Tras las huellas del lobo (ESENCIA CONTEMPORÁNEA)...

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Capítulo35Capítulo36Capítulo37Capítulo38Capítulo39Capítulo40Capítulo41Capítulo42Capítulo43Capítulo44Capítulo45Capítulo46Capítulo47Capítulo48Capítulo49Capítulo50Capítulo51Capítulo52Capítulo53Capítulo54Capítulo55Capítulo56EpílogoSobrelaautoraNotasCréditos

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Agradecimientos

Antesdeembarcaroseneldesenlacedeesteloboquetantomehadado,yalquetantoledebo,quierocontarosalgo...

Haceuntiempoya,entróenmividaunahistoriaentrañablesobreunniñomuyespecial.Entornoaél,segestóunproyectocomún,queuniónosólocorazones,sinoaunperroconsupequeñoamo,Pau.

Ynounperrocualquiera,unguerreroquedemostrósufortalezaantela muerte, su dulzura ante el mundo y su entrega a ese niño, y al quepusieron el nombre de Gunnar, que significa «guerrero en lucha», enhonoralpersonajedeminovela,algoquemesigueemocionando.

Se eligió para ser adiestrado y ayudar en la terapia que Paunecesitaba, pero descubrimos que no hay más ayuda que el amorincondicional, eseque sólounperropuededar.Nohaymejormedicinaparalamenteyparaelalmaqueunaentregatancompletayuncariñotanprofundo.Pautieneunafamiliamaravillosay,ahora,unguardiánquevelaporélyporsubienestar.Esunniñoafortunadoyfeliz.

Ese grupo de personas que colaboraron en aquel proyecto y quepusieronelcorazónenél,siguenenelmío.Yesaellasalasquededicoesta novela: a las que se volcaron sin dudarlo un instante, a las queorganizaronybuscaron lamaneradeayudar.Personasa lasque lavidallevó por diferentes caminos y que hoy, aquí y ahora, quiero unir,mostrándoles todamigratitudporhacermepartícipedeunaetapadesusvidas.

A vosotras: Eva Alonso, mamá de Pau, Raquel García Rodríguez,Marisa PascualAlfaro, Paqui yAnaBelénRodrigoMartín, Tiaré Pearl,NoemíAgudo,LiahS.Queipo,CrisBadal,PamelaRevuelta,CristyCobosde Zea, Nuria, Laura y Elena Salvador Tejedor y, por supuesto, a lacriadora Tersa de Heraldo de Gaia, por colaborar en la adopción yhacersecargodelostratamientos.

Quiero dar las gracias también a aquellas personas que estuvieroncerca de mí mientras se gestaba esta historia, alentándome,transmitiéndome su consuelo cuando el lobo mordía demasiado e

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ilusionándomeal revelarme sus ansiaspor leerlo, y, sobre todo,porquecreyeronenmí;enesesentidoquierohacerunamenciónespecialdemieditora,EstherEscoriza,porsuciegafeenmí,ysucariñoimpagable.

Suelo decir que, en ocasiones, los agradecimientos no sonsuficientes;ésteesunejemplo.Noobstante,millonesdegracias...CristinaEgea, Eva García Carrión, Eny Doinean, Laura Rey Avilés y SusanaGranadosGambetta,portanto.

Yaunaguerreramuyespecialalaqueadmiroprofundamente,puesesta novela es una oda no sólo al amor, sino también al valor y a lafortaleza;ati,NoeNomas,contodomiafecto.

Y,porsupuesto,amifamiliaalcompleto,porsuapoyo,comprensiónycariño,porestarsiempreahí,amilado.Nonecesitomás.

Termino revelándoos lo que sentí con cada dentellada de este lobofiero. Hubo momentos durante la escritura en que tuve que detenerme:unas veces, a llorar; otras, a recobrar el aliento; algunas, a suspirar, ymuchas,arecomponerme.

Sentí sus dientes en mi corazón, y sólo espero que atrape en susfauceselvuestro.

Graciasati,queridolector,poraullaramilado...Comenzamos...

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Gracias,destino

Elvientosoplabaconfuerza,sacudiendoviolentamentelascontraventanasdemadera de cedro y produciendo un golpeteo rítmico que, sumado alafilado silbido de la ventisca, hizo que me arrebujara bajo el mullidonórdicoquemecubría.

Sonreí satisfecha,pues, apenasunashorasantes,unnórdico,no tanmullido,habíadesgastadomi cuerpoconunplacer agónicoqueparecíanotenerfin.

Nosólogozabadesuscaricias,desusmiradas,desuspalabras,desupresencia...gozabadelauradesualma,deesacálidae intensaconexiónque nos unía con fuerza arrolladora. No importaba el tiempo queestuviéramosjuntos,lasvecesquenosamáramos,lafelicidadcompartida;aunasí,nuestroanhelopermanecíadesesperadoyhambriento.

El dolor y la desolación por nuestra abrupta separación habíanmarcadoafuegonuestroscorazonesconuntemordifícilmenteolvidable.Deesemodo,vivíamoscadaminutoconpasióneintensidadabrumadora,conocedoresdeloscaprichosdeldestino.

Había transcurridoalgomásdeunañodesdenuestroreencuentroycadainstanteasuladoeraunregalodivinoqueagradecíacasidemaneraincesante.

Hoysecelebrabanuestroprimeraniversariodeboda.Alpiedeunhermosoacantilado,escarpado,verdee impresionante,

sobreelfiordoquesehabíaconvertidoennuestrohogar,volvimosaunirnuestras vidas, pronunciando unos votos con la voz del corazón y lafuerzadelalma,frenteaunclérigoalquenimiramos,yfrenteaunescasopúblico que casi ni percibimos. Gunnar y yo, yo y Gunnar, eso erasuficienteparaambos.

Todavía sentía en mi piel la mirada de aquellos hermosos ojosverdes, cargados de un amor tan profundo como aquel fiordo, quepresenciaba un rito tan añejo como los tiempos: la fusión de dos almas

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predestinadas,vapuleadasyrecompensadas.Ambosíbamosvestidosconropainformal;esosí,blanca,comolas

páginasenlasquedeseábamosescribirnuestranuevavidajuntos.Mi gallardo vikingo cortaba el aliento aquel día. Su cabello rubio

oscuro sujeto en una coleta baja dejaba bien a la vista sus marcadasfacciones, la masculinidad de su pronunciado mentón, su amplia boca,definida, de labios delgados, su nariz recta y sus altos pómulos... yaquellasgemasverdes,alargadasybrillantesquerefulgíandichosasbajolaluzdeunsoladormecido.

Recordé vívidamente el beso ansioso y brutal con el que sellamosnuestro vínculo. Cómo su lengua desesperada buscaba la mía, con lamismahambredelprimerdía,cuandoyoerasuesclavaenaqueltiempotan lejano y tan cercano a la vez. Ahora sabía que, en realidad, ambosfuimosesclavosdeundestinoinciertoydeunamorimborrable.

—Unaño,amormío,elprimerodetantos.Suvoz,graveysusurrada,aúnquebradaporelsueño,despertócada

fibrademiser.Yavolvíalacabezahaciaélcuandoseabalanzósobremíy, cubriéndome con su cuerpo,me inmovilizó, al tiempoque pegaba surostroalmío,narizconnariz,con lasmiradasentrelazadas,ensilencio,mientrasnuestrosojosconversaban.

Entreabrí los labios y me los humedecí, sabiendo muy bien laatenciónqueaquelgestoprovocaba.

—Eresunainconsciente—ronroneó.—¿Túcrees?—Ajá,noesmuysensatotentaraunleónhambriento.Loslargosmechonesdesucabelloocultabanenpartesurostro,pero

elojofelinoqueasomababrillabamaliciosamenteseductor.—Recuerdaqueyotambiéntengodientes—murmuréprovocadora.Gunnar esbozó una media sonrisa pícara y sacudió la cabeza,

agitandosucabello.—Grrrrrrr...—gruñó—,estoymásquepreparadoparalapelea,loba

mía.Reí y le enseñé divertida los dientes. Él atrapó mis muñecas por

encimademicabeza,hundiéndolasenlaalmohada,ypresionólascaderassobremivientre;advertíalinstantequenofanfarroneaba.

—Sindudatieneselcorajedeunguerrero—musitédivertida—ylavitalidad de un dios. No puedo creer que te queden fuerzas, anoche

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batimostodoslosrécords.Gunnar negó con la cabeza con vehemencia, y una amplia sonrisa

jugueteandoensustentadoreslabios.—Anoche...—hizo una pausa intencionadamientras hundía la nariz

enmicuello—fueanoche;acabadeamanecer,conloqueyaesotrodía,ysí,soyunguerrero,conlasuertedeundios,peroenrealidadsólosoyunpobreynecesitadohombreenamorado.

Sualientocálidoacariciómipiel.Suspiré.Irguió de nuevo la cabeza paramirarme. Su intensidadme secó la

garganta.Duranteunlargoinstante,misojosquedaronatrapadosenlossuyos,

como presos de un hechizo que detenía el tiempo, que nos alejaba delmundo. Sentí cómo mis latidos cambiaban bruscamente de ritmo,aceleradosydesacompasados.

—Gunnar—gemísuplicante.Su mirada se prendó en mi boca, una chispa de puro deseo la

encendióyentreabríloslabiosdesesperadaporrecibirsuprimerasalto.—¡Loba!—gruñóardiente.Subocasecernióhambrientayfuriosasobrelamía.Lainvasiónfue

brusca, dura, desesperada. Su lengua sedosa y dominante paladeó cadarecovecodemiboca.Lamía,succionaba,mordía,arrancándomegemidossofocados.

Sus manos trémulas e inquietas se deslizaron hasta mis pechosdesnudos,amasándolosconhosquedad,mientrassucaderadanzabasobremíyfrotabasudurezacálidaypalpitante.

Llevémismanosliberadashacia lacinturillaelásticadesupantalónde pijama y las metí bajo la tela. Apreté, extasiada, sus duros glúteos,hundiendoapenaslasuñasensupiel.Gunnaremitióunlargogruñidoaltiempo que arqueaba la espalda. Se medio incorporó apoyado en laspalmas de lasmanos.Admiré lamusculosa complexión de su pecho, lapronunciadacurvaturadesuspoderososhombros, lasdelineadasformasde sus bíceps en tensión, sus vastos antebrazos venosos, la durezaremarcada de su vientre y el orgullosomástil de su deseo abultando labraguetadesupijama.

Gunnar solía dormir con el torso desnudo y un fino pantalón dealgodón,sinropainterior.Resultabaimposiblenoseguirloconlamiradacuando deambulaba por la casa de esa guisa. Era el hombre más

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condenadamentesexiqueexistíasobrelafazdelatierra,coneseatractivosalvajeynaturalqueexhibíaconeleganteindolencia,desconocedordesupropiomagnetismoanimal.Nohabíamujerque resistierael impulsodevolverseparamirarlo,pero,porfortuna,mihermosovikingosóloteníaojosparamí.

Tiré con fuerza del pantalón, liberando su majestuosa exigencia,altivaypesada,quebasculóapuntandodirectamenteasuobjetivo.Sonreílibidinosa;eldeseomeconsumía.

Gunnar se colocó entre mis piernas; una densa humedad emergió,anticipandolaincursión.Acariciésusabultadoshombros,sostuvesuígneamiradaycontotalpremeditaciónalcélacaderaenunamudainvitación.

Sin embargo, él permanecía estático, erguido sobre mí, con losbrazostensosysusojosdevorandomirostroconunaextrañaexpresiónextasiada.

—Adorosaborearcadaunodetusgestos,esaschispasquedespidentushermososojosdorados,lasutiltensióndeturostro,laávidaplenitudde tus labios que parecen pedir a gritos que los devoren, la súplicadesgarradora de tu mirada, la sensual ferocidad de tus caricias. Pero¿sabesquéesloquemásmesubyuga?—inquirióenunsusurroquedoygrave.

Neguéconlacabeza,cadavezmásurgidaporeldeseopalpitantequepunzabamivientre.

—Lamúsicaquecomponentusgemidos;notienesideadelacantidadde sonidos diferentes que emites cuando te poseo, podría tener unorgasmosóloescuchándote.

De repente, la loba traviesa y juguetona de mi interior surgiódominandolasituación.

—Veamossi esoesverdad—musitémientrasesbozabauna sonrisainsinuante.

Gunnarabrió losojosclaramenteconfundido,perocuandovioquemetíaenmibocadosdemisdedosylossaboreabaconfruición,undeseoacucianteoscureciósumirada.

Sin apartar los ojos de los suyos, llevé mi mano hacia mi sexo,decidida a procurar un momentáneo alivio al anhelo que sacudía micuerpo.

Gemíalaprimeracaricia,memordíellabioinferiorymecontoneécontramipropiamano.

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—Nocierreslosojos,¡mírame!—meordenó.Así lohicemientrasgozabademispropiascariciasbajolaatentay

sufridamiradadeGunnar.Jadeabacadavezconmayorintensidad;elplacermesacudía,yverla

tortura y la contención en sus ojos acrecentabami goce, aumentando elritmodemiscaderas.Cuandocasillegabaalclímax,Gunnarmedetuvo.

—Esepremioesmío.Se deslizó raudo entre mis piernas y su lengua terminó lo quemi

manohabíaempezado.Misgemidosyaerangritosdeplacerdesquiciante;lavoracidaddesulenguaestabaacabandoconmissentidos.Estalléenunorgasmoburbujeantequeconvirtiómisvenasenríosdelava.Latensiónse disipó en una laxitud agradecida, y floté en una nube distendida ymullida,deauténticaingravidez.

—Deliciosa—murmurómientrasseincorporaba.Se alzó nuevamente sobremí, regalándomeuna sonrisa lujuriosa e

incitante.—Hastentadodemasiadoalleón,loba,notendrépiedaddeti.—No quiero tu piedad—gemí, con voz ronca y sensual—, quiero

quemedestrocescomolabestiaqueeres.Atrapómibocaenunasalto ferozyhambriento; su lenguaansiosa

buscaba refugio con desespero, sin dar cuartel, retándome en una danzaalocada,manejadaporloshilosdeundeseoincontrolado.Sentílasgarrasde sus dedos hundiéndose bruscamente enmi carne, como si buscara elaliviomásalládemipiel.Yanoéramosdoscuerposenbuscadeplacer,no;éramosdosalmassedientas,clamandounafusión.

Enunaúnicayviolentaembestida,mepenetrócompletamentey,sinmoversedemiinterior,siguiódevorandomibocacomosideellamanaraambrosía.Elplacermesacudía;micuerpoluchabapormoverse,peroelenormecuerpodeGunnarme inmovilizabacontrael colchón.Mehabíaconvertidoensupresa,peronoseríaelúnicoqueibaadisfrutardelfestín.

En busca de oxígeno,Gunnar se separó apenas, para clavarme unaflamígeray enardecidamirada felina.Vio enmisojos tal desesperaciónquesulocuraaumentó,oscureciendosusemblante.

Mi león salió despacio de mí; la tensión de su rostro mostrabaclaramente la contención y el placer que lo desgarraban. De nuevo, sehundióenunsoloybruscomovimiento.Gruñó;grité.

Sujetómismuñecasporencimademicabezaymordiómigarganta,

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comounaalimañaenloquecida.Salía lentaysufridamentedemí,mientrassesumergíaenmisojos,

para luego encajarse con brusquedad, permaneciendo un instante en miinterior,altiempoquedevorabamislastimadoslabios.

Continuó aquella dulce tortura, convirtiendo mi sangre en lavacandente; inclusopenséquemishuesossefundían.El tórridoplacerqueme sacudía en oleadas de fuego me elevaba a una agonía electrizante,amenazandoconconvertirseenunaverdaderaciclogénesisexplosiva.

Desesperada porque acelerara el ritmo, me debatí contra él. Gruñífuriosa,luchécontraaquelgiganteenloquecidoycruelquemesometíaaunplacerdesesperante.Elloboclamóporelcontrol.

Cuandoyaseinclinabadenuevoenbuscademislabios,sorteéraudasubocaymordísuhombro.

Gritóasombrado,notuvotiempodemás.Lo empujé con todas mis fuerzas, apartándolo lo suficiente como

paraescaparde laprisiónde sucuerpo.Sevolvióparaapresarme,yenesemomentologréponermesobreély,ahorcajadas,lotomécomomío.

Gunnarexhalóunlargogemidosofocadodeasombroyplacer.Ahora yo lo gobernaba. Incliné la cabeza hacia atrás y cabalgué

melosa y lánguida sobre sus poderosas caderas. Sentía su durezapalpitando enmi interior, su cálida tersura deshaciéndome las entrañas,susmanosamasandomispechos,ygemíincesante.

Impuseun ritmo lentoypausado,envenganza,hastaquemipropiaurgenciadominólasituación.

A punto de explotar, sumergida en el refulgir esmeralda de susatormentadosojos, saboreécadagesto,cadagruñido,cadaexhalacióny,advirtiendounaincipienteculminación,meinclinésobresuimpresionantepechojadeanteylobeséconsañasinquemiscaderasdejarandedanzar.

Ungritoaliviadosurgiódesdelomásprofundodesugarganta.Unade sus manos se aferró a mis nalgas, oprimiéndolas con ferocidad,mientras la otra apresabami nuca.El beso fue casi un acto de auténticosalvajismo. Nuestros dientes chocaban, nuestras lenguas ondeabanenloquecidas,nuestroslabiosseoprimíancondesespero.

Elclímaxmásexacerbadoenvarómicuerpo,mesacudíabruptamentecomosometidaporcientosdedescargaseléctricas,presadeunorgasmodesgarrador.

Nuestrosgritoslibertadoresrompieronlapenumbradeunamanecer

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frío, quebrando el silencio, atravesando los tempranos rayos de un soldesteñido.

Lánguida y trémula, dichosa y colmada, me abracé a su amplio ymusculoso pecho con una sonrisa soñadora en mi rostro. Adorabaescuchar cómo los latidos acelerados de su corazón bajaban de ritmopaulatinamente, sentir la calidez de su piel, el cosquilleo del escaso yseductorvellodoradoqueadornabaelcentrodesufornidopecho,elsutilaromaalmizcladoquemanabadesucuerpocomounhalomagnéticoquemeimpedíadespegarmedeél.

Me rodeaba con los brazos, sus dedos acariciaban con suavidadmiespalda.Aquéleramiparaíso,elquetantobusquéatravésdelossiglos.

—Nunca se acaba —murmuró pensativo, todavía con la voz rotateñidadedeseo—.Daiguallasvecesqueteposea,estemalditodeseomesiguequemando las entrañas como la primeravezque te tuve entremisbrazos.

Alcéelrostrohaciaél,encontrandounamiradaconmovida.—En aquel knörr, en mitad del océano—recordó con una sonrisa

nostálgica—,rodeadospormishombres,apenasocultostraselvelamen.Sentadasobremisrodillas...—Suspiró;suexpresiónadquiriógravedad—.Ésafuelaprimeravezquemedesnudéanteti,peroestabastancentradaentudeterminacióndedominarmequenoreparasteentodoelamorqueyasentíaporti.

—Talveznoconscientemente—repuse—,pero,desdeluego,encadauno de nuestros encuentros plantabas una semilla que fue germinandohastaconvertirseenunaplantamonstruosa.

Supechosesacudióconunaprofundacarcajada,yamíconél.—Monstruosa,¿eh?,yatevoyadaryomonstruo.—Niseteocurravolveratocarmeporhoy—mequejéentrerisas—,

oestanocheirédandotraspiésenlafiestacomounanimalmalherido.—¡Loqueeres!Loempujéburlonaymeseparéaregañadientes.—Nosubestimeselpoderdellobo.—No soy tan audaz—replicó con una amplia y socarrona sonrisa

quemetentódevolverasusbrazos.Melevantédelacamay,desnuda,recogílaropadelanocheanterior,

diseminadaporelsuelodelahabitación.—Mmmmmm... —ronroneó, mientras me observaba—; si tu

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intenciónesirsolaaladucha,deberíasprivarmedeesteespectáculo,noquerrásdespertaral...monstruo.

Lelancémisosténylocogióalvueloentrerisas.—Nonecesitasesto:aunqueahoratuspechosesténmásllenos,siguen

tanaltivosyespléndidoscomosiempre.—Miespaldanoopinalomismo;sinofueraporél,creoqueandaría

encorvada.—Ven,pobreloba,tedaréunmasajeparacalentarlelacomidaami

lobezno.Neguésonrienteconlacabeza.—Ambossabemosenquéacabaríaeso.Una punzada tensionó mis opulentos pechos y, como si estuvieran

sincronizados, un lamento agudo e iracundo surgió del receptor móvilquehabíasobrelacómoda.

Ambossonreímos.—Lallamadadelaselva—musitóGunnardivertido—.Silapotencia

delospulmonesesindicativodesalud,nuestrocachorroesunroble.Asentí,lelancéunbeso,meenvolvíenmibatadesedapúrpuraysalí

raudadelaalcoba.Conforme avanzaba por el pasillo, el llanto crecía en intensidad y

ganaba dinamismo. Mi pequeño y hermoso Khaled era un impacienteglotón.

Abrílapuertaymedirigíprestahacialacuna.Toméenbrazosamihijo, un rollizo bebé dorado de apenas cuatro meses, y me senté en lamecedora.Abrílabatayelgorgojeoansiosodemipequeñomearrancóuna sonrisa embobada; lo puse en mi pecho. Su boquita hambrienta secerró con una fuerza sorprendente en torno a mi pezón, einstantáneamente comenzó el proceso de succión, llenándome de unasensaciónextraña;unamezcladealivio,cosquilleoytirantez.

—Eres un pequeño bárbaro, ¿eh, cariño? —Sonreí presa de unaemociónmaravillosa—.Comotupadre.

El pequeño cerró los ojos concentrado en alimentarse,mientras yoacariciabaconeldorsodemipulgarsusonrosadamejilla redondeadaysedosa.

Eraminiñodoradocomoelsolybrillantecomolaluna.Sucabelloclaro, y sorprendentemente espeso, se rizaba, como el de Cupido, enbrillantes ondas. Sus ojos rasgados eran claros, pero de un color

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inconfundibleya:ámbar,comolosmíosycomolosdemipadreenotrotiempo, de quien llevaba el nombre. Si hubiera sido niña, se habríallamado Eyra. Y Eyra llegaría, no albergaba ninguna duda. Gunnaradorabaalosniños,tambiényo,yhacerloseranuestraperdición.Volvíasonreír.No,nuncaseacababa,pensé;esedeseoinagotablenosconsumíaacada instantecreciendoen lugardeaplacarse.¿Porqué?No losabía, talvezfueraeldeseoacumuladodurantesiglos.

Unlevísimochirridocaptómiatenciónhacialaentornadapuertadelahabitación.

Gunnarestabaallí, asomado,observandoconsemblanteenamoradolaescena,semidesnudo,conelcabellorevueltoyladulzuraenlosojos.

Lesonreídichosayorgullosa,embargadaporlamismaemoción.Por fin el fruto de nuestro amor había logrado nacer; por fin mi

cuerponosólofuereceptordevida,sinoqueconsiguiótraerlaalmundo.Porfin las lágrimasquehabíaderramadopor loshijosarrebatadoserancompensadasconcreces,conunafelicidadúnicaymágica,quecolmabami pecho de manera continua, hasta hacerme pensar a veces que mereventaríaelcorazóndejúbilo,porcadamomentovivido.

Gunnarabriólabocaypronuncióensilenciounafrase.—Osamo.Ysealejórumboaladucha,dejándomeconlamiradahúmedayuna

expresióndeplenitudydichaindescriptible.Yopronunciéotra.—Gracias,destino.

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2

Reencuentros

Rumbo a la Tønsberg Station, tarareaba una canción de cuna típicanoruega, mientras Gunnar conducía nuestro Land Rover negro conexpresiónconcentradayunadulcesonrisaenloslabios.

MipequeñoKhaledestabaencasa,alcuidadodeRonaSorensen,unamujerdemedianaedadqueayudabaenlagranja,ohytte,comolollamanenNoruega.Vivíaconsumarido,Arne,ysuhijaadolescente,Anniken,enunacabañacercanaanosotros.

Soro,godtbarn.Morspinnerblåttgran.Farkjørerplogen,søstergåriskogen.Søstergjetersauenelangtnordihaugene.Bukkengårilundenmedlauoggrasimunnen.

Gunnar sacudió la cabeza divertido sin apartar los ojos de lacarretera.

—Es una canción pegadiza, ¿eh?—adujo tomando una curva a laderecha.

Susgrandesmanos,quegirabanelvolanteconsuavidad, resultabanexcitantes.Queunhombredesucomplexión,consuimponenteanatomía,fuera almismo tiempo delicado y sutil en susmovimientos añadíamásfascinaciónsicabíaasuyadespampananteatractivofísico.

Suspiré. Esta vez sí memiró un instante, con unamedia sonrisa yexpresión inquisitiva.Contemplé su hermosoy varonil perfil: llevaba lamelenarecogidaenunacola;sentídeseosdeliberarlayhundirlasmanosenella.Memordíellabio,alejandopensamientoslascivosdemimente.

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—Sí —admití—, Rona está todo el día cantándole esa canción aKhaled,seguroquesuprimerapalabraserá«oveja».

Soltóunaalegrecarcajadaquereverberóenelhabitáculo.—¡O «cabra»! Tu noruego ya es casi impecable, aunque no tanto

comomiespañol.Ledediquéunamiradareprobadora.—Rubito,tuespañoles...gracioso.Gunnar frunció el ceño y arqueó la ceja izquierda en un mohín

incrédulo.—Morenita,miespañolesdesobresaliente...Carraspeóycomenzóacantarlatraduccióndelananaqueyohabía

comenzado,Soro,godtbarn,«Asíquetranquilo,buenhijo»,repitiendolamismaestrofa.

Asíquetranquilo,buenhijo.Mamáhilaelhiloazul.Papáconduceelarado,ytuhermanacaminaenelbosque.Tuhermanapastorealasovejasalnortedelascolinas.Lacabracaminaenelbosqueconhierbaylaurelenlaboca.

Mecontemplóinterrogante,antesdefijardenuevosuverdemiradaenelasfalto.

—Tienesundejeextrañoentuacento,jamáspasaríasporespañol—leaguijoneéburlona.

—Soyunbrutovikingo,¿no?Tevasaenterarcuandoteacorrale.Alargó la mano y me pellizcó el muslo. Solté un grito y le di un

manotazoentrerisas.—Yametienesacorraladaentucoche.Volvió a arquear seductoramente la ceja, y su sonrisa se ensanchó

taimada.—Preciosa, no me tientes, porque te juro que tomo la primera

desviaciónytedemuestrocuánbrutosoy.Le saqué la lenguaburlonay él hizo ademándegirar en el primer

desvío.

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—Noooo...—Reídivertida—.¡Estásloco!Mesonriótraviesoyvolvióaconcentrarlaatenciónenlacarretera;

entrabámosenTønsberg.—Sí—concedió—,ypiensoseguirestándolomuchosaños.Laestacióndetrendelaciudadsehallabaenelcentroneurálgicode

laurbe,alestedelacolinadeSlottsfjell.Sonreí;enapenasveinteminutosestaríaabrazandoamiqueridísima

amigaElena.Sehabíaperdidomiboday,pormotivoslaboralesypersonales,no

habíapodidoveniravisitarnos,hastahoy.Ynolohacíasola.—Tenía que ser musulmán —masculló Gunnar fingiendo

desaprobación.—Yo ya dudaba de que existiera alguien capaz de hacerle sentar

cabeza;almenosnohatenidoquecontactarconextraterrestres...Gunnarsoltóunacarcajadaysacudiólacabeza.«Quégranintuiciónlamía»,penséasombrada.Recordé vívidamente cómo, con su espectacular melena roja y su

aleteoinfalibledepestañas,embaucabaaunpardedesconocidosparaquenosllevaranmismaletas:elejecutivoyeltalibán.«Megustaelcordero»,dijo ella, sin saber que se convertiría en eso mismo, en un corderillomansoydócil,queidolatrabaasupastor.Reíparamisadentros.YusufibnSarîq debía de tener algo muy especial para que la alocada Elenaabandonarasuactituddeagresivadevorahombres.

Laestacióneraunaestructuradeladrillomarrónoscuro,pequeñaycon tejado al estilo noruego, con ese encanto rústico pero cuidado,característicodelaarquitecturadelaciudad.

Gunnar estacionó el vehículo en el aparcamiento, perfectamentedelimitadofrentealaentrada,yparóelmotor.

—Si te soysincero—comenzóadecir trasdarun largosuspiro—,meintimidatuamiga.

—No se come a nadie. —Me detuve un instante para agregar—:Bueno, ya no. ¡Oh, venga, vamos! ¿Un vikingo como tú teme a unapequeñapelirroja?

—Yosóloletemoaunacosa.Susemblanteprontoadquiriógravedad.Sushermososojosdegato,

tanverdescomolasaltascolinasquenosrodeaban,metaladraronconunaintensidadquemesecólagarganta.

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Nisiquieratuvoquedecirlo,loleítanclaroensurostrocomosisupotentevozlohubieragritadoaloscuatrovientos:perdermedenuevo.

Meinclinéhaciaélybesésuslabioscondulzura.Gunnaraferróminucaconunamano,conlaotraabarcótodomimentónparainmovilizarmicabeza,ydevoróconexigenteminuciosidadmiboca.

Esahambreimplacable,agotadoraeinsaciableaparecíacontansólomirarnos,conunsimpleroceinocente,conuncastobesosinpretensiones.Siempre estaba ahí, latente, presta a explotar, obnubilando nuestrossentidos.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, logró separarse demí.Gruñíinsatisfechayardiente,ylocontempléconlamiradaturbiaporeldeseo.

Gunnarmaldijoentredientes,seagarróconlasdosmanosalvolanteeinclinólacabeza,respirandoagitadamente.

Intenté acompasar la respiración, y contemplé a mi alrededor pararecuperarlacalma.

—Deberíamos...—¡Saldelcoche!—ordenó.Gunnar se volvió para mirarme y, con semblante tenso e

indescifrable,resoplóysaliódelLandRover;luegocerróconunportazo.Loimitécontrariadayconfusaporsuhurañaactitud.—Pero¿qué...?Me tomó bruscamente de la mano y sin mediar palabra casi me

arrastróagrandeszancadasalinteriordelaestación.Gruposdepersonasdeambulabanendiferentesdirecciones;otrosse

deteníanamirarlospanelesdigitalesqueanunciabanlassalidasyllegadasdelostrenes.Gunnarcasiembisteaunaparejaensuafánporllegaraunodelospasilloslaterales.

Al girar en un recodo, enfiló hacia los servicios y, ante miestupefacción, entramos como una tromba en el lavabo de señoras.Unamujerdemedianaedaddejócaersobresaltadaelpintalabiosconelqueseretocabaynosmiróescandalizada,antesdecorrerhacialasalida.

—Eresun...—Bárbarodeldemonio,losé.Me adentró precipitadamente en uno de los inmaculados

compartimentosparaváterycerró lapuerta trasél,aprisionándomeconsuenormecuerpocontraeltablerolateral.

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—Essuperioramisfuerzas—susurrócontramicuello.—¿Quéessuperioratusfuerzas?—Tú; soy incapaz de resistir esa expresión lasciva y excitada que

pones cuando te toco, ver tus labios hinchados y enrojecidos, pidiendomás,es...superioramisfuerzas.Esto...mesupera.Cadadía lanecesidaddetenerteaumentadeformapreocupante.Medeclarotuadicto,tuesclavo,tufervorosoadorador.

—¡Cállateytomaloquevinisteabuscar!Fue como si se hubiera desatado un vendaval en aquel minúsculo

receptáculo. La boca de mi hombre devastaba la mía, con besosincendiarios.Susmanosapartabanhoscamente la telaque loseparabademi piel; las mías luchaban por desprenderlo de la americana mientrasnuestraslenguasforcejeabanporelcontrol,ávidasydesesperadas.

Gunnarmealzóunapierna, arrancó con fierezami ropa interior ymepenetróconviolencia.

Ahoguéunaexclamación,clavélasuñasensusnalgasyderramémisahogadosgemidosensudulceboca.

Unayotravezmicuerpogolpeabadeformarítmicaeltablerodondese apoyaba mi espalda. Gunnar me elevó sobre sus caderas y, con laspiernas fuertemente enlazadas a su cintura, fui recibiendo sus enérgicasembestidas,hastacasidesfallecerdeplacer.Sentíasucálidoyentrecortadoaliento contra mi cuello, así como la sensual melodía de sus gruñidossofocadosydemisapagadasexhalaciones,queflotabanenaquelbaño.

—Mía—susurróentredientes.Susmanosmesujetabanpor lasnalgas,clavándomeconfierezasus

fuertesdedosenlapiel.Acelerósusmovimientos,hastaque,envueltaenuna bruma de pasión desbordante, estallé en un clímax desgarrador.Arqueé la espalda y me convulsioné sometida por una miríada dedescargas eléctricas. Gunnar continuó su alocada danza, completamenteajeno a cuanto nos rodeaba; por un instante temí que el tablero noresistieranuestroempuje.

Enunaúltimayprofundaembestida,escapódesus labiosun largo,susurrado y quebrado gemido liberador. Agarré su coleta con las dosmanos y tiré de ella con vehemencia, para alzar su rostro hacia mí.Cuandomemiró, todavíasacudidoporelplacerquelo tensaba, tomésubocaconansia,saboreandohastaelúltimodesujadeos.

—Mío—musitécontrasuslabios.

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—Hastaelfindelostiempos—respondió.Medeslizóhaciaabajoconlentitud;cuandopuselospiesenelsuelo,

Gunnarestiró losbrazos,unoa cada ladodemicabeza, con laspalmasapoyadaseneltablerodemiespalda,ypegósufrentealamía.

—Freya,unodeestosdíasséquevanadetenernos;sóloesperoquenosdejencompartircelda.

—Sí,ymásvalequenoseadebarrotes,semeclavaríanenlaespalda.—Sifueradebarrotes,estaríamossalvados—repusodivertido—,los

fundiríamos.Cuandosalimosdelbañopúblico,yoconmivestidoazulcobaltode

fino algodón arrugado, el cabello desaliñado, lasmejillas encendidas ylosojosbrillantes,sentíunaprofundaenvidiaporlaimpecableaparienciade Gunnar, que seguía atrayendo la mirada de las mujeres que noscruzábamos.

Consuamericanaazulmarino,decorteinformal,susuéterbeigeconcuelloenuveysusvaquerosazulesoscuros,decinturabaja,queceñíansus poderosas y largas piernas, cortaba el aliento.No entendía cómo sucabello seguía estando perfecto, ni cómo su semblante mantenía unaexpresióncortésysosegada,comosinuestrobrutalencuentrodeapenasunosminutosatráshubierasidosóloproductodemiimaginación.

Sentísusojosesmeraldasobremí,algoconfusospormiexpresión.—¿Cómolohaces?—¿Acuáldelasmuchascosasquehagoterefieres?—A la de conservar un aspecto impecable, cuando hace apenas un

instanteerasunabestiaencelo.Rioaltanero,alzandotraviesounaceja.—Guardomibestiaenelinteriorcuandonolanecesito.Meatrajohaciaélycaminamoscogidosdelacintura.Salimosalandénjustocuandountrensedetenía.Miré el reloj y sonreí: la puntualidadde losnoruegos rayaba en lo

sobrenatural; cómo controlaban las incidencias era algo que medesconcertaba.

LosdedosdeGunnarseenlazaronentrelosmíos.Laimpacienciameconsumíaysentíunaleteoenlabocadelestómago.

Derepente,preocupadapormidesaliño,estirélafaldademivestidoyahuequémimelena.

—Estáspreciosa—confirmóGunnarconunaampliasonrisa—;sino

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mecrees,puedescomprobarloenlaembobadamiradadeesosdos.Doshombresmecontemplabanconfijezayconexpresiónadmirada.

Unodeellosmeresultóextrañamentefamiliar.Gunnar me guiñó un ojo antes de dedicar a aquellos hombres

trajeadosunasonrisacondescendiente.Anuestraderecha,restallóungritocasihistéricoqueinmediatamente

reconocí.Todosloscongregadossevolvieronsobresaltadosenesadirección.Corrí hacia ella, que venía haciamí con los brazos abiertos y una

expresióndeauténticafelicidadenelrostro.—¡¡¡¡Aaahhhhhhhhh,Vicky!!!!—¡¡¡Elena,amiga!!!Nosfundimosenunabrazointenso;aspiréladeliciosafraganciade

su cabello y los recuerdos me asaltaron, arrancándome una luminosasonrisa.

Juntas en una cafetería, en mi apartamento o deambulando por lastaperíasdelcascoantiguodeToledo.Muertasderisaconsusocurrencias,llorando abrazadas por un desencuentro o desahogando nuestrasfrustraciones, pero, sobre todo, compartiendo y disfrutando de unafantásticaamistad.

Cuando logramos separarnos, ambas con lágrimas en los ojos,observémaravilladasuaspecto.

Sucabellorojolucíamáscorto,conuncortedespuntadoycapeadoquedabamásmovimientoasusrizosylahacíaparecermásjovendeloqueera.Elsoldelamañanalearrancabadestelloscobrizos;sushermososojos avellana refulgían dichosos, deambulando por mi rostrocompletamenteemocionados.

—¡Dios del cielo!, ¿cómo puedes estar más guapa de lo querecordaba?—inquirióenvozalta, ante laevidentedesaprobaciónde losviandantes.

Elenamiróasualrededorconelceñofruncidoyagregó:—¿Yporquécuernosmemirancomosifueraunbichoraro?—Porqueloeres.Mevolvíhacialaprofundaymelodiosavozqueacababadehablary

meencontréconunamiradadulceyoscura,yunasonrisatraviesa.—Eres mi bichito raro y encantador —pronunció dirigiéndose a

Elena,quelomirabaarrobada.

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Elhombrealargólamanohaciamíyyoselaestreché,sonriente.—ElgranYusuf,imagino.Asintióaltiempoqueinclinabacortéslacabeza.—Esperoquenoterefierasamitamaño.Eraunhombrealtoycorpulento;no tantocomoGunnar...pocos lo

eran,inclusoenelpaísdelosgigantes,puesNoruegateníaunamediadealtura impresionante. Aun así, era un tipo grande; evidentemente susrasgos eran árabes: tez acanelada, nariz algo aguileña, ojos alargados ynegroscomoelónix,demiradasagazymentónpronunciado.Noeraunhombreguapo,perosíatractivo,conunúnicorasgodestacable:subocadelabiosgenerososybiendelineados,enmarcadosenunabarbarecortadayelegante,tannegracomosucabello.

—Mereferíamásbienatusvirtudes,quedebendesermuchas,paraencandilaraElena—aclaré.

Yusufmiróalaaludidaconunasonrisapícarayasintió.—DoygraciasaAlátodoslosdíasporeso.OíaElenasuspiraramilado;jamásentodamividalahabíavistoen

semejanteestadodeenamoramiento.—Paragrande,esetipoquevienehaciaaquí—adujoYusuf.Me volví justo cuando Gunnar enlazaba mi cintura y alargaba la

manohaciaYusuf.Elenaabriólosojosdeformadesmesurada,paraluegodirigirmeuna

miradacómplicedeaprobación.—Hola,Yusuf,encantadodeconocerte.Yusufasintiólevementeyleestrechólamanocortés.—Lomismodigo,Gunnar.Ambos se sostuvieron un instante la mirada, mientras sus manos

seguíanunidasenelapretón;comodosmachossospesandosus fuerzas,antesdeuncombate.

Por último, Gunnar se volvió hacia Elena y le dedicó una sonrisagentil.

—Hola,Elena.Ya sedisponíaa alargar lamanoen sudirección, cuandoella se le

abalanzó y de puntillas se enlazó a su cuello, estampándole un sonorobesoencadamejilla.

—Esto es un saludo a la española —manifestó con una sonrisaorgullosa.

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»Encantada de verte —hizo una pausa intencionada y esbozó unasonrisacómplice—,porsegundavez.

—Lomismodigo.Elenamerodeóelbrazoycomenzóacaminardejandotrasnosotras

aloshombres,quenossiguieronaunadistanciaprudencial.—Vaya,vaya, tugigante esunbombón, todounmodelode revista,

estámás tremendo de lo que recordaba—siseó entre dientes, al tiempoquesevolvíaparaecharfurtivasmiradashaciaatrás.

—Eltuyotampocoestámal—repusecompletamentecontagiadadelefectoElena,quenosretrotraíaanuestraalocadaadolescencia.

—¡Ay,amiga,memoríaporverte!¡Tengotantascosasquecontarte!Ambasreímosentusiasmadas.

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3

Unbuenprincipio

UnsilbidoadmiradoescapódeloslabiosdeElenacuandosaliódelcoche.Con los brazos en jarras y una expresión entre asombrada e

incrédula, contemplaba nuestra hermosa casa de cedro, al pie delacantilado,sobreelfiordodeSteinsfjorden.

Ciertamenteeraunaestructuraimpresionante,unasincroníaperfectaentrelorústicoylomoderno.Teníauntejadopronunciado,hastaelsuelo,eficaz para las abundantes nevadas invernales, y resistentes paredes detroncos, que otorgaban calidez y aguantaban los fuertes vientos queazotaban la cumbre. No obstante, los grandes ventanales, de una pieza,aligerabanlapesadezdelamaderayofrecíanunasvistasimpresionantesdellago.Lacasaposeíadosampliasbalconadas,decaraalacantilado:unaenelpisosuperior,abiertaaunenormesalón,yotramáspequeñaen lahabitaciónprincipal, situadaen labuhardilla, degenerosasdimensiones;lanuestra.

Conlallegadadelbuentiempo,solíamosdesayunarallí,aspirandoelfrescoaromadepinosyabetosylafraganciaalavanda,quecrecíaenlaladerade lamontaña extendiendo sumanto azuladopor el horizonte.Elaire límpidoyoxigenadonosdaba losbuenosdíasy lasbuenasnoches.Aquellos parajes eran mi hogar, mi particular paraíso, aunque hubieradicho lo mismo de un terreno abrupto, yermo y desolado, siempre ycuandoGunnarestuvieraamilado.

—¡Impresionante! —murmuró Elena. Sus vivaces ojillosrevoloteabaninquietosportodalapropiedad,hastaquelosdetuvoenmí.

—Nena, muy mal lo tuviste que pasar, sí, porque... pedazo derecompensa,guapa.

—Anda, vamos; coge aire o te dará un tabardillo cuando veas elinterior.

Arqueólascejas,todavíaboquiabierta.—¿Aúnesmejor?—inquirióincrédula.

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—Sóloesacorde—intervinoGunnar.Avanzábamos hacia la entrada principal, donde se abría el porche,

con sus mullidos sofás, repletos de cojines, lámpara colgantes y unaextensamesaalargadaconbancosaamboslados.

—¡Diossanto,creoquevaisatenerqueecharmeapatadasdeaquí!Soltéunacarcajada,másporlamiradaespantadadeGunnarquepor

elcomentario.—Siéntete en tu casa, Elena—profirió Gunnar—, pero no olvides

quenoloes.Le clavé el codo en las costillas, mirándolo con reproche. Gunnar

exhalóunlevequejido.Elenasedetuvo,lomirócongravedadyestallóenrisas.—Tranquilo, grandullón, no puedo olvidarlo; mi apartamento

seguramentetendráeltamañodeunodetusaseos.La solamenciónde esapalabra encendióun rubor enmismejillas.

DeinmediatorecibílamiradatraviesadeGunnar,consuseductoramediasonrisaautosuficiente.

—Elena,estababromeando;puedesquedarteeltiempoquequieras—confesóGunnar.

—¡Ja!,ahorasíquetetomolapalabra.Ycongestoburlón,leguiñóunojoysecolgódemibrazo.Oí resoplar a Gunnar a mi espalda y sonreí; sería interesante

descubrirhastadóndellegabaelaguantedemivikingo.Rona salió a recibirnos secándose lasmanos en el delantal. Junto a

ellaestabaThor,nuestroinmensoterranovanegro,que,jadeante,saludabaamigable a los invitados,meneando su cola e inclinando ligeramente lacabezaenesperadealgunacaricia.Hundílosdedosensuespesoysuavepelajedeunnegrocasiazuladoquedestellababajoelsol.

Ronaeraunamujermadura,algorobustaydeimponenteestatura,decabellos trigueños y lacios, estirados en un apretado moño bajo quedejaba al descubierto un rostro redondo, de mejillas sonrosadas, narizpequeña, grandes ojos azules y expresión beatífica. Habría sido unestupendo general: su personalidad disciplinada, su perspicacia, sucapacidad de trabajo, la escrupulosa rigidez de sus propias normas y lacuidadosaorganizaciónhastadelmásmínimodetallelaconvertíanenuntesoroparamíalahoradellevarlagranja.

Clavósuagudamiradadehalcónenmisinvitados,sometiéndolosa

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unaminuciosainspecciónvisual.—Rona,éstossonElenayYusuf.Elena imitó su saludo anterior, dejando a la gran Rona del todo

desorientada.«Elenauno,Ronacero»,pensédivertida.Traslosdossonorosbesosrecibidos,seaclarólagargantay,cuando

Yusufseacercóaella,involuntariamentediounpasoatrás.Cuando el hombre extendió el brazo, el semblante de la mujer de

inmediatoserelajóaliviadoyleestrechóconbríolamano.ReprimíunacarcajadacuandoviondearelbrazodeYusufcomosi

fueraunacuerdaalviento.—Encantada;pasen,lespreparéelalmuerzo—anuncióRonaconese

acentohoscoygraveconquehablabamiidioma.Gunnar le palmeó amigablemente la espalda aYusuf, que abría sin

cesar su mano derecha, en un intento de que la sangre de nuevo larecorriera.

—Éstaeslabienvenidavikinga.Yusufasintióintentandosonreírsinconseguirlo.—¿Os habéis caído todos a la marmita de Panoramix? —inquirió

ceñudo.—La poción la aprendió de nosotros —replicó Gunnar socarrón,

cediéndoleselpaso.Elena revoloteaba, entre exclamaciones sorpresivas, por la gran

entradadondeseabríalaampliaescalinataalpisosuperior.Aladerechaseencontrabaunavastasaladeestarconunalargarinconeradepielbeigefrente a una impresionante chimenea de piedra natural; más allá, uncomedoracogedorenunrincónacristalado,porelquesecontemplabaungranarce,detroncoimponente,ylasverdesladeras,dandolaimpresióndeestarenelexterior.Alaizquierdadelrecibidorhabíauncorredorquellevabaaunodelosaseosdelaplantabajay,másallá,enelotroextremo,se hallaba una cocina de considerables dimensiones y una enormedespensa, repleta de provisiones, ya que era muy normal que nosquedáramosatrapadosdurante las largasheladas,pues lanievehacía loscaminos infranqueables.Adorabaesassemanasdecompletoaislamiento,porquelaspasabaprácticamentetiradaenlaalfombrajuntoalachimenea,sobre el regazo de Gunnar, disfrutando de cada segundo, riendo,comiendo, jugando, amándonos, evocando recuerdos, avecesdolorososperoquenecesitábamosairearparaaligerarnuestrasalmas.

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Solosélyyo...yahoranuestroadoradoKhaled.—¡Es...es...demonios,eslaleche!—exclamóElenaestupefacta.—Gunnarlaconstruyó—adujeorgullosa.—Alucinante,ahorameexplicoesosbrazos.—Nolohiceyosolo,nosoySansón—espetóGunnarsonriente.—No,perocasi—repusoconadmiración.Eché una ojeada a Yusuf, que no parecía muy complacido con la

efusividaddeElenahaciaGunnar.—Vayamos arriba, vuestro cuarto está en la segunda planta; podéis

cambiarosyrefrescarossilodeseáisantesdealmorzar.—Iréporlasmaletas—anuncióGunnar.—Puede que hayas construido esta supercabaña—comenzó a decir

Yusuf—,peroteaseguroqueserásincapazdelevantartúsolounadelasmaletasdeElena,niconruedaspudimosarrastrarla;voycontigo.

Gunnarasintióyambossalieronrumboalcoche.Cogidasdelbrazo,conunasonrisadeorejaaoreja,lacondujehasta

elcuartoqueleshabíaasignado.Abrícomplacidalaspuertasbatientes.Ubicadaenunaesquina,contabaconunventanalimponentefrenteal

acantilado, una gran cama delante de la chimenea, un pequeño sofá dechenillaazul,unateledeplasma,unlargoarcónalospiesdelacamaysubañoparticular.Resultabaunahabitacióncálidayconfortable.

—Esto es un sueño, amiga; te juro que ni el mejor hotel conmásencantodelmundopuedecompararseaesteparaísoenlasmontañas.

—Esmisueño,sí,delquenoquierodespertarnunca.Elenasostuvomimirada;susojosavellanasehumedecieron,asintió

con una sonrisa emocionada y avanzó haciamí.Nos estrechamos en unemotivoabrazo.

—Teheechadotantodemenos...—murmurócontramipelo.Cuando nos apartamos, nos cogimos de las manos y las agitamos

comoadolescenteshistéricas.—Aaaahhhh...—exclamóydejóescaparunarisitaalborozada—;van

aserunosdíasinolvidables,losé.Asentíigualdeilusionada.—Yahora,muchacasa,muchopaisaje,pero¿dóndeestáelFerrero

Rocher?Lamiréconfundida,peroalertaasussiguientespalabras;derepente

entendíyestalléenunacarcajada.

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—Sí,tupequeñobombóndorado,tuKhaled.Sinparardereír,tuvequesentarmeenlacama,dobladaendos.—Loserviré...enelpostre—logrédecirentrecarcajadas.Elena se sentó a mi lado, contagiada por mi risa; ambas nos

tumbamosenlacama.—Ñam,ñam...quérico...Estallábamos en carcajadas cuando entraron Gunnar y Yusuf rojos

comopimientosporelsobreesfuerzo,sudandoyfulminandoaElenaconlamirada;lasrisotadasdeambasaumentaron.

—Ahorasímecreoquevienesconintencióndequedarteavivir—gruñó malhumorado Gunnar mientras se limpiaba el sudor con elantebrazo.

—Sisólosoncuatrocosillas—replicóElenaentrerisas.—¿Cuatro cosillas? —se quejó Yusuf—. ¿Cuándo desmontaste la

catedraldeToledoparatraérteladespiezada?—¡PorDiosbendito,paradomemeo!—profirióriendoamandíbula

batiente.Elenaselevantódelacamacomounrayoyfuederechaalbaño.—¿La catedral?—inquirióGunnar—. ¿No le has dicho que somos

unosbárbarospaganos?Yusufrioconganas.—Creo que se ha empeñado en cristianizar nuevos territorios,

mírameamí.Conlamanosenlamandíbula,queyameempezabaadoler,oílavoz

deElenaatravésdelapuertacerrada.—¡Mierda,nohellegado!Lascarcajadasinundaronlahabitación.Gunnar, que se limpiaba las lágrimas con la palma de la mano,

observabacómoYusuf,apoyadoensusrodillas,sesacudíaentrerisotadas.Me hizo una señal hacia la puerta, me tendió la mano y ya más

recompuestalaacepté.—Osdejamos—murmuró—,ahorasínecesitáiscambiaros.Yusuf asintió sinmirarnos, alzó unamano amodo de despedida y

abandonamoslahabitacióntodavíaentrerisasycogidosdelacintura.—Unbuenprincipio,¿nocrees?Gunnarbesómifrenteyasintiófeliz.

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4

Reminiscenciasdelpasado

La fiesta de nuestro aniversario sería una simple reunión de amigos,charla,cenaycopas;esosí,formal,loquesuponíapuestadelargo.

DespuésdedarelpechoamiKhaled,bajolaenternecidamiradadeElena,ambascorrimosaprepararnos.

Paralaocasiónmehabíacompradountrajedesedasalvajeencoloramarillo, estilo sirena, que se ceñía a mi talle para abrirse a mitad demuslo.Porfortuna,comoyameanticipólamatrona,habíarecuperadolafigura rápidamente gracias a la lactancia, y por supuesto al ejerciciofísico.Gunnaryyosalíamosacorrercasitodaslamañanas,montábamosacaballoy loayudabaen las laboresde lagranja,peronuestrodeporteprincipal,sinduda,erademostrarcuáldenuestrosanimales internoseramásvoraz.Sonreí;elúltimoasaltoenunbañopúblicohabíasidodelleón.

Con unas tenacillas, remarqué con cuidado cada una demis ondas.Erauntrabajoarduoporlalongituddemimelena,pero,cuandoterminéymemiréenelespejo,comprobéorgullosaelresultado.Micabellonegroresplandecía en cada curva. Finalmente, recogí el lado derecho con unpasadordorado,amontonandomisrizosalotrolado.Perfecto,almenosunodemispendientesluciría.

Maquillémisojos,perfilándolosconsombraoscura,loqueacentuómitonoámbar;apliquémáscaradepestañas,coloramismejillasy,parafinalizar, un carmín de un tono rosado natural con brillo. Una últimamiradadeaprobaciónysalídelbaño.

Gunnarseajustabalacorbatanegrafrentealespejoconmovimientossecosyelegantes;contuveunaexclamación.Estabatanguapoquemiloboseremovióinquieto,casisalivandoanteaquellasuculentaimagen.

Llevaba un traje negro, de corte italiano, que se ajustaba a susimponentesdimensionesalaperfección.Lacamisablancadestacabasutezbronceadaporeltrabajoalairelibre.Miojosrecorrieronladuralíneadesumandíbula, suboca ampliaydulce, sunariz recta, sus altosy anchos

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pómulosyesosojosalargadosdegato,siempreacechantes,tanprofundosy brillantes como los abruptos barrancos de las montañas que nosrodeaban.Llevabaelcabellosueltosobreloshombros,doradoybrillante,peroconesesempiternotoquerebeldeeindomablequeañadíaunasalvajemasculinidadasuporte.

Derepente,sentísumiradareflejadaenelespejoclavadaenmí.Perplejo y obnubilado,me recorrió despacio, prestando atención a

cadadetalle;suslabiosseabrieron,sumiradaseencendió,susrasgossetensaron.Contuvelarespiracióncuandosevolvióhaciamí.

Avanzólentamentey,acadapaso,laemociónquebrillabaensusojosaumentaba.

—Laprimeravezquetehicemíallevabasunvestidoparecido.Aquel recuerdo, de hacía doce siglos, volvió a mí, con detallada

claridad.Aqueldía,enlafiestadelskáli,lacasacomunal,mesacódeallícasi

arastras,temiendoquefueradeotrohombre,mostrandoconfierezasussentimientos, su posesión. Casi sentí aquel beso delirante contra laempalizada,cómomeempujóhastasucabaña,dondemetomócomosuya.Esaprimeraentregadebióhabermeabierto losojos: eraél,mihombre,midestino,peroporaquelentoncestodavíameaferrabaaRashid.

—Sí,loescogíapropósito—confesé.Atansólodospasosdemí,sedetuvo.Percibícontotalnitidezeldeseoquemanabadeél.Eracomoondas

térmicasirradiadasporsucuerpo,comounafuerzaelectromagnéticaquecargabael aire a su alrededor, activandocadaunademis terminacionesnerviosas.Notécómoseacelerabanmislatidos.Esaconexiónmágicaquenosuníatransgredíacualquiercienciaycredo.

—¿Sabes?—dijo con voz susurrada y grave—. Provoca la mismareacciónqueentonces.

Inclinólevementelacabezayconmiradadepredadoraavanzóhaciamí.

Sus manos se aferraron a mi cintura; el calor que desprendíandespertómipielylanguideciómissentidos.Olíamaravillosamentebien;mi consciencia pasó a un segundo plano, mi vientre hormigueó y mipezonesseendurecieron.

Gunnarmepegóaél,clavandoenmísuverdeysesgadamirada.—Siempresupequeerastú,desdelaprimeravezquepusemisojos

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sobreti,laotramitaddemialma—musitó.Mi garganta se secó; un aleteo inquieto recorrió mi pecho, sentí

escalofríoserizandomipielyelatronardeloslatidosenmisoídos.—Que seas, además, lamujermás condenadamente bella y sensual

que hay sobre la tierra es un favor que debo agradecer a los dioses—agregómientrasseinclinabasobremiboca.

Unos rápidos y secos golpes en la puerta lo detuvieron. Una vozfemenina,guturalyseca,llegóenérgicahastanosotros.

—¡Losinvitadosesperanabajo!Gunnarmesonrió,chasqueólalengua,sacudiólacabezaymesoltó.—Los invitados deberán agradecer a Rona que hoy tengan

anfitriones.Reí,coloquélaspalmasdelasmanosensushombrosymepusede

puntillas, a pesar de mis tacones, para darle un beso rápido. Para miasombro,Gunnarseapartó.

—¿Acasohasolvidadoenloqueacabannuestrosbesos?Sivuelvoaacercarmeati,seráparadevorarte.

HiceunmohíndesconsoladoyGunnargruñó,meguiñóunojoymeacompañóalapuerta.

—Nometientes,nena,olafiestaacabarásiendolamássonadadelazona.

Abajo,variasparejascharlabanconanimaciónmientrasbebíanunoscócteles.EranamigosdeGunnar,yahoratambiénmíos.Mirélahoraenelreloj de pared, era exactamente la hora estipulada. «Infalible», me dijesonriente.

Saludamos a los invitados con un abrazo cálido y una sonrisaagradecida.

Britta Holgen, esposa de Knute, director de una de la mayoresfactoríaslecherasdelazonayunodeloshombresmásfrancosquehabíaconocidoenmivida,admirómivestimenta,alabandolaelección.

—Desdeluego,querida,esimpresionantecómotehasrecuperadodelembarazo.

Sumarido se ajustó las gafasdemontura invisible sobre el afiladopuentedesunarizymecontemplóconaprobación.

—Sinduda,estássoberbia,Vicky,yelamarillotefavorecemucho—opinóKnute.

—Es más un color de morenas, y aquí no abundan —convino su

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mujer.—Gracias,Britta;túestásradiante.Y era cierto; su melena casi albina se estiraba en un alto moño,

despejando por completo un rostro regio, de facciones delicadas. Suspequeños pero aviesos ojos cerúleos mostraban el brillo de una menteaguda,siemprealerta;nadaescapabaasucontrol.Suvestido,deunverdemusgo casi tan intenso como los ojos de mi esposo, ceñían un cuerpoesbelto,perosinmuchasformas.

—Ronanoshadichoqueestamañanahallegadotuamigaespañola,peronolahemosvisto—adujoBritta,llevándoselacopaaloslabios.

—Esespañola—le recordó su esposo, como si esa sola indicaciónfuerainherentealaimpuntualidad.

JustoenesemomentoseacercóRonaconlabandejadeloscócteles;cogíunacopaymelallevéaloslabios.

—Yardiente—intervinoRona—.Seguroquehan torcido todos loscuadrosdelapared.Desdelacocinaseoíanlosgolpesyalaridos;miedomedaentrarenlahabitación.

MeatragantéantelasrisasdeBrittayKnute.Gunnar, que hablaba con Sven, su mejor amigo y uno de los

principalesganaderosdelacomarca,mirópreocupadoenmidirección.Alcélamano,enseñaldequetodoibabien,mientrasBrittapalmeaba

miespalda.—¡Diantres, Rona! —exclamé—. ¿No sabes lo que significa la

discreción?—Séloquesignificaeldecoro—sedefendióceñuda—.Ysiellosno

quieren que nadie sepa que fornican como animales, es tan fácil comomorderlaalmohada,digoyo.

Britta se carcajeabamientras aleteaba con lamanoy negaba con lacabeza.

—Ay, Rona, no te contrataría en mi casa aunque te ofrecieras sinsueldo.

Ronalafulminóconlamirada,fruncióloslabiosreprobadoramenteyalzólacabezaaltiva.

—Noveoporqué—intervinoKnute—.Túeresdelasquemuerdenalmohadas.

—¡Ja!—exclamóRonatriunfal,mientrassealejaba.Reprimílacarcajada,portemoramolestaraBritta;sinembargo,fue

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ellalaquerio.—Veoqueosloestáispasandogenial.LisbetAmundsen,esposadeSven,debellezaangelical,casianiñada,

decabellostrigueñosylaciosquecaíansuavesaambosladosdesudulcerostro,nossonrióconcuriosidad.

—Hablábamos...de...las...¿almohadas?—repusoBrittaentrerisas.—Más bien de cómo semuerden—aclaró sumarido, que también

reía.Lisbet me miró abriendo los ojos con asombro; me encogí de

hombros,altiempoquemesacudíaotracarcajada.—Diossanto,yesoqueacabamosdeempezar—intervinoLisbet.Uncarraspeotrasdemímehizovolverme.ElenayYusufmemirabansonrientesyexpectantes.—Esasonrisaes inconfundible,es ladeunamujerorgásmicamente

satisfecha—musitóBrittaamisespaldas.—No lo dudes, guapa, mi hombre es un toro—contestó Elena en

perfectonoruego,conlamásdulcedelassonrisasensucara.—Se me olvidó comentar que habla vuestra lengua —confesé

divertida.Elenahabíacomenzadoaestudiarladesdequemeinstaléaquí,igual

queyo;ennuestrosnumerososcorreosmecomentabasusavances,ymeconsultabalasdudas.

Yusuf,encambio,apenaschapurreabaalgunaqueotrafrase.Brittaseadelantóylealargócortéslamano,yElenahizolopropio:

lacogióporloshombrosyleestampólossonorosbesosderigorenlasmejillas.

—Esespañola—lerecordéconorgullo—,comoyo;ningunadelasdosmordemosalmohadas.

—Curiosapresentación,amiga—dijoElena—,aunqueyaimaginoeltemaquetratabais.

—ÉstaesBritta,tuálteregoescandinavo.—Yameempiezaacaerbien—afirmóentrerisas.Algruposeacercaronlosdemás.JørgenLadjsonysuesposaJanne,

Markus Axel y su hermano Finn. La espectacular Ingrid, una pelirrojavoluptuosa, de ojos azules y rasgados, pómulos altos y prominentes ybocagenerosa,consuprimaHildur,tanaltacomoellaperobastantemásdelgadayenjuta,decabellodelcolordelbrandiviejo,igualdebrillante,y

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deojos gris claro.Al contrario que su llamativaprima, era anodina, decarácter reservadoymuycallada;sinembargo,se intuía traseseescudode timidez una inteligencia sublime. Por algúnmotivo,me encontraba agusto a su lado,me transmitía una paz y una seguridad apabullantes, alrevésqueIngrid,quemeinspirabadesconfianzayreceloconstante.

YnosetratabaúnicamentedelaformaenquesecomíaaGunnarconlosojos,sinodealgomás,unasensacióndemalestaropresiva,unameracuestióndepiel,derechazoinconsciente.Desdeeldíaenquelaconocí,lasensaciónnohabíahechomásqueacrecentarse.Laqueríalejosdemí,delamismamaneraquequeríacercaaHildur.Pero,alparecer,eranunpackindivisible;loqueresultabamáscuriosoeraquesospechabaqueningunatolerabaa laotra.EnmiscontadasconversacionesconHildur,mehabíamaravilladolasapienciadealguientanjoven,puesmellevabasólocincoaños.YapesardequeellajamáshabíahabladomaldeIngrid,creíaverensusmiradashaciaella,yensusgestoscuandosuprimaseleacercaba,undesagradosutil,apenasperceptible.

LosúltimosenacercarsefueronLarsMineysuesposaTora,ambosya metidos en la cincuentena. Lars era médico en Tønsberg, nuestromédico de familia, y su mujer, psiquiatra, algo que me llamabapoderosamente la atención, pues era una mujer casi imposible deinterrumpircuandoempezabaahablar.Nomelaimaginabaencompletosilencioensuconsulta,escuchandoytomandonotas.

Hechas las presentaciones, nos sentamos a la mesa. Por supuesto,Rona,sumaridoArneyladulceAnnikenseunieronanosotros.

Las mujeres a un lado de la mesa, los hombres al otro, con lasparejasenfrente.

EnelcentrodelalargamesasealineabanlosplatosconquelagranRona nos agasajaba. El colorido de las viandas resaltaba contra lablancuradelmanteldehilo.

Había bandejas de gravlaks, salmón marinado en sal, azúcar yespecias, servido laminado; canapésde reker, gambas sobre pan blanco,conlimónycubiertasdemahonesaconeneldo;kjottkaker,carnepicadadeternerapreparadaenformadealbóndigasyfrita,acompañadaconpurédeguisantesypatatascocidas;platosconGeitost,unquesodecabramarrón,consabordulceyalgoamargo,connotasdecaramelo,sobre tostadasydecoradoconbayasdeenebro,y,porúltimo, lutefisk,pescadodesalado,bacalaoenestaocasión,alaparilla,acompañadodebacón,purédenaboy

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guisantes. Varios cuencos de salsa rømmegrøt, crema agria naturaladerezadaconmantequilla,azúcarycanela,sehallabanrepartidosporlamesa,alalcancedetodos.

Al contrario que sucede en las mesas españolas, donde se vasirviendolacomidasiguiendounordendeterminado,allítodoslosplatosquesevanacomeryaestándispuestos,conloquelaanfitrionanotienequelevantarsecontinuamenteparaservir.Inclusoelpostreestabapresente,lamultekrem, elaboradaconbayasde lospantanosynatamontada.Aunextremoseencontrabalamesitaauxiliarconruedas;sobreellahabíaunapiladeplatoslimpiosycubiertos,yenlabandejainferiorseibandejandolos platos sucios que los invitados pasaban de unos a otros, con lo quenadieteníaquelevantarsedelamesa.Laeficiencianórdicaeraunadelaclavesdesudesarrolloatodoslosniveles.

—Nohaycerdo—anunciéaYusuf,queasintióagradecido.—Shukran—respondió.Aquellasolapalabraarrancóreminiscenciasdolorosasdemimente.

Esa lenguamelosa y la apariencia deYusuf rescataban un rostro demimemoria.MeencontréconlapenetranteyzaínamiradadeYusuf,quehizoquemeagitaseincómodaenlasilla.

Gunnar tambiénme observó, adivinando conmeridiana claridad elnombrequehabíaacudidoamisrecuerdos;torcióelgestoysedirigióaYusuf.

—¿Dedóndeeres?—MispadressondelLíbano,peroyonacíenJordania.—¿YcómollegasteaEspaña?—Meofrecieronuntrabajoallí,soytraductoryguíaturístico.—O sea, que ya sabías castellano cuando fuiste —repuso Gunnar

llevándoseuntrozodesalmónalaboca.Yusufasintiótrasbeberuntragodesolo,unabebidarefrescantecon

saboranaranja.—Sí—admitió—.Poralgunarazón,esunidiomaquesiemprellamó

miatención.—Hizounapausaysonrió—.Ahoraséporqué.Gunnardejódemasticar,tragóincómodoybebiódesucopadevino

blanco.—El amorme esperaba en ese país—aclaró alzando su copa ante

Elena,quien, sentadaami lado, lomirabahechizada.Ella lo imitóy lasentrechocaron.PerocuandoYusufbebiódeella,sentísusojosnuevamente

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sobremí,porencimadelborde.Gunnarnomequitabalosojosdeencima,parecíacontagiadopormi

inquietud.—¿Piensascasarteconella?—inquirióinteresado.—Melohaprometido—respondióElena—,asíquemásvalequelo

cumplaoloataréaunasillayloatiborrarédecerdo.Yusufriodivertidoyleguiñóunojo.—Como ves, Gunnar, no tengo escapatoria —repuso volviéndose

haciaél.Gunnarasintióysonrió,aunquelasonrisanollegóasusojos.—Hechalapromesa,esmejorcumplirlacuantoantes.—Bueno,lascosashayquemadurarlasuntiempo—manifestóYusuf

concalma—.Nocomolovuestro,quefueunflechazoinstantáneo.—Denuevo dirigió la atención sobre mí—. Elena me contó que viniste devacacionesparaolvidarauntipoyque,encuantoloviste,caísterendidaasuspies.

—Fuiyoelquequedóprendadodesdeelprincipio—admitióGunnar.—No es para menos —repuso Yusuf sonriéndome—. Cuando las

vimosenlaestacióndeToledo,miamigoDiegoyyocaímoscautivadosporellas.

Gunnarresoplóincómodo;susemblantecomenzabaacrisparse.—¿Quétallacomida?—pregunté,deseosadecambiardetema.—Deliciosa —confirmó Yusuf, paladeando cada sílaba y con la

miradarecorriéndomesinningúnreparo.Bajé la vista a mi plato, con las mejillas encendidas y un molesto

desagradoquecrecíapaulatinamenteenmiestómago.Decidícentrarlaatenciónenlasconversacionesquesedesarrollaban

amialrededor,yenElena,quehablabaanimada,practicandosunoruego.Atenta, le traducíaaYusufcada frase, sinpercatarsedeque sunovionoparecía estar interesado en nada más que en devorarme con los ojos.Maldijeparamisadentros.

Como predije, Britta y Elena conectaron enseguida, y sus bromassubidasdetonocaldearonelambiente.Lasrisasylacordialidadreinanteno aligeraron mi ánimo y, aunque sonreía e intentaba pasarlo bien, lasemilla de preocupación que había sembrado la actitud de Yusuf me loimpedía.

Terminada la cena, nos trasladamos al salón. Gunnar, Sven y Finn

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preparabanlascopasenelmueblebar.YomequedéjuntoaElena,queporfortuna se colgó del brazo de Yusuf y, acaramelada, ocupaba toda suatención,conarrumacosybesos.

Hildurseacercóamí,consonrisatímida.—¿Meenseñastucoleccióndemúsica?—Claro,pongamosalgoparabailar—contestéaliviada;acababade

darmeunaexcusaparaalejarmedelaparejita.En una esquina, encendí la cadena de música y deslicé los

compartimentosdeloscedésparaqueHildurescogiera.—Mmmmm...Tienesunosgustosmuyeclécticos—observó.—Sí, depende del momento me gusta escuchar distintos tipos de

música.—¿Medieval?—inquiriósorprendida.—Soyrestauradoradeantigüedades,asíquemeponeensituación—

aduje—.Ahoraestoy restaurandounode loscuadrosde la iglesia local;cuandotrabajomegustatrasladarmealsigloquemeocupa.

—Interesante—musitó.Sus gráciles dedos iban pasando los cedés en busca de algo de su

gusto.PorfineligióunodeNeonTrees,elálbum«Habits»,casualmenteuno de mis grupos favoritos. Me miró como pidiendo mi aprobación,asentí y presioné el botón de extracción de la bandeja de cedé.Metí eldiscoyenseguidasonaron los rítmicosacordesdeAnimal,*unacanciónde pop rock que me apasionaba y que solía cantar por la casa, dandosaltos.

Los invitadosempezaronabailarconsuscopasen lamano. Ingrid,consuvestidorojodesatén,comenzóacontonearsesensualyaagitarsuesplendorosacabelleranaranja.

Cuando llegó el estribillo, todos lo cantaban extasiados; me uní aellos.

Gunnar seme acercó bailando,me rodeó la cintura y se bamboleócontramicuerpo.

—Esa canción está hecha para nosotros —susurró en mi oído,envolviéndome con sus fuertes brazos—. Quiero un poco más de ti,siemprequierounpocomás...—tradujolaestrofa,poniéndomelapieldegallinaconesavozgraveyroncaquetantomeexcitaba—...¿aquéestásesperando?Tomaunmordiscodemicorazónestanoche.

—Tomaré más de lo que me ofrezcas—musité subyugada por su

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cercanía.—Teofrecerémásdeloquemepidas.Nos abrazamos envueltos en una nube de amor que nos alejaba de

todo.Gunnarmevolvióysepegóamiespalda,frotándosecontramí.Las

palmasde susmanos contornearonmis caderasy sedeslizaronpormismuslos,sinuosas,altiempoquehundíalanarizenmicuello.Gemícasidemanera involuntaria, cerré los ojos y apoyé la cabeza en su pecho,exponiendo con premeditación la garganta a su ardiente boca. Sentí quelas rodillas se me hacían gelatina cuando su lengua ascendió por ladelicadapieldemicuelloysusdientesapresaronconsuavidadellóbulodemi oreja. Seguíamos bailando, o eso creía; envuelta enmi particularburbujadedeseo,eraincapazdepercibirconclaridadmialrededor.Sóloera dolorosamente consciente de la palpitante dureza de Gunnarpresionando mis nalgas, de su inquieta y cálida boca, y de aquellasbenditas ymágicasmanos que anulabanmi juicio, despertandomismásfierosinstintossexuales.

—Cielo, me vuelves loco —susurró enfebrecido—. Esta malditahambrevaaacabarconmigo,meconsume.

Una sonrisa exultante y sensual distendió mis labios. Gunnar meapresólascaderasdenuevoypresionócontramitraserosulatentedeseo.

—Él...tambiéntebusca,constantemente...—Yyoaél...Mesientotanvacíacuandomeabandona—murmuréen

apenasunhilodevoz.—Nena,vasaconseguirqueolvidequenoestamossolos.—Mmmmm...¿Noloestamos?—masculléexcitada.Gunnarrioymerodeólacintura;suamplio,fornidoycálidopecho

sesacudiócontramiespalda.—No,peroloestaremos...yentonces,mifogosaloba,voyacolmar

tuapetitodetalmaneraquenotesentirásvacíaendías.—Empiezoatemerte.Gunnarmedio la vuelta y luego sujetó entre sus fuertesmanosmi

rostro.—Seríalomásprudente,esevestidohadespertadolabestiaquehay

enmí...Su verde mirada fulguró cargada de promesas indecentemente

excitantes.

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—Esabestia jamáshaestadodormida—aseguréembebiéndomedeldeseoquetensabasuhermosorostro.

—Nodesdequeteencontré.Entreabríapenas los labiosy labocadeGunnarcayósobre lamía,

constatandoenaquelbesolapasiónqueloconsumía.Sulenguaseenredóávida en la mía, plantando una batalla que no daba cuartel, sedosa,electrizante, vehemente, y arrancandodemigarganta guturales gemidosqueseperdíanenelinteriordesuboca.

Cuando logramos separarnos,descubríque sonabaunacanciónquehabíamosbailadoinnumerablesvecesenlasoledaddeesemismosalón...perdidoselunoenlosojosdelotro.Suspiré.

Gunnarenlazómicinturaycogiómimano;abrazados,bailamoslosacordesdeOnemorekiss,dear,*deVangelis,delálbumde lagrandiosaBladeRunner.

—Un beso más, mi amor, una mirada más... —tarareó Gunnarmientrasmedeslizabaencírculosgrácilmente.Eraunexcelentebailarín;apesar de su tamaño, poseía una ligereza y agilidad apabullantes. Susmovimientos elegantemente felinos rezumaban una sensualidadembriagadora.Supe,sinnecesidaddedespegarlosojosdelossuyos,quetodaslasmujeresdelasalaestabansuspirandobajosuinflujo.

Anuestroalrededorcomenzaronaacompañarnosmásparejas.Los melódicos y románticos acordes de la canción crearon un

ambienterelajadoysilencioso.Apoyélamejillaensuhombroyyacerrabalosojoscuandoalguien

tocómihombro.—¿Puedorobarteduranteunosminutosaesteestupendobailarín?—

rogóIngrid—.Notemas,séquesólotieneojosparati,peroquierosaberloqueesflotarentrelosbrazosdeuncoloso.

—Tal vez deberías preguntarme a mí—intervino Gunnar, molestoporlainterrupción.

—Nopasa nada, cariño, necesito beber algo—respondí cediéndolemilugarydisimulandomidesagrado—.Estodotuyo.

—Quémásquisierayo—repusoIngrid.Meguiñóunojoamododechanza,aunquesabíaquehablabamuyenserio.

Deberíahabermeacostumbradoaldescarodeaquellamujer;noerala primera vez que mostraba sin ningún disimulo su interés hacia miesposoy, si no supieraqueGunnarno la soportaba, hace tiempoque la

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habríaalejadodemivida.Hildureralaotrarazón.Ya me dirigía al mueble bar cuando alguien me aferró el codo,

frenándome en seco.De repenteme vi catapultada contra un pecho; unamiradazaínamemiródivertida.

—Noirásanegarmeunbaile,¿no?Yusuf me sonrió abiertamente; sus ojos brillaban de manera

inquietante.Undesasosiegomolestocomenzóaaletearenmiestómago.—¿YElena?—HasalidoconBritta,estáncharlandoenelporche.—Talvez,enotromomento—meobliguéasonreír—;necesitocon

desesperaciónunacopa.Yusufnegóconlacabeza,afianzándomeensusbrazos.—Tranquila,novoyaimitarelbailedetugigante.Su voz dejó traslucir un deje de envidia que me puso un regusto

amargoenlagarganta.Asentíaregañadientesymedejéllevarporél.Sumanoapresabami

cintura y me acercaba a su cuerpo; en uno de los giros, acabéprácticamente pegada a su cuerpo; mis senos se oprimieron contra supecho,y jadeé.Alcéel rostroparamostrarlemidesagrado,pero loquehalléensubrunamiradamedejósinrespiración:unanhelodesgarrador.

Puse las palmas de las manos en sus hombros e imprimí toda mifuerzaparaalejarlodemí.

—¿Quédemoniosestáshaciendo?—siseéfuriosa.—Relájate,sóloestamosbailando.—Pues baila como el jodido novio de mi mejor amiga, no como

cualquierbabosodediscoteca.Yusufmefulminóconlamirada,susfaccionesseendurecieron,sus

labios se tensaron y un músculo de su mandíbula apenas palpitóconteniendoelaccesodefuria.

—Pensabaqueaquí todoelmundobailabaasí—musitó amododedisculpa—.Tú...antes...

—PorDiossanto,esmiesposo.Giró la cabeza con rapidez y, cuando volvió a mirarme, sonreía

ladino.—¿Yella?SeguísumiradaymeencontréconIngridrestregándoseacaramelada

contraGunnar,quedeespaldasamípermanecíatensoeincómodo,yque

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demaneraeleganteseempeñabaenevitarloscontinuosasaltosdelosqueerapresa.

—Otrababosadediscoteca—mascullé indignada—.Yahora,simedisculpas,tengoqueiraarrancarunagarrapata.

—No.Lomiré boquiabierta y sentí cómo la llama de la ira crecía enmi

interior peligrosamente. No quería estropear la reunión, pero tampocoestabadispuestaapermitirmásofensas.

—¡Suéltame!—exigíenvozqueda.—Cuandoacabelacanción,noantes.—¿Quién demonios te crees que eres? —siseé, aún luchando por

mantenerelcontrol.Yusufpególafrentea lamíayclavósusoscurosojosen losmíos.

Susfuertesbrazosmeinmovilizaban.—¿Quiéndemonioscreestú?Micorazóndiounvuelco;sentícomosiunagarraheladaloestrujara

con fuerza.No,medije, nopodía ser. Incapazdemoverme, dehablar einclusoderespirar,loviantemíconclaridadpasmosa.Aquelquefuemiesposo y mi verdugo, aquel que perdoné. El rostro de Yusuf se fueconvirtiendoprogresivamenteeneldeRashid.

No,sacudíconfusalacabeza;miestómagoseconvulsionó.¡No!Mi mente comenzó a girar alocada en un remolino de imágenes

desgarradoras. Lo vi pidiendo mi mano, en nuestra noche de bodas,disfrutandodelfrescordelpatiointeriorenlasnochesestivales,paseandoacaramelados por las callejuelas de Toledo, luchando contra losnormandosenaquella lejanaSevilla,suplicandodesesperadomiregresoenaquellapequeñacalaenAalborg.Visuexpresiónrotadedolorcuandoleconfeséqueamabaaotrohombre,vicómomemancillóenaquelbarco,cómoseaferrabaamíensulocura,manipuladoporlahorribleAda,lovisobre mí mientras Gunnar luchaba a muerte contra Ulf, vi su rostrocompungidoysuplicante,sudespedida.

De pronto fue como si el suelo se abriera bajomis pies. Todomedabavueltas, lamúsicasedistorsionóyelúnicosonidoqueatronabaenmicabezaeranmispropioslatidos,aceleradosydesacompasados.

—Vineporti,midulceShahlaa...Gritéycaíalabismo;eraoscuroyopresivo,peroreconfortante.

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Recuerdosinquietantes

Loprimeroquecontemplécuandoabrílosojosfuerondosgemasverdesangustiadas, yun rostropreocupado.Oíunmurmullodevocespastosasquesesolapaban,virostrosalgodesdibujados,extrañamentevariopintos,conformandounsegundoplano.Parpadeé,mivistaseaclaró.

—Amormío,¿estásbien?Su voz, constreñida por el desasosiego, activó una respuesta

automáticaenmí:sonreí.Descubríqueestabatendidaenelmullidochaiselonguedondesolía

leer,quealguienmeabanicabadeformaefusiva,queunamanopequeñaysuave sostenía lamía y que otramás grande y curtida se posaba enmifrente.

Asentíalgoconfusa.Mereclinaron ligeramenteymeofrecieronunvasodeagua.

—Gracias—murmuré—,estoybien.Bebíagradecida;elfrescoracariciómigarganta,reconfortándome.De repente la nebulosa queme envolvía desapareció y recordé con

nitidezloquehabíaprovocadoeldesmayo.Meincorporédegolpeymiréamialrededor,buscándolo.Denuevo

sentímicorazóngalopandoenmipecho.LocalicéaYusuftrasElena,quederodillasenlaalfombraeraquien

cogíamimano.Viensusapuestos rasgosárabes francapreocupaciónyungenuino

asombro.YanoeraRashid;sumiradaeraclara,sinmaticesinquietantes.¿Quédemoniosmehabíapasado?¿MehabíallamadoShahlaarealmente?,¿otodohabíasidounavisión

engañosaporsuparecidoconRashid?Seguramentefuesucercaníaloquehabía abierto de manera tan atroz el baúl de mis añejos recuerdos. Mimente me había jugado una mala pasada; debía creer eso o no podríareprimirlasganasdemeterloenunaviónyalejarlodemivida,perdiendo

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conelloamimejoramiga.—Menudosustonoshasdado,guapa—reprochóElena—.Tendrías

quehabervistolacaradeespantoquepusoYusufcuandotedesmayasteensusbrazos.Yoacababadeentrarcuandoteoígritar.

—Yo...noséquémehapasado—musitéalgoavergonzada.—Fue justo enungirodelbaile—explicóYusuf—.Memirabasde

unaformaextraña,parecíasenfadada,luegogritasteytedesvaneciste.Busqué la mirada de Gunnar; vi con pasmosa claridad que había

adivinadoelmotivodemidesmayo.MirabaceñudoaYusuf;suentrecejomostrabadisgusto,unahondapreocupación,yensusfaccioneshabíaunaexpresiónquehacíadocesiglosquenoveía:unabelicosidadfríaymortal,lacaradeunguerreropreparándoseparalabatalla.

—Por favor, no ha sido nada, el cansanciomeha jugadounamalapasada,quecontinúelafiesta.

—Ni hablar —contravino Gunnar—. Ahora mismo te meto en lacama.Estáslactando,cariño;necesitastranquilidadydescanso,hasidoundíalargo.

Sevolvióhaciaelhombrecanosoqueteníaasuderechayagregó:—Lars,porfavor,échaleunvistazoantesdequelasubaalcuarto.—Porsupuesto,amigo.GunnarledejósulugaryLars,consemblanteprofesional,metomó

lamuñeca con lapalmahacia arribapresionándola ligeramente condosdedos,altiempoquefijabaconatenciónlamiradaensurelojdepulsera.

—Sufrecuenciacardíacaesdeltodonormal—musitóalcabo—,harecuperado el color y no parece tener problema en centrar la mirada.Parece que todo está bien, pero paramayor tranquilidad pasaosmañanapormiconsulta.

—Sí—intervino sumujer—. Puede que esté embarazada de nuevo,pareceunalipotimia.

—Tora,nopuedeshacerjuiciostanalaligera—lerecriminóLars—.Ymenostanindiscretos.

Lamujertorcióelgesto,fulminandoasumaridoconlamirada.—Sería una noticia maravillosa, ¿verdad, querida? —se defendió

buscandomiapoyo.—Sí, pero una noticia que deberían dar ellos—musitóHildur, que

permanecíaalgomásalejadaconunamiradapensativayextraña.—Estarde—repusoLisbetconsonrisadulce—,serámejorquenos

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retiremos.Hasidounaveladamaravillosa;mañanatellamaré,Vicky.Sven, su marido, palmeó la espalda de Gunnar, que todavía

permanecíatenso.—Lisbet lleva razón, gracias por una fiesta tan agradable; ahora

cuidadetuadorablemujercita,amigomío,mañananosvemos.Gunnarleestrechólamanoyasintióconsemblantetaciturno.—Nodudesdequeloharé,Sven,novivoparaotracosa...ygracias

poracompañarnosenestedíatanespecial.La pareja se despidió de todos y semarchó.A continuaciónLars y

Toralosimitaron.Meincorporéconcuidado;inmediatamenteGunnarmecogióporlos

hombros.—Estoy bien, cariño, de veras, puedo levantarme sola —argüí

confiada—. Y necesito tomar algo y charlar un rato, no... no quieroretirarmetodavía.

Gunnar entrecerró los ojos yme observó todavía intranquilo, peroasintióyseencaminóhaciaelmueblebar.

—VoyabuscaraIngrid—anuncióHildur—,dijoqueibaahacerunallamada,perohaceyaunbuenratoquehasalido.

BrittayElenameflanquearonaambosladosdelsofá,mientrasYusufdesaparecíadelasalatrasHildur,afirmandoquenecesitabauncigarrillo.

—Nomeextrañaquetemarearas,querida—dijoBritta—;despuésdeesebailecitocontumarido,seguroquetodalasangreseteagolpóenunsolositio,dejándotelacabezasinriego.

—Madre del cielo, eres más bruta que yo —aseveró Elena entrecarcajadas.

Reíconellas,sintiendocómomiinquietudsealigeraba.—SimiKnutemededicaraunodeesosbailes...—suspiródivertida

—...primero,mederretiríadegustoy,envezdemorderlaalmohada,melocomeríaenterito,ysegundo...

—Tedespertarías—lainterrumpióElenamuertadelarisa.Brittaestallóenunaabruptacarcajada.—Oh, cielo, sí... —logró musitar entre risotadas—. No me lo

imaginocontoneándoseasí...Esmástiesoqueunavara.—Esonoesmalo—murmuré,yarendidaalarisa.Ambas se reclinaron entre carcajadas, limpiándose fútilmente las

lágrimas.

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Gunnarme acercó un vaso cuadrado con un dedito de güisqui, sinhielo,comomegustaba.

Estavezsonreíasinreparos;miróagradecidoaElenayaBrittaysealejó junto a Knute, que paladeaba un gintónic frente al ventanal de laesquina.

Mellevéelbordedelvasoaloslabios;elaromadulzóneintensodelgüisquimeasaltó.

—Micasoesalainversa—comenzóElena—.Yusufsehaempeñadoenquebaileparaél,ynadamenosqueladanzadelvientre,comosieso...

Yatragabacuandoaquellaspalabrascerraronmigarganta.TosíconviolenciaydeinmediatoElenamepalmeólaespalda.

—Hoy no es tu día, diablos, Vicky—adujo Elena—. Parece que tehayamiradountuerto.

Brittaarqueósorprendida lascejas;unbrillosocarrónasomóasusojos.

—¿Untuerto?—Sí, eso decimos en mi país cuando tienes muchos incidentes

seguidos,escomounarachademalasuerte.Brittaasintiódivertida.—¿Te... te hace bailar?—inquirí sintiendo cómo el ardor del licor

revolvíamisjugosgástricos.—Sí,hastamecompróunvestidodeodalisca,siacuatrovelospuede

llamárselevestido,claro.—¿De...quécolor?Elenamemiróextrañada,fruncióelceñopreocupadaypusolamano

enmifrente.—Estásmuyrara,¿seguroqueteencuentrasbien?Asentí,aunqueadivinabaquehabíavueltoapalidecer.—¡Contesta!ElenamiróaBrittasorprendida,despuéssedirigióamí.—Tengodos:unoazulintensooscuro,casiañil,yotroazafrán,como

mipelo;sevuelvelococuandomelospongo,creoqueRonayadiofedelencuentro.

Brittavolvióareír.Respiré hondamente y me puse en pie, rezando porque mi voz no

revelaraelterrorquemedominaba.—Necesitoalgodeaire,ahoravuelvo.

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—¿Te acompaño? —preguntó Elena confundida por mi extrañaactitud.Forcéunasonrisatranquilizadora.

—No,quédateconBritta,serásólounmomento;además,necesitoiralbaño.

Gunnaryasedirigíahaciamícuandolofrenéconunasonrisa.Salídelacasaconelcorazónenlagargantaylaslágrimaspugnando

porderramarse.Cuantoantesloenfrentara,mejor;sabíaquemellamaríaloca, que lo negaría todo, o eso creía, pero estaba decidida a poner lascosasensusitio.

Los ladridos deThorme desconcertaron; provenían del acantilado.Nosolíaladrarporlasnoches;dormíaenlacocina,sobreunaalfombratejidaporRona.¿Quéhacíaenelexterior?

La fría brisa nocturna acarició mi rostro; me abracé y aceleré elpaso. No era fácil andar con tacones entre la fragante hierba;afortunadamente una gran luna plateaba los parajes, iluminando micamino. Los ladridos cada vez eran más intensos y agudos, casi comoaullidos.

—¡Thor!—grité.Unapausaydenuevoladrabacomoalmaenpena.Loencontréjustoalbordedelacantilado,andandodeunladoaotro,

inquietoynervioso.Aquellamolenegraserecortabacontraelazuladofirmamento.—¡Thor!—Meagachépararecibirloyélacudióconvehemencia;lo

abracéyloacariciémientraséljadeabajuntoamicuello.—¿Quéteocurre,precioso?Shhhh...Tranquilo,yaestoyaquí.Me erguí e intenté empujarlo por el collar, pero el animal no se

movióniunápice;sugrancabezapeludamiróhaciaelacantiladoygimiólastimero.

—Thor,vamos,regresemosacasa;¿quétepasa?Meacuclilléfrentealperroyleacariciéelmorroyelpecho.—¡Cálmate,todoestábien!Dulcifiquémi tono, aunque la opresión demi pecho se intensificó

conunaseñaldealarmaqueseagudizabapormomentos.Thorsiguiógimiendo;susenormesojoscastañosseclavaronenlos

míosconunaintensidadextraña.Mepuseenpieeinspeccionéconcuriosidadelbordedelacantilado.Abajorelucíalasuperficiedellagoconelresplandormarfileñodela

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luna. Varios veleros se mecían sobre sus aguas; sus luces iluminabanapenas la noche. La negrura de las majestuosas montañas se recortabacontrauncielopunteadodeestrellas.

De repente oí a Thor gruñir tras de mí; me volví hacia el animalsobresaltadaymeencontréconlafiguradeunhombreinmóvil.Estabaaunospasos,contemplándome.

—Pareceunloboenvezdeunperro.¿Espeligroso?LavozdeYusufalertó todosmis sentidos.Sentícómome latíauna

venaenlasien,traguésalivaymeacerquéalanimal.—Mucho,casitantocomoyo—murmuréluchandocontramisganas

degritarycorrer.Elterrormeinvadió;combatíparasofocarlo.—Tehevistosalirdelacasayteheseguido—confesó.—¡Lárgate,sinoquieresqueordeneaThorqueselancesobreti!—¿Qué te pasa conmigo? —preguntó en tono suave—. Necesito

saberlo,yo...tampocoséloquemepasacontigo...—Séquiéneres,mellamasteShahlaa...El hombre asintió; la piel se me erizó, la angustia convirtió mi

estómago en un volcán en erupción y mi corazón en un martillo queatronabaensordeciéndome.

—Pero no sé por qué razón—musitó cogitabundo—; no entiendoporquénosoycapazdeapartarlosojosdeti.TejuroqueamoaElena,llevoenlamaletaunanillodepedida,pensabadárseloaquí.Sinembargo,tú...—suvozsonóapesadumbrada,conundejeamargoyasombrado—...noséquédiablosmeocurredesdequellegué...noséquéjodidohechizoejerces...perosealoqueseateruegoquemeliberes.

—¿PorquéobligasaElenaaquebailedanzasárabesparati,porquéelegistelosvestidosdeesoscoloresenparticular?

Elhombresacudiólacabeza,parecíarealmenteabatidoyconfuso.—Nolosé,esunapredileccióny...joder,¿quétieneesoquever?Tragué saliva, aquello no podía estar pasando;Yusuf todavía no lo

sabía,perosuantiguoyocomenzabaaemerger.—¿Porquépronunciasteesenombre?—¿Shahlaa?Pues...nolosé,esunnombrequemevieneamenudoa

lacabeza,niideadelmotivo...imaginoquedebídeoírloenalgúnsitioysemefijó.

Diounpasohaciamí.Retrocedí.—Creo que tú sabes lo que me está pasando, y quiero que me lo

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digas.Abatió los hombros e inclinó la cabeza, las sombras cubrieron su

rostro.—Hesoñadocontusojosmuchasveces,muchoantesdeverteenla

estación—admitiócompungido—.Noteconozcodenada;sinembargo,cuandotevicontugigante,bailandotan...sensual,deseéarrancartedesusbrazos,deseé...

Suvozseperdióenlanoche,enunsilencioquegritabasuverdad.—¡Maldita sea! —proferí furiosa, ya no con él, sino con el

condenado destino, con esa rueda que giraba a través de los tiempos,utilizandolasmismasalmasparasucrueljuego.

—Esmejorencenderlaluzquemaldecirlaoscuridad;ilumíname,telosuplico.

Aquello me derrumbó; las lágrimas escaparon de mis ojos, lossollozosrompieronmigarganta.

Yusufhizoademándeacercarse.—¡Noteacerquesamí,niseteocurratocarme!Thor,aloírlacrispacióndemivoz,selanzósobreYusuf.Elhombregritócuandoaquellaenormebestianegracomolanoche

loderribósobrelahierba.CorríhaciaelloseintentéqueThorsoltarasupresa; afortunadamente, Yusuf había interpuesto el antebrazo en lamordida.

—¡Suéltalo,Thor!Locogídelcollarytirécontodasmisfuerzas;elperrocedió,liberó

susfaucesyhuyóalacarrera.MeacerquéaYusuf,que,jadeante,intentabaincorporarse.

—¡Joder,mehamordido!—Déjamequevealaherida.Seremangóconcuidado;teníalamarcadelmordiscoysangraba.—Tendráqueverteunmédico,aunquenopareceprofunda.Yameretirabacuandomesujetóelbrazo.—¡Nonecesitounmédico,necesitounarespuesta!Sostuvesumirada;descubríqueteníamásmiedoqueyo.—No voy a darte una respuesta, pero sí una solución. Marchaos,

aléjatetodoloposibledemí,intentahacerfelizaElenaysobrellevacomopuedastusrecuerdos.

—¿Recuerdos?

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Asentí,mesequélashúmedasmejillasytraguésaliva;derepentemesentímuycansada.

—Nosonsueñoslosqueteatormentan,sinorecuerdos.TepidoquenoledigasnadadeestoaElena,mantengámoslaajenaatodo;noquieroquesufra.

—Tampocoyo.Respiré hondo y me dispuse a regresar, cuando de pronto me

encontréentresusbrazos.—Sientoqueteaméprofundamente,perotambiénqueteprovoquéun

grandolor.¿Quiéneres?—Fui Leonora, pero también Shahlaa; ambas murieron, sólo ha

vueltoFreya.—Hiceunpausa.Sumiradaazabachebrillabailuminadaporsuconvulsofuerointerno—.TúfuisteRashid,miesposo,alqueamé,odiéycompadecí,perotambiénalqueperdoné.

—Esafrase...midulceShahlaa...latengoescritaenmiscuadernos,ylarepetíasincesarcomosifueraunmantraounaazoracoránica.Avecespensabaqueestabaenloqueciendo.

Sacudiólacabezacontrito,ysepasólasmanosporsuespesamelenabruna.

—Voy a darte un último consejo: no te aferres al pasado, vive tupresenteyluchaportufuturo.

—Elenamerecequelointente—musitó.Aquellaspalabraslograronquerespiraraconnormalidad.—Invéntate alguna cosa, peromañana tenéis que coger el avión de

vuelta.Asintióymesoltó.Nolomiré,meencaminéalacasa.Oísuvozamiespalda.—Adiós,Shahlaa...Cerré los ojos. Intenté cerrar mi corazón al dolor, pero no lo

conseguí.

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6

Elregresodellobo

Era noche cerrada.Una lechuza ululaba, el silbido del viento se filtrabaentre las ramas, arrancando hojas moribundas. A lo lejos... un aullidoescalofriante.Palpéelcolchónamilado,buscandouncuerpocálido,perosólo hallé una fría ausencia.Me incorporé extrañada, miré la cuna quehabíaamiderecha,estabavacía.Sobresaltada,salídelacama.

Corrí,corríentrelostroncosdelosárboles,entrelúgubressonidosnocturnos,entrelagelidezqueaguijoneabamipiel.Mispiesdescalzossehundían entre la húmeda hojarasca seca, entre helechos suaves y ramasrotas.Lleguéaunmaltrechocercado...Denuevoeseaterradorulular,denuevolosaullidos,estavezmáscercanos.Corríapremiadaporunmiedoprimario,corríbuscandocondesesperación;tropecéconunapiedraycaí.Antemí,doslápidas,unamáspequeñaquelaotra;mibúsquedacesaba,micorazónlosabía.Retirétemblorosalahiedraquelascubría...Eranellos...miesposoymihijo...Esperéal lobo,queyaseaproximaba;sentíenmiespalda sus ojos amarillos, élme llevaría con ellos...Me volví hacia labestia, lalunadestellóensuscolmillos,queyasalivaban.Elhedordesualiento precedió su ataque; justo cuandome doblegaba a lamuerte, unavozllegóhastamí...«¡Lucha!»

Abrí los ojos empapada en sudor; respiraba agitadamente y elcorazóngolpeteabaconviolenciamipecho.Meincorporéconlaansiedadyel terror tensando todosmismúsculos;conteniendo la respiración,mevolvíhaciaél.

Gunnar,queenesemomentoparpadeabasomnoliento,vislumbrómipánicoydeinmediatosesentóenlacamaymecogióentresusbrazos.

—Sólo es una pesadilla, amor mío, estoy aquí, siempre estaré —susurróaltiempoquefrotabaconsuavidadmiespalda.

Pocoapoco,mis latidos seacompasaronyelpánico sedisipó.Me

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arrebujéensuampliopechoycerré losojos.Suaroma, sucalidezysudulzurafueronelbálsamoquenecesitaba.

—Freya,estástemblando.Comenzóafrotarmemásvigorosamentelaespaldayseahuecósobre

mí,cubriéndomeconsuspoderososbrazos,comosimeprotegieran lasalasdeunhermosohalcón.

Apoyó la barbilla en mi cabeza y continuó arrullándome consusurrosmelososypalabrastranquilizadoras.

—Séporquéestástanalterada—pronunciódepronto,conundejedeinquietudensutodavíaenronquecidavoz.

Seseparóapenasdemíymeobservóconpreocupación.—Cuando bailaste con Yusuf, fue Rashid quien acudió a tus

recuerdos; te... viste entre sus brazos, por eso te desmayaste, ¿meequivoco?

Neguélevementeconlacabeza,peronolomiréalosojos,centrélaatenciónenunpuntojustobajolabasedesucuello.Noqueríaquevieralaverdaddeloqueenrealidadocurriólanocheanterior.

CuandoYusuf regresó a la casa herido, dijimos queThor lo habíaatacado porque estaba alterado con la fiesta y lo tomó por un asaltantenocturno. Rona lo curó y Elena lo mimó. Gunnar, en cambio, lo habíamiradoconreceloy,meditabundo,evitócomentarnada,nisiquierapidiódisculpas por el comportamiento del perro; tuve que hacerlo yo. Aquelincidenteyasíquepusoelbrochefinalalafiesta.Cuandolosinvitadosseretiraron,musitóunseco«buenasnoches»aYusufyaElena,quetodavíapermanecíanacarameladosenel sofá,mealzóenbrazosbajo la intensamiradacelosadeYusufymesubióanuestrahabitación.

Nada dijo, tan sólo me desnudó con apremio, con una expresiónextrañayoscuraensurostro,ymehizoelamorconsalvajeimpaciencia,conunaintensidadabrumadora,másbiencomoelmachoquemarcaasuhembra,comoelanimalquereclamaasupresa,comounadesgarradoraproclama:«Mía»,decíansusembistes,sumiradaysusbesos.

—¡Mírame!—exigió.Posóeldorsodesudedoíndiceenmibarbillaylaalzóconsuavidad.

Obedecí.—¡Mierda!—profirióalterado—.Losabía,lointuí.Anochevicómo

temiraba,cómotebuscaba,es...¡joder,esél!—Todavía no —musité abatida—. Está empezando a recordar, no

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sabebienquéleestápasando.Se apartó ofuscado, apresó mis hombros y me clavó su furibunda

mirada.—¿Hashabladoconél...deesto?—tronó.Sólomeatrevíaasentir,memordíellabioinferioryhundíelcuello,

encogiéndome.—¡Maldita sea su alma inmortal! ¡Debería estar pudriéndose en el

infierno!¡Joder!Selevantódelacamay,desnudoporcompleto,comenzóapasearse

furiosoporlahabitación.Teníalospuñosapretados,losbrazostensos,lacabezaunpocoinclinada,elceñocomounaoscuranubedetormenta,loslabiosapretadosymascullabaimproperiossincesarentredientes.

Comounsoberbioleónenjaulado,deformassubyugantes,mostrabasu genio y su frustración de manera temible; no obstante, causaba talinflujo que no pude más que admirar la perfección de aquel cuerpoferozmentehermoso.

Por fin se detuvo. Respiro hondo y regresó a la cama con unadeterminaciónpintadaenelrostro.

—Medaigualqueseatuamiga,hoymismoselargarán—sentenció.—Hoymismosemarcharán,asíselodijeaYusuf.Sumiradaseoscureció,loscelosempañaronsusemblante.—Cuéntame lo que pasó entre vosotros: ¿intentó... besarte? —

Pronunció la últimapalabra convoz estirada, como si la hubiera tenidoquearrancardesugarganta.

—No;estabaconfuso,asustado.Medijoquesentíaunararaatracciónpormíquenocomprendía,puestoqueamaaElena,yqueelnombredeShahlaa de alguna incomprensible manera se había fijado en su mente.Rashidresurgeenél,peroYusuftodavíadominalasituación.Ledijequedebíaalejarsedemídeinmediato.Esoestodo.

Gunnarnopareciómuyconvencido.—Entonces¿porquérazónloatacóThor?Seguramenteintentóalgo

y...Estavezfuiyolaquesujetósubarbilla.—No,nomebesó,¿meoyes?Apartaesaimagendetucabeza.Thor

loatacóporquemeasustéylegritéquesealejarademí.—Será mejor que no baje a desayunar, no quiero encontrármelo,

porque...siloveo...nosécómoreaccionaré.

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Se tumbó en la cama y a mí con él. Aterricé en su pecho;automáticamentesusbrazosmeenvolvieronybesómifrente.

—Esta vez no pienso permitir que el destino malogre nuestrafelicidad, estavezno—musitóvehemente—.Nadaninadie,ni la jodidaProvidencia,nilosputoskarmas,nadavaasepararmedeti.Yasufrimosloindecible;estavidaesnuestrarecompensa,yharémásdeloqueestéenmimanoparademostrarlo.

«¿Porqué?»Esa pregunta me había estado rondando toda la noche. ¿Por qué

Rashidqueríavolver?¿Pararecuperarme?Ahoraquesabíaque,unavezmás,mi almaymi corazón le estabanvedados, ¿quéharía? ¿Aceptar loquedocesiglosatrás fue incapazdeasumir?,¿ovolveríaacometerunalocura?

Unescalofríomerecorriólamédulaespinal,meenvaréymeabracéconfuerzaalpechodeGunnar.

Bajounanubedeinmensoamorenformadecaricias,susurrosytodaclasedearrumacos,volví adormirmeconun solo ruegoenmimente...«Diosmío,alejaaRashiddenosotros...»

Un gran orbe amarillento y misterioso asomaba entre retazos deoscuras nubes desgarradas, quemás parecían harapos deshilachados. Sumortecinoresplandormarfileñobañabaunbosquelóbrego,deárbolessinhojas, con ramas huesudas que se alzaban de forma espeluznante, comoclamandosudoloralamajestuosaluna,quelasmirabaindiferente.

Corría envuelta en lágrimas, seguida por una hambrienta bestianegra. Sólo oía mi respiración entrecortada, los crujidos de las ramassecas bajomis pies descalzos y la veloz carrera de cuatro pezuñas queganabanterreno.

No tardaría en darme alcance, el cansancio comenzaba a lastrarme.Cada respiración se asemejaba a inhalar bocanadas de fuego; mispulmones sufrían, mis rodillas flaqueaban, el terror bombeaba micorazón,missentidosseafinabanymideterminaciónseafirmó.

Lucharía.Busqueamialrededor,localicéunarama,largaygruesa,lacogícon

apremio y me detuve frente a un gran tronco, pegando la espalda a surugosasuperficie.

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Ellobosedetuvofrenteamí.Clavósusdoradosojosenlosmíosyaullóalaluna.Ajustébienmisdosmanosentornoalabasedelaramaylaalcépor

encimademicabeza.Estabapreparada;apretélosdientesyluegoesperé.Amimente acudieron dos voces.Uname gritaba queme rindiera,

queellosestabanmuertos;laotra,queluchara.Lasdosmeatormentaban.Sofoqué un sollozo, las lágrimas inundaron mis ojos, un puñal

invisibleentrabaysalíademicorazón.Lavisióndesuslápidasmehizobajarlosbrazos,hundíloshombrosygemídedolor.

Otros aullidos se sumaron al de mi perseguidor. No llamaba a laluna,sinoasumanada.

Almenosmoriríacercadedondeellosestaban...

Me incorporé entre temblores, con el corazónbombeándome amilpor hora, la garganta seca y una sensación opresiva tensando miestómago. De nuevo miré a mi derecha, esta vez Gunnar no despertó.Dormíaamilado,aunqueparecíaserpresadeunsueñonomuyagradableporlacrispadaexpresióndesurostro.

Sentí el impulso de besarlo, pero me contuve. Miré la hora y deinmediatomis ojos se clavaron extrañados en el receptor de bebés, quepermanecíadesacostumbradamentemudoaesahora.Hacíacasidoshorasqueletocabalatoma,puesfaltabapocoparalasseis.

Salícomounacentelladelacama:mipequeñoKhaledposeíaelgendelapuntualidadnoruega;másdeunavezhabíamosbromeadosobreeso,su estómago era un órgano sistemáticamente metódico y exacto, a lasmismashorasreclamabasualimento.Aquelinauditosilenciomeencogióelcorazón.

Corrí por el pasillo como si aquellos pocos metros fuerankilómetros, abrí la puerta de su cuarto yme abalancé sobre la cuna. Elazuladoresplandordelalámparanocturnailuminóuncolchónvacío.

Ungemidoescapódemispulmones,elpánicomásatrozmeinvadió.Posétemblorosalapalmademimanoenlasuavesábanabajeradefranelaverde.Estabafría.Talvez...talvez...Rona...

Abandonélahabitaciónalacarreraconelcorazónenlaboca,yunamargoregustodebilisascendiópormigarganta.

Bajé los escalones de tres en tres, salí de la casa y enfilé hacia la

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cabañadeRonayArne.Enmidolorosaurgencia, laesperanzaasomabatímidacomounaluzalaquenecesitabaagarrarme.

Hacía frío, pero apenas lo notaba; mi liviano camisón rosado desatén ondeaba contra mi piel en mi carrera, acariciándola con su fríotacto, como si una garra del inframundo paseara por mi cuerpo. Sentínáuseas.

Llegué jadeante al fondo de prado, donde el hytte rojo y blancodestacaba contra el verdorde las laderas, todavíamás acentuadaspor elrocíodelamañana.

Llaméalapuertaconagitadainsistencia.Una Rona completamente despierta, impolutamente vestida y

escrupulosamentepeinada,adornadaconsusempiternodelantal,meabrióconexpresiónasombrada.

—¿Dónde...dón...de...estámihijo?—logrépreguntarjadeante.La mujer abrió los ojos de forma desmesurada y sus cejas se

arquearonfrunciendosufrente;aquellaexpresióndesgarrómicorazón.—Sabemuy bien que no subo a las habitaciones hasta que ustedes

bajan—repusoconfundida—.Talvezsuamiga...Noladejéterminar;corrídenuevo,estavezhacialacasa;noerael

rostrodeElenaelqueacudióamicabeza.—¡Señora,voyconusted!—gritótrasdemí.Agrandeszancadasentrécomounatrombaenlacasayascendíala

primeraplantacasisintocarelsuelo.Unmiedo primario, brutal e inclemente golpeaba cada terminación

nerviosa; las pulsaciones se me dispararon y la angustia oprimió mitripas,retorciéndolasdeunmodoimplacable.Unaúnicapalabraserepetíaenmicabeza...«No,no,no,no,no,no...»

Abrílapuertaconteniendolarespiración.Elena dormía abrazada al desnudo y lampiño pecho de Yusuf; me

precipitéenloquecidahacialacamaymelancésobreél.—¡¡¡¿Dónde está mi hijo... dónde, maldito?!!! —grité

desaforadamente.Y grité y grité, aullé y aullé mi dolor y mi angustia, mientras, a

horcajadassobreél,logolpeaba.Elena se despertó sobresaltada y se sumó a mis gritos, e intentó

apartarmedeYusuf,quehabíaabiertolosojosymecontemplabacomosifuera parte de sus sueños. Éste parpadeó de pronto e intentó frenarmis

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enloquecidosataques.Elena,llorosayasustada,gritabaminombre,mientrasYusufsezafó

yconsiguióinmovilizarmepegándomeasupechoenunabrazodoloroso.—¡¡¡Tranquilízate,nosédeloquemehablas!!!—exclamóaturdido.—¡Suéltala!Aquella voz grave y ronca dejó traslucir un matiz peligrosamente

amenazante,unafrialdadmortalquedetuvoaquella locuraal instante.ElgélidotonodeGunnarsurtióefecto.

Yusufobedeciódeinmediato,peroseguíasinapartarlosojosdemí.Elenaenmudecióentrelágrimas.Puselaspalmasdelasmanosenelcálidopechodelhombrey,pegandomifrentealasuya,clavélamiradaensusojosdeobsidianaysiseéentredientes:

—Temataré,Rashid,estavezseréyo...devuélvemeamihijo.Yusufseembebiódemirostroconeldesconcierto,elasombroyuna

pizcadeanhelotiñendosusemblante.Unas fuertes manos me apartaron de él. Un poderoso pecho me

cobijó, y en él me derrumbé. Esta vez los sollozos tomaron el controlabsoluto.

LosbrazosdeGunnarmesostenían,eldolormedevoraba,lafuriaseacrecentabaylasfuerzasmeabandonaban.

Derepente,Gunnarmeapartósujetándomeporloshombros.—Marchaos todasde aquí—ordenó con fiereza, sinmirarme a los

ojos;sutensaexpresióncontenidaresultabaaterradora—.Rona,llévatelaydaleunatila,registradcadarincóndelacasayllamaalapolicía;yovoyaempezarelprimerinterrogatorio.

Yusuf, temeroso,sepusoenpie; tansólollevabaunbóxerblancoyGunnar, sólo su liviano pantalón de pijama. Ambos se contemplaron,evaluándose.

—Nosédóndeestá tuhijo,nohesalidode lahabitaciónen toda lanoche,Elenapuedecorroborarlo—adujoconvozfirme.

—Y lo corroboro —repuso Elena limpiándose las lágrimas yponiéndose entre ellos—. ¿Por qué pensáis que ha sido él? ¿Qué estápasando?

—Salidtodasdelahabitación—exigióGunnardenuevosinapartarsuaceradamiradadeYusuf.

Elenaseabrazóasunovio,negandoconlacabeza.—Tendrásquesacarmealafuerza;llamaalapolicíasiquieres,pero

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yodeaquínomemuevo.—Obedece, Elena —espetó Yusuf; su tono no admitía replica—.

Llevaatuamigaalsalón,consuélala.Todoseaclarará,estoyseguro;soyinocenteynotemonada.Gunnaryyo...tenemosquehablar.

Elena miró esperanzada a Yusuf y asintió. Se acercó a Gunnar y,encarándolo,pronunció:

—Noteatrevasatocarlo.Seacercóamíy,entreellayRona,mesacarondelahabitación;en

minubededolor,supequelatormentasedesataríaencuantocerráramoslapuerta.

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7

Albordedelprecipicio

CuandounaunidaddelaKongeriketNoregPolitie,oPolicíaNacionaldeNoruega,hizoactodepresencia,mi estadodeánimoerayadeabsolutadesesperación.

Habíamosregistradolacasaylosalrededoresinfructuosamente,yacadaminuto que pasaba el terror aumentaba hasta niveles insoportables.Las punzadas de mis pechos plenos me gritaban que mi niño estaríapasando hambre; era un lactante, no aguantaría mucho sin alimento, amenosquesusecuestradorledieselecheartificial.

Gunnar,vestido,conlacaramagulladaylosnudillosdespellejados,estaba sentado en el sofá a mi lado, abrazándome, asegurándome queaparecería,queestababien,queélmelotraería.

Elena,quehabíaestadoaporreandolapuertamientraslapeleaquesedesarrollaba en el interior hacía retemblar las paredes, lloraba defrustración y rabia al oír las dolorosas exclamaciones y los gruñidossofocados.CuandoGunnarporfinsaliódelcuartodeinvitados,Elenalomaldijoyseadentróen laestancia,yallí seguían,encerradosydándoseconsuelo,imaginaba.

Gunnarteníalosnudillosensangrentados,uncorteenelpómuloyunmoratónen lamejilla.Sinembargo, tuve la certezadequeYusufhabríasalidobastantepeorparado.

Doshombresseacercaronanosotros.Unoeraaltoycorpulento,conunabarrigaprominentequeocultabaelcinturóndesupantalón,deescasopelogrisymiradaazul,despiertayaguda.Elotroeramásalto todavía,pero delgado, y mucho más joven. De cabello trigueño, perfectamentepeinado hacia atrás, inquisidora mirada azul hielo, rostro anguloso yatractivo.De repente tuve lacertezadeque lohabíavistoantes,peronosupeubicarelrecuerdo.

Elhombrememiróconextrañafijezayseadelantóofreciéndomelamano.

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—Soy el detective Hans Berg, de desaparecidos, y mi compañeroRolfJacobsen.

Melimitéaasentirmientrasleestrechabalamano;lateníafría.—Mis hombres están rastreando la zona e interrogando a los

vecinos; tenemos que tomar las huellas dactilares, también necesitamosuna foto del pequeño. ¿Está en condiciones de contestar mis preguntas,señoraJensen?

Asentídenuevo,aunquelarespuestanoeraafirmativa.—¿Aquéhorasediocuentadeladesaparición?—Alascincocuarentaycinco.—Mivozsonóextraña,rotaycansada

—.Sueledespertarmesobrelascuatroparasuprimeratoma.El detective escribía apresuradamente en un pequeño cuaderno,

mientrassucompañeroemprendíalasdiligencias.—¿Nooyóeldespertador?—Mi despertador era él; en cuanto... gimoteaba por el receptor,

acudíaasulado.Laangustiadenuevomeoprimiólagarganta.—¿Siemprealamismahora?Asentíymelimpiélaslágrimas.Gunnarmeapretócontraél,lomiré:

teníaelrostrodistendidoporeldolor,peroseesforzabapormantenerelcontrol.

—Señor Jensen—espetó el inspector Berg—, tengo entendido queanoche hubo una fiesta; necesito los nombres de los invitados parainterrogarlos.¿Hayalguienmásenlacasa?

—Unaparejadeamigosquellegaronayerporlamañana.Sospechodeél.

El inspector lo miró con el ceño fruncido, pasó la página de sucuadernoyestudióconatenciónaGunnar.

—¿Poralgúnmotivoenespecial?—Anoche en la fiesta desapareció un buen rato, nuestro perro lo

atacóenelexterior—respondió.—¿Dóndeestáahora?—Enelcuartodeinvitados,enlaprimeraplanta.Eldetectivehizoungestoadospolicíasuniformadosydeinmediato

ascendieronlaescalera.Alcabo,posósuhieráticamiradasobremí.—¿Aquéhoravioasuhijoporúltimavez?

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Tuve que tragar la invisible bola de metal rugoso que parecíaatascadaenmigargantaparacontestar.

—Antes de la fiesta, cerca de las ocho de la noche, le di la últimatoma del día. Rona tenía el receptor en la cocina y estuvo pendientedurantelafiesta,porsi...mereclamaba.Cuandosubíadormir,cercadelaunadelamadrugada,measoméasucuarto,dormía...él...suele...dormirtodalanoche...y...

Laspalabrassemeatoraronenlagarganta,disueltasenunocéanodeangustia y rabia. Había rechazado el tranquilizante, porque quería estarplenamenteconscientede loquepasabaamialrededor, aunqueahoraeldolorquemesacudíahacíareplantearmeesadecisión.

—Entiendo—selimitóamusitar,altiempoqueinclinabalacabezaygarabateabaenesemanoseadocuaderno.

—Voy a serles sincero de unmodo lamentable, señores Jensen: lasprimeras veinticuatro horas son cruciales en las desapariciones; en estecasoesobvioquese tratadeunsecuestro,por loquehay tresvíasparatenerencuenta.Una,quesuhijohayasidosecuestradoparacomerciarconél;otra,queloutilicenparapedirunrescate,imaginoquecuantioso,ylaúltimayamiparecermás...trágica:quelapersonaquesehallevadoasuhijo lohagapormotivospersonales... venganza, odio, envidia... ¿Tienenalgúnenemigooalgúnproblemade la índoleque seaconalguiende lacomunidad?

Mefueimposiblecontestar,sollozabadesconsoladacontraelhombrodeGunnar.

Qué ilusa pensar que el destino nos liberaría de su injustificadacrueldad.Tuveganasdegritarleaesehombrefríoyextraño,degritarlequeno,quetodoslosodios,lasvenganzasylasenvidiashabíanquedadoenterrados en un siglo lejano, aun sabiendo que parte de lo enterradohabía resurgido la noche anterior... ¿Tan cruel era el alma de Rashid?¿Tantaerasulocura?¡PorDiossanto,simehabíapedidoperdón!Yyolohabíadespedidoconcediéndoselo.

Unospasosseacercaronanosotros,nofuicapazdealzarlamirada.—No tengo enemigos—comenzó Gunnar con la voz temblorosa;

carraspeó y prosiguió con algomás de control en su tono—, almenosreconocidos; alguna rivalidad profesional, pero por supuesto nada derelevancia,nadaquejustifique...algo...así.

—Tomen asiento —masculló el ayudante, Rolf Jacobsen,

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dirigiéndoseaElenayaYusuf,queacababandeentrarenelsalón.Elenacorrióhaciadondenosencontrábamos,seacuclillófrenteamí

ymetomólamano.Lamiré.—Amiga, no sabes cuánto me duele todo esto, sé fuerte, lo

encontraremos,yaverás.—Surostrohúmedodelágrimasydesfiguradopor el dolor escondíauna súplica—.Sólo tepidoquenocondenes auninocentesinmotivosnipruebas.Yusufesincapaz...

—Tehandichoquetesientes.LavozdeGunnar,fríayhueca,tronóenlaestanciaconlaviolencia

de un relámpago silenciando de inmediato a Elena. Se alzó lentamente,derrotada,ymemiróconunamezcladeconfusión,compasiónypena.AGunnar le regaló una mirada airada; luego sus enrojecidos ojos seposaron en Yusuf, pero éste se limitaba a mirarme con expresiónindescifrable.

Sumorenorostromostrabaencadagolpelaferocidaddemivikingo.UnafuriaancestralcontraRashid tansóloadormecidayque,ahora,conaquelfulminantegolpe,despertabaentodosuvigor.CasimeasombróqueYusufhubieraconseguidosalirvivodeaquelcuarto.

Tenía el labio superior partido, sanguinolento e inflamado de unmodogrotesco.Suojoizquierdo,cerradoporcompleto,habíaduplicadosu tamaño y empezaba a oscurecerse en un sombrío tono violáceo.Presentabaotrocorteen lanariz,enelpómuloderecho,ymoretonesenambasmejillas.Suestadoera lamentable.Sehabía sentadoenel sofádeenfrente, ahogando un quejido. Posó la mano en la parte izquierda deltórax con cuidado; dolorido, se inclinó sobre sí mismo, sin apartar lamiradademí.

—VeoqueelseñorJensenhacomenzadolosinterrogatoriosporsucuenta—murmuróperplejoelinspector.LanzóunamiradacondenatoriaaGunnarysedirigióaYusuf.

»Será mejor que lo llevemos al hospital, allí le harán un parte delesiones,porquesupongoquequerráponerunadenunciapor...estasalvajeagresión.

El inspector apretó los labios y miró a Gunnar con evidentedesaprobación.

—Estoy bien —mintió Yusuf, con una mueca dolorosa. Su labiosuperior se hinchaba por momentos—. No pienso denunciar a Gun... alseñorJensen.

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Elinspectormiróasucompañeroysacudiólacabezareprobador.—Creoqueseequivoca,señor...—Yusuf ibn Sarîq —respondió cortante—. Inspector, creo que

deberíaconcentrartodasuenergíaenencontraralbebé,cadaminutoquepasa es esencial. Colaboraré de buena gana en lo que precisen, si deboacompañarlos... —Miró preocupado a Elena, que descompuesta seenlazabaasubrazocasicondesesperación.

—De momento me conformaré con que responda a algunaspreguntas.¿Aquéhorasucedióelincidentedelperro?

—Bien entrada la medianoche —respondió—. Si me pide queconcrete, me atrevería a decir que posiblemente cerca de la una de lamadrugada.

—¿AcababadeconoceralosseñoresJensen?Yusufasintió.ElinspectorBergarrugómeditabundoelceñoyreleyósulibretacon

interés.Actoseguido,escrutóaconcienciaaGunnaryaYusuf,intentandodescifrarsussemblantes.

—Bueno, señores, es evidente que me ocultan algo. —Dirigió sugélida mirada hacia Gunnar y, tras una breve y tensa pausa, añadió—:SeñorJensen,sideseaencontrarasuhijocuantoantes,leaconsejoqueseadel todo transparente en sus declaraciones, hasta el más insignificantedetalle puede resultar asombrosamente esclarecedor. A partir de ahoraimaginequesoysupadreconfesor.

Gunnarlesostuvolamiradaconlacabezaerguida;larigidezdesushombrosreflejólatensiónquecontenía.

—AlahoraenlaqueelseñorIbnSarîqfueatacadoporelperro,suhijodormíaensucuna.Elintervalohorarioaproximadoenelquesitúoladesaparicióndesuhijoesentrelaunaylascuatrodelamadrugada.Ciertoque el señor Ibn Sarîq tuvo acceso al bebé a esas horas, pero suconvencimientodeque es el culpable, nohaymásquever subrutalidadsobreél,requieredeunmóvil.Nadiecometeundelitosinunamotivación.Siacababandeconocerse,¿cómoexplicatantaanimadversión?

—Deseaamiesposa—respondióGunnar,ciñéndomemáscontraél.Elena abrió los ojos de formadesmesurada.Mudade asombro,me

miró e indagó en mi rostro; me derrumbé más, si acaso aquello eraposible.

—¿Os habéis vuelto locos? —nos increpó casi al borde del

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histerismo.Yusufposólamanoderechaensurodillaylapresionóligeramente.

Elenalomiróenvueltaenunaneblinadeindignaciónyconfusión,queseacentuó cuando el hombre que amaba negó con la cabeza en completoabatimiento,pidiéndolesilencioconlamirada.Parecíadecididoaasumirelpesodelmundoenterosobresushombros.

—¡No pienso permitir más injurias contra él! —bramó Elena,poniéndosedepieconbrusquedad.

Elinspectorhizoungestoasuayudante,yésteseacercóaElena.—¡Tranquilícese, señorita! Todo se aclarará, es una situación dura

paratodos,peroleruegocalma.Hans Berg estudiaba cada uno de nuestros gestos, buscando en

nuestrosilenciolasrespuestasquenodábamos.Pero¿cómoexplicarleaese hombre nuestro pasado? ¿Cómo contarle que el amor era capaz detraspasar lamortalidad,queprevalecíaa travésde los tiempos,peroquetrasélhabíanviajadotambiénsentimientosponzoñososyvengativos?Lareencarnación no sólo estaba supeditada a almas nobles, no; la maldadviajaba,obcecadaensuobjetivodetorturayrencor.Unasalmasbuscabanpurificarsea travésdedistintasvidas;otras seenquistaban, sorteandodealgunamaneraelsupuestoinfiernodeloscondenados,paraperfilarseenunamaldadperpetua.

Recordéunacreenciadelhinduismosobreestetemaquedecíaquelasreencarnaciones sucesivas estaban regidas por la ley del karma,acumulación de méritos y deméritos a través de las encarnacionesprecedentes. Éstas no cesarían hasta que se rompiera la cadena de losefectosylascausas.Elalmatienequeliberarsedelsamsāra,descubriendofinalmente la verdad; sólo entonces vendrá la liberación, labienaventuranza,elsamādhi.Enlafecristiana,laresurrecciónessímbolodepurificación;lareencarnacióncompartíaesepunto,sóloqueademássele añadía otromás esperanzador: una nueva oportunidad para enmendarloserroresoconsagrarlos.

¿Qué buscaba Rashid? ¿Atarme a él? ¿Por eso había raptado a miKhaled?¿Venganza?¿Qué,ennombredelcielo?

—Eso no se sostiene, señor Jensen —masculló impaciente elinspector, pasándose la mano por el cabello—. No hace ni veinticuatrohorasquellegaronasucasa,yyacreequesienteunaatracciónenfermizapor sumujer y que, a consecuencia de eso, ha secuestrado a suhijo.—

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Bufóexasperado—.Miren,desconozcoquéesconden, sólo séque, sinomedaunarazóndepesoparaquesospecheenfirmedeestehombre,nopuedohacerlo.

Gunnar no replicó; aparentemente permanecía tranquilo y atento,sóloyosabíaquesuinteriorerauncaosdeemocionesretenidasaduraspenas, como si vientos de distintas latitudes convergieran en unmismopunto, formandouna incipiente tormentaque tardeo tempranoestallaríasinpiedad.

—Nopodránsalirde lapropiedadhastanuevaorden,ymás levalequenovuelvaatocaralseñorIbnSarîq,porquemeobligaráaactuardeoficio,¿entendido?

Gunnarasintióconsemblanteinexpresivo.Un ingente desfile de agentes uniformados entraban y salían de la

casa,entresusurrosyórdenesquedas.Elúltimosedejólapuertaabierta;justoenesemomentounamolenegrayextremadamenterápidasurgiódelpasillodelacocinayseprecipitóalexteriorentreladridosagudos.

Meincorporécomoaccionadaporunresorte.Amimenteacudiólainquietud de Thor la noche anterior: ya antes de que yo llegarabuscándolo,élparecíanerviosojuntoalacantilado.

Sinpoderarticularpalabra,conelcorazónatronandoconviolenciaenmipechoyunaplegariarepetitivaflotandoenmimente,salítrasélalacarrera.Oíminombre,peronomedetuve.

Corríajadeantetraselanimal,perosusiluetanegraganabadistancia;apretélosdientesyacelerétodoloquepude.Medolíanlospechos,que,llenos, se sacudían pesados, enviándome punzadas lacerantes; la bata desedaseabrióycomenzóaescurrirsepormishombros;estirélosbrazoshaciaatrásydejéqueelvientomelaarrancara.Perdíunazapatilla,ymedeshicedeformaapresuradadelaotraagitandoelpie.

Thorsedirigíahaciaelmismolugar.Trasdemí,varioshombrescorrían;supedequiéneranlospasosque

meseguíanmásdecerca.Elperroestaveznosedetuvoenelbordedelacantilado;seagachóy

forcejeóbajolacercademadera;pocoapococomenzóaescurrirseentreelsueloyeltroncoqueaprisionabasuenormemole.Lafragantehierba,húmedaderocío,loayudóensuempresa.Justocuandoledabaalcance,elanimaldesaparecióantemisojos.

—¡¡¡Thor!!!—gritépresadelaangustia.

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Me asomé resollando al acantilado, apoyé lasmanos en el suave ypulido tronco de arce e, impertérrita, descubrí al animal deslizándoseagachado mientras descendía con sumo cuidado por un lateral delbarranco.Nolopensé.

Franqueélavalla.Yatanteabaconlapuntademispiesdescalzosunpunto de apoyo para descender el angosto sendero que había elegido elperro cuando unas fuertesmanosme apresaron los brazos. Fui elevadacomo una ligeramuñeca de trapo y estrechada contra un amplio pechocálidoyjadeante.

—Iréyo,niseteocurraseguirme—ordenóconvozestrangulada.ObservélaexpresióndeterminadadeGunnar;susojosreflejabanla

angustiaquehabíasentidoviéndomesaltarlacerca.Saltóelvalladoycomenzóeldescenso.—¡Tencuidado!Alzó el rostro hacia mí; en el verdor brillante de su mirada vi la

firmezadeunguerrero,laangustiadeunpadreyelamordeunesposo.Detodaslaspenuriasvividasenotrosiglo,loqueahoradevastabami

interior no tenía parangón con nada de lo sentido. Jamás un terror tanprimario me había asolado de aquella forma; mi presión arterialamenazaba con reventarme el corazón, las náuseas me azotabaninclementes,escalofríosviolentoserizabanmipiel,semehabíacerradolagargantayunescalofriantecosquilleomerecorríalaespinadorsal.

Con todos mis sentidos alerta, inclinada peligrosamente sobre eltronco del cercado, observaba aGunnar aferrarse a piedras, amatojos,buscandopuntosdeapoyosegurosparaavanzar.

Alinstante,aparecieronvariospolicíasyelinspectorBerg.—¡Joder,deberíahaberesperado!—exclamóelinspector.Trasaquel

exabrupto, se dirigió a uno de los agentes—. ¡Que traigan de inmediatounacuerda!

Elaludidocorriócomoalmaquellevaeldiablo.—Esunatemeridad,unalocura;puededespeñarseporesebarranco.

¡Mierda!Se quitó la chaqueta y la corbata con movimientos acelerados,

mientrasmeobservabaceñudo.—Serámejorqueesperelacuerda—aconsejéenunmortecinohilo

devoz.—Siempredandoórdenes—mascullóairado.

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Lomirésinentendersuspalabras,nomeconocíadenada.Ensuazulmiradabrillóunaextrañafamiliaridad,quemedesconcertótodavíamás.

Ignorandomiconsejo,atravesólavallayestudióelterrenoantesdeaventurarseeneldescenso.Cuandovolvióamirarme,seembebiódemirostroconunaexpresiónanhelante,algodefrustración,perosobretodoconunafirmedecisión.

—Tranquila,lotraerédevuelta,estavezsí.«¿Estavezsí?»Nomediotiempoareplicar,descendióladeraabajo

conbastantesoltura.Asomadaaaquelbarranco, sentímásangustia, inseguridady temor

quesibajaraporél.Gunnarhabíadesaparecidodemivista,yelinspectorBergrecorríaconextremadaprecauciónelmismotrayecto.

Mi mente sólo era capaz de procesar un ruego, con desesperanteinsistencia... «Por favor, por favor, Dios mío, devuélvemelos...» Yentoncesmimentetraidoraycrueltrajoamimemoriaelrecuerdodelaspesadillasdelanocheanterior,sometiendomidoloraunatorturaapenassoportable.Lavisióndelasdoslápidaspesócomounalosasobremí.

Gemí, me aferré a la valla, la vista se desdibujó, me mareé, lasrodillascomenzaronaflaquear,miestómagoseconvulsionó.

—Apártese,señora—ordenóunavoz.Cuandoabrílasmanosymeseparédelacerca,nomesostuve,caíde

rodillas,hundíloshombrosysollocé,mientraselpolicíaatabaunacuerdaaltroncoylanzabatodalalongituddelasogahaciaelabismo.

Medijeamímismaque teníaque ser fuerte,que todosaldríabien,quedebíamantenerlaserenidad,perolapesadillaestabatanfrescaenmimente,tanvívidamenteespeluznante,quemeeraimposibleborrarlapararecuperarelcontrol.

No.Otravezlaspesadillas,aquelloeramásdeloquepodíasoportar.—¡Vicky!Elenaseabalanzósobremíymecobijóentresusbrazos.Lloramos

juntasundolordifícilmente soportable; enmemoriadel inmensocariñoque nos profesábamos, ambas olvidamos por un momento reclamos ypreguntas;enhonoralaamistadquecompartíamos,nosdimosconsuelomutuo.

—Loencontrarán, amiga, lo sé, confía en ello, nopuedeshundirte,nolopermitiré,¿meoyes?

Se separó demí,me secó las húmedasmejillas con el dorso de la

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manoymeacaricióconinfinitadulzura.—Debo obligarme a pensar eso... o me volveré loca —admití

trémula.Elenaasintióyforzóunamagodesonrisa.—Hildur ha llegado, está prestando declaración al ayudante del

inspector,elseñorJacobsen;aseguraquesuprimanodurmióanocheencasa.Britta,Knute,SvenyLisbettambiénestánaquí,están...afectadosporlanoticia.

«Ingrid»,pensé;¿eraposiblequeella...?DebíahablarconHildur.—Volvamosalacasa—sugirióElena,ayudándomealevantarme.Neguéconlacabeza,nohastaqueGunnarregresaraamilado.A lo lejos oí el silbido monótono de las sirenas de los coches

policiales.Rastreabanlazona.Depronto,otrosonidosesumóalabataholaqueflotabaporelvalle

resquebrajandosuhabitualarmonía:unladridoapagado,provenientedelfondodel barranco; seguidamente, un gritomasculinoy voces pidiendoayuda.

Semeencogióelcorazón.Variospolicíasseinclinaronsobrelacerca,unodeelloslacruzóy

sedeslizóporlacuerda.Me precipité de nuevo sobre el cercado, desde otro punto, y me

inclinédesesperadaporcaptaralgúnmovimiento.Unavozopacadagritóunafrasequemehelólasangre;reconocíen

ellaalinspector.—¡¡¡ElseñorJensensehadespeñado!!!¡Necesitamosmásefectivos,y

unaunidaddeurgenciasmédicas!¡Pidanunhelicópteroderescate,aprisa!Sentíquelacabezamedabavueltas;apoyétodomicuerposobreel

troncodearcey,depuntillas,conelalmaenviloyelcorazónsangrando,measométodoloquepude.Ungritoescapódemigarganta:

—¡¡¡¡¡Guuuunnnnaarrrrr!!!!!!Uncrujidomesobresaltó; lacercasedesplazó,nomediotiempoa

recuperarelequilibrioycaíalvacío.Grité presa de un terror que despertó cada terminación nerviosa

apresandotodosmisentidosenunaagoníasinigual.Noooooooooo...Migargantasecerróyunaimagenmeacompañóen

lacaída:Gunnarsosteniendoamibebé;novinadamás...sólonegrura...

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8

Atravésdelossiglos

Exhaléuntenuegemidoyabrílentamentelosojos.Miréamialrededor;vislumbréunapareddemadera,unabanqueta,

más allá, un refulgir parpadeante que llamó mi atención, y parpadeé.Intentégirarlacabezamáshaciamiderecha,peromefueimposible.

—¡Freya, gracias a los dioses! ¡Te han devuelto al mundo de losvivos!

Era una voz demujer, ajada y emocionada. Intenté alzar un brazo;pesabademasiado,desistí.

—Todavíaestásmuydébil,perolopeordelabatallahapasado.¡Ay,muchacha,penséquenololograrías!

Enfoqué lavista en lamujerque se inclinaba sobremí.Observé sucabello largoyentrecano,surostroamable,marchitoyconmovido.Suslágrimas rodaban incesantes por sus mejillas, goteando por la barbilla.Luchéportensarlascomisurasdemislabiosparaformarunasonrisa,nosésiloconseguí.

—Nodigasnada—adujoEyra—.Yahabrátiempoparahablar,hedeaprovecharquehasdespertadoparaalimentarte.Llevascincolunasllenassumida en las tinieblas; tu cuerpo se ha descarnado,muchacha, hay querellenardenuevoesascurvasquetantoenloquecenaloshombres.

Asentí;lamujerseinclinóymebesólafrente,acariciómicabelloysonrióemocionada.

—Hubounmomentoenquepenséquenoloconseguirías.Peroeresunalobaguerrera.

Estavez sí logrédevolverle la sonrisa.Lospárpadosmepesabanymi cuerpo languidecía de nuevo, estaba tan cansada... parpadeésomnolienta.

—¡Ah,no!—meincrepóEyra,sacudiendolacabezaconvehemencia—.Ahoraqueporfinlograsabrirlosojos,nopiensodejartedormirhastaque hayas tomado al menos unas cucharadas de caldo de venado. No

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imaginaslodifícilquehasidoalimentaruncuerpocasisinvida.—E...yy...raaa...Mivozsonórotayseca;intentétragarsaliva,peronolaencontré.Laancianacorrióhaciaunamesaymetrajounajarradeagua,que

acercóamislabiosagrietados.—Bebe,niña,peroconcuidado.Tragué el fresco líquido con ansia; lo sentí aliviandomi garganta,

comounbálsamocurativoqueresucitabamicuerpo.Mesupoagloria.Eyraredoblóvariasmantasy,alzándomeporloshombrosconvigor,

lasremetiótrasmiespaldaparaincorporarme.Aquel zarandeo me nubló por un momento la vista; mi debilidad

extremaimpidióquelaayudaraensuesfuerzo.Me observó concentrada, asintió conforme y se volvió hacia la

lumbrequecaldeabalaestancia.Por fin distinguí con claridad el fuego del hogar. Sobre él, una

marmita, que pendía de un gancho sujeto a un trípode metálico,burbujeabaalegremente.

Eyra tomóunaescudillademaderay sirvióenellaunagenerosaydensacucharadadecaldo.

Seacercóamí,inclinadasobreelcuenco,soplandoenérgicamenteelcontenido.

—Esto te sabrá como la ambrosía, y dará vigor a tu maltrechocuerpo.Elcalorcaldearátuinterior,comositearroparanconlamejordelasmantas.Vamos.

Entreabrí los labios. Eyra acercaba la cuchara demadera a ellos y,consumocuidado,derramabaenmibocaeloscuroyhumeantebrebaje.

Quemaba,perologrésoportarlatemperaturaenposdealejarelfríomortalquemorabaenmiinterior,comolaponzoñadeunvenenoqueseniegaaabandonarsuconquista.

A cada cucharada,mi ánimo parecía restablecerse, y despertabamiapetito. Famélica, cada vez abríamás la boca, acentuando la sonrisa deEyra,ylahumedadensusojos.

Cuandoacabémiescudilla, lamujerasintiósatisfechay, trasretirarelapoyodemiespalda,volvióatumbarme.

—Ahora duerme un poco, no haymejor remedio para la sanaciónqueelalimentoyelsueño—recomendóconunamiradamaternal.

Cerré los ojos reconfortada, suspiré y me abandoné al sueño... Un

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rostro asomóamimemoria, abrí degolpe losojosy recorrí la cabañaconlamirada.

—Gu...nnaarr...—logrémusitar.Eyraacomodólapieldeosoquemecubríayposósucallosamano

enmifrente.—Después, cuando estés más fuerte. Duerme, Freya; ahora que la

muertetehasoltadodesusgarras,debesrecuperarteloantesposible.Quisepoderlevantarmeysalirdeesacabaña,quisegritarsunombre,

quise que sus brazos me rodearan y me acunaran en mi sueño... quisemuchascosas...perosólologréuna,dormir.

Fuera, oí el graznido de ocas y el ladrido de un perro. La cabañaestabasumidaenlapenumbra,aexcepcióndelfulgormortecinodelfuegodel hogar, que apenas crepitaba sobre las brasas ennegrecidas quehumeabanhacialaaberturadeltecho.

Alcéunbrazo,nosinesfuerzo,yretirélapielquemecubría;sudabacopiosamente.BusquéaEyraenlasemioscuridadreinante;nolaencontré,perosuvozllegóhastamí.

—¡Condenadoperro!—exclamó furiosa—.Sivuelvesaacercarteamisocas,teasaréenunbuenfuegodeleñaparacenar.

LapuertaseabrióyEyraentróenlacabaña,acompañadadeunaluzblanquecina e intensa. Un viento gélido arrastró al interior hojarasca ypuñadosdeheno,yunperrocurioso.

—¡Muchachainsensata,notedestapes!Corriójuntoamicamastroehizoademándecubrirme.—¡No!Meahogo.Elfríoquesehabíafiltradodespertómissentidos.—¡Vaya, pareces bastante más restablecida! Llevas dos días

durmiendo.Seacercóaunade lasventanasyabrió lospostigos.Unacegadora

luzblancasederramósobreelinteriordelaminúsculacabaña.Entrecerrélosojosmolesta.

—Habrás de acostumbrarte a la luz, estás extremadamente pálida.Llegaelinvierno,asíquedisfrutadelescasosolqueverás.

—Quierolevantarme,meduelelaespalda.Eyraseasombróporlafluidezdemispalabras.

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—Tal vez no sea mala idea —murmuró pensativa, frotándose labarbilla—. Tu cuerpo estará anquilosado, necesitas fortalecerlo. Demomentotesentaréalamesa.

El perro se acercó amí yme olisqueó curioso. Sentí su húmedoyfríohocicoenmimejilla;ledejéinspeccionarme.Susoscurosybrillantesojosseclavaronenlosmíos;jadeabaymovíalacola.Alarguélamanoyloacariciéentre laspuntiagudasorejas.Elanimal inclinó ligeramente lacabeza, disfrutando del contacto. Hundí los dedos en su espeso y suavepelaje, de diferentes tonalidades de gris.Era un perro hermoso, grande,fuerteyrobusto,parecidoaunlobo,concolaenroscadamásclaraqueeltronco,ymorroalargado.

—Hola,bonito,parecesunlobo—lesusurré.—Eigualdevoraz—adujoEyra—.Esunperrocazador,cazaalcesy

venados.¿Veslacicatrizquecruzasumejilla?Lazigzagueantelíneacarentedepelo,rosadaycarnosa,quesurcaba

desdeelextremodesuojoizquierdohastacasisuhocicoleconferíaunaatemorizanteapariencia,peronolerestabahermosura.

Asentí.—Elmuyzafioseenfrrentó,solitoaunosoblanco,ynoeslaúnica

cicatriz que tiene; en su costado se le ve lamarca de la zarpa del oso.Comotú,escapómilagrosamentedelamuerte.

—¿Cómosellama?—preguntépensativa.—Fenrir.—Unavez,undemoniomellamóasí—recordé.Mesentíensintoníaconaquelanimal,amboséramossupervivientes.

A mi mente acudieron los recuerdos, como flechas incendiariasatravesandomipecho.

Aquella trágica noche en que una vez más mi destino cambiaba.AquellanochemalditaenquefuillevabaanteeljarlHaraldelImplacable,aquellanocheenquefuimancilladaygolpeadaporél,aquellanocheenquemi loboacudióenmiayuda.Fenrir...me llamóel jarl,yenesomeconvirtióél.

—Debería estar muerta —musité—; sentí que lo estaba, me alejéflotando,medespedídeél.

—Yesocreímos,perotudestinoesotro.—¿Lasrunasseequivocaron?—inquirícongravedad.Eyranegóconlacabeza,cogióunabanqueta,ladepositófrenteami

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camastroysesentó.Elanimalposólacabezasobremí,sesentótambiénamiladoycerró

losojos,mientraslerascabatraslaoreja.—Lasrunasnuncaseequivocan,lasinterpretémal.Vilatraiciónen

larunaAs invertida,ysecumplió;erréalno leercorrectamente la runaPerth, la muerte, el fin, pero de alguien cercano, muy cercano a decirverdad, tuhijo,no tú.Luegoestá Isadecara,unceseen lasactividades,una congelación, como predije; Isa es la runa del renacimiento, y esexactamente lo que te ha sucedido. Las otras runas, Rad, viajes ymovimientos, y Wird, segundas oportunidades, la página en blanco, eltodoolanada,sonlasquevanaguiarteahora.

Inspiréprofundamente, acariciémivientreycontuve las lágrimasapesar de que el dolor que asomaba entre los recuerdos resultabadesolador.

—Nopudehacernadaporél,ycasinopudehacerloporti—confesócon la amargura velando su rostro— . El puñal dañó un órgano muyimportante,norespirabasytedipormuerta.Gunnar...enloqueció.

Cerré con fuerza los ojos, atrapando en ellos las lágrimas que seacumulaban;apretélosdientesycontuvecomopudeladolorosaimagendesurostrocontorsionadoporunsufrimientoatroz.

—¿Dóndeestá?—logrémusitarenapenasunhilodevoz.—Lejos de aquí —respondió cogitabunda—. Combate entre las

hordas del reyHalfdan elNegro; ya nohizo falta simular que estaba allado del maldito jarl por temor a que devastara la aldea, puesto queSkiringssal ya fue asolada, sólo unos pocos ancianos moran en ella.Ahora más que nunca persigue su venganza y busca su final. Te creemuerta.

Ahogué un sollozo, a cambio obtuve un lametazo deFenrir, y unacariciadeEyra.

—¿Quépasó?—preguntétrémula.Losojosdelaancianaseoscurecieron;bajólamiradaynegóconla

cabeza.—Nopudehacerlo—confesó;suvozperdióintensidad—.Nopude,

Freya. Lo vi ante mí, roto de dolor, contigo inerte en sus brazos,maldiciendoa losdioses,gritandodesaforadosuagonía, llorandocomounniñoperdido,suplicándomelaliberación,peronopude...

Alzólamirada;eltormentodesusojosmesobrecogió.Susdelgados

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labiosseapretaronenunamuecasufrida.—Es mi hijo —se defendió con voz constreñida—. En el último

momentodecidíliberarlodesudolor,peronoconlamuerte.Hizounapausa,enlaquecogiómimanoentrelassuyas.—Preparéunbrebaje,sí—empezóacontardenuevo;teníalamirada

perdida, el rostro tenso y contenido, y susmanos se crisparon entre lasmías.

»Machaqué raíz de mandrágora, beleño blanco y belladona, engrandescantidades,ylasmezcléconaguamiel.Temíhabermeexcedidoenlasmedidas, peroGunnar es un hombre grande y robusto, así que recéparaquedieraresultado,yfuncionó.Cayófulminadoeinconsciente,pudearrebatarte de sus brazos. Ayudada por algunos supervivientes deSkiringssal,teescondimosenunadelaspocascabañasqueseguíanenpie,pueselterribleincendiódevastólaaldea.Pensabadispensarteunentierrocristiano,asíquemeditodalaprisaposibleencavarteunatumba,antesdequeGunnarsalieradesuletargo.

»El preparado de hierbas que le ofrecí es un remediomuy potentepara la pérdida de memoria, además de anular la capacidad deentendimiento y abotargar los sentidos. Por eso era tan importante quenadalerecordaraati,porelmomento.

»Pero despertó antes de que yo hubiera terminado de preparar tutumba.Tuvequedejarteenlacabaña,mientrasacudíaasulado.

»Como esperaba, se mostró confuso y aturdido. Me preguntó quépasaba,y ledijequehabíanatacado laaldea loshombresdel jarl, y quedebíamarchar junto al rey.Apenas se sostenía en pie. Pedí ayuda a sushombres,lesroguéqueselollevaranmuylejos,quehabíasmuertoyqueno te mencionaran en ningún momento a no ser que él preguntara.Desconocíacuántotiempopermaneceríaeneseestado,porloquelediaThorffin un odre con el remedio, para que lo fuera mezclando en subebidadevezencuando.Lerecomendéquefueradisminuyendoladosisprogresivamente; el tiempo, imaginé, haría el resto. Otro grupo desupervivientes también decidiómarcharse, ya no quedaba nada, exceptomuerteydesolación.

—¿Porquénomeenterraste?Eyra se limpió las lágrimas con un ademán seco y tosco. Era una

mujerconunafortalezaadmirable,quesereprendíaasímismahastaenlosmomentosmáscomprensiblementedébiles.

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—Comotedije,estabadispuestaahacerlo.Tuvequeesperaraquesefueran. Partieron los cuatro. Ragnar iba en un estado lamentable,malheridoencuerpoyalma;ErikyThorffinlograroncargarconambosypartieronhacialosdominiosdelreyHalfdan.

»Entonces,regreséjuntoatiybusquéadosmuchachosquecargaroncontigoenvueltaporcompletoenun linoblanco.Cuando tedepositaronenlatumba,mearrodilléenelbordeyrecéunaoracióncristianaportualmayporladelpequeño;fueentoncescuandomirétuvientreabultadoymeparecióvercómosemovía.Sumidaenlamáshondadelaspenas,melancéalafosaydepositélamanosobretubarriga,ansiandosentiraesepequeñoserqueseapagaríapormomentos.Fueentoncescuandopercibícómoellivianolinoquecubríaturostrovibrabaapenassobretuslabios,henchido por un débil aliento de vida. No estabasmuerta, aún no, peromorías. Aun así, no pude sentarme a esperar que llegara tu momento.Ordenéquetesacarandeallíydenuevotellevéalacabaña.

Tragó saliva y me miró con gravedad, respiró hondamente ycontinuóconvozcansada.

—Habíasperdidomuchasangre;tansólocosítuheridaytecoloquéemplastesparaevitarponzoñas.Lopeorvinodespués.

Incapazdesoportarmimirada,lafijóenunpuntoindefinidotrasdemí.Atormentada,seobligóacontinuar;estuvetentadadedetenerla,perolacuriosidadmepudo.

—Pasaron dos días y no despertabas, pero tampoco morías. Tuvientre,encambio,dejódemostrarseñaldevida;eraevidentequehabíasperdidoalniño.Asíquenotuveotroremedioqueabrirteysacártelo.Elriesgo era muy alto; no obstante, no había otra alternativa. Tuve... queabrirtuvientreyarrancaralpequeñodetusentrañas.Decidícortarenlaparteinferiordelabdomen,y...meterlamano.Yo... jamáshehechonadatan...atroz.Hiceloquebuenamentepude,Freya;telimpieycosí,ataquélapodredumbre que ya se extendía por tu cuerpo con todos los remediosconocidos,tealimentéabasedecaldosybrebajesdehierbas,combatílasaltas fiebres... y esperé.Todo sin un atisbode esperanza; a cada instanteesperabatumuerte,peronopodíadejardeluchar.Miobcecaciónpareceser ahoramimejor virtud: luché contra lamuertey la vencí, aunqueyanuncamáspodrássermadre.

Nos abrazamos envueltas en llanto. Sollozábamos liberando elsufrimiento y la rabia por el ingrato destino que nos vapuleaba

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implacable,pero,almenos,todavíapodíamosenfrentarlo.—Eyra, siempre te consideré como una madre; ahora sin duda lo

eres,puesmehasdadolavida.El arrugado rostro de la mujer se iluminó; sus ojos pequeños y

brillantesderramaronsobremítodoelamorquemeprofesaba.—Niña,ningunamadrepodráquerermásaunahijadeloqueyote

quieroati.Respiréhondoysonreíentrelágrimasydicha.—Tenemos que encontrarlo —musité con la impaciencia

recorriéndomelasentrañas,comoundepredadorqueesperaansiososalirdecaza.

—Sí,yloharemos—concedióEyra—.Nosesperaunlargoviajey,para eso, necesitas restablecerte lo antes posible o, lo que es lomismo,obedeceraestaviejagruñona,asíquesiéntatealamesaeimitaaFenrir,devorandotodolocomestiblequeencuentres.

Soltéunacarcajada;alinstantemesentíllenadevigor,deesperanzaeilusión.Casi imaginabalacaradeGunnarcuandometuvierafrenteaél,casi sentía sus brazos a mi alrededor, su boca sobre la mía, susimpresionantes ojos verdes brillando incrédulos y alborozados porreencontrarmeviva.

—Muchacha, tu risa me suena a música celestial. ¿Sabías que elhumoresimprescindibleenlasanación?Elánimoesuncuriosoelementode inclinación en la balanza del enfermo; cuantomás alto se tiene,másmermaladolencia.

Eyrameguiñóunojo;derepente,parecióinclusorejuvenecer.Ahoraambas teníamos un meta conjunta, una ilusionada esperanza, un mismohombrealqueencontrar,unamismaadoraciónqueregalar.

ConayudadeEyra,yacompañadaporelperro,quehabíadecidido,poralgunaincomprensiblerazón,nodespegarsedemí,mesentéalamesaydibuenacuentadeloquemeofreció.Erantantaslasviandasque,bajolamesa,ofrecíaaFenrirunabuenapartedeellas.Porcómomemirabaelanimal,supequemehabíaganadounlealprotector.

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9

Elulfhednar

Pasaban los días, y mi cuerpo ganaba fortaleza y resistencia en unarecuperacióninaudita.Elánimofueunodeloscausantes,peronoelúnico.Salía a caminar conFenrir, pescaba y cazaba a su lado;me ejercité deformainsistenteconelarco,ycabalgabapor losverdesprados,seguidapormi inagotable guardián. Ayudaba a Eyra en las labores domésticas,comía como un lobo y dormía profundamente en las gélidas y largasnochesdeuninviernoincipiente.Ysoñabaporeldía,conunrostroyunosojosquenoseapartabandemimenteniuninstante.

Lo echaba tanto de menos, tanto, que la sensación de desamparocomenzabaaoprimirmeyairritarme.Memoríaportenerlofrenteamí,ytemíano llegara tiempo.Puesél,creyéndomemuerta,seentregaríaa labatalla de forma imprudente y temeraria, buscando su alivio, comosuponíaEyra,quecompartíaelmismodesasosiegoqueyo.

No obstante, aquello siempre traía discusiones entre nosotras. Yodeseabapartirde inmediato,yEyra,más reflexivaypaciente, aguantabamis arrebatos en silencio sin replicar; tan sólo aguardaba que soltaratodos mis miedos y finalizaba la conversación con la misma frase:«Partiremoscuandoyoloconsidere,noantes».

Esanochemeacosté rumiandofuriosay frustrada.Noentendíaquémás debíamos esperar; mi cuerpo había ganado peso, mis músculosvolvíanaserelásticosy,conmimentemásalertayagudaquenunca,mesentía fuerte y poderosa, totalmente restablecida y con unas imperiosasganasdeencontrarpor finmi felicidad.PeroEyraesanochenisiquieraacabó la discusión con su consabida frase, se limitó a regalarme unasonrisaenigmáticaysemetióensujergón.

Alamañanasiguiente,loprimeroqueoíaldesperezarmefueronloscascos de varios caballos, y unas voces masculinas en apagadaconversación.

Meincorporédegolpe.Fenrir,quedormíaalospiesdemicamastro,

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alzólasorejasconatenciónygruñómolestocuandomelevantéraudadelacama.Sacudíconcariñosulomoysaltéporencimadeél,enbuscademi túnica de lana. Me la ceñí con un cinturón de cuero marrón y meenvolvíenunacapaquesujetéconuna fíbula,hermosamente labradaenoro.Descartéelturbante;mellevaríademasiadotiempometermiespesaylargamelenanegraenaquelrecuadrodetela,asíquemelaechéaunlado,sobre el hombro derecho y, con toda la agilidad y premura que pude,conforméunagruesatrenzaqueatéconuncordel.

Salí apresurada de la cabaña, consumida por la curiosidad. Fenrirabrió su enorme boca y bostezó con desidia, chasqueó la lengua, serelamióunpardevecesymesiguió.

—Vamos,perroholgazán,parecequetenemosvisita.Doshombresclavaronlamiradaenmí.Unodeellosarqueólascejas

conasombroyalfinalsonrióconfrancaadmiración;elotro,encambio,mecontemplabaimpertérrito.Amboseranjóvenesyfornidos,aunquedeaparienciaopuestaelunoalotro.

Elmásaltoeraterriblementeapuesto:rubio,desedosamelenalargacon trenzasadornando loscostadosdesuarmonioso rostro,brillantesyalmendradosojoscelestes,pómulosaltosylabocadeundios.Elotroerabajo,pelirrojo,deojosminúsculosyhundidos,frentedemasiadoanchayprominente,mandíbulaalargada,bocadelabiosfinos,anodino,desabridoypocoagraciado.Irjuntoaaquelhermosoguerreroeraloquemenoslefavorecía;unguerreroquenomeeradesconocido,porcierto.

—Hola,Hiram—saludéjovial.—Hola, mujer hermosa con sentido del humor pero con esposo

celoso.Soltéunaabiertacarcajadaantelaalusiónanuestropeculiarprimer

encuentro.Tentadaestuvedeecharmeasusbrazos,sinofueraporqueunavezyahabíaintentadoseducirme;esosí,cuandodesconocíaquiéneramiesposo.

—Me alegra verte—confesé—, aunque me alegraría más ver a tumaestrodeinstrucción.

Hiramme guiñó un ojo y me sonrió de medio lado. Sus dotes deseducciónsindudaerandonesnaturalesenél.

—En este momento iba camino a engrosar sus tropas. Tuvo quemarcharalsur,paraofrecerunpactoalreyHorikelViejo,deJutlandia,en nombre de Halfdan el Negro; si aceptan, tendremos el apoyo de un

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temibleejército.Miré emocionada a Eyra, que ya se acercaba con una sonrisa de

suficienciaenloslabios.—Yaloheconsiderado—comenzóadeciralargandolaspalabrasy

conellasmiansiedad—.Partiremosenestemismoinstante.Dejéescaparungrititoexaltadoylaabracéjubilosa.—¡Muchachaalocada!—merecriminóconsuavidad—.Nopodíamos

partir hasta saber adónde hacerlo; habíamandadomensajes aHiram ennombredeGunnar,paraquealavueltapasaraarecogernos.

—¿Tehedichoyaqueteadoro?Eyrariocomplacidaysacudiólacabezaantemiexcitadaactitud.—Vamos, niña impaciente e insufrible, aunque encantadora, con

esposoceloso.Saltédealegría;eratalmiregocijoquehastaFenrirladróanimoso,

sacudiendosupeludacolaconalborozo.—Mihersirsemorirácuandotevea;nopiensoperdérmelopornada

delmundo—anuncióHiram,quesonreíatanfelizcomonosotras.—Seguro que te devolverá su confianza —aduje recordando los

celos deGunnar y el alboroto quemontó cuando lo descubrió en plenaseducción.

—Nocreo—contravinoelguerrero—.Mepidióquenovolvieraaponerlosojossobreti,yesloúnicoquenopiensocumplir.

Reí de nuevo, lo empujé divertida y me adentré a la carrera en lacabañaenbuscadelosfardosquellevabandíaspreparadosparaelviaje.

—¿Puedohacerteunapregunta?—inquirióHiram.Cargué el carcaj ami espalda, crucémi arco en el otro hombro y

arrastrélosfardoshastadondemeesperabalareducidacomitiva.—¿Puedes?Hiramseapresuróaayudarmeconlacarga.Conprestezalosalzóa

micaballoy,mientraslosasegurabaconcorreajes,planteó:—¿Tieneshermanas?Porque,siesasí,mipróximaincursiónseráa

tustierras.Negué con la cabeza. A mi mente acudió el recuerdo de mis dos

hermanosdepadre;miojossenublaronconremembranzasdolorosas.Lanostalgia por las gentes que dejé hace tanto en aquellas soleadas tierrasandalusíesbrotódegolpe.

—Eh, no quería entristecerte —musitó Hiram con preocupación;

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detuvosumanoamitaddeunnudoylapusosobremihombro—.Tedejoquemegolpees.

—¿Cómo?—Sí,porcadadesatinocometido,tienesmipermisoparagolpearme

—meexplicóeljovenconconvencimiento.—No haré tal cosa, al menos por esto. No tienes la culpa de que

recuerdemipasado,puesesalgoqueocurrirámientrasviva;elpasadoesunapartedemivida,unapartequesiempreestarápresente,yqueacudiráamimenteenmásdeunaocasión.

Cuandoterminédehablar,meencontréconunamiradapensativa.—No sabes cuánto lamento que no tengas hermanas, aunque dudo

que,aunasí,algunapudierasuperarte.—Hiram, detente o me obligarás a golpearte —advertí en tono

socarrón.Elguerreroriojocoso,peroensumiradapermaneciósuanhelo.—Porcierto—agregó—,ésteesSigurdelDuende.—Hola,Sigurd.—Mevolvíhaciaelpequeñopelirrojo.Suapelativo

eraabsolutamenteapropiadoasuscaracterísticasfísicas.—Amínotendrásquegolpearme—murmurósonriente.Hiram,Eyrayyoestallamosencarcajadas.Talvezsuaspectoerael

deunduende,perosucaráctereraeldeunbufón.

Nos dirigíamos hacia el reino de Vingulmark, hacia la aldea deHedemark,dondemorabalaresidenciarealdeHalfdanSvarteelNegro,elgrancaudillonórdicoquesumabaregionesensusnumerosasconquistas.

Hiram cabalgaba junto a mí, contándome la apasionante vida delemblemáticoreyHalfdan.

Al parecer era un hombre extremadamente justo, pero belicoso yatroz.Unhombreacostumbradoalsufrimiento.Perdióasupadrecuandotansólocontabacondocelunas.Muyjoventuvoquepelearparadefendersureino,quecompartióconsuhermanoOlaf.

Envueltoenmultituddeescaramuzasyemboscadas,logrósobrevivir,graciasasufortalezayhabilidad.Sehabíadesposadoconlahijadelreyde Sogn, Harald Gulskeg Barba Dorada, una bella muchacha llamadaRagnhild, que le había dado un heredero. No obstante, enviudótrágicamentey,comopresodeunamaldición,suhijo,apenasunniño,que

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había sido enviado junto a su abuelo materno para su educación comofuturorey,tambiénpereciópresadeunasextrañasfiebres.Halfdan,firmecomouna roca,viajóhacia el reinodeSogny reclamópara sí aquellastierras.Nadieseopuso.

—Tiene mucho poder, pero también muchos enemigos, casi tantoscomoambición—aseveróHiramazuzandoasumonturaparacruzarunriachuelo.

Sacudílasriendasymiyeguabrunaaceleróeltrote,chapoteandoenlasprístinasaguasyascendiendocongraciayagilidadlaempinadariberadelrío.

—¿SabesalgodeljarlHaraldelImplacable?Hirammeobservóconundejefuriosoensusemblante.—Sóloséquerecorrelosreinosenbuscadeapoyos;losIldengum,y

otrosclanessubversivos,sehanunidoasucausa:derrocaraHalfdan.Sudeseo es enfrentar a todos los jarls contra los reyes que los gobiernan.Mandó un emisario al más fiero jarl de todos, el del rey Horik deJutlandia, el gran caudillo Ragnar Lodbrok, pero allí me enteré de quehabíapartidoconcasicientoveintenaveshaciaelimperiofranco.Ragnarestámásinteresadoenampliarterritoriosfueradesureino,aunquedudoqueaceptara talalianza;Ragnar sólose sometea su rey,paraconseguirapoyoparasusincursionesmarítimas;noesunhombrequehayanacidoparasometerse.

—NohabíaoídohablardeRagnarLodbrok.Hiramobservólalontananzaconmiradaperdida.—Oiráshablardeél,estápredestinadoaconseguirgrandescosas—

murmurópensativo.—YHorik,¿acudiráalllamamientodeHalfdan?—Nolosé,esposibleque lohaga—respondió—.Montóencólera

cuando supo queHarald el Implacable había intentado impeler a su jarlRagnar a la sublevación. Pero, por otro lado, no quiere favorecer aHalfdan,anoser,claroestá,quelacompensaciónquerecibalemerezcalapena.Imaginoqueestarámeditándolo.

Sólounacosamepreocupabaentretantaintrigaporelpoder:lavidadeGunnar.Éltansóloeraunapiezaqueelreymoveríaasuantojoy,siseavecinabaunagranbatalla,estabaseguradequeélencabezaríasustropas.

—¿HalfdanconfíaplenamenteenGunnar?Hiramsonrió;sinembargo,unvelocubriósumirada.

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—Halfdannoconfíaennadie, lohanemboscadodemasiadasveces,perosindudavaloralapresenciadeunguerrerodesutalla.Gunnarahorapertenecealhirddelrey.

Lomiréconpreocupación.—¿Elhird?—Unséquitoreal,laguardiamáscercanaalrey;hastaconvivencon

la familia, si la tuviera, que la tendrá. Gunnar es el brazo derecho deHalfdan.

—Esereyeslistoyafortunado—murmuréconanhelo.Hiram me escrutó con curiosidad. Finalmente sonrió con algo

parecidoalapesadumbre.—Ardesendeseosdeverlo,¿no?Asentíydejévagarlamiradaporelhermosoparajequenosrodeaba.Lanostalgiamesacudió;enunentornoparecido,Gunnarmellevaba

ensumontura,mientrasmesusurrabaanécdotasdesuinfancia.—Sólo pienso en rodearlo con los brazos, en besar sus labios, en

decirlecuántoloamo...yennodespegarmejamásdesulado.—¿Ysiélnorespondecomodebería?Lomiréperpleja,aquellaposibilidaderanula.Gunnarmeamabamás

queasuvida:eraimposiblequemeolvidaraencasiseislunas,aunquemecreyeramuerta.

—Responderá,noalbergodudaalguna,soytodoparaél,comoélloesparamí.

—Meconstaelamorqueteprofesa,sóloque...Frenéabruptamentelamonturayclavémimiradainquisidoraenél.EyraySigurd,quecabalgabantrasnosotros,meimitaron.Hiramadelantósucaballoyloatravesófrenteamiyegua.—Freya—comenzóadecirentonograve—.Yo...nosécómodecirte

esto...Eyrasepusoamialturayobservóconpreocupaciónmisemblante.—¡Habla! —exigí imperativa; un creciente temor me asaltó,

encogiéndomeelestómago.—Gunnar no es... elmismo hombre que conociste, Freya—repuso

congestoinquieto.—Eldolorcambiaa loshombres—intervinoEyra—.Volveráaser

elqueeracuandodescubraqueestáviva.Hiram continuabamirándome preso de un inquietante desasosiego,

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quemehizosospecharquealgomásocultaba.—¿Enquéhacambiado?—preguntétemerosa.—Entodo—respondiócogitabundo.—Notecreo—repliquéaltanera.Hiram me contempló un instante, sacudió la cabeza y se retiró el

cabellodelafrenteenungestoimpaciente.—Mecreeráscuandoloveas.—Hizounapausa;vicompasiónensu

mirada—.Poresotellevoconél,túereslaúnicaesperanzaquenosquedaparaqueregreseanosotros,paraquevuelvaaserelqueera.

Disipéeldesasosiegoconunasonrisaconfiada.—Loserá,Hiram,yomeencargodeeso.Elmuchachomedevolviólasonrisacargadadeesperanza.—Sí;tellamabasuloba,ycomotalhabrásdelidiarlo,puesenesose

ha convertido él, en un lobo temible. Elmás fiero ulfhednar que hayanconocidoestasverdestierras.

—¿Ulfhednar?Lacelestemiradadelguerrerovolvióaoscurecerse,comounpaño

oscuro que cubre un amargo recuerdo, queriendo ocultarlo peroperfilandodeformamacabrasucontorno.

—Es parecido a un berseker, pero más temible, atroz y letal. Unguerrero enfebrecido, que marcha a la batalla semidesnudo, tan sólotapadoporunas calzas, con la espalda cubierta con lapiel deun loboycon lacabezadelanimal sobre la suya,absolutamenteconvertidoenesafiera,sinunápicedehumanidad,nicompasión.Creoqueyanorecuerdaquiénfue.

Intenté tragar saliva, pero me fue imposible. Noté atorada en lagargantaunaboladeangustiaytemorquemeprivabadeaire.Hiramnotóal instante el cambio enmi semblante, y posó unamano enmi hombromostrándomesuapoyo.

Intentésonreírleperomefueimposible.—Vencistealamuerte,muchacha—recordóEyraconfirmeza—.No

teresultarámuydifícilvenceraunlobo.«No»,medije,ymássabiendolafortalezayfierezadelalobaqueyo

guardabaenmiinterior,esaquemehabíaayudadoasobrevivirenmásdeuna ocasión, la que había luchado contra el jarl, la que habíamatado aAda, laquehabíasobrevivido.Ysihabíadellamarladenuevo, loharía,unaymilveces,lasnecesarias,paralucharpormividaypormifelicidad.

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Más animada, sacudí las riendas y mi yegua bruna inició su troteenérgico.

—Dices bien, Eyra; a nada temo ya, y sólo hay un propósito amiregreso:recuperaramiesposo.

Eyraensanchóloslabiosconorgulloyarreóasumonturaconigualdeterminación.JuntoaloscaballoscaminabaFenrir,acompañándomeenmibúsqueda.

Antenosotrossurgieronlasaltivasmontañas,queseperfilabanenundesvaído tono añil, como majestuoso fondo de una inmensa llanura,surcada por ruidosos y vivaces riachuelos, y bosquecillos de olmos yabedules.

Aspiré el perfumado y fresco aire silvestre y clavé los ojos en lasespesas nubes que se arremolinaban en apretados grupos, como siquisieran fundirse unas con otras para formar unmullidomanto níveo,acaparandodeformaegoístalostenuesrayossolaresparaellassolas.Lasmáslivianasresplandecíandeoro,mostrandosolapadamentelabellezadeaquellosmágicoshaces,peroprivándonosdesucalor.

Cabalgábamosabuenritmo,porunterrenofirmeyfácil,ensilencio,cada cual sumido en sus propios pensamientos; losmíos sólo tenían unnombre.

Nos detuvimos al mediodía para comer. Eyra me lanzaba miradasescrutadoras, calibrando mi ánimo, y yo siempre me esforzaba porimprimir ligerezaamisonrisa,yconfianzaamimirada;noobstante, laagudezadelaancianaparecíarecalarinclusoenmialma,ysupequeleíami mente con claridad meridiana. Lo sabía, pues mi semblante era unreflejodelsuyopropio.

Sin embargo, ninguna expuso los recelos y las preocupaciones.Comimosescuchandolaconversacióndeloshombres.SigurdcomentabalashazañasdelgranRagnarLodbrok,lamentandonoformarpartedesusguerreros, e Hiram intercambiaba observaciones, dirigiéndome fugacesperoinsistentesvistazos,comoevaluándomeconnotableinquietud.Tuvelaimpresióndequemeocultabaalgomás.

Noquiseindagar;temíhallarunarespuestaquemeperturbaramás,ynodeseabaqueeldesasosiegocrecieramásdeloquelohacía.

Limpiélasmigasdepandecentenodelafaldademitúnica,guardéeltacodevenadoahumadoysecoqueHiramhabíafileteadoytoméelodrevacío,conintencióndellenarloenelcristalinoarroyoqueserpenteabaa

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nuestrolado.Sigurd afilaba su enorme hacha, casi más grande que él, y Eyra

alimentabaaFenrir,altiempoquemanteníaunacuriosaconversaciónconelanimal.

Hiram se acercó a mí, pero no dijo nada, tan sólo me observaba.Parecíadebatirseconalgo.

Inclinada sobre el arroyo, esperando que la corriente engrosara elvolumendelodre,musité:

—Noquierosaberlo.Hiramseacuclillóamiladoysonrióimpresionado.—Eresmuylista.—Sóloobservadora;llevasladudapintadaenlacaracomosifueran

pinturasdeguerra.Chasqueólalenguacondiversiónysacudiósuesplendorosamelena

dorada.—Estáclaroquenopuedomentir,mimalditacarahablaantesqueyo.Sonreíamivez.Esamalditacara,comoéllallamaba,nonecesitaba

mentirparaseduciranadie.—Freya...—comenzóadecir.—No —insistí—. Sea lo que sea, prefiero descubrirlo cuando lo

encuentre.Hiramarqueólascejas,mostrandosudesconcierto.—¿Noprefieresestarpreparadaparaloquetevasaencontrar?—Prefierosolventarenelactoloquemevayaaencontrarantesque

torturarmeconposibilidades,queseguramentemerobenelsueñoantesdetiempo.

—Sindudaloharían.—¿Puedopedirtealgo?—Loquequieras—seapresuróaresponder.—Nomeanimesmás.Elhombresoltóunacarcajadaabiertayestentórea,que resonóa lo

largodelvalle,provocandoelvuelodevariascornejasquesumaronsuschirriantesgraznidosalarisadeHiram.

—Lointentaré—concedióelguerrero,conlarisaaúnprendidaensumirada.

—No,loharás...omeveréenlaobligacióndedespellejarteconmidaga.

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—Unamujerdura,¿eh?Me puse en pie, con el odre lleno, y le lancé una mirada burlona

mientrascerrabaelrecipiente.—Sí,algodemujertienemiloba.Meencaminéhaciamiyeguayaté elodrea lamontura.Hiramme

siguió.—No fue tu belleza lo que cautivó a mi hersir —murmuró a mi

espalda—yeseso loquenecesitaráspara recuperarlo; sinembargo... sinoloconsiguesconél...haymáshombresqueseguroquesucumbenanteti.

Mevolvíylesostuvelamirada,estabademasiadocerca.—No,nohaymáshombres,noparamí.Hiram encogió los hombros; su expresión se entristeció, pero al

instantemeregalóunasonrisadeafligidaaceptación.—Ésa es mi desgracia —masculló con una sonrisa superflua,

intentandosuavizarlaintensidaddesumirada.Apoyélapuntadelpieenelestriboyconagilidadmealcésobrela

silla,meacomodéylomiréconseveridad.—No, tu desgracia será volver a enfrentarte a la ira de tumaestro

instructor,siprosiguesconesaactitud.Arreé al caballo y me adelanté hacia la suave pendiente de una

mullida loma.Elvientomecía losaltosbrotesdehierba,esparciendosufragantearomaporelpáramo.

Cerré losojosy lo llamécon lavozdelcorazón.Cadaporodemipielclamabasuscaricias.Minecesidaddeélempezabaaserdesesperante.

«¿Dóndeestás,amormío?»Suspiréhondamenteyme repetíenmicabezaquevolveríaaverlo,

quemis labios saborearían los suyos de nuevo, quemi piel despertaríabajo sus caricias, quemi alma se enlazaría a la suya en el encuentrodenuestrasmiradas subyugadas. Sí, me dije, un amor como el nuestro nopodíaderrocarse;nisiquieralamuerteoelolvidololograrían.

Cuando el grupo se reunió a mi alrededor, perro incluido,proseguimoseltrayecto.

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10

Entreapodosyamigos

Tras varias agotadoras jornadas de viaje, y a pesar de que la distanciarecorridameacercabaaél,mipacienciaparadójicamenteseagotaba.Memostrabairascible,pensativayausente.

Eyra solía observarme ceñuda, pero no replicaba, se limitaba acompartirmihermetismo.

Una noche, acampados bajo una espesa arboleda, Fenrir se agitóinquieto.

Siempre dormía a mi lado, acomodando su peludo cuerpo en micostado,hastaaposentarelafiladomorrosobremí.Yoagradecíasucalory seguridad, y hundía los dedos en aquel suave pelaje grisáceoarrancándolegruñidosdesatisfacción.

—¿Quépasa,amigo?Elanimal,orejialto,olisqueóconcienzudoelaire,ydeinmediatose

incorporóyobservóconrigidezalgúnpuntoamiderecha.Escruté lapenumbra.Ladelgadacurvadela lunaapenasplateabael

bosque, permitiendo a las sombras más infames adueñarse de casi latotalidad de los resguardos que formaban el espeso aligustre que nosrodeaba.

Todoparecíaencalma;aunospasos,oíelsuaveresoplidodeunodelos caballos, un susurro de ropas, y levemente el deslizar del metalescapandodesufunda.

—Shhhhh...—susurróHiram,gateandohastamí.Setumbóamiladoymeobligóaimitarlo—.Fingequeduermes;nosacechan,tenamanotudaga.

Obedecíyaguardéconelcorazónenunpuño.Depronto,Fenrirladróyselanzóalacarrera,perdiéndoseentrelos

matorrales.Sentí lamano del guerrero presionando lamía contra el suelo del

bosque,enmudaadvertencia.

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Inmóvil,conelcorazónatronandoenmipecho,agudicéeloído;temíporFenrir,peroaguantélasganasdellamarlo.

Un grito de hombre me erizó la piel y, como si fuera la señalesperada, todos nos pusimos en pie y empuñamos nuestras armas.VislumbréaEyrajuntoamí;alzabasupuñal.

Hiramseadelantó,hizounaseñalaSigurdyendoságileszancadasse perdió entre la espesura, mientras seguía los lamentos del hombreacompañadosdelosgruñidosdeFenrir.

Sigurd cubría nuestras espaldas, atento a cualquier movimiento, ynosotras entrecerrábamos los ojos intentando discernir siluetas en lasemioscuridad,preparadasparadefendernuestrasvidas.

Oímos varios golpes sordos, gemidos, pasos, y el susurro de uncuerpoarrastradoentrelabreña.

—Soy yo—anuncióHirammedio encorvado y jadeante, al tiempoquetirabadelcuerpoalparecerinertedeunhombre.

—Ese perro tuyo casi ha hecho todo el trabajo—masculló con undejedereproche.

Fenrir apareció en ese instante, con la lengua fuera y agitandoexaltadolapeludacurvadesucola.

Corrió hacia mí, buscando su recompensa. Le rasqué orgullosa elcuello.Enesemomento,detectéelolormetálicode lasangreexpulsadoporsualiento;meaparté,teníatodoelmorroensangrentado.

—Sigurd,compruebalosalrededoresmientrasdespiertoalintruso.El pequeño pero robusto pelirrojo asintió y desapareció casi al

instante.Hiram pegó la espalda del prisionero al tronco de un árbol, le

extendió laspiernassobre laputrefactahojarascadel lechodelbosqueymepidiólacuerdaquecolgabaensumontura.

Raudase la llevéy loayudéaatarlocon fuerzaen tornoalgruesotroncodelolmo.

—¿Nosespiaba?—pregunté.Hiramasintiósinmirarme.—Lo raro es que esté solo, y esome preocupa; tal vez, cuando el

perroseabalanzósobreél,sucompañerologróhuir.Siesasí,notardaráenavisarasugrupoyvendránporél.

—Eyra, necesito que despiertes cuanto antes a este hombre; Freya,enciendelahoguera—ordenóasegurandoelnudo.

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Ambasnosapresuramosarealizarnuestroscometidos.Yaconelanaranjadofulgordelfuego,pudimoscomprobarelestado

delhombre.Eyrahabíasacadodesualforjaunpotedebarro,delqueextrajouna

extrañayhediondahierbaquecalentófrotándolaentrelosdedos,yluegolapusojustobajolanarizdelprisionero.

Milagrosamente el hombre comenzó a toser, mientras sacudía conviolencia la cabeza. Miré asombrada a la anciana, que sonreía consuficiencia.

—El orín de mi cabras, con excrementos y hojas de fresno endescomposición,nuncafalla...hastaqueseseca,claroestá.

—¡Apartaesodemicara,viejavölva!—gruñóelpreso.—Sí,soyunabruja—aseveróEyra,conunasonrisamaléfica—,así

que,sinoquieresquetemaldigaconungaldrar,yveascómotucuerposepudreenvida,másvalequemedigasporquénosacechabas.

—Bastaconque ledigasquedejarásqueFenrir terminesucena—sugirióHiramobservandoentreadmiradoe inquieto lasangranteheridadelapiernadelhombre—.Eseperrotieneelnombreapropiado,sinduda.

Eyra se rascó pensativa la barbilla y apretó los delgados labiosmientras evaluaba conmirada concentrada lamordida del animal.De laheridamanabauntorrenteincesantedesangre.

—Sinoleaplicamosuntorniquete,moriráantesdelalba—murmuróconfríaeficiencia.

Hiramseinclinósobreelpálidorostrodelhombre,queapretabalosdientesconteniendoconestoicosemblanteeldolor.

—Seloaplicaráscuandohable,noantes—sentencióconrotundidad—.¿Quieresmorir?

El prisionero miró su herida desgarrada y sanguinolenta ynuevamenteaHiram.

Negóconlacabeza.—Pueshabla;notequedamuchotiempo,comienzaaamanecer.—Mi aldea... está a poca distancia de aquí.Hace poco, un grupode

brutales guerreros devastaron y mataron a gran parte de mi familia yvecinos... Yo... desde entonces, vigilo las inmediaciones, por temor a suregreso...Dijeronquevolveríanpormihija.Vivuestrahoguera...durantemiguardia,ydecidíecharunvistazo.

Elhombre languidecíapormomentos conunaasombrosapremura.

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Lavida se le escapaba a travésde la dentelladadel perro.Lospárpadoscomenzabanapesarle,aligualquelacabeza,quedabasacudidasbruscasycontinuas,enunaluchainfructuosaporpermanecererguida.

—¡Rápido,Eyra,semuere!—laapremiébuscandoconlamiradaunapequeñaramaconlaqueenrollarelpañoqueyasacabalaancianadesuhatillo.

Eyra se acuclilló junto al prisionero, le deslizó la gruesa tela dealgodónporlaingle,hizounnudoflojo,mearrebatólaramadelamano,la introdujo entre el nudo y comenzó a girar para ejercer la presiónadecuada.

Elhombresedesvaneció.Alinstante,elincesanteeintermitenteflujodesangresedetuvo.—¿Hamuerto?—inquirítemblorosa.Eyrapalpóunlateraldelcuellodelhombreynegóconlacabeza.—Aprovecharéqueestáinconscienteparacurarlo.Sigurdaparecióconunpardeliebresatadasporlaspatastraserasa

sucinto;aúnsesacudíandesesperadas.—Paraqueluegonodigasqueregresoconlasmanosvacías—adujo

dirigiéndose a Hiram. Miró al prisionero y sacudió la cabeza—. Eseestúpidoibasolo,nohabíamáshuellas.—Sonriójactanciosoymeneólacaderadondependíansuspresas—.Bueno,lasdemisdosnuevosamigos.

—Será mejor que construyamos una camilla —opinó Hiram—,tenemosquellevarloasualdea.

Partimos al alba, con el herido en unas parihuelas improvisadas,arrastrado por el caballo de Hiram. Tras haber recibido los expertoscuidados de la sabia Eyra, cuyos conocimientos transgredían cualquierciencia conocida, pues estaba segura de que algo mágico movía susmanos,elprisionerohabíarecuperadolaconscienciaynosguiaba.

No tardamos en llegar a un reducido grupo de cabañas apiñadas;algunasdeellaserantansólounpuñadoderescoldosennegrecidos.

Nadiesalióarecibirnos.Nos detuvimos y desmontamos mirando a nuestro alrededor. Las

únicasseñalesdevidaqueencontramosfueronunasocasaleteandodentrodeunrecinto,yunpardecabrasatadasauncercado;juntoaellas,habíaunbaldemediollenodeleche.

—¿Dónde están? —inquirió Hiram mirando con recelo a sualrededor;rápidamenteenarbolósuaceroysepusoenguardia.Sigurdlo

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imitó.Observéalprisionero;sussesgadosojosazulessecubrieronconun

velodeindecisión.Meacerquéaélymearrodilléasulado.Eraunhombredemedianaedad,altoycorpulento,conunflamígero

cabellorojo,ahoraenredadoysucio,quesepegabaaunrostroanchodehuesosmarcados,todavíapálido.

—Nadahasde temerdenosotros—murmurécon suavidad—.SólosomosviajerosconrumboaHedemark.Comprendotudesconfianza,porloqueseguiremosnuestrocamino;imaginoquetugenteaguardaquenosmarchemosparasalir.

Me incorporé justo cuando una flecha silbó junto a mi orejaizquierda.

—¡Acubierto,nosatacan!—bramóSigurd.Hiram se abalanzó sobremí, me tiró al suelo yme cubrió con su

cuerpo.Traseldolorosoaterrizaje, llegaronlosdolorososrecuerdosdeaquella cala en Aalborg. Gunnar había hecho exactamente lo mismocuandosufrimoselataquedeUlfyAmina,cuandolasflechassurcaronelaire como una letal bandada de veloces cuervos, rompiendo con sussilbidoslabrisadeaquellacosta.

Abrílosojos;teníaelrostrosepultadoenelcuellodelguerrero.Sucabellodoradoclarosemeantojómásoscuro;sucuerpo,máspoderoso;suaroma,eldeotrohombre.Unapunzadadeanhelomesacudió.

Oíunlargoyagudosilbidoylasflechassedetuvieron.Hiramalzólacabeza, fijó lamiradamás allá de los caballos y su cuerpo se destensó.Entoncesmeobservó.

Ibaadecirmealgo,peroseprendódemimirada,omásbiendemidesgarradaexpresión.Deslizólosojoshaciamislabios,ylosdemoróahí.Desubocaescapóunsuspiro.Comomovidaporunafuerzasuperior,alcéla mano y la llevé a su mentón. Acaricié levemente su contorno hastallegar a la barbilla, después ascendí hasta sus generosos labios y losrepasécon layemade losdedos.Hiramgimióycerró losojos.Cuandolosvolvióaabrir,mepercatédequenoeranverdes,ydequeaquéllanoerasuboca,niaquélsurostro,ymeencogídedolor.Lapuranecesidaddeélhabíaenturbiadomissentidos.

Salídegolpedeaquelendemoniadoencantamiento,delinflujodelosrecuerdos,ehiceademándeapartarlo,peroélnosemovió.

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—Podría haberte durado un poco más —se quejó en un susurrocontenido—; aunque, simehubieras llegado a besar...mehabrías hechocaerendesgraciaparasiempre.

Respiró hondo y, tras un último vistazo anhelante a mis labios, sepusoenpieyamíconél.Fueentoncescuandolosvimos.

Eraungruporeducidodeancianos,mujeresyniños,queseapiñabansuspicacesynosmirabanconevidentedesasosiego.

Una joven de cabellos de fuego, mirada relampagueante y briososandaressedirigióhacianosotrosconlosbrazospegadosaloscostados,los puños apretados y los labios oprimidos en una mueca de furiaapabullante.

—¿Qué le habéis hecho ami padre, condenados...?—Alzó el puñohaciaHiram;ésteleapresólamuñecay,enunhabilidosogiro,ledoblóelbrazocontralaespaldaysepegóaella,inmovilizándola.

—¡Quieta,pequeñaarpía,nomeobliguesapartirteelbrazo!—Tupadrenosacechóenelbosque—comencéaexplicarconvoz

tranquilizadora—;pensamosqueeranasaltantesymiperroloatacó,perolohemoscuradoyvenimosaentregártelo.Nobuscamosproblemas,sólosomosviajeros.

Lajovenmemiró;suceñoseguíafruncido,aunquehabíadejadodedebatirse.

—¡Valdis—gritóelprisionero—,dicelaverdad!—¡Suéltame, patán! —exigió la muchacha revolviéndose contra

Hiram;éstelasoltóylacontemplóconlosbrazosenjarrasyunasonrisapendencieraenloslabios.

—¿Valdis?—inquiriómirándolaseductor.—Parati,soyFuriaRoja,mentecato.Parasorpresadelamuchacha,Hiramestallóenunaalegrecarcajada.

Ésefueelsonidoquerelajólosánimosdetodos.—¿Mentecato?—pronuncióHiramsacudiendolacabeza.—¿No me digas que también eres sordo? —respondió cortante la

chica.—Nosoysordonimentecato;paratusuerte,soyunhombrepaciente.La jovenpelirroja asintió y se limitó a sostener retadora lamirada

delguerrero.Hiramavanzóhaciaella.—Entonces,hola,ValdisFuriaRoja,yosólosoyHiram.—¿No tienes apodo? —preguntó curiosa—. Todo el mundo tiene

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uno;apuestoaqueeltuyoestanridículoqueteavergüenzadecirlo.Disimulé una sonrisa; aquella jovencita era todo un desafío para

alguienacostumbradoahacerenmudeceracuantasmujeresseponíanensucamino.

—Enrealidad,Hiram,yotambiénmepreguntécuáleratuapodo—repliquédivertida—.Porquetienesqueteneruno,¿no?

Hirammefulminóconlamiradayfruncióelceño.—¿Vasaponertedesuparte?—preguntósorprendido.—No,sóloescuriosidad.Leregaléunasonrisacándida,peroélfruncióelceño.—Bien—repusoValdis lacónica—.Tendré que llamarteHiramSin

Apodo.Nopudeaguantarlarisa.Hirambufóycomenzóaenrojecer.—Novasallamarmedeningunamalditaforma,porquenovolverás

avermeentuvida.Ambosseencararonelunoa laotra,enlamismaposición,conlas

piernasligeramenteabiertas, losbrazosenjarras,elceñoarrugadoyunmohínfuriosoensusrostros.

—Sí tiene apodo—anunció Sigurd con una sonrisamaléfica en surostrodeduende.

—Niseteocurra...Sigurd levantó la mano para tranquilizar a su amigo, se rascó la

barbayasintió.—No tepreocupes, amigo,nodiré anadieque tu apodoesBelleza

Dulce.Abrí los ojos asombrada y reprimí una sonrisa; miré rauda hacia

otro lado. Pero Hiram no iba a correr la misma suerte con Valdis laDeslenguada.

—¿Hiram...BellezaDulce?La muchacha soltó una estruendosa risotada; casi en el acto fue

acompañada por sus convecinos, que, risueños, murmuraban chanzas yburlasqueprovocabanmásrisas.

Elpobreguerrero,congestionadoenunamuecafuriosa,seacercóasuamigo,que reía amandíbulabatiente, y lepropinóunpuñetazoen elmentón.ElDuenderedoblósuscarcajadassentadoenelsuelo.

—¡¿TendréquesuplicaraOdínquemandeaalgunadesusvalquiriasparaqueliberenmiscasiroídoshuesosdeestacamilla?!

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EsereclamologrófrenarlascarcajadasdeValdis,quecorriójuntoasupadreycomenzóadesatarlo.

—Serámejorquepartamos—murmuréaunceñudoHiram.—Gracias—susurró.Alcélascejasinquisitiva.—Pornoreírtedemiapodo—añadió.Enrealidaderaunapodomásqueapropiado;imaginabaque,siendo

aúnmás joven, subellezahabría resultadocasi angelical;por fortuna lamadurez había cincelado sus rasgos agudizando su masculinidad,convirtiéndolo enunhombrehermoso a secas.Susojos, deunbrillantetono celeste, mostraban, tras su enojo, una ternura que invitaba aconsolarloenunabrazo,aunquebienmeguardaríadeofrecérselo.

—Heestadoapunto—admitídivertida—,peromeheresistido.—Odioeseapodo—masculló—.¿Quiénpuedetomarseenserioaun

gran guerrero apodado así?, ¿qué escaldo sería capaz de narrar lashazañasdeunhombreconesecondenadoapelativo?

No pude evitar posar la mano sobre su hombro y oprimirlo enmuestradeapoyo.

—Déjame decirte algo, gran guerrero: no has de avergonzarte porserunhombreapuestoydulce, estoy seguradequeeresmuyenvidiadopor todos, pues, además, tu hermosura no resta fuerza y valor a tuconducta.Acabasdedemostrarmequeeresvaliente,nobley leal.Nomeextrañaquelasmujeressematenporti.

Hiramdistendiósusmullidoslabiosenunasonrisaagradecida.—Casualmente, aquí hay dos mujeres que no sucumben ante mis

encantos.Neguéconlacabeza,ymiréalabelicosajovenpelirroja.—Una,sólouna,laotranolotengotanclaro.Hiramsiguió ladireccióndemimiradayseencontrócon losojos

curiososdelajoven.—A veces, Hiram, las mujeres solemos enfrentarnos a lo que nos

hacevulnerables,sobretodoalasquemáslescuestasometerse.—Seacomofuere,ahorasóloquieroperderladevista;esaflacucha

sólodespiertamiinstintoasesino.Sonreí. Eyra, que había atado con una cuerda a Fenrir y se había

limitadoaobservarlaescena,seacercóalprisionero.—Procuramantener limpia laheridaynohabrácomplicaciones—

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aconsejó.—Creo que estáis en deuda conmigo —aseveró el hombre con

semblanteadusto.Eyranegóconlacabeza.—Yonolocreo—manifestólaancianaconconvencimiento.—Habéis estadoapuntodematarme—puntualizóel rufián—;creo

queesjustoque,acambio,meotorguéisunagracia.Eyrasonriótaimada,pasólamanoporellomodeFenriryreplicó:—Miperroestuvoapuntodematarte,portucompletanecedad;yo,a

cambio,teliberédelamuerte.Estamosenpaz.Eyra se volvió hacia nosotros e hizo el gesto de partir, sacudiendo

impacientelamano.—¡Nopodéismarcharos!—exclamóelhombredesesperado.Todoslomiramosconfusos.—Vamos—apremióEyra—,demostrémoslequepodemos.—Tenéisquellevarosamihija;señora,oslosuplicoporlosdioses,

queparecentenerganasdeverme.Eyrasedetuvoylesostuvolamiradaconcrecienteasombro.—Vaya,¿yanosoyunavölva?Elhombre,sumiso,negóconlacabeza.—Nosehandetenerencuentalaspalabrasdeunhombrequeacaba

desercasidevoradoporunabestia—explicóél.—Si es un disculpa, la acepto—concedió Eyra—, pero no pienso

separaraunahijadesulisiadopadre.Diodospasoshaciasucaballocuandoelhombrebramódenuevo.—¡Pues llevadme amí también!—suplicó—.Valdis no está segura

aquí,ese...malditobersekerregresaráporella.Eyrasedetuvocuandoyaencajabaelpieenelestribo.Bufó,respiro

hondoysevolvióparamirarlo.—¿Unberseker?—preguntéacercándomealhombreincorporadoen

lacamilla.—Hake,elguerreromásbrutalydespiadadodeestoslares,lideraun

grupo de doce hombres temibles, entre ellos Starkad el Viejo, unsanguinario.Fueronelloslosquesaquearonlaaldea,buscabanalgo.

Hiramgruñóyapretólosdientes.—¡Esemalnacido!—¿Loconoces?—inquirí.

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Hiramasintió,sepasólamanoporsuespesamelenalaciayfruncióelceño.

—Mató al rey de Ringerike, el noble SigurdHart; almenos logródejarlosinmanoantesdeperecer.TambiénemboscóalreyHalfdan;porfortuna logró escapar de la celada en el bosque. Halfdan no sueleolvidarsedesusenemigosyquisodarbuenacuentadeunotanpeligrosocomoHake.Lopersiguióyacorraló;enelataquematóaloshermanosdelberseker, Hysing y Helsing, pero el desgraciado logró escapar yabandonósureinojurandovengarse;fuecuandoHalfdantomócomosuyalaregióndeVingulmark.

Sentíunescalofríorecorriendomiespinadorsal.—Talvezsedirijahaciaallíparavengarse.Hiramnegóconvehemencia lacabeza;susojossevelaronconuna

inquietapreocupación.—Noestannecio,noatacarádefrente,algotrama.Debemosavisara

Halfdandequehapasadoporaquí.Notenemostiempoqueperder.—SeprendódemiValdis—repitió angustiado el hombre—y juró

queselallevaría;moriréantesdepermitireso.La joven se abrazó a su padre y hundió el rostro en el pecho del

hombre.—Yahassufridodemasiado,padre,novoyasepararmedeti.Permanecimos en silencio, observando el cariño familiar que nos

regalaban.Supe que no podíamos dejarla allí, no a manos de aquel ser

implacable.Noobstante,elrecuerdodemiotroracompasiónporAda,quehabía decidido fatalmente mi destino, me planteó una seria cuestión. Sicada decisión, por nimia que pareciera, era capaz de marcar nuestrofuturo,¿quésería lomássensato?:¿hacerlasaunlado,enmudeciendolaconciencia, o enfrentarlas y seguir siendo fiel a nuestros más noblesprincipios? Ambos caminos conllevaban un riesgo; el primero, lucharhasta el desgaste contra tu naturaleza y sobrellevar los remordimientos,perder esa esencia que te hacemáshumano.Y el segundo, arriesgarte aquepaguencontraiciónunabondad.Porfortuna,paraelsegundocaminohabíaunaprotección,ladesconfianza,yéseseríamiescudo.

—Lallevaremosconnosotros—anunciécondecisión.Eyra me observó con un extraño brillo en sus ojos, que no supe

interpretar.

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—¿Estássegura?—selimitóapreguntar.—No,peroquieroseguirsiendoyo.Sonrióconorgulloyasintió.Hirammeobservó con admiración, completamente de acuerdo con

midecisiónapesardesumalcomienzoconlatemperamentaljoven.—Imagino que hemos de cargar también con ese bellaco, ¿me

equivoco?—pronunciósagazlaanciana.—Este bellaco tiene nombre—replicó ofendido el aludido—. Soy

Jorund...—Déjameadivinar—lointerrumpióEyra—,¿JorundelGruñón?ValdisdejóescaparunaapagadarisitaymiróaEyraconapreciativo

asombro.—Nomeequivocaba,despuésdetodo—rezongóelhombre—:eres

unavölva.

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11

LafuriadeThor

Comenzóallover.Arrebujados bajo nuestras capas, cabalgábamos despacio por el

sobresfuerzo que tenía que realizar el caballo de Hiram. La rebeldemuchachamontabaconél, abrazadaa lacinturadelguerreroymirandouna y otra vez la camilla donde su padre iba tumbado. El pobre animalresollabacadatanto,casilamentándosedesusuerte.

Llevábamos tres agotadoras jornadas de marcha, a un pasolamentablementelento,debidoanuestrosrepentinoscompañerosdeviaje.

Anuestroalrededor,lallanuradelampliopáramo,deunverdortanbrillantequehastaresultabacegador,comenzabaaacortarseafavordelacadenamontañosaquesealzabaantenosotros,retadoraymajestuosa.

El cielo empezó a oscurecerse y un relámpago iluminósubrepticiamente las espesas nubes agrisadas, como si hubieran sidogolpeadasporMjolnir,elmartillodeThor.Actoseguido,parecióquelacarrozadeldiosdel trueno traquetearaporellas,enunaterradorsonidoensordecedor.

La lluvia arreció de repente, pasando de las lánguidas lágrimas deFreyr,diosdelalluvia,aunafuriosacortinadeagua,comosilafuriadeThor descargara sobre nosotros el Hvergelmir, el manantial del quemanabanlosonceríosglacialesdeNilfheim,reinodelaoscuridadylastinieblas.Y,sinduda,esetétricoreinoparecíaquererenvolvernos.

Ungrito logróalzarseentre los lamentosdelcieloy lafuriade losdioses,eldeJorundelGruñón.

—¡¿Pretendéisquemeahogue, condenados;nomehabéishechoyasufrirsuficiente?!

Detuvimosloscaballos.—¡Nohallaremoscobijoen la llanura!—gritóHiram,parahacerse

oír entre la iracunda tormenta—. Hemos de apresurarnos hacia lasmontañas, es probable que encontremos alguna cueva en la entrada al

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barranco.—Cesará la tormenta antes de que lleguemos al barranco —

argumentóSigurd—.Tucaballollevaexcesivacarga,sóloencuentrodossoluciones: una, que el herido cabalgue conmigo, y otra, ponerlobocabajoenlacamilla...—sonriósocarrón—...creoqueyahasaciadoconcrecessused.

—¡Sigo ahogándome;por losdioses, sacadmede aquí!—bramóelaludido.

Hiramrespiróhondo,desmontóy,juntoaSigurd,liberaronaJorunddelacamillaylollevaronhaciaelcaballodelDuende.

En el corto trayecto, el herido soltó una serie ininterrumpida deimprecaciones, lamentos, gemidos, bufidos y maldiciones queconvirtieron los golpes del Mjolnir sobre nuestras cabezas en elinofensivorepiqueteodeunpájarocarpintero.

—Sivuelvesadespegarloslabios,malditogigante,tejuroquetelossellaréagolpes—amenazóelDuende,adoptandolafuriadelatormentaensuafiladorostro.

—Noséquiéncorrepeorsuerte,amigo—murmuróHiram,mirandoaValdis—,sitúoyo.

—Cambio mi suerte por la tuya cuando lo desees —se lamentóSigurd.Enunágilsalto,seencaramóasumonturatraselherido,quesehabíaabrazadoalcuellodelanimalagotadoporelesfuerzo.

Miré el corcel de Hiram; el pobre animal distendía los ollaresmostrandosufatiga.

—Será mejor que Valdis cabalgue conmigo —propuse—. Has dedarleunrespiroatucaballo.

Hiramasintióyalzóunamano,pidiendoaValdisquedesmontara.Nomepasóporaltolamiradacontrariadadelajoven;recordéotra

situación similar vivida, pero con una salvedad: esta vez, no era mihombreeldisputado.

—Vaya, parece que no es mi peor día después de todo —secongratulóelguerreroaliviado.

La joven lo fulminó con lamirada y pasó altiva junto a él, con labarbillaerguidayloshombrosfirmes,apesardelosbaldesdeaguaqueparecíanlanzarnoslasnubes.

Le brindé la mano para ayudarla a montar; me regaló unamiradaairada,perolaaceptóybrincóconeleganciatrasdemí.

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Mevolvíhaciaella.—Nosoyunapuestoguerrerodorado,perotendrásqueconformarte.—Prefiero cabalgar contigo —mintió— que con un patán

presuntuoso.Asentíconunasonrisacondescendienteyarreéamicaballo.Eyra,sabiamente,decidiómontaralperroensucorcel.Ayudadapor

Hiram, consiguieron asegurarlo conuna cuerda a su silla, a pesar de lareticenciadeFenrir,quegemíadeunmodolastimoso.

Conlacargarepartidadeformaequitativa,pudimosacelerarnuestrogalopehastaadentrarnosenlapenumbradeunestrechosendero.

Lasinuosasendanosconducíaalfondodelbarranco,queatravesabalaescarpadacordilleraquedebíamostraspasarparallegaraHedemark.

Lacascadadeaguaquedescendíade las laderasseacumulabaenelcaminoycrecíaaunritmopreocupante.

—¡Estonomegusta,Hiram!—gritégirandolacabezahaciaél.—Notepreocupes,Freya,másadelanteelcaminoasciende.Azucéamimonturaychapoteóconbríolosprofundoscharcosque

empezabanadesbordarse.Elsenderocomenzabaaconvertirseenelcaucedeunrío.

Valdis se pegó ami espalda enlazando con fuerza sus brazos amicintura; el traqueteo del caballo nos sacudía bruscamente. Apreté losdientes resistiendo las afiladas gotas de lluvia como si fueran agujas depino que impactaban con violencia contra mi rostro, reduciéndomevisibilidadylacerándomelapiel.Conelzarandeo,lacapuchahabíacaídoamiespaldaempapadaypesada,elfríocomenzóamellarmeyeltemor,aoprimirme.

Antemí,noeranmontañasloquesealzaba,másbiensemeantojabaestar cruzando dos colosales masas de agua que apenas se abrían paradejarnos paso, como Moisés atravesando el mar Rojo. Por desgracia,parecíamosrepresentarmásbienelpapeldelosegipcioscuandolasaguassecerraronsobreellos.

Llegamos al primer recodo de aquel estrecho desfiladero y, comohabíapredichoHiram,comenzabaelascenso.

—¡Noloconseguiremos!—gritóValdistrasdemí.Hiram se puso a mi lado, detuvo su montura y observó con

preocupación la fuerza torrencial con que descendía el agua de lamontaña.

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Supe que ya no podíamos dar la vuelta, nuestra única salida eracontinuarelcamino.

—¡Nolosabremossinolointentamos!—contestéavozengrito.Hiramclavóenmí susclarosojosy fruncióel ceño; sus facciones

adquirieronunaferozdeterminaciónyasintióvehemente.—¡Sigamos!MiréaEyraantesdecontinuar,yhalléensusojoslaseguridadque

buscaba. La fuerza retenida en mí recobró su intensidad. Podía conaquello,podíacontodocontaldellegarhastaél.

Enrollé las riendasenmismanos,afianzándolas fuertemente,peguélasrodillasalosflancosdemiyeguayespoleécondurezalamonturaaltiempo que gritaba con todas mis fuerzas, instigando al animal, queavanzósobresaltadoynossacudióconviolencia.

Incliné mi cuerpo hacia delante, tensando cada músculo, mientrasagitabalasriendasunayotravezentregritosdefuriayaliento,luchandocontra la naturaleza, con unos ojos verdosos como único estandarteondeandoenmimente.

El caballo luchaba con afán en la subida, con la desesperación desalvar su vida. Sus pezuñas se escurrían casi continuamente, pero elanimal recuperaba el equilibrio relinchando y resoplando, todo unejemplodetozudezyvalor.

Por fin llegamos al siguiente recodo, allí la pendiente era bastantemásllevadera;nosdetuvimospararecuperarelresuello.

—¡Thorestádescargando toda su furiacontranosotros!—exclamóSigurd—.¡Pocasveceshevistounatormentaigual!

Jorund,abrazadoalcuellodelcaballo,girólacabezaparamirarme;tenía el rostro crispado de dolor. La lluvia arrastraba por su pierna lasangrequemanabadesuingle.Maldijeparamisadentros.

—¡Hemosdeencontrarprontounrefugio,apresurémonos!—sugeríconpreocupación.

Reanudamos penosamente la marcha, agotados y ateridos de frío,azotadosporunclimainclemente,zarandeadosporelgélidoalientodelamontaña,queparecíabuscarnuestroretornoconsuempuje.

Cada piedra, cada montículo, cada recodo parecían crecer endificultad a medida que avanzábamos, pero no porque el escarpadoterreno empeorara, sino porque nuestras fuerzas mermaban a un ritmoconsiderable.

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Másallá,pudimosdivisarcómolafaldadelamontañamostrabaunaamplia oquedad, que, aunque no llegaba a ser una cueva, almenos noscobijaría de la tempestad, pudiendodescansar en las entrañas de aquellapiedracalizaqueparecíaquererretenernosparasiempre.

Hiramseadelantóconsumaltrechoalazán,querenqueabaexhausto,temblorosoycabizbajo,allímitedesusfuerzas.

Llegamos a aquel entrante, que por fortuna fue lo suficientementeampliocomoparaquepudiéramosresguardarnosenél.

Desmontamostrémulosycaladoshastaloshuesosynoscobijamosalfondodelentrante.

Sigurd eHiram ayudaron a Jorund a desmontar; yo hice lo propioconEyrayFenrir.

—Muchacha,desatami fardoymihatillo—meordenóaquéllaconpremura—.Creoqueeshoradeponermeconlaboresdecostura.

Una Valdis chorreante la miró como si hubiera perdido el juicio,desconocedoradequeeltrapoqueusaríalaancianaseríasupropiopadre.

TumbaronalmaltrechoJorundsobreunacapadepelodenutria.Eyradesenrolló un rectángulo de piel curtida, donde guardaba sus útiles yhierbassecasagrupadasen ramilletesatados,ysedirigióa loshombresconfirmeza.

—Debéis sujetarlo con toda la fuerza de la que seáis capaces —explicóEyra—,comosilucharaisconuntemibleosoquedesealiberarseparadevoraros.

Sigurdsonriódemedioladoyarqueóunacejayfruncióelcejoauntiempo.

—¿Comosi?Esexactamentealoquenosenfrentaremos.Hiramsoltóunaabruptacarcajada.—Puesnomepillasenelmejormomentoahoramismo,quizáacaba

devorándonos—arguyóentrerisas.—Loqueestáclaroesquehoylosdiosesnoparecenfavorecernos—

musitósocarrónelDuende.Amboshombres rieronmientras sujetabanalhombretónquemedio

inconscientenosobservabaconmiradavacua.—¡Mi padre no es ningún cobarde!—estalló Valdis—, resistirá el

dolorcomoelmásvalerosodelosguerreros.Loshombresno replicaron,perode inmediatodesviaron lamirada

consendassonrisasincrédulasbailandoensusrostros.

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—Eso lo veremos ahora—respondióEyramientras pasaba hilo dealgodónporelojodeunaagujadehueso,largaydelgada.

—¿Preparados?—preguntóbajándolelascalzasalherido.Leseparólaspiernas,inspeccionólaheridaylepidióaValdisquesesentarasobrelapiernasana.SigurdsujetólapiernaheridamientrasHiramloaferrabadeloshombros.

—¿Pre... prepa... rados...?—musitó Jorund entrecortadamente, presodelaconfusiónyladebilidad—.¿Pa...ra...qué?

Eyraapenasalzólavistaymusitó:—Paragritar.Y sin dilación, colocó otro torniquete en la ingle, apretando con

fuerza cada giro entre los incesantes alaridos del hombre que seconvulsionabaconfuerzainusitada.

La herida, en la parte interna del muslo, mostraba sus bordesdesiguales; el desgarro en los tejidos impedía que se pudiera coser confacilidad, así que la anciana tuvo que unir con fuerza los bordes máscercanos de la atroz dentellada y coserlos con soltura y rapidez enpuntadas precisas y hábiles que iba entrecruzando para impedir que seescaparan.

TancentradaestabaenladestrezadeEyra,quetardéunratoendarmecuentadequelosgritoshabíancesado.

Miré al grandullón, para descubrir que el dolor lo había dejadoinconsciente.

Hirammesonreía;sehabíapuestoenpieysesacudíaelcabelloylasropas.

—Parecequeesteosononosdevoraráhoy—musitódivertido.—Sí—convinoSigurd—, ha estadomuyocupado aullando;menos

malquesedesmayó,penséquemequedaríasordodeporvida.Loshombresrieronsocarrones,antelafuriosaexpresióndeValdis.—Ya quisierais el valor de mi padre —refunfuñó dolida—. Se

enfrentóaesemancohorrible,mientrasyoescapabaalascolinas.Apuntoestuvodematarlo.

Hiram miró a Sigurd, frunció el ceño y se rascó meditabundo lanariz.

—Antesdeque loatacaraFenrir,parecíabastanteentero;dehecho,esemordiscoeslaúnicaheridaquetiene.

Losorificiosnasalesdelapelirrojasedistendieronenunmohínde

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furiosaimpaciencia.—Hedichoqueestuvoapunto,elbersekerloamenazó,ylogolpeó,

ydijoquevolveríapormí.—EstoytentadodeentregarteaHake—espetóHiram—;seríaelfinal

detanpoderosoguerrero...Undíacontigo...estáresultandomortal.Sigurd se esforzó por estrangular una sonrisa burlona, compartida

por Hiram, pero, al mirar a los ojos de su amigo demasiado tiempo,ambosprorrumpieronensonorascarcajadas.

Valdis resopló iracunda; sus mejillas pálidas enrojecieronvisiblemente y sus rasgados ojos azules destellaron letales. Miró enderredor,seagachóycogióunapiedradelsuelo.

—¡Valdis,no...!—grité.Sinpensarlodosveces,lalanzócontralacabezadeHiram.El sonido hueco contra el cráneo del guerrero reverberó entre las

paredesdepiedra.Hiramabrió losojosespantado,se llevóunamanoallateral de la cabeza donde había impactado el guijarro y se palpó concuidadoentrelamelena.

Me abalancé sobre él justo cuando sus rodillas se flexionabanligeramente;logróconservarelequilibrio.

—¿Hasperdidoeljuicio?—leincrepéindignada.Lamuchachamostró en su rostro un profundo arrepentimiento. Se

mordióellabioinferiorconpreocupaciónylogróarticularunadisculpa,perofueincapazdemiraraHiramalosojos.

—Otra que tiene el apodo acorde—rezongó Eyra, que agotada setumbósobresupieldeosoycerrólosojos.

PaséelbrazodeHiramsobremishombros,losujetéporlacinturayloayudéa tumbarse.Me reclinésobreélpreocupada; sucabellodoradoempezabaateñirsederojo.Leseparéalgunosmechonesparapoderverlaherida.

—Nohurguesenlaherida—sequejófijandolosojosenmirostro.—TalveznecesitesqueEyratedéalgunaspuntadas.—Nomereferíaaesaherida.Entonces reparé en que estaba prácticamente sobre él, conmi boca

demasiadocercadelasuya.—Deberíasquitartelaropa—sugirióparamiasombro.—¿Co...cómo?Entoncessonrióabiertamenteantemiarrobo.

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—Estásempapada—explicó—.Y,aunexhaustocomoestoy,furiosoconesaarpíayconundolordecabezaqueserámicompañeroestanoche,nopuedodejarderepararencadaunadetusturbadorascurvas.Ysoyunguerreroleal,Freya,peronodejodeserunhombre,ytúsiguessiendolamujermásarrebatadoraqueheconocidonunca.

Traguésaliva, aturdidapor suardienteexposición,asentí azoradaymeseparédeél.

—Veoque...teencuentrasbien—murmuré.—Noimaginascuánto.No fui capazde sostenerle lamirada.Me incorporé, cogímipiely

unamantaymeagazapéenunrincón.Tumbadadeespaldasalguerrero,sentísusojosenmí.Sabíaelhechizoqueejercíaeldeseo,eracomounaniebladensaque

flotaba en el ambiente, pesada y opresiva, tan poderosa que doblegabavoluntades. Y allí, en una oquedad en la roca, me asaltaron dulcesrecuerdos de pasión compartida en un entorno similar, en la famosaexplanada de los espíritus, donde Gunnar y yo habíamos gozado denuestroscuerposhastaeldelirio.

Mipielfríadespertó;uncalorcomenzóahormiguearmeydeseécondesesperaciónsentirunosbrazosrodeándome,uncuerpoaprisionándome,una ávida boca devorándome. Y me encogí sobre mí misma, con talabandono y desolación que sentí ganas de llorar de frustración. Minecesidaddeéleratanacuciantequeseconvirtióenundolorcasifísico.

Esperé hasta que las respiraciones se regularon, hasta que lapenumbrayelsilencioreinaronenaquelreductopedregoso;entoncesmelevantéysaquédemihatillounvestidoseco.

Comencé a desprenderme con lentitud demis ropajesmojados.Mezafétodolosilenciosamentequepudedelasobretúnicaydelacamisoladepaño;desnuda,escurrímis largoscabellos,e intenté secarme todo loque pude, antes de vestirme. Para que mi melena no mojara el nuevovestido,melarecogíenlacoronilla,laretorcíenvariosgiros,forméunmoñoymeacostéenvueltaenlamanta.Casialinstantemedormí;entrelaneblinademissueñossentíunoslabiossobrelosmíos.

Gunnar,Gunnar,Gunnar...amormío...Elsueñoterminódellevarme,peronoconél.

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12

Conociendoaunrey

AntenosotrossurgieronlosdominiosdelreyHalfdanSvarteelNegro.Traslaempalizada,Hedemarkeraunapoblacióndeapiñadascabañas

demaderaoscura,contejadospronunciados,soladosdepiedraypuertasdecoradas.Mesorprendiólaactividadquebullíaenlaaldeaylacantidaddemujeres,hombresyniñosquenoscontemplabancuriosos.

Miréenderredor,admiradadever talcantidaddehuertosdenabos,repollos, judías y cebollas; secaderos de pescado y carne; grandes tinasalargadas donde varias mujeres teñían ropas, armadas con largas varasque removían azarosamente su colorido contenido; vacas, cerdos,gansos...eranguiadosporcampesinosquemarcabanelcaminoaseguiragolpedebastón;carretasdelasquedescargabansacosdegrano,fornidosgranjeros;mujeressentadasenunalargabanqueta, limpiandopescado,yniñoscorreteandoasualrededor,inmersosensusjuegos.

Alfondo,sobrelasuavelomadeunacolina,seerguíaunimponenteskáli de madera de roble; el tejado acababa en el suelo, y en la unióncentral,sobrelagranpuertadoble,sealzabaamenazadoralacabezadeuntemible dragón tallado en lamaderamostrando sus dientes a los reciénllegados.

—Aquí fuimos acogidos cuando destruyeron Skiringssal—explicóHiram;sumiradaseoscurecióante losrecuerdos—.PartíconGunnarysus guerreros hacia la aldea, cuando fuimos avisados de que Ulf habíaaprovechado nuestra ausencia para atacarla; cabalgamos sin descanso,azuzandoanuestrasmonturassinpiedad...volábamos,Freya.—Hizounapausaparamirarme,suazuladamiradaseempañó—.Jamásvi tal terrorenelsemblantedeGunnar,suangustiaeralanuestra.Ycuandollegamosyvimos el fuego, la gente corriendo y gritando, los guerreros enemigosaniquilandoamujeresyaniños...sentítalfuria,talfrustración,quegritéypeleé como nunca lo había hecho... Gunnar también gritaba, pero tunombre, con una agonía que erizaba la piel.Después de aquello... no ha

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vueltoaserelmismo.Tragué saliva y desvié la mirada; busqué entre la gente con la

esperanzadeverloprendidaenlamirada.Mi necesidad de él era como una llama hambrienta agitada por el

viento, rodeada de maleza peligrosamente seca, urgiendo condesesperaciónuncubodeagua,unmanantial,una ráfagade lluvia, algoqueaplacaralaslenguasdefuegoqueamenazabancondevorarme.

—Pronto lo verás, Freya —susurró Hiram, consciente de miimpaciencia—.Pidoalosdiosesqueobreselcambio,quelogrestraeralhombreyhagashuiralabestia.

Lomirécondesconciertoypreocupación.—Soyloquelefalta,poresonoesél.Hirammecontempló taciturno,asintióyenfiló sumonturahaciael

granskáli.Loseguimos.Llegamos a la explanada que precedía la entrada, desmontamos y

atamosprestoslasmonturasalcercado.Las grandes puertas estaban abiertas de par en par. Eran colosales,

adornadas con tallas exquisitas, dotadas de un realismo apabullante.Serpientesescamadasparecíanondearenlamaderaderoble,delistonesyrecuadros asomando sus singulares cabezas por debajo. Sus lenguasbífidas parecían agitarse ante nosotros como señal de precaución. Losdinteles mostraban una trenza geométrica de perfectas proporcionesuniéndoseenunaespeciedetejadilloquesobrevolabalosportones.

—Es la residencia de un gran rey, y como tal ha de parecerlo—expusoHiramconorgulloantemiasombradaadmiración.

—Lo parece—admití impresionada—, pero sólo hay una cosa devalorahídentroparamí.

Eyra me sonrió, compartiendo absolutamente mi opinión. Ellatambiénsemostrabanerviosa.

Almenosnoeralaúnicaquesentíauncosquilleoenelestómago,ylaansiedadrecorriendocadarincóndemiser.Estabaapuntodeverlo,yeseconocimientoaleteabanerviosoenmipecho.

Sigurd ayudó a Jorund a desmontar, todavía débil y ojeroso. Eyrasilbó y Fenrir acudió, después de olisquear con demasiado interés losgansosquehuíandespavoridosdesuletalescrutinio.

Nos adentramos en aquella gran sala comunitaria; varias lucernasprendidas en las paredes iluminaban el amplio interior, pues no había

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ventanas, la única abertura de la construcción estaba en el tejado: eracircular,destinadaaliberarelhumodelaabiertachimenea.

Enelcentro,crepitabael fuegodelhogar,delimitadoporuna líneade piedras que conformaban un gran rectángulo, sobre el que secolocaban trípodes de hierro del que pendían grandes marmitashumeantes.Un cerdo ensartado en una barra de hierro, que un hombre,corpulento y sudoroso, hacía girar maniobrando una pesada manivela,desprendía unos apetitosos efluvios que inundaban la sala; la grasagoteaba sobre las brasas, y el calor hacía crujir la piel, dorándola. Miestómagoseagitó.

En los laterales se alineaban largosbancosdemadera, que, por lasnoches, deslizadas las gruesas cortinas de paño rojo, se convertirían enminúsculasalcobas,conalgodeintimidad.

En las paredes, hermosos estandartes, en los que un cuervo negrosobre fondo rojo abría sus alas y su pico, del que parecía escapar ungraznido, decoraban el interior, junto con coloridos escudos y lanzascruzadas.

Al fondo,un trono,ostentosamente tallado, lustrosoydegenerosasproporciones, sealzabasobreuna tarimaalargada,que tambiénsosteníadossillas,unaacadaladodelsitial,muchomenosfastuosas.

Ningúnreyocupabaesetrono.Hiramdetuvoaunamuchachaconsucautivadorasonrisa.—¿Cómotellamas?—Jora—respondió.—¿Dóndeestáelrey,Jora?La joven lo miró arrobada durante un instante, pareció buscar las

palabras y, cuando las encontró, fue un tartamudeo nervioso lo queconsiguióhilar.

—Ehhh... está en... fuera... —Dejó escapar una risita, se atusó elcabelloyagregó—:Quierode...decir...queestá...

Valdis, congesto torvo, puso los brazos en jarras y alzó lamiradacondesdén.

—¡Porlosdioses!,¿nosabeshablar?—replicómolesta.—Claro que sé—se defendió la chica, sonrojada y temblorosa—.

Queríadecirqueelreyestáfuera.—CometiódenuevoelerrordemiraraHiram,semordióellabioinferiorysonriócoqueta—.Con...su...espada...Merefieroal...asuadiestramiento...matutino.

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La subyugada y hermosa joven bajó la cabeza y estrujó el delantalentrelasmanos.

—Estupendo, preciosa, tengo noticias que ofrecerle. —Hiram leregalóunasonrisaagradecida.

Las mejillas ya encendidas de la muchacha acentuaron su rubor yclavóenelguerrerounamiradamásqueesclarecedora.

—¿YGunnar?—inquirí, comprobandocondesilusiónque tampocoestabaenelskáli.

—¿Quién?Lajovenalzólascejasysusredondosojosseabrieronintrigados.—Elulfhednar—aclaróHiram.Lachicacasitembló,seabrazóasímismaynegóconlacabeza.—Todavíanohavueltoy,pormí,comosinolohace;esehombre...

es...—Gracias, Jora. Deseo que atiendas a este hombre —interrumpió

Hiram, señalando a Jorund con la cabeza—. Está malherido; su hija teayudará.—Meagarródelbrazoymearrastrófueradelskáli.

—¿Porquélahasinterrumpido?Lomiréenojada.Hiram alzó una ceja, chasqueó la lengua e inclinó ligeramente la

cabeza.—Creíquenoqueríassabernada,hastacomprobarloportimisma.—Yamelohasadvertidotú,Hiram,ahoraesunabestia.Imaginoque

se ha convertido en una sombra de lo que fue, un ser rudo y hosco,reservadoypocoamigable,perotodoesoquedaráatrás,comotedije.

Eyra se acercó a nosotros, con semblante circunspecto y miradapreocupada.

—No,Freya,esalgomás;¿meequivoco,Hiram?El guerrero negó con la cabeza, evitó su mirada y, en lugar de

ofrecernosunaaclaración,seencaminóhaciaunsenderoquerodeabaelgranskáli.

Cada mención al nuevo Gunnar era una piedra nueva, afilada ypesada, que oprimía mi pecho, clavando sus aristas en mi corazóncompungido. Tenía que encontrarlo cuanto antes, debía salvarlo deaquelloqueloteníapreso.

A nosotros llegó el metálico tintineo de espadas cruzándose,gruñidosdeesfuerzoyvocesmasculinasalentandoelentrenamiento.

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Cuandodoblamoselrecodo,pudimoscontemplarunampliocampodeinstrucciónjustodetrásdelacasacomunal.

Hombresymujeres se adiestraban en elmanejodediversas armas:lanzas,pequeñashachas,espadaseinclusoescudos,queeranmaniobradoscontalmaestríaqueseconvertíanentemiblesarmas.

Másallá,otrogrupopracticabaconelarco.Allí era indistinto el género: mujeres guerreras se enfrentaban a

hombres en las mismas condiciones. Aquello me asombró gratamente,sobre todo al comprobar la ferocidad y habilidad de aquellas grandesmujeres, de trigueñas cabelleras trenzadas, faldas cortas y botas de piel.Exuberantes y lozanas, de considerable altura y piernas vigorosas. Medeleitéenellas,admirandosufortaleza.

Unhombreimponentepeleabaenardecidoconsucontrincanteantelaadmiracióndelosdemás,destacandosobreelresto.

Eraalto,muyalto, fornido,deampliasespaldasy torsomusculado.Tansólollevabaunasajustadascalzasdecuerocurtidomarrón.Sucabellonegro, suelto sobre los hombros, se mecía en cada giro de su largaespada.Frenabacadaunode losataquesdesurivalconsingular ímpetu.Enarbolabacongracilidadsuespadón,alardeandodesufuerza,trazandocírculos sobre su cabeza, antes de descargarlos sobre su adversario,regocijándosedesupropiadestreza.Rezumabaunpoderyunaconfianzasinigual.Trasvariasestocadasenlasquemarcó,sinllegaratocar,asuoponente,terminóderribándolodeunafuertepatadaenelpecho.

Sonriente, se retiró un largo y oscuro mechón de su frente y sevolvióhacianosotros.

Clavósusoscurosojosenmíconvivazcuriosidad.Eraapuesto,derasgosregios;unabarbarecortadacubríasumarcado

mentón,resaltandounabocasuaveyplenaquesedistendióenunasonrisade bienvenida. Desprendía un aura de acentuadamasculinidad, como unanimal en celo que busca pareja para aparearse. Y así caminaba hacianosotros,conlacabezaligeramenteinclinada,conmovimientoslánguidosypoderososalavez,ymiradadepredadora.

Sepusofrenteanosotrosymecontemplócondemasiadointerés.Mesentíincómoda,máslesostuvelamiradaconaltivez.

PalmeólaespaldadeHiramcordialymusitó:—Espero que sean buenas nuevas lo que me traigas, Hiram, pero

antes...habrásdedecirmequiénessonestasextrañasmujeres.

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Hiram sonrió, pero en su semblante resplandeció un deje dedesasosiegoquemedesconcertó.

—SonlamadreylaesposadeGunnar,granrey.AquéleraHalfdanSvarteelNegro,evidentementeporsucabello,del

mismotonoqueelmío.Por un brevísimo instante, capté apenas un brillo contrariado en el

gesto del rey, que de inmediato sustituyó por una amplia sonrisa y unaleveinclinaciónrespetuosadecabeza.

—Creíquesuesposahabíamuerto.—Tambiénéllocree—musité—;vengoademostrarlelocontrario.Halfdansonrióladino,asintióaprobadorymetendiócortéslamano.

Selaofrecí.—No hay que ser muy observador para ver que la suerte de mi

ulfhednaracabademejorarderepente—murmurórecorriendomirostroconlosojos;sedetuvoenmislabios.

—¿Dóndeseencuentra?—preguntésincontemplaciones.ElreysevolvióhaciaHiram,lepasóelbrazosobreloshombrosy,

mirándomedesoslayo,contestó:—Dejaquemelave,señora,antesdeatendertedebidamente.—Sonrió

malicioso,subrayandosupícararespuesta.Yseadelantó,juntoconHiram,rumboalskáli.Eyrameaferróelantebrazo;lamiréinquisidora.—Cuídatedeél,Freya.Nomegustacómotemira.—Nomepreocupa,sécuidarme—argüíconfirmeza.Eyranegóconlacabeza,suexpresiónadquiriógravedad.—No cometas el error de subestimarlo, es un gran rey; en estas

tierras,esundios.Ymuchometemoqueacabadeclasificartecomounaposiblepresa.Notefíesdeél,esunhombrearteroeinteligente.Sécauta.

Asentí, intentandodisiparlaneblinadepreocupaciónquesecerrabaentornoamí.

—Puede que él sea un peligroso depredador, pero convendrásconmigoenqueyanosoyunapresa.LonecesitoparaencontraraGunnary,sitengoquemostrarlemiscolmillos,loharé.

—No son tus colmillos lo que me inquieta que muestres, sino tusotrasarmas,yésasseránlasquehabrásdeutilizar,Freya,perocontiento,conmuchotiento.Deberáshallarelequilibrio,yusartuastucia;hastaqueencontremosaGunnar,vasatenerqueaprenderacaminarenelbordede

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unacantiladosincaerte.—Caminaré hasta en el filo del abismo al ultramundo, hasta en la

entradadelmismoinfiernosihacefalta,ylosabes.LamiradadeEyrasevelóconunadesazónqueoscureciósurostro.—Lo sé,muchacha, y,mientras luchas por conservar el equilibrio,

harémispropiasaveriguaciones,nosurgeencontrarlo.Seguimosaloshombreshastalapartedelanteradelskáli.Halfdanseacercóaunaespeciedeabrevaderoyhundiólacabezaen

elagua;cuandolasacó,laagitócomounperroy,ahuecandolasmanos,cogióaguayselavóconfruiciónlossobacos,loscostados,elcuello,elrostro... y, frotando suduroabdomenencírculos, dirigió losojoshaciamíconunaclaraintencionalidad:provocarme.

Agarróunbaldecercano,losumergióenelabrevaderoyselovolcósobrelacabezasindejardeobservarmeconunasonrisataimada.

Ahí, completamente empapado, sacudiendo su larga cabellera, lasgotasresbalandoporsupielyaquellosojososcuroscargadosdeanhelo,supequeaquelqueteníaenfrenteeraelprimerobstáculoenmibúsqueda.

Cuandoapartélamiradadeaquelsoberbiohombre,meencontréconla de Hiram, y hallé en la belleza azul de su mirada la mismapreocupaciónqueen ladeEyra,pero lade élmatizada, además,porunsutilbrilloceloso.

Respiré hondo, cerré los ojos y recéparamis adentros, suplicandocondesesperaciónencontrarporfinamileón.

Halfdancogióunpañoarrugadoysesecóinsinuante.Estabausandosusarmasdeseducción,sabedordesuatractivo,perodesconocedordeloinmune que era ante ellas. A pesar de ello, decidí mantener mi interés;todos los reyes tenían el mismo punto débil, eran susceptibles a loshalagos.

Se colocó una túnica hasta la rodilla, que ató con un sencillocinturón,ynoshizoelgestodeseguirloalinteriordelskáli.

—¡Memuerodehambre,Isgerdur!—exclamóconvozatronadora.Unamujerrobustaseafanópresurosajuntoalasollasyllamóaotras

dosmásjóvenesparaquelaayudaran.Nos condujo hacia una larga mesa y con gestos nos indicó que

tomáramosasiento.—Eresfamiliadelmejorguerrerodemihird,gozasdelderechode

compartirmimesa—alegó sentándose a la cabeza.Alzóunamanoy al

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caboaparecierondoshombres:unoenjuto,nervudoydemiradahuidiza,cabellosclarosysemblantecauto,yelotrograndeyrecio;merecordabaaThorffin,aunquedecabelloscastaños.

»Éstos son mis consejeros —comenzó a decir Halfdan—. Éste esThorleif Spake el Sabio —señaló al más enclenque, que asintió conligereza—yésteeselgranOrnOsoPardo.

Asentíamododesaludo,aligualqueEyra.Distinguí en una esquina a Jorund, tumbado en un banco, que era

atendido por su hija, y a Sigurd, que bebía en silencio de una enormejarra.AFenrirnololocalicé.

—Bueno,Hiram—musitóel rey, llevándose la jarraa los labios—,¿aceptólaalianzaelcondenadoreyHorik?

Lasmujeresnossirvieronhumeantesescudillasconunasopaespesayoscura.

—Mandaráunmensajeroconlarespuesta—contestóelguerrero—.Creoqueexigirápartedenuestrastierrasporcombatiravuestrolado.

Halfdantorcióelgestoyestrellóelpuñocontra lamesa;el líquidodeloscuencosretembló,bailandosobrelosbordes.

—Ese malnacido, condenado bellaco hijo de Loki, cagado por untroll deforme —profirió Halfdan indignado—. Si su jarl, RagnarLodbrok, se alía con Harald el Implacable y los Ildengum, él y yo notendremos reino que gobernar, y el muy necio aún quiere diezmar miregión.

—Ragnar marchó con todas sus naves hacia el imperio franco—adujoHiram—despuésdeatacaryconquistarelreinodeSambiaydeloscuronios;suambiciónnohahechomásquecrecer.

Halfdanpermaneciómeditabundo,mientrasThorleifSpakeelSabiolesusurrabaalgoaloído.

—¿Con cuántos hombres partióRagnar?—preguntó el rey, con unbrillopeculiarenlosojos.

—Creoquealrededordecincomil—contestóHiram.Elreysonriócomplacido.—Ésaesunanoticiaestupenda,Hiram.Ésteagrandólosojosconasombro.—ElviejoHoriknotendrámásremedioquesermialiado...mientras

meconvenga,claro.Mandarédeinmediatootromensajeroconunnuevoacuerdo.

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—¿Puedosaberquévasaofrecerle?Halfdan,quesemostrabaeufórico,mordióconhambreunarebanada

depandecentenoyrespondió.—Sureino.Hiram sacudió confundido la cabeza, y el rey soltó una carcajada

jactanciosa.—¿Acasonoves,mibuenHiram,que,sinlossuficientesguerreros,

Jutlandiaestádesprotegida?Voyaamenazaraesebastardoconarrebatarleel reino si no me ayuda, y, cuando lo haga y aniquilemos a los jarlsrebeldes,leharéunavisitapersonal,aunquenoserémuycortés.

Soltóunacarcajadapretenciosayestampóeufóricoelpuñosobrelamesa.

LaastuciadeHalfdanelNegromesobrecogió;suambiciónresultabainconmensurable:pensabaganarcon tretasvilesunaliadoparasus finesconunapromesaquenoibaacumplir.Suardidlolibraríadelaamenazadelosinsurrectos,yademásganaríaunnuevoterritorio.

Comoadivinandomispensamiento,posóenmísuanhelantemirada.¿Seríayootradelasconquistasquepensabacobrarse?Elescalofríoquerecorriótodomicuerpomediolarespuesta.

Comimosmientrasloshombresperfilabansuestrategia,Eyrayyoencompletosilencio,sumidasambasennuestrospensamientos.Porsuparte,Hiram se dividía en atender a su rey, lanzarme subrepticias miradas ysoportar las coquetas miradas de las muchachas que nos servían, entreellasJora.

—Y, ahora, es tiempo de dedicarte mi atención, como prometí —anuncióel rey,dirigiéndoseamí.Se limpió labocacon lamangadesutúnicaysepusoenpie.

»Dejadmeasolasconmiinvitada—ordenó,convozgraveyfirme.—Mi señor —replicó Hiram con la inquietud desdibujando sus

hermosas facciones—. No olvidéis que es la esposa de Gunnar y sóloanhelaencontrarlo;talvez,sidesvelasuparadero,yopuedaacompañarlahastaél,noesnecesarioqueperdáisvuestrotiempoconella.

HalfdanmirófuriosoaHiramyapretóloslabiosformandounalíneablanquecina.

—¿Cómoosasdecirmeloquehedehacer?—bramó—.Yonoolvidonunca nada,más bien parece que eres tú el que olvida quién es ella. Lacelascomosifuerassuesposo.Yahora,retírate,sinoquieresqueteazote

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porinsolente.Hiram, ofendido y ofuscado, se limitó a bajar la cabeza con gesto

sumiso,yantesderetirarsemeregalóunamiradaadmonitoria.El reycogiómimanoyme llevóal fondode la estancia.Allí, tras

unos espesos cortinajes, apareció una alfombra de lana azul índigo y,sobreella,multituddecojinesymantasenrolladas.

—Tomaasiento.Obedecí,reprimiendoelimpulsodesalircorriendo.Me acomodé entre almohadones en una esquina, deseando que él

ocuparaelcentro,peronofuiafortunada;sepegóamí.—Viéndote, casi comprendo por qué Gunnar enloqueció; debió de

perder el juicio cuando te encontró y, por supuesto, cuando te creyómuerta.Lokilollevóasumundoyahísigue.

—Paraesoestoyaquí,parahacerqueregresejuntoamí.Halfdan me dedicó una media sonrisa sardónica, sopesando mi

respuesta.—Metemoquetulaborserámásarduadeloqueimaginas.—Esoesproblemamío.—Sin duda—convino—, y uno muy grande; sin embargo, puedes

gozardelfavordeunreyentuempresa,sitemuestrascomplaciente.Halfdanseinclinódeformapeligrosasobremí;contuvelasganasde

apartarme,nopodíadejarmeamedrentaroestaríaperdida.—Porsupuestoqueseréunasúbditacomplaciente—hiceunapausa,

dedicándoleunamiradasugerente—,cuandoloencuentre.Halfdanrioabiertamente;memiróadmirado.—Vaya, compruebo fascinadoque tus donesno son sólo físicos.Y,

comoacabasdecomprobar,megustanlostratos.—Loqueacabodecomprobaresquelosincumples.Halfdanriodenuevomásestentóreamente.—Puedoasegurarte,deliciosaimpertinente,queestavezcumplirémi

trato,y...—pasóeldedoíndicepormimejilla—...measegurarédequetútambiénlohagas.

Aquellomeencogióelestómago;noobstante,meobliguéasonreírseductora.

—Y será mejor que concretemos nuestro pacto, no quieromalentendidos—aseveródeslizandoeldorsode lamanopormicuello;retirómimelenaaunlado,despejandomipiel,altiempoqueacercabasus

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labios, sin llegar a posarlos. Su aliento me provocó escalofríos—. Mitareaserállevarteanteél;latuya,complacermisdeseos.Sinembargo,mesientoenlaobligacióndeadvertirtealgo.

—¿Yes...?—Puedequeloqueencuentresnosealoqueesperas.Sus oscuros ojos se entrecerraron perspicaces, calibrando mi

expresión.—Nadameimporta,sóloestarasulado.Halfdan me apresó la nunca; no volví el rostro hacia él,

mostrándome imperturbable. Él acercó la boca al lateral demi cuello ypasólalenguaporlasensiblepiel,despacio,deleitándoseenmisabor.

—Mmmmm... eres un bocado apetitoso, peligrosamente apetitoso,teniendoencuentaaquiénperteneces;pero¿quégranvictorianoconllevariesgo?

Esa misma pregunta se fijó en mi mente. Cada paso, cada acción,conllevabaunaresponsabilidad,yavecesesacargasevolvía tanpesadaquedesvirtuabaelfin,emponzoñandounabuenaacción,convirtiéndolaenalgosucioeimperdonable.

Coloquélaspalmasdelasmanosensuenormeehinchadopechoyloapartéconsuavidad.

—¿Dóndeestá?—susurré,mirándoloconfijeza.—Dicen que el sol calienta, pero aquí, en los confines delmundo,

salepocoyestibio,apenascomolacariciadeunamadre.Peroahoraséqueesverdad.Veoelsolentusojos,yardo.

Meatrapólasmuñecasyllevómismanosasuboca;besóunoaunomisnudillos.

—¿Dóndeestá?—repetíinalterable.Halfdansuspiróymeobservólargamente.—Lomandéa traermeunareina, loqueno imaginéesquefuera la

suya,yquevendríaalapuertademicasa.Comenzaba a perder la paciencia; zafémismanos de su presa con

brusquedadymepuseenpie.—Jugáisconmigo—loacusécontrariada—.Gunnarestáderegreso,

yanoosnecesito,eltratoestáanulado.Halfdanriojocoso,perosusojosdespedíanunbrilloamenazante.Se

pusoenpieysecerniósobremí.Con su gran manaza, aferró toda mi mandíbula y me obligó a

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mirarlo.—Claroquemenecesitas,másdeloquecrees.Intenté retroceder, pero él no me soltó; terminé acorralada en una

esquina.—¡Soltadme,bestiainmunda!Medebatí,hastaqueaprisionómicuerpocontra lapared.Tanteé la

dagaquellevabaenlacinturaylaempuñé,prestaautilizarla.—Creo,FreyalaLoba,queesmideberenseñarteacomportarteante

ungranrey.No,notemas,novoyaforzarte;sécómoteenfrentasteaesejarl, y admiro a las mujeres con coraje.—Acercó la boca a la mía y,clavándomesupétreamirada,agregó—:Además,megustatomarmujerescomplacientes.Aunasí,hedesometerteamiautoridad,paraqueaprendasarespetarme.

Lomiré con temor; el hombre sonrió justo antes de caer sobremiboca.

Meatrapóconferocidad,conhambre,conviolencia.Sulenguabuscóunresquicioyloencontró.Mebesobruscamente,conapremio;ladurezade sus labios lastimaba losmíos. Cerré los puños y lo golpeé; de nadasirvió.

A pesar de sus anteriores palabras, el deseo lo nubló lo suficientecomo para acariciar mi cuerpo; sus manos se cerraron en torno a misnalgas, derramando en mi boca un ronco gemido. Asustada, llevé conhabilidad mi mano de nuevo a la daga, la desenfundé y la deslicé conrapidezhaciaelcuellodelrey,oprimiendoelfilocontrasugarganta.Deinmediato se detuvo, se apartó con lentitud y, parami asombro, sonriómalicioso.

—¡Cómovoyadisfrutarcuandotetenga!—Nohaytratoalguno—insistí.Halfdan se separó de mí a regañadientes, con esa perpetua media

sonrisamaliciosa.—¿Sabeslofácilqueseríaparamímandarunmensajeroyenviarloa

cualquier otro lugar, uno muy remoto? ¿Tienes idea de locondenadamente sencillo que sería ordenar que lo maten? Sí, preciosa,dependesdemí.Eltratosigueenpieynoeslaúnicacosa.—Sellevólamano a la dureza que resaltaba en su entrepierna, con mirada turbia ygestoexcitado.

»Muyprontodisfrutarédeti,presientoqueserámimejorencuentro.

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Ahora,ysóloahora,puedesretirarte.Notuvoquerepetírmelo;salídespavorida,conelcorazónatronando

enmipechoylaslágrimasquemandomisojos.Estabaensusmanos,peroencontraríalamaneradezafarmedeellas.

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13

Aprendiendoyconteniendo

Alamañanasiguiente,apoyadaenlaverjadelcampodeadiestramiento,quedé cautivada por una guerrera sublime, capaz incluso de derribar ahombresdemayortamaño.

Era alta y esbelta, no tan corpulenta como las demás, pero rápidacomouna serpiente e igual de letal.De cabellos tan claros queparecíanblancos, brillantes y sedosos, largos y lacios, apretados en una trenza.Pálidaenextremo,comolacaradelaluna,ydeojosazulesclaros,comolascharcasqueelmarolvidabaentre las rocasde laplaya,cristalinosyvivaces;merecordabaaHelga.

Asleif la Blanca, se llamaba, y su destreza resultaba hipnótica; enverdad parecía una valquiria, un sermístico, casi etéreo, pues semovíacon la ligerezade labrisa,aunqueatacabacon laviolenciadeunvientohuracanado.Hastaensuformadecaminarparecíaflotarentrenubes.

Trasobservarsuentrenamiento,meacerquéaella.—Mehasimpresionado—confeséjovial.Memiródesoslayomientrasafilabasuespada.—Sólo es práctica y disciplina, cualquiera puede hacerlo si se lo

propone—masculló.—¿Hastayo?Esta vez símemiróde frente, paseó sumirada escrutadorapormi

cuerpoyasintió.—Hastatú.—¿Podríasenseñarme?Apoyóunpieenlaverjademaderayseestirólaslargasbotasdepiel

conaireindiferente.Seencogiódehombros,colocósulargatrenzaasuespaldaymeobservócuriosa.

—Notengomuchapaciencia—admitió.—Aprendorápido—repliqué.—Demuéstramelo.

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Atónita,lavialejarsehaciaelcentrodelcampo;sacódosespadasdemaderadeunlargocofreyregresóconsemblanteinescrutable.

—¡Vamos!—meapremiólanzándomelaespada.—¿Ahora?—musitéturbada.—¿Tienesalgoquehacer?Neguéconlacabeza.—Pues¿aquéesperas?Meadentréenelcampodeentrenamiento;titubeante,aferréelmango

delaespadayloapuntéhaciaella.Deunrápidomandoblemedesarmó.—Primeralección,laespadahasdeempuñarlaconfuerza,peronola

separesdetucuerpo,inclínalaypégalaatutroncotodoloquepuedas,asíevitarásquetedesarmen.Y,siemprequeataques,devuélvelaasuposicióncon presteza; separa las piernas y flexiona ligeramente las rodillas, novamosabailar.Estásmásrectaqueuntroncoderoble,sosiégateeintentadisfrutar.

Asleif pasaba el peso de un pie a otro, casi constantemente, en unvaivénpeculiar.

—Creíaquenoíbamosabailar.Laguerrerasonrióyagitólacabezacondiversión.—Estadanza,sí.Girósobresímisma,trazandounamplioarco,y,apoyandolarodilla

enelsuelo,marcóconlapuntadesuespadamiestómago.—Este movimiento es esencial cuando peleas con más de un

contrincante.Me limitéaasentir,yobservémaravillada suparticulardanzade la

muerte.—Cuandochoques tuaceroconalguiendemayor tamañoy fuerza,

habrás de ser más rápida que él o no tendrás nada que hacer. Evitaentrechocartuarmaconunadversarioasí,pues,enelduelodefuerzas,tederrotará. Es mejor esquivar los lances; tantéalo, suelen repetir susmovimientosdeataque.Cuandolohayasmemorizado,anticípateaunodeellosyaséstaleunaestocadamortal.Esmejoraprendermovimientosquesorprendanalenemigo.

Asleif reprodujo cada movimiento con lentitud, dándome laoportunidad de asimilarlos. Me puse a su lado e imité cada giro, cadaestocada. Aprendí a maniobrar la empuñadura con soltura. Me sentíorgullosadelrápidodominioconlaespada.

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—Noolvidesqueestásalzandountrozodemadera,noeslomismolevantarelacero—merecordó.

Después de pasar casi toda la tarde entrenando con Asleif,escuchandosusconsejosyenfrentándomeaella,encontinuosataquesqueperdía,lasfuerzascomenzaronaabandonarme;mehabíaderribadotantasvecesquemispiernasretemblabanexhaustas.

—Erespertinaz,yesoesbueno;noteheoídoquejarteniunasolavez—halagólaguerrera.

—Nomehadadotiempo.Lamujersonrió,acomodóunlargomechónplateadotrassuorejay

mearrebatólaespada.—Porhoyyaestábien;mañana,silograsdarunpaso,aquíteespero,

perounúltimoconsejo:ponteunascalzasdehombre,esasfaldasterestanmovilidad,anoser,claroestá,quedeseesenseñarlaspiernascomoyo.

Meguiñóunojo,sonrióalegreysealejó.Miré aFenrir, que descansaba en el prado, casi adormecido; había

estadocontempladomiadiestramientoentrebostezos,peronoeraelúnicoquemeobservaba.Halfdan,apoyadoenunárbol,conlosbrazoscruzados,clavaba en mí su penetrante mirada zaína, como el águila que esperaconfiadaypaciente,embelesadaconelvuelodesupresa.

Nolesostuvelamirada;medirigíalsenderoquellevabaalpueblo,rumboalacabañaquecompartíaconEyra,ValdisyJorund.

Hirammeesperabaenlapuerta,parecíaalgoinquieto.—TengonoticiasdeGunnar.Elcorazónmediounvuelco.Meabalancésobreélylomiréesperanzada.—Porlosdioses,dimequeestáalllegar.—Fuea rescatar a lahijadel fallecido reySigurdHart, laprincesa

Ragnhild. Hake el Berseker la había apresado junto a su hermanoGuthorm.Gunnar,conHarekGund,elhombredeconfianzadeHalfdan,ycien hombres de su séquito cruzaron toda la región de Hadeland paraenfrentarsealberseker,peronoloencontraron;aunasí,prendieronfuegoasusdominios.

—¿Suanterioresposanosellamabaasí?—inquiríconfusa.—Sí—afirmóHiram—, tienen el mismo nombre; busca una reina

conesenombreenparticular.Abrílosojosdemudadaportalabsurdocometido.

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—Es por las runas —aclaró Hiram—. Una völva le dijo que unadoncella,hijadereyes,llamadaRagnhildledaríaunhijoqueseríaelreydetodaslasregionesunificadas.Además,éltuvounsueño.

Lomiréexpectante,abrumadaportodoaquello.—Soñó que de su cabellera brotaban rizos de distintos tamaños y

grosores, pero uno de ellos era más largo y lustroso, y de un colordistinto.Lavölvalointerpretócomoquetendríaunlargolinaje,peroque,detodosellos,sólounoseríamáscelebradoqueelresto.

—PoresomedijoqueGunnarhabíaidoporsureina.Hirammeobservóconpreocupación.—Notardaráenllegar,seencuentraapocasjornadasdedistancia.—

Hizo una pausa, y se miró nervioso la punta de sus botas—. Has de...resistirelasediodelrey,séquetedesea.

Aparté incómoda la vista, aliviada por saber que pronto lo tendríaentre mis brazos. Sin embargo, eso no mitigó la tribulación que meproducíaelmalditoacuerdo.

—Sureinavieneencamino;esperoque,cuandolatengaasulado,seolvidedemí...sino...

—Sino,¿qué?—Tendremosquehuir,porquenopiensoentregarmeaél.—¿NiporlavidadeGunnar?—Ambossabemosquenoesunhombredepalabra.—No—concedió Hiram—, pero también sé que irá tras de ti. Tu

rechazosehaconvertidoenunretoparaél.Esunhombreacostumbradoadeslumbraralasmujeres,todassemetengustosasensucamay...darconuna que desea y que le está vedada... sólo consigue acicatear más suempeño.

—¿Comoati?Hiram desvió la mirada, en un intento de aliviar la tensión que se

habíacreado.—Yonosoyunrey,nosuelotenertodoloqueanhelo.—¿Porqué,malditasea,porquéyo?—melamentéfuriosa.—CreoqueesarespuestayateladioGunnarenunaocasión:porque

erescondenadamenteirresistible.Entoncessímemiró,yloqueviensusbellosojosnofuedeseo,fue

algomáspreocupante.—Déjamedecirtealgo,Hiram:noséquéserádemí,sóloséque,sin

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Gunnar,estoymuerta,yniunrey,niningúnotro,vaacambiareso.Ymeadentréenlacabañaconunapiedraenelpechoy,alavez,con

laesperanzadehacerladesaparecermuypronto.

Un día tras otro, sólo me concentraba en mis entrenamientos. Elejercicio físico mantenía mi mente alejada de funestos pensamientos;además,laimpacienciapesabacomounalosa,irritándomeamargamente.ElreencuentroconGunnarestaballenodeincertidumbreymedividíaendosemocionesextremasycontrapuestasalmismotiempo.Porunlado,ladichainflabamipechoy,porotro,el temoraloqueibaaencontrarmearrebataba el sueño y me cerraba el apetito. La ansiedad comenzaba adesquiciarme.

Asleifsufriómiacritud,percibiendoconclaridadcómodesfogabaenelcombatemifrustraciónymispreocupaciones.

—Debes mantener la mente fría, meditar cada golpe, observar yaguardar el momento. La ira no ayuda, más bien al contrario, mermaaptitudes,puesteofuscalamente.Sangrefría,pequeñabondi,sangrefría,otupropiafuriatematará.

Asentí y reanudé el combate hasta que el agotamiento languideciómisbrazosydebilitómispiernas;entonces,ysóloentonces,medetuve.

—Mejoras día a día, pero, para sobrellevar este ritmo, habrás decomermás.Descansemosporhoy;mañanatedaréunaespadadeverdad,y...otracosa,Freya.

Medetuveylamiréaguardandosurespuesta.—Creo que será mejor que uses una falda corta como las que

llevamoslasguerreras.Mirémiscalzasdepielcurtidaconelceñofruncido.Ellamismame

habíaaconsejadoutilizarlas.—Lo sé, lo sé, peromira a tu alrededor—ordenó conuna sonrisa

burlona.Paseémicuriosamiradaenderredor, topándomecon la inquietante

atencióndevariosguerrerosapoyadosen lacerca,conlosojosfijosenAsleifyenmí.Entreellos,Hiram,Sigurdy,cómono,Halfdan,quesolíaentrenarmuycercadenosotras.

—Estamoscreandounaexcesivaexpectación,¿noteparece?—Imagino que querrán ver mis avances, o tal vez se rían de mi

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torpeza—murmuréhuraña.—Niunacosanilaotra,hanvenidoavertelasnalgas.Meenvaréderepente,avergonzadayofuscada.—¿Có...cómodices?—Lo que oyes; el otro día ya me fijé en que había demasiado

público, y no entendí el porqué, hasta que escuché los comentarios dealgunos hombres. Esas calzas son demasiado ceñidas, se amoldan a tucuerpo acentuando tus curvas y, bueno, ese blusón se pega... a tus...encantos cuando sudas demasiado, y no llevas corpiño que te sujete y...eresatrayentementedistintaanosotras.

—Peroyo...vosotrossoisgente...despreocupaday...—Freya, no te disculpes por resultar deseable y, como tal, has de

disfrutardetucuerpoyelegiraquienmásteguste.Abrídemudadalosojosyneguéraudaconlacabeza.—Soyunamujercasada—repliqué.Agrandólosojosconasombradoreproche.—¿Yporqué,ennombredeOdín,nollevaslacabezacubiertapara

mostrartucondición?—Noesfácilmetertodoesto—respondíseñalandomisueltamelena

—enunapequeñacofia.Asleifrioamandíbulabatiente.—¿Y puedo saber dónde está el necio de tu esposo, que no te cela

comoesdebido?—Está a punto de llegar; pertenece a lahird del rey, su nombre es

Gunnar.Asleifalzólascejasconasombro.—¿Elulfhednar?Asentí.—Te puedo asegurar que nadie te mirará cuando él regrese; por

ahorapuedesestartranquilasitodossabenaquiénperteneces.—Aunasí,usarélafaldacorta.Cuandosalídelcercado,paséjuntoaHiram,quemesiguiósonriente.—¿Tútambiénmirabasmisnalgas,rufián?—Prometínotocarte,peroencuantoamirartesoytanlibrecomolos

demás.Aunqueteaseguroqueesmásunsufrimientoqueungoce.Medetuveamirarloceñuda.—Entiéndeme,escomomorirtedehambreyvera tualrededoruna

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deliciosagacelaquenopuedescazar;¿notepareceesountormento?—Dudo que te mueras de hambre, sobre todo con la cantidad de

gacelasquesemuerenporquelascaces.Hiramriovanidoso.—Notodaslasgacelassonigualdesabrosas.—Sirepitesconunaenparticular—musitérefiriéndomeaJora—,es

porquenoestarátanmal.—Esunamuchachabonita—admitió—ymuydispuestaenellecho.—No necesito detalles, créeme. Además, a Valdis no le eres

indiferente.—No, en eso te doy la razón, porque, cada vez que me ve, me

increpa,yseindignaconmigoalamenoroportunidad.Tieneuncarácterespantoso,apenaslasoporto.

—Talvezporqueleenfurecetuindiferencia—manifestécaminandoabuenpasohacialaaldea.

—¿Deverascreesqueleintereso?—Tengo esa sensación; he sorprendido algunas miradas bastante

reveladoras;talvezsicambiarastuactitudhaciaella...Hirammeditósobreaquello;cuandollegamosa lacabaña, lesechó

unadescaradaojeadaamisposaderas.—¡Hiram!—loamonestésobresaltada.—¿Qué?Llevotodalatardeadmirandoesapartedetucuerpo,entre

otras,claro.Ypuedoasegurartequeessoberbia.—Graciasporelcumplidoyahoralárgate.—Siempre dando órdenes —se quejó y, mascullando por lo bajo,

desapareciórumboasucabaña.

Eyra aguardó paciente a que terminarami entrenamientomatutino,juntoaFenrir,ValdisyunJorundyacasirestablecido.

Elcampodeadiestramientoestabamásconcurridoquedecostumbre.Unpocomásallá,Hiramcombatíaconotroguerrero,elgranOrn,y,porlopocoquepudevislumbrarentreestocadayestocadadeAsleif,Hiramestabateniendoproblemas.

El rey, con el pie posado en un tocón, ligeramente inclinado haciadelante,apoyabaelantebrazoenlapiernaalzada,mientrasmordisqueabaunamanzanayseconcentrabaenestudiarasushombres,yamí.

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Asleif había decidido emplearse a fondo, y al ser más alta y másfuertequeyo,utilicélastretasaprendidas.Esquivabaraudalosmandobles,me agachaba y sorteaba los lances mientras danzaba a su alrededor,intentandoconfundirlaymarearla.

Porlaexpresióncontrariadadelaguerrerasupequemitácticaestabadandoresultado.

—¡Maldita sea, eres rápida!—resopló—,pero, si no atacas pronto,tusbrazossecansarándeempuñarelaceroantesquelosmíos!¡Nopuedesalargarestomuchomás!

Apretólosdientes,adelantóunpieylanzósuespadahaciamipecho;saltéhaciaatrás,evitandoenelúltimoinstanteelcontacto.ComobienmehabíaenseñadoAsleif,lamejoroportunidadparaatacareratrasunlancefallido.Asíquegirésobremímismaalzandolaespada,clavélarodillaentierraydirigíelfilodemiacerohaciasusrodillas.

Asleifsedetuvojadeante,entreorgullosayderrotada.—Noseríaunheridamortal,tansólomehabríasderribado—replicó

laguerrera.—Éseeselprimerpasoparaderrocaraungigante,¿no?Lamujer,queesamañanalucíaunacoladecaballoqueresplandecía

bajo el sol con reflejos de plata, sacudió divertida la cabeza y clavó suespadaenlatierra.

—Tuprimeravictoria,pequeñabondi.—Sonrióabiertamente—.Hede reconocer que no pensaba que lograras avanzar tan aprisa; tienescorazóndeguerrera.

Ledevolvílasonrisasatisfechayorgullosa.Unhombreseacercóanosotras;portabauntremendoespadónensu

manoderecha.—Enhorabuena,lobaguerrera;¿teatrevesconmigo?Halfdan el Negro ladeó la cabeza, esbozando su peculiar media

sonrisasardónica.—¿Porquéno?Asleifarrugóelceñoapenasuninstante,inclinólacabezayseretiró.Supe en el acto que ni en sueños lograría desarmar a un gigante

como él, pero también supe que aprendería susmovimientos, y todo loquepudieraasimilardelenemigoseríaventajosoparamí.

—Notodosaceptaríanundueloconmigo,aunqueseaentrenando;mesuelotomarestosjuegosdemasiadoenserio—advirtióentrecerrandolos

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ojos y colocándose en posición—. Será interesante ver cómo una lobanegrasedefiendedeuncuervonegro;compartimoscolor,trenzay,muypronto, otra cosa. —Me guiñó ladino un ojo—. Puede que tambiéncompartamoslasansiasdeganarentodo.

Posicioné las piernas y flexioné las rodillas, alcé mi acero,pegándoloalcuerpo,ylesonreíretadora.

—Puede—murmuréclavandomisojosenlossuyos.Mecontemplóconunmarcadodejedeadmiración.—Agarra bien tu arma, pretendo disfrutar durante un buen rato—

aconsejójactancioso.Anuestroalrededor,lascontiendascesaronyunsilencioproverbial

flotósobreelprado.Todosnosobservabanexpectantes.—Agarrada.Susojosseentrecerraronenunamiradafelina.—No tienes idea de cuántome gustas—confesó, relamiéndose los

labios.—Dejad de escudaros en las palabras y pelead, condenado cuervo

parlanchín.Halfdan abrió de forma desmesurada los ojos, permaneció un

instantehierático, asimilando con asombromispalabras, y acto seguidodejóescaparunaatronadoracarcajada.

—Comodesees, loba. ¿Prefieres la acción?,pues tendrás acción... ydelamejor.

Nobienhuboterminadodehablar,meregalóunamiradadesafianteyavanzóhastamíenarbolandosuespadacondestreza,rasgandoelaireenaterradoressilbidos,descargándolosdesúbitosobremí.

Esquivéconligerezasusaterradoresmandobles,ylorodeésincesar,obligándoloacambiarconstantementedeposición.Halfdandescargabasuespada con una habilidad magistral. Traté de centrarme en cadamovimiento, intentando no pensar en el atemorizante cuerpo enorme yvigorosoqueseabalanzabaferozsobremíoelpavormeanularía.

Constantemente me agachaba, saltaba, ladeaba mi cuerpo, yobservabapaciente,memorizandosusataques.Cuandofrenabasuespadacon la mía, mis brazos retemblaban con el violento impacto, peroenseguida rompía el pulso, deslizando mi filo por el suyo, arrancandochispasalmetal,perocareciendodelafuerzanecesariaparadoblegarsuacero.

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Halfdanjugabaconmigo.Enunaluchareal,nohabríatenidolamásmínima oportunidad. Sin embargo, él disfrutaba de mis estoques, misesquivesydelempeñoqueponíaenelcombate.

Depronto,undetallellamópoderosamentemiatención:cadavezquerelamía mis labios, en gesto nervioso, el hombre perdíamomentáneamentelaconcentración,yentoncesrecordéqueteníaunarmaqueélnoposeía.

Adopté sonrisas sugerentes cuando cruzaba mi acero con el suyo,pestañeaba insinuante tras cada giro, pasaba la lengua por mis labiosmientras aguardaba expectante su próximo movimiento, le regalabaconstantes expresiones seductoras, logrando distraer su atención. Ya noestaba tan pendiente de mis lances, tan sólo estaba cautivado por misarterasartimañassensuales.

Y,entonces,casi logréacercar lapuntademiespadaa sugarganta.Lamentablemente, en un certero movimiento imprevisible y feroz, medesarmóconelfilodesuespada.Sonrióvanidosoymeagarróconfuerzadel nacimiento de mi larga trenza, pegándome a su cuerpo. Su brazoderechoseposicionótrasmicinturayalineóelfilodesuespadaatodololargodemiespalda,anulandolaposibilidaddedebatirme.

—Estavictoriaesmía—susurrójadeante,acercandosurostroalmío—,peromedeclarovencidoporti.

Y como un halcón hambriento, se cernió sobre mi boca,devorándomeconvoracidadyprecisión.Incapazdemoverme,soportésupasión, aceptandounbeso casi despiadado.Era inútil luchar, así quemesometí.Tiródemitrenza,obligándomeaabrirlabocay,cuandolohice,incursionóconfrenesí,esclavizandomilenguabajoelardienteyugodelasuya.

Gruñóenardecido,hastaqueelbesose suavizó.Entonces, se relajóantemisumisión.Tirósuespada,soltómi trenzaymerodeó lacintura,mientrasmeacariciabalanuca.

Arqueadosobremí,bajadaslasdefensas,vimioportunidad.Doblé la rodilla, encajándola en su endurecida entrepierna.Halfdan

mesoltóenelacto,profirióungruñidocontenidoysedoblóendos.—¡Perra!—mascullóentredientes.—Enelcombate,todovale—adujejadeante.Halfdan cayó de rodillas, con las manos ahuecadas en su dolorida

masculinidad.

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Cuandoalzóelrostrohaciamí,entreeldolor,descubríademásunaveladaamenazabrillandoensumiradaazabache.

—Tambiénenellecho,noloolvides.Yeraahídondepensabacobrarsesuvenganza.

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14

Losdioseshablan

Laníveagelidezinvernalhabíaextendidosucapa,cristalizandolaregión,haciendo que nuestros pasos crujieran, nuestro aliento se distinguiera ynuestroscuerposseencogieranbajocapasdeabrigo.

Esa noche se celebraba el Júl, una fiesta en la que se honraba elsolsticio de invierno, pero también a la familia, la fertilidad, y a losamigosausentes.Yeraprecisamentemiparticularausenteelqueagriabamihumor,desesperabamiánimoyquebrabamicorazón.

—Herecibidounmensajepara ti—comenzóadecirEyramientrasrevolvíalasbrasasdelhogar—.EsdelOráculo,ydeseaquetepresentesanteél.Anocherealizóunutiseturylosespíritusleenviaronunmensaje.

Emergídemisacongojadospensamientosylamiréceñuda.—Pues si se ha pasado toda la noche sentado a la intemperie,

charlando con los espíritus y esperando una visión, y no ha muertocongelado,debede ser importante loque tienequedecirme—murmuréconsorna.

—No te burles, muchacha —me recriminó—. Debes respetar alOráculo;encasocontrario,nadaobtendrásdeél.

Resopléconhastío.—Veantesdelafiesta—aconsejó—.Hasdepresenciarelsacrificioy

honraralosdiosescomoelresto.Apresúrate.Saquécondesganaunatúnicadelanaplisadaroja,lamásgruesaque

hallé en el arcón, abierta entre los pechos, pues solía ser utilizada paraamamantar,ylamentédeinmediatomidecisión.

Yo jamás le daría semejante uso ya, y aquel conocimiento contrajomiestómagoenunapunzadadedolorosaacritud.

Dosvecesmehabíanarrancadounhijo,dosvecesunavida,peroloquehabíaresurgidodetantafatalidaderaunamujerfría,duraydecididaapelear contra laProvidencia, contra la adversidady contra los dioses sieranecesario.

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Rodeé mi cintura con un ancho cordel plateado, que anudédisplicente, y sobre la túnicame coloqué un chaleco de pelo de castor.Dispusemicapasobreloshombros,ymecubríconelampliocapuchón.YasalíacuandoEyramedetuvo.

—Aguarda,Freya, recuerdaqueesunacelebración;hasde lucir tusjoyas.

—¿Quéjoyas?Advertílamisteriosasonrisadelaancianaconcrecienteexpectación.Eyrasemeacercó,deslizómicapucha,mesentóenunabanquetayse

pusotrasdemímanipulandomimelena.—Lasquesiempreparecesolvidar.Recogió un grueso mechón de mi lado derecho, lo retorció y,

enseñándomeelprendedorconformademariposa,quemehabíaregaladoenmidespedidacuandopartíaparareencontrarmeconRashid,loengarzótraselmechón.

—Perfecto—murmurócomplacida—; laplata resaltaen lanegruradetucabello.Yahora...

Antemí descendió un gruesomedallón que cayó pesado entremispechos.Contuveelalientocuandolocogíconlosdedos.

—Ahoraseguroquetesientesmuchomejor.Losojossemellenarondelágrimas.Estrechéelgranmedallóndeorocontramipechoycerré losojos

liberandolaslágrimascontenidas.—Lo rescaté de Skiringssal cuando partimos —confesó Eyra—.

Deseabaconservaralgosuyo.Era el medallón que llevaba Gunnar el día de nuestra boda. Un

círculoy,ensuinterior,grabadosunalunayunsol.Yamimenteacudióaquel día: lo vi antemí, tan hermoso que resplandecía, tan emocionadoqueenternecía,tanenamoradoquedesarmaba.

Y contemplando el emblema del medallón, una frase rasgó misrecuerdosymeazotóconunaatrozmelancolía, tandespiadadacomoellatigazodeunverdugo:«Élfuemiluna,grandeymágica,perotú,túeresmisol,cálido,inmensoyabsolutamentenecesarioparavivir;sinsuluzyanopodríaexistir...».Esa frasedichapormí,esaexplicaciónen laque lemostrabaelcalibredemissentimientos,comparándolosconlosqueunavezhabíasentidoporRashid,ahorasólomerecordabaqueestabamuerta,pues su luz ya no me iluminaba, su calor me había abandonado, y mi

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ansiedadamenazabarompermeendos.—¿Ymimorgingjölf?,¿dóndeestámianillodeboda?—Noloencontréporningúnsitio.Emitíunlamentoestrangulado,ysacudílacabezaenunfútilintento

dealejareldolor.—Nollores,muchacha,prontoloverás.—¿Cuándo?—Me volví llorosa hacia ella—. ¿Hasta cuándo voy a

sufrir,dime,mibuenaEyra?¿Hastacuándo?Mederrumbéensusbrazosyrompíensollozos.—Cadamañana... abro losojoscon la esperanzadeverloaparecer;

cada noche los cierro soñando que lo hace.Voy a enloquecer, Eyra, nopuedosoportarlomás.

—Claro que puedes; veo tu fuerza, Freya, eres una luchadora, lodemuestrasacadainstante.Lavidaesunaviolentabofetadaquetegiralacara cuando menos te lo esperas, pero de nosotros depende mirar denuevo al frente, con la mejilla dolorida, pero la mente preparada. Noimportalasvecesquetegolpee,sinolasquelogreslevantarte.Lavidaesunpulso,ylatozudez,nuestrabaza.

Miré a la mujer, y la gratitud y el amor hacia ella se extendieronsobre mí, como un ungüento curativo, sosegando mi ánimo. A ella laconservaba y, con semejante bastión, mis diarias contiendas siempreestarían bien pertrechadas... pues, cuando diezmaban los ánimos, nadaresultabamásefectivoqueelempujóndelaliento,deunbuenconsejo,elcalordeunasonrisaoelrefugiodeunabrazo.Eramisostén,ycomotalmeapoyéenella.

Eyra me acunó, acarició mi cabello y continuó susurrándomepalabrastranquilizadoras,hastaquelogrédejardesollozar.

El Oráculo era un anciano demacrado, enjuto, grotescamenteinclinado por una enorme protuberancia que emergía de su espalda, deojosinquietantementetraslúcidosycabellocanolargo,escasoymarchito.Iba cubierto por una capa raída de color pardusco, con el rostropenumbrosobajounagrancapuchaylabiosfruncidos.Alzóelangulosorostrohaciamíyasintióamododebienvenida.

—¿Soisciego?—Veomás quemuchos hombres—contestó con una voz gutural y

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rasgada—,aunquenoatravésdemisojos.Sentíunescalofríoyfrotémisbrazosconvigor.—Eyramedijoque...—Siéntate y ofréceme la mano—interrumpió como urgido por el

apremio.—Heolvidadoelgyald—murmuréapesadumbrada.Elancianosacudióimpacientelacabeza.—No requiero ninguna ofrenda, pues no eres tú quien viene por

voluntad,tellaméparadarteunmensaje.Me senté en la estrecha banqueta y le tendí la mano con titubeo,

mostrandociertaaprensión.—Nosoyunavede rapiña,muchacha,no tedejarémanca—gruñó

impaciente.Mecogiólamano,laextendióyposómipalmaensurostro;sentíen

lapielunaurafríayespectral,comolabrumosaescarchaquerezumadeunlagohelado.Reprimíelimpulsoderetirarla.

—Anochemevisitaronlosespíritus,condosexigencias—comenzóadecir—.Telastransmitiré,peronoresponderéningunapregunta.

Asentíasabiendasdequenoseapercibiríadeaquelgesto.—Elprimermensajeesunaadvertencia,mujerloba:ungranhalcón

se cierne sobre ti, te sobrevuela en círculos dispuesto a hacerte caer endesgracia, pero contigo perecerá todo un linaje, la estirpe de un granpueblo.

Supealinstantequiénera;aunquesuvestidurafueraladeuncuervo,supodersindudaeraeldeunhalcón.

—Yelsegundosóloesunavisión:renacerásenbuscadelafelicidadqueseteniega,pero,trasdeti,correránlavenganzaylaenvidiaadartecaza. Aléjate del llanto de un niño y de la piedad que aún mora en tucorazón,puessólorecibirásamarguracomopago.

Aguardé,massóloelsilencioreinóenlacabañadelOráculo.—¿YGunnar?—Yateheavisado,nadadepreguntas.Elancianoliberómimanoeinclinólacabezahaciasupecho.—Pero los espíritus han de haberlo visto, él esmi futuro—insistí

tenaz.Elhombresuspirólargamente,alzódenuevoelrostroysedescubrió

lacabeza.

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Sus blanquecinas retinas se clavaron enmí. Su acuosamirada titilóbajoelfulgordelcandilquepresidíalamesa.

—Talvez,peronotupresente.Sentí un regusto amargo en la garganta, me esforcé en tragar.

Alterada,mepusebruscamenteenpie,derribandolabanqueta.—Os equivocáis—repliqué con firmeza—.Yo soy la dueña demi

propiodestino;loencontraréyseremosfelicesdenuevo.—Elhombrequebuscasyanoexiste.Desiste,mujerloba,losdioses

notesonpropicios.Apreté los puños y fruncí el ceño. Una furia incipiente surgió de

repente, como la yesca soplada por la brisa que prende en las ramastiernas,prestaacreceryadevorarlotodo.

—Tampoco yo lo seré para ellos. Y aquí, ante el portador de susmensajes,clamomireto...sí,porquelosreto,losmaldigoymeenfrentoaellos.

Medirigíalapuerta,peroantesdesalirmevolvíhaciaelanciano.—Éste esmimensaje para ellos.Yno es ni una advertencia ni una

visiónfutura,esunhecho.—Noesmuyjuiciosoprovocarlairadelosdioses,loba—murmuró

elOráculoreprobador.—¡Viven furiosos conmigo! —exclamé enojada—. No dejan de

demostrármelo,melohanquitadocasitodo.—Lasmás duras pruebas son para los corazonesmás valerosos—

argumentóelanciano—.Meditalosaugurios,yactúaconsabiduría;lairaeselcaminodelosnecios.

Sacudí lacabezaconfrustración; laamarguraseanclóenmipechoconlainquinadelahiedratrenzándoseenlacortezadeunroble.

—No,anciano,lairaeshijadelainjusticia,perotambiénmadredelarebeldía.Noosnecesito,niavos,niavuestrosdioses.

—Noobstante,acudirásdenuevoamí.Lomiréconextrañeza,peronadarepliqué.Salíconvehemenciayofuscacióny,sumidaenmispensamientos,me

dirigíalskáli.

Loscánticosflotabanentornoaunagranhoguerajustofrentedelagrancasacomunal.Eraunaespeciedegaldrar,uncánticoenfebrecidoque

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seutilizabaparahechizosoparapedirelfavordelosdioses.Cerca de la hoguera, sobre unamesa, varios hombres sujetaban un

enormejabalí,quegruñíayarruabaenuntonoagudoqueerizabalapiel,sacudiendosupeludocuerpoconviolencia.

Unodeloshombreselevósucánticoconlosbrazosalzadosalcielo;enunamano,uncuchillo,yenlaotra,uncuenco.

Pidió a los dioses venturas para el pueblo y, nombrando aOdín, aFreyr,aNjörd,aThoryaBalder,descendióelcuchillohacialagargantadelanimalylodegollóconprecisión.

Lagenteclamóexaltadaysaltaronybailaronentornoalahoguera,disfrutandodelsacrificio.

Unoaunofueronuntadoscon laespesaycálidasangredelanimal,luciendoensusfrenteslamarcadelosdiosescomplacidos.

Hiramsepusoamiladoycontemplópensativolainmensahoguera.—Algovamal.Lo observé. Su apuesto perfil, en el que parpadeaba el refulgir del

fuego, permanecía impasible. Parecía una hermosa talla, que algúnescultor virtuoso hubiese modelado en un arranque de sublimeinspiración.

—Todovamal—completétaciturna.Hiramsostuvomimirada,compartíamidesazón.—Gunnardeberíahaber llegadoya, el emisarioquemandarondijo

queloshabíavistocercadeAgder,yesaaldeaestáaunpardejornadasdeaquí.

Observandoelfuego,meperdíentresusondulanteslenguasrojizas,entresusbrillantescrepitaciones,entresusvoracescrujidosdevoradores...yme sentí su igual.Esamisma intensidad crecía enmí, vibrando enmiinterior,quemandomisentrañas,aumentandosufulgor.Poderoso,seibaadueñandodemiser.

—Salgamos a buscarlo —propuse sin dejar de deleitarme en elinflujoqueejercíalahoguera.

Los maderos que habían dispuesto formando un alto cono sedesmoronaron quebrados y calcinados, y sus crujidos resonaron en lanoche, liberando un humo blanquecino que zigzagueaba en volutas queopacaban la límpidaoscuridaddelcielo.Aspiréelpronunciadoaromaamaderaquemadaquemanabadelahoguera,ycerrélosojos.

Inesperadamente, algodespertódentrodemí.Eraunconocimiento;

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sonreí.Esepoderquelatíaincipientedentrodemí,esairaqueahoraanidaba

enmiinterioryquecrecíaaunritmovertiginoso,eraelalimentodelloboque moraba en mí, y que lo convertiría en un ser temible, siempre ycuandomisagacidadyfrialdadlograranmanejarlo.Sí,habríademostrarmi astucia, mi frialdad. Atrás quedarían la piedad, la confianza, laingenuidad,lasúplica,yhastaelhonor.ComolehabíaseñaladoaHalfdandurante nuestra pelea, en la guerra todo vale. Y, ahora más que nunca,debíausarlasmássuciastretassiqueríaembaucarauntaimadohalcón.

—Esperemosdosdíasmás; sinohavuelto,partiremosensubusca—convinoHiram.

Seguimos a la multitud hacia el interior del skáli; allí la fiestacomenzaba.

Todaclasedemanjaressedisponíanenlaslargasmesasquehabíancolocado alrededor del hogar; la gente comía y bebía, alborotaba, ydisfrutaba con frenesí. Me despojé de la capa, y tomé asiento en unextremo,juntoaHiram,Valdis,JorundyEyra.

Contrariamente a otras ocasiones en las que el abatimiento habíaarruinadomiapetito,teníahambre.Pinchéconmipuñalunfaisánasadoycondimentadoconhierbasaromáticas,y lomordí con saña.Masticabaymordíaescuchandolaalgarabía,perosinmirarnada,exceptomiplato.

—Tienespeoresmodales queFenrir—murmuróEyra reprobadora—.Noolvidesqueestásfrenteaunrey.

Entonces,alcéelrostroyloencontréobservándome.—En lo que a mí respecta, ni siquiera es un halcón —repuse

indiferente, ante la expresión confusa del resto—, tan sólo un cuervomolesto.

—Pues,porcómotemira,creoqueesecuervotienehambre,ynoesalimentoloqueprecisa—repusoValdis.

Hiram se mostró enojado y huraño, y aquella actitud despertó lalenguade la joven,queaquellanoche lucía suhermosopelo rojoenuntrenzadorecogidobastantefavorecedor.

—Claro—agregó—,trasprobarelprimerbocado,nodesistiráhastahacerseconlapiezaentera.

—¡Cállate,Valdis!—gruñóHiram.—Escuestióndetiempo—continuódesafiante—.¿Oacasonotehas

dadocuentadequetendráretenidoasuesposohastahacerseconella?

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Porlaexpresióndelguerrero,supequeéltambiéntemíalomismo.—Estás equivocada—refuté, despegando un muslo de la grasienta

aveconunmovimientobrusco—.Esjustolocontrario,ardeendeseosdequeregrese.

Todosmemiraronconlascejasalzadasyexpresióndesconcertada.NisiquieraEyrateníaconocimientodelpacto;nohabíaconsiderado

importantecontárselo,puesnopensabacumplirlo.—Seacomofuere—agrególamuchacha—,tumaridoesunestorbo

paraél.Yalosreyesnolesgustanlosimpedimentos.Alcéelrostrodelplatoylamirépensativa.—Yosoyel impedimento,Valdis,sóloyo,masme temoque tendré

queaclarárselodebidamente.—¡Freya!Actúaconprudencia,eseexcesodeconfianzapuedeobrar

en tu perjuicio—aseveró Eyra indignada—. Te comportas de unmodoextraño.

—Actúocomomedejanquelohaga—aleguécongravedad—,conlafrustracióndeunanimalacorralado...pero,descuida,sabréencubrirlo,dispongodelasmañasadecuadas.

Ynobien terminédehablar, clavé losojos en losdel rey, quien, aciertadistanciayrodeadodesushombresdeconfianza,meobservabaconlarapacidadprendadaenlamirada.

Lesonreíseductoramientrasbebíademicopa.—Unacervezadeliciosaamiparecer,¿noescierto,Hiram?Éste,quearrugabaelceñoyparecíatenerdificultadesenreprimirsu

malestar,selimitóaasentir.—Vaya, parece que tienes claro tus fines, Freya —adujo Valdis

complacida—.Otrosparecenobcecadosenimposibles.Hiram la fulminó con lamirada, y la chica sonrió triunfal, aunque

detectéunlevevelocompungidoensusrasgadosojosazules.—Hoy estás muy hermosa, Valdis —la adulé—; seguro que esta

nochealgúnguerrerobuscarátusatenciones.Hirampusolosojosenblancoyresopló.—Captarálaatencióndealgúnincauto,siemprequenoabralaboca.—Cierra la tuya, patán, y dedica tus cortas entendederas a seducir

esclavas,quesonlasúnicasquepodránsoportartuvanidosanecedad.—¡Valdis!—exclamóenojado Jorund—.Muestra respeto a quien te

proveyódeprotección.Noshanayudado,noseasingrata.

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—Noheempezadoyo,padre,sólorespondoasusinsolencias.Eyrayyonosmiramosysonreímossubrepticiamente.—Enesodiceverdadlajoven—intervinoEyra—.Hiram,puestoque

yaconocessugenio,noesmuysensatoacicatearla.—Micomportamientoconellasóloesculpadesuscontinuosataques

—sedefendióelguerrero—.Pareceestarsiempreenguerraconmigo.—Talvezseahoradesellarlapaz—propuse—.Unbailepuedeserel

principio.Miré al corrodebailarinesque sehabía formado,yque jaleabana

los más vivaces. La música aderezaba la celebración derramada porflautas traveseras, mandolinas y tambores, y una modulada voz gravecantabalasgestasdelosdiosesenestrofaslargasyarmoniosas,quemásdeunorepetía,animandolavelada.

UnmuchachodecabelloscastañosyfaccionesagraciadasseacercóadondeestabaValdisesbozandounasonrisa,lacogióporelcodoylasacóa bailar.Nome pasó desapercibida lamirada escrutadora que dirigió aHiram.

Alinstante,elguerrerosepusoenpieymecogiódelbrazo.—Bailemos.Accedí tras apurarmi copa.Acalorada,me desprendí indolente del

chalecodepelodecastorymeuníalamultitudquedanzaba.Nosadentramosenelcorroquehabíanformadoygiramos,saltamos

yreímosal sondealegresmelodías.Loshombresqueaúnpermanecíansentadosasusmesasrestallabanlaspalmasdelasmanoscontraeltablero,siguiendoelritmodelostambores.

Enparejas,seadelantabanbailandoenelcentrodelampliocírculodedanzarines,entrepalmadas,risasysilbidos.

Hirammearrastróconély,delamano,giramosjuntos.Elguerrerosonreíacondiversión,yentusiasmadomeguiabaenunbailefrenético.

Me dejé llevar por la euforia, abotargada de dolor, alcohol yresentimiento. Sentí ganas de rebelarme contra el mundo, contra loshombresycontralosdioses.

Me sentíamareada, embotaday ardiente, pero, por encimade todo,desesperadamentenecesitada.Nosabíaquémeestabasucediendo,sóloeraapenasconscientedequemicuerpodespertaba,dequeelhambrecarnaltomaba el testigo de mi voluntad, de que mis pezones se endurecíansuplicantes, mi boca se entreabría clamando un beso y mi entrepierna

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gritabasusoledad.Movidapor un impulso,me abalancé sobreHiramy, colgada entre

susbrazos,meembriaguédesuobnubiladamiradaazul.—Ardo,Hiram...Y sin añadir más explicación, me lancé a su boca. Sobresaltado,

permanecióinmóvilyconfundido,mientrasyolograbaquemilenguasefiltrara solapadaybuscase la suya.Envaradoy tenso,meaferrópor loshombros con la intención de alejarme, pero yo gemí y frotémi cuerpocontraelsuyo;aquellodebilitósudecisión.

No tardó en reaccionar sucumbiendo a mi pasión. Sus manosrecorrieron mi espalda, se arqueó sobre mí y me besó con voracidad,desatandosuhastaahoracontenidapresadeemociones.

—Freya —susurró contra mis dientes, y de nuevo me besó condelirio.

Lo deseaba, me urgía poseerlo, y al mismo tiempo mi concienciabatallabaporhacerseconelcontrol.Debíadetenerlo,debíadetenerme;sinembargo, logramos desplazarnos a un rincón sin despegar los labios.Hirammeinmovilizóconsucuerpo,mientrassusmanossefiltrabanporla abertura demi escote y acariciabamis pechos.Gemí, jadeé,mordí yarañé, en un estado extrañamente febril, enloqueciendo al hombre queteníasobremí.

—¡Esa presa esmía,Hiram, aunque agradezco que la temples paramí!

Niélniyologramossepararnuestrasbocasanteaquellavozgraveyautoritaria.Era como si estuviésemos presos de un hechizo y su influjonosencadenaraaunapasiónmutua.

—¡Hedichoquelasueltes!UnamanograndesacudióelhombrodeHiram.Elguerrero sevolvióofuscado.Contrariado,descubrióqueaquella

inoportunaexigenciaproveníadesupropiorey.SentílamiradahambrientadeHalfdansobremishinchadoslabios.—Ellanoesvuestra,nobleseñor.Halfdan esbozó una media sonrisa y arqueó la ceja izquierda con

cínicoasombro.—Tampoco tuya, gusano, y ahora apártate antes de que mi

impacienciaseconviertaenrencor.Eslasegundavezquemecontradices,nohabráunatercera—advirtióenojado.

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Hiram me contempló con un amasijo de emociones crispando subellorostro:furia,anhelo,frustracióneimpotencia.Justocuandopensabaqueseretiraría,algopeligrosobrillóensumirada.Poralgúnmotivointuíque pensaba enfrentarse a su rey; tensó los hombros y se volvió haciaHalfdanconelceñofruncido.

Me adelanté a él, colándome entre aquellos dos grandes cuerpos, ymeencaréaHiram,dispuestaasalvarlelavida.

—¡Obedeceaturey!A pesar de la autoridad en mi tono, vio la súplica en mi mirada;

neguésutilmenteconlacabeza,rogándoleensilencioquedesistiera.Dio la impresión de debatirse en lo queme pareció una eternidad,

hastaqueagachólacabezavencidoysealejóempujandoconelhombroconsequedadaHalfdan,quetorcióelgestoconfuria.

—¿Qué deseáis, rey cuervo?—inquirí con intención de desviar sufuria,centrándoloenmí.

Lososcurosojosdelhombremegritaron la respuestaantesdequesuslabiosformaranlaspalabras.

—Ati,mujer.—Ymetendréis—aseguré—,cuandocumpláisnuestroacuerdo.—Esoeraantesdedescubrirquesóloeresunaperralasciva.Yaseabalanzaba sobremícuando lodetuveposando laspalmasde

las manos en su fornido pecho. Era más grande que Hiram, másatemorizador, pero también sobrecogedoramente viril, dotado de unamasculinidadqueazotabalossentidos,prometiendoplacerescasisalvajes.Sentísuinflujo,yesafiebretraidoraquemeobnubilabasealzódenuevocomounaespesaniebla,languideciendomiconsciencia.

—No lo seré con vos—repuse sinmucha convicción.Memareé ycerréporunmomentolosojos.

—Esoyaloveremos.Sugranmanomeciñólacinturaymeaplastócontrasupecho;laotra

cogiómimandíbulaylaalzóconhosquedad.Sólo distinguí una sonrisa triunfal, antes de perder contacto con la

realidad.Labocadelgranreycayósobrelamía,sinadmitirréplica.Aquella

lenguanoerasuave,nigentil,sinobruscaeimperativa.Elvorazdominiodel beso acentuó la sensación de irrealidad, sumiéndome en un mundoonírico,peroalavezenunvívidomalestar.Enmimentecomenzóanacer

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lanegación,larebeldía.Elloboseagitóinquietoenmiinterior.Lonotabacada vez más hambriento, husmeando su alimento: esa ira burdamenteagazapada que recorría mi ser, cubierta apenas por un liviano velo defrialdadycontrol.

—Voy a hacerte mía, Freya, y ni Gunnar ni los dioses van aimpedírmelo.

Apenas se separó de mí para arrastrarme por toda la sala hasta elfondodelskáli.

Apesardelmareoylaconfusión,meapercibídequeamialrededorvarias parejas se fundían en impúdicos abrazos, inmersos en besos ycariciascomosiaquellafiebrequemedominabasehubieraextendidoenunaplagalujuriosacomún.

Tras atravesar y sortear el frenesí de mujeres y hombres, riendo,bebiendoybesándose,Halfdanmeadentróensusdominiosprivados,sulokrekkja,sualcoba,separandolosgruesoscortinajesdelanaazul.

Melanzóencimadelacama,ysecernióamenazadorsobremí.—No imaginas cuánto te deseo —susurró quedo—. He sufrido,

maldita loba. Regodeándote delante de mí todo el tiempo, viéndoteentrenar, sintiéndome golpeado por tu poder, por esa sensualidad queemanasacadapaso.Ningunamujersemehabíaresistidonunca;esalgonuevoparamí,yesuntormentoquepiensoliberarahoramismo.

—Soltadme—exigíenunapagadobalbuceo.Mesentíasinfuerzas,sinvoluntad,desgarradaentreunaapremiante

necesidadcarnalyeldeseodealejarloagolpes.Sinembargo,supequemicuerpo, por algún ladino hechizo, me había despojado de la energíanecesariaparalucharcontraaquelgigante.

¿Quémeestabapasando?¿Porquéeraincapazdepelear?—Dejaquetemuestre lashabilidadesdeunrey,déjate llevarporel

placerqueestoydispuestoabrindarte.Cuandoacabecontigo,noquerrássalirjamásdemilecho.

Clavó enmí unamirada decidida en la que brillaba su lascivia, serelamió, entrecerró los ojos y tomó de nuevomi boca. Noté cómo susmanosabríanconvehemenciaelescotedemivestido.Apartólabocademis labios para enterrarla en mis pechos, que, enhiestos y de pezonesorgullosos,setensaronantelahúmedasuavidaddesulengua.

Cerrélosojoseintentéresistirmealplacer,aloscurodeseoquemeobnubilada.Apretélosdientesymispuñossecerraronsobrelamantade

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peloquecubríalacama,quenosofrecíaunlechocálidoyconfortable.Yestrangulé mis gemidos. La lengua del hombre jugueteaba, lamía,mordisqueaba; sus grandes manos abarcaban mis pesados senos,alzándolosmientrasrozabasubarbaysurostrocontraellos.Memordíellabioinferiorynopudeevitargemirdeplacer.Noobstante,enlugardedisfrutar de aquel goce, me procuraba un malestar amargo. Tenía queescapardeallí,pero¿cómo?

Derepente,mientraselhombresubíamifaldayacariciabaelinteriordemismuslos,provocándomeescalofríos,Gunnarllegóenmiayuda.

Fueronsusojos,tanverdescomolascolinas,tanlímpidoscomolosestanqueshoradadosenlaroca,tanbrillantescomoelreflejodelsolenelacero,losquereforzaronmidecisiónyaclararonmimente.MicuerposehallabapresoenlatórridanubedeplacerconqueHalfdanmecastigaba;incapazdeusarlafuerzafísica,sólomequedóunaopción:dejarquemiloboencontrarasualimento,laira,perovestidadeastuciayfrialdad.

—Os...ospropongootrotrato.Elreytardóenalzarelrostrodemissensibilizadospechos.—Lo único que me interesa ya de ti es lo que estoy a punto de

obtener.Se coló entremis piernas, arremolinandomi túnica en torno amis

caderasparatenermejoraccesoasupremio,ygruñóexcitado.—Talvezsíosinteresesaberquelapasióndelaquevaisadisfrutar

osvaacostarelreino.Entoncessílogrécaptarsuatención.Fijólamiradaenmí,confusoe

intrigado,peroaúnveladaporeldeseoqueloconsumía.—¡Calla,sóloteestápermitidoabrirlabocaparagemirrendidaante

mí!—¡Condenado bellaco! —proferí con desprecio—. Escucharéis mi

propuesta, queráis o no. ¿O acaso deseáismalograr vuestros planes porunamujer,queademásnoes,niserá,vuestra?

—¡Maldita seas, no atenderé tus locuras hasta haber satisfecho milujuria!

Medebatí bajo él fútilmente,maldije carecer de fuerzas,maldije lainusitadalanguidezqueaúnmeabotargaba.Denuevorecurríalingenio.

—De acuerdo—musité—.Tomadme si os place, pero luego no oslamentéiscuandoHorikcaigasobrevos.

—¿Horik?¿ElreydeJutlandia?¿AcasoLokiconfundetujuicio?

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—Sí,Horik,delqueesperáislealtadparaluegopagarlecontraición.Halfdanpalideció,meestrujó loshombrosconsus fuertesmanosy

mesacudiósobreellecho.—¿Quédiantrespasaconesebribón?—Pasa que, si no os separáis demí y juráis no volver a tocarme,

prontosabrádevuestrasmañas.¿Yquécreéisquepasarácuandosepaque,trassuapoyo,pensáisconquistarsureino?

El semblantedel rey secongestionópor la furia,me taladrócon lamirada.Crispadoytenso,descargóelpuñoenelcolchón.

—Quenosólonoosayudará—continué—,sinoquebuscaráalianzaspara enfrentarse a vos... y, si su jarl Ragnar Lodbrok acude a sullamamiento,seréisvosquienpierdaelreinoylacabeza.

Halfdanmecontemplóregalándometodosurencoryfrustración;surictus, rígido y contenido, apenasmostraba lo que debía de sentir en suinterior.

—¿Has pensado, pequeña arpía, que nadame impide tomarte comodeseoymatartedespués?

—Claroquelohepensado,poresoyadispuseaalguienquepartieraconmimensajesimesucedíaalgo.

Sostuvimos la mirada desafiantes y retadores, nariz con nariz,respirando agitados. Halfdan frotó su endurecida virilidad contra mientrepiernaengestofrustrado,mascullóunamaldiciónyseapartó.

—Eresunavíboraastutaycruel.Estavezganas,masteaviso:nosécómonicuándo,peroserásmía,vasapagarcaratuosadía.Nadieintimidaaunreyysaleindemne.

Saliódelacamaymecontemplópensativo.Me incorporé y me puse en pie dispuesta a alejarme a la carrera,

ocultandomialivio,peroHalfdanseinterpusoenmicamino.—Aguarda.Lomiréconextrañezaytemor.Sonriómalicioso y se despojó antemí de su camisola. Su enorme

pecho, adornado de temiblesmúsculos, duro ymoldeado, con una levepincelada de vello oscuro en el centro, aguijoneó mi bajo vientre. Porfortuna,logrémantenermeimpasibleantesuescrutinio.

—¡Dejadmesalir!—Todavíano.Asomólacabezaatravésdelacortinaehizoungestodeaviso.

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—Nopuedotocarte,¿noesasí?Neguéconlacabeza,expectanteyalerta.Casi al instante aparecierondos esclavas; eran esbeltas, de cabellos

claroscomoeltrigoenveranoyojosazules,unamásbonitaquelaotra.Meobservaroncondemasiadointerés.Unadeellasserelamiólasciva.

—Ellastampoco—puntualicénerviosa.Halfdanriomientrascogíaalasmujeresylasconducíaallecho.—Seríainteresante—admitió—,peronohallaríagoceenvercómo

te tocan sabiéndote vetada para mí. En cambio...—hizo una pausa paradesasirse de sus calzas. Su miembro basculó pesado, enhiesto y altivo;traguésalivaydesviélamiradaraudahaciasurostroatiempodeverunasonrisa engreída—... en cambio...—repitiómientras subía al lecho y searrodillaba frente a mí esperando que las esclavas se desnudaran—...gozarédetideotramanera,unamuysingular.Ynovasamovertedeahíhasta que te lo ordene, amenos que quieras ver aHiram azotado hastamorir.

Sentílagargantaresecayelpulsoalocadoenlasien,sólofuicapazdeasentir.

Lasmujeres,libresdesusvestiduras,sepusieronunaacadaladodelhombre; los tresestabande rodillas sobreel lecho, frenteamí.Halfdanrodeóaambasporlacinturaymededicóesamediasonrisasardónicaypendenciera que lo caracterizaba. Luego, besó a una de las mujeres altiempo que me echaba fugaces vistazos. Se inclinó y cogió uno de lospezones de la otramujer y lo lamió sin dejar demirarme. Sumano seescurrió entre las piernas de la esclava y acarició su dorada femineidadarrancandoreiterativosgemidosdesugarganta.

Volvílacabezaescandalizada.—¡Mírame,malditaloba!—exigióferoz—.Noteatrevasadespegar

tusojosdelosmíos.Obedecíypresenciésusjuegossexuales,entreavergonzada,irritada

yexcitada.Halfdaneradiestro en las artes amatorias, sabía cómocomplacer a

unamujer;enrealidadcolmabaadosconbastantefortuna.Aqueltríoyallevabatiempoentrenándoseenaquellaslides,adiviné.

Unade lasesclavasse inclinóhaciadelante,apoyadaensusmanos,ofreciéndose ardiente al hombre, arqueándose y elevando las nalgas.Halfdan se puso tras ella, la tomó de las caderas, se inclinó y lamió la

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curvadesuespalda,conlamiradaengarzadaenlamía.Azotójuguetónlanalga izquierdade lamujer, y se irguió antemí, con semblantegraveycontenido.Retrocediódeformasomeraydeunsoloenviteseintrodujoenella, arrancando el largo y placentero gemido de la mujer que sacudíafebrilsulargamelena.

Halfdan, con el rostro parcialmente cubierto por su negra y laciacabellera,copulabaconferocidadfrenteamísindespegarsusojosdelosmíos.

Recogió en su puño la melena trigueña de la esclava con la quefornicabaylaobligóaincorporarse,deslizandolamanohaciaelsexodelamujer,acariciándoloaltiempoquelapenetraba.

Losgemidos,jadeos,gruñidos,losgolpessecosdelacarnecontralacarne, el aroma almizclado que manaba del goce carnal, la tentadoraimagendelplacerdesatado,todoembriagabamisyadebilitadossentidos.

Fascinadaalveraquellaescena,micuerpotraidorsesacudióporunaagudapunzadadedeseo.Pudesentir lahumedaddemientrepierna.Recépornomostrarmisemociones.

—Descubretuspechosyacaríciatelos—ordenóHalfdan.Paralizada,locontempléconsofoco.—¡Ahora,malditasea,omeimportaránunbledotusamenazas!Retirélasdosbandasdelanaplisadaquecubríanmispechosyselos

mostré.Comencéaacariciarlos,ynopudecontenerungemido.Halfdancerró los ojos con semblante atormentado, pero, cuando de nuevo losabrió,vitaldeseoenellosquetemíunataque.Noobstante,secentróenlacópula incrementando el ritmo de su embates. Tomó en sus manos lospechosdelaesclavaylosamasóconfrenesísindejardeembebersedelosmíos.

Finalmente,ungritoquebradoylargoanunciósuliberación.—Freyaaaa...Era a mí a quien tomaba usando otro cuerpo. Abrumada y

sobrecogidapor la situación, por subrunay encendidamirada, sentí unaleteonerviosoenmivientre.Sólodeseabasalircorriendo,huirdeél,detodos, y correr, correr tras mi vida, esa que parecía esconderse demí,detrásdeunosojosverdes.

—Algún día... loba, algún día... y entonces... no necesitaré ningunaotramujer.Puedesirte.

Ésafuelaúnicaordenqueacatéconpremura,impacienciayagrado.

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15

Buscandoculpables

Recorrí el pasillo central del gran skáli con las mejillas encendidas.Muchas parejas copulaban sobre los bancos, en las mesas, en el suelo.Descubrí a Hiram poseyendo a una pelirroja que gritaba a pulmón;parpadeé incrédula, eraValdis.Hiram se detuvo ymemiró confuso, loignoréyacelerémispasos.

Aquelloeraunpandemóniumdepasióndesatada.Elúltimotrayectolo hice corriendo; salí de la cabaña seguida de gemidos, como si mepersiguieraunabandadadepájarosobscenosempecinadosenpicotearmivoluntad.

Lo primero que hice fue coger un cubo, llenarlo de agua delabrevadero y volcarlo sobremi cabeza. Sacudí mi cabello y comprobéque nadie me observara. Intenté acompasar mi respiración y relajar miánimo.

Miré la luna; su fulgor nacarado perfilaba de plata las nubes máscercanas,diluyendolanegruraafavordeunazuloscuro.Unamiríadademinúsculos puntos de luz tachonaban la noche, como lustrosas perlascosidasaunnegromantoaterciopelado.

Suspiréyliberétodalatensiónenunsollozolargoqueemergiódelcentromismodemialma.

Me permití aquella flaqueza, pero sin regodearme en ella, tan sólocomoescapealapresiónqueatosigabamipecho,comounactoprácticoynecesario. Recuperado el control,me limpié burdamente las lágrimas ymedirigíalacabaña.

Eyra sehallaba sentadaenunabanquetaenel exterior, cubiertaporvariasmantas.

—¿Quéhacesfuera?—leincrepé—.Haceunfríoinfernal.—Pues tú pareces no notarlo: no llevas tu capa, ni tu chaleco, y

ademásestásempapada—replicósopesandomisemblante.Yasíera,elfuegosentidotodavíacaldeabamicuerpo.

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—Notesientasculpable,sealoqueseaquehayaocurrido.Abrílosojose,incapazdesostenersumirada,lafijéenlapuerta.—Nohapasadonada,aunqueestuvomuycerca—confeséenunhilo

devoz.Amedidaquemimentesedespejaba,mivergüenzaaumentaba.—En tal caso, posees la voluntad de un dios. El rey emponzoñó la

cerveza.Abrílaboca,mudadeasombro.—¿Quéacabasdedecir?—Loqueacabasdeescuchar.Portucomportamiento...conHiram,y

por el del resto, intuí que habían aderezado la bebida. Aún siguen tuspupilas dilatadas, Freya.—Me sentímareada yme apoyé en el dintel—.Después, unamujerme confesó que de vez en cuanto echan un brebajeextraño a los barriles de cerveza, una mezcla de jengibre y un hongopeculiarquesecríabajolosgrandesrobles.Meexplicóqueavivaeldeseocarnalypuedodarfedeello.

—¡Esepajarracoinmundo!—proferífuriosa.—Creo, por la bacanal que se ha formado en la casa comunal, que

Halfdan se ha excedido en la dosis habitual, pues lamujerme dijo quenuncahabíapresenciadocelebraciónigual.

—Queríaembaucarmeycasiloconsigue.—Vas a contármelo todo, y no sólome refiero a lo que ha pasado

estanoche;durante la fiesta, tuspalabrasalertaronmi instintos.Asíque,cuantoantesempieces,antestedejarédescansar.

Y dejé brotar todo lo acontecido, sin omitir ningún detalle, pormuchoqueelruborquemaramismejillas.Tambiénledesveléelpactoqueacababadedesbaratar.

Cuando terminé mi relato y fui plenamente consciente de lo queacababadeviviresanoche,larabiamesacudió.NopodíapermanecerniuninstantemásenHedemark;encuantoamaneciera,partiríaenbuscadeGunnar.

—Tuastuciameadmira,Freya,mesiento tremendamenteorgullosade ti—repusomeditabunda—.Mas no subestimes el empeño de un rey,queademásesarteroytraicionero.Tedeseacomojamáshadeseadonadaen su vida, y seguro que esa intensidad también se debe a tu constanterechazo. Te has convertido en su reto, y para un hombre poderoso yambiciososignificaqueharátodoloqueestéensumanoparaalcanzarlo.

—Losé,poresopartirémañana.

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Laancianaasintió,suspiróhondoysepusoenpie.—Hasomitidoalgoenturelato,yjustoloquemásmepreocupa.Memiró con gravedad, posó lamano enmi hombro y lo oprimió

suavemente.—ElOráculo—admití.Asintióysuajadorostrosedulcificóenunasonrisacondescendiente.Le detallé la conversación y, cuando terminé, los ojos de Eyra se

habíancubiertoporunveloafligido.—Espeordeloquebarruntaba—confesó—.Losdiosesquierenque

te alejesdel rey,puespodrías alterar sudestino,y eseconocimientomedice que no sólo te metiste en su cabeza, Freya, sino también en sucorazón.Encuantoalavisión,eslamismaquelamía:séqueambososencontraréisenotravida,comomitadesdeunamismaalma.Encambio,lo del llanto del niño me confunde, está claro que la desgracia seempeñaráenperseguiros.Talvez...

—Talvez,¿qué?Laancianasacudiólacabeza;creíversuspensamientospasandoaun

ritmovertiginosoporsurostro.—Tal vez, ahora se te está dando la oportunidad de evitar que la

fatalidadtepersigaatravésdelostiempos.—Amí lo que más me angustia no es ninguna de esas dos cosas;

ahora mismo lo que atenaza mi pecho es no encontrar a Gunnar; dejóentenderqueyanoeramipresente.

—Losdesigniosde losdiosesdebentomarsecomoadvertencias;sedebe lucharporcambiarlos,perosies imposiblenoquedamásremedioqueasumirlos.

Un fraseacudióamimente,yconella los recuerdosdemipasadoalláenaquelToledoalquejamásregresaría.

—Elpasadohahuido,loquenosesperaestáausente,peroelahoraesmío.

Aquéllafuemideclaraciónde intenciones.Lucharíahastael final,anadatemíaya,tansóloaperdermivida,esaqueyanomorabaenmí,sinoenunguerrerotemiblequesecubríaconlapieldeunlobo.

Amanecíacuandounosgolpesimpacientesaporrearonlapuertadelacabaña.

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Eyra y yo nos miramos alertas. Jorund continuaba en su camastrosumido en el sueño, regalándonos sus bufidos y resoplidos. Valdis noestabaensujergón.Sóloyosabíadóndeseencontraba,enlosbrazosdeunhermosoguerrero.

Cuando abrí la puerta, fue esehombre el quememiró con el ceñofruncido y una expresión tensa. Me cubrí de rubor cuando deslizó lamiradahaciamislabios.

—Gunnarestáaquí.Abrí los ojos impactada,mi estómago cosquilleó y enmi corazón

aletearonmiles de inquietasmariposas. Sentí ganas de llorar y reír a lavez;cuandoyameprecipitabaalexterior,memareéyperdíelequilibrio.Hirammesujetóporlacintura.

—Cogetucapa,estáhelando—meaconsejófijándoseenmivestidorojo;máspuntualmente,miescote.

Porfortuna,nomehabíadesvestido,yaquepensabaescaparalalba.—Laolvidéenelskáli.Hiramarrugólacaraenunmohíndedisgusto,imaginándomeenla

camadeHalfdan.—Nomeposeyó.—Noacababadepronunciarlocuandomepregunté

porquéteníaqueexcusarmeanteél.—Tevisalirdesualcoba.—Nome importa loque creas; sólo te diré, para el descansode tu

conciencia, que Halfdan envenenó nuestra voluntad, liberando nuestrosmás primarios instintos: contaminaron la cerveza con un brebajelibidinoso.Ningunosomosresponsablesdeloquesucedióanoche.Nohasdesentirtemalantetuhersir.

SalimossinesperaraEyra,quehizoseñasdequenosseguiría.Caminamosconapremio,expulsandovolutasdealientoblanquecino

y temblando ante la helada que sepultaba la región bajo su implacableyugo.

—Mesientomal,Freya,pordoscosas—aseveróHiramsinmirarme—. La primera es porque tomé a lamujer equivocada en tu lugar, y lasegunda,porquenobebícerveza.

Nada respondí, ni siquiera lomiré;me limité a caminar, deseandoliberar la piedra de mi pecho, desesperada porque unos brazos meenvolvieran,yporquedosgemasverdesiluminaranporfinmiexistencia.

Llegamos a la explanada frente al skáli, donde la hoguera

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ennegrecidahabíasidocubiertaporunafinaytraslúcidacapadehielo.Numerosos caballos y jinetes estaban apostados frente a la cabaña,

atando sus monturas al cercado. Se me cortó la respiración cuandoreconocí a Erik Cabello Hermoso, y a Ragnar Hacha Sangrienta. Corríhaciaellos.

Sevolvieronhaciamíjustoantesdequelosalcanzara,conelespantopintadoenelrostro.Retrocedieronsobresaltadosytemerosos.

—Presenciounavisión,Erik—musitóimpávidoelguerrero.Eriknisiquieraeracapazdehablar;teníalamandíbuladesencajaday

losojosparecíansalírseledelasórbitas.Nopudeevitarabalanzarmesobreellosycolgarmedesuscuellos.Erik gritó embargado por el pánico, y Ragnar trastabilló mientras

retrocedíacayendosentadosobresusposaderas.—¡Atrás,espectro!Me detuve a contemplarlos con los brazos en jarras y una sonrisa

divertidaenmirostro.—Soyyo,majaderos.Estoymásvivaquenunca.Ambosmecontemplaronpálidoseimpresionados.—Erik,¿losespíritushablan?—Cre...creo...queno.AlarguéelbrazoytoquéconlapuntadeldedoelpechodeErik;éste

mirómidedocomosifueralapuntadeunadaga.—Nodeberíasgritartanto,Erik—adujeconsorna—.Simuestrastu

precariadentadura,notendrásdóndeclavartuaguijón.—Simefaltandientesesportuculpa,casimematanenaquelbarco.Asentíycompuseunmohíndedisculpa.Porfinelguerrerosonrió.—¿De...deveraserestú?—inquirióRagnarponiéndoseenpie.Meestiréunmechóndepelo,ylesguiñéunojo.—Esoparece.—Pe... pero... si estabas muerta, Eyra... te enterró —tartamudeó,

acercándoseconfundido.—Peroladesenterré...—explicóEyra,queseacercabaanosotros—

...cuandocomprobéquetodavíarespiraba.—Me salvó la vida —argüí—; todo este tiempo he estado

recuperándome.Amboshombresdeslizaronlamiradaamiplanovientre.Memordíellabioinferioryneguéconlacabeza.

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—Gunnar...tecreemuerta...Amboshombressemiraronalarmadosyturbados.—¡Por los dioses... Gunnar! No sé cómo va a afrontar tenerte

enfrente.—Comoalguienquereencuentraaunseramado.Los guerreros intercambiaron miradas nerviosas e inmediatamente

lasdesviaroncon loquepretendía serdisimulo.Erik seconcentróen lapuntadesuspies,mientraslosfrotabacontralatierra.Ragnarserascabalacalvainquietoydecidiósacudirsusropasevitandoencontrarseconmimiradainquisidora.

—¡Maldición!¿Quéocurre?Miré a Hiram, que estaba a mi lado, pero tampoco se animaba a

responder. Empecé a crisparme. Miré las puertas de la casa comunal,intuyendoqueGunnar estaría dentro.Con el ceño fruncido,me adelantédispuestaaencontrarmeconmiesposo.

Hirammedetuvo.—Serámejorqueloaguardesaquí.Merevolvícontraél.—Yaheesperadodemasiado—contravine.—Hazcaso,Freya—meaconsejóEyra.DetectéunamiradadereprochedeErikaHiram.Ragnar,conelceño

fruncido,seenfrentóaesteúltimo.—¿Nolahasavisado?—Lointenté—sejustificó—,peronomedejódecírselo.Meencaréconél;laangustiameoprimíaimpidiéndomerespirar.—Ahoraquierosaberlo.—Gunnar...—comenzó a decir titubeando, apenas si podía sostener

mipenetrantemirada—...noeselqueera,está...perdido.—¿Perdido?—Haenloquecido,Lokilotieneatrapadoensumundo,ahora...esun

hombre distinto. Creo que te impactará verlo, has de estar preparada,Freya.

—Volveráaserelqueera—musitémásparaanimarmeamímismaqueparaconvenceralresto.

Por los semblantes que me rodeaban, pude comprobar que noalbergabanmuchasesperanzas.

Justoeneseinstante,laspuertasdoblesseabrieron.Delinteriorsalió

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un hombre de mediana edad, corpulento y de expresión astuta, que meobservóconsuspicacia;elgranOrn.TrasélibanThorffinelGigante...yGunnar.

Semeparóelcorazón.Thorffinsedetuvoamitaddelospeldaños,cuandoreparóenmí.Su

rostro se demudó por el asombro. Impresionado y pálido, tuvo queagarrarse a la baranda. En cambio, Gunnar, ferozmente hermoso,descendióconseguridadysemblanteimperturbable.

Verlotancambiadomeconmocionó.Enverdadnoeraél.Sobre su espalda caía la piel de un lobo negro, que sujetaba con

correajes a su cintura, y sobre su cabeza, la del animal, desecada ygrotesca. Los colmillos resplandecientes del lobo asomaban por encimadesufrente.

Sus largoscabelloscubríanunabuenapartede suespalda,castañosclarosydespeinados,ydoslargastrenzascaíanalosladosdesurostro.Llevabaeltorsodescubierto,apesardelagelidezquepesabaenelaire.

Admirélospoderososmúsculosdesupecho,susabultadoshombros,susimpresionantesbrazosescarificadosyteñidosconextrañossímbolosrituales; una cinta ancha de tela roja circundaba el derecho. Su vientre,duro como el acero, condujo mi mirada hacia abajo. En sus caderaspendíaelanchocinturónqueportabaunenormeespadónenfundadoensuvaina.Lucíaunasceñidascalzasdepielcurtidamarrón,queacentuabaloslargosyelásticosmúsculosdesuspiernas.Caminabaconesepasofelinoyamenazantequeatemorizabaaloshombresycautivabaalasmujeres.

Derepente,posósusimpresionantesojosverdesenmí.Contuve el aliento y con el corazón desbocado aguardé su

reconocimiento. Se detuvo apenas para pasear lamirada pormi cuerpo.Pero en su rostro no asomó ninguna emoción; permanecía frío, duro eimpasible,creídistinguirinclusounmatizdesdeñosoensufaz.

Meencogí,desgarradaentrelasganasdeabrazarloydegritarle.Continuósucaminohaciasucaballoymontóenéldeunágilsalto.—¡¡¡Gunnar!!!Ycorríhacíaélconlágrimasenlosojosyelalmaquebradadedolor.Apenas me miró, sacudió las riendas y caballo y jinete salieron a

galope,alejándosedemí.Caí de rodillas. Temblaba; bajé la cabeza y sollocé rota y

desamparada.

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Balbuceé su nombre, permitiendo que el dolor me sacudiera,compungidaydesolada.Sinembargo,cuandooípasosacercarse,alcéelbrazohaciaatrásdeteniendoalquesemeacercaba.Neguéconlacabezaymesumíenunahondapena,todavíaincapazdecreerquenoseacordarademí.

—¡Bendigoalosdioses,pordevolvertealmundodelosvivos!Reconocí la voz de Thorffin. Logré reunir las fuerzas suficientes

paraponermeenpieymirarlo.—Nofueronellos,sinoEyra—susurréintentadoreponermedeaquel

durogolpe.Refreguémisojosconelantebrazoe inhaléprofundamente,buscando el coraje que necesitaba—. Quiero que me cuentes qué le hapasadoyadóndesedirigeahora.

Elgigantederizadopelorojo,rostroamableyemocionadoasintió.—Volverá esta noche; espero que, para entonces, hayas logrado

comprender lo que le ocurre y encontremos entre todos una solución.Tambiénesperoquetemuestresindulgenteconél.

—¿Cómo nomostrarme indulgente, si soy la única culpable de suestado?

Thorffinbajóelrostroafectadoynegóconlacabeza.—No,Freya,noereslaúnicaculpable.Sentíunasensaciónviscosayopresivaserpenteandopormivientre.

La amargura, que se había extendido como una plaga por un campo decultivo,oscureciómirostro.

—Seacomofuere,denadavalelamentarseya.Llenémispulmonesdeaquelaireinvernalqueparecióapaciguarmi

sufrimiento,ymeencaminéhaciaelskáli,seguidadelosdemás.

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16

EnlasgarrasdeLoki

Sentadafrentealhogar,alejandolafrialdaddemismiembros,masnodemicorazón,meaprestéaescucharelrelatodeThorffin.Eyra,juntoamí,tan contrita comoyo, no apartaba la vista del fuego sumida en funestospensamientos.

—Adelante.Erik,Ragnar eHiramnos acompañaban en lamesa; en este último

advertíunamiradacompasiva,yunaexpresiónexpectante.—CuandologramoscargarconGunnaryalejarnosdeSkiringssal—

comenzóanarrarThorffin—,creíquenosobreviviríaalafiebreyalosdelirios. Jamás había visto tal decaimiento en nadie. Ora sollozaba, oragritaba,oramaldecía,hastaquecaíadesfallecido.Enmásdeunaocasióntuvimos que atarlo, para que no se hiriera. Sufriendo semejante dolor,aumenté la dosis que Eyra elaboró para aletargarlo. De tal forma, lamayorpartedeltiemposelopasabadormitando,sumido...en...pesadillas.Llegó un punto en el que, cuando despertaba, nos miraba confuso y selimitaba a comer y a ejecutar sus tareas como si fuera una sombra.—Thorffin suspiró ante los recuerdos; su sufrida mirada me habló de lahondapreocupaciónporsuamigo—.Peroalmenoseraunamejoría,oasílo consideré en un principio.A excepción de que no hablaba y siempreteníalamiradaperdida,poreldíaobrabaconaparentenormalidad.Pero,porlanoche,eraotracosa.

El fuego crepitó en un destello luminoso y moribundo en el queflotaron pavesas incandescentes; la sala caldeada por el hogar no logróquedejaradetemblar.

—Por la noche, las más viles criaturas del inframundo acudían aatormentarlo.Seescapabasemidesnudogritandotunombre,persiguiendoalgo que ninguno éramos capaces de ver. Solíamos encontrarlo en ellecho del bosque, magullado e inconsciente. Otras veces, tras unapesadilla, entraba en una especie de trance, y se convulsionaba sobre sí

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mismo aullando como un lobo. Había dejado de ser humano paraconvertirseenunanimalatormentado.

Cerré los ojos, en un vano intento por contener de nuevo laslágrimas.Micorazónsangraba.

—Loki lo capturóenelmundodel engañoy la confusión, jugandocon él, pues te veía en cadamujer, en cada rincón; corría hacia ti, paradescubrirqueeraunardiddeesemaléficodios.Y,entonces,montabaencólera,acumulandotalfierezaqueconsiguióhacersetemerenlabatalla.

»Buscabasumuerte,loveíatanclarocomoteveoati;noobstante,laira lo mantenía con vida, pues peleaba con tal brutalidad, liberando lafuriacontenida,queseconvirtióenunguerreroinvencible.Eldíaqueseenfrentóaunadocenadehombresylosaniquilósinayuda,supequeaquelque tenía a mi lado ya no era mi amigo, sino una bestia inhumana.Asolamosaldeasenteras,porordendeHalfdan,enbuscadelosmalditosIldengum y de Harald. —Hizo una pausa para tragar saliva; sus ojosavellanasehumedecieron—.Aqueldíajamásseborrarádemimente.Nohicimosprisioneros,nodiotiempo.

»Entonces, decidí dejar de administrarle el brebaje. Los primerosdíastuvimosqueatarlodenuevo,yaqueseagitabafrenéticamentecomounanimalatrapado.Susalaridosponíanlapieldegallina,suplicabaquelosoltáramos, que lo ayudáramos, gemíay sollozaba, pero fui fuerteynosucumbíasusruegos.

Thorffin desvío la mirada; en ella brilló el tormento de aquellosdifícilesmomentos.

—Trasunosdíasdurísimos,Gunnarserestableció.Lograbaenfocarlamirada, suexpresiónera lúciday sucomportamiento,normal.Seguíasin conversar con nosotros, pero al menos nos escuchaba y, aunque latristezapermanecíaensurostro,penséquelohabíamosrecuperado.Peronofueasí.

»Todo cambió cuando el rey nos llamó y acudimos a su corte,dejandoAgder,dondemoranlossupervivientesdeSkiringssal,entreellosporfortunamiesposaysuhijo.

»Aquí, elhermetismodeGunnar lo aislódel restode loshombres,hastaqueenunafiestavolvióacambiar.

»Se mostró más irritable e impaciente, más violento de nuevo.Buscaba enfrentamientos continuos, se liaba a golpes con quien seatrevieraamolestarlo,rugíaporlasnochesypenabaporeldía.Halfdan,a

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tenor de su comportamiento, aconsejóque elmejor lugar para él era elcampo de batalla. Recuerdo sus palabras, fueron: “Es un depredador y,comotal,hadeofrecérseleunabuenapresa”.YasínosenvíoaporHakeelBerseker.

Thorffin desvió lamirada hacia dos jóvenes asustados, sentados enun rincón. Uno era apenas un niño de rubios cabellos, y la otra, unamuchachamuy bonita de doradamelena trenzada y grandes ojos azulesque abrazaba protectora al niño ymiraba con semblante temeroso a sualrededor.

—RagnhildyGuthorm—informó—,loshijosdelreydeRingerike,el valeroso SigurdHart. Ese condenadoberseker, tras una celada en unbosque, mató al rey, y luego viajó a Stein; capturó a los hijos de suvíctima,conlaintencióndedesposaralaprincesaRagnhild,justocuandollegamos nosotros.Gunnar se enfrentó aHake en un combate amuerte,perollegaronsushermanosensudefensay,mientrasGunnaracababaconellos, el muy perro logró escapar junto a Starkad el Viejo, el másdespiadadoguerrerodeestos lares.Almenos logramosarrebatardesusgarrasalosvástagosdelrey.

—Paraentregárselosaotroperro—murmuré.—Peroaunperrorey—apostillóHiram.Thorffinobservócompasivoalamuchacha.—Creedmesiosdigoqueaquílograráserunabuenareina,ynouna

esclava maltratada, Halfdan sabrá darle el lugar que merece; tan sólodeseadeellasureinoyqueledéhijosvarones.

Me limpié las lágrimas ymiré aEyra, que permanecía en silencio,conelceñofruncido.Midoloreraelsuyo.

Paséelbrazoporsushombrosyapoyélacabezaenella.—Confía,mibuenaEyra,lograremostraerlodevuelta.Eyrasevolvióhaciamíyasintió.—Rezoalosdiosesporél—susurróacariciandomicabello—ypor

mí.Alcé la vista hacia ella; la culpa congestionaba su rostro comouna

pesadalosaaplastandolamullidahierba.—Mibrebajecontribuyóaenloquecerlo,Freya—musitóenunhilo

de voz—.Creí ayudarlo, soliviantando su pena conmi remedio, y sólologréacentuarsusufrimiento;soyunanecia.

—No,notepermitoreprochartenada,atimenosqueanadie.Fueun

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compendio de sucesos, sólo eso, de ninguna manera premeditado, almenosportuparte.

Thorffinvolvióofendidoelrostrohaciamí.—Nomereferíaati,buenThorffin,nadiehubieradeseadounamigo

mejor.Todosmemiraronconcuriosoasombro.—Pensad, ¿aquién le interesaqueGunnar sehayaconvertidoenel

mássanguinarioulfhednar?—Aunreyambicioso—mascullóHiram,comprendiendoderepente.—Yunreyacostumbradoamanejarvoluntadesconelconocimiento

deciertoshongosyraíces.—¿CreesqueemponzoñalamentedeGunnarconalgúnbrebaje?—

preguntóErikdemudado.—Estoyconvencida.ThorffinacabaderelatarmequeGunnarrecayó

cuando vinieron aquí, y más concretamente en una fiesta. Eyra hablóanocheconlamujerquemetiólapócimaenelbarrildecerveza.

—Isgerdur,sellama—apuntóEyra.—¿Quépasóanoche?—inquirióThorffinintrigado.Hirammemiróyenrojeciódeunmodovisible.—Celebramos el Júl, y... bueno... la gente se... digamos que... se

obnubilódepasión.—¡Ah,eso!—profirióErikconunasonrisitatraviesa.—Sí,eso,queparecesyaconocer—adujecáustica.—Todosconocemosesas...celebraciones.ImaginéaGunnarconalgunamujer,otalvezcondos,talycomolas

disfrutóHalfdan,yunapunzadaatravesómipecho.—Necesitamosaveriguarquiénhaceelpreparado—sugirióEyra—y

cambiarloporotroinocuo.RecordéeldíaenquememetíbajoelsoladodelacabañadeAmina,

entonces lamujer de Thorkel, y agregué a sus barriles de aguamiel supropioveneno,ladañinaadelfa.

—Hade ser similar al que tú le preparaste,Eyra, pues provoca lasmismasreaccionesenél—repusoThorffin.

—Puede ser; sin embargo, parece menos aletargado de lo quedebiera. Puedo adivinar que se ha usado beleño blanco y raíz demandrágora,peronobelladona;esotraplanta,deesoestoysegura.

En ese momento apareció Halfdan surgiendo tras los pesados

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cortinonesdesualcoba,yseacercóalostemblorososjóvenes,alfondodelasala.

Conversó amigablemente con ellos; desde donde estábamos nooíamossuspalabras,perosurtieronefectoporlasonrisaagradecidaqueesbozólajovenprincesa.

Cuandoreparóennosotros,sedisculpócortésconloshermanosyseacercó,clavandosusoscurosyavarientosojosenmí.

—Hola, Thorffin. ¿Dónde está Gunnar? Como veis, lo aguardaansiosasugentilesposa.Porfinpodrédisfrutardeesegranreencuentro.

Sucínicasonrisameprovocónáuseas.—Partió,regresaráestanoche—contestóescueto.—Ooohhh...¿ynosellevóasuhermosahembraconél?Elreybostezóysedesperezóindolente.—Apenas he dormido —se disculpó—, anoche la fiesta se alargó

demasiado—aclarósinapartarsusojosdelosmíos.Ningunoosóhablar;mepuseenpiedispuestaamarcharme.—Querida,llevaselmismovestidodeanoche,deberíascambiarte,se

vemuy arrugado, accesible y revelador—fijó con ofensiva atención lavistaenmiescote—,peroigualdetentador.

Loshombres,exceptoHiram,quedistendía losorificiosde lanarizconteniendosufuria,mecontemplaronboquiabiertos.

—Agradezcovuestraapreciación,granrey,comoagradezcoqueosconformaraiscondosesclavasymedejaraishuirdevuestrasgarras.

Halfdanmefulminóconlamirada.—Talvez,yviendo la indiferenciaquecausas en tu esposo,pronto

tenga dos hembras de más nivel a mi alcance, una reina —dirigió lamiradahacialajovenRagnhild—yunalobaguerrera.

—Esperoquenolotoméiscomounagravio,puesnoloes.Perohedeconfesarque,aunquenoestuvieracasada,nosoymujerdecompartir.

AHalfdanlebrillaronlosojoscondiversión.—Esodependeríadesisatisfagodebidamentetus...necesidades.—Niaunasí.ElreyrioyalzólamanollamandoaJora,quedeinmediatodejóde

alimentarelfuego,cogióunajarrayunacopaylasdepositóenlamesa.—Y ahora, ve a entrenar como haces a diario, creo que tienes que

liberar mucha frustración. Anoche aprendí una valiosísima lección: nohablardemisestrategiasdelantedeextraños.

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Meguiñóunojoymedespidióconungestodelamano.Eyrayyoabandonamoselskáli.Rumiabamifuria,miimpotenciaymidolor;teníaganasdegolpear

algo.—Vealacabaña,pontealgomáscómodoysigueelúltimoconsejo

delrey,lonecesitas.Yomientrasaveriguarécuantopuedadelbrebaje.—Loodio—mascullécolérica.—Élatino.Ysealejóhacialosalmacenesdegrano,dejándomeembargadapor

laofuscación.

Mientras entrenaba, mientras esquivaba estoques y lanzaba ataques,mimentedivagaba.

Sólo lo veía a él, su pétrea expresión, su rigidez, la frialdad de sumirada,ylaindiferenciaquemeregaló.

Me creía una aparición, una de sus continuas visiones, por esomehabíaignorado.Debíademostrarlequenoloera,nopodíasertandifícil.Memoríadeganasdetocarlo,debesarlo;sólopensarensurechazomedesgarraba el corazón. Ambos estábamos vivos, todo lo demás noimportaba.

Asleif,enunvelozgiro,deslizóconprecisiónsufilopormicostado,simulandoherirme.

—Hoynoestáscentrada,Freya,pudehabertematadounadecenadeveces.

—Cierto,estoydemasiadofuriosa—admití.—¿Contuesposo?Asleifsesecóelsudordelafrenteconelantebrazo,congestohosco

envainó su espada y me conminó a seguirla fuera del campo deentrenamiento.

—Sédóndeestá.Abrílosojosesperanzada.La guerrera, de rostro arrebolado, claros ojos y plateada melena,

mirócondesconfianzaenderredorysusurró:—Suele refugiarse enAgder cuandoalgo lo atribulademasiado; es

unaaldeacercana,entrelasmontañas.—¿DondevivenlossupervivientedeSkiringssal?

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—Sí,él...allí...Freya,hasdeentenderqueéltecreemuerta.—¡Porlosdioses!¿Adóndequieresllegar?Asleifbajólavista,suspiró,pareciómeditaruninstanteyfinalmente

logrósostenermelamiradacondecisión.—Suelevisitarasuhijo.Derepente,elmundosedetuvo,elvientodejódesoplar,lospájaros

de cantar, la hierba ya no susurraba, cesaron losmurmullo de la gente,hastalamujerqueteníafrenteamípareciódesdibujarse.Nisiquierasentíafrío, ni cansancio, ni el peso demi propio cuerpo.Nada, sólo un vacíotremendoamialrededor;meviflotandosobreunagujeronegro.

Asleifseabalanzósobremíymesujetó;mesentícomounmuñecodetrapozarandeadoyroto.

—No...nopuedeser...—balbuceé—.Apenashanpasado...sietelunasnuevasdesdeque...

—Su hijo es un bebé, Freya; no lo he visto, pero lo comentó laesposadeuncomerciante.

—Es...esdeltodoimposible.Asleifme ayudó a sentarme en un tocón, fue a buscar un balde de

agua,empapóuntrapoymelopusoenlafrente.Estabahelado.—¿Mejor?Neguéconlacabeza,yneguéconelcorazón.Esonopodíasercierto,

noteníasentido.Gunnarseríaincapazdeyacerconunamujercuandomeacababa de perder, por nomencionar lo poco probable que era traer almundo a un niño de tan temprana gestación.No,me dije, estaban en unerror.

—Seguroqueesunaconfusión—mascullémásparamímisma.—Sólohayunamaneradecomprobarlo—opinóella.MiréaAsleif;ensucelestemiradaviloquehabíadehacer.Mepuseenpie,aúnalgomareada,ymedirigíalosestablosseguida

porlaguerrera.—Nonecesitocompañía—repuseatravesandolosportalones.Lamujer sonrió sarcástica, sacudió lacabezayenfilóhaciaunode

loscaballos.—Claro que la necesitas, no tienes ni idea de dónde queda Agder,

pequeñabondi.Resopléyasentíclaudicando.Ambas pertrechamos con premura lasmonturas, nos cubrimos con

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gruesascapasymontamosconligereza.—Gracias—proferí.—Tengo debilidad por las discusiones de pareja —arguyó

guiñándomeunojo.Sonreíquedamenteyaticémimontura.Partimosalgalope.

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17

Unlobohuyendo

El viento meció nuestros cabellos; el mío, negro, como un velomortuorio, comomi ánimo, funesto y lúgubre, y el deAsleif, blanco ybrillante,comolaesteladeunaestrella,comolasalasdelapalomadelaAnunciación, como un manto de plata ondeante que seguía de formahipnótica.

Atravesábamos los páramos, como si en verdad fuéramos dosvalquiriasencaballosalados.Íbamosequipadasconelbyrnie, lacotademalla, sobre nuestras camisolas cortas, el ancho cinturón tachonado, elcinto donde pendía nuestra espada y las altas botas de piel, atadas concintas cruzadas que cubrían nuestras rodillas, no dejando lugar a dudasacercadenuestroestatus:guerrerasdeunrey.

Loscascosdeloscaballosresonabanconfuerzaenlaheladatundra;mi cuerpo sofocaba las bruscas sacudidas del animal, cuando saltaba unpeñasco rocoso invadido por el musgo, o sorteaba un tronco caído.Apretabalosdientes,aspirabaelfrescoaromaapino,levementeteñidodehumedad, y de la podredumbre que emanaba de la madera endescomposición,eintentabaespirarpartedelafuriaydesasosiegoquemecarcomíapordentro.

Saberqueprontolotendríafrenteamímeconsumíadeimpaciencia,pero también de inquietud. Estaba convencida de que no pensabadesaprovecharlaoportunidaddedemostrarlequenoeraunaaparición;loqueocurrieradespués,sólolosdioseslosabrían.

Eldesvaídosolinvernalcomenzóadescender,dorandolascumbresyrecortandocontralalontananzalasaltasmontañas.

Másallá,vislumbréunnutridogrupodecabañas,juntoaunacascadaquebrotabadeunodelosimpresionantesmacizosysederramabaenunapequeñalagunahoradadaenlaroca.

El paisaje era impresionante. Un halo húmedo sobrevolaba elentorno.

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Frenamosnuestrasmonturasynosmiramos.—Agder—anuncióAsleifcircunspecta.Avanzamosdenuevo,lentamente,hacialaaldea.Varios convecinos nos miraron intrigados, algunos con temor. En

diversoscarros,graznabanocasygansosapresadosenjaulas;entornoaunafogata,algunasmujeresmolíangranoenunburdomorterodepiedra,mientrasotrascocíanmasasdepancircularesenunaampliacazuelaplanadehierrosobrelasbrasas.

Unadeellasmemiróconclaroestupor,sellevólamanoalabocaytrastabillóenunintentodeincorporarse.

—Hola,Helga.LamujerdeThorffinretrocediótambaleante,negandoconlacabeza.—Lokinublamivista.Desmontéymeacerquéaella.—No,tuvistaesperfecta,soyyo.Parpadeóincrédula,sefrotólosojosconinsistenciaysumanoaleteó

temblorosahaciasupecho.—Freya,¿tambiénpiensastorturarnosanosotros?Resoplé y sacudí la cabeza. Me acerqué a otra mujer y me planté

frenteaella,meagachéyconmidagacortéunodeloshumeantespanes.Sonreíy soplémibocado.Locomígustosa,deleitándomeenel sabor amielyasuerodeleche.

—Delicioso.Helgapermanecióconlabocaabierta,yexpresiónhorrorizada.—¡Soyyo,maldición, soyFreya!, de carneyhueso, nomorí,Eyra

salvómivida,ytodoestetiempoheestadorecuperándome.Helgacayóderodillas, trémula;susojossenublarondelágrimasy

compuso un mohín desolado que no pude resistir. En dos zancadas laalcancéylaabracéconfuerza.

—Ssshhhhh...soyyo.Lossollozoslasacudieron,perotambiénelalivio;reíayllorabacasi

alunísono.—¡Freya!¡Oh,mibuenBalder!¡Estásviva!Lealcéelrostroylimpiésushúmedasmejillas.—VinearecuperaraGunnar.Parpadeórepetidasveces,hipóymirócontritahaciaatrás.—Cuandotevea...

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—Yamehavisto.Abrióasombradalosojos,surostroseoscureció.—Estápresodeunhechizo—musitóapesadumbrada.—Al que pondré remediomientrasme quede un aliento de vida—

asegurécondeterminación.—Freya...hasdesaber...—comenzóadeciratribulada.—No —la interrumpí—, no puedo creer que tenga un hijo, es

imposible.Helgaasintióconsemblantecompasivo.—Maslotiene,ycreoqueesloúnicoqueloanclaaestemundo.Negué consternada. Me puse en pie y miré en derredor. Aquella

afirmación era como un aguijón envenenado en mi pecho, que emitíaalternativamente oleadas de furia y dolor, de igual intensidad. Ese«imposible» comenzaba a diluirse. Gunnar había podido tomar a otramujer preso de... la rabia, el dolor o simplemente enturbiado por losbrebajes.Yesesolopensamientomehizotemblardecólera.

—¿Dóndeestá?—Freya...—¿Dóndeestá?—repetíentredientes.—En la última cabaña —respondió—, la que está pegada a la

montaña,peroFreya...dejaalmenosqueloavise.Hicecasoomisodesuspalabrasymeencaminéatravésdelaaldea

conpasoraudo.Asleifmesiguió.Enmiavance,reconocírostrosqueasuvezmemirabandemudados.Caminéagrandeszancadas,ceñuda,decidida,peroconunatroznudo

en la garganta, con temor y ansiedad, pero, por encima de todo, con laabrumadora necesidad de tocarlo, de echarme en sus brazos sinimportarmenadamás.

Unamanofrenóbruscamentemiavance.—Freya.Miré furiosa a Asleif, que me sujetaba con fuerza el codo, pero

cuando seguí la dirección de su mirada, mis latidos se detuvieron derepente.

Sentadoenunabanqueta,conlaespaldaapoyadaenlagranparedderocaqueprotegíalaaldea,Gunnaracunabaaunbebé.

Aquel temible ulfhednar, ese indómito y brutal guerreroinmisericorde, que sesgaba implacable la vidade sus enemigos, ese que

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había perdido la humanidad, ese que se hallaba sumido en el oscuromundo de Loki, observaba con enternecida mirada a aquel hermosopequeño,prodigandoensuabrazoelamorqueleprofesaba.

Cerré losojosy suspiré; las lágrimasacudieronnublandomivista,micorazóndiounvuelco,miestómagoseagitó.

Temídesvanecerme;trastabillé,yAsleifmesujetó.Contemplé de nuevo aquella conmovedora escena y mi corazón

sangró.Aquél no era mi hijo, mi hijo yacía en una tumba fría, sin haber

tenido siquiera la oportunidad de formarse por completo; aquél era elfrutodelhombrequeamabaconotramujer,lapruebadeque,apesardeldolor, de la desesperación, de la pérdida, siempre había un camino a laesperanza. Como el agua que intenta ser retenida, pero que al finalencuentra la manera de filtrarse por algún resquicio y continuar surecorrido.Lavidaseguíasinmí,yaquellacertezamedestrozó,puesamidolorsesumólabajezademispensamientos,miegoísmo.

Enunaocasión,Gunnarsehabíasacrificadopormí,pormifelicidad,porloquecreyóqueseríamejorparamivida.Yveraqueldiminutoserentreaquellospoderososbrazos,observarlasuavidadyelmimoconquelo sostenía, el orgullo de su rostro, y el amor en su mirada, habíasembrado una desgarradora duda enmi interior. Yo jamás podría darlehijos, jamáspodríaregalarleesesemblante,deigualmodoquejamáslocompartiríaconotramujer.Ysiregresabaasuvida,indefectiblemente,yaunqueélvisitaraaesacriatura, le arrebataría laoportunidaddecriarlojunto a la madre de su hijo, de disfrutar a diario de su vida, de susenseñanzasydesuprotección.

Despuésdesabercuántohabíasufridopormicausa,¿gozabayodelderechoaarrebatarleunodesussueños?¿Podríatodoelamorquesentíaporélcompensareso?

Mevolvíahogandolossollozos,que,estrangulados,sedeshacíanenmi interior provocando unas sacudidas tan dolorosas que temí que mereventaraelpechodeagonía.

—¡Vámonos!—logrémusitar.Asleifabriódesmesuradamentelosojos.—¿Hasperdidoeljuicio?Lotienesanteti,hasdeenfrentarteaél.Mefaltabaelaire,lasensacióndeahogoseacentuabapormomentos.

Mesentíamareadayteníanáuseas.

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—No...ahorano...Necesito...pensar.—¡PorOdín,Freya,reacciona,éltenecesita!—Yo... jamás... —ya no pude reprimir más mis sollozos. Caí de

rodillasymecubríelrostroconlasmanos—...conmigo...nunca...Asleifsearrodillóamiladoymeabrazó.—Serámejorquenosvayamos,volveremoscuandoestéspreparada

paraenfrentarteaél.Meayudóaponermeenpie,perosiguiósinsoltarme.Helganosabordóconelmiedopintadoenelrostro.—¡Porlosdioses!¿Quéhaocurrido?Neguéconlacabeza,incapazyadereplicar.—Volveremosenotraocasión—respondióAsleif.Helga asintió compungida; intentó formar una sonrisa

condescendiente pero su gesto se congeló,mudando a la estupefacción,cuandomirótrasmihombro.

Intrigada, me volví y lo que vi terminó de hundirme en el másprofundoyoscuroabismo.

Unmujer se hallaba acuclillada frente aGunnar; parecía conversarconél,mientras acariciabaalbebé.Deespaldasamí, sólopuedever suesplendorosa melena lacia y dorada como el sol, y la cercanía quemostrabaconél.

Quisemorir, quise gritar, quise correr hacía allí y golpearla, quiseaullar al cielo y maldecir a los dioses, quise que la pared de roca sedesplomara sobre ellos, pero, de todo lo que me embargó en esemomento,loúnicoqueconseguíhacerfuehuir.

Elviajedevueltahabíasidoelmásvelozdemivida.Obliguéamimonturaaunsobreesfuerzoatroz,enunacabalgadaenloquecida.

Pormuchoquemealejaradeaquel lugar,desesperadaporhuirdeldolor,ésteaumentabalacerándome,afiladoycruel.

Al sufrimiento, se unió el abatimiento, la aparente indiferencia portodo,lairacontenida,lafrustración.Mesentíacomounanimalenjaulado,acorralado,divididoentredosimpulsosquetirabandemíconstantemente.Aveces teníaganasde regresary enfrentarmea él, dehacerlomíoyalcuerno con todo lo demás, y otras, de alejarme todo lo posible,regalándolelafamiliaqueahoraloarropaba.

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Apenas habían pasado dos días, en los que ni hablaba ni comía nidormía,tansólomirabaelfuego,ylloraba.Unaincipientedeterminacióncomenzaba a cocerse al calor de aquella hoguera de la que apenas medespegaba.

Eyrarefunfuñóamilado,cuandoapartéporenésimavezelcuencohumeantedeguiso.

—Notengohambre.—Me importa un bledo—arguyó la anciana—; no te salvé la vida

parapermitirqueahoramuerasdehambre.—Notepedíquemesalvaras.—Suenaareproche,muchachadesagradecida.—Novoyacomer—insistí.Eyra, poniendo los brazos en jarras, me contempló con el ceño

fruncido,asintióconseveridadysaliódelacabañaenlaqueyomismamehabíarecluido.

LaimagendeGunnarconsunuevamujerysubebémeatormentabasincesar.Yo tansóloeraunavisióna laquesehabíaacostumbrado; talvezvivierasiempreensurecuerdoyensucorazón.Decualquiermodo,lo peor lo había superado, y el tiempo seguramente haría el resto. Sóloencontréuncaminoparamí,yeraelregresoamiqueridoToledo,alosbrazosdemimadre,demigente,amisorígenes.SinGunnar,mividaallícarecíadesentido.

Lapuertaseabriódegolpe,yEyraentrójuntoconHiramySigurd.—Sujetadla—pidióEyra.Al instante, ambos hombres me inmovilizaron, mientras me

obligabanaabrirlaboca.ForcejeéinútilmentemientrasEyrainclinabaelcuencodesopasobremislabios.Traguéytosícasialtiempo.

—Tú decides: o te alimento a la fuerza o por tu voluntad, pero tealimentarás,condenadatestaruda.

—¿Meobligarásaatarteyaengordartecomoaunganso?—inquirióHirammostrandosuenfado.

Neguéconlacabeza.—Comeré—accedí—,perosoltadme.—Deacuerdo,perononosmoveremosdeaquíhastaqueacabeshasta

laúltimagota.RegaléaHiramunamiradaairada,cogíelcuencoybebídeéltodoel

contenido.

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—¿Satisfechos?—Dejadnossolas—pidióEyra.Hiramasintiómientrasmemirabaconhondapreocupación.Cuandoloshombressalieron,Eyrasesentófrenteamí.—Tieneunhijo,y¿qué?,malditasea—profiriócolérica—.¿Acaso

no eres capaz de perdonar un momento de alivio, y más creyéndotemuerta?

Negué con la cabeza y sentí que me pesaba, casi tanto como mepesabaelcorazón.

—No se trata de perdón, Eyra, todo lo contrario. No, no puedoreprocharlenada,pocoshombreshansufridotantocomoél—aclaréconlamiradaperdida.

—Y,aunasí,¿pretendesalargarsuagoníaevitandoelencuentro?—meincrepóindignada.

—Nohabráningúnencuentro.Eyraselevantódegolpeconofuscación.—¡Si tengo que traerlo ante ti, lo haré, y creo que ya he tenido

demasiadapaciencia,muchachaestúpida!—Sea como fuere, Eyra, él tiene una familia; conmigo nunca la

tendrá.Eyra abrió demudada los ojos; al cabo se pasó las manos por el

cabello,resoplóysesentódenuevo.—¿Deverascreesquetieneunafamilia?¿Noescuchasteloquecontó

Thorffin? ¿No lo viste salir del skáli? ¿No entiendes que ya no es unhombre? Es mi hijo; lo vi crecer, vivir, luchar y sufrir, y lo que meencontréelotrodíanoeraél,sinounavilsombra,queyoayudéacrear.Ytejuro,Freya,quenopararéhastarecuperarlo,hastavolverauniros,¿ysabesporqué?

Las lágrimas recorrían nuevamente mis mejillas y el nudo de lagargantameatenazóconmásfuerza;logrésostenerlelamirada,perofuiincapazdehablar.

—Porquesintiestámuerto.Bajéderrotadalacabeza,gemíysollocé.—Ningún hijo, ningún terreno, ninguna mujer, ninguna riqueza,

conseguiráquesucorazónlatacomoantes.—Eyra... yo vi cómomiraba a ese niño... yo...Oh,Dios, Eyra... los

perdíaambos...

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Laanciana,conlosojoshúmedos,seacercóhastamíymecobijóensuabrazo.

—No,aélno,aélnuncaloperderásporqueestáisunidosportodalaeternidad.

Cogiómirostroensusmanosymeclavóunamiradaconmovidaypenetrante.

—Os pertenecéis, ¿lo oyes? Encontraréis la manera de que puedaestarencontactoconelniño,peroloprimerodetodoesconvencerlodequenoerespartedesussueños.Lucha,teloruego,luchaporél.

Susúplicamedesgarróelalma.RecordéunaocasiónenqueGunnarmeexplicócómo,delatragedia

de una persona, surgía la felicidad de otra. Cómo la rueda del destinojugabaconnosotros,cómosusavataresmoldeabannuestrasvidas.Sinmí,habíanacidounniñoyunamujergozabadelfavordelmejorhombredelmundo; un rey había ganado al mejor guerrero, y una princesa y suhermanohabíanescapadodelinfortunioamanosdelcruelHake,ydeesesuceso, Halfdan tendría el linaje real que unificaría los reinos. ¿Quéocurriría si regresaba a suvida? ¿Quéotros acontecimientos trastocaríamidecisión?

Suspirécansada,desoladayangustiada.—Ahora,Eyra,comprendoalgoqueantesnoentendía:sieldestino

se empeña en separarnos, ¿por qué he de luchar contra él? Desde elprincipio todo lo tuvimos en contra, y luchamos denodadamente pornuestro amor. Dime, ¿de qué nos sirvió? Tras tantas trabas, intrigas ytraiciones,ahoracomprendoquemisitionoeséste,queambosestaremosmejorseparados,porquenadapodemoscontralaProvidencia,nada,Eyra,y te juroque anadie le duele estaverdadmásque amí.ElOráculomeadvirtió;talvezseamifuturo,talvezenotravida...peronoenésta.

Eyrahundióloshombros,sufazseoscurecióysurictussetensóconundoloragudo.

—Nopuedesestarmásequivocada—repusoconvozestrangulada—.Las trabas no son sino pruebas, que has de salvar. Un amor como elvuestroesenvidiadohastaporlosdioses;sirenunciasalucharesquetuamorporélnoestanprofundocomocreía.

—Esjustoalainversa:renuncioaélporqueloamoyloamaréhastaelfindelostiempos.Yamiladosólohallarásufrimiento.

Eyra permaneció en silencio mientras negaba con la cabeza. Su

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desolaciónmeapuñalaba.—Entonces el error esmío—adujo con honda tristeza—; creí que

eras un lobo, pero los lobos no huyen, los lobos no abandonan a sumanada.

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18

Unfantasmaemergiendodelassombras

—¿Esciertoquetevas?Miré aValdis, y en su expectación vislumbré con pesar un deje de

alivio.Asentí,mientrasremovíaelskir; lablancuradelalecheagrialamía

encírculoslasparedesdelbarrildondelopreparábamos.—Sí, en unos días parto hacia Haithabu, y tranquila, Hiram nome

acompañará.NiHiram,niSigurd,niErik,niRagnar,niThorffin,ningunodelos

hombresdeGunnaraceptabamidecisión,mirándomeconclaradecepciónyprofundoresentimiento.

—NomeimportaloquehagaHiram—repusoValdis,ceñuda.—Bien; en tal caso, le pediré que venga conmigo, sé cómo

convencerlo.Lamuchachame fulminócon lamirada; su rubicundaexpresión se

asemejóalcobredesuscabellos.—Valdis,nosoyciega,dejadedisimular;estáslocaporél.—Yélporti—murmuróresignada.—No lo creo, tan sólo soy un capricho pasajero; admito que está...

encandilado,peronomeama,porqueensufuerointernosabequejamáspodrécorresponderle.

—Eso no impide amar—replicó la joven en apenas un susurro—,pues yo tengo el mismo convencimiento y soy tan necia que no puedocontenermissentimientos.

Apoyéunamanoensuhombro,ylopresionéligeramente.—Por eso sé que no me ama, acepta su derrota sin luchar. Es

momentodequecambiesdeactitud,Valdis;conquístalo,luchaporél.—Nosécómo—confesóabatida.—Tienes todas las armas, sólo te falta el convencimientodeque lo

lograrás.

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Los azules y brillantes ojos de la muchacha me miraronesperanzados.

—¿Poresotevas?¿Porqueperdisteelconvencimientoderecuperaratuesposo?

Desvié la mirada y la fijé en aquel líquido espeso y lechoso quegirabasincesar,comolohacíaeldestino.

—Me voy porque finalmente acepto que fuimos derrotados por eldestino,yqueéstenosperseguiríaimplacablehastavolveradestrozarnos.Mevoyporqueviunatenueluzdeesperanza,ydesosiego,enlavidadeGunnar, porque tengo el convencimiento de que conseguirá reanudar suvidasinmí.Talvezunavidaincompleta,perotranquila.

EstavezfueValdislaqueposólamanoenmihombro.—No lo entiendo, Freya: me pides que luche, cuando tú misma te

niegasahacerlo.Parapoderganarunaguerra,sehandevencermuchasbatallas. Claro que serás derrotada en algunas, pero si abandonas... lasanterioresvictoriascarecerándesentido.

Mevolvíhaciaellaconlágrimasenlosojos.—Hemospagadoyaunpreciomuyalto, ¿qué será lopróximoque

perdamosenlasiguientederrota?—Talvezseaunvictorialoqueosaguarde.Sólolosdiosespueden

saberlo.Asentí,sólolosdiosesteníanaquellarespuesta.Yentoncessupeque

elOráculollevabarazón,acudiríadenuevoaél.

CuandoentréenlacabañadelOráculo,measaltóunaromaextraño,ahumedad,arancioybosquedepinos,conundejeacremuyacentuado.

—Hemeaquídenuevo,anciano,talcomovaticinasteis.—Siéntate,muchacha,tutristezateprecede.Obedecí,crucélasmanossobremiregazoyloobservétaciturna.—Veo que por fin te sometes a la voluntad de los dioses. ¿Dónde

quedótualtanería?¿Quéfuedetucoraje,mujerloba?—Fueronvencidosporunniño.Fijé la atención en la trémula llama de la vela que apenas lograba

empujarlasacechantessombrasquedominabanlaestancia.Los acuosos ojos lechosos del hombre parecieron clavarse en los

míos.Sentíunescalofrío.

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—¿Québuscasenmí?—Unarespuesta—contesté.—Damelamano,mujer.Se la ofrecí, y una vez más la posó sobre su rostro. Aquella aura

heladameasaltódenuevo;eraelalientogélidodelanciano,unresuellodelfríoultramundo.

—Pregunta.—¿Hagolocorrecto?Trasuninstantedesilencio,deslizómimanoporsuajadoyhuesudo

rostroylacolocósobrelamesaconlapalmahaciaarriba.—Síyno.—Esonomeaclaranada—rezonguécontrariada.Elancianoseencogiódehombros.—Hacesbienhuyendodelhalcón,ydelniño,peronodetudestino.Resopléconfundidaynerviosa.—¿Ycuálesmidestino,anciano?—Aquelquetumismaforjes.—DijisteisqueGunnaryanoexistíaenmipresente,quemealejara,

quelosdiosesnomeeranpropicios.Elhombrosuspiróyalzólabarbilla,suceñosefrunció.—Yonohedichotalcosa—replicótajante.—¿Osáis...?—Fueron los dioses los que te enviaron ese mensaje, no yo. Mis

palabras las recuerdo perfectamente: te dije que meditaras, que no tedejasesllevarporlaira,sinoporlaastucia.Tedije,mujerlobo,quelosdiosessóloponenapruebaloscorazonesmásvalerosos...Portudecisión,comprueboquehasseguidoelconsejodelosdioses,nolosmíos.

Melevantéofuscada,mimenteerauncaos.—Frenalaira,ypiensaenfrío—agregóconserenidad—.¿Seteha

ocurridopensarquequizálapruebaseaésta?Envolverteenunardid,enunatrampa,enunburdoengaño.

—Nohayengañoalgunoenloquevieronmisojos.—¿Estássegura?Dime,¿quévistes?Traguésaliva,laspalabrassemeatoraronenlagarganta,carraspeéy

porfinlogrémusitar:—Vi... vi ami esposo con su hijo en brazos, y... vi a lamadre del

niño...juntos,comounafamilia.

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Elancianosonrióconcinismo,negóconlacabezaymeconminóasentarmenuevamente.

—Tu ceguera es mayor que la mía. En realidad sólo viste a unamujer,aunniñoyatuesposoacunándolo.Yesbiensabidoquetuesposoes presa de los crueles juegos de Loki. Ambos estáis atrapados en lasirrealidadesque forjan las intrigas.Despierta,muchacha,ydespiértalo aél.Y rápido, seacercauna sangrientaguerraporel tronoy, sinoestáisunidoscuandollegue,ningunosesalvará.

Sentí ganas de llorar; la angustia y al mismo tiempo la liberaciónquemabanmisentrañas.

—Silodiosesnomeayudan,¿porquélohacéisvos?—Los dioses te prueban, yo te empujo, pero ni de ellos ni de mí

dependetudestino,sinodetimisma.—Quedoendeudaconvos,anciano—musitéagradecida.—Loqueacabodedecirtenoessinoloquegritatupropiocorazón,

sóloleoenél.Noexistedeudaalguna.Inclinélacabezarespetuosaymealejéhacialapuerta.—Tan sólo te pido algo a cambio—murmuró con voz lúgubre y

cansada.Aguardéjuntoalapuerta,elhombreseretirólacapuchaydirigiósu

ciegamiradahaciamí.—Cuandolleguemifinal,noesperopiedad,massípremura.Lomiréconfusaduranteunlargoinstante.—Yahoramarcha,mujerloba;loúltimoqueveréyadetiserántus

colmillos.

—¡Queloscuervosdevorensusnauseabundasentrañas!Alcéelrostrodemicuenco,comocasitodosloscongregadosenel

skáli,paraobservarlaindignacióndelrey.—¡Que lasmás viles alimañas desmiembren su cuerpomientras su

corazónaúnlata!¡PorOdín,yomismopresenciarésemejantevisión!Halfdanselevantóimpetuosoycaminóalteradodeunladoaotrodel

fuego.Sus consejeros, Thorleif Spake el Sabio y el gran Orn Oso Pardo

susurraronquedamenteconsemblantepreocupado.Thorffin y Ragnar abandonaron su puesto en la larga mesa para

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compartir el desasosiegodelmonarca,mientrasErik sonreíamostrandosumaltrechadentaduraauna jovensirvientaal tiempoquese rascaba laentrepiernaconfruición.Asombrada,comprobéqueaquelpeculiargestodeseduccióndabasusfrutos,pueslamuchacha,arrebolada,ledevolvíalasonrisa.Alcélavistaaltechoyresoplé.

—¿Ves,Freya?Nisindientespierdomiapostura—susurrósindejardeagasajaralajovenconsuhorrendasonrisa.

—Nosepuedeperderalgoquenuncasetuvo.HiramseatragantóconlacervezaycasilaescupesobreValdis,que

frenteanosotrosnosmirabacuriosa.Ambossemiraronyestallaronencarcajadas.

Erikmemirómostrandosuindignación.—Veo que olvidaste mis dotes de conquista, en cada fiesta me

cobrabaunapieza—replicóofendido.—Loúnicoquerecuerdoesverperroscorrer.Hiramsecarcajeódobladoendos,mientrasgolpeabalamesaconel

puño;Valdisreíaestentóreamente,contagiandolasrisasasualrededor.Erikmefulminóconlamirada.—Puescreoquelaquevaatenerquecorrerserástú,ynitendréque

molestarmeenperseguirte,yahayquiendeseadarteunosazotes.Seguísumirada,quealinstantebrillómaliciosa.Elreysedirigíaceñudohaciamí.Cuando llegó a mi altura, sentí su poderosa presencia detrás. Lo

ignorécogiendodenuevoelcuencoentremismanos.—¿Osasburlartedemidesdicha?—bramó.Mevolvílentamentehaciaél.—Nomeburlabadevos,miseñor.—Ponteenpieparahablarconturey.Suspirélargamente,ymelevantédelbancoparaencararlo.—Cuandoelreyllora,supueblollora;cuandoelreygrita,supueblo

grita;cuandoelreyríe,supuebloríe.¿Acasomehereído?Neguéconlacabezasosteniendosuoscurayenfurecidamirada.—Seráscastigada.Abrílosojosconestupor.—¿Quiere decir esoquevos también lo seréis?He creído entender

quepuebloyreyhabíandesentirlomismo.Apenas fui consciente de que sumano se alzaba, hasta que restalló

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contramimejilla,metambaleéymedesplomécontraelbanco.—La insolencia se paga con latigazos, date por satisfecha con mi

clemencia.Sentí la tensión de Hiram; logré posar la mano en su muslo y

presionéligeramenteparaqueseabstuvieradeintervenir.Elguerreroseenvaró;nofuicapazdemirarlo.

Lamejillamequemabaylairadesbordabamiánimo.Mepusedenuevoenpieyloenfrentémirándolocondesprecio.—Agradezco, pues, vuestra clemencia, y más cuando sirve para

desfogar frustraciones. ¿Os sentís ya mejor?, ¿o necesitáis continuargolpeandoamujeres?

Los afilados ojos negros del rey resplandecieron coléricos. Bufócomo un buey,me cogió por lamuñeca yme arrastró con violencia alexteriordelacasacomunal.Nadieseatrevióaseguirnos.

Salimos al frío de la noche, me llevó hasta el campo deentrenamientoydesenfundósuespada.

—Ármate—ordenó iracundo—.No eres unamujer, eres una perrainsufrible,unalobasibilina.Eresunguerreroquehabrédematarotomarparatranquilidaddemialma.

Miré ami alrededor y luchépor noperder el control; localicé unaespada junto a la empalizada y fui por ella seguida por el cuervo másofuscadoquejamásexistió.

—Anochelatomé—silbóentredientes—,Ragnhildfuemía.Empuñémiespadaymecoloquéenposición.—Ynoloconsiguió,mifuturareinanolologró.Fruncíelceñoyloobservétemerosaydesconcertada.—¿Quéfueloquenologró?—Hacerme sentir unamínima parte de lo que túme provocas, tan

sóloestandoenlamismaestanciaqueyo.Halfdan retiró un mechón de su larga melena negra, separó las

rodillasycruzósuespadaenelaire;elsonidomeerizólapiel.—¿Quéarterohechizoelaboróesaviejavölvaparahacermeperder

eljuiciodeestamanera?Nosmiramosdesafiantesmientrasdeambulábamosencírculos.—Existe una cura —musité—: dejadme marchar y el hechizo se

romperá.LabocadeHalfdansearqueóenunasonrisainsolente.

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—¿Hedichoquequieracurarme?Negó con la cabeza, perpetuando esa sonrisa ladina. Su penetrante

miradamerecorrióconlascivia.—Loqueenverdaddeseo—agregóestirandolaspalabras—escaer

preso de tu hechizo, loba; lo que en verdadme corroe por dentro es lanecesidaddehundirmiespadaenti...unauotra,laqueprefieras.

Se frotó la visible erección que llenaba sus calzas y se lamió loslabios.

—Ni la una ni la otra, mientras me quede un aliento de vida —sentenciéapretandolosdientes.

—Elegiréyo,entonces.Ytrasesaspalabras,elcuervodesplegósusalas.Halfdan,conlavelocidaddeunaverapaz,secernióconvehemencia

sobremí.Contuveconbastantefortunalasprimerasestocadas.Encadachoque,

elimpactorecorríamibrazoenoleadasdolorosas.Notuvemásremedioqueesquivarcuantomefueposiblecadaenvite.Enmicontinuoretroceso,cada vezmás debilitada, más angustiada, me apercibí de queme estabaacorralandocontraelextremodelcercado.

Cuandomi espalda tocó la valla,Halfdan frenómi estocada con suespada,pególafrenteamiaceroylohizoretrocederconlacabezahastaacercarseamirostro.Deunsoloeimpacientemovimiento,medesarmóyapresómislabios.

Lomordíyélgruñó.Peronodesistió:sulenguaincursionóenmibocaconlaviolenciade

una furibunda ola contra un acantilado. Jadeé y lo empujé, lo golpeé ysóloconseguíanimarsupasión.

—Esta noche, loba, serás mía, o los dioses bajarán del Asgarddejandosustronosaloshombres.

Medebatí impotente.Lomaldije,ygiré lacabezaevitandosuboca.Halfdan,desesperado,mesujetóporlamelenaytiródeellahastaalzarmeelrostro.

—No luches contra tu destino; Odín te trajo hasta mí, y mi reinaserás.

—NimellamoRagnhildnipuedodaroshijos;romperíaslaprofecía,atraeríasladesgraciasobrevuestropuebloylairadelosdioses.

Halfdanmemirólargamente,embebiéndosedemirostro.

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—Ya tengo a quien va a dármelos. Ahora conseguiré lo querealmentequiero,unareinaguerreraquebatallaráconmigofueraydentrodellecho.

—¡Nosoyvuestrareina!—repliquéfuriosa.—No,noloes.Nosvolvimoshaciaesavozfría,graveysusurrante.Gunnarnosobservabacabizbajo; sobre su cabeza, lade aquel lobo

desecado.Ensupoderosoydesnudopecho,cubiertopor laplatadeunaluna llena, unos extraños símbolos destacaban en complejos trazososcuros.

—Ellaesmidraugr—susurróquedo—,elfantasmaquemepersigue,y mi nidstang, mi maldición, la muerte que tanto anhelo, pero que merehúye.

Contuvelarespiraciónysentíqueelcorazónsedeteníaenmipecho,quelasangreseagolpabaenmismiembrosylacabezagirabasinparar.

—Ella,reyHalfdan—continuóamenazante—,esmíainclusomuerta.Noentiendoporquéintentáisatraparunfantasma,niporquélaveiscontantaclaridadcomoyo,sóloséqueverlaen losbrazosdeotrohombre,reyono,medesquicia,apesardesaberqueeselenvoltorioqueusaLokiparatorturarme.

—Arrebátamela,entonces,ulfhednar.HalfdanmeliberóyseencaróaGunnar.Ambosafianzaronsuspies,

sopesaronsusacerosysedesafiaronceñudosyconcentrados.—Gunnar—proferíenunquebradohilodevozque logréarrancar

demicerradagarganta.Ambos me ignoraron. Se observaban tanteando sus fuerzas,

escudriñándoseconfiereza.—¿Teenfrentasatureyporunfantasma?—recriminóHalfdan.—Pelearíaporellahastaconvertidaenpiedra.Halfdan fue el primero en descargar un mandoble que Gunnar

contuvoconmaestría.Deseégritarquenoeraunfantasma,deseéabalanzarmeasusbrazos,

deseéllorardeimpotencia,perosupequecualquiermovimientoromperíasu concentración, haciendo peligrar su vida. Me obligué a permanecerinmóvil con el corazón sangrante de agonía. Clavé las uñas en laempuñadura de la espada y observé cómo luchaban aquellos dosformidablesgigantes.

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Gunnarmostrabaunaferocidadqueyojamáshabíavisto,pero,alavez,unafrialdadyuncontrolsobrecogedores.

Sus largas trenzas se mecían en cada giro; la cabeza del lobo sereclinó como una capucha, danzando de un lado a otro en cadamovimiento,confiriéndole la ilusióndeestarvivo,comosi sedebatieratras su espalda presto para saltar sobre su enemigo. Aquella impactanteimagen de verlo luchar como un letal depredador, de ver su hermosocuerpo, surcado por extraños símbolos, su amplio y remarcado pechoatravesado por cintones de cuero, sus rasgados ojos entrecerradoscentradaenlapelea,ausentedetodoexceptodesuenemigo,encogiómiestómago.¿Eldolorpodíacambiartantoaunhombre?

Halfdan se afanaba en resistir los mandobles que tan certeramentedescargabaGunnar;aunasí,sevioobligadoaretrocederensuposición,abrumadoporlarapidezdesuadversario.

—Probéelsabordetudraugr,ynofuielúnicoquetomósuboca—musitó de forma entrecortadaHalfdan, como artimaña de distracción—.Es deliciosa esa perra lujuriosa tuya—agregó regalándome una fugazmiradaanhelante.

Gunnarlofulminóconlamirada;lalunadestellóensusclarosojos.Apretóloslabios,fruncióelceñoyenconósuscontinuoslances.

—Probasteis los labios de Loki, miserable, no los de ella—silbóentredientes.

—Permítemedemostrártelo.Halfdanretrocediósinvolverse,alargóunamanoyapresómibrazo

confuerza,acercándomeaél.Gunnarsedetuvoconlaespadaalzadaylamiradaindescifrable.Halfdan sonrió malicioso y, sin dejar de apuntar su acero hacia

Gunnar,mepegóasucostado,rodeandomicinturaconlamanolibre.Sumiradabrillóladina.—Aunque no lo parezca, te estoy otorgando un gran favor —me

susurró—,unoqueesperomeseadevueltoalgúndía.—¡Soltadme,cuervorepulsivo!Y tomómi boca con vehemencia. Lo empujé fútilmente y pateé su

pantorrilla.Oíunmovimientodelantedenosotrosy,antesdepoderdiscernirlo

que ocurría,Halfdanme puso de parapeto frente a él, ante el ataque deGunnar.

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Frenósuespadacuandocasiyarozabamipecho.—¿Aquéesperas?Ellaessólounailusión,sediluiráantenosotrosy

nohabrámotivoquenosenfrente—incitóelrey.Gunnar se sumergió en mis ojos; el dolor que había en ellos era

abrumador.—Noquieroquedesaparezca,pormuchoquemeatormente.—Soyyo,amormío,estoyviva,vineporti—gemídesesperada.—¡Entonces,llévame,llévamedeunamalditavez!—suplicóconvoz

quebrada—.¿Eséste,pues,mifinal,miFreya?¿Hedecaerbajoelacerodemirey?¿SerástúlavalquiriaquemeguíealValhalla?

Cayóderodillasantenosotroseinclinóderrotadolacabeza.—He deseado tanto estemomento—musitó en un apagado hilo de

voz.Intenté zafarmedeHalfdan, lasganasdeabrazarlomedesgarraban.

Laslágrimasinundabanmisojosylaimpotenciadeshacíaenamargorlairaquemesacudía.

—Entusmanosestá,loba,túdecidessudestino.Halfdan acercó la boca a mi oreja, aspiró mi aroma, su mano se

abriócontramivientre,ciñéndomecontrasucuerpo,enmisnalgasnotésudureza.Supeloqueesperabademí,comosupequeledaríacuantomepidiese.

—Conocesmisdeseoscomoyolostuyos.Larisaapagadadelreymesacudióconél.—Bien.—Me soltó fijando la mirada en Gunnar, quien, inclinado,

esperabasufinal—.Disfrutadmientrasyoos lopermita;prontoserámiturnoynoadmitirétretas,niréplicas.

El rey se alejó a grandes zancadas; volutas de aliento envolvían sucabezafundiéndoseconlanoche.

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19

Dibujandoconhumounarealidad

CaíderodillasfrenteaGunnar,cogísucabezaconlasmanosybusquésumirada.

—NoquieroquemedejessóloenelValhalla—gimiódesesperado—, no quiero queme dejes nunca. Ata tu alma a lamía y llévame a laeternidadcontigo.

Sumiradasenubló;peguémifrentealasuyaahogandolossollozosenmigarganta.

—Alúnicositioadondetellevaréesamisbrazos.Rodeésucuelloy loestrechéconfuerza.Cerré losojosy liberéel

torrentedeemocionesquemesacudían.Deseéquemeabrazara,quesusfuertesbrazosalejarandemíelfríoy

laangustiavivida.Peropermanecíainerte,trémuloyconfuso.—Abrázame,telosuplico—roguéentresollozos.—Loheintentadotantasveces,masnuncaloconseguí.—Inténtaloahora.Gunnar me contempló con desconfianza; sin embargo, en sus

hermososojosbrillóelanhelo.Alzólentamentelosbrazos;susemblanteesperanzadomerompióel

alma.Cuandomeenvolvióconellos,dejóescaparunsuspiroasombrado.

Susmanospalparonmicuerpo,acariciaronmiespalda, sehundieronenmimelenaaltiempoquesusojosseagrandabandesconcertados.

—¿Yaestoymuerto?¿Porfinestamosjuntos?—No,miamor,ningunodenosotrosestámuerto.—Séqueesotrodetusengaños,Loki,peronomeimporta.Cerré los ojos, dejandoque las lágrimas rodaran pormismejillas,

negué con la cabeza y, cuando los abrí, vi una mirada enamorada yhechizada,yentoncesnopudeaguantarmáslasganasdebesarlo.

Acerquémibocaalasuya,cogísurostroconlasmanosybesésus

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labios,primerocondulzura,despacio,saboreandoaquelmágicoinstante.Gunnar se dejaba hacer, permitiendo que jugueteara en su boca, quelamierasuslabios,quebesarasubarbilla,sumentón,lapuntadesunariz,mirándolotrascadapausa,antesdevolverasuboca.

Busquépacientesurespuesta,introdujelalenguaentresuslabiosylaenredéconlasuya.Frotémicuerpoconelsuyo,contoneándomelasciva.Mideseoemergióvoraz,ygemíencadaincursión;enredélosdedosensunucaydevorésubocaconhambreacumulada.

Entonces,lapasividaddeGunnarsederrumbó.Meestrechóconfuerzamientrassulenguaexplorabamibocacomo

si respirara a través de ella, con esa desesperación de quien degusta suúltimo deseo concedido, de quien huye de la muerte y disfruta de cadapaso, de quien descubre un hálito de vida en su maltrecho cuerpo y seaferracontodassusfuerzasaesadébilesperanza.

Gunnar gruñíamientras sus puños agarraban gruesosmechones demimelenay su lenguame llevaba al delirio.El besoganóviolencia, lanecesidad nos poseyó, como si de nuestras bocas manara ambrosía yestuviéramosapuntodemorirdehambre.

Jadeamos,gemimos,gruñimos.—Freya...miFreya...noquierodespertar,nunca...noquiero...sisólo

puedotenerteensueños,queasísea...Apenasme separéde él para contemplar conmocionada aquel fiero

rostrodesgarradodedolor.—Nosoyunsueño,amormío,yvoyademostrártelo.Mialmagritaba,micorazóngemía transidodeamor,micuerpose

rebelaba.Lonecesitaba enmi interior comonunca antes. Sólo entre susbrazosmesentíaviva,sóloallíelmundoteníasentido.

—Tómame,Gunnar,ynomesueltes,yonoloharé.Sumirada,anegadaenlágrimas,intensayvoraz,recorriómicuerpo.—JamástesoltéFreya,yjamásloharé.Deslicémi túnica por los hombros, lentamente, deleitándome en su

expresión.Unofrentealotro,derodillas,devorándonosconlamirada,elmundosedesdibujóanuestroalrededor.

La luna perdió brillo, el prado, color, el frío se evaporó, lasmontañassediluyeron...Estábamossolos...

Arrastrémitúnicahastalascaderas,ansiosaporpegarmeasupecho,por sentirlo en mi piel; mis pechos despertaron, mi hambre se desató

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furibunda.Melancéasusbrazos,yélmeacogióenellosaltiempoquetomaba

miboca.Sentirsusmanosrecorriendomiespalda,sulenguaimponiéndosea

lamía,supasióndespertandofrenética,derritiómissentidos.Metendióencimadelahúmedahierbaysecerniósobremíconuna

expresión soñadora, queme hizo pensar en las veces que habría creídoestar de esa forma. Y no era eso lo que yo quería. Lo que quería erademostrarlequenoeraotradesusmuchasilusiones.

—¿Tehablabalasotrasvecesquemepresentabaanteti?—preguntéfrenandosuavance,mientrasposabalaspalmasdelasmanosensupecho.

—No,sólomesonreíasymebesabas.—¿Quétehacepensarelquelohagaahora?Susemblantesecontrajopensativoyconfuso.—Quéquizáporfinestémáscercadelamuertey,porlotanto,deti.Deslicé la punta de los dedos por su firmemandíbula y paseémis

ojosporsuslabios,estrangulandolasganasdebesarlo.—Es justo lo contrario—musité perdida en su boca—. Estás más

cercademíporque lamuerteestá lejosdenosotros.Gunnar,amormío,tócame,soyreal.

Lecogílamanoyconellacubríunodemisdesnudossenos.Gunnarmirósupropiamanoyluegoamíconelceñofruncidoyla

miradaturbia.—Soy real, nomorí, amormío.Eyrame salvó.Siénteme,mi león,

volvíporti,yniLokinilosdiosesmeapartarándetulado.Lerodeélanuca,atrapandoentrelosdedossucabello,yacerquésu

rostroalmío.Sumiradaesmeraldaseclavóenlamíaconunaintensidadquemesecólagarganta.

—¡Tenecesito,Gunnar!¡Dios,tenecesitotanto!—Freya...Seapoderódemiboca,comounconquistadorávidotomandoconsu

ejército un reino ansiado. Mi necesidad de él era tan acuciante, tandolorosa,quemeentreguésumidaenundelirioenardecido.

Nos besamos con tal violencia que nuestros dientes chocaban ynuestraslenguasbatallaban,quenuestrasmanossehundíanconhosquedadenlapieldelotro,afanosasporencontrarunalivioanuestralocura,unacuraanuestrahambre.

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Se coló con premura entre mis piernas, manipuló sus calzas y meembistió conuna rudezaquemeenvaró, arrancandodemíungritoquesesgólaquietuddelanoche,comoelaullidodeunlobo.

Meaferréasuspoderososhombros,ymovílascaderasalunísono,conlamismavehemenciaqueél.Encadaembestidasentíaquemoríaunpoco,mivistaseenturbiabayelplacermesacudíaconviolenciainusitada.Seapartódemibocaymecontemplóconelrostroconstreñidodeplacerydicha.

—¡Bésame!—supliquécondesespero.—No.Gruñíaygemíaenardecidomientrasclavabasuardientemiradaenla

mía.—Quiero... ver... tu rostro...Noquiero... quevuelvasa... desaparecer

—jadeó.—Nunca,miamor—respondí.Susacometidasseintensificaron.Elgolpeteosecodelacarnecontra

lacarne,el sentirme tan llenadeél, tancobijadaensucuerpoyélenelmío,me recordaron la largaausencia sufridaeste tiempoatrás, eldolorsoportadoyelhambrecontenida.Ydemíescapóunsollozo.

Arqueóelcuellohaciaatrás,alzóelrostroalalunaydejóescaparunalarido, mitad humano mitad animal, que me erizó la piel. El sonidoreverberóenlanochecomoelmanifiestodeuncánticoespectral,comoelhechizodeunavölva, comoelalientodeunacriaturamágicaquependepesadasobreelbosque,enmudeciéndolo.

Sederramóenmí,tensandotodosucuerpo,ynosóloeraplacerloquemanabadeél,eralamismaemociónquemeestrangulabaamí.Eraelinmenso alivio por hallar cuanto necesitábamos. Esa sensación deplenitud,desentirnoscompletados,dedichacompartida,deliberarcuantoaguijoneaba nuestros maltrechos corazones. De reencontrar algo quecreímosperdidoparasiempre.

Hundió el rostro entre mi cuello y mi hombro y sollozó conviolencia.

Loabracécontodalafuerzadelaquefuicapaz,ylloréconél.Nosécuántotiempotranscurrióhastaqueencontrólasfuerzaspara

incorporarsesobremíyclavarsuenrojecidamiradaenlamía.—Necesitoquemehagasunapromesa—consiguiómascullar.Asentíconunasonrisaafectada.

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—Prometequenodesaparecerásconeldía.—Ytúprometenosoltarmenunca.—Nuncalohiceynuncaloharé.Meabracédenuevoaél,susurrandoensuoídocuántoloamaba.—¡Estástemblando!—exclamóconasombro.Seirguióapenasparaescrutarmeconagudaatención.—Estáhelando—contestépragmática.Arrugó el entrecejo, paseó la mirada por mi desnudo torso para

terminar indagando enmi rostro.Y, de repente, un destello iluminó susojos, una llama de conocimiento tildó sus facciones y su boca se abriódemudada. Recibió un golpe de realidad tan grande que palideció yenrojeció casi al unísono. Agrando los ojos y palpó con crecientecuriosidadmimejilla,mirostro,miscabellos.

Gimiósobresaltadoantemiinnegableconsistencia.Actoseguido,seinclinónuevamentehaciamipechoypególaorejaamicorazón.Yopodíaoírelsuyoatronaragitado.

—¡Porlosdioses,late!Se incorporó con las palmas de lasmanos hundidas en la hierba a

ambosladosdemicuerpo.Jadeabaimpresionado.—Noesposible...moristeenmisbrazos—exhalóturbado.—CuandoEyraquisoofrecermecristianasepultura,sediocuentade

que estaba viva. Creo que le debo a mi religión estarlo, pues, si mehubieradispensadovuestroritualpagano,nadahabríaquedadodemí.

Se puso de inmediato de pie y a mí con él. Me cogió en brazos,estrujándomecontrasupecho,ycaminóabuenpaso.

—¿Adóndemellevas?—Vasademostrarmequenoestoysoñando.Recorrió el senderohasta elgran skáli; cuandomeapercibí deque

pretendíaentrarconmigoensusbrazos,medebatíunpoco.—Dejaalmenosquemecubra.Aflojó su abrazo y maniobré arduamente para recolocar la parte

superior demi túnica.Gunnar clavó su llameantemirada enmispechosantes de cubrirlos, con esa expresión desgarrada entre la realidad y lailusión,enlaquelaesperanzaaflorabaapasosagigantados.

—Lista.Lesonreíybesésumejilla.Seestremecióymemiróconsemblante

grave,aunquepodíavercómolailusióncrecíaensumirada.

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Ascendió la escalinata hasta la puerta principal y la atravesó condecisión.

Variosparesdeojosnosmiraronimpresionados.Por fortuna el rey no estaba presente.Enunamesa,Thorffin,Erik,

Ragnar e Hiram, que bebían cerveza joviales, se pusieron en pie a untiempo,conlasorpresatildandosussemblantes.

Gunnarcaminóconmigoenbrazoshastaellos.Seplantóenfrenteylosmiróconfijación.

—¿Podéisverla?Lo pronunció en un tono tan entrañablemente desesperado que me

encogióelcorazón.Sushombreslocontemplaronconunasonrisaemocionada.—Sí, hermano—comenzó a decir Thorffin condescendiente—. La

vemos igual que te vemos a ti. Tu Freya regresó de entre losmuertos,Eyralatrajoparati.Vive,yyaeshoradequetútambiénlohagas.

TodoscontuvimoselalientoantelapasividaddeGunnar.De pronto, me soltó con suavidad y caminó hasta la hoguera, se

detuvofrentealacrepitantefogataylaobservóduranteunlargoinstante.Alcabo,sevolvióhacianosotrosynosmiróunoauno.Porúltimo,

sostuvolargamentemimirada.Thorffinapoyólamanoenmihombro,enungestodeapoyo.Hiram

hizo lomismo enmi otro hombro; Erik y Ragnarme cogieron de lasmanos.

—Tomaatuesposayllévatelamuylejosdeaquí.FueHiramquienhabló.Gunnar caminó hastamí con lentitud, sin dejar de atravesarme con

aquellas impresionantes gemas verdes que opacaban todo lo demás.Mipulsoseacelerócuandolotuvedelante.

Alargólamanohastamirostro,deslizandolayemadelosdedospormislabios.Cerrólosojoscomosimitactoloturbara.

—¡PorOdín,eresreal!Un velo húmedo cubrió su mirada. Su rostro se congestionó

conmocionado.Atrapómirostroentresusgrandesmanosymebesóconfruición.

Cuandomesoltó,fueparavolveracogermeenbrazosysacarmedeallíagrandeszancadas.

Yanonotéelfríodelanoche;mecobijédichosaensupechoycerré

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losojossinimportarmenadamás.Meadentróenunacabaña,cerrólapuertaasuespaldadeunapatada

ymedepositóenunampliolechojuntoalhogar.—Quiero saber muchas cosas—dijo, desajustando los cintones de

cuero que bridaban su pecho—, pero ahora tengo demasiada hambreacumuladaparacentrarmeenotracosaquenoseadevorarte.

Se zafó de la piel de lobo y se liberó de las ceñidas calzas queperfilabansuimponentedeseo.Eldoradoresplandordelahogueraperfilósusmajestuososmúsculos,poderososyelásticos.Las sombrasdanzabansobre su hermoso cuerpo a medida que se movía. Su gruesa virilidadbasculabapesadayaltivaacadapaso;traguésalivadeseosadesentirlaenmiinterior.

—Sicontinúasmirándomeasí,mederramaréinclusoantesdetocarte.Me desprendí insinuante de mis ropas, mientras me relamía con

lascivia.Gunnarmerecorrióconmiradaturbia.—Haréalgomásquemirarte,bárbarodeldemonio.Sus ojos refulgieron solazados, y sus labios se ampliaron en una

sonrisalujuriosa.Cuandohincó la rodilla en el lechoy se abalanzó sobremí, que lo

aguardaba de rodillas, apresé su erguidamasculinidad enmimano y lobesémientrasacariciabasuexaltadomiembro.Gunnargruñóenmiboca.

—Miloba....—gimióaferrandoconfuerzamisnalgas.Lo empujé hacia atrás, obligándolo a sentarse, y me monté a

horcajadas sobre sus caderas. Me colgué en sus hombros y lo besémientras acomodabami cuerpo al suyo facilitando la incursión.Cuandodescendí sobre su palpitante mástil, dejé escapar un largo gemido queGunnar sofocó con la boca. Sus manos recorrían mi espalda comoserpientessinuosasqueerizabanmipielydespuntabanmissentidos.Miserectos pezones rozaban su pecho en un vaivén que comenzaba adescontrolarse.Me cimbreé sobre él, estirandomi placer, lánguida peroapasionada,alargandounclímaxqueserespirabacercano.

Gunnargruñíamientrasmordisqueabamicuello.Susgrandesmanoselevaban mi trasero para hacerlo descender con brusquedad, y en esemomento se afirmaba dentro demí, inmovilizándomeun largo instante,degustando la tirantez de aquella profunda penetración. Entonces mesujetabalamandíbulaconlamanolibreymeobligabaaenfocarlavistaenél.

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—Vivaomuerta...meenloqueces.Ytomómibocaconhoscaavidez.Nuestras lenguas se enredaron, se frotaron, se exploraron, en un

pulso candente que nubló nuestros sentidos. Y, de improviso, tan súbitoque ni siquiera fui consciente de su llegada, el placer estalló en mí,arqueándome con violencia. Gunnar me sujetó por las caderasaprisionándomecontraél,mientrasmesacudíaygemíadesaforada.

El foco de calor que fundía mi entrepierna fue aliviado con lahumedadque fluíaabruptamentedemí.Mederretí en susbrazos; laxayfloja,mederrumbéensupecho.

—Todavíanoheacabadocontigo—musitóconsemblantecontenido.Medeslizóhaciaatrásy sealzó sobremí; su largocabellocastaño

clarocosquilleómishombros.—Aúnintentoasimilarsieresreal—susurróquedo—.Aúntiemblo

comounniñoperdidoenelbosque,aúnparpadeoantelaluzquetratadeabrir laoscuridadenlaquetodavíamehallo.Sóloteruegounacosa:sieresreal,notedespeguesdemí,ysinoloeres...—hizounapausaenlaque su mirada se veló de nuevo y sus facciones se contrajeron deamargura—... si no lo eres, simañana al alba ya no estás ami lado, yomismoacabaréconmitortura,liberandomialmadelascruelesartimañasdeLoki.NomeimportasinoentroenelAsgard,puesséquetúnoestásallí. No sé dónde estarás, pero te juro, por todo cuanto soy, que darécontigodenuevo.

Un mano helada estrujó mi corazón. Contuve el aliento y laslágrimas,ymeforcéasonreírconfiada.

—Mañana,alalba, renacerásami lado,comoyoloacabodehacerentretusbrazos.

Pude sentir cómo un escalofrío lo recorría, cómo la esperanza lodevastaba, cómo el amor lo constreñía. Y cuando se inclinó sobre miboca,cuandoatrapómis labiosybuscómi lengua,algome resquebrajópordentro,sacudiéndomeconviolencia.Fueunimpactoqueliberótodoun incontenible torrente de emociones: dicha, miedo, súplica, anhelo,esperanza,plenitud.Yunamortaninmenso,tanhambrientoysalvaje,quetodomi cuerpo se abrió en canal paradejar salir al animal que anidabadentro,eseloboferozmovidoporlosmásprimariosinstintos.

Y, entonces,marquémi territorio, clavando las uñas en su espalda,mordiendosuslabiosygruñendoantesuviolentaembestida.

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Rodamos sobre el lecho, desfogando en nuestros cuerpos toda elhambrecontenidaytodoeldolorsufrido.

Gunnarenloqueció.Subrusquedadycontundencialiberólafuriaquealbergabacontraeldestinosobremicuerpo;encadaembestida,encadabeso, en cada hosca caricia, escapaba cada lágrima derramada por mimuerte,cadamomentodelocura,derencorydedesolación.

Cuando el paroxismo nos rindió a un clímax conjunto, cuandonuestros cuerpos gimieron exhaustos y doloridos, cuando nuestrasmiradas se despejaron y nuestros animales se retiraron satisfechos delfestín,nosabrazamosrendidos,trémulosyemocionados.

Cobijadaensupecho,quesesacudíaagitado,cerré losojosconunsolopensamientoyunaampliasonrisa.

Lohabíarecuperado,oesocreíentonces.

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20

Unamujerolvidadaporlafelicidad

Abrí los ojos y parpadeé repetidas veces intentando aclararmi vista.Lapenumbravestía lacabaña,aunqueelajetreoexteriorevidenciabaqueeldíasehallabayaentodosuesplendor.

Distinguíunasiluetasentadajuntoamíenelcamastro.Sonreíymedesperecé cerrando los ojos. Recibí un suave beso en los labios, y unacariciaenmimejilla;misonrisaseamplió.Unosdedossepasearonporunmechóndemicabello,rozandomipecho.Meestremecí.

—Mmmm... no despiertes de nuevo al lobo, o no podremos dar unpaso—murmuréjuguetona.

—Esenloúnicoquepienso,endespertarloparamí.Aquellavozmeenvaró,despejandomiaturdimientodeunplumazo.

Abrí sorpresivamente los ojos y mi primera reacción fue intentarcubrirmeconlamantayretrocederhastalapared.

Miréasustadaamialrededorconsemblantedesencajado.—¿Qué...quéhacesaquí?Halfdandibujóunamediasonrisapretenciosa,alzólacejaizquierda

ymeguiñóunojo.—¿Sabes? Llevo un buen rato aquí sentado, observándote,

preguntándomeporquédemoniosnotetomodeunamalditavezyacaboconmitormento.Yaúnnoheencontradorespuesta.

—¿DóndeestáGunnar,maldito?Intenté imprimir ami voz un tono amenazante, sin conseguirlo. El

miedo comenzó a aflorar inundando mi pecho, como si gotitas deescarchalocubrieran.

—Gunnarestádondetienequeestar,amiservicio.Enunfieroimpulso,aferréconfuerzalamantadepeloymeencaréa

élfulminándoloconlamirada.—¡Novasasepararlodemí!—siseéfuribunda—.¡Porquetejuroque

antestemato!

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Elhombreseinclinóhaciamí,sosteniendocongravedadmimirada.—Voyadarteunconsejo,perraendemoniada:noteacerquesamí,no

me tientes,porqueyo síque te juroquemi templanzapendedeunhilo.Anoche, presencié cómo tu bárbaro te poseía sobre la hierba, cómo sehundíaentiycómoteretorcíasbajoél,yapuntoestuvedematarloallímismo. Pero es demasiado valioso para mí. Así que esperé, a laintemperie,pegadoalapuertadeestacabaña,escuchándotegemir.Ytejímiplan.

Sepusoenpie;sumiradalibidinosamerecorrióconanhelo.—Regreséalskáli,descarguémifrustraciónenmireina,rogandoa

losdiosesuninstantedecalma,dealivio,deconmiseración,peronomeescucharon.Ni siquiera pude tomarla porque sólo ardo por ti.Y sé queacabaréenloqueciendosinoteconsigo.

—Acabarás muerto si me consigues —escupí con desprecio—,porque,siosastomarmealafuerza,lopagaráscontuvida.

Negóconlacabezaychasqueólalengua.—No es lo que pretendo ni lo que me satisfará. Lo que realmente

ansíoesqueseastúquienmebusque,quiensupliqueyacerconmigo,quienserindaamispies.

—Esonoocurriránienelmejordetussueños—proferísardónica.Sonrióconprepotencia;susoscurosojosseentornaronligeramente,

brillandoconperfidia.—Pobreloba,tetengoenmismanosyaúnnotehasdadocuenta.Contuveelpavorquemeproducíanaquellaspalabras,pueslassabía

tanciertascomoqueelsolsalíaporelesteyseponíaporeloeste.—Escúchame —suavizó su voz y se acercó de nuevo a mí—: tú

quieres algo que yo tengo y yo quiero algo que tienes tú. Hagamos unintercambio.

El abatimiento comenzó a mellar mi ánimo; el dolor, a barrer miinterior, y el miedo, a estrangular mi pensamiento con visionesaterradoras.

Asentíapenas;respirabaagitadamente.—DimequeGunnarestábien,necesitoverlo.—Gunnar está en Agder. Mis hombres lo llevaron allí con su

verdaderamujerysuhijo.Esdondedebeestarhastaqueacudaalabatallaalfrentedemiejército.

—Eso...esonopuedeser—gemídesolada.

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—Novoyaengañarte—confesólacónico—.Llaméaestapuertaenmitad de la noche. Gunnar me abrió, lo hice salir y mis hombres logolpearonpordetrás.Ordenéquelollevaranjuntoasufamilia,yqueloobligaranabeberdobleracióndelbrebaje.

—¡Para enturbiar denuevo su conciencia!—casi grité clavando lasuñas en la manta—. ¡Para hacerle creer que esta noche fue fruto de suimaginación,paraconvertirloenunesclavoservil,enunalmaenpena,enunmonstruofurioso,enlamástemiblearmaparatuejército!

Halfdanasintiómientrasobservabamirostroconsemblantepétreo.—Soysurey,ymedebesuvidaycuantoposee.Ynololiberaréhasta

quecumplasucometido...yhastaquetúcumplaseltuyo.Sentíunastremendasganasdellorar,queamordacéconlalazadade

cóleradevastadoraquemeasaltó.Nomesometería,perohabríadefingirquelohacía.

Retiré la manta y me mostré desnuda ante él. Una llama violentaprendiósusojos.

—¡Adelante,míserorey,aquímetienes!Traspasearcondeliriolamiradaporcadatramodemipielconuna

expresiónduramentecontenida,apartólavistaysedirigióalapuerta.—Asíno—musitóclavandolosojosenlosmíos.—Así,¿cómo?—Furiosaydolida.Mediolaespaldaycaminóhacialapuerta.Resopléconfuerza,frotémirostrocondesesperaciónyentoncessí,

laangustiameoprimiócontantafuerzaqueunviolentosollozoescapódemí.

—Gunnaramenazóconmatarse si al albayonoestabaconél.Ysimuere,ningunodenosotrosobtendráloquequiere.Yomoriréconél...ytúconmigo.Palabradeloba.

Halfdansevolvióymecontemplóunlargoinstante.—DudoqueGunnarrecuerdeloquepasóanoche,yhastaesposible

quenorecuerdenisunombre.Quizámeexcedíenladosis,loscelossonunaemocióndifícilmentegobernable.—Mededicóunasonrisamaléfica—.En cuanto a ti, voy a darte un consejo: no lo busques, porque, si lohaces, ordenaréque lomaten.Ahora cálmate, reflexionay, cuandoestéspreparada,tranquila,sumisayardiente,búscame.Serásmiperralujuriosay complaciente hasta que parta a la batalla; entonces y sólo entonces,

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cuando se decida mi suerte en ella, liberaré a tu Gunnar y podréismarcharoslejosdemí.Palabraderey.

Saliódelacabañaconpasofirme,dejandotrasdesílaponzoñadesupresencia,desumiradaydesuspalabras.

Sentí ganas de chillar, de llorar y de luchar. De correr tras él yclavarlemidagaenlaespalda.

Acorralada, ésa era ahora mi condición. Estaba a su merced, a sucapricho.Ysupequesólohabíadoscaminosposibles:omeconvertíaensuamanteobuscaba lamaneradeacabarconél.Lasegundaposibilidadfuelaquemásmesedujo,aunquequizá,parallevarlaacabo,tendríaqueutilizarlaprimera.

TeníaquemataraHalfdanSvarteelNegro.Pensar en Gunnar de nuevo inmerso en su burbuja de irrealidad,

abotargadoporelmalditobrebaje,ausentey torturado,mesuperó.Y,derepente,elfugazlatigazodeunpensamientoalejómipesadumbre.

Salídellechoymevestíconpremura.Aspiré una gran bocanada de aire y apreté los dientes.La furiame

sacudía, debía controlarme. Aguardé inmóvil un tiempo, mirando losrescoldosdelahoguera,trazandoelplanenmimente,regodeándomeantecadapasomarcado,disfrutandodemiinminentevenganza.

Ahoramásquenuncanecesitabademiastucia;nadadelágrimas,nidecompasión,nadadelamentacionesnisúplicas.No,aquellaFreyahabíamuerto; aquella mujer que fue vapuleada por el destino, que gimió suamargurayaguantólosestoquesenemigos,habíadesaparecido.

Golpeporgolpe,lanceporlance.Halfdanprobaríasumaldad.Noeratansagazdespuésdetodo,pues,

enlugardeescondersupuntodébil,lomostrabaconimprudencia.Yoerasudebilidad,yantemísucumbiría.

Medescubrísonriendoenunamuecaextraña,yenesemomentosupequenadaninadiemedetendría.Quelamujerquesaldríadeesacabañanoeralamismaquehabíaentrado.Queibaademostraradiosesyahombresqueyo,unamujerolvidadaporlafelicidad,lucharíahastadesfallecerporconseguirlayquenoimportabanlasarmasquehabríadeesgrimir,sóloelfin.Eramiturno.

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21

Forzandounpacto

Asleif me contempló con un marcado asombro en su gesto. Jadeaba ysudabaporelesfuerzo.Bajósuespadayconelceñofruncidonegóconlacabeza.

—¡Mehasvencido!—exclamótodavíaincrédula.—Mehasenseñadobien—repliquéadusta.—Ningunamujerlohabíahecho—adujoadmirada.Sonreísinqueaquelgestoalcanzaramisojos.—Heenseñadoamuchas—agregóella,mientrasmeevaluabadesde

una nueva perspectiva—, y he de confesar que ninguna aprendió tanaprisa,niningunalogróganarmeuncombate.

Elocasosederramabalánguido,bruñendodecobrelascimasdelasnevadasmontañasquenosrodeaban.Encuantolanochecayera,laheladasepultaría el poblado recluyendo a los hombres al resguardo de suscabañas. El blanquecino resuello que escapaba de nuestras gargantaspermanecía espesamente visible entre nosotras. Cada bocanada quemabamipecho;sinembargo,habríacontinuadopeleandosiAsleifnohubieraaceptadosuderrota.

—Estoy segura de que ninguna tuvo tantos motivos como yo paraaprender.

Asleifmeescrutóceñuda,intentandoleermispensamientos.—Noséquépretendes,Freya,perosealoqueseaespeligroso.—Pretendoserunaskjaldmö,unadoncellaescudera,eiralabatalla.Lamujerabriólosojosdesmesuradamenteynegóconlacabeza.—Freya,creoquehayunrequisitoquenuncacumplirás.Sabía que sólo doncellas virginales, mujeres que renunciaban a su

femineidadymaternidad,podíanformarpartedeesafacciónguerreraqueseintegrabaenlashuestesreales.

—Alamaternidadrenunciómicuerpo—expusecondureza—comopagoalasupervivencia;lafemineidadseráparamíunarma,comoloes

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la espada que ves enmimano.He yacido voluntaria y apasionadamentecondoshombres,meforzóunjarlydeseadoblegarmeunrey.Micuerponoespuro,peroloesmicorazón,pueshesidofielaéldesdesiempre,ydesdeelcorazóntedigoqueestaquevesantetiesunaguerrera.

Asleif vio con claridad mi determinación, y un amago de sonrisacurvósuboca.

—Entalcaso,ypuestoqueesemismoreypermitequeteentrene,teunirásalasskjaldmöypartirásconélalabatalla.

—¿Se necesita algún tipo de ceremonia para el nombramiento?—pregunté.

—Tansólomipropuestaylaaprobacióndelrey.—¿Yaquéesperamos?La sonrisa deAsleif se ensanchó complacida y orgullosa. Sus ojos

azulhielochispearonentusiasmados.—Vamosentonces—aceptó—,memueroporsaberquédirámirey.Caminamos con paso regio, espalda envarada y un aplomo tan

apabullanteencadazancadaquelagentequenoscruzábamossedeteníaamirarnosconagudacuriosidad.

Entramosenelskálijuntas,unaalladodelaotra,connuestrasropasdeentrenamiento,armadas,sudorosas,desgreñadasyvehementes.Asleif,con su físico tan opuesto al mío... ella de cabellos casi blancos, yocompletamentenegros;elladepielpálidaenextremo,yodoradacomoelsoldelatarde;susojosdelcolordelosglaciares,losmíos,ámbarcomolaresinaseca...peroambaspoderosasyseguras.

Halfdan se hallaba sentado en su trono y conversaba con susgenerales.Loshombresenmudecieronantenosotras,observándonosconcrecienteintrigayunatisbodedesagrado.

Lazaínamiradadelreyseclavóenmí;laalertadestellóenella.Pudepercibirciertoenvaramientoensuporte,yunaveladainquietudturbandosuregiosemblante.

Asleifinclinóceremoniosalacabeza,peroyonolaimité.Permanecíerguidaydesafiante.

—¿Quéquieres,mujer?—prorrumpióhoscoyceñudo.—Miseñor,vengoapedirvuestraaprobaciónparaincorporarauna

nuevaskjaldmöenmisfilas.—AsleiflaBlanca,¿dequiénsetrata?—SetratadeFreyalaLoba—respondíyo,adelantándomeunpaso.

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Halfdan me fulminó con los ojos. Con mirada entrecerrada, meescrutópensativo.Sushombresmecontemplabandesaprobadores.

—No es como vosotras; en ningún sentido, además —objetóesbozandounasonrisaburda.

—Nada que me impida pelear para defender vuestros dominios oampliarlos—contestéincisiva.

ThorleifSpakeelSabio,elladinoconsejero,seinclinósobresurey.—Pero,señor,incumpliríalasnormas,losdioses...—Deja a los dioses tranquilos, Thorleif —interrumpió Halfdan

poniéndoseenpie—.Lasofrendasestánparacontentarlos,ylasvictorias,paraagasajarlos.

Seacercóamíconesapermanentesonrisapretenciosa,ymerodeó,observándome desde su altura, como un halcón acechando a su presa,sabedordequeprontoseabalanzaríasobreella.

—Ycualquierespadacapazdelucharpormicausa,puraoimpura,sehadetenerencuenta,ymássilaempuñaunafieraloba.

Se detuvo frente a mí; alcé el rostro para sostener su penetrantemirada.

Cogiómibarbillainmovilizandomirostroyseacercómásamí.—Dime,FreyalaLoba,¿estaríasdispuestaamorirpormí?Losmurmullosenelsalónseapagaronderepente.La tensión que se respiraba se podía cortar con una daga. Algo

crepitaba a nuestro alrededor, y ese algo preocupaba sobremanera a lospresentes,porsuintensidad.Yosabíaperfectamentequélosinquietaba,yera la excesiva atención que me prodigaba su rey. El hechizo que yoejercíasobreélnopasabadesapercibidoasussúbditos.

—Estoydispuestaaviviryalucharporvos.Ysonreíparamisadentros;acababadeponerlaprimerapiedraenmi

ladodelabalanza.Halfdanmecontemplótriunfal,casiserelamía.—Entalcaso,arrodíllateantemí.Lentamenteejecutésuorden;hinquéunarodillaenelsueloeincliné

lacabeza,mostrandomilealtad.Una gran mano se posó con los dedos abiertos sobre mi cabeza,

ejerciendounaligerapresión,ratificandosupodersobremí.—Apartirdeahora,FreyalaLoba,comomimásfielskjaldmö,me

deberás obediencia, sumisión y respeto. Lucharás bajo mi mando,

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entregandotuvidaycuantonecesitedeti.Aquellaúltimaapreciaciónflotóamialrededor,conprecisasescenas

deloquerequeríademí.Pudeverconclaridadensusojosdeobsidianaeldeseo que manaba de sus pensamientos. Y sería aquel deseo el queacabaríanosóloconsureino,sinotambiénconsuvida.

—Ponteenpie—ordenócomplacido.Lohiceyenesemomentometopéconunaangustiadamiradaazul.Ragnhildmeobservabaconmarcadaindignación;asuladoestabasu

hermano Guthorm, un niño asustadizo, de grandes ojos celestes. Ellaapenas era una muchacha, de facciones angelicales y belleza dulce yaniñada.Peroenaquellamiradanorezumabalainocencianilaingenuidadprecisamente,sinounrencortanmanifiestoquecasipodíasentircómomegolpeaba;unrencorquetrajoamimemoriaotramirada,negrayladina,ladeAmina.

—Batallaremos juntos, loba guerrera —sentenció ante el agriodesagradodesushombres—.Yapuedesirte,amenosquevengasconotraexigencia.

Yesaexigenciallegaría,perocuandoterminaradeultimarmiplan.Incliné la cabeza en señal de asentimiento; con orgullo, me volvía

para abandonar el skáli cuando me topé con algunos pares de ojosreprobadoramenteasombrados.

Hiram, Sigurd, Ragnar, Eric y Thorffin se pusieron en pie en elmomentoenquerecorríellargopasilloysalierontrasdemí.

Asleifsedespidiódemíconun levegestoycorrióasucabaña.Laheladayacubríadeescarchaelsuelo,lostejadosylascercas.

Meestremecí.Mi faldacorta,micotademalla,mipetodecueroymisbotasaltaseranineficacesparacombatir lagelidezquemeabrazabacontantoahínco.

Cuandoloshombresmealcanzaronymerodearoninquisidores,yomeabracéentretemblores.

Hiramsedesprendiódesucapadepeloymecubrióconella.—Vayamos a tu cabaña—sugirióThorffin—.Tienesmuchas cosas

que contarnos y, a juzgar por lo que acabo de ver, es probable que noslleve toda la noche; no quieromorir congelado, aunque temomorir deangustiaporloqueintuyo.

Descendimos el serpenteante sendero entre cabañas apiñadas, hastaalcanzarlaqueocupabaconEyra.Unbuenfuegonosinvitóarefugiarnos

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delhelorquenosabotargaba.Eyradabavueltasalhumeantecontenidodeunamarmitasuspendidadeunganchosobreelcrepitantehogar.

Nos contempló ceñuda y observó de nuevo la sopa, calculandomentalmentelasraciones.

—Amenosquetraigáisunahogazadepan—rezongó—,osiréismáshambrientosdeloqueintuyoestáis.

—Nohemosvenidoacomer,Eyra,y,sifueraelcaso,dudoquemeentraraunbocado—farfullóHiram,mirándomeacusador.

De nuevo recibí la abierta desaprobación de los hombres, está vezconmásacritud.

Eyrapercibiólatensapreocupacióndeaquéllos,soltóelcucharónynos invitó a sentarnos en los largos bancos que franqueaban la austeramesarectangular.

—¿Dóndeestámihijo?Ensuvozasomóundejeansioso.—CreoqueenAgder—respondítrassoltarelairecontenido.—¿YquédemonioshaceenAgder?Locreíamoscontigo—replicó

huraño Thorffin—. Cuando te vi entrenar esta mañana, me extrañó noverlo a tu lado, pero imaginé que lo habría requeridoHalfdan. Pero hallegado la noche y nada sabemos de él. Y parami completo estupor, teofrecesmíseramenteaunhombrequetedesea.

—Halfdan lo arrancó anoche de mi lado —expliqué—, lo dejóinconscientey loharecluidoenAgder,obligándoloabeberesemalditopreparadoquelehaceolvidar,confundiéndoloyenloqueciéndolo.Quiereapartarlodemíhastaquesedecidalabatalla.

—Ohastaquesecansedetiyteechedesulecho—intervinoHiramconamargura.

Eraevidentequetodospensabanlomismo.—Sécuidarmesola—sentenciéconfirmeza—.Yséloquetengoque

hacerparasalvaraGunnaryamímismadeesecuervocarroñero.Eyra suspiró apesadumbrada; en su expresión se adivinaba el

cansancioylapreocupación.—¿Y por eso te conviertes en una skjaldmö del rey? —apuntó

Thorffincontrariado.—Noosatreváisa juzgarme—medefendífuribunda—;nadiesufre

más que yo, y nadie hay tan apaleado por el destino como nosotros.Combatiréconloquedisponga,sinimportarmenadamás.Halfdanesun

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escolloenmicamino,ycomotaltendréqueapartarlo.Eyraagrandólosojos,resoplóynegóabatidaconlacabeza.—¿Yloharástúsola?—inquirió—.¿Ycómoloharás?¿Enelcampo

debatallaoenellecho?Déjamedecirtequesubestimasatuenemigo.—Tambiénélamí.—Escúchamebien,muchacha—comenzóadecirEyraconcalma—:

todos juntos podremos lograrlo. Todos los aquí reunidos tenemos unarmacontraelrey.Yomanejolaastuciaymidonparalasplantas;ellosmanejan información valiosa, y tú, las mañas para distraerconvenientemente su atención, mientras nosotros actuamos. Llegado elmomento,cerraremoslatrampayélcaeráenella.

Thorffin miraba con franca admiración a Eyra; los hombres laescuchabanconlamismacomplacencia.

—AhorasédedóndeheredóGunnarsusdotesdeestratega.Eyrasonrióemocionada.—Y mi fortaleza —añadió convencida—. Es fuerte; resistirá la

ponzoña,hastaquelogreanularla.—¿Anularla?—preguntóRagnararrugandoelentrecejo.—Sí,aúntengoquedescubrirquiénpreparalapócimaycambiarlos

ingredientes que usa por unos inocuos. Pero cuando Gunnar salga delabotargamiento,tienequehaberalguiencercadeél,parahacerlesaberloqueestápasando.

—PodemosdecírseloaSigrid;ellanosesepararádesulado,ypuedemandarllamarnos—propusoErik.

¡Sigrid!Aquelnombremeconmocionó.Micorazónseaceleróy,derepente,

todo cobró sentido en mi cabeza, pieza por pieza. En apenas un breveinstante, pasé por todo un curioso compendio de emociones que mesecaron la garganta, descomponiendomi rostro en algo parecido a unamuecadesorpresivaydesagradablecomprensión.

Tras fulminar con la mirada a Erik, los presentes me observaronconteniendoelaliento.

¡Portodolosagrado,elhijodeGunnareraeldeSigrid!¡Ellaeralamujer de lacios cabellos dorados que hablaba con Gunnar mientras élacunabaalbebé!

Escondíelrostroentrelasmanos,enunvanointentoporcontenereltorrentedeodiovisceralquemeasaltó.

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Cuandoporfinlogremirarlosalacara,todavíatemblaba.—¡¿Habéispermitidoqueestéconesavíbora?!—estallécolérica—.

Fue ella la que lo planeó todo con Ada. Ella fue cómplice de ladevastacióndeSkiringssal,ella...—Nopudeseguirhablando,larabiamesepultabaconunalosaquecasimeimpedíarespirar.

Ragnartragósalivaybajólamirada.—Ella parió un hijo de Gunnar y fue ese niño el único que logró

anclarloalavida—sedefendióThorffin.—Dime,Thorffin,¿acasoeshijosuyoporqueellaasílodiga?Mesostuvolamiradaconsemblanteindescifrable.—Ambossabemosqueyacióconella.—Perofueunasolavez,ysuamantehabitualeraotro.Todosclavaronenmísusintrigadosojos.—Ulf—añadíconconvencimiento.—¡QueloscuervosdeOdínvacíenmisojos!—espetóErikimpávido

—.¡Gunnarcriandoalhijodesuenemigo!Todosmeobservaronapesadumbrados,exceptoThorffinyEyra,que

sesosteníanlamiradaconlamismaexpresiónensusrostros.—Freya, da igual de quién sea hijo —adujo la anciana ante mi

sorpresa—. Ese niño le dio a Gunnar una razón para vivir, hemos deestarleagradecidasaeseengaño.

—¡No! ¡Jamás! —negué con ofuscación. Golpeé violentamente eltablerodelamesaconlaspalmasdelasmanosymepuseenpie—.¡Bastadeardides,bastade jugarcon lasvoluntadesy lasrealidades!Nopiensoconsentirlomás.Esamujeresunaserpiente,fuecausantedeunadesgraciaenlaquemuriódemasiadagente,esamujer...

Perdí la voz, sepultada por la maraña de emociones que meestrangulaban.

Trémulaeiracunda,lesdilaespaldaycontempléelfuegodelhogar,pensandoque las llamasque crecían enmi interior podrían devorar esacabañayhastaeraposiblequetodalaregión.

Habíaidotraslashuellasdeunlobonegroyeraeseloboelquemehabía encontrado a mí, despertando la venganza, el rencor y la furia,emocionesqueexigíanunsolopago:lasangredemisenemigos.

Mihijohabíamuerto,yocasilohabíaseguidoyGunnarhabíasidoconvertido en una pálida e irreconocible sombra de lo que fue. Ya nohabía perdón enmi corazón, ni compasión enmi alma, ahora tan sólo

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quedabaenmíunacosa:furia.—Voy a recuperarlo—meoí rezongar en un hilo de voz—.Voy a

acabar con mis enemigos. Voy a demostrarles a los dioses que tengodientesygarrasyquesécómousarlos.

—Freya —musitó Eyra con suavidad—, nosotros te ayudaremos,pero tienes que dejarnos. Controla tu ira, apacigua tu ánimo, sé cauta yfría,ynoenfrentesalosdioses.Denadasirvelanzarpiedrasalcielo.

—Nosnecesitas tantocomonosotrosa tipara recuperarlo—señalóThorffin—. La desmedida ambición de Halfdan le ha creado muchosenemigos.Yesoesbuenoparanosotros,puessólotenemosqueazuzarlospara que se ciernan sobre él. El rey Horik no se fía y ha rechazado laalianzaconHalfdanparacombatiralosjarlsrebeldes.Poresoandadetanmalhumor.Además,Horikhamandadollamaralsuyo,RagnarLodbrok,en busca de protección. No sólo nos aguarda una batalla contra lossublevados, sino una cruenta disputa entre reyes. Pero, de todos susenemigos,elmásacérrimoysanguinarioessindudaHakeelBerseker.

—¿Propones que nos aliemos con Hake? —inquirió Ragnardemudado.Sefrotósualopécicacabezaynegórotundoconlacabeza.

—No, sería una auténtica temeridad —respondió meditabundoThorffin—. Hake es imprevisible, cruel y traicionero. Pero podemosfacilitarle una emboscada y abandonar aHalfdan en la lucha. Somos suescolta,suhird,nopartiríasinnosotros.

—Partir,¿adónde?—pregunté.Thorffinnoscontemplóconsemblantegrave,serascósufrondosay

crespabarbarojayrespiróhondo.—A emboscar a Horik, antes de que su jarl llegue en su ayuda.

Halfdantrazóelplanestamañana:quiereconquistarJutlandia.—¡Haperdidoeljuicio!—exclamóHiramalarmado.Thorffinasintiócircunspecto,frunciendoelceñoaltiempo.—No,siguelospasosqueélmismosehamarcado.Ahoramismo,se

abreanteéllaúnicaposibilidaddeconquistaresereino.RagnarLodbrokdejódesprotegidalaregiónensusansiasdeconquistarnuevosterritorios.Ahora o nunca. Y todos sabemos que Halfdan, como un cuervo astuto,nuncadesaprovechaunabuenaoportunidad.

—Suambiciónserásutumba—vaticinóEyra—.Esperoquenonosarrastreaella.

Un crujido proveniente del hogar, seguido de un intenso chispazo

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luminiscente,nosenvaró.—Parece que los dioses quieren hablar —barruntó Hiram con

preocupación.Eyraintercambióunamiradagraveconmigo,yapretóconfuerzasus

delgadoslabios.—Prontopartiremosalaconquista—agregódenuevoThorffin;en

su voz se reflejó una inquietud turbadora—. Lejos de Hedemark, noresultarádifícilurdirunengañoyalejarlodesushombresdeconfianza,de Thorleif Spake el Sabio y Orn Oso Pardo. Estoy seguro de que tú,Freya,podrásembaucarloyentregárnosloenbandejadondeacordemos.

Asentí,plenamenteconscientedeloqueencerraríaese«embaucarlo».Para cegar a un pajarraco como aquél, debía ponerse en sus ojos unagruesavenda,yparahacerlohabíaqueestarmuycerca.

—Un paso en falso—advirtió Eyra con gravedad— y moriremostodos. Estamos hablando de traición. Halfdan no mostrará piedad connadie;tampococontigo,Freya.

—¿Acasocreesquemeimportasupiedadsitodosemalogra?Alarguéelbrazosobreel tablero,cerrandolamanoenunapretado

puño,ydeslicélamiradaporcadaunodelospresentes.—Sellemoselpacto—murmuréconfirmeza.Unoaunoimitaronmigesto,ynuestrospuñossetocaronaltiempo

quenuestrasmiradas.Serespirabaunatensiónpesadayunadeterminaciónapabullante.

—Sólo os voy a hacer un ruego—añadí—. Mantened a Sigrid almargendeesto,oestaremosperdidos.Elvenenodeunavíboranuncaseseca.

Miré intencionadamente a Erik, que se rascaba, burdo, su doradamelenadespeinada.

—De acuerdo—concedió con un resoplido—, pero alguien deberáestar cerca de Gunnar para tenerlo al tanto de todo cuando recupere eljuicio.

—CreoquelapersonaindicadaseríaHelga—propusedirigiéndomeaThorffin.

Elgiganterojoasintióyporfinsonrió,relajandoelambiente.—Mi Helga podrá cambiarle el brebaje por el que le traigan, y

observarlo hasta quemejore; entonces le dirá que nos busque, y partirátrasnosotros.Hastaentonces,habremosderezarparanoentrarenbatalla

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antesdetenerloentrenosotros.Sobretodoahoraquetúvasaparticiparenella.

—Asleifmeenseñóbien—argüíorgullosa.Thorffin me regaló una mirada desdeñosa y esbozó una sonrisa

burlona.—Freya,nadatienenquevertusentrenamientosconunabatallareal.

Puedequehayasaprendidoalgunosmovimientos,pero,enuncombateamuerte, la experiencia, el templey la rapidez son lasmejoresbazas.Noserán escaramuzas aisladas, serán hombres corajudos y poderosos,curtidosyexperimentados, losqueseabalanzaránsobreti.Rezaparanotenerquevivirlo.

—Noesporloúnicoquerezaré.Eyrasepusoenpie,descolgódeunganchounodredeaguamielyse

lotendióaThorffin.—Tenemosunpacto,sellémoslo—alegóconfirmeza.Elgiganterojobebióunlargotragodelíquidoambarinoytraspasó

elodreaHiram.Unoaunobebimosconceremonia;ennuestrasmiradasencontradas,laemociónquepredominófueunafieradeterminación.

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22

Eldestinodeunareina

Medespertésudorosayjadeante.La visión de Gunnar tomando a Sigrid era tan vívida que todomi

cuerporeaccionóconunmalestartanagudoquesentínáuseas.Decidida a ahuyentar los desasosegadores retazos de aquella

pesadilla, me levanté con vehemencia del jergón, abrí la puerta de lacabaña, cogí un buen puñado de nieve y la froté contrami adormecidorostro.

Maldije entredientes enel acto, cerrédandounportazoyme sentéfrentealhogar.Eyranoestabaensujergón.

Alimenté el fuego con leños secos y removí las ascuas, pensativa.Saberlacercadeél,utilizandotodassusmañasdeseducción,utilizandoasupropiohijoparatenerlocerca,merepugnaba.Ymáscuandoellahabíasidounadelascausantesdequeyoperdieraalmío.

Me incorporé furiosa y caminé de un lado a otro.Mimente bullíaimaginandounsinfíndesituacionesentreellos:abrazos,mimos,caricias,gestosdulces,y aGunnar sumidoen subrumade irrealidad, tomándolacomomehabíaposeídoamí.Loscelosmecorroyeron,yelrencorcontrael hombre que me había arrebatado a mi esposo creció con tantaintensidadquetentadaestuvedebuscarloyclavarlemidagaenelcorazón.

Mesorprendígruñendoe imprecando.Denuevo,mesentée intentécalmarmisfogososánimos.Justoenesemomentoseabriólapuerta;unladridocortómispensamientos,yuncálidocuerpopeludomesoliviantóconuncariñosolametazoenlamejilla.

—Muchacha, si teabocasmásal fuego,acabarásdentrodeél—meadvirtió Eyra. Un viento gélido onduló las llamas, sometiéndolas, hastaquelapuertasecerródenuevo.

—Yaestoydentrodemipropiofuego—respondí—,yteaseguroquemeestádevorando.

—Pues apágalo antes de que te queme—rezongó, depositando un

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ganso desplumado sobre la mesa—. Nadie sabe quién prepara elcondenadobrebaje—mascullócontrariada—;hehabladoconlasmujeres,ningunatieneelsuficienteconocimientosobreplantas.

—Pero debe de haber un hechicero, una curandera, alguien queatiendalosmalesdelagente...unreyrequerirácuraparasusdolencias—repliquéconfusa.

—Dicen que Thorleif Spake el Sabio se ocupa de la salud del rey.Tendréquevigilarlodecerca,enalgúnsitioguardarásushierbas.

GruñícomorespuestayacariciélacabezadeFenrir.—Destripa ese ganso, Freya, lo asaremos en la lumbre —ordenó

Eyra tajante—. No quiero verte ociosa, o acabarás cometiendo algúndesatino.

—Losdesatinosdeotrossonlosqueestánacabandoconmigo,Eyra.—Sea como fuere, tú no los cometas —sentenció con mirada

admonitoria—.Y,ahora,voyenbuscadeThorleif;todospiensanquesoyunavölva, asíqueno seasombrarádeque lepregunteporunhongoencuestión.El tiemponosacecha,Freya,nopuedopermitirquepartasa labatallasinasegurarmederestableceraGunnar.

—Sinoconsiguescambiarelfiltro—murmurésombría—,tambiénpodemospedirleaHelgaqueimpidaqueGunnarselotome.

Eyrafruncióelceñonegandoconlacabeza.—Muchacha, eso es poco probable estando Sigrid cerca. Ella es la

queseloofreceporordendelrey.—¡Maldita!—masculléentredientes.—AellatampocoleinteresaqueGunnaraclaresumente.—No, claro, así puede seguir ocupando un lugar que no le

corresponde—siseéfuriosa—,asípuedebuscardenuevounhijoquesíseadeél.

Aquel pensamiento, que surgió súbito como la chispa producida enuncrucedeespadas,merevolvióelestómago.

Eyramecontemplóconpreocupación,seacercóyapoyóunamanoenmihombro.

—Freya, guarda la calma, aleja pensamientososcuros y convéncetedequeprontoestaréisjuntosdenuevo.

Asentí, aunquemi interiorhervíaconunamezclademiedo, furiayfrustración.

CuandoEyrasalió,saquémidagayabríelaveconmásfuerzadela

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necesaria. Extraje las vísceras y las lancé al fuego, que chisporroteóalborozadoporsuinesperadoalimento;luegoensartéelaveenunavarade hierro. Ya me inclinaba para colocar la vara junto al fuego cuandollamaronalapuertaconimpacienteinsistencia.

Melimpiétoscamentelasmanosyabrí.Detodaslaspersonasquenoesperabaencontrarfrenteamí,aquellaquememirabacontantagravedadera,sinduda,lamenosimaginable.

—Tengoquehablarcontigo.Yesquivándome,seadentróconpremuraenlacabaña.Cerré la puerta asimilando mi asombro y despertando todos mis

recelos.—Hola,Ragnhild—musitéconsequedad.Los enormes ojos azules de lamuchachame repasaron lentamente,

mostrandotodosudesagradoydesdén.—Necesito una merced de ti; a cambio estoy dispuesta a ofrecerte

otra.Meacerquéaelladespacio,inspeccionándoladesconfiada.—¿Yquépuedequererunareinadeunasierva?Ragnhildsesentóenelbancofrentealfuego,sefrotólaspalmasde

lasmanosenlosfaldonesdesuhermosatúnicaverdeydesviólamiradahaciaelhogar.Su rostrose tensó, respiróhondoe inclinóangustiadaelrostro;mechonesdoradosdesulargacabelleraocultaronsuperfil.

—Podría pedir a los dioses un cabello negro y unos ojos dorados,perodudoquemeloconcedieran—comenzóadecirenunapagadohilode voz—. Podría pedir a los hombres que te arrancaran la vida y teenterraran muy lejos, pero también dudo que eso me ayudara. Y, trasmuchomeditar,sólohehalladounasoluciónamisproblemas.

Guardósilencio,imaginéqueparabuscarelcorajequenecesitaba.—Necesito que me ayudes a cumplir mi destino —anunció

finalmente.Cuandoalzóelrostrohaciamí,vienéltantapesadumbre,tantodolor

ytantasúplicaquenopudemásquecompadecermedeella.—Arduaempresa,jovenreina,pueseldestinolorigenlosdiosesylo

luchanloshombres.Cadaunodenosotrossomoslosúnicosquepodemosforjarelpropio.

Labellareinanegóconlacabeza.Sumiradasenublóconlágrimascontenidas.

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—Teodio,Freya—espetóy,apesardeaquellaspalabras,sutonofuetandesgarradoquemeconmovió—.Tú te interponesenmidestino,quenoesotroqueconcebir todaunadescendenciareal, talycomopredicenlas runas.Sino loconsigo,mi reyysupuebloacabarándesterrándome.—Estrangulóunsollozoydenuevobajólamirada,escondiendoelrostrotras la espesa cortina dorada de su melena—. Halfdan no consigue...despertarsudeseoamilado...Yentonces,maldice,seenfureceysaledellechopararumiarsupenaenjarrasdecerveza.

Cerrélosojosysuspirélargamente.Lapiedrademipecho,esaquesenegabaaabandonarme,pesóeldoble.

—Nadapuedohacerporvos—repliquéconfrialdad—.Sécuántoloaguijoneamirechazoyloqueanhelademí,perosólosoyelcaprichodeun niño consentido y antojadizo.Confío en que el tiempo y la distanciadiluyansuempecinamiento.

Clavóenmísucelestemirada,derramandoenellatodasuinquietud.—Éseesprecisamenteelproblema,Freya,turechazo.Lamiréconfusa,mefrotéelrostroymesentéenunabanquetafrente

aella.—Necesitoqueloaceptes—anuncióconhondopesar—.Ynocreas

queestoquetepidoesfácilparamí...pues,apesardelpocotiempoquellevojuntoaHalfdan, loamo.Veosusufrimiento, leoigopronunciar tunombreensueños,leveolucharbuscandoensuinteriorundeseoquenosiente por mí, y rabiar de deseo por ti. —Hizo una pausa. Un hipidoescapó de su garganta, como si las palabras que deseaba pronunciar seatoraranensuinterior—.Yo...guardolaesperanzadeque,unavezquetetenga, una vez satisfecho su capricho, logre olvidarte. Sé que esarriesgado,masnecesario.Novoyanegarquetengomiedo,miedoaqueloquesientanoseasólodeseo.Séqueteadmirayqueansíadoblegarte,pero todavía me agarro con desesperación a que esas emociones noescondanotracosa.Ytejuro,Freya,que,inclusosidescubroqueteama,meconformaréconsersureinaylamadredesushijos.

—¿Loamáisyconsentísqueyazcaconotramujer?Ragnhild sacudióenérgica la cabeza, las lágrimasescaparonde sus

ojos y zigzaguearon por sus mejillas; en su mirada brilló, además, laimpotencia.

—Peoraún,queyazcaconunamujerqueparecetocarsucorazón.Lajovensedeshizoenunagudosollozoysecubrióelrostroconlas

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manos.Observécómosushombrossesacudían,cómosupenalazarandeaba

ylarabiaquesentíahaciaHalfdansedesbordó,comounríocrecidoanteeldeshielodelasmontañas.

—Serámejor que busquéis otra solución,mi reina, pues no yaceréconvuestroesposo,talycomoélnomepermiteyacerconelmío.

Ragnhild se levantódelbancoycayóde rodillasantemí,cogiendomismanosentrelassuyas.

—Teloruego—gimióllorosa—.Unareinasepostraatuspies,todounlinajedependedeti.

Memantuveimpasible;sinduda,ellaeraunavíctimadeaquelcuervocarroñero,peroyoeraotra.

Alzósuhermosoyaniñadorostrohúmedohaciamí.—Te ayudaré a liberar a tu esposo de las garras delmío—añadió

expectante.Sostuvesumiradacongravedad.Tenerasureinademiladoerauna

bazaquenopodíadesaprovechar.—¿QuiénpreparaelbrebajequeemponzoñaeljuiciodeGunnar?Nomepasóporaltolasombradeunasonrisaqueapenasiluminaba

surostroconunatisbodeesperanza.—Te diré cuanto desees saber; juntas conseguiremos nuestros

propósitos—musitóirguiéndose—.Estanocheacudealskáli,yodormiréenotrositio.

—No, no es necesario que busquéis dónde dormir —murmuréasaltadadeprontoporunrayodeclarividencia.

Meobservócontrariada,sumiradaseoscureciódenuevo.—Buscáisunhijo,¿noesasí?Fruncióelceñoytragósalivaantesdeasentir.—Yodespertaréeldeseodelrey,peroenvosrecaerásusimiente.—Nologroentendertuintención—confesóintrigada.Mepuseenpieylaenfrentéconunasonrisataimadaprendidaenmis

labios.—Estanocheloseduciré,ylotentaréajugar.Sécuántolegustanlos

juegos en el lecho.Ambas conseguiremos lo que buscamos, sin riesgosinnecesarios.

Suazulmiradameescrutóconextrañeza,peronadareplicómientrassedirigíahacialapuerta.

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—Nome importa compartirlo en el lecho—anunció con la puertaabierta—, pues sé que no podéis engendrar hijos; en caso contrario,habríaordenadovuestramuerte.

Trasdeciresto,salióconportealtivoymiradatriunfal.Unfulminantepensamientomeatravesómientrascerrabalapuerta...

jamásdebíasubestimaraunajovenreinadespechadaoestaríaperdida.

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23

Entresueñosydolor

Gunnarcogiódelascaderasalamujerquedanzabasobreél.ErasuFreya,puessucabellolargoynegroondeabaaltiempoquesu

cuerposearqueabapresodelplacer.Yanosabíadistinguirlarealidaddelsueño, porque a menudo los sueños eran casi más palpables que larealidad,yélloprefería.

¡Cómonohacerlosienellosestabaella!Sin embargo, se preguntaba por qué ya no volvía a hablarle desde

aquellanoche,enqueinclusosoñóquelallevabaantesushombres.Aquelsueño, aunque desdibujado, persistía en su mente con inolvidablesrecuerdosdeunanochedepasióndesatada.Casillegóacreerqueaquelloeraverdad.Perono,despertóenaquellaconocidacabañaenAgder,juntoaSigridysupequeñoOttar.Ylossiguientessueñosyanohabíanvueltoaser iguales. En efecto, ella lo acariciaba y lo besaba, lo excitaba y lotomaba como suyo, pero eradistinto.Él no sentía lomismo, a pesar deque se dejaba hacer y lloraba mientras le suplicaba que le hablara denuevooquelollevaradeunamalditavezconellaalreinodelosmuertos.Pero, un día y otro, despertaba de nuevo en aquel mundo lóbrego ymarchito,unmundoenelqueellanoestaba.

Nada quedaba en él del hombre que fue; muerta la esperanza y lailusión,nohabíanadaen lavidaque loataraaella,exceptosupequeñoOttar.Llevabaelnombredesuhermano,aquelquehabía fallecidohacíayatantotiempo.

En cuanto a la complaciente y dulce mujer que lo atendía tandiligente,esaqueodiaba,alaquetratabacondesdeñosadesidiayalaquetolerabapor suOttar,no secansabade recibir sudesprecio, aguantandoestoicaundesplantetrasotro.Oalmenoslosqueconseguíarecordar.

Todoeratanconfusoensuvida...tansólolamuertelosubyugaba,lamuerte y los gorjeos de su hijo.Dormía demasiado, se sentía apático ymareado, no discernía las crueles mañas de Loki de la realidad y,

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francamente, las anhelaba. Los escasos momentos de conscienciaresultaban tan hirientes que huía de ellos bebiendo el brebaje que leofrecíaSigrid,casicondesesperación.

Yasítranscurríasulastimosavida,entresueñosydolor.Cada noche, Freya aparecía ante él, desnuda, y a pesar de no verla

connitidez,dequesusiluetasedifuminabacomoelespectroqueera,ydeque su alborotado cabello oscuro cubría su rostro, agradecía que seentregaraaélalejandoelfríomortalqueempapabasushuesos.

Se derramó en un gruñido y, a pesar de que intentó retenerlaabrazándola contra su pecho, ella siempre conseguía zafarse, dejándolosumidoensollozosqueterminabanrindiéndoloalsueño.

Yestavezsussueñosfueronmáscruelesdelohabitual.Lavioaella,asuhermosaFreya,enbrazosdesurey;lovioaéldevorandosusdulceslabios,yunallamaestallóferozensupecho.

Sigridsequitólapelucaqueellamismahabíaconfeccionadoconlacrindeuncaballonegroysetumbóensujergónplenamentesatisfecha.

Gunnarerasuyo,comojamás imaginóque losería.Bieneraciertoqueteníaquerecurriralengañoyaesabenditapócimaquediariamenteunmensajerolellevaba,peronoleimportaba.Ellateníaunhombre,ynoaunocomún, sinoalquehabíadeseadodesdepequeña,y suhijo teníaunpadre.Trastantossacrificiosdesangrealosdioses,trastantasintrigasypactos, su tesón había dado sus frutos. Había perdido a sumadre en lamatanzadeSkiringssal,peroeraunprecioapagarporsutriunfo.Sonrióanteelconvencimientodequesumadreestaríaorgullosadeella.Gunnarerasuyo.

Todo seguiría siendo perfecto en su vida, si no fuera porque habíadescubierto, de boca de Inga la Roja, que esa despreciable perra árabeseguíaestandoconvida.Habríadesercautaeidearlamaneradeacabarconella.

Cerrólaspiernascruzandolostobillosyseacaricióelbajovientre.Estabaseguradequeprontosucuerpoalbergaríaunnuevohijo,yestaveznohabríadudasobresuprogenitor.YconeltiempoabrigabalaesperanzadederribarlasbarrerasdeGunnar,ydeconseguiralmenosqueasumierasunuevavida,borrandodesumentesupasadoyaella.

HabíaenviadoaHedemarkaIngalaRojaparahaceraveriguaciones

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sobre Freya. No entendía por qué había viajado hasta Agder paraencontrarloysehabíamarchadosinenfrentarlo,ynolegustabaaquello.A buen seguro esa perra traicionera estaría tramando algo; resultaba devital importancia averiguar sus movimientos para poder anticiparse aellos.

Ya no contaba con los consejos de su madre, ni de sus fallecidasaliadas, Ada y Amina, pero tenía de su parte a un rey y a los dioses,porquesindudahabíansidosusfavoreslosquelebrindaronaGunnarenbandejadeplata.

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24

Elinflujodeunaloba

Me adentré en el skáli avanzada la noche; caminé despacio, todo losilenciosamente que pude, cubierta por una gruesa capa de lana gris, lacapuchasobre lacabezaensombreciendointencionadamentemirostro,yarropadaportoses,ronquidosyrespiracionesacompasadas.Tansóloibaarmadaconunafieradeterminaciónyelpequeñoardidquehabíacosidoalosbajosdemicamisola.

Losespesoscortinajescorridos,deunmarrónpardusco,ocultabanala mayoría de los durmientes, pero otros muchos lo hacían sobre losbancosdelamesa,einclusosobrelalargamesa.Distanciadaslucernasyunadormecidofuegodelhogarapenasalumbrabalosrincones,dondeseperfilabancuerposamontonados,cubiertosportupidasmantas.

Ojeé a izquierda y derechamientras aceleraba el paso.Nadie debíaadvertirmipresenciaallí.Eraunriesgoqueteníaquecorrer,comoloqueestabaapuntodehacer.Noobstante,necesitabalaayudadeRagnhildylanecesitabasinpérdidadetiempo.

Sentíaelpulsoaceleradoyunasterriblesganasdedarmelavueltayhuir.Meobliguéaavanzarymeprohibípensarcuandomeadentréenlaalcobareal.

Halfdan dormía boca arriba, con un brazo flexionado, y cubría susojosconelantebrazo.Lamantadepelosearremolinabaensuscaderas,dejando su magnífico torso a la vista. El tenue resplandor del hogarbañabasuspoderososmúsculosdeoro,remarcandosucuadradomentóny la plenitud de sus labios. Era un hombre imponente, fieramentemasculino y apuesto y, aun así, a pesar de que sus cualidades físicasresultaban atrayentes, supe que tendría que imaginar que sus ojos eranverdes, y su cabello castaño claro. Incluso logrando tan ardua empresa,era probable que no consiguiera solapar el agudo rencor que meprovocaba.

Asulado,unahermosayjovenreinaseincorporóabruptamentede

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la cama, me saludó con una sonrisa aliviada y salió del lecho conentusiastapremura.

—Ocupami lugar—pidió, cubriéndose con unamanta—.Esperaréenlapartedeatrás,atentaatullamada.

Tansóloasentí.Aguardéaquedesaparecieraporunapequeñapuertasituadaalfondodelaestanciaymedirigíallecho.

Inmóvil frente a él, de pie, me debatí de nuevo con los urgentesdeseosporescapardeallí.Memantuveahí,observándolo,preparándomepara lo que estaba dispuesta a hacer. Controlaba mis latidos, mirespiraciónymismiedos,cuandoélabriódegolpelosojos.

Vi sorpresa en su rostro, quemutó casi de inmediato en un agudorecelo.Semedioincorporóenelactoysefrotólosojos.

—¿Eresunsueño?—inquirióconfuso.Suvozgraveyroncallegóhastamíenapenasunsusurro.—No—respondí—.Soytanrealcomoeldeseoqueveoentusojos.Descubrímicabeza,ymedespojédelacapasindespegarmimirada

delasuya.Mientras aflojaba los cordones de mi túnica, sentí sus ojos

acariciándome.—Veoqueporfinhasrecapacitado,loba.Sonreíseductora;losojosdelreybrillaronanhelantes.—Meapetecejugar,cuervo.Halfdanalzóunacejasorprendido,sonriódemedioladoysusojos

seprendarondelcordelquedeslizabaconintencionadalentitud.—Juguemos,pues—aceptórelamiéndose.Encogí loshombrosy tiréde lasmangashastaque lapesada túnica

roja cayó a mis pies. Una liviana camisola apenas dejaba nada a laimaginación;abríelescotelosuficienteparamostrarunabuenapartedemispechos.

Halfdanseacercóamíconmiradadepredadora.Porprimeravezmepreguntésiseríacapazdemanejarlaansiosafierezaquecontorsionabasuregiorostro.

—¡Porlosdioses,mujer,eldeseomequemalasentrañascomonuncaantes!

Sepusoderodillasenellechofrenteamí,completamentedesnudoytan enhiesto como los postes de la entrada. Alargó el brazo, atrapó micinturaymeciñóaélconimpacientehosquedad.

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—Voyademostrartedeloqueescapazunrey.Inmovilizómimentónytomómibocacontantaurgencia,contanta

brusquedad,quemesobrecogió.Sulenguaseimpusoalamía,rozándolaen círculos, succionándola, paladeándola con denodado delirio. Explorócada rincón de mi boca, gruñendo en ella, conquistándola con tantoahínco,contantapasión,quesólofuicapazdedejarmehacer.

Cuandomeliberó,ambosjadeábamos.Suzaínamirada,nubladaporeldeseo,brillabaconunaemociónquenosupenombrar.

—Cuandoacabecontigo,loba—susurrócongravedad—,noquerrásescapardemilecho,nodesearássalirdemisbrazosniansiarásmásairequeelqueteconcedanmisbesos.

Metumbóenellechoysecerniósobremí,acomodándoseentremispiernas. No sé si fue la intensidad de su mirada, el atisbo de ardientedulzura que traslucieron sus ojos o su hábil boca depositando húmedosbesos enmi garganta... un beso, unamirada, y así de forma alternativa,comosimarcaracadapalmodemipielconsuesencia,comosiquisieraconquistar algomás quemi cuerpo ymi voluntad. No sé bien qué fue,peromeestremecípresadeunhormigueoquemedesasosegó.

Sabíadespertareldeseodeunamujer,deesonomecabíaduda,puesmi cuerpo traidor ya estaba reaccionando a su artera seducción, y fueprecisamenteesaatracción física laqueentróenconflictocon todos losplanes que traía conmigo.Me había prohibido pensar, y en este precisomomentoeraloquemásnecesitabaparaenfriarmisánimosyobrarconjuicio.

Cuando el hombre atrapó uno demis endurecidos pezones a travésdeldelgadolinodelacamisola,ungemidoescapódemigarganta.Llevélasmanosasucabezayatrapéenellasoscurosmechonesdesuabundantecabellera. Apreté los dientes negándome el placer que sentía. Halfdanpasaba de un pecho a otro, mordisqueando y succionando, frotándolosrepetidamente con su cálida lengua, una lengua que estaba devastandotodasmisbarreras.Y,de repente,meapercibídequeapretabasucabezacontramissenos,enlugardealejarla.Teníaquedeteneraquelloocaeríaenmipropiatrampa.

Logré frenarlo tirando suavemente de su pelo. Halfdan me miróarrobado y abrió con vehemencia el escote de la camisola, rasgando lasuavetela.

—Jamás sufrí enmis carnes la inmisericorde punzada del hambre,

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Freya,hastaqueteconocí.Sinembargo,ahoraquetetengoamialcance,estoyconvencidodequenomesaciarénuncadeti.

Posé las palmas de mis manos en su fornido pecho; percibí conclaridadcómoélseestremecióanteelcontacto.

—Lanochequepresenciécómocomplacíasadosesclavasantemisojos, deseé participar, pero el pudor,mis recelos ymi condiciónme loimpidieron—mentí—.Sinembargo,ahora...—Deslicélosdedosporsusmullidoslabios,dejandoqueapresaraunodeellosensuboca—.Ahora,deseocompartirte.

A travésdel lujuriosofuegoque irradiabansusnegrosojos,asomóundejedeasombroyunatisbodeorgullosacomplacencia.

—Preferiría dedicarte esta noche todami atención.En otra ocasiónsatisfarétusdeseos.

—No. —Sonreí sensual, entornando la mirada y pasandointencionadamente la lenguapormis labios—.Mehe tomado la libertaddeorganizaresteencuentro.—Girélacabezayexclaméentonomásalto—:¡Ragnhild!

Halfdanseenvaróy,siguiendomidirección,descubrióasugentilyjoven esposa junto a la estrecha puerta por la que había salido instantesantes.

—¿Quéarguciaesésta?—gruñóconfuso.Abarquésurostroentremismanosylesonreímelosa.—Es mi deseo—expliqué en un susurro sugerente—. Y sé que el

tuyo,mirey.Tenernosaambas,yambasconsentimosenello.Alzólascejasconasombroydirigióunamiradaasuesposa,quese

acercabaanosotrosdesnudándoseacadapaso.Era menuda para ser una mujer del norte, pero de proporciones

exquisitas. De cremosa y tersa piel, pequeños pero lozanos pechoscoronados por rosados y constreñidos pezones y piernas bellamentetorneadas.Hermosaydotadadeesacandidezqueotorgabalajuventudylainexperiencia,acentuadaporelrubordesusmejillas.

Cuandollegóhastanosotros,setumbóamiladoyacariciólamejilladesutodavíadubitativoesposo.

PudevercómoHalfdansedebatíaentreeldeseoquelocorroíaylainesperadaintromisióndesureina.Intentabaasimilaresanuevasituación,asíquedecidíayudarlo.

Loaferréde lanucay atrapé suboca conardorosavehemencia.El

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hombregruñólascivoyrespondióconidénticofervor.Mecontoneébajosu cuerpo, encendiendo su deseo y, cuando liberé sus labios, dirigí sucabezahastaladeRagnhild.Éstasupoenelactoloqueseesperabadeella.Imitómibeso,removiéndoselujuriosayanhelante.

Cuando Halfdan se separó de ella, clavó la mirada en mí,devorándome con los ojos. Acomodado entre nosotras dos, mientrasbesabaunodemispechos,acariciabaeldesuesposa.Eraunhombretanavezado, un amante tan experimentado, que fui incapaz de negarme elplacerquemeproporcionaba.

No pensé en nada, cerré mi mente a cualquier pensamientoperturbador,acualquierjuiciodevalor.Puesahora,aestasalturasdemivida,nadiemejorqueyosabíaqueloúnicoimportanteeraelfin,nolosmedios.Yanoeraunamujer,eraunalobasibilinaquedevolvíadentelladapor dentellada, que clavaba sus garras sin piedad en sus enemigos, queengatusaba, manipulaba y utilizaba sus armas sin remordimientos nidudas,sincompasión,nireparos.

Mientras besaba de nuevo a Ragnhild, acercó mi cabeza a ellos,obligándome casi a rozar con mis labios la mejilla de la reina. Noesperabaquesesepararaparaempujarlabocadelamujercontralamía.Comotampocosupereaccionarcuandosentícómola lenguade la reinaentreabríamislabiosy,conexquisitadulzura,tanteabamilengua.

Meenvaréincómoda,intentérevolverme,peroelmuyrufiánsujetabanuestrascabezas impidiendocualquierretroceso.Noté lahúmedacalidezde la mujer acariciando mi lengua, suave y delicada, con tan prolijadedicación,contanalmibaradotacto,quemesorprendió.Nosentípasión,nideseofísico,perotampocorepulsa.Aceptéelbesosinrespondercomodebiera, trémula y confusa, con una amalgamade emociones dispares ycontrapuestas.

Cuando nos separóHalfdan y logré enfocar lamirada sobre él, nofueunhombreloquevi,sinounanimaldesquiciadoydesgarradoporunapasiónqueloconsumía.

—Hesidobendecidoporlosdioses—siseóenunsusurrocontenido—.Yahora,loba,voyadescargarentitodomipoder.

Yaseabalanzabasobremícuando lodetuveapoyandodenuevo lasmanosensuférreoyagitadopecho.

—Tómala a ella primero, mientras contemplas cómo me preparoparati—sugeríardiente.

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Halfdanentrecerrósusbrunosojos,yfinalmenteesbozóunasonrisamaliciosa.

—Estaveznoescaparásdemí—advirtióartero—.Dejaréqueveaselgocequevoyaprocurarte;asíalimentarétusganas,ymerecibirásconelmismoanheloquemerompepordentro.

Apenasasentí,élsecerniósobresuesposa,queyaloaguardabaconlaspiernasabiertasymiradahambrienta.Ymedioincorporado,apoyadoenlasmanos,conlospoderososbrazos tensosysusojosdevorándome,embistió a Ragnhild con tal brusquedad que la mujer emitió un gritosofocado,enelqueflotóunlevematiztriunfal.

En cada embestida, su larga melena negra se agitaba ocultandoparcialmente su rostro, pero, entre las oscuras guedejas, sus ojosrefulgían con una intensidad queme secaba la garganta.Arremolinémicamisola en torno a mis muslos, haciéndole creer que mi gesto eraprovocadoryansioso.Pero,enverdad,sólorebuscabaentreelbajodelaprenda la pequeña abertura por la que había introducido el diminutosaquitodesargaconaquellospolvosocres.

Raízdemandrágora,unpreparadoquesustrajedelospotesdeEyra.Recéparaquesurtieraelefectoinmediatoqueseleatribuía.SinolograbaarrebatarlelaconscienciaaHalfdan,éllograríaarrebatarmealgoquenoestabadispuestaaentregarleporvoluntadpropia.

Mearqueé,cerrélosojosygemí,hundiendounademismanosenmientrepierna, mientras con la otra sujetaba fuertemente el saquito con elpreparado.Losturbiosojosdelhombremedevorabanconunavoracidadtanatrozquecasipudesentirsusmanosenmipiel,subocaenlamía,ysuvirilidadpenetrándome.

¿Era tan poderoso su deseo que lo percibía de modo tan tangiblesobre mí? ¿Sería realmente capaz de contener a aquel hombre querezumaba tan abrumador anhelo? ¿Podría besar de nuevo a Gunnar sinpensarenestemomento?Laúltimapreguntamesacudióconfuerzay larepulsa que no sentí ante ninguno demis recientes actosme sepultó depronto.

Entre los jadeosentrecortadosdeRagnhild, los sofocadosgruñidosdeHalfdanymisgemidos,queyacasieranlamentosincontrolados,supede alguna manera que acababa de traspasar una frontera demasiadopeligrosa,adentrándomeenunmundoinciertoyoscurodelquequizánosabríaescapar.

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Mis ojos se encontraron con los de Halfdan y, asaltada por unimpulso,meerguíhaciaélylobesé.Teníaqueasegurarmedequenosereservabaparamí.Enredémilenguaenlasuyaylafrotéconurgencia.Y,aferradaasucuello,sacudidaporsusembistes,sentílainminentetensióndelhombre.

Clavé las uñas en su espalda, se arqueó hacia atrás y gimió suliberación enmi boca.Se detuvo todavía hundido enRagnhild, pero sindejar de besarme. Cuando logré separarme, el brillo de su azabachemiradapusofinalmentenombreaaquelloquemenegabaacreer.

Sentídeseosdellorar,sentíelirrefrenableimpulsodesalircorriendodeaquelmalditolugar,degritaralanocheydemaldecireldía,peroencambiosonreí.

—Descansa,granrey—murmuréconfingidadulzura—.Aguardaréaquerecuperestuvigor.

Halfdannegócon la cabeza,dibujóuna inclinada sonrisa ladina, seseparódesuesposayseabalanzósobremí,obligándomeatendermedenuevoenelrevueltolecho.

—No, gran loba, no tendrás que esperar, uno solo de tus besosresucitaríanaunmuerto.Estuturnoy,porfin,elmío.

Alarmada y temerosa, manipulé torpemente entre los dedos elsaquito,entreabriéndololosuficienteparauntarlapuntademisdedosenelinterior.

—Tenemos toda lanoche—susurréperfilandocon laotramanosumarcadomentón—.Nonosapresuremos,nosquedamuchoquejugar.

—Pero,estavez,seráunjuegosóloentretúyyo—musitórotundo.Y haciendo un desdeñoso gesto con la mano, despidió a su joven

reina,quemededicóunamiradaindescifrableantesdeobedecer.Loempujétraviesaparaganartiempoymovilidad,yconseguírodar

sobre él, para invertir las posiciones. Y a horcajadas encima de suscaderas,me tumbésobresupecho,mordisqueécoquetasus labios,ymealcé de nuevo para observarlo.Dejé que se embebiera demi cuerpo; elescoterasgadomostrabacompletamentemissenos,quecapturarontodasuatención. Era justo lo que buscaba. Cuando alargó las manos hasta mispechosyloscobijóenellas,aprovechéparaacercarlasmíasasurostro.

—PorOdín,Freya,mesecaslagarganta.Sutonofueacariciador,casiconmovedor.Minombreensuslabios,

pronunciadodeaquella forma, comosipaladearacondeleite cada letra,

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evaporó cualquier atisbo de duda respecto a lo que albergaba su pecho.Eramío, sin yo pretenderlo, sin yo quererlo, sin ni siquiera soportarlo.Sinembargo,lovaloré,ymucho;eramiherramientayyolamanoquelaempuñaría.

No presté atención a su profunda mirada, ni a su respiraciónentrecortada,nialacontundenciadesuscaricias.Sólomecentréenpasarlayemadeldedountadaconelpolvoderaízdemandrágorapordebajodesunariz.

—Deja que baile para ti, mi rey —susurré ondulando las caderasprovocadora sobre él. Intentaba ganar tiempo, mientras escrutabaexpectantesusemblante.Denuevo,ycongestocasual,volvíarepasarsuslabios,depositandosutilmenteelvolátilpolvoamarillento.

Halfdan atrapó mis caderas y las afianzo contra las suyas. Advertíasombradalapalpitantedurezaquemostrabasudelirantedeseopormí.

—Temo acabar acostumbrándome demasiado a tus caprichos —gimió afectado—. Todo cuanto hacesme atrapa en tus deliciosas redes.Sin embargo he de confesar que claudiqué ante ti la primera vez que terobéunbeso.

—Permítemeentoncesquerobecuantodeseedeti.—Me has robado ya tantas cosas que apenas queda nada de mí—

afirmó con abrumadora sinceridad—. Y, aun así, quiero que sigashaciéndolo. Convertiste a un rey en un hombre desesperado, y ahora,despuésdeestanoche,esehombrepasaráasertuesclavo.Éseestupoder,loba,el influjoqueteotorgaronlosdiosesparadominara loshombres.Merindoanteti,apesardesaberlodolorososquesontusmordiscos.

ÉseeraelpoderdelquemehablóRashid,hacíayaloqueparecíaunaeternidad.Entoncesnocomprendílamagnituddeaquellarevelación,peroahora no sólo era terriblemente consciente de ella, sino que actuaba enconsecuencia.

—Eres mío, Halfdan Svarte el Negro, de la misma forma que yonuncaserétuya.

Sumirada se oscureció, sus dedos se clavaron enmis caderas y sugestosetorcióenunamuecafuriosa.

—Noaspiro aposeer tu corazón,mujer—replicó congravedad—,pero que desaparezca el Valhalla si hoy no tomo tu cuerpo hasta quedesfallezca.

Percibí un ligero enturbiamiento en sumirada, sugesto se relajóy

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arrugóincómodolanariz.Llevólamanoaellaylafrotóconinsistencia.Lamandrágoracomenzabaaafectarlo.—Tendrásmicuerpo,ynosotroslalibertad—lerecordé.Los párpados empezaban a pesarle, los brazos cayeron laxos a sus

costados y la respiración comenzó a ser más lenta y pausada. Sinembargo,consiguióasentir.

—Acambio,perderélamía—susurrópesadamente.Y,sinmás,sedesvaneció,sumidoenunletargosorprendente.Salí de la cama, recogí mi capa del suelo y me cubrí con ella.

EntoncesllaméaRagnhild.—Lavadle el rostro—le pedí cuando apareció de nuevo—, que no

quederastrodelpolvoamarillo.Yhacedlecreerquefuisuya.La mujer me observó demudada, con una pincelada cogitabunda

titilandoensuaniñadosemblante.—Y, ahora, cumplidde inmediatovuestra parte del trato, noquiero

pasaraquímástiempodelnecesario—exigí,componiendomisropajes—.¿Quiénpreparaelbrebajequebebemiesposo?

—ElOráculo—respondió.Y,derepente,rememoréelintensohedorqueflotabaenlacabañadel

Oráculo.Unaromaabosque,ahumedad,ácidoypesado,y,trasesacapaalmizclada, el inconfundible efluviode lashierbas tratadas, de aceitososungüentosyderemediosmacerados.

Y, con ese recuerdo,me golpeó la última frase del anciano...—«Yahoramarcha,mujerloba;loúltimoqueveréyadetiserántuscolmillos.»

Abandoné el skáli con un pregunta triunfal regocijándose en micabeza...¿DesapareceríaelValhallaesanoche?

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25

Descendiendoalosinfiernos

El frío era tan intenso, tan afilado e incisivo, como el mordisco de unanimalhambriento.Sufríasusdentelladasyanosóloenmipiel,sinohastaenmishuesos,comosilosroyeraconinquinaydesesperación.Mecalabatanhondo,y tanpesadamente,comosimecubrieraconunagruesacapaempapadaque,ademásde inmovilizarmeconsupeso, seclavarapocoapocoenmipiel.Eratalelhelorquemeembargabaquequemaba,conundolordifícildesoportar.

—Sisiguestemblandoasí—comenzóadecirAsleif—,acabaráspormorderte la lengua tan fuerte que caerá sobre la nieve como un pájaroherido.

—No...noesmilengua...loúnicoqueca...erá...sobrelanieve.Asleifalzóunacejaymeobservóaconciencia.—Vamos,estássudandoy,sitedetienes,tecongelarásdeltodo.Alcé entre escalofríos la espadaymepusenuevamente enposición

defensiva. Asleif dejó escapar una risita divertida, negó con la cabeza,enfundósuespadayseacercócondescendientehaciamí.

—No, Freya, hoy no entrenaremos más.—Miró hacia la brumosacimadelasmontañasquecolindabanconelpobladoyfruncióelceño—.Está helando, y es probable que se acerque otra gran nevada. Nosotrosestamos habituados a este clima, pero, a pesar de llevar tiempo aquí, turazaesotra,ynosoportastanbiencomonosotrosestatemperatura.

—Megustaría...verteenToledoenplenoagosto—rezonguécuandome echó su capa sobre los hombros y me guio fuera del campo deentrenamiento—;hacetantocalorquehastalaschicharrasdejandefrotarlasalasparaabanicarse.

Asleifampliólasonrisa,aunquememiróconextrañeza.—No sé qué es una chicharra, pero intuyo que se muere de calor.

Aquíelúnicocalorqueconozcoeselqueofreceunbuenfuego.—Hizounapausa,meguiñóunojoyagregó—:Yunbuenrevolcón.

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Sonreíylamiréconrenovadointerés.—Creí que las skjaldmö eran puras —repliqué devolviéndole el

guiño.—Ylosomos,deahíelcalorpornopoderculminarunrevolcón.Estavezsoltéunacarcajadaqueconsiguióalejarmomentáneamente

lagelidezqueinvadíamismiembros.—¿Notepareceunanormaabsurda?—inquirí.—Tantocomolavuestradellegarpurasalmatrimonio.—Noeslomismo—contravineencogidabajolacapa.—Sí lo es; aquí al menos elegimos a nuestras parejas, y podemos

probarlas antesdequedarnosconellas.Y sinonosgustauna, elegimosotra.Vosotras, en cambio, os entregáis comomoneda de cambio, comomercancíaconlaquecomercianvuestrospadres,sinpoderdeelección,niopinión. Pasáis de ser objetos al uso de vuestras familias a objetos alserviciodeunesposo.Yoelegíserskjaldmö,nadiemeloimpuso;ésaesladiferencia.

Antesuaplastanteexplicaciónnopudemásqueasentir.Enefecto,aquelconfíndelmundo,conocidoporelrestocomouna

civilización bárbara y sanguinaria, poseía una de las sociedades másrespetuosasconlafigurafemenina.Unafiguraexactamenteigualaladelhombre, con los mismos privilegios y los mismos mandatos. Unasociedad libre, sin restricciones absurdas en cuanto a género, sinimposiciones éticas, ni sometida a la constante vigilancia de un diosintolerantey censurador.Susdioses apenas se entrometían en la vidadesusfieles,exceptopararecibirsacrificios,todosdedicadosapediralgodeellos.Sólomanifestabansusdesigniosatravésdelaspiedrasrúnicasydelos vacuos ojos de los oráculos.Dioses queno juzgaban, ni castigaban;diosessin representanteshumanos,sin ley,nipalabra.Dioses tanafablescomoiracundos,tandesmedidoscomosusgentesycontantasleyendasyaventurasquenohabíanochequenoescucharaunanuevahazañadeOdín,deThor,deLoki,deBalder,deTyr,deFreyr,deNiordydetantosotrosque hubieran necesitado varias Biblias para abarcar sus enrevesadasgestas.

Cuando salimos a la explanada donde se alzaba el gran skáli,descubrimosvariosalazanesdeguerra,nerviosos,piafando impacientes,atadosalpostejuntoalaescalera.

Asleiffijólosojosenelestandartequeondeabaclavadoenlatierra,

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yseenvaróalinstante.—Sonmensajeros.Ascendimos con premura la escurridiza escalinata y atravesamos

ávidasdecalorydeconocimientolosgrandesportalones.Enelinterior,serespirabamalestar,tensiónypreocupación.Los hombres se apiñaban en torno al trono, en un círculo cerrado

donde flotaban graves susurros. Tres guerreros de aspecto fiero yexpresiónhieráticapermanecíandepie, cruzadosdebrazos, aguardandoloqueparecíaunadecisión.

En los bancos de alrededor, las mujeres preparaban la comida,afanosas,peroexpectantes.

Asleif me condujo a unas banquetas cercanas al alargado hogar,dondehumeabancalderoscolgantes,ymepasóunagranjarradecerveza.

—Entraencalor,Freya,estonopintabien.Rezaalosdiosespornotenerquepartirahora.

Me arrebujé bajo la suave capa de pelo y contemplé las llamas delhogar,sumidaenmispropiasinquietudes.

Eyrayasabíaquiénpreparabaelbrebaje,peroaquelancianoapenassalía de su cabaña. Nuestra única posibilidad radicaba en la jovenmuchachaqueloayudabaconsusremedios.Ellaeralosojosdelanciano,y a ella debíamos embaucar. Y sólo conocíamos a alguien capaz deprendaratodaslamuchachasdelpoblado.Hiram.

DeslicélamiradahaciaelapuestoguerreroqueconversabaconErik,claramenteofuscado.NopodíamospartiralabatallasinhaberliberadoaGunnar de las garras del brebaje, era esencial aclarar su mente cuantoantes.

Másalláenunadelasesquinasdelfondo,Ragnhildmaniobrabacondelicada destreza un gran telar; a su lado se encontraba su hermanoGuthorm,el anodinochiquilloqueapenashablaba,enfermizoy siempreausente,comosinodeambularaporelmundorealyqueestabaprestoapartir,pordeseoexpresodesuhermanamayor,aldíasiguienteasutierra,Stein, con el fin de que lo instruyeran en el arte de las armas y loenseñaranaserrey,comolecorrespondíaporderecho.

A través de la todavía escasa urdimbre, sentí su cerúlea miradaclavadaenmí.Bajé lavista incómodaybebíhoscamenteun largo tragoquesederramópormibarbilla.

—No pareces una mujer del norte, pero tienes los modales de

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cualquieradenuestrosguerreros—apuntóAsleifreprobadora.—Ahoraesloquesoy.—Ten cuidado, Freya; como sigas así, hasta es posible que se te

hinchelaentrepiernaconunbuenpardepeludas...Alcé lamanoycasiescupíel tragoante laocurrencia.Reprimíuna

carcajadaantelainquietantemiradadeHalfdan,quesehabíapuestoenpiecon expresiónhuraña.Unhombre alto y delgado, demediana edad, quehabía permanecido de espaldas a mí, giró el rostro hacia Halfdan losuficienteparaqueyoloreconociera.

Un sentimiento de repulsa feroz me asaltó, inmovilizándome. Unodio visceral comenzó a quemar mis entrañas, haciéndolas hervir. Unacólera despiadada desgarró mi interior con tal fuerza que casi sentídesmoronarsecadafibrademicuerpo.

Trémula y pálida, me puse en pie, luchando contra el impulso dedesenvainarmi acero y alimentarlo con la sangre delmás perro de loshombres.

—Parece que acabas de ver un espectro —murmuró Asleif conpreocupación.

—Peor,undemonio—siseéentredientes.Eneseprecisoinstante,eljarlHaraldelImplacable,elmiserableque

me violó y golpeó, el cobarde que casi mató a Gunnar a latigazos, elrufián que esquilmaba a sus hombres y devastaba poblados a su paso,siguiólamiradadeHalfdan,encontrándoseconmigo.

Mimanoaferrólaempuñadurademiespadaconfuerza.La sonrisa pertinaz y complacida que me dirigió me provocó

náuseas.DedicóaHalfdanunaspalabrasaloído,yésteasintióquedo.Thorffin, Erik, Ragnar, Hiram y Sigurd se dirigieron hacia mí,

rodeándomeamododeprotección,perocuandoeljarlrecorrióellargopasilloy estuvo ami altura,me salí del círculoymeplanté ante él conmirada entornada y letal. Ignoré el rumor a mi espalda y forcé unataimadasonrisa.

—Acabo de recordar que dejé una cena amedias—pronuncié conacentuadodesprecio.

Lospequeñosojosazulesdelhombrereverberaronconunachispademaléficoregocijo.

—En cambio, yo terminé la mía —susurró acercando retador surostroalmío.Esbozóunasonrisatriunfalyserelamiócondetenimiento.

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Deunmovimientovelozeimpulsivo,liberémiespadayapoyéelfiloenelcuellodelhombre.

—Adelante,malditaloba,queterminetuespadaloquetusdientesnoconsiguieron.

—¡Freya!Halfdanavanzóagrandeszancadashacianosotros.Untensosilencio

inundólaestancia.—No, repugnante perro cobarde, no segaré tu vida con tanta

misericordia;elbesodemiespadaseríademasiadobenévoloparaloquemereces —escupí en susurros—. Cuando llegue el momento, tedoblegarásdedolorymesuplicarásmorir.

Me sostuvo la mirada con ferocidad, derramando sobre mí unaletaníadesilenciosasamenazasquesupeinterpretaralaperfección.

—¡Bajaesaespada,mujer!—bramóelrey—.¡Ofendesamialiado!Clavémifebrilmiradaenelrey,asombradayfuribunda.—Los dioses son caprichosos, loba, ahora lucharemos del mismo

lado—masculló Harald; su tono erizó mi piel—. Aun así, no bajes laguardia,puedequedeseecenardenuevo.

Estirósusdelgadoslabiosenunasonrisacínicaydesagradable,enlaque rezumó la promesa de un próximo encuentro, y me esquivóprosiguiendo su camino hasta la puerta de entrada, seguido por sushombres.

Entonces,todavíatrémula,meencaréconHalfdan.—¿Tualiado?—casigritéfuriosa.El reymefulminócon lamirada.Su rostroseensombrecióconun

pañoamenazante.—¡No te atrevas a cuestionar las decisiones de un rey, mujer. No

azucesmiiramásdeloqueyalohaces!—¿Tefíasdeeseperrotraidorymezquino?—Ese perro, como lo llamas, me ofrece la cabeza de Hake el

Berseker,yelfindelarevuelta.La furiame sacudía.Mipecho se agitaba entre jadeos sofocados, y

mispuñossecerraronconfrustracióneimpotencia.—Eresunneciosipiensasquetedicelaverdad.De pronto,Halfdan apresómi brazo yme pegó a su pecho. La ira

también bullía en él. Sentí sus dedos clavándose en mi piel conbrusquedad.

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Inclinóelrostrohaciaelmíoy,casirozandosufrenteconlamía,meclavósusoscurosyrasgadosojosconacusadorencor.

—Sí, soyunnecio—siseóenunestiradosusurro—;¿acasopuedespensarotracosademí,despuésdelodeanoche?

Mesoltódeunempujónquemehizotrastabillarhaciaatrás.Trasunaúltima mirada admonitoria, me dio la espalda y se encaminó hacia sushombres.

Asleifcubriómishombrosconsulargobrazoymeatrajohaciaella.—Estáscometiendomuchosdesatinos,Freya,notientesmástusuerte

—meaconsejóentonoapaciguador.—¡Freya!Una gran y oronda mujer, de cabellos de fuego y mirada

entusiasmada,casiseabalanzósobremíymeestrujóconfuerzaentresuvoluptuosopecho.

—Hola,Inga.Inga la Roja, con la mirada empañada y una sonrisa titilante de

emoción,mecogiódeloshombrosymesacudiócomosifueraunfardo.—¡Portodoslosdioses!Cuandomedijeronqueestabasviva,apenas

podíacreerlo.—Loestá,demomento—musitóunavozreprobadora—;roguemos

paraquesunecedadnomalogretodomiesfuerzo.MevolvíparaenfrentarlaofuscadamiradadeEyra.Con un rotundo gesto me obligó a acompañarla hacia un rincón

apartado.Hiramhizoademándeacompañarnos,peroEyranegó furiosaconlacabeza.Enesemomentoadvertíqueelguerreroesquivabahurañomimirada.

—¡Escúchame bien, muchacha estúpida!—imprecó entre dientes—.Nohaymayorerrorenlavidaqueabusardelaconfianzaenunomismo.Juegas con los sentimientos de un rey frustrado, y eso no sólo estemerario,sinoquesevolveráentucontra.

—Estejuegonoloempecéyo—repliquéaltanera.—Perohabrásdeacabarlo—advirtiócongravedad.Buféfuriosa,ymefrotévehementeelrostroconlasmanos.—El rumor se ha extendido por toda la aldea —murmuró Eyra,

lanzándomeunamiradacargadadereproches.—¿Dequérumorhablas?—Anoche tú misma te nombraste la nueva amante del rey. Y peor

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aún...delareina.Abrílosojosconhartoasombro;unincómodocalorprendióenmis

mejillas, y un agudo malestar me inundó como una fría lloviznainesperada.

—Yo...no...—Daigualloquerealmentepasaraenesaalcoba—interrumpióEyra

tajante—. Lo único que importa es lo que todos creen en este precisoinstante, pero no es eso lo que debe preocuparte, no. Lo que ha depreocuparte es cómo reaccionará Gunnar cuando se entere. Temo sureacción, porque, de todos los enemigos a los que se ha enfrentado,Halfdaneselmáspeligroso.Ytúpareceshaberloolvidado.

—Todo —silbé entre dientes. El fuego reconcomía mis entrañas,estrujándolasconfuriosaimpotencia—,todocuantohehecho,cadapaso,cadapalabra,cadamirada,hasidoparaliberaraGunnar,paraacercarloamídenuevo.Y,óyemebien,estoydispuestaatodoporél.Nomeimportalo profundo que tenga que descender a los infiernos con tal derecuperarlo.

LamiradadeEyra,sabiayafectada,metaladróuninstante,enelcualmicorazónseasomóaunabismoalquemeneguéamirar.

—Ya has descendido, Freya —susurró cogitabunda—, quizádemasiado.Esperoque logresascender,pero loquerealmenteanheloesqueloqueencuentresenlasuperficiesealoquebuscas.

La anciana soltó el aire contenido casi con desidia. Hundió loshombrosconprofundoabatimientoysealejóconpesadez,marcandoencadapasolapenaquelaacompañaba.

Punzanteslágrimasquemabanmisojos,ycadafibrademicuerposecrispó con una angustia queme cerró la garganta, agriando el aire querespirabaencadatrabajosabocanada.

Oíunospasostrasdemí;supeaquiénpertenecían.—¿Quiénhapropagadoelrumor?MeencaréaHiram;ensumiradabrillóunahondadecepción.—Ésanoeslapregunta—musitóélenunrasgadohilodevoz—.La

preguntaessideverasesunrumor.Algo imperioso, irascible y enquistado impulsó mi mano hacia la

mejilladelguerrero.Maldijeaquelimpulsoinclusoantesdequemimanoterminara el recorrido hacia su cara. La cabeza de Hiram giró en ladirección de mi golpe. Ni yo misma fui consciente de la dureza que

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acababadeimprimircontraél.Loscelestesojosdelguerreroseoscurecieronenelacto,veladospor

elasombro,unevidenterencoryunaterriblecerteza.Fuelaúltimadesusemocioneslaquemáslamenté.

—Lo...siento...yo...—Noesamíaquienhasdepedirdisculpas—sentenciócortante—,

nisiquieraaGunnar.Lomirésinentender;rebusquéenlaacusadoramiradadelhombrey

encontrétantospuñalesenellaquehastayosentíaelferozrechazoqueleprovocaba.

—Esatimisma.Aquellomesuperó.Sabíalacantidaddeojosqueenesemomentome

condenaban, el alcance de cuanto susurraban, la maleficencia de susjuicios y la inquina de sus pensamientos, y, aun así, alcé orgullosa lacabezaylosfulminéconlamirada.

Cuandovolvíadepositar lamiradaenHiram,una trémula llamadeconvencimiento animó mi semblante y reforzó mi determinación. Noimportabanlospasos,tansóloelfin,yaaquellomeagarraba.

—En efecto, Hiram, sólo a mí conciernen mis actos, y puedoasegurarte que soy plenamente consciente de ellos. Quizá susconsecuenciasnomefavorezcan,peroestoyseguradequeloqueloshaimpulsadoserálobastantegrandecomoparanotenerquejustificarlos,niantemí,niantenadie.

—Tearriesgasdemasiado—opinóconacritud.—Cuando se ha decidido luchar, te expones a todo. Y luchar es la

únicaelecciónquesemehabrindado.Una tibia sonrisa destensó sus facciones, a pesar de que la

pesadumbreseguíaempañandosumirada.—Esperoqueesa luchanoacabe tambiéncontigo—murmuróantes

dealejarse.—Yotambiénloespero—pronunciéparamisadentros.

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26

Unadecisiónentrehelechos

Aquella mañana, gélida y brumosa, acompañada por mi fiel Fenrir,practicabaconelarcocondenodadotesón.

Una y otra vez tensaba la cuerda de mi arco de madera de tejo.Apuntabaconextremaconcentración,ydejabaescapar la flechahaciaelagujereadotroncodeunárbol.

Aquella repetitiva práctica afinaba mi puntería y alejaba funestospensamientos.

Las espesas ramas de los arces se agitaban entre susurros,mecidaspor un viento ruidoso y caprichoso que me obligaba a replantear latrayectoria demis lanzamientos una y otra vez.Agotaba las flechas queconteníamicarcaj,lasrecuperabayrepetíalaprácticasindescanso;nadainterrumpíaaquelproceder,nielhambre,nielfrío,nieldesánimo.

Eltiempourgía,e incongruentementeerajustoaquél loqueparecíaalargarsehastalalocura.

El plan había resultado. Hiram había logrado embaucar a la jovenayudantedelOráculo,yEyrapudocambiarelpotequeconteníalasraícesy los hongos molidos por unos inocuos. Habíamos decidido aguardarunas jornadas más, antes de que Eyra se presentara en Agder frente aGunnarylopusieraensituación.

Mis deseos de volver a verlo, de estar entre sus brazos, de amarlohasta con mi último aliento, eran tan devastadores que necesitabamantenermeconstantementeocupadaparanoperdereljuicio.

Cuando tensaba con brazo firme y grácil manejo mi arco, unapresencia me desconcentró y la flecha partió sin rumbo fijado,perdiéndose entre agrisadas y hurañas nubes. Fenrir ladró con fierezahaciaunpuntoenconcreto.

Clavé mi molesta mirada en unos inquietos ojos azules, grandes,redondosyatentos.

—Sealoquesea,mireina,nocontéisconmigo.

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Llevéelbrazoalcarcajcolgadoenmiespalda,extrajeotraflechayacopléelengarcedelastilenlatensacuerda.

—Tetraigounanuevaquequizáteinterese.Bajélentamenteelarco,respiréhondoylamirédenuevo.Sulargaytrigueñamelenaondeabatrasella;suhermosorostro,de

altospómulos,barbillaaltiva,líneasregiasybocaexquisitamentetallada,semeantojóelretratodealgunavirgenquehabíaveneradoenminiñez.No obstante, el malicioso, aunque efímero, brillo que se intuyó en sumiradaalejódesúbitoaquellaauracelestialqueacompañabasuporte.

Nosabíasi serconocedoradequeamenudo laperversanaturalezahumana podía cobijarse en el interior de criaturas en aparienciaindefensas, lograría protegerme. Desconocía si haber sufrido en carnepropialatraición,laintriga,laenvidiaylaobsesión,mealertaríaconlasuficiente antelación de cualquier ataque. Lo que sí sabía era queesgrimiría la desconfianza como escudo,me cubriría con la capa de laprudenciayenarbolaríalaastuciacomoespada.Y,armadacontancuidadaequipación,medirigíhaciaella.

—Si el pago por conseguir que soltéis vuestra lengua dirige mispasoshaciavuestroesposo,yaosloadvierto:nomeinteresaenabsoluto—anotésecamente.

—Mi esposome aparta cada noche de su lado,mi lugar lo ocupandos esclavas. —Hizo una pausa, tragó saliva y continuó con vozestrangulada—.Estátanfuriosoporelengañocontigocomoconmigo.Miardid no ha servido más que para alejarlo de mí. Dice que ahora nosoporta tocarmesinpensaren ti.—Suvozseapagóenundébil sollozoque no conmovió un ápicemi corazón—.Y no imaginas las cosas quellegaahacerporapartartedesuspensamientos.Empiezoapensarquehaenloquecido.

—Miseñora,vuestraspalabraspasansobremícomoesteviento,conunasalvedad:nisiquierameacarician.

Ragnhildendurecióel rictusyfrunció levementeelceño,molestayofendidapormicrudasinceridad.

—Noolvidesquesoytureina—recordócontirantez—y,aunquenocompartaellechodemiesposo,sítengoaccesoaotrascosas.

—¿Comocuáles?—Comoinformaciónsobretuqueridoulfhednar.Enderecé la espalday contuve el aliento, intentandomostrar lamás

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fríaindiferencia.—Osescucho.Ragnhild no fue capaz de ocultar el sutil regocijo que asomó a su

mirada.—Dime,Freya,¿hastadóndeseráncapacesde llegar tuspasospara

soltarmilengua?Sostuve su ladina mirada, y en mi fuero interno me cuestioné esa

pregunta.Aquella mujer era sagaz, despierta, ambiciosa y taimada; si

conseguía gestar al hijo de Halfdan, nome cabía duda alguna sobre laclase de rey que ambos forjarían. Era indudable que gozaría de lasvirtudesnecesariasparaunificartodosaquellosbelicososreinosdelnorte,comovaticinabanlasprofecías.

—Desconozco la magnitud de esa información para arriesgarme adaralgúnpaso—respondíconaparenteseguridad.

—Puedoadelantartequetusuertecomienzaamejorar.Amiparecer,esosemerecequeseaspiadosaconmigo.

—Dependedealoqueosrefiráisporpiedad.La reina dibujó una sonrisa relamida, se inclinó ligeramente y

acarició con mimo la enorme cabeza peluda de Fenrir. El animal semantuvoinmóvil,peroalerta.Algoenellanoleagradaba.

—Acompadecerteporhaberhechizadoelcorazóndeungranrey,ydeprivaraunareinadesuvástago.

—No os atreváis a culparme de vuestras dificultades, señora. Si envuestro vientre no germina semilla alguna, recordad que una se plantógraciasamí.Ysivuestroesposoaquejaunhechizo,yaleofrecíelfiltroadecuadoparacurarse.

Meobservóinquisidora,sugestoseoscureció.—Alejarmedeél—respondíasumudapregunta.Lareinanegósuavementeconlacabeza;casimesorprendióverun

atisbodecongojaysufrimientoensusemblante.—Sitealejaras,élteseguiría.Y,créeme,aborrezcoconfesarteesto.Cerrélosojos;unpesoinvisible,perotanopresivoqueencorvómi

espaldaydejóescaparunresuellodemigarganta,seinstalóenmí,comounacargamásatodaslasqueyaafrontabaadiario.

—Yyoaborrezcosabereso.—Seacomofuere,mivientrerequieremássemillas,ytufuturo,más

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luz. Y, por algún extraño designio divino, nuestros destinos se hancruzado.

—Novoyavolveravuestraalcoba—afirméconcontundencia.—Ynoesloquetepido.—Concretad,entonces—exigí,cadavezmásimpaciente.—Tepidoquelotratescondulzura,conbenevolencia,quesuavices

sucarácter,noquecedasasupasión.El viento silbó entre el frondoso ramaje, como un pájaro de mal

agüero.Derepente,unescalofríomerecorrió,meabracéamímismaylacontempléconfrancoestupor.

—Nologroentendervuestrapetición—confeséconfusa.Ragnhildllenóelpechodeaireconevidenteincomodidadyasintió;

másparaconvencerseaellamisma,supuse.Entonces,advertíqueaquelloquemepedíalesuponíaunduroesfuerzo.

—Hazlecreerquecedesasuconquista,quesucumbesasusencantos.Esperará, se acercará a ti, no te forzará, lo sé.—Desvió lamirada; susojos brillaban afectados—. Y lo sé porque, aunque anhela tu cuerpo,anhelamuchomástucorazón.

Elaireanuestroalrededorcrepitóante la tensiónquenosenvolvióensuabrazo.Yenaquelprecisoinstante,todavíaenvueltaenlacapadelaprudencia,bajéelescudodeladesconfianzayenfundélaastucia,dejandoasomarunnuevoelementoacuantoportaba,lacompasión.

—Deseáis que lo seduzca y que finja dejarme seducir... ¿Y en quépuedeesofavoreceros?

—Mientrasteconquista,suánimoysuesperanzacrecerángraciasatu... buena disposición... Él acudirá a mí en el lecho, aunque me tomeimaginandoqueerestú.

Aquellapeticiónerasindudadesesperada.Apenasllegabaaconcebirmínimamenteloduroquedebíadeserparaella,dependertantodealguienaquienenvidiabayodiabaenigualmedida.

—Y,ahora,quierosaberenquémebeneficiaamí.Ragnhild volvió a centrar la atención en el perro, antes de

enfrentarme.—Mimásardientecometidoesreunirtecontuesposo,pero,mientras

tanto,ypormuyhumillantequeseaparamíaceptarestasituación,tendréquemanejarmiposición sacandode ella elmayorprovechoposible.Sipasan más lunas sin que logre dar vida a la descendencia de Halfdan,

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acabará desterrándome, en el mejor de los casos. Ayúdame y yo teayudaré,nohayartimañaalgunaenmiofrecimiento.

Guardé silencio, meditando sobre aquello. ¿Cuánto más habría debajaralosinfiernospararecuperarlo?,mepreguntéangustiada.

—Deacuerdo,daréalgunospasoshaciavuestrocometido,peroantesdesveladyalaluzquetantonecesito.

—Esa luzesunadecisiónquepongoen tumano.Haz loquemejorconsideresconella.

—Asíloharé—concedícadavezmásinquieta.—El hijo de tu esposo ha caído gravemente enfermo. Tengo

entendidoqueGunnarestádesesperado.Sielniñomuere,serámásfácildesvincularloaéldelamadre.Sivive,teserádifícilarrancarlodesuvida.Puede que te ame mucho, pero el amor que un hombre siente por suvástago, ese sentimiento de orgullo, de satisfacción, de plenitud, esdifícilmente sustituible. Y más al lado de una mujer que nunca podráproveerlo de descendencia. La sangre, Freya, es el más fuerte de losvínculosterrenales.

Aquellas palabras reavivaronunadagaqueya tenía clavadapormipropiopuño.Unadagaquesehundióenmipecho,cuandoloviacunandoaaquelbebé.

—EsposiblequenoseahijodeGunnar.Yentreaqueldolorrancioeinsidiosoquedespertaba,lacompasión,

estavezdirigidaamí,sesumóalainmensatristezaqueyacampabaconindolentesolturaenmiinterior.

—Seaono,yaloesensucorazón.Ladagasehundiómásenmí.YrecordéaquellavezqueGunnarmenarróanécdotasdesumadre,

la mujer que lo crio. No, no importaba tanto la sangre, cuando seestrechabaentrelosbrazosaquiensetomabaporhijo,pueselamorhacíael resto. Y no un amor cualquiera, sino uno lo suficientemente grandeinclusocomoparacompensaresafaltadelazossanguíneos.

Para Gunnar, era su hijo, y yo, apenas era capaz de imaginar susufrimientosielniñomoría.

Ladagagiróymeatravesóelcorazón.—Túpuedessalvarlo.La miré trémula, angustiada, con la mirada nublada y el pecho

constreñido.

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—¿Có...cómo?—Sé lo que le ocurre al niño; a la segunda esposa demi padre le

sucedió lomismo con su primer hijo. Tos continua, altas temperaturas,manchitasrojasenlapiel.Unacuranderaquenosvisitópocodespuésdeenterrar al pequeñonos explicó que ella conocía un remedio, unhongomuy delicado que, triturado y mezclado con una infusión de melisa,hubierasalvadolavidadelpequeño.Sédóndecrecenesoshongos.

—Quieroalmenosintentarsalvarlo—declarédecidida.—¿Apesardesaberaloqueteexpones?—Yonoimportoahora;lavidadeeseniñoylafelicidaddeGunnar

sonloúnicoqueimportan.Creí ver un deje de admiración en su mirada. La gravedad de su

semblanteyunalevemuecadeconformidadmellevaronaseguirla.Caminé un buen trecho tras ella, en silencio. A cada paso dejaba

brotarmidolor,acadapasoseabríaunpocomásesapuertaquenuncallegóacerrarse.Esapuertaquenosofrecíalaposibilidaddedeambularenvidas separadas, en mundos distintos quizá, si yo decidía alejarme,dándolelaoportunidaddeserpadre,deolvidar,devolveraempezar,dedejaratrásundolorosopasado.Medetuve;lossollozosestranguladosseacumulabanenmigargantaantelaimagendeGunnarlejos,muylejosdemí. ¿Podría soportar esa vida, incluso en mi querida Toledo, arropadaincluso pormimadre, por losmíos, si acaso seguían estando paramí?¿Podría vivir sin corazón? ¿Podría respirar sin tenerlo cerca? ¿Podríasoportarestarenunmundodelqueélnoformabaparte?

Sabíalarespuestay,poreso,todomicuerposeagitódedolor.Cuandolajovenreinasedetuvoalpiedeungranabetoymemiró,

yoyaestabaembargadaenunsilenciosollanto.—¿Tengotupalabra?—Latenéis—respondí—,escuantomedejanconservar.Se agachóy, apartandobrillantes y frondosos helechos,memostró

unrodaldehongospálidos,cubiertosporunaespeciedevelloextrañoyblancuzco.

—Sólo hay que aplastarlos y extraerles el jugo—explicómientrasarrancabaunoymeloofrecía.

Tansóloasentí,mientrasmecontemplabacondetenimiento.—Permitequetepidadisculpas.Sostuvesuperspicazmirada,impávidaycontenida.

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—Por atreverme a comparar mi sufrimiento con el tuyo—añadióconmovida—.Nadadeloqueyohayavivido,oquizádeloqueviva,creoquepuedasuperareldolorquedesgarraturostroenesteinstante.

—Entonces, señoramía—musité—, es porque ni amáis ni amaréiscomoyolohago.

Ragnhildagrandó losojosymecontemplóun largo instante,quizáasombrada,quizádecepcionada,otalvezagradecida.Nolosupe,tampocomeimportó.

Arranqué varios hongos, y le di la espalda alejándome de ella.Caminéerguida,aunquemiinteriorsedesmoronaraantecualquieradelasposibilidades que se me presentaban. Me permití llorar, pero sinrecrearme, sinabandonarmea los sollozos.Puesporalgúnmotivosupeque,sibajabaesabarrera,nopodríadetenerlos.

Quizá Eyra nuncame salvara, pensé; quizá seguía muerta. No, medijedeinmediato,lamuertenopodíadolertanto.

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27

Enlasenamoradasgarrasdeldestino

Comíaensilencio;elambienteamialrededorresultabatanapáticocomomiánimo.Nosupesiquizáfuemipresencialoqueoscurecíaelceñodeaquellosquecompartíanmimesa,o la inminentebatallaqueseacercabaabriendo sus negras alas, como las del cuervo que desde su sitial meobservabacontantaavidez.

HiramconversabasoterradamenteconValdis.Meanimabasaberquehabían enterrado animadversiones, y que los comenzaba a unir unaincipienteamistad.ThorffinhabíamarchadoaAgder,paraestarelmayortiempoposibleconsuesposaHelga.ErikyRagnardeseabanestarjuntoaGunnar.YEyranodudóenacompañarlosconmis indicacionessobreelpreparado que portaba y que podría salvar la vida a ese niño.Ardía endeseosdeofreceraGunnartodoelcariñoquehabíamantenidoescondidodentrodeelladesdequeloengendró.

Gunnarestaríaenestemomentorodeadodeaquellosqueloamabany, aunque esa certeza soliviantaba mi corazón, también me susurrabamaliciosaquenomenecesitaba.

Rogabadeformaincesanteporlavidadesuhijo,deseabaconfervorsurecuperacióny,silosdiosesmehubieranpedidoalejarmeparasiemprecon tal de salvarlo, lo habría hecho con total convencimiento. Sinembargo,mimisióneraotra.

Mastiquédespacio;apenas reparéen laconversaciónquemanteníanJorundelGruñónySigurdelDuende,sobretécnicasdecombate,apesardequeseesforzabanporincluirmeenella.Traguéelúltimobocadoymepuseenpieparallenarlajarravacíadecerveza.

Rumboalagrantinaja,clavélosojosenHalfdan,intencionadamente,ylesonreícomedida,aunquecondulzura.

Aquelgestofuerecibidoconunaexpresióndeasombroyconfusiónbastante burlesca. Cuando logró recomponer su sorpresa,me regaló unsemblantedesconfiadoyhuraño.

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Laúnicamaneradeconseguirengañaraunhombretanladinocomoél era siendo sincera.Y, para poder serlo, tuve quebuscar dentro demídosemocionesqueapesardetodohabíansurgidoporél.Lapiedadylacompasión.

Yomejor que nadie conocía lamarca que dejaba el despecho y eldesamorenelcorazóndeunhombre.Eraindudableque,paraunrey,paraalguien que lo había obtenido todo en la vida, que rezumaba poder ysabiduría,quenocreíaenimposibles,paraquienlaambiciónyelcontroleran su estandarte, topar con algo que no podía manejar, que no podíaconquistar,quenisiquierapodía rozar, lo tendríasumidoenunasufridaimpotencia.

Era tan fácil ver su sufrimiento, tan sencillo adivinar que habíaentregadocontra suvoluntadunapartede él... unaparte, además, quenisiquieracreyóposeer,queinclusolograbaconmoverme.Elhechodequenotomaraporlafuerza,aunquesílointentaraconargucias,aquelloquetanto ansiaba, me inspiraba también un leve deje de respeto por él.Desconocíasiaquellossentimientosreciéndescubiertosmeayudaríanenmi empresa, lo que sí sabía era que utilizarlos me dejaba en muy mallugar,definiendo,paramicompletomalestar,lamujerenlaquemeestabaconvirtiendo.

Llenémijarrayluegolaalcéfrenteaél;lascomisurasdemislabiosseelevaronquedamente,enunguiñocasicómplice,yentoncesbebíasusalud.

Sus ojos se iluminaron, resurgiendo en ellos una esperanzamoribunda.Sostuvesupenetrantemiradaantesderegresaramimesa.PorlaexpresiónacusadoraquemedirigióHiram,supequenohabíapasadoinadvertidomigesto.

—Brindemos por el destino—propuse—, ese que nosmaneja a sucruelcapricho.

Di un buen trago y permanecí en silencio, ausente de todo...intentando cerrar esa maldita puerta por la que escapaba mi sosiego.Ignorélaspertinacesmiradasdemiscompañerosdemesa,ymeasentéenunadecisióncadavezmásabrumadoramentepunzante.

Gunnar,Gunnar,Gunnar...nopodíadejardepensarenél,encómosesentiríaeneseinstante,enaquelpequeñoenfrentándosealamuerte,enloque ocurriría a partir de ahora. Y las ganas de correr a su ladocomenzaronadevastarme.Sentíaquemefaltabaelaire,quemesofocaba

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ymemareaba.Teníaquesalirdeallí.Cuandomepuseenpie,Hiramme imitó.Susemblantemostrabasu

profundapreocupaciónpormí.—Temo que he bebido demasiado, necesito despejarme —argüí a

mododeexplicación.—Teacompañaré—seofreciósolícito.—No,noesnecesario,tambiénprecisoestarsola.Todos me observaron con la misma expresión en sus rostros:

inquietud.—No te alejes mucho, el bosque de noche es traicionero —

recomendóSigurd.—Fenrirmeacompañará,nonecesitomásguardiánqueél.Mecubríconmiespesacapadepelodenutria,chasqueélosdedosy

elgranperrolobosaliótrasmispasos,fueradeaquelgranskáli.Salimos a la gran explanada circular, que se bifurcaba en diversos

ramalesdelosquesurgíancallejuelassalpicadasdecabañascontechodeturbayparedesdepiedracaliza.

La luna, radiante y majestuosa, pincelaba de plata cada relieve,iluminandolanoche,dotandodemagiacadarincóndelpobladoyguiandomispasoshastaelbosque.

Desconozco qué me llevo a adentrarme en él, sólo sé que mellamaban sus grandes árboles, sus susurrantes helechos, sus aligustresapretados,suspuntiagudosmontículosrocosos,sussonidos,superfumeysumisterio.Como sí allí, en lo profundo de su vasta extensión, fuera aencontrarlasrespuestasquebuscaba.

Abrazada a mí misma, caminé sin rumbo, contemplando cómomiresuello se elevaba en volutas, cómo los búhos saludaban mis pasos ycómounengañosoletargodespertababajomispies.

Yantemí,enunclarodespejado,unarocaenlaquerefulgíalalunallamómiatención.Medirigíhaciaellaymesentéensuplanasuperficie,suspiréyaguardécomosiaquelbañodelunaquemeacariciabafueralafuente de conocimientos que tanto ansiaba. Bajo aquel nacarado halo,cerrélosojosyalcélacabezahaciaelcielo.

«Gunnar, Gunnar, Gunnar... ¡Oh, Dios... cuánto te amo... quizádemasiadoparaseguirhaciéndotesufrir...!»

Lo imaginé detrás de mí, cerrando los brazos alrededor de micuerpo,apoyandoelmentónenmicabeza,estrechándome tan fuerteque

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incluso dejé escapar un suspiro de puro alivio y sentí el impulso dereclinarmecontrasupecho.Losentíatancerca,tanpresente,tanreal,quenomesobresaltécuandooípronunciarminombre.

—Freya.Inspiréprofundamenteantesdeabrirlosojos.Reconocídeinmediato

esavoz,aunquesutonoeradistinto,nuevoparamí.—Noparecesdeestemundo.—Quizánolosea—respondíenunhilodevoz—,quizánuncalofui.Halfdanemergiódeentrelassombrasyatravesóelrodal;lalunalo

iluminócontantaclaridadquepudeinterpretaralaperfecciónelbrillodesus ojos. En verdad me miraba como si fuera una criatura mística. Sehallabaimpresionadoyabrumadopormipresencia.

—Talvezporesonologroarrancartedemispensamientos.Clavélosojosenlossuyos,recibiendodeelloslamagnituddeloque

sentía.—Quizánolointentaslosuficiente.—Otalvezlointentedelamaneraequivocada.—Es posible—musité—; quizá intentando amar a tu esposa resulte

más fácil de conseguir. Quizá un hijo centre tus pensamientos en elcaminocorrecto.

Suspiró ruidosamente y sacudió la cabeza como desechando unapropuestavacua.

—Todoesposible,loba.Peroavecesuncuervoseobcecaenelmásbrillante anillo de plata que haya visto jamás, y todo lo demás pierdeintensidad. A veces también ocurre que tomas un rumbo, el que sabesadecuado,pero,cuandolorecorres,comprendesqueesesenderomarcadono es el que esperabas. —Dejó escapar el aire contenido con visibleesfuerzo;suvozseapagaba—.Enesemomento,compruebasquetuspiessedetienentercamentey tucorazónteobligaadar lavuelta.¿Quéhacerentonces?

Me sumergí en su mirada, permitiendo que mi compasión ycomprensiónloarroparan.

—Imaginoquelomássensatoesdarlavuelta,guiarteporelcorazónycomprobarportimismoque,pordesgracia,esesenderoqueanhelasnoconducealugaralguno.Sóloasípodrásreconducirnuevamentetuspasoshaciadondedebenestar.

—¿Y si, aun sabiéndolo, eres incapaz de salir del camino que ha

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elegidotucorazón?Sudesgarradora expresión, tensay esperanzada,meconmoviómás

deloquehubieradeseado.—Locorrectoesdejarseguiarporelcorazón,hastaqueseconvenza

porsísolodequeestáequivocado.—El corazón nunca se equivoca —afirmó afectado—; que ese

caminonoseaparamí,nosignificaquenoseaeladecuado,elúnicoquemeharíafeliz.

Bajélamirada;cadarespiraciónquemabamipecho.—Halfdan...—susurréconvozestrangulada.—Nosoyunnecio,séquenopuedorobartucorazón—murmuróen

tonoenronquecido.Apresómibarbillay la alzóbuscandomimirada—.Noobstante,quesepaquenopuedesamarmenoimpidequeyolohaga,yloquemásmesorprendedescubriresquesoycapazdeconformarmeconlopocoquequierasdarme.

—¿Conquéteconformarías?Deslizó la mirada por mi rostro, absorbiendo cada detalle,

deteniéndose en cada proporción, embebiéndose de él con tal intensidadquemesecólagarganta.

—Conunasonrisa,conunamirada,conunaconversación,quizá.Nopudeevitarsonreír,aunqueconacusadatristeza;elhombreimitó

migesto.—Peroahora,Freya,necesitounbesoomorirédesed.Ycuandoseinclinabalentamentesobremí,descubríqueyotambién

lonecesitaba.Lostibiosysuaveslabiosdelhombrerozaronlosmíosconextrema

delicadeza,comosimeacariciaranlasalasdeunamariposa,comosimerozaraunatímidabrisaprimaveral,comosiloscosquillearalalevedaddeunapluma.Meestremecí.

Volvióatanteardeformahuidizayesquivaelbeso,comosipidierapermiso, como si llamara con inseguridad, con tan emotiva y exquisitaentregaquemesobrecogió.

Aquella inusitada dulzura me caló por lo inesperada. Resultabainconcebiblequeunhombredesucondiciónycarácterlograraimprimirtantaternura,tantorespetoytantadedicaciónenunsimplebeso.Aquelqueposaba los labios sobre los míos no era el Halfdan que conocía, y esesimpledetalle,unidoaminecesidaddecalor,decariño,abrieronmiboca

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paraél.Seintrodujoenelcálidoyhúmedointeriordemiboca,tembloroso,

afectado y agradecido. Su lengua buscó la mía, pero sin urgencia, sinpasión,sinimposiciones,contanconmovedoraternuraquemedejéllevarpor cada sensación.Y, de repente, sus brazosme abarcaron, ciñéndomecontrasupecho,perocomounaprotectoraavearropandoasupolluelo.Aquel calor, aquel refugio, fundieron mis defensas, mis recelos, mismiedosymifrío.

Enesebesoelhombrevolcócuantosentía,abriendolaspuertasdesucorazón,yeltorrentequefluyófuetanintenso,tanabrumador,quesentíganas de llorar. Buscaba en mí algo a lo que anclar su esperanza, unasideroalqueagarrarseensucaídaalvacío,unhazdesvaídoqueabrieralaoscuridadenlaquesehallabasucorazón.Yyosabíaquenadahallaría,puesmipechoestabadesierto;miser,exiguo,ymidestino,muylejosdeél.

Sentí lágrimas en mis mejillas, y no pude descifrar a quiénpertenecían. Halfdan se estremecía trémulo sobre mí, liberando susemociones,aceptandosuderrota,ahogandosupenaenmiboca,yyo...yosólo lloraba por no estar en otros brazos, por ser causante de tantatragedia, y por lamaldita decisión que crecía de forma paulatina enmiinterior.

Cuando logró separarse de mí, no me ocultó su silencioso llanto,tampocoyoelmío.Alcépocoapocounbrazoyacariciéconexquisitomimosumejillarasposayoscurecidaporunabarbaincipiente.Anteaquelcontacto,elhombrecerrólosojosysuspirósufridamente.

—Freya...daríamividaymi reinopor ti—comenzóadecir enundesgarradohilodevoz—.Sacrificaríamidescendenciayrenegaríademidestino.NologroimaginarquéhizoGunnarpararobartucorazón.

Aspiréunagranbocanadadeaire, luchandocontralossollozosquepugnabanporsalir.

—Gunnar renuncióasupropiocorazónpormí.Meabriósupechodesde el principio, demostrándome, en cada acto, un amor tan puro, taninmenso, tan generoso y tan sacrificado que le entregué elmío inclusoantesdeserconscientedeello.Estamosunidosmásalládelamuerte,deldestino,delossiglosydelosdioses.Nosé...siesmipresente,peroséqueesmifuturo.Quizáenotro tiempo,enotravida,enotromundo,porquesoymássuyaquemíaysiempreseráasí.

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Elnudoestranguladodemigargantasedeshizoporfinenunsollozograve,profundo,quemedesgarrópordentro.

Halfdan me cobijó nuevamente entre sus brazos, sofocando missollozos,consolandomidoloryasimilandoelsuyo.

—Maldigoalosdioses—profiriórotundo—pornoserél.Me tomó en brazos, me estrechó con fuerza y me llevó con él.

Apenas tuve consciencia de que salíamos del bosque, de que la lunailuminabacómplicenuestrapena,ydelextrañovínculoquehabíanacidoentrenosotros.

Me condujo en silencio a la cabaña que compartía con Eyra, ymedepositóenelsuelofrentealapuerta.

—Saberquenopuedo tenertemehaceamartemás—susurrógrave—,peronoporquenoestésamialcance, sinopor laprofundidadde tuentrega,portulealtad,yportucorazón.

—¿Porqué?—inquirí,escrutandosucompungidorostro—.¿Porquéme abres tu corazón? ¿Por qué has decidido ser franco, dulce ycomprensivo,sisabesquenohaymododeconquistarme?

Indagóenmimiradauninstante,ypareciómeditarsurespuestaantesdesuspirarderrotado.

—No diré que me he cansado de pelear, porque no es cierto.Tampocoreconoceréquetusagacidadsuperaenocasioneslamía.—Hizounapausaqueaprovechóparaesbozarunasonrisaveladayotrosuspiro,éstemásfrustrado—.Laotranoche...cuandocasitetuve,cuandodespertéconunterribledolordecabeza,cuandofuiincapazderememorarnuestraculminación, supe que me habías envenenado con alguna hierba. Yentonces, a pesar de la cólera queme despertaste, comprendí una cosa:nada obtendría ni con la fuerza ni con tretas. Puedo tomar tu cuerpocuandome plazca, y eso ambos lo sabemos, y no niego que me sientatentadodemasiadoamenudodeforzarte.

Susojosfulguraronconunapasióntaninsatisfechaycontenidaquemeparalizaron.

—Aveces—continuócasienunsusurro—inclusopiensoquequizátenermedentrodetitehagaverconclaridadtodoloquemehacessentir,pero ¿de qué serviría? Que sepas eso no entraña que tú logres abrir tucorazón al mío... y, por el martillo de Thor, la flecha que atravesó elcorazóndeBalderylaastuciadeLoki,tejuroqueescuantodeseo.

Cogiómismanos con las suyasy clavó sunegramirada en lamía

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conunaintensidadquemearrobabayestrujabaelcorazón.—Curiosasituación—afirméconpesadumbre—.Yosoyelobstáculo

queseinterponeentusdeseos,ytúereselmío.—Cuando haya acabado con la revuelta, y haya extendido mis

territorios,liberaréaGunnar—prometióentonoresuelto.—Veoconpesarquetussentimientos,onosonverdaderos,ocarecen

delaintensidadqueselepresuponealamor.Aquello lo tensó, soltómismanosconofuscaciónymeapresópor

loshombrosacercándomeaél.—No te atrevas a dudar de cuanto acabo de confesarte—masculló

ofendidoeiracundo.—Pueslohago—rebatíconaplomo—;pues,sienverdadmeamas,

sacrificarías tus intereses en favor de los míos, algo que siempre hizoGunnar.

Meatravesóconunamiradaduraysesgada,cargadadereproche.—No soy Gunnar, algo que ambos lamentamos, por cierto. No

obstante, que te ame como jamás creí posible no nubla mi juicio losuficientecomoparapermitirqueGunnarrecupereelsuyo,descubramisardidesconsuesposaymeatravieseconsuacero.

—¿Quéleimpediráhacerlocuandolodescubra,pormuchosreinosquehayasconquistado?

—Cuandolodescubra,yoreinarésobreJutlandia,serémáspoderosoy,porlotanto,másinaccesibleparaél.Además,cuentoconqueloalejesde mis dominios o me veré obligado a ordenar su muerte. Por nomencionarque lonecesitoentremis filas: su fierezayhabilidadmesonimprescindiblesenestecrucialmomento;luego...serátuyo.

Posélaspalmasdelasmanosensupechoyloalejédemí.Apretéloslabios,tensélamandíbulayclavéenélunamiradaretadora.

—¿Tienesideadecómomesientocuandometocas?—murmuróconmiradaturbiaysemblantetirante—.¿Puedesllegara imaginar lomuchoquetengoquecontrolarmisinstintosparanocaersobreti?

En el hombre crepitaba el deseo con la fuerza de una tea ardienteprendiendounbarrildebrea.

—¿Y tú puedes alcanzar a comprender que esta distancia que nosimponesmeempujaaotrodestino?¿Erescapazdealbergarentumenteeldañoquenoshaces?

—¿Quédestino?—inquirióalerta.

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Susojosseabrieron,titilandoenellosunfugazatisboesperanzado.—Unomuylejosdeti,deGunnarydetodos.Me escrutó con extrañeza; la incomprensión resplandeció en su

semblante.—¿Porquéhabríasdealejartedelhombrequeamas?—Justamenteporeso,poramor.Frunció el ceño, agitó confuso la cabeza y resopló absolutamente

desconcertado.—QueLokimeenredeensusjuegossilogroentenderte.—Aléjate,Halfdan—aconsejéapática—;seacual seamidestino, tú

noestásenél.Entoncesmeciñóasupecho,rodeómicintura,abarcómimentóny

acercósurostroalmío.—Nome importan los vaticinios de los dioses ni los tuyos,mujer,

sinomisdeseos—siseócondeterminación—.Yunodeelloserestú.Asíque,pequeñalobanegra,tienesantetidoscaminosyunadecisión.Eligeesto...

Apresó mi boca con inusitada dulzura, con extrema delicadeza,regalándomeunbesotierno,cargadodesentimientos,suaveygentil.

Sedespegódemislabiosparafijarsuhambrientamiradaenmí.—Oesto...Yseabalanzónuevamentesobremiboca.Estavezimponiéndomeun

beso duro, exigente, ardiente y salvajemente atroz, cercandomi lengua,dominándolaydesplegandotodalalujuriaquebullíaenél.

Cuando se apartó de mí, los carbones encendidos que prendían sumiradameretaronconapremio.

—Decidetúelmodo,porquetudestinoyalohedecididoyo.Y sin más, se dio la vuelta y se alejó a grandes zancadas, con la

espaldaenvaradaylospuñosapretados.Trémula y angustiada, me dispuse a entrar en la cabaña, con una

aguda sensación acicateandomi espalda.Alguienmeobservaba, alguienocultoenlanoche,tancierto...comolamiradapreocupadaquemerecibiójuntoalfuegodelhogar.

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28

Enfrentandoelcorazón

Eyra,conlosbrazosenjarrasymiradagrave,meobservóacusadora,congestotorvoyrictusagrio.

—Nuncamegustóescuchartras laspuertas—comenzóadecir—y,aunque no ha hecho falta queme acerque, esa condenada puerta me haregaladomásrevelacionesdelasquemehubieragustadoconocer.

MiprimerpensamientoapesardelatormentaquehabíaenelrostrodelaancianafueparaGunnar.

—¿Quéhapasado?¿Porquéestásaquí?—No desvíes la conversación —advirtió severamente—. Te avisé,

condenadaimprudente,teadvertídequetecuidarasdeélynohacesmásque darle alas. ¿Qué demonios pretendes? ¿Hasta dónde ha llegado tuimpulsivamajadería?

—¡Sólomedefiendousandomisarmas!—exclamémolesta.Eyrasoltóunacarcajadaseca,desabrida,abruptayáspera; susojos

chispearoncondenatorios.—Resulta evidente que desconoces sumanejo, pues esa arma se ha

vueltocontrati.—Todosehavueltocontramí—rezonguécontinteapesadumbrado

—,mesientoacorralada.Eyraresoplóhastiada,sacudióunamanocondejefrustradoyfijóen

míunamiradadecepcionada.—Y,comotal,cometesunanecedadtrasotra.Escúchamebien:nosé

cómo vas a arreglar esto, pero lo harás.Has puesto aGunnar en gravepeligrocontusactos,lohasenfrentadoaHalfdan.

—¡Yonohehechotalcosa!—neguéalterada.—Has entrado en su juego de seducción, te has convertido en su

amante...—Abrílabocaparareplicar,perolaancianaelevólapalmadelamanoy,fulminándomeconlamirada,mesilencióenelacto—.Daiguallosmotivos,yesindiferentesitehasentregadoaesehombreono,porque

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todoslocreen,hanllegadolosrumoresaoídosdeGunnary,sinofueraporquenosedespegadesuhijo,yasehabríaenfrentadoasurey...yati.

Tragué saliva; la piedra de mi pecho tiró con fuerza hacia abajo,haciaelabismoquellevabadíasagrandándosebajomispies.

—¿Ha...harecuperadolalucidez?Laancianaasintiócongravedad;sus labiosseafinaronenunrictus

tenso.—En apenas unos días, su mente se aclaró. Pero fueron unos días

muy duros, en los que tuvieron que atarlo a un árbol mientras gruñíapresodedolorososespasmos,bramabacomounbueyymaldecíacomosiun espíritumaligno le desgarrara las entrañas. Pero, al cuarto día, todocesó. Exhausto, perdido y confuso, comenzó a ver con claridad sualrededor. Su cuerpo y su mente, libres de la garra del brebaje,recuperaron el vigor con premura; si su hijo no hubiera enfermado tangravemente,lotendríasfrenteati.Temandóllamar,peronollegabas,poresoestoyaquí.

—Norecibíningúnrecado.—Estosúltimosdíasnohedejadodepreocuparmeporti,sentíaque

algooscuro teapresaba, tenotaba lejos,y temí...—tragósalivayaspiróunaprofundabocanadadeaireantesdecontinuar—...temíquetehubierasmarchado.

Apartélamirada,temerosadequevieraesaintenciónenella.Eraunadecisiónquecrecíaimplacableenmimenteyqueintentabaignorarcadavezconmenosvoluntad.

—¿YelhijodeGunnar?Eyraexhalólargamenteelaireaspiradoyconsemblantepreocupado

sesentóenunabanqueta,comosielpesodelmundosepultarasuespalda.—Le dimos el preparado, y al día siguiente el pequeño pareció

mejorar, todo fueron esperanzas. Sin embargo, poco después, de nuevoempeoró. En el momento en que Sigrid supo que eras tú quien habíaaconsejado el remedio, se negó rotundamente a ofrecérselo a su hijo,explicandoaquienquisoescucharlaquenosefiabadetusintenciones.

—¿Y...Gunnar?—Gunnar dudó, pero no de tu intención, sino de la efectividad del

brebaje; la nueva recaída del pequeño nos desorientó. Y así está él,confusoymuyangustiado,poresonoobjetónadaaladecisióndeSigrid.

—Tengo que hablar con Ragnhild... —divagué mientras mis

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pensamientosseatropellabanymidesazónmeahogaba.—Hayotracosaqueseaúnaatodasmispreocupaciones.Meacerquéabatidaymesentéenelbancofrenteaella.—Ahora,todosenAgdersabenqueGunnarempiezaaserelqueera,

Halfdan no tardará en ser informado. Temo la reacción de ese hombretantocomoladeGunnar.

—Esprecisoquecomentecon la reinaelestadodelpequeño,quizáno le quede mucho tiempo —musité impaciente incorporándome conademáninquieto.

—Veadormir,muchacha,mañanahallarásocasión.—Pero es urgente, Eyra; cada instante puede ser crucial para el

pequeño.Eyrame taladróconunamiradaadmonitoria,negósuavementecon

lacabezayreplicóentonoseco:—Anoserquequierasvolveraparticipardesusjuegosamatorios,

no labusqueshastaquedespunteel alba.Por loquehepodidoescucharapenas hace un rato, adivino lo que la reina y el rey comparten en estemomento.Él,undeseoinsatisfecho,yella,suansiaporprocrear.

Mis pies me anclaron en el suelo, y mi garganta se llenó de unregustoamargo.Lasapienciadelaancianaacababadeliberarmedeotrasituaciónpeligrosa.

Asentí, yme dirigí ami jergón con la alma transida y el corazónconstreñido.

Alamañanasiguiente,sinhaberconseguidodormirentodalanoche,asaltada por pensamientos sobrecogedores, malos augurios y punzantesinquietudes,salídelacabañaenmitaddeunacopiosanevada.

Envuelta en mi capa de pelo, cubierta por una amplia capucha,caminaba con dificultad sobre la profunda capa de nieve asentada en elsenderodurantelanoche.Mispiernassehundíanhastacasilarodillaeneltodavía blando lecho níveo; mis altas botas de piel apenas lograbanalejarme de la gelidez que imperaba en aquel incipiente y agrisadoamanecer.

Logré llegar al skáli jadeante y abotargada por un frío intenso, unfríoquetambiénhabíaalcanzadomicorazón.

Ascendí la escalera y, cobijada en la techumbre que sobrevolaba la

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entrada, sacudí mi capa y mis piernas; luego entré en la amplia salaseguidadeunaráfagadeaquellacruentaventiscaquesearremolinabaentornoamíenunglacialabrazo.

Elambienterecargadoysofocantemegolpeóenmiavancemientrasrecorríaelpasillocentral.Losronquidossealternabanconlosdesperezosyenesapeculiarmelodíamatinalseentremezclabansonidosmetálicosdemarmitasycucharones,susurrosveladosymurmullosderopas.

El alargado fuego del hogar era realimentado por maderos secos,por las siervas que ya preparaban las viandas para los convecinos quedespertaban.

Trasdedicarmeapenasunfugazydesinteresadovistazo,regresabanimpertérritasyhacendosasasusquehaceres.

Dirigímispasoshacialaalcobareal,unaestanciasóloseparadadelrestoporgrandesypesadoscortinajesrojosqueretiréconfirmezaparaadentrarmeenella.Cuandomisojosseacostumbraronalasemipenumbrareinante, divisé a Halfdan dormido boca arriba con el poderoso pechodesnudoquesealzabaenprofundasrespiraciones.Y,sobreél,abrazadaasu pecho, la joven Ragnhild, con una sonrisa de satisfacción que bienpodríahaberiluminadotodalaalcoba.

Sin amilanarme lomásmínimo,me acerqué al bordede la camaysacudíconligerezaelhombrodelareina.Ellaseremovióinquieta,gruñóquedayparpadeómolesta.Volvíasacudirlay finalmenteabrió losojos.Cuando enfocó la mirada y su mente se despejó, me contemplóconsternada.

—Os aguardo fuera, preciso hablaros con urgencia—expliqué consemblantehuraño.

Asintió y comenzó a escurrirse de entre los fornidos brazos de sudurmienteesposo.Mevolvíysalíprestadelaestancia.

Al cabo, asomó envuelta en una gruesa túnica de lana verdosa,todavíaconelcabellorevueltoymiradaintrigada.

—Ha de ser un asunto grave para que te atrevas a irrumpir enmiintimidad—manifestócortante.

—Mireina,vuestraintimidadoslaprocuroyo,noloolvidéis,pornorecordarosqueya la compartí—repliqué impaciente yhosca—, así quedejaosderemilgosyatendedaloquetengoquedeciros.

Agrandó los ojos asombrada por mi vehemencia y me llevóincómodahaciaunrincóndelaampliasala.

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—Habla—exigiómolesta.—El bebé mejoró en cuanto tomó el remedio, pero poco después

empeoródenuevo,¿esedecaimientoespartedelprocesocurativo?Ragnhildsepeinóconlosdedosynegóconlacabeza,pensativa.—¿Cuántasveceslotomó?—Creoquesólouna—respondí.—Por lo que yo escuché, son necesarias varias tomas para una

completamejoría;seprecisanvariosdíasparaqueelremediohagaefectoyeliminelaponzoñaqueestáatrapadaenelcuerpodelniño.

—¿Ysinolarecibe?—Deserasí,puedesestarseguradequemoriráenpocosdías.Asentí con mirada ausente y una decisión naciendo en mi mente,

abriéndosecaminocomolaquilladeunaembarcaciónsurcandolaquietuddeunocéano.

—Aquí finalizanuestropacto,mi reina.Ambashemos recogido lassemillasdenuestrasiembracomún.Peroconvendréisconmigoenqueelterrenoabonadoesmássensatodejarlodescansar.

—Sinduda—convino—.Deseoque tuspróximascosechassean tanfértilescomolamía.

Llevólamanoasuvientreysonrióconregocijo.—Dudoque seancomo lavuestra—admití, cerrando la capa sobre

mitúnica—,puesyonoansíorecogernada,sinosembraracompañada.Me fulminócon lamirada; sushermososojos celestes centellearon

ofendidos.Ledediquéunasonrisaarroganteymealejédeellaconpasofirmeyporteorgulloso.

Salídelskáliconunaúnicaintenciónenmimente:viajaraAgder,ysalvaralhijodeGunnar.

La nieve continuaba cayendo en grandes y pesados copos que seposaban con languidez en mis ropas. Puse rumbo a los establos,avanzando trabajosamente. Cuando atravesé los grandes portalones, merecibieronalgunosrelinchoshambrientos.Loscaballosapiñadossedabancalor; el blanquecinovahoqueescapabade susollares se elevaba sobresus testas en una nube pálida, evidenciando las bajas temperaturas quesoportabanlosanimales.Elegíungranejemplarnegroyrobusto,deancaspoderosas y pecho altivo, fornido, de firme lomo y brillantes ojossagaces.

Rasqué con suavidad su esbelto y grácil cuello, escondiendo los

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dedos tras sus largas crines negras. Era realmente soberbio enproporcionesyregiodeporte.Unanimalhermosoconciertotintesalvajey rebelde, del que emanaba un poder subyugante. Permití que meolisqueara,mientrasacariciabasulomo.Vislumbréunasillademontardecuero y una manta de sarga colgadas de un gancho. Las alcancé conpremuraylascoloquédiligentementeenlagrupadelcaballo,mientraslechistabatranquilizadoraylerascabaconsuavidadentrelosojos.

Coloquéelbocado,ajustélascinchas,palmeandosuvigorosocuartotrasero, y lo conduje fuera del recinto.Cerré las puertas, asegurando lacancela,yporfinmeelevésobreelestribo,acomodándomeensugrupa.

Sobreaquelimpresionantecorcelmesentípoderosaysegura;sacudílasriendasyelanimalavanzódespacioatravésdelaespesacapadenievequecubríalaregión.

Fue una marcha tortuosamente lenta, a través de una enfurecidaventisca que parecía querer obligarnos a retroceder con su violentoempuje.Elvientosilbabaconfuerza,yelcrujirdelasramasporelpesodelanieveeracuantoseoía.

Durante el trayecto,mispensamientosymis anhelos se conjugaronen una sola persona. Sólo era capaz de vislumbrar, entre el radianteblancor que me rodeaba, unos rasgados y felinos ojos verdes que seconvirtieron en mi guía y en mi fuerza. Las ganas de verlo de nuevosuperaban con creces el temor a sus reproches. No obstante, eran estosúltimoslosquenecesitabaparallevaracabolametaimpuesta.

Noeraposiblequeeldestinonossepultaracontantasytandisparestrabasycontanamargosufrimientosinoeraparagritarnos,asumodo,que debíamos estar separados; que, juntos, sólo hallaríamos dolor ypérdidas.

Sinembargo,nopodíapermitirqueaquelniñocayeraenlasgarrasdelacruelprovidenciaqueparecíaperseguirnos.Gunnarhabíaperdidoyaun hijo, el mío; yo dos, y, mientras quedara un hálito de vida en micuerpo,lucharíaporesavidaquehabíailuminadotodoestetiempoladelhombre que amaba.Ami lado, no conocería jamás una felicidad plena,incongruentemente tampocosinmí;decualquiermodo, laúnica luzquealimentaría su corazón era ese pequeño que ahora languidecía en susbrazos. No podía marcharme sin saber que él tendría algo a lo queagarrarse.

Transcurrió la mañana, también la nevada, dando paso a un cielo

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límpido, por el que asomó un sol desvaído, pero lo suficientementevigorosocomoparaarrancardestellosenlanieve,comodiminutasperlasengarzadasquerefulgíanpordoquier,obligándomeaentrecerrarlosojos.Labellezadeaquellosparajesresultabasobrecogedora.Lamagnificenciade cuanto me rodeaba me empequeñecía como una hormiga ante lainmensidaddelocéano.Elalbomantoperladoymullidocubríaelbosque,lasondulantecolinas,losfrondososabetos,lospuntiagudoseirregularespeñascos, dando continuidad a aquella vasta y agreste extensión,confiriéndoleunaaparienciainterminable,comosideambularaatravésdeunsueñoinfinito.

Alzaba el rostro con el anhelo de ser acariciada por la tibieza deaqueltímidosol,ycerrabalosojos,saboreandotanagradablesensación,deseandoconfervorqueaquellatemplanzaalcanzaramiálgidocorazón.

Tomé como punto de referencia una cima de aspecto bastantepeculiar: trespicoscaside igual altura, como la coronadeun rey.Bajoaquella montaña, pegado a su loma, habría de aparecer el poblado deAgder.

Y tras el último recodo boscoso, oteé en la lejanía un nutrido yapiñado grupo de cabañas que exhalaban por sus tejados un humoagrisado que escapaba en sinuosas espirales, resguardadas por la paredrocosadelamontaña.

Enfilémimontura hacia la aldea; ambas acusábamos la dureza delviaje, aguijoneadas por el hambre y el frío, ardiendo en deseos decobijarnosalamparodeunbuenfuego.

Eran pocos los temerarios habitantes que habían osado salir de laprotección de sus cabañas y, sin duda, impelidos por necesidadesacuciantes. Desmonté, y apreté los dientes cuando una punzada merecorrió las piernas. Era tal el helor queme atenazaba quemis dientescastañeteabanpeligrosamenteymicuerpo,abotargado,despertabaenuncosquilleodolorosoquemearrancabaviolentosescalofríos.

Caminéguiandoamicorceldelasriendashastalacabañadelfondo,donde se alojaba Gunnar. Até mi montura a un poste junto a un vacíocorraldegansosy,cogiendoaire,dirigímispasoshaciaallí.

Una mujer emergió de la cabaña; sostenía un cubo en una mano.Ladeó la pared lateral de troncos, seleccionó un montículo de nieve e,inclinando convenientemente el balde, lo llenó con ella. Cuandoregresaba, reparó en mí, que inmóvil la observaba con el corazón

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latiéndomedeformaapresurada.Sigrid agrandó con asombro la mirada para sesgarla suspicaz a

continuación. Su ceño se arrugó de un modo visible y sus puños secerraronmostrandolatensiónquelaenvaraba.

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29

Novuelvasnunca

Caminóagrandeszancadashaciamíymeenfrentóconmiradacolérica.Tenía los ojos enrojecidos e hinchados, era fácil imaginar la causa. Apesar del acerbo odio que despertaba en mí, un deje misericordiososuavizómivoz.

—Nadahasdetemerdemí—comencéadecir—.Hevenidosóloconuna recomendación para tu pequeño. Es vital que continúes dándole elremedioparaquemejore.

—¿Unarecomendacióndelamujerquevieneaarrebatarmeloqueesmío?—escupiófuriosa.

—Alejatusrecelos,Sigrid,dudoqueseanmayoresquelosmíos.Hevenidoparaintentarsalvarlavidadetuhijo,nadamás.

—HasvenidoporGunnar,aembaucarlodenuevoentusvilesredes—acusó.

—Sí—concedí—,hevenidoporél,yporelpequeño,peronoparaarrebatártelos,puessialgoséesqueloúnicoqueenverdadseposeesonlossentimientos,laspersonasquelosdespiertansontanlibrescomoesteviento.

Entrecerrólosojosytensóelrictus.Susmejillasenrojecieronenelardordelafuriaquelasacudía.

—¡Lárgatedeinmediato,malditaperra!—exclamófuribunda.Avancéunpaso,mostrando la firmedecisiónquemehabía llevado

hastaahí.—Novoyapermitirqueentres—afirmóconlainquinabrillandoen

sumirada.—El rencor te ciega, cuando debería ser yo su portadora. Eres tú

quienseinterponeenmifelicidad,túquienayudóasegarlavidaquelatíaenmivientre,túsobrequienrecaelamatanzadetodounpoblado.Yaunasí, te juro por los dioses que no descargaré mi venganza en un serinocente.Sivengohastatupuertaesparaofrecertelavidadetuhijo,pero

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noporti,portinisiquierapestañearía,sinoporGunnar.Comprendoquenoentiendasde loquehablo,puesuncorazónyermo,oscuroy sibilinocomoeltuyodesconocelasbuenasintenciones.Meirécuandomeaseguredequeelniñorecibesuremediodurantevariosdías.

—Nada se acercará a los labios de mi hijo que proceda de ti —insistióconcrispación.

—Entalcaso,habrédedejarmirecomendaciónensupadre.—Siosasacercarteaellos,juroqueterminaréloqueeldestinodejó

amedias—amenazó—.¡Conozcodesobratusintenciones,perra:acabarconmihijoparaalejaraGunnardemilado!

Negué pacientemente con la cabeza, aunque la ira inflamaba miánimoyhervíalasangredemisvenas.

—Sin duda, ése fue tu plan cuando Ada, Amina y tú tejisteis lamatanza de Skiringssal. Pero yo no soy como vosotras; antes prefieromorir a guardar semejanza alguna.Y ahora, apártate, tengo unmensajequeentregar.

Avancéconfirmezayenunmovimientoraudoeinesperadolamujerme lanzó el cubo repleto de nieve. Me incliné a un lado para zafar elimpacto; sin embargo, lo recibí en el hombro izquierdo, impeliéndomehaciaatrás.Eldolormesacudióenoleadasqueseextendieronportodoelbrazo;maldije entre dientes. Todavía tambaleante, oí un alarido quemeestremecióy,actoseguido,comosidelamaléficadiosaRansetratara,seabalanzósobremíconlosbrazosextendidosyunamiradacegadaporunodiovisceral.

Caí sobre la nieve, con ella encima intentando estrangularme. Medebatí con denuedo, sintiendo cómo sus dedos se clavaban enmi piel yoprimían mi garganta. Rodamos forcejeando, logré golpearla en uncostadoyellaseretorció;aquelmovimientoliberómicuelloyaprovechéparainvertirlasposiciones;ahorcajadassobreella,leasestédosfuertesbofetonesenambasmejillas,llevélasmanosasugargantaylacerquéconrudafirmeza.

—Escúchame bien, maldita: no vas a impedirme llevar a cabo micometido. Después me iré y no volverás a verme...—siseé jadeante. Eldolordelhombromeflagelabaenunopresivopulsollameante—...pero,omedejasintentarsalvarlavidadetuhijo,osoycapazdeacabarconlatuya.

Sostuvesu incendiadamirada,de laquebrotaban letales lenguasde

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fuego,conaparenteimperturbabilidad.—¡Suéltala!La potente y grave voz que llegó hasta mí me paralizó. Giré

lentamente la cabeza para encontrarme con el contrariado y furiososemblantedeGunnar.

Mi corazón se detuvo, mis ojos se agrandaron hambrientos de suimagen, y todo mi cuerpo se tensó temeroso de lo que brillaba en suturbadamirada.

Me incorporé soltandomi presa y lo encaré, intentando sofocar lamiríadadeemocionesquemeasaltaban.

—Hasidoellaquienmehaatacado—medefendí ante la acusaciónquemanabadesumiradacomounadagaafilada.

Aquellasituaciónevocóotrapeleaenlaorilladelmar,conAminadecontrincante; recordar loquehizoGunnarcuandomeseparódeellameestremeció,anhelandounaescenasimilar.

Sentí cómome recorría con lamirada, pude ver lamezcolanza desentimientosquesedesplegabanenella,muchosdeellosenfrentadosentresí.

—Mandéllamarte—comenzóadecircontirantez—,peropareceserque estabas muy ocupada para acudir ante mí. Compruebo ahora lodesacertadodemidecisión.

—Gunnar—mi voz sonó tan necesitada, tan suplicante, que casi seextinguió llevada por el viento—, he venido con un aviso sobre elremedio que os procuró Eyra. El niño ha de tomarlo durante variasjornadasconsecutivasparaquesurtaefecto.

Su mirada se nubló con algo similar a la decepción; escondió supesartrasunamiradahieráticayfría.

—Por favor, te ruego que confíes en mí —proferí con vozdesgarrada—;sinolohacéis,suvidacorregravepeligro.

—Entregastetumensaje—observóimpertérrito—.Nomequedamásremedio que confiar en el criterio de tu informante. Si no has venido anadamás...yapuedesmarcharte.

Cerrélosojosenunfútilintentopordetenereltorrentedelágrimasqueseacumulabandesbordandoynublandomimirada.

Sigrid, que se había puesto en pie, se acercó a Gunnar,posicionándoseasulado,conunasonrisatriunfalquecurvabasuslabios.

Verlosjuntos,comounafuerzaenmicontra,fuetandemoledorque

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cuantoquisedecirmurió enmigarganta sofocadopor los sollozosqueluchabaporcontener.

—Ya lo has oído, nada tienes ya que hacer aquí —resaltó Sigrid,mientrasenredabasubrazoeneldeGunnar.

Cada bocanada de aire inspirada me quemaba con un dolor tangrandequeinclusotemídesvanecerme.Llorosaytrémula,clavélamiradaen la de Gunnar, penetrante y dura, reprimiendo las ganas de gritarlecuántoloamaba.No,yahabíatomadounadecisión,yanohabíanadaqueaclarar,nijustificar.Denadaservíaenarbolarladefensaantelosrumoresque habíanmancilladomi imagen ante él. No cuando la separación eracuantonosuniríaya.

Abatida y hundida, asentí entre lágrimas y les di la espalda con elcorazónsangranteyundolorpunzante,estavezmasacrandoenprofundasestocadasmilastimadocorazón.

—¡Aguarda!Me detuvo su voz, y quizá ese moribundo resquicio rebelde de

esperanzaquesenegabaadesaparecer.Elllantodeunbebéllegóhastamí.Mevolvídenuevo.Sigridcorrió

alinteriordelacabaña.Alcabo,elllantocesó.Gunnar avanzóhastamí.En su rostro se entreveía el sufrimientoy

los desvelos. Una espesa barba castaña cubría su mentón, y su largocabello caía desgreñado cubriendo sus hombros y parte de su espalda.Oscuras ojeras cercaban sus ojos, y el cansancio y la preocupaciónabotargabansutensorostro.Contuveelimpulsodecorrerasusbrazos.

Cuandollegóamialturaysuverdosamiradamepenetró,distinguíconclaridadsupropialucha.

—Pareces arder en deseos de regresar junto a tu rey —reprochódolido.

—Esmásbieneldeseodealejarmedelacondenaqueveoentusojos—respondíconunhilodevoz.

—¿Ytienemicondenarazóndeser?—Sitodavíaerescapazdemirardentrodemicorazónyvesloque

hayenél,no.Sus ojos deambularon por mi rostro; cuando se detuvieron en los

míos,brillaronafectados.—Ahoramismo,Freya,estoypartidoporlamitad.Yanoséquéveo,

ya no sé qué pienso, ya no sé qué hacer, sólo sé una cosa y es lo que

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siento.Yesjustamenteesoloquemeestámatandoenestemomento.—Aquí—comencéadecirconvozentrecortada—hayalgoqueyo

jamás podré darte. Ahora comprendo que nuestras vidas no estándestinadasaestarjuntas...queelsufrimientoquenosregalaeldestinonosprivadelapazyelsosiegonecesariosparaalcanzarlafelicidad.

Gunnarcogióconhosquedadmimuñecayposólapalmademimanoensupecho.Atravésdelgruesotejidodesujubón,pudesentirsutibiezaylosamortiguadoslatidosdesucorazón.

—Nohaynadaquenopuedasdarme,porquecuantodeseoynecesitoerestú.

Sentíunpellizcoenelcorazón,unnudoenlagargantayunaleteoenmivientre.Dejéescaparundesgarradosollozoybajélamirada.

—Gunnar...yo...Él alzó mi barbilla e indagó en mis ojos, tan húmedos como los

suyos.—Perosaberdetubocaquerenunciasamí,saberquehasseducidoa

unrey,queentregastuslabiosytuardoraotros,porelmotivoquesea,merompepordentro.Hayenmítalfuria, taldolor, tal impotencia...quetemoenloquecerdenuevo.

Su voz se rasgó; el rictus tenso de su mandíbula se acentuó,conteniendosuspropiasemociones.

—El único motivo que mueve todos y cada uno de mis actos,acertadosono,erestú—musitéconvozestrangulada.

—¿Puedesllegaraadivinarcómomesiento,Freya?—pronuncióconvozrota—.Morirmedeganasporbesartuslabios,sinpoderolvidarqueno hacemucho los besaron otros. Desearte con tanta fuerza que nomeimportaríatomartesobrelanievecomounloco,sipudieraborrardemimentelasmanosdeesemíseroreysobreti.Peronopuedo,porqueenmicabeza sólo soy capaz de verte con él. Te veo con él, tal y como mecontaron, desnuda a horcajadas sobre sus caderas, gimiendo bajo suscaricias,yconsuesposapresente.¿Erescapazdeconcebirmínimamentecómomesiento?

Sofocó un sollozo, hundió los hombros e inclinó derrumbado lacabeza.

—Freya—continuó,desgarradoytrémulo—,tejuroquemeagarroa creer que todo cuanto hiciste fue para llegar amí, para liberarme delyugodeesasmágicashierbas.Perohayalgo...algoquemeconsume,yes

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pensarquenoereslamismaFreya,quelaqueharegresadodelamuertenoeslaqueyoconocí,laqueyoamé...Yeso...esoestáacabandoconmigo.

Elcorazónmesangraba,eldolormerompíaymissollozosapenaserancapacesdeliberartodoelsufrimientoquenacíademiinterior.

Hiceademándeposarlasmanosensupecho,peroélretrocedióunpaso.Conlacabezainclinada,largosmechonescubriendoparcialmentesurostroyelinfinitoeimplacabledolorqueasomabaasumirada,supequemidecisióneralaacertada.

Asentíentreamargaslágrimas,ymeapartédeél.—Quizánoseayoporquenomedejanserlo,oquizásealanuevayo,

nolosé.Loúnicoqueséesquemicorazóneselmismoyque,apartirdeahora,hadejadodelatir.

LosojosdeGunnardestellaronconunapunzadaagónicaqueempañósumirada;apretóconfuerzaloslabioscomoimpidiendoquelaspalabrasescaparan de su boca; su mentón se tensó, sacudió la cabeza conresignaciónyasintióconsemblantedesgarrado.

Nonecesiténadamás.Me volví completamente devastada y rota, buscando la voluntad

necesariaparanoecharmeensusbrazos,pornosuplicarlequemebesara,yhallé lapujanzaquemehacía faltapara caminarhaciami caballo, sintambalearme.

Justo cuando alcanzabami bruno corcel, y desataba las riendas, unrugidoamiespaldamesobresaltó.

—¡No!Aquelgritoproveníadelinteriordelacabaña,yaquéllaeralavozde

Gunnar.Soltéde inmediato las riendasycorrí a travésde lanievehastaallí.

Cuandome adentré en ella,Gunnar forcejeaba con Sigrid frente alfuegodelhogar.Medetuveenelumbral, confusa,ydirigí losojosa lacunademaderadondellorabaelbebé.

Sentí el impulso de calmarlo y, sin pensarlomuchomás, seguímiinstinto. Cogí al rubicundo niño en brazos y lo acuné chistando; meapercibí de la sobrecalentura que lo congestionaba, mientras observabacómoGunnarlearrebatabaaSigridunapequeñavasijadelasmanos.

CuandoGunnarsevolvióysetopóconmigo,algoensusemblantesequebró.Conunbrazointentabasujetaralafuribundamujerquetratabadealcanzardenuevoaquelrecipiente.

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InmovilizócomopudoaSigrid,quechillabaderabiayfrustración,ymealargóelfrascoconmiradaapremiante.

—Dáselo al niño, su madre estaba vaciando el contenido en lahoguera.Habráqueprepararmás.

Toméelfrasco,asentí,ysinmásdilaciónloinclinéhacialabocadelpequeño,derramandoenellaunasgotasquetragóenelacto.Elrostrodelniño se congestionó, imaginaba que por el amargor del brebaje. Loincorporéy,posándoloenmipecho,palmeésuespalditaconternura.

Gunnar tenía la mirada fija en mí; encontré en ella un atisbo deternuraquemeabrumó.Podíaleertanabiertamentesuspensamientosquemefustigaroncomolatigazos.

La mujer que tenía en sus brazos se debatía colérica como unagorgonadespiadada.

Continué acunando con suavidad al bebé, acariciando su cabecita ybesando su frente, pero el pequeño se convulsionaba en extrañosespasmos.Elpavormeasaltó.

—¡Algolepasa!—exclaméaterrada.—¡¡¡Mihijooo!!!Deposité al niño en la cuna yme arrodillé sobre él, sin saber qué

hacer.Loacariciéconunnudoenlagarganta;sutemperaturacorporaleraalarmantementealta.Miintuiciónmellevóadespojarlodelamantaquelocubríayazafarlodesupequeñacamisola.Temblorosa,cogíunpaño,losumergí en un balde de agua cercano a la puerta, lo empapé en él, loescurríyselocoloquéalpequeñoenlafrenteyeneljadeantepecho.

GunnarsoltóaSigrid,quecorriójuntoasuhijo,locogióenbrazosyloapartódemísollozandoasustada.

Derepente,elniñodejódellorar.Mi corazón galopaba enmi pecho, y la angustia queme atenazaba

casimeimpedíarespirar.El cuerpo del bebé quedó flojo en los brazos de sumadre, que lo

zarandeabacompletamentedesquiciada.—¡¡¡MiOttar,miniñoooo...!!!—gimiódesgarrada.Gunnar se lo arrebató, lo fundió en su pecho y lo sacudió con

suavidad,cadavezmásdesesperado.Acercólaorejaalpechodelniño,ynegóconlacabeza.

—¡¡¡Noooooooooooo.....!!!—bramólamujer.Sigridcayóderodillasysollozóconviolencia,hundidaydesolada.

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Gunnar cogió la mano del pequeño Ottar y la llevó a sus labios.Sollozabaensilencio;lapenayeldolorcontorsionabansurostro,todavíaacunandoelexiguocuerposinvidadelbebé.

Creímorir.Presenciarsulacerantesufrimientosinpoderacercarmea él, verlo llorar tan abiertamente, tan impotente y tan desolado, mederrumbaron.

Derepente,Sigridclavósusenrojecidosojosenmí,ydeellosbrotótodosuenconoenformadealarmanteacusación.

—¡Túuu...! —escupió furibunda, con el rostro arrebolado yconstreñido por una cólera letal—. ¡Tú has matado a mi pequeño, tú,malditazorrainmunda,yahoravoyamatarteyo!

Seabalanzósobremí,conlalocuratiñendosugesto.Gunnarsepusoen medio, la abrazó con fuerza contra su costado, aprisionándola,mientrassosteníaasuhijoenelotrobrazo,yclavósudolidamiradaenmí.

—¡Márchate, rápido!—aconsejó—.Ahoramásquenunca,necesitasdelaproteccióndeunrey.

—Gunnar...yo...no...—gemíentresollozos.Negóconlacabeza,asusemblanteasomóunbrillopreocupado.—¡Vete, Freya, temo no ser capaz de evitar un linchamiento si se

enterandeloquehaocurrido!¡Prontocorrerálavoz,huye!—¡¡¡¡Malditaaaa!!!!Sigridberreaba,gritabaypataleaba,presadeunllantoviolentoque

lasacudíaenquebradossollozos.Loslamentos,elodio,elinmensodolordelamujermedesgarraron

elalma.Mesobrecogídedolorytrastabilléhastalapuerta.Aturdida,meagarréalajambaintentandoanclarmeaalgo.

Unnuevogritomeenvaró,dejandomialmaencarneviva.MevolvítrémulaylaimagendeSigridconlamiradaagrandadaporelhorrormegolpeó.Bajoella,seformabauncharcodesangrecadavezmayor;cayóderodillaspálida,hipandoyestremeciéndoseviolentamente.Hiceademándesocorrerla,peroGunnarmedetuvoalzandolamano.

—¡Porlosdioses,huye!—gimiósuplicante.El apremio de su rictus y la angustia de sumirada aceleraronmis

pasos, y salí al deslumbrante y gélido exterior envuelta en una nubesofocantededolor.Conseguíllegaramimontura,ymealcésobrelasillaentre temblores.Lagente,alertadapor losalaridos, salíade suscabañas

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asustada.Un grito de mujer me siguió, consiguiendo que todos los ojos se

posaransorpresivosenmí.—¡¡¡Detenedla,esunaasesina!!!Azucéamicaballo,sacudílasriendasvehementey,justocuandomi

monturainiciabalamarchaenuntroteágilyapresurado,unhombremearrebató las riendas, el caballo se detuvo en seco abruptamente yyo fuiimpelidahaciadelante,cayendodeformaaparatosaporencimadelatestadel animal hasta el suelo. La nieve amortiguó el impacto, lo que noimpidióquemesintieramareada,aturdidaydolorida.Yameincorporabacuandoelhombrequehabíaprovocadolacaídameaferródelpeloymealzóconhosquedad.

Gritéymerevolvícontraél,pataleandoydebatiéndomeconfiereza.Loúnicoqueconseguífuerecibirunviolentobofetónquegirómicabezacomo si fuera de trapo. Sentí el sabor de la sangre en el interior demiboca,yundolorsordoenmioídoizquierdo.

Me zarandeó con brusquedad y me arrastró, llevándome atrompiconeshacialacabañadenuevo.

Obligada a caminar inclinada para que no me arrancara el cuerocabelludo,sólopudevislumbrarunaspiernasquecorríanhaciamí.

Lafiguraqueseaproximabaalacarrerasecerniósobremiasaltantey lo golpeó con dureza. Oí un gemido sofocado y el hombre que mesujetabacayóinertesobrelanieve.

Gunnarmecogióenbrazoseintentócorrerhastamimontura.Trasél,gritosalarmadosyfuriososclamabanvenganza.

Antesdesubirmealcaballo,memiróconsobrecogedoraintensidad.—Busca laproteccióndeHalfdan—murmuróentrecortadamente—.

Sóloélpuedesalvarteestavez.Medepositósobrelagrupaymiróalertahacialamasadeconvecinos

queacudíanentropel.—Gunnar...tejuroque...Negó con la cabeza, su mirada se oscureció como un paño

mortuorio.—Vete,Freya,ynoregresesnunca.Palmeóvigorosamenteelancademicaballoynossacudimosenun

agitadotrote.Meinclinésobrelasillayjaleéamimontura,enfilándolafueradel

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poblado. Con lágrimas en los ojos, me atreví a mirar atrás. Gunnarenfrentabaconsuspuñosatodoaquelquepretendieraseguirme.Agitédenuevo las riendas y presioné los talones en el vientre del caballo paraagilizarlagalopada.

Noséeltiempoqueestuveabrazadaalcuellodelanimalsollozandomientras él galopaba sin rumbo fijo. Sólo supe que el caballo resollabaexhausto y asustado, que el ocaso comenzaba a sombrear cada rincón yqueelbosqueporelquetransitábamoseracerradoylóbrego,plagadodeinquietantessonidos.

No sabía dónde estaba, pero tampoco me importaba, nada teníasentidoyaparamí.Latragediamehabíagolpeadosincesardesdequeeldestinometrajoaestasgélidastierras.

Eldolorarrasabamipechobarriendotodaesperanza;jamásborraríade mi mente el rostro de Sigrid sosteniendo a su hijo muerto, ni eltormentoestrangulando lamiradadeGunnar.Lagentemebuscaríaparaajusticiarme,ymientrascavilabasobreeldeseodeabandonarestamíseravida,mientrasbarajabalaideaderegresaryentregarme,unpensamientopendió indeciso en mi mente, suspendido en una telaraña de preguntas.¿Había sido el remedio el que había matado al niño, o la Providenciaeligióesemomentoenparticularparallevárselo?

Yaesacuestiónsesumaronotras.Rostros,conversacionesymiradascomenzaronadesdibujarseantemí,enunaamalgamaconfusayturbiadela que surgían inquietantes revelaciones. Un rostro en particular resaltóentreelresto,defazaniñada,suavesyrojoslabios,depálidasmejillasydulcemiradaazul.

Depronto,miofuscadamenteseenturbióylanievesevolvióroja,yviaSigridcubiertadesangre...yesehijoqueyanonacería,yquesindudaeradeGunnar,yacíaenelsueloconvertidoenundespojosanguinolento.

¡Oh,Dios!¿Quéhabíahecho?Unloboaullóalaluna,elcaballoseencabritó,alzándosesobresus

cuartostraseros,relinchandoagitado.Yunavezmás,micuerposehundióenlanieve,arrastrándomecompasivamenteaunaagradecidanegrura.

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30

Morirdenuevo

Loprimeroquelamentéalabrirlosojosfueprecisamentepoderhacerlo.Loacontecidorestallóantemí,comounrelámpagoimpactandoenun

páramo desolado, iluminando de nuevo toda la pena que anidaba enmipecho,comolalarvadeungusanohoradandounajugosamanzana.

Miré en derredor. Varios rostros difusos se inclinaron sobre mí;distintossusurrosveladosflotaronperezososcomounaneblinapesadaybrumosa,quependíainquietanteytensaenelsofocanteambiente.

Parpadeé confusa, hasta quemivisión se aclaró lo suficiente comopara reconocer la azabache mirada que me escrutaba con hondapreocupación.

Meescocíaelmofleteylaparteinternadellabio,melatíalaespaldaenunpulsodoloroso,ymesangrabaelcorazón.

—¿Cómotesientes?Halfdanapartóconmimounmechóndemifrenteydelineómirostro

consuavecuidado.—Peorquecuandoestuvemuerta.Su boca se curvó en una sonrisa dulce y negó con la cabeza. Con

extremagentileza,cogiómimanoentrelassuyasyselallevóasuslabios,exhalóuncálidoresuelloymelasfrotóconsumadelicadeza.

—Estástanheladacomosiloestuvieras.—Lamentablemente,noloestoy.Halfdanfruncióelcejo,componiendoungestoreprobador,negócon

lacabezayapartóasuespaldaunlargoyoscuromechóndesumelena.—Si no lo estás, es porque no es el momento de partir. Sólo los

dioseslodeciden,aunque,enestemomento,tudestinodependedemí.—Nomeimportaladecisióndelosdiosesnilatuya.Su mirada relampagueó furiosa, con un deje turbado en su tenso

rictus.—Escúchamebien,Freya:loúnicoqueteseparademorir,soyyo.Y

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noseríaunamuertedulce,teloaseguro.Seteacusadesesgarlavidadeunbebé,lacondenaporesoeslanzarteaunfosoconperrosrabiosos;hevistoaguerreroscurtidosdespedazadosporunajauríasuplicandopiedadcomoindefensosinfantes.

Mesobrecogíasaltadaporunviolentoescalofríoqueerizómipielypellizcómivientre.

—Yo...nolomaté,almenossiendoconscientedeeseacto.—Lamadrenoalbergadudasobretuintención—rebatióconfirmeza

—.Cogiste a subebéy lo envenenaste ante susojos.Gunnar te ayudóasemejanteatrocidad,porloqueseleaplicaráelmismocastigoqueati.

Me envaré, tragué saliva y me incorporé con dificultad, débil ydolorida,entreamortiguadosquejidosyestranguladopavor.

—¡No!Gunnarme ofreció el brebaje y yo se lo di al niño porqueambospensábamosqueeralacura.Gunnaramabaasuhijo...élsolo...

—¿Quiénteproporcionóelfiltro?—interrumpióconhosquedad.—Tu reina —confesé—. Me aseguró que libraría al niño de la

ponzoñaqueapresabasucuerpo.Los ojos del hombre se entrecerraron perspicaces;me escrutó con

receloyevidentedesconfianza.—¿Porquédiantresquerríamireinaayudarte?Sufazseoscurecióamenazante,suslabiossefruncieronconacritud.—Deberías preguntárselo a ella, mi rey; temo que guarda más

respuestassobreestatragediadeloqueambosimaginamos.—Nomeatrevoaimaginarlastretasquejuntashabréisurdidoami

espalda—gruñóirascible.Sufazseoscureció.Sepusoenpieymecontemplócondureza.—Es cuanto nos une —mascullé con rencor—: tretas, intrigas,

confabulacionesyambición.—Amí, por desgracia, me unenmás cosas a ti. Pero nada que un

perrorabiosonopuedasolucionar,loba.Lamentéenelactomialtanería.Encararlo,disgustarlo,noeralomás

juicioso en la delicada situación en la que me hallaba.Mi vida y la deGunnar dependían de ese hombre. Y si ya había esgrimido antes misarmas, unas que me habían ensuciado, de nada valía limpiar un honormancillado,denadaservíaelorgullo,ni losremilgos,cuandolamuerteesgrimíatanfieroscolmillos.

—Lolamento,Halfdan—proferíarrepentida.Antelamencióndesu

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nombre,sedistendióparcialmentecomplacido—,disculpamiosadía.Mehassalvadolavida,yteloagradezcodecorazón.

Surictussesuavizó,aunquesumiradapermanecíadespechada.—Salí en tu busca porque robaste mi caballo. Y te encontré tirada

sobre la nieve, aterida y acechada por lobos.Mi corcel de batalla, Tyr,coceabainquietoyrelinchabaparaapartaralasbestiasdeti.Graciasaél,logramosencontrarte.Enunprincipio,tecreímuerta.

Meparecióverundejeapesadumbradoensumiradadeónice.—Estoyen tusmanos,soyconscientedeello,ypagarégustosaesta

deuda,si,además,muestrastuconmiseraciónhaciaGunnar.La sombra de una incipiente sonrisa apenas sesgó sus labios. Su

apuestorostrovolvióailuminarse.—Conoces mis deseos, pero me siento en la obligación de

precisarlos —comenzó a decir en tono grave—: quiero que seas miamante,miskjaldmöyconsejera.Quieroqueseaslanodrizademishijos,ylasirvientademireina.Quierotupasión,tuternuraytulealtad.Y,porende,quetealejesdeGunnar.Apartirdehoytucaminoestáamiladoy,sideseasqueelhombrequeamassigarespirando,nadahadeunirteaél.

Aquello constataba el destino que a partir de ese momentosentenciabalavidaquemeaguardaba.

Losdiosesganaban,lohabíasabidoenmifuerointernodesdequeviaGunnarconsuhijoenbrazos,yahoraque loenterrabaseconfirmabaesa intuición.Élnoeramipresente;desconocíasiseríamifuturo,pero,aunqueme iluminara esa certeza,noaliviaríaunápice el agónicodolorque se expandía por mi pecho, como si un veneno lo corroyeralentamente,deshaciéndoloenuncharcodeinsondabledesesperación.

—Tú salvas mi vida y yo, la de Gunnar—acepté con un acusadoregustoamargoenlagargantayacerbaslágrimasenlosojos.

Asintió y se sentó de nuevo ami lado. Entonces, reparé dóndemehallaba,ensuregiolecho.Dosparpadeanteslucernasdorabanlaestancia,otorgándole un ambiente acogedor y cálido; no obstante, no fueroncapaces de disipar la opresiva gelidez instalada en mi pecho. El rey seacomodóymecogióconfirmezaporloshombros,clavandosutriunfalmiradaenlamía.

—Apesardemicondiciónderey,nopuedonegarmeasometerteajuicio,oelpueblosealzaría—aclaróconsemblantesevero—.Loquesípuedoesprocurarlaspruebasnecesariasparalibrartedeesaacusación.Si

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consigodemostrarqueobrasteispensandoqueelbrebajeeraenefectounremediosanador,todosehabráresuelto.

—¿Ysinosepuedeprobar?—inquiríangustiada.Acercóelrostroalmío,sentísufuerza,perotambiénsucontención.

Ensumiradaprendióundeseooscuroyhambriento.—Sepodrá,siyolodeseo—susurróconvozrasgadaytensa—.Ylo

deseo,tantocomoprobartuslabiosahora.Enadelante,habrásdesertúlaque me asalte como yo lo voy a hacer ahora, para complacermedebidamente.Aprendebiencómohasdehacerlo.

Ysecerniósobremislabiosconunavoracidadsalvaje.Elasaltodesu lengua, imperante y exigente, encontró sumisión y derrota.Barrió elinterior demi boca, imponiendo su dominio, exaltado por el triunfo, y,embargado por un deseo fervoroso, paladeó con delirio cada rincón,derramandoenmigargantagemidosardorososygruñidosinsatisfechos.

Cuandoseapartó,ambosjadeábamos.Ensufaz,lacomplacencia;enlamía,laaceptación.

—Voy a confesarte mi último deseo a los dioses, un deseo al queofrecíunsacrificiodesangre,undeseocasidesesperado.—Supenetrantemirada me erizó la piel—. Pedí a los dioses que me saciaran de ti losuficientecomoparapoderalejartedemi lado.Nadameharíamásfelizquearrancartedemipecho.

Y entonces se alejó, atravesando los pesados cortinajes carmesís,aparentemente abatido, como si en lugar de una victoria asumiera unaderrota,comosihubieracargadosobresushombrosunpesodifícilmentesoportable. Aquello era yo para él, una condena de la que no podíalibrarse,perosinlaquenopodríavivir.

Resopléymetumbéenellecho;micargaeramayorquelasuya.Micorazón se había convertido en piedra ymi esperanza, en desánimo.LoúnicoquemeanclabaaestavidaeraladeGunnar,aunqueestuvieramuylejosyademí.

Alcabo,un susurrode trapoyunas ligeraspisadasanunciaronunavisita.

Abrí los ojos, para encontrar el soliviantado rostro deEyra. En suhundida, apagada y sabia mirada, rezumó una tristeza tan honda queterminódequebrarmialmayadesgastadayyerma.

—Aguardotusreproches—musitéconunhilodevoz.Laanciananegóconlacabeza;suabatimientoeratalquesusarrugas

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semeantojaronmásprofundasysuañosaconsistencia,másendeble.—Obrasteconelcorazón,noconlacabeza—repusosentándoseami

lado—.Nohevenidoconreproches,sinoaofrecerteelconsueloquenopudeofreceramipropiohijo.

Se inclinó hacia mí y me abrió sus brazos. Me incorporé y meentreguéasuabrazo,posandoelrostroensupecho,rompiéndomeenunagudo sollozo, que abrió la compuerta nuevamente al tormento quemeconstreñíacomounagranserpienteenroscadaamicuerpo.

—Ssshhhh...pequeña,llora,libérate—susurrócondulzura,mientrasacariciabamicabelloysosteníamicuerpoconunaternuraqueacentuabamiextremadebilidad.

Sollocé, me lamenté y me derrumbé entre hipidos, gemidos yespasmos... maldiciendo al destino, a los dioses y a mí misma, por nohabermemantenidoapartadadeél,pornohaberhuidoamitierracuandotuvelaoportunidad,poraferrarmealpasado,porlucharporunamorqueahoracomprendíamaldito.Y, trasun largo instante,cuandomi llantoseconsumió,cuandomicuerpolanguidecióymiánimosealigeró,supeque,tal comoGunnar había temido, yo no era lamisma Freya.No, una vezmás,lamujerquefuimoríadenuevo,pararenacer,estavezconelmismonombre, pero no con el mismo corazón, porque ése estaba tan muertocomomiesperanzadeserfeliz.Yentendíque,apesardelograrresurgirde cada tragedia, en cada varapalo quedaba parte de nosotros mismos.Tras cada vivencia dolorosa, yacía una buena parte de ilusión, deingenuidad,deconfianza,muriendoennosotrosesasvirtudesenfavordelas necesarias para continuar: recelo, prudencia, amargura, frialdad,fortaleza y rencor. Al menos yo tenía una razón para continuar, paramostrarlosdientesyseguirluchando,yporlosdiosesqueloharía.

Meenjugué las lágrimas conademán toscoy semblante sobrio.MeseparédeEyra,conunrictusdecididoymiradafirme.

—Ahora, Eyra, que me someto a la Providencia, que acepto suscrueles designios, te juro que devolveré golpe por golpe, quemorderéconsaña,yquenohabrápiedadenmicorazónparamisenemigos.Ahora,nadacontienealloboquehayenmí,ahorasigosushuellas...ahora,élmegobierna.

Eyra,conlamiradaarrasadaenllanto,perosemblanteimpertérrito,asintióqueda,cogiómimanoylaestrechóconfuerza.

—Huboundíaenquelleguéapensarquenadiepodíasufrirmásde

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loqueyolohabíahecho—hizounapausaybajólacabeza,buscandolaspalabrasensuinterior—,peroestabaequivocada;sinembargo,nosécuáldevosotrossufremás,siélotú.

—Nohaydiferenciaentreélyyo—repliquéentonoestrangulado—.Somosuno,aunquenosobliguenavivirseparados.

Eyra ahondó en mi mirada, escrutando en ella, vaticinando mispensamientos, mi decisión, como tantas otras veces. Siempre pensé queaquella enjutamujer, sufrida y tan sabia como los tiempos, en realidadescondía en su interior a una poderosa völva, una hechicera que leía lamenteyabríaelalma.

—Pagas con tuvida la deGunnar—adivinó conhondopesar—.Y,aunque mi corazón de madre rezume agradecimiento, llora de pena altiempo.

Resopló, exhalando un aliento largo y contrito, como si fuera sualmalaqueescaparadesucuerpoenaquelprofundoyáridoresuello.

—Y aun así —agregó en un hálito de voz—, me agarro a laesperanza,aunqueni túniél lohagáis.Porqueunamorcomoelvuestrosiempreencontrarálamaneradeunirsusdestinos,porque,aunqueseabralatierraysecaigaelcielo,aunquelosmaresseenfurezcanylosdiosesbramen,lamagiaqueosunejamássedisipará.Elaguasiemprehallauncauce,ymássicorredemaneratantorrencial.

Palmeóeldorsodemimano,forzandounasonrisaconfiadaquenollegóasusojos.Echóhaciaatrássulargatrenzaplateadaysepusoenpieconintencióndemarcharse.

—¿Cómo...cómoestáél?—inquirí,conociendolarespuesta.—Tan convencido como tú de lo imposible de vuestro amor.

Llorandodospérdidasirreparables,ladesuhijoyladelamujerqueama,otravez.Perotambiénhayunanimalenél,queloimpeleráacontinuar.

—Unleón—murmurémásparamímisma.Eyra frunció el ceño con extrañeza, sacudió unpoco la cabeza,me

dedicóungestoimprecisoysalióconpasoderrotado.Mederrumbéenellechopensandoqueeracompletamenteimposible

quedemisojosbrotaranmáslágrimas,perobrotaron.Mi fielFenrir emitió un leve quejido lastimero, revelando aquella

extrañaconexiónquelouníaamí.

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31

Juicioycondena

Aveces,cuandocreemosnopoderdarunpasomás,cuandopensamosquetodohaterminado,cuandosentimosquelasfuerzasnosabandonanytodoanuestroalrededorlanguidecemoribundo,nosospechamosque,antesdeloimaginado,nuestroserresurgirámáspoderoso,másbeligeranteymásvehemente que nunca, esgrimiendo el aplomo y la fortaleza necesariospara seguir recibiendogolpes.Descubrimos,nosinciertoasombro,queyanoduelen igual,quenuestra resistenciaaellos seha incrementado,yque,cobijadosenlapacienciayenlaastucia,serándevueltos.

Inmersaenmiscavilaciones,observabaalhombredelquependíamivida y la de Gunnar. Un hombre al que había planeadomatar, y al queahoranecesitabamásvivoquenunca,a tenordelmanifiestoenconoquemostraban los asistentes al juicio en el que todas las pruebas mecondenaban.

Habían transcurrido apenas tres jornadas desde lo ocurrido.Y cadanoche,elfantasmadeaquelbebéderramabainclementesobremísuculpa.Yo lohabíamatado,yaquellacertidumbrecrecíaconcadapensamiento.Enmimente,repasabacadainstantedeaqueltrágicosuceso,revelándomedetalles que se me antojaban esclarecedores. No albergaba duda algunasobre laautoríade tanaberrantemuerte,en laquehabíasidoutilizadayengañada para ejercer de verdugo. Ahora entendía la advertencia delOráculo... «aléjate del llanto de un niño»... Lo que desconocía era elmotivo.Perolohallaría,yestabaseguradequeesemotivoseríamiarmacontra lamujerquemehabíaarrastradoaloscuroabismoenelquemehallaba.

Clavélosojosenellaymeprometíamímismaarrastrarlaconmigo.Nadatemíaya,yeraprecisamenteesacondiciónlaquemeliberaba,laqueconferíaamilobounanuevacualidad,ladeserletal.

Curvé los labios en una sonrisa dura y fría, dirigida a la dulceRagnhild,atravesándolaconunamiradaamenazadoraquelaremovióde

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suasiento,evidenciandosuinquietud.Paseélamiradaporlaatestadasalaprincipal.A pesar de estar de rodillas, con las manos atadas a la espalda y

vistiendounatoscacamisoladeásperasarga,adoptéunaposiciónaltivayconfiada,envarandolaespaldayalzandoorgullosalacabeza,devolviendocadamirada cargadade ira por una retadora.Ellos habían acudidoparaajusticiaraunavilasesina,aunacondenada,peronoeraesoloqueveíanen mí, pues, aunque en mi particular juicio interno había resultado serculpable,porlosdiosessiasumíatambiénsuscargos.

Que Gunnar no estuviera en la sala facilitaba la ardua tarea demantenermeimperturbable.

Halfdanbramóexigiendosilencio.Losabucheos, lasamenazasy los improperiosseatropellabanenel

tenso ambiente del abarrotado skáli. La muchedumbre, acalorada eimpetuosa, se tornaba una gran masa oscura de ira que comenzaba aalzarsedescontroladasobremí.

—Me asiste el ecuánime Forseti, dios de la justicia y la verdad—comenzó a decir a viva voz— y, como su representante en la tierra,desentrañaréestedolorosocaso,prometiendoalamadreunjustocastigoparalosculpables,sisedemuestraqueloson.

—¡Muchaslavieronhuirdelacabaña!—vociferóunavozmasculina—.¡LadesconsoladaSigridpresenciócómomatabanasupequeño!

—¡Alosperros!—gritóotraenfurecidavoz—.¡Sonunosasesinos!—No obstante—interrumpió Halfdan con voz atronadora y regia,

que reverberó en cada madero, flotando hasta el fondo de la ampliaestancia y silenciando a los congregados—, ambos proclaman suinocencia.Convencidosdequeelfiltroeraunremediosanador,obraroncon la única intención de salvar su vida, pero no llegaron a tiempo. Elbebéagonizabacuandoella,ensudesesperaciónporobrarlasanación,leadministróelbrebaje.—Hizounapausa,queaprovechóparafulminarconlamiradaalosmásbeligerantes.Confingidoademándistraído,acaricióla labrada superficie de la empuñadura de su espada enfundada, en unclarorecordatoriodesupodersobreellos,yañadió—:Yosaseguroqueese remedio era en verdad una cura, pues fue mi reina quien lorecomendó.Pordesgracia,elpequeñonorecibiólacantidadnecesariay,cuandoquisieronenmendarelerror,yafuedemasiadotarde.

Sagazmente,supoquenadiedelospresentesseatreveríaadudarde

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la palabra de una reina. Y así fue, ante las miradas turbadas,malhumoradasyasombradasqueaquellasgentesintercambiabanentresí,buscando quizá un valeroso paladín que defendiera la causa. Nadie osócontradecirasurey.Perolainsidiosasemillaquehabíagerminadoenelcorazóndelosaldeanoscontinuaríacreciendodeformapeligrosa.Ensussombríossemblantestitilabaunclamorpopularapenascontenido,ansiosodevenganza.

Entonces, Ragnhild se incorporó de su trono y avanzó hasta suesposoconundolientegestoensombreciendosurostro.

—Lamento profundamente lo acontecido —manifestó cogitabunda.Su voz, suave como el terciopelo, su faz apesadumbrada, su portearrepentido,soliviantaronunpocolosarrobadosánimos.

La reina se aproximó a la sufrida madre, que hervía de furia yfrustración,ysearrodillóanteella,apresándolelamanoentrelassuyas.

Unsilenciosepulcralinvadiólagransala.—MigentilSigrid—musitóapenada—,nomeatrevoaimaginarel

duelo por el que estarás pasando. Mi única intención fue sanar a tupequeño Ottar, sólo lamento la fatal decisión en la elección de laportadora.Desconocía tus receloshacia ella, yque tenegarías a aceptarnadaquevinieradesumano.Porello,tepidodisculpas.QueloscuervosdeOdín,HuginyMunin,devorenmisojossinoexpliquécondetallelosingredientesautilizar.

Un demudado suspiro escapó de casi todos los presentes. Cerrébrevementelosojos,enunintentoporcontenereltorrentedecóleraqueamenazaba con ahogarme. Temblaba iracunda, sentía las mejillasarreboladas,lagargantasecaylamiradabrillante.Elfuegodemiinteriorcrepitó de forma salvaje. Aquella arpía, aquella venenosa serpienteadornadaconunacoronareal,acababadesembrarunadudaenunatierrafértilenexceso.

Halfdan maldijo entre dientes, tenía la mandíbula desencajada y elrostrocrispado.Agrandeszancadas,seacercóasuesposay,sinmuchosmiramientos,lacogiódelcodoobligándolaaincorporarseysedirigióaSigrid,congestotenso.

—Todoha sido frutode la fatalidad—afirmóhuraño—.Eldestinodelniñoestabamarcado.Eresjovenytuhombre,vigoroso;tendréismáshijos.Mireinayaconfesóqueelúnicomotivodelbrebajefueayudar;porlotanto,nohaycondenaniculpable.

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Sigrid, con los ojos inyectados en sangre, una mueca ferozdescomponiendosusfaccionesytanlívidacomounaaparición,comenzóanegarconlacabezaconinusitadaviolencia.

—¡No!—exclamófuribunda—.Esa...esaperralomatóantemisojos.—Suvozestiradasequebró,ycerró losojosconfuerzaenungestodeinfinitodolorquemesacudióelalma—.Yvoy...voyademostrarquelohizoadrede;nodudodelabondaddevuestraseñora,mássídelodioylavenganzaqueella—alzósudedoacusadorhaciamí—hadescargadoenunserindefenso,enuninocentebebé,malograndoademáselhijoqueyagestabademiGunnar.Noexistevenganzamáscruelqueésta,heperdidodoshijosalmismotiempo...

Y entonces, su voz se rompió en un sollozo desgarrador. Cayó derodillasygimiódesaforadaclamandojusticia.Lamuchedumbreseavivó,comounincendiovirulentodevorandounpastosecoymarchito.Lavozdelpueblosealzó,mostrandosuapoyoalajovenmadre.

Losánimosseexacerbarontantoquelosguerrerosquecomponíanlahird del rey desenvainaron casi al unísono sus aceros y apuntaron a lamultitud;elecometálicohambrientodesangremeerizólapiel.

—¡Justicia!—entonaban coléricos los hombresmientras avanzabancon decisión. Las mujeres y los niños se dispersaron a los rincones,buscandoproteccióndelarevueltaqueestabaapuntodeestallar.

—¡¡Calmaos!!—rugióHalfdan,alzandosupropiaespada—.¡¡OporlalanzadeOdínquehoyrodaráncabezas!!

Mepuseenpieymeacerquéalaplebe,sosteniendosindoblegarmeel odio que desprendían susmiradas, tan afiladas y ardientes como unaandanadadeflechasincendiarias.

—Jamássesgaría lavidadeun inocente—comencéadeciralzandopotentemente la voz—. Jamás utilizaría tan infame arma contra misenemigosyjamáspasópormicabezavengarmedelamujerquetantomearrebató.¿Ysabéisporqué?

Lamuchedumbre,arreboladaytensa,seapiñó,máspendientedelosguerrerosquelosapuntabanquedemí.

Conteniendo a la turba, vislumbré aHiram, aSigurd, aThorffin, aErik,aRagnar,aAsleif,aJorundyaValdis.

—Porqueséelinsoportabledolorqueconllevalapérdida,porqueséquelamuertenodevuelvevida...yquecontralosdiosesnadasepuede.—Hiceunapausa y clavé lamirada enSigrid—.Yonomaté a tu hijo,mi

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únicaintenciónfuesalvarsuvida.Lojuroporlosdioses.De los claros ojos de la mujer, inflamados y enrojecidos, siguió

manandotodalaranciaanimadversiónquesentíapormí.—¿Y por qué habrías de querer salvarlo, cuando era el único

obstáculoqueteseparabadeGunnar?—increpóescupiendosudesprecio.Respiréhondo,buscandoelsosiegoquenecesitabaparacontinuar.—Porquehabíadecididoregresarami tierra—confesésincera—y

queríaqueéltuvieraalgoaloqueasirse.Yporquetengocorazón.Depronto,lossoterradosymalintencionadosmurmullosquehabían

estadoflotandoenlasalasediluyeronenunsilenciocortante.—¡Tambiényolotengo!Aquella exclamaciónme heló la sangre. Desvié la mirada hacia el

portador de aquella gutural y grave voz y el corazón se detuvo en mipecho.

Gunnar avanzaba con decisión por el pasillo de cuerpos apretadosqueseapartabanasupaso.Vestíaunatúnicanegra,calzasdepielcurtidayuna capa de piel de oso pardo; su larga melena clara desgreñada yalborotadacubríasusanchoshombros,yunabarbapobladauntonomásoscuroque sumelena resaltaba susmullidos labios.Mostraba semblantetorvoyrictusherido.Portabaunpequeñosacoenlamanoderechaquesebalanceabaconcadazancada.

Se plantó frente a su rey, pero sus penetrantes ojos verdes, de laintensidaddelmusgoacariciadoporelsol,seposaronenmíiluminadosporunaaciagadesilusión.

—Y mi corazón también exige saber la verdad de lo ocurrido—musitó con aspereza en tono elevado—. Ni mi... —frenó sus palabrasabruptamente, tragó saliva con dificultad y continuó—... ni Freya ni yotememosa laverdad,pues,comobienhasdicho,mi...—hizootrapausaincómoda que tensó las facciones de Halfdan—... mi rey, somos taninocentes comoel frío cadáverdeOttar.Ycomo séque laspalabrasnogozandelpoderdelasevidencias,aquíoslastraigo.

Cogió el saco con las manos y extrajo de él una pequeña setablancuzca.EstavezsedirigióaRagnhild.

—ÉsteeselhongoquerecomendasteisaFreya,¿verdad,mireina?Gunnar, tanastutocomounzorro,habíaconferidoa lapreguntaun

carizafirmativo.Por un instante, la joven permaneció en silencio, sopesando su

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respuesta.Halfdanlafulminóconlamirada,impeliéndolaacontestar.Apenasasintiólevemente,torciendoelgesto.Lainquietudbailabaen

sufaz,frunciendosuceño;suaniñadorostroenrojeció.Gunnar,complacidoconesatibiaseñaldeaceptación,sevolvióhacia

susconvecinosylesmostróelpeculiarhongomientrasloalzabasobresucabeza.

—Éste es el hongo del que se extrajo el filtro, y el que hubierasalvado la vida de mi hijo con las debidas dosis, el que tan sabia ybondadosamente recomendó la reina. Resulta pues evidente nuestrainocencia...yladenuestrareina.

Al incluir de un modo tan sagaz a Ragnhild en su defensa, seaseguraba que nadie volviera a cuestionar la acusación. Y así fue; losánimossecalmaron,yhastaHalfdan relajósuexpresiónysuporte.Lasespadas se envainaron y la gente se disgregó en reducidos grupos,expresandodeformamásíntimasusopiniones.

Ragnhilddesapareciódiscretamenteconmiradahuidiza.—Aclaradoestepeliagudoasunto—manifestóHalfdan—,notoleraré

quenadiecaldeelosánimosconacusacionesinjustasomicólerarecaerásobreellos.Yahora,quecorralacerveza,nadalimamejorlasasperezasquesuespuma.

Me echóun fugaz vistazo, dirigió a unode sus guerreros un gestourgenteyelhombreseapresuróaliberarmismuñecascortandolacuerdaque las apresaba. A continuación, Halfdan se retiró a sus aposentosprivados, dejándome ante un Gunnar que permanecía inmutable. Mecontemplabahierático,envaradoydistante.

Hiceademándeacercarmeaél,peroretrocedióunospasosyyomedetuve.

—Gunnar...Negóconlacabeza,sumiradaseoscurecióysurictussecontrajoen

unamuecadolorosaqueseesforzóporestrangular.Recompuesto, logrómantenerunamiradaduraeimpenetrable.

—Sólo...quería—mivozsonóquebradaydébil—agradecertu...—No —musitó con frialdad—. No tienes nada que agradecerme,

como tampoco yo a ti. A partir de estemomento, ambos somos libres;puedesregresaratutierracomoestudeseo,oservir...aunrey,túeliges.

—No—meapresuréareplicarcuandoélyasedabalavuelta—.Noteequivoques,yonoelijo,yano.Todoslohacenpormí.

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Resoplóysacudióexhaustolacabeza,hundióloshombrosyasintió;sushombrostemblaban,todosucuerposetensó.

—Decidiste huir de mi lado —siseó entre dientes, con unos ojosentrecerrados llameantes de furia—. Renunciaste a mí, maldita seas, yconseguiste derrotarme. Esto se acabó. Los dioses ganan; como biendices,todosganan...menosnosotros.Ereslibre,Freya,hazcontuvidaloqueteplazca.

Ysevolviódejándometemblorosa,llorosaeirascible.—¡No, jamás seré libre —le grité contrita—, ¿me oyes, maldito

bárbarodeldemonio?!Pormuylejosquemevaya,nuncaloseré,porquemeesclavizasteati;deberíaodiarte.

Memiródesoslayo,sinatreverseaenfrentarme.Porladesgarradoratensión que contorsionaba sus facciones, supe que estaba a punto dederrumbarse.

—Ódiameentonces,pocomeimporta.Ysalióagrandeszancadas,abatido,derrotadoyroto.Liberéunhondosollozo,ymevolvíparaquenadievieramidolor,

aunque mis hombros se sacudían y el pecho me ardía devorado porlenguasdefuegoenelqueseentremezclabanunarabiainsanayvenenosa,unsufrimientoatrozyelplenoconvencimientodequetodohabíaacabadodefinitivamente.

Unos brazos me cogieron, un pecho me cobijó, unas caricias mereconfortaron.Halfdanmesusurrópalabrasdulcesquenoaligeraronmiamargoryseesforzóenotorgarmeunsolazquenodisipóunabriznadelapesadumbrequemeoprimía.Sinembargo,sucalorsíevaporómifrío.

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32

Viviendosincorazón

Las jornadaspasaban lentasy tediosasy el crudo invierno comenzaba aapagarse y, con la primavera, muchas cosas cambiarían. Brotaría unaguerracomobrotaríanfloresenelvalle;elsolbañaríaloscampos,comolo haría la sangre de los enemigos; la brisa viajaría perfumando laspraderas, como viajarían las traiciones y las intrigas emponzoñando elaire,ylospájarossobrevolaríanlosdensosbosques,comoyonavegaríaatravésdelanchomar.

Con la llegada de la Ostara, como llamaban ellos a la primavera,tambiénllegabalabendiciónmásbrillantedelaño,enlaquecelebrabanlavictoria de Thor sobre los gigantes, del Sol sobre los lobos que lopersiguenydelveranosobreel invierno.Haríansacrificiosa losdiosespara ser bendecidos con cosechas fértiles, dando comienzo a la mejorépocadelaño.Unavezque las tierrasestuvierancultivadas,yelganadoengordado, marcharían de nuevo a la conquista de nuevos territorios,sembrando el terror en las costas enemigas, sometiéndolas consangrientasincursiones.

Y mientras Halfdan planeaba su conquista de Jutlandia paraenfrentarse al rey Horik; los guerreros se entrenaban con denuedo; loscampesinos y siervos se entretenían jugando al Hnefatalf, un curiosojuego de mesa; las mujeres hilaban en vastos telares, y los niños sesumergíanensuscorrerías...yoperfilabaconcuidadomivenganza,antesde partir hacia el puerto de Haithabu, donde embarcaría rumbo a miañoradoToledo.

Gunnar,porsuparte,habíaabandonadoAgderyaSigrid,yocupabaunacabañaenHedemark.Verlodiariamenteeralamásdurapenitenciaquepodíaimponersealmáspecadordelosprelados.

Erantantaslasvecesquenuestrasmiradasseencontraban,tandurossurechazoysuindiferenciaytangrandemianhelodeasaltarloybesarlohasta desfallecer, que, cuando acababa el día, desgastaday abatida, solía

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dormirmellorando,rogandoyrezandoparaqueladistanciayelcalordelos míos lograra aligerar esa condenada presión que me atenazaba deformatanimplacable.

Mi insoportable frustraciónme llevaba al campo de adiestramientodiariamente, dondepasaba lamayorpartede lamañana, acompañadademifielperroydemiqueridaadiestradora.

Asleifmeenseñabaamanejar la lanza,unarmaque jamás imaginéempuñar,yquebienesgrimidaofrecíaunaampliagamadeposibilidadesen ataque y defensa. Era ligera,maniobrable ymantenía a unamás queprudencial distancia a los enemigos. Cada movimiento era como unadanza, en la que la habilidad, la gracia y la rapidez eran los valoresperseguidos. La complejidad y floritura de cada posición exigía un altopoder de concentración. Memorizaba enrevesados giros, cambiosposturales y tácticas de bloqueo. En mi aprendizaje, perdía la lanza decontinuo,megolpeabadeunmodoaccidentalconellaoeraembestidayderribadaporladeAsleif,cuyahabilidadconellarayabalosobrenatural.Poseía ademanes tan elegantes y letales a un tiempo, era tanendemoniadamente veloz y tan sagazmente avezada en aquella peculiardanza, que cortaba el aire y mi aliento, y redoblé mis esfuerzos y miconcentración,acicateadaporelempeñodeganaruncombate.

Chocábamosnuestraslanzas,cruzándolas,y,cuandososteníamosunpulso por liberarlas, me lanzó una fuerte patada en el vientre que mederribódeespaldasalsuelo.

—Que tus manos estén ocupadas no impide que tus piernas haganalgo—apuntójadeanteysonriente.

Melevantédoloridayledevolvílasonrisa,cogídenuevomilanza,afiancémismanos una a cada extremode la parte central ymepuse enguardiadispuestaparaotrocombate.

—¿Notecansasnunca?—preguntóconundejedeadmiraciónenlamirada.

—Estoy exhausta —confesé—, pero no lo suficiente como paradetenerme.

—Hede recordarte algo,Freya: en la lucha, ymás en el campodebatalla,nohayreglas.Cuandotengasenfrenteatuoponente,sólopodrásvalertedelastácticasaprendidas,detufrialdad,ydetuastucia.Cualquierartimañaquelogreromperunpulsoconturivalquesepasperdido,úsala.Como yamencioné en tu entrenamiento con la espada, la mejor táctica

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paraderrotaralcontrincanteessorprenderlo.Sihacesalgoquenoespera,esebrevísimoinstantededesconciertopuededartelavictoria.

Aquellaúltimafrasesegrabóenmimente;dealgúnmodointuíqueaquelsabioconsejomeseríadegranayuda.

Asentí, deslicé mi lanza en gráciles círculos, adelanté la piernaderecha,manteniendolaizquierdaestiradahaciaatrás,paraconservarunnecesariopuntodeapoyoenmislances,yleguiñéunojo,alaesperadesuataque.

—Tequedamuchopor aprender—mascullómientras componíaunmovimiento ofensivo—, pero compruebo complacida que posees unahabilidadnaturalparaladanza.Asípues,bailemos.

Ysecerniósobremígirandola lanzaysuelásticocuerpo.Esquivévarios golpes, me agaché, salté y choqué el cuerpo demi lanza con elsuyo,enrepetidostoquesviolentosquereverberabanpormisbrazoshastapunzarmishombros,comolasondasproducidasporunapiedralanzadasobrelaquietuddeunlago.

Asimilaba cada movimiento, mientras me esforzaba en cubrirme,gruñendoporelesfuerzo,intentandoesquivarcadaataque.

Aquellamalditavalquiriaseasemejabaaunciclónnevado,blancoymortífero. Contener su fiero avance, sus continuos lances, sus patadas,zancadillas, rodillazos y violentos empellones amenazaron desgastarmehastalamáscompletaextenuación.Elquemesacaraunacabeza,yquesucorpulenciaapesardesuesbeltezduplicaralamía,nosirviómásquepararedoblarmisesfuerzos,buscandoenmiinterior lamásínfimabriznaderesistenciaalaqueasirme.

—Bien,pequeñabondi,asímegusta,sacalafuriadetuinterior.Enun fogonazode inspiración,y aprovechandomimenor estatura,

jadeante, sudorosa y débil, fingí arremeter contra sus rodillas,inclinándome ligeramente, fijando la vista en ellas, y, cuando ella hizoamagodeagacharseparaanteponerseamiataque,alcéelextremoromodemi lanza y le asesté un fuerte golpe en lamandíbula que la impelióhaciaatrás,desestabilizándola.Enmitaddel traspié,asestédenuevootrogolpeasulanzayladesarmé.Cuandocayódespatarradaenelsueloymeacerqué a ella paramarcarla con la afilada punta de lamía, apresómistobillos en el cepo de los suyos, giró y caí de bruces. Rápida como unrayo, se abalanzó sobremi espalda, inmovilizando con el antebrazomicabeza,yapuntóellateraldemicuelloconunadaga.

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—Buenintento,peronuncasubestimesaunenemigo,niestandoenelsuelo;fingirsevencidoesotratretamuyusada—susurróenmioído.

Meliberó,seincorporóymeayudóaponermeenpie.—Ha estado cerca —murmuré orgullosa, mientras me sacudía las

ceñidascalzas.—Esascalzasvuelvenahacerdelassuyas—comentóAsleifmirando

haciaelcercado.Seguí su mirada para encontrarme con dos esmeraldas refulgentes

quemesecaronlagarganta.Afilabasuespadajuntoalavalla,conelpiesobreuntocónylacabezavueltahacianosotrasmientrastrabajaba.Sentísusojosacariciandomicuerpo,ytodomiserseestremeció.

—Siempre encuentra la manera de mantenerse ocupado cerca dedondetúestés—afirmóAsleif,recogiendolasarmasdelsuelo.

No pudemoverme hasta que él desvió lamirada; su largo cabelloocultósurostro,ymicorazónvolvióalatirconnormalidad.

Llené mis pulmones en un suspiro largo y profundo, cargado detristezayanhelo,yseguíaAsleifatravésdelasparejasdeguerrerosqueentrenaban con la misma virulencia que si estuvieran en el campo debatalla.Fenrir caminaba casi pegado a mi pierna, desplegando su fieroinstintoprotector.Conformemeacercabaadondeestabaél,mipulsoseacelerabayteníaquerecordarmequeyanoéramosnada,yquejamásloseríamosporelbiendeambos.

Antesdellegarasualtura,élenvainósurelucienteaceroysealejópresuroso.

SoltéelairecontenidoantelacompasivamiradadeAsleif.Entramosenelgranskáli justocuandoservíanelhadegi, lacomida

demediodía.AsleifsereunióconelrestodelasskjaldmöyyomedirigíalamesaocupadaporHiram,Sigurd,Valdis,JorundyEyra.

—¿Unentrenamientoduro?—mascullóHirammasticandoun trozodepanácimo,mientrasmemirabadesoslayosobresuhumeanteescudilladesopa.

—Undíaduro,comocualquierotro—rezonguétomandoasiento.—Seguroquelasnochessonmejores—barruntómordaz.Learrebatéelcuencoybebítodosucontenido.Selodevolvívacío,y

lofulminéconlamirada.—Apuesto a que tus noches son bastante mejores que las mías, el

problemaesquenoséaquiéndetusmuchasamantespreguntar.

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Hiram se envaró, frunció los labios y con unmohínmalhumoradomecontemplóceñudo.

—SóloestoyconValdis—aseguróconacritud—,puedespreguntarleaella.

SostuvelamiradaofendidadeValdis,lamentandomispalabras.—Mealegroporlosdos—proferíamododedisculpa.SentílamiradadeEyrasobremí,escrutándomereprobadora.Nuestra

relación se había enfriado considerablemente; yo la evitaba y ellapermanecía distante, sólo se dirigía a mí cuando alguna labor requeríanuestra colaboración conjunta, reduciendo nuestras conversaciones acosastriviales.Sinembargo,leíaensumiradacontantaclaridadquehastaevitaba sostenerla. Temía sus reproches, pero temíamás queme hicieracambiar de opinión. Sólo ella sabía que pensaba escapar de estemundopararegresaralmío.

Era demasiado arriesgado que Halfdan supiera mis planes, puesseguroquemecolocaríaunasargollasymeanclaríaasucama.YaunquesupremisafuequememantuvieralejosdeGunnar,yenesoseríamásqueobediente,nosepermitiríaperderme,aunqueenrealidadnometuviese.

Adecirverdad,teníaalgodemí:uncuerposumisoquesoportabasusembistes y luego su frustración. Tenía mi apatía, mi indiferencia y mirabia,y,aunquemecostarareconocerlo,tambiénposeíamicompasiónyenocasionesmisimpatía.Nosabíacuántotiempotardaríaencomprenderquenuncameconquistaría,aunqueacariciaramipielytomaramislabios,aunque yaciera conmigo e intentara despertar una pasión que nuncallegaba.Comotampocolograbaadivinarsureaccióncuandoaceptarasuderrota.Noobstante,pocoapocoveíacómoseobrabauncambioenél.Suorgullo,sualtanería,seapagabanafavordeunaamarguraqueloroíapordentro, tornandoen irascible suánimo,ensombreciendo su rostroyborrando de su faz aquella media sonrisa ladina y pícara que locaracterizaba. Se estaba convirtiendo en un hombre atormentadoempeñadoenatarseasutormento,comoelqueselanzaalmarabrazadoauna gran piedra. Tenerme así comenzaba a ser su mayor derrota; eracuestión de tiempo que lo asumiera y entonces... entonces todo podríapasar.

Fijé la mirada en Ragnhild, que complacida miraba a su esposoarrobada, mientras se acariciaba el ya incipiente vientre redondeado.Parecíanoimportarlenoposeersucorazón,ynocompartiryasucama.

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Aquelniñoquegestabasuvientreeracuantoambicionaba,sólounacosafaltabaparaquesufelicidadfueracompleta:quefueraunvarón.

Jora, la esclava, me ofreció una escudilla colmada de guiso depescado, y llenó la jarra de Hiram mientras lo miraba con invitadoralascivia.Elguerrerocometióeltremendodesatinodesonreírle,atrayendotodalafuriadeValdissobreél.

—Quizá quieras recordarle a esta... esclava lo que le has dicho aFreya—prorrumpióofuscada.

—Todoslosaben,Valdis,ycréemequetementuapodo,tantocomoyo.

—Puesme temoque Jorapareceolvidarlo—replicó irguiéndoseyencarándoseconlamuchacha.

—Sólohellenadosucopa—sedefendióJora.—Sí,mientrastelocomíasconlosojos—acusóconlasmanosenla

cinturaymiradallameante.—Si tu hombre es hermoso, habrás de aguantar que las demás lo

admiremos; si no, haber seducido a Sigurd el Duende—adujo la chicamalhumorada.

Elaludidochasqueólalenguaysacudiólacabeza.—¡Vayasuerte lamía!—exclamóSigurd—.Laprimeravezqueme

mencionanenunapeleadegatasyesparaecharmeportierra.Hiram bajó la cabeza para esconder el rostro; sus hombros se

sacudíanenunfútilesfuerzoporcontenerunacarcajada.—¡Tútecallas,mentecato!—ordenóValdis—.Nohablocontigo.Sigurdsepusoenpieyselimpiólabocaconlamangadesutúnica,

dispuestoaenfrentaraFuriaRoja.—Escúchamebien,niña—comenzóadecirarrastrandolaspalabras,

comosilehablaraaunaatolondrada—,conelpermisodetupadre,aquípresente...

—No, no, no... amí nomemetas en esto—se apresuró a replicarJorund, sacudiendo la mano—, bastante tengo con aguantar su humordesdequenació.

—¡Padre!—exclamóValdisenfurruñada.—¿Ves?—selamentódirigiéndoseaSigurd—.Yamehasmetidoen

unbuenlío.LoshombrosdeHiram se agitaron esta vezmásviolentamente; las

sofocadasrisasqueseempeñabaendominarescapabanenextrañosruidos

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veladosqueatrajeronlaatencióndetodalamesa.—¿Yo?—inquirióSigurdagrandandolosojosdisgustado—.Quela

iradeLokicaigasobrevosotros,sólopretendíadecirque...—¡Hedichoquenovuelvasamirarlo!—exclamóderepenteValdis,

clavandosuamenazantemiradaenJora—.Porque,sivuelvesahacerlo,tejuroporVarquetearrancarélosojos.

—¿Alguienmeescucha?—profirióSigurdfrustrado.—Ah,¿sí?—respondióJora—.Puesyapuedesarrancárselosatodas

lasmujeresdeHedemark,deberíasescucharloquedicendeél.Valdisapoyólaspalmasdelasmanosenelrugosotablerodelamesa

yseinclinócoléricahaciaJora.—¿Yquédicen?—alentóechandofuegoporlosojos.—No, Sigurd—intervino Jorund con una sonrisa bailando en sus

labios,unasonrisaqueseesforzabaporestrangular—.Nadieteescucha,creoquesóloyoyquizá...espera...Freya,¿túloescuchas?

Asentíconteniendo la risa;veraHiramfrenteamí, rojocomounabaya, intentando cubrirse el rostro con las manos y sacudido porcarcajadasreprimidaseramáscontagiosoqueunaplaga.

—Dicentodaslascosasqueestaríandispuestasaofrecerleenellecho—soltó Jora con una sonrisa perversa curvando sus labios—, dicen quemataríanportenerloentrelaspiernas,dicenque...

No acabó la frase: Valdis saltó por encima de lamesa y se arrojóliteralmentesobrelaesclava.

Las mujeres se enfrascaron en una pelea mientras rodaban por elentarimado. Varios hombres las jaleaban, alentándolas, y otros pocoscomenzaronahacerapuestas.

—¿Nadievaasepararlas?—mascullécogiendomiescudilla.—Creoquetengoqueseryo—musitóHiram,aúnlagrimeando.—Déjalasunratomás—arguyóJorund—.Unatienequeaprendera

noser tandescarada,y laotra,a suavizar sucarácter.Nadasosiegamáslosánimosqueunabuenapelea.Además,por loquepuedoverganamihija,asíquevoyaapostar.

Yselevantórebuscandoensusbolsillos.—¿Qué... qué querías decir... Sigurd? —preguntó Hiram,

entrecortado,aguantandolarisa.—Pues iba a decir que puede que no sea guapo, pero que tengo la

trancadeuncaballo.

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Esta vez Hiram sí se permitió soltar una sonora carcajada que lodobló en dos. Aporreó la mesa, tumbado sobre ella, mientras reía amandíbulabatiente.

—Talvez,silaenseñarasmásamenudo,esasdosestaríanpeleandoporti—apuntóEyrasonriente.

Hiramaumentólascarcajadas,yyolascompartí.—Te aseguro, Eyra—añadió Sigurd—, que si no la llevo fuera es

porqueséqueestosmalnacidosenvidiososmelacortarían.Entre risas, apuestas y peleas, me topé con la mirada de Halfdan

prendada en mi risueño rostro. Aparté la vista de inmediato, rogandoporque esta noche no me llamara a su lado. Parecía librar una batallaconsigomismo, espaciando las obligadas visitas queme imponía, quizápara lograr aquello que ambicionaba tanto como conquistar Jutlandia:arrancarmedesupecho.

—Mirad, ahí vieneunoqueni su cara ni suvergaprovocaríanunapeleademujeres—anuncióSigurdsentándosedenuevo.

Me volví siguiendo su mirada y vi cómo Erik Cabello Hermosoavanzabamostrandosumaltrechadentaduraacuantamozaseencontrabaasupaso, tanengreídoyseductorque tuve lacertezadequeposeíaalgúnocultodonparalaconquista.

Nosedirigióanuestramesa,sinoaunasituadaenelladoopuesto,ysupe el motivo cuando comprobé que, tras él, marchaban Thorffin,Ragnary,enúltimolugar,Gunnar.Deformainconsciente,meenvaré;meesforcéenapartarmivistadeél,centrándolaenmiescudilla.Perounayotra vez oteaba en su dirección, miserablemente hambrienta de suatención.

Para mi desgracia, no se sentó de espaldas a mí, sino de frente,estratégicamentesituadoparapoderobservarmedesdesu lugarsin tenerqueacecharentreloscorpulentoscuerposdesusguerreros.

Cuandonuestrosojosseencontraron,meperdíenaquellaprofundalagunaverde, tanprofundacomo lascharcas formadasen lasoquedadesdeherbosasrocas.Meembebídesurostro,casiocultoporsuabundantecabelleradelcolordelbroncepulido,yesabarbaespesaqueyasehabíaconvertidoensueternacompañera.Aunasí,mimiradaviajabainquietadesuslabiosasusojos,preñadadeunanecesidadtanacuciantequedolía.Lasuya, en cambio, era serena, fría e imperturbable; tan sólo mecontemplaba con acusada gravedad, sin expresar ninguna emoción en

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particular. Esa indiferencia me hería más que mi esforzada contención.Una indiferencia a la que debía agarrarme para reforzar la decisión demarcharme, una indiferencia que nos mantenía sabiamente a salvo, unaindiferencia que debía agradecer pero que odiaba con toda mi almainmortal.

Noséquémeposeyó,peroleregaléunamiradaairada,frustradayrabiosa,quelodesconcertó.

Hiram me observaba con semblante confuso y, cuando se volvió,adivinó de forma somera mi malestar; eso, y que Valdis arrastraba delpelo a Jora, como si se tratara de una pieza de caza. Cuando la soltótriunfal,alzólosbrazosvictoriosaytodoslavitorearon.Enesemomento,Jorundtomóasientodenuevocongestodepadreorgulloso.

—Mipequeñayaesunamujer—mascullócasiconnostalgia.Hirampusolosojosenblancoyresoplóhastiado.En ese momento, la aludida también tomó asiento, sonriendo

jactanciosa.Teníamarcas deuñas en la sien; el rojo cabello, anudadoyalborotado,y lamejilladerechaenrojecidayalgo inflamada,mostrandolahuelladelapequeñamanoquesehabíaestampadoenella.

—De ahora en adelante, más de una se pensará acercarse a ti —aseveró intentando arreglarse con las manos los mechones revueltos,todavíatitilandoensuslabiosunasonrisavanidosa.

—Eso espero —opinó Sigurd, fijando la mirada en la revueltamelena roja de Valdis—, porque, a este paso, acabarás pareciéndote aRagnar.

—Ysitúcontinúasmetiéndotedondenoteincumbe,yameencargaréyodequeteparezcasaErik—contraatacólabelicosaValdis.

—¡Bastaya!—exclamóHiramindignado—.Yaestoyhartodelidiarcon tu condenado genio, mujer. Estarás en mi cama hasta que yo lopermita,pero, si tu intenciónesganarmicorazón,ya teadelantoqueelcaminonoesése.

Valdis enmudeció, agrandó los ojos impactada y bajó la miradaasimilandoelgolpequeacababadesufriryquenorevelaríasuaparienciacomolosotros.

—Muchacho—medióJorund—,eselamorquesienteportiloquelaciega,habríasdesentirteorgullosoymostrartemáscomprensivo.

—Ese amor asfixia—reveló Hiram con gesto adusto—, es lo quequiero que entienda. Y si yo no puedo respirar, tampoco puedo sentir.

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Habrádeconfiarenmí,habrádepermitirqueotrasmujeresseanlibresdeobrarcomodeseen,porquesoyyo,entiéndelobien,Valdis,soyyoquieneligeconquiénestar.

—Sí—intervineconunnudoenlagarganta—.Ynohaynadamejorquepoderelegiratuparejayqueélteelija.—BusquélosojosdeGunnarmientrashablaba,nomesorprendiótenerlossobremí—.Valdis,alejatusmiedosydisfrutadeestarconél,puesnuncasesabehastacuándopodráshacerlo.Elamornoseexige,nosecela,noseapresaenunajaula,nosejustificaynosereprocha...elamor...sólosesiente.

Yfueelamorloquebrotódemisojos,inundandolosdeGunnar,quemecontemplabaconhartoasombro.Surictusseendurecióenelacto.

Hubounsilenciotensoenelqueflotarontodaclasedepensamientosy emociones. Al semblante de Valdis asomó el arrepentimiento y lacomprensión; al de Hiram, algo parecido a la envidia, por no poderconocer ese sentimiento que parecía esquivarlo, y al de Eyra, unconvencimiento tan pleno que incluso perfiló en sus labios una sonrisaconfiada,tiñendosufazdetalcomplacenciaquemeinquietó.

La anciana, sentada junto amí, presenciaba, percibía e interpretabacon apabullante claridad el penetrante intercambio de miradas entrenosotros,ensanchandosusonrisasinningúndisimulo.

Uncuerposeinterpusoenmicampodevisión.Cuandoalcélavista,meenfrentéalatorvaexpresióndeHalfdan,quemededicabaunamiradaturbiayfuribunda.

—Quieroquecomasenmimesa—exigióceñudo.Por la tensión en su porte, y la sesgada y amenazante mirada que

derramósobremí,comprendíqueaquellaordennopodíarefutarse.Me incorporé, rodeé lamesa yme acerqué sumisa a él.Cogió con

hosquedadmimuñeca yme llevó tras él, casi con lamisma actitud quehabía enarboladoValdis cuando arrastraba a su presa. Y eso era yo, subotín, un mero objeto de su propiedad que pretendía ingenuamentemoldear a su gusto. Pero yo no era una simple pieza de barro, ni él unalfarero, y su insistencia sólo conseguiría romper a uno de los dos, oquizáaambos.Recéparamisadentrospor lograrhuir antesdequeesoocurriera.

Me senté a la gran mesa principal, a su lado, cabizbaja y apática.Halfdan respiró hondo, ya más sosegado ante mi docilidad, y vació sucopadeunsolotrago.Yasí,plenamentesatisfecho,entresuesposaysu

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amante,alzólacopaysonrióasussúbditos.Logréatisbar,acontraluz,cómounasilueta,grandeyfornida,abría

los portalones y desaparecía de la sala. Supe quién era, alguien quesimulabaunaindiferenciaquenosentía.

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33

¡Malditocorazón!

Gunnar salió atropelladamente de la sala, preso de un fuego taninclementequepensóque todosucuerpoarderíacolérico,devorandoelskáli,alosallípresentesydevastandoinclusolaregión.

Jamáshabíasentidotandemoledoraccesodeira.Esacólerasalvajetodavía incendiaba su ánimo, impeliéndolo a entrar de nuevo en la sala,agarrar a Halfdan por el cuello y estrangularlo hastamorir. Se detuvo,aferradoalabarandadelaescalera,temblorosoyofuscado,yseobligóainhalarunagranbocanadadeairefresco.

Yaerasuficientetorturaimaginarlaenel lechodesurey;suficientefrustración el perder cada día la patética batalla de alejarse de ella;suficiente impotencia el reconocer que mendigaba sus miradas, casi demanera pueril y lastimosa; suficiente angustia despertar jadeante eilusionadoparadescubrirquetenerlaentresusbrazoshabíasidosólounsueño.Unsueñoimposibleya.

Daba igual la cantidad de veces que se repitiera que ya no lepertenecía,queellayanoeralamisma,quedebíaolvidarlayenterrarlaenlomásprofundodesucorazón,quepertenecíaaotrohombre,unoquelaprotegeríapor su condiciónde rey.Tododaba igual, porque sumalditocorazónnoentendíamásquede laabrumadoraydolorosanecesidaddetenerlacerca.

Inclusoensumentesedibujaba,conpeligrosanitidez,laimagendeambos huyendo juntos. La posibilidad de secuestrarla de nuevo era tanacuciantequeenmásdeunaocasiónhabíaavanzadohaciaella,mientrasentrenabatanapasionadamente,frenándoseensecoatansólounospasos,ante tamaña necedad. Y, entonces, se daba la vuelta con los puñosapretadosysealejabarumiandosuestupidez.

Adorabacomprobar susprogresosenelmanejodedistintasarmas,se deleitaba en sus gráciles y sensuales movimientos, en el poder querezumaba,enesapasiónquederrochabaencuantohacía.

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Yseenorgullecíadesurapidezenelaprendizaje,desuencomiabletesón y de ese endiablado coraje que había robado su corazón muchotiempoatrás,elprimerdíaque reparóenella,enaquella lejana Isbiliya,cuandolaviorecorrerlascallesconunaespadacurvaenlamanoyunaexpresión decidida. Fue su porte, su actitud, lo que lo prendó. Caerrendidoantesubelleza,ycomprobarmaravilladoquesusojoserancomolos del lobo de sus sueños, el destino que vaticinaban las runas, fue elaporte a algo que ya había nacido en él: la desesperada necesidad dehacerlasuya.

Comounavez ledijo, tenerla,amarla,noerauncaminoapacibleyseguro, pero era el único camino que deseaba recorrer. Y, ahora, esecaminoestabacercado,esesenderolotransitabaotrohombre,yélyanoqueríaemprenderunonuevo.

Intentaba odiarla; se repetía incesante que la voluntad de los diosesera inamovibley,como tal,habíadeasumirsusdesignios; seconvencíadequelaFreyaqueunavezamóyanoestaba,quesehabíaconvertidoenunamujerfría,manipuladoraysibilina.Sinembargo,todassusconjeturassedesplomabananteunacertezasobrecogedora:todocuantohabíahechoella,acertadoono,comoleconfesó,habíasidoporél.

Y esa certeza se clavaba en su corazón cadamísero instante de suvida,esacertezaserevelabacadavezquesosteníasusbellosojosdorados.Loamaba,lodeseabainclusoconmásintensidad,yeraesoloqueestabaacabando con su juicio.Yperdido en esasmiradas, lograba aguantar suexistencia.

Y, aun así, estaba furioso con ella, reprochándole en sumente quepodríahaberobradodediferentemanera,alejándosedelalujuriadelrey,manejándolodeotraforma.Yalimentabaesafuria,puesdeelladependíapara mantenerse apartado, a ella se agarraba para no cogerla entre susbrazos y huir de todo y de todos. No obstante, reconocía que nadahoradabamás su pechoque su renuncia.Ella había intentadohuir de él,regresarasutierra,sehabíacansadodeluchar,yeso...esoerasumayorcondena,el tormentoquearrastraba,desangrándolo.Eligióamarloen ladistancia,yasíseríaparaambos.

Todavíaardía,sintiendoelirrefrenableimpulsodeentrarenelskáliyasesinarasurey.Gruñófrustradoyavanzóagrandeszancadashacialosestablos.

Montaría su caballo y cabalgaría sin rumbo, hasta que su ánimo se

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enfriaraysuspensamientosseordenarannuevamente.Sedirigióasugranalazáncastañoypalmeósurobustocuello.Elanimalcabeceóyrelinchócomplacido.Apoyó la frente en ladel caballoy cerró losojosmientrasenterrabalosdedosenlaslargascrines.

Desoladoyroto,sepreguntóporquélocastigabanlosdioses.Habíaperdido a su pequeño Ottar, a su hijo, a aquel ser que había acunado,sonreído,habladoycuidado,volcandoenélesapartedesucorazónpura,tiernayprotectoraquehabía logrado rescatarde lasgarrasdeLoki.Nosabía si era de su sangre o no, tampoco le importaba; aquel bebé habíasido el receptáculo de todo su amor, su ancla a este mundo. Y ahora...ahoranadaloasía.

Mientrasajustabalasillaasumontura,unlevequejidoloalertó.Sevolvióysetopóconsumadre,quelomirabademaneratanpenetrantequesintióquedesnudabasualma.

—Noterindas—musitóconvozajada,perofirme.Sacudiólacabezaylediolaespalda.—Ellayalohizo.Oyósuspasoscrujiendosobreelhenoesparcidoporelsuelo.—Puesluchatúporlosdos.Sintió una pequeñamano en su hombro, oprimiéndolo suavemente.

Sucorazónseencogió.—No,madre,nuestrodestinoyasedecidió.—¿Deveraslocrees?Se volvió hacia ella, encontrando en su mirada el consuelo y la

esperanzaquenecesitaba,peroquesenegabaarecibir.—Todoindicaquesí.Eyraalzoelbrazoyapuntóasupecho,señalandosucorazón.—¿Yestoquéindica?Negóconlacabeza,incapazdehablar.Sumadre se acercó y lo cogió titubeante por los hombros; era la

primera vez que lo tocaba. Descubrió en los ojos de la mujer unconmovedortinteemocionado.

—Hijo —pronunció paladeando aquella palabra—, el destino lomarcan los dioses, pero nosotros lomoldeamos, lo elegimos con cadaactoy,siesosactossalendelcorazón,son losacertados.Yyosémejorquenadieloquesaledeél.—Hizounapausa,suspiróydibujóunacálidasonrisaensusdelgadoslabios—.Eldolorloensombrecetodo,confunde

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ydistorsiona,perodebesdisiparlo,aclarar tumentey lucharpor loquegritatucorazón.

Gunnar bajó la cabeza; sus ojos se humedecieron aferrándose a sunegación,alconvencimientodequeyanadapodíahacerse;eldolorporelrechazopesabademasiado.

—No,madre,ellayaeligió,ydecidióalejarsedemí—insistióconvozrasgada—.Y,contraeso,nopuedohacernada.

—¿Sabesporquétomóesadecisión?—inquirióella.—Elmotivoyanoimporta,sólosusconsecuencias.—Es precisamente el motivo el que puede derrumbar las

consecuencias.Gunnarsevolvió,ignorandolaspalabrasdesumadre.—¡Malditasea,erestantestarudocomotupadre!Aquello lo envaró, pero no fueron las palabras en sí, sino el tono

utilizado,mostrandoeldolorquerezumaban los recuerdosdesuaciagopasado.Sintióunpellizcoenelcorazón.Sevolviódenuevo,contemplóelrostrodesumadrey,enunarrebato,laestrechócontrasupecho.

Notó cómo el frágil y pequeño cuerpo de sumadre temblaba entresus brazos y, así abrazados, descargaron todo el dolor acumulado, lahistoriacompartidayel inefable lazoque losunía,yquenoerasólodesangre,eradeamor.

—Siempretequise,madre,inclusosinsaberqueloeras,perojamástelodemostré.¿Podrásperdonarme?

Eyra alzó la vista, nublada por las lágrimas derramadas. Con elrostroconstreñidoporunaemociónintensa,sonrióconinfinitaternura.

—Esapreguntamecorrespondíaamí.—¿Por darme la vida, velar por mí, sacrificarte, quererme y

protegerme? No, madre, no hay perdón que otorgar, mas síagradecimiento.

—Entalcaso,exijounpago.Gunnar paseó la mirada por el ilusionado rostro de su madre, y

esbozóunatibiasonrisa.SacudiólacabezayacaricióconeldorsodelosdedoslamejilladeEyra.

—Creoadivinarloquevasapedirme—confesó,deleitándoseensuconmovidosemblanteanteaquellascaricias.

—Gunnar,lavidameregalóalgomaravillosoqueensombrecetodocuantopasé,cadalágrima,cadapunzada,cadamomentodedesesperación.

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Micorazónsiempremecondujohaciaél,yasuladopermanecí.Y,ahora,esegranregalomemiracomosiempredeseéquememirara,meacariciacomosiempreanheléquelohiciera.Ylomejordetodo:mehafundidoenel abrazo que soñé desde que te arrancaron de mis brazos. Y todo,absolutamente todo,havalido lapenaporvivirestemomento,y losquevendrán.

Gunnar la estrechó de nuevo contra sí, sollozando en silencio,agradeciendo a los dioses que aquellamujer enjuta, tan sabia como lostiempos,yconelcorazónmásgrandedecuantoshabíaconocido,fuerasumadre.

Losdelgadosbrazosquenolograbanabarcarloloceñíanconfuerza.Lacubrióconsucuerpo,conextremomimo,peroconfirmezayconunsentimiento que no experimentaba desde niño. Y aunque aparentementeparecíaquecobijabaaunpájaroheridoyfrágil,eraélelcobijado,élelconsolado,élelarropado.

Entre susbrazos sequebródenuevo,y se sintió tanpequeñocomouna hormiga, una que habían pisado demasiadas veces. Tras un largo einolvidable instante, ambos se dijeron con gestos y arrumacos cuantosentían.

—Quehoymehayashecholamujermásfelizsobrelafazdelatierra—comenzóadecirsecándoseelreguerodelágrimasdesurostroconlasmanos—nosignificaqueolvidetudeuda,muchacho.

Gunnarsofocóunacarcajada,sucorazónsecaldeó.Cogiólasmanosdesumadreehincóunarodillaentierra,mirándolaconadoración.

Eyra lo contempló arrobada, con la sonrisa más luminosa que lehabíavistonunca.

—Eres tan condenadamente apuesto como tu padre —murmuróorgullosa, cogiendo su rostro entre sus pequeñas manos—, quizá más,porque en tu mirada brilla tu corazón como una gema pulida. Puedesintentar ocultarte tras esta horrible barba, tras esta melena enmarañada,trastugestotorvoytusdurasmiradas,pero,muchacho,tucorazónescapaportusojoscuandolamiras.

Gunnarsuspiróapesadumbrado;suexpresiónsetensó.—Escúchame bien, hijo mío —continuó en tono dulce, pero

aplomado—:ellaes tu regaloy, si tienesqueatravesarmil infiernos, loharás,porqueunacosaesrecorrerlosysufrirylucharpordejarlosatrás,yotramuydistintaesaceptar,derrotado,vivirenellos.Miúnicoruego,

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mi férrea exigencia, es que luches por ella. Hay muchas piedras entrevosotros,perosiemprelashubo,yquizásiemprelashaya;sinembargo,ningunadeesaspiedrasesmásgrandedeloquesentíselunoporelotro.Porque,siellaharenunciadoati,esporqueneciamentecreyóquesóloasíseríasfeliz.Sesacrificóportuhijo,y,ahora,estáatrapadaenunaletaltelade araña; liberándola, te liberarás a ti mismo. Eso es lo que quiero: tulibertadyladeella.

Eyra se inclinó con lentitud y beso su frente. Lo abrazó de nuevo,acunándoloensupecho,acariciósucabelloy,cuandoseseparódeél,lededicóunmohínimpacienteyalentador.

—Vamos,guerrero,ponteenpie; teesperaunadura lucha,peronoestássolo.

Le guiñó un ojo, palmeó vigorosamente su brazo con una triunfalsonrisailuminandosurostroysealejóconpasofirme,erguidayllenadeunavitalidadquelosubyugó.

Necesitaba reflexionar, precisaba alejarse y trazar un plan. Pero,sobretodo,necesitabaalejareldolor,elrencorylarabia;consemejantecargaencima,noconseguiríaavanzar.

Colocóelbocado,ajustólascinchasyseencaramósobresumontura.Galopar sin rumbo siemprehabía aclarado sumente.Para lucharpor lalibertad,antesdebíasentirlacerca,saborearsuefluvioydegustarsusabor.Ynadaotorgabamáslibertadquerecorrerlospáramoscomoeldiosdelviento,alomosdeunacriaturacasialada.

Arreó vehemente a su montura, dejando atrás la aldea. Y en sugalopadaacudióunrecuerdoquereventósupecho.SintióaFreyadelantede él, con los brazos extendidos y la cabeza alzada al viento y apoyadacontra su pecho, mientras la conducía a los grandes acantilados, aquelinolvidabledíadepesca.

Había rememorado tantas veces cada instante a su lado... Sin esosrecuerdos,élnohabríalogradosobrevivir.

Un pensamiento se asentó en su mente, doloroso, opresivo yacuciante.

«¡Porlosdioses,cuántotenecesito!»

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34

Amerceddeunaaraña

Cuando Ingamemandó llamar, para acudir a la entrada del frondoso ysombrío bosque de grandes arces, no atiné a pensar en lo extraño dellugar para un encuentro, a pesar de que en sus palabras se adivinabaurgenciaytemorporrevelarmeunaposibleamenaza.Pero,unavezallí,tansóloacompañadadeFenrir,cuestionésuinquietaconducta.Puessileurgíaavisarmedeunpeligroinmediato,lehabríanbastadoeneseprecisoinstanteunasbrevespalabrassusurradas.

Noobstante, ibaarmada: llevabamiespadaal cinto,unadagaen labota,losdientesdeFenrirylosmíos.

Recelosayalerta,oteémialrededor.Brillantes y tupidos helechos poblaban el lecho del bosque,

acariciandolosañosose imponentes troncosde tanmajestuososárboles.Rodales de nieve blanqueaban oquedades y hondonadas, y el penetrantearomaahumedadyapinoperfumabalaquietudboscosaqueseabríaantemí.

Todoparecíaencalma,ymerelajéparcialmente.Cualquiercrujidoalertaríadepasosy,aunquelaamenazaacecharatraslaespesavegetacióndesde cualquier punto, confié en mis sentidos. Decidí apoyarme en unrugosoygruesotroncoparacubrirmisespaldas.

Oblicuos haces solares se filtraban entre las apretadas copas de losarces, dorandoalternativamente elmullido, herbosoyoscuromantodelbosque, creando charcos de luz que atrapaban la mirada, en el que sesuspendíanmotitasbrillantescomosi llovieraoromolido,ydelqueerafácilimaginaremergerdeellaslafiguradealgunaesbeltadiosa.

Envueltaenelhermosomisticismodeaquellugar,nomeapercibídelamásclaraseñaldeuninminentepeligro:elsilencio.

Nocantabanlascornejas,nizumbabanlosinsectosynoseapreciabaelmásleverumorquetodobosquevivienteemitía.Elsilencioparecíacasisepulcral.Cuandoquisereaccionar,alertadaporunaextrañacomezónen

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mi nuca y un agudo escalofrío recorriendo mi espalda, el gruñido deFenrirconstatóaquelloquetemía...eraunatrampa.

Desenvainémi espada y observé al animal, confiando en su agudoinstinto. Sus orejas estaban casi alineadas con el cráneo; sus labios,alzados y fruncidos, mostrando una aterradora dentadura. Su cuerpo seenvaró,tensoyacechante,dispuestoparaelataque.Dirigílamiradahaciadonde Fenrir clavaba la suya. Tras un peñasco entre los árboles meapercibí de un fugaz destello, justo frente amí.Mi primer impulso fuetirarmealsuelo,peronofuilosuficientementerápida.

Tras un cortante silbido, algo punzante se clavó en mi brazoizquierdo.

Exhalé un gemido sorpresivo y en el suelo aceché entre el tupidoaligustre.Agarré con fuerza la empuñadura, presta para un ataque, peronada se movió ante mí. Fenrir ladró furioso y saltó hacia delante,persiguiendoamiinvisibleagresor.

Examinémi hombro, del que brotaba un ardor extraño.Un afiladodardo leñoso se había hundido en él. Intenté extraerlo, mas el meroademándemoverlodentrodemicarneprovocóunaagudapunzadaquemedejójadeante.Apretélosdientesmaldiciendoparamisadentros.

Másallá,elladridodeFenrirseperdíaenelinteriordelbosque.Intenté incorporarme, oteando con extrema precaución, e impávida

comprobé el desconcertante entumecimiento del brazo izquierdo; algosemejante a un reguerodehormigas cosquilleabamipiel, anulandoporcompleto sumovilidad. ¡Veneno!Aquella palabra abotargómimente deunpavorquehelómisangre.

—¡¡¡Fenrir!!!Distinguíenmivozunaccesodepánicoqueacelerómicorazón.Me erguí con toda la premura de la que fui capaz, y corrí a

trompiconeshacialaentradadelaaldea.Missentidosseembotaron,yundolor flameante comenzó a extenderse por todo mi cuerpo. No teníamuchotiempo.

Los ladridos de Fenrir ganaron intensidad en su veloz carrera deretorno.Cuandollegóhastaamí,eldolorosoletargoqueseadueñabademi cuerpo me hizo trastabillar hasta caer desplomada en mitad delsendero.

—Veporayuda,viejoamigo...nopuedo...levantarme.Mi voz también se perdía en el gradual y atenazante sopor queme

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invadía.Elanimalmeolisqueó,meregalódoshúmedos lametones,seagitó

alteradoyladródenuevo.Palmeésurobustocuerpocondesesperadaimpaciencia.—¡Rápido,buscaaEyra!Y el perro salió impelido y veloz hacia la aldea. Por algúnmotivo

supequenodebíaquedarmequieta.Comencéaarrastrarmepenosamentecon los codos, gimiendo de dolor, maldiciendomi estupidez y jurandovenganza.Me aferré a la rabia para lograr seguir avanzando, peromisfuerzas flaqueaban, el dolor obnubilaba mi juicio y paralizaba mismiembros.

Un gruñido con visos de grito escapó demi garganta antes de queunaopresivaextenuaciónmedetuviera.

Eldolormefustigabainclemente.Atrapabaentremispuñosmanojosde hierba en cada punzante acceso, arrancándola de cuajo, y entonceshundía los dedos en la tierra, crispados y agarrotados, mientras meretorcíacomosimemarcaranconunhierrocandente.

De repente, oí unos pasos acercándose a mí. No parecíanprecipitados,másbienrecelosos.Fueraquienfuese,estabaasucompletamerced.

Sentícómoalguiense inclinabasobremí.Fui incapazdemoverme,tansiquieradeemitirelmáslevesonido.Jamásentodamividamehabíasentidomásatrozmenteindefensa.

Enlalejanía,alboroto,pisadasaceleradasyunladridoimperante.Lacercanapresenciaparecióreaccionar,alejándosealacarrera.Otra

punzadameapuñaló,másagudaque lasanteriores;cerrécon fuerza losojosymedejéllevar.

Cuandodesperté,temblabaviolentamente.—¡Aprisa,bebe!Meirguieronlacabezaymeobligaronabeber.Un líquido espeso y nauseabundo bajó por mi reseca garganta,

revolviéndomelastripas.Pero,siaquelloresultabarepugnante,lafetidezquedesprendíalagrimeabamisojos.

Unaarcadamedoblóendos.—¡Vamos, muchacha! —alentó agitada Eyra—. ¡Expúlsalo de tu

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cuerpo!Mearqueédeunmodobrusco,alguienacercóunhediondocuboami

boca, que olía a estiércol y a podredumbre, y vomité de formaininterrumpidahastaquemicuerposederrengódesmadejado.

—¡Sujetadla!—Oí la orden con los ojos cerrados.El tonodeEyrarevelabalagravedaddemisituación.

Me posicionaron de lado, de nuevome acercaron el cubo lleno deinmundicia.Meescocían losojos,y lasarcadas regresaron.Nuevamentemedobléendos,acometidaporviolentasnáuseas.Mesujetaronlafrentemientraslasarcadasmeconvulsionaban.

Los tembloresseacentuaron, temímordermela lengua.E igualqueuna insignificante muñeca de trapo, fui zarandeada por espasmos tanfrenéticosquelograronarrancardemigargantaungritodesgarrador.

—¡Maldición,hayqueamputar!—¡No!—exclamó una familiar voz grave proveniente del hombre

quemesujetaba.—¡El veneno corre raudo por sus venas; si no lo atajamos, está

perdida!—sentencióEyra.Laangustiaylapesadumbretildabansuvoz.—¡He dicho que no! —insistió la otra voz, con un marcado deje

desesperado—. ¡Intentaré otra cosa, y te juro por Odín que quemaré elValhallasiselalleva!

Otro rostro desdibujado se inclinó sobre mí. Acercó una vara demaderaamiboca,encajándolaenmidentadura.

—Ponelfilodemicuchilloalfuego—apremiólavozmasculina.Veía tansólodifusasyoscurassiluetasmoviéndoseamialrededor,

recortadasporelresplandordelhogar.Eraincapazdeenfocarlavista,elcorazón galopaba violento en mi pecho y la piel me ardía como siestuvieradentrodeunafragua.

Movimiento,manossobremí,gritosconfusos,yunrestallantelátigodedolorenmihombro.

Mis dientes quebraron el palo demadera, y demi boca escapó unalaridoestremecedorquehiriómigarganta.

—¡Sujetadla,malditasea!—bramóaquellavozgrave.—¡Por losdioses,vaadesangrarse!—murmuró laacongojadavoz

deotramujer.—Sinoloconsigues—musitóEyra—,nohabrátiempodeatajarel

mal.Subrazoestáazulado;sinoeselveneno,eldolorlamatará.

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—¡Nopiensodejarquemuera,nodenuevo!Poco a poco los sonidos se apagaron, el dolor semitigó, la luz se

extinguióylapazmeinvadió.

Una lengua cálida paseaba por mi rostro, un aliento infernal megolpeó.AbrílosojosysentílahumedaddelhocicodeFenrirenmicuellosacudiéndomesuavemente.

—¡Aléjatedeella,bestiainmunda!—exclamóEyra.Su meloso tono quitó brío a sus palabras. Acarició la cabeza del

perroyloapartóconmimoparasentarsealbordedemicamastro.—Puedes estar agradecida, losdioses tehanproveídodelmejorde

losguardianes.Nodejaquenadieseacerqueatulado.—Tengo...hambre.Miresecagargantaselaceróantemipenosoesfuerzoporhablar.—Eslomásnatural,llevasmásdetresjornadassiningerirmásque

algunas gotas de caldo. Aprovechaba tus delirios para alimentarte. Norecuerdasnada,¿verdad?

—Dolor...Laancianaasintió,sumiradaseoscurecióysurictusseestiróenuna

muecapreocupada.—Sufriste fiebresmuy altas, temimos un fatal desenlace, pero aquí

estás de nuevo. Empiezo a pensar que gozas de la inmortalidad de losdioses.

Intenté incorporarme, pero una punzada enmi hombro congelómigesto.

—Tienesunalargabrechaenelbrazoizquierdo.Gunnarteabriólaheridae intentóabsorbercon laboca la sangreemponzoñadaque luegoescupíaenunbalde.Consumomimo,telavólaheridaconunpreparadodeacederaytomillo.Élmismoseempeñóensuturarlaheridayluegotecolocó unas hojas de salvia antes de vendarte el brazo, para evitar lasupuración.Sitodavíalollevaspegadoalcuerpoesporél.

—Quiero...agradecérselo...Eyranegóconlacabeza,sumiradaseoscureció.—Novendrá.Aquellatajanterespuestamegolpeó.Permanecíensilencio,mirando

el fuego, pensando en todo lo sucedido, intentando centrar mis

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pensamientosenlaidentidaddemiagresorparaalejarlosdeGunnar.Sinembargo, las emociones comenzaron a aflorar en un manantialincontenible de lágrimas que resbalaban por un rostro extrañamentepétreo, como si fuera incapaz de gesticular. Quizá las lágrimas erancuantoquedabavivodentrodemí,quizámialmasecahabíaparalizadomicuerpo,quizánisiquieraestabaviva,tampocomeimportaba.

—Freya, durante tus delirios... Gunnar oyó cómo nombrabas aHalfdan... y bueno... no eran frases coherentes... también...mencionaste aRashid...yllamasteatumadre.

Agrandélosojostodavíaaturdidaporloqueescuchaba.—¿No...nolonombréaél?—Sí,muchasveces,tantas,quedecidiódejarteamicuidado.—No...lo...entiendo.Eyra bajó lamirada hacia el vendaje demi brazo y se encogió de

hombroscongestoconfuso.—ElcorazóndeGunnarllevamuchotiemposangrando—pronunció

con pesar—, tanto que está exiguo, débil y moribundo. Necesita unachispa,lobastanteesperanzadoracomoparahacerlolatirdenuevo.

—Micorazón...noestámuchomejor.—Losé,pequeña.—Sepusoenérgicamenteenpietrasdirigirmeuna

ampliasonrisa,cogióunaescudilladelamesaysedirigióa lamarmitaquehumeabasobreelfuego—.Peroahoraes tuvigorytumovilidadloque más me interesa, pues, si estás a merced de una araña, has derecuperarcuantoantestusfuerzasparaenfrentarteaella,porquevolveráaintentarpicarte.

Colmólaescudilladesopaysesentódenuevoamilado.—¿Una...araña?Asintiórotunda;susemblanteadquirióunadesazonadoragravedad.—El dardo venenoso que te lanzaron iba empapado en veneno de

araña —explicó—. O no querían matarte, o no pusieron la cantidadsuficiente,porqueelvenenodeesaarañaesletal.

—Eso,olosdiosessediviertenconmisufrimiento.Eyra soltó una carcajada mostrando en ella la alegría de verme

resurgirdenuevo.—Entalcaso,muchacha,yatengootracosaqueagradecerles.Irguióconcuidadomicabezaeinclinóelcuencoparaqueyobebiera

el contenido. Sentí el cálido y delicioso líquido revitalizar mi cuerpo,

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cerrélosojosymedejéalimentar.Trascadasorbo,Eyrameregalabaunaalmibarada mirada maternal. Y, entonces, reparé en algo nuevo quebrillabaenella,comolohaceelreflejodelalunaenlaapaciblesuperficiedeunlago.Sesentíaplena,liberada,fuerteyorgullosa;desprendíapoder,confianzayamor,perocontalfuerzaquemeasombró.

—¿Haocurridoalgomás?—inquirítraselúltimotrago.La sonrisa que me dirigió me contestó, caldeando al tiempo mi

corazón.—Sí,queporfintengounhijo.Yahoravuelveadormir.Sonreí; en nuestras miradas enlazadas se prodigó tal amor, tal

complicidad, tal ternura, que supe en ese preciso momento que nonecesitabadenadamásparasanar,niparaluchar.

¿Cuántaspicadurasmáshabríadesufrir?,mepreguntécerrandolosojos. ¿Cuántomás tendría que luchar para ganarme la felicidad?No losabía,nisiquierasabíasiloconseguiría,perodeloqueestabaseguraeradequenocejaríaenmiempeño,puesmifelicidadnoeramásqueladelagente que amaba, y por ellos me enfrentaría a la muerte cuantas vecesfueranecesario.

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35

Uncuervoatrapado

Elfríolanguidecíaenelexterior,rindiéndoseanteelincipientebríodelaOstara,mientraselquemorabaenmiinteriorseagudizaba.

Durante mi convalecencia, las conjeturas me habían enredado enacuciantes cavilaciones para terminar mostrando al más indiscutibleculpable.Pero,poralgunarazón,algomedecíaque laarañasabiamenteseescudabatraslosplateadoshilosdesusedosa,pegajosaytentadoratela,utilizandosusartimañas,suspropiaspresasparacapturarme.

ElodioyrencorquedestilabaSigridhaciamíhabíasidolaarguciautilizadaporlataimadaaraña.Ypormásquedesgranabasuidentidad,unsolorostrosecerníaenmispensamientos.Undulcerostroangelical,quemostrabaunasonrisadulcedemullidoslabios,unosqueyohabíabesado.

Mi intuiciónmeconducíaaella,amireina,aesaaparentedoncellainocente y candorosa, aniñada y engañosamente inofensiva.Amí yamehabía mostrado su astucia, su gran poder de manipulación,confabulándose hasta con el diablo para conseguir sus objetivos. Yo yasabía que, tras la ingenua expresión de su joven y hermoso rostro, seescondíaunaletalaraña.

Noobstante, había preguntas a las quenohallaba respuesta. ¿Habíaqueridomatarmeotansólomostrarmesupoder?¿Cuálseríasupróximomovimiento?¿HabíamatadoalhijodeSigridsóloparatejersuardid?¿Suúnica intención era apartarme de su esposo? ¿Buscaba venganza en eldolor,oeratansólounjuegoquealargabahastaquemepremiaraconlamuerte?

Cuando abrieron la puerta de la cabaña, el viento danzó entre lasondulantes llamas del hogar, domándolas con su ímpetu. Cuando esemismo viento meció mi melena y acarició mi pálido rostro, sentí elimpulsodesalirdemiopresivointernamientoycorrerjuntoaFenrirporlos verdes prados, liberando todami frustración.Me limité a cerrar losojosyadisfrutardeesebrevesoplodelibertad,antesdequeEyracerrara

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denuevolapuerta.—¿Cómotesientes,muchacha?—Atrapada—murmurécontedio.Eyra estiró los labios en una sonrisa comprensiva. Dejó sobre la

mesauncestocargadoconverdurasyhuevosdeoca,sacudiólasmanosenelmandilycogióuncuchillo.

—Quizáprefierascambiardejaula.Fijélosojosenella,frunciendoelceñoconasombro.—Nosabíaquepodíaelegirmorada—rezonguécuriosa.—Ynolaeliges,laeligenporti.Halfdantequieredevuelta.Resopléhastiada,peroenmisojosfulgurólainquinayenmialma,

lainquietud.—Si ha logrado pasar todo este tiempo sin verme, no creo que le

acuciemuchomiregreso.—Acudióavisitarte—anunciólaancianalavandolasverdurasenun

baldeconagua—,peroGunnarnolepermitiópasar.Enrealidad,tuvieronalgomásquepalabras,cuandoleincrepóquenohabíasabidoprotegerte.

Agrandé losojosyme incorporécondificultad, evitandomoverelbrazoencabestrillo.

—¿Cómo has dicho?—inquirí sorprendida—.Gunnar tampocomevisitó.

—Gunnarnosehamovidodeesapuertadesdequetemetimosenestacama.Nidedíanidenoche.

Un extraño cosquilleo recorrió mi vientre, ascendiendo hasta mipecho.

—¿Yporquénohapasado?—Porqueledueleestarcercadetiynopodertocarte.Porquelucha

contrasímismoyporqueladistanciaessuescudo.Suspiré profundamente; un pellizco constriñó mi corazón.

Imaginarloarrebujadoensucapa,durmiendoalaintemperie,alospiesdemipuerta,protegiendomividaysupropiocorazón,meconmocionó.

—Me odia y me ama en igual medida —susurré en apenas uncogitabundohilodevoz.

—Nolocreo,muchacha;seaferraalrencorparapodersobrellevarsu decisión —opinó echándome un escrutador vistazo al tiempo quecortabadiligenteunlargotallodeapio.

—Ysudecisiónesalejarmedeél—musitécontrita.Sacudílacabeza,

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alejandoesacondenadaemoción.Midestinoyaestabamarcado,denadavalíalamentarse.

Eyradetuvoelcuchilloyclavósusagazmiradaenmí.—Sudecisiónesrespetarlatuya.Quieresvolverconlostuyos,yalo

intentaste en una ocasión. Sólo tienes una traba, y es la obsesión queprovocasenel rey.—Entrecerró losojosymefulminóconellos—.¿Ohayalgunatrabamás?

Apartélamirada,aunqueesonomelibraríadequeellamiraraenmiinterior.Habíaunatraba,sí,yeramicorazón;porfortunameimportabamáseldeGunnar.

—¿También tú respetas mi decisión? —pregunté, alejandopenosamentelapenaquemeahogaba.

—Porsupuesto,otracosaesquelacomparta—musitócentrandodenuevo la atención en las verduras. Desbrozó un repollo y cortó unosrábanosantesdequemedecidieraapreguntardenuevo.

—¿Enestaocasiónnopiensasintentarconvencermedelocontrario?—¿Sirviódealgolaúltimavez?—recriminó.Asentí;losrecuerdosmesepultaronymipechosecontrajo.—Tus palabras fueron germinando a medida que me alejaba, mi

corazóndespertóporfin.—Nofueronmispalabraslasquelodespertaron,Freya,fueelamor

de Gunnar —sentenció con gravedad—. Y si conociendo su amor teplanteasdenuevoalejarte...notengopalabrasparacambiareso.

Aquello me sulfuró; resoplé, aparté vehemente la manta y salí deljergónparaenfrentarmeaella.

—No tengo por qué dar explicaciones a nadie—comencé a deciragitada, alzando la voz más de lo necesario—, pero creo que quedabastanteclaroquejuntosjamásseremosfelices.Yo...yonuncaseréfeliz,peroélpuedetenermáshijos,puede...puedeempezardenuevo...puede...enamorarseotravez...y...

La frustrada impotencia teñida de indignación se deshizo en unsuspiro tan hondo y afligido que las palabrasmurieron enmi garganta,atoradasconlaenormeboladeamarguraquehabíaemergidodeella.

—Cuidado, puedes hacerte daño—advirtió Eyra, casi con hirienteindiferencia.

Ledediquéunmohínceñudo,ymeacariciéelbrazovendado.Yanomedolíatanto,peroesepulsomolestonoterminabadedesaparecer.

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—Nomereferíaatubrazo—apuntósibilina,reanudandosutarea—.Yahora serámejor que te vistas y regreses al skáli antes dequedecidavenirporti.

Necesité un largo instante para serenarme; cuando logré cogermisropaseintentévestirme,Eyraseacercóamí.

—Noprecisoayuda—rezonguéceñuda.—Nopensabaprestártela, tendrásqueapañártelassola—señalócon

una impertinente sonrisa—. Y no sólo con la ropa, también con lapicadura de la araña. —Su mirada refulgió preocupada—. CuandoregresesbajoelabrigodeHalfdan,niGunnarninadiepodránprotegerte.

—Estásseguradequevolveráaintentarlo,¿verdad?Eyraasintióqueda,selimpiólasmanosenelmandilylaspusosobre

mishombros.—Estoytanseguradeellocomodetucapacidadparaevitarunnuevo

ataque.Ahora te tocamorder a ti,Freya, eso,ohuir cuantoantes.Sabesquenocejaráensuempeño,lasarañassuelensertenacesypacientes.

—Losé—concedítragandosaliva;sostuvesupenetrantemiradaconfirmezayañadí conplenadeterminación—:Ynopiensomarcharmesinhacerleprobarsuveneno.

—Noactúasola,estásiendoaconsejada—desvelóparamiasombro—. Alguien más sabio, gran conocedor del poder de las plantas, yambicioso,guíasuspasos.Comprobéelefectodeesehongoblancoconunodemisgansos,murióalinstante.Esunasetamortífera.

Me sobrecogí en el acto. Un siniestro escalofrío me recorrió laespinadorsal.Elcorazónsemeencogióanteeltangiblerecuerdodeteneraeseniñoentremisbrazos,obligándoloa tomarun jugovenenoso.Yo,indirectamente, lo había matado, y ese fantasma jamás dejaría deperseguirme.Y,aldolor,sesumóunaoleadadefuriatandevastadoraquetuvequereprimirelimpulsodecorreralencuentrodeRagnhildyclavarleunadagaenelpecho.

—No te precipites en tus conclusiones —aconsejó pausada,adivinando someramentemis pensamientos—.No puedes saber si a ellatambiénlaengañaron.

—Seráfácilaveriguarlo—susurrépensativa.Eyraasintiódenuevoyregresójuntoasusverduras.Yamimenteacudióunaideaquemeentretuveenperfilarmientras

terminabadevestirme.

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—¿Tienesaquíesehongo?—Enesecesto,colgadodeungancho.Nomefíodelavoracidadde

esabestia—respondióseñalandoaFenrir—.¿Vasaprepararunguiso?Meguiñóunojoyempuñódenuevoelcuchillo.—Voyafingirquelopreparo.Losojosdelaancianachispearonadmirados.—Bien,Freya—murmuró—.Yasabes,enlacocina,comoentodo,el

secretoessercomedidayjuiciosa.Cogíelhongoyloguardéenmizurrón.Salídelacabañaconexpresiónrapazymiradadepredadora.Lapresa

seconvertíaencazador.

Resultómásquereveladorcaptar,aunquesucintamente,lamanifiestaexpresióndeorgullosacomplacenciaenel rostrodeRagnhild.Ungestoqueseapresuróaborrarcuandoclavémisesgadamiradaenella.

Acambio,ledirigíunasonrisainquietante,fríaycasiamenazante.Mialtivez y aplomo provocó en ella un molesto asombro que también sepreocupódeocultarcuandosuespososedirigióhaciamí.

VerloaélfuesentirmuycercalafuriadeGunnar.Aparentemente huraño, frunció el ceño yme escrutó sin hablar. Le

dediquéimpertérritalamismaconcienzudaatención.Una sombra oscura rodeaba su ojo derecho, un corte profundo

atravesaba el puente de su nariz y un cerco morado resaltaba sobre supómuloizquierdo.

—Noesperabaencontrartepeorqueyo—musitéimpávida.—Yonoesperabaencontrarte.—Peroaquíestoy.Alcéelrostroaltanera,conexpresióndurayexpectante,aguardando

suspróximaspalabras.—Queesdondedebesestar—aseverótodavíaceñudo,apoyandolas

manosensuscaderas.Suactituderaladeunrígidopadreamonestandoasuhija.

—Que es donde me obligan a estar —puntualicé con una miradacargadadeodio.

Pudesentirlafuriabullendoensusvenas;susojos,tannegroscomo

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elónix,relampaguearoncuandocogióconsobrecogedoravehemenciamibrazosanoymearrastrótrasél.

Me llevó a trompicones hacia su cámara privada, ante la lívidaindignacióndeRagnhild.Traspasamoslostupidoscortinonesymelanzósinmiramientossobresulecho.Lasacudidafuetanbruscaquemibrazoencabestrilloseresintióenunapunzadadolorosa.Apretélosdientes,ylofulminéconlamirada.

—Noteatrevasaregalarmetuosadíaymenosantemissúbditosotejuroque...—bramócolérico.

—¿Qué?—casigrité—.¿Quédemoniosmejuras?¿Vasamatarmetúmismo,oseguirásdejandoquelointentetureina?

Se cernió sobre mí, se colocó a horcajadas sobre mis caderas yaferrómi garganta con una de sus grandesmanos. Acercó el rostro almío,casipegandosunarizalamía.

—Todossabemosquiénatentócontratuvida—siseójadeante—...lamismaque pidió tu cabeza, y te prometo que pagará con la suya.Nadiebajomimandatopuedecontravenirmisdecisiones.Asíquejamásvuelvasamancillarelhonordetureinaconacusacionestangraveso...

—¿Oqué?—Oteacusarándeperjurio,ynomoveréundedoparadefenderte.—No necesito tu protección—le escupímordiente—, ha quedado...

dolorosamenteclaroquenoeseficaz.Halfdanseabalanzósobremiboca,tomándolaconfieroímpetu.Más

comounactodedominaciónquecomootracosa.Llevémimanolibreasus cabellos, cogíungruesomechóny tiréde él,mientras esquivaba sulenguaypugnabapordesasirmebajoél.

Peroelreynoteníaningunaintenciónderendirse.Lamanoqueceñíami cuello incrementó su presión, impidiéndome respirar.Desesperada yatrapada,soltésucabelloparaarañarsurostro.Halfdangruñó,liberómibocaymeabofeteócontodassusfuerzas.Porunbreveinstante,mivisiónsenublóymisfuerzassediluyeron.

—¡Maldita!—exclamómortificadoenunestiradoyagónicohilodevoz,liberandomigargantaydescargandoviolentamentesupuñojuntoamicabeza,mientraslohundíacontralasmantas.

Cuandologréenfocarlamiradayvicómoeltormentocontorsionabasu rostro en una mueca dolorosa, me impresionó tanto que permanecíinmóvil,jadeanteyabrumada.

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—¿Eres...erescapazdeimaginarmisufrimiento?—selamentóenunestrangulado sollozo—. No, claro que no—agregó contrito—. Cuandosupequetehabíanatacado,yquetuvidacorríagravepeligro,juroquemicorazónsedetuvo.Corrí...averte...yahí...guardandotupuerta,estabaél.Leordenéqueseretirara,peronoseamilanó.Seatrevióaamenazarme,¡amí,asurey!Mereprochóquenosupieradefendertey...nosenzarzamosagolpes.

Susojoschispearonfuriososanteelrecuerdo,surostrosecrispóysugestoseendureciómássicabía.

—Pude... haber ordenado que lo matarán allí mismo, pude haberlodesterrado para siempre, pude haberlo condenado a la peor de lastorturas...peronolohice...¿Ysabesporqué,condenadaloba?Porti.

Enterró el rostro en mi hombro, sus hombros se sacudieron.Paralizadaanteaquelarrebatodesconsolado,mesorprendíacariciandosucabeza, contagiada por su angustia y su tormento.A pesar de saber quenecesitabaaGunnarvivoparasusinminentesplanesdeconquista,quelonecesitabaparatenermeatadaaél,nomermóunápicelacompasiónquepordesgraciameprovocaba.Noobstante,esaconmiseraciónnoempañóminecesidaddeserfrancaconél.

—Puedes engañarte diciéndote que soy tuya, pero ambos sabemosque eso jamás será cierto—susurré afectada—.Y tu obcecación se estáconvirtiendoenunadagaentupecho.Libérate—supliquécondulzura—,libérame,arrancaesepuñaldetucorazónoacabarásdesangrándote.

Entonces,alzólacabezayclavócondurezalamiradaenmí.—Nomeengaño—murmurócogitabundo—,yenverdadposeer tu

corazón ha de ser una maldición infame, sólo hay que ver cómo latragediapersigueaGunnar.—Dejóescaparunafectadosuspiroyacariciómimejillaconcontenidasuavidad—.Durantetuausencia,meesforcéporolvidarte;merepetíaincesantequeerasdañina,quetumerapresenciamerobabaelsolazyque,cadavezquetehacíamía,yomoríaunpoco.Perohasidosuficientevertedenuevo, tenerte frenteamí,paraquemimenteenloquezcaymicuerpodespierte.

Se incorporó, salió del lecho y se desnudó con ansiosa premura.Cerré los ojos, frenando el torrente de lágrimas que asomaba, ycomprendípesarosaquehabríadeseryoquienarrancaraaquellahirientedagadesupecho.

Se acomodó entre mis piernas, arremangó mi camisola y se situó

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entremismuslos.Nome resistí.Conun brusco empellón, se hundió enmí, liberandounlargoyhondogemido,quesonómása lamento.Tomómirostroentresusrudasmanosymeobligóafijarlavistaenél,mientraslas acometidas se sucedían con aspereza y violencia.Me sumergí en suturbiamirada,impasible,aunquemeardíaelbrazoconundolorpunzanteyelcorazónconunamargorlacerante.Y,ahí,supequeyoeraladueñademidestino,yqueHalfdanacababadesentenciarelsuyo.

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36

Sinescudos

Aveces,cuandomásnegroyprofundoeselabismoenelquecaemos,lamásínfimayparpadeantehebradeluzescapazdeiluminarlosuficientepara que distingamos algún resquicio al que agarrarnos y podamoscomenzar a ascender. Y ese fugaz destello, débil y tímido, brotó de lamiradadeGunnaraquellamañana.

Metopéconsusimpactantesojosverdesmientrasmeadiestrabaconla lanza. Sola, hilando mi propia y mortífera danza, ejecutando losmovimientosqueAsleifmehabíaenseñado.

Me detuve exhausta, sin romper el hechizo que enlazaba nuestrosojos,sosteniendosubrillanteyreveladoramirada.

Incluso a esa distancia, pues él estaba apoyado indolente en elcercado, pude sentir la escalofriante intensidad de sus sentimientos.Trémula,meencontréavanzandoensudirecciónconunanhelotangrandeprendido en mi semblante que Gunnar se envaró y retrocedió. Sinembargo,no fuecapazdealejarsecomosolíahacer,y tampoco lograbarompernuestrasmiradas.

El amor que derramabame caldeó tan gratamente queme descubríestirando los labios en una sonrisa emocionada. Aquel gesto fueabsorbidoporél,comoalqueleofrecenunodredeaguayarrastraunaacuciante sed. Aquello encadenó otra sonrisa y él pareció hechizado ytentado.Aquellainusitadarendiciónmeinfundióelarrojonecesarioparadarotropasoensudirección.Gunnarretrocediódenuevo;pudepercibirsulucha,susdudasysentílaimperiosanecesidaddecorrerasusbrazos.Quizápercibiómidesgarradoranhelooquizálogróencontrarlasfuerzasque parecían esquivarlo, pero consiguió darse la vuelta y alejarse agrandeszancadas.

Permanecí un instante inmóvil, todavía temblorosa, respirandoagitada, con el corazón aleteando en mi pecho, como si una mariposarevoloteara juguetona pormi interior.Ymi sonrisa se ensanchó con la

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sombradealgoquecomenzabaatomarformaenmimente.Durante toda la mañana, fui yo la que ejecutó sus tareas cerca de

donde él hacía las suyas. No importaba qué fuera, pero me encontrébuscandosusmiradas,absorbiendosupresencia,admirandosucuerpoyembebiéndomedesurostro.Apesardesubarbaralaytupida,suaposturaresultaba subyugadora. Sus ropas de algodón se pegaban a su cuerpo,mientrascortabaleña,levantabaunvalladoocavabaunazanja,ondulandosusabultadosydefinidosmúsculosbajolatela.Ymideseoprendióconlavirulenciadeunallama,incendiandocadapalmodemipiel.Conunansiatandolorosa,quepermanecerinmóvilresultabacasiunesfuerzodignodeuntitán.

Cuandoseenjugabaconelantebrazolasudorosafrenteyposabasuspenetrantesojossobremí,casipodíasentirsusdedosacariciandomipiel,yaquellodesgastabamivoluntaddeunmodopeligroso.

Eldeseo,palpitante,lujuriosoysofocantementehambriento,nosuníacon una intensidad estremecedora. Tan asolador que lograba hacerretemblarsusargollasylasmías.

Unpensamientocomenzóatitilarenmimentetomandoconsistenciacon abrumadora rapidez ¡Mío! Era sólomío, y yo tan suya que nuestraseparación era una condena amuerte lenta y agónica. En tal caso, ¿quédiantres temíamos, si cada instante separadosmoríamosunpoco?Yasí,entreconstantesmiradas,ygestoscontenidos,muriólaúltimacadenaqueme ataba al temor. Y sin temor, sin cadenas... era un lobo furioso,hambrientoyvengativo.

Tras dedicarle una últimamirada, firme y segura, pero cargada devoracidad,condujemispasoshaciaelskáli;allíestabanmispresas.

La gran estructura de madera albergaba a casi todas las almas deHedemark,expectantesantelainminenteordalíadirimidaporsugranrey.

Setratabadeunjuiciodondelasgentesapelabanalajusticiadivina,yregia, sobre todo tipo de casos: adulterio, desacuerdo en lindes deterrenos,injurias,robodeganado...ycasosdenaturaltriviales,peroconcuriosasresoluciones.

Doshombressedisputabanunacabra;ambosasegurabanqueeradesupropiedad,cosadifícildedemostrarantelaausenciademarcasqueloprobaran.Antecasosasí,elreyimponíaquelosenfrentadossesometieranaljernbyrd,opruebadefuego:aambospleiteadoresse lesentregabaunhierro candente que habían de sostener con fuerza entre lasmanos, y el

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quemás tardara en soltarlo se hacía con la razón; el perdedor no sóloperdería la cabra, sino todos sus bienes materiales. Una resolucióndesmedidadadoelgranriesgoalqueseexponían;noobstante,elhonorenlapalabradeaquellasgenteseratanvaliosocomolaplata.

Laleyvikingaeraunaleyrígida,sangrientaeinapelable.Someterseaunjuicioera,amenudo,enfrentarsealatorturaoalamuerte,pero,paraestasgentes,eldestierroyeldeshonoreranlapeorcondena.

Loslitigantesasintieronquedos,consemblanteinexpresivoymiradadura,mientrasdosesclavoscolocabanenlasbrasasdosvarasdehierro.

Tras un tenso y silencioso instante, Halfdan dirigió un preciso yadustogestoalosesclavos,quedeinmediatosacaronlasvarasconunaslargas tenazas de herrero y las condujeron hacia donde aguardaban loshombres.Aunaseñaldelrey,ambosalzaronlasmanosyempuñaronloshierrosalrojovivo.

Pudeoírcómocrepitaba lacarnequemadaalcontactoconelacerocandente. La expresión de los hombres resultaba desgarradora. Dientesapretados,semblantedistorsionadodecontenciónygestodeinsoportabledolor.Gruñían,sudabanytemblaban,hastaqueelmásaltosoltóelhierroconunalaridoescalofriante.Yahabíandispuestounosbaldesdeaguafría,y el perdedor se precipitó ameter las heridasmanos en él. El ganadorcayóderodillasentreespasmosdolorosos,hombroshundidosyespaldaencogida. Una mujer, que supuse la suya, emergió atropelladamente deentreloscongregados,cogióelbalde,searrodillofrenteasuesposoyleintrodujolastemblorosasmanosenelagua;elsonidomeerizólapiel,ytambiénelperturbadorolorquesepropagóporlasala.

Cerrélosojosyrespiréhondo;cuandolosabrí,laparejaseabrazabadándosesolaz.

Me topé con una inquietante mirada de Halfdan sobre mí, que medesazonósobremanera.Unnuevogestohaciaelcentrodelasalahizoqueseabrieraunpasillodecuerpos,paradejaravanzaraunacabizbajamujerllevadapordosguerreros.

Sigrid caminaba abatida y asustada, con las manos atadas en laespaldaysemblantecontrito.

Halfdan se puso en pie y se dirigió a la acusada. Observé cómoRagnhildseacomodabainquietaensutrono.Meenvarétemiendoloqueseavecinaba.

—Hoy, Sigrid—comenzó a declarar severo—, acudes antemí por

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atentarcontralavidadeunademisskjaldmö.Esunaacusacióngraveenextremo, y se agrava, además, por contravenirmis designios cuando sejuzgótucaso.¿Tienesalgoquedecirantesdequeanunciemisentencia?

Losclarosojosdelamujer,agrandadosyllorosos,seclavaronensugobernanteconexpresiónsuplicante.

—Juroporlosdiosesquenofuiyoquienatentócontravuestra...—mefulminóconunamiradarebosantedeinquina—...skjaldmö,aunquelahe matado en mi mente muchas veces —confesó audazmente con vozestirada.

—La amenazaste de muerte, y nadie aquí tiene más motivo que túparaejecutartalcobardeacto.

El rostrodeSigrid se tensó conuna furia contenida; tenía los ojosenrojecidosyloslabiosapretadoenunamuecarabiosa.

—¡No he sido yo, yo lo haría a la vista de todos, y disfrutaría decómo se apaga su pútrida vida, no me escondería tras un árbol, ni meperderíatanesplendorosoespectáculo!

Halfdan resopló, sacudió la cabezay congestoofuscado sedirigiónuevamenteasusitial.

—Tuodio tehacondenado—manifestóapático—.Serásatadaaunposteyfustigadaconunavarahastaquequedesinconsciente;luegoserássubidaalomosdeuncaballoqueteconducirálejosdemireino,rumboaunirrevocabledestierro.

Un malestar general se alzó en la sala, un pesado resuello pendióinsidioso sobre los congregados. Nadie aprobaba tan cruel castigo, nisiquiera yo. Movida por un temerario impulso, me adelanté,enfrentándomeaHalfdan.Elreyclavódeformaadmonitorialosojosenmí,ysurostrosecrispótemiendomispalabras.

—Ella no es mi atacante —pronuncié con firmeza alzandoconsiderablementelavoz.

El rey cerró un instante los ojos y respiró hondo, del todocontrariadoymolesto.

—Noosescuestionar lavoluntaddelosdioses,ni ladecisióndeunrey—mascullóentredientes,oscuramenteamenazador.

—Dudo que la voluntad de los dioses sea la de condenar a unainocente—repliquéconosadía—,ymenoscuandoesosmismosdiosesyalahangolpeadobastante.Quehayarecibidosusamenazasnoimplicaquelascumpla,ymáscuandosoyconscientedequenoesmiúnicaenemiga

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aquí.Clavé la mirada de modo intencionado en Ragnhild, que se agitó

incómoda.—Freya —musitó Halfdan paciente—, tu misericordia y bondad

nublan ahora mismo tu entendimiento. Por eso, y sólo por eso, voy atolerartuintromisión.Saldelskálienesteinstante,antesdequeseagotemiclemencia.

Suazabachemiradamegritóconfuribundarotundidadquedesistiera.Memantuvefirmeeinmóvil,yensuexpresióncasisedibujóunatirantesúplica.

Eraplenamenteconscientedeloquesuponíamidefensa,ydecómohabría de demostrarla. Podía irme, y permitir que Sigrid pagara lainsidiosa maldad de su pérfida reina... pero, aunque no mereciera nisiquieramicompasión,latenía,puesyohabíaprovocadolamuertedesushijos.Sinintencióndehacerlo,sí,peroeraunacargaquemeperseguiríaportodalaeternidad,unosfantasmasmásquemeacompañaríanhastaelfindemisdías;quizáporesolapugnantenecesidaddesalvarlaaellamesuperaba con la suficiente fuerza como para pelear por su defensa yvengaraquellainjusticia.

—Estoy más que dispuesta para defenderla —sentencié ante elsorpresivomurmullogeneralizado.

Halfdan,lívidoyangustiado,negóconlacabeza;pudevercómosurostroseensombrecíapreocupado.Enesemomento,Ragnhildsepusoenpieconunasonrisaladinaprendidaenloslabiosyseacercóamí.

—Entalcaso,piadosaskjaldmö—comenzóadecirconvozdulceytonocalmo—,habrásdelibrarunholmgang,unduelodearmas;siganasel combate, Sigrid se librará de su condena, pero, si lo pierdes, lacompartirás.—Sevolvióhaciasuesposoyagregósibilina—:¿Nodictaesolaley,mibuenrey?

Halfdanasintióconesfuerzo.Sus labiosseconvirtieronenunafinalínea blanquecina. Miró hacia su expectante concurrencia y, alzando lamano,llamóasupresenciaaAsleif.

Demudada, mi maestra asintió casi imperceptiblemente y acudiópálidaapresenciadesurey.

—Mi fielAsleif, es elmomento demedir tus habilidades contra tupupila.Noseráundueloamuerte—puntualizó—.Laprimeraquepongaunpiefueradelasuperficieacotada,serálavencida.

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Ambasasentimostensas.EnlosojosdeAsleifpudeleersuturbación;nopodíadejarmeganar,puesseríaunafaltadehonorquelaperseguiríacomo un estigma, convirtiéndola en unaniøingr, pero tampoco deseabalanzarme a un aciago destino, uno al que me arriesgaba mi propiaconciencia.

Aguardamos a que clavaran en el suelo una gran piel de bueyescosida,queerasobrelaquenosbatiríamos,concuatropostesterminadosencalaveras,llamadostiösnur,quedelimitabanelcentro.Lasuperficiedelacapaeracuadrada,encuyasuperficiesedibujabantrescuadradosmáspequeñosconcéntricos,separadospocospiesunosdeotros.Finalmente,laafianzaron con otros cuatro postes, llamados höslur, en las esquinasexteriores.

Preparadoelterreno,nosentregaronaambasdosescudoscircularesdecoloresllamativos,yaquenoseríaunduelomortal.

Toméelmío,Asleifelsuyoynosdispusimosenelcentrodelapieldebueysopesandonuestrasmiradas.Meinclinéligeramente,abriéndomedepiernasparaapuntalarmiequilibrioyprepararmeparaelataque.DebíaexpulsaraAsleifdelmantoacomodieralugar.

Ledirigíunamiradatenazyfiera,ychoquédeformaestrepitosamiescudoconelsuyo.

Alecohuecoy secoque lasmaderas tachonadasproducíanencadaimpactoseunióeldelosaldeanosjaleándonos.

Frené una atroz embestida de Asleif; nuestros rostros estaban tancerca que no vi venir su puño contra mi rostro. Mi cabeza giró convehemencia y trastabillé hacia atrás por el impulso, pero, de inmediato,frenéelretrocesoapuntalandohaciaatrásunapierna.Enlosglacialesojosde mi adversaria pude leer con somera claridad sus recordatorios encuanto ami enseñanza.Aquel puñetazo a traición puso enmimente sussabiasadvertencias:usacuantotengasamano,sorprendea tuenemigoylovencerás.Aquéllaerasuformadeayudarme,deigualarelcombate.

Apesardeldolorenmimandíbula,lamiréconagradecimiento;ellaasintióconunaveladasonrisa.

Alinstante,nosenzarzamosenunnuevopulso,escudocontraescudo.Esquivéunnuevopuñetazo,girémediocuerpo,meagachéraudaylancéconfuerzaelcantodemiescudocontrasucostadoderecho.Oíungemidosordo y una imprecación mascullada entre dientes, pero su sonrisapermanecía,estavezconunmatizorgulloso.

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Giramosencírculos,escudosenguardia,miradassesgadas,alertas,trazandoelpróximomovimiento.

FueAsleifquiensagazmenteemulóunataquefrontal,paraconseguirqueadelantaramiescudo;aquelamagoprovocóloqueellabuscaba,quemecentraraenaquelengañosomovimiento.Velozcomounrayo,selanzódecostadoalsuelo,atrapómistobillosconlossuyos,girósobresímismay me tiró con ella sobre la piel de buey. En la caída mi escudo saliórodandofueradelmanto.

Asleifme soltó y se puso en pie enarbolando su escudo.Me habíadesarmado,conloquemismovimientossereducíanaunameradefensa.Sin embargo, mi inferioridad de condiciones podía convertirse en miarma.Ellaseconfiaríayyopodríaaprovecharsusataquesytanteosparahacerme con la victoria. En mi mente se perfiló al detalle cada paso aseguir.

Esquivé sus ataques, rodeándola una y otra vez, agachándome yladeándomeantecadacarga.Sabíaqueellaestudiabacondetenimientomirostroparaanticiparseacualquierataque.Porello,procuré simularunaexpresión confusa y mantuve unos instantes mis huidizos movimientos,limitándome a evitar cada arremetida. Quizá por eso, no esperaba querepentinamentemeabrazaraasuescudoyempujaracontodasmisfuerzas.Mi empuje la obligó a emplear toda su fuerza; se ancló estirando unapiernaatrás,giró lacabezaparaavistar locercaqueestabadelbordey,cuandomemiródenuevo,alcéunpuñoygolpeéconeldorsosunariz.Aquellolaenfureció;sonreíparamisadentros,caíaenmitrampa.

Redobló sus fuerzas con brioso ahínco y consiguió hacermeretroceder; aquel avance la envalentonó. Su fuerza física era sin dudamayor que la mía, así que con un simple escudo separando nuestroscuerposcomenzóaarrastrarmehaciaelborde,conlosdientesapretados,gruñendoporelesfuerzo,lanarizsangranteymiradaobcecada.

Opuse toda mi resistencia para conseguir que ella se empleara afondoy, cuando atisbéde soslayo la calavera que culminabaunode lospostesquedemarcabanlaesquinaexteriordelmanto,apretélosdientesyempujé con todas mis fuerzas, retándola con la mirada. Ella agachó lacabezaycasivolcótodosucuerposobreelescudoy,porende,sobremí,convencidadesuvictoria.Eneseprecisomomento,soltésuescudoysaltéa un lado. Sin punto de apoyo, Asleif se impelió abruptamente haciadelante,cayendodeformaaparatosafueradelmanto.

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Lavictoriaeramía,yelsilenciofuemipremio.Unsilencioplagadodeasombro,indecisoytenso.

Halfdan sonreía admirado, maravillado y claramente aliviado.Cuandosepusoenpie,unmurmulloextendidorecorriódenuevolasala.

—Bien; según la ley —se dirigió taimado a Ragnhild, impávida,aunque el brillo de sus ojos delató la magnitud de su indignación—,Sigrid se librade su condena,y asombrosamentedemanos inesperadas.GraciasaFreya,mujer—posósuadustamiradaenlacondenada—,tienesunavidaqueagradecer.

La aludida prefirió ser astuta y no pronunciarse, al menos conpalabras, pues la mirada que me dirigió dejó bien clara su posturarespecto a mí: antes dejaría que los cuervos devoraran sus ojos queagradecermenada.

Unodelosguerreroscortólasogaqueatabasusmuñecas,yellasevolvió con vehemencia, ondeando su larga y lacia melena dorada. Congestobruscoyofendido,abandonólasalaconlacabezaerguidayportealtivo.

La mirada de Halfdan se posó en un punto justo detrás de mí,oscureciéndoseconnubesdetormentayrayosfulminantes.

MevolvíparaencontrarlamiradadeGunnar,ysugestotorvo.Habíatalamenazaensuexpresión,tanabiertaeinsidiosaadvertenciacontrasupropio rey, que fue como si una soga tensa y áspera uniera a amboshombres hacia un funesto destino. Se sostuvieron la mirada un largoinstante,enelquedejaronrezumarcuantosentían.Diferentesemocionesconunpuntoencomún...elodio.

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37

Traslosplateadoshilos

Apesardenonecesitarpruebassobrelaautoríademiatacante,meofrecía preparar el caldo que acostumbraba a tomarRagnhild en sudagverdr.Solíasermuyprecisaensusindicacionesacercadesuprimeracomidadeldía,ysabía loescrupulosaqueeraconsupreparación.Poreso,procuréprepararlafueradesuvista,paranoalertarla.Laesclavaqueseocupabade tal menester se extrañó demi insistencia, mas conseguí convencerladiciéndolequepretendíaganarmesusfavores.

Sonreía mientras giraba el cucharón en la marmita, revolviendosuavementesucontenido.Eraunasencillarecetadelechecuajada,exceptopor un ingrediente en particular que le conferiría un amargorintencionado,lostalloscomestiblesdealgunoscardos.

Cuando lo serví humeante en una escudilla de madera y se loentreguéalaesclavaquesolíaservírselo,misonrisaseamplió.

Me alejé tras una columna cercana y la observé sentada a la mesatomando el cuenco entre las manos y llevándoselo a la boca. Ante elprimersorbo,suceñosearrugóconextrañeza.Bebiódenuevoysuceñose acentuó. Llamó furiosa a su esclava para que le rindiera cuentas, yentoncesemergídemiescondite, tras rebuscarenmizurrónelpequeñohongoblancoquehabíacogidodelacabañadeEyra.

Llegué justo cuando regañaba a voz en grito a la esclava que lamirabaasustadaycogitabunda.

—¿Puedoayudarosenalgo?—preguntéentonoinocente.Ragnhildclavósuscerúleosojosenmíconagudafrialdad.—Estonoteincumbe—murmurómolesta.Laesclavameobservósuplicante,aunquenoseatrevióareplicarsu

inocencia.—Metemoquesí,mireina.Fuiyoquienpreparóvuestrodagverdr.La expresión de pavor de Ragnhild fue tan evidente que tuve que

estrangularunasonrisadepuroplacer.

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—Puedes regresar a tus quehaceres —aconsejé a la esclava, quecontemplabaaturdidaasulívidaseñora.

Obediente,sealejóabuenpaso.Entonces,saquémimanodelzurrónmostrandolaseta,lamismaque

habíaprovocadolamuertealbebé,yRagnhildabriólabocademudadayestupefacta.Elterrortiñósusfacciones,sepusoenpietemblorosayconmiradavacuacontemplóelcuenco.

—¡Maldita!—bramó,dándomelapruebaquenonecesitaba.Congestocrispado,trastabillanteydominadaporelpánico,semetió

losdedosenlagarganta,profundamente,paraprovocarelvómito.Yallí,antemí,yanteelasombrodesussúbditos,seconvulsionóentrearcadasexpulsandodesucuerpoeldensolíquidoingerido.

Tosióyseabalanzósobrelajarradeagua,bebiendocondesespero,mientrasgritabaentresorbosquehabíaintentadomatarla.Tanafectadayconcienciadaestabadequeelvenenorecorríasucuerpo,quesedoblóendos,dandoespeluznantesalaridos.

AcudieronThorleifSpakeelSabioyelgranOrnOsoPardo,espadasenmano,ymemiraronconfundidos,anteelbrazoacusadordesuseñoraseñalándome.

Cuando apareció Halfdan, se aprestó hacia ella y la cogió de loshombrosconsuavidad.

—¡PorLoki!,¿quétesucede?,¿eselniño?Ragnhild temblaba y sollozaba al tiempo, sin dejar de acariciar

protectora su redondeado vientre con unamano y señalarme acusadoraconlaotra.

—Ha...haintentadomatarme.Entoncesmeadelantéhaciaellaconsemblantegrave.—¿Porquépensáistalbarbaridaddemí?—¡Hasenvenenadomicomida,perra!—meacusófuribunda.Halfdan la sujetó con fuerza cuando hizo ademán de abalanzarse

sobremí.—Eso no es cierto—me defendí—, pues, si así fuera, no sería tan

ilusadehaceresto.Tomé la escudillade sudagverdr y la bebí hasta vaciarla.Ragnhild

memirócomosihubieraperdidoeljuicio.—Algoamargo,quizámeexcedíconelcardo—concedíconsorna

—,peronocreoquemateanadie.

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MiréintencionadamenteaRagnhild,quemecontemplabaatónita.—¡Porlosdioses!,¿tantoalborotoporuncaldoamargo?Halfdan miró a su reina con disgustada reprobación, sacudió la

cabezaresoplandopacienteyvolvióasurincónseguidodesushombres.Me acerqué a la trémula y pálida reina con una sonrisa malévola

prendidaenloslabios.—Estosólohasidounaviso—lesusurréamenazante—.Apartirde

ahora, no podréis comer tranquila, ni beber, ni pasear, ni respirar...mientrasyoandecerca.Nopararéhastaquetodossepanloquehicisteis.

—Nadietecreerá—espetósinmuchaconvicción.Sonreífríamenteyneguéconlacabeza.—No me importa, porque no pararé hasta que paguéis lo que

hicisteis.Yactoseguido,mealejédeella,triunfalycomplacida.Elloboiríatraslosplateadoshilosdesutelaraña,desgarrandohasta

laúltimasedosaypegajosahebra,hastaconseguirquelaarañacayeraensusfauces.

—Estoyorgullosadeti,muchacha,casitantocomoloestáGunnar.Miré de soslayo a Eyra, mientras giraba la palanca del molino de

piedraquemolíalosgranosdecebada.Losmezclabaconsuerodelecheyfrutos secos endulzados con miel, para confeccionar el pan queconsumiríamosenelnattverdr,laúltimacomidadelajornada.

—Creíquehabíasdesistidodeabrirmelosojos.Eyratrabajabalablandaymoldeablemasadepanconlasmanos;no

memiró,perointuíunasonrisaaviesaemergiendodesuslabios.—Y lo he hecho —aseguró indiferente—; que lo mencione no

significaquehayamoshabladodeti,perovisuexpresióncuandovencisteaAsleifenelholmgang.

—Ylonombraspara...Estavezsísonrióabiertamente,seretiróconelantebrazounmechón

pegadoasumejillaychasqueólalengua.—Esmihijo—respondiósardónica—,megustanombrarlo.Estavezfuiyolaquemostróunaampliasonrisa.—Te diré algo, mi buena Eyra: lo nombres o no, siempre está

presenteenmispensamientos,ydudoquesesientaorgullosodealguiena

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quienrecriminatantascosas.Peromeesforzaréparaqueloesté.Palmeódeformavigorosalatortademasaparaaplanarlaylalanzó

aunaplanchacirculardeacerosobrelasbrasas.Un delicioso efluvio dulzón aguijoneómi vientre; estaba famélica,

aunquesorprendentementeplenadeenergía.Depronto,sedetuvoymecontemplófascinada.—¡Repiteeso!—rogócogiéndomeporloshombros.—Voyaluchar,Eyra,porél,pormí.Los agrandados ojos de la anciana se humedecieron, sus facciones

titilaron emocionadas y sus labios se arquearon temblorosos.Me cogióporloshombrosconlaexpresiónmásagradecidaquejamáslehabíavistoy,conmiradaafectada,murmuró:

—¡PorBalder,yapuedomorirenpaz!Ymeestrechóentresusbrazos,conunacalidezsobrecogedora,con

un cariño tan desmedido y sincero que sentí cómo mis heridas sesuavizabanymidolorseopacaba.

Unoloraquemadolaenvaróymesoltóenelacto.—¡Maldición,elpan!Se afanó por sacar las ennegrecidas tortas de la plancha, y se las

lanzóaFenrir,quelascazóenelaire.—Eseperrosecomeríahastaunabotavieja.—Creoquelohevistohacerlo.Eyrasoltóunacarcajada,ydenuevopreparómasa.—Hacía tiempo que mi corazón no latía tan ligero —admitió

entusiasmada.—No claves tu estandarte antes de que conquistemos el reino —

advertígirandotrabajosamentelaruedadelmolino.—Esereinosiemprefuetuyo,muchacha,ysiSigridlogróusurparlo

fuesólograciasalashierbasqueenturbiaronsujuicio.La muerte de su hijo no nacido era prueba evidente de que había

yacidoconGunnaresetiempoatrás.Yquemipresenciahubieraacabadocon losdoshijosdeGunnar era el clavomás ardientequehoradabamipecho,eimaginabaqueelsuyo.

—Puedoleertuspensamientos,Freya.YaligualquenosabemossielpobreOttarerahijodeGunnar,conrespectoalquesemalogró,guardoelmismorecelo.

—Deigualmodo,erancriaturasinocentes,caídasantelamaldadde

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unareina.—Porloquepudepresenciarestamañana,nohaydudaalguna.Pero

¿notepareceunmétododemasiadoenrevesadoparaacabarcontigo?—Sospechosamente enrevesado, sí —coincidí pensativa—; intuyo

quehayalgomás,yperciboqueesealgoes loquenecesitoparaacabarconella.

—Difíciltareaacabarconunareina—recordóconmiradagrave.—¿Acasohayalgofácilenmivida?Negócon lacabezamientrasdisponíadenuevootra tandade tortas

depan.—Nienlamía—recordó—.Poresovaloramosmáscadalogro,por

pequeñoquesea.Nos miramos cómplices y sonreímos en silencio, sumidas en

nuestrospensamientos.Trasotrasdostandas,Eyrasedetuvoymecontemplóconsemblante

iluminado.—Creoquesédealguienquepuededarnosrespuestas.—¿Quién?—TengoentendidoqueIngalaRojaestámuycercadeSigrid;nosé

siserásuconfidente,peroesposiblequelogremosobtener informaciónquenosseaútil.

Lamiréalgoconfusaymeencogídehombros.—YanoimportasielhijoqueperdióSigridtambiéneradeGunnar

—contravine.—Nosetratadeeso—replicóEyra—.Piensoque,sinuestrajovene

infame reina ha entrometido en su plan a Sigrid, es por algo. TodomellevaapensarqueRagnhildquisoacabarconlasdos,nosólocontigo.

Aquella conjetura me sobrecogió, abriendo ante mí perturbadorasteorías.

—Pero¿porquéquerríaRagnhildacabarconSigrid?—Es lo que tenemos que descubrir—respondió cavilosa—. Eso y

quiénlaestáayudando.Demomento,hasdecuidartemucho:sianteseratuenemiga,ahoraquelahasacorraladoresultarátemible.

—Losé—asentí—.Tengoqueactuarconpremura;laúnicamaneradedesarmarlaesromperlatelarañaquehacreadoamialrededor.

—No—opusoEyra—.Laúnicamaneradedesarmarlaesacabandoconella.Nosedetendrácontelaosinella.

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A mi mente acudió otra conversación similar, y un escalofrío merecorrió,erizándomelapiel.

Casipodíasentircómounasogaásperaypesadasecerníalentamenteentornoamicuello,unasensaciónconocida,peronoporelloasimilada.

Poralgúnextrañoycrueldesignioprovidencial, elpeligroeraunaconstante en mi vida, y la muerte, una cercana, tenaz y pacientecompañera.Yahabíamiradodefrentesurostro,susgarrasyamehabíanestrechado y su viscoso y gélido aliento, acariciado; por lo tanto, meencontraba en situación de compararla con los dolorosos zarpazos quedabalavida.No,lamuertenoerapeorquelamásinfamedelasvidas,enmuchos casos era un alivio, un escape, incluso el solaz de un almaatribulada. Por fortuna, yo ya no buscaba alivio, ni un escape, ni tansiquierasolaz...yoambicionabamuchomás.Ambicionabalafelicidad,laplenitud, la seguridad y la libertad, y lucharía con uñas y dientes porconseguirlas. O todo o nada, ése siempre fue mi destino. No queríamigajas,nirestosdescoloridosdefelicesrecuerdos,niensoñacionesque,evocadas, pintaran nostálgicas sonrisas en mis labios, ni suspirar mifrustración,ni contagiarmi tristeza.No,memerecíaunavida completa,unavidadeverdad,yesavida...estabaaquí.

El lobo de mi interior, moldeado por los dolientes avatares de lavida,cubiertodeviejasyrugosascicatricesyheridastiernasysangrantes,mostraba los colmillos. Rabioso y receloso, estaba más que preparadopara cobrarse pieza a pieza la venganza que ansiaba, retando a misenemigos,alosdiosesyaldestino.Ahora,sinmiedo...porfineralibre.

—Tengo a alguien que vigila cada movimiento de Ragnhild —anunció la anciana—.No tenemos tiempo que perder, Freya, siento queunagrantragediaseciernesobrenosotros.

Su mirada se oscureció y sus rasgos se tensaron con evocacionestortuosas,sushombrossehundieronyunlargoypesadosuspiromanódesuboca,comosiaquellaexhalaciónpudieraaligerarlacargaquellevabaconsigo.

—¿Hasleídolasrunas?—inquiríconvisiblepreocupación.—No—respondióabatida—.Temomirarenellasdenuevo.Ahondéensumirada,escrutandoenella.—¿Entonces?—Freya,hesoñadoconsangreydolor.Sonimágenesconfusas, tan

veloces que apenas puedo dilucidarmás que horror y barbarie. Cuando

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esopasa,medespiertoagitadaycasisinrespiración.Séquesonunaseñaldepeligro,unaadvertencia.Miintuiciónmegritaquehuyamosdeaquí.

—Quizádebamoshacerlo—musitéinquieta.—Gunnarseconvertiríaenunproscrito,seríaperseguidoportodos

losconfinesdecualquierreino.Sobrelacabezadetodotraidorpesaunarecompensa;seríacapturadoyajusticiadoenelacto.Respectoa ti,dudoqueHalfdantedejemarchar,comoséquetebuscaríahastaquedarsaciadodeti,siacasoesoesposible.No,Freya;parapoderhuir,ambostenéisquecortarvuestrascadenas.

Permanecí pensativa un instante. Sí, yo también lo sentía, cerca,escalofriantementecerca,unpeligroqueibacreciendoalimentadoporlasintrigas,losodiosylasvenganzas.

—Escurioso—mascullémeditativa—,peronuestrascadenas tienenelmismonombre.

—Un cuervo os apresa a ambos —concedió la anciana—. Noobstante, sólo podéis aplastarlo durante la confusión de una batalla. Laconquista a Jutlandia, y la batalla que librará contra el rey Horik, serávuestraúnicaoportunidad.Encuantoalaaraña,nosharemoscargodeellaantesdequevuelvaapicarnos.

Asentí,mientras amontonaba las tortas de pan en una gran bandejacircular.

—Creoqueeselmomentode reavivarmis lazosdeamistadcon lagranInga—repusecogiendolabandejaconlasmanos.

—¿YcómopiensasderribarlasbarrerasdeGunnar?Eyrameacompañóhacialaalargadamesafrentealhogar,dondese

apiñabandiversasfuentescontodotipodealimentos.—Tentándolo,mostrándolequees inútil alejarse,quenada importa,

nada,exceptonosotros.Eyrasonriócomplacida,oprimiómihombroenseñaldeaprobación

ysealejóhastaunadelasmesasdelrincón,laquesolíanocuparGunnarysusguerreros.

Yallíestabaél,regalándomeunamiradafríaydistante.Cogíunadelas obleas de pan y la mordí voraz sin dejar de sostener su mirada.Entrecerré los ojos y lo observé provocadora, sonreí ladina mientrasrelamíamislabiossinocultarloqueenverdaddeseabadevorar.

Mi sonrisa se ensanchó seductora cuando me apercibí de cómotragabacondificultadysumiradaseenturbiaba.

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Mío,medijeorgullosa,yporlosdiosesquelotomaríacomotal.DerramémimiradaportodoelskálibuscandoalagranIngalaRoja;

no fue difícil encontrarla. Apilaba troncos en un rincón, de rodillas,conformandounapilapiramidal.Meaproximéaellaconairedistraído.

—¿Puedoayudarte,Inga?La rubicunda y oronda mujer me miró de soslayo y resopló tras

asentir.—MeduelelaespaldacomosielcarrodeOdíntraquetearaporella

—manifestóceñuda,frotándoselapartebajadesuespinazo.—Tengounpoteconunemplastequealiviaríatudolor.Memirócongratitudmientrasseponíaenpieconsumocuidado.—Te agradecería eternamente que me lo trajeras, Freya —replicó

haciendomuescasquejumbrosas—,estedolormeestámatando.—Mejorvamosamicabaña—sugerí—,esunemplastoquerequiere

deunlargomasaje.Nomepasóinadvertidoelbrillorecelosoensumirada.Sonreícon

gestoinocenteyenlacémibrazoconelsuyo.—Vamos,Inga,dejaquemandeelcarrodeOdínadondedebeestar,

alValhalla.Una carcajada la sacudió agitando toda su corpulencia. Su melena

rojacomolasascuassemecióenlagruesatrenzaquelasujetaba;variasguedejassueltassepegabanasusrollizasmejillas.

—Deacuerdo,tedejaréintentarlo.Y,así,abandonamoselskáliynosdirigimosamicabaña.Mientras la mujer se desvestía y se tumbaba trabajosamente entre

gruñidosdolorososbocaabajosobre lamesa, rebusquéentre lasvasijasdondeEyraguardabasus remedios.Tomédeunpoteunabuenaporciónde grasa de pato y resina de alcanfor, en el que Eyra había maceradomanzanillaycortezamolidadesauceblanco,ylofrotécontramispalmasparaentibiarlo.

CuandopuselasmanosenlaespaldadeInga,lamujerseenvaró.—Estásmuy tensa, Inga;hasderelajarteydejar tucuerpoblandoe

inmóvilparaquelotrabaje.Obtuveungruñidoyunasacudidadecabezacomorespuesta.Comencé a pasar las manos por su pálida piel, estirándola en

círculos, y trabajándola con los pulgares; un agudo aroma a alcanfor,penetranteyacre,comenzóaaflorar,liberadoporelcalordemismanos.

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—PorOdín,tienesmanosdediosa—mascullóaliviada.Alentada, continué los movimientos. Las yemas de mis dedos

tantearonunaligeraelevación,que,anteelenvaramientodelamujer,supequeeralaraízdelproblema.

—Tendré que incidir en este montículo para que penetre bien elpreparado—advertí—.Tedolerá,perotienesqueresistir.

Tomésusilenciocomounaaceptación,ymedispuseapresionaryaestirar la protuberancia; aquel nudo de músculos constreñidos eran lafuentedelmalestar.

Pude sentir la contención de Inga ante el dolor que debían deprovocarlelapresióndemisdedos,perocontinuémasajeandoconvigor;elcalorfavorecíalaabsorcióndelmejunje.

—AhoraeselcruelLokielquegobiernatusmanos—sequejóentredientes.

—Esnecesario,Inga,perosentiráslamejoríaalmomento.Podemosconversarparadistraertedeldolor;pasaráenseguida,yaloverás.

—Esoespero,porqueahoraesThorelquemeestágolpeandoconsumartillo—gruñóquejicosa.

Suspuñossecrisparonaferradosaltablerodelamesa.—¿SabesquéhasidodeSigrid?Noimaginascómolamentotodolo

quepasó.—No,noloimagino—afirmólamujer—.Comotampocoimagino

porquétebatisteporsuinocencia.Ellaestuenemiga.Aquellaabruptasinceridaddetuvomismovimientos.—¡PorOdín,unrespiro!—exclamóaliviada.—Esmienemigaporqueellalodecidióasí—repliquéretomandoel

masaje—.Peroesonoquitaquesientacompasiónporelladespuésdetantrágicaspérdidas.

Trasuntensosilencioenelquemisdedosamasabansucarnecomosilauntarademantecauncerdo,lamujerhablódenuevo.

—Los dioses castigaron su ambición, es todo. Intento ayudarla asobrellevarlo,intentoquesuodiosediluya,perodudoqueloconsiga.Simehubierahechocasoynohubieraacudidoapedirelfavordelrey...

—¿Quéfavor?—QueleentregaraaGunnarasucuidado;acambio,ellacontinuaría

dándole el remedio que nublaba su juicio. Solía venir a menudo aHedemarkparaqueelreylaproveyeradelbrebaje.

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—CreíaquemandabanaAgderaunhombreparatalfin.—Comenzaron a enviarlo al poco de tu regreso, cuando Gunnar

volvióconsushombres,entregándoleal reyaRagnhildyasuhermano—aseveró—.EntoncesfuecuandoelreyleprohibióaSigridquevolvieraavisitarlo.

Aquella información sembró inquietantes cuestiones en mi mente.Pero laquemásmeperturbó fue elnuevocarizque tomabaelpapeldeSigrid hasta el momento. Una sospecha comenzó a surgir consobrecogedoraconsistencia,comoelresplandordifusodeuncandilenlamásnegraoscuridad, abriendoenunabrumacerradaun reducidocercoluminiscentequeseagrandabaconcadapensamiento.

—¿YcómolesentóaSigridesaprohibición?—Mal, se sintió relegada, creo.Ciertamenteno terminédeentender

suofuscación,puesseevitabatenerqueviajartanamenudo.Deslicélaspalmasdelasmanosenpequeñoscírculos,consuavidad;

lapielhabíaabsorbidotodoelungüento.Cogíunbalde,vertísobreélunabuena cantidad de arcilla roja seca, que Eyra almacenaba en pequeñossacosdesarga,yañadícon tientounbuenchorrodeagua,mezclándolotodoconlaotramano,buscandolaadecuadaconsistencia.

Con la arcilla húmeda y untuosa, extendí un buen puñado en laafectadapartebajadelaespaldadeIngaycoloquésobreellauntrozodelinolimpio,presionandoligeramente.

—Habrásdequedarteun rato tumbadaparaqueelemplastesurtaelefecto deseado—informémientrasme lavaba lasmanos enunbaldedeagualimpia—.Notemuevas,¿deacuerdo?

—¿Adóndevas?«A convertir a una enemiga en una aliada», contesté para mis

adentros.—Acabo de recordar que he dejado un encargo a medias. Eyra

vendráytelimpiará.

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Uninsectoatrapadoporelodio

Estaveznocorreríapeligros innecesarios.PedíaHiramyaSigurdquemeacompañaranaAgder.NecesitabaenfrentarmeaSigridparaconfirmarde algunamaneramis conjeturas, antes de aventurarme a trazar ningúnplan.

Anochecía; los desvaídos haces de un sol adormecido y lánguidorecortaban el horizonte, poblándolo de siluetas oscuras con formas deárboles, colinas y peñascos, y tiñendo de pulido bronce la línea queseparabaelcielodelatierra.

Cabalgábamosalgalope,porterrenoagreste,cubiertospornuestrascapas, casi tendidos sobre la cruz de nuestras monturas para sortear elramajebajoy traicioneroqueno lográbamosdivisar tan a la carrera, yparaacelerarlamarchaconvehementesyabruptassacudidasderiendas.

Nadie debía reparar enmi ausencia, por lo que habría de regresarcuandoacabasendetomarelnattverdr.

Llegamos a la aldea justo cuando la noche nos estrechaba en sugélido abrazo.Laoscuridadpincelabade unoscuro azul cada palmodeterrenoyelresplandorlunaragrisabalascarasexpuestasaaquelastro.Lapátina nacarada perfilaba con nitidez las apiñadas cabañas, de las queemergían ondeantes volutas de humo, como si fuera el resuello depequeñosdragonesdurmientes.

AvanzarhacialacabañadeSigridprovocóenmítodaunaoleadadecruentosrecuerdosquemeflagelaronimplacables.Casimeparecióoíreldesgarrado llanto de un bebé, y ver cómo la sangre formaba un charcoalrededorde lamujer.Mesobrecogíymeabracéamímisma,cerrandomáslacapasobremipecho.

Desmontamosyatamosloscaballosalposte.—Entrarésola—anunciéconfirmeza.Hirammecontemplócongravedad,peroselimitóaasentir.La puerta estaba enmarcada por un delgado hilo dorado, que

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refulgiría del hogar. Pensé en golpearla, anunciando mi llegada, perofinalmenteoptéporentrarsinmás.Abrídespacioyatisbéelinterior.

Una mujer sentada en el suelo frente a la lumbre del hogar sebalanceabaabrazadaasímisma,tarareandounanana.

Cerré losojosun instantey respiréprofundamente.Aquella imagenmeabrumó.

Entréycerrélapuertaamiespalda.Alertadaporlosquejumbrososgoznes,Sigridsevolvióhaciamíconmiradaanonadada.

—Sólohevenidoparahablarcontigo,memarcharécuandolohagaynovolveréamolestartejamás.

Lamujerserefregóelrostrodeformaburdaconlaspalmasdelasmanos, se frotó losojosymemiródenuevo,comprobandoquenoeraunaaparición.

—¿Cómopuedestenerlaosadíadeentrarenestacasa,perra?Comenzóalevantarsecongestoiracundo.Teníalosojosinyectados

ensangre,yelrostromacilento.—Escúchame, Sigrid—me apresuré a replicar—. No fui yo quien

matóatupequeño,tansólofuiunaherramienta,meengañaron.—¡Saldemicabaña!—amenazósilbante.—Loharécuandomedigasloquenecesitosaber.Lamujercogiólavaradehierroconqueremovíalasbrasasylaalzó

haciamí.—Si piensas que porque me hayas salvado del destierro voy a

perdonarte...Desenvainémi acero y lo encaré hacia ella para defenderme de un

inminenteataque.—Nobuscotuperdón,Sigrid;entodocaso,habríasdesertúlaque

buscaseelmíosihubieraalgodebondadentucorazón.—¿Encima he de perdonarte por haberme arrebatado los seres que

másamaba?—Te repito que fui vilmente engañada, quemi única intención fue

salvarlo.Vuelcastuodioenlapersonaequivocada.—¿TampocotieneslaculpadehaberarrancadoaGunnardemilado?

—siseófuriosa.—Tampoco,Gunnarnuncafuetuyo.Esta vez, lamujer dibujó una sonrisa perversamente satisfecha que

mehelólasangre.

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—Oh, sí, Gunnar fue mío; lo tomaba cada noche, no imaginas elplacerqueencontrabaentremispiernas.

—¡Te aprovechaste de su mente envenenada! —le increpéapuntándolaconmiespada—.Nadamás;noagotesmipaciencia,Sigrid.Yahora atiendebienmis palabras.Creoque tu vida y lamía corren seriopeligro.

Sigridentrecerrósuspicazlosojos,perobajóelbrazoquesosteníalavaradehierro,retrocediendoprudente.

—Fuisteamantedelrey,¿noesasí?Agrandólosojosyentreabrióloslabiosconasombro;susemblante

setiñódetemor,yenaquelgestoobtuvemirespuesta.—¿De dónde has sacado esa burda patraña? —inquirió en tono

titubeante.—Delmismorey—mentísinmutarmihieráticaexpresión.Sumiradame escrutó con recelo, pero suporte tenso se abatió sin

remedio,vacilanteentredosemociones.Trasun largo instante,posósusafligidos ojos en la lumbre; las llamas bailaron en ellos, mientras losrecuerdosyeldolorabotargabansurostro.

—Éltambiénmerelegódesu lechocuandollegaste tú—reconocióenapenasunquebradohilodevoz.

—No—neguéapesardenotenerningunaconvicciónalrespecto—.Fue la llegadadesu reina.Yfueéstaquiendescubrióque tuhijoeraunposibleherederoalacorona.

Estavezmemiró conel rostrogrotescamentedesdibujadoporunaexpresión horrorizada. El amargor oscureció su mirada y la cólerafrunciósuspálidoslabios.

Misconjeturaseranciertasyaquellacertezareavivabaconmásvigorelresplandorqueemanabadetancruentaverdad.Ragnhilddespejabaasupropio hijo el camino de bastardos que pudieran usurpar su lugar. Sinembargo, algo no encajaba. El acabar con la vida del pequeñoOttar nogarantizabaqueSigridperdieraalhijoquellevabaensuvientre,comoasíhabíaocurridoparaventuradelareina...

Entonces,unfogonazoiluminómimente,comoelviolentoimpactodeunrayoresquebrajandoeltroncodeunárbol.Mirostromudómientrasabsorbíaaquelconocimiento.

—¡QueLokiarranqueelhijoquealbergasuvientre!—siseóSigridentre dientes. El odio desdibujó sus facciones y casi pude oír cómo

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crepitabaenella—.Porque,sinolohaceLoki...loharéyo.—¿Tusdoshijos...erandeHalfdan?Gruesas lágrimas resbalaron de sus ojos zigzagueando por sus

lívidasmejillas.Cayóderodillasmientrassoltaba lavaradehierroparacubrirseelrostroconambasmanosysollozarabiertamente.

Envainélaespadaymeacerquéaella.—Sigrid.Lamujernegóconlacabeza;sushombrossesacudían,altiempoque

derramabasuaflicciónfrentealfuego.Mecompadecídeellalosuficientecomo para atreverme a arrodillarme a su lado y posar la mano en suhombro.

—Mi...mimadremellevóalacorte,cuandoGunnarsucumbióatusencantos—susurróentresollozos—.Era...unamujermuyambiciosa,asíque logró una audiencia yme entregó como ofrenda para conseguir sufavor,quenoeraotroqueadvertir al reycontraGunnar.Poreso,UlfyAmina, con soldados del rey, masacraron Skiringssal poco tiempodespués.En realidad, tambiénpretendíaque el rey se encandilarademí,pero se limitó a tomarme durante unos días hasta que partió haciaHedemark. Cuando... cuando descubrí que esperaba un hijo, mi madredecidióutilizarloparaatraparaGunnar.

Intenté asimilar aquel torrente de información que quemaba misentrañas como lava ardiente.Asdis, la cruel y sibilinamadre de Sigrid,siempre había manejado los hilos en mi desgracia y, a pesar de haberperecido en su propia trampa, su ruindad seguía persiguiendo a susdescendientes. No hizo falta que alentara a Sigrid para que continuaradescargandosu tormento.Entre sollozosehipidos, eldolorde lamujerflotó en la estancia como la bruma que precede al amanecer, densa ypesada.

—CuandoalossupervivientesnosllevaronaAgder,bajolatuteladelrey,mevidesamparadaysolaconunhijoreciénnacido.Entoncesacudíaélbuscandosuprotección,perosindesvelarqueeraelpadre,puestemíasu reacción. Fue cuandome contó su plan de convertir aGunnar en sumejorberseker,yloentregóamicargoparaquemihijotuvieraunpadre.Paguéesefavorconmicuerpohastaquesesaciódenuevoymeprohibióacercarme a él... Pero, una vezmás,me abandonó con su semilla enmivientre.

Cerré los ojos. Cuán alto pago conllevaba la ambición, pensé

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mientras en mí se liberaba ya no odio, sino compasión por tan pobresalmas.Suspirépesadamenteymeobliguéaarrancartodalaverdad.

—Dejaste que pensara que tu hijo era de Ulf cuando me encarécontigo.

—Ulf no podía tener hijos—afirmó perdida en sumemoria—. Locastrarondemuchacho.Cuandofueesclavodeunclanrival,learrancaronlostestículos,peropodíayacerconunamujer,tenía...susmañas.

Me estremecí.En elmomento en queSigrid logró alzar lamirada,volvió a fijarla en el fuego. Sumida en aquella época, los recuerdosparecieron sepultarla como si una opresiva losa la empujara a lasprofundidadesdesuparticularaverno.Creíverundejearrepentidoensusemblante.

—¿Aquiénleconfesastelapaternidaddetushijos?Suspiró;susllorososojossecerraronuninstanteantesderesponder.—Quisedeshacermedel hijoquegestabamivientre—confesó con

amargura—. Gunnar recobraba el juicio día a día, podía ver cómo sumiradaseaclarabaysumentedespertaba.Noentendíaporquéelbrebajehabía dejado de funcionar, pero el hecho es queGunnar no tardaría enabandonarme, a pesar de todos mis esfuerzos. —Dirigió la vista a unpuntoenparticular.Seguísumiradaymetopéconunaextrañamarañadecabello negro pendiendo de un gancho. Aquello me desconcertó—.Entonces,acudíalOráculoparaquearrancaraalbebédemisentrañas.

—¿ElOráculo?—Conoce el poder de las plantas, también es sanador—aclaró. Se

enjugólasnuevaslágrimasquebrotabanysorbiósunariz—.No...nosécómolohizo,perologrósonsacarmelaverdad.Invocóalasnornasy,atravésdeUrd,laquedesvelaelpasado,supomisecreto.

Lasnornaseranlasdiosasdeldestino,lasquelotejen.Urdprotegíala urdimbre de nuestro pasado, para mostrarlo a quien la invocaba.Verdandientretejía elpresentede loshombres.YSkuldocultabael telardelfuturo;eralamáshuidizaydifícildeinterpretar;solíamoversushiloscambiandoeldiseñosegúnnuestrasdecisionesdiarias.

—¿Sóloélsabetusecreto?¿NiInganinadie?Cabizbaja, negó con vehemencia. Susmanos aferraban crispadas el

pañodesutúnica,arrugándoloconfiereza.—¿Qué...quéfueloqueteaconsejóelOráculo?Inhalóprofundamenteyarrugóelceño,quizásoportandootroacceso

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depunzantesrecuerdos.—No quiso ayudarme—musitó tirante—.Dijo que, si tenía sangre

real,losdioseslocastigarían.En ese instante, supe que el Oráculo era la herramienta de la

ambiciosa Ragnhild. Resultaba lamentablemente clamoroso que, ante eltemordelosdioses,habíantrazadoelplanparaqueotroincautoacarrearacontalcastigo,unoque,además,yaestorbabaensuvida:yo.Noobstante,podíanhaberselibradodelcastigodivino,peronadalosprotegeríadelafuriadellobo.

Miré aSigrid; tenía lamiradaperdida, y el rostro desencajado.Nosabíasisujuiciosoportaríaelabominablepagoasumezquindad,peroyanada la anclaba a estemundo, exceptoquizá el odioquebrotabade ellacomounavorazhiedra,emponzoñandounalmayamarchitaenunabrazoqueabuenseguroacabaríaconella.

—Nosoyquiénparadarconsejos—susurrécontibieza—,peroeresjoven;tuúnicaoportunidadesempezardenuevo,moldeadaporeldoloryforjadapor loserrores.Vete lejos,yolvida.HazteamigadeVerdandi,yperfilalaurdimbredeSkuld;encuantoaUrd...aprendeavivirconella.

Nomerespondió,nisiquieramemiró.Suspiréymepuseenpie...y,comoatraídaporunafuerzainvisible,meacerquéalaenredadacabelleranegra colgada en la pared.Cogí unmechón con losdedosy losdeslicépensativa.Parecíacrindecaballo,perolahabíancosidoamododepeluca.Suspiré profundamente. Supe en el acto cómo Sigrid había logradomanipularlaconfusamentedeGunnarparalograryacerconél.

Tragué saliva y la miré de nuevo; mi piedad creció, mas no miperdón.

Salí de la cabaña, con el alma pesada y un amargor hiriente enmigarganta.

Hiram avanzó preocupado hacia mí, alarmado por mi abatidaexpresión. Pero era tanta la crueldad que me rodeaba, tantas las suciastretasquecomodelgadoshilosdesedameenvolvían,tantaladesmedidaambiciónytantalabarbariedesplegadapormisenemigos,quemesentíaperdidayconfusa,peroelsentimientoqueamenazabaconrompermefueunafuriademoledora.

—¿Estásbien,Freya?Hemosoídounllantoespeluznante.Lomiréconfijeza,tensélamandíbulayasentíconsuavidad.—No era yo —respondí con frialdad—. Es tiempo de provocar

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lágrimas,nodederramarlas.Yentonces llegóhastanosotrosunestiradoyagónico lamento,que

quebrólanocheerizándonoslapiel.ElperpetuosupliciodeSigridseríasucondena.

—Regresemos—musitémientrasencajabaelpieenelestriboymeencaramabaamimontura—.Nadatenemosyaquehaceraquí.

LoshombresmeimitaronypartimosdenuevohaciaHedemark.La fría brisa nocturna no lograba enfriar mis ánimos; en mis

pensamientosdosrostrosregiosseteñíandesangre.Durantelacabalgada,mimenteperfilabaunavenganzaqueejecutaría

demaneraimplacable.Yanoencontraríanpiedadenmicorazón,estaveznoibaadefendermividaycuantoamaba,no;estavezibaaluchar.Estavezatacaríacontodasmisarmas,unabatallasincuartel,enlaquemividaeralomenosvaliosoquepodíaperder;eranmialmaymicorazónlosqueestabanenjuegoy,siparasalvaguardarlosteníaquearrancardelafazdelatierraamisenemigos,porlosdiosesqueloharía.

Antesdeentrarenelskáli,lepedíaHiramunúltimofavor.Todavíaardíaenmí la ira,necesitabaenfriarme lo suficientecomo

parapoderactuarconciertanormalidad,necesitabaquemisenemigosseconfiaran para asestarles el mordisco final. Y para lograrlo tenía queapagar hasta la última brasa capaz de empujarme a cometer cualquierdesatino.

—Necesitopelear—murmurédesenvainandomiacero.Arrugó el entrecejo y sopesó mis palabras con expresión

desconcertada.—¿Quieresbatirteconmigo?—inquirióconasombro.—Eresunguerrero,¿no?Sonrió entre confundido y divertido, se encogió de hombros y

chasqueólalengua.—Esoparece,sí—concedióconsorna.—Vayamosalcampodeadiestramiento—sugerí.—Noeselmejormomentodeldíaparaentrenar,peroyasabesque

nopuedonegarlenadaaunamujerbonita.Meguiñósocarrónunojoydescubriósuacerocongestovanidoso.—Alomejorhoydeberíashacerlo—intervinoSigurd—.Nosépor

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qué,intuyoquevasasudar.—Vamos—apremié—,nodispongodemuchotiempo.Avanzamosagrandeszancadas,tansóloiluminadosporelnacarado

refulgir de una gran luna llena, que imponente rezumaba su poderalejando a la acechante oscuridad que parecía querer envolverla en suabrazo,sacrificandosunegruraenposdeacariciarla.

Rodeamoselgranskáliynosadentramosenelclaroqueconformabala amplia extensión donde los guerreros entrenaban y los jóvenesaprendicesadquiríanelmanejodelasarmas.Ahoradesierto,eratansólounespacioabiertoysilencioso,un terrenoampliodondedescargar todamicólera.

Me volví hacia Hiram, afiancé con fuerza ambas manos en laempuñadura demi espada, posicionándola en vertical ami cuerpo, abríligeramentelaspiernasylomiréretadora.

—Quieroqueteentreguesenelcombate,Hiram,nadadejuegos.Lomirécongravedad.Palpitabaenmítalfuria,taldolor,quesentía

ganasdegritaryderrumbarme.—Freya,suelodarlotodoencuantohago—replicóaltivoalzandoel

tono de voz—. Pero nome pidas que pelee contigo en un duelo serio,porque no lo haré. Contendré tus estoques hasta que desfallezcas si esnecesario,peronolucharécontrati.

—Peleadeunavez,maldito.Y lancémi primera estocada con toda la fuerza que acumulabami

furia.Hiramlafrenóconsuaceroysostuvoasombradomifieramirada.Volví al ataque conmás ímpetu, desplegando velocesmovimientos

ofensivosqueloobligaronaretrocedermientrasconteníamisembates.Gruñíaofuscadaantelapasividaddelguerrero,quemecontemplaba

conexpresióndesconcertadaalvermidureza.—¡Lucha,maldición!—exigífuriosa.Negóconlacabezadandounpasoatrás.—Nopiensoarriesgarmeahacertedaño—manifestófirme.Resopléairadaygruñívolviendoalacarga,cuandoatisbédesoslayo

unasiluetaacercándoseanosotros.—¡Yolucharé!La sangre se congeló en mis venas al oír aquella voz grave. Nos

detuvimosjadeantesmientrascontemplábamoscómoGunnarseacercabahacianosotrosdesenvainandosudescomunalespadón.

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Todo mi cuerpo reaccionó ante su presencia, sacudido por untemblorquecasimehizosoltarlaespada.

Sostuve su penetrantemirada;mi corazón dio un vuelco cuando sepuso frente amí, conmirada felina, adoptando una postura de combatequeerizómipielyhormigueómivientre.

—¡Largaos!—musitócongestoimpacienteaHiramyaSigurd.Sus guerreros inclinaron levemente la cabeza ante él y se alejaron

conpasoapresurado.—Aquítienesaalguientanfuriosocomotú,loba,paradarcuentade

tufrustración.—Dudoqueestésmásfuriosoqueyo, león—loincrepéfrunciendo

elceño.Mecubríconlaespadaylofulminéconlamirada.—Despejaré ahora mismo esa duda —amenazó inclinando

ligeramentelacabeza,comoundepredadoracechante.Ycomenzamosamovernosencírculo,atentosalosmovimientosdel

otro y balanceando lánguidamente nuestros aceros, estudiándonos conatenciónyalertasaunataqueinminente.

—Vamos, temible ulfhednar —alenté susurrante—, muéstrame tufuerza.

Susverdesojos,agrisadosporlaplatadelaluna,chispearonletales.Alolejos,elaullidodeunloboquebrólanocheyagitómipecho,puesdeseéimitarlo.

Ante mí, el hombre que amaba, tan roto como yo; el dolor quebrotabadesumiradafuesuprimeraestocada...ymortal,porcierto,puesatravesómicorazónconlapujanzadeunadagaenvenenada.

Y,así,Gunnaralzósuaceroylodescargósobremí.

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39

Entreelcorazónylarazón

Ellafrenósumandoblecondestreza,arrastrandosufiloparalibrarsedeun pulso que acabaría doblegándola; las chispas que saltaron de ambosfilosse fundieronen lanoche.Supoesquivarcondenodadamaestría lasestocadas lateralesqueélasestaba.Acada ratogirabavelozparaasestarsus feroces ataques, impelida por una cólera que la hacía temblar yenrojecíasusojosysusmejillas.

También él estaba furioso, y mucho. La veía enfrentarse a él, tanfieramentehermosa,taninalcanzableya,quesudolorsereavivaba.Sóloimaginarlaentrelosbrazosdelreyleroíalasentrañas,sólorecordarqueella había renunciado a él le arrancaba el alma. Pero asumir un papelindiferente,controlarsusimpulsosyreforzarunayotravezsucontenciónloestabahaciendotrizas.

Queríabebersu furia,y liberaralgo lasuyapropia;podríahaberladerrotado con el primer espadazo, sin hacerle elmenor daño. Pero ellanecesitaba luchar, desfogar el dolor que pintaban sus facciones, y quesuponíaqueeraelreflejodelsuyopropio.Gunnarreprimiólanecesidadde desarmarla, apresarla entre sus brazos y tomar su boca como aliviopasajeroasuoscurotormento.

Mientras cruzaban sus aceros, mientras sus ojos se enlazabanpenetrandosuspropiasalmas,mientrassuscuerpos resistían lapunzantenecesidadde fundirseenunosoloy todassusemocionessederramabanencadaestocada,Gunnarseconvencíadeladecisióntomadadíasatrás.

Ella jamás estaría segura en aquellas tierras, ni siquiera bajo laproteccióndetanvilrey.Tampocoélhabíapodidoprotegerla,nipodría,pues la tragedia los perseguía como un ave de rapiña. Y tristementecomprendíaque,juntosono,acabaríaporatraparlos.

Sólohabíauncaminoposible,laúnicaescapatoria,unaqueelamorqueellasintióporéllehabíarobado.Yeraregresarasutierra,talycomoella lo planeó antes de que el infortunio la apresara de nuevo. Aquella

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decisión que lo había llenado de amargura era lamás sensata, ahora loveía con apabullante claridad. Y si tenía que meterla a la fuerza en unbarco,porOdínqueloharía.Ellajamáspertenecióasumundo,unmundorudo,hostil,bárbaroeinjusto.Éllahabíacondenadoaaqueldestino,ylasalvaríadeél.Seríalaúltimapruebadeamorqueleregalaría,aunqueélmuriera con su ausencia, sin nada que latiera en su pecho ya. Ladevolveríaconlossuyos;después,yanadaimportaría.

Conocía de memoria sus movimientos, la había observadosubrepticiamente muchas veces; sabía qué ataques ella anticiparía paradefenderse con premura y cuáles descargaría a continuación. Y aunqueembelesado en su ágil danza letal, en cada pose y en sus impetuosasexpresiones,luchabaconellaobligándolaaesforzarsemás...ayudándolaaarrancaresarabiaquelaconsumíayquehumedecíasusojosyacentuabasus gruñidos. Pero, pronto, el cansancio comenzó a entorpecer susestoques, y la rabia se tornó frustración,y ésta sediluyóenuna tristezaque lo conmovió. Aunque mantuvo su cejo fruncido y su expresiónconcentrada,luchandomáscontrasímismoquecontraella.

Jadeanteysofocada, trastabillóhaciaatráspeligrosamente.Sintióelimpulso de sujetarla, pero lo estranguló. Ella no necesitaba ayuda,necesitabaaligerarsucarga,caerysollozar.Yquelosdiosesloayudaranaélsilaveíaenaquelestado,puessabíaquesusbarrerasseharíanañicosalinstante.

Freyalogróestabilizarse;apartóraudaunlargoyoscuromechóndesurostroylofulminóconlamirada,aunquelamuecadedoloryanheloensurostrorasgódeformatemerariasucoraza.

—¡¡¿Me odias, condenado gigante?!! —bramó descontrolada y alborde del llanto—. ¡Pues aquíme tienes, acaba conmigo de unamalditavez!

Alzósuespadaylomiróretadora,aunquedesoladaauntiempo.—Eres tú quien me mata con cada mirada —confesó respirando

entrecortadamente—. Ya no eres mía, Freya, eres de Halfdan, pero metientas,juegasconmigo.¿Quédiablosquieresdemí?

—Ati.Aquellaspalabrasseclavaronensupecho.Cerrólosojosuninstante,

falto de aliento y de escudo. Rebuscó en su interior la fortaleza quenecesitaba; tenía que reparar las fisuras que surcaban su coraza comozigzagueantesgrietasenlacongeladasuperficiedeunlago.Perocuando

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abriólosojosyviolágrimascontenidasenaquellosojosdeorobruñido,bajósuaceroylediolaespalda.Teníaquealejarsedeelladeinmediato,perosuspiesseguíanancladosalsuelo.

—¡Noterindas,maldito!—loincrepó—.Aúnpuedovencerte.Hundióloshombrosabatido;nofuecapazdevolverseymirarla.—Yamevenciste,Freya,laprimeravezqueposastetusojossobremí

—admitióenunestranguladohilodevoz.—Entonces, afronta tu derrota —musitó ella con voz rota—.

¡Mírame!Sintiócómounpuñoestrujabasucorazón.Conelrostroconstreñido

en un rictus ácido y doloroso, con los puños apretados y el cuerpoenvarado,apretólosdientesyseobligóacaminaralejándosedeella.

Pero oyó sus pasos siguiéndolo. En un arrebato, ella corrió paraalcanzarlo,yseinterpusoensucamino.

—¡Apártatedemí!—exigiócortante.Loencaróaltiva,acercándosetentadoramenteaél.—¡No!Cambiódedirecciónyelladenuevoseplantódelantedeélconlos

brazosenjarras,miradallorosaysemblantedecidido.—No me obligues a apartarte de mi camino —amenazó casi con

desesperación.—Hazlo,unaymilveces si teplace,porque teperseguirémientras

quede un aliento de vida en mi cuerpo —replicó ella altanera, tanbellamente desgarrada que las grietas de su coraza comenzaron aensancharse sin remedio. Trémulo, se sumergió en sus ambarinos ymágicosojos.

¡Por los dioses, la amaba tanto que una vida no era suficiente paravenerarlaconella!

Soltóelairecontenido—Freya, es inútil lucharya, éstenoes tu lugar—musitócontritoy

cabizbajo.Frunciósuceñoconbrusquedad, sofocandofútilmenteeldolorque

manabadeella,comoeltorrentedeunacascada.Eldeseodeestrecharlacontrasupecholoabrumó.

—Mi lugar —comenzó a decir conteniendo a duras penas unprofundosollozo—esaquéldondetúestés,amormío.

Otro pellizco a su maltrecho corazón, tan fuerte que se sintió

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desfallecer; cerró los ojos de nuevo, agarrándose a la exigua hebra denegaciónquelequedaba.

Se volvió otra vez, dándole la espalda a ella, como si no tenerlafrenteasí lograracontener lasbrechasquequebrabansucorazaapasosagigantados.Teníaquehuirdeallíya.

Apenas dio un paso, ella se le abrazó a la espalda, rodeando sucintura,ciñéndoseaél.Todosucuerposeenvaró;respiróhondamenteyaguantóestoicocómosusbrazosintentabanabarcarlo.

—¡Suéltame,Freya!—siseósuplicante,entredientes.—No—sollozócompungida—.Estoymuertasinti.Nopudoaguantarmás.Sevolvióhaciaella,todavíaentresusbrazos,

ycogiéndolaporloshombroslaobligóamirarloalosojos.—Tambiénconmigo—murmuróconpesadumbre.Eldolorloasaltó,

cerrándole la garganta un instante—. Yo... voy a llevarte con los tuyos,piensodejarteenbrazosdetumadredenuevo.Voyaenmendarmierror.

Entoncesellaloempujóairada;susojosseentrecerraroncoléricos.—¡¿Error,dices?!No,novasaengañarme,creesodiarmey...—No—gruñódolido—;meodioamímismoporpermitirqueese...

queesemalnacidoreypongasusmanossobreti...Entre lágrimas, ella lo fulminó con los ojos entornados y gesto

furioso.—Eseso,¿verdad?—acusóofendida—.¡Medespreciasporqueotro

hombre puso sus manos sobremí! ¡No lo soportas, sólo imaginarlo teasquea!

—¡Sí,measquea!—bramóimpotenteyroto.Y entonces a su torturada mente acudió una imagen que lo había

fustigado todo este tiempo: ellos yaciendo apasionados en el lecho real.Unrugidocoléricoescapódesuslabios,surostroseveló,oscurecidoporlafrustración,ylaempujórudamentelejosdeél.

Freyaagrandólosojosuninstante,dejóescaparuncoléricobufidoyarremetiócontraél,palmeandosupechoconfuerza.

—¡¡¡Vetealinfierno,gigantedeldemonio!!!Alzóunamanoyloabofeteóconsaña.Gunnarintentóagarrarlelas

muñecas, pero ella estaba fuera de sí. Y, entonces, estalló presa de unafuriaquelodesquició.

—¡¡¡Yaestoyenél!!!—rugiófuribundo.Lacogióconfuerzaporlosbrazos,inmovilizándolos,ylapegóasu

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pecho.—Y ahora—hizo una pausa, penetrándola con la mirada—, voy a

borrarcadabesoycadacariciadecualquieraquenoseayo.Y se cernió sobre ella con voracidad, enloquecido y desesperado,

tomandosubocaconlarudaansiedaddeunsedientolanzándoseagónicosobreuncharcodeagua.

Nofuehastaquesulenguasaboreóeldulcealmíbardesuslabiosquepercibió la implacable intensidad de su hambre contenida. Que fueconscientedelanecesidadquehabíaestadoroyendosusentrañastodoestetiemposinella, languideciendosuespíritucomoseapagauncuerposinalimento,ounalmasinluz.Yahora,apesardequeellasedebatíaentresusbrazos, todavíacolérica,supoquenopodríadetenersehastasaciarseporcompleto.

Cercósulengua,degustócondeliriosusaboryseperdióenél.Lacubrióconelcuerpoylaciñóconlosbrazos,inmovilizándolay

avasallando su boca con una voracidad casi salvaje. Su resistenciacomenzó a morir en una sumisión que despertó todos sus instintosanimales.Erasuya,yporlosdiosesdelValhallaquelatomaríacomotalomoriríaenelintento.

Lacogióenbrazossinsepararsubocadeladeella,besándolacondenuedo, aliviado al comprobar cómo ella se entregaba al beso, cómoenredabalasmanosensunuca,cómoderramabaungemidotrasotroensugarganta,cómosefrotabaansiosacontrasupecho.

Lapasiónlonublaba,comounanieblapesadaydensacubriendounprado,cegándoloyaturdiéndolo.Todosucuerpopalpitabaanteeldeseoquebrotabadeélconlafuerzadeunallamadescontrolada.

Suspasoslollevaronhaciaelprimerresguardoquelogróatisbar:elcobertizodondeguardabanlasarmas.

Dio una patada a la puerta, ésta crujió indignada y se sacudió conestrépito, rebotando altanera.Gunnar se adentró en el pequeño almacén,conelímpetudeunvientohuracanado.Ladejóenelsueloyseseparólojusto para arrancarle la túnica con hosquedad. Freya lo contemplabaarrebolada, subyugada y jadeante, pero con la mirada prendida de undeseotanacuciantecomoelsuyo.Apesardequelaurgenciaconstreñíasucuerpo, seembebióun instantedeaquel cuerpoque loenloquecíacomoningún otro, aquel que tantas veces soñaba y donde se perdíairremisiblemente,inclusocuandosealiviabaenlasoledaddelasnoches,

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evocándolo.—Mía,denadiemás—musitóenapenasunsusurro.—Sólotuya,miamor,siempretuya.Aquellos dorados ojos anegados de lágrimas, aquellos labios

inflamados y enrojecidos, entreabiertos y tembloroso, rompieron suinmovilidad.Sedesprendiódesucamisola,delcintoydesuscalzascontorpe premura y se abalanzó sobre ella, que dejó escapar un gemidoaliviadocuandodenuevolaapresóentresusbrazos.

—Gunnar...oh,Dios,Gunnar...Aferróconahíncosusnalgasylaalzósobreél.Ellalorodeóconsus

esbeltas piernas de seda y se ancló a su cuello, buscando su boca.Mordisqueósuslabios,loslamió,mientrasfrotabalaserectascoronasdesus tersos senos contra su pecho, y él, consumido por el deseo y laemocióndetenerlaentresusbrazos,sesintiódesfallecer.

—Miloba,mihermosalobanegra...—gimióafectado.Freya lomiróunbreve instante a losojos; de aquellos solesmanó

todoelcalordesussentimientos,yélsederritióenaquellaintensidad.La pegó contra la pared y la penetró de una profunda y enérgica

embestida.Freyadejóescaparunaexhalaciónsorpresiva,yacontinuaciónungemidosofocado,tansensual,quetemióderramarseenelacto.Esperóa que su interior se acomodara, a que su carne se amoldara a la bruscaintrusión, mientras sumergía la mirada en la de ella, mostrando laintensidadquelodesbordaba.

—Noserégentil—advirtióentredientes.—Noquieroqueloseas—murmuróellaansiosa,alentándoloconun

sinuosomovimientodesuscaderas.Apretólosdientesyliberóungruñidocuandolaembistiódenuevo.

Elplacer lo sacudió tanvehementequeperdióelalientoyse leerizó lapiel.Comenzóamoverse,impetuosoyurgente,demorándoseensalirdeella,deleitándoseensuhúmeday tensaestrechez,enaquelardor jugosoque rodeaba sumiembropalpitantey loceñíacon fruición.Ysintióquemoría un poco, en cada acometida, desgarrado por un sinfín deemociones,porunamiríadadesensacionesyporunúnicosentimiento.

Freyatomósubocaconvoracidad,atrapandomechonesdesumelenaentrelosdedos,jadeandoconfrenesíycontorneándosefogosacontrasucuerpo...volviéndolocompletamenteloco,desatandoelanimalsalvajequehabíaenél,unoapaleado,heridoyfurioso,unodesesperado,hambriento

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y desolado. Y, entonces, un placer intenso estalló dentro de él,rompiéndolo por dentro. Gruñó desbocado en sus últimas arremetidas,sintiendo cómo su interior estallaba en pedazos, cómo la tensión loquebrabaycómosucuerposetensabaliberandosusemillaenella,conunroncogemidodesgarrado.

Se negó a salir de su cuerpo; continuó besándola delirante, todavíahambriento de ella.Acariciaba cadapalmodepiel expuesta, apretándolacontrasí,comosipudierafundirlaensucuerpo...yprotegerladetodoyde todos, para tenerla siempre cerca, al lado de su corazón, pues a élpertenecía. Cuando logró dejar su dulce boca, aún no saciado de susmieles,admiró laenamoradaexpresiónde lamujerqueamaba,yquedócautivadoensusubyugadosemblante.

—Ahoranosécómovoyalograrmantenerlasmanosalejadasdeti—confesóconpreocupación—hastaqueorganicetuviajedevuelta.

—Novasaalejarmedeti,olvidaesalocura—replicóFreyaagitada—. Nos pertenecemos; sellamos nuestras almas, así como nuestroscorazones,¿todavíanoloentiendes?

—Sóloentiendoqueaquícorrespeligro,yquenodescansaréhastasaberteasalvo.

Gunnar salió de ella y la depositó con delicadeza en el suelo, seagachóyleacercólatúnica.Ellafruncióelceñocondesaprobación.

—Yyonodescansaréhastaquecomprendasquenopiensoirmedetulado.Hasta que descubras quemi vida corremás peligro sin ti, porqueestarémuerta,másinclusodeloqueloheestadotodoestetiempo.

Cogió sus ropas y se vistió apresuradamente,maldiciendo para susadentrostodassusflaquezas.

—No hace mucho, planeabas huir de mí —le recordó, evitandomirarlaymasticandotodoelamargorquesentía.

—Sí—asumióella.Algo en su tono lo obligó amirarla. En la penumbra del reducido

cubículo, bañada por el nácar que se filtraba entre el resquicio de losmaderos,todavíadesnuda,tanhermosaquecortabaelaliento.Tanmágicae irreal, que cualquier diosa envidiaría aquella aura que la rodeaba,aquellaperfecciónque lavestía,aquelpoderquerendíaa loshombresasuspies,atraídosporelmagnetismoqueelladesprendía,comoelefluviodeunafraganteflor.Cortabaelaliento.Dosperlasbrotarondesusojos,dejandounsenderosinuosodeplataensusmejillas.Yalgoensuvientre

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secontrajo,supechoreventódeamoryelimpulsodecobijarlaentresusbrazoslorompió.

—Fuiunailusa—añadióenuncompungidoyexiguohilodevoz—,pero pensé lo que tú piensas ahora, que lejos demí, quizá los dioses teotorgaransufavor;penséquetuhijoaliviaríamiausencia,quelograríasvolcar tu vida en él, y gozarías de una vida plácida, al menos,parcialmenteplena.Yo...yojamáspodrédarteunhijo,Gunnar.Tusangremorirácontigo,siestásamilado.Cuandotevi...—hizounapausaenlaque cerró los ojos con fuerza, buscando en su interior la fortalezanecesariaparaseguirhablando;surostrosecontrajocomosiunapunzadadedoloratravesarasupecho;bajólacabezaysuoscurocabellocubriósurostro—...acunandoalbebé,elmodoenquelomirabas,yo...mehundí.

Gunnarseacercóaella,cogiósurostroconlasmanosylaobligóamirarloalzandosucabeza.

—Ningún vástago, ni siquiera tuyo, podría ocupar el lugar queocupas tú. Con mi hijo, murió un trozo de mi corazón; sin ti, estabamuertoporcompleto.

—Y,aunasí,pretendesapartarmedetulado.—Escúchame: decidí dejar estemundo cuando te perdí. Sin ti, nada

tenía sentido. Contigo en él, aunque lejos, quizá me baste para poderseguirrespirando,puessabréquevives,quepiensasenmí,queenalgúnlugarlejano,vives,sueñasyamas.Yconesomeessuficiente.—Respiróhondamente,lacongojaloahogaba—.Aunquenoseayoelquedisfrutedetodoeso.Porque, side formaegoísta teancloami lado...ymueresporeso,entoncesni lamuertealiviarámidolor,ni soliviantaráeldesprecioqueyametengo.

Freyasepusodepuntillas,rodeósushombrosyatrapósubocaconextrema dulzura, conmovida y delicada, derramando en el beso todo elamorquesentía.Elsaborsaladodesuslágrimassemezclóconelalmíbardesuboca.Éldescargóensubocasupropiafrustraciónyansiedad,yalmismo tiempo selló cuanto sentía, prometiéndose grabar en sumente afuego aquel instante para poder beber de él cuando las fuerzas loabandonaran.

Cuandoellaseseparóylomiró,vislumbróunadecisiónfirmeensuhúmedamirada.

—Tendrás que luchar contramí—manifestó con serenidad— y nounavez,sinotantascomoteempeñesenllevaracabotuempresa.

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—Freya, nome lo pongasmás difícil—rogó—.Te tengo desnudaentremisbrazos,yyamecuestareprimirlasganasdetomartedenuevo.Ni siquiera sé cómo voy a lograr dejartemarchar esta noche, ni cómodemoniosconseguirésoportarestar lejosde ti.Loquesí tengoclaroenesteinstanteesquenovoyapermitirqueningúnhombrepongasusmanossobreti,mientrasyoestécerca.

—Nadiehapuestonipondrálasmanosenmicorazón.Porquenomepertenece,ynopiensoalejarmedeél.Me lo robastehace tiempo,ahorapagalasconsecuencias.—Dibujóunasonrisatemblorosaensusmullidoslabiosqueloprendó,comoseprendauncuervodeunabrillantemonedade plata—. Prefiero morir mañana estando toda la noche contigo, quevivirtodaunavidaprivadadeti;nomecondenesatancrueltormento.

—Freya...—suspiróafectado,forzándosearesistir.—No, no supliques, maldito bárbaro, ya no hay piedad en mi

corazón,nisiquieraparati.Eresmío,ylucharéconuñasydientesporti.Ambossabemosloquenossepara,ysí,esunreypoderoso,ambiciosoytaimado,ysureinaunaarañamortífera,perosonmortales.Secierneunaguerra en la que expondrá su reino y su poder por conquistar nuevosterritorios.Estavezno seránnecesarios lospactos,ni las traiciones, tansóloseráprecisoestarcercadeélenlacontiendayaprovecharlareyertaparaacabarconsuvida.

—Esarriesgado,desconfíademí; se rodearáde toda suhird comoescolta.Esastutoydispondráguerrerosquelecubranlasespaldasyquemevigilenespecialmente.

—Bajarálaguardiaconmigo.Gunnar sintió un vuelco en el vientre y negó determinante con la

cabeza.—Noteexpondrás—sentenciógrave—.Nopiensoconsentirlo.—No puedes impedírmelo, soy una de sus skjaldmö, partiré a la

batallacomoloharástú.—Piensometerteenunbarcoantesdequeesoocurra,maniatada,si

espreciso.—Sólomatándomeloconseguirás.Sostuvosufirmemirada,yseperdióensuintensidad.—Yatesecuestréunavez—recordóamenazante.—Tambiényo—replicóaltiva.Su sonrisa jactanciosa caldeó su alma. Sí, aquella mujer le había

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arrebatadoelalmainclusoantesdeconocerla.—¿Acasonoesmejorunamuerte rápiday sindolorqueuna larga

agonía?—inquirió ella acariciándolo con lamirada,mientras delineabasuslabiosylosincendiabadenuevo.

Y entonces, claudicó ante aquella certeza. De repente, todas susbarreras cayeron, el escudo se fragmentó hecho trizas, sus reservas sedesmoronaronysudecisiónmuriódesangradaasuspies.Lucharíanhastael final, porque su amor lomerecía; si los dioses los habían unido, nopermitiríanqueloshombreslossepararan.Yahabíansufridodemasiado;él,enmanosdeLokiydelinfortunio,yella,enmanosdelacrueldad,laobsesiónylaenvidia.Sí,muchomejorunamuerterápida,aunquelucharíahasta la extenuación por vencerla, y si lo conseguía ella sería surecompensa. Con la agonía, en cambio, no podría combatir y tan sólorecibiríandolorymiseriascomopago.

Su mirada cambió, pues ella pudo sentir la transformación que seproducía en él.Su semblantebrilló triunfal, aliviaday emocionada, y élpudosonreírporprimeravezenmuchotiempo.

—Lucharemos—decidió.Ylaabrazócontantafuerzaquetemióquebrarsuscostillas.Ella dejó escapar un sollozo liberador que deshizo el nudo de

amarguraquelohabíaestadoenvenenandotodoesetiempo.—Miloba,sientoquemerevientaelcorazónenelpecho.—Loconseguiremos,amormío,estavezsí.Gunnarapartó su temor,dejandoescapar suconfianzay laplenitud

devolveratenerlaoportunidaddeluchardenuevoporella.Cogiósubellorostrodenuevoypególafrentealadeella.—Escúchamebien:voya tenderteenel sueloya tomartehastaque

desfallezca;séquenopodrésaciarmecomodebiera,esmás,creoqueunavidanodaráparacolmarmedeti.Ydespuéstellevaréatucabañaantesdequeamanezca.Novasaregresaralskáliypuedoasegurartequeélnoseatreveráabuscarte,puesdormiréalospiesdetupuertacadanoche.

—¿Porquénoenmilecho?—Nometientes,preciosa,porquesaberquepuedohacerloharámás

difícilesmisnoches.Halfdannopuedesospecharqueestamosjuntos,perosi te velo, comohice cuando estabas convaleciente, sabrá que te protejopero no que te ambiciono. Y en el fondo lo tolerará porque sabe quesiguesenpeligro;élmejorquenadieconoceasureina.Poresonoquerrá

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exponerteasuveneno,niquerráqueteenfrentesaella...despuésdetodo,llevaa suherederoen suvientre.Esprimordialquenadie sepanuestrosplanes,habrándecreerqueseguimosdistanciados.—Clavólamiradaenladeellaysonriólascivo—.Controlatusmiradasdelobaseductorasinoquieresmatarme,aunquemeproveíadeellasparaaligerarlalujuriaquealimentabasenmí.

Freya deslizó una mano a su entrepierna y aferró con apremio larotundadurezaquepalpitabahambrientabajosuscalzas.Diounrespingoyexhalóungemidoplacentero.

—Intentaré controlarlas—prometió ella en un sensual susurro quederritiósucontrol—,peroahora, temibleulfhednar, saca tuespadaynotengaspiedaddemí,porqueyonolatendré.

—Vasalamentartuspalabras,loba.—Esloqueansío.Yseaprestóadevorarsubocacondelirio,agozardesucuerpohasta

laextenuaciónyaliberarsucorazónhastadejarloexiguo.Ellaerasuya,ynilamuerteselaarrebataría.

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40

Bajolasnegrasalasdeuncuervo

Noerafácil,no,noloera.No obstante, resultaba crucial estrangular cualquier evidencia de

nuestros planes. Sin embargo, mis desobedientes ojos lo seguían allíadonde fuera; mi ansiedad y esperanza asomaban traidoras a mi rostrocomo una luz que resplandecía incluso en lamás oscura de las noches;mis labios sofocaban sonrisas cómplices y mi cuerpo despertabahambriento cuando pasaba pormi lado con aire ausente, fingiendo unaindiferenciaqueyosabíaquenosentía.

Aun así, en ocasiones, y alentados pormiradas flamígeras,Gunnarme abordaba en cualquier rincón a salvo de miradas, para apresar micinturaytomarconapasionadabrevedadmislabios.Aquellonohacíamásque alimentar nuestra hambre, y engordar nuestra frustración... peroresultabainevitable.

Taninevitablecomolanzarleunamiradainsinuante,cogerunsacodecebadaycaminarconlentitudhaciaunodelosalmacenesdegrano.Sabíaquemeseguiríayesecosquilleoqueburbujeabaenmivientre,esealeteoenmipecho,sehabíanconvertidoenunanecesidadapremiante.

Meadentréenelgranero,dejandolapuertaentreabierta,ymeinclinédepositandoelsacoenunrincón,apiñándolosobreotros.

Unas manos aferraron mis caderas por detrás, ciñéndome a unaevidente y rotunda dureza masculina que presionó hambrienta lahendiduraentremisnalgas.Meincorporéysuspiré,cuandounasgrandesmanosamasaronávidasmispechos.

—Te prohibí mirarme —rezongó Gunnar entre dientes, en unestiradohilotenso—.Nosestamosarriesgandodemasiado.

Mecogióentresusbrazosyapresómibocalascivoyardiente.Dejéescapar un gemido y me entregué con pasión al beso; cuando logrósepararse de mi boca, su mirada turbia me indicó que esta vez no seconformaríasóloconeso.

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—Freya... —susurró con voz preñada de deseo—... voy a morircalcinado...

Atrapéconsuavidadsulabioinferiorconmisdientesyluegololamí.Subarbacosquilleómibarbilla.Gunnargruñótortuosamente;sumiradaseencendió.

—Quieresmatarme,¿noescierto?—Deamor—respondí,sumergidaensuverdosamirada.—Pues lo estás consiguiendo; una sola mirada tuya me enciende

comounatea.Notienesniideadeloquemehacessufrir.—Quizáseamomentodevengarse—sugerísensual.—Esparaloquehevenido,pequeña;voyaenseñarteanotentaraun

hombre atormentado. Sólo espero poder apagar este fuego que nosconsumeunatemporada.

—Noseráfácil—masculléretadora,sonriendolibidinosa.Gunnarimitómisonrisayalzóunacejafingiéndoseofendido.—No, no lo será, preciosa, pero pondré todo mi empeño, te lo

aseguro.Se arqueó sobre mí, apresó mis nalgas, redondeándolas con las

manos entre ardorosos suspiros. Impetuosamente,me alzó una pierna ymanipulóconsuotramanoentresuscalzas,mientrasmeceñíacontralaparedmáscercana.

—Moriremosjuntos—gimiósufrido—,devoradosporlasllamas,sinolasliberamoscomoesdebido.¡PorOdín,eldeseoquemamisentrañas!

Y de un ansioso movimiento, se enterró en mí por completo,robándomeelaliento.

Me colgué de sus hombros y envolví sus caderas con las piernas.Gunnar me sostuvo con sus poderosos brazos, mientras me embestíarudamenteylamíamicuello.

Elplacermezarandeó,nublándomelavisión,exaltandomissentidos,hormigueando mi piel y desgastando mi juicio. Clavé las uñas en suespalda, recibiendo gozosa cada arremetida, gimiendo sofocada en suhombroysintiéndomemorirunpoco.

Derepentesedetuvo, todavíadentrodemí;alcéelrostroy lomiréextrañada.

—Noquierosalirdeti—gruñóafectado,conundejecasiagónico—;moriría así, fundido en tu interior, mirándote a los ojos y diciéndotecuántoteamo.

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Sus rasgados ojos refulgieron intensos, tildados de un brillo tanprofundo,tanclarosyemocionados,quepudevislumbrarsualmaatravésdeellos.Sentíunaopresiónenelpecho,desbordadoporcuántosentía.

—Miamor,siempreestuvistedentrodemí,ysiempreseráasí.—Freya... cuando estoy dentro de ti, el mundo se desvanece, nada

importa,sólosentirte.—Amor mío, sólo siénteme —susurré embargada por lo que

reventabaenmipecho.Lobesé,trémulayexaltadaporunplacerdesgarrador,incapazdeno

moverme con languidez para sentirlo más profundamente. Gunnar dejóescaparuncontenidoresuello,mientrassulenguareclamabalarendicióndelamía,derramandoenmibocacontinuosgruñidosávidos,temblandocontenido,tensoysufriente.

Aquellainmovilidad,ancladaalapared,sintiendopalpitarsugruesavirilidad enmi interior,me sometió, rindiéndome a un clímax violentoque me arqueó hacia atrás y me sacudió infame durante un largo yliberadorinstante.

Flojaentresusbrazos,jadeanteyplena,aúncolmadaconsuvigorosamasculinidad, esbocé una complacida sonrisa que cautivó su incendiariamirada.

—Aúnnoheacabadocontigo—aseveróconsonrisamaliciosa.—Eresunhombrevengativo—musitéconsorna.Entreabriólaboca,perosedetuvocasirozandolamía.—Es la únicamanera de que entiendas a lo que te enfrentas si me

tientas.—Quizáobreelefectocontrario—advertíprovocadora.—Quizáesloquebusco.Reí solazada y atrapé su boca con pasión. Aquello rompió su

inmovilidad,alternandosusmovimientosentreladelicadezaqueestirabamissentidoshastaeldesgasteylarudezaquelosgolpeabacomolamazadeuntambor.

Supeenelactoquenohabíavenganzamásdulce.

Sialguienhubieraestado losuficientementeatento,habría reparadoen la luz que iluminaba mi rostro. Tampoco sería difícil discernir elmotivodelpeculiarbrilloquerezumabamimirada,nilaligerezaconla

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que caminaba. Y si acaso esas pistas no fueran evidentes, la radiantesonrisaqueapenaslograbaestrangularfueloquellamólaatencióndelamujerconlaquemetopérumboalskáli.

—Has amanecido de buen talante, por lo que compruebo—repusoIngalaRoja,frunciendoelceñosuspicaz—.Tebuscabaparadecirtequetusremediosfuncionaron.Meencuentromásaliviada.

—Mealegrasaberlo—melimitéamascullar.—¿TereconciliasteconSigrid?Agrandélosojosconasombro,yunaalarmasaltóenmipecho.—¿Porquéhabríasdecreeralgoasí?—La noche que me atendiste en tu cabaña, te vieron salir de

Hedemarkacaballo,acompañadadeHiramySigurd.Compuseunamuecaserenayasentíconairedespreocupado.—Fenrirsehabíaescapado,yfuimosalbosqueabuscarlo,temíque

lehubierapasadoalgomalo.La mujer me escrutó con clara desconfianza, todavía con el cejo

arrugadoymiradaaviesa.—Ese perro es más salvaje que cualquier lobo, dicen que por la

nocheaúllacomoellos,nodejade...—Tengomuchas cosas que hacer, Inga—interrumpí apresurada—,

estanochecharlaremos.—Todavíaestásarrebolada,Freya,deberíastomarteunrespiro.Negué con una sonrisa, ocultando mi incomodidad. Aquella

entrometidamujermeinspeccionabaconmásatencióndelahabitual.—Noeselmomento;además,megustaestarocupada.En ese instante, Gunnar pasó por mi lado a grandes zancadas,

ignorándonosporcompleto,rumboalskáli.PercibícómoIngatambiénloobservabaconhondacuriosidad.Casi

pudeoír los resortesdesucabeza,como intentandoresolverunacertijoquenoatinabaasolucionar.Tuvelacertezadequenoshabíanasignadounguardián. Maldije para mis adentros; si nos había estado siguiendo lospasos,susrecelosresultabanmásquecomprensibles.

Tenía que avisar a Gunnar, sin pérdida de tiempo. Esta vez nocometería elmismo error.Habíamos trazado cuidadosamente unplan, yera vital estar pendiente de cualquier posible amenaza, por nimia quefuera.

Eyraysushombresdeconfianzaestabanaltantodecuantosabíamos

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y planeábamos. Gunnar no se había sorprendido cuando su madre leconfesólaverdaddeSigrid.No,puessiempreintuyóquenoerasusangrelaquecorríaporlasvenasdesuhijo;sentirlocomotaleraotracosa.

Nuestra insignia ahora era la astucia y nuestro estandarte, lavenganza.Nuestroúnicofin,lalibertad.Yasíaguardábamosparapartiralabatalla.

Cuandome adentré en el skáli,me encontré con unmensajero quesusurraba susnuevas aun reyhurañoymalhumorado.Un reyapáticoyfrustradopormiausenciaensulecho,queposabasumiradadecuervoenmí, lascivo y hambriento, permaneciendo distante en apariencia, puespodíaleerconpavorosaclaridadlaintensidaddesussentimientos.

En cuanto el heraldo concluyó su soterrado anuncio, Halfdanenrojeció furibundo, lanzó un ahogado exabrupto y mandó llamar deinmediatoasusconsejeros.

El joven mensajero, todavía tembloroso y agitado, se alejó a unrincón,huyendodelacólerareal.

Gunnar, desde el otro lado de la sala, fijó los ojos en el asustadomuchacho,murmurandoquedounaspalabrasaThorffin,queasentíacongravedad.

Cogíunagenerosajarradecervezaymeacerquéallívidoemisario,que pretendía fundirse en un rincón.No era paramenos, algunos reyesejecutabandirectamentealosportadoresdemalasnuevas.

—Bebe,abuensegurotendráselgaznatesecodetanlargoviaje.El muchacho agrandó sus castaños ojos y cogió la jarra aún

vacilante, sin dejar de prestar atención a lo que acontecía alrededor delsitialreal.Loalentéconunasonrisa,yalfinalbebiótodoelcontenidodeunlargotrago.

—¿Mejor?Asintió, limpiándose los restos de espuma con la manga de su

camisola;alcabo,esbozóunatibiasonrisaagradecida.—¿Tan nefasto era el mensaje? —inquirí con gesto inocente,

pinceladodepreocupación.—Alguien traicionó al rey Halfdan —musitó con pesadumbre—

poniendosobreavisoaHorikdeJutlandia,queyaestábuscandoapoyospara defender su reino de la conquista que planea nuestro rey,mientrasregresasujarlconlastropasquesellevó.

AquellasnuevaseranunvarapaloparaHalfdan;privadodeunataque

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inesperado, sus posibilidades se reducían a un enfrentamiento en campoabierto.

—¿Sesabequiénlotraicionó?Elmuchachonegóconlacabeza,tragósalivay,cabizbajo,perdióla

miradaenelfondodelajarra,comosiquisierametersedentro.Yamealejabacuandosentíunamiradaarterasobremí.Ragnhildme

observaba con tal encono en su faz que sentí un escalofrío recorrermiespalda,comosiunaserpientereptaraporella.Esasensaciónpegajosayfríaqueapresabamisentrañaseraunclaroaviso,unaalertainstintiva,quecorroborabatodosmistemores.Ragnhildlointentaríadenuevo.

CuandoHalfdandespachóa susconsejeros,derramósumiradaportoda la extensión del skáli con el rostro contorsionado por la furia. Sepusoenpieehinchóelpechodispuestoabramar.

—¡Cerradlaspuertas!Elsilencioflotóincómodoytensoportodalasala.Variosguerreros

seaprestaronacumplirsuorden.—He sido víctima de una vil traición—anunció colérico—.Y por

alguiendemiconfianza.UnodemissúbditoshaosadoaliarseconelreyHorik, ¡conmi enemigo!Y puesto que nadie ha abandonadoHedemark,estomellevaapensarqueeltraidorestáaquí,ypresumoquebebiendomicerveza y comiendo mi comida. Y éste es su pago, pero no tardará enrecibirelmío.

Diodospasos,alzódeformaimperceptiblelabarbillaysushombrescerraronlapuerta.Congestoduro,sedirigiónuevamenteasusvasallos.

—Exijo que se presenten ante mí todos aquellos que hayanabandonadolaaldeaestosdías.Sinolohacenporvoluntadpropia,simeobligan a indagar, serán sus familias las quepaguen semejante oprobio.Cualquiera que sepa algo tiene el deber de decirlo, aquí y ahora —sentencióconhieloenlavoz.

Al instante,varioshombresyalgunasmujeressepusieronenpie,ycaminarontemerosos.

Mi mirada voló buscando la de Hiram, que junto a Sigurdpermanecíansentadosalamesa,comosiempreacompañadosporValdis,JorundyEyra.

Traguésalivanerviosa.Hirammedirigióunaveladanegaciónconlacabezayapartóraudolavista.

Sin embargo, un mal presentimiento se instaló en mi pecho,

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imprimiendounagudodesasosiegoenmí.Meretiréaunrincónymesentéenunabanqueta.Respiréhondoe,

indefectiblemente, busqué con la mirada a Gunnar. Me observaba consemblante grave y preocupado. Sus facciones estaban tensas y suexpresión,torva.

—Quiero que cada uno de vosotrosme diga adóndemarchó y quenombre a quien pueda probarlo —anunció el rey—. Mis hombresbuscarán pruebas que lo confirmen. Si mentís, o no las hallan, seréisejecutados.

Unoauno, fueron justificandosussalidas,nombrandoa lapersonaquepudieraafirmardóndeestuvieron.

—¡Sidescubroconposterioridadquealguiendeestasalameocultainformación,serátorturadohastamorir!—añadióavivavoz.

Una robusta figura avanzó entre soterradosmurmullos. El corazónmesaltóenelpechocuandoIngaseacercóasureinaylesusurróalgoaloído. En la pérfida sonrisa de Ragnhild descubrí que acababa dedelatarme.

ContuveelalientocuandoRagnhildse levantódesu talladotronoyseacercóasuesposo,conpasoregioyexpresiónvictoriosa,apoyandosudelicadamanoenelhombro.

—Mirey,teocultaninformación.Halfdansevolvióhaciaellaconelceñofruncidoyademánarisco.—Freya, Hiram y Sigurd salieron hace tres lunas, en plena noche

como proscritos. Regresaron antes del amanecer, para que nadie seapercibieradesuausencia.

—¿Quiénfuetestigodeeso?—Yo—respondióInga—,yolosvimarcharseyregresar.El pulso se me aceleró alocado cuando Halfdan depositó su fiera

miradaenmí.Traguéinfructuosamentesalivaypalidecí.«Denuevoenelcentrodelatormenta»,penséangustiada;¿estaríanestavezlosdiosesdemilado?

—¿Esesocierto?—inquiriódirigiéndoseamí.Simentíaysedescubríalaverdad,daríaigualloquedijera,pagaría

esa injuria con la vida. Así que opté por ser sincera, pues era la únicamaneradedemostrarquenoéramostraidores.

Peroantesdeabrirlaboca,Gunnarsepusoenpieyavanzóhastaelsitialreal.

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—Mi rey, es imposible viajar en una noche a Jutlandia, son variasjornadasdeviaje;creoqueesoanulalaacusacióndetraición.

Sesostuvieronlamiradacondureza,enunpulsotensoydesafiante.—Es posible —concedió Halfdan—, pero también es posible que

hubieranquedadoenunpuntocercanoconalgúnmensajeroquerecibieraelencargo.Seacomofuere,loqueresultalamentablementeciertoesqueno han acudido a mí, ocultándome la verdad. Y dime, ulfhednar, ¿quémotiva semejante comportamiento?, ¿para qué esconder nada, cuandonada se teme?—Volvió a clavar su penetrantemirada de ónice enmí yagregó—: ¡Freya, Hiram y Sigurd, venid ante mí y contestad mispreguntas,puesdevuestrasrespuestasdependeránvuestrasvidas!

Respiréhondoysimulécalma,aunquemiinterioreraunamasijodenerviosanudadosqueestrangulabanmialiento.

Cuando los tresestuvimos frenteaHalfdan,Gunnar secolocóamilado,comounsospechosomás,mostrandoensuademántodosuapoyo,yporendelaintencióndelucharpornosotros.

NobienHalfdanhuboabiertolabocadenuevo,cuandounmurmullosealzóentrelospresentes:Thorffin,Ragnar,Erik,Jorund,ValdisyEyracaminaron hacia nosotros, colocándose en la misma fila, todosobservando hieráticos al rey. El resto de los que pensaban confesar sussalidaspermanecíantrasnosotros,apiñadosyconfundidos.

—Resulta admirable la lealtad que muestran hacia ti tus hombres,ulfhednar, pero, así tenga que aniquilar a una facción importante demiejército,teaseguroquenoperdonarétamañatraición.¿Hedeentenderquetodoslosquecomparecenantemíacataránmidecisión?

Todos asintieron casi al unísono, menos Gunnar, que sosteníaimperturbablelamiradadesurey.

—Dime, mi buen Hiram —comenzó a decir Halfdan—: ¿adóndeacompañasteaFreyalanochequetevieronconella?

—FuimosaAgder—murmuróescueto.—¿Ypuedosaber,miporfiadaskjaldmö,québuscabasenAgder?—NecesitabahablarconSigrid,yesofueloquehice.Alzó labarbillaendirecciónalgranOrn,sugeneral.Aquellamole

inmensa de rostro atemorizante, plagado de cicatrices ymirada letal, seacercóaHalfdan.

—MandaddeinmediatounemisarioaAgder,quieroquetraigaantemí a Sigrid. Enviad también heraldos a todos los rincones demi reino,

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quiero al grueso de mis ejércitos dispuestos para la batalla a la mayorbrevedad posible. Apostad espías en la costa de Jutlandia, para dar laalarma es caso de avistar la flota de Lodbrok. Estamos en guerra, y eltiempo es nuestro peor enemigo.—Hizo una pausa que aprovechó paraderramarsugravemiradaentresussúbditos—.Partiremosde inmediatohacia Hedeby; equipad todos los snekkes, embarcaremos en Tønsbergcuandosereúnantodasmistropas.

—Asísehará,mirey.ElgranOrn,tanhurañoyrudocomosuapodo,avanzóerguidocon

pasopoderoso,seguidodeunnumerosogrupodeguerreros.—Yahora,mientras nos vemos obligados a aguardar la llegada de

Sigrid,meveoobligadoacastigarvuestrosilencio.SedirigióaHiramcongestoadustoy,enfrentándoloconlamirada,

añadió:—Comomiembrodemihird,actuaramisespaldasagravaelcastigo.—Os debo pleitesía—afirmóHiram con voz firme—.Mas soy un

hombre libre, y como tal puedo ir a donde me plazca, y más comoprotectordeunadevuestrasskjaldmö.

Halfdan frunció el cejo ante la arrogancia de Hiram, su rostro seoscurecióysuslabiossetensaronenunalíneablanquecina.

—No es la primera vez que te muestras insolente, bellaco, yaintentasteesquilmarmeunapresaquehabíamarcadocomomía.Ypuedoasegurarteque,siellanohubiera intercedido, tuespalda luciríaahora lamarcademiira.

La alusión a aquella noche de lujuriosos apetitos desatados ciñó elnudo que me atenazaba. Pude sentir el tenso malestar que manaba deGunnar,comounaneblinainquietante,pesadayoscura.

—Asumiréelcastigopordesobediencia,hastaquesedemuestrequenosoyuntraidor—concedióHiram.

—Lorecibiríasasumidoono—replicótajanteHalfdan.OtraseñaldecabezaydosguerrerosapresaronaHiram,obligándolo

aponersederodillas.Valdis soltóunaalarmadaexhalaciónehizoademándeabalanzarse

haciaHiram.Jorund lasujetó, inmovilizándola,mientras lesusurrabaeneloídopalabrasapaciguadoras.

Rasgaronconbrutalhosquedad las ropasdeHiramy, con la túnicahecha jirones, lo cogieron del cabello y lo obligaron a que su frente

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tocaraelsuelo,justoalospiesdesurey.—Serás vareado hasta que mis ánimos se calmen o hasta que

desfallezcas—anuncióelrey,tomandoasientoensutrono.—No,noloserá—contravinoGunnardandounpasoalfrente.Algo frío y viscoso reptó pormi vientre,mi pulso se aceleró y el

miedoatenazómigarganta,cerrándolaconpuñodehierro.—Hiramestáamicargo—añadióconfríagravedad—.Yorespondo

desusactos.Yantelaestupefaccióndelospresentes,sedesprendiódesucamisola

con aparente calma y se puso de rodillas. Fijé los ojos en su abundantemelena leonadacubriendouna impresionanteycurtidaespalda,ampliaypoderosa, que mostraba unas líneas más blanquecinas y rugosas de uncastigoanterior,tambiénporculpamía.Ysentídeseosdeabrazarmeaellayprotegerloconmicuerpo.

Halfdanloobservócontrariado;actoseguido,clavósurapazmiradaenmíyunasiniestrasonrisasombreóapenassuslabios.

—Cómodesees,ulfhednar,queasísea.Unademán impacientecon lacabeza impelióaunodesushombres

hastasupresenciaportandounalargayflexiblevaraenlamano.ElguerrerosecolocójuntoaGunnaryésteseinclinó,apoyandolos

antebrazosylafrenteenelsuelo.Hiram se incorporó, lívido y desconcertado; susurró unas veladas

palabras que provocaron que Gunnar negara rotundo con la cabeza.Ofuscado,sepusoenpieyregresóapesadumbradoalafila.

Me agité en mi lugar cuando el guerrero comenzó a balancear lavara,dejandoescaparunaahogadaexclamación.Enese instante,Gunnaralzólacabezaylagiróhaciamí,lanzándomeunamiradaadmonitoria.

Sé que debía permanecer impasible, que no tenía que reflejar laangustia que oprimía mi pecho. Pero cuando Halfdan, movido por unabruptoimpulso,learrebatólavaraasuhombreytomósulugar,elpavormedominóyunviolentoestremecimientorecorriótodomicuerpo.

Sentíunamanopresionarlamía,ymevolvíparaabsorberlamiradadeEyra, quien, ami lado, aparentemente serena,me transmitía sumudafortaleza,yelmensajeveladodequepermanecierainmóvilytranquila.

ElrestallidodelavarasobrelapieldeGunnarmesobresaltó,perofuelamiradaescrutadoradeHalfdanlaqueerizómipiel.Trascadaazote,susojosmeescudriñaban,buscandounaemociónquepaladear,unrecelo

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queconfirmar.Una y otra vez, la vara cruzaba mordiente la piel de su espalda,

abriéndola en finos tajos de los que brotaba la sangre, que se escurríasinuosa y lánguida por los onduladosmúsculos que se estremecían trascadaimpacto.Lavarasearqueabaencadasacudida,lamiendoafiladasuscostados, y provocando que el cuerpo de Gunnar se contrajerabruscamenteendolorososespasmos.

El odio prendió mi mirada, visceral y fulminante. Apenas fuiconsciente de que cerraba con tanta vehemenciamis puños, que clavabamisuñasenlaspalmasdemismanos,ydequeapretabamislabiosenunatensalíneaqueperdiósucolorrosadonatural.Uncolorquearrebolómismejillas,claromanifiestodelaardorosacóleraquecorroíamisentrañas.

VolquécuantosentíasobreHalfdan,quevareabaconsañaaGunnarsin despegar sus ojos de losmíos, volcando en cada latigazo su propiafrustraciónyelrencorquesentíapormí,yquizáporsímismo.

Gunnargruñíaentredientes,yaquelestremecedor sonidosofocadosemezclabaconelvibrantesilbidodelavaracortandoelespacioquelaseparaba de su presa, y el espeluznante chasquido pegajoso de la pielrasgada. La sangre extendida en cada nuevo varazo teñía de un rojobrillantecadapalmodesumagulladapiel.Enlasalareinabaunsepulcralsilencio, indignado y afectado, que flotaba insidioso en el ambiente,acompañadodeunhondoestuporyunimpresionadosobrecogimiento.

Algosedesatódentrodemí,unafuriatanarrolladora,tanapremianteyferoz,quemeabalancéhaciaHalfdanaltiempoqueungritorasgabamigarganta.

—¡¡¡Basta!!!El brazo del rey se detuvo amitad del arco trazado, paramirarme

conasombroeirritación.Y lo únicoque semeocurrió para frenar aquella sangrante tortura

fuecolarmeentre losbrazosdeHalfdan, rodearsucuelloybesarloconcasilamismasañaqueélmostrabaensucastigo.

Mordí sus labios, cerqué su lenguay, conhosquedadbrutal y rabialiberada, le procuré dolor y placer en igualmedida. Él soltó la vara alinstante y me encerró en un constreñido abrazo, aprisionándome conevidente ansia. Sufrió en aquel gesto tanto como yo,mostrando toda elhambreacumulada,todalafrustraciónqueguardaba,yunadesesperaciónnacida de su consabido fracaso. Yo era su primera derrota, y si algo

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jurabaalosdioseseraque,además,seríasuverdugo.Pude sentir su erección palpitando contrami cuerpo, su angustioso

anhelo y sus atronadores y dolientes sentimientos, liberados en aquellasala,frenteasussúbditos,frenteasureina,inclusofrenteaélmismo.

Cuando me despegué de su boca y lo miré a los ojos, acuosos yafectados, nublados por la lujuria y teñidos de impotencia, me neguécompasiónalgunaenelmomentoenqueacerquémiboca tentándolodenuevo.Mirándololasciva,siseéentredientes:

—Esamí aquienquieres castigar; adelante cuervo inmundo,no tetemo.

La mirada de Halfdan relampagueó peligrosamente. Contuve elalientocuandoalzólamanoyenunmovimientoraudolaestampócontramimejillacontodassusfuerzas,impeliéndomehaciaatrás.

Frenómiretrocesoapresandoconrudezamibrazoyatrayéndomedenuevohaciasupecho.

—Deberías temerme —amenazó colérico—, porque ahora mismopiensosometertecomolaperraqueeres.

Mellevócasiarastrashastalamesa.Apresóminuca,tomandoensumano parte demimelena, y estampómi cabeza contra el tablero de lamesa.Pudesentirlarugosidaddelamaderaenmimejilla.Medebatí,peroHalfdan apresó mis muñecas en mi espalda y se ciñó a mis nalgaslibidinoso.

—Voyadomarteantemissúbditos,maldita.Voyaenseñartesumisiónyrespeto,voyahacerteaullarcomojamáslohanhecho.

Gritéimpotenteymerevolvífuriosaaltiempoquerebuscabaelbajodemitúnica.

—No,mientrasyoviva—tronóunairacundavozgrave.Gunnarsehabíapuestoenpie,temblandovisiblemente.Surostroera

un máscara de dolor contenido; su mirada, una flecha impregnada enodio,ysuporte,amenazanteyfiero.

Halfdanaferródenuevomicabelloymeincorporóconrudeza,mepuso delante de él y, en un gesto veloz, sacó una daga de su cinto y lapresionócontramigarganta.

—Si es el único inconveniente...—replicóHalfdan con una sonrisapérfidaydemencial—.¡Apresadlo,seráejecutadomañanaalamanecer!

Fueron necesarios cinco guerreros para reducir a Gunnar, queluchaba como si los numerosos cortes que surcaban su espalda fueran

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merosdibujosescarlata.Perohicieronfaltamuchosmásparaconteneralos hombres de Gunnar, que, espada en mano, se enzarzaron en unaimpetuosarevuelta,quefuesofocadainstantesdespués,antelaenardecidaturba que, confundida, vacilaba posicionarse, y que al final eligiósabiamentelasumisión.

Lapuntade ladagapresionóenunpuntodeterminadoenun lateraldelcuello.Alcabo,sentíunhilillodesangredescendercosquilleantepormicuello.Nadaqueverconelpuñalquemasacrabamipecho,empuñadoporelmiedoyladesesperación.

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41

Nubesdetormenta

Llovía.Lo hacía como si oscuras y aglutinadas nubes castigaran la tierra,

horadándolaconafiladasagujasdeagua,penetrándolahastalasentrañas,mancillandoconsufieroímpetucuantohabíabrotadodeella.Quizápararecordarle su poder, para empaparla con su furia, o inundarla con sucrueldad.

El viento aullaba, sesgando apenas aquella rotunda y abrumadoracortina de agua. El amanecer, oscuro y lúgubre, sobrecogedoramenteiluminadoporviolentos rayosque rasgabanel cieloy rugían coléricos,más se asemejaba a una tétrica noche que al despuntar de un nuevo yaciago día. El furor de los elementos resultaba espeluznante.Y, aun así,palidecíanantelatormentaquedevastabamiinterior.

Gunnarhabíapasadolanochealaintemperie,atadoaunaburdacruzdemadera,semidesnudoysangrante,aguardandosudestino,cabizbajoylaxo.

El resto habíamos sido hechos prisioneros, acusados de traición,excepto Eyra. Una extraña dispensa que solicitó la reina y que le fueconcedida.Aquel súbito interésdeRagnhildporEyra sumabaangustiaamitormento;laarañatejíasuteladenuevoyjustoenelmomentodemásindefensión.

Maniatados en el cobertizo, con dos guardas apostados cerca de lapuerta,sentadosindolentessobreelhenoycabeceandoenunaduermevelainquieta,nosmiramosconlaansiedadpintadaennuestrosrostros.

—Tenemosqueliberarlo—siseóHiramapremiante.—Paraesohemosdeliberarnosnosotros—replicóceñudoErik.—Notenemosnadaafiladoamano—gruñóRagnarabatido.—Tenemos dientes—susurré fijando lamirada en los adormilados

guardas—. Ya escapé en una ocasión gracias a ellos. Ahora que elcansanciolosharendido,eselmomento.

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Los guerreros se miraron entre ellos sopesando mi sugerencia.Thorffinarrugóelgestoynegóconlacabeza.

—Tenemosquesalirya—urgió—;haamanecido,pero la tormentaretrasará la ejecución, es el mejor momento para escapar, no podemosperderniuninstante.

—Pero...¿cómo...?—planteéintrigada.—Poneos todos en pie —interrumpió Thorffin, al tiempo que se

revolvíaparaincorporarse—.Intentadnohacerdemasiadoruido.Nos levantamos con las manos atadas en la espalda y actitud

expectante.—No podemos luchar sin usar las manos —murmuró Jorund

desconcertado.—¿Quién las necesita?—respondió Ragnar con una aviesa sonrisa

velada,pareciendoadivinarloquetramabaThorffin.—Dispersaos—aconsejóéstemientrasavanzabaconsigilohacialos

durmientesguardianes—.Sidespiertan,meatacarándefrente;entalcaso,rodeadlosyabalanzaossobreellos.Jorund,tieneselrestodelcuerpoparapelear.

Valdismemiróconaversiónytemor.Asentíconunmohínconfiadopara tranquilizarla y, como los demás, conduje mis pasos hacia loslateralesdelalmacén.

Derepente,unodelosguardassesobresaltótrasunsonorobufidoyabrió losojossorprendiendoaThorffincasiencimadeél.Dejóescaparun gemido sorpresivo antes de que el gigante rojo lo aplastara con sucuerpo, dejándolo inconsciente de un brusco cabezazo. El otro hombreparpadeóconfuso, fijóespantado todasuatenciónenThorffiny,cuandoya empuñaba su espada apresurado,Erik,Ragnar eHiram rugieron a lacarreraysaltaroncomochacalessobreél.

Notardaronencortarlasatadurasyenliberarnosatodos.—Bueno,tenemosdosespadas,unatormentaynuestrafuria—apuntó

Thorffin—,peronecesitamoscaballos.FreyayyoliberaremosaGunnar,dudo que pueda caminar. Cargaré con él y lo subiré a su caballo,tendremosqueamarrarloparaquenocaiga;Freya,túllevaráslasriendas.HuiréiscomosiospersiguieraelmismoOdínensucarro.Iremosdetrás,nonosdetendremoshastaquelasmonturasdesfallezcan.

Todos asentimos, intercambiando miradas graves y decididas.Thorffincogióunaespada,Hiramlaotra.

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—¡Vamos!Salimos bajo aquel infierno de agua, corriendo con el corazón en

vilo.Elgruposedesvióhacia losestablos.Thorffinyyoenfilamosa lacarrera, entre profundos charcos y tierra enlodada, hacia la explanadafrentealgranskáli,dondeestabaGunnar.

Verloallí, atadoaunacruz, conelpechoaldescubierto, cabizbajo,consulargocabelloempapadocubriéndoleelrostro,conelcuerpoflojoy las espantosas laceraciones que surcaban sus costados, me partió elalma.EralavivaimagendelCristoRedentoragonizandoenlacruz,yenverdad se trataba de unmártir, sacrificando su vida una y otra vez porsalvarlamía.Porfortunaeransogasynoestacasloqueloanclabaalosmaderos.

Elestruendodelatormentanosensordeció.ThorffinseenzarzóconlascuerdasqueafianzabanelcuerpodeGunnaralospostes,mientrasyomeabrazabaasupechoeintentabaalzarsucabezaparareanimarlo.

Dejóescaparundébilyamortiguadogruñido,quealiviómicongojayaligerómiangustia.

—Gunnar,mi amor, pronto estaremosmuy lejos de aquí—susurrésacudiéndololigeramente.

Otro gemido apagado.Aparté el cabello de su rostro y lo acariciéconmimo.Libreyadesusataduras,elpesodesucuerpomevenció.Yatrastabillaba hacia atrás cuando Thorffin se precipitó en mi ayuda,sosteniendoaGunnarycargándoloactoseguidosobresuespalda,comoun pesado fardo que arrastró con paso raudo y esforzado hacia lascaballerizas.

Sin embargo, cuando llegamos frente a la amplia construcción demadera, una figura oscura de porte amenazante emergió de los grandesportalonesabiertos,atravesandoelsombríoumbralconpasoseguro.Supequiénera inclusoantesdevislumbrarsusfacciones.MetenséyaferréelbrazodeThorffinparadetenerlo.

Miréansiosaenderredor;nirastrodelosguerrerosdeGunnar.—¡Soy hombre cauteloso! —exclamó Halfdan alzando la voz por

encimadelatormenta—.¡Noenvanoconservomireino!Thorffin soltó aGunnar, que cayó laxo sobre la tierra enlodada, y

esgrimiólaespadaconademánferoz.Avanzócondecisión,dispuestoparaelataque;encambio,Halfdanno

desenfundó su acero, sólo lo observó quedo, con una sibilina sonrisa y

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gestoconfiado.De pronto, el rey alzó una mano y del lateral de las caballerizas

aparecieron sus soldados apuntando con sus aceros a los guerreros deGunnar,quecaminabanabatidosycabizbajos.

LaimplacablelluviaadheríaelbrunocabellodeHalfdanasurostro.El agua resbalaba por sus angulosas facciones, y su mirada rapaz eintriganteseclavóenmí.

—¡Perotambiénsoyunhombremagnánimoy juicioso!—agregóavoz en grito—. ¡Tengo motivos más que suficientes para ejecutaros atodos,masnoloharé!

Caminóagrandeszancadashacianosotrosysedetuvofrenteamí.—Osdarélaoportunidaddelucharporvuestrasvidassilucháisami

ladoenlabatalla.Silogramoslavictoria,permitiréquemarchéisadondeosplazca,lejosdemí.

—¿Esunpacto?—inquirídesconfiada.—No, es la única manera de obtener mi clemencia —apuntó con

dureza—.SiderrotamosaHorik,seréislibres.—Esosisobrevivimosalabatalla—mascullévencida.—Aquíosaseguroqueno loharéis—concluyóantesdemarcarun

gestovehementeconlabarbilla.Alcabo,unnutridogrupodeguerrerosnosrodearon.Instintivamente

me precipité sobre el cuerpo de Gunnar, que permanecía inconscientetendidosobreelbarro;necesitabasentirsuslabios.MeinclinésobreélylobeséfugazmenteantesdequeHalfdanapresaraburdamentemibrazoymedespegaradeél.

Merevolvífuriosayloencaréaltanera.—Lucharemospor ti—concedí airada—,pero, si no obtenemos lo

quenoshasprometido,juroporlosdiosesquenocejaréhastaacabarcontuvidayladetuhijo.Yomismaexterminarétodotulinaje,HalfdanSvarteelNegro,comoyalohizotureina.

—¿QuélocuraponeLokientuslabios?—profiriólívido,altiempoquemezarandeabafuribundo.

—¡Engendrastedosvástagos,gran rey; ambosdescansanenelotromundo!

Bufó iracundo sin dejar de sacudirme con violencia. Avanzó agrandes zancadas, arrastrándome tras él. Caía en un charco tras otrovilmente empujada con enconado ímpetu por la furia de Halfdan, que

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tirabademibrazocomosiquisieraarrancármelodelcuerpo.Embarrada,ateridaytemblorosa,fuiconducidaalgranerodenuevo,

dondemelanzóconhosquedadsobrelosfardosamontonados.—Y ahora, maldita perra, vas a dar cuenta de tus perniciosos

embustes.—Nomiento—repliquéentrecortadamente.Mefaltabaelaliento, la

furiamesacudíayelmiedomeatenazaba.Miréangustiadaamialrededor,buscandoconquédefenderme.Noobstante,sóloteníaamanomiastucia;laverdaderamibazaybienesgrimidapodíaconvertirseenmiescudo—.LoshijosqueperdióSigrideran tuyos.LamismaSigridmeloconfesó,poresoacudíaAgder;fuibuscandolaverdad,ylahallé.

Halfdan entrecerró los ojos que todavía chispeaban feroces; sinembargo,elreceloseinstalóensusemblantecomounpañooscuroqueloinmovilizóporunmomento.

—Ragnhild lo descubrió. El Oráculo es su consejero y ambostrazaron a su antojo los designios a seguir para acabar con cualquierbastardoquepudierareclamartureino,enperjuiciodelqueellallevaensu vientre. Decidió con frialdad eliminar posibles rivales de su propiohijo.

Losojosdelreyseabrieronasombrados,brotandodeellosunadudaquecrecíaamedidaquesumenteasimilabamispalabras.

—Pero necesitaban un culpable, una mano que ejecutara susfechorías.Tejierontodoconextremocuidado,ymeatraparonastutamenteensuelaboradatrampa.NadiemásconocíalaverdadqueocultabaSigrid,se sentían confiados, pero, aun así, tu maliciosa reina no quiso correrriesgosy,cuandome indultaste,decidióacabarconmivida.—Hiceunapausa para coger aliento y apartar el vívido recuerdo de aquel inocenteniñoenmisbrazos.Sentítaloleadadeangustiaydolorquejadeé—.Yo...yodeberíahaber interpretadocorrectamente las señales.Cuandoellamepidió que te sedujera, que consiguiera que la tomaras enmi lugar, debídarmecuentade lo sibilinaymanipuladoraqueera,pero loatribuía sudesesperación por concebir un heredero. El resto lo consideré celos einquina,peroerrédeltodo,esunavíboravenenosa,letalymaléfica.

Halfdanpermanecíahierático, sumidoen sus cavilaciones.Sólo susojosmostrabanlatormentaquecomenzabaagestarseensuinterior.

Decidíaguardarsureacción,alertaacualquierataqueypensandoenalgoqueañadirencasodequesecernierasobremí.

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Tras un largo y tenso instante, Halfdan respiró hondo; en susemblanterezumabaunamargorprofundoqueoscureciósutezyempañósumirada.

—Mis hijos —pronunció en tono débil y extraño, como si esaspalabras llevaran tiempo preparadas para salir, y ahora que lo hacíancayeranenunoscuroprecipicio,produciendounsonidohuecoyvacío.

Entonces,fueunacólerarugienteloqueincendiósurostroyrefulgióensusojos,llameandopeligrosamente.

—Mi sueño, en verdad fue profético —siseó entre dientes—. Esacondenada völva supo interpretarlo: dijo que yo tendría una largadescendencia, pero sólo uno demis hijos sería rey.Y así es:mi primerhijo murió de fiebres, junto a mi esposa, y ahora mueren dos por laambicióndeminuevareina.Sindudallevaensuvientrealqueseráreydetodosmis territorios, pero, cuando nazca, nada la salvará demi ira. Ladesterraré para siempre, condenándola a la ignominia, repudiada ydesprotegida.

—Unamujer así no sólo ambiciona el trono para su hijo, es fáciladivinarquetambiénloquerráparasí.

Fue como si le acabara de lanzar un cubo de agua helada. Susemblante se demudó, su ceño se frunció temeroso y sus puños secerraron, conteniendo el torrente de emociones que lo desbordaban.Saberse una posible víctima de alguien que, además, era intocable hastaquetrajeraasuhijoalmundo,debíadeprovocarunaemociónduramenteencontrada y difícil de sobrellevar. Una honda preocupación tildó susfacciones.

—La tendré vigilada, se convertirá en mi prisionera —adujo conpesadumbre—, pero tú no te acercarás a ella. Por fin he encontrado lamaneradequerertelejosdemí.

—Ésesiemprefuemiconsejo—recordé.Halfdan asintió lánguidamente y paseó los ojos por mi cuerpo; el

lodo ceñía la ropa amis formas, pero en ellos no asomó ningúnmatizlibidinoso.Permaneciópensativoyalgoausentehastaque,rompiendosuinmovilidad, retirómechonesmojados de su rostro con gesto brusco eimpaciente.

—Tedeseo—comenzóadecircontrito—,perotambiénteodioporprovocar eso en mí. Te amo, pero con un rencor tan agudo, con unafrustración tan intensa,quemedesprecioamímismoporello.Pero ten

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claraunacosa:sialgolepasaraamireinamientraslleveamihijoensusentrañas,tejuroporcuantomoraenelValhallaquelloraráslágrimasdesangre.

Ya se volvía paramarcharse cuando se detuvo para dedicarme unaadmonitoriamiradaqueencogiómivientre.

—Noolvidesalgo,Freya—agregóentonoamenazante—.MireinatieneaEyraensupoder;sólolaliberarédesusgarrascuandoderrotemosa Horik y sus hordas de clanes rebeldes. La huida no es el camino, siqueréisqueellalocomparta.

Abandonó el almacén con paso regio y porte imperioso; sinembargo, yo sabía que su interior era un amasijo de emocionesponzoñosasqueyahabíancomenzadoaroerlopordentro.

Necesitaba calor, refugioy alimento,y saberquéhabíanhechoconGunnar y los demás. Pero cuando me puse en pie, las rodillas meflaquearon y me desplomé de nuevo sobre los fardos. Sentí unosincontenibles deseos de llorar y liberar el nudo que oprimíami pecho,pero me negué semejante alivio. No, necesitaría toda la tensiónacumulada,todalarabiaytodoelodioparadefenderme,puesparaatacarsóloprecisabafrialdadyobservancia.Estabaseguradeque,siaguardabalaoportunidad, ésta sepresentaría.Tardeo temprano, la arañacaeríaenmisredes.

Mepuseenpiedenuevoysalídelgranero,antesdeemprendermicaminohaciaelskáli.Dejéque la lluvia,yamásapaciguada, limpiaraelbarro que ensuciaba mi piel. Cada gota fue una caricia, y lo que meencontréansiandoeraquelimpiaranosólomicuerpo,tambiénmialma,pueslasentíatanoscuracomolasnubesquecolmabanelcieloocultandoelsol.Mepreguntécuándoamanecería,nosobremí,sinodentrodemí.

Abrí los labios, extendí los brazos e incliné el cuello para alzar elrostroalllorosocielo;cerrélosojosymedejépurificar...buscandoenmiinterior un rincón acogedor donde resguardarme un instante, dondereponerlapazperdida,dondeordenarmispensamientosydondedejarmearroparporunmantoserenoycálidopararecuperarelvigordesgastadoylasesperanzastransidasyrenqueantes.

Nomepermitímuchomás;abrí losojosymiréalfrentecongestoadustoymiradadecidida.«Loconseguiremos»,medije,ycaminéhaciaelgran skáli como si cada paso fuese sobre brasas, y al final del caminotuvieraqueatravesarunmatorraldeespinos.

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Mecastañeteabanlosdientesylosescalofríoserantanviolentosqueniabrazándomeamímismapudereprimirlos.

Abrí unode los portalonesymeadentré en el recinto.El calormegolpeó, otorgándome cierto regocijo. Comprobé, como temía, queGunnar era atendido por las esclavas, bajo la atentamirada deHalfdan.Thorffin y los demás permanecían sentados en una larga banqueta, consemblantes cogitabundos y derrotados. Ya me acercaba a Gunnar, quecontinuabainconsciente,cuandoHalfdanseinterpusoenmicamino.

—No,niélnitúpodréisacercaroselunoalotrohastadespuésdelabatalla.

—¿Erestancruelque,aexpensasdesaberquenosenfrentaremosalamuerte,nopermitesquenostengamoseltiempoquenosquede?

—No —respondió cortante—. No lo permito, porque no soportoverte con él, ni con nadie. Prefiero ser cruel a que lo sean conmigo;agradecequenoteateamicama,comoesmideseoahoramismo.Peronotendrásquesufrirmidecisiónmuchomás;enpocosdíashabréreunidoamishuestesy,entonces,partiremosrumboaViborg.

Dichoestosealejódenuevo,comosimipresencialoacicatearaconimpulsosqueseguramentelecostabamuchocontener.

Enesemomento,descubríque,sinoestabaatadaasucama,comoélansiaba, era por evitar un enfrentamiento entre su reina y yo. Pretendíamantenernos alejadas.Ella era su flaqueza, era el orificio en su escudo,porelquepodríacolarmilanza.Ellaeramiarma,aligualqueEyraeralasuya.

Miprimerabatallahabríade librarse en susdominios, reina contraguerrera;tambiénseríavitalesavictoria.

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42

Sueñosdemuerte

Hedemarkbullíadeactividad.Centenares de soldados habían invadido el poblado, pertrechados

paralabatalla,solazadosyansiososporentregarsusvidasysusalmasafavordesurey,sabiéndosepróximosalValhalla,imaginándoserodeadosdehermosasvalquiriasyderebosantesjarrasdeambrosía.

En ese momento aprovechaban, con ruda intensidad, quizá susúltimos instantes de esparcimiento terrenal... bebiendo, copulando comoanimales,carcajeándoseestruendososyretándoseenpeculiaresapuestas,quesolíanacabarconlospuños.

Deambularentreaquellaexaltadaturbaebria,siendomujer,resultabariesgoso,ymáscuandoacaparabasmiradascuriosas,entredesconfiadasylibidinosas. Ir equipada con mi más aguerrida vestimenta de doncellaescudera conseguía mantener a los hombres en su sitio. Aun así, si miyelmo,mipetodecueroconcorreajes,miscalzasdehombre,misbotasaltasylaespadaenmicintonofueransuficientespararepelerladesatadalujuria de los soldados, la imponente presencia de Asleif a mi lado, laferocidaddemi inseparableFenriry las fulminantesmiradasdeGunnarsobrelosincautosqueseacercabandemasiadomemanteníanasalvo.

Gunnarestabaparcialmenterestablecido;susheridasseguíantiernas,perosuvigor,recuperado.Eyralecambiabaelemplastecadamañana,yleaconsejabaqueentrenaraalaintemperieconeltorsoaldescubierto,paraque las brechas se secaranmás deprisa. Y de esa guisa, paseaba por laaldea, impresionando a los guerreros y a las mujeres, que lo mirabanentreadmiradasyhorrorizadasporlosprofundoscortesquesurcabansuespaldayporlaimpetuosabellezadetanmajestuosohombre.

Yo también loobservaba, con tal intensidadque inclusopercibía suestremecimientoanteeldesesperanteanheloqueemergíadecadaunademismiradas.Delamismamanera,yoerareceptoradelassuyas,delfuegoquepalpitabacontenidoenél,desuhurañafrustración,perosobretodode

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lafirmedecisiónquemovíacadaunodesuspasos.Estabaaltantodetodo,naturalmente,ydequesumadreeralaprenda

queHalfdanretenía,comogarantíadenuestralealtadobligada.Ahoraeraunleónenjauladoquepaseabainquietodeunladoparaotrodelapuertadesucelda,deseosodesaltarfueradeella,ydemorderhastaliberarse.

Sigrid había dado su testimonio ante Halfdan, confesándole enprivado lo mismo que me había contado a mí. Verla de nuevo meimpresionósobremanera.Teníalamiradaperdidayvacua,estabapálidayojerosa,unrictusamargodescomponíasusfacciones,apagandosuotroraluz.Estabarota,eraunalmasinvida,unasimpleenvolturaquecaminabaperdida,sinrumbo,niesperanza.Nadalaanclabayaaestemundo,oesocreíyoalmenos,porque,cuandoseacercóamí,súbitamentesuporteseirguióysumiradadestellómostrandounaocultaintención.

—Al igual que yo pago mis maldades —desveló con frialdad—,nadiequedarásincastigo.

Permanecírígidayalerta,hastaqueseguísumirada.Estaveznoerayo el objetivo de su venganza. Esta vez, ambas compartíamos un fincomún.Ragnhildtambiénnosobservaba,evidenciandouninquietotemorylamismainquinadelaqueellaeraobjeto.

Sigrid me miró de nuevo, asintió de un modo imperceptible,encontrandoenmíaunaaliadaimprevista,ysealejóasurincón.

Eyranopodíasalirdelskáli;además,eralaencargadadeatenderlasnecesidadesdelareina.Encuantoaalimentosybebidas,debíaprobarlasellaantes.YesosímepreocupabaestandoSigridcerca.

Suspiréconpesadumbreypreocupaciónymedirigíalbancodondeestaba sentado Hiram, claramente nervioso. Forcé una sonrisatranquilizadoracuandoposósushermososojoscelestesenmí.

Esa noche se celebraría la festividad de Walpurgis, en la que,mediante cánticos y conjuros, se invocaba y adoraba a los dioses de lafertilidad, donde agasajarían con danzas y fuego a Belenos, para quepurificaraaloshabitantesyalospueblos,ypararecibirconalgarabíalaépocadeluzybuentiempoqueyaacariciabalaregión.

—¿Nerviosooindeciso?—inquirítomandoasientofrenteaHiram.—Ambascosas,aunqueañadiríaaterrado.Soltéunacarcajadaysacudílacabeza.Dirigílamiradahaciaelotro

extremo,dondeValdiserapreparadaporlasesclavas,enunrincóndelasala,ocultaspormantos.Esanoche,además,celebraríamosunaboda.

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—¿Porquéaceptastesinoestásseguro?Contrariamente al resto de las sociedades que yo conocía, allí las

mujeres podían pedir en matrimonio con la misma libertad que loshombres,delamismaformae, igualdesencillo,podíansepararsedesuparejasiasílodeseaban.

—Por un lado, deseo formar una familia, y Valdis es fuerte yapasionada.Porotro,sucaráctermedesespera,sóloconsigocalmarladeuna manera... —adiviné en su sonrisa la manera en que apaciguaba aValdis—,pero,inclusoasí,suposesividadmeahoga.

—¿Yquéhaydelossentimientos?Compusounmohínindiferenteyseencogiódehombros.—Ella me ama con locura y yo la quiero. Ninguna otra mujer

disponiblemeatraelosuficientecomoparaatarmeaella.Desvíeincómodalamiradaymerecoloquéelbrazaletedecueroque

ceñíamimuñeca.—Además—agregóconunanotaagriaensuvoz—,puedequeseael

matrimoniomáscortodelahistoria.Neguérotundaconlacabeza,frunciendoelceñoreprobadora.—No pienses eso; volverás con ella y tendrás tantos hijos como

disputas.Hiram rio abiertamente, echando un fugaz vistazo hacia donde

preparabanalanovia.—Entalcaso,seréelguerreromásfértildelaregión.Sonreímos,aunqueundejeapenadoempañóaquelgestocompartido.—Pocosamoreshaycomoelvuestro—manifestónostálgicoHiram.Diunprofundosuspiroylomiréconciertoamargor.—Cierto,pocostanvapuleadoscomoelnuestro.Losdiosesseceban

con nosotros una y otra vez, son nuestros enemigos, y a ellos nosenfrentamos. Sólo sé que, aunque en esta vida logren vencernos, en lamuerteseguiremosbuscándonos.

—Y yo te prometo, ante esos mismos dioses —aseveró Hiram,adoptandounasolemnegravedad—,quesiempreteayudaréaencontrarlo,inclusoatravésdelaeternidadsiesnecesario.

Alarguélamanosobreeltablerodelamesa,eHiramlacogióentrelassuyas,consemblanteemocionadoymiradatierna.

—Es tremendamente injusto, Freya, que ambos tengáis que sufrirtantosóloporamar.

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—¿Tenombras guardián protector de nuestro amor?—proferí conuntintejocosoyligero,aunquesuspalabrasmellegaronalalma.

—Es justo lo que acabo de hacer —afirmó con hondoconvencimiento—, así que confía en mí: Gunnar y tú os pertenecéis, yalzarélavozparaproclamarloalviento,alasnornas,aOdínoaquienseanecesario.

Sonreí emocionada y asentí de nuevo, apreté cómplice sumano engestoagradecidoymepuseenpie.

—Miguardián, necesito otro favor,mientras voy a ver cómova lanovia.

—Decidme,protegida—respondióconunasonrisaburlona.—Vigila a Sigrid; si se acerca a los calderos que humean sobre el

fuego,oalasbarricasdecerveza,permanecealertaasusactos.Creoqueescapazdetodo.

—¿Temes que ahogue sus penas comiendo o bebiendo?—bromeófrunciendoelceñoenunamuecasocarrona.

—Temoquebusquevenganza.LaazuladamiradadeHiramseoscurecióaltiempoqueasentía.—Estaré atento, al menos hasta que comparezca en el ritual de mi

boda;enesemomento,miúnicapreocupaciónserárespirar.Sacudí lacabezaconunasonrisaymealejéparaofrecerleaValdis

misbuenosdeseos.Todami intenciónquedóahí, cuandoGunnar entró en el skáli.Mis

ojos recorrieron hambrientos su marcado y poderoso torso. Paseé losojos por cada uno de los ondulados trazos de los permanentes dibujosritualesqueadornabansupechoysusantebrazos,comoserpientesdetintaenroscadas a su cuerpo. Tan subyugantes como la piel sobre la que selucían.

Deseépasarlosdedosporcadalínea,ansiédelinearlasconlalenguaycolorearlasconmialiento.Cuandoélposólosojossobremí,descubríqueestabaconteniendoelalientoyquejadeaba.Respiréprofundamenteymeobligué a apartar la vista, luchando contra el desgarrador anhelo decobijarmeenaquelesplendorosopechoquetantasmiradasatraía.

Entonces,reparéenqueyanollevababarba;suvaronilrostrolibredevelloresultabahermoso,virilycautivadordeunmododevastador.Meperdíporunbesoenaquellos labiosmullidosysuaves,porpuntearconlosmíoslarotundalíneadesumandíbulaymordisquearconsuavidadsu

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cuello.Meobliguéadarlelaespalda,temerosadenopodercontenermisimpulsos.

FuecuandometopéconlapenetranteyceñudamiradadeHalfdan,ylaintriganteexpresióndesureina.Enambaspudeleeroscurosmensajessoterradosdeargucias inminentes.Algoqueporotraparteyaentreveía;ninguno ibaaconcedernos la libertad,nomientras tuvieranunhálitodevidaensuscuerpos.Nuestraluchasólopodríaacabarconlamuertedeunbando;elleónylalobacontraelcuervoylaaraña.

Me descubrí sonriéndolesmaliciosa, incluso amenazante.Ya no lestemía,ahoralesmostrabadeformaabiertaaquiénseenfrentaban.Aquellolosdesconcertóy, trasabsorberaquelpequeñotriunfogestual,medirigíhacía el cubierto rincón donde Valdis era ungida con afeites florales,vestidaypeinada.

Retiré lascortinasymeadentréenaquelpequeñoreceptáculo.Dejéescapar el aliento ante la hermosa mujer que, sentada en una banqueta,permitíaqueadornaransubrillantecabellorojoconguirnaldasdefloresblancas.

—Valdis, creo que Hiram se quedará sin respiración como bienvaticinó—adujeadmirada.

Laaludidamemiróysonrióradiante.—¿Meencontraráhermosa?—preguntóilusionada.—Loeres,yhoyresplandeces.Valdisestiróloslabiosenunaampliasonrisaplenadedicha.—Porquevoyadesposarmeconelhombrequeamo—respondiótras

unhondoyemocionadosuspiro.Meacerquéaellasonrienteydepositéunbesosuaveensufrente.—Osdeseo una larga vida en común, que los dioses os colmen de

bendicionesyquevuestroamoriluminecadainstantedevuestrasvidas.Valdis alzó conmovida sus acuosos ojos verdes, su sonrisa tembló

afectaday,conexpresiónagradecida,cogiómimanoentrelassuyas.—Ojalá,yqueesosdeseos te seandevueltos,nadie losmerecemás

queGunnarytú.Estavezfuiyolaqueasintióconmiradahúmeda.Recordé en aquel instante el día de mi boda con él, lo mágico de

aquelinolvidablemomento.LapenetrantemiradadeGunnarsobremí,lavinculacióndenuestrasalmasylaunióninmortaldenuestroscorazones.El rito había consagrado nuestro juramento y, aunque el destino se

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esforzaba en romperlo, no lo conseguiría, porque el mayor poder quecobijabaestemundonoeranlasreligiones,niloshombres,nilosdioses...elmayorpodereraelamor,almenosloquedabasentidoatodo.

—Teaseguroquenovoyaquedarmea esperarque esosdeseos secumplan,losvamosaluchar.

Valdis oprimió mi mano en gesto cómplice. Compuso un mohínconfiadoyasintióconvehementeconvencimiento.

—Lolograréis.Sonreí,meinclinédenuevohaciaellaybesésusien,al tiempoque

acariciabasulustrosocabellodelcolordelfuego.—Ahora,saboreacadamirada,cadasensación,ydisfrutadeloquetú

mismahasconseguido.Trasunaúltimamiradayunagransonrisacomplacida,queocultaba

mispropios temores,salídelcubículoformadopormantoscolgadosenlasvigasdeaquelrincónapartado.

Medetuveuninstanteparatomarunagranbocanadadeaireyalejarlosrecuerdos.Noeramomentodenostalgiasyflaquezas.

EscudriñélasalaenbuscadeSigrid;nolaencontré.SentíalivioymedirigíaEyra,queremovíaconun largocucharóndemaderaunode losgrandes calderos, donde la oscura y densa sopa de ganso ondeabalamiendoelinteriordelamarmita.

—Recelo deSigrid—murmuré soterrada cuando llegué a su altura—, planea algo; sumente enturbiada por el odio es capaz de cualquiercosa.

Eyra no me contestó; sin embargo, dejó de remover el guiso ysuspiróhondamente.Laexpresióndesurostromedesazonósobremanera.Habíaoscuridadenél,veladoporunaangustiainusitadaenella.

—¿Qué teocurre,Eyra?—pronuncié alarmada, cogiéndolapor loshombros.Sentícómomipechoseagitabaporelmiedo.

Lamujertragósaliva;elbrillodesusojostitilóconunconocimientoquemeencogióelcorazón.Meagarródelbrazoymecondujohaciaunrincónsolitario.

—Anoche tuve un sueño—comenzó a decir conmirada perdida—.Me encontraba en mitad de un bosque sombrío, la luna iluminaba unsenderoqueacababaenunacabaña,eraladelOráculo.Caminéhaciaellay,cuandolleguéalapuerta,éstaseabrióparadejarmeentrar.Allíestabaél,sentadoensutocón;alzólacabezahaciamíyseretirólacapuchadesu

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capa.—Hizo una pausa en la que tragó saliva de nuevo, su palidez seacentuó—.Entonces, alargóunamanoofreciéndomeuna florblanca; suciegamiradalechosaseclavóenmí,aguardandoquelacogiera.Lohice,lallevéaminarizylaolí.Sufraganciaeranauseabunda;meempezaronallorar los ojos, pero, cuando fui a enjugármelos, descubrí que no eranlágrimasloquerecorríamismejillas,sinoreguerosdesangre.Entonces,el anciano hechicero dio una fuerte carcajda yme señaló. Cuandomirémisensangrentadasmanos,comenzaronadesdibujarse,todomicuerposediluía ante mi asombrada mirada, Freya. Y no podía moverme, ni tansiquieragritar.Mehedespertadobañadaensudoryconunaopresiónenelpechoquecreceamedidaquetranscurreeldía.

Negué con la cabeza, un nudo atenazó mi garganta y un acusadopavorrecorriómiespalda,erizándomelapiel.

—Es un aviso—conseguí musitar—; sólo habremos de estar másalertas quenunca.Nopiensodejarte aquí, vendrás conmigo a la batalla,haréloqueseaporconseguirlo.

—No,Freya,noesunaviso,esmidestino—afirmóconhondopesar—. Mis sueños son premonitorios; hacía mucho tiempo que no mevisitaban.Sonvisionesproféticasdeun futuro inmediato,mi condenadodonclarividenteanunciamimuerte.

Negué de nuevo con la cabeza, con más rotundidad, con másdesesperación;fijélamiradaenella,conelceñofruncidoyunadecisiónfirmeenelsemblante.

—No vas a morir —espeté furiosa—. Las runas se equivocaronanunciandomimuerte;esemalditosueñonosecumplirá.

Ante mi asombro, la anciana sonrió tranquilizadora, aunque sumiradabrillóconunatristezainfinita.

—Escúchame,Freya:lasrunas,comotedije,noerraron,sóloquenoatinéainterpretarlas.Lossueñosovisionessondiferentes,sonimágenesinequívocasdeunsucesoporllegar.Eseldestinoquesemuestraantemí;quizá,despuésdetodo,esunfavordelosdiosesparaquemepreparebienantesdepartir.Meregalanelconocimientoparaqueempleesabiamenteeltiempoquemequeda.

—¡Por los dioses, no lo permitiré! ¡Maldición, no te llevarán! —exclaméconaciagaslágrimasbailandoenmisojos—.Eseconocimientoes lo que necesitamos para evitar tal final. Esa flor es una señal, yasabemos a lo que atenernos. Gunnar ingeniará la manera de sacarte de

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aquíy...—¡Freya,Gunnarnodebesabernada:partealabatalla...ynadahade

distraersumente!—interrumpióentonofirmeytajante—.Esaflorblancasólo evidencia que seré envenenada. Es completamente imposiblecontrolartodoloquebebaycoma,anoserquedejedehacerlo.Inclusoasí,haymuchasformasdeenvenenar;recuerdaeldardoquetelanzaronati.

—Sólo yo te proveeré de comida y bebida—aseveré tajante—.Novasaseparartedemí.Esesueñonosecumplirá.EncuantoaGunnar...

Eyra cogió mis temblorosas manos con las suyas y sonriódulcementeantemiasombro.

—Noinsistas,Freya;Gunnartienequelucharporsupropiodestino,no por uno ya predicho de antemano. —Hizo una pausa para tomaraliento; su mirada se oscureció de nuevo—. La flor no nos esdesconocida, es la adelfa, y pueden utilizarla de muchas maneras, nopodemospreverelmodo.

Aspiréhondamenteyredoblémisesfuerzosporempujarconsalivalapiedraqueseatorabaenmigarganta.Elmiedoatenazabamipechoylafuriaacelerabamirespiración,yenaquelmomentosupeloqueteníaquehacer.

—Peropuedodetenerlamanoquetetiendelaflor—argüíanimadaporunrayodeesperanza.

Eyrasacudiólacabezayresoplóconpesadumbre.La aceptación que brillaba en sumirada revolvió elmar de brasas

queahorameconsumía.—ElOráculoes elojode losdioses, laherramientadeldestino; él

tambiénsabequeacabadesentenciarelsuyo.El desconcertante recuerdo de un mensaje me golpeó en aquel

preciso instante por segunda vez: las enigmáticas palabras del Oráculocuandomedespidiólaúltimavezquefuiasuencuentro,denuevo.Sóloqueahoraencajaban,peroenunhuecoaterrador.

Agrandélosojosydejéescaparunaangustiadaexhalación...«Yahoramarchad,mujer loba; lo últimoqueveré yadevos serán

vuestroscolmillos.»Enefecto,éltambiénhabíaselladosudestino.

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Unabodaentredespedidas

Unemisarioentróabruptamenteen lasala,consemblanteenfurruñadoypaso apremiante. La impaciencia dominaba sus bruscos ademanes y eltemor,sumirada.

Halfdandetuvoelcuencoamediocaminodesubocaysepusoenpieenelacto,yendoalencuentrodelangustiadoheraldo.

—¡HanavistadolaflotadeLodbrok,miseñor;estánapocasjornadasdeviajerumboaJutlandia!

Halfdandejóescaparunabruscayestentóreaimprecaciónymaldijosu fortuna a los cuatro vientos. Sus negros y afilados ojos refulgieroncoléricos.Paseóinquietoycontenido,mientrassumentebullíabuscandounasolución.Nisiquierasusconsejerosseatrevieronaimportunarloconsugerencias.Halfdaneraunherviderodefuria;supechosubíaybajabaysusfaccionesseestiraronenunamuecaferoz.

—En este instante—rugió malhumorado— partirá una avanzadillahacia Vestfold, ya están allí los snekkes equipados para el combate; loshombreselegidosembarcaránhaciaJutlandia,sinpérdidadetiempo.Allícercaréis Viborg hasta que llegue con el grueso de mi ejército. NopermitiréqueHorikseescondahastaqueloamparesujarl.

Todos losguerrerossepusieronenpie,aguardandolaseleccióndesureyparanutriraquellaavanzadilla.

—Avisad de inmediato al jarl Harald el Implacable —continuóimpaciente—; quiero que me traiga lo que me prometió y recibirá surecompensa. —Un fugaz vistazo en mi dirección plantó una desazónturbadoraenmipechoyunaalertatanpunzantequesecómigarganta—.Quieroque todamihird, al completo, se prepare para partir en el acto.Seréismivanguardia.

Hiram avanzó hacia la mesa real con semblante grave ymanifiestamentecontrariado,aunqueenactitudservil,ysepostróantesurey.

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—Con gusto ofreceré mi vida por vuestro reino, mi señor. Noobstante, desearía partir ya desposado, para quemis escasas posesionespasenamanosdemimujer,encasodequenoregrese.

Halfdan frunció los labios con desagrado, se atusó la oscura ycuidadabarbapensativoyfinalmenteasintióconciertaconmiseración.

—Teconcedoladispensaquemeruegas—accedióhuraño—,sinoretrasaslapartidamásdelonecesario.

Eneseinstante,Valdisemergiódelcobijadorincón,caminandocomosiflotara,tanhermosaysolemnequeprovocósuspirosadmiradosentrelacongregación.

Hiramsevolvióantelaselogiosasexclamacionesdesusvecinos.Ysusemblantesedemudó,deslumbradoporloquesusojoscontemplaban.

Sonreí queda al ver la reacción del guerrero. Quizá incluso él nofueraconscientede la intensidaddesussentimientos,pero laamabamásdeloque imaginaba;aquellafascinadamiradacerúleanodejaba lugaradudas.

Mientras la novia avanzaba entre los aldeanos, Hiram palideció yenmudeciómaravillado.

Unosbrillantesojosverdesseposaronenmí,plenosderecuerdos.Yen ellos me sumergí mientras braceaba gustosa en aquel mar de puroamor, tanprofundoydenso...acariciadaporsuavesolasdecompromisoeterno, y también arrastrada por turbias y cálidas mareas de pasióndesmedida.Ydeestaforma,conlasmiradasentrelazadas,desbordantesdesentimientosynecesidad,escuchamoselritualdelaboda,comosiaquellaceremoniafueralanuestra,vibrandoconcadapalabra,concadasilencio,ambos hambrientos y emocionados. Cada uno en un rincón opuesto, éltodavíaconeltorsodescubierto,yunasceñidascalzasqueacicatearonmilujuria,yyo,trémulayreceptoradeltórridodeseoquemanabadeGunnarconlaintensidaddeunhuracán.

Loamabaconcadafibrademiser.Mialmatransidaclamabaencadaexhalacióneltormentoquesuponíanaquellospocospasosdeseparaciónentreambos.

Gunnar, gravey constreñido, palpitaba embargadoporun sinfíndeemociones que sacudían su interior, dejando sólo la secuela de aquelladevastaciónbrotandodesupenetrantemiradaafectadayhúmeda.

Concluida la ceremonia, Hiram y Valdis se fundieron en unemocionado abrazo con sabor a despedida. No hubo celebración, ni

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algarabía,nigritos soeces sobre laconsumación,nibrindis,ni cánticos.Huboapremio,gravedadysilencio.

ContemplécómoGunnarsevestíaparaelcombate,enfundándosesujubóndepielcurtida,negracomolososcurospreludiosque insistíanenacuchillarmiconfianza.Secolocósurefulgentecotademalla,unbyrniede eslabones planos, más cómodo y ligero, y, sobre él, un parapeto decueroendurecidoajustadoconcorreajes.Reajustóelcintoasuscaderas,yseencajóelyelmoconlaprotecciónnasal,resaltandolaluzesmeraldadesusojosbajolasombríacubiertadelcasco.Finalmente,secubrióconsucaparojacomolasangreymemiródenuevo.Surevueltaylargamelenaleonada cubría sus hombros y parte de su espalda. Aguerrido y tanhermosocomocualquieradelosdiosesqueveneraba,dejabasinaliento.

Anuestroalrededor,losguerrerossedespedíandeformaefusivadesusseresqueridos.Unaafiladaenvidiayunatristezainfinitaacongojómicorazón, sabiendo que bajo la solapada mirada de Halfdan no podríaacercarmeaél.

Sinembargo, todomicuerpose tensóanteel inesperadoavancedeGunnar enmidirección.Nopodía ser, pensé.Deunmodo inconsciente,retrocedí temerosa de la reacción del rey, pero Gunnar caminaba conaplomo y paso seguro, desprendiendo aquella aura de poder quesubyugabaaquienlomirase.

Se detuvo frente a mí; temblé ante su sola presencia. Cuando mecogió con firmeza por los hombros, mis rodillas flaquearon, pero,cuandomeestrechócontrasupecho,micorazónsederritióymicuerpoestallóenunaexultanteoleadadefelicidad.

Clavó los ojos en los míos, se desprendió del yelmo y se inclinósobremí. Sentir su aliento fue todo una tentación, una que no tardó encolmarse, en el momento en que su boca tomó la mía con denodadapasión. Enlacé su lengua con delirio, y él frotó la mía con desesperoarrancándome roncos gemidos placenteros. Nos besamos con fruición,deleitándonoscontanapasionadaentrega,sellandoconnuestrasbocasloquerasgabanuestroscorazones.

Todoanuestroalrededorsedesvaneció,hastacreídejardenotarelsuelo bajo mis pies; la sensación de ingravidez se acentuó hasta quedescubrí que no era unamera sensación, sino una realidad. Gunnarmehabíaelevadocontrasupecho,comosiquisierafundirmeensu interior.Atrapadaentre sus fuertesbrazos,devoradapor su implacableyansiosa

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boca,envueltaen sucalor, supequemehallabaenelparaíso.Y fueunaserpiente, larga y helada, afilada como el hielo y puntiaguda como lamuerte,laquenosarrancódeél.

La punta de una espada se filtró entre nuestros cuerpos como unaveladaamenazaaentrarenellossinoatendíamossumensaje.

Gunnar se envaró en el acto, y se apartó de mi boca sin dejar demirarlaconsemblantegraveygestoinsatisfecho.

Retrocedimos impelidos por la tallada hoja de un templado aceroreal.Halfdan ardía en cólera; su tez cetrina había enrojecido y sus ojosllameaban, pero en lamueca tensade su rostro atisbé la contenciónqueacumulabaparanomatarnoseneseinstante.Nosnecesitaba.

Sinembargo,sumiradafuetanletalcomosinoshubieraatravesadoconsuespada.

—Sivuelvesaacercarteaella—rezongósiseanteelrey—,nodudaréenmatarte.

Gunnarlededicóunasonrisacircunspecta,alzóunacejaaltivoyloencaró,imponiéndolesualturayretándoloconsucorpulencia.

—Osdevuelvolaamenaza—susurróamenazante—,mirey.Halfdantuvoquehacerverdaderosesfuerzosparanolanzarsesobre

Gunnar.Teníalospuñoscerrados,susnudillosbrillabantemblorosos; lafaz, crispada con unamueca feroz que desencajaba sus facciones, y loslabios,blanquecinosytirantes.

—Partamoscuanto antes—interrumpióThorffin, con tono ligero eimpaciente,adelantándoseyapartandoaGunnardel rey—.Tenemosunabatallaqueganar,loscaballosyaestándispuestos,ylosguerrerostienenganasdeserinvitadosalValhalla.

Gunnarposódenuevolamiradaenmí,asintiendoconfirmeza;meregalóunaluminosaychispeantesonrisa,yyoseladevolví,conteniendomisganasdecorrerdenuevoasusbrazos.Deprontoavanzódenuevo;estavezllevósuspasoshastaEyra,laalzóenelaireylaestrechóconunainefableternuraquemeconmovió.Laancianasesuspendiódelcuellodesuhijo,ycobijósuajadorostroenelhombrodelguerrero.Elamorqueseprofesaroncaldeómicorazónyhumedeciómisojos.Eyralesusurrabapalabras al oído, mientras Gunnar, con los ojos cerrados y semblanteemocionado,asentíapresodeunatrémulasonrisa.

La imagen de tan fiero guerrero sucumbiendo a la emoción,mostrándose tierno y cariñoso, profesando abiertamente el amor y la

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devoción hacia aquella que lo había engendrado, enmudeció a cuantospresenciaronaquelentrañablegesto.

Eyra cogió con las manos el rostro de su hijo y, sonriendo entrelágrimas,musitóenvozalta:

—Heaquíamihijo,elquedasentidoamivida,elquehacelatirmicorazónyelquerevientamiorgullo.Noimportaadóndevayamos,puessiempre estaré a tu lado. Nos llevamos en el corazón, de ahí nadie nosarrancarájamás.

La emociónme constriñó, el llanto contenido fluyó ymi pecho seagitó zarandeado por la incertidumbre y la agonía que nos aguardaba.Gunnar sonrió afectado y con mirada húmeda abrazó con fuerza a sumadre.Elpechomeardía,pujadoporsollozoscontenidosqueestallabanenmi interior, como impactan los relámpagos en la tierra, virulentos einesperados.

—Ningúnhombrepudotenermejormadre—murmuróGunnarconvozquebrada.

—Yningunamadre,mejorhijo.Se estrecharon temblorosos, liberando cuanto moraba en sus

corazones.Eraunadespedida,unúltimoadiós;esogritabamicorazóny,pormuchoqueintentaraacallarlo,noconseguíaenmudeceresasensación,niaplacareldolorquemancillabamipecho.

Cuando Gunnar depositó a su madre en el suelo, descubrí en susllorosos ojos una dicha plena, una ligereza desconocida, como si sehubiera reconciliado con una parte de su pasado, como si algo hubieradejado de estrangular su interior, con un grato alivio teñido de cariñoinfinito.

Trasmirarlargaytiernamenteasumadre,susojosmebuscarondenuevo.Apenasfueuninstante,perosuficienteparareafirmarlapromesade lucha y el amor que habíamos sellado con nuestros labios. El leónpartíahacialabatallayalgomedecíaquenoalaqueHalfdancreía,sinoalaque élmismohabíaplanificadopara liberarnos.Sugesto intriganteyconfiadoasímelohizosaber.

Sevolvióconportealtivoysaliódelskáliseguidodesushombres.Sus pasos firmes atronaron en la sala, como si Thor golpeara elentarimadocon sumartillo.Cada rotundopasoque loalejabademíerauna daga que se clavaba en mi corazón. Respiré hondamente y traguésaliva con aspereza, para intentar disolver el amargor que agriaba mi

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paladar, y me dirigí hacia Eyra, rodeando sus hombros con el brazo yciñéndolaamí.

—Novolveréaverlo—afirmóenunhilodevoz—.Sinembargo,mellevoesteabrazoenelcorazón;creoquenuncahesidotanfeliz.

—¡Volverás a verlo! —contradije malhumorada—. ¡Maldición,volverásaverlo!

Eyradejóescaparunaagotadaexhalaciónymeobservófrunciendoelceño.

—Aveces,muchacha,esmejorsaborear losúltimosmomentosquelucharcontraeldestinoymalgastarlos.

Meenfrentéaellaconsemblanteturbadoeindignado.—Túereslaquesiempremehaimpelidoalucharcontraeldestino,y

ahoraerestúlaquedecidesometerseaél—acusécontrariadayfuriosa.—Es mi final, Freya, y como tal he de aceptarlo; la rueda

providencialsedetuvoenlaúltimamuesca,esinútilintentarfrenarlaparaque no encaje en ella, mi recorrido se acabó. Y ahora, escúchame,condenada testaruda.—Susojillososcurosrefulgieronfulminándome—:Gunnarhaaprovechadoladespedidaparadarmeunmensaje.

Parpadeé para contener las abrasantes lágrimas que pendíantitubeantesenmisojos.Elamargorseinstalódefinitivamenteenmí.

—Gunnar aprovechará que se adelanta para preparar un navío, ypartiráconélhacia lacostadeJutlandia.Apostaráelsnekkeen la riberadel río Gudenåen más cercana a Viborg; en la confusión de la batalla,escaparéisenél.Cuantoharáenelcombateserábuscarteyhuircontigo.Sus palabras para ti han sido: «Sólo mantente con vida hasta que teencuentre».

Dejé escapar un gemido estrangulado e hipé una suerte de sollozoagónicoquequemómipecho.

—También ha dispuesto para mí un plan —continuó—. Huir conValdisyJorundhaciaHedeby,antesdequepartanHalfdanysushuestes.Allínosrecogeréis.

—Puesdeberéisirmañanaporlanochesinfalta,ynopiensoadmitirni una réplica—intervine tenaz—.Si, comodices, tu destino es que esamalditafloracabecontuvida,lohará,aquíydondesea,peroalmenosnoconsientasenesperarlatendidaentulecho.Cumplelavoluntaddetuhijo,yaseencargaráeldestinodeperseguirte.Túmismaacabasdedecirqueesmejoraprovecharlosúltimosmomentosquemalgastarlos;aprovéchalos,

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Eyra,saborealalibertad,pocaomucha,yanoimporta.Lamujermecontemplómeditabunda,conmiradaenturbiadaygesto

vacilante. Bajó la mirada hacia sus manos, como si en ellas estuvieraescritaladecisiónquehabíadetomar.

Porfinrespiróprofundamenteyalzóelrostrodenuevo.—Cumplirélavoluntaddemihijoylatuya,queeldestinocumplala

suyacuandoleapetezca—pronunciócondeterminación.Sonreí triunfal y, a pesar delmiedo y la angustia, saber que todos

lucharíamos imprimía algo de luz a las tinieblas que se cernían sobretodosnosotros.

—Recuerda, no pruebes comida ni bebida, no salgas del skáli ymantentealertaentodomomento—advertí—;cazaréparati,beberássólodemiodredeaguayprocuranoacercarteaRagnhildenlamedidadeloposible;delOráculomeencargoyo.

Eyrasonrióconmovidaymeabrazóconfuerza.—Tequierocomoaunahija,Freya.—Noseteocurradespedirte,madre—repliquéconvozquebrada.Lamujerseseparódemíconlágrimasenlosojosygestotrémulo.

Asintió embargada por intensas emociones y se alejó con paso cansadopararetomarsusquehaceres.

Tras la partida de la hird del rey comandada por Gunnar, decidíorganizar la huida con JorundyValdis.Nohabía tiempoque perder; lamuerteacechabaimplacable,yeldestinocerrabafilassobrenosotros.

Los encontré en el campo de entrenamiento.Asleif adiestraba, paramiasombro,aValdis.

—¿Otraskjaldmö?—inquiríavivavoz.—Nodatiempo—farfullóAsleif,sinapartarsuvistadelcombate—,

pero,almenos,quetengaalgunanocióndecómodefenderse.Valdis cayó despatarrada al suelo, ante el certero ataque de la

atemorizantevalquiria,perdiendoenlacaídalaespadademadera.—¡Sídatiempo!—contrapusoValdisceñuda—.Aprendorápidoymi

padredicequetengoeltemperamentodeTyr.—Eso puedo asegurarlo—bufó Asleif exasperada—; el dios de la

guerraasuladoesuninocenteinfante.Jorundreprimióunacarcajadaquelosacudió,emitiendounextraño

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gorjeoquellamópeligrosamentelaatencióndesuhija.—¿Teburlas,padre?Elhombreabriólosojossimulandoingenuidad.—Nosemeocurriría,hija,letengomuchoapegoamivida.Valdiscompusounamuecafuriosaygruñóofendida.Meapoyésobrelaempalizada,juntoaJorund,queresoplabaaliviado

cuandoValdisdesviólaatencióndenuevoalcombate.—¿Puedescreerquequiere seguira suesposo inclusoalcampode

batalla?—mascullóJorundconevidenteincomprensión—.Ydime,Freya,¿cómo conseguiré disfrutar matando enemigos si tengo que estarpendientedeestainsensataquetengoporhija?

Suquejaestirólascomisurasdemislabiosenunadébilsonrisaquenollegóamisojos.Neguéconlacabezaypuseunamanoenelhombrodelrudopelirrojoquecontinuabalamentándosedesusuerte.

—Noentraréisencombate—musitélentamente,sinapartarlosojosdelasmujeresquecombatían—.Vamosahuir.

Jorunddejóescaparunaexclamaciónsorpresiva;meobservócomosihubieraperdidoel juicioyagrandósusalmendradosojosconmiradacasiespantada.

—¡Esoestraición!—profirióindignado.—No, es justicia, es libertad, es vida—repliqué con énfasis—. Si

permitesqueValdisentreenbatalla,morirá...yesunabatallapertrechadapor la ambicióndesmedidadeun rey injusto.El jarl Lodbrok acudirá asocorrer a su rey Horik, y nuestros hombres caerán bajo su espada.GunnarvaaprepararunsnekkecercadeViborg,parahuirenél.Quierequetú,ValdisyEyranosaguardéisenHedeby,paraquenosacompañéis,quizá a un mundo nuevo. Pero, para estar a tiempo, tenéis que partircuantoantes.

Jorund farfulló por lo bajo un instante, como debatiendo consigomismolospormenoresdeaquelacto.Ensufazsemostraronconclaridadsentimientosencontrados.PeroenelmomentoenqueAsleifderribóconapabullante facilidad a Valdis de nuevo, el hombretón rezongó y seencogiódehombros.

—Cuandomuriósumadre—comenzóadeciren tonomeditabundo—, fue como caer en un abismo, del que no imaginé salir, pero esapendencieraqueves,tercacomounamulaymásvitalquelasaguasdeunarroyo,metrajodevuelta.Silaperdiera,caeríadenuevoparanovolver.

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Girólacabezahaciamíyasintiócasiimperceptiblemente.—Creonecesarioadvertirque,sienesebarconovaHiram,mihija

nosubiráaél.—Yacontamosconesaposibilidad,Jorund,yaunque tengamosque

capturarloymaniatarlocomoaunavirginaldoncella,iráenesebarco.—Abuensegurohabráqueatarlo—manifestóelhombresoterrando

unasonrisa—,pues¿quézafiopreferiríaelgeniodemihijaalasmelosasatencionesdecualquiervalquiriadelValhalla?

—Unzafioenamorado—adujesonriente.LosojosdeJorundse iluminaronunmomento, llenosdeorgulloy

satisfacción.—MiValdissiempreterminaconsiguiendotodoloqueambiciona—

murmurójactancioso.—Prepara las provisiones y los caballos, Jorund. Yo ingeniaré la

maneradequeEyrasalgadelskáliconcualquierexcusa.Jorundseatusósurojabarbamientrasmemirabapensativo.—Cuando partamos, la ira de Halfdan caerá sobre ti —vaticinó

preocupado.—Sabrémanejarla—argüí,escondiendoesamismainquietud.Jorundmeescrutósinmuchoconvencimiento.Palmeésuespaldacon

ligerezayesbocéunasonrisaconfiada.—Freya,nosubestimesalrey;puedequehayascaladoensucorazón,

peronoensucabeza.Sureinoeslomásimportanteparaél,esenextremosagazyúltimamenteestáperdiendomucholosestribos.Noabusesdetusmañas,sécautelosayparteconnosotros.

Neguéconlacabezaysuspiréqueda.—No, Jorund. Gunnar me buscará en el batalla, no cejará hasta

encontrarme,ynadiepodráavisarlodequeloesperoenHedeby.Además,Halfdanmeperseguiría;avosotros,no.

Elhombrechasqueólalenguaconfrustraciónyasintiócompungido.—De acuerdo pues, mañana por la noche huiremos los tres. Sólo

pidoalosdiosesqueteprotejanyquenosreúnaatodosenHedeby.Asentí con firmeza y dejé libres mis pensamientos mientras

observabaladurainstruccióndeValdisamanosdelamagnánimaAsleif.

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44

Bajolasgarrasdelmiedo

Me desperté con un sudor frío perlandomi frente, la boca biliosa y elcorazón palpitante. Me incorporé agitada y busqué con la mirada elinmóvilcuerpodeEyraamilado,eneljergónquehabíamosdispuestoenunaesquinadelgranskáli.

Hallarla junto a mí no terminó de reconfortarme; la sensación deinsidiosa alerta permanecía latente y viscosa, obligándome a agitarlaligeramenteesperandoqueseremovierayespantarasímistemores.Eyraemitióunmolestogruñidoysereacomodóensuladobajolamanta.Dejéescaparelalientoymepuseenpierefregándomelosojos.

A mi alrededor todos dormían plácidos y laxos. Necesitaba tomarairefresco;elambienteerarancioypesado,demasiadagentesehacinabaenelsalón,enrareciendoelaireconsusbufidosyronquidos.

Me envolví en una piel yme dirigí hacia los portalones, con pasosilencioso, apenas susurrante. Sorteé incluso cuerpos en el suelo,arrebujados unos contra otros, acomodándose en posturas y ángulosdiversosycuriosos,encajándosecomosifueranpiezassueltasformandountodo.

Elhechodequemuchoshabitantesprefirierancohabitarydormitarenlacasacomunalsedebíaaesanecesidadgrupaldeapoyo,aeseanhelode compartir y alargar los últimos instantes con sus seres queridos,vecinosyamigos,aesealientoquepretendíantransmitirlescomosideunescudo se tratara. La lealtad y solidaridad de aquellas gentes eran casisimilares a los de una manada de lobos; todos cuidaban de todos entiemposconvulsos.

Entreabrí la pesada y quejicosa puerta y me dejé acariciar por lafrescabrisacargadaderocíoquedespertómipielenelacto.Labruma,todavía pesada, algodonaba los rincones y deshilachaba los perfiles deesquinas y promontorios sombreados, perlando cada superficie concuentas refulgentes, dejando su húmeda huella en cuanto tocaba. El

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horizonteseaclarabacon indolenteparsimonia,perezosoy lánguido,enundesperezarincipientedondelosañilesseentretejíanconhebrasdeoro,dondelassombrascomenzabanatornarseencoloresaúndesvaídos,peroreconocibles.

Cerréuninstantelosojosyaspiréunagranbocanadadeaire.Teníaun largo día por delante, una huida que pertrechar, y una vida quedefender.Exhalé lentamente, como si en aquel gesto lograra expulsar altiempo la inquietud que me oprimía, los temores, y la ansiedad. Debíatenerlamentaclarayelánimofrío,peroalgomedecíaque,aligualqueyoalertabamissentidos,laoscuridadafilabasusuñas.

Permanecíahídepie,absorbiendocómoeldíaengullíatodovestigionocturno, cómo tibios haces solares doraban las lejanas y nevadascumbres,derramándoseladeraabajo,descendiendomelosamentecomosiunacascadadeluzfluyeradelcieloycubrieraconsuradianteabundanciacamposycultivos,bosquesyexplanadas...otorgandounbrillomísticoeirrealaaquellossalvajesparajes,tanhermososqueobnubilabanlavistayencogíanelalma.

Diunhondosuspiro,asumiendopesarosaquenadalograríasosegarmi ánimo aquel día, que ya se me antojaba cruelmente largo. Ni tansiquieraelrecuerdocasipalpabledeloslabiosdeGunnarsobrelosmíos.Los acaricié un poco, apenas rozándolos, y casi sentí su aliento. Meestremecí.

Trasdemí,laaldeadespertaba;nocerréelportalón.Elskálinoteníaventanas, tan sólo unas estrechas aberturas casi en el techo, por las queescapaba el humo del hogar central.Durante el invierno solían cubrirseconvejigasdecerdotensadasamododecelosía.

Las esclavas comenzaron a avivar el fuego, atizándolo convehemencia,enfureciendolosrescoldosparaconvertirlosenfuegovivo,del que emergían volátiles pavesas candentes que crepitaban rebeldes,diseminándose en torno al hogar. Los leños quemados destilaron supeculiar fragancia a carbón, y la lumbre chisporroteó molesta por tanabruptotrato.

Eyrasealisabalatúnicaconprolijoempeñocuandolleguéhastaella.Memiróinquisitivayesbozóunasonrisaafectuosaycálida.

—Muchacha,¿dedóndevienes?—Hesalido,sólonecesitabaunpocodeairefresco.Lamujerasintiómientrassepeinabaconlosdedossulargocabello

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cano.—Siéntate,Eyra,dejaquetrencetuscabellos.Tomóasientoenelcamastro,mearrodillétrasella,cogíelpeinede

hueso que siempre portaba ella en su hatillo y ordené sus cabellos conextremo mimo. Mientras los peinaba y formaba la trenza, mispensamientos me llevaron al momento en que hacía lo mismo con mipropiamadre,cuandoapenaseraunaniña.Aquelrecuerdohumedeciómisojos,migargantasecerróylanostalgiamesepultóinesperadamente.Atéaconcienciaelcordelsujetandoelcabelloy,movidaporunimpulso,meabracéalaespaldadelaancianaconemotivaafectación.

Aquella que abrazaba era ahora mi madre, tanto como la que eldestinomearrebató,puesmehabíadevueltolavida...ylacuidabaadiario.Aquella enjuta mujer que se revolvía para cobijarme en su pechogobernababuenapartedemicorazóny,sóloimaginarperderla,lacerabamipecho.

—Ssshhhh... mi niña, no me perderás —susurró dulce, adivinandomis pensamientos—. Ninguno me perderá, porque, pase lo que pase,volveremos a encontrarnos.Lamuerte no es barrera cuando el amor estanfuerte.Y,sidealgotengoenabundancia,esamor.

Sacudí la cabeza, airosa, con la sombra que se empecinaba enatraparme enpensamientosdesazonadores.Noobstante, sentía lamuertetan tangible, tanacechantealrededordeEyra, tanpesadaycasimaterial,comosi fueraunmantooscuro suspendidosobreella.Unmantoqueyaproyectaba su lúgubre sombra sobre su enclenque cuerpo. El pavormeacicateó acuciante, instalando en mi ser una angustia que comenzaba arayarenamargadesesperación.

Fui plenamente consciente de que el peligro asomaría del rincónmenos esperado, taimado y sibilino, como una siseante serpiente quereptaríacurvilíneaprestaparaatacar.Yeseconvencimientofueelquemellevóanoesperarsentadasumordisco.

—Notesepararásdemíentodoeldía—musitérecomponiendomiangustiadogesto,forzandoensulugarunmohínfuriosoydecidido—.Yomismatellevaréestanochehacialosestablos,yteverépartirconJorundyValdis.

—Sí—aceptó—,meveráspartir.Me negué a desgreñar un significadomás oscuro a su respuesta y

suspirépesadamente.Derepente,meencontréreprimiendoelapremiante

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impulso de acudir a la cabaña delOráculo.No obstante, a pesar de quealgopujabademíhaciaaquelhombre,revelándoseenmimentequeseríalamaneradeatajarelmalderaíz,nopodíadejaraEyrasola,yaellanoselepermitíasalirdelasdependenciascomunales.

Suspiréymeobliguéasonreír,imprimiendoconfianzaalgesto.Eyra paseó la mirada sobre los calderos que ya comenzaban a

humearsobreelfosoempedradodebrasasexcitadasyaspirólosefluviosquerezumabanlasburbujeantesmarmitas.

—Habremos de esperar que Jorund haya cazado algo, le dejé elencargo. Fenrir va con él; tengo más fe en el perro que en ese viejogruñón—argüíprovocandolasonrisadeEyra.

—Tambiényo—concedióconundejedediversión titilandoensusojos—. Me temo que comeremos ganso mordisqueado y babeado; esecondenadoanimaltienepredilecciónpormisaves.

—Tampoco le hizo ascos a la pierna de Jorund —recordérememorandoaqueldía.

Eyrasonriódenuevo,yasintióseguidamentechasqueandolalengua.—Ese refunfuñónestávivopor lagraciade losdioses—murmuró

con deje ausente, llevada por los recuerdos—. Todavía resuenan en micabezasusalaridos.—Unasonrisadivertidaprendióenella,consiguiendoquelaimitara.

—No, está vivo porque le salvaste la vida —maticé mientras mecolocabalosropajesdeescuderasobrelalivianacamisola—;loquesíesfavordelosdiosesesnohabernosquedadosordasesedía.

Ambas nosmiramos y prorrumpimos en sofocadas carcajadas quealigeraronsucintamentenuestrosánimos.

—Bueno, ahí se acerca nuestro dagmál —adujo Eyra desviando lamiradahacialaentrada.

Jorund, acompañado de Fenrir, se encaminó hacia nosotras consemblantegraveperoporteorgulloso,elevandoantenuestrosojosunpardegansosinertes.Casialmismotiempo,ambasdirigimoslamiradahacialabocaentreabiertadelperro,quedejabaentreverfragmentosdeplumasquebradas entre los dientes. Nos miramos de nuevo y estallamos enrisotadasqueconfundieronlafazdelguerreroyfruncieronsuceño.

—Esosíes levantarseconbuenánimo,sóloesperoque lamofanohayarecaídoenmipersona.

—Esperaryconcedernovanunidos—replicóEyraconchanza.

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—¿Así me agradecéis la comida? —profirió en tono ofendido,aunqueescondiendosinmuchafortunaunasonrisaaviesa.

—Noséporqué,creoqueelartíficedeestadispensacaminaacuatropatas—rezongóburlonaEyra,seagachóysacóunamaltrechaplumadelasfaucesdelanimal.

Jorund carraspeó molesto, acentuó su ceño y, con los brazos enjarras,nosregalóunamiradaairadaqueincrementónuestrasrisas.

—Fuiyoquienleabrióelcercado—rebatiódiscordante.—¡Por los dioses, Jorund!, ¿a eso lo llamas cazar? —Prorrumpí

entrecarcajadas.Elgranpelirrojobufóexasperadoysacudiólacabezacadavezmás

airosamente.—Vuestras burlas os condenaran al ayuno, insensatas —amenazó

socarrón.Noslanzóelatadodegansossobreelregazocondesdényunodrede

agua, y se volviómientras mascullaba por lo bajo, aunque en sus ojosbailabaladiversión.Fenrirsesentóanuestrolado,relamiéndoseocioso.

—Voyaarreglar este estropicio—adujoEyra cogiendo las aves—.Tan sólo las asaré en el fuego ensartadas en un espetón y comeremosenseguida,muchacha.

Observépensativacómoseafanabadesplumandolaspresasy,cuandoalcélavista,metopéconlapenetrantemiradadeHalfdansobremí.

Parecíacansadoyabatido,comosieldesánimoopacarasuespírituysombrearasusfaccionesconunveloanodinoyunamiradavacua.Apreciébolsasoscurasbajosusojos,yunrictusdurodistendiendosugesto.

Sostuvesumiradasinamilanarmeyalgodestellóenlasuya.Nosupepercibir el qué, pues fue fugaz aunque luminoso, mas puso un regustoamargoenmigarganta.

Aparté lavista,aunqueseguíasintiendofija ladeél sobremí, justoparatoparmeconelrotundocuerpodeIngalaRojaqueofrecíaunatortadepanaEyra.Meincorporéenelacto,meabalancéhaciaella,learrebatéla tortay la lancéal fuego,ante laestupefactaexpresiónde larubicundamujer.

—Nopensabacomerla—meincrepóEyracontrariada;actoseguido,sedirigióaIngaforzandounasonrisa—.Nomeencuentromuybien,Inga—sedisculpó—.Freyatemequepuedansentarmemal.

Ingaarqueólascejasyarrugóelceñoconsuspicacia.

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—Noeranecesariatantabrusquedad—alegóacusadora.—Disculpa,Inga,últimamenteandoalgoalterada.Laorondamujermeescrutómalhumoraday asintióqueda.Advertí

unasolapadamiradahaciaunrincón,ydescubríaSigridobservándonosconinterés.Algoenmiinteriorcomenzóagestarseinquieto.

Durante lamañana,esasensaciónseacentuódemodoconsiderable,hasta talpuntoquesentíel impulsocasi irrefrenabledesacaraEyradelskáliyhuirdeallíconellaenlagrupademicaballo.

CuandoHalfdanseacercóamí,eratalmiansiedadquemesobresaltéyretrocedítrastabillandounospasos.

—¿Metemes?—inquiriójactancioso.Recuperé el equilibrio y lo encaré altiva, irguiéndome ante él, con

gestoadusto.—Quizácomorey,nocomohombre.Lamenté en el acto mis palabras. El apuesto rostro de Halfdan se

congestionófuriosoysumiradadeébanorefulgióamenazante.—Meobligasamostrartecuántomehasdetemercomohombre.Aferró burdamente mi brazo y me arrastró a empellones, sin

conmiseración, al privado rincón donde el día anterior Valdis se habíapreparadopara sus esponsales.Y en aquel pequeño reducto oculto a losojospormantoscolgantes,meciñóconsucuerpoalaparedybuscómislabiosconenojo.

Me debatí, esquivando su ansiosa boca e intentando fútilmenteescaparde la jaulade susbrazos.Nogozabadel espacio suficienteparazafarmedesupresa,asíquemedetuveypermitíquerobarasupremio.

Antemipasividad,Halfdan se recreó, volcando enmiboca todo eldeseoreprimido.Saboreésuamargura,sufrustración,suenconoy,entreesaamalgamadeemociones,untoquesaladomeconfundió.Dejéquesuimperiosalenguafrotaralamía,quesuslabiosdurosplasmaransurencorenlosmíos,quesubrusquedadmesometiera,porqueloqueenrealidadme estaba mostrando no eran sus ansias de dominación, ni su orgulloherido, ni tan siquiera su furia, era su derrota. Era un hombre vencido,rendidoydolido.

Sus lágrimas humedecieron mis mejillas, filtrándose entre mislabios,yalgodentrodemíseapiadódeél.Quizáfuelareminiscenciadeotro hombre roto de mi pasado, o la flaqueza que reverberaba en losestremecimientosdeunhombretanpoderoso,loquemeconmovió.Fuera

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cual fuese la razón, posé las manos gentilmente en sus hombros y micuerpo se aflojó. Aturdido por mi docilidad, se apartó turbado y mecontempló afectado. Llevé la punta de mis dedos hasta su mentón y lorecorríconsuavidad.Elhombreinclinólacabezaparabesarlos.

—Freya...—suspirótrémulo—.Notenerteserámimayorcondena.—Tenermecontramivoluntad loseríamás.Nomepertenezconia

mí—susurréatravesadaporsuintensamiradadeobsidiana.—RepítemeloquehizoGunnarparaganarte.RespiréhondamenteantelosrecuerdosdeGunnarllevándomehacia

los brazos deRashid, en aquel viaje haciaAalborg, a pesar de amarmemásqueasuvida.

—Renunciaramí—respondíenunhilodevoz—,sacrificarseunaymilvecespormí,entregarsuvidaysucorazónenposdemifelicidadybienestar,esohizo.

Halfdan repasó el contorno de mi rostro con extrema dulzura,inclusocreíadivinarunasombradeunacogitabundasonrisaaligerar susemblante.

—Eso le honra —reconoció celoso—; yo, en cambio, no puedorenunciar a lo que únicamente logré saquear sinmiramientos, como unvulgar ratero. Y a pesar de mi bajeza, no me arrepiento, pues, sin mispatéticosintentos,nielsabordetuslabiospodríallevarmecuandomuera.Yeso,Freya,serálomásvaliosoquemeacompañealValhalla.

Sujetómibarbillaentrelosdedosymealzóelrostroparaembebersedeélyhundirseenmisojos.

—Llevonochessindormir,díassincomer;todosmisapetitossehandesvanecido como se desvanece un resuello en el aire. Creo que estoymaldito,presodetuhechizoycondenadoaladesgraciadeunavidavacía.Pero aquí te digo que compartiré esa condena contigo, pues, si no mealimentasdesonrisas,meduermesconbesosyenciendesmipasióncontucuerpo, no consentiré que otorgues tales gracias ni a aquel que se lasganó.

Bajé la mirada con honda tristeza, asimilando que nada podríadesligarnosdelatragediaqueprontosecerniríasobrenosotros.

—Es tu decisión—musité cogitabunda—; no eres el único que lastoma,granrey.

Abriólamanoyapresómimandíbula,clavandolayemadesusdedoshoscamenteenmipiel.

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—Sé que trazáis vuestros propios planes—siseó furioso—. No séquéardidesurdís,perotenmuypresentequeuncuervoosacecha.

Mesoltóenunademándesdeñoso,gruñóofuscadoymefulminóconunamiradaretadora.

—Yotambiénmeveoenlaobligacióndeadvertirtealgo:esecaminoqueteempecinasenseguirnoeseldelcorazón,noteengañes;esecaminoeseldelegoísmo.¡Nollamesamoralaposesión,niteatrevasamancillarunsentimientotanpuroennombredelaobsesión,puesyapaséporeso!No,nosufresdedesamor,sufresdeorgulloyamorpropio,ytediréalgomás:tecompadezco,porqueelgranhombrequecreíqueerasnoesmásqueunniñocaprichosoytestarudoqueseaferraneciamenteaunantojo.

—Dime,mujer sabia, ¿acaso tehasatrevidoamirar enmicorazónparahablarcontantaligerezadeloquesiento?—recriminóindignado—.No,nolohashecho.Sóloyoséloquesiento,¿meoyes,maldita?Y,paramí, para alguien acostumbrado a ganar con sangre cuanto posee, no esfáciladmitirunaderrotacomoésta,ynoesposesión,niobsesión,estansóloamarsinsercorrespondidoyserincapazdesoportarlo.Encambio,sí admito ser egoísta, porque te quiero para mí, porque no concibo tufelicidadsinovaunidaalamía.Sí,admitoesaacusación,masrechazolasdemás.

Asentí pesarosa y me desasí de él con intención de escapar de suredes,peroalpasarporsuladomeatrapódenuevoentresusbrazos.

—No olvides, gran rey, que tu honor está en juego —le recordéfuriosa—. Prometiste liberarnos si conseguíamos para ti la victoria quetanto ansías. Empeñaste tu palabra, y habrás de cumplirla; por tanto,asimilalaposibilidaddenovolveravernos.

—Llegas inclusoaquedeseeperderesabatalla,hastaesepuntomeimportas—confesóconsemblanteabrumado.

Merevolvícontraél,peronoconseguísepararmeunápice.—Tampoco olvides mi amenaza —resalté desafiante—: si no

cumples tu promesa, meterás una loba en tu casa que se encargará dedevorarteatiyatodatuestirpe.

Esta vez síme soltó, como simi contacto lo quemase. Sonreí paramis adentros. Ya me alejaba retirando los trapos que delimitaban aquelrincóncuandomevolvínuevamentehaciaél.

—Aceptar una derrota con honorabilidad tiene mayor valía que lamáscostosadelasvictorias;noloolvides,granrey.

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EnlaexpresióndeHalfdanrelucióunaemociónnueva,eltemor.Medetuveuninstantepararecuperarelalientoyacompasarelpulso

ymedirigíhaciaelhogarenbuscadeEyra.Junto a las brasas se asaban los gansos destripados y desplumados

quelaancianahabíadispuestotancuidadosamenteenelespetón,peronohabía rastro de ella.Miré en derredor, imaginando que conversaba conalguna de las mujeres o desempeñaba alguna de las faenas que solíanocuparla,peronologréencontrarlaagolpedevista.Aquellomeinquietosobremanera, ymi pulso se desbocó como un potrillo alocado.A buenpaso recorrí cada rincón del skáli presa de las garras del miedo y laangustia.MedirigíaJoraylepreguntéporEyra.

—Ragnhild lamandóalahumadero, se leantojópescadodesecado;ensuestado,yasesabe...

Pusolosojosenblancoyresoplóconhastío,reiniciandosuslaboressinpercatarsedemiexpresiónaterrada.

CorrífueradelskálicomosiLokimepersiguiera.Fenrirmesiguióentre ladridos,ayudandoaque lagenteseapartarademicamino.Enfilésendero abajo, hacia la pequeña construcción de madera, donde seahumabapescado.Acadazancada,lasangrebombeabacontalfuerzamicorazónquepenséquemereventaríaantesdellegar.

EnlacarreramedidebrucesconJorund,quecontrariadonoatinóapreguntarquésucedía, sólodejocaer los leñosqueportabaymesiguióacelerandosuspasos.

Cuando llegué al ahumadero, abrí la puerta con vehemencia y mecatapultédentro.Elhumoeratandensoyblanquecinoquecegaba.

—¡Eyra!Me vi rodeada de pescados atados con cordeles que apartaba con

ademanesbruscoseimpacientes.—¡Eyra!¿Estásaquí?Comencéa toser,elhumosecabamigarganta,yentoncesnotéalgo

diferente en él. Su aromano era lamadera de cedro que solían quemarparaquelacarnedelpescadoadquirieraesapeculiaridadyresultaramássabroso.No,eseoloreradiferente,másácidoypicante,másagresivo.

Abrílabocaparallamarladenuevo,peromivozseextinguióenunacceso de tos violenta. Los ojosme lagrimeaban y escocían y sentí unaalarmantequemazónenmipechoalrespiraryunainesperadaarcadamearqueóabruptamente.

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Entonces,enmiavance,tapándomelosorificiosdelanarizylabocaconlamano,mispiestoparonconunbultoinerte.

Me agaché con el corazón en un puño y tanteé un cuerpo. Supe alpuntodequiénsetrataba.Arrastréelcuerpoconpremurahacialasalida,gruñendo, hasta que apareció Jorund a mi lado y lo alzó sin esfuerzo.Salimosdelahumaderoentretosesyapremio.

Cuando Jorund depositó el cuerpo sin consciencia de Eyra en elsendero, otra arcadamedobló endos y vomité conviolencia, sintiendotodomiinteriorrevueltoyunagudomalestarmermándome.

Limpié mi boca con un ademán hosco y me abalancé sobre laanciana,sacudiéndolaconfrenesí.

JorundposósucallosamanoenelpechodeEyray fijósunubladamiradaenlagargantadelamujer,negódeformacasiimperceptibleyfijólosojosenelhilode sangrequemanabadeunade lascomisurasde suboca.Undelgadoysinuosorastrodesangrevisiblementeoscuraydensa,el mismo que recorría sus lagrimales, ensangrentando sus mejillas. Susemblante contrito se oscureció. Negué con la cabeza y continuéagitándolamientraslacogíaporloshombros.

—¡¡¡Eyra,Eyra,despiertadeunavez!!!Jorund inclinó la barbilla a su pecho; su cabello rojo entrecano

cubrióparcialmentesu rostro,peroel temblordesushombrosdelató laemociónqueloconstreñíaeneseinstante.

¡No,medije,noladejaríamarchar!Llevémi boca a la suya y le insuflé lentamente todo el aire demi

pecho, mientras continuaba sacudiéndola, ya llevada por un paroxismoenloquecedorqueoprimíamicorazónconlagarradelmiedo.Tenía loslabios fríos y azulados, la piel pétrea y las facciones laxas.Ni una tibiaseñalesperanzadora;aunasí,meafanéenmirescate,demaneracadavezmásfrenéticaydesgarradora.

—¡¡¡Eyra,lucha!!!,¿meoyes?¡¡¡Lucha,teloruego!!!Misruegossemezclaronconlamentosysollozosrabiosos,mientras

seguíainclinadasobreella,derramandoensubocaentreabiertamialiento.Lloraba francamente, suplicaba, imploraba, y maldecía en una letaníainfernalquemerompíapordentro.

No podía detenerme, a pesar de que la locura parecía desatarsemordiente en mi interior, desgarrando mi pecho, lacerando mi alma yapuñalandomiesperanza.Yesalocuraseacumulóenunaterriblebolade

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fuegoque,además,quemómisentrañasconunafuriaarrasadora.—Detente,Freya;hapartido—susurróJorundconvozquebrada.El hombre me sujetó con tenacidad por los hombros, intentando

separarmedeella.Merevolvícontraélylogolpeéconsaña.—¡Suéltame,maldito!—leescupírabiosa—.¡Estáviva,noteatrevas

asugerirlocontrario!Un apagado sollozo escapó del hombre, estremeciendo todo su

cuerpo. Sacudió la cabeza, apretó la mandíbula y se cernió sobre mí,arrastrándomeasupechoypegándomealafuerzaaél.Medebatí,luchéygrité.Mialaridoatrajoahombresyamujeresqueseacercaronimpávidosyalterados.

—¡Ha muerto, Freya; Eyra ha muerto! —repetía Jorund sin cesar,apresándomecontodassusfuerzas.

—¡Nooo...!—sollocéagónica—.¡Noooooooo...no...no...no...!

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45

Loscolmillosdeunaloba

UncoroderostroscuriososyespantadosnosrodearonyseacercaronalflojocuerpodeEyra.

—¡Nolatoquéis!—bramérota.Jorundaflojósuabrazoyyoescapédeél,arrojándomesobreEyra.Lacogíenbrazos;sulivianoeinertecuerponoofrecióresistencia,

rompiéndomeelalma.Laacunécontramipecho,mientrasacariciabasurostro y retiraba guedejas adheridas a susmejillas. Gruesas y tortuosaslágrimasquemabanlasmías,resbalandodemirostroaldeella,comoelaguade lluviabaña lasuperficiedeuna roca, sabiendoquenocalaráenella,nilallenaráconsuvitalidad.

Unalacerantepunzadameatravesó,doblándomeendos.Millantoseagudizó,lossollozosseincrementaronymipechoreventóenunalaridoquellevómicabezahaciaatrásmientras liberabaenaquelcielonubladotodomidolor.

Noséeltiempoquepaséasí,peronodejéquenadieseacercara,quenadie la arrancara demis brazos.Eramimadre,mi amiga, parte demicorazón y de mi alma. Una parte que me habían arrebatado de formaimpune y sibilina. Y, entonces, esa furibunda bola de fuego estallófiltrándoseencadafibrademiser.

Alcé el rostro hacia Jorund, que de rodillas junto a mí sufría supropiodueloensilencio.

—Llévalaanuestracabaña—logrémusitar,mientrasmeobligabaaentregársela—.Vélalahastaqueyollegue,notardaré.

Meenjuguéburdamentelosreguerosdelágrimasquenodejabandebrotar, inconteniblesyamargas,ymepuseenpieconsemblante tensoydeterminante,ymiradaletal.

—¿Adóndevas,Freya?Nolomiré;mi rostrosepetrificó,mis faccionesseendurecierony

mivozfuesimilaraungruñidoferoz.

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—Tengoqueliberaralaloba,tienehambre.Jorundmemiróconfuso,respiróhondamenteyseincorporóconel

exiguocuerpodeEyracolgandoentresusbrazos.A grandes y ágiles zancadas,me dirigí a la cabaña delOráculo.A

cadapaso,unaoleadallameantezarandeabatodomicuerpo,aguijoneandoconflameantespunzoneslademoledoracóleraquelamíamisvenas.

Cuando llegué a la puerta, la abrí de un vehemente empellón ymeadentréen lapenumbrosaestancia,desenfundandomiespada.Y,al igualque las veces anteriores, una intensa y peculiar fragancia me recibió.Inhalé una gran bocanada a bosque, a almizcle y pino, a podredumbretildadadeunlevematizacreyponzoñoso,ytambiénarancio.

Elancianoseencontrabadondesiempre,sentadoensutocón,frenteaunamesacircular,apoyadoensunudosocayado,cubiertoporeloscurocapuchóndesuhoscacapa,einmóvil,comoaguardandopacientesufinal.Una titilante vela refulgía iluminando pobremente el lugar; suzigzagueante humo se elevaba en ondeantes volutas, añadiendo sucaracterísticoperfumealosqueyaflotabanpesadosamialrededor.

—Eresbienvenidadenuevo,mujerloba.Meaproximéaél,alarguélapuntademiespadahaciasucabezayle

retirélacapuchaenungestorudoyamenazante.—Novengoaconsultarosnada,anciano.Vengoaajustarcuentas;vos

entregasteisunaflor,yyovengoaenseñarosmiscolmilloscomotanbienvaticinasteis.

Elhombreasintióimpasible,asumiendoconformesufinal.—Y, como entonces, te repito lomismo: no espero piedad, más sí

premura.—Ylatendréisporvuestracondicióndeanciano;otranogozaráde

la misma merced que tengo a bien concederos, por mucho que no lomerezcáis.

—Acepté mi destino cuando decidí aliarme con ella —susurró elhombrequedo.

—¿Porqué?Las lágrimasseguíanmanando,comosideunmanantial inagotable

setratara.Todasycadaunadeellasquemaronmipiel.—Suvástagoseráelreyqueunirátodaslasregiones,seráelfuturo

queesperanloshombresdelnorteyquebendeciránlosdioses,yella,laúnicaherederadelreydeRingerike,elgranSigurdHart.

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—Eso no es cierto—argüí—; el heredero al trono es su hermanoGuthorm,quefueenviadoaSteinparasuformación.

ElOráculonegópausadamenteconlacabeza;sushuesudosyañososdedosacariciaronlaestriadasuperficiedesubáculo.

—Guthormno llegónuncaaStein—anunciócalmo—;suhermanaseencargódequeasífuera:mandóasesinarloamitaddeviaje.

Unescalofríomeasaltó erizandomipiel.Aquélla era la arañamásletaldecuantassehabíancruzadoenmicamino.

—¿PorquéEyra?El anciano resopló con cierto hastío; sus largas, amarillentas y

puntiagudas uñas rascaron lamadera del bastón, emitiendo un roce queimprimióenmíunaagudarepulsa,agitandomiyarevueltovientre.

—Paracastigarteyparacastigarlaporhabertesalvadolavida.Cerré losojos.La torturaquemeretorcía implacableestremecióel

brazo con que empuñaba la espada. Un odio voraz llevó el filo de miespadaallateraldelcuellodelOráculo.Todomicuerpotemblaba.

—Adelante,mujerloba,noalarguesmásmifinal.Apretélosdientesyafiancélaempuñaduraconlasdosmanos.Durante un largo instante, me debatí con el impulso de segarle la

cabezaal anciano,diciéndomequeera tan sólounaherramienta,quemivenganzahabríade recaer sobre lamanoque lamanejaba.Y,aunasí, lafuriameimpelíaadescargarelgolpefatal.

Antemi vacilación, el Oráculo se animó a hablar con voz ajada eimpaciente.

—Fuiyoquienordenóintroducir losarbustosdelaadelfaentre losleños que iban a quemar para el ahumado. La quema de esa planta tanvenenosaemanaunhumomásletalquesiseingiere.Cuandoellapasóalahumadero, le cerraron la puerta. Puedo imaginarla aporreándola,mientras aspiraba el veneno. Debió de sentir cómo sus entrañas sederretían dentro de ella, y cómo se licuaba su sangre hirviendo en susvenas, rompiendo las paredes y fluyendo fuera de su cuerpo; debió deagonizarmuchoantesde...

Noterminólafrase:dibujéunprecisoarcoydescarguélaespadaenelcuellodelhombre.Lacabezacayóhaciaelladocontrario,pendiendodeformagrotescaenunánguloimposible,todavíaunidaaltronco.

La sangré manó a borbotones, salpicándome, cálida y pegajosa,añadiendo su marcado matiz metálico al aromático ambiente y

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provocándomeconellounvómitorepentinoeimplacablequemedejóderodillasenelsuelo,sacudidaporviolentossollozosyundoloratrozquecrecíaalarmantemente.

El cuerpo del anciano cayó desmadejado al suelo, y en su fúnebrerostrounasonrisacongeladamehelólasangre.

Rotaydesgarrada,mepuseenpie,dispuestaa terminardeejecutarmivenganza.

Salídelacabañatambaleante,conlaespadaenlamanoyrastrosdesangreperlandomirostroygoteandodemiacero.Unrostroangelicalsealzóenmimente,yconélavancédecididahaciaelgranskáli.

¡Ella!Sóloellacolmaríaelhambredel loboenqueahoramehabíaconvertido.¡Ellasaciaríamiseddesangre!

Loshabitantesmeobservabananonadadosyseapartabantemerososde mi camino, ya no por mi gesto amenazante, ni por la espada queblandía,ansiosademássangre,sinoporelodioquedestilabamimirada.

Entréenelgransalónyavancéensilencio,fijandolamiradaenmiobjetivo. Oí algunos gritos femeninos alarmados y voces de hombrescontrariados.Nodespeguélavistadeella,sentadaensusitial,frentealamesa,todavíadegustandosudagmál.

Cuandoreparóenmí,susonrosadorostroaniñadosepusolívidoenelactoysushermososojoscerúleosseagrandaronpresosdelterror.

Se incorporó bruscamente y retrocedió gritando, buscando laprotección de los guerreros. Llevó las manos a su abultado vientre, yconsiguióqueenfocaralamiradaenél.Aquelgestodescompusomássushorrorizadasfacciones.

Aceleréelpaso,casialacarrera,ysaltélatarimamientrasenfilabami espadahacia ella, cuandodoshombresmeapresaronelevándomeenvolandasyobligándomearetroceder.

Gritérabiosayforcejeéparadesasirme.—¡Juropor losdiosesqueacabarécontigo!—vociferéenloquecida

—. ¡Juroque tumuerte será lentaydolorosayquepagaráscondolorysufrimientoelquehasprovocadocontumaldad!

—¡PorOdín!¿Quésucedeahora?Halfdanseaproximóceñudoydesconcertado,abriendoconasombro

losojostanprontocomoreparóenmiaspectoymiestado.—¡Freya!¿Quiéntehaatacado...?Encuantollegóamialtura,ordenóconungestoasushombresque

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me soltaran. Cuandomis pies tocaron el suelo fue cuando sentí que lasfuerzasmeabandonabanymisrodillasflaqueaban.

Halfdanme sostuvo por los hombros con un rictus preocupado; suvozsesuavizóalpreguntarmedenuevo.

—Ella...—pronunciéestirandolapalabraconunodiodesbordante—.Ella...hamatadoaEyra...

Laaludidadesaparecióalacarreraescoltadaporsuguardiapersonal.Seguidamente me venció un hondo sollozo que terminó de

romperme.Eyra...yanoestaba;yanogozaríadesusapiencia,suinfinitoamor, su templada comprensión ni susmimos.Ya no podría peinarla nibesar su mejilla. Ya no podría observarla cocinar junto al fuego, niprepararsuspotes.Yanopodríasumergirmeenlacalmadesumirada,nienlacalidezdesuabrazo.Yanoestaba.

Unvacíofríocomenzóainvadirme.SólopensarenGunnarmeabrióelpechodeparteaparte,hastapudenotarcómomialmasedesangrabaagonizante.

Caíderodillasymedejéconvulsionarporunllantotanamargoquenadieseatrevióaacercarse.Mishombrossesacudieroncomosiyofuerauna vulgar marioneta en manos de un destino cruel que manejabaimplacablemishilos.

Halfdansearrodilló frenteamíehizoamagodeestrecharmeentresus brazos; lo empujé con desprecio y le lancé una mirada cargada deenconoyaversión.

—¡Voyamatarla!—amenacéhipando—.¡Aunquesea loúltimoquehagasobrelafazdelatierra!

El semblante del rey se ensombreció y su mirada se cargó decomprensiónyangustia.Asintióconlacabezaconademánfatigadoydejóescaparelaliento,desazonadoyapesadumbrado.

—Loharéyo...—susurró cabizbajo—... cuandomihijo salgade sucuerpo, no antes.Nomatarás a un ser inocente, Freya, tu conciencia nopodríacargarconsemejanteatrocidad.

—Es Freya la quemuere en cada golpe del destino, dejando en sulugarunloboimplacableyletal.Yeseloboempiezaanotenerconcienciamás que de vengar cada zarpazo que recibe. Tu reina es una araña... y,cuantomás tiempo respire,másmuerte extenderá a su paso. Tengo quedetenerla.

Halfdantragósalivayseapresuróacogermeporloshombrospara

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regalarmeunaexpresióngraveyunacomplicidadquenoesperabarecibir.—Yloharemos,asudebido tiempo—propusocomprensivo—.No

duermo tranquilo desde que recelo de ella, no soporto tocarla, ni meatrevo a comer lo queme ofrecen.Veo cómome observa ambiciosa, yhasta puedo leer cómo planificamimuerte; brilla tan claro en sus ojoscomoelaguadeunarroyo.Freya,confíaenmí,yosabrécontenerlahastaquemedeshagadeella.

Asentí,carentedefuerzas,ydejéquemeayudaraaponermeenpie.Teníaunadespedidapordelante, undueloque llorardebidamenteyunaculpaquemitigar.LadehaberpermitidoqueHalfdanmearrastraralejosdeella.

De pronto mi pulso se detuvo ante una sospecha que sumó mástormentoalyasoportado.QuéconvenientelaintromisióndeHalfdanparaapartarmedeEyra.

Sostuve la oscura mirada del rey impasible, ocultando aquellarevelación que comenzaba a pugnar por hacerse un hueco enmimente.Asentíconformedenuevo,fingiendomansedumbre,yacumuléelescasovigor que tenía para abandonar el skáli con el alma rota y el corazónsangrante.Sóloalgocrecíapoderoso:miscolmillos.

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46

Ocultandounabrechaconpiedras

Jorund y Valdis me sostuvieron por la cintura, mientras acercaba laantorchaalapirafunerariadondeEyradescansabaenelcentro,tendidaenuna camilla elevada, vestida con una túnica blanca de hilo, peinada ylavada.

Traselritual,enelquesepedíaalosdiosesquelarecibieranensuseno,despuésdeloscánticosylasofrendas,elfuegotomóeltestigodelaceremonia purificando y liberando su alma para que volara libre de suvestiduracarnalhaciamejoresparajesenlosqueyacer,esperarorenacer.

Mientras las llamas lamían hambrientas los ramajes y troncosapiladosalrededordeEyra,enaquelclarodonde la lunanoscercabadeplata,yelcrepitarchisporroteantedelasllamassusurrabaalaquietuddela noche, yo reparé en el vacío que ahora se filtraba por mi almaquebrada.

ArropadaporamigosysostenidaporlafortalezaqueEyrasiempresupoarrancardemí,comprendíquenodebíadejarmevencer,aunqueeldolormelapidaraylafuriamedevorara.Quenadalatraeríaderegresoya,queesapérdidaseríairreparable,yqueesevacíopesaríalargotiempo.Porello,debíahonrarlasiendolamujerqueellasupoforjarconsuamorysabiduría.

Yanoquedaban lágrimasenmí,comotampococonfianzanienesediosúnicoconelquecrecínienlasdivinidadespaganasqueahoraregíanmidestinodemaneratancruel.Encambio,eldolorpermanecíacomounfiel e incansable compañero de la tragedia que se empeñaba enperseguirme.

Elintensohedordelabrea,lalumbreylacarnequemadasepropagóporelaire,concentradoenunagranvolutadehumoagrisadoqueondeabahacialanoche,diluyéndoseensussombras.

«Adiós, mi buena Eyra; no te vas, pues te llevo conmigo —medespedíparamisadentros,con lamiradaperdidaen lapirahumeante—.

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Llevo grabado en mi corazón cada gesto, cada palabra y cada mirada.Sólo morirás realmente cuando perezca la gente que te ama. Inclusoentonces, tu esencia perdurará, pues un alma tan pura jamás podrádesaparecerdeltodo.Tuyaeslaeternidad,ysóloesperovolveratenerelhonordecoincidircontigoenotravida.»

Permanecimos inmóviles, silenciososycontritos,mientrasel fuegolamíamadera, piel, carneyhuesos;mientras el dolor se instalabayadeformadefinitiva enmi pecho, yano comounhabitantemás, sino comodueño y señor de un reinomoribundo y yermo.Ymientrasmi corazónlloraba el dolor de Gunnar, ante una orfandad reiterada de manera tancruel.

La vida estaba llena de pérdidas y encuentros —divagué, dejandoescapar un apagado resuello apenado—, de sufrimiento y dicha, devictoriasyderrotas,todoerapartedeella,desuciclo.Asícomolamadretierrateníalossuyos,comoloselementosdabanvidaolaquitaban,comolanaturalezanacíaymoríacontinuamenteencadatemporada.

Eraunaruedadentadaquegirabaunayotravezdeteniéndoseencadaocasiónenunadeesasmuescas.Peroporalgunarazónmiruedateníamáshendidurashoradadasenlosinfortuniosqueenlasbondades.Meobliguéapensarquequizálasmuescasdelafelicidadsehallarantodasseguidas,cuando las del tormento fueran superadas. Sin embargo, tras tantasamarguras, avatares y resentimiento, ¿se podía alcanzar realmente lafelicidad?¿Olafelicidaderatansólounautopíafilosóficaconlaquenostentabanlosdioses,amododecebo,paratenernosinsatisfechosmientrasla buscábamos, y poder así jugar de un modo caprichoso con nuestrasilusiones?

No,medije, ladichanoeraunameta,en todocasoeraunaactitud.Eran retazos efímeros de momentos inolvidables, a menudoaparentemente superficiales. La felicidad se escondía tras el más fútilgesto,quizáunasonrisa,unapalabraounamirada.Flotabaen lacariciadelviento,enlafraganciadelalluviayenlatibiezadelsol,enlasclarasnoches de luna, y en los atardeceres junto al mar. La felicidad era laausenciadedolor,deenfermedadydesoledad;secamuflabaenlarutinayseamparabaenlaestabilidad.Quizáporeso,porsucondicióndefrívolasensación, no nos percatábamos de ella como debiéramos. Estarsimplementesentadosjuntoaalguienqueamábamosalcalordeunbuenfuego, sin más pretensión que la de compartir el silencio, debería

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saborearseconabsolutoregocijo,pornosabersesiseríaelúltimo.Puescuando ese alguien desaparecía de nuestra vida, ya no sólo ocupaba sulugareldolor,tambiénlollenabaelarrepentimiento,pornohabersabidopaladearcadainstantepasadojuntoalserperdido.

Fue entonces cuando sentí una honda nostalgia por palabras nodichas, besos no dados y sonrisas no compartidas. Fue cuando másimplacablemente me estranguló mi tormento ante lo que no habíadisfrutadocuandopude,yloquenodisfrutaríayajamás.

Suspiré con pesadez y, en esa simple exhalación, sentí astillasacicateandomipechodenuevo.Yanonadada,comprobéquelaslágrimasnoteníanfincomoenunprincipioimaginé;que,apesardetenerelalmaseca, ese manantial oculto albergado en el interior era en verdadinagotable.

Jorund tiró demí con intención de llevarme a la cabaña;me volvíhaciaélyneguéconlacabeza,yaunquemismejillasestabansurcadasporun húmedo torrente incesante de dolor, mi rictus permaneció rígido eimpasible.

—Estonocambianada—aseguréconvozenronquecida—.Cuandotodos duerman, vosotros partiréis según lo acordado. No voy a dejarlasolaestanoche.Permaneceréaquí,asulado.

Valdis me cogió del brazo, estranguló un sollozo y negó con lacabeza;supadremeregalóunsemblantedisconforme.

—Nopiensodejartesolaahora,Freya.Novamosaningúnsitio.Meencarécontraelgrandullónyresopléfrustrada.—Noarriesgaráslavidadetuhija,Jorund.Eyranorevivirá,yyosé

loquetengoquehacer.Asíquenorechistes,ypermitequeelespíritudeEyraviajeconvosotrosestanoche,comoestabaplaneado.

El hombretón bufó, se encogió de hombros y me contempló conhondapreocupación.

—Como bien dices, Eyra no revivirá —comenzó a decir en tonograveysentido—;nocometasningunalocurallevadaporlavenganza.Tuúnicaprioridad,Freya,esencontrarteconGunnaryescapardelasmanosdelrey.Nuestroúnicofineslalibertad,dejemosalosdioseslosajustesdecuentas.

Asentí levemente y apoyé lamano en su hombro, oprimiéndolo unpoco.

—Prontonosreuniremos—murmuréconfirmeza.

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MevolvíhaciaValdisparadespedirme,y lamuchacha,movidaporunafectuosoimpulso,meestrechóentresusbrazos.Suspiréemocionadaanteelsincerocariñoquederramóenaquelgestodeconsuelo.

—Lo conseguiremos —afirmó convencida con sonrisa trémula ymiradallorosa—.Laspenasacabanaquí,mibuenaamiga.

Las comisuras de mis labios se expandieron vacilantes, en unesfuerzoporcompartiresaseguridad.

—Acabanlaspenas—coincidí—,empiezalaluchapordejarlasatrás.MedirigíaJorunddenuevoycompuseungestoapremiante.—Partid,yquelosdiosesiluminenvuestrocamino;sienélestáque

volvamosaencontrarnos,asíserá—medespedíestirandomislabiosenloque quise llamar sonrisa, pero que, sin embargo, quedó en una muecaextrañaeindefinida.

Padreehijaabandonaronelclaro,cabizbajosycogitabundos.Yyomevolvíhacialamoribundapira,desgarradaporresonantesquiebrosdetroncos calcinados, el susurro de las llamas y el chisporroteo luminosoqueelfuegoderramabaenlanoche,formandodoradosrodalesdeluzenlanegrura.

Quizá por aquella peculiar melodía, no oí unos pasos acercarse y,seguramente por la cortina de lágrimas que nublaba mi vista, no meapercibídelaidentidaddeaquelquehabíadecididoacompañarmeenmiduelo.Noobstante,adivinédequiénsetrataba.

—Norequierocompañía,ymenosdeunrey—musitésinmutarmigestonigirarlacabeza.

—Noestoyatuladocomotal,sinocomosimplehombre.Respiré largamente, en un vano intento por controlar un nuevo

acceso de furia.Debía ser cautelosa,medijomi entendimiento,mostrarindiferencia y jugar con sabiduríamis cartas, pero, en aquel instante enque todo mi ser rezumaba dolor, en que las fuerzas habían claudicadoexhaustasylosescudosyacíanrotos,mefuedeltodoimposiblecontenerlalenguayloqueéstadestilócontantaanimadversión.

—Talvez,perounhombrequetienelasmanosmanchadasdesangreinocente. Un hombre que tiene la osadía y la insolencia de ofrecer suconsueloalamujerquedespojódeformatanvildemadreyamiga.

Nonecesitémirarloparaimaginarsuestupor;pudepercibircontodaclaridadsurigidezeincomodidad.

—Fuidespojadodemicondicióndereyydehombrejusto,enfavor

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deladepadredesesperado—admitióentonoabatido.—Concedes oscuros orígenes a aquel que será tu heredero—acusé

conexpresiónpétrea—,pues,por su soloalumbramiento, tristemente seha sembrado ya tanta muerte e inquina. Quizá llegue a hombre, perosiempre será perseguido por la sombra de la maldad que facilitó sunacimiento.

—¿Creesacasoquenoesduroparamí?—increpóalzandolavoz—.¡Yo,unhombrepoderoso, sometidoalcruelcaprichodeuna jovenzuelaqueamenazaconarrancaramihijodesuvientresinocumplosusdeseos!Me pidió que te entretuviera, que te alejara de Eyra, pero te juro porcuantosoyquedesconocíasusoscurospropósitos.

Ensutonorestallóundejeacentuadodeaflicciónyarrepentimientoquenoconmovióunápicemicorazón.

—Quizá no conocieras su verdadera intención—repliqué con voztirante y fría, mirándolo al fin—, pero seguro que sabrías que a nadabuenosedebíasupetición.

Halfdanmecogiódeloshombros,yoloempujéfuriosayrota.—¡Eralavidademihijolaqueestabaenjuego,malditasea!¿Crees

que es halagüeño vivir con temor? Jamás estuve tan asustado, nicombatiendo con losmás aguerridos enemigos.—Hizo una pausa en laque gruñó furioso y apretó los puños con aguda ofuscación—. Ladespreciotantoomásquetú,ynodudesdesufinalcuandonotenganadaconqueamenazarme.

—Ellayaimaginaráqueéseserásufinal,ynocreoqueloaguardedebrazoscruzados.

Pudevercómoesedesazonadorpensamientogerminabaensumentey esta vez arraigaba con fuerza.Su rictus se endurecióy el brillo de sumirada reverberó temeroso y angustiado. Si mis labios no hubieranolvidado cómo se sonreía, lo habrían hecho triunfales. A veces lavenganzanorequeríafuerza,nigrandesmañas,paracobrarsesupieza.

—EstoyaguardandolallegadademisaliadosparaatacaraHorik—anunciómeditabundo—.Nopiensoarriesgarmeaquenossorprendanlastropas de Lodbrok en inferioridad de condiciones. No tardaremos enpartiralabatallay,mientrastanto,amboshemosdecuidarnosdeella.

—¿Ycuandoregresesdelaconquista?—pregunté—.¿Dormirásconlosojosabiertos?

—Novoya regresarhastaquealumbreamihijo.Daré laordende

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quenosalgavivadelparto.Asentícasiimperceptiblemente,ymevolvíhacialahumeantepirade

nuevo,ignorándolo,buscandoquesemarchara.—Freya—susurróabatido—.Noséquénosdeparanlosdioses,pero

necesitosaberalgo.Tomómisilenciocomounasentimiento.Tragósalivaymeobligóa

mirarlo,sujetandomibarbillaentresusdedos.—En el caso de queGunnar pereciera en la batalla, y nosotros no,

¿medejaríascuidartecomomereces?Cerré los ojos ante aquella espeluznante posibilidad.Me estremecí.

Enmiinteriorhabíaunabrechatangrande,unabismotandesolador,que,aunque lo llenara de piedras, un frío viento se colaría por los quiciosrecordándomeelhuecoqueocultaban.

—SiGunnarmuere—murmuréenapenasunhilodevozahogada—,yomoriréconél.Dudoquedeseescuidardeuncadáver.

Sostuve su mirada, derramando en ella todo mi dolor, toda miangustia y todo mi rencor. Él también era partícipe y causante de mitragedia,demisoledad,yahorademiatormentadaincertidumbre.

—Loharía—respondióconinnegablerotundidad.Mesoltóysealejóconpasocansadoyderrotado.Nomedetuveapensarquealgunaspiedraspunzabandañinasconsus

afiladasaristas,intentandoencajarenunhuecoquenoeraelsuyo.Yqueesa pertinaz insistencia amenazaba con agrandar la brecha o empujarpiedras fuerade su lugar.Confié enqueal final encontraría su lugar enotraoquedad.

Ahora sólo podía permitirme pensar en una cosa, y era en luchar.Tenía la absoluta certeza de que ésta era nuestra última oportunidad deimponernosalosdiosesydemostrarlesquemerecíamoslafelicidadquedeforma tandespóticanosnegaban.Yahabíamossufridodemasiado,yahabíamos pagado con creces este amor tan puro, ya habíamos superadoconstantes infortunios y demostrado que no nos rendiríamos. Muerte ovida, pero vida plena, la recompensa que nos habíamos ganadosobradamente.

Y, de repente, sentí una liviana caricia en lamejilla, como un besofugaz,quenopudeachacaralabrisanocturna,pordejarmeunextrañoymanifiestocosquilleoenlapiel.Tibioyreconfortante,comoelaleteodeunamariposaque,duranteunefímeroinstante,seposagentilysacudesus

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hermosasalassobreelpétalodeunaflor.Yesamariposameotorgóalgoquecreíperdido:solaz.

Sonreíentrelágrimas...Eyratambiénsedespedíademí.Y, comopara reafirmar esa sensación, un troncoquebró calcinado,

liberando de su interior una miríada de pavesas incandescentes querevolotearonentornoamí...suspendidasenelaire,comosiconformaranamialrededorunapeculiarauradorada,quelogróimprimirmeunpoderdesconcertante, una fortaleza inaudita y una confianza apabullante. Eyrame transmitía su esencia, su alientoy su cariño.La sentía tandentro, demaneratanrotunda,quemisonrisaseacentuóymicorazónsecaldeó.

Poraquellabrechallenadepiedras,dejódefiltrarseesevientogélidoque encogíami alma. Las piedras dejaron de pujar rozándose unas conotras,lastimandolasparedesdelabismo.Yeselobohambrientodesangrelogródejardeagitarseymostrarloscolmillosferoz.

Cerrélosojosypermitíqueesapazquemeembargabaseextendieraportodomiser.Fuecomounbálsamocurativoquesaneómisheridasylas untó de un ungüento reparador y protector, endureciéndome para loqueestabaporvenir.

De nada servía regodearse en el dolor, lamentarse de los golpesrecibidosypreguntarseelmotivodeellos.No,denadaservía.Encambio,era imprescindible sólounacosa: seguir adelanteconmás ímpetu si erapreciso, con más vigor y firmeza, con más valor y arrojo, con másespírituyfervor,apesardetodo.Apesarinclusodenoverluzalfinaldelcamino.Peroyo laveía,yera la luzmáshermosade todas, relucienteydeslumbrante,mágica y cautivadora. Era la luz que salía de un corazónigualdeespecial,eldeGunnar.

Y por esa luz, y por la que emergía demi propio corazón con laintensidad de un haz solar atravesando una tormenta, supe que loconseguiríamos.Nopodíaserdeotramanera.

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Rumboalabatalla

Partíamosalabatalla.LasúltimashuestesdeHalfdanllegaronaquellamañanaprocedentes

del sur.Mediante pactos y alianzas, el rey había conseguidounificar lasregiones más alejadas, prometiendo aunar todos los reinos del norte,nombrando a nuevos jarls y otorgando territorios de cultivo y fértilespastosparaelganado,acambiodelealtadysangre.

Las despedidas se apresuraban, los sacrificios a los dioses seultimabanylosánimossealborozaban.

Cuando Halfdan Svarte el Negro emergió del skáli con suequipamientodecombate, imponentey regio, sus súbditos lo admiraronorgulloso. Hermoso, fiero e imponente, todo un dios con carnadurahumana.

Se había entrelazado su largo cabello oscuro en una trenza,despejandounrostrodefaccionesdurasyremarcadas,depómulosaltosyfrentedespejada.Yanolucíalabarba,mostrandounmentónpronunciado,unamasculinabarbillahoradadaporunpícarohoyueloyunosperfiladoslabiosqueseantojabansuaves.Suzaínamiradadeojosrasgadosresultabaatemorizanteydecidida.Sobrelarefulgentecotademallademinúsculoseslabones plateados, vestía un engalanado jubón de cuero tachonado,ceñidoa lacinturaporunanchocinturónnegroconmúltiplescorreajes.De sus caderas pendía indolente el cinto, donde portaba su enjoyadaespadaenfundada.Nosólosuvestimentaeraacordeasucondición,sinotambién a su compostura y talante. Todo un rey aguerrido y altivo quebajólosescalonesconcontundenteaplomo,rezumandopoderyseguridadacadapaso.

SedirigióasugrancaballodeguerraTyr,tannegrocomolanoche,de soberbiashechurasyporte arrogante,de lustrosasancase imponentecruz.Palmeósurobustoyaltivocuellomientrassedejabaaconsejarporsussegundos.

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Yo,pormiparte,equipadaconmisropajesdeescuderaycamufladaentre la nutrida facciónde las skjaldmö, ya sobre la grupa demi alazáncastaño, junto a Asleif, que se asemejaba a una curiosa mezcla entretemibley fieravalquiriayninfade lanieve, aguardabael avancede tanmultitudinarioejército.

Eltiemposedilatabaentreagruparalasdistintasfaccionesyrepartirlasórdenespertinentes.Además,seultimabanprovisionesyequipamiento,yseseleccionabaa laguardiaqueprotegeríaHedemarky,enespecial,asureina.

En ese momento, su altiva figura femenina surgió del skáli paradespedirasurey.

Avanzó con la espalda erguida y unmohín que fingió ser apenadohacia su esposo, que la observaba con semblante indescifrable. Cuandollegóa sualtura, sealzódepuntillas, rodeócon losbrazosel cuellodeHalfdanydepositóuntibiobesoensuslabios.Inclusoaaquelladistancia,pudepercibirenlaposedelreysurigidezydesagrado.

Impertérritoyhierático,nomutósufazcuandoella lesusurróunaspalabrasaloído,nicuandoseabrazóasupechounlargoytensoinstante.

Encambio,cuandosealejódeél,resultóobviosualivio;sucuerposerelajóysusfaccionessesuavizaron.

Al cabo, se encaramó ágilmente a su montura y sus hombres loimitaron.Ycomosienesemomentoelcielohubieradecididosumarsudespedida,untruenoretumbóenelcieloy,casienelacto,sedesatóunahileradeellosquesecrecieronenintensidad.Elevamoslavistaauncieloplomizodeconstreñidasyoscurasnubes,queparecíanfrotarseentreellasconeldenodadoempeñodehacerseunhueco,inflamándosedeimpacientecontrariedad,yacumulandounaruidosafrustraciónencadaensordecedorempuje.

No albergamos duda alguna sobre la incipiente tormenta que nosacompañaríaenelcamino.

—Los dioses nos muestran su complacencia —afirmó sonrienteAsleifsindejardemiraralcielo.

Fruncíelceñoenclarodesacuerdoconelmétodoelegido.—Podríanmostrarlaluciendoelsol,¿nocrees?Asleifmemiródivertidaalzandounacejacontraviesasuspicacia.—¿Cuestionasalosdioses,pequeñabondi?—Más bien tu manera de interpretar sus designios—repliqué con

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sorna.—Thoragita sumartilloparabendecirnos,nosalientaabatallar—

explicósacudiendo lacabezayponiendo losojosenblanco—.Deberíasconoceryasuscuriosasformasdemanifestarse.

—Curiosasson,notelodiscuto,yvariablestambién,pues,hagasolollueva,todopareceindicarosquecorráisalabatalla.

Asleifdejóescaparunasonoracarcajadaqueinquietóasumontura.Elanimalsacudiólacabezayagrandólosollares,frunciósulabioprensilmostrando los dientes en un piafado desconcertado, para terminarrecibiendodesuamaunasconsoladoraspalmadasenelcuello.

—¿AcasohayincentivomejorparaentrarenelValhalla?—profiriólaskjaldmötodavíarisueña.

—¿Tantasganastienesdeperdermedevista?La guerrera me regaló una radiante sonrisa, chasqueó la lengua y

negóconlacabeza.—Puede que entremos juntas en elValhalla, y tenga que aguantarte

durantetodalaeternidad—bromeó,altiempoquesacudíalasriendas.—Puede—convine.Yenesemomento tomémuchamásconciencia

delamuerteydelriesgoquecorríamos.Asleifmeechóunfugazvistazo,antesdealzarsesobre losestribos

paraatisbaralfrenteentrelosjinetesqueteníamosdelanteconsemblanteansioso.

—Freya,loconseguiréis—murmuróentonotranquilizador—.Harécuantoestéamialcanceparaayudaros.

Esbocéunaemocionadasonrisaagradecida,yneguéconlacabeza.—Loúnicoquetepediríaesqueevitarasenloposibleatravesarlas

puertasdelValhalla.Y,quizá,quereconsideraraselacompañarnos.—Soyunaguerrera,Freya,noambicionomásvidaquelaqueposeo.

Soylibre,vosotrosno.—No,nosotrosno—concedícongravedad—.Ysólohallaremosla

libertadenlamuerteoenlahuida.—Confía, Freya; tomaste la decisiónde ser libre y luchar por ello.

Sealoqueseaquetedepareeldestino,yaestáescrito.En ese instante los caballos relincharon ante una resonante e

imperiosavozmasculinaqueanunciabalapartida.La vanguardia, formada por el rey y sus capitanes, comenzó la

marcha bajo un cielo tormentoso, donde juegos de luces resplandecían

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opacados,formandofugacescercosluminososenelespesoyemplomadoamasijodenubesoscuras.Lasladerasparecieronmásverdes,yaveladaspor la humedad que cargaba el aire, y una intensa fragancia herbal yterrosa se alzó sobre el amplio páramo, claro preludio de la lluvia quepronto derramaría el cielo. Quizá como bendición, maldición o simpleadvertenciadivina.

Las tropas se alinearon avanzando en un trote que aumentabagradualmenteamedidaquesalíamosdelpoblado.

NadiehabíareparadoenlaausenciadeValdisyJorund.Porfortuna,debíandeestaryalejosdeallí,oesoanhelabacontodamialma.Nosabíasivolveríaaverlos,comotampocopodíavaticinarloqueeldestinohabíaescrito en el pliego de mi vida. En cambio, tenía muy claro lo que yopensabaescribirenél.

Las furibundas nubes no tardaron en descargar sobre nosotros.Mecubríconlacapuchademicapa,sindejardearrearamimonturaconlaotra mano. La atronadora melodía formada por cientos de cascos demonturasgolpeandoel terrenoenungalope regular fueenvueltapor elsonidodeunalluviavirulenta,yamenizadaporabruptostruenos,comosiThorliberarasuiracontranosotros.

Cerré mi mente a pensamientos apesadumbrados y preocupacionesangustiosas,ycabalguéensincroníaconel restode los jinetes,comosicada sacudida del caballo que me alzaba de la silla en una aplacadoradanza rítmica tuviera la propiedad de expulsar de mi cabeza la ansiosaincertidumbrequeinsistíaenabatirme.

Recorrimos lospáramos en silencio, como si fuéramosunamismamasa,unamanchaoscuraatravesandounverdeclaro,comounestandartemóvilanunciandomuerteydolor,unasombratenebrosaavanzandotenazbajolatormenta,ávidadesangreyansiosadelucha.

Trascurriólajornadasinincidentes,yagotadosyateridosmontamoselcampamentoalresguardodeunaalamedadelimitadaporunaaltaparedrocosa.

Comimos,bebimosydescansamosalamparodeburdastiendasque,bajolacopadelosárboles,conteníanladébillloviznadeunatormentayaresacosaymoribunda.

Laoscuridadextendíasusdominios,yeladormecedorsonidodeunperezosogoteocerrabamispesadospárpadosydestensabacadamúsculodemiexhaustocuerpo.

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Mislabiosdibujaronunasonrisaantelaapariciónenmimentedeunrostro familiar de rasgados ojos verdes queme invitaba a dormir a sulado.Mearrebujébajomimantoymedejéllevarporelsueño;élestabajuntoamí.

No sé cuánto tiempo llevaba durmiendo cuando desperté alterada,sintiendo apremio a mi alrededor. Algo pasaba; se oían murmullossoterrados y pasos acelerados. A mi lado, Asleif, que compartía tiendaconmigo, se refregó los ojos desorientada, y se detuvo un instante aescucharlossonidosquependíanenlanoche.

—Saldréaaveriguarquéestáocurriendo—mascullóconvozronca.En ese instante una cabeza asomó entre los mantos, que sobre un

precarioarmazóndepaloshacíadetienda,sobresaltándonosaambas.—Halfdan te requiere a su presencia —musitó el guerrero

dirigiéndoseamí.SalígateandodelatiendaantelamiradaextrañadadeAsleif.Meenvolvíenmimantoydejéqueelguerreromeescoltarahaciala

tienda del rey. Nos acercábamos al umbral cuando emergieron varioshombres de ella. La luminosidad de una luna plena y esplendorosa fuesuficientepara reconocerconclaridadelhorrorizadoyalarmadorostrodeHalfdan.

—Vienes conmigo —sentenció adusto, ajustándose el cinto ycaminandoconpremurahaciasucaballo.

—¿Adónde?HalfdansubióalomosdeTyrdeungrácilmovimiento,seinclinóy

meofreciólamano.Sugestonoadmitióreplica.Aturdida,selaofrecí,lacogióydeunabruptoempellónmeizótras

él.Meacomodéenlasillayrodeélacinturadelreyconlosbrazos.—¿Quéocurre?—insistíconelpulsoacelerado.—Nohaytiempoparalaspalabras.—Ensuangustiadotonodescubrí

la gravedad del asunto; aquello acicateó mi curiosidad y encogió micorazón—.RegresamosaHedemark.

Partimos de regreso junto a una veintena de curtidos guerreros, lamásfieraescoltadelrey.Unmalpresagioviajóconmigoenaquellanochede luna llena, aleteando enmi pecho.Tuve la certeza de quemi destinofinalcomenzabaesanoche.

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AntesdellegaraHedemark,nosdetuvimosenunrecododelcaminoel tiempo suficiente para que Halfdan despachara a sus hombres conórdenesconcretassobreelplantrazado.Desconcertadayconfusa,aguardéensilencioviendocómoposicionabaa sushombrespara loqueparecíaunaemboscada.

Todos asintieron conformes y cabalgaron prestos a cumplir elmandato de su rey. Una vez solos, Halfdan se volvió hacia mí en lamonturaymesujetólabarbillaparaacaparartodamiatención.Unnudoseafianzóenmivientreanteeldurorictusdelhombre.

—Escúchame,Freya,el traidoresel jarlHaraldel Implacable;debíhabertehechocaso,peromiambiciónsofocólosrecelosqueesehombredespertaba en mí. Esta noche, un mensajero suyo ha llegado alcampamento trayéndome un mensaje. Aprovechando mi ausencia, hantomadoHedemark, y hecho prisionera ami reina.Quiere tenderme unatrampa—explicósuspicaz—:atravésdesuemisarioexigemipresenciaylatuyaomataráaRagnhild.

—¿Lamía?—inquiríconfundida.Asintió nervioso y lívido; las oscuras sombras bajo sus ojos se

acentuaron.—Tampocoyo lo entiendo.Es fácil adivinar que quieramatarmey

ofrecermicabezaaHorik,puesnoguardodudaalgunasobrequefueélquien avisó de mi invasión a Horik y le aconsejó llamar a la flota deLodbrokparaqueprotegiera a su rey.Peromedesconcierta tu lugar entodoesto.

Algo no encajaba, pensé; bien era cierto que Harald me detestabacomo yo a él, pero resultaba más que llamativo que se molestara enatraerme a la emboscada que le tenía preparada a Halfdan. Aquello noteníasentidoparamí.

—¿YcreesquetushombresseránsuficientesparadeteneraHarald?Temataráencuantoteveaentrarenlaaldea.

La mirada del hombre se oscureció, la línea de sus labios seendureció,unmúsculoseencogióensumentónysuspuñossecerraronconmásfuerzatodavía,sujetandolasriendas.

—Tengo que arriesgarme, la vida de mi heredero está en juego.Cuentoconquequieradivertirseantes,legustajugarconsuspresas.

Asentí;nadiemejorqueyosabíacómolegustabanesosjuegos.Eraun hombre vil y cruel, y bebía del sufrimiento ajeno. Someterse a sus

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despiadadoscaprichosporsalvarunherederoaltrononoentrabaenmisplanesprecisamente.Gunnarmeesperaba,mientrasyoestabaatrapadaenlareddelaambiciónylamaldad,asíquenolodudé.

Esperé que Halfdan me diera la espalda para guiar de nuevo sumonturahacialaentradaalpueblo;entoncesllevécondisimulomimanoal ancho cinturón que ceñía mi túnica y desenfundé sigilosamente unapequeñadaga,queescondíenlapalmademimano.

Fijélosojosenelcuellodelhombreydecidíque,sierarápida,podíarebanarsugargantadeunsolotajo,abandonarsucuerpoyhuiralomosdesucaballo.

Toméairelentamentereuniendolatemplanzaylafrialdadnecesariasparaacometerconprestezamidecisión.Llevéunamanoa suhombroyapoyélabarbillaenelotro;aquellaposeenvarólaespaldadelhombre.Deformainstintivadepositéunsuavebesoenellateraldesucuello,paraqueseconfiara.

—Freya—ronroneóafectado—.Simedejaras....Llevé los labios a su oreja, apenas ronzándola, y pronuncié con

seductoracandencia:—Tedejaré...mirey...parasiempre.Y de un prestomovimiento alargué el brazo, empuñé la daga y la

llevéasugarganta.Nollegóaella.Unamanofirmeapresómiantebrazo,tiróconfuerza

yme empujó a un lado, haciéndome caer con violencia del caballo. Elimpacto fue doloroso, y ni siquiera tuve la oportunidad de intentarponerme en pie. El rey cayó a horcajadas sobremí, yme abofeteó consaña.

—¡Perra!—escupiósiseante.Teníalamiradanubladaporlafuria,yundescompuestosemblantecrispado—.Imaginécuálseríatuintenciónencuantotelocontaray,aunasí,confiéenequivocarme.

Palpómi cuerpo con hosquedad, despojándome de todas las armasque portaba. Luego se incorporó y amí con él,me volvió burdamente,apresómismuñecasylasatóconunacuerdaquesacódelaalforja.

—Ahorasí, eresmipresa—gruñóafianzando la lazada—.Ycomotal te entregaré. No pensaba hacerlo cuando Harald me exigió que teentregarajuntoaunpuñadodetierrascomopremioporconseguirmelacabezadeHakeelBerseker.Pero,ahora,acabasdesentenciartudestino.

Mesubióalcaballodenuevocomosifueraunfardo,yseencaramó

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detrás.Arreólamonturaconapremioypartimosalgalope.Laaceleradagalopada sacudió con dolor todomi cuerpo, como si fuera una vulgarmuñecadetrapo.Memareéylasnáuseasmehostigaronpeligrosamente.

Por fortuna,estábamosaunpasode laaldea.Halfdandisminuyóeltrotecuandoseadentróenél.

—Sidesvelaslaposicióndemishombres,tejuroporlosdiosesquenosaldrásvivadeaquí—siseómientrasdesmontaba.

Guio al caballo por la brida, caminando a su lado,mientras yomearqueaba incómodaconelvientre sobre la silla,yel torsoy laspiernaspendiendoaambosflancosdelanimal,conlasmanosatadasenlaespaldayelcabelloocultándomelavisión.

—Dejadeagitarteotecaerás—advirtióHalfdanconsequedad.—Suéltame,ahoraestamoslosdosenapuros.—No, tú decidiste tu lugar, atacándome, y es ése. Ahora cierra la

boca.Entre los oscuros mechones de mi melena entreveía tan sólo el

terreno por el que pasábamos, algún cercado y los espolones de Tyr;maldijeparamisadentros.

Reconocíelclaroenelquenosadentrábamos;setratabalaexplanadafrentealgranskáli.Unospasosseacercaronanosotros.

—Me alegra comprobar que atendiste a razones. —Aquella vozrasgadaysecapertenecíaal jarlHarald;unescalofríomerecorrió—.Yqueademásportasloqueseteexigió.

—¿Dóndeestámireina?EltratoeraFreyaporella,aquílatraigo.Unaccesodefuriameagitóconviolenciasobrelasilla.—¡Malditocuervo,metrajisteaunintercambio!—proferícolérica.Unas manos me agarraron por la espalda y me arrastraron hasta

derribarmenuevamentedelcaballo.Ahoguéungemidodoloridocuandomicuerpoimpactóenelsuelo.—Si has intentado matarme sin saberlo, ¿crees que hubiera sido

sensatodecirtequeerasmimonedadecambio?Mealzarondelsueloapresandomismaniatadasmuñecas;unamano

grandeyrugosaaferrómimandíbulaconfuerzaymeencaróaunrostrohuesudo,defríamiradaazulhielo.

—Parece que nuestros destinos se cruzan de nuevo, loba—arguyóHaraldel Implacable,conunasonrisaamenazadoraadornandounabocadelabiosfinosyajados—.Peroestaveznohasdetemermeamí,mujer.

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Con una cena tuve más que suficiente para saciarme de ti, y másrecordandocuántomecostódigerirla.

—Creíque...—intervinoHalfdanconfusoyalerta.Eljarllesonriótaimado,compusoungestoimperiosoyungrupode

guerrerosnosrodearonapuntándonosconsusespadas.—Resulta curioso quemehaya esforzado tanto por destronar a los

reyesdelnorte,paraterminarsupeditadoaunareina.Contuveelalientoanteaquellarevelación.Halfdansofocóungemido

sorpresivoymemirócondenodadoestupor.—Cuán agradable es la vuelta del esposo, sobre todo a la hora del

nattverdr—anuncióunavozsuaveymelosa.Aquellavozmeerizólapielyrevolviómiestómagodenuevo.Ragnhild caminaba lánguidamente hacia nosotros, sin prisa,

regodeándose a cada paso, paladeandonuestro pavor, deleitándose en laexquisitaperfecciónde su tela, cimbreándose en su trama, relamiéndoseante sus más ansiadas presas. La voracidad refulgió en su mirada y laperfidiailuminóunasonrisatriunfal.

La araña se frotaba las patas y salivaba ante el manjar quecompondríaesanochesucena.

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48

Unamoscadevorandoaunaaraña

Fuimosconducidosaempelloneshaciaelgranskáliantelaestupefacciónde los aldeanos, que prefirieron acomodarse dócilmente a la nuevasituaciónqueatreverseaalzarseenarmasporsurey.

Nos condujeron hacia el entarimado donde se elevaban los dossitialesynospostraronderodillasfrenteaambostronos.

En el del rey tomó asiento de forma significativa Ragnhild, conexpresión de arrobada complacencia, y en el de ella se acomodó de unmodo distendido el despreciable jarl, que se atusaba su crespa y níveabarbaconsemblantejactancioso.

—Bien,Harald,cumplistemisdeseos,dosplatosfuertesparaungrannattverdr,y,porlotanto,seráselcondequemásregionesgobiernebajomimandatoymimanoderechaenestereino.

—Yyo,mihermosareina,osrindopleitesíahastaquelosdiosesmellamenasupresencia.

—¡Quieresmicabeza!—exclamóHalfdanfuribundo,conexpresióndesesperada—. Tómala, pero libérala a ella, en nada atenta contra tureinado,sólodesearegresarasutierra.

Aquel arrebato encendió las mejillas de su esposa con un ruborcolérico que empañó su calma, y la instó a ponerse en pie, rígida ytemblorosa.

—¿Liberarla,dices?—silabeócontrariada—.¿Osasintercederportuamante ante mí? Realmente eres temerario, esposo mío; no te fuesuficienteconhumillarmeanteella,despreciarmedetulechoeignorarmipresencia por esta... vulgar ramera; no, todavía tienes los arrestos desuplicarporsuvida.¿Tantolaamas,condenadobellacoinmundo?

—¿Tantolaodiastú?—replicóélsosteniendoretadorsumirada.—¡Sí!—escupiócondesprecio—.¡Túlapusisteporencimademí,de

unareina;sólounadiosagozadetalcondición!—Otútepusistepordebajocontucomportamientovilydespiadado

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—refutóelreytemerariamente.Ragnhildseacercóasuesposoyloabofeteócontodassusfuerzas;a

suaniñadorostroasomóunmalprimigenio,comounamáscaraespantosaquedeformósusfaccionesyenrojeciósumirada,asemejándoseaunfierodemonioescapadodelultramundo.

—¡Voy a hacerte pagar todas y cada una de las humillacionessufridas,bastardo!—amenazóconvozgruesaydesconocida—.Yenesteinstantevoyamostrartequiénsoyenrealidad.

Dirigiólavistahaciaunodesushombresysacudiólabarbillaparallamarloasupresencia.

—Traedmeunastenazas—exigióconexpresiónávida.Seacercóamíconunasonrisamaléficaquemeprovocóescalofríos

y,cogiéndomedelcabello,tiróconfuerzaparaalzarmirostrohaciaeldeella.

—Megustótusabor,zorra—siseópasandolalenguapormimejilla—ytuspezones.

Un guerrero, con semblante turbado y gesto vacilante, le entregóunastenazasdeherrero,yretrocediótemeroso.

—¡Rasgalapecheradesutúnica!—ordenóimpaciente.Halfdan se sacudió frenético y fijó en mí una acuciante mirada

pavorida.—¡Noteatrevasatocarla!—rugióenrojecidoyfueradesí,sindejar

deagitarse.Ragnhild ensanchó su siniestra sonrisa y pasó ávida la punta de la

lenguaporsuslabios.—Ahora todo me pertenece —le recordó mientras contemplaba

incluso con lascivia cómo el guerrero rasgaba la parte frontal de mitúnica,exponiendoalavistamispechos—,soyladueñayseñoradeestastierrasydetodoloquemoraenellas;yodecidocuándoycómomoriréis,peropuedoadelantartequenoveréisamanecerunnuevodía.

Le arrebató las tenazas al hombre y las abrió ante mí lentamente,regocijándoseenmimásacervadoterror.

—¡Sujétala!Me inmovilizaron por la espalda; un grueso antebrazo rodeó mi

cuello, obligándome a arquear la espalda ligeramente hacia atrás. Fueinútil resistirme. Un aprensivo pavor aceleró mi pulso, convulsionandotodo mi interior en una gran vorágine desatada de angustia que me

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paralizó.—Voyaarrancartelospezones,yobligaréaHalfdanaqueloslama,

comotantolegustabahacer,hastaquedecidacortarlelalengua.Necesitoespacioparameterlelavergaenlaboca,cuandolocastre.

Acercó la punta de las tenazas de hierro entreabiertas amis senos;sentí su frío contacto rozándolos y contuve una arcada.Mis pezones seendurecieronenelacto,constreñidosydolorosos.

—¡Has perdido el juicio, maldita! —increpó Halfdan sin dejar dedebatirsefrenético.

—Silohubieraperdido,nogozaríadeloqueestoyapuntodehacer...ypiensodisfrutarlo—adujolareina,retirandoambosmechonesdoradostrassusorejasydespejandounhermosorostrodeángel,oscurecidoporlaliberadamaldadquesiemprehabíaanidadoensualma,yqueahorasemostrabaentodosuponzoñosoesplendor.Yapesardeserconocedoradeella, no sólo a través de los enemigos que se habían cruzado en micamino,sinodeeseodiotaninfamedelqueyomismahabíasidovíctimay verdugo, de esos anhelos de venganza, de ese rencor que me habíareconcomido por dentro hasta hacerme olvidar que no importaba elcamino elegido, siempre y cuando te procurara lo que anhelabas, fueentonces cuando comprendí aquel irreparable error. La maldad no secombate con maldad, pues, si necesitas el odio como arma, ya hassucumbido a ella, ya has traicionado tus valores, tu corazón, ya te havencido.

Yahí, en la antesala de la tortura, amercedde undemonioy a laspuertasdelamuerte,descubríqueeseloboquehabíadirigidomispasoscuando volví a renacer, ese lobo rencoroso y feroz, vengativo eimplacable, gobernado por la rabia, era el que me había puesto dondeahoramehallaba.Queesafrase tantasvecesrepetidapormí,amododevendaenlosojosdemiconciencia,dondenoimportabanlosmediossinoel fin, donde todo se justificaba en pos del objetivo perseguido, seconvertíaahoraenmimáshumillantederrota.

Todo importaba,cadapaso,cadadecisión,cadapensamientoycadapalabra,yaque,sieranloscorrectos,losafinesatupropioser,losfielesatu corazón, serían los que determinaran el final. Pues ¿de qué servíaalcanzarunlogrosieneltrayectonosperdíamosanosotrosmismos?,¿siterminábamossiendootrapersona?O,peoraún,convertidosenunsertanabyectocomoalquenosenfrentabaeldestino.Yentoncescaíenlacuenta

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dequellevabamuchotiemposinvermipropioreflejo;abuenseguro,sime hubiera detenido a contemplar mis ojos, habría visto en ellos aaquéllosalosquemeenfrenté.LeonoratuvoqueconvertirseenShahlaa,yésta en Freya, pero ese lobezno que maduró y pasó a ser un loboaguerridosehabíadejadodevorarporélmismo.Yahora,¿quiénerayoenrealidad?

Miré el odio en los ojos de la reina, como una mancha oscura ychisporroteante de pura maldad, y por alguna razón esa revelación desabermeliberadademipropiainquinaotorgoalgodepazamiser.Yonoeracomoella,porquedecidíanoserlo.Inclusositeníalaoportunidaddesobrevivir al horror que me aguardaba, no me vengaría, sólo huiríabuscandonoúnicamentelalibertad,sinoaaquellaquefui.

Depronto,mispensamientossediluyeronenunatandadevirulentasbofetadasquegiraronmicabezadeformaabrupta,nublándomelavisión.Sentíde inmediatofuegoascendiendopormirostro,cómomelatían lasmejillas, y un hilillo de sangre manando por el orificio de mi nariz;paradójicamente,nosentínadamás.

No sé qué pudo ver Ragnhild en mi rostro para que el suyo sesulfurara.Perocontinuóabofeteándomecadavezconmásímpetu.

Cuando,jadeante,sofocadaydesmadejada,logrósepararsedemílosuficiente como para poder dirigir y manipular aquellas espantosastenazas con destreza y habilidad, descubrí, además, que sólo meprovocabacompasión,yanisiquieradesprecio.Ellobooscuroretrocedía,puesyanoencontrabasualimento;sonreí.

—Vas a retorcerte de dolor —adelantó cada vez más desquiciada.Esta vez su insidiosa mirada se tiñó con un deje confuso del quecomenzaríaagerminaruna incipiente frustración.Buscabamipavor,misúplica,miagonía;nadadeesoencontróenmiexpresión.Sudesconciertocomenzabaaserevidente.

—Puede —concedí con calma—, al menos hasta que mi vida seapague, pero después hallaré la paz. En cambio, tú, ni en la muerte laencontrarás.

Cerrélosojosanteelcomienzodemitortura,invocandounamiradaverde musgo, despidiéndome de la verdadera razón de mi existencia.Completamente agradecida a la vida por haberme permitido conocer elamor más puro e irrompible que jamás haya existido, por habermeentregadoelcorazóndelmejordeloshombres.Yaunqueesefavordivino

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loestabapagandoconsangre,bienmerecía todolosufrido,porunsóloinstante entre sus brazos. Me despedí con el convencimiento de quevolveríaaencontrarlo.

Pronuncié su nombre en apenas un susurro y, no bien terminé demodularloenmislabios,cuandosedesatóelinfierno.

Unabatahola de gritos y crucesde espadas atravesaron las grandespuertas del skáli, silbantes flechas se hundieron en los cuerpos deguerreros que había en torno a mí, consiguiendo que los hombrescorrieranaenfrentarsealosasaltantesylasmujereshuyerandespavoridasahuecadassobresusretoños,mientraslosprotegíandelareyerta.

Ragnhildnofueunadeellas;meagarródelamelenaymellevótrasella cual ave carroñera arrastrando con territorial avidez su parte delfestín.

Noobstante,surecorridoapenaslogróavanzarunospasos;otraave,ésta rapaz, se cernió sobre ella, derribándola y aplastándola contra elsuelo.

—¡Huye,Freya!—alentóHalfdan.Necesitabadesatarmismuñecassiqueríateneralgunaoportunidad,y

laayudalarecibídequienmenosloesperaba.Sigrid aparecióde la nada;mirandodehito enhito, desenfundóun

pequeñopuñalycortómisataduras.—Acabaconella—medijoentregándomeelarma,conunexcitado

brilloensumirada.Lo primero que decidí hacer fue liberar también las muñecas de

Halfdan,quepermanecíadebatiéndoseconsuesposa, lacual se revolvíacomounaserpientebajounabota.

Cuandomeacerquéalaespaldadelrey,ymeentretuvecortandosuscuerdas,Halfdaninclinóviolentamentelacabezahaciaatrás,brotandodeél un alarido ensordecedor. Al cabo, vi cómo una hilera de sangrerecorríasucuello.

Libre,seincorporóparalanzarunferozpuñetazosobreelrostrodesuesposa,quetrasungemidodoloridoparecióperderlaconsciencia.Porelsecocrujidoqueoí,supusequelehabíarotolanariz.

Halfdansellevólamanoasuorejaizquierda,delaquemanabagrancantidaddesangre.

—¡Mehaarrancadomediaorejadeunmordisco!No bien me incorporaba, Halfdan, que se había vuelto hacia mí,

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agrandó espantado los ojos y se abalanzó apremiante, empujándomeburdamente hacia un lado, justo cuando una espada se clavaba en suhombro.

JadeéenelsueloymerevolvíalertaempuñandoladagadeSigrid,yme encontré al jarl alzando su acero de nuevo para descargarlo enHalfdan,queheridoseencogiórugienteyarremetióconlacabezacontrasuoponente,contalvehemenciayrapidezquederribóasucontrincante,forcejeandoparaarrebatarlelaespada.

Trasunbrutalcabezazo,quedevastólabocadeljarl,convirtiéndolaen un amasijo sanguinolento de dientes rotos y colgantes y labioscortados,seenredaronenunapeleamortal.Halfdanrecibióunrodillazoenunainglequelodoblóendos.Rodaronporelentarimadoesparciendolasangredesusheridasyelodioquerezumaban.

EljarlHarald,astutoysolapado,comenzóagolpearconenconolaherida en el hombro del rey, que sangraba profusamente, consiguiendoreducirloyponersesobreél.Castigósinpiedadlabrechaporlaquehabíaentradosuespada,arrancandodeHalfdansofocadosgemidosdolorosos.

Fijé los ojos en la espalda del jarl, inmerso en los golpes quepropinaba,y supeque, sino intervenía,Halfdanmoriríaamanosdeesemalnacido.

No lo pensé;me aproximé de forma subrepticia y con celeridad yprecisión clavé hasta la empuñadura la hoja de la daga que todavíasostenía.

Hundíelaceroensunuca,enunmortaldescabello.Elcuerpodeljarlse envaró, llevó la cabeza tan atrás que fijó sus glaciales ojos enmíuninstanteantesdeapagarselaluzdesumirada.Y,porfin,cayólaxosobreelpechodeHalfdan,quejadeabaconlosdientesapretadosacometidoporoleadasdedolor.Sinmiramientosyconpremura,empujéelinertecuerpodel jarlhacíaun ladoymecerní sobreHalfdanpara intentarayudarloaponerse en pie. Logré cobijar mi hombro en su sobaco y acomodé sufuertebrazoderechosobremicuelloparaacomodarelpesoamicuerpo,peroeracomolevantarunarocaancladaalsuelo.

—Vamos,malditocuervo,todavíatienesunreinoquedefenderyotroqueganar—alenté,frunciendoelceñoyresoplandoporelesfuerzo.

Susojosestabanempañadosysurostrocrispado,peroasintióymeayudóalevantarlo.

—¡Losusurpadoreshansidovencidos!—comencéadeciravozen

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grito, animada al comprobar que los hombres de Halfdan empezaban aimponersealoshombresdeljarl—.¡Rendíosysalvaréislavida!

Algunos guerrerosmiraron enmi dirección confusos y vacilantes.Otros, al contemplar el cadáver de su líder y a la reina con el rostrobañadoensangree inconscienteenel suelo, tiraron lejos laespadaysesometieron cayendo de rodillas e inclinando la cabeza. Aquel gestocomenzóaexpandirseentrelastropasdeljarl,silenciandoelskáli.

Miréenderredor;cuerposmutilados,sangre,ymuertealfombrabanel suelo.Todo provocado por una solamujer, aquella que comenzaba adespertaraturdidaydolorida.

Ayudadaporotroguerrero, sentamosaHalfdanensu trono.Estabalívidoytrémulo.Sepalpóconlaotramanosusangrantehombroyapretólosdientesenunamuecasufriente.

—¡Rápido,uncuencoconaguaytirasdelino,agujaehilo!Halfdan hundió sus negros ojos en losmíos, y sentí sobremí una

tersamiradaacariciadora.Un grito tortuoso y furioso nos paralizó. Ragnhild cubría su

quebradanarizconlaspalmasahuecadas,mientrasnosfulminabaconunamiradaabominable.

—¡Maniatadla!—ordenóelrey,entonotajante—.¡Esmiprisionera!Hastaquedéaluz,nadieleharáningúndaño.Cuandoalumbreamihijo,yomismoserésuverdugo.

Sushombresacudieronprestosacumplir sumandato.Ragnhild fuemaniatada, entre llantos y quejidos lastimeros.No obstante, nome pasópor alto la mirada artera que me regaló. Mientras viviera, no estabavencida; podía adivinar con somera claridadque las cuatro lunasque lequedaban para alumbrar al heredero serían bien aprovechadas paraintentarescaparovoltearlasituaciónasufavor.

Me esmeré en curar al rey. Lavé con delicadeza la herida y medispuseaenhebrarlaagujadehuesoconconcienzudaatención.

—Deberíasusaresaagujaen tu túnicaycerrarla, aunquesemejantedistracción es más eficiente para aturdirme que una buena jarra decerveza.

Alcé una ceja y fruncí el ceño reprobadora; el tajo de mi túnicadejabaexpuestosmispechos,sobrelosqueHalfdanteníafijoslosojos.

—Mientras tengas lasmanos quietas, no comprobaremos si esmásefectivamimanoquemisolavisión.

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Elhombresonriódivertidoyasintióapartandolosojosdemíhacialahendiduradesuhombro.

—Sizurcestanbiencomoamenazas,meharásunestupendobordado.Estavezfuiyolaqueesbozóunacomedidasonrisa.—Esopretendo,mirey.—Notesometas,mujer,omeharáscreerque tengoalgúndominio

sobreti.Ensanchélasonrisayneguéconlacabeza.—Sóloyolotengo—afirméconconvicción.Enlainsondablemiradadelhombrerelucióunmatizadmirado.—Ingobernable, astuta, valerosayhermosa; los dioses jugaron con

misilusiones.Nosésiserécapazdeperdonarlessucrueldad.ClavélaagujaalprincipiodelcorteydeslicéelhilosinqueHalfdan

emitiera un solo sonido. Puntada a puntada fui cerrando la herida,concentradaenmilabor;nofuiplenamenteconscientedelaatenciónquemededicabaelhombresobreelquemeinclinaba.

—Creo que sobrevivirás —sentencié burlesca afianzando el nudofinal.

—Puedequemicuerposí—musitóabatido.Meapartéparacogerellienzoymeesmeréenaplicarleunvendaje

prolijoycompresor,paraevitarelsangrado.—¿Hacesalgomal?—preguntójocoso.—Ahoramismo,perdereltiempoconalguienquemeutilizó.—¿Terefieresaunpobreinfelizalqueestuvisteapuntoderebanar

elpescuezo?—contrapusoceñudo.—Aesemismo,justoalqueacabodesalvarlelavida.—Cierto—admitió—ypiensopagarmideuda.Sostuvesumiradaconsemblanteimperturbable.—Voya reunirteconél, lo sacaréde labatalla,yomismo lo traeré

hasta ti y permitiré que huyáis tan lejos como deseéis.Y ahora cúbrete;¿nocreesqueyahesufridosuficiente?

Estranguléunasonrisaansiosayesperanzadaymealejéenbuscadeunatúnicanueva.MedirigíalLokrekkjareal,abríelarcóndelareinayextrajeunahermosatúnicaroja.Justosalíadelaalcobacuandounalaridoescalofriantemesobrecogió,helándomelasangre.

Traselgritodemujer,rasgadoyespeluznante,unrugidomasculinoretumbó en el aire, flotando por toda la sala y paralizando a cuantos

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morabanenella.Boquiabierta y horrorizada presencié cómoSigrid extraía un puñal

del cuerpo de Ragnhild, quien, atada a una columna, permanecíaindefensa,mientrasunayotravezacuchillabansuabultadovientreanteelparalizadoestupordelospresentes.

—Estamosenpaz,malditarata,tuhijoporlosmíos.La desquiciada sonrisa de Sigrid dio paso a una carcajada queme

erizó la piel. Ragnhild sólo era capaz demirarse el vientre, por donderezumaba una sangre densa y viscosa de los numerosos y profundoscortesporlosqueescapabalavidadesuhijoylasuyapropia.

Halfdan, horrorizado, lívido y desesperado, se abalanzó hacia suesposa y, cayendo de rodillas, intentó taponar las brechas sangrantes,comosienaquelinfructuosogestofueracapazdeimpedirloinevitable.

Su heredero perecía apuñalado en el vientre materno, mientras él,agónico, sollozaba abrazado al vientre de su reina, que con miradaperdida, pálida y vidriosa, contemplaba la oscura cabeza de su esposoentreabriendoloslabiosenunrictusentreatónitoyaterrado.

Un oscuro charco de sangre comenzó a extenderse a los pies deRagnhild, quien en un último hálito de consciencia abrió la boca paradejarescaparunalaridoagonizantey rabioso,quecontuvoelalientodelos presentes. Sigrid, apresada por dos guerreros, sonreía plenamentesatisfecha, plácida y orgullosa; pero no fue en ella en quien recayó larencorosamiradadelamoribundareina,sinoenmí.

Un escalofrío me recorrió la espalda; mi corazón se detuvo uninstanteanteaquellaturbiamiradaamenazadora.

—Esto...todavíanoha...acabado—agonizóconvozrasgadayopacadirigiéndoseamí.

Tosióydesuslabiosbrotóunabocanadadesangrenegraquetiñósubarbilla. Un estertor la sacudió, su piel de alabastro perdió brillo, sucelestemiradaseenturbióysusfaccioneslanguidecieron,hastaaflojarsecompletamente.Sucabezasedesplomólaxa,tocandolabarbillasupecho.Unadoradacortinadecabellocubriósurostro,poniendofinasuvida.

Un sobrecogido silencio se cernió en el skáli; sólo los sofocadossollozosdeunhombrelorompían.

Ragnhild había sucumbido a su propia maldad, condenando unaestirpeconellaysentenciandoaunreyalmásaciagodelosdestinos.

Deslicé la mirada sobre Sigrid. Ya no reía; su mirada vacua se

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empañóysuexpresiónseoscureció.Volvíaasumundo,eldelassombrasperpetuas.

Sorprendentemente, había sido una mosca la que había terminadodevorandoaunaaraña.

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Buscandodosgemasverdes

Cabalgabaen lagrupadeTyr, abrazadaa laespaldadeunhombre roto,evitando pensar en toda lamuerte que dejábamos atrás y en la que nosaguardabadelante.

Llevábamos varias agotadoras jornadas de viaje, y el cansanciocomenzabaahacermellaenmí.

MehabíanegadoenrotundoapartirsinFenrir,quenosseguíaconinfatigablevigoryencomiable lealtad.Aquelperroerasindudamimásfiel guardián; dormía a mi costado y corría junto a mi montura; noobstante,loquemássolazmeofrecíaeralacapacidadparatransmitirmesucariñoy,atravésdeél,dealgunamanera,sentíaaEyraamilado.

Noshabíamosreunidoconlastropasacampadasesemismodíay,apesar de que yo deseaba regresar a mi puesto en la facción de lasskjaldmö,juntoaAsleif,Halfdannopermitióquemesepararadeél.

Habíamos embarcado en Tønsberg; no fue fácil tranquilizar a lasinquietas monturas durante el trayecto por las turbulentas aguas delestrecho. Y a pesar de que los langskip eran las embarcaciones másgrandes, junto con los herskip, buques de guerra, snekkes y skeids, latravesía, aunque breve, no fue cómoda, pues la tormenta parecía quererperseguirnos,comosielcielolloraraconantelaciónlasalmasqueprontocobijaríaensuseno.

Estábamos aproximándonos a Viborg, la ciudad donde seatrincheraba el reyHorik a la espera de la llegada de su jarl Lodbrok.Varios espías jutos apostados en el lugar habían advertido aHalfdan dequelaciudadamuralladahabíasidofortificadaysusdefensas,redobladas,convirtiéndolaenunbastióninexpugnable;loquemásmeangustiabaeraquelastropasdeHorikhabíanatacadoalaavanzadillacompuestaporlahirddelrey,lideradaporGunnar.

Corría una suave brisa primaveral que perfumaba la pradera yondeaba los lanceados extremos de la alta hierba, de manera regular y

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rítmica, como una lánguida marea en un océano verde y brillante.Incipientes semillas rojizas rompían el color de arbustos ymatas.Y losárboles, pletóricos de vida, lucían sus coloridos frutos, flores y brotesnuevosconorgullo,comojactanciosospadresdehermososretoños.Losarroyosdescendíanbriososde lascolinas,colmando laseddeunparajehibernadoque reventaba a lavidadenuevo, insufladopor lamagiaqueexhalabaBeltane.

Habría podido imaginar que estaba en el edén, si hubiera podidoolvidarqueesaspraderaseranlaantesaladelinfierno;quepocomásallános enfrentaríamos a las tropas de Horik, y que desconocía si Gunnarestabasanoysalvo.

Y a medida que nos acercábamos a Viborg, esa incertidumbre fueconvirtiéndose en aprensión y malestar. Algo dentro de mí parpadeabainquieto,comounaleteoincómodoenmipecho;unmalaugurio,hubieradichoEyra.Yaquelnombreestrujómicorazón, robándomeelalientoyoprimiendo ese dolor que me esforzaba por aletargar para podermantener la entereza que ahora necesitaba. Sacudí la cabeza, alejando laquemazóndeardorosaslágrimasincipientes,ytoméaireprofundamente,recobrandoelánimoyelaplomo.

Halfdanredujolamarchayseirguióenlasillaoteandoelhorizonte.Aflojé los brazos en torno a su cintura y me separé de su espalda,ladeándomeunpocoparaatisbaralfrente.

Sevislumbrabaunnutridogrupodeguerrerosapiñadosbajoungrannogal,peroaaquelladistanciaresultabadeltodoimposiblediscernirsisetratabadelahirddelrey.

Elahuecadoysecosonidodeuncuernoanunciónuestrapresenciaaloshombresapostadosbajoelgranárbol,quealcaborepitieronelmismosonidoyagitaronconparticularfrenesívariosestandartesrojos.Aaquelladistancianosedistinguíalasiluetadeuncuervonegroenelcentro,pero,sinduda, lohabía.Eran losguerrerosde lahird.Mipulso se aceleró, ymisdeseosdeveraGunnarmesepultaronenunaluddeansiedad.

Halfdanarreó con fuerza aTyr y el caballo se impelió a unavelozcabalgadaqueapuntoestuvodehacermecaerdelasilla.

Elatronador retumbardecientosdecascossacudieron la tierraconviolencia,acallandoelsonidodelanaturalezayacompasandoelcorazóndelosjinetescomositamboresdeguerralosanimaranparalabatallaqueprontolibrarían.

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PodíadistinguirlaaltaempalizadadeViborg,ycómoenlasatalayasseencendíanhogueras,alertandodenuestrapresencia.

Jadeé ansiosa; el viento ondeómis negros cabellos ymi cuerpo seciñóaldeHalfdanenelmovimientoacompasadodelgalope,alzándonosligeramentede la silla paraposarnos sobre ella, enunbalanceo regularquenosfusionócomounsolojinete.

A raízde losacontecimientos recientemente sufridosy la inevitableproximidadalaquenoshabíaforzadoelviaje,miopiniónsobreélhabíamejorado de forma ostensible. Contemplar tanto dolor en sus ojos, tanmanifiestadesolaciónpintandosu fazy tanacerbaamarguradominandosurictus,yapesardeello,mantenerlatemplanzaensusactos,liderarsuejércitoconrectitudysensatez,ymostrarserespetuosoconmigo,nopudomásqueganarmiadmiración.Noobstante,resultabacontradictorioqueseapartara de mí cuando acampábamos, dedicándome una cortésindiferencia, y que se empecinara en que cabalgara en su montura. Noacertabaainterpretaraquellaextrañaconducta,nipensabaquedesdeñarlacambiaríalascosas.Enocasiones,cuandolodescubríasentadosolofrenteaunadelasfogatas,meditabundoyausente,libredelamáscaraqueusabaduranteeldíaparacontenersusemociones,loobservabasubrepticiamentedescubriendo en él un tormento que me conmovía. No lloraba, nogesticulaba, ninguna mueca alteraba su semblante, pero el dolor queemergíade sumiradaera tanatrozqueencogíamipecho, tantoquemecostabareprimirelimpulsodeabrazarlo.Habíaperdidoadosmujeresyacuatrohijos, la tragediaparecíaperseguirlocomounestigma;podíavercómo se apagabapoco a poco, reduciéndose a una sobria sombrade loque fue.Hubiera sidomás fácil odiarlo, habermantenido el rencor quesiempreme había suscitado; la compasión era una emoción engañosa ypeliagudaquedebíacontrolarparanocrearmalentendidos.

Alcé la cabezapara atisbar sobre suhombro,y él repitió elmismogesto; esta vez su mejilla rozó mi frente, el contacto le arrancó unprofundo suspiro y, en ese preciso instante, supe por qué necesitabacabalgarjuntoamí.Micontactoerasuconsuelo,eraunamaneradequeloabrazara sin connotaciones confusas, sin complicaciones que nosincomodaran a ambos, sin albergar vanas esperanzas o cobijarse ensueños imposibles. Y esa necesidad por ayudarlo a superar su pena sedesvaneció;sinembargo,miconmiseraciónporélcreció.

Nos detuvimos frente a la hilera de guerreros de la hird, que nos

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aguardaban sonrientes. Hiram, Sigurd, Erik y una veintena de hombresinclinaronsumisoslacabezaantesurey.Busquéconlamiradadosgemasverdes, que no encontré. Presa de la desazón, hice ademán de bajarme,peroHalfdanmedetuvocongestoadusto.

—¿Dóndeestáelrestodemishombres?—preguntóentonograve.—Guardan la puerta sur de la ciudad —respondió Hiram— para

evitar que Horik escape, como ordenasteis, mi rey. Gunnar nos dividiócuando fuimos atacados; hemos repelido ya varias ofensivas desde laempalizada,peronadiehasalidodeViborg,almenosvivo.

Dirigimoslamiradahacialadelimitadafortalezaquesealzabasobrelapradera;eramásgrandedeloquehabíaimaginado.Porlasflechasquehabía clavadas en el terreno, supuseque aquel árbol era el punto exactodondenoteníanalcance,lostentativosdisparosdelosarquerosapostadosenlaempalizada.

—No hay tiempo que perder —anunció Halfdan con apremio—.Tenemosqueatacarlaciudadantesdequelleguenrefuerzos.RodearemosViborgyprenderemosfuegoasusmurallas;esaratadeHoriksaldrádesuescondrijo.Avisaalrestodemihird.

Hiramasintióquedo,clavósushermososyprofundosojoscelestesenmíypronuncióenvozaltayclara:

—Tranquila,lotraerédevueltaati—prometiósolemne.Arreóa sucaballoypartióprestocon sushombresa lapuerta sur,

dondevigilabaGunnar.Halfdansevolvióenlasillaparaencararseconmigo.Supenetrantey

hoscamiradamesobrecogió.—No le cuentes lodeEyra—advirtió con firmeza—.Nohastaque

estéis muy lejos de aquí. Hasta aquí llega mi promesa, Freya, con estopagomi deuda. Te he traído hasta él, a partir de ahora sois dueños devuestrodestino.Luchadamiladoohuid,ladecisiónesvuestra.Yahora,desmonta, nuestra historia acaba aquí, loba. Por fin, y como tanto hasansiado,elcuervovuelalejosdetulado.

Y en ese adiós, y a pesar de que su semblante permanecía tenso ygrave, sus ojos refulgieron con la llama de una despedida largamentemeditada que rasgaba su alma, arrasada por el fuego de la derrota y elpesodelarendición.Supealpuntoqueaquellabatallaseríalaúltima,quela chispa de la vida se había apagado en él y que lucharía no por laambición de adherir aquella región a su reino, sino por entrar en el

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Valhallabuscandounapazqueaquíyanoencontraría.Sentíunnudoatorandomigarganta,yelcalordelaslágrimasenmis

ojos.Alfinal,esapartenoblequesiemprehabíaalbergadoensucorazónganaba su particular batalla. Y, sin poder contenerme, me abracé a él,derramandoenaquelgestotodoelcariñoquefuicapazdemostrar.Ensuapagado resuello percibí toda la emoción que lo constreñía. Apenas unpequeñotemblorlosacudió,quizáconteniendotodoelllantoquesehabíaempeñadoenretener,quizápermitiéndoseaquelcasi imperceptiblegestodedebilidad.

Lo estreché con fuerza y, aunque sus brazos nome rodeaban, supeque lo hacía su corazón. Cuando me separé de él, ambos con miradahúmedaysemblanteafectado,asentimoscasialunísono.

—Sólo espero que algún día puedas perdonarme—masculló en unquebradohilodevoz.

Traguésalivaybajélamirada;verlasruinasquehabíatrassusojosmepartíaelcorazón.

—Ya lo hice, yomejor que nadie sé los desatinos que se cometencuando el corazón se nubla. Pero, a pesar de ello, necesito unacompensación.

Fruncióelceñoconextrañezayasintióconagudoabatimiento.—Lucha, mi rey —murmuré conteniendo la emoción—. No por

cumplir una profecía, sino por ti, por hallar la felicidad y la paz, porconseguirtusdeseosypordefenderatupueblo.Lucha,teloruego.

—Yanohaynadaporloqueluchar—afirmóderrotado—.Mividasefueconmishijos.Todosellosmeesperan;yanoheredaránunreino,niliderarán grandes ejércitos, no serán aclamados por su pueblo, ni sejactaránde susvictorias,nogozarándebellasmujeres,nibeberánhastadesvanecerse, no sentirán el peso de una espada en lasmanos, ni haránsacrificiosalosdioses...pero,almenos,tendránasupadreconellos.

Cerrélosojosllenadeamargurayasentí.Habíadecididosudestino,nadaloharíacambiardeopinión.

Ycomosiaceptarlamuertecomoúnicasalidaalaagoníalahubieraapresurado a su lado, ésta asomó al borde de la colina, arropada porcentenaresde jinetes,estandartesondeantes,gritosdeguerraycascosdecaballos.

Las aguerridas tropas de Lodbrok recorrían la pradera como unmantooscuroaproximándoseanosotros,comolaponzoñacarcomiendo

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unaverdemanzana,comounnegronubarrónocultandoelsol,comolasalasdeundragónsombreandoelpáramo.Contuveelaliento;noshabíanestadoaguardando.

—Hoy veré el rostro del todopoderoso Odín—auguró Halfdan—,beberé ambrosía de manos de hermosas valquirias, me reuniré con loseinherjer, los espíritus de los guerreros muertos en batalla, y seréagasajadoconungranfestín.Hoy,Freya,seráungrandía.

La sonrisa que dibujaron sus labios se me antojó impaciente y,aunque lamueca apenadaque tildaba su rostro no llegó a desvanecerse,unanuevaluzpincelódecomplacenciasumirada.

Meayudóadesmontarysinapartarsusojosdelosmíosdesenfundósuespadaconrenovadoentusiasmo.

—¡Rápido,buscaaGunnaryhuyelejosdeaquí!Y, de repente, un agudo chirrido nos alertó, dirigiendo nuestra

atención hacia los grandes portalones de la ciudad amurallada.Comenzaban a abrirse, vomitando de su interior una belicosa masa deguerreros,acaballoyapie,quejaleabanexacerbados,alzandosusarmas,sedientos de sangre y exultantes por tenernos a sumerced. Cerraban sucerco,atrapándonosdentro.

Como peces confusos enredados en una gran red, los hombres deHalfdanobservabanvacilantes losdos frentesque se cernían furibundoscontraellos.

—Eseviejoesastutocomounzorro—alabóHalfdanasuenemigocon un deje de sincera admiración—, quizá brindemos juntos en elValhalla.

Y giró su montura hacia la batahola de guerreros que surgían aborbotones de la ciudad. Tyr relinchó, alzándose sobre sus cuartostraseros,tanansiosocomosuamoporentrarenbatalla.

—¡Dividelastropasendosfacciones!—ordenóasugeneral,Orn—.¡YolideraréelataqueaViborg!¡NodescansaréhastaclavarlacabezadeHorik en mi pica! ¡Habrás de contener a las hordas de Lodbrok; si osrodean, formad un círculo con escudos y lanceros y resistid hasta quelogremossalirdelaciudad!

Sus hombres asintieron y comenzaron a vociferar las órdenes altiempoque lamasadeguerreroscomenzabaaposicionarseconansiosoapremio.

—¡Veconlasskjaldmö,Freya,tendrásquelucharhastaqueGunnarte

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encuentre!¡Aprisa,subeatumonturaynoteseparesdeAsleif!—¡Halfdan...!Los oscuros y refulgentes ojos del rey recorriendo mi rostro con

abrumadora intensidad, bebiendo mi expresión, absorbiendo el detalle,quizá para recordarme allá adonde fuera; asintió quedo con singularaprobación.

—Si de algo me jactaré cuando brinde en el gran banquete delValhalla será de haber conocido a una hermosa loba queme enseñó lahumildaddeladerrota,perotambiénladulcevictoriadesaber,justoantesde partir, que, aunque no de la manera que anhelaba, me metí en sucorazón.

MislabiosseestiraronenunafrágilsonrisaqueHalfdancompartió.Sacudióbrioso las riendasdeTyr,mostró suespada, comosi fuera

unaextensióndesubrazo,ehizoelgestodeavanzarconlafieraaltivezde todo un rey guerrero. Tras un grito feroz, partió a galope tendido,seguidodelamitaddesuejército.

Elfragordelabatallasedesatóenlabrillantepradera,rompiendoenunestruendoensordecedorquemeaceleróelpulso.Desenvainémiespaday corrí en busca de las skjaldmö. Por fortuna no habían entrado encombateaún.Asleif,alomosdesuyeguablanca,atisbabainquietaelfococentral de los primeros enfrentamientos, cuando me divisó. Tenía mimonturaatadaalasuyaymeapresuróconaspavientoshastaella.

Me encaramé al caballo, que resopló agrandando los ollares yagitandoinquietolacabeza;meinclinésobresuvigorosocuelloyrasquéconsuavidadsunuca,chitándoledulcementeenlaoreja.

—Noteseparesdemí,Freya—aconsejóAsleifconelcejofruncidoyexpresiónaguerrida.Llevabaelplateadocabellorecogidoenpequeñastrenzaspegadasasuraízqueseuníanaunagruesacentraltrassuespalda.Se había pintado las mejillas con dos trazos azules verticales y en susclarosojosalmendradosresplandecíaunafierezaquemesobrecogió.NotuvedudadequeellaseríaunadelasvalquiriasquellevaríananteOdínadecenasdeguerreros—.Sonmásnumerososde loquehabía imaginado—admitiópreocupada—.Yencimanoshanobligadoadividirnos.Gunnartienequesacartedeaquícuantoantes.

Un ladrido llegó hasta mí. Fenrir corría hacia mí, con las orejasgachas y expresión depredadora. Flanqueada por mis dos particularesguardianes,advertíquelabatallacomenzabaarodearnos.Asleifmepasó

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uncoloridoescudoyenarbolóelsuyo.—Recuerdatodoloqueteenseñé—musitóprecipitadacongravedad

—. Mantente templada, observa y aprovecha cualquier resquicio paraatacar. Alza tu escudo tras cada lance, y no dejes demoverte; utiliza lafuerzadetucontrincanteensucontra,ymanejaconastuciaturapidez.

Asentí, presa de una arcada que logré sofocar. A mi alrededor elsonido chirriante del metal rozándose, los gruñidos sordos, los golpessecosy losalaridosde rabiaydolormeerizaron lapiel,acelerandomipulso,comosidentrodemíuntamborresonaraensordeciéndome.

Apenasfuiconscientedealzarlaespadaanteelprimeroponentequeintentóatacarme;frenómifiloconsuescudoytodomicuerposesacudiótembloroso por el impacto. Intentó arrebatarme las riendas y le propinéunaviolentapatadaquelohizoretroceder;elhombregruñóofuscadoyseabalanzó de nuevo hacia mí, que hice retroceder a mi alazán y loencabrité,consiguiendo loquemeproponía,que lococeara.Miatacantecayódebruces,ylaspezuñasdemicaballosehundieronensupecho;unnegro borbotón de sangre fue regurgitado de su boca, manchando suespera barba clara. A pesar del estruendo del combate, pude percibir elcrujido de las costillas del hombre cediendo ante el peso de animal yjinete.

Comenzaron a surgir atacantes de todos los flancos.Ami derecha,Asleif descargaba su mandoble con rotunda habilidad, sembrandocadáveresa lospiesdesuyegua,quepiafabaagitadaysacudíaconbríosusblancascrines,mientrasresollabaasustada.

Derramémimiradasobreelextensoyconvulsomantodeguerreroscombativosaltiempoquebuscabadosgemasverdes,perosóloencontrécuerposluchandoconarremetidaferocidad.Notuvetiempodenadamás:otroasaltante se cernió sobremí; estavezeraun jinetequeblandióunaenormehachay la impelió enun arco letal haciami cabeza.Me inclinélateralmente aferrándome a las riendas, con tal vehemencia que caí delcaballo.Micorceltambiénsedesplomó,casisepultándomedebajo.Elfilodel hacha había cercenado buena parte de su cuello y la sangremanó aborbotones,roja,densaybrillante,enungrotescomanantialquesalpicómi rostro ymi pecho.Contuve el aliento ante la agonía del animal, queresollaba en un sonido vibrante y escalofriante queme sobrecogió.Mearrastré sobre la hierba, refregandomi rostropara limpiarlode sangre.Alcancémiespadajustoatiempo.

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Mioponentedesmontó,empuñódenuevosuhachacondosmanosyse dirigió haciamí con una sonrisa hambrienta que congelómi sangre.Fingíhorrorypermanecíinmóvil,conlaespadaenlamano,aguardandoquedescargara sugolpe.Adivinéen suposturael instanteprecisode suataque,y fue en esemomento cuandogiré sobremímisma.Elhacha sehundióenlablandaynegratierra,yforzóaqueelguerreroseinclinara.Fuesuficienteparamí:dibujéunarcoconmiespada,hundiendomifiloensu nuca. Arrastré mi acero para recuperarlo, mientras la sangre y lamuerteteñíanlaasombradamiradadelhombre.

Jadeéymepuseenpieconpremura.Ellobogobernabamisactos,ysupequeaquéllaseríasuúltimaaparición.Lonecesitabamásquenunca,suscolmillosdeterminaríanmidestino;ésteseríasuúltimocombate,yenéldesplegaríatodosupoder.Sentísufuerzaenmiinterioryaquellomeotorgólaseguridadquenecesitaba.

Empuñélaespada,separélaspiernasflexionandolasrodillasymiréenderredor.Meescocíanlosojosporlasangrerestregadademirostro;susabormetálicoyácidoseaglutinabaenlascomisurasdemislabios,ysu hedor impregnaba mi túnica. Y a pesar de eso, las náuseasdesaparecieron.

Descarguémimandoblehundiéndoloenlosatacantesqueencontrabaalpaso.Noportabaescudo,peromisesquiveseranraudosyacertados.Mesentí poderosa, hasta que un gigante taponó mi visión del campo debatalla.

Blandiósuenormeespadóntrazandoarcosenelaire,rasgándoloenun sonido sibilante,mostrando en aquel ademán una habilidad innata, yunafuerzaabrumadora.Migargantasesecó,traguésalivaymecentréencadaunodesusmovimientos.Acadapasoquedabahaciamí,elpoderquerezumaba comenzó a menguarme. Aquel oponente sobrepasabaclaramentemiscapacidades.Mirédesoslayo,barajandolaposibilidaddeescapar de aquel monstruo de grandes y fornidas hechuras y largos yenmarañadoscabelloscastaños.Entornoamí,parejasdecombatientessebatían con violento arrojo, desmembrando con feroces tajos, hundiendosusacerosconbrutalfervor,sembrandolamuerteenaquellapraderaqueyacomenzabaatornarseescarlata.

De pronto, sentí una presencia a mi lado. Una hermosa valquiriablanca y luminosa, equipada con un escudo azul y que balanceaba consinuosa gracilidad su espada. Apenas me dirigió un fugaz vistazo

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cómplice a través de su ceño fruncido, apretó los labios mientrasendurecíasurictusyfijósucelestemiradaenelgigantequenossonreíaaltivo.

—Atacaremosaltiempo—susurróentredientes.Yalinstante,Asleifgritófuribundayseabalanzósobreelgigante.Ya

chocaba su acero con él cuando me precipité hacia su costado,obligándoloadefendersedeundobleataque.Frenabamisembistesconsuescudo, forzándome a retroceder con su empuje, mientras contenía loslancesdeAsleifconsuespada.Eragrande,unamoledemúsculoquenosconteníaconaparentefacilidadyquecostaríaagotar,hastapodertenerlamásmínimaoportunidad.Así que opté por aprovechar su ventaja enmibeneficio,su tamaño.Meaparté losuficienteparaponermeasuespalda,clavé la rodilla en el suelo, justo cuando él repelía a Asleif de unmandoblazoqueapuntoestuvodedejarlasinbrazo,ysesguésuscorvasdeunsolotajo.Trasundesgarradorgrito,cayóderodillas;Asleifhundiósuaceroenelpechodelgiganteconungruñidotriunfalycasiplacentero.

Mesonrióorgullosaymededicóunaleveinclinacióndecabeza.—Teenseñébien,pequeñabondi—manifestójactanciosayeufórica.Depronto, su rictuspletóricoy triunfal secongelóen su rostro, se

abalanzó sobre mí y me apartó de un abrupto empellón. Una flecha leatravesóel costado izquierdo, apenasprofirióundébil resuelloantesdecernirsesobreelarqueroparahundirsuaceroenél.

Trastabillóretrocediendo,observandoceñudalacolaemplumadadelastilqueperforabaellateraldesucintura.Meacerquéaellaylasostuveconcuidado.Aferróelextremoquesobresalíadesucuerpoconfirmezaymemiróapremiante.

—Quiebraelotroextremo—pidióconasombrosatemplanza—paraqueyopuedadeslizarlafuerademicuerpo.

Asentíycogíconunamanolapartequeemergíapordetrás.Rodeécon fuerza lapartemáscercanaqueasomabadesucuerpopara sofocarcuantopudieralasacudida,ylaotramanolacerréentornoalabasedelaensangrentadapuntademetal.Apretéconfuerzalosdientesy,contodalaentereza y fuerza que fui capaz de reunir, partí en dos el astil; sinembargo,no logré contener suficientementeel impactodelquiebro,quesepropagó reverberante en el cuerpodeAsleif, removiendo laheridayarrancando de su garganta un grito de dolor, que más sonó a gruñidorabioso.

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Aunque lívida y trémula, no vaciló en arrancar de su cuerpo elalargadotroncoleñosoconunamuecadoloridaquecrispósusemblante.

La lanzó lejos y jadeante se observó el sangrante orificio de sucostadoconelcejofruncido.

—Tengoquevendarte—musitépreocupada,derramandoangustiadamimiradaenderredor.

Los combatientes se agolpaban en torno a nosotras en pequeños yapiñadosgrupos,febrilmenteinmersosenlalucha.

—Nohay tiempo—objetóAsleif.Se agachóy cogióunpuñadodenegra tierra húmeda, no supe si de rocío o de sangre, la apretó en supalmaylamodelóconlosdedosformandounemplaste,queseaplicósinpérdida de tiempo, taponando la herida. Me ofreció la mitad e hice lomismoconelorificiotrasero.

—Asleif...mehassalvadolavida.—Comolohabríashechotú—profirióconabsolutoconvencimiento

—;somoshermanasdeluchaydecorazón.Cerrólamanoenmiantebrazo,oprimiéndoloconfirmeza,sellando

de esamanera nuestro vínculo fraternal, y yo la cerré en torno al suyo.Mirándonosfijamente,liberamosnuestrosafectos.

—Y ahora, a buscar a tu gigante—musitó esbozando una incisivasonrisa—.Amorder,loba,tienesporloqueluchar.

No pude contestarle, fuimos empujadas de forma violenta por labrutal pelea de dos guerreros que se batían con los puños en una luchaletal.Empuñémiespadaconambasmanosjustoantesdeseratacadaporotrooponente.Crucéhábilmentemiaceroconélmientrasconel rabillodel ojo estaba pendiente deAsleif, que había encontrado una lanza y lamanejabaconsublimedestreza.

Me deshice del guerrero y acudí a ayudar a Asleif; mientras ellafrenaba con la pica los embistes de su adversario, aproveché paraensartarloporlaespalda.

—¡¡¡Detrás!!! —avisé gritando desaforada. Aquel sonido rasgódominadoporlaurgenciayelmiedomiinterior,parándomeelcorazón.

LapuntaensangrentadadeunaespadaemergiódelpechodeAsleif,comounlúgubreestandarteclavadoenunreinoconquistado,reclamandopara la muerte aquella vida, que inmóvil la aguardaba. Mi aguerridavalquiria blanca agrandó confusa los ojos clavando una miradaestupefactaensupecho.

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—¡Noooooooooo...!—aullédesgarrada.Y con horrorizada lentitud, el acero comenzó a abandonar aquel

reinousurpado,marcadoconsangrebrillantequemanabaprofusamente,entregandosuconquistaaldiosdelaguerraylamuerte.DeAsleifpartióun débil resuello por el que escapaba su último hálito de vida.Cayó derodillas, enfocandoenmíunamirada tan intensa, tancálidayafectuosa,querompíenunsollozomientrasgritabaimpotenteyrabiosa.

Meabalancésobreelhombrequelahabíaensartadoylorendíamiespadayamifuriaenapenasunoscoléricosmandobles.MecernísobreelcuerpodeAsleif,queagonizabaderodillas,conelsemblantetanplácidoylamiradatantiernaquemesobrecogió.

—Luuu... chaa... Freya... —Un escalofriante estertor la detuvo uninstanteantesdepodercontinuar—.Me...esperan....enelAsgard.

La abracé contrami pecho, sintiendo en élmil puñaladas de fuegoentrandoysaliendoimplacables.Laslágrimasnoaliviabaneldolor,nilossollozoslapena.Ningunadeesasdosemocionesdiezmaronmiarrojoymideterminación.

—Lucharé,lojuroporlosdioses—afirméponiéndomeenpie—.Ydilesdemipartequesellevanalamejorvalquiriayalamejoramigaquesepuedeencontrar.Puedequeellostellevenasureino,perountrozodetiquedarásiempreconmigo.

Me llevé lamano al corazón con afectada intensidad.Asleif asintióesbozando una sonrisa emocionada antes de cerrar definitivamente losojos.

Inspiré una profunda bocanada de aire que produjo un sonidochirriante, como si rozara enmi garganta con las aristas de esa piedratormentosaquependíaenella.

Notuvetiempodemás.Surgíanatacantespordoquier,yellobomedominó por completo. Dejé, por última vez, a un lado mi humanidad,convirtiéndome en una voraz depredadora, letal y fría, con un únicoobjetivo en la mente: devorar cuanto ser se interpusiera en mi caminohastatoparmeconlasúnicasdosgemasverdescapacesdedevolvermealavida.

No fueron verdes los ojos que acudieron enmi auxilio cuandomerodearon tres atacantes, sino tan azules como el cielo que presenciaba,indiferente,aquellamasacre.

Hiram surgió de la nada, tan hermoso como feroz, blandiendo su

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espada sibilante y hambrienta ante los hombres que me cercaban. Ladescargó con tanta saña que partió en dos el escudo de uno de losguerrerosmáscercanosaél,parahundirsuaceroenelpechodelhombreacontinuación,contanabrumadorafacilidadcomosielmismoThorsehubiera personado ante ellos. Impresionados, mis adversariosretrocedieron calibrando cada movimiento de Hiram. Éste apenas medirigióunamiradaadmonitoria,instándomeanoparticipar.

Nohizofalta,misdosatacantesmeignoraron,centrandotodasuletalatenciónenél.

Hiram aguardó astuto el ataque, anticipándose en cada ofensiva,defendiéndose con absolutodominiodeundoble ataque... embistiendoyesquivando,girandoydibujandounarcotrasotro,buscandolaocasióndealimentar el ansia de su acero, que reverberaba bajo la luzmatinal, condestellosdeplata, confiriéndoleunaaparienciadivina,yatemorizandoasus oponentes. Y tras dos mandobles seguidos, giró lateralmenterebanandoelcostadodeunodesusadversariosparahincarlarodillaenlatierrayatravesarelabdomendelotro.

Sepusoenpieysedirigióraudohaciamí,cogiéndomedelamano.—Noteseparesdemí—ordenótajante—,Gunnarvieneporti.Agarróunapicadelsuelo,sequitósuyelmoylocolocóenlapunta.

Actoseguidoloalzótodoloquepudoylobalanceóenelaireencírculos,amododeaviso,señalizandonuestraposición.

Repitióaquelmovimientocuantopudo,hastaquefuimosrodeadosdenuevo;estavezeranmás.

Utilizólapicalanzándolaconferocidadhacialosprimerosasaltantescon una mano, mientras con la otra sofocaba un nuevo ataque por laderecha.Elyelmosalióimpelidoporlosaires,asícomomipavorcuandounodeaquelloshombresseaprestócontramíymedesarmó.

Hiramseinterpusoentremioponenteyyo,sindejardeconteneralresto.Aprovechésuparapetoparabuscarenelsuelomiespada,agitadayansiosa,conlagargantasecayelcorazóndesbocado.Cogíunaquehalléjunto a un cadáver; pesabamásque lamía, pero la enarbolé con ambasmanos, destilando el suficiente coraje paramanejarla contra el enemigomáscercano.

Supequemiresistencianosoportaríaesgrimirmáslances,nisofocarunpulso,pueslafortalezademienemigoeraclaramentesuperior,asíqueme arriesgué en un desesperado ardid. Alcé la espada para simular

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descargarla sobre su cabeza y, haciendo acopio de todasmis fuerzas, ladescendícuandoelguerreroelevósuespadaesperandomilance,ypudeclavarlaensuvientre.Sinembargo,nofuilobastanterápidaalextraerlay,apesardeinclinarmeaunlado,nologréescapardelfilodesuespada,quelamiómibrazo,ocasionándomeuntajoconsiderable.

Jadeéapartándome;elbrazomelatíaconunpulsoabrasador;aunquesangraba abundantemente, no tuve ocasión de oprimir la herida nivendarlacomprimiendoelsangrado.Hiramestabaenapuros.

Un ladrido llegó en nuestro auxilio.Fenrir saltó sobre uno de losatacantes,derribándoloyatrapandoensusfauceselcuellodelhombre.Lasangremanóaborbotonesentrealaridosygruñidos.Hiramhabíamatadoasustresoponentes,perollegaronmásquelossuplieron.Porlacantidaddeenemigosquenosrodeaban,labatallaclaramenteseestabainclinandoafavordeHorik.

MiansiedadporembebermeenlamiradadeGunnarera talquemedolíamásquelaherida.Medesesperabasucumbirsinhabermesumergidoensusojosporúltimavez,sinhabermedespedido,sinhaberprobadosuslabiospara llevarmesuesenciaconmigo.Sinpoderdecirleporenésimavezcuántoloamaba.

Y aquelmiedo se acrecentó cuando los hombres que nos rodeabanerandemasiadosparaplantarlesbatalla.

Hiram apretó los dientes fiero, pero en la mirada que me dirigiópercibísuamargurayangustia,sufrustraciónyrabia.Mepuseasulado,ylomiréagradecidayorgullosa.Hiramesbozóunasonrisatemblorosayemocionada,quecaldeómipecho.

«¡Gunnar,amormío!¿Dóndeestás?»Ésefuemiúltimopensamientoantesdeentregarmeamiúltimocombate.

Y en ese preciso instante, a mitad de trazar un letal arco con miespada, unos impresionantes y rasgados ojos verdes refulgieron confuerzaentreaquellamasaoscuradeguerreros.

Él.

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50

Enelfragordeunencuentro

Gunnar avanzaba desesperado, sembrando muerte y sangre a su paso,sorteando enemigos o enfrentándose a los que decidían atacarlo. Suangustiaeratalqueagilizabacuantopodíasusataquesparazafarsedelosguerrerosquelesalíanalpaso.Repartíamandoblescomoquiendespejalamalezadeunbosquecerradoenbuscadeunsenderoporelquetransitarycorrer a su destino. Su destino era encontrarla antes que la muerte yliberarladesusgarras.

Gruñía iracundocuandoalgúnenemigose interponíaensucamino,evitando alargar la lucha, embistiendo como una fiera descontrolada yletal,pero sobre todo impaciente.Laurgenciayelmiedo loatenazaban.Hiram se había adelantado, cuando él fue retenido y cercado en aquellamalditamuralla,alemergerdeellaunahordadeguerrerosporaquellosportalones,comosi fueraunaplagade ratas inquietasymordientes.Sushombres lo habían ayudado a deshacerse de toda una avanzadilla dedecenas de adversarios.Había resultado imposible conseguir un caballoparalograravanzarentreaquellacaóticamasadeguerrerosenardecidosypoderencontrarlaenmitaddelabatalla.Ysaberlaahí,enmediodeaquelcombate feroz, lequemabaelpechocomosi lomarcaranenuna fraguaconunhierrocandente.

Yentoncesviounyelmoondeandoenelextremodeunapica,laseñalde Hiram. Y corrió hacia ese punto con el corazón en la boca yesquivandoataquessinpresentarbatalla,saltandoporencimadecuerposmutilados, inertes omuertos, pisando charcos de sangre y aspirando elferrosoaromadelamuerteydesupropiadesazón.

Jadeabaentregruñidos,forzandosucarreraimpelidoporelapremioyunpavordescontroladopornollegaratiempo.

En cada zancada sus latidos atronaban como los de un tambor; nopodíallegartarde,nopodíaverlamorirdenuevo.Porque,siesoocurría,partiríaconella,yestaveznadiese lo impediría.Nohabíavidaposible

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sin corazón, y ella no sólo era su corazón, era su alma, su sentido, surazón,suprincipioysufin.Estabaencadaaliento,encadaparpadeo,encadalatido,encadapensamiento,yestaríasiempre,puesnoimportabaelmundo,nieltiempo,estabanunidosmásalládelarazón.SebatiríahastaconlamismavalquiriaquequisieraarrastrarloalValhallatrassumuerte,porquenodeseabaestar entredioses,ni entrehombres;no,viajaría trasellahastaencontrarlayencadenarlaaéleternamente.

Cuando horrorizado vio cómo el yelmo volaba por el aire, laangustialoestranguló.Ensucarreraimpactabaconbrutalidadcontratodocuerpoqueseinterponíaensucamino,derribándolosagolpedeescudoodeespada,conlaansiedaddesdibujandosusfaccionesyelmiedopintandosumirada.

Cuandosetopóconella,elmiedosetornóesperanzaylaansiedad,furia.

Hiram y ella estaban rodeados y casi vencidos por unos sieteenemigos que iban acorralándolos lentamente.Descubrir que ella estabaherida y que, aun así, luchaba con tal arrojo que impresionaba, con talcoraje que deslumbraba y con tal habilidad que admiraba, lo llenó deorgullo y de un amor tan grande que lo impelió con la fuerza y ladeterminacióndeunatempestadenaltamarhacialosatacantes.

Descargósuespadaconimplacablesañacontra loshombresquedeespaldasaélcerrabanelcírculoyenarbolandosuescudoarremetióferoz,derribandoaloshombresqueencontrabaalpaso.

Cuando sus ojos se encontraron, y los de ella refulgieronesperanzados, sintió un pellizco en el corazón. Un mensaje silenciosoflotóentreellos,unmensajeconlasmismasletraseidénticosentir.

Hirampareciócrecerseantesupresencia,redoblandosusataquesconmásímpetu;lasombradeunasonrisatildósubocayelaliviosuavizósusfacciones,dirigiéndoleunamiradacómpliceydecidida.

Gunnar asintió apenas mientras luchaba con denuedo, a pesar deseguir llegando enemigos en una masa inagotable. Comenzó ainterponerseconstantementeentrelosqueatacabanaFreya,librándoladeluchar en lamedida que podía, usando su escudo para frenar ataques ylidiandoinclusocontresespadascruzadasentresíylanzadasavecescasial tiempo. Inclinaba su cuerpo en ágiles esquives, exprimiendo sushabilidades al máximo, lanzando ataques certeros y derribando conextremabrutalidadasuscontendientes.

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Derepente,sediocuentadequenoerantres:Fenriratacabacomounloborabioso,reduciendoeficazmentealenemigo,protegiendoaFreyadeataques por la espalda y abalanzándose con crudeza sobre aquellos queintentaranacercársele.

Derepente,unsonidoatronador losobrecogió.Entoncessepercatódequeelcielohabíacambiado.Sehabíaoscurecidoprecipitadamente;elolordelalluviasofocóeldelasangreyelsudor.Seestabaformandounagrantormentaqueprontodescargaríasufurorcontraellos.Lucharentreelbarrodificultaríalascosas.Teníaquesacarladeallícuantoantes.

Sesgóunacabezaquecayórodandoporelsueloyhundiósuespadaenotrocuerpo,sindetenerseuninstante,hastaquecomprobóqueohabíanhuidolosquequedabanohabíancaídobajosuacero,peroseencontrabanlos tres solosy jadeantesenun rodaldecuerpossangrantes.Másallá laluchacontinuabayadivididaenpequeñosreductos.

Sinmediarpalabrayconunavitaldeterminación,seacercóaFreya,quien,aunqueexiguaydolorida, lomirabaarrobada.Aferróconrudezasunucaconunamano,rodeósucinturaconelbrazoparaceñirlaaélylabesócontaldesesperaciónquenotócómoellasederritióentresusbrazos.

Tomósu lenguaconunaexigencia tanabrumadora,conunhambretan voraz, con tal agudo anhelo, que temió no poder separarse de ellaantesdeadvertirunnuevopeligro.Liberósumiedoenaquelbesohosco,plasmandoenéltodoelamorqueloroíapordentro.

Lamió cada rincón de esa boca que lo enloquecía, saboreando suesencia y depositando la suya. Sintió el hambre en ella, en cómo seabrazabaaél,encómolodevorabaconlamismaansiaqueloconsumíaaél.Sevioenvueltoentodoelamorquerezumabadeellacomouncálidomantoysepermitióarrebujarseenél,ahuyentandotodoslostemores.

Cuandologrósepararsedesubocaysesumergióenaquellaslagunasdoradas por las que asomaba su corazón, supo quemoriría abrazado aella,porquenadielograríasepararlojamásdesulado.

—Creí... que no volvería a verte—susurró ella en un emocionadohilodevoz.

Las lágrimas trazaronsurcosperladosentre la suciedady la sangrequecubríansurostro,comolaondulanteriberadeunríoatravesandounoscurovalleyaclarandoconsucauceaquelhermosoyafectadoparaje.

—Yyotemínollegaratiempo—confesóconvozquebrada.Limpiócondelicadomimosurostro,secándoloconbesoscortosy

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precisos,mientrasellasofocabasollozosaliviados.Gunnarbesólapuntadesunarizylesonrió.Seseparóapenaspara

rasgar los faldones de su túnica, arrancó una tira de tela y le vendó elbrazo con exquisita delicadeza, aunque ejerciendo la suficiente presiónpara detener el sangrado. Por el vistazo que le echó, necesitaba sutura,peroahoraloimportanteerabuscarmonturasyhuirdeallí.

EchóunaojeadahacialasmurallasdeViborg;porelestruendoyelhumo que ascendía en llamativas espirales, supo que la batalla en elinteriorestabasiendoencarnizada.Tambiénsupoporquélabatallaenlapraderahabíaperdido intensidad: las tropasdeLodbrokhabíandecididoacudirenauxiliodesureyHorik.Halfdanerasindudaungranguerrero.

Cuandoafianzóelvendaje,ellavolvióaestrecharsecontrasupecho.Larodeóconfuerza,sintiendodenuevoesaacusadanecesidaddefundirlaensupecho,parasalvaguardarladetodoydetodos.Deseóteneralasparacubrirlaconellas,parallevarlalejosdeallí,paraperderseconellaenlaeternidad.

—Amboshemosestadomuertos,amormío—susurrócontrasupelo—,perohemosvueltoalaviday,porsegundavez,meentregoati,esposamía, en cuerpo y alma. Soy tuyo desde el día en que posaste esoshermososojossobremí,yloseréhastaelfindelostiempos.

Sofocó el llanto de Freya, intentando en vano contener el suyopropio.Elpechoserompíaenmilsentimientosqueconvergíanaltiempoenunosolo,perotangrandequenocabríaenelcielo.

Cuando ella alzó el rostro buscando su mirada, su corazón seencogiófelizporloquevioenellos.

—Yyo,nacítuya.—Merevientaselpecho,Freya.Tomó de nuevo su boca, esta vez con dulzura, paladeando la

magnificenciadeaquelamorquelosconsumía.Un carraspeo los sacó de la nube de dicha en la que se hallaban

inmersos.—No es por incordiar, pero llegan jinetes —informó Hiram con

preocupación.Gunnar siguió la mirada de Hiram, y su rictus se paralizó en una

muecadeaprensivoasombro.—Necesitamosmonturas—dijotenso—yahoramismocreoqueno

haynadieaquienmeapetezcamásquitarleelcaballo.

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Entrecerró los ojos y observó cómo el clan de los Ildengumcabalgaba hacia ellos, no eran más de una docena. Al frente, Hake elBerseker,elacérrimoenemigodeHalfdan.

Untropelderecuerdoslosacudieron.Elloshabíanajusticiadoatodasu familia, aquellos malnacidos Ildengum lo habían dejado huérfanosiendoapenasunmuchachoy,aunquelavenganzayanosoliviantabacontanto ardor su ánimo, supo que finalmente su último combate sería conellos.Comosieldestinohubieramodeladodesdeunprincipiolaspiezasde su vida, de la primera a la última, y las fuera encajando en el lugarcorrespondienteparaquetodotuvierasentidoalfinal.

—¡LosIldengum!—exclamóHiramatónito.Tragósaliva,surostroseoscureció.

—Tienes que llevártela al snekke que dejamos dispuesto en laensenadadelríoGudenåenencuantologredesmontaralprimerodeellos—advirtiócondeterminación.

Freya lo empujó furiosa con su brazo sano, regalándole unmohínrebeldeyobcecado.

—¡Nopiensoiraningúnsitiosinti,condenadogigante!Reprimió una sonrisa complacida, aunque estaba decidido a seguir

insistiendo,oélmismolaataríaalcaballo.—Freya...—Hedichoqueno.Hiram, ve tú, allí te estarán esperandoValdis y

Jorund.LaomisiónaEyraloalarmó.Clavólosojosenellaeintentóleeren

surostro.—¿Ymimadre?—Nosesperaenotrolugar—respondióellacongravedad.Algoensuinteriorseagitó,provocándoleunmalestaropresivoque

lodesazonó.—¿Otrolugar?—Nohaytiempoparamásexplicaciones,Gunnar,yallegan.Freyaapartólavista,yaquelgestoloangustiómás.Noobstante,no

tuvotiempomásquedepensarlamaneradeenfrentarseaunadocenadejinetes; supo que sería imposible contenerlos, dando la oportunidad aFreyayaHiramdeescapar,asíquebarajóotrasalida.Laespadaseríaelúltimo recurso, debía embaucarlos de algún modo para ganar tiempo,tejerunardidparaatraparlosenél.

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HakeelBersekerodiabaenardecidamenteaHalfdan,desdequeensuúltimo enfrentamiento éste lo dejara manco y sin hermanos, y quizáaquéllapudierasersubaza.ElproblemaseríanlosIldengum.

Alargóelbrazo, espadaenmano,y los saludócomosi en realidadfuerandelmismobando.Aquelgestodesconcertóalgrupodejinetes,quetrastocaron su combativo rictus en un mudo asombro y una afinadadesconfianza.

Hiram se puso a su lado y Freya al otro.Armados pero en actituddistendidayfingidatranquilidadlosrecibieron.Gunnarseadelantóunospasos,clavandolaatenciónenHake.

Era un hombretón rudo y hosco, grande y fornido, de castañoscabellosenmarañadosyrostrollenodecicatrices,deaspectozafio,perode sagacidad tan afilada como su espada. Manejaba las riendas con suúnica mano y, aunque aquel detalle pudiera hacerle parecer en claradesventaja,Gunnarsabíamuybienquenoloestaba.

—¿AquéesperáisparaofreceraHoriklacabezadeHalfdanenunapica?Hemos aniquilado a parte de sus tropas, el resto corre de vuestracuenta.

Hakealzóconrecelounacejayloescrutócondetenimiento.—Creíqueeraslealavuestrorey;mearrebatastealosherederosde

SigurdHartparaentregárselosyprendistefuegoamireino.Gunnarasintióconsequedad,frunciendoelceñocomosiaquellolo

contrariara.—Sí, fui leal a ese perro, hasta quequiso apropiarse demi esposa.

Me enfrenté a él y me azotó; desde entonces juré venganza y,aprovechandoquefuienviadoaquíenunaavanzadilla,mealiéconHorikparaderrocarlo.

EllíderdelosIldengum,Einarr,adelantósucaballohastaGunnarylocontemplócondesdeñosodesprecio.

—Esuntraidor,talcomolofuesupadre.—Noolvides,Einarr,quetambiénsoyIldengumporpartedemadre.El hombre contrajo disgustado su semblante, fulminándolo con la

miradaycrispandolosnudillos,mientrasapretabalospuños.—¿Acasocrees,ulfhednar,quepuedocreertesinpruebaalgunaque

confirme tus palabras?—Desvió la atención sobre Freya, y Gunnar seenvaróinquieto—.Apesardequetuesposaseadignadeapropiar.

—Sí, tengopruebas, las llevoen laespalda—confirmómientrasse

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zafabadelanchocinturónqueajustabasucotademalla.Sedeshizodelacotayacontinuacióndelatúnicaparamostrarleslaespalda.

Las aún tiernas marcas dejadas por la vara, rosadas e inflamadasaunquecerradas,confirmaronalmenossucastigo.

—Sí, ese cuervo de Halfdan se porfía de cuanta cosa bella ve —aceptó Hake—. Pero entrarás con nosotros en Viborg, y quizá te dé elgustodequetúmismolecorteslacabezayselaofrezcascomoofrendaaHorik,sitodavíaeseviejopendencierosiguevivo.

—Para eso necesitamos caballos —replicó él, aprovechando laocasión—;nopretenderásqueentremosenesapesadillasinellos.

Hakeasintió;unasonrisasibilinaseformóensuslabios.—Nometomespornecio,Gunnar;tedarécaballos,perotumujerirá

enelmío...noquerrásquemearriesgueaunanuevatraición,parecessermuydadoaellas.

Gunnarreprimiósumalestaryasintióquedo.Tendríanqueentrarenlaciudad.Quizáenelcaosdelcombatefueramásfácilescapardeallí.

Hakeordenóadosdesushombresdesmontaryentregóuncaballoacadauno.LlamandoaFreyaasupresencia,Gunnartuvoproblemasparaestrangularelimpulsodealejarladeaquelrufián;afortunadamentelogrócontrolarse.

—Subealagrupa,mujer—rezongó—.Creoqueentenderásquenopuedaecharteunamano.

Dejó escapar una risotada burda que sus hombres compartieron.Gunnarreparóenlamiradahambrientaysolapadaqueclavóenella,ysuaprensión se agudizó. Tuvo la absoluta certeza de queHake trazaba suspropiosplanes,yquedebíanadelantarseaellosoestaríanperdidos.

Montóconligerezasobreelcastañoalazán;noseentretuvoencubrirsu torsodenuevo; si todo ibacomoesperaba,noentraría enbatalla.Suúnico plan consistía en salir corriendo de allí como una centella con lamujerqueamabaensuregazo,ysuamigotrasellos.

Hakesacudiólasriendasyespoleóasucaballo,partiendoalgalopeconFreyatrasél.Gunnarfijó lamiradaenlaalborotaday largamelenabrunadelamujerysóloquisoenterrarlosdedosenella,enredarseensusuavidad y aspirar su aroma, juguetear enrollando mechones de aquelnegroocéanoentresusdedos,susurrarenellosyatraparlosensuspuñosmientraslabesabahastaeldelirio.

No pudo evitar recorrer con la mirada su estrecha cintura, la

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deliciosacurvadesuscaderasylaexquisitaperfeccióndesusdelineadasnalgas, remarcadas por aquellas ceñidas calzas de piel curtida que nodejabannadaalaimaginación.Yapesardelagravedaddelmomento,suverga se tensó palpitante, ante la remembranza de escenas intensamentevividas.Escenasquepensabarepetirhastadesfallecer.Saberquenoeraelúnicoquelaadmirabalosoliviantabasobremanera.Nadadespertabamáslosbajosinstintosdeunhombrequeuncombatedondeindefectiblementeseperdíalahumanidad,liberandoelladomássalvajedecadauno.Tenercercaaunamujercomoaquéllaera,sinduda, todauna tentaciónquenodesaprovecharían.

AcompasósumonturaaladeHiramparadescubrirqueéltambiénlamiraba con deseo; maldijo para sus adentros. Saber que su hombre deconfianzaeratanreceptivoalosencantosdesuesposaeraalgoquehabíaintentadoasumirsinconseguirlo.Averiguarqueenunacondenadafiestaaderezada por un lujurioso brebaje ellos se habían besado, no ayudabamuchoacontenerlasganasderetarloconlospuñosdenuevo.EncuantoaHalfdan, su odio era más exacerbado, más ácido; él había intentadoarrebatársela con malas mañas y, por cómo la miraba, había sido fácildescubrirqueposeerlanoeraunmerocapricho.Estaveznotendríaquepelearporsucorazón,perotendríaquehacerloporsulibertad.

AúnlequemabanlasentrañasantelavisióndeFreyabesandoaaquelmalditoreyparadetenersucastigo.Unaimagenmásconquetorturarsesesumabaalasqueyaacuchillabansumente.Seafanabaendisiparaquellasescenasqueloasaltabanenmitaddelanoche,ylodespertabanfuribundo.Veía aFreyay aHalfdan enredados en el lecho, gozandodeunapasióncompartida,yaquellaimagenseclavabaensupechoconlainquinadeunpuñalenvenenado.EnélbullíaeldeseodeacabarconlavidadeHalfdan,peronoacostadeponerenriesgolahuida.

Atravesaron la gran arcada principal, adentrándose enViborg, y setoparonconunvibranteincendiodevorandolaciudad.

Unhumonegro,densoysofocantependíasobreellos,dificultándoleslavisión.Lograronatisbarcabañascalcinadas,cadáveresdesmembradosymaltrechos salpicando el camino, niños llorosos buscando a sus padres,mujeres semidesnudas deambulando tambaleantes con mirada pérdida,heridosclamandoayudaylamuerteextendiendosuhediondomantosobreaquellas gentes, propagando su espeluznante efluvio a carne quemada, asangrefrescayadolor.

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Cabalgaronhastalasinmediacionesdelgranskálireal,situadoenlasuave elevación de una loma, con un único acceso a él, en forma defastuosaescalinata,conbalaustradatalladaycurvadasimulandoelcuerpode una serpiente. También estaba cincelada la ornamentada entradaprincipal,abasededefinidasescamas,dandolaimpresióndeentrarenlaboca de aquel reptil; incluso habían labrado en la madera dos grandescolmillos afilados a modo de columnas que flanqueaban las doblespuertas. En el tejadillo volado, los atemorizantes ojos de ese animalparecíanvigilaralosincautosquedecidieranatravesarsusfauces.

PeroloquemáslehizoagrandarlosojosfueveraHalfdanatadoaun poste; lo habían golpeado duramente y parecían preparar algunaespeciedetortura,porlascuerdasylosmaderosqueestabancolocando.

En el centro de la explanada, Horik y sus generales conversabananimados. Más allá, de rodillas y maniatados, Erik, Thorffin y Sigurd,junto a los hombres de Halfdan, parecían esperar su turno. No vio aRagnareimaginó,apenado,quehabríacaídoluchando.

Su engaño estaba a punto de ser descubierto. Desesperado,comprendióquesóloteníaamanounasolución.

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51

Engullidosporunaserpiente

Unrelámpagosesgózigzagueantelaoscuridaddelcielo,seguidoporunaseriedetruenosencadenadosqueretumbaronensordecedores.

Meestremecí.Serespirabaunalluviainminente,unafiladovientosoplabaoblicuoy

enfurruñado. La tormenta se gestaba virulenta, como se gestaba en miinteriorunpavorescalofrianteanteloqueestabaapuntodeacontecer.

Nos habíamosmetido en las fauces de aquella serpiente demaderaque nos miraba impertérrita y, ante nosotros, teníamos la manifiestavictoriadeHorik sobre sueterno rival.VeraHalfdanhechoprisionero,vencidoyapaleado,sinbrilloensumiradanigestoensusemblante,mesobrecogió.

Me volví para observar a Gunnar, quien, encima de aquel caballoblanco,apechodescubiertocontansólolascalzasnegrasyelcintodondependíasuespada,consuleonadamelenasobreloshombros,miradafríayrictusduro,impresionaba.Seveíatanpeligroso,tanvirilmentehermosoytanferozquecortabaelaliento.Apenasunosinstantesantes,cuandohabíaaparecidode lanadaesgrimiendoensusemblanteunmiedoatrozyunafuriademoledora,elpoderquehabíadesplegadocontantamajestuosidadenlaluchadejabaclaroquehabíasidotocadoconelfavordelosdioses.Sudestrezanoteníaigualy,sinembargo,noseríasuficienteparareduciraunnúmerotanelevadodeoponentes.

Horikseacercóconsonrisa jactanciosahaciaHakey los Ildengum.Era un hombre corpulento, no muy alto, de mediana edad, rostro dehuesosanchosyfrentedespejada,ojosseparadosyvivos,miradaaviesaybarbaentrecana.

—Veo que tú también me traes presas—adujo complacido—. Hananiquiladomiciudad,peropagaráncondolorcadamuerte.

HakehizoaGunnarelgestoparaqueseacercase.—Nome cabe lamenorduda; si piensas ejecutarlo con el poste de

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sangre,lamuerteseráunpremioparaél—aseveróaquélconcordante.—He ideado una variante,mi buenHake, porque el último hombre

con el que lo intenté apenas pudo dar una vuelta entera al poste,dejándonossindiversión.

—Caminarconelvientreabiertoy las tripasclavadasaunmadero,para enrollar tus entrañas al poste sin desfallecer, debe de ser toda unahazañaparacualquieraquenosea inmortal—resaltóelberseker conuntintesardónicoensutono.

—Cierto —convino Horik—; por eso, esta vez he ingeniado lamaneradealargarlaagoníayevitarqueelcondenadosemueva.Serámiparticularofrendaalosdiosesporregalarmelavictoria.

Gunnarllegóanuestraalturayclavóunasignificativamiradaenmí,yotraenelpuñalqueHakeportabaembutidoensucinturón.MeapercibídecómoHiramavanzabahaciamiotroflanco.Metenséaguardandounaseñal.

—¿Poresotantopreparativo?Hasdespertadomicuriosidad,Horik.—Verás—comenzóadecirentusiasmadoelviejorey—:heordenado

clavaresospequeñospostesenlatierratrazandounsenderoconcuerdasquevacambiandodedireccióncadapocospasos,comountelardondeirentremetiendoelhilo.Sóloqueelhiloseránlastripasdemienemigoylamanoquemanejeeltelar,milealperro.

Hake se encogió de hombros manifestando su incomprensión enaquelgesto.

—Es sencillo —aclaró tras un carraspeo impaciente—: abriré elvientrede ese cuervoartero, extrayendoel sanguinolento cordónde susentrañas,queataréalcuellodemiperro.Yluego,conunavarayunbuentrozo de venado atado a ella, lo haré recorrer el sendero que hemosconstruido, despojando al cuervo de sus tripas hasta que el dolor o lamuertese lo lleven.NoiráalValhalla,sinoalmásprofundoabismodelHel,quizáalNáströnd,dondesualmaseráligadaalinframundosinpoderascenderalamoradadelosdioses,sufriendoeltormentoeterno.

—Detodaslastorturasquehepresenciado—arguyóHakeadmirado—, te aseguro que ésta es la más cruel; te felicito por tan ingeniosacreación.

Horik enarboló una amplia sonrisa orgullosa y fijó los ojos enGunnar,entrecerrándolossuspicaz.

—¿Noesésteeltemibleulfhednarquehaestadosembrandoelterror

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enmireino?—Este mismo —respondió Hake, rotundo—. Suerte que está de

nuestrolado.Yapropósito...—Desprecio a Halfdan tanto o más que cualquiera de vosotros—

interrumpióoportunamenteGunnar.Horikalzó lascejasconciertadiversiónyunatisbo recelosoensu

faz.—¿Losuficienteparaabrirleelvientre?—inquirióastutoHake.—Losuficiente,sí—respondióGunnarsintitubear.—Veo que tenemos verdugo —sentenció Horik—. No hagamos

esperar más al cuervo. Desmonta, viejo amigo, bebamos mientrasdisfrutamoslaofrenda.

Hakesevolvióhaciamí,señalándomequedesmontara.LohiceymecoloquéjuntoalcaballodeGunnar.Actoseguido,elbersekerbajódesucorcelypalmeóconeuforialaespaldadeHorik.

—Tengolagargantamássecaquelacimadetusmontañas—afirmósonriente—.Unbuencuernode cerveza,unabuenahembrayunabuenatortura,ydormirécomounbebé.

Horikestallóenunacarcajadasecaqueleprovocóunaccesodetosviolenta.

—¿Notevaleésta?—preguntóelrey,fijandolamiradaenmí.Hakemeescrutóconlibidinosointerés,perfilandoensuslabiosuna

sonrisataimada.—Ésta es elmotivopor el cual el cuervo sehapuesto en contra al

ulfhednar.Encambio,yono tengonadaqueperder,puesya lo tengoencontra.Asíqueestanochesuhembracobijarámivergatantasvecescomolaborracheramelopermita.

No sé si fue la clara percepción de un movimiento raudo, o quementalmenteGunnaryyoestábamosconectados,pero,casialtiempoqueél saltaba del caballo y se abalanzaba sobre Horik, amenazando sugargantadesdeatrásconsudaga,yolearrebatéelpuñalaHakeeimitésuacto.

—Sucia serpiente —siseó Gunnar letal—. Si quieres seguirrespirando, ordena que suelten a mis hombres de inmediato y partirépermitiendoquecontemplesunnuevodía.IntentaotracosaytejuroporOdínqueserántustripaslasquepaseetuperro.

Hincóconfirmezalapuntadesucuchillohastarasgarlapiel,dela

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quebrotóundelgadoysinuosohilillodesangre.Horik,aterradoylívido,sofocóunatostemerosodeprovocarsupropiodegüello.

GunnarsacudióligeramentelamandíbulaenviandounaordenvisualaHiram.Éstedesenfundólaespada,desmontóehizoademándetomarmilugar.Meapartóunpocoy,sindilación,atravesóconsuacerolaespaldadelberseker,mientraslosujetabaporelcuello.

—Esta alma sí irá al Hel, de donde nunca debió salir—murmuróGunnar—.Yahora,obedecemalditooirástrasél.

—¡Rápido,soltadalosprisioneros!—exclamóelrey.SushombresseaprestaronendesataraErik,aThorffin,aSigurdyal

restodesupervivientesdelahird.NadiefueaocuparsedeHalfdan.Hiceademándeacercarmealiberarlocuandounavozmedetuvo.

—¡No!¡NotemuevasdelladodeHiram!—bramóGunnarceñudo.—Pero...—repliquécontrariada.—Hedichoqueno—repitióGunnarfurioso.—No podemos dejarlo a merced de este sanguinario—contravine

ofuscada.LamiradadeGunnarseoscureciócomolasnubesquecomenzabana

descargarunaligeralloviznasesgadaporelviento.—Pocomeimportaloqueseadeél,estanmiserablecomoellos—

repusoGunnarcondesprecio.—No,noloes;yahasufridodemasiado,élmismometrajohastati,

y me defendió de su reina. Si no fuera por él, no habríamos podidoreencontrarnos —defendí con firmeza, ante la angustiada mirada deGunnar,queparecióencogersealoírmiapasionadoarrebato.

—¡Maldita sea, Freya, obedéceme! —rugió iracundo al vermeavanzardecididahaciaHalfdan.

Ignorando su ruego, llegué hasta el poste donde Halfdan meobservaba medio derrengado, también con el torso desnudo y negrasguedejas surcando su pecho. Estabamagullado y ensangrentado, con unojotaninflamadoqueapenaspodíaabrirlo,ellabiopartidoymoretonespor doquier.Rasgué las ataduras y, previendo que pudiera desplomarse,me apresuré a sostenerlo, colocándome bajo su brazo derecho yabarcandosucintura.Trastabillépero,logréavanzarconélhastaquelosacontecimientosseprecipitaronfatídicamente.

Apenasoíungritoalertador, sentí cómomeaferrabanpordetrásyme ceñían a un cuerpo grande y duro. Halfdan, sin apoyo, cayó

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desplomadosobreelbarro.Elfilodeunaespadaacariciólasuavepieldemigarganta,mientrasotramanomedesarmaba.

—¡SueltaaHorikyyoharélomismocontumujer!—exclamóunavozgravetrasdemí.

Observé, temblorosa, la flamígera y asustada mirada de Gunnarsobremí.

—¡Deacuerdo,Einarr, lo soltaré!—aceptóGunnarde inmediato—,¡loharemosaltiempo!

Lalluviacomenzóaarreciarylosrelámpagosasucederseconmáscontinuidad. El cielo bramaba con la misma cólera que brillaba en losojosdeGunnar.

—¡Escucha bien! —continuó a voz en grito—. ¡Nos iremosacercando el uno al otro y, cuando nos tengamos enfrente, ambossoltaremosanuestrosrehenesalavez!

Micaptorparecióasentiryasíavanzamoslentamentehaciaelcentrodelaexplanada.

Acadapasoquedabaelpulsomelatíaenlasien,tanatronadorcomolos truenos que restallaban a nuestro alrededor con la aspereza de unlátigoempuñadoporelmismoOdín.

Sentí la penetrante mirada de Gunnar sobre mí, rebosante deinquietud y todavía tildada por un matiz furioso y abrumador. Horikpaseabasuhuidizamiradadeunladoaotrohastaquelaenfocóconagudae intrigante determinación en el hombre que me apresaba con fuerza.Atemorizada, tuve la impresióndequeconfabulabanensilencio;aquellapercepciónaleteóincómodaenmivientre,alertandotodosmissentidos.

Intenté plasmar en mis ojos una clara advertencia cuando miré denuevo a Gunnar. No supe si en su acentuado ceño palpitaba el mismodesasosiegoquemeatenazabaamí.

Ya frente a frente, a tan sólo unos pasos, nos detuvimos. La lluviacomenzóaarreciaryelaullidodelvientodanzóondulanteentrenosotros,tancortantecomoelfiloqueseapoyabaenmigarganta.

—¡Suéltala!—exclamóGunnarferoz—.¡Ya!Bajóladagaconqueamenazabaalrey,peroseguíaaferrándolopor

elcuello.Einarrhizolomismoconmigo.—Abrelosbrazospararecibiratureyyparaliberaramimujer—

advirtióGunnarempujandoaHorikconímpetu.El hombre trastabilló hacia delante; también yo fui empujada, pero

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justosobreelrey,queantesdecaeralsuelo,meenvolvióensusbrazos,catapultándomeconél.

Caímos sobre el barro en un forcejeo frenético. Oí un cruce deespadas y gruñidos, mientras yo intentaba desasirme de las manos deHorikentornoamicuello.Secerniósobremítratandodeasfixiarme;merevolvícomounaculebra,lograndoimpedirquecerraralasmanossobremigarganta.Laheridademibrazorestófortalezaamidefensa.Medebatífuriosagolpeándolocon todasmis fuerzas,peroelpesodelhombremeanclóalcharco,ysusreciosdedosconsiguieronapresarmeyoprimirconcrecienteencono.

Logolpeéconlospuños,pataleéymeagitéconvulsionada;presadeladesesperación,arañélasmanosquemeceñían.Abrílabocaemitiendoun silbido rasgado en busca de aire, alcé las caderas con intención deladearmepara logrararrancarlodemicuerposinéxito.Horik sofocabami resistencia con la fuerza de un buey. Sentí la yema de sus dedosclavándoseenmipiel,constriñendomigarganta,cerrándolaa lavida,ycomencéamarearme.Pudenotar cómo la sangreempezabaa agolparseenmicabeza,cómomipechoseencogíaconunardorpulsanteycómolanegrura,enformadenebulosadifusayespesa,searremolinabaentornoamí.

Mismovimientoslanguidecían,miresistenciaseretorcíamoribundaylaagoníaseextendíapocoapocoporcadarincóndemiser,envueltaenunalivianacapaderebeldíaquemeimpelíaaseguirluchando.

Aterrorizada, enturbiada por el letargo y sepultada por aquel serabyecto que me hundía en el frío barro, con el determinante deseo deenterrar mi cuerpo en aquel lodazal, refulgiendo en sus entrecerradosojos,decidífingirmevencida,paraqueseconfiara.

Cerrélosojosydolorosamenteestranguléelimpulsoderesistenciaquenacíainherentedemiinterior,parasimularestarmuerta.Cuandosentícómoaflojabasupresa,ylapresióndesusdedosdesaparecía,nolodudé.Alcéenunúltimoimpulsovitallacabezacontodaslasfuerzasquelogréreunir e impacté mi frente contra su nariz. Se oyó un crujido y actoseguido un alarido que la tormenta no logró velar. Mientras boqueabacomoun pez en busca de aire yme debatía bajo él, recibí un tremendopuñetazoqueimpulsómirostrohaciaunlado,salpicandoelaguafangosadelcharcosobreél.Nobiengirélacabezaescupiendobarro,cuandootrogolpebrutalprendióunascuadolorosaenmiotramejilla,arrebatándome

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elescasoalientoquehubierapodidoaspirar.Pugnéporsalirdelaoscuraniebla que apareció de nuevo obcecada en atraparme en su manto, yparpadeé repetidas veces, asiéndome a la ajada consciencia, que sedeshilachabatemblorosa.

Derepente,elpesoquemesepultabadesapareciómilagrosamente,yuna cortina de lluvia terminó de evaporar esa densa niebla que meabotargaba. Abrí los ojos, exhalé un rasgado resuello, casi un jadeoagónico, y llené completamente mi pecho de ese aire vedado; tosí yboqueé de nuevo, tomando otra profunda respiración que quemó migarganta. Lo primero de lo que fui consciente fueron las peleas que selibrabanamialrededor.Doshombresdetorsosdesnudos,unodecabellosclaros y otro oscuros, luchando con febril fervor, cada uno con suadversario, y ambos dirigiéndome miradas de soslayo, preocupadas yaliviadasauntiempo.

Meincorporéjadeante;meardíaelrostroyelaturdimientopesabaenmí como un fardo sobre mis hombros. Sacudí la cabeza y la alcé a lalluvia,nopermitímuchomás.Mepuseenpieybusquéunarmaconquedefenderme,peronoencontrénada.Másallá,lossupervivientesdelahirdtambiénsebatíancontraguerrerosjutos.

DescubríqueHalfdanhabía sidoelquehabíaarrancadoaHorikdemi cuerpo y peleaban en un cuerpo a cuerpo letal. Gunnar luchaba aespadacontraEinarr;medicuentahorrorizadadequeestabaherido.Unabrechasangrabaconprofusiónenuncostadodesuvientre;el terrormeinvadió.

Intentédarunpaso,perometambaleépeligrosamentehaciaatrás.Lasrodillasme flaquearon y pisoteé chapoteando el barromientras luchabaporconservarelequilibrio.Gunnarmeechóunvistazoalarmadoy,eneseinstante,elacerodesuenemigosehundióenlapartealtadesupecho.

—Noooooooooo.....Caíderodillas,conundolortandesgarradoratravesándomeelpecho

quesentílaespadaclavadaenmí.ElIldengumextrajosuarmaconunasonrisaperversamentetriunfal

ensufaz,dejandoaunGunnaraturdidoytambaleante.Intentéponermeenpie,presadeuna rabiademoledora.Gritécomo

loharíaunanimalsalvajeyherido,yavancéhaciaGunnar.—Guuunnaarrrrr...—sollocé en un sonido rasgado queme quebró

pordentro.

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Observé cómo Einarr paladeaba su victoria, degustando nuestrosufrimiento.Gunnarlediolaespaldayseacercóderrotadoamí,todavíacon la espada en lamano y arrastrando los pies por el barro. La lluviapegaba su larga melena a su cráneo, remarcando sus pronunciadasfacciones,yacentuandoelrictusdeamargorquelasdesfiguraba.Nofuedolor lo que emergió de él, sino una sensación de impotencia yfrustraciónquemedevastaron.

Cayóderodillasfrenteamí,conloshombroshundidosylacabezagacha,derrotadoymalherido;yameabalanzabasobreél,cuandosumanomehizoelgestodedetenerme.Supequetramabaalgoy,conelcorazónen un puño, observé cómoEinarr avanzaba hacia él con paso confiado,lentamenteyregodeándosedesuinminentevictoria.

Loslatidossedescompasaronenmipecho,comoeltraqueteodeunacarreta por un sendero pedregoso; sentí náuseas, y al dolor se sumó elmiedo,yunaangustiaquemerobóelalientodenuevo.

EntoncesGunnaralzólamirada,comobuscandounaseñalenlamía.Supe entonces lo que planeaba. Aguardé a que Einarr estuviera losuficientemente cerca. Cada paso del Ildengum revolvía mi vientre ydesatabaunpavorquemeateríacontembloresquenologrésofocar.Justocuando llegó a la espalda de Gunnar, y apretó los dedos sobre suempuñadura,asentícasideformaimperceptible.Fuemásrápidodeloqueesperaba.Gunnar,alavelocidaddelrayo,cogiósuespada,girólamuñecahábilmente hacia atrás y elevó su acero ensartando aEinarr en él, en elpreciso instante en que el Ildengum se inclinaba sobre su espalda pararematarlo.

Me abalancé sobre Gunnar, que me cobijó en su pecho,confortándomeconsusurrostranquilizadores.

—Tengoquecurarte—gemíllorosa,separándomeparahundirmeensusojos.

—Tienesqueirte—contrapusoélgrave.Negué vehemente; la calidez de mis lágrimas se mezclaba con la

frialdadde lasgotasde lluvia,asícomo lasbrasasdeldolorseaunabanconlagelidezdelamáscompletadesolación.

—Nopiensodejarte—repliquéfuriosa.Cogísubarbillaparaclavarenélunamiradadeterminante,peroun

impulsomayormeincitóatomarsubocaconhambrientadesesperación.Fuemibesoelque le impusomidecisión,elque ledijoqueestaríamos

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juntoshastaelfinal,yelquelecorroboróquenoseiríasolo.Cuandonosseparamos,Gunnar,estranguladoporlaemoción,cobijó

micabezaentresusgrandesmanosysesumergióenmisojos.—Nunca me dejarás, como yo tampoco lo haré jamás —musitó

contrito—.Porqueambossomosuno.Perotienesquesalvarte,ylotienesquehacerpormí.

Neguédenuevoymeabracéconfuerzaasucuello;lossollozosmesacudían.

Unospasosllegaronhastanosotros.—Horikhaescapado.Miramos a Halfdan, de pie, magullado y sangrante, con la mirada

turbiayunamuecadoloridaensusemblante.—¡Llévatela!—rogóGunnarconvozquebrada.—¡No!—insistíaferrándomeasupecho.Halfdanparecióvacilaruninstante,perofinalmentesecerniósobre

mí.Me arrancó de los brazos de Gunnar, que permaneció impasible,

mientrasmerevolvíacontraHalfdan.—Vaaodiarmehastaelfindelostiempos—murmurócogitabundo

—,perotedeboestadispensa,Gunnar.—¡Cuídala...pormí!—pidióenunhilodevozmoribundo.Comenzóaarrastrarmealejándomedeél,quemeobservabaconel

rostro transfigurado en unamueca agónica, atrapado en una contenciónqueloestabamatandomásrápidamentequelasheridasqueatravesabansucuerpo.

—¡¡¡Nooooooo... no me hagas esto!!!! —sollocé pataleando,arañando,luchandoporzafarmedesupresa.Missúplicascaíaninocuasyresbalabancomolalluviaquelosdiosesderramabansobrenosotros.Misgritos rasgaban mi garganta como los truenos el silencio y mi dolorrefulgíacon la intensidadde los relámpagosflameandorecortadosen laespesaoscuridaddeaqueldíaaciagoymaldito.

LafigurainmóvildeGunnar,derodillas,moribundoysoloenmitadde aquel lodazal, rodeado por guerreros que seguían combatiendo,sangrandobajolalluvia,aguardandosupartida,merompióporlamitad.

Liberéunalaridoquenaciódemimismocentro,deesapartequesedesmoronaba sin remisión, cuando la vida pierde su razón de ser. Sentítrozosdemicorazóncayendoenfragmentosaunabismodedolordelque

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supequenopodríasalir jamás.Ysumidaenaquelladevastaciónquemeasolaba,nohallémássalidaqueladenegarmelavida,comoélrenegódelasuyacuandocreyóperderme.

Fui arrastradahasta el caballomás cercano.Halfdan abarcó conunbrazomicintura, inmovilizándomecontraél,mientrascon laotramanorebuscabaenlasalforjasdelamontura,consurostrocasipegadoalmío,aunquetemerosodemirarme.Encontróunpuñalqueentremetióentresucinturónyunrollodesogaquecomenzóadesliarparamaniatarme.

—Cogeréesepuñal,ocualquierotro—comencéadecirclavandolosojosen lossuyos—yacabaréconmividaa lamenoroportunidad,y loúnicoquelamentaréesnopodermorirabrazadaaél.

Halfdan me contempló un largo instante en que nos sostuvimos lamiradaindagandoennuestrointerior,contantaprofundidadquelogróvermifirmedeterminación.

Respiró hondamente, hundió los hombros con abatimiento y acontinuaciónresoplóconagudaresignación.

—Estábien—mascullómásparasímismo—.Vamos.LoshombresdeLodbroknotardaránenreagruparse,tenemosquesalirdeaquí.

Apresó mi muñeca y tiró de mí, desandando el trayecto yacercándonosaGunnar.

Medesasídeél,noopusoresistencia,ymeadelantéalacarrera.Elagotamientonologróvencerlaansiedadporestarensusbrazosdenuevo.

Permanecía de rodillas, con la cabeza inclinada sobre el pecho. Lalluvia se deslizaba en rojas hileras ondulantes por su pecho, largosmechones empapados goteaban sobre sus muslos. Estaba tan inerte quetemínollegaratiempo.Ladesesperaciónmeapuñaló.

Me dejé caer de rodillas ante él y cogí su cabeza con las manos,trémulayrota.Todavíarespiraba;soltéelalientocontenidoysonreíentreamargaslágrimas.

—Amormío,nadievaaseparartedemí,nisiquieratú.Entreabriólosojos,parpadeandoconfuso;undestelloverdeiluminó

micorazón.—¡Abrá...za...me...!Micorazónseencogióanteaquelruegoidénticoalmío.Abarquésu

torso entremisbrazosymearrebujé en supecho.Sentir sus latidosmeinundódealivio,apesardesertortuosamentelentos.

Halfdan llegó apresuradohasta nosotros, llevando al caballo de las

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riendas.SedetuvoyseinclinósobreGunnar,cogiéndolodeunabrazada,conintencióndeponerloenpie.

—¡Ayúdame!Puedequesesalvesilogramossacarlodeaquí.Aquellaspalabrasimprimieronunafuerzainusitadaenmí.Loaferré

porelcostadocontrarioy,entrelosdos,logramoslevantarlo.Halfdanusótodas su pujanza para lograr elevarlo sobre la montura. Gunnar sederrengósobreelcuellodelanimal,exiguo.

—Habráqueatarloparaevitarquesecaigay,aunasí,esposiblequesuceda;noposeeslafuerzasuficienteparasostenerlosisevence—meditóceñudo—.Yomeharécargo.Buscaotrocaballoylarguémonosdeaquí.

Miréenderredor,mientrasHalfdanasegurabaelcuerpodeGunnaralomosdelalazán.Enesemomentoreparéque,entrelosreducidosgruposque todavía luchaban en la explanada, se encontraban Hiram, Sigurd yThorffin, conteniendoa loshombresdeHorik, que accedíanporunadelas entradas de la muralla, como si fuera una hilera inagotable dehormigas emergiendo de un agujero en la tierra.Más allá, un grupo decaballossinjineterelinchabaninquietos;corrítrastabillantehaciaellos.

Ya alcanzaba al más cercano cuando unamano agarró mi melena,tirandodeellaparahacermeretroceder.

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52

Unaluzparpadeandoenlaoscuridad

Erancuatro;sonrieronporfiadosymerodearonrelamiéndose.Lalujuriabrillabaensusojos.

—Siquieresesecaballo,habrásdeofrecernosalgoporél—rezongóelmásgrandeyatemorizantedeellos.

Descubríagolpedevistaqueelquesedirigíaamílucíaensucintola repujada empuñadura de nácar de un puñal. Me encaré altiva a él,mientrasme rozaba contra su pecho provocadora.Enarbolé una sonrisapretenciosaytambiénmerelamí.

—¿Yquépedísacambio?—susurrétentadora.Elhombretónensanchócomplacidolasonrisa,llevólasmanosamis

nalgas y las aferró ciñéndome a sus caderas. Percibí con claridad ladurezadesudeseo,ymeacometióunaferozrepulsa.

Deslicéunamanoporsucaderayelguerrerogimióymelanzósuhediondoaliento;apartéelrostroasqueada.

—Quecobijesnuestrasarmasylascalientes,perra.—Calentaré una para empezar...—repliqué artera, arrebatándole el

puñaldelcintoyclavándoloensuespaldaconsaña.Elguerreroagrandólosojoshorrorizado—...contusangre,perro.

Me aparté rauda, empujé el cuerpo del líder sobre sus hombres, yaprovechéeldesconciertoparacorrerhaciaHalfdan.

Meseguían,oíasusagitadasrespiracionestrasdemíylaspisadasenlos charcos, pesadas, rápidas y alarmantemente próximas. El pavoraceleró mis piernas; hice acopio de las últimas reservas de vigor queprecisabaparaalimentarmeconél,fortaleciendomicuerpoparalaúltimaluchadesupervivenciaalaquemesometíaeldestino.

Nofuesuficiente.Unamanomeempujóconviolenciaycaíhaciadelante.Dejéescapar

un resuello cuando frené el impacto con lasmanos.Unamanome alzócon abrumadora facilidad, manipulándome hábilmente para cargarme

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sobresuhombro.—Primeroteapuñalaremosconcarneyluegoconacero—amenazó

elquemeportaba.Nollegómuylejos.Oí un ladrido amenazante, un gruñido rabioso y acto seguido un

empellónquemesacudió,tambaleándome.Ungritodedolorresonóconfuerza, y nos precipitamoshacia el suelo.El barro blando amortiguó lacaída.

Rodé libre yme arrastré jadeante hacia atrás, para descubrir cómoFenrir mordía con ferocidad el cuello del guerrero que me habíacapturado. La sangre cubrió su afilado morro, tiñendo de escarlata suagrisadopelaje.Otrohombreseabalanzósobreelperroyloensartóensuespada.Ungemidoquejicosoconvulsionóelcuerpodelanimal.Jadeécasisinaliento,exhaustaydolorida.

Otrodemisguardianesperecíaporprotegerme.Otroaccesodefuriamepusoenpie,otraluchameaguardaba,otroloboemergiódemí.Elmásresistentedetodos.

Apreté los dientes y me puse en pie, mientras esquivaba al tercerguerrero,queintentabaatraparme.Alargóelbrazodesplegandohaciamísu acero, me ladeé rauda evitando un mandoble y sentí un pinchazofulminanteenelcostado;nomedetuveaexaminarme.Desoslayoadvertíque el hombrequehabíamatado aFenrir intentaba aproximarse pormiespalda.Sorteéotrolanceymezaféalacarrera,topándomedebrucesconunpechoduro,desnudoyfrío,quemehizoaunladosinmediarpalabra.

Halfdanempuñósuespadaylabalanceóaguardandoamiscaptores.Descargóelprimerespadazocondestrezasobreelprimeroponente.

Los aceros entrechocaron, vibrantes y sedientos. Los hombresmantuvieronun fieropulso, clavándose lamirada con lamisma inquinaque imprimían a sus lances. Halfdan retrocedió liberando sumandoble,giróconelegantedestreza,trazandounarcolateralyarremetiendocontrael segundo, que se había posicionado astutamente tras él. Alternaba conmaestríalasacometidas,altiempoquesosteníaconapabullantehabilidadunataquedoble.Noobstante,estabamuydébil,ynotardaríanenvencersuresistencia. Tenía que ayudarlo, y sólo se me ocurrió saltar sobre laespaldadeunodeellos.Yameimpulsabacuandomedetuveenseco;delaespaldaquehabíaelegidoemergiólapuntadeunaespada,ymeapartéconbrusquedad. El hombre trastabilló hacia delante, acercándose de formaintencionada a Halfdan, a pesar de que con aquel avance hundía más

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profundamentelaespadaensuvientre,paraabrazarseaélyretenerloenunúltimohálitodevida.

Aferradoenunabrazomortalysinposibilidaddeextraer laespadadel cuerpo donde se hallaba clavada, fue presa fácil para el segundoadversario,queloembistiópordetrás.Contuveelalientoconelcorazónen un puño.Halfdan enfocó sumirada de obsidiana enmí, empujó contodas sus fuerzas al hombre que lo inmovilizaba, yamoribundo y laxo.Apretósufridolosdientescuandolaespadaqueloatravesabasaliódesucuerpo y, en lugar de desplomarse, se volvió enarbolando la suya y lahundióenelcuellodesuenemigo,casisesgándolelacabeza.

Después, cayó de rodillas; de la profunda hendidura que se abríajustoenelcentrodesupechomanabasangreaborbotones.Caífrenteaél,cubriendolaheridaconlapalmadesumano,comosiaquelsimpleactofueracapazdehacerdesapareceraquellabrechaodetenerelsangrado.

Dejéescaparunsollozosentido,ycuandologrémirarlodescubríunadulzurainesperadaensusemblante,unaquenuncahabíacontempladoensufaz.

—Nopude...desearmejorfinal...paramí...Acaricié sumentón con extremadelicadeza, deslizando el dorso de

losdedosporsumejilla.Halfdansuspiróyseembebióenmimirada.—Eres un gran rey —musité afectada—, pero aún eres mejor

hombre.—¿Yanosoy...uncuervo?—Niyounaloba.Sonrióconmovido,alzólamanohaciamirostroypaseólayemade

losdedospormislabios.—No,ereslavalquiriaquemellevaráalValhallaconunbeso.Asentí entre lágrimas. La palidez se extendió implacable por su

rostro,apagándolo.Lamuertesecerníarápidasobreél.Meacerqué,temblaba.Cogísurostroconlasmanosylesonreíantes

deposarloslabiosenlossuyos.Lobeséconextremadulzura,contodoelcariño y la gratitud que sentía por él, con una profunda admiración yarrobadoorgulloporelhombreenquehabíadecididoconvertirse.

Lafrialdadempañósupiel,lanotéensuboca,asícomolaausenciadealiento.Sucuerpopesadosedesplomólentamente;acompañésucaídacon lasmanos y acomodé su cabeza en el barro, con toda la delicadezaquefuicapaz.

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Reprimí una hilera de sollozos que se encadenaban sin cesar,convirtiendomipechoenuntormentosonudodedolor,quemeesforcéensofocar.Retirélasoscurasguedejasempapadasdesurostro,besésufrenteymepuseenpie.

Enesemomento,advertíquehabíacesadolalluvia,quemepalpitabadolorosamentelaheridadelcostadoyquetreshombresavanzabanhaciamí a grandes zancadas, portando el caballo donde el inerte cuerpo deGunnarestabaatadoalamontura.

Exhaléunresuelloaliviadoycaminéhaciaellos,fijandolamiradaenelmásadelantado.

—Todavía respira —anunció Hiram en tono tranquilizador,contestandomimudapregunta.

Sigurd asintió y Thorffin sonrió. Los tres estaban heridos, peroenteros.

—¿YErikyRagnar?—preguntéapesardeintuirlarespuesta.Hiram negó apesadumbrado con la cabeza. En ese momento, mis

rodillasfallaron,hincándoseabatidasenelbarro.Elguerreroseabalanzóalarmadohaciamí,cogiéndomeensusbrazos.

—¡Estáherida!—informó;ensutonorelucióunagudotemor—.Hadebidodeperdermuchasangre.

—YollevaréaGunnar—adujoThorffin—.Hiram,montaconFreya,está herida y exhausta. Sigurd, trae los caballos. No perdamos tiempo.Horikhalogradohuir,yesaserpientees tansibilinaquepuedeaparecerencualquiermomento.

Todosasintieron,exiguosyallímitedesusfuerzas.

PartimosdeViborgensilencio,cabalgandoveloces.Enmi pecho llevaba la oscuridad delmiedo a perder aGunnar, el

dolordetantasmuertes,elagotamientoportantaluchaylaincertidumbredeunfuturotodavíaincierto,peroportabalaesperanzacomoescudo,oaellaquiseagarrarme.

Perdí la consciencia durante el viaje en repetidas ocasiones. Measaltaron pesadillas infames y grotescas. Ardí en fiebre durante días, ydeliré mientras me convulsionaba, como si de mí escaparan demoniosabriéndose paso a dentelladas. Pero también soñé con una luz queparpadeaba en la oscuridad trazando un sendero, que decidí seguir. Y a

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mitaddeesecamino,meapercibídequenoestabasola.Unamanograndey cálida abarcaba la mía, cobijándola en su palma, como si fuera unpajarillo que hubiese encontrado por fin su nido.Me sentí reconfortadacomonuncaantes.Sonreíinteriormentedispuestaaavanzar,perolamanome lo impidió.No sólome retuvo, sinoqueme impelió a retroceder, adesandar lo andado y, aunque quise resistirme, aquella presencia meotorgaba tantapaz, tantoamor,quemedejé llevarpor ella.Todoestababien,medije.Yasí,mesumergídenuevoenlaoscuridad.Atráslaluzqueparpadeabaseapagóporcompleto,peronosentímiedo.Noestabasola.

—Freya...Aquellavoz...

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53

Regresoacasa

Parpadeéconfusa;laluzmecegó,entrecerrélosojosacostumbrándolosala luminosidad matinal y, cuando por fin logré abrirlos, miré a mialrededorcompletamentedesorientada.

Oíelrumordelmar,yunrítmicogolpeteodemaderos.Unacentuadoaroma salobre me picó en la garganta, empapandomis fosas nasales ydespertandotodosmissentidos.Quiseincorporarme,perounasmanosenmishombrosmeloimpidieron.Fijélavistaenelcielo,azulylímpido,ymeembriaguédesubelleza.

—Hasregresado,miamor...Enfoquélamiradaenelrostroquesecerníaemocionadosobremí.Mis labios se estiraron en una débil pero luminosa sonrisa. Unos

hermososyrasgadosojosverdeschisporrotearonalborozados.A mi mente acudió el sangriento recuerdo de la batalla, de la

amargura, el miedo, el dolor y la muerte. Cada escena emergióparpadeanteynítida,evocandocadaemociónvivida.

—Metrajistedelamano—susurré.Gunnarcogiómimanoentrelassuyasylallevóasuslabios.Sutacto

suaveycálidomeestremeció.—Notelahesoltadodesdequelogrésalirdemicamastro.Entonces recordé susheridasy fijé lavistaconpreocupaciónen su

torso.Llevabaunacamisolaajadaconunaaberturaenuvequedejabaveruntoscovendaje.

—La espada no alcanzó el corazón—aclaró—pormuy poco; estavezlosdiosesfueronmagnánimos.

—¿Cuánto...tiempo...?Sentía la boca reseca y la garganta áspera. Tragué saliva con

dificultad.—Casidosciclos lunares—respondió frunciendoelceño,mientras

escudriñabaatentamentemifaz.

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Gunnarsereclinósobremí,desplególamanoabarcandomimejillayestiróloslabiosenunamuecaemotivaquemetraspasó.

—Dosmalditoscicloslunares,quehansidomimásduratortura,queme han sumido en un negrura desesperante—murmuró ahondando conafectada fijeza en mis ojos—. Has abierto los ojos, mi amor, esoshermosos soles que acaban de llenar de luz mi alma. Hoy, por fin, haamanecidoparamí;hoy,yotambiénregresoalavida.

Sonreí,alcélamanoycubrísupoderosomentón.—Yyoporfin,despuésdeseguirdurantetantotiempolashuellasdel

lobo,hereencontradomicorazón.Ylate.La mirada de Gunnar se empañó, acercó los labios a los míos,

rozándolosapenas,ysonrióconstreñidoporunaprofundaemoción.—Sí—afirmóenunacariciadorhilodevoz,enelquereverberóuna

profundaemoción—,ylateenmipecho,comoelmíolateenel tuyo,alunísono.

Nos sostuvimos lamiradaun largo instante, llenandoel silenciodepalabras,liberandotodoelamorquealbergábamosyenlazandonuestrasalmas,unavezmás.

Su boca se entreabrió atrapando en ella mis labios, primero uno,luegootro, tirandodeellos con suavidad, recorriéndoloscon la lengua,lánguidamente, casi de manera indolente, acicateando mi agudo yapremianteanhelo,despertandomihambreycosquilleandomissentidos.Exhalé un alargado y ronco gemido que él bebió con ardoroso fervor,mientrasderramabacasialtiempoenmibocaungruñidoinsatisfecho.

Lapasiónprendiócomoprendelabrozasecabajounsolarrasador,como un arbusto seco alcanzado por un rayo o como una antorchabesandounatinadebrea.Yesallamacomenzóadescontrolarseazuzadapor el húmedo y ardiente roce de nuestras lenguas, inquietas yhambrientas,poresedeseoqueempezóaquemarnoslasentrañas,poresanecesidadcasivitaldefusionarcuerpoyalma,sintiéndonosuno.

—Por los dioses —gimió Gunnar, con un acusado tinte deremordimiento en su voz—. Estás muy débil, acabas de emerger de tuletargo...yyo...

Seseparóavergonzado,peroconlamiradaturbiaporlapasión.—Tengohambreysed—reveléconsuavidad—,peronodealimento.

Y después de muchas jornadas sumida en el sueño, no puede quedarcansancioenmicuerpo.Por lo tanto, fieroguerrero,nomesubestimes,

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piensoplantarbatalla.Gunnar enarcó divertido una ceja, me regaló una media sonrisa

oblicuaycongestopícarosecerniónuevamentesobremí.—Entonces,mibellaescudera,¿desenvaino?Asentí con una sonrisa provocadora, chispeando en mis ojos un

tórridoydensodeseo.—Créemeque loharíasino tuviéramos tantosojossobrenosotros.

Habrásdeaguardarhastalanoche,aunquemiespadayaardeendeseosdeenvainarseensufunda.

Giréenesemomentolavista,yaturdidadescubríquenavegábamosenunsnekke,quesurcabagrácilelocéano,yquelossonrientesrostrosdeHiram,Valdis, Jorund, Sigurd,Thorffin,Helga y su pequeño, junto condos hombres más que desconocía, nos regalaban su más completaatención.

Lessonreí,hastaquereparéenunagranausencia,unaqueyahabíadescubiertoGunnar.Sobresaltada,conunvelodepreocupaciónyangustiarevivida,contuveelalientoescrutandosusojos.

Yenaquelprofundoverdor,relucióunfulgorcontrito,arraigadoytodavía tierno, lacerante y hondo, que supe permaneceríamucho tiempoensumirada,comoloestabaenlamía.Meabracéaélconfuerzayenesepreciso instante la sentí junto a nosotros, abarcándonos con los brazos,sonriendoorgullosayplena.

—Nosehaidoynuncaloharámientrasvivaennuestroscorazones—susurréensuoído.

Meseparédeél;sumiradabrillaba,perosugestoeraplácido.—Eyrametrajoalavida,larecorrióconmigoyestaráenellahasta

quevolvamosaencontrarnos.Elnudoquesehabíaancladoamipechodesdequesefuesedesató

liberandolaangustiayeltormento.Eyraformabapartedenosotros,ysuespíritu flotaba anuestro alrededor, derramando sumagia, creciendo ennuestroscorazones.Nosóloseríarecordadacadadía,seríaveneradaporsiempre.

Unacuestiónsefiltróenmimente,llenándoladecuriosidad.—¿Adóndenosdirigimos?La expresión de Gunnar se suavizó, y sus ojos se entrecerraron

empujadosporunaampliayentusiasmadasonrisaquemeintrigó.—Tellevoacasa.

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Alcé las cejas inquisitiva, componiendo un mohín confuso, queacentuóelbrilloenelsemblantedeGunnar.

—NosdirigimosaIsbiliyay,deahí,aToledo,aesaciudadporlaquetantohassuspirado,aesaciudadqueeshermosaporqueenellaestánlaspersonasquemásamas—recordópronunciandomispropiaspalabras.

Mi corazón dio un vuelco y mi respiración se detuvo. Un agitadoaleteoacariciómivientre,desplegandoenélunsinfíndesensaciones.

—En tal caso, este barco también es hermoso —aduje mirándoloarrobada.

—Tanto,comoeseloboquenosunió.Seacercóamiboca,volcandoenellaunbesoapasionado,trémuloy

afectado...tanllenodeamorquecalócadafibrademiser,queevaporóeldolorsufrido,queextinguióelarrepentimiento,queapartóelpasadoparadejarpasoalpresenteypara recibircon losbrazosabiertosaun futuroalentador.

Penséenmimadre,ElviradeCastoyVillarejo,unamujermenuda,desobriayregiabellezacastellana,dedulcesonrisa,cariñosasmanerasyfortalezaencomiable.Ydemipechorezumóuncálidobálsamoreparadorque cicatrizó heridas, rescató dulces recuerdos y agudizó el anhelo deestrecharladenuevoentremisbrazos.También recordé con almibaradasonrisaadosmediohermanos,hijosdemipadre,Khaled,quequedaronalcuidadodemimadre.Unafamilia,esotenía,yesoeracuantoimportaba,estarrodeadadelaspersonasamadasyrecordarlesacadainstantequeloeran.Nadamásteníasentido.

La razón de mi existencia suspiró, embebiéndose de mi gestoilusionado.

—Tevoyahacertanfeliz,miFreya,tanto,queolvidaráscuándofuelaúltimavezquesufriste.

Negué con la cabeza, repasando con los dedos el contorno de suboca.

—Noquieroolvidarnada—repliquédulcemente—,porquetodoesedolorquenosimpusoeldestinoharámásdichosocadainstantedepaz.Esrecordandoelamargorcuandomejorseaprecialadulzura...cuandomásse valora la felicidad, y más una como la que tanto nos ha costadoconseguir. Sin embargo, recordaré sin revivir nada, sin tormentos niagonías,sincontriciones,abatimientonipena,porqueestarémuyocupadaamando y repitiéndome lo afortunada que soy, sólo recordaré como

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leccióndevida.—Losdiosesnospusieronunaduraprueba,ysalimosvictoriosos—

convinoGunnar—.Las nornas hanhiladonuestro destino a los pies delárbol Yggdrasil. Urd tejió con dureza; Verdandi, con esperanza. Nopodemosdescubrir laurdimbreque tejeSkuld,pero,aquíyahora,almamía, te prometo una cosa: no habrá fuerza sobre la faz de la tierra, nisobreeldominiodivino,quepuedasepararnos.

Ensusdiáfanamiradacomprobécómoaquellapromesasegrababaafuegoensualma.

Unadichaplena,tanvibranteyluminosacomoelsolqueacariciabanuestra piel, se extendió por todo mi interior, despertando a la vidarincones oscuros y gélidos, uniendo fragmentos rotos y revitalizandopartesmarchitas.Nosólomicuerpohabíavueltoa lavida,por segundavez; ahora había rescatado, con él, un alma que por fin relucía y uncorazónquelatíaconelvigordelvientoquehenchíalascuadradasvelasrojasdelsnekke,yunafortalezatangrandecomoelcieloquenoscubría.

—Ya que no puedo colmar tu hambre, de momento —se lamentóGunnar—,serámejorquecomasalgo.

Dejéescaparunacarcajadatanrefrescanteyprístinacomolasaguasdeunarroyo,queflotóenelvientoysearremolinósobrelospresentes,agrandandosussonrisas.

—¡Quéremedio!—respondíjubilosa.—Ésa es la melodía que exigiré de ti cada mañana —murmuró

Gunnarcongravedad—;tusgemidoscompondrán laquearrancaréde ticadanoche.

—¿Esunapromesa?—Esunjuramentosagrado—aclaróquedo.—Que te obligaré a cumplir con diligencia —repuse risueña

paseandolosdedosporsurostro—.Y,aquíyahora,yotambiénteofrezcounjuramento.

Gunnarsonriópendenciero, seacercóseductor rozando lapuntadesu nariz con la mía y besó suavemente mis labios, apareciendo deinmediatounaexpresiónanhelante.

—Cuidado con lo que juras, preciosa —bromeó con voz ronca yhambrienta.

—Juroporlosdioses,loshombresyloselementos,vivirmilvidasatu lado, morir mil veces en tus brazos y renacer contigo hasta que los

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tiemposseextingan,laeternidadperezcaoelmundoseapague.—Sellemos nuestros juramentos —propuso Gunnar, con mirada

penetranteyrictusafectado.Me besó de nuevo, ciñéndome a su pecho, trémulo y conmovido,

vertiendo cuanto sentía. Fue un beso de total y absoluta entrega, desentimientostempladosenlafraguadeldestino,decompromisoeternoyde un amor tan puro y profundo como la inmensidad del mar quesurcábamosrumboaunanuevavida.

—Tuyo.—Tuya.Yasí,envueltosenunamorinfinito,acompañadosporlafamiliaque

nosotros mismos nos habíamos forjado, impelidos por un vientovigoroso, acunados por un mar amable y cubiertos por una gruesa ycálidacapadeesperanza,atravesábamoselocéanoderegresoacasa.Ésade laquehabíasidoarrancadaporeldestinohacía tanto tiempo.Yamimenteregresaronaquelloslamentospormisuerte,paracomprobarahoraqueaquelloquelamentabanofuesinounaventuraquesemeconcedió,elcomienzo de un descubrimiento, el de mi verdadera razón de ser:encontrarmiotramitad.Esaqueahorameabrazabaconextremadulzura,que me acariciaba con tan suave delicadeza y me susurraba con tanentrañableintensidadsussentimientos.

Huboun tiempoenquemeconformécon la luna;ahora,nopodríavivirsinelsol.

Elcómounatragediaseconvertíaenunabendiciónformabayapartede aquella dura lección de vida aprendida a golpes, pero recompensadaconcreces,conelmejorpremioquelavidapodíaofrecerme:elcorazóndelmejordeloshombres.

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Regresoalpresente,demoniosdelpasado

A través de mis cerrados párpados percibí una intensa luz blanquecina,molestaydesconcertante.

Me atraía, pero el recelome impidió avanzar hacia ella.No era laprimeravezquelaveía.Atrás,lanegrura,perotancálidayconocidaqueinvitabaaestarenella.Vacilante,miréaambosextremos,luzyoscuridad;supequemehallabaenmitaddeunacrucialdecisión.Sentí supesoy laindecisión me atenazó. La luz no parpadeaba; al contrario, crecía enintensidad,deslumbrándome,cautivándome...aunasí,permanecíinmóvil.

De repente, sentí el roce de una mano en la mía, enlazándose confirmezaytirandodemí,estavezhacialaluz.Medejéarrastrarporella.

Entreabrílosojoslentamenteparadescubrirqueaquellaluzproveníade una húmeda y verdosamirada angustiada, que, como aquel entonces,cobijabamimano entre las suyas, posando los labios en ella.Descubrirque despertaba inundó de alivio aquel hermoso rostro que tanto amaba;sinembargo,eldolorcontinuóvelandosusemblante.

—Gu...nnar...—balbuceé,descubriendoquemehallabaenlaanodinahabitacióndeunhospital—.¿Dóndeestá...?

—Siguedesaparecido.Un sollozo roto escapó de él. Se reclinó sobremí, descansando la

cabeza en mi pecho, se abrazó a mi cuerpo y lo sentí estremecerse,liberando parte de su agonía.Me di cuenta de que podíamoverme y lorodeéconlosmíos.

Y en aquel abrazo, se ordenaron con asombrosa precisión ambasvivencias. Descubrir que no había muerto a manos de Rashid, que misdesventurashabíancontinuado,quemiluchahabíasidoferoz,peroqueenestaocasiónhabíamosconseguidoembarcarhaciaunanuevavida,solazómicorazónycongratulómialmaconaquellapartedemipasado,apesardeignorarquéfuedenosotrosenmitierra.

Yeneseinstante,supeelmotivo.

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En aquellos recuerdos descubrí al culpable de la desaparición deKhaled.Aquellaquenoencontrópazenlamuerte,aquellaqueseaferróalodioyalavenganza,aquellaqueprometió,mientrasseapagabasuvida,que esto... todavía no había acabado. Me estremecí; Ragnhild habíarenacidoconnosotros,peronoeralaúnica,no.

Bebídeesafortalezaquetancorajudamentehabíadesplegadoenotrosiglo, apartando el dolor y la desesperación para dejar espacio a laesperanza.Recuperaríaamipequeño,meconvencícontundente.

—Vamosaencontrarlo—susurrécondecisión.Gunnaralzósucontritamiradayasintióconlamismarotundidadque

rezumaronmispalabras.Llevabaunavendaquecircundabasufrente,yelrostromagullado.—¿Cuántotiempollevoinconsciente,quéocurrió?—Dosdías—aclaró,limpiandolaslágrimasdesurostroburdamente

con el antebrazo, sin arrancar con ese gesto la furia que tanpeligrosamente palpitaba en él—.Me despeñé, caí rodando ladera abajohastaunsaliente;porfortunapudeaferrarmeaélantesdeprecipitarmealvacío,elmismodondecaístetúaplomo.Oírtualaridoyelimpactodetucuerpocontralaroca...—Sedetuvo,cerrólosojoscondolor,tragósalivayseobligóacontinuar—.Aquelsalienteeralaentradaaunacueva.Unacuevanaturalhoradadaenlapareddelacantilado;enellaencontraronuncesto de mimbre con una gruesa y larga soga atada a sus asas. Estabavacía,peroenellasehallabanlosmuñecosconqueduermeKhaled.Enlacueva,tambiénhabíaprovisionesparapasarunosdías,biberones,pañales,ropademujer,dineroyartículosbásicos.Peronirastrodenuestrobebé.Lapolicíaharequisadolaspruebasyencontradohuellasdelculpable.Lohandetenido.

Aunquelaangustiallamómásinsistentemente,luchépornoabrirlelapuerta.Contuveelalientoyreprimíelmiedo.

—¿Quién....?—preguntéapretandolamandíbula.—Hildur.Neguévehementeconlacabeza,aquellonopodíaestarpasando.—No,nopuedeserella.—Encontraron sus huellas por toda la cueva; ella preparó el

secuestro—aseguróGunnartanconfusocomoyo—.Peroaseguraquenosabedóndeestáelniño,nocolaboraenlosinterrogatorios.SóloacusaaIngrid; afirma que ella tiene a Khaled, exige que pongan todos los

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efectivostrasella.—¿Ylohanhecho?—Sí; han cerrado carreteras y aeropuertos, hay fotos de ella por

todaspartes,sehanhechoecolosmediosdelanoticiayestáenbuscaycaptura.Peronoaparece.

Meincorporéyclavémidecididamiradaenél.—TengoquehablarconHildur—espetéhaciendoademándesalirde

lacama.Una sensación bamboleante me sacudió, mi mente se nubló

momentáneamenteymiestómagoseagitó.Gunnar,cogiéndomedeloshombros,mepegóasupecho.—Loharemos,peroantestienequeexaminarteLars;voyabuscarlo,

noseteocurrasalirdelacama.Meobligóatumbarme,depositóundulcebesoenmislabiosysalió

delahabitaciónagrandeszancadas.

Aguardábamos en la sala de espera de la comisaría central deTønsberg—sentadosendosincómodassillasfijasenlapared,cogidosdelamanoytantensoscomolascuerdasdeunviolín—aqueelfuncionarioderigorcumplimentaralostrámitespertinentesparapoderteneraccesoaladetenida.

De uno de los pasillos emergió el inspector Berg, con su habitualporte rígido e indescifrable expresión. Pese a su impasibilidad, creíadivinarunfugazydesconcertantebrillocómpliceensusojoscuandoseencontraron con los míos. Lo miré sin esconder mi reconocimiento,apartólamiradaconundejedeasombroylaclavóenGunnar.

—Sólopuedeentraruno—informóhierático.Gunnarasintióyoprimiómimanoenseñaldeapoyoyconformidad.MelevantéyseguíalenigmáticoHansBergporlossobriospasillos

de la comisaría, hasta una puertametalizada.Antes de abrirla, se volvióhaciamíconceloprofesionalymiradaadmonitoria.

—Estaré al otro lado de la estancia, en un cuarto de vigilancia,observandoatravésdelespejoqueverásenlahabitación.Voyadesactivarlacámaraparaquevuestraconversaciónnosegrabe,sóloyoserétestigode lo que habléis. Sospecho que Hildur esconde un secreto que puedeinteresarte.

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Yaseibacuandolodetuveposandolamanoensuantebrazo.Bergmemiróexpectante.

—Gracias,miguardián.Lasombradeunasonrisacomplacidailuminósurostro;desusojos,

tan azules como los de antaño, brotó ese tinte pícaro y travieso quesiempre lo había caracterizado, ratificando en aquel personal gesto suidentidadpasada.

Asintiósinmediarpalabra,paradesaparecerenunrecodo.Abrílapuertaymeadentréenunasalacuadrada,pequeñayparcaen

detalles. Tan sólo había una mesa con dos sillas a cada lado, un granespejo junto a otra puerta, un plafón de luz blanca en el techo y unacámara en una esquina, que evidenciaba la ausencia del piloto rojo degrabación,yqueademásenfocabahaciaelsuelo.

Hildurestabasentadaa lamesa,con lasmanossobreel tablero, lasmuñecas esposadas, unas oscuras bolsas bajo los ojos y una mueca deculpabilidadypesadumbretanacentuadaqueensombrecíasurostrocomounamáscaramortuoria.Toméasientofrenteaella.

Fijósusclarosojosgrisesenmíy,anteesafijeza,esaconexiónquesiempre había sentido por ella resplandeció con más intensidad. Creíadivinar otros ojos en ella, y esa sospecha me tensó, encogiendo micorazónantelainquietudquecrecíaapasosagigantados.

—Nolleguéatiempo—confesóenunmurmulloabatido.—¿Atiempo?—Permanecí junto a ella media vida justo para impedir esto y he

fracasado—selamentócabizbaja.Mechones del color del bronce, lacios y largos, cubrieron

parcialmentesudemacradorostro,sinpoderocultarlosremordimientosylafrustraciónquependíasobreellacomounalúgubrenubegris.

—Sabía loque ibagerminandoenellacon losaños—prosiguió—,en quién se revelaba... y el objetivo que había venido a buscar. Lo soñécadanoche,loveíaensusojos.YcuandoGunnarterecuperó,comprobéque ella sólo aguardaba su momento. Esperó la llegada de Khaled yperfilócondetenimientoyfrialdadsuplan,comolaarañaquefue...yquees.

Mi pulso se detuvo,mis sospechas se confirmaban,mi garganta secerró. Y esa angustia que llamaba sin cesar reventó de un empellónmipuerta,asolandocuantoencontróasupaso.

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Suspirócontritaymemiródenuevo,estavezconunagravedad,unacomprensiónyuncariñoconocidos.Sinocultarquién fue,ycuálerasumisión en estavida.Sentí su almaen toda su extensión, llenándomeporcompleto,empapándomeconsuesencia.Losrecelosquesiemprehabíanpalpitadoenmiinterior,esasensaciónfraternaltanprofunda,esevínculoquemeuníaaella,porfinteníanexplicación.

—Eyra...Laslágrimasrodarongruesasyardientespormismejillas,yexhalé

un gemido quebrado que me sacudió. Alargué trémula las manos,estrechandolassuyasenunacomuniónquetransgredíacredos,tiemposyrazones,ydejébrotartambiéndemícuantosentía.

DeHildurescapóunsollozosofocado,sushombrossesacudieronysuexpresiónsedulcificó.

—Volvemosaencontrarnos,Freya,talycomopedistecuandomefui,talycomodeseécuandosupequepartía.

El llanto desfiguró mi rostro en una mueca afligida de la querebosarondolorososrecuerdosrecientementedesenterrados.

—Me...escuchaste...Asintió afectada; su labio inferior retemblaba y sus lágrimas

desembocaban en la comisura de sus labios, cayendo pesadas sobre lamesa.

—Mi alma sobrevoló el fuego, revoloteó a tu alrededor y besó tumejillaantesdepartir.Sí,teescuché.

—Ragnhild regresó sólo para vengarse —aduje amargamente—.Intentó seducir a Gunnar y ahorame arrebata ami hijo, tal como juróantesdemorir.Eslamismaarañadespiadadaquefue,yesosignificaque...lomatarásinolohahechoya.

El dolor me asoló aplastando mi pecho, perdí el resuello y mislatidossedetuvieron.«¡No—medije—,no!»

—No,eso significaque intentaráquedárselopara sí.Ellaperdióunhijo,yquiereeltuyo.

Unescalofríomerecorriólaespinadorsal.Unpavordesgarradorseinstalóenmialma,liberandoatodosmisdemoniosdelpasado.

—¿Dóndepuedeestar?Hildursacudiólacabezadescorazonadamente.—Sólointuyoquenohasalidodelapropiedad;tienequeestarmuy

cerca,viéndotesufrir.

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—¿Ytushuellasenlacueva?—Latardedelaniversario,laseguí—comenzóaexplicarpausada—.

En un peñasco al borde del acantilado había escondido una cuerda, uncesto y unas zapatillas; todavía no sabía qué tramaba. Durante la fiestadesapareció;imaginoquesubióalcuartodelniño,cogiósusjuguetesyloque consideró útil y, antes de que anocheciera completamente, seescabulló,sequitóelvestidoque llevabay,enropa interioryzapatillas,descendióhastalacuevaydejóloquellevaba,preparándolotodo,esoesloquemeencajaahora.Ellasabíaqueyolavigilaba,poresomeengañódiciéndomequeteníaquehacerunallamada;perocuandotedesvanecistey fui a buscarla, fue ella la que me llamó desde casa, diciéndome queestaba ya en la cama, y que había tenido que marcharse porque no seencontrababien.Asíquemefuihaciaallí;sinembargo,cuandolleguénohabía nadie, tan sólo un mensaje en mi teléfono, advirtiendo que habíadecididoiralmédicodeurgencias,porquelacabezaleibaaestallar.Enaquelmomentosentíunadesazónextraña,ynoconseguídormirentodalanoche. Ella no regresó. Cuando me llamó Rona avisándome de ladesaparicióndeKhaled,laspiezasencajaron.Esasupuestallamadadesdecasa que había hecho Ingrid jamás se había efectuado, había usado sumóvil para desviar la llamada y hacerme creer que estaba allí, cuandoseguramentesehabíaescondidoenalgúnrincóndetucasa.

»Conduje como alma que lleva el diablo y lo primero que hicecuandolleguéfuedirigirmehaciaelpeñasco.Observéentoncesque,trasél,habíaunestrechoyescondidosenderohendidoen lapared rocosa,yquedescendíaporella.Lorecorríymecondujoaaquellacueva.Rebusquédesesperada,peroniellaniKhaledseencontrabanallí.Decidíbuscarpormi cuenta e inspeccioné los alrededores, sin resultado alguno.Entonces,cogíelcocheyvisitéloslugaresenlosquepenséquepudieraesconderse.Pero fue como si se la hubiera tragado la tierra. Ahora creo que teníapensado permanecer unos días en esa cueva justo bajo tu cabaña y,sospechando que yo la había seguido hasta el peñasco, cambió deubicación... pero me atrevería a jurar que su escondrijo está en vuestrapropiedad. Nadie la ha visto, nadie. Y no es unamujer que suela pasardesapercibidaprecisamente.

Por mi mente pasaron a velocidad de crucero los lugares dondealguien podía esconderse con un niño, sin poder visualizar ninguno losuficientementeocultoydeshabitado.Gunnareraelúnicoqueconocíaal

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dedillosupropiedad,sóloélpodíaadivinarellugar,silohabía.Mepuseenpieconurgencia.—Enlacémialmaaladelaaraña—arguyóHildurderrotada—para

evitarquecumplierasuvenganza.Fueenvano.—No, no lo fue, regresaste con nosotros. La detendremos y te

sacaremosdeaquí.Yamedirigíaalapuertacuandomedetuveenseco,medirigíhacia

ellaylaabracé,besandosumejilla.—Fuistenuestramadreenotraépoca;enésta,tendrásquesernuestra

hermanamayor.Dibujóunamagodesonrisayasintióconlágrimasenlosojos.Salí rauda de la estancia, para toparme con un duro pecho y una

miradapenetrante.—Ya registramos la propiedad —manifestó Berg adusto— y no

encontramosnada.—QuizáGunnarconozcaalgúnrecovecoqueavosotrosseosescapó

—repuseesperanzada—.Esmáslógicopensarquehahuido,enlugardeesconderse.Yenesteúltimocaso,cabesuponerquehaelegidoun lugarrecóndito.

—Deacuerdo—concedió—,peinaremoscadapalmodeterreno.Asentí agradecida, y ya me iba cuando esta vez fue él quien me

detuvo,acercandosurostrodemasiadoalmío.—Menombréguardiánprotectordevuestroamor,Freya,y,apesar

deeso,cuandometopécontigoenlaEstaciónCentraldeOsloymeofrecíaenseñarteelidioma,mipromesasetambaleó.

¡Aquelhombrequemeabordóenlaestacióndetreneraél,poresomeresultabafamiliar!

Nos sostuvimos la mirada unos instantes con fijeza, y en laprofundidaddesuscelestesojosencontréaHiram.Nopudeevitaralargarlamano,acariciarconextremadulzurasumentónysonreíragradecida.

—Ahora descubro yo cuánpoderosos eran los dioses de antaño—murmuré—ycuánpoderosasson laspromesasquesehacenennombredelamor.Gracias,miguardián,nopuedoofrecertemásquemiamistad.

—¿Puedohacerteunapregunta?Asentíexpectante,siendoreceptoradetodasuintensidad.—¿Tieneshermanas?Dibujéunasonrisaymiréhacialapuerta.

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—Acabodeencontraruna.Esbozó una sonrisa oblicua y me guiñó un ojo acomodando un

mechóndoradoentresumelenapeinadadeformaprolija.—Y encontrarás más cosas, no lo dudo —animó, conduciéndome

hacialasaladeespera.Resultabacuriosocómolasalmasrenacíanunayotravezdentrodel

mismocírculo;algunascambiabansurol,perotodasycadaunadeellaselegíansipurificarseocondenarse.Ahoraconocíalaeleccióndetresdeesas almas que asombrosamente se habían reencarnado con nosotros;faltaba por descubrir la elección de la cuarta. Porque, sin duda, Rashidhabíaregresadoporunmotivoespecífico.

Gunnar se puso en pie al verme, con la esperanza pintada en susfacciones.

—Creequeestáescondidaennuestrapropiedad—informé—;vanapeinarlazona,denuevo.Perotúlaconocesmejorquenadie;¿seteocurrealgúnsitiodondepuedecobijarse?

Frunció el ceño pensativo, recorriendo mentalmente la finca. Susojos semovieron inquietos, abstraídos y concentrados y, de repente, undestelloloshizoagrandarse.

—Hayunviejocobertizodestartaladodondemipadreguardaba losútilesdepesca;estáalaentradadelbosque,alnortedelafinca.

Bergnegóconlacabeza,sacósublocdenotasdelbolsillotraserodesupantalóndetraje,loabrióyrevisóunasanotaciones.

—Fuerevisada;además,estámedioderruida.—Sí, pero tiene un acceso a un túnel que lleva a un antiguo

yacimientodecobre—recordóagitado.Berg alzó las cejas con asombro, entreabrió la boca y se guardó

apresuradolalibreta.—¿Aquéesperamos?Vayamosenmicoche,avisaréporradioamás

efectivos.Salimosde la comisaríaynos introdujimosen sucoche,unNissan

Leafeléctricoencolorrojo.Berg encendió el motor y salió del aparcamiento con celeridad.

Gunnar iba a su lado; giró la cabeza y me regaló una miradatranquilizadora.

—¿Por qué demonios no sale ese yacimiento en los mapas de lapropiedad?—inquiriógirandoelvolanteconsoltura.

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—Porque no está en uso desde hace más de un siglo—respondióGunnar.

—¿Yquiénconocelaexistenciadeeseyacimiento,apartedeti?—CreoqueselocomentéaSvenenunaocasión.Berg resopló y asintió con la cabeza, tomando un desvío a la

nacional.Pisóabruptamenteelaceleradorparaincorporarnosalavía;meimpelícontraelrespaldodelasientotrasero.

—¿CómosellevabanIngridySven?—Pues, no sé, creo que bien. Ingrid tonteaba con todo aquel que

llevarapantalones.¿Alguienmepuededecirquéestápasando?—Freya,aprovechaelviajeparaponerloaldía...—memiróatravés

delretrovisor,cómplice,yagregó—...detodo.Gunnar lo miró turbado, su cejo se arrugó molesto y su rictus se

oscureció.—¿Freya?—observóreceloso.

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55

Enlasprofundidadesdelatierra

—¡Joder!, ¿Hiram? —exclamó Gunnar con el rostro desencajado deasombro—. Hildur, ¿Eyra?, Ingrid, ¿Ragnhild?, y Yusuf, ¿Rashid? Nopuedesercierto.

—Silovuestroloes,¿porquélonuestro,no?GunnarfulminóaHiramconlamirada.Entrábamosenlafincapor

uncaminocolindantequebordeabalapropiedadhastalapartenorte.El Nissan traqueteaba sobre el agrario sendero, mientras Gunnar

digeríacondificultadtodalainformacióndequedisponía.—Y,¡porDiossanto!,¡¿SvenconIngrid?!—¿SeteocurreotramaneradequeIngridsepadeeseyacimiento?—

respondió Berg, aferrando con fuerza el volante mientras sorteaba losbaches.

Gunnarseguíamirándolocompletamenteaturdido.—¡Joder!,¿Hiram?—repitióincrédulo.—Sí,temibleulfhednar,fuiHiram,sóloque,estavez,elmaestrosoy

yo;nodeespadas,perosídepistolas.Abrelaguanteraysacamirevólverreglamentario y una linterna. Acabo de mandar la ubicación por GPS,esperoquenotardenmucholosrefuerzos.

—Desvíate a la izquierda—indicó Gunnar apremiante— y deja elcochejuntoalaempalizada.Elcobertizoestáunpocomásallá.

Salíamosdelvehículocuandomi teléfonomóvil comenzóavibrar.Losaquédelbolsillodelpantalón.EraElena.Descolgué.

—Llamé al hospital y me dijeron que ya no estabas allí; ¿dóndediablosestás?

—Nopuedocontartemuchomás,perocreemosqueIngridsellevóami hijo, y que lo tiene escondido en algún lugar de la finca. En estemomentovamosaexplorarelcobertizodepesca,yatellamaréencuantosepamosalgo.

—Vamoshaciaallí...

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—No...nohacefalta...Ycolgó.CerréelmóvilyseguíaGunnaryaBerg,queavanzabana

grandeszancadas,perocautos,haciaelcobertizo.—Yoentraréprimero—advirtióelinspector,quitandoelseguroasu

arma.Oímos elmurmullo deun riachuelo; la hojas crujíanbajonuestros

pies y la suave brisa mecía las ramas, frotándolas entre ellas en unapaciblesusurro.Elcobertizoaparecióanexoa lafaldadeunamontaña,destartaladoyruinoso.Lapuertadeentradacolgabadesusbisagrasenunángulotorcido,dejandoentreversupenumbrosointerior.

Bergempujólapuerta,que,apesardesucuidado,gruñóquejicosa.Era apenas un habitáculo rectangular, sin mobiliario; había maderosdesclavados en los laterales, por los que se colaba la naturaleza eimaginaba habitaban más seres del bosque. Miramos interrogantes aGunnar.

Avanzóhaciael fondoyretiróconlapuntadelpieunamalgamadomantodehojarasca,descubriendounrecortadoportalóndemaderaenelsuelo. Se inclinó, agarró la argolla oxidada que había en el centro delrecuadro y tiró con fuerza. Chirrió molesta, pero se entreabrió sindificultad.

Lo primero que seme vino a la cabeza fue la falta de oxígeno, elambienteopresivoylaoscuridad.Sóloimaginaramipequeñoenunlugarcomo aquél me apuñaló el corazón; me negué a pensar en otrasposibilidades.

Tras la compuerta, un agujero negro como el infierno. Bergencendiósulinternayenfocólaoquedad.

Habíaunaescaleradehierroancladaa laparedquedescendíaunosmetros,nomuchos.

—Bajaremos Gunnar y yo —decidió Berg—; espera aquí a losrefuerzos.

—Nihablar—repliquéobstinada—.Voyabajar.Gunnar asintió con gravedad. Berg nosmiró alternativamente y se

encogiódehombros.—Adelante,entonces.El inspector comenzó el descenso; tras él, Gunnar y yo. Mientras

bajabapeldañoapeldaño,mesentíextraña,comosienverdadentraraenotromundo,comosibajaraalosinfiernosparatraerdevueltaamihijo.

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Ycuantomásdescendía,másvibrabamipecho.Losentíacerca,ysupeenel acto que mi Khaled estaba en aquel horrible lugar con una mujertodavía más horrible, y el terror se aunó a la angustia más acuciante,tensandotodomicuerpo.

Llegamosauntúnelenunasoladirección.PosétrémulalamanoenelbrazodeGunnar.—Estáaquí—susurrénerviosa.SentíelenvaramientodeGunnar;mecogióconfuerzadelamanoy

la oprimió transmitiéndome seguridad; aunque el foco de la linternaproyectabaunabiertoconodeluzfrenteanosotros, laoscuridaderatanasfixiante y pesada que nos envolvía amenazante, como unmal augurioaleteandosobrenosotros.

Elambienteerarancio,húmedo,conuntoquemetálicoyacredeaireemponzoñado,quepicabaenlagargantayescocíalosojos.Sóloseoíannuestrospasosyungoteoincesanteyrítmicodetuberíasrotas.

Bergdesplazabalalinternahaciaamboslaterales,inspeccionandolasparedesderoca,que llorabanunahumedadoscuraformandocharcosenlabase.

Caminábamosensilencio,despacioyencompletatensión.Elhazde luzsedetuvoenunpuntoconcretodeunade lasparedes,

revelandounapuertametálicacorroídaporelóxido.Contuveelaliento.Bergseacercóaella,cogióelpomocon lamanoysacó lapistola

cargadadelacinturilladesupantalón,liberandoelseguro.Supequeseríadeltodoimposibleabrirlasinquechirriara,alertando

denuestraintromisión.Lagargantasemecerróyelpulsoatronóalocadoenmiinterior.

Trasunquejidoenelqueseestirólentamentetodalaangustiaquemeatenazaba,lapuertaseabrió.

Todo estaba oscuro. El haz de luz barrió una estancia que en otrotiempo había sido una especie de despacho. Sólo había una mesadesconchada,unarchivadordecrépito,unpardesillas,unpercheroyunavitrinavacíayempolvada.Además,unhachaancladaalapared;uncuadroquemostraba una fotografía en blanco y negro de un nutrido grupo demineros del siglo pasado, tiznados y sonrientes, y una lámpara desobremesacubiertaporelblancomantodeltiempo.

Motitasdepolvo flotaban suspendidas en la luz, como si enverdadhubiéramosatravesadounportaltemporal.

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Elfondodelcuartopermanecíanegro.Un detalle llamó poderosamente mi atención: una lámpara linterna

para cámping, que reconocí como nuestra, se hallaba en uno de losrincones.

No fui la únicaque reparó en ella.Gunnar intercambióunamiradaadmonitoriaconBerg;ambosasintieron.Gunnarcomenzóadesplazarsehacia el otro extremo de la habitación. Continuaban unidos por lacamaradería compartida en otros tiempos, interpretando con inusitadaclaridadunsimplegesto.

Yentonces,ungorjeosofocadomeaceleróelpulso.Bergdirigiólalinternahaciaelrincóndedondehabíaprovenidoelsonido,detrásdeungruesopuntalalfondodeldespacho.

—¡Entrégate, Ingrid, no tienes escapatoria! —exclamó Berg,apuntandosupistolahaciaaquelrincón.

—¡Sílatengo!—respondióunavozfemenina.Ingridsaliódesuescondrijoconmihijoenbrazos,envueltoenun

manto sucio y arrugado, y un cuchillo en una de sus manos—. ¡Vais adejarmesalirdeaquí...porque,siosacercáisamí,mataréalniño!

Sus almendrados ojos claros se clavaron enmí. En aquellamiradarezumantedeodioasomarontodaslasansiasdevenganzaquepalpitabanenella,unenconovisceralquerevelóconaterradoraclaridadalamujerqueseescondíatrasesecuerpo.

—Merobasteelamordemihombre,yamihijo—siseóconperfidia—;almenospudecobrarmeunapieza.

—No—murmuré—.Tumaldadtelosarrebató.De soslayo, atisbé cómo Gunnar avanzaba solapadamente para

cernirsesobreella.Debíaentretenerla.—Tú—continué—ereslaúnicaculpabledetudesdicha.Ingrid,conel rictuscrispadopor la iraymiradaenajenada,avanzó

cargando a mi hijo, que se removía bajo aquel manto, arrancándomelágrimasdealivio.

—Estaveznomeirésola—aseguróamenazante.—Entrega al niño y te prometo que te dejaremos salir de aquí—

intervino el inspector—. Puedes coger mi coche y largarte a dondequieras,no iremos trasde ti, tienesmipalabra,pero tienesquedecidirteantesdequelleguenmásefectivos;notardarán.

Ingridfijólamiradaenlaplacaquehabíaprendidaenlahebilladesu

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pantalónyformóunamuecadesdeñosaensufaz,negandoconlacabeza.—Lapalabradeunpoli...—mascullócondesprecio—.Voyasalirde

aquí—insistióavanzando—conelniño,esoesloquevoyahacer.En ese instante, Gunnar se abalanzó sobre ella. Ingrid sintió el

movimientoyretrocedióastuta,altiempoquealargabalamano,lanzandounataqueconelcuchilloquerasgólacamisablancadeGunnar,tiñéndoladesangre.Contuveelaliento.

—Unpasomásymato a tuhijo—amenazó, apoyando lapuntadelcuchilloenelmantoqueseagitabayaenvueltoenunirritadosollozo,quemepartióelalma.

Todosretrocedimosmientrasellaavanzabaconcautela,mirándonosconrecelo.

Llegóalapuertay,trasdirigirnosunasonrisaaviesa,laatravesóalacarrera.

Nosimpelimoshaciael túnelconintencióndeseguirla.El llantodeKhaled perdía intensidad, aunque reverberaba en aquellas paredes depiedra,clavándoseenmicorazón.

—¡La escalera!—adujo Gunnar; el tajo en su brazo no paraba desangrar—. Podemos detenerla en mitad del ascenso, le costará subirlasosteniendoelcuchillo.Esnuestraoportunidad.

Berg asintió y los tres corrimos por el túnel seguidos del eco denuestrospasosyelpesodenuestraansiedad.

Gunnar se adelantó con la desesperación pintada en el rostro; seprecipitóa laescaleracomounferozdepredadordandocazaasupresa.Ingridgruñíafuriosaacelerandosuascenso;roguéparamisadentrosquenocayera.Trasél,Bergyyo.

Oí un golpe sordo y un quejido sofocado; Berg se detuvo. Atisbéhacia arriba pero no pude averiguar lo que estaba pasando. Por fin,comenzó a ascender de nuevo. La agonía me ahogaba, y la saliva seagriabaenmibocaextendiendosuamargoramigarganta.

Cuandopor fin llegué al cobertizo, y salí trasBerg al exterior,meencontréconlamismaescenaqueenlasprofundidadesdelatierra.Ingridamenazando a Khaled frente a Gunnar. Desvió la atención sobre elinspector,fijandolamiradaenlapistolaqueempuñaba.

—Avanzadiezpasosydejalapistolaenelsuelo—ordenóella.Bergasintióyobedeciósindejardeclavarlosojosenella.Ingridseadelantóy lacogióconunamueca triunfaldibujadaensu

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rostro.—Y ahora,maldito gigante—se volvió haciaGunnar, apuntándolo

conelarma;mipechoseencogió—,nomequisisteentucama,yyonotequieroenelmundo.Sinembargo—entoncessedirigióamí,enfilandosuarmaenmidirección—,menoslaquieroaella.

El sonido del disparo viajó en el aire, mezclándose con losatronadores latidos de mi pecho, que reverberaban en mi cabeza en unpulsolentoypavoroso.

—Noooooooooo—bramóGunnar.De repente,unviolentoempellónme lanzóal suelo,ocupandootro

cuerpomilugaryrecibiendolabalaensupecho.A partir de ese instante los acontecimientos se precipitaron

abruptamente.Berg, aprovechando el desconcierto, corrió hacia ella y la derribó;

Khaled,envueltoensumanto,cayósobreel lechodelbosque.Aturdida,logré levantarmeyabalanzarme sobreel cuerpodemihijo, cogiéndoloen mis brazos y pegándolo a mi pecho. Tenía la carita roja ycongestionadade llorar, olía apañal sucioya lecheagria,peroparecíaestarbien.

MepuseenpieycorríhaciadondeGunnaratendíaaYusuf.Laheridaen su pecho extendía rápidamente un cerco de sangre que empapaba sucamisetadealgodón.

Algo intenso removiómi pecho. Rashid había tomado su elección:salvar lavidaqueenotravidapretendióquitar.Yasíquedarsualmaenpaz,purificarse, y redimirse.Dejé escaparunhondo sollozo cuandomearrodilléanteél.Gunnarnosmiróaambos,mequitóalniñoyseseparóunospasosconsemblanteconsternadoyafligido.

Yusufclavólamiradaenmíconemotivagravedad.Puselamanoensuheridayunamuecadedolordesfigurómirostro;elsuyo,encambio,eradetotalplacidez.

—Desde... nuestro encuentro... en el acantilado —comenzó a decirestremeciéndose—...supeque...tedebíaalgo,que...algotranscendentalmeunía a ti. Y era...—tosió una bocanada de sangre, pareció desvanecerseperologróabrirlosojosdenuevo—...devolvertelavida...queunaveztequité.Elamor...menubló,Freya;¿meperdonas?

Mesumergíensusojosymeinclinésobreél;laslágrimasrecorríanmirostro,abundantesyamargas.Besésuslabios.

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—Yalohabíahecho—murmuré—,buenRashid,yalohabíahecho.Yusufsonrióafectado,yextendióelbrazoofreciéndomelamano.La

cogíconlasmíasylallevéamimejilla.—Peroahora...porfin...estoyenpaz.Cerrólosojosymicorazónsangróporél.Ungritotrasdemímehizoapartarme.ElenaseprecipitósobreYusuf

sollozando desesperada, se abrazó al cuerpo del hombre que amaba ygritósupenaalviento,a losárbolesquenoscontemplaban,alcieloquenoscubríayalmundoenteroporarrebatárselotanimpunemente.

Gunnar se acercó amí, portando a nuestro hijo en un brazo, ymeestrechó contra su pecho, donde lloré desconsolada el resultado de undestinoqueimpartíajusticiaatravésinclusodelostiempos,dejandoquefueranlaspropiasalmaslasquedecidieransucamino.

Unactoborrabaotro,eraasídesencillo.Concadaaccióncometidaen una vida, se nos ofrecía la posibilidad de enmendarla o no en lasiguiente,cadacualelegíasegúnlapurezadesualma.Todosycadaunodenosotrosgozábamosdesegundasoportunidades,aunquesenecesitaranvarias vidas para darnos cuenta del sentido de cada acción, de laimportancia de nuestras decisiones, y del hecho a enmendar. Segundasoportunidades para alcanzar la felicidad vedada, para recuperar almasafines o simplemente para encontrar la paz. Pero cada vida tenía unsentido; tan sólo debíamos estar atentos a él... y, para ello, nada habíamejorqueescucharalcorazón.

Una sirena de policía llegó hasta nosotros; varios vehículos, entreellos una ambulancia, accedieron por el camino de entrada. Y entoncesmiréaBerg,quehabíaapresadoaIngridylateníacontraunárbol,conlasmanosretorcidasenlaespalda,laspiernasseparadasycabizbaja.

Elenallorabarotacuandodosenfermerosdeemergenciascolocaronel inerte cuerpo de Yusuf en una camilla para trasladarlo a la unidadmóvil.

—Ve con ella —sugirió Gunnar—, yo me haré cargo de Khaled;pareceestarbien.

Alcélamiradahaciaélyasentí.Melimpiólaslágrimasconelpulgardelamanoysesumergióenmisojos.

—Teamo,yahoraséquehoyesalunahabrilladotantocomoelsol.EsareferenciaamicomparaciónentreelamordeRashidyelsuyo

que hice siglos atrás evocó en mí imágenes de mi vida con Rashid.

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Recordésudulzura,sunoblezayentrega,sugentilezaycompromiso.Eseamor tan apasionado que me regaló y que el despecho mancilló,enajenando su mente. Un amor que se oscureció convirtiéndose enposesión,unalunaqueseopacóydesapareciódejandotrasellaunanocheoscurasinrecuerdos.Peroélhabíaconseguido,consusacrificio,volverabrillarconfuerza,limpiandosuserroresyrecuperandoellugarqueunavezhabíatenidoenmipasado,eldelprimeramor.

El verdadero me miraba con tan infinita dulzura que me puse depuntillasparabesarsuslabiosysonreírleentrelágrimas.

—Yyoséqueesesolnuncadejarádebrillar.—Nunca,amormío,jamás,porqueseapagaríamialma.Me besó derramando en mis labios un amor tan grande que mi

corazónsedistendióymialmasesolazó.FuijuntoaElena,laabracéymeintrodujeasuladoenlaambulancia.Partimosentresirenas,lágrimasyapremio.

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56

Recompensas

Khaledcumplíasuprimeraño.Caminaba vacilante persiguiendo a Thor y, cuando caía sentado y

nuestroperroloolisqueaba,estallabaencarcajadasquearrancabandelosquemirábamoslaescenaunaampliasonrisayunpellizcoalborozadoenelcorazón.

Eraunbebéhermoso;supeloonduladoydoradocaptabalosreflejosdel sol, reluciendo sobre su cabeza como si fuera un aura. Y sus ojosámbar, rasgados y chispeantes, tan peculiares que lo hacían único, lohacíanparecerunacriaturamágica.Untrocitodesol,unavaliosapiezadeoro,unentrañabletesororefulgentequeiluminabanuestrosdíasyhenchíadedichanuestroscorazones.

Suspiréagradecidaporcadadíaquedisfrutaba juntoaaquellosqueamaba,porcadadíaquemealejabadeaquellosdurosmomentospasados.

Ingridhabíaperdidoel juiciosiacaso lo tuvo,ypasaríael restodesusdíasrecluidaenunapenitenciaríapsiquiátrica.Ensumentesehabíanmezcladopasadoypresenteenunparoxismoemocionalycaótico,quelahabíaapartadoindefinidamentedelarealidad.

Atrásquedabaeldolor,elpasado,laangustia,lavenganza,lalucha.Aquel último día en que el destino encajaba su última pieza perdía suconsistenciadíaadía.

Y aún me maravillaba cómo había otorgado piadoso una últimaoportunidadaunalmaredimida.

Nuncaolvidaría haber presenciado aquelmilagrodentrode aquellaambulancia. Como tampoco olvidaría el dolor en el rostro de Elenacuando elmonitor quemedía la frecuencia cardíaca deYusuf emitió unalarmante pitido, anunciando una desoladora línea verde horizontal. Deigual forma, resultaría imposible olvidar cómo el personal médico seapresurabaareanimarlo,descubriendosupechoyadhiriendoasupiellosparches con electrodos del desfibrilador, y cómo en cada descarga el

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torsodeYusufseconvulsionabasinqueesamalditalíneamostraralamásmínimayalentadoraalteración.

Elmédicoacargorepitióelprocesosinéxitoalguno;sin rendirse,optó por la reanimación manual, insuflando aire en sus pulmones yacompasandoconlasmanoslapresiónrítmicaadecuada.Apesardetodossus esfuerzos, el monitor continuaba emitiendo aquel desesperanzadorpitidocrispante.Porúltimo,negóconlacabezamientrasElenaserasgabaenunalaridodesesperado,abrazándosealcuerpodeYusuf,sollozandosuagonía. No, jamás podría olvidar su tormento durante aquellosagonizantesmomentos...que,porfortuna,fueronbreves.

El momento en que el pitido trocó de continuado a intermitente yaquellainmóvilyplanalínealuminosaverdecomenzóaelevarseenpicoscadavezmásintensosyregularesfuetandesgarradoramenteemotivo,tanasombrosamentedichosoytanmágicoquetodoslosquelopresenciamospermanecimos del todo sobrecogidos unos instantes por aquel prodigiodel destino, según yo, y de la naturaleza humana, según los asistentesmédicos.

Y ahí, junto a mí, Elena, apoyada sobre el pecho de Yusuf, reíavibrantecadacarcajadademipequeño.Yusuf,recostadosobreelrugosotronco de un gran fresno, sonreíamientras pellizcaba con el tenedor latarta de frutos rojos que nos había preparadoRona para aquel picnic alairelibre.

Gunnar, de rodillas sobre el césped, alentaba a Khaled a que loalcanzara, retrocediendo cada vez que daba un paso hacia él. El solacariciaba su cabello castaño claro y chispeaba en sus rasgados ojos,acentuandoenaquellosprofundoslagosverdeslaligerezaqueotorgabalamássaboreadaplenitud.

Llevaba una camiseta blanca de algodón, de manga corta, queremarcaba cada subyugante ondulación de sus poderosos músculos, yunostejanosdesteñidosyrotosdelineabansusesbeltasyfornidaspiernas.Su melena indomable se desparramaba sobre sus hombros, salvaje ytentadora. Y en su semblante, arrobado y tierno, rezumaba un amor tanprofundoporaquelquecaminabainseguroperorisueñohaciaélquemeencogióelcorazón.

Partíotrotrozodetarta,ladispuseenunplatodecartónyselaofrecíaYusuf.

—Dejadepellizcarlatartaypideotraporción—increpésonriente.

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—Sí,mami—seburlósacándomelalengua.—Elena, todavía estás a tiempo de enseñarle modales —bromeé

forzandounmohínreprobador.—Tirélatoalla—respondióconsorna,poniendolosojosenblanco

—;almenosheconseguidollevarloalaltar.—Quémenos,despuésdetodoloquemecuidó.Elena loempujógruñéndole,Yusufsoltóunacarcajadasolazada, la

estrechóconfuerzaybesósucabeza.—Noteatrevasainsinuarquepagasteunadeuda,porquesinotejuro

que...Yusuflamirósonrientealosojos,cogiósumandíbulayacercólos

labiosalosdeella.—Loúnicoquemeatrevoahacercuandomemirasasíessuspirar.Elenaaleteólaspestañascoquetaysonriórelamida.—Esoestámejor—aprobócomplacida,arrugandograciosamentela

nariz.—Estaríamuchomejorsiestuviéramossolos—repusoélcontrasu

boca—.Quizáestanochepuedarepetirtelomuchoqueteamosinhablar.—Quizá, pero te haré pagar ese comentario —amenazó ella

sugerente.—Yatiemblo.Me puse en pie sonriente, respetando su intimidad, y paseé hacia

GunnaryKhaled,quejugabanconThorsobrelahierba.Medetuve,aspiréaquellaembriagadorabrisaestivalyalcéelrostro

haciaelsol,cerrandolosojos.Saboreésusuavetibiezaysonreífeliz.Sorprendentemente, quien había sido Yusuf en otro tiempo no

condicionólaamistadqueahoranosunía,niafectólaqueteníaconElena,otragraciaqueagradecer.AmbossehabíanquedadoavivirenTønsberg,como tanto temióGunnar en un principio, pero a quien ahora hacía tanfelizquecompartierannuestravida.Ynoeranlosúnicos.

Másallá,paseandodelamano,HilduryBergconversabancómplicescon miradas reveladoras y gestos arrebolados. Las risas de Hildurllegaban hasta nosotros, inflamándonos el corazón de júbilo. Quizá esepaseo acabara en un anuncio de boda, o el anillo que Berg llevabaescondido nunca saldría de su estuche. Por lo que pude comprobar, nocabía posibilidad de rechazo. En la expresión de Hildur rebosaba laadoraciónquesentíaporelcomedidoinspector.

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Al cabo, unos brazos rodearon mi cintura, una mano retiró mimelenaaunladoyunoslabiosbesaronlacurvademicuello.Meapoyécontraunpechoduroy cálido;mi sonrisa se amplió acompañadadeundeliciosoestremecimiento.

—Nocierreslosojos,nomedejessinluz—susurróenmioído.Losabríymevolvíensusbrazos.Susmanosrecorrieronmiespalda,

descendiendo hasta el nacimiento de mis nalgas; las detuvo ahítamborileandoconlosdedos.

—¿Dejarsinluzalsol?Nopodría.—Lo haces cada vez que te pierdo de vista—ronroneó contra mi

boca.—Esoseclipsestambiénmeafectan.—¿Acasonocumplomijuramento?—Cadadíaycadanoche.Yaquellaspalabrasmellevarondenuevoaaquelsnekkeenaltamar,

donde sellamos nuestro juramento. Confundida y asombrada, sostuveindagadorasumirada.

—¿Hastadóndellegantusrecuerdos?Gunnarsuspiróprofundamenteymeobservóconpreocupación.—Lorecuerdotodo—confesóconundejeculpable.Abrílosojosycompuseunamuecademudadayaturdida.—¿Por qué me dejaste creer que ambos habíamos muerto en

Skiringssal?—Porque no tiene ningún sentido que recuerdes tanto dolor. El

pasado nos unió, pero es el presente lo único que importa y no piensoconsentirquederramesmáslágrimasymenosporcosasquenopodemoscambiar. Estamos juntos, amor mío, y es lo único que importa. Hemosvencido a todo y a todos, y esta vida y cuanto poseemos es nuestrarecompensa.

Cogiómicabezaconlasmanosypaseólospulgarespormismejillasmientrasahondabaenmimirada.

—Nuestro amor traspasó la barrera del tiempo, y venció a losdemoniosdelpasado,nadamásimporta.

Besó mis labios con dulzura, ciñéndome a su pecho; su calor mearropó, y su suavidad acarició mi alma, como si unos gráciles dedospasearan delicadamente sobre un arpa, arrancando vibrantes yacariciadorasnotasqueflotaronpormiinteriorsubyugándome.

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Unavozestridenteyreprobadorallegóhastanosotrosevaporandolamagiadeunplumazo.

—¡Unperrocuidandodeunniño,ycuatroadultosolvidandoqueloson!

MiréendireccióndeElenayYusuf,quesesepararonde inmediato,bufando exasperados pero con una sonrisa traviesa jugueteando en suslabios.YaGunnar,quesacudíapaciente lacabezamientrasRonaseguíamascullado su desaprobación como si fuéramos cuatro adolescentesdescocados.

—¡Ymirad qué ejemplo le estáis dando al crío!—insistió ceñuda,cogiendoaKhaledensusbrazos.Leregalóalpequeñounasonrisatierna,paraacontinuaciónfulminarnosconsuescandalizadadesaprobación.

—¡Pordios,Rona,sólonosbesábamos!—defendióGunnar.—Yunacosallevaalaotray,desdequeesaespañolaseinstalóaquí,

eldecorosehaidoalcarajo.Elenaagrandósusalmendradosojosavellanaconfuriosaofensa.—Que ni siquiera seas una muerde almohadas frustrada —

contraatacó Elena airada—no te da derecho a reprender a las que sólousamos la almohada para dormir. Tendré que pedirle aYusuf que le déalgunosconsejosatuArne.

—MiArne no necesita clases de nada, descarada, pero una cosa esdisfrutarlasenlaintimidadyotraeshaceralardeenpúblico.

—¿Tantotemolestanotenerlavalentíadehacerlotú?Puesmira.Se abalanzó sobre Yusuf y le impuso un beso apasionado que lo

desarmó.Ronamiró al cielo y bufó ofuscada, agitando la cabeza con aguda

desaprobación.—Primerrounddeldía.Enhorabuena:España,uno;Noruega,cero—

mascullóGunnarporlobajo,intentandoocultarsudiversión.—No canto victoria —respondí entre dientes, estrangulando una

sonrisa—;quedamuchodíapordelante,yRonaseguroquenoperderálaocasióndemarcarsutanto.

Trasunresoplidoimpaciente,dirigióotramiradafulminanteaElena,queparecía enverdadhaberolvidadoque estaba siendoobservada, y semarchóconelniñoenbrazos.OlvidósuenfadoenlosarrumacosquelededicóaKhaled.

—¡Por Dios bendito, qué mujer! —exclamó Elena enojada—. Es

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agotadora.Llevamosunduelopermanentedesdequellegué.¿Quélehabréhechoyoaesacondenadavikinga?

—Leencantas—musitérisueña.—Losé.Y ambas estallamos en carcajadas que cascabelearon en el aire,

mezclándose con el trino de los pinzones y el murmullo del viento.Aquella melodía que flotó sobre nosotros y viajó con la brisa era elsonidodelafelicidadmásplena.Aquellaquetantonoshabíaesquivado,yque ahora, ya en nuestro poder, se mostraba radiante y diáfana, tandeslumbranteycautivadoraquetodoeldolorpasadocobrabasentidoantetamañarecompensa.

Sonreí,ungestoyahabitualenmí.Sonrió,ungestofrecuenteenél.Lomiré,memiró;nofuenecesarioexpresarenvozaltaloquenos

dijimos...«¡Tuya!»«¡Tuyo!»Lobesé,mebesó.

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Epílogo

Anochecía.A bordo del velero, recorríamos el fiordo disfrutando de un

majestuosoocaso.El sol besaba la línea del agua, derramando su oro en ella. En el

cielo, los cobres, rosados y púrpura se desdibujaban conformando unbellísimo lienzo donde se recortaban las altas montañas y se fundía elhorizonte.

Gunnar, al timón, resultaba más cautivador que el marco que lorecortaba.«Todounvikingo»,penséadmirada,tanhermosoyfierocomolastierrasquenosrodeaban.

Laproade la embarcación trazabaunaperfecta línea recta sobre laplácidasuperficiedelagua,deslizándoseconlánguidaeleganciaporaquelespejocalmo,queapenasseondulabacontraloscostados.

Meencaminéalapopa,aproximándomeamivikingo.Seapartódelarueda del timón, lo justo para ponerme frente a ella y dejarme quegobernara el velero. Se situó tras de mí, demasiado cerca para que miconcentración tuviera ocasión de centrarse en elmanejo y no en lo queaquelcondenadogigantedespertabaenmíconsólounroce.

Colocólasmanossobrelasmíasyapoyóelmentónenmicabeza.—Primeralección—informó—:evitarponerteunvaporosovestido

paraasistiraclases.Frotó su cadera contra mis nalgas. Dejé escapar un gemido

sorpresivoyunasonrisavanidosa,anteelrotundodeseoquemepresionócontralaruedademaderalustrada.

—¿Suspendemosentonceslaclase?—murmurémelosa.—Tedaréotraensulugar.Llevó las manos a mis caderas, ladeó la cabeza y besó mi cuello,

dándomeunsuavemordisco.Mecontoneécontraél.Gruñó.—Hassoltadoeltimón—recordé.—Puesagárralofuerte,ahoraestoyocupado.Susmanoscomenzaronaarrugarmivestido,ascendiéndolopormis

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piernas.Miestómagocosquilleóymispezonesseendurecieronenelacto.—Te recuerdo—gemí refregándomecontra sucuerpo—queno sé

gobernarunvelero.—Loestáshaciendo,nena.Esoyvolvermeloco.Cuandosentísusmanosacariciarlapieldemismuslos,dejéescapar

ungemido.—Gunnar...—jadeé.—Nosuelteseltimón,nena,yyonosoltaréelmío.Cuandoapartómiropainteriorysusdedossehundieronenmisexo,

húmedo y cálido, creí morir de placer. Me acarició mientras lamía micuello, aferrándome con firmeza la cadera, para inmovilizarme. Y esadulce indefensión me rindió, arrancándome un orgasmo tras otro.Temblorosaytodavíainflamadadedeseo,meliberóparavolvermehaciaél.

Extendió la mano para colocar el seguro del timón sin dejar demirarmeysonreírlujurioso.Sumiradameencendiólasangreyprendiómicuerposintocarlo.

—Y,ahora,voyadartelasegundalección,unaqueesperotardesenolvidar, aunque te aseguro que nome importará repetirla las veces queseannecesarias.

Secerniósobremiboca, frotandoconardorosoapremiosu lenguacon la mía, paladeando cada rincón de mi interior y derramando ungemidotrasotroenella.

Me arrastró a trompicones por la cubierta hasta que logramosdescenderalcamarotesinpodersepararnos.

Melanzósobrelacamaycomenzóadesnudarseconburdaurgencia.Suhosquedadacrecentómideseo.Medeshicedelvestidosiendodevoradapor su turbia y hambrienta mirada, que me hizo suya incluso antes deposeerme.Seabalanzósobremícomounaalimañafamélica,conrudezaydesesperación, con esa exigencia tan voraz y salvaje que sacudía cadafibrademiser.

Y a pesar de estar desbordado por su deseo, logró contenerlo paradedicarme caricias incendiarias y besos abrasadores. En su atormentadorictusmostróunanecesidadtanacuciantecomolamíadesentirlodentro.

—Gunnar...—supliquéanhelante.Y,antemiruego,serindióporcompleto.Mepenetróenunaprofunda

y ansiada embestida que me caló en el alma. Porque no sólo nuestros

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cuerpos se fundieron en uno solo. Nuestra alma y nuestro corazón sesellaron como mismas partes de un todo. El placer nos envolvió,alejándonos del mundo, elevándonos hasta alcanzar un clímax conjuntoquederritióhastanuestroshuesos.

Abrazadosyplenos,mirábamosporlaclaraboyauncieloestrellado,tanlímpidoyhermosocomoloquevibrabaennuestroscorazones.

—Meencantalanavegación—musité.Una risa sacudió su pecho;me arrebujé contra él, dejando que sus

dedosseenredaranenmicabello.—Yamí,serinstructor.Besésuhombro.Unainquietudquehabíaestadoaletargadaenmíafloróderepenteen

buscadeunarespuesta.—Necesitosaberalgo.Giró la cabeza haciamí, retirómimoso unmechón demi rostro y

aguardóexpectante.—¿Mereencontréconmimadre?Llenó sus pulmones de aire en una respiración profunda, y su

semblanteadquiriógravedadsumidoenlosrecuerdos.Porfinunasonrisaaligerómiansiedad.

—Sí,amormío,osreencontrasteis.Y,enefecto,noseparecíaati.—Peroerahermosa—argüínostálgica.—Loera,yunagranmujer.—¿Estabanmishermanosconella?—Sí, vivían con ella, con tu ama de cría, Flora, y ese gigante de

ébano.—Ahmed.Asintióquedo,yvolvióaquedarensilencio.—¿Fuimosfelices?—Vivimos nuestras aventuras, pero sí, lo fuimos, lo somos y lo

seremos.

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LolaP.NievanacióenAlbacete,estáfelizmentecasadaytienedoshijos.Estudió Administración de Empresas y trabajó como funcionaria delayuntamientodesuciudad.

ConsunovelaLostresnombresdelloboganóelICertamenLiterarioLeeryLeer2013yconsiguióelgalardónTresplumasalamejornovelahistórico-romántica.FuenombradamejorautorarevelaciónnacionalporlosPremiosRosaRomántica’sen2013,seleotorgóelPremio«Corasón»aléxitoconlaprimeranovelaenlasJornadasÁndalusRomántica(JAR)yfuefinalistaalPremioAura2015.

Algunasde sus aficiones son lahistoria, la lectura,pintar alóleoyescribir. Ya desde muy joven la necesidad de escribir y de liberar lamultituddehistoriasquesurgíandesucabezaeratanacuciantecomoladedevorar librosdegénerosdiversos.Noobstante, terminódeatraparla lanovelaromántica.

Sus autoras favoritas sonDianaGabaldon,MonicaMcCarty y JulieGarwood. También le fascinan las novelas deMatildeAsensi y su granmaestro,KenFollet.

Encontrarásmásinformacióndelaautoraysuobraen:<entremusas.wordpress.com>.

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Notas

*.Animal,TheIslandDefJamMusicGroup,interpretadaporNeonTrees.(N.delaE.)

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*.Onemorekiss,dear,WarnerMusicUKLtd.,interpretadaporVangelis.(N.delaE.)

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TraslashuellasdelloboLolaP.Nieva

Nosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270ysiguientesdelCódigoPenal)

DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.PuedecontactarconCEDROatravésdelawebwww.conlicencia.comoporteléfonoenel917021970/932720447

©delailustracióndelaportada,Marpan-Shutterstock©delafotografíadelaautora:Archivodelaautora

©LolaP.Nieva,2015

©EditorialPlaneta,S.A.,2015Av.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España)www.editorial.planeta.eswww.planetadelibros.com

Primeraediciónenlibroelectrónico(epub):octubrede2015

ISBN:978-84-08-14768-8(epub)

Conversiónalibroelectrónico:Newcomlab,S.L.L.www.newcomlab.com