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PASIÓN DE JESUCRISTO. VIA CRUCIS/CAMINO DE VIDA LAS ESTACIONES DE LA IGLESIA DE SAN JOSÉ DE DIMBOKRO I. JESÚS INSTITUYE LA EUCARISTÍA. Era antes de Pascua. Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre; había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo... Mientras comían tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros”. Luego tomó la copa de vino: “Bebed todos, porque esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que va a ser derramada por la multitud en remisión de los pecados”. Lucas precisa: “Es la Alianza nueva sellada con mi Sangre... Haced esto en memoria mía”. La Iglesia, al celebrar el Memorial de la Pasión, añade esta palabra decisiva: “La Alianza nueva y eterna ”. En esta tarde de Jueves Santo, el mundo espiritual se tambalea. Una página esencial de la historia ha concluido. La Alianza del Antiguo Testamento, la de Abraham y Moisés deja paso a la Alianza del Nuevo Testamento, Alianza nueva y eterna sellada en la sangre que será derramada en la Cruz. Los sacrificios de la Antigua Alianza ya no tienen lugar ni sentido. Desde ahora, el Sacrificio de Cristo es único y se renueva hasta el fin de los tiempos. Grande es la tentación de permanecer anclados en nuestras costumbres y en los sacrificios rituales de nuestros “antiguos antepasados”, de permanecer fieles a las formas de obrar y de adorar, heredadas de nuestros antepasados. Nos sentimos desgarrados, rotos. Titubeamos. Con frecuencia nuestra fe está “revuelta”. Sin embargo desde tu bautismo eres un “hombre nuevo”. Mira a Jesús, tu único Salvador. Pídele que aumente tu fe. II. LA AGONÍA DE GETSEMANÍ. Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo: “Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar”. Y llevándose a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: “Me muero de tristeza. Quedaos aquí y estad en vela conmigo”. Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo: “Padre mío, si es posible,

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PASIN DE JESUCRISTO

PASIN DE JESUCRISTO.

VIA CRUCIS/CAMINO DE VIDA

LAS ESTACIONES DE LA IGLESIA DE SAN JOS DE DIMBOKRO

I. JESS INSTITUYE LA EUCARISTA.

Era antes de Pascua. Saba Jess que haba llegado para l la hora de pasar de este mundo al Padre; haba amado a los suyos que vivan en el mundo y los am hasta el extremo... Mientras coman tom el pan, dio gracias, lo parti y se lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Luego tom la copa de vino: Bebed todos, porque esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que va a ser derramada por la multitud en remisin de los pecados.

Lucas precisa: Es la Alianza nueva sellada con mi Sangre... Haced esto en memoria ma.

La Iglesia, al celebrar el Memorial de la Pasin, aade esta palabra decisiva: La Alianza nueva y eterna.

En esta tarde de Jueves Santo, el mundo espiritual se tambalea. Una pgina esencial de la historia ha concluido. La Alianza del Antiguo Testamento, la de Abraham y Moiss deja paso a la Alianza del Nuevo Testamento, Alianza nueva y eterna sellada en la sangre que ser derramada en la Cruz. Los sacrificios de la Antigua Alianza ya no tienen lugar ni sentido. Desde ahora, el Sacrificio de Cristo es nico y se renueva hasta el fin de los tiempos.

Grande es la tentacin de permanecer anclados en nuestras costumbres y en los sacrificios rituales de nuestros antiguos antepasados, de permanecer fieles a las formas de obrar y de adorar, heredadas de nuestros antepasados. Nos sentimos desgarrados, rotos. Titubeamos. Con frecuencia nuestra fe est revuelta. Sin embargo desde tu bautismo eres un hombre nuevo. Mira a Jess, tu nico Salvador. Pdele que aumente tu fe.

II. LA AGONA DE GETSEMAN.

Jess lleg con sus discpulos a un huerto que llamaban Getseman, y les dijo: Sentaos aqu, mientras yo me voy all a orar. Y llevndose a Pedro, a Santiago y a Juan, empez a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: Me muero de tristeza. Quedaos aqu y estad en vela conmigo. Adelantndose un poco, cay rostro en tierra y se puso a orar diciendo: Padre mo, si es posible, que se aleje de m este trago. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres t.

La agona de Jess, su lucha contra la muerte, ese sudor parecido a goterones de sangre que le goteaba hasta el suelo (Lc 22, 44), siguen conmoviendo a los creyentes del mundo entero. Mientras tanto, los discpulos preferidos duermen. Jess les despierta; ellos se vuelven a dormir. Y un tropel de gente, dirigido por Judas, se le acerca. Levantaos, vamos! Ya est aqu el que me entrega.

Pascal, gran pensador cristiano, ha escrito: Jess permanecer en agona hasta el fin del mundo. No podemos dormirnos todo ese tiempo. Pero, Jess se queda slo. Mientras tanto, comparten su inmenso sufrimiento los que llevan pesadas cruces o los que son aplastados por el mal. Quin les sostiene?

Miro bien esta escena. Y yo, puedo lanzar la piedra contra los discpulos que duermen al pie del olivo? Cmo me parezco a ellos!

Estad en vela y pedid no ceder en la prueba. El espritu es animoso pero la carne es dbil.

Para concluir su meditacin, Pascal hace hablar a Jess: Cuando estaba en agona pensaba en ti; las gotas de sangre las he derramado por ti.

III. LA TRAICIN DE JUDAS

Judas conoca este huerto porque muchas veces Jess se haba reunido all con sus discpulos. Apareci all Judas, uno de los doce, acompaado de los guardias designados por los sacerdotes y los fariseos. Iban armados con machetes y palos y se alumbraban con antorchas. El traidor les haba dado por sea: El que yo bese, se es; detenedle. Se acerc enseguida a Jess y le dijo: Salud, Maestro!. Y lo bes con insistencia. Jess le dijo: Judas, con un beso entregas a este Hombre? (Lc 22, 48). Entonces se acercaron a Jess, le echaron mano y le detuvieron.

La traicin de Judas es la ms conocida de toda la historia de la humanidad. Pero, por desgracia, es tambin mi propia historia. Porque, cuntas veces a causa de mi cobarda, mi avidez, mi egoismo, mis pasiones, he traicionado al Maestro?

Miro atentamente esta estacin. Los ojos de Judas y de los tres guardias me estremecen; estn al acecho de Jess, como el cazador que aguarda y se prepara para agarrar mejor a su presa. Solamente uno de los guardias tiene la mirada apacible, como la del Maestro. Est ah porque le han obligado. Est haciendo este trabajo a disgusto. No hay en l huellas de maldad.

Dame, Seor, la mirada y el corazn del hombre que siempre desea hacer el bien y no consentir nunca el mal!

IV. JESS COMPARECE ANTE EL SANEDRN

Los que detuvieron a Jess lo condujeron a casa del Sumo Sacerdote, donde se haban reunido los letrados y los senadores. Todos buscaban un falso testimonio contra Jess para condenarlo a muerte, pero no lo encontraban a pesar de los muchos testigos que comparecan, y sus testimonios no coincidan. Finalmente, el Sumo Sacerdote le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si t eres el Mesas, el Hijo de Dios. Jess le respondi: T lo has dicho. Entonces el Sumo Sacerdote se rasg las vestiduras diciendo: Ha blasfemado, qu falta hacen ms testigos? Acabis de or la blasfemia, qu decids? Ellos contestaron: Pena de muerte.

Creerse igual a Dios es el mayor de los pecados. La ley de Moiss lo dice claramente: semejante pretensin merece la muerte y Jess no puede ignorarlo. Por el honor de Dios, el blasfemo tiene que desaparecer. Pero los judos, sometidos a la ocupacin de los romanos, no estn autorizados a dar muerte a nadie (Juan 18, 31). Tendrn que presentarse ante Pilatos para obtener este permiso, y an all seguirn con falsas acusaciones hasta conseguir lo que quieren.

Tambin yo utilizo algunas veces la mentira, la hipocresa y la indignidad para conseguir lo que quiero.

Jess, pon cada da en mis labios esta admirable profesin de fe de tu discpulo: T eres el Mesas, el Hijo de Dios vivo (Mt 16, 16).

V. LA NEGACIN DE PEDRO

Pedro fue siguiendo a Jess de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote. Pedro estaba sentado fuera, en el patio, con los criados, calentndose al fuego; se le acerc una criada del Sumo Sacerdote, le mir y le dijo: Tambin t estabas con Jess el Galileo. l lo neg delante de todos diciendo: No s de qu me hablas! Al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban all: Este andaba con Jess el Nazareno. Otra vez neg jurndolo: No conozco a ese hombre... Al poco rato se le acercaron los que estaban all y le dijeron: T tambin eres de ellos, seguro; se te nota en el habla. Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar: No conozco a ese hombre! Y enseguida cant un gallo. Pedro se acord de las palabras de Jess: Antes que cante el gallo me negars tres veces. Y saliendo fuera, llor amargamente.

En la imagen, el gallo est frente a Pedro cantando. Parece que le est diciendo: Pedro, t que te hacas el valiente delante de tus parientes y de tus hermanos, mira lo cobarde que eres. Dices que no lo conoces, qu has hecho de tus imprecaciones y de tus solemnes juramentos?

Voy a burlarme yo del Primero de los Apstoles, yo que tantas veces tengo el mismo comportamiento que l, que me escondo con frecuencia y no quiero que me reconozcan como discpulo del Maestro?

VI. PILATOS CONDENA A JESS Y SE LAVA LAS MANOS

Al amanecer, todos los Sumos Sacerdotes y los ancianos del pueblo hicieron un plan para condenar a muerte a Jess y, atndolo, lo condujeron a Pilatos, el gobernador y se lo entregaron. Jess compareci ante el gobernador, y el gobernador lo interrog: T eres el rey de los judos? Jess declar: T lo has dicho. Mientras dur la acusacin de los Sumos Sacerdotes y ancianos, no replic nada, de suerte que Pilatos estaba extraado. Los Sumos Sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la puesta en libertad de Barrabs, un preso famoso, y la muerte de Jess. Pilatos les pregunt: Y qu hago con Jess, a quien llaman el Mesas? Contestaron ellos: Que lo crucifiquen!

Al ver que es estaba formando un tumulto, tom agua y se lav las manos de cara a la gente diciendo: Soy inocente de esta sangre, all vosotros.

Entonces solt a Barrabs; y a Jess, despus de mandarlo azotar, lo entreg para que lo crucificaran.

San Pablo precisa: Aunque no encontraron ningn motivo para matarlo, le pidieron a Pilatos que lo mandara ejecutar (Hechos 13, 28).

El miedo y la cobarda son las dos palabras que califican el comportamiento de Pilatos. Teme a la muchedumbre que puede hacerle perder el puesto de gobernador. Por qu haba de turbarle el hecho de condenar injustamente a muerte a un inocente? Se lava las manos, sofocando as su conciencia.

Pero la Historia recordar el gesto. Desconfiemos de nosotros mismos que tambin somos capaces de hacer acallar a Dios en nuestro interior.

Nada hay oculto que no deba descubrirse ni nada secreto que no deba saberse o hacerse pblico (Lc 8, 17).

VII. JESS ES AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS

Pilatos, para contentar a la muchedumbre, mand azotar a Jess y lo entreg para que lo crucificaran.

Los soldados del gobernador llevaron a Jess al pretorio y reunieron alrededor de l a toda la compaa. Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; despus trenzaron una corona de espino, se la pusieron en la cabeza y en la mano derecha una caa. Doblando la rodilla ante l, le decan de burla: Salud, rey de los judos!

Le escupieron, le quitaron la caa y le pegaron en la cabeza. Terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

Hablando de Jess maltratado, un poeta cristiano pona de relieve: Cuando un hombre cae, todo el mundo se le echa encima. Muchos de estos soldados no conocen a Jess. Como los otros golpean, yo tambin golpeo.

Y esos ladrones (verdaderos o falsos, no se sabe), o los extranjeros que la gente persigue por la calle echndose encima de ellos y, sin saber si son culpables o no, se les muele a palos.

Tengo que desconfiar del poder del odio que anida en el corazn del hombre, en mi propio corazn. Yo tambin soy capaz de lo peor y tengo dentro de m la capacidad de matar si doy rienda suelta a mis instintos.

No hagas a los dems, sin razn, lo que no quieres que los otros te hagan.

Un nico remedio posible a estos excesos: la compasin, la misericordia. Soy capaz de ello? Puedo dominarme de verdad?

VIII. JESS ES CARGADO CON LA CRUZ

Y se lo llevaron fuera para crucificarlo.

El Evangelio de la Pasin no desarrolla ms este episodio porque ya est todo dicho:

Mirad, estamos subiendo a Jerusaln y este hombre va a ser entregado a los Sumos Sacerdotes y letrados: lo condenarn a muerte y lo entregarn a los paganos para que se burlen de l, lo azoten y lo crucifiquen (Mt 20, 18-19).

El da de Pascua, por la tarde, Jess dir a los discpulos de Meaux, ciegos, incapaces de reconocerle: No tena el Mesas que padecer todo eso para entrar en su gloria? (Lc 24, 26)

Jess no fue entregado por sorpresa: Saba Jess que haba llegado para l la hora de pasar de este mundo al Padre (Juan 13, 1).

Mirando con amor al Cristo que lleva la cruz por cada uno de nosotros, recemos desde el fondo del corazn, esforzndonos por participar en su sufrimiento:

Mi vida nadie la toma, soy yo quien la entrega para rescatar a todos mis hermanos, los hombres.

Gracias, Jess, por este amor tan grande!

IX. SIMN DE CIRENE AYUDA A JESS A LLEVAR SU CRUZ

Pasaba por all de vuelta del campo un tal Simn de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, y lo forzaron a llevar su cruz.

Simn no se ofrece. Le obligan, pues nadie puede aceptar tomar espontneamente la carga de un condenado a muerte.

Ha conmovido este trabajo forzado el corazn del campesino de Cirene? Podemos pensar que s al conocer la conversacin inesperada del buen ladrn el mismo da, en la cumbre del Glgota.

Desde este Viernes Santo, llevar al cruz ya no es un signo de infamia, sino ms bien el inmenso honor de participar en los sufrimientos de Cristo.

San Pablo ha presentado esta revelacin de forma definitiva: Con el Mesas qued crucificado y ya no vivo yo, vive en m Cristo. Mi vivir humano de ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios que me am y se entreg por m. (Glatas 2, 19-20).

Humanamente, no hay respuesta satisfactoria al problema del sufrimiento y de la muerte. La fuerza del cristiano est en la contemplacin de esta escena. Como Simn aceptar caminar con l detrs de Jess. La grandeza del Cristiano consiste en imitar el gesto de Simn sosteniendo a los que viven hundidos en la desgracia.

X. LAS MUJERES DE JERUSALN LLORAN POR JESS

Le segua un gran gento del pueblo y muchas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentndose por l. Jess les dijo: Mujeres de Jerusaln, no lloris por m; llorad ms bien por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que van a llegar das en que digan: Dichosas las estriles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado.

Estas piadosas mujeres estn trastornadas por la desgracia que le ha cado en suerte a Jess. Pero Jess les devuelve su propia compasin. Ellas no saben an lo que les espera pues las serias advertencias de los profetas las han echado en saco roto. Quines han tomado en serio en Jerusaln las lamentaciones de Jess?

Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas y apedreas a los que se te enva! Cuntas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca a sus pollitos bajo sus alas, pero no habis querido!... Y no reconociste la oportunidad que Dios te daba.

La conclusin se impone: ahora es demasiado tarde; ha llegado el juicio de Dios!

Somos tan superficiales; pensamos siempre que el dolor y la desgracia es para otros, y no para m...

Aydame Jess a no olvidar nunca tu mensaje!

XI. JESS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDOS Y CRUCIFICADO

Cuando llegaron al lugar llamado Glgota (que quiere decir La Calavera) le dieron de beber vino mezclado con hiel. Jess lo prob pero no quiso beberlo. Despus de crucificarlo se repartieron sus ropas echndolo a suerte y luego se sentaron all a custodiarlo.

Suceda entre las nueve y las doce de la maana y el suplicio de Jess durar hasta la hora nona, las tres de la tarde. Largas horas de indecibles sufrimientos mientras la oscuridad cubra progresivamente la Tierra como para llamar a la humanidad a un luto universal.

Largas horas de risa, de burlas dirigidas al condenado que se retuerce sobre la cruz como gusano herido mortalmente: Si eres el Hijo de Dios, slvate y baja de la cruz (Mt 27, 40).

Y como una terrible duda que toca el alma y la conciencia de Jess: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado? (Mt 27, 46). No se trata de un grito de rebelda, es el canto del salmo 22 que sube hasta el cielo: sufrimientos y esperanzas del justo. Con mezcla de sangre y saliva en la garganta, Jess recita este salmo que exalta la alabanza de Dios en la gran asamblea, porque el Seor es rey, l gobierna a los pueblos (Salmo 22, 26-29).

Me callo, contemplo, me compadezco, lloro... y acojo el Don de Dios.

XII. EL BUEN LADRN SE CONVIERTE AL SEOR

Uno de los malhechores crucificados lo escarneca diciendo: No eres t el Mesas? Slvate a ti y a nosotros. Pero el otro le increp: Ni siquiera t, sufriendo la misma pena, tienes temor de Dios? Y la nuestra es justa, nos dan nuestro merecido; en cambio, este no ha hecho nada malo. Y aadi: Jess, acurdate de m cuando vuelvas como rey. Jess le respondi: Te lo aseguro; hoy estars conmigo en el Paraso.

El temor de Dios es el secreto por el cual ser salvado a la hora de su muerte, temor que es sinnimo de amor.

Su razonamiento, su oracin, muestran la accin determinante de Dios en l. La gracia puede ms que todos nuestros clculos y nuestros arrepentimientos.

Jess, acurdate de m. En la contemplacin de esta estacin, es la nica palabra autntica y til que puedo y debo pronunciar. El Seor har el resto, estoy lleno de confianza!

XIII. MARA Y JUAN AL PIE DE LA CRUZ

Estaban junto a la cruz de Jess, su madre, la hermana de su madre, Mara de Cleofs, y Mara Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discpulo preferido, dijo Jess: Mujer, ese es tu hijo. Y luego al discpulo: Esa es tu madre. Desde entonces el discpulo la tuvo en su casa.

La noche del Jueves Santo, Jess haba hecho una magnfica promesa: Yo le pedir al Padre que os d otro abogado, que est siempre con vosotros: el Espritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo... No os dejar desamparados, volver... El abogado que os enviar el Padre cuando aleguis mi nombre, el Espritu Santo, ese os lo ensear todo y os ir recordando todo lo que yo os he dicho (Juan 14, 16-18, 26).

Jess no quiere que nos quedemos hurfanos. Es el mensaje sublime de este cuadro.

Cuando vaya a la casa de mi padre os preparar un sitio para llevaros conmigo... Sin m no podis hacer nada (Juan 14, 2-3).

Su Espritu va a permanecer con nosotros y nos dar la fuerza necesaria para ser sus testigos.

Su Madre cuidar de nosotros para que podamos ser fieles a nuestra misin de discpulos.

Valioso testimonio de aqul que muere por nuestros pecados.

Mara realizar de manera perfecta esta Maternidad espiritual con su presencia en el cenculo durante los das que preceden a Pentecosts (Hechos 1, 14).

El Espritu Santo y Mara: el Espritu Santo en la oracin de Mara por todos sus hijos.

XIV. JESS ENTREGA SU ESPRITU

Lanzando un fuerte grito, expir. El centurin que estaba frente a l, al ver que haba expirado dando aquel grito, dijo: Verdaderamente este era el Hijo de Dios.

Jess derrama su Espritu sobre le mundo, y en primer lugar sobre aquellos que estn al pie de la cruz: Mara, las santas mujeres, Juan, Jos de Arimatea, el centurin romano...

A partir de este momento la humanidad est salvada, es la hora de la Fe. Yo, cuando me levanten de la tierra, tirar de todos hacia m (Juan 12, 32).

La crucifixin es verdaderamente la Hora de las Tinieblas, el momento en que la oscuridad cubri toda la tierra (Lc 23, 44). El cuadro presenta varios crculos cuyos colores representan otros tantos smbolos: la tierra en la que est slidamente plantada la cruz, la naturaleza exterior repleta de espesas nubes oscuras anunciadoras del Juicio de Dios y (cerca del cuerpo de Jess) una tenue luz que se refleja azul primero, ms clara despus como portadora de serenidad y de paz.

Padre, en tus manos encomiendo mi espritu (Lc 23, 46).

El centurin romano lo nico que puede hacer en ese momento es reconocer al Hijo de Dios.

Y yo, descubro y reconozco a Dios en este Jess que muere por amor? Podra aceptar una muerte semejante a la del maestro?

XV. EL CUERPO DE JESS ES DEPOSITADO EN LA TUMBA. LOS CENTINELAS VIGILAN

Al caer la tarde lleg un hombre rico de Arimatea, de nombre Jos, que era tambin discpulo de Jess. Fue a ver a Pilatos para pedirle el cuerpo y Pilatos mand que se lo entregaran.

Jos se llev el cuerpo de Jess y lo envolvi en una sbana limpia; despus lo puso en el sepulcro nuevo excavado para l mismo en la roca, rod una losa grande a la entrada del sepulcro y se march. Estaban all Mara Magdalena y la otra Mara sentadas junto al sepulcro.

A la maana siguiente, pasado el da de la Preparacin, los Sumos Sacerdotes y los fariseos acudieron en grupo a Pilatos y le dijeron: Seor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunci: A los tres das resucitar. Por eso, manda que vigilen el sepulcro hasta el tercer da, no sea que vayan sus discpulos, roben el cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado de la muerte. La ltima impostura sera peor que la primera. Pilatos contest: Ah tenis la guardia, id vosotros y asegurad la guardia como ya sabis. Ellos fueron, sellaron la losa, y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

A quin se le hubiera ocurrido llevarse el cadver de Jess? Y para qu? No se le devuelve la vida a un muerto, adems para un judo piadoso tocar un cadver, especialmente durante la fiesta, era contraer una impureza ritual grave. Quin se atrevera a ir a la tumba, cuando los Apstoles se han encerrado en el Cenculo por miedo a los judos? (Juan 20, 19).

A las santas mujeres, sentadas frente a la tumba y que observan atentamente el lugar, slo se les ocurre una idea: regresar cuanto antes a casa y volver el domingo despus de la Pascua para terminar de embalsamar con perfumes y aromas el cuerpo de Jess.

Esta historia se termina. Nadie piensa que pueda seguir. La tumba est bien vigilada!

Pero la historia de la salvacin acaba de empezar. Es Dios quien escribe esta Historia. Creo en la Vida Eterna.

XVI. LA MAANA DE PASCUA JESS RESUCITA. EL RBOL DE LA MUERTE FLORECE

Pasado el sbado, al comienzo del primer da de la semana, Mara Magdalena y la otra Mara fueron a ver el sepulcro. De pronto la tierra tembl violentamente porque el ngel del Seor baj del cielo y se acerc, corri la losa y se sent encima.

El ngel habl a las mujeres: Vosotras no temis. Ya s que buscis a Jess el crucificado; no est aqu, ha resucitado, como tena dicho. Venid a ver el sitio donde yaca, y despus id aprisa a decir a los discpulos que ha resucitado de la muerte (Mateo 28, 1-7).

Fuera, junto al sepulcro, estaba Mara Magdalena llorando. Se asom al sepulcro sin dejar de llorar y vio dos ngeles vestidos de blanco. Le preguntaron: Por qu lloras, mujer? Les contest: Porque se han llevado a mi Seor y no s dnde lo han puesto. Dicho esto se volvi atrs y vio a Jess de pie pero no se daba cuenta de que era l. Tomndolo por el hortelano le dijo ella: Seor, si te lo has llevado t, dime dnde lo has puesto que yo lo recoger. Jess le dijo: Mara. Ella se volvi y dijo: Maestro!. Anda, ve a decirles a mis hermanos: Subo a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios (Juan 20, 11-18).

Cristo ha resucitado, es el mensaje de los Apstoles y de toda la Iglesia. San Pablo dedica a este tema una larga pgina: Si el Mesas no ha resucitado, vuestra fe es ilusoria y segus con vuestros pecados. Pero el Mesas ha resucitado de entre los muertos (1 Corintios 15).

La fe cristiana nunca se ha equivocado. La Victoria es nuestra Fe; la Victoria es nuestra Vida, entregada abundantemente en la Cruz. Y hoy, debemos buscar y reconocer a Jess en la comunidad cristiana. La Comunidad es la mayor prueba de la resurreccin.

El rbol de la muerte donde Dios sangr como fruta madura, el rbol de la muerte para nosotros ha florecido. El Seor ha resucitado.ALELUYA!