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III. EL PSIQUISMO FREUDIANO Y EL JUEGO DE LA FANTOLOGA
Todo lo que puede ser objeto de nuestrapercepcin interior es virtual, como la
imagen dada en el telescopio por lapropagacin de los rayos de luz.
Freud, La interpretacin de los sueos
3.1 Un lugar atpico: khra y el aparato psquico
Una forma de ambigedad distinta se desprende cuando el aparato
psquico, pensado como mquina de escritura, entra en el juego de la lgica de la
inscripcionalidad. Ya no se trata, en trminos de la metapsicologa, de topologas
carentes de dinamismo, ni tampoco, para fines clnicos, de la bsqueda de un
sentido ltimo y originario del discurso del paciente. Leer el aparato psquico
como una mquina de escritura, como una pizarra mgica, coloca al sujeto130
frente a un abismo; el abismo de lo inacabado, imperfecto, improvisado y un
129 Ver El aparato psquico: mquina y repeticin.130 Entiendo aqu por sujeto aqul que tiene la experiencia de su aparato psquico. Podra tambindecir que, en este contexto, es aqul que sufre los efectos de su aparato psquico. Ver tambin lacita #132.
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amplio etctera que podra condensarse en el precipicio de la imposibilidad de
toda plenitud.131
Pero qu es lo que se juega en el juego de la inscripcionalidad? Qu pasa
en el juego? En el juego hay riesgo, peligro, inseguridad, conflicto, lance. El
juego libre se va construyendo sobre la marcha, es siempre gerundio. El juego
estructurado, aunque con reglas predeterminadas, admite siempre, por un lado, el
riesgo de ganar o perder y, por otro, la posibilidad de cambiar las reglas en
cualquier momento. El juego es acontecimiento, ocurre una sola vez. Aunque se
repita, esta repeticin es siempre en diferencia. El juego es acontecimiento porque
se inscribe dentro de la misma lgica de aquello que Derrida refiere por
iterabilidad. En este sentido, la inscripcionalidad pone en juego la veracidad de la
mquina, pero sobretodo, la posibilidad de pensar en una verdad ltima y
originaria que el trabajo de anlisis o analtico pudiera recuperar.
El sujeto se torna, entonces, proceso,132 un interminable proceso; la
conciencia se plasma como un efecto, un a posteriori, ya desde siempre en
131 Pero, hay que aclarar, que esta imposibilidad devela toda posibilidad, esto es, pensamos enposibilidades porque nuestra existencia es finita. En otras palabras, no podramos pensar enposibilidad alguna si nuestra existencia no estuviera atravesada por la imposibilidad radical: lamuerte. Es por esta muerte como imposibilidad radical que hay deseo y necesidad de actuar en elmundo.132 En su artculo El sujeto en proceso, Julia Kristeva desarrolla una interesante crtica a lo queella llama el sujeto unario que, desde el psicoanlisis lacaniano, sera una unidad estratificada,nacida y determinada por la carencia (el vaco, la nada, el cero, segn la doctrina de la referencia),buscando insaciablemente un imposible que figura el deseo metonmico Sin embargo, planteaKristeva, la constitucin de este sujeto nunca se instala segn una ley universal y refiere a laexistencia de prcticas significantes que parecen testimoniar otra economa. Explica tambin quehabra prcticas tales que el sujeto unario, para ser polo indispensable que asegura la
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retardamiento y en espera.133 Este desplazamiento de la conciencia, este
lanzamiento, la despoja de toda posibilidad de efecto pleno y puro. Se trata de la
conciencia retardada y abierta a lo porvenir, pero marcadamente abierta a la
posibilidad. La posibilidad la atraviesa, y se trata de una radical posibilidad,
siempre posibilidad, incluso si se trata de la posibilidad de la muerte.
Ms an, la pregunta no es solamente acerca de lo que se juega en el juego
de la escritura, sino tambin qu se pone en juego cuando entramos en la lgica de
la inscripcionalidad. Se pone en juego una ontologa de lo indecidible, una
fantologa. Esta ontologa asediada por fantasmas del pasado y del futuro-, que
pone en tela de juicio toda lgica binaria y se abre a una particular ambigedad,
cuestiona tambin, y esto es muy importante para la concepcin freudiana del
aparato psquico, la nocin de espacio, de lugar, de topos.
verbalizacin (la puesta en la lengua), tiene que ser llevado al abismo, licuado, excedido por loque llamamos proceso de la significancia, o sea, las pulsiones y operaciones semiticaspreverbales (lgica, sino cronolgicamente, anteriores al fenmeno del lenguaje). En este procesoel sujeto unario descubierto por el psicoanlisis no es ms que un momento, un alto en el camino,llammosle un xtasis, excedido por el movimiento y amenazado por l. El proceso del que setrata no es nicamente una topologizacin, o una dinmica espacial siempre subaadible a loUno. Tiende a rechazar hasta la divisin Inconsciente/Consciente, Significado/Significante, o sea,incluso la propia censura en la que se instituye el orden social y el sujeto. [Kristeva, J. (1977). Elsujeto en proceso. En: A.A.V.V. Artaud. Valencia: Pre-textos. p.p. 35-6]Tambin Derrida en la entrevista que le hizo Jean Luc Nancy y que titularon Hay que comer bieno el clculo del sujeto, dice que de hablar de sujeto o de subjetividad habra que pensar ms bienen un efecto de subjetividad, pues una vez inscrito el sostn dentro de la lgica de la huella o dela diffrance, el sujeto es algo que viene siempre despus. Pero lo ms interesante de estaentrevista es, creo yo, que este efecto de subjetividad viene despus de un clculo y el sujeto,para Derrida, es un principio de calculabilidad que atraviesa necesariamente la experiencia de loincalculable y de lo indecidible. Esto es, una vez que pensamos no en sujeto sino en un sujeto queest atravesado por el clculo, despojamos al sujeto de toda certeza y de toda inmutabilidad.[Nancy, J. (1991). Who comes after the subject? EEUU: Routledge]133 Ver p.p. 63-5.
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El aparato psquico como mquina de escritura se convierte entonces en
una especie de khra, en un lugar a-tpico donde, sin embargo, se inscribe. Khra
es aquella figura de la ontologa del Timeo que Platn hace intervenir como un
espacio a-tpico y lgicamente anterior al mundo divisible en sensible e
inteligible, pero que, al mismo tiempo, hace posible esta distincin. El estudio de
Platn sobre la gnesis del universo concluye que hay un estado anterior a la
creacin del mismo. Los principios fuego, agua, aire y tierra, dice, lo son slo
metafricamente pues son causados. Antes de la introduccin de khra, Timeo
haba ya propuesto dos causas distintas, una que daba origen a lo inteligible y otra
a lo sensible. Pero todo esto deba tener un estado anterior, este es el del caos y la
indistincin y que khra cobija. Propone entonces una tercera difcil y vaga
especie de causa del universo. Dice el Timeo: Qu caractersticas y qu
naturaleza debemos suponer que posee? Sobre todas, la siguiente: la de ser un
receptculo de toda la generacin, como si fuera su nodriza.134 Y contina ms
adelante:
Debemos decir que es siempre idntica a s misma,pues no cambia para nada sus propiedades. En efecto,recibe siempre todo sin adoptar en lo ms mnimoninguna forma semejante a nada de lo que entra enella, dado que por naturaleza subyace a todo comouna masa que, por ser cambiada y conformada por loque entra, parece diversa en diversas ocasiones; ytanto lo que ingresa como lo que sale son siempreimitaciones de los seres, impresos a partir de ellos deuna manera difcil de concebir y admirable135
134 Platn, Timeo. (Mercedes Lpez, trad.) Espaa: Gredos. p. 199. 49a.135 Ibd., p. 202. 50c.
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En este sentido, se puede pensar en khra como una crtica a slo ubicar
en trminos espaciotemporales, que para los fines de mi exposicin resulta
pertinente si pensamos en el aparato psquico como algo que excede la anatoma
del sistema nervioso.
Khra es algo donde se inscribe, pero que la inscripcin excede. Hablamos
entonces de una inscripcionalidad que es anterior aqu tambin por economa
del discurso y no cronolgicamente- a toda lgica binaria y que pone en tela de
juicio el patrimonio de la metafsica. La enigmtica y paradjica naturaleza de
khra cuestiona la primaca del principio de no contradiccin y del tercero
excluso. Khra no se somete a una lgica de la participacin y exclusin. Para
Derrida se trata de una oscilacin, de un habitar en la oscilacin, pero no de un
movimiento que vaya de polo a polo sino de una oscilacin entre dos gneros de
oscilacin: la doble exclusin (ni/ni) y la participacin (a la vezy, esto y
aquello).136 Unas veces khra no es ni esto ni aquello y otras veces es esto y
aquello.
El aparato psquico, como khra, no es ni un espacio ni un contenedor. Dice
Freud, por un lado, que se trata de un aparato virtual y, por otro, que funciona
como una mquina de escritura, esto es, un aparato virtual donde se inscribe una
huella mnmica. Sin embargo, la inscripcin de la huella en la pizarra mgica no
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es un hecho consumado, sino ms bien, un proceso, radicalmente proceso,
siempre proceso, la huella mnmica como inscripcin, como aquello que se
inscribe en la khra de Platn, escapa y excede ese topos. La alter-abilidad de la
huella mnmica no significa otra cosa que su posibilidad de ser modificada por
la otredad, por lo otro o el otro. Ser alterable es estar abierto a la intervencin
de lo otro, pero se trata de una intervencin que produce transformaciones, esto
es, alteraciones.
Dice Derrida en Freud y la escena de la escritura que la huella como
memoria no es un abrirse-paso puro que siempre podra recuperarse como
presencia simple, es la diferencia incapturable e invisible entre los actos de
abrirse-paso137. El lugar de la inscripcin es un lugar que no es lugar. El espacio
en el que se inscribe la huella en la pizarra mgica es un lugar a-tpico donde
confluyen, la fuerza de resistencia de la capa de cera y la fuerza de aquello que
ejerce presin sobre la misma. Es un lugar incapturable e invisible. Se trata de
un lugar sin domicilio. No podemos saber dnde se ubica ese lugar, y no por una
dificultad o incluso imposibilidad epistemolgica, sino porque no est, no se
encuentra, no podemos decir dnde porque no podemos verlo, aprehenderlo,
medirlo, definir su permetro. Ese a-tpico lugar de la inscripcin es algo para
inscribir que no es algo, que no es un ente sino algo abierto a la inscripcin y a
136 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 19.137 Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. (PatricioPealver, trad.) Barcelona: Anthropos. p. 277. Subrayado mo.
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ser inscrito. Podremos seguir hablando de lugar? Se trata de un acontecimiento
paradjico, como aquello que dice Diego Tatin sobre khra, en su nota
preliminar al texto que Derrida dedica a ese enigmtico pasaje del Timeo:
Ni ser ni vaco, ni inteligible ni sensible, niparadigma ni copia, khra sucede de manera extraa,aportica, dando lugar sin dar en realidad nada;dejando que todas las cosas se inscriban en ella, sinser no obstante fundamento de nada.138
Y el mismo Platn dice: Si afirmamos, contrariamente, que es una cierta
especie invisible, amorfa, que admite todo y que participa de manera ms
paradjica y difcil de comprender de lo inteligible, no nos equivocaremos.139
Ni khra ni el aparato psquico son fundamento porque no son cosa o ente,
de hecho, ni khra ni el aparato psquico son. No son tampoco sujeto, sostn o
sustrato de nada. El aparato psquico no es el sujeto del psicoanlisis. En todo
caso, de ser algo, el aparato psquico sera aquello que posibilita al sujeto, previo
al sujeto, anterior al sujeto; si no cronolgicamente, al menos en trminos de una
lgica del discurso. El aparato psquico no sostiene impresiones; cuando el
aparato psquico freudiano se convierte en una mquina de escritura, las huellas
mnmicas que se imprimen tan slo podemos decir que le visitan, y esa visita
es slo anunciada, pues nunca es visita de una presencia plena. El aparato
psquico no es sujeto pues las huellas mnmicas no le pertenecen, no le
pertenecen a nadie, a nada, ni siquiera a un lugar o topos del aparato psquico.
138 Ver nota preliminar de Diego Tatin en: Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.)Argentina: Alcin Editora. p. 7.
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Cabe subrayar que a pesar de que Freud identifica lo inconsciente con la
memoria y, en particular, dice en su Nota... que la capa de cera de la pizarra
mgica es el lugar donde se guarda el archivo de las impresiones y que, por lo
tanto, es esta parte del artefacto la que puede equipararse con lo inconsciente, no
su puede afirmar que las huellas mnmicas le pertenecen a aquello inconsciente
del aparato. Una afirmacin de este tipo supondra una simple sustitucin del
sujeto de la modernidad por un sujeto del inconsciente comprometido con las
mismas consecuencias de hipostatizacin.
Desde una lgica de la inscripcionalidad, esto es, desde una fantologa u
ontologa de lo indecidible, la pregunta quin sostiene las huellas mnmicas no
tiene ya cabida, no se puede seguir con las preguntas: a qu lugar del aparato
psquico pertenecen los registros de la memoria? o de qu repblica son oriundas
estas o aquellas representaciones? A propsito de khra dice Derrida:
Porque, por una parte, la polisemia ordenada de lapalabra comporta siempre el sentido del lugar polticoo, ms generalmente, del lugar investido, poroposicin al espacio abstracto. Khra quiere decir:sitio ocupado por alguien, pas, lugar habitado, sededesignada, rango, puesto, posicin asignada, territorioo regin. Y de hecho khra estar siempre yaocupada, investida, incluso como lugar general, a lavez que se distingue de todo lo que toma sitio en ella.Por eso la dificultad de tratarla como espacio vaco ogeomtrico140
139 Platn, Timeo. (Mercedes Lpez, trad.) Espaa: Gredos. p. 203. 51b. Subrayado mo.140 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 47.
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Platn insiste en que khra es un receptculo, un lugar de alojamiento y
recepcin. Es en este sentido que khra no puede ser un espacio vaco donde tan
slo se imprima, khra slo es, o mejor dicho, slo hay khra en tanto algo se
alberga en ella, khra slo es en tanto algo la ocupa, la inviste; el aparato psquico
es tambin cabe aqu tambin corregir el es por hay aparato psquico- slo en
tanto ocupado, investido, impreso, marcado. No hay aparato psquico previo o
anterior a lo que podramos llamar psiquismo. Hay aparato psquico, algo como
un aparato psquico porque hay psiquismo; hay psiquismo que funciona como
aparato, como mquina.
Por otro lado, la lectura que Derrida hace de este pasaje del Timeo no
pretende proponer una palabra que le haga verdadera justicia a khra; Derrida
asume lo ineludible de toda geografa o topologa, sin embargo, su intensin s es
mostrar cmo la estructura de khra vuelve inevitable todo accidente, debilidad o
momento provisorio.141 El aparato psquico y khra son espacios donde no hay ni
regularidades, ni esencias; no hay presencias plenas, hay slo diffrance.142
Recordemos aqu cmo, en el caso del aparato psquico freudiano, el Proyecto de
psicologa muestra al psiquismo como la diferencia entre los pasos-abiertos, en la
141 Cf. p. 23.142 Dice Derrida en su texto La diffrance: Lo que se escribe como ser as elmovimiento de juego que , por lo que no es simplemente una actividad, estasdiferencias, estos efectos de diferencia. Esto no quiere decir que la diferancia que produce lasdiferencias est antes que ellas en un presente simple y en s mismo inmodificado, in-diferente. Ladiferancia es el no-pleno, no-simple, el origen estructurado y diferente (de diferir) delas diferencias. El nombre de , pues, ya no le conviene. [Derrida, J. (2003). Ladiffrance. En: Mrgenes de la filosofa. (Carmen Gonzlez Marn, trad.) Madrid: Ctedra. p. 47]
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pizarra mgica como la diferencia entre la fuerza de la impresin y la resistencia
de la capa de cera, y esta diferencia es tambin, como dice Derrida, un juego
espaciotemporal, un indecidible hacerse espacio en el tiempo y/o tiempo en el
espacio. Y es que ms que ser espacios a-tpicos, como ya he dicho, el aparato
psquico y khra son espaciamientos.
Por supuesto que esta lectura de Freud es una del tipo a pesar de Freud
con Freud, pues no hay que olvidar que al mismo tiempo que no descansa en
aclarar la virtualidad y la necesidad del estudio del dinamismo del aparato
psquico, tambin afirma, en varios pasajes de su obra, que toda pulsin es la
representacin psquica de una excitacin endosomtica, esto es, toda represin
involucra la representacin ideacional de un instinto. Esto quiere decir que para
Freud hay representacin al nivel del inconsciente.143 El inconsciente es ahora el
sujeto de la representacin, el dueo de las representaciones del aparato
psquico. Si el sujeto est ahora en casa en el inconsciente, seguimos
comprometidos con una herencia Cartesiana. Como concluye Descartes en sus
Meditaciones metafsicas, para que algo pueda ser representado, tiene que haber
el quin de la representacin, tiene que haber un agente que albergue estas
143 De hecho, no podra ubicarse representacin en otro lugar del aparato psquico pues, paraFreud, la conciencia es pura percepcin. Es cierto que en el preconsciente se ubicara todarepresentacin-palabra pero, aclarado incluso por el mismo Freud, el preconsciente no es ms queuna parte del inconsciente. Siguiendo con m lnea de exposicin, estas aclaraciones a las queconstantemente tiene que recurrir Freud constatan la fragilidad con la que se puede sostener unatopologa del aparato psquico, la que sea, inconsciente, preconsciente y conciente o ello, yo ysupery.
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representaciones, un lugar donde se encuentren, alguien que responda por esas
representaciones, un domicilio. En este sentido, Freud parece haber tan slo
transferido el sujeto de la consciencia al inconsciente.
Sin embargo, las huellas mnmicas estn siempre en un juego entre
ausencia y presencia, estn siempre en un entre, esto es, no estn ni aqu, ni all,
no estn en ningn lado. La huella inscrita en este juego entre presencia y
ausencia coloca toda presentacin como re-presentacin, no hay ya presencia
plena, toda presencia est contaminada, asechada por espectros del pasado y del
futuro.
Al igual que el aparato psquico que carece de referente material, khra
no tiene los caracteres de un ente, entendamos por esto un ente admisible en lo
ontolgico, a saber un ente inteligible o sensible. Hay khra, pero la khra no
existe.144 Dice Derrida que es ms situante que situada.
La memoria en Freud, cuando est atravesada por esta lgica de la
inscripcionalidad como en su Proyecto de psicologa, se alberga en un espacio
tan enigmtico y paradjico como khra. Recordemos cmo las barreras-contacto
de las neuronas ? no estn igualmente facilitadas o no ofrecen igual
resistencia y que es adems esta diferencia entre las facilitaciones la que da
origen a toda memoria; la memoria no es si no la diferencia entre las
facilitaciones. Recordemos tambin que estas neuronas ? son aquellas capaces de
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quedar permanentemente alteradas, las que conservan la huella mnmica, esto es,
las de la memoria, por lo tanto, dice Freud, son el origen del aparato psquico y de
todo proceso psquico. Entonces, el origen del aparato psquico es un origen no-
origen, un origen con tachadura: origen. Podemos entonces colocar tanto a khra
como al aparato psquico como momentos de la diffrance, como diffrance. La
huella mnmica en el Proyecto es aquella de la alteracin de la barrera-contacto y
es esta diferencia en el grado de alteracin o facilitacin que hace que se prefiera
una va sobre otra para la descarga de la energa. Cuando Freud dice que la
memoria est representada por la diferencia entre las facilitaciones, ubica a la
memoria en un espacio incapturable e invisible. Como dice Derrida, la vida
psquica no es ni la transparencia del sentido ni la opacidad de la fuerza, sino la
diferencia en el trabajo de las fuerzas145, y la diferencia no est en ningn lado.
3. 2 Espectralidad en el aparato psquico
As, la virtualidad del aparato psquico habla tambin de su carcter de
espectro, de su espectralidad. Como espectro, el aparato psquico produce efectos,
hace cosas, altera cosas, pero sin presentarse. Son los efectos del espectro quienes
anuncian que hay espectro, pues no podemos decir que un espectro es o existe. El
144 Derrida, J. (1995). Khra . (Diego Tatin, trad.) Argentina: Alcin Editora. p. 28.145 Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. Barcelona:Anthropos. p. 277.
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aparato psquico comparte esta estructura, esto es, el aparato psquico freudiano es
un aparato sin referente real, no tiene aparato, no hay aparato ni rganos
psquicos, se trata de un aparato sin aparato, el aparato psquico no tiene
presencia, no se presenta, se anuncia en sus productos o efectos psquicos, lase
sueos, dolor, sntomas neurticos, placer, etc. En este sentido, podemos decir
que ms que un aparato psquico hay psiquismo. Se trata de una espectralidad que
sobrelleva una economa de fuerzas que, por ejemplo, crea o produce sentido:
[La energa] no limita sino que produce el sentido. Ladistincin entre la fuerza y el sentido es derivada enrelacin a la archi-huella, depende de la metafsica dela conciencia y de la presencia, o ms bien de lapresencia en el verbo, en la alucinacin de unlenguaje determinado a partir de la palabra, de larepresentacin verbal. Metafsica de lapreconsciencia dira Freud, puesto que elpreconsciente es el lugar que le asigna a laverbalidad. Al margen de eso, qu nos habraenseado Freud realmente nuevo?La fuerza produce el sentido (y el espacio) medianteel mero poder de que habita en ellaoriginariamente como su muerte. Este poder, es decir,este imponer que abre y limita el trabajo de la fuerzainaugura la intraducibilidad, hace posible lo que sellama , transforma el idioma absolutoen lmite desde siempre ya transgredido: un idiomapuro no es un lenguaje, slo llega a serlorepitindose: la repeticin desdobla ya desde siemprela punta de la primera vez. 146
Es a travs de la repeticin de la impresin que la fuerza produce el
significado, en el mismo sentido en el que el signo slo es signo si podemos
repetirlo. Esto es lo que Derrida llama iterabilidad, lo repetible en diferencia.
146 Ibd., p.p. 293-4.
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El aparato psquico como espectro sera aquello que no se ve, pero que
permite y da la posibilidad de ver: El espectro, como su nombre lo indica, es la
frecuencia de cierta visibilidad. Pero la visibilidad de lo invisible. Y la visibilidad,
por esencia, no se ve, por eso permanece epekeina tes ousas, ms all del
fenmeno o del ente. El espectro tambin es, entre otras cosas, aquello que uno
imagina, aquello, aquello que uno cree ver y que proyecta: es una pantalla
imaginaria, all donde no hay nada que ver. Ni siquiera la pantalla, a veces; y una
pantalla siempre tiene, en el fondo, en el fondo que es ella, una estructura de
aparicin desapariciente.147
Para Cragnolini, la fantologa, en tanto relacionada con los fantasmas
del pasado y con los del porvenir, alude a un doble juego de memoria y espera,
que se hace visible en la relacin con el otro, y que no es, en manera alguna,
dialectizable.148 Es en esta lgica en la que quiero inscribir al aparato psquico
freudiano pensado como mquina de escritura. Recordemos el proceso de
inscripcin de la huella (mnmica) en la pizarra mgica: por un lado, la huella que
va a inscribirse sufrir modificaciones no slo por la resistencia que la capa de
cera le opone, sino tambin por la arquitectura de este estrato y, por otro, la
impresin de esta huella alterar todo este texto previo, es decir, el nuevo trazo
147 Derrida, J. (1995). Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nuevaInternacional. (Jos Miguel Alarcn y Cristina de Peretti, trad.) Madrid: Trotta. p. 117.148 Cragnolini, M., Una ontologa asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera enDerrida, en: Escritos de filosofa. No. 41-42, Buenos Aires, 2002. p.p. 235-41.
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har que el diseo de los trazos anteriores se transforme.149 La impresin en la
capa de cera es siempre sobre-impresin. Adems esta sobre-impresin tiene
lugar sobre una capa de cera que tiene la particular de no tener fondo, esto es, se
trata de una profundidad sin fondo, la impresin se torna infinita y la impresin
siempre nueva pues es renovadora de lo anteriormente impreso. Me parece que en
el funcionamiento de la pizarra mgica y, por supuesto, en el del aparato psquico,
se juega esta lgica de la espectralidad donde pasado y futuro se lan
desapaciblemente.
En este sentido, el aparato psquico est atravesado por la experiencia del
acontecimiento, esto es, por la irrupcin de aquello que es imprevisible. Lo que se
devela entonces es una apertura: el aparato queda abierto a la re-escritura y la
experiencia psquica se muestra siempre desplazada, en retardamiento
(Nachtrglichkeit), pero se trata de un retardamiento que es siempre espera,
radical espera.
Ahora bien, deca yo en otro momento de este trabajo que el aparato
psquico que le interesa al psicoanlisis es aquel que se encuentra entre el
preparado anatmico y los actos de conciencia.150 Qu quiere decir estar en el
entre? Quiere decir, creo yo, no estar o mejor dicho, estar y no estar a la vez,
como un fantasma o un espectro. Estar en el entre es estar no estando, en otras
149 Ver p. 44.150 Ver el apartado que titul Las mquinas de la interpretacin de los sueos.
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palabras, es nunca presentarse y slo anunciarse. O, tambin, nunca presentarse,
pero producir efectos as como khra.
El inconciente est tambin bajo la lgica del fantasma, es un espectro que
slo se anuncia, nunca se presenta en persona, ya desde siempre asecha
advirtiendo su futura aparicin. Esto es lo que dice Freud, por ejemplo, de la
compulsin a la repeticin que considera la resistencia de lo inconsciente por
excelencia.151
Pensemos ahora en la pizarra mgica. La capa de cera de este artefacto que
describe Freud en su Nota sobre la pizarra mgica, es el estrato donde se
inscriben huellas que tienen la caracterstica de no ser inalterables. Esta
alterabilidad trae como consecuencia que el aparato psquico se coloque en el
medio de un juego entre presencia y ausencia y memoria y espera.152
Se juega tambin en este artilugio de escritura la lgica del espectro que
describe Derrida en, por ejemplo, Espectros de Marx. La huella inscrita en la capa
de cera es huella de la herencia, pero tambin de lo porvenir, su carcter de
mudable la abre a la posibilidad de la re-escritura. No hay en la pizarra mgica
posibilidad de hecho consumado, como espectro, el registro en la pizarra est
siempre por venir y por (re)aparecer. La pizarra mgica es una mquina de la
151 La repeticin en la compulsin a la repeticin es siempre una repeticin en diferencia,siempre iterabilidad. No se puede pensar en una repeticin absoluta. Lo que aterra de lo ominoso,por ejemplo, es de hecho la presentacin o, ms bien, re-presentacin, de algo del pasado que justodeba permanecer en el pasado, pero no re-presentarse.
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fantologa153, de una ontologa asediada por fantasmas y no de la ontologa de la
presencia. No se trata de una cmara fotogrfica que registre un presente vivo,
pleno e idntico a s mismo, sino de una mquina que est siempre en el entre,
entre la vida y la muerte, entre el principio de placer y el principio de realidad,
entre el proceso primario y el proceso secundario. La huella est siempre entre la
herencia y lo porvenir. La huella es huella de la escritura, huella de la huella dice
Derrida, archihuella. Y este entre es insuperable: La fantologa, como filosofa
de umbrales, se mueve entre: entre los vivos y los muertos, entre el pasado y la
espera. Pero este entre no supone un espacio de dialectizacin posible, sino un
mbito de incertidumbre que no puede ser saldado por ninguna dialctica, por
ninguna sntesis. Este entre supone una disyuncin del presente que dificulta las
filosofas de la presencia y, con ellas, las lgicas identificatorias de lo mismo.154
La alteridad como acontecimiento, esto es, como aquello que no se puede
predecir, se patentiza en el aparato psquico en el proceder de lo inconsciente y su
relacin con las otras instancias psquicas; lo inconciente irrumpe en la conciencia
y no se puede prever su infiltracin. El inconciente como acontecimiento, es,
como dice Derrida, la alteridad en la mismidad del aparato psquico. Alteridad
152 Encuentra as Derrida en el pensamiento freudiano elementos que coinciden con su crtica a lametafsica de la presencia.153 Para la traduccin de la palabra hantologie de Derrida por fantologa, vase la nota de lostraductores de Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nuevaInternacional. (Jos Miguel Alarcn y Cristina de Peretti, trad.) Madrid: Trotta. p. 24.154 Cragnolini, M., Una ontologa asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera enDerrida, en: Escritos de filosofa. No. 41-42, Buenos Aires, 2002. p. p. 235-241.
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porque no podemos dominarlo; es esa capa de cera sobre la que se imprime, pero
la que resiste tambin a la nueva escritura e interviene en la formacin de la
nueva huella. Est ah ya desde siempre contaminando, pero tambin
contaminado. Hay que anotar aqu cmo, si radicalizamos la nocin de huella en
el pensamiento freudiano, peticin que hace Derrida al final de Freud y la escena
de la escritura,155 aquella idea de lo inconsciente como el lugar donde a nada
puede ponerse fin, nada es pasado ni est olvidado156 se torna insostenible o, al
menos, incompatible con lo inconsciente como cera imprimible, como receptculo
de huellas alterables, como khra. Cuando lo psquico se convierte en texto y el
aparato psquico en un artilugio de escritura, se torna imposible seguir pensando
en aquellos oscuros lugares de lo inconsciente donde la huella no era huella sino
una imagen, una fotografa de un presente pasado.
Cmo pensar, por ejemplo, a la luz del pensamiento de la huella, aquello
que Freud llamaba el ombligo del sueo en La interpretacin de los sueos?
Deca Freud: Aun en los sueos mejor interpretados es preciso a menudo dejar
un lugar en sombras, porque en la interpretacin se observa que de ah arranca
una madeja de pensamientos onricos que no se dejan desenredar, pero que
155Dice Derrida: En consecuencia, hay que radicalizar el concepto freudiano de huella y extraerlode la metafsica de la presencia que lo sigue reteniendo (en particular en los conceptos deconciencia, inconsciente, percepcin, memoria, realidad, es decir, tambin de algunos otros).[Derrida, J. (1989). Freud y la escena de la escritura. En: La escritura y la diferencia. Barcelona:Anthropos. p. 315]156 Freud, S. (1900). La interpretacin de los sueos. En: AE , 5. p. 569.
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tampoco han hecho otras contribuciones al contenido del sueo.157 Esto es lo que
Freud llama el ombligo del sueo, y lo considera como el punto donde el sueo
alcanza lo desconocido. En otras palabras, el ombligo del sueo es algo que
resiste al anlisis, pero no se sabe si resiste como sentido oculto o como un
resto sin sentido, como resto de fuerza. Es aqu donde Derrida hace un llamado de
atencin hacia la premonicin y confesin de Freud de que el anlisis tiene
un lmite, de que existe lo inanalizable. Como seala Derrida, cuando nos
enfrentamos a fenmenos como el de la compulsin de repeticin y el ombligo
del sueo sabemos que: la aceptacin intelectual, terica, filosfica, ideal o
ideica de la interpretacin analtica no basta para levantar la represin, es decir,
segn Freud, la fuente ltima de la resistencia.158
Se ven dos posibilidades: o bien no podemos saber nada sobre el ombligo
del sueo porque resistimos conocer su significado; o no podemos saber nada
sobre el ombligo del sueo porque no tiene sentido alguno. La primera posibilidad
estara comprometida con la idea de un inconsciente o, por lo menos, una parte
del inconsciente- pleno y puro, un inconsciente comprometido con la metafsica
de la presencia y fuera del pensamiento de la huella. Aqu, el inconsciente no sera
un texto por escribirse sino ya escrito. La segunda posibilidad puede hablarnos de
una imposibilidad de articulacin por un resto de fuerza sin sentido, pero
157 Ibd., p. 519.158 Derrida, J. (1997). Resistencias del psicoanlisis. (Jorge Piatigorsky, trad.) Argentina: Paids.p. 40.
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posibilidad de todo sentido e interpretacin. La interpretacin en psicoanlisis
tendra un lmite. Habra algo anterior al sentido. La restauracin o recuperacin
del sentido en psicoanlisis sera una tarea limitada. Quedara siempre un resto, un
remanente que debe tratarse de, como sostiene Derrida, pura diferencia entre
distintas fuerzas. En este sentido, si se piensa en el ombligo del sueo como algo
que permanece desconocido y, an ms, como algo que est desde su mismo
origen ms all de cualquier posibilidad de articulacin, entonces, se enfrenta uno
a una parte del inconsciente que no tiene sujeto, no hay nadie que sostenga esta
energa, fuerza o excitacin. Hay algo ms all del sujeto, como algo ms all de
la representacin y la articulacin. Pero este locus ms all de la subjetividad,
representacin y articulacin puede, al mismo tiempo, ser exactamente la
posibilidad de todos estos. Este topos es un lugar como khra.
En La interpretacin de los sueos, Freud dice: Los pensamientos
onricos con que nos topamos a raz de la interpretacin tienen que permanecer
sin clausura alguna y desbordar en todas las direcciones dentro de la enmaraada
red de nuestro mundo de pensamientos. Y desde un lugar ms espeso de ese tejido
se eleva luego el deseo del sueo como el hongo de su micelio.159 Esta idea es la
inmediata posterior a la revelacin sobre el ombligo del sueo. Por lo tanto, para
Freud es en un lugar in-interpretable donde toda posibilidad de sentido e
interpretacin nace. El deseo del sueo nace de una red que es inanalizable, in-
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interpretable o imposible de desenredar. En palabras de Derrida: El lugar de
origen de ese deseo sera entonces el lugar mismo donde el anlisis debe
detenerse, el lugar que debe dejarse en la oscuridadY este lugar sera un nudo o
un tejido enmaraado: en pocas palabras, una sntesis inanalizable.160
Quiz podramos decir que un cuerpo humano no est habitado y bajo las
rdenes de un sujeto moderno, sino posedo por un aparato psquico que
funciona bajo la lgica del fantasma y somete al ser humano a una existencia que
se debate en el entre de todas las oposiciones del psicoanlisis: principio del
placer/principio de realidad, pulsin de vida/pulsin de muerte, principio
primario/principio secundario y las triadas de las dos topologas freudianas, ello,
yo y supery e inconciente, preconsciente y conciente.161 Se trata de un sujeto que
est, con toda su herencia, siempre en la espera, en una radical e insuperable
espera. La consecuencia no es slo que el aparato psquico funcione en esta lgica
de una huella siempre abierta al porvenir, sino que es tambin el ser humano
como existencia que queda inscrito en esta lgica del asedio de los fantasmas de
su pasado y de su futuro, para bien o para mal, para una mejor o peor vida.
159 Freud, S. (1900). La interpretacin de los sueos. En: AE , 5. p. 519.160 Op. Cit. p. 31.161 Desde esta lectura del aparato psquico freudiano se deben poner en cuestin las topologas,primera y segunda, que hablaran de supuestos lugares y organizaciones que anulan elmovimiento. Como dije en la pgina 48, creo que cuando se trata de escritura y reescritura en elaparato psquico toda topologa se convierte en un intento fallido por reestablecer una insoportabley metafsica falta de soporte. Las explicaciones topolgicas en estos niveles de exposicin resultan