VII. ¿Fuerzas de Defensa norieguistas o Fuerza Pública...

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blecerseenPanamá?¿Eraéstalademocraciaquetantohabíanreclamado yofrecidoalpueblopanameñoloscandidatosEndara,AriasCalderóny Ford, durantetodoelañode1989? VII . ¿FuerzasdeDefensanorieguistasoFuerzaPúblicacivil? Entrelosnutridosproblemasgraveseinmediatos(conlosdoscaracteres), aquedebíaenfrentarseelGobiernoEndara,talvezeldemayorenver- gadurafueelrelativoalcuerpoarmadoaqueseconfiaríalaseguridad, lavidaylosbienesdelosasociados,asícomoladefensa,delpropioGo- bierno ;enotraspalabras,elcuidadodelordenpúblico . LasFuerzasdeDefensanorieguistashabíansidoaplastadasporlain- vasiónmilitarnorteamericana,entreotrosfines,comovíaparaeliminar elpoderpolíticodelex-Narcodictadoryapresarloparasujuzgamientoen losEstadosUnidos .PerosibienesasFuerzasdeDefensafueronliquidadas comoorganismocastrense,simultáneamentealadestrucciónbélicadesus cuarteles,milesdeunidadesquedabandispersasysindestinoconocido inmediato. YaelPresidente Bush habíasidoenfáticoyreiterativoencuantoa quelaoposiciónylasmedidasnorteamericanascontraNorieganoseex- tendíanalasFuerzasdeDefensa,sinoqueestabanconfinadasalex-Narcod ictador.LaAdministración BushyelComandoSureranconscientesde queNorteaméricahabíacreadolasFuerzasdeDefensa,lashabíaen- trenadoyfinanciadoporlargosaños(almenos,sistemáticayabiertamente desde1978),yqueerapreferible,paralosinteresesnorteamericanos,sal- vardeellasloquepudierasersalvado .MuchosoficialesdelasFuerzas deDefensasehabíanconducidocomoaliadosyejecutoresdelosdesig- niosdeNorteamérica,acausadelavinculaciónestrechayformalestable- cidaporlasFuerzasArmadasdeambospaíses,envirtuddelosTratados Torrijos-Carter("defensaconjuntadelCanal,hastaelaño2000") .Nada extrañabaque,apartirdelasinsistentesdeclaracionesde Bush, fueraevi- denteelpropósitonorteamericanodere-estructurarlasunidadesdelas FuerzasdeDefensa(excluyendo,desdeluego,alosnorieguistasmáscarac- terizados),alospocosdíasdelainvasión .Enello,secoincidíaconla necesidadpanameñadeuncuerpoarmadoquegarantizaraelordenpú- blico . AlMinistrodeGobiernoyjusticia, Dr . RicardoAriasCalderón(tam- biénPrimerVicepresidentedelaRepública),lecompetíaadoptarlas 543

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blecerse en Panamá? ¿Era ésta la democracia que tanto habían reclamadoy ofrecido al pueblo panameño los candidatos Endara, Arias Calderón yFord, durante todo el año de 1989?

VII . ¿Fuerzas de Defensa norieguistas o Fuerza Pública civil?

Entre los nutridos problemas graves e inmediatos (con los dos caracteres),a que debía enfrentarse el Gobierno Endara, tal vez el de mayor enver-gadura fue el relativo al cuerpo armado a que se confiaría la seguridad,la vida y los bienes de los asociados, así como la defensa, del propio Go-bierno ; en otras palabras, el cuidado del orden público .

Las Fuerzas de Defensa norieguistas habían sido aplastadas por la in-vasión militar norteamericana, entre otros fines, como vía para eliminarel poder político del ex-Narcodictador y apresarlo para su juzgamiento enlos Estados Unidos. Pero si bien esas Fuerzas de Defensa fueron liquidadascomo organismo castrense, simultáneamente a la destrucción bélica de suscuarteles, miles de unidades quedaban dispersas y sin destino conocidoinmediato.

Ya el Presidente Bush había sido enfático y reiterativo en cuanto aque la oposición y las medidas norteamericanas contra Noriega no se ex-tendían a las Fuerzas de Defensa, sino que estaban confinadas al ex-Narcod ictador. La AdministraciónBushy el Comando Sur eran conscientes de

que Norteamérica había creado las Fuerzas de Defensa, las había en-trenado y financiado por largos años (al menos, sistemática y abiertamentedesde 1978), y que era preferible, para los intereses norteamericanos, sal-var de ellas lo que pudiera ser salvado . Muchos oficiales de las Fuerzasde Defensa se habían conducido como aliados y ejecutores de los desig-nios de Norteamérica, a causa de la vinculación estrecha y formal estable-cida por las Fuerzas Armadas de ambos países, en virtud de los TratadosTorrijos-Carter ("defensa conjunta del Canal, hasta el año 2000") . Nadaextrañaba que, a partir de las insistentes declaraciones de Bush, fuera evi-dente el propósito norteamericano de re-estructurar las unidades de lasFuerzas de Defensa (excluyendo, desde luego, a los norieguistas más carac-terizados), a los pocos días de la invasión . En ello, se coincidía con lanecesidad panameña de un cuerpo armado que garantizara el orden pú-blico .

Al Ministro de Gobierno y justicia, Dr . Ricardo Arias Calderón (tam-bién Primer Vicepresidente de la República), le competía adoptar las

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medidas necesarias para re-estructurar las aplastadas Fuerzas de Defensacomo cuerpo guardián de ese orden, ya que no se adoptó ninguna decisióndistinta, posibilidad diferente que no era factible, porque seguramente queel Comando Sur, a sabiendas de lo que opinaba y quería Bush, le dioapoyo a la conversión aludida . Desde un principio, el Ministro Arias C .habló de Fuerza Pública, como nuevo nombre del "nuevo cuerpo", pormás que el artículo 305 de la Constitución dispusiera que `9a DefensaNacional y la Seguridad Pública corresponden a una institución profesio-nal denominada Guardia Nacional' . Mas parecía que la Constitución pocoo nada importaba .

Ya el viernes 21 de diciembre de 1989, el Ministerio de Gobierno yJusticia convocaba a las unidades de las ex-Fuerzas de Defensa, para quese concentraran en el Departamento Nacional del Tránsito, a fin de incor-porarlas a la "nueva" Fuerza Pública. Hubo cerca de mil soldados, reuni-dos en ese Departamento, que más o menos a las once de la mañana reci-bieron descargas de francotiradores, sin mayores consecuencias, pues lastropas norteamericanas llegaron al lugar inmediatamente, para ponerlefin a las amenazas francotiradoras . Días después, se llevó a cabo una juram entación pública de unos tres mil miembros de la "nueva" Fuerza Pú-

blica, acto presidido por el Vicepresidente y Ministro Arias Calderón .Reiteramos que se había hecho el anuncio de que el coronel Eduardo

Herrera sería jefe o Director de la Fuerza Pública . También reiteramosque, debido a causas desconocidas, la jefatura aludida quedó en manos delcoronel Roberto Armijo y que Herrera fue nombrado sub-jefe de dichaFuerza. Hemos expuesto, igualmente, que a los pocos días, el PresidenteE ndara anunció, sin explicación de ninguna clase, que se le había aceptadola renuncia a Armijo, se habla designado para el cargo al coronel Herreray como Segundo jefe o Subdirector se nombró al teniente coronel AristidesValdonedo, para nosotros uno de los más capaces oficiales de las Fuerzasde Defensa, que había conspirado contra Noriega en marzo de 1988 .

Sin saber nosotros demasiado sobre las interioridades de las Fuerzasde Defensa norieguistas ; sin conocer tampoco, en forma total las relacio-nes de los oficiales de las Fuerzas de Defensa panameñas con el ComandoSur, lo cierto es que Armijo aparece en una fotografía del 3 de octubrede 1989 en la tarde, al lado del general Noriega, entre los que se retrataronen las escalinatas del Cuartel Central, como "leales" al ex-Narcodictador,una vez liquidada la rebelión Giroldi . Es posible que la designación deArmijo hubiera sido recibida muy desfavorablemente en. las filas de la"nueva" Fuerza Pública, a más de que se le señalaba como oficial vincu-

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lado a la CIA (¿quiénes en alguna forma no lo eran?) . Por último, sesupo que Armijo tenía una cuenta bancaria de un millón y medio de dó-lares en la Sucursal del Banco Nacional de San Francisco de la Caleta(ciudad de Panamá) y se dijo que su esposa era titular de otra cuenta ban-caria de millones, lo que trae a la mente, entre otras cosas, la participaciónde Armijo en la venta dolosa de la nave "Pía Vesta" . Como decimos, fuedado de baja y desapareció del escenario .

El nuevo jefe principal de la Fuerza Pública, coronel Eduardo Herrera,le sirvió a Noriega como Embajador en Israel y fue puesto al mando de larepresión espectacular de la concentración del "viernes negro" (10 de juliode 1987), aunque él ha alegado que fue traído de Israel para "despresti-giarlo" con acciones represivas, explicación que muchos no creen y queresulta, ciertamente, infantil . Conversaciones de Herrera con elementos dela CIA en Washington y en Miami, decidieron a Noriega a separarlode las Fuerzas de Defensa, por lo que Herrera pasó a vivir en Miami . Elpropio Herrera ha explicado varias veces que fue escogido por la CIApara dirigir una invasión contra Noriega, a fin de desalojarlo del poder,y que los norteamericanos, al final, desistieron de tal "operación encu-bierta", actividades para las cuales, según Herrera, el señor Eric ArturoDelvalle (Presidente destituido por la Asamblea Legislativa el 25 de fe-brero de 1988, pero reconocido como Presidente efectivo por los EstadosUnidos) había prometido ayuda económica. Cuando se trataba de pre-parar esa invasión de un grupo de panameños que estaban en el extran-jero, hubo cierta injerencia israelí, para la entrega de armas a través delGobierno de Antigua y posterior recibo por el Cartel de Medellín .

En otras palabras, el "nuevo" Jefe de la "nueva" Fuerza Pública, dequien se dijo fue mencionado por Omar Torrijos como su posible sucesoral frente de las ex-Fuerzas de Defensa, tenía un largo historial de torrijos

, norieguismo, vinculaciones con la CIA y hombre decidido a invadira Panamá, para destronar a Noriega.

Cuando menos; grave error cometió el Gobierno Endara al designara Roberto Armijo como jefe de la Fuerza Pública, pues se vio obligadoa exigirle la renuncia pocos días después . Del mismo: modo, el nombra-miento de Herrera en ese cargo también revistió los mismos caracteres,pues el Gobierno tuvo que deshacerse de Herrera, encontrándose éste enel exterior, al declararlo jubilado, el 22 de agosto de 1990 . ¿Quién o quié-nes pudieron influir en tan desacertadas designaciones? ¿Qué papel jugóen ellas el Comando Sur? ¿Podía ser indiferente para ese Comando el nom-bramiento de jefe de la Fuerza Pública? No poseemos la información

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adecuada para responder a estos interrogantes, pero los consideramos le-gítimos en su formulación .

Fue normal que no todos los oficiales de la ex-Fuerzas de Defensa pa-saran a incorporarse a la "nueva" Fuerza Pública : unos estaban detenidos,otros eran asilados o prófugos y algunos fueron dados de baja o degradadospor el nuevo Gobierno . Pero el grueso de la oficialidad media y casi todala tropa fueron incorporados a la "nueva" Fuerza Pública . El problemadel cuerpo armado que mantendría el orden público y defendería la se-guridad del "nuevo" Gobierno era de difícil solución, y tal vez no habíaninguna otra manera de resolverlo, al menos de inmediato y temporal-mente. Pero resultaba lógico que sobrevendrían consecuencias desfavora-bles para el país. No se trataba de un problema insólito, sino común enel caso de todos los derrocamientos de tiranías militares, mas en Panamárevestía algunas características propias .

La crítica por la solución reestructuradora no se hizo esperar, nitampoco la defensa de la "nueva" Fuerza Pública, en que se empeñó de-nodadamente el Ministro Arias Calderón, como cosa propia . Hubo exa-geración, de parte y parte, en las irreconciliables posiciones . De hecho, elejército norteamericano estaba ocupando todo el territorio nacional, consu presencia en los lugares de alguna importancia, mas aparentemente noquería asumir la función de exclusivo garante del orden público, sino ha-cerlo con el concurso verdaderamente secundario de la Fuerza Pública, acausa de realidades inevitables. Las censuras contra esta última fueron algotímidas en un comienzo, pero con fecha 25 de enero de 1990, el Directordel diario El Siglo, señor Jaime Padilla Béliz consignó en una Carta Pú-blica un punto de vista extensamente adverso a la institución policial . Ensíntesis, expresó : estamos sembrando la semilla del militarismo .

La Estrella de Panamá (febrero 6) editorializaba sobre el problema,con base en una situación contradictoria de imposible superación inmedia-ta : "Necesitamos de una Fuerza Pública de respeto, confiable, fuerte yprofesional. No podemos continuar con la práctica de ésta, desahogandosobre ella los sentimientos de un pasado de horrores y de miseria humana" .Y el destacado periodista político Guillermo Sánchez Borbón, en su leídacolumna En Pocas Palabras, decía : "La Fuerza Pública ha empezado asacar las uñas, invadiendo instalaciones, apoderándose de vehículos oficia-les y usurpando la jurisdicción de las autoridades civiles y se dispone a re-cuperar el terreno perdido en el campo de batalla" (La Prensa, febrero 7) .

Mas el Vicepresidente y Ministro Arias Calderón iba a continuar im-pertérrito en su propósito . A la re-estructuración de las ex-Fuerzas de

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Defensa, que se venia haciendo de hecho, con el nombre de Fuerza Pública,le añadió un régimen de Derecho, al aprobarse por el Consejo de Gabineteel Decreto No. 38 de 10 de febrero de 1990,' en cuya virtud "se organiza laFuerza Pública del Estado Panameño, que tiene como responsabilidad téc-nica y profesional la Seguridad Pública y la Defensa Nacional", bajo de-pendencia directa del órgano Ejecutivo y "con pleno respeto a los dere-chos humanos, para resguardo y apoyo de las instituciones democráticas"(artículo lo.) . Como ocurre con toda norma jurídica, la Fuerza Públicagarantizaría o no la seguridad pública, la defensa nacional y las institu-ciones democráticas, en la medida en que su conglomerado humano estu-viera dispuesto a cumplir tal misión y compenetrado con ella . El contenido,las declaraciones del artículado del Decreto No . 38 dependían, no tantode los textos, sino de la adhesión práctica de los integrantes de la FuerzaPública a cumplirlos. La relevancia institucional del Decreto No . 38 secircunscribía a fraccionar el servicio de las fuerzas armadas en cuatrocompartimientos (Policía Técnica judicial, Policía Nacional, ServicioAéreo Nacional y Servicio Marítimo) y a establecer un juramento de aca-tar la autoridad del Presidente de la República, "la Constitución y lasleyes de Panamá en defensa de la democracia" (artículo 3o.) . Como ex-profesor de Filosofía y como Presidente del Partido Demócrata CristianoPanameño, el Dr. Arias Calderón le atribuyó tanta importancia a estejuramento, que organizó un acto público masivo para que la "nueva" Fuer-za Pública lo pronunciara en alta voz .

Pero la corriente de opinión pública adversa a la re-estructuración delmonstruo, norieguista como Fuerza Pública también arreciaba . La profe-sora universitaria Doris de Mata, en artículo titulado "Para qué TreceMil"?, decía : `Si debemos admitir que la fuente que originó todo eldesastre que terminó en ruina moral y material fue el régimen militar quenos azotó por más de veinte años, es lógico también que no querramosahora (y el pueblo panameño no lo quiere) revivir el monstruo militarque fueron las Fuerzas de Defensa" "¿Cuándo se consultó al pueblo pa-nameño para reorganizar las derrotadas Fuerzas de Defensa?" "¿Se nosquiere vender la idea de que los militares, con el carma de la "invasión",se convirtieron en mansas ovejas que olvidaron su soberbia, riquezas,coimas, lujos y dineros fáciles para ceñirse ahora a su sueldito normal"?¿Qué dice la Cruzada Civilista ante esta amenaza de continuación del mi-litarismo disfrazado momentáneamente?" (La Prensa, febrero 17) .

A nombre de la Cruzada Civilista, el Lic . José Raúl Mulino, uno desus directores, manifestó que la nueva Fuerza Pública "constituye un pro-

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blema de trascendental importancia para el futuro democrático del país,ya que es la vieja institución con un nuevo nombre, ya que está compuestacasi en su totalidad por las mismas unidades que eran las antiguas Fuerzasde Defensa" ; "después del 20 de diciembre nunca se nos ha consultadoa pesar de que hasta esa fecha trabajamos hombro con hombro con losdirigentes políticos" (La Prensa, febrero 21) ) .

En una de sus diarias explicaciones sobre la conversión de las ex-Fuerzas de Defensa en Fuerza Pública, el Doctor Arias Calderón se per-mitió la confesión siguiente : "Algunas personas se han preguntado si podríaser posible crear una nueva Fuerza Pública con gente que sirvió a lasantiguas Fuerzas de Defensa, y yo digo que sí es posible, porque soy cris-tiano y creo que ningún hombre está condenado a su pasado" (La Prensa,febrero 25) .

No obstante, el problema no era de fe religiosa, ni se trataba de discutirsobre el pecado y el libre albedrío. Aunque las críticas no profun-

dizaban con argumentos penetrantes e integrales, había una gran coinci-dencia en el serio temor de que esos mismos soldados y oficiales habíanhecho fila en los escuadrones de represión, de torturas, de corrupciones yde grandes negociados e influencias bastardas de las Fuerzas de Defensa,y exhorcizarlos con simples Decretos formales y juramentos mecánicos eraabrir la oportunidad inmediata o próxima, para que volvieran a las actua-ciones acostumbradas por tanto tiempo en contra del pueblo panameñoy para las cuales habían recibido entrenamiento en la Escuela de las Améri-cas (del ejército norteamericano en Panamá), en Cuba, en Nicaragua, enLibia y en Israel .

Algo había también, en el fondo, de mayor calado, puesto que Nor-teamérica, fundándose en el Tratado del Canal de 1977, puso en marchadesde 1979 su gran interés en organizar, financiar y entrenar en Panamáun pequeño ejército modernizado, incluso en el adiestramiento en armassofisticadas, con el pretexto de que al recibir en el año 2000 la propiedady manejo del canal, la República de Panamá estuviera en capacidad de"defender" la comunicación marítima . Pero en el Tratado, los EstadosUnidos se reservaron el derecho unilateral de intervenir en caso de ataquearmado o amenaza de ataque a la vía interoceánica. El Canal es indefen-dible, en la era nuclear . Además, Panamá carece de recursos económicospara defender el Canal ante un ataque armado convencional . El designionorteamericano, utilizando de pretexto el Tratado del Canal, consistió endisponer de un pequeño ejército nativo, a fin de que pueda sofocar cual-quier rebelión interna del pueblo panameños y al mismo tiempo constituir

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un primer muro de contención en contra de una eventual guerrilla comu-nista y anti-imperialista, desde Centroamérica o desde Colombia . Debidoa ello, Norteamérica auspició, financió y entrenó la Guardia Nacional deTorrijos y las Fuerzas de Defensa de Noriega, con la complicación de queéste se entregó al narcotráfico e instauró la Narcodictadura . Liquidada estaúltima con la invasión del 20 de diciembre, Estados Unidos buscó la rees-tructuración de las Fuerzas de Defensa, con la misma finalidad ya indi-cada, y el problema fundamental para Panamá es el de tener o no unejército interno de ocupación o, una Policía Nacional que guarde el ordenpúblico. La solución de este dilema apunta claramente hacia el año 2000,cuando Panamá opere por sí sola el Canal, pues desde ahora ya se estánechando las bases de lo que será el interés norteamericano o el interés na-cional panameño, en un campo en que cada parte tiene objetivos que noson absolutamente coincidentes. La prueba de ello, en noventa años delsiglo xx, está en que los Estados Unidos casi siempre han hecho valer losintereses que en determinado momento representa el Gobierno norteameri-cano.

Sin embargo, la disputa y la polémica entre diversos sectores pana-meños, por la conversión de las Fuerzas de Defensa norieguistas en la"nueva" Fuerza Pública, posibilitó, en concurrencia con otros elementosde, juicio poco visibles, que el problema fuera discutido sin la necesariareferencia al papel norteamericano en el mismo .

A más de la reintegración de las tropas y oficiales de las Fuerzas deDefensa, Estados Unidos se preocupó por las instalaciones físicas de éstas,por su equipo' y uniforme, y por un entrenamiento a corto plazo que lashabilitara en funciones policivas, que ostensiblemente la necesidad impo-nía. A ello también nos referiremos al compás de los hechos y de las dis-cusiones públicas, ya que la madeja de unos y de otras a veces tendía a laconfusión. Los bombardeos norteamericanos del 20 de diciembre destru-yeron algunos cuarteles, principalmente el de la Comandancia, en la Ave-nida A, o el barrio del Chorrillo, y las edificaciones de la base aérea deRío Hato. Pero el ejército norteamericano ocupó todas las instalacionesmilitares, incluso las que habían sufrido parcialmente daños producidos por

s A fin de colocar a la Fuerza Pública en condiciones de llevar a cabo su cometidoelemental, Norteamérica entregó a Panamá una flota de 251 vehículos (camiones me-dianos Dodge) y 6 ambulancias, equipo de 16 años de uso, que Estados Unidos man-tenía en Burtenwood, Inglaterra, para lo cual se utilizó el Programa de Ventas Mili-tares Extranjeras (La Prensa, mayo 30) . Posteriormente, a través del Fondo de Asis-tencia de Seguridad, Norteamérica donó a Panamá 100 vehículos nuevos, marca Chevro-let Corcica que se destinarían principalmente a patrullaje policial (La Prensa, julio 21) .

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la acción bélica, como ocurrió en San Miguelito (Cuartel de Tinajitas)y en Tocumen (aeropuerto militar anexo a las instalaciones del aeropuertointernacional civil), en Fuerte Sherman y Coco Solo (provincia de Colón)y hasta en Río Hato se mantuvo un numeroso personal militar norteameri-cano, para su control .

El 12 de febrero un grupo de una Compañía de Fuerte Ord (Cali-fornia), al mando del capitán McNamara, entregó al mayor Rubén DaríoArrue el Cuartel de Tinajitas (La Estrella de Panamá, febrero 13) . Lomás seguro es que otras habilitaciones, en favor de Panamá (o mejor, delejército panameño), se sucedieron en los meses subsiguientes, sin mayoresanuncios públicos, pues muy tardíamente el 8 de agosto, las tropas nor-teamericanas y efectivos panameños trasladaron todo el equipo y enseresdel Cuartel de Panamá Viejo, a las instalaciones militares panameñas deAncón (cerca del Canal, lado Pacífico), para permitir que el edificiode aquél fuera entregado al Instituto Panameño de Turismo, por habersufrido pocos daños (La Prensa, agosto 9) .

Mientras tanto, continuaba por todo el mes de febrero el debate entorno a la Fuerza Pública . El Licenciado Rafael Rodríguez, quien habíasido Procurador General de la Nación (jefe del Ministerio Público), en1982, decía gráficamente : "Lo que se ha hecho con la Fuerza Pública nosva a pesar algún día, porque es el mismo cuerpo del pasado régimen alque solamente se le ha cambiado el traje . El espíritu, la conciencia y laideología no se cambian con el simple juramento y menos en un par dedías" (La Prensa, febrero 22) .

La señora Yolma Alvarado de Escorcia escribió, muy espontánea ydirectamente, que "logramos que las presiones internacionales y norteameri-canas (pueblo y Senado) forzaran al Gobierno del Señor Presidente Busha intervenir para sacar a la bestia monstruosa que ellos crearon" . "Lo quese logró sacando al monstruo y por ende a sus colaboradores civiles ymilitares, lo estamos echando a perder, volviendo a reconstruir las antiguasFuerzas de Defensa, ahora Fuerza Pública. Nunca jamás deberá existirotro monstruo con diferente nombre" (La Prensa, febrero 25) .

Por su parte, el Vicepresidente y Ministro Arias Calderón no cesabaen su defensa propagandística, a veces hasta para el extranjero .' Con renos

4 Había concedido una entrevista al señor Antonio E . de Turris, del diario bonaerense La Nación,para explicar bastante desprevenidamente, pero sin mayores detalles, algunosángulos de situaciones quesecomentaron mucho en el extranjero: "A nosotros nos

(invitaron a comer a una base y nos dijeron que en cuatro horas comenzarían las opera-ciones . Y efectivamente así fue . Nosotros nos encontramos ante dos opciones : dejábamos

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ferencia al ejército norteamericano expuso : "Hay una voluntad de ellosde irse y una voluntad nuestra de que se vayan . Pero aún no es tiempo deque eso ocurra . Hay un factor fundamental y es la integración de la nuevaFuerza Pública y su capacidad para garantizar la seguridad de personasy bienes. No puedo poner ahora un plazo para que se vayan los norte-americanos, pero será mucho menos que un año" (Semanario El Sol,No. 1, 16-22 de febrero, entrevista con Antonio E . de Turris, del diarioLa Nación, Argentina) .

También a fines de febrero comenzó el Vicepresidente Ministro a uti-lizar un argumento que después reiteraría : "Ningún país latinoamericanoha procedido a una desmilitarización como lo estamos haciendo nosotros,aprovechando el paso de la dictadura a la democracia" (La Prensa, fe-brero 22) .

"En 60 días, explicó el Vicepresidente Ministro en la población deSantamaría, el Gobierno panameño ha logrado el tránsito de la dictaduraa la democracia verdadera, rescatar la honradez y la decencia de la admi-nistración pública y forjar una Fuerza Pública que nos garantice que nuncamás viviremos en dictadura" (La Prensa, febrero 25) .

"Gradualmente el espíritu de desmilitarización se va transmitiendo enel lenguaje, el uniforme, en una realidad cotidiana y eso es positivo"(La Prensa, febrero 26) .

Con relación a esta ofensiva propagandística del Vicepresidente Mi-nistro, el periodista Guillermo Sánchez Borbón comentaba irónicamenteque "la estrategia del Gobierno panameño descansa en la capacidad per-suasiva de su Ministro de Gobierno y justicia y en el perdón de los peca-dos" (En Pocas Palabras, La Prensa, marzo lo.) .

La Cruzada Civilista, organismo creado en su mayoría por asociacionesempresariales y grupos cívicos, en 1987, para luchar pacíficamente contrala Narcodictadura, también pasó al campo de la crítica al Gobierno : "Nosencontramos ante el hecho casi cumplido e inconsulto de la rápida orga-nización de una Fuerza Pública compuesta por antiguos componentes delas Fuerzas de Defensa, que tiene cerca de catorce mil hombres y man-tiene la misma estructura militar de las fenecidas Fuerzas de Defensa",

que la acción militar se convirtiera en una ocupación definitiva o asumíamos el gobiernoen virtud de los resultados incuestionables del 7 de mayo último y tratábamos de resca-tar la soberanía nacional . Optamos por esto . Juramos en una casa situada en territoriopanameño, donde no se dio a conocer por motivos de seguridad" . "En una base nosenteramos de la intervención. De allí fuimos al lugar de la jura y luego volvimos a otrabase, por seguridad" . El autor sólo apunta que no se suministran los nombres de loslugares aludidos .

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proponiendo "reemplazar la actual estructura militar de la Fuerza Pú-blica, de las nefastas Fuerzas de Defensa, por otra de carácter civil quecorresponda a un auténtico cuerpo de policía, para responder, así, al cla-mor angustioso que se escucha por todo el país, de profesionales, obreros,campesinos, estudiantes y ciudadanos en general que temen que la nuevaFuerza Pública, en un futuro no lejano, se tome el poder nuevamente,poniendo fin al Estado de Derecho que logramos con tantos sacrificios y acosta de tantas vidas" (La Prensa, marzo lo., Comunicado de la Cru-zada) .

Individualmente, uno de los directores de la Cruzada Civilista, el Lic .Tomás Herrera, señalaba con dureza y para algunos con exageración, que"no descarto la posibilidad de que en la organizada Fuerza Pública existaun plan para derrocar al Gobierno ; recordemos que ellos están juntitosnuevamente y están con espíritu de cuerpo y todos armados . Con la FuerzaPública se cometió un error desde el principio, al reclutar de inmediatoa todos los que formaban parte de las represivas Fuerzas de Defensa . . . .perdiéndose la oportunidad de desmantelar realmente el poder militar,pues la reducción de "malas unidades", sostenida por el Gobierno, es real-mente ridícula" (La Prensa, marzo 5) .

Ante el coro de censuras, el Vicepresidente Ministro Arias Calderón seesforzó en presentar un argumento que bien pudo utilizar desde un co-mienzo, pero que envolvía un riesgo subyacente : "Si al tercer día de laintervención de los Estados Unidos no se llama a las unidades militarespanameñas a reintegrarse, se habrían ahondado la guerrilla y la anarquía,así como la violencia que predominaba ; habrían sido costosas". "La tareaen la Fuerza Pública se dificulta por la crisis de identidad de los quefueron miembros de las Fuerzas de Defensa, porque a éstos los formabanpara ser un ejército de dominación y represión, pero nosotros les estamospidiendo que se conviertan en policías profesionales . Ese cambio no es fácil,pero no tenemos alternativa, porque si los 13,253 miembros de la FuerzaPública fueran despedidos en el Panamá de hoy que no tiene fuentes deempleo, ellos se convertirían en un peligro para la seguridad del país" (ElPanamá América, marzo 7) .

La batería de alegatos ministeriales en pro de la reposición intentabaocultar un tanto el cambio nominal de Fuerzas de Defensa por FuerzaPública, utilizando también algunas medidas formales (la integración deservicios policivos, marítimos, aéreos y de protección) . Pero los numerososadversarios de tal reposición se abroquelaban en el gran temor de los exce-sos posibles de unas Fuerzas de Defensa que sólo habían cambiado de

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nombre. Esas unidades, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba,eran las mismas que por casi tres años se habían caracterizado por repri-mir brutalmente al pueblo en las calles ; eran los mismos torturadores yhasta asesinos ; eran los mismos beneficiarios de grandes latrocinios y nego-ciados delincuentes . "Lo que nadie ha podido hacer hasta ahora es trans-formar un soldado en policía", fue la conclusión de la columna En PocasPalabras (La Prensa, marzo 16) .

De vez en cuando se escuchaba una voz sensata, pero aislada : "Nopodemos seguir pensando en eliminar total e inmediatamente a todas lasunidades que formaron parte de las Fuerzas de Defensa, sin antes procurar-les el sustento para ellos y sus hijos . Esos hombres, que en la generalidadde los casos sólo ese trabajo saben desempeñar, podrían convertirse en unpeligro por la experiencia que tienen en el manejo de las armas y en lacapacidad militar para combatir, sobre todo por la facilidad con que enla actualidad pueden procurarse el armamento necesario" (profesor Gre-gorio Carrillo, en el artículo ¿Y después qué?, La Prensa, marzo 21) .

Los opositores no eran permeables a un argumento eficaz, pero em-pleado con retraso : era imposible comenzar en cero, por la situacióncaótica existente; los miles de soldados norieguistas podrían desatar peli-grosas acciones guerrilleras desesperadas (finalmente, los norteamericanoslos destruirían), haciendo causa común con el hampa depredadora y ar-mada. Pero todo indica que no se planeó ninguna medida adecuada, paraconjurar transitoriamente el grave riesgo y dirigirse, al más corto lapsoposible, a la solución indispensable : una Policía de orden público y se-guridad gubernamental. Las cosas se quedaban en mantener las Fuerzasde Defensa, con algunos cambios simplemente formales, lo que había sido,desde meses antes de la invasión, el plan del Pentágono y del PresidenteBush .

No obstante, la conversión se resquebrajaba por todas partes, princi-palmente en la cúpula de la Fuerza Pública . El primer jefe Armijo, casique no había durado una semana. Uno de los primeros jefes de Departa-mento, el mayor Ricardo Reyes Dutari, sería enjuiciado y detenido, lomismo que otro jefe medio inicial, el mayor Juan Antonio Guizado . Masno conviene, por razones de un mínimo de claridad, adelantarnos a losacontecimientos. En la Universidad de Panamá se celebró un programade supuesto análisis del problema de la Fuerza Pública, que realmente nopodía pasar de una acerba crítica. Allí fue denunciado el coronel EduardoHerrera, jefe o Director de la Fuerza Pública desde enero, como benefi-ciario de fondos de la Cuenta No . 1, asignada por Estados Unidos al Sr .

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Eric A. Delvalle, a quien Norteamérica reconocía como Presidente legítimode Panamá, y a quien suministraba parte de los dineros retenidos a laNarcodictadura norieguista. De paso, se renovaron las acusaciones contraHerrera, por haber jefaturado las acciones represivas del "viernes negro"(10 de julio de 1987) y se mencionó al segundo jefe de la Fuerza Pública,teniente coronel Aristides Valdonedo, como uno de los partícipes en eseterrible día de represiones y torturas en masa (La Prensa, marzo 1) . Tam-bién fue denunciado que Eduardo Herrera, durante su exilio en Miami,había adquirido una casa de ciento treinta y tres mil novecientos dólares(La Prensa, marzo 16 ; el denunciante era José Blandón Figueroa) .

Empero, simultáneamente el Ministro Arias Calderón organizó unpanel, con el segundo jefe de la Fuerza Pública, Aristides Valdonedo, yvarios periodistas, actividad para la que obtuvo una cadena nacional deradio y televisión . En esa oportunidad Arias C. declaró que "en Panamáno existe poder militar, sino una policía nacional con servicios comple-mentarios . Panamá, a diferencia de otros países que se han democratizado,no ha dejado intactas sus Fuerzas Armadas, pues ha entrado en una etapade desmilitarización . Creo que vamos por buen camino, pero necesitamosel apoyo de la comunidad para que todos nos sintamos más tranquilos endemocracia" . "No se ve en el horizonte un golpe de Estado, a pesar deque hay personas que se sonríen irónicamente cuando digo esto"

. Valdon edo también acompañó al Ministro en negar la posibilidad de un golpede Estado, "pues los hombres que comandan hoy la Fuerza Pública fueronvíctimas del norieguismo y del poder sin freno de un hombre" . Arias C .fue reiterativo, insistente, al sentir la necesidad de convencer : "A raíz delcambio de gobierno se ha producido una transformación profunda, porqueya no existe ejército en Panamá, no ha de existir, y sólo existe una policíanacional" . El Ministro explicó, utilizando un organigrama, la "nueva" es-tructura de servicios de la Fuerza Pública (La Prensa, marzo 16) . Llegóal extremo, el Dr . Arias Calderón, en esos días, de "defender" oficiosa-mente la compra de su residencia que había hecho Eduardo Herrera, enMiami, explicando que Herrera estaba en el extranjero y que a su regresoofrecería mayores detalles (La Prensa, marzo 17) . Pero Eduardo Herreranunca suministró ninguna explicación .

Un grupo de periodistas, al cuestionan la utilización de una cadenanacional de radio y televisión, por parte del Ministro Arias C ., para elpanel antes mencionado, sostuvo la opinión de que en la Fuerza Públicahabía cuatro grupos que luchaban por el poder interno : los del golpe del16 de marzo de 1988 ; los sobrevivientes del 3 de octubre de 1989 ; los

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del 20 de diciembre y los del ex-coronel retirado Roberto Díaz Herrera,residente en Caracas (El Siglo, marzo 17) . Este mismo periódico aclarabaque "aun cuando el Ministro de Gobierno ha declarado repetidas veces quela actual Fuerza Pública es menor en número de hombres que las Fuerzasde Defensa de Noriega, la verdad es que el día 15 de marzo esa FueraPública tenía en sus filas 14,487 unidades, todas miembros de las antiguasFuerzas de Defensa, oficiales y tropas" (El Siglo, marzo 21) .

A más de los robos y asesinatos del hampa armada ; a más de la parali-zación de la Fuerza Pública, sólo visible de día y sin voluntad de compro-meterse en su función de orden público, la disputa, la controversia radial,periodística y televisada en tomo a la obra del Ministro Arias Calderóncon respecto a la Fuerza Pública, elevaba al paroxismo el problema realy acuciaba la gran tensión ciudadana . La Estrella de Panamá, colocadaentre su culpa norieguista y una controlada animadversión para con elnuevo Gobierno, trataba de subrayar la conveniencia del momento : "Hasido sin duda el Ministerio de Gobierno y justicia, como arquitecto dela nueva institución, su principal sustentador. La eliminación alegre de laFuerza Pública, como lo exigen vehementemente ciertos sectores políticosy cívicos allegados al Gobierno, no resulta lo más conveniente en estosmomentos de descomposición moral y social" (Editorial, marzo 18) .

En sentido popular, en el fondo, se pronunciaba la columna diaria ElPulso de Panamá : "Así como no es posible volver a un ejército prepotentey represivo, tampoco es posible pensar que la seguridad policial se puedeconseguir con biombo y tolete, porque sería aceptar que nuestros maleantesson como niños traviesos que con un pequeño castigo se les pone en cin-tura" (El Panamá-América, marzo 19) .

El semanario oficial de la Iglesia Católica, Panorama Católico, comohabía ocurrido a todo la largo de la crisis narcodictatorial de tres años,planteaba su posición de manera ponderada : "El futuro de la FuerzaPública compete a todos los panameños, por lo que el debate público debepromoverse en un alto nivel de seriedad y participación activa, para quese disipen los actuales temores y se asegure la convivencia pacífica del país,tanto de la misma nación, como en los otros pueblos, sin aventuras mili-tares que únicamente traen luto, dolor y desolación" (Editorial, mes demarzo) .

Este debate de los meses de febrero y marzo fue tan sólo un encendidoprólogo de lo que traerían los meses de abril y mayo. Aun persistían losseñalamientos sobre la paradoja do convertir a los soldados norieguistasen policías civiles : "Sería una imprudencia, afirmó el Dr. Carlos Bolívar

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Pedreschi, y una temeridad estructurar un servicio de policía con los mis-mos elementos que por años fueron formados para arremeter con saña ysadismo contra una población pacífica de niños, jóvenes, adultos y an-cianos completamente desarmados (El Siglo, abril 7) .

Las nuevas señales se iniciaron ya en los días finales de marzo, cuandoel Legislador Arturo Vallarino señaló que se hablaba de acabar con elmilitarismo y que en la Asamblea Legislativa circulaba una propuestade jubilación para los miembros de la Fuerza Pública que tienen más de20 años de servicios, incluido el coronel Eduardo Herrera (El Siglo, mar-zo 23) . El mismo día, Crítica Libre citaba a Vallarino con la afirmaciónde que "definitivamente, Herrera tiene que ser jubilado" . Desde comien-zos de marzo, Eduardo Herrera había sido designado Director General delServicio de Policía Nacional y el teniente coronel Aristides Valdonedo,como Sub-Director, conforme a la nueva nomenclatura de posiciones diri-gentes de la Fuerza Pública .

A las insinuaciones del Legislador Vallarino se agregó un despacho deANSA, proveniente de Washington, en el sentido de que "se viene hablandoinsistentemente de la renuncia de Herrera, para dedicarse a la actividadprivada. Aparentemente, Herrera aspiraba a ser jefe de la misma Fuerzaen que se formó y no de una organización civil como la policía" (El Pa-namá-América, abril 4) .

Al circular las versiones de una renuncia o jubilación de Herrera, surgióla aprensión de que el segundo funcionario en jerarquía, Aristides Valdon

edo, pudiera convertirse en jefe de la Fuerza Pública, lo que suscitó seriasreacciones en su contra . Varias personas denunciaron penalmente a Val-donedo como torturador durante la extrema represión del "viernes negro"y también como oficial vinculado al saqueo e incendio del almacén "LaMansión Danté". Entre ellas, el Dr . Roberto Arosemena Jaén, EnriqueHerrera y el detenido Robinson Mosquera Viveros. Arosemena formulóuna acusación contra Valdonedo, por los maltratos sufridos (La Prensa,abril 10) y después escribió al Ministro Arias Calderón y a la Legisladorasuplente, Mary Alfaro de Villageliú (La Prensa, abril 27), produciéndoseentonces varios testimonios (Enrique Herrera, John Romero y José Blan-dón Figueroa), en contra de Aristides Valdonedo .

Como dijimos, también fue ligado Valdoncdo al saqueo e incendio de"La Mansión Danté", hecho ocurrido en agosto de 1987

. Según Robins on Mosquera Viveros, entre el teniente coronel Alfredo Remen y los ma-yores Aristides Valdonedo y Luis Carlos Samudio, con la ayuda de JuanchoBarletta, planearon el ataque al almacén, para lo cual "reclutaron" a

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detenidos de la Cárcel Modelo, ofreciéndoles ventajas económicas y per-sonales (La Prensa, abril 18) .

Aunque Aristides Valdonedo negó los cargos, no sólo por la prensa,sino incluso ante las autoridades de investigación, éstas ordenaron su cap-tura, y consiguientemente fue suspendido como Subdirector de la FuerzaPública. Se mantuvo oculto hasta cuando fue detenido el 24 de mayo, perodesde semanas antes sus abogados gestionaban su libertad bajo fianza, loque sucedió simultáneamente a la captura, pues se le fijó una fianza dediez mil balboas o dólares (La Prensa, mayo 25 ; La Estrella ele Panamá,mayo 24) . De este modo, la conversión de las Fuerzas de Defensa enFuerza Pública recibía otro serio golpe .

Pocos días antes, el diario El Panamá-América se preguntaba editorialmente: "¿Cuántos de los actuales oficiales secretamente esperan el día

para implantar una nueva dictadura? El ciudadano se hace esta preguntacon verdadero temor" (abril 20) . Y En Pocas Palabras, el periodista Sán-chez Borbón señalaba : "No entiendo por qué la Democracia Cristianatenga que cifrar su porvenir político en la suerte personal de unos militarescuestionables . Lo que se haga hoy con la Fuerza Pública no concierne úni-camente a Arias Calderón y a la Democracia Cristiana : afectará a todoslos panameños por igual" (La Prensa, abril 26) .

Debemos aludir al caso patético de julio Manuel Hernández, quienpor tortura y cruel maltrato de los "Doberman" quedó paralítico de porvida, años atrás (operado dos veces de la columna vertebral) . Hernándezse dirigió al Ministerio de Gobierno y justicia, en el mes de abril de 1990,para exponerle su caso al jefe de esa cartera, Dr. Arias Calderón, en buscade una ayuda indispensable. Cuál no sería su sorpresa, al encontrarse enla recepción del despacho ministerial con el ex-jefe de los `Doberman',ex-capitán Clarence Green, el jefe de sus torturadores, quien ahora, "endemocracia" como suele y gusta expresar el Dr . Arias C., estaba fungiendode jefe de escolta del Sr . Ministro (El Siglo, abril 9 y 11 ; también señalaHernández a Luis Grant, como uno de los responsables de sus largas ysádicas torturas, propias de psicópatas) .

A pesar de todo, el Vicepresidente y Ministro, Dr . Ricardo Arias Cal-derón, continuaba defendiendo su inaceptable, difícil y quebradizo empeñode experimentar la custodia del orden público, que él mismo calificaba de"democracia", con las Fuerzas de Defensa norieguistas : "Los ataques seconcentran en aquellos profesionales de policía que más se han compro-metido abiertamente con la política del nuevo Gobierno de Endara de desmilitarización y formación de una nueva Fuerza Pública policiva"(La

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Prensa, abril 26) . En estas palabras, Arias Calderón desviaba su responsa-bilidad personal hacia el Gobierno lindara, lo que no había hecho antes,y comenzaba a introducir el factor político gubernamental en el problemade la Fuerza Pública, tal vez sin saber que inmediatamente después, lapugna intergubernamental caldearía la temática desconcertante de la Fuer-za Pública .

En efecto, fue el Magistrado de la Dirección de Responsabilidad Patri-monial, Lic. Eusebio Marchosky, según ya lo hemos citado en la OctavaParte de esta obra (Sección III, La ocupación norteamericana de Pana-má), quien señaló que una Comisión especial controlaba las quince milcajas de "la documentación Noriega" ; que uno de sus miembros era unalto oficial de la Fuerza Pública (teniente coronel Fernando Quesada)y que a la Dirección de Recuperación Patrimonial se le negaba el acceso atales pruebas . El Presidente Endara y los Vicepresidentes Arias C . y Fordrepudiaron las declaraciones de Marchosky, y, en cuanto a la FuerzaPública, el incidente produjo una carta bastante ofensiva, de parte del te-niente coronel Fernando Quesada.

Pero Marchosky amplió el marco de sus acusaciones : "En Panamá seestá reviviendo el monstruo de las "Fuerzas de Defensa . El Ministerio deGobierno y justicia ha depositado su confianza en la gente de la cualel pueblo desconfía" y agregó que la Fuerza Pública "está reteniendo in-formación que la recrimina" (La Prensa, abril 28) . Pocos días después,Marchosky elevaba al plano político la situación planteada : "El resultadoes sencillo : el país está actualmente paralizado . En un extremo del tableropolítico está el gobierno nacional, dándole la espalda a la opinión públicay a las realidades nacionales. En el otro extremo está el pueblo panameñofrustrado, defraudado y furioso" (El Siglo, abril 30) .

Todo ello entramaba el espectaculo de los más altos funcionarios pú-blicos que se lanzaban cargos serios con acrimonia y lenguaje impropiode su jerarquía, y nada menos que en torno a la Fuerza Pública, la queasí pasaba a ser, increíblemente, una especie de manzana de la discordia,entre los antinorieguistas y civilistas de ayer . Fue el primer ejemplo de unapugna intergubernamental que después continuaría escenificándose públi-camente en repetidos actos. Pero debemos volver al problema central queestamos examinando .

En el inicial incidente Marchosky surgieron las concomitancias de queelementos de la Fuerza Pública no acataban las medidas cautelares de laDirección de Recuperación Patrimonial, ni las dictadas por el DirectorGeneral de Aduanas (El Panamá-América, abril 28 ; La Prensa, abril 28) .

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La disputa intergubernamental, cruzada con el tema público de laconversión de las Fuerzas de Defensa norieguistas en Fuerza Pública, man-tenía en extraordinaria tensión a la comunidad nacional panameña, alpunto de que el diario La Prensa le dedicó, el 30 de abril, un editorial muyclarificador, señalando hechos acaecidos durante los cuatro primeros mesesdel "nuevo" Gobierno, para enjuiciar "los graves riesgos que implicabatratar de convertir a militares humillados por la derrota, en policías respe-tuosos de la Ley y los derechos ciudadanos", exhortando el editorial alGobierno para que tuviera "el valor y la responsabilidad de admitir quese equivocó y que debe revisar integralmente la concepción y la compo-sición de la Fuerza Pública" .

Pero el comienzo del mes de mayo daría ocasión para que el debateen torno a la Fuerza Pública retomara un esguince personal, nuevamentecon relación a su Director, el coronel Eduardo Herrera . Se renovó el plan-teamiento de la televisión oficial israelí, sobre las actividades del coronelretirado Yair Klein, a quien se responsabilizaba de haber entrenado co-mandos terroristas del Cartel de Medellín en 1989, con fuerte cargamentode armas originalmente destinado a prácticas bélicas de soldados de laIsla de Antigua y guerrilleros panameños que planeaban prepararse paraluchar contra Noriega (El Panamá-América, mayo 6) . Quinientas ame-tralladoras Galil y Uzi, fabricadas por la empresa estatal israelí IndustriasMilitares, según lo acepta Klein, fueron consignadas al gobierno de la Islade Antigua, con la doble finalidad indicada, pero a causa de la rectifica-ción opositora de ese Gobierno, la operación de entrenamientos fue sus-pendida, y el grupo panameño aceptó que 250 ametralladoras fuerantransferidas al Cartel de Medellín . Klein afirmó que su contacto panameñoera Eduardo Herrera, ex-embajador de Panamá en Israel, y que su pro-grama de entrenamiento contaba con el visto bueno de la CIA (El Siglo,mayo 14) .

Ante las informaciones renovadas de este "affaire", Eduardo Herreranegó que su actuación hubiera tenido nexos con el narcotráfico colombia-no. Reiteró que civiles y militares panameños exiliados en Miami estabancomprometidos en 1989 con el plan . "Yo me encargaba de la parte mili-tar", dijo Herrera. "Lo que faltó fue el dinero, por lo que no pudimosvenir a Panamá, ya que la acción costaba 2 .8 millones de dólares" (LaPrensa, mayo 8) .

Lo que venía ocurriendo con la Fuerza Pública, en general, y los pro-blemas personales que enfrentaban algunos de sus jefes principales y se-cundarios (acusaciones, detenciones, renuncias, destituciones), dieron lugar

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a que también se agudizaran las reacciones del Ministro Arias Calderóncontra los diarios y periodistas que lo atacaban (ya nos hemos referido asu pugna con la dirección del diario La Prensa), situación que fue sinte-tizada por el señor I . Roberto Eisenmann, director de este último periódico,en artículo denominado "¿Qué Ocurre?", del 7 de mayo, en el que, des-pués de enumerar conturbadores hechos acaecidos desde enero de 1990con relación a la Fuerza Pública, ya increpaba con máxima dureza per-sonal al Ministro Ricardo Arias Calderón : "mi querido Ricardo, un deseopersonal. Por favor, quítate el casco ; te queda mal . Es grotesco . No sigasdefendiendo lo indefendible . La conversión de los gorilas es imposible.Apura el aprendizaje del Poder" (La Prensa, mayo 7) .

La ofensiva de críticas contra los mandos de la Fuerza Pública y contraésta aconsejó a los estrategas del Ministerio de Gobierno y justicia la con-veniencia de que la oficialidad más conocida ensayara su propia defen-sa ; lo que se hizo mediante una Carta al Pueblo Panameño, del 9 demayo, en la que trece altos oficiales (Eduardo Herrera, Aristides Valdo-nedo, Ricardo Reyes Dutary, Augusto Villalaz, Humberto Macea, Fer-nando Quesada y otros jefes de la Fuerza Pública) expresaron : "Hemossido objeto de la más despiadada y constante campaña de destrucción quejamás persona o institución alguna haya sufrido en este país, sin darnosninguna tregua, ni siquiera una oportunidad de demostrar nuestro . pro-fesionalismo y buena intención que hemos puesto a prueba al querer, vo-luntariamente, sumarnos a la reconstrucción de nuestro país, aun por en-cima de las ínfimas y limitadísimas condiciones de trabajo en que estamoslaborando". "Nosotros también sufrimos cárcel, torturas, destierro, con-fiscación de propiedades y humillaciones denigrantes en las personas denuestros seres más queridos, y se han olvidado también de que un altonúmero de votos que fueron depositados el 7 de mayo de 1989 a favorde quienes hoy gobiernan, fueron emitidos espontáneamente por miembrosy familiares de unidades de la Fuerza Pública, que ya desde entoncesdemostraban una nueva actitud mental hacia el cambio, ese cambio quepor sobre todos los inconvenientes estamos tratando de realizar y que nues-tros detractores parecieran estar empeñados en querer detener" (La Es-trella de Panamá, mayo 10) .

Sin duda que el interés del público y de la prensa del extranjero sobrePanamá vino decreciendo, a partir de enero de 1990, pero recurrente-mente algunos periódicos de otros países abordaban el tema, en sus pers-

r En la Segunda Parte de esta obra, Sección I, indicamos que muchos miembros delas Fuerzas de Defensa emitieron su voto con las papeletas de los partidos de oposición .

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pectivas del momento . Debido a ello, el periodista Kenneth Freed, deLos Angeles Times, se refirió a la coyuntura panameña de comienzosde julio, imputándole al Ministro Arias Calderón estar reconstruyendo elmilitarismo, a pesar de una intensa oposición política, y actuar personal-mente, sin consulta para con los demás miembros del Gobierno (repro-ducción de El Siglo, julio 19) .

El Ministro Arias Calderón estimó necesario desmentir los cargos demilitarismo que le formuló Freed (El Sigla, julio 23), pero¡ este mismoperiódico reiteraba y fundamentaba ese ataque, explicando que se man-tenía aún la misma estructura de las Fuerzas de Defensa norieguistas, consu división en Departamentos, compañías, jerarquía militar del personal,zona militares, etc ., más un total de 16,155 unidades. "Hacemos un lla-mado al pueblo, manifestaba El Siglo, para que no se deje engañar conpalabras huecas. Se está organizando un sistema policial que conducirámás tarde o mas temprano al militarismo y posteriormente a cosas peores" .

A pesar de que La Estrella de Panamá consideraba necesaria la exis-tencia de la Fuerza Pública, incluso mediante re-estructuración de lasFuerzas de Defensa, su editorial de 12 de agosto de 1990 se pronunciabade este modo : "A menos de ocho meses de implantación de la nuevainstitución, la ciudadanía en medio del mayor espanto, registra la grancantidad de asaltos bancarios que se viene suscitando, el número crecientede muertes violentas, los atracos en todas las horas del día y los amotina-mientos y fugas en las cárceles del país . Se ha demostrado plenamente unaincapacidad para implantar el orden social en la nación" . "La FuerzaPública no pareciera contar con la consistencia necesaria y capacitada paraenfrentarse a la descomposición social de los panameños . Todavía es tiem-po de corregir los errores cometidos y proporcionarle a nuestro pueblotoda la seguridad que se merece" .

Mas que las críticas, los hechos venían exigiendo que el Gobiernoadoptara medidas eficaces, hasta donde fuera posible. Pero algunas deci-siones formales que se tomaron resultaban muy insuficientes . Una de ellasfue la de designar civiles en mandos simplemente administrativos, comolos que anunció el Ministro Arias Calderón el 19 de julio, en cuya virtudEbrahim Asvat fue nombrado Director Institucional de la Fuerza Pública ;Raúl Arias de Para, Director Financiero y Virgilio Ramírez, Director deProveeduría. En esa oportunidad, el Ministro recalcó : "Me parece quesi se compara el ambiente de hoy con el de hace algunas semanas, nosdamos cuenta de que hay una mayor aceptación de la política de ladesmilitarización del Gobierno del Presidente Endara" (La Prensa, ju-

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lio 20) . En realidad, el meollo de la situación continuaba igual . Se queríamantener siempre a un grupo de oficiales de los tiempos no lejanos deNoriega, como jefes de la Fuerza Pública, y la misma tropa, con distintavestimenta y sin armas y arreos de combate por las calles . Pero las armasy los equipos se encontraban en las armerías de dos o tres cuarteles, claroque a disposición de esa misma Fuerza Pública. Además, el personal deésta no podía haber cambiado de mentalidad, pese a los rápidos cursosy seminarios puestos en marcha por los "asesores" del Comando Sur .

De mayo a agosto, las condiciones siguieron sin mayor alteración . Laciudadanía continuaba atemorizada, por la inmensa ola de delitos y porla inseguridad personal . Los "nuevos" policías se arriesgaban muy poco alocurrir casos en que debían intervenir. El Gobierno sólo se empeñaba endefenderse de la crítica generalizada, sin capacidad ni voluntad para ha-cerle frente a los problemas reales, de toda índole . Pero a mediados de agos-to, sorpresivamente, el Gobierno Endara anunció la jubilación de EduardoHerrera, quien se encontraba temporalmente en Miami, haciendo uso deuna breve licencia .

En la conferencia de prensa respectiva, Endara, acompañado del Mi-nistro Arias Calderón, explicó que Herrera lo había llamado telefónica-mente "para comunicarle su deseo de jubilarse de la Policía Nacional"(La Estrella de Panamá, agosto 23) . Intervinieron en esas explicacioneslos dos altos funcionarios mencionados, e hicieron saber que se había ofre-cido la jefatura de la Fuerza Pública a los señores César Tribaldos, AurelioBarría, José R . Mulino y Moisés Castillo, todos civiles, quienes no acep-taron el cargo, por lo cual se designó al teniente coronel Fernando Quesada, como jefe encargado.

No obstante, el "jubilado" Herrera, al llamar telefónicamente a unaemisora local, calificó el hecho como una "tremenda sorpresa" y "falta decortesía", agregando : "a mis compañero] les pido que guarden cordura .Me han dicho que hay unidades inquietas y les pido que mantengan lacalma". Regresaré inmediatamente a Panamá, para dedicarme a "activi-dades privadas", según dijo . Pocos días antes de la jubilación o pase aretiro de Herrera, el Vicepresidente y Ministro de Planificación GuillermoFord había censurado a los miembros de la Fuerza Pública, considerandoque no se atrevían a enfrentarse a los hampones y asaltantes (en su len-guaje característico, Ford habló de "maricas"), a más de que en la mismafecha del cese de Herrera un grupo de la Fuerza Pública había disueltouna protesta estudiantil con gases lacrimógenos y tiros de perdigones, lo

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que renovó las críticas, no muy justificadas en este caso, contra esa recaídaen los viejos "métodos" norieguistas .

El sustituto ocasional de Herrera, el teniente coronel Fernando Quesada, había participado en la intentona de rebelión abortada que dirigió

el ex-coronel Leonidas Macías, el 18 de marzo de 1988, contra el ex-Narcotirador Noriega, y en asocio de los demás "golpistas" fue objeto detorturas, vejaciones y represalias, hasta cuando fueron liberados la nochede la invasión militar norteamericana .

La medida de retiro jubilado de Herrera y las declaraciones de ésteindicaban que alguna causa especial había mediado para esa separacióndel jefe de la Fuerza Pública, mas el Gobierno continuaba su política deavestruz, sin dar explicación verdadera alguna, como si con ello extinguierao apaciguara los problemas que estaba confrontando . La gravedad de lascosas, hacia adentro y hacia afuera de la Fuerza Pública, iba en aumento,porque las cabezas de sus jefes altos y medios seguían rodando, a pesarde que el Gobierno, en su posición respecto de los oficiales de esa Fuerza,o aceptaba simplemente una orden de detención del Ministro Público, ouna destitución inevitable que debía efectuar, o destituía al saberse acorra-lado por los hechos, evadiendo plantear abiertamente lo que en realidadsucedía. Armijo, Valdonedo, Herrera, Reyes Dutary y otros altos oficiales,destronados de sus "nuevas" posiciones en la Fuerza Pública, ya acusabanla gravedad del problema de la institución guardiana del orden público,que el Ministro Arias Calderón se empeñaba en continuar paliando, inútil-mente .

Otra medida, que no conjuró los problemas de la Fuerza Pública, fueel de sucesivas depuraciones de oficiales y miembros de la misma . Recor-damos la degradación que se efectuó, a principios de enero de 1990, encontra de Noriega y su grupo de feroces esbirros (Papo Córdoba, Ma driñán, etc.).

Continuaron otras purgas, en forma de destituciones o de jubilaciones .Cuando ya fue jefe de la Fuerza Pública, el mismo Eduardo Herrera dijoque cierta cantidad de oficiales norieguistas hablan sido separados y quese continuaría con esa labor. Después de la jubilación de Herrera, enagosto de 1990, hubo numerosas jubilaciones y a mediados de diciembrese dieron también destituciones . Los cargos de general, coronel y tenientecoronel fueron eliminados en la nueva Fuerza Pública . De un total de 1,121oficiales existentes en diciembre de 1989, sólo quedaron en ésta, al finali-zar 1990, 608 oficiales .

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Ahora quedaba Fernando Quesada como jefe de la Fuerza Pública,de quien sabemos que siendo Director de Inteligencia, en abril de 1990,había lanzado una Carta Pública en exceso ofensiva contra el magistradoEusebio Marchosky. Su condición de jefe encargado de la Fuerza Públicase extendió por espacio de varios meses, hasta cuando, a principios de sep-tiembre, una noticia del diario La Prensa le hacía el serio cargo de consu-mir drogas y haber recibido veinticinco mil dólares, de parte del ex-Narco-dictador Noriega, días antes de la intentona abortada de Macías, el 16 demarzo de 1988. La respuesta de Quesada fue una carta abierta dirigidaal Sr . I . Roberto Eisenmann, Director de La Prensa, misiva calumniosaen grado máximo, que también remitió a otros periódicos . El PresidenteEndara consideró que esa carta, sobre todo por su texto, era "absoluta-mente inaceptable" ; anunció la destitución fulminante de Quesada y elnombramiento provisional de Ebrahim Asvat (Director Institucional deSeguridad Pública) como Director de la Policía Nacional, primer civilen desempeñar ese cargo desde la década de los años cuarenta (El Panamá-América, septiembre 5) .

Se había hecho, por tanto, más precaria la situación de la FuerzaPública, estremecida por las conmociones que trajeron las cuatro destitu-ciones sucesivas de sus jefes y las depuraciones o purgas decretadas por elGobierno, en el lapso de ocho meses y hasta fines de 1990 . Parecía difíciltambién que los oficiales y la tropa, de entrenamiento y carrera militares,fueran a sentir como cosa normal la designación de un civil, que ningunavinculación había tenido anteriormente con asuntos castrenses panameños .Era lógico entender que ese "cuerpo policial" continuaría viendo en losmandos militares a sus verdaderos jefes, lo que podía ser indicio de situa-ciones graves que, casi inevitablemente, se produjeron dentro de la FuerzaPública, en los meses de octubre y diciembre, las cuales debemos analizaren su oportunidad .

Sólo añadiremos que no nos ha interesado precisar ni la existencia niel contenido de los Decretos, Resoluciones u órdenes del Ministerio deGobierno y justicia, que tejieron y destejieron, hasta la fecha, como obrade una nueva Penelope, la estructura de personal de la Fuerza Pública,sobre todo en su jefatura y en sus mandos medios . No es necesario paranuestros fines, porque lo esencial, en este aspecto, se encuentra en los he-chos y no en los documentos .

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