobrelavidadelasmujeres,nosóloporqueseestánprofundizandolasdesigualdadesdegéneroyaexistentes,sinoporquepuede implicarretrocesos inadmisiblesencuantoa losderechosalcanza-dos. Si bien las medidas de confinamiento buscan proteger la salud pública y evitar el
colapso de los servicios de salud, su aplicación no es neutra desde el punto de vista
de género. Así, el llamado a quedarse en casa ha incrementado la carga de trabajo
relacionada con el cuidado y la atención a las personas, la que sigue recayendo en los
hombros de las mujeres.
El confinamiento destinado a luchar contra la crisis de salud devuelve a las personas
al espacio de lo privado, haciendo que las esferas laborales (teletrabajo) y la educación
(virtual), se sumen a la larga lista de actividades de cuidado preexistentes, e incidiendo
en las viejas bases de desigualdad de género en tres ámbitos fundamentalmente, a sa-
ber: el familiar, la vida laboral y la política social. Esta situación no es nueva para las mu-
jeres: el #QuédateEnCasa lo hemos escuchado toda la vida, ya que ha sido la estrategia
histórica e ideológica para reducirnos y mantenernos en la esfera de lo privado.
Cuando se asigna a las mujeres como únicas o principales responsables de las tareas
domésticas y de cuidado, se imposibilita y se limita inmediatamente su inserción laboral
remunerada; lo que además incrementa la desigualdad en general, porque se rebalsa a
las personas dependientes como los niños, niñas y adolescentes, personas con disca-
pacidad y adultas/os mayores. Esta situación es mayor cuando se da en el contexto de
familias monomarentales (con jefatura de mujer), quienes representan cerca de la mitad
de las familias en sectores urbanos populares de las grandes urbes latinoamericanas.
5 Presentación Alejandra Mora Mora
Comisión Interamericana de Mujeres
Partimos de la importancia que tienen los cuidados, sin los cuales esta sociedad no pue-
de vivir ni producir y de la situación de que el uso del tiempo de las mujeres cayó en una
inelasticidad que le impide seguir ampliándola para proveer más cuidados frente a la
necesidad de las personas de recibir cuidados de calidad.
Hoy la CIM presenta y ofrece el documento COVID-19 en la vida de las mujeres: Emergencia
global de los cuidados, en la búsqueda de hacer visible el rol de las mujeres en el cuidado
de todas las personas y de analizar a fondo el impacto en sus vidas. Adicionalmente, este
documento nos invita a preguntarnos: Si todas las personas hemos necesitado o nece-
sitaremos cuidados en algún momento de nuestras vidas, ¿Por qué las mujeres son las
principales responsables? ¿Dónde están los hombres? ¿Cuál es el rol del Estado?
A lo largo de estas líneas ponemos especial énfasis en la participación laboral de las
mujeres y en sus derechos económicos, como parte esencial del desarrollo económico
sostenible de los países, y como parte importante de nuestro trabajo de fortalecer el
marco jurídico interamericano para dar visibilidad y valor al trabajo no remunerado de
las mujeres. Desde el programa sobre los Derechos Económicos de las Mujeres para el
Desarrollo Integral, la CIM busca identificar aquellas acciones y políticas públicas, tanto
en etapas de confinamiento y crisis, como a más largo plazo, para luchar contra las des-
igualdades de género y promover la autonomía económica y efectiva participación de las
mujeres en la vida productiva. En esta búsqueda, hemos identificado que la redistribu-
ción de los cuidados es un acelerador fundamental y que su abordaje es una precondi-
ción necesaria para la igualdad de género y el pleno goce de los derechos de las mujeres.
Este nuevo documento se enmarca dentro de la batería de herramientas prácticas que
publica la CIM, sobre la base de evidencias, para apoyar la labor de los Estados Miem-
bros de la OEA para colocar las necesidades específicas de las mujeres en los espacios
gestión de la crisis, tales como los documentos de COVID-19 en la vida de las mujeres:
Razones para reconocer los impactos diferenciados presenta información y argumentos
sobre los impactos, retos y acciones para desarrollar políticas que respondan a las ne-
cesidades diferenciadas de la población, enfocándose en los impactos de género y en las
necesidades de las mujeres, particularmente de los grupos más vulnerables, y La violen-
cia contra las mujeres frente a las medidas dirigidas a disminuir el contagio del COVID-19
que profundiza la situación de la violencia contra las mujeres y resalta las medidas adop-
tadas por los Estados para enfrentarla.
Este nuevo texto es posible gracias a la alianza entre la CIM y EUROsociAL+1, con quienes
hemos coincidido en la importancia de los cuidados, en la necesidad de ubicarla en el
centro de la pandemia y post pandemia, y en que se reconozca su carácter estructural en
6 Presentación Alejandra Mora Mora
Comisión Interamericana de Mujeres
la vida de las mujeres que cuidan. Esta alianza contribuye también en la recuperación
de las experiencias europeas y los modelos referenciales de las políticas implementa-
das, considerando que su exposición al virus es anterior a la del continente americano,
así como la sistematización de datos, acciones e ideas elaboradas por las consultoras
Juliana Martinez Franzoni y Maud Ritz que constituyen parte de los insumos en este do-
cumento.
Nuestra invitación es a realizar acciones y transformaciones para frenar la profundiza-
ción de las desigualdades de género en la llamada nueva realidad, a través de medidas
que tendrán efectos inmediatos y relevantes en la economía, ya que apuntan a gestionar
y reconocer el talento humano de las mujeres e insertarlo en el crecimiento y desarrollo
de los países. Solo desde una clara intervención, que requiere por supuesto voluntad
política, un abordaje técnico de calidad para asegurar la implementación, así como la
inclusión de acciones afirmativas en torno al cuidado, se logrará amortiguar las conse-
cuencias individuales y colectivas del empobrecimiento de las mujeres.
La CIM, en alianza con EUROsociAL+, da cuenta de la ubicuidad, del valor y del aporte de
los cuidados para que nunca más sean invisibles; para que nunca más sean una carga
que sostengan principalmente las mujeres; para que nunca más sea subvalorado social
y económicamente.
EUROsociAL+ es un programa de la Unión Europea, que busca contribuir a la reducción
de desigualdades, la mejora de la cohesión social en 19 países latinoamericanos, así
como al fortalecimiento institucional. Desde hace más de 15 años, a través de este
programa la Unión Europea apoya a los procesos de diseño, reforma e implementación
de un amplio abanico de políticas públicas con impacto en la cohesión social. La orien-
tación a la demanda que formulan los Gobiernos y el intercambio entre pares birre-
gional y entre países de América Latina son dos principios cardinales de Eurosocial y
que permiten una buena adaptación a las necesidades de cada país y sus instituciones,
redes y órganos regionales.
En su tercer ciclo, este programa organiza sus acciones en tres macroáreas, esto es
políticas de igualdad de género, gobernanza democrática y políticas sociales. No se trata
de compartimentos estancos pues las políticas están interconectadas y lo que se busca
desde las áreas es también promover las complementariedades y los cruces. Un ejemplo
principal de ello atañe a las políticas de cuidado, que se abordan desde las áreas de po-
líticas sociales (con una atención preminente al desarrollo de sistemas públicos, la aten-
ción a la población dependiente, la calidad de los servicios, el trabajo decente, etc.) y de
las políticas de igualdad de género, con un claro énfasis en las necesidades de proteger,
promover y profesionalizar las trabajadoras del cuidado, afirmar la corresponsabilidad
entre mujeres y hombres en las tareas de cuidado en los hogares y el reconocimiento del
trabajo gratuito con condiciones de igualdad en el campo profesional.
En este marco de abordaje que intenta ser a 360º de una cuestión tan amplia y compleja
se inserta el acompañamiento de Eurosocial a la CIM, apuntándose a identificar medidas
y recomendaciones de políticas públicas con un enfoque integral de la perspectiva de
género y una mirada al sostenimiento de los avances de la autonomía economía de las
mujeres en la región.
La alianza Europa y América Latina en tema de cuidados es algo natural. Hay conver-
gencia de valores y aspiraciones, pero también ambas regiones están enfrentadas a
fenómenos que exigen una respuesta fuere y coherente en términos de inversiones
en políticas públicas de cuidado. Lo que cambia son las intensidades o magnitudes de
PresentaciónMarie-DominiquedeSuremain Coordinadora del área de políticas de Igualdad de Género de EUROsociAL+ en Expertise France.
FrancescoMariaChiodiCoordinador del área de Políticas Sociales de EUROsociAL+ en IILA.
8 Presentación EUROsociAL+
Comisión Interamericana de Mujeres
estos fenómenos, pero las tendencias parecen las mismas a ambos lados del Océano.
Las dos principales son el envejecimiento de la población y el avance (aún insuficiente)
de los derechos de las mujeres, en todos los ámbitos. Otras tendencias importantes
son el reconocimiento de los derechos de la infancia y de las personas con alguna
dependencia (un logro bastante reciente) y, finalmente, la mayor incorporación de las
mujeres en el mercado laboral. Estos avances están lejos de haber alcanzado un nivel
aceptable pero junto a los otros fenómenos apuntados arriba colocan la cuestión de
los cuidados en el centro de la agenda pública de ambas regiones, han trazado el mar-
co de un diálogo sobre la expansión de una gran variedad de servicios prestados por
instituciones públicas, privadas y comunitarias que se adaptan a las necesidades de
cuidados y de las personas cuidadoras.
La variedad hace referencia no solamente a la amplitud, sino también a la convergencia
de políticas sectoriales que conjuntamente están llamadas a generar respuestas. Y no
podría ser de otra forma porque en la cuestión de los cuidados se evidencian interre-
laciones que deben ser consideradas como tales. El ejemplo más notorio de ello es la
dependencia del crecimiento de la autonomía económica de las mujeres, del aumento
de la tasa femenina de empleo decente, el crecimiento de la igualdad salarial y laboral,
los cuales a su vez se ven condicionados por el incremento de la cobertura y calidad de
los servicios de cuidado, en un contexto además en el que ha de modificarse también
el reparto de responsabilidades familiares entre hombres y mujeres con el acompaña-
miento de medidas en el ámbito laboral que faciliten la integración de los hombres a la
corresponsabilidad.
El camino por recorrer es muy largo todavía. Incluso donde pareciera haber avances
incontestables se observan sombras. Ciclo tras ciclo, las encuestas de uso del tiempo
en Europa muestran que los hombres entran, aunque lentamente, en la esfera del tra-
bajo de cuidado no remunerado, pero aparecen nuevas divisiones. Los hombres ensan-
chan levemente su trabajo gratuito, escogiendo prioritariamente las tareas más visibles
y valoradas, como el acompañamiento a las actividades de ocio de los niños, y son más
renuentes a asumir las tareas de limpieza, cuidado corporal de personas enfermas y an-
cianos (que son mayoritariamente ancianas) o aquellas más repetitivas y consideradas
como aburridas.
Hace unos meses, podíamos afirmar que desarrollar servicios remunerados profesiona-
lizados era un reto global ineludible y que era impensable que las mujeres pudieran se-
guir asumiendo todo el trabajo de los cuidados de forma gratuita. El progreso de los dere-
chos de las mujeres, la educación, el mejoramiento de ingresos, la autonomía económica
y política se percibían como evoluciones sociales imparables. Lo seguimos pensando,
pero lo cierto es que la pandemia de la COVID-19 ha dado un fuerte golpe a esta visión.
9 Presentación EUROsociAL+
Comisión Interamericana de Mujeres
Ciertamente la mortalidad femenina ha sido menor que la masculina, pero en el campo
socioeconómico, la pandemia ha desvelado una realidad cruda. Nos ha mostrado que los
retrocesos eran posibles, podían ser violentos, radicales y rápidos. Las mujeres euro-
peas confinadas con marido e hijos tuvieron que asumir en su gran mayoría las tareas
educativas, aunque las parejas más igualitarias y diversas pudieron vivir experiencias
diferentes. Las cabezas de familias monoparentales (en su mayoría monomarentales)
dejaron su trabajo, o sufrieron mayor estrés, las mujeres que tele-trabajaron disponían
de menos espacio personal y privacidad que los hombres con iguales condiciones labo-
rales. Aumentaron todas las desigualdades y violencias pre-existentes. Hasta las cientí-
ficas retrocedieron más que sus colegas hombres, en las publicaciones institucionales.
Estamos en agosto del 2020, y la nueva normalidad conlleva múltiples incógnitas, en la
cual aún no hemos medido todas las consecuencias. Algunos meses de diferencia entre
las medidas tomadas en cada lugar facilitan los marcos comparativos y permiten que
los países puedan aprender recíprocamente. Pero hay una lección común: la COVID-19
ha supuesto una prueba fundamental de resiliencia para las sociedades, las economías
y la gobernanza en todo el mundo. Para superar la crisis, hay que reforzar la resilien-
cia de nuestras sociedades, y enfrentarse a este desafío significa poner la agenda de
igualdad de género en el centro de los planes de recuperación. No como un eje más. La
Unión Europea, a través de su programa EUROsociAL está en este camino. Nos respalda
también la convicción de que el desafío es global y llama a una respuesta global. A una
solidaridad internacional. En este esfuerzo, podemos también contar con el apoyo de so-
cios estratégicos. Por ello nos alegra la colaboración con la CIM. Quizás más que nunca,
está claro que la respuesta debe pasar por el multilateralismo. Requiere la articulación
de esfuerzos, el apoyo mutuo y la acción colectiva internacional. Nuestras dos regiones
se pueden ayudar mutualmente. Para que todos y todas, de la mano, consigamos recons-
truir mejor y no dejar a nadie atrás.
En un día cualquiera de abril 2020 y en los sucesivos, con ocasión de la pandemia, se
han divulgado imágenes de lo cotidiano familiar: la niña que dibuja al lado de una mujer,
mientras ésta habla con su equipo de trabajo desde la computadora; los/as niños/as en
edad escolar que le piden ayuda para hacer la tarea; el llanto de un menor que desde una
cuna le clama por un biberón; la mujer mayor que le pide las medicinas. Situaciones de
siempre, que se han hecho cada día más visibles.
Estas mujeres pueden atender el cuidado de sus dependientes, pero algunas otras, como
las que sirven largas horas en un hospital, deben dejar a sus dependientes a cargo de
otras personas, en su mayoría mujeres, a veces la hija mayor, que no es mayor de edad.
Lo cierto es que siempre hay alguien que requiere cuidados y siempre hay alguien, casi
siempre las mujeres, que hacen los cuidados y esto se repite ad infinito. No es suficiente
dar visibilidad a esta realidad con sus múltiples implicaciones, sino la aspiración de redis-
tribuir de forma justa las responsabilidades, y con ello, transformar la vida de las mujeres.
Significado,ubicuidade importanciadeloscuidados
11 Significado, ubicuidad e importancia de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Producto de COVID-19, el mundo enfrenta una cuarentena sanitaria, social y económica
con alcances y duración aún inciertas. La cuarentena concentra trabajo, educación, aten-
ción primaria de la salud y recreación en un único espacio: el hogar. Además, el riesgo
de enfermedad de todas las personas, en especial las personas mayores, se traduce en
más necesidad de atención.2 Por si todo ello fuera poco, cualquier salida de la casa, como
la simple ida a un supermercado se volvió una operación compleja y mucho más lenta –
desde las filas para entrar hasta el tiempo destinado a desinfectar cada producto.
Son las mujeres las que cuidan dentro y fuera de la casa. Se cuida a menores, personas
mayores y personas con discapacidad. Elcuidadoyaplanteabaunabrechaenelusodeltiempodelasmujeres,que seexacerba conelcierredeescuelas,elaislamientosocial,ylasnecesidadesdeatencióndepersonasenfermas,loqueaumentaráeltiempodelasmujeresdestinadoaltrabajonoremuneradoy,conello,ladesigualdaddegénero.3
La vida de las mujeres opera enfrentando enormes retos que no son un tema individual,
en la medida que también se traslada a las organizaciones y empresas quienes, con
algunas excepciones, continúan operando con las mismas demandas sobre el personal
que las que se tenían previo a la pandemia. Tampoco es fácil identificar maneras de re-
solverlo que atiendan los objetivos de todas las partes implicadas: las personas traba-
jadoras, las personas que requieren de cuidados, la continuidad de las organizaciones y
empresas y el Estado.
Lejos de tratarse de un escenario temporal, el regreso a la vida pre-pandemia, aún en
un escenario optimista, podría tomar años. Entretanto, los países estarán entrando y
saliendo de medidas más o menos restrictivas de confinamiento y distanciamiento físi-
co, incluyendo el teletrabajo durante un tiempo indeterminado. El confinamiento podría
tener un carácter cíclico. Paralelamente, cualquier medida económica, laboral, social y
de la vida cotidiana buscará adaptarse a esa nueva “normalidad”.
De no mediar intervenciones de política pública, las desigualdades se profundizarán,
debido a la organización social de los cuidados. Los riesgos son múltiples: 1) el profundo
retroceso en la participación laboral de las mujeres tanto en cantidad como en calidad;
“Son las mujeres las que cuidan dentro y fuera de la casa”
12 Significado, ubicuidad e importancia de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
2) la pérdida de talento humano que ello conllevaría para las empresas, para las cadenas
productivas y para la economía; 3) el aumento de la desigualdad y de la pobreza de las
mujeres y de quienes están a su cargo; y 4) los retrocesos en la calidad de los cuidados
que reciben las personas cuidado-dependientes. Sin embargo, demediaruna lecturaadecuadayunavoluntadclaradeincidirenestacríticasituación,seríaposibleabrirunaventanadeoportunidadenlaactualcrisisyestablecernuevasformasdeorgani-zarsocialmenteloscuidados.
Concretamente, los riesgos mencionados pueden convertirse en oportunidades si los
gobiernos desarrollan estrategias en torno a cinco “nudos”:
1) el derecho de las personas a ser cuidadas;
2) el apoyo a las familias desde los sistemas de protección social;
3) la participación de los hombres en los cuidados;
4) el funcionamiento de las cadenas de valor que vinculan al sector productivo; y
5) los cuidados como eje transversal.
Elhiloconductordeestoscinconudoseselpasarderespuestascolocadasenlasmujeresylasfamiliasenmateriadecuidadosarespuestascolectivas,concorres-ponsabilidadsocialdentroytambiénfueradelacasa,involucrandohombres,muje-res,alEstadoyalasempresas. Ello requiere hacer de los cuidados una dimensión
central de las medidas que buscan mitigar la pandemia y de las medidas que buscan
la recuperación económica.
ElsignificadodeloscuidadosysuubicuidadEl término “cuidado” designa un amplio conjunto de actividades, desde intensivas has-
ta extensivas, desde mecánicas hasta empáticas y reflexivas, puestas a disposición de
resolver las necesidades de otro ser vivo.4 Los cuidados implican entender y atender a
personas que no pueden resolver todas o parte de sus necesidades físicas, emocionales
y/o afectivas. La idea de entender alude a una conexión necesaria entre quien cuida y
quien recibe esos cuidados.5
En la medida en que alguien necesita algo que otras personas pueden darle, los cuida-
dos se insertan en relaciones y estructuras de poder6 y, por su parte, establecen nuevas
jerarquías entre personas que cuidan y personas que reciben los cuidados. A lo largo de
la vida, en varios momentos todas las personas requieren que otras les cuiden. El grado
de cuidado-dependencia que unas personas tienen de otras se acentúa al inicio y al final
de la vida, durante situaciones de enfermedad, y ante la discapacidad temporaria o per-
manente. En esos escenarios, las personas requieren de otras para resolver satisfacto-
riamente necesidades básicas de alimentación, higiene, vestido y afecto.
13 Significado, ubicuidad e importancia de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Por eso, el “llamado a cuidar” apela a una ética relacional del “hoy por ti, mañana por mí”7
que en la práctica ha tenido una dimensión de género fundamental, en el sentido que el
trato o la relación se establece entre mujeres, para hombres. Mientras los buenos cuida-
dos se asientan en la idea de que quienes hoy atienden las necesidades de otra persona,
verán mañana sus necesidades de cuidado igualmente atendidas, los malos cuidados
se asientan en el maltrato y la negación de las necesidades de cuidado de buena parte
de la población. En el continente americano, a lo largo de la historia y en el presente,
con frecuencia los cuidados han sido resueltos a costa de las personas cuidadoras, casi
siempre mujeres, y generalmente mujeres de menores ingresos, afrodescendientes, in-
dígenas, migrantes.8 La clave está en superar las asimetrías y construir dinámicas, ins-
tituciones, y prácticas de cuidado en el marco de relaciones más horizontales. Para ello,
es necesario descartar que toda una categoría de personas, por ejemplo, los hombres,
demanden cuidados sin aportarlos.9
Atravesando la diversidad, los cuidados se manifiestan como un derecho humano – el
derecho de cuidar y de ser cuidado – inherente a la condición humana.10 En una sociedad
carente de cuidados sería imposible la vida, mucho menos existiría la vida económica o
política. En definitiva, en una sociedad sin cuidados no hay seres humanos, ni sociedad,
ni economía.
La pandemia ha ayudado crudamente a mostrar la ubicuidad de los cuidados, los cua-
les ya eran parte de la vida de las personas, empresas, comunidades y economías en
tiempos normales. La presencia en todo momento y espacio de las necesidades de cui-
dados viene de la mano de otra ubicuidad: la capacidad de las familias, en particular de
las mujeres, de estirar su tiempo y sus brazos para atender simultáneamente múltiples
tareas y obligaciones. En efecto, durante la pandemia se acentúa y lleva el déficit entre
las necesidades de cuidados y la organización social existente para hacerle frente a su
máxima expresión.
Esta ubicuidad, ligada a la normalización de esta actividad como de naturaleza “femeni-
na”, se ha subvalorado y ni siquiera se ha considerado como trabajo, por lo que hay que
apuntar a revalorarlo y reconceptualizarlo como trabajo.
“en una sociedad sin cuidados no hay seres humanos, ni sociedad, ni economía”
14 Significado, ubicuidad e importancia de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Si se entiende por trabajo las actividades que en principio podrían remunerarse para
que las haga otra persona, entonces, loscuidadosconstituyentrabajo.11 Una parte de
los cuidados se realiza de manera remunerada y otra parte, la mayoría, de manera no re-
munerada, y la diferencia cruza por brechas de desigualdad socioeconómica que siguen
definiendo las sociedades americanas, que se han profundizado en las últimas décadas
en el continente americano más que en otras regiones, y que sin duda aumentarán en el
período post pandemia.
Contexto:Situación económicadelasmujeres antesydurantepandemia
Gráfico1América Latina: Porcentaje del tiempo de trabajo no
remunerado de los hogares que está a cargo de las mujeres
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo, 2020.
MÉXICO 74%
GUATEMALA 86%
EL SALVADOR 69%
COSTA RICA 70%
PANAMÁ 70%
74% COLOMBIA
ECUADOR 79%
PERÚ 72%
CHILE 69%
71% ARGENTINA
70% URUGUAY
70% PARAGUAY
67% BRASIL
76% REPÚBLICA DOMINICANA
79% HONDURAS
16 Contexto: Situación económica de las mujeres antes y durante pandemia
Comisión Interamericana de Mujeres
¿Dóndeestabanlasmujeresantesdelapandemia?Eltrabajodecuidadostantoremuneradocomonoremuneradoesprincipalmenterealizadopormujeresenelmarcodelasfamilias. Antes de la pandemia, éste era el caso de siete de
cada diez horas de trabajo doméstico y de cuidados. Las mujeres destinaban a las actividades
de trabajo doméstico y de cuidados entre 22 y 42 horas semanales.12 Los cuidados experi-
mentan la llamada “penalidad” de género: son imprescindibles pero invisibles y en aquellas
situaciones en que es empleo formal, reciben escasa remuneración y protección social.13
Antes de la pandemia, la tasa regional de participación de las mujeres entre 25 y 54 años
en el mercado laboral era de 64,5%, frente al 94,1% de los hombres.14 Para las mujeres
que viven solas, sin parejas o personas dependientes a su cargo, esa tasa de participa-
ción laboral aumenta a 84,4%, mientras que para los hombres que viven solos, queda
relativamente constante (92,6%).
Para entender los alcances de la situación laboral que vive la región, es preciso partir de la
alta informalidad de las relaciones laborales previas a la llegada de la pandemia. Estas con-
diciones operan como restricciones a los márgenes de acción de distintos instrumentos de
índole laboral y social que puedan hacer frente a la emergencia. Como se observa en el grá-
fico 2, existen importantes variaciones entre países en un rango que va de una fuerza laboral
de mujeres informal similar a la de los hombres y comparativamente baja (Uruguay), a casi
un 80% y muy por encima de la de los hombres (Guatemala, Honduras y Nicaragua).
Gráfico2
América Latina: Proporción del empleo informal no agrícola y
brecha entre hombres y mujeres, circa 2019.Fuente: Organización Internacional del Trabajo.
Base de datos ILOSTAT [Ocupación]. Se puede consultar en https://ilostat.OIT.org/data/.
10090807060504030
1020
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ú
Brecha Baja Brecha Media Brecha Alta
Hombre Mujer
17 Contexto: Situación económica de las mujeres antes y durante pandemia
Comisión Interamericana de Mujeres
Esta situación de informalidad de las mujeres las expulsa de la seguridad social, de los
mecanismos de carácter no contributivo (universales y/o asociados a la asistencia so-
cial) y sobre todo de la definición del concepto de trabajo, que muchas veces no las con-
templa y profundiza la pobreza, la desigualdad, las brechas de protección social entre
hombres y mujeres, tanto a lo largo de la vida como durante la vejez.
La crisis exacerba esa informalidad y ha evidenciado la segregación ocupacional que
se vive por género, en la cual las mujeres se concentran sectores económicos menos
especializados, más precarios y con mayor vulnerabilidad. Asimismo, miles de mujeres
se desempeñan como trabajadoras domésticas, cuya situación como trabajadoras ex-
perimentan en buena parte, lo que también viven las mujeres que cuidan en la región:
muchas de ellas migrantes, indígenas o afrodescendientes. Pocas tienen acceso a la se-
guridad social, y están más desprotegidas en escenarios de desempleo sostenido.
Como la participación de las personas en regímenes de seguridad social por lo general
se basa en su posición en el mercado laboral formal, la situación de las mujeres en las
economías ha significado también que tengan menos acceso a la seguridad social. En
muchos casos, las mujeres son dependientes de los beneficios que derivan de la parti-
cipación de sus parejas en el mercado laboral o bien de otros beneficios segmentados y
en general insuficientes.15
Comercio al por menor
Resto de actividades (77)21%
Personal doméstico
Educación
Alojamiento y servicios de comida y bebida
Producción de cultivos, animales, cazay servicios relacionados
Salud
Administración pública
Otras actividades de servicio personalElaboración de productos alimenticiosFabricación de prendas de vestir
10 actividades con mayor presencia de empleo de mujeres
79%
Comercio al por menor
Resto de actividades (77)21%
Personal doméstico
Educación
Alojamiento y servicios de comida y bebida
Producción de cultivos, animales, cazay servicios relacionados
Salud
Administración pública
Otras actividades de servicio personalElaboración de productos alimenticiosFabricación de prendas de vestir
10 actividades con mayor presencia de empleo de mujeres
79%
Gráfico3América Latina: Composición de empleo
de mujeres según rama de actividad
Fuente: Organización Internacional del Trabajo. (2020)
18 Contexto: Situación económica de las mujeres antes y durante pandemia
Comisión Interamericana de Mujeres
Durantelapandemia:característicasespecialesdedistanciamientofísicoCon la pandemia se ha producido una reacción en cadena: a partir de las medidas de
distanciamiento físico se ha desencadenado transformaciones muy rápidas y severas en
la organización de las familias, de los mercados laborales y de los servicios sociales que
se resumen a continuación.
LasfamiliasLa principal medida de salud pública para hacer frente al virus es el distanciamiento
físico entre las personas y la creación de “burbujas” familiares que actúan como barre-
ras epidemiológicas. Con ello se busca hacer más lento el ritmo de contagio y evitar el
desbordamiento de los sistemas de salud. La consecuencia inmediata de esta medida es,
por un lado, el confinamiento doméstico y, por el otro, el cierre parcial o total de las em-
presas, los centros de educación y los servicios públicos, por lo que las familias atienden
todo en el espacio privado.
Se da un aumento de la violencia intrafamiliar, caracterizada por aumento de solicitudes
de ayuda, de denuncias al poder judicial y de feminicidios, además se ha reportado nue-
vos patrones como la violencia digital, con un aumento de delitos por crímenes relacio-
nados con extorsión sexual y pornografía infantil en-línea.16
El confinamiento, las cargas de cuidado y laborales, y los impactos económicos generan
una fuerte carga de estrés que tensiona las dinámicas familiares y la salud mental de
las personas.
MercadoslaboralesLa medida sanitaria se encadena rápidamente a una afectación de la demanda y de la
oferta de bienes y servicios. Todos los países de del continente americano han experi-
mentado en algún grado la paralización de las actividades económicas y han convivido
desde marzo 2020 con reglas especiales para la circulación y la realización de activida-
des sociales y económicas.
“El confinamiento, las cargas de cuidado y laborales, y los
impactos económicos generan una fuerte carga de estrés que
tensiona las dinámicas familiares y la salud mental de las personas”.
19 Contexto: Situación económica de las mujeres antes y durante pandemia
Comisión Interamericana de Mujeres
Las principales fuentes de afectación del ingreso en América a raíz del COVID-19, son
la pérdida de empleo, la reducción de las jornadas laborales, y la caída de las remesas.
CEPAL prevé que el desempleo en la región pase de 8.1 a 11.5%17, lo cual supone 35 mi-
llones de personas en situación de pobreza, 11 millones más que en 2019, y un fuerte
deterioro de los estratos medios.
Enestemarco,lasmujeresestánmásexpuestasaldesempleoporquetienenunain-serciónlaboralmásprecariaymayoresgradosdeinformalidad.18 La concentración de
mujeres en sectores más vulnerables y de baja productividad contribuye a empeorar su
situación de pobreza, dependencia y vulnerabilidad económica, situación que se replica
con las mujeres migrantes en sus países de destino y perjudica el envío de remesas
En cuanto a las remesas, previo a la pandemia, la región americana experimentaba una
bonanza: en 2019 habían alcanzado un punto récord. Centroamérica y el Caribe tienen
altos niveles de dependencia del ingreso de las remesas. Por ejemplo, en este año las
remesas representaron casi el 14% del PIB en Nicaragua, el 21% en El Salvador, y el 36%
en Haití.19 El aumento del desempleo en los Estados Unidos, España y Reino Unido afecta
particularmente a la población migrante de América Latina y el Caribe, significando una
fuerte caída en los ingresos por remesas en los países de la región. En abril de 2020, el
Banco Mundial estimó que el flujo de remesas para América Latina y el Caribe se reduci-
ría en 19,3% en el año 2020.20
LapercepcióndeltrabajoduranteeldistanciamientofísicoenArgentina
De 550 personas consultadas, la gran mayoría mujeres:
•Más de la mitad siente que durante la cuarentena cuida 24 horas por día y no tiene
tiempo de descanso, y el cuidado de la familia es una de sus principales preocupaciones,
junto con el sistema de salud del país.
•Las actividades que mayor tiempo demandan son la limpieza de la casa en primer
lugar, seguida de cocinar y cuidar a niños y niñas.
•La mayoría sienten que son cuidadoras de tiempo completo, trabajan más y están más
cansadas durante la cuarentena que antes. La mitad duerme entre una y tres horas menos
de las ocho necesarias para descansar adecuadamente, y se percibe mentalmente agotada.
Fuente: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)
Ante la llegada del COVID-19, las particularidades de las medidas tomadas para su conten-
ción y las implicaciones de estas en el tema de los cuidados, la CIM ha identificado la pro-
fundización de las desigualdades ya existentes en torno al cuidado de las personas depen-
dientes, con la presencia de nuevos patrones de cuidado que se detallan a continuación.
LainelasticidaddeltiempodelasmujeresEl distanciamiento físico conllevó un repliegue al ámbito doméstico de distintas esferas de
la vida social, laboral, escolar y recreativa, entre otras. Junto con este cambio, las demandas
de cuidados se incrementaron de manera exponencial y se precarizó aún más el trabajo
de los cuidados realizado de manera remunerada. En el nuevo escenario, las tensiones se
agudizan porque la demanda de cuidados se incrementa aún más y de forma muy rápida,
mientras que la respuesta solo puede proveerse en el ámbito doméstico. En este contexto,
el tiempo de las mujeres, que siempre ha sido elástico, llegó a su punto de inelasticidad.
Con la consolidación de tareas en el ámbito doméstico, el trabajo no remunerado habría
aumentado y posiblemente habría superado la cantidad de horas destinadas al trabajo
remunerado. Ello ocurre porque la educación tiene lugar en casa como resultado del
cierre de los centros educativos, las personas mayores, aún aquellas que no son cuida-
do-dependientes, repentinamente necesitan apoyos adicionales como en las compras
y el acceso a medicamentos y se requiere atender al creciente número de familiares
enfermos. Enestecontexto,aumentalacargaglobaldetrabajosobrelasfamiliasengeneralysobrelasmujeresenparticular. Un estudio para los Estados Unidos muestra
que las horas dedicadas a los cuidados desde el ámbito doméstico pasaron de 30 a 59,
con las madres dedicando 15 horas más en promedio que los padres según estudio ela-
borado por Boston Consulting Group21 y publicado por el New York Times.22
En América Latina, la tendencia es similar: hay más personas requiriendo cotidiana-
mente asistencia física y apoyo emocional y afectivo. Esta situación se agrava conforme
las medidas de distanciamiento físico se extienden en el tiempo. Distintas encuestas de
opinión en varios países de la región reportan precisamente esto: un incremento de la de-
manda de cuidados, poco descanso, y dificultad extrema para conciliar los cuidados con
el trabajo remunerado.
Encuestas de opinión realizadas desde el inicio de la pandemia registran un aumen-
to de la carga global de trabajo de las familias; un aumento de la cantidad de horas
trabajadas por las mujeres; yunaprofundizacióndeladistribucióndesigualdeltrabajo
Nuevospatronesdecuidado
21 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
decuidadosentreloshombresylasmujeresdentrodeloshogares.23 Lasdemandasdecuidadosplanteanelriesgodequelasmujeresseveanenladifícildecisióndenopodercontinuarconsustrabajos,especialmenteaquellosquenosepuedenrealizardemaneraremota,conefectosnegativosyposiblementeduraderos,enlaparticipa-ciónglobaldelasmujeresenlafuerzalaboral.
Las barreras para permanecer en sus trabajos se observan, por ejemplo, en el malaba-
rismo al que recurren las mujeres para cumplir con todas las labores que se han incre-
mentado. Quienes tienen un trabajo formal y aún lo conservan de forma presencial o in-
cluso mediante teletrabajo, se debaten entre su empleo, el cuidado infantil, la educación
en el hogar, el cuidado de personas mayores y el trabajo doméstico.24
Esta situación no afecta a todas las personas por igual. Tampoco afecta a todas las muje-
res ni a todas las personas necesitadas de cuidados de la misma forma.25 Las desigualda-
des de género se acentúan en los hogares de menores ingresos, en los que la demanda de
cuidados es mayor26 porque cuentan con un número más elevado de personas dependien-
tes, a la vez que cuentan con considerablemente menos ingresos, menos espacio físico
por persona, menos tecnología y, en general, menos de todo tipo de recursos para hacerle
frente a la sobrecarga de demandas sobre las familias y el trabajo de las mujeres.
MujerestrabajandoenlosserviciosconsideradosesencialesEn la región, la mitad del personal médico y más del 80% del personal de enfermería
son mujeres, el porcentaje más alto del mundo27 y sin embargo son una minoría en los
cargos de decisión y enfrentan una brecha salarial del 28%.28 En este sector se encuen-
tra personal propiamente de salud, junto con personal de apoyo imprescindible para la
atención, como quienes se encargan de mantener limpias las instalaciones y producir
los alimentos para las personas hospitalizadas.
La pandemia aumenta la demanda del personal de salud al mismo tiempo que el alto
contacto con pacientes que requiere esta labor y las escasas o nulas posibilidades de
teletrabajo, les pone en riesgo permanente de contagio. El pánico social también generó
situaciones de discriminación y violencia contra estas personas, expresadas en el rechazo
a cuidar a sus hijos/as o en expulsión de sus viviendas, para mencionar dos ejemplos
“aumenta la carga global de trabajo sobre las familias en general y sobre las mujeres en particular”
22 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
concretos reportados en el informe de la CIM/MESECVI como un nuevo patrón de violen-
cia durante la pandemia.29
Como lo ha indicado la CIDH, buena parte de estas mujeres enfrentan, además de ma-
yores riesgos de contagio, la potencial necesidad de aislamiento ante dicho contagio, la
carga mental asociada a su labor profesional, y “el trabajo no remunerado de cuidado
familiar, incluido el cuidado a niñas, niños, personas mayores y personas con discapaci-
dad”.30 En efecto, las tensiones que viven la mayoría de las mujeres se acentúan en este
caso dado que estas trabajadoras no pueden fácilmente atender sus responsabilidades
laborales normales, mucho menos las asociadas a las obligaciones familiares derivadas
del cierre de escuelas y otros servicios sociales.31 Esto podría querer decir que ellas no
pueden estar cuando más se necesitan, o que están desplegando complejas estrategias
familiares para poder atender ambas responsabilidades e incluso para apoyar las res-
ponsabilidades laborales de sus parejas.
LasburbujassoninsuficientesparaelcuidadoLa importancia de las burbujas familiares como medida de contención ha sido fun-
damental en la pandemia que vivimos, pero debe irse flexibilizando a medida que se
flexibiliza el confinamiento. Para tal efecto, en el marco de todos los protocolos de
salubridad debe valorarse la importancia de prever burbujas no solo familiares en
escenarios de confinamiento. Construir burbujas que no sean solo familiares ha sido,
y seguirá siendo fundamental para el cuidado, sustitución económica del trabajo, eco-
nomía y contacto social.
Contratar servicios de cuidado hace viable una sustitución que permite un ingreso para
las personas contratadas y la continuidad laboral de las personas que deben hacer
LasmujeresyelteletrabajoenChile
•El 42% de las mujeres encuestadas en teletrabajo señalan que han presentado difi-
cultades para hacer teletrabajo y un 47% indica que la principal dificultad es combinar
el teletrabajo con las labores domésticas, principalmente de limpieza y preparación de
alimentos. Para los hombres la principal dificultad para realizar teletrabajo es la calidad
del internet.
•El 56% de las mujeres considera que está trabajando más que en tiempos normales de
oficina; el 31% siente agobio por las tareas que debe realizar en casa.
Fuente: Consejo Informe Estudio Teletrabajo Mutual de Seguridad y Cadem (2020).
23 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
teletrabajo o que realizan trabajos definidos como esenciales, en particular cuando las
escuelas y servicios de cuidado no están disponibles.
En muchos casos, cuando no se externaliza el trabajo de cuidado, al menos parcial, esta
tarea se recae en mujeres menores de edad que muchas veces deben interrumpir sus
propios procesos educativos, o en mujeres mayores. En ambas situaciones, las personas
no cuentan con las herramientas necesarias para encargarse de los cuidados.
Esto es particularmente clave para el personal de salud y otro personal esencial y/o que,
por la naturaleza de su quehacer, no puede volverse teletrabajo. Una buena práctica que
se identificó en Francia fue el contar con servicios especialmente orientados a apoyar al
personal de salud. Claramente, se necesitan programas públicos, estatales, comunita-
rios o de otro tipo, destinados a ofrecer estos servicios de manera gratuita ante el cierre
de escuelas y servicios de cuidado.
La experiencia actual brinda algunos valiosos puntos de partida como los servicios de
cuidado infantil para trabajadores/as esenciales. Un ejemplo no gubernamental en
Costa Rica es Serena Care, una plataforma que se propuso donar 500 horas de cuidado
para los hijos/as del personal de salud que trabaja con pacientes contagiados con el
nuevo coronavirus. El apoyo contempla todo el equipo de protección, juegos, lecturas,
botiquín y una cámara de video que transmite en tiempo real para que los padres puedan
ven a sus hijos/as.32
También hay experiencias puntuales de apoyo a personas mayores en aislamiento social,
para hacer las compras de alimentos y medicamentos e incluso para pasear mascotas
(BID, 2020). En algunos casos como en el programa “Un Viejo Favor” en Medellín, Colombia,
participan personas voluntarias, previo proceso de selección y protocolo de salubridad,
incluyendo protección y manejo de la distancia.33
24 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
ElcierredelasescuelasycolegiosylaeducaciónadistanciaUna de las particularidades de la pandemia es el cierre de las escuelas y centros educa-
tivos. Según datos de UNICEF, más de 154 millones de niños, niñas, el 95% de los matri-
culados, se encuentra temporalmente fuera de las escuelas a causa del COVID-19.34 Los
cierres de estos centros de enseñanza supusieron una atención 24/7 de estas personas
en los hogares. La situación del regreso a las escuelas y planteles educativos es incierta y
cambiante según va avanzando la situación de crisis sanitaria en cada uno de los países.
Esta situación no solo aumenta la cantidad de tiempo que madres y padres deben super-
visar a sus hijas e hijos, sino que también cambia la naturaleza del tiempo dedicado al
cuidado, ya que conlleva la necesidad de liderar y supervisar las tareas escolares, lo que
no ocurría anteriormente. La educación virtual también tiene consecuencias negativas
para las niñas, las cuales soportan la carga de los cuidados de manera desproporciona-
da dentro del hogar.35
En este escenario, la derivación de cuidados fuera de la familia solo está al alcance de
quienes pueden pagar servicios privados de apoyo escolar o de cuidado infantil que garan-
tice protección frente al virus. Esto presenta un reto adicional en términos de la ampliación
de brechas de desigualdad, ya que los hogares de menores ingresos no pueden pagar ser-
vicios privados de cuidado y educación de sus familiares dependientes. Frente al COVID-19,
en estos hogares las mujeres enfrentan una particular vulnerabilidad, ya que tienen que
seguir manejando el trabajo productivo, si todavía lo tienen, y reproductivo (cuidado infantil
y de otras personas dependientes, trabajo doméstico, y enseñanza de niños y niñas) en las
circunstancias sumamente limitantes de confinamiento o cuarentena.36
Otro de los retos que presenta el cierre de las escuelas y la carga de la educación a
distancia es que los padres y madres no están preparados para jugar este rol de edu-
cadores formales de sus hijos/as (UNESCO 2020), rol que recae principalmente en las
mujeres. Asimismo, la creciente dependencia de los dispositivos y plataformas tecnoló-
gicas pone en evidencia la brecha digital en el acceso a la tecnología en nuestra región.
A nivel mundial, hay 200 millones más de hombres que mujeres con acceso a Internet, y
las mujeres tienen 21% menos probabilidad de tener un teléfono móvil, un recurso clave
en países en desarrollo donde los teléfonos brindan acceso a seguridad, redes de con-
tención/organización, sistemas de alerta temprana, atención de salud móvil y transfe-
rencias de dinero.37 Un informe del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) resalta
que en América Latina, la presencia de Internet en hogares alcanza en promedio al 68%,
con grandes diferencias entre países y con brechas de acceso según el nivel de ingreso
de los hogares.38 Muchos hogares no cuentan con suficientes dispositivos electrónicos
para todas las personas de la familia que requieren de su uso, obligando a los miembros
de la familia a rotar los dispositivos existentes.
25 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
LaexpansióndelteletrabajoEl teletrabajo es una de las formas más amplias de trabajo durante la pandemia. Las
personas trabajadoras la visualizan durante este periodo como una ventaja ante las que
deben salir fuera de la casa, dado que no deben exponer su salud y la de su familia. No
obstante, dependiendo del tipo de responsabilidades familiares existentes (edad de ni-
ños/as, presencia de personas mayores con alto grado de dependencia, personas con
discapacidad), se enfrentan a serias dificultades para atender ambos tipos de trabajos.
La Red Pro Cuidados en Uruguay señaló “…que la combinación del confinamiento domi-
ciliario y el teletrabajo demostró a muchos las altas cargas de trabajo no remunerado
asociado a las tareas domésticas y los cuidados”.39 Ocurre que, hasta el momento, el
traslado de las responsabilidades laborales al ámbito doméstico, se ha hecho sin mayor
análisis o abordaje de las implicaciones para las dinámicas familiares. El supuesto ha
sido que las familias son elásticas y de alguno u otro modo, se amoldarán a las nuevas
circunstancias. Sin embargo, se supone una sobrecarga para las mujeres al compatibi-
lizar el teletrabajo y el cuidado de la casa y las familias, la supervisión de tareas escola-
res, y la atención a personas mayores y otras personas dependientes.
Las empresas privadas también tienen un rol en abordar la situación del cuidado apo-
yando una serie de medidas destinadas a flexibilizar las jornadas laborales tanto de mu-
jeres como de hombres que tengan presente la situación de cierre de centros educativos
y de servicios de cuidados procurados en el mercado. Medidas de teletrabajo extendido,
flexibilidad horaria, licencias parentales extendidas, priorizar el trabajo orientado a ta-
reas y/o resultados, y apoyo en red de cuidados son algunas de las medidas que desde
el sector privado facilitan la plena participación de todas las personas con responsabili-
dades de cuidados en escenarios de confinamiento extendido y/o periódico.
ElcolapsodeltrabajodomésticoremuneradoEn América Latina y el Caribe, más de 18 millones de personas, principalmente mujeres,
muchas de ellas personas afrodescendientes, indígenas y/o migrantes, se dedican al tra-
bajo doméstico remunerado. Un 77,5% de estas trabajadoras son informales.40 Menos de 2
millones de ellas, el 11%, tienen protección social y un contrato firmado que puede hacer
valer sus derechos.41 La mayoría de estas trabajadoras carece de acceso a servicios de
salud, o licencias por enfermedad o maternidad. Su pérdida de empleo es, a la vez, la pér-
dida de servicios42 que obligan a las familias sustituir trabajo no remunerado por trabajo
remunerado al no tener disponibilidad de tiempo para realizar su propio trabajo formal.
Se trata de un trabajo que se ha visto fuertemente afectado por la pandemia. El gráfico 4
presenta el escenario de pérdida de empleo doméstico a partir de los porcentajes previs-
tos para el empleo formal43. En este caso, sin embargo, hay que tener en cuenta que una
26 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
parte de los empleos formales se pueden llevar a cabo de manera remota, mientras el
trabajo doméstico no, así que las proyecciones en este caso se vuelven más alarmantes.
Además, al estar los grupos familiares en sus casas se distribuyen las tareas principal-
mente entre las mujeres y niñas del hogar eliminando algunas necesidades de contrata-
ción. Con estas consideraciones presentes, de mínima, como resultado de la pandemia,
se perderían 644.911 empleos, es decir, un 3.6%. Si la crisis se prolonga, esta pérdida de
empleo llegaría a 1.194.989 empleos, un 7% y, si se produce una recesión prolongada, la
pérdida superaría los 2 millones, alcanzando a un 12%.44
Las graves consecuencias económicas y de salud que son resultado de la emergencia,
se acentúan entre las mujeres migrantes que realizan trabajo doméstico remunerado.
“Las restricciones de viaje pueden impedir que las mujeres lleguen a sus trabajos o las
pueden abandonar por el riesgo de salud mientras que la situación de irregularidad de
las trabajadoras migrantes puede impactar su acceso a servicios de salud y otros re-
cursos”.45 A la vez, estas mujeres viven lejos de sus fuentes de trabajo, generalmente
en barrios densamente poblados en los cuales las dos medidas preventivas básicas, el
lavado de manos y la distancia social, son difíciles de observar.46 El riesgo de contraer el
virus y de carecer de servicios adecuados de salud es muy alto.47
La precariedad de las trabajadoras domésticas probablemente aumente al tener que
elegir entre los ingresos, cuidar de sus familiares, y proteger a sus familias, a ellas
mismas y a sus empleadores cuando aumente la flexibilización del confinamiento.48
Gráfico4:América Latina y el Caribe: Estimación de empleo doméstico remunerado perdido por
efecto del COVID-19 (escenario de recesión prolongada)
Fuente: Elaboración propia con datos del BID y del Banco Mundial.
BrasilMéxico
ChileColombia
PerúGuatemala
ParaguayR. Dominicana
ArgentinaEcuador
Costa RicaEl Salvador
HaitíHondurasNicaragua
UruguayPanamáJamaica
BoliviaTrinidad y Tobago
BahamasSurinam
BeliceGuyana
984.614373.190120.309
96.76883.75680.349
59.53246.25344.179
37.69936.22132.79130.12129.500
24.26523.52020.903
14.5128.6847.2622.8621.5431.3621.286
100.0000 200.000 300.000 400.000 500.000 600.000 700.000 800.000 900.000 1.000.000
27 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
LasnuevasdependenciasdelaspersonasmayoresAnterior a la pandemia, las familias hacían frente a buena parte de la atención de la
salud, tanto mediante gastos de bolsillo como mediante los cuidados de salud de sus
integrantes.49 Esto implica, entre otras tareas, la compra de medicamentos, la contrata-
ción de servicios y el cuidado directo de las personas enfermas. Para cuantificar estos
cuidados no remunerados, en México, por ejemplo, se estimó que el valor monetario de
los cuidados de salud brindados en el hogar equivalía al 85,5% del valor de los servicios
hospitalarios y que las mujeres aportaban con su trabajo un 72,2% de ese valor mo-
netario.50 La situación se exacerba con la atención a personas mayores y aquellas con
enfermedades crónicas.
Dado que “los sistemas sanitarios están operando al máximo de sus capacidades” y que
realizan buena parte de las consultas de forma remota, mucha más de la atención de sa-
lud se traslada a los hogares. No mediando políticas de corresponsabilidad, ello aumenta
la presión ejercida sobre el tiempo de cuidados, en particular en el caso de las mujeres.51
Por otro lado, se incluyen nuevas necesidades de esta población debido a su mayor vul-
nerabilidad al exponerse al virus, situación que les impide hacer actividades cotidianas
que antes podían hacer de manera independiente, tales como la compra de medicamen-
tos, alimentos y demás productos básicos.
En general, las mujeres con responsabilidades familiares pueden demorarse en poder pe-
dir ayuda, tanto para sí mismas como para sus familiares, precisamente por las demandas
de cuidado que deben atender. Por eso, “las políticas públicas y la acción comunitaria de-
ben ser proactivas en la búsqueda de las mujeres que se sientan imposibilitadas para salir
de sus hogares para buscar atención, así como de las personas mayores que vivan solas,
lo cual puede ser incluso más difícil en contextos de alta inseguridad callejera”.52
Loscuidadossoncolectivos,perosuatenciónesindividualysincorresponsabilidadCon un balance igualitario en las responsabilidades productivas y reproductivas, tanto
mujeres como hombres pueden continuar en el mercado laboral en igualdad de condi-
ciones, sin ser las mujeres quienes se vean afectadas en mayor grado por recortes o
despidos por su desigual distribución del trabajo en el hogar.53 Esta corresponsabilidad
social de los cuidados, dando valor y reconociendo al cuidado como parte de la cadena
de valor, supone incluir otros actores como el sector privado para expandir los siste-
mas de cuidados estatales para la primera infancia; establecer nuevos esquemas para
compatibilizar los horarios escolares con las jornadas laborales; crear programas de
acompañamiento de personas adultas mayores; entre otros que permitan reorganizar
las tareas cotidianas de cuidados incluyendo, pero trascendiendo, a las familias.
28 Nuevos patrones de cuidado
Comisión Interamericana de Mujeres
En el marco de las organizaciones laborales, tanto públicas, como privadas también de-
ben incorporarse medidas de corresponsabilidad que convoquen a los hombres al cui-
dado, como licencias.
Desde el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SERNAMEG) de Chile se
lanzó un programa en línea para brindar orientación a las mujeres durante la cuarentena
en materia de corresponsabilidad, asesoría legal, cuidado de los hijos/as, entre otros. La
Ministra de la Mujer y la Equidad de Género manifestó ser consciente de las múltiples di-
ficultades que enfrentan muchas mujeres chilenas, así como de la necesidad que tienen
de ser apoyadas y acompañadas.54
SaludmentaldelasmujeresA todas las mujeres les ha preocupado enfermarse o enfermar a un ser querido, perder un
trabajo o ser despedida, educar a los niños/as en línea desde la casa, la soledad, la des-
esperación y la falta de control sobre la situación. El agotamiento físico que experimentan
muchas mujeres de forma cotidiana en la pandemia también tiene efectos en la salud
mental. Todas estas preocupaciones e inquietudes son sentimientos legítimos que tienen
impactos aún no tan claros sobre la salud mental de las mujeres - como estrés, ansiedad
y depresión – y tendrán efectos a largo plazo como la depresión severa o recurrente y el
síndrome de estrés post traumático y otras condiciones que pueden ser debilitantes.
Una investigación realizada en Estados Unidos indica que el 83% de las mujeres y el 36%
de los hombres habían experimentado un aumento en los estados de ánimo deprimidos.
El 53% de las mujeres que trabajan y el 29% de los hombres han experimentado un au-
mento de la ansiedad desde febrero. 55 Asimismo, una reciente encuesta de Malasmadres,
una organización de la sociedad civil en España, indica que el 86% de las mujeres se
sienten apáticas, tristes y desmotivadas, se sienten más cansadas que antes del confina-
miento, y citan razones como la carga de trabajo, la suma del teletrabajo con el cuidado,
las tareas domésticas, la educación de hijos e hijas, y el estrés ocasionado por la incer-
tidumbre sobre la vuelta a la escuela.56
Reducir la inversión de las mujeres en el cuidado – mediante la redistribución y la
corresponsabilidad - es una forma de proteger la salud de las mujeres, una forma de
darle tiempo para el autocuidado y su salud mental, además de ser una precondición
esencial para la igualdad de género.
Emergenciaglobal deloscuidados
ElCOVID-19hadesatado,ademásdelacrisissanitariayeconómica,unconjuntodenuevospatronesdecuidadoquehancreadounaemergenciaglobaldeloscuidados,lacualrequiereunarespuestainmediata,transversalyconmirasallargoplazoylareorganizaciónsocialquedemandanlasdesigualdadesentornoalcuidado.
Esta emergencia recae principalmente en la vida de las mujeres, con el gran riesgo a futu-
ro, y ante la inevitable crisis económica, de que se continúe segmentando el trabajo de las
mujeres y que éstas sean asignadas al trabajo no remunerado de la casa y los hombres
al trabajo remunerado público, reforzando las desigualdades de género en los hogares y
en el mundo laboral.57 Esto representaría un retroceso en la participación laboral de las
mujeres, la pérdida de talento humano para la economía, el aumento de la desigualdad y
de la pobreza de las mujeres y sus hogares, y los retrocesos en la calidad de los cuidados.
A pesar de que con la pandemia se evidenció la magnitud de los cuidados y su ubicuidad,
lo cierto es que no corrió la misma suerte la asignación de su importancia y la necesidad
de colocarlos en el centro de la sociedad, y atenderlos de manera colectiva.
La CIM considera urgente abordar los cinco nudosestructuralesidentificados, atendien-
do a respuestas colectivas y con corresponsabilidad social58:
1) Los cuidados como un derecho.
2) Los cuidados como un trabajo en las cadenas de valor.
3) Los cuidados dentro de los servicios sociales esenciales.
4) Los cuidados como colectivos con la corresponsabilidad de los hombres.
5) Los cuidados como eje transversal.
LoscuidadoscomounderechoDesde el marco del derecho internacional, los cuidados se abordan en el Convenio 156
de la OIT59 que se enfoca en personas trabajadoras con responsabilidades familiares.
Establece que los países deben desarrollar o promover servicios comunitarios, públicos
o privados, tales como los servicios y medios de asistencia a la infancia y de asisten-
cia familiar; deben incorporar las necesidades de estas personas en la planificación de
las comunidades locales o regionales; y deben promover una mejor comprensión y una
corriente de opinión pública acerca de los problemas y las soluciones para resolverlos.
El Convenio 156 hace un llamado a fortalecer los cuidados como parte de la protección
30 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
“Esta emergencia recae principalmente en la vida de las mujeres,
con el gran riesgo a futuro, y ante la inevitable crisis económica,
de que se continúe segmentando el trabajo de las mujeres y que
éstas sean asignadas al trabajo no remunerado de la casa”
social de las personas trabajadoras, y deja además abierta la puerta a distintas combi-
naciones públicas y privadas.
El Convenio 189 de la OIT60, con relación al trabajo doméstico remunerado, ofrece pro-
tección específica a las trabajadoras y los trabajadores domésticos, que hacen muchas
de las actividades de cuidado, establece los derechos y principios básicos, y exige a los
Estados tomar una serie de medidas con el fin de lograr que el trabajo decente sea una
realidad para trabajadoras y trabajadores domésticos.
La Convención sobre la eliminación de las todas las formas de discriminación contra la mu-
jer61 establece en el Artículo 5, la obligación a los Estados Parte tomarán todas las medi-
das apropiadas para: a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudi-
narias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o supe-
rioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres;
b) Garantizar que la educación familiar incluya una comprensión adecuada de la mater-
nidad como función social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres
y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus hijos/as, en la inteligencia de
que el interés de los hijos/as constituirá la consideración primordial en todos los casos.
A esta lista de estándares jurídicos se agrega también, de manera pionera, un número
creciente de compromisos regionales a nivel político con el derecho al cuidado, iniciando
en 2010 con la adopción del Consenso de Brasilia de la XI Conferencia Regional sobre
la Mujer de América Latina y el Caribe.62 La Asamblea de Delegadas de la CIM, en el
año 2012 por medio de la Declaración de San José sobre el Empoderamiento Económico
y Político de las Mujeres de las Américas, abordó la importancia de promover políticas
públicas sobre corresponsabilidad y relacionadas con mejorar la cobertura y calidad de
la infraestructura del cuidado, así como promover el reconocimiento del valor económico
del trabajo no remunerado, y el acceso a la protección social de las mujeres que realizan
trabajo doméstico no remunerado.63
La existencia de servicios de cuidados accesibles y de calidad es un elemento clave para
promover el empoderamiento económico de las mujeres, en la medida de que las mu-
31 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
jeres que se encargan de estas tareas de cuidado lo hacen sobre la base de dejar sus
propios trabajos remunerados.
Reconocer los cuidados como un derecho coloca a los Estados como el gran garante y
responsable de su ejecución, a las personas beneficiarias con instrumentos para su de-
manda, e implica el reconocimiento del trabajo reproductivo de las mujeres.
Uruguay avanzó con la Ley de Cuidados y reconoce el derecho de todas las personas en
situación de dependencia a ser cuidadas con calidad e igualdad, al tiempo que se com-
promete a avanzar hacia un cambio cultural, para que varones y mujeres compartan el
cuidado de forma corresponsable. La Ley Nº 19.353 emitida por la República Oriental del
Uruguay, reunidos en Asamblea General, decretó “el interés general la universalización
de los cuidados a las personas en situación de dependencia”. Y se entiende por cuidados,
“las acciones que las personas dependientes deben recibir para garantizar su derecho
a la atención de las actividades y necesidades básicas de la vida diaria por carecer de
autonomía para realizarlas por sí mismas”. Por medio de esta ley, se les reconoce a las
personas en situación de dependencia la accesibilidad universal a los servicios y las
prestaciones del sistema de cuidados.64
El Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de Argentina articula acciones en el
marco de una Mesa Interministerial de Cuidados. Esta había sido creada en febrero de
2020, justo antes de la declaración de la emergencia sanitaria, con la integración de jerar-
cas de los ministerios de desarrollo social, educación, salud, seguridad social, atención
de personas mayores, atención de personas con discapacidad, entre otras. Producto del
trabajo conjunto, se elaboró un documento que sistematiza las distintas medidas que se
fueron adoptando y que configura una guía útil para toda la ciudadanía. “Reconocemos
la importancia del cuidado como derecho y necesidad y como paso fundamental hacia la
igualdad de géneros.” “Trabajamos recomendaciones y campaña de comunicación para
promover la corresponsabilidad y una distribución más justa de las tareas de cuidado al
interior de los hogares, por una #CuarentenaConDerechos.65
En julio de 2020, la Cámara de Diputadas y Diputados de Chile aprobó por unanimidad
el proyecto de ley que extiende la licencia de postnatal hasta por 90 días para que las
personas puedan acompañar a sus hijos/as en período de pandemia y mientras esté en
vigencia el Estado de Excepción Constitucional. Esta medida cubre a personas con traba-
jo dependiente, independiente y del funcionariado público, y es extendido tanto a madres
como a padres, siempre y cuando hayan accedido al beneficio de postnatal parental, y es
con cargo al seguro de salud común.66
32 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
LoscuidadoscomountrabajoenlascadenasdevalorRealizados de manera remunerada, los cuidados representan una fuente significativa
de empleos, de apoyo a las empresas e ingresos en el marco de los sistemas de pro-
tección social, de servicios privados institucionales, y de servicios privados ofrecidos en
los hogares.67 Al hacerlo, esos cuidados se vuelven un pilar de todos los sectores de la
economía.
La actividad económica remunerada formal se organiza en torno a relaciones entre per-
sonas y empresas de base local, nacional o global. Estas relaciones dan lugar a las lla-
madas “cadenas”, conformadas por eslabones de producción, distribución y consumo
que vinculan a cada persona y a cada familia con mercados locales, nacional y globales.68
Una cadena de valor es una red formal o informal que vincula actividades dentro de una
o más cadenas productivas.
Loseslabonesqueconformanunacadenadevalorsolosonposiblesporlapresen-cia,transversal,alolargodetodalacadena,deeslabonesproveedoresdecuidados,seanremuneradosonoremunerados. Una gerente de una empresa farmacéutica y un
profesor universitario que tienen una niña pequeña, solo pueden ir a trabajar una vez
que la niña ha sido dejada en la guardería o con una cuidadora que llega a su casa para
atenderla. Podría ser también que sea la abuela quien, de manera no remunerada, se
encarga de esos cuidados. En cualquier caso, las horas de trabajo remunerado de las
personas adultas, no pueden desarrollarse sin que tengan lugar los cuidados de la niña.
Porello,laproductividaddelasempresasseapoyadirectamenteenqueloscuidadosesténresueltosde talmaneraquesupersonalpuedaponersusresponsabilidadesfamiliares“enpausa”ydedicarsedellenoalaactividadlaboral.
Hay un conjunto de cadenas dedicadas exclusivamente a los cuidados.69 En estas cade-
nas globales participan migrantes latinoamericanas y caribeñas en Europa, en los Esta-
dos Unidos y en otros países de la región.70 La economía del cuidado reconoce que una
parte de los cuidados son prestados por el sector de servicios, que es esencialmente
formal y público, que integran los servicios de cuidados de niños y niñas, la educación
de la primera infancia, los cuidados a personas con discapacidad, los cuidados de las
personas mayores. Sin embargo, la economía del cuidado también integra otras formas
de cuidados remunerados y no remunerados, prestados por familiares o personas de la
comunidad, que existen por falta de acceso a servicios de cuidados de calidad.71
Encualquiercaso, laeconomíadelcuidado,comoparteesencialde lascadenasdevalor,sostienelavidaeconómicayproductiva.Solamentecuandoelcuidadodelaspersonasdependientesesatendido,yaseaenlaesferadeserviciossocialespúblicosodemaneraprivada,sepuedeparticiparenlavidaeconómica.
33 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Esgeneralmenteaceptadoqueloscuidadosquesebrindandemaneraremuneradasonpartedelosserviciossociales,tantopúblicoscomoprivados,ytambiénesgene-ralmenteaceptadoquetalessonpartedelaeconomíadeservicios.Loqueesmenosevidente,esqueestoseslabonessonpartedetodaslascadenasdevalor:sincuidadosnosecultivapiña,niseextraepetróleo,nisegestionanserviciosmédicosodeningúnotrotipo. En estos estos casos, las personas que participan, desde la producción a la
distribución e incluso hasta el consumo, pueden hacerlo porque otras personas o ellas
mismas en otros momentos, están resolviendo los cuidados de quienes están a su cargo.
Desde la economía feminista se ha visibilizado que los cuidados son imprescindibles
para la producción y para el funcionamiento de las economías. Sin embargo, ante el co-
lapso de los servicios a raíz del COVID-19, los cuidados han temporariamente dejado de
estar escondidos detrás de estrategias familiares y de mujeres, ya que la vida económica
y productiva se ha visto afectada por el cierre de los servicios de cuidado.
Loscuidados,tantoensuformaremuneradacomonoremunerada,constituyenesla-bones,netamentegeneradoresdevalorsocial,perotambiéndevaloreconómico.Es-toseslabonesdecuidados,songeneralmenteinvisibles,consideradoscomoasuntosestrictamentefamiliares,oconsideradoscomoactividadesproductivasdisociadasdelascadenasproductivasalasquealimentan,porloqueelsaltocualitativoessucon-sideraciónsociológicayjurídicacomotrabajo.
LoscuidadosdentrodelosserviciossocialesesencialesLa emergencia ha traído desempleo, hambre y múltiples necesidades acuciantes de vi-
vienda y acceso a servicios básicos, que se exacerba en las mujeres e impacta a su gru-
po de dependientes. Laprotecciónsocialbásicadebealcanzaratodaslaspersonas,tenganonountrabajoremunerado,ydebemaximizarsecuandoejerceneltrabajonoremuneradodelcuidadoyporesonopuedensaliratrabajardemaneraremunerada. Para tal efecto, como uno de los criterios de prelación de la prestación de los servicios
sociales y transferencias, se propone el reconocimiento y la redistribución de los cuida-
dos tanto en escenarios de confinamiento como de reactivación de las economías.
“Desde la economía feminista se ha visibilizado que
los cuidados son imprescindibles para la producción y
para el funcionamiento de las economías”
34 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
La CIM no obvia la coyuntura de la pandemia que enfrenta la región americana con una
situación fiscal muy compleja: una caída abrupta de los ingresos se combina con una de-
manda muy grande de inversión.72 En el actual escenario, la acción estatal debe necesa-
riamente tener prioridades claras y precisas y a pesar de los esfuerzos, lo cierto es que
no se ha abordado de una manera integral y que reconozca la importancia y ubicuidad.
Los mecanismos específicos que hacen realidad la corresponsabilidad social de los
cuidados son transferencias para cuidar, servicios (como los de cuidado infantil), y re-
gulaciones (como las reglas para garantizar buen trato a las personas mayores). Unos
componentes de la protección social requieren inversión pública; otros requieren de ca-
pacidades estatales para relacionarse adecuadamente con las familias y las empresas.
LaparticipacióndeloshombresenlasolucióncolectivaaloscuidadosDesde diversas realidades interseccionales, los hombres manifiestan su identidad y po-
der masculino a través de múltiples expresiones culturales, basadas en estereotipos de
género. No obstante, el progreso hacia la igualdad de género en la mayoría de las so-
ciedades y los cambios en los roles de las mujeres en las esferas económicas, políticas,
sociales y culturales imponen el reto de transformar estas identidades.
Las normas sociales respecto al “ser hombre” tienden a potenciar unas prácticas como
propiamente masculinas y a restringir otras. Algunas de las que se potencian, como el
control y el uso de la fuerza, tienen consecuencias que le hacen daño a la sociedad como
es el caso de la violencia social y doméstica. Por el contrario, comportamientos que
suelen verse como ajenos a “lo masculino” amplían derechos y mejoran la calidad de
vida de los propios hombres.
Para Montesinos “… la nueva paternidad… asume que los compromisos de la pareja, fue-
ra de la reproducción biológica, se comparten de manera igualitaria. Así, la nueva pater-
nidad, como expresión de la[s] masculinidad[es] emergente[s], representa la capacidad
crítica a los modelos tradicionales de los géneros, cuya esencia permite concentrar el
poder en la figura masculina. Se trata, en consecuencia, de asociar una nueva forma de
ejercer el poder y de representar la autoridad, social y familiar, a la figura de la[s] nue-
va[s] masculinidad[es]- nueva[s] paternidad[es].”73
“Los cuidados, tanto en su forma remunerada como no
remunerada, constituyen eslabones, netamente generadores
de valor social, pero también de valor económico.”
35 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
En definitiva, loshombrestienenmuchoqueganardeunaredefinicióndelamasculi-nidadtradicionalhegemónicaqueserelacionecómodamenteconloscuidadosyquelespermitaserpersonasadultasautónomasysolventes. Ello necesariamente requiere
que los hombres sean capaces de reducir sus propias demandas de cuidados y de asu-
mir los cuidados de otras personas que lo necesiten.
La corresponsabilidad del cuidado alude a una visión diferente de las masculinidades
que tenga como referente las paternidades, lo que no constituye un proceso al que se
llega solo, dadas las barreras estereotipadas existentes. Se trata de un proceso para la
igualdad coadyuvado por las políticas estatales que apuestan a estas transformaciones.
El altruismo asociado a cuidar es también una fuente de reconocimiento y de sentido de
la vida. Una sociedad integrada por personas cuidadoras, tanto mujeres como hombres,
es una sociedad mejor, tanto en términos éticos, como sociales y económicos. Concre-
tamente, los cuidados son una fuente de empatía y de crecimiento personal, a partir del
reconocimiento de las necesidades de otras personas. Los hombres tienen que sumarse
a los cuidados en el ámbito doméstico, para el beneficio y crecimiento de todas las per-
sonas del hogar. Estudios muestran que aún usos acotados de las licencias por pater-
nidad pueden tener efectos transformadores en el involucramiento paterno en materia
de cuidados y de trabajo,74 teniendo impacto también en el reintegro de las mujeres a su
vida laboral después del nacimiento de los hijos/as.
La Consejería Presidencial de la Equidad de la Mujer de Colombia indica que “El cuidado
de niños, niñas, personas enfermas, personas con discapacidad y personas mayores, se
debe de realizar en un ejercicio de corresponsabilidad que involucre a todo el hogar, no
solo a las mujeres”. “Para el desarrollo de las actividades y funciones en el hogar, desde
el Gobierno proponemos se hagan reuniones por parte de los grupos familiares para
distribuirse equitativamente las tareas del cuidado entre todos sus integrantes hombres
y mujeres tales como la alimentación, la limpieza y organización de las casas, el cuidado
de la ropa y las gestiones propias del hogar como el pago de cuentas, las compras e in-
cluso el cuidado de las mascotas.”75
“Los hombres tienen mucho que ganar de una redefinición de
la masculinidad tradicional hegemónica que se relacione
cómodamente con los cuidados y que les permita ser personas
adultas autónomas y solventes”
36 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Desde el Instituto Nacional de Mujeres, INAMU, de Costa Rica se hizo un llamado para
que se reflexione sobre el papel de las mujeres, sus condiciones laborales y los trabajos
que deben realizar en los hogares. Aseguró que, en el contexto de la emergencia por el
COVID-19, se hace más claro el peso extra que deben llevar las mujeres, al tener que
duplicar sus funciones…Las labores de cuidado, hoy centrales para la supervivencia del
planeta, debemos de repartirlas en partes iguales entre los miembros de la familia.”76
LoscuidadoscomoejetransversalLa emergencia de los cuidados forma parte de la agenda de temas importantes que deber
guiar el regreso a la vida productiva y para las actividades de recuperación económica.
Sin visibilizar y abordar los temas de cuidado como eje principal y de manera transversal
en las políticas públicas de gestión y manejo de la crisis y para el periodo de recuperación,
no se puede contar con buena parte de la población para la activa participación en la vida
productiva. Las personas a cargo de los cuidados de sus dependientes no se pueden re-
insertar en el mundo público, por tener que atender las actividades de cuidado del hogar,
teniendo un impacto en la fuerza laboral para la recuperación económica.
La transversalidad de los cuidados se vuelve un imperativo de la agenda nacionalsiempreycuandolasmujeresseanpartede losgabinetes nacionalesdecrisis yotrasentidadesencargadasdelaspolíticasdemitigaciónyrecuperación. Son las mujeres
quienes traen estas necesidades y realidades diferenciadas a la conversación nacio-
nal. Desde un inicio, la CIM ha reiterado que la participación igualitaria de las mujeres
en los mecanismos de respuesta y recuperación de la crisis del COVID-19 es importante
en sí misma por razones de igualdad, justicia y democracia77 y también para asegurar la
transversalidad de los temas de género en las respuestas encaminadas. Pese al recono-
cimiento global de la necesidad de reforzar “las medidas que fortalezcan la participación
de la mujer en todas las etapas de los procesos de adopción de decisiones, e incorporen
una perspectiva de género en la respuesta a la COVID-19 y la recuperación conexa”, el
compromiso político manifestado, por ejemplo, en la Asamblea Mundial de la Salud de
la OMS en mayo 202078 no se ha traducido a la práctica. Por ejemplo, 10 de los 31 miem-
bros y asesores del Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud sobre
COVID-19 son mujeres, y de los 25 miembros de la misión conjunta OMS-China sobre
COVID-19, el 20% son mujeres.79
En varios países se identifican propuestas de sociedad civil dando cuenta del carácter
estratégico de los cuidados y que buscan incidir para cambiar el abordaje de los cuida-
dos por parte de los gobiernos.
37 Emergencia global de los cuidados
Comisión Interamericana de Mujeres
Algunas organizaciones plantean la creación de sistemas de cuidados (Argentina, Chile),
o su defensa y fortalecimiento en los casos en los que ya existen (Uruguay). En Uruguay,
organizaciones como Amnistía Internacional, el Centro Interdisciplinario de Estudio sobre
el Desarrollo, la Intersocial Feminista y la Diaria, desarrollaron un encuentro virtual para
abordar los desafíos del sistema de cuidados en Uruguay en un escenario de pandemia.
La Red Pro-Cuidados enfatiza la necesidad de proteger el financiamiento de las políticas
de cuidado “que no debería depender de la definición del sistema político -altamente mas-
culinizado y ajeno a esta problemática- en cada rendición de cuentas y presupuesto”. Asi-
mismo, ha reaccionado frente al anuncio de que desviarían recursos del Sistema Nacional
Integrado de Cuidados “para la compra de insumos para combatir la pandemia provocada
por el coronavirus”. La Red expresó que le preocupa el lugar que le está dando el gobierno
al tema de cuidados de personas dependientes con estas disposiciones y que no se reco-
nozca el valor del trabajo de cuidados dentro del sistema político.80
Comunidad Mujer en Chile señala que los cuidados no son un problema de las mujeres,
sino uno social y que debe ser abordado a través de política pública. La Coordinadora
Feminista 8M de Chile plantea que el gobierno necesita implementar políticas públicas
para apoyar a las mujeres precarizadas, que estén orientadas a cuidar a las personas
más que a la economía. Concretamente, se requiere un sistema de cuidados y defender
recursos clave para la sostenibilidad de la vida como es el caso del agua.81
38 Medidas de cuidados para enfrentar la crisis en Europa: Lecciones aprendidas
Comisión Interamericana de Mujeres
Observar la experiencia internacional es una manera de acortar la curva de aprendizaje
para enfrentar los retos propios de la región americana. Si bien las dos regiones se dis-
tinguen en términos de la división sexual del trabajo, la organización de los cuidados, la
presencia/ausencia de servicios sociales universales, la existencia de servicios públicos
de cuidado, la dedicación de los hombres a los cuidados, las tasas de fecundidad y otros
factores pertinentes, presentamos a continuación algunas de las respuestas implemen-
tadas en Europa para hacer frente a la emergencia de los cuidados, a modo de fomentar
el análisis y la réplica de estas prácticas prometedoras.
En Europa, las intervenciones estatales en materia de cuidados durante la pandemia han
estado principalmente dirigidas a la conciliación entre el trabajo de cuidados y el trabajo
remunerado. También, aunque en menor medida, han estado dirigidas apoyar a las fami-
lias y a las propias personas cuidado-dependientes, independientemente de la situación
laboral de quienes les cuidan.
Entre las medidas para conciliar, la mayor parte se ha dirigido a compensar el cierre de
escuelas y centros de cuidado infantil.82 En términos de familias con menores de cierta
edad (14, 12, 10 años), en algunos países de Europa se han implementado principalmen-
te dos tipos de instrumentos, en principio en ningún país de manera simultánea: desde
el mercado laboral, la adaptación de la organización del teletrabajo para cuidar (horarios
y productos, como en España); y desde la protección social los servicios de cuidado para
hijos/as de trabajadores/as en servicios esenciales (Francia).
En términos de familias con personas cuidado-dependientes adultas mayores o con dis-
capacidad, España planteó los servicios de respiro para familiares, especialmente en
hogares monomarentales y monoparentales de bajos ingresos, que tuvieran que salir
a trabajar o salir de su domicilio con razones justificadas.83 Adicionalmente, se identifi-
caron servicios “de proximidad” a los hogares para garantizar los cuidados, el apoyo, la
alimentación, etc., en particular de la población de personas mayores, con discapacidad
y/o en situación de dependencia.84 El Estado también proporcionó el traslado de servi-
cios normalmente dados de manera institucional, como los de rehabilitación, al ámbito
Medidasdecuidadospara enfrentarlacrisisenEuropa: Leccionesaprendidas
39 Medidas de cuidados para enfrentar la crisis en Europa: Lecciones aprendidas
Comisión Interamericana de Mujeres
doméstico, buscando entre otras cosas, compensar el cierre temporal de estos servicios
y complementándolos con servicios de teleasistencia.85
En términos de los instrumentos de financiamiento, los gobiernos han combinado medi-
das de protección social contributivas (como licencias extendidas para madres y padres),
medidas de protección social no contributivas (como ingreso básico para cuidar) y medi-
das propiamente laborales (como fondos de cesantía y seguros de desempleo).86
Desde las medidas de protección social contributivas, los países han recurrido a las li-
cencias por enfermedad, incluso ampliando su duración y abonando salarios completos
para cuidar a menores (Austria y Noruega) o a personas con COVID-19 (Cook Islands).
También hay ejemplos de pago parcial de los salarios (Romania). La suficiencia de las
licencias ha sido muy variable y, salvo excepciones, de unos cuantos días.
Las medidas de protección social no contributivas o asistenciales se han dirigido a per-
sonas que han perdido sus ingresos de forma total o parcial. Aunque en mucha menor
medida, se encuentran ejemplos de gobiernos que han identificado a las personas según
sus responsabilidades de cuidados. Estas transferencias se han dirigido, por ejemplo, a
las personas que están cuidando o por niño/a fuera de la escuela o sin servicios de cui-
dado (Italia, España, y Polonia). En algunos casos ha sido una única transferencia para
madres y padres con menores de 12 años (Italia); en otros la transferencia ocurre si la
empresa no ofrece servicios de cuidado (España). Algunos países extendieron la dura-
ción de bonos ya existentes (en Polonia, 14 días adicionales a los 60 previstos, aunque
solo para menores de 8 años).87
Desde el mercado laboral, algunos gobiernos definieron un subsidio de ingresos a las
empresas cuando al menos 30% de sus trabajadoras/es tienen que cuidar o directamen-
te a la persona trabajadora si se ve en la necesidad de reducir su jornada laboral para
cuidar. El uso del seguro de desempleo para reducir jornada laboral para cuidar también
ha sido una opción (España).
En varios países se identifican propuestas de sociedad civil, un ejemplo es el de “Ma-
lasmadres” en España.88 Esta asociación actualmente propone, primero, el teletrabajo
como imperativo legal en la fase post confinamiento, que lo combine con el desempeño
presencial (por ejemplo, tres días de teletrabajo y dos presenciales, o viceversa) y que se
proponga alcanzar la paridad de género, a partir de un registro y objetivos progresivos.
Segundo, propone la adaptación de la jornada laboral sin pérdida salarial (por ejemplo, a
partir de una franja horaria obligatoria con márgenes de inicio y finalización adaptables
a cada persona) y medidas de control para evitar el alargamiento de la jornada laboral
y lograr el respeto a la desconexión. Tercero, propone subsidios para la contratación de
40 Medidas de cuidados para enfrentar la crisis en Europa: Lecciones aprendidas
Comisión Interamericana de Mujeres
personas que cuiden en los casos en los que las familias tienen a todas las personas
adultas trabajando fuera del hogar.89
En suma, la situación de los cuidados y su atención, tanto en escenario de distancia-
miento físico como durante la reapertura, ha estado en la agenda de los países europeos,
quienes han implementado medidas de atención para aliviar la carga a las familias y
facilitar la participación de todas las personas en la reactivación económica.
Con base en la emergencia global de los cuidados expuesta y con el objetivo de propor-
cionar respuestas y soluciones prácticas operativas y eficientes en las circunstancias
actuales, la CIM presenta una serie de recomendaciones para enfrentar la crisis multi-
dimensional - sanitaria, económica, social y política - que vive el continente americano.
Recomendacionessobreloscuidadoscomoejetransversal•Alentar a los Estados a declarar la emergencia de los cuidados e incrementar su vo-
luntad política de pasar del discurso a hechos con respuestas concretas.
•Reconocer que los cuidados son parte esencial de la emergencia actual, durante el
confinamiento, en la nueva normalidad, así como para el empoderamiento económico de
las mujeres y las niñas, y la recuperación y crecimiento económico de los países.
•Crear una mesa intergubernamental y multisectorial en los países, que tenga por meta
hacer visible la ubicuidad, manifestaciones, e impacto de los cuidados, y recomiende po-
líticas públicas y leyes para asumir la emergencia con ocasión de la pandemia.
•Asegurar el liderazgo de las mujeres en la gestión de la crisis como un compromiso
de paridad y justicia, y en la agenda de los cuidados como parte esencial de la mitigación
de la crisis.
•Trabajar con visión integral y de cohesión social que integre los cuidados en la gestión
de la pandemia.
•Generar una reflexión global sobre los cuidados que integre a los distintos sectores y
a las organizaciones de la sociedad civil.
•Fortalecer el conocimiento de las organizaciones de la sociedad civil para mejorar su
capacidad de incidencia.
Recomendacionessobreloscuidadoscomounderecho•Resignificar los cuidados como un derecho, tanto para las personas que reciben los
cuidados, como para aquellas personas que brindan los cuidados.
•Reconocer la ubicuidad de los cuidados y las múltiples expresiones en que se traduce.
Recomendaciones
42 Recomendaciones
Comisión Interamericana de Mujeres
•Reconocer el derecho de todas las personas a ser cuidadas en condiciones de igualdad.
•Establecer servicios de calidad con progresiva cobertura universal de las poblaciones
con mayor dependencia.
•Visibilizar y reconocer acciones para garantizar el cuidado de las cuidadoras.
•Formular políticas de conciliación del trabajo productivo y reproductivo, como medidas
especiales de teletrabajo y licencias maternas, paternas y parentales por nacimiento o
adopción, las cuales potencialmente podrán extenderse para atender emergencias deri-
vadas de la pandemia actual.
•Promover acciones de promoción del derecho a los cuidados libres de estereotipos de
género.
•Promover acciones para la ratificación de los instrumentos de la OIT, Convenio 156
“Convenio sobre los trabajadores con responsabilidades familiares” y Convenio 189
“Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos”.
Recomendacionessobreloscuidadoscomotrabajo yenlascadenasproductivasydevalor•Conceptualizar los cuidados como trabajo, sea remunerado o no remunerado.
•Visualizar el trabajo del cuidado con instrumentos como encuestas del uso del tiempo
y cuentas satélites que calculan su aporte a la economía nacional.
•Visibilizar el cuidado como parte constitutiva de todos los eslabones de las cadenas de
valor que se benefician de una fuerza de trabajo.
• Instar al sector productivo al reconocimiento de los cuidados como parte integral y
esencial de la cadena de valor y su valor económico (no solo del cuidado remunerado,
sino también del no remunerado), y visibilizar que, sin resolver el tema de los cuidados,
no es posible la vida económica y productiva.
•Promover un concepto de “burbuja” que reconozca las necesidades de cuidado y faci-
lite los servicios realizados por terceros.
43 Recomendaciones
Comisión Interamericana de Mujeres
Recomendacionessobreloscuidadosenlossistemasdeprotecciónsocial/serviciossociales•Incorporar el concepto de que los sistemas de protección social deben cuidar e incluir
los servicios de cuidados bajo la consideración de servicio esencial, los cuales deben
estar en progresiva expansión de cobertura, calidad y equidad.
•Incluir los cuidados en los criterios de prelación de las transferencias o rentas básicas.
•Reconocer a las mujeres que han ejercido el trabajo doméstico no remunerado en po-
líticas de protección social.
•Movilizar transferencias para cuidar, así como servicios de cuidado que hagan viable
la continuidad laboral de las personas que deben hacer teletrabajo o que realizan traba-
jos definidos como esenciales, en particular cuando las escuelas y servicios de cuidado
no están disponibles.
•Valorar la sobrecarga de responsabilidades de trabajo productivo y reproductivo y su
impacto en la salud mental de las mujeres.
Recomendacionessobrelaincorporacióndeloshombres comoparteesencialdelasolución•Iniciar o profundizar reflexiones nacionales sobre la importancia de los hombres en la
corresponsabilidad del cuidado.
•Generar campañas de paternidad responsable y corresponsabilidad de los cuidados
que den cuenta de la importancia individual y colectiva de esta transformación.
•Promover medidas de conciliación, en todos los sectores, que integren a los hombres
y que estén destinadas a flexibilizar las jornadas laborales teniendo presente el incre-
mento de las demandas de cuidado dentro de los hogares. Medidas como teletrabajo ex-
tendido, flexibilidad horaria, licencias parentales extendidas, la priorización del trabajo
orientado a tareas y/o resultados, y apoyo en red de cuidados, son algunas de las medi-
das que desde el sector productivo facilitan la plena participación de todas las personas.
Notas1 EUROsociAL+ es un programa de la Unión Europea para la cooperación técnica entre América Latina y la Unión Europea que busca contribuir a la mejora de la cohesión social en los países latinoamericanos, así como al fortalecimiento institucional, mediante el apoyo a los procesos de diseño, reforma e implementación de políticas públicas, focalizando su acción en las áreas de género, gobernanza y políticas sociales. https://eurosocial.eu2 OCDE (2020). Women at the core of the fight against COVID-19 crisis. https://read.oecd-ilibrary.org/ view/?ref=127_127000-aw-fnqj80me&title=Women-at-the-core-of-the-fight-against-COVID-19-crisis3 CEPAL (2020a). Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar la reactivación. Santiago, Chile. CEPAL (2020b). América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19: efectos económicos y sociales.4 Durán, M. Á. (2018). La riqueza invisible del cuidado. Valencia: Universidad de Valencia. 5 Folbre, N. (2005). 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Panorama Regional sobre trabajadoras domésticas migrantes en América Latina. Asunción: OIT; ONU Mujeres; CDE; Unión Europea. Obtenido de Centro de Documentación y Estudios.42 CEPAL. (2020d). Trabajadoras remuneradas del hogar en América Latina y el Caribe frente a la crisis del COVID-19. Santiago: CEPAL; ONU Mujeres; OIT.43 BID. (abril de 2020). ¿Cómo impactará la COVID-19 al empleo? Recuperado el 26 de junio de 2020. https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/ C%C3%B3mo_impactar%C3%A1_la_COVID-19_al_empleo_Posibles_escenarios_para_Am%C3%A9ri-ca_Latina _y_el_Caribe.pdf44 La crisis de corto plazo se entiende como de un trimestre (marzo-junio) con recuperación económica durante el siguiente trimes-tre y frutos de la recuperación observables hacia fin de año. Este escenario presupone una caída del producto bruto interno de los países equivalente al doble de la ocurrida durante la crisis de 2009. La crisis económica de mediano plazo conllevaría tres trimestres de manera consecutiva. La recesión prolongada supone una crisis de más de tres trimestres consecutivos, con una recesión económica de magnitud. Fuente: Altamirano, Á., Asuara, O., & González, S. (2020). ¿Cómo impactará la COVID-19 al empleo? Posibles escenarios para América Latina y el Caribe? Washington, DC: BID.45 CIM OEA. (2020). COVID-19 en la vida de las mujeres: razones para reconocer impactos diferenciados. Recuperado el 26 de junio de 2020, de OEA: http://www.oas.org/es/cim/docs/ArgumentarioCOVID19- ES.pdf46 UN Women. (2020). Latin America and the Carribean Rapide Gender Analysis for Covid-19. Recuperado el 27 de junio de 2020. https://www.care-international.org/files/files/ enlac_rga_report_english_final_junio2_1comprimido.pdf47 PNUD. (2020). Respuesta a la pandemia de COVID-19 en poblaciones urbano-marginales y rurales en América Latina.48 UN Women. (2020). 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Los países de América Latina y el Caribe que han ratificado este Convenio son: Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Perú, Uruguay, y Venezuela.60 OIT. (2011). C189 - Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos. Ginebra: OIT.Los países de América Latina y el Caribe que han ratificado este Convenio son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Granada, Guyana, Jamaica, México (entra en vigor el 3 de julio de 2021), Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, y Uruguay.61 Convención sobre la eliminación de las todas las formas de discriminación contra la mujer https:// www.ohchr.org/sp/professio-nalinterest/pages/cedaw.aspx62 CEPAL. (2010) Consenso de Brasilia. https://www.cepal.org/mujer/noticias/paginas/5/40235/ ConsensoBrasilia_ESP.pdf63 CIM. 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Las cadenas de producción giran en torno a un mercado y de un producto o servicio dado. Las de suministro se piensan desde los insumos necesarios para la producción de dicho producto. Las de valor pueden comprender múltiples cadenas de producción y las de suministro interesan en tanto agreguen valor a lo que se produce. No todo suministro genera valor. Las cadenas de valor han sido considerablemente más “generizadas” que las restantes. Fuente: Cayeros, S., Zepeda, F. J., & Soto, E. (2016). Cadenas productivas y cadenas de valor. Revista EDUCATECONCIENCIA, 10(11), 6-12.69 Hochschild, A. R. (2000). Global Care Chains and Emotional Surplus Value. En A. G. Will Hutton, On the Edge: Living with Global Capitalism (págs. 130-146). London: Vintage.70 Herrera, G. (Junio de 2016). Trabajo doméstico, cuidados y familias transnacionales en América Latina: reflexiones sobre un campo en construcción. Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 31, [En línea], 31 | 2016.71 OIT. 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