TX T6 Martin-Barbero
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8/14/2019 TX T6 Martin-Barbero
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01. Introduccin: Bogot entre relatos de aldea y crnicas urbanas.
Juan Rodrguez Freyle escribi El carneroen 1638. Los cronistas que siguieron hicieron lo mismo:
escribir para escapar del tedio o la ausencia de oportunidades. De ah que no pueda entenderse
Bogot sin sus historias, como si la ciudad fuera ms palabra e imagen que edificios, semforos y
almacenes (Botero). Ya en los noventa, Chaparro describe el monstruo urbano en que se ha ido
convirtiendo Bogot. Hoy existen adems las voces de los grupos de rock o en el rap acerca de una
conciencia dura de descomposicin de la ciudad, de la violencia y lo macabro.
02. Miedos milenarios, violencias modernas.
En Bogot conviven los miedos actuales con los del milenio anterior. Al finalizar el primer milenio
poco importaba la muerte pues el salvajismo de los caballeros haca que todo estuviera permitido; slo
la iglesia lograba imponer algunas reglas mnimas. Pero esa sociedad era menos convulsa que la
nuestra, menos trabajada por la perturbacin interior. La densidad de la violencia en Colombia reside
en que a las violencias del ao mil se aaden las del dos mil. Esa perturbacin interior es el vaco de
sentido producido por la desmitificacin de la tradicin, lo que rompe la coherencia de los modelos
culturales, las coordenadas de la identidad social y psquica de los individuos.
Colombia es un pas de violencia generalizada, lo que se evidencia en tres mbitos: la
profesionalizacin del violento, una economa de la violencia, y el paso al terror que se produce cuando
la ley del silencio intensifica hasta la paranoia la desconfianza de todos hacia todos.
Dejando de lado las estadsticas, podemos centrarnos en el carcter exhibicionista y la fascinacin
pblicacon que la violencia cuenta entre los colombianos. Una violencia atribuida a la condicin mismadel ser colombiano. La presencia reiterad del acto violento en los discursos sociales remite, por un
lado, a su banalizacin, y por otro a la necesidad psicolgica de sobrepasar el trauma permitiendo su
asimilacin. La sociedad colombiana legitima el derecho al miedo y su consecuencia estructural, la
desconfianza.
En ese contexto se ubica Bogot, una ciudad de seis millones de habitantes que en los ltimos
veinte aos ha vivido un proceso de disminucin de sus habitantes raizales y otro de acelerada
heterogeneizacin por su poblamiento con gentes procedentes de otras regiones. La narrativa de sus
miedos se encarga de recrear el clima de inseguridad haciendo circular rumores y relatos que
mantienen la percepcin de la violencia como algo inevitable y consustancial a la ciudad.
03. Dos experiencias histricas de mediacin de la ciudad.
La relacin entre violencia y comunicacin entra en la agenda del autor en los noventa,
reflexionando acerca de cmo los medios van convirtindose en parte del tejido constitutivo de lo
urbano, y como los miedos entran a formar parte constitutiva de los nuevos procesos de comunicacin.
Se planteaba la necesidad de enfrentar dos prejuicios:
o Creer que se pueden comprender los procesos de comunicacin estudiando slo los medios,
cuando lo que los medios producen en la gente slo puede ser entendido en referencia a las
transformaciones en los modos urbanos de comunicar, en una nueva ciudad hecha ms de
flujos (de informacin) y menos de encuentros. As, para estudiar el atractivo que ejerce la
televisin, ms que estudiar lo que la televisin hace, habr que atender a las situaciones que
La ciudad que median los miedos (Jess Martn-Barbero)
Resumen de texto: Antropologa I (Tema 6)
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hacen que la gente se sienta compelida a resguardarse en el espacio privado y hogareo. Si la
televisin atrae, es porque la calle expulsa.
o Explicar el sentido y envergadura de los nuevos miedos slo al aumento de la violencia,
cuando los miedos son clave de una angustia cultural que proviene de otros factores, como:
1) la prdida del arraigo colectivo en unas ciudades en las que el urbanismo salvaje va
destruyendo todo paisaje de familiaridad en que pueda apoyarse la memoria colectiva; y 2) la
manera como la ciudad normaliza las diferencias, normalizando conductas, arquitecturas, etc.,
y erosionando as las identidades colectivas (robando as el suelo cultural en que apoyarse).
Tras estas primeras reflexiones, surgieron otras se describen en dos apartados:
a) Ciudad mediada: la experiencia de la calle.
Walter Benjamin plantea al mismo tiempo la forma inaugural de la modernidad y la de su crisis,
superando as la nocin de progreso y la de decadencia (pues son dos aspectos de la misma cosa).
Esta idea sirve de apoyo sobre la ambigedad de las relaciones entre la ciudad mediada (primera
figura de la ciudad moderna) y la ciudad virtual (la que se configura actualmente).
La ciudad mediada sera la que Benjamin ve emerger en las mediaciones del cine. El cine mediabala constitucin de una nueva figura de ciudad y la comprensin de un nuevo modo de percepcin. Los
dispositivos que configuraban este nuevo sensrium son la dispersin(que es el modo de percepcin
de la masa) y la imagen mltiple.
En latinoamrica, la ciudad mediada surge en los movimientos de constitucin de la cultura urbana
que media el cine (en algunos pases) y la radio (en todos ellos). En el cine la gente se reconoce y a la
vez disfruta. Eso significa resignarse y encumbrarse secretamente. En cuanto a la radio, har el enlace
entre la matriz expresivo-simblica del mundo rural con la racionalidad informativo-instrumental del
mundo urbano.
b) Ciudad virtual: la experiencia domesticada.
La ciudad virtual es la figura antittica de la ciudad mediada. La diseminacin y fragmentacin de
la ciudad densifica la mediacin y la experiencia tecnolgica hasta el punto de sustituir (de volver
vicaria) la experiencia personal y social.
En este nuevo espacio comunicacional, tejido ya no de encuentros sino de conexiones, flujos y
redes, emerge un sensrium nuevo. Esto es, nuevos modos de estar juntos y nuevos dispositivos de
percepcin que aparecen mediados primero por la televisin, luego por el computador, y despus por
la imbricacin entre televisin e informtica. La ciudad virtual no requiere cuerpos reunidos, sino
interconectados.
Mientras el cine catalizaba la experiencia de la multitud, la televisin es la experienciadomstica y domesticada. Del puebloque tomaba la calle se pas al pblicoque iba al cine (siendo
una transicin que conservaba el carcter colectivo de la experiencia), y del pblico que iba al cine se
ha pasado a las audiencias(lo que supone una profunda transformacin). La ciudadana, fragmentada
e imposible de ser representada polticamente, es tomada a cargo por el mercado.
Fragmentacin y flujo son las notas clave. Fragmentacin supone la desagregacin social, la
atomizacin que la privatizacin de la experiencia televisiva consagra. El flujo televisivo es
complementario de la fragmentacin. En la discontinuidad espacial de la escena domstica, el tiempo
se contrae en lo actual. Es una progresiva negacin del intervalo que transforma el tiempo extensivo
de la historia en el tiempo intensivo de la instantnea. El espectador retiene ms el ininterrumpido flujo
de las imgenes que el contenido de sus discursos.
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La metfora del zappingilumina la escena social, pues es con pedazos, restos y desechos que la
poblacin arma los refugios en que habita, mezcla los saberes con que enfrenta la opacidad urbana.
A la inseguridad que ese desespacializado modo de habitar implica, la ciudad virtual responde
expandiendo el anonimato del no-lugar. En el supermercado se puede comprar sin tener que
identificarnos, sin hablar, sin ser interpelado.
04. Comunicacin y c iudadana en la urbana virtual.
Partimos de esta constatacin: lo que constituye la fuerza y la eficacia de la ciudad virtual no es el
poder de las tecnologas en s mismas, sino su capacidad de acelerar tendencias estructurales de
nuestra sociedad. Es el desequilibrio generado por un tipo de urbanizacin irracional el que resulta
compensado por la eficacia comunicacional de las redes electrnicas.
Bogot no es slo una de las ciudades ms violentas del planeta; tambin ha sido el escenario de
una de las experiencias de gestin urbana ms innovadoras. A partir de una campaa sin partido, el ex
rector de la Universidad Nacional, Antanas Mockus, desarroll una lucha contra las violencias urbanas
y de reinvencin de la poltica cultural. Dos hilos dinamizan esta experiencia: el objetivo de promover la
cultura cotidiana de la mayora (y no las culturas especficas), y el objetivo de potenciar la competencia
comunicativa de individuos y grupos como modo de resolver los conflictos.
Punto de partida terico: la diferenciacin de contextos. Existe un sistema de lmites
culturalmente definidos en los contextos de la familia o la escuela, pero no en el mbito de la relacin
con desconocidos. All donde no se da una regulacin de comportamientos por medio de reproduccin
cultural especializada (familia, escuela, iglesia), deba tener su lugar la cultura ciudadana. Mockus
diferencia entre lo legal, lo moral y lo cultural. La idea de fondo es que lo cultural (nosotros) media
entre lo moral (individuo) y lo jurdico (los otros).
La prctica. Con ese bagaje conceptual, la alcalda emprendi su lucha a travs del proyecto
Formar Ciudad. Desde el punto de vista de la interaccin entre extraos, marc cinco programas
estratgicos:
- El respeto a las normas de trfico (llegando a colocar mimos en los pasos de cebra).
- La disuasin del porte de armas (a cambio de bienes simblicos).
- La prohibicin del uso de plvora en los festejos populares.
- El cierre de la expedicin de licores a la una de la madrugada.
- La vacunacin contra la violencia, un ritual pblico de agresin simblica que se presentaba
como acto contra el maltrato infantil.
En otro mbito, la poltica cultural intent exceder el espacio de las culturas especializadas (teatro,
exposiciones, etc.) para atender a la cultura ciudadana (el espacio pblico, por ejemplo).