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Texto sobre Worringer y el inicio del expresionismo.

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  • Leticia Ballester Nortes. Crtica de arte y arquitectura. MPAA6

  • El historiador de arte alemn Wilhem Worringer (1881-1965) escribe en 1911 el

    ensayo El Desarrollo histrico del Arte Moderno dentro de una antologa de textos

    titulada La lucha por el arte publicados en el peridico Der Sturm. Es interesante

    sealar que Der Sturm haba sido fundado solo un ao antes por Herwarth Walden

    (1879-1941), una figura clave, junto al propio Worringer, en el descubrimiento y la

    promocin del arte de vanguardia alemn a principios del siglo XX. Der Sturm, que

    significa tormenta o tempestad, naci como revulsivo a los convencionalismos culturales

    imperantes. Su formato emulaba el de los peridicos o diarios comunes, con el texto

    escrito a tres columnas en papel sencillo, alejado de la cuidada y lujosa edicin habitual

    para las publicaciones de arte. La ilustracin de portada del nmero de agosto donde

    aparece el ensayo de Worringer es del pintor Ernst Ludwig Kirchner (1880- 1938), uno

    de los cuatro estudiantes que seis aos antes, en 1905, haban fundado el grupo Die

    Brckeen en Dresde. Nos encontramos, por lo tanto, ante una alianza entre creadores,

    crticos y medios para impulsar y difundir un nuevo movimiento artstico. No hay que

    olvidar, que el joven Worringer se haba convertido, tras la publicacin de su tesis

    doctoral Abstraktion und Einfhlung en 1908, la cual en 1911 ya haba alcanzado su

    tercera edicin, en un referente ideolgico para muchos artistas alemanes que estaban

    buscando nuevos medios de expresin. Worringer, en su tesis doctoral, haba seguido la

    direccin marcada por Alois Riegl (1858-1905): la voluntad artstica o Kunstwollen

    est por encima de los condicionantes tcnicos o materiales que rodean a la actividad del

    artista (tesis de Gottfried Semper y sus discpulos); lo que le haba llevado a afirmar que

    las cualidades estilsticas del arte primitivo no estaban determinadas por una falta de

    destreza tcnica sino por una concepcin diferente del propsito artstico, una voluntad

    artstica distinta, basada en el deseo de abstraccin y no en el deseo de proyeccin

    sentimental (o Einfhlung, definido por Theodor Lipps, en su obra Esttica (1903-1906),

    como un proceso de afinidad entre objeto y sujeto, que slo poda ser aplicable al

    naturalismo).

    El este texto de 1911, Worringer incide nuevamente en las cualidades expresivas del arte

    primitivo. Aunque reconoce que no es posible forzar artificialmente una vuelta al pasado

    primitivo, defiende la necesidad de indagar en los modos de hacer de las gentes

    primitivas, no slo como una reaccin en contra del arte dominante sino en contra de

    todo el desarrollo del arte europeo a partir del Renacimiento. Deseamos que el arte nos

    afecte otra vez, nos afecte ms fuertemente que lo hace el elevado y cultivado

    ilusionismo que ha sido el destino de nuestro arte desde el Renacimiento

    Worringer intenta con este texto argumentar en contra de la Protesta de artistas

    alemanes promovida en 1911 por el pintor Carl Vinnen (1863-1922). Carl Vinnen, en su

  • breve escrito cargado de numerosas connotaciones nacionalistas, tan propias de la poca,

    haba criticado duramente que las instituciones, los marchantes de arte y los

    coleccionistas alemanes apreciaran el arte francs por encima del arte autentico

    alemn que, como consecuencia, estaba siendo relegado. Vinnen denunciaba tambin el

    esquematismo y la individualidad artstica de pintores como Czzanne o van Gogh que

    desarrollan un tipo de arte sujeto a la personalidad del artista creador y no a una escuela,

    lo que lo convierte en efmero y carente de valor artstico permanente.

    Worringer, por el contrario, defiende que el arte de Czanne, van Gogh y Matisse as

    como de los jvenes influidos por ellos, evaluado en su conjunto, no puede ser juzgado

    como indulgente o banal, pues responde a una necesidad histrica que las lites

    culturales de la arrogante y anquilosada Europa no comprenden. Para poder entender el

    nuevo arte deben liberarse y volver al modo primitivo de mirar, puro, no contaminado

    por la educacin o la experiencia. Wilhelm Worringer plantea que si la historia del arte

    puede entenderse como una serie de movimientos pendulares, es necesario un nuevo

    impulso para cambiar la inercia del pndulo que ha ido demasiado lejos en una misma

    direccin. El primitivismo es, por lo tanto, un impulso necesario y renovador ya que el

    pndulo nunca se detiene en una posicin extrema. Debe ser un aire fresco, profundo y

    duradero, antes de que la decisiva palabra del futuro del arte sea pronunciada. Worringer

    plantea su defensa del primitivismo con una cierta provisionalidad. Se trata de un simple

    medio para librar al arte europeo de sus vicios, de sus errores, de su excesiva dependencia

    de la visin, del conocimiento y de una educacin convencional.

    Un deseo renovador que puede apreciarse en el manifiesto fundacional del movimiento

    artstico Die Brcke del que formaba parte Kirchner, el autor de la portada del nmero

    de Der Sturm donde se publica el ensayo de Worringer.

    "Con la fe puesta en el desarrollo y en una nueva generacin de creadores y

    consumidores, hacemos un llamamiento a la juventud, y como juventud portadora del

    futuro, queremos procurarnos la libertad de vivir y actuar frente a las fuerzas

    tradicionales. Todo aqul que refleje en sus obras espontnea y verdicamente toda su

    fuerza creadora, es de los nuestros".

    Manifiesto de fundacin del movimiento artstico Die Brcke, 1905

    Por ltimo, en la parte final del texto, Worringer se pregunta si deberan los directores

    de los museos guiarse por el gusto general, y adquirir slo obras ya consagradas o

    deberan sacrificar esa relativa seguridad a favor de algo que pudiera ser histricamente

    significativo, pero todava no validado por el gusto de la mayora. La cuestin no slo

  • afecta a los museos, sino tambin a otras instituciones que han de optar entre tener un

    rol pasivo, atesorando piezas del pasado o convertirse en agentes activos, mecenas,

    descubridores de los nuevos caminos. Deberan nicamente registrar la historia o hacer

    la historia?

    Para Worringer, la respuesta es sencilla: incluso los experimentos fallidos tienen su valor

    esencial y su significado histrico como portadores de la voluntad artstica y creadora de

    una poca.