Venecia - España · los siglos XIV y XV se erigió el soberbio edificio, calificado como obra...

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ENERO | MARZO 2006 36 VIAJES LEX NOVA la revista Venecia La ciudad que quería navegar

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VeneciaLa ciudad que quería navegar

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“Texto y fotos: Carlos M. Martín

Unos pocos, atemorizados, hu-yendo de aquel que presumía de que no brotaba la hierba

en la tierra que hollara su montura, alumbraron el nacimiento de Venecia. Cual aves acuáticas construyeron sus nidos sobre las olas del mar; y allí don-de las arenas se movían según soplara el viento del norte o del sur, ..., se alzó, como un suspiro de las profundidades, una vasta metrópoli de relucientes agujas, con teatros y ornadas basíli-cas”. Con estas sugestivas palabras, a caballo entre la épica y la poética, na-rraba Samuel Rogers la azarosa aven-tura de los primeros pobladores de esta ciudad singular, que huyendo de las devastadoras consecuencias de las invasiones bárbaras buscaron refugio en este lugar recóndito e intrincado, poco apetecible para la estrategia de ejércitos que se desenvolvían mejor en tierra firme. No debe extrañar, en cualquier caso, que la historia de una ciudad tan fascinante como Venecia aparezca contaminada por las aporta-ciones de la leyenda.

Resulta imposible encontrar en el diccionario un adjetivo laudatorio que no haya sido ya predicado de esta ciudad. Su estructura urbana recom-pone un rompecabezas de callejuelas angostas entrelazadas en un puzle de isletas conectadas por puentes capri-chosos, desde los que el visitante se asoma a elegantes formas arquitec-tónicas, marcadas con el aura sugesti-va y nostálgica de la decadencia, que hunden sus cimientos bajo el agua que transita mansamente por los rie-lli. Un ensueño para el caminante.

Plaza y Basílica de San MarcosEl rincón urbano más representativo de Venecia es, sin duda, la Plaza de San Marcos. Cualquier itinerario turístico comienza y termina en este hervide-ro de vitalidad. Millares de palomas realizan espasmódicos vuelos para ganar turno sobre la mano de algún turista empeñado en perpetuar el tradicional rito de brindarles unos granos adquiridos a precio de verda-

dero manjar, mientras una comparsa, integrada por cincuentones ataviados con viejas capas y botas de suela de madera, aparca su grotesca bicicleta frente a la Basílica para escenificar su chirigota.

En el lado opuesto del academicis-mo, y si las condiciones meteoroló-gicas lo aconsejan, una orquestina desgrana música clásica frente al café Florian, que ha sabido conservar ese aire tradicional que tanto gustaba a famosos literatos decimonónicos como Dickens o Proust. La Plaza acota su costado septentrional con la facha-da del edificio de la Vieja Procuradu-ría, que fue replicado por otro gemelo donde se dio asiento a la Nuove Pro-curatei, donde hoy se alojan el Museo Arqueológico y la primorosa Librería Sansoviniana. El ala napoleónica, que alberga el Museo Correr, cierra el con-junto soportalado, creando un marco urbano de exquisita elegancia que invita al paseo detenido para contem-plar todas las perspectivas del espa-cio. La panorámica más espectacular de la Plaza se obtiene desde el mirador alto del Campanile. Venecia se rinde a nuestros pies y el entramado de islas que nos rodean parecen cascarones urbanos flotando a la deriva.

Se ha dicho de la Basílica de San Marcos que su fábrica testimonia la esencia misma de la historia de la Re-

pública veneciana. Sus primeros silla-res se colocaron en el remoto año 829. Aquel vetusto edificio resultó arrasa-do por un incendio acaecido en el 927. La traza definitiva, inspirada en un modelo bizantino de planta griega con cinco cúpulas, se dibujó hacia 1043, y el proyecto auspiciado por el dux Do-menico Contarini tardó casi tres dece-nios en desarrollarse completamente. Su expresiva fachada principal mide más de medio hectómetro, y nos reci-be con un interesante programa mu-sivo, cuyo mensaje se descompone en escenas relativas a la vida de Cristo y secuencias de la substracción, tras-lado y recepción del cuerpo de San Marcos. Estas imágenes preparan el ánimo para el impacto emocional que se recibe al ingresar en el extraordi-nario universo basilical interior, que se adorna con mármoles y mosaicos procedentes del botín que la podero-sa Venecia fue obteniendo a lo largo del periodo durante el que ejerció un absoluto dominio sobre el Medite-rráneo. Durante más de seis siglos de constante enriquecimiento, la Basíli-ca realzó un marco adecuado para los oficios de la muy poderosa República Serena. El visitante alcanzará el cénit de su asombro ante el retablo conoci-do como Pala d´oro, obra extraordina-ria de la décima centuria, ensambla-da por orfebres medievales con dos

Izquierda: Puente de los Suspiros. Arriba: Detalle de fachada de la Basílica de San Marcos.

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centenares y medio de placas doradas decoradas con esmaltes e incrusta-ción de piedras preciosas, y enmude-cerá ante el Tesoro o bajo las cúpulas de Pentecostés o la Anunciación.

Canal GrandeEl Canalazzo es la serpenteante co-lumna vertebral que articula la media docena de sestieri en que se descom-pone el conjunto urbano de Venecia. Culebrea entre la maraña de calli —calles—, fondamenta —avenidas—, campi —plazas—, campieli —plazole-tas— y corti —patios— que componen esta fantasía urbana. Para enlazar los barrios de Cannaregio, Santa Croce, San Polo y Dorsoduro con la Plaza de San Marcos, centro neurálgico de la ciudad, se debe vadear el Gran Canal, operación que sólo se puede verificar a través de los puentes de Rialto, Aca-demia, y el más modesto degli Scalzi. El Ponte di Rialto es el más antiguo y el que suscita mayor atracción entre los visitantes. Originariamente se construyó con madera. Aquella pri-mera urdimbre se hundió en 1444. Se repuso con estructura levadiza para favorecer el tránsito por el Gran Ca-nal, pero el nuevo intento ofrecía pro-blemas de estabilidad, lo que motivó un concurso para su reconstrucción con sólida sillería. Sorprenderá saber que la obra fue adjudicada al descono-cido arquitecto Antonio da Ponte, que compitió con nombres de tanta reso-nancia como Miguel Ángel o Palladio.

La línea número 1 de los autobuses acuáticos que transitan sin cesar por el Canalazzo constituye un buen re-curso para degustar pausadamente el conjunto de iglesias —Santa María de Nazaret, San Geremia...—, casas seño-riales —Ca ´Pesaro, d ´Oro, Foscari...—, fondaco —de los Turcos, de los Alema-nes...—, palacios —Vendramin Calergi, Corner della Regina, Loredan, Farsetti, Grassi, Rezzonico...— y notables edifi-cios erigidos para servicio de la ciudad —como la Pescheria— que se asoman a la via acuática para testimoniar la vocación navegante de la ciudad.

Venecia interiorQuizá el exponente artístico más asombroso de la Venecia escondida bajo techo sea el Palacio Ducal. Hun-de sus primeras raíces en el siglo IX, cuando se edificó una adusta forti-ficación para la defensa de la ciudad que, al igual que otras edificaciones sustitutivas posteriores, resultó de-vastada por las llamas. A caballo entre los siglos XIV y XV se erigió el soberbio edificio, calificado como obra maestra de la arquitectura gótica, que ha llega-do hasta nuestros días. Predomina en

sus fachadas el mármol rosáceo de Verona. En el soporte del edificio se habilitaron galerías porticadas pro-vistas de sendas columnatas, cons-truidas con cantería procedente de Istria, que confieren al edificio una elegancia evanescente, capaz de mi-tigar la sensación de pesadez que de otro modo caracterizaría a su volumi-nosa y compacta fábrica. Recorrerá el visitante estancias interiores de traza exquisita y lujo abrumador —Salle delle Quatro Porte, del Consiglio del Dieci, del Senato...— y ascenderá por

Canal Grande – el Canalazzo, en la dicción castiza–.

Cálida luz en Riva degli Schiavoni.

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la escalera dorada, obra de extraordi-naria suntuosidad antes de alcanzar el punto culminante de la Sala del Maglior Consiglio. Se dice que no hay otra estancia ceremonial mayor en toda Europa. Entre los innumerables motivos de interés del Palacio, alguno tiene marcado componente emocio-nal, como el ingreso en el tenebroso interior del Puente de los Suspiros, donde no resulta difícil imaginar el impacto que debía ocasionar en los penados el tránsito hacia las sobreco-gedoras celdas de los calabozos conti-guos. Para comprender la dimensión grandiosa y el alhajamiento de este Palacio debe tenerse presente que fue sede de las más altas instancias de una poderosa República que dominó el Mediterráneo durante siglos, hasta que en 1797 Napoleón obligó al dux a doblar la rodilla.

Pasión por la pinturaA Venecia le apasiona la pintura. Lo comprobaremos al visitar la Galle-rie della Accademia. Resume, en las estancias de tres antiguos edificios religiosos, cinco siglos de pintura veneciana, que abarcan los modos bizantino y gótico del medievo, el tar-dío Renacimiento veneciano y las es-tilísticas barroca y rococó. Nos delei-tarán las secuencias del ciclo de Santa Úrsula de Carpaccio, conoceremos el influjo que ejercieron obras como “La Tempestad” de Giorgione o el “Pórtico y patio” de Canaletto, y asistiremos, asombrados, a la “Cena en casa de Leví” con que El Veronés puso a prue-ba la tolerancia de los Tribunales de la Inquisición.

Ca ´Rezzonico agrupa pintura del siglo XVIII, obra de autores tan destaca-dos como Longhi, Guardi, Canaletto, Tiepolo o Rosalba Carriera. En Ca ´Pe-saro disfrutaremos la bella compostu-ra del más destacado palacio barroco de Venecia, que reúne una espléndida colección de pintura y escultura de los siglos XIX y XX, con exponentes de tanto renombre como Klimt, Chagall, Kandinski o Matisse.

El teatro que resurgió de sus cenizasNada en Venecia es prescindible. Y mucho menos el más representativo emblema de su gusto por el lujo más exquisito. No se puede abandonar Ve-necia sin haber visitado el Teatro de La Fenice. Resultó destruido en dos oca-siones sucesivas por sendos incendios. No obstante, La Serenissima supo hacer resurgir de sus cenizas el más destaca-do paradigma de su pasión por la ex-quisitez. Merecerá la pena asomarse a su asombrosa herradura porticada, ex-presión del más absoluto refinamiento ornamental, en un ambiente que pare-ce diseñado para “ver y ser visto”.

Venecia festivaLa imagen más recurrente de la Vene-cia popular aparece asociada a su ta-lante festivo, favorecedor de las mas-caradas que hicieron celebérrimas sus celebraciones populares. En el año 999 el dux Pietro Orseolo instituyó la tradición de las “nupcias del mar”, que expresaba el talante ceremonio-so y teatral de esta ciudad. Durante la escenificación de este rito el máximo dirigente de la ciudad arrojaba a las aguas un anillo nupcial, formulando una exclamación mediante la que se consagraba el maridaje de Venecia con las aguas de La Laguna. El cenit de la explosión festiva de la reina del

Palacio Ducal. Atardecer otoñal en Campo San Vidal.

Mágico ambiente de la Venecia íntima.

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Adriático tiene dos momentos culmi-nantes. El primero genera, durante los diez días de febrero que preceden a la Cuaresma, la explosión festiva de sus famosos carnavales. Ni siquie-ra las más altas instancias pudieron sustraerse al atractivo de las mani-festaciones carnavalescas, y el propio dux, la Señoría, el Senado o los Emba-jadores participaban activamente en alguno de los más destacados acon-tecimientos. La segunda data repre-sentativa del espíritu lúdico venecia-no nos traslada al primer domingo de septiembre, cuando tiene lugar la Regata Storica, tradición inaugurada por el dux Giovanni Soranzo en el año 1315. Para esta representación Vene-cia engalana sus embarcaciones con sus más teatrales recursos escénicos. Góndolas enjaezadas con áureos o ar-génteos mascarones de proa se echan a las aguas del Canalazzo para esceni-ficar una ceremonia donde el lujo de-corativo y la participación colectiva provocan una auténtica explosión de vitalidad y colorido.

Venecia sosegadaUna vez recogidas las engalanadas góndolas y devueltos máscaras y dis-fraces a los armarios, la ciudad recobra su pulso provinciano para reponerse de sus excesos festivos. La Serenissi-ma suspira, entonces, por la calma y el ritmo sosegado. Pocas cosas resul-tan tan encantadoras como pasear por Venecia escuchando el eco de los propios pasos, envuelto en el denso rumor del silencio nocturno que se apodera de esta ciudad sin tráfico ro-

dado. Y no resulta difícil disfrutar este raro privilegio fuera de las épocas de máximo aluvión turístico. Venecia es una ciudad diurna. Durante las frías jornadas del invierno, el sol se retira pronto, y la legión de trabajadores que cubren los puestos que genera el tu-rismo retornan a sus casas de Mestre o del cinturón de tierra firme, mien-tras los venecianos buscan pronto el abrigo del calor doméstico. Resultaría impensable para quien sólo haya vi-sitado Venecia en agosto imaginarse una ciudad desierta, apenas un par de horas después de la temprana ano-checida invernal.

Laguna de VeneciaEl viaje a las islas que se desperdigan por La Laguna brinda una magnífica oportunidad para contemplar otra

perspectiva de Venecia. Lido fue un baluarte histórico para la defensa de la ciudad. Hoy día ha cambiado su come-tido, para erigirse en lugar de esparci-miento y veraneo para multitud de ve-necianos que acuden al reclamo de las finas arenas de su interminable playa, aunque hoy día su principal fama re-sulta de su asociación con el festival cinematográfico que cada año inunda esta isla con las notas, a veces muy es-tridentes, de la farándula que se agolpa en torno al Palazzo del Cinema.

El virtuosismo de sus artesanos vi-drieros ha hecho que Murano alcan-ce merecida nombradía. Desconfíe de las intenciones de los “captadores de turistas” que desde la Plaza de San Marcos ofrecen “viajes gratis” a la isla, que acaban en un encierro no siem-pre apetecible en una de sus fábricas. Resulta mucho más recomendable emplear el tiempo de visita en un detenido paseo que nos acerque a las iglesias de San Pedro y Santa María y San Donato y nos conduzca al museo del vidrio, donde hasta los más escép-ticos encontrarán piezas admirables, en un ambiente palaciego digno de ser contemplado.

Burano es una especie de museo urbano del color. La calidez de la luz en los días otoñales y el caleidoscopio arquitectónico que constituyen sus pizpiretas casas de mil colores crean un ambiente encantador, que causa una amable e íntima sensación de embrujo.

El atractivo de Torcello radica prin-cipalmente en su soberbia catedral de Santa María Assunta, que se decora

Isla de San Giorgio Maggiore.

Plácido tránsito por el Canal.

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con espléndidos mosaicos cargados de sabrosa inexpresividad medieval, obra destacada de la producción bi-zantina a caballo entre la duodécima y decimotercera centurias.

Futuro inciertoUna inquietante amenaza cubre con un oscuro velo el futuro de Venecia. El tributo que cobra la civilización moder-na se deja sentir con particular crudeza en esta ciudad fascinante, que parece haber comenzado a sentir un peligro-so debilitamiento en su lucha milena-ria contra las aguas de La Laguna. Para permitir la entrada a las modernas y capaces embarcaciones se ahondaron los canales, lo que motivó la ruptura del equilibrio natural de fuerzas y empujes de las mareas. El acqua alta visita cada año con mayor frecuencia las calles de La Serenissima, y el número de días por año que sus calles se anegan ha aumen-tado de manera alarmante. El nivel del agua que mece a Venecia ha subido más de 20 centímetros en el último siglo y se teme que la progresión de la inmer-sión urbana cause un daño irreparable. Para intentar paliar los problemas que los nuevos tiempos han creado, se han propuesto soluciones que se inspiran en “fi losofías” muy diferenciadas. Las ideas más ingeniosas proponen insufl ar agua en las bolsas del subsuelo sobre el que se asienta la ciudad, para elevar 30 centímetros su “nivel de fl otación”.Paralelamente, el Estado italiano ha em-prendido un ciclópeo proyecto, deno-minado “Moisés”, que pretende salvar de las aguas a esta ciudad fl otante median-te la instalación de diques móviles, que permanecerán sumergidos hasta que el embravecimiento de la marea aconseje su irrupción para clausurar La Laguna. Soluciones modernas para problemas modernos, que no convencen a los pro-pios venecianos. Se han alzado voces que denuncian que alguno de estos pro-yectos puede convertirse en una trampa mortal que termine por arruinar el de-licado equilibrio de fuerzas naturales, creando una especie de círculo continuo generador de remedios que provocan nuevas patologías. Nada dolería tanto a la Humanidad como la pérdida de esta joya urbanística.

> Un autobús de línea regular conecta con frecuencia el aeropuerto Marco Polo con la Piaz-zale Roma, punto donde nace el cordón umbilical que une a Venecia con “el mundo exterior”. La conexión es sencilla, cómoda y económica.

> Los billetes indivi-duales del vaporetto son muy caros. Son, por ello, recomendables las ofertas de bonos para periodos de tiempo ajus-tados a la duración de la estancia del visitante, que sirven para cual-quier línea —incluidos los traslados a islas como Lido, Burano, Murano o Torcello— y resultan mucho más rentables, siempre que se haga un uso mínimamente frecuente de este medio de transporte.

> Infórmese sobre la posibilidad de obtener billetes múltiples para visitar Museos. Por 12,50 euros se puede adquirir el bono múltiple Musei

Civici Veneziani, que autoriza la entrada en el Palacio Ducal y en otros doce focos museísticos de interés: Museo Correr, Museo Arqueológico Nacional, Estancias Monumentales de la Biblioteca Nacio-nal, Torre dell´Orologio, Ca´Rezzonico, Museo del Palazzo Mocenigo, Casa de Carlo Goldoni, Ca ´Pesaro, Museo Fortuny, Museo de Historia Natu-ral y sendos museos en las islas de Murano —del Vetro— y Burano —del Merletto—.

> El Teatro de La Fenice fascinará al visitante. Los conciertos son frecuen-tes, y las entradas para las galerías superiores resultan relativamente asequibles, aunque deben adquirirse con la mayor antelación que sea posible. Rara vez quedan localidades en el momento anterior a la representación.

> Los conciertos de órgano que tienen como

escenario la Basílica de San Marcos proporcio-nan una buena ocasión para admirar placen-teramente el universo musivo que adorna los cascarones que cubren este prodigio arquitec-tónico.

> Si desea degustar la oferta culinaria más re-presentativa de Venecia, recuerde que el marisco es el ingrediente más ca-racterístico de su cocina. Sin embargo, la oferta culinaria es amplia, e incluye deliciosos rissoto

y spaghetti —se cita como variedad más ca-racterística su preparado alle vongole—, así como una amplia y colorística variedad de preparados a base de pasta. Otro plato usual en la carta veneciana es el fegatto

alla veneciana —hígado de ternera con cebolla—. Entre los postres más representativos fi gura el tiramisú.

MUY PRÁCTICO