Una Palabra de Aliento - Espiritualidad Puritana y Reformada

2
Una palabra de aliento Calvino ha sido criticado por dejar de apoyar, supuestamente, la obra evangelizadora. Hemos visto que esto, sencillamente, no es así, y las lecciones debieran darnos aliento. Por un lado, nos dice que deberíamos permanecer ocupados, y preocuparnos menos de lo que los demás digan de nosotros. Si Calvino no pudo protegerse de los críticos ni trabajando veinte horas al día, predicando, enseñando y escribiendo, ¿qué dice esto de nuestro trabajo por el reino de Dios? Si Calvino no fue evangelizador, ¿Quién lo es? ¿Estamos dispuestos a confesar con William Carey respecto al trabajo por las almas de los pecadores: “Prefiero desgastarme antes que oxidarme”? Quizás algunos de nosotros estamos cansados. Tememos que nos estemos desgastando con ver el fruto de nuestra obra evangelizadora. Estamos cargados de trabajo. La labor espiritual ha producido cansancio espiritual, que a su vez ha producido desaliento espiritual. Nuestro ojo no se ha oscurecido, pero nuestra energía física y espiritual ha sido seriamente reducida por nuestro constante darnos al bien de los demás. Esto puede ser particularmente cierto de aquellos que somos pastores. Los sábados por la noche estamos preocupados porque no nos sentimos adecuadamente preparados para la adoración. Nuestras responsabilidades han sido demasiado pesadas. Estamos agobiados por la administración eclesiástica, el consejo personal y la correspondencia. El domingo por la noche estamos completamente agotados. Incapaces de cumplir con nuestras responsabilidades, trabajamos bajo un sentido permanente de inadecuación. Carecemos de tiempo familiar; carecemos de tiempo privado con Dios. Como pasaba a Moisés, nuestras manos se hacen pesadas en la intercesión. Como Pablo, exclamamos: “Y para estas cosas, ¿Quién es suficiente?” (2 Co. 2:16). Las rutinas del ministerio diario se hacen agobiantes. Experimentamos lo que Spurgeon llamó “ataques desvanecedores del ministro”, y nos preguntamos si estamos siendo usados por Dios, después de todo. Nuestra visión del ministerio es tristemente menoscabada. En tales momentos, deberíamos seguir el ejemplo de Calvino. Algunas lecciones suyas incluyen: Mira más a Cristo. Descansa más en su perseverancia, pues tu perseverancia descansa en la suya. Busca gracia para imitar su paciencia en la aflicción. Tus pruebas pueden alarmarte, pero no te destruirán. Tus cruces son el camino de Dios a la coronación real (Ap. 7:14). Adopta una perspectiva amplia. Trata de vivir a la luz de la eternidad. El bambú chino no parece hacer anda en absoluto durante cuatro años. Entonces, en su quinto año, de repente crece noventa pies de altura en sesenta días. ¿Dirías que este árbol creció en seis semanas o en cinco años? Si sigues al Señor en obediencia, en general verás tus esfuerzos recompensados al final. Recuerda, sin embargo, que Dios jamás te pidió producir crecimiento: sólo te pide seguir trabajando.

Transcript of Una Palabra de Aliento - Espiritualidad Puritana y Reformada

Page 1: Una Palabra de Aliento - Espiritualidad Puritana y Reformada

UnapalabradealientoCalvino  ha sido criticado por dejar de apoyar, supuestamente, la obra evangelizadora. Hemos 

visto que esto, sencillamente, no es así, y las lecciones debieran darnos aliento. 

Por un lado, nos dice que deberíamos permanecer ocupados, y preocuparnos menos de lo que los 

demás digan de nosotros. Si Calvino no pudo protegerse de los críticos ni trabajando veinte horas 

al día, predicando, enseñando y escribiendo, ¿qué dice esto de nuestro trabajo por el reino de 

Dios? Si Calvino no fue evangelizador, ¿Quién lo es? ¿Estamos dispuestos a confesar con William 

Carey respecto al trabajo por las almas de los pecadores: “Prefiero desgastarme antes que 

oxidarme”? 

Quizás algunos de nosotros estamos cansados. Tememos que nos estemos desgastando con ver el 

fruto de nuestra obra evangelizadora. Estamos cargados de trabajo. La labor espiritual ha 

producido cansancio espiritual, que a su vez ha producido desaliento espiritual. Nuestro ojo no se 

ha oscurecido, pero nuestra energía física y espiritual ha sido seriamente reducida por nuestro 

constante darnos al bien de los demás. 

Esto puede ser particularmente cierto de aquellos que somos pastores. Los sábados por la noche 

estamos preocupados porque no nos sentimos adecuadamente preparados para la adoración. 

Nuestras responsabilidades han sido demasiado pesadas. Estamos agobiados por la administración 

eclesiástica, el consejo personal y la correspondencia. El domingo por la noche estamos 

completamente agotados. Incapaces de cumplir con nuestras responsabilidades, trabajamos bajo 

un sentido permanente de inadecuación. Carecemos de tiempo familiar; carecemos de tiempo 

privado con Dios. Como pasaba a Moisés, nuestras manos se hacen pesadas en la intercesión. 

Como Pablo, exclamamos: “Y para estas cosas, ¿Quién es suficiente?” (2 Co. 2:16). Las rutinas del 

ministerio diario se hacen agobiantes. Experimentamos lo que Spurgeon llamó “ataques 

desvanecedores del ministro”, y nos preguntamos si estamos siendo usados por Dios, después de 

todo. Nuestra visión del ministerio es tristemente menoscabada. 

En tales momentos, deberíamos seguir el ejemplo de Calvino. Algunas lecciones suyas incluyen:  

 

Mira más a Cristo. Descansa más en su perseverancia, pues tu perseverancia descansa en 

la suya. Busca gracia para imitar su paciencia en la aflicción. Tus pruebas pueden 

alarmarte, pero no te destruirán. Tus cruces son el camino de Dios a la coronación real 

(Ap. 7:14). 

Adopta una perspectiva amplia. Trata de vivir a la luz de la eternidad. El bambú chino no 

parece hacer anda en absoluto durante cuatro años. Entonces, en su quinto año, de 

repente crece noventa pies de altura en sesenta días. ¿Dirías que este árbol creció en seis 

semanas o en cinco años? Si sigues al Señor en obediencia, en general verás tus esfuerzos 

recompensados al final. Recuerda, sin embargo, que Dios jamás te pidió producir 

crecimiento: sólo te pide seguir trabajando. 

Page 2: Una Palabra de Aliento - Espiritualidad Puritana y Reformada

Date cuenta de que los tiempos de desaliento a menudo son seguidos por tiempos de 

avivamiento. Mientras predecimos la ruina de la Iglesia, Dios está preparando su 

renovación. La Iglesia sobrevivirá a través de todos los tiempos e irá a la gloria, mientras 

que los impíos irán a la ruina. Así que cíñete los lomos de tu entendimiento y permanece 

seguro, pues el Señor es mayor que Apolión y los tiempos. Mira a Dios, no al hombre, pues 

la Iglesia pertenece a Dios. 

Confía en Dios. Aunque los amigos puedan fallarte, Dios no lo hará. El Padre es digno de 

confianza. Cristo es digno de confianza. El Espíritu Santo es digno de confianza. Viendo que 

tienes un gran sumo sacerdote, Jesucristo, el Hijo de Dios, acércate a Él en fe, y espera en 

Él, y Él renovará tus fuerzas. No todos somos Calvino. De hecho, ninguno de nosotros 

puede ser Calvino. Pero podemos seguir trabajando, por la gracia de Dios, mirando a Jesús 

para obtener la fuerza diaria. Si Calvino, un hombre, hizo tanto por la causa de la 

evangelización, ¿no deberíamos pedir a Dios que usara también nuestros esfuerzos, 

haciéndolos fructíferos mediante su bendición? 

Atended al consejo del puritano John Clavel, que escribió: “No enterréis a la Iglesia antes de que 

esté muerta”. Orad más y mirad menos las circunstancias. Continuad con doble fervor para servir 

al Señor cuando no haya ningún resultado visible ante vosotros. Resistid la dificultad como buenos 

soldados de Cristo. Estad dispuestos a ser tenidos por necios por amor a Cristo. Aseguraos de que 

estáis en Dios, pues entonces podéis estar seguros de que Dios está en vosotros. 

En palabras de M’Cheyne: “Hable vuestra vida más alto aún que vuestros sermones. Sea vuestra 

vida la vida de vuestro ministerio”. Sed ejemplares en y fuera del púlpito, y dejad los frutos de 

vuestro ministerio a nuestro Dios soberano, quien no comete errores y jamás abandona la obra de 

sus manos. 

Finalmente, cobrad ánimo del enfoque de Calvino de “la puerta abierta”. ¿No erramos gastando 

nuestras energías en abrir puertas que Dios ha cerrado? ¿No deberíamos, más bien, orar más para 

que se abran nuevas puertas a nuestro ministerio? ¿No deberíamos pedir la guía de Dios para 

reconocer qué puertas están abiertas y, por su fuerza, atravesarlas? Dios nos dé gracia no para 

guiarlo, sino más bien para seguirlo en toda nuestra obra evangelizadora. ¿No es el corazón mismo 

de la evangelización reformada seguir a Dios antes que intentar guiarlo? 

Pueda el Señor Jesús decir de nosotros lo que dijo a la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “Yo 

conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; 

porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi nombre” 

De esto se trata la evangelización reformada de Calvino, y de esto debe tratarse nuestra 

evangelización. Dios nos ayude a ser verdaderos a su nombre y obedientes a su Palabra, buscar las 

puertas que abrirá ante nosotros, y orar con Calvino: Ayúdanos a solicitarte cada día en nuestras 

oraciones, y a no dudar jamás que, bajo el gobierno de tu Cristo, puedes volver a reunir a todo el 

mundo…, cuando Cristo ejercerá el poder que le ha sido dado para nuestra salvación y para la de 

todo el mundo”.