TRABAJO FIN DE GRADO LA COMPETENCIA ESPIRITUAL…€¦ · El cultivo de la inteligencia...
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GRADO EN EDUCACIÓN PRIMARIA
CENTRO UNIVERSITARIO SAGRADA FAMILIA
ADSCRITO A LA UNIVERSIDAD DE JAÉN
[2015/2016]
TRABAJO FIN DE GRADO
LA COMPETENCIA ESPIRITUAL:
DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMPÁTICA
Alumno: Mª Luisa Pozas Navarrete
Tutor: José Luis Soto Soto
Fecha: Úbeda, 30 de Mayo de 2016
TRABAJO FIN DE GRADO Mª LUISA POZAS NAVARRETE
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1. ÍNDICE
Páginas 1. Índice------------------------------------------------------------------------------------ 2 2. Resumen de la revisión--------------------------------------------------------------- 3 3. Justificación de la revisión bibliográfica----------------------------------------- 3-4 4. Cronograma de actuación----------------------------------------------------------- 5 5. Informe de la revisión crítica-------------------------------------------------------
5.1. ¿Qué entendemos por inteligencia espiritual? ---------------------------- 5.1.1. El concepto de inteligencia--------------------------------------------- 5.1.2. La inteligencia espiritual------------------------------------------------
5.2. Espiritualidad y religión ------------------------------------------------------- 5.1.1. Concepto de religión----------------------------------------------------- 5.2.2. La espiritualidad ---------------------------------------------------------
5.3. Un nuevo paradigma educativo----------------------------------------------- 5.3.1. El paradigma espiritual------------------------------------------------- 5.3.2. El cultivo de la inteligencia espiritual--------------------------------
5.3.2.1. La práctica de la soledad-------------------------------------- 5.3.2.2. El gusto por el silencio----------------------------------------- 5.3.2.3. La contemplación----------------------------------------------- 5.3.2.4. El ejercicio de filosofar---------------------------------------- 5.3.2.5. Lo espiritual en el arte----------------------------------------- 5.3.2.6. El diálogo socrático--------------------------------------------- 5.3.2.7. El ejercicio físico------------------------------------------------ 5.3.2.8. El placer de "no hacer nada"-------------------------------- 5.3.2.9. La experiencia de la fragilidad------------------------------- 5.3.2.10. El deleite musical---------------------------------------------- 5.3.2.11. La práctica de la meditación--------------------------------- 5.3.2.12. El ejercicio de la solidaridad--------------------------------
5.4. Espiritualidad y autotrascendencia------------------------------------------ 5.5. Necesidad de educar en la competencia espiritual------------------------ 5.6. Cómo llevar la competencia espiritual a las aulas------------------------
5.6.1. Actividades para desarrollar la inteligencia espiritual------------
6-27 6-9 6-7 7-9
9-14 9-11 11-14 14-
14-16 16-20 16-17
17 17 17 17
17-18 18 18 18 19 19
19-20 20-21 21-23 23-25 25-27
6. Reflexión final------------------------------------------------------------------------- 27 7. Autoevaluación------------------------------------------------------------------------ 28 8. Referencia bibliográfica------------------------------------------------------------- 29-30 9. Anexos
9.1. Anexo I 9.2. Anexo II 9.3. Anexo III
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2. RESUMEN DE LA REVISIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo realizar una aproximación teórica al concepto
de inteligencia espiritual y cómo cultivarla adecuadamente. Para tal fin, el documento se
subdivide en diferentes apartados. El primero se centra en el concepto de espiritualidad por
multitud de autores relevantes. En el segundo se hace una diferenciación entre la
espiritualidad y la religión teniendo especial interés en remarcar el carácter no excluyente de
ambos términos, pues la espiritualidad es inherente al ser humano. En tercer apartado,
veremos cómo desarrollar adecuadamente la espiritualidad desde diferentes ámbitos. En el
cuarto, trataremos los términos espiritualidad y trascendencia, para continuar hablando sobre
la necesidad de cultivar dicha competencia tanto al nivel intrapersonal como interpersonal.
Para finalizar, analizaremos cómo trabajar y trasladar dicha competencia a las aulas de
Educación Primaria.
Palabras clave: inteligencia espiritual, religión, trascendencia, interpersonal,
intrapersonal, Educación integral y Educación Primaria.
Abstract: The present work is intended to realize a theory approximation to the
concept of the spiritual intelligence and how to cultivate it properly. For this purpose, the
document is subdivided into different paragraphs. The first focused on the concept of
spirituality by many relevant authors. In the second draws a distinction between the
spirituality and the religion, having special interest in emphasize the character non-exclusive
of both terms, because the spirituality is inherent to the human person. In the third point, we
will see how develop properly the spirituality from different fields. In the fourth, we will try
the terms of spirituality and transcendence, to continue talking about the necessity of
producing this competence both the intrapersonal level as the interpersonal level. For finally,
we will analyze how we can work and translate this competence to the classrooms of the
Primary Education.
Key words: spiritual intelligence, religion, transcendence, interpersonal,
intrapersonal, Education integral and Primary Education.
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3. JUSTIFICACIÓN DE LA REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
Este trabajo nace de una motivación personal puesto que en mi vida diaria percibo
gestos y situaciones que me gustaría cambiar y sé que desde la educación en el aula hay
mucho por hacer para cambiar la sociedad en la que vivimos. El mundo en el que nos ha
tocado vivir está deteriorándose poco a poco, cada día la sociedad en la que vivimos necesita
personas que cambien la forma en la que vemos las cosas. Debemos formar a una sociedad
competente a todos los niveles y para esto la educación tiene que contribuir al desarrollo de la
inteligencia espiritual. En definitiva, debemos contribuir a cultivar personas que sientan
compasión y empatía con lo que ocurre a su alrededor, que sean capaces de preocuparse por sí
mismos, por sus iguales y todo en los seres de este mundo. Destacaremos como la dimensión
espiritual nos permite conectar con el sufrimiento ajeno, independientemente de la raza o
religión a la que se pertenezcan, porque estamos capacitados innatamente para ello.
Llama especialmente la atención, la cantidad de autores contemporáneos que se
preocupan por la espiritualidad y de las consecuencias que puede tener no educar en esta
dimensión espiritual. En lo referente a la educación, es realmente sorprendente el hecho de
que no hay reconocido un espacio para desarrollar dicha competencia, pero sin embargo, dada
la importancia de ésta, podría trabajarse trasversalmente desde cualquier área de
conocimiento. Desde el contexto educativo actual, hemos de educar las distintas dimensiones
de la persona y el presente trabajo pretende presentar multitud de formas para llevar a cabo
dicha tarea; comenzando por el “yo interior” hacia los demás y para finalmente ser capaces de
dar respuesta a los grandes interrogantes trascendentales. El eje principal de este trabajo es la
competencia espiritual, el cual considero de vital importancia para llegar a conseguir una
futura generación empática.
A lo largo del trabajo, quedarán latentes las diferenciaciones de términos vinculados a
la espiritualidad, al igual que plasma el por qué y el cómo debemos cultivarla. Algo a tener
especialmente en cuenta, es el hecho de que la competencia espiritual no es exclusiva de
aquellas personas que se declaran creyentes, sino que es una capacidad innata en el ser
humano, que puede desarrollarse en mayor o menor medida al igual que el resto de
capacidades que la persona posee. Con esto quisiera referirme, a que cualquier persona puede
buscar el sentido último de su vida y plantearse diversos interrogantes en cada uno de los
ámbitos de su vida; por lo que, el carácter intrapersonal e interpersonal jugarán un papel
decisivo teniendo en cuenta los numerosos factores que influyen en el desarrollo humano
como pueden ser el ambiental, emocional, entre otros. Como docente, me parece fundamental
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trabajar para lograr una educación integral que les haga más competentes, compasivos,
comprometidos y conscientes de la realidad a la que nos enfrentamos; teniendo como fin
último, educar en valores, para la solidaridad y para la empatía.
4. CRONOGRAMA DE ACTUACIÓN
Actividades realizadas Fecha en la que tuvo lugar Agentes implicados
Selección del tema Septiembre/Octubre de 2015 Alumno Primera toma de contacto
con el tema Diciembre de 2015 Alumno y tutor de TFG
Primera reunión: Explicación del tema elegido
y primeras revisiones bibliográficas
Febrero de 2016 Alumno y tutor de TFG
Segunda reunión: Resolución de dudas y más
revisiones bibliográficas Febrero de 2016 Alumno y tutor de TFG
Tercera reunión: Resolución de dudas y más
revisiones bibliográficas Marzo de 2016 Alumno y tutor de TFG
Cuarta reunión: Resolución de dudas y más
revisiones bibliográficas Marzo de 2016 Alumno y tutor de TFG
Quinta reunión: Entrega del primer borrador
Abril de 2016 Alumno y tutor de TFG
Sexta reunión: Entrega del segundo borrador tras previa
corrección
Mayo de 2016 Alumno y tutor de TFG
Séptima reunión: Entrega de la versión
definitiva Mayo de 2016 Alumno y tutor de TFG
Defensa del TFG Junio 2016 Alumno
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5. INFORME DE LA REVISIÓN CRÍTICA 5.1. ¿Qué entendemos por inteligencia espiritual?
5.1.1. El concepto de Inteligencia
Desde que apareció la “teoría de las inteligencias múltiples” (Gardner, 1983), se
definió a la inteligencia como la capacidad que tiene todo ser humano de pensar, entender,
razonar, asimilar, transformar información y emplearla adecuadamente con un fin
determinado; así mismo, dicha teoría propuso un modelo que se oponía al paradigma clásico
que defendía una inteligencia única. De este modo, Gardner identificó siete tipos distintos de
inteligencia, tales como: la inteligencia lingüística, la lógico-matemática, espacial, musical,
corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Todos y cada uno de ellos,
tendrían un espacio reservado e interactuarían entre sí, rompiendo definitivamente el
paradigma clásico anterior.
Tras dicha teoría, además de ser conscientes de que estamos capacitados para
desarrollar diferentes planos de conocimientos y habilidades, descubrimos cómo podríamos
desarrollarlas y así poder solventar situaciones diversas en las que enfrentarnos en nuestro día
a día. Hay múltiples factores a tener en cuenta que puedan influir tanto positiva, como
negativamente en el desarrollo personal de cada individuo, y que determinarán el grado de
consecución de cada una de las capacidades y consecuentemente, de nuestra propia
inteligencia. Algunos de los factores que pueden ser influyentes son: los aspectos genéticos,
ambientales, experienciales y educacionales, entre otros. Cada una de dichas inteligencias
tienen su propio espacio pero son a su vez interdependientes, es decir, están integradas en un
conjunto y no son autosuficientes (Gardner, 1983).
Más tarde, en su libro “La Inteligencia reformulada: las inteligencias múltiples en el
siglo XXI”, Gardner (2007) defendió que al modelo anteriormente presentado, debían
incorporarse la inteligencia existencial, y como resultado de esta la inteligencia espiritual
actuaría conjuntamente con el coeficiente intelectual y la inteligencia emocional; tendrían que
actuar conjuntamente la inteligencia, las emociones y los sentimientos, siendo esta la forma
más adecuada de mejorar nuestra vida y la de los demás.
Cuando consideramos a alguien inteligente, por tanto, automáticamente pensamos en
que esa persona posee una serie de capacidades como pueden ser la lingüística, musical,
lógico-matemática, kinésica, etc.; además de dichas capacidades el ser humano a lo largo de
su evolución, ha conseguido lo que ningún otro animal de nuestro planeta, alcanzar: la
autoconciencia. Al hablar de autoconciencia, nos referimos a la capacidad mediante la cual
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una persona es capaz de distanciarse de sí misma y reflexionar sobre todo cuanto le rodea,
bien sea el mundo, nosotros mismos o nuestros semejantes, los valores que hemos escogido
como más propicios y esto hace que podamos indagar sobre aquellas cosas que
desconocemos, a superarnos a nosotros mismos y a buscar los misterios de la vida.
Después de que Gardner desarrollara la “Teoría de las inteligencias múltiples”
(Gardner, 1983), otros autores se refirieron el término “inteligencia espiritual” (Zohar y
Marshall, 1997). Más tarde, tratarían “El poder de la inteligencia espiritual en los negocios”
(Buzan, 2001); Noble se refirió a la inteligencia espiritual como una oportunidad innata del
ser humano que exige de su cultivo (Noble, 2001). Vaughan indicó como la inteligencia
espiritual guarda relación con la vida interior personal y la relación que guarda con el mundo
(Vaughan, 2002). Wigglesworth expuso como la inteligencia espiritual es una capacidad que
aporta sabiduría y es de la misma forma, compasiva (Wigglesworth, 2004-2008); y
finalmente, Singh se refirió a ella como la capacidad innata para reflexionar y comprender los
fenómenos espirituales (Singh, 2008).
5.1.2. La inteligencia espiritual
Como afirma Torralba (2010: 299): “la inteligencia espiritual lejos de ser una
capacidad que aísle al ser humano de su entorno natural y social, es un poder que, utilizado
correctamente consigue el efecto contrario: le hace más receptivo, más sensible, más
plenamente integrado en el entorno”. Así mismo, diversos autores como Zohar y Marshall,
explican como la inteligencia espiritual complementa a la inteligencia emocional y los
aspectos lógicos y racionales, capacitando a la persona para afrontar el sufrimiento y el dolor,
y para crear valores tales como el servicio y el respeto, en base a la habilidad de empatizar
con los demás para encontrar el significado y el sentido a nuestros actos (Zohar y Marshall,
1997).
Según diversos investigadores, las personas que cultivan dicha inteligencia son más
receptivas y comprometidas con la diversidad, tienen un gran interés al preguntarse el porqué
y el para qué de las cosas, buscan respuestas coherentes y, además, son capaces de afrontar las
adversidades de la vida (Salovey, 2007).
Las personas con una buena inteligencia espiritual, buscan el sentido al mundo en el
que viven y valoran sus acciones y las de los demás. La inteligencia espiritual permite a la
persona buscar el fin último de su existencia, siendo consciente de que forma parte de un
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mundo en el que sus actos tienen repercusiones y consecuencias y que por tanto, tiene deseos
de descubrir los misterios de la vida (Salovey y Mayer, 1997).
Entre otros autores, Buzan asegura que desarrollando este tipo de inteligencia
podremos relacionarnos más profundamente con nosotros mismos, todo aquello que nos rodea
y así, podemos desarrollar una actitud verdaderamente solidaria y aumentar nuestro propio
rendimiento (Buzan ,2001).
El término espiritual se ha referido habitualmente a lo que concierne al alma, aquello
opuesto al cuerpo; tradicionalmente al referirnos a espiritual lo planteamos como una forma
de huir de este mundo, pero sin embargo, lo corporal está unido al mundo terrenal. La vida
espiritual no forma parte de una vida paralela a la vida corporal, ambas están íntimamente
relacionadas entre sí. Por eso decimos que aquel que cultiva la espiritualidad, es capaz de
vivir más intensamente las sensaciones que percibe mediante los sentidos y emociones, las
experiencias por las que pasa a lo largo de su vida, y todo lo que tiene que ver con las
relaciones con los demás. Desde antaño, al hablar de “vida espiritual”, pensamos en cultivarla
desde la meditación, pero desde cualquier tipo de deporte se tiene la posibilidad de ejercitar
cuerpo y mente. El cultivo de la inteligencia espiritual pasa por la práctica del silencio, el
ejercicio físico y el deleite musical, entre muchas otras posibilidades.
Según afirma Viktor Frankl (1987), todo ser humano más allá de sus características
internas y externas, posee este tipo de inteligencia, a pesar de que puede hallarse en diferentes
grados de desarrollo y cada persona puede llegar a desarrollarla, o no; dependiendo de sí
mismo dicha decisión. Sea cual sea la determinación personal por la que se opte, cada persona
tiene la capacidad de integrarse en una realidad más amplia que la suya, con la sociedad en la
que vive y el mundo en el que se encuentra (Frankl, 1987).
Una persona espiritualmente sensible no se conforma con conocer los aspectos
superficiales de las cosas, sino que desea conocer más sobre el mundo que le rodea,
descubriendo poco a poco en los distintos niveles de conocimientos en base a las capacidades
intelectuales que posea; teniendo en cuenta todo aquello que no podemos descubrir a simple
vista, todo lo que la inteligencia espiritual es capaz de hacer visible a nuestros ojos.
La inteligencia espiritual nos faculta a plantearnos interrogantes existenciales y a vivir
experiencias más allá de las propias que nos pueden otorgar los sentidos.
Pero debemos tener en cuenta que la vida espiritual no es patrimonio exclusivo de las
personas religiosas, si tan solo pensáramos así estaríamos cayendo en un grave error, puesto
que todas las personas necesitan dar respuesta al sentido de su vida, a su propia búsqueda de
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la existencia; independientemente de cualquier raza, ideología, creencia o religión. En
nuestras sociedades se requiere del cultivo de dicha dimensión, pues el mundo en el que
vivimos está dominado por la velocidad, el funcionalismo, el economicismo y el capitalismo.
Por tanto, si deseamos que nuestra educación sea integral, hemos de integrar diversas
dimensiones como lo son la corporal, social y psicológica, y por supuesto, la dimensión
espiritual. En las situaciones en las que una persona se encuentra en el límite de la existencia
humana, como puede ser el caso de una enfermedad terminal, el fracaso, el dolor o la
proximidad de la muerte; estas necesidades florecen y es entonces, cuando las personas
buscan respuestas a su existencia. Pero tal y como explica Noble ,como todas las capacidades
humanas, la inteligencia espiritual es una capacidad latente que requiere de su cultivo y
necesita estimulación, vinculación e interacción con el resto de capacidades que el ser
humano posee, para así por medio de la educación, llegue a cultivarse y aprender a: tomar
distancia del mundo que nos rodea, dar sentido a nuestra propia existencia, valorar los actos
propios y ajenos, darse gratuitamente, derrotar actitudes sectarias sintiéndonos parte del todo
y poder escapar de esta sociedad dominada por el economicismo, el funcionalismo y la
velocidad (Noble, 2001/2001). Al contrario de lo que pudiéramos pensar, la inteligencia
espiritual no es exclusiva de aquellas personas que se declaran religiosas, sino que es
inherente al ser humano. King, afirma que la inteligencia espiritual nos hace más hábiles, en
cuatro actividades distintas tales como el pensamientos existencial y crítico, la contemplación
de la naturaleza, la realidad del universo, el espacio y el tiempo (King, 2007),.
En definitiva, a modo de resumen, podríamos decir que la competencia espiritual es de
cultivo estrictamente humano, y nos permite desarrollar nuestras habilidades innatas para
alcanzar nuestras aspiraciones íntimas y nos faculta para ser más empáticos, para
preguntarnos por el por qué y para qué, buscando respuestas para afrontar con firmeza las
adversidades de nuestras vidas.
5.2. Espiritualidad y religión
5.2.1. Concepto de religión
Hemos de tener claro el concepto de religión, puesto que para comprender de qué
hablamos hemos de entender de donde provienen los términos: "religión" en sí, data del latín
"religio", que en la antigüedad Cicerón derivaba del verbo "relegere", o más conocido como
"releer"; por tanto se consideraba a la religión como el conjunto de ceremonias, rituales y
actos sagrados cuyo éxito dependía directamente de la exactitud con que estos se llevaban a
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cabo, dependiendo de la finalidad que se perseguía. En griego no existe una palabra propia
para definir la religión, sino que lo más cercano es "eusebeia", que significa "piedad", y en los
libros bíblicos judíos lo que más se aproxima a la palabra religión es el término "fe".
Como fenómeno social, la religión no es algo que el individuo herede genéticamente,
sino que es transmitida y enseñada a través de la cultura. La religión cumple una función
socializadora, a través del bautismo, como puede ser en el cristianismo, tenemos acceso a una
comunidad mundial con la que nos identificamos. Pero la religión ha de ser enseñada, puede
ser malentendida e incluso puede no ser en sí religión. Es cierto que hasta el momento no se
conoce que hayan existido sociedades sin creencias religiosas, pero también han existido
personas escépticas, no creyentes en otras sociedades históricas. La religión ha acompañado al
hombre desde el principio de los tiempos, las civilizaciones han participado en actos
religiosos o rituales con diferentes finalidades: bien podía ser para obtener agua mediante la
“invocación del espíritu de la lluvia”, como para tener un buen día de caza, entre muchos
otros; lo cual significa que el sentido de pertenencia a un mundo en el que había un ser o seres
superiores está en nuestra historia.
Son numerosas las religiones conocidas y llegan a ser tantas, que nos resulta incluso
difícil explicar en qué consiste la religión y el hecho religioso, dependerá pues, de cada
religión. Volviendo al cristianismo, ha sido y es a día de hoy, la religión que ha conseguido
formar parte de las raíces de la cultura occidental, a pesar de ello nos resulta muy difícil
determinar el concepto de religión sin que aparezca de modo consciente o inconsciente el
modelo cristiano de un solo Dios y la Biblia como libro sagrado.
Durkheim defiende que no hay y no puede haber habido una sociedad sin religión.
Los diferentes sistemas simbólicos de la religión cumplen la función social de dar sentido a la
existencia individual y colectiva del ser humano, y de reforzar el sentimiento de solidaridad y
pertenencia social (Durkheim, 1975).
Algunos sociólogos como Nottingham o Velasco, opinan que la religión es lo que
capacita de sentido a la propia existencia humana. Por tanto, lo que consideran que tienen en
común la religión y la espiritualidad, es que ambas pueden ser métodos que pueden ser
malinterpretados a la hora de tener una relación con Dios. Entendido así entonces, la religión
sustituiría la sensación de vacío que en ocasiones daban los rituales con lo que se pretendía
fuera una relación con Dios; y la espiritualidad sustituiría a las conexiones que se establecen
con los demás seres y el mundo por la relación con Dios. Del mismo modo, la religión
podemos valorarla de forma que haya un Dios y de que, al existir, somos entonces
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responsables de nuestros actos ante Él; teniendo esto en cuenta, la figura de Dios sería de
alguna forma aceptar que como humanos nuestros actos pueden ser bien o mal valorados y
por ello, tenemos a un “Salvador” o ente superior que rige el orden de las cosas y que nos da
esperanza en un más allá y a una vida mejor después de la muerte.
5.2.2. La espiritualidad
La espiritualidad, en cambio, nos habla de cómo los seres humanos no somos solo
materia, sino que también estamos compuestos de alma y espíritu. Nos conecta con el mundo
en el que vivimos y nos hace conscientes no solo de nuestras necesidades, sino de las propias
del mundo, haciendo visible cómo nuestra huella en el puede cambiar el mundo que conozcan
las futuras generaciones. Hay un mundo espiritual a nuestro alrededor del cual debemos estar
conscientes. El verdadero valor de la espiritualidad es que apunta al hecho de que hay algo y
alguien tras este mundo físico, con quien podemos establecer contacto.
Tal y como explica Boff en su libro “Espiritualidad: Un camino de transformación”,
nos explica como a través de la espiritualidad es posible sentir más cerca a Dios, en las cosas
más pequeñas, sencillas y diarias como puede ser un amanecer o el crepúsculo. Para Boff,
Dios es un ente invisible, no se le puede ver porque es espíritu y es pero le podemos verle en
las buenas acciones y en numerosos momentos de nuestras vidas: en los momentos en los que
hay justicia, en la belleza de todo cuanto nos rodea, en la sonrisa de un niño y en la propia
felicidad que nos hace reafirmar que existe y está a nuestro lado. Además, “crea unos valores
por los que vale la pena que sacrifiquemos nuestro tiempo, nuestras energías y, en último
término, hasta la propia vida”, Boff (2002: 81).
La sociedad en la que vivimos no nos ofrece experiencias que nos llenen a nivel
espiritual, puesto la forma de suplir nuestros deseos de ser felices es a través de hábitos
consumistas, haciéndonos creer mediante campañas publicitarias que adquiriendo nuevos
productos seremos más felices. Pero la paz interior y la felicidad plena la encontramos en las
pequeñas cosas que hacen que nos relacionemos mejor con nosotros mismos, con los seres
que nos rodean y en el mundo en el que vivimos, para a través de todos ellos, encontrar el
camino hacia una verdadera espiritualidad. Tras haber diferenciado la espiritualidad de la
religión, conviene hacer especial hincapié en el hecho de que hay personas que viven la
espiritualidad sin adquirir un compromiso y sin atender a lo que podemos aprender de los
demás, entonces no puede considerarse espiritualidad. Del mismo modo, hay personas que
viven la espiritualidad sin religión puesto que la han cultivado y pueden llegar a ser
inteligentes espiritualmente; en cambio, hay religiones sin espiritualidad y espiritualidades
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que no tienen ni ética ni moral. Realmente, lo que debemos entender por espiritualidad es
aquella que hace que el ser humano se transforme desde sí mismo, desde el interior; al ser un
cambio desde el interior, es algo propio de cada persona y en ello intervienen las experiencias
de vida por las que la persona haya pasado, la cultura en la que haya crecido y se haya
desarrollado, la sociedad en la que esté inmerso, el núcleo familiar y sus condiciones de vida,
el momento histórico e incluso el político en el que le haya tocado vivir. Todas estas
circunstancias caracterizarán el cambio interior de cada persona, por eso he de destacar el
hecho de que la competencia espiritual se puede dar en diferentes grados de desarrollo.
Vivimos en un mundo en constante cambio, en el cual debemos adaptarnos a todo cuanto
sucede, lo que significa que no vivimos experiencias aisladas sino que estos hechos han de
hacer que sepamos adaptarnos a las circunstancias en base a la experiencia que poseamos.
Para aquellas personas que se declaren y consideren cristianas y católicas, adquirir y
cultivar la competencia espiritual debe ser una transformación desde lo más íntimo, desde el
corazón; debe ser un proceso que nos transforme para que a través de nosotros los cambios
sean notorios en la familia, la comunidad cristiana y la sociedad en general. De nada serviría
que se produjera un cambio si no somos capaces de transformar nuestro alrededor, creando así
un entorno transformador que nos haga sentir como una comunidad más global y empática.
Dentro de la religión católica, hemos de destacar la figura de “Jesús”, por su carácter
ejemplificador, dado que para los católicos ser espirituales y vivir la espiritualidad nos hace
seguir sus pasos; si vivimos como “Jesús” conseguiremos que la religión nos guíe hacia el
camino de la espiritualidad más íntima, la interioridad.
Realmente la espiritualidad bien entendida, es una experiencia propia de cada ser
humano y debemos desvincularla de dogmas o doctrinas; debemos tener en cuenta, que la
espiritualidad no es propiedad ni de las religiones, ni de una religión. La espiritualidad es
propiedad exclusiva del ser humano, lo que nos hace distintos a cualquier animal, al gozar de
capacidad lógica y reflexiva sobre los hechos y acontecimientos que ocurran y las
consecuencias y repercusiones que en nosotros provoquen. Desde la espiritualidad,
desarrollamos multitud de capacidades que están íntimamente relacionadas con la empatía, el
diálogo y la escucha activa, seremos capaces de acoger al prójimo, nos comunicaremos más
efectivamente con nuestro “yo interno” y con los demás y así nos transformaremos poco a
poco (Torralba, 2010).
Por tanto, la verdadera espiritualidad se basa en saber sacrificar el propio tiempo para
atender al otro; en saber atender al que nos necesita; en saber estar presente en los momentos
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más importantes; en saber decir estoy aquí, puedes contar conmigo”; y, por supuesto, en saber
entender el mundo de cada persona sin imponerle el nuestro. Entregarse a los demás sin pedir
nada a cambio es realmente practicar la espiritualidad.
La sociedad de consumo en la que vivimos se basa principalmente en apariencias, con
el culto al cuerpo; obsesionada con el estatus, el “tener más que ayer”, el “dominar todo
cuanto pueda” y el “poseer más de lo que necesito”; la sociedad de consumo actual no nos da
tregua para poder reflexionar, ya que para sus objetivos la reflexión es un impedimento, solo
quiere que actuemos acorde al consumismo en el que estamos inmersos. Comprar productos
que no necesitamos, pero simplemente comprar porque así es como debemos hacerlo. De
hecho, así es como lo hacemos a diario, es una nueva forma de hacernos sus propias
marionetas, dependemos de lo que nos quieran decir, e incluso nos “crean necesidades” que
antes no teníamos. Todo ello lo exige el sistema económico actual, en el que reina el
capitalismo y en el que una sociedad crítica solo sería un freno a la sociedad de consumo en la
que estamos inmersos, por eso la necesidad de educar y cultivar la interioridad, para escapar
de los intereses ajenos y ver por nosotros mismos que deseamos o necesitamos en cada
momento.
Otros de los grandes problemas a afrontar es la indiferencia religiosa que convive
junto con el ateísmo que deja cada vez más de lado a la fe y es así, como pierde poco a poco
la posición que tenía. El problema se deja ver cuando el desinterés se hace notar, algo que
hace aún más difícil para que se cultive la espiritualidad, si no hay un interés por descubrir
tampoco lo habrá por reencontrarnos con nosotros mismos.
Es por eso, que especialmente los jóvenes vivimos en una época de cambios en la que
sin unos referentes espirituales, el interés por la espiritualidad queda en el olvido; pero estos
cambios también hacen surgir nuevas culturas, nuevas formas de ver la vida y por tanto, ha
hecho surgir un nuevo tipo de espiritualidad.
Como consecuencia, debemos plantear la espiritualidad en base a la sociedad
cambiante en la que estamos inmersos, la espiritualidad ha de partir desde nuestro interior, de
nuestra propia experiencia para que así sea realmente significativa para cada individuo. Llama
especialmente mi atención el hecho de que las personas que se declaran religiosas no
cumplan, en ocasiones, el perfil de una persona espiritualmente inteligente y sin embargo,
personas que se declaren no religiosas, pueden estar espiritualmente muy desarrolladas lo que
quiere decir que no podemos vincular ambos términos. El vínculo que pueda existir entre
espiritualidad y religión es diferente para cada persona, esto viene a significar que no por ser
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religioso debes ser espiritualmente inteligente. Hemos de tener en cuenta que la religión bien
entendida, puede contribuir a desarrollar la competencia espiritual. Pero toda persona, siempre
que lo desee, puede cultivar dicha inteligencia y por tanto ser competente en ella.
5.3. Un nuevo paradigma educativo
El paradigma educativo en el que hoy día estamos inmersos es completamente
tradicional y no tiene en cuenta las necesidades “ no materiales” que en este momento se
precisan; en este paradigma materialista, no se educa para conocer y aprender desde la
funcionalidad, desde el acercamiento al prójimo, desde la escucha o una visión crítica de la
realidad. Esto hace que la educación que a día de hoy los niños, jóvenes y todas las personas
inmersas en el contexto educativo están siendo educadas sin tener en cuenta un aspecto
fundamental: la humanidad. El hecho de que este sistema educativo fije sus objetivos en base
a superar pruebas de conocimiento hace que la ética y la moral queden fuera de las metas a
alcanzar, este sistema realmente no tiene en cuenta las diversas necesidades o carencias
competenciales, ni siquiera las capacidades de cada alumno. Si algo llama especialmente mi
atención es el hecho de que el sistema educativo podría poner remedio a los grandes males
sociales que hoy día acechan a nuestra sociedad como la falta de interés, el abandono escolar,
el empobrecimiento, la violencia, la falta de empatía, entre muchos otros. Esto quiere decir
que en este sistema educativo no hay espacio para la espiritualidad, tan solo para cuestiones
estrictamente académicas olvidando la dimensión más personal, la que hace que no nos
integremos como sociedad global.
Pero los docentes también tenemos un papel muy importante en este sistema
educativo, pues si no estamos preparados para experimentar nuestra propia transformación o
en nosotros nunca hemos desarrollado la espiritualidad, será aún más difícil que los alumnos
sean capaces de cultivarla. Predicar con el ejemplo tal y como lo hizo Jesucristo, Buda,
Confucio, entre otros; hace que realmente los discentes aprendan más rápido de lo que ven y
de cómo actuamos que de lo que realmente oralmente deseamos transmitir. Cabe destacar,
como a día de hoy el sistema educativo vigente no contempla específicamente la formación
espiritual o la competencia espiritual, algo tan necesario y que se puede tratar de manera
trasversal queda relegado al olvido.
5.3.1. El paradigma espiritual
Tal y como defiende Torralba, todos los seres humanos gozan de un sentido espiritual
y de diferentes necesidades de orden espiritual, estas necesidades espirituales pueden llevarse
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a cabo dentro de las tradiciones religiosas o incluso fuera de ellas; lo realmente importante es
que cada persona analice el orden de dichas necesidades y trabaje en su cultivo en base a su
propia jerarquía. Este mismo autor, arroja luz sobre cómo el olvido de dichas necesidades
puede provocar en nosotros un empobrecimiento y de igual modo, nos explica cómo la
espiritualidad no está ligada con ninguna confesión o adscripción religiosa; algo que llama
especialmente nuestra atención, puesto que si anteriormente se hubiera prestado atención a las
necesidades espirituales, posiblemente no tendríamos una realidad en la que gran parte de las
aberraciones que se cometen en nuestro mundo son en nombre de Dios; por lo que, nos hace
reflexionar sobre qué grado de empatía o cómo de inteligentes espiritualmente realmente
somos. De igual modo, como educadores nos hace plantearnos que la espiritualidad responde
a las necesidades individuales y colectivas sociales, por lo que por ende, es un grave error
actuar en nombre de Dios, cuando realmente hablamos de intereses políticos, económicos e
individualistas de esta sociedad falta de humanidad y empatía.
Debemos tener en cuenta, que una condición indispensable es que la persona
espiritual se conmueva con lo que ocurra en el mundo, por eso el aislamiento no es la solución
si lo que deseamos es crecer en este sentido; los seres humanos desde nuestro nacimiento
vivimos en un entorno social, por ello resulta interesante cómo numerosos estudiosos como es
el caso de Rifkin (2010), nos habla de una civilización empática y nos hace ver cómo somos
seres naturalmente dotados de una capacidad natural de expresar nuestra solidaridad a través
de la expresión empática, porque esta muestro nuestro vínculo con los otros.
Actualmente, la sociedad se encuentra en un proceso de cambio y transformación
puesto que las necesidades “no materiales” han dado pie a que nos planteemos el sentido de la
felicidad por encima de la satisfacción momentánea de aquellas cosas materiales. Es lo que
comúnmente llamamos búsqueda de la felicidad y la paz tanto interior, como exterior.
Cultivar la inteligencia espiritual nos dotaría de asombro sobre aquellas cosas que
desconocemos, la facultad de valorar lo que poseemos y el verdadero valor de las cosas
puesto que en ocasiones, “no tenemos todo lo que queremos, pero realmente no nos falta
nada”; encontraríamos el sentido a multitud de las que nos preguntamos, seríamos conscientes
de la trascendentalidad o importancia de las consecuencias, el autoconocimiento teniendo en
cuenta nuestras propias limitaciones, el gozo estético por aquello que nos rodea, la búsqueda
de la sabiduría y el sentido del misterio, el sentido de pertenencia al “todo” y la superación de
la dualidad entre el cuerpo-mente.
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Conseguir todo lo anteriormente expuesto no es tarea fácil, por eso hemos de tener en
cuenta cómo el sistema educativo y en concreto la escuela es un “agente socializador y
transformador” y es desde este ámbito, desde el que se propone, se comience a desarrollar esta
competencia espiritual, de una manera trasversal desde todas las áreas.
5.3.2. El cultivo de la inteligencia espiritual
El cultivo de la inteligencia espiritual es un reto educativo que debemos afrontar si
queremos educar para la vida. Los grandes maestros de las más destacadas tradiciones
espirituales mostraron distintos métodos para cultivar la espiritualidad. Como el cuerpo, la
espiritualidad también requiere de un cultivo o ejercitación, hay diferentes formas de
desarrollar la espiritualidad entre las que se encuentran: la práctica de la soledad, el gusto por
el silencio, la contemplación estética, la práctica de la meditación, el diálogo socrático,
incluso el ejercicio físico, son formas de desarrollar la espiritualidad. Pero para llegar al
misterio de la fuente de la vida, hemos de comenzar desde el plano más superficial, aquellas
cosas que podemos ver y tocar; para reflexionar, pensar y actuar y así, trascender (Torralba,
2010). A continuación, presentamos cada una de ellas con sus rasgos más significativos:
5.3.2.1. La práctica de la soledad
Para cultivar la inteligencia espiritual es especialmente importante la práctica de la
soledad; separarse del mundo y refugiarse del mundo en el que vivimos, para disfrutar del
silencio y sumergirse en él para reencontrarnos con la exterioridad e interioridad. Una tarea
fundamental que deberíamos tener muy presente en las instituciones educativas es enseñar a
las generaciones más jóvenes a aprender y crecer en la soledad, porque es la fuente del
desarrollo de la vida espiritual. Existen dos formas de soledad: la buscada y la obligada. La
primera es intencional, la segunda es no intencional y la persona la sufre como algo impuesto
(Unamuno, 1967). Por eso afirma Torralba (1999:191), “En los momentos de soledad, de esa
soledad total que adviene tras la experiencia del desengaño de las cosas y su vacío se hace
sentir la realidad, o su ausencia, como proveniente de un foco primario, viviente”.
5.3.2.2. El gusto por el silencio
La experiencia del silencio interior es especialmente idónea para el cultivo de la
inteligencia espiritual. El desarrollo de la vida espiritual exige del silencio o la “vivencia del
desierto”. Cuando uno está en silencio consigo mismo, se asombra de la realidad. El silencio,
en las grandes tradiciones espirituales, juega un papel muy importante para la práctica de la
oración, de la meditación, del encuentro con Dios y con el mundo. En todas ellas se exige un
clima de silencio, porque se reconoce que éste es fundamental para el desarrollo de la vida
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espiritual. Cuando uno vive plenamente el silencio interior, descubre su verdadera identidad,
con todas sus complejidades, grandezas y debilidades ( Torralba, 2010).
5.3.2.3. La contemplación
La contemplación es una actividad que comienza por medio de sentidos, cuando
alguien contempla la realidad, se sorprende y se formula grandes cuestiones últimas.
Contemplar trasciende los sentidos, se observa una parcela de la realidad y la describe; al
contemplar la realidad, deja de sentirse como un espectador frente a un espectáculo. Esto es lo
que sucede cuando se contempla un cuadro, un paisaje, cuando uno se sumerge en una
melodía, etc. Toda contemplación exige tiempo, y la velocidad es el gran obstáculo del
mundo de hoy día. Exige paz interior, querer dejarse sorprender por la realidad. Al contemplar
la belleza que hay en la naturaleza, la inteligencia espiritual se activa para comprender el
misterio de la existencia (Torralba, 2010).
5.3.2.4. El ejercicio de filosofar
Filosofar es una forma de desarrollar la inteligencia espiritual, aunque no excluye el
desarrollo de otros tipos de inteligencia, como la intrapersonal y la lógico-matemática. Se
trata de una transformación integral que afecta a la existencia y se alcanza la consciencia de sí
mismo, la visión global del mundo, de la paz y la libertad interior (Torralba, 2010).
5.3.2.5. Lo espiritual en el arte
Cuando una persona profundiza en una obra de arte, se encuentra con una vida
espiritual que está oculta en la obra, bien puede ser en una pintura, la escultura, la
arquitectura; pero es lo que hace posible la obra, ya que cuando uno la contempla, la
interpreta, y adquiere vida propia y así se convierte en algo personal. Uno de los modos más
comunes de dar sentido a la vida, de otorgarle significado es a través de la creación o
producción de una obra en la que el autor deja un rastro en ella que puede “despertar”
sentimientos, emociones o evocar recuerdos en nosotros. El arte es el lenguaje que habla al
alma de las cosas que para ella significan lo cotidiano, y que sólo puede obtener en esta forma
(Frankl, 1987).
5.3.2.6. El diálogo socrático
El diálogo es un fenómeno que requiere del trabajo de la inteligencia lingüística,
emocional e interpersonal, pero también es un ejercicio espiritual ya que se da un tipo de
interacción donde interviene la inteligencia. Sólo la persona capaz de distanciarse de sí misma
y de la persona que nos habla, cultiva verdaderamente el diálogo. La respuesta a las preguntas
sobre el sentido de la vida, son respondidas a través del diálogo y es así como obtener
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respuesta. Por supuesto, no todos los diálogos adquieren dimensiones espirituales, pero
cuando se abordan cuestiones últimas, que afectan a la razón de existir, se convierte en un
mecanismo para crecer y así desarrollar su inteligencia espiritual (Torralba, 2010).
5.3.2.7. El ejercicio físico
Existe un paralelismo entre ejercicio físico y espiritualidad, del mismo modo que por
medio de la práctica de ejercicio físico los atletas entrenan su cuerpo para una nueva
apariencia y vigor, gracias a los ejercicios espirituales, uno proporciona esplendor a su ser,
modifica su paisaje interior y cambia su visión del mundo. Como ya sabemos, la practica
ejercicio físico de un modo continuado, ya sea de forma individual o colectiva, aprende a
dominar y a canalizar sus emociones negativas, a expresar y a comunicar sus emociones
positivas adecuadamente. El ejercicio físico además, reporta numerosos beneficios a niveles
corporales, en cuanto a lo que concierne a la salud de la persona, mejoramos la inteligencia
social, la comunicación y las relaciones con nuestros semejantes (Torralba, 2010).
5.3.2.8. El placer de “no hacer nada”
El propio ser humano, inmerso en el ritmo de vida de nuestros días se siente algo frágil
y se concibe como un ser de vida ilimitada. Por ello, se siente tentado a practicar el “no hacer
nada”, una práctica que también desarrolla la inteligencia espiritual. El placer de “no hacer
nada”, es la ocasión para buscarle sentido a las cosas. Cuando alguien se aparta de los
quehaceres habituales, experimenta el no saber cómo llenar el tiempo. Esta práctica es muy
frecuente y es la ocasión perfecta para cultivar la inteligencia espiritual (Torralba, 2010).
5.3.2.9. La experiencia de la fragilidad
La experiencia de la fragilidad es una forma de desarrollar la inteligencia espiritual. El
ser conscientes de que nuestra vida es algo finito, conocer lo relativo a la muerte y el
sufrimiento son experiencias que dan impulso a la inteligencia espiritual. Si nuestra vida no
tuviese límites ni dolores, ni a ningún ser humano se le hubiera ocurrido la idea de
preguntarse para qué existe el mundo y qué sentido tiene nuestra existencia, no tendríamos
consciencia sobre nuestra propia vida y el valor que esta posee. Madurar consiste en ser
consciente de la propia fragilidad de la vida, en ocasiones somos conscientes de ello puesto
que vivimos experiencias que nos hacen recordar que somos de alguna manera vulnerables.
La toma de consciencia no es un hecho inmediato, pues se produce a partir de la experiencia
personal de cada persona y así, poco a poco vamos siendo conscientes de lo que realmente
somos (Torralba, 2010).
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5.3.2.10. El deleite musical
Dentro la categoría de las artes creadas por el ser humano, la música posee un lugar
privilegiado a la hora de despertar en nosotros la inteligencia espiritual, a través de la música
expresamos deseos, temores, preocupaciones, sensaciones, emociones y aquellos sentimientos
que en ocasiones las palabras no pueden describir fielmente. La escucha de la música inunda
todos los niveles de nuestro ser estimulando la inteligencia intrapersonal y es un excelente
catalizador de la vida espiritual. Las grandes confesiones religiosas han cultivado la música
como medio ya este arte es un modo de acceder a lo más oculto de la persona, a través de la
inteligencia musical, se tiene el poder de expresar sensaciones y emociones como la alegría,
el dolor, la angustia, la calma y serenidad, la tristeza, la soledad o la vitalidad, entre muchas
otras. Cuando la música interviene nos sentimos unidos a el resto de personas que intervienen
ya que la música tiene el poder de transportarnos a otros mundos, de alejarnos de la realidad,
para catapultarnos a territorios desconocidos, fuera de nuestros habituales límites, dejando
atrás razas, colores y fronteras. Por todo lo anterior, la audición musical se considera un
ejercicio espiritual (Torralba, 2010).
5.3.2.11. La práctica de la meditación
Se conoce que ya desde la cultura griega, la meditación tenía valor para el crecimiento
espiritual personal. La meditación se ha entendido como un arte que ha sido desarrollado e
integrado en la práctica habitual de numerosas personas del mundo occidental y oriental. En
sí, la meditación es un proceso de reflexión que permite conocer en profundidad la esencia de
las cosas. La práctica de la meditación requiere el cultivo de la inteligencia espiritual, porque
sólo si uno toma distancia de sus emociones, deseos y expectativas puede liberarse de ellos.
Por ello, afirmamos que mediante la meditación se contribuye al cultivo de la inteligencia
espiritual (Torralba, 2010).
5.3.2.12. El ejercicio de la solidaridad
El cultivo la competencia espiritual favorece íntimamente la solidaridad, puesto que a
través de ella es posible una sociedad mejor, más digna y pacífica, siendo así como podemos
sentar las bases de la inteligencia espiritual. Cuando una persona es solidaria, ejerce dicha
práctica de un modo altruista y porque siente que aquello que lleva a cabo supone un bien
social que le une a los demás. Eso quiere decir que la solidaridad está íntimamente
relacionada con la empatía puesto que los sentimientos, emociones y el estado del prójimo
forma parte de sus propias preocupaciones. Es así como se forma una especial conexión con
nuestros semejantes que nos hace vivir experiencias donde podemos sentirnos involucrados
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sentimental y emocionalmente por medio de la generosidad, la compasión, la fraternidad,
entre muchas otras. La solidaridad requiere de un compromiso firme y está estrechamente
vinculada con la cooperación, ambos términos están en conexión con el espíritu
transformador de las personas espiritualmente inteligentes; a través de todo lo anterior,
podemos llegar a contribuir en la creación de un mundo más empático (Torralba, 2010).
(El cultivo de la inteligencia espiritual aporta numerosos beneficios y el no cultivarla,
puede provocar diferentes atrofias que quedarán especificadas en el Anexo II)
5.4. Espiritualidad y autotrascendencia
Cuando hablamos del término trascender nos referimos a “ir más allá”, consiste en no
conformarse con aquello que conocemos y cuando esto ocurre, nos invade el deseo de conocer
qué hay más allá de nuestros propios límites; pero el trascender, también nos indica que
tenemos una carencia, un desconocimiento sobre algo que nos preocupa. Podríamos solventar
estas carencias a través de la inteligencia espiritual, pues esta se ocupa de animar a la persona
a avanzar sobre terrenos desconocidos. El término trascender, tiene connotaciones religiosas,
pero más allá de dichas connotaciones debemos tener en cuenta que trascender no es algo
exclusivo de personas religiosas sino que todo ser humano que lo desee puede sobrepasar sus
propios límites.
Como resultado de ello, tal y como expone Torralba (2010: 101) “por
autotrascendencia entendemos la capacidad de expandir el yo más allá de los confines
comunes de las experiencias vitales y cotidianas, nos referimos a la capacidad de abrirse
nuevas perspectivas desde criterios distintos a la lógica racional”.
Por lo tanto, llegar hasta los límites conocidos no es simplemente por puro deseo de
explorarlos sino para superarnos a nosotros mismos; así, Frank (2001: 127) explica como “la
persona no se entiende a sí misma de otra manera que a partir de la trascendencia”.
La inteligencia espiritual en este sentido de lo trascendental nos impulsa a buscar más
allá de la superficialidad, es dinámica y expande nuestros horizontes de conocimiento; de
hecho, el ser humano es “insaciable” en cuanto a sabiduría y conocimiento por lo que, tan
solo la pereza puede llevarnos a abandonar la causa de descubrir nuevos aprendizajes. Uno de
los grandes puntos a tener en cuenta es que cuanto más trascienda una persona, más
consciente será de que ocupa un lugar en el espacio y el tiempo. El desarrollo de lo espiritual,
hace que se tenga interés por investigar acerca del resto de formas de inteligencia, el asombro
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y el gusto por preguntarse por nuestra existencia es el motor que hace que la vida espiritual
tenga sentido (Torralba, 2010).
5.5 Necesidad de educar en la competencia espiritual
Educar y cultivar la competencia espiritual se hace cada día más indispensable no sólo
a nivel personal, sino teniendo en cuenta la sociedad en la que estamos inmersos y el mundo
en el que hoy día vivimos; además, reporta números os beneficios tales como: la riqueza
interior a través de la creatividad, la profundidad de nuestros pensamientos, una conciencia
crítica y autocrítica, la calidad en las relaciones con nuestros semejantes, una adecuada
autodeterminación, encontrar el sentido a los límites, obtener el conocimiento de las
posibilidades reales, la transparencia y el equilibrio interior, la capacidad de sacrificio y la
vivencia plena del “ ahora”. Al igual, que encontramos numerosos beneficios, la ausencia de
dicha competencia puede llegar a desvirtuarse en numerosas vías tales como: el sectarismo,
fanatismo, gregarismo, banalidad, consumismo, vacío existencial, aburrimiento, autoengaño,
el gusto por lo vulgar, intolerancia, narcisismo y la parálisis vital (Torralba, 2010).
Para dar respuesta a la necesidad de cultivar dicha competencia, hemos de hacer
hincapié especialmente en compromiso con respecto a la transformación social.
Una persona espiritualmente competente, es sensible y perceptiva, capaz de captar los
problemas, de padecer con las injusticias y de gozar de la belleza de las cosas que le rodean.
Para alcanzar la inteligencia espiritual, es necesario estimular todas las inteligencias y
capacidades que posea la persona; de modo que la educación sea integral y de carácter
evolutivo, siempre teniendo presente que sin curiosidad, inquietud, imaginación y percepción
no hay motivación alguna.
La necesidad de formar personas competentes espiritualmente radica de la urgencia
por obtener personas que experimenten, identifiquen y desarrollen experiencias de asombro y
misterio; de cambio interior que les lleven a un cambio exterior, hacia el mundo en el que
viven y la sociedad en la que se encuentran inmersos. Todo ello, para dar respuesta al vacío
que a día de hoy se apodera de una sociedad consumista, egoísta y en la que la empatía ha
perdido su verdadero significado; según explica Rifkin en su libro “La civilización empática”,
tras numerosos estudios en el campo de la Psicología del desarrollo y la Neurociencia se
descubrió cómo los humanos somos capaces de sentir lo que los demás sienten, al igual que
estamos hechos para sentir afecto, apego y tenemos la necesidad de socializar (Rifkin, 2010).
Eso quiere decir que sentimos las cosas de los demás como propias, lo que vulgarmente
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llamamos empatía; esto hace que tengamos un sentido de arraigo o pertenencia a un grupo,
bien sea por religión, por afinidad de ideología o intereses en común. Cuando hablamos de
tener dicho sentimiento de pertenencia a un grupo, si lo tratamos desde la religión, quiere
decir que nos identificamos no solo con aquellas personas que nos rodean, sino con aquellas
que forman parte de dicha comunidad y con ello sentimos que tenemos una identidad
definida.
Un claro ejemplo de ello, son las muestras de empatía, afecto y solidaridad que se han
hecho públicas, por ejemplo, tras un desastre natural o ante un ataque terrorista. Desde
cualquier punto del mundo, no se han hecho esperar numerosas reacciones, una angustia
colectiva que nos muestra como la sociedad es naturalmente empática y por tanto, el cultivo
de la inteligencia espiritual debe rebasar las fronteras entre las distintas congregaciones
religiosas, formando así una “comunidad extendida” que asegure un futuro mejor para las
generaciones venideras. Por todo lo anterior, considero necesario tener claro qué tipo de
educación es la que propicia la transformación social que necesitamos y es en este punto,
cuando la filosofía ignaciana nos presenta la mejor de las opciones, una sociedad competente,
consciente, compasiva y comprometida.
La inteligencia espiritual, nos aporta además felicidad y paz puesto que las personas
espiritualmente inteligentes son capaces de captar los problemas, injusticias y sufrimientos de
otros y así, contribuyen para transformar el mundo en que viven; la transformación del mundo
pasa por una sociedad comprometida. Para ello, la educación ha de reforzar la capacidad de
pensar y reflexionar para no dejarse vencer por los obstáculos que puedan presentarse en el
camino. Resulta necesario dejar de vivir con los otros, para comenzar a vivir con y por los
otros, precisamente a esto lo llamamos consciencia social y es completamente imprescindible
para llegar a ser espiritualmente inteligente (Torralba, 2010).
Para crear un mundo mejor hemos de transformar la sociedad que en él convive, el
respeto por cualquier forma de vida que habite en el por pequeña que sea es la clave del
respeto por lo que nos rodea, esto no lo da el sentido de pertenencia al Todo (Torralba, 2010).
El principal objetivo de la educación espiritual es vivir la interioridad hacia la
exterioridad para hallar la felicidad y la trascendencia, nos permite educar integralmente, es
apto para creyentes y no creyentes por lo cual no se trata de una educación excluyente; nos
capacita para contemplar y admirar aquellas cosas que nos rodean, para indagar en las grandes
preguntas, constituye un sistema de valores y creencias y nos hace más empáticos con el
mundo y todo lo que en él habita.
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Activar la inteligencia espiritual afecta a todos los planos del ser humano, de lo
privado a lo público: la vida interior de la persona por medio de sus pensamientos, creencias y
deseos y la vida exterior, con sus acciones, obras y estilo de vida.
5.6. Cómo llevar la competencia espiritual a las aulas
La Inteligencia Espiritual comienza a desarrollarse al trabajar las diferentes
competencias de la Inteligencia Intrapersonal (conocimiento, aprecio y comprensión de uno
mismo) pasando por la Inteligencia Interpersonal (conocimiento, aprecio y comprensión de
los demás) hasta llegar al conocimiento, aprecio y comprensión de todas las demás formas de
vida y del propio universo.
Educar la interioridad es un proceso de desvelamiento que forma parte del desarrollo
integral de la persona. Educar en la interioridad es acompañar al niño, joven, o adulto a
descubrir su mundo más íntimo; es ayudarle a que descubra los contextos de su vida y hacerse
sensible a los valores, a las preguntas sobre el sentido de la vida, a poner nombre a aquello
que experimenta, aceptando con sencillez las propias capacidades y limitaciones. Pero
debemos tener en cuenta que nunca debemos confundir el cultivo de la inteligencia espiritual
con las enseñanzas de fe, puesto que iniciarse en la fe supone un compromiso a la hora de
formar parte de una comunidad estrictamente religiosa en la que se practican diferentes ritos o
celebraciones propias de dicha confesión religiosa (Torralba, 2010).
La pregunta del ser humano por ese “Ser” que está por encima de nosotros y de todo lo que
conocemos pertenece a la esencia del hombre. De la misma forma, tampoco debemos
confundir la espiritualidad con la religiosidad, puesto que esta última se basa en el
reconocimiento de un “ser superior”, (Torralba, 2010).
La interioridad es experiencia que se contagia, toda persona implicada en el proceso
educativo de los niños y jóvenes puede incidir en el trabajo de la interioridad desde diferentes
ámbitos. Todo el claustro es agente de la educación de la interioridad, no son “cosas de los de
pastoral”. El educador acompaña el crecimiento del niño o del joven, ayuda a sacar lo que hay
dentro: sugiriendo, apoyando, animando, orientando, estimulando, insinuando; favoreciendo
que los alumnos recorran un camino personal, siguiendo su propio ritmo y descubriendo su
propia identidad. Para hacer este acompañamiento de búsqueda, el educador necesita
igualmente volver la mirada hacia su interior y hacer la experiencia. Todo el que vive,
transmite.
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Las materias curriculares inciden en todas las competencias básicas desarrolladas en la
escuela, la competencia espiritual es una gran oportunidad para educar la interioridad desde
los diferentes ámbitos y áreas de la escuela. Hay momentos en que el educador puede
provocar situaciones mediante de las cuales desarrollar las capacidades idóneas para la
educación de la interioridad. Por otra parte, el educador ha de estar abierto a las oportunidades
que le ofrece el día a día con los niños y jóvenes. En la realidad escolar se dan diferentes
momentos para educar la interioridad, momentos curriculares y momentos especiales. Por
tanto, los ámbitos de intervención son tan variados como: espacios concretos y específicos de
trabajo de interioridad, asignaturas, diversas actividades de pastoral, trabajo con las familias,
etc. Es importante no confundirlo ni con la iniciación en la fe, con prácticas o celebraciones
religiosas, ni tampoco con la trasmisión de un saber, sino como un conjunto de actividades
que susciten y despierten el sentir espiritual, gracias al cual la persona descubre el tesoro que
lleva dentro y aprende a vivir para los otros.
Puesto que la competencia espiritual puede cultivarse desde la transversalidad, antes
de hacer una precisa intervención con el alumnado deberíamos cuestionarnos cuántos de los
siguientes puntos de los cuatro principales bloques que conforman la inteligencia espiritual
han adquirido previamente, para así descubrir qué aspectos son más adecuados a tratar con
primacía.
INTERIORIDAD ADMIRACIÓN Y CONTEMPLACIÓN
VALORES Y CREENCIAS
ASPECTOS AFECTIVOS
¿Auto-conoce sus
propios sentimientos y emociones?
¿Se conmueve con la realidad (admiración,
asombro, etc.)?
¿Valora
positivamente la
multirreligiosidad?
¿Siente empatía y
compasión?
¿Explora mediante diversos métodos la
interioridad (relajación, silencio, meditación, etc.)?
¿Genera preguntas que le inspiran a
superarse en cuanto a sabiduría y
conocimiento de las cosas?
¿Desarrolla valores y creencias personales?
¿Utiliza adecuadamente y
expresa sus sentimientos y
emociones?
¿Auto-narra su trayectoria de vida?
¿Es capaz de ver la belleza en cuanto le
rodea?
¿Busca el sentido a lo ocurrido?
¿Tiene un sentido de pertenencia a una
comunidad?
¿Se plantea preguntas sobre la
vida?
¿Identifica experiencias que
hayan cambiado su forma de ver la vida?
¿Valora positivamente la
multiculturalidad?
¿Se compromete con la realidad del
mundo en el que vivimos?
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Teniendo en cuenta todo lo anterior, desde los centros escolares podría llevarse a cabo
por diferentes vías:
MATERIAS PASTORAL FAMILIAS
Valores como: respeto,
compasión, solidaridad,
justicia, etc.
Experiencias de interioridad
Jornadas informativas sobre
de qué trata, su importancia,
la necesidad y los riesgos de
no cultivar la espiritualidad
Experiencias breves Contemplación de la realidad
Jornadas sobre cómo llegar a
ser espiritualmente
inteligente
Actividades que favorezcan
la concentración
Sensibilización a través de
campañas sociales
Jornadas sobre cómo cultivar
la espiritualidad desde el
hogar
El valor del silencio Jornadas de encuentro Jornadas compartidas con sus
respectivos hijos El valor del esfuerzo Jornadas solidarias
Gusto por el descubrimiento Ejercicios de reflexión y avance personal
Hemos de puntualizar, el hecho de que dentro de estos tres bloques, la pastoral no sólo
puede favorecer el cultivo de la inteligencia espiritual, sino que de igual manera propone
numerosas actividades de índole religiosa católica con el fin de que la comunidad religiosa
pueda tener acceso a ellas. Esto quiere decir que lo anteriormente nombrado, sería una de las
dos esferas en las que la pastoral apuesta por la educación.
5.6.1. Actividades para desarrollar la inteligencia espiritual
Teniendo en cuenta todo lo anterior, a continuación se plantearán diversas actividades
que se dividirán en tres grupos diferenciados como son: sentir, actuar y pensar. A pesar de que
algunas actividades puedan encajar en los tres grupos, los clasificamos acorde al grupo hacia
el que mostraban mayor inclinación.
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SENTIR ACTUAR PENSAR
Elaborar relatos en los que se
hable explícitamente de una
trayectoria de vida, de forma
oral o escrita.
Desarrollar adecuadamente la
compasión, justicia, empatía,
etc.; mediante “role-playing”,
debates o dinámicas de
grupo.
Relacionar creencias personales con
las de otros grupos o culturas
mediante relatos, cuentos, dibujos.
Expresar adecuadamente
emociones y sentimientos a
través de la danza, la música, la
creatividad, la literatura, la
expresión corporal, etc.
Expresar responsabilidad y
cuidado del medio natural
que nos rodea.
Concienciación a través de asistencia
a jornadas solidarias.
Juegos de identificación de
emociones, dinámicas clown,
etc.
Prácticas de relajación y
silencio.
Participación o cooperación con
diferentes asociaciones de diferentes
índoles
Plasmar y expresar sentimientos
de admiración en base a la
contemplación mediante
dibujos, relatos, cuentos, etc.
Prácticas de contemplación
guiadas.
Relacionar sus creencias con las de
otras opciones religiosas:
experiencias vivenciales
Elaboración de reflexiones
personales donde se plasmen
los aspectos más significativos:
cuentos, poemas, dibujos,
expresión corporal,
teatralizaciones, etc.
Visualización de películas,
fragmentos de series,
documentales; con una
reflexión tras su proyección.
Análisis históricos de los estilos de
vida y consecuencias sobre la
historia: cambios en diferentes
ámbitos en mapas del mundo,
esquemas, tablas de contenidos, etc.
Autoconocimiento personal
mediante el análisis de defectos
y virtudes en tablas,
redacciones, etc.
Desarrollo de la creatividad y
el pensamiento divergente en
base a múltiples actividades
ligadas a las artes.
Realización de encuestas sobre los
interrogantes que preocupen al
alumnado, tanto en perfiles de
iguales como en personas de
diferentes edades y vivencias.
Aprovechar los momentos o
experiencias de frustración para
crecer y valorar los aspectos
positivos.
Ejercicios guiados sobre
filosofar y el diálogo
socrático.
Valorar lo valioso y sagrado de cada
cultura y confesión religiosa en base
al conocimiento de cada una de ellas
mediante investigaciones.
TRABAJO FIN DE GRADO Mª LUISA POZAS NAVARRETE
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La competencia espiritual puede desarrollarse de forma transversal, lo que hace que su
integración sea muy versátil y bajo ningún concepto resulta excluyente a ningún perfil de
discente. Por ello, estas actividades son solo una muestra de tanto como nos queda por hacer
por la transformación social.
6. REFLEXIÓN FINAL Tras la realización de este trabajo, en primer lugar, he sido realmente consciente de lo
necesario y urgente que resulta a día de hoy la educación basada en la espiritualidad. En una
sociedad cambiante, hemos de dejar a un lado el paradigma economicista arcaico en el que
estábamos inmersos, para evolucionar hacia una civilización empática que deje de “vivir con
los demás para vivir por y para los demás”; este cambio puede poner fin a la denigrante
situación por la que el mundo está pasando.
En segundo lugar, a pesar de que la competencia espiritual no está integrada dentro de
la legislación educativa actual, hemos visto como trabajarla desde la transversalidad es
posible e incluso, probable que a día de hoy la cultivemos en ocasiones inconscientemente en
los centros escolares. Al tratarse de una necesidad innata del ser humano, considero de vital
importancia ofrecer la espiritualidad para así gozar de una educación verdaderamente integral.
En tercer lugar, hemos de tener en cuenta que la competencia espiritual responde a las
multitud de necesidades entre las que se encuentran las necesidades integradoras,
multicuturales y mutirreligiosas de la sociedad actual, por lo que toda persona que lo desee,
sean cuales sean sus características, podrá formarse siempre y cuando tenga voluntad para
ello.
Por último , considero de vital importancia que los docentes estemos preparados para
asumir el reto que supone en primer lugar cultivar y desarrollar, para más tarde incentivar,
guiar y acompañar a los discentes, padres y madres y toda persona que lo desee, en el arduo
camino de la competencia espiritual o empática. El estudio de diferentes referentes
espirituales, es de vital importancia porque siendo el caso de los creyentes pertenecientes a la
comunidad religiosa católica, Jesús, fue, a día de hoy es y será un referente para vivir de
acuerdo a su ejemplo; el carácter ejemplificador es la clave de una enseñanza significativa.
TRABAJO FIN DE GRADO Mª LUISA POZAS NAVARRETE
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7. AUTOEVALUACIÓN A pesar de que la realización del Trabajo Fin de Grado ha tenido sus altos y bajos,
personalmente en base a la dificultad que presentaba para mí este trabajo, puedo decir que he
alcanzado un reto que veía lejano. He aprendido infinidad de cosas en su elaboración: desde citar y referenciar
adecuamente, a ordenar por orden de importancia datos referentes a diferentes autores, a
contrastar información y a correlacionar datos de diferentes medios, diferentes términos
relativos a la espiritualidad que conocía superficialmente y a día de hoy, considero que
deberíamos recibir formación formal sobre este tema en concreto, antes de llegar a la realidad
educativa de las aulas.
Realmente, algo que me ha mantenido muy preocupada hasta el final de su
elaboración ha sido el tiempo establecido de entrega; en ocasiones, resultaba completamente
imposible coordinar el trabajo llevado a cabo en el centro escolar durante mi periodo de
Practicum II, la elaboración del proyecto de Practicum II y dos lenguas extranjeras diferentes.
Me hubiera gustado dedicarle aún más tiempo, haber tenido más reuniones con mi tutor (a
pesar de que se ha ofrecido hasta la saciedad) y concretamente, haberlo disfrutado mucho
más. Por supuesto, me hubiera gustado haber podido profundizar más en este tema y haberlo
llevado a la práctica en un centro escolar; pero tras plantear adecuadamente el trabajo,
lamentablemente no hubo tiempo suficiente para realizar un trabajo de Innovación Educativa.
A día de hoy, estoy satisfecha con el resultado y me gustaría que con el tiempo, se elaborara
en base a estos conocimientos, un adecuado plan de integración de la competencia espiritual
en las aulas.
Por último, he de hacer una especial mención a mi tutor, D. José Luis Soto Soto,
puesto que ha sabido aportar sus conomientos, su experiencia, dedicación e incluso ha sabido
darme un empujón cuando más lo necesitaba. Es evidente que sin él nada de esto hubiera sido
posible y realmente, no tengo palabras para agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
Simplemente puedo decir, gracias.
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8. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA Artacho, R. (2009). Enseñar competencias sobre la religion. [Bilbao]: Desclée de Brouwer.
Bailón, L. (2012): "Sociología de la religionestomemismo de Durkheim", en Contribuciones a
las Ciencias Sociales. Revisado por última vez el día 19 de Mayo de 2016 de:
www.eumed.net/rev/cccss/18/
Benavente, E. (2000). Espiritualidad y educación social. Editorial UOC.
Boff, L.( 2002) Espiritualidad: Un camino de transformación (Sal Terrae).
Buzan, T. (2001). EL poder de la inteligencia espiritual. London: Thorsons.
Carpena, A. (2016). La empatia es posible. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Claremi, C. and Brasó, E. (2012). ¿La sociedad empatica como futuro ideal?.[Madrid]:
Vicepresidencia, Consejería de Cultura y Deporte y Portavocía del Gobierno.
Cicero, M. and Escobar, A. (1999). Sobre la naturaleza de los Dioses. Madrid: Gredos.
Durkheim, E. and Pickering, W. (1975). Durkheim y religión.. London: Routledge & K. Paul.
Frankl, V. (1984).Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder.
Frankl, V. (1987). El hombre doliente: Fundamentos antropológicos de la psicoterapia.
Barcelona: Herder.
Frankl, V. (1992), La presencia ignorada de Dios. São Leopoldo/ Sinodal; Petrópolis/ Vozes.
Gardner, H. (1993). Inteligencias múltiples. New York, NY: Basic Books.
Gardner, H. (2001). La inteligencia reformulada. Barcelona: Paidós.
García-Varo, M. Una mirada sobre la educación: ¿La competencia espiritual?, Padres y
Maestros [ revista digital] Diciembre 2012, Nº 348.[ última fecha de consulta: 23 de
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http://revistas.upcomillas.es/index.php/padresymaestros/article/view/590/487]
Goleman, D., González Raga, D. and Mora, F. (2009). Inteligencia emocional. Barcelona:
Kairós.
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González, P. (2008). Reflexiones en torno a la competencia espiritual. Madrid: Escuelas
Católicas.
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Editorial Lumen.
Nottingham, E. (1964). Religión y sociedad. New York.
Pavez, J. (2000). Identidad, amor y trascendencia. RIL editores.
Piera, M. (2012). Educar en el silencio y en la interioridad. Madrid: CCS.
Rifkin, J. (2010), La civilización empática: La carrera hacia una conciencia global en un
mundo en crisis. Editorial Paidós. Grupo Planeta.
Salas, A. Competencia espiritual y enseñanza de la religión, Padres y Maestros [revista digital]
Diciembre, 2012; nº348. [Última fecha de consulta: 23 de Mayo de 2016 en
https://revistas.upcomillas.es/index.php/padresymaestros/article/view/589/3030]
Torralba, F. (1999), El silencio, un reto educativo, PPC, Madrid.
Torralba, F. (2010). Inteligencia espiritual. Barcelona: Plataforma Editorial.
Vallejo, V. Coaching: Una oportunidad para el desarrollo de la competencia espiritual, Padres
y Maestros [revista digital] Diciembre ,2012; nº 348. [Última fecha de consulta: 23 de
Mayo de 2016 en
https://revistas.upcomillas.es/index.php/padresymaestros/article/view/587/485]
Vázquez Borau, J. (2010). La inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado. Bilbao:
Desclée de Brouwer.
Wigglesworth, C. and Krohm-Linke, T. (2014). Inteligencia espiritual. Reinbek: Rowohlt
Taschenbuch.
Zohar, D., Marshall, I. and Covián, M. (2001). Inteligencia espiritual. Barcelona: Plaza &
Janés.
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9. ANEXOS
9.1. Anexo I
Fichas de lectura
Las siguientes fichas de lectura corresponden a las obras de primer orden de consulta,
por lo que el resto de las referencias bibliográficas descritas anteriormente han sido utilizadas
de forma más puntual.
TÍTULO Inteligencia espiritual AUTOR/ES Francesc Torralba Roselló
RESUMEN
La inteligencia espiritual es una modalidad de inteligencia que es necesario cultivar, a lo largo de esta obra se perfilan los diferentes tipos de inteligencias, se da respuesta a qué es en concreto la inteligencia espiritual, los beneficios y cómo cultivar dicha inteligencia para huir de las atrofias que supone no desarrollarla; finalmente, trata de identificar cómo cambiaría el mundo actual si fuéramos más inteligentes espiritualmente.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Inteligencia Espiritualidad Trascendencia Transformación social Empatía Pacificación Educación Espiritualidad laica Intrapersonal Interpersonal Necesidades espirituales
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Torralba, F. (2010). Inteligencia espiritual. Barcelona: Plataforma Editorial.
TÍTULO La civilización empática: La carrera hacia una conciencia global en el mundo de crisis
AUTOR/ES Jeremy Rifkin
RESUMEN
La civilización empática se ve desarrollada desde la historia de las civilizaciones desde un análisis de la evolución empática de la raza humana y cómo la empatía puede determinar el destino de la humanidad, teniendo en cuenta diversos aspectos desde nuestra niñez, nuestros comportamientos y cómo la cultura y el momento histórico han contribuído a diversos cambios.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Empatía y civilización Conciencia en un mundo existencialista Empatía global Empatía vs. Entropía Consumo Planeta Supervivencia Replanteamientos de estándares de vida “Homo empathicus”
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Rifkin, J. (2010), La civilización empática: La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis. Editorial Paidós. Grupo Planeta.
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TÍTULO El silencio, un reto educativo AUTOR/ES Francesc Torralba Roselló
RESUMEN
Desde la infancia, estamos educando a los niños y jóvenes en el silencio mientras que les hacemos más hábiles en diversas herramientas del lenguaje, in embargo, mediante el silencio la persona es capaz de profundizar en los mensajes que recibe y en los misterios que le rodean, es capaz de analizar y conocer a los demás, etc. Los beneficios del silencio van más allá de lo imaginable, es uno de los pilares fundamentales para cultivar la competencia espiritual.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Silencio Pedagogía Educación Espriritualidad Misterio Evolución Experiencia de silencio Contemplación a través del silencio Aprender en silencio Aprender con el silencio Reflexión
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Torralba, F. (1999), El silencio, un reto educativo, PPC, Madrid.
TÍTULO Ante el vacío existencial AUTOR/ES Viktor E. Frankl
RESUMEN
Esta obra trata de cómo el hombre ante una situación en la que hay una deficiencia en cuanto al tema existencial, se enfrenta a la frustración y moviliza su voluntad para salir a buscar nuestro destino y enfrentarnos a las adversidades que se nos puedan plantear.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Sufrimiento da vida al sentido Frustración existencial Voluntad Búsqueda del sentido Desesperanza Cambio
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Frankl, V. (1984).Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder.
TÍTULO El hombre doliente: Fundamentos antropológicos de la psicoterapia AUTOR/ES Viktor E. Frankl
RESUMEN
Esta obra defiende cómo el hombre busca ser feliz, esta felicidad sin embargo se encuentra en las respuestas que somos capaces de darle a las grandes preguntas sobre el misterio de la vida.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Búsqueda del sentido Cuerpo-alma Espíritu Mortalidad Análisis existencial
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Frankl, V. (1987). El hombre doliente: Fundamentos antropológicos de la psicoterapia. Barcelona: Herder.
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TÍTULO El poder de la inteligencia espiritual: 10 formas de despertar tu genio espiritual AUTOR/ES Tony Buzan
RESUMEN
Esta obra plantea desde diversos planos cómo desarrollar la inteligencia espiritual para descubrir los grandes misterios de nuestro lugar en el mundo y qué habrá más allá de la muerte, además de ofrecer multitud de técnicas para cultivarla adecuadamente.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Desarrollar inteligencia espiritual Reflexión Sociedad Individual Mapas mentales Relacionarse con los semejantes Compasión Sentido del humor para cultivar la espiritualidad
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Buzan, T. (2001). El poder de la inteligencia espiritual. London: Thorsons.
TÍTULO Espiritualidad: Un camino de transformación AUTOR/ES Leonardo Boff
RESUMEN
Esta obra nos plantea diversas cuestiones acerca de cuál es nuestro lugar y por qué hemos venido a este mundo, pasando por cuestiones más trascendentales como qué habrá tras él; tratando el tema de la espiritualidad y haciendo una especial distinción entre espiritualidad y religión.
ASPECTOS DE
INTERÉS
Espiritualidad Religión Destino Dogmas Ritos Felicidad Cualidades del ser humano
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Boff, L. (2002) Espiritualidad: Un camino de transformación (Sal Terrae).
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9.2. Anexo II
La tabla a continuación presentada se corresponde a los beneficios y atrofias teniendo
en cuenta si se ha dado o no el cultivo de la inteligencia espiritual, habiendo sido
adecuadamente nombradas las diferentes categorías de crecimiento espiritual como son: la
práctica asidua de la soledad, el gusto por el silencio, la contemplación de la naturaleza y la
belleza que nuestro alrededor contiene, el ejercicio de filosofar, lo espiritual en el arte, el
diálogo socrático, el ejercicio físico, el placer de “no hacer nada”, la experiencia y conciencia
de la fragilidad de la vida humana, el deleite musical, la práctica de la meditación y el
ejercicio de la solidaridad (Torralba, 2010).
BENEFICIOS DEL CULTIVO DE LA
INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ATROFIAS PROVOCADAS POR NO
CULTIVAR LA INT. ESPIRITUAL
CREATIVIDAD SECTARISMO
MIRADA REFLEXIVA AL MUNDO FANATISMO
CAPACIDAD CRÍTICA GREGARISMO
CALIDAD EN LAS RELACIONES BANALIDAD
AUTODETERMINACIÓN CONSUMISMO
SENTIDO DE LOS LÍMITES VACÍO EXISTENCIAL
CONOCIMIENTO DE POSIBILIDADES ABURRIMIENTO
RECEPTIVIDAD AUTOENGAÑO
EQUILIBRIO INTERIOR GUSTO POR LO VULGAR
VIDA COMO UN PROYECTO INTOLERANCIA
CAPACIDAD DE SACRIFICIO NARCISISMO
VIDA PLENA DEL AHORA PARÁLISIS VITAL
*Torralba, F. (2010). Inteligencia espiritual. Barcelona: Plataforma Editorial.