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Complutum, 11, 2000: 275-284 LA IMPORTANCIA DE LAS PLANTAS PSICOTRÓPICAS PARA LA ECONOMÍA DE INTERCAMBIO Y RELACIONES DE INTERACCIÓN EN EL ALTIPLANO SUR ANDINO Dante Angelo Zelada*, José Mariano Capriles Flores** RESUMEN.- El presente estudio pretende analizar las relaciones de interacción e intercambio desarrolladas en la región sur del altiplano andino durante la cultura Chicha, a partir del tráfico de plantas psicoactivas, en espe- cial Anadenanthera colubrina y Nicotiana tabacum. Enfocamos principalmente el actual norte de Chile, noroeste de la Argentina y la parte sur de Bolivia. El intercambio de productos entre los diversos grupos asentados en ca- da una de ellas a partir de vínculos y redes de interacción, permitió el acceso a productos y bienes de consumo, a los que no se tenían acceso. Se infieren posibles rutas de transito, basadas en la distribución de dos especies de plantas psicotrópicas y de los hallazgos arqueológicos de parafernalia relacionada con el consumo de éstas. The role of psychotropic plants in the south Andean highland exchange relations. Abstract.- The aim of this paper is to analyse the interaction and interchange relationships that took place in the southern Andean highland in the Chicha period, through the trade of psychoactive plants, such as Anadenan- thera colubrina and Nicotiana tabacum. The areas covered by this study are northern Chili, northwest Argentina and southern Bolivia. The interchange links between the groups in those areas allowed them to make use of a number of new goods, otherwise inaccessible. The possible trade ways are also inferred, after the analysis of the psychotropic plants distribution and of the archaeological paraphernalia connected to their consumption. Palabras Clave: Intercambio, Psicotrópicos, Altiplano sur andino, Cultura Chicha. KEY WORDS: Interchange, Psychotropics, Southern Andean Highland, Chicha culture. * Universidad Mayor de San Andrés. [email protected], [email protected] ** Universidad Mayor de San Andrés. Casilla de Correo 499. La Paz – Bolivia. [email protected] 1. INTRODUCCIÓN El uso de plantas psicotrópicas, en épocas prehispánicas, ha sido ampliamente descrito en varios trabajos. Estos trabajos se concentran principalmente en la descripción de los implementos con que se con- sumían y la iconografía presente en este tipo de para- fernalia. Sin embargo, muy pocos han tomado en cuenta la relación entre la procedencia de estas plan- tas, las áreas de tránsito seguidas por los portadores de estos productos y los puntos de consumo. Tampoco en los trabajos donde se incluyen rutas de intercambio se toma en cuenta la perspectiva de las relaciones que el tráfico de estos productos haya podido generar en estas sociedades. En el área del altiplano sur (Figura 1) el uso de sustancias psicoactivas se extiende desde el Perío- do Arcaico (Torres 1996). Durante el Periodo Forma- tivo en el norte chileno se evidencia el consumo en pipas, al igual que en el noroeste argentino (Pérez 1994; Torres 1999). En el Periodo de los Desarrollos Regionales Tempranos, su uso se extiende a una zona más amplia y su consumo se intensifica en áreas co- mo San Pedro de Atacama, donde han sido halladas gran cantidad de tabletas de rapé. En contraste con es- to en el noroeste argentino, aunque el uso de tabletas no estuvo exento, es más notorio el consumo en pipas y caracoles (Torres 1996). En el Período de Desarro- llos Regionales Tardíos, el uso de tabletas práctica- mente desaparece en San Pedro de Atacama, perma- neciendo en la región del Río Loa, zona fronteriza en- tre la cultura Atacama y la Tarapacá; mientras que en el noroeste argentino su consumo es similar al del pe- ríodo anterior. Finalmente, durante el período de ocu-

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Complutum, 11, 2000: 275-284

LA IMPORTANCIA DE LAS PLANTAS PSICOTRÓPICASPARA LA ECONOMÍA DE INTERCAMBIO Y RELACIONES

DE INTERACCIÓN EN EL ALTIPLANO SUR ANDINO

Dante Angelo Zelada*, José Mariano Capriles Flores**

RESUMEN.- El presente estudio pretende analizar las relaciones de interacción e intercambio desarrolladas enla región sur del altiplano andino durante la cultura Chicha, a partir del tráfico de plantas psicoactivas, en espe-cial Anadenanthera colubrina y Nicotiana tabacum. Enfocamos principalmente el actual norte de Chile, noroestede la Argentina y la parte sur de Bolivia. El intercambio de productos entre los diversos grupos asentados en ca-da una de ellas a partir de vínculos y redes de interacción, permitió el acceso a productos y bienes de consumo,a los que no se tenían acceso. Se infieren posibles rutas de transito, basadas en la distribución de dos especiesde plantas psicotrópicas y de los hallazgos arqueológicos de parafernalia relacionada con el consumo de éstas.

The role of psychotropic plants in the south Andean highland exchange relations.Abstract.- The aim of this paper is to analyse the interaction and interchange relationships that took place in

the southern Andean highland in the Chicha period, through the trade of psychoactive plants, such as Anadenan-thera colubrina and Nicotiana tabacum. The areas covered by this study are northern Chili, northwest Argentinaand southern Bolivia. The interchange links between the groups in those areas allowed them to make use of anumber of new goods, otherwise inaccessible. The possible trade ways are also inferred, after the analysis of thepsychotropic plants distribution and of the archaeological paraphernalia connected to their consumption.

Palabras Clave: Intercambio, Psicotrópicos, Altiplano sur andino, Cultura Chicha.

KEY WORDS: Interchange, Psychotropics, Southern Andean Highland, Chicha culture.

* Universidad Mayor de San Andrés. [email protected], [email protected]** Universidad Mayor de San Andrés. Casilla de Correo 499. La Paz – Bolivia. [email protected]

1. INTRODUCCIÓN

El uso de plantas psicotrópicas, en épocasprehispánicas, ha sido ampliamente descrito en variostrabajos. Estos trabajos se concentran principalmenteen la descripción de los implementos con que se con-sumían y la iconografía presente en este tipo de para-fernalia. Sin embargo, muy pocos han tomado encuenta la relación entre la procedencia de estas plan-tas, las áreas de tránsito seguidas por los portadoresde estos productos y los puntos de consumo. Tampocoen los trabajos donde se incluyen rutas de intercambiose toma en cuenta la perspectiva de las relaciones queel tráfico de estos productos haya podido generar enestas sociedades.

En el área del altiplano sur (Figura 1) el usode sustancias psicoactivas se extiende desde el Perío-

do Arcaico (Torres 1996). Durante el Periodo Forma-tivo en el norte chileno se evidencia el consumo enpipas, al igual que en el noroeste argentino (Pérez1994; Torres 1999). En el Periodo de los DesarrollosRegionales Tempranos, su uso se extiende a una zonamás amplia y su consumo se intensifica en áreas co-mo San Pedro de Atacama, donde han sido halladasgran cantidad de tabletas de rapé. En contraste con es-to en el noroeste argentino, aunque el uso de tabletasno estuvo exento, es más notorio el consumo en pipasy caracoles (Torres 1996). En el Período de Desarro-llos Regionales Tardíos, el uso de tabletas práctica-mente desaparece en San Pedro de Atacama, perma-neciendo en la región del Río Loa, zona fronteriza en-tre la cultura Atacama y la Tarapacá; mientras que enel noroeste argentino su consumo es similar al del pe-ríodo anterior. Finalmente, durante el período de ocu-

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pación Inca, el consumo de plantas psicotrópicas prin-cipalmente se concentra en el tabaco.

Este trabajo pretende analizar las relacionesde interacción generadas a partir del tráfico, intercam-bio y uso de plantas psicoactivas. Nos concentramosen el área de los valles interandinos ubicados entre elaltiplano de Lípez y el Chaco, área donde se asentó lacultura Chicha. Esta zona, por su importante ubicacióngeográfica, hizo posible establecer diversas rutas deintercambio e interacción entre la costa y el altiplanocon las tierras bajas del Chaco. En éste contexto, lasdiversas culturas situadas en las zonas de valles inte-randinos funcionaron como intermediarias entre losgrupos que conformaron el mosaico cultural del alti-plano sur andino.

Pese a la importancia de esta zona para en-tender la dinámica de la región del altiplano sur, hastamuy recientemente la falta de información e investi-gaciones arqueológicas en el sur boliviano determinóque los estudios sobre el uso de agentes psicoactivosy su parafernalia en la zona del norte chileno y el no-roeste argentino sean en parte incompletos. Nuestrotrabajo intenta ofrecer una propuesta alternativa, queincluya la región sur de Bolivia dentro del marco deinteracciones y redes de complementariedad desarro-lladas en el altiplano sur de los Andes.

2. ÁREA DE ESTUDIO

El área de estudio del presente trabajo (Figu-ra 1) está comprendida en el altiplano sur de la cordi-

llera de los Andes, específicamente en el área dondese estableció la cultura Chicha y otras del altiplano surandino que interactuaron con ella (Atacamas, Tarapa-cás y Lipez entre otros). Dentro del territorio bolivia-no nuestra área de estudio contempla la Cordillera Oc-cidental, el altiplano de Lipez, los valles interandinosde las provincias Nor y Sud Chichas del departamen-to de Potosí, los valles de la región de Tarija y partedel Chaco. Consideramos también algunas zonas de lacosta norte de Chile, específicamente los desiertos deTarapacá y Atacama. Finalmente, del noroeste argenti-no incluimos la puna de Jujuy y algunos valles interan-dinos como la Quebrada de Humahuaca, entre otros.

En nuestra zona de estudio es posible obser-var varias ecoregiones, entre ellas la región de tierrasaltas (cordilleras, praderas altoandinas, punas y páramoyungueño), a 6500-3500 m.s.n.m.; región de valles se-cos mesotérmicos (monte espinoso y microfoliado yrestos de bosque seco deciduo), 3400-1000 m.s.n.m.;región de bosque subhúmedo semisiempreverde demontaña y submontaña (yungas tucumano-boliviano),3400-800 m.s.n.m. y la región de bosque seco deciduode chaco basal y del chaco-serrano periférico, 1500-150 m.s.n.m. (Rivera 1992).

Los valles mesotermos o interandinos, a losque se hace referencia en este trabajo, se caracterizanpor su formación longitudinal, literalmente “encajo-nados” por serranías, y porque corren de norte a sur,siguiendo las orientaciones de las mismas. Estos va-lles, en la región de los Chichas, son parte de la exten-sa cuenca del Río San Juan del Oro, uno de los princi-pales ríos de la región y tributario del Pilcomayo. De-

Fig. 1.- Área de estudio enfocada en el presente trabajo.

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bido a la topografía accidentada de la región, los ríosy quebradas conforman excelentes pasos naturales queconectan diversos valles y subcuencas entre sí (Angelo1999b). Actualmente, todavía estos “caminos naturales”son empleados por los ocupantes de la región para di-versas actividades de interacción entre sus comunidades.

3. EL USO DE PLANTASPSICOTRÓPICAS EN LA ÉPOCAPREHISPÁNICA

El uso de plantas alucinógenas en las socie-dades andinas abarca desde los períodos iniciales (Pre-cerámico y Formativo, 2000 A.C.–300 D.C.) hasta laactualidad, según lo demuestran los estudios arqueo-lógicos y etnográficos (Alvarsson 1993; Ortiz 1985;Torres 1996, 1999, com. pers. 1999). Esta práctica,que según algunos autores (Torres 1996, 1999) tienesu origen en la región amazónica, parece haber tenidouna serie de empleos, que contemplaban desde losusos medicinales hasta aquellos estrictamente orienta-dos a probar sus cualidades alucinógenas.

Diversos tipos de uso de estos productos sonsugeridos, a partir de evidencias arqueológicas y etno-gráficas, por Torres (1986: 39), ya sea por vía oral,fumando en cigarros o en pipas, comiéndolas, injirién-dolas por vía nasal e inclusive mediante enemas. En-tre algunas de las evidencias más claras de su uso, re-gistrada en la cultura material de las sociedades andi-nas, se tiene el uso de pipas y de tabletas llamadas derapé. Éstas, junto a otros implementos de inhalaciónfueron encontrados principalmente en contextos fune-rarios de excavaciones arqueológicas a lo largo de di-versas áreas de la región andina (costa norte de Chile,noroeste argentino, costa del Perú, área circumlacus-tre y otras) (Berenguer 1985; Pérez 1994; Torres 1986,1996, 1999). Estos conjuntos o equipos de inhalación(tabletas, tubos inhalatorios y estuches de cuero) con-tienen, en su mayoría y entre otras cosas, sustanciaspara inhalar que han sido identificadas mediante aná-lisis químicos.

De las principales especies botánicas identi-ficadas con propiedades psicoactivas, y entre los si-guientes géneros y especies como Virola (Virola thei-dora, V. calophyla, V. calophylloidea), Anadenanthe-ra (Anadenanthera colubrina y Anadenanthera pere-grina) y Nicotiana (Nicotiana rustica y Nicotiana ta-bacum, especie híbrida entre N. sylvestris y N. otopho-ra) sólo la primera es empleada por tribus amazóni-cas, y está distribuida principalmente en la parte debosques subtropicales de la Amazonia (Torres 1986,1996). En cambio, las dos últimas especies (Anade-nanthera y Nicotiana) presentan un rango de distribu-ción amplio y, principalmente, comprende la parteoriental del área de enfoque de nuestro trabajo.

Para los objetivos de nuestro trabajo nos con-centramos en la especie Anadenanthera colubrina, de-bido principalmente a que se conoce por investigacio-nes arqueológicas como parte importante de la vidaceremonial (Torres 1986, 1996, 1999), y también dela vida cotidiana de los habitantes de los Andes. Suuso, por parte de sociedades no productoras de estassustancias, y el acceso al mismo a través del intercam-bio permite trazar interesantes alternativas para enten-der las complejas relaciones de interacción, que lassociedades de la región sur andina parecen haber esta-blecido (Angelo 1999b).

El consumo prehispánico de Anadenantheracolubrina ha sido evidenciado en diversos sitios ar-queológicos en el extremo occidental de nuestra áreade discusión; es decir, toda el área de la costa chilena(Torres 1999). Sin embargo, como argumentamos másadelante, esta especie se distribuye en el extremoopuesto del espacio en discusión; es decir, la regiónde valles orientales del piedemonte y Chaco (Figura2). Estos dos tipos de evidencia remarcan la importan-cia de las relaciones de intercambio, mediante las cua-les los ocupantes de la región altiplánica (puna y va-lles) y de la costa podían acceder a estos productos,propios de los medios más cálidos y subtropicales.

La Nicotiana sp. (tabaco) es también consi-derada como otro importante producto que pudo serparte de los bienes de intercambio que aquí se obser-van. Sin embargo, el problema de la Nicotiana, a di-ferencia de la Anadenanthera, es que su evidencia den-tro del registro arqueológico no es tan clara ni recu-rrente, a excepción de las pipas de cerámica presentesen la región de la costa chilena y norte argentino (Pé-rez 1994; Torres 1996). Esto puede deberse a que esteproducto era consumido, principalmente, fumándoloo masticándolo, acciones que dejan poco o ningún re-gistro material. Por otro lado, se debe considerar tam-bién que debido al uso actual que se le ha dado al ta-baco, la cultivación industrial pudo haber desplazadoa especies silvestres que podrían ayudarnos en su iden-tificación y búsqueda de evidencias.

Garcilaso de la Vega (1943), en sus “Comen-tarios Reales”, menciona la importancia del tabaco osairi para las sociedades andinas. Tampoco se puedenegar la importancia de este producto, si se consideraque el área en discusión es una de las regiones conmayor distribución de esta especie. Actualmente, lasregiones del norte argentino que corresponden a lasprovincias de Salta y Jujuy constituyen las mayoresproductoras de tabaco de ese país. Consideramos portanto muy importante el registro de esta especie comoparte de las redes de interacción generadas por produc-tos con propiedades psicoactivas y/o curativas, duran-te los períodos prehispánicos.

Otra planta de características psicotrópicas,es el San Pedro (Trichocereus pachanoi), que presen-

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ta un rango de distribución amplia a lo largo de la re-gión andina, incluyendo los valles interandinos mencio-nados en este trabajo. Es posible que este producto ha-ya sido también parte del conjunto de plantas consumi-das con fines alucinógenas en la región. Por motivos deespacio y por las características de su amplia distribu-ción, esta especie no aporta indicios claros que puedanser interpretados como generadores de interacción, porlo que no es considerado en el presente trabajo.

4. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DELAS PLANTAS PSICOTRÓPICAS

La Anadenanthera colubrina se distribuye enbosques semideciduos de llanura y bosques secos in-terandinos en un rango de altura que va de los 350 a2000 m.s.n.m. (Saldias 1993: 429-431), este tipo debosques se caracteriza por presentar una vegetaciónde tipo xerófilo, precipitaciones fluviales altas y zo-nas topográficamente sinuosas y algo accidentadas.Este tipo de medio ecológico se distribuye geográfi-camente conformando una franja, de norte a sur, quecorre paralela a la de las altas serranías, pertenecien-tes a la Cordillera Real u Oriental. Abarca en su ex-tensión parte de los departamentos bolivianos de Chu-quisaca (al sur-sureste), Tarija (en su parte oeste y cen-tral), Cochabamba (al este), La Paz (al este), Beni yparte de Santa Cruz (al oeste); dentro de lo que se co-noce comúnmente como región de yungas o piede-monte andino (Figura 2).

Es de interés particular la región sur de estaextensa franja de piedemonte (comprendida entre losdepartamentos de Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz) yparte del Chaco, en la que se ha evidenciado la pre-sencia de especímenes de Anadenanthera colubrina ytambién Nicotiana sp. El área de distribución de lasespecies consideradas en este trabajo, dentro el terri-torio boliviano, que son parte de la actual coleccióndel Herbario Nacional de Bolivia (HNB) y otras fuen-tes bibliográficas, son sintetizadas en la Tabla 1.

Las principales características de las especiesconsideradas en este trabajo se presentan en las Tablas2 y 3.

La Anadenanthera colubrina presenta diver-sos usos, en Santa Cruz la corteza es utilizada paracurtir cuero y es conocida como zumaqui. Su maderatambién se utiliza para la construcción y para leña(Saldías 1993: 430). El hecho de que en la actualidadse la utiliza como madera puede reforzar la posibili-dad de que por fines rituales las tabletas de rapé tam-bién hayan sido manufacturadas con este material. Elalcaloide presente en su estructura es la bufotenina (Fi-gura 3).

La Nicotiana tabacum es una especie híbridaentre N. sylvestris y N. otophora (Nee 1993: 759), co-nocida comúnmente como tabaco. Probablemente fuedomesticada entre el norte argentino y el sur de Boli-via (Nee 1993: 759; Parodi 1960: 42-43), precisamen-te en el sector este de nuestra zona de estudio. Ésta,además de algunas variedades silvestres como Nicotia-na otophora, fue una de las principales especies que

Fig. 2.- Áreas de distribución de hallazgos y de la Anadenanthera colubrina (Modificado a partir de Torres 1995).

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se utilizaban en los Andes durante el imperio incaico,especialmente con fines medicinales. La Nicotianaotophora todavía en la actualidad es consumida comotabaco silvestre (Nee 1993: 759). El alcaloide presen-te en este género es la nicotina (Figura 4).

5. IMPORTANCIA DE LAINTERACCIÓN EN ELALTIPLANO SUR ANDINO

El altiplano sur andino se caracteriza por pre-sentar una estructura y procesos de desarrollo cultural

muy diferentes a aquellos desarrollados en la regiónCentral de los Andes (cuenca del Lago Titicaca ycosta peruana). Esta diferencia se debe principalmen-te a la importancia de las redes de interacción com-plementarias para las sociedades del altiplano sur yque –al contrario de la región circumlacustre (ver porejemplo Browman 1981, 1996; Kolata 1991; Rivera1975)– estas redes no parecen haber estado necesaria-mente controladas por un poder centralizado (Angelo1999b; Dillehay y Nuñez 1988).

Diversas investigaciones arqueológicas hanllamado la atención respecto a las relaciones de inter-cambio entre diversos medio ambientes ecológicos en

EspecieAltura

M.S.N.M.Área de distribución (Departamento) Tipo de Medio Fuente

Anadenanthera(macrocarpa ocolubrina)

350 y 1450Charagua, Río Chore Chore y en las Provincias:Andrés Ibañez, Cordillera, Ichilo, Florida, San-ta Cruz.

Chaco y bosque bajo.Vegetación arbustiva.Gran chaco bosque.

HNB

Anadenantheracolubrina

450–1420Provincias Gran Chaco, Mendez, Arce,O’Connor y Entre Ríos, Tarija.

Chaco.Bosque pluvioverde enladera poco escarpada.

Bosque subtropical.

HNB

Anadenantheracolubrina

900–950 Provincias Luis Calvo, Nor Cinti en Chuquisca. Idem. HNB

Anadenantheracolubrina

Fraile Pintado, Dpto. de Ledezma, Jujuy-Ar-gentina.

HNB

Nicotianaotophora

1500–2700 Tomina y Monteagudo, Chuquisaca.Valle interandino.

Bosque semideciduo.Nee 1993

Nicotianaotophora

400–1500 A 8 km de Villamontes, Prov. O’Connor, Tarija. Idem. Nee 1993

Nombre científico Nombres Comunes Características Botánicas Fuente

Anadenantheracolubrina.

Huilca o WilkaWilka (La Paz),Cebil (Chuquisaca,Tarija y Santa Cruz),curupari (Chuquisaca)Curupau (SantaCruz).

Familia leguminosae; subfamilia mimosoideae, géneroAnadenanthera, tiene cuatro especies representadas en lostrópicos y subtrópicos de Sudamérica, en Bolivia se regis-traron dos especies (A. colubrina y A. peregrina).Árboles inermes, hojas alternas y bipinnadas con foliolos pe-queños y numerosos. Glándulas en el peciolo y en otras par-tes. Flores dispuestas en cabezuelas. Frutos con vainasaplanadas coriaceas, rectas o algo arqueadas, dehiscentessolamente por el margen inferior. Semillas aplanadas y dis-coidales, no aladas. Árbol pequeño a mediano (hasta docemetros o más), de tronco liso y con mamelones gruesos decolor café claro. Hojas con glándulas en el peciolo y otraen la inserción del último par de pinas. Florece de septiem-bre a diciembre y frutos de septiembre a julio.

Saldías (1993)

Tabla 1.- Áreas de distribución en Bolivia de las especies estudiadas.

Tabla 2.- Anadenanthera.

Nombre científico Nombres Comunes Características Botánicas Fuente

Nicotiana sp.

Nicotiana tabacum:Tabaco, domesticada.

Nicotina otophora:Tabacachi, tabaquilla.

Familia Solanaceae, género Nicotiana. Hierbas anuales oarbustos de madera blanda Árboles pequeños glabros avísido-pubescentes. Hojas alternas comúnmente grandesy víscidas por los pelos glandulíferos. Flores de cáliz 5-lobado, persistente y usualmente acreciente, la corola tu-bular campanulada. Presenta estambres 5-exertos o no,iguales o desiguales. Fruto como pequeña cápsula de pa-redes delicadas, lleno de semillas diminutas.

Nee (1993)

Tabla 3.- Nicotiana sp.

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la región de los Andes, evidenciadas en el registro ar-queológico. Principalmente, aquellos trabajos referidosa la actual costa chilena han aportado la presencia deelementos y productos propios de medios tropicales co-mo plumas de aves, carcazas de reptiles (Torres 1986:50), además de semillas y frutos como mates de cala-bazas, urucú y otros (Rivera 1975). A esto se sumanlas evidencias de un tráfico e intercambio constantede plantas psicotrópicas anteriormente mencionadas.

La importancia de las relaciones de interac-ción entre grupos humanos y medios diversos, situa-dos a lo largo y ancho de la región andina, tuvo carác-ter de complementariedad destinada a suplir la faltade determinados productos a través del intercambio.Estas relaciones empiezan en los períodos iniciales,probablemente hacia 10.000 A.C. (Rivera 1975), el pe-ríodo Arcaico o Precerámico (Lynch 1988), y se ex-tienden hasta los períodos Formativo (0–600 D.C.), deDesarrollos Regionales y de Expansión Inca (600–1540 D.C.) (Angelo 1999b; Browman 1981, 1996; Ri-vera 1975; Torres 1986).

6. LA CULTURA CHICHA YEL AMBIENTE CULTURAL

La cultura Chicha ha sido considerada comootro de los diversos señoríos que poblaron el altiplanosur andino. En base a estudios de etnohistoria, ésta fuevalorada como parte del gran mosaico multiétnicoque pobló la región sur andina, formando parte decomplejas estructuras sociales no bien entendidas has-ta la fecha. Saignes presenta a los chichas como partede la gran Confederación Charca, conformada por di-

versos grupos étnicos (chichas, charcas, chuis y cara-caras), que junto a otras naciones étnicas habrían for-mado las confederaciones del sur, que marchaban aCuzco a rendir honores al Inca.

La perspectiva anteriormente descrita se vin-cula a la percepción de las sociedades del sur consti-tuidas como el producto de la desintegración del esta-do de Tiwanaku (ca. 1100). Esta visión considera im-plícitamente a estas sociedades como de menor desa-rrollo cultural, que debido a su carácter de segregacióny de grupos étnicos atomizados, después de la caídade Tiwanaku, no habrían logrado consolidar una es-tructura social coherente (es decir, el estado) y capazde cumplir el rol de Tiwanaku. En términos de crono-logía, dentro de esta perspectiva, el desarrollo de estassociedades solamente alcanza los 1100 DC., por loque han sido considerados dentro del esquema crono-lógico de la región del Lago Titicaca, en el “PeríodoIntermedio Tardío o de Señoríos Regionales” (1100–1450 D.C.). Esta perspectiva (básicamente etnohistó-rica) ha sido ampliamente aceptada en gran parte delas regiones del sur de Bolivia, principalmente debidoa la falta de investigaciones arqueológicas, hecho queha oscurecido la visión de un desarrollo cultural pro-bablemente mucho más antiguo y dinámico.

Recientes investigaciones arqueológicas rea-lizadas en áreas comprendidas dentro del territorio enel que se estableció la sociedad Chicha (Angelo 1999a, 1999b), llaman la atención respecto de la importan-cia de la misma como parte de unas relaciones com-plejas de interacción, tráfico e intercambio entre di-versos grupos étnicos que poblaron el área.

En base a comparaciones tipológicas, espe-cialmente de material cerámico, con estudios arqueo-lógicos de regiones vecinas, se postula que la cultura

Fig. 3.- Gráfico de Anadenanthera colubrina, tomado de Saldias(1993).

Fig. 4.- Gráfico de Nicotiana tabacum, tomado de Parodi (1966).

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Chicha se estableció a partir de la segunda mitad delHorizonte Medio y perduró hasta los tiempos de laconquista española (900–1540 DC.). La relación di-recta con otras culturas y estilos cerámicos definidospara la región del noroeste argentino, nos llevan aconsiderar la adaptación de ciertos elementos de lacronología de esta región y a remarcar ciertas particu-laridades locales como el esquema más apropiado; se-gún éste situamos a la cultura Chicha desde finalesdel Período de Desarrollos Regionales Tempranos has-ta inicios de la colonia.

Pese a la ambigüedad existente en la demar-cación del territorio ocupado por este grupo étnico, semenciona que los Chichas pudieron ocupar un territo-rio tan amplio como desde Tarija hasta Lípez, de estea oeste, y desde Cotagaita hasta Humahuaca, de nortea sur. Esta imagen ha sido ampliamente corroboradapor hallazgos de material cultural vinculado a los Chi-chas. Sin embargo, son también datos etnohistóricos yarqueológicos los que sugieren la existencia de terri-torios con ocupaciones multiétnicas, que presentan lafigura de mosaicos multiétnicos e interconectados(Martínez 1992). Estos territorios no parecen ser fácil-mente definibles, mediante categorías usualmente em-pleadas (e.g.: área, extensión perímetro, frontera, etc.)sino que nos obligan a considerar nuevas categoríaspara entender las ocupaciones de estos espacios y con-cepción de territorio que este grupo (y, posiblemente,muchos otros) haya tenido (Angelo 1999b; Martínez1992, 1995, 1998).

Para los fines de este trabajo, consideramoscomo territorio chicha a aquellas regiones de los vallesinterandinos, comprendidas al este por los valles deTarija (Concepción, Padcaya, Tomatas y otros), situa-dos en la Cordillera Real. En la parte central compren-de a aquellos valles longitudinales situados entre lascordilleras de Chichas y Real (Tupiza, Estarca, Talinay otros), extendiéndose al sur hasta la región argenti-na de Yaví, Iruya y la Quebrada de Humahuaca. Final-mente por el oeste, consideramos la parte sur de Li-pez, extendiéndose al sur por la Puna de la provinciaargentina de Jujuy, alcanzando los valles situados cer-ca del desierto de Atacama, en su posición más suroc-cidental. Esta definición considera como principal lí-nea de evidencia la presencia de elementos de culturamaterial (e.g.: distribución del estilo cerámico, patro-nes de ocupación) que indiquen ocupación chicha.

Las ocupaciones chichas, como se mencionaanteriormente, se hallan expandidas cubriendo unaextensión considerable de territorios (Saignes 1986),y parecen extender sus ocupaciones a través de asen-tamientos en espacios interdigitados (Martínez 1992;Salas 1945). Sin embargo, la ocupación de cierto tipode medios y territorios se necesita tener en cuenta,cuando se intenta explicar la importancia de las rutasde tránsito y tráfico de productos para esta sociedad.

El manejo1 de las rutas de tránsito empleadas en eltráfico de diversos productos, con fines de intercam-bio para lograr la complementariedad necesaria, ad-quirió vital importancia para estas sociedades.

Desplazados principalmente en cuencas deríos, ocupando espacios estratégicos vinculados a en-tradas y salidas de valles, los sitios chicha se relacio-nan directamente con ejes naturales de tránsito. Estosejes están conformados por cadenas montañosas quecorren de norte a sur, cortadas por quebradas y ríosque comunican entre sí a diversas subcuencas y va-lles. Los miembros de las sociedades prehispánicas, alparecer, aprovecharon estas características para con-vertir, o simplemente adecuar u optimizar, el área co-mo una zona de libre tránsito. Esto les permitía pro-veerse de productos no disponibles a través del inter-cambio y además servir de intermediarios entre me-dios y grupos sociales de otras regiones.

7. LA ECONOMÍA DE INTERCAMBIOEN LAS SOCIEDADES DELALTIPLANO SUR ANDINO

Como se mencionó anteriormente, las relacio-nes de interacción tuvieron un importante rol en el de-sarrollo de las sociedades del altiplano sur. El inter-cambio, dentro de la economía y organización socialde los pueblos andinos, ha sido ampliamente discuti-do a través de modelos, que intentan explicar el desa-rrollo de estas sociedades (Angelo 1999b; Browman1981, 1996; Dillehay y Nuñez 1988, entre otros). Estostrabajos concuerdan en la importancia de las relacionesde intercambio, generadas a través de circuitos de ca-ravanas y ejes de tránsito, mediante las cuales diversosgrupos establecían intrincadas redes de complementa-riedad. Sin embargo, es importante notar que existenciertas diferencias en sus marcos explicativos. Dospuntos fundamentales al respecto son considerados acontinuación.

1. Estas relaciones han sido generalmente ex-plicadas como producto de relaciones entre pequeñosgrupos que adquieren durante el denominado Horizon-te Medio de la región circumlacustre (ca. 500–1100D.C.) el control centralizador del estado Tiwanaku, através del control de las redes caravaneras y la difusiónde parafernalia religiosa (Browman 1981, 1996). Estaperspectiva resta importancia a las regiones periféricasy las complejas relaciones de interacción generadas porsus ocupantes, ya que considera principalmente datosdel área nuclear de Tiwanaku y los de la región de SanPedro de Atacama, dejando de lado aquellas regionesque hasta hace poco no habían sido investigadas (An-gelo 1999b; Dillehay y Nuñez 1988: 607 y ss.).

2. Las redes complejas de interacción enfocanprincipalmente la relación entre dos ejes, inmersos en

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relaciones de complementariedad que interactúan en-tre sí (Dillehay y Nuñez 1988). Esta perspectiva noconsidera generalmente la complejidad y dinámica derelaciones, que pueden estar siendo definidas y redefi-nidas constantemente a nivel de grupos familiares, lo-cales o comunales y de alianzas.

Considerar las relaciones de interacción co-mo parte fundamental de la estructura social de unasociedad implica también el tomar en cuenta la diná-mica, constancia, alteración y renovación o consolida-ción de vínculos. Estos aspectos son expresados enrasgos susceptibles de ser reconocidos en el registroarqueológico, a través de evidencias de identidad yredes de interrelación grupal (Schortman 1989).

8. LOS CHICHAS YEL INTERCAMBIO DE PLANTASPSICOTRÓPICAS

Muchos de estos trabajos han enfocado princi-palmente la importancia de las sustancias psicoactivascomo parte de ceremonias rituales en las que, median-te el consumo de las mismas, se buscaba la mediaciónentre los hombres encargados de estas ceremonias conentes sobrenaturales (Torres 1996: 321). Probablemen-te es por esta razón que, en gran parte de las referen-cias bibliográficas en las que se registra la presenciade evidencias del uso de estos productos, haya adqui-rido una vinculación más relacionada con fines cere-moniales. Aparentemente, es también debido a estaperspectiva que muy pocos trabajos han enfocado suatención en la importancia de estos productos en lageneración, mantenimiento y fortalecimiento de intrin-cadas relaciones sociales, entre aquellas sociedadesproveedoras y los destinatarios de estos bienes.

Consideramos que, debido a su ubicación es-tratégica, en medio de las cadenas cordilleranas y con-formando un área intermedia entre diversos mediosecológicos, los diversos grupos que ocupaban la regióny que componían la sociedad chicha, ejercieron un pa-pel de importancia en el tráfico y difusión de estos yotros productos. Esta importancia es evidente por laserie de rutas de interacción que este territorio presen-ta y, principalmente, por el sistema de asentamientosestrechamente vinculado a estos ejes de circulación ytránsito (Angelo 1999b).

La presencia de sitios arqueológicos de filia-ción chicha, situados a lo largo de “ejes de tránsito”que conectan diversos medios (costa, altiplano, valles ytierras bajas del Chaco), lograron establecer relacionesde interacción ventajosas con diferentes grupos (Ange-lo 1999b). Varias rutas de intercambio fueron estable-cidas, atravesando el territorio chicha, entre las cualesuna de las más importantes quizás, fue la llamada “ru-ta de la sal”2. Esta ruta conectaba la región de puna de

Lipez con los valles interandinos y, posteriormente, lastierras bajas del Chaco, según las evidencias arqueoló-gicas (Lecoq 1991; Methfessel y Methfessel 1997).

La llamada “ruta de la sal”, fue probablemen-te una de las más importantes para el tráfico de sus-tancias psicoactivas que, procedentes desde mediosmás cálidos, eran transportadas por las caravanas dellameros encargados de su distribución en otras áreas(Browman 1981; Dillehay y Nuñez 1988; Lecoq 1991).Esta afirmación tiene como base la vinculación direc-ta que los valles interandinos tienen con las tierras ba-jas del Chaco, principal área de distribución de estasespecies. Diversas relaciones de interacción pudierondesarrollarse, además de aquellas logradas por las re-des de caravaneros provenientes de las regiones de pu-na, lo que probablemente implicó expediciones de gru-pos de tierras bajas en busca de productos a tierras devalles y viceversa. Aunque estas expediciones posible-mente no fueron tan efectivas como las caravanas dellamas, en términos de transporte de productos, pue-den conformar otro tipo de medios mediante los cua-les se realizaba el intercambio de sustancias psicotró-picas y otros productos de fácil manejo. Esta perspec-tiva nos sugiere la posibilidad de la existencia de dife-rentes grupos transitando los diversos caminos.

Los sitios ubicados en áreas estratégicas, rela-cionados con ejes naturales de tránsito consideradoscomo “sitios de entrada” (Angelo 1999b), parecen ha-ber cumplido un importante papel en el desarrollo derelaciones de interacción entre los diversos grupos.Los pobladores de estos sitios posiblemente tambiénadquirieron la condición de “intermediarios”, que ac-tuaban proveyendo de condiciones necesarias para los“proveedores” y “consumidores”, tanto al nivel de ca-ravaneros como de expedicionarios, estableciendo y/ofortaleciendo o redefiniendo complejas alianzas y vín-culos de interacción que permitían la continuidad delos beneficios que aportaba la complementariedad.

El uso de alucinógenos, en el territorio ocu-pado por los Chichas, no ha sido registrado en inves-tigaciones sistemáticas; esto posiblemente se debe alas condiciones del medio, de alta acción erosiva ypobre preservación del registro arqueológico (Angelo1999b). Sin embargo, el hallazgo de una tableta de ra-pé de piedra, realizado en la región de Tarija (Torres1996: 316), además de diversos hallazgos de equiposde inhalar en la región de la Quebrada de Humahuaca,puede ser considerada como una línea de evidencia queindica el uso de estas sustancias por los Chichas. Si-milarmente, en el caso de los grupos de tierras bajas,debido a la falta de investigaciones arqueológicas, tam-poco se registran evidencias que señalen su uso en laantigüedad; sin embargo, la etnografía de pueblos ac-tuales guaraníes como los Matacos (Alvarsson 1993:150-3, 201; Ortiz 1986: 99-100, 250) revela que el usode éstos alucinógenos está vigente hasta el día de hoy.

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Si por un lado tenemos a los grupos de tie-rras bajas (posiblemente grupos chiriguano, chané yotros) como “proveedores” de las especies de plantaspsicotrópicas, es necesario pensar en los grupos queconformarían los “consumidores” o destinatarios deestos productos. Al parecer grupos de la costa, comolos Atacamas y Tarapacás asentados entre San Pedrode Atacama y los márgenes del río Loa, pudieron con-formar los grupos “consumidores” al otro extremo delos ejes de tránsito. Estos grupos probablemente de-pendieron de sus relaciones con otros grupos ubica-dos más hacia el oriente (como es el caso de los Chi-chas), que tuvieran buenas relaciones con los gruposde tierras bajas para poder acceder a productos comolos alcaloides que consumían.

El yacimiento “El Saire” descrito por Ibarra(1970), ubicado en la cuenca del Río Padcaya, consti-tuye probablemente la mejor evidencia de este tipo derelaciones. Reflexionando sobre las características deeste sitio encontramos que el topónimo hace alusión ala palabra sairi empleada para designar antiguamenteal tabaco (Torres 1996). Presenta también una seriede evidencias que lo relacionan con los ejes de tránsitoexistentes dentro del territorio Chicha (p.ej.: alusión aelementos iconográficos presentes en representacio-nes de arte rupestre que se relacionan con rutas de in-teracción en los grabados de una estela lítica).

Pese a la falta de indicios arqueológicos esposible sugerir el uso de sustancias psicoactivas porparte de la sociedad chicha, como parte de ceremo-nias religiosas, aprovechando sus propiedades medi-cinales o como parte de “ritos” de alianza con otrosgrupos para generar o fortalecer vínculos de interac-ción y asegurar lazos de complementariedad y reci-procidad. Mayores investigaciones arqueológicas de-berán ser realizadas para poder aclarar, reforzar y/odesechar esta propuesta, y necesariamente deberán es-tar enfocadas a observar las relaciones de interacciónde manera más flexible y dinámica.

9. CONCLUSIONES

Creemos que en la región del altiplano sur seestructuró un sistema de identidades y etnicidades muydiferente al desarrollado en zonas como el altiplanonorte y el área circumlacustre. Estas identidades posi-blemente tenían una fuerte vinculación con las defini-ciones de alianzas y lazos de reciprocidad estableci-dos a través de las redes de interacción.

El tráfico e intercambio de estas plantas (A.colubrina y Nicotiana sp.) y otras especies tiene, des-de nuestra perspectiva, mucha importancia en el esta-blecimiento de relaciones de interacción y la creaciónde alianzas y vínculos entre diversas sociedades delaltiplano sur. Como señala Hastorf (1998: 776 y ss.),

el cuidado de las plantas específicas en determinadosgrupos humanos pudo estar relacionado con su defini-ción misma como grupo social. Es posible pensar tam-bién que el intercambio de productos (especialmenteaquellos con propiedades psicoactivas), pudo servir pa-ra legitimar y consolidar, mediante ceremonias y ritossimbólicos, no sólo la parte religiosa sino también laparte social de alianzas y vínculos entre grupos corpo-rativos (proveedores-intermediarios-consumidores).

Por otra parte, Schortman (1989) señala quela interacción y relaciones de intercambio entre lassociedades se encuentran estrechamente vinculadas aldesarrollo, definición y redefinición de identidadessociales. Consideramos que, debido a la importanciade todos los productos y en especial los psicotrópicos,cuyo uso parece estar relacionado a ceremonias y ri-tos relacionados a la estructura simbólica religiosa delas sociedades, la consolidación y mantenimiento devínculos de interacción entre diversos de estos gruposcorporativos pudo estar expresada en actividades coti-dianas, donde el uso de estos productos jugó un papelde importancia.

Las relaciones intergrupales de esta zona, ba-sadas principalmente en relaciones de interacción pro-ducidas por el intercambio, generaron un tipo de rela-ciones más dinámicas en su trato social. Por otra par-te, la cultura chicha en particular logró, mediante unsistema de alianzas con sus vecinos, establecer un com-plejo sistema de rutas de intercambio y tráfico de va-rios tipos de productos. Finalmente, los datos arqueo-lógicos respecto del intercambio de alucinógenos, nospermiten visualizar a partir de los datos empíricos, lascomplejas relaciones generadas a través de las relacio-nes de intercambio e interacción por parte de diversosmedios que poblaron la región sur del altiplano andino.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer muy especialmente a Eliana Florespor su valiosa colaboración y guía en el mundo maravilloso de labiología y botánica. De igual manera, agradecemos la colaboraciónprestada al Herbario Nacional de Bolivia, por permitirnos disponerde sus instalaciones y revisar sus colecciones botánicas. Agradece-mos también a José Berenguer, Constantino Manuel y Donna Torrespor compartir su tiempo, ideas y comentarios sobre los temas de in-teracción y uso de sustancias psicoactivas en la antigüedad. Tambiéna Eduardo Pareja por el material bibliográfico. José agradece a Ale-jandra Domic y Dante agradece a Angela Macias por colaborarnos enla preparación del presente documento. Admitimos y nos sentimosresponsables por cualquier error u omisión que el texto conlleve.

NOTAS1 Preferimos emplear el término de “manejo” de rutas de tránsito envez de aquel de “control”. Esta diferencia implica cierto grado deadministración (o administraciones locales) de estas rutas, sin queesta dependa de un poder centralizado que controle directamente laruta (o rutas específicas) ni las relaciones entre los proveedores, in-termediarios y destinatarios y los productos que se trafican.

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2 Entendemos “ruta” en el sentido genérico de la palabra, que im-plique posiblemente una serie de caminos y senderos que, despla-zándose por quebradas y ríos y atravesando cadenas montañosas,conectaban diversos valles entre sí y, posteriormente, regiones di-versas (desde la costa a las tierras bajas) y ejes adyacentes. La “ruta

de la sal” hace referencia específica a los movimientos caravanerosde llamas, que desde las regiones cercanas del salar de Uyuni trans-portan sal, como el principal producto de intercambio (además decarne y cueros) hasta la región de valles de Tarija.

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