Wáshington Delgado Poesías

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 Wáshington Delgado Poesía Te estoy perdiendo Dioses Canción Para vivir mañana Conducta razonable Canción del destierro Un caballo en la casa  Toco una mano Envío Globe Trotter TE ESTOY PERDIENDO Te estoy perdiendo en cada voz que escuchas en cada rostro que contemplas en cada !esto tuyo en cada lu!ar que recibe a tu cuerpo" #er como la luz que te envuelve por la que de$as un retazo de sombra" #er como la noche que te obli!a a un pensamiento a un deseo a un sueño" #er una materia leve una corriente e%tensa que te persi!a siempre" &o ser esto que soy y que te est' perdiendo" (De Formas de la ausencia ) subir  DIOSES *mo a los pequeños dioses que no tienen nombre ni patria ni estatura" *mo a los dioses oscuros que viven sólo un día" *mo a los dioses sencillos+

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Poesías por Washington Delgado

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Wshington Delgado

Wshington DelgadoPoesa Te estoy perdiendo

Dioses

Cancin

Para vivir maana

Conducta razonable

Cancin del destierro

Un caballo en la casa

Toco una mano

Envo

Globe Trotter

TE ESTOY PERDIENDOTe estoy perdiendo

en cada voz que escuchas,

en cada rostro que contemplas,

en cada gesto tuyo,

en cada lugar

que recibe a tu cuerpo.

Ser como la luz

que te envuelve, por la que dejas

un retazo de sombra. Ser

como la noche que te obliga

a un pensamiento, a un deseo,

a un sueo.

Ser una materia leve,

una corriente extensa

que te persiga siempre.

No ser esto que soy

y que te est perdiendo.

(De Formas de la ausencia)

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DIOSESAmo a los pequeos dioses

que no tienen nombre ni patria

ni estatura.

Amo a los dioses oscuros

que viven slo un da.

Amo a los dioses sencillos:

el viento amarillo del verano,

el verde viento de la primavera

y las iluminadas mariposas

que al fuego vuelan

y en el fuego mueren.

(De El extranjero)

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CANCINEl corazn es fuego

Hay un tiempo de amar

Un tiempo de morir

El corazn es fuego

Es todo tiempo

Una estrella impalpable

Hay que vivir tocando

El corazn es fuego

Crece la roja flor

Nadie ve lo que ha sido

Mirad la luz del da

El corazn es fuego

Hay un tiempo de amar

Un tiempo de morir

Pero siempre

El corazn es fuego

(De Das del corazn)

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PARA VIVIR MAANAMi casa est llena de muertos

es decir, mi familia, mi pas,

mi habitacin en otra tierra,

el mundo que a escondidas miro.

Cuando era nio con una flor

cubra todo el cielo.

De qu cuerpo sacar ahora sombra

para vivir con un poco de ternura?

Escuchar a los muertos hablar

para que el mundo no sea como es

pero debo besar un rostro vivo

para vivir maana todava.

Para vivir maana debo ser una parte

de los hombres reunidos.

Una flor tengo en la mano, un da

canta en mi interior igual que un hombre.

Plidas muchedumbres me seducen;

no es un instante de alegra o tristeza:

la tierra es ancha e infinita

cuando los hombres se juntan.

(De Para vivir maana)

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CONDUCTA RAZONABLEPorque la libertad es un fuego

que pule, afina, organiza

y destruye la vida.

Porque a un lado est el bien

y al otro el mal y yo no s

cul es la conducta razonable.

Porque despus de todo, nada

importa sino es el amor,

sino es el odio.

Yo estoy aqu para vivir o para morir,

para cantar o para morir,

para respirar, comer y amar.

O para morir.

(De Para vivir maana)

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CANCIN DEL DESTIERROEn mi pas estoy,

en mi casa, en mi cuarto,

en mi destierro.

Leve es el crepsculo. Apenas

si las cosas existen:

mis libros en el suelo, tibio el aire

encerrado en la luz escondida

en sus hilos de alambre.

Me rodea el silencio y

-alguna vez-

es alegre el destierro.

Cuando acaba la noche,

brota el cielo y se asoma

a mi ventana,

el aire me entristece

y enciendo el cigarrillo

del destierro.

A raudales entra la luz:

brilla en mis ojos, se empoza

en las almohadas,

estalla

sobre un vaso con flores

en mi mesa.

Yo vivo sin cesar

en el destierro.

(De Destierro por vida)

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UN CABALLO EN LA CASAGuardo un caballo en mi casa.

De da patea el suelo

junto a la cocina.

De noche duerme al pie de mi cama.

Con su boiga y sus relinchos

hace incmoda la vida

en una casa pequea.

Pero qu otra cosa puedo hacer

mientras camino hacia la muerte

en un mundo al borde del abismo?

Qu otra cosa sino guardar este caballo

como plida sombra de los prados

abiertos bajo el aire libre?

En la ciudad muerta y annima,

entre los muertos sin nombre, yo camino

como un muerto ms.

Las gentes me miran o no me miran,

tropiezan conmigo y se disculpan

o maldicen y no saben

que guardo un caballo en mi casa.

En la noche, acaricio sus crines

y le doy un trozo de azcar,

como en las pelculas.

l me mira blandamente, unas lgrimas

parecen a punto de caer de sus ojos redondos.

Es el humo de la cocina o tal vez

le desespera vivir en un patio

de veinte metros cuadrados

o dormir en una alcoba

con piso de madera.

A veces pienso

que debera dejarlo irse libremente

en busca de su propia muerte.

Y los prados lejanos

sin los cuales yo no podra vivir?

Guardo un caballo en mi casa

desesperadamente encadenado

a mi sueo de libertad.

(De Historia de Artidoro)

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TOCO UNA MANOToco una mano y toco

todas las manos de la tierra.

Nada es distinto de este rostro,

de esta voz instantnea

y la fuerza del corazn es tambin

un resplandor en el cielo.

El amor es idntico

a s mismo, yo soy

una multitud sobre la tierra.

Todo el amor es nuestro:

toco una mano y toco

toda la hermosura.

(De Das del corazn)

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ENVOSan Santiago del Cuzco,

muy caballero,

en su caballo blanco

baja del cielo.

Las espuelas de plata,

dorado el pelo,

claros ojos redondos,

negro el acero.

De la sombra le miran

los que murieron.

San Santiago del Cuzco,

muy caballero,

pisa tierra peruana,

no quieren verlo;

a su Espaa se vuelve,

no quieren verlo;

por el mundo camina,

no quieren verlo.

San Santiago del Cuzco,

muy caballero,

a su cielo regresa,

con torvo ceo.

No quieren verlo.

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GLOBE TROTTERSobre arenas tan interminables como el da

imaginando nubes, palmeras, aguas, noches de luna

he caminado por los desiertos, toda mi vida.

Bajo luces de nen, atravesado

por el estruendo de los automviles,

implacablemente gobernado por seales rojas y verdes,

he caminado por los desiertos, toda mi vida.

A menudo so con dulces samaritanas

y siempre he despertado en un autobs:

ajadas oficinistas me rodeaban, muertas de sueo, encadenadas

a una vida polvorienta y sin una gota de agua

en el corazn. Con insaciable sed

he caminado por los desiertos, toda mi vida.

Sin cesar he subido las escaleras del hotel.

Nunca vi la palmera ni el manatial soado

ni el arco iris de la paz ni la paloma del perdn.

Angeles despiadados me miraban sin verme,

me preguntaban por mi nombre y mis seas,

me echaban el humo en la cara

y me indicaban con desdn

el camino del paraso que nunca era un paraso

sino las mismas arenas, el desierto

por donde he caminado, toda mi vida.

Si entraba en el saln vetusto

el viejo inquisidor se atragantaba,

lanzaba al aire el humo, el caf, la sonrisa

y me preguntaba por Mariena.

Mariena, Mariena? Quin es Mariena?

Suspendida est en el aire, lejos de este desierto

y yo nunca la he visto.

Vivir en su isla rosada, en su casa pequea,

en su granja con gansos y conejos o se habr ahogado

en las aguas azules del mar Mediterrneo.

Ese oasis no me sirve,

el viejo inquisidor se march hace tiempo y me ha dejado

una angustia intil, un nombre

que he de llevar a cuestas para nada

mientras camino por los desiertos, toda mi vida.

Las estrellas de los policas brillan y tintinean,

los estudiantes pasan con libros o muchachas bajo el brazo,

la niebla ligera se levanta para que duerma en la calle

esta primera noche primaveral del ao.

De buena gana leera una novela de Voltaire,

conversara con mis viejos amigos,

tomara un caf, fumara un cigarro.

En el arenal interminable todo es un sueo tan desesperado

como la niebla, las palmeras y la dulce samaritana.

He caminado por los desiertos, toda mi vida

y nunca me acompa nadie.

A veces se dibujan ante mis ojos historias de fantasmas:

aposentados en lujosos palacios ahuyentan

a los escopetados compradores durante el da,

en la noche alimentan y consuelan a las pobres gentes.

Otras veces son ladrones: despus de aos de crcel y miseria

roban con fortuna una casa opulenta

y disfrutan los goces de la vida

o reparten limosnas a la puerta del templo.

En la soledad del arenal no hay palacios ni opulentas casas

ni pobres gentes ni fastidiosos compradores

ni puerta ni templo ni limosna

ni goces de la vida.

Toda mi vida he caminado por los desiertos

y ahora estoy triste.

Una vendedora de claveles canta o llora en mi odo.

qu hara yo con un clavel en el desierto?

He caminado solo y sin equipaje toda mi vida,

estos claveles son tambin un desesperado sueo

aunque la melodiosa vendedora me contemple con lastimados ojos

como si ella fuera el fantasma y yo la pobre gente

llegada en la gran noche a las puertas del palacio lujoso.

He caminado por los desiertos, toda mi vida

y nunca llegu a ninguna parte.