Villarreal

14
Villareal: Los hilos del poder. Villarreal comienza su análisis sobre el poder social, enfocado en la historia argentina, realizándose un cuestionamiento: en las elecciones nacionales de 1983 en las que se da una derrota del peronismo, ¿pueden haber influido los cambios en la estructura social ocurridos durante el último gobierno militar (1976- 1983)? Esa derrota fue inédita luego de una historia de fidelidad a aquel partido de casi cuarenta años, pero se explica porque el autor considera (y sería parte de su hipótesis central) que las mutaciones en las relaciones de fuerzas políticas conllevan cambios en la estructura social, con alteraciones en la configuración de los grupos sociales. Durante la última dictadura militar se dieron aquellas mutaciones: hubo cambios en las bases sociales de dominación, produciéndose una concentración de poder. Se produjo una reestructuración afectando los lazos tradicionales de representación, el comportamiento de los actores de la sociedad civil y las identidades políticas, culturales e ideológicas. El proceso de reestructuración social tendió a fortalecer la base de la dominación y a fragmentar a las clases subalternas individualizando sus conductas sociales y rearticulando las formas sociales de la sociedad civil. Este fue un proceso regresivo. Concentración del poder económico en manos de grandes propietarios. Estas estrategias de poder que crearon las condiciones para producir los cambios que se dieron a continuación fueron llevadas a cabo por una política de “tierra arrasada” (muerte, desaparición y destrucción, un pueblo ocupado militarmente) y por un accionar cuyo objetivo fue cambiar la sociedad, las conductas individuales y los mecanismos de representación.

description

Resumen sobre el pensamiento de Villareal

Transcript of Villarreal

Page 1: Villarreal

Villareal: Los hilos del poder.

Villarreal comienza su análisis sobre el poder social, enfocado en la historia argentina, realizándose un cuestionamiento: en las elecciones nacionales de 1983 en las que se da una derrota del peronismo, ¿pueden haber influido los cambios en la estructura social ocurridos durante el último gobierno militar (1976- 1983)? Esa derrota fue inédita luego de una historia de fidelidad a aquel partido de casi cuarenta años, pero se explica porque el autor considera (y sería parte de su hipótesis central) que las mutaciones en las relaciones de fuerzas políticas conllevan cambios en la estructura social, con alteraciones en la configuración de los grupos sociales.

Durante la última dictadura militar se dieron aquellas mutaciones:

hubo cambios en las bases sociales de dominación, produciéndose una concentración de poder. Se produjo una reestructuración afectando los lazos tradicionales de representación, el comportamiento de los actores de la sociedad civil y las identidades políticas, culturales e ideológicas. El proceso de reestructuración social tendió a fortalecer la base de la dominación y a fragmentar a las clases subalternas individualizando sus conductas sociales y rearticulando las formas sociales de la sociedad civil. Este fue un proceso regresivo. Concentración del poder económico en manos de grandes propietarios.

Estas estrategias de poder que crearon las condiciones para producir los cambios que se dieron a continuación fueron llevadas a cabo por una política de “tierra arrasada” (muerte, desaparición y destrucción, un pueblo ocupado militarmente) y por un accionar cuyo objetivo fue cambiar la sociedad, las conductas individuales y los mecanismos de representación.

Para comprender esta estrategia realizada por los militares se deben conocer los sucesos ocurridos en una etapa anterior a ésta: durante la década del sesenta y primera mitad de los setenta se realizaron movilizaciones populares debido a una crisis política, una crisis de gobernabilidad que había comenzado en el ’55 con la Revolución Libertadora cuando la mayoría peronista fue proscripta (crisis del parlamentarismo). Estas movilizaciones fueron posibilitadas por no haber una hegemonía de los sectores dominantes en el ámbito político, económico y cultural. Se daba una situación peculiar en la configuración de las bases sociales del poder: heterogénea por arriba y homogénea por abajo. Se observaba:

escasa centralización del capital que masificaba la estratificación interna de los propietarios capacidad de movilizaciones debido aun peso mayoritario de los trabajadores industriales y homogeneidad en las condiciones de trabajo, de ingreso y de vida comunitaria, con un predominio de los asalariados. Los sectores populares, que eran

Page 2: Villarreal

la base social del peronismo, incluía a sectores propietarios de la industria y obreros, constituían un eje industrial obrero destabilizador. diversificación productiva que producía fraccionamiento de intereses de las clases dominantes. Los conflictos entre las fracciones propietarias, fracturas ideológicas (nacionalismo o liberalismo), contradicciones políticas que producían una fragmentación por arriba que impidiendo tener una hegemonía. Se daba una situación de empate, exclusión y enfrentamiento.

En este contexto apareció la dictadura, que llevó al límite el acentuamiento de la dependencia, el achicamiento de la sociedad y la fragmentación de los sectores populares produciendo una verdadera reestructuración social.

La unificación por arriba se dio por un triple movimiento: concentración (centralización del capital), hegemonía (predomino del sector financiero articuló intereses) representación (el intento unificador del conjunto de los intereses de los grandes propietarios por parte de los militares).

La fragmentación popular se realizó de la siguiente manera:

la desindustrialización redujo el peso de los obreros industriales y dejaron de tener expresión política y corporativa por la clausura sindical. La terciarización implicó el crecimiento del número desempleados y la marginalización de los trabajadores. No había más mayoría obrera asalariada que era característica de la homogeneidad y hegemonía de las clases subalternas. Se produjo una diferenciación categorial de los trabajadores: estratificación salarial, diferenciaciones sectoriales y ruptura de los mecanismos de solidaridad social por medio de condiciones económico- sociales. Se quería convertir “la solidaridad en individualismo, la cooperación en competencia y la homogeneidad en fragmentación”. Se quería controlar las voluntades individuales reprimiéndolas, transformándolas y disciplinándolas. Mecanismos represivos: sospecha personal generalizada y cultura del miedo en la que el poder realizó un control individualizador de los sectores populares.

La dictadura militar absorbió parte de la sociedad civil, otra la destruyó y al resto lo silenció. Se dio un paso de la crisis política a una crisis orgánica (aunque no en sentido pleno). Hubo una debilitamiento de los canales de representación que se combinó con la reestructuración de la sociedad que creó nuevos grupos sin conformar mecanismos de articulación política, generando disponibilidad social.

Gramsci describe la crisis orgánica como una crisis de hegemonía, o crisis del Estado en su conjunto. Esto se observa en Argentina en la ruptura de los lazos de representación, de desorientación y de desmovilización política producido por el congelamiento político, la clausura sindical y la individualización popular que quebraba los vínculos de solidaridad social. La dictadura logró cierto consenso, pero lo fue perdiendo y la crisis de hegemonía de los sectores dominantes se agudizó. Esa pérdida de consenso se puede explicar, en parte, por las causas que nombra Gramsci como las causantes de la crisis de hegemonía de la clase dirigente: una de ellas es “el fracaso en alguna gran empresa política para la cual –

Page 3: Villarreal

dicha clase- demandó o impuso por la fuerza el consenso de grandes masas (la guerra por ejemplo) (...)”. La guerra de las Malvinas es un ejemplo de dicho fracaso, al que se le sumaron errores económicos y la generalización del autoritarismo.

El análisis que suele hacerse sobre este período parten desde la visión de los cambios económicos que introdujo la dictadura, observando cómo éstos modificaron la política, la sociedad o las formaciones ideológicas. Existe una tradición marxista economicista que establece una direccionalidad causal entre economía, sociedad y poder. Sin embargo, para Villarreal se debe hacer un análisis desde el poder: observar los cambios en la estructuración social principalmente como efectos del poder. En Argentina se cuestionaba al poder y éste le respondió a la sociedad con una reestructuración social.

Define al poder como “una red variables de relaciones de fuerza que recorre la totalidad social produciendo efectos diversos, de una imbricación compleja de relaciones de dominación (...)”. Coexisten múltiples relaciones de poder que recorren instituciones, partidos, grupos sociales, aparatos estatales y tendencias ideológicas.

El último período militar fue la expresión de un proceso social regresivo que combinó las iniciativas de múltiples fuerzas sociales. Los militares realizaron un proceso de concentración del poder que permitió su aplicación regresiva (destrucción de organizaciones de la sociedad y se aplicó fuerza sobre individuos y grupos sociales) y productiva (consenso de restauración del orden, se estimuló el individualismo social y se desarrolló una reestructuración general de la sociedad.)

Se observarán las mutaciones ocurridas en la estructura social como efectos objetivos del poder: en la historia argentina se producen enfrentamientos políticos- ideológicos, en una situación de exclusión mutua y sin una estrategia de dominación hegemónica duradera para asegurar reglas de poder aceptadas socialmente. En cambio, en la homogeneidad por abajo sobre la base de una locación común, la generalización del trabajo asalariado y la condición obrera influyó la temprana industrialización capitalista, la alta urbanización y el predominio de relaciones salariales.

En argentina se observa un alto porcentaje de empleadores que demuestra el peso social de diferentes estratos de propietarios (heterogeneidad por arriba) y una escasa presencia de trabajo independiente que evidénciale grado de difusión de relaciones salariales (homogeneidad por abajo) Existe un peso muy importante del trabajo no agropecuario entre las agrupaciones sectoriales. Además, de la mayoría salarial había un predominio obrero.

Se contrasta con la situación latinoamericana en donde se da una alta independización y alta centralización (escasos empleadores con elevado poder económico). La situación en el centro varía con respecto a estas dos últimas: escasa independización y alta centralización.

En los sesenta se da un proceso de latinoamericanización en el que se produce un triple mecanismo de centralización, independización y terciarización. En Argentina se

Page 4: Villarreal

presenta con un aumento del trabajo independiente y la pérdida de peso de los propietarios. Se verá la relación con el problema de la fragmentación de las clases en una sociedad.

Villarreal considera que las clases sociales deben definirse a partir de su posición en las relaciones de producción, complementándose con el nivel de circulación- reproducción. El primero las divide en diferentes fracciones y el segundo las conecta con el poder, expresándose en la lucha política. En este nivel se enlazan los fenómenos de reproducción y poder, por lo cual las clases sociales tienen un carácter dinámico, fragmentario y dúctil.

La mayoría de las veces suele presentarse al proletariado como una clase un grado alto de homogeneización a nivel internacional, o como clase nacional uniforme, con una fuerte tendencia a la conformación de conciencia social unificada, con intereses económicos- políticos comunes y con alta posibilidad de lograr un accionar común. Sin embargo, el autor tiene otra imagen de la realidad: observa que el variado espectro de situaciones laborales dan cuenta de la fragmentación objetiva que poseen los elementos que componen una clase social concreta. Coincide con Gramsci: “Las clases subalternas no se han unificado y no pueden unificarse mientras no puedan convertirse en Estado: su historia, por tanto, está entrelazada con la de la sociedad civil, es una función ‘disgregada’ y discontinua de la historia de la sociedad civil (...)”. La historia de los grupos subalternos es especialmente disgregada porque, como señala Gramsci, si bien tienden a la unificación, esto es interrumpido por las clases dirigentes para mantenerlas en el papel subalterno, subordinado y disgregado.

Las clases sociales se desarrollan a través de un proceso de desarrollo económico, de configuración de ciertas relaciones de poder y de recuperación de tradiciones de lucha, organización y conciencia. En América Latina el aparato estatal actuó en relación a una sociedad escasamente articulada conformando agrupamientos sociales heterónomos y produciendo una identificación política que no está en relación con la pertenencia objetiva de clase. La historia de la sociedad fue sobredeterminada por el Estado y las relaciones de poder.

Contrariamente, la clase obrera argentina, atravesada por diversas fragmentaciones (distintos oficios o calificaciones, diversas ramas de actividad, diversas inclinaciones ideológicas, etc), constituyó su identidad difusa en el interior de su participación en el movimiento popular, mientras estaba en crisis la unidad política tradicional. Adquirieron una tradición cultural de lucha política, organizados desde adentro del Estado y, a su vez, contra él. Así, desarrollaron su propia unidad política peronista marcada con contradicciones: identidad de clase y armonía de clases, lucha contra el poder y subordinación al estado, de autoconciencia y conciencia difusa. Fue un movimiento político polimorfo, pero una forma de articulación política de amplios sectores populares.

La constitución del peronismo aprovechó el hecho de que existía una sociedad homogénea en la base y heterogénea en la cúpula. Los sectores industriales, débiles, realizaron alianzas con las clases subalternas e impulsaron un desarrollo industrial orientado al mercado interno que requería una redistribución de ingresos, políticas estatistas y consiguieron una armonización de intereses con los obreros. Los obreros eran una masa asalariada homogénea con poder social y peso económico en crecimiento, con una unidad

Page 5: Villarreal

partidaria en el peronismo (poder político) y con la presencia de sectores juveniles radicalizados que amenazaban el orden establecido; todo esto permitido por la incapacidad de los grupos dominantes de desarrollar un proyecto desarrollista, estabilizador, que articulo diversos intereses.

Las medidas económicas adoptadas por el golpe militar de 1976 se subordinaron a los objetivos de una estrategia de poder regresiva.

En el discurso suele decirse que los militares:

bajaron los salarios reales para combatir la inflación desindustrializaron para aumentar la eficiencia capitalista de la producción liberalizaron el mercado de capitales para estimular el uso eficiente de los recursos financieros eliminaron las restricciones al ingreso del capital extranjero para promover el desarrollo económico privatizaron para controlar el déficit fiscal

Parecía subordinarse la economía a la política. Desde esta perspectiva puede afirmarse el fracaso de estas medidas económicas. Sin embargo, si se las vislumbra como parte de una estrategia política con objetivos más vastos relativos a la fragmentación de los sectores populares, este fracaso se relativiza.

Las medidas económicas fueron parte de una estrategia de poder y dieron lugar a las transformaciones sociales analizadas.

En los países del centro capitalista, la acumulación del capital y la reproducción ampliada se identifican. La reinversión productiva del excedente –constituyente de la reproducción ampliada- no se ve limitada. Pero no sucede de igual forma en los países de la periferia capitalista, es decir, América Latina en general y Argentina en particular. Aquí se ve una desarticulación entre la formación de capital y la reproducción ampliada. Sólo una parte muy menor del excedente que se genera es reinvertido productivamente.

Los siguientes son factores que explican la desproporción entre la generación de excedente y su reinversión productiva:

El flujo de excedente hacia los países del centro del capitalismo, determinado por: el pago de intereses de los prestamos internacionales de capital financiero, las remesas de utilidades de las inversiones extranjeras, los pagos por uso de tecnología externa, y la salida del excedente por la degradación en los términos de intercambio. La distorsión del ciclo del capital. Esto es: en los países centrales el capital productivo es el núcleo del proceso económico y el capital comercial o financiero suelen subordinarse a él. En la Argentina, el papel dominante lo detentan la circulación y el capital financiero, subordinando al productivo. Esto se explica por el hecho de que la especulación financiera se vuelve más rentable a corto plazo y sin arriesgar en negocios productivos, debido la situación de crisis recurrentes y de

Page 6: Villarreal

inflación. La especulación financiera se apropia del excedente sin contribuir a la formación de trabajo productivo acumulado. La dependencia externa de equipos. La capacidad para comprar los elementos necesarios para la reinversión se encuentra limitada. El deterioro en los términos de intercambio encarece los equipos productivos que se importan El consumo suntuario acentúa el drenaje de excedente que se sustrae a la inversión

Este desarrollo limitado de la reproducción ampliada del capital, determina:

1. un proceso de heterogeneidad estructural2. formación de sectores económicos informales3. crecimiento del trabajo independiente4. estancamiento de la demanda de fuerza de trabajo productiva y retroceso en las relaciones salariales5. marginamiento ocupacional6. estancamiento de las actividades de producción material7. crecimiento de la tasa de desempleo8. terciarización de la actividad

La concentración de la riqueza y del poder económico homogeneiza a las clases dominantes alrededor de la cúspide, y si bien esta tendencia ya se presentaba anteriormente en la sociedad argentina, con el proceso militar se profundizó, vía medidas económicas y a través de políticas que aceleraron el fenómeno. El poder se concentró en manos de una elite militar, del poder financiero, de sectores terratenientes y del capital monopolista, que se “unieron” para mantener el orden, amenazado por la crisis del peronismo, la desobediencia obrera y la subversión.

La homogeneización de los sectores dominantes alrededor de una elite productiva financiera y comercial, se vio posibilitada por: la concentración del poder económico, que produjo la absorción de capitales menores; por la competencia extranjera, que condujo a la quiebra a pequeños y medianos empresarios y por la terciarización de la actividad, promovida por las dificultades económicas.

El capital financiero, potenciado por la apertura externa, la liberación del mercado de capitales y la dependencia financiera incrementada, fue visto como el posible articulador de los diferentes intereses sectoriales, el capaz de ejercer la hegemonía y de dirigir el proceso de homogeneizar a los sectores dominantes.

La clase dominante era heterogénea y poseía una gran diversidad de intereses. Por ello sufrió la dificultad de lograr hegemonía, potenciado por la carencia de formas de representación estables en el juego constitucional que establecieran homogeneidad en su diversidad de intereses.

En 1976 confluyeron los militares defensores del orden y los grandes detentadores de la riqueza; los intereses de la producción y el poder. Un bloque de poder concentrado que

Page 7: Villarreal

reunía fragmentos de distintas clases, instituciones y partidos. El efecto de la homogenización en la cúpula fue el fortalecimiento de la dominación.

El levantamiento de barreras arancelarias, la eficientización de la economía y de transferencia de recursos de la industria hacia otros sectores, produjo un desmantelamiento de la producción industrial y el quiebre de empresas. Fue una política de desindustrialización, un aspecto de a estrategia de poder para restar poder económico y social y para excluir a los propietarios industriales medios y los obreros industriales (núcleo social de la alianza industrial-obrera característica del peronismo).

Para dividir a los trabajadores, restarles poder social, heterogeneizarlos y disminuir un accionar común, se tomaron las siguientes medidas:

caída de las horas-obrero trabajadas en la industria reducción de salarios disminución del nivel de vida del poder económico de los trabajadores (poder de compra y poder para solventar sus organizaciones que los nucleaban) estratificación salarial política de desindustrialización

El resultado de estas estrategias fue: la terciarización y crecimiento de la actividad autónoma y, a partir de 1980, aumento del subempleo y desempleo que tienden a ser estructurales.

El proceso de terciarización se remonta a la década del sesenta, pero durante la última dictadura el proceso se acelera por:

la estrategia de poder fragmentadora, que no acompañó tradicionalmente los mecanismos de terciarización del país, que eran producto de una industria en expansión que los requería. el efecto de desplazamiento de la economía de producción por una economía de especulación.

La terciarización reciente es acompañada por la marginalización, ausente en años anteriores.

Se deriva personal de la industria a los servicios, aumentando los empleados en detrimento de los obreros. La fuerza de trabajo expulsada por la industria manufacturera es absorbida por actividades terciarias.

El trabajo obrero opera en el campo de la producción-acumulación (se produce un excedente) y el trabajo del empleado en el de la circulación-reproducción (los empleados establecen relaciones que reproducen relaciones sociales, reproducción económica y la generación de poder social).

Page 8: Villarreal

Aumenta el peso económico de los empleados, pero no sucede lo mismo con su poder político, ya que tienen escasa combatividad y falta de cohesión (en comparación con los obreros), resultante de:

lo heterogéneo de sus actividades (estatal, sector formal, sector informal, trabajadores ocasionales, cuenta propia) la no concentración en fábricas –que ayuda al desarrollo de acciones en comparación con los obreros industriales– que en la conciencia del empleado se percibe su propia situación como mejor que la de los obreros (que en los hechos esto queda desmentido). Por eso son reproductores de las relaciones del poder.

Los empleados terciarios crecieron en número. Son una nueva fracción del proletariado, si bien no ligados a la producción material, cada vez más postergados, explotados y con bajos salarios. La lucha gremial de los empleados reproduce las relaciones sociales de poder.

El nuevo “proletariado terciario de empleados” está a media distancia del trabajo intelectual y las labores manuales. Está en el dilema de optar entre el protagonismo o la manipulación.

Luego del período analizado se registra un crecimiento de la actividad autónoma efecto de la política de desindustrialización y de las restricciones a la actividad sindical.

Los trabajadores independientes tienen mucha importancia numérica, producto del cese de asalariados industriales.

La actividad autónoma tiene muchas diferencias internas: servicios, construcción, comercio y transporte. Debido al traspaso de fuerza de trabajo de la industria a actividades terciarias e independientes, el empleo total se mantuvo constante, modificando, sin embargo, cualitativamente. El trabajo independiente conoce progresivamente situaciones de proletarización, marginalización, con poder económico limitado por su baja productividad.

La actividad autónoma no es socializada, estimula formas de conciencia social individualista y poco propensas al accionar colectivo. El trabajador se encuentra aislado.

El crecimiento del trabajo independiente ya se vislumbra en la década del cincuenta, pero no como durante el período militar, producto de su estrategia de heterogeneizar y fragmentar el poder social de las clases subalternas.

Page 9: Villarreal

Conclusiones

Como ya se mencionó reiteradas veces a lo largo de este trabajo, hubo una estrategia de poder con una doble búsqueda: homogeneización de los sectores dominantes y fragmentación de las capas subalternas.

Este proceso, típico de Latinoamérica, se vio favorecido por condiciones económicas como la reproducción subordinada de una estructura en la que se relacionan capitalismo y dependencia; como el predominio de las actividades financieras y especulativas. Pero estas condiciones tan solo se subordinan a la estrategia de poder que comienza con la última dictadura militar para reorganizar las bases de la vida política argentina, consistente en disgregar a los sectores populares.

Ya habíamos dicho que los fracasos económicos fueron triunfos políticos, aunque magros y de corto plazo, al no ofrecer soluciones dinamizadoras a los graves problemas económicos y sociales del país, al no proyectar una imagen de desarrollo hacia el futuro; al ser la definición hegemónica efímera, ya que el sector financiero entró pronto en crisis y el “partido militar” resultó perdedor en su oficio específico, patente luego del fracaso de Malvinas.

De todos modos, a pesar de lo efímero de los triunfos con respecto al proyecto de homogeneizar los sectores dominantes, la fragmentación popular sí fue un “éxito”. Así quedaron alteradas definitivamente las fuentes sociales de poder, las bases económicas del mismo y, las condiciones del accionar político.

Todo esto pone en cuestión los lazos tradicionales de representación. Según Villarreal, a la fragmentación deberá seguirle la recomposición sobre nuevas relaciones de fuerza, generando formas inéditas de acción política.