VIII. PROYECTO NACIONAL DE DESCENTRALIZACIÓN
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VIII. PROYECTO NACIONAL DEDESCENTRALIZACIÓN
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Proyecto nacional de descentralización
Introducción
L a descentralización y el desarrollo regional son los desafíos más
importantes que deberá enfrentar el país al ingresar en un nuevo siglo.
Por la forma en que compromete el destino de la sociedad y la economía
peruanas, el reto descentralista es comparable y se intersecta con otros
tantos planteados al Perú en el presente período, como la generación
de empleo, la superación de la pobreza y la inserción ventajosa en la
globalización.
Alrededor de las demandas descentralistas han surgido en estos meses diversos
frentes cívicos en las regiones, y es previsible que la presencia casi aluvional de
estos movimientos ocupará buena parte del escenario social y político nacional
de los próximos años. Las distintas organizaciones e iniciativas que brotan y se
multiplican en distintos puntos del país aún tienen un carácter embrionario, pero
desde ahora expresan un común denominador que probablemente se irá perfilando
con mayor nitidez en el próximo período: la vocación por conquistar para sus
respectivas regiones autonomía de decisión, competencias y rentas. De este modo,
el impulso descentralista contenido en dichos movimientos, todavía incipientes,
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reviste potencialmente una naturaleza política, pues apunta al núcleo mismo de
la estructura del poder buscando su redistribución desde el centro hacia las
regiones y localidades del país.
En un sentido más amplio, la descentralización como proyecto histórico constituye
una de las más profundas reformas estructurales que puede emprender la Nación
peruana como instrumento para la democratización de la sociedad y del Estado y
la adopción de un nuevo patrón de crecimiento y desarrollo.
El contexto en el que hoy emergen las demandas descentralistas difiere
sustancialmente del existente en la década anterior, cuando se instalaron gobiernos
regionales bajo el marco de la Constitución de 1979. Por el lado internacional,
algunas tendencias del mercado mundial globalizado y las nuevas formas de
organizar la producción operan en favor de la implantación de estructuras
productivas más dispersas en el territorio. Sobre esa base, empieza a percibirse
que la descentralización es ampliamente compatible y funcional con el nuevo
paradigma sustentado en la competitividad y la apertura económica, al punto que
los propios organismos multilaterales, como el BID y el Banco Mundial, vienen
recomendando a los distintos gobiernos nacionales llevar a cabo políticas de
descentralización.
Pero más que eso, la descentralización se muestra claramente como una de las
grandes tendencias que definen a las sociedades modernas, en las que
democracia y eficiencia se conjugan en sistemas de distribución equilibrada del
poder entre las distintas instancias del Estado, niveles de gobierno y espacios
territoriales.
Mientras tanto, en el plano nacional, el ajuste y la apertura económica se han
visto acompañados durante los años noventa de un extraordinario refuerzo del
centralismo que históricamente ha padecido el país. La concentración del poder
de decisión y del manejo de los recursos en el Poder Ejecutivo, y más precisamente
en la Presidencia de la República, ha alcanzado niveles sin precedentes,
marchando a contracorriente de las tendencias descentralistas que hoy recorren
todo el planeta. Así, la descentralización aparece en el Perú como una reforma
estructural pendiente cuya postergación impide que el esfuerzo de la población
en materia de estabilización, ajuste económico y pacificación fructifique en un
nuevo modelo económico y social moderno, competitivo y plenamente democrático.
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Más específicamente, las aspiraciones descentralistas y las demandas regionales
que emergen en el país forman parte de los esfuerzos por una transición
democrática que modifique el régimen político vigente. Se trata de potenciar las
capacidades de los gobiernos municipales como células que organizan la
convivencia cívica desde las bases de la sociedad. Por otra parte, se busca
constituir nuevamente regiones y elegir mediante votación universal a sus
respectivos gobiernos regionales, no sólo para dar cumplimiento a lo dispuesto
por la vigente Constitución política sino, principalmente, para fundar sobre nuevos
cimientos el desarrollo nacional.
Conceptos fundamentales: qué es y qué se propone la descentralización
Aunque no es un fin en sí misma, la descentralización es un medio o instrumento
fundamental para alcanzar la democracia y el desarrollo en el país. Por eso mismo
existe la necesidad de adoptar un marco conceptual claro que permita un lenguaje
común entre los diversos actores y un conjunto de objetivos y estrategias que
proporcionen viabilidad al proceso descentralista.
En el terreno de los conceptos es fundamental establecer una clara distinción: la
descentralización se refiere a una “transferencia de funciones y facultad de decisión
en los aspectos políticos, económicos y administrativos del centro a la periferia”.
Es decir, la transferencia de cuotas de poder desde el gobierno central a las
entidades territoriales. La personería jurídica independiente de la entidad receptora
es el rasgo definitorio y exclusivo de la descentralización. En cambio, la
desconcentración es una “delegación de funciones y atribuciones a entidades
públicas del nivel central al nivel regional y local” (PNR, p. 6). En este caso se
otorgan capacidades a instancias inferiores dentro de la propia organización
administrativa. El nivel superior no se desprende de sus competencias;
simplemente las delega y, en consecuencia, puede recuperarlas plenamente.
Desde el punto de vista de las dimensiones del proceso, la primera y más conocida
en el debate nacional es la descentralización político-administrativa, en la cual se
afecta la estructura centralista del Estado al trasladarse competencias a unidades
inferiores definidas territorial o funcionalmente dentro del aparato estatal o a
instituciones ubicadas fuera del él2. En lo político, la descentralización busca, en
consecuencia, dar curso a una redistribución del poder. Menor atención ha recibido
en el país la dimensión económica y productiva de la descentralización.
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Ésta procura modificar las tendencias a la centralización económica que inevita-
blemente aparecen debido a la creciente fuerza de atracción ejercida por deter-
minados espacios sobre capitales, mercancías y población. La brecha entre es-
tas regiones centrales y las otras atrasadas o periféricas tiende a ensancharse
continuamente por la acción acumulativa de las economías de escala y de aglo-
meración, las externalidades positivas del flujo de capitales, las ventajas asocia-
das a la expansión de los mercados y las calificaciones de la población migrante.
En este caso, la descentralización económica procura redistribuir las condiciones
de rentabilidad y de localización de capitales y recursos a lo largo del territorio.
Con estos conceptos en mente es posible repasar la formación y características
que históricamente ha asumido el fenómeno centralista en el país. Ello se intenta
en la siguiente sección.
Elementos de diagnóstico: orígenes y naturaleza del centralismo en elPerú
Por su extraordinaria diversidad geográfica y su densa trayectoria histórica y cul-
tural, el Perú ha visto conformarse en su territorio una multiplicidad de espacios
regionales diferenciados que permitirían establecer una estructura económica y
un régimen político altamente descentralizados. Sin embargo, somos una Nación
secularmente dominada por el centralismo, fenómeno que ha alcanzado en estos
últimos años una intensidad inusitada. Existe, pues, en el caso del Perú, una
marcada contradicción entre un país con características de megadiversidad y, al
mismo tiempo, unos niveles de centralización que se encuentran entre los más
altos del continente.
¿Cómo explicar esta incongruencia? Cabe suponer que, en la base del proceso
peruano, han actuado –y siguen actuando– mecanismos muy poderosos que
lograron torcer y anular los impulsos geográficos e históricos hacia el
descentralismo. Estos mecanismos son de naturaleza económica y política y su
acción se ha hecho visible sobre todo desde mediados de siglo, cuando se aplicó
en el país el patrón de crecimiento basado en la industrialización por sustitución
de importaciones.
Es fácil comprobar cómo durante el siglo pasado y la primera mitad del presente
mostraron un ritmo persistente, aunque moderado, las tendencias a la urbaniza-
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ción y a la concentración de recursos en Lima y en las principales ciudades de la
costa. Los excedentes provenían, entonces, de la economía primario-exportadora
agrícola y minera, que propiciaba una economía de configuración más dispersa
en el territorio y sostenía, además, la presencia de un Estado cuya capacidad
económica era todavía limitada. El centralismo en ese período adoptaba una
modalidad fundamentalmente política, con el aparato estatal en manos de una
oligarquía conservadora a la que se alió el gamonalismo provinciano4.
Centralismo y sustitución de importaciones
El paso en la década del cincuenta al modelo sustitutivo de importaciones signifi-
có una extraordinaria aceleración de las tendencias al centralismo observadas
en los decenios anteriores. En particular, este proceso adquiere un contenido
fundamentalmente económico que se despliega y consolida conforme se
profundiza el modelo sustitutivo, soportado a su vez en los altos márgenes de
protección otorgados por el Estado a las actividades industriales.
Desde los años cincuenta en adelante se produce un verdadero salto en la
centralización de recursos económicos y población en la capital. Los excedentes
generados por la economía exportadora, las nuevas inversiones y la aglomeración
industrial en Lima Metropolitana y, en menor medida, en la otras grandes ciudades
costeras, son resultado y a la vez alimentan los crecientes flujos migratorios del
campo a la ciudad, de la sierra hacia la costa (y con menor intensidad hacia la
selva) y del resto del país hacia Lima. La superposición de economía y demografía
marcó la pauta del proceso centralista en el país.
El mecanismo esencialmente económico del centralismo y su profunda conexión
con el patrón de crecimiento en la experiencia peruana de las últimas cinco décadas
condujeron a centralizar las decisiones políticas y el manejo de un aparato estatal
que también experimentó una gran expansión en este mismo período. La
aglomeración de actividades y la mayor concentración poblacional en Lima y las
principales ciudades originaron la centralización de la recaudación de impuestos
y, a la vez, representaron una enorme presión para orientar el gasto fiscal5. De
ahí el sesgo fuertemente urbano, antiagrario y anticampesino de la acción del
Estado y el carácter centralista –a veces explícito, a veces solapado– que adop-
taron las políticas públicas. El incremento del tamaño económico del Estado, en
lugar de jugar un papel redistributivo en favor de las regiones postergadas me-
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diante efectivas políticas de desarrollo regional, contribuyó a consolidar las ven-
tajas de la capital metropolitana y las mayores ciudades, el eje costero y las
regiones más desarrolladas del país. A pesar de sus distintos programas e ideo-
logía, los sucesivos gobiernos han operado en general sobre la base de esta
fusión de centralismo económico y político.
Principales tendencias en el territorio peruano
En síntesis podemos mencionar las grandes tendencias territoriales desatadas
por el centralismo que deberían revertirse en un proyecto nacional de
descentralización.
• La polarización entre Lima y el resto del país destaca por las magnitudes que
están envueltas. El grado alcanzado por Lima en cuanto a población,
actividades y recursos (ver cuadro adjunto) establece una distancia abismal
(una de las más altas del continente) entre la capital y las ciudades que le
siguen, lo que da una idea del esfuerzo que demandará cualquier intento
descentralista serio en el país. Se desprende de aquí la necesidad de reforzar
el crecimiento de las mayores ciudades del interior como centros alternativos
a la metrópoli en un modelo de desarrollo descentralizado.
Lima-Callao: indicadores de concentración (%)
Producto Bruto Interno PBI 45
PBI industrial 55
PBI sector servicios 60
PBI sector gobierno 40
Población total 30
Población Económicamente Activa 35
Población electoral 33
Capital de las privatizaciones 55
Depósitos bancarios 82
Colocaciones bancarias 83
Recaudación tributaria 84
Gasto público 59
Fuente: Elaborado a partir de la información de Gonzales de Olarte: La descentralización en el Perú. IEP-
CIPCA, Lima, 1998.
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• La diferenciación entre costa y sierra es cada vez más acentuada por el mo-
delo sustitutivo. Así, mientras se produce la creciente urbanización de la faja
costera, la sierra y la agricultura alimentaria –principalmente serrana– se su-
mergen en una crisis profunda, sin capacidad de enfrentar la competencia de
la importación de alimentos. Así se explica este curso de “vaciamiento” econó-
mico y demográfico del eje andino que ha caracterizado la ocupación del terri-
torio nacional, sobre todo entre los años cuarenta y sesenta, en contraposi-
ción al basamento geográfico e histórico del país7. Además, la costa se bene-
ficia del tratamiento relativamente privilegiado que recibe su agricultura en
términos de grandes proyectos de riego y localización de inversiones. Ello
pretendió ser una compensación parcial frente a la orientación general
antiagraria del patrón de crecimiento.
Sin embargo, las cifras de los dos últimos censos señalan lo que Vergara ha
denominado “el fin del inmovilismo andino” aludiendo a un nuevo impulso a la
urbanización en la sierra, es decir, al crecimiento reciente de un buen número
de ciudades intermedias serranas8. La consolidación de estas tendencias re-
presenta un formidable punto de apoyo para un nuevo ensayo de descentrali-
zación y desarrollo regional en el país.
• Finalmente hay que considerar los cursos diferenciados de los grandes espa-
cios regionales distintos de Lima. A menudo estas tendencias no son mencio-
nadas en el debate sobre el desarrollo, aunque su consideración no puede
estar ausente en un proyecto descentralista. Destaca nítidamente la dinámica
relativamente más alta de la macrorregión norte en cuanto a desarrollo urba-
no, captación de inversiones y diversificación productiva. Las ciudades de la
costa norte aparecen con claras ventajas y capacidad de articulación de su
espacio regional.
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Perú: población total costa norte y sur andino (%)
1940 1961 1972 1981 1993
Total país 100% 100% 100% 100% 100%
Costa
Norte 15,3% 16,6% 16,5% 16,8% 16,8%
Piura 0,4% 0,6% 0,6% 0,6% 0,7%
Tumbes 6,1% 6,6% 6,3% 6,5% 6,2%
La Libertad 5,9% 6,0% 5,8% 5,7% 5,7%
Lambayeque 2,8% 3,4% 3,8% 4,0% 4,2%
Sur andino 30,9% 23,3% 19,2% 17,0% 15,4%
Ayacucho 5,9% 4,1% 3,4% 2,9% 2,3%
Huancavelica 3,8% 3,0% 2,5% 2,0% 1,8%
Apurímac 4,0% 2,9% 2,3% 1,9% 1,7%
Cusco 8,1% 6,2% 5,3% 4,9% 4,7%
Puno 9,2% 7,0% 5,8% 5,1% 4,9%
Fuente: INEI, Compendios estadísticos.
En el extremo opuesto, el sur andino presenta los indicadores más altos de po-
breza y sostenidamente pierde importancia en la población total del país. Por
arrancar de un punto de mayor atraso relativo, pero al mismo tiempo por contar
con potencialidades y recursos importantes, el reto que desde esta región se
plantea a un proyecto de descentralización es de una magnitud excepcional.
La regionalización de los años ochenta
El proceso de formación de regiones durante la década pasada y el funciona-
miento de gobiernos regionales dentro del marco de la anterior Constitución re-
presentan una obligada referencia y una suma de lecciones de importancia estra-
tégica con vistas a un posible nuevo ensayo de regionalización en el país.
Aun cuando un balance completo de aquel proceso de regionalización es una
tarea no acabada, hay algunas líneas de análisis y constataciones que nos interesa
destacar en el marco del presente documento por su relevancia para el diseño de
una nueva estrategia descentralista.
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Regionalización y ajuste: desencuentro fundamental
La primera cuestión tiene que ver con las concepciones de desarrollo que en
forma expresa o implícita manejaron el proceso de regionalización anterior, y su
relación con el nuevo escenario de ajuste y globalización. Por su concepción
original presente en la Carta de 1979 y en el conjunto de normas básicas
elaboradas en los años ochenta –más la visión de las fuerzas sociales y políticas
que sostenían el proceso– la regionalización de entonces apareció como un intento
por prolongar la vigencia del patrón industrial sustitutivo vigente en el país desde
los años cincuenta.
En otros términos, se buscó “descentralizar” el viejo patrón de crecimiento,
creyendo responder con ello a las aspiraciones de los pueblos del interior
precisamente cuando el “desarrollo hacia adentro”, el direccionalismo económico
y la protección estatal a la industria mostraban su agotamiento y declive final.
Los gobiernos regionales instalados al final de la década pasada e inicios de la
presente eran, pues, portadores de un modelo económico y una propuesta de
Estado contrarios al giro que en ese momento se iniciaba, esto es, a la apertura y
la economía de mercado. Distintos analistas han apreciado esta oposición como
el “desfase fundamental en el que se vio envuelta la regionalización”9, con
implicancias decisivas para el curso posterior y la suerte final de los gobiernos
regionales. En general, los conductores de los gobiernos regionales permanecieron
atrapados en los conceptos y prácticas anteriores al programa de ajuste y reformas.
De allí el descuido por los aspectos económicos y productivos de la
descentralización. El voluntarismo político extremo del que se hizo gala en esos
años para llevar adelante el proyecto regionalizador concluyó estrellándose con
la lógica económica instaurada en la década del noventa. Economía y política
quedaron divorciadas en el ámbito de la descentralización.
El modelo político-administrativo
Una segunda fuente de dificultades provino del propio modelo político y
administrativo de la regionalización. La Constitución de 1979 y las normas luego
emitidas introdujeron importantes distorsiones en distintos niveles. Así, las
competencias otorgadas a los gobiernos regionales no tenían un carácter originario
reconocido por la Constitución sino solamente delegado por el Parlamento sobre
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materias específicas. Asimismo, los gobiernos regionales se obligaban a ejecutar
las políticas sectoriales definidas por el gobierno central, con lo que terminaban
reducidos en la práctica a simples instancias desconcentradas de los ministerios
y demás organismos centrales.
Esta limitada autonomía concedida a las regiones no respondía a ninguna estra-
tegia que previese la entrega gradual y creciente de competencias, sino a los
temores de los sectores políticos más conservadores y centralistas que decidie-
ron recortar los alcances de la regionalización y dejar intactas las atribuciones del
poder central. Contrastaba esta situación real con las pretensiones maximalistas
de quienes condujeron el proceso, que igualmente sin visión estratégica quisie-
ron alcanzar de una vez por todas, y quemando etapas, una autonomía política
plena para las regiones.
Especialmente conflictivos resultaron dos rasgos que adoptó el régimen político
de la regionalización anterior. Uno, la elección del presidente regional no por voto
universal y directo sino por la asamblea regional, con lo cual la primera autoridad
regional quedaba prisionera de las precarias alianzas de los grupos presentes en
la asamblea y carecía de la legitimidad y estabilidad imprescindibles para una
eficiente gestión. Dos, la combinación de democracia representativa y funcional
en la composición de las asambleas regionales, lo que dio lugar a tres estamentos:
miembros elegidos, representantes de organizaciones sociales y alcaldes. Los
problemas derivados del distinto origen, acreditación e intereses contrapuestos
de los representantes trabaron seriamente el funcionamiento de las asambleas.
Finalmente, la imprecisión con que fueron definidas las competencias de los
distintos niveles de gobierno produjo una verdadera invasión de los fueros
regionales por el poder central y los gobiernos municipales, que aparecían más
consolidados y estables que los gobiernos de las regiones. Un importante factor
de desgaste e inestabilidad provino justamente del conflicto -especialmente
encarnizado en algunas regiones- que se entabló entre alcaldes y autoridades de
los gobiernos regionales.
El contexto adverso
Los gobiernos regionales se instalaron en medio de la peor crisis que haya
padecido el país: hiperinflación, terrorismo y deterioro de las instituciones. La
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respuesta del nuevo gobierno a la crisis formó parte del difícil contexto que afectó
a las regiones.
La exigencias de disciplina fiscal y monetaria impuestas por el nuevo modelo
económico significaron una centralización de las decisiones de gasto y el recorte
de los presupuestos regionales y municipales. En promedio, durante su gestión
los gobiernos regionales sólo recibieron entre el 60% y el 70% de los presupuestos
que les correspondían por ley. Por otro lado, les fue expropiada por decisión del
Ministerio de Economía buena parte de los recursos del Fondo de Compensación
Regional.
La privatización y la necesidad de promover la inversión extranjera también se
tradujo en reducciones crecientes de las atribuciones y márgenes de acción de
las instancias descentralizadas. Finalmente se llegó a dejar en suspenso el proceso
de transferencia de instituciones, empresas y proyectos al ámbito de los gobiernos
regionales. En este clima de franca hostilidad del gobierno central, la acción de
los gobiernos regionales y cualquier iniciativa descentralista se vio seriamente
entorpecida. El ajuste abrió paso a una recentralización forzada en el país.
Deficiencias en la gestión
Por último están los propios errores en la gestión de los gobiernos regionales.
Unos se originaron en las concepciones de desarrollo que prevalecieron entonces
y que dieron lugar a estilos de planificación convencional, a un intento de
intervencionismo estatal extremo y a ineficiencias en el manejo de empresas y
proyectos transferidos. Agréguense los conflictos internos, el partidarismo
exacerbado y la falta de equipos técnicos calificados. Todo ello generó
desconfianza en los sectores sociales llamados a apoyar el proceso y a deteriorar
definitivamente la imagen de los gobiernos regionales y del proceso mismo de
regionalización.
Más allá de los errores, un paso histórico
No obstante los errores de concepción y modelo, problemas de gestión y contexto
adverso, la regionalización iniciada con la Constitución de 1979 debe ser evaluada
en toda su importancia como uno de los momentos más altos en la lucha
descentralista emprendida por las provincias del Perú. En efecto, en la historia
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republicana no ha habido un intento más completo de llevar a cabo un proceso de
descentralización política a través de la creación de entidades regionales con
atribuciones de gobierno10. La presencia de gobiernos regionales al lado de los
gobiernos municipales hizo realidad el precepto constitucional de construir en el
país un Estado unitario y, simultáneamente, descentralizado. Por la magnitud de
los objetivos que se propuso, y por la pesada herencia centralista que debía
remover, la regionalización necesitaba no solamente “una gran voluntad política
de ruptura”11 sino también un horizonte de largo plazo para madurar propuestas y
resultados. Su liquidación a dos años de haberse instalado impidió a los gobier-
nos regionales desplegar todas sus potencialidades, corregir sus propios errores
y demostrar la factibilidad del proyecto histórico de la descentralización y el desa-
rrollo regional en el Perú.
Liquidación del proceso anterior y nueva Constitución de 1993
Con la disolución de los gobiernos regionales y su reemplazo por consejos tran-
sitorios de administración regional (CTAR), dispuesto en abril de 1992, se ingresó
a una etapa de desmantelamiento de todo lo avanzado en la experiencia anterior.
Las direcciones regionales de los ministerios y los proyectos especiales regresa-
ron al control central, mientras que los CTAR, desprovistos de atribuciones y re-
cursos, con sus autoridades designadas por el Poder Ejecutivo, fueron reducidos
en la práctica a instancias desconcentradas del Ministerio de la Presidencia. Des-
de entonces la concentración de las decisiones y del gasto en este ministerio ha
sido creciente, hasta alcanzar casi un 30% del Presupuesto General de la Repú-
blica.
Similar recorte de competencias y rentas han venido sufriendo los gobiernos
municipales en todo el país. Al respecto, el DL 776, dirigido contra las
municipalidades provinciales –sobre todo las de carácter metropolitano– representa
uno de los puntos más altos en esta ofensiva.
Desde el punto de vista constitucional, la entrada en vigencia de la nueva Carta
de 1993 canceló definitivamente la regionalización del período anterior. Más aún,
en materia de descentralización se opera un retroceso fundamental con respecto
a la Constitución de 1979, pues en esencia se desnaturaliza el carácter político
del proceso (es decir, la distribución territorial del poder) y se lo reduce a uno de
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tipo básicamente administrativo12. En el plano regional, los principales aspectos
contenidos en la Constitución de 1993 son:
• El restablecimiento de los departamentos como parte de la división política del
territorio y como base de los futuros ámbitos regionales.
• La subordinación de la conformación de las regiones al pronunciamiento de
las poblaciones departamentales: las provincias y distritos pueden optar por
separarse de las regiones que les corresponden e incorporarse a una región
vecina.
• La desaparición de los gobiernos regionales: las regiones no aparecen como
ámbitos de gobierno descentralizado que tienen una cuota de poder dentro de
una circunscripción territorial sino como espacios donde se ejercen
competencias que no se precisan en el texto mismo de la Carta, remitiéndose
a una ley de desarrollo constitucional. Por esta razón –y porque la Constitución
menciona que las regiones poseen autonomía política, económica y
administrativa sin establecer su contenido– cabe suponer que existe la intención
de legislar restringiendo su autonomía y competencias al plano puramente
administrativo.
• La falta de un sistema de rentas para las regiones, cuya regulación otra vez se
traslada a la aprobación de una ley. En consecuencia, se somete el régimen
económico de las futuras regiones a la inestabilidad y al arbitrio de decisiones
políticas siempre cambiantes.
En el plano local, las disposiciones constitucionales más saltantes son:
• La definición de un conjunto de competencias en el orden administrativo,
económico y político y el reconocimiento de la potestad tributaria a las
municipalidades. Este tratamiento, más preciso que el de las regiones,
contempla además la posibilidad de normas posteriores que otorguen
competencias adicionales.
• El establecimiento genérico de las rentas municipales que, al igual que en el
caso de las regiones, dependerá de una ley que regule su especificidad. Ello
significa para las municipalidades el riesgo de ver recortada su autonomía
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económica y afectados sus ingresos por decisión del poder central, tal como
ha venido ocurriendo en los últimos años.
• La compensación a las municipalidades de menor capacidad económica con
cargo a los recursos de los demás gobiernos locales. De ese modo, el gobierno
central evita transferir sus propios recursos y consolida el centralismo en la
ejecución del gasto fiscal.
Por lo demás, no hay que perder de vista que la concepción general de la
Constitución vigente apunta a fortalecer al Poder Ejecutivo frente a los demás
poderes del Estado, y dentro del Ejecutivo refuerza notablemente el peso del
gobierno central y las atribuciones del Presidente de la República. En este contexto
resulta inevitablemente menoscabado el alcance de la descentralización.
Ello explica que, más allá del capítulo específico sobre el tema, pueden encontrarse
a lo largo del texto constitucional disposiciones contrarias al descentralismo. Una
de las más importantes se refiere a la omisión del distrito múltiple para la elección
de los representantes al Congreso, con lo cual se abre la opción del distrito electoral
único, que favorece claramente a las élites políticas asentadas en la capital. Otra
es la manutención de funciones ejecutivas en los ministerios, con lo que se crean
condiciones para reeditar la superposición de competencias y conflictos con los
gobiernos regionales y municipales.
¿Cómo descentralizar el Perú? Lineamientos estratégicos para unproyecto nacional de descentralización
Históricamente, en el Perú hay una pesada herencia centralista que se debe
remover. La fuerte inercia generada durante siglos por el centralismo hace
necesaria una formidable concentración de voluntades políticas, claridad
estratégica y capacidades de gestión. En sí misma la descentralización es un
proyecto, un programa político. Pero su concreción supone una gran convocatoria,
una suma de todas las fuerzas posibles para provocar una verdadera ruptura
histórica.
Asimilando las lecciones del pasado, y con vistas a conformar esa masa crítica
en cuanto a movilización social, proyectos económicos y organización política, se
plantea la necesidad de un acuerdo nacional por la descentralización. Ello supone
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proponerse objetivos con amplitud suficiente para atraer y movilizar a las distin-
tas fuerzas nacionales que actúan en la esfera política, económica y social del
país. Desde luego, en este esfuerzo ocupan un lugar privilegiado todas las expre-
siones sociales, organizativas y culturales gestadas desde las propias regiones y
localidades.
Por otro lado, hay que superar la tentación de convertir la lucha descentralista en
un conflicto irreductible entre Lima y las provincias del país. Por el contrario, se
trata de ganar para la causa descentralista no sólo a la población provinciana
sino a los habitantes de la gran capital, que también padecen los males del
centralismo bajo la forma del hacinamiento, la saturación e ineficiencia de los
servicios, la falta de empleo y la inseguridad.
En virtud de lo anterior, y en las condiciones del Perú de hoy, si la descentralización,
aspira a formar parte de un proyecto nacional debe contribuir a:
• la democratización de la sociedad, favoreciendo la igualdad de oportunidades
para todos los sectores sociales y todos los espacios regionales del país.
• el aprovechamiento, uso racional y transformación de los recursos naturales
del país, para conformar un aparato productivo eficiente y distribuido
equilibradamente en todo el territorio nacional como base del crecimiento
sostenido de la economía nacional, la generación de empleo y la inserción
competitiva del país en la globalización.
• la transformación de la estructura del Estado para su acercamiento a las
necesidades y aspiraciones de la sociedad, mejorando significativamente su
funcionamiento en condiciones de democracia y eficiencia.
• el fortalecimiento de las diversas identidades regionales para lograr una plena
integración social y cultural de todas las vertientes que conforman la Nación
peruana.
Criterios estratégicos
Es pertinente distinguir dos aspectos al momento de elaborar una estrategia.
En primer lugar, la necesidad de la descentralización que alude a las funciones,
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actividades e instituciones que resulta beneficioso –y hasta indispensable– des-
centralizar. Dónde fijar la frontera entre lo que se debe o no descentralizar en-
vuelve definiciones teóricas, políticas e ideológicas13.
Por otra parte, la factibilidad de un proyecto descentralizador, referida a lo que es
posible descentralizar en función al contexto político, balance de fuerzas y
capacidades disponibles. Ello tiene relación con la masa crítica arriba señalada.
Cualquiera sea la magnitud inicial de la brecha entre lo que se necesita y lo que
se puede descentralizar en el país, la estrategia elegida debe orientar la secuencia
de las acciones descentralistas (¿por dónde empezar el proceso?) y permitir la
reducción de aquella brecha; es decir, ampliar el campo de factibilidad de la
descentralización, propiciando una convergencia de factores positivos en el
mediano y largo plazo.
Anotamos los criterios generales que debe incorporar una estrategia de
descentralización en el Perú.
Coexistencia entre la descentralización y la centralización
La descentralización no es un proceso unilateral y excluyente. Precisamente su
complejidad deriva de que debe compartir espacios con la centralización, puesto
que, dada una racionalidad económica y política, es aconsejable conservar un
manejo centralizado en determinadas esferas del Estado y la sociedad.
Se trata entonces de una inevitable coexistencia entre centralismo y
descentralismo. Siendo estructuras y procesos que se superponen, hay que
procurar que la convivencia sea armoniosa, mutuamente provechosa, eficiente y
equitativa para alcanzar el desarrollo. Ello supone, desde el punto de vista de la
estructura y funciones del Estado, una adecuada distribución de competencias
entre los distintos niveles de gobierno: central, regional y local14.
Esta misma coexistencia se produce, por ejemplo, en el orden espacial o territo-
rial. Aquí debe considerarse que la presencia de un gran centro metropolitano
como Lima requiere tener al frente a otros centros que le hagan competencia.
Descentralizar el país con respecto a Lima es al mismo tiempo impulsar procesos
de centralización alrededor de las ciudades que le siguen en jerarquía15.
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Regionalización flexible como instrumento clave de la descentralización
Por su base geográfica y los dictados de su historia, el Perú es un país con clara
vocación regional. Por eso, cualquier intento de llevar a cabo un proyecto de
descentralización prescindiendo del nivel intermedio o regional no puede menos
que fracasar en perspectiva histórica. El sesgo municipal que han impreso a sus
propuestas descentralistas algunas fracciones de la clase política nacional, con
cierto respaldo de sectores de la población provinciana, no solamente constituye
un completo error de apreciación de la realidad del país sino que puede erigirse
en una traba y un riesgo importante para el futuro de la descentralización.
Claro está que dicho sesgo se alimenta del desencanto y rechazo que, como
saldo, dejó la efímera actuación de los gobiernos regionales entre 1989 y 1992.
Por eso resulta crucial asimilar esas lecciones, pues bien concebida y ejecutada
y con capacidad de gestión, la regionalización puede ser un instrumento eficaz
para alcanzar la descentralización y el desarrollo regional.
En efecto, las actuales tendencias apuntan a mostrar que la construcción de un
nuevo patrón de crecimiento, la modernización del aparato productivo, la ocupación
y uso racional del territorio, el desarrollo de nuevas élites políticas y empresariales
etcétera, demandan una escala apropiada para proyectos, programas y
realizaciones. Ésta es la escala regional o intermedia, con capacidad para articular
la dinámica local con las perspectivas nacionales y para insertarnos en el proceso
mundial de la globalización.
La flexibilidad que hoy se reclama de la nueva regionalización tiene que ver sobre
todo con la superación de las rigideces sobre demarcación territorial que en el
pasado trabaron el proceso. Hoy, partiendo de los ámbitos departamentales
–según dispone la Constitución de 1993– las poblaciones deben pronunciarse,
pero dejando abierta la posibilidad de constituir espacios mayores
pluridepartamentales.
Fortalecimiento de las municipalidades, célula de la descentralización y la democracia
Lo señalado en el punto anterior en ningún caso reduce el papel esencial que
desempeñan las municipalidades como célula básica del sistema democrático,
órganos de gobierno local y primera instancia de la descentralización.
Perú al tercer milenio
936
Las ventajas de los gobiernos locales que deben ser aprovechadas para un
proyecto de descentralización son:
• Presencia en todo el territorio nacional.
• Casi dos décadas de ejercicio democrático y autónomo del poder en los temas
de su competencia.
• Cercanía a la población y, por tanto, a sus aspiraciones y demandas.
• Condiciones para organizar la participación popular y la concertación, como
respuesta a los problemas inmediatos del desarrollo local.
Por ello, un eje estratégico del proyecto de descentralización es el fortalecimiento
de la autonomía municipal, la modernización y ampliación de sus capacidades de
gestión y la consolidación de su liderazgo en el desarrollo local. Sobre todo en el
período actual, en que los nuevos retos del desarrollo tienden a proyectar a las
municipalidades más allá de sus funciones tradicionales, estimulando su presencia
en nuevos temas tales como el fomento productivo y empresarial, la protección
del medio ambiente y la seguridad ciudadana.
Un punto especial se refiere a las numerosas localidades del interior a las que no
llega la acción de las municipalidades distritales. Una importante salida al problema
para muchas localidades es la distritalización o, por lo menos, la conversión en
Municipalidad delegada. Es el caso de un gran número de comunidades
campesinas cuya organización, recursos y población les permitirían constituirse
en gobiernos locales autónomos.
Consensos y gradualidad para hacer gobernable la descentralización
En cuanto reforma política, la descentralización adquiere, en mayor o menor grado,
una naturaleza conflictiva, puesto que las instancias centrales que detentan el
poder generalmente oponen resistencia a transferirlo. A su vez, las instancias
descentralizadas llamadas a ser receptoras no siempre se encuentran plenamente
capacitadas para hacer un uso eficiente de esas cuotas de poder. En este sentido
es aleccionadora la experiencia de los anteriores gobiernos regionales.
Perú al tercer milenio
937
Las tensiones generadas por esta doble circunstancia, donde quienes detentan
el poder no quieren recortarlo y quienes lo pretenden aún no pueden ejercerlo,
tornan perentoria la búsqueda de consensos, pues aunque no pueda evitarse
algún nivel de conflicto, se trata de ampliar la base de acuerdos por la descentra-
lización con el fin de aislar a los sectores empecinadamente centralistas.
Por otro lado se impone el diseño de una estrategia gradualista y flexible. Es
necesario conciliar las expectativas de las regiones para ejercer autónomamente
funciones de gobierno con un esfuerzo previo de aprendizaje y desarrollo de
capacidades de gestión. Ello resulta imprescindible, pues hace una década ya
comprobamos en nuestro país que la simple transferencia de competencias y
recursos por sí sola no garantiza el desarrollo.
Consecuentemente, es preferible optar por el gradualismo para una mayor
gobernabilidad aunque ello suponga una transición más prolongada y de largo
plazo. Así, una fórmula apropiada puede ser la asignación gradual de competencias
atendiendo a los distintos grados de desarrollo que muestran regiones y
municipalidades. El establecimiento de competencias diferenciales (para Arequipa
y Huancavelica, por ejemplo), permitiría una descentralización equilibrada,
equitativa y eficiente.
Articulación de la descentralización política y la económico-productiva: por unainteracción positiva entre economía y política
Resulta de la máxima importancia postular una convergencia esencial entre la
descentralización política –en particular la regionalización– y las exigencias de la
estabilidad y el crecimiento económico, la transformación productiva y la
competitividad. El divorcio entre el proceso político y las necesidades de la
economía supondría un altísimo costo para el país y las regiones.
Téngase en cuenta que, tal como anotan distintos analistas, uno de los mayores
riesgos asociados a la descentralización política es su posible impacto negativo
sobre la economía al alterar la disciplina fiscal o del gasto, por ejemplo, o al
incurrir en ineficiencias y mayores costos en la prestación de servicios públicos,
por lo menos durante el período inicial16. En las condiciones actuales de la econo-
mía peruana no sólo debe evitarse radicalmente poner en riesgo la estabilidad
macroeconómica sino que, por el contrario, la descentralización está llamada a
Perú al tercer milenio
938
propiciar una alimentación positiva entre la acción política y las tareas de la cons-
trucción económica de los espacios regionales. En concreto, ello significa ejercer
la autonomía regional y local con la máxima responsabilidad y eficiencia en el uso
de los principales instrumentos para el desarrollo: los proyectos de inversión pú-
blica, la gestión del presupuesto y el fomento productivo y empresarial frente al
sector privado.
Otra consecuencia de suma importancia en las relaciones entre economía y polí-
tica tiene que ver con el territorio. La regionalización puede y debe contribuir a la
creación de mercados como una forma de organización del territorio. En efecto,
la formación de gobiernos regionales supone el acopio de poder y el soporte
institucional necesarios para esta tarea de expandir mercados que implica
modernizar todos los espacios y las relaciones sociales en el país. De ser así,
esta especial articulación entre economía, política y territorio mostraría un alto
potencial innovativo y movilizador de capacidades en las regiones.
Participación de la sociedad civil
Finalmente, el diseño de una estrategia viable de descentralización tiene que
proponerse desplegar este proceso “de abajo hacia arriba”; es decir, partiendo de
las aspiraciones, formas organizativas y proyectos generados desde los propios
espacios locales y regionales.
Cobra aquí una importancia extraordinaria el uso de los medios de comunicación
y los esfuerzos por contribuir a consolidar lo que podría llamarse una “cultura
descentralista”. Con ello queremos aludir al despliegue de las diversas expresiones
e identidades con raíz histórica que pueblan nuestro territorio, orientándolas a
afirmar el sentido de autonomía al mismo tiempo que el de pertenencia a la gran
unidad nacional que constituye el Perú. Al mismo tiempo debe educarse a la
población sobre el contenido, posibilidades y límites de la descentralización, como
base de un compromiso consciente y razonado.
Junto a ello, en el escenario actual las formas participativas y la animación de la
vida política y cultural de regiones y localidades deben ser encauzadas hacia
propósitos concretos: se trata de tomar iniciativas para apresurar el
pronunciamiento de las poblaciones por la constitución de regiones, la instalación
Perú al tercer milenio
939
de gobiernos regionales y la defensa de la autonomía municipal17. Solamente si
se asegura la intervención en este proceso de las bases sociales organizadas en
sus respectivos ámbitos podrá abrirse el camino a un nuevo ensayo de
descentralización en el país.
Régimen político de la descentralización
Autonomía
La primera cuestión a resolver es la autonomía de las entidades descentraliza-
das. Son requisitos de la autonomía la personería jurídica independiente, el po-
der de decisión o competencia sobre materias específicas, los recursos y rentas
propias y un ámbito territorial determinado sobre el cual se ejerce jurisdicción.
Con este conjunto de elementos pueden estructurarse las entidades descentrali-
zadas como órganos que ejercen funciones de gobierno, lo que constituye la
característica esencial de la autonomía política dentro de un régimen de descen-
tralización.
La autonomía regional y la municipal no adquirieron rango constitucional en la
Carta de 1993, como tampoco en la de 1979 (salvo, de manera parcial, en el caso
de las municipalidades). Las competencias y rentas de los gobiernos regionales y
locales no tenían el carácter de originarias o constitucionales, hecho que reducía
significativamente el alcance real de su autonomía.
Se propone corregir este vacío impulsando las modificaciones correspondientes
en la Constitución de 1993, para otorgar a la autonomía de regiones y
municipalidades la necesaria garantía constitucional. Este paso, de indudable
trascendencia para la estabilidad jurídica y política del proyecto de
descentralización, debiera ser uno de los primeros puntos de un acuerdo nacional.
Congreso bicameral y distrito electoral múltiple
Otra modificación constitucional de importancia crucial por su sentido descentralista
es la introducción del distrito múltiple para la elección de representantes al
Congreso, lo que representa una reivindicación inmediata de las regiones.
Siendo éste un paso adelante, hay que reparar, no obstante, que una reforma
Perú al tercer milenio
940
más completa sobre el tema debiera considerar el retorno al sistema bicameral
en el Parlamento, introduciendo los cambios necesarios para modernizar y hacer
más fluido el procedimiento legislativo y fiscalizador.
Se propone restablecer la bicameralidad en el Parlamento. La Cámara de
Diputados deberá ser elegida por regiones, por el mecanismo de distrito múltiple.
El Senado, por el contrario, deberá ser conformado por el mecanismo de distrito
único y expresar el interés general de la Nación.
Distribución de competencias
La siguiente cuestión es definir la asignación de competencias por niveles de
gobierno. En principio, tanto regiones como municipalidades tienen acceso a:
• competencias políticas para dictar normas generales y reglamentarias en las
materias de su competencia y en las que les delega el Poder Ejecutivo;
planifican el desarrollo de sus ámbitos respectivos y representan a la comunidad
regional o local en la defensa de sus intereses.
• competencias en materia económica para crear, suprimir o modificar tasas,
contribuciones y derechos; formular, aprobar, ejecutar y evaluar su presupuesto
y administrar sus bienes y rentas.
• competencias administrativas para establecer su organización interna y
organizar, administrar y regular los servicios públicos de su competencia o los
que les fueren delegados.
Sobre esa base, pueden asignarse competencias específicas para cada nivel de
gobierno, observando el principio de subsidiariedad según el cual ninguna función
o competencia que un nivel esté en capacidad de ejercer podrá ser asumida por
el nivel superior.
Se propone el siguiente esquema general de competencias según niveles de
gobierno.
Gobierno central
Perú al tercer milenio
941
• Defensa nacional, orden interno, relaciones exteriores.
• Política macroeconómica y regulación general de mercados.
• Políticas sectoriales, promoción de exportaciones y política general de
competitividad.
• Medio ambiente y recursos naturales.
• Infraestructura vial, energética y de comunicaciones de alcance nacional.
Gobiernos regionales
• Planeamiento estratégico y prospectivo.
• Políticas intermedias de competitividad y fomento empresarial.
• Promoción de la ciencia y tecnología.
• Medio ambiente y recursos naturales.
• Educación superior y salud.
• Ejecución de políticas sectoriales.
• Acondicionamiento territorial, infraestructura regional.
Gobiernos locales provinciales
• Promoción de la actividad productiva local.
• Educación primaria y secundaria.
• Saneamiento ambiental.
• Acondicionamiento territorial y zonificación urbana.
• Medio ambiente.
Perú al tercer milenio
942
• Infraestructura y transporte urbano.
Gobiernos distritales
• Seguridad ciudadana.
• Programas de lucha contra la pobreza.
• Atención primaria de salud.
• Cultura, recreación y deportes.
• Parques y ornato público.
Transferencia gradual de competencias
Ya hemos visto que la gradualidad es un criterio estratégico de la descentraliza-
ción. El ejercicio pleno de competencias por parte de las futuras regiones no es
un punto de partida sino de llegada. Durante una larga transición las regiones
realizan su aprendizaje, acumulan capacidades y adquieren gradualmente nue-
vas competencias.
Se propone en una primera etapa limitar la transferencia a competencias ejecuti-
vas que permitan poner las bases para el crecimiento, transformación productiva
y desarrollo del potencial competitivo de las regiones. Puesto que el marco gene-
ral de competencias y rentas tiene respaldo constitucional, se espera que los
gobiernos regionales no sufran interferencia alguna y puedan desempeñar estas
funciones con alta eficiencia. Se desplaza a una segunda etapa la transferencia
más amplia de poderes, que incluyen capacidad legislativa regional, formulación
de políticas generales en su ámbito y, por tanto, un ejercicio pleno de la autonomía
política constitucionalmente reconocida.
Para que sea eficaz, el esquema de transferencia gradual de competencias debiera
procurar:
• en lo político, un amplio respaldo concretado en acuerdos explícitos.
Perú al tercer milenio
943
• en lo técnico-operativo, la definición de criterios absolutamente transparentes
y objetivos para determinar grados de desarrollo alcanzados por las regiones
y el correspondiente acceso a nuevas competencias.
Marco normativo y estructura orgánica
Una ley orgánica debe normar la organización de los futuros gobiernos regiona-
les, atendiendo a la necesidad de contar con un órgano ejecutivo fuerte, con
atribuciones y competencias que garanticen una gestión eficiente y estable. La
ley debe normar la composición del consejo de coordinación regional con presencia
de alcaldes provinciales y un delegado de los distritales. El órgano deliberativo se
conforma por representación popular y elección directa y su elección debe hacerse
cuando las sociedades regionales se constituyan como cuerpos orgánicos con
intereses definidos, una vida política madura, partidos regionales y mecanismos
democráticos de representación de intereses.
Una nueva Ley orgánica de municipalidades regula la elección y funciones del
Alcalde como órgano ejecutivo y las del Concejo Municipal como órgano
deliberativo. Igualmente norma la conversión de comunidades campesinas en
distritos.
Con respecto a la formación de recursos humanos, la ley establece las bases de
una carrera pública profesional como sustento de las capacidades técnicas de
gobiernos regionales y locales.
Relaciones interinstitucionales
Las respectivas leyes orgánicas establecen los órganos de coordinación
interinstitucional de regiones y municipalidades. Las relaciones con el gobierno
central se canalizan a través de un consejo nacional de descentralización presidido
por el presidente del Consejo de Ministros e integrado por presidentes regionales
y alcaldes. La ley debe normar su composición.
Por su parte, el Ejecutivo y los demás poderes del Estado, así como todas las
instancias centrales, deben adecuarse por ley al proyecto de descentralización.
Ello envuelve, por tanto, una reforma integral del Estado.
Perú al tercer milenio
944
Régimen económico y descentralización productiva18
Estado y mercado en la descentralización productiva
La descentralización económica y productiva es uno de los componentes más
complejos y desafiantes de un proyecto nacional de descentralización. Debe re-
vertir la naturaleza económica del centralismo y las fallas del mercado que pro-
mueven la centralización.
Por eso, la condición básica para la descentralización productiva es la interven-
ción selectiva del Estado para alterar las tendencias del mercado y orientar una
localización de inversiones productivas fuera del gran centro metropolitano. Para
promover centros alternativos que compitan con la metrópoli nacional, el Estado
busca apoyarse en las fuerzas del mercado. La descentralización productiva
combina, entonces, la acción del Estado y la del mercado.
Vinculado con lo anterior, la descentralización productiva se sostiene en un amplio
esquema de cooperación público-privada. En los ámbitos regionales es factible
institucionalizar acuerdos que involucren al gobierno regional, los gremios
empresariales y laborales, universidades, colegios profesionales, organismos no
gubernamentales y organizaciones sociales de base. Estos acuerdos reposan en
los elementos existentes de identidad regional y en la fuerza aglutinadora de un
proyecto regional de largo plazo.
El escenario de partida de la descentralización productiva
La descentralización de la producción y la gestión económica de las regiones
opera sobre un obligado escenario en el que destacan los siguientes elementos:
• La extraordinaria diversidad y calidad de recursos naturales que posee el país
y que representan una enorme riqueza potencial. Tanto los recursos
agroforestales como los hidrobiológicos, mineros, energéticos y turísticos con
que cuenta el Perú se encuentran dispersos a lo largo de todo su territorio y
proporcionan la base de movilización de las energías productivas, capacidad
empresarial y recursos humanos e institucionales de las regiones.
• El desarrollo de sistemas urbano-regionales en torno a las mayores ciudades
Perú al tercer milenio
945
del interior. Hasta el censo de 1993, aparte de Lima y Callao, el país contaba
con diecisiete ciudades mayores de 100 000 habitantes, con capacidad de
articular sus respectivos espacios y ser asiento de actividades de
transformación y servicios de importancia estratégica para descentralizar la
producción e inversión.
• Un universo empresarial desigualmente distribuido entre las regiones y en el
que predominan abrumadoramente los pequeños productores. Más del 95%
de los establecimientos existentes corresponde a la pequeña y microempresa
(dos tercios corresponden a comercio y un 10% a manufactura), y el 83% de
las unidades agropecuarias mide menos de diez hectáreas. Este peso de la
pequeña producción se incrementa a medida que menor es el nivel de desarrollo
de los espacios regionales.
Perú: distribución de establecimientos (estructura porcentual)
Departamentos Establecimientos Establecimientos Establecimientos
peq.empresa en general manufactura
Total país 100,0 100,0 100,0
Lima-Callao 35,7 41,9 46,7
Arequipa 7,8 6,7 5,0
Junín 6,6 6,3 5,7
La Libertad 5,1 5,1 5,1
Lambayeque 4,5 3,8 3,8
Cusco 4,2 4,3 5,1
Puno 4,4 4,0 3,1
Fuente: INEI. Tercer censo nacional económico.
• Grandes tendencias geoeconómicas provenientes de los impulsos de integra-
ción con los países vecinos y de grandes proyectos de interconexión vial
interoceánica en el norte (Paita-Eten-Sarameriza) y sur (Ilo-Juliaca-Puerto
Maldonado-Iñapari), que estructuran una nueva transversalidad en el territorio
nacional y definen macroespacios económicos con densidad y gravitación
suficientes como para sostener un proyecto de descentralización productiva.
Perú al tercer milenio
946
• Un modelo económico que concede tratamiento preferencial y hace rentables
principalmente a las actividades primarias extractivas, como la minería e hi-
drocarburos, y en segundo término a las actividades pesqueras, algunos seg-
mentos modernos del agro, la construcción y el turismo. El flujo de grandes
inversiones mineras del orden de los nueve mil millones de dólares para los
próximos años es resultado directo de este modelo.
Concepción global de la descentralización productiva
El aprovechamiento de la amplia base de recursos naturales no puede limitarse a
la explotación primaria. Aunque la localización de esos recursos estimula a las
regiones y su calidad asegura altas rentas diferenciales y flujos de exportación,
hay razones espaciales y económicas que impiden al modelo primario exportador
jugar el papel articulador de las economías regionales y ser un efectivo factor de
descentralización productiva.
Una razón proviene de la geografía: las grandes distancias incrementan el costo
del transporte de las materias sin procesar. La otra razón obedece a la enorme
ventaja en el tamaño de la población y el mercado de Lima, diez veces mayor que
las siguientes ciudades. Ello quita viabilidad a las plantas industriales que quieran
producir lo mismo que la capital19. La salida propuesta es transformar los recur-
sos naturales en las mismas regiones y localidades donde se encuentran asenta-
dos. Esta transformación permitirá reducir costos de transporte, incrementar la
viabilidad económica de los recursos naturales y hacer de ellos una plataforma
de aprendizaje tecnológico y empresarial. Podrán convertirse ventajas estáticas
en ventajas adquiridas o dinámicas, y se posibilitará para el país el paso del
actual patrón primario-exportador a otro de exportación diversificada, con valor
agregado, y un importante potencial articulador de las economías regionales.
Ése es el primer eje de la descentralización productiva.
El modelo basado en la transformación de recursos naturales, para alcanzar
mayores efectos de difusión en el espacio y sostenibilidad en el tiempo, requerirá
a su vez de una aglomeración creciente de capitales, servicios e inteligencia. Ello
implica promover a las principales ciudades del interior como centros alternativos
a Lima Metropolitana. El papel destacado de estas ciudades y su jerarquía superior
aporta beneficios fundamentales a la descentralización. Ésta no debe ser vista
como un proceso de “ïgualitarismo regional”, pues hay necesidad de apoyarse en
Perú al tercer milenio
947
la diferenciación espacial y urbana para contrarrestar la fuerza de la gran capital.
Así, las grandes ciudades provincianas cumplen el papel de centros que compi-
ten con la gran metrópoli en la atracción de población, capitales y recursos, ex-
panden los mercados, articulan al medio rural y el conjunto del espacio regional,
densifican el tejido productivo, social e institucional, generan economías de esca-
la y se convierten en los núcleos de retención de excedentes y calificaciones para
cimentar el desarrollo regional. Éste es el segundo eje de la descentralización
productiva.
La interacción economía, política y territorio
La agregación de valor a los recursos naturales y la diversificación exportadora
establecen una doble relación con un proyecto político de descentralización. Se
ha señalado ya que la localización dispersa de los recursos naturales a transformar
favorece en el aparato productivo una configuración descentralizada. Por otro
lado, si ello va acompañado de un proceso político de formación de gobiernos
regionales que moviliza a los actores sociales y económicos de esos espacios,
las regiones pueden contribuir a consolidar el modelo exportador.
Para que tenga lugar esta alimentación recíproca entre proyecto descentralista y
desarrollo exportador debe operarse sobre la base de un territorio organizado,
entendido como la combinación de escenario geográfico, infraestructura, sistemas
urbanos, actividades productivas, tradición histórico-cultural y organización social.
Estos territorios constituyen en el Perú regiones de base económica sustentadas
en la articulación de mercados y sistemas urbanos que han mostrado una intensa
dinámica en las últimas décadas.
Dentro de la interacción planteada entre economía, política y territorio, visto el
problema con perspectiva de una transición de largo plazo, es crucial asegurar
una correspondencia estrecha entre las fases que deberá recorrer la
descentralización y las secuencias de una estrategia de desarrollo. En esa relación
debe incluirse también el itinerario a cumplir por las regiones en términos de
ámbitos territoriales y el acceso gradual a competencias crecientes, según vimos
en la sección sobre régimen político. Tal correspondencia se propone en el diagra-
ma siguiente:
Perú al tercer milenio
948
Etapas Primera Segunda
Horizontes Corto plazo Mediano plazo Largo plazo Niveles
Desarrollo nacional Correcciones al
programa económico Crecimiento Primeros logros de desarrollo
Regionalización
Competencias Ejecutivas Legislativas
Ámbitos territoriales Regiones-Dpto. o Multidepartamentales Macrorregiones
Políticas regionales para la descentralización productiva
Dado el escenario y la concepción global arriba descritos, la intervención del
Estado en las regiones está dirigida a fomentar y aprovechar las posibilidades de
descentralización productiva. Por cierto, el marco obligado de las políticas
regionales es la política macroeconómica a cargo del gobierno central. Por ello
hay que advertir qué requisitos deben reunirse en el nivel macro para que las
políticas de nivel intermedio o regional sean eficaces:
• Lo primero es lograr correcciones sustantivas en el programa económico
vigente. Asumiendo que promover actividades productivas y exportadoras
favorece a las regiones, las correcciones principales son revertir el atraso del
tipo de cambio, eliminar los sobrecostos tributarios y establecer aranceles
escalonados para premiar el valor agregado nacional.
• Lo segundo es que el gobierno central determine las prioridades generales de
las políticas horizontales (tecnología, medio ambiente, política comercial,
régimen general de promoción de inversiones), de las políticas sectoriales
(defina las actividades “ganadoras”), y aplique de manera consistente
programas globales productivos y de promoción de exportaciones.
Definido así este marco, las políticas regionales en modo alguno pueden poner
en riesgo la estabilidad, continuidad y objetivos de las políticas macroeconómicas
y sectoriales.
A continuación enumeramos las áreas de política regional que contribuyen a la
descentralización productiva (en el contexto del presente documento no es posi-
ble un desarrollo detallado):
Perú al tercer milenio
949
Acondicionamiento del territorio
Definir la ocupación y uso del territorio, así como el desarrollo de infraestructura
productiva y de servicios, es crucial para la descentralización. El instrumento clave
es el programa de inversión pública, cuya gestión debe buscar una beneficiosa
complementariedad con la inversión privada y con otros proyectos públicos. Un
supuesto importante aquí es que se haya producido una clara delimitación entre
proyectos y obras de carácter nacional y regional.
La importancia de mejorar en las regiones las capacidades de preinversión y
gestión es muy grande, dado el enorme déficit en infraestructura que padecen.
Políticas intermedias (mesopolíticas) del gobierno regional
Se refieren a la creación de sistemas de apoyo a los agentes económicos
regionales, la promoción de condiciones de innovación, el fomento de relaciones
y la creación de una institucionalidad para mejorar la productividad en la región.
Las mesopolíticas se proponen establecer sistemas sinérgicos entre el sector
público, las empresas privadas y las instituciones de investigación y desarrollo
para el fomento tecnológico, la calificación de recursos humanos y la promoción
de innovaciones en escala regional.
Puesto que la descentralización productiva no requiere de políticas
macroeconómicas específicas o discrecionales, utiliza intensivamente las políticas
intermedias, lo que facilita la generación de ventajas competitivas de base territorial.
Las líneas principales de las políticas intermedias son:
• el fomento al desarrollo empresarial.
• el apoyo a la investigación científica y la innovación tecnológica.
• el desarrollo de servicios a la producción.
• la formación de capital humano.
• el apoyo selectivo a la inversión privada vía la constitución de fondos o
Perú al tercer milenio
950
esquemas de riesgo compartido.
• la promoción de las exportaciones regionales de acuerdo al régimen general.
• la adecuación institucional mediante la creación de agencias de desarrollo
ágiles y calificadas para interactuar con el sector empresarial.
Un capítulo especial de las mesopolíticas es el apoyo a la pequeña y microempresa
en temas como programas de subcontratación, apoyo a la formación de consorcios
y habilitación de espacios físicos y servicios productivos20.
Régimen de rentas de los gobiernos regionales y municipales
El régimen de rentas de los gobiernos descentralizados traduce la capacidad real
de ejercer competencias y jugar un papel en el desarrollo de sus ámbitos
respectivos. Por ello, al igual que las competencias, las rentas deben ser materia
de sanción constitucional.
Se propone, por tanto, incorporar en la Constitución las siguientes disposiciones
con respecto al régimen de rentas de regiones y municipalidades:
• El principio de la coparticipación de los niveles de gobierno en los tributos
nacionales de mayor rendimiento.
• La creación y distribución de los fondos de compensación regional y municipal.
• Como disposición transitoria, la meta de distribución del gasto a alcanzar en
un plazo determinado: 50% el gobierno central, 20% los gobiernos regionales
y 30% los gobiernos municipales.
• Las competencias tributarias regionales y municipales.
• La distribución regional y municipal del canon por la explotación de recursos
naturales.
• La asignación de recursos a los gobiernos descentralizados, realizada me-
diante mecanismos de participación y transferencias. Pero al igual que en el
Perú al tercer milenio
951
caso de las competencias políticas, debe aplicarse un esquema gradual de
descentralización fiscal, transfiriendo progresivamente potestades tributarias
a los gobiernos regionales (los gobiernos municipales ya cuentan con ellas).
• Los fondos de compensación regionales y municipales. En tanto constituyen
recursos adicionales, deben asignarse partiendo de criterios técnicos y
transparentes. Es posible diseñar concursos de proyectos de desarrollo y otros
sistemas de premios para acceder a más recursos de estos fondos.
• La Ley orgánica de municipalidades. En cuanto a régimen económico, debe
considerar la necesidad de racionalizar las potestades tributarias y la capacidad
de recaudación de los gobiernos locales y establecer mecanismos para elevar
la eficiencia en el gasto. Debe, asimismo, normar la distribución del fondo de
compensación municipal.
Constituyen rentas de los gobiernos locales:
• Recursos provenientes del tesoro público:
los asignados en la Ley anual del presupuesto público para atender los servicios
y funciones de su competencia
las transferencias del gobierno central para administrar funciones, servicios y
programas delegados
la participación en el fondo de compensación municipal
• Recursos propios:
la participación en los impuestos nacionales que gravan el consumo, la renta,
el comercio exterior y el patrimonio
los ingresos tributarios de origen municipal: derechos, tasas y contribuciones
los impuestos cedidos total o parcialmente por el Estado y los creados a su
favor
Perú al tercer milenio
952
la participación en el canon
los recursos provenientes del endeudamiento interno y externo
los recursos de la cooperación internacional
• La Ley orgánica de regiones. Debe contemplar mecanismos para generar
capacidades y asegurar la eficiente ejecución del gasto, racionalizar la
distribución del canon y del fondo de compensación regional y crear fondos de
inversión en apoyo al desarrollo regional.
Constituyen rentas de los gobiernos regionales:
• Recursos provenientes del tesoro público:
los asignados en la Ley anual del presupuesto público para atender los servicios
y funciones de su competencia
las transferencias del gobierno central para administrar funciones, servicios y
programas delegados
la participación en el fondo de compensación regional
• Recursos propios
la participación en los impuestos nacionales que gravan el consumo, la renta,
el comercio exterior y el patrimonio
los ingresos tributarios creados en ejercicio de su competencia fiscal: derechos,
tasas y contribuciones regionales
el derecho de mejoras por las obras que ejecuten
los impuestos cedidos total o parcialmente por el Estado y los creados a su
favor
la participación en el canon
Perú al tercer milenio
953
los recursos provenientes del endeudamiento interno y externo
los recursos de la cooperación internacional
El calendario político de la descentralización
El momento político que vive el país con respecto al tema de la descentralización
es el de una franca contrarreforma. Cancelada la regionalización anterior, las
nuevas disposiciones sobre descentralización contenidas en la Constitución de
1993 tampoco se han cumplido. El mandato de elegir e instalar nuevas autoridades
regionales “a más tardar en 1995” (octava disposición transitoria de la Carta
vigente) no solamente ha sido ignorado, sino que los consejos transitorios de
administración regional (CTAR) se han perennizado gracias a la llamada Ley marco
de descentralización aprobada por el presente Congreso.
Los sentimientos y aspiraciones descentralistas que se mantuvieron latentes en
la población durante estos años, no obstante las frustraciones producidas por la
pasada regionalización, hoy toman forma en las demandas y frentes regionales y
ocupan otra vez con fuerza creciente la escena política nacional.
Descentralización y empleo
Cierto es que en el presente las mayores preocupaciones de la población, tanto
en Lima como en el interior, están concentradas en el problema del empleo y la
recesión. Las demandas de reactivación económica, multiplicadas por un
desempleo que castiga particularmente a la juventud provinciana, tienden a
vincularse en algunas regiones con los reclamos por la reconstrucción post Niño;
en otras, como las amazónicas, con la exigencia de una ley de promoción efectiva,
y en otros planteamientos regionales.
En todos estos casos aparece, sin embargo, la aspiración de la autonomía como
el medio para que las propias regiones asuman la tarea de generar riqueza y
bienestar. Empiezan a darse, por tanto, condiciones para vincular en la conciencia
de las poblaciones regionales las urgentes reivindicaciones del empleo con el
tema de la descentralización.
Descentralización y transición democrática
Perú al tercer milenio
954
Por otro lado, en este período las demandas regionales y la descentralización
aparecen estrechamente unidas a la plataforma democratizadora que se levanta
desde distintos sectores de la sociedad. La descentralización aparece como parte
de este proceso y como una bandera que puede contribuir poderosamente a la
transición democrática que se busca en el país.
En este contexto, el movimiento descentralista debe tender a unificar sus distin-
tas expresiones en un programa de acción y un calendario de pasos políticos
imprescindibles e inmediatos para avanzar y abrir un nuevo ciclo histórico por
descentralizar el país. Estos pasos se refieren a impulsar el cumplimiento de los
mandatos de la Constitución de 1993 relativos al pronunciamiento de las
poblaciones departamentales para conformar regiones, convocatoria a elecciones
e instalación de los nuevos gobiernos regionales.
Además hace falta impulsar las reformas constitucionales necesarias para
consagrar competencias y rentas de los gobiernos descentralizados y aprobar el
nuevo marco normativo y legal de la descentralización y la regionalización.
En síntesis, el calendario político propuesto incluye:
• La promulgación de una ley de pronunciamientos populares para constituir
regiones y la realización inmediata de estas consultas. Al mismo tiempo, las
poblaciones departamentales pueden y deben organizarse para ejercer su
derecho de autoconvocatoria. La multiplicación de esta iniciativa en todas las
regiones representaría un hecho político formidable y de gran impulso al
proceso.
• La derogatoria de la actual ley marco y la promulgación de un ley orgánica de
regiones que norme la estructura y funciones de los nuevos gobiernos
regionales.
• A partir de los resultados de los pronunciamientos de la población, promulgación
de las respectivas leyes de creación de las nuevas regiones.
• Convocatoria a elecciones de presidentes regionales, que se realizarían junto
con los comicios generales del año 2000. En caso de no haberse completado
el marco normativo de las nuevas regiones, los presidentes regionales elegi-
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dos sustituiría a las actuales autoridades de los CTAR y se abriría una etapa
de transición a la espera de que se complete la elección de las demás autori-
dades regionales (miembros de los consejos de coordinación regional) y se
conformen los nuevos órganos de administración de las regiones.
• Completado el marco normativo de las regiones, instalación de los nuevos
gobiernos regionales.
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Notas
1 Plan Nacional de Regionalización (PNR), Ley 23878. En Centro Bartolomé de
las Casas: Regionalización, Cusco, 1984, p. 6. Otro autor precisa que “descen-
tralizar significa reconocer determinadas competencias a organismos que no de-
penden jurídicamente (del nivel central) del Estado. Para que ello pueda ser así,
los organismos descentralizados necesitan tener personalidad jurídica propia,
presupuesto propio y normas propias de funcionamiento”. Boiser, Sergio: La des-
centralización: un tema difuso y confuso. ILPES, Santiago de Chile, 1990, p. 16.
2 La transferencia de competencias a un gobierno regional elegido es un caso de
descentralización política territorial. Si el receptor de la transferencia es un orga-
nismo sin referente en el territorio, o si se privatiza una empresa pública, se trata
de una descentralización funcional.
3 El Perú (junto a Brasil, Colombia, Ecuador, México, Zaire, Madagascar, Austra-
lia, China, India, Indonesia y Malasia) es considerado un país megadiverso. Esta
calificación se otorga al grupo de países “en cuyos territorios se encuentra más
del 70% de la biodiversidad global, incluyendo vida terrestre, marina y de aguas
dulces” (FANPE, Proyecto de cooperación técnica Perú-Alemania: diversidad
biológica del Perú. Lima, 1996, p. 13).
La megadiversidad del Perú puede apreciarse a través de los siguientes
indicadores:
Heterogeneidad geográfica
cuatro grandes espacios: mar, costa, sierra y Amazonia.
84 zonas de vida de las 103 del mundo.
Heterogeneidad climática
28 tipos de clima de los 32 del mundo.
Diversidad biológica
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957
Con respecto a la población mundial de especies animales, 10% de mamíferos,
18% de quiróperos, 19% de aves, 21% de mariposas, 13% de peces, 9% de
anfibios, 9% de arañas, 5% de reptiles.
Entre 40 000 y 50 000 especies de plantas. 20 000 han sido descritas.
1200 son conocidas como alimenticias, maderables, ornamentales, medicinales,
condimentarias o industriales.
155 especies de plantas nativas domesticadas.
300 especies de árboles con 800 individuos por hectárea.
Diversidad ecológica
Distintos pisos ecológicos transversales y altitudinales: mar frío, mar tropical.
desiertos, valles cálidos, quechua, suni, puna, jalca, yunga, rupa-rupa, omagua.
(Fuentes: INRENA y Brack, Antonio: “Recursos naturales, opciones y posibilidades
para el desarrollo”. En Medio ambiente, desarrollo y paz. F. Naumann, Lima, 1991.
4 La inconsecuencia del regionalismo de los gamonales provincianos en las pri-
meras décadas del siglo y su coincidencia básica con la élite limeña que detentaba
el poder ha sido subrayada por los descentralistas de la primera mitad de este
siglo. Véase, por ejemplo, Romero, Emilio: El descentralismo. Ed. Tarea, Lima,
1987.
5 Tras señalar que el Perú es uno de los países más centralistas de América
Latina, pues “el gobierno central concentra el 84% de los ingresos y el 95% de los
gastos fiscales, lo que le da un poder económico indiscutible”, Gonzales de Olarte
agrega que, al concentrarse la economía en un área reducida, no sólo se favore-
ce la centralización fiscal sino también la centralización de la demanda efectiva,
de modo que así “se completa el círculo vicioso de la centralización económica
de la oferta y del centralismo político de la demanda” (Gonzales de Olarte, Efraín:
“La descentralización en el Perú”. En Revesz, Bruno (editor): Descentralización y
gobernabilidad en tiempos de globalización. CIPCA-IEP, Lima, 1998, pp. 127-
128.
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6 “Dentro de esta extrema jerarquización del sistema urbano nacional, las llama-
das a competir con Lima Metropolitana son principalmente las ciudades provin-
cianas de mayor desarrollo; son ellas los verdaderos puntos de apoyo de una
estrategia descentralista viable” (Santa Cruz, Francisco: “Desarrollo productivo y
descentralización en el Perú”. En Socialismo y participación 76, CEDEP, Lima,
1996, p. 41.
7 “El Perú, país fundamentalmente andino, constituye un tipo de Estado
encabalgado, porque parece cabalgar a uno y otro lado de la Cordillera. Hoy el
país se ha volcado hacia la costa, produciéndose el fenómeno del vaciamiento
del Ande, y los valles interandinos han quedado como refugio de la tradición cultural.
Los Incas tuvieron un gran sentido del espacio y supieron mantenerse en el marco
geográfico requerido por su misión histórica” (Mercado Jarrín, Edgardo: EEl futuro
de la regionalización: algunas reflexiones”. En Regionalización: retos y respuestas.
IPEGE, Lima, 1991, p. 256.
8 Vergara, Ricardo: “Desarrollo urbano regional en el sur andino”. En Allpanchis
47, IPA, Sicuani, 1996.
9 Ver, por ejemplo, Santa Cruz, Francisco: “Notas para un balance de la
regionalización en el Perú”. En Debate agrario 20, CEPES, Lima, 1996. Se en-
cuentra un enfoque parecido en Delgado, Ángel: Descentralización y Constitu-
ción: una contribución al debate. SEGLUSA De., Lima, 1993, y en Gonzales R.,
Ernesto: “Reflexiones sobre ajuste estructural y descentralización económica”.
En Entorno económico 40, CIESUL, Lima, 1993.
10 Aun los enfoques sumamente críticos de la regionalización, en un esfuerzo de
objetividad, no dejan de reconocer que esta experiencia dio forma a “la política
descentralista más ambiciosa y audaz que hemos conocido” (Delgado, Ángel,
op. cit., p. 55).
11 La expresión es de Barrenechea, en referencia a la inmensa tarea histórica que
significa la descentralización como “una vieja aspiración de los pueblos del Perú.
bloqueada por cerca de doscientos años de vida republicana” (Barrenechea,
Carlos: “Representatividad y democracia en los gobiernos locales”. En Travesía
4, Lima, 1992, p. 129).
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12 “En la Constitución (de 1993) el tema de la descentralización está vinculado a la
forma de organización del gobierno y no a la forma como se distribuye el poder
del Estado... La Constitución no ha querido asumir la descentralización como una
forma de Estado. Si lo hubiera hecho, se tendría, en cambio, que discutir el tama-
ño de las cuotas del poder político por asignar a cada unidad territorial. La Cons-
titución plantea la descentralización como una forma de ejercicio de gobierno; es
decir, como una forma de administrar los asuntos públicos”. Grupo Propuesta
Ciudadana: Descentralización en debate. Lima, 1996, pp. 21-22.
13 “Los argumentos favorables a la descentralización son de carácter teórico, políti-
co, pasional o ideológico. Los organismos internacionales de Washington tienen,
por ejemplo, toda una batería teórica sobre la descentralización, sobre todo en el
plano fiscal y en el de la prestación de servicios públicos” (Gonzales de Olarte,
Efraín: op. cit., p. 134). Un razonamiento sobre las potencialidades y ventajas de la
descentralización desde un punto de vista más bien político, puede encontrarse en
Franco, Carlos: “La regionalización: un ensayo prospectivo”. En Franco, F.
(compilador): Regionalización: problemas y perspectivas. CEDEP, Lima, 1989.
14 Ver más adelante el capítulo relativo al régimen político de la descentralización.
15 Este punto se trata en el capítulo referido al régimen económico y la descentra-
lización productiva.
16 Gonzales de Olarte, E., op. cit., p. 135.
17Esto tiene relación con la propuesta de un calendario que vincule la estrategia
descentralista con el período político que vive el país. El punto se trata con mayor
detalle en otra sección del documento.
18 En parte esta sección se basa en Santa Cruz, Francisco: “Desarrollo productivo y
descentralización en el Perú”. En Socialismo y Participación 76, CEDEP, Lima, 1996.
19 Una demostración de estos problemas se encuentra en Iguíñiz, Javier: Locali-
zación, transporte y productividad: aritmética y álgebra. CISEPA, PUC, Lima, a998.
20 Cuestiones de importancia crucial para la pequeña producción como son el
financiamiento y el apoyo con la capacidad de compra del Estado son claramente
políticas que corresponden al gobierno central.