Valdés. de La Interpretación - En Argenot

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  • traduccin de I S A B E L V E R I C A T N E Z TEORA LITERARIA

    publicado bajo la direccin de M A R C A N G E N O T

    J E A N B E S S I R E D O U W E F O K K E M A

    E V A K U S H N E R

    con la colaboracin de E . C R O S S , J . C U L L E R , M . G L O W 1 S K I , E . I B S C H ,

    A . K I B D I V A R G A , W . K R Y S I N S K 1 , J . L A M B E R T , P. L A U R E T T E , E . M E L E T 1 N S K Y , E . M 1 N E R , P. P A V 1 S ,

    R. R O B I N , H . - G . R U P R E C H T , J . S C H U L T E - S A S S E , M . S Z E G E D Y - M A S Z K , M . V A L D S , J . W E I S G E R B E R

    siglo veintiuno editores

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    De la interpretacin

    MARIO VALDS

    I. F U N C I O N E S D E L A INTERPRETACIN

    En el uso comn que se le da en nuestros das, la interpretacin ocupa el justo medio en un continuo que va de la objetividad a la subjetividad, donde los dos polos seran la descripcin y la evaluacin. Este trmino medio no slo sirve de lugar terico asignado a la interpretacin, sino que es tambin el que le co-rresponde en el orden metodolgico. Nos parece por lo tanto un lugar comn que la interpretacin sea ms subjetiva que la descripcin, pero menos que la evaluacin. Adems, la posicin metodolgica convierte a este orden en cau-sal, lo cual hace que la interpretacin slo sea posible a causa de la descripcin y nicamente en la medida en que la descripcin est bien hecha. A su vez, la evaluacin toma el relevo de la interpretacin y depende de ella para la validez de los juicios que se emiten. En otros trminos, despus de haber descrito un poema, podemos formular hiptesis sobre lo que significa y en funcin de estos dos caminos estamos en condiciones de pronunciarnos sobre su calidad.

    El sentido comn y el uso de todos los das, incluido el mo, son impotentes, no obstante, ante el papel y la funcin de la interpretacin en la crtica literaria y la representacin que hace de ella el sentido comn es fundamentalmente errnea. Rechazo la divisin tripartita de las gestiones de la descripcin, de la interpretacin y de la evaluacin basndome en la posicin terica que defien-de que la funcin crtica de la interpretacin, lo mismo que su objeto, invalidan este desarrollo. La interpretacin, para la mayora de los crticos literarios de hoy, constituye el fin primero de la crtica literaria y no se sita al mismo nivel epistemolgico de investigacin que la descripcin y la evaluacin, ya que la interpretacin abarca el anlisis del texto as como numerosos juicios. Es cier-to, por supuesto, que la interpretacin ha sido expulsada de algunas escuelas debido a su subjetividad demasiado evidente y en otras por su exceso de obje-tividad. Abordar estos argumentos en la segunda parte de este estudio.

    La funcin de la interpretacin es producir una comprensin y, como con-secuencia, compartir significaciones precisas con otros lectores. No obstante,

    [317]

  • 318 DE LA INTERPRETACIN

    tenemos que preguntarnos quin ha comprendido y lo que ha comprendido exactamente. Algunos aspectos de los textos, nos podemos responder, que el crtico-intrprete ha considerado que posean un sentido. No hemos de caer en el error comn que consiste en postular que todo tiene un sentido; hay muchas cosas que estn desprovistas de significacin y no a causa de su hermetismo o de su ininteligibilidad, sino porque no habra razn para aplicarles un sentido. Es un error lgico sostener que todo aquello que puede ser descrito puede en consecuencia ser interpretado y evaluado, pues no todo es significativo. Yo puedo describir una forma geomtrica como un cuadrado o un cubo, puedo incluso entablar una discusin sobre el grado de conformidad de un cuadrado particular con mi descripcin, pero todo esto est desprovisto de sentido a me-nos que el objeto descrito tenga una funcin que cumplir. Por esto yo sosten-dra que la interpretacin se sita en un plano ontolgico diferente al de la descripcin y la evaluacin. s

    La interpretacin como operacin consciente llevada a cabo de manera formal o informal denota la operacin de base de la explicacin y de la com-prensin. Los objetos de nuestra atencin los podemos captar mediante la ex-plicacin, pero no todas las explicaciones sern satisfactorias. La explicacin consiste en quitar toda extraeza al objeto que se examina de modo que se lo vuelva ms familiar. La necesidad de explicar no est hecha de lugares comu-nes y de familiaridad, sino nicamente de lo ajeno y de lo no familiar que no tienen funcin inmediata en el contexto del crt ico-intrprete. Cuando estos objetos se inscriben en nuestro contexto, adquieren un sentido.

    Un buen punto de partida para esta bsqueda de la naturaleza de la interpre-tacin consiste en examinar la actividad normal que designamos con el nom-bre de explicacin. Cuando yo digo algo que no est claro para mi destinatario y l me pide que le explique lo que he dicho, respondo describiendo aquello que considero que es el contexto de mis observaciones y la situacin que yo espero provocar en este contexto mediante el sesgo de mis sealamientos. Al proceder as, he tratado de eliminar la extraeza que era la causa de la falta de comprensin. Cuando los acontecimientos histricos o los fenmenos natura-les se explican, el que habla trata de insertarlos en el contexto de lo conocido o de situarlos en una perspectiva cientfica o filosfica ms amplia. Los objetos individuales en general no necesitan explicacin; la va explicativa no intervie-ne ms que cuando la inscripcin de estos objetos en un contexto establecido me plantea un problema. Por eso el contexto al que s refiere la explicacin es una condicin previa al sentido. Por esta razn los pintores y los dems artistas con tanta frecuencia son incapaces de explicar sus obras. El contexto inteligible en cuestin pertenece con prioridad al destinatario y no al productor. Si a ex-plicacin de una obra de arte est vinculada a su contexto histrico, se plantea

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    el problema de los contextos distintos porque el contexto histrico de un texto es el contexto del productor y no del destinatario. Si el que sirve es un contex-to personal, el problema de los contextos divergentes se plantea una vez ms porque el contexto en el que nos apoyamos es el del crtico-intrprete y no el de los destinatarios de la obra de arte en general. Puede suceder que la explica-cin de la obra de arte se d basndose en una tradicin tcnica que se ha u t i l i -zado en la produccin. En este caso, el intento de explicacin tiende a mostrar cmo se ha compuesto la obra y entonces el contexto es el sistema de relacio-nes de la obra propiamente dicha y de las obras emparentadas con ella. No cabe duda de que esta manera de explicar tiene una ventaja prctica y un cierto gra-do de validez, pero, puesto que se rechaza lo que en la obra hace de ella una obra de arte y no simplemente otra produccin del hombre, entonces no se plantea la cuestin de un excedente metafrico del sentido.

    En la crt ica literaria se habla comnmente de exgesis para designar la explicacin. La exgesis es una forma de explicacin, pero se aplica a un con-junto ms restringido, el de los textos escritos. Hay un cierto nmero de i m -portantes restricciones que afectan a este modo de explicacin de las que la primera es el contexto de la literatura con la que el texto en concreto se "debe" relacionar. Como todo lo que se ha escrito se ha escrito en un contexto social al que ha de hacer alusin de uno u otro modo, aun cuando slo sea porque se ha usado la lengua socialmente marcada de una sociedad particular, el contex-to esencial de la explicacin de un texto es en realidad el cdigo de escritura con el que se vincula. Por lo tanto, el problema de la interpretacin es clara-mente un problema que rebasa lo que el texto pretende decir o no dice, y con-cierne antes bien a la manera en que el contexto determina la interpretacin de lo que se dice. Hemos llegado al punto crtico de nuestra argumentacin. Si la explicacin por s sola no basta, si hemos de poseer el contexto de la obra que se examina para producir una explicacin til, hemos de establecer con clari-dad de quin es el contexto al que se apela y quin lo determina. Imaginemos por un momento que los contextos de la produccin, del crtico-intrprete y de la organizacin formal son inaptas para la labor porque no coinciden con el contexto del lector. Esa falta de conformidad es una labor primordial para el crtico-intrprete, porque la finalidad de la interpretacin es alentar la discu-sin. Este punto de vista va en contra del papel tradicional del crt ico-intr-prete como mediador entre el texto, que es inaccesible de alguna manera, y el pblico de los lectores. No hay ninguna justificacin para mantener una con-cepcin complaciente del crtico-intrprete que funge como gran sacerdote de lo oculto. La nica funcin defendible del crtico-intrprete consiste en tomar un texto completo en s y en consecuencia inteligible para los lectores de la comunidad lingstica en cuestin y extraer de l su significacin humana, no

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    para establecer un sentido determinado del mismo, sino para abrir el camino a otros sentidos.

    Si la explicacin es social en su origen y en su objeto fundamental, la comprensin es individual en su orientacin de base. Pero debido a la confron-tacin entre explicacin y comprensin, la interpretacin que resulta es inter-subjetiva. El encuentro de la explicacin y de la comprensin constituye la realidad del acto crtico. La interpretacin est caracterizada aqu como activi-dad altamente especializada y realizada en inters de la comunidad de los lec-tores y para la propia elucidacin del crtico, ms que por esta idea sospechosa que quisiera que la interpretacin tuviera lugar en virtud de los poderes espe-ciales del oficiante. Histricamente, esta idea procede de la exgesis religiosa, pero no est en su lugar en la crtica literaria contempornea. La interpretacin est en el centro de la actividad de comentario de los textos realizada en inters compartido del crtico-intrprete y de los lectores del texto en.,1a sociedad.

    La descripcin y la evaluacin son ambas actividades subalternas que res-ponden a otros criterios diferentes a los que hemos dado para la interpretacin. La descripcin no precede a la interpretacin y no forma parte de la actividad que acabamos de discutir. La descripcin tiene como labor general asegurar la estabilidad por medio de un inventario del objeto o del acontecimiento en cuestin. El objetivo no es la comprensin; en realidad, en la mayora de los casos va en contra de la comprensin de la obra de arte, ya que la descripcin reduce necesariamente la obra de arte a un conjunto de condiciones y de rela-ciones, mientras que la comprensin se esfuerza por captar el sentido de la obra en su totalidad. La descripcin es la labor obligatoria del compilador de antologas.

    Tampoco se puede sostener que la evaluacin sea la consecuencia necesaria de la interpretacin. Esta manera de ver tradicional se basa en un error funda-mental que considera que la descripcin es objetiva, que la interpretacin su-prime las ambigedades que afectan al sentido y que la evaluacin le asigna un valor. Los juicios de valor estn presentes en todos los aspectos de la interpre-tacin, desde la seleccin del texto hasta el final de la lectura y ciertamente a todo lo largo de la redaccin de la interpretacin. La asignacin de valores a las obras literarias no est ligada a la prctica de la interpretacin. Cada vez que un crtico-intrprete se vale de un juicio de valor despus de haber producido un comentario detallado, l o ella no hacen ms que volver explcito lo que ha estado implcito a lo largo del comentario. Querer que de alguna manera la evaluacin siga a la interpretacin perpeta un error evidente. La descripcin tiene su lugar junto a la taxonoma y a otras formas de inventario del contenido y de metrologa; la evaluacin forma parte del proceso socio-econmico que consiste en establecer los valores de las mercancas en el mercado.

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    La interpretacin est muy al margen de estas^prcticas y se relaciona con el proceso general de la explicacin y de la comprensin. La explicacin termina cuando se ha transmitido el sentido y la comprensin parece estar completa. El problema es que la comprensin nunca es verdaderamente completa. Como la explicacin trata siempre de adaptar el sentido del texto a un contexto que sa-tisfar l punto de vista particular, con el tiempo llegar a no haber lmite ni al nmero ni a la variedad de las interpretaciones que engendrar un determinado texto. La comprensin que se obtiene es necesariamente provisional e incom-pleta. Interpretar un texto consiste en apropiarse aqu y ahora la intencionali-dad del texto. Explicar consiste en poner de manifiesto la estructura del texto, o mejor dicho, en comentar la organizacin interna en el contexto del conjunto de los textos que denominamos literatura; comprender consiste en captar la unidad de un texto y responder a sus exigencias, interpretar un texto, en suma, es seguir la va abierta por el texto y comunicar esta experiencia.

    En la prctica, los crticos-intrpretes difieren en la direccin que confieren a la interpretacin, y que va de una explicacin considerable que no conlleva ms que conclusiones sumarias hasta una breve explicacin seguida de una comprensin razonada en profundidad. Pero, en todos los casos, la interaccin entre la explicacin y la comprensin produce la interpretacin.

    Ahora que he expuesto qu es la interpretacin, podemos explorar la acep-tacin o el rechazo terico de esta prctica. Hay un cierto nmero de tericos que rechazan en parte o casi enteramente el proceso de interpretacin. No me toca a m arbitrar su discrepancia. En este captulo, mi papel se limita a plan-tear lo ms claramente posible la naturaleza de los argumentos a favor o en contra de la interpretacin.

    II. C O N T R A L A INTERPRETACIN

    Hay dos argumentos muy distintos contra la interpretacin y ambos ponen en duda la validez de las diversas perspectivas interpretativas y el valor del co-mentario que hace el critico-intrprete a partir de los dos extremos de un dua-lismo sujeto-objeto. La mayor parte de los formalistas han puesto en duda la validez del proceso de interpretacin en razn de su pretendida subjetividad arraigada en la aprehensin del texto por el crtico-intrprete. Los defensores de la desconstruccin posestructuralista ponen en tela de juicio las reivindica-ciones implcitas segn las cuales la interpretacin sera ms que una reescri-tura personal del texto hecha por el crtico-intrprete. As pues, por una parte, se rechaza la excesiva subjetividad de la interpretacin en tanto que, por otra,

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    le son negadas sus pretensiones implcitas a la produccin de hechos. Exami-nemos un poco ms de cerca estos dos argumentos.

    El argumento formalista hereda de la lingstica la bsqueda de una ciencia del estudio de los textos y, al as hacerlo, acepta un determinado nmero de supuestos filosficos de la ciencia del siglo xix sobre la naturaleza del conoci-miento humano, entre ellos en especial la dicotoma sujeto-objeto que caracte-riza a la adquisicin del saber. El sujeto conocedor debe alcanzar estos hechos que conciernen al objeto en cuestin, que se sita independientemente del su-jeto conocedor, y que son descripciones verdaderas y precisas del objeto. Se supone que la verificacin de los descubrimientos de un investigador por otros es la justificacin de los descubrimientos del investigador. Y esto porque la interpretacin, en tanto que proceso implica necesariamente la experiencia receptiva del crtico, nunca podr lograr el estatuto desinteresado e indepen-diente de la verdad objetiva. jEste argumento, por lo tanto trata de trazar una lnea de demarcacin entre aquello que puede ser demostrado sobre una base cientfica como anlisis vlido del objeto y las afirmaciones que dependen de las facultades de persuasin del crtico-intrprete y no pueden existir aislada-mente como hechos. Este argumento sostiene que la primera va es una cien-cia, que puede ser enseada, que puede progresar mediante la investigacin, mientras que la otra es un arte y es exclusiva y singularmente una bsqueda individual por seres de ms o menos talento, como es el caso en las artes del espectculo.

    A.J. Greimas nos da el ejemplo ms coherente y completo del argumento formalista. Su Smantique structurale es un sistema complejo de descripcin funcional que trata de producir una lgica de las operaciones de los textos na-rrativos. El sistema en su conjunto apunta rigurosamente a desembarazarse de la interpretacin en favor de una ciencia de la literatura. El sentido de los tex-tos como apropiacin de una experiencia de lectura queda en suspenso, aun cuando no se lo rechace. En la bsqueda de la objetividad cientfica, el sentido del lector queda relegado a las bellas letras que se sitan fuera del terreno de la investigacin seria. El nico sentido de un elemento textual que se acepta es su capacidad funcional para entrar en relacin con los dems elementos y con el conjunto del texto en un modelo "actancial" estricto que ha sido revisado y reelaborado casi sin interrupcin desde que se present en 1966. La lgica de la accin narrativa, por ejemplo, consiste en vincular ncleos de accin que, fragmento a fragmento, constituyen la continuidad narrativa organizada. Este sistema se centra exclusivamente en los niveles funcionales de la accin, los actantes narrativos (papeles narrativos que cumplen los personajes) y la se-cuencia narrativa. Este poderoso argumento formalista trata de establecer un lgebra de las funciones semnticas en un nivel estructural profundo que se

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    realizarn de manera diversa en el nivel superficial de la representacin. En consecuencia, no es exagerado decir que este'sistema rechaza toda forma de interpretacin por no pertenecer a una investigacin racional legtima.

    Est fuera de duda que Greimas y sus discpulos puntualizaron un sistema de anlisis importante. En general, su recurso al rigor y a la asuncin de res-ponsabilidad por el crtico es bienvenido. No obstante, su sistema, como todas las posiciones formalistas que quieren ignorar la base ontolgica de la litera-tura, presenta algunos problemas tericos. El principal problema de la Sman-tique structurale de Greimas es que no logra suprimir del todo el proceso interpretativo y conservar la objetividad que pretende; este sistema no hace ms que relegar el fenmeno interpretativo de la recepcin y de la reaccin a un proceso de inferencia, ya que la base misma de la identificacin de la accin de los actantes se sita en lo que se oculta, es decir, el proceso de recepcin y la capacidad del lector del texto para reaccionar a ste. Por lo tanto, en vez de resolver el problema de la objetividad en el anlisis textual, los argumentos formalistas hacen que la tarea de la interpretacin sea an ms perentoria. En otras palabras, la suspensin del proceso interpretativo no se puede mantener en la prctica; el problema del sentido recibido como base de la investigacin no desaparecer. Esta labor puede dejarse para ms adelante, y esto es lo que busca la mayor parte de los formalistas, pero todos lo que hablan del sentido en el texto han de enfrentarse a l algn da. Ms an, el proceso de interpretacin no es necesario como inferencia, sino como argumento razonado, puesto que sin l la lgica de las operaciones formalistas corre el riesgo de convertirse en un juego de palabras insignificante.

    En el otro extremo del trayecto sujeto-objeto se encuentra el rechazo de la interpretacin por la desconstruccin posestructuralista. Esta oposicin se ba-sa en la negacin de la posibilidad de pronunciarse sobre el sentido de un texto sin agregarlo a l. El texto como fuente, segn este argumento, nunca se logra y cada lector que hace un comentario a propsito de l no dice nada del texto; el comentario es otro texto derivado del texto original; no es ms que una de sus innumerables cadas.

    En general, los desconstruccionistas norteamericanos han interpretado mal los escritos filosficos de Jacques Derrida porque en la filosofa derridiana hay un profundo conservadurismo que en Estados Unidos ha sido interpretado como una posicin radical. Derrida postula que cada signo es un producto de la diferencia y que por lo tanto el signo difiere y defiere su sentido perpetua-mente. La naturaleza de cada signo es la de afirmar una vez ms, pero esta capacidad conlleva el impulso de la alteracin. La repetibilidad de esta signi-ficancia alternante vuelve a todo signo polismico. Esta polisemia universal hace que todas las afirmaciones relativas al signo sean parte integrante del jue-

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    go de la diferencia aun cuando conserven la apariencia del mismo. Pero hemos de reconocer que si todo es un signo, no se gana nada con llamar a algo un signo y si todo es un texto, es superfluo decir que nada existe fuera del signo; si todos los signos son polismicos, acabamos por buscar gatos negros en lo ms profundo de la noche ms profunda. En otras palabras, la filosofa de Derrida, al reducir esencialmente la posibilidad de comunicacin, ha provocado la pa-rlisis intelectual ms restrictiva desde la escolstica medieval. La descons-truccin, en vez de ser un movimiento de liberacin que nos quite de encima las limitaciones del logocentrismo y de la filosofa de la presencia, es todo lo contrario: una invitacin a callar. La desconstruccin, que liberar al lenguaje crtico de la referencia y de la representacin, invita en realidad a la ausencia total. La referencia es la funcin ms fundamental de la comunicacin y es por medio de esta funcin como nosotros establecemos nuestras relaciones con los objetos de nuestro discurso y con los dems miembros de una comunidad ha-blante y escribiente. Y es esta funcin primordial la que ha sido rechazada de-bido a sus limitaciones logocntricas y de ello se desprende que el comentario sobre la referencia por la interpretacin tambin se rechaza. Afirmar que, en el mejor de los casos, la interpretacin es reduccionista e impone la clausura al texto que la interpretacin comenta ha sido el artculo de fe de los desconstruc-cionistas. Pero aqu basta con sealar que no todas las interpretaciones clausu-ran el texto y hasta los comentarios que se pretenden definitivos no lo son en la prctica. Evidentemente, las posiciones que rechazan la interpretacin se si-tan en la historia de la teora de la interpretacin.

    III . E L D E S A R R O L L O D E L A TEORA D E L A INTERPRETACIN

    El argumento en favor de la interpretacin es metacrtico y no partidario, es decir, trata las cuestiones importantes que se han expuesto contra la interpre-tacin en general y no aborda los detalles de claves interpretativas como el fe-minismo, el psicoanlisis, el marxismo o cualquier otra escuela interpretativa.

    Como lo hemos indicado ms arriba, el anlisis descriptivo de_discurso ha afirmado que con la lengua potica se realiza la eliminacin del referente ex-terno, que la lengua potica es esencialmente autorreferencial. La teora in-terpretativa sostiene que esta afirmacin slo est parcialmente confirmada por un estudio escrupuloso. No cabe ninguna duda de que el discurso potico presenta el proyecto de un mundo liberado mediante la suspensin de la refe-rencia descriptiva, pero no su eliminacin. Si toda referencia externa fuera eli-minada, el discurso que se desprendera de ello sera un lenguaje privado y, en

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    consecuencia, indescifrable por todo aqifel que no fuera el autor. La suspen-sin de la referencia autoriza en cambio qu la impertinencia semntica se ins-taure en funcin del recuerdo de ia referencia en suspenso. Este punto de vista es el que ha defendido eficazmente Paul Ricceur en La mtaphore vive. Cito un fragmento del captulo 7, "Metfora y referencia":

    Es en el anlisis del enunciado metafrico donde se ha de arraigar una concepcin referencial del lenguaje potico que toma en cuenta la abolicin de la referencia del lenguaje comn y se rige por el concepto de referencia desdoblada. [...] Repliquemos a esto que el sentido de un enunciado metafrico est suscitado por el fracaso de la interpretacin literal del enunciado; para una interpretacin literal, el sentido se des-truye a s mismo. Ahora bien, esta autodestruccin del sentido condiciona a su vez el desmoronamiento de la referencia primaria. Toda la estrategia del discurso potico se juega en este punto: tiende a conseguir la abolicin de la referencia mediante la auto-destruccin del sentido de los enunciados metafricos, autodestruccin que llega a ser manifesta mediante una interpretacin literal imposible. Pero esto no es ms que la primera fase o, ms bien, la contrapartida negativa de una estrategia positiva; la auto-destruccin del sentido, bajo el peso de la impertinencia semntica, es solamente el anverso de una innovacin de sentido en el nivel del enunciado completo, innovacin obtenida mediante la "torsin" del sentido literal de las palabras [ . . . ] . No se puede decir que la interpretacin metafrica, al hacer surgir una nueva pertinencia semnti-ca sobre las ruinas del sentido literal, provoca tambin una nueva mira referencial, en favor incluso de la abolicin de la referencia correspondiente a la interpretacin lite-ral del enunciado? (p. 289). Por lo tanto, lo que necesitamos entender es el encadena-miento entre tres temas: en el discurso metafrico de la poesa, la potencia referencial est unida al eclipse de la referencia comn; la creacin de ficcin heurstica es el camino de la redescripcin; la realidad referida al lenguaje une manifestacin y crea-cin (Ricceur, 1975, 301).

    He citado deliberadamente pasajes que son la defensa fundamental de cualquier interpretacin. Si no hay ninguna forma de referencia al mundo de la accin, no hay ninguna va interpretativa vlida. En cambio, si el modo dinmico de la referencia duplicada que Ricoeur describe se acepta, tenemos en l el funda-mento de las vas interpretativas.

    Cada una de estas vas, se trate de la feminista, la psicoanaltica, etc., no difiere en el anlisis de las caractersticas formales del texto, sino en la impor-tancia que se da a la redescripcin del mundo. As pues, una interpretacin feminista de Jacob's room de Virginia Woolf dara prioridad a la visin del mundo particular de la mujer que se expresa como narrador dramtico y que suspende en torno de Jacob el ausente no slo un modo de vida sino un modo de vida en relacin con las mujeres, su madre, sus amantes, sus amigas, las mujeres cultas o incultas, las mujeres superficiales y las profundas que en el

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    transcurso de sus relaciones con Jacob establecen los componentes extraordi-nariamente femeninos del personaje; factores que no seran visibles en una perspectiva masculina del mundo. El hecho es que el lector, sea quien sea, un hombre o una mujer, accede a una perspectiva del mundo feminista nica en la redescripcin del mundo, que es el sentido esttico de la recepcin. Una inter-pretacin psicoanaltica del mismo texto hara hincapi en los medios de cono-cimiento del individuo y en cmo es percibido por los otros; el intrprete marxista se concentrara en la dinmica social de los personajes y en lo que los determina en la estructura social abundantemente descrita de la Inglaterra de principios del siglo xx, y as sucesivamente para cada clave de interpretacin. Ninguna de estas interpretaciones confundira el mundo de la accin con el mundo narrativo, y en vez de esto, cada una captara la realidad de un mundo "co-mo s i" tuviera el poder de volver al mundo del lector y de provocar una re-descripcin.

    Para poder describir la teora contempornea de la interpretacin, es nece-sario desarrollar lo que hemos dicho del acto de lectura que es en s la praxis de la interpretacin. El lector puede desempear el papel de un jugador en una interminable partida en la que es absorbido por la red interna del texto y en la que l suspende indefinidamente la referencia del texto al mundo de la accin y al pblico de sujetos hablantes del que l forma parte. Si bien este papel tiene sus races en los estudios de traduccin de la Biblia, ha sido ilustrado por las vas formalistas de las que hemos hablado en la seccin precedente. El lector puede asimismo rebasar el estadio de referencia en suspenso y realizar el texto en el mundo de la accin determinado lingsticamente. Indudablemente, se trata en este caso del objeto de la lectura. La suspensin de la referencia en la ptica formalista funciona como una suspensin precisamente porque frena el curso natural de la lectura, cuyo movimiento va hacia el sentido. Pero esta suspensin no puede retener el impulso hacia el sentido indefinidamente sin desviar el movimiento hacia otro eje, como el del juego de palabras. As pues, la suspensin de la referencia puede funcionar en el proceso de la explicacin y el descubrimiento de las relaciones internas nicamente porque el texto es legible, es decir, porque puede realizar el retorno al mundo de la accin como comunicacin. La lectura es posible porque un texto no est cerrado sobre s mismo; hay algo que decir a alguien a propsito de algo. Leer es realizar la fusin de la competencia lingstica del lector en el discurso del texto. Esta accin confiere a la lectura la capacidad de renovacin del texto en cada nueva lectura y confiere tambin al texto su apertura polismica de la que hemos ha-blado en la seccin precedente.

    El reto que plantean los formalistas a la interpretacin slo se puede con-testar con una reevaluacin de los fines y de los mtodos; la teora de la inter-

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    pretacin ha de responder simultneamente afos^exigencias de la explicacin formalista y a su objetivo tradicional, la comprensin.

    La tradicin hermenutica ilustrada por Schleiermacher, Dilthey y Bultma acenta la integracin del texto y dellector. Si bien este concepto es todava una faceta de la teora de la interpretacin, no obstante ha de ser modificado por el lugar que dan a la explicacin analtica los formalistas como Greimas y Lotman, ya que est claro que la explicacin formal puede servir de poderosa herramienta en la realizacin de la comunicacin intersubjetiva haciendo de la explicacin propiamente dicha un punto de partida comn.

    Paul Ricceur, en su Thorie de Vinterprtation (1976), ha indicado un nue-vo horizonte reservando un lugar al anlisis formal dentro de la interpretacin hermenutica. No obstante, la teora de la interpretacin tiene que evitar tam-bin la clausura reduccionista que los desconstruccionistas pretenden que es el fin inevitable de cualquier interpretacin. Las pretensiones de inter-pretaciones definitivas y de la verdad objetiva han sido suplantadas por el movimiento hacia una captacin del potencial redescriptivo de los textos en trminos del yo.

    Ricceur hace la sntesis de esta hermenutica fenomenolgica: "La interpre-tacin de un texto culmina en la comprensin de s mismo de un sujeto que en lo sucesivo se comprende mejor, se comprende de manera diferente o simplemente empieza a comprenderse verdaderamente. Esta culminacin de la comprensin del texto en una autocomprensin es caracterstica del tipo de filosofa reflexiva que en varias ocasiones he denominado reflexin concreta" (Ricceur, 1979, 198).

    La hermenutica fue radicalizada por Hans Georg Gadamer en su libro Wahrheit undMethode (1960), que rechaza la bsqueda romntica del genio del autor o de sus intenciones y la sustituye por una valorizacin del encuentro del crtico-intrprete con el texto en una tradicin de comentario. Esta rees-tructuracin de la hermenutica resolvi el callejn sin salida dualista suje-to-objeto en el que Dilthey se haba metido. La prioridad que se da al ser-en-el-mundo sobre el sujeto o sobre el conocimiento que el sujeto tiene de los objetos est tomada de la fenomenologa revolucionaria de Heidegger en Sein undZeit(\921).

    Cuando la hermenutica, despus de Gadamer, ha sido formulada exclusi-vamente como una bsqueda de la comprensin que desdea la explicacin, su fracaso ha sido caracterstico bajo la acusacin de complacencia y de impre-sionismo subjetivo intelectualizado. La inadecuacin de esta va es evidente para la hermenutica. Hay dos razones fundamentales de este estado de cosas. La primera es que la comprensin del texto no es un fin en s, ya que esta va rechazara la propia recomendacin de Gadamer de la autonoma del texto.

  • 328 DE LA INTERPRETACIN

    El objeto de la interpretacin es la mediacin entre el texto y el lector. As, la comprensin hermenutica sin la mediacin del sistema de signos del texto de-ja de lado las exigencias esenciales que el texto impone al lector. Ya hemos insistido en el hecho de que el anlisis formalista sin la constitucin reflexiva del sentido no rima con nada; la hermenutica fenomenlgica rene ambos. La otra razn por la que la hermenutica necesita la explicacin tanto como la comprensin tiene que ver con la necesidad fundamental en la crtica en tanto que comunicacin de establecer un terreno de encuentro con los diversos lec-tores del texto y del comentario. La explicacin cumple este papel.

    Interpretar un texto es responder a la intencionalidad del texto aqu y ahora para m. As pues, la hermenutica puede apelar a la tradicin de Schleierma-cher y de Dilthey, pero adems debe formular preguntas decisivas: cmo se apropia el crtico-intrprete del texto?, sobre qu bases se involucra (l/ella) en la reconfiguracin de su sentido?

    La hermenutica fenomenlgica despus de Gadamer y Ricceur ha recha-zado las tesis opuestas segn las cuales el sentido del texrofest vinculado a las intenciones supuestas del autor, es decir, a la experiencia histrica del escritor, y tambin ha rechazado por inaceptable la hiptesis de la ausencia de un senti-do estable en el texto, siendo el comentario un complemento derivado de la lectura inmediata. Los lectores de los textos se convierten en crticos-intrpre-tes de los textos cuando satisfacen las exigencias del texto y completan su sen-tido para ellos mismos y para los dems que comparten el texto. Es aqu donde hemos de reconocer que la antigua labor de la interpretacin super algunas de las aberraciones del siglo xix y que la comprensin ha sido atemperada por la explicacin. Como hemos dicho en la primera parte de este captulo, explicar un texto consiste en poner de manifiesto las relaciones internas de la organiza-cin y de la composicin, y comprenderlo es captar la intencionalidad que hace de l un todo y no simplemente un ensamblaje de palabras. La labor del crt ico-intrprete hoy es ir ms all del proceso subjetivo de la lectura y de la comprensin del texto aprovechando las brechas del anlisis formal. Tan-to la esttica formal del texto como la lengua en la que est escrito son inde-pendientes del intrprete y han de ser abordados como tales.

    La interpretacin que permite el sistema de signos no puede ser ms que una deduccin lgica, ya que el sistema de signos debe producir sentido. La inter-pretacin es un comentario, una glosa del sistema semitico en su relacin con el sujeto que conoce.

    Aunque esta nocin ms consumada de la interpretacin ha sido expuesta en el seno de la tradicin filosfica en obras de pensadores tales como Juan Luis Vives, Giambattista Vico,Wilhelm von Humboldt, Benedetto Croce y muchos ms, siempre ha sido una voz discordante que se opona al absolutismo reinan-

    MARIO VALDS ( 3 2 9 .

    te. Recordemos con Aristteles que la interpretacin es la interpretacin por la lengua antes de ser la interpretacin de la lengua. La interpretacin evita las trampas del objetivismo as como del escepticismo al insistir en que la propia interpretacin es una expresin simblica, pero con un estatuto ontolgico que es distinto al del texto que se examina. Cualquiera que sea el mtodo que se utilice en la explicacin, hay algo que se impone: la relacin de la interpreta-cin con el texto slo es posible dentro de unacomunidadde locutores, de au-ditores y de comentaristas de este texto y de otros anlogos. La labor del crtico que realiza la interpretacin no se puede reducir ni a la explicacin de la orga-nizacin formal del texto ni a una elevacin lrica del espritu del crtico-intr-prete. El proceso de explicacin tiene el papel de una limitacin necesaria a la comprensin individual del crtico-intrprete. La interpretacin en la tradicin de la crtica relacional acaba por describirse como vaga y provisional en sus ambiciones, pero tambin como una contribucin al conocimiento dirigido a una comunidad y verificado por la comunidad. Sin una fuente comn y sin ar-bitraje, la interpretacin se convertira en la promocin complaciente de los gustos personales, que la lectura nos impone de vez en cuando.

    Si es cierto que siempre hay ms de un medio de interpretar un texto litera-rio, esto no quiere decir que todas las interpretaciones sean iguales y que pue-dan traducirse en ganancias o prdidas como aproximaciones. El texto literario presenta un campo ilimitado de configuraciones posibles en un punto determi-nado de la historia, no se trata de un nmero ilimitado de variantes. Adems, un aspecto esencial de la cuestin es la lgica de validacin que, en cualquier momento de la historia en el seno de una comunidad de locutores, forma un consenso que evita el dogmatismo y el escepticismo a la vez. Tiene que seguir siendo posible defender o atacar una interpretacin y confrontar interpretacio-nes rivales o servir de intermediario y encontrar un terreno de entendimiento. As debe ser en la comunidad de los investigadores.

    Para concluir, la interpretacin, sean cuales sean los mtodos que se utilicen para explicar la configuracin del texto y sean cuales sean las ideologas y las pre-venciones culturales que formen parte del proceso de comprensin del intrprete, consiste en la expresin reflexionada de la comprensin del intrprete mediatiza-da por el conjunto de vas explicativas que la precede y que la acompaa en el comentario crtico. La explicacin desprende un sentido dinmico que el intrpre-te ha de hacer suyo si l quiere (si ella quiere o si yo quiero) comunicarlo a alguien ms, es decir, debo (l, ella deben) comprender los indicadores referenciales que se han deducido de las vas explicativas. La dialctica de la explicacin y de la comprensin constituye el poderoso revelador de la interpretacin.

    Deducir el sentido de un texto es la primera etapa de la comprensin; comu-nicar el sentido de un texto a otros es el primer paso en la va de la explicacin

  • 330 DE L A INTERPRETACIN

    y el vaivn entre la explicacin y la comprensin es el primer movimiento de la interpretacin/Esta actividad Comn de la interaccin humana en una colec-tividad se convirti en una disciplina cuando se ocup de textos escritos que se consideraba de alguna importancia para el conjunto de la colectividad, es de-cir, textos religiosos, jurdicos, histricos y literarios. La naturaleza de la in-terpretacin tal como la he descrito en este estudio, al principio es conflictiva y de inmediato se convierte en una dialctica productora de un equilibrio co-medido entre la potencia del polo de apropiacin del texto por el sujeto y las exigencias de los polos de trasmisin, en los que el texto se convierte en pro-piedad figurativa de otros.

    Cada lector lee un texto utilizando modelos de coherencia basados en las experiencias de la vida en general y ms particularmente en los lectores ante-riores. Estos modelos de coherencia en general se ponen en tela de juicio y algunas veces la lectura de textos literarios los alteran. As pues, la fenomeno-loga de la lectura de los textos literarios se puede describir como la aplicacin primera de modelos de coherencia, su desarrollo y su modificacin continuos y, por ltimo, su sustitucin. El papel del crtico-intrprete en este proceso no es interrumpirlo, sino trasladarlo del terreno subjetivo al terreno de lo inter-subjetivo; en otras palabras, proseguir la apertura del texto literario y hacer del dilogo a propsito del texto una parte integrante de la vida creadora, presente y futura, de la colectividad.

    La evaluacin en literatura

    J O C H E N S C H U L T E - S A S S E

    A lo largo de los aos cincuenta, sesenta y comienzos de los setenta, se publi-caron centenas y tal vez miles1 (H. Schling, 1971; J. Schulte-Sasse, 1976) de artculos y de libros sobre la evaluacin literaria en Gran Bretaa y en Estados Unidos, en los pases de lengua alemana, en la Unin Sovitica, en Polonia y, en menor medida, en Francia. El punto culminante de esta obsesin por las cuestiones de valor se alcanz probablemente entre 1965 y 1969, cuando algu-nos de los crticos literarios ms conocidos del mundo llamado occidental, pero tambin en Alemania oriental, en Polonia y en la Unin Sovitica, publicaron toda una serie de artculos y de libros sobre la evaluacin literaria. Slo de Es-tados Unidos y Alemania Occidental cont sesenta y dos publicaciones, de im-portancia capital, sobre cuestiones de valor esttico durante este periodo de cinco aos. Esta cifra se podra multiplicar considerablemente, por supuesto, si quisiramos incluir publicaciones sobre cuestiones generales de crtica literaria, que tocan asimismo constantemente cuestiones de evaluacin. Es un hecho que cualquier crtica literaria presupone la comprensin de lo que cons-tituye la esencia del arte de la funcin del arte en la vida del hombre. Toda premisa que se refiere a la funcin del arte implica, no obstante y necesaria-mente, una jerarqua de valores aceptada. La mayora de los crticos son cons-cientes por supuesto de las premisas axiolgicas subyacentes a la prctica de la crtica. El crtico y poeta norteamericano Yvor Winters, por ejemplo, declara en un ensayo influyente en su poca y titulado Problems for a modern critic of literature (1956), que tendramos que tener "una idea clara de la funcin de la

    1 Una bibliografa que slo abarca publicaciones que tratan del "kitsch" antes de 1971 com-prende 819 ttulos; vase Hermann Schling (1971).

    Mi propia bibliografa (selectiva) ofrece una lista de 317 ttulos sobre el problema de la eva-luacin literaria antes de 1975.

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