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Trabajo Fin de Grado en Ciencia Política y de la Administración Línea de trabajo: La Transición española y otros procesos de democratización La primera transición democrática en Mauritania Curso académico: 2016/2017 Autor: Jaime Gallardo Pérez Profesora responsable: Paloma Aguilar Fernández Centro Asociado: São Paulo (Brasil)

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Trabajo Fin de Grado en  

Ciencia Política y de la Administración  

 

   

Línea de trabajo: La Transición española y otros procesos de democratización     

La primera transición democrática en Mauritania      

 Curso académico: 2016/2017

 Autor: Jaime Gallardo Pérez

 Profesora responsable: Paloma Aguilar Fernández

 Centro Asociado: São Paulo (Brasil)

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Índice

1. Introducción 3 1.1. Introducción histórica 3 1.2. Una introducción a la transición de 2005 a 2008 7

2. Marco Teórico 8 2.1. Metodología 8

2.1.1. Fuentes primarias 8 2.1.2. Fuentes secundarias 9

2.2. Teoría sobre transiciones 9 2.3. El neopatrimonialismo 13 2.4. Estudios de caso 15 2.5. Objetivo 15

3. La transición. Descripción de las variables causales 16 3.1. Estatalidad 16

3.1.1. Rasgos neopatrimonialistas 19 3.2. Tipo de régimen que precedió a la transición democrática: la larga dictadura de Ould Taya. 19

3.2.1. Rasgos neopatrimonialistas 20 3.3. Base de liderazgo del régimen anterior: ¿quién ejercía el liderazgo antes del golpe de Estado de 2005? 20

3.3.1. Rasgos neopatrimonialistas 21 3.4. ¿Quién inicia la transición democrática?: cuándo y cómo se produce golpe de 2005. 22

3.4.1. Rasgos neopatrimonialistas 23 3.5. Influencias internacionales: el papel de Mauritania a nivel internacional 23

3.5.1. Rasgos neopatrimonialistas 26 3.6. La situación económica del país 27

3.6.1. Rasgos neopatrimonialistas 28 3.7. Entorno en el que se promulga la nueva Constitución 28

3.7.1. Rasgos neopatrimonialistas 30 4. Conclusiones 31

4.1. Comparando sociedades 35 5. Bibliografía 36 Declaración jurada 41

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1. Introducción

Se realiza aquí una descripción de la historia reciente de Mauritania, desde la época de la colonización hasta el golpe de estado del verano de 2015.

A continuación se describe, en un breve repaso, el período de transición desde el golpe de estado que lo inicia hasta el golpe de estado de 2008, que acaba con él.

1.1. Introducción histórica

La transición de Mauritania hacia la independencia de Francia no fue fácil. En 1902 Mau-ritania había sido integrada en el departamento francés del África Occidental Francesa (AOF) y se regía por un sistema piramidal, centrado en el gobernador general, que ocupa-ba la cúspide de la burocracia administrativa de un área equivalente a un país.

Esta organización administrativa consistía en un vicegobernador para cada territorio de la AOF, el comandante de un círculo1 y los jefes de las subdivisiones, cantones y aldeas. La figura clave en el sistema era el comandante de cada círculo, habitualmente de origen eu-ropeo, que solía ser el más cercano a la población indígena en sus funciones de recauda-ción de impuestos, supervisión de proyectos de obras, mantenimiento de la paz y la segu-ridad, y realización de los actos administrativos.

La importancia del papel de los jefes tradicionales Maure2 en la administración colonial era la diferencia más significativa entre Mauritania y los demás territorios del AOF. Su función tendrá más impacto, como élites gobernantes, al continuar con este papel de diri-gentes tras el proceso de descolonización.

El dominio francés era más tenue y nominal en esta parte del AOF que en otros lugares, puesto que, en una especie de simbiosis, los jefes Maure conservaban su poder y el pue-blo conservaba sus costumbres. El centro administrativo colonial no estaba situado ni si-quiera en territorio mauritano, sino en San Luis, en el territorio vecino del Senegal y pró-ximo a las fronteras de Mauritania.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y con la llegada de la IV República Francesa, Mauritania elige el primer diputado que le representará en la Asamblea Nacional France-sa. Por medio de la ley francesa Acta de Reforma de Ultramar de 19563, se abre el proce-so de creación de la autonomía mauritana, que se constituye en 1958 y que será el paso previo para que el 28 de noviembre de 1960 acceda a su plena independencia (Mariñas Otero, 1971:86). Entre la autonomía y la independencia, Mauritania se dota de su primera Constitución, diseñando un sistema presidencial y monocameral.

Hasta la proclamación de la IV República Francesa, los mauritanos no tenían ningún tipo de forma de representación en la Asamblea Nacional, dependiendo de la asociación con                                                             1 Una subdivisión administrativa colonial. 2 Conocidos también como Moros. A lo largo de este documento se utilizará la ortografía francófona para la transcripción de los nombres árabes, al constituirse el francés en lengua vehicular del país. 3 También conocida como Loi Cadre. Esta Ley otorgó un grado muy importante de autonomía interna en los territorios de ultramar. Instauró el sufragio universal y la eliminación del sistema electoral de doble univer-sidad, lo que promovió la creación de consejos de distrito y de representación local, así como una gran am-pliación de los poderes de las asambleas territoriales. Cada territorio podría formular sus propias políticas nacionales, aunque continuaran dependiendo de Francia para las decisiones relativas a los asuntos exteriores, defensa, educación superior, y de ayuda económica. 

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Senegal para poder ser representados. Con la reforma de la Constitución francesa y la asignación de un diputado, Mauritania elige su primer representante en la persona de Horma Ould Babana4.

Ould Babana representaba el proyecto independentista que defendía los intereses antico-loniales y pro-árabes. El otro proyecto, promovido por la administración colonial y por los jefes Maure, constituido fundamentalmente por jóvenes moderados formados en Fran-cia, se concretizó en la denominada Unión Progresista Mauritana (UPM).

Desde 1946 a 1960, fecha de la independencia, Mauritania se caracteriza por la prolifera-ción de partidos políticos con una base étnica. Horma Ould Babana comprueba el empuje de la UPM al obtener progresivamente la confianza de los jefes espirituales y tribales y se decide a crear el grupo denominado “Entente Mauritana” (EM)5.

La UPM ya estaba encabezada entonces por Mokhtar Ould Daddah, que será uno de los mayores valedores de la lucha por la independencia. No obstante lo anterior, la UPM mantenía una buena relación con la dirección colonial, por lo que su lucha por la indepen-dencia se planteaba desde dentro de la estructura política existente.

Como contrapunto a esta visión colaboracionista, nace un partido denominado Asocia-ción de Jóvenes Mauritanos (AJM), de clara tendencia socialista y nacionalista, muy in-fluido por los planteamientos panarabistas de Gamar Abdel Nasser6.

Surge aquí un enfrentamiento entre los dos grandes polos políticos del país, los cercanos a las élites coloniales y los partidarios de una ruptura con dichas élites, en un momento muy delicado en el que confluyen tensiones internas y externas en la conformación de la inde-pendencia del país.

Junto a estos dos grandes bloques, la comunidad mauritana de los negroafricanos se sen-tía vulnerable frente al poder que tenían los maure, por lo que en 1957 esta etnia se orga-niza en torno al denominado Bloque Democrático del Gogol y a la Unión de los origina-rios de Mauritania del Sur, germen de lo que será la Unión Nacional Mauritana (UNM).

En todo este proceso de canalización de posiciones encontradas jugará un papel muy im-portante el que finalmente será el primer presidente de la República, Mokhtar Ould Dad-dah (Mariñas Otero, 1971:88).

Mauritania tuvo grandes dificultades para consolidarse como país, hasta tal punto que durante mucho tiempo no fue reconocido como tal por gran cantidad de países vecinos.

                                                            4 La Conferencia de Brazzaville de 1944 fue el comienzo de un gran cambio político y social que iba a llevar en menos de diecisiete años a Mauritania y a los Estados de África francesa a la independencia. En la Decla-ración de Brazzaville se establecía, entre otras cosas, que los ciudadanos de las colonias francesas comparti-rían los mismos derechos que los nacidos en Francia y tendrían derecho a elegir a los representantes del parlamento francés, que se establecerían asambleas electivas semiautónomas en cada colonia, pero que el imperio francés permanecería unido. 5 L´Entante Mauritanienne se disolverá tras su fracaso en las elecciones de 1951 y será el germen del Partido del Reagrupamiento Mauritano (PRM), algunos años más tarde. 6 El egipcio Gamal Abdel Nasser aparece como la principal cabeza visible del panarabismo, que era un plan-teamiento político basado en el nacionalismo árabe asentado en la gran mayoría de los países del Magreb y de Oriente Próximo. Ayudado en ocasiones por la Unión Soviética, el sentimiento de unidad árabe, muy vinculado al de revolución social en algunos casos, cobró relevancia internacional al ser Nasser uno de los líderes destacados del movimiento de los países no alineados. 

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Un elemento clave es la débil identidad nacional, en la que incidiremos más adelante, causada por la conjunción de etnias de origen árabe y negro-africana en un mismo país7.

Un segundo problema al que se enfrentó fue la ambigua definición de sus fronteras con respecto a las antiguas colonias francesas, lo que le llevó a enfrentamientos con sus veci-nos, fundamentalmente con Senegal y Marruecos.

Otro de los problemas era, y ha sido, un sistema político altamente inestable, que se plas-ma en el gran número de golpes de estado y de intentos fallidos de la historia del país, lo que ha implicado una presencia casi permanente de los militares en la vida política (Ojeda García 2006:1).

Desde su independencia en 1960 se habían venido celebrado elecciones no competitivas, propias de sistemas autoritarios. De la Constitución de 19598, con un marcado carácter parlamentarista, se pasó en 1961 a una Constitución presidencialista, en un intento de le-gitimar el poder del Presidente. En el nivel político, el multipartidismo de la Constitución de 1959 se transformó en un monopartidismo, con la excusa de la formación y consolida-ción del Estado y del desarrollo económico. En 1961, Mokhtar Ould Daddah es nombrado Presidente de la República y ejercerá su poder constitucional para controlar los escrutinios en sucesivas convocatorias9.

Un nuevo golpe de estado en 1978, encabezado por Mustafá Ould Salek, destituyó al pri-mer presidente, Mokhtar Ould Daddah. Pero este no será sino uno más de los movimien-tos tácticos por parte de las diferentes facciones militares10 que acabará llevando al poder a Maaouya Ould Sid'Ahmed Taya11 en 1984, iniciando así su andadura como un auténti-co dictador.

En diciembre de 1984 Ould Taya es designado por el Comité Militar del Levantamiento Nacional (CMRN, en sus siglas del francés) como presidente, accediendo al poder con la intención de acabar con seis años seguidos de golpes y contragolpes entre militares y con la intención de asentar un gobierno que fuese duradero.

Pero sus iniciativas para explotar los grandes recursos mineros y pesqueros con que con-taba Mauritania y la acentuación de la tradicional discriminación de la población ne-groafricana, una deriva de arabización forzosa, unida a la persistencia de prácticas escla-vistas durante más de un lustro, obligaron a Ould Taya a realizar una reforma constitucio-nal de calado y a convocar el referéndum de 1991.

El 12 de julio de 1991 los mauritanos fueron convocados a pronunciarse sobre una nueva Constitución, otorgada por una junta militar. El texto introducía el multipartidismo y un Parlamento bicameral, otorgaba amplios poderes al presidente y permitía la reelección sin límite de mandatos (de seis años de duración), estableciendo la religión musulmana como                                                             7 Este problema emergerá con fuerza cuando el primer presidente, Mokhtar Ould Daddah, inicie una política de arabización del país en 1966 en detrimento de los grupos negro-africanos. 8 Los jefes Maure eran más partidarios de un sistema parlamentarista porque les permitía mantener una cierta parcela de poder. 9 Agosto de 1966, agosto de 1971 y agosto de 1976. 10 El 6 de abril de 1979, un nuevo golpe de Estado, dirigido por los coroneles Ahmad Ould Bouceif y Mohamed Khouna Ould Haidalla convirtió a Ould Salek en Presidente de la nueva Junta reemplazante, el Comité Militar para la Salvación Nacional, pero sin tener auténtica capacidad de mando. El 3 de junio del mismo año fue sustituido en dicho cargo por el coronel Mohamed Ould Louly. 11 También nombrado en su forma abreviada como Ould Taya.

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“la religión del pueblo y del Estado”. En su preámbulo, definía al Islam como “la única fuente de ley”12. La oposición civil al régimen, que no poseía apenas infraestructura, acu-só a Ould Taya de manipulación: según datos oficiales hubo un 85% de participación (en-tre 10 y el 23 por ciento13, según la oposición civil) y se contabilizaron un 97,9% de votos afirmativos.

El 24 de enero de 1992 se celebrarían las quintas elecciones presidenciales de la historia del país, pero serían las primeras con más de un candidato. Ould Taya, apoyado por la mayoría de representantes bidan y haratin14, venció con el 62,9 por ciento de los votos a tres adversarios sin posibilidades reales: Ahmed Ould Daddah, candidato de la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD) y hermano del expresidente, el antiguo jefe militar del Esta-do Moustafa Ould Salek, que concurría como independiente, y Mohammed Mahmoud Ould Mah, de la Unión Popular Social y Democrática (UPSD). La participación fue del 47’4 por ciento del censo.

Las elecciones de 1992, destinadas a elegir los diputados y senadores, fueron boicoteadas por la oposición, lo que permitió que el Partido Republicano Democrático y Social (PRDS) obtuviera sesenta y siete de los setenta y nueve escaños de la Asamblea Nacional, ganando uno el Partido Mauritano de la Renovación (PMR) y quedando los diez restantes en manos de los denominados independientes.

Una vez acabada la reforma del sistema político, Ould Taya procedió a la disolución del CMRN, e inició su mandato sexenal como presidente constitucional civil, revestido de una aparente legitimidad democrática. Al mismo tiempo, suprimió la jefatura del Go-bierno que había detentado desde el golpe de 1984, nombrando primer ministro a Mohammed Ould Boubacar, economista formado en Francia, que había sido Ministro de Finanzas en el anterior Gobierno y que había aceptado dirigir el partido presidencial, el PRDS.

Se inicia así un largo período autoritario en el que se mezclan la corrupción cada vez más embebida en la sociedad; el apoyo de países como Francia, que miran hacia otro lado en cuestión de derechos humanos; la deriva en la política internacional, alineándose primero con Saddam Hussein y posteriormente con Israel; y el crecimiento del descontento social.

Contra viento y marea, Ould Taya insistió en su política internacional, aun a riesgo de levantar críticas en sectores importantes de las Fuerzas Armadas. Los atentados del 11-S fueron una excusa para el acercamiento a Estados Unidos, ofreciéndole su colaboración en la guerra global contra el terrorismo, la denominada Operación Libertad Duradera. Fue el comienzo de un diálogo en materia de seguridad que se tradujo en una cooperación conjunta para la vigilancia y persecución de los elementos islamistas locales susceptibles de pertenecer a Al Qaeda.

La idea que se extendió por la población mauritana de una posible manipulación de las elecciones presidenciales de noviembre de 2003 fue el punto de no retorno que enemistó al presidente Ould Taya con los partidos opositores y con los sectores islamistas.

                                                            12 En la línea del decreto de 1980 sobre la implantación de la sharía, aunque en la práctica el código legal islámico no venía aplicándose a los ámbitos jurídicos considerados modernos, donde continuaban rigiendo los códigos basados en el derecho civil francés. 13 “… en el caso del referéndum constitucional se puso en duda la tasa de participación oficial, cifrándola algunos autores en el 23%.”(Ojeda García, 2005:75) 14 Más adelante se describirán los grupos étnicos de Mauritania. 

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A esta informal coalición del descontento se sumaron, y aquí residió el principal peligro para Ould Taya, algunos miembros de las Fuerzas Armadas que asistían con desagrado a la campaña represiva contra clérigos y mezquitas, sospechosos de tener nexos con el en-tramado de Al Qaeda en la región y que consideraban, a su vez, un sinsentido el mante-nimiento de buenas relaciones diplomáticas con Israel.

El 3 de agosto de 2005 un grupo de militares consigue el control del país mientras el pre-sidente Ould Taya asiste a los funerales de estado por la muerte del Rey Fahd, en Ara-bia Saudí, poniendo así fin a 21 años de un gobierno cuasi-dictatorial.

Pero este golpe de estado no será el último. En 2008 un nuevo golpe destituirá al recién elegido presidente Sidi Ould Cheij Abdallahi.

1.2. Una introducción a la transición de 2005 a 2008

Tras el golpe de estado incruento de 2005, se abre un período que pretende reformar el sistema político del país y que finaliza con un nuevo golpe de estado regresivo, pero tam-bién incruento, en 2008.

En junio de 2006 se realizó una consulta (referéndum) sobre la reforma de la Constitu-ción, cuya característica más sobresaliente fue el límite impuesto a la duración del man-dato de los presidentes, quizás como reacción al largo período dictatorial protagonizado por Ould Taya. La participación fue del 74 por ciento, resultando a favor el 96,94 por ciento y en contra el 1,43 por ciento.15

Las elecciones al Parlamento del 19 de noviembre y las elecciones municipales del 3 de diciembre de 2006 constituyen el punto de partida hacia un futuro proceso de consolida-ción democrática. Antes de finalizar el recuento de votos de la primera vuelta, Ahmed Ould Daddah reclamó la victoria para su partido, la Concentración de Fuerzas Democráti-cas, alegando que era “la mayor fuerza política del país”, y afirmando que la coalición electoral de ocho partidos que se presentaba con un programa único, incluyendo el suyo, había obtenido la mayoría.

La Alianza Popular para el Progreso, el partido formado por los antiguos esclavos y el Partido Republicano Democrático y Social, que sustentaba el régimen de Ould Taya, am-bos en la misma coalición que Ould Daddah, reclamaron también la victoria.

Los resultados de la primera vuelta mostraron un fuerte apoyo a la Alianza Popular para el Progreso, que obtuvo 12 de los 43 escaños correspondientes a la primera vuelta; los can-didatos independientes obtuvieron 10 escaños. Ningún candidato obtuvo la mayoría sufi-ciente, y debieron celebrarse elecciones en una segunda vuelta.

Después de la segunda vuelta, la coalición de partidos de la antigua oposición obtuvo 39 escaños, los independientes 41 y las fuerzas vinculadas al anterior gobierno 7 escaños16. Sidi Ould Cheij Abdallahi será elegido Presidente en las elecciones de marzo de 2007.

Cuando se produce el golpe de 2005, Mauritania se encontraba en una situación que se                                                             15 Fuente: http://www.electionguide.org/results.php?ID=1024 (Accedido por última vez el 22 de febrero de 2017) 16 Fuente: http://www.ipu.org/parline-e/reports/2207_E.htm (Accedido por última vez el 12 de febrero de 2017)

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podría definir de asfixia democrática y que se había caracterizado por un largo período autoritario, con los derechos civiles y políticos básicos cercenados. En el período de tran-sición objeto de este trabajo, las asociaciones de derechos humanos, que habían sido lar-gamente prohibidas, empiezan a reaparecer. La oposición política, que también había sido demonizada con la etiqueta de ‘islamista’, emerge en la escena política. A los medios de comunicación, en especial la prensa, se les permite realizar críticas sobre la actividad del gobierno.

En las elecciones legislativas de 2006 hubo una participación del 73’42 por ciento17, con la asistencia de observadores internacionales y, en particular, una misión de la UE (Bourgi, 2006).

La diferencia entre el proceso vivido en el país en 1991, el más similar a éste en cuanto al calado de las reformas políticas emprendidas, y la transición que se inicia en 2005, es que en este último período se involucran gran cantidad de actores, definiendo en las históricas Jornadas de la Concertación18 los objetivos y los plazos para realizar la transi-ción democrática, con un sentido eminentemente nacional.

2. Marco Teórico

En este apartado se describe la metodología, las fuentes que han sido usadas para la elabo-ración de este trabajo y los principales enfoques teóricos sobre transiciones políticas.

2.1. Metodología

Partimos de una posición epistemológica encuadrada en la línea de investigación de la transición española y otros procesos de transición, que requiere la elaboración de un tra-bajo, aplicando el método científico en el que se demuestre el nivel de formación alcanza-do dentro del Grado de Ciencia Política y de la Administración.

El método de trabajo consta de dos partes: una primera, basada en la obtención de infor-mación a través de fuentes primarias, gracias a las conversaciones mantenidas con un ac-tor del proceso; y, una segunda, que se obtiene de fuentes secundarias, mediante búsque-das en internet, consulta de trabajos científicos y combinaciones de propuestas teóricas a partir de dichos trabajos.

2.1.1. Fuentes primarias

En el período que va desde octubre de 2007 a septiembre de 2012 mantuve una estrecha relación personal con Mohamed Salem Ahmed Noueigedh, un jefe Maure de Bir Mo-grein, al norte de Mauritania y cercano al Sáhara Occidental, en la actualidad diputado del Parti de l'Union pour la République (UPR) y miembro de la Commission des Affaires Economiques. Esta relación se mantiene con cierta fluidez.

Durante los meses de enero y febrero de 2017, gracias a un viaje de negocios que nos

                                                            17  http://www.electionguide.org/countries/id/137/ (en inglés). Accedido por última vez el 19 de enero de 2017. 18 Les Journées de Concertation se constituyeron en octubre de 2015 con el objeto de establecer la hoja de ruta del proceso de transición. En ellas participaron los representantes de la sociedad civil mauritana mar-cando un período inicial de diecinueve meses para modificar la constitución y dotar a las instituciones de los instrumentos necesarios para avanzar hacia una sociedad democrática. (Bourgi, 2006)

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permitió coincidir nuevamente en una misma ciudad, mantuvimos diferentes conversacio-nes que versaron, fundamentalmente, sobre el proceso de transición de 2005 a 2008 desde la perspectiva de un jefe Maure que siempre ha estado en la facción que ha manejado los hilos del poder.

Empresario, especialista en temas económicos y con negocios en Grecia, España y Brasil, gran conversador y fino analista, rehusó contestar formalmente la encuesta que había pre-parado con la intención de obtener información de primera mano. Pero gran parte de la información aportada a este trabajo, aparte de su origen en fuentes secundarias, está co-rroborada en muchos de sus aspectos por las conversaciones mantenidas con Mr. Salem.

2.1.2. Fuentes secundarias

Las fuentes secundarias han consistido en tres vías de búsqueda e investigación. Por un lado, los manuales y lecturas de la asignatura de Política Comparada que han servido de guía metodológica y primeras referencias para la búsqueda de autores especializados en transiciones democráticas. Por otro, una serie de búsquedas en los repositorios científicos de Universidades como Jstor, John Hopkins University, Cambridge University, Universi-dad Oberta de Cataluña, Universidad de Jaén, etc.

Los trabajos de los especialistas que se han presentado a los Congresos organizados por la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA) y, muy espe-cialmente, los documentos elaborados por Raquel Ojeda García, Profesora Titular de Ciencias Políticas y de la Administración de la Universidad de Granada, auténtica espe-cialista en Mauritania y que han cobrado especial relevancia en la fase de documentación.

Las publicaciones de los think-tank españoles son una muy buena fuente de datos y de análisis, no sólo acerca de África, sino también de las particularidades regionales del con-tinente. Así, el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), el Instituto Elcano o el propio Ministerio de Defensa, han sido fuentes secundarias que han guiado la búsqueda de información para la elaboración de este trabajo.

2.2. Teoría sobre transiciones

Existe una lógica general en el método científico, que comprende un conjunto de etapas o pasos dirigidos a comprobar hipótesis planteadas en base a datos obtenidos de la observa-ción del mundo real. La política comparada utiliza el método científico para operacionali-zar las variables de los sistemas a estudiar y modelizar las diversas entidades19 políticas observadas.

Durante la segunda mitad del siglo XX la Política Comparada se enfocó, básicamente, en los procesos de establecimiento y funcionamiento de las democracias estables (Cueto y Buck, 2007) soslayando, de algún modo, la gran variedad de sistemas políticos que se podrían clasificar como “regímenes no democráticos” y entre los que se hallan aquellos sistemas políticos que se encontraban en pleno proceso de transición hacia la democracia. A pesar de que existía una amplia literatura sobre los procesos de surgimiento y consoli-dación de la democracia, los propios procesos de consolidación o de transformación del autoritarismo habían recibido relativamente poca atención (Szmolka, 2011).

                                                            19 Entiéndase entidad como objeto de análisis, caso de estudio o hipótesis. 

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Desde la literatura científica se observa una especie de acuerdo tácito en que la palabra “transición” debería ser utilizada con mucho cuidado, porque hay veces que se ha hablado de transiciones cuando solo transcurrían ciertos cambios que no siempre iban encamina-dos hacia una mejora en los requisitos mínimos para la implantación de un sistema autén-ticamente democrático.

Para Thomas Carothers (Carothers, 2002), uno de los autores más críticos con los defen-sores del paradigma de la transición, resulta meridianamente claro que no todo cambio tras una ruptura dentro de un régimen autoritario tiende hacia la democracia, ni incluso hacia la liberalización del mismo.

El paradigma de la transición recibió un apoyo inesperado, a partir de la década de los setenta, con los procesos de cambio (transiciones) en los países del sur de Europa, Améri-ca Latina y, posteriormente, en el este y sur de Asia en los ochenta, los regímenes comu-nistas de Europa del Este, y el declive de los sistemas de partido único en los países sub-saharianos en la primera mitad de los noventa del siglo XX.

Esta tendencia global hacia la democracia fue conocida como la tercera ola de la demo-cratización gracias a Samuel Huntington (Huntington, 1991 en Landman, 2011). La ex-pansión del número de países que se democratizaron entre la tercera y la cuarta ola demo-cratizadora dio lugar a un aumento de los estudios sobre los procesos de transición, aun-que este crecimiento no fue seguido, precisamente, de un consenso al respecto de cómo se producían.

La crítica de Thomas Carothers se dirige, en primer lugar, hacia las asunciones de las que parte el paradigma de la transición. El primer axioma, no enunciado como tal, pero acep-tado, afirma que cuando se produce una ruptura en el régimen dictatorial es para orientar-se hacia la democracia: es decir, existe una teleología de la democracia. Otro de los prin-cipios axiomáticos de estos estudios sobre las transiciones es atribuirle una importancia determinante a la celebración de elecciones. Para Carothers, las elecciones no son la puer-ta de entrada hacia un sistema democrático, sino que pueden, no que siempre lo hagan, generar reformas democráticas.

No es que las elecciones no sean importantes. Como afirma Patrick Chabal (Chabal, 1994:302): “I am not saying that elections are unimportant; merely that they are no sub-stitute for effective political accountability. Whether elections enhance political account-ability or not depends less on how truly 'multi-party' they are and more on the quality of accountability they bring about in the postelectoral period.” La calidad de las explicacio-nes a los diferentes actores, o mejor, a las diferentes instituciones que conforman el país son un elemento a considerar.

Otra de las asunciones del paradigma es obviar las condiciones económicas, históricas, institucionales e incluso étnicas del país o del régimen donde se ha producido el cambio. Para los defensores del paradigma de la transición, estos factores no aparecen como los elementos fundamentales en el inicio de la transición, ni tampoco podemos ubicarlos entre los principales resultados de la misma. Se deduciría que para este enfoque solo la decisión de la elite política es la palanca clave para la implantación de la democracia.

Al parecer, en un amplio número de estudios sobre África, según Posner y Young (Posner y Young, 2007) se habrían ignorado, quizás de una forma deliberada, los aspectos institu-cionales y normativos como factores irrelevantes para la comprensión de estos regímenes

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políticos. En estudios de casos comparados demuestran que la institucionalización del poder político en África se está produciendo paulatinamente y esto está generando una serie de cambios, frecuentemente contrastados. Desde los años noventa la violencia se está desterrando, las elecciones pasan a ser cada vez más a menudo el mecanismo para la selección de los líderes, incrementándose el número de elecciones competitivas y la canti-dad de convocatorias que son contestadas por las fuerzas de la oposición.

Es decir, se estaría produciendo desde la década de los noventa una corriente de cambio democrático, denominada por algunos autores como la “segunda liberación”, en la que fue de suma importancia en sus inicios la fuerte presión tanto de los donantes internacio-nales como de su propia población, de tal modo que los Estados africanos fueron legali-zando paulatinamente los partidos de la oposición y abriendo el espacio a la sociedad ci-vil.

Un continente, que había estado dominado generalmente por militares y por una gran can-tidad de regímenes de partido único desde su descolonización, empezaba a ser testigo de la aparición de políticas democráticas. Richard Joseph (Joseph, 1998) mantiene que mu-chas de estas aperturas fueron en buena medida una fachada, dañada por la continuación de la represión y por un descarado fraude electoral, lo que sería coherente con la influen-cia del neopatrimonialismo en estos estados. Pero a pesar de lo sostenido por este autor, en 1997 treinta y ocho estados del África Subsahariana habían celebrado desde 1990 una elección competitiva multipartidista a escala nacional, y el número de democracias había llegado a más de una docena (Bratton, 1999).

En la primera década del siglo XXI, Van de Walle (Van de Walle, 2004) clasifica los paí-ses africanos resultantes de los procesos de colonización del siglo XX entre aquellos que disponían de sistemas políticos multipartidistas y los que eran abiertamente autoritarios y que no permitían una oposición política, encontrando que de los treinta y nueve países subsaharianos que Freedom House calificaba como sistemas electorales multipartidistas hacia finales de 2000, nueve se podrían calificar como “libres”, veintidós como “parcial-mente libres” y ocho como “no libres”. Es decir, en uno de los extremos del continuum “libre/no-libre”, unos pocos países podían pretender haber establecido hasta cierto punto gobiernos democráticos genuinos.

Cuando hablamos de transición democrática y de consolidación democrática, estamos hablando de dos momentos independientes que, además, no tienen por qué situarse en una misma secuencia. Linz y Stepan (Linz y Stepan, 1996) establecieron un proceso de dife-renciación entre ambos conceptos con el objeto de identificar correctamente cuándo, en efecto, se ha iniciado una transición hacia la democracia y si esta marcha por buen ca-mino.

Una primera distinción permite observar que algunas de las medidas asociadas de forma tradicional con la apertura democrática no son, en realidad, suficientes para hablar de una auténtica fase de transición hacia la democracia. Por ejemplo, el hecho de que haya menos censura en los medios o mayor espacio para la organización de actividades autónomas de la clase trabajadora, el que se introduzca un régimen de salvaguardias legales para los individuos o se permita incluso la liberación de presos políticos y el regreso a la patria de los exiliados, o el que se tenga mayor tolerancia para la oposición y se introduzcan algu-nas medidas para mejorar la redistribución del ingreso, no garantizan que el régimen mar-che hacia una verdadera democratización.

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Antes del golpe de estado que inicia la transición aquí estudiada, Mauritania se situaba dentro del grupo que Van de Walle clasificaba como sistemas electorales multipartidistas no-libres donde “[…] la ola reciente de democratización ha resultado en poco más que tolerancia de mala gana por parte de los funcionarios a un tipo de gobierno electoral multipartidista que no amenaza su permanencia en el poder. Lo que acostumbraba ser el único partido legal se mantiene como dominante en el gobierno y posee un fuerte control sobre el parlamento, incluso si a los candidatos de la oposición se les permite ganar una minoría de puestos. El partido del presidente se beneficia de una terrible demarcación arbitraria de distritos electorales, manipulación del registro electoral y monopolio del cubrimiento de televisión y radio. Esos opositores que se las arreglan para ganar posi-ciones legislativas encuentran que su rama de gobierno tiene poderes en gran medida circunscritos, mientras la constitución le da al presidente un grado de poder muy amplio. De igual forma, el poder judicial carece de la autoridad, los recursos y la independencia para gobernar con efectividad contra el ejecutivo en cualquier asunto de importancia. El desequilibrio entre las ramas del gobierno significa que hay muy poca –o no hay– res-ponsabilidad horizontal: el presidente y sus subtenientes están, en su mayoría, por enci-ma de la ley.” (Van de Walle, 2004:182).

La variación en el establecimiento de gobiernos africanos, fundamentalmente en los que muestran democracias más o menos homologables a las democracias occidentales, no puede ser explicada tampoco por la teoría de la modernización20, dado que, tal como de-mostraron Adam Przeworski y sus colaboradores (Przeworski, 1998), la transición demo-crática puede ocurrir a cualquier nivel de desarrollo económico o social, y Van de Walle verifica que en los países africanos se cumple este presupuesto.

En este sentido, Davide Grassi (Grassi, 2008:112) también se adhiere a las conclusiones de Przeworski, cuando afirma que “los niveles de riqueza, en definitiva, no nos permiten distinguir entre los regímenes parcialmente libres y los autoritarios: es fácil constatar que las democracias electorales, excluyendo el caso anómalo de Seychelles, muestran […] índices de renta per cápita inferiores o semejantes a los de los países autoritarios, cualquiera que sea su naturaleza.”

Lo que sí resulta relevante es precisamente lo sucedido en el periodo de transición. Cuan-do los países fueron capaces de remover funcionarios autocráticos, la victoria para la de-mocracia fue, si bien incompleta, muy significativa. Deshacerse del viejo gobernante abre un espacio para otros actores políticos y para nuevas organizaciones, y estimula la compe-tencia, sentando un precedente para elecciones futuras y, frecuentemente, reforzando el cuerpo legislativo y la rama judicial con respecto a la rama ejecutiva. Pero esto no sería tan fácil, a causa de la influencia del neopatrimonialismo en los países africanos.

Aunque muchos autores, como Samuel Decalo, afirman que los actores externos al régi-men juegan un papel crucial, generando unos sistemas democráticos impuestos desde fue-ra en los estados postcoloniales, otros, como Richard Joseph, mantienen que la presión internacional lo que realmente ha provocado, como adelantábamos más arriba, es la crea-ción de pseudo-democracias, en una especie de show externo de formas democráticas, sin importar el nivel de superficialidad de éstas21.

Precisamente, el estudio de Bratton y Van de Walle (Bratton y Van de Walle 1997:20 en                                                             20 La teoría de la modernización tiende a explicar el nivel de la democracia en un estado constitucional con referencia a su estructura socioeconómica. 21 Que Van de Walle denomina hipótesis de presentabilidad. 

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Landman, 2011), realizado sobre una muestra de cuarenta y dos países de África, constru-ye un modelo basado en tres variables que les permite explicar, de un modo bastante ajus-tado, la gran variabilidad de resultados de los países africanos, concluyendo que los pro-cesos de transición son altamente contingentes, en los que interactúan actores militares, masas que protestan, fuerzas políticas nacionales y, muy importante, la institucionaliza-ción de la oposición.

Así pues, a principios del siglo XXI, en muchos países africanos, el progreso genuino hacia la democracia coexistía con un tinte de autoritarismo suficientemente fuerte para levantar dudas acerca de los resultados democráticos que aparecerían en el futuro.

Una de las claves para la persistencia de esta dualidad puede tener como factor explicati-vo la influencia del neopatrimonialismo en los países que emergieron tras la descoloniza-ción africana. Al fin y al cabo no son sino las élites, bien extranjeras, bien del país, los que de un modo u otro elaboran y llevan a cabo el proceso de desconexión de la metrópoli colonizadora. Existe una abrumadora cantidad de literatura científica que apoya este en-foque.

2.3. El neopatrimonialismo

El neopatrimonialismo podría definirse como la distribución vertical de recursos que da lugar a una serie de redes cliente-cliente a partir del poder concentrado en un individuo poderoso o en un partido dominante. Cuando se inician los procesos de descolonización a mediados del siglo XX, se argumentaba que era necesario contar con un hombre fuerte (big man22) y/o una infraestructura de partido para conseguir países con un cierto grado de estabilidad. Pero lo que en realidad ocurrió es que estos regímenes suplantaron el papel de las instituciones coloniales heredadas en beneficio de unos pocos individuos.

Este esquema afecta a casi todos los estados subsaharianos en diferentes grados y no es considerado como un comportamiento corrupto por la población, que confía en el sistema para su propia supervivencia. El neopatrimonialismo afecta la formulación de políticas, especialmente los proyectos de desarrollo, y es responsable del mal uso de la ayuda y de los presupuestos estatales.

La importancia del neopatrimonialismo y la medida en que ha permeado la política afri-cana requeriría de una exploración profunda. El último informe del afro-barómetro23 ilus-tra cómo existiendo una diversidad considerable de formas de actividad gubernamental en todo el continente, si las situamos en un continuum que vaya desde las formas cuasi-democráticas a las formas autoritarias, la mayoría de los regímenes políticos de la actuali-dad en África son sistemas híbridos no consolidados, y todos los regímenes han sido con-siderados, en un momento u otro, como patrimoniales o neopatrimoniales en los trabajos científicos (Bratton y Mattes, 2009:2).

Precisamente Bratton y Van de Walle afirmaban en su estudio de finales del siglo XX, que el neopatrimonialismo, o al menos sus prácticas más habituales, no serían sólo una

                                                            22 La centralización del poder en la figura del presidente provoca que el clientelismo converja hacia su per-sona, ya que es la que principalmente controla los recursos del Estado. Van de Walle utiliza estos dos facto-res para explicar la fragmentación existente en África. Tanto el fuerte presidencialismo como el clientelismo no generan incentivos para la consolidación de los partidos de la oposición, sino que refuerza el individua-lismo, provocando la personalización de los partidos en torno al “big man” (Van de Walle 2003: 313). 23 http://www.afrobarometer.org/ (Accedido por última vez el 30 de abril de 2017)

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característica de los regímenes africanos, sino que se constituirían en "el rasgo central de la política postcolonial en África" (Bratton y Van der Walle, 1997:3).

Pitcher, Moran y Johnston por su parte, en un estudio posterior sostenían que la profusión y persistencia de este tipo de regímenes eran debidos a la forma en que los líderes los de-fendían como una etapa inevitable en una progresión lineal necesaria para evolucionar, lejos de la etiqueta de atraso con que se había calificado a los países subsaharianos des-pués de la descolonización (Pitcher et alt., 2009:128).

Christopher Clapham (Clapham, 1982) describe el neopatrimonialismo como una forma en la que relaciones patrimonialistas prevalecen, en un sistema político y administrativo que ha sido constituido en base a alineamientos legal-racionales. Los funcionarios ocupa-rían cargos en organismos burocráticos con poderes formalmente definidos, pero ejer-ciendo esos poderes como propiedad privada, no como un servicio público.

Del mismo modo, las relaciones con los demás se establecen en un esquema patrimonial, en lugar del caso legal-racional de la subordinación a un superior, generando comporta-mientos que se diseñan no para desempeñar una función oficial, sino dirigidos a desplegar el status personal.

Sevgi Günay (Günay, 2008:8) acuña el término “clientelismo burocrático”, como la prác-tica según la cual los políticos y/o los funcionarios, en lugar de servir al interés general o colectivo, se organizan en torno a demandas particularistas, distribuyendo los beneficios divisibles24 a individuos o grupos individuales, a cambio de subordinación y/o apoyo polí-tico. El clientelismo burocrático crea una red de exclusividad para que los externos, como ciudadanos, empresarios, etc., busquen recursos estatales, como empleos o servicios pú-blicos o decisiones administrativas, etc., permitiéndose el acceso a ellos a través de un pequeño grupo de internos, como políticos locales, funcionarios, parlamentarios, etc., que se desempeñan dentro de las filas del estado.

Por su parte Luis Roniger y Günes-Ayata Ayse (Roniger y Ayse, 1994), afirman que el neopatrimonialismo no es más que otra de las caras del “clientelismo”, entendiéndolo co-mo una forma de corrupción de las agencias públicas cuando los políticos y los funciona-rios distribuyen servicios públicos y empleos personalmente, de un modo restringido, arbitrario y secreto. El clientelismo se establece como el proceso más importante dentro del neopatrimonialismo, cuando las personas cultivan conexiones personales en acuerdos horizontales o redes verticales de clientes, todo ello enmarcado en el contexto de una baja confianza institucional. Es un entretejido de redes, amistades e intercambios que forman parte de una serie de estrategias de búsqueda y absorción de rentas, y desarrollo de la co-rrupción, dentro de las instancias de un gobierno que resultaría así colonizado.

Un enfoque bastante interesante nos lo ofrece Ivan Ermakoff (Ermakoff, 2011:187), cuando pone el énfasis en el tema de la responsabilidad. El neopatrimonialismo estaría así definido por el modo en que la apropiación de cargos y posiciones para el uso personal ("patrimonio") va conformando las instituciones y generando una estructura basada en los incentivos. El poder patrimonial se caracteriza por un modo de dominación política y de administración de los recursos en el que la transparencia no existe.

                                                            24 Los recursos públicos, como por ejemplo contratos públicos, empleos administrativos, ayudas estatales, inversiones en infraestructura local, etc.

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Cuando hablamos de relaciones de agencia25, un actor es responsable si puede ser sancio-nado por fallar a los términos de la relación, cuando el fallo es expuesto y conocido. Así, un actor puede eludir la transparencia si es capaz de desarrollar un sistema de protección de su conducta del escrutinio externo o cuando es capaz de defenderse sistemáticamente de las posibles sanciones. Ermakoff señala, coincidiendo con otros estudiosos del sistema neopatrimonialista, que las relaciones patrimoniales pueden desarrollarse en los intersti-cios las estructuras burocráticas formales o paralelamente a ellas.

Richard Lachmann (Lachmann, 2011) concluye que tanto el patrimonialismo como el neopatrimonialismo son estrategias defensivas contra las demás elites, sirviendo de base para ejercer el dominio sobre las no-elites. En los sistemas neopatrimonialistas las élites se distancian del resto de la sociedad en su capacidad de apropiarse de recursos de los que no pertenecen a ella. Es raro que exista una sola elite unificada dominando completamen-te el sistema. En la mayoría de los casos, múltiples elites habitan distintos aparatos orga-nizacionales. De este modo, las elites están ocupadas con la doble tarea de preservar su habilidad de explotar a las no-elites y sostener sus capacidades organizativas frente a las elites rivales. El conflicto entre las élites y entre la élite y las no-elites se produce de un modo concurrente.

2.4. Estudios de caso

Los estudios de un solo país, también conocidos como estudios de caso, se centran en un determinado fenómeno político que se desarrolla dentro de una unidad de análisis (país o región) en un período de tiempo dado. Es decir, se realizará un estudio de caso cuando se seleccione una cuestión particular y se estudie dentro de un período de tiempo y espacio delimitado (Lim, 2006:45).

Al estudiar un solo caso se detallan en profundidad las características del fenómeno y el contexto en el que desarrollan. Esto nos permite realizar una comparación sistemática porque el lenguaje conceptual usado es común, lo que ofrece, a su vez, un grado de vali-dez bastante robusto.

2.5. Objetivo

Fijando como variable dependiente el éxito (o fracaso) de la transición hacia la democra-cia, se analizarán las variables causales o explicativas definidas en el estudio de Linz y Stepan (1996). Al desarrollar cada una de estas variables intentaremos describir los rasgos neopatrimonialistas en cada una de ellas. El marco desarrollado por estos autores nos pa-rece el más adecuado para intentar explicar de un modo transversal los componentes neo-patrimonialistas de los elementos que componen esas variables.

De este modo nuestra hipótesis principal afirmaría que la persistencia del neopatrimonia-lismo en las estructuras de Mauritania es la variable causal principal del fracaso del pro-ceso de transición estudiado, concluyendo que, de no haber existido una estructura neopa-

                                                            25 En las ciencias sociales existe un debate bastante habitual sobre la primacía de las estructuras o de las agencias cuando se moldea el comportamiento humano. Las estructuras son las pautas relativamente estables y recurrentes que influencian o limitan las elecciones y oportunidades disponibles. La agencia es la capacidad de los individuos para actuar independientemente y hacer sus elecciones propias de modo libre. El debate de estructura versus agencia podría ser entendido como una cuestión de socialización en contra de autonomía cuando se intenta determinar si las personas actúan como agente libre o de un modo dictado por la estructura social

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trimonialista, hubiera sido posible continuar el proceso de democratización posterior a la transición estudiada.

Siguiendo el enfoque de Tam O’Neill (O’Neill, 2007) intentaremos encontrar en cada una de las variables definidas por Linz y Stepan los elementos característicos de los sistemas neopatrimoniales, que el autor define del siguiente modo:

Hibridación institucional. Las instituciones informales son una característica de todas las sociedades humanas, por lo tanto existen junto a instituciones formales en todos los Estados. Los estados neopatrimoniales se distinguen por la existencia y habitual prevalencia de normas y prácticas patrimoniales informales junto a las normas o instituciones jurídico-racionales formales.

Existencia a un tiempo de instituciones patrimoniales y legales-racionales. En los regímenes puramente patrimoniales al estilo de las monarquías absolutas, la cues-tión de la legitimidad de las prácticas patrimoniales no se plantea porque no existe ninguna distinción entre la esfera pública y la privada. En los estados neopatrimo-niales, sin embargo, las prácticas patrimoniales utilizan e instrumentalizan las instituciones jurídico-racionales propias de las democracias liberales. Por lo tan-to, los estados neopatrimoniales se distinguen por la existencia de instituciones ra-cionales-legales formales disfuncionales junto a las normas patrimoniales informa-les y el compromiso retórico de las élites para la separación de las esferas pública y privada.

Importancia relativa de las instituciones formales e informales. Todos los estados modernos muestran prácticas que pueden caracterizarse como patrimoniales. Los estados neopatrimoniales se distinguen por una lógica patrimonial generalizada y, a menudo, predominante sobre la jurídico-racional.

Incompatibilidad institucional. En sistemas políticos estables, las instituciones formales e informales rigen generalmente las reglas del juego político de forma complementaria. En los estados neopatrimoniales no sólo se carece de un conjunto común de reglas predecibles, sino que las reglas formales e informales son fre-cuentemente contradictorias. Esto permite la impugnación de las reglas legítimas del juego y produce incertidumbre acerca de las reglas que prevalecerán y se harán cumplir. En lugar de venir definidos por la ausencia de normas, los estados neopa-trimoniales se distinguen por la presencia de múltiples y contradictorias normas o instituciones.

3. La transición. Descripción de las variables causales

¿Cómo fue el proceso de transición que tanto interés y admiración levantó en los observa-dores internacionales26? ¿Qué factores fueron determinantes en el desarrollo de la misma? ¿Por qué fracasó?

3.1. Estatalidad

El origen del golpe de estado que supone el punto de partida de la transición analizada tiene que ser necesariamente interpretado bajo el enfoque de lo que en el país se denomina la “cuestión nacional”.

                                                            26 Principalmente en el mundo árabe (Lav, 2007)

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Mauritania siempre había servido de puente geográfico entre los extremos norte y sur del Sáhara. El desarrollo de la identidad del país, y por ende del entorno político, se ha visto influenciado por la interacción entre las culturas árabes-beréberes nómadas27 y los hara-tin28, que hablan hassania29. La historia de Mauritania es una historia de clanes, tribus, etnias y regiones, entendidos éstos como espacios donde se desarrolla la solidaridad y que sirven de refugio al ciudadano.

Las tensiones étnicas basadas en las diferencias entre grupos surgieron a la vez que las luchas políticas dentro de las comunidades étnicas, las luchas por las distribuciones con-forme a fronteras étnicas y los debates sobre el tipo de régimen político. Curiosamente las élites bidán y negroafricana se han unido varias veces para ocupar las instituciones estata-les en su propio beneficio, en lo que se ha dado en llamar nomadismo político. Por ejem-plo, colaborando con Ould Taya, algunos segmentos de la élite negroafricana consiguie-ron una capacidad de control de sus comunidades accediendo a los recursos estatales y conservando la capacidad de gestión de parte de la tierra que poseían (Jourde, 2016).

La estructura social de Mauritania depende en gran medida de la influencia en el poder político de las grandes tribus y las cofradías. Como describe Raquel Ojeda en su trabajo sobre el papel de las elecciones en Mauritania (Ojeda García, 2006:2), la población es co-mo un invitado de piedra donde los líderes políticos se garantizan sus cuotas de poder ase-gurándose el apoyo de los jefes tribales. Los auténticos actores que articulan los intereses de los ciudadanos siguen siendo los jefes tribales y de las grandes cofradías.

En 1988, un intento de derrocar a Ould Taya por parte de oficiales halpulaar30 provocó una violenta reacción. Y en 1989, tras un pequeño incidente entre agricultores senegaleses y pastores mauritanos, estalló el “conflicto senegalés-mauritano”31, que llevó al exilio for-zoso de unos 70.000 habitantes del sur de Mauritania a Senegal, a pesar de que la mayoría de ellos no tenían vínculos con este segundo país32.

El passif humanitaire es el nombre con el que se conoce al conjunto de violaciones de los derechos humanos cometidas entre 1989 y 1991 en Mauritania, y se convirtió en una cues-tión crucial para definir la identidad del país. La referencia entre la población a aquellos hechos como ‘los acontecimientos’ (‘les événements’) refleja la trascendencia de los he-chos, así como su presencia en la memoria colectiva, sobre todo, pero no solo, de la parte de la población mauritana afectada.

El passif humanitaire se refiere a dos etapas: una primera, en 1989, cuando unos meses después de que estallara el mencionado conflicto con Senegal, el gobierno de entonces bajo el mando de Ould Taya ordenó la muerte de población civil negroafricana, no solo en la zona del valle del Senegal, sino en las ciudades como Nouadhibou o Nouakchott. No existen cifras concretas, pero pudieron ser unos cientos de personas. Para muchos, se trató

                                                            27 De piel clara, también conocidos como moros o bidán 28 Descendientes de los africanos negros esclavizados, que se identifican culturalmente con los bidán, aunque no uniformemente 29 Un dialecto del árabe, con influencias wolof y francófonas, con estructuras lingüísticas similares al daryya o al cherkha. 30 Negroafricanos. 31 Esta crisis supuso centenares de muertos para cada uno de los contendientes. Un análisis muy interesante en el trabajo de Cristian Santoir Le conflit mauritano-sénégalais: la genèse. Le cas des Peul de la haute Vallée du Sénégal. ORSTOM. Instituto francés de investigación científica para el desarrollo y la coopera-ción. 1990. Páginas 577-603. Cahiers des Sciences Humaines, 26 (4) 1990 (553-576). (En francés).

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de una depuración étnica, planificada y ejecutada por el Gobierno, que perseguía explíci-tamente a la comunidad negroafricana y específicamente a la población civil.

En una segunda etapa, entre 1990 y 1991, un supuesto intento de golpe de estado justificó el arresto y tortura de miles de policías, militares, soldados y funcionarios negroafricanos. Muchos fueron asesinados (se habla de una cifra cercana a los dos mil, pero solo se han podido documentar quinientos tres casos). A su vez, numerosas personas fueron obligadas a dejar el país (hubo alrededor de sesenta y cinco mil deportados a Senegal y dieciocho mil a Malí). Generalmente, se confiscaban las tierras y los documentos de identidad de los afectados.

Mauritania es un país con varias identidades, en la periferia tanto del Magreb, como del Sahel y el AOF, que cristalizan diversos valores en un espacio donde el Estado, concebido en un sentido europeo, no tiene sentido; capaz de extender, particularmente en el norte, su lengua, el árabe hassaní, y su cultura nómada más allá de sus fronteras; donde el territorio, vacío, es menos importante que los lugares, las ciudades y los flujos entre ellas y a lo largo del Sahara-Sahel.

Las anteriores características dan lugar a una situación de gobernanza débil, con fronteras porosas, idóneas para los diversos tráficos, legales e ilegales, que se constituyen en una forma tradicional de vida potenciada por los grandes beneficios que producen.

El vacío hace el terreno igualmente propicio para convertirlo en un santuario transnacional de grupos yihadistas, con larga presencia (AQMI33 y sus antecesores del GSPC34). No podemos olvidar que Mauritania tiene una frontera larga y porosa difícil de controlar.

En las zonas periféricas del país, donde la presencia del Estado es mínima, aumentan las oportunidades para que los diferentes grupos de interés puedan perseguir sus propios obje-tivos35. En este sistema clientelista, las fuerzas democráticas de oposición están en clara desventaja frente a los grupos dominantes, pertenecientes al partido en el poder, y que gozan del apoyo de los militares. Este mismo esquema se repite con la burocracia y el fun-cionariado civil.

La falta de servicios sociales básicos y de medios para hacer cumplir el estado de derecho supone un problema de credibilidad, que se ve agravado por los abusos en materia de de-rechos humanos. La corrupción36 impide la reducción de la pobreza, agrava las deficien-cias existentes en oportunidades económicas y facilita el aumento de los flujos económi-cos ilegales.

La pérdida de legitimidad del Estado da lugar a consecuencias negativas para la estabili-dad, entre las que destaca que los ciudadanos muten su lealtad hacia agentes no estatales perniciosos, como traficantes de drogas o extremistas violentos. La capacidad y la legiti-midad se debilitan mutuamente, generando un círculo vicioso en el que la capacidad del Estado débil, a su vez, debilita la legitimidad, y viceversa, lo que agrava la fragilidad del Estado.

                                                            33 Al Qaeda del Magreb Islámico 34 Grupo Salafista para la Predicación y el Combate 35 Los gobernadores de zonas periféricas frecuentemente se involucran en intrigas políticas, tribales o de facciones locales. 36 Mauritania siempre ha ocupado un puesto por debajo del 140 de más de 170 países en el Índice de Percep-ción de la Corrupción de Transparencia Internacional. 

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3.1.1. Rasgos neopatrimonialistas.

La variable estatalidad en el caso de Mauritania es muy problemática, dada la fragmenta-ción del país a causa de la confluencia de varias etnias, una de ellas predominante, varias lenguas, una de ellas colonizadora, varias religiones, una de ellas fuente de derecho y una gran brecha social, donde la esclavitud sigue existiendo de facto a pesar de estar abolida.

La confluencia de las características étnico-lingüísticas y tribales facilita la coexistencia de normas y prácticas patrimoniales informales que, junto a la articulación del Estado defi-niendo instituciones patrimoniales y legales-racionales, permite identificar dos de las ca-racterísticas del neopatrimonialismo definidas por O’Neill.

3.2. Tipo de régimen que precedió a la transición democrática: la larga dictadura de Ould Taya.

Lo que más sorprende de la Mauritania anterior al golpe de estado que inicia la transición es la duración en el poder de Ould Taya, veintiún años, teniendo en cuenta que la media de años para los regímenes militares es de 8,5, según Hochman (Hochman 2007:74). La ex-plicación que ofrece este autor es que el régimen autoritario de Ould Taya pasó de ser mi-litar a personalista, mediante la consolidación del poder, controlando los centros de toma de decisión y los aparatos de seguridad, y gracias, a su vez, a la marginalización de los militares y del partido único.

De hecho, el propio Hochman (Hochman 2007:67) afirma que Mauritania, tras el golpe de estado de agosto de 2005, fue el primer país capaz de celebrar unas elecciones presidencia-les y unas elecciones legislativas abiertas, libres y limpias en el mundo árabe, tras la apro-bación de la reforma constitucional.

Desde su llegada al poder en 1984, Ould Taya había gobernado el país con auténtica mano de hierro. Internamente, a los cuatro años del inicio de su presidencia, tuvieron lugar ‘les événements’, ya descritos, en los que el régimen cometió numerosas violaciones y asesina-tos, principalmente dirigidos a la comunidad negroafricana de Mauritania. Así mismo, en 1990 y 1991, la purga realizada de las mismas características que la anterior afectó de lleno al núcleo de las fuerzas armadas.

El passif humanitaire le colocó a Ould Taya el calificativo de genocida y a Mauritania la denominación de ‘segundo país del apartheid37.

Tras cerca de dos décadas en el poder, el régimen de Ould Taya se encontraba en una si-tuación insostenible provocada por la profunda crisis económica en la que vivía el país, el extraño acercamiento a Israel, que había sido muy mal percibido por la población maurita-na, así como la adscripción a la política antiterrorista de EEUU, lo que implicaba la perse-cución de cualquier elemento que pudiese ser calificado de islamista38.

A partir de 2003 la tensión se incrementó sustancialmente: el intento de golpe de Estado en junio de ese año, intentado por un grupúsculo de capitanes que pretendían imitar la Re-

                                                            37 En 2002, 23 ciudadanos mauritanos hicieron valer la ley de competencia universal belga para acusar al Presidente Ould Taya de genocida y de autor de crímenes contra la humanidad cometidos entre 1989 y 1992. Por otra parte, la fórmula ‘segundo país del apartheid’ fue utilizada inicialmente por el FLAM, movimiento de oposición, y fue retomada posteriormente por otros países africanos vecinos (ICG, 2006). 38 Encarcelando y obligando al exilio a buena parte de la oposición política.

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volución de los Claveles39 y que ocasionó numerosos muertos y heridos, se convirtió en el punto de inflexión de la crisis del gobierno de Ould Taya.

El descubrimiento de petróleo y el anuncio de su extracción rentable probablemente tam-bién influyeron en el descontento de las élites. La impunidad ante la corrupción y el desvío generalizado de fondos públicos había llegado a límites extremos.

A todo lo anterior se añadían las luchas de poder internas, que se habían acrecentado en los últimos tiempos, y la marginalización de ciertas tribus. Todo ello contribuyó a generar una sensación de ‘fin de reino’, que se vio magnificada por los delirios megalómanos de Ould Taya. En definitiva, a mediados de 2005 la situación era tan explosiva que se podría decir que el país se hallaba al borde de la guerra civil40.

3.2.1. Rasgos neopatrimonialistas.

La variable que determina el tipo de régimen que precedió a la transición democrática, puede calificarse como régimen autoritario; por la estructura de clanes y etnias del país, perfectamente podría hablarse de un régimen sultanístico-autoritario.

Observamos un país que, a fuerza de golpes y contragolpes, ha ido enfrentando a hombres fuertes dentro de estructuras de agencias dominantes (partido único, juntas militares, etc.) y donde deja de existir un conjunto de normas predecibles y trasparentes, que es sustituido por relaciones de fidelidad hacia los hombres fuertes, que van apareciendo secuencialmen-te y produciendo una auténtica incompatibilidad institucional.

3.3. Base de liderazgo del régimen anterior: ¿quién ejercía el liderazgo antes del golpe de Estado de 2005? La presencia constante de los militares.

La corrupción forma parte del ecosistema mauritano. El régimen de Ould Daddah terminó como consecuencia de un golpe militar en 1978 influido por este hecho, que se reflejaba en el aumento de la pobreza y en la mala gestión de la economía, resultado de la gran can-tidad de recursos consumidos por el conflicto en el Sáhara Occidental. La caída de Ould Daddah supuso el fin de la “Primera República” mauritana.

Una secuencia ininterrumpida de golpes de estado breves fue lo que provocó que el 12 de diciembre de 1984 llegara al poder Ould Taya. En los primeros años del mandato de Ould Taya se crea el Partido Republicano Democrático y Social (PRDS), en un intento de dar un aspecto “más civil” al régimen militar. Una nueva Constitución, con un sólido sistema presidencial, casi gaullista, fue sometida a consulta (referéndum) y se aprobó en 1991, marcando el inicio de la “Segunda República”.

Hábilmente y durante más de 20 años Ould Taya consiguió mantenerse como jefe de Esta-do, controlando el ejército41, asegurándose el apoyo de las élites locales, que se concreti-

                                                            39 Los rebeldes formarían posteriormente el grupo armado Les Cavaliers du Changement. 40 Cuando en junio de 2005 una guarnición de la base de Lemgheity, en el norte del país, fue atacada por elementos del GSPC argelino y hubo 20 muertos, ya se preveía que algo iba a ocurrir. El ataque tuvo muchos elementos oscuros. Incluso los opositores en el exilio acusaron al poder mauritano de haber encargado la operación al GSPC, para justificar la política contra el terrorismo y contra el islamismo del régimen (ICG, 2006). Además, hubo dos supuestos intentos más de golpe de estado en 2004 y 2005.   41 Al que tanto le gustan los golpes de estado.

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zaban en los empresarios, abrazando el proceso de democratización y subiéndose al carro de la reforma económica de la década de 1990.

Los bidan y algunas élites negroafricanas se comprometieron políticamente con Ould Ta-ya, generando lo que sería la estructura base del PRDS. Ould Taya, por su parte, desarrolló una oligarquía militar con un sistema vertical de relaciones de lealtad y dependencia per-sonal envuelto en un sistema de partido dominante.

A pesar de los procesos de elecciones desarrollados, el PRDS controlaba los recursos esta-tales impidiendo la génesis de una auténtica opción opositora en el país. Por su parte, los candidatos a esa oposición cada vez estaban más divididos y fraccionados.

Durante el mandato de Ould Taya, se potenció una política de identidad a través de los regionalismos, las identidades tribales, las solidaridades y los conflictos, que desempeña-ron un papel clave.

La falta de unidad entre los grupos dominantes permitió a los líderes mantener el poder, valiéndose del control estatal de las actividades productivas para generar los recursos que permitieran mantener un sistema clientelista y nepotista. Los principales funcionarios del Gobierno rotaban de forma periódica. El poder político buscó y consiguió el apoyo de la dinámica elite empresarial, que se propuso conquistar el “mercado estatal”.

En su último año, el régimen de Ould Taya se vio debilitado por una serie de factores, tan-to internos como externos. Por un lado, forjó nuevas alianzas, abrazó la política exterior de la Administración Bush (muy impopular en su país) y apoyó la lucha contra el “terrorismo islámico” en el noroeste de África. Además, como demostró el golpe fallido de 2003, lide-rado por oficiales y soldados Oulad Nasser42, Ould Taya empezó también a contrariar a grupos importantes, así como a sus aliados, debilitando la solidez del gran compromiso.

Las nuevas autoridades tras el golpe de estado de 2005 no tardaron en emitir fuertes seña-les de su compromiso con el retorno a un gobierno democrático. Los representantes de los partidos políticos, que recuperaron la libertad de expresión y de asociación, y de la socie-dad civil, acordaron una hoja de ruta para volver a un sistema democrático en el plazo de veinticuatro meses, mejorar el sistema judicial y profundizar en las reformas en la esfera de las finanzas públicas, incluida la gestión transparente de los ingresos derivados del pe-tróleo.

3.3.1. Rasgos neopatrimonialistas.

Como ya se ha apuntado, en los sistemas neopatrimoniales aparece un rasgo básico que es usado como coartada para justificar su propia existencia: el poder concentrado en un indi-viduo poderoso (big man) o en un partido dominante, como única vía de consolidación del país que nace o que se está independizando.

Ould Taya cumple la función de hombre fuerte y el PRDS cumple las funciones de control de la estructura del estado y absorción de las rentas, que no es más que una réplica del anterior sistema colonial, ahora controlado por las élites locales.

                                                            42 Una tribu bidán oriental.

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Así mismo, la creciente disparidad entre los ingresos de la elite y los del resto de la pobla-ción impulsó un proceso de redistribución de la riqueza hacia una clientela escogida en función de su “etnia”, “tribu” o “estatus” dentro del que podríamos denominar sistema de castas de la sociedad mauritana.

3.4. ¿Quién inicia la transición democrática? Un movimiento táctico e incruento.

En su edición del 26 de junio de 2006, El País, recogía en un artículo de Ignacio Cembre-ro43 las palabras del artífice del golpe de estado de 2005, Ould Mohamed Vall:

“Desde la independencia el país no ha conocido nada más que el sistema de partido úni-co. Hemos vivido regímenes de excepción o de déspotas ilustrados. Ha llegado la hora de experimentar una verdadera democracia.”

Once meses antes, el ex jefe de la Seguridad Nacional, tomaba el control de la cúpula mili-tar y del país, iniciando un proceso de consenso para modificar la Constitución y convocar elecciones. El régimen seguiría siendo presidencialista, pero ahora el Parlamento podría derrocar al Gobierno. Las primeras declaraciones del Consejo Militar establecido, así co-mo la reacción de las distintas fuerzas políticas locales y de la población, habían suscitado una valoración mitigada del cambio que había tenido lugar.

Si bien era cierto que el Consejo Militar era ilegal formalmente, no podía ser condenado por su finalidad reformista, puesto que se había planteado como objetivo intentar restable-cer una situación política insostenible, así como sanear una democracia que se encontraba inmersa en una profunda crisis. La sociedad mauritana se hallaba bloqueada políticamente, sufría una deriva autoritaria y padecía una instrumentalización de la administración y de la justicia en los procesos electorales, lo que provocaba una inestabilidad que había ido en aumento tras los sucesivos intentos de alzamiento de 2003 y 2004.

La principal pregunta que se planteaba en ese contexto era de qué modo podría valorarse un abuso de autoridad que basaba su legitimidad, no en los procesos jurídicos formales, sino en una verdadera adhesión popular y un consenso político global.

Así fue como los distintos socios internacionales de Mauritania empezaron a revisar sus actitudes frente a las autoridades de la transición, a partir del primer discurso con que el Presidente del Consejo Militar se dirigió a la nación, el día 2 de septiembre de 2005. En el mensaje se estipulaba, entre otros puntos, el deseo de acometer una reforma constitucional importante que garantizara la verdadera alternancia en el poder, con la introducción de enmiendas constitucionales de gran calado en relación con la elección del Presidente de la República, que se plasmarían en la elegibilidad por un mandato de cinco años renovable, una sola vez, y donde se establecería la incompatibilidad del cargo de Jefe de Estado con cualquier otra función política.

El Consejo Militar declaró una amnistía para los prisioneros políticos y se comprometió a fortalecer las libertades políticas durante el período de transición, cuya duración se esti-maba que se prolongaría entre dieciocho meses y dos años. En noviembre de 2005, se or-ganizaron unas jornadas de concertación en las que participaron todos los miembros de la                                                             43 Periodista que estuvo destinado en Rabat como corresponsal de El País hasta 2008, especialista en el Ma-greb, y con el que tuve la suerte de conversar muy a menudo sobre la transición mauritana y el posterior golpe de 2008, conversaciones que han sido de gran ayuda en la elaboración de este trabajo, junto a nuestra reciente correspondencia.

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clase política y de la sociedad civil. Al finalizar dichas jornadas, surgió un amplio consen-so en relación con los principales ejes del cambio, especialmente las que serían las dispo-siciones reglamentarias del proceso electoral.

En este entorno se constituyó una comisión independiente, la denominada Comisión Cons-titucional, para la supervisión de las elecciones en estrecha colaboración con los actores políticos.

3.4.1. Rasgos neopatrimonialistas.

La base de liderazgo del régimen anterior nos muestra un ejército jerárquico con rasgos sultanísticos, precisamente por el liderazgo único e impuesto de Ould Taya, y observamos que la transición se inicia desde dentro del propio estamento militar.

Las élites militares se instituyen así en los auténticos motores del cambio, pero a su vez se produce una continua impugnación de las reglas legítimas del juego, generando incerti-dumbre acerca de las reglas que prevalecerán y se harán cumplir.

Como se observa en esta variable, la incompatibilidad institucional implica la presencia de múltiples y contradictorias normas o instituciones que pugnan entre sí para prevalecer so-bre las otras.

3.5. Influencias internacionales: el papel de Mauritania a nivel internacional. Contradicciones en política internacional.

Desde la llegada de Ould Taya al poder en 1984, la política exterior de Mauritania puede dividirse en dos etapas: la primera, marcada por la búsqueda del equilibrio entre los países vecinos y su neutralidad en el conflicto del Sahara Occidental, sus relaciones con Senegal, el retorno hacia Francia y su amistad con los países árabes; y la segunda, acentuada por el nuevo rumbo de su política hacia Estados Unidos e Israel, la profundización de las relacio-nes con algunos estados árabes y la ruptura de las relaciones con Irak y Palestina.

A causa de las relaciones que el primer ministro Ould Jaidala intensificó en 1979 con Ar-gelia y el papel que en aquel momento jugaba este aliado en Mauritania, uno de los prime-ros embajadores que obtuvo el plácet de Ould Taya fue, precisamente, el de Argelia. Y una de las primeras visitas oficiales fue la del Ministro de Información de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Ould Salek. Fue la época en la que Arge-lia y el Frente Polisario presionaban a Nuakchott para que mantuviera los compromisos anteriores en política exterior propuestos por Ould Jaidala. En diciembre de 1984, el rees-tructurado CMRN reafirmó su apoyo y reconocimiento a la RASD, manteniendo que la construcción del Gran Magreb seguía siendo un objetivo prioritario del CMRN, que consi-deraba el Tratado de Fraternidad y Concordia, firmado en diciembre de 1983 por Argelia, Mauritania y Túnez, como una vía adecuada.

Por este motivo Argelia, a la hora de reconocer el régimen de Ould Taya, mantuvo que el golpe que le llevó al poder era un asunto interno de Mauritania, siempre y cuando no hu-biese una modificación esencial de las relaciones entre Mauritania y Marruecos. Del mis-mo modo, uno de los primeros países que reconoció al nuevo Gobierno de Ould Taya sería el de Libia, que para el futuro inmediato presentaba unas perspectivas de desarrollo y de mejora en las relaciones.

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A pesar del reconocimiento de la RASD, Mauritania no quería alejarse demasiado de Ma-rruecos, lo que provocó un cierto recelo por parte de Argelia pese a su satisfacción por la posición de Mauritania con el Frente Polisario.

Por su parte, la oposición mauritana en el exilio, que contaba con organizaciones pro-marroquíes, aceptó el nuevo golpe de estado, a pesar de las declaraciones de Ould Taya a favor del Frente Polisario. Incluso Marruecos mismo declaró que el Gobierno de Ould Taya llevaría una mayor neutralidad a la región. Quizás esta declaración pudo deberse a los orígenes familiares del nuevo presidente, que procedían de la tribu de los smasid44, extendida por todo el Adrar, una región que históricamente, como todo el norte de Mauri-tania, había mantenido buenas relaciones con Marruecos.

Ould Taya afrontó los problemas derivados de la ruptura de las relaciones diplomáticas con Marruecos en 198145 de forma bastante prudente. Tampoco Marruecos quería alejarse de Mauritania, que tras su posterior retirada de la Organización de la Unión Africana (OUA) en 1984, por la cuestión del Sahara, tuvo que llevar a cabo un ajuste en sus plan-teamientos con la política africana, decidiendo hacerla más pragmática.

Marruecos tenía unas relaciones tensas con Argelia, por lo que un nuevo giro de acerca-miento hacia Mauritania parecía conveniente. En abril de 1985, ambos países restablecie-ron sus relaciones diplomáticas. Unos meses antes, el nuevo régimen de Ould Taya decre-tó la amnistía general, poniendo en libertad a políticos mauritanos de todas las tendencias, fundamentalmente prolibios, proiraquíes y promarroquíes, que eran los más perseguidos y castigados durante el régimen de Ould Jaidala. Fue un momento de reconciliación nacional que volvía a abrir el país a todas las influencias exteriores.

Entre 1978 y 1988, los cinco jefes de Estado del Magreb, el rey Hasán II de Marruecos, los presidentes Chadli Bendjedid de Argelia y Zine el Abidine Ben Alí de Túnez, Ould Taya de Mauritania y Annuar el Gadafi de Libia, decidieron estudiar un plan para la cons-trucción del Gran Magreb árabe sobre bases económicas y de libre circulación. El tratado se firmaría en 1989 y establecería un marco institucional y jurídico para la nueva organi-zación conjunta.

Este retorno de Mauritania al foro de naciones árabes a través de los nuevos vínculos in-tramagrebíes, y del que había estado marginado por largo tiempo, sufrió una convulsión con motivo de la invasión de Kuwait por Irak en agosto de 1990. En aquel momento el presidente Ould Taya se encontró ante el dilema de alinearse con los países moderados de la Liga Árabe en el seno de la coalición internacional anti-iraquí, liderada por Estados Unidos, o bien respaldar al régimen de Sadam Husseín, que había brindado a Mauritania una asistencia militar muy importante, sobre todo en los momentos de mayor decadencia en las relaciones de Mauritania con Marruecos y Senegal.

                                                            44 Tribu del norte de Mauritania, cercana al Sáhara Occidental, a la que también pertenece el ex presidente del Parlamento marroquí, Dey Ould Sidi Baba. 45 En la edición de El País del 18 de marzo de 1981 se podía leer: “Mauritania rompió ayer las relaciones diplomáticas con su vecino del norte, Marruecos, al que acusa de haber fomentado el fallido golpe de esta-do del lunes en Nuakchott, encabezado por dos ex jefes del ejército mauritano al frente de un comando pre-suntamente llegado de la frontera senegalesa. Argelia reaccionó con gran rapidez en apoyo del presidente Juna Ould Jaidalla, enviando a dos altos funcionarios a la capital mauritana con el previsible propósito de cooperar en el reforzamiento de la capacidad defensiva del Ejército de este tradicionalmente inestable país”. (http://elpais.com/diario/1981/03/18/portada/353718003_850215.html).

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La amistad mauritano-iraquí se mantuvo durante la primera guerra del Golfo; en junio de 1987 Nuakchott volvió a romper relaciones diplomáticas con Teherán, e igualmente ocu-rrió durante la segunda guerra del Golfo.

A pesar de que se jugaba ayudas muy importantes de la cooperación de Francia (primer socio comercial en aquel momento), la CEE y, sobre todo, de los países del golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudita y Kuwait, los préstamos del Banco Mundial y del FMI, Ould Taya anunció su apoyo sin reservas a Bagdad en los meses que duró la crisis, lo que convirtió a Mauritania en el único país de la Unión del Magreb Árabe que declaró su apo-yo a Irak.

En abril de 1989, la disputa sobre derechos de pastoreo en la zona fronteriza del río Sene-gal llevó a la policía de fronteras de Mauritania a disparar y matar a dos campesinos sene-galeses, lo que originó la sublevación de la población de la orilla sur del río Senegal. En Senegal, donde muchos comerciantes eran mauritanos, las tiendas fueron saqueadas y la mayoría de los mauritanos fueron expulsados. El incremento de los incidentes fronterizos llevó a Senegal a la ruptura de relaciones con Mauritania en 1989.

Dentro de Mauritania también se registraron incidentes entre mauritanos del sur y árabes y bereberes del resto del país. El apoyo del ejército a los bereberes causó cientos de muertos. Las víctimas en Senegal fueron moros de lengua árabe y en su mayoría de piel clara, mien-tras que en Mauritania fueron negros senegaleses de lengua no árabe (Parker, 1991: 155-171).

La OUA trató de negociar un acuerdo para reabrir la frontera, pero en última instancia fue una iniciativa del presidente de Senegal, Abdou Diouf, la que llevó al tratado de paz que se firmó el 18 de julio de 1991. Ese año Nuakchot restableció también relaciones diplomá-ticas con Mali, y reanudó las negociaciones acerca de los litigios fronterizos y la situación de los refugiados mauritanos entre ambos países vecinos.

Los refugiados mauritanos lentamente regresaron de nuevo al país durante los años si-guientes, pero entre 20.000 y 30.000 refugiados aún continúan en las zonas fronterizas del norte de Senegal, y es en este lugar donde las Fuerzas de Liberación Africana de Maurita-nia —FLAM—, de mayoría negra, denuncian la arabización forzosa de la sociedad mauri-tana (Seneweb, 2012)46.

Es importante recordar que Estados Unidos había tenido como aliado a Ould Taya, espe-cialmente a partir de los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Quizás por este motivo el Consejo Militar para la Justicia y la Democracia (CMJD), surgido del golpe de estado de 2005, no recibió ningún apoyo por parte de la Casa Blanca y eso, precisamen-te, sirvió para legitimar a la junta militar en su, llamémosle, tránsito por el desierto47.

Mauritania había sido un aliado incondicional en la “Guerra contra el terror” iniciada por el gobierno Bush, en un intento de cambiar su imagen internacional tras el fracaso de aper-tura democrática, apenas esbozada a principio de la década de los noventa, en el marco de la tercera ola de democratización en África.

                                                            46 Senewew. (2012). «Sénégal-Mauritanie: Au bord de la rupture diplomatique ». Senewew, 3 julio de 2012. Disponible en http://www.seneweb.com/news/Diplomatie/senegal-mauritanie-au-bord-de-la-rupture-diplomatique_n_71105.html . Accedido por última vez el 3 de marzo de 2017. 47 Es más, era la primera vez que sin el apoyo de los Estado Unidos una transición tenía éxito (Hochman (2007:67).

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En este contexto de acercamiento pro-americano, Mauritania había arrestado a los islamis-tas más radicales y colaboraba estrechamente con los Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo. La imagen americana de Mauritania era la de un país estable, amigo, que hace esfuerzos por democratizar el régimen, pero que aún sigue representando una amenaza (Jourde, 2007: 497).

La ONG destinada a la promoción de la democracia, el National Democratic Institute (NDI)48, envió un equipo técnico para evaluar la situación en la que se encontraba Mauri-tania en la primavera de 2006. A esta misión le siguieron otras ONG y, por primera vez, Naciones Unidas envió 12 millones de dólares para asistir a la preparación de las eleccio-nes. A partir de este momento hubo un cambio en la política del gobierno de los Estados Unidos con un claro apoyo al proceso de transición (Hochman, 2007:77).

El golpe de estado del 3 de agosto de 2005 fue condenado desde el primer momento por la Unión Europea, que expresó su postura a través del Comisario Europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, quien lamentó la toma de poder por la fuerza e hizo un llamamiento al respeto por la democracia y al marco institucional legal. Los principales socios europeos de Mauritania (Francia y España) siguieron a la Comisión Europea en su condena del levantamiento.

No obstante, las decisiones tomadas por el CMJD, encaminadas hacia una transición pací-fica y consensuada por todos los actores políticos, fueron acogidas y apoyadas por la Unión Europea, que inició sus consultas con una importante delegación mauritana en Bru-selas el día 1 de diciembre de 2005. A pesar de su postura repetida de rechazo frente a la toma de poder por la fuerza, la Unión Europea manifestó su satisfacción en cuanto a los compromisos asumidos por las autoridades de transición en el memorando presentado en la reunión de Bruselas.

Las autoridades mauritanas se comprometieron a proporcionar informes periódicos sobre el desarrollo del proceso de transición y, sobre la base de dicho acuerdo, la Unión Europea manifestó su apoyo a las reformas políticas planteadas por parte de Mauritania, valorando positivamente la plena cooperación de las autoridades mauritanas, que se entendía de gran importancia para los representantes comunitarios.

Los encuentros de Bruselas fueron seguidos por varias misiones de evaluación, que permi-tieron a las delegaciones europeas que visitaron Nouakchott valorar los esfuerzos realiza-dos por el CMJD y el gobierno de transición, en el sentido de los compromisos anterior-mente mencionados.

3.5.1. Rasgos neopatrimonialistas.

A nivel de influencia internacional, observamos dos lógicas de actuación propias del neo-patrimonialismo. Por un lado la lógica definida por un gobierno personalista, plagado de elementos de patronazgo y clientelismo, tomando decisiones aparentemente arbitrarias, pero fuertemente influidas por las ayudas externas recibidas.

Por otro lado, un patrón se articula en torno a otra lógica, constituida por el sistema legal-racional de las relaciones internacionales: son las contradicciones de Ould Taya apoyando

                                                            48 NDI se declara como no gubernamental, no partidaria e independiente, aunque recibe una fuerte subven-ción del Congreso de Estados Unidos, quizás por su estrecha relación con el Partido Demócrata.

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a Israel, un estado puramente anti-árabe, o a Irak, enfrentado a la comunidad internacio-nal.

3.6. La situación económica del país. La herencia de una época postcolonial.

La economía política de Mauritania desde su independencia había sido construida sobre un modelo de desarrollo impulsado por las rentas. A pesar del marco relativamente bueno creado por las autoridades durante el período de transición estudiado, para lograr una ges-tión transparente de los ingresos derivados del petróleo, el legado de un crecimiento im-pulsado por las rentas no favorecía un uso eficaz de los ingresos del petróleo previstos.

Durante más de cuarenta años el sistema económico se había desarrollado fundamental-mente sobre el esquema de absorción de rentas por parte de las élites locales, que no era más que un reflejo de un sistema extractivo pre-colonial. En este período no hay atisbo de transparencia o de competencia: ni la minería ni la pesca habían sido capaces de expandir-se más allá de los enclaves tradicionales y ambos sectores obtuvieron resultados inferiores a lo esperado en cuanto a valor añadido y generación de empleo49.

Los amplios monopolios comerciales privados y unas empresas estatales de agua y electri-cidad poco eficientes extraían rentas de la economía urbana a costa de los productores privados nacionales, cuyos márgenes se veían reducidos por el elevado precio del agua y los cortes de electricidad.

Los monopolios también dominaban el crédito bancario a costa de las pequeñas y media-nas empresas, puesto que las grandes empresas con conexiones políticas habían dominado los contratos públicos de adquisición, reservando los mercados nacionales a los productos importados, aun cuando existieran productores locales con precios más bajos. Los mono-polios, tanto públicos como privados, se mostraban indiferentes a la inflación y el tipo de cambio, ya que podían hacer que sus mercados cautivos asumieran los costes.

El éxodo del campo a las ciudades que comenzó en la década de 1940 y que se repitió a finales de la de 1960, provocó una aglomeración de miles de nómadas en las zonas urba-nas, que intentaban sacar provecho de la venta de su ganado en los mercados urbanos, que solían ubicarse en poblados de chabolas. Esta emigración masiva transfirió de facto las redes de parentesco locales a la economía nacional.

El sistema funcionaba del siguiente modo: los nuevos residentes urbanos dependían de la hospitalidad de sus parientes. Esperaban de estos una intervención de tipo político, en lu-gar de solucionar su vida con los medios disponibles. Se presuponía que los habitantes de las ciudades deberían estar en mejor situación para poder redistribuir sus ingresos con los menos afortunados, dado que el mercado de trabajo urbano no era capaz de absorber a los trabajadores de forma efectiva.

Estas redes de protección social también se vieron sometidas a presiones a medida que los residentes de las ciudades, que eran más ricos, iban teniendo la sensación de que, a pesar de que sus ingresos aumentaran, las obligaciones con respecto a los más desfavorecidos resultaban cada vez más costosas.                                                             49 La empresa estatal SNIM había sido incapaz de aumentar de forma sustancial las exportaciones de mineral de hierro, que llevaban fluctuando en torno a los 10 millones de toneladas anuales desde 1975. La pesca genera poco valor añadido nacional. Conforme a los lucrativos acuerdos de pesca firmados con la UE, hasta un 80% de lo pescado anualmente se transborda o desembarca en el extranjero. Banco Mundial). 

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El incremento del coste de vida que afectaba a Mauritania, al igual que a otros países de África, a mediados de la década del 2000, se convertía en una carga adicional para la po-blación. Esto se sumaba a la presión a que estaban sometidos los ministros del Gobierno para distorsionar las políticas de forma que se ayudara a esta improvisada red de seguridad social. Al final este sistema produjo un efecto negativo para el desarrollo de una auténtica economía competitiva.50

3.6.1. Rasgos neopatrimonialistas.

Es en esta variable donde se pueden reconocer la mayoría de los rasgos neopatrimonialis-tas definidos por O’Neill. A la vez que se generan normas legal-racionales, las reglas in-formales de las relaciones familiares modifican las reglas propias de las democracias libe-rales, que son utilizadas e instrumentalizadas produciendo instituciones legales-racionales, formales pero disfuncionales, junto a las normas patrimoniales informales y el compromi-so retórico de las élites para la separación de las esferas pública y privada

3.7. Entorno en el que se promulga la nueva Constitución. Una sociedad civil co-mienza a despertar.

Tras el golpe de Estado de agosto de 2005, se abrió un período de cambios institucionales y normativos, aprobándose un estatuto para regular e institucionalizar el papel de la oposi-ción. Pero los partidos de la oposición parecían anclados en el lenguaje y en la anterior cultura política.

La oposición en Mauritania no acababa de adaptarse a los cambios sociales acontecidos y a los cambios realizados por el CMJD, donde se debería haber generado un nuevo discurso sobre la democracia, la esclavitud, los derechos humanos y el papel del Estado, una nueva manera de comunicar, a través de entrevistas y conferencias de prensa o, al menos, haber intentado maquillar la instrumentalización estratégica que hacían de tribalismo y de los líderes Maure.

Mientras que la sociedad manifestaba su apoyo a estos cambios a través de unas elevadas tasas de participación, la oposición persistía en utilizar eslóganes como “conciencia” o “resistencia”, cuando se suponía que eso ya formaba parte del pasado.

Para Ould Mohamedou (Mohamedou, 2007:329), la oposición exiliada en el extranjero como Conciencia y Resistencia, que era una célula enfocada a una transición radical en la República Islámica de Mauritania, estaba completamente alejada de la realidad y sin un seguimiento importante en el interior del país. Conciencia y Resistencia51 manifestó su apoyo al golpe de Estado de 2005, para cambiar de planteamiento más tarde y criticar al CMJD de manipulación, justificándose en que la transición era una impostura.

Con respecto a la oposición en el interior del país, como decíamos, se mantenía engancha-da al lenguaje de enfrentamiento al antiguo régimen de Ould Taya. Tras el golpe de Estado de 2005, las fuerzas de la oposición no consiguieron organizarse.

Hubo que esperar hasta el 25 de mayo de 2006 para que se organizara la Coalición de Fuerzas por el Cambio Democrático (CFCD), constituido por nueve partidos de la oposi-                                                            50 FMI (2008), Mauritania, Article IV, June 2008, Fondo Monetario Internacional, Washington, DC. 51 www.conscienceresitance.org, hoy en día inactiva, pero con rastros en internet a través de whois, Alexa, etc. 

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ción: APP, UFP, RFD, RD, FP, HATEM, TEMAM, los Reformadores Centristas (islamis-tas), la Reunión Nacional para la Democracia y la Libertad y la Equidad (RNDLE).

El 28 de agosto de 2006, las Fuerzas por la Liberación Africana de Mauritania/Renovación (FLAM/Renovation), que eran una escisión del movimiento negro-mauritano radical, se integraron también en la CFCD, generándose así una coalición de antiguos opositores al régimen de Ould Taya, que no tardaría en romperse: en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de marzo de 2007, el líder del APP, Messaoud Ould Boulkheir, también candidato presidencial, decidió dar su apoyo al candidato más votado en la primera vuelta, Ould Cheikh Abdallahi.

Las modificaciones que se introdujeron para la celebración de las elecciones durante el período de transición fueron:

aprobación de fórmulas proporcionales para las elecciones locales y gene-rales (aunque no en todas las circunscripciones, sólo en las que se eligen más de dos escaños),

se permitió la presentación de candidaturas independientes. se realizó un censo administrativo de vocación electoral (Recensement ad-

ministratif à vocation électorale - RAVEL), que se revisó hasta en tres ocasiones.

publicación del RAVEL en las circunscripciones electorales en Internet.

En las elecciones legislativas se presentaron finalmente 416 listas de candidatos para las circunscripciones y 25 listas para la lista nacional. Las primeras cifras hablaban de 409 listas y sobre éstas se estimó que 118 listas constituían listas independientes, y 258 estaban repartidas entre 28 partidos y 33 coaliciones de partidos. Solo tres formaciones políticas habían conseguido presentar listas en las 13 wilayas52: Alianza Popular Progresista (APP), la Unión de Fuerzas del Progreso (UFP) y la Reagrupación de Fuerzas Democráticas (RFD). En cuanto al PRDR, presentó candidatos sólo en 11 wilayas (MOE UE, 2007:44).

El Consejo Constitucional fue el encargado de resolver las reclamaciones de estas candi-daturas. Para las elecciones al Senado, se presentaron 187 candidatos para 53 escaños, lo que podría hacer suponer que previamente los candidatos habían establecido acuerdos para poder presentarse.

Es importante resaltar que la mayoría de candidatos eran independientes (MOE UE, 2007:44), lo que debilitaba a los partidos políticos, difuminando su papel ante la presencia de los líderes políticos.

Las razones que explican la aceptación de los independientes son varias. Por un lado, el objetivo era debilitar a los partidos de la antigua oposición, ya que el PRDS, que hasta entonces había estado en el poder53, era el único que tenía una auténtica presencia en todo el territorio. La segunda razón, probablemente muy ligada a la anterior, era permitir que entraran candidatos próximos al anterior Gobierno, pero sin que fueran identificados de una forma directa.

                                                            52 Las Wilayas cumplen una función similar a las provincias con ciertas peculiaridades. 53 Para las elecciones había cambiado su nombre por el de Partido Republicano Democrático y de la Reno-vación (PRDR). 

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Además, las candidaturas independientes se constituyeron en una auténtica puerta trasera para los islamistas que no habían sido legalizados como agrupación política, permitiéndo-les así entrar en el juego político institucional sin necesidad de un reconocimiento explíci-to de sus siglas.

Como afirma Raquel Ojeda García en varios de sus trabajos, una de las notas característi-cas de Mauritania es negar la presencia de un islamismo radical o fundamentalista de for-ma organizada, como podría ocurrir en otros países del Magreb, reconociendo la existen-cia de un islamismo moderado representado, fundamentalmente, por el partido de los Re-formadores Centristas (RC).

Los candidatos independientes se reagruparon bajo unas mismas siglas (RNI) tras su victo-ria en las elecciones generales, apoyando al presidente Sidi Ould Cheikh Abdellahi.

Las otras formaciones que tampoco tuvieron tiempo de ser reconocidas legalmente para los procesos electorales fueron, además del RC, el Partido Nacional para el Desarrollo (PND), el Movimiento por la Democracia Directa (MDD), el Islah, el Partido Mauritano por la Justicia y la Democracia (PMJD)54 y el Partido del Trabajo y la Igualdad (PTE). Algunos de ellos presentaron candidaturas independientes o bajo el amparo de otros parti-dos (MOE UE, 2007: 15).

3.7.1. Rasgos neopatrimonialistas.

La identificación de los partidos autoritarios dominantes marcados por el neopatrimonia-lismo y el clientelismo son factores explicativos de la permanencia de estos partidos en el poder tras el inicio de los procesos electorales multipartidistas. Algunos de estos partidos generaron una organización política profundamente, casi orgánicamente, vinculada al es-tado en cada uno de los escalones de su aparato.

Volvemos a ver los rasgos neopatrimonialistas en esta variable en la que, como ha consta-tado Van de Walle, los partidos que ganaron en las elecciones fundacionales, tras la prime-ra ola de democratización en África, permanecen casi invariablemente en el poder. Así mismo comprobó al analizar el presidencialismo y el clientelismo de los sistemas de parti-dos emergentes en África que estos sistemas se caracterizan por ser de partido dominante rodeados de un gran número de pequeños partidos inestables55, lo que en Mauritania se observa no sólo para el período analizado en este trabajo.

4. Conclusiones

La línea de investigación asignada impone la necesidad de definir un marco teórico sobre el que desarrollar el análisis de los factores que intervienen en una transición desde una forma de poder hacia otro, desde un sistema no democrático hacia otro democrático. Des-de los primeros estudios hasta la actualidad, diferentes corrientes han influido en la direc-ción que tomaban estos análisis. Es después de la Segunda Guerra Mundial cuando la

                                                            54 Presentación moderada en todo el Magreb de los Hermanos Musulmanes, fundamentalmente en Marrue-cos, Mauritania y Túnez. 55 En las elecciones se suele presentar un alto número de partidos aunque no tengan posibilidades de ganar. Su motivación reside en poder negociar una vez transcurridas las elecciones, con el partido ganador y ofrecer su apoyo para a cambio recibir algún tipo de beneficio (Mozaffar y Scarrit 2005:415).

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ciencia empieza a centrar su atención en los procesos de democratización.

Por un lado, la creación de la ONU, como un regreso a la idea fallida de entreguerras de la Sociedad de Naciones, pero esta vez focalizada en los procesos de descolonización de África y Asia, fundamentalmente, lo que genera la necesidad de conocer cómo realizar los tránsitos de un tipo de sociedad a otra, en base a los actores que compondrán los futuros estados independientes.

De otra parte, el surgimiento de la Política Comparada como especialidad de la Sociología, que aglutina diferentes métodos con un denominador común: la aplicación de las técnicas de las ciencias naturales a las ciencias sociales, que tan buenos resultados habían dado en los últimos tres siglos.

El desarrollo de paradigmas empíricos cercanos a teorías parsimoniosas, como la de las oleadas democráticas de Huntington, suponen un marco conceptual donde depurar técnicas de investigación que permitan modelar teorías plenamente científicas.

Es imprescindible diferenciar los conceptos de transición hacia la democracia y de conso-lidación de la misma. Cabría pensar que todas las transiciones hacia la democracia acaba-rán en una sociedad plenamente estructurada y democratizada. Cabría, así mismo desear, más que pensar, que el fin de todo proceso de transición vendrá seguido de una consolida-ción democrática genuina.

Nada más lejos de la realidad. Bien es cierto que entre la tercera y la cuarta oleada demo-cratizadora el balance de países que escapan a sistemas no democráticos es positivo, de ahí el concepto de oleadas. Pero también es cierto que no son pocos los casos en los que el proceso de transición muere en un nuevo golpe de estado.

Antes y después del proceso estudiado, Mauritania ha tenido otros procesos de transición fallidos. Como se ha relatado, su historia está llena de golpes y contragolpes, la mayoría incruentos, que no siempre contaron con el apoyo de la comunidad internacional. De he-cho, en la actualidad, la sociedad civil mauritana está inmersa en un nuevo proceso que cuenta con gran apoyo por parte de actores externos como la Unión Europea o Naciones Unidas.

Por todo lo anterior, se concluye que es necesario definir claramente los procesos de tran-sición y separarlos de la consolidación democrática. Aplicando marcos teóricos como el de Linz y Stepan o el de Bratton y Van de Walle al estudio de un caso concreto, podremos comprobar cómo intervienen las variables causales sobre el proceso y refinar los tipos de intervención que pueden potenciar o mejorar los procesos de transición hacia la consolida-ción democrática.

Entorno a estos planteamientos teóricos, los estudios que utilizan el enfoque neopatrimo-nialista nos ofrecen un marco conceptual que permite descubrir un mayor número de fac-tores explicativos. Nadie es ajeno a las maniobras de las élites locales para mantener el control sobre los bienes de producción y los mecanismos del poder, manteniendo los nue-vos estados en una especie de semi-esclavitud, mientras se venden a la comunidad interna-cional los progresos en materia de gobernanza y construcción del Estado.

El estudio de Bratton y Van der Walle de 1994 sobre los regímenes neopatrimonialistas y las transiciones en África mantiene la tesis de que los cambios políticos de estos estados

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contemporáneos están condicionados por mecanismos de gobierno ya incorporados en el antiguo régimen. Los líderes autoritarios que se mantuvieron en el poder por largos perío-dos de tiempo, establecieron reglas sobre quién puede participar en las decisiones públicas y sobre la cantidad de competencia política que se va a permitir.

En conjunto, estas reglas así definidas constituirían casi régimen político. Este tipo de ré-gimen influye a su vez en la probabilidad de que surja un genuino desafío de oposición, así como en la flexibilidad con la que los actores políticos pueden responder. También deter-mina cómo las élites y las masas llegan a nuevas reglas de interacción política a través de tres mecanismos: negociación, acomodamiento y elección. Es decir, son determinantes para que cualquier transición llegue a ser democrática.

El concepto del neopatrimonialismo implica la coexistencia de instituciones formales e informales, que interaccionan a través de conductas y procedimientos informales que, a su vez, se generalizan como procedimientos normalizados dentro de la estructura formal de los estados modernos. De este modo aparecen dos lógicas de actuación: por un lado la lógica definida por el sistema patrimonial de gobiernos personalistas, plagados de elemen-tos de patronazgo y clientelismo; por otro lado, este patrón se articula en torno a una se-gunda lógica, constituida por el sistema legal-racional del Estado moderno.

En los sistemas neopatrimonialistas los dos esquemas de funcionamiento tienden a fundir-se de tal modo que el sistema patrimonial (de gobiernos personalistas y clientelares) pene-tra en las estructuras básicas del sistema legal-racional, tergiversando su lógica, estructu-ras, instituciones y actuaciones. Cuando las instituciones y los comportamientos, tanto de un tipo como de otro, quedan ligados entre sí lo hacen de diversas maneras y en distintos grados, consiguiendo que esta mezcla se institucionalice.

En Mauritania, en el comportamiento electoral y, en general, en el político, priman las relaciones personales, debidas a fidelidades tribales y a una relación entre los “big men” y sus seguidores. Si un jefe tribal decide no adherirse al PRDS o no ofrecerle su apoyo sabe que no podría contar en el futuro con posibles créditos para los granjeros de su zona o ayudas para fomentar el empleo.

Incluso si un candidato de la oposición gana las elecciones locales, frente a su gestión encontrará la oposición y los frenos de un gobernador nombrado por el poder central cuya principal misión es deteriorar la imagen y las políticas de ese nuevo alcalde.

El voto tribal es un voto de intercambio. Para que la comunidad se vea beneficiada por ese intercambio debe mantener la coherencia y la unión en su comportamiento, por eso el intercambio requiere la unidad de comportamiento de toda la comunidad.

Como hemos observado, el tradicional apoyo mostrado por las tribus al PRDS se rompe, y ni antes de las elecciones de 2008 ni después, el PRDR56 contó con la confianza de algu-nas de estas comunidades, que prefirieron sumarse al nuevo partido, el RNI, que era el que estaba más próximo al Presidente y a los militares. La transición política en Maurita-nia volvería a quedar formalmente suspendida.

El nomadismo político mauritano puede que sea el rasgo neopatrimonialista subyacente en

                                                            56 Siglas que adoptó el PRDS para presentarse a las distintas convocatorias electorales llevadas a cabo desde 2005

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los partidos políticos, conforme lo describe Marianne Marty (Marty, 2002:94) y consiste en el control de la producción y la distribución de la mayor parte de los sectores económi-cos por parte de la elite estatal, repartiéndolos través de cuotas tribales.

La oligarquía militar (Marty 2002: 96), tras el proceso de privatización de los grandes monopolios nacionales iniciado en la década de los ochenta y noventa impuesto por el FMI, consiguió hacerse con el control de las principales empresas públicas. El pago del favor se traducía en la financiación del PRDS, que había sido el artífice de la concesión, puesto que ocupaba todos los niveles del Estado. De esta manera, se mantenía una unión indisociable entre la oligarquía militar conformada por equilibrios tribales, y organizado a través del PRDS como partido autoritario dominante que impregnaba todos los resquicios del Estado.

La renovación del gobierno gracias al cambio de la mayoría parlamentaria no siempre significó que las reglas del juego habían cambiado. Cedric Jourde afirma que los partidos únicos en el gobierno pueden no ganar las elecciones y que, por tanto, sean los partidos de la oposición los que formen los gobiernos. Sin embargo, los nuevos elegidos reproducen las mismas prácticas políticas no democráticas que tanto habían denunciado.

Mauritania no es un caso único. En África Occidental de dieciséis estados, tan sólo en cuatro el tradicional partido autoritario dominante se mantiene en el poder, a pesar de or-ganizar y haber aceptado las elecciones multipartidistas. Estos países son Burkina Faso, Togo, Guinea y Mauritania. Tras el golpe de estado de 2005, Mauritania quedó excluida de este grupo. Así el PRDR57 puede ser clasificado como el antiguo partido autoritario dominante (Aghrout, 2008: 387).

Como se ha apuntado en el marco teórico, el hecho de celebrar unas elecciones libres y haber aprobado una reforma constitucional por referéndum no significa que los actores que controlan los resortes del poder vayan a cambiar.

La institución presidencial sigue ejerciendo un papel clave de control a la Asamblea Na-cional. A este problema hay que añadirle toda una serie de retos que debieron asumir las instituciones democráticamente elegidas durante la transición, como la necesidad de pro-fundizar las reformas democráticas, mantener a los militares fuera de la política, acabar con la profunda división étnica del país y solventar las graves carencias sociales y econó-micas de la población (Aghrout, 2008:389), asignaturas pendientes desde hacía demasiado tiempo.

El golpe de estado del 6 de agosto 2008 que acabó con el proceso de transición analizado en este trabajo se justificó, precisamente, en la incapacidad de Ould Cheikh Abdallahi58 para dar respuestas rápidas a estas demandas además de a la excesiva centralización del poder en la Presidencia del estado frente a un Parlamento dividido. Lo más contradictorio es que precisamente Ould Abdallahi, que fue acusado de ser el candidato favorito de la junta militar durante la campaña de las presidenciales de 2007, fue depuesto un año más tarde de lograr la Presidencia por los mismos militares que supuestamente le auparon.

La pérdida del gobierno por parte del partido autoritario dominante no parece significar el final de este sistema de partidos, ni el fin del régimen autoritario. El caso de Mauritania se podría definir, en este sentido, como paradigmático. El golpe de estado en 2008 y la elec-                                                            57 El antiguo PRDS 58 El Presidente elegido en las elecciones presidenciales de marzo de 2007.

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ción del ex general golpista Mohamed Ould Abdel Aziz, en las presidenciales de julio de 2009, demuestran que a pesar del proceso de transición abierto en 2005, las reglas del viejo régimen seguían presentes.

Cedric Jourde (Jourde, 2008:80-86) define perfectamente, en un ejercicio de síntesis de la influencia del neopatrimonialismo, las cinco razones por la cuales los nuevos gobiernos mantienen las viejas reglas del juego, las de un partido autoritario dominante, aunque se produzca un cambio de quienes controlan las instituciones representativas, que son ple-namente reconocibles en el fracaso del proceso mauritano analizado.

La primera es la herencia de una institución presidencial fuertemente centralizada. El ejercicio del colonialismo a través del protectorado era, por definición, un sistema autori-tario. El problema fundamental para las naciones jóvenes como Mauritania, una vez al-canzada la independencia, como ya se ha apuntado, era elegir entre librarse de las institu-ciones centralizadas, autoritarias y neopatrimoniales, o mantenerlas para así conservar el poder. Queda patente que en Mauritania fue la segunda opción la que prevaleció. Ganar las elecciones presidenciales se convierte así en el mayor premio en la vida política neo-patrimonialista, ya que la fuerte institucionalización de la presidencia y sus amplios pode-res le dotan de los recursos necesarios para el patronazgo (Mozaffar y Scarrit 2005:415).

La segunda razón es el mantenimiento de prácticas neopatrimoniales en un contexto de elecciones multipartidistas. En el periodo pre-colonial mauritano ya existían las prácticas neopatrimoniales, pero durante el colonialismo se institucionalizaron para consolidarse tras la independencia. Los puestos dentro de la administración del estado son en su gran mayoría ocupados por proximidad personal, étnica y política, y no bajo criterios de mérito y capacidad. Por este motivo se hace muy difícil remplazar el personal de toda una admi-nistración, aunque se produzca la alternancia en el gobierno. El poco margen de maniobra que le queda al nuevo partido en el ejecutivo, especialmente en sectores claves como se-guridad e inteligencia, suele ser utilizado para llevar a cabo nombramientos, otra vez, de puestos de confianza política59.

En el neopatrimonialismo contemporáneo, las relaciones de lealtad y dependencia im-pregnan la política formal de tal modo que el sistema administrativo y los máximos res-ponsables de los servicios administrativos ocupan esos puestos, con el objetivo de adquirir riqueza personal y reconocimiento por encima del objetivo de mejora del servicio público. La esencia del neopatrimonialismo es premiar favores personales a través de puestos en la administración pública, a través de licencias o de concesión de contratos y proyectos. Es decir, el neopatrimonialismo es la mezcla entre las normas burocráticas y el comporta-miento patrimonialista (Marty 2002: 103).

La tercera razón consiste en el mantenimiento de una vieja elite política poco renovada. Un breve repaso por los hombres fuertes de la historia de Mauritania confirma que líderes de los gobiernos de alternancia han servido bajo los gobiernos de los regímenes autorita-rios anteriores. Es decir, salvo los líderes de la oposición, la gran mayoría de políticos se han formado y gestado bajo el amparo del partido autoritario dominante.

Un ejemplo de los más relevantes es el caso de Sidi Mohamed Ould Boubacar, Primer                                                             59 La definición dada por Bratton y Van de Walle (Braton y Van der Walle, 1994:458) es: “en los regímenes neopatrimoniales, el jefe ejecutivo mantiene la autoridad más a través del patronazgo personal que gracias a la ideología o a la ley”.  

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Ministro durante el período de transición bajo el control del CMJD (2005-2007), que ha-bía sido Ministro de Hacienda y Primer Ministro de 1992 a 2001, durante el régimen de Ould Taya.

Otro caso relevante es el de Ould Zeidane. Una vez devuelto el poder a los poderes civi-les, el primer ministro tras las elecciones de 2007 fue Zeine Ould Zeidane, que había ejer-cido de Gobernador del Banco de Mauritania también bajo el gobierno de Ould Taya.

Y no podemos dejar de nombrar al mismo expresidente Sidi Ould Cheikh Abdallahi, que había sido ministro con Ould Daddah y Ould Taya, aunque con este último cayó en des-gracia e incluso fue encarcelado bajo la acusación de corrupción.

La cuarta razón se observa a través del miedo a la amenaza permanente de que vuelva el antiguo partido autoritario dominante. Esa amenaza puede ser real o ficticia, pero ejerce una influencia importante, porque es evidente que el partido autoritario dominante llega a controlar prácticamente todos los resortes del poder. En los regímenes autoritarios, el es-tado se convierte en el propietario de los principales sectores económicos (Manning 2005:708). La presencia monopolista del Estado en la economía se traduce en el fortale-cimiento de las redes clientelares y en el debilitamiento del sistema de partidos, ya que la pretensión del partido en el gobierno es repartir los beneficios entre su reducida elite o comprar a la oposición (Ishiyama y Quinn 2006:322).

La quinta y última explicación es la debilidad o la práctica inexistencia de presiones ex-ternas que promuevan una mayor democratización. Dado que los países occidentales han optado por garantizar la seguridad de la zona, prefieren mantener o no presionar a los go-biernos en el poder, puesto que, como ocurre en el caso de Mauritania y Guinea, se han convertido en unos aliados imprescindibles de las grandes potencias en la lucha contra el terrorismo y contra el Islamismo radical de carácter transnacional.

4.1. Comparando sociedades

Como se ha podido observar en el caso mauritano, en los sistemas neopatrimonialistas el mecanismo que permite la interpenetración de las dos lógicas es el clientelismo, que no es más que el procedimiento a través del cual las élites mantienen su status de poder, basado en la concesión de favores personales: distribución de puestos de trabajo en el sector pú-blico, reparto de los recursos públicos a través de la concesión de licencias, contratos y proyectos, etc.

El clientelismo es una forma de dependencia basada en el poder de unos pocos para dis-tribuir de una forma desigual los recursos relacionados con la gestión de lo público, que son gestionados y usados en beneficio del otorgante y del receptor. Si a esto añadimos la concentración sistemática del poder político en manos de un pequeño número de indivi-duos, tendremos una foto-fija de lo que está ocurriendo en la sociedad española. La priva-tización y la distribución de bienes públicos para sus clientes son los factores esenciales para la estabilización y el mantenimiento de su poder.

Es cierto que el partido conservador que gobierna España en la actualidad muestra rasgos claramente neopatrimonialistas. Uno de los factures explicativos más plausibles puede que sea el modelo de transición blanda que se hizo en España, al que se le puede acusar de ser el causante de esta situación.

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Los rasgos personalistas y clientelares ya existían en nuestro país antes, durante y después de la transición. De hecho, la UCD fue un partido estructurado de un modo confederal entre los caciques o cabezas visibles de la sociedad española del momento. El propio PSOE, con su estructura de barones, no hizo más repetir ese mismo patrón. Así, desde la Transición, el desarrollo del neopatrimonialismo ha ido emergiendo y estructurándose, cada vez con menos reparos, hasta la situación en la que nos encontramos en la actuali-dad.

Cuando trasladamos el foco de atención hacia las Comunidades Autónomas, el panorama no mejora. La estructura del estado descentralizado que implicaba el desarrollo del estado de las autonomías suponía que las Comunidades Autónomas desarrollarían, a su vez, una descentralización activa, con el objeto de acercar la Administración hasta los ciudadanos. Por el contrario, las autonomías se constituyeron en nuevos estados centralistas que, tras cuarenta años, han desarrollado y mantenido una lógica neopatrimonialista, más potente incluso que la del propio Estado.

Los casos de corrupción, manipulación de las instituciones, extracción de rentas públicas, privatizaciones, guerras intra e interpartidistas, etc., no son sino un claro reflejo de hacia dónde nos ha llevado el desarrollo neopatrimonialista que las élites de la Transición dise-ñaron para nuestro país.

Probablemente no se esté muy lejos de la realidad cuando se habla de casta o de trama. Un análisis profundo de las lógicas clientelares desarrolladas en España en los últimos cuarenta años puede que lo demuestre. El nuevo actor político, surgido de las moviliza-ciones del 15M, ahora institucionalizado en un partido con representación en el Congreso, construye significados cuando señala a la casta o a la trama (enmarcado) como un resul-tado natural de los procesos de acción colectiva iniciada el 15M.

Pero más allá de la construcción del discurso o de la caracterización neopatrimonialista de nuestra sociedad, las cosas no siempre ocurren porque los ciudadanos lo permitan aunque se afirme hasta la saciedad que los políticos son el reflejo de la sociedad que los ha elegi-do.

Por poner un ejemplo, en Suecia, un Presidente del Gobierno citado a declarar por la caja B de su partido (irregularidad reconocida por el propio abogado de su partido ¡como justi-ficación de su oposición a la presencia del Presidente del Gobierno ante un tribunal!) hace mucho tiempo que estaría cesado, si es que no habría dimitido al minuto siguiente de su citación.

Quizás Almond y Verba (Almon y Verba: 1963), con su definición de la cultura cívica y de las diferentes características de los ciudadanos, (parroquiales, súbditos o participantes), nos puedan dar la clave de por qué persisten o reaparecen las prácticas neopatrimonialis-tas en sociedades tanto consolidadas como sin consolidar, democráticamente.

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DECLARACIÓN  JURADA DE AUTORÍA DEL TRABAJO CIENTÍFICO, 

PARA  LA DEFENSA DEL  TRABAJO  FIN DE GRADO 

Fecha: 15.05.2017  

Quien se suscribe:  

  

Autor:  Jaime Gallardo Pérez 

D.N.I.:  19844379W  

    

Hace constar que es la autor(a) del trabajo:  Titulo completo del trabajo. 

 

La primera transición democrática en Mauritania 

Línea de trabajo: La Transición española y otros procesos de democratización  

  

En  tal  sentido, manifiesto  la  originalidad  de  la  conceptualización    del 

trabajo,  interpretación  de  datos  y  la  elaboración  de  las  conclusiones, 

dejando establecido que aquellos aportes intelectuales de otros autores, se 

han referenciado debidamente en el texto de dicho trabajo.  

DECLARACIÓN:  

Garantizo que el trabajo que remito es un documento original y no ha 

sido publicado, total ni parcialmente. 

Certifico que he contribuido directamente al contenido intelectual de 

este manuscrito,  a  la  génesis  y  análisis de  sus  datos,  por  lo  cual 

estoy en condiciones de hacerme públicamente responsable de él. 

No he  incurrido  en  fraude  científico,  plagio o  vicios de autoría;  en caso  contrario,  aceptaré  las medidas  disciplinarias  sancionadoras 

que correspondan.       

  

                                                                          Fdo.: Jaime Gallardo Pérez