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    Wilhelm i ltheyCRTICA DE LA RA ZNH IS TRIC-AEdicin de Hans-Ulrlch -Lesslnq

    Traduccin y prlogo de Carlos Moya Esp

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    I

    F L C S O B i b l i o t e c a

    ediciones pennsula

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    'I'tulo original: Texte zur Kritik der historisclieu Yeruuuit. . .\ j\

    ., ,,,. Prlogo del t raduc tor \\\ > tf < . . ~1 .,~ ,~il:)

    ' \ . ~~ :.~,-Mis primero~~-~ntactos con la obra de Dilthey, que culminaronfinalmente en mi tesis doctoral, estuvieron marcados por el des-concierto y la desorientacin. Fragmentos de psicologa introspec-tiva, estudios histricos en gran estilo, esbozos y proyectos detrabajos, cartas y ensayos sobre temas dispares se amontonabanen mi cabeza sin orden aparente. La dispersin y la fragmentacincaracterizan sin duda la obra de Dilthey, para tormento de aque-llos lectores que se adentran en los vericueto s de su pensamiento,dejando atrs las obras ms conocidas. Parte de ese desconciertose deba, sin duda, al hecho de que Dilthey representa un tipo deintelectual que ha dejado ya de existir: su inmensa erudicin, susincursiones en los ms diversos campos del pensamiento, la viva-cidad de su prosa, su profundo conocimiento de la historia y suvigorosa sensibilidad esttica caracterizan conjuntamente una obrasiempre estimulante para una mentalidad actual, que encuentraen ella una atmsfera distinta de la que est acostumbrada a res-

    pirar. Sin embargo, ms all de la dispersin formal y de la di-versidad de horizontes histricos me atrevo a sealar queIas di-ficultades con que tropieza el lector tienen su origen en la propiaestructura interna del discurso diltheyano. En efecto: una vez quelas piezas del primitivo agregado se me iban ensamblando orde-nadamente en torno a grandes temas -en particular, en torno ala fundamentacin de las ciencias humanas frente.a las preten-siones del positivismo y de la ciencia natural-> segua persistien-do en m la impresin de una extraa' esquizofrerria. La- argumen-tacin diltheyana se articula, en efecto, alrededor de dos grandeslneas: por una parte, las reflexiones vinculadas directamente consu propia experiencia de trabajo y con su dominio de la tcnicade las ciencias humanas, en especial de la historia del pensamien-to y la biografa, y, por otra parte, los argumentos y anlisis gno-seolgicos destinados a fundar las reflexiones anteriores y, en defi-nitiva, el conocimiento cientfico-social sobre la inmediatez de losestados de conciencia para el propio sujeto de los mismos. Porabreviar, llamar a la primera de estas dos lneas la perspectivadel significado y a la segunda la perspectiva cartesiana. Una yotra, en mi opinin, conducen a imgenes de las ciencias humanas

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    . No se permite a reproduccin total o parcia l de este libro, ni su inclusin en un~Istema lI1form~tlco, ru .Ia transmisin en.cualquier forma o por cualquier medio,):1 sea electrom~o, mecaruco, por fotocopia, por registro o por otros mtodos sinel permiso previo y por escrito de los titulares del copyright y de la casn editora,Cubierta de Jordi Famas.Primera edicin: septiembre de 1986. by Vandenhoeck Ruprecht in Gottiugen, 1983.Derechos .exclusivos. ~e esta edicin (incluidos la traduccin y el diseode la cubierta): Edicions 62 sja., Provenca 278, 08008- Barcelona.Impreso en Nova-Grafik, Puigcerda 127, 08019 Barcelona.Depsito Legal: B. 28.482-1986.ISBN: 84-297-2486-9. * Interaccin histrico-social y subjetividad en la obra de W. Diltlzey. Director:F. Montera, Universidad de Valencia, Facultad de Filosofa y Ciencias de la Edu-cacin, 198 1 .

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    no slo distintas, sino adems incompatibles. Los alumnos de Dil.they se referan a l COmo el hombre de los primeros volme-nes, aludiendo al hecho de que nunca llegase a concluir el segundovolumen de sus proyectos ms ambiciosos: la Vida de Schleier-macher y la Introduccin a las ciencias del espritu. Pues bien,quiero sugerir, a modo de hiptesis, que la razn profunda delcarcter inacabado de la Introduccin a las ciencias del esprituse remonta precisamente a la presencia de estas dos perspect ivasincompatibles, y no slo a razones externas Como la magnitud dela tarea o la precariedad de la salud.El inters de Di1they por los estados de conciencia y por la ex-perienci.a interna de los mismos como fundamentos del conoci-miento propio de las ciencias humanas parece proceder de unadoble fuente. Para entender y explicar las acciones y las emisionesverbales de los seres humanos es importante que el historiador, elantroplogo, el socilogo, el fillogo, etc., aprendan a ver la rea-lidad desde la perspectiva de otras personas y de otras culturas.Esta capacidad de situarse en el lugar de otras personas es des-tacada por las distintas orientaciones en el campo de la filosofade las ciencias sociales por ms que difieran en el valor y el lugarque asignan a la misma. Llegar a conocer los motivos, las nten-cienes, las creencias, etc., de otras personas es sin duda importan-te para entender sus acciones. Pues bien, Dilthey se vio obligado apensar que la posibilidad de semejante conocimiento descansabaen la experiencia inmediata de los propios motivos, intenciones,creencias, etc., por 10 que el anlisis de los caracteres epistemol_gicos de esta experiencia representara una importante contribu-cin a la fundamentacin gnoseolgica de las ciencias humanas ysociales: Por lo que respecta a las ciencias del espritu, tuvimosocasin de ver que los hechos psquicos y psicofSicos eran la basede la teora no slo de los individuos, sino tambin de los siste-mas de cultura y de la organizacin externa de la sociedad, y quetales hechos subyacan a la intuicin histrica y al anlisis en cadauna ~e sus etapas. Por 10 tanto, slo la investigacin gnoseolgicaacerca del modo como se nos ofrecen y de la evidencia que lesc01'respol1depuede fundamentar una autntica metodologa de lasciencias del espritu (W. DITUIEY,Gesammelte Schri ften, 19 vol s.,Gottingen, Vandenhoeck & Ruprecht; cit.: Ges. Schr. Vol. I, p. 119.Subrayado mo). Citemos asimismo otros dos textos, pertenecien_tes a pocas muy alejadas entre s, El primero de ellos es ante-

    rior a la Introduccin ... : Primera proposicin cardinal de lasciencias del espritu: el horizonte de hechos puramente internosse da en los estados psquicos conscientes propios. sta es la ni-ca totalidad emprica inmediata de hechos pSquicos, que contieneel material para todas las experiencias meatatas; (Ges. Schr., XVIII,p. 88 . Subrayado mo). El segundo texto corresponde a los ltimosaos de vida de nuestro autor: Experiencia interna y compren_sn, desde un punto de vista pSicolgico, estn siempre separa-

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    ., o del otro ..., pero =t= ellasdas. Pertenecen a la region del y X la cual la revivencia de loexiste una relacin estructural, Se~t.l?dose a las vivencias de la. -, 1 posible reml 1en , deextrano solo se race 315). sta sena, pues, ?na ..propia persona. (Ge~. SC.hr.,VII, p. or los estados de conciencia:las fuentes del mteres diltheyano p SI'n de otras personas.. ., 1 base de la compren dstos constturan a relacionada en cierto mo o c~nLa segunda fuente s.e e~cuentra nas nos hallamos con frecu~ncrala primera. En las ciencias ~um: externos que tratamos de mt~r-ante diversos. pr~ce.sos y ~bi:i~s cuadros, ejecuciones, re~olucIO-pretar y explicar: Iibros, a .' ti en un aspecto puramenteos y objetos ien , .nes. Todos estos proces . in asimismo fsica, en termm.osfsico susceptible de una desc~lpc fu as etc o de una descrip-.. , mica erz, ., .e eneraa composicion qu , . mbargo raramente in-o . E t aspecto SIn e ,cin puramente extenor. s e r 19o ms que un gasto de. . d Una guerra es a . . hteresa al historia or.. di t mente a las ciencias u-' 1 s mteresa irec a 1energia. Este a go m tacin de pensar que este a go .manas. Y se corre entonces l~i~l~ de descripcin fsica ~ e~terna,ms, puesto que no es s~scep or estados y procesos psquicos oest constituido en realidad p ifi tan externamente, de suertesan o mam es 1internos que se cientfi 'al consistira en alcanzar ta es pro-ue la tarea del cent co SOC1. d de y en analoga con, losd 'lcos parten o scesos y esta os p~lql Dilth critic expresamente esta con-suyos propios. Es CIerto q~e 1 ey 'da como podr comprobar1 'lt' os anos de su VI , tcepcin en os u im b , es cierto que otros ex-el lector de esta antologa. Pero ta~ 1enue la crtica en cuestintos hablan en favor de el~~, ~e ~~ i~u~l que el ojo cegado porsera tambin una auto:ntrca: en los ms diversos coloreshaber mirado al. sol repite s~ 1m;1e~spacio, as tambin nuestray en los ms d1v~r~os lug~~~: e: de nuestra vida interior y laaprehensin multiplica l~ 1 . g s en distintos lugares de la na-sita con mltiples modificaciones, sin embargo se puede ex-' d . este proceso, '1 'turaleza que nos ro ea, argumento por ana ogia. ifi 1 amente como un '1poner y justi car OgICC'd . terior que originariamente so o aque, partiendo de esta VI a ~n diata concluye por medio de lanosotros se nos da de forma l'~~~a~ion~s a ella ~inculadas, la pre-idea de las expresiones '~am ae ue subyace y corresponde a lassencia de algo afI? ~ SI nnsm qdan en el mundo externo (Ges.manifestaciones similares que seSchr., 1, pp. 20-21). de conciencia, los estados ps-Si se considera que l?s estadost't en el fundamento del cono-. t s propios cons 1uy d 'quicos corrscren e , . . humanas se ten era a pen-cimiento y del objeto de las Cl~l~~~re una ba~e autoeviden~e, i~-sar tambin que estas descan;;ar o La distancia entre aparienciamune a cualquier a:taqu.e escep ~ ~ al escpt ico, se reduce a cer?y esencia, que podna prestar ap '~ncia' Como tales [los contem-~n el caso de 10.5es~ados de t~~n~~mo ~os aparecen, aparecen taldos de la conciencia], ~?n 1 n dolor es, como hechoUna percepcion de un co or, uomo son.

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    de nuestra conciencia, inmediatamente dado (Ces. Schr., XVII,pp. 84-85).No tiene sentido, en efecto, afirmar que un dolor o unsentimiento son, en realidad, diferentes de su experiencia. No pue-do decir a alguien que, aun cuando l sienta que su dolor es pun-zante, en realidad no es as: Un sentimiento es en la medida enque es sentido y es tal como es sentido: no son cosas diferentesla conciencia de l y su constitucin, su ser dado y su reali-dad? (Ces. Schr., VII, p. 27).Por ello, en la medida en que las operaciones y mtodos de lasc~encias de.l espritu descansen sobre los estados conscientes pro-pies, se asientan sobre una base inmune al error. Nos movemosa.qu en el mbi~o del Cogito. Por ello designamos esta perspec-tva como cartesiana,La ~ivencia, en el marco de esta perspectiva, puede considerar-se equivalente a un estado de conciencia. La coincidencia entreexperiencia y esencia, en efecto, caracteriza tambin la vivencia:La conciencia de una vivencia y su ndole, su estar-presente-para-m y lo que en ella me est presente son una sola cosa: la viven-ci~ no se opone al que la capta como un objeto, sino que suexistencia para m es indiscernible de lo que en ella existe param (Ces. Schr., VII, p. 139).En esta perspectiva, el significado de una objetivacin histri-c~, ~quello 9-ue la distingue de un mero objeto fsico, estar cons-tituido precisamente por estados de conciencia o vivencias que see:,pI~esan en ella: Los procesos y . estados psquicos darn vida ysignificado al objeto de la historia. Esta tendencia a la reduccinpsicologista del significado conducir a una reduccin correspon-diente en lo que respecta a la comprensin. Comprender (el signi-ficado de) un~ o~jetivacin espiritual consistir, pues, en revivirlos estados pSIqmcos que se expresaron en ella: El aran fen-meno del vivir con, del revivir el mundo psquico separa todaslas operaciones espirituales en el mbito histrico de las del co-nO,cimiento de la naturaleza (Ces. Schr., XVIII, p. 95. Subrayado11110). Al la~l

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    1y de este modo Dilthey introdujo en su filosofa de las cienciashumanas y sociales una orientacin que forzosamente deba cho-car con la naturaleza real y con las exigencias de la comprensinhistrica, que l mismo se haba visto tambin obligado a reco-nocer.Este reconocimiento se lleva a cabo a travs de lo que anterior-mente hemos denominado perspectiva del significado. Esta pers-pectiva coexiste con la primera, aunque es en el fondo incompa-tible con ella. En efecto, el significado de las palabras o de lasacciones humanas se caracteriza precisamente por su autonomafrente a los estados de conciencia o los procesos psquicos del su-jeto. Si medito sobre el significado de una accin ma, o de unsentimiento, etc., me sito en una dimensin de objetividad irre-ductib1e a la inmediatez de mis estados de conciencia. Mi vida, miaccin, mi sentimiento, poseen un significado que sobrepasa losestados de conciencia que pudieron acompaarlos o aquellos queahora se dan en mi reflexin. La certeza inmediata de que yo creoque el significado de mi accin fue tal y cual no es relevantepara que ste sea el significado real de dicha accin. Esta ltimacuestin puede decidirse a travs de un proceso de interpretacinque posee sus propias exigencias autnomas con respecto a la in-mediatez de los procesos psquicos conscientes, por ms que es-tos ltimos puedan consti tuir una parte de los datos sobre los queopera dicho proceso. La determinacin del significado no recibeapoyo alguno de la inmediatez de los estados de conciencia parael propio sujeto: la incorregibilidad de los enunciados que los ex-presan no tiene consecuencias para la validez, certeza u objetivi-dad de una interpretacin. As, pues, en la medida en que la com-prensin del significado de las acciones humanas y los procesoshistricos constituye una meta esencial de las ciencias humanas,estas ltimas no podrn hallar el fundamento de su objetividaden la certeza inmediata del Cogito.Por lo que respecta a la vivencia, el inters se dirige, desdeesta perspectiva, no a su carcter de estado de conciencia inme-diatamente dado, sino a su contenido, a su carcter de unidadsignificativa: Aquello que constituye en el fluir del tiempo unaunidad vivencial porque tiene en el curso vital un significado (Be-deutung} unitario, es la unidad ms pequea que podemos llamarvivencia (Ces. Schr., VII, p. 73). Y es fundamental tener encuenta que ese contenido significativo de la vivencia puede sobre-pasar el mbito de lo inmediatamente consciente, el mbito deesa percatacin inmediata e ntima que Dilthey denominaba In-newerden: La vivencia es un ser cualitativo, una realidad queno puede ser definida por la percatacin interna (Innewerden),sino que alcanza tambin lo que no se posee con distincin (Ces.Schr., VII, p. 230). En efecto, el contenido de una vivencia, consi-derada como unidad significativa, puede entrar en relacin conotros momentos o aspectos de mi vida que no me estuvieron pre-

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    sentes en ese momento, pero que contribuyen a esclarecer lo queentonces sent o experiment.Todo ello nos lleva a tomar en consideracin el hecho de queno poseemos como dueos absolutos nuestras vivencias Ynuestrasexpresiones vitales: stas poseen y van adquiriendo significada in-dependientemente de la conciencia que entonces las acompa.Nuestra interioridad y nuestras expresiones estn hechas, por de-cirlo as, del material de lo comn Y lo histrico. La coincidenciade esencia Y apariencia en los estados de conciencia deja pasoahora a su disociacin: el significado real de mis acciones es dis-tinto de mi experiencia de las mismas.La independencia del significado con respecto a los estados deconciencia se muestra con especial claridad en las objetivacionesde la vida. Una creacin ma, digamos un poema, posee un signi-ficado propio, independiente de los procesos psquicos que acom-paaron su produccin. Las palabras de que consta son patrimo-nio comn de muchos hombres. Puede alcanzar dimensiones yrecibir interpretaciones que no me estn ni me estarn nunca pre-sentes. En l hay siempre ms de lo que yo experimento conscien-temente al hacerla. Bien pudo ser la reflexin sobre el arte la queintrodujo en la obra de Dilthey esta dimensin del significado,que supera Y se opone a la perspectiva de los estados psquicosconscientes. Para los romnticos, por ejemplo, a los que Diltheyconoca profundamente, la creacin artstica comporta para elcreador la experiencia de ser posedo y dominado por una reali-dad que le sobrepasa Y que no puede reducirse a sus estados deconciencia. El siguiente texto se opone visiblemente a la concep-cin de la vivencia desde la perspectiva cartesiana, segn la cualla presencia y el contenido de la vivencia son una sola cosa: Loque psicolgicamente acta en el artista puede ser el paso de lamsica a la vivencia o de sta a la msica o ambos alternndose,y lo que se halla como fondo en el alma no es menester que seavivido por el artista, ni generalmente puede serlo. Se agita sin sernotado en la oscuridad del alma y slo en la obra se expresa porcompleto la relacin dinmica que gobierna en esta profundidad.Slo en ella podemos leerla (Ces. Schr., VII, pp. 222-223).La ex-presin, la objetividad de la vida alcanza ahora una autonomaespecfica frente a la conexin psquica de su creador. Por elloDilthey introduce, en la ltima etapa de su produccin, la expre-

    sin como un tercer elemento que, junto con la vivencia Y la com-prensin, interviene en todas las operaciones especficas de lasciencias del espritu, distinguindolas as de las ciencias de la na-turaleza.Si en el marco de la perspectiva cartesiana la comprensintenda a concebirse como revivencia de estados psquicos la inde-pendenci.a del significado frente a los estados mentales' conllevatambin un cambio en el concepto de comprensin. Comprenderes ahora aprehender el significado de una expresin vital, que so-

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    brepasa el mbito de los estados psquicos de su creador V puedeII1cll~:O-debe-:- r~basar el significado que tena para l. Una ex-p.resIOn posee significado no por su referencia a un nexo psquico,sino por su lugar en un contexto histrico-social, por sus relacio-nes con otras objetivaciones vitales. y la revivencia no se refiere1.~:lto a los procesos psquicos del creador como a la actualiza-CIOnde ese. co.ntexto histrico cuyas partes determinan recproca-ment~ S~lsIg~Ificado: Tarea del anlisis histrico ser encontrarla comclde~lCIa en algo comn que rige la poca en los fines, enlas valor~clOnes, en los modos de pensar concretos. Mediante estealgo comun se. ~eterminan tam~in los antagonismos vigentes. As,pues, cada accron, cada pensamiento, cada creacin comn, en unapalabra ~~da parte de este todo histrico cobra su significado porsu relaclOn con el todo de la poca o perodo (Ces. Schr., VII,p. 155~. Comprender, pues, una determinada objetivacin histri-co-socI~1 consI~te. en reconstruir una totalidad en cuyo seno sedetermma el significado de cada una de sus partes. Es evidenteque. la c~)Inprensin ha de moverse en crculo o quizs en unaespiral S111in: la determinacin ~el significado de las partes pre-supone la. comprension de la totalidad y a su vez el significado deesta totalidad se determina a partir del significado y las relacionesentre .las partes smgulares. El principio que rige este proceso esque _111D~:1l1aarte puede enten,derse a~sladamente, sino slo porsu relacin co.n ~n. contexto mas amplo, de extensin indefinida.~~nto es~e principio como la estructura circular de la compren-sion ha~Ia~l SIdo ya de~tacados anteriormente, en especial por lahermenutica de SchleIermacher. El significado es bsicamentepara DiJtl?e~, relaci~, de partes entre s y con una totalidad, l~cual determina ~~l11bIenel concepto de la comprensin. Esta idease r~coge tamb::n e.nJa. importante nocin diltheyana de nexoe~ec~I~oo CO?eXlOndinmica (Wlrkungszusammenhang). El mundohlstoncosocIal es un nexo efectivo y la comprensin consiste enestabl~cer ese nexo. En este contexto, Wirkung significa una in-flUeI?Craesp~cfic~mente. di~t~nta de la causalidad natural, ejercidaS?ble y entre sujetos histricos capaces de comprender y comu-mcarsc y de sostener valores y fines. Un nexo efectivo no es puesU J : ~ mera coexist~ncia o suc.esin de ~enmenos, sino un co~junt~ar tlcl~la( o a travs de relaciones de influencia recproca mediada

    p~r sl~mficados, valores y fi~les. Podramos decir tal vez, en pocaspalabr a~, ql~e un nexo efe~tIvo es una articulacin de partes uni-das entl~ SI no por rel~cIOnes externas, sino internas, es decir,por rcIacIOnes que contnbuyen a determinar la naturaleza mismade las partes .relacionadas. Esta idea de articulacin interna seconttene t~mbln .en .la nocin diltheyana de significado: Tan slola cate~on~, de significado supera la mera coexistencia, la merasubordlllaClOl1de las partes de la vida. Y as como la historia esrecuerdo y al recuerdo corresponde la categora de significado,12

    tenemos que sta representa la categora peculiarsirna del pensa-miento histrico ses. Schr., VII, p. 202).El objeto de la comprensin se independiza, pues, de los ~ro-cesas psquicos. Lo que se trata de comprender es, co~o senalaDilthey, una configuracin espiritual que posee su propia estn:lc-tura y sus propias leyes (Ces. Schr., VII, p. 85). El aspecto 1I~-terno, objeto de la comprensin histrica, no son estados PSI-quicos, sino una sistemtica esprritual, un nexo de v~lores, .finesy sigmficado que halla expresin en determinadas manifestaclO?-esvitales. Lo que se trata de comprender es 10 espiritual, ~ntenchen:do esta palabra en el mismo sentido en que Montesquieu hablodel espiritu de las leyes, de su significado, valor y finalidad enlas SOCIedades y en la historia humanas. ,. .Si en la perspectiva cartesiana los estados psiquicos conscien-tes propios constituan el mbito privilegiado desde el cual eraposible comprender a otras personas a travs de una especie deproyeccin analgica y si, por tanto, cada individuo represe~tabaun mbito clausurado en sus propios estados de conciencia, laperspectiva del significado acenta primariamente la C0r:-llll1idad.entre los hombres y el carcter histrico el individuo mismo, esdecir su constitucin como tal individuo a partir de lo comn:del lenguaje que comparte con otros y que le permite comprender-se a s mismo de su insercin en las instituciones, en los gruposprimarios, en Ia educacin, en la vida social y poltica. El indivi-duo no comprende el mundo histrico por analoga con lo quevive en s mismo, sino porque l mismo y sus propias vivenciasestn formadas con el material de la historia: El individuo, comosoporte y representante de las comunidades que en l se entrete-jen, disfruta y capta la historia en que nacieron. Comprende lanistoria porque l mismo es un ser histrico (Ces. Schr., VII,p. 151). No se trata de explicar cmo individuos separados entres pueden llegar a comprenderse mutuamente, sino que la forma-cin del individuo mismo se lleva a cabo en un medio comn ycomunitario: el indiviuo, como seala Dilthey en ocasiones, es unpunto de cruce de la interaccin social.Las relaciones entre lo particular y lo general, entre lo indivi-dual y lo comn no pueden entenderse, en el caso de las cienciasdel espritu, en trminos de subordinacin de lo primero a lo se-gundo. Utilizamos signos y significados comunes a todos los hablan-tes de un lenguaje para producir nuevos sentidos y stos, a suvez, pueden pasar a formar parte de lo comn. No es posible de-rivar el caso individual de un marco general, no es posible pre-decir las acciones y los sentidos expresados por los individuos apartir del conocimiento de las instituciones sociales y lingsticasen su carcter general. Una obra, una accin, una expresin sontotalidades singulares, no deducibles de lo comn; sin embargo,han sido elaboradas y producidas a partir de lo comn y puedentambin comprenderse partiendo de ello. En esta relacin especial

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    entre lo general y lo particular descansa el desarrollo histrico,tanto en su carcter creador e impredecible como en su compren-sibilidad.La concepcin histrica del individuo humano representa unaposicin claramente delimitada frente al cartesianismo de los es-tados de conciencia, y apunta a la esencial apertura de la subje-tividad humana. Las propias vivencias, como unidades significati-vas, estn constituidas en trminos del lenguaje que compartimoscon los dems, nuestra reflexin moral y nuestros valores se ge-neran en virtud de nuestra insercin en la vida moral de la socie-

    dad, y as sucesivamente.La perspectiva del significado, sin embargo, no lleg a contarcon un basamento conceptual autnomo, sino que sigui coexis-tiendo con un marco gnoseolgico bsicamente cartesiano, porms que Dilthey insistiera en una ampliacin de la nocin de ex-periencia, criticando la restriccin intelectualista del sujeto. Estacrtica no lleg a desarrollarse en forma de una revisin profundade las nociones bsicas en cuyos trminos es desarrollan las re-flexiones gnoseolgicas de Dilthey: estados de conciencia, inme-diatez, certeza, coincidencia de esencia y apariencia. La validez ycerteza de las proposiciones cientfico-espirituales no poda basar-se en el hecho de que conservasen los caracteres de los estadosde conciencia propios, ya que la inmediatez, incorregibilidad, etc.,de los mismos se limita al presente y a la primera persona y nopuede transmitirse al pensamiento discursivo, caracterizado porsu pretensin de perdurabilidad en el tiempo y de validez paratodos los sujetos racionales.As, pues, en mi opinin, la presencia de dos orientacionesopuestas en las races mismas del pensamiento dil theyano deter-mina la imposibilidad interna de construir sobre ellas una refle-xin unitaria y sistemtica, siendo as responsable del carcterfragmentario que mantuvo, finalmente, la fundamentacin dil the-yana de las ciencias del espritu. La viva intuicin de la peculia-ridad de las ciencias humanas frente a las ciencias de la natura-leza, que se expresa en reflexiones de extraordinaria profundidad,no fue acompaada, desde el punto de vista gnoseolgico, por unmarco conceptual adecuado. Slo una reflexin nueva sobre el len-guaje y el conocimiento poda proporcionar una base firme a ladistincin entre ciencias de la naturaleza y ciencias humanas, ca-

    paz de sustraerse a la enorme fuerza de atraccin de la teoracartesiana del conocimiento.Ms all, sin embargo, de esta profunda escisin, el pensamien-to de Di1they merece, sin duda, el calificat ivo de clsico por lo querespecta a la filosofa de las ciencias sociales. Tambin Locke, porcitar slo un caso, es un clsico de la teora del conocimiento porms que hayan podido constatarse en su obra elementos incom-patibles. Todo aquel que se interese por los problemas filosficosde las ciencias humanas encontrar en la obra de Dilthey un ac-

    cate para su propia reflexin: los temas fundamentales de estembito filosfico son planteados y abordados por l con la viva-cidad, frescura y profundidad que resultan de su propio contactoy familiaridad con el trabajo de las ciencias humanas. Su lecturasigue siendo hoy, en el marco de una intensa renovacin en elplanteamiento y discusin de las cuestiones tratadas por l, fuen-te de nuevas reflexiones e invitacin a una visin amplia y sose-gada de los problemas, muy lejos de cierta unilateralidad forma-lista que impregna la actividad filosfica actual.Finalmente, unas palabras de presentacin y justificacin de lapresente antologa para el lector de habla castellana. No hemosde olvidar que contamos con la traduccin ms amplia de obras deDilthey que se haya realizado hasta ahora en cualquier lengua: lasObras de Dilthey a cargo de Eugenio Imaz, publicadas por elFondo de Cultura Econmica y reeditadas en fechas recientes.Este hecho determina el marco en el que esta antologa ha dehallar su lugar y funcin. No pretende, como es natural, competircon esa magna obra, sino complementaria en dos aspectos funda-mentales. En primer lugar, proporciona un instrumento de traba-jo manejable que rene en un solo volumen un buen nmero detextos representativos de la filosofa di1theyana de las cienciashistrico-sociales. En este sentido, es especialmente adecuadacomo introduccin al pensamiento de Dilthey y como material de

    trabajo para cursos y seminarios. Pero adems, y en segundo lu-gar, incluye importantes textos, inditos no slo en castellano,sino, hasta hace muy poco tiempo, tambin en alemn. Los textosinditos ocupan aproximadamente un tercio del presente volu-men. Se trata, concretamente, de cuatro, de los cuales son deconsiderable amplitud: el titulado Los hechos de la conciencia,mejor conocido en la bibliografa como Breslauer Ausarbeitung(Redaccin de Breslau) y el que lleva por ttulo Vida y conoci-miento. Los otros dos son ms breves, pero de no menos intere-sante contenido: los borradores de la llamada Carta a Althoff yun fragmento titulado Presupuestos o condiciones de la concien-cia o del conocimiento cientfico. Estos textos inditos justificansobradamente esta antologa, si no estuviera ya justificada por suutilidad como material e instrumento de trabajo. Finalmente, unaltima advertencia: muchos de los textos que componen esta an-tologa no estaban pensados para la publicacin, ni fueron elabo-rados suficientemente por Dilthey, constituyendo en muchos casossimples esbozos destinados a una ulterior redaccin que nuncatuvo lugar. ste es el caso, entre otros, de los cuatro inditos aque nos hemos referido. Esta circunstancia se refleja, como es na-tural, en el estilo original, poco cuidado en ocasiones y en otrasoscuro. Como traductor, he optado por la fidelidad al carcter deprovisionalidad y de tanteo que distingue estos textos de otros yaconclusos y acabados, como el prlogo y el libro primero de la

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    Introduccin a las ciencias del esplritu o el ensayo sobre la reali-dad del mundo externo. El lector podr constatar por si mismoesta diferencia en los grados respectivos de elaboracin de lostextos contenidos en el presente volumen.CARLOSMOYAESPValencia, primavera de 1985

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    Presentacin

    Con la presente antologa no se pretende ofrecer una recons-truccin completa, ajustada a las exigencias histrico-crticas, deesa Crtica de la razn histrica que Dilthey dej en forma de frag-mentos. Nuestra edicin, pensada para la lectura y el estudio, as-pira ms bien a presentar, en una perspectiva en conjunto, textosque permitan clarificar las lneas fundamentales y los puntos lgi-dos esenciales del programa que Dilthey se propuso llevar a cabosin llegar a concluirlo y que, en expresa alusin a la empresa cr-tica kantiana, denomin crtica de la razn histrica: la funda-mentacin lgica, metodolgica y gnoseolgica de las ciencias delespritu. En consecuencia, esta recopilacin tiende a posibilitar,sobre todo, un primer acceso a la filosofa de Dilthey, incitandoasimismo a un estudio profundo de su obra.El limitado espacio de que disponemos para una seleccin se-mejante excluye, como es natural, la posibilidad de incluir en el latodos los textos pertinentes. Ha habido, pues, que renunciar a re-coger algunos estudios de mayor amplitud -como, por ejemplo-,el importante ensayo Ideas para una psicologa descriptiva y ana-ltica. Ha sido asimismo necesario, por razones de espacio y a finde evitar redundancias, proceder a la supresin de algunos pasa-jes en el caso de los textos ms extensos.Los materiales aqu reunidos proceden de los volmenes I v,VII,VIn y XIXde los Gesarnmelte Schriiten de Dilthey. Renuncia-mos a reproducir las observaciones de los respectivos editoressiempre que no fuesen imprescindibles para la comprensin delos textos. Las adiciones realizadas por los editores de los Gesam-melte Schriiten. vienen sealadas por [ ]; las supresiones a cargodel editor de la presente antologa se indican mediante [oo.], sinms aclaraciones. Las referencias a la fecha de redaccin de lostextos procedentes de los escritos pstumos son slo aproximadasy adolecen de cierta inseguridad, puesto que Dilthey no sola, porlo general, fechar sus manuscritos.Agradezco sinceramente al profesor doctor Frithjof Rodi susamables consejos durante la preparacin de este volumen. Vayatambin mi cordial agradecimiento al doctorando en filosofa, se-llar Hans-Peter Gobbeler por su ayuda en la tarea de correccin.

    HANS-ULRICHESSINGBochum, junio de 1983172

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    IntroduccinWILHELM DILTIlEY:EL PROGRAMA DE UNA CRiTICA DE LA RAZ6N HISTRICA

    El problema fundamental de la filosofa de Wilhelm Dilthey(1833-1911) es la concepcin y elaboracin de una fundamentacingnoseolgica, lgica y metodolgica de las ciencias del espritu.'El propio Dilthey design esta tarea de fundamentacin filosficade las ciencias del mundo histrico-social, segn l defini msde una vez las ciencias del espritu, con el nombre de crtica dela razn histrica, en explcita referencia a Kant.Sin embargo, en el cumplimiento de este ambicioso programano se trataba meramente, para Dilthey, de completar la Crticade la razn pura kantiana mediante una investigacin y funda-mentacin filosfico-trascendental de la experiencia socio-histricay de su sistematizacin en las ciencias del espritu, aspecto queKant habra omitido en su empresa crtica. Su propsito era msbien la superacin de la propia filosofa crtica de Kant y, conella, de la moderna filosofa de la conciencia en general. En lugardel puro sujeto cognoscente kantiano Dilthey puso, en conse-cuencia, la totalidad de la naturaleza humana, el hombre enteroen su condicionalidad histrico-social.Dilthey concibi su Introduccin a las ciencias del espritucomo vehculo de este ambicioso proyecto de crtica de la raznhistrica. El primer volumen de esta central obra sistemtica,que lleva el subttulo programtico de Ensayo de [undamentaciondel estudio de la sociedad y de la historia, apareci -hace ahoraun siglo =-en la primavera de 1883 en la editorial Duncker Hum-bIot de Leipzig.'

    l. Una detallada exposrcion -que aqu no podemos llevar a cabo- gentico-sistemtica del programa diltheyano se encontrar en H.-U. LESSING,Die Idee einerKritik der historischen Vernunjt . Wilhelm Diltheys erkenntnistheoretisch-logisch-methodologische Grundlegung der Geistcswissenschatten, Friburgo/Munich, 1984.2. Ahora en Wilhelm DILTHEY, Gcsammelt e Scriit cn, vol. 1. - Wilhehn DILTHEY,Gesanunelte Schri it en = Ceso Schr., 19volmenes. Ed. por B. Groethuysen, G. Misch,P. Rittcr, H. Nohl, O. F. Bollnow, E. Weniger, M. Redeker, K. Grnder, U. Herr-rnann, F. Rodi y H. Johach, Leipzig y Berln, 1914 y ss., Stuttgart/Gotinga, 1957 y ss.,Gotinga (Vandenhoeck Ruprecht), 1970 Y ss. Fuera de este marco han aparecido:Das Erleb nis und die Dicht ung, Lessing, Goethe, Novalis , Holderlin. Lepzig, 1906, Go-tinga, 1970; VO/1 deut scher Dichtung II1d Musik. Aus den Stuc1ien zur Geschichte desc1cutschen Geistes. Ed. por H. Nohl y G. Misch, Leipzig y Berln, 1933, Stuttgarr/Go-tinga , 1957; Grundri S del allgemeinen Geschicht e der Phitosophie. Ec1.y cornpl. porH.G. Gadamcr, Frankturt a.M., 1949; Die groe Phont asiediclu ung und andere Stu-

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    1La aparicin del primer volumen de la Introduccioii el las cien-cias del espritu fue el resultado de una actividad intensa, durantedecenios, en torno a los fundamentos filosficos de las cienciasdel espritu. Fue su propia praxis como investigador en el mbi-lo de estas ciencias la que plante imperiosamente a nuestro au-tor esas cuestiones acerca de la estructura y fundamentos de lainvestigacin en las ciencias humanas y sociales.Dilthey, que inici sus estudios de teologa en Heidelberg, en

    1852, trasladndose sin embargo a Berln al poco tiempo, dondese inclin progresivamente hacia la filosofa, empez a dedicarsemuy tempranamente a problemas cientficos propios.' Sus prime-ros intereses conciernen a la historia eclesistica, y en este camposu atencin se dirige en especial a la historia del cristianismo pri-mitivo. Al mismo tiempo, Di1they estudia intensamente la obra deSchleiermacher; escribe as, entre otros trabajos, un ensayo (queobtuvo un premio) sobre el tema La aportacin peculiar de lahermenutica de Schleiermacher ha de esclarecerse por compa-racin con anteriores elaboraciones de esta ciencia, sobre todo lasde Ernesti y Keil,' edita sus cartas s y concibe el plan de unaamplia biografa de Schleiermacher, cuyo primer (y nico) vo-lumen no ser completado hasta el ao 1870.6Junto a estos trabajos en el campo de las ciencias humanaspropiamente dichas, Dilthey se ocupa ya muy tempranamente dedien. zur vergleichenden. Literaturgescnichte. Ed. por H. Nohl, Gotinga, 1954; Briei-wcchsel zwisclten witheun. Diltltey und dern Grajen Paul Yorck v. Wartenburg. Ed.por S. v, d. Schulenburg, Halle (Saale), 1923 (cit.: B); Der [unge Dilthey, Ein Lc-bcnsbild in Briefen und Tagebchern, 18521870.Comp. por C. Misch, hija de Dil-they, Leipzig, 1933, Stuttgart/ Gotinga, 1960 (cit.: J). Una lista casi completa de laproduccin diltheyana y una relacin de la bibliografa secundaria hasta 1968 se ha-llar en U. HERRMANN,Bibliographie Wilhelm Dilthey, Quellen und Literatur, Wein-heim-Berlfn-Basilea, 1969. La bibliografa secundaria ha sido completada por H.-U.LESSING,Bibliographie del' Dilthey-Literatur 1969-1973, en Ditthey-Lahrbuc frPhilosophie und. Geschichte der Geistcswissenschaiten, I (1983), pp. 281-288.3. Sobre la biografa de Dilthey, ej. i.a. H. NOHL, Wilhelm Dilthey, en id.,Die deutsclie Bewegung, Vorlesungen und Aufsatze zur Geistesgeschichte von 1770-1830.Ed. por O. F. Bollnow y F. Rodi, Gotinga, 1970, pp. 298309.De alcance auto-biogrfico son los siguientes textos de Dilthey: Currculum vitae des Candidatendel' Theologe, Wilhelm Dilthey (1855). En U. HERRMANN,Vorbericht des Herausgc-bers (prlogo del editor), Ces o Schr., xv, pp. xxv y ss.; carta a Wilhelm Scherer(mayo de 1870), J, pp. 281285; discurso de ingreso en la Academia de Ciencias1 88 7) . C es o Schr., v, pp. 10 y ss.; discurso para el 70 cumpleaos (1903), Ceso Schr.,v, pp. 79; prefacio (1911), Ceso Schr., v, pp. 36.

    4. Ces o Schr., XIV, pp. 595787.5. Aus Schleierrnuchers Leben. In Briejen, Vol. 3. Preparado para la impresinpor L. JONASy, tras su muerte, al cuidado de W. DILTHEY,Berln, 1861; vol. 4,Berln, 1863.6. Leben Schleiermaclters, Vol. 1, Berln, 1870; 2a. ed. aumentada con fragmentosprocedentes de los escritos pstumos del autor a cargo de H. MULERT,Berln yLcipzig, 1922. Los volmenes XIII y XIV de Ceso Schr, constituyen un intento de re-construccin de la obra completa a cargo de M. REDEKER.20

    cuestiones de teora o filosofa de la ciencia. La discusin filos~~acontempornea, caracterizada en lo .e~encia~po;- la confrontaconcon el positivismo francs y el. empmsmo ingls, encuentra gra~lresonancia en su crculo de amistades en Berln, a; que luego per-tenecern cientficos sociales y filsofos tan conocidos c.omo .{er-mann Usener Bernhard Erdmannsdirffer, Gustav Teichmller,Wilhelm Sche;er y el fundador de la psicologa de los pueblos, Mo-ritz Lazarus. Se discute apasionadamente acerca del postuladoempirista segn el cual los mtodos de las ~iencias hum.anas ~lande adaptarse a los acreditados Y.eficaces metodos de la 111vestlg~-cin de la naturaleza y las ciencias humanas han de transformar-se en ciencias puras de las leyes histricas .Ysociales. ,.En el centro de la discusin se halla la Importante Lgica deJ. S. Mill (A System of Logic, ratiocinative and inductive, 1843) yla obra del historiador H. Th. Buckle, basada en los ~u??aII?-ent~sde la filosofa empirista de la ciencia, History of Civilisation InEngland (1857-1861). .Al poco tiempo. de la ~pancIOn de la trad, ccIO~ alemana deesta ltima obra, Dilthey discute, en dos recensiones, el.programacientfico empirista aplicado en ella, criticando en especial l,a tr~s-posicin dogmtica de los mtodos cientfic?-naturales al mbitode la investigacin histrica que Buckle habl~ llevado ~ cabo; porlo dems, sin embargo, Dilthey se muestra VIvamente impresiona-do por la exigencia de elevar la historia al rango ~e una cIenc~a.Durante esta etapa en que se ocupa del empmsmo, es, decir,hacia 1861, Dilthey traza ya planes concreto~ para una teona pro-pia de las ciencias del espritu, planes que S111mbargo quedan enestado de simples esbozos y ceden pronto su lugar a otros pro-yectos de trabajo.' . .Dilthey no volver a recoger el hilo de .estas reflexiones hastadespus de su habilitacin. Tras haber temdo q~e abandon~r s,:splanes de promocin y habilitacin con sus ~StudlOS sobr~ hIstO }aeclesistica escribe en 1864, en muy poco tiempo, una disertacinsobre la tica de Schleiermacher,9 as como, en ese mismo ao, sutrabajo de habilitacin titulado Ve~s~~h einer Ana~yse. des 1110r~~lischen Bewufitsem.s (Intento de anlisis de la conciencia ~o;al).Su primer curso como Privatdozent, en el semestre de 111VIernOde 1864-1865 versa sobre el tema siguiente: Logik, mit besondererBeriicksichtfgul1.g der Geschichte und Methode der einzelnen Wis-se/1schaftel1 (Lgica, con especial atencin a la historia y mtodode las ciencias particulares). Como texto auxiliar para este curso,

    7. Englische Geschichte, en Ceso Schr., XVI, pp. 5156; Geschichte und Wissenschaft, en Ces o Schr., XVI, pp. 100106.8. Cf., por ejemplo, J, pp. 156, 178 y 179. ..9. De prillcipiis ethices Schleiermacheri, Berln, 1864; se ha perdido la prrmcraparte de la traduccin alemana de la disertacin; la segunda parte se encuentra enCes o scur ., XIV, pp. 339357.10 . Ceso Schr. VI, pp. 155.11. Una relacin completa de las conferencias pronunciadas por Dilthey, as

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    IIUna primera noticia sobre el planteamiento global de la Intro-duccin a las ciencias del espritu, junto con importantes alusio-nes a las bases sistemticas de la obra, se halla en los borradorespara una carta que, en relacin con su nombramiento, Diltheypens escribir, o escribi de hecho, hacia mediados de 1882, paraque acompaase al envo de unos pliegos de imprenta de su li-bro. En esta carta, que entretanto ha llegado a ser conocida enla bibliografa sobre DiJthey como Carta a Althoff, nuestro autor

    perfila la estructura de su obra en unos trminos que -sin per-juicio de las posteriores ampliaciones y modificaciones del plangeneral, que aqu no podemos especificar en detalle=- mantienenen lo esencial su vigencia para su posterior trabajo en este pro-yecto.Segn este planteamiento esquemtico, la Einleitung consta-dicho sucintamente- de tres partes. En la primera, introduc-toria (el primer libro), debe mostrarse la necesidad de unafundamentacin de este grupo de ciencias al hilo de una visinpanormica de la estructura, funcin y sistema de las mismas. Lasegunda parte contiene una fundamentacin negativa, en la quehan de someterse a crtica los intentos de fundamentar las cien-cias del espritu desarrollados hasta entonces, de orientacin esen-cialmente metafsica. Esta fenomenologa de la metafsica, comoDilthey la denomin tambin posteriormente, prepara al mismotiempo la parte ltima y decisiva, la fundamentacin positiva yacabada, que deber. consistir en una teora del conocimiento yuna lgica de las ciencias del espritu.La estructura trazada en estos borradores concuerda con elplan de articulacin del conjunto de la obra que aparece en elprlogo al volumen primero, si se prescinde de la ampliacin pro-puesta en l y consistente en un nuevo libro histrico. El primervolumen, publicado en .1883, o sea, la primera mitad de la Ein-leitung, incluye dos libros. El libro primero, introductorio, quecontiene la teora diltheyana de las ciencias del espritu lleva porttulo: Panorama de la conexin de las ciencias particulares delespritu, en el que se muestra la neces idad de una ciencia funda-mentadora. El segundo libro, la llamada por nuestro autor feno-menologa de la metafsica, se titula as: La metafsica como fun-damento de las ciencias del espritu. Su predominio y decadencia.En este libro, en el que se incluyen resultados de sus anteriores

    17. Ges. Schr., XIX, pp. 389-392.El destinatario de esta impor tante carta es des-conocido. Sin embargo, no podra tratarse, como seal G. MISCH en la indicacinde fuente de su Vorbericht al vol. v de Ges. Schr., de Fredrich Althoff, el futurojefe de la seccin de enseanza superior en el Ministerio prusiano de Educacin.Cf . tambin al respecto Ges. Schr., XIX, p. 453.18. Remitimos para ello a nuestra propia investigacin, citada ms arriba(nota 1).24

    estudios sobre la filosofa cristiana primitiva y la filosofa medie-val , Dilthey traza la historia del pensamiento metafsico e intentademostrar que la poca de la fundamentacin metafsica de lasciencias del espritu pertenece ya por completo al pasado.El objetivo propiamente dicho de toda la empresa, a saber, lateora del conocimiento, lgica y metodologa de las ciencias delespritu, junto con la investigacin histrica del desarrollo de lasciencias particulares del hombre, la sociedad y la historia, pensa-da como continuacin de la crtica a la metafsica del libro segun-do, as como una exposicin histrico-crtica de la teora del co-nocimiento deban constituir el contenido del segundo volumende la Einl~itung. Sabido es que Dilthey, a pesar de sus incansa-bles esfuerzos, no pudo concluir este segundo volumen, llegandoa elaborar nicamente fragmentos aislados del mismo. Algunos deestos fragmentos sern publicados por el propio Di1they, pero unagran parte slo sern descubiertos entre los manuscritos pstu-mos; as, pues, la gran empresa de la Introduccin a las cienciasdel espritu quedar inacabada,Las dudas acerca de una pronta conclusin de esta ambiciosaobra asaltan a Dilthey poco tiempo despus de la publicacin delvolumen primero, a pesar de que, en su poca de Breslau (1871-1887;previamente, Di1they haba sido profesor en Basilea de 1867 a1868y en Kiel de 1869 a 1871), haba ya elaborado un importantefragmento de la fundamentacin gnoseolgica, que ~s tarde se-ra conocido como Breslauer Ausarbeitung (Redaccin de Bres-lau),La presencia de otras tareas y proyectos de publicaciones im-pide a Dilthey seguir trabajando ininterrumpidamente en la Ein-leitung, de modo que su proyecto principal se ve impulsado slode manera ocasional. Una vez abandonada la idea de elaborar elsegundo volumen de continuo, Dilthey espera ahora concluido porpartes, publicndolas separadamente. As, pues, desde 1884 hasta1890, se dedica, adems de a su trabajo en el segundo volumen, acuestiones de potica y pedagoga especialmente. Junto a un grannmero de trabajos menores, nacen en esta poca dos grandes en-sayos, muy influyentes histricamente: Die Einbildungskrait desDichters. Bausteine fr eine Poetik (La imaginacin del poeta. Ma-teriales para una potica) (1887)23Y Uber die Moglichkeit einerallgemeingiiltigen. pdagogischeri Wissenschaft (Sobre la posibili-dad de una ciencia pedaggica de validez universal) (1888).24

    19. Ges. Schr., I, p. XIX.20. En el vol. XIXde Ges. Schr. se nos ofrece una reconstruccin de la partesistemtica del volumen segundo, no concluida por Dilthey, basada en los manuscri-tos pstumos y apoyada en detallados esquemas del propio Dilthey. Remitamos ex-presamente, una vez ms, 01 prlogo de los editores Vorbercht de este volumen.21. el. B, p. 38.22 . Ges. Schr., XIX, pp. 58-173.23. Ges. Schr., VI, pp_ 103-241.24. Ges. Schr., VI, pp. 56-82.

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    El ao 1890 Dilthey hace pblico, adems, un primer elementode la parte gnoseo1gica del segundo volumen, una conferenciapronunciada en la Academia de Ciencias de Berln (a la que perte-nece desde 1887 ) conocida como Realitiitsabhandlung (Ensayo so-bre la realidad) y titulada Beitriige zur Lsung der Frage vomUrsprung unseres Glaubens an die Realitt der Au/3enwelt undseinem Recht (Contribucin al problema del origen y justificacinde nuestra creencia en la realidad del mundo externo).En todo caso, Dilthey no sigue trabajando en las cuestionessistemticas, sino que en el perodo siguiente se ocupa casi exclu-sivamente de las partes histricas del segundo volumen, redactan-do para ello algunos estudios de historia de las ideas que publicadesde 1891 a 189 3 en el A rchi v fiir Geschichte del' Philo sophie,del que es coeditor desde el ao 1887. Se trata de los siguientesensayos: Auiiassung und Analyse des Menschen im 15. U11d 16.Iahrhundert (Concepcin y anlisis del hombre en los siglos xvy XVI) (189 1-1 892), Das naticrliche System der Geisteswissenschat-ten im 17. Jahrhundert (El sistema natural de las ciencias del es-pritu en el siglo XVII) (1892-1893), 7 Die Autonomie des Denkens,del' konstruktive Rationalismus und del' pantheistische Monismusnac ihrem Zusammenhang im 17. Iahrhundert (La autonoma delpensar, el racionalismo constructivista y el monismo pantesta ensu conexin en el siglo XVII) (1893).28 Esta serie de trabajos hist-ricos se quiebra con el primer apartado del artculo GiordanoBruno und Spinoza ( 1 8 9 3 ). 2 9Al lado de estos trabajos sobre la historia de las ciencias delespritu, que -junto con su biografa de Schleiermacher- justifi-can su fama como historiador, Dilthey vuelve a ocuparse de cues-tiones sistemticas a partir de la primavera de 1892. As, en abrilde este ao, pronuncia ante la Academia, como preparacin para supropia lgica gnoseolgica, la conferencia Erfahren und Denken(Experiencia y pensamiento), en la que somete a una profundacrtica la lgica filosfica de Sigwart y de Lotze, En todo caso,Dilthey no llega a concluir su propia lgica, en la que trabaja du-rante este mismo perodo. El extenso manuscrito Leben und Er-kennen (Vida y conocimiento), ya en avanzado estado de elabora-cin, que contiene el bosquejo de una lgica gnoseolgica y unadoctrina de las categoras de la filosofa de la vida, queda inaca-bado y slo llegar a editarse a partir de los manuscritos ps-turnos.Tras la interrupcin de su trabajo en torno a la lgica, cuyas

    25. Ceso Schr., v, pp. 90 135 .26. Ceso Schr., IV, pp. 1-89.27. Ceso Schr., IV, pp. 90 -24 5.28. Ceso Schr., IV, pp. 24 6 -296 .29. Ceso Schr., IV, pp. 297-311 (con complementos extrados de la obra pstuma).30. Ceso Schr., V, pp. 74 -89 .31. Ceso Schr., XIX, pp. 33 3- 388 . 6

    razones no son conocidas, Di1they se dedica ahora, no~oria~nente,a los problemas bsicos de la psicologa, a la que. ha~la aSIgnad?una relevancia fundamental en su teora de las CIenCIaSdel ~SpJ-ritu, y publica en 1894 , bajo el ttulo Ideen ber eine beSC~l'elbe~-de und zel'gliedernde Psychologie (Ideas acerca de u~a psicologadescriptiva y analtica) /' las lneas maestr~s de l~ psicologa pro-pugnada por l. Proyecta, como una am)Jha contmu~cIOn ,y com-plemento del ensayo anterior, un estudio sobre psicologa com-parada. Estas previsiones se ven desbaratadas por un VIOlentoataque que Hermann Ebbing~1~us, un dest~cado repr:sentante dela psicologa explicativa cntIcada por DIlthey, l~nz

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    el conocimiento a partir de un estado de cosas perteneciente almero representar. Por las venas del sujeto cognoscente construidopor. Locke, Hume y Kant no corre sangre verdadera, sino la tenues~vla de la razn como mera actividad intelectual. A ello oponeDilthey, e.nl~z~ndo con teoremas de la filosofa romntica y de laescuela histrica, su propio filosofema de la totalidad de la natu-raleza humana: Pero mi preocupacin histrica y psicolgica porel hombre entero me llev a poner tambin a este hombre entoda la diversidad de sus facultades, a este ser que quiere, sientey representa, como base de la explicacin del conocimiento y susconceptos (como los de mundo externo, tiempo, substancia cau-sa), por n~s que, el conocimie lto parezca tejer estos coneptoss~1S partiendo ~olo del matenal de la percepcin, la representa-~lOn y.el pensanuento. De este punto de arranque, propio de unafilosofa del conocer que recurre al hombre entero, resulta encuanto al mtodo lo siguiente: Acerco cada elemento del actualpensamiento cientfico, abstracto, a la totalidad de la naturalezahumana, tal como la muestran la experiencia el estudio del len-guaje y de la historia, y busco la conexin entre ambos, Y as re-sulta ~lU~los principales elementos de nuestra imagen y nuestroconocirmentn de la realidad, como la unidad de la vida personal,e mundo externo, los individuos fuera de nosotros su vida en eltIem~o y su interaccin, pueden todos explicarse a' partir de estatotalidad de la natu~aleza humana, en la que el querer, sentir yrepresentar n~ constituyen ms que aspectos distintos de su pro-ceso r~al de vIda; Las preguntas que todos hemos de dirigir a lafilosofa no podra responderlas el supuesto de un rgido a prioride nuestra facultad cognoscitva, sino slo la historia evolutivaque parte de la totalidad de nuestro ser. 46As, pues, frente al intelectualismo de las teoras convenciona-les del conocimiento, Dilthey postula una filosofa de la vida enl~ que se abandona la idea de un sujeto cognoscente puro, ahis-ton~o, abstracto, restringido a sus facultades intelectuales.El aspecto de la historizacn de las condiciones de la concien-cia, de la const~tucin histrica de la razn, es destacado por Dil-they con especial penetracin en un pequeo fragmento titulado~ oraussetzU7,gen oder Bed~ngungen des Bewufltseins oder del'wissenschaitiicnen Er kenntnis (Presupuestos o condiciones de laconc,ie.ncia o del conocimiento cientfico): 47 El a priori kantianoes rgdo ~ muerto; pero las condiciones reales y los supuestosd~ la conciencia, tal como yo los concibo, son proceso histricoVIVO,son desarrollo, tienen su historia, y el curso de la misma loconstituye su adaptacin a la diversidad de los contenidos sensi-tivos, conocida inductivamente de modo cada vez ms exacto. La

    45. Ges. Schr., I, p. XVIII.46. lbid.47. Ges. Schr., XIX, pp. 44-48.3

    vida de la historia abarca tambin las condiciones bajo las cua-les pensamos, aparentemente rgidas y mucrtas.La realizacin de su programa de transformacin de la filoso-fa clsica de la conciencia (programa que aqu, como es natural,slo podemos presentar en un tosco esbozo) en direcc~n laciauna filosofa de la totalidad de los hechos de la conciencia, esdecir, de la vida, se halla en la denominada Redaccin de Breslau.En este amplio texto, Dilthey desarrolla las bases para el trata-miento de los diferentes grupos de problemas vinculados a la fun-damentacin gnoseo16gico-lgico-metodolgica de las ciencias delespritu.La aplicacin de estas bases puede verse, por ejemplo, en elllamado Ensayo sobre la realidad, en el que Dilthey demuestl:aque la pregunta por el origen y justificacin de nuestra creenciaen la realidad de un mundo externo no puede hallar respuestadesde el punto de vista intelectualista. Como escribe ya en el Pr-logo a la Introduccin a las ciencias del espritu, para la merarepresentacin el mundo externo no es ms que un fenmeno,mientras que, por el contrario, en nuestro entero ser volitivo,afectivo y representativo se nos da, al mismo tiempo que nuestroyo y con tanta seguridad como ste, una realidad externa (es de-cir, otra cosa independiente de nosotros, sean cuales fueren susdeterminaciones espaciales); se nos da, por lo tanto, como vida yno como mera representacin,En el ensayo Leben und Erkenen (Vida y conocimiento), quequed inacabado, Dilthey extrae las consecuencias que para el tra-tamiento de los problemas lgicos se derivan de sus principios defilosofa de la vida. Sobre la base de su teorema del primadode la vida (

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    nes de vida) SI nos ofrece un fragmento de metodologa, a saber,la exposicin de la teora diltheyana de la comprensin.Aunque -segn puede mostrar un sobrio balance de los logrosde Dilthey- partes importantes de la crtica de la razn hist-rica, como por ejemplo los anlisis de la experiencia interna ydel tiempo, pertenecientes a la fundamentacin gnoseolgica, nohan sido elaboradas, o bien, como sucede con la lgica y la me-todologa, slo lo han sido en parte, el intento diltheyano de fun-clamentacin gnoseolgica, lgica y metodolgica de las cienciasdel espritu se ha revelado, no obstante, como un programa degran virulencia y alcance. Concebido en una poca de inseguridaden cuanto a los fundamentos, de crisis de orientacin de las cien-cias del espritu, se manifiesta hoy, bajo condiciones comparablesa aqullas, de gran actualidad, de una actualidad que crece cons-tantemente, como lo evidencia el fuerte aumento del inters porel pensamiento sistemtico de Dilthey en los ltimos aos -inclu-so a nivel internacional. Con todo, es preciso constatar quelas sugerencias y principios de solucin apuntados por Diltheyrequieren todava, en gran parte, una asimilacin a nivel sistem-tico. As, pues, resolver la tarea de una crtica de la razn his-trica sigue siendo hoy, como lo fue ayer, un urgente desidera-tum de la filosofa de las ciencias humanas.

    51. Gas. Schr., vrt, pp. 205-220; suplementos, pp. 220-227.52. Cf. al respecto especialmente Ges. Schr., v. p. 5. CI. tambin B, p. 107.53. Cj, F. RODI. Zum gegcnwartigen Stand del' Dilthey-Forschung, en Dllthey-l ahrbucti fiir Pliilosophie wul Geschicht e del Gcisteswissenschaiten, I 1983, pgi-nas 260267.

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    1. La concepcron globalde la Introduccin a las ciencias del espritu

    1. DE LOS BORRADORES PARA LA LLAMADACARTA A ALTHOFFTuvo usted la gran deferencia de solicitar me otros plieg~s deltrabajo que tengo en imprenta. Permtame que los acompane dealgunas observaciones sobre el conjunto para el que estn pen-sados.En el estado actual de la ciencia tiene lugar un enfrentamientoentre las teoras abstractas de la economa poltica, el derecho na-tural y la poltica del siglo XVIII, etc., por un lado, y la escuelahistrica, las experiencias de la realidad social, un sentimiento, enfin, ms profundo de dicha realidad, por otro. Esta lucha continadesde que se tuvo ocasin de experimentar los efectos de la Re-volucin Francesa. La tarea que ahora se presenta consiste en jus-tificar y delimitar por fin el trabajo de la jurisprudencia positiva,la poltica, la teologa, etc., desarrollado desde entonces, y que hizovaler los derechos de la realidad histrica y social, mediante una

    fundamentacin filosfica adecuada, dirimiendo as su disputa conlas teoras abstractas.Vaya partir de una sencilla idea fundamental. Toda ciencia,toda filosofa, es ciencia de experiencia. Toda experiencia encuen-tra su contexto y su validez, por l condicionada, en la conexinde la conciencia humana. La pugna entre idealismo y realismopuede resolverse mediante el anlisis psicolgico; ste puede pro-bar que la realidad dada en la experiencia no es un fenmeno enmi representacin, sino que se me da ms bien como algo distintode m mismo, porque yo no soy solamente representacin, sinotambin voluntad, sentimiento. Es realidad aquello de lo que lavoluntad se percata en la resistencia, en la presin de la manoque palpa, etc., y se percata de esta realidad en la misma medidaque de s misma. El s mismo y la realidad se dan, por ello, enuna recproca relacin en la totalidad de la vida psquica y demodo igualmente inmediato y verdadero. Y no se trata de unainferencia causal que vaya de las sensaciones a las cosas exter-nas, sino de una impresin, la cosa externa, que existe para lavoluntad; donde est esa impresin hay realidad viva y, frente aaquel supuesto, puesto que existe la voluntad, existe, a la inversa,representacin de la causa. Las impresiones sensibles se ordenan,como predicados en esta experiencia viva de lo que se nos opo-ne, como sujeto, dado en la voluntad, de todos los predicados de333

    F l C S O B i b l i o t e c a

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    la realidad externa' ese sui et el 1en lo que se refiere' a su ; 0 o e. a. naturaleza. es incognoscibleterial del conocimiento d~ 1cede~cla'l esos predicados son el ma-mente descriptivo. a na ura eza, que por ello es nica-Esta teora la desarrollo an ltila hiptesis segn la cual ni el ~ 1~~a:~ente, ~omando como basereducirse a representacin e~ ImIent? DI la voluntad puedenvez a la nlanera de Lotze) ~~c~ra~~a.e_ona de las facultades (talse contienen en todo status con . et . representar, querer, sentirvida psquica con manifest . scien a~ y en todo instante de lainteraccin con el mundo ac~ones continuas de la .misma en sude la teora de las sensacf~ l~rnc Frente al atomsmo psquicotodo recuerdo produce la im 1 s,., emuestro que toda sensacin,cin, a partir de la conexin ~~e~~oedla p~rc~pcin, la representa-a grandes rasgos en Sobre la' 1.a p~~qUlca (como ya expuse,Sobre esta ba~e se olantea imagmacion del poeta).'tado de cosas PSicOlgfco -e 't entonces, la .tarea de buscar el es-la vida psquica en la que t:d o es, c~nte~ldo en la totalidad dete- que subyace a las abst _ ~ experiencia s~ da originariamen-desarrollada hasta hoy al :i~cclOne~ de la teona del conocimientotivo, a la causa, etc.' mpo tratado como hecho representa-El pensamiento paree t -'tada en la experiencia i~teen onces, anad~rse a esta realidad cap-cin extrao. De aquello dern~e c~:o un ll1stru~ento de elabora-percatamos en cuanto hechoqd l?erc~tamos internamente nossu expresin y su elaboracin ee~O~ClenCIa.~ero, qu sucede condemuestro, mediante un anlisis q 1 pe~saml~ntO? En este puntoformas laicas que las form t e re roce e por detrs de lass?lo una ;uxt~posicin, coma~l~C~;s ~el. pe~,sar l~ico son tancienes que se desarrollan al ~'l dI' distincin, aS1 como rela-cia, cosa etc dadas en la vi 1~ ~ as representaciones de efica-. ,., e lVenCIa Interna Por lo t t .cia es en ltimo trmino la de 1 . ., . an o, su. eviden-todo pensar tiene por ello en llt~ pe:catac1~n interna misma, ysu sentimiento de conviccin e 1 /ma ll1s~anc~a el fundamento defa de la experiencia alcanza sn a lexperU t}cza. Slo as la filoso-C < u cu mmacionon ello se erige el fundament b .luego la cuestin de cmo o so re el que puede tratarsehombre, la sociedad y la hist~~fade de.sarrollarse una ciencia della vida espiritual. Constituye la partiendo de las experiencias deconocimiento de las ciencias del :n?-~~ra parte de a teora della nica realidad plena y complet spm u que la realidad, es ms,periencia interna y en la corres a ~~e poseemos, se da en la ex-personas. La lgica de las cienci~on lente ~~mprensi~n de otrasgunda parte. Las exposiciones de a~~el espritu constituye la se-cer y cuarto libros de mi tr b . . os a~pectos formaron el ter-a ajo: contienen los cimientos del1. ber die Einbildungskraft der Dichter . . .. ..und Sprachwissenschait, la (1878), pp. 42.104. en Zeitschrijt [iir Volkerpsycl/Ologie

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    conjunto que han sido pues los por escrito en primer trmino. Perocomo estos dos aspectos estn condicionados por las necesidadesde las ciencias particular se Y su situacin histrica, explico en elprimer libro, a propsito de la visin de conjunto de las cienciasdel espritu, que stas necesitan de una unclamentacin, as comolas exigencias que dicha rundamentacin ha de satisfacer. En elsegundo libro paso a mostrar que .la metafsica fue en otra pocaese undamentc Y que ya ha dejado de serlo, pero al mismo tiem-po desarrollo positivamente la naturaleza de aquella conexin delas ciencias que se ha ido formando Y en la que las ciencias delespritu se [ ...] 2[ ...] desarrolla estados de nimo que no son sino fenmenos denuestra sensibilidad. Las cosas suceden de manera muy diferenteen el caso del mundo espiritual. Si de lo expuesto destaco el prin-cipio segn el cual puedo tener seguridad acerca del mundoexterno, el procedimiento, equivalente a una conclusin por anrJoga, mediante el cual situamos Yentendemos en ese mundo exter- .no seres espirituales, no puede estar expuesto a duda alguna. Loshechos de la conciencia, que constituyen ese mundo espiritual, sontal como se nos dan. De este modo, en l se nos presenta realidadplena y objetiva: aqu se nos dan los sujetos particulares, los pro-cesos en los que se influyen recprocamente, la relacin de suunidad de vida con sus propiedades y [su] accin, etc.Surge as la tarea de rastrear el hecho psicolgico, i.e. perte-neciente a la totalidad de la vida psquica, que subyace a todaslas abstracciones en las que, como herencia de la metafsica, sevino a basar la teora del conocimiento -por ejemplo- a la abs-traccin tiempo.La elaboracin intelectual de este material no disminuye tam-poco la certeza objetiva de las proposiciones sobre la vida espi-ritual. Al retroceder el anlisis por detrs de las formas Y leyeslgicas, encuentra que stas surgen mediante un entrelazamientomltiple de comparacin, distincin, etc.; en una palabra: actosque se remiten a una percatacin, a una yuxtaposicin de hechosde conciencia; la necesidad no es ms que el sentimiento de comopulsin que surge de la yuxtaposicin mediata, etc.; las represen-taciones que intervienen en estos simples actos de yuxtaponer,distinguir, etc., y condicionan los t ipos de juicios y razonamien-tos, se nos dan igualmente en la experiencia interna. Slo puedoresear esta investigacin, extremadamente difcil, pero importan-tsima, acerca de las formas y leyes del pensamiento en lo que serefiere a sus resultados: toda la evidencia del pensamiento lgicoes, en ltimo trmino, la evidencia de la percatacin interna mis-ma; asimismo, el pensar lgico tiene en lt ima instancia el fun-damento de su sentimiento de conviccin en la experiencia; Y las

    2. El primer borrador se interrumpe aqu; el segundo, vinculado a l, comienzaen medio de una fra se.

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    categoras que emplea son, en el mbito de las ciencias d~l.esp-iitu, expresin de hechos reales, que se dan en la vida espiritual.Sobre la base de una teora del conocimiento de las cienciasdel espritu que desarrolla este punto de vista y tiene como basela psicologa se eleva luego una lgica de las ciencias del espritu,cuyo objetivo ltimo es contribuir a dirimir la disputa entre lasteoras abstractas y la visin histrica, entre la conciencia denuestra libertad, por un lado, y el nexo causal, as como la exis-tencia de uniformidad en el curso de la historia, por otro.He de limitarrnc a esta indicacin de mi idea fundamental,pues tal vez, partiendo de ella, pueda captarse antes el propsitopresente en el origen del libro segundo. La ordenacin que resul-taba de esa idea es la siguiente: el primer libro posibilita la per-cepcin de la realidad histrico-social, que constituye el objeto delas ciencias del espritu, mostrando adems la necesidad de unaIundarnentacin general; el segundo libro expone, en una perspec-tiva histrica, cmo la metafsica ha desempeado durante un lar-go periodo de tiempo el papel de una fundamentacin semejante,y cmo, sin embargo, el proceso de la historia de las ciencias haido configurando paulatinamente un marco ms libre de relacio-nes entre las ciencias, sobre un fundamento gnoseolgico. A con-tinuacin los libros tercero y cuarto desarrollan, en trminos po-sitivos, la teora del conocimiento y la lgica de las ciencias delespritu, respectivamente.El libro segundo cumple tambin en el conjunto de mi pensa-miento una funcin que podra compararse tal vez con la posi-cin que ocupa la Ienomenologa de Hegel en el marco de susistema, Parte, en conformidad con el conjunto, de la totalidad dela vida psquica y muestra cmo el nexo teleolgico se fue deli-mitando a travs de un proceso de creciente diferenciacin y deperfeccionamiento tcnico en el seno del mismo. Su peculiaridadreside en la exposicin de las relaciones histricas entre la vidapsquica, las ciencias particulares y el destino de la metafsica. Sumeta reside en hacer ver cmo, en lugar de la unidad subjetivade la metafsica, que vincula entre s todos los fenmenos en unanica conexin interna, va haciendo su aparicin una mayor liber-tad interna de las partes de la vida intelectual en su relacin re-cproca, en virtud del proceso de diferenciacin de la propia vidaespiritual (y no simplemente mediante el trabajo negativo desa-rrollado hasta hoy por la teora del conocimiento). Una sana in-dependencia de los factores de nuestra vida intelectual, de la fereligiosa, de las ciencias naturales y del conocimiento ...3

    3. El manuscrito se interrumpe aqu.36

    2. PROLOGO AL PRIMER VOLUMENDE LA INTRODUCCIN A LAS CIENCIASDEL ESPRITU (PASCUA DE 1883)El libro cuya primera mitad publico ahora combina un mto-do histrico con otro sistemtico, a fin de resolver la cuestin delos fundamentos filosficos de las ciencias del espritu con el ma-yor grado de certeza que me sea dado alcanzar. El mtodo hist-rico sigue el curso de la evolucin a travs de la cual la filosofaha pugnado hasta ahora por lograr una fundamentacin semejan-te; pretende determinar el lugar histrico que las teoras particu-

    lares ocupan en el seno de ese desarrollo, as como orientar acercade su valor, condicionado por el contexto histrico; y finalmente,partiendo de la profundizacin en ese contexto del desarrolloacontecido hasta hoy, aspira a obtener un juicio sobre el impulsoms nt imo del movimiento cientfico actual. De este modo, la ex-posicin histrica prepara la fundamentacin gnoseolgica, queser objeto de la segunda mitad de este ensayo.Puesto que la exposicin histrica y la sistemtica han sidopensadas para completarse recprocamente, la lectura de la partehistrica se ver facilitada por la indicacin de las ideas sistem-ticas fundamentales.A fines de la Edad Media comenz la emancipacin de las cien-cias particulares. Pero entre ellas las ciencias de la sociedad y dela historia siguieron an mucho tiempo, hasta bien entrado el si-glo pasado, en su antigua servidumbre con respecto a la metaf-sica. El creciente empuje del conocimiento de la naturaleza trajoconsigo, adems, una nueva relacin de sumisin, no menos opre-siva que la anterior. Slo con la escuela histrica -tomando estaexpresin en un sentido amplio- se llev a cabo la emancipacinde la conciencia y de la ciencia histricas. Y por la misma pocaen que el sistema de pensamiento social desarrollado en los si-glos XVII y XVIII -derecho y rel igin naturales, teora abstractadel Estado y de la economa poltica- extraa en Francia sus con-clusiones prcticas en la revolucin y los ejrcitos revolucionariosocupaban y destruan el viejo edificio del Imperio alemn, tanpeculiarmente construido y envuelto por el aura de una historiamilenaria, se desarrollaba en nuestra patria una peculiar visindel crecimiento orgnico de la historia como el proceso en el quenacen todos los hechos espirituales, mostrndose as la falsedadde todo ese sistema de ideas sociales. Esta nueva visin llegabadesde Winckelmann y Herder, a travs de la escuela romntica,hasta Niebuhr, Jakob Grimrn, Savigny y Boeckh, y fue reforzadapor la reaccin frente a la revolucin. Se extendi en Inglaterragracias a Burke, y en Francia a travs de Guizot y Tocqueville.En la palestra de la sociedad europea se enfrent abiertamente

    Ges. Schr., pp, xv-xx.37

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    a las ideas del siglo XVIII en todo lo concerniente al derecho, elEstado o la religin. Animaba a esta escuela una perspectiva pu-ramente emprica, una amorosa profundizacin en la especificidaddel proceso histrico, un espritu universal en la consideracin dela historia que pretenda determinar el valor de cada hecho sin-gular partiendo nicamente del marco del desarrollo, as como unespritu histrico en la teora de la sociedad que buscaba en elestudio del pasado la explicacin y la regla de la vida presente yc?nce~a en definitiva la vida espiritual, en todos sus puntos, comohistoria. Un torrente de nuevas ideas ha fluido de ella a travsde innumerables canales, hacia todas las ciencias particulares,Pero la escuela histrica no ha roto hasta hoy las l imitacionesinternas que haban de obstaculizar tanto su desarrollo tericocomo su influencia sobre la vida. Su estudio y utilizacin de losfenmenos histricos careca de conexin con el anlisis de los he-chos de la consciencia y, por tanto, de fundamento en el nicosaber en ltima instancia seguro; careca, en suma, de una funda-mentacin filosfica. No haba una relacin sana con la teora delconocimiento y con la psicologa. Por eso no logr desarrollar unmtodo. ~~plic~ti~o. ni fue taI?Poco capaz por s misma, a pesarde su.VIS10nhistrica y su meto do comparado, de establecer unaconexin autnoma de las ciencias del espritu y de influir en lavida. As, pues, cuando Comte, Stuart Mill y Buckle trataron deresolver de nuevo el enigma del mundo histrico trasladando a llos principios y mtodos de las ciencias naturales, no pudo hacerotra cosa que reivindicar intilmente, sin ser capaz de desarro-llarla ni de fundamentarla, una visin ms viva y profunda frentea otr~ que, siendo ~1~~ pobre y superficial, dominaba sin embargoel anlisis, La oposicin de un Carlyle y de otros espritus llenosde vida contra la ciencia exacta fue un sntoma de esa situacintanto por la fuerza de su odio como por las limitaciones del len~guaje y la expresin. Y en medio de semejante inseguridad sobrelos fl;ndamentos de las ciencias del espritu, los investigadores serefugiaron en la mera descripcin o hallaron tal vez satisfaccinen ingeniosas concepciones subjetivas, cuando no se entregaronuna vez ms en brazos de una metafsica que promete al que con-fa en ella principios que podrn transformar la vida prctica.La experiencia de esta situacin de las ciencias del espritu meha llevado a intentar una fundamentacin filosfica del principiode la escuela histrica y de los trabajos de las ciencias particu-lares de la sociedad que hoy siguen estando bajo su influencia afin de dirimir as la disputa entre la escuela histrica y las teorasabstractas. En mis tr~?ajos me inquietaban cuestiones que, sindud.a, perturban tambin ~ todo historiador, jurista o poltico re-fleXIVO.De este modo surgieron en m, espontneamente, la necesi-dad y el plan de una fundamentacin de las ciencias del espritu.Cul.es l~ trama de proposiciones que subyace por igual al juiciodel historiador, a las conclUSIOnes del economista, a los concep-3 8

    tos del jurista, y permite determinar su certeza? Se r,emontadicha trama hasta la metafsica? Hay tal vez una filosofa de ,l~historia o un derecho natural sustentados en conceptos metafsi-cos? Y si ello no resulta admisible, dnde hallar un apoyo firmepara un marco de proposiciones que permita enlazar y dar segu-ridad a las ciencias particulares? .Las respuestas que Comte y los positivistas, Mill y los empi-ristas dieron a estas preguntas me parecan mutilar la realidadhistrica para adaptarla a los conceptos y mtodos de las cienciasnaturales. La reaccin contra estos intentos, representada de modogenial por el Microcosmos de Lotze, me pareca sacrificar la leg-tima autonoma de las ciencias particulares, la fuerza fecunda desus mtodos empricos y la certeza de los fundamentos a unaactitud sentimental que anhela resucitar de nuevo, nostlgcamen-te la satisfaccin del nimo a travs de la ciencia, irremisible-m~nte perdida. Slo en la experiencia interna, en los hechos de laconciencia, encontr un apoyo firme para mi pensamiento, y con-fo en que ningn lector dejar de reconocer, en este aspecto, lafuerza de la demostracin. Toda ciencia es ciencia de experiencia,pero toda experiencia posee su contexto original y su validez, de-terminada por l, en las condiciones de nuestra conciencia encuyo seno aparece, en la totalidad de nuestra naturaleza. Estepunto de vista, que reconoce consecuentemente la imposibilidadde remontarse ms all de estas condiciones, de ver sin ojos, pordecirlo as, o de dirigir la mirada del conocimiento detrs del ojomismo, lo designamos con el nombre de gnoseolgico; la cienciaactual no puede reconocer ningn otro. Pero se me hizo patente,adems, que la autonoma de las ciencias del espritu encontrabaprecisamente en este punto de vista una fundamentacin, tal comola necesitaba la escuela histrica. Nuestra imagen de la natura-leza entera se nos muestra desde l, en efecto, como una merasombra arrojada por una realidad que se nos oculta, mientras que,por el contrario, la realidad, tal como es, la poseemos nicamenteen los hechos de la conciencia que se dan en la experiencia inter-na. El anlisis de estos hechos constituye el centro de las cienciasdel espritu, y de este modo, segn el espritu de la escuela hist-rica, el conocimiento de los principios del mundo espiritual per-manece en el mbito de este mismo mundo, con lo que las cien-cias del espritu forman un sistema autnomo en s mismo.Si bien en estos puntos coincida en diversos aspectos con laescuela gnoseolgica de Locke, Hume y Kant, me vi llevado, sinembargo, a concebir la conexin de los hechos de la conciencia,en la que unos y otros coincidamos en reconocer el fundamentoentero de la filosofa de una forma distinta. Si excluimos unospocos planteamientos, que por lo dems no han alcanzado un de-sarrollo cientfico, como los de Herder y Wilhelm van Humboldt,podemos decir que hasta hoy la teora del conocimiento, tanto laempirista como la kantana, explica la experiencia y el conoci-

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    E l problema de una tundarnentacingnoseolgico-Igico-metodolgicade las ciencias del espritufinitiva, y en el punto concreto en que acta, est dedicada lalabor de su vida. . .Debido a la naturaleza misma del objeto, los C01lOC1l11Ientosnecesarios para la resolucin de la tarea se remor~ta~ hasta lasverdades que han de servir de funda~1e:1~0al cnoclln,Iento,a.ntode la naturaleza como del mundo histrico-social. ASI concebida,esta tarea, que se funda en las necesidades .de l~. vida prctic~,tropieza con un problema planteado por la situacin de la teonapura. . . . 1Las ciencias que tienen como objeto la realI~~d hIs~onCO-socIabuscan ms afanosamente que nunca su conexion recIproca y sufundamentacin. En esta direccin cooperan, al lad~ de causasque obedecen al estado de las ciencias l?ositivas p~rtIculares, po-derosos impulsos nacidos de las conmociones exper~m~ntadas porla sociedad desde la Revolucin Francesa. El conocimiento de .lasfuerzas vigentes en la sociedad, de las causas que han producidosus conmociones, de los instrumentos de un sano progreso pre-.sentes en ella se ha convertido en una cuestin vital para nuestracivilizacin. A ello responde la creciente importancia de las cien-cias de la sociedad frente a las de la naturaleza; en las grandesdimensiones de nuestra vida moderna se est produciendo, en elinters cientfico una transformacin semejante a la que tuvo lu-O,U en las pequeas ciudades griegas de los siglos v y IV a.C.,~uando los cambios sufridos por esta sociedad generaron las teo-ras negativas del derecho natural de los sofistas y, frente a ellas,[os trabajos de las escuelas socrticas acerca del Estado.

    LIBRO PRIMERO (INTRODUCTORIO) DE LA INTRODUCCINA LAS CIENCIAS DEL EspRITU: PANORAMA DE LA CONEXINDE LAS CIENCIAS PARTICULARES DEL ESPRITU, EN EL QUE SE MUESTRALA NECESIDAD DE UNA CIENCIA FUNDAMENTADORA.i (1883)1. Propsito de esta Introduccina las ciencias del espritu

    Desde las famosas obras de Bacon, los escritos que se ocupande los fundamentos y mtodos de las ciencias de la naturaleza eintroducen, por tanto, a su estudio han sido redactados en espe-cial por los propios cientficos, siendo los ms conocidos entreellos los trabajos de sir John Herschel. Surgi entonces la nece-cidad de prestar un servicio semejante a los que se ocupan de lahistoria, la poltica, la jurisprudencia o la economa pol tica,la teologa, la literatura o el arte. Los que se dedican a estas cien-cias suelen encaminarse a ellas a partir de las necesidades prc-ticas de la sociedad, del objetivo de una formacin profesionalque dote a los rganos directivos de la sociedad de los conoci-mientos necesarios para el desempeo de sus tareas. Sin embargo,esta formacin profesional slo capacitar a los individuos paralograr aportaciones destacadas en la medida en que traspase loslmites de un adiestramiento tcnico. La sociedad es comparablea una gran mquina en movimiento que se mantiene en marchadebido a los servicios de innumerables personas: quien en su senose halle provisto nicamente de la tcnica particular de su profe-sin se encontrar, por muy brillantemente que la domine, en lasituacin de un trabajador que durante toda su vida se ocupe deun solo punto de dicha mquina, sin conocer las fuerzas que laponen en movimiento y sin tener una idea de las otras partes delingenio ni de su cooperacin en el fin del conjunto. Ser un ser-vicial instrumento de la sociedad, pero no un rgano que contri-buya a configurarla conscientemente. Esta introduccin pretendefacilitar al poltico y al jurista, al telogo y al pedagogo la tareade conocer la relacin de los principios y reglas por los que serige con la vasta realidad de la sociedad humana, a la que en de-

    n. Las ciencias del espritu constituyen un todo autnomoal lado de las ciencias de la naturalezaEn esta obra incluimos bajo el rtulo de ciencias del espri-tu la totalidad de las ciencias que tienen como objeto la realidadhistrico-social. El concepto de estas ciencias, en cuya virtud cons-tituyen un todo, as como su delimitacin frente las ciencias de.l~naturaleza, slo podrn recibir explicacin y fundamento definiti-va a lo largo de esta obra; estando ahora en sus comienzos, .noslimitaremos a fijar el sentido en el que vamos a emplear dichaexpresin, indicando asimismo, de modo provisional, el compen-dio de los hechos en que se basa la delimitacin de semejante

    totalidad unitaria de las ciencias del espritu frente a las cienciasde la naturaleza.En el uso del lenguaje se entiende por ciencia un conjunto deproposiciones cuyos elementos son conceptos: se hall~n, pue~, com-pletamente determinados y poseen constancia y validez universalen el conjunto del contexto intelectual, cuyos enlaces estn funda-mentados y en el que las partes, finalmente, se vinculan en unatotalidad : : 1 los fines de la comunicacin, bien sea porque una par-Ceso Sclu., I pp. 3-9, 14-49,86-92,1l6-120,4 4 3

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    te de la realidad sea pensada plenamente mediante este enlacede proposiciones, bien porque mediante l se regula una raI?a ~ela actividad humana. Designamos, pues, con el nombre de cienciatodo conjunto de hechos espirituales que posea las caractersticasmencionadas y al que, en consecuencia, se suele aplicar, esa. deno-minacin: de este modo fijamos, provisionalmente, el mbito denuestra tarea. Estos hechos espirituales que se han desarrolladohistricamente en la humanidad y a los que el uso comn del len-guaje ha aplicado la designacin de cienc~as del hombre, de lasociedad de la historia constituyen la realidad que pretendemos,no ya d~minar, sino p~r lo menos co.ml?render. El. mtodo emp-rico exige que el valor de los procedimientos particulares de losque el pensamiento se sirve en este campo para res~lver sus ta-reas se establezca en trminos histrico-crticos atendiendo a esteconjunto de ciencias, y asimismo que la naturaleza del. sabe~-,ydel conocer en este campo se esclarezca mediante la consideracinde este oran proceso cuyo sujeto es la humanidad misma. Seme-jante mtodo se opone a otro que re~i~~temente practican condemasiada frecuencia los llamados positivstas y que consiste enderivar el contenido del concepto de ciencia a partir de una de-terminacin conceptual extrada sobre todo de los trabajos cien-tfico-naturales decidiendo luego con ese patrn qu actividadesintelectuales merecen el nombre y el rango de ciencia. De estemodo algunos, partiendo de un concepto arbitrario del saber, hannegado el rango de ciencia, con una confusa estrechez .de miras, ala historiografa practicada por grandes maestros, mientras qu~otros se han credo en la obligacin de transformar en conoci-miento de la realidad aquellas ciencias que tienen como funda-mento imperativos, y no juicios acerca de la real.idad.El complejo de hechos espirituales que cae bajo este conceptode ciencia suele dividirse en dos miembros, de los que uno se de-sizna con el nombre de ciencias de la naturaleza; para el otro,e; cambio, y sorprendentemente, no existe una denominacin ge-neralmente aceptada. Por mi parte, suscribo el uso. de aquell~spensadores que designan esta otra mitad del globus intellectualiscon la expresin ciencias del espritu. Por una part~, es~a. de-siznacin ha llegado a ser habitual y generalmente inteligible,debido en oran medida a la amplia difusin de la Lgica de JohnStuart Mill Por otra parte, y comparada con las den?-s ~enomi-naciones, poco adecuadas, entre las que podemos elegir, dicha .ex.presin parece la menos inadecuada. Expresa de modo muy Im-perfecto el objeto de estos estudios, ya que en ello~ los h~cho~ .dela vida espiritual no se hallan separados de la umdad pSlcoflslcade vida que constituye .la naturaleza hUI?3l?a: Una ~eona que pre-tenda describir y analizar los hechos histrico-socia les .n~ puedeprescindir de esa totalidad de la naturaleza humana y limitarse alo espiritual. Pero la expresin. cOl~1parte este ?efecto co~ to~aslas que han sido empleadas; ciencia de la sociedad (sociologa),4 4

    ciencias morales, histricas, ciencias de la cultura: todas e.stasdenominaciones adolecen del mismo defecto, el de ser demasiadoestrechas en relacin con el objeto que deben expresar. Y el nom-bre que aqu hemos escogido tiene, al menos, la ventaja de sealaradecuadamente el crculo central de hechos a partir del cual seha visto realmente la unidad de estas ciencias, se ha trazado sumbito y se ha llevado a cabo, por imperfectamente que hayasido su delimitacin frente a las ciencias de la naturaleza.: l motivo por el que ha nacido la costumbre de separar estasciencias como unidad de las de la naturaleza se remonta a lasprofundidades y a la totalidad de la auto conciencia huma.na. Sinestar alertado todava por las investigaciones sobre el ongen delo espiritual, el hombre encuentra en esa auto conciencia una so-berana de la voluntad, una responsabilidad por las acciones, unacapacidad de someterlo todo al pensamiento : f de resistir a to~oen la libertad amurallada de su persona, gracias a 10 cual se dIS-tinzue de la naturaleza entera. De hecho, se halla dentro de sta,o . . ..por emplear una expresin de Spinoza, como un tnipertum. m l1n~perio: Y puesto que para l existe nicamente 10 que es hecho desu conciencia, todo valor, todo fin de la vida reside en ese mundoespiritual que acta en l de modo autnomo y toda la meta desus acciones consiste en la creacin de hechos espirituales. As,pues, separa del reino de la naturaleza un reino de la historiaen el cual en medio de la trama de una necesidad objetiva, queconstituye' la naturaleza, centellea la libertad en innumerables pun-tos de esa totalidad; en oposicin al curso mecnico de los cam-bios naturales, que ya contiene en germen todo lo que sucede enl los hechos de la voluntad producen aqu, con su derroche defuerza y sacrificio, cuyo significado capta inmediatamente el indioviduo en su experiencia, algo realmente nuevo y originan un de-sarrollo en la persona y en la humanidad, ms all de la repeti-cin varia y yerma del curso natural en la conciencia, idea que,convertida en ideal del progreso histrico, hace las delicias de losidlatras de la evolucin intelectual.La poca metafsica, para la que esta diferencia de fundamen-tos explicativos se present en seguida como una diferencia sus-tancial en la articulacin objetiva del nexo csmico, ha luchadoen vano por establecer y fundamentar frmulas que sirvieran debase objetiva a esta diferencia entre los hechos de la vida espiri-tual y los del curso de la naturaleza. Entre todos los cambiossufridos por la metafsica de los antiguos en manos de los pensa-dores medievales, ninguno ha estado ms preado de consecuen-cias que aquel por el cual la determinacin de la diferencia entre

    1. Con gran genialidad expresa Pascal este sentimiento vital: Penses. Art. 1.Toutes ces misres prouvent sa grandeur. Ce sont misres de grand seigneur, mis-res d'1LI mi dpossd, (3) Nous avons une si grande ide de l'me de l'hommc, que1/OIIS nc POILVOl S souiirir d en tre mpriss, e/ de ntre pas dans testime dunee (5 ) (Ocuvres, Pars, 1866 , 1, pp. 248 , 249).

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    el mundo de los espritus y el de los cuerpos, as como, posterior-mente, la relacin de ambos mundos con la divinidad, pasaron aocupar el centro mismo del sistema, en conexin con los movi-mientos religiosos y teolgicos que todo lo dominaban y en cuyoseno se hallaban esos pensadores. La principal obra metafsica dela Edad Media, la Sumrna de veritate catholicae fidei de Tomsde Aquino, traza a partir de su segundo libro una articulacin delmundo creado, en el cual la esencia (essentia, quidditas) se dis-tingue del ser [esse}, mientras que en Dios ambos son una solacosa; 2 en la jerarqua de los seres creados justifica como un miem-bro supremo necesario las substancias espirituales, que no se com-ponen de materia y forma, sino que son incorpreas per se: losngeles; separa de ellas las substancias intelectuales o formas sub-sistentes incorpreas que para completar su especie (es decir, laespecie hombre) necesitan de cuerpos, y desarrolla en este punto,en lucha contra los filsofos rabes, una metafsica del esprituhumano cuya influencia puede rastrearse hasta los ltimos escri-tores metafsicos de nuestros das; J de este mundo de substanciasimperecederas separa aquella parte de lo creado que tiene su esen-ci