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    Perfiles LatinoamericanosFacultad Latinoamericana de Ciencias [email protected] (Versin impresa): 0188-7653MXICO

    2007Alejandro BlancoLA TEMPRANA RECEPCIN DE MAX WEBER EN LA SOCIOLOGA ARGENTINA

    (19301950)Perfiles Latinoamericanos,julio-diciembre, nmero 030

    Facultad Latinoamericana de Ciencias SocialesDistrito Federal, Mxico

    pp. 9-38

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    http://redalyc.uaemex.mx

    mailto:[email protected]://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/mailto:[email protected]
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    Julio

    Diciembre2007

    * Universidad Nacional de Quilmes/CONICET.

    La temprana recepcin de Max Weberen la sociologa argentina (19301950)

    ALEJANDROBLANCO*

    Resumen

    Antes de las primeras traducciones de Max Weber al espaol, Historia econmica general y Economa ysocie-dad, ambas editadas por el Fondo de Cultura Econmica en 1942 y 1944 respectivamente, su pensamiento

    ya era conocido en Argentina por aquellos que tenan a su cargo la enseanza de la sociologa en las universi-dades. Las primeras referencias a sus trabajos aparecieron a comienzos de la dcada de 1930 en un contextointelectual caracterizado, en trminos generales, por una revuelta contra el positivismo y la difusin del pen-samiento alemn en general y del pensamiento sociolgico en particular. Durante aquel perodo la sociologaera un campo emergente y los socilogos enfrentaban la tarea de justificar su dominio de conocimiento ysus respectivas perspectivas analticas. En este contexto, se podra preguntar, quin fue Weber para loslectores argentinos? Qu temas de su vasta obra fueron seleccionados en el contexto de las preocupacio-nes locales? Este ensayo explora, entonces, las diferentes interpretaciones de las ideas de Max Weber eintenta mostrar cmo estas ltimas se articularon con diferentes concepciones de la disciplina.

    AbstractMax Webers thought was known in Argentinas scholarly milieu in the years preceding the first translationsinto Spanish of his works, Historia Econmica Generaland Economa ySociedad, both edited by Fondode Cultura Econmica in 1942 and 1944 respectively. The first references to Weber s oeuvre appearedat the beginning of the 30s in an intellectual context characterized by the revolt against positivism andthe diffusion of German thinking in general, and its sociological thinking, in particular. During thatperiod, sociology was an emerging field and sociologists faced the task of justifying their practice andkinds of approach. Nevertheless, there were different views of the discipline each of which articulating aspecific interpretation of Weber s contribution. Given this situation, we may wonder, who was Weberfor argentine readers? Which themes of his vast work were selected in the context of local intellectualconcerns? In sum, this paper explores the different interpretations of Max Weber ideas showing howthese became articulated with the different conceptions of the discipline struggling for supremacy in agiven, still incipient, disciplinary field.

    Palabras clave:sociologa, recepcin, Max Weber, interpretacin.Key words:sociology, reception, Max Weber, interpretation.

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    La temprana recepcin de Max Weber en la sociologa argentina (19301950)1

    En 1944, el Fondo de Cultura Econmica protagoniz un hecho sorprendenteal poner a disposicin de los lectores de habla hispana la primera versin integral enlengua extranjera de Economa y sociedad, la obra de mayor aliento terico de MaxWeber.2Dos aos antes, la misma editorial haba publicado del autor Historia econmicageneral. Aunque el examen de las repercusiones de ese evento editorial en el contextode una historia de las ciencias sociales en Amrica Latina es, todava, una asignaturapendiente (que repercusiones tuvo esa primera edicin castellana de Weber?, qui-nes se interesaron y por qu en su obra?) hay un hecho, sin embargo, sobre el quequisiera llamar la atencin: en la Argentina la figura de Weber ya era conocida antesdelas primeras traducciones al castellano.

    En efecto, en 1932 Ral Orgaz consagr un captulo de La ciencia social contempo-rneaa un examen de su obra (Orgaz, 1932a). Nueve aos ms tarde, Alfredo Poviapublic La metodologa sociolgica de Max Weber (Povia, 1941) y ese mismo ao,Renato Treves se ocup de Weber en Sociologa y filosofa social(Treves, 1941). En fin,que su figura era relativamente conocida lo revela el comentario que Roberto Fraboschiconsagr en el Boletn del Instituto de Sociologaa la aparicin de Economa y sociedad.En efecto, como disculpando la plida y escueta resea concedida al libro, Fraboschireconoca que esta obra es ya suficientemente conocida a travs de citas y comenta-rios. Nos limitamos, por lo tanto, a dar esta simple noticia de la aparicin en castellanode este estudio que ha de interesar a los estudiosos en ciencias sociales (Fraboschi,1944: 364). Finalmente, y tambin a propsito de la aparicin de Economa y sociedad,Francisco Ayala consagr dos notas a Weber en el diario La Nacin(Ayala, 1947). Todos los autores mencionados eran profesores de sociologa en las principalesuniversidades argentinas y miembros del consejo de una institucin consagrada a losestudios sociolgicos, el Instituto de Sociologa de la Facultad de Filosofa y Letras dela Universidad de Buenos Aires, creado por Ricardo Levene en 1940. Fue entonces en-tre los socilogos o mejor dicho, en el campo de la sociologa universitaria antes

    que entre los filsofos o los historiadores donde la obra de Weber despert inters yencontr a sus primeros intrpretes. Pero, qu Weber?, el proponente de una nueva

    1 Una versin ligeramente diferente de este trabajo fue publicada en DADOS. Revista de Cincias Sociais, IUPERJ,Rio de Janeiro, vol. 47, nm. 4, 2004.

    2 La primera edicin italiana es de 1962 y la anglosajona de 1968 (aunque en 1947 una parte de la obra fue editada

    bajo el ttulo de The Theory of Social and Economic Organization, traducida por A.M. Henderson y T. Parsons).La edicin francesa, que incluye solamente la primera parte, apareci en 1971.

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    visin de la ciencia social?, el terico de la racionalizacin?, el portavoz de una so-ciologa comprensiva?, el heraldo de una renovada concepcin de la accin humana?,el exponente de una sociologa histrica comparada? En principio, y ms all de la respuesta a dichos interrogantes, lo que primero

    llama la atencin es el carcter temprano de esa recepcin comparada con lo queocurri en los pases centrales. En efecto, y segn la evidencia emprica disponible,durante la primera mitad del sigloXXla figura de Weber permaneci prcticamenteignorada en los pases centrales, al menos entre los socilogos. En Alemania, la re-cepcin de Weber durante los aos de la Repblica de Weimar fue extremadamenteselectiva y, en rigor, bastante dbil a la luz de la totalidad de su obra. Ciertamente,la tesis de Weber sobre el protestantismo fue ampliamente discutida en los mediosintelectuales alemanes, pero fundamentalmente por la comunidad de los historiado-res. Los profesores de sociologa del perodo, Vierkandt, Rumpf, von Wiese, Geiger,

    Freyer, Meusel y Dunckmann apenas se refirieron a Weber (Shils, 1970; Schroeter,1980). La atencin prodigada a la aparicin de Economa y sociedadcorri por cuentade aquellos que no eran socilogos y se hallaban al margen de las disciplinas estable-cidas. Revelador en este respecto es el hecho de que entre 1922 y 1947 se vendieronmenos de 2 000 copias de dicha obra frente a las 12 000 del ahora olvidado trata-do de Gustav Schmoller, Grundrif der allgemeinen Volkswirtschaftlehre, entre 1900 y1920 (Ksler, 1988). Outsider, o simplemente ignorado, el redescubrimiento deWeber en la Alemania de posguerra se puso en movimiento a travs de la mediacinnorteamericana, y en especial, de la interpretacin, que se volvera influyente, de

    Talcott Parsons (Parsons, 1968). Algo no muy diferente ocurri en Francia. Ni Durkheim, ni su escuela, comotampoco la Revue Internationale de Sociologie otorgaron la menor atencin a Weber.En una fecha tan tarda como 1959 apareci la primera versin francesa de un textode Weber, Le savant et le politique, traducido por Julien Freund y acompaado de unestudio introductorio de Raymond Aron. Hacia los aos treinta, Raymond Aron,en principio, y Julien Freund, ms tarde, emprendieron la difusin de Weber, perolos frutos de esos esfuerzos se hicieron sentir veinte aos ms tarde (Pollak, 1986;

    Hirschhorn, 1988). En Inglaterra la recepcin fue casi paralela a la que tuvo lugar enEstados Unidos, aunque el proceso fue mucho ms lento a raz del tardo estableci-miento de la sociologa en las universidades. En la entreguerra los socilogos tuvie-ron alguna participacin en el debate en torno a la tica protestante, estimulados enparte por la aparicin, en 1926, del libro de Richard Tawney, Religion and the Rise ofCapitalism, y por entonces, igualmente, los escritos metodolgicos de Weber comen-zaron a recibir atencin en los trabajos de Morris Ginsberg. Pero no fue sino hacia laposguerra, y en parte debido a una expansin de la enseanza de la sociologa en el

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    sistema universitario, que su obra concit un inters sostenido entre los socilogos(Kivisto y Swatos, 1988). Tambin en Italia Weber permaneci desconocido. Ni enVilfredo Pareto, ni en Rodolfo Mondolfo como tampoco en Antonio Labriola es posi-ble hallar referencias a su obra. Solamente en un protegido de Weber, Robert Michels,

    pero sin eco alguno (Shils, 1970).En rigor, fue en Estados Unidos donde la obra de Weber alcanz la ms rpida y

    amplia difusin. Sin embargo, y con excepcin de La tica protestante y el espritu delcapitalismo, traducida por Talcott Parsons en 1930, los trabajos ms relevantes fueroneditados en la posguerra.3Ciertamente, hacia las primeras dcadas del sigloXXexistaun cierto conocimiento de Weber que se debi, en buena medida, a Frank Knight,un economista institucional que en 1927 tradujo Wirtschaftgeschichtecomo GeneralEconomic History. Pero lo cierto es que Weber, era conocido ms como historiadoreconmico o economista que como socilogo. En su autobiografa, Talcott Parsons

    confes no haber odo mencionar el nombre de Max Weber durante los aos veinteni en el Amherst College de Massachusetts ni en la London School of Economics.(Parsons, 1970). En rigor, quienes leen y difunden a Weber en Estados Unidos son,en realidad, aquellos que se han graduado en Alemania, especialmente en la propiauniversidad de Weber, Heidelberg, y en su mayora son de origen alemn (TheodoreAbel, Alexander von Schelting, Pitirim Sorokin, Howard Becker, Paul Honigsheim,Talcott Parsons, Albert Salomon, Carl Meyer, Adlph Lowe, Alfred Schutz, Hans Speier,Hans Gerth y Reinhard Bendix). Todos ellos escribieron sobre Weber desde los aosveinte en adelante, pero no fue sino hasta los treinta que comenzaron a desplegar una

    labor activa en las universidades norteamericanas (Shils, 1970; Platt, 1985; Kivistoy Swatos, 1988). En resumen, la literatura relativa al tema confirma la impresin deque, salvo en Estados Unidos, Weber no fue una figura relevante en los medios so-ciolgicos antes de la posguerra y que, en rigor, sus ideas devinieron influyentes en elviejo continente a partir de la mediacin norteamericana.

    Ahora bien, a qu circunstancias debemos este temprano inters en la figura deWeber entre nuestros socilogos? Dado que la recepcin de un autor est siempre aso-ciada, de un modo o de otro, a los proyectos y apuestas intelectuales y cientficas de

    sus diferentes receptores, todo fenmeno de recepcin es, inevitablemente, selectivo.Segn sea la naturaleza y el alcance de esos proyectos y apuestas intelectuales, determi-nados campos temticos sern privilegiados en lugar de otros. Y bien, en torno a qucampos temticos y con qu proyectos tericos estuvo centrada esa primera recepcin

    3 En orden sucesivo, Fromm Max Weber: Essays in Sociology, 1946 (tr. H. Gerth y C. W. Mills); The Theory of Socialand Economic Organization, 1947 (tr. T. Parsons y A.M. Henderson); y The Methodology of the Social Sciences,1949 (tr. E. Shils y M. Finch).

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    de Weber en la Argentina? El estudio de las referencias a un autor extranjero ha ob-servado Michel Pollak suele transformarse en revelacin de las tensiones y los polosque estructuran las lneas de fuerza de un determinado campo intelectual (Pollak, 1986).Las primeras referencias a Max Weber en la Argentina aparecieron en un momento en

    que la sociologa era, todava, una disciplina en formacin y, como tal, deseosa de afir-mar su legitimidad intelectual en el sistema universitario. Diferentes concepciones desus tareas como de sus mtodos estaban por entonces en discusin. Fue precisamenteen este contexto en que la obra de Weber estuvo en el centro de la atencin de los pro-fesores de sociologa y lleg a convertirse en un objeto de disputa entre los primeroscomentaristas. En este trabajo explorar las distintas interpretaciones de las ideas deMax Weber e intentar mostrar cmo estas ltimas se articularon con concepcionesdiferentes, y hasta rivales, de una disciplina por entonces en formacin.

    Difusin editorial y enseanza universitaria

    En 1934, Ricardo Levene, por entonces profesor titular de sociologa de la Facultadde Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, presentaba la edicin caste-llana de Filosofa de la sociedad y de la historia, de Alfred Vierkandt, en los siguientestrminos: Los estudios de sociologa exigen especializacin filosfica y jurdica. Taldisciplina y su amplio desenvolvimiento es el dominio abarcado por el socilogo au-tntico, remplazando a cientifistas y pragmatistas, los que declaman sobre el imperio

    de las leyes naturales absolutas rigiendo las sociedades humanas como a la naturalezay confunden su contenido con una medicina social (Levene, 1934: 2).

    Estas palabras resumen, de algn modo, el contexto intelectual ms general comolas preocupaciones que dominaron los medios filosficos y sociolgicos durante ladcada de 1930, contexto caracterizado por lo que se dio en llamar la reaccin anti-positivista de cuo espiritualista (Romero, 1952). Un rasgo de esa reaccin, como sedesprende de las afirmaciones de Levene, estuvo constituido por la importancia dadaa la filosofa y el derecho en la comprensin e interpretacin de la vida social, frente

    al privilegio otorgado por el positivismo a las ciencias naturales. En el nuevo climaintelectual, los derechos del espritu se anteponan a un cientificismo materialista ymecanicista cuya aproximacin naturalista a la vida social, segn se argumentaba, ter-minaba reduciendo todo lo referente al comportamiento humano a las frreas leyesde la materia. Al mismo tiempo, se cuestionaba la pretensin positivista de transferirmtodos que solo resultaban vlidos para analizar el mundo material al dominio delo subjetivo el cual, incuantificable por naturaleza, deba quedar sometido a un tipode saber que fuera capaz de poner de relieve la autonoma de la personalidad.

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    En el contexto de esa reaccin positivista, y especialmente en los medios filos-ficos, la cultura alemana se convirti en una referencia central en la crtica al positi-vismo. Dilthey, Husserl, Heidegger y Hartmann se contaron entre los filsofos msfrecuentados. La Revista de Occidentey la Biblioteca de Ideas del siglo XX, ambas bajo

    la direccin de Ortega y Gasset, se constituyeron en los canales ms significativosdel ingreso y difusin de la cultura alemana en los crculos doctos (Lpez Campillo,1972). La editorial de la Revista de Occidentepublic entre 1924 y 1936 unos 205ttulos distribuidos entre las 20 colecciones con que contaba. La coleccin NuevosHechos, Nuevas Ideas, la ms importante en el dominio de la filosofa y de las cien-cias sociales, edit 39 ttulos entre 1925 y 1935.4

    Un efecto derivado de esa apertura a la cultura alemana fue la implantacin edi-torial de la sociologa alemana en la Argentina. En efecto, a partir de los aos veintela Revista de Occidentelanz al mercado las primeras traducciones de las principa-

    les figuras de la sociologa alemana: seis ttulos de George Simmel, tres de OthmarSpann y dos de Ferdinand Tnnies, Hans Freyer y Werner Sombart, respectivamen-te.5A partir de los treinta, a su vez, la sociologa alemana comenz a ganar impor-tancia en los escritos de nuestros profesores de sociologa. Ral Orgaz escribi sobreSimmel y Vierkandt (Orgaz, 1932b) y consagr tres captulos de su libro La cienciasocial contemporneaa un examen de la ciencia social en Alemania, en el que incluysu ensayo sobre Max Weber (Orgaz, 1932a). En dos ensayos publicados en Cursosy conferencias, Alfredo Povia se ocup de Simmel, Vierkandt y von Wiese (Povia,

    4 Entre ellos, ocho ttulos de Max Scheler: El saber y la cultura(1926), El resentimiento de la moral(1927) y Elpuesto del hombre en el cosmos(1929), por mencionar algunos; Lujo y capitalismo, de Wernert Sombart (1928);los cuatro tomos de las Investigaciones lgicas(1929), de Edmund Husserl; tres ttulos de Hegel, Filosofa de lahistoria, Fenomenologa del esprituy Filosofa del derecho, y, finalmente, de George Simmel, Filosofa de la coque-tera(1924) los seis tomos de la Sociologa(1927) y Cultura femenina(1934). Aunque llegara a editar un solottulo, la editorial cont igualmente con una coleccin de Estudios Sociolgicos en la que apareci La familia(1930), de Ferdinand Lyer Mller.

    5 De Georg Simmel, El conflicto de la cultura moderna, Universidad Nacional de Crdoba, 1923; Ensayos estticos.El asa. Las ruinas, Revista de Occidente, 1924; Lapersonalidad de Dios, Revista de Occidente, 1934; Cultura

    femenina y otros ensayos(edicin aumentada), Revista de Occidente, 1934 y Schopenhauer y Nietzsche, Beltrn, 1915,que fue posteriormente traducido por Francisco Ayala en la editorial Schapire en 1944. De Ferdinand Toennies,Evolucin de la cuestin social, Labor, 1927 y Vida y doctrina de Thomas Hobbes, Revistade Occidente, 1932;de Hans Freyer, Los sistemas de la historia universal, Revista de Occidente, 1931 y El despertar de la humanidad,EspasaCalpe, 1932; De Werner Sombart, Lujo y capitalismo, Revista de Occidente,1928 y La industria, Labor,1931. De Othmar Spann Filosofa de la sociedad, Revista de Occidente, 1933, Teoras principales de la economa

    poltica, Revista de Occidente, 1934 e Historia de las doctrinas econmicas, Revista de Derecho Privado, 1935; deAlfred Vierkandt, Filosofa de la sociedad y de la historia, Biblioteca de la Universidad Nacional, La Plata, 1934;de Alfred Weber, La crisis de la idea moderna del Estado en Europa, Revista de Occidente, 1932, y finalmente,Sociologa, Labor, 1932, de Leopold von Wiese.

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    1933a, 1933b). Hacia los aos cuarenta, la atencin se desplaz hacia Hans Freyer yMax Weber (Povia, 1939, 1941a; y Treves, 1941).

    Esa implantacin editorial de la sociologa alemana pronto se hara sentir tantoen la enseanza de la disciplina como en los modos de su comprensin. En efecto, si

    hasta esa fecha los nombres que estn en el centro de la atencin de nuestros profe-sores de sociologa son los de Herbert Spencer, Augusto Comte, Franklin Giddings,Emile Durkheim y Gabriel Tarde, hacia la dcada de 1930 los programas de ensean-za incorporan lecturas de G. Simmel, L. Von Wiese, A. Vierkandt, R. Stammler, M.Scheler, O. Spann, F. Tnnies, H. Freyer, K. Mannhiem y M. Weber. Algo no muydiferente puede observarse en los programas de sociologa de otros pases de AmricaLatina (Povia, 1941b).

    A su vez, y como parte de aquella reaccin antipositivista ya mencionada, la au-tocomprensin positivista de la sociologa vigente hasta las primeras dcadas del

    sigloXXse vio desplazada por una autocomprensin culturalista, que presupona eltrazado de una rgida frontera entre la investigacin emprica o sociografa y la socio-loga pura o ciencia de la cultura. De acuerdo a esta nueva visin, sobre la que existaun relativo consenso entre los practicantes de la disciplina, la sociografa, guiada pormtodos naturalistas, era concebida como disciplina auxiliar de la sociologa; a estaltima quedaba reservada la tarea de conocer aquella dimensin de la vida social que,dada su naturaleza eminentemente espiritual, exiga una aproximacin en los trmi-nos de una comprensin intuitiva. De algn modo, el perodo en que el que la sociologa alemana se integra a los

    programas de enseanza de la sociologa coincide con esa apertura e implantacineditorial de la cultura alemana en la Argentina. A partir de entonces, y hasta fines delos aos cuarenta, la sociologa alemana se convertira en un importante universode referencia entre los practicantes de la disciplina. Revelador sobre este punto hayun hecho: en 1938 Alfredo Povia obtuvo el cargo de Profesor Adjunto de Sociologaen la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires con un extensoescrito sobre Hans Freyer (Povia, 1939). Ciertamente, aunque llamativa, esta propagacin de la sociologa alemana no era un

    rasgo exclusivo de los medios intelectuales argentinos. En rigor, el mismo ascendientey prestigio tena dicha tradicin en los pases centrales como en algunos de AmricaLatina, y estaba en el centro de la atencin internacional de todos aquellos que porentonces estaban a la bsqueda de los fundamentos epistemolgicos que fueran ca-paces de proporcionar a la sociologa respetabilidad disciplinaria en el concierto delas ciencias sociales. Como es bien sabido, a mediados de los aos veinte el socilogonorteamericano Talcott Parsons se dirigi a Alemania un viaje, por lo dems, quecontinuaba el patrn de sus inmediatos predecesores que se dirigieron all en busca

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    de la ciencia social (Levine, Carter, y Gorman 1976) y a su regreso publicara par-te de su tesis doctoral referida a la interpretacin del capitalismo en dos autores ale-manes, Werner Sombart y Max Weber (Parsons, 1928 y 1929). Ms tarde, en 1937,publicaba La estructura de la accin social, una obra que, de alguna manera, cambiara

    el curso de la sociologa y que no puede explicarse sino a partir de su encuentro conla cultura sociolgica alemana, especialmente con la figura de Max Weber (Parsons,1970). Desde Francia, Raymond Aron sigui un itinerario similar, y escribi a su re-greso, por expreso pedido de Celestin Bougl, el informe ms comprehensivo y quizpor entonces ms consultado sobre la sociologa en Alemania, La sociologie allmandecontemporaine(Aron, 1936). Tanto Parsons como Aron lideraran, aunque con des-igual fortuna, la introduccin de la sociologa alemana en sus respectivos pases (Shils,1970; Hirschhorn, 1988). Tambin en Amrica Latina la sociologa alemana hallarafuerte resonancia, especialmente en Mxico y Brasil. En Mxico, el grupo editorial

    del Fondo de Cultura Econmica y la Revista Mexicana de Sociologa, animadas porun grupo de exiliados espaoles, obraran como los principales focos de difusin(Zabludovsky, 1998 y 2002). En Brasil, dicha difusin fue canalizada a travs de larevista Sociologa, fundada en 1939 por Emlio Willems (Villas Boas, 1994 y 2006).

    En cualquier caso, revuelta contra el positivismo e ingreso editorial de la cultu-ra alemana, en este contexto es que la obra de Max Weber comienza a ser objeto deatencin en los medios sociolgicos. Con todo, durante los aos treinta la presenciade Weber en el concierto de los autores alemanes es todava relativamente marginal.Simmel, Vierkandt y von Wiese acaparan las preferencias. El ndice onomstico de la

    Historia de la sociologa en Latinoamricade Alfredo Povia, publicada en 1941, reflejade algn modo esto ltimo: el nombre de Max Weber tiene siete entradas frente a las32 de Durkheim, 22 de Tarde y 19 de Simmel. Marginal es tambin la presencia de Weber en el campo editorial. En efecto, auncuando para la poca como se ha visto las ediciones castellanas de socilogosalemanes se incrementan de manera notable, la obra de Max Weber no figura entreellas. Todava ms. La seccin Proposiciones para futuras traducciones: (libros cuyatraduccin es deseable) del catlogo Filosofa alemana traducida al espaoltampo-co incluye ningn ttulo de Weber (SchmidtKoch, 1935).El catlogo sugera, encambio, Soziologie als Wirklichkeitswissenschaft, de Hans Freyer, que ms tarde seratraducida por Francisco Ayala para su coleccin Biblioteca de Sociologa de la edi-torial Losada; Lebensanschauung, de George Simmel, Die drei Nationalkonomien,de Werner Sombart, Einheit der Sinney Die Stufen des Organischen und der Mensch,de Hemult Plessner, y Gemeinschaft und Gesellschaft, de Ferdinand Toennies, que seratambin editado ms tarde por Ayala en la coleccin de Losada. El dato es, en ciertomodo, revelador del estado del campo: hacia mediados de la dcada de 1930 la so-

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    ciologa alemana se resume fundamentalmente en los nombres de Simmel, Toennies,Sombart, Spann, Freyer y Vierkandt, entre otros, y nos pone en guardia frente a lacorriente ilusin retrospectiva de asignar a Weber, a la luz de su importancia con-tempornea, un lugar en el pasado que por entonces no tena.

    Las primeras interpretaciones

    Sin embargo, y como fuera subrayado ms arriba, ya hacia los aos cuarenta Webercomienza a ganar mayor notoriedad entre nuestros profesores de sociologa y su obraes objeto de una atencin ms sistemtica. En 1947, Gino Germani, que por entoncesdiriga la coleccin de libros de ciencias sociales Ciencia y Sociedad en la editorialAbril, anunciaba la prxima aparicin de La sociologa alemana, de Raymond Aron,

    en los siguientes trminos: adems de un estudio sobre los socilogos alemanes de-ca [el libro de] Aron presta una consideracin especial a Max Weber, dedicn-dole un extenso captulo de la obra.6La inscripcin revela entonces no solamente laimportancia y reputacin de la sociologa alemana entre el pblico de habla hispana,sino tambin la importancia que haba adquirido Weber en la constelacin de dichatradicin. Por lo dems, en las comunicaciones presentadas en la Primera ReuninNacional de Sociologa, celebrada en Buenos Aires en 1950, las reiteradas referenciasa Max Weber sugieren que la invocacin de su nombre era ya un lugar comn de laconversacin en la comunidad de los socilogos (Cuevillas, 1950).

    Por entonces, como fuera anticipado, la sociologa era un campo en formacin.En efecto, y aun cuando la primera carrera de sociologa sera creada recin en 1957por Gino Germani, en la dcada comprendida entre 1940 y 1950 la disciplina ex-perimenta un importante proceso de institucionalizacin. Aparecen las primeras ins-tituciones especializadas en los estudios sociolgicos, la primera publicacin oficialconsagrada a la materia, las primeras colecciones de libros especializadas y las princi-pales organizaciones formales de la disciplina. As, en 1940, se cre en la Facultad deFilosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires el primer Instituto de Sociologa

    bajo la direccin de Ricardo Levene; al ao siguiente, en la Universidad Nacional deTucumn, el Instituto de Investigaciones Econmicas y Sociolgicas, dirigido porRenato Treves. En esos aos, asimismo, apareci la primera publicacin oficial consa-grada a la materia, el Boletn del Instituto de Sociologa, y las dos primeras coleccionesde libros: la Biblioteca de Sociologa de la editorial Losada, dirigida por Francisco

    6 Por motivos que ignoramos, la obra fue finalmente publicada en 1953.

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    Ayala, y la coleccin anteriormente mencionada, dirigida por Gino Germani (Blanco,2003). A su vez, en 1947 apareci el primer tratado relativo al tema, el Tratado desociologa, redactado por el mismo Ayala y editado por la misma editorial en tresgruesos y macizos volmenes. Finalmente, en 1950 se crean las principales orga-

    nizaciones formales de la disciplina: la Academia Argentina de Sociologa, dirigidapor Alberto Baldrich y la Asociacin Latinoamericana de Sociologa, presidida porAlfredo Povia (Blanco, 2005). Sin embargo, esta relativamente exitosa implantacin institucional no fue el re-sultado de una previa unidad intelectual. Por el contrario, en trminos intelectualesla sociologa se hallaba fragmentada: era objeto de diversas representaciones y estabaasociada con distintas actividades intelectuales. Dentro de ella caba el estudio his-trico de las ideas sociales, el estudio de los sentimientos y creencias que forman elcarcter de una nacin, el examen del presente a travs de su morfologa as como

    el estudio de las doctrinas sociolgicas. La misma produccin intelectual reflej esaheterogeneidad. Sin embargo, y aun cuando el ensayo poltico, la historia de lasideas y, en menor medida, los informes de investigacin emprica fueron gneroscultivados por esos primeros socilogos, el libro de texto y el tratado llegaran aconvertirse en los gneros ms extendidos. Esto ltimo resulta comprensible en el contexto de la situacin en la que se en-contraba la disciplina como de una rpida morfologa de la misma. En principio,la enseanza de la disciplina no se realizaba con el fin de formar socilogos sino deofrecer a los estudiantes de otras carreras una suerte de complemento cultural rela-

    tivo a un conocimiento de los fenmenos sociales. En tal sentido, la insercin de lasociologa en el contexto universitario no era todava la de una disciplina autno-ma sino auxiliar de las disciplinas ya establecidas, fundamentalmente del derechoy de la filosofa. Con excepcin de Ricardo Levene, historiador de profesin, y deGino Germani, que haba cursado estudios de contabilidad y de administracin ensu Italia natal, y haba obtenido el grado en filosofa en la Universidad de BuenosAires, todos, incluidos los otros dos extranjeros, Francisco Ayala y Renato Treves,eran abogados de formacin y la enseanza de la sociologa era, para la gran ma-

    yora, una actividad subsidiaria de su actividad principal. Incluso, algunos com-binaban el ejercicio de esta ltima con la actividad poltica. Su papel principal eraen tanto profesionales de la sociedad o como maestros universitarios y, en general,no se esperaba de ellos que realizaran investigaciones empricas. Ms todava, ycon algunas excepciones, todos miraban con recelo la sociologa emprica, a la queidentificaban con la sociologa norteamericana, y a la que juzgaban unas veces depracticista, otras de naturalista o como mero catlogo de fenmenos sociales,pero, en cualquier caso, siempre de manera negativa.

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    Al respecto, un examen de lo publicado en el Boletn del Instituto de Sociologadela Universidad de Buenos Aires durante esos aos alcanza para advertir que los pri-meros ensayos de investigacin emprica seran obra casi exclusiva de Germani, y ape-nas llegaran a despertar el inters de los restantes miembros del Instituto. En efecto,

    de los 58 artculos aparecidos en el Boletn entre 1942 y 1947, slo seis trataban deasuntos de morfologa social y de ellos, cinco estaban firmados por Germani. Ensu casi totalidad, los artculos estaban consagrados o bien a un examen de las teorassociolgicas, o bien a la historia de las ideas sociales, o bien se trataba de informes dela enseanza de la disciplina en universidades nacionales y del extranjero. Esta esca-sa atencin prestada a la investigacin emprica puede explicarse, asimismo, porun efecto de formacin. De carcter filosfico y normativo antes que positivo,el derecho era una disciplina que se inclinaba mucho ms hacia la reflexin sobrelas ideas que hacia la investigacin emprica, y mucho menos hacia la investiga-

    cin emprica de carcter cuantitativo. La formacin inicial de Germani en admi-nistracin y contabilidad, en cambio, le proporcionaba una destreza especial en elmanejo de las estadsticas, colocndolo as en mejores condiciones para ajustarsea las competencias que demanda la investigacin emprica, y especialmente, la decarcter cuantitativo. No debe sorprender entonces que, en el contexto de las ac-tividades del Instituto de Sociologa, su director, Ricardo Levene, haya confiado aGermani tanto las secciones de Investigaciones del Instituto de Sociologa y deDatos sobre la realidad social argentina contempornea (esta ltima destinada arecoger y analizar informacin estadstica relevante); como tampoco la designacin

    de Germani como delegado del Instituto de Sociologa a la Comisin Asesora enDemografa para la realizacin del IV Censo Nacional (Blanco, 2006).

    En cualquier caso, y dado su carcter de disciplina en formacin, una parte deaquella produccin intelectual estuvo destinada a establecer sus credenciales y obtenerreconocimiento en el campo mediante una definicin de su dominio temtico y suespecificidad metodolgica. El debate relativo a este tpico se plante en los siguien-tes trminos: era la sociologa una ciencia del espritu o una ciencia positiva? Debaregirse por el mtodo de la comprensin o por mtodos naturalistas? Fue en el con-

    texto de este campo temtico en el que la obra de Max Weber despert el inters delos socilogos locales y ello explica que el eje de dicha recepcin haya estado centradocasi exclusivamente en las cuestiones relativas al mtodo. En general, dos cuestionesatrajeron la atencin de los comentaristas, el mtodo de la comprensin y el conceptodel tipo ideal.

    En la interpretacin de Ral Orgaz, la obra de Weber resultaba relevante en tornoa dos problemas diferentes pero estrechamente relacionados: el de la definicin de larealidad de lo social y el del mtodo. En lo que respecta al primer problema, Orgaz

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    situaba la sociologa comprensiva de Weber en la lnea de la sociologa formalistade Simmel y von Wiese. Su definicin de la realidad de lo social en tanto actuacinhumana dotada de sentido permita as, segn nuestro intrprete, oponerla tanto auna concepcin romntica de la sociedad, que ve en sta una entidad viviente o una

    personalidad, como a una concepcin mecanicista, que priva a la accin humana desentido subjetivo.

    En lo que atae a la cuestin del mtodo, Orgaz que segua en este punto lainterpretacin de Pitirim Sorokin, por entonces la ms autorizada, al menos entre elpblico de habla hispana (Sorokin, 1928) argumentaba que el mrito de la me-todologa sociolgica de Weber resida en haber reemplazado las nociones de cau-sa y efecto, propias de una definicin mecanicista de la accin humana, por las devariable y funcin. Los estudios religiosos de Weber, segn nuestro intrprete,ilustraban esta aproximacin metdica, caracterizada por un rechazo a las interpreta-

    ciones unilaterales (economismo histrico y filosofa econmica de la historia) enprovecho de un esquema funcional e interdependiente. A este respecto, sealaba: Alilusorio monismo reemplaza el pluralismo causal; a la relacin unilateral, la relacinfuncional; a la causa, la variable y al efecto, la funcin; a la dependencia singular, lainterdependencia (Orgaz, 1950: 163). En un argumento muy similar al que pocosaos ms tarde desplegara Talcott Parsons, Orgaz reconoca que tanto en Weber comoen Durkheim y Pareto poda discernirse un planteamiento nuevo y convergente entorno del problema de la causalidad, verdadero corazn de una sociologa cientfi-ca (Orgaz, 1950: 58). Todava ms. Orgaz reconoca que el mrito tanto de Weber

    como de Durkheim resida en que ambos haban sacado la indagacin sociolgicadel atrayente pero riesgoso sendero de la introspeccin y de la intuicin, dominiosfavoritos de otros socilogos, como Tarde y Simmel (Orgaz, 1950: 58). En este sen-tido, Orgaz argumentaba que incluso cuando Weber asumiera la comprensin comoel mtodo caracterstico de las ciencias sociales, se trataba de una asuncin desprovistade implicaciones filosficas, y que buscaba, por el contrario, integrar ese mtodo,que permite captar por intuicin un sentido, con la explicacin estrictamente cien-tfica (Orgaz, 1950: 149).

    La presentacin del socilogo alemn efectuada por Alfredo Povia se iniciabacon una clasificacin retrospectivamente curiosa: inscriba La tica protestante y el es-pritu del capitalismocomo parte de sus trabajos econmicos mientras que asignabaa Economa y sociedadel estatuto de su verdadero trabajo sociolgico. A diferencia deOrgaz, Povia identific a Weber como el mejor representante de la sociologa hist-ricocultural o espiritualista (Povia, 1941: 5). Esta identificacin aparece enfatizadaen otro pasaje del texto en el que, refirindose a la famosa mxima weberiana segn lacual la sociologa es una ciencia que pretende entender, interpretndola, la accin social

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    para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos, Povia comenta:[la sociologa] es una disciplina de comprensin interior, en primer trmino y quede esas nociones se desprende que esta ciencia se propone, ante todo, comprender, ysolo secundariamente, explicar la accin social (Povia, 1941: 7). En las conclusio-

    nes de su ensayo Povia apuntaba que nos parece que su doctrina, aunque no rigu-rosamente metdica ni orgnica, representa la mejor expresin de la sociologa comociencia de tipo cultural o espiritualista. Slo tiene en cuenta la materia de la vida socialcomo reaccin exagerada contra el formalismo, vaco de contenido, de la escuelaque iniciara Simmel (Povia, 1941: 14). Finalmente, Povia, que tambin segua a So-rokin, repeta las mismas crticas de ste crticas que Orgaz, curiosamente, habaomitido segn la cuales, la debilidad de la obra de Weber resida en que terminabasacrificando el punto de vista funcional a favor de uno causalista, en el carcter con-fuso de su nocin de tica y en el hecho de que los hechos, en lo que al origen del

    capitalismo se refiere, contradecan su teora. No obstante lo cual, conclua su ensayoconfesando que la obra de Weber ofreca la sistematizacin de mayor prestigio inte-lectual en la sociologa alemana de estos ltimos tiempos (Povia, 1941: 15).

    En Sociologa y filosofa social, Renato Treves articul una interpretacin muy ensintona con la que por entonces haba elaborado Raymond Aron en Francia. Trevesreconoca que, en el contexto de la disciplina, la perspectiva de Weber representabauna posicin particular, que no se ajustaba a las direcciones examinadas a lo lar-go del libro (positivista, formalismo crtico y emprico, fenomenologa e idealismo,e historicismo). Treves aada, asimismo, que su obra, quiz por ser irreductible a

    direcciones y a sistemas fijos, puede proporcionar las contribuciones ms hondas yconcluyentes para comprender la naturaleza del mtodo y del objeto de la sociologa(Treves, 1941: 116). Segn el argumento de Treves, el mrito de Weber radicaba enque haba logrado definir a la sociologa como una disciplina que no pertenece ni alas ciencias naturales ni a las ciencias histricas y en haber subrayado que el mtodode la comprensin, enfatizado por Dilthey, deba ser integrado por medio de una expli-cacin causal, fundado en el criterio de la adecuacin y la probabilidad, y diferente enese sentido a la causalidad general de las ciencias de la naturaleza como a la causalidad

    individual de las ciencias histricas. Finalmente, Treves destacaba como meritorio dela posicin metodolgica de Weber el haber sealado el carcter limitado y relativode la objetividad, al reconocer que la misma no puede fundarse en valores culturalesuniversales sino en aquellos que en una determinada poca se tornan dominantes.

    Por ltimo, la interpretacin de Francisco Ayala estuvo prcticamente centradaen un examen de la construccin y aplicaciones del tipo ideal y su importancia pa-ra el conocimiento sociolgico. Ayala, que por entonces haba traducido y editadoLa sociologa, ciencia de la realidad. Fundamentacin lgica del sistema de la sociolo-

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    ga, de Hans Freyer, ofreci una interpretacin del tipo ideal weberiano en la lneainterpretativa de este ltimo, subrayando especialmente su orientacin hacia la cap-tacin de la peculiaridad del objeto histrico. En este sentido, present una carac-terizacin de la metodologa del tipo ideal como un tipo de aproximacin a medio

    camino entre la sociologa formalista y una sociologa histrica. A este respecto,aunque observ crticamente la tendencia formalista de la conceptuacin weberia-na que suele recaer en el tipo de conocimiento fsicomatemtico, concluy, noobstante, lo siguiente: El mrito imperecedero de Weber consiste en haber sabidodar a la conceptuacin sociolgica el contenido histrico y el emplazamiento his-trico sin los cuales se pierde el objeto de la sociologa en una serie de formas, alpropio tiempo que acentuaba, frente a la historia, el formalismo de los conceptossociolgicos, destinados a servir al conocimiento de estructuras que se repiten concontenidos histricos variables (Ayala, 1947: 124).

    Como ha podido apreciarse, las visiones de Weber entre nuestros profesores de so-ciologa eran bastante divergentes. Levene, quiz el menos familiarizado con la obra delsocilogo alemn y ms atento en cambio a la escuela de Durkheim, incluy a Weber,junto con Karl Marx, en la familia de las concepciones unitarias de las que era ne-cesario tomar distancia, calificndolas de ideolgica y de econmica, respectiva-mente (Levene, 1942).7En la interpretacin de Povia, Weber apareca como una delos exponentes de una concepcin de la ciencia sociolgica en tanto ciencia cultural oespiritualista mientras que Renato Treves procuraba diferenciar a Weber de las distintasorientaciones que dominaban por entonces la disciplina, situndolo en todo caso en

    una posicin distanciada tanto de una representacin de la sociologa en tanto cienciacultural como de una concepcin naturalista de la misma. En todo caso, lo cierto esque en torno de la figura de Weber y, en especial, de su perspectiva metodolgica, yaexista cierta tradicin interpretativa y algunas opiniones encontradas.

    Renovacin de la disciplina y nuevas claves interpretativas

    En 1940, al inaugurar las actividades del Instituto de Sociologa de la Facultad de Fi-losofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, su director, Ricardo Levene, anuncia-ba concierto regocijo que la crisis filosfica que aquej a esta disciplina de contenido

    7 No hemos podido determinar el sentido de la expresin ideolgica en el texto de Levene, pero es posible

    conjeturar que con ella el autor se refera simplemente y por oposicin a lo econmico en Marx a las ideas

    y su predominio en la determinacin de lo social, sesgo que Levene sugera haba que corregir con el auxilio de

    una sociologa cultural tal como siempre en opinin del autor, era practicada por Durkheim.

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    complejo haba felizmente concluido (Levene, 1942: 7). Esto significaba para Levenela existencia de un relativo acuerdo sobre el objeto, las tareas y el mtodo de la emer-gente disciplina. Sin embargo, y como se ver enseguida ese acuerdo era ms unaexpresin de deseos que un hecho a la vista.

    En efecto, hacia comienzos de los aos cuarenta se inici en Amrica Latina unmovimiento de renovacin radical de los ideales intelectuales de la disciplina.Se tra-t de un movimiento tendiente a hacer de la sociologa una ciencia emprica. En losmedios de habla hispana, el primer libro, de gran circulacin y decisivo al respecto,fue Sociologa. Teora y mtodo, de Jos Medina Echavarra, aparecido en 1941, libroque Gino Germani saludara aos ms tarde como el que inici la ola de la sociologacientfica en Amrica Latina. En el prlogo a la primera edicin, Medina Echavarraescriba:

    Se trata de que no puede existir una ciencia sociolgica sin una teora y sinuna tcnica de investigacin. Sin una teora, es decir, sin un cuadro categorial

    depurado y un esquema unificador, lo que se llama sociologa no slo no ser

    ciencia, sino que carecer de significacin para la investigacin concreta y la

    resolucin de los problemas sociales del da. Sin una tcnica de investigacin

    definida, o sea sometida a cnones rigurosos, la investigacin social no slo

    es infecunda, sino que invita a la accin siempre dispuesta del charlatn y del

    audaz. [...] La Sociologa ha sido siempre la ms castigada por la improvisa-

    cin, y sta es la que importa cortar de raz en los medios juveniles (Medina

    Echavarra, 1941: 8).

    El programa de Medina Echavarra para convertir a la sociologa en una ciencia,significaba, a la vez, la aplicacin del mtodo cientfico al estudio de los asuntoshumanos y la superacin de la dicotoma ciencias naturales/ciencias sociales. Auncuando reconoca la diferencia entre la materia de unas y otras, adverta que el mto-do cientfico es el mismo para todas las ciencias. Este programa de una unificacin delas ciencias o, mejor dicho, de una unidad del mtodo cientfico ser el componente

    ms decisivo de la reorientacin ensayada por Medina Echavarra.En sintona con las formulaciones de Karl Mannheim (cuya obra el propio MedinaEchavarra haba comenzado a difundir como director de la coleccin de Sociologadel Fondo de Cultura Econmica) enfatizaba la funcin instrumental de la socio-loga: esta ltima deba servir de gua orientadora de la accin humana. A sus ojos, laredefinicin de la sociologa supona rechazar las dos reducciones que haban domi-nado la discusin sociolgica referida al objeto de la disciplina hasta entonces. Por unlado, la reduccin naturalista (tanto en su variante organicista como ambientalista)

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    que concibe los hechos sociales como fenmenos naturales y la consiguiente necesidadde tratarlos con los instrumentos de las ciencias naturales. Por el otro, la reduccinculturalista (en sus versiones historicistas o fenomenolgicas) que concibe el hechosocial como una manifestacin de la cultura o del espritu y que subraya, en conse-

    cuencia, mtodos especiales de aprehensin de esas totalidades de sentido. Frente a esasdos reducciones, Medina Echavarra declaraba que la sociologa es una ciencia posi-tiva, o sea emprica e inductiva. Por consiguiente, a ella podan aplicarse los mtodosque haban demostrado su fertilidad en otras ciencias: observacin, experimentaciny comparacin. El hecho de que la sociologa tratara con datos sociales, de carctereminentemente histrico, no deba modificar en nada, segn el autor, la sustancia delplanteo. Como ejemplo logrado de esta nueva actualizacin Medina Echavarra referael caso de la sociologa norteamericana en un extenso captulo titulado precisamenteLa investigacin social y sus tcnicas: [] es evidente que el centro de la produccin

    sociolgica en lengua inglesa corresponde, en lo que va del siglo, a los Estados Unidos,en donde la sociologa alcanza un desarrollo extraordinario y tiene una significacinpositiva en la cultura y educacin (Medina Echavarra, 1940: 205). Esta tempranareferencia a la experiencia norteamericana resulta por dems significativa en un con-texto en el que la sociologa alemana constitua el universo de referencia casi exclusivoentre los practicantes de la disciplina. Pocos aos despus, la referencia a la sociologanorteamericana, que comenzar a desplazar a la alemana, habra de convertirse en undispositivo central de legitimacin de la disciplina (Blanco, 2004). Una nueva interpretacin de la metodologa sociolgica de Max Weber habr de

    constituir un captulo decisivo de esa reorientacin preconizada por Medina Echavarra.En efecto, una y otra vez el autor insistir en la necesidad de deslindar a Weber de lasposiciones culturalistas que, partiendo de la dicotoma entre ciencias del espritu yciencias de la naturaleza, operaban una reduccin del dato social a un dato del espri-tu, concebido este ltimo ya como esencias, ya como conexiones o totalidades desentido y de esta manera negaban razn de ser a la sociologa. O, en todo caso, estaltima dejaba de ser una investigacin de la realidad emprica para convertirse en unadisciplina filosfica y especulativa (Medina Echavarra, 1941: 52). En el historicismo,

    el neohegelianismo y la fenomenologa [que] influyeron de manera decisiva granparte de la sociologa alemana durante las tres primeras dcadas del siglo XX, MedinaEchavarra identificaba ese lamentable culturalismo, una compaa de la que habaque separar a Max Weber (Medina Echavarra, 1941: 4653). Poco despus, en el pre-facio a la edicin castellana de Economa y sociedad, adverta que lo que de su obra hapasado al pblico y se repite en las aulas no deja de ser una deformacin o caricatu-ra de su propio pensamiento (Medina Echavarra, 1992 [1944]: XIX) En un gestoque describe bien la direccin de las apuestas, Medina Echavarra pona de relieve la

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    interpretacin que, pocos aos antes, Talcott Parsons haba emprendido en La estruc-tura de la accin social, y a quien no dudaba en calificar como a uno de los mejoresconocedores actuales de Max Weber (Medina Echavarra, 1992 [1944]: XXII). En Argentina, los primeros signos de una renovacin en esa direccin se hicieron

    sentir ya en la experiencia asociada con el Instituto de Sociologa de Buenos Aires ycon el Instituto de Investigaciones Econmicas y Sociolgicas de Tucumn y especial-mente en torno a tres figuras de la sociologa local, Renato Treves, Miguel FigueroaRomn y Gino Germani. En principio, ambas instituciones fueron el asiento delas primeras investigaciones empricas desarrolladas dentro de las universidades y elmbito de los primeros reclamos en favor de una incorporacin de la investigacinsocial a las tareas de la sociologa. En el Instituto de Buenos Aires, Germani llev acabo una investigacin sobre las clases mediasy particip activamente durante untiempo como delegado del Instituto en la Comisin Asesora para la realizacin

    del IV Censo Nacional (Blanco, 2003 y 2006). El instituto de la Universidad deTucumn promovi un programa de investigaciones empricas sobre la clase obreraen Tucumn. Treves emprendi una investigacin sobre los conventillos, publicadacomo apndice de un libro precisamente titulado Introduccin a las investigaciones so-ciales(Treves, 1942), y Miguel Figueroa Romn, un estrecho colaborador de Treves,que ms tarde sucedera a aquel en la direccin del instituto, haba iniciado una seriede investigaciones en la misma direccin.

    Aqu tambin la renovacin de la disciplina estuvo estrechamente asociada conese doble movimiento presente en Medina Echavarra: por un lado, el de hacer de la

    sociologa una ciencia emprica y aplicada y, por el otro, la referencia a la sociologanorteamericana como una experiencia ejemplar en esa direccin. As, en Introduccina las investigaciones sociales, libro aparecido en 1942, Renato Treves reconoca que, noobstante la importancia que durante los ltimos aos haba adquirido la enseanzade la sociologa en Amrica Latina, una cierta desorientacin sobre sus propios pro-blemas y objetos as como una tendencia hacia un peligroso enciclopedismo eran,todava, los rasgos ms visibles del estado de la disciplina. Treves sealaba, asimismo,que por lo que se refiere a las investigaciones sociales y sociogrficas es fcil compro-

    bar que en Latinoamrica no se encuentran investigaciones que puedan compararsecon las realizadas, por ejemplo, en Pittsburgh, no solamente por la cantidad de datos yobservaciones recogidas, sino tambin por la organizacin tcnica y el espritu que lasanima (Treves, 1942: 39).8En tal sentido, a la vez que instaba a establecer una ms

    8 La referencia de Treves inclua los seis volmenes de la Pittsburgh Survey, la primera gran investigacin sociogrficanorteamericana, as como The Unemployment Surveyy The New Survey of Pittsburgh.

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    estrecha relacin entre enseanza de la teora e investigacin prctica de los problemasregionales, sealaba, asimismo, la necesidad de mirar la experiencia americana conel fin de encontrar all puntos de apoyo para la creacin y organizacin de institutosuniversitarios de investigacin como modo de contrarrestar aquella tendencia hacia

    el enciclopedismo.Opiniones en la misma direccin y todava ms enfticas eran vertidas por

    su colaborador, Miguel Figueroa Romn. En el prefacio a Sociografa y planificacin,aparecido en 1946, su autor afirmaba: La ciencia oficial no ha otorgado an carta deciudadana, entre nosotros, a la planificacin ni a la sociografa. En las universidades nose ensea la moderna tcnica de la organizacin estatal ni se procura un conocimientointegral de la realidad social. Los institutos de investigacin slo accidentalmente seocupan de los problemas sociales y en ningn caso sistematizan la adquisicin de losconocimientos necesarios para su estudio (Figueroa Romn, 1946: 11). Sobre la

    falta de informacin acerca del desarrollo de la investigacin emprica o sociogrfica,Figueroa Romn dictaminaba: Cmo es posible que nuestros socilogos no hayandado categora de comentario a una orientacin de la ciencia que ocupa miles devolmenes en los Estados Unidos? (Figueroa Romn, 1946: 196197). FigueroaRomn atribua esta situacin a la orientacin que predominaba en la enseanzauniversitaria formada sobre viejos moldes europeos, de sentido preferentementehumanstico, y de escaso valor prctico. A diferencia de lo que ocurre en EstadosUnidos continuaba en las universidades argentinas se ensea slo la sociologaterica, la historia de la ciencia y la evolucin del pensamiento sociolgico, lo que

    sin duda sirve para dar jerarqua al espritu, pero que debe llevar el complementoindispensable a la sociologa aplicada, con sus mtodos de investigacin y su vin-culacin a la realidad social (Figueroa Romn, 1946: 197).

    Por esos aos, Gino Germani public un ensayo que se refera a las relacionesentre sociologa y planificacin desplegando argumentos similares a los esgrimidospor Medina Echavarra. La sociologa afirmaba all no puede dejar de ser unaciencia emprica e inductiva si es que verdaderamente quiere cumplir su funcinorientadora en una sociedad que se encamina hacia la planificacin (Germani,

    1946a). Traducida a los trminos de una disputa por el mtodo, la posibilidad mis-ma de esa funcin de orientacin implicaba entonces la conversin de la sociologaen una ciencia positiva (emprica e inductiva) y el subsiguiente abandono del mto-do de la intuicin y/o de otras formas alternativas a la observacin controlada, puesslo de este modo estara ella en condiciones de descubrir uniformidades de la accinhumana cuyo conocimiento pudiera ingresar en la elaboracin de estrategias de pla-nificacin. Convertir a la sociologa en una ciencia positiva implicaba entonces tor-cer el rumbo especulativo de la reflexin sociolgica y desarrollar un programa de

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    investigaciones empricas sobre aquellas materias que resultaban estratgicas para laplanificacin social (Blanco, 2006). Como puede apreciarse, los reclamos de Treves,Figueroa Romn y de Germani aspiraban no solamente a otorgar rango universitarioa la investigacin social sino tambin a introducir cambios sustanciales en los modos

    de enseanza de la disciplina.Todos estos signos de renovacin alcanzaran la forma de un argumento sistem-

    tico en una monografa que Germani haba preparado para el concurso de ProfesorAdjunto de la Ctedra de Sociologa de la Facultad de Ciencias Econmicas de laUniversidad de Buenos Aires. El manuscrito, que ha permanecido prcticamente ig-norado en la literatura relativa a la historia de la sociologa en la Argentina, llevabapor ttuloTeora e investigacin en la sociologa empricay estaba consagrado a examinarla posibilidad de una ciencia emprica de la realidad social (Germani, 1946b: 3). Eltexto recoga los distintos reclamos que aqu y all haban sido sealados como parte

    de una renovacin intelectual de la disciplina, fundamentalmente el de incorporar lainvestigacin social y sus tcnicas a las tareas de la sociologa subrayando al mismotiempo la relevancia de la teora en la investigacin social.

    El argumento central de la monografa apuntaba a mostrar que la separacinentre sociografa y sociologa, que por entonces dominaba la autocomprensin de ladisciplina, terminaba en una falsa alternativa: un empirismo desordenado o la es-peculacin desenfrenada. En rigor, dicha separacin estaba fundada en una erradainterpretacin de la teora como de la investigacin. En principio, la teora argumen-taba Germani no es la expresin de la realidad o su reproduccin conceptual,

    sino una abstraccin operada sobre la base de un determinado inters cognoscitivo.En tal sentido, ni la teora o los conceptos que la informan son capaces de captarla realidad en toda su plenitud. Al mismo tiempo, subrayaba, no hay conocimien-to sin teora. En tal sentido, la nocin misma de hecho implica la presencia delelemento lgico. Por consiguiente, resultaba infructuoso delegar en la sociogra-fa la tarea descriptiva de recoger los hechos, pues ellos son precisamente algoa la luz de un esquema conceptual que gua su observacin. En suma, la teora yla investigacin no podan ser vistas como empresas separadas sino mutuamente

    relacionadas.En tal sentido, Germani subrayaba la necesidad de apuntar en la direccin de laformulacin de un esquema analtico unificado capaz de integrar las distintas pers-pectivas tericas por entonces vigentes. El desorden conceptual expresado en el es-pectculo de las teoras en conflicto, de las interminables disputas de escuelas, dela pluralidad de puntos de vista y de la multiplicacin de conceptos era, segn crea,ms aparente que real. Bien mirado, argumentaba, poda descubrirse una incipientepero firme unificacin de la teora sociolgica en la direccin que haba tomado la

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    sociologa norteamericana en las obras de R. M. Mac Iver, W. Thomas, F. Znaniecki,E. Faris, Ch. Ellwood, H. Blumer y T. Parsons, entre otros, en las que poda obser-varse tanto una crtica a las tendencias ms objetivistas del behaviorismo norteameri-cano como el reclamo de la integracin del elemento subjetivo en la comprensin de

    la accin humana. Sobre este ltimo aspecto, la gran ventaja de esta tradicin, segnGermani, resida en el hecho de que, a diferencia de las tradiciones idealistas alema-nas, la incorporacin de ese elemento subjetivo no implicaba la negacin del carcteremprico de la sociologa.

    Es entonces en el contexto de este debate que debe comprenderse su intervencinen torno a Weber. Su apuesta consisti bsicamente en separar a aqul de las inter-pretaciones en clave espiritualistas o culturalistas por entonces vigentes. Ciertamente,en la disputa por el significado de la perspectiva weberiana, Germani hizo algo msque discutir una determinada imagen de sta. En realidad, su intervencin estuvo

    igualmente caracterizada por un examen crtico de la sociologa alemana de enor-me gravitacin entre nuestros socilogos como de su impacto que evaluaba comonegativo en la representacin de la disciplina, de sus tareas y de sus mtodos. Lascrticas estuvieron especialmente dirigidas contra la perspectiva fenomenolgica deAlfred Vierkandt, as como contra los intentos de Ferdinand Toennies y Hans Freyerde establecer una distincin entre sociologa general y sociografa. A su juicio, tantouna como los otros conducan a una concepcin de la sociologa como disciplinade naturaleza filosfica antes que emprica. En ese sentido, gran parte de la tradi-cin alemana no ofreca los medios para superar aquella distincin y lograr as una

    unificacin de la teora y la investigacin emprica. Las palabras con que concluasu examen de dicha tradicin son bastante elocuentes a este respecto: [...] puedeafirmarse ahora que la posibilidad de sntesis, de visin total, de unificacin, cuyanecesidad es tan manifiesta frente a la incoherencia y al estado fragmentario en quepuede caer la investigacin social si carece de una teora unitaria, no puede buscar-se en la direccin que indica la tradicin idealista alemana, a menos de no quererrenunciar simplemente al conocimiento cientfico en el sentido positivo de larealidad social (Germani, 1946b: 17). En este cuadro, las nicas excepciones eran

    Max Weber sobre el que volver enseguida y la posicin que Germani cita-ba con aprobacin adoptada por el socilogo alemn Leopold von Wiese, quien,rechazando la separacin entre sociologa y sociografa, se mostraba partidario dehacer de la sociologa una ciencia emprica. Naturalmente, la intervencin de Germani se centr en aquellas cuestiones sobrelas que ya exista cierta tradicin interpretativa, el mtodo de la comprensin y el tipoideal, y se inscribi en el contexto ms general del debate reseado ms arriba re-lativo al estatuto de la sociologa en tanto disciplina como de su apuesta por otorgar

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    carta de nobleza a la investigacin emprica en la definicin de sus tareas. En el con-texto de ese debate, como ya se ha visto, el estatuto de la metodologa weberiana eraambiguo. Aunque esta ltima era reconocida por algunos como parte de un ensayotendiente a sintetizar la vertiente naturalista y culturalista, segn la clasificacin

    por entonces vigente, en general era inscrita dentro de las tradiciones espiritualistasalemanas. La operacin de Germani consistir, en este punto, en sustraer a Weber deese contexto interpretativo (el de la dicotoma ciencias naturales/ciencias del espritu)y colocar su apuesta metodolgica en el contexto de una definicin general y nicadel proceder cientfico.

    De esta operacin interpretativa, Germani ya haba dado avances en Teora einvestigacin en la sociologa emprica. En dicho ensayo, en efecto, Germani alegabaque la dicotoma ciencia de la naturaleza/ciencia del espritu, que haba llegado atener difusin y arraigo en Hispanoamrica, especialmente en los crculos filosficos

    haba sido superada en gran parte en la misma Alemania por obra de Max Weber(Germani, 1946b: 6). Argumentaba igualmente que el conocimiento procede siem-pre abstrayendo y como lo mostr M. Weber frente a las tendencias particularis-tas no hay en ello ninguna diferencia entre los fenmenos naturales y los sociales(Germani, 1946b: 23). Segn Germani, Weber haba mostrado claramente que loshechos que son parte de la experiencia comn o de la elaboracin cientfica noson nunca una reproduccin de la realidad sino una seleccin de ciertos aspectos,principio que se aplica tanto a la realidad natural como a la realidad histrico social.En ambos casos estamos deca Germani frente a una infinita y compleja varie-

    dad de fenmenos que no puede ser captada en su plenitud por ningn concepto.En todo caso, conclua, la diferencia entre ciencias naturales y ciencias del esprituno radicaba en el uso de conceptos generales uso que en realidad ambas compar-tan sino en la direccin del inters cientfico: hacia lo general, en las primeras,hacia lo individual en las segundas.

    Ciertamente, el proyecto mismo de una definicin general y nica del procedercientfico o de una ciencia unificada al que apuntaba esa renovacin de la disciplinano puede comprenderse sino en el contexto de una corriente filosfica, el neopositi-

    vismo, que desde los aos treinta en adelante se convertira en la fuente de inspiracinde todos aquellos que procuraban convertir a la sociologa en una ciencia (Toulmin,1974). En Argentina, el ideario neopositivista ingres en una fecha relativamentetemprana. En los aos cuarenta apareci Minerva. Revista Continental de Filosofa,una publicacin dirigida por el filsofo Mario Bunge, que comenz a difundir lasideas del neopositivismo asociado al Crculo de Viena. Aunque no formalmente in-tegrado a la revista, Germani estaba ligado a su crculo, e incluso haba prometidoun ensayo consagrado a la sociologa norteamericana que, por razones que descono-

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    cemos, no fue finalmente publicado.9Su contacto con las ideas del neopositivismoremite a distintos focos de inspiracin. En primer lugar, a una figura por entoncesrelativamente conocida en los medios de habla hispana, la del filsofo de la cienciaHans Reichembach, un miembro prominente del Crculo de Viena, fundador de la

    Escuela del Positivismo Lgico en Berln, y autor de La filosofa cientfica, uno de losmanifiestos del nuevo movimiento filosfico que en 1953, dos aos despus de suedicin original, el Fondo de Cultura Econmica puso a disposicin de los lectores dehabla hispana. Germani conoca igualmente la obra de Otto Neurath, Foundation ofthe Social Sciences, aparecida en Estados Unidos en 1944 y la Encyclopaedia of UnifiedScience, de O. Neurath, N. Bohr, J. Dewey y otros, editada tambin en Estados Unidosen 1940. El segundo foco remite a Felix Kaufmann, que, aunque no estrictamenteenrolado en la escuela del positivismo lgico, comparta, sin embargo, algunas desus premisas, en especial, la relativa a la necesidad de una unificacin de las ciencias.

    Su principal obra,Methodenlehre der Sozialwissenschaften, que haba sido editada enespaol por Medina Echavarra en el Fondo de Cultura Econmica en 1946, serareferida por Germani precisamente en lo relativo a este punto. Una fuente adicional de inspiracin hallara Germani en la tradicin cientistanorteamericana, que, aunque pronto se mostrara afin con las ideas vienesas, se habaoriginado en las tradiciones americanas del pragmatismo, el conductismo y el opera-cionalismo (Platt, 1996). Su figura ms influyente fue, sin duda, George Lundberg,reconocido durante los cuarenta y los cincuenta como uno de los principales porta-voces de la introduccin de la ciencia en la sociologa y autor de dos libros de texto

    sobre el mtodo cientfico ampliamente ledos y utilizados, Social Research(1929)reseado por el propio Germani hacia la mitad de los aos cuarenta en el Boletn delInstitutode Sociologay editado tambin por Medina Echavarra en 1949 en el Fondode Cultura Econmica y Foundations of Sociology(1939), una especie de mani-fiesto metasociolgico en el que Lundberg estableca los pasos de lo que considerabacomo el mtodo cientfico: produccin de hiptesis, observacin y recoleccin dedatos, clasificacin y organizacin de los datos recolectados y generalizacin de unaley cientfica aplicable a todos los fenmenos similares del universo estudiado bajo

    determinadas condiciones dadas. Entre 1940 y 1945 Lundberg dirigi Sociometry,una publicacin que Germani segua de cerca (el Instituto de Sociologa de BuenosAires estaba suscrito a dicha publicacin) y a cuyas investigaciones consagrara, aosms tarde, un elogioso ensayo incluido en La sociologa cientfica(Germani, 1956).

    9 El ensayo de Germani fue anunciado en el primer nmero de la revista con el ttulo de La sociologa norteame-

    ricana, enMinerva. Revista Continental de Filosofa, ao I, vol. 1, 1944.

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    Por cierto, no es que Germani suscribiera in totolos distintos argumentos expuestospor cada una de esas tradiciones. Su relacin con las ideas del neopositivismo estuvocaracterizada ms por el eclecticismo que por la intencin de elaborar una nueva or-todoxia. Incluso haba expresado una serie de reservas hacia ciertas derivaciones del

    programa neopositivista en su pretencin de alcanzar un racionalismo sin residuos(Blanco, 1998). Si acuda a todas ellas, en todo caso, era porque all reconoca unmovimiento intelectual animado por una idea de la ciencia que resultaba afn con suestrategia de hacer de la investigacin emprica el locusde la sociologa. De esas dis-tintas tradiciones, Germani adopt tres ideas rectoras que habr de dirigir en su po-lmica relativa al mtodo: a) la preminencia otorgada a la investigacin emprica enla produccin de conocimientos; b) la idea de que las bases ltimas del conocimientoresiden en la verificacin experimental de carcter pblica, intersubjetiva, ms queen la experiencia personal; c) la conviccin de que no existe diferencia entre ciencias

    naturales y ciencias sociales o de la cultura en lo que a sus fundamentos lgicos serefiere. En cualquier caso, es en el contexto de este cuadro de referencia neopositi-vista que como veremos enseguida se vuelve comprensible su interpretacin dela metodologa weberiana en clave cientista tanto como la anacrnica atribucin aWeber de un vocabulario que, como el de la verificabilidad de una proposicin, noestaba por entonces disponible.

    En dos trabajos presentados en ocasin del Primer Congreso Latinoamericanode Sociologa celebrado en Buenos Aires en 1951 Germani volvi sobre el tema conla siguiente declaracin: [...] an perteneciendo a la tradicin idealista alemana

    [Weber] lleg a formular una metodologa que disminuy considerablemente el hiatusentre las ciencias naturales y las culturales (Germani, 1952a: 111). Su argumenta-cin se articul de la siguiente manera. En primer lugar, Germani procur asociar elmtodo de la comprensin con la explicacin, frente al lugar secundario reservadoa esta ltima, entre otros, por Povia. Era precisamente esa separacin entre com-prensin y explicacin uno de los reproches que Germani diriga a los intrpreteslatinoamericanos de Weber. Refirindose a las dificultades para superar el dualismoentre sociologa entendida como disciplina cultural o filosfica, e investigacin

    emprica, afirmaba: [...] muchos socilogos latinoamericanos piensan que esta difi-cultad no existe cuando se adopta una metodologa inspirada en Max Weber, basa-da sobre el empleo del tipo ideal y del contemporneo empleo de la comprensiny explicacin. Sin embargo, su tentativa no puede tener todo el xito que se espera,pues al considerar que el momento de la comprensin corresponde a los aspectosespirituales de lo social, y el de la explicacin a los naturales, vuelven a introducirun dualismo ontolgico que conduce una vez ms al divorcio entre teora e investi-gacin (Germani, 1952b: 88).

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    En segundo lugar, intent disociar el mtodo de la comprensin de cualquier pro-cedimiento puramente intuicionista, argumentando que el mismo Weber rechazaba elintuicionismo por razones ticas, pues puede fcilmente transformarse en un incen-tivo para evadir u olvidar el penoso proceso de la verificacin [...] cuyo rasgo esencial

    es su alcance intersubjetivo (Germani, 1952a: 112). As, aunque la comprensin in-cluyera la observacin de fenmenos inmateriales, como los motivos de las acciones,estos ltimos habrn de manifestarse a travs de una expresin simblica cualquiera,permitiendo de ese modo su captacin por inferencia. En todo caso, lo que pretendadesautorizar Germani era la asociacin de la comprensin con un procedimiento des-tinado a captar alguna esencia o fenmeno irreductible a su expresin en un conjuntode proposiciones empricamente verificables.

    En cuanto al tipo ideal como mtodo de comprensin de conexiones objetiva desentido, Germani afirmaba que, a pesar de las interpretaciones que suele drsele,

    no difiere en su fundamentacin lgica de los procedimientos que se emplean enlas ciencia naturales (Germani, 1952a: 112). El tipo ideal weberiano, argumenta-ba, es una construccin arbitraria, que si bien posee algunos elementos extrados dela realidad, no aspira a reproducir a esta ltima. Por el contrario, su construccinresulta de una estilizacin que se realiza mediante la acentuacin de algunos rasgosextrados de una pluralidad de casos concretos. En ese sentido, aunque irreal, el ti-po ideal ofrece la posibilidad de estudiar los casos reales que se le acercan, ya que,al estar dotado de coherencia lgica, permite estudiar el fenmeno en cuestin encondiciones simples y claramente definidas, llegando incluso a la posibilidad de for-

    mular sobre dicho fenmeno leyes condicionales y tendenciales. En trminos lgicos,razonaba Germani, lo mismo ocurra con las ciencias naturales. As, al igual quelas reglas de un mercado perfecto, la ley de la cada de los cuerpos slo se cumple enun vaco absoluto, es decir, en condiciones irreales o idealtpicas. De esta manera,segn Germani, el empleo del tipo ideal en la investigacin social no implicaba deninguna manera un procedimiento distinto al de las ciencias naturales.

    Conclusiones

    A lo largo de este trabajo se ha procurado mostrar que las disputas interpretativas entorno al significado de la metodologa weberiana fueron el reflejo de concepcionesdiferentes de la disciplina y que, en esa medida, slo pueden ser comprendidas comoparte de un debate ms general relativo a la definicin de sus tareas como de su m-todo. La difusin de Weber en castellano tuvo lugar en un momento de transicin,caracterizado por la emergencia de una serie de intentos de renovacin de los ideales

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    intelectuales de la disciplina que vinieron a resumirse en el proyecto de hacer de lasociologa una ciencia emprica y analtica. Un componente importante de esa reno-vacin fue el desplazamiento de la referencia alemana hacia la sociologa norteameri-cana. La nueva interpretacin de Weber ensayada por Germani no puede disociarse

    entonces de ese movimiento de renovacin ni de la aparicin de ese nuevo centro dereferencia: la sociologa norteamericana. En tal sentido, la disputa acerca del signifi-cado de la metodologa sociolgica de Max Weber no hizo ms que reflejar las tensio-nes y las lneas de fuerza de un campo por entonces en formacin. En ese contexto,las referencias a Weber obraron de algn modo como motor de las transformacionesintelectuales que por entonces experimentaba el campo y que, pocos aos despus, alpromediar los aos cincuenta, cristalizaran en la institucionalizacin de una frmulaintelectual conocida con el nombre de sociologa cientfica.

    La imagen de un autor es tanto una funcin de los contextos interpretativos como

    de los proyectos y apuestas intelectuales de sus receptores. Los primeros intrpretes deWeber estaban ms inclinados a la enseanza que a la investigacin. Por entonces, lasociologa era enseada como una materia auxiliar de otras disciplinas. Esta posicinde los profesores de sociologa en el sistema universitario, sumado a sus propias tra-yectorias profesionales (la mayora de ellos formados en derecho o en filosofa) explicael tipo de produccin intelectual que eran capaces de articular, limitada, en su granmayora, a un examen muy tradicional, por lo dems de las ideas sociolgicas,en sus dos variantes ms conocidas, el tratado y el libro de texto. Su lectura de Weberasumi as la forma del inventario en una prctica de la sociologa ms consagrada

    al comentario de las doctrinas sociolgicas que al anlisis de los fenmenos socialesen s mismos.

    En un medio ms acostumbrado a referirse ms al pasado que al presente, y msespecficamente, al pasado de las ideas, el movimiento de renovacin pretendi en-focar la disciplina hacia el presente, hacia un examen de la vida contempornea. Lafrmula que una la sociologa con la planificacin expres en aquel momento esenuevo enfoque. En ese contexto, la interpretacin que Germani ensay de la meto-dologa weberiana slo puede comprenderse a la luz de sus preocupaciones en torno a

    la investigacin emprica en particular y, ms especficamente, relativas a la necesidadde integrar la teora con la investigacin social. Antes que el inventario, su interpre-tacin de Weber asumi la forma de una integracin analtica que pudiera dotara la investigacin de un marco de referencia unificado. Esa diferencia en los proyec-tos intelectuales de unos y otros contribuye a explicar los sesgos interpretativos queexhibieron a propsito de la metodologa de Max Weber. En cierto modo tambin, esas distintas interpretaciones de Weber vinieron a ex-presar no solamente dos formas de entender la disciplina, sino tambin representacio-

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    nes distintas de la tradicin sociolgica misma. Por entonces, la disciplina no estabaarticulada en torno a un esquema conceptual y metodolgico unificado. Ms bien,existan dos representaciones de la tradicin sociolgica, empirista, una, pluralista, laotra. La primera de ellas haba sido articulada por la influyente Green Bible de Park

    y Burgess,Introduction to the Science of Sociology, de 1921, que trazaba una historia dela disciplina bajo la forma de un progresivo desplazamiento de la especulacin acercade los fenmenos sociales en favor de la observacin rigurosa de los hechos sociales.La segunda fue elaborada pocos aos despus por Pitirim Sorokin, en ContemporarySociological Theories. En contraste con la anterior, Sorokin sealaba que aun cuando laprimera tarea del socilogo es tratar con los hechos ms que con las teoras, reconocaque no era la unidad sino la diversidad de teoras, muchas de ellas, incluso, contra-dictorias entre s, lo que mejor caracterizaba el campo.

    Los primeros intrpretes de Weber conservaron una concepcin pluralista de

    la tradicin sociolgica, en la lnea de Pitirim Sorokin. De esa manera Weber fueincluido en una larga galera de socilogos, cada uno de ellos encarnando o bien unpunto de vista o un sistema, o bien una determinada doctrina sobre la sociedad. Noobstante compartir ciertas notas de la representacin emprica, Germani asumi unarepresentacin distinta, desarrollada ejemplarmente entonces por Talcott Parsons enLa estructura de la accin social. As, contra la visin empirista argument que la obser-vacin rigurosa no era suficiente para establecer una disciplina cientfica sino que eranecesaria tambin la existencia de un conjunto de presupuestos tericos elaborados demanera independiente que deban obrar como gua de la observacin de los hechos.

    Contra la visin pluralista de Sorokin, vio en esa pluralidad el signo de la inmadurezde una disciplina y reconoci entonces la necesidad de reunir las divergentes tradicio-nes tericas en un esquema sinttico y unificado. Fue as que inscribi los desarrollosmetodolgicos de Weber como parte de ese incipiente pero sostenido esfuerzo en ladireccin de una unificacin terica que, segn entenda, volvera posible el proyectode una sociologa emprica a la vez que analtica.

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