Verdurilandia en problemas
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I. E. "NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO"
RELIGIOSAS DOMINICAS DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN
CHICLAYO
CONCURSO NACIONAL DE REDACCIÓN 2006:
“El agua es vida”
Cuento Ganador del 1º puesto a nivel nacional (Categoría “A”)
VERDURILANDIA EN PROBLEMAS
Verdurilandia, hermoso país, semejante a un pedacito de cielo, aunque parezca
increíble aquí viven todas las verduras del mundo, desde las más pequeñas hasta las
más grandes, verdes y nutritivas como se pueda imaginar. Su verduridente (presidente)
es Lechuguín Verdoso, una joven hortaliza que siempre ha velado por el bienestar de
su país. Siguiendo la jerarquía, encontramos los Verdocaldes (alcaldes) encargados del
orden, limpieza y disciplina tanto de las provinverdes como de los distriverdes. A
grandes rasgos esto es Verdurilandia, habitado por millones de verdurilandeses
(verduras frescas y muy laboriosas).
En lo que a su geografía respecta, este país está dividido en dos regiones:
Verdeverdurín, en donde viven las hortalizas y Carotenas donde habitan las verduras
multicolores.
Verdurilandia, luchó por más de una década para obtener agua; puesto que en
aquel lugar no existían canales de irrigación y sus ríos, quebradas y lagos estaban
ubicados a muchas leguas de allí. Después de mucho trabajo y esfuerzo, obtuvieron el
agua necesaria para satisfacer sus necesidades primarias, comprendiendo así que “el
agua es vida” y por ende, fuente indispensable para la subsistencia de todo ser biótico;
por esta razón ellos nunca la desperdiciaban.
Un día, el verduridente Lechuguín se enteró que el agua empezaba a escasear
debido a que los habitantes de Frutilandia, un país vecino, extraían agua de los
canales sin su permiso; entendiendo al fin porqué algunas verduras morían
repentinamente.
Lechuguín Verdoso y Manzanón Frutini (Presidentes de Verdurilandia y Frutilandia
respectivamente) se reunieron y conversaron:
- El motivo de esta cita, Señor Manzanón, es para encontrar una solución al grave
problema que embarga a nuestras naciones - manifestó Lechuguín.
Sorpresivamente me he enterado que sus pobladores extraen agua de mis canales
sin previo permiso.
- Lamento no haberle comunicado antes, Señor Verdoso. Usted sabe, mi amigo,
que la situación por la que atraviesa mi país es muy crítica, no llueve desde hace
seis frutimeses y muchos de mis pobladores han perdido sus pulpas. Por esto le
traigo una propuesta:¿Qué le parece si compartimos el agua como países vecinos
que somos?- preguntó Manzanón.
- ¡Creo que será imposible! - exclamó Lechuguín. Mi pueblo ha sufrido mucho para
obtenerla.
Y así, en aquella reunión no se llegó a ningún acuerdo. Esto motivó que en Frutilandia
se realizaran muchas protestas por la falta de agua. Una gota que por allí pasaba
decidió apoyar y manifestó:
- Yo, como todas las obras creadas por Dios, debo ser compartida y utilizada
correctamente por todos los seres que me necesiten – y gimiendo cayó sobre una
moribunda pera.
Lechuguín Verdoso reflexionó toda la noche acerca del pedido de Manzanón; al
siguiente día convocó a todo su pueblo a una asamblea:
- Querido pueblo, nos hemos congregado esta mañana para encontrar respuesta a
la petición de compartir nuestra agua con Frutilandia- dijo Lechuguín.
Un fresco rabanito decidió participar:
- Yo creo que debemos ser solidarios con nuestros vecinos, si ellos atraviesan una
grave sequía, debemos compartir el agua para que no sigan muriendo más
frutilandeños.
- Si Dios nos ha dado todas las maravillas de la naturaleza, nosotros como buenos
cristianos debemos practicar el amor al prójimo, compartiéndola y dándosela a
los seres que más la necesitan- comentó la nutritiva espinaca.
- ¿Y que ganaremos a cambio donando nuestra agua?- interrogó la señora
zanahoria
El más anciano de los verdurilandeses pidió la palabra y todos guardaron silencio como
símbolo de respeto, pues este veterano poseía gran sabiduría:
- Donando nuestra agua ganaremos el reino de los cielos, nunca debemos olvidar
que “Hacer el bien sin mirar a quién”, nos permite estar en armonía con nosotros
mismos y con los demás.
Finalmente decidieron aceptar el trato. Luego todo volvió a ser como antes,
Verdurilandia y Frutilandia siguieron siendo países amigos.
Con la llegada del crepúsculo comenzaron a celebrar la victoria en lo más alto de
la montaña que divide ambos países; bailaron, cantaron y agradecieron a su creador
por el agua de cada día.
Y como los lazos de amistad se hacen más fuertes cuando van acompañados de
comunicación y buenas obras, Frutilandia y Verdurilandia se unieron para formar una
sola gran nación a la que llamaron Vegetalandia, donde todo es colorido, semejante a
un paraíso terrenal.
Rubí Xiomara Bustamante Chávez
(12 años)