Y Pasó El Tiempo

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Poesía, notas y diletancia

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Antes colonizamos el inconsciente.

Amos del universoVCTIMAS DEL PARNASO

Abandonada de la costa vuelve el guila y remonta el paso donde antaolos dioses,Tus hermanos,

Cantaron tu nombre para alumbrar el Otoo.

Ahora el Otoo claudica y del Mar retornan los encantos de la noche vaporosa en que t, y yo, jugbamos al Bosque.

Las mentiras vuelven al Corazn en llamas Hermano, La mentira te envuelve y nos da lgrimas donde antao hubieron hroes.

La Ciudad ahora est repleta de pordioseros Hermano,

Miserables a la industria repleta de nuestro gobierno que nunca ceja en nombrarte.

La miseria nos gobierna hermano mo,

Ven, vulvete y pregona la paz

Ante el msculo y la fuerza de la Violencia

Que inquita e inmadura ha llevado al Letheo la sagacidad de tu conciencia.

Hrcules hermano, ven yDespierta! Hemos de dar con los Titanes

Y la crueldad de la erradicacin de su parentela,

Ahora!

+++EL COMIENZO DEL OTOO

Y pas el tiempo, lo esperamos,

Slo para caer del signo al sentido en tu cuerpo.

Despus est la Gravedad.Para tener causa tenemos nuestras razones,

Nosotros hicimos del ombligo el resplandor lunar,

Despus

La silueta de tus pechos cuando vuelves.Amanace,

Es el comienzo del Otoo

+ + + +Todo es Real e Infinito,

Est en tu aliento

EST EN TU ALIENTOLas secciones del Mundo que nos pertenecen y somos nosotros

Avanzan por la brisa que no tiene nombre.

El Logos se diluye a la contemplacin de la esencia; en su explicacin el Mundo se pliega sin horizonte:

No hay Conocimiento,

La productividad del Mundo

Reclama la mentensin de las condiciones de apropiacin de existenciaridad para trabajadores.La impunidad ronda la Calle

Al Sistema de Precios eres irrelevante. Todo sera si no tuvieras nombre.+ + +HombreHOMBREPara la Literatura no hay distingo

En aquello del Espritu que el Estado,

Para su administracin,

Reclama,YAquello queEn la

Cultura, Para la Educacin, En Entretenimiento desdibuja.Despus se nombran Seores,Todo se sumerge en ella a la sombra que la Voz reclama. Soy mi Caverna y hablo,Experiencia? A la mierda,

Tenemos al Dios Vivo.+ + +

Y entre tus brazos me fu de la Fiesta del MundoY ENTRE TUS BRAZOS ME FUI DE LA FIESTA DEL MUNDOEl Tiempo era para los dos

xtasis, Venganza y Verdad,

Luego el sueo de nosotros dos en otra vida.

+ + +

Hay un Mundo para ser juntos,

Despus est tu cuerpo y la contemplacin,

Luego las cortinas.1) Vigo Mortensen es William S. Burroughs

3) El pasado es un cepillo en el espacio65) Luego trenzamos el cabello de nuestros hijos

Con nuestros dedos.

+ + +

Y el Terror del Mundo pas de tus manos a las mas. Slo son letras.+ + +ngel de arrogancia,

Color del suelo,

Con el sabor del bagreEntre mis versosQue muera la musicalidad.

+ + + +

El ave pasa

Y nos abrimos que pasa,

El tren avanza

Construyendo las vas para construir

La estacin,

Y la prxima

Y la prxima.

As pas toda la vida.++++

Y es lo terrible al paso del hablar de la Teora de la Historia el dar por supuesto el saber qu es lo que la Teora es.

Legisladores, la Ley se legisla en la Roca. El habla muere, el hombre muere. La escritura no lo hace. Es un giro el que involucra a un Dragn.

La comparativa del ser de aquello llamado teora.

El ser de aquello que es la comparativa. La Lgica de la Investigacin.

Apertura democrtica? Apertura institucional demonios! Libertad cultural!Cmo y cundo las prcticas administrativo-financieras de una institucin resguardan el argumento de funcin de la protesta?

Nodir

La sociedad no es un ente particular, es una condicin poltica de la Ciudadana. No hay Estallido Social que la condicin poltica no se ha exacerbado. Lo que se sigue tras Ayotzinapa es una Crisis Poltica. Lo inevitable de la movilizacin actual tiene que remontarse a sus categoras autnomas para vislumbrar el sentido estructural de su confrontacin con el Estado Mexicano.Hegel, aunque nunca simpatizaba con el ala radical de la revolucin encabezada por Maximiliano Robespierre, reconoci la importancia histrica del gran suceso, que consider como el fundamento de la renovacin de la sociedad. En 1795, Hegel escribe a su amigo Schelling:

No creo que haya para la poca signo mejor que este hecho de que la humanidad se represente tan respetable ante s mistna. Ello es una prueba de que est disipndose el nimbo que aureolaba las cabezas de los opresores y los dioses de la tierra. Los filsofos ensean y proclaman esa dignidad de la humanidad, y los pueblos aprendern a sentirla, y a no pedir ms sus derechos humillados en el polvo, sino tomarlos por s mismos, apropirselos. La religin y la poltica han jugado la misma carta. La religin ha enseado lo que el despotismo ha querido: el desprecio del gnero humano, la incapacidad de ste para cualquier cosa buena, para ser algo por si mismo. Con la difusin de la idea de cmo debe ser todo, desaparecer la indolencia de la gente sentada, que est dispuesta a tomarlo todo eternamente tal corno es.

El joven Hegel, de acuerdo con los ilustrados franceses, acusa a la religin de incapacitar al hombre a regirse por s mismo. A su vez, aplica el deber ser kantiano de ndole moral e individual a la vida poltico-social. Cuando Hegel escriba aquellas palabras, la burguesa francesa festejaba su victoria sobre la derrotada Convencin. El filsofo, que detestaba a los extremistas jacobinos, admiraba a Napolen, que mediante el golpe de Estado llevado a cabo el 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799) puso orden en el Estado nacional francs y codific los alcances de la burguesa. En 1806 Hegel esperaba de Bonaparte, que anulaba principados y unificaba reinos y as transform la geografa poltica de Alemania, que colocara las bases para un Estado poltico germano. En aquel entonces su admiracin por el genio militar y la capacidad legislativa de Napolen, le inspiran a llamarle: "...esa alma del mundo..." y al contemplar al fro y calculador Corzo exclama: "...es ciertamente una sensacin maravillosa la de ver a un individuo tal, que subido a un caballo, concentrado en un punto, abarca el mundo y lo domina..."

El filsofo reconoce el papel histrico de la burguesa que derroc el antiguo rgimen y cre un Estado nacional en Francia, ya que desde un principio indica, que la historia no es rectilineal, sino que cada proceso genera en s los grmenes del prximo proceso y por lo tanto su futura ruptura. De las contradicciones de la historia surge el Estado nacional, la creacin de la razn, que tanta le interesa a Hegel y al que ms tarde llega a mistificar. En efecto, hasta la mitad del siglo XIX la idea nacional y la idea social estaban ntimamente unidas ya que el Estado nacional significaba el fin de la sociedad estratificada en estamentos. Eso es, la abolicin de las prestaciones feudales, de las gildas y de otras formas medievales. La idea nacional se separa de la social despus de las revoluciones de 1848, cuando los terratenientes y la gran burguesa comprendieron que el nacionalismo no es peligroso purificndolo del contenido social.

En 1802 Hegel escribi un ensayo intitulado La Constitucin de Alemania, que se ocupa de la Historia del Sacro Imperio Germano Romano desde la Paz de Westfalia hasta entonces, tiempo en que aquella forma sin contenido agonizaba, para morir el 6 de agosto de 1806, cuando Francisco II fue obligado por Napolen Bonaparte a renunciar a la corona imperial. Mediante este anlisis histrico el filsofo pretenda a despertar la pregunta cmo se puede Alemania transformar en un Estado poltico? Del escrito se trasluce que Hegel esperaba que un genio militar modernizara a Germana, aunque esto significara una era transitoria de sangre y hierro. En otro lugar compara la creacion del Estado de Atenas con el surgimiento de la primera Repblica Francesa. Dice: La condicin previa del hombre grande es que sepa y pronuncie la voluntad absoluta Todos se renen en torno a su estandarte; l es su Dios. As fund Teseo el Estado de Atenas; as un poder terrible asumi en la Revolucin Francesa el Estado, el todo en general. Esta fuerza no es despotismo, sino tirana, puro y terrible dominio; pero es necesaria y justa en la medida en que constituye y mantiene al Estado como tal individuo real. Este Estado es el simple espritu absoluto, seguro de s mismo y para el cual no vale nada determinado que no sea l mismo, ningn concepto de bien o mal, humillante o vergonzoso, ni astucia ni falsedad; l se yergue por encima de todo eso, pues el mal mismo est en su seno reconciliado consigo mismo.Hegel justifica la tirana como un medio para la creacin del Estado nacional, porque cree, que solamente en el Estado el hombre puede tener una existencia racional. Y aunque Hegel reconoci el papel histrico de la burguesa en la creacin del Estado nacional, en la Filosofa de la Historia enfatiza, que, "El Estado no existe gracias a la voluntad de los burgueses; se podra decir, que l es el fin y ellos son sus instrumentos". Definitivamente, para el filsofo, el Estado es la idea racional del desarrollo histrico y el elemento autnticamente espiritual e inteligente en la civilizacin. Una vez derrotado el emperador francs por los aliados, entre los que jugaba un papel importanta mo Prusia, como lo veremos en los siguientes captulos, Hegel guiado por su principio que "lo real es lo racional", reflexiona ante la nueva realidad histrica y considera, que el pueblo alemn fue escogido por la historia para ser el portador de un espritu absoluto y el depositario de la filosofa. En 1817, en la inauguracin de sus lecturas en la Universidad de Heidelberg, dijo: "Nosotros hemos recibido de la naturaleza la alta misin de preservar ese fuego sagrado. . . como en otro tiempo el espritu del mundo reserv a la nacin juda la alta concienecia de que de ella nacer l como un nuevo espritu."' Y en el ao siguiente, en su discurso inaugural de los cursos en la Universidad de Berln, 1818, el filsofo resalta el papel de Prusia en las guerras antinapolenicas y eleva su posicin dentro de Alemania.

Solamente despus de que esta tormenta de la realidad fue rota y la nacin alemana salv del todo su nacionalidad, la base de cada ser viviente, lleg pues el tiempo que en el Estado, junto al gobierno del mundo real, florezca el libre imperio del pensamiento independiente... y es este Estado particular (Prusia) que por su preponderancia espiritual se encumbr en su autoridad en lo real y en lo poltico, y se igual en poder e independencia a aquellos Estados que le fueron superiores en medios exteriores. Aqu la educacin y el florecimiento de las ciencias son un impulso esencial en la misma vida del Estado. Pero no es solamente la vida espiritual, la que constituye el elemento fundamental de la existencia de este Estado, sino la elevada campaa librada recientemente por el pueblo en unin con su prncipe por la independencia, para destruir la desalmada y extraa tirana y para restituir la libertad del nimo. Es la fuerza moral del espritu, que sinti el valor para enarbolar su estandarte, y que hizo valer este su sentimiento como la autoridad y el poder de la realidad.

En efecto, Hegel contempla en aquel instante a la Prusia reformada por el barn de Stein, que dentro de los prximos cincuenta aos absorbera y conquistar a toda Alemania.

Estas generaciones del idealismo alemn, que conceban un puebloLa Religin ha enseado lo que el despotismo ha querido | #HegelT ests aqu, el mal aqu est. Qu sera del Mundo se te confrontaras as en todas las Cosas?

Las Cosas, el espaciamiento de Mundo en el ser de la elisin.

El ser de la elisin.

La elisin en tanto sustancia. Lo que se predica de la sustancia y lo que la sustancia a la efectividad presentifica.

La atencin a la lgica hegeliana.

Las dialcticas administrativas en la constitucin de Estado. Los Liberalismos.

La falla del sistema mundo.

El comenzar del Mundo en el acontecimiento de la Falla no subvierte algo. Hace Naturaleza en tanto nada.Historia de las instituciones humanas que slo se puede escribir con la arrogancia de las ciencias fsico-instrumenrtales.

La eficacia de todo estudio estriba en la efectividad de la prediccin de sus resultados. La Razn es un Circuito.El emplazamiento de la Fbula Antropolgica, despus, en teora de estructuras, la constitucin del Estado y sus doctrinas.

El caracter apriori de la facultad punitiva: restrictivas de Libertad.

Cuntos crmenes, diariamente, involucran a sujetos exculpados judicialmente o extrajudicialmente por la Autoridad Poltica del Poder Judicial Mexicano?Los lmites del universal antropolgico son los lmites del Estado Nacin.

Para que haya oces, hacen falta segadores, ms ellos son slo posibilidad. La Realidad es una, trascendentalmente le denominamos Campo.Cual si todos los poetas un nico mazo. Basta de palabras. Hace de la aurora el camino.Habla que emerge y aprisiona.

La colectividad mientras tanto supone la cantidad y la cuenta por referente externo radical a un relato de podero. La Poltica nunca es una cuestin de magnitud ni cantidades. Lo poltico se constituye antes de las jerarquas y temporaciones de confeccion de referencialidad para con lo significativo de la comunidad.

La cantidad supone la unidad. La cantidad, magnitud de una cuenta, es la interioridad efectiva de un relato.El relato de podero mientras tanto, dispone y faculta en profesin de oficio, las correspondencias afectivas de la temporalidad.

Toda unidad es la reintegracin de una

los valores sin 1La desgracia de la cultura laica es haber cado en asumir a Moises, David, Jess o Elas algo tal como un personaje.Personaje literario.

Refraccines literarias de un esprituLrico fracasado.

Todo es Nihilismo.

No la investigacion, el silenciar.

All se afinca la Logica Jurdica Mexicana.Es una lstima que el empirismo historiogrfico mexicano slo tenga por reflejo la tica documentogrfica jurdica ms nunca as la investigacin judicial.Las Guerras Civiles del siglo XXI son las Guerras Constitucionales.

La sustancia monadolgica de nuestra apercepcin nacional se ha podrido. La creamos eterna a la Muerte del Estado. El Soberano ha muerto, larga vida al Soberano.

Ningn rgimen de partido poltico nos prepara para los litigios mundiales del Mundo por venir.

El Mercado es y se halla circuncidado al espectro del Derecho. Es la Proteccin de la persona lo que afina al Estado.

All y slo all el Instinto de Conservacin.No me hallo.

Toda constante de apercepcin de estado requiere una enunciacin.

Valores, todo cabe en la medida. Es el humano.Habla el personajeo en el ah de la escritura cuando al espectro de la meditacin le silencia el pensar. Es el Estado. y, entonces, Lo por ser pensado, vienen a pensarse en esa refraccin donde la letra ha hecho el Tiempo. Para cualquir caso habitamos el Mundo de la subjetividad subdesarrollada. Ah nuestras Letras.

As puesta la cosa no es menos sorprendente la Ciencia a un Ladrillo o un Muro de Concreto. Nos hemos habituado a pensar el lenguaje desde la va antropolgica, pensndonos a su exterioridad, de antemano, como la unidad de apercepcin en tanto que el Mundo queda all, irresuelto, un fetiche para el estudio. Lo unificado desde nosotros con el Mundo somos la Naturaleza, la ms antigua maestra, ms an incluso que los antiguos dioses. Lo asombroso es cmo nos habituamos a nombrar Ley a lo que es slo el encausamiento de nuenstros afectos en la comprensin de la presencia, nuestra presencia, el poder terrible que sancionamos bajo el pretexto del Saber - all siempre es futuro ello que se somete a la institucin en tanto certeza.

El conflicto es tan solo la Ley, su pretensin y potestad para con los significantes donde afinca el podero de las doctrinas, las regiones del ente en que emplazamos al conocimiento y sus instituciones. La existencia es slo la proporcin de nuestra instancia. Es el ente. La traduccin de la existencia a nuestro lenguaje arbitrario es la existencia misma, luego, el ente no es.

Donde reivindicamos los fenmenos naturales hemos de encumbrar la tcnica por nuestra instancia trascendental para con la disposicin del presente.Es el trnsito terrestre por el Nihil del Universo lo que produce el agua. Viene al Hombre en Canto.No, lo asombroso es cmo nos habituamos a nombrar Ley a lo que es slo el encausamiento de nuestros afectos en la comprensin de la presencia, el poder terrible que sancionamos bajo el pretexto del Saber - all siempre es futuro ello que se somete a la institucin en tanto certeza.

El conflicto es tan solo la Ley, su pretensin y potestad para con los significantes donde afinca el podero de las doctrinas, las regiones del ente en que emplazamos al conocimiento y sus instituciones. La existencia es slo la proporcin de nuestra instancia. Es el ente. La traduccin de la existencia a nuestro lenguaje arbitrario es la existencia misma, luego, el ente no es.

Donde reivindicamos los fenmenos naturales hemos de encumbrar la tcnica por nuestra instancia trascendental para con la disposicin del presente.La arbitrariedad no es la subjetividad. Es nuestra civilizacin. La exterioridad de lo arbitrario, el fenmeno en donde fijamos el cero de una escala, es nuestra Cultura.

El conflicto es tan solo la Ley, su pretensin y potestad para con los significantes donde afinca el podero de las doctrinas, las regiones del ente en que emplazamos al conocimiento y sus instituciones. La existencia es slo la proporcin de nuestra instancia, es el ente; el ente no es. La traduccin de la existencia a nuestro lenguaje arbitrario es la existencia misma, luego, el ente no es.

Donde reivindicamos los fenmenos naturales hemos de encumbrar la tcnica por nuestra instancia trascendental para con la disposicin del presente.

La trascendencia, la negatividad, el no ser.

La naturalidad #moral de nuestras sanciones, proscripciones, juicios y, en general, de todo rgimen de #valor en donde asumamos y, pongamos a considaracin de un tribunal, un juez o un jurado ello mismo que consideramos - y comprendemos - de facto en tanto el sentido del ser del ente, es el Nihilismo. La Cura, lo incurable e incluso as la fsica de toda penalidad ante cualquier #patologa, se confronta al transcurso del Nihilismo a la hegemona de Civilizacin en donde se afinca la Publicidad de los hechos; se sabe, la cuestin no es el Crimen, sino el haber violado la Ley. All donde el #Conocimiento y su #experiencia - el #Experto y su #Autoridad - vienen a conmensurar la Verdad, esteremos siempre ante la Vanidad y nada ms.

Ciertamente no podemos no tener trascendencia, la cosa es desvincularnos en su positividad de la entidad del ente con la cual comprendemos y, en extensin, conmensuramos el Mundo. Para qu se vincula la trascendencia en tanto entidad del ente en el ah de la confeccin del Mundo? Las economas, las polticas, la cultura de la planeacin y estructura trascendental. Y es que la mera oposicin trascendencia/inmanencia, an en el empleo peculiar del ser y sus categoras por la trascendentalidad kantiana, el espacio y la espacialidad son conmensurados por a priori -la realidad- en el mbito de la confeccin y referencia del ser, su sentido, el ente y la entidad.

#HERDOTO | El hombre ms dichosoAndando el tiempo, y cuando casi todos los pueblos que habitan a este lado del ro Halishabian sido sometidos -pues, a excepcin de cilicios y licios, Creso habia sometido a su poder a todos los dems, que eran los siguientes: lidios, frigios, misios, mariandinos, clibes, paflagonios, tracios tinios y bitinios, canos, jonios, dorios, eolios y panfilios -, sometidos, digo, estos pueblos y anexionados por Creso a Lidia, fueron llegando, sucesivamente y por diversas razones,

a Sardes, que estaba en el cenit de su riqueza,

todos los sabios de Grecia que a la sazn vivan; y entre ellos Soln, un ateniense, quien, despus de haber dictado en Atenas leyes a peticin de sus habitantes, se haba ausentado de su patria por espacio de diez aos, embarcndose so pretexto de ver mundo, pero en realidad para no verse obligado a derogar ninguna de las leyes que haban promulgado. Los propios atenienses, en efecto, no tenan potestad para hacerlo, pues se haban obligado por juramentos solemnes a

observar, durante diez aos, las leyes que Soln les promulgara. Por esta razn, ante todo, y con objeto de ver mundo haba abandonado Soln su patria, visitando la corte de Amasis en Egipto y, posteriormente, la de Creso en Sardes. A su llegada fue hospedado por Creso en su palacio; y, poco despus, a los dos o tres das, unos servidores por orden de Creso condujeron a Soln por las cmaras del tesoro y le hicieron ver lo magnifico y copioso que era todo. Y despus

de haber contemplado y examinado todo aquello,

Creso, cuando tuvo ocasin, le formul la siguiente pregunta: Amigo ateniense, hasta nosotros ha llegado sobre tu persona una gran fama en razn de tu sabidura y de tu espritu viajero, ya que por tu anhelo de conocimientos y de ver mundo has visitado muchos pases; por ello me ha asaltado ahora el deseo de preguntarte

si ya has visto al hombre ms dichoso del mundo. Creso le formulaba esta pregunta en la creencia de que era el hombre ms dichoso, pero Soln, sin nimo alguno de adulacin, sino atenindose a la verdad, le contest: S, majestad, a Tello de Atenas. Creso qued sorprendido por su respuesta y le pregunt

con curiosidad: Y por qu consideras que

Tello es el ms dichoso?. Entonces, Soln replic: Ante todo, Tello tuvo, en una prspera ciudad, hijos que eran hombres de pro y lleg a ver que a todos les nacan hijos y que en su totalidad llegaban a mayores, adems, despus de haber gozado, en la medida de nuestras posibilidades, de una vida afortunada, tuvo para ella el fin ms brillante. En efecto, prest su concurso en una batalla librada en Eleusis entre

los atenienses y sus vecinos, puso en fuga al enemigo y muri gloriosamente; y los atenienses, por su parte, le dieron pblica sepultura en el mismo lugar en que haba cado y le tributaron grandes honores.

Como Soln, con su relato sobre la gran dicha de Tello, habia suscitado la curiosidad de Creso, ste le pregunt, entonces, quien era, entre los hombres que haba conocido, el segundo despus de Tello, en la plena conviccin de que, al menos, se llevara el segundo lugar. Pero Soln respondi: Clobis y Bitn. Estos individuos, que eran naturales de Argos, contaban con suficientes medios de vida y, adems, con un

vigor corporal de unas prporciones tales, que ambos eran a la par campeones atlticos; ms an, de ellos se cuenta la siguiente historia. Con ocasin de celebrar los argivos una fiesta en honor de Hera, su madre tena que ser ineludiblemente trasladada en

carro al santuario, pero sus bueyes no habian regresado del campo a la hora debida. Entonces los jvenes, como el tiempo apremiaba, se uncieron ellos mismos a la gamella y arrastraron el carro, sobre el que iba su madre, llegando al santuario despus de haber rece rrido cuarenta y cinco estadios. Y, una vez realizada esta proeza a la vista de todos los asistentes, tuvieron para sus vidas el fin ms idneo y en sus personas la divinidad hizo patente que para el hombre es mucho mejor estar muerto que vivo. Resulta que los argivos, rodeando a los muchachos, los felicitaban por su fuerza; y, por su parte, las argivas lo hacan con su madre por tener unos hijos como aqullos. La madre, entonces, exultante por la proeza y los elogios, pidi con fervor a la diosa, de pie ante su imagen, que

concediera a Clobis y Bitn, sus hijos que tanto la haban honrado, el don ms preciado que alcanzar puede un hombre. Tras esta splica, y una vez concluidos los sacrificios rituales y el banquete, los muchachos se echaron a descansar en el propio santuario y ya no se levantaron: ese fue el fin que tuvieron. Y los argivos mandaron hacer unas estatuas de ellos y las consagraron en Delfos, pues haban sido unos hombres excepcionales. As pues, Soln conceda a

estos jvenes el segundo lugar en lo que a felicidad respecta, pero Creso, indignado, exclam: Y tan en poco aprecias nuestra felicidad, extranjero ateniense, que ni siquiera nos consideras dignos de rivalizar con

simples particular es?. Pero Soln replic: Creso, me haces preguntas sobre cuestiones humanas y yo s que la divinidad es, en todos los rdenes, envidiosa y causa de perturbacin. Porque, en el largo tiempo de una vida, uno tiene ocasin de ver muchas cosas que no quisiera y de padecer tambin muchas otras. En efecto, yo fijo en setenta aos el lmite de la vida humana. Estos setenta aos representan veinticinco mil doscientos das, sin contar los meses intercalares;

ahora bien, si, de cada dos aos, uno debe ampliarse en un mes para que, con ello, las estaciones se correspondan en su sucesin conforme es debido, los meses intercalares, en el transcurso de setenta aos, suman treinta y cinco, y el nmero de sus das mil cincuenta. De la totalidad de los das de los setenta y aos en cuestin, que son veintisis mil doscientos

cincuenta, no hay uno solo que conlleve situaciones totalmente semejantes a las de otro da cualquiera. Por lo tanto, Creso, el hombre es pura contingencia. Bien veo que t eres sumamente rico y rey de muchos sbditos, pero no puedo responderte todava a la pregunta que me hacas, sin saber antes que has terminado

felizmente tu existencia. Porque una persona sumamente rica no es, desde luego, ms dichosa que otra que viva al da, a no ser que la fortuna, en medio de su completa felicidad, le acompae hasta llevar a buen fin su vida. En efecto, muchos hombres inmensamente ricos son desgraciados, en tanto que muchos otros, con medios de vida modestos, son afortunados. Adems, una persona sumamente rica, pero desgraciada, slo supera en dos cosas al que es afortunado; en cambio, ste aventaja en muchas otras a quien es rico pero desgraciado; el rico tiene ms recursos para

satisfacer sus deseos y para sobrellevar el azote de una gran calamidad, pero el afortunado tiene sobre l las siguientes ventajas: sin duda no puede sobrellevar una calamidad ni satisfacer sus deseos en sus mismas condiciones, pero su buena fortuna aparta de l esos males y carece de defectos fsicos, no sufre enfermedades, no sabe de miserias, es afortunado en su prole y tiene hermoso aspecto; y si, adems de todo

ello, todava lleva a buen fin su vida, ah tienes a quien buscas, esa es la persona que merece ser llamada dichosa; pero, antes de que muera, aguarda y no lo llames todava feliz, sino afortunado. Realmente, reunir todas esas cualidades, siendo un hombre, es imposible,

igual que ningn pas llega a autoabastecerse

totalmente con sus recursos, sino que cuenta con unos, pero carece de otros; y el pas que ms posee es el mejor. Semejantemente, ningn ser humano, por s mismo, posee tampoco todos los bienes, pues si cuenta con unos, carece de otros; y el que permanentemente cuenta con un mayor nmero y luego termina apaciblemente su vida, se es, majestad, quien, en mi opinin, debe recibir en justicia ese nombre. Ahora bie, es menester considerar el resultado final de toda situacin, pues en realidad la divinidad ha permitido a muchos contemplar la felicidad y, luego, los ha apartado radicalmente de ella.

Con estas palabras, Soln no debi de agradar lo ms mnimo a Creso que, sin hacerle el menor caso, lo despidi, plenamente convencido de que era un necio, porque desdeaba los bienes del momento y le aconsejaba fijarse en el fin de toda situacin.

#HLDERLIN | A la Tierra Madre

OTTMAR (El Soplo)Canto en nombre del pueblo.

As vibra desde el comienzo una cuerda,

como a tientas tocada por manos jubilosas.pero pronto el maestro con ms grave alegra,

inclina la cabeza sobre el arpa

y los sonidos brotan, cobran alas

y resuenan juntos al toque del artista

que los despierta. Y como si se alzara del mar,

la armoniosa nube sube al infinito.

Mas lo que vendr ser muy distinto

de la msica de un arpa:

el canto, el coro de los pueblos.

Inutilmente el Padre santo,

que en su poder dispone de presagios y rayos,

de tantos oleajes como pensamientos,

esperara a oscuras, mudo y solitario,

y entre los vivos nunca ms se hallara

si la comunidad no tuviera

para cantarlo un slo corazn.

Pues as como fue preciso que naciera la roca

y en lbregos talleres se forjaron

los frreos cimientos de la tierra,

antes que los murmurantes arroyos bajaran

de las montaas y que huertos y villas

florecieran al borde de los ros,

as, l tambin, mediante su trueno,

cre por anticipado una ley pura y sonidos puros.

HOM (El Hombre)

Entre tanto, Oh Poderoso!,

cuida al cantor solitario,

y danos suficientes canciones

para expresar el secreto de nuestras almas.

pues muchas veces o

los cantos de los antiguos sacerdotes

..............................

.............................. y para esos pensamientos

prepara tambin mi alma.

Pero en la sala de armas,

en los tiempos de ocio, con las manos atadas,

los hombres pasean mirando las panoplias,

deparan y meditan, y uno de ellos

cuenta que sus padres, antao,

disparaban el arco, seguros

de alcanzar el blanco muy lejano;

y aunque todos le creen, ninguno osa intentarlo.

los brazos de los hombres

vuelven a caer ociosos, como los de un dios,

ya que las galas no sientan todos los das.

Las columnas del templo se yerguen abandonadas

en los das de angustia;

seguramente, las rfagas del Norte

prolongan el eco

... en las bvedas profundas

y la lluvia las lava

y crece el musgo y vuelven las golondrinas,

pero aquel dios que all viva est sin nombre,

y la copa para la accin de gracias

y las tazas votivas y todas las reliquias

estn ya sepultadas

y al enemigo ocultas en la tierra muda.

TELLO (La Tierra)

Quin dara las gracias antes de haber recibido?

Y la respuesta antes de haber odo?

Jams...en tanto hable alguien superior a nosotros... interrmpase

el discurso sonoro.

Acaso tiene mucho que decirnos y tiene

tambin otros derechos: conozco a Uno

cuyo verbo no calla en muchas horas;

y los tiempos del genio que crea

se parecen a las grandes montaas

cuyas altas crestas recorren

toda la tierra de mar en mar.

Son muchos los viajeros que hablande estas cosas; y los animales salvajes vagan

por los barrancos, y los rebaos

se dispersan en las alturas,

pero la sombra santa,

sobre la verde cuesta vive

el pastor y contempla las cumbres.Queremos otro pas? Lo primero es retirar los nombres ridculos de nuestros prceres patrios en la nomenclatura de nuestras poblaciones.La maquinacin espacialmente suficiente.IdProponer estados ficcionales de mentalidad; "#demostrar" las condiciones tcnicas de verificablidad #emprica".

Falsear qu analistas? Ficciones?

Cuantificar "#posibilidades" estadsticas de una hiptesis de falseabilidad. Gobernar la economa laboral mediante un tabulador laboral universal. Gestionar la burocrtica de sindicatos. Hacer la Lucha de Clases.

Condiciones econmicas de equidad tendran que integrarse en proporcin al standar producto interno bruto-diario hora humana laborada.

Slo en Mxico los Sindicatos Oficiales de la Docencia y el Magisterio no financan instituciones de investigacin cientfica?Sentido y Referencia, vaya, y no hay sentido del referir ni referirse del sentido, pura sustancia trascendental conmensurada.Despus entonces nada tiene sentido si otra cosa,

Que cosa otra es?

La Lgica no supone un fenmeno lgico, sino slo el principio lgico en tanto tal. Esto es condicin de axioma.La data, la manifestacin de un registro, comprendida como el a priori de la informacin, no presenta escaladas, las representa en su bondad.

Despues el brillo esperado.Luego la Verdad conmensurada en tanto una determinante de interpretacin.Comienzan los espejos y su mentira,

El Hombre vuelve.Finalmente los datos solo son datos. Estructuras de formacin en un formato de texto.

La documentalidad. All entonces donde la narrativa se elide.

Al transcurso de forma.

LoTexto, Lenguaje. La Fonacin y la materia de lenguaje.

El elemento fundamental.

El lenguaje.

El Mundo y la formacin de conocimiento. El rgimen trascendental de formacin de analtica.La analtica, la burocrtica del dogma.

La significacin lingstica.La significacin simblica.

La filosofia trascendental y la formacin simblica.

Con violencia y sin decoro nos gobiernan nuestros gobernantes. Despus erigimos estatuas y pendones en las plazas. Mxico, quin somosn?No, el Mundo no ser irresuelto en su extensin infinita que la extensin infinita es la determinacin de la subjetividad.

A la diatriba del ser o no ser de toda apercepcin.

No es igual reservar nichos comerciales para sectores econmicos especficos que preservar nichos comerciales para sectores econmicos determinados.

Y es que una cosa es el Poder Ejecutivo de la Federacin y otra el Poder Judicial de la Federacin.

Se sabe, el Liberalismo a modo.El Modo; donde no hay imagen no hay modelo. Tampoco un Mtodo cuando basta la arbitrariedad de la autoridad para afincar la Jus. All entonces las Leyes.

No hay Dios en los textos constitucionales mexicanos.

Dnde est la doctrina. Juarz ante la facultad otorgante de Carlos V, heredada de las potestades facultativas de una bula alejandrina.La diferencia entre lo especfico y lo determinado es el ser-ah

Ser o no ser?Da-sein.El curso historiolgico historiogrfico en que se fundan las jerarquas y niveles en la argumentacin de funciones de la Lingstica.

La razn del Mtodo donde se afnca la potestad y jerarqua de una investigacin.

La Poltica de Partidos.

Se habla de Valores ah donde no hay Principios.Es el #Pragmatismo. Ante la Poltica de los Interes, qu otra cosa puede haber sino #finalidades.

Ah es donde se afincan los muros.

Quines cubren los costos de recuperacin material en las erogaciones estatales de presupuesto?

La Riqueza se halla en Tributos.Qu porcentanje del producto interno bruto mexicano es administrado y capitalizado por el Estado Mexicano?

Qu participacin de ralacin del PIB se desapercata con respecto de la totalidad de la Produccin Econmica Global Mexicana?La doctrina de las estadsticas mundiales.Desapercepcin econmica. Ah donde hay prdidas hablar de oportunidades.Se desapercibe la productividad en la esencia de la historiograficidad cuando se reprime la inventiva en ingeniera y Se suprime la maquinacin tcnica de la imagen en la conciencia pblica del Estado.Produccin Econmica Global Capitalizable.Cmo se "hace" la poesa ante el homicidio, el magnicidio y el holocausto? Se "hace" Poesa Miserable. Y es que ya se han aceptado los hechos - por extensin el ser de los hechos- en tanto el ser y lo verdadero.

Ah las doctrinas eliden historiograficidad en tanto historicidad. Se dice, "- As son las cosas".La diferencia entre lo que yo comprendo y ud. comprende es muy interesante.

Y es que el Pragmatismo se esfuerza. As, dice: "No hay Principios, tiene que haber". Ah se capitaliza.

#ANKERSMITH | El dilema de la filosofa de la historia anglosajona contempornea

La filosofa de la historia anglosajona contempornea se enfrenta a un dilema, el futuro de la filosofa de la historia depende de la eleccin que se tome en ltima instancia.Evit deliberadamente la palabra crisis y emple dilema, pues las dos posturas alternas en este dilema no comparten un pasado comn de la forma en que se sugiere con el trmino crisis. En vez de esto, dos diferentes formas de filosofa de la historia, cada una con un antepasado intelectual propio, se oponen entre s, mientras que tienen muy poco en comn. Por tanto, la eleccin se dar entre dos distintos senderos, ms que entre dos bifurcaciones del mismo sendero que todos hayamos seguido hasta ahora.

Los dos lados del dilema pueden describirse de diversas maneras. Podra hablarse tan slo de una nueva filosofa de la historia en contra de una filosofa de la historia tradicional, o de una filosofa de la historia interpretativa en contra de una descriptiva, o de una filosofa de la historia sinttica contra una analtica, o de una filosofa de la historia lingstica contra una crtica o, como lo hace Hans Kellner, de una filosofa de la historia posmoderna en contra de una moderna. Todas estas etiquetas tienen sus ventajas y desventajas, y todas captan algo de verdad. No obstante, por razones que sern evidentes en el curso de mi exposicin, prefiero los trminos filosofa de la historia narrativista contra filosofa de la historia epistemolgica.

La filosofa de la historia epistemolgica siempre ha tenido que ver con los criterios de la verdad y la validez de las descripciones y explicaciones histricas; ha intentado responder la pregunta epistemolgica respecto de las condiciones con las cuales nos justificamos para creer como ciertas las declaraciones de los historiadores acerca del pasado (sea singular o general). Por otro lado, la filosofa de la historia narrativista se concentra en la naturaleza de los instrumentos lingsticos que desarrollan los historiadores para avanzar en nuestra comprensin del pasado. La filosofa de la historia epistemolgica se interesa en la relacin entre las declaraciones histricas y de lo que tratan; la filosofa de la historia narrativista tiende a permanecer en el campo del lenguaje histrico. No debe interpretarse esta situacin de modo que la filosofa de la historia epistemolgica resulte realista, y la filosofa de la historia narrativista, idealista; uno de los objetivos principales de la filosofa de la historia narrativista es, de hecho, determinar la distincin entre el lenguaje del historiador y lo que trata, que es lo que implica la anttesis de realismo contra idealismo. Esto puede explicar cun distintas son en realidad ambas tradiciones y por qu no son mutuamente reductibles. Por ltimo, me apresuro a aadir que gran parte, si no la mayora, de la historiografa no tiene la naturaleza de relatar una historia; en consecuencia, deben evitarse todas las asociaciones con el acto de relatar un cuento, a que podra dar origen el trmino narrativista. La narracin debe asociarse ms bien a la interpretacin (histrica).

En la primera seccin de esta introduccin, describir la tradicin epistemolgica; en la siguiente, la narrativista; y en la ltima espero responder la pregunta de cules temas rendirn un estudio fructfero en el futuro si se prefiere el enfoque narrativista respecto de su ms aoso rival.

LO QUE VIENEEl logro de White puede resumirse de la siguiente manera: Primero, la filosofa de la historia por fin de forma tarda, se someti a su giro lingstico y form parte de la escena intelectual contempornea. Segundo, se abandon el nfasis en la explicacin y la descripcin - legado de la fase positivista- en aras de la concentracin en la interpretacin histrica. Tercero, la fijacin en los detalles de los estudios histricos se sustituy con un inters en la totalidad de una obra histrica y la conciencia de que lo que requiere la mayor atencin del filsofo de la historia se encontrara slo en ese nivel. Cuarto, puesto que el lenguaje narrativo lgicamente es una cosa, y las cosas no mantienen relaciones epistemolgicas, se descarta el paradigma epistemolgico. Quinto, la dicotoma tradicional de la visin epistemolgica tradicional, al contrastar las cosas en el pasado con el lenguaje del historiador, ya no tiene significado ni justificacin. Sexto, el problema tradicional de seleccionar lo que debe decirse y lo que no debe decirse acerca de un tema histrico se replantea como un problema de estilo. Se reconoce que el estilo no es un mero idioma de la escritura histrica: el estilo no se refiere slo a la forma sino tambin a la sustancia de la historiografa, para decirlo en palabras de Peter Gay. Y sptimo, se evita el antihistorismo de la tradicin epistemolgica ya que la peculiaridad del pasado ya no se reduce a las cmodas certidumbres incluidas en las leyes aclaratorias, en declaraciones nrmicas (Scriven) o en los principios de la filosofa de la accin.

Desde esta perspectiva, pueden y deben hacerse algunos comentarios sobre el reciente libro Tiempo y narracin, de Ricoeur. Quiz ningn libro en el campo de la filosofa de la historia desde la segunda Guerra Mundial tenga mayor riqueza de aprendizaje, una evaluacin ms imparcial de lo que se ha hecho hasta ahora o un mayor talento para sintetizar tradiciones distintas y heterogneas. Este libro magistral es un hito en la filosofa de la historia y todo aquel que se interese en la narrativa tendr que estudiarlo detenidamente. Hay en el libro de Ricoeur dos conocidas tesis whiteanas. Ricoeur tambin cree que la narracin histrica es en esencia metafrica. Y cuando analiza lo que llama mmesis (trmino poco afortunado, pues sugiere todo lo que la narrativa encontr siempre objetable en la tradicin epistemolgica), Ricoeur destaca, como lo hace White, la autonoma del lenguaje del historiador respecto del pasado real. Sin embargo, de ah en adelante, Ricoeur queda muy a la zaga de White; en ningn momento estas dos ideas inducen a Ricoeur a investigar el lenguaje del historiador. Es como si hubisemos descubierto un mundo nuevo, pero no se nos permitiera quitarnos una venda de los ojos. Es muy caracterstico que Ricoeur omita por entero la teora de los tropos en su exposicin de la narrativa de White. Aunque profesa explcitamente estar consciente de la injusticia que comete contra White, el resultado inevitablemente es que las posturas de ste se transforman ahora en un cuerpo sin corazn.

Me parece que pueden darse dos razones de la tendencia de Ricoeur de regresar de la tradicin narrativista a la tradicin epistemolgica. Primera, para Ricoeur la narracin alcanza su significado completo cuando se convierte en una condicin de la existencia temporal. El tiempo es parte de la vida conforme la viven los individuos, y ese hecho debe manifestarse en la narracin del historiador. sta es otra razn del rechazo de Ricoeur de la visin de Mink, segn la cual la interpretacin del pasado por parte del historiador es siempre una mirada conjunta y no una revisin sucesiva de las fases separadas de un desarrollo histrico. De aqu la tendencia de Ricoeur a atar la narracin histrica al pasado de la manera en que la tradicin epistemolgica sugiri siempre. Segunda, sin duda a causa de sus antecedentes fenomenolgicos, Ricoeur desea encerrar firmemente la narracin histrica dentro de los confines de la perspectiva del agente histrico individual. Es en particular ilustrativo a este respecto el profundo respeto con que Ricoeur analiza Explanation and Understanding, de Von Wright, a lo largo de su obra, cuando la mayora de los filsofos de la historia no clasificaran de ninguna manera el libro de Von Wright como narrativista. En ambos casos, el resultado es que se le cortan las alas a la narracin. Esta tendencia se manifiesta tambin en la propuesta de Ricoeur de redescribir los aspectos del pasado que no se reducen con facilidad a un enfoque realista o antropomrfico en trminos de cuasipersonajes, cuasitramas o "cuasihechos" (as aborda, por ejemplo, la longue dure de Braudel). De este modo, Ricoeur intenta neutralizar el peso relativista de la historiografa, ofreciendo imgenes panormicas de grandes porciones del pasado.

Cuando afirmo que la narracin de White est mucho ms desarrollada que la de Ricoeur, no me refiero a que el sistema de White no pueda mejorarse. Esto se hace evidente si consideramos los recientes avances, en filosofa de la ciencia como nuestros antecedentes a fin de medir el progreso de la filosofa de la historia.

Tambin aqu las posturas de Rorty son muy ilustrativas. Su libro fue en esencia un ataque a la tradicin epistemolgica desde Descartes. Este ataque tuvo una dimensin tanto histrica como terica. Histricamente, puede demostrarse que las preocupaciones epistemolgicas no surgieron antes del siglo XVII. Antes de esa poca, la epistemologa no tena valor para la filosofa, puesto que Descartes elabor por primera vez la nocin moderna de la mente como un forum internum en el cual se reflejaban las verdades acerca del mundo (y acerca del yo fsico). Para Aristteles, y dentro de la tradicin aristotlica, ver era saber y no un mero dato para este forum internum de la mente consciente. Donde los aristotlicos se conformaban con slo el mundo y nuestro conocimiento del mundo, la epistemologa cartesiana introdujo esta tercera nocin de un forum internum, en el que el mundo se refleja a s mismo, y cuya suave superficie examinamos para adquirir conocimiento. La epistemologa se dio a la tarea de salvar la brecha que se cre inadvertidamente cuando el sujeto consciente abandon la realidad por este forum internum. Con gran agudeza y talento para separar el pasado de su codificacin republicana que todos aceptbamos, Rorty demostr con xito por qu este postulado cartesiano de un forum internum deba verse como la cuna de la filosofa moderna, de la epistemologa y de la filosofa de la ciencia moderna. Desde Descartes, todos los filsofos estuvieron de acuerdo en que este forum internum -cuyas operaciones se crea se podan declarar con claridad- era el nico santuario de todaverdad y razn. Slo aquellas creencias que estuvieran de acuerdo con las reglas y la jurisprudencia producto del forum internum contaban como conocimiento. Por supuesto, la filosofa crtica de Kant fue el apogeo de esta evolucin en la filosofa occidental. De aqu la peculiar inferencia tan caracterstica de la mayor parte de la filosofa occidental desde la Edad Media, del conocimiento de la mente (del yo trascendental) al conocimiento que tenemos de la realidad.

Sin embargo, Rorty no se conform con demostrar slo que nuestra confianza en la epistemologa y la filosofa de la ciencia no era ms que un accidente histrico. La mayor parte de su libro se dedica a demoler (por medio de argumentos que extrae de las obras de Wittgenstein, Quine, Davidson y Kuhn) esta nocin de un forum internum ahistrico como depositario de la verdad. Demuestra que si se eliminara todo el lenguaje mentalstico que se deriv de la aceptacin del concepto del forum internum, no se perdera nada esencial. En consecuencia, la epistemologa como la entendemos es una empresa intelectual cuya misma raison d'tre es incierta -por decir lo menos-, y Rorty nos insta a que la reemplacemos con lo que llama conductismo epistemolgico. Es decir, los problemas que se refieren a la relacin entre lenguaje y realidad no deben transformarse en problemas que se refieran a los mecanismos de nuestras mentes; slo se resuelven al descubrir lo que en realidad creemos y las razones que tenemos para hacerlo. En resumen, los problemas que intentaron problemas que intentaron resolver los epistemlogos slo se resolvern al ver los resultados de la investigacin cientfica; la manera en que el lenguaje se relaciona con la realidad no es una cuestin epistemolgica, sino cientfica. Y Rorty no vacila en ridiculizar la absurda afirmacin por parte de los filsofos de que tienen tanto el deber como la capacidad de fundar las ciencias.

Sin embargo, esto es slo una parte de la historia, pues debemos estar conscientes de que cada disciplina tiene su fantasma filosfico favorito. Para las ciencias, este fantasma filosfico no es la epistemologa, sino la metafsica. Tanto las ciencias como la metafsica dicen que investigan la naturaleza de la realidad y, por tanto, son rivales naturales. La metafsica, y no la epistemologa, ha padecido la peor parte del desarrollo de la ciencia moderna. Se toler a la epistemologa como pasatiempo inofensivo y sin importancia de filsofos ociosos. En la historiografa, por otra parte, el caso es el contrario. Los historiadores estn en posibilidad de ser indiferente ante las investigaciones metafsicas de la naturaleza elemental del pasado. Del mismo modo que la epistemologa -segn la postura rortyana- es la respuesta del filsofo a lo que es en esencia una pregunta cientfica, las filosofas especulativas de la historia son la manera que tiene el filsofo de abordar los problemas del historiador.

Sin embargo, la epistemologa del MLA y la hermenutica analtica, por ejemplo, en verdad tienen la capacidad de descarrilar el escrito histrico. Que el triunfo de la hermenutica analtica significara el fin de la historiografa como la conocemos no necesita mayor reflexin.

Por tanto, Gadamer estaba en lo correcto cuando vio en el mtodo, ms que Hegel o Marx, el enemigo ms serio de la Geisteswissenschaften. En consecuencia, la condena que hace Rorty de la epistemologa en ningn lugar es ms pertinente que en el caso de la historiografa.

Desde esta perspectiva, quiz se considere un defecto de la filosofa de la historia de White que an no se libere por completo de los matices epistemolgicos fundacionales. El mismo White reconoci la naturaleza kantiana de algunas de sus ideas, y es innegable que la funcin que asign a los tropos es muy parecida a la de las categoras kantianas en la sntesis del conocimiento. Por otro lado, puesto que White no es muy franco acerca del lugar y la manera en que los tropos afectan nuestra comprensin del pasado, quiz sea difcil dar mucho crdito a la afirmacin de que la tropologa de White es otra variante de la epistemologa fundacional.

Adems, su tesis -si la presionamos lo suficiente- de que cada tropo dar paso a otro refuerza la naturaleza puramente lingstica y no epistemolgica de los tropos. Sin embargo, de cualquier manera que la consideremos, la idea de que hay en esencia slo estas cuatro formas de representar el pasado nunca perder su menos afortunado crculo fundacional.

Llegamos ya a un punto privilegiado desde el que podemos echar una mirada al panorama nebuloso del futuro de la filosofa de la historia. De ahora en adelante deberemos resistir con firmeza la tentacin de la metfora cartesiana de la esencia cristalina del sujeto consciente o del lenguaje que emplea. No vemos la realidad (pasada) a travs del lenguaje; el lenguaje del historiador no es un medio que desee borrarse a s mismo. Culler declar con vigor este punto: la filosofa y la ciencia, con su pretexto epistemolgico, siempre pretendieron poner fin a la escritura. Se crea que, si se resolva un problema, escribir sobre l lo finiquitara; al ver a travs de la escritura y el lenguaje, observamos ahora los mecanismos mismos de la naturaleza y la realidad. En especial en la historiografa, esta imagen es por completo engaosa. En la historiografa, paradjicamente, mientras ms poderosa y autorizada sea una interpretacin, ms escritos generar. Los grandes libros en el rea de la historia de la historiografa, las obras de Ranke, Tocqueville, Marx, Burckhardt, Huizinga, Meinecke o Braudel no ponen fin al debate histrico, no nos hacen sentir que por fin sabemos cmo fueron las cosas realmente en el pasado ni que en ltima instancia hayamos obtenido una claridad al respecto. Al contrario: estos libros resultaron los ms poderosos estimuladores de la produccin de ms escritos; su efecto es as apartarnos del pasado, en lugar de colocarlo en una especie de pedestal en un museo historiogrfico para que lo podamos inspeccionar desde todos los ngulos posibles.

El texto histrico de verdad interesante no se destruye a s mismo (al retirar un tema de la lista de problemas histricos), sino que tiene una relacin metafrica consigo mismo. Puesto que estimula ms escritos, hay un sentido en el que, igual que una metfora, no significa lo que dice literalmente. En esta conexin, Derrida emple las palabras diffrance e intertextualidad. La tesis de Derrida de que los textos pueden diferir de s mismos (caracterstica de lo ms peculiar, que hace que Derrida prefiera el trmino diffrance respecto de la palabra francesa normal diffrence) de hecho puede ilustrarse mejor por medio de textos histricos. Como ya he sealado en otra parte, si tenemos slo una interpretacin histrica de algn tema histrico, no tendremos interpretacin. Una manera interpretativa de ver el pasado slo puede reconocerse como tal en presencia de otras formas de ver el pasado. Las interpretaciones narrativas se definen mutuamente entre s y, por tanto, deben su identidad a sus relaciones intertextuales.

En consecuencia, slo se puede obtener un punto mximo de claridad en la historiografa gracias a una proliferacin de interpretaciones histricas y no al intentar reducir su cantidad. La historiografa, por tanto, nunca puede darse el lujo de desatender su pasado; incluso las interpretaciones del pasado que rechazamos en el presente deben ser recordadas para definir la identidad de las interpretaciones que ahora preferimos. La tesis de la proliferacin tambin nos pide que respetemos el carcter nico y la diffrance de cada interpretacin histrica. Por consiguiente, estara en desacuerdo con la propuesta de White de categorizar las interpretaciones narrativas por medio de los cuatro tropos. Adems, esta propuesta tiene una desventaja prctica. AI calor del debate terico, no debemos olvidar que los datos histricos (nuevos) a veces logran desacreditar ciertas interpretaciones histricas. Como vimos, en el anlisis de White hay una tendencia quiz involuntaria de sugerir que la controversia histrica es puramente lingstica. Y eso sera ir demasiado lejos. Aqu debemos tener en mente dos cosas. Primera, que las interpretaciones narrativas son los instrumentos -objetos lingsticos que crean los historiadores para dotar de sentido a una parte del pasado. Con seguridad, el debate acerca de los mritos y defectos de las interpretaciones histricas es un debate acerca de estos objetos lingsticos. Sin embargo, no debemos olvidar que son siempre los datos histricos que menciona el historiador lo que los hace los objetos que son. Segunda, la sucesin de interpretaciones metafricas a interpretaciones metonmicas, de interpretaciones metonmicas a interpretaciones sinecdquicas y as sucesivamente no pueden ofrecernos criterios para un xito interpretativo. Esto no sucede porque se trate de un criterio equivocado, que deba remplazarse con uno mejor, sino slo porque cada interpretacin histrica es en s misma un criterio para un xito interpretativo. Cadai nterpretacin histrica puede tomarse como si significara: Si ve el pasado desde esta perspectiva, sa es su mejor garanta para comprender una parte del pasado. Cada interpretacin histrica es en esencia la propuesta de un criterio cuyos requerimientos deben satisfacerse si deseamos entender una parte del pasado.

Pero White podra objetar que no hay criterios para estos criterios. No lo creo as, pues asumo que estos dos conjuntos de criterios inevitablemente se unirn. Ser imposible satisfacer el conjunto ms elevado de criterios sin satisfacer el inferior, y viceversa. No tiene sentido la sugerencia de que una interpretacin es slida en un nivel y no en otro (obviamente, aqu no hablo de las diversas partes separadas del pasado que se interpreta, sino de una y la misma parte del pasado). Por tanto, la historiografa no conoce criterios interesantes y generalmente aplicables para distinguir entre interpretaciones satisfactorias e insatisfactorias. (Empleo de manera deliberada la frase criterios interesantes, pues ser obvio que el historiador no debe, por ejemplo, malinterpretar sus fuentes y debe evitar la clase de errores en lgica que Fischer nos hizo ver). Todo lo que tenemos es esta interaccin intertextual entre las narrativas histricas que tenemos sobre algn tema. De este modo, si esos criterios pueden encontrarse en todas partes, entonces es en este conjunto de narraciones histricas donde realmente han sido escritos sobre el tema. Fuera de estos conjuntos, no hay criterios interesantes, generales o especficos, para una certidumbre y una validez interpretativas. Es obvio que yo haya repetido aqu, desde una perspectiva diferente, el rechazo rortyano ya conocido del fundacionalismo epistemolgico. La historiografa es en s la fuente de sus propias certidumbres interpretativas y no el resultado de la aplicacin de algn conjunto previamente dado de tales certidumbres.

Igual que un dique cubierto de tmpanos flotantes al final del invierno, el pasado se cubri de una gruesa corteza de interpretaciones narrativas, y el debate histrico se refiere tanto a los componentes de esta corteza como al pasado que se oculta bajo ella.

El fracaso ms notorio de la filosofa de la historia epistemolgica antes de White fue ignorar esta gruesa capa de interpretaciones narrativas. Se perdi de vista el hecho de que el desacuerdo histrico no slo concierne al pasado en s, sino tambin a los objetos lingsticos que crearon los historiadores para comprender el pasado.

Nunca se plante la pregunta ms interesante respecto de la historiografa: la de por qu los historiadores prefieren una interpretacin de un tema histrico especfico (la pregunta no debe generalizarse) a otro. Es como si los filsofos de la ciencia nunca hubieran buscado abordar el crecimiento del conocimiento cientfico y se hubieran limitado al problema de cmo cerciorarse de los datos individuales sin poner atencin a la formacin de la teora y los conceptos. Si hay algo en la historiografa que sea anlogo a la formacin de la teora en las ciencias, es la interpretacin histrica y no la descripcin o explicacin de los hechos histricos individuales (que tanto interesaban a la tradicin epistemolgica).

La similitud entre la interpretacin en la historia (que a menudo da como resultado la introduccin de un concepto nuevo, como manierismo o guerra fra) y la formacin de conceptos y teora en las ciencias puede incluso resultar una gua til para resolver problemas en la filosofa de la ciencia. En un artculo brillante, MacIntyre sostuvo que en los cambios del paradigma kuhniano, el paradigma preferible es el que nos permita relatar la historia ms convincente de la parte de la historia de la ciencia que dio origen al cambio de paradigma. Si puede conjeturar que al menos algunos de los problemas que desconciertan a los filsofos de la ciencia contemporneos, como la formacin de conceptos o la inconmensurabilidad de las teoras cientficas, se pueden demostrar ad oculos viendo lo que sucede en el debate historiogrfico. La clase de debates que encontramos en la historia de la ciencia durante esos relativamente escasos periodos de revolucin cientfica son endmicos en la historiografa. Ms an, hay algunas semejanzas sorprendentes entre la tesis narrativista de la autonoma del lenguaje histrico respecto del pasado y lasi nterpretaciones modelo-tericas e instrumentalistas de las teoras cientficas desde Ramsey. Las relaciones entre la historia y la ciencia pueden estudiarse, as, desde un punto de vista mucho ms gratificante e interesante que el que sugieren los tericos del MLA. Se observa aqu una paradoja curiosa e incluso deprimente. Quin no estara consciente de la profunda medida en que la filosofa de la ciencia se ha historicizado desde Kuhn? De una manera o de otra, los filsofos de la historia se las han ingeniado para ignorar por completo este cambio de frente en la filosofa de la ciencia. Por extrao que resulte, la filosofa de la ciencia contempornea es mucho ms historista que la filosofa de la historia, con la excepcin, por supuesto, de la tradicin narrativista antiepistemologista desde White.

ste es el dilema de la filosofa de la historia contempornea. Continuar la filosofa de la historia su tradicin epistemologist aclsica, o est preparada para investigar la clase de problemas filosficos que se describieron en este ensayo? Si la filosofa de la historia se conforma con convertirse en un extrao fsil positivista en el mundo intelectual contemporneo en los siguientes cuatro aos, por supuesto que permanecer epistemologista. Sin embargo, si los filsofos de la historia tienen el valor de sacudirse su propio pasado y albergan un deseo sincero de contribuir a entender mejor no slo la historiografa sino tambin los problemas que se debaten hoy en da en otras disciplinas filosficas, no podrn evitar convertirse en narrativistas.

Y con qu mediras el valor de las evaluaciones? Es lacosa que si consideramos en Kant el punto cspide de la filosofa occidental, es inevitable luego concebir que Hayden White, la metahistoricidad y su mtodo en tanto la filosofa de la historia fundamental, sean la vanguardia que el pensamiento histrico debera asumir y respetar en tanto sntesis de paradigma ante el materialismo histrico y la dialctica trascendental. La cosa es que Hayden White no vale nada pues Immanuel Kant nada vale.Las estrategias de verificacin de la verdad, el trasfondo de sntesis donde siempre nos reencontramos la entidad del ente por supuesto trascendental - despus a la eficacia pragmtica de nuestra unidad de medida y de nuestro sistema de referencia nos gusta sentirnos ya por fuera de toda metafsica posible. Claro que alla, en la estructura del trasfondo, la verdad es insignificante que todo vuelve una proporcin de eficiencia al tono de la productividad de sentido. Para la Poltica, el cmulo de afecciones de toda historiogrfica, todo es obediencia.RicEllo no convalida nada sino la Retrica Aristotlica en tanto analtica existenciaria de un Dasein que la historiografa no

Todo mtodo solo persigue un poder ver.

#HEIDEGGER | El poema

Hablar sobre el poema querra decir hallar desde arriba y por tanto desde fuera qu pueda ser el poema. Con qu derecho, desde qu conocimientos podra suceder esto? Nos faltan ambas cosas. Por eso sera un atrevimiento querer hablar sobre el poema. Pero cmo evitarlo? Tal vez dejando que el propio poema nos diga en qu consiste su peculiaridad propia, sobre qu se basa.Para poder captar esto de modo suficiente tenemos que estar familiarizados con el poema. Lo que pasa es que slo el poeta est de veras familiarizado con el poema, confiado al quehacer potico. El modo ms conforme al poema de hablar de l slo puede ser el decir potico. En este decir el poeta no habla ni sobre el poema ni del poema. Poetiza lo peculiar y propio del poema. Pero slo llega a hacerlo cuando poetiza a partir de lo que determina y define su poema y slo poetiza esto mismo.

Se tratara de un poeta bien extrao, cuando no enigmtico. Pero existe uno. Se llama Hrderlin. Lo que ocurre es que parece como si an no estuviera tan prximo de nosotros como para que nos llegue su palabra, para que nos alcance, para que seamos los alcanzados por ella y sigamos sindolo siempre.

En la poesa de Hrderlin experimentamos poticamente el poema.

El poema: esta palabra delata ahora su ambigedad. El poema puede significar el poema en general y en absoluto, ese concepto de poema que vale para todos los poemas de la literatura universal, pero el poema tambin puede querer decir el poema destacado y excepcional, sealado por el hecho de que slo l llega a nosotros de modo destinal precisamente porque nos poetiza el destino en el que nosotros mismos nos encontramos, sepmoslo o no, tanto si estamos dispuestos a asumirlo como si no.Que Hrderlin poetiza al poeta y su determinacin y por ende lo caracterstico y peculiar del poema, lo que tiene de propio, es algo que nos muestran los propios ttulos de poemas como Vocacin y oficio de poeta, nimo de poeta, as como esas mismas poesas bajo sus distintas variantes.

Pero el pensar potico de Hrderlin tambin trata de la poesa bajo la forma de ensayos y esbozos: Sobre el modo de proceder del espritu potico, Sobre la diferencia entre los distintos gneros poticos, Sobre las partes del poema; y an lo hace de modo ms amplio por medio de la mirada potica que atraviesa sus traducciones de las Tragedias de Sfocles, las Notas a Edipo y las Notas a Antgona.

Slo que estos Ensayos sobre ... y Notas a ... reposan sobre la experiencia potica de su poema y su determinacin, la cual vuelve a examinar y poner a prueba permanentemente.

Que debido a su modo de ser fcilmente perturbable y con demasiada frecuencia replegado hacia s mismo Hrderlin sepa con toda claridad cul es la ndole propia de su poema es lo que l mismo nos dice en la tercera estrofa de la elega Pan y Vino, la cual dedica a su amigo poeta Heinze, al que lanza esta invocacin :

... Ven pues! para que miremos lo abierto,

para que busquemos algo propio, por lejano que est .

.. . a cada uno se le asigna tambin algo propio,

hacia all va y de all viene cada uno, hasta donde puede.

No es el poeta quien inventa lo propio de su poema, sino que le es asignado. l asume la voz de la determinacin y sigue la llamada, la vocacin. Hrderlin la nombra en una variante de este mismo canto.

El corpus potico de Hrderlin, as como la transmisin de sus manuscritos, presentan una particularidad muy especial en relacin con las variantes. Y es que las palabras y giros que no han sido tomadosen el poema definitivo contienen a veces sbitas visiones de profundo alcance que penetran lo propio de su poema. La variante de los versos 45-46 de Pan y Vino dice as:

Antes del tiempo! es el oficio a que son llamados los sagrados cantores

y de ese modo

sirven y se adelantan con su marcha al gran destino.

Antes del tiempo! Antes de qu tiempo dicen su palabra los poetas llamados? Cul es ese gran destino? Hrderlin habla del tiempo en relacin con el cual el poeta habla antes de tiempo en el canto Mnemosyne:

Largo es el tiempo.

Cmo de largo? sa es nuestra pregunta. Tan largo que incluso alcanza ms all de nuestra edad presente, vaca de dioses. En

correspondencia con este tiempo largo, tambin la palabra anticipada al tiempo del poeta debe ser larga, capaz de una espera de largo alcance. Tiene que llamar al gran destino. Tiene que poetizar la llegada de los dioses presentes.

Pero es que an tiene que venir lo que est presente? Es que aqu el trmino llegada no significa que ya haya llegado, sino que se refiere al acontecimiento de un temprano advenimiento. Los as venidos se muestran en su manera peculiar y propia de aproximarse. En este venir estn a su manera vueltos hacia el poeta, en su presencia:

los que advienen son dioses vueltos hacia l, presentes9 Obviamente, esos dioses que se vuelven presentes con su advenimiento no son los dioses huidos de la antigua Grecia ahora retornados, a pesar de que tambin stos permanecen presentes de algn modo para Hrderlin en tanto que dioses huidos y le ataen de cerca. El comienzo de la segunda estrofa del himno Germania reza as:

Dioses huidos! Tambin vosotros, vosotros presentes, en aquel entonces ms verdaderos, vosotros tambin tuvisteis vuestro tiempo!

Los que antao estuvieron presentes y fueron ms verdaderos no son algo pasado, no se han extinguido, solamente se han marchado.

As pues, el advenimiento de los dioses presentes no significa en absoluto el retorno de los antiguos dioses. De esta venida, que Hrderlin experimenta poticamente, habla con ms claridad otra variante de la elega Pan y Vino:

Larga y difcil es la palabra de esta venida pero

blanco es (es decir, luminoso) el instante. Servidores de los celestiales

son no obstante, sabedores de la tierra, su paso es hacia el abismo

de los hombres.

Si furamos capaces de interpretar bien este texto, nos brindara su ayuda para experimentar lo peculiar y propio del poema que sido asignado

a Hrderlin para hacer poesa. Pero este texto ofrece dificultades demasiado grandes para la meditacin que ahora intentamos, por lo que elegiremos otra palabra del poeta.

Esa palabra sale inmediatamente al encuentro de nuestra pregunta acerca del poema de Hrderlin con toda la densidad de su articulacin.

La palabra del poeta que vamos a analizar a continuacin es tambin una variante, en concreto una variante tarda a su gran canto titulado El archipilago. Son siete versos. Fueron publicados por primera vez por Friedrich Beissner en 1951, en la segunda mitad del volumen segundo de la edicin de Stuttgart de las obras de Hrderlin.

El texto reza as:

Pero pues tan cerca estn los dioses presentes

yo debo estar como si se encontraran lejos, y oscuro entre nubes

me debe resultar su nombre; solamente antes de que la maana

resplandezca, antes de que la vida se incendie al medioda

los nombrar para m calladamente, a fin de que el poeta lo suyo

tenga, mas cuando abajo la celeste luz desciende

me agrada recordar la del pasado y digo: y, sin embargo, florece.

En cuanto Hrderlin ya tiene lo suyo, se yergue en la determinacin y destino que le han sido asignados: ya es el poeta de su poema. Nosotros preguntamos por su peculiaridad, por lo que le es propio. Y es posible experimentarla si nos metemos en las siguientes preguntas:

Qu es lo suyo para el poeta? Qu cosa propia le ha sido asignada? Hacia dnde le obliga esa asignacin? De dnde viene la asignacin? De qu manera le obliga?

Pero puesto que tan cerca estn los dioses presentes

yo debo estar como si se encontraran lejos, y oscuro entre nubes

me debe resultar su nombre ...

Omos dos veces un debe. Uno est al principio del segundo verso, el otro al principio del tercero. Uno de los dos alude a la relacin

del poeta con la presencia de los dioses presentes; el otro se refiere al tipo de nombres con los que el poeta nombra a los dioses presentes. En qu medida los dos estn unidos y aluden a lo mismo, concretamente ese poetizar al que Hrderlin se ve obligado, es algo que se mostrar en cuanto se vea ms claro a qu modo de poetizar tiene que someterse el poeta.

Pero, antes, preguntaremos lo siguiente: de dnde viene la obligacin? Por qu se trata de un doble mandato?

El primero de los siete versos da la respuesta, que abarca todo lo que sigue:

pues tan cerca estn los dioses presentes.

Extrao: uno ms bien pensara que si los dioses presentes estn tan cerca del poeta, el nombramiento de su nombre debera darse ya de suyo y no tendra por qu necesitar darle indicacin alguna al poeta. Pero es que ese tan cerca no significa suficientemente cerca, sino demasiado cerca>>. El himno Patmos comienza as:

Cerca est y difcil de captar el dios. El y quiere decir: y por eso.

El dios est demasiado cerca como para que pudiera resultar fcil captarlo. La misma palabra alemana nah (cerca) resuena tambin en el trmino alemn genau. El antiguo vocablo alemn genau significaba algo que se vena muy cerca. En ese mismo himno Patmos podemos leer los siguientes versos de difcil interpretacin:

Amaba el portador de tormentas la simplicidad del discpulo y vea, el hombre cuidadoso, la faz del dios demasiado cerca. Demasiado cerca, vinindosele demasiado cerca, as son esos dioses que advienen en direccin al poeta, presentndose frente a l.Como evidentemente este advenimiento dura largo tiempo, por eso resulta an ms opresivo y consecuentemente ms dficil de decir que la presencia consumada y plena. Pues tampoco sta puede percibirla el hombre de modo inmediato ni acoger el bien que ella dispensa.

Y es por eso por lo que al final de la quinta estrofa de Pan y Vino se lee lo siguiente:

As es el hombre: cuando est aqu el bien y le provee de dones incluso un dios para l, no lo conoce ni lo ve. Antes debe soportar; mas ahora nombra a su preferido ahora, ahora tienen que brotar para ello palabras, como flores.

Hasta que sea hallada la palabra y florezca, se trata de sobrellevar la dficil carga. Esta difcil carga conduce al decir potico a la

necesidad.

Le obliga. Viene de la esfera del dios. El elemento de lo divino es lo sagrado. Por eso dice as Hrderlin en el canto En las fuentes del Danubio:

Te nombramos, obligados por una sagrada necesidad, te nombramos nosotros a ti naturaleza!, y nuevo, como salido del bao, brota de ti todo lo divinamente nacido.

Obligados por una sagrada necesidad: esta expresin no la escuchamos ms que esta nica vez en toda la poesa de Hrderlin. Expresa esa llamada que la recorre sin palabras y bajo cuyo signo se encuentra toda la poesa de Hrderlin. Esta frase nos interpreta el debe que obliga al poeta a fin de que lo suyo tenga.

Hacia dnde se siente obligado el poeta?

Pero pues tan cerca estn los dioses presentes

yo debo estar como si se encontraran lejos, y oscuro entre nubes

me debe resultar su nombre; solamente ...

los nombrar para m, calladamente ...

El poeta se ve obligado por una sagrada necesidad a un decir que solamente es un callado nombrar. El nombre en que se expresa ese nombrar debe ser oscuro.

El lugar desde el que el poeta debe nombrar a los dioses debe ser de tal modo que aquellos que hay que nombrar sigan encontrndose lejos de l en la presencia de su venir y precisamente por eso sigan siendo aquellos que deben venir: los venideros. A fin de que esa lejana se abra como tal lejana, el poeta debe retraerse, retirarse de la presencia opresiva de los dioses y solamente nombrarlos calladamente.

De qu tipo es ese nombrar? Y en general, qu significa nombrar? Acaso nombrar consiste en endosarle a algo un nombre? Y cmo se obtiene un nombre?

El nombre dice cmo se llama algo, cmo se suele llamar a algo.

Para poder nombrar tiene que existir un nombre. Pero el nombre procede del hecho de nombrar. As que con esta explicacin nos movemos dentro de un crculo.

El tiempo verbal nombrar se deriva del sustantivo nombre, nomen, OVOf.!CX. En estos trminos se esconde la raz gno, yvwcn.c;, es decir, conocimiento. El nombre presenta, da a conocer. Quien tiene un nombre es conocido de lejos. Nombrar es un decir, esto es, un mostrar, que permite que se abra el qu y el cmo algo debe ser experimentado y conservado en su venida a la presencia. El nombrar desvela, desencubre. Nombrar es el mostrar que permite experimentar y llegar a saber. No obstante, si tal nombrar debe ocurrir de tal modo que se aleje de la proximidad de aquello que hay que nombrar, en ese caso semejante decir de lo lejano, en cuanto un decir hacia lo lejano, se convertir en un llamar. Pero si lo que hay que llamar est demasiado cercano, a fin de que lo llamado permanezca preservado en su lejana, tendr que ser, en cuanto tal nombrado, oscuro en su nombre. El nombre debe velar. En cuanto llamar desencubridor, el nombrar es simultneamente un modo de cubrir.

La palabra recin escuchada naturaleza es el trmino verdaderamente oscuro, velador y desvelador, de la poesa de Hrderlin. Y si el nombrar est obligado por una sagrada necesidad, entonces los nombres con los que ella llama tendrn que ser nombres sagrados.

En la estrofa final de la elega Regreso al hogar, compuesta poco despus del retorno de Hrderlin de Suiza (el poeta slo se qued unos pocos meses como preceptor privado en una casa de Hauptwil, cerca de donde estamos ahora), se dice as:

A menudo debemos callar; pues faltan nombres sagrados ...

Callar: tal vez slo significa no decir nada, quedarse mudo? O slo puede callar de verdad el que tiene algo que decir? En este caso callara en mximo grado quien fuera capaz en su decir y nicamente por medio de su decir de dejar aparecer lo no dicho y precisamente como tal.

Hrderlin confiesa que:

... solamente antes de que la maana resplandezca, antes de que la vida se incendie al medioda

los nombrar para m calladamente ...

Querr decir esto que el poeta se guarda para s aquello que hay que nombrar y que no deja que resuene ni un eco para el resto de los hombres con los que convive? Si as fuera, estara traicionando su vocacin y oficio de poeta.

El poeta nombra para s calladamente a los dioses presentes.

Calladamente significa acallado, aquietado, que ha alcanzado el reposo, ese reposo sobre el que reposa el someterse a lo que le ha sido asignado, correspondiendo a la sagrada necesidad que le obliga para as alcanzar satisfaccin. En el canto de Hrderlin titulado Fiesta de la paz resuena una y otra vez la palabra calladamenteEl nombrar callado sucede antes de que la maana la resplandezca,

antes de que la vida se incendie al medioda.

Antes es una determinacin temporal de ese tiempo que slo llega a tiempo y madura mediante el advenicurrir antes de que comience la verdadera llegada al alba del da de los dioses y antes de que se consuma al medioda, cuando el fuego arda en el cielo. Es en este tiempo cuando aparece el dios envuelto en acero. As lo dice Hrderlin en la estrofa final del himno al Rin. En el esbozo para un poema tardo habla del acero de fuego del hogar clido de vida. (El acero echa chispas y por eso est en relacin con el fuego.) El dios envuelto en acero significa el dios envuelto en el fuego del cielo o en nubes. El fuego del cielo, que ciega los ojos, no es menos velador que la oscuridad de las nubes.

La determinacin temporal antes se refiere a ese antes del tiempo! al que son arrojados por delante los poetas con su decir que nombra. Solamente ... los nombrar para m calladamente: este para m podra referirse al Yo de la persona Hrderlin si no fuera porque

inmediatamente despus, en el mismo verso, aparecen las siguientes palabras:

A fin de que el poeta lo suyo tenga.

Para m, es decir, para el poeta, estn asignados los dioses presentes, los que se acercan desde lejos, esos que hay que nombrar en la llamada. Su venida a la presencia, demasiado cercana, obliga al poeta a retraer su decir nombrador y retirarlo a ese lugar ya citado de la lejana repecto a ellos.

Qu le espera all? Hrderlin lo dice en el comienzo de su ltimo gran himno, Mnemosyne, compuesto en el ao 1800:

... Y mucho,

como sobre los hombros un

lastre de leos,

hay que llevar.

La lejana del dios que se acerca remite a los poetas en direccin hacia aquella otra regin de su existir en la que ste pierde el suelo que le sostiene y ve hundirse su fundamento. La ausencia de este fundamento es lo que Hrderlin llama el no-fundamento o abismo. En la variante ya citada de la elega Pan y Vino, que comienza:

Larga y difcil es la palabra de esta venida,

Hrderlin dice lo siguiente de los servidores de los celestiales, es decir, de los poetas:

Su paso es hacia el abismo de los hombres.

Hacia significa: en direccin al abismo al poeta se le ha asignado que aguante y persista en decir la palabra del advenimiento a fin de que lo suyo tenga. El acento no est slo sobre la palabra lo suyo, sino simultneamente, o incluso ms an, sobre el tenga, palabra que se destaca grficamente al aparecer aislada al principio de verso. Se trata de llevar a cabo un adecuado tener o haber de lo que es propio. Se trata de mantener la carga. Se trata de aguantar y durar en la necesidad que obliga a ese decir que nombra el advenimiento de los dioses presentes. Se trata de sobrellevar ese decir calladamente.

Pero lo suyo tampoco pertenece al poeta como si fuera una posesin conquistada por l mismo. Lo suyo ms bien consiste en que el poeta pertenezca a aquello para lo que se le necesita. Pues el decir del poeta se usa para permitir que aparezca -mostrando y velandodesvelando- el advenimiento de los dioses, quienes necesitan la palabra del poeta a fin de poder aparecer, a fin de poder ser por vez primera ellos mismos en la aparicin.

En la octava estrofa del himno El Rin se dice as:

... Pues ya que

los bienaventurados nada sienten por s mismos

preciso ser, si decir tal cosa

se permite, que en el nombre de los dioses

sienta compasivo Otro

al que ellos necesitan.

Y en el canto compuesto un ao antes (en torno a 1800) titulado

El archipilago, Hrderlin dice as:

Siempre necesitan, como los hroes de la corona, los sagrados elementos, para su gloria, del corazn de los hombres que sienten.

Gloria y glorificacin deben ser entendidos aqu en sentido pindrico, griego, como dejar que algo aparezca o se manifieste. Aquel que presiente, o siente antes que el corazn de los hombres que sienten, es el poeta. l es el Otro, el necesitado y utilizado por los dioses.

Con estas palabras discretamente arriesgadas sobre la necesidad de los dioses y el correspondiente sentirse necesitado y ser usado del poeta, Hrderlin toca la experiencia fundamental de su quehacer potico. Pensar adecuadamente esta experiencia, inquirir por el mbito en el que se desarrolla y cuestionarlo es algo que supera la talla del pensamiento existente hasta la fecha.

El poema, el poema de Hrderlin, congrega y resume el poetizar -en cuanto un nombrar usado por sagrada necesidad y para el servicio celeste por los dioses presentes- en ese decir articulado que, desde que fuera dicho por Hrderlin, sigue hablando en nuestra lengua, tanto si es escuchado como si no.

La oda que lleva por ttulo Aliento, terminada por el poeta a principios del ao 1801, se inicia con la invocacin: Eco del cielo!.

Ese eco es el poema de Hrderlin.

Pero pues tan cerca estn los dioses presentes yo debo estar como si se encontraran lejos, y oscuro entre nubes me debe resultar su nombre; solamente antes de que la maana resplandezca, antes de que la vida se incendie al medioda

los nombrar para m calladamente, a fin de que el poeta lo suyo

tenga, mas cuando abajo la celeste luz desciende

me agrada recordar la del pasado y digo: y sin embargo florece.

All, donde las Jerarquas privan la investigacin, lo terrible es haber sometido las polticas de conocimiento a los intereses de faccin.

El teatro de la produccin de efectos.

No hay explicacin sino a la retrica de la entidad del ente. Despus est la Violencia al dominio de Mundo.

Por Verdad gobierna la banalidad de la maldad. Ello es lo indignante de las cosas.

Ilndignarse por los policias? Ellos se las arreglan slos.

Islamisamos a sus minoras de exclusin y explotacin mercantil.

Del Mercado hacer Capital, del Capital hacer Trabajo. Todo es el poderio financiero.

No hay una estructura del Lenguaje sino a condicin

Y nuestros "intelectuales", esos que estn al "tiro" con el "pueblo", siguen siendo sacerdotes.

Nada ms vas de diletante mirando vestidos, peinados y zapatos lindos?

Amigo socialista, revolucionario, re-duplicas las instituciones ms no tienes la profundidad de los milenios.

El no ser sido de los hechos. La reefectuacin de la nihilidad por vocacin de la verdad en el ah del Poder.

Siempre en lo verdadero es que gobiernan los Titanes.

La descripcin del saber por la apercepcin de la integridad de conciencia. El supuesto trascendental del trasvase.

Nada es tan vergonzozo como el irse de la inercia del ejercicio intelectual mexicano en el transcurso de las dcadas.

Oh Dios,

Bendice a la putitas que no valen nada

Y por todo les damos valor.

Ellas son la Verdad.

Se dice tomar conciencia, tal como se dice tomar comunin o tomar doctrina. Es en la totalidad de los hechos donde es siempre fcil hablar de los hechos.Hay cuestiones que no se preguntan, se asumen por la Verdad y se calibran a la razn de las jerarquas. As como en todo ello es el filosofar.

Sentido o referencia, y posa en todo por la totalidad la verdad y lo verdadero. Nos gusta hablar de Naturaleza, es un Sistema.

Al meditar la desgracia, en el contemplarse de la tragedia, nunca hemos de desapercatarnos de la banalidad de la maldad.El horror del Estado Contemporneo es haber sido puesta la condicin militar de la obediencia y la jerarqua por prescripcin de la Ciudadana.Nuestro conocimiento del pasado puede incrementarse, pero nuestro entendimiento no | #White As puesta la organizacin poltica de la comunidad, se dispone de la disciplina y rgimen militar por confeccin orgnica de la socialidad. La cuestin hace en que entonces, a la comprensin cotidiana, tcnica o cientfica de esa misma sociedad, nunca entonces conmensuramos la situacin y la condicin de las jerarquas - as como el dogma de su doctrina- para la interpretacin de los transcursos polticos econmicos y culturales en los que se presentan las problemticas y temticas de la agenda nacional. La Violencia, nunca una necesidad, tampoco es un fin o un principio. Que el Estado detente el monopolio de la violencia no emplaza el requisito de la sublimacin del mito de la violencia - a tanto fundacin y funcionalidad poltica - para la confeccin del aparato historiogrfico y jurdico de la nacin, que as lo hagamos debe entonces comprenderse como el ncleo profundo de la miseria en nuestra historia.

El aparato jurdico mexicano emplaza su corpus legal mediante dos disposiciones fundamentales, el Estado Civil y el Derecho Penal. Al ser del caracter de las proscripciones es que se emplazan las estructuras de la gobernabilidad, y, por tanto, las ocasiones propicias de la corrupcin. La Constitucin entonces, en el reconocimiento de la organizacin jurdica de esa sociedad, afinca los respectos de Doctrina de la Poltica de Estado; la Politica de Estado, en consistencia a la civilidad y clase proscrita por el Cdigo Civil, hace del individuo, su sexualidad y su familia, el dispositivo para la presentacin efectiva del Estado. La cosa hace que a la efectividad del Estado, en el podero de su institucionalidad, la fuerza y el recurso a la violencia, priva, sanciona y redistribuye la propia fuerza y todo esfuezo a los dictmenes de doctrina en quien entonces se ha delegado la institucionalidad y jerarqua. As entonces el art. 1o de la Constitucin dice "Todos los mexicanos gozarn" mas es claro que no es ni el #individuo ni su #sexualidad ni su #familia quienes proclaman ni estatuyen la Verdad del Estado. Ese privilegio del gozo es quien entonces dispone de la Violencia en tanto Historiografa y doctrina de exgesis judicial.

En la violencia que estalla en el Estado Contemporneo lo que ha quebrado es la Antropologa en la figuracin de sus categoras de orden.

Las protestas, el malestar social, no puede seguir reconcentrndose contra la abstraccin de responsabilidad que expresan los representantes pblicos del Poder.

Ella misma tiene que suprimir lo ideolgico de la comprensin de s. Empoderarse.La protesta social tiene que encausar su poderio a la confrontacin de poder frente a dispositivos y disposicin de representacin.

Todo ello que habla del Sur en tanto Martes.

Lo peor es luego nombrar a esta abstraccin la realidad. All luego confluye ya cualquier dictamen con lo antropolgico puro.La relevancia de toda obra, de toda investigacin, debe estar determinada por su rigor y originalidad, no por la filiacin y la manipulacin de las relaciones pblicas.

El valor del trabajo efectivo de un investigador debe determinarse por el rigor y originalidad de su obra, no por su filiacin y la manipulacin de relaciones pblicas.

El Impuesto en tanto financiamiento de infraestructura social evidencia el fracaso de las polticas redistributivas.

La apologa metodolgica de jerarqua no es gnero historiogrfico alguno.Tengamos por claro la lgica por comprensin de la retrica.La Economa debera encontrar en la Fiesta y no en la milicia, el esfuerzo para dominar la productividad de la Industria del Estado.

El neototalitarismo mexicano.Usted debera invertir en investigadores jurdicos y no en agencias estatales de fuerza pblica.

La contradiccin, Y es pues la fuerza el ejercicio de la privativa a ultranza. El Imperio hace al Plus.

La Democracia, la Tirana que la despliega es destruida tanto en el espectro de aquello que posibilita hablar como al espacio de aquello que en su positividad imposibilit a enunciarse.

Hace de Paz la Metafsica en todas partes.

El "por qu", la vocacin de su interrogante, supone la peculiaridad de una indagatoria ah donde no hay algo - el ente - sino la cosa misma -la cosa misma-.

La cosa es que del #hecho hacemos la investigacin: #fenmeno.

A ste es entonces la que le buscamos su #causa.

Todo es falso.

La realidad justo eso, la entidad del ente remitida al ente en su identidad. La sublimacin el Dios. ltimo en todo ello.Si hubiese crueldad en el pensamiento, no es pensamiento sino el otro en nosotros.

Indagatorias de la comprensin, ms a esto no le nombras Ciencia, claro!, cmo podras?Decimos nosotros y nombramos experiencia. Hablo Yo y la verdad nos sucede:Mentira de algo,Paz vuelvo.

Es la suave piel ante el humo

Del cordero.Y es que la poesa, por su propio caracter, habita al otro lado del tiempo.

Cualquier cosa sea, es o fuese el tiempo, es el tiempo siempre el tiempo de la presencia.

Es al ser del tiempo el presentarse de la presencia lo que nombramos temporalidad.

La palabra que nombra al todo no es, es el azul de la presencia en que todo lo miras.

Presentarse para, y comienza la temporacin.

Ninguna analtica mensura el "#para" de la funcin; cmo podra?, no hay entidad.

Toda analtica es remisin a la unidad de cuenta; la tradicin que en Occidente nombra a algo #claridad, nombra en claridad justo esto.

No hay direccin al pensamiento de la sujecin al espacio.Y es que ya la direccin mensurara una intensin que, a su peculiaridad, se saldra de cualquier figura de nuestro rango de campo.

Las industrias del oficio, las polticas del servicio.Los seorios y las plazas. El federalismo.

El presente del Tirano es siempre la Democracia.

Para conquistar la Academia tendra que haber una Academia; n