Volumen III -...

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Diseæo: [email protected] Revista electrnica: Actas y Comunicaciones Instituto de Historia Antigua y Medieval Facultad de Filosofa y Letras UBA Volumen: III 2007 ISSN: 1669-7286 ACTAS Y COMUNICACIONES DEL INSTITUTO DE HISTORIA ANTIGUA Y MEDIEVAL Volumen III 2007

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Instituto de Historia Antigua y Medieval �Prof. José Luis Romero�Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires25 de Mayo 217 C.F. - Buenos Aires - Argentina [email protected] y Comunicaciones del Instituto de Historia Antigua y Medieval

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Revista electrónica: Actas y ComunicacionesInstituto de Historia Antigua y Medieval

Facultad de Filosofía y Letras UBAVolumen: III

2007ISSN: 1669-7286

ACTAS Y COMUNICACIONESDEL INSTITUTO DE HISTORIA

ANTIGUA Y MEDIEVAL

Volumen III2007

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DirectorCarlos Astarita

Comité EditorCarlos Astarita (UBA)Hugo Zurutuza (UBA)Silvia Magnavacca (UBA)María Estela González de Fauve (UBA)Claudio Azzara (Univ. degli Studi di Salerno)Francisco Pina Polo (Univ. Zaragoza)

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6 - MARCOS, Mar (Universidad de Cantabria)

Minorías y Sectas en el Mundo Romano

12 - TORRES PRIETO, Juana (Universidad de Cantabria)

La ocupación de espacios sagradoscomo fuente de conflicto entre paganos y cristianos

24 - IGLESIAS GIL, José Manuel � RUIZ GUTIÉRREZ, Alicia (Universidad de Cantabria)

Epigrafía y Muralla de Monte Cildá (Aguilar de Campoo, Palencia):Cuestiones en torno a la Cronología

42 - LUCHÍA, Corina (UBA � CONICET)

Pensar históricamente a Pierre Vilar

48 - MILIDDI, Federico (UBA � CONICET)

Pierre Vilar y la construcción de una historia marxista.Notas sobre el debate con Louis Althusser

INDICE

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* HUGO ZURUTUZA �Ortodoxias y herejías entre los siglos IV y VId.C�

* HORACIO BOTALLA "Chronistica y Exempla: El demonio en lacrónica de Fray salimbene de parma�

* LILIANA PEGOLO �Tópicos literarios y estilísticos en lacorrespondencia de Gregorio Magno�

* VANINA NEYRA "La tradición en el Decretum de Burchard de Worms:una lectura crítica".

* JULIÁN GALLEGO �Mutaciones prácticas y conceptuales en torno a ladefinición de la humanidad en el mundo griego�

* ESTEBAN NOCE "El control de los espacios sociales en la AntigüedadTardía. Cromacio de Aquileya, `hombre de Iglesia en la frontera ilírica".

* DIEGO SANTOS �La Galia como dispositivo geopolítico�

* RODRIGO LAHAM COHEN �Los judíos a través de la mirilla deGregorio Magno

* DIEGO PAIARO "Igualdad jurídico-política y diferenciación socialentre los ciudadanos de la democracia ateniense del siglo V a.C."

* MARIA DE LA SOLEDAD JUSTO �La participación de autoresjesuitas en la polémica del Nuevo Mundo�

ESTADO DE LAS INVESTIGACIONES � Período 2006Abstract de las exposiciones realizadas los días 27 y 28 de noviembre de 2006 por

integrantes del Instituto

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* GABRIELA MONEZUELAS �Aproximaciones al pensamientoespañol del siglo XVII. Las obras filosóficas de Juan Nieremberg(continuación)"

* CARLOS ASTARITA � Conflictos sociales y sistema feudal enEspaña medieval�

* CECILIA DEVIA "Violencia y dominación en la Baja Edad Mediacastellana"

* CORINA LUCHIA �Monarquía, redes de poder local y propiedadcomunal. El caso de Ávila y su Tierra�

* ELEONORA DELL ELICINE "Las crónicas visigodas:¿nacionalismo o eclesiología?�

* OCTAVIO COLOMBO �Condiciones de producción y formación deprecios en los mercados campesinos precapitalistas�* MARIA DE LA PAZ ESTÉVEZ "Las prácticas económicas y eldesarrollo feudal en dos estudios de caso: elmonasterio de Abeliar y lacatedral de Toledo (siglos X- XIII)".

* CARLOS GARCIA MAC GAW �La ciudad antigua y la economía�

* LAURA DA GRACA �Intercambio de tierras en Concejos de aldea(siglo XV)�

* MARIEL PEREZ �Aproximación al problema de la estructuracióndel sistema feudal en León (siglos IX-XI)�

* PAOLA MICELI "La escritura de la norma y la constitución de lacomunidad de habitantes (siglos XI-XII)"

* FEDERICO MILIDDI �Aproximaciones historiográficas a laproblemática de las Cortes de Castilla y León�

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Introducción: Quid faciat haereticum?

¿Qué es lo que hace a uno ser hereje�? (Quid faciat haereticum?), �¿Cómo debe ser definidoel hereje?� (Quomodo sit definiendus haereticus?) A estas preguntas quiso responderAgustín de Hipona (354-430) al final de su vida con un tratado sobre la figura del hereje(De haer., prol. 7). Hacía años que había pensado en escribir un gran tratado sobre lanaturaleza de la herejía, pero la consciencia de la magnitud de la empresa le había hecho

desistir: �lo habría hecho � escribe- de no haber caído en la cuenta de que excedía mis propiasfuerzas al considerar con cuidado la calidad y la extensión de un trabajo semejante� (De haer., prol.1). Si Agustín de Hipona no estaba en condiciones de definir al hereje, ¿quién podría hacerlo? Él erauno de los teólogos más cualificados de su tiempo. Había dedicado gran parte de su vida, comopresbítero primero y como obispo después, a polemizar con los grandes enemigos del catolicismonorteafricano (donatistas, maniqueos, arrianos y pelagianos), había escrito también un buen númerode tratados y cartas contra los paganos y alguna invectiva contra los judíos. La mayor parte de laobra de San Agustín es, en realidad, de carácter polémico y apologético: más de ciento cincuenta desus tratados están dedicados a defender la fe católica y mostrar los errores de sus adversarios1.

En el año 428, poco antes de morir, Agustín se dispuso a afrontar este trabajo, atendiendo alos ruegos de un diácono de Cartago, llamado Quodvultdeus, que en dos ocasiones le había pedidoque escribiera sobre (cito literalmente) �qué herejías ha habido y hay desde que la religión cristianarecibió el nombre de la herencia prometida, qué errores han inspirado e inspiran, qué han sentido ysienten (los herejes) frente a la Iglesia católica acerca de la fe, de la Trinidad, del bautismo, de lapenitencia, de Cristo-hombre, de Cristo-Dios, de la resurrección, del Nuevo y Antiguo Testamento, yabsolutamente todos los puntos en que (los herejes) disienten de la verdad� (...) (Aug. Ep. 221, 2).Quodvultdeus está pidiendo una respuesta a los grandes temas de debate del cristianismo antiguo,que han recorrido luego, en distintos momentos, la Historia de la Iglesia. Consciente él mismo de lodifícil que era responder a todas estas cuestiones, no pide a Agustín un tratado exhaustivo, sino unaexposición sumaria de las opiniones de cada herejía y las ideas que la Iglesia consideraba que habíaque enseñar a un nivel básico, suficiente para la instrucción. Esto es, pedía un manual de herejías,práctico para discernir entre lo que era aceptable y lo que debía evitarse, entre lo ortodoxo y loherético, destinado a los fieles y a los presbíteros, poco cultivados, de la iglesia de Cartago.

Minorias y sectas en el MundoRomano *Mar MarcosUniversidad de Cantabria

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Agustín no tuvo tiempo de escribir su tratado sobre qué es lo que hace a uno ser hereje, puesmurió antes, pero sí de publicar el trabajo preparatorio: un catálogo de 88 herejías, que abarca desdela muerte de Jesucristo hasta su tiempo. Esta obra, el De haeresibus, tuvo mucho éxito en la EdadMedia, con unos 80 manuscritos conservados, y sabemos que sirvió para inspirar otras del género2,(entre ellas, por ejemplo, el libro VIII de las Etimologías de Isidoro de Sevilla, que sigue a Agustínen muchos párrafos literalmente).

El De haeresibus no es una obra original. Al contrario, Agustín utilizó extensamente dostratados de iguales características que el suyo, que cita: uno compuesto unas décadas antes (entre el380 y el 390) por Filastrio, obispo de Brescia, en el norte de Italia, en el que éste recopilaba 156herejías3 y otro de Epifanio, obispo de Salamina, escrito un poco antes (hacia el 374-375) en griego,donde se recogen 80 herejías. Mientras que no conocemos el título exacto del tratado de Filastrio �se le llama normalmente Diversarum hereseon liber (Libro de las diversas herejías), Epifanio dio élmismo un título a su catálogo, le llamó Panarion (�botiquín�)4, una obra muy voluminosa (1.500pág. en la edición de Holl y unas 1.000 en la trad. reciente de Frank Williams en Brill), una obraconcebida, como explica el autor en el prólogo, �como una caja de medicinas para las víctimas de lamordedura de las bestias salvajes� que son los herejes5.

La gran disparidad del número de herejías recogidas en sus dos manuales de referencia (156/80) pone a Agustín en guardia acerca de los riesgos de definir la herejía. Claramente, dice, Filastrioy Epifanio no tenían la misma idea de lo que es una herejía (Ep. 222, 2). En realidad, como hoy estáde acuerdo en admitir la crítica, ni Epifanio ni Filastrio fueron muy escrupulosos en su método detrabajo. Epifanio era un monje fanático, niceno radical y obsesionado con la herejía, que adaptó elnúmero de su catálogo al de las 80 concubinas que menciona el Cantar de los Cantares (6, 8-9), aquienes vence la única esposa de Cristo, la Iglesia (católica). Epifanio utiliza tres tipos de fuentes,que él mismo menciona: las obras de autores anteriores, narraciones orales y su propia experiencia(Proem. II, 2). Y, a pesar de que se manifiesta, cito literalmente, �confiado en que puedeproporcionar una narración completa y fiel de las sectas y cismas� que va a exponer, sabemos queeso era más un deseo que una realidad. La obra de Filastrio, por otra parte, inspirada en la deEpifanio, es de peor calidad que la de éste, como sabe Agustín (Ep. 222, 2), quien dice no fiarsemucho de Filastrio, pero un buena parte de su tratado está copiada de él6. Agustín mismo no hizouna labor profunda de investigación para escribir el De haeresibus. Sus fuentes son limitadas(Filastrio, Epifanio y Eusebio de Cesarea, básicamente, aparte de su experiencia personal7) yademás comete una equivocación de partida: cree que está utilizando el Panarion de Epifanio y, enrealidad, el texto que tiene delante es una versión abreviada de éste, la Anacephaleosis(Recapitulación), escrita en griego, una lengua que no domina (cf. De haer., Praef. 5)8 (Filastriocopió a Epifanio, pero dominaba el griego) No obstante, Agustín es un autor honesto. Trata decontrastar sus fuentes y reconoce que no lo ha leído todo. Por ejemplo, dice que ha oído hablar deque San Jerónimo escribió sobre las herejías, pero no ha podido encontrar su opúsculo en labiblioteca, ni sabe dónde puede adquirirlo (De haer., 88). La obra a la que se refiere es el Indiculusde haeresibus, que, aunque se le atribuía entonces, no es obra de Jerónimo.

Estas breves consideraciones sobre el uso de las fuentes en tres de los grandes heresiólogosde la Antigüedad, Epifanio, Agustín y Filastrio, nos da idea de hasta qué punto el género que mepropongo estudiar, la heresiología, es históricamente poco fiable, aunque en esto hay grados. Hay

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que decir en favor de los heresiólogos que su objetivo no es escribir historia, sino ofrecer al lector uninstrumento para identificar la herejía y defenderse de los herejes. Son textos polémicos � de hechola heresiología nace a la par que la apología: la apología va destinada a defenderse contra los defuera, los paganos, y la heresiología contra los enemigos internos, los disidentes, los herejes.Algunos de estos tratados, sobre todo los más tardíos, son auténticas enciclopedias históricas de laherejía, pero, como digo, su propósito es otro: es didáctico y práctico y la información que contienenestá supeditada a este fin. La literatura antiherética es más una construcción discursiva que el reflejodirecto de cuestiones suscitadas por los herejes, y como tal, como la construcción de un discurso,debe leerse. Es además un género muy estereotipado y muy poco independiente. Los autores másmodernos dependen de los más antiguos, tanto que obras originales hoy perdidas, como el Syntagmade Justino, de mediados del siglo II, o el Syntagma de Hipólito de Roma, se pueden reconstruirgracias al uso intensivo, al expolio, que otros autores hicieron luego de ellas. Este carácterestereotipado, que resta a los tratados de heresiología, sobre todo a los más tardíos, calidad histórica,los hace, sin embargo, valiosísimos para el tema de esta ponencia: de ellos se puede extraer unretrato-robot del hereje, cuyos rasgos fundamentales se encuentran en la primera generación deheresiólogos, de mediados del siglo II a mediados del III, durante el período de combate más durocontra el gnosticismo. Mientras que las herejías son muy variadas (las hay cristológicas, trinitarias,escatológicas, que tienen que ver con el valor de las Escrituras y la tradición, con los sacramentos, elcalendario, con cuestiones rituales, morales, etc.) y su número va aumentando con el tiempo, elperfil del hereje es, en su esencia, intemporal, aunque se va enriqueciendo en matices con el paso deltiempo.

El perfil del hereje aparece delineado en la primera generación de heresiólogos. El género9nace a mediados del siglo II, cuando el cristianismo se distancia del medio sociológico judío y sobretodo cuando comienza la reflexión teológica en respuesta al gnosticismo. Su inventor fue Justino,pero su obra, Syntagma, como he dicho, se ha perdido y también la obra heresiológica de sucontemporáneo Hegesipo (Hyponémata), de cuyo contenido informa Eusebio de Cesarea. Quedaprácticamente completo el Adversus haereses de Ireneo de Lyon (c. 185) en una versión latina delsiglo IV; también se ha conservado la mayoría de los Philosophumena o Sistemas filosóficos delPseudo-Hipólito y queda completo el De praescriptione haereticorum de Tertuliano, el tratadomenos elaborado de todos ellos y también el más agresivo. El De praescriptione haereticorum,escrito en torno al año 200, es el primer tratado heresiológico en latín y el primero también quededica una parte monográfica a definir al hereje a través de su conducta (De preaes. 41-43).

El género cae en desuso cuando el gnosticismo entra en crisis, a mediados del siglo III, perorevive con fuerza en las últimas décadas del siglo IV y las primeras del V, cuando lasconfrontaciones dentro de la Iglesia se agudizan y las leyes persiguen toda disensión del credoimperial10. A estos años pertenecen los tratados de Epifanio, Filastrio, y pseudo-Jerónimo, Agustín,Teodoreto de Ciro (autor de una obra en cinco libros titulada Haereticorum fabularum compendium,una breve descripción de todas las herejías, desde Simón Mago hasta Nestorio y Eutiches, seguidade una síntesis de la ortodoxia), Praedestinatus, una obra anónima que enumera 90 herejías, quedepende en parte de Agustín, añadiendo noticias falsas e historias fantásticas. Y luego pervive en lossiglos VI y VII, con el Breviarium causae Nestorianorum et Eutychianorum, obra del diáconocartaginés Liberato, una breve historia de las herejías hasta su tiempo; el libro VIII de lasEtimologías de Isidoro de Sevilla; a finales del VII el De haeresibus de Juan Damasceno, en griego,

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que recoge 103 herejías y depende de Epifanio y Teodoreto de Ciro. Aunque la tradición continúa enla Edad Media (recientemente se ha publicado un libro sobre esto Inventer l�héresie? Discourspolémiques et pouvoirs avant l�Inquisition, Niza 1998), podemos decir que después del Concilio deCalcedonia del 451 la ortodoxia está fijada y el catálogo de las herejías mayores queda yaestablecido. Estos tratados tardíos dependen estrechamente de los anteriores (Epifanio depende deJustino, Ireneo e Hipólito, para las herejías más antiguas) y pierden mucho en calidad con respecto aellos: presentan listas y descripciones breves y esquemáticas de las herejías, inventan nombres paranuevas desviaciones e hinchan mucho su número, incorporando herejías a veces ridículas . Pero estotiene una explicación: la Iglesia está en el poder y la segunda mitad del siglo IV y V fueron tiemposde duros combates entre facciones eclesiásticas. Es ahora cuando se agranda el perfil del hereje ycuando se magnifica su amenaza para la unidad de la iglesia. Cuantas más herejías, más frentes decombate abiertos; cuanto más variados los herejes más difícil reconocerlos e identificarlos paraaniquilarlos. Más necesarios los catálogos.

* * *

Los tratados de heresiología presentan una estructura semejante en la ordenación de lainformación: se menciona la herejía por el nombre del fundador, se expone su contenido, se refuta ya veces se incluye una profesión de fe. Los prólogos son especialmente interesantes para reconstruirel prototipo del hereje. Todos los heresiólogos parten de un principio: la oposición entre la verdad yel error. Sólo existe una fe verdadera, una verdad original �que la Iglesia ha recibido � citoliteralmente a Ireneo- de los Apóstoles y transmitido a sus hijos�. Escritura y tradición son elpatrimonio de los que poseen la verdad, de la ortodoxia.Y no hay espacio para interpretaciones.Tertuliano es en esto tajante: al cristiano, dice, no le está permitido introducir nada nuevo por supropio arbitrio. La sentencia de Mateo 7, 7, �Buscad y encontraréis� no está dirigida, dice, a loscristianos, sino a los judíos. Los cristianos no tienen necesidad de curiosidad (curiositas) después deCristo. Curiositas y novitas son dos características de la perversitas herética. Los herejes, diceIreneo, no tienen ni siguen la Tradición, carecen de una línea de sucesión apostólica: todas lasherejías son de reciente formación y eso ya de por sí las descalifica. Vemos aquí la importancia delcriterio de tradición como un sello de autenticidad. Es garantía de la validez de una religión, y estono es sólo una idea cristiana, sino que sirve en los sistemas religiosos greco-romanos y en eljudaísmo.

Al hereje lo define, en primer lugar, el haber hecho una elección arbitraria. Aquí Tertuliano,por ejemplo, juega con el término hairesis, de donde procede herejía, una palabra que en su acepciónoriginal significa �elección� y que, técnicamente, se aplicaba a la elección de una tendencia o unaescuela filosófica; los cristianos trasvasaron esta acepción a las sectas cristianas, cargándola deconnotaciones peyorativas. Para los primeros heresiólogos, como Justino e Hipólito, las herejías seasimilan a las escuelas filosóficas, de las que son una variante y a las que plagian. De ahí que, confrecuencia, los tratados antiheréticos recogan herejías anteriores al cristianismo. Por ejemplo, en elde Hipólito se enumeran como herejías las escuelas filosóficas griegas, bárbaras, egipcias, caldeas,babilónicas, judías y, finalmente, las de tiempos cristianos � 33 sectas gnósticas. Y también es así enmuchos catálogos tardíos. La pasión por la magia, la astrología, y los números, que son rasgostambién definitorios del hereje, lo toman los herejes, según Hipólito, de los sistemas filosóficospaganos.

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Toda herejía supone una interpretación errónea de la Escritura. Pero no se es hereje si se esinocente. Agustín dirá que quienes han nacido en la herejía, no deben ser considerados seresexecrables; no son responsables, porque no han hecho una elección (hairesis). El hereje es quien,como instrumento del diablo, falsifica la Escritura conscientemente, con alevosía, y enseña susdoctrinas novedosas con artimañas (es muy común la imagen del hereje como �lobo con piel deoveja�). Los herejes son enemigos de la verdad, falsos maestros, que capturan a los ignorantes conuna retórica cuidada y los llevan a la perdición. De ahí que entre sus seguidores, a veces inclusoentre sus maestros, abunden las mujeres. Son éstos, como se aprecia enseguida, argumentos dedescalificación muy semejantes a los que los paganos, como Celso, hacían del cristianismo: unareligión de esclavos, mujeres y niños. La lista de acusaciones y calificativos de carácter peyorativopara los herejes es muy larga: son misteriosos, enseñan ocultamente, son blasfemos y enfermosmentales: la herejía como insania (locura), como pestilentia, enfermedad contagiosa, o comovenenum, aparece muy a menudo en las fuentes); los herejes son escorpiones y serpientes; sonhipócritas y orgullosos, tienen una vida libertina, no hay entre ellos jerarquía (no reconocen laautoridad de los obispos y otros órdenes eclesiásticos), son lascivos, corruptores de mujeres, etc.

Los herejes están en el abismo del error y todos morirán en el infierno. Pero los heresiólogosno están demasiado preocupados por eso, o, mejor, esa no es su principal preocupación. Algunostratados antiheréticos, como el de Ireneo de Lyon, van destinados a también los herejes, paraconvencerlos y para que se salven. Pero no todos pensaban los heresiólogos pensaban lo mismo:Tertuliano mantiene que hay que rechazar al hereje y apartarse de él y muchos autores tardíos estánde acuerdo. Un católico radical, demasiado radical, como Lucifer de Cagliari, escribe a mediados delsiglo IV dos tratados De non conveniendo cum haereticis y De non parcendo in deumdelinquentibus, donde mantiene que no se debe tratar con los herejes ni perdonar a los que pecancontra Dios. Agustín de Hipona es más caritativo: hay que salvar a los herejes y, si no se dejan,obligarlos a volver a la ortodoxia mediante la coerción; se justifica así la intervención del poder civily el uso de la violencia. Si a los heresiológos les preocupan los herejes es, sobre todo, porque sonproselitistas y tienen éxito. Como dice Ireneo, al principio de su obra, �el hereje habla comonosotros�: es un enemigo interno. Tertuliano escribe su tratado para rebajar el enorme poder de losherejes (compara la lucha contra la herejía con la lucha contra la fiebre), y por ello trata de hacer delhereje �uno de fuera�. La tesis de su tratado es esta: los herejes no son dueños de la Escritura, no soncristianos. Igualmente Hipólito trata de situar al hereje afuera: le llama klepsilogos, ladrón depalabras, plagiario de la sabiduría griega.

Este era el gran problema, el enemigo interno, contra quien la Iglesia no ha dejado nunca decombatir. Los herejes, sin embargo, han hecho mucho bien a la Iglesia. A la disensión y al conflictose debe el nacimiento del debate doctrinal, la formación de la ortodoxia y el fortalecimiento de loque Orígenes llamó la Gran Iglesia. Hoy ya sabemos que no existió una ortodoxia original, a partirde la cual se define la heterodoxia, sino que, al contrario, la heterodoxia está en el origen de laformación de la ortodoxia. Pero este es un debate largo y hoy ya superado.

Voy a concluir.

Muchas de las acusaciones que se hacen al hereje en la Antigüedad no son originales delcristianismo: pertenecen al acerbo común clásico de la descalificación del otro, del rival. Hay, no

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obstante, algunas connotaciones especificamente cristianas. La imagen negativa del hereje en losprimeros tratados heresiológicos está influenciada por el lenguaje del Antiguo Testamento paracalificar a los enemigos de Yahvé y, de forma más directas, por la apocalíptica cristiana antigua, quedemoniza a los adversarios de las comunidades, a los falsos profetas y a sus seguidores. Este es untema que está todavía por explorar. Para ser justos, acabaré diciendo que aquéllos a quienes losprimeros heresiólogos calificaron de herejes, los gnósticos, utilizan unos conceptos y un lenguajemuy similar para descalificar a sus rivales. El Apocalipsis de Pedro, un texto gnóstico datado amediados del siglo III, en el el Pedro narra una revelación de Jesús acerca se su pasion y muerte,contiene una fuerte polémica contra grupos adversarios, entre ellos los que hoy llamamos ortodoxos.Estos son acusados de creerse en posesión de la verdad, aunque están en el error; intentan desviar aotros de la recta gnosis (del conocimiento verdadero), creen erróneamente que fuera del grupo nohay salvación posible y están condenados a la perdición, pues el diablo los desvía del camino recto.Su doctrina es una imitación de la verdadera, la gnóstica y comercian con las auténticas palabras delSalvador; son ciegos y guían a otros ciegos, tienen una jerarquía vana, obispos y diáconos. Losgnósticos son los depositarios del conocimiento, los hijos de la Luz, la comunidad verdadera.

Es verdad que la voz de los herejes apenas se puede oir, pues sus escritos rara vez hanllegado hasta nosotros. Pero cuando la oimos no suena muy diferente a la de sus acusadores.

Notas* El presente es un trabajo sobre el tema de la ponencia presentada en el Foro de Historia, Religión y Sociedad�Tolerancia e Intolerancia Religiosa. Ayer y Hoy� organizado por el Instituto de Historia Antigua y Medieval en BuenosAires los días 16 y 17 de Mayo de 2007 y en III COLOQUIO DE AIER (Madrid, 1 de diciembre de 2005)

1 Entre los muchos estudios de la vida y la obra de Agustín de Hipona, sigue siendo fundamental P. Brown, Agustín deHipona, Ed. Acento, Madrid 2003 . El tratado De haeresibus citado, así como las cartas intercambiadas entre Agustín yel diácono Quodvultdeus, están editados y traducidos por T. Calvo Madrid y J.M. Ozaeta León, Obras completas de SanAgustín XXXVIII, BAC 512, Madrid 1990.2 El obispo Primasio de Hadrumentum (a. 553) compuso tres libros sobre Las Herejías ampliando el De haeresibus deAgustín, según informa Isidoro de Sevilla, De vir. Ill. 9.3 Ed. Trad. G. Banterle, Scrittori del � area Santambrosiana, 2 vols. Ed. Città Nuova, Roma-Milán 1991.4 Ed. K. Holl, Texte und Untersuchungen 36, 2, Leipzig 1910. Trad. F. Williams, The Panarion of Epiphanius of Salamis,2 vols., Leiden: Brill, 1994 y 1997 (incluye Anacefalaiosis).5 En realidad Agustín, que tenía muchas dificultades para leer griego, utilizó una versión abreviada de este segundotratado (Anacefalaiosis), que circulaba independientemente de él, creyendo que era la versión original (cf. De haer.,prol. 6).6 Cf. De haer., 41, 45, 53, 57, 67, 71, 80, 81.7 Para las fuentes del De haeresibus, BAC 512, pp. 16-20.8 Acerca de su conocimiento limitado del griego, él mismo indica que una traducción del Panarion al latín, que podríahacerse fácilmente en Cartago, además de útil para Quodvultdeus, también lo sería para él (Ep. 222, 2).9 F. Oehler, Corpus haeresiologicum, 3 vols., Berlín 1856-1861.10 Vid. J. McClure, �Hadbooks against heresy in the West, from the Late Fourth Century to the Late Sixth centuries�,JThS, n.s. 30 (1979), pp. 186-197.

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Si el mensaje evangélico enseña a rechazar la violencia ofreciendo la otra mejilla al quete ha golpeado, con gran frecuencia los cristianos han desoído esa recomendación. Losdocumentos históricos que lo testimonian son abundantes y se extienden desde losprimeros siglos del cristianismo, a partir del s. IV concretamente, hasta la épocaactual. En la Antigüedad se registraron repetidas manifestaciones de intolerancia entre

paganos y cristianos respectivamente, y los ejemplos son tan abundantes y sobradamente conocidoscomo para no volver sobre ellos. También se han intentado explicar las causas por las que, a pesar delos reiterados mensajes y reivindicaciones de los cristianos en favor de la libertad y la toleranciareligiosa durante las persecuciones, tan pronto como lograron imponerse, desplegaron contra susoponentes toda la violencia y la intransigencia de la que habían sido víctimas. Primero reaccionaronlos paganos contra la nueva religión por miedo a que sus cultos y tradiciones fueran suplantados, ydespués los cristianos, precisamente con la intención de erradicar cualquier reminiscencia delpaganismo. Diversos historiadores de las religiones han abordado el estudio de los motivos de laintolerancia entre paganos, cristianos, judíos y herejes; se han señalado en ese sentido diversashipótesis como las pretensiones de exclusividad, el monoteísmo y la creencia de estar en posesión dela verdad absoluta, y sin duda parte de todo ello debió existir en unos y otros2.Por ello, cuando uno lee que frente a la violencia de los paganos,

�a los cristianos no les está permitido utilizarla para convencer, sino que debenhacerlo a través de la persuasión, el razonamiento y la dulzura. Por ese motivo,ningún emperador que profesó la religión de Cristo emitió contra los paganosdecretos semejantes a los que los adoradores de ídolos establecieron contra nosotros3,

no puede evitar la sorpresa, y especialmente al saber que esas palabras fueron pronunciadas por elgran orador y pensador cristiano Juan Crisóstomo, al que difícilmente se puede tachar de ingenuo,

La ocupación de espaciossagrados como fuente deconflicto entre paganos ycristianos *Juana Torres PrietoUniversidad de Cantabria

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como hace el historiador Pier Franco Beatrice4. Solamente podemos entender esa afirmación en elcontexto de la obra, un discurso polémico en defensa del mártir Babila y contra los paganos en elque da muestras de una intolerancia equiparable a la de sus oponentes, por las actitudes ydescalificaciones utilizadas; además, éstas no incorporan novedades a las reiteradas acusacionesvertidas siglos antes por los paganos contra los seguidores de la nueva religio.

En este trabajo vamos a analizar una de las diversas causas que suscitaron el conflicto entrelos fieles de una y otra religión, es decir, la ocupación de los espacios sagrados. Sabemos que loscristianos destruyeron templos paganos, los expoliaron, reutilizaron sus materiales de construcción ylos convirtieron en iglesias cristianas, o bien ubicaron sus propios santuarios en los mismos recintossagrados de los adversarios, aunque sin demoler sus edificios. Los ejemplos proporcionados por lasfuentes son abundantes, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo IV, con cierta oscilación enel número de esos ataques dependiendo de la orientación y de la tolerancia religiosa de los distintosemperadores, pues las constitutiones imperiales establecían la clausura de los templos, laconfiscación de sus tesoros y, en algunos casos, su demolición y la construcción de basílicascristianas sobre esos mismos terrenos5.

Además de las actuaciones que acataban las disposiciones de carácter oficial, existieron otrasprivadas en las que obispos y monjes se arrogaron con frecuencia esa facultad sin conexión algunacon el estado y sin la autorización imperial, llegando a cometer verdaderos excesos. Esasintervenciones son definidas de forma muy acertada a nuestro juicio por Carles Buenacas como «elresultado de hábiles manipulaciones del excitable fervor religioso de la plebs cristiana por parte depersonajes privados; en absoluto hemos de buscarles una conexión con un programa estatal de másamplio alcance»6. Los monjes fueron protagonistas destacados en diversas acciones violentas extra-oficiales contra los santuarios paganos. A ellos se refiere Libanio, el gran rétor pagano y amigo delemperador Juliano, en uno de los discursos más célebres, conocido con el título de Pro templis ydirigido a Teodosio (entre el 381-391); se expresaba en los siguientes términos:

Efectivamente, tú no has ordenado que los templos sean clausurados� Sin embargo,ésos que visten de negro, más voraces que los elefantes� esa chusma, Majestad, apesar de que tu ley sigue vigente y les obliga a su cumplimiento, se dirigen corriendoa los santuarios con palos, piedras y hierro. Otros incluso, por carecer de estas armas,se valen de sus manos y sus pies. Acto seguido, los santuarios se convierten en presade los misios y los techos son abatidos, destruidos los muros, las estatuas son tiradaspor el suelo, arrancados de su base los pilares, mientras que a los sacerdotes sólo lesqueda callar o perecer. Una vez que el primero ha quedado en ruínas, se produce unaestampida en busca de un segundo y un tercero, de forma que empalman trofeos controfeos contra la ley� 7.

Conocemos datos relativos a la destrucción y cristianización de algunos templos paganos apartir de Constantino y durante el reinado de sus sucesores, con la excepción de Juliano. Éste, en supretensión de revitalizar los cultos tradicionales, adoptó medidas en sentido contrario, lógicamente,tales como devolver los bienes confiscados a los paganos y a sus templos. Podemos ejemplificaresos hechos con algunos de los casos más significativos, pero sin extendernos en enumeraciones ydescripciones innecesarias, ya que las fuentes resultan bastante explícitas y se han publicadonumerosos estudios al respecto8.

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Nos referiremos en primer lugar a uno de los ejemplos más antiguos de conversión de untemplo, recogido por Eusebio de Cesarea9, y que refleja la utilización sucesiva del mismo espaciopor distintos cultos religiosos. En la ciudad de Mambré, en Palestina, existía un encinar donde Diosse habría aparecido a Abrahán y le habría hablado de la tierra prometida para su descendencia, segúnnos dice la Biblia10; a partir de entonces se convirtió en un lugar santo. Con el paso del tiempo fueedificado allí un santuario pagano donde se ofrecía culto a los ídolos y se realizaban sacrificios sobresu ara. Constantino, siguiendo con su política de consolidación del cristianismo, ordenó que fueraerigido un oratorio en honor del Dios que se había manifestado allí tiempo atrás y envió misivas alos gobernadores provinciales disponiendo que se cumplieran sus órdenes. Entonces tuvoconocimiento de las actividades «sacrílegas» que se venían desarrollando en ese lugar y decidióerradicarlas. Para ello dio instrucciones de quemar todos los ídolos, reducir a cenizas el ara ydemoler todas las edificaciones análogas de la zona. Una vez destruido el conjunto pagano yconvenientemente purificado, levantaron una basílica cristiana para que el sitio «se convirtiera enun señalado lugar de reunión de hombres santos»11.

Según esa información, judíos, paganos y cristianos lo utilizaron como espacio sagrado parasus respectivos cultos. Lo cierto es que en Palestina había otros santuarios con dobles o triplesutilizaciones, como la cueva del Santo Sepulcro12, sepultada y ocultada por los paganos bajo ungran túmulo sobre el cual construyeron un templo dedicado a Afrodita, hasta que Constantino ordenó�limpiar la zona� de rituales idolátricos derribando altares, estatuas y todo lo que estuviera en pie,así como excavando el lugar a gran profundidad; cuando descubrió que se trataba de ese sagradositio, mandó edificar allí un oratorio, la denominada iglesia de la Anástasis13.

Durante el breve reinado de Juliano se produjo un suceso que refleja a la perfección elambiente de conflicto compartido por paganos y cristianos en la Antigüedad Tardía. En el barrioperiférico de Dafne, en Antioquía, existía desde muy antiguo, tal vez desde el s. IV a.C.14, unfastuoso templo dedicado a Apolo, con una estatua espectacular del dios en su interior, que se habíaconvertido en un enclave muy frecuentado por sus fieles. A mediados del s. IV d.C. el césar Galoordenó levantar un martyrion en ese lugar, muy cerca del templo, trasladando allí desde elcementerio de Antioquía las reliquias de Babila, obispo de la ciudad y mártir en el s. III, y despuéssu patrón. El centro de peregrinación cambió de objetivo, pues los que acudían entonces en masaeran cristianos, mientras que el templo pagano quedó medio abandonado. Cuando Juliano accedió alpoder y conoció la situación de ese lugar intentó revitalizar el culto a Apolo ofreciendo numerosossacrificios, pues esperaba, entre otras cosas, una respuesta del oráculo sobre el éxito de su campañacontra los Persas15. Ante la ineficacia de tales medidas, ya que el dios no respondía, el emperadorinterpretó como causa del silencio del oráculo la presencia inconveniente de las reliquias de Babila yde otros cadáveres y, consiguientemente, ordenó el traslado de los restos del mártir a dondeanteriormente estaban, y la demolición del santuario y de las capillas circundantes16. Los cristianosreaccionaron indignados por la profanación de la tumba de Babila y salieron en procesión entonandosalmos y lanzando protestas contra los ídolos y sus adoradores. Poco después se produjo un incendioque asoló parte del templo pagano así como la estatua, y cuya autoría Juliano consideró atribuible alos cristianos. Emprendió una exhaustiva investigación, mediante la cual no aclaró nada, y cerró labasílica principal de Antioquía. En este caso se llevó a cabo la destrucción de un edificio cristianopor parte de sus adversarios, y no de un templo pagano, como era lo habitual en esa época -pues el

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incendio del templo probablemente se debió a una tormenta-. Pero lo cierto es que la primeraintromisión en el témenos la realizaron los cristianos al instalar su santuario en el recinto de losoponentes. Se trató de un conflicto de intereses y de competencias, como veremos más adelante17.

A comienzos del siglo V Porfirio, obispo de Gaza, en Palestina, solicitó al emperador Arcadiola demolición de todos los templos dedicados a los ídolos y, tras largas negociaciones teniendo a laemperatriz Eudoxia como mediadora, al final obtuvo el permiso y la correspondiente orden dedestrucción, cumpliendo así su deseo. Consiguió además fuerzas militares y civiles para llevar acabo la tarea junto con los cristianos de la ciudad, que voluntariamente se unieron a los escuadrones.Clausuraron primero siete de los ocho templos públicos y destruyeron sus estatuas, y por último fuedemolido el dedicado a Zeus Marnas o Marneion, cuyo acceso habían impedido inicialmente sussacerdotes protegiendo desde dentro las puertas del santuario con enormes piedras18. Al final fuepasto de las llamas y, tras ser retiradas las cenizas, parte de sus materiales se reutilizaron paraedificar una iglesia cristiana que recibió el nombre de Eudoxia, por expreso deseo de laemperatriz19. Se trata de un nuevo caso de transformación de un espacio sagrado, al ocupar el nuevoedificio el mismo recinto que el anterior.

Tenemos diversas noticias sobre la intolerancia cristiana, plasmada en la destrucción de losídolos y santuarios paganos, sin otra intención que la de erradicar cualquier reminiscencia idolátrica.Pero ahora nos interesan sobre todo aquéllas que relatan el desmantelamiento parcial o la demolicióntotal de los templos, para ser después adecuados a otros usos diferentes, en especial para edificariglesias cristianas y martyria en los mismos enclaves, como los casos que acabamos de ejemplificar.Existen otros testimonios famosos como el del templo de Apolo Didimeo, en la ciudad de Mileto, decuyo témenos los cristianos se habrían apoderado construyendo allí un edificio. Cuando Juliano lodescubrió, ordenó que la construcción fuera quemada o demolida desde sus cimientos20. A juzgarpor la decisión del emperador deducimos que se trataría sólo de la ocupación del recinto, pero no deltemplo, pues en ese segundo supuesto seguramente Juliano no habría dictaminado su destrucción.

Gran trascendencia tuvo también el suceso protagonizado por el obispo arriano Jorge deAlejandría, a mediados del siglo IV, pues el emperador Constancio le cedió un Mitreo abandonadopara edificar en él una iglesia. Cuando Jorge ordenó que se procediera a limpiar el templo, sedescubrió un adyton que contenía calaveras de personas supuestamente sacrificadas durante los ritosmitraicos con el propósito de practicar la adivinación a través de sus entrañas y, ante la evidencia desus prácticas, expuso públicamente esos restos para execración de todos. Los cristianos pasearon lascalaveras a través de la ciudad en una especie de procesión triunfal. Entonces los paganos deAlejandría, no pudiendo tolerar el carácter insultante de esos actos, provocaron un enorme tumulto yatacaron a los cristianos con todo tipo de armas; como consecuencia de ello se produjeronnumerosos heridos y muertos de toda índole y edad. El obispo fue linchado por su comportamiento,tal como lo describe Sócrates: �lo arrastraron fuera del templo, lo ataron a un camello y, cuando lohabían despedazado, lo quemaron junto al camello�21.

Otro ejemplo muy conocido se refiere al Serapeion de Alejandría, y los sucesos se produjeronen el 391. Nuevamente el obispo de la ciudad, en este caso Teófilo, fue el protagonista del conflicto;éste había conseguido del emperador Teodosio la posesión de un templo de Dioniso, sin techo yabandonado, para utilizarlo como basílica cristiana22. Las estatuas y los objetos de culto hallados en

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el adyton fueron retirados de allí y exhibidos en público para escarnio y burla de la gente, pues habíaentre ellos instrumentos obscenos, como por ejemplo falos. Los paganos reaccionaron violentamenteante la provocación y se originó un tumulto en el que asesinaron e hirieron a muchos cristianos;después se refugiaron en el Serapeion, magnífico templo por su belleza y dimensiones, posiblementeuno de los más grandes de la Antigüedad, convirtiéndolo en una ciudadela provisional. Cuando elemperador conoció el alcance de la revuelta ordenó la demolición del templo, y unos años más tardese construyó en el lugar una iglesia cristiana. Así mismo, Teófilo destruyó y transformó en iglesiasvarios santuarios paganos, pues por esa época el poder imperial apoyó la destrucción de gran númerode templos y estatuas en Egipto.

Tras este breve repaso de los hechos, ahora nos interesa ir más allá, trascender la meradescripción evenemencial e indagar en los objetivos perseguidos por emperadores, obispos e iglesiaslocales con la cristianización de los espacios sagrados y de los templos, o la temple conversion enpalabras del historiador Frank R. Trombley23. Algunos de esos fines resultan fácilmenteimaginables, otros son expuestos de forma explícita por sus protagonistas, y otros deberemosdeducirlos analizando los acontecimientos.

Para exponer los distintos objetivos procederemos a la enumeración:

1. Entre los primeros, fácilmente imaginables, situamos el interés económico.Evidentemente, además de reutilizar gran parte de los materiales procedentes del santuario

destruido, sin necesidad de adquirir otros nuevos e indudablemente más caros, disponían de mayorespacio para ubicar sus recintos sagrados.

También se apropiarían de las tierras y los bosques destinados al cultivo y la manutención delos edificios de culto pagano, es decir, de los loca sacra, tal como los definen las fuentes jurídicas24.

Tampoco debemos olvidar la ingente rentabilidad de los tesoros expoliados en los santuarios:estatuas, mármoles, oro, plata, etc. que servían después para decorar las iglesias e incluso losdomicilios particulares. Sin duda, como señala el historiador Carles Buenacasa: «La actitud imperialalentó a los altos funcionarios cristianos a aprovecharse de la situación existente y a comerciar conlas obras de arte que estos santuarios albergaban en su interior»25. Amiano Marcelino cuentaalgunas profanaciones y expolios llevados a cabo por funcionarios de Constantino II26, y Libaniotuvo que defender ante el emperador Juliano a dos personajes por haber aceptado, vendido ocomprado bienes procedentes de los templos27. De ahí que algunos estudiosos señalen incluso laposibilidad de que existiera un mercado organizado para la compra-venta de las obras de arteprocedentes de los templos28. En contra de esas actividades existen numerosas disposicioneslegales29 e igualmente algunos obispos las condenaron, como es el caso de Porfirio de Gaza. Éste,durante la clausura y destrucción de los diversos templos de la ciudad, había amenazado con elanatema a cualquier ciudadano cristiano que se apoderase de los objetos de los templos para usoprivado, y por ello, él en persona y otros miembros del clero les impedían apropiarse de nada30.

En los casos en que dos santuarios de diferentes cultos compartían el mismo espacio, comoel templo de Apolo y el martyrion de Babila en Dafne, entraban en juego diferentes intereses de tipoeconómico. Cualquier centro de peregrinación constituye una fuente importante de ingresos, puesto

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que en torno a él se desarrollan una serie de actividades comerciales con los consiguientesbeneficios, tales como la venta de objetos y reproducciones de las imágenes veneradas, sinolvidarnos de las infraestructuras necesarias para el alojamiento y las comidas. De ahí que paganos ycristianos se disputaran el predominio del témenos e intentaran desbancar al adversario31.

Encontramos otros ejemplos de conflicto entre paganos y cristianos por motivos económicosen los primeros siglos del cristianismo, como el tumulto de los orfebres de Éfeso contra lasmanifestaciones de Pablo. Éste afirmaba que los objetos fabricados con las manos no erandioses, y de esa forma estaba poniendo en peligro el oficio de vendedores de souvenirs del templode Diana y sus pingües ganancias32.

Igualmente ilustra esa competitividad el relato de los Hechos Apócrifos sobre Tecla, lacompañera del apóstol Pablo. Acudían a ella numerosos enfermos porque realizaba curacionesmilagrosas y por ello los médicos del lugar, en Seleucia, consideraban que ejercía una �competenciadesleal�. Puesto que sus ganancias habían disminuido considerablemente, maquinaron contra lacompetidora un castigo. La venganza consistía en desposeerla de su virginidad, cualidad que, segúnellos, le otorgaría la prerrogativa de la curación33.

También conocemos la incidencia que ejerció en la economía de los carniceros la prohibicióna los cristianos de consumir carne procedente de animales sacrificados, pues a consecuencia de esamedida, apenas conseguían vender su mercancía. Así le exponía Plinio el Joven a Trajano lasituación en su famosa carta sobre el trato debido a los cristianos:

Hay constancia de que los templos, ya casi abandonados, han comenzado a serfrecuentados, y que las ceremonias sagradas, interrumpidas durante largo tiempo, hansido restablecidas, y que por todas partes se vende carne de las víctimas, para la cualhasta ahora se encontraba rarísimamente un comprador. 34.

2. Exhibición del triunfo.También resulta obvia la victoria ideológica implícita en el hecho de cerrar y destruir los

edificios de culto de los adversarios y levantar allí los propios. La simbología del triunfo pareceindiscutible e insuperable.

3. Purificación de los lugares sagrados. Las autoridades civiles y eclesiásticas manifestaban explícitamente una finalidad de supolítica de destrucción de los ídolos y de transformación de los templos, que consistía en la limpiezay purificación de esos lugares, tal como recogen las fuentes de manera sistemática. Entronca esaactitud con la idea cristiana de que los rituales idolátricos, con sus sacrificios, derramamiento desangre, vino y carne quemada, contaminaban no sólo los altares sino todos los rincones delrecinto35. Por ello, el primer paso para erradicar esos cultos debía ser la limpieza material, bienderribando todo lo que estuviera en pie o bien quemándolo y trasladando lejos los escombros y lascenizas; después había que descontaminar las moradas de los �demonios�, como solían denominar alos dioses paganos, mediante la presencia en ellas de reliquias de los mártires cristianos36.

4. Aniquilación del poder idolátrico.

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Pero construyendo en el mismo emplazamiento sus iglesias y martyria pretendían ademásinterrumpir, invalidar los cultos paganos, pues así los sacrificios resultarían ineficaces, y seríaaniquilado su poder. Curiosamente, los paganos sentían una aversión similar hacia los muertos de lossantuarios venerados por los cristianos, y consideraban que la cercanía de alguna de esas tumbasinutilizaba sus ritos; de manera que coincidían unos y otros al considerar negativa la influencia delas reliquias para el desarrollo ritual del paganismo, especialmente cuando pretendían, por ejemplo,la consulta de los oráculos o la interpretación del futuro a través de las vísceras37. Un ejemplo significativo de esa incompatibilidad lo encontramos en el conflicto entre eltemplo de Apolo y el martyrion de Babila, en Dafne, al que ya nos hemos referido, y queprotagonizó Juliano el Apóstata. Ante el silencio persistente del oráculo, el emperador interpretó quela causa se debía a la inoportuna proximidad del muerto, y por ello ordenó destruir el martyrion ytrasladar las reliquias38.

A veces la simple presencia en los sacrificios de algún cristiano podía ser considerada motivosuficiente para alterar el resultado. Un suceso muy claro al respecto nos lo describe Lactancio conocasión de la asistencia de Diocleciano en el templo de Apolo, en Antioquía, a la celebración desacrificios de animales para adivinar el futuro a través de sus vísceras. Debido a que entre losministros del culto se hallaban secretamente algunos cristianos, los arúspices no encontraban lasseñales acostumbradas, por más que repetían los sacrificios. Al darse cuenta de la causa el maestrode los arúspices e informar al emperador, éste ordenó que sacrificaran todos los presentes enpalacio39.

5. Establecimiento del culto verdadero.Pero estamos seguros que además de las motivaciones económicas e ideológicas existieron

otras causas por las cuales los cristianos buscaron con insistencia los espacios sagrados paganos paraestablecer sus propios centros cultuales. Si la ocupación de esos lugares implicaba generalmenteenfrentamientos y luchas que provocaban numerosas víctimas, ¿por qué esa insistencia? En realidadlos cristianos sentían miedo, respeto hacia los poderes de los �demonios� y por eso procurabanimplantar en sus recintos los símbolos de la nueva religión40. No podían escapar a la fuerza de lasuperstición, de ahí que implícitamente creyeran en la capacidad de las divinidades adversas paraperpetuar su culto y que procuraran aniquilarlo imponiendo el poder supremo de su dios y de susmártires. Por tanto, sí creían en la existencia de los daímones y en su capacidad de intervención en lavida de los hombres, pero igualmente consideraban erróneas esas actuaciones porque traeríanconsigo la perdición de sus fieles; de ahí la obligación de los cristianos de reconducir a los idólatraspor el camino adecuado, el de la fe auténtica, en un verdadero acto de filantropía.

6. Ocupación de los espacios sagrados.Por otra parte, se constata una tendencia bastante generalizada en las distintas culturas y

religiones a asociar determinados lugares (como los árboles, las cuevas, las cimas de las montañas,etc.) con la presencia de la divinidad y de ahí que esos lugares susciten gran respeto en los visitantes.Se trataría de una especie de ubicación preferente para honrar a los dioses de cualquier religión. Laidea es que los lugares conservarían su carácter sagrado a pesar de la suplantación de diferentesritos; de ello se deriva un principio religioso consistente en creer que el numen (divinidad) y ladynamis (fuerza divina) de un determinado lugar permanece allí aunque cambie el dios y el culto

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religioso. Así se explica la perseverante insistencia por parte de paganos y cristianos en ocupar losrecintos previamente utilizados por otros para sus actividades de culto.

Baste recordar el caso de la cueva del sepulcro de Jesús, sobre la cual fue edificado untemplo de Diana y finalmente una basílica cristiana; o el del árbol de Mambré, donde se le aparecióDios a Abrahán, que fue convertido después en un santuario pagano y por último en una basílica.

Así mismo, encajaría en esa tendencia la circunstancia de que algunos monjes sirios buscaranlos recintos de los templos paganos para practicar la ascesis, como hizo, por ejemplo, Daniel elEstilita en Tracia, cerca de Constantinopla. Se introdujo en un templo �invadido por espíritusimpuros� y luchó contra ellos hasta derrotarlos, estableciéndose allí de manera permanente durantenueve años41. Otro monje de nombre Amiano fijó su morada en la cima de una alta montaña, enTeleda, donde había un témenos pagano muy venerado por los vecinos del lugar42. Y varios casossimilares nos relata también Teodoreto de Ciro, como el del monje Marón, de su misma ciudad, queeligió vivir en lo alto de un monte, por ser un lugar anteriormente venerado por los paganos; y el deZalélaio, que levantó una pequeña cabaña cerca de la ciudad de Gabala, justo sobre la colina dondese encontraba un templo honrado con numerosos sacrificios por los paganos en otra época. Despuésque consiguió convertir a los habitantes de la zona, con su ayuda destruyó el templo y construyó ungran santuario dedicado a los mártires victoriosos43.

Otra prueba fehaciente de esa tendencia de los ascetas a instalarse en lugares anteriormentepaganos la encontramos en San Benito, el fundador del monacato benedictino, que se estableció enun lugar fortificado en lo alto del monte Casino. Allí había un lugar de culto en el que se veneraba aApolo, rodeado de bosques consagrados a los dioses paganos, donde se realizaban sacrificios. Alllegar a ese lugar el monje destrozó el ídolo, dio la vuelta el altar, taló los bosques y preparó unoratorio dedicado a San Martín en el templo de Apolo, y otro a San Juan donde estaba el altar, einvitaba continuamente a la gente de los alrededores a abrazar la fe cristiana44.

Como síntesis del esquema de valores que debía regir la mentalidad de las autoridades civiles yeclesiásticas de los siglos IV y V, poseemos un testimonio más tardío pero sumamente interesantedel Papa Gregorio Magno. Éste mostraba un gran interés por la evangelización de los habitantes deInglaterra y con esa finalidad, el 17 de junio del 601 envió al monje Agustín de Canterbury, pormedio de algunos colaboradores, una carta en la que le daba ciertas directrices; un fragmento diceasí:

�Que no se han de destruir los templos de los ídolos de ese país, sino solamente losídolos que hay en ellos; prepárese agua bendita y rocíense con ella los templos,constrúyanse altares y deposítense reliquias. Porque, si estos templos están bienconstruidos, lo que conviene hacer es sacarlos del culto de los demonios y dedicarlosal del Dios verdadero, para que la gente, viendo que sus templos no son destruidos,abandone el error y, conociendo y adorando al verdadero Dios, acuda más fácilmentea los lugares acostumbrados. Y como suelen sacrificar muchos bueyes a losdemonios, habrá que sustituir esto por algunas otras ceremonias, de manera que, en eldía de la festividad o de la muerte de los santos mártires cuyas reliquias se hayanpuesto allí, se hagan tiendas con arcos de ramas de árboles alrededor de las iglesiasque antes habían sido templos y se celebre una fiesta solemne de carácter religioso. Y

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que no sacrifiquen ya animales al demonio, sino que, alabando a Dios, los maten y loscoman y den gracias por su hartazgo al que otorga todos los bienes. Así, al respetarlesalgunas satisfacciones exteriores, se sentirán más inclinados a buscar las interiores.Porque es ciertamente imposible arrancar de golpe todos los errores de las mentesendurecidas, y quien trata de subir un alto monte lo hace paso a paso y ascendiendogradualmente, no a saltos. Así fue como el Señor se reveló al pueblo israelita enEgipto, destinando a su culto los sacrificios que antes ofrecían al diablo y ordenandoque le sacrificasen animales, de modo que, cambiando la intención, en parteabandonasen los sacrificios y en parte los retuviesen; pues si bien eran los mismos losanimales que acostumbraban a ofrecer, ya no eran los mismos sacrificios, puesto queahora los ofrecían al Dios verdadero y no a los ídolos45.

Ése era el pensamiento de Gregorio Magno a comienzos del siglo VII y, como hemos puestode manifiesto, en líneas generales era compartido por las autoridades eclesiásticas de los siglosanteriores, a pesar de los excesos y de los casos de destrucción que se han documentado. Según lasreflexiones del autor, para aniquilar el poder de los ídolos bastaba con destruir sus estatuas ysustituirlas por altares y reliquias cristianos, pero manteniendo en pie los templos. Éstos se puedentransformar y aprovechar, si están en buen estado, con el consiguiente ahorro económico, peropreviamente deben ser purificados mediante la aspersión de agua bendita. Recordemos que loscristianos consideraban que los témena paganos estaban contaminados por sus ritos y sus sacrificiosy había que �limpiarlos� antes de su uso. Pero Gregorio Magno no tenía en cuenta principalmente elinterés económico de preservar los templos en vez de destruirlos, sino un aspecto sociológico: parala consecución de su finalidad, convertir al pueblo, es consciente del desagrado que causaría en lagente el ver sus templos destrozados y, sobre todo, de la poderosa fuerza que la costumbre ejercesobre los humanos. De ahí que considere preferible mantener los mismos lugares, porque la genteacude por inercia a donde suele ir.

El Papa demuestra una gran perspicacia en esas y en otras apreciaciones. Se trataba decambiar lo mínimo posible de sus hábitos, de ahí que permita que continúen matando animales, perono ya para rendir culto a los ídolos, sino para comérselos y mostrarse después agradecidos a Diospor su hartazgo; todo ello dentro de un contexto de celebraciones y de banquetes religiosos, puessabe que los hombres se sentirán más dispuestos a cuidar de su alma si se les permiten algunosplaceres físicos.

Es decir, se cambia el objeto de veneración, el verdadero Dios en vez de los demonios, peromanteniendo en parte los ritos. Hasta conseguir la total conversión de la gente hay que transigir enalgunos aspectos, ir paulatinamente y hacer gala de gran pragmatismo y flexibilidad. Sabia filosofíala de Gregorio Magno si se hubiera podido aplicar sin oposición y, por tanto, sin violencia, pero lasdificultades empezaban ya en la primera fase, como hemos visto, cuando los cristianos intentabanocupar los espacios sagrados de sus opositores. Aunque los lugares se encontraran abandonados, lospaganos reclamaban su propiedad, y a partir de ahí surgía el conflicto.

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(Notes)

* El presente es un trabajo sobre el tema de la ponencia presentada en el Foro de Historia, Religión y Sociedad �Toleranciae Intolerancia Religiosa. Ayer y Hoy� organizado por el Instituto de Historia Antigua y Medieval en Buenos Aires los días 16 y17 de Mayo de 2007

1 Este trabajo ha sido realizado con cargo al Proyecto de la DGCYT HUM2006-11240-C02-01. Se encuentra en prensa enJ.Fernández Ubiña y M.Marcos (edd.), Libertad e intolerancia religiosa en el Imperio Romano, Anejos de Ilu, UniversidadComplutense de Madrid.2 Cfr., entre otros, A.H. Armstrong, �The Way and the Ways; Religious Tolerance and Intolerance in the Fourth Century A. C.�,Vigiliae Christianae 38, 1, (1984), pp. 1-17; P.F. Beatrice, (ed.), L�intolleranza cristiana nei confronti dei pagani, Bolonia,1993; F. Ella Consolino, (ed.), Pagani e cristiani da Giuliano l�Apostata al sacco di Roma, Soveria Manelli, 1995; H.A. Drake,�Lambs into Lions: Explaining Early Christian Intolerance�, Past and Present 153, (1996), pp. 3-36; G.G. Stroumsa, G. Stanton(eds.), Tolerance and Intolerance in Ancient Judaism and Early Christianity, Cambridge, 1998; y R. Teja, �Tolerancia e intoleranciaentre paganos y cristianos en la Antigüedad Tardía�, en E. Suárez de la Torre (ed.), Conflictos religiosos: Pasado y presente,Valladolid, 2004, pp. 17-26.3 Jn. Cris., Discurso sobre Babila, 13 (M.A. Schatkin et alii, ed. y tr. fr., Sources Chrétiennes, París, 1990); Gregorio deNacianzo se expresa en términos parecidos:

¿Han hecho los cristianos alguna vez sufrir a los vuestros un trato semejante a los que les habéis infligido enmuchas ocasiones? ¿Contra quiénes hemos excitado el furor de las masas? ¿Contra quiénes hemos excitadola cólera de los magistrados que trascienden las órdenes recibidas? ¿De quién hemos puesto la vida enpeligro? O más bien: ¿A quiénes hemos excluido de las magistraturas y de los otros cargos reservados a laaristocracia? En una palabra ¿A quién hemos hecho nosotros, cualquiera que fuera lo que recordase, lo quemuchas veces vosotros habéis perpetrado contra nosotros o con lo que nos habéis amenazado? (Or. IV, 98)(trad. de la autora).

4 �L�intolleranza cristiana nei confronti dei pagani: un problema storiografico�, en P.F. Beatrice (ed.), L�Intolleranza cristiana�op.cit., 1993, p. 10: Soltanto come un�inespiegabile ingenuità è da valutare l�affermazione di Giovanni Crisostomo�5 A propósito del marco legal que permitió la destrucción u ocupación de los templos paganos cfr. E. Testa, �Legislazionecontro il paganesimo e cristianizzazione dei templi (sec. IV-VI)�, en LA 41, (1991), pp. 311-326; J. Gaudemet, �La legislazioneantipagana da Costantino a Giustiniano�, en P.F. Beatrice (ed.) �op. cit., 1993, pp. 15-36; y C. Buenacasa Pérez, �Ladecadencia y cristianización de los templos paganos a lo largo de la Antigüedad Tardía (313-423)�, en Polis. Revista de Ideasy Formas políticas de la Antigüedad Clásica 9, (1997), pp. 25-50, y la extensa bibliografía recogida en la n. 2 de este trabajo.6 �La decadencia y� op. cit., 1997, p. 31.7 Orat. XXX, 8 (tr. de A. González Gálvez, Libanio. Discursos II, Editorial Gredos, Madrid, 2001).8 Por citar los más recientes crf. J.M. Spieser, �La christianisation des sanctuaires païennes en Grece�, en Neue Forschungenin grieschischen Heiligtümern, Tübingen, 1976, pp. 309-320; G. Fowden, �Bishops and Temples in the Eastern Roman EmpireA.D. 320-435� en Journal of Theological Studies 29, (1978), pp. 53-78; R.P.C. Hanson, �The Transformation of Pagan Templesinto Churches in the Early Christian Centuries� en Journal of Semitic Studies 23, (1978), pp. 257-267; R. Van Dam, �FromPaganism to Christianity at Late Antique Gaza�, en Viator 16, (1985), pp. 1-20; H. Saradi-Mendelovici, �Christian Attitudestoward Pagan Monuments in Late Antiquity and Their Legacy in Later Bizantine Centuries�, en Dumbarton Oaks Papers 44,(1990), pp. 47-61; R. Klein, �Distruzioni di templi nella tarda antichità. Un problema politico, culturale e sociale�, en Attidell�Accademia Romanistica Costantiniana 10, Perugia 1995, pp. 127-152; F.R. Trombley, Hellenic Religion & ChristianisationC. 370-529, 2 vols., Leiden-Nueva York-Köln, 1995, ed. Brill; J.P. Caillet, �La Transformation en église d�édifices publics et detemples à la fin de l�Antiquité� en La fin de la cité antique et le début de la cité médiévale de la fin du IIIéme siècle àl�avènement de Charlemagne, Bari, 1996, pp. 191-211; C. Buenacasa Pérez, �La constitución y protección del patrimonioeclesiástico y la apropiación de los santuarios paganos por parte de la Iglesia en la legislación de Constancio II (337-361)�,Pyrenae 28, (1997), pp. 229-240; Idem, �La decadencia � op. cit., (1997), pp. 25-50; y J. Moralee, �The Stones of St.Theodore: Desfiguring the Pagan Past in Christian Gerasa�, en Journal of Early Christian Studies 14/2, (2006), pp. 183-215.

9Vita Constantini III, 51-53.10 Gén.13, 17: Levántate, pues, y recorre a lo largo y a lo ancho esta tierra que te voy a dar. 18:Levantó Abrán sus tiendas

y fue a establecerse en el encinar de Mambré, cerca de Hebrón; allí levantó un altar al Señor.11 Vit. Cost., III, 53.12 Euseb. Ces., V.C. III, 26-29 y ss. Sobre este tema cfr. W. Telfer, Constantine�s Holy Land Plan�, Studia Patristica II,(Berlín) 1957, pp. 696-700; Ch. Coüasnon, The Church of the Holy Sepulcre, Jerusalem. The Schweich Lectures 1972,

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Londres, 1974; y V.C. Corbo, Il Santo Sepolcro di Gerusaleme. Aspetti archeologici dalle origini al periodo crociato, Jerusalén,1981, entre otros.13 En cuanto se hubo llevado a cabo lo anterior, el emperador ordena con piadosos instrumentos legales y generososrecursos dinerarios erigir junto a la salvífica cueva un oratorio digno de Dios y con rica e imperial munificicencia [�]Mandó a los gobernadores de las naciones del levante que hicieran resaltar, a fuerza de emplear ingentes capitalessin restricción, el carácter extraordinario, grandioso y opulento de la obra� (Ibidem, III, 29)

14 Soz., H. E. V, 19.15 Se podía creer que el soberano de ese momento reinaba con el fin de destruir todas las bestias de la tierra, pues

mataba con prodigalidad tantos corderos y bueyes sobre los altares, y había llegado a tal grado de locuraque un gran número de los filósofos le llamaban �carnicero�, �vendedor de carne� y nombres de ese tipo.Apolo, por tanto, no se habría alejado de pleno grado de una mesa tan abundante, con olor a grasa, humoy torrentes de sangre� (Jn. Cris., Discurso sobre Babila, 103 , M.A. Schatkin et alii, ed. y tr. fr., SourcesChrétiennes, París, 1990).

16 No sólo los habitantes de la ciudad, de los arrabales y del campo, sino también los que estaban muy lejos de estoslugares, al no ver ya el sepulcro en su lugar, preguntaban entonces la causa e inmediatamente sabían que el demonio(Apolo), al solicitarle el emperador que pronunciara oráculos, había respondido que no podía hacerlo hasta que sehubiera alejado de él al bianeventurado Babila(Ibidem, 87)

17 Conocemos los hechos sobre todo por los testimonios que Juan Crisóstomo ha dejado en forma de homilía y de discurso,a los que ya hemos hecho referencia, pero también se refieren al suceso otras fuentes como el emperador Juliano en elMisopogon, el orador Libanio en su �Monodia sobre el templo de Apolo en Dafne� (Or. 60, conservado solamente de formafragmentaria en el Discurso sobre Babila de J. Crisóstomo con ese título) y los historiadores Teodoreto de Ciro H.E. III, 6;Sócrates, H. E. III, 18; Sozomeno, H. E. V, 19 y Amiano Marcelino, Hist. XXII, 12, 8 y 13, 1-3.18 Marc. Diác., Vida de Porfirio, 64: Los cristianos aclamaban con alegría a los emperadores y a los gobernantes.Inmediatamente se movilizaron junto con las autoridades y los escuadrones y destruyeron los ídolos [�] Así pues los soldados,en compañía de los cristianos de la ciudad y de los de la zona del puerto se lanzaron sobre los ídolos. Primero quisierondestruir el llamado Marneion, pero fueron rechazados, pues los sacerdotes de este templo, enterados con antelación,protegieron desde dentro las puertas del santuario interior con grandes piedras.

19 Ibidem, 69-75.20 Soz. H.E. V, 20, 7.21 Soc. H.E. III, 2; El patriarca de Alejandría Focio, en su Bibliotheca, se refiere a esos hechos casi con las mismas palabras.Sobre los numerosos conflictos de índole religiosa, entre otros, que se produjeron en la época tardoantigua cfr. J.R. AjaSánchez, Tumultus et urbanae seditiones: sus causas. Un estudio sobre los conflictos económicos, religiosos y sociales enlas ciudades tardoromanans (s. IV), Santander, 1998.22 Soz. H.E. VII, 15; Soc. H.E., V, 16; y Ruf. H.E. XI, 22.

23 F.R. Trombley, Hellenic Religion�, op. cit., I, Leiden, Nueva York, Köln, 1995, pp. 108-109.24 Digesto 1, 8, 6, 3 y Gaio, Inst. 2, 4, 5; Cfr. C. Buenacasa Pérez, �La decadencia y cristianización �, op. cit. (1997), pp.25,38 y 40; y B. Enjuto Sánchez, �Las disposiciones judiciales de Constantino y Juliano a propósito de las tierras de los templospaganos�, en Gerión 18, (2000), 407-423.25 �La decadencia y� op. cit., 1997, p.35, n. 48.26 Ad haec mala id quoque addiderat, unde paulo post actus est in exitium praeceps, reversus (Georgius) ex comitatuprincipis cum transiret per speciosum Genii templum, multitudine stipatus ex more, flexis ad aedem ipsam luminibus quamdiu, inquit, sepulcrum hoc stabit? Quo audito velut fulmine multi perculsi, metuensque ne illud quoque temptaret evertere,quicquid poterant in eius perniciem clandestinis insidiiis concitabant� Dracontius, aram in moneta, quam regebat, recenslocatam evertit (Am. Hist. XXII, 11, 7 y 9; XXX, 9, 5)27 Lib., Ep. 724; Ep. 763; Ep. 819.28 Cfr. J.L. Murga, �El expolio y deterioro de los edificios públicos en la legislación post-constantiniana�, AARC 3, (1979), pp.239-263.29 Cfr., entre otras, CTh. XV, 1, 19: Imppp. Valens, Gratianus et Valentinianus aaa. ad senatum post alia: Nemopraefectorum urbis aliorumve iudicum, quos potestas in excelso locat, opus aliquod novum in urbe Roma inclyta moliatur,sed excolendis veteribus intendat animum. novum quodque opus qui volet in urbe moliri, sua pecunia, suis operibusabsolvat, non contractis veteribus emolumentis, non effossis nobilium operum substructionibus, non redivivis de publicosaxis, non marmorum frustis spoliatarum aedium deformatione convulsis. Lecta in senatu Valente V et Valentiniano aa.conss. (376.....). XV, 1, 37: Idem aa. Theodoro praefecto praetorio. Nemo iudicum in id temeritatis erumpat, ut inconsultapietate nostra novi aliquid operis existimet inchoandum vel ex diversis operibus aeramen aut marmora vel quamlibet

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speciem, quae fuisse in usu vel ornatu probabitur civitatis, eripere vel alio transferre sine iussu tuae sublimitatis audeat.Etenim si quis contra fecerit, tribus libris auri multabitur. (398 Ian. 1).30 Marco Diácono, V.P. 6531 Sobre el conflicto surgido entre paganos y cristianos por el monopolio del espacio sagrado de Dafne hemos presentadorecientemente en un Congreso un trabajo que será publicado en breve: �El poder de los ídolos y de las reliquias: Un conflictode competencias�, Congreso Internacional de Historia de las Religiones. Mediadores con lo divino en el mundo mediterráneoantiguo, Palma de Mallorca, 13-15 de Octubre del 2005.

32 Hech. Apóst. 19, 21-39.33 Hechos de Pablo y Tecla, 44-45. La edición y traducción al castellano de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles ha sidorealizada por A. Piñero y G. del Cerro, 2 vols., La BAC, Madrid, 2005; los Hechos de Pablo y Tecla están recogidos en el 2ºvolumen.34 Certe satis constat prope iam desolata templa coepisse celebrari et sacra sollemnia diu intermissa repeti passimquevenire victimarum (carnem), cuius adhuc rarissimus emptor inveniebatur (Ep. 96, 10, lib. X).35 Eusebio de Cesarea lo expresa con claridad en la biografía de Constantino, a propósito de la política del emperador enmateria religiosa, orientada a purgar de idolatría la ciudad de Constantinopla :Impregnado por completo de sabiduría divina, consideró justo purgar de toda idolatría aquella ciudad que pordecisión suya sobresaldría llevando su propio nombre, de modo que en ningún lugar de ella hubiera rastro algunode estatuas de los pretendidos dioses que solían ser objeto de culto en los templos, ni altares ensuciados conimpuros regueros de sangre, ni víctimas devoradas por el fuego, ni festividades demoníacas, ni ninguna otra cosaa la que pudiera estar acostumbrada la gente supersticiosa (V.C. III, 48; la traducción es de M. Gurruchaga, Madrid,1994, Editorial Gredos). En ese mismo sentido se manifiesta poco después en los capítulos 52-53.36 Esa identificación de los dioses paganos con los demonios aparece consolidada en los textos cristianos de época Tardo-antigua. De ahí las constantes quejas del demonio por su expulsión por parte de los cristianos de los templos, de los ídolos,del desierto, etc. Sobre esas cuestiones cfr. A.M. Orselli, �Tipologie del demoniaco nel Tardo Antico Cristiano�, Actas del XIIConvegno: Diavoli e Mostri in scena dal Medioevo al Rinascimento, Roma, 1989, esp. p. 12.37. El emperador Juliano se lamentaba de que los �galileos� hubieran invadido las ciudades con sepulcros y tumbas y poreso les denominaba �adoradores de tumbas� (Juliano, Misopogon 344 A, 357 C y 361 A-C; y Contra los Galileos 335 B-C;Libanio, Contra Institutionis irrisores, Or. 62, 8, t. IV, 351, 14).

38 Sobre estas cuestiones cfr. J. Torres, �El poder de los ídolos��, op. cit., en prensa.39 Tum quidem ministrorum scientes dominum cum adsisterent immolanti, imposuerunt frontibus suis inmortale signum; quofacto fugatis daemonibus sacra turbata sunt. Trepidabant aruspices nec solitas in extis notas videbant et, quasi non litassent,saepius immolabant. Verum identidem mactatae hostiae nihil ostendebant, donec magister ille aruspicum Tagis seu suspicioneseu visu ait idcirco non respondere sacra, quod rebus divinis profani homines interessent. Tunc ira furens sacrificare non eostantum qui sacris ministrabant, sed universos qui erant in palatio iussit et in eos, si detrectassent, verberibus animadverti (Demortibus persecutorum X, 1-4).40 Una creencia muy extendida consistía en que los dioses paganos tenían un alma y un cuerpo: el alma era el daimon, y elcuerpo la estatua. El mismo Agustín de Hipona (De civit. Dei VIII, 26, 3) comparte esta idea. De ahí el temor de la gente atocar la estatua de un ídolo, como se pone bien de manifiesto en la destrucción del Serapeion de Alejandría; pues corría elrumor de que si alguien tocaba la estatua de Serapis desencadenaría una catástrofe, por lo que ésta se mantuvo intactadurante algún tiempo. Los cristianos manifestaban una especie de temor sagrado hacia los templos y estatuas paganas.

41 Vida de S. Daniel el Estilita 14-15.42 Teodoreto de Ciro, Historia de los monjes de Siria IV, 2.43 Ibidem, XVI, 1; y XXVIII, 1-5 respectivamente.

44 Castrum namque, quod Casinum dicitur, in excelsi montis latere situm est� Ubi vetustissimum fanum fuit, in quo exantiquorum more gentilium ab stulto rusticorum populo Apolo colebatur. Circumquaque etiam in cultu daemonum lucisuccrevuerant, in quibus adhuc eodem tempore infidelium insana multitudo sacrificiis sacrilegis insudabat. Ibi itaque vir Deiperveniens, contrivit idolum, subvertit aram, succidit lucos, atque in ipso templo Apollonis oraculum beati Martini, ubi vero araeiusdem Apollonis fuit, oraculum sancti construxit Iohannis, et commorantem circumquqque multitudinem praedicatione continuaad fidem vocabat (Greg. Magn., Dialog. II, 8, 10-11).45 Ep. 56, XI. El documento se conserva incluido en la Historia Eclesiastica Gentis Anglorum I, 29-30, la obra más famosade Beda el Venerable, un autor cristiano del siglo VII-VIII.

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Epigrafía y muralla de Monte Cildá(Aguilar de campoo, palencia):

Cuestiones en torno a la cronología *José Manuel Iglesias GilAlicia Ruiz GutiérrezUniversidad de Cantabria1

El yacimiento arqueológico de Monte Cildá se encuentra en el término municipal deAguilar de Campoo, cerca de los pueblos de Olleros de Pisuerga y Mave, en el noreste dela provincia española de Palencia (figura 1). Se trata de un castro prerromano que debióde ser ocupado en la segunda mitad del siglo I a. C. y que, tras experimentar desdemediados de la centuria siguiente un largo período de abandono, fue reocupado en época

tardorromana, hacia fines del siglo IV o inicios del V, momento en que se puede datar laconstrucción de la muralla, como más adelante se detallará. Durante la dominación visigoda estaobra de fortificación fue mantenida y, posiblemente, se reforzó para dar respuesta a nuevasnecesidades militares. Finalmente, en algún momento del mismo período visigodo o ya en la AltaEdad Media la muralla comenzó a arruinarse, coincidiendo con la concentración del hábitat en elextremo sudeste del castro, donde se prolongó a lo largo de los siglos IX y X.

El cerro sobre el que se asienta el castro se erige, con una altitud de 979 metros sobre el niveldel mar, a la orilla derecha del río Pisuerga, que en este punto desciende encajonado en dirección alDuero por el Cañón de La Horadada (figura 2). En la Antigüedad, esta zona de tránsito entre la

Fig 1 - Localización de Monte Cildá.

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Meseta Castellana y la Cordillera Cantábrica se correspondía con el territorio meridional de lospueblos cántabros, conquistados por Augusto en los años 29-19 a. C. El enclave de Monte Cildádebió de tener en época romana un notable valor estratégico al facilitar el control de la confluenciade los ríos Pisuerga y Camesa, por donde discurría la vía romana que comunicaba la Meseta ycuenca alta del Ebro con la costa cantábrica. Esta vía, de la que han llegado a nosotros variosmiliarios2, ascendía por la cuenca del río Pisuerga y enlazaba, a través de su afluente Camesa, con elvalle del Besaya, siguiendo su curso hasta la costa cántabra, en concreto hasta Portus Blendium(Suances) y Portus Victoriae Iuliobrigensium (Santander).

El recinto castreño tiene una superficie de unas doce hectáreas. Se trata de una plataformaoblonga, con orientación noroeste-sudeste, de difícil acceso en la mayor parte de su perímetro,debido a que el estrato rocoso de la parte superior está cortado de forma abrupta, principalmente enlos lados meridional y oriental, que miran al Pisuerga. El lado noroeste es el único fácilmenteaccesible al ser mucho menos acusada la pendiente. En esta zona se erigió la muralla tardoantigua yquizás también otras defensas más antiguas ligadas al primer período de ocupación del castro, si biende éstas no han llegado a localizarse restos.1. Estado de la investigación

A fines del siglo XIX, Romualdo Moro realizó las primeras investigaciones y trabajosarqueológicos en Monte Cildá, por encargo y bajo el mecenazgo del Marqués de Comillas, granaficionado y coleccionista de antigüedades. Además de Monte Cildá, R. Moro investigó otros castrosde la Protohistoria cántabra, como el de Monte Bernorio (Aguilar de Campoo, Palencia) y el de PeñaAmaya, en la provincia de Burgos. Fruto de sus excavaciones fue el hallazgo de un importanteconjunto de restos arqueológicos, del que nos ha quedado una documentación en general escasa ypoco detallada. Se trata de cartas que este investigador envió al epigrafista Fidel Fita con objeto deponerle al corriente de sus descubrimientos de inscripciones romanas reutilizadas en la muralla deMonte Cildá y en otros lugares de su entorno. A esta correspondencia, conservada en el Archivo dela Real Academia de la Historia, en Madrid, hay que añadir el informe de las excavaciones en esteyacimiento, publicado en un breve artículo aparecido en 1891 en el Boletín de la Real Academia dela Historia donde se recoge también la memoria correspondiente a Monte Bernorio3. De la lectura deestos escritos de R. Moro se desprende que sus excavaciones en Monte Cildá se concentraron en lamuralla, donde comenzaron a extraerse con una finalidad de estudio y coleccionismo los primeros

Fig 2 - Monte Cildá.

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epígrafes romanos; no obstante, el castro fue explorado en toda su extensión y se practicaronsondeos en varios puntos del mismo, dando como resultado el descubrimiento de objetosarqueológicos y varias estructuras arquitectónicas, cuya ubicación fue señalada en un croquis delyacimiento.

Desde los trabajos de R. Moro comenzaron a proliferar las referencias a Monte Cildá en losestudios históricos sobre Cantabria en la Edad Antigua; no obstante, hasta el año 1963, en que seiniciaron las excavaciones arqueológicas bajo la dirección de M. A. García Guinea, el yacimientoapenas fue objeto de investigaciones de campo. En 1942, el arqueólogo e historiador alemán A.Schulten publicó los resultados de unas prospecciones en este lugar, como parte de un estudiogeneral sobre los castros prerromanos de la antigua Cantabria4. Su reconocimiento del terreno diolugar a observaciones poco dignas de crédito, pues afirmó que la muralla recorría todo el perímetrodel castro, lo cual es impensable teniendo en cuenta su gran extensión. Además, como ya se haindicado, en la mayor parte del mismo el escarpe rocoso hace innecesaria la presencia de unafortificación artificial. Por lo que respecta a la descripción de fosos y vallados que, según A.Schulten, habrían complementado la defensa en el lado septentrional, éstos tampoco se compruebansobre el terreno. En el mismo artículo se planteó la identificación de Monte Cildá con Vellica,incluida por el geógrafo griego Ptolomeo en la lista de ciudades cántabras del interior5. Estainterpretación, que fue y continúa siendo recogida por otros autores, se basaba en el hallazgo enMonte Cildá del epígrafe dedicado a Vale(rius) Quadratus Boddi filius Vellic(um)6 (figura 3); sinembargo, hoy en día sabemos que el término Vellicum posibl emente no aludía a la civitas de dichoindividuo, sino a su grupo de parentesco (cognatio), derivado del antropónimo indígena Vellicus. Porotra parte, aún suponiendo que estuviéramos ante una alusión a Vellica, es preciso tener en cuentaque la origo solía indicarse en el caso de individuos que no se encontrabandentro de los límites de su civitas, de manera que tampoco podría usarsecomo argumento para tal identificación geográfica.

Entre los años 1963 y 1969 se sucedieron las excavacionesarqueológicas dirigidas por M. A. García Guinea en Monte Cildá, lascuales proporcionaron el grueso de la documentación de que disponemoshoy en día sobre este antiguo asentamiento cántabro. La realización devarios sondeos estratigráficos, tanto en la muralla como en la zonaintramuros próxima a ésta, permitió establecer por primera vez de formametódica los distintos períodos de ocupación del castro. Las excavacionesse concentraron en la muralla (Área II), que fue sacada a la luz en toda suextensión. Además de la muralla, otras cuatro áreas del yacimiento fueronobjeto de sondeos arqueológicos (figuras 4 y 5). Las memorias deexcavación se publicaron en dos monografías: en la primera se recogieronlos resultados de las campañas de 1963 a 1965 y en la segunda loscorrespondientes a los trabajos de 1966 a 19697.

Con posterioridad a los trabajos dirigidos por M. A. García Guineaen Monte Cildá, se han sucedido otras investigaciones y se han dado aconocer nuevos hallazgos arqueológicos. La revisión de las estratigrafías yun estudio de materiales que permanecían inéditos fueron abordados en1993 por uno de nosotros con motivo de su Tesis Doctoral. En este trabajose aportan precisiones cronológicas, al tiempo que se ofrece una

Fig 3 - Estela de ValeriusQuadratus datada en el

año 238 D.C.

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Fig 4 - Localización de las áreas excavadas enMonte Cildá (M. A. García Guinea et alii, 1966)

Fig 5 - Plano general de la muralla (M. A. García Guinea et alii, 1973)

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interpretación global de la muralla y del asentamiento de Monte Cildá8. En 1993, se dio a conocer elhallazgo de una tessera de hospitalidad con el epígrafe Turiasica / car9. En el año 2001, elyacimiento fue objeto de otra intervención arqueológica que, una vez más, se concentró en lamuralla, concretamente en la zona de la entrada ubicada entre las Torres V y VI, donde se realizaronlabores de excavación, limpieza y consolidación de la estructura defensiva10. Tres años más tarde,se publicó un puñal biglobular que cabe relacionar con el primer período de ocupación en MonteCildá11. Finalmente, la muralla ha sido objeto de un estudio completo por nuestra parte con motivodel Congreso celebrado en Lugo en el año 2005, con el título �Murallas de ciudades romanas en elOccidente del Imperio. Lucus Augusti como paradigma�, cuyas actas han sido recientementepublicadas12.2. Etapas de ocupación en Monte Cildá

Monte Cildá presenta la particularidad de haber sido ocupado de forma intermitente a lo largode la Antigüedad y de la Alta Edad Media. Su estratégica ubicación geográfica y sus buenas defensasnaturales están en el origen de los distintos usos que recibió como fortaleza o como centro dehábitat, dependiendo de los contextos históricos. A pesar de la intensa investigación arqueológicadesarrollada en el yacimiento, aún persisten muchos interrogantes sobre el desarrollo y naturaleza delos sucesivos asentamientos. A este respecto, hay que tener en cuenta que la mayoría de losesfuerzos se han volcado en la muralla, de manera que falta información sobre el desarrollo delhábitat en el interior del recinto fortificado.2. 1. Del la primera ocupación del castro al abandono a mediados del siglo I

La primera población en Monte Cildá probablemente se remonta al final de la épocaprerromana en el área cantábrica. En un principio, el inicio de la ocupación se dató en los siglos II-Ia. C.13, pero con la información disponible hoy en día creemos que éste no fue anterior a mediadosdel siglo I a. C.14. En concreto, nos basamos en la datación de los abundantes restos de cerámicapintada tardoceltibérica que fueron hallados en los niveles más profundos del castro, junto convasijas realizadas a mano de tradición indígena. El hallazgo también de fragmentos de terra sigillataitálica datada en la época de los emperadores Augusto y Tiberio permite afirmar que el castro no fuedespoblado de forma inmediata tras la conquista romana, circunstancia que también se compruebaen el cercano asentamiento de Monte Bernorio. La fecha de abandono de esta primera etapa deocupación en Monte Cildá puede fijarse, con seguridad, a mediados del siglo I de nuestra era, puesno han sido hallados restos de terra sigillata gálica, cuya difusión en la zona se comprueba desde elreinado del emperador Claudio15, y tampoco han aparecido vasijas de terra sigillata hispánicaaltoimperial. En cuanto a los restos arquitectónicos asignables a esta primera etapa de ocupación enMonte Cildá, nuestra información se reduce al suelo empedrado de una cabaña de planta circular,excavada en el Área III del yacimiento, y a los restos de un muro de mampostería asociado a unpavimento de piedra detectado en la zona interna de la muralla, entre las Torres I y II (figura 6,�muro C� y �muro cántabro ?�)16.El abandono de Monte Cildá coincidió con el traslado a la frontera del Rhin de la legio IIIIMacedonica, cuyo campamento había estado situado a escasos kilómetros, en Herrera de Pisuerga,en torno a la antigua Pisoraca17. Aunque ambos acontecimientos no tuvieron por qué estardirectamente relacionados y el despoblamiento de Monte Cildá pudo ser fruto de un trasladopaulatino de los moradores del castro a las zonas llanas de las inmediaciones, también cabe plantearla posible utilización de este lugar elevado como puesto de vigilancia militar, el cual habría

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Fig 6 - Corte estratigráfico de la muralla (M. A. García Guinea et alii, 1966)

desaparecido tras la partida de la legión hacia el año 39 d. C. El abandono del antiguo castro tambiéncoincidió con el inicio de un asentamiento romano en la zona llana más próxima, concretamente enSanta María de Mave, localidad situada a dos kilómetros y medio de Monte Cildá. La intervenciónarqueológica dirigida en dicho lugar por M. A. García Guinea durante la campaña de 1967 facilitó elhallazgo de terra sigillata hispánica que puede datarse a partir de la época flavia y hasta el siglo III,esto es, en el período en que Monte Cildá estuvo abandonado18. Por el contrario, en Santa María deMave no se documentaron restos de una ocupación en la Antigüedad Tardía, que sin embargo sí semanifiesta en Monte Cildá. Esta complementariedad en la cronología de uno y otro yacimientoarqueológico ha invitado a pensar en un fenómeno de traslación del hábitat local entre el llano y elemplazamiento en altura, en función de las circunstancias históricas de las distintas épocas.

Varios investigadores han debatido acerca del nombre del oppidum o de la civitas romana quepudieran identificarse con estos lugares de Monte Cildá y Mave. Entre las hipótesis barajadas está laposible correspondencia con el lugar amurallado de Bergida, donde según Floro se libró una de lasbatallas de las Guerras Cántabras: �primum aduersus Cantabros sub moenibus Bergidaeproeliatum�19. El mismo lugar aparece citado como Attica por el historiador Orosio: �tunc demumCantabri sub moenibus Atticae maximo congressi bello�20. Esta identificación con Bergida-Attica,además de carecer de un argumento de peso que la sustente, choca con el inconveniente de que enMonte Cildá no está documentada una muralla prerromana. Por otra parte la identificación propuestapor A. Schulten21 con la ciudad cántabra de Vellica citada por Ptolomeo, que a su vez desde el sigloXVI ha tendido a ser asimilada con Bergida/Attica, carece igualmente de justificación, como ya seha indicado. Por último, debemos considerar la localización en el territorio de Monte Cildá-Mave de

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la civitas Maggaviensium citada únicamente en la tessera de hospitalidad hallada en Herrera dePisuerga22. M. L. Albertos defendió esta teoría basándose en la posible derivación del topónimoactual de Mave del antiguo de Maggavia23. Puesto que la citada tessera de hospitalidad está datadaen el año 14 d. C., cabe plantear la posibilidad de que el oppidum central de esta civitas hubieraestado en un primer momento en lo alto del castro, trasladándose después a la zona de Mave.2. 2. ¿Una primera muralla del siglo III?

En la memoria de las excavaciones realizadas de 1963 a 1965 se planteó la posible existenciade una muralla del siglo III en Monte Cildá, la cual habría precedido y quedado integrada en otramás moderna, datada por los excavadores a comienzos del siglo V. Esta primera muralla, quefinalmente fue descartada de forma implícita en la publicación de las excavaciones de 1966 a 1969,se relacionó con las invasiones en Hispania de francos y alamanes, en tiempos, respectivamente, delos emperadores Galieno y Probo. Al margen de que las consecuencias de estas invasiones acabaronsiendo cuestionadas en la historiografía, en especial las correspondientes a la supuesta oleada dealamanes24, esta interpretación se correspondía con la tendencia generalizada en las décadascentrales del siglo XX a valorar la construcción de las murallas tardorromanas como respuesta anteun peligro de invasión externa del que había que defenderse. De hecho, la fechación de la segundamuralla de Monte Cildá en el siglo V, aunque se apoyó en los resultados de las estratigrafías,principalmente fue justificada por la evidencia histórica de las invasiones de suevos, vándalos yalanos que afectaron a la Península Ibérica en el año 409. En la actualidad, la investigación hapuesto de manifiesto que la fortificación de centros habitados a lo largo de la Antigüedad Tardíaresponde a una dinámica mucho más compleja, en la que no siempre influyó la amenaza externa oepisodios de inestabilidad política25.

La interpretación de una parte de los restos de muralla de Monte Cildá comocorrespondientes a una primera defensa del siglo III tiene su origen en el sondeo practicado en 1965entre las Torres I y II, donde se localizaron dos paramentos (figura 6). En un primer momento, losniveles I y II de este sondeo se asociaron al período de utilización y destrucción de la muralla y losniveles III al VII al primer período de ocupación del castro. Asimismo, se interpretó que elparamento más interno pudiera haber pertenecido a una primera muralla del siglo III, en tanto que elexterno formaría parte de una nueva fortificación o reforma de la anterior realizada a comienzos delsiglo V26. Posteriormente, se rectificó la datación de esta estratigrafía: los niveles I-IV seatribuyeron a los siglos V-VIII y los niveles V-VII al siglo I27. De estos nuevos datos se deduce queel paramento interno de muralla no puede datarse en el siglo III, pudiendo ser más moderno que elexterior. En conclusión, la existencia de una muralla del siglo III en Monte Cildá debe descartarse, alcarecer tanto de justificación histórica, como de fundamento arqueológico28.2. 3. Enclave fortificado de época tardorromana y visigoda

La reocupación de Monte Cildá en época tardorromana está ligada a la construcción de lamuralla. Las ruinas que han llegado a nosotros de esta obra de fortificación son difíciles deinterpretar, debido a la erosión que ha ido provocando el paso del tiempo y a las remocionesrealizadas por gentes del lugar con el fin de obtener sillares para su reutilización. Asimismo, lamuralla ha sufrió alteraciones provocadas por los trabajos arqueológicos de Romualdo Moro a finesdel siglo XIX y la consiguiente extracción de epígrafes romanos.

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Por lo que respecta a otros restos arquitectónicos que pudieran relacionarse con el recintodefendido por esta muralla, nuestro conocimiento de los mismos es bastante escaso. En el Área I delyacimiento, en la zona intramuros del noroeste, con motivo de un sondeo realizado en 1963 se pusoal descubierto parte de un edificio datado en época tardorromana y visigoda, donde aparecieronvasijas de terra sigillata hispánica tardía, cerámica estampada y cerámica común29. En el Área IVaparecieron también algunos restos de terra sigillata hispánica tardía y de cerámicas estampadas queapuntan a una posible ocupación de esta zona sudeste del recinto ya desde la época tardorromana. Elgrueso de la documentación arqueológica, sin embargo, indica que en esos momentos la poblaciónestuvo concentrada en el sector noroeste, no lejos de la muralla, siendo más tarde, en el período deReconquista y Repoblación, cuando se estableció un pequeño poblado en el sudeste. En efecto,durante las campañas de 1963 y 1969 se descubrieron en el Área IV edificios datados en los siglosVIII-X30 y gran abundancia de cerámica �de Repoblación� con decoración estriada e incisa.La ausencia casi total de cerámicas pintadas altomedievales, cuya difusión en la zona se sitúa a partirdel siglo XI, determina la fecha de abandono definitivo de Monte Cildá a finales del siglo X.

La muralla, con una longitud de unos 140 metros, tuvo por finalidad la defensa del flanconoroeste del altozano. Su trazado, adaptado a la topografía, no es lineal, sino que se divide en dostramos con distinta orientación. El primero abarca desde el extremo noreste hasta la Torre IV,mientras que el segundo está orientado hacia el oeste, englobando las Torres V y VI. Este segundotramo del encintado protegía el acceso al castro a través de un camino que facilitaba el ascenso alrecinto desde la zona llana y que, una vez alcanzada la cima, lo bordeaba por su lado occidental.

Desconocemos la altura originaria de la muralla. Ésta fue estimada en tan sólo tres metrosdurante las excavaciones dirigidas por M. A. García Guinea. En concreto, la referencia se tomó en laTorre I, donde se descubrió una plataforma de vigilancia a una altura de 1,55 m, considerada comoparte de un posible paseo de ronda (figuras 7 y 8). Además se consideró que el derrumbe del

Fig 7 - Torre I.

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Fig 8 - Reconstrucción hipotética de la muralla, según M. A. García Guinea et alii (1973)

paramento externo de esta misma torre incluía todas sus hiladas, elevándose a una altura de 1,45metros sobre dicha plataforma, lo que habría facilitado la visión de posibles vigías. Como ya hemosseñalado en otro lugar, esta interpretación no es segura, pues la visión desde la plataforma pudohaberse facilitado a través de un vano o ventana del muro, en cuyo caso la altura total de la murallapudo ser superior a los 3 metros. Por otra parte, es imposible saber cuántas hiladas de la Torre I handesaparecido con el paso del tiempo31.

En cuanto a la anchura de la muralla, igualmente ésta es difícil de determinar. En el extremonoreste se conserva en buen estado un tramo de muro de 2,20 metros de anchura, el cual presentauna base de cimentación ligeramente más ancha (figura 9). Esta anchura de poco más de dos metrosresulta escasa si se tienen en cuenta las dimensiones de otros ejemplos de murallas tardorromanas dela Península Ibérica32. Si a esto se une que existen paramentos interiores (figura 6, muros a y b),

Fig 9 - Vista de la muralla desde el extremo noreste. Al fondo Torre I.

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interpretados en un primer momento como parte de una primera fortaleza del siglo III que debe serrechazada, cabe pensar que la anchura de la muralla pudo ser muy superior o bien que el lienzooriginario de 2,20 metros en algún momento fue engrosado.

La muralla presenta seis torres adosadas de planta rectangular que no guardan una mismadistancia entre sí, lo cual es una característica habitual de las murallas tardoantiguas33. Las Torres Iy II están proyectadas hacia el exterior, con unas dimensiones muy parecidas, de aproximadamenteseis metros de longitud por tres de anchura. La Torre III presenta planta casi cuadrangular (4 x 4,5m) y pudiera tener por objeto la protección de una entrada acodada al recinto. La Torre IV,proyectada hacia el exterior, mide cinco metros de longitud por dos y medio de anchura en suparamento norte y tres en el meridional. Por último, las Torres V y VI, de cinco por seis metros ycinco por tres respectivamente, flanqueaban una entrada de acceso directo al castro (figura 10). En elvano de esta entrada, de 3,20 metros de anchura, se han documentado las huellas del anclaje de losgoznes de la puerta.3. El conjunto epigráfico de Monte Cildá y la datación de la muralla

En función del aparejo y del tipo de materiales utilizados, la muralla de Monte Cildá puededividirse en dos partes. La primera comprende las Torres I, II y III y abarca desde el extremo norestehasta el �muro U� (figura 5). Ésta se caracteriza por presentar grandes sillares de arenisca y un grannúmero de inscripciones y materiales de construcción romanos reutilizados, como fragmentos decornisa, sillares, basas y fustes de columna. La segunda parte de la muralla, que comprende losrestos de paramentos externos a partir de la Torre III, así como la Torre IV y la entrada flanqueadapor las Torres V y VI, muestra un aparejo de mampostería, con la inclusión de pequeños sillares depiedra caliza, y carece por completo de epígrafes u otros elementos reutilizados de edificios onecrópolis más antiguos. Estas diferencias entre una y otra parte de la muralla denotan la existenciade dos fases constructivas, que podrían corresponder a épocas diferentes.

Cabe imaginar que las inscripciones y materiales de construcción reutilizados en la primeraparte de la muralla provendrían de lugares más o menos próximos del entorno de Monte Cildá,

Fig 10 - Entrada de la muralla entre las Torres V y VI.

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quizás de la zona de Mave donde se había desarrollado el hábitat en la época en que el castro estuvodesocupado. Romualdo Moro extrajo, al menos, dieciséis inscripciones del yacimiento y localizóotras doce en pueblos cercanos a Monte Cildá, probablemente originarias también de la muralla:nueve en varias casas de Olleros de Pisuerga y otras tres en Valoria de Aguilar34. Todas estasinscripciones fueron estudiadas y publicadas en un primer momento por F. Fita35. Informado poréste, E. Hübner incorporó una parte de los descubrimientos en el Supplementum del CorpusInscriptionum Latinarum, en 189236, y otra parte en el volumen VIII de Ephemeris Epigraphica, en189937. Hay que considerar también la probable procedencia de Monte Cildá de otras cuatro piezasde la colección del Marqués de Comillas que no fueron estudiadas en su día por F. Fita,posiblemente por conservar poco texto o ser anepígrafas. Éstas aparecen recogidas en la memoria delas primeras campañas de excavación dirigidas por M. A. García Guinea, junto con los epígrafeshallados con seguridad por R. Moro y los nuevos descubrimientos epigráficos38. Las excavacionesarqueológicas de 1963 a 1969 proporcionaron el hallazgo de veintidós nuevas inscripciones romanasen distinto estado de fragmentación y veintitrés fragmentos anepígrafos. Por consiguiente, alterminar las excavaciones en Monte Cildá, el total de piezas epigráficas de segura o probableprocedencia de este lugar se elevaba a más de cincuenta.

El estudio de estos materiales, en especial de las inscripciones datadas, permite aproximarnosa la cronología de la muralla. Otros indicadores para precisar la datación son la tipología de laconstrucción y las estratigrafías. En cuanto a la tipología, observamos que las característicasedilicias de esta fortificación son comunes al conjunto de murallas de la Antigüedad Tardía enHispania, tanto del Bajo Imperio romano como de la época visigoda: adaptación al terreno, torresangulosas de módulo irregular, puerta de acceso directo flanqueada por torres, paramentos de silleríay mampostería, etc. Por lo que respecta a las estratigrafías, los sondeos practicados en la murallapermitieron documentar que ésta se cimentó sobre los niveles arqueológicos del primer período deocupación del castro y que los estratos correspondientes a su uso datan de la época tardorromana yvisigoda. Tras las excavaciones dirigidas por M. A. García Guinea la fecha de construcción de lamuralla se concretó a comienzos del siglo V, basándose en acontecimientos históricos (invasionesdel año 409) y en la ausencia de terra sigillata hispánica tardía decorada a molde con el �estilo degrandes círculos�, que por aquel entonces se databa en el siglo IV39. Sin embargo, la revisión de losmateriales arqueológicos del yacimiento nos ha permitido comprobar que sí se documenta, aunquecon un solo ejemplar, terra sigillata del �estilo de grandes círculos� y, en mayor medida, vasijas deldenominado por F. Mayet �primer estilo tardío�. La cronología de todas estas cerámicas debecentrarse de forma genérica en los siglos IV y V40.

El conjunto epigráfico de Monte Cildá incluye monumentos votivos (figura 11) dedicados avarias divinidades (Iuppiter Optimus Maximus, Cabuniaeginus, Mater Deum), estelas funerarias, enocasiones bellamente decoradas (figura 12), y un gran sillar donde se lee, con letras capitalescuadradas de 18 cm de altura, Caesa[�], el cual debió de haber sido extraído de algún edificio públicodel entorno de Monte Cildá41 (figura 13). En las inscripciones figuran tanto peregrinos con nombresindígenas como ciudadanos romanos de onomástica latina o mixta, algunos de ellos con tria nomina. Engeneral, el estudio de la paleografía, de la onomástica y formularios de los epígrafes revela que éstoscorresponden a un amplio período de tiempo, que podría abarcar desde mediados del siglo I hastacomienzos del IV. Nuestra atención debe centrarse en los epígrafes con fecha, ya que proporcionantermini post quem de la construcción de la muralla. Se trata de dos ejemplares, uno de ellos datadopor los cónsules y el otro por la era consular42.

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Fig 13 - Epígrafe monumental hallado en Monte Cildá.

Fig 12 - Estela funeraria deMonte Cildá.Fig 11 - Ara a Cabuniaegino hallada en

Monte Cildá.

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El primero es el epitafio al que ya hemos aludido de ValeriusQuadratus, el cual presenta la fecha consular correspondiente al año238 d. C. (figura 3)43:D(iis) M(anibus). / Val(erio) Quadrato / Boddi filio Vel/lic(um),an(norum) XL. Mali/a uxsor Magilo/nis f(ilia) monime/ntu(m)posuit. / Fuluio Pio et Ponti/o [P]ro[culo Po]nt[ian]o.

El segundo epígrafe tiene mayor interés, ya que arroja unafecha más moderna: 314 d. C. Se trata de una estela hallada en 1967en el paramento interno de la muralla, al sur de la Torre III (figura14)44:[D(iis)] M(anibus). / [�]ia Ant(istia ?), / [inno]centi / [mar]ito /[pien]tissi/[mo, a]n(norum) LXXX. / S(it) t(ibi)] t(erra) l(euis). / [�C]CCLII.

En un principio, en la última línea de este epígrafe se leyó elnumeral CCLII. Posteriormente, R. C. Knapp propuso restituir laletra C inicial, de lo que resulta la interpretación de la fechaCCCLII45. Esta lectura ha sido asumida también por J. M. Abascalen un reciente estudio sobrela era consular hispana46.En efecto, la lectura CCLIIpresenta el inconvenientede arrojar una fecha (214 d.C.) que se aparta bastantede los márgenescronológicos hasta ahoradocumentados en el uso dela era consular: en losveintidós epígrafes datados

por este sistema, las dataciones se sitúan entre el año 278(Llenín, Cangas de Onís, Asturias) y el 497 (Canales, LaRioja). Por otra parte, hay que añadir que existen trazos dela C inicial que había pasado desapercibida por los primeroseditores del epígrafe. Precediendo a la cifra de la fechadebió de constar la fórmula aera consulari expresadamediante abreviaturas47.

Por último, debemos considerar el hallazgo en 1989de una nueva estela datada por la era consular en Valoria deAguilar, a menos de dos kilómetros de Monte Cildá. Lainscripción presenta una fecha nueve años más moderna quela anterior (figura 15)48:

Fig 14 - Estela de Monte Cildádatada en el año 314 d. C.

(foto Museo de Palencia)

Fig 15 - Estela hallada en Valoria deAguilar, datada en el año 323 D.C.

(dibujo J. Nuño)

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D(is) M(anibus). / Allaugan/a filio suo / pientissim/o Sem(pronio) Pate/rno, an(n)o(um) XI.Co(n)s(ulatu) CCCLXI.

Este epígrafe, rescatado del aparejo de una casa-torre del siglo XVII, posiblemente procedede Monte Cildá. De ser efectivamente así, estaríamos ante el terminus post quem más moderno, quenos permitiría datar la muralla con posterioridad al año 323 d. C. Aunque no sabemos cuánto tiempopudo pasar entre la realización de estas estelas datadas y su aprovechamiento en la muralla, cabeimaginar como mínimo el paso de una generación, de manera que la obra se habría iniciado a finesdel siglo IV o inicios de V.

Quedaría por determinar la fecha de la segunda parte de la muralla, donde no aparecieroninscripciones reutilizadas. A juzgar por la disposición de los paramentos, posiblemente ésta obedecea una reconstrucción o reforma de la primera y, como ya se ha indicado, podría situarse en épocavisigoda. En concreto, el lienzo entre las Torres III y IV parece haber tenido por objeto unadelantamiento de la línea de muralla en este punto. Asimismo, hay que recordar que los restos deparamento interno de la zona noreste, interpretados en un primer momento como parte de unamuralla del siglo III, posiblemente también obedezcan a un refuerzo o engrosamiento del encintadooriginario.

Por otra parte, los materiales cerámicos y broches de cinturón hallados en Monte Cildádelatan la continuidad del hábitat en época visigoda y sugieren un mantenimiento de la muralla obien un reforzamiento de la misma. La incorporación del territorio cántabro al reino visigodo deToledo se produjo en torno al año 574, cuando tuvo lugar la toma de Amaya por el rey Leovigildo.Es posible que el asentamiento de Monte Cildá, una vez sometido, pasara a funcionar como unpuesto de control del territorio y accesos a la Cordillera Cantábrica. A este respecto hay que recordarque existe información literaria acerca de levantamientos de vascones y, en menor medida decántabros, que pudieron haber motivado el establecimiento por parte del poder visigodo deguarniciones militares ubicadas en puntos estratégicos como el de Monte Cildá49. Este lugar,además, ha sido tradicionalmente identificado con la ceca visigoda de Oliovasous u Olovasio,nombre del que habría derivado el de civitas Oliva, citada en documentos medievales de los siglosXII y XIII50.

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Schulten, A. (1942): �Castros prerromanos de la región cantábrica�, Archivo Español de Arqueología, 16, pp. 1-16.

(Notes)

* El presente es un trabajo sobre el tema de la conferencia dictada por el Dr. Iglesias Gil en el Instituto de Historia Antigua yMedieval en Buenos Aires el día 19 de octubre de 2006

1 Este estudio se inserta en el Proyecto de Investigación I+D (2004-2007) �La cronología de las inscripciones romanas del noroestede la Península Ibérica� (HUM2004-02923/HIST).

2 Nos referimos al posible ejemplar de Augusto hallado en Menaza (Palencia) y a los miliarios de Decio descubierto en Camesa-Rebolledo (Valdeolea), Aureliano procedente de Pedredo (Arenas de Iguña), Caro o Carino localizado en Celada Marlantes(Campoo de Enmedio) y Constantino, descubierto en las inmediaciones del yacimiento del centro urbano de Iuliobriga (Iglesias,Muñiz, 1992, pp. 129-130; ERCan, pp. 106-107).

3 Moro (1891), pp. 426-440.

4 Schulten (1942), p. 15.

5 �Desde Asturia hacia oriente habitan los cántabros, cuyas ciudades de interior son: Konkana, (12º 10�, 44º 55�), Ottaviolka (12º40�, 44º 50�), Argenomeskon (12º, 44º 30�), Vadinia (11º 50�, 44º 25�), Vellika (12º 30�, 44º 15�), Kamarika (11º 40�, 44º 5�)Iuliobriga (12º 10�, 44º), Moroika (11º 45�, 43º 50�)� (Ptolomeo, II, 6, 50).

6 CIL II, 6297. Fita, 1891 a, pp. 290-291. García Guinea, González Echegaray, San Miguel, 1966, nº 21, pp. 45-46. Iglesias, 1976,nº 32.

7 García Guinea, González Echegaray, San Miguel (1966); García Guinea, Iglesias, Caloca (1973).

8 Ruiz (1993), pp. 167-180.

9 Peralta (1993), pp. 223-226.

10 La dirección de los trabajos corrió a cargo de O. A. Alonso Gregorio y fueron ejecutados por la empresa Alacet Arqueólogos,S.L (Alonso, 2004, p. 35-36). J. Del Val y C. Escribano recogieron la noticia sobre esta intervención arqueológica (Del Val,Escribano, 2005, pp. 124-125).

11 Alonso (2004), pp. 35-45.

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12 Iglesias, Ruiz (2007), pp. 451-465.

13 García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), p. 7.

14 Ruiz (1993), p. 288.

15 Pérez González (1989), pp. 263-324.

16 En el nivel de uso asociado a esta construcción (nivel III) se hallaron un as de Claudio y un ejemplar de terra sigillata itálicacon sello de Umbricius.

17 Pérez González (1999), pp. 546-549.

18 García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), pp. 11 y 47.

19 Floro, II, 33, 49-50.

20 Orosio, VI, 21, 5-6.

21 Vid. nota 4.

22 Esta tessera de bronce con forma de jabalí presenta texto en cada una de sus caras, donde se recogen los términos del hospitium.Cara A: �Sex(to) Pompeio, Sex(to) Appuleio co(n)s(ulibus), / k(alendis) Augustis, / Caraegius et Abuanus et Caelio mag(istratus) et/ senatus Maggavienses Amparamum / Nemaiecanum Cusaburensim / civitate honoraria donata, libertos / posterosque ita votaomnia ei fecerunt, / finibus Maggav(i)ensium, quae / civi Maggaviensiu(m)�. Cara B: �Sex(to) Pompeio, Sex(to) Appuleio /co(n)s(ulibus), Amparamus Nemaioq[um], / [Cu]saburensis hospitium fecit cum / civitate Maggav(i)ensium, sibi liberis liber/[t]isque posterisque suis eunque liberos, / libertos posterosq(ue) eius omnis Maggav(i)e(n)s/es in hospitium, fidem clientelamquesuam / suorumqu<e> receper(un)t eademq(ue) condicione / esset qua civi<s>, per mag(istratus) Caelione(m) / et Caraegium etAburnum / actum�. (García y Bellido, 1966, pp. 149-166; AE 1967, 239.

23 Albertos (1975), p. 79.

24 Arce, 1978, pp. 257-269.

25 Fuentes (1997), pp. 482-485.

26 García Guinea, González Echegaray, San Miguel (1966), pp. 18, 24-25 y 27.

27 García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), p. 8.

28 C. Fernández Ochoa y A. Morillo manifestaron sus dudas sobre la existencia de dos murallas en Monte Cildá con tan escasomargen de separación cronológica entre una y otra (Fernández Ochoa, Morillo, 1991, p. 247).

29 García Guinea, González Echegaray, San Miguel, 1966, pp. 10-11.

30 García Guinea, González Echegaray, San Miguel (1966), p. 13. García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), p. 37.

31 Iglesias, Ruiz (2007), p. 457.

32 La anchura de otras murallas nunca es inferior a tres metros y, en la mayoría de los casos, oscila entre tres y seis (FernándezOchoa, 1997, p. 238).

33 Fernández Ochoa, Morillo (1992), p. 341.

34 Moro (1891), pp. 427-428.

35 Fita (1891 a), pp. 290-296; Idem (1892), pp. 537-544.

36 CIL II, 6296-6304.

37 Eph.Ep. VIII, 159-164.

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38 García Guinea, González Echegaray, San Miguel, 1966, nº 32-34 y 36, pp. 55-57.

39 García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), pp. 47-48.

40 Ruiz (1993), pp. 184-209.

41 CIL, II, 6304 a; García Guinea, González Echegaray, San Miguel Ruiz, 1966, nº 40, p. 60.

42 No tenemos en cuenta la estela de Mesorina (Iglesias, 1976, nº 36), que también podría estar fechada por los cónsules en el año200, ya que su lectura es excesivamente hipotética.

43 Vid. nota 6.

44 García Guinea, Iglesias, Caloca (1973), nº 11, pp. 56-57; Iglesias, 1976, nº 65.

45 Knapp (1986), nº 11 a, p. 138.

46 Abascal (2000-2001), nº 4, p. 270.

47 Iglesias, Ruiz (2007), pp. 460-461.

48 Nuño (1999), pp. 423-434.

49 Ruiz (1999), pp. 453-462.

50 Fita (1891 b), pp. 441-458; Merchán (1982), pp. 290-291, 299-300 y 304-308.

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I - El intelectual y su tiempo

La obra de un historiador es producto de su interacción con el contexto histórico delcual forma parte y de las posiciones que en él asuma. La vida personal tanto comola académica está atravesada por las circunstancias políticas y sociales de la épocade la que cada intelectual es producto y protagonista. Permítaseme reiterar la lúcidaafirmación de Marx, tantas veces evocada, acerca de que los hombres hacen su

propia historia, pero no la hacen a su libre albedrío, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos,sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sidolegadas por el pasado1. La breve reflexión sobre la figura de Pierre Vilar está guiada por esta idea.

Los intelectuales en general y los historiadores en particular, son a la vez resultado decondiciones materiales, políticas y culturales, e intérpretes de esas realidades. Pero en los casos enlos cuales la potencia de su crítica logra aprehender las complejas determinaciones de lo real, lamera descripción fenoménica se supera en la capacidad de forjar nuevas realidades. Algunos lologran desde su compromiso militante con opciones de cambio radical que apunten a latransformación de su tiempo, otros aportan desde su lugar de investigadores, proveyendo verdaderasarmas de la crítica.

A propósito del sentido político que adquiere la tarea de algunos teóricos, Vilar afirma enreferencia a la obra de Marx sobre la coyuntura francesa del siglo XIX: �Se trata ...a la vez deanálisis y de combate, en donde los episodios políticos apenas recién ocurridos encuentran su eco,su conclusión y sus lecciones militantes...Unen la actualidad y el acontecimiento a sus agudasobservaciones acerca de las estructuras de una sociedad. No viene pues al caso discutir el sentidoejemplar de un tipo de análisis que ya hemos caracterizado como portador de acción, tal y comopuede y debe ser portador de acción cualquier análisis científico�2. Esta impronta orienta su propiaobra.

Pierre Vilar, nació en un hogar de la pequeña burguesía rural del pueblo occitano deFrontinham en 1906, en el seno de una familia cuyos abuelos eran vitivinicultores arruinados por lacrisis de la década del ´70 del siglo XIX, y sus padres, maestros de tradición republicana. Sin

Pensar históricamentea Pierre Vilar *Corina LuchíaUniversidad de Buenos AiresCONICET

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embargo, ¿es Vilar un historiador francés? Si pretendemos ser fieles a su legado intelectual, la propiadefinición identitaria debería llevarnos a reflexiones más complejas. Su notable preocupación por loque él denomina las pertenencias de grupo, lo conducen a problematizar las nociones de pueblo,patria, nación y de allí abordar las cuestiones de la conciencia nacional, de clase y de grupos. Laidentidad nacional es una de las definiciones más problemáticas que aborda. Como contemporáneodel convulsionado siglo XX se vio implicado en las desgarrantes circunstancias de una Europaacechada por el fascismo e inmersa en una guerra interimperialista. Pero los conflictivosacontecimientos de los que fue partícipe activo no lo alejaron de su labor como historiador, sino quepor el contrario enriquecieron sus reflexiones históricas. Notables son sus recuerdos de aquellasuerte de improvisado seminario sobre la historia de España o su viva lectura del ManifiestoComunista, compartiendo sus conocimientos e interpretaciones con sus compañeros de cautiverio,luego de caer prisionero del ejército nazi en 19403.

Pierre Vilar pensó históricamente. En esa forma de pensar, se pensaba a sí mismo, en tantoprotagonista de un siglo trastornado. Adhirió al marxismo como método, como teoría, aunque nofuera nunca un militante orgánico, más allá de sus simpatías y afinidades con el Partido Comunistafrancés a finales de la década del ´30. A su vez, su formación intelectual lo acercó notablemente amuchos de los planteos de la Escuela de los Annales, con la cual mantendría un vínculo crítico, a lavez que se vio claramente influenciado por ella, en particular en lo que él considera como suprincipal legado, una aproximación sociológica a la historia y una aproximación histórica a lasociología.

Pero es la experiencia de la guerra, del nazismo y el fascismo, lo que marca su existencia comohombre y como historiador. Recordemos, por ejemplo, su amarga reflexión sobre la incomprensiónque su generación tuvo acerca de los alcances de estos movimientos: �Nuestra ceguera ante elantisemitismo fue criminal�.

Las profusas anécdotas sobre los años de entreguerras, la impresión que dejó en sugeneración la Revolución Rusa, así como las que narran, con la pluma fina que supo cultivar, supaso por el frente y su posterior derrotero por diversos campos de concentración en Francia,Alemania, Polonia y Austria, desde junio de 1940 hasta la derrota del Eje, dan cuenta de su miradapermanente como historiador �Yo intentaba mirarlo todo con ojos de historiador�, confiesa, pero noera necesaria su confesión. Ni en las peores circunstancias personales, abandona esa aguda ypenetrante lectura del mundo, los acontecimientos, las relaciones sociales, los alineamientospolíticos y las circunstancias más menudas de personajes desconocidos y cotidianos, pero que éllogra inscribir dentro de algún �tipo social y cultural� y los convierte en representativosdevolviéndoles su dimensión histórica4.

En este punto, su biografía se confunde con su producción. Ya que la experiencia traumáticade su siglo lo lleva a revisar y refinar muchas de las categorías que serán centrales en sus trabajos.La experiencia lo modifica, y en ese devenirse, reside la clave que le hará posible comprender larelación entre las condiciones objetivas y los efectos en el plano de la conciencia y la subjetividad.

Sin duda sus trabajos largamente citados y base de prolíficas contribuciones a lo largo delsiglo XX, desde su tesis doctoral sobre la Cataluña en la España Moderna5, sus exquisitos aportessobre la crisis del siglo XVII6, hasta su breve pero significativa Historia de España7, lo convierten

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en un autor cuyo abanico de problemáticas abordadas resulta no sólo de sus diversaspreocupaciones, sino producto a su vez de su propio método. La sumatoria de temas, de objetosparciales de estudio, no pueden ser considerados como una superposición de inquietudes oscilantes,sino como parte de una indagación de la totalidad contradictoria que se expresa en el devenir delcomplejo desarrollo histórico. La búsqueda de la trabazón entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lasmanifestaciones de la conciencia y las condiciones materiales, entre los tiempos de la larga duracióny el acontecimiento, no aparecen en Vilar como fenómenos externos hábilmente conectados, sinoimbricados en una dinámica orgánica que se resume en su interés por el crecimiento de lasformaciones sociales y sus contradicciones.

La importancia que da a los hechos más menudos de la historia, como los narrados en susescritos sobre la Europa contemporánea8, se inscribe dentro de una lógica de reconstrucción de lasrealidades sociales significativas. La ligazón entre estructura y coyuntura que presenta, si bien conciertos rasgos de esquematismo, en su Iniciación al vocabulario del análisis histórico9, reconoce enla categoría de modo de producción la clave para la comprensión del desarrollo histórico. En estapropuesta que guarda en lo esencial un apego al planteo original del marxismo, nos advierte acercadel uso de modelos, desconfiando de aquellos universales, generalizantes y �eternos�,ejemplificados con las proposiciones malthusianas, así como también de aquellos otros que porreducir la materia de estudio al caso individual, resultan de validez limitada para la comprensión defenómenos totales.

Las preguntas que se plantea Vilar son en muchos casos simples, pero esa sencillezinteligente encierra la importancia teórica y política de hallar sus respuestas. En su estudio sobre �LoComún y lo Sagrado�, en pleno contexto de la guerra y revolución española, revela su constantepreocupación por la objetividad de las configuraciones desde las cuales los sujetos interpelan elmundo y promueven sus prácticas, señala:�...en 1936, ante mis ojos, estalló una guerra que ha sido llamada civil porque españolesenfrentaban a españoles, pero en la que alemanes e italianos bombardeaban a catalanes y vascos,mientras voluntarios de setenta nacionalidades arriesgaban sus vidas, unos en nombre de unasolidaridad de clase, otros por amor a la libertad. ¿Quién combate contra quién? Menos implicadopersonalmente que en otras guerras, la pregunta no provocaba en mí menor curiosidad ni menoransiedad�10. En ese quién condensa toda una compleja construcción de identidades que esinescindible del desarrollo histórico del que son producto. A partir del fenómeno inmediato, unaguerra y sus dos frentes, logra comprender la formación de las potencias, la alineación de las masasa partir de la ambigua noción de pueblo y patria, y ensaya una crítica de la ideología nacionalista quetendrá en la guerra posterior sus peores consecuencias humanas11. La inteligencia de la preguntainicia el camino para ensayar una respuesta.

II- La Historia Total:

Geógrafo de profesión desde 1925, ya anticipaba tempranamente, lo que sería en sus propiaspalabras una de sus principales obsesiones: �...eligiendo ser geógrafo, elegí ya aquello que seconvertiría, más tarde en una especie de obsesión: la historia total�12. Por ella entiende unacompleja trama de fenómenos que conforman la dinámica histórica y cuya comprensión implica unajerarquización analítica en base a la búsqueda de determinaciones.

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Asumió, no sin ambigüedades, la necesidad de abordar el problema medular de lascontradicciones del desarrollo histórico. La Historia total es la historia del desarrollo. Lapreocupación por la expansión y las contracciones que se hace patente en sus diversos trabajos, esresultado del doble condicionante de su medio de origen, así como de su apuesta teórica y políticapara explicar las posibilidades materiales del cambio social. Las formas brutales que lascontradicciones del desarrollo capitalista adquirieron en su época atravesarán muchas de susreflexiones, de allí que sus investigaciones girarán siempre en torno de la búsqueda de las lógicasestructurales que llevan al crecimiento y a las crisis de una formación social13. Crecimiento,desarrollo, crisis y transformación forman parte de sus principales inquietudes. Inquietudes que noson resultado de abstracciones apriorísticas, sino de la profunda realidad social, económica, políticay cultural, combatiendo visiones fragmentarias que en nada se correspondían con la unidad complejay contradictoria del ser:�Demasiados pensamientos en fuga ante la historia hacen hoy de la historia del pensamiento �unaserie discontinua de totalidades singulares�, afirma críticamente.

En este sentido, pese a las ambigüedades de algunas de sus interpretaciones, las limitacionesde muchos de sus compromisos y los errores, asumidos o ignorados, Vilar pensó sus objetos deestudio, como parte de una totalidad problemática.

Sus estudios sobre las crisis de tipo antiguo y la centralidad que adquiere el problema de lallamada revolución agrícola, lo llevarán a establecer una serie de factores que condicionan laemergencia recurrente de las crisis. El papel de los precios agrarios, la estructuración de la economíacampesina, así como la cuestión de la desigualdad de las cosechas como eje clave, son elementosque Vilar pondera en una interpretación que trasciende lo estrictamente descriptivo, aunque sinrehuir una detallista exposición erudita, para ofrecer una explicación que rechazando el mecanicismounicausal, le permita una aprehensión dialéctica de la densa complejidad de lo real.El principal valor que tiene desde nuestra perspectiva la propuesta de una historia total radica en lacentralidad que adquiere la relación dialéctica entre estructura y coyuntura, entre objeto y sujeto.Este tópico que atraviesa buena parte de la producción teórica del siglo XX, es en esencia el aportemás significativo de Vilar.

En su crítica a Paul Ricoeur sostiene que lo �principal es pensar firmemente que lo objetivoy lo subjetivo están permanentemente creándose, recíproca, dialécticamente, porque esa misma es larelación que une materia y espíritu�14. Aquí formula sintética y claramente el método con el que hareconstruido los diversos desarrollos históricos estudiados.

El breve trabajo publicado originalmente en Europe en mayo de 1956 y editado luego enCrecimiento y Desarrollo, bajo el título �El tiempo del Quijote�, es quizá, una pequeña muestra de lahistoria total que cultiva con singular maestría y bella escritura15. El estudio de la crisis española delsiglo XVII, guiado por un minucioso análisis de los precios y salarios, y del impacto de la llegadadel oro y la plata americana, se acompaña de una rica interpretación de las ciegas políticas del estadoa través de la prolífica producción de memoriales a manos de arbitristas avezados, pero incapaces decomprender el cambio material de su tiempo, en esa suerte de imperialismo desesperado que expresapara el autor, a la vez que la etapa suprema del feudalismo la expresión de su decadencia. La potentelucidez de este trabajo se halla en la manera en que los procesos materiales son enlazados con losfenómenos de conciencia.

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Hemos dicho que la preocupación por la reconstrucción de la totalidad histórica, es en Vilar el eje desu reflexión, totalidad que es en lo esencial la dinámica del desarrollo histórico en el cual se forjandialécticamente sujeto y objeto.

El Quijote, signo del irrealismo español, es al mismo tiempo denuncia y exhibición de laincomprensión de una realidad, de un desarrollo histórico que ha dejado atrás las épocas decaballeros andantes y fortunas logradas a fuerza de valor heroico y destreza militar. �Desvinculadade la realidad, la España de 1600 prefiere soñar�, sentencia Vilar.

El historiador Vilar es hijo del Vilar hombre, contemporáneo, soldado. Desde su propiaexperiencia como sujeto histórico resignifica las categorías con las que abordara la materia histórica.Quizá porque su mejor enseñanza para quienes dedican sus esfuerzos al estudio de los procesossociales se condense en la capacidad para identificar los objetos de estudio a la vez que orientar laforma de acercarse a ellos: �Nada me resulta más desagradable como historiador, que los juicios aposteriori sobre este o aquel acontecimiento, sobre esta o aquella revolución. Si ha triunfado, esjustificable; si ha fracasado, es condenable. El problema del historiador es otro: saber examinar lascausas de un fenómeno, en la apreciación de sus circunstancias y en la observación de susconsecuencias�16.

La breve narración de un sencillo episodio cuyas derivaciones teóricas, son producto de lamirada histórica de su intérprete, nos permite comprender el método de trabajo así como los maticesque deben ser aprehendidos desde la mirada histórica. En el momento de la liberación de su largocautiverio a mediados de 1945, un intercambio fortuito y banal impactó fuertemente sobre supercepción de los problemas de conciencia -campo que desde su perspectiva se hallaba aúndébilmente explorado- pero fundamentalmente el suceso le advirtió sobre los cuidados que debetener el historiador al aproximarse a las configuraciones ideológicas:�Proclamados libres por un coronel de Québec-en francés, lo que resultó agradable-, todavíatuvimos que andar algunos kilómetros antes de ser albergados en un pueblo. En el camino vivimosalgunos incidentes llenos de significado. Llegamos a una rica granja- una casa impecable- dondereinaba el desorden en el corral y en los establos de los animales, y las mujeres que nos recibieron,lloraban. En seguida nos dieron a entender que nunca confundirían a los oficiales franceses � gentecivilizada- con los soldados polacos y rusos -gente salvaje. Oyéndolas, creímos en un primermomento que habían ocurrido cosas terribles: asesinatos, violaciones. Después supimos quesoldados rusos y polacos se habían comido la noche pasada dos cerdos de la granja. ¿Había quereír o llorar? Entre lo objetivo y lo subjetivo pude haber un abismo�17. En ese abismo es dondedebe hundir su arma crítica el historiador para reconstruir aquellas lógicas materiales que determinanen un contexto histórico particular, la tragedia que implicaba para esas campesinas �tan sólo� doscerdos muertos.

Vivimos tiempos en que la historia vuelve a recordarnos su carácter trágico, con potenciasimperialistas que reeditan exterminios, en que las modas académicas pretenden imponer el estudiode lo banal convertido en objeto de culto intelectual por sobre la comprensión de los grandesprocesos de desarrollo, en que las preguntas pendientes sobre la conformación de las concienciassociales- y como señala Vilar de las �inconsciencias�- parecieran propias de objetos de anticuario, enque la delicada búsqueda de la bella palabra inteligente cede paso en el campo historiográfico a laproducción en serie de papers y artículos en masa. Por ello en estas páginas pretendimos pensar

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históricamente a Pierre Vilar, para recuperar lo mejor de su legado, en la medida en que suscontribuciones estimulan, a quienes transitamos la senda de la investigación histórica, a pensar larelación dialéctica entre sujeto y objeto en las contradicciones del devenir histórico. Hacemosnuestras las palabras de Vilar: �La historia es trágica, pero es mejor dedicar nuestros esfuerzos acomprenderla que a intentar salir de ella�. Esa es la historia que aún está en construcción.

(Notes)

* Este trabajo es una versión ampliada de la comunicación presentada en las III Jornadas de Reflexión Histórica �Los asesinos dela memoria, Homenaje a los historiadores de la Antigüedad y la Edad Media que vivieron las vicisitudes del siglo XX� organizadaspor el Instituto de Historia Antigua y Medieval en Buenos Aires, los días 27 y 28 de Agosto de 2007

1 MARX, K., El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Ed. de la Comuna, Montevideo, 1995, p. 9.2 VILAR, P., �Marx y la materia histórica�, en Economía, Derecho, Historia, Ariel, Barcelona, 1983, p. 1783 Recuerda Vilar que luego de ser trasladado desde un campo de concentración en el pueblo polaco de Schubin a un centro deprisioneros franceses en el Tirol austríaco, en la pequeña ciudad de Lienz:�... disfruté así del privilegio de leer íntegramente el Manifiesto Comunista a mis auditores, algunos de los cuales nunca habíanoído hablar de él. Cuando terminé, tuve la alegría de ver avanzar hacia mí a mi viejo amigo normalien y agregado de historia,Michel Fourniol, antiguo socialista, pero ya entonces muy escéptico en política, diciéndome: ́ ¡Qué texto! Nunca será suficientementeleído´. También en estos tiempos y en este lugar reuní y pensé lo esencial de lo que constituiría más tarde mi pequeña historia deEspaña�, Pensar históricamente, Crítica, Barcelona, 2004, pp. 181-182.4 De su estadía en Barcelona, plasma Vilar una de esas anécdotas que revelan su mirada penetrante sobre los universos culturalese ideológicos desde los cuales los sujetos aprehenden el mundo y actúan en él. A propósito de los acontecimientos en España luegode 1934, con la proclamación de la República y la presidencia de Lluís Companys de la Generalitat de Barcelona, describe el climaque se vivía en la calle al producirse la derrota republicana: �La rendición de Companys no nos sorprendió. Antes de ceder al sueñonos preguntamos sobre sus consecuencias políticas. Cuando hubo amanecido, nuestra criada aragonesa fue a buscar, como siempre,la leche para el desayuno. La esperamos impacientes, ávidos de saber la opinión de la calle sobre los acontecimientos de la noche.´¿Qué dicen en la calle? Dicen que han ganado los curas´. He relatado en más de una ocasión esta respuesta ingenua y no dudo enreproducirla aquí porque la considero una respuesta histórica�, Pensar Históricamente, op. cit., p. 125.5 Cataluña en la España moderna : investigaciones sobre los fundamentos económicos de las estructuras nacionales, Crítica,Barcelona, 1978.6 �El ´Motín de Esquilache´ y las ´crisis del antiguo régimen´�, Revista de Occidente, 107, 1972.7 Historia de España, Barcelona, Crítica, 1992. Además se suman entre sus aportes más relevantes �Oro y moneda en la historia�,196; �Ensayos sobre la Cataluña del siglo XVIII�, 1975, Historia marxista, historia en construcción, 1975. La guerra civil española,1986.8 La Guerra civil española, Crítica, Barcelona, 1986.9 Crítica, Barcelona, 1982.10 En VILAR, P., Pensar históricamente, Crítica, Barcelona, 2004, p. 19.11 Al respecto sostiene: �Me siento incómodo ante la palabra pueblo, porque si bien me inspira una inmensa simpatía, sé que su usopermite disimular algunas trampas�, �Conclusiones�, en Pensar Históricamente, op. cit., p. 197.12 VILAR, P., �Historia e Identidad�, en Pensar históricamente, op. cit., p. 70.13 La historia personal deja su huella en sus apreciaciones como historiador: �El paso de mi período parisino a mi período barcelonés,digamos de la década de 1920 a la década de 1930, fue también el paso de la prosperidad a la crisis. Y no dudo en escribir crisis delcapitalismo, particularmente profunda cuando las crisis de ritmos decenales se añaden a las crisis de ritmos interdecenales. Sicomprendí y aprecié, un poco más tarde, los trabajos de Simiand y Labrousse sobre las crisis, fue porque había vivido y conocidosu existencia real�, �Historia e Identidad�, en Pensar Históricamente, op. cit., p. 117.14�Marx y la materia histórica�, en Economía, Derecho, Historia, op. cit., p. 156.15 Crecimiento y desarrollo. Economía e Historia. Reflexiones sobre el caso español, Ariel, Barcelona, 1964.16 �Historia e Identidad�, en Pensar Históricamente, op. cit., p. 125.17 Ídem, p. 190.

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Entre los numerosos méritos del historiador francés Pierre Vilar destaca el de haberpostulado que una historia marxista está aún por construirse y que esta tarea revisteimplicancias científicas pero también políticas. Y es que la vida y la obra del Vilarhistoriador no pueden disociarse de su intenso compromiso militante y de su adscripciónal materialismo histórico.

Un itinerario similar al de este historiador recorre su compatriota filósofo Louis Althusser(comunista militante), con quien Vilar (consciente de la relevancia y el peso de su teoría) entabla undiálogo polémico acerca del método y el sentido de la historia marxista. Ambos permanecieron fielesal marxismo, aunque curiosamente, tal vez Vilar haya estado más cercano al Partido Comunistafrancés pese a no haberse afiliado nunca1, que Althusser, quien era miembro del partido peromanifestaba en sus escritos filosóficos estructuralistas una clara disidencia con la línea humanistaque sostenía la organización2. Sus vidas y sus obras, estuvieron signadas, como las de la mayoría delos intelectuales marxistas del siglo XX, por la agudización de la lucha de clases en el período deentreguerras, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial (ambos combatieron en ella ydebieron purgar años de detención en campos de prisioneros nazis), la experiencia fascista, el

Pierre Vilar y la construcciónde una historia marxista.Notas sobre el debate con LouisAlthusser *Federico Martín MiliddiCONICET

... cuando se miran de frenteLos vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Gabriel Celaya�La poesía es un arma cargada de futuro�

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régimen colaboracionista de Vichy, el stalinismo y la desestalinización, la Guerra Fría, ladescolonización y el anticomunismo. El medio intelectual en el que ambos forjaron su pensamientoy su obra también fue común: los grises y lóbregos pasillos de la parisina Escuela Normal Superior(ENS), ubicada en la célebre calle Ulm.

No ahondaremos aquí, sin embargo, en los apasionantes itinerarios biográficos de estosintelectuales militantes3, nos centraremos específicamente en algunos aspectos de la controversiateórico-metodológica acerca de la historia que los tuvo como protagonistas, enfocándonospreferentemente en la argumentación de Pierre Vilar. Al repasar los lineamientos fundamentales deesta polémica hoy, a más de treinta años del debate, y al constatar el estado actual de la historiografíamarxista apreciamos que no ha habido avances significativos en la construcción de una historiamarxista en el sentido sugerido por sus participantes. En gran medida, esto obedece a que uno de losejes centrales de la discusión, el de la cuestión de la totalidad, ha sido desplazado e ignorado por elposestructuralismo, la moda teórica que sucedió al estructuralismo en el medio francés y en granparte de los escenarios intelectuales del mundo occidental. De esta forma, en consonancia con esteimpulso destotalizador se impusieron tendencias como las de la microhistoria o versiones altamenteespeculativas del conocimiento histórico, alejadas de la materia prima sobre la que trabaja elhistoriador: los documentos. Un debate como el propuesto por Vilar en respuesta a Althussersencillamente se redujo a un grito sordo en el páramo teórico que acompañó como �superestructuracultural�4 a la avanzada neconservadora de las últimas décadas del siglo XX. Al regresar a la lecturade los argumentos de Pierre Vilar se comprueba la enorme vigencia y actualidad de su propuesta y seevidencian las miserias de la historiografía posmoderna, posmarxista o posestructuralista y lapobreza empírica y conceptual de sus elaboraciones. Éstas últimas no pueden asombrar a los lectoresde Vilar, quien criticó con vehemencia y lucidez toda forma de adhesión precoz y acrítica a lasfugaces luces de las modas intelectuales.

Antes que nada, para comenzar, debemos situarnos en contexto: la escena intelectual francesade la segunda mitad de los años �60 se sacude con la aparición de dos trabajos filosóficos destinadosa dejar una marca significativa en la teoría marxista, se trata de La revolución teórica de Marx yPara leer El Capital, de Louis Althusser5. Producto de la labor de investigación del filósofo y suequipo de colaboradores sobre las obras de madurez de Marx, el último de estos libros incluíareflexiones acerca del método, los fundamentos y la teoría de la disciplina histórica, aplicando losesquemas del estructuralismo marxista y desplegando el análisis de conceptos tales como Modo deproducción y formación económico social. Según Althusser, la historia (tanto como la filosofía y laciencia social) marxista debía fundarse y construirse sobre la base de estos conceptos, partiendo dela �ruptura epistemológica6� producida por Marx, gracias a cuya obra la historia debía la investidurade disciplina científica.

El trabajo de Althusser y su escuela genera, inmediatamente, debates y controversias, perologra captar una enorme atención en el medio intelectual francés y ejercer una fuerte influencia enlos análisis de historiadores, antropólogos, economistas y sociólogos de todo el mundo. Más citadosque realmente problematizados, Althusser, los althusserianos y el estructuralismo marxista setransforman en una verdadera moda, que tendrá como derivación (previsible pero no necesaria) eladvenimiento del posestructuralismo tras los sucesos de Mayo del �68 en Francia y el posteriorabandono del marxismo.

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El núcleo central de la argumentación althusseriana acerca de la historia partía de la crítica delo que identificaba como la idea de �totalidad expresiva� por considerarla reduccionista ymecanicista (ésta era la categoría central de la línea hegeliana del marxismo, cuyo principalexponente era el filósofo húngaro György Lukács). Según Althusser, la concepción de �totalidadexpresiva� reducía artificialmente la complejidad del todo social al considerar a cada una de susdimensiones o instancias como una expresión de las determinaciones económicas. Esto tenía efectosnocivos también sobre la labor historiográfica, puesto que la visión de la historia derivada de esta�totalidad expresiva�, al ser manifestación de una operación de �corte de esencia�, redundaba en unaconcepción lineal y homogénea del tiempo histórico que reducía y sobresimplificaba la complejaestructuración de la totalidad social. La propuesta �que, según Althusser, encontraba susfundamentos en una lectura adecuada de la obra del Marx maduro� ofrecida como alternativa a estaconcepción radicaba en considerar la existencia de una �autonomía relativa� de esas instancias(particularmente de la ideología y la política), de una eficacia particular de éstas en la totalidadsocial y de temporalidades diferenciales para cada una de ellas. Esto último implicaba la necesidadde elaborar historias particulares para cada una, capaces de dar cuenta de estas diferencias a partir desus tiempos históricos propios y de especificar sus formas concretas de articulación e intervención.El resultado se plasmó en el empleo del concepto de �totalidad estructural�, en el que secontemplaba la intervención específica de la ideología y la política en el proceso histórico-social sinreducir estas instancias a una determinación mecánica por parte de la estructura económica, aunquereconociendo la existencia de una estructuración jerarquizada, una �determinación en últimainstancia� por la economía7.

La importancia de esta propuesta teórico-metodológica de Althusser y sus discípulos �expuesta aquí de forma esquemática y sucinta� es difícilmente exagerable, ya que planteaba unaperspectiva renovadora y polémica del materialismo histórico, que rápidamente adquiriría el statusde una moda intelectual que Francia exportaría al mundo entero (su eclipse sería igualmenteacelerado cuando sobreviniera el marasmo antimarxista de la segunda parte de los años �70 ydurante los �80 y el althusserianismo se viera desplazado por otras �novedades� teóricas).

Frente a este cuadro de situación, Pierre Vilar, historiador notablemente interesado en lascuestiones relativas al método de su disciplina, toma en sus manos la elaboración de una respuesta ala teorización althusseriana, enfocada desde la perspectiva del historiador de oficio. En el año 1973publica en la revista Annales, un artículo de casi cuarenta páginas titulado �Historia marxista,historia en construcción. Ensayo de diálogo con Louis Althusser� en el que emprende con el filósofoun debate y una crítica cordiales pero sin concesiones acerca de las bases y las tareas de la historiamarxista. A pesar de su manifiesto disenso teórico y metodológico, es importante destacar que Vilarsentía un profundo respeto por Althusser (con quien lo unía, además, una relación de amistad) y porsu tarea de problematizar, profundizar y difundir seriamente la obra de Marx8. No es azaroso, eneste sentido, que planteara explícitamente sus diferencias con él bajo la forma de un �diálogo�,reconociendo que ambos tomaban como punto de partida un fundamento común, el de lasuperioridad explicativa y la justeza del método marxiano de análisis histórico. Vilar partía desostener, junto con Althusser, que la historia marxista estaba aún por construir y afirmaba que, dehecho, la disciplina histórica estaba (o debería estar) permanentemente en construcción, puesentendía que la materia prima sobre la que trabajaba (las relaciones sociales) era esencialmente

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dinámica. Pero, desde este acuerdo programático inicial, el historiador francés desplegaba unapropuesta radicalmente diferente de la elaborada por el althusserianismo, vinculada directamente conlas conclusiones obtenidas de su trabajo específico como historiador y de su aplicación del métodomarxiano al estudio de la materia histórica9.

Veamos ahora los ejes centrales sobre los cuales Vilar fundamentaba su crítica a Althusser ysu propuesta para la construcción de una historia marxista. Éstos pueden identificarse claramente alo largo del texto:- en primer lugar, el artículo de Vilar descansa, fundamentalmente, sobre un eje de polémicaepistemológico-metodológica, en el que se incluye la discusión acerca del método de Marx y sutrabajo científico, el debate acerca del concepto de Modo de producción y la transición y la cuestiónde la totalidad. Este es, sin duda, el aspecto clave del artículo de Vilar.

Frente a la teorización althusseriana, el concepto central que sustenta la propuesta vilarianaes el de �historia total�, entendida como una aproximación a los tiempos pretéritos desde unabordaje capaz de dar cuenta e integrar de manera sutil las distintas dimensiones del todo social(aspectos sociales, económicos, mentales, políticos, culturales) y explicitar cabalmente sus inter-relaciones, sus dependencias y determinaciones múltiples, a fin de establecer su íntima ligazón. La�historia total� de Vilar considera, al mismo tiempo, la preponderancia de los factores materiales enel devenir del proceso histórico, pero sin reducirlos a una determinación mecánica o a una simplesuperposición de las instancias. Esta �historia total� solamente puede resultar fructífera si lograestablecer adecuadamente la compleja articulación de la vida de los hombres y mujeres y losacontecimientos con las estructuras. Rechazando lo que consideraba como una teorización extrema yabsoluta de Althusser, Vilar afirmaba que el surgimiento de la �historia total� se relacionabadirectamente con las vivencias que los historiadores como él habían experimentado en el turbulentosiglo XX, ese que Eric Hobsbawm ha llamado �la era de los extremos�10. Afirmaba:

��la �historia total� no la inventamos nosotros, la vivimos�11.

Este concepto se halla estrechamente ligado con una importante anotación metodológica queintroduce Vilar en su polémica con el estructuralismo: la historia es un proceso de dinámicaperpetua, de movimiento constante, de cambio continuo; por lo tanto, la historiografía estácondenada a tener que construirse y reconstruirse permanentemente. Nunca puede considerarsecerrada o acabada, pues es su propia materia prima, los hechos históricos (y, según Vilar, todas lasacciones humanas lo son) la que la induce a esta mutación perpetua. La dimensión constructiva es,de esta forma, consustancial a la disciplina histórica. En este sentido, Vilar manifestaba sudisconformidad con el inmovilismo implícito que presentaba la concepción estructuralista de losmodos de producción de acuerdo con la perspectiva althusseriana, puesto que, al afirmar que nopodían contenerse en ellos a un mismo tiempo tanto sus mecanismos de reproducción como susfactores de no reproducción obturaba la posibilidad de pensar la transición entre un modo deproducción y otro. La explicitación de este bloqueo detectado por Vilar en la concepción delestructuralismo marxista puede hallarse en la contribución realizada por Étienne Balibar en Paraleer El Capital, donde se afirma la necesidad de elaborar el concepto de un modo de producciónespecíficamente transicional para comprender el cambio histórico12. Vilar consideraba que, ensentido estricto, la historia se encontraba permanentemente en transición, que los modos de

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producción estaban, desde su propia génesis, generando las condiciones para su transformación. Enuna concepción como esta, la idea de Balibar resultaba, por supuesto, carente de sentido.

Esta propuesta historiográfica derivaba de una idea fuerza sobre la que arraigaba lametodología de Pierre Vilar y que era la que, según su parecer, había constituido el sólidofundamento de la elaboración marxiana, el �pensar históricamente� en todo momento. Éste era elelemento que confería a la obra de Marx su mayor riqueza y que la convertía en un instrumentodecisivo para la labor del historiador. Vemos surgir aquí, al igual que en la defensa de la importanciade los aspectos �vivenciales� en la elaboración de su método historiográfico, la cuestión delhistoricismo, que Vilar asumía como un elemento central de su pensamiento y de su vida. Frente aaquellos que lo acusaban de caer en el empleo de un método historicista, Vilar respondía:

��¿cómo podría �caer� en él? Yo nado en él, vivo en él, respiro en él. ¡Pensar al margen de lahistoria me resultaría tan imposible como a un pez vivir fuera del agua!�13.

Éste no era concebido, sin embargo, como un historicismo a la manera croceana; Vilarpensaba, más bien, en una total inmersión del historiador en la sustancia histórica de su tiempo comoforma de desarrollar la aptitud para lograr esa capacidad de �pensar históricamente� que constituía laherramienta fundamental para su investigación científica.

Con respecto a la supuesta novedad de considerar la existencia de temporalidadesdiferenciales, Vilar recordaba a Althusser la existencia de trabajos de investigación de tresdestacados exponentes de la Escuela de los Annales que habían avanzado en ese sentido y cuyaimportancia había sido menospreciada por el filósofo. Se trataba de Lucien Febvre, Ernest Labroussey, especialmente, Fernand Braudel. Vilar le reprochaba el no haber considerado suficientemente lalabor de estos historiadores, que habían planteado y puesto en práctica en sus trabajos unaalternativa válida a la temporalidad lineal empleada por la historiografía tradicional. En este punto,Vilar detectaba que la hipertrofia teórica de la que era prisionera la concepción althusseriana leimpedía observar que esa invocación a la construcción de una historia renovadora �crítica yteóricamente cimentada� era anacrónica, pues ésta ya estaba siendo construida, de hecho, por estoshistoriadores de la Escuela de los Annales. Desde la filosofía, Althusser reclamaba la puesta enpráctica de una metodología radicalmente diferente de la forma tradicional de construir la historia,de acuerdo con los principios de la �revolución teórica� que Marx había puesto en marcha. Vilarrespondía, desde la historia, afirmando que ésta ya había sido implementada por Febvre, Labrousse yBraudel, y sustentaba su posición dando cuenta en su artículo de la forma de trabajar de estoshistoriadores. Según Vilar, los ejes de construcción de una historia marxista como la reclamada porAlthusser podían encontrarse ya en la forma en que las mentalidades sobredeterminaban la totalidadsocial durante el siglo XVI de acuerdo con la conceptualización de Lucien Febvre, en las relacionesentre ciclo y coyuntura establecidos por Ernest Labrousse para el siglo XVIII o en las estructuras deduración diferencial estudiadas por Fernand Braudel en su monumental obra sobre el Mediterráneoen la época de Felipe II. Vilar hallaba allí los cimientos sobre los cuales estaba empezando a serconstruida la historia marxista, aún por historiadores no marxistas (Febvre y Braudel no lo eran) yreprochaba a Althusser su incapacidad para poder apreciarlo en toda su dimensión. Si bien la historiamarxista estaba aún por construirse, ya existían las bases para hacerlo, y éstas residían en la prácticaconcreta de ciertos historiadores �en su ejercicio del oficio� y no provenían de una importaciónforzada del armazón conceptual de las categorías teóricas marxianas a la disciplina.

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En lo que a la cuestión de las modas intelectuales respecta, Pierre Vilar no abandonaba jamássus recelos. En el caso del althusserianismo su lúcida crítica anticipatoria realizada a comienzos delos �70 en este sentido ha demostrado, a la luz de los hechos, ser absolutamente pertinente.

�(�)¿Hay que desconfiar de los �intelectuales�?...�

se preguntaba Vilar en su conferencia inaugural del Coloquio internacional conmemorativo delcentenario de la muerte de Marx, brindada en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1983

��No de todos, por cierto, ni de los �intelectuales en general�. Pero sí de las �modas� que se vansucediendo, y que tienen al mismo tiempo significación �de clase� y significación coyuntural.Personalmente me he sentido siempre antiaroniano estructuralmente, pero también,coyunturalmente antisartriano, o antifoucaultiano. En cuanto a Althusser, el afecto que le tengocomo persona, y la dimensión mundial que supo dar a la recuperación de Marx como pensador, mehacen rechazar con indignación la calificación que se me ha otorgado alguna vez de�antialthusseriano�. Pero la verdad es que no he podido tomar muy en serio el carácter espectacularde ciertas adhesiones, que rápidamente se revelaron muy frágiles. El lenguaje filosófico resultasiempre atractivo para los que se preocupan antes de todo de las sucesivas �modas�.14�

Para confirmar la justeza de esta caracterización de Vilar basta simplemente observar lacompleta claudicación teórica y política de algunos intelectuales, otrora �marxistas convencidos�, dela escuela althusseriana como Badiou y Ranciére frente al posmodernismo triunfante de los años �80y �90; pasada la fugaz novedad del estructuralismo marxista, solamente quedó la carcaza vacía delhiperteoricismo y su retórica, centrados ahora en el estudio de los discursos y en la negación de lasdeterminaciones materiales de los procesos históricos y sociales y con implicancias políticasnetamente conservadoras. Similares trayectorias han seguido autores como Barry Hindess y PaulHirst, althusserianos declarados, quienes en la década del �70 elaboraron una extensa teorizaciónacerca de los modos de producción precapitalistas de fundamentación marxista y en la actualidad sehan convertido en exponentes destacados del llamado �posmarxismo� que recusa el conceptomarxiano de clase15. A pesar de esto, no debe dejar de reconocerse que la conceptualizaciónalthusseriana influyó notablemente también en algunos de los más relevantes y prestigiososhistoriadores que ha entregado el siglo XX, basta mencionar el ejemplo de Albert Soboul �referentecentral e ineludible de la historiografía sobre el Antiguo Régimen y la Revolución francesa� quien, apesar de sus reparos a determinados aspectos del estructuralismo, empleó fructíferamente numerosascategorías del pensamiento althusseriano en sus investigaciones históricas16, o también loselementos de la teoría de la ideología de Althusser que influyeron decisivamente en Georges Duby,uno de los más destacados medievalistas que ha tenido la historiografía internacional17.

Hasta aquí hemos analizado someramente el eje fundamental de la respuesta vilariana a LouisAlthusser. Pero quisiera sostener también que, junto a estas cuestiones, hay en esta propuesta dediscusión epistemológica, un segundo eje problemático, no menos importante que el primero. Setrata de la manifestación de una vocación de intervención político-ideológica que Pierre Vilarsostiene �en tanto que historiador marxista� cuando reconoce que en este debate con elestructuralismo althusseriano entran a tallar también elementos que hacen a la esencia de la labormilitante del historiador y a su intervención en las luchas de su tiempo. El reconocer que la historia

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está configurada por las relaciones sociales, por las formas de propiedad (Vilar considerabafundamental el estudio del derecho desde una perspectiva materialista18), por la búsquedapermanente de hombres y mujeres por garantizar su sustento y supervivencia, por las luchas entre lasclases por perpetuar la explotación o por acabar con ella, por el cambio continuo y permanente (lahistoria es, como dijimos, esencialmente dinámica) no reviste un interés exclusivamente científico oacadémico; implica, a su vez, la toma de partido por la posibilidad y la necesidad de llevar adelantela lucha revolucionaria y transformadora en el presente. Enfrentado a las encrucijadas de su tiempo,el historiador asume una posición política y lo hace también cuando ejerce su oficio, en el actomismo de escribir la historia, porque es la historia misma la que lo empuja a ello como un sinoineludible (y Vilar fue consciente de ese compromiso y lo asumió y lo ejerció durante toda su vida).La politicidad es, de esta forma, consustancial con la investigación histórica y la labor delhistoriador19. Y en este sentido, las implicancias políticas de una concepción objetivista de des-subjetivación radical como la althusseriana relegan la posibilidad y la potencialidad transformadorade hombres y mujeres, de las clases, al papel de meros instrumentos de los juegos de las estructuras,la política es desplazada entonces por la aséptica conceptualizción de �lo político� y pierde su lugarcomo herramienta fundamental para la liberación del género humano. Debemos señalar que elpropio Althusser tomó conciencia de esta situación criticada por Vilar, reconociéndolo en numerososartículos y elaborando una autocrítica acerca de su desviación �teoricista� plasmada en un brevelibro publicado en 1974 titulado Elementos de autocrítica, en el que aceptaba los problemas quecontenían sus elaboraciones de los años �60, no solamente en el plano epistemológico sino tambiénen el político. También revisó los aspectos reproductivistas y funcionalistas de algunas de susconcepciones, vinculadas con este teoricismo alejado de la historia20.

Para finalizar y como conclusión, podemos afirmar que la crítica y la propuesta de Vilar,mantienen actualmente, en el siglo XXI, una vigencia asombrosa. La historia marxista en el sentidopor él planteado continúa siendo una cuenta pendiente en la agenda de los historiadores queadscriben al materialismo histórico, particularmente después del colapso de los llamados�socialismos reales� y del advenimiento de un furibundo ataque al materialismo histórico en los añosfinales del siglo XX. Releer a Vilar hoy, reflexionar junto a él acerca del método y el oficio delhistoriador, seguir su ejemplo de compromiso político inclaudicable, son claves que sin duda puedanayudarnos para avanzar en esta imprescindible tarea irresuelta, cuyas consecuencias no solamenteatañen a la construcción de una historiografía con sólidos fundamentos científicos, sino también alavance de las luchas políticas emancipatorias del presente. Vilar nos recuerda desde cada una de suspáginas que esta labor no es para el historiador marxista una elección, sino un deber y uncompromiso cotidianos.

Bibliografía consultada y citada:* ALTHUSSER, Louis: Para leer El Capital. Siglo XXI Editores, México, 1998.La filosofía como arma de la Revolución. Siglo XXI Editores, México, 1994.La Revolución teórica de Marx. Siglo XXI Editores, México, 1988.�Nota sobre los aparatos ideológicos de Estado (AIE)�, en: Nuevos escritos. La crisis del movimiento comunista internacionalfrente a la teoría marxista. Editorial Laia, Barcelona, 1978. Págs. 83-105.Elementos de autocrítica. Editorial Laia, Barcelona, 1975.El porvenir es largo. Ediciones Destino, Buenos Aires, 1993.* ANDERSON, Perry: Tras las huellas del materialismo histórico. Siglo XXI Editores, México, 1988.

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Consideraciones sobre el marxismo occidental. Siglo XXI Editores, México, 1987.* ASTARITA, Carlos: �La historia de la transición del feudalismo al capitalismo en el marxismo occidental�, Buenos Aires, 2006,mimeo. 22 págs.* BONVECCHI, Alejandro: Althusser, estrategia del impostor. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1996.* BURKE, Peter: La revolución historiográfica francesa. La Escuela de los Annales: 1929-1989. Editorial Gedisa, Barcelona,1999.* CAÍNZOS LÓPEZ, Miguel A.: �Clases, intereses y actores sociales: un debate posmarxista�, en Revista española deinvestigaciones sociológicas (REIS), Nº 46, Abril-Junio, Madrid, 1989. Págs. 81-101.* DUBY, Georges: Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo. Editorial Taurus, Madrid, 1992.* ESCARTIN ARILLA, Ana: �Un �testigo cercano�. Los �vínculos vitales� entre Pierre Vilar y España�, Primer EncuentroHispanofrancés de Investigadores (APFUE/SHF): �La cultura del otro: español en Francia, francés en España�, Universidad deSevilla, 29 de noviembre-2 de diciembre de 2005. Edición digital disponible en el link:http://www.culturadelotro.us.es/actasehfi/pdf/3escartin.pdf , págs. 462-467.- Fontana, Josep: �Pierre Vilar i la història de Catalunya�, en L�Avenç, Nº 297, Barcelona, diciembre 2004. Edición digitaldisponible en el link:http://www.revistasculturales.com/articulos/74/l-avenc/214/1/pierre-vilar-i-la-historia-de-catalunya.htmlLa historia de los hombres. Editorial Crítica, Barcelona, 2001.* HERMIDA REVILLA, Carlos: �Pierre Vilar, historiador y maestro de historiadores�, en: Revista Historia y ComunicaciónSocial, Universidad Complutense, Madrid, 2006, 11. Págs. 45-60.* HINDESS, Barry y HIRST, Paul: Modos de producción precapitalistas. Ediciones Península, Barcelona, 1979.* HOBSBAWM, Eric, J.: Historia del siglo XX. 1914-1991. Editorial Crítica, Barcelona, 1995.* JAMESON, Fredric: Ensayos sobre el posmodernismo. Ediciones Imago Mundi, Colección El cielo por asalto, Buenos Aires,1991.* LUNA, Pablo: �Itinerario de un historiador: Pensar históricamente de Pierre Vilar�, en: Revista Frontera de la Historia, Volumen6, Bogotá, 2001. Págs. 203-216.�Pierre Vilar (1906-2003): una obra de historiador�, en: Investigaciones sociales, año IX Nº 14, Lima, 2005.* MAURICE, Jacques: �Pierre Vilar (1906-2003)�, en: XI Boletín de la Asociación internacional de hispanistas, Boletín de laAsociación Internacional de Hispanistas, 11/04. Soria: AIH, Fundación Duques de Soria. 2005. Págs. 49-50. Edición digitaldisponible en el link:http://asociacioninternacionaldehispanistas.org/vilar.pdf* PETRUCCELLI, Ariel: Ensayo sobre la teoría marxista de la historia. Ediciones El cielo por asalto, Buenos Aires, 1998.* SOBOUL, Albert: �El movimiento interno de las estructuras�, en: Labrousse, Ernest (et al.): Las estructuras y los hombres.Editorial Ariel, Barcelona, 1969. Págs. 115-130.La Francia de Napoleón. Editorial Crítica, Barcelona, 1993.* VILAR, Pierre: Economía, Derecho, Historia. Editorial Ariel, Barcelona, 1983.Sobre 1936 y otros escritos. Ediciones V.O.S.A., Madrid, 1987. Artículos: �Marx ante la historia de España�, págs. 41-55 y�Palabras de presentación de la primera edición en castellano de las Obras de Stalin�, págs. 55-60.Pensar históricamente. Editorial Crítica, Barcelona, 2004-A.Memoria, historia e historiadores. Universidad de Granada/Universidad de Valencia, Granada, 2004-B.Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Ediciones Altaya, Madrid, 1999.

(Notes)* Este trabajo es una versión ampliada de la comunicación presentada en las III Jornadas de Reflexión Histórica �Los asesinos de lamemoria, Homenaje a los historiadores de la Antigüedad y la Edad Media que vivieron las vicisitudes del siglo XX� organizadaspor el Instituto de Historia Antigua y Medieval en Buenos Aires, los días 27 y 28 de Agosto de 2007

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1 Es un testimonio de esta situación el rescate y la abierta defensa que realizaba Vilar de la obra de Stalin acerca de la cuestión delas nacionalidades. Véase, por ejemplo, su discurso pronunciado en Madrid a finales de 1984 (utilizado luego como preámbulo a laprimera edición en España de las obras de Stalin). Vilar, Pierre (1987), págs. 55-60.2 Pueden verse al respecto las obras de Perry Anderson (1988) y de Alejandro Bonvecchi (1996).3 Pueden verse para ello las obras El porvenir es largo (1993) de Louis Althusser y Pensar históricamente (2004), de Pierre Vilar.En el caso de Vilar, es recomendable también, la lectura de los artículos biográficos de Pablo Luna (2005), Carlos Hermida Revilla(2006) y Jacques Maurice (2005).4 El término pertenece al teórico y crítico literario marxista Fredric Jameson quien concibe al posmodernismo en general como lasuperestructura cultural del capitalismo tardío. Según Jameson, una de las características fundamentales del posmodernismo comosuperestructura es el �debilitamiento de la historicidad�. Jameson, Fredric (1991).5 Es importante aclarar aquí que los títulos originales en idioma francés eran Pour Marx (1965) y Lire le Capital (1967), alejadosdel sesgo instrumentalista, propagandístico, dogmático y manualístico que le confirió la traducción castellana a cargo de MartaHarnecker. No era el propósito de Althusser y de su grupo de colaboradores elaborar una guía para leer El Capital de Karl Marx,sino reflexionar acerca de las implicancias científicamente revolucionarias de su método.6 Althusser tomaba este concepto de Gaston Bachelard, con quien se había formado en Paris.7 A pesar de que las formas concretas de operación de la �determinación en última instancia� por parte de la economía en elproceso histórico real no terminaron de ser cabalmente explicadas por Althusser y sus discípulos. Véanse especialmente loscapítulos IV (�Los defectos de la economía clásica. Bosquejo del concepto de tiempo histórico�) y V (�El marxismo no es unhistoricismo�) de Para leer El Capital. Págs. 101-157.8 No sucedía lo mismo con respecto a la obra de Michel Foucault, de quien Vilar deploraba su profunda ignorancia acerca de lamateria histórica y el escaso fundamento empírico y teórico de sus elaboraciones. Véase su artículo �En los orígenes delpensamiento económico: las palabras y las cosas�, incluido en Economía, Derecho, Historia (1983). Págs. 87-105. También en elartículo que estamos analizando aquí, en el parágrafo titulado �¿Michel Foucault o Lucien Febvre? Los tiempos del saber�, págs.200-202.9 Vilar repetía incansablemente que él había llegado al marxismo desde su labor como historiador, constatando en su trabajoempírico la pertinencia del método empleado por Marx y no a la inversa.10 El título original inglés de su Historia del siglo XX es Age of extremes. The short twentieth century. 1914-1991.11 Vilar, P. (2004-B), pág. 29. Cursivas en el original.12 �Acerca de los conceptos fundamentales del materialismo histórico�, en: Althusser, L. (1998), págs. 217-335.13 Vilar profirió esta exclamación frente al reproche que le dirigiera el filósofo griego Nikos Poulantzas, discípulo de Althusser, enun debate realizado en Atenas en los años �60, según narra en una conferencia del año 1987 contenida en Vilar, P. (2004-B), págs.68-69.14 Citado en Hermida Revilla, C. (2006), �Apéndice�, pág. 59.15 Véase Caínzos López, Miguel (1989).16 Puede verse, por ejemplo, su trabajo La Francia de Napoleón, en el que estudia los aparatos ideológicos del Estado durante elperíodo napoleónico utilizando categorías althusserianas. A pesar de su brevedad, son muy interesantes las reflexiones planteadaspor Soboul en un coloquio sobre el estructuralismo y los hombres en el que participó junto a Labrousse, Lucien Goldmann y PierreVidal Naquet, entre otros (Soboul, 1969).17 Las influencias althusserianas en Duby son manifiestas y explícitas en su trabajo Los tres órdenes o lo imaginario delfeudalismo, publicado en francés en el año 1978.18 Véase su artículo �Historia del derecho, historia �total��, en Vilar, P. (1983), págs. 106-137.19 Althusser, como marxista convencido y consecuente, también era partidario de esta idea, recordemos que consideraba a lafilosofía como �un arma para la revolución�. Althusser, L. (1994). Su rescate del pensamiento filosófico y epistemológico de Lenintambién es testimonio de esto.20 Es lo que puede apreciarse en su artículo de revisión sobre la cuestión de los aparatos ideológicos de Estado publicado en el año1978.

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�Ortodoxias y herejías entre los siglos iv y vi d.c�Hugo Zurutuza(Director Sección Historia Antigua)

El siglo IV, con la multiplicación de controversias y fracturas al interior de la comunidadcristiana, fue el escenario de numerosos exilios. La mayoría de ellos fueron generados por motivosreligiosos. La más temprana y manifiesta intolerancia cristiana no tuvo como víctima a los paganos,sino a los cristianos considerados heréticos. La intolerancia entendida no como una cuestión deprincipios sino de hecho, como una disposición para poner en marcha medidas violentas yrepresivas contra el oponente.

La respuesta al problema no fue novedosa: consistió en un recurso habitual en la tradiciónimperial romana, el uso de la ley como instrumento, dirigido ahora para fortalecer el poder episcopalfrente a la comunidad, y en el patrocinio imperial de los concilios, cuyos acuerdos y sentenciasfueron impuestos por la coerción del Estado.

Coincidimos con María Victoria Escribano en �Disidencia doctrinal y marginación geográficaen el s. IV d.C. Los exilios de Eunomio de Cizico�, que los exilios sucesivos de los obisposdisidentes durante la polémica arriana del siglo IV permiten no sólo reconocer las formas que asumeel alejamiento coercitivo en el derecho tardío cuando se aplica al herético -fundamentalmente elexilio temporal o relegatio, la deportación y la repatriación- sino también evidenciar la estrechavinculación entre disidencia religiosa y persecución política en el transcurso de la controversiaarriana con la implementación de la marginación espacial como estrategia para neutralizar oerradicar tanto las rivalidades religiosas como la eliminación de los adversarios políticos.

Estos enfrentamientos dieron lugar a sanciones conciliares y disposiciones imperiales contra ladisidencia religiosa, cuya aplicación hizo de la condición de exiliado una experiencia común amuchos obispos y del exilio la topografía específica del herético, y también sostenemos que lacontroversia arriana además de ser un debate teológico, devino también un conflicto decompetencias entre sedes episcopales, un enfrentamiento entre figuras carismáticas, a la vez que unaconfrontación entre matrices culturales diferentes, pars occidentis v. pars orientis.

Por lo tanto, el exilio constituyó una clara manifestación de intolerancia, además de ser uninstrumento de represión contra el oponente.

Presentación del estado de las investigaciones - Período 2006

Exposiciones realizadas durante el Seminario realizado en el Instituto de Historia Antigua yMedieval los días 27 y 28 de Noviembre de 2006

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En el concilio de Nicea de 325 se sancionó el símbolo de fe que aprobado por los obispos comocanon de ortodoxía desencadenó represalias contra todos los que se negaron a suscribirlo: enparticular la práctica de discriminación analizada.

En pocos años este conjunto de situaciones que desembocó en un violento enfrentamiento entreConstancio y los obispos, visibiliza una crítica situación en la que los participantes estabancompitiendo por la distribución del poder en el nuevo imperio cristiano.

Una situación problemática debió afrontar el emperador Constancio II, especialmente al quedarcomo el único protagonista, después de la muerte de su hermano Constante (350) y de la derrotadefinitiva y posterior suicidio del usurpador Magnencio (353), cuando desde el poder definió, conalgunas vacilaciones, su propia ortodoxia, profundizando así las fisuras del conflictivo espaciocristiano, alterado desde la adopción del símbolo niceno.

Se reforzaba entonces la contínua ingerencia del príncipe en los asuntos de la Iglesia, el controlde la elección de los obispos de las sedes más importantes y también la búsqueda de compromisosdoctrinales con la intención de resolver o al menos disminuir la controversia teológica, todo estoconcretado con la fuerza del brazo secular por él controlado y poniéndose del lado, como yaseñalamos, de una parte determinada del cuerpo eclesiástico: los arrianos, que tampoco configurabanun conjunto doctrinalmente homogéneo, integrado por homeusianos, homeos y anomeos, entre lasprincipales tendencias, todos dispuestos a enfrentarse a los adversarios nicenos.

La personalidad de Constancio II atrajo en torno a él, tanto a personajes independientes que convalor e intransigencia se opusieron a su política religiosa, v.g. Atanasio y Lucifer, como a sujetosobsecuentes que por sus propios intereses o por otros motivos no discutían sus acciones que, engeneral, ellos mismos habían generado o por lo menos alentado, como en el caso de sus nefastosconsejeros palatinos ilíricos, Germinio de Sirmio, Ursacio de Singidunum (actual Belgrado) yValente de Mursa (actual Eszeg u Osijek, antigua Yugoeslavia).

Otro momento crítico, el siglo VI, con la continuidad de disputas y divisiones dentro delinestable espacio cristiano, fue el escenario de nuevas marginaciones. La intolerancia tambiénirrumpía como consecuencia del denominado Cisma de los Tres Capítulos que involucraba tambiénla intervención del Imperio Romano de Oriente y el enfrentamiento de los obispos en discusionesteológicas que encubrían las características ambiciones políticas tanto de las sedes episcopalesorientales y como de las occidentales.

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�Chronistica y exempla: El demonio en la crónica de FraySalimbene de Parma�Horacio Botalla(Investigador UBA)

Durante el Medioevo, el diablo ha constituido el principal arquetipo de monstruosidad para elimaginario social Sin embargo, lo que parece reconocerse, en definitiva, es un significativo cambioen la concepción del aspecto demoníaco en sus apariciones que potencia el carácter de seductor ygran perpetrador de engaños. El demonio cuya aparición estaba marcada por los rasgos monstruososse mimetiza ahora entre los hombres para consumar sus tentaciones. En ese nuevo horizonte lasnotas que lo delatan resultan más sutiles y exigen, al mismo tiempo, capacidades espiritualesespeciales.

El siglo XIII conoció en el Occidente europeo el auge de un horizonte de género de singularproyección en el espacio social: la literatura de exempla. La intención ejemplar en los textos era,ciertamente, antigua y prestigiosa: De hecho empezó a erigir sus cimientos ya a partir del siglo VIcon obras como los Dialogi del papa Gregorio I Magno y se hacía presente en las más diversasformas genéricas en la medida que se procurara una modificación deseable en la conducta de losindividuos.

En el transcurso del siglo XIII se asiste a una especial conciencia de ciertos grupos de lanecesidad de encauzar actitudes y prácticas en consonancia con nuevas interpretaciones de losimperativos intrínsecos a ciertos modos de accionar. La Iglesia se encontraba particularmentepreocupada por esta labor y esto resultó notorio en la actividad de algunos de sus grupos y cuadros.En este sentido, se habría de destacar el protagonismo de las órdenes mendicantes en los planos másdiversos de la actividad de la Iglesia en el siglo XIII. Desde el ámbito letrado a las prácticas decontacto más estrecho con la grey, franciscanos y dominicos asumieron un papel en que sobresalíasu gran plasticidad para adaptarse a los más diversos perfiles sociales.

Justamente, uno de los rasgos principales de la actividad de las órdenes mendicantes fue, sinduda, la predicación, por lo cual debieron desenvolver prácticas específicas para su ejercicio asícomo procedimientos formativos acordes con ella. La práctica de la predicación no suponía engeneral una labor de improvisación absoluta, constituía un recurso oral regido por la escritura einvolucraba no un mero conocimiento de la Sagrada Escritura y de los Padres y exegetas sino, másbien, su reconfiguración en obras de mediación que proporcionaban diversos tipos de ordenamientotemático. Se desarrollaron formas sistematizadas de agrupar temas y relatos, cada vez másnumerosos, a los efectos de facilitar su utilización. Consecuentemente también, el período conoceuna intensa actividad de compilación de literatura de exempla, como en los casos de Etienne deBourbon o de Jacques de Vitry.

En el espectro de los testimonios de los miembros de la Orden de los Frailes Menores se destacaindudablemente la Chronica del fraile parmense Salimbene de Adam cuya singularidad se asienta no

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solamente en lo vívido de las experiencias plasmadas en el texto sino también en el peso específicoque trasunta una de las dimensiones de esa experiencia, su quehacer de predicador. Esta prácticajunto a su interés por la escritura y su textualidad polifónica convergieron en su atención hacia lalityeratura de exempla.

La configuración textual de la Chronica de fray Salimbene muestra un marcado perfil aluvionalcon diferentes formatos de género inscriptos en la matriz formal de la línea cronológica. El autorrelaja el orden analístico al punto de otorgar a su obra un carácter misceláneo y, en este plano,incorpora abundantes materiales vinculados con una de sus tareas primordiales, la predicación.Precisamente, esto explica la profusa trama de remisiones bíblicas y su implementación en discursosde corte homilético y didáctico como lo es la literatura de exempla.

En el final de estas breves notas no puede evitarse la consideración del diablo en las palabras deArturo Graf como un �Proteo infernal� El principal aspecto en relación al tema que nos ocupa tieneque ver con esta atenuación o mitigación de la imaginación teratológica en relación con el demonio.Hay dos aspectos aquí a tener en cuenta a saber, la utilidad literaria que habilitaba este polimorfismodiabólico y, por otro, la relación que se establece entre cotidianeidad de la presencia del diablo y suprincipal accionar a través del engaño. Este hecho tiene significativas consecuencias en lasconductas que debe incorporar el individuo para descubrir y resistir esos ardides y abre tanto unamplio marco de posibilidades narrativas-incidentales y proyecciones formativas en el creyente quepermitían potenciar la inserción escogida por los mendicantes en el espacio social para desenvolversu actividad.

Frente a la ejemplaridad hagiográfica que pone su énfasis en el fundamento positivo de lavirtud, este conjunto de exempla llama la atención sobre la presencia del demonio como obstáculoconstante de su práctica. Sería necesario reflexionar sobre las consecuencias de este nuevo hincapiéen plano de las mutaciones de la religiosidad en los siglos finales del período medieval.

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�Tópicos literarios y estilísticos en la correspondencia deGregorio Magno�Liliana Pégolo(Investigadora UBA)

En variadas ocasiones nos referimos a Gregorio Magno como uno de los últimos hombres delTardoantiguo no sólo por su forma de visualizar los problemas que atañen al Imperio, a su antiguacapital, Roma, y a la defensa del patrimonio de San Pedro; sino también por el modo en quecomunica su relación con los diversos actores sociales y la dicotómica inserción en una existenciamundana y los afanes monacales. Su Regestum, es decir, el amplio conjunto de cartas que acompañasu gobierno en el obispado romano, permite observar esa compleja comunicación a través de la cualconstruye un entramado socio-político y económico, del que no es ajeno lo eclesial y lo dogmático

Entre la correspondencia más cercana al momento de su asunción en el cargo como obispo deRoma, a finales del siglo VI, se analizarán en la presente comunicación dos epístolas, pertenecientesal L. I del Registrum epistolográfico ( la I, 5 enviada a Teoctista, la hermana del emperadorMauricio, y la I, 41 cuyo remitente es el apreciado Leandro, quien convertirá a la realeza visigoda).En ambas epístolas se advierte una mixtura genérica, ya que es plausible considerarlas como cartasprivadas o personales y, al mismo tiempo, filosóficas por el carácter didáctico y expositivo de lasmismas. Gregorio, conforme al espíritu paulino del epistolario argumentativo y retórico del apóstol,fusionó los géneros epistolográficos que los antiguos �réthores� habían clasificado en torno a �lopúblico y lo privado�. Por otra parte no es de extrañar que la reunión de marcas genéricas disímiles,sea una de las tantas características tardoantiguas que se advierten en la correspondencia gregoriana.

La habilidad pastoral de Gregorio, que se valió de estrategias discursivas como el hecho detrastocar los moldes retóricos de la clasificación genérica, supo incluir la dicotómica experiencia delpontífice, conviertiéndose en un �yo� confesional mortificado por haber tenido que renunciar a susintereses ascéticos para hacerse cargo de las cuestiones de la política eclesiástica de su tiempo. Estadualidad de santidad y participación de los asuntos de Estado es una característica del Occidentecristiano, no ajena para quienes formaban parte de las clases aristocráticas.

Al respecto, Salvatore Pricocco afirma que la esperanza de salvación en el monasticismooccidental se relacionaba con una fuerte presencia aristocrática ya desde las primeras comunidadesmonacales. Los nobles y la clase terrateniente se retiraban junto a su servidumbre para continuar conun determinado estilo de vida, en el que la comunión con las lecturas bíblicas y la reflexión sobre lasmismas, no significó más que la transformación del otrora otium clásico (1).

Además de las lecturas testamentarias, esta clase emparentada con la nobleza senatorial, que sehabía formado en las escuelas de gramática y retórica imperiales, había asimilado el canon de losautores antiqui, entre los que se hallaban Virgilio, Cicerón, Horacio, Séneca y otros llamados poetae�novi� por Servio (s. IV), tales como Persio y Juvenal. La lista de los autores que se leían en las

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escuelas se fue ampliando progresivamente hasta el siglo XIII, tal como recuerda Ernst Curtius (2),incluyendo en un determinado orden, a escritores paganos y cristianos. Cabe recordar que unpersonaje tan influyente en el monasticismo occidental como Juan Casiano, en su peregrinatio porOriente, a finales de la cuarta centuria, afirma haberse acompañado por la poesía virgiliana queconoció en su formación retórica, formación esperable para un hombre de su condición social yeconómica (3).

Ya en el siglo VI, particularmente en la primera mitad, la retórica entra, en Italia, en contactocon la vida política a través de la labor de Casiodoro, quien funda el Vivarium, en el que se consagraal estudio de la teología y de las ciencias profanas. Sin embargo no debe olvidarse que la enseñanzaque se impartía en las escuelas era de carácter compendiario, por lo tanto se trabajaba con unconjunto de preceptos estilísticos y un reservorio de figurae con las que se adornaban los discursos.El ornatus, según Quintiliano, VIII, 3, es la suprema aspiración de los que escriben y seguirásiéndolo hasta el siglo XVIII (4); por lo tanto la escuela conserva el arte de la retórica como un�legado de autoridad� del que se echa mano, sobre todo en lo que atañe a las figuras de expresión yde contenido, que reciben el nombre particular de topica (5).

Los tópicos son fórmulas temáticas que forman parte del llamado por Umberto Eco depósito detécnicas argumentales que el cuerpo social asimila, pues brindan soluciones codificadas yconfirmadas por el código del que se parte en la construcción del discurso (6). Es así que alcomienzo de la epístola I, 5, Gregorio se vale del denominado tópico de la �falsa modestia� (7) paraganarse la buena voluntad de su interlocutor, en este caso, la hermana del emperador Mauricio, conla que se había relacionado durante su permanencia en Bizancio. Esta fórmula, conocida másvulgarmente como captatio benevolentiae, es estimada por el mismo Cicerón en De inventione I, 16,22 (8) para su utilización en la apertura del discurso, ya que es conveniente que el orador se presentecon una actitud humilde y suplicante ante sus interlocutores. Así se inicia la epístola:

Mens mea vestrae venerationi quanta devotione substernitur, explere verbis nequeo, nectamen me prodere laboro (9),

Seguidamente Gregorio se lamenta ante su interlocutora por haber sido reducido a unacondición mundanal, utilizando para ello de formas verbales pasivas y medias a través de las cualesdeja traslucir su reducción forzosa o su meditativa reflexión, las cuales han sido objeto de lasconvergencias temporales y los avatares políticos que se desencadenaron en la península itálica antela invasión lombarda. Así se expresa el pontífice sobre el �exilio� de la continencia monacal,utilizando el recurso de la variatio, paralelismos sintácticos y otros valores semánticos insertos en elplano figurativo, tal como sucede en términos como color:

Miror autem, quod in me conlatas dudum continentias vestras ex hac moderna pastoralis officiicontinentia distraxistis, in qua sub colore episcopatus ad saeculum suum sum reductus, in qua tantisterrae curis inservio, quantis me in vita laica nequaquam deservisse reminiscor (10).

Este pasaje ejemplifica la estructura dicotómica que presenta la epístola ya que, sobre la basede antinomias topográficas que representan la necesidad obligada de exhibirse al mundo y el deseoreprimido de la inclusión monacal, Gregorio instala otra oposición basada en �el arriba y el abajo�,

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por la cual se siente excluido del goce que lo lleva a la divinidad, al tiempo que adviertedesplomarse interiormente:

Alta enim quietis meae gaudia perdidi et intus corruens ascendisse exterius videor (11).

Por medio de esta �geometrización� del espacio mental, el pontífice simboliza psicológica yfilosóficamente los territorios de su desgarramiento y hostilidad frente al mundo (12), característicode la angustia confesional del Tardoantiguo. Excluirse del �afuera� supone la elevación hacia ladivinidad y el abandono por parte del espíritu de todo aquello que, por medio de una gradación, estárepresentado a través de términos como mundum, carnem, fantasmata corporis.

En el cuerpo de la epístola, Gregorio hace uso de citas bíblicas conforme al contenidoexegético y pastoral de la misma; en este caso la intimidad de su palabra está en consonanacia con elsentido alegórico que aplica a los pasajes testamentarios; por ejemplo el tópico del �retornar a lacasa� que pertenece a Marcos 5, 19 es utilizado por el pontífice para interrogarse sobre laposibilidad de volver a la predicación, pues se siente imposibilitado de recogimiento (13). Unaimagen sálmica de interés, como es el motivo de la �rueda�, que se halla también en la concepciónestoica sobre el azar de la vida humana, es interpretada por Gregorio como una representación de lasvariabilidades de la vida humana y la vanidad de la gloria terrenal (14).

Siguiendo con lo que podría denominarse, una antropología de la imaginación segúnBachelard (15), nos referiremos brevemente a la epístola I, 41, en la cual Gregorio utiliza el motivode la �nave del Estado�, motivo literario tradicional cuyo origen se remonta a la lírica griega arcaica.En esta carta de abril del año 591, que tiene como destinatario al obispo Leandro, puedenreconocerse una serie de imágenes relacionadas con el gobierno de un barco en medio de losavatares de una tormenta. Esta imaginería se relaciona también con la épìca virgiliana, sobre todo sise tiene en cuenta cómo la tormenta con que se abre la Eneida, se constitutyó en un motivotransitado no sólo en lo literario, sino también en la plástica.

Gregorio inicia su epístola, la cual es una respuesta a una anterior enviada por el obispoespañol, conversor de Recaredo, rey de los visigodos, haciendo conocer a su remitente los avataresque debe sufrir en el cumplimiento de su labor pastoral y política:

Tantis quippe in hoc loco huius mundi quatior, ut vetustam ac putrescentem navem, quamregendam occulta Dei dispensatione suscepi, ad portum dirigere nullatenus possim (16).

Con metáforas que aluden a la posibilidad del naufragio, el pontífice demuestra con unaactitud de modestia, la dificultad del momento presente. Como puede advertirse, el remitentecombina diversas figuras retóricas a nivel de contenido y también de expresión, tales como laorganización anafórica de las frases y su estructura paralela en cuanto a la repetición del adverbiotemporal nunc:

Nunc ex adverso fluctus inruunt, nunc ex laterecumuli spumosi maris intumescunt, nunc a tergotempestas insequitur (17).

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Al igual que en la epístola I,5, Gregorio insiste en la turbación de su espíritu y en laobligación a la que fue sometido a la que alegoriza con la imagen del timón de la nave, la cual estáamenazada por la �sentina de los vicios�. El �yo� se lamenta por la pérdida de la quietud (18), aúncuando está respondiendo en una circunstancia bastante grata, ya que el bautismo de la cortevisigoda supone el control, para la causa de la iglesia católica, de otra de las zonas del antiguoImperio:

Interque haec omnia turbatus cogor modo in ipsa clavum adversitate dirigere, modo, curvatonavis latere, minas fluctuum ex obliquo declinare. Ingemisco, quia sentio, quod negligente mecrescit sentina vitiorum, et tempestate fortiter obviante iamnumque putridae naufragium tabulaesonant (19).

A partir de esta declaración de desasosiego, el interés del pontífice es la solicitud aldestinatario para que lo continúe acompañando en su labor política y misional, con lo cual se cierrael exordio plagado de tópicos comunes que Gregorio recrea en su circunstancia comunicativaparticular.

Hasta aquí el sucinto comentario de estas cartas, que no son las únicas en las que se puedeadvertir la presencia del aparato retórico heredado; tan sólo se trata de un acercamiento a las fuentesque permiten recrear circunstancias personales y sociales. El conocimiento de la lengua profundizadicho acercamiento con la intención de echar luz en la �mirilla� particular de la epistolografíagregoriana.

1) Salvatore Pricoco, �Le trasformazioni del monachesimo occidentale fra Tarda Antichità e AltoMedioevo� en Morfologie sociale e culturali in Europa fra Tarda Antichità e Alto Medioevo.Spoleto, 1998. T. Secondo, pp. 787-788.2) Ernst Curtius, Literatura europea y Edad Media latina. México, 2004. Tomo 1, III. �Literatura yenseñanza�, pp. 79-80.3) Agostino Pastorino, �I temi spirituali della vita monastica in Giovanni Casiano�. Civiltà Classicae Cristiana. Anno I, Nº 1, Aprile, 1980, pp. 125ss.4) Idem (2), IV. �Retórica�, p. 1105) El tradicional tratado de María Rosa Lida, La tradición clásica en España. Barcelona, 1975,�Perduración de la literatura antigua en Occidente�, p. 305, se define topica como el catálogohistórico del lugar común, entendiéndolo como una de las claves de la unidad cultural europea6) Umberto Eco, La estructura ausente. Introducción a la semiótica. Barcelona, 1989. 5 �El mensajepersuasivo: la retórica�, p. 171.7) Idem (2). V �Tópica�, pp. 127ss8) De inv. I, 16, 22: prece et obsecratione humili ac supplici utemur (�nos valdremos de ruegos ysúplicas humildes�).9) �Con cuánta devoción se somete mi mente a vuestra veneración, no soy capaz de llenar depalabras el pensamiento, y sin embargo no me ocupo en transmitirlo,�). Cabe aclarar que la fórmulasententias explero es de uso retórico y aparece en otro de los tratados retóricos de Cicerón, Orator168 con el valor de �dotar al pensamiento de una forma plena�.

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10) �Mw admiro no obstante, porque distrajisteis sobre mí vuestras continencias reunidas después deesta reciente moderación del oficio pastoral, en la cual bajo el aspecto del episcopado he sidoreducido al siglo, en la cual me pongo al servicio de tantas preocupaciones terrenales, cuantas norecuerdo haber servido de ningún modo en la vida laica.�11) �Pues perdí los elevados goces de mi quietud y me parece que he ascendido más exteriormentemientras me derrumbo en mi interior.�12) Gastón Bachelard: La poética del espacio. México, 2000. IX, pp. 185-18613) Sed quid inter tot terrenas curas valeat Dei miracula praedicare, cum iam mihi difficile sitsaltim recolere? (�¿Pero quién entre tantas preocupaciones terrenales tendría fuerzas para predicarlos milagros de Dios, cuando ya para mí es difícil ejercitar de nuevo el espíritu?�).14) Peccator ergo cum in praesenti vita profecerit, ut rota ponitur, quia in anterioribus corruens exposterioribus elevatur. (�En consecuencia, aunque el pecador haya crecido en la vida presente,cuando es puesto en la rueda, pues derrumbándose en anteriores circunstancias, es elevado en lasposteriores.�).15) Idem (11), pp. 188ss.16) �Por cierto soy sacudido en este lugar de este mundo por tantos oleajes, que a la vetusta ypútrida nave, que recibí por un secreto designio de Dios, no podría de ninguna manera dirigirla apuerto.�17) �Ahora por el lado contrario se precipitan las olas, ahora desde el costado los cúmulosespumosos del mar se elevan, ahora desde atrás sigue la tormenta.�18) Flens reminiscor, quod perdidi meae placidum litus quietis, et suspirando terram conspicio,quam tamen rerum ventis adversantibus tenere non possum. (�Llorando rememoro, que perdí laplaya tranquila de mi quietud, y suspirando percibo la tierra, la cual sin embargo no puedo tener porlos vientos adversos de las cosas.�).19) �Y perturbado entre todas estas cosas soy obligado, no sólo, a dirigir el timón en esta mismaadversidad, sino también con el costado curvado de la nave, a desviar las amenazas de los oleajespor un camino oblicuo. Gimo, porque siento, que negligentemente me crece la sentina de los vicios,y por la tempestad que se me opone muy fuertemente las tablas pútridas después de tanto tiempoanuncian el naufragio�

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�La tradición en el decretum de Burchard de Worms: Unalectura crítica�Andrea Vanina Neyra(becaria CONICET)

La tradición juega un papel fundamental en la transmisión del saber en tiempos medievales,pero una las hipótesis de nuestra investigación doctoral sobre las supersticiones en el Decretum delobispo Burchard de Worms (1) es que éste la utilizó para legitimar su obra -como era usual entre losautores de la época-, a la vez que introdujo elementos nuevos.

El tema ya había sido trabajado en otras oportunidades, pero con una lectura más lineal,vinculada con el análisis de las manifestaciones del propio Burchard al respecto. A partir de lalectura de nueva bibliografía se ha podido releer el documento desde una perspectiva mucho máscompleja y rica, lo que resultó en una reformulación y revisión de algunas ideas anteriormentemanifestadas.

Una polémica cruza la problemática: muchos historiadores creen encontrar solamente repeticióny copia en las obras medievales, mientras que otros afirman que, no obstante el uso de topoi y laredundancia en la información transmitida, podía quedar un espacio para algún tipo de innovación(introducción de tópicos nuevos o de nuevos sentidos). En efecto, Burchard constituye un claroejemplo de este último caso.

El Prólogo del Decretum �el primero que explicita una clara intención educativa- pone demanifiesto el método, las fuentes utilizadas y los objetivos del compilador: se trataba de guiar eltrabajo de los sacerdotes, que carecían de un texto único y ordenado al cual recurrir. Por otra parte,la queja acerca del desacuerdo y la confusión reinantes en los cánones y en los textos utilizados porlos sacerdotes era a menudo un topos en las colecciones canónicas que justificaba la necesidad de unnuevo texto.

Con respecto a las fuentes -de una variedad notable en cuanto a su origen-, el obispowormaciense declara haber simplemente agrupado reglas de la Patrística y de los cánones. Sinembargo, bajo una mirada detallada, queda claro que el respeto por la tradición que se afirmacumplir no tiene mucha relación con la realidad. Numerosos investigadores han aportado cuantiososejemplos de modificaciones textuales y de orden en la copia, omisiones, adiciones, cambios deinscripciones, gracias a los cuales se confirma que estos métodos estaban extendidos y hasta algúnpunto aceptados, si bien eran disimulados.

El uso arbitrario de las autoridades puede darse en diferentes niveles y en cualquiera de loselementos que conforman las colecciones canónicas sistemáticas que comenzaron a difundirse afines del siglo IX y de las que el Decretum es una clara muestra: en la inscriptio (atribución) de lacita a una u otra colección anterior, en la copia del texto en sí mismo con modificaciones, en lafragmentación del texto original, etc. En algunas oportunidades, las modificaciones no se debían al

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nuevo compilador, sino a aquél al que este recurría como autoridad. En el caso específico deBurchard de Worms, constatamos la presencia de causas no intencionales e intencionales en lasvariaciones. Las primeras tienen generalmente como motivo la dependencia de fuentesintermediarias, como Regino de Prüm, la Collectio Anselmo Dedicata y Rábano Mauro.

En relación con el segundo tipo de causas -las intencionales- las modificaciones se debenbásicamente a la valoración de las autoridades. A pesar de que la jerarquía de las mismas no es clarani fue explicitada, parece ser que el obispo optó por darle fuerza a su trabajo a partir de la atribuciónde los cánones a instancias jerárquicas antiguas o elevadas, como a concilios antiguos, a los Padres ya papas, evitando siempre explicitar el uso del derecho secular. Las Santas Escrituras parecen haberdisfrutado del lugar más elevado en la valoración de las autoridades, al menos en los tiempos quenos atañen. Greta Austin (2) afirma que esto se manifiesta de una manera particular en Burchard,cuyo interés teórico en la Biblia se ve reflejado en su escrito; así, parte de los principios generalespresentes en ella para guiar la solución de los tres problemas de las colecciones anteriores alDecretum identificados en el Prefacio, a saber: la falta de autoridad, la discordancia de los cánones yla falta de soluciones concretas para los problemas cotidianos.

Otras autoridades relevantes para Burchard fueron los Padres de la Iglesia, los Papas, losconcilios (que representaron un estimado referente autoritativo) y apenas tres penitenciales (elPenitencial Romano, el Penitencial de Teodoro y el Penitencial de Beda), si bien incorpora cánonesrecientes de concilios germánicos y francos y colecciones cercanas a su tiempo.

Ésta es una estrategia usada reiteradamente: cuando un canon proviene de una fuente de dudosao escasa autoridad -o del derecho secular- sencillamente se cambia la atribución y se le atribuye unaproveniencia de mayor prestigio. La prudencia también se da en cuanto a escritos de origen reciente;esta puede también ser la explicación del hecho de que Burchard no indique cuáles son sus fuentesintermediarias. Un caso paradigmático es el capítulo 5 del Liber XIX, generalmente caracterizadocomo inspirado en Regino. Cabe preguntarse sobre las razones por las cuales el obispo de Worms nopone ninguna inscriptio �tratándose de uno de los pocos casos en todo el Corrector (apenas tres entotal). Creemos que en parte se debe no sólo a la cercanía temporal de la obra de Regino, sinotambién al hecho de que el interrogatorio penitencial allí expuesto fue considerablemente ampliado yremodelado (3). Paul Fournier destaca la �originalidad� del libro XIX en el hecho de que procede delos otros libros del Decretum en cuanto a temáticas y orden de exposición (4).Entonces, el objetivo del proceder con los textos es la búsqueda de claridad en la exposición y elintento de evitar la conocida contradicción entre los cánones que, frecuentemente, eran reunidos enuna obra sin tener en cuenta que, en realidad, podían ser incompatibles. De acuerdo con WilfriedHartmann, �Burchard von Worms, der ein einheitliches Werk ohne innere Widersprüche herstellenwollte, hat der dissonantia und der discrepantia der Kanones dadurch abzuhelfen gesucht, daß er dieTexte veränderte und interpolierte.� (5) También se conseguía acomodar los textos a las necesidadescontemporáneas y, así, conferirles una mayor utilidad.

Burchard de Worms se mantuvo dentro de los parámetros aceptados por la élite intelectual en elMedioevo. Según Peter Landau, �� Burchards Aktivität kann nur quantitativ als ungewöhnlich großbezeichnet werden. Bereits Regino von Prüm hatte bei der Rezeption von Bischofskapitularien dieHerkunftsangabe stets verändert; Inskriptionsveränderungen waren auch in kleineren deutschen

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Sammlungen des 10. Jahrhundert häufig�� (6). En el Decretum, como así también específicamenteen el Corrector, pudimos verificar los métodos extendidos entre los escritores y colectores decolecciones canónicas. Este manejo ambiguo de la tradición, cuyas autoridades destacadas eranrespetadas, pero a la vez modificadas o falsificadas, se relacionaba íntimamente con los objetivos delos autores y compiladores. En el caso de Burchard, a través de estos métodos se lograron losobjetivos planteados en el Prólogo: darle forma a una colección con autoridad (si bien falseada), sincontradicciones y útil para los religiosos.1) Burchard de Worms fue obispo en dicha diócesis entre los años 1000 y 1025.2) AUSTIN, Greta. �Jurisprudence in the Service of Pastoral Care: The Decretum of Burchard ofWorms�, en: Speculum. A Journal of Medieval Studies. Juli 2004. Vol. 79, N° 3. The MedievalAcademy of America. Cambridge, Massachusetts, págs. 929-959 (EMMERSON, Richard K.(Editor)).3) Aunque algunos estudiosos opinan que Burchard tomó un penitencial que ya estaba encirculación, no logran definir cuál sería.4) FOURNIER, Paul. Mélanges de droit canonique. 1. Aalen, Scientia, 1983. (En dos volúmenes).5) HARTMANN, Wilfried. �Autoritäten im Kirchenrecht und Autorität des Kirchenrechts in derSalierzeit�, en: WEINFURTER, Stefan. Die Salier und das Reich. III. Gesellschaftlichen undideengeschichtlicher Wandel im Reich der Salier. Sigmaringen, Jan Thorbecke, 1991, pág. 431.6) LANDAU, Peter. �Gefälschtes Recht in den Rechtsammlungen bis Gratian�, en: Kanones undDekretalen. Beiträge zur Geschichte der Quellen des kanonischen Rechts. Goldbach, Keip Verlag,1997. Bibliotheca Eruditorum, 2, pág. 30.

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�Mutaciones prácticas y conceptuales en torno a ladefinición de la humanidad en el mundo griego�Julián Gallego(Investigador CONICET � UBA)

Nuestra línea de trabajo en torno a las mutaciones en el sentido práctico de la idea de hombre enla Grecia clásica parte de la propuesta conceptual que postula que el sentido situacional de una idearadica en la red de prácticas en la que dicha idea circula, y que la instituye como tal.

En esta sentido, una de las tesis más impresionantes del libro Pensar sin Estado de IgnacioLewkowicz (Paidós, 2004) es aquella que plantea una transformación en el sentido práctico de laidea de hombre. Si hoy en día no es la explotación sino la expulsión la que ocupa el lugarfundamental en las situaciones sociales, es porque, justamente, un a veces imperceptibledeslizamiento ha habilitado la posibilidad de unas prácticas sociales que nos abisman: �no todos losbiológicamente homo sapiens son socialmente hombres�. Los registros de este desplazamiento sondiversos.

Las naciones, otrora organizadas sobre la base de una ciudadanía declamada comouniversalmente aplicable a cada ser humano y garantizada legalmente por Estados soberanos,desdibujan sus fronteras, tanto literal como metafóricamente, ante el avance de espacios�integrados� por los mercados. La figura del consumidor emerge como base de estos espacios,delimitando un marco global, sí, pero al que no se accede mediante la aplicación de un derecho sinomediante la posesión de capital. Si en teoría la humanidad entera es potencialmente consumidora, esuna condición práctica mercantil la que habilita el acceso al consumo, condición tanto más aleatoriapor cuanto que depende del propio mercado. La ecuación, en definitiva, es la siguiente: se essocialmente hombre si se es consumidor, y se es consumidor si se accede al mercado. Quienesqueden excluidos no serán simplemente no consumidores sino que socialmente habrán caído fuerade la humanidad instituida.

Las cárceles, otrora al servicio de un Estado apoyado sobre la idea de ciudadanía y destinadas,por ende, a reconvertir al reo en un ciudadano útil, se han transformado en depósito de presos. Laexclusión de la humanidad instituida se consuma como expulsión que clausura la posibilidad dehumanización, según las pautas socialmente vigentes, de aquellos que, fuera de las cárceles, podríanaleatoriamente incluirse en el mercado mediante alguna forma de consumo, es decir, volversehumanos en tanto que consumidores.

Ciertamente, en abstracto parecería tratarse de una mera cuestión volitiva: quien se lo proponepuede incluirse. Pero, en realidad, la dinámica mercantil genera la exclusión/expulsión como unasituación que se reproduce, incluso de manera ampliada, y que potencia el �no-retorno� al mercado yal consumo. Que algún ejemplo muestre que alguien logró zafar de esta condición no desdice sinoque, en rigor, reafirma la capacidad de interpelación ideológica de la figura de la humanidadconsumidora. Así, el tránsito por las sinuosidades de la subjetividad instituida, esto es, el �tipo de ser

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humano que resulta de las prácticas discursivas propias de una situación�, no produce ningún puntode subjetivación, esto es, un plus, un algo más, que �permite criticar o desarticular o ir más allá odestotalizar ese tipo de humanidad específica que se ha instituido en esa situación�.

A partir de esto, el problema central tratado en esta investigación consiste en que con eldesarrollo del imperialismo ateniense y la Guerra del Peloponeso (así como las guerras por lahegemonía durante el siglo IV), tanto en las prácticas de esclavización como en sus representacionesculturales comienza a ponerse en ruptura el prejuicio que igualaba al esclavo con el bárbaro o el nogriego. En efecto, en la medida en que se empieza a establecer que no hay diferencias naturales entregriegos y bárbaros, la guerra entre griegos termina generando la esclavización de unos griegos porotros. Este proceso se liga al catastrófico derrumbe de las prácticas políticas de la pólis en tantomarco que había servido para la definición de la humanidad griega. Puesto que la esclavitudconstituyó la forma más radical de des-investidura de la humanidad que podía ser imaginada ypracticada en la Grecia antigua, cuando la esclavización comenzó a esparcirse sobre los propiosgriegos se transformó en el fenómeno más vívido en términos del nuevo sentido práctico que la ideade hombre había progresivamente adquirido. En efecto, en la red de prácticas en la que se inscribíala esclavitud, la deshumanización constituyó un reaseguro para la dominación. El problema apareciócon la extensión de este criterio sobre los propios griegos, con la consiguiente exclusión de quieneshabían estado incluidos en la idea práctica de humanidad griega. Así, los cambios verificados en elestatuto de la esclavitud remitían en última instancia a las alteraciones en la disposición práctica dela idea de hombre. Por otra parte, en el mismo contexto histórico de la pólis tardía, marcado por laesclavización de unos griegos por otros, la liberación de los mesenios, que habían estado dominadospor los espartanos, permite poner de relieve desde otra óptica las transformaciones ya aludidas en elsentido práctico de la idea de hombre: se trata en este caso de la inclusión de quienes previamentehabían sido excluidos. Así, los parámetros que asociaban al griego con la definición positiva de lahumanidad y al no griego, generalmente el bárbaro, con la esclavitud y la deshumanización,perderían su razón de ser práctica puesto que desde mediados del siglo V a.C., las prácticasidentificatorias de la helenidad se vieron sometidas a mutaciones que introdujeron nuevos elementosen la percepción y la definición de la humanidad.

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�El control de los espacios sociales en la antigüedadtardía. Cromacio de Aquileya, `hombre de Iglesia en lafrontera ilírica�Esteban Noce(Becario CONICET)

La presente comunicación tiene por objetivo indicar los avances efectuados en nuestrainvestigación, centrada en la figura y la obra de Cromacio de Aquileya. Comenzaremos por exponerlos aportes derivados del trabajo prosopográfico para, luego, señalar los resultados de nuestrosprimeros abordajes del corpus cromaciano, específicamente de sus Comentarios al Evangelio deMateo.

El trabajo prosopográfico �realizado en base a la Prosopographie Chrétienne du Bas-Empire(1) - nos ha permitido avanzar en el conocimiento de la biografía de Cromacio a la vez que elaboraruna primera reconstrucción de la red eclesiástica en la que se halla inserto. Presumiblemente oriundode la misma Aquileya, Lamarié (2) sitúa su nacimiento en la segunda mitad de la década del treintadel siglo IV. Hacia 369-370 ya había sido ordenado sacerdote (3). Por entonces, formaba parte deuna comunidad ascética establecida en la ciudad. En 381, participaría activamente en el Concilio deAquileya que, con las condenas de Paladio y Secundiano, pretendía poner fin al peligro arriano en laparte occidental del Imperio. Hacia el 388, recibiría la consagración episcopal de manos deAmbrosio de Milán. Sin duda debemos entender su ascenso al episcopado en el marco de la reacciónde los �hombres de Iglesia� ante las intromisiones del poder imperial y el avance del arrianismo enel norte de la península itálica. En efecto, como afirma Zurutuza, en el transcurso del siglo IV�observamos la configuración de una frontera virtual como línea de resistencia antiarriana,antioriental e incluso anticonstantinopolitana� que, a partir del episcopado milanés de Ambrosio(374-397), implementaría nuevos dispositivos de selección y formación de cuadros eclesiásticos,privilegiando le elección de sujetos de extracción local, �que se manifestaban más confiables yrespetuosos de la ortodoxia� (4). En este contexto deben entenderse, entre otras, las designaciones deEusebio para la asunción del obispado de Concordia, de Flavio Latino en Brescia, de Juliano enParenzo y, por supuesto, de Cromacio en Aquileya.

La poca atención que ha merecido la figura de éste último entre los historiadores, aspecto queabordaremos más adelante, no se condice con la dimensión de su persona y la importancia de suepiscopado. En efecto, durante su obispado, que se prolongaría hasta su muerte a finales del 407 ocomienzos del 408, aparece vinculado a personajes de inmensa relevancia. Además del ya aludidovínculo que lo une a Ambrosio, Cromacio mantiene sólidos contactos con Jerónimo, Rufino y JuanCrisóstomo. Efectivamente, además de actuar como intermediario en el conflicto que mantendríanJerónimo y Rufino hacia fines del siglo IV, lo vemos animando a Jerónimo a proseguir su labor detraductor y comentarista. Similar influjo ejerció sobre Rufino quien, según su propio testimonio,

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recibió del obispo de Aquileya el estímulo necesario para dedicarse a la traducción y continuación dela Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea.

Pero quizá la importancia de Cromacio en la red episcopal de fines del siglo IV y comienzosdel V no se vea tan claramente en ninguna otra circunstancia como en el hecho de haber sido uno delos tres obispos occidentales a los que Juan Crisóstomo se dirigiría, tras su expulsión de la sede deConstantinopla en el 404, a fin de exponerles su situación y reclamarles su intervención ante elemperador Honorio. La importancia de la figura de Cromacio se descubre al recordar quiénes eranlos otros obispos involucrados en la mediación: el papa Inocencio I de Roma y Venerio de Milán, sinduda representantes de las dos sedes occidentales de mayor relevancia.

Sintetizando lo dicho hasta aquí, es claro que Cromacio actúa en el marco de dos grandesencrucijadas: una espacial, pues Aquileya, situada en la inmediatez de la frontera Ilírica, constituyeun puesto fronterizo entre el mundo Occidental y el Oriental; la otra temporal, ya que su tiempomarca el límite entre dos épocas, el fin del siglo IV y el comienzo del V, que traerá a Occidente lapenetración sistemática de los pueblos bárbaros, circunstancia que en repetidas ocasiones, obligará aCromacio y su grey a refugiarse en el vecino puerto de Grado. Tal circunstancia hará de él unmediador entre el mundo romano en mutación y el mundo cristiano en construcción y, sin duda, estehecho, su carácter de �hombre de Iglesia� que opera sobre una realidad en transformación intentandoorientar dicho cambio hacia la consolidación y defensa de un espacio cristiano y niceno, no puededejar de reflejarse en su obra.

Y efectivamente, debemos decir que ha bastado una aproximación elemental al corpuscromaciano, compuesto por 45 sermones y 61 tratados sobre el evangelio de Mateo, para verificarlos supuestos que nos llevaron a hacer del obispo de Aquileya el objeto de nuestra investigación: suobra, específicamente los Comentarios al Evangelio de Mateo, son una clara respuesta al contextoque afecta su vida y la de su ciudad en las últimas décadas del siglo IV y las primeras del V.

La desarticulación de la herejía y la condena de sus portavoces, quienes �se hallan fuera de labarca en la que el Señor cruzó el mar con sus discípulos, porque todos éstos no son dignos de estaren la Iglesia de Cristo� (5) (Tr. 41, 3), constituye una preocupación principal de Cromacio. Comopodría esperarse, el arrianismo se erige, cuantitativa y cualitativamente, como blanco principal desus invectivas. Unas veces, de modo literal, como en su interpretación del célebre pasaje de Mateo 7,15-16 referido a los falsos profetas, �lobos con piel de oveja�: �vestido de oveja vino Arrio,predicando a Cristo Señor, pero por dentro se vio que era un lobo, pues dijo que el creador de todoera criatura; y también éste devastó, como lobo rapaz, la grey de Cristo por muchas iglesias deOriente. Y sus discípulos intentan hoy engañar y seducir a las ovejas de Dios en varias iglesias� (Tr.35, 4). En otros tratados, aún sin mencionar a Arrio, es claro que su doctrina constituye el objeto desus disquisiciones. Tal es el caso de las múltiples referencias a los �dos nacimientos de Cristo�, elcorporal y el divino: �nace de una virgen el que ya antes existía, nacido del Padre: es creado en elseno según la carne quien antes había creado los ángeles y todas las cosas; se ve hombre al que esDios; se contempla en un bebé al que es Señor de la gloria; aparece pequeño en el cuerpo quien essublime en majestad; y es llevado por las manos maternas el que lleva todo el mundo y el tiempo�(Tr. 2, 6).

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Siendo la principal, el arrianismo no es, sin embargo, la única herejía que merece la atenciónde Cromacio. El relato evangélico del regreso de Jesús y sus padres a la tierra de Israel tras la muertede Herodes le permite �entendiendo el término latino anima como alma- defender la asunción decuerpo y alma por parte de Jesús. En efecto, destaca que �esto lo decimos porque algunos en sunecia predicación se han atrevido a afirmar que el Hijo unigénito de Dios asumió nada más que elcuerpo� (Tr. 7, 1), en clara referencia a Apolinar de Laodicea y su doctrina, el apolinarismo, quedefinía a Cristo como �Dios encarnado�.

También Sabelio y Fotino son caracterizados como �lobos con piel de oveja�. El primero,debido a que �reduce a una unión la unidad del Padre y del Hijo, afirmando que para él el mismoPadre es el Hijo, porque confiesa con mente sacrílega que el mismo Padre comenzó a ser el Hijo alnacer de una virgen� (Tr. 35, 4); el segundo, porque �afirmó que Cristo, Señor y Salvador nuestro,era solamente un hombre� (Tr. 35, 3-4).

Pero si, como testimonian estas referencias, la lucha contra la herejía en defensa de la fenicena es para Cromacio un objetivo de primer orden, dirige también múltiples diatribas contra eljudaísmo y los gentiles, como al indicar que �se llaman también lobos los judíos y los gentiles quepersiguen a la Iglesia�, para luego señalar que �es mejor la condición de los judíos y gentiles que lade los herejes. Pues aquellos, si creen en Cristo, de lobos se convierten en ovejas. Los herejes, por elcontrario, de ovejas se hicieron lobos, pues pasaron de la fe a la incredulidad� y �con el ingenio de laastucia diabólica, al modo de las arañas, extienden como una red su doctrina fraudulenta paraengañar con una trampa traidora a los hombres vacilantes y de espíritu mudable� (Tr. 35, 5).

Pese al inevitable interés que despierta una figura como la de Cromacio de Aquileya, tantopor el contexto histórico en que se desarrolla su acción pastoral como por su producción literaria, elabordaje de su figura y de su obra reconoce escasos antecedentes. Pero si resulta llamativa la pocaatención que Cromacio ha merecido, más sorprendente aún es el hecho de que dichos estudiosasumen, en su gran mayoría, un carácter netamente doctrinal y litúrgico. En efecto, la literaturacromaciana permanece prácticamente intacta en lo que a lecturas en clave política y social respecta,aún cuando, como vimos, no sólo la vida y obra de Cromacio se desarrollan en un período y en unespacio de fuertes controversias políticas y doctrinales sino que la propia acción episcopal deCromacio, como evidencian sus Comentarios, está claramente orientada hacia el fortalecimiento ypervivencia del espacio cristiano-niceno aquileiense.

En conclusión, creemos que nuestras primeras aproximaciones a Cromacio de Aquileya sinduda confirman la necesidad de abordar la obra del obispo aquileiense desde una perspectiva socio-política y de redimensionar la figura de un obispo cuya importancia en los procesos de mutación delnorte de la península itálica de mundo romano a mundo cristiano durante las últimas décadas delsiglo IV y las primeras del V pareciera ser mucho mayor que el que hasta hoy le ha reservado lahistoriografía

1) Prosopographie Chrétienne du Bas-Empire, 2 Italie I-II, Rome, Ecole Francaise de Rome, 2000.En adelante P.C.B.E., 2, I-II.

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2) En CROMACE D´AQUILÉE, Sermons, introducción, texto crítico y notas de Lemarié, J.,traducción de Tardif, H., (Sources Chrétiennes, 154), París, p. 45, nota 1.3) Las siguientes referencias biográficas a Cromacio de Aquileya fueron tomadas de Chromativs,episcopus Aquileiensis, en P.C.B.E., 2, I, pp. 432-436.4) ZURUTUZA, H., �Fronteras étnicas e identidades religiosas en los `Hombres de Iglesia´ de laItalia del Norte durante el siglo IV�, en MARCO SIMÓN, F., PINA POLO, F., REMESALRODRÍGUEZ, J., (eds.), Vivir en tierra extraña: emigración e integración cultural en el mundoAntiguo, Actas de la reunión realizada en Zaragoza los días 2 y 3 de junio de 2003, Barcelona,Instrumenta, 2004.5) Todas las citas del Comentario al Evangelio de Mateo fueron tomadas de la edición de CiudadNueva, introducción, traducción y notas de José Granados y Javier Nieva, Madrid, 2002.

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�Los judíos a través de la mirilla de Gregorio MagnoRodrigo Laham Cohen(Tesista UBA)

En el marco del seminario anual de tesis Poder y jurisdicción en Italia en la Antigüedad Tardíay el Alto Medioevo (Siglos VI a IX), dictado por los doctores Hugo Zurutuza y Horacio Botalla, hasido iniciada una investigación tendiente a indagar en torno a la figura de Gregorio Magno, obispode Roma entre los años 590 y 604, en lo tocante a sus relaciones con las comunidades judías itálicas.El objetivo central de la investigación abarca diversos puntos, entre los cuales resaltan dos ejescentrales:

En primer lugar se persigue el estudio de la actitud ante la alteridad, vista esta desde uno de loscentros de poder eclesiásticos más importantes de la época, con la subsiguiente comparaciónrespecto a actitudes previas y posteriores.

En segundo termino, imbricado plenamente con lo anterior, se busca la delimitación de lascaracterísticas de las comunidades judías itálicas de fines del siglo VI y principios del VII, haciendoespecial hincapié en sus rasgos sociales y económicos. Adelantemos aquí que no nos encontramoscon una aglomeración monolítica. De lo investigado se deduce la inexistencia de una fisonomíaúnica del �judío� del siglo VI. Como se verá a lo largo de esta breve exposición, el judaísmo itálicode la época estudiada presenta un arco de variables que impiden una definición rígida. Lo social, lopolítico, lo geográfico e, incluso, lo demográfico, representan factores que, aglutinados de diversosmodos, funcionan a modo de prisma, dividiendo al judaísmo como abstracción en una gama deindividuos muy diferentes entre si.

El cuerpo heurístico principal sobre el que se centra el proyecto esta constituido por veinticuatroepístolas enviadas por el mentado obispo a diversos sujetos. Las cartas que hemos rastreado, sobreun total de ochocientas sesenta y seis que han llegado hasta nosotros, son aquellas que � por algúnmotivo � hacen referencia a individuos y comunidades judías.

Ahora bien, el manejo del Regestum debe ser realizado teniendo en cuenta ciertos aspectos querelativizan el peso o la intencionalidad de un mensaje. No solo se ha demostrado que Gregoriomodifica las características tipológicas en relación a su receptor, sino que la persecución de unmismo objetivo puede decantar en dos mensajes en apariencia contradictorios.

Tómese como ejemplo el siguiente caso que nos suministra Clelia Martínez Maza. Hacia el 22de Junio de 601 Gregorio envía una carta al rey britano Edelbert, en la cual lo insta, en el marco delproceso de evangelización comenzado desde Roma, a destruir los santuarios paganos. Escasos díasmás tarde � a principios de julio � el obispo de Roma envía una epístola a su representante en la isla,el Abad Melito, en la cual recomienda una conversión menos traumática, recurriendo � inclusive � ala reutilización de lugares de culto paganos con el objetivo de acelerar el proceso de conversión¿Cambio espontáneo de estrategia en base a nueva información? Ello seria imposible, dado que los

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documentos están demasiado cerca temporalmente como para que, en el ínterin, existiera algúnsuceso que ameritara un cambio tan repentino en la política evangelizadora.

La supuesta contradicción que solo pareciera resolverse mediante una explicación que versesobre algún tipo de irracionalidad en Gregorio, se soluciona al interrelacionar las cartas con losindividuos a las cuales estas son enviadas. Al rey de Kent � cuyas posibilidades de acción sonevidentemente grandes � se le hace una demanda fuerte, sabiendo que � además � es necesariosobredimensionar las exigencias a la hora de conseguir objetivos. Respecto a Melito, los pedidos deGregorio no tienen motivación alguna para ser sobredimensionados, y la política que se aconseja seajusta más a las posibilidades efectivas de generar cambios por parte del enviado. Como puedeverse, la estrategia evangelizadora es coherente con dos tácticas diferentes, aplicadas a individuos dedistinta función.

Por lo tanto, no solo se ha de trabajar sobre el contenido de la epístola sino también sobre sudestinatario. En tal sentido, la prosopografía se revela como una herramienta clave.

Ahora bien, previo a la indagación profunda de las fuentes recién mentadas y con el fin de partirde una base sólida, se ha llevado a cabo un trabajo de sondeo en publicaciones disponibles en elinstituto, así como también en textos ajenos a este. Las colecciones de Athenaeum, Studia Histórica,Studi Romani, Aufsteig und Niedergang der romischen Welt han sido relevadas con éxito,obteniéndose gran cantidad de material orientador. Del mismo modo, publicaciones ajenas a lainstitución han sido acercadas por los doctores Zurutuza y Botalla, lo que ha generado un esbozogeneral del objeto de estudio, permitiendo un acercamiento a este y preparando el camino para elnúcleo central de la investigación

Lo primero que se observa, entre los textos revisados, es la ausencia de fuentes en lo que hace alcarácter de las comunidades judías contemporáneas a Gregorio. No obstante ello, autores comoSofia Boesch Gajano y Stefano Gasparri llegan a sostener, a partir de primigenias pesquisas sobrealgunas epístolas gregorianas, una dicotomía entre judíos urbanos � con mayores cuotas de poder yprivilegios � y judíos rústicos, frente a los cuales el obispo de Roma muestra menor grado deindulgencia. Véase como la posición en la estructura productiva juega un papel determinante a lahora de definir al judío. Ello nos remite a lo adelantado al principio del trabajo: la multiplicidad deactores sociales que se esconden tras lo que en forma simplificadora denominamos judaísmo.

A pesar de tales planteos, es necesario decir que la fuente sigue siendo el regestum,careciéndose de otro tipo de materiales escritos y contándose con apenas algunos rastros encementerios aledaños a Roma, los cuales, no obstante, son datados en fechas previas.

Ante tal ausencia de fuentes directas, se realizará una operación historiográfica que, si bienentraña riesgos, puede derivar en resultados sugestivos, siempre y cuando se trabaje con cautela. Taloperación consta de un corrimiento, tanto temporal como espacial, en busca de indicios que ayudena completar el rompecabezas de la judería itálica entre los siglos VI y VII.

En torno al eje temporal, se ha realizado una pesquisa sobre la situación de la judería itálica enperiodos previos. La conclusión primigenia a la cual se ha arribado es, por una parte, la existencia de

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una situación de relativa tolerancia a lo largo de los siglos, jalonada por instantes de clara hostilidad,la mayoría de ellos relacionados con ecos de la situación política en Palestina. Huelga decir, sinembargo, que la existencia de tal tolerancia estatal contrasta con la visión hostil del judaísmo enautores clásicos como Cicerón, Tácito, Ovidio, juvenal, Marcial, etc. Autores en los que se puedeleer, por ejemplo, repetidas parodias en torno al día de descanso, la mayoría de ellas realizadas sinconocimiento profundo de la situación. En relación a la fisonomía de las comunidades en épocaimperial y tardoantigua, las pruebas, si bien distan de ser concluyentes, aportan un mayor caudal deinformación. Si se toma como ejemplo el caso de Cicerón, en lo que hace a los rasgos sociales de losjudíos de su época, se ve como nomina a estos con la categoría Infima Plebs. No obstante, ello debeser analizado con sumo cuidado, dado que Cicerón hace tal análisis en Pro Flacco, texto realizadoen el marco de una pugna judicial en defensa de un individuo cercano a él, acusado porpersonalidades judías. Por lo tanto, tal categorización podría ser una simple figura retórica.

Ahora bien, no es este el lugar para comentar in extenso las características que destilan losautores clásicos respecto a los judíos. Baste el ejemplo como una muestra de la metodología, en elintento de llenar el hueco que presentan las fuentes respecto al judaísmo del siglo VI. Reiteramos, taloperación debe ser llevada a cabo con sumo cuidado. Es evidente que Gregorio interactuará concomunidades muy distintas a las de Cicerón e, incluso, distintas a las de hombres más tardíos comoser Agustín. La cuestión es armarse de modelos que puedan ser cotejados con otro tipo de pruebas.

Dentro del mismo eje temporal, el seguimiento del Código Teodosiano así como también del deJustiniano, representa un punto clave, a partir del cual se puede sostener que, desde el siglo IV, lascomunidades judías viven bajo un régimen jurídico que las subordina. Subordinación, claro esta, nolibre de ambigüedades, dado que el mismo código que coacciona es el que, a su vez, establece laexención de asistencia a un tribunal los sábados. El mismo código que prohíbe la construcción denuevas sinagogas, considera a las existentes como lugares de culto inviolables. Ambigüedades que, asu vez, operan por fuera de las prescripciones del código. Más allá del debate acerca de laimplementación efectiva de las leyes en la antigüedad, lo cierto es que las situaciones regionales, asícomo también el peso social de los judíos implicados, afectan claramente a la aplicación del corpusjurídico.

Tales indeterminaciones operan en todos los niveles. El mismo Gregorio parece contradecirsecuando, por una parte, felicita a Recaredo, rey visigodo, por no ceder a la tentación de una ofertamonetaria por parte de los judíos hispánicos para que aboliese una legislación contraria a ellos;mientras que, por otro lado, insta a los cristianos a no molestar a los feligreses en la sinagoga dePalermo.

Ambigüedades y resquicios de no-hostilidad a los que las herejías no parecen tener acceso. Eljudaísmo, por momentos, parece presentarse como una heterodoxia integrada. ¿Será a causa de loque Ginzburg llama el vínculo fatal entre cristianos y judíos, entre viejo y nuevo testamento? Máspreguntas que se intentarán responder a lo largo de la investigación.

Volviendo al núcleo central de la investigación � la indagación en torno al regestum � esnecesario hacer notar la complementariedad de dicho análisis con el trabajo sobre los ejes temporal yespacial, recientemente mencionado. De esta forma, podremos esbozar una hipótesis respecto a la

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configuración de las comunidades judías itálicas de finales del siglo VI y principios del VII. Segúnlo investigado hasta el momento, la clave del trabajo radicará en la capacidad de distinguir lasdiferentes actitudes del obispo en relación a diferentes tipos de judíos. La actuación del pontífice noserá la misma frente a un rico comerciante judío de la ciudad de Roma que ante un lejano judíosiciliano de bajos recursos. Tampoco tomará las mismas acciones en torno a una comunidadinstalada en zonas cercanas al dominio longobardo � zonas, por ende, inestables � que frente ajudíos en una situación geográfica libre de peligros políticos. De la misma forma, las reacciones quesuscitará una comunidad de cientos de personas no serán las mismas que aquellas que generaránagrupaciones menores.Por ende, los factores sociales, económicos, políticos, geográficos y demográficos, se entrecruzan yconforman un haz de relaciones que dibujan un panorama rico en matices. Gregorio no se enfrenta al�judaísmo�. Se enfrenta a judíos que, además de su condición religiosa, viven en zonas diferentes yocupan variadas posiciones en la estructura productiva. No hay un judío, tampoco una mismaactitud ante estos. La sutileza del investigador deberá operar, con suma delicadeza, sobre la sutilezadel obispo de Roma.

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�Igualdad jurídico-política y diferenciación social entre losciudadanos de la democracia ateniense del siglo V a.c.�Diego Paiaro(Becario CONICET)

A diferencia de lo que ocurre en las sociedades estructuradas a partir del modo de produccióncapitalista, las formaciones sociales precapitalistas suelen organizar la producción y la extracción deexcedentes a partir de diversos modos de coacción extraeconómica (política, legal, militar, espiritual,etc.) que permiten garantizar la explotación de los productores directos. En este sentido, la coexistenciade igualdad política y desigualdad social entre los ciudadanos de la democracia ateniense del siglo Vno puede tomarse como un dato dado; constituye un problema histórico y teórico que amerita unaexplicación específica. De este modo, el problema principal de nuestra investigación consiste enindagar lo que ha sido denominado como la �paradoja� de la democracia ateniense, según la cual lavigencia de una profunda igualdad jurídico-política, hasta grados previamente no conocidos por otrassociedades antiguas, fue un hecho simultáneo a la presencia de desigualdad en el acceso a los cursoseconómicos (fundamentalmente agrícolas) entre los miembros del cuerpo de ciudadanos y al uso demétodos coactivos de extracción de excedentes sobre la parte de los productores directos nociudadanos, esto es, los esclavos. En relación con marco espacio-temporal, la elección del siglo Vobedece a que es durante dicho período cuando se producen los acontecimientos que jalonan eldesarrollo de la igualdad democrática ateniense. Hacia el 508/7, las reformas de Clístenes sientan lasbases del estado sobre el principio de la isonomía (igualdad de los ciudadanos en la participaciónpolítica). Desde 462/1 y hasta 404 con la derrota ateniense en la Guerra del Peloponeso y el golpeoligárquico subsiguiente, las reformas de Efialtes resignifican los principios igualitarios habilitando eldesarrollo de la así llamada �democracia radical� (demokratía eskháte), momento en que la igualdadpolítica y la participación popular en las instituciones de la -polis encuentran su mayor desarrollo.

Si bien nos centraremos en el caso ateniense, reconocemos que ciertas cuestiones resultaráncomunes a todo el mundo griego y a la antigüedad clásica en general. En relación a ello, creemos quela investigación nos permitirá establecer algunas líneas interpretativas que exceden el marco geográficoy temporal de nuestro análisis. En definitiva, creemos que a través del análisis histórico-particular esposible abordar un problema teórico-general. Partimos de la hipótesis inicial de que la igualdad y laparticipación políticas tuvieron efectos concretos en la diferenciación social al interior del cuerpo deciudadanos. En función de esto se sostendrá que: a) las desigualdades económicas derivadas de unacceso no equitativo a la propiedad de la tierra no resultaron determinantes para la inserción con plenosderechos políticos de los distintos sectores del cuerpo cívico; b) la participación de los grupossubalternos de la ciudadanía se dio en términos reales y no meramente formales, en un marco en el quela lucha política abierta quedó restringida únicamente al estamento de los ciudadanos; c) estaintegración de ricos y pobres en un mismo plano institucional determinó la lógica y la dinámica de lapolis ateniense durante el siglo V, impidiendo la caída en dependencia de los ciudadanos pobresrespecto de los terratenientes e incidiendo en ciertas circunstancias en la distribución o asignación delos recursos económicos �como aquellos derivados del imperio (metálico, tierras expropiadas a

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ciudades sojuzgadas, etc.)� que permitieron reproducir la pequeña propiedad agrícola; d) esto últimofue posible porque lo característico de la polis ateniense era la no explotación de los pobladores ruralesa través de rentas, impuestos u otras formas características de sociedades agrarias precapitalistas.

A pesar de que el proyecto tiene su punto de partida en una indagación teórica y persiga suresolución, no por ello se procederá de un modo abstracto general. Nuestra propuesta será un recorridode ida y vuelta entre las interpretaciones heredadas, el estudio de lo concreto y la formalización teórica.En este sentido, el análisis crítico de la bibliografía existente sobre los diferentes problemas será unaherramienta metodológica fundamental.

Algunos aspectos teóricos serán objeto de especial atención. En primer lugar, se buscará estableceruna caracterización correcta para los labradores áticos quienes fueron considerados o bien granjeros(farmers), que buscaban la maximización del beneficio y que en algunos casos utilizaban esclavos queles permitían participar de la vida de la polis, o bien campesinos no sujetos a extracciones ni tributos,que si bien no poseían esclavos, al no pagar cargas, podían participar en política, y cuyo objetivoprimordial consistía en minimizar los riesgos de hambre. En este punto será de especial interéscontrastar el caso de los georgoi áticos con la definición clásica del campesino que propone como unode sus elementos principales su subordinación respecto de poderosos agentes externos a la comunidad(los terratenientes, la ciudad, el Estado, etc.).En segundo lugar, se abordará el problema de cómo caracterizar a Atenas en tanto unidad política ysocial. Tomando en cuenta la herencia interpretativa y los debates más recientes, postularemos que,desde nuestra perspectiva, el término polis permite por un lado, abordar de manera específica larelación existente en Atenas entre asignación de recursos e igualdad política y, por otro lado, dar cuentade la política como formando parte de las relaciones de producción. A nuestro entender, la polis secaracterizaría no por un dominio de la ciudad sobre el espacio rural sino por, en palabras de Marx, la�ruralización de la ciudad� y por el autogobierno de los ciudadanos-soldados-campesinos que evita eldesarrollo tanto de una burocracia estatal como de la imposición de tributos directos sobre la propiedadagrícola así como también la existencia de una milicia de ciudadanos hoplitas como columna vertebralde la fuerza militar inhibe la existencia de un ejército permanente separado de la �sociedad civil�. Alcumplir con estas características, pensamos que la Atenas del siglo V forma parte de un modo deorganización social específico del mundo antiguo clásico: la ciudad-estado.Finalmente, y vinculado a lo anterior, se encuentra el problema de cómo entender a la�superestructura� política a partir de determinados aportes teóricos que permiten pensar lo políticocomo algo más que un mero reflejo de la estructura económica ya que dicha �instancia� actuabaregulando, a través del derecho de ciudadanía, el acceso al principal medio de producción: la tierracultivable. En este punto los debates en torno a como deben ser estudiados los modos de producciónprecapitalistas serán de nuestro especial interés; mas específicamente, a la importancia que debieraasignársele (o no) a la organización política, al aparato jurídico, a la ideología, etc., esto es, a loselementos �superestructurales�, al momento de considerar las formaciones sociales previas alcapitalismo. Se indagará la posibilidad de presentar una excepcionalidad histórica puesto que, si bientodo modo de producción precapitalista esta basado en una(s) coacción(es) extraeconómica(s) queasegura(n) la apropiación del excedente, en la Atenas del siglo V, por lo menos al interior del cuerpo deciudadanos, no se dio una diferenciación jurídico-política que posibilitara dicha coacción y que asegurela explotación entre ciudadanos de un modo estable.

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�La ciudad antigua y la economía�Carlos García Mac Gaw(Investigador UBA)

Para los historiadores del mundo antiguo clásico la ciudad resulta un aspecto central en susanálisis. Este es un viejo tema que ha sido profusamente tratado. Comenzando por Fustel deCoulanges, siguiendo luego por Weber, y finalmente desde hace unos años, colocándose como unaspecto central en las discusiones alrededor de la economía en el mundo antiguo �especialmente apartir de la aparición de La economía de la antigüedad, de M.Finley (1). Se retoma estaproblemática con el objeto de discutir la pertinencia de incluirla como un aspecto central en lacaracterizaciòn de las sociedades griega y romana, en particular en relación con los aspectoseconómicos, es decir con los factores estructurales que las determinan.

Se analiza primeramente el trabajo pionero de Fustel, La ciudad antigua, asì como el estudioque realiza Weber en Economía y Sociedad sobre la ciudad (2). El énfasis puesto por Weber endestacar algunas de las particularidades de las ciudades antiguas sirve como fundamento a la idea deFinley de poder construir un �tipo� de ciudad, en contraposición a otros períodos históricos(3).Finley, asume la voluntad weberiana de acercarse al conocimiento a través de una metodologíacomparativa, en donde la construcción de un �tipo� ideal sirva como contraste para el estudio decaso. Del texto weberiano se saca la conclusión de que no existe �una� ciudad antigua, sino que elautor señala características particulares de algunas de ellas, así como de períodos distintos quecaracterizan sus desarrollos históricos. De esta forma se puede incluso elaborar una tipología de lasciudades antiguas según la dominación de las elites, de la plebe, del imperio, etc. Sin embargodebemos convenir en que en Weber existe la voluntad de construcción de un tipo ideal en funcióndel análisis del surgimiento de la sociedad capitalista. Finley argumenta que parte del interés de laobra de Weber sobre la ciudad antigua se desplaza del interés sobre sí misma, y se plantea elinterrogante de por qué esta ciudad no fue el paso inicial para los comienzos de una economíacapitalista cuando entendía que estaban presentes algunos de sus componentes (4).

Se analiza a continuación la relación existente entre la problemática de la ciudad consumidora ylas dos grandes teorías económicas desarrolladas a partir de los estudios de la economía de laantigüedad: substantivistas y formalistas, y especialmente su expresión materializada en lascorrientes primitivista y modernista. Conviene preguntarnos si es posible realizar un acercamientopuramente económico sobre la ciudad antigua. Tal vez este presupuesto sea el que impida lograr unenfoque que sea capaz de superar las diferentes perspectivas del problema. Si concentramos nuestraatención en los factores económicos, y en la ciudad como factor económico tendremos que conveniren la necesidad de aceptar diferentes tipos de ciudades antiguas. Es decir que buena parte de lasdiferencias sobre esto parten del análisis de la función económica de la ciudad antigua, entendiendocomo función económica como el lugar estructural que ocupa la ciudad en el marco de la circulaciónde bienes, especialmente como mercado y/o espacio de recolección de tributos.

A partir de los elementos de análisis provistos por ciertos textos, resulta evidente que cuandohablamos de �la� ciudad antigua, hablamos de diferentes tipos de ciudades y, también, de ángulos y

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matices diferentes que se nos presentan de forma distintiva en la medida en que interrogamos a larealidad histórica desde una u otra perspectiva. En el caso griego se han presentado por lo menostres tipos de realidades alternativas (lo que no impide una coexistencia de las mismas). Un tipo depolis dominante, de acuerdo con la evidencia resultante de los aportes arqueológicos, que es detamaño pequeño o mediana y se puede definir especialmente como un lugar de residencia degranjeros que trabajaban la s tierras del entorno rural. Estos granjeros son ciudadanos que cumplenfunciones políticas en tal espacio y que además se deberían caracterizar especialmente comoproductores autosuficientes. Un segundo modelo, mucho menos difundido, que encaja en ladefinición de ciudad consumidora de Sombart, que es un lugar en donde reside una claseterrateniente que vive a expensas de la renta apropiada sobre los productores campesinosdependientes que habitan el espacio rural, como es esencialmente el ejemplo de Esparta. Un tercertipo de ciudad en la cual se desarrollan con mayor profundidad los factores comerciales, y quepodríamos definir como una mega-polis. Sobre el caso de la sociedad romana se pueden observarsimilares diferencias en lo que respecta al papel económico de diferentes ciudades en su relación conel entorno rural circundante (5).

La cuestión fundamental sería cómo concebir a la vez la diferencia que existe entre laseconomías de las ciudades y la idea de una política uniforme marcada por doquier por los dos temascentrales de la ciudad consumidora e importadora (6). ¿Cómo entender la relación entre esa ciudadantigua (su tipo) y la economía? La respuesta probablemente va en el sentido que sugieren losmatices a la hora del análisis de la interpretación de las concepciones primitivistas. Vale decir, teneren cuenta un orden de prelación en el análisis para comprender el fundamento de la racionalidad delfuncionamiento económico antiguo, sostenido en una lógica en donde la economía no deja de estar�incrustada�; o, tal vez mejor, donde la racionalidad del funcionamiento económico se construyedesde los aspectos jurídico-políticos. Esto implica sencillamente un ordenamiento jerárquico de losargumentos a la hora de presentar las explicaciones históricas. No se habla aquí entonces de unaausencia de las relaciones mercantiles, sino de una esfera social (la política militar) que domina,incluye, engloba, y le da sentido a las relaciones económicas a partir de su dominancia. En estesentido las representaciones simbólicas en el mundo antiguo �hacen obstáculo� para un desarrollo�pleno� (7) de las relaciones mercantiles y a la �desincrustaciòn� de la economía.

1) FINLEY M. (1974)2) FUSTEL (1984), WEBER (1987), 938-1046: Capítulo 9.8: �La dominación no legítima(Tipología de las ciudades)�. Este sub-capítulo fue publicado primeramente en forma independienteen Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, T.47, 1921, 621 ss. Bajo el título �La ciudad�3) FINLEY (1984), 594) FINLEY (1984), 51-525) FINLEY (1982), HANSEN (2004), DESCAT (1995), BRESSON (2000), BURKE (1992),MEIKLE (2002), WHITTAKER (1999), RATHBONE (2002), HOPKINS (2002), PLEKET (1993)6) DESCAT (1995), 9727) Esto implicaría que la �plenitud� económica es la más cercana al funcionamiento moderno, lo queno deja de ser una simple apreciación condicionada por nuestros tiempos actuales

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BibliografíaBRESSON A. (20002), La citè marchande, BordeauxBURKE E.M. (1992), �The economy of Athens in the Classical Era: some adjustments to theprimitivist model�, TAPhS, 199-226DE COULANGES F. (1984 (1884)), La ciudad antigua, BarcelonaDESCAT R. (1995), �L�economie antique et la citè grecque. Un modèle en question�, Annales HSS 5(sep-oct), 961-989FINLEY M. (1984), �La ciudad antigua: de Fustel de Coulanges a Max Weber y más allà�, en Id: LaGrecia Antigua; economía y sociedad, Crítica, Barcelona, 35-39FINLEY m. (1982 (1973)), La economía de la antigüedad, FCE, MéxicoHANSEN M.H. 82004), �The concept of the consumption city apolied to the greek city�, enNIELSEN T. Once again. Studies in the Antient Greek Polis, Sttutgart, 9-47HOPKINS K. (2002), �Rome Taxes and Trade�, en CHEIDEL & von redden (2002), 190-230MEIKLE S. (2002), �modernism, Economics and the Ancient Economy�, en SCHEIDEL & vonredden (2002), 233-250

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�Las crónicas visigodas: ¿Nacionalismo o eclesiología?�Eleonora dell�Elicine(Investigadora UBA)

En el año 1984, una historiadora francesa muy célebre entre los visigotistas consideraba que lasHistorias de Isidoro no sólo eran la expresión más joven del nacionalismo español, sino que su autorpodía ser seriamente postulado como el precursor del anticolonialismo moderno.

Esta perspectiva que encuentra en la cronística altomedieval en general y en la visigoda enparticular el grito desprolijo de una hispanidad naciente no es propia de Teyllet ni mucho menos. Seremonta a la más antigua tradición historiográfica hispánica, como tan bien lo sabía José Luis Romero,el primer autor que critica la interpretación en clave nacionalista de este tipo de documentación.

En la actualidad, muchos son los historiadores que han criticado los supuestos que sostienen a laproducción historiográfica altomedieval como el discurso germinal de una nacionalidad expectante:Hillgarth, Wolfram, Pohl, Rouquoi, Goffart, Boureau, etc, por nombrar a los más conocidos. El puntoque nos queda explicar, sin embargo, es el siguiente: si las crónicas e historias no fueron escritas paraanunciar el nacimiento de la nación. ¿Con qué objeto fueron escritas? ¿Para qué sus autores,intelectuales de la iglesia en su gran mayoría, desviaron tiempo y energía en elaborar estos discursosacerca de lo que pasó?

Para abordar la cuestión sobre bases nuevas, se vuelve imprescindible abandonar el enfoquegeneral y estudiar los contextos específicos en donde esas elaboraciones pretendieron inscribirse,intentaron intervenir, articular hipótesis de lectura y de acción sobre la situación.

Para ser breves, hagamos centro en un caso: las Historias de los godos, suevos y vándalos deIsidoro de Sevilla. Rápidamente, advertiremos dos cuestiones: en primer lugar, que la relación entrenación, Iglesia y Monarquía es muy compleja en el texto de Isidoro; y que además esta varía de modoimportante entre la versión corta y la versión larga del mismo texto.

Atendamos primero a la versión más antigua, la breve, redactada- recordemos- hacia 619 duranteel reinado de Sisebuto (612- 621); en momentos donde el emperador Heraclio no había logradoorganizar por su parte la ofensiva contra los persas y justamente se estaba perdiendo también Egipto.

Isidoro trabajó en ese texto con tres ideas básicas: postuló la antigüedad de la estirpe goda- a laque remontaba hasta los escitas, pueblo de acuerdo a la crónica más antiguo que el romano; sostuvo laconvergencia de la historia goda con la romana y, como supuesto que recorre de un extremo a otro latotalidad de su texto, asumió la identidad del pueblo godo a lo largo de una historia varias vecescentenaria. La finalidad de esta escritura era presentar al recientemente convertido reino de los godoscomo reservorio de la lucha escatológica, como la nueva militia de Dios atenta a salvaguardar la obrade la creación.

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La segunda edición, o �versión larga�- como por lo general se la conoce- fue redactada en 624,durante el reinado de Suinthila (621- 631). La cuestión externa había a todas luces mejorado para loscristianos: Heraclio había recuperado la iniciativa militar y, desde hacía dos años, venía jaqueando a lasfuerzas Sasánidas. Pocos años a, los persas habían retirado a los judíos la custodia de las puertas de laciudad santa. Por su parte Suinthila había terminado por expulsar a los propios bizantinos del territoriopeninsular. Toda esta vorágine de sucesos volvía a alimentar con fuerza las lecturas milenaristas entrejudíos y cristianos.

A esta segunda escritura Isidoro añadió, como sabemos, el célebre Laus Spaniae y unarecapitulación final que cerraba de modo sintético las diferentes cuestiones. Pero tanto al inicio comoal final el obispo de Hispalis introducía como al desliz un elemento que no había sido aludido de modoalguno en la primera: la referencia a Gog y a Magog bíblicos, a las figuras que ya Jerónimo y Agustín asu turno habían desaconsejado referirse.

Lejos de todo lo que pudiera esperarse, el ascendente más antiguo que Isidoro concedía a losvisigodos era una figura funesta para el pueblo elegido; nada más distante del augurio de un tiempofeliz. Claramente este expediente, consignado dos veces en la segunda versión del De Origine, tenía uninnegable conato apocalíptico. En idéntica línea a lo que Isidoro ya estaba postulando en el Chronicon,el recurso de Gog y Magog aplazaba una vez más la llegada de los tiempos finales: en la historiaezequielina de Gog y Magog, el Anticristo no advenía de modo inmediato sino que se le anteponía eltiempo de los puros. Bien podemos pensar que, a diferencia de otros empleos de esta misma leyendadonde su carácter era más abiertamente profético, este añadido isidoriano orientado a esta coyunturatendría sólo un carácter exhortativo, amonestatorio, de denuncia respecto de conductas impropias tantode la corona como del pueblo de los godos (¿Ecos velados al golpe de Suinthila? ¿Referencia a luchasfacciosas nuevas en torno al trono?- no olvidemos que también este rey fue depuesto en 631 por unarevuelta nobiliaria-). El texto resaltaba que �algunos� (quidam) pensaban que la estirpe provenía deGog y Magog. Lo que dejaba deslizar es que, de verificarse este dato incierto todavía, los godosquedaban presos de los designios divinos aun en contra de su propia voluntad y, como lo profetizabaclaramente el Apocalipsis, podían ser seducidos por Satán para luchar contra las huestes de los santos.

Observemos que en la segunda versión del De Origine se evocaba de manera directa a un nuevoconjunto de elegidos, a un nuevo �resto� de puros de Jahvé, a una segunda promesa. Dada la fuertecarga de ambigüedad que registraba la leyenda de Gog y Magog, este nuevo conjunto podíaidentificarse sólo con aquellos pocos que alcanzaban a sostener su fe y su confianza; pero también- siel pueblo se sometía en el mientras tanto a las normas severas de una conducta sin tacha-, quedabasiempre abierta la posibilidad de que la elección recayera sobre el colectivo más amplio. En la primeraversión también- recordemos- Isidoro había postulado la chance de que el pueblo haya sido el elegidopara llevar adelante la batalla cósmica. A través de un arsenal de formas, todas ellas eminentementemetonímicas, Isidoro jugaba con la idea del pueblo escogido, del nuevo Israel. A quiénes iba acorresponder el honor variaba, no descansaba de manera explícita en ninguna referencia; pero que eraeso lo que estaba en juego puede constatarse a lo largo de las varias interpretaciones que las dosediciones podían experimentar. La ambigüedad, en suma, colocaba a los intelectuales de la iglesiacomo verdaderos garantes de la probidad del pueblo.

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�Conflictos sociales y sistema feudal en España medieval�Carlos Astarita(Director Instituto)

El objetivo es proponer un esquema de relación entre conflictos sociales y sistema feudal en elnorte hispánico. Para ello tomaré en cuenta dos períodos: entre, aproximadamente los años 400 y800, y desde el 800 al 1050. La tipología del conflicto que emana de la relación entre el señor y elcampesino se corresponde con las fases de formación y desarrollo del sistema feudal.

Entre los años 400 y 800.

El período que se inaugura con las invasiones bárbaras presenta dificultades para su estudio,derivadas, en primer lugar, de las fuentes. No se trata de su ausencia sino del predominio de normasjurídicas, y como sabemos, las normas informan tanto sobre anhelos como sobre realidades. Sinembargo, no debemos dejar que el escepticismo nos invada. Por un lado, porque se desarrollaronexcavaciones arqueológicas y se logró un avance considerable en los conocimientos. Por otra parteporque podemos analizar esas normas de una manera muy diferente a como lo hacía el historiadordescriptivo de otros tiempos. Esto significa permutar la creencia de que las normas reflejaron demodo especular la realidad por una desconfianza sistemática aunque no nihilista. Podemos derivarmuchas situaciones históricas del contenido jurídico si comparamos textos, si los sometemos aencuestas cuantitativas y si los insertamos en proyecciones de largo plazo. Ciencias socialescercanas a la historia, como la antropología, complementan las herramientas. Distinguir entre elplano discursivo y la objetividad sigue siendo un desafío tan vigente ante el decrépito positivismocomo ante el giro lingüístico actual.

Cuando leemos disposiciones por las cuales el estado del bajo imperio trató de retener a loscuriales como recaudadores, podemos intuir que las cosas no funcionaban muy bien para el poderpolítico. Esa impresión se transforma en certeza cuando, junto a disposiciones destinadas a adscribira los curiales obligatoriamente al cargo, se autorizaba a reclutar bastardos y clérigos destituidos porconducta libertina, prohibiéndoseles, además, aspirar a los honores1. No menos impresionanteresulta saber que los jueces podían castigarlos2.

Las normas permiten pues presenciar la decadencia del régimen burocrático3, y por más quelos invasores hayan intentado recomponerlo, la situación se deterioró. No sorprende entonces queGregorio de Tours informe, en su Historia de los Francos, que las poblaciones rechazaron elimpuesto fiscal4 . Esos conflictos de la segunda mitad del siglo VI eran respuestas populares ante unestrato social burocrático que no resistía sus funciones.

Esto significa que si bien los germanos recibieron la capitatio-iugatio, esa aspiración de vivirdel estado no duró5, y el sistema se hundió entre los siglos V y VII, como lo muestra una disposiciónde Ervigio que, ante el atraso en el cobro de tributos, decretó en el año 683 una condonación para losque no habían pagado hasta el primer año de su reinado6.

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Las rebeliones contra los impuestos fueron sólo una parte de los conflictos; ladescomposición de los vínculos de trabajo quedó indicada también en las normas. En efecto, lasleyes reflejan a los servi que escapaban7, y a comienzos del siglo VIII el rey Egica denunciaba quecasi no había lugar sin esclavos fugitivos8. El texto parece reflejar huidas colectivas9. En la segundamitad del siglo VIII encontramos una proyección de estos combates por la libertad en la rebelión deseruilis o libertini en el reino asturiano de Aurelio10.

En esas condiciones, aparecieron las comunidades libres. Su existencia se constata pornormas, como la Regla Común (del siglo VII), y por crónicas, como aquellas que nos dicen que losmonarcas visigodos debieron realizar reiteradas campañas contra astures, cántabros y vascones11.Esos vascones se aventuraban en incursiones ofensivas sobre la Tarraconense12.

Estas informaciones nos conducen al concepto de sociedades con base en modo deproducción campesino, que Chris Wickham ha venido sosteniendo desde hace más de una década, yque confirma en su último libro13. En este estudio resume una variada muestra arqueológica sobrecomunidades independientes. Para España, esto confirma la importancia de esas comunidades libresen el norte, tesis presente desde los trabajos de Barbero y Vigil, pero también en la costa este y en elinterior14.

El concepto de sociedad de base campesina se refiere a la relación que las aristocraciasestablecían con las unidades de residencia campesina. Presupone distintos grados de dominación,desde el encuadramiento con una autoridad laxa a una sumisión fuerte. Esta fue la base deorganización social. Ante la caída de los curiales, tomaron importancia los condes, surgidos delentorno de los reyes, y transformados en jefes de distritos. El don y contra don es clave paracomprender estas sociedades, tanto en sus posibilidades de transformación de la reciprocidad ensujeción como la lentitud del proceso debido a una lógica que no priorizaba la acumulación material.La antropología nos proporciona así un léxico que descifra esas transformaciones. Este concepto desociedad con base campesina ha tenido una importancia central en mis elaboraciones, aunque ello noimpide diferencias entre Chris Wickham, la voz fundadora (aunque la cuestión había sidocontemplada por Duby y Gurevic15), y las conclusiones a las que me llevaron mis estudios. Ladivergencia se refiere en primer lugar a la extensión del concepto. Para Wickham en algunasregiones predominaba una lógica feudal. En otro estudio discuto este punto de vista; estimo que elconcepto de sociedad de base campesina fue general16. Otra divergencia se refiere a que elsurgimiento de esta sociedad de base campesina en España, Italia y Francia ha sido el resultado delproceso indicado. Puede resumirse en que ante la crisis estatal se produjo un vacío de poder que nofue cubierto por la nueva aristocracia. Se desencadenó así un extenso movimiento, prolongación delos bagaudas17, proceso que dio por resultado la constitución de comunidades libres.

En suma, evoluciones estructurales se combinaban con heterogéneos conflictos sociales paramodificar las relaciones sociales. Esos conflictos cumplieron un papel estructurante de la nuevasociedad. Se asentaba así la premisa para un régimen distinto, basado en la dominación privadasobre el campesino, régimen que se abrió paso desde el siglo IX en adelante.

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Entre los años el 800 y 1050

La evolución durante este período quedó contemplada en una serie de fueros. El primero esel de Brañosera (en Palencia) del año 824 dado por el conde Munio Núñez a cinco familiascampesinas18. Delimitaba un lugar de instalación, y establecía que el montazgo se repartiera entre elconde y los pobladores. Pero además, eximía a los campesinos del servicio de vigilancia,obligándolos al pago de tributo y renta19. El segundo texto es del año 971. El concejo de Agusyn(Los Ausines) se liberaba entonces de la construcción del castillo cediendo una dehesa al conde deCastilla García Fernández20. Una tercera escritura son los fueros que Fernando I daba en el año1039 a las villas de San Martín, Orbaneja y Villafría, exceptuando a sus moradores del trabajo de loscastillos y de participar en la guerra ofensiva, y establecía que serviant ad atrium SanctorumApostolorum Petri et Pauli21. Estos documentos, y otros22, expresan una secuencia: el tránsito deobligaciones militares a rentas agrarias, revelando un orden lógico y temporal.

Los fueros, al dictaminar las obligaciones de los campesinos, creaban las relacionessociales23. Pero también, y en la medida en que los señores imponían su voluntad expresan tanto elsistema de trabajo que se inauguraba como la evolución en la que se enmarcaban. Efectivamente, sise conectan estas informaciones con lo que vimos anteriormente, la interpretación adquiereconsistencia. Los centros políticos dirigidos por los condes permanecieron en la época post visigoda.Desde esos centros los comes organizaban la defensa territorial en base a la participación decampesinos. Esto lleva a reconsiderar la tesis de la ruptura del 71124.

Los señores subordinaban a los campesinos y permutaban las obligaciones militares portrabajo; a la reciprocidad le sucedían vínculos asimétricos de tributación y dominación. Ese cambiode obligaciones de tipo público por rentas se daba junto a un cambio paulatino de usos y costumbres,por un lado, y a la transformación de los condes en señores feudales, por otro, lo que implicaba laprivatización del poder y de los feudos concedidos por el rey.

Se establecían ahora condiciones que anularon el conflicto abierto entre señores ycampesinos. Con relación a la etapa anterior, desde el siglo IX se verifica un cambio: el campesinoquedaba sometido y la lucha abierta desaparecía o disminuía drásticamente. Esto fue una condicióntanto para la acumulación material de los señores debido a una mayor explotación del trabajo (elcrecimiento se dio desde el año 800)25, como para la extensión sobre nuevos espacios.

Pero más allá de estas explicaciones macro sociales, el análisis de las prácticas condalespermite observar el papel que el poder político superior cumplía en la contención del conflicto. Paraacceder a este plano, puede utilizarse el archivo de Santa María de Oteros de las Dueñas, en León,que refiere las actividades de dos condes hacia el año mil26. No trataré este problema que examinoen detalle en un estudio específico27. Sólo confrontaré estas elaboraciones con la tesis de lamutación feudal.

Para los mutacionistas, hacia el año mil estallaba la violencia de los feudales, en especial delos milites, contra los campesinos28. Según Bonnassie, estos últimos respondieron, en alianza conlos clérigos, también agredidos, con un movimiento especial: la Paz de Dios, una forma especial delucha de clases. Este punto de vista fue objetado por otros historiadores, y hoy constituye uno

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cuestión en debate, de la misma manera que es debatida la cronología de la servidumbre o de laideología de los tres ordenes del feudalismo29.

Con respecto al área leonesa, es posible encontrar una coincidencia cronológica en cuanto alos conflictos. Si en Cataluña la anarquía abarcó, según Bonnassie, desde 1020 a 1060, en León entrelos años 960 y 1020 hubo una seria crisis política acompañada de una difícil situación externa por laofensiva musulmana de Almanzor. No obstante estas coincidencias, la situación del área leonesa nopuede se asimila a lo que describió Bonnassie. Esto por varias razones.

La primera consiste en que los documentos no muestran a los señores ejerciendo unadescontrolada violencia cotidiana sobre los campesinos. Al señor le interesaba preservar laproducción doméstica sobre la que realizaba sus imposiciones. Cuando otorgaba un préstamo sudeseo estaba en que el campesino superara las dificultades para seguir tributando. En casos extremosen que el señor aplicaba la violencia, por ejemplo la condena a flagelación, estaba dispuesto apermutar el castigo que inhabilitaba fuerza de trabajo por una reparación material30. Muchas veceslos castigos eran más invocados que practicados; eran amenazas para doblegar la voluntad31. Ellorespondía a la preocupación de los señores por conservar la fuerza de trabajo, algo que también seconstata en tiempos posteriores.

Otro aspecto consiste en que la sujeción del campesino, lejos de concretarse en el término deunos pocos años (como afirma la tesis de la mutación) fue un proceso dilatado, con diferenciascronológicas entre lugares relativamente cercanos. Las costumbres eran lentamente alteradas,preservando aspectos de la costumbre que se desplazaba. En compensación, la falta de conflictosabiertos entre señores y campesinos era sustituida por un recurrente antagonismo entre miembros dela clase de poder. Cada esfera de soberanía comenzaba ya a encontrarse en competencia frente a otra,y esto llevaba tanto a pactos de subordinación y de alianza como a rupturas y enfrentamientos.

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�Violencia y dominación en la baja edad media castellana�Cecilia Devia(Tesista UBA)

La presente investigación tiene por objeto analizar formas de violencia que aparecen en lasrelaciones de dominación establecidas por los señores sobre las comunidades durante los siglos XIIIa XV en Castilla. Este análisis presupone estudiar también las reacciones o respuestas de lacomunidad ante la violencia señorial: cuánto tolera, cuándo reacciona y cómo lo hace. Se buscaráidentificar distintos grados de dominación y de violencia en relación con los diferentes nivelesjerárquicos, tanto de los dominadores como de los dominados, entrando en juego aquí el tema de laconstrucción del poder por parte de los señores.

El estudio de caso permitirá acceder a cuestiones generales que hacen al funcionamiento delfeudalismo. Perry Anderson advirtió sobre la centralidad del tema cuando afirmó que la guerra era�el modo más racional y más rápido de que disponía cualquier clase dominante en el feudalismopara expandir la extracción de excedente� (1).

Se tratará de demostrar el empleo racional de la violencia por parte de los señores, de un usosistemático y graduado de la misma, al que corresponden respuestas de las comunidades quetambién se rigen por determinada lógica. El debate central será con Norbert Elias, en especial con suobra, concluida a fines de la década de 1930, El proceso de la civilización (2), en cuyo título yaencontramos la clave de su teoría. Lo que trata de demostrar por medio de una investigación teórica-empírica es que hay cambios de larga duración en las estructuras emotivas de los seres humanos, enuna dirección única a lo largo de una serie de generaciones (psicogénesis), y que estos cambios serelacionan con los cambios estructurales a largo plazo del conjunto de la sociedad que tambiéntienen una dirección determinada, en el sentido del aumento en el grado de diferenciación eintegración (sociogénesis). A su vez, el individuo recorre a lo largo de su vida este proceso decivilización que la sociedad ha recorrido y sigue recorriendo. De ahí que se pueda considerar a laEdad Media como la infancia de la sociedad.

Elías considera que el �entramado emotivo� de los seres humanos constituye una totalidad,dentro de la cual ubica un instinto de agresión que afecta a ese conjunto. Esta agresividad estálimitada por reglas que terminan transformándose en autocoacciones. Hay grados de desarrollo de ladominación emotiva. La agresividad actualmente se manifiesta abiertamente sólo en los sueños o enexplosiones aisladas, que son tratadas como manifestaciones patológicas. Elías comienza suinvestigación observando a la clase alta secular de la Edad Media, y hace extensivas susconclusiones a toda la sociedad medieval. En este período la rapiña, la lucha y la caza erannecesidades vitales. Elías remarca que en la Edad Media el sistema emocional de los hombres eradiferente del nuestro y que tenían una vida emocional desmesurada. Reinaban el miedo, lainseguridad, la inestabilidad. La guerra y el bandolerismo eran permanentes. Lo considera como unperíodo de grandes contrastes, durante el cual el campesino está sujeto al caballero armado en unamedida superior a cualquier otro ser humano en la vida cotidiana en épocas posteriores. Al mismo

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tiempo, el guerrero es mucho más libre. En cuanto al nivel de vida, es extraordinariamente alto elcontraste entre la clase alta y la baja.

Posteriormente, un control social más intenso anclado en la organización estatal cambiará estaspautas de vida. Hay una imposición progresiva de un doble monopolio real: el fiscal y el de laviolencia. Se constituye una administración como aparato de dominación, con la existencia de luchassociales por el acceso al mismo, que se traducen en el reparto de cargos y beneficios. Tomando comomodelo a Francia, Elías distingue tres fases: una de libre concurrencia, con la consolidación delsistema feudal entre los siglos XI al XIII, en la cual se reparten las oportunidades por medio delempleo de la fuerza; una fase patrimonial, en la que se da la desintegración del territorio, yfinalmente la fase del monopolio real, a fines del siglo XV, de la que resultará la formación delEstado francés.

Para Elías, la evolución es un proceso de larga duración, con momentos de aceleración,estancamiento y regresión.

La propuesta del presente trabajo es entender el cambio histórico no como una restriccióncivilizadora de emociones y violencia descontroladas, sino como la transformación de un conjuntode convenciones y representaciones en otro. Lo que en principio se le cuestiona a Elías es la mismaidea de un proceso civilizatorio. Con un análisis exhaustivo, minucioso, demorado, de ladocumentación, similar en parte al que hace Elías sobre todo en La sociedad cortesana (3) y en Elproceso..., veremos si el hombre medieval, que según Elías tenía muchas menos autocoacciones (odirectamente no las tenía) que el hombre moderno, en realidad no estaba más constreñido en unosaspectos y menos en otros. El hecho de que viviera siempre inmerso dentro de algún tipo decomunidad (de parentesco, religiosa, gremial, etc.), como nos indican Gurievich (4) y otros autores,puede llegar a entenderse como que estaba más �controlado� que el hombre moderno (incluso más�autocontrolado�) en mucha situaciones, así como en otras no. La sociedad medieval en su conjuntotambién era altamente jerarquizada, y toda jerarquía implica control.

En la Baja Edad Media castellana, los señores necesitan construir relaciones sociales,construyendo al subordinado pero sin llegar a su eliminación. Aquí aparece la lógica objetiva de laracionalidad en el empleo de la violencia.

En cuanto a la documentación, se busca extraer de la misma prácticas, actitudes y motivacionesque muestren un sentido en el uso de la violencia, en las formas, el grado, la ocasión, etc. en la queésta se administra, trabajando en una forma básicamente descriptiva y fenomenológica. Por ahora seha hecho una primera lectura de las Crónicas de Enrique IV (de Enríquez del Castillo y de Palencia),las de Alfonso XI, Pedro I, Enrique II y Juan I (de López de Ayala), la de Enrique III, el Libro de losGatos, la Primera y Segunda Partida de Alfonso el Sabio y la Relación de algunas casas y linajes delreino de Galicia de Vasco de Aponte.

Se trabajará sobre diferentes apartados según los actores implicados, distinguiendo dos enespecial que representan a la contradicción básica del feudalismo, el enfrentamiento entre señores ycampesinos: la violencia de los señores sobre la comunidad y la respuesta de los dominados a esa

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violencia. También se tendrán en cuenta otros, tales como la violencia en el interior de la comunidad,la violencia entre señores, la violencia o justicia del rey.

Se identificarán diferentes tipos de prácticas, entre ellas: las respuestas inmediatas y�primarias�, los elementos rituales-semióticos, la violencia invocada pero no ejercida, etc.

1) Anderson, Perry, 1989, El Estado absolutista, Siglo XXI, Madrid, 262) Elias, Norbert, 1993, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas ypsicogenéticas, FCE, Buenos Aires.3) Elias, Norbert, 1996, La sociedad cortesana, FCE, México4) Gurievich, Aron, 1990, Las categorías de la cultura medieval, Taurus, Madrid

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�Monarquía, redes de poder local y propiedad comunal.El caso de Ávila y su tierra�Corina Luchía(Becaria CONICET)

La importancia de los bienes comunales en la estructuración campesina del área castellana hasido ampliamente probada por diversos estudios. Su gravitación económica, como complementobásico de las subsistencia de la unidades domésticas se articula con su papel como proveedor derenta para los distintos poderes feudales. La compleja elaboración de un régimen deaprovechamientos que tiene como centro los términos comunes de aldeas y villas, ha demandado a ladistintas instancias de la organización política del reino una serie de intervenciones tendientes aregular, precisar y ordenar las prácticas y derechos que se ejercen sobre dichos recursos.Un estudio más general de las políticas monárquicas respecto de la propiedad comunal en el áreaconcejil de realengo, nos ha conducido a la identificación de redes de poder locales, dentro deljerarquizado sistema concejil, que conforman la trama en la que debemos inscribir las diferentesmodalidades que asume la política regia sobre la cuestión.Desde una perspectiva diacrónica que recorre entre los siglos XIII y XVI, puede observarse uncomportamiento monárquico ambiguo, diverso y contradictorio. Esta ambivalencia de ladisposiciones de los soberanos, dista de ser explicada por fenómenos coyunturales de índole fiscal odemográfica, como han planteado diferentes autores, para los cuales, la preservación o merma de lapropiedad comunal favorecida por la monarquía obedecía a razones de urgencia financieras de lahacienda regia o bien a necesidades de estricta preservación de los recursos poblacionales en losconcejos. Si bien estos factores tienen incidencia en el desarrollo de las políticas estudiadas,enmarcamos esa conducta oscilante de la Corona, como producto de los condicionamientos que lasrelaciones de poder y el balance de fuerzas sociales en el nivel local de la organización real imponena la potestad del soberano. La propiedad comunal entra en el juego que se establece entre el vérticesuperior de la organización política y los aparatos concejiles. La protección de los términoscomunes, plasmada en la ofensiva intervensionista de las Cortes de Toledo de 1480, responde a lanecesidad tanto de preservar las bases sociales de reproducción del régimen, asegurando lasubsistencia del campesinado tributario como para reafirmar la soberanía regia en suelos de los queel monarca es propietario eminente. La decidida acción de la Corona para condenar la usurpacionesprivadas, generalmente a mano de los poderosos locales, obedece al intento de frenar las fuerzasseñorializadoras, que acompañan las apropiaciones de comunes, fortaleciendo la capacidadimperativa del monarca, permanentemente contestada por los agentes señoriales y las oligarquíasvillanas.Sin embargo, las variaciones de la actuación regia se aprecian en medidas que contradicen laorientación de las Leyes de Toledo, favoreciendo la privatización, bien a través de la legalización delas pretensiones de los grandes locales, promoviendo directamente el cierre exclusivo de estosespacios mediante su arrendamiento o venta.

Dentro de este marco general situamos nuestro estudio en el caso particular de Ávila y su Tierra,no sólo por el vasto cuerpo documental que nos permite un examen exhaustivo de la cuestión, sino

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porque el análisis de un caso concreto, posibilita una reconstrucción minuciosa de las redes de poderlocal con las cuales debe dialogar la monarquía.Si bien como señala Monsalvo Antón, el estudio general comparativo, tomando un área más amplia,enriquece la perspectiva y la densidad desde el �punto de vista de las transformaciones estructuralesdentro de una dinámica secular�(1) , sin perder esta dimensión del análisis, la singularidad específicade una ciudad, provee de herramientas para establecer tendencias generalizables.El caso de Ávila es significativo, por la masividad de los conflictos que tienen por objeto el disfrutede los comunes, así como por la firme decisión de los distintos protagonistas de hacer valer susderechos, traducidos en reiterados actos, en fuerza social efectiva.La actuación tanto del poder monárquico como de los órganos concejiles, está doblementecondicionada por los intereses materiales de los sectores dominantes en los distintos niveles delreino y por las necesidades de los aparatos de estado. Con particular claridad se evidencia estadualidad, en el caso del concejo de Ávila cuyos miembros son recurrentemente partícipes de lasusurpaciones, al mismo tiempo, que en tanto instancia de ordenamiento colectivo, se ve obligado apromover la defensa del patrimonio público. La tensión entre el interés privado de las elitesdirigentes locales y los intereses del concejo como instancia política de organización, puedereconocerse en dos situaciones: la toma de términos por parte de alcaldes, procuradores y regidores,excluyendo al resto de la comunidad de su libre usufructo y la conversión de tierras comunales enbienes de propios, generadores de renta para satisfacer las demandas de las haciendas concejiles. Sibien en ambos casos, los efectos coinciden en una merma del espacio común, la significación de unay otra práctica es manifiestamente diferenciada.La centralidad que adquiere en nuestro trabajo la reconstrucción de las redes de poder locales, nospermite reconocer la presencia de grandes usurpadores, como Sancho Sánchez, Gil Gómez, Pedro deBarrientos, Gil González, Pedro de Ávila, entre los más destacados. Su posición como fuertespropietarios, en su mayoría señores de ganado, se ve favorecida por su ubicación en los principalescargos políticos locales desde los cuales emprenden la ofensiva sobre la propiedad comunitaria. Eldesconocimiento de las sentencia regias, la violencia abierta ejercida contra los jueces enviados porel monarca a ejecutarlas, la impugnación constante de las actuaciones judiciales, dan cuenta de lacompleja situación que debe enfrentar la monarquía para hacer efectiva su potestad jurisdiccional enel ámbito concejil de realengo.Sin embargo el cuestionamiento de esta capacidad imperativa no proviene exclusivamente de lossectores dominantes locales, miembros de la nobleza menor y oligarquías urbanas, sino surgetambién de las atribuciones apropiadas por los propios enviados monárquicos para entender en lacuestión de las propiedad común. Los jueces corregidores, masivamente nombrados luego de lacelebración de las Cortes de Toledo, en muchas oportunidades también promueven acciones lesivascontra las tierras comunales, bien por trabar vínculos de connivencia con los grandes locales, oporque son ellos mismos los que participan de la reducción de la superficie común, a la vez que supermanencia resulta habitualmente gravosa para las comunidades que deben sostenerlos.Por todo ello, la política de la monarquía respecto de la propiedad común, debe pensarse a partir dela dinámica de las relaciones de poder en cada ciudad y su tierra, situando ésta dentro de un marcomaterial que reconoce la tendencias centrífugas propias de la estructuración política feudal.

1) Monsalvo Antón, J. M., �Centralización monárquica castellana y territorios concejiles (Algunashipótesis a partir de la ciudades medievales de la región castellano leonesa)�, Historia Medieval.Anales de la Universidad de Alicante nº 13, 2000-2002, p. 9.

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�Condiciones de producción y formación de precios en losmercados campesinos precapitalistas�Octavio Colombo(Becario CONICET)

El objetivo de esta presentación es analizar el problema del funcionamiento de la ley del valor en losmercados campesinos precapitalistas. Aunque las reflexiones que siguen tienen su fundamentoempírico en el estudio del proceso de mercantilización en las aldeas castellanas de la baja EdadMedia, se intentará aquí esbozar un planteo teórico más general sobre las determinacionesestructurales que afectan la circulación de mercancías en un contexto no capitalista. Se aspira de estaforma a establecer las condiciones generales que permitan comprender conceptualmente losfenómenos que se registran en la documentación aldeana, en especial las formas de regulaciónpolítica de los precios y la recurrente aparición de modalidades de apropiación de valor en lacirculación.En la tradición marxista existen básicamente dos concepciones distintas sobre este problema, ambaspresentes en la obra de Marx y Engels y continuadas en los estudios posteriores. La primera de ellas,y sin duda la más conocida, postula que en los mercados campesinos precapitalistas se registra unfuncionamiento pleno de la ley del valor, entendida como una proporcionalidad rigurosa entre losprecios y los tiempos de trabajo invertidos en la producción. Esta idea fue desarrolladafundamentalmente por Engels en su �Apéndice� al Tomo III de El Capital, como un despliegue delos planteos del propio Marx en su análisis de la transformación de los valores en precios deproducción, y ha sido considerada como congruente con el concepto de producción mercantil simpletal y como aparece expuesto en la primera Sección del Tomo I. Una segunda concepción, sinembargo, puede encontrarse en los escritos de Marx (en especial en los Grundrisse y en la�Introducción General a la Crítica de la Economía Política� de 1857) y en cierta medida también enel estudio de Engels sobre La situación de la clase obrera en Inglaterra. Según ella, la ley del valorsólo adquiere plena validez en el modo de producción capitalista desarrollado, en tanto sólo en talescircunstancias el mercado funciona como mecanismo regulador de la producción social. Ensituaciones precapitalistas, por el contrario, la categoría de valor sólo puede tener una existenciaincompleta, en tanto los productos del trabajo pueden adquirir la forma mercancía pero el valor norige la distribución del trabajo social.A este nivel de abstracción, la discusión es relativamente irresoluble. Distintos autores handefendido una u otra posición con argumentos teóricos convincentes, pero sin ponerlos en relacióncon las características estructurales básicas de las formaciones sociales a las que se hace referencia.Haremos mención en lo que sigue a unos pocos elementos determinantes de dichas estructurassociales que pueden ayudar a resolver la problemática en un nivel de análisis más concreto.La primera característica que debe tenerse en cuenta es el carácter estocástico de los rendimientos enla producción agraria, un fenómeno propio de todas las economías preindustriales. La alternancia deaños buenos y malos implica que sólo por accidente la producción se corresponde con lasnecesidades sociales, condición sine qua non para que los precios se adecuen a los valores. Adiferencia de la economía capitalista, donde las fluctuaciones de los precios con respecto a losvalores (en la medida en que afectan la tasa de ganancia) provocan un movimiento de recursos en la

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esfera de la producción que tiende a reestablecer como promedio la adecuación de la oferta a lademanda, en las economías campesinas precapitalistas el movimiento de los precios ocasionado porlas fluctuaciones de la productividad agraria es reflejo del escaso control de los seres humanos sobrela naturaleza y no de la necesidad de reasignación del trabajo social. Es por ello que no tiende aresolverse por medio de la redistribución de los recursos productivos sino que da lugar a la crisisdemográfica de tipo antiguo.El fenómeno, como se sabe, se ve agravado por la orientación a la subsistencia de los productores,en la medida en que ello implica tanto que sus decisiones no dependen del movimiento de losprecios como que en los años malos el excedente comercializable se reduce más queproporcionalmente que el volumen total de la producción. La crisis de substancia, además, provocauna crisis de subconsumo en el sector secundario, motivo por el cual el movimiento accidental de losprecios afecta al conjunto de la economía, reflejando no los tiempos de trabajo invertidos en laproducción sino el carácter inestable de la reproducción social.En estas condiciones resulta comprensible que las comunidades campesinas muestren una muyfuerte tendencia a la regulación política de los precios. En las condiciones descriptas, el efectodisruptivo del movimiento de los precios sobre la reproducción social sólo puede ser medianamentecontenido por medio de una regulación que se sobreimpone al mercado, en tanto éste carece demecanismos endógenos de estabilización. Aun cuando la fijación de los precios no sea enteramenteajena a la presión de las fuerzas económicas (factor que ha llevado a algunos autores a sostener queel �precio justo� no es más que el precio de mercado), la política económica de las comunidadescampesinas aspira a introducir un principio de estabilidad que se torna necesario en un contexto enel cual el movimiento de los precios no refleja las condiciones de producción. Sin embargo, lanormativa aldeana no es enteramente exitosa, en la medida en que debe restringirse a la esfera de lacirculación, puesto que la producción sigue en manos de productores privados. Esta efectividadrelativa es la que permite que subsistan formas de intercambio desigual que constituyenmanifestaciones de las formas de acumulación precapitalistas del capital dinerario.Un último factor que puede mencionarse para completar el cuadro anterior es la incidencia quetienen en los circuitos mercantiles campesinos las formas de extracción extra-económica de losexcedentes. Nuevamente nos encontramos ante un fenómeno característico de todas las sociedadesprecapitalistas de clases que tiene fuertes incidencias en los mercados. Con muy pocas excepciones,el monto de las extracciones no guarda una relación proporcional con los resultados del cicloproductivo, sino que son o bien constantes, o bien se encuentran sujetas a las coyunturas políticas.En última instancia, puede decirse que el monto de los excedentes efectivamente apropiados por laclase dominante responde a la relación de fuerzas entre las clases. Ello por sí mismo agrava el efectodisruptivo de la fluctuación del producto agrario. Además, cuando los tributos se recaudan en dinerodan lugar al fenómeno de la �comercialización forzosa�: el campesino se ve obligado a vender, nopara volver a comprar sino para sustraer recursos de la circulación. Cuando las rentas, como sueleocurrir, se recaudan inmediatamente después de la cosecha, es decir cuando los precios agrícolas sonmás bajos, las condiciones del mercado incrementan el peso de la explotación sobre las economíasdomésticas. En tales coyunturas, y por razones ajenas a las necesidades de reproducción material delos productores, el mercado se ve inundado por una cantidad de oferentes, situación en la cual seproduce una depresión de los precios con independencia de los tiempos de trabajo invertidos en laproducción. De esta forma, los mecanismos de explotación precapitalistas incrementan lainestabilidad del movimiento mercantil y del consiguiente efecto negativo sobre la reproducción delas economías domésticas.

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�Las prácticas económicas y el desarrollo feudal en dosestudios de caso: El monasterio de Abeliar y la catedralde Toledo (siglos X- XIII)�María de la Paz Estévez(Becaria UBA)

El desarrollo feudal en la Península Ibérica ha sido objeto de intensos debates historiográficos, yasea para definir su �grado� de feudalización, o para esclarecer su progreso a partir de lascaracterísticas que las sociedades ibéricas presentaban. Esta segunda línea es factible de seranalizada siempre y cuando se tenga en consideración la importancia que tuvo en dicho proceso elavance de los reinos cristianos del norte hacia el sur de la región, y la consiguiente repoblación, queinstauraron nuevos ordenamientos jurídicos, repartos de tierras y conformación de relacionessociales. Un estudio comparativo puede aportar interesantes elementos. En este caso seránanalizados los archivos documentales de las catedrales de León [Saer, Ruiz Asencio, FernándezCatón, 1987] y Toledo [González Palencia 1926- 1930]. Ambos cuerpos documentales manifiestan elproceso de feudalización a partir de la concentración de propiedades por parte de sectores de lanobleza y especialmente de la iglesia. Sin embargo algunas diferencias sobresalen rápidamente: lamás importante se refiere a la datación del proceso, mientras que el territorio de León estuvo sujeto aun temprano proceso de Reconquista y ordenamiento, y hacia principios del siglo X ya se alcanzabala línea del Duero; las tierras toledanas recién en 1085 fueron ganadas a los musulmanes. Asimismo,es importante determinar las incidencias que puedan tener los antecedentes históricos: por un lado, elcontexto dominial en el norte, y por otro, las sociedades organizadas de manera tributaria en Toledo,previo a la conquista cristiana.Para el análisis de la región norte es forzoso retomar el debate acerca de los orígenes feudales y labase social y organizativa a partir de la cual habría surgido. Muchos autores acuerdan con lapropuesta de Abilio Barbero y Marcelo Vigil quienes suponen la existencia de sociedades conestructuras gentilicias que empezaron a quebrarse dando lugar a los primeros vestigios deinstituciones de marcado signo feudal hacia los siglos X y XI [Barbero y Vigil 1978]. Algunossostienen que los siglos mencionados son algo tardíos para pensar que recién entonces comienza laconformación del feudalismo en la región, también es debatible el pensar que el proceso defeudalización se dio exclusivamente a causa de factores endógenos. Sin embargo, el recorridopropuesto por los autores españoles tuvo seguidores [Moreta Velayos 1988, García de Cortázar1988].

Otro aspecto en discusión es el carácter y el grado de la �repoblación� que llevaron a cabolos reinos cristianos. Durante muchos años, la tesis de Claudio Sánchez Albornoz fue la explicaciónpredominante. El autor planteaba que esta zona había sido despoblada por los reyes del norte y pasóa convertirse en un desierto que separaba el sur islámico del norte cristiano. El avance desdeAsturias hizo necesaria la repoblación de la zona que habría sido llevada a cabo por los sectores máscarenciados de las comunidades cristianas que ocuparon las tierras por medio de presuras,ocupaciones de facto a las que más tarde se les dio la confirmación de su propiedad. Como resultadose habría conformado una clase social de pequeños propietarios rurales libres, sin vinculación consistemas señoriales. Para el autor, es justamente esta singularidad uno de los principales factores por

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los que el feudalismo español era �inmaduro� [Sánchez Albornoz 1956]. Sin embargo, la idea de unatotal despoblación de la región aparece como problemática. Barbero y Vigil coinciden con lainterpretación de Ramón Menéndez Pidal que entiende el término �poblar� en el sentido de unareorganización bajo nuevos criterios [Menéndez Pidal 1960]. Para García de Cortázar este procesohabría sido una reorganización social del espacio sobre bases nuevas, que también habría incluidoaspectos de verdadera repoblación. Por su parte, Ángel Barros García sostiene que a partir del sigloXII la repoblación, más allá del estímulo que pudieran dar la aristocracia y la monarquía feudal, fueen su mayor parte la consecuencia de la propia dinámica y del carácter extensivo del crecimientodemográfico y material de las comunidades campesinas. Sostiene que fue una colonización popularbastante espontánea ya que la nobleza castellano- leonesa se habría mostrado incapaz para organizarla repoblación y su lugar habría sido ocupado por caballeros villanos locales [Barrios García 1988].Nos interesa tener presentes estos debates a la hora de realizar el futuro análisis documental de León,así como también sumar un aspecto que solía quedar relegado: la organización de las relacionessociales en el contexto del crecimiento del dominio. En este aspecto, muchos autores advierten conrazón que las fuentes pueden llegar a ser excesivamente escuetas para analizar la realidad social, sinembargo creemos que es importante realizar un intento en este sentido.Elegimos en primera instancia analizar la documentación de la catedral de León referida almonasterio de Abeliar que, para el siglo X, es la institución que más tierras ha ganado. Losdocumentos de compraventas hacen referencia a transferencias de bienes en plena propiedad conpago en metálico o en especie. Las operaciones se realizaban entre particulares (laicos yeclesiásticos) y/o con centros religiosos. Los bienes vendidos eran por lo general rústicos, de piezasy precios variables. En algunas ocasiones se indicaba el origen de la propiedad vendida, lo cual esimportante ya que puede indicar cuál era el régimen de propiedad previo. Para Claudio SánchezAlbornoz, por ejemplo, la documentación testimonia la existencia de una gran masa de campesinoslibres y propietarios de tierras y el carácter fragmentario y atomizado de la propiedad (SánchezAlbornoz 1934, 1970). También ve en el carácter familiar de la misma una herencia germana. En esta primera fase de la investigación, remarcaremos algunos elementos que sobresalen en lasfuentes referidas a Abeliar: 1) el interés del monasterio por concentrar sus tierras y el afán porconseguir tierras a la vera de ríos, lo cual indica la importancia del control del agua, tal comoobservara Moreta Velayos para el caso de Cardeña [Moreta Velayos 1978], 2) en la gran mayoría delos documentos se afirma que los otorgantes lo hacen �por voluntad propia�, lo cual puede encubriruna coacción a la venta, como advierte García de Cortázar en el monasterio de San Millán de laCogolla [García de Cortázar 1969], 3) es llamativo la mención constante de que los vendedores�aceptan� o �reciben en precio� una determinada suma de parte del monasterio, parecería que suautoridad lo faculta para ser quien propone el precio, 3) Abeliar obtiene también monasterios máspequeños, incapaces de contener la avanzada del monasterio mayor, 4) muchos documentosmencionan que las tierras que los campesinos venden fueron adquiridas por ellos mismos, sus padreso abuelos, por medio de presura o por abolengo, y se destaca la dispersión de las mismas, 5) en loque respecta al pago, se observa el uso de moneda de plata, aunque es bastante común también elpago en especie. Algunos vendedores reciben un precio mayor que otros, lo cual podría indicar algúntipo de diferencia entre los campesinos, 6) se menciona en algunos casos que las tierras compradasen verdad pertenecían al monasterio y de las cuales se apoderaron quienes ahora las venden, en otroscasos los los monjes tuvieron que litigar su reclamo, 7) en casi todos los documentos decompraventa se añade una cláusula que asegura que, en caso de que los compradores o sus herederosocupen nuevamente la tierra sin permiso, paguen el doble, esto puede estar indicando que era una

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situación bastante común, 8) respecto a las donaciones que recibe Abeliar, se observan algunoselementos paralelos a los ya vistos como la importancia de los territorios cercanos a cursos de rios, oaquellos que limitan o se ubican en un radio cercano al monasterio. Asimismo, observamos laafirmación de que la donación se realiza por voluntad propia lo cual puede estar encubriendo unaobligación, sobre todo teniendo en cuenta que también se suman frases de amenaza para quienes norespeten la cesión.A la hora de analizar esto no debemos olvidar que los monasterios de regiones fronterizas debíancomprometerse a poblar el territorio. Esto los convertía en centros de atracción de pobladores yfactores ordenadores del señorío.Si recorremos ahora la región de Toledo, observamos que el proceso de feudalización presentaparalelismos pero también diferencias. La divergencia más notoria es la rapidez de su evolución: elavance de la Iglesia sobre las propiedades se da velozmente una vez ganada la región por loscristianos en 1085, las fechas de mayor apropiación fueron los siglos XII y XIII. Sin embargo, lalectura de las fuentes testimonia que hacia el siglo XI ya pueden datarse una serie de dinámicas quemuestran un incipiente desarrollo. Los documentos testifican una considerable concentración de lapropiedad inmueble en manos de sectores nobiliarios. Tanto los nobles del norte, como los francosque participaron en la avanzada militar y, muy especialmente la iglesia, adquirieron importantesterritorios y construcciones urbanas. Igual que en el caso de Abeliar, el deseo de concentración semanifiesta en los frecuentes comentarios que indican que las nuevas adquisiciones lindaban conotras del comprador. En la mayor parte de los casos el motivo de la venta eran las deudas que loscampesinos tenían, con el comprador o con un tercero, pero no debe descartarse una posiblecompulsión relativamente forzosa, aplicada por los sectores de poder, sobre la población rural paraobligarla a desprenderse de sus tierras. Entre los compradores, podemos identificar a funcionarioseclesiásticos, aunque también se beneficiaron algunos mozárabes de la ciudad, provenientes defamilias prestigiosas que detentaban puestos directivos en la comunidad. Es posible que se hubieraproducido algún tipo de reordenamiento interno en este último caso de acuerdo a quiénes hayanparticipado o colaborado en la empresa de conquista de la región.Una de las últimas propuestas para estudiar el área toledana es la de Jean Pierre Molénat [Molénat1997]. Su interés es observar las diferentes relaciones que sostuvo la ciudad de Toledo con, por unaparte, su campo circundante y, por la otra, la zona de montes. Esto es una interesante y novedosaperspectiva para analizar la historia de la región. La hipótesis central de su investigación es que loscampos de Toledo habrían sido dominio de la gran propiedad de señoríos territoriales, detentados porindividuos laicos o eclesiásticos que habitaban en la ciudad, mientras que la zona de los montesfueron controlados recién en el siglo XIII cuando Toledo obtuvo un señorío colectivo sobre ellos.Esta propuesta invita a revisar los escritos que Reyna Pastor dedicó a Toledo. Pastor observaba que,entre 1170 y 1230, ocurría un despojamiento de campesinos y pequeños propietarios urbanos queeran obligados a vender sus propiedades. Por medio de compras, tanto la iglesia como los nobles delnorte y los francos que habían auxiliado a los reyes castellanos, adquirían territorios yconstrucciones urbanas. La mayoría de los vendedores eran campesinos mozárabes, queconformaban el sector expropiado [Pastor 1973, 1975]. Para el historiador francés, por el contrario,este campesinado expropiado no aparece lo suficientemente claro como para indicar una continuidadde larga data en la ocupación del territorio rural. Se inclina por la tesis de una colonización orepoblación efectuada en el siglo XII con la llegada de mozárabes que huían del sur y del avancealmorávide. Se habría instaurado entonces la gran propiedad, a medio camino entre las anterioresunidades de poblamiento de pequeñas dimensiones y los grandes dominios. Esta repoblación del

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campo toledano desde la ciudad, que da nacimiento a una forma de gran propiedad en manos denotables urbanos, habría consolidado a linajes familiares de prestigio constituidos por individuos deorígenes mozárabes, y también descendientes de castellano- leoneses y francos. Es decir, no sehabría dado la expropiación de un pequeño campesinado porque este probablemente no existíaluego de 1085. A lo que se asiste es a una operación de reorganización de propiedades entreposeedores urbanos. Sostiene además que hablar de expropiación de campesinado mozárabe esincorrecto ya que la mayor parte de movimientos de compraventas se dieron entre mozárabes, por locual referirse a ellos como el sector afectado con exclusividad no sería exacto. Esta situacióncontrasta, según el autor, con la realidad de la zona de los Montes. En el año 1243 esta región pasó aser propiedad de la ciudad que la adquiere por medio de una compra y se comportará como un señorcolectivo. En resumen, Toledo se caracterizaría por presentar dos áreas con diferencias en cuanto asu explotación y organización: los campos en los que se observa una señorialización contundente yla presencia de nobleza; y los montes regidos por la ciudad y con poca presencia nobiliar.

Para concluir, consideramos que el análisis comparativo de esta problemática permiteadvertir las particularidades que este proceso tendrá en las diferentes regiones. El estudio de la zonanorte, con su temprano avance del dominio, y la sur, donde se da una feudalización más vertiginosacon sus diferencias entre la zona de campos y montes, pueden facultar para establecer el camino quelas nuevas relaciones sociales transitaron, teniendo en cuenta sus características y las herencias querecibieron áreas que estuvieron sometidas a la dominación de poderes tan disímiles como el cristianoy el árabe.

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�Intercambio de tierras en concejos de aldea(Siglo XV)�Laura da Graca(Investigadora UBA)

El problema de las transferencias de tierras entre campesinos es uno de los temas que se debateactualmente en relación a la transición al capitalismo agrario. En el debate predomina la tendenciaque adjudica la existencia de un mercado de tierras a la dinámica del ciclo familiar y que relativizasu incidencia sobre la polarización social. Frente a esta tendencia, y en base a ejemplos tomados delárea concejil castellana durante el siglo XV, propongo como hipótesis la existencia de un proceso deampliación de la tenencia por parte de los miembros más destacados de la comunidad, donde seobserva que el intercambio de tierras participa de la lógica del beneficio aunque se concrete pormecanismos propios de una sociedad precapitalista. El intercambio de tierras también es parte de latendencia hacia la individualización de la tenencia y la anulación de usos colectivos, por lo quepuede verse como parte de un proceso de cercamiento. Este proceso sólo se comprende en elcontexto de la forma particular de gestión señorial, en este caso las características de los concejoscomo señoríos, concretamente el sistema tributario basado en tramos de riqueza y en la fijación deun tope máximo, que estimula la ampliación de la tenencia, y la relativa autonomía del concejo ruralrespecto al núcleo urbano, que se traduce en altos grados de negociabilidad de la tierra, incluso latierra comunal.El estudio se basa en documentación del concejo aldeano de Navarredonda de Gredos, pertenecienteal ámbito de Piedrahíta, provincia de Avila, donde se registran compras, trueques y arreglos querealiza el concejo rural entre 1450 y 1491. Del estudio de la fuente surge que los que realizan estasoperaciones con el concejo son los miembros destacados de la comunidad (testigos, testamentarios,amojonadores, alcaldes, jurados, procuradores, escribanos, carniceros, etc.); que están relacionadosentre sí por parentesco o vínculaciones sociales y políticas, y que pertenencen a la escala más altadel padrón.Del estudio de las operaciones se infiere que no hay restricciones a la trasmisión hereditaria, que latenencia puede dividirse y transferirse libremente y que el intercambio de tierras era un fenómenohabitual. No obstante, el conjunto de compras, tomado aisladamente no permite señalar unatendencia respecto a la existencia de procesos acumulativos; para esto es necesario ver el conjuntode prácticas agrarias, principalmente los trueques.Una de las finalidades del trueque es el intercambio de distintos tipos de tierras (por ejemplo, secambia una tierra por un prado o un linar). La tendencia a cambiar tierras por linares podría implicarun principio de especialización productiva, ya que se cambian varias tierras por una sola para elcultivo de una planta comercial. En otros casos a cambio de tierras el concejo entrega prados paraque el interesado �haga un linar�; aquí el trueque implicaría la obtención de un permiso, ya que lanormativa prohíbe crear linares en prados. Estas motivaciones se combinan con otra que parece serla más importante: los tenentes acomodados recurren al trueque para reagrupar posesiones dispersas.El reagrupamiento de la unidad de explotación se ve en los casos en que se ofrece una tierra paraobtener otra lindera a la principal o varias tierras a cambio de una sola. Aquí el concejo actúa comointermediario, proporcionando un mecanismo de redistribución que permite a los aldeanos reagruparsus posesiones; los bienes que adquiere el concejo vuelven a la circulación sirviendo a fines

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redistributivos. Esto se ve claramente en el seguimiento de la actuación patrimonial de una mismapersona. Por ejemplo, el caso de uno de los aldeanos, que aparece enajenando tierras en una zona yobteniendo en otras las parcelas linderas a su heredad a través de trueques con el concejo; el mismovecino es demandado por no respetar el régimen de aprovechamientos colectivos en la zona dondeestá amalgamando posesiones; unos años después es elegido alcalde. Este caso conduce a otroaspecto del problema: los tenentes reagrupan parcelas con el objeto de cercarlas, es decir, privar aotros de los derechos de pasto sobre heredades abiertas. La consolidación de la heredad y suposterior vallado se presentan como aspectos complementarios de un proceso de cercamiento: esteproceso tiene como punto de partida la concentración de parcelas dispersas, cuyo cercado resultaríadificultoso. El problema está contemplado en algunos trueques que explícitamente incluyen elpermiso para realizar un cercamiento sobre los bienes previamente reagrupados; en algunos casos seaclara que el interesado obtiene derechos de pasto exclusivos sobre la tierra objeto del trueque. Enotros casos puede verse de cerca la negociación de un trueque, ya que el documento a veces explicitalas propuestas de las dos partes, cuánta tierra se ofrece a cambio de obtener otra lindera y despuéscercarla, las vinculaciones familiares y políticas del interesado con los oficiales del concejo, etc. Enestos trueques más detallados se observa también que quienes realizan �cerrados� tratan después deextenderlos sobre tierras comunales, lo cual consiguen a través de la negociación con las autoridadesaldeanas y sin darlo a entender a las autoridades urbanas. Estos �cerrados� aparecen en el deslindede otras tierras, lo que permite identificar a sus titulares, que en general son los mismos que hanhecho arreglos con el concejo, detentan oficios o son allegados o parientes de las autoridades de laaldea. Del estudio de los linderos surge también que estas personas que han realizado cercamientosposeen otras tierras en la aldea, por todo lo cual pueden considerarse dentro del grupo de campesinosacomodados. De los deslindes también se deduce que los cerrados pasan a los herederos, por lo quepuede decirse que esta forma de posesión privada se estaría consolidando. En la documentación delconcejo urbano de Piedrahita se alude a estos �cerrados� como un fenómeno que está proliferandoen las aldeas y un problema que se explica por la falta de control del concejo urbano sobre losconcejos rurales, lo que confirma que la autonomía relativa de las aldeas es su condición deposibilidad.La tendencia a la desaparición de los aprovechamientos comunitarios es un proceso que loshistoriadores verifican de manera general en los siglos XVI y XVII, y que se manifiesta en la ventade baldíos y en la concesión de licencias por parte de la monarquía a comerciantes enriquecidos ysectores magnaticios que obtienen el privilegio de gozar derechos de pasto exclusivos. En el estudiode una aldea se observa que esto ocurre a pequeña escala durante el siglo XV, y que tiene comoprotagonistas a los vecinos más destacados. En síntesis, la mercantilización de la tierra, queacompaña el proceso de crecimiento de campesinos kulak, se concreta mediante mecanismos ajenosa la lógica de funcionamiento del mercado capitalista y en un contexto plenamente feudal,dependiendo de las modalidades concretas de ejercicio de la coerción política, que se expresan en elsistema tributario y en el señorío del colectivo urbano sobre núcleos rurales relativamenteautónomos. Este contexto favorece un proceso de ampliación de la tenencia, el cual comprende lagradual desarticulación del sistema de campo abierto.

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�Aproximación al problema de la estructuración delsistema feudal en León (siglos IX-XI)�Mariel Pérez(Becaria CONICET)

La presente investigación, desarrollada en el marco de una tesis doctoral, se propone realizar unnuevo abordaje del problema de la formación y estructuración del sistema feudal en el áreaseptentrional de la Península Ibérica, teniendo como objeto el análisis de las diferentes formas enque se desarrolló el proceso de privatización del poder público en León entre los siglos IX y XI y delas relaciones que establecieron entre sí las distintas esferas de soberanía privada.C. Sánchez Albornoz abordó el problema de los orígenes del feudalismo hispánico desde un puntode vista institucional y jurídico, entendiendo el feudalismo a partir de la dominancia de un conjuntode instituciones feudo-vasalláticas en el sistema social y político, tal como se constató en el áreanuclear del que fuera Imperio Carolingio entre los siglos X y XIII. Así, sostenía que si bien en épocavisigoda habrían existido algunas instituciones �prefeudales�, la conquista árabe y la Reconquistahabrían obstaculizado su desarrollo, favoreciendo contrariamente la conservación de una monarquíapoderosa en el norte peninsular que permanecería ajena a las prácticas feudales hasta el último terciodel siglo XI, cuando, por influencia francesa, se habrían introducido en el reino las institucionesfeudo-vasalláticas. Sin embargo, C. Sánchez Albornoz concluía que aunque en el reino asturleonés,y más tarde en los reinos de León y Castilla, hubieran existido instituciones feudales, la estructurasocial y política de la España cristiana nunca habría llegado a constituirse completamente según lasformas políticas del feudalismo franco, lo que determinaría el carácter �inmaduro� o �bastardo� delfeudalismo hispánico.(1) Esta perspectiva jurídico-institucional en el abordaje del feudalismo habríade tener un profundo arraigo en el medievalismo español, siendo compartida por un amplio grupo dehistoriadores entre los que se destaca L. García de Valdeavellano (2)

En la década de 1970 se produjo una renovación en la historiografía hispánica,replanteándose la problemática de los orígenes del feudalismo en términos socio-económicos. Elestudio se desplaza así del surgimiento de las instituciones feudo-vasalláticas a la formación de lasrelaciones de dependencia entre señores y campesinos. Es principalmente la obra de A. Barbero y M.Vigil la que marca el punto de inflexión. Asumiendo la conceptualización marxista del modo deproducción feudal, estos autores postularon un origen autóctono del feudalismo castellano-leonés,situando el surgimiento de las relaciones de producción feudales en el seno de comunidadesprimitivas de organización gentilicia del norte de la Península Ibérica, que habrían conocido, a partirde un proceso de desarrollo de las fuerzas productivas, una evolución desde la propiedad comunalhasta la propiedad feudal (3).Esta argumentación ha sido adoptada en las últimas décadas por gran parte de los medievalistasespañoles, imponiéndose una visión gentilicia y patrimonial en el estudio del surgimiento de lasrelaciones de producción feudales. Autores como J. M. Mínguez, C. Estepa Díez o I. Álvarez Borge,por nombrar sólo a los ejemplos más destacados, han configurado un modelo de formación delfeudalismo basado en la descomposición de la realidad comunitaria de las sociedades gentilicias y laconstitución de la propiedad feudal, y en el cual la dimensión política es relegada a un planosecundario. En efecto, las relaciones feudales de vasallaje son excluidas del análisis, explicándose el

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ejercicio privado del poder político por parte de los señores como una mera derivación de lapropiedad territorial. (4)Tal fue la penetración de estas ideas en la historiografía hispánica que sólo hacia la década de 1990comenzaron a esbozarse algunas críticas y a elaborarse planteamientos novedosos. Es quizás delmutacionismo de donde proviene el modelo alternativo más orgánico. En efecto, tomando el marcointerpretativo de la mutación feudal propuesto por P. Bonnassie (5), E. Pastor rechaza la tesisgentilicia y patrimonial de formación del feudalismo, postulando la continuidad del carácter públicodel poder de los condes de Castilla hasta el siglo XI y acentuando la importancia del ejercicio de lasfunciones jurisdiccionales en la sujeción un campesinado todavía libre de cualquier dependenciajurídica y económica (6).Precisamente, la teoría de la mutación feudal, que a partir de sus orígenes modernos con la tesis de P.Bonnassie sobre Cataluña ha sido en las últimas décadas aplicada en el estudio de otras sociedadesmeridionales como la Provenza, el Languedoc, o más recientemente, el noroeste peninsular, realizauna revalorización del aspecto político del feudalismo en torno a las relaciones feudales de vasallaje,pero no desde la estrecha óptica tradicional sino colocando a las estructuras jurídico-institucionalesen relación con las estructuras socio-económicas. Desde este punto de vista, la concesión de unfeudo a un vasallo implica la transmisión de derechos jurisdiccionales que a su vez permiten laimposición de censos y corveas, la apropiación de tierras campesinas, en suma, la constitución de lasrelaciones de producción.Creemos que esta perspectiva puede ser de gran utilidad en el estudio de la formación del feudalismoen el norte de la Península Ibérica, permitiendo esbozar un enfoque alternativo tanto respecto de lainterpretación jurídico-institucional de raíz albornociana como de la tesis gentilicia impulsada por A.Barbero y M. Vigil. En efecto, partiendo de la idea de que en el modo de producción feudal lasvariables jurídico-políticas tienen una incidencia activa en las relaciones de explotación, en lapresente investigación se sostendrá la hipótesis de que el elemento clave en la formación delfeudalismo en la región de León fue la constitución de soberanías políticas privadas a partir de ladelegación del poder público, es decir, de las concesiones de feudos.Tomando como eje esta hipótesis, nuestra investigación tendrá como principal objetivo el análisis dela formación y estructuración del sistema feudal en León a través del estudio de las relacionesfeudales de vasallaje, desde una perspectiva socio-económica que dé cuenta de la privatización delpoder político en función de la construcción de las relaciones de producción en el marco del señoríode ban. Con este fin se analizarán, en primer lugar, las distintas formas en que se privatizó el poderpolítico en manos de los señores feudales. Se examinarán así tanto las concesiones regias de poderpolítico a través de privilegios de inmunidad, encomendaciones de mandationes y commissa ydonaciones de villas, como otras vías de delegación de poder político a infanzones y caballeroscomo prestimonia y beneficia otorgadas por los condes. En segundo lugar, se analizarán lasrelaciones, tanto jerárquicas como horizontales, que estas distintas esferas de soberanía políticamantuvieron entre sí, intentado dilucidar la estructuración del sistema político feudal en el área. Estoimplica también el estudio de tensiones, conflictos, alianzas y compromisos recíprocos entre losseñores.El área de estudio estará circunscripta a la región de León, en un ámbito temporal que abarca lossiglos IX a XI, período que se considera central en la formación del sistema feudal en el área. Por suparte, el cuerpo documental objeto de análisis estará constituido inicialmente por la documentaciónaltomedieval de los archivos de la Catedral de León, el monasterio de Sahagún y el monasterio de

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Santa María de Otero de las Dueñas, principales fondos documentales de la zona de estudio, y porlos fueros del área, en particular el Fuero de León.

1) Ver SÁNCHEZ ALBORNOZ, C. �La potestad real y los señoríos en Asturias, León y Castilla(siglos VIII-XIII)�, en Estudios sobre las instituciones medievales españolas, México, UNAM,1965, entre otras obras.2) GARCÍA DE VADEAVELLANO, L. Curso de historia de las instituciones españolas. De losorígenes al final de la Edad Media. Madrid, Ediciones de la Revista de Occidente, 1973, pp. 362-393.3) BARBERO, A. Y VIGIL, M. La formación del feudalismo en la Península Ibérica. Barcelona,Crítica, 1978.4) Ver por ejemplo MÍNGUEZ FERNÁNDEZ, J. M. �Ruptura social e implantación del feudalismoen el noroeste peninsular (Siglos VI al X)�, Studia Historica. Historia Medieval, 2, 1985; ESTEPADÍEZ, C. �Formación y consolidación del feudalismo en Castilla y León�, en En torno al feudalismohispánico, I Congreso de Estudios Medievales. Avila, Fundación Sánchez Albornoz, 1989;ÁLVAREZ BORGE, I. Poder y relaciones sociales en Castilla en la Edad Media. Los territoriosentre el Arlanzón y el Duero en los siglos X al XIV. Salamanca, Junta de Castilla y León, 1996.5) BONNASSIE, P. La Catalogne du milieu du Xe siècle à la fin du XIe siècle: croissance etmutations d�une société. Toulouse, 1975-1976.6) PASTOR DÍAZ de GARAYO, E. Castilla en el tránsito de la Antigüedad al feudalismo.Poblamiento, poder político y estructura social del Arlanza al Duero (siglos VII-XI). Valladolid,Junta de Castilla y León, 1996.

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�La escritura de la norma y la constitución de lacomunidad de habitantes (siglos XI-XII)�Paola Miceli(Becaria UBA)

En el marco de la tesis de doctorado que estoy realizando que tiene por objetivo indagar la relaciónentre derecho consuetudinario y práctica jurídica en Castilla y León entre los siglos XI y XIV me hepreocupado a lo largo de estos últimos meses por el problema de la puesta por escrito de la norma yla conformación de la comunidad de habitantes.La historiografía de los últimos años ha estudiado en profundidad este proceso de conformación delas comunidades de habitantes que se da en Occidente en torno de los siglos X y XI señalandomúltiples operaciones que lo hicieron posible: el papel aglutinante de la parroquia o el cementerio,las prácticas señoriales de reorganización del espacio que llevaron a los campesinos a concentrase entorno a los castra, las prácticas específicas mediante las cuales los habitantes de un lugar seapropiaron de ese espacio, etc. Ahora bien, consideramos que en el estudio de este proceso se haprestado poca atención a un dispositivo a nuestro entender clave, sobre todo en el ámbito peninsular:el papel del texto foral como discurso instituyente de la comunidad de habitantes a partir de lainvención de una tradición jurídica común a todos los que moran en un lugar.Tradicionalmente el fenómeno de escrituración (que se profundiza a mitad del siglo XI con lallegada al trono en León de Alfonso VI) ha sido pensado desde la óptica de la representación con unmatiz profundamente romántico. Hinojosa fiel representante de la tesis germanista, es un buenejemplo de esta mirada desde la lógica de la representación: el fuero debe ser interpretado, según elautor, como la plasmación escrita de una práctica consuetudinaria que preexiste. El fuero representaentonces algo que ya está dado. Grossi, historiador del derecho italiano, portavoz de la miradaromántica, nos dice: el derecho altomedieval antes de ser norma y mandato es orden, orden de losocial, motor espontáneo, lo que nace de abajo. Por último un ejemplo de la península Ibérica, elhistoriador Galo Sánchez para quien existen dos estrategias diferentes pero complementarias de lapráctica jurídica: en primer lugar, el redactor fija por escrito una norma latente en la �vidaconsuetudinaria�; en segundo lugar, la convierte en norma abstracta. Escribir la norma no significacrearla sino hacerla pasar del plano de la experiencia rústica de la oralidad al de la sofisticación de laescritura.Frente a esta interpretación naïve nuestra indagación tiene por objetivo dejar de ver el fuero comomero agente cristalizador de una experiencia que se �arrastra por la tierra�, para pensarlo comodiscurso que instituye, como una de las operaciones mediante las cuales se ponen las condicionespara la existencia de la comunidad de habitantes. Esa existencia está directamente vinculada con lainvención de una tradición jurídica, con el otorgamiento de una memoria que los fueros insisten enmostrar. En los fueros breves de León que hemos relevado no se dice esto de manera explícita �yaveremos de qué manera se instituye memoria� pero sí queda expuesto sin giros retóricos en el Fuerode Béjar (s. XIII): �Esta memoria otorgo demas a todos los pobladores, qua quier uenir quisierepoblar Beiar� non responda por enemiztad, ni por debdo, ni por fiadora, ni por erentia, ni porninguna cosa que fizo ante que Beiar se poblasse�. En Béjar el dador del fuero instituye unamemoria que requiere el olvido de ciertos hechos sucedidos antes de la concesión del fuero. En elcaso de los fueros de León el escrito no borra lo anterior sino que instaura una tradición.

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En los fueros breves de León la creación de una memoria común para todos los que habitan en unlugar está relacionada con la conformación de la comunidad de habitantes, según nuestra perspectivacon el uso en la documentación de dos términos consuetudines y usus y de un sintagma mos terrecuyos significados connotan la idea de una práctica que se realiza desde antiguo. Los dos primerostérminos señalados hacen referencia en la mayoría de los fueros de este periodo a imposicionesbanales ¿pero por qué se las denomina así? No hay duda de que se trata de un gesto legitimador, perotambién de una operación que establece hábitos y funda memoria. Denominar consuetudines o ususa una imposición es, pues, un acto de fuerza que, operando en el terreno de la memoria, construye laidentidad jurídica necesaria para la existencia de la comunidad. El sintagma mos terre reafirma estaidea, asignándole a la tierra un comportamiento jurídico. Lo que sorprende en este fuero es que mosse presenta como comportamiento asignado a la tierra y no a los individuos. Es ella, más allá de losque la habitan, la que posee dichos hábitos: sus moradores son meros instrumentos de la tierra que secomporta como estructura, como reservorio de un conjunto de reglas que los hombres debenrespetar. Los hombres en tanto habitantes de ese territorio devienen practicantes de un orden jurídicoque les precede. El texto del fuero instituye entonces a la tierra como la portadora de unordenamiento jurídico particular. Instituida como reservorio de las normas todo ocurre como si latierra fuera la institución que instrumentaliza a los hombres en tanto apéndices orgánicos de lanaturaleza inorgánica. Acompañando y reforzando esta idea de instrumentalidad la palabra mos esusada en ablativo (more terre). El empleo del término en este caso gramatical se encuentra yapresente con mucha frecuencia en el mundo romano; se utilizaba la expresión more maiorum o sureverso maiorum more como sintagma fijo que expresaba claramente su carácter paradigmático.Ahora bien, si en el mundo romano se adjudicaba a los antepasados la capacidad de establecer lasreglas a seguir, en cambio, en este fuero medieval se concede esta competencia a la tierra. Es poresto que el fuero no explicita la forma en que debe llevarse adelante esta práctica. Hay una cualidadatribuida a la tierra que no necesita ser legislada porque la tierra posee su propio ordenamiento, delcual los hombres son apéndices o instrumentos. Entiéndase bien, no es la tierra en sí misma laportadora de esos derechos, al modo que podría plantear una mirada metafísica, sino el gesto delderecho foral el que instaura a la tierra como reservorio de las prácticas jurídicas antiguas. El efectoproducido por el empleo de estos tres conceptos es el de instaurar en un determinado sitio, en unadeterminada tierra, un conjunto de prácticas como ancestrales, de allí su capacidad instituyente.En el marco del problema señalado, la puesta por escrito de la norma, existen otros dos ejes haanalizar: por un lado el carácter redentor asignado a la escritura en los textos forales, y por otro, elpapel del escrito como estrategia de visibilización frente a los otros poderes feudales.

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�Aproximaciones historiográficas a la problemática de lascortes de Castilla y León�Federico Miliddi(Becario CONICET)

Tal como señala el historiador español Julio Valdeón Baruque en su introducción al libro deWladimir Piskorski, la historiografía referida a las Cortes surge durante el siglo XIX con los aportesde una trilogía de grandes autores: Martínez Marina, Colmeiro y el propio Piskorski (1). Resultanecesario, entonces, partir de estas primeras conceptualizaciones historiográficas ya que constituyenel basamento de las elaboraciones posteriores, ya sea que estas se planteen como continuación ocomo crítica y discusión de las premisas establecidas por estos �clásicos�. Podremos apreciar,siguiendo el desarrollo de la historiografía de las Cortes, que se dibujan dos líneas directrices queencuadran la producción de los historiadores españoles y extranjeros respecto de esta problemática:hallaremos, por un lado a una línea �liberal� que, si bien posee argumentos troncales que constituyenun eje conceptual definido, no se muestra como una tradición monolítica, sino que presenta variantes(vinculadas con transformaciones metodológicas de la disciplina) a lo largo de su desarrollo durantelos siglos XIX y XX; por otro lado, puede apreciarse la existencia de una línea de pensamiento quepodríamos definir aquí como �monarquista�, que exhibe fundamentos conceptuales e interpretativosopuestos a los de los liberales pero que posee un peso específico que la convierte en una de lascorrientes interpretativas fundamentales de la Historia de las Cortes castellanas. Esta corriente partede la obra de Sempere y Guarinos en el siglo XIX, se desarrolla a partir del pensamiento de autoresde extracción franquista en los años �40 y encuentra su máximo exponente en la obra de José PérezPrendes a partir de los �60 y �70 (2).Las perspectivas que se dibujan durante el siglo XX parten de de estas matrices y podemos afirmarque, en líneas generales hasta la caída del franquismo, en los fundamentos sobre los cuáles seedifican sus análisis históricos opera un principio que, parafraseando al historiador de la antigüedadMoses I. Finley podríamos caracterizar como problemas antiguos e ideologías modernas (3), ya quedurante la primera mitad del siglo XX los análisis de las Cortes por parte de la historiografíaespañola se hallan atravesados y condicionados por la lucha entre las posiciones republicano-liberales y fascista-conservadora). La �renovación historiográfica� de los años �70 y �80 traeaparejada una búsqueda de mayor rigurosidad científica, con un marcado sesgo documentalista(posiblemente debido a la enorme influencia ejercida por Claudio Sánchez Albornoz y su obra), peroel tono general del análisis permanece ceñido a los términos delimitados por perspectivas de tipoinstitucionalista, sin un especial énfasis en los aspectos conceptuales.1.- La historiografía liberal:1.1.- Los primeros abordajes, el siglo XIX:

El jurista Francisco Martínez Marina es el máximo exponente de la línea liberal, y su obra decomienzos del siglo XIX representa los primeros análisis históricos relevantes acerca de la temáticade las Cortes medievales, más allá de no haber realizado su estudio sobre la base de una metodologíapropiamente historiográfica. Escribiendo desde el fervor parlamentarista de la resistencia española ala invasión napoleónica (4), este autor señala que es la facultad legislativa, a partir de larepresentación de todos los elementos del reino, la función primordial y natural de las Cortes.Subraya la continuidad esencial de las funciones legislativas de los parlamentos decimonónicos con

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respecto a los estamentales, destacando su carácter de limitante del poder del rey como espacio dedefensa de los derechos y garantías �populares�. Martínez Marina retoma la idea liberal clásica,derivada fundamentalmente de la concepción de Montesquieu, de la división de poderes y delparlamento como ámbito decisivo de control y contrapeso del poder �ejecutivo�: las Cortes seríanasí esencialmente, a lo largo de toda su historia, el reducto de las libertades �populares� en el marcodel Estado frente a las pretensiones de poder absoluto de la Corona. Esta concepción ha sidodiscutida por toda la historiografía de las Cortes, desde Colmeiro en adelante, pero se muestra comouna referencia ineludible por constituir el primer intento sistemático de reflexión acerca de estacuestión a partir del trabajo con documentos (5).A finales del siglo XIX, a partir de un enfoque historiográfico positivista, Manuel Colmeiro estudia(desde los dos volúmenes de su introducción a las Actas y Ordenamientos) a las Cortesbajomedievales como el fruto de un proceso de secularización de esa forma particular de asambleasfeudales que constituían los concilios de los siglos XI y XII. La concepción de este historiadorespañol se presentaba como una crítica de las tesis expuestas por Martínez Marina. Colmeirocuestionaba lo que entendía como una lectura excesivamente sesgada por la situacióncontemporánea en la que se hallaba situado el pensador liberal, y sostenía la necesidad de entender alas Cortes desde las particularidades del sistema político e institucional del medioevo. Para estehistoriador, las Cortes desempeñaban fundamentalmente una función de apoyo a la monarquía,especialmente en materia tributaria (aprobando impuestos para el rey), pero permitían, a su vez, queel estamento burgués pudiera hacer oír su voz y presentar sus reclamos al rey. Esta línea depensamiento ha tenido una importante continuidad en la historiografía posterior, especialmente apartir de que Claudio Sánchez Albornoz planteara la estrecha conexión existente entre lasnecesidades de recaudación fiscal de la Corona y la incorporación de los representantes urbanos a lasreuniones de la Curia Regis, propiciando su transformación en Cortes (6). No se ha continuado sutesis de génesis de las Cortes como fruto de una evolución secularizada de los Concilios, ya que loshistoriadores posteriores avanzaron en explicaciones que encuentran el origen de los parlamentosestamentales en las primitivas asambleas germánicas en las que los jefes de las comitivas solicitabanel consejo y apoyo de los nobles guerreros.En las postrimerías del XIX, el historiador ruso Wladimir Piskorski escribió el libro que se haconvertido, probablemente, en el mayor clásico de la historiografía sobre las Cortes de Castilla yLeón y la inspiración de numerosas generaciones de historiadores posteriores: Las Cortes deCastilla. Al igual que Colmeiro, este autor criticaba el anacronismo patente de lasconceptualizaciones de Martínez Marina, retomando su preocupación por realizar un estudiohistórico, empíricamente fundamentado de las Cortes. Sin embargo, reprochaba al historiadorespañol su intento de esencializar a las Cortes medievales y su consiguiente incapacidad para captarel carácter de las transformaciones que habían sufrido en el devenir del proceso histórico durante losúltimos siglos de la Edad Media y los primeros de la Moderna (7). Piskorski entendía que las Cortesposeían un carácter eminentemente democrático dado que se conformaban como el espacio derepresentación privilegiada de los concejos en detrimento de la nobleza, pero, precisamente por estarestrechamente ligadas con el devenir histórico-político del estamento urbano, los parlamentosmedievales compartían su suerte. De esta manera, Piskorski consideraba que el avance señorial ymonárquico de los siglos finales del medioevo por sobre las libertades urbanas implicaba el declivede las Cortes. Al mismo tiempo, y como parte de las preocupaciones epocales de la historiografía dela segunda mitad del XIX, este historiador ruso veía en el parlamento estamental castellano la única

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fuerza de �expresión de la unidad nacional� (8). Piskorski sostenía la existencia de un antagonismofundamental, de una antítesis entre Cortes -como espacio privilegiado de representación de la �capamedia� de la sociedad, es decir, de los elementos urbanos cuyas jerarquizaciones internas no fueron,por otra parte, consideradas por el historiador de San Petersburgo- y la monarquía -como reducto defeudalidad-. Las primeras constituían el espacio de expresión política de la burguesía, el ámbito en elcual sustentaban la defensa de sus libertades e intereses; la Corona, en cambio, tendía hacia unacreciente búsqueda de concentración del poder en detrimento de los parlamentos. Parlamentoestamental y monarquía resultaban, pues, polos opuestos en el mapa político medieval castellano-leonés dibujado por Piskorski, confirmando, de esta manera, su participación de la caracterizacióngeneral de la historiografía liberal.1.2.- El siglo XX: Sánchez Albornoz, su legado y las perspectivas recientes:A pesar de no manifestar innovaciones teórico-metodológicas o argumentativas demasiadosignificativas, la historiografía española (y también la no española) del siglo XX que ha trabajadosobre el tema de las Cortes ha recogido la herencia y discutido con estas aproximacionesdecimonónicas. Las líneas interpretativas fundamentales de esta historiografía derivan de laselaboraciones que realizara Claudio Sánchez Albornoz durante las primeras décadas del siglo XX(9), quien tendía a ver a las Cortes como uno de los órganos de gobierno de la monarquía,destacando particularmente sus funciones administrativas y burocráticas. Si bien Sánchez Albornozavanzó en su madurez en una interpretación de las Cortes castellanas que presentaba un marcadosesgo �romántico�, al identificarlas (particularmente en los siglos XII y XIV) como el producto de la�sensibilidad política del pueblo castellano� y un espacio en el que se manifestaba esta esenciapolítica libertaria del homo hispanicus, sus trabajos propiamente historiográficos acerca de estamateria subrayan la importancia que desempeñaban como apoyo político de la monarquía frente a lanobleza y su carácter de base tributaria para la construcción del Estado central. Este esquema fueretomado por gran parte de la producción historiográfica posterior.Predominó en esta perspectiva (que tiene como exponentes destacados a Joseph O�Callaghan y aLuis García de Valdeavellano entre otros) una aproximación institucionalista fuertemente formal, enla que el análisis de los aspectos extra jurídicos (como el carácter de instancia legitimadora y laintervención del parlamento estamental castellano bajomedieval como momento de mediación en lalucha por el poder político) no se evaluó en su justa relevancia. Al sobredimensionar lacaracterización legal y administrativa de la Cortes, esta perspectiva ha tendido a minusvalorar lasdimensiones sociales que permiten la génesis y la transformación histórica de estos parlamentos. Porotra parte, la notoria ausencia de fundamentos teóricos ha dejado muchas veces inexplicadosaspectos esenciales de la caracterización del proceso histórico en el que se desenvuelve la dinámicapolítica de la Baja Edad Media en la península ibérica. Solamente en contadas ocasiones, y siempredentro de los marcos de concepciones historiográficas en las que predomina la descripción por sobreel análisis, ciertos historiadores -como Joseph O�Callaghan- han señalado la importancia de aquelloque han visto como los aportes de las Cortes al fortalecimiento �moral� de la monarquía, alconferirle la presencia de representantes de los sectores sociales de poder en los parlamentos mayorlegitimidad a las decisiones tomadas por los reyes. El historiador norteamericano O�Callaghan haseñalado acertadamente lo que, consideramos, es una de las funciones decisivas de la instanciaparlamentaria bajomedieval castellana, al subrayar su importancia como espacio de legitimación dela monarquía, sin embargo, en su libro sobre las Cortes castellanas este autor no ha profundizado enel análisis de los mecanismos concretos del funcionamiento sociopolítico feudal que hacen posibleesta estructuración particular del parlamento estamental. Este cuadro de situación compartido por

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gran parte de la historiografía de la segunda mitad del siglo XX, ha generado fuertes obstáculos parala captación del carácter social de la cuestión, dejando sin respuesta preguntas fundamentales acercade la dinámica política del sistema feudal (de esta manera, por ejemplo, permanece en la oscuridadun asunto tan relevante como el carácter de clase del Estado).En su introducción al libro de Piskorski de los años setenta, Julio Valdeón Baruque señalaba la faltade innovaciones en el estudio de la problemática de las Cortes (a su juicio, las carencias eranparticularmente importantes en lo referido a la historia social), manifestando su deseo de que éstasllegaran en los años subsiguientes. Si bien la producción historiográfica sobre esta materia hacrecido cuantitativamente, especialmente a partir de los congresos celebrados en España a fines delos años ochenta (10), no se han producido cambios decisivos en materia historiográfica acerca delestudio de las Cortes medievales. Aún en los trabajos más recientes continúa predominando el sesgojurídico-institucional de los estudios tradicionales, impera la descripción por sobre el análisis y no seregistran aportes significativos en términos metodológico-conceptuales.2.- La corriente antiliberal: la teoría �monarquista� de las Cortes:Al igual que la corriente liberal, la línea �monarquista� de interpretación de la Historia de las Cortesde Castilla halla también sus orígenes más remotos en la obra de un pensador decimonónico, eljurista valenciano Juan Sempere y Guarinos. Sempere es el primero en plantear las críticas alesquema analítico del liberalismo a partir de lo que entiende como una captación anacrónica ehistóricamente equivocada de la naturaleza y función de las Cortes. Este autor será el primero enpostular que la existencia de las Cortes se daba en una relación de directa sumisión a la Corona,realizando solamente actividades funcionales a ésta. En este sentido, no tendría razón de ser laoposición planteada entre Cortes y Monarquía, puesto que aquellas no serían más que un órgano deésta. Esta idea será retomada en los años �40 por el historiador de la Universidad Complutense deMadrid, Manuel Torres López, quien insistirá en postular la subordinación total de los parlamentosestamentales castellanos a la Corona, polemizando abiertamente con la historiografía liberal,especialmente con Sánchez Albornoz. A partir de la influencia de su maestro Torres López, JoséManuel Pérez Prendes ha desarrollado la más importante y documentada investigación sobre lasCortes en el marco de esta corriente de pensamiento, sostenido que estas asambleas se limitaban abrindar consejo cuando el rey así lo requería, recortando los márgenes de acción política y lasfacultades legislativas que les conferían las perspectivas liberales (11). Pérez Prendes retoma unanálisis de las Cortes de tipo procesual, tal como lo sugiriera Piskorski, pero afirma que lo que sedesarrolla es la concentración del poder real y su ingerencia sobre las Cortes. Para Pérez Prendes nose verifica una pérdida gradual de la libertad y autonomía de las Cortes a medida que transcurren losúltimos siglos del medioevo y los primeros de la modernidad (tal como afirmaba la vertientehistoriográfica liberal) puesto que éstas en ningún momento detentaron tal libertad frente al podermonárquico y siempre estuvieron plenamente funcionalizadas de acuerdo con las necesidadesadministrativas y la voluntad de la Corona. En abierta oposición a la tradición liberal, Pérez Prendesniega las libertades de las Cortes en épocas previas al advenimiento de las monarquías de los ReyesCatólicos y de los Austrias mayores, sosteniendo la continuidad estructural de unas prácticaspolíticas de origen germánico que, de acuerdo con su criterio, sujetaban a los estamentos al poder delos monarcas. A pesar de afirmar la subordinación de las Cortes a la monarquía, este autor niega laexistencia de formas monárquicas absolutistas, pero la limitación al poder regio es exclusivamentehistórico-legal o consuetudinaria, y no reside en las estructuras fácticas del poder de las clasessociales. De esta manera, Pérez Prendes exhibe un extremo apego a la letra de los textos legalesemanados por el poder público. Al igual que Sánchez Albornoz, halla la génesis de esta forma

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asamblearia en las prácticas políticas del mundo germánico (encuentra una continuidad político-estatal desde el mundo germánico hasta la Edad Moderna), pero niega la existencia de libertadespropias de este espacio subrayando su sumisión al vértice político.

1) Valdeón Baruque, J.: �Las Cortes medievales castellano-leonesas en la historiografía reciente�,introducción a Piskorski, W.: Las Cortes de Castilla en el período de tránsito de la Edad Media a laModerna 1188-1520, Barcelona, 1977. Págs. V-XXXII2) Ver Valdeón, J.: op. cit. nota 5, págs. X a XVIII.3) Finley, M. I.: Esclavitud Antigua e Ideología Moderna. Editorial Crítica, Barcelona, 1982.4) Martínez Marina escribe su Teoría de las Cortes en el año 18135) Antes de la edición de las Actas de Cortes por parte de la Real Academia de Historia de España,Martínez Marina realizó un trabajo preliminar de selección de documentación regia sobre la queelaboró su Teoría de las Cortes. Algunos de estos documentos fueron editados como un extensoapéndice en el tercer tomo de su obra. Ver: Martínez Marina, F.: Teoría de las Cortes o grandesjuntas nacionales de los reinos de León y Castilla, Editora Nacional, Madrid, 1979. Apéndicedocumental, Volumen III6) Esta caracterización de Sánchez Albornoz se encuentra en su artículo del año 1928: �La primitivaorganización monetaria de León y Castilla�, publicado originalmente en el Anuario de Historia delderecho español, 5, págs. 301-324 y reeditado posteriormente en: Viejos y nuevos estudios sobre lasinstituciones medievales españolas. Madrid, Espasa Calpe, 1976, vol. II, págs. 887-928.7) Piskorski, W.: op. cit. �Introducción�, págs. 6-12.8) Piskorski, W.: op. cit., pág. 1319) Los análisis de Sánchez Albornoz se encuentran en uno de sus trabajos de juventud: La curiaregia portuguesa. Siglos XII y XIII. Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas.Centro de Estudios Históricos. Madrid, 1920; reeditado posteriormente con una addenda del autoren: Investigaciones y documentos sobre las instituciones hispanas, Santiago de Chile, 1970, págs.381-459. También se encuentran comentarios acerca de la función de las Cortes en su artículo de1928 arriba citado. Finalmente, realiza comentarios generales acerca de las Cortes en España, unenigma histórico, Buenos Aires, 1956. 2 vols., tomo II, capítulo XII, acápite 6 �Sensibilidad políticadel pueblo castellano�, págs. 74-103.10) Estas reuniones científicas de 1988 y 1989 se realizaron en ocasión del cumplimiento de losochocientos años de las célebres Cortes realizadas en León en el año de 1188 (en las que -más alláde las discusiones existentes- se considera que tuvo participación por primera vez el sector superiordel estamento urbano, produciéndose la transformación de la Curia en Cortes).11) Las Cortes de Castilla, Editorial Ariel, Barcelona, 1974

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�La participación de autores jesuitas en la polémica delNuevo Mundo�María de la Soledad Justo(Tesista UBA)

La Polémica del Nuevo Mundo fue una dilatada discusión que se inició en 1750 y mantuvo ciertaagresividad hasta, por lo menos, mediados del siglo XIX. Sus protagonistas fueron George LouisLeclerc, conde de Buffón, Corneille De Pauw, William Robertson y Guillaume Raynal quienespolemizaron con historiadores y naturalistas españoles y americanos y numerosos autores jesuitas.Buffón fue un reconocido naturalista y una la figuras centrales de la ilustración francesa, que en suextensa obra trató desde el origen y evolución de nuestro planeta, hasta el estudio de la biología delos animales exóticos. Su reflexión en torno a la naturaleza americana siguió una línea depensamiento muy clara: América era naturalmente joven, inmadura, frígida y por lo tanto inferior encomparación con Europa. Es a partir de sus ideas que el siglo ilustrado inició la Polémica del NuevoMundo.La Ilustración supuso una renovación epistemológica que abarcó amplios campos del saber, y eldebate sobre América no escapo a la revisión de los nuevos modelos epistémicos emergentes en elsiglo de la luces. La ya clásica obra de Antonello Gerby y la más cercana de Jorge CañizaresEzquerra han analizado los debates ilustrados sobre la naturaleza y la historia del Nuevo Mundo. Ensus obras se resalta cómo este problema se entretejió con otros temas centrales: el nacimiento de unadiferente forma de hacer la historia de América; la renovación de la literatura de viajes y porsupuesto la fundación de una nueva historia natural que inaugurara un sistema clasificatorio distintodel tradicional.Este trabajo intenta acercar los aportes de los autores jesuitas establecidos en Paraguay, en losdebates sobre la naturaleza y la historia americana. Los �jesuitas paraguayos� fueron mencionadospor la historiografía que se ocupó del problema y sin embargo las voluminosas obras de estosautores y la historia y la naturaleza del sur América merece ser nuevamente visitada.Es conocido que los jesuitas fueron activos impugnadores de las ideas antiamericanistas, postura quequedó inscripta en la obra de Javier Clavijero, Juan Ignacio de Molina, Juan de Velazco, RafaelLandivar, quienes ingresaron al debate a partir de experiencias directas y estudios de caso.Capacitados para comprender y explicar la naturaleza y cultura americana, la defendieronconstruyendo a América como ámbito de desarrollo de las altas culturas indígenas. Sin duda, laexpulsión de los jesuitas y el exilio dieron un tono específico a su participación en la polémica y eldestierro en Italia permite englobar a los autores en posiciones de un gran acuerdo. Sin embargo unenfoque comparativo permitirá ver las distancias y los acercamiento del caso novohispano con el deAmérica del sur.El caso de la participación de los autores jesuitas de la Provincia de Paraguay es quizás el menosestudiado por la historiografía especializada. Este trabajo se ocupará de revisar los aportes yargumentos de autores jesuitas que tomaron la naturaleza de sur América para ingresar al debate queenfrentó a naturalistas e historiadores del siglo de las luces; debate científico pero con una indudableresonancia política y así lo entendieron los participantes.

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�Aproximaciones al pensamiento español del siglo xvii.Las obras filosóficas de Juan Nieremberg (continuación�Gabriela Monezuelas(Investigadora UBA)

La modernidad clásica constituyó una época de gran complejidad cultural en la historia de las ideasdel mundo occidental. Los hombres del Renacimiento elaboraron complejas visiones del universoen un período caracterizado por los cambios acelerados. La Revolución Científica contribuyó a laconformación de esas nuevas visiones; la observación y la experimentación se convirtieron enherramientas imprescindibles para acercarse al conocimiento y hacer de las afirmaciones datosciertos.

En dicho contexto, las denominadas Obras Filosóficas del jesuita español Juan E.Nieremberg: Curiosa Filosofía y tesoro de las maravillas de la naturaleza de 1630 y la OcultaFilosofía. De la sympatia y antipatia de las cosas, de1633, constituyen un material interesante paraanalizar las formas en las que los trabajos científicos del momento eran comprendidos, incorporadosy discutidos por este intelectual para elaborar una particular cosmovisión, junto con lasformulaciones de la tradición clásica.En cada una de estas obras filosóficas, el autor incorpora de forma minuciosa y detallada los nuevostrabajos, basados en observaciones acerca del universo, los planetas y las estrellas, estableciendocon ellos un diálogo a partir del cual, descarta aquellas cuestiones que se oponen al pensamientoortodoxo, pero aceptando otras que se compatibilizan con sus principios teológicos. Del mismomodo da central importancia a aquellas cuestiones vinculadas con el magnetismo y con experiencia,si bien en un sentido limitado. En la Oculta Filosofía, ocupan un lugar central los aspectosvinculados con la simpatía y la antipatía como formas de explicación de diferentes situaciones yfenómenos de la naturaleza (principios estos, incorporados por la tradición neoplatónica). En estetratado hay citas y análisis de los clásicos griegos, de Marsilio Ficino y de Hermes Trismegisto.¿Cómo dar forma e intentar comprender esta elaboración intelectual? Muchas de las páginas deestas obras fueron calificadas por los propios contemporáneos de Nieremberg como excéntricas, yfue su prestigio como profesor de Sagradas Escrituras y como padre espiritual, altamentereconocido en la Orden, lo que permitió que las obras mencionadas se difundieran.En el marco del pensamiento renacentista que como se señaló, es amplio en sus formulaciones, unaaproximación al análisis de las elaboraciones del jesuita español puede realizarse, a partir de lo queCharles Schmitt, en su libro Aristóteles y el Renacimiento (1983), denomina aristotelismo ecléctico.¿Qué implica esta caracterización,? Si bien el mismo Schmitt prefiere apartarse de los conceptosrígidos y monolíticos para analizar el pensamiento filosófico del renacimiento, considera que esfundamental recuperar, mediante el análisis de las fuentes, el papel desempeñado por elaristotelismo. En este caso el aristotelismo ecléctico es el que incorpora, sobre la matriz aristotélicadistintas tradiciones intelectuales y filosóficas, incluyendo el neoplatonismo y el hermetismo.A partir de este marco se abre una interesante perspectiva para profundizar en los escritos deNieremberg, puesto que en ellos aparecen estas tradiciones pero siguiendo las líneas planteadas porlos textos aristotélicos. Fundamentalmente es a partir de una forma de eclecticismo, caracterizadapor Schmitt como la tendencia a acomodar nuevos desarrollos dentro del marco aristotélicotradicional, incorporando en una síntesis de conocimiento en constante expansión, la nueva

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información y los nuevos métodos, aspectos estos que destacan fundamentalmente la adaptabilidaddel aristotelismo y la posibilidad de asimilación, cuestiones, quizás algo descuidadas por lahistoriografía más tradicional.Es en este sentido que pueden analizarse las obras del jesuita y comenzar a establecer perspectivasde mayor profundidad para el trabajo de las obras filosóficas de Nieremberg. Es importante indicarque entre los jesuitas matemáticos de amplias regiones europeas también tuvo lugar esta perspectivaecléctica.Las obras de Nieremberg se insertan concretamente en este período que se extiende hasta mediadosdel siglo XVII, momento en el que la tradición aristotélica será duramente combatida desde elámbito filosófico y científico.Queda así planteada una línea de análisis rica que brinda una perspectiva para profundizar elestudio, incorporando nuevas lecturas bibliográficas y volviendo a la fuente, que, sin duda, no seagota en las formulaciones enumeradas, sino que permite plantear interrogantes acerca de otrascuestiones que aparecen en las obras del jesuita español, tal como sus menciones a Pitágoras, a lamúsica y a la magia natural, así como la incorporación, para luego descartarlas, de conductas propiasde un saber popular muy extendido, como el ejemplo del ojeo, o la posible influencia de los objetossobre las conductas.La posibilidad de llevar adelante el estudio del pensamiento del Renacimiento permite formularinterrogantes que pueden ser desentrañados teniendo en cuenta la utilización y el acercamiento apartir de categorías flexibles y amplias.

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* VICKERS, B. (comp.) Mentalidades ocultas y científicas en el Renacimiento, Madrid, Alianza,1990.

(Notes)1C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, Ruina y extinción del municipio romano en España e institucionesque lo reemplazan, Buenos Aires 1943, p. 39, nº 105, 106; p. 29, nº 56 y 58.2Sánchez Albornoz, Ruina..., p. 35, n. 90.3G. E. M. DE STE. CROIX, The Class Struggle in the Ancient Greek World. From the Archaic Ageto the Arab Conquest, Nueva York 1981, p.466.4Arndt, W. & Bruno K., Gregorii episcopi turonensis, Historia Francorum. MGH. Scriptores rerummerovingicarum, vol. 1, I, Hannover, 1885, III, 36; V, 28; VII, 15.5Esto implica un parcial acuerdo con W. Goffart, Barbarians and Romans A-D 418-584. Thetechniques of accomodation, Princeton, 1980.6J. VIVES, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona ,1963, p.413, 419, 479.7Lex Visig., IX, 1, 5. (Ant.), 1, 6 (Ant.), 1, 9, 14.8Lex Visig., IX, 1, 21.9Idem.10Y. BONNAZ, Chronique asturiennes. Fin IXe siècle, París, 1987, Crónica de Alfonso III, 10.11Crónica de Albelda, 24, 25, 31. Crónica de Alfonso III. Iohannis Abbatis Biclarensis, Chronica,M.G.H., Auct. Antq., t. XI, p. 213. ISIDORO, Historia Gothorum, MGH, Chr Minora, t. II, 59.12ISIDORO, Hist. Goth. 63, reinado de Suintila (621-631).13 C. WICKHAM, Framing the Early Middle Ages. Europe and the Mediterranean, 400-800,Oxford, 2005.14 Ver, por ejemplo, S. GUTIÉRREZ LLORET, �Eastern Spain in the sixth century in the light ofarcheology�, en, R. Hodges y W. Bowden (eds.), The sixth century, Leiden, 1998, pp. 161-18415 G. DUBY, Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-1200),Madrid, 1976; A. GUREVIC, Le categorie della cultura medievale, Torino, 1983; Idem, HistoricalAnthropology of the Middle Ages, Polity Press, 1992.16C. ASTARITA, �Peasant-based societies in Chris Wickham�s thougts�, Historical Materialism, enprensa, y , IDEM, �Construcción histórica y construcción historiográfica de la temprana EdadMedia�, Studia Historica Historia Medieval, en prensa17E. A. THOMPSON, �Revueltas campesinas en la Galia e Hispania Bajo Imperial�, en A. GarcíaBellido et al., Conflictos y estructuras sociales en la Hispania Antigua, Madrid 1981; P. DOCKÈS,�Revoltes bagaudes et ensauvagement ou la guerre sociale en Gaule�, en Sauvages et ensauvages,Lyon, 1980; G. E. M. De Ste. Croix, op.cit..18 T. MUÑOZ Y ROMERO, Colección de Fueros Municipales y cartas-pueblas de Castilla, León,Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847, p. 17.19 MUÑOZ Y ROMERO, Fuero de Brañosera, p. 16-18.20 L. SERRANO, Becerro Gótico de Cardeña, Valladolid, 1910, p. 7.21 Cardeña, doc. CCCLXX, p. 379.22 MUÑOZ Y ROMERO, p. 25, p. 49; L. Serrano, Cartulario de San Millán de la Cogolla, Madrid,1930, año 1002, p. 80.23 GUREVIC, Le categorie... citado, pp. 163 y ss.; 176; 190.24 C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, España un enigma histórico, Buenos Aires, 1956; A. BARBERO yM. VIGIL, La formación del feudalismo en la Península Ibérica, Barcelona, 1978; J. M. MÍNGUEZ

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FERNÁNDEZ, �Ruptura social e implantación del feudalismo en el noroeste peninsular (siglos VI alX)�, Studia Historica. Historia Medieval, 2, 1985.25 Ver el volumen colectivo, La croissance agricole du haut Moyen Age. Chronologie, modalités,géographie, Flaran 10, 1988.26 G. DEL SER QUIJANO, Colección diplomática de Santa María de Otero de las Dueñas (León)(854-1037), Salamanca 1994.27 Se publicará en la Universidad de Alicante28P. BONNASSIE, La Catalogne du milieu du Xe à la fin du XIe siècle, Toulouse, 1975-1976; J-P.Poly, La Provence et la société féodale. 879-1166. Contribution a l� étude des structures ditesféodales dans le Midi, Poitiers, 1976; J. P. POLY y E. BOURNAZEL, El cambio feudal (siglos X alXII), Barcelona, 1983. Más reciente, el volumen colectivo de E. BOURNAZEL y J-P. POLY (dir.),Les féodalités, Paris, 199829D. BARTHELEMY, �La paix de Dieu dans son contexte (989-1041)�, CAHIERS DECIVILISATION MEDIEVALE, 40, 1997; G. DUBY, Les trois ordres ou l�imaginaire du féodalisme,Francia, 1978. D. IOGNA-PRAT, Ordonner et exclure. Cluny et la société chrétienne face àl�hérésie, au judaïsme et à l�islam. 1000-1150, París, 1998.30O de las Dueñas, doc. 137, año 1027.31C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, C., El régimen de la tierra en el reino asturleonés hace mil años,Buenos Aires, 1978, p. 35, n. 59.