Zapata en puntos suspensivos

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Zapata en puntos suspensivos. http://www.bibliotecas.tv/zapata/bibliografia/indices/tomoo_terada.html[03/03/2010 07:10:33 p.m.] ZAPATA EN PUNTOS SUSPENSIVOS Por Tomoo Terada Carta de John Womack Jr. recomendando la investigación de Tomoo Terada. 23 de octubre de 2006 A Daniel González Dueñas La emboscada Jueves 10 de abril de 1919, poco después de las dos de la tarde. Emiliano Zapata se acerca, montando su caballo y acompañado por sólo diez compañeros, a la puerta de la Hacienda de Chinameca, para encontrarse con Jesús María Guajardo, el coronel carrancista que recientemente se había pasado al bando zapatista y lo había invitado a comer. Al apenas llegar al dintel de la puerta una guardia de los soldados de Guajardo (quien en realidad había fingido su deserción y tenía órdenes de su jefe, el general Pablo González -a su vez de acuerdo con el presidente Venustiano Carranza- para capturar y matar al “Atila del Sur”), guardia que aparentemente se prepara a rendirle honores, de repente le acribilla por sorpresa, a traición, “y nuestro inolvidable General Zapata cayó para no levantarse más”. Así narra los hechos

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ZAPATA EN PUNTOSSUSPENSIVOS

Por Tomoo Terada

Carta de John Womack Jr. recomendando la investigación de Tomoo Terada.

23 de octubre de 2006

A Daniel González Dueñas

La emboscada

Jueves 10 de abril de 1919, poco después de las dos de la tarde.Emiliano Zapata se acerca, montando su caballo y acompañado por sólodiez compañeros, a la puerta de la Hacienda de Chinameca, paraencontrarse con Jesús María Guajardo, el coronel carrancista querecientemente se había pasado al bando zapatista y lo había invitado acomer. Al apenas llegar al dintel de la puerta una guardia de lossoldados de Guajardo (quien en realidad había fingido su deserción ytenía órdenes de su jefe, el general Pablo González -a su vez de acuerdocon el presidente Venustiano Carranza- para capturar y matar al “Atiladel Sur”), guardia que aparentemente se prepara a rendirle honores, derepente le acribilla por sorpresa, a traición, “y nuestro inolvidableGeneral Zapata cayó para no levantarse más”. Así narra los hechos

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Salvador Reyes Avilés, secretario particular de Zapata, en el parte oficialque envió ese mismo día a Gildardo Magaña, quien “veintiún difícilessemanas después” sería electo sucesor del “mártir de Chinameca”.

Se traslada el cadáver a Cuautla, adonde llega por la noche; Guajardo lotira en el pavimento para que González pueda cerciorarse que realmenteera Zapata. Posteriormente, en el cuartel de la policía local, aparte detomársele fotografías al cadáver un grupo de testigos, entre los que estáEusebio Jáuregui, reconoce los restos como los de Zapata y susdeclaraciones quedan asentadas en acta notarial. El testigo importanteera Jáuregui, un zapatista cautivo, que gozaba de libertad bajo fianza yquien conocía tan bien a Zapata que, días antes, siendo ya sujeto dearresto, le había enviado una recomendación favorable de Guajardo.

El entierro se realiza hasta el sábado para dar oportunidad de que sedifunda que Zapata está muerto, bien muerto. Como advertencia yescarmiento. Miles ven el cadáver. Era la conclusión de una luchainiciada en 1909, cuando Zapata fue nombrado presidente del ConsejoRegente de Anenecuilco, su pueblo natal, para enfrentar el empuje delos hacendados en contra de los campesinos por los derechos sobre lastierras y las aguas de la comarca. Poco antes Porfirio Díaz habíaimpuesto como gobernador del estado de Morelos a Pablo Escandón,proclive a los hacendados siendo un hacendado él mismo, en unaselecciones donde la violencia no había estado ausente; Zapata habíaparticipado, sin mayor relevancia, apoyando la campaña del candidatoopositor, Patricio Leyva.

Para cuando la revolución estalla, Zapata ya había organizado a gente desu pueblo para que se armara y, ante la inefectividad de los canalesestablecidos, pasara a las vías de hecho tomando posesión y repartiendolas tierras para que los campesinos pudieran sembrar.

Era sólo una pequeña rebelión local, pero al coincidir con la rebeliónmaderista, Zapata terminó uniéndose a Madero. Al supuestamentetriunfar la revolución -provocando el exilio de Díaz, pero dejando intactala estructura que había creado, quedando Francisco León de la Barra,secretario de Relaciones Exteriores porfirista, como presidente provisionalen lo que se organizan las elecciones en las que participaría Madero-,Zapata comienza a distanciarse de éste al percibir que no tiene voluntadde aplicar sus promesas agrarias y es inefectivo como mediador ante elgobierno de De la Barra, quien ha enviado a Victoriano Huerta paraaplastar a los zapatistas, lo que hace despiadadamente.

Para cuando Madero es electo presidente Zapata ya ha rotopúblicamente con él, tal como lo expresa en el Plan de Ayala. Huerta esenviado de nuevo a enfrentar a Zapata, pero terminará traicionando aMadero y mandándolo asesinar, para quedarse con la Presidencia.

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Muerto Madero, Zapata combate a Huerta, como también lo haráVenustiano Carranza, hasta lograr que el usurpador se exilie abordandoel Ypiranga, como antes Porfirio Díaz. Pero Carranza, al igual queMadero, no tiene voluntad de promover reformas agrarias, y aunqueconvoca una convención entre las fuerzas revolucionarias para unirlas,éstas se separan. Carranza accede a la Presidencia.

Posteriormente Zapata publica una carta abierta donde le dice a Carranzaque el mejor servicio que puede dar a la Revolución es renunciar y éste,furioso, busca la eliminación de Zapata. Ese camino era el que habíarecorrido quien ahora era un cadáver en exhibición pública.

Sin embargo, a pesar del cadáver puesto a exhibición, del acta notarial,a pesar de todo, comienzan a correr versiones de que Zapata no hamuerto, que al cadáver le falta una marca de nacimiento u otra cosa.Que Zapata en realidad se fue con un amigo árabe a Arabia. Que levieron cabalgar en un caballo blanco.

La entrevista

Pero la pregunta no es si Zapata realmente murió sino si murió en lascircunstancias que se nos han enseñado a varias generaciones demexicanos. Esto, porque existe una versión de que no fue así. Entonces¿no murió realmente en Chinameca?

No, según un documento que en 1994 afirmó tener el director de cineFelipe Cazals. Ese año, el mismo de la insurrección del EZLN, el EjércitoZapatista de Liberación Nacional, grupo armado que reivindicaría en elnombre que adoptaron la memoria de Zapata por lo que se les conoceríacomo los zapatistas, se publicó un libro del crítico de cine LeonardoGarcía Tsao entrevistando extensamente a Cazals acerca de sufilmografía.

El libro, donde Felipe Cazals habla de su cine, apareció dentro de lacolección Testimonios del Cine, del Centro de Investigación y EnseñanzaCinematográficas de la Universidad de Guadalajara.

Autor de filmes tan conocidos como Las Poquianchis, Canoa y El Apando,(1976), entre otros, la filmografía del director muestra un constanteinterés en temas históricos. Aparte de la película de Zapata (en realidadun proyecto de Antonio Aguilar), Aquellos años (1973), tiene comoprotagonista a Benito Juárez; Kino (1993), al célebre fundador demisiones jesuitas Eusebio Kino; Su alteza serenísima (2000), a AntonioLópez de Santa Anna. Otras son películas “de época” como El Jardín dela tía Isabel (1971), La Güera Rodríguez (1978) y, de algún modo, Lasvueltas del citrillo (2005), que despliega unos ricos diálogos inspirados enla lectura del historiador Antonio García Cubas. Digna: Hasta el últimoaliento (2004) es un semidocumental que deja en duda si la ficción lepertenece a Cazals o a la Procuraduría General de Justicia del Distrito

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Federal, que concluyó oficialmente que la malograda defensora de losderechos humanos, Digna Ochoa, se había “suicidado”.

Emiliano Zapata (1970) fue la entrada de Cazals al cine industrialmexicano. Una superproducción, para los estándares mexicanos,protagonizada por el actor-cantante Antonio Aguilar, también productor.En la entrevista es explícito por parte del director lo insatisfecho quequedó, en términos artísticos, con la película. Perdidas en la parte finalde la misma entrevista aparecen unas declaraciones acerca de Zapataque, al parecer, no llamaron la atención de ningún historiador delzapatismo o simpatizante del EZLN. LGT son las iniciales de LeonardoGarcía Tsao; FC las de Felipe Cazals.

LGT: Finalmente, como epílogo, la película marca otraconstante que no es buena para ti, la de las demandasjudiciales. En este caso por parte del hermano del generalGuajardo…

FC: Hasta la Procuraduría llegó, y tenía razón…

LGT: Porque se difamaba a su hermano.

FC: Tenía razón, porque obra en mi poder un documentodonde se asienta y se demuestra que Emiliano Zapata fuemuerto en una cantina de Jamiltepec…

LGT: No en Chinameca.

¿Zapata muriendo en un pleito de cantina? Cazals posteriormenteprecisa, en un correo electrónico, que es durante el proceso, al que dalugar esta demanda en contra de él y de Antonio Aguilar, comoproductor del filme, que el documento que menciona -un acta notarial,donde Miguel Alemán padre da fe de esta versión de la muerte deZapata, “no como testigo ocular sino como testigo oficial”- aparece.

Así “la argumentación del demandante se apoyaba en una abundantecantidad de documentos personales y supuestamente oficiales que, ensíntesis, contenía, detalladamente, la narración relatada”.

La versión no está exenta de problemas. Por ejemplo, en la entrevista semenciona siempre que se trata del pueblo de Jamiltepec, pero no existeun pueblo llamado así en el estado de Morelos sino en Oaxaca. Alconocer el doctor John Womack, destacado experto en la historia delzapatismo, esta versión de la muerte de Zapata en “Jamiltepec” señalóeste hecho y que, por eso, consideraba la posibilidad de que se hubieramatado a Zapata en Jamiltepec, Oaxaca, y el cadáver apareciera con lasangre de las heridas todavía fresca, aún no en estado de putrefacción,para ser exhibido en Cuautla, como algo dudoso o milagroso.

Pero existe un pueblo en Morelos que se llama no Jamiltepec sino

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Jumiltepec. ¿Se trata de la confusión de cambiar una “u” por una “a”?Cazals no lo ha aclarado. Womack sí considera posible la muerte deZapata en Jumiltepec, que se encuentra a una distancia de Cuautla máso menos igual a la que hay entre Chinameca y Cuautla.

El testigo

El mayor Salvador Reyes Avilés era secretario particular de EmilianoZapata y miembro de su Estado Mayor. Fue, como ya se dijo, quienredactó el parte oficial zapatista de la muerte de Zapata el mismo día desu asesinato. En septiembre de 1919 fue ascendido a Teniente Coronel.Posteriormente fue diputado en 1924-1925, y llegó a ser presidente delCongreso. Después ingresó a la Comisión Nacional Agraria. Cuandomurió, en 1954, era director de Organizaciones Agrarias Ejidales en elDepartamento Agrario.

Publica, en 1928, Cartones zapatistas, una serie de viñetas literarias queretrataban a varios zapatistas, incluyendo al propio Emiliano Zapata.Esto, según el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía deMéxico. Lo que corroboran también Milenios de México y la Enciclopediade México, sin duda las obras de consulta más socorridas en México paraconocer quién es quién.

Pero no, quien publicó Cartones zapatistas fue Carlos Reyes Avilés y noSalvador Reyes Avilés. Sin embargo no hay entrada alguna en esas obrasde referencia para Carlos Reyes Avilés. Es un fantasma, un hombre sinbiografía, si es que buscamos datos de él. Que Carlos Reyes Avilés no se trata de un fantasma o un seudónimo deSalvador Reyes Avilés -un seudónimo muy extraño, en el que sólo secambiaría el nombre sin cambiar los apellidos, lo que parece muyrebuscado e inútil- lo prueba el que su fotografía aparece en la primeraedición de Zapata y el Agrarismo en México, de Gildardo Magaña, dequien fue secretario particular.

¿Eran hermanos o primos Carlos y Salvador? Misterio. ¿Por qué uno,Salvador, tiene una biografía conocida y el otro, Carlos, no? Misterio. Si,como se desprende del libro, Carlos también era parte del ejército deZapata, ¿por qué escribe un libro con sabor “literario” en lugar de unasmemorias en forma, si llega hasta a mencionar supuestas declaracionesque escuchó de boca del propio Zapata? Misterio. Por cierto, ese sabor“literario” lo comparte el parte oficial de Salvador Reyes Avilés.

El traidor

“Guajardo era el arquetipo del matón a sueldo, del vicioso degenerado ydel espadachín sinvergüenza” -así define a Jesús María Guajardo unescritor pro-zapatista. Parecería incluso que las breves biografías que deél existen en las enciclopedias muestran a un constante, impenitentetraidor. Asesina a Zapata en 1919 como soldado carrancista, pero al año

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siguiente, en 1920, se adhiere al Plan de Agua Prieta del gruposonorense, el triunvirato de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfode la Huerta, encabezado por el primero, antiguos carrancistas, quienesdesconocen y se rebelan en contra del gobierno de Venustiano Carranza.

Meses más tarde, Guajardo se levanta en armas contra Álvaro Obregón,líder de ese levantamiento de Agua Prieta, en favor de Pablo González,su jefe durante la campaña antizapatista en Morelos. Es aprehendidoentonces el 15 de julio de 1921 en Monterrey, Nuevo León, y fusilado eldía 18. Es decir: justo castigo al despreciable traidor y asesino, que unavez más había traicionado a quien había depositado en él su confianza,como en los casos de Zapata, Carranza y, al final, Obregón.

La brevedad de esas biografías seguramente obedece a que nadie deseagastar muchas palabras en narrar la vida de traidores despreciables y,más aún, cuando se ha enseñado a generaciones de mexicanos lodespreciable que fue Guajardo, de ahí que tampoco haya habido elinterés en conocer versiones distintas.

Pero al igual que, más recientemente, el llamado Evangelio de Judas hapresentado al traidor por antonomasia bajo otra luz, el poco conocidolibro El mito de Zapata (Saltillo, Ediciones Espigas, 1974.), escrito porJosé de la Luz Valdés, exmilitar carrancista, quien afirma que conoció aGuajardo y recibió información para completar su retrato de uno de sushermanos, presenta a un militar que se limitó a cumplir órdenes conriesgo de su propia vida, preocupado porque si moría, aparentementecomo desertor del carrancismo que se ha pasado al zapatismo, esopudiera acarrearle represalias a su familia, que sufriría al aparecer élcomo un traidor. Guajardo, según esta versión, muere víctima de unatraición y una venganza. La que sigue es la versión de Valdés, sobre laque me extiendo por ser poco conocida.

Una vez muertos Zapata y Carranza hubo un acercamiento de Obregón alos zapatistas. Benjamín Hill, quien encabezaba la campaña presidencialde Álvaro Obregón para las elecciones de 1920, habría enviado a dosincondicionales suyos a matar a Guajardo en un simulacro de riña decantina (¿cuál es la verdadera riña de cantina, la de Zapata o la deGuajardo?); Guajardo se entera y él es quien los mata.

Fue encarcelado por esto, pero al llegar a un entendimiento políticoObregón y Pablo González, es liberado. Posteriormente Guajardo acude aentrevistarse con Plutarco Elías Calles a la ciudad de México; éste, segúnValdés cuenta que le confió Guajardo al salir de la reunión con Calles, lehabría dicho que Hill quería que Guajardo les fuera entregado a loszapatistas, pues estaba muy obligado con ellos porque al levantarsecontra Carranza se había refugiado en el estado de Morelos, con lasfuerzas del general zapatista Genovevo de la O. Calles le habría dadogarantías a Guajardo, y ordenado que saliera hacia el estado de

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Chihuahua a ponerse a las órdenes del General Joaquín Amaro paraayudarlo en su campaña contra Francisco Villa.

Guajardo sale entonces hacia Chihuahua, pero al llegar a la ciudad deGómez Palacio, Durango, un telegrafista le avisa que se ha recibido untelegrama a nombre de Calles que avisa a Amaro que en cuantoGuajardo se presente ante él lo haga desaparecer. Guajardo decideentonces no detenerse en Chihuahua y proseguir hasta Monterrey, dondese encuentra su familia, y está encarcelado Pablo González, quien se harebelado al presidente provisional, Adolfo de la Huerta, y está condenadoa muerte. Delatan a Guajardo, lo aprehenden y lo juzgan en Consejo deGuerra.

El fiscal le pregunta el porqué había desconocido al gobierno, y Guajardohabría contestado: “No he desconocido al gobierno, el gobierno fue elque me desconoció, pues al llegar a Gómez Palacio, ya estaba enteradode un telegrama que había pasado para el general Amaro [...], en el quele ordenaban que al presentarme ante él, me hiciera desaparecer”.

No hay ningún intento por parte de Guajardo de defenderse; estáconvencido de que la decisión de su muerte ya está tomada deantemano. Una vez condenado, pide de favor si habría tiempo pararasurarse, él, que siempre ha sido muy pulcro y atildado. Le traen a unbarbero y como a éste le temblaba la mano al rasurarlo, le dijo: “No seapendejo, no me vaya a cortar la cara”.

Ya rasurado, se pone corbata y saco, e inmediatamente se pone alcentro del patio del cuartel, contra un muro, a disposición del pelotón defusilamiento. No permite que le venden los ojos, pues dice que eshombre para resistir lo que venga, pero pide que por favor no le vayan adisparar en la cara.

El capitán Carlos Pinal da la orden para que el pelotón dispare. Al revisarel cuerpo caído de Guajardo, un doctor señala que todavía está vivo.Pinal se acerca y le da el tiro de gracia. Valdés no lo cuenta, pero es desuponer que Pinal tuvo mucho cuidado, al darle el tiro de gracia, de nodarle a Guajardo en la cara.

El historiador

El doctor John Womack, ya mencionado, es profesor de la Universidadde Harvard, notable historiador del zapatismo, autor de Zapata y larevolución mexicana (Zapata and the Mexican Revolution, 1969), libroreconocido como “uno de los grandes clásicos de la historia deLatinoamérica” tal como afirma Samuel Brunk, a su vez autor de¡Emiliano Zapata! Revolution and Betrayal in Mexico (1995, no traducidoaún al español) que, junto con Los orígenes del zapatismo (2001), obrade un mexicano, de Felipe Ávila, se consideran, a la fecha, los últimoslibros con aportaciones relevantes a la historiografía zapatista.

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El libro de Womack, que tuvo origen en su tesis de doctorado enHarvard Emiliano Zapata and the Revolution in Morelos, 1910-1920(1965), ha tenido tal peso en la concepción del zapatismo que, como sepuede apreciar, tuvieron que transcurrir décadas para que otros autoresse animaran a publicar libros totalizadores acerca del movimiento queencabezó Zapata.

Este peso, esta presencia, es tan evidente que incluso en el caso dellibro de Felipe Ávila, investigador del Instituto de InvestigacionesHistóricas de la UNAM, y cuyo libro es producto también de una tesisdoctoral, en este caso de El Colegio de México, éste no puede refutar losplanteamientos de Womack aunque expresamente, así lo pretenda.

Por ejemplo, escribe, retomando las investigaciones de Horacio Crespo,que “aunque la historiografía zapatista a partir de Magaña, Sotelo Inclány Womack ha insistido en que estaba en curso un proceso de avance delas haciendas a costa de la superficie cultivada y de las aguas utilizadaspor los habitantes de los pueblos, aldeas y ranchos, y que incluso estosasentamientos caminaban hacia su desaparición, no se advierte esteproceso en los datos estadísticos del XIX ni en los años finales delporfiriato. […] Por lo tanto, la apreciación compartida por loshistoriadores, de Magaña a Womack, acerca de la tendencialdesaparición de los pueblos y rancherías del estado como consecuenciadel avance de las haciendas que los despojaron de sus tierras ha sidoequivocada” (pp.79-81). Pero a pesar de la rotundidad de estaconclusión, Ávila no ofrece una explicación alternativa de las razonespara el estallido zapatista.

Lo que hace, más adelante en su libro, es presentar una serie de casos,extraídos de la prensa de la época, documentando precisamente eldespojo de las tierras a los pueblos por parte de las haciendas,volviéndolos arrendatarios. ¿Unos cuantos casos, absolutamenteminoritarios de acuerdo con su propia conclusión, provocaron la rebelióny el éxito de ésta en extenderse por la población morelense?

La culpa

Pero aún con su enorme brillantez el libro de Womack, debido a laamplitud de su visión, pasa rápidamente por algunos episodios de lahistoria y así, por ejemplo, ni siquiera menciona que Eusebio Jáuregui, elmismo que había escrito a Zapata recomendando a Guajardo y habíareconocido su cadáver, firmando el acta de defunción, fue muerto a lospocos días. ¿Por qué matarlo si había cooperado en lo que querían ycomo exzapatista era más fácil que difundiera que Zapata estaba bienmuerto?

Sin embargo, si algo hay que objetar realmente del gran trabajo deWomack es su referencia a un complejo de culpa del pueblo de Morelos,

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empezando por Anenecuilco y que, sin duda, se extendería a todos loscampesinos mexicanos ya que, a través de él, de Zapata, ellos “seabrieron camino en la Revolución Mexicana”: culpa respecto a su muerte.

Porque, si para el pueblo de Anenecuilco “a pesar de sus excelentescaballos y ricos trajes” Zapata era “un vecino, un primo joven que podríaencabezar el clan, un sobrino amado, firme y verdadero” dispuesto adefender a los humildes campesinos a pesar de no serlo él mismo, sóloporque ellos así se lo pidieron ofreciéndole a cambio su apoyo: “Nosotroste sostendremos, sólo queremos que haya un hombre con pantalonespara que nos defienda”, su muerte era responsabilidad de ese mismopueblo por la culpa de “haberle encargado una tarea imposible derealizar, de haberlo entregado a la muerte”.

Sí, de ellos que, al final, habían caído en “la vergüenza de no seguirluchando” porque no tenían la capacidad de continuar la lucha, porquesiempre necesitarían que otro, como Zapata, “diese la cara por ellos”:ellos jamás lo podrían hacer por sí mismos, ellos, “unos campesinos queno querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución”.

Pero tal vez Womack no hizo más que reflejar la tendencia culpígena yejemplarizante con que se tiende a ver en México a las figuras denuestra historia, con héroes “a la altura del arte” y no simples humanoscon virtudes y defectos. Héroes pétreos, perfectos, sin contradicciones,que no invitan a la emulación y que, por reacción, provocan el rechazo sise nota la mínima grieta en la estatua que se ha hecho de ellos.

Y curiosamente estos héroes tan enteros, tan redondos, han servido parauna historia tan parcial, con tachones, como la que tenemos. Unahistoria que se identifica con las víctimas sólo si éstas son utilizables. Noes el caso, por ejemplo, de la poco conocida y difundida matanza ypersecución de chinos en Sonora y Sinaloa promovida por gente ligada alpartido que, después de su muerte, se diría heredero del legado deZapata y otros revolucionarios, en sus primeros tiempos en la década delos treintas. Porque ¿cómo presentar a mexicanos como victimarioscobardes de extranjeros indefensos? Los mexicanos siempre somos lasvíctimas, nunca los victimarios.

Esta serie de mentiras, medias verdades y omisiones incluye la historia,todavía no concluida, de nuestra transición democrática. De otra maneraes imposible entender por qué el acceso al poder de muchos que ayereran opositores sólo sirvió para que se desenmascararan como ladronesiguales o peores que aquellos a quienes se opusieron. Los mexicanos,escépticos, se ocultan por eso tras la indiferencia o el relajo.

¿Murió Zapata en el pleito de cantina en Jumiltepec (Jamiltepec)? No losabemos aún, pero lo que debemos empezar a saber es que era un serhumano con virtudes y defectos, y que no tenía su destino trazado

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desde el principio, como tampoco lo tenemos ninguno de nosotros.

Los puntos suspensivos

El autor estuvo comunicándose a las oficinas de Producciones Águila,propiedad del señor Antonio Aguilar (nacido en 1919, al poco quemataran a Zapata), solicitando una entrevista y explicando las razones.Después de preguntar, un colaborador del señor Aguilar le informó queéste no recordaba lo de la demanda, pero tampoco negaba que hubierasido cierto: que habían transcurrido 36 años desde la filmación deEmiliano Zapata.

Posteriormente se le informó que Antonio Aguilar iba a iniciar una gira dedespedida, que incluía Estados Unidos, y no regresaría ni estaríadisponible sino hasta aproximadamente agosto o septiembre de estemismo año. Que tal vez la actividad, el presentarse ante el público, aúnsi fuera por última vez, le refrescaría la memoria. Que vería de nuevo lapelícula a ver si se acordaba de algo.

También, por correo electrónico, solicitó una entrevista al señor FelipeCazals. Éste se negó, pero al ponerse entonces en duda la veracidad desus declaraciones se sostuvo en lo dicho. Concluyó afirmando: “Lacontroversia y sus interpretaciones le pertenece a la historia escrita porlos vencedores”.

. Fuente:

Tomoo Terada. "Zapata en puntos suspensivos". El Universal. Suplemento de Cultura: Confabulario.

México. 6 de mayo de 2006.

Nota:

Nota de Tomoo Terada ([email protected]), que me fueenviada por correo electrónico el 13 de junio de 2006:

La versión se encuentra en el libro "Felipe Cazals habla de su cine", cuyosdatos menciono en el texto.

Quiero aclararle algo, porque he notado que se está dando el malentendidode creer que yo, en lo personal, planteo lo mismo que Felipe Cazals. Enrealidad estoy tan a la expectativa, como todos, para que Cazals muestreese documento.

Lo que pienso y afirmo en lo personal, en base a lo que he investigado, esmi idea de que Zapata no murió en Chinameca, porque hay duda sobre eltestigo (Salvador Reyes Avilés) y su relación con Carlos Reyes Avilés.Incluso no descarto que sean la misma persona con dos nombres distintos,pues el parte oficial y "Cartones zapatistas" parecen escritos por la mismamano. Si acaso Zapata murió en el pleito de cantina en

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Jumiltepec(Jamiltepec) que dice Cazals, eso no lo sé.

(...)

Próximamente la Revista de la Universidad de México, de la que es directorIgnacio Solares, quien fue el que me pidió el texto, va a publicar unaversión, corregida y aumentada, en la que, sin las limitaciones de espacio,puedo contextualizar la situación política de ese momento y dejo clarosalgunos aspectos que en la versión publicada por El Universal quedantruncos. Aún así, no escribí todo lo que pienso, porque entonces seríadefinitivamente un nuevo texto.

Atentamente.

Tomoo Terada

Carta de Tomoo Terada a Carmen Uriarte, Co-coordinadora General de la Revista de la Universidad de México, que me fue enviada por Tomoo Terada para su publicación, el 20 de septiembre de 2006.

Carmen UriarteCo-coordinadora General de la Revista de la Universidad de México

Apreciable Carmen Uriarte:

Le recuerdo que hace ya más de cuatro meses les envié a la revistauna versión, corregida y aumentada, de mi texto "Zapata en puntossuspensivos", que originalmente publicara el suplemento cultural deEl Universal.

Me parece un tiempo más que razonable para que pueda sabercuándo publicaran el texto, que, le recuerdo, me fue solicitado porel Director de la revista, Mtro. Ignacio Solares, con mucho interésde su parte.

Envío copia de este correo al señor Paco Garay, quien tiene unamuy interesante página (http://members.tripod.com/~pacogaray/),dedicada a lo que se ha publicado sobre Emiliano Zapata.

Le autorizé, a petición suya, la reproducción de mi texto, en laversión publicada en El Universal, en su sitio(http://200.39.200.70/zapata/bibliografia/indices/tomoo_terada.html)(1), y le informé que "próximamente" se publicaría la versión,corregida y aumentada, del mismo en la Revista de la Universidad.Mi respuesta al respecto aparece públicamente.

Por eso, para informarles a él y a los visitantes de su sitio lo que hapasado (o no pasado), le envío copia de este correo, para que les

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quede claro que si el texto no se ha publicado (o no se publica) enla Revista de la Universidad, tal como les había anunciado, eso noes responsabilidad mía.

Atentamente.

Tomoo Terada

(1) Nota de Paco Garay: http://200.39.200.70 ya no funciona. Ahora se localiza el sitio en:http://www.bibliotecas.tv/zapata/bibliografia/indices/tomoo_terada.html