VOCABULARIO KANTIANO

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VOCABULARIO KANTIANO A PRIORI : No constituye un campo o dominio aparente de conocimientos sino la condición de todo conocimiento objetivo. El a priori es la forma del conocimiento, como el a posteriori es el contenido. El a priori es para Kant, el elemento formal, o sea, al mismo tiempo condición y fundamento de todos los grados del conocimiento; y no solo del conocimiento ya que también en el dominio de la voluntad y del sentimiento subsisten elementos a priori. Ferrater Mora: Kant considera que el conocimiento a priori es independiente de la experiencia, a diferencia del conocimiento a posteriori, que tiene su origen en la experiencia (K. r. V. Β 2). La independencia de la experiencia debe entenderse de un modo absoluto, no respecto a tales o cuales partes de la experiencia. La independencia de la experiencia no debe entenderse en sentido psicológico, sino epistemológico; el problema de que se ocupa Kant en la Crítica de la razón pura no es el del origen del conocimiento (como en Locke y en Hume), sino el de su validez. Herder: Expresión que aplica Kant al conjunto de conocimientos que, por un lado, son a priori, esto es, independientes de la experiencia y, por otro, se refieren a la experiencia, no siendo meramente explicativos (de las palabras), sino extensivos (del conocimiento). Kant adopta, en principio la división de los juicios, o enunciados, según las dos clases establecidas por aquella época: relaciones de ideas y cuestiones de hecho (Hume), y verdades de razón y verdades de hecho (Leibniz). Llama a unas juicios analíticos y a las otras, juicios sintéticos. Las juicios analíticos son aquellos en los que el predicado pertenece al sujeto, o está incluido en él, y cuya verdad puede establecerse con independencia de la experiencia, por simple análisis de sus términos (a priori ); comunican por lo mismo un conocimiento universal y necesario. Su fundamento es el principio de identidad; por esto se dice que su negación es imposible. Los juicios sintéticos son enunciados cuyo predicado no pertenece al sujeto, y por lo mismo no está incluido en él, y cuya verdad, o el hecho de que el predicado se relacione con el sujeto, depende de lo que sucede en la realidad (a posteriori), no del significado de los términos; por lo mismo, constituyen enunciados llamados contingentes, que no son ni universales ni necesariamente verdaderos y su negación es conceptualmente posible. Los analíticos, por ser a priori, son universales y necesarios, pero no amplían nuestro conocimiento, son meramente explicativos; los sintéticos, por ser a posteriori, son extensivos, amplían el conocimiento, pero no son ni universales ni necesarios. De aquí deduce Kant que la ciencia debe fundarse en una clase intermedia de juicios: los «juicios sintéticos a priori», que son necesarios y universales y a la vez amplían el conocimiento, por ser enunciados sobre la experiencia. No haber supuesto esta tercera clase de 1

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A PRIORI: No constituye un campo o dominio aparente de conocimientos sino la condición de todo conocimiento objetivo. El a priori es la forma del conocimiento, como el a posteriori es el contenido. El a priori es para Kant, el elemento formal, o sea, al mismo tiempo condición y fundamento de todos los grados del conocimiento; y no solo del conocimiento ya que también en el dominio de la voluntad y del sentimiento subsisten elementos a priori.Ferrater Mora: Kant considera que el conocimiento a priori es independiente de la experiencia, a diferencia del conocimiento a posteriori, que tiene su origen en la experiencia (K. r. V. Β 2). La independencia de la experiencia debe entenderse de un modo absoluto, no respecto a tales o cuales partes de la experiencia. La independencia de la experiencia no debe entenderse en sentido psicológico, sino epistemológico; el problema de que se ocupa Kant en la Crítica de la razón pura no es el del origen del conocimiento (como en Locke y en Hume), sino el de su validez.Herder: Expresión que aplica Kant al conjunto de conocimientos que, por un lado, son a priori, esto es, independientes de la experiencia y, por otro, se refieren a la experiencia, no siendo meramente explicativos (de las palabras), sino extensivos (del conocimiento). Kant adopta, en principio la división de los juicios, o enunciados, según las dos clases establecidas por aquella época: relaciones de ideas y cuestiones de hecho (Hume), y verdades de razón y verdades de hecho (Leibniz). Llama a unas juicios analíticos y a las otras, juicios sintéticos. Las juicios analíticos son aquellos en los que el predicado pertenece al sujeto, o está incluido en él, y cuya verdad puede establecerse con independencia de la experiencia, por simple análisis de sus términos (a priori ); comunican por lo mismo un conocimiento universal y necesario. Su fundamento es el principio de identidad; por esto se dice que su negación es imposible. Los juicios sintéticos son enunciados cuyo predicado no pertenece al sujeto, y por lo mismo no está incluido en él, y cuya verdad, o el hecho de que el predicado se relacione con el sujeto, depende de lo que sucede en la realidad (a posteriori), no del significado de los términos; por lo mismo, constituyen enunciados llamados contingentes, que no son ni universales ni necesariamente verdaderos y su negación es conceptualmente posible. Los analíticos, por ser a priori, son universales y necesarios, pero no amplían nuestro conocimiento, son meramente explicativos; los sintéticos, por ser a posteriori, son extensivos, amplían el conocimiento, pero no son ni universales ni necesarios. De aquí deduce Kant que la ciencia debe fundarse en una clase intermedia de juicios: los «juicios sintéticos a priori», que son necesarios y universales y a la vez amplían el conocimiento, por ser enunciados sobre la experiencia. No haber supuesto esta tercera clase de juicios llevó a Hume -según Kant- a su escepticismo respecto de la ciencia newtoniana. Las leyes de la física, según Hume, no podían ser más que enunciados sintéticos (cuestiones de hechos), basados en el principio de causalidad, de tan precaria fundamentación racional, a su entender. Para Kant, enunciados como «Todo suceso tiene su causa», verdadero fundamento de toda la ciencia natural, no es ni un enunciado meramente de razón, como puede ser, por ejemplo «Todo efecto tiene su causa», fundado en la noción de «efecto», ni es meramente una generalización inductiva hecha por la costumbre, como puede ser, por ejemplo, «Todos los metales se dilatan por el calor»; en la noción de «suceso» no está incluida la noción de «causa», y si resulta extraño referirse a un suceso que no esté causado, la razón es que necesitamos entender los sucesos como referibles a una causa, del mismo modo que necesitamos referirlos a una sustancia, o a un tiempo y un espacio determinados. La explicación es que tales juicios sólo son posibles porque se componen de intuiciones a priori, o de conceptos a priori. Lo

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que mediante ellos sabemos de la experiencia es, justamente, qué hace posible a priori la experiencia. Los «juicios sintéticos a priori» son, según Kant, necesarios en las ciencias, pero imposibles en la metafísica.

CATEGORÍAS: Son los modos por medio de los cuales se manifiesta la actividad del entendimiento, que consiste esencialmente en ordenar diversas representaciones bajo una representación común, esto es, juzgar. Las categorías son conocimiento intelectual y la misma experiencia; pero no se aplican a las cosas en sí y el conocimiento que se vale de ellas no puede extenderse por lo tanto a tales cosas en sí o noúmenos. Ferrater Mora: Kant formuló en la Analitica trascendental una doctrina sistemática de las categorías en cuanto conceptos puros del entendimiento "que se refieren a priori a los objetos de la intuición en general como funciones lógicas". Siguiendo algunos precedentes modernos, especialmente de origen cartesiano, Kant alega que la enumeración aristotélica carece de principio, lo que, por lo demás, ha sido siempre rechazado por la tradición escolástica, que insiste en el hecho de que los praedicamenta aristotélicos están fundados en la propia naturaleza de las cosas. Pero el autor de las Críticas señala que, además de incluir en su enumeración modos de la sensibilidad pura, Aristóteles cuenta como conceptos originarios algunos conceptos derivados. Para remediarlo, establece una tabla de categorías deducida del único principio común de la facultad del juicio. Las categorías son constitutivas, esto es, constituyen el objeto del conocimiento y permiten, por lo tanto, un saber de la Naturaleza y una verificación de la verdad como verdad trascendental. El problema de las categorías como problema fundamental de la crítica de la razón conduce al problema de la verdad como cuestión fundamental de la filosofía. La deducción trascendental (v. ) de las categorías es "la explicación del modo como se refieren a objetos conceptos a priori, y se distingue de la deducción empírica, que indica la manera como un concepto se ha adquirido por medio de la experiencia y de su reflexión". El sentido constructivo de los conceptos puros del entendimiento tiene su justificación en que sólo por ellos puede el sujeto trascendental pensar los objetos de la Naturaleza y concebir a ésta como una unidad sometida a leyes. Pero, a la vez, este pensamiento de las intuiciones sensibles por medio de las categorías es posible porque hay sujeto trascendental, conciencia unitaria o unidad trascendental de la apercepción.Herder: Los dos sistemas categoriales fundamentales son el aristotélico y el kantiano. Para Kant, en cuyo sistema filosófico las categorías tienen una importancia cardinal, son los conceptos puros del entendimiento, o las formas a priori necesarias para pensar la experiencia; las fundamentales son, a su entender, sustancia y causalidad. La diferencia fundamental entre las categorías aristotélicas y las kantianas consiste, en primer lugar, en que las primeras se refieren primariamente a la realidad y a las cosas mismas, mientras que las segundas se refieren sólo a los fenómenos o a las cosas tal como el hombre las percibe y, en segundo lugar, en que las aristotélicas dependen de la naturaleza de las cosas, mientras que, en Kant, es la naturaleza o la experiencia lo que dependen de las categorías.

CRÍTICA: Término introducido por Kant para designar al proceso por el cual la razón emprende el conocimiento de sí misma, esto es, el tribunal que garantice a la razón en sus pretensiones legítimas pero que condene a las que no tiene fundamento. Ferrater Mora: Criticismo: se llama en particular a la doctrina de Kant en cuanto hace de la crítica del conocimiento el objeto principal de la filosofía. En general es toda doctrina que sostiene la superioridad de la investigación del conocer sobre la investigación del ser, y la necesidad de reducir esta última a la primera. El criticismo es, pues, por una parte, una dirección especial de la

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gnoseología, consistente en la averiguación de las categorías o formas a prióricas que envuelven lo dado y permiten ordenarlo y conocerlo; mas, por otra, es una teoría general filosófica que coincide con el idealismo en sus diversos aspectos y que invierte la dirección habitual del conocimiento mediante una reflexión crítica sobre el propio conocimiento. En un sentido más general, el criticismo es entendido como aquella actitud que afronta el mundo con una propensión exageradamente crítica o, más comúnmente, como aquella actitud que considera que ningún conocimiento auténtico es posible sin que sus caminos queden previamente desbrozados por la crítica. En tal caso el criticismo no es sólo una posición en la teoría del conocimiento, sino una actitud que matiza todos los actos de la vida humana. La época moderna, que ha sido considerada habitualmente como una "época crítica", revela el carácter de este criticismo que pretende averiguar el fundamento racional de las creencias últimas, pero no sólo de aquellas creencias que son explícitamente reconocidas como tales, sino inclusive de todos los supuestos. El criticismo aspira entonces a iluminar totalmente las raíces de la existencia humana y aún basar el existir en tal iluminación. Herder: Crítica (del griego 6D\<T, krinein, juzgar, evaluar, discriminar) Inicialmente (s. XVII), se refiere a la valoración de la autenticidad de los textos antiguos, luego a la discusión del sentido y autenticidad del mismo texto bíblico y, finalmente, al campo general de la filosofía, donde se somete a crítica, o valoración, todo cuanto puede llegar a ser objeto de estudio de la razón. En el s. XVIII, Kant hace famosa la palabra y la actitud que implica escribiendo sus tres «Críticas» -sus obras fundamentales-, en particular la Crítica de la razón pura, en la que somete al tribunal de la razón a la razón misma, en una labor de autocrítica, con la finalidad de determinar cuáles son sus posibilidades y sus límites. Por otro lado, la crítica entendida como actividad reflexiva y razonada que se ejerce sobre cualquiera de los objetos de estudio y procedimientos propios de las ciencias, sin el límite de ningún supuesto previo, es una de las características fundamentales de la filosofía en general, entendida como actividad reflexiva de segundo orden.

FENÓMENO: Es en general el objeto del conocimiento, en cuanto condicionado por las formas de la intuición (espacio y tiempo) y por las categorías del entendimiento. Fenómeno no es el objeto que se manifiesta, sino el objeto que se manifiesta al hombre en las particulares condiciones limitativas que esta relación con el hombre implica. Ferrater Mora: El término fenómeno' procede del griego φαινόμενον (plural: φαινόμενα). Su significado es "lo que aparece"; 'fenómeno' equivale, pues, a 'apariencia'. El fenómeno no es, como Kant sostiene explícitamente, un aparecer, sino algo igualmente distinto del noúmeno y de la mera apariencia. En efecto, en oposición a lo que ocurre en la apariencia (blosser Schein), en el fenómeno (Erscheinung) "los objetos y aun las propiedades que les atribuimos son siempre considerados como algo dado realmente" (K. r. V., Β 69), pues el fenómeno es "la intuición de los objetos exteriores y la que el espíritu tiene de sí mismo" representada en las formas del espacio y del tiempo. En cambio el fenómeno se relaciona con el noúmeno en cuanto manifestación de lo que "el objeto es en sí". El fenómeno se convierte en objeto de experiencia posible frente a lo que es simple apariencia ilusoria y frente a lo que se halla más allá de esta experiencia misma. Por eso el significado que da Kant a 'fenómeno' no es, en rigor, sino la plena conciencia de lo que ha sido casi siempre la noción de fenómeno en la historia filosófica.Herder: (del griego N"4<`:,<@<, phainómenon, lo que aparece o lo aparente, derivado del verbo phaino, en el doble sentido de aparecer o simplemente parecer). Término de origen griego, que etimológicamente significa tanto lo que aparece y se hace presente a la percepción, como lo que es mera apariencia, pero que a partir del s. XVIII, por obra primero de Kant, se utiliza, de una

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manera paradigmática, para diferenciar el objeto tal como lo conocemos del noúmenon, la cosa en sí misma. Fue, sin embargo, otro filósofo alemán, contemporáneo de Kant, Johann Heinrich Lambert, quien por vez primera habló de «fenomenología», como «teoría de la ilusión» y de «fenómenos», como aspectos ilusorios de la experiencia humana. En Kant, el fenómeno no es una ilusión o un engaño de los sentidos, sino todo cuanto podemos conocer por la experiencia y, en algún sentido, construcción (trascendental) del sujeto humano mediante las formas a priori de la sensibilidad, y cuya comprensión logra la mente con determinados conceptos también a priori, como por ejemplo el de sustancia y el de causalidad. Posteriormente, «fenómeno» pasó a significar, de un modo más general, cualquier «hecho» o «suceso» que pudiera convertirse en objeto de una descripción científica. Así, en las ciencias empíricas, fenómeno es el hecho que se toma como objeto de estudio, mientras que en la fenomenología de Husserl fenómeno es el «dato» de conciencia cuya esencia se describe (no se construye, como en Kant).

IDEA: Es una perfección no real, esto es, que sobrepasa la posibilidad de la experiencia. Las ideas, dice Kant, son conceptos racionales de los cuales no puede haber en la experiencia objeto adecuado alguno. No son intuiciones (como las del espacio y del tiempo), ni sentimientos (que pertenecen también a la sensibilidad), sino conceptos de perfecciones a los cuales es posible acercarse, pero que nunca se pueden lograr completamente. Las tres ideas que Kant enumera como objetos necesarios de la razón, el alma, el mundo y Dios, carecen de realidad, precisamente por estar fuera de la experiencia posible. Las ideas tienen una función regulativa, función de normas respecto de un ideal de sistematización completa de la experiencia. Ferrater Mora: El término Ιδέα ('idea') equivale etimológicamente, a 'visión'. (Cfr. el latín videre [= 'ver']. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que esta "visión" no es sólo, ni siquiera primariamente, la que alguien tiene de algo; la "visión" a la que se refiere la Ιδέα griega es más bien el aspecto o figura que ofrece una cosa al verla. 'Idea' significó luego tanto el aspecto de la cosa como el hecho de "verla". Cuando se acentuó lo último la "idea" designó lo que se "ve" de una cosa cuando se contempla cierto aspecto de ésta. Kant estimó que el uso del término 'idea' por los empiristas (en sus teorías del conocimiento) y por los racionalistas (en sus especulaciones metafísicas) era claramente abusivo. Estimó intolerable calificar de "idea" la representación de un color. Encontró más propio el uso platónico —en particular al tratarse de la esfera moral—, pero no forzosamente la metafísica basada en tal uso. Los conceptos puros de la razón se llaman ideas trascendentales. Kant ha tratado de averiguar si tales ideas determinan, según principios, cómo debe emplearse el entendimiento al referirse a la totalidad de la experiencia (pues ningún objeto puede ser dado a los sentidos que sea congruente o correspondiente con una idea). El número de ideas o conceptos puros de la razón es, según Kant, el mismo que el número de clases de relaciones que el entendimiento se representa a sí mismo mediante las categorías. Como en los conceptos de razón buscamos siempre lo incondicionado, tenemos lo incondicionado de la síntesis categórica en un sujeto, de la síntesis hipotética de los miembros de una serie, y de la síntesis disyuntiva de las partes en un sistema. La primera clase de ideas trascendentales contiene la unidad absoluta (o incondicionada) del sujeto pensante (objeto de la psicología rationalis); la segunda, la unidad absoluta de la serie de condiciones de la apariencia (objeto de la cosmología rationalis); la tercera, la unidad absoluta de la condición de todos los objetos del pensamiento en general (objeto de la iheologia rationalis) (K. r. V, A 334 / Β 391). Esta clasificación de las ideas es analítica, comenzando con lo que es inmediatamente dado a la experiencia, y pasando, pues, de la doctrina del alma a la del mundo y, finalmente, a la de Dios. Desde el punto de vista sintético, las ideas como objeto de la metafísica son Dios, libertad e inmortalidad (B 395

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nota). De su examen (y en particular del examen de los paralogismos y antinomias de la razón pura) concluye Kant que las ideas trascendentales sobrepasan toda posibilidad de experiencia, hallándose segregadas casi por completo de las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) y de los conceptos puros del entendimiento (categorías). Como síntesis metafísicas efectuadas por la razón pura, las ideas no son constitutivas. Pero negar que lo sean no es negarles la posibilidad de un uso regulativo. Ahora bien, como también las analogías de la experiencia y los postulados del pensamiento empírico en general tienen uso regulativo y no constitutivo, el ser regulativas no es suficiente para caracterizar las ideas trascendentales. Éstas son principios regulativos de la razón (A 509 / Β 537). Las ideas de la razón pura que desempeñan un papel modesto en la Crítica de la razón pura, van adquiriendo mayor importancia en la obra de Kant a medida que esta obra se hace menos crítica y más sistemática. En algunos pasajes del Opus postumum las ideas de la razón pura son presentadas como el fundamento de la posibilidad de la experiencia en cuanto totalidad. Tales ideas son el objeto de la filosofía trascendental como sistema de ideas de la razón especulativa y práctica. Ello se halla de acuerdo con la creciente tendencia kantiana a llevar a cabo una "construcción de la experiencia", con lo cual la última fase del pensamiento de Kant se aproxima en muchos puntos al idealismo de Fichte.Herder: La filosofía moderna del s. XVII no acepta que los conceptos/ideas sean meros signos lingüísticos e indaga en la relación entre ideas y cosas, pero desde una perspectiva meramente natural, dándoles una entidad mental o psicológica: las ideas se convierten en «imágenes o representaciones mentales de las cosas», o bien en los objetos propios de la mente. Ésta es la «teoría clásica de las ideas», tal como la presenta, cada cual con sus matices, el racionalismo (ver cita) o el empirismo (ver cita). Para el racionalismo, algunas de ellas, las claras y distintas, son innatas; para el empirismo, toda idea proviene de algún modo de la experiencia. Que el empirismo convirtiera algunas de las ideas fundamentales, como la de sustancia o la de causalidad, en meras asociaciones o relaciones de otras ideas simples, indujo a Kant a fundamentarlas, no en Dios, garantía de las verdades innatas (racionalismo) ni en la inmediatez de la experiencia (empirismo), sino en la misma estructura de la mente humana, como conceptos a priori o categorías del entendimiento, que ya no son copias ni imágenes de lo que se percibe, sino parte constitutiva de lo que se conoce. El nombre de «ideas» lo reservó Kant para aquellas tendencias de la razón humana que la inducen a buscar constantemente nuevas y más amplias maneras de entender las cosas, recurriendo a conceptos a los que no corresponde nada en la experiencia: «Dios», «mundo» y «alma» son meras ideas reguladoras.

METAFÍSICA: La metafísica es el estudio de las formas o principios cognoscitivos que condicionan todo saber y toda ciencia y de cuyo examen, por lo tanto, pueden obtenerse los principios generales de cada ciencia. Según Kant, forman parte de la metafísica crítica u ontológica, una metafísica de la naturaleza y una metafísica de las costumbres. Esta última comprende los principios que determinan a priori y hacen necesario el hacer o el no hacer y es, por lo tanto, la moral pura. El caácter propio de ña metafísica kantiana es su pretensión de ser una ciencia de los conceptos puros, o sea, una ciencia que abraza los conocimientos que s posible obtener independientemente de la experiencia, sobre el fundamento de las estructuras racionales de la mente humana. Herder: Kant plantea por vez primera la cuestión de que la metafísica parece ser una empresa a la vez necesaria e imposible para la razón, y se decide a someter a examen los límites y las posibilidades de la misma en la Crítica de la razón pura (1781,1787). El resultado es la negación de la posibilidad de la metafísica como ciencia y la constitución de una filosofía trascendental que

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ocupa su lugar como reflexión crítica sobre la capacidad de la razón humana. Los objetos tradicionales de la metafísica, Dios, mundo y yo son, desde el punto de vista del conocimiento, sólo ideas reguladoras del pensamiento, metas inalcanzables que, no obstante, sugieren síntesis y fomentan la capacidad reflexiva; desde el punto de vista de la práctica, supuestos del orden moral, postulados de la razón práctica. Tras la crítica de Kant a la metafísica, ya iniciada sin embargo por Hume con la crítica a ideas tan fundamentales como la causalidad, la sustancia y el yo, es voz común decir que «después de Kant, la metafísica ya no es posible»; en realidad, la tradición de la metafísica aristotélico-tomista sólo se renueva con el neoescolasticismo del s. XIX, mientras que a la construcción metafísica idealista de Hegel se le oponen frontalmente el existencialismo naciente de Kierkegaard, las filosofías de la vida y de la historia, y el marxismo, que lo transmuta en materialismo histórico.

NOUMENO: En términos teóricos, Kant define positivamente al noúmeno como el objeto de la intuición no sensible y negativamente como lo que no es objeto de una intuición sensible. El noúmeno queda convertido para siempre en una x incognoscible. Sin embargo, en su filosofía práctica necesita postular un reino nouménico para explicar la posibilidad de la libertad. Ferrater Mora: El término 'noúmeno' (más propiamente, aunque escasamente usado en español, 'noumenon') significa "lo que es pensado"; en el plural 'noúmenos' (más propiamente, 'noumena'), "las cosas que son pensadas". Como 'ser pensado' es entendido aquí en el sentido de "lo que es pensado por medio de la razón" (o por medio de una intuición intelectual), se suele equiparar 'noúmeno' a Ίο inteligible'. 'Noúmeno' es un vocablo técnico en la filosofía de Kant. Con frecuencia es difícil distinguir en Kant entre el concepto de noúmeno y el de cosa en sí ( v. ). 'Noúmenos' y "cosas en sí' son expresiones que designan lo que se halla fuera del marco de la experiencia posible tal como ha sido trazado en la "Estética trascendental" y en la "Analítica trascendental" de la Crítica de la razón pura. Sin embargo, Kant introdujo asimismo la noción de noúmeno como distinta de la cosa en sí. En K. r. V., A 249 escribió que "las apariencias en tanto que son pensadas como objetos según la unidad de las categorías se llaman fenómenos [phaenomena], mientras que si postulo cosas que sean meros objetos del entendimiento y que, sin embargo, pueden ser dadas como tales a una intuición, bien que no a una intuición sensible —por tanto, dadas coram intuitu intellectualis—, tales cosas podrían ser llamadas noúmenos [noúmeno] (intelligibilia)". Kant hace a veces, un doble concepto de noúmeno: el positivo, tal como es admitido por los "racionalistas" y filósofos "especulativos" y el negativo. "Si por 'noúmeno' —escribe Kant— queremos decir una cosa en tanto que no es un objeto de nuestra intuición sensible, y abstraída de nuestra manera de intuirlo, se trata de un noúmeno en el sentido negativo de la palabra. Pero si entendemos por 'noúmeno' un objeto de una intuición no sensible, presuponemos con ello una manera especial de intuición, esto es, la intuición intelectual, que no poseemos, y de la que no podemos entender ni siquiera su posibilidad. Esto sería el 'noúmeno' en el sentido positivo de la palabra" (K. r. V., Β 307). En este caso, el significado de 'noúmeno positivo y de 'cosa en sí' serían equivalentes.Herder: Palabra con que Kant se refiere a la cosa en sí, a las cosas tal como se supone que son en sí mismas, más allá de lo que podemos conocer por la experiencia, que sólo nos da acceso al fenómeno, u objeto conocido, mediante la sensibilidad y el entendimiento. La cosa en sí no puede ser conocida, sino sólo pensada; es un puro inteligible; su existencia la exige la presencia de algo que sólo puede ser su apariencia, o su fenómeno (ver cita). La aceptación o no aceptación de la existencia de lo nouménico dividió a la filosofía postkantiana

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que engendró el idealismo alemán, especialmente con autores como Fichte, Schelling y Hegel. También en el movimiento neokantiano se revitalizó la polémica acerca de la distinción entre fenómeno y noúmeno, desechándose la existencia de éste.

TRASCENDENTAL: El concepto kantiano de lo trascendental consiste: 1. en considerar lo trascendental mismo como condición de posibilidad de la cosa, como conceptos a priori o categoría; 2. en considerar la cosa, cuya condición es lo trascendental no como cosa en sí sino como fenómeno. Con todo ello lo trascendental no se identifica con las condiciones a priori del conocimiento humano y de sus objetos (que son fenómenos) sino que es entendido más bien como el conocimiento de tales condiciones a priori. Ferrater Mora: "El término 'trascendental' —escribe Kant— se aplica al conocimiento en tanto que se refiere a la posibilidad de conocimiento a priori, o a su empleo a priori. Ni el espacio ni ninguna determinación geométrica a priori del espacio es una representación trascendental. Solamente puede ser calificado de trascendental el conocimiento de que estas representaciones no tienen origen empírico y la posibilidad de que, a pesar de ello, puedan referirse a priori a objetos de la experiencia. La aplicación del espacio a objetos en general podría ser asimismo trascendental, pero cuando se confina únicamente a objetos de los sentidos es empírica. La distinción entre lo trascendental y lo empírico pertenece, pues, solamente a la crítica del conocimiento, no a las relaciones entre este conocimiento y sus objetos" (K. r. V., A 565 / B 81). 'Trascendental' aparece aquí, pues, como determinado por el concepto de posibilidad de conocimiento; todo examen de tal posibilidad es de carácter trascendental: "Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos como del modo de conocerlos en cuanto este modo es posible a priori. El sistema de tales conceptos puede ser llamado filosofía trascendental" (ibid., A 12 / B 25). La filosofía trascendental es sólo, sin embargo, "la idea de una ciencia" para edificar la cual la Crítica de la razón pura traza el plan arquitectónico completo" (ibid., A 13 / B 27). De ahí el sentido de 'Analítica trascendental', de 'deducción trascendental', etc. Dentro de esta concepción puede entenderse asimismo la idea de la unidad trascendental de la apercepción (v.), los conceptos de la idealidad trascendental (y realidad empírica) del espacio y del tiempo, la idea de la reflexión trascendental, de la lógica trascendental, la doctrina del "idealismo" (v. ) "trascendental" o "doctrina según la cual las apariencias deben ser consideradas únicamente como representaciones, no como cosas en sí" (ibid., A 369) en contraposición con el "realismo (v.) trascendental", etc. Kant distingue entre 'trascendental' y 'trascendente'; el primero se refiere a lo que hace posible el conocimiento de la experiencia y no va más allá de la experiencia; el segundoalude a lo que se halla más allá de toda experiencia. Por tanto, deben rechazarse las ideas trascendentes en tanto que hay que admitir los principios trascendentales (Cfr. por ejemplo, ibid., A 565 / B 593). "El término 'trascendental' —escribeKant— se aplica al conocimiento en tanto que se refiere a la posibilidad de conocimiento a priori, o a su empleo a priori. Ni el espacio ni ninguna determinación geométrica a priori del espacio es una representación trascendental. Solamente puede ser calificado de trascendental el conocimiento de que estas representaciones no tienen origen empírico y la posibilidad de que, a pesar de ello, puedan referirse a priori a objetos de la experiencia. La aplicación del espacio a objetos en general podría ser asimismo trascendental, pero cuando se confina únicamente a objetos de los sentidos es empírica. La distinción entre lo trascendental y lo empírico pertenece, pues, solamente a la crítica del conocimiento, no a las relaciones entre este conocimiento y sus objetos" (K. r. V., A 565 / B 81). 'Trascendental' aparece aquí, pues, como determinado por el concepto de posibilidad de conocimiento; todo examen de tal posibilidad es de carácter trascendental:

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"Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos como del modo de conocerlos en cuanto este modo es posible a priori. El sistema de tales conceptos puede ser llamado filosofía trascendental" (ibid., A 12 / B 25). La filosofía trascendental es sólo, sin embargo, "la idea de una ciencia" para edificar la cual la Crítica de la razón pura traza el plan arquitectónico completo" (ibid., A 13 / B 27). De ahí el sentido de 'Analítica trascendental', de 'deducción trascendental', etc. Dentro de esta concepción puede entenderse asimismo la idea de la unidad trascendental de la apercepción (v.), los conceptos de la idealidad trascendental (y realidad empírica) del espacio y del tiempo, la idea de la reflexión trascendental, de la lógica trascendental, la doctrina del "idealismo" (v. ) "trascendental" o "doctrina según la cual las apariencias deben ser consideradas únicamente como representaciones, no como cosas en sí" (ibid., A 369) en contraposición con el "realismo (v.) trascendental", etc. Kant distingue entre 'trascendental' y 'trascendente'; el primero se refiere a lo que hace posible el conocimiento de la experiencia y no va más allá de la experiencia; el segundo alude a lo que se halla más allá de toda experiencia. Por tanto, deben rechazarse las ideas trascendentes en tanto que hay que admitir los principios trascendentales (Cfr. por ejemplo, ibid., A 565 / B 593). Herder: Del latín trans y scandere o de transcendere, sobrepasar, superar) En sentido etimológico, lo que está por encima del mundo sensible; lo que supera el límite de lo sensible. Entre los escolásticos, los trascendentales son aquellos conceptos que, más allá de las categorías, se aplican a todo: verdad, bondad, unidad y belleza. El uso más conocido del término se debe a Kant, para quien trascendental es toda condición de posibilidad que sea necesaria, universal y a priori, y por lo mismo opuesta a empírico. Así, llama trascendental al conocimiento en cuanto se ocupa, no de los objetos conocidos, sino de las condiciones que en el sujeto hacen posible el conocimiento de objetos; es, pues, toda condición de posibilidad del conocimiento antes y más allá de todo conocimiento actual.

MÁXIMA: Es una regla subjetiva de acción, una regla que un sujeto individual adopta por él mismo y según la cual se propone actuar. Ferrater Mora: El término ha sido empleado cada vez más en el sentido de 'principio moral': las máximas fueron entendidas ya desde el siglo xvn también, y hasta sobre todo, como "máximas morales". Importante es en este respecto el uso que hizo Kant del término 'máxima'. En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres Kant presenta dos clases de principios: (1) el principio objetivo o ley práctica y (2) el principio subjetivo de la volición o máxima. Las máximas son, pues, una clase de principios. A su vez, el llamado principio objetivo puede servir también subjetivamente como principio práctico de todos los seres racionales si la razón teórica alcanza a ejercer poder completo sobre la facultad del deseo. En la Crítica de la razón práctica Kant distingue entre el imperativo, que es objetivamente válido, y la máxima o principio subjetivo, que determina la voluntad sólo en tanto que es o no adecuada al efecto. Las máximas son, pues, principios, pero no imperativos. En cierto modo las máximas pueden considerarse como reglas intermedias entre la ley moral universal abstracta y las reglas de acción concreta para el individuo. Las máximas son a su vez materiales o formales. Las máximas materiales, llamadas también empíricas o a posteriori, están basadas en inclinaciones y se refieren a los fines que constituyen su materia. Las máximas formales, llamadas también a priori, no dependen, en cambio, de los deseos. Kant se refiere con más frecuencia a las primeras que a las segundas. En las máximas materiales se manifiestan, en efecto, los principios, de tal modo que puede verse por las primeras cuáles son estos últimos. Por eso Kant parte en sus ejemplos de máximas y habla de "Obrar según máximas tales, que...". Las máximas materiales, en suma, consideran las circunstancias que concurren en nuestros

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juicios morales, mientras que las máximas formales consideran los motivos y las consecuencias.

DEBER: Ferrater Mora: El deber expresa la forzosidad; lo que debe ser es lo que no puede ser de otra manera. Pero este "no poder ser" no significa una necesidad de tipo natural o de tipo lógico-ideal, sino más bien la necesidad derivada de la obligatoriedad, dada de alguna forma a través de un "mandato". Ahora bien, este mandato puede proceder de muy diversas fuentes, y ha sido precisamente la referencia a una determinada fuente lo que por lo general ha dado una significación precisa al deber. No es lo mismo, en efecto, el deber —ni son los mismos los deberes— según que la fuente del mandato sea la Naturaleza, el mundo inteligible, la Persona divina, la existencia humana o el reino de los valores. Para las morales de tipo material, el deber se deduce del bien supremo. Así, para los estoicos el deber es primordialmente el vivir conforme a la Naturaleza, es decir, conforme a la razón universal. Para las morales de tipo formal, en cambio, el deber no se deduce de ningún bien en el sentido concreto y eudemonista del vocablo, sino del imperativo categórico supremo, independiente de las tendencias concretas y de los fines concretos. Así, para Kant, el deber, este "grande y sublime nombre", es la forma de la obligación moral. La moralidad tiene lugar de este modo sólo cuando la acción es realizada por respeto al deber y no sólo en cumplimiento del deber. Ello equivale a una identificación del deber con el soberano bien. Como dice en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, el deber es la necesidad de actuar por puro respeto a la ley, la necesidad objetiva de actuar a partir de la obligación, es decir, la materia de la obligación. En suma, si las máximas de los seres racionales no coinciden por su propia naturaleza con el principio objetivo del actuar según la ley universal, es decir, de modo que la voluntad pueda al mismo tiempo considerarse a sí misma como si sus máximas fueran leyes universales, la necesidad de actuar de acuerdo con dicho principio es la necesidad práctica o deber. El deber no se aplica, ciertamente, al soberano en el reino de los fines, pero se aplica a cada uno de sus miembros. Ahora bien, Kant no niega que sea a veces necesario el auxilio de la sensibilidad, de modo que en ciertas ocasiones el hacer intervenir a ésta es preferible a posponer toda acción en aras a la pura santidad del deber. Los tan criticados rigorismo y formalismo de la ética de Kant no llegan a tan extremadas consecuencias como para que el filósofo no advierta que pueden darse casos en los que "lo mejor es enemigo de lo bueno"; creer lo contrario es correr el riesgo de paralizar la acción moral. Herder: (del latín debere, deber, estar obligado, derivado de de y habeo) En general, la obligación moral, o la obligación -la necesidad- de actuar moralmente. Esta obligacíón se expresa en juicios o enunciados deónticos: por ejemplo, «no matarás». El contenido de estos diferentes enunciados constituye el conjunto de «deberes» concretos a los que el hombre se siente moralmente obligado. El deber es el concepto fundamental de los sistemas éticos deontológicos, a saber, aquellos que se fundan en un principio de obligatoriedad libremente aceptado. En Kant, paradigma de toda ética deontológica, la moralidad reside sólo en la «voluntad buena» y ésta lo es no cuando actúa conforme al deber, sino sólo por deber, noción que define como «la necesidad de una acción por respeto a la ley».

IMPERATIVO: Ferrater Mora: Los mandamientos éticos se formulan en un lenguaje imperativo. Este imperativo es a veces positivo, como en "Honrarás padre y madre", y a veces negativo, como en "No matarás". El lenguaje imperativo es a su vez una parte del lenguaje prescriptivo. Sin embargo, no todo el lenguaje ético es imperativo. Los juicios de valor moral, por ejemplo,

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que pertenecen también a la ética, se formulan en lenguaje valorativo. A su vez, los imperativos pueden ser de diversas clases. Según escribe Kant en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, "la concepción de un principio objetivo en tanto que se impone necesariamente a una voluntad se llama un mandamiento, y la fórmula de este mandamiento se llama un imperativo". El imperativo —dice Kant (K. p. V, 36-7)— es una regla práctica que se le da a un ente cuya razón no determina enteramente a la voluntad. Tal regla expresa la necesidad objetiva de la acción, de tal modo que la acción tendría lugar inevitablemente de acuerdo con la regla si la voluntad estuviera enteramente determinada por la razón. Este es el motivo por el cual los imperativos son objetivamente válidos, a diferencia de las máximas, que son principios subjetivos. Los imperativos son, como vimos, de dos clases: hipotéticos o condicionales —en los cuales los mandamientos de la razón están condicionados por los fines que se pretenden alcanzar—, y categóricos o absolutos — en los cuales los mandamientos de la razón no están condicionados por ningún fin, de modo que la acción se realiza por sí misma y es un bien en sí misma. Los imperativos hipotéticos determinan las condiciones de la causalidad del ser racional como causa eficiente, es decir, con referencia al efecto y a los medios de obtenerlo. Los imperativos categóricos determinan sólo la voluntad, tantosi es adecuada al efecto como si no lo es. Por eso los primeros contienen meros preceptos, en tanto que los segundos son leyes prácticas. Pues aunque las máximas son también principios, no son imperativos. Kant subdivide los imperativos hipotéticos en problemáticos (o imperativos de habilidad) y asertóricos (o imperativos de prudencia, llamados también pragmáticos). Los imperativos categóricos no se subdividen, porque todo imperativo categórico es a la vez apodíctico. Podemos, pues, decir que los imperativos ordenan o hipotética o categóricamente.Herder: (del latín imperativum, obligatorio) En general, expresión lingüística en lenguaje prescriptivo, o imperativo. En ética, juicio de valor que expresa una obligación. En Kant, principio con que la razón somete a la voluntad, o, en su terminología, manera como la razón hace buena a la voluntad. Kant distingue entre axiomas subjetivos y axiomas objetivos; unos y otros pueden determinar a obrar al hombre, pero sólo los segundos son dignos de una voluntad racional libre, o pueden ser las leyes prácticas capaces de determinar a obrar a cualquier voluntad racional. A éstos los llama imperativos categóricos.

BUENA VOLUNTAD: Ferrater Mora: En la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres Kant escribió: "Ni en el mundo ni fuera del mundo es posible concebir algo que pueda ser considerado como bueno sin restricción, excepto una buena voluntad." Esta frase ha suscitado muchos comentarios. Unos son de carácter explicativo y tienen por fin buscar el sentido de la expresión "buena voluntad'.Otros son de carácter crítico y se proponen mostrar o que la doctrina kantiana de la buena voluntad es un ejemplo extremo de rigorismo o que es un ejemplo extremo de formalismo o que adolece de una insuficiente aclaración del significado de "bueno'. Entre los primeros figuran los de quienes han buscado una explicación de la doctrina kantiana a base de averiguar en qué medida la buena voluntad se relaciona con los otros bienes. A este respecto han planteado sobre todo el problema de si otros bienes no pueden ser concebidos también como buenos sin limitación. Ahora bien, siguiendo la intención de Kant, han mostrado que mientras los bienes que no son la buena voluntad dependen para su bondad de una situación determinada —el saber es bueno si es usado para un buen fin, el placer es bueno si contribuye al valor moral, etc.—, la buena voluntad no depende de ninguna situación determinada. Los defensores de la posición de Kant han subrayado que este filósofo no ha negado el hecho

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de que hay también otros bienes valiosos, pero que siendo siempre la situación un límite para ellos no pueden ser considerados como el sumo bien.

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