Wagner, Richard - El Anillo de Los Nibelungos

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    EL ANILLO DEL NIBELUNGORICHARD WAGNER

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    INDICE

    I. EL ORO DEL RHINNII. II. LA WALKIRIAIII. III. SIGFRIDOIV. IV. EL CREPSCULO DE LOS DIOSES

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    IEL ORO DEL RHIN

    Desde la antigua fuente de los siglos la clara luz de la aurora y la verdosa delatardecer iluminan las aguas del viejo Rhin, que bordean las selvas de la agresteGermania. Cuando los rayos rasantes del sol doran las aguas parece brotar del fondodel cauce sombro una extraa cancin. Los fresnos y las encinas que trepan lasempinadas riberas son los testigos del instante mgico. La paz y la soledad delanochecer son propicias al encantamiento de las aguas que corren presurosas avolcarse en el brumoso mar; slo los pjaros sorprenden al silencio con sus cantos.

    Una roca escarpada emerge del centro de la corriente; a su alrededor la meloda seoye clara y ntida. Cantan las ondinas, las hijas del viejo ro, mientras velan un tesoroescondido en el peasco: el oro brillante, cuya posesin concede la riqueza, la

    herencia del mundo y el podero sin lmites.Wotan, el primero de los dioses nrdicos, protege a las ondinas que da y noche

    custodian el tesoro; un enemigo oculto y artero acecha el instante propicio pararobarlo y disputar a los dioses el dominio del mundo.

    En el inundo celeste ele las nubes y las nieblas moran los dioses. Un palacio etreo,reluciente y fantstico, ha sido construido por la raza de los gigantes por orden ydeseo de Wotan; por ello, ha contrado un compromiso con esa raza y el pacto ha sidoinscripto en el asta hecha del fresno inmortal que sostiene al mundo. Son las "runas",que Wotan deber cumplir a pesar de su destino. Los dioses aguardan impacientes laterminacin del palacio para habitarlo y protegerse del manto opaco de la noche.

    Sobre la tierra enverdecida por bosques y prados; con sus ros, nieve endurecida eninvierno y corriente abundosa en verano, est el dominio de los gigantes, Rcsenhein,an no hecho suyo por los hombres. En las entraas de la tierra, en sus senos oscurosy sombros mora una raza de enanos, sin belleza y sin bondad, los Nibelungos; sureino es Nibelhein.

    Welgunda, Floshilda y Woglinda son las ondinas que entonan todas las tardes sucancin al viejo Rhin. Cuando la ltima llamarada del sol alumbra al ro parece quelas aguas se incendiaran alrededor de la roca sagrada. La corriente parece un ascuamovible un instante; luego la sombra cae sobre las aguas, y la niebla desciendeoscurecindolo todo hasta la jornada siguiente.

    El enano Alberico decide salir del fondo negro de su reino y conquistar una ondina,

    cuyos cabellos de brillo broncneo y ojos de agua verdosa suea con mostrar a laenvidia de los Nibelungos. Pequeo y horrible, viviendo en un dominio sin luz y sinalegra, tiene el alma cegada de amargura. La envidia a la raza de los dioses lo corroe.Aspira a derribar la maravillosa fbrica de nubes que les han construdo los gigantesy, erigindose en rey de los Nibelungos, dominar al universo todo.

    El enano no puede lograr ser amado; jams dulce de mujer que supiera a mieleshalag su odo. Surgiendo del reino de las sombras contempla desde las altas rocas elcorrer libre de las aguas bordeadas de mrgenes boscosas. Le llega el canto de lashijas del Rhin; en las aguas brillan los torsos y flotan las cabelleras de las bellas guar-dianas. Se arroja al agua y las persigue.

    La fealdad y la torpeza de Alberico, que salta de roca en roca jadeante y

    amenazador, les dan motivo de bullicio y de risueos comentarios. Juegan con l y leprovocan; le humillan y le consuelan falsamente. Palabras de amor apasionado y

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    colmadas de angustia pronuncia Alberico. La juguetona alegra de las hijas del ro eslo nico que le responde. Cansado y dolido el enano reprocha la maldad y el desvo delas ondinas.

    -Ardiente amor me quema! Y aunque riis y mintis voy a perseguiros; alguna seme rendir! Ah, si este puo pudiese alcanzar a una!

    Un rayo ltimo de sol se desliza hasta el fondo del ro y como todos los atardeceresla luz aumenta por grados y luego es un fuego vivsimo al acercarse a la roca central,desde donde se irradia en una mgica iluminacin. La sorpresa del enano es indecible;olvida su amor y la persecucin de las ondinas.

    -Decidme -pregunta.- Qu es ese intenso resplandor?-Cmo! De dnde sales que no has odo hablar del oro del Rhin, cuyo ojo vela y

    duerme alternativamente? Quien posea un anillo forjado con el oro del Rhin es dueodel mundo.

    Y nadando y rebullendo alrededor de la roca las ondinas prosiguen su canto:-Oro del Rhin! Oro del Rhin! Qu placer causa tu brillo! Qu vivo resplandor se

    desprende de tu seno! Despierta! Rodearemos tu lecho cantando y bailando.

    Atnito el enano contempla la irradiacin del oro bajo el temblor de las aguasmientras piensa en las palabras de las ondinas que cuentan los poderes que concede suposesin. Pero slo podr alcanzarlo -le dicen las hijas del Rhin- quien renuncie alamor y a sus deleites; porque slo as podr forjar el anillo. No puede quitar sus ojosdel brillo mgico y una ambicin irrefrenable empieza a dominarlo. Despreciado porel amor, objeto de las burlas de las ondinas, resuelve renunciar a la conquista de lashijas del Rhin y de toda otra mujer y de inmediato trama el robo.

    Las ondinas mismas favorecen sus planes. Cmo temer de un enano torpe ysensual, que se pasa la vida buscando quien le ame? Juegan en la corriente ydescuidan el tesoro. Entonces el oscuro nibelungo se hunde de improviso en las aguasy con mpetu arranca el oro, sumergindose con l en el fondo del Rhin.

    La oscuridad desciende de pronto al lecho del ro y se oyen las voces angustiadasde las ondinas que claman por el oro. Se llenan las riberas con sus ecos ylamentaciones. Invocan a los dioses, llaman al padre Wotan:

    -Detenedle! Salvad el oro! Socorro, socorro!La tarde ensombrecida ve llegar la noche; el viejo Rhn sigue su incansable carrera

    al mar, oscuro y hosco. La noche pasa presurosa con su carga de estrellas y cl nuevoda alumbra la desolacin de las ondinas.

    La niebla lechosa del amanecer vela el reino celeste de los dioses. El da nacienteilumina el castillo etreo de Wotan, erizado de almenas relucientes, con puenteslevadizos, sostenido por el arco de las nubes y levantado ms all de los montes. En la

    tierra se aclaran el enverdecido valle del ro, las crestas de las montaas y la manchaoscura de los bosques. Los dioses despiertan y admiran el alczar. El padre inmortaldescansa sobre el csped y su esposa Fricka junto a l le habla:

    -Despierta del dulce engao del sueo; despierta y medita!El dios se incorpora y admira la obra construda por los gigantes, tal como la so

    su fantasa y la dese su voluntad: hermosa y fuerte. Pero la contemplacin de labelleza no les hace olvidar el dolor que su existencia encierra. Para erigirlo, la raza delos gigantes ha exigido un pago excesivo. Fasolt y Fafner han levantado piedra sobrepiedra, construido las torres y los puentes en medio de muchas fatigas; en pago exigenla entrega de Freia, la hermana de Fricka, la diosa de la juventud y la alegra. Laesposa del primero de los dioses lamenta la suerte de su hermana y recrimina a Wotan

    que, a causa de su desmedida vanidad y ambicin de poder, no ha dudado en sacrificara la joven diosa. Pero Wotan replica:

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    -Acaso fuiste ajena a mi ambicin al pedir la construccin del palacio?-Compart tu ambicin, porque inquieta con tus veleidades tena que pensar en

    cautivarte proporcionndote un lugar deleitoso para retenerte a mi lado. Pero allevantar el palacio no has hecho ms que responder a tu deseo de poder ilimitado -contesta Fricka.

    -Has de concederme -responde Wotan-, que as como ansiabas cautivarme, intenteyo cautivar al mundo. Adems no he pensado seriamente en entregar a Freia.Wotan, irritado, parpadea con su ojo nico, pues perdi el otro hace tiempo. Los

    lamentos de Freia se sienten cercanos; las amenazas del gigante Fasolt la estremecen ygime su desventura. Ella es la encargada de cuidar en el jardn de los dioses de lasmanzanas de oro. De ese fruto divino se alimenta la eterna juventud de los dioses y lavejez y la senectud haran presa en ellos si les faltara la fruta.

    En tanto los gigantes irritados por la indecisin del dios se presentan airados;blanden mazas enormes y su furia es grande.

    -Mientras las dulzuras del sueo cerraban tus ojos hemos construido incansablestu palacio, poniendo piedra sobre piedra, hasta culminar en la esbelta torre; puertas y

    ventanas de distinta altura se abren a la luz y protegen el interior majestuoso.Contmplalo a la luz del da. Entra y domina desde su interior, pero..., cmplenos lopactado!

    El dios intenta disuadirlos:-Cmo habis tomado en serio un ofrecimiento que slo fue una chanza? No se

    cri para vosotros, gente brutal y ruda, una criatura tan dulce y encantadora comoFreia!

    La clera de los gigantes no reconoce lmites. Exigen que Wotan sea fiel a lospactos y que no es vano juego el contrato inscrito en el asta de la lanza. L a paz ha dehuir de los dominios del dios si no cumple con sus promesas. Y con profundodesprecio Fasolt se dirige a los bellos dioses:

    -Nos despreciis sin razn! Nosotros amamos la belleza y hemos fatigado nuestrasmanos encallecidas para obtener el cario de una mujer que viva junto a nosotros,mientras que vosotros, que debis el poder a la belleza, despreciis el amor porobtener un palacio, Wotan, inquieto, desea que el astuto Loge, su astuto consejerohaga su aparicin. Siempre lo ha ayudado a pesar de las protestas de Fricka. Donner yFroh, dioses inmortales, dueos del rayo y del trueno, quieren salvar a Freia luchandocontra los gigantes; pero el viejo dios, que ha divisado a Loge, finge ceder y cumplirlo pactado en la lanza.

    Wotan pide consejo a Loge y a pesar de las argucias de ste para no hacerlo,consigue que le sugiera algo diablico. Loge se queja de la ingratitud con que siempre

    premiaron sus servicios.-Sin embargo, por ti, viejo dios, buscaba algo en el universo para dar a los gigantesen reemplazo de Freia. Pero me he convencido de que en el mundo nada hay para elhombre que signifique tanto como la gracia de una mujer. Slo un ser ha podidorenunciar al amor: el nibelungo Alberico. Enfurecido por los desdenes de las ondinasdel Rhin les rob el oro confiado a su custodia, renunciando para siempre al amor.

    Y Loge repite la acongojada queja de las ondinas que lloran su desventura, y elruego que formulan a Wotan para que castigue al ladrn y les devuelva el tesororobado. Pero el dios se irrita porque l mismo se encuentra en un apuro muy grande ymal puede correr en ayuda de otros. Loge les dice que en las profundidades de la tierrael nibelungo hace forjar un anillo por el herrero Mime, hermano del enano, y un casco

    alado; y luego enumera los poderes del anillo, hecho de oro divino con el cual sepuede dominar el mundo, y los del casco, con el que se puede volver invisible y

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    trasladarse a cualquier sitio, por ms lejano que sea. Todos se sienten estremecidospor el deseo de poseerlo; hasta los gigantes titubean y traman exigir de Wotan elrescate del oro y que les sea entregado en lugar de Freia.

    Loge, astuto y artero, sugiere a Wotan el robo del anillo del nibelungo. Cmo esposible que el primero de los dioses no pueda engaar a un enano, sbdito de

    Nibelhein? Slo se trata de quitarle a un ladrn lo del rob. Luego podr devolverlo alas hijas del Rhin. Pero Frica se encoleriza, pues siente celos de las ondinas. En tanto,los gigantes se apoderan de Freia y gritan a los dioses:

    -La llevaremos lejos de aqu! Hasta la cada de la tarde ser considerada cornoprenda; volveremos luego y si no encontramos preparado el oro, habr terminado latregua y Freia ser para siempre nuestra.

    Dicho esto se la llevan precipitadamente y, a lo lejos, se oyen los gritosdesgarradores de la diosa dispensadora de la juventud.

    Una pesada neblina comienza a enturbiar la luminosidad de la maana. Los diosesempiezan a perder su lozana y una vejez prematura y dolorosa asoma a sussemblantes. Marchitan y palidecen; pierden el vigor, y los atributos de su fuerza y

    poder caen de sus manos. En las ramas, las manzanas divinas empiezan a perder sufrescura y pronto han de caer como las hojas.

    -Sin las manzanas la raza de los dioses envejecer y morir achacosa, ludibrio delinundo! -les dice Loge.

    Fricka, la esposa de Wotan, lamenta su desventura v el viejo dios, que nadaresuelve hacer para consolar a las hijas del Rhin y devolverles el tesoro, decidesacrificarlas para conservar la fruta que rejuvenece a su raza. Buscar al nibelungoAlberico y rescatar el tesoro para salvar a Freia.

    El oro no volver al seno acuoso que velan las ondinas; ha de salvar la perennidadde los dioses y la inmortalidad de su palacio etreo.

    Loge desciende con Wotan a los abismos. En las oscuras simas de la tierra, dondela subterrnea raza de los nibelungos repta y se afana, Mime contina su tarea deforjar un casco alado y milagroso. Alberico podr hacerse invisible con l y vigilar sinesfuerzo el trabajo del nocturno

    ejercito de los nibelungos, a quien domina y somete a esclavitud.A esas profundidades ha descendido Wotan. Le ayuda en su propsito el

    resentimiento de Mime que, a pesar de ser un herrero sin par y haber forjado el cascomilagroso, ha sido maltratado por Alberico. Loge con su astucia logra despertar laconfianza de Mime; y este, entre lamentos, le narra la triste condicin de losnibelungos despus del robo del oro a las ondinas del Rhin.

    -Ahora, ese perverso de Alberico me tiene encadenado. Con astucia diablica robo

    el oro y con el se forj un anillo, cuyo poder admiramos. En otros tiempos forjbamosy laborbamos sin cuidados, riendo alegremente en medio de esa tarea liviana,adornos y joyas para nuestras mujeres. Ahora, trabajamos arrastrndonos por laspeas solo para acumular inmensos tesoros; con el anillo mgico acierta a descubrir elsitio donde est escondido el oro. Trabajamos entre las rocas para extraerlo; lofundimos y labramos joyas mal nficas, todas para ese malvado dueo.

    El enano Mime prosigue con sus quejas; acaba de azotarlo Alberico porque, a pesarde haberle hecho el casco milagroso con los detalles que le diera el nibelungo, no estagradecido de su tarea. Loge se burla de l llamndolo holgazn; pero Mime le diceque el azote no fue por tal cosa, sino porque despus de haber forjado el casco quisoquedarse con el, sabedor de su poder maravilloso, y transformarse en rey.

    -Pero ay de m! Yo que hice el yelmo no conoca bien sus poderes. Y en cambio lonico que recib fueron los azotes de su mano invisible cuando hecho el casco se lo

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    coloco e hizo uso de su magia.Loge hace notar a Wotan las dificultades que significa querer robar el anillo; pero

    el dios, que recuerda la pena de envejecimiento que pesa sobre su raza, incita a Loge avencer con astucia al nibelungo.

    Del fondo tenebroso de los subterrneos terrestres van apareciendo ante los ojos de

    los dioses los nibelungos organizados en regimientos, movindose bajo el restallar delltigo de Alberico y cargados de oro. El enano rey repara en Wotan y Loge, yarrojando nuevamente a los abismos a sus aterrorizadas huestes, los increpaensendoles el anillo:

    -La envidia os trae a Nibelhein! Se lo que significan huspedes tan osados que sepermiten penetrar en mis dominios!

    Pero Loge, fiel a sus mtodos, intenta apaciguarlo recordndole que cuandotemblaba de fro tirado en su oscura madriguera fue Loge, en tanto fuego vivificador,quien le dio luz y acogedora llama. Adems, ,de que le servira forjar si no contaracon el auxilio del fuego para calentar la fragua? Protesta Loge de la ingratitud deAlberico, a quien llama amigo y pariente. Pero no logra vencer la desconfianza del

    nibelungo, quien ya conoce las astucias y artera de Loge. Y declara que hace frente atodos los dioses.

    -De qu te sirven tales tesoros en este triste pas de tinieblas? - le pregunta Wotan.-Los que habitis la alta regin en donde sopla la brisa suave - responde Alberico -

    vivs entregados al amor y a la alegra despreciando el tenebroso mundo del enano. Herenunciado al amor, pero he ganado el poder del oro. Con l dominar vuestro mundoy convertir en esclavos a los que se burlaron de m. Cuidado con el nocturno ejrcitode los nibelungos cuando salga de las profundidades de Nibelhein a la claridad delda!

    Las arrogantes palabras del enano enardecen a Wotan; slo la prudencia de Logeimpide que el primero de los dioses vuelque su clera prematuramente. Y con su viejasabidura, manifiesta incredulidad y desconfianza de los poderes mgicos del anillo ydel casco. La vanidad que trastorna al enano hasta hacerle perder la prudencia lo llevaa proclamar cules son tales poderes.

    -Muchas rarezas he visto -le responde Loge-, pero nunca tal maravilla. No puedocreerlo, porque entonces tu poder sera infinito.

    Y el enano cae en la emboscada. Para demostrar sus medios de dominio y sus artesse convierte en serpiente que se enrosca en s misma y luego, seducido por el miedoaparente de Loge, resuelve convertirse en un pequeo sapo. Y es en ese momentocuando Loge le dice a Wotan que aprese al pequeo animal que aparece en uno de losrincones de las grietas. Wotan coloca su pie sobre l y lo aplasta; luego Loge lo atrapa

    y se apodera del casco alado. Alberico es descubierto en su poder y aniquilado en sufuerza mgica; y en medio de su rabiosa desesperacin, impotente y vencido, es hechoprisionero y maniatado por Wotan.

    Con el rey de Nibelhein preso ascienden, desde el fondo de las profundidades, losdioses de los llanos celestes. Todava cubre las cumbres la lechosa neblina quedescendiera al abandonar Freia los dominios de los dioses. Antes de expirar el plazofijado por los gigantes, Alberico, preso e inutilizado, intenta transigir con los dioses afin de obtener por lo menos su libertad: dar todos sus tesoros. Y ordena ascender aloscuro ejrcito y depositar en los prados divinos todas las alhajas y riquezas. Undorado y brillante montculo se forma ante los dioses asombrados; brilla la llamaardiente del oro y el rayo lunar de la plata. Se aclara el mbito con los reflejos de los

    metales.Alberico clama entonces su libertad. Pero no ha contado con la sutil astucia de

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    Loge, quien sugiere que el rescate de su vida debe pagarse con el anillo mgico, hechocon el oro robado al Rhin. En vano Alberico hace presente que el poder del oro seejerce por el anillo gracias a que l lo forjara. El nibelungo increpa a los dioses porqueengaan, roban y despojan sin justicia. Pero el anillo le es arrebatado y en sudesesperacin, l, que es un maldito, maldice entonces al anillo y a quien lo posea.

    -A m su oro me dio riquezas y podero sin lmites; que ahora su magia lleve lamuerte a quien lo posea. Nunca la alegra acompae a su dueo; que la pena y lainquietud atormenten al poseedor y la envidia a quien no lo tenga; que su dueo loposea en paz, pero que le atraiga el verdugo. Que el miedo acompae toda la vida almaldito y la vida sea una eterna agona hasta el momento de su muerte y que lorobado vuelva a mis manos. As el tesoro arrebatado al nibelungo recibe mibendicin!

    Y en medio de su rabia e impotencia, desatado por Loge, desaparece en las,profundidades el horrible enano. Sus ltimas y enconadas palabras se pierden en lassombras.

    Loge advierte a Wotan el tremendo sentido que encierran las maldiciones del

    nibelungo; pero Wotan permanece extasiado observando el anillo.La ligera neblina empieza a transparentarse y la claridad del da alegra y

    rejuvenece a los dioses. Freia, trada por Fafner y Fasolt, se acerca y renueva todo a supaso. El aire se embalsama y la alegra entra en los corazones. Slo arriba, en el foscocielo germano, an las nubes enturbian la visin resplandeciente del alczar deWotan.

    Los dueos de Riesenhein, los gigantes, exigen el rescate del nibelungo antes deentregar a la dulce y lozana Freia. El encanto de la diosa ha perturbado a los seoresde los montes y de los bosques; una rara inquietud impulsa a Fasolt a lamentar laprdida de Frea.

    -El no ver ms a esta mujer hermosa me causa mucho pesar -dice Fasolt, - pero yaque as debe ser amontonad tanta cantidad de joyas y riquezas, tanto que no puedaverla y logre olvidarla mejor.

    Fafner y Fasolt hincan sus clavas en el suelo delante de Freia marcan su altura yancho. Loge y Froh acumulan las riquezas entre las estacas, pero brutalmente Fafnerestruja el contenido y exige siempre ms. El tesoro es agotado; pero an deben aadirel casco milagroso para no dejar ver el ondear del cabello de la diosa.

    - Ya no veo a la hermosa Freia! Tendr que abandonarla? An veo el brillo desu mirada por una rendija! Mientras pueda ver esos ojos divinos no puedo separarmede esa mujer! - grue Fasolt.

    -Ya os liemos dado todas las riquezas. Qu ms queris? -responde Loge.

    -El anillo que veo brillar en el dedo de Wotan -contesta Fafner.-Recordad que ese oro pertenece a las hijas del Rhin y he comprometido mi palabrade devolverlo a las que geman -responde Loge.

    -A m no me obliga lo que t prometiste -dice Wotan-; me quedo con el anillo. Pornada en el mundo entrego el anillo a los gigantes. Es mi botn!

    Los gigantes arrastran hacia s a Freia; se oyen los lamentos de Fricka y los demsdioses rogando a Wotan que entregue el anillo. Pero el dios se niega encolerizado.

    La oscuridad ha empezado a descender de nuevo. De las hondas regiones ignotassurge un resplandor azul; en medio de l aparece Erda, la mujer milenaria mil vecessabia. Una cabellera negra y abundosa enmarca su rostro; su figura es noble yarrogante y su mirada tiene algo de terriblemente lejano y misterioso. Con acento

    sibilino y grave conmina a Wotan a que entregue el anillo, escapando as a lamaldicin del nibelungo.

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    -Quin eres t que as me adviertes? -pregunta el dios.-Tengo un saber infinito; s todo lo del mundo, lo que es y lo que ser. Tengo tres

    hijas, las Parcas, que noche a noche te develan el secreto que yo ahora veo. Erda tepredice un peligro que te amenaza.

    El resplandor azulino comienza a oscurecerse y la figura se borra poco a poco.

    -Detente! -grita Wotan-. Tu voz me pareci misteriosa; espera, dime algo ms!-Te advierto el peligro y esto debe bastarte. Desgracias se te avecinan si sigues enposesin del anillo! -responde con acento sombro, y desaparece.

    Los dioses quedan sobrecogidos; Wotan lamenta el sentido trgico que parecetener su destino y con melancola resuelve entregar el anillo.

    -Con los dioses, Freia, diosa de la juventud y de la alegra! Tomad el anillo ydevolvednos a la doncella. Y t, Freia, haz que retorne la frescura y la lozana en elrostro de los dioses y en los frutos de nuestro jardn.

    Los dioses resplandecen de gozo y el brillo de su sonrisa reaparece; colman decaricias a la diosa. El da se pone radiante, despejado de brumas y nieblas, En lo alto,el alczar de los dioses se recorta ntido en el cielo puro. El divino reino de las

    divinidades germnicas brilla con renovada lumbre y las hojas del viejo fresno quesostiene al mundo reverdecen.

    Pero no en vano el oro est cargado con las tremendas maldiciones del enanoAlberico; su posesin es causa inmediata de dolor y de muerte. En medio de la alegrade los dioses, Fafner extiende una tela enorme para recoger todo el botn. Pero Fasoltse arroja sobre l y reclama partes iguales en cl reparto.

    -Me quedar con la mayor parte del tesoro! -grita Fafner-. Ms que cl oro te gustFreia; con gusto hubieras renunciado al oro.

    -A m tal injuria! Oh, dioses inmortales! A vosotros demando justicia!Wotan vuelve la espalda con gesto despectivo; pero Loge aconseja a Fasolt

    sutilmente:-Djale todas las riquezas, pero qudate con el anillo!Los gigantes se traban en una lucha a muerte., arrastrados por el influjo trgico de

    la maldicin del enano. El oro robado y luego maldito ejerce ya su poder nefasto. Yante el asombro atnito de los dioses, cae la primera vctima; Fasolt muere bajo clgolpe de Fafner. Termina el gigante de hacer su montn y marcha luego con el sacobien repleto.

    -Ahora veo en su terrible fuerza el poder de la maldicin! -dice Wotanconsternado-. Se apodera de mi nimo un profundo temor. El miedo me conturba; sloErda puede poner paz en esta extraa agitacin ma. Su sabidura profunda puedeensearme a evitar desgracias futuras.

    Su esposa Fricka, celosa y temerosa de una nueva veleidad de Wotan, le ruega quese quede en los prados celestes. Acaso no ha levantado un palacio maravilloso paradescansar y vivir en la serenidad divina? Pero el dios slo contesta lamentando elprecio que ha debido pagar por l. El cielo an est turbio de brumas y nubes; Donner,el dios de las nubes y de los vapores, quiere aclararlo. Grita a las nubes desde lo altopara formar con ellas una tempestad de rayos y truenos; el cielo brillar pursimodespus. Golpea con su martillo y el eco llena los valles y las selvas. Las nubes seagrupan a su alrededor en un negro nubarrn; brota el relmpago, se oye el roncorimbombo del trueno y el rayo baja veloz a las campias.

    Desde las cumbres, Donner llama a su hermano Froh y le ordena que ensee a losdioses el camino que lleva al palacio etreo. Froh acude y luego desaparece en la

    nube; de pronto sta se desvanece con la tormenta y en el aire lmpido aparece clpuente trazado por Froh: el trazo luminoso del arco iris alumbra el crepsculo y la

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    estrella vespertina brilla al fondo, sobre la cresta de los montes. Al finalizar el da,Freia ha vuelto a sus divinos dominios y el gigante Fafner ha desaparecido cargadocon sus riquezas dejando abandonado el cadver de Fasolt.

    Wotan se ha quedado extasiado contemplando el palacio donde ha ele morar poruna eternidad. Admira su brillo a la luz del sol poniente y evoca la visin melanclica

    de la maana cuando an no haba ascendido a habitarlo. Pero cuntas penas, cuntasangustias y cuntos males ha acarreado su posesin. De la maana a la tarde cuntospesares soportados por l. Y dirigindose a los dioses les dice:

    -Seguidme! La noche avanza y el palacio nos preservar de sus tinieblas.Asciende, esposa ma, por cl puente luminoso que ha trazado Froh. Vamos a vivir ennuestro mundo divino y eterno; en el Walhalla!

    -Qu extraa palabra acabas de pronunciar? -pregunta la esposa Fricka.-Cuando veas realizado ante tus ojos lo que mi valor invent dominando al miedo,

    comprenders el sentido de esa palabra -responde Wotan.Los dioses se encaminan hacia el puente de luz.Loge los ve partir con amargura; se avergenza de tener relaciones con ellos. No

    han querido escuchar el clamor de las hijas del Rhin y han abandonado el oro enmanos de la ruda gente de Riesenhein. Con qu deseos Loge se convertira de nuevoen llamas y los destruira dentro de su nueva y magnfica morada! Y animado por talidea sbita resuelve acompaar a los dioses y se encamina con ellos en direccin alarco luminoso que hace de puente.

    -Slo falsedad, engao y miseria reinan en el mundo de los dioses! -clama a lolejos el llanto de las ondinas del Rhin. Wotan las escucha y se detiene encolerizado apreguntar a Loge por tales quejas.

    -Son las hijas del Rhin que lloran el oro y se lamentan del abandono.-Hazlas callar! -grita Wotan.Y a la luz empalidecida del crepsculo las ondinas vuelven a sus lamentaciones,

    mientras nadan en las sombras aguas del ro que marcha hacia el norte, a perderse enun mar de nieblas y brumas. Lloran su tesoro y lamentan el olvido de los dioses; lavoluptuosidad de sus vidas y las mezquinas pasiones que los animan han hecho queno se preocuparan por su sagrado deber.

    Y con malicia llena de intencin, Loge les grita desde lo alto:-Escuchad lo que os dice Wotan! Hijas del agua, ya que no os ilumina el brillo del

    oro, contentaos con contemplar el esplendor de la morada de los dioses.Y del fondo de las aguas brota la melancola de la queja de las ondinas:-Oro del Rhin! Oro puro. Oh, si an brillases con tu esplendor en el fondo de las

    aguas! Slo all, en la movible corriente del viejo ro, existe la sinceridad y la

    franqueza; all arriba todo es cobarda y fingimiento en medio del esplendor de' lamorada de los dioses!La paz cae sobre los tres dominios del mundo: las oscuras entraas de Nibelhein,

    los montes y bosques de Riesenhein y el esplendor dorado de los prados divinos de losdioses. En el silencio de la noche que avanza arrebujando montes y cumbres, la lentacancin del ro se hace murmullo y va muriendo con la marcha de la sombra.

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    IILA WALKYRIA

    La tempestad destroza las viejas encinas y los copucos fresnos; el rayo hiende lostroncos los torrentes se han salido de madre. Los hilos del aguacero, constantes ytupidos, envuelven la tierra; los animales silvestres se han guarecido y slo al amainarel trueno y cesar la lluvia las ardillas se animan a corretear por las ramas y las gacelas a pisar la alta hierba. Al anochecer, un viajero misterioso, fatigado y rendido,con el claro cansancio de la huida, penetra de improviso en lacasa de madera rstica que sirve de vivienda al cazador Hunding y a su mujer,Siglinda. Como las viejas casas de la selva germana, su construccin es primitiva y simple. Ha sido levantada circundando un fresno enorme cuyasraces se hunden en el piso y cuyo ramaje emerge del techo hacia el cielo. La llamaque brilla en la gran chimenea de la habitacin principal arde acogedora. El viajero,agotado, se tiende frente a ella y una suave somnolencia reemplaza a la angustia y a lapremura de la huida. El batir de la puerta y el andar del hombre han provocadoagitacin en la solitaria casa de Hunding, y Siglinda baja de su aposento y descubre alhusped inesperado. Se inclina sobre l para observar si es visible alguna herida.

    -Agua! Un poco de agua! - dice el viajero en voz baja.La mujer corre a llenar un cuerno para ofrecerle. El agua alivia la fatiga del

    caminante y, entonces, pregunta por el dueo de la casa, mientras contempla admiradola alta, majestuosa y bella figura de la mujer, tan rubia como l.

    Siglinda le hace saber que est en casa de Hunding y en su nombre le ofrecehospitalidad.

    -Estoy desarmado y a un husped herido no ha de negarle hospitalidad tu esposo -responde cl viajero.-;Mustrame tus heridas! - dice la mujer con angustia.-Son leves y no merecen que hablemos de ellas; an conservo mi vigor. Si la lanza

    y el escudo hubieran resistido la mitad de lo que poda hacerlomi brazo, nunca hubiera vuelto la espalda al enemigo; pero me los destrozaron.Luego narra a Siglinda el combate desigual con sus enemigos, durante la tempestad

    en el bosque. Siglinda le reconforta dndole a beber hidromiel. Una extraa ternuralos invade poco a poco, y conmovido agradece el hombre la ayuda y se apresta apartir. Pero las palabras emocionadas de Siglinda lo instan a quedarse y a esperar elregreso del dueo de la casa.

    Una rara atmsfera de amor se cierne sobre los dos seres; el herido se reclina juntoal hogar y la mujer aguarda en silencio el paso de los instantes. Cuando Hundingpenetra en su casa su mirada severa repara en el viajero rendido.

    -Cansado y yaciendo junto al hogar encontr a este hombre - dice Siglinda. - Lanecesidad le trae a nuestra casa. He apagado su sed y le he prodigado los cuidados dela hospitalidad.

    Siglinda ha colgado las armas del esposo en las ramas del viejo fresno y prepara lamesa para obsequiar al husped. Hunding, grave y adusto, aprueba la hospitalidadconcedida al viajero mientras lo observa detenidamente; sorprendido descubre lacompleta semejanza fisonmica con su mujer.

    Tendida la mesa, puestos el pan y el hidromiel sobre ella, se sientan los tres en

    torno y conversan. Hunding pide al viajero que proporcione datos acerca de su

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    persona y de sus hechos. Ante su silencio obstinado se lo pide en nombre del intersque ha despertado en su mujer.

    La clara y recta mirada del viajero se posa un instante en Siglinda y luego con vozgrave y contenida responde:

    -Mucho me gustara orme llamar Friedmund1, pero slo puedo llamarme

    Wehwalt2. Mi padre fue un welsa3; vine al mundo junto con una hermana que apenaspude conocer, as como a mi madre.Luego evoca la selvtica e inquieta existencia de su padre, cuyo valor y vigor se

    templaban en su lucha contra los enemigos que siempre le rodeaban y en las andanzasde cazador. El dolor y la ira trastornan el semblante del viajero al recordar el ltimoregreso al hogar despus de una esforzada batida en el bosque, cuando lo encontraronreducido a cenizas, carbonizado el tronco de la encina, muerta la madre y sin vestigiosde la nia. Desterrado, huy el padre llevando a su hijo; largos aos vivi como unlobo con su cachorro v aunque fueron perseguidos defendieron con valor sus vidas.

    Pero, en el correr de los aos, una vez lograron separarlo de su padre. Lo busc enla selva y slo descubri la piel de lobo con que se cubra. No pudo saber nunca nada

    ms de l. Sinti odio por el bosque, por la verdosa soledad de sus prados y arboledasy quiso abandonarlo para entrar en el mundo de los hombres. Pero siempre leacompa la desgracia; no tuvo amigos ni pudo obtener el amor de una mujer.Desafiado, perseguido, odiado, slo el dolor y la desdieha fueron sus dominios.Cmo habra de llamarse sino Wehwalt!

    Hunding escucha apenado y lamenta el oscuro destino del hombre; su mujerSiglinda anima al viajero a contar sus luchas.

    El husped narra entonces la ms terrible y reciente de sus hazaas, cuando una joven le pidi amparo en sus desventuras porque sus familiares la obligaban adesposarse sin amor. Luch a favor de ella;' pero corri la sangre de hermanos en lacontienda, y la pena domin entonces el furor de la joven, que abrazndose a loscadveres de sus parientes llor arrepentida.

    Sin dejarle reponer las fuerzas cayeron de nuevo los enemigos contra el defensor,dispuestos a ultimarlo; le fue imposible huir, pues la joven no quiso moverse dellugar. Tuvo que defenderla del mpetu de venganza de los atacantes protegindoladurante largo tiempo con su lanza y su escudo,

    Basta que se los destrozaron. Qued desarmado, moribunda la joven, y perseguidopor una banda enfurecida.

    -Ahora ya sabes, mujer, por que no me llamo Friedmund! -termina con voz gravey dolida el husped.

    La mujer ha escuchado conmovida. Slo interrumpe el silencio la voz cargada de

    odio de Hunding:-Conozco una raza salvaje para quien no hay nada sagrado; todos, y yoparticularmente, la odiamos. Fui llamado para vengar la sangre vertida de misparientes y llegu tarde; regreso, y encuentro en mi propia casa al criminal fugitivo.Hoy te protege mi hogar y por esta noche te admito como husped; pero maanatendrs que defenderte con fuertes armas porque es el da que elijo para el combate yla venganza. Has de pagar la deuda de los muertos!

    Erguido, soberbio y brillantes los ojos se levanta Hunding de la mesa y ordena a sumujer que prepare su bebida y le aguarde en su aposento. Ella mira intensamente al

    1 Boca de paz.2 Dominador del dolor.3 Estirpe de lobo.

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    viajero y al salir el esposo seala con disimulo al husped un punto en el rbol cuyasraces levantan el piso de la morada. Pero Hunding la reclama imperioso y desaparececon ella dejando solo al desconocido, mientras profiere amenazas.

    Junto al fuego el viajero se sume en profunda meditacin y rememora las casiolvidadas recomendaciones que le hiciera su padre para cuando se encontrara en

    peligro. Lo invoca en su recuerdo y desea con fervor poseer la espada que esgrimieraen sus combates. Luego, al brillo mortecino de la lea ardida, piensa en la bella yaugusta mujer cuyo encanto le atrae y le domina.

    Las llamas del hogar se han ido apagando; una ltima chispa salta luminosa y va acaer junto al sitio sealado por Siglinda y, a su lumbre, se divisa la empuadura deuna espada enterrada en el tronco del viejo fresno.

    El viajero asombrado se pregunta si lo que brilla no es el reflejo de la mirada de lamujer, porque en la oscuridad de su vida solitaria el fuego de sus ojos ha rozado susprpados dndoles luz y calor. Tal vez ese mismo fuego ha prendido en el troneo.Despus del ehisporroteo final del ltimo leo la habitacin ha quedado sumida en laoscuridad. La tormenta ha cesado y slo el viento blando con olor a tierra mojada

    tiembla en la habitacin. De improviso, Siglinda toda de blanco aparece en lo alto dela escalera que baja de su habitacin.

    -t Duermes, husped? -pregunta en voz baja. El viajero se incorpora sorprendido. -`Quin se acerca?

    -Yo -dice Siglinda-. Escchame! Hunding yace en profundo sueo; le prepar unabebida adormecedora y ningn sonido ha de conmoverlo.

    Ante la ansiosa mirada del viajero la mujer le dice que va a ensearle una espadaescondida y que fuera destinada al ms fuerte. Ella sabe dnde fue hundida; y con vozllena de antiguas quejas le cuenta que durante las fiestas de sus bodas, cuando todoslos guerreros invitados por Hunding vinieron desde la montaa y el bosque a festejarla falsa alegra de unos desposorios odiados, porque gente extraa la casaba sin amor,en medio del jbilo de los otros un anciano penetr en la morada, vestido de gris ycon un gran sombrero inclinado cubrindole un ojo. El brillo del otro infunda temor;toda su apariencia tena un aire de soberbia y dignidad propias de un dios.

    Slo tuvo cuidados para con la mujer desdichada a la que prodig consuelos.Luego, ante el asombro de, todos, blandi una espada y mirando a la doncella lahundi hasta el puo en el tronco del fresno, diciendo que el acero slo pertenecera alvaliente y esforzado que pudiera arrancarlo del rbol. Los convidados se empearonuno a uno en lograrlo intilmente. Desde entonces permaneca clavada all a la esperadel fuerte y valeroso que pudiera hacerla suya y liberar entonces a la mujer.

    El viajero ha escuchado extasiado. Al terminar, Siglinda prorrumpe en llanto

    invocando al guerrero esperado y elegido que ha de arrancar de su sitio la espada,terminando con ello la dominacin del hombre no querido.-Oh, si pudiera encontrarle, le estrechara entre mis brazos!El husped se conmueve ante el lamento y la abraza dicindole:-Yo soy el destinado a merecer la mujer, arrancando esa espada. En mi pecho arde

    una llama que ha de unirme a ti. Encuentro en ti lo que siempre he buscado y tanto hedeseado; t padeciste el oprobio, yo sufr la pena; t fuiste humillada, yo desterrado.

    Y ella riendo y llorando escucha en xtasis las palabras.La puerta entreabierta deja pasar la claridad de la luna. Es casi como una presencia

    invisible, pero trmula, que los rodea. La mujer siente que alguien ha entrado o se haido y tiembla de miedo; pero el hombre la tranquiliza y la protege con suavidad.

    -Nadie se ha ido, pero alguien ha entrado. No ves cmo nos sonre la primavera?Venci a las tempestades invernales; su templado ambiente se mece en los bosques y

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    en los prados; a todos sonren sus ojos abiertos y el dulce trino de los pjaros es sucanto. Respira exhalando perfumes y de su sangre brotan hermossimas flores.Subyuga al mundo adornada con armas delicadas. De ella huye el invierno y lasborrascas. El amor que ahora se alegra a la luz de la hermosa luna y se esconda antesen nuestros pechos, la ha atrado. Vencido est el obstculo que separaba la prima

    vera del amor!-Te he visto y te he presentido cuando me miraba en el agua de los arroyos! -contesta Siglinda-; te he esperado desde el tiempo ya perdido y en brumas. Hellevado eseondido y en seereto mi amor a ti; tu voz me era conocida y sonaba amsica extraa y divina!

    Los amantes se oyen inundados de un mutuo encantamiento; se cuentan sussueos, sus penas y esperanzas; reconocen que la imagen de cada uno ya viva enambos; que la voz era un viejo eco conocido cuyo acento les vena de lejos, desde laniez perdida.

    -De veras te llamas Wehwalt? -pregunta Siglinda.-Desde que me amas dej de llamarme as; ahora domino las delicias y los encantos

    del amor.-Puedes llamarte Friedmund?-Llevar cl nombre que t me des.-No era lobo tu padre?-Era lobo para zorros cobardes!-T eres un welsa! -grita la mujer-, Welsa era el anciano que hundi la espada en

    el fresno y que reconoc como a mi padre! Deja que te llame Siegmund, boca de lavictoria! Siegmund te llanto yo!

    Siegmund enajenado se acerca al rbol, toma la espada del puo, e impulsado porsu amor la arranca con mpetu.

    -Nothung! -grita al contemplarla.Y la presenta a Siglinda como regalo de bodas.-As me desposar con la mujer ms ideal; as la arrancar a mi enemigo!

    Sgueme lejos de aqu! Vente conmigo a donde habita la hermosa primavera;Nothung nos proteger y aun pereciendo yo, ella te proteger!

    Y Siglinda entusiasmada se apresta a seguirle, dicindole:-T eres Siegmund y yo Siglinda, que ansiosa te esperaba! Has ganado con tu

    espada a tu hermana y a tu esposa!-Esposa y hermana eres! -responde Siegmund-. Surja, pues, de nosotros una

    nueva estirpe de los welsas!Y el resplandor lunar ilumina a los amantes; afuera se siente en el bosque el

    susurro de las hojas movidas por el viento maanero. Pronto el viejo sol alumbrar loscaminos y las corzas corrern entre los matorrales. Unidos en el destino la parejaabandona la casa de Hunding y se pierde en la umbra de las selvas y el silencio delamanecer.

    Los dioses desde el Walhalla han visto el derrotero de los amantes; la mirada deWotan los ha acompaado por los senderos del bosque.

    Hunding, vuelto de su letargo, conoce el abandono de Siglinda y una tremendaclera lo conmueve. Invoca a Fricka, la protectora del matrimonio, y clama venganza.El viejo Wotan lucha entre su preferencia por el welsa Siegmund, su propio hijo, y lainfluencia de su esposa que reclama justicia para Hunding.

    Cuando en otro tiempo Wotan descendi a la tierra en busca de Erda, la mujer de

    sabidura infinita, la fascin con su dominio y de los amores de amibos naci la hijapredilecta del dios: Brunilda. Con ella suman nueve sus hijas, todas walkyrias,

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    jvenes guerreras que cabalgan entre las nubes llevando los cadveres de los hroesmuertos en combate y que luego formarn las legiones del Walhalla. Ellas son lasguardianas de la tranquilidad de los dioses y defienden los dominios de Wotan de lasarteras de los Nibelungos. Habitan las elevadas crestas de los montes, lejos de lacelosa mirada de Fricka, que no ha perdonado jams la preseneia de hijas que no son

    suyas.Con los primeros instantes del amanecer el primero de los dioses llama a Brunildarecordndole que pronto ha de iniciarse el combate entre Hunding y el welsa.Advierte a su hija que l ha prometido la victoria a Siegmund. Brunilda le hacepresente que para ello deber luchar contra el deseo de su propia esposa, que defiendeel derecho de Hunding. Fricka, justamente, se acerca en un carro tirado por chivos.

    Wotan se anima a s mismo para afrontar el enojo de su mujer. Fricka se acerca algrupo y colrica reprocha al esposo por proteger amores nefastos y ser injusto con elclamor de Hunding. El dios se defiende replicando que no considera sagrado el

    juramento que une a dos seres que no se aman. Fricka se horroriza y le recrimina todosu pasado de engaos; de haberse ocultado tras nombres distintos y adoptado formas

    diversas para vagar por los bosques y campos como un lobo; de sus amores conmortales, de los que haban nacido todas sus hijas, las walkyrias; y lo que ms laenfureca era su perodo pasado en las selvas viviendo con su hijo Siegmund,verdadero retoo welsa de Wotan.

    El dios no se conmueve con la clera de su esposa; no intenta explicarle susoscuros desig- nios que lo llevan a tan raras transformaciones y peregrinajes querealiza en la tierra y en el mundo de los hombres; ni tampoco quiere develarle eldestino sombro que ha concedido a sus hijos.

    Fricka puede estar en paz respecto a las hijas de Wotan; las nueve walkyrias estnsometidas a la voluntad de Fricka, aunque no sean sus hijas. No consigue calmar laagitacin de la diosa, que le reprocha el auxilio dado a sus hijos welsas; exige que sele arrebate a Siegmund antes del combate su espada maravillosa, Nothung, para quepueda perecer en manos de Hunding. Fricka quiere el exterminio de los welsas; niayuda al hombre, ni piedad a la mujer. En vano Wotan le hace notar que la espada fueganada lealmente por fuerza y por coraje y cuando ms falta le haca; en el colmo dela ira la diosa le replica que va a enfrentarse con las decisiones ele su proio esposo afin de obtener el triunfo de Hunding, que para ella es el triunfo de la fidelidad con-yugal.

    -Qu exiges de m? -contesta con semblante sombro el dios.-Que abandones a Siegmund! Mrame de frente y no suees con engaarme!

    Aleja tambin de l a la walkyria Brunilda! Prohbele que d la victoria al welsa!

    Wotan apela a todas las argucias posibles para evitar la entrega del welsa y suderrota por el enemigo y defiende el derecho de Brunilda para protegerlo. Pero laclera y el odio de Fricka son grandes v en nombre de los dioses pide el sacrificio delhroe; su honor de esposa del primero de los dioses lo exige. Y Wotan promete y juracondenar a Siegmund a la derrota.

    A lo lejos yese el grito de guerra que lanza Brunilda desde un pen de lamontaa. Es el canto blico que anima al combate y enardece a los hroes a luchar sindesmayo; el acento es desgarrado y cruel, pero el tono tiene una vibracin heroica quehace estremecer de entusiasmo al corazn varonil que ha de esforzarse en la pelea. Smuere venciendo, podr beber el hidromiel en el crneo del vencido y embriagarsecon el encanto de las walkyrias.

    Brunilda ve pasar a Fricka, triunfante el gesto, desafiante la mirada, y su coraznse conmueve al comprender que la suerte de Siegmund ha sido echada y que Wotan lo

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    abandonar en su lucha con Hunding. Se acerca al dios en procura de respuesta; peroel divino padre en un instante de debilidad confiesa su pesar a la hija predilecta. Lasgraves palabras del dios le revelan cmo despus de haberse amortiguado en el elfuego del amor dese el poder, e impelido por esta pasin conquist el mundo entero.Pero el amor no se extingui del todo. De ah sus hijos dispersos por el mundo y la

    existeneia de las walkyrias. Luego le narra cmo habiendo arrancado al nibelungoAlberico el anillo forjado con el oro del Rhin, en vez de devolverlo a las ondinascomo se lo rogaban, pag con el el rescate de Frea, el precio del Walhalla erigido porlos gigantes.

    As sacrific el oro del Rhin en nombre del podero y de la eternidad de los diosesamenazados en su existencia. Tiembla Brunilda al saber la prediccin de Erda, lamujer que sabe lo que el mundo fue cuando con palabras oscuras predijo que sepondra fin a la eternidad de los dioses. Fue entonces cuando Wotan decidi bajar almundo de los mortales y arrancar a Erda el secreto del destino de los dioses. Cautiv ala extraa mujer y fue padre de Brunilda.

    -Contigo y con tus ocho hermanas, Brunilda, he querido postergar y alejar la

    profeca de Erda: el fin vergonzoso de los eternos dioses. Os encargu que crearaishroes para que el enemigo encontrara poderosa resistencia. Siempre debis ineitar alrudo combate para reunir en el Walhalla a los ms esforzados guerreros.

    -Llenaremos el Walhalla de hroes valerosos; muchos ya hemos conducido. Quepuede afligirte entonces, padre, si nunea hemos tardado en complacerte?

    Pero Wotan insiste en la prediccin de Erda. El fin de los dioses vendr de losejrcitos del nibelungo Alberico, que renunci al amor para poseer el anillo. Espreciso que sea vencido por los

    hroes del Walhalla antes de reconquistar el anillo que ha de darle todo el podersuficiente como para obligar a los mismos hroes del Walhalla a luchar contra clpropio Wotan. Por ello, jams debe caer el anillo en manos de Alberico. El giganteFafner lo guarda celosamente junto a los dems tesoros; deber Wotan luchar contral para arrancrselo y asegurar as la eternidad de los dioses; pero no podr hacerloporque media entre ambos un pacto. Las "runas" estn an indelebles en la lanza defresno sagrado y el dios debe cumplir sus promesas si no quiere perder su condicinde inmortal. De ah su queja y su angustia. Slo un mortal, un hroe que no fueraayudado por los dioses y que siendo extrao a ellos y libre de su proteccin pudiesesin plan previo, ni consejo divino, sino por propia inspiracin y en su defensa luchar vvencer a Fafner, ejecutara la accin que le est vedada a Wotan.

    Dnde est el hroe cuyo valor l a de salvar la eternidad del Walhalla?-Pero, el welsa Siegmund no obra segn tu voluntad? -le responde Brunilda.

    -He reconocido los bosques con l como una alimaa salvaje y luego, ya hombre,lo he armado con una espada invencible. Cmo querer engaarme a mi mismo?Frcka descubri el engao;

    por ello tengo que acceder a su voluntad -responde amargamente el dios.Una vez ms el primero de los dioses se entrega a la desesperacin lamentando

    haber retenido el oro de Alberico para salvar la juventud de los dioses; a causa de esehecho ahora se ve obligado a sacrificar lo que ms ama.

    -Lejos de m el altivo esplendor, el podero y la divina magnificencia! Hndasecuanto he creado! Concluida est mi obra; slo una cosa quiero ahora: el fin. .. el fin!Y del fin se encargar Alberico! Ahora comprendo el terrible significado de lasatroces palabras de Erda: Cuando d un hijo el nocturno enemigo del amor, cercano

    estar el fin de la divinidad!Una gran clera sucede a la profunda desesperacin en Wotan. Luego vuelve a su

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    pattica lamentacin y cuenta a Brunilda que ha sabido que el enano Alberico, graciasal oro, ha conquistado a una mujer mortal y de los amores ha de surgir el fruto delodio que utilizar contra cl Walhalla.

    -Y ese prodigio La sido logrado por el que maldijo al amor! Y yo que siempre lohe adorado, nunca he creado al hroe libre que combata por m!

    Y en su furor lega a Brunilda la pompa de la divinidad y la conmina a pelear porFrela abandonando a Siegmund.Brunilda se subleva ante tal resolucin. La ira de Wotan no reconoce lmites,

    entonces, y le ordena obediencia absoluta; y si acaso la temeridad la lleva adesobedecer, el mximo castigo caer sobre ella tal como corresponde al ultrajeinferido.

    Y dejando a la walkyria sumida en la desolacin, el dios se interna en lasescarpadas montaas donde moran las jvenes guerreras.

    A lo lejos, y en estrecha garganta, asindose a las rocas, Brunilda ve ascendertrabajosamente a Siegmund y Siglinda. Los esposos marchan fatigados peroanimosos.

    -No ms lejos, esposa amada! La dicha del amor te anima y andas tan de prisa,que apenas puedo seguirte. En silencio atraviesas prados y selvas y no puedodetenerte. Descansa! Habla conmigo y disipa la angustia que tu silencio me causa!

    Siglinda oye a su esposo y en un rapto de dolor le insta a que huya; horror yespanto se han anidado en su alma junto a su amor. Es una mujer maldita y ser lacausa de la ruina de Siegmund. Pero el hroe piensa en la lucha que ha de iniciar enbreve y se exalta al imaginar que hundir su espada hasta el puo en el corazn de suenemigo.

    Se oye la llamada de un cuerno guerrero que incita a la pelea; resuenan gritos deguerra y de desafo. Es Hunding que ha despertado de su sueo y llama en los bosquesa las tribus y a los perros, clamando venganza contra los perjuros. Las jauras seacercan y Siglinda tiembla por la suerte de Siegmund. Es tal el dolor que le provoca lavisin de los tormentos que imagina han de infligir a Siegmund las manadas ferocesde Hunding, que cae desmayada. Siegmund la coloca suavemente en sus rodillas,observa su lenta respiracin y besa su frente. Brunilda mira la escena teniendo, conuna mano, de la brida a su caballo, y sosteniendo el escudo con la otra.

    -Siegmund! -dice-. Levanta hacia m la mirada! Slo me ven los que estncondenados a muerte. Me aparezco en el combate slo a los valientes. El padre de lasbatallas te ha escogido; te conducir entonces al Walhalla!

    -A quin encontrar all? -responde el hroe.-Al Welsa, tu padre; a las almas de infinidad de hroes muertos; la hija predilecta

    de Wotan te servir la copa de hidromiel; las hermosas walkyrias te recibirn conamor - dice Brunilda.-Ver tambin a Siglinda?-No; ella debe an respirar el aire de la tierra.-Entonces, saluda a Walhalla, al Welsa, a los hroes y a las walkyrias; no te sigo -

    replica Siegmund.-La suerte te obliga a hacerlo, pues Hundng te matar en el combate. El destino te

    est sealado y el que te condena a muerte ha quitado todo poder a tu espada!-Calla y no asustes a la amada que duerme! -le ruega Sie ;round; y dolorido por el

    sentimiento de su aciaga suerte, lamenta el destino desventurado que le espera aSiglinda, luego de su derrota por Hunding.

    Conmovida Brunilda ante la angustia y el amor de Siegmund, que no lamenta sumuerte cercana sino el desamparo en que ha de dejar a la amada, pide al hroe le

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    confe a su mujer y al hijo que nacer de ella. Pero Siegmund desea la misma suerteque Siglinda; prefiere matarla con su propia espada Nothung, ya que no ha de servirlepara obtener la victoria.

    La walkyria siente tocado su corazn por la prueba de tan grande amor y tan gravesaerificio; promete entonces a Siegmund que desobedecer las ordenes de Wotan para

    que pueda derrotar a Hunding y vivir en la felicidad con su esposa y su hijo.-Fate de la espada, y combate con confianza! -dice al hroe-. Fiel te ser, lomismo que mi ayuda!

    Luego, lanzando su grito de guerra, escapa en su veloz caballo.Siegmund, esperanzado, se vuelve hacia su esposa. Los instantes se apresuran y el

    combate es inminente. Como si presintiera los sufrimientos de los hombres, el cielo secubre de nubes grises mientras ascienden desde el fondo del valle a la cumbre de losmontes los sones belicosos y desafiantes de las trompas y cuernos de caza queanuncian la entrada en la lucha.

    Siegmund reclina la dormida cabeza de Siglinda sobre un montculo de tierra ydispone su cuerpo al abrigo de una roca. El rostro sereno de la mujer no transparenta

    su sueo de siempre: el bosque donde transcurri su infancia, la morada de los padres,el fresno familiar, las voces antiguas y el dolor y la tragedia de la destruccin de suhogar y la dispersin y muerte de los suyos.

    La tempestad arrecia en todo el mbito del ciclo; los relmpagos rasgan las nubes ylos truca nos despiertan a Siglinda. Se oye su grito angustiado llamado a Siegmund.Un relmpago alumbra la escena del combate en lo alto de una roca y llega el eco delos gritos enconados de Hunding atacando.

    -Deteneos! Matadme a un primero! -clama Siglinda.Un resplandor vivsimo le descubre a la walkyria protegiendo con su escudo a

    Siegmund. El hroe animado y fuerte va a clavar su espada Nothung en el enemigo;pero, en ese instante, cl primero de los dioses, colrico por la desobediencia deBrunilda, se aparece y con su lanza detiene la espada, que al chocar se quiebra enpedazos. Queda desarmado el hroe; el cobarde Hunding aprovecha el momento yhunde su arma en Siegmund.

    La walkyria ve morir a su protegido y espantada por la ira de Wotan corre a salvara Siglinda. La encuentra desolada y estremecida junto a la roca protectora; la toma ensus brazos y colocndola en el caballo huye por entre los desfiladeros.

    Atrs, en la cresta del monte, en lo que fue escenario del combate, slo queda elcadver del hroe. Hunding profiere gritos de victoria; pero la clera y el dolor deWotan son terribles y arroja de su presencia a Hunding. Ante el desprecio del dios, elguerrero cae muerto.

    Ahora el furor de Wotan se dirige a la walkyria preferida, que ha violado susrdenes y ayudado al hroe. Contra ella ha de ejercer un castigo ejemplar y duro.La tempestad- decrece y los densos nubarrones huyen hacia el Oeste. El viento fro

    descubre al cielo y, en la tierra, relucen las hojas de los pinos del bosque lavadas porla lluvia.

    En la cumbre de los montes escarpados, llevadas por cl viento cabalgan laswalkyrias. Los cadveres de los guerreros muertos penden de las sillas v el trotar delos caballos y yeguas resuena acompasado en las oquedades de la montaa. El desfileva acompaado de gritos, desafos, sonidos de bronce de sus armas y corazas. Alencontrarse reunidas se saludan con jbilo; descienden en un pinar, dejan descansar alas bestias y comentan los combates que han presenciado.

    -No somos ms que ocho; an falta una! -dice una de las jvenes-. Dnde estBrunilda?

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    La walkyria tarda en llegar; luego aparece tras velocsima v agitada carrera. Vienehuyendo de la clera del padre y conduciendo a Siglinda. Al llegar al pinar, corre alencuentro de sus hermanas, a las que pide ayuda y proteccin.

    -Por primera vez huyo y soy perseguida! El padre de las batallas me persigue!No soy ya su Bija predilecta!

    Las walkyrias se horrorizan ante tal acontecimiento. jams han desobedecido aldios; la desventura de Brunilda las conmueve en extremo. Pero no se atreven adesafiar la clera de Wotan. Ante sus ojos espantarlos ven avanzar la tempestad encuyas nubes se acerca el dios colrico. No podrn ayudar a Brunilda, pues debenobediencia a su padre; ni siquiera pueden proteger a la desventurada Siglinda, quetrastornada por la muerte de Siegmund clama que se la mate. Nadie podr salvarla!Las jvenes guerreras en cabalgata desesperada se pierden en los montes, gritando:

    -Afuera esa mujer! Que ninguna walkyria la proteja!Slo Brunilda, conmovida y resuelta, decide salvarla cumpliendo su promesa al

    hroe. Y en medio del fragor de la tormenta que anuncia al dios orienta a Siglindahacia el bosque cercano, en donde escondido en una cueva el dragn Fafner guarda el

    anillo v los tesoros arrebatados al nibelungo Alberico.-Es cl mejor lugar para protegerte de la clera de Wotan! Un pacto le impide

    combatirlo. Salva a tu hijo, mujer! Ser el ms valiente de los hroes! Guarda losfragmentos de la espada Nothung; forjada de nuevo podr usarla en los combates.Siegfried debes llamar a tu hijo! Que goce en paz de los frutos de la victoria!

    Siglinda, animosa y agradecida, huye para salvar a su hijo. Al instante un huracnse desata en los montes y en medio del trueno se oye la orden de Wotan.

    -Detente, Brunilda!Pero, ahora, todas las walkyrias compadecidas izan regresado y la protegen con sus

    cuerpos. El dios reclama a la desobediente y perjura; recrimina la debilidad de lasguerreras y exige la presencia de Brunilda. Y sta aparece, firme y resuelto cl paso.

    -No sers ya mi mensajera!; no te sealar hroes en el combate! Ni estars enlos festines de los dioses! Ni besar tu boca inocente! Quedas fuera del ejrcitodivino y expulsada de la raza de los dioses!

    Ante tan tremenda condena lloran y ruegan las walkyrias; pero Wotan es inflexible.Brunilda debe dejar el mundo brillante de los dioses y convertida en mortal deberhilar y obedecer a un hombre, siendo el blanco de las burlas. Las walkyrias huyendesoladas al caer el crepsculo.

    Bajo un cielo limpio ahora de nubes, Brunilda se dirige a su padre con las viejaspalabras del afecto y le recuerda el momento en que el dios, mortificado por Fricka, lecontara sus pesares. Ella slo ha cumplido los oscuros e inconfesados deseos de su

    padre, que no poda realizarlos por su promesa a Fricka.Pero el primero de los dioses es inflexible en sus designios; reprocha a Brunilda elamor encendido por el hroe Siegmund que la impuls a desobedecer su mandato yalejarla del padre. Sin piedad alguna, ordena que abandone el Walhalla.

    Humilde y desesperada, la hija preferida de Wotan le ruega, por ltimo, que si hade expulsarla de la raza de los dioses y someterse a un hombre, que ste no sea niindigno ni cobarde.

    -Te someter a un profundo letargo! El que logre despertarte ser tu esposo! - lereplica el dios.

    -Oye la ltima splica que te dirijo! -ruega Brunilda-. Esto imploro de ti- Haz queardientes llamas circunden la roca donde duerma

    y que devoren a quien se atreva a acercarse! As slo el ms valeroso de los hroeslograr despertarme!

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    El dolor de Brunilda conmueve por fin a Wotan y accede al ruego de la doncella. -Un fuego nupcial como nunca ardi para novia alguna te rodear! Abrasadorasllamas circundarn la roca y atemorizado huir el cobarde! Slo obtendr a ladoncella quien sea ms libre que yo, que soy un dios! -conjura Wotan.

    Acaricia a Brunilda por ltima vez, elogia su ternura y belleza inocente. La besa en

    los ojos, que se cierran inmediatamente, y la joven queda dormida junto a las floresdel prado y bajo el verdor de los pinos.Wotan le cie el casco y la cubre con el escudo. Invoca a Loge, y el fuego brota;

    una llama brillante empieza a rodear el sitio elegido formando un crculo ardiente yalto, que alumbra al anochecer.

    Dormida dentro del cerco llameante queda Brunilda; y el primero de los dioses,ante la bella y serena visin de su hija, formula an su ltima voto:

    -Quien tema ni lanza, no pase nunca a travs de estas llamas!

    IIISIGFRIDO

    Los encinares del bosque se apretujan junto a la entrada de una gruta. De suinterior llega el eco acompasado de un hierro golpeado en el yunque y el soplar de unfuelle. Los pjaros preludian sus cantares maaneros y las hojas de los pinos y de losrobles, de erguida planta, tienen el verde fresco y brillante. Los zorros y los lobos nosesgan con sus aullidos la tranquilidad de la selva. Slo cl lamento de Mime, el enano

    herrero que forja en la gruta, rasga el silencio.-Tormento pesado! Trabajo sin fruto! La mejor espada que forj en mi vidaresistira a los puos de los gigantes. Y este jovenzuelo, que he criado y prohijado, larompe como si fuera de juguete! Carezco del arte que pueda unir los pedazos de laespada Nothung! Y qu premio tendra si pudiera lograrlo!

    Y Mime, agobiado por su trabajo sin fruto y sin descanso, prosigue la forja. Oh, sil pudiera unir los fragmentos de Nothung! Fafner cl gigante, en cuyo poder est elanillo del Nibelungo y el casco alado, dueo de todos los tesoros que exigiera por ladevolucin de Freia, es ahora un dragn misterioso y terrible, de inmenso cuerpo,boca armada de filosos dientes, desgarradores de carne, y una cola poderosa quedestroza golpeando. Si Nothung fuese soldada, el joven que ha criado Mime el enano

    podra librar combate con el dragn y conquistar el tesoro del Nibelungo para su tutor;Alberico no cuenta para nada en este plan.

    Un toque vibrante de cuerno de caza seguido de un grito de alegra se oye a laentrada de la gruta. Un joven hombre alto, fuerte, erguido y hermoso como un dios;rubia la cabellera, azules los ojos; tostada la piel por los soles del verano y curtida porla ventisca del invierno; firme de msculos, ancho de pecho, robusto de torso, gil elpaso; una risa franca y un semblante abierto; el gesto desafiante y el aire osado deadolescente. Sigfrido es su nombre, segn Mime lo llama; y suya es la exigencia desoldar a Nothung y que el enano por ms que se esfuerza no puede lograrlo. Entrabullanguero en la gruta trayendo consigo un oso apresado en el bosque, que incitacontra Mime, con alegra maliciosa.

    -Murdelo! Cmelo! Cmete a ese intil forjador!

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    -Aparta de m a esa fiera! -dice temblando Mime acurrucado detrs del hornillo.-Lo traigo para atormentarte mejor! A ver, pregntale por la espada! -y acerca el

    oso, que grue, al enano que gime espantado.-Hoy la acabar de pulir! -asegura.-Aleja a ese animal.

    Y Sigfrido riendo quita la cuerda al oso, que escapa de inmediato al bosque. A losreproches de Mime por haber trado la fiera a la cueva, Sigfrido responde que siempresiente la necesidad de buscar un compaero mejor que Mime y a quien pueda amar ysentirse su amigo. Corriendo entre la arboleda del bosque ha hecho sonar su cuernollamando al amigo imaginario; slo el oso sali refunfuando de los matorrales.

    Pero ahora quiere la espada invencible que Mime debe haber forjado. El enanopresenta la hoja reluciente; Sigfrido prueba su punta, luego la blande y la dobla consus fuertes manos; los trozos de metal brillan despus en el suelo. Y nuevamente suclera se despierta. Vive soando con una espada que resista a sus manos; con ella

    podr matar los dragones y entablar combates contra gigantes sanguinarios;realizar hechos heroicos y hazaas esforzadas. Sin embargo, no puede hacerlo an

    porque cl arte de Mime no acierta a forjar la espada.Y Sigfrido reprocha su inhabilidad al enano:-Hasta cundo has de engaarme, fanfarrn! -grita airado.Entonces, Mime le reprocha su ingratitud. Ahora es un fuerte y hermoso joven;

    pero, quin le cuid al nacer? Quin le ense a andar? Quin gui sus primerospasos? Quin le hizo conocer el bosque, distinguir sus hierbas y treparse por lostroncos y cantar con los pjaros? Quin ha velado sus noches, preparado el alimento,y elegido los frutos silvestres para el nio? Quin? La ingratitud de Sigfrido lo hundeen la desesperacin; mientras Mime trabaja y forja, el joven vagabundea por elbosque, canta y caza. Sigfrido conoce toda la larga lamentacin de Miele; siempre laha escuchado desde nio, pues el enano se la repite desde que se dio cuenta de quepoda entenderle. As ha credo poder obtener el cario del joven; pero lo nico que halogrado es su encono y el creciente alejamiento.

    La presencia contrahecha del enano, su andar cojo, y su ademn torpe, no despiertacompasin sino irritacin en Sigfrido. Le repugna el alimento que le prepara, nopuede conciliar el sueo en el blando lecho que le dispone; siempre ve y siente lamala intencin que mueve al enano y nunca se le apareci leal y bueno. Por eso nosiente afecto hacia l ni podr sentirlo.

    A veces una duda asalta su limpia conciencia de hombre criado en plena naturaleza-Cmo es que huyendo por cl bosque para no estar contigo, vuelvo otra vez a tu

    casa?

    -Porque estoy cerca de tu corazn -responde Mime.-No olvides que no puedo sufrirte!-Eso se debe a tu ferocidad; an debo suavizar tus impulsos. As copio los pichones

    pan por el nido y los cachorros gimen por sus padres, t, sediento de cario, vienes am. Porque yo, Mime, soy para ti como el ave madre para el hijuelo.

    -Oye, Mime; si eres ingenioso contesta a esto: los pjaros cantan, se llaman uno alotro en la primavera. T me dijiste que eran macho y hembra. Construyen su nido yluego incuban los huevecillos; mas cuando nacen los polluelos, los cuidan juntos y losalimentan. El lobo macho lleva la comida a los cachorros y la hembra los cuida. Enellos aprend lo que era el amor y jams en mis correras por el bosque rob unhijuelo. Dnde est tu hembra, Mime, para llamarla madre?

    i\ lime se encoleriza y reprocha a Sigfrido su pretensin. -Acaso l es pjaro o unzorro para ser igual a ellos?

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    Pero, entonces, Sigfrido quiere saber cmo es que puede haber un nio sin madre.Y aunque el enano intenta convencerlo de que l es su padre y su madre a la vez,Sigfrido no le cree y le recrimina el embuste.

    -Y los hijos se parecen a los padres! En las aguas claras de los arroyos he vistoreflejarse los rboles, los pjaros, las nubes; all tambin contemple mi imagen y me

    he visto completamente distinto de ti. Dime, entonces, quines fueron mis padres?Mime intenta disuadirle una vez ms, pero Sigfrido salta a su cuello como un tigrejoven. Slo entonces puede conocer el secreto de su origen.

    -Gimiendo encontr en el bosque a una mujer -comienza diciendo el enano; - latraje junto a mi fragua para calentarla. En este sitio naciste t. Ella muri y t tesalvaste. Por ella me fue dado tu nombre; deba imponrtelo porque te hara fuerte ylibre.

    Y nuevamente Mime quiere repetir la enumeracin de sus cuidados y esfuerzos,pero Sigfrido le interrumpe:

    -Quiero saber el nombre de mi madre!-Lo habr olvidado?... Espera... Siglinda cre recordar que fue.

    -Y el de mi padre ...-Qu fue de mi padre?-Nunca le vi. Tu madre slo dijo que muri en un combate; como hurfano y

    desamparado te recomend.-Quiero una prueba de todo esto!Y Mime le muestra los fragmentos de la espada Nothung que el padre de Sigfrido

    llevaba al perecer en su ltimo combate.Una alegra desbordante da paso a la pena en el joven. Con los pedazos de la

    espada rota deber forjar el arma que blandir en sus luchas. Quiere que Mime los unay trabaje un arma sin igual. Con ella saldr del bosque y entrar en el mundo. Cmoser ele feliz en su libertad! Tal como el pjaro y la alimaa en la selva. Como elviento que mueve las hojas y el agua que corre en los torrentes. Embriagado con laesperanza de su liberacin corre al bosque llenando el aire con sus gritos de jbilo.

    Mime no puede retenerlo a pesar de sus llamadas. Una nueva preocupacin sesuma a sus afanes. Cmo podr unir los pedazos del acero de Nothung? No hayhorno con suficiente calor para ablandarlo ni martillo de nibelungo que venza sudureza; ni la envidia que devora su alma ni su rudo trabajo de enano tendrn lasuficiente fuerza como para insistir en soldarla.

    Adems, cmo podr ahora inducir a Sigfrido a que penetre en la cueva de Fafnerel dragn y entable combate matndolo y muriendo a la vez?

    Las lamentaciones de Mime se interrumpen de golpe. Un viajero extrao ha

    entrado en su guarida; usa lanza, lleva un manto azul oscuro y un sombrero de anchasalas cae sobre su ojo tuerto.Saluda al herrero asustado, que se cree amenazado por un peligro nuevo y no le

    ofrece hospitalidad. Pero el viajero le dice palabras significativas al descubrir sumiedo y su turbacin: l conoce de todo y nada le est oculto a su saber. Por qu elenano no intenta ponerlo a prueba? Mime se anima y le formula tres preguntas, apos-tando su hornillo contra la cabeza del extrao.

    -Qu estirpe vive en las profundidades?-Los Nibelungos y Nibelhein es su patria. Son negros y Alberico en un tiempo fue

    su rey mediante el poder mgico de un anillo forjado con el oro del Rhin y que leproporcion incontables riquezas.

    -Mucho sabes, viajero; pero, dime ahora: `qu especie domina en la superficie de latierra?

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    -La raza de los gigantes, cuya patria es Riesenhein; Fasolt y Fafner fueron losgigantes que

    ganaron el anillo del nibelungo Alberico, y con l su poder. Sin embargo, lamaldicin del anillo los llev a la discordia y a la lucha a muerte.

    -Qu estirpe habita la regin de las nubes? Contesta ahora, viajero!

    -Los dioses; su morada es el Walhalla. Wotan los rige y su lanza est hecha de larama sagrada del fresno del mundo. En su asta estn las "runas", frmulas misteriosas,inscriptas, que revelan los pactos convenidos. Quien posea la lanza es dueo delmundo. Ante Wotan se inclina el ejrcito de los Nibelungos y la raza de los gigantesacata sus consejos.

    -Viajero: has salvado tu cabeza; sigue, ahora, tu camino -dice el enano.Pero el extrao, a su vez, quiere poner a prueba el saber del enano; su cabeza ha de

    servir de prenda si no logra responder a tres preguntas que el viajero ha de formularle.Mime con humildad replica que hace tiempo abandon su patria y se separ de su

    madre. La mirada de Wotan un da ilumin su cueva. Emplear todo su ingenio ensalvar su cabeza, pues.

    -Cul es la raza que Wotan trata peor y, sin embargo, es la que ms ama? -comienza el viajero.

    -La de los welsas. Siegmund y Siglinda, dosdesdichados gemelos, descienden de ella; fueron padres de Sigfrido, el ms

    poderoso de su raza.-Resolviste la primera pregunta. Ahora: Qu espada blandir Sigfrido para matar a

    Fafner?-Nothung se llama la espada. Wotan la hundi en un fresno de donde slo

    Siegmund logr sacarla. Con ella fue al combate contra Hunding, pero Wotan se laquebr en pedazos. Sus trozos los guarda un hbil herrero, pues con ella, Siete fried,nio sencillo y osado, vencer al dragn.

    -Eres muy ingenioso; pero, a que no sabes responder quin ha de forjar con lospedazos de Nothung la futura espada?

    Mime no puede contestar a esta pregunta y confiesa su ignorancia, ya que, aunquees el ms sabio herrero, no ha podido forjarla.

    Con tono sibilino el extrao le comunica que tal cosa slo podr hacerla quien nosepa lo que es miedo. Y luego agrega:

    -Desde hoy tu cabeza est empeada y la ceders a aquel que nunca sinti el temor.El nibelungo queda aterrado; el viajero ha desaparecido en el bosque circundante.

    Mime se deja caer junto al yunque y medita abatido. Un vivo resplandor y un granestruendo le llega desde afuera; es Fafner que pasa hacia su cueva aplastando y

    destrozando lo que encuentra a su paso.El enano, rendido y tembloroso, queda escondido a la espera de Siegfried.Un grito alegre y juvenil lo vuelve en s; es el joven que regresa. Al entrar pide la

    espada que ya deba haberle trabajado Mime; en ese momento se da cuenta el enanodel oculto sentido de la sentencia del viajero: "Slo podr forjarla aquel que no sabelo que es miedo". Sigfrido, por lo tanto. De modo que su cabeza de enano est em-peada al joven, cmo podr salvarse si no es infundindole miedo, hacindoleconocer el temor?

    No duran mucho las meditaciones de Mime; Sigfrido pide a gritos su espada.Entonces el enano le dice en tono misterioso:

    -Es preciso que te ensee a tener miedo!

    -Y qu es el miedo? -replica el joven.-Cuando a la luz del crepsculo ests solo en lo mas intrincado de la selva, no has

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    sentido alguna vez correr un fro aterrador por tus miembros, perturbados tus sentidos,oprimido el pecho y tembloroso el corazn?

    -Con gusto quisiera sentir ese fro y ese temblor. Pero, cmo me lo ensears?-Sgueme -dice artero el enano y lo lleva fuera de la gruta-; aqu cerca hay un

    dragn espantoso cuyas vctimas sin innumerables. Fafner y su terrible presencia te

    ensearn a tener miedo.-Dnde est? -pregunta el joven resuelto.-No lejos del inundo, en una cueva que se llama de la envidia - responde Mime.El joven se siente dominado por el entusiasmo y en la embriaguez de la lucha

    prxima pide la espada.Asustado, el enano confiesa que no se siente capaz de soldar los trozos de

    Nothung. Entonces, Sigfrido resuelve hacerlo l. Entonando un canto alegre y jubilosollena de carbn el hornillo y la llama brota viva y ardiente; luego linea los fragmentosde la espada ante el asombro del viejo herrero, reducindolos a polvo, que coloca enun crisol sobre las ascuas, mientras aviva el fuego con el fuelle.

    -Nothung! Notliung! -invoca Sigfrido y canta su trabajo mientras sopla el fuelle y

    se funde el metal.-Pronto te blandir, espada ma, Nothung, acero deseado!El enano perverso y sombro contempla el triunfo de Sigfrido y trama su muerte.

    Lo har enfrentarse con Fafner alentando su ansia guerrera; que con Nothung mate aldragn y se apodere del anillo y del casco; pero luego le dar a beber un brebaje quele producir la muerte.

    El joven sigue absorbido por su tarea y canta:-Forja, martillo mo, forja la resistente espada! Cmo me alegran estas chispas

    brillantes! La clera es un adorno para el valiente.Sumerge el acero en el agua y se re al or el chisporroteo; en tanto Mime piensa en

    la trama que su perfidia prepara.-Nothung, espada envidiada! -grita Sigfrido en su exaltacin blandiendo el acero. -

    Ya ests otra vez unida a la empuadura. Rota te encontr; al padre moribundo se lehizo pedazos. El hijo la ha creado de nuevo; su brillo le sonre y corta su filo. Otravez te di la vida!

    Y con ella parte de un golpe el yunque en medio del pavor del enano.La noche se ha entrado de golpe en la cueva viniendo del bosque. Entre los rboles

    los pjaros han enmudecido y las corzas, dobladas sus giles patas, descansan en losmatorrales.

    Escondido entre los rboles, Alberico el nibelungo, que sigue lamentando eldespojo del anillo y del casco, vaga vigilando al dragn y aguardando al hroe que

    vendr a combatirlo y a vencerlo. Slo as podr recuperar su tesoro.Los murmullos del bosque llegan apagados y la lumbre de las lucirnagas puntea lanoche. Un fulgor potente y extrao atraviesa la masa sombra de los rboles mientrasse levanta un viento borrascoso. Cesa de pronto y la naturaleza queda como ensuspenso. Ante el nibelungo empavorecido se aparece el viajero misterioso; la luzverde de la luna ilumina el rostro noble de ojo tuerto y aclara la majestad del porte.Alberico reconoce al extrao y se dirige a l enfurecido:

    -T mismo en persona te atreves a venir?Pero el viajero sin responder directamente pregunta al enano si acaso se halla en el

    bosque guardando la cueva de Fafner. El nibelungo slo replica reprochando a Wotan,el extrao viajero, el despojo del anillo y de sus tesoros. El anillo forjado con el oro

    del Rhin debe volver a l y fomula la amenaza de asaltar cl Walhalla el da que vuelvaa su poder. Pero el viajero augusto le predice acontecimientos inesperados; el propio

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    hermano de Alberico, Mime, ha criado al hroe que ha de matar a Fafner. El joven esinocente, pero Mime lo utiliza para sus fines: obtener el anillo y el casco mgico. Y eldios con palabra intencionada agrega: "pero el tesoro lo tendr quien lo gane". Animaal nibelungo a que prevenga a Fafner del peligro que ha de correr sugirindole que, alo mejor, en premio le ceda el anillo. Y al terminar esto se dirige a la cueva y

    despierta al dragn.La voz tremenda del monstruo sale de la hondura del antro. El viajero le dice quealguien viene a salvarle la vida y que a cambio debe entregarle el tesoro. Entonces,Alberico le anuncia la llegada de un joven hroe que intentar matarle y le advierteque puede impedir ese com- bate siempre que Fafner le devuelva el tesoro. El dragnse burla del nibelungo y el viajero re desapareciendo en el bosque en medio de unasbita tempestad. Alberico queda consumindose en odio mientras le grita:

    -Seguid riendo, desaprensiva raza ele los dioses! Os estoy viendo desaparecer atodos!

    La noche se va acurrucando entre los encinares y la neblina de la maana estira susgasas algodonosas en la copa de los rboles mientras el da amanece.

    Mime y Sigfrido pisando las hierbas hmedas caminan a travs del bosque. Hanandado desde la madrugada en busca de la cueva del dragn. El enano le advierte queha llegado el momento en que ha de sentir miedo y le describe al dragn y suferocidad. Los esfuerzos son vanos; Sigfrido replica sencillamente sin temor que irdestruyendo una a una las armas del dragn: si la enorme boca es desmesurada, serbueno cerrrsela sin acercarse a sus dientes; si la baba es venenosa y corroe la carne,se echar a un lado; si la cola rompe los huesos como vidrio, no la perder de vista, ypor ltimo pregunta si acaso el monstruo carece de corazn.

    -Lo tiene! -dice el enano.-Al gin entra el miedo en tu corazn?-Hundir en el suyo mi espada! Eso es miedo?Pero la presencia del enano le incomoda; quiere estar solo y no or la cantilena del

    cario a que apela Mime. El joven sabe que es falso y aunque cl enano le prometevelar cerca de la fuente, el joven lo rechaza. Mime obedece; pero su deseo y supensamiento anhelan que Sigfrido mate al dragn y que ste a su vez devore al joven.

    A la sombra de los castaos descansa Sigrido; la arboleda susurra y los pjarostrinan a la maana. El aire es tibio, embalsamado de pinos, y la tierra huele a romero ya murdago. La frescura del bosque embriaga al joven, que se entrega a sus sueosimaginando el rostro del padre que no conoci y los rasgos de la madre. Piensa quelos ojos de la corza no son tan claros y la mirada tan dulce como lo seran los de sumadre. El canto de los pjaros llena la maana transparente y entre los mil indistintos

    acentos el joven cree poder entender cl oculto sentido. Pero es slo una ilusin.Quiere entonces imitar el trino de un pjaro y se fabrica una flauta de caa; pero susonido es spero, muy distinto del dulce cantar del ruiseor. Toma su bocina de platay modula una alegre meloda con la que siempre busc a sus compaeros del bosque:los zorros, los osos y los lobos.

    El aire se puebla de trinos y susurros; las hojas movidas por la brisa remedanconversaciones en voz baja.

    De pronto, un enorme lagarto ha salido de una cueva y se enfrenta a Sigfrido; sutremenda voz sale potente de la enorme boca. Muestra sus dientes, amenaza con lacola e insulta al hroe, que celebra que el monstruo hable. El dragn quiere arrojarsesobre el joven abriendo, a la vez, su dentada boca; pero Sigfrido salta gilmente hacia

    un lado. Un combate feroz se entabla y la decisin, rapidez y fortaleza del joven vanvenciendo poco a poco al monstruo hasta que cae rendido, atravesado el corazn por

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    la espada Notliung, hundida hasta la empuadura. Y en los estertores de la muerte cldragn se dirige al joven valiente y le dice que la raza de los gigantes desaparece conl y que fue la ambicin del oro maldito lo que la ha destruido; por l mat a Fasolt.

    -Vive siempre alerta, joven; la traicin rodea al dueo del tesoro y el que teempuj a esta lucha trama tu muerte!

    Luego suspira y muere. Sigfrido arranca la espada y sus manos se tien de sangre;maquinalmente lleva una a la boca -porque le quema como si fuera fuego. Al probarla sangre, al instante comprende el canto de los pjaros e interpreta el murmullo delbosque. Y oye a un pjaro que trina predicindole que ha de lograr cl poder con el ani-llo y el amor con el casco alado. Baja Sigfrido a la cueva a buscarlos y en tanto losenanos Alberico y Mme, que vienen para darse cuenta de la suerte del combate,disputan el derecho de estar presentes; ambos aspiran al privilegio de hacerse dueosdel tesoro que conquistar el joven hroe y ocupadas sus mentes con tal deseo sehunden en las profundidades.

    Sigfrido sale de la cueva dueo del anillo y del casco. Ignorante de su poder se loscoloca creyndolos meros juguetes.

    El bosque est sumido en el silencio; un pjaro inicia su canto y lanza sus notasque quedan vibrando en el aire tibio de la maana. Un leve susurro se levanta de lashojas y un movimiento raro, copio si los rboles y las hierbas se agitaran por unapresencia oculta, rodea al hroe. Canta el pjaro nuevamente y Sigfrido por primeravez entiende su lenguaje; es un alerta a las maniobras solapadas de Mime y unllamado a la confianza en las propias fuerzas. Por haber probado la sangre del dragnha adquirido el joven una sabidura milagrosa.

    Poco a poco aparece Mime arrastrndose por las rocas e intenta halagar alluchador; pero es intil porque, gracias al nuevo poder de comprensin, Sigfridoentiende el verdadero y oculto sentido de sus mentirosas palabras. Y as, en medio delasombro del enano el joven acepta la bebida que le ofrece, pero, a la vez, de un golpede Nothung le parte el crneo. En ese momento Alberico hace or su risa sarcsticadesde las grietas de la roca.

    La luz del medioda ilumina el bosque y las hierbas cierran sus flores a la ardienteinfluencia. Los tilos dan gresca sombra y un olor de tierra abierta y mojada inunda elambiente.

    Sigfrido se siente fatigado de su lucha; sobre el oro ha arrojado el cadver de Mimey cierra la entrada de la gruta con el dragn muerto.

    Tendido bajo los rboles siente bullir la vida de la naturaleza bajo su cuerpo: lamarcha levsima de las hormigas, de los cascarudos y los grillos; la movilidad de latierra florecida, el lento aletear de las mariposas y el susurrar del viento. Se siente

    unido al suelo, pero solo, sin amigos por quienes realizar hazaas y empresas. Leruega a su pjaro amigo le indique hacia dnde ha de dirigir sus pasos paraencontrarles; y la respuesta le llega en forma de un trino prolongado y jubiloso.

    -Ay! Sigfrido mat al enano malvado. Ser ahora para l la mujer ms hermosa.Duerme en altas rocas cercada de fuego; si logra atravesar las llamas y despertar a la

    joven, Brunilda ser suya.Una extraa exaltacin crece en el alma de Siegfried al or la voz del pjaro; se

    siente impelido a salir del bosque y correr en busca de la roca legendaria.-Ningn cobarde lograr a la durmiente! -canta el pjaro.- Slo aquel que no supo nunca lo que es miedo!-Soy yo! -grita el joven.

    -He matado al dragn y no sent temor! Quiero que me lo ensee Brunilda!Y enajenado de entusiasmo corre a travs del bosque siguiendo la huella musical

  • 8/4/2019 Wagner, Richard - El Anillo de Los Nibelungos

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    Librodot El anillo del Nibelungo Richard Wagner

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    que le traza cl canto del pjaro.La noche ha bajado a la selva y los rboles slo son masas que se agitan al pasar el

    viento. La tempestad empieza a formarse por el lado de la montaa. Los relmpagosiluminan al viajero misterioso que se guarece en una gruta; su voz se oye en laoscuridad invocando a Erda.

    -Erda! Mujer eterna; abandona tu profunda morada y sal a la altura! Cantando tedespert de tu sueo. Mujer que todo lo sabes, despierta!Una irradiacin azul alumbra luego la gruta, y en medio de ella aparece Erda,

    cuyos cabellos oscuros tienen un resplandor centelleante.-Fuerte resuena tu canto; el poder del hechizo es grande! Quin me priv de mi

    letargo?-Yo, que acostumbro a despertar a quien domina profundo sueo. Te invoco

    porque nadie es ms sabio que t. Donde hay vida est tu aliento; donde se piensa, tuinteligencia. T debes responder a mis preguntas.

    -Mientras duermo las Parcas hilan lo que yo s. Dirgete a ellas.-Slo t puedes cambiar el curso del destino y darme el medio para detener el giro