Trastorno Personalidad
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CÓMO DETECTAR NIÑOS CON
TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
La combinación de varias de estas conductas permite presumir la
posibilidad de Severo Trastorno de Personalidad, ya que la
afirmación del diagnóstico requiere la adicional evidencia de un
estudio multidisciplinario e interdisciplinario.
Este diagnóstico se debe iniciar, con suma precaución, a partir de
una edad mínima de 10 años y esperando a la llegada de la
adolescencia, para poder ser confirmado. La observación de una
conducta aislada no determina el cuadro.
Las principales características:
Falta de contacto con la realidad.
Perturbaciones en el lenguaje y la comunicación.
Dificultad para relacionarse con los demás.
Rechaza el contacto físico.
Usa a las personas como objetos (por ejemplo para que le
alcancen lo que necesita).
No responde al nombre, parece no oír.
Gira objetos sin jugar.
Insensibilidad al dolor.
No reconoce los peligros.
Movimientos extraños (balanceo continuo).
Autoagresión.
Ausencia de palabra.
Le agrada la música.
Mirada vacía. No logra mantener la mirada de otro.
Hipersensibilidad a determinados sonidos o ruidos y a otros
no.
Conductas ritualizadas con la no aceptación de los cambios
asociados con crisis y angustias.
Pautas a tener en cuenta:
Para abordar desde el aspecto psicopedagógico a niños con S.T.P.
es necesario que el docente comprenda y defina
“cualitativamente” la lógica subyacente a ese modo diferente de
ser y de desarrollo. Las necesidades y particularidades de cada
niño dan lugar a programas pedagógicos individualizados y
adaptados para cada caso. Para la elaboración de dichos
programas (que deben ser lo suficientemente flexibles como para
adaptarse al ritmo de aprendizaje del niño), se hace necesario
tener en cuenta:
FAVORECER
Facilitar que se instale entre el docente y el niño una cierta
“cualidad de relación”: saber escuchar su ritmo y
comprender que este es diferente a otros.
Evaluar objetivamente las verdaderas capacidades y actuar
en consecuencia: ¿qué cosas despiertan su interés?, ¿qué
canales usa para comunicarse?, ¿utiliza símbolos?, ¿qué
clase?, ¿qué oportunidades facilita para la interacción?
Poner límites claros y concretos, así el niño podrá ir
construyendo lo que se espera de él en cada situación.
Utilizar códigos viso-espaciales para que el niño logre
comprender situaciones de aprendizaje (por ejemplo:
pictogramas, agendas con fotos, gráficos,…etc.).
Comprender qué quiere conseguir con las conductas que
resultan extrañas. En qué momentos y ante qué situaciones
responde con berrinches, rabietas, autoagresiones, etc.
El contexto de trabajo debe ser estructurado y predecible,
para que logre anticipar lo que va a suceder y lo que se
“espera de él”. Para esto, explicar el sentido de lo que se
quiere lograr.
NO FAVORECER
El desarrollo de las actividades en ambientes
hiperestimulantes, bulliciosos o cambiantes.
Evitar actividades rutinarias carentes de sentido. Ofrecer
actividades estructuradas, contingentes y claras.
No recurrir a ayudas excesivas.
No emplear exceso de lenguaje para interactuar, en
ocasiones es importante recurrir a gestos claros o señales
que puedan entender con facilidad.
Evitar el aprendizaje por ensayo y error.
No esperar a que el niño tome la iniciativa, sino atraer con
suavidad a la interacción con otro.
No comparar con otros niños.
No utilizar como límite la amenaza de pérdida de afecto,
como así reproches o engaños.
Revista Maestra Infantil y Primaria
Educación Especial Nº 1