XXV Domingo de Tiempo Ordinario Domingo 18 de Septiembre ... · Iglesia nos ofrece luces para que...

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XXV Domingo de Tiempo Ordinario Domingo 18 de Septiembre de 2016 ORAMOS POR NUESTRA PATRIA Y AUTORIDADES San Pablo nos invita a hacerlo... La liturgia de este domingo nos señala el contenido de esta oración Para nadie es un hecho extraño que nuestra patria atraviesa por momentos difíciles, pero no sólo ella, el mundo entero. Estamos atravesando por una crisis global en donde todo, pasando por los valores, las creencias y las tradiciones, lo cultural, el poder civil y el poder político, todo, pareciera que se está reacomodando. Y todo este reacomodo está dándose después que cada instancia que hasta hace poco se creía tenía un poder monolítico e inmutable, ha sufrido un verdadero terremoto, al menos, grado ocho. Todo lo que parecía inconmovible está tambaleando o, literalmente, desmoronado. Y si bien en una primera instancia esto pareciera grave, esta crisis que enfrentamos debiera provocar necesariamente un cambio. Visto de esta manera, un cambio, no tendría por qué ser visto necesariamente como algo negativo. Ya que esto último lo podríamos considerar como una oportunidad, no sólo para reconstruir, sino para edificar de manera renovada lo que le de sustento a nuestra vida y así erigir con sólidos fundamentos la gran obra sobre la cual se asiente lo que llamamos sociedad. En este marco nos aprontamos a celebrar nuestra gran fiesta nacional. Y la liturgia de la Iglesia nos ofrece luces para que nuestra oración por nuestra patria y autoridades tengan contenido. Nosotros, discípulos de Cristo, creemos que podemos agradecer a Dios por el don de una patria que nos cobija y que, a luz de las enseñanzas de la fe, podamos, en primer lugar, orar para que el espíritu de Dios nos mueva a construir una nación de hermanos y, junto a lo anterior, pedirle al Señor, por mediación de nuestra madre del cielo, para que cada uno de nosotros, en comunión con nuestras autoridades, podamos ser un aporte consciente, activo y fructuoso en la edificación de un mundo mejor. CICLO C 1

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XXV Domingo de Tiempo Ordinario Domingo 18 de Septiembre de 2016

ORAMOS POR NUESTRA PATRIA Y AUTORIDADES

San Pablo nos invita a hacerlo... La liturgia de este domingo nos señala el contenido de esta oración

Para nadie es un hecho extraño que nuestra patria atraviesa por momentos difíciles, pero no sólo ella, el mundo entero. Estamos atravesando por una crisis global en donde todo, pasando por los valores, las creencias y las tradiciones, lo cultural, el poder civil y el poder político, todo, pareciera que se está reacomodando. Y todo este reacomodo está dándose después que cada instancia que hasta hace poco se creía tenía un poder monolítico e inmutable, ha sufrido un verdadero terremoto, al menos, grado ocho. Todo lo que parecía inconmovible está tambaleando o, literalmente, desmoronado. Y si bien en una primera instancia esto pareciera grave, esta crisis que enfrentamos debiera provocar necesariamente un cambio. Visto de esta manera, un cambio, no tendría por qué ser visto necesariamente como algo negativo. Ya que esto último lo podríamos considerar como una oportunidad, no sólo para reconstruir, sino para edificar de manera renovada lo que le de sustento a nuestra vida y así erigir con sólidos fundamentos la gran obra sobre la cual se asiente lo que llamamos sociedad. En este marco nos aprontamos a celebrar nuestra gran fiesta nacional. Y la liturgia de la Iglesia nos ofrece luces para que nuestra oración por nuestra patria y autoridades tengan contenido. Nosotros, discípulos de Cristo, creemos que podemos agradecer a Dios por el don de una patria que nos cobija y que, a luz de las enseñanzas de la fe, podamos, en primer lugar, orar para que el espíritu de Dios nos mueva a construir una nación de hermanos y, junto a lo anterior, pedirle al Señor, por mediación de nuestra madre del cielo, para que cada uno de nosotros, en comunión con nuestras autoridades, podamos ser un aporte consciente, activo y fructuoso en la edificación de un mundo mejor.

CICLO C �1

XXV Domingo de Tiempo Ordinario Domingo 18 de Septiembre de 2016

LA PRIMERA LECTURA: Amós, el profeta, denuncia la actitud de aquellos que ponen por encima de la fe y las personas sus propios intereses. Los que por encima de todo, ponen el elemento lucrativo y la ganancia mezquina. Una sociedad donde los pobres son mirados con desprecio y en donde se intenta defraudar y estafar, son situaciones que destruyen cualquier sociedad y no ayudan a una feliz convivencia, al contrario, promueven odio y resentimiento. En respuesta a esta Palabra, el Salmo 112 nos invita a contemplar la acción divina y a imitarla. Dios nos se queda tranquilo viendo al pobre sufrir, el extiende su mano sosteniéndolo y levantándolo para restituirle en su dignidad. Las enseñanzas de la fe nos ayudan a no quedarnos tranquilos cuando hay personas que sufren por efecto de este mal. En este sentido, el salmo es un llamado para que como sociedad trabajemos buscando de manera conjunta dignidad al alcance de todos. Que nuestra sociedad no descanse mientras la justicia no sea una realidad para todos, independiente de nuestra posición social. EL EVANGELIO: San Lucas, en esta parábola conocida como: el administrador astuto, nos gráfica de manera sensible el funcionamiento de este mundo inicuo. Cómo la astucia nos lleva, la mayoría de las veces, a realizar verdaderos malabares para salvaguardar siempre y en todo lugar nuestros mezquinos intereses particulares. Al contrario, si pudiésemos gastar la misma energía para buscar la manera de poder proveer mayores recursos para limitar la pobreza, si pudiésemos trabajar en buscar renovadas formas para construir relaciones honestas. Si pudiésemos promover buenas prácticas a nivel familia, defendiendo a la viuda y al huérfano, sin duda, nos estaríamos anticipando a tanta delincuencia que hoy emerge en su génesis como fruto de una sociedad, que se ha estragado desde temprana edad a las malas prácticas, promoviendo la desconfianza y la estrategia del defraude como práctica habitual abusiva dentro de una sociedad que busca aprovecharse siempre del más débil. Así, la sinverguenzura se ha instalado y se ha quedado a vivir entre nosotros. Frente a esto el mensaje del Evangelio es claro: no se puede servir a dos señores: Dios y dinero. El camino que nos señala Jesucristo, en particular, la segunda lectura, es la senda que nos traza la fe: vía segura por donde la dignidad de las personas son honradas hasta hacerse súplica por todos aquellos que rigen los destinos de los pueblos. Ya que tan alto poder no se puede erigir sólo sobre fundamentos humanos. Cuando despreciamos la ayuda del cielo nos convertimos en tiranos y déspotas, dejando una huella de sufrimiento en la historia. El camino que Dios nos propone es el de la fe, y desde la fe servir a Dios y a la humanidad con un corazón recto y humilde, no idolatrando el poder del dinero, sino poniéndonos al servicio de la Vida. Porque el fin de creer en Dios es que todos alcancen plenitud de vida, es decir, salvación. Y así, en conjunto, podamos formar una familia en paz, reconciliada en el amor. Esta es la meta que esperamos sea al fin una realidad, cuando nos convenzamos de que el odio, la violencia y las prácticas abusivas deben ser definitivamente desterradas de nuestro corazón en primer lugar y desterradas de nuestra convivencia cotidiana. Que estas fiestas patrias sean un motivo para interceder sinceramente por nuestras autoridades, por quienes rigen los destinos de nuestra nación y sean un motivo para perdonarnos y trazar, por medio de Jesucristo, un camino que nos lleve a la verdad y a la vida, a través de leyes justas que levanten al caído y promuevan fielmente una solidaridad global.

CICLO C �2

Madre del Cielo, de rodillas te pedimos para que Chile sea una nación de hermanos, una mesa para todos.