Todorov - Dialogismo, La Estructura Del Enunciado

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DIALOGUISMO - LA ESTRUCTURA DEL ENUNCIADO Tzevan Todorov El discurso humano es un fenómeno de dos caras: todo enunciado exige para su realización la presencia simultánea de un locutor y de un oyente. Toda expresión lingüística, por lo tanto, esta siempre orientada hacia el otro aun si este otro está físicamente ausente. Esto nos permite elaborar una definición del lenguaje en principio, comprender que el lenguaje no es algo inmóvil, dado de una vez por todas y determinado rigurosamente en sus reglas y en sus excepciones gramaticales. Es un producto de la vida social, nada fijo ni petrificado sino en perpetuo cambio, que sigue en su desarrollo la evolución de la vida social. Es imposible comprender como se construye un enunciado cualquiera, cualquiera sea su apariencia de autonomía y de clausura, si no se lo encara como un momento, una simple gota en el río de la comunicación verbal cuyo movimiento incesante es el de la vida social y de Historia. La verdadera esencia del lenguaje es el acontecimiento social que consiste en una interacción verbal y se concretiza en uno o varios enunciados. Es vano intentar resolver el problema de la los enunciados sin tener en cuenta las condiciones sociales es decir la situación que suscitan dichos enunciados. Entendemos por situación la realización efectiva, en la vida concreta, de tal o cual variedad de relación de la comunicación social. Todo enunciado de la vida cotidiana comporta, junto a la parte, verbal manifiesta, una parte extra verbal, inexpresada (no dicha), sobre entendida, formada a partir de la situación y del auditorio. Por otra parte, todo enunciado se constituye y se realiza en el seno de una interacción verbal determinada y engendrada por una relación de comunicación social. Así, cada tipo de comunicación social organiza, construye y lleva a cabo de manera específica , la forma gramatical y estilística del enunciado, así como la estructura del tipo del cual proviene: designaremos de aquí en adelante a dicho tipo como género. La pregunta, la exclamación, la orden, el ruego, he aquí las formas más típicas de enunciados de la vida cotidiana. Exigen todas sobre todo la orden y el ruego un complemento extra verbal. Cada uno de esos pequeños géneros de enunciado que se producen cotidianamente, supone para su realización, que el discurso este en contacto con el medio extra verbal por una parte, y el discurso del otro, por otra parte. Así, por ej. , la manera de formular una orden esta determinada por los elementos que pueden constituir un obstáculo a la realización de ésta, por el grado de sumisión que puede encontrar, etc. El género adquiere, por lo tanto, su forma terminada en los rasgos particulares, con los rasgos particulares y únicos, que definen cada situación vivida. Pero no se puede hablar de géneros constituidos , propios al discurso cotidiano, más que si se está en presencia de formas de comunicación que sean, en la vida cotidiana, algo estables y condicionadas por el modo de vida y las circunstancias. Es posible por ello observar un tipo de genero constituido, completamente especifico, en la charla de salón: conversación

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DIALOGUISMO - LA ESTRUCTURA DEL ENUNCIADOTzevan Todorov

El discurso humano es un fenómeno de dos caras: todo enunciado exige para su realización la presencia simultánea de un locutor y de un oyente. Toda expresión lingüística, por lo tanto, esta siempre orientada hacia el otro aun si este otro está físicamente ausente.

Esto nos permite elaborar una definición del lenguaje en principio, comprender que el lenguaje no es algo inmóvil, dado de una vez por todas y determinado rigurosamente en sus reglas y en sus excepciones gramaticales. Es un producto de la vida social, nada fijo ni petrificado sino en perpetuo cambio, que sigue en su desarrollo la evolución de la vida social. Es imposible comprender como se construye un enunciado cualquiera, cualquiera sea su apariencia de autonomía y de clausura, si no se lo encara como un momento, una simple gota en el río de la comunicación verbal cuyo movimiento incesante es el de la vida social y de Historia. La verdadera esencia del lenguaje es el acontecimiento social que consiste en una interacción verbal y se concretiza en uno o varios enunciados. Es vano intentar resolver el problema de la los enunciados sin tener en cuenta las condiciones sociales es decir la situación que suscitan dichos enunciados. Entendemos por situación la realización efectiva, en la vida concreta, de tal o cual variedad de relación de la comunicación social.

Todo enunciado de la vida cotidiana comporta, junto a la parte, verbal manifiesta, una parte extra verbal, inexpresada (no dicha), sobre entendida, formada a partir de la situación y del auditorio.

Por otra parte, todo enunciado se constituye y se realiza en el seno de una interacción verbal determinada y engendrada por una relación de comunicación social. Así, cada tipo de comunicación social organiza, construye y lleva a cabo de manera específica , la forma gramatical y estilística del enunciado, así como la estructura del tipo del cual proviene: designaremos de aquí en adelante a dicho tipo como género.

La pregunta, la exclamación, la orden, el ruego, he aquí las formas más típicas de enunciados de la vida cotidiana. Exigen todas sobre todo la orden y el ruego un complemento extra verbal. Cada uno de esos pequeños géneros de enunciado que se producen cotidianamente, supone para su realización, que el discurso este en contacto con el medio extra verbal por una parte, y el discurso del otro, por otra parte.

Así, por ej. , la manera de formular una orden esta determinada por los elementos que pueden constituir un obstáculo a la realización de ésta, por el grado de sumisión que puede encontrar, etc. El género adquiere, por lo tanto, su forma terminada en los rasgos particulares, con los rasgos particulares y únicos, que definen cada situación vivida.

Pero no se puede hablar de géneros constituidos , propios al discurso cotidiano, más que si se está en presencia de formas de comunicación que sean, en la vida cotidiana, algo estables y condicionadas por el modo de vida y las circunstancias.

Es posible por ello observar un tipo de genero constituido, completamente especifico, en la charla de salón: conversación superficial, que no compromete a nada, entre gente del mismo mundo. Allí se elaboran formas específicas de discurso: la alusión, el sobreentendido, la repetición de relatos breves por todos conocidos o frívolos, etc.

Otro tipo de género constituido se forma en la conversación entre marido y mujer, o entre hermanos. suponíamos una cola, en la cual se encuentran, reunidos por azar gente de categorías sociales diferentes. Será posible escuchar, en cada caso, declaraciones y réplicas que se distinguirán radicalmente las unas de las otras, por su comienzo, su final, por la estructura misma de los enunciados que las componen. Toda situación de la vida cotidiana posee un auditorio, cuya organización es bien precisa, y dispone de un repertorio especifico de géneros. En cada caso, el género cotidiano se adapta al surco que la comunicación social parece haber trazado para él. El género cotidiano es mi elemento del medio social ya se trate de reuniones sociales y actividades deportivas, lugares de trabajo, etc. Coincide con cada medio, se encuentra limitado por él y también condicionado por él en todos y cada uno de sus componentes.

DISCURSO MONOLÓGICO Y DISCURSO DIALÓGICOConsiderando el proceso a través del cual se forman esos géneros cotidianos básicos o mínimos, es posible

notar que la relación discursiva en la que aparecen y adquieren su forma, puede ser enfocada desde dos momentos: la enunciación, que es el acto del locutor y la comprensión del enunciado por el oyente, que contiene siempre ya elementos de respuesta. En efecto, en condiciones normales, estamos siempre de acuerdo o en desacuerdo con aquello que se dice, y damos una respuesta a todo enunciado de nuestro interlocutor, respuesta que no es siempre verbal y puede consistir, por ej. en un gesto, un movimiento de mano, una sonrisa, una inclinación de cabeza, etc. Se puede por lo tanto decir que toda comunicación, toda interacción verbal se realizan bajo la forma de un intercambio de enunciados, es decir en la dimensión de un diálogo.

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El diálogo es la forma básica del lenguaje. Puede decirse que los enunciados, aunque emanen de un locutor único por ej. el discurso de un orador, de un profesor, el monólogo de un actor, las reflexiones en voz alta de un hombre solo son monológicos por su forma exterior, pero su forma semántica y estilística es esencialmente dialéctica. Todo enunciado es concebido en función de un oyente, es decir de su comprensión y su respuesta no su respuesta inmediata, sino su acuerdo o desacuerdo previsible, o, para decirlo de otra manera, de la percepción evaluativa del oyente, en función, en fin, del "auditorio del enunciado". Un orador, un conferenciante saben, si son perspicaces, tener perfectamente en cuenta esta condición dialéctica de sus discursos: el orador no considera a sus oyentes como una masa indiferente, inerte, inmóvil, que lo escucha sin tomar posición, por el contrario, sabe que tiene ante a un auditorio vivo, y polimorfo. Así, el movimiento de un oyente cualquiera, su pose , la expresión de su rostro, sus carraspeos, etc. son percibidos cada vez por un orador profesional como un conjunto de respuestas precisas y expresivas que acompañan su discurso desde el principio al fin. Y muchas veces el orador es llevado a hacer una digresión, a contar un episodio aparentemente diverso para subrayar o acentuar alguna noción que evalúa como poco clara para su auditorio. Así, un orador que se escucha sólo a si mismo, es un mal orador; un profesor que sólo se ocupa de sus notas o apuntes es asimismo un mal profesor. Destruyen el lazo viviente, de naturaleza dialógica, que los une a su auditorio y de este modo quitan valor su propio discurso.

Pero aun los discursos mas íntimos por ej. el monologo, discurso solitario aparentemente dirigido a si mismo son también absolutamente dialógicos: están atravesados por las evaluaciones de un auditorio virtual o potencial, aún si la representación de ese auditorio no aparece clara para el locutor.

Esta forma dialógica aparece claramente cuando debemos tomar una decisión; dudosos, no sabemos qué partido tornar. Entablamos una discusión con nosotros mismos, tratamos de convencernos a nosotros mismos de la justeza, de tal o tal decisión. Nuestra conciencia parece así hablarnos por medio de dos voces independientes una de la otra y cuyos objetivos son opuestos. Y cada vez, independientemente de nuestra voluntad y (la conciencia, una de esas voces se confunde con aquello que expresa el punto de vista de la clase o grupo social al cual pertenecemos, sus opiniones, sus evaluaciones. "Esta acción, si yo la cometo será una mala acción ¿desde que punto de vista? ¿Desde mi punto de vista personal? , pero ¿de dónde me viene ese “punto de vista personal" sino de la opinión de que me han educado, de mis compañeros de estudios, de los autores de libros y redactores de periódicos que he leído, de los oradores que he escuchado o los profesores que he tenido? Esta "voz de mi conciencia" debería de hecho hacer escuchar lo siguiente: "Esta acción si la cometes, será una acción reprobable según el punto de vista de otros hombres...”

Es posible concebir discusión y también polémica, con este oyente interlocutor invisible. Tomemos por ejemplo el caso límite de una individualidad en conflicto con la sociedad: cuanto mayor sea su odio por, esa sociedad, mayor será su tentativa de imponer su “yo” individual, su "voluntad propia" según la expresión de un personaje de Dostoievski en forma violenta, más evidente será entonces la forma dialógica de su discurso interior, más manifiesto el choque en un solo y único flujo verbal de dos ideologías, de dos puntos de vista de clase que se oponen.

Existen casos mucho más complejos, en que el discurso interior He manifiesta por dos voces contradictorias, pero sin que ninguna de ellas sea la dominante. 0 el caso en que se ha perdido al interlocutor interior: se produce entonces la disolución de todo punto de vista estable y sólido. El sujeto no tiene adónde referirse y se produce un fenómeno de escisión de naturaleza ideológica, de la individualidad con su medio social: es el resultado habitual del desclasamiento social, que puede llevar en ciertos casos a la locura misma.