Un Hombre en Estado de Entrevista - Carlos Ulanovsky

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 A modo de prólogo Por Carlos Ulanovsky “Un hombre en estado de entrevista” En mis 46 años de periodist a, seguramen te el género que más frecuenté fue el de la entrevista, desde aquellos (mirados desde hoy) cándidos “Reportajes Insolentes” en el semanario Confirmado, en la década del 60, pasando por el “Tête à tête con el Ratón” (década del 70, en El Ratón de Occidente), o la serie de “Las mexicanas sin sostén”, que hice en la revista Interviú cuando vivía en México, las entrevistas de domingo en la sección Opinión de Clarín o los diálogos más frescos que durante un buen tiempo publiqué en la revista dominical de La Nación. Por eso, hoy puedo afirmar que he sido ––todavía lo soy– un hombre en estado de entrevista. Como dice Jorge Lanata en una def inición de per iodista que me gus ta mucho: somos per iodistas por que tenemos preguntas. En estos años, de vuelta en la Argen tina, aparecie ron otros problemas . Creo que más bien lo que sentía era que no había autores, o no había libros, para dar cuenta de las situaciones que vivíamos después del 2001. Empecé a leer más libros de antropología y de política, sobre todo de autores latinoamericanos o asiáticos que buscaban explicar la “diferencia” respecto de la experiencia europea o norteamericana, la dislocación de estas partes del mundo, la convivencia del lujo con grandes injusticias. Entre esos autores, destaco a Arjun Appadurai, a Gayatri Spivak, y a autores que ya conocía pero que me decían cosas nuevas: García Canclini, Renato Or ti z, Guillermo O’Donnell… Cuando yo transitaba los veintitantos años, pensaba que la agresividad era el camino. Yo era, con muy poco capital intelectual, un reportero insolente y eso me daba una cierta explicación de mi lugar en el mundo. Creía que haciendo pr eguntas border –es decir, en el borde del descaro, en el borde de lo abusivo, en el borde de la agresividad– lograba algo diferente. Y así fue hasta que durante una entrevista provoqué la reacción de un psicoanalista de moda en la sociedad porteña. En un momento se hartó de escuchar mis preguntas – por otro lado dictadas, a modo de chisme, por gente que era o había sido su paciente–, ordenó detener el grabador, suspendió la entrevista y me dijo: “Usted no es un periodis ta insolent e: usted es un reportero hijo de puta”. En esas circunstancias –cuando alguien me dijo que ese era el límite y que no era el camino– tuve mi primer encontronazo serio con el oficio. Tanto que volví a la redacción y le dije a mi jefe que no correspondía hacer pública esa situación. Finalmente, el reportaje se publicó hasta el momento en que el psicoanalis ta ecal per iodista. Para fue un terrible papel ón y un tremendo dolor personal.

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Educacion, El metodo de la entrevista, La entrevista como recurso de investigacion

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  • A modo de prlogoPor Carlos Ulanovsky

    Un hombre en estado de entrevista

    En mis 46 aos de periodista, seguramente el gnero que ms frecuent fue el de la entrevista, desde aquellos (mirados desde hoy) cndidos Reportajes Insolentes en el semanario Confirmado, en la dcada del 60, pasando por el Tte tte con el Ratn (dcada del 70, en El Ratn de Occidente), o la serie de Las mexicanas sin sostn, que hice en la revista Intervi cuando viva en Mxico, las entrevistas de domingo en la seccin Opinin de Clarn o los dilogos ms frescos que durante un buen tiempo publiqu en la revista dominical de La Nacin. Por eso, hoy puedo afirmar que he sido todava lo soy un hombre en estado de entrevista. Como dice Jorge Lanata en una definicin de periodista que me gusta mucho: somos periodistas porque tenemos preguntas.

    En estos aos, de vuelta en la Argentina, aparecieron otros problemas. Creo que ms bien lo que senta era que no haba autores, o no haba libros, para dar cuenta de las situaciones que vivamos despus del 2001. Empec a leer ms libros de antropologa y de poltica, sobre todo de autores latinoamericanos o asiticos que buscaban explicar la diferencia respecto de la experiencia europea o norteamericana, la dislocacin de estas partes del mundo, la convivencia del lujo con grandes injusticias. Entre esos autores, destaco a Arjun Appadurai, a Gayatri Spivak, y a autores que ya conoca pero que me decan cosas nuevas: Garca Canclini, Renato Ortiz, Guillermo ODonnell

    Cuando yo transitaba los veintitantos aos, pensaba que la agresividad era el camino. Yo era, con muy poco capital intelectual, un reportero insolente y eso me daba una cierta explicacin de mi lugar en el mundo. Crea que haciendo preguntas border es decir, en el borde del descaro, en el borde de lo abusivo, en el borde de la agresividad lograba algo diferente. Y as fue hasta que durante una entrevista provoqu la reaccin de un psicoanalista de moda en la sociedad portea. En un momento se hart de escuchar mis preguntas por otro lado dictadas, a modo de chisme, por gente que era o haba sido su paciente, orden detener el grabador, suspendi la entrevista y me dijo: Usted no es un periodista insolente: usted es un reportero hijo de puta. En esas circunstancias cuando alguien me dijo que ese era el lmite y que no era el camino tuve mi primer encontronazo serio con el oficio. Tanto que volv a la redaccin y le dije a mi jefe que no corresponda hacer pblica esa situacin. Finalmente, el reportaje se public hasta el momento en que el psicoanalista ech al periodista. Para m fue un terrible papeln y un tremendo dolor personal.

  • La reaccin instalaba lo que, incluso, es un debate actual y muy poco resuelto: hasta dnde un periodista tiene derecho a meterse en la vida privada de los dems.

    En otra ocasin, haciendo otro Reportaje Insolente, me toc entrevistar al escritor Manuel Mujica Lainez, al que contact con la idea, tan fija como intil, de preguntarle si era homosexual. Claro, hace de esto 40 aos y ni siquiera se conoca la palabra gay, y los conocidos no se animaban, como se dice ahora, a salir del closet. Entonces, en una de las preguntas finales porque tambin exista la supersticin de que las preguntas capaces de hacer pudrir un reportaje haba que hacerlas al final le pregunt: Cmo empez todo?. Mujica Lainez entendi la intencin, me mir y me respondi: Como usted ahora: preguntando, preguntando.

    Era una manera divertida y sencilla de obtener una repercusin rpida. Ahora, a la distancia, me autocritico y reprocho la metodologa, porque buscando nicamente el efecto agresivo me perda lo mejor, lo ms consistente, lo que verdaderamente importa: la esencia y la inteligencia del personaje. Y otra cosa: estoy seguro de que para armar esa entrevista no tuve necesidad de leer ni una sola lnea de los muchos libros de Mujica Lainez. Lo que aprend y eleg, varios aos despus, fue, me parece, a invertir las jerarquas; que lo primero es lo primero y que al entrevistado se le debe respeto. Y que si es un cineasta, un director de teatro o un escritor primero hay que conocer su obra. Cuando el entrevistado soy yo, por mis libros, por ejemplo, me deprimen esas entrevistas inconsistentes de gente que no tiene la menor idea del libro (primer saldo: desprecio por el esfuerzo ajeno) y te pregunta: Hablame un poquitito de tu libro. Y resaltemos la palabra poquitito, porque ni se te ocurra hablarle ms de la cuenta.

    Despus lleg una etapa de cambios personales, que tambin se manifestaron en lo profesional y por suerte tambin por la naturaleza del trabajo que me toc en Clarn: las extensas, tranquilas, interesantes conversaciones de domingo, que inicialmente compart con Jorge Halpern y luego tambin con Daniel Ulanovsky Sack, los dos extraordinarios entrevistadores. As como aquellos Reportajes Insolentes estaban pensados nicamente con nimo de destruir, estas conversaciones tenan propsito de construccin y mantenan la idea de convertir esa charla en una fuente de conocimiento, para el lector y tambin para m. Es que el periodista no tiene por qu saber, tambin, de astrofsica, pero si le toca dialogar con un especialista en astrofsica debe ir lo suficientemente preparado como para hacer entendible el tema y revelador el propsito, preguntando desde la curiosidad, desde el inters general. Lo ms gratificante para alguien que hace entrevistas es que, a la vuelta del camino, alguien le diga, agradecidamente: Esa pregunta que le hiciste a Fulano era la que yo hubiera querido hacerle.

  • Algunas claves:

    1) Pregunto, en principio, para entender ms, para saber ms y para informar mejor.

    2) Luego de la entrevista, bordo la informacin obtenida, todo lo que pueda hasta, en lo posible, homogeneizar y clarificar el discurso y no dejar suelta hilacha alguna. Bordar es editar lealmente, pero no necesariamente manipular, cambiar o deformar.

    3) Hago preguntas (tambin vale para las repreguntas) que sean eso: preguntas. Evito los comentarios, porque una cosa es preguntar y otra hacer comentarios interminables o enviar mensajes a un programa de radio.

    4) No desdeo preguntas solo en apariencia sencillas o elementales, como Por qu?, Desde cundo?, Qu quiere decir?, Cmo fue?

    5) Una buena pregunta debe ser una sola y no tres o cuatro o cinco, algo que se da muy comnmente en nuestro periodismo, en cualquier gnero.

    6) Una buena pregunta ser aquella que por su formulacin impide que el reporteado deba responder con monoslabos.

    7) Una pregunta es buena cuando origina y posibilita informacin, cuando promueve ideas, formulaciones e hiptesis y motiva al entrevistado a pensar y lo conecta con lo mejor de sus saberes.

    8) Las preguntas son buenas cuando son formuladas con sencillez, precisin y contundencia. Que no sean excesivamente largas (superando, por ejemplo, a la dimensin de la respuesta), ni ridculamente cortas.

    9) Una pregunta es eficaz cuando logra interpretar las dudas de la mayora de la gente.

    10) Y, finalmente, una entrevista es mejor cuando el que la hace, con humildad, entiende que el verdadero protagonista siempre, siempre, es el entrevistado.

    Carlos UlanovskyPeriodista y escritor