Tirano Banderas - Los Medios | El español a través de ... · gané en los albures para feriar...

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TiranoBanderas

RamóndelValleInclán

TiranoBanderas

RamóndelValleInclán

EditorialLiteranda,2012

ColecciónLiterandaClásicos

www.literanda.com

Diseñodecubierta:Literanda

Ilustracióndeportada:LaCarga,RamónCasas,1899-1902

TantoelcontenidodeestaobracomolailustracióndelacubiertasondedominiopúblicosegúnRealDecretoLegislativo1/1996,de12deabrilyelConveniodeBernaparalaProteccióndelasObrasLiterariasyArtísticas.

Prólogo

I

Filomeno Cuevas, criollo ranchero, había dispuesto para aquella nochearmarasuspeonadasconlosfusilesocultosenunmanigual,ylasglebasde indios, en difusas líneas, avanzaban por los esteros de Ticomaipú.Lunaclara,nocturnoshorizontesprofundosdesusurrosyecos.

II

Saliendo a Jarote Quemado con una tropilla de mayorales, arrendó sumonturaelpatrón,yalaluzdeunalinternapasólista:

—ManuelRomero.

—¡Presente!

—Acércate.Nomásquerecomendarteprecauciónconponertebriago.Laprimera campanada de las doce será la señal. Llevas sobre ti laresponsabilidaddemuchasvidas,ynotedigomás.Damelamano.

—Mijefesito,enestasbolucassomosbaqueanos.

Elpatrónrepasóellistín:

—BenitoSanJuan.

—¡Presente!

—¿ChinoViejotehabrápuestoaltantodetuconsigna?

—ChinoViejonomásmehasignificadometermeconalgunacaballadaporlosrumbosdelaferiaytirarlotodopatasalaire.Soltaralgúnbalazo

ynodejartíteresano.Laconsignanoaparentamayoresdificultades.

—¡Alasdoce!

—Conlaprimeracampanada.MeacantonarébajoelrelojdeCatedral.

—Hayqueprocederdematuteyhasta loúltimoaparentarserpacíficosferiantes.

—Esoseremos.

—Acumplirbien.Damelamano.

Ypuestoelpapel enel cono luminosode la linterna, aplicó losojoselpatrón:

—AtilioPalmieri.

—¡Presente!

AtilioPalmierieraprimodelaniñaranchera:Rubio,chaparro,petulante.Elrancherosetirabadelasbarbascaprinas:

—Atilio,tengoparatiunamisiónmuycomprometida.

—Teloagradezco,pariente.

—Estudiaelmejormododemeterfuegoenunconventodemonjas,yatodalacomunidad,encamisa,ponerlaenlacalleescandalizando.Ésaestumisión.Sihallasalgunamonjadetugusto,cierralosojos.Alagente,que no se tome de la bebida. Hay que operar violento, con la cabezadespejada.¡Atilio,buenasuerte!Procuradesenvolvertuactuaciónsobreloslímitesdemedianoche.

—Conformo,Filomeno,quesaldréavante.

—Asíloespero:ZacaríasSanJosé.

—¡Presente!

—Paratiningunamisiónespecial.Atuslucesdejoloquemásconvenga.¿Qué bolichada harías tú esta nochemetiéndote, con algunos hombres,porSantaFe?¿Cuálseríatubolichada?

—Consolamenteotrocompañerodispuesto,revolucionolaferia:Vuelcola barraca de las fieras y abro las jaulas. ¿Qué dice el patrón? ¿No searmaríabuena?Concincovalientespongofuegoatodoslosabarrotesdegachupines.ConveinticincocopolaguardiadelosMostenses.

—¿Nomásqueesoprometes?

—YmuyconfiadodedarleunasangríaaTiranoBanderas.Mijefesito,enestealforjínquecargoenelarzónvanlosrestosdemichamaco.¡Melohandevoradoloschanchosenlaciénaga!Nomáscargandoestosrestos,ganéenlosalburesparaferiarguaco,ytiréaungachupínlamanganayescapé ilesode labalaserade losgendarmes.Estanochesaldrébienentodoslosempeños.

—Cruzado,tomalagentequeprecisesyrealizaeselindoprograma.Nosvemos. Dame lamano.Y pasada esta noche sepulta esos restos. En laguerraelánimoylainventivasonlosmejoresamuletos.Damelamano.

—¡Mijefesito,estasferiasvanaserseñaladas!

—Esoespero:CrisantoRoa.

—¡Presente!

Eraelúltimodelalistaysoplólalinternaelpatrón.Laspeonadashabíanrenovadosumarchabajolaluna.

III

ElCoronelitodelaGándara,desertadodelasmiliciasfederales,discutíaconchicanasyburlaslosaprestosmilitaresdelranchero:

—¡Filomeno, no seas chivatón, y te pongas a saltar un tajo cuando tefaltan las zancas! Es una grave responsabilidad en la que incurresllevando tuspeonadasal sacrificio. ¡Te improvisasgeneralynopuedesentenderunplanodebatallas!Yosoyuncientífico,undiplomadoenlaEscuela Militar. ¿La razón no te dice quién debe asumir el mando?¿Puedesertanciegotuorgullo?¿Tanatrevidatuignorancia?

—Domiciano,laguerranoseestudiaenloslibros.Todoresideenhabernacidoparaello.

—¿YtútejuzgasunpredestinadoparaNapoleón?

—¡Acaso!

—¡Filomeno,nomacanees!

—Domiciano, convénceme con un plan de campaña que aventaje aldiscurrido por mí, y te cedo el mando. ¿Qué harías tú con doscientosfusiles?

—Aumentarloshastaformarunejército.

—¿Cómoselograeso?

—Levantando levas por los poblados de la Sierra. En Tierra Calientecuentaconpocosamigoslarevolución.

—¿Éseseríatuplan?

—En líneasgenerales.El tablerode la campañadebe ser laSierra.Losllanossonpara lasgrandesmasasmilitares,pero lasguerrillasydemástropasmóvileshallansumejoraliadoenlatopografíamontañera.Esoeslocientífico,ydesdequehayguerras,laestructuradelterrenoimponelamaniobra.Doscientosfusiles,enlallanura,estánsiemprecopados.

—¿FuconsejoesremontarnosalaSierra?

—Yalohedicho.Buscarunafortalezanatural,quesuplalaexigüidaddeloscombatientes.

—¡Muy bueno! ¡Eso es lo científico, la doctrina de los tratadistas, laenseñanzadelasEscuelas!...Muyconforme.Peroyonosoycientífico,nitratadista, ni pasépor laAcademiadeCadetes.Tuplande campañanomesatisface,Domiciano.Yo,comohasvisto,intentoparaestanocheungolpesobreSantaFe.Detiempoatrásvengomeditándolo,ycasualmenteenlaría,atracadoalmuelle,hayunpaileboteendescarga.Trasbordomigente, y la desembarco en la playadePuntaSerpientes.Sorprendo a laguardia del castillo, armo a los presos, sublevo a las tropas de laCiudadela.Yaestánganadoslossargentos.Éseesmiplan,Domiciano.

—¡Ytelojuegastodoenunabaza!NoeresunémulodeFabioMáximo.¿Quéretiradahasestudiado?Olvidasqueelbuenmilitarnuncaseinmolaimprudentemente y ataca con el previo conocimiento de sus líneas deretirada.Esaeslamáselementaltácticafabiana:Ennuestraspampas,elque luchacediendo terreno, sieságilen lamaniobraysabemanejar lateapetrolera,vencealosAníbalesyNapoleones.Filomeno,laguerradepartidasquehacenlosrevolucionariosnopuedeseguirotratácticaqueladelromanofrentealcartaginés.¡Hedicho!

—¡Muyelocuente!

—Eresunirresponsablequeconduceunpifiodehombresalmatadero.

—Audacia y Fortuna ganan las campañas, y no lasmatemáticas de lasAcademias.¿CómoactuaronloshéroesdenuestraIndependencia?

—Como apóstoles. Mitos populares, no grandes estrategas. SimónBolívar, el primero de todos, fue un general pésimo. La guerra es unatécnicacientíficaytúlaconviertesenboladaderuleta.

—Asíes.

—Puesdiscurrescomouninsensato.

—¡Posiblemente!Nosoyuncientífico,yestoyobligadoanoguiarmeporotra norma que la corazonada. ¡Voy a Santa Fe, por la cabeza delGeneralitoBanderas!

—Másseguroquepierdaslatuya.

—Alláloveremos.Testigoeltiempo.

—Intentas una operación sin refrendo táctico, unamera escaramuza debandolerismo, contraria a toda la teoría militar. Tu obligación es laobediencia al Cuartel General del Ejército Revolucionario: Ser meritogranodearenaenlamontaña,ytemanifiestasconunactodeindisciplinaaloperarindependiente.Eresambiciosoysoberbio.Nomeescuches.Hazloqueteparezca.Sacrificaatuspeonadas.Despuésdelsudor,lespideslasangre.¡Muybueno!

—De todo tengo hecho mérito en la conciencia, y con tantasresponsabilidades y tantos cargos no cedo enmi idea.Esmás fuerte lacorazonada.

—Laambicióndeseñalarte.

—Domiciano, tú no puedes comprenderme.Yo quiero apagar la guerraconunsoplo,comoquienapagaunavela.

—Ysi fracasas,difundireldesalientoen lasfilasde tusamigos,serunmalejemplo!

—Ounaemulación.

—Después de cien años, para los niños de las Escuelas Nacionales. Elpresente,todavíanoeslaHistoria,ytienecaminosmásrealistas.Enfin,tantohablarsecalaboca.Pásametucantimplora.

Tras del trago, batió la yesca y encendió el chicote apagado,esparciéndoselacenizaporelvientrerotundodeídolotibetano.

IV

Elpatrón,consólocincuentahombres,caminópormarismasymanglareshastadarvistaaunpaileboteabordadoparaladescargaenelmuelledeunaserradero.Filomenoordenóalpilotoquepusiesevelasalvientopararecalar enPuntaSerpientes.El sarillo luminosodeun farogirabaenelhorizonte. Embarcada la gente, zarpó el pailebote con silenciosamaniobra.

Navegó la luna sobre la obra muerta de babor, bella la mar, el barcomarinero..Levantabalaproasurtidoresdeplatayenlasombradelfoqueunnegrojuntabaruedadeoyentes:

Declamaba versos con lírico entusiasmo, fluente de ceceles.Repartidosen ranchos los hombres de la partida, tiraban del naipe: Aceitososfarolillosdiscerníanlosrumbosdejuguetasporescotillonesysollados.Yen la sombra del foque abría su lírico floripondio de ceceles el negrocatedrático:

Navega velelo mío, sin temol, que ni enemigo navío, ni tolmenta, nibonanza,atolceltulumboalcanza,niasujetaltuvalol.

SinfoníadelTrópico

PrimeraParte

IconodelTirano

LibroPrimero

I

SantaFedeTierraFirme—arenales, pitas,manglares, chumberas—enlascartasantiguas,PuntadelasSerpientes.

II

Sobreunaloma,entregranadosypalmas,mirandoalvastomaryalsolponiente, encendía los azulejos de sus redondas cúpulas coloniales SanMartín de losMostenses. En el campanario sin campanas levantaba elbrillo de su bayoneta un centinela. SanMartín de losMostenses, aqueldesmanteladoconventodedondeunalejanarevoluciónhabíaexpulsadoalos frailes, era, por mudanzas del tiempo, Cuartel del Presidente DonSantosBanderas.—TiranoBanderas—.

III

ElGeneralitoacababadellegarconalgunosbatallonesdeindios,despuésde haber fusilado a los insurrectos de Zamalpoa: Inmóvil y taciturno,agaritadodeperfilenunaremotaventana,atentoalrelevodeguardiasenlacampabarcinadelconvento,pareceunacalaveraconantiparrasnegrasycorbatíndeclérigo.EnelPerúhabíahecholaguerraalosespañoles,ydeaquellascampañasveníalelacostumbrederumiarlacoca,pordondeen las comisuras de los labios tenía siempre una salivilla de verdeveneno. Desde la remota ventana, agaritado en una inmovilidad decornejasagrada,estámirandolasescuadrasdeindios,soturnosenlacruelindiferenciadeldolorydelamuerte.Alolargodelaformaciónchinitasy soldaderas haldeaban corretonas, huroneando entre lasmedallas y las

migasdelfaltriquero,lapitadadetabacoyloscobresparaelcoime.Unglobo de colores se quemaba en la turquesa celeste, sobre la campainvadida por la sombramorada del convento.Algunos soldados, indioscomaltesdelaselva,levantabanlosojos.SantaFecelebrabasusfamosasferiasdeSantosyDifuntos.TiranoBanderas,en la remotaventana,erasiempreelgarabatodeunlechuzo.

IV

Venía por el vasto zaguán frailero una escolta de soldados con labayonetaarmadaenlosnegrosfusiles,yentrelasfilasunrotogreñudo,conlacaradandosangre.Alfrente,sobreel

flanco derecho, fulminaba el charrasco delMayorAbilio del Valle. Elretintogarabatodelbigotedábalefieroresaltealarregañolobatóndelosdientesquesujetanelfiadordelpaverocontoquilladeplata:

—¡Alto!

Mirando a las ventanas del convento, formó la escuadra. Destacáronsedoscaporales,que,amododepretinas,llevabancruzadassobreelpechosendaspencasconargollones,ydespojaronalreodelfementidosabanilque le cubría las carnes.Sumisoyadoctrinado, con la espaldacorita alsol,entróseelcobrizoaunhoyoprofundodetrespies,comodisponenlasOrdenanzasdeCastigosMilitares.Losdoscaporalesapisonaronechandotierra,yquedósoterradohastalosestremecidosijares.Eltorsodesnudo,lagreña,lasmanosconfierros,saltanfueradelhoyocolmadosdenegraexpresióndramática:Metíaelchivóndelabarbaenelpecho,confurboatisboa loscaporalesquesedesceñían laspencas.Señalóel tamboruncompás alterno y dio principio el castigo del chicote, clásico en loscuarteles:

—¡Uno!¡Dos!¡Tres!

El greñudo, sin un gemido, se arqueaba sobre las manos esposadas,ocultosloshierrosenlacavacióndelpecho.Lesaltabandeloscostadosramos de sangre, y sujetándose al ritmo del tambor, solfeaban los doscaporales:

—¡Siete!¡Ocho!¡Nueve!

V

Niño Santos se retiró de la ventana para recibir a una endomingadadiputacióndelaColoniaEspañola:Elabarrotero,elempeñista,elchulodelbraguetazo,elpatriotajactancioso,eldoctorsinreválida,elperiodistahampón, el rico mal afamado, se inclinaban en hilera ante la momiataciturna con laverde salivilla en el cantode los labios.DonCelestinoGalindo, orondo, redondo, pedante, tomó la palabra, y con aduladorashipérbolessaludóalgloriosopacificadordeZamalpoa:

—LaColoniaEspañolaelevasushomenajesalbeneméritopatricio,raroejemplo de virtud y energía, que ha sabido restablecer el imperio delorden, imponiendo un castigo ejemplar a la demagogia revolucionaria.¡LaColoniaEspañola,siemprenobleygenerosa,tieneunaoraciónyunalágrimaparalasvíctimasdeunailusiónfunesta,deunvirusperturbador!Pero la Colonia Española no puede menos de reconocer que en elinflexiblecumplimientodelasleyesestálaúnicasalvaguardiadelordenyelflorecimientodelaRepública.

La fila de gachupines asintió con murmullos: Unos eran toscos,encendidosyfuertes:

Otros tenían la expresión cavilosa y hepática de los tenderos viejos:Otros,enjoyadosypanzudos,exudabanzurdapedancia.Atodosponíaunacentodefamiliaelembarazodelasmanosconguantes.TiranoBanderasmascullóestudiadascláusulasdedómine:

—Me congratula ver cómo los hermanos de raza aquí radicados,afirmando su fe inquebrantable en los ideales de orden y progreso,respondenalatradicióndelaMadrePatria.

Me congratulamucho este apoyomoral de la Colonia Hispana. SantosBanderasnotienelaambicióndemandoquelecriticansusadversarios:SantosBanderaslesgarantaqueeldíamásfelizdesuvidaserácuandopueda retirarse y sumirse en la oscuridad a labrar su predio, comoCincinato.Crean, amigos, que para un viejo son fardelmuy pesado lasobligaciones de la Presidencia. El gobernante, muchas veces precisaahogarlossentimientosdesucorazón,porqueelcumplimientodelaleyeslagarantíadelosciudadanostrabajadoresyhonrados:Elgobernante,llegado el trance de firmar una sentencia de pena capital, puede tenerlágrimasen losojos,peroasumanono leestápermitido temblar.Estatragedia del gobernante, como les platicaba recién, es superior a lasfuerzasdeunviejo.Entreamigostanleales,puedodeclararmiflaqueza,ylesgarantoqueelcorazónsemedesgarrabaalfirmarlosfusilamientosdeZamalpoa.¡Tresnocheshepasadoenvela!

—¡Atiza!

Sedescompuso la ringladegachupines.Loscharoladospies juanetudoscambiarondeloseta.Lasmanos,enguantadasytorponas,seremovieronindecisas,sinsaberdóndeposarse.

Enuntácitoacuerdo,losgachupinesjugaronconlasbrasileñasleontinasdesusrelojes.

Acentuólamomia:

—¡Tresdíasconsusnochesenayunoyenvela!

—¡Arrea!

Era el que tan castizo apostillaba un vinatero montañés, chaparro y

negrote, con el pelo en erizo, y el cuello de toro desbordante sobre latirilladeceluloide:Lavozfachendosateníalabrutalidadintempestivadeunaclaquedeteatro.TiranoBanderassacólapetacayofrecióatodossupicaduradeVirginia:

—Pues, como les platicaba, el corazón se destroza, y lasresponsabilidades de la gobernación llegan a constituir una cargademasiado pesada. Busquen al hombre que sostenga las finanzas, alhombrequeencaucelasfuerzasvitalesdelpaís.LaRepública,sinduda,tiene personalidades que podrán regirla conmás acierto que este viejovaletudinario.Póngansedeacuerdo todos loselementosrepresentativos,asínacionalescomoextranjeros...

Hablabameciendo la cabezadepergamino:Lamirada,unmisterio traslas verdosas antiparras. Y la ringla de gachupines balanceaba unmurmullo,señalandosuaduladoradisidencia.CacareóDonCelestino:

—¡Los hombres providenciales no pueden ser reemplazados sino porhombresprovidenciales!

Lafilaaplaudió,removiéndoseenlaslosetas,comoganadoinquietoporlamosca.TiranoBanderas,conungestocuáquero,estrechólamanodelpomposogachupín:

—Quédese,DonCeles,yecharemosunpartidoderanita.

—¡Muycomplacido!

Tirano Banderas, trasmudándose sobre su última palabra, hacía a losotrosgachupinesunsaludofríoyparco:

—Austedes,amigos,noquierodistraerlesdesusocupaciones.Medejanmandado.

VI

Una mulata entrecana, descalza, temblona de pechos, aportó con elrefresco de limonada y chocolate, dilecto de frailes y corregidores,cuandoelvirreinato.Contintíndeplataycristalesenlasmanosprietas,mirólamucamaalpatroncito,dudosa,interrogante.NiñoSantos,conunamuecadelacalavera,leindicólamesilladecampamentoque,enelvanodeunarco,abríasuscompasesdearaña.Lamulataobedecióhaldeando.Sumisa, húmeda, lúbrica, se encogía y deslizaba.Mojó los labios en lalimonadaNiñoSantos:

—Consecutivamente, desde hace cincuenta años, tomo este refresco, ymepruebamuymedicinal...Selorecomiendo,DonCeles.

DonCelesinflólabotarga:

—¡Cabal,esmipropiorefresco!Tenemoslosgustosparejos,ymesientoorgulloso.

¡Cómono!

TiranoBanderas,congestohuraño,esquivóelhumodelaadulación,lasvolutasenfáticas.Manchadosdeverdeloscantosdelaboca,seencogíaensugestosoturno:

—Amigo Don Celes, las revoluciones, para acabarlas de raíz, precisanbalasdeplata.

Reforzócampanudoelgachupín:

—¡Balasquenollevanpólvoranihacenestruendo!

—Lamomiaacogióconunamuecaenigmática:

—Ésas,amigo,quevancalladas,sonlasmejores.Entodarevoluciónhay

siempredosmomentos críticos:El de las ejecuciones fulminantes, y elsegundo momento, cuando convienen las balas de plata. Amigo DonCeles, recién esas balas, nos ganarían las mejores batallas. Ahora lapolíticaesatraersealosrevolucionarios.Yohagohonoramisenemigos,yno semeoculta que cuentan conmuchos elementos simpatizantes enlasvecinasRepúblicas.

Entre los revolucionarios, hay científicos que pueden con sus luceslaborarenprovechodelaPatria.Lainteligenciamerecerespeto.¿Noleparece,DonCeles?

DonCelesasentíaconelgrasientoarreboldeunasonrisa:

—Esuntododeacuerdo.¡Cómono!

—Puesparaesoscientíficosquieroyolasbalasdeplata:Hayentreellosmuy buenas cabezas que lucirían en cotejo con las eminencias delExtranjero.EnEuropa,esoshombrespuedenhacerestudiosqueaquínosorienten. Su puesto está en la Diplomacia... En los CongresosCientíficos...EnlasComisionesquesecreanparaelExtranjero.

Ponderóelricacho:

—¡Esoeshacerpolíticasabia!

YsusurróconfidencialGeneralitoBanderas:

—Don Celes, para esa política preciso un gordo amunicionamiento deplata.¿Quédiceelamigo?Séameleal,yquenosalgadelosdosningunacosade lohablado.Le tomoporconsejero, reconociendo lomuchoquevale.

Don Celes soplábase los bigotes escarchados de brillantina y aspiraba,deleite de sibarita, las auras barberiles que derramaba en su ámbito.Resplandecía,comobúdicovientre,elcebollóndesucalva,yesfumaba

supensamientounsueñodeorientalesmirajes:LacontratadevituallasparaelEjércitoLibertador.CortóelencantoTiranoBanderas:

—Mucholomedita,yhacebien,queelasuntotienecodalaimportancia.

Declamóelgachupín,conlamanosobrelabotarga:

—Mifortuna,muyescasasiempre,yestostiemposhartoquebrantada,ensu cortamedida está al serviciodelGobierno.Pobre esmi ayuda, peroella representa el frutodel trabajohonradoen esta tierragenerosa, a lacualamocomoaunapatriadeelección.

GeneralitoBanderasinterrumpióconelademánimpacientedeapartarseuntábano:

—¿LaColoniaEspañolanocubriríaunempréstito?

—LaColoniahasufridomuchoestostiempos.Sinembargo,teniendoencuentasusvinculacionesconlaRepública...

ElGeneralitoplególaboca,reconcentradoenunpensamiento:

—¿La Colonia Española comprende hasta dónde peligran sus interesesconel ideariode laRevolución?Si lo comprende, trabájelausted en elsentido indicado. El Gobierno sólo cuenta con ella para el triunfo delorden:Elpaísestáanarquizadoporlasmalaspropagandas.

InflóseDonCeles:

—Elindiodueñodelatierraesunautopíadeuniversitarios.

—Conformes. Por eso le decía que a los científicos hay que darlespuestos fuera del país, adonde su talento no sea perjudicial para laRepública. Don Celestino, es indispensable un amunicionamiento deplata, y usted queda comisionado para todo lo referente. Véase con el

Secretario de Finanzas.No lo dilate. El Licenciadito tiene estudiado elasunto y le pondrá al corriente: Discutan las garantías y resuelvanviolento, pues es de la mayor urgencia balear con plata a losrevolucionarios. ¡El extranjero acoge las calumnias que propalan lasAgencias!

Hemos protestado por la vía diplomática para que sea coaccionada lacampañadedifamación,peronobasta.AmigoDonCeles,asubientajadapéñola lecorresponderedactarundocumentoque,conlasfirmasde losespañoles preeminentes, sirva para ilustrar al Gobierno de la MadrePatria. La Colonia debe señalar una orientación, hacerles saber a losestadistasdistraídosqueel ideario revolucionarioeselpeligroamarilloen América. La Revolución representa la ruina de los estancierosespañoles. Que lo sepan allá, que se capaciten. ¡Es muy grave elmomento,DonCelestino!Porrumoresquemellegaron,tengonoticiadeciertaactuaciónqueproyectaelCuerpoDiplomático.LosrumoressondeunaprotestaporlasejecucionesdeZamalpoa.¿SabeustedsiesaprotestapiensasuscribirlaelMinistrodeEspaña?

Alricogachupínseleenrojeciólacalva:

—¡SeríaunabofetadaalaColonia!

—¿Y el Ministro de España, considera usted que sea sujeto para esasbofetadas?

—Es hombre apático... Hace lo que le cuesta menos trabajo. Hombrepococlaro.

—¿Nohacenegocios?

—Hacedeudas,quenopaga.¿Quiereustedmayornegocio?MiracomoundestierrosuradicaciónenlaRepública.

—Quésetemeusted¿unapendejada?

—Melatemo.

—Pueshayqueevitarla.

Elgachupín simulóuna inspiración repentina, conpalmadaen la frentepanzona:

—LaColoniapuedeactuarsobreelMinistro.

DosSantosrasgóconunasonrisasuverdemáscaraindiana:

—Eso se llamameter el tejo por la boca de la ranita. Conviene actuarviolento. Los españoles aquí radicados tienen intereses contrarios a lasutopías de la Diplomacia. Todas esas lucubraciones del protocolosuponen un desconocimiento de las realidades americanas. LaHumanidad, para la política de estos países, es una entelequia con trescabezas:Elcriollo,elindioyelnegro.TresHumanidades.Otrapolíticaparaestosclimasespuramacana.

Elgachupín,barrocoypomposo,letendiólamano:

—¡Miadmiracióncreceescuchándole!

—Nosedilate,DonCeles.Quieredecirsequeseremiteparamañanalainvitaciónquelehice.¿Austednolecomplaceeljuegodelaranita?Esmi medicina para esparcir el ánimo, mi juego desde chamaco, y lopracticotodaslastardes.Muysaludable,noarruinacomootrosjuegos.

Elricachosearrebolada:

—¡Asombrosocómosomosdegustosparejos!

—DonCeles,hastalueguito.

Interrogóelgachupín:

—¿Lueguitoserámañana?

MoviólacabezaDonSantos:

—Siantespuedeser,antes.Yonoduermo.

EncomióDonCeles:

—¡Profesordeenergía,comodicenennuestroDiario!

ElTiranoledespidió,ceremonioso,desbaratadalavozenunacucañadegallos.

VII

Tirano Banderas, sumido en el hueco de la ventana, tenía siempre elprestigiodeunpájaronocharniego.Desdeaquellaalturafisgabalacampadonde seguían maniobrando algunos pelotones de indios, armados confusiles antiguos. La ciudad se encendía de reflejos sobre la marinaesmeralda.Labrisaera fragante,plenadeazaharesy tamarindos.Enelcielo, remotoydesierto, subíanglobosdeverbena, con caudade luces.SantaFecelebrabasusferiasotoñales,tradiciónqueveníadeltiempodelosvirreyesespañoles.Porlacongadelconvento,saltarínyliviano,conmorisquetas de lechuguino, rodaba el quitrí de Don Celes. La ciudad,pueril ajedrezado de blancas y rosadas azoteas, tenía una luminosapalpitación, acastillada en la curva del Puerto. La marina era llena decabrilleos, y en la desolación azul, toda azul, de la tarde, encendían surojallamaradalascornetasdeloscuarteles.Elquitrídelgachupínsaltabacomounaarañanegra,enelfinalsolanerodeCuestaMostenses.

VIII

TiranoBanderas,agaritadoenlaventana,inmóvilydistante,acrecentabasu prestigio de pájaro sagrado. Cuesta Mostenses flotaba en la

luminosidaddelmarinoponiente,yunciegocribadodeviruelasrasgabael guitarrillo al pie de los nopales, que proyectaban sus brazos comocandelabrosdeJerusalén.Lavozdelciegodesgarrabaelcalinosilencio:

—EraDiegoPedernalesdenoblegeneración,perolasobligacionesdesusangrenosiguió.

ElMinistrodeEspaña

LibroSegundo

I

LaLegacióndeEspañasealbergómuchosañosenuncaserónconportadade azulejos y salomónicos miradores de madera, vecino al recoletoestanque francés llamado por una galante tradición Espejillo de laVirreina. El Barón de Benicarlés, Ministro Plenipotenciario de SuMajestad Católica, también proyectaba un misterio galante y malsano,como aquella virreina que semiraba en el espejo de su jardín, con unensueño de lujuria en la frente. El Excelentísimo Señor Don MarianoIsabel Cristino Queralt y Roca de Togores, Barón de Benicarlés yMaestrante de Ronda, tenía la voz de cotorrona y el pisar de bailarín.Lucio,grandote,abobalicado,muypropicioalcuchicheoyalchismorreo,rezumaba falsas melosidades: Le hacían rollas las manos y el papo:Hablabaconnasalesfrancesasymecíabajosuscarnosospárpadosunfríoensueño de literatura perversa: Era un desvaído figurón, snob literario,gustador de los cenáculos decadentes, con rito y santoral de métricafrancesa.

La sombra de la ardiente virreina, refugiada en el fondo del jardín,mirando la fiesta de amor sin mujeres, lloró muchas veces,incomprensiva,celosa,tapándoselacara.

II

Santos y Difuntos. En este tiempo, era luminosa y vibrante detabanquillosytendereteslaCalzadadelaVirreina.Elquitrídelgachupín,que rodaba haciendo morisquetas de petimetre, se detuvo ante laLegaciónEspañola.Unchinoencorvado,laespaldapartidaporlacoleta,regabaelzaguán.DonCelessubiólaanchaescaleraycruzóunagalería

con cuadros en penumbra, tallas, dorados y sedas: El gachupínexperimentabaunsofocoampuloso,unasensaciónenfáticadeorgulloyreverencia: Como collerones le resonaban en el pecho fanfarrias dehistóricos nombres sonoros, y se mareaba igual que en un desfile decañones y banderas. Su jactancia, ilusa y patriótica, se revertía en losescandidoscompasesdeunamúsicabrillanteyramplona:Sedetuvoenelfondode lagalería.Lapuerta luminosa,silenciosa, francasobreelgranestrado desierto, amortiguó extrañamente al barroco gachupín, y suspensamientossedesbandaronenfuga,potroscerrilesrebotandolasancas.Se apagaron de repente todas las bengalas, y el ricacho se advirtiópesarosodeverseenaqueltrámite:

Desasistidodeemoción,árido,tímidocomosinotuviesedinero,penetróenelestradovacío,turbandoladoradasimetríadeespejosyconsolas.

III

ElBaróndeBenicarlés, con quimonodemandarín, en el fondode otracámara, sobre un canapé, espulgabameticulosamente a su faldero.DonCelesllegó,malrecobradoelgestodefachendaentrelacalvapanzonaylaspatillascolordecanela:Parecíaqueselehubieseaflojadolabotarga:

—SeñorMinistro,siinterrumpo,meretiro.

—Paseusted,ilustreDonCelestino.

Elfalderodiounladrido,yelcarcamaldiplomático,rasgandolaboca,letiródeunaoreja:

—¡Calla, Merlín! Don Celes, tan contadas son sus visitas, que ya ledesconoceelPrimerSecretario.

Elcarcamaldiplomáticoesparcíasobrelafatigadacrasituddesuslabiosunasonrisalentaymaligna,abobadayamable.PeroDonCelesmirabaa

Merlín,yMerlínleenseñabalosdientesaDonCeles.ElMinistrodeSuMajestad Católica, distraído, evanescente, ambiguo, prolongaba lasonrisaconunaelasticidad inverosímil, como lasdiplomaciasneutralesenañodeguerras.DonCelesexperimentabaunaangustiapuerilentrelamueca del carcamal y el hocico aguzado del faldero: Con su gestoaduladorypedante,llenodepomposoafecto,seinclinóhaciaMerlín:

—¿Noquieresqueseamosamigos?

El faldero, con un ladrido, se recogió en las rodillas de su amo, queadormilabalosojoshuevones,casiblancos,apenasdesvanecidosdeazul,indiferentes como dos globos de cristal, consonantes con la sonrisa sintérmino, de una deferenciamaquillada y protocolaria. Lamano gorja yllenadehoyos,manodeodalisca,halagabalassedasdelfaldero:

—¡Merlín,tenformalidad!

—¡Mehadeclaradolaguerra!

ElBaróndeBenicarlés, diluyendo el gesto de fatiga por toda su figuracrasay fondona, sedejababesuqueardel faldero.DonCeles, rubicundoentrelaspatillasdecanela,pocoapoco,ibainflandolabotarga,peroconunasombraderecelo,una íntimayremotacobardíadecómicosilbado.Bajo el besuqueo del falderillo, habló, confuso y nasal, el figuróndiplomático:

—,Pordóndeseperegrina,DonCeleste?¿Quéluminosaopiniónmetraeusted de la Colonia Hispana? ¿No viene usted como Embajador?...Yatieneusteddespejadoelcamino,ilustreDonCeles.

DonCelessearrugócongestoamistoso,aquiescente,fatalista:Lafrentepanzona,lapapadaapoplética,labotargaretumbante,apenasdisimulabanlaperplejidaddelgachupín.

Riófalsamente:

—Latanmentadasagacidaddiplomáticasehaconfirmadounavezmás,queridoBarón.

LadróMerlín,yelcarcamalleamenazólevantandoundedo:

—No interrumpas, Merlín. Perdone usted la incorrección y continúe,ilustreDonCeles.

Don Celes, por levantarse los ánimos, hacía oración mental,recapacitandolospagarésqueteníadelBarón:Luchabadesesperadopornodesinflarse:Cerrólosojos:

—LaColonia,porsusvinculaciones,nopuedeserajenaalapolíticadelpaís:Aquíradicasucolaboraciónyelfrutodesusesfuerzos.Yo,pormissentimientos pacifistas, por mis convicciones de liberalismo bajo lagerenciadegobernantesserios,mehalloenunasituaciónambigua,entreel ideario revolucionarioy losprocedimientos sumarísimosdelGeneralBanderas.Perocasimeconvencelacolectividadespañola,encuantoasuactuación, porque la más sólida garantía del orden es, todavía, DonSantosBanderas.¡Eltriunforevolucionariotraeríaelcaos!

—Lasrevoluciones,cuandotriunfan,sehacenmuyprudentes.

—Perohayunmomentodecrisiscomercial:Losnegocios:seresienten,oscilan las finanzas, el bandolerismo renace en los campos. Subrayó elMinistro:

—Nomásqueahora,conlaguerracivil.

—¡La guerra civil! Los radicados de muchos años en el país; ya lamiramoscomounmalendémico.Peroel ideario revolucionarioesalgomás grave, porque altera los fundamentos sagrados de la propiedad. Elindio, dueño de la tierra, es una aberración demagógica, que no puedeprevalecer en cerebros bien organizados. La Colonia profesa unánimeestesentimiento:

Yo quizá lo acoja con algunas reservas, pero, hombre de realidades,entiendoquelaactuacióndelcapitalespañolesantagónicaconelespíriturevolucionario.

ElMinistrodeSuMajestadCatólicaserecostóenelcanapé,escondiendoenelhombroelhocicodelfaldero:

—DonCeles,¿yesoficialeseultimátumdelaColonia?

—Señor Ministro, no es ultimátum. La Colonia pide solamente unaorientación.

—¿Lapideolaimpone?

—Nohabrésabidoexplicarme.Yo,comohombredenegocios,soypocodueñodelosmaticesoratorios,ysihevertidoalgúnconceptopordondehaya podido entenderse que ostento una representación oficiosa, tengoespecialinterésendejarrectificadaplenamenteesasuspicaciadelSeñorMinistro.

ElBaróndeBenicarlés,conunapuntadeironíaenelazuldesvaídodelosojos,ylasmanosdeodaliscaentrelassedasdelfaldero,diluíaungestodisplicentesobrelabocabelfona,untadadefatigaviciosa:

—IlustreDonCelestino,ustedesunade laspersonalidades financieras,intelectualesy socialesmás remarcablesde laColonia...Susopiniones,muy estimables... Sin embargo, usted no es todavía el Ministro deEspaña.¡Unaverdaderadesgracia!Perohayunmedioparaqueustedlosea,yessolicitarporcablemitrasladoaEuropa.Yoapoyarélapetición,ylevenderéaustedmismueblesenalmoneda.

Elricachoseinflódevanidadingeniosa:

—¿IncluidoMerlínparaconsejero?

Elfiguróndiplomáticoacogiólaagudezaconungestofríoylacio,quelaborró:

—Don Celes, aconseje usted a nuestros españoles que se abstengan deactuar en la política del país, que se mantengan en una estrictaneutralidad, que no quebranten con sus intemperancias la actuación delCuerpoDiplomático.Perdone,ilustreamigo,quenoleacojamástiempo,pues necesito vestirme para asistir a un cambio de impresiones en laLegaciónInglesa.

Yeldesvaídocarcamal,en la luzdeclinantede lacámara,desenterrabaungestochafado,desangreorgullosa.

IV

DonCeles,alcruzarelestrado,donde laalfombraapagabael rumordelospasos,sintiómásquenuncaelterrordedesinflarse.Enelzaguán,elchino rancio y coletudo, en una abstracción pueril y maniática, seguíaregandolasbaldosas.DonCelesexperimentótodoeldespreciodelblancoporelamarillo:

—¡Deja paso, y mira, no me manches el charol de las botas, granchingado!

Andandoenlapuntadelospies,conmecimientodedoblesuspensiónlabotarga, llegó a la puerta y llamó al moreno del quitrí, que con otrosmorenosy rotos refrescababajo los laurelesdeunbochinche: Juegodebolosypianoautomáticoconplatillos:

—¡Vamos,vivo,pendejo!

V

CalzadadelaVirreinateníaunluminosobulliciodepregones,guitarros,

faroles y gallardetes. Santa Fe se regocijaba con un vértigo encendido,conunacalenturadeluzytinieblas:Elaguardienteyelfacóndelindio,la baraja y el baile lleno de lujurias, encadenaban una sucesión deimágenes violentas y tumultuosas. Sentíase la oscura y desoladapalpitacióndelavidasobrelafosaabierta.SantaFe,conunafuriatrágicaydevoradoradeltiempo,escapabadelterroríficosoporcotidiano,conelgritodesusferias,tumultuosocomoungritobélico.Enlalumbradadelocaso,sobrelalomadegranadosypalmas,encendíalosazulejosdesusredondascúpulascolonialesSanMartíndelosMostenses.

Eljuegodelaranita

LibroTercero

I

TiranoBanderas,terminadoeldespacho,salióporlaarcadadelclaustrobajoalJardíndelosFrailes.Leseguíancompadritosyedecanes:

—¡Seacabólaobligación!¡Ahora,silesparecebien,misamigos,vamosadivertirhonestamenteesterabodetarde,eneljueguitodelarana!

Rancioycumplimentero,invitabaparalatrinca,sinperderelrostrosusvinagres, y se pasaba por la calavera el pañuelo de hierbas, propio dedómineodonado.

II

ElJardíndelosFrailes,geométricaruinadecactusylaureles,gozabalavistadelmar:Porlasmornastapiascorríanamarilloslagartos:Enaquelparajeestabaeljuegodelarana,yacrepuscular,reciénpintadodeverde.El Tirano, todas las tardes esparcía su tedio en este divertimiento:Pausadoyprolijo,rumiandolacoca,hacíasustiradas,yenlosyerros,subocarasgábasetodaverde,conunamueca:Semostrabamuycodiciosoyatento a los lancesdel juego, sin ser parte a distraerle las descargasdefusilería que levantaban cirrus de humo a lo lejos, por la banda de lamarina.Lassentenciasdemuertesecumplimentabanalponerseelsol,ycada tarde era pasada por las armas alguna cuerda de revolucionarios.TiranoBanderas,ajenoa la fusilería, cruelyvesánico,afinabaelpuntoapretandolaboca.Loscirrusdehumovolabansobreelmar.

—¡Rana!

ElTirano,siempreaustero,vueltoalatrincadecompadres,desplegabaelpañuelodedómine,enjugándoseelcráneopelado:

—¡Aprendan,ynosedistraigandeljuegoconmacanas!

Unvahopesado,calorycatinga,anunciabalaproximidaddelamanigua,dondeelcrepúsculoenciende,conlasestrellas,losojosdelosjaguares.

III

Aquella india vieja, acurrucada en la sombra de un toldillo, con elbochinche de limonada y aguardiente, se ha hispido, remilgada ycorretonabajolaseñadelTirano:

—¡Horita,mijefe!

DoñaLupita cruza lasmanos enanas y orientales, apretándose al pecholoscabosdelrebocillo, tiradodepriesasobrelagreña:Teníaesclavalasonrisaylosojosoblicuosdeserpientesabia:Lospiesdescalzos,pulidoscomolasmanos:Engañosademielesylisonjaslaplática:

—¡Mándeme,nomás,miGeneralito!

GeneralitoBanderasdoblabaelpañuelo,muyescrupulosoyespetado:

—Seganaplata,DoñaLupita?

—¡Mijefecito,pacienciasegana!¡Pacienciaytrabajos,queesganarlaGloriaBendita!

Viernespasadocompréunmecateparameajorcar,yunángelsepusodepormedio.¡Mijefecito,nodiconunaescarpia!

TiranoBanderas,parsimonioso,rumiabalacoca,tembladeralaquijadaysaltantelanuez:

—¿Diga,mivieja,yquélesucedióalmecatito?

—AlaSantadeLimaamarradoselotengo,mijefecito.

—Quélesolicita,vieja?

—NiñoSantos,puesquesumerceddisfrutemilañosdesoberanía.

—¡Nomehagapendejo,DoñaLupita!¿Dequéañosonlasenchiladas?

—¡Meritoacabandeenfriarse,patroncito!

—Quéotracosatieneenlamesilla?

—Coquitosde agua. ¡La chichamuy superior,mi jefecito!Aguardienteparaelgauchaje.

—Pregúntele,vieja,elgustoaloscircunstantes,ysirvalaconvidada.

DoñaLupita, torciendolapuntadel rebocillo, interrogóalconcursoqueacampaba en torno de la rana, adulador y medroso ante la momia delTirano:

—¿Con qué gustan mis jefecitos de refrescarse? Les antepongo quesolamentetrescopastengo.Denantes,pasóuncoronelitobriago,quetodomelohizocachizas,caminándosesinpagarelgasto.

ElTiranoformulólacónico:

—Denúncieloenformayseharájusticia.

DoñaLupitajugóelrebocillocomounadamadeteatro:

—¡MiGeneralito,elmemorialistanomojalaplumasintocarpordelantesuestipendio!

MarcóuntemblorlabarbilladelTirano:

—Tampoco es razón. A mi sala de audiencias puede llegar el últimocholo de la República. Licenciado Sóstenes Carrillo, queda a su cargoinstruirelprocesoenaveriguacióndelsupuestofregado...

IV

DoñaLupita, corretonay haldeando, fue a sacar los cocos puestos bajouna cobertera de palmitos en la tierra regada. El Tirano, sentado en elpoyo miradero de los frailes, esparcía el ánimo cargado de cuidados:Sobreelbastónconborlasdoctoralesypuñodeoro,cruzaba laceradelas manos: En la barbilla, un temblor; en la boca verdosa, un gestoambiguoderisa,mofayvinagre:

—Tienemuchaletralaguaina,SeñorLicenciado.

—Patroncito,havistolachuela.

—Muyocurrenteen las leperadas. ¡Putamadre!Vaparaelmediosigloque la conozco, de cuando fui abanderado en el Séptimo Ligero: Eranuestrarabona.

DoñaLupitaamusgabalaoreja,haldeandoporeljacalito.ElLicenciadorecayóconapremiochuflero:

—¡Nosesuma,mivieja!

—Enbocacerradanoentranmoscas,valedorcito.

—Nohayselloparaunavueltademancuerda.

—¡SantísimoJuez!

Quéjefemilitarlearrugóeltenderete,mivieja?

—¡Meaprieta,niño,ymeexponeaunavenganza!

—Noseatoreysuelteelgallo.

—Nomeseamalareata,SeñorLicenciado.

El Señor Licenciado era feliz, rejoneando a la vieja por divertir lahipocondríadelTirano.

DoñaLupita,falsayapenujada,trajolaspalmasconelfrutoenracimado,yuntranchetepararebanarlo.ElMayorAbiliodelValle,quesepreciabadehabercortadomuchascabezas,pidiólagraciademeterelfacónaloscoquitos de agua: Lo hizo con destreza mambís: Bélico y triunfador,ofrendó como el cráneo de un cacique enemigo, el primer coquito alTirano. La momia amarilla desplegó las manos y tomó una mitadpulcramente:

—Mayorcito, el conchoque resta, esaviejamaulonaque se lobeba.Sihayponzoña,quelosdosreventemos.

DoñaLupita,avizorada,tomóelconcho,saludandoybebiendo:

—Mi Generalito, no hay más que un firme acatamiento en esta cueravieja:¡ElSeñorSanPedroytodalacelestecofradíameseantestigos!

TiranoBanderas, taciturno, recogido en el poyo, bajo la sombra de losramajes,eraunnegrogarabatodelechuzo.Raroprestigiocobródeprontoaquellasombra,yaquellavozdecañahueca,raroimperio:

—DoñaLupita,sicomodicemeaprecia,declareelnombredelpendejobriago que en tan poco se tiene. Luego luego, vos veréis, vieja, quetambiénlaapreciaSantosBanderas.Damelamano,vieja...

—Taitita,dejásoslabese.

TiranoBanderasoyó,sinmoverse,elnombrequetemblandolesecreteólavieja.Loscompadritos, en tornode la rana, callabanamusgados,y ahurtosehacíanalgunaseña.Lamomiaindiana:

—¡Chac,chac!

V

TiranoBanderas,conpasoderatafisgona,seguidoporloscompadritos,abandonó el juego de la rana: Al cruzar el claustro, un grupo deuniformesquechoteabaenelfondo,guardórepentinosilencio.Alpasar,la momia escrutó el grupo, y con un movimiento de cabeza, llamó alCoronel-LicenciadoLópezdeSalamanca,JefedePolicía:

—¿AquéhoraestáanunciadoelactodelasJuventudesDemocráticas?

—Alasdiez.

—¿EnelCircoHarris?

—Esorezanloscarteles.

—¿Quiénhasolicitadoelpermisoparaelmitin?

—DonRoqueCepeda.

—¿Noselehanpuestoobstáculos?

—Ninguno.

—¿Sehancumplimentadofielmentemisinstrucciones?

—Talcreo...

—Lapropagandadeidealespolíticos,siemprequeserealicedentrodelas

leyes,esunderechociudadanoymerecetodoslosrespetosdelGobierno.

ElTiranotorcía labocacongestomaligno.ElJefedePolicía,Coronel-LicenciadoLópezdeSalamanca,atendíaconburlóndesenfado:

—MiGeneral,encasodemitote,¿habráquesuspenderelacto?

—ElReglamentodeOrdenPúblicoleevacuarácumplidamentecualquierduda.

ElCoronel-Licenciadoasintióconzumbagazmoña:

—SeñorPresidente, larectaaplicacióndelasleyesserálanormademiconducta.

—Yen todocaso, siustedprocedieseconexcesodecelo,cosasiemprelaudable,nolecostarágransacrificiopresentarlarenunciadelcargo.Susservicios—al aceptarla— sin duda que los tendría en consideración elGobierno.

RecalcóelCoronel-Licenciado:

—¿ElSeñorPresidentenotieneotracosaquemandarme?

—¿Ha proseguido las averiguaciones referentes al relajo y viciosascostumbresdelHonorableCuerpoDiplomático?

—Yhemoshechoalgúndescubrimientosensacional.

—En el despacho de esta noche tendrá a bien enterarme. El Coronel-Licenciadosaludó:

—¡Alaorden,miGeneral!

Lamomiaindianatodavíaledetuvo,exprimiendosuverdemueca:

—Mipolíticaeselrespetoalaley.QuelosgendarmesgarantanelordenenCircoHarris.

¡Chac! ¡Chac! Las Juventudes Democráticas ejemplarizan esta nochepracticandounejerciciociudadano.

ChanceóeljefedePolicía:

—Ciudadanoyacrobático.

ElTirano,ambiguoysolapado,plególabocaconsumuecaverde:

—¡Pues,yquiénsabe!...¡Chac!¡Chac!

VI

TiranoBanderascaminótaciturno.Loscompadres,calladoscomoenunentierro,formabanlaescoltadetrás.Sedetuvoenlasombradelconvento,bajoel alertadelguaita,queenel campanario sincampanasclavaba laluna con la bayoneta. Tirano Banderas estúvose mirando el cielo deestrellas: Amaba la noche y los astros: El arcano de bellos enigmasrecogía el dolor de su alma tétrica: Sabía numerar el tiempo por lasconstelaciones: Con la matemática luminosa de las estrellas semaravillaba:Laeternidaddelasleyessideralesabríaunacomareligiosaen su estoica crueldad indiana.Atravesó la puerta del convento bajo elgritonocturnodelguaitaen la torre,yel retén,abriendo filas,presentóarmas.TiranoBanderas, receloso,alpasar,escudriñabael rostrooscurodelossoldados.

BolucayMitote

SegundaParte

Cuarzosibéricos

LibroPrimero

I

Amarillos y rojos mal entonados, colgaban los balcones del CasinoEspañol.Enelfiloluminosodelaterraza,petulanteytilingo,eraelquitrídeDonCeles.

II

—¡Mueranlosgachupines!

—¡Mueran!...

ElCircoHarris,enelfondodelparque,perfilabalacúpuladiáfanadesuslonasbajoelcieloverdedeluceros.Apretábaselaplebevocinglerafrentea las puertas, en el guiño de los arcos voltaicos. Parejas de caballeríaestaban de cantón en las bocacalles, y mezclados entre los grupos,huroneaban los espías del Tirano. Aplausos y vítores acogieron laaparicióndelosoradores:Veníanengrupo,rodeadosdeestudiantesconbanderas:Saludabanagitando lossombrerospálidos, teatrales,heroicos.La marejada tumultuaria del gentío bajo la porra legisladora de losgendarmes, abría calle ante las pertas del Circo. Las luces del interiordaban a la cúpula de lona diafanidad morena. Sucesivos grupos conbanderas y bengalas, aplausos y amotinados clamores, amodo de reto,gritabanfrentealCasinoEspañol:

—¡VivaDonRoqueCepeda!

—¡Vivaellibertadordelindio!

—¡Vivaaa!...

—¡Mueralatiranía!

—¡Mueraaa!...

—¡Mueranlosgachupines!

—¡Mueran!...

III

El Casino Español —floripondios, doradas lámparas, rimbombantesmoldurones— estallaba rubicundo y bronco, resonante de bravatas. LaJunta Directiva clausuraba una breve sesión, sin acta, con acuerdosverbales y secretos. Por los salones, al sesgo de la farra valentona,comenzabansolapadosmurmullos.Prontocorrió, sin recato, el complotpara salir en falange y deshacer el mitin a estacazos. La charangagachupinaresoplabaunbramidopatriota:Loscalvostresillistasdejabanen el platillo las puestas: Los cerriles del dominó golpeaban con lasfichas y los boliches de gaseosas: Los del billar salían a los balconesblandiendolostacos.Algunasvocestartufasdeempeñistasyabarroteros,reclamaban prudencia y una escolta de gendarmes para garantía delorden. Luces y voces ponían una palpitación chula y politiquera enaquellossalonesdecoradosconlaemulaciónramplonadelosdespachosministerialesenlaMadrePatria:Deprontolafalangegachupinaacudióentumultoalosbalcones.Gritosyaplausos:

—¡VivaEspaña!

—¡VivaelGeneralBanderas!

—¡Vivalarazalatina!

—¡VivaelGeneralPresidente!

—¡VivaDonPelayo!

—¡VivaelPilardeZaragoza!

—¡VivaDonIsaacPeral!

—¡Vivaelcomerciohonrado!

—¡VivaelHéroedeZamalpoa!

En la calle, una tropa de caballos acuchillaba a la plebe ensabanada ynegruzca,quehuíasinsacarelfacóndelpecho.

IV

Bajolaproteccióndelosgendarmes, lagachupiabalandronaserepartiópor las mesas de la terraza. Desafíos, jactancias, palmas. Don Celestascaba un largo veguero entre dos personajes de su prosapia: MísterContum, aventurero yanqui con negocios de minería, y un estancieroespañol, señaladopor sumucha riqueza,hombredecortas luces, alavésduro y fanático, con una supersticiosa devoción por el principio deautoridad que aterroriza y sobresalta. Don Teodosio delAraco, ibéricogranítico, perpetuaba la tradición colonial del encomendero.DonCelesperorabaconvacuaegolatríadericacho,puestoelhitodesuelocuenciaendeslumbraralmucamoqueleservíaelcafé.Lacalleseabullangaba.La pelazón de indios hacía rueda en torno de las farolas y retretas queanunciabanelmitin.DonTeodosio,convinagredeinquisidor,sentenciólacónico:

—¡Veannomás,quémojiganga!

SearrebolódesuficienciaDonCeles:

—El Gobierno del General Banderas, con la autorización de estapropaganda,atestiguasurespetoportodaslasopinionespolíticas.¡Esunacto que acrecienta su prestigio! El General Banderas no teme ladiscusión,autorizaeldebate.Suspalabras,alconcederelpermisoparaelmitin de esta noche, merecen recordarse: «En la ley encontrarán losciudadanoselcaminoseguroparaejercitarpacíficamentesusderechos.»¡Convengamos que así sólo habla un gran gobernante!Yo creo que seharánhistóricaslaspalabrasdelPresidente.

ApostillólacónicoDonTeodosiodelAraco:

—¡Lomerecen!

MísterContumconsultósureloj:

—Estar mucho interesante oír los discursos. Así mañana estar bienenteradomí.Nadielocontarmí.Oírlodelasorejas.

DonCelesarqueabalafiguraconvacuasuficiencia.

—¡Novalelapenadesoportarelsofocodeesaatmósferaviciada!

—MíinteresarseporoíraDonRoqueCepeda.

YDonTeodosioacentuabasurictusbilioso:

—¡Un loco! ¡Un insensato!Parecementira que hombre de su situaciónfinancierasejunteconlosrotosdelarevolución,gentesingarantías.

DonCelesinsinuabaconirónicalástima:

—RoqueCepedaesunidealista.

—Puesqueloencierren.

—Alcontrario:Dejarlelibrelapropaganda.¡Yafracasará!

DonTeodosiomovíalacabeza,recomidodesuspicacias:

—Ustedesnocontrolanla inquietudquehanllevadoal indiodelcampolas predicaciones de esos perturbados. El indio es naturalmente ruin,jamás agradece los beneficios del patrón, aparenta humildad y estáafilando el cuchillo: Sólo anda derecho con el rebenque: Esmás flojo,trabajamenosyseemborrachamásqueelnegroantillano.Yohetenidonegros,y lesgaranto lasuperioridaddelmorenosobreel indiodeestasRepúblicasdelMarPacífico.

DictaminóMísterContum,conhumorismofúnebre:

—Si el indio no ser tan flojo, no vivir mucho demasiado seguros loscuerosblancosenesteParaísodePuntadeSerpientes.Abanicándoseconeljipi,asentíaDonCeles:

¡Indudable!Peroenesepostuladosecontienequeelindionoesaptoparalasfuncionespolíticas.

DonTeodosioseapasionaba:

—Flojoyalcoholizado,necesitaelfustazodelblancoquelehagatrabajaryserviralosfinesdelasociedad.

Tornóelyanquidelosnegociosmineros:

—MísterAraco,sipuedeestarunapreocupaciónelpeligroamarillo,serenestasRepúblicas.

DonCelesinflólabotargapatriótica,haciendosonartodoslosdijesdelagrancadenaque,tendidadebolsilloabolsillo,leceñíalapanza:

—EstasRepúblicas,paranodesviarsedelarutacivilizadora,volveránlos

ojos a laMadre Patria. ¡Allí refulgen los históricos destinos de veintenaciones!

MisterContumalargó,conungestodesdeñoso, sumagroperfilde lororubio:

—Si el criollaje perdura comodirigente, lo deberá a los barcos y a loscañonesdeNorteamérica.

Elyanquientornabaunojo,mirándoselacurvadelanariz.Ylapelazóndeindiosseguíagritandoentornodelasfarolasqueanunciabanelmitin:

—¡MueraelTíoSam!

—¡Mueranlosgachupines!

—¡Mueraelgringochingado!

V

El Director de El Criterio Español, es un velador inmediato, sorbía elrefrescodepiña,sodaykirschquehizofamosoalcantinerodelMetropolRoom.DonCeles,redondoypedante,abanicándoseconeljipi,salióalosmediosdelaacera:

—¡Mifelicitaciónporeleditorial!Entodoconformeconsutesis.

El Director-Propietario de El Criterio Español tenía una plumahiperbólica, patriotera y ramplona, con fervientes devotos en lagachupina de empeñistas y abarroteros. Don Nicolás Díaz del Rivero,personajecautelosoybronco,disfrazabasufalsíaconelrudoacentodelEbro:EnEspañahablasetituladocarlista,hastaqueestafólacajadel7.°deNavarra:EnUltramarexaltaba lacausade laMonarquíaRestaurada:Tenía dos grandes cruces, un título flamante de conde, unBanco sobre

prendasyningunadehombrehonesto.DonCelesseacercóconfidencial,eljipisobrelabotarga,apartándoseelveguerodelabocaytendiendoelbrazoconademánaparatoso:

—¿Y qué me dice de la representación de esta noche? ¿Leeremos lareseñamañana?

—Loque permita el lápiz rojo. Pero, siéntese usted,DonCeles. Tengodestacadosmissabuesos,ynodejarádellegaralgunoconnoticias.¡Ojalánotengamosquelamentarestanochealgunagravealteracióndelorden!Enestaspropagandasrevolucionariaslaspasionessedesbordan...

DonCelesarrastróunamecedora,yseapoltronó,siempreabanicándoseconelpanameño:

—Siocurriesealgúndesbordamientodelaplebe,yoharíaresponsableaDonRoqueCepeda. ¿Ha visto usted ese loco lindo?No le vendríamalunatemporadaenSantaMónica.

ElDirectordeElCriterioEspañol se inclinó, confidencial, apagando laprocelosavoz,cubriéndolaconungrangestoarcano:

—Pudieraserqueyaletuviesenarmadalaratonera.¿QuéimpresioneshasacadousteddesuvisitaalGeneral?

—Al General le inquieta la actitud del Cuerpo Diplomático. Tiene lapreocupación de no salirse de la legalidad, y eso a mi ver justifica laautorización para elmitin.O quizás lo que usted indicaba recién. ¡Unaratonera!...

—¿Y no le parece que sería un golpe de maestro? Pero acaso lapreocupaciónqueustedhaobservadoenelPresidente...AquítenemosalVateLarrañaga.Acérquese,Vate...

El Vate Larrañaga era un joven flaco, lampiño, macilento, guedeja

romántica, chalina flotante, anillos en las manos enlutadas: Unaexpresióndulceynoviciadealmaapasionada:

Seacercócontímidosaludo:

—Mero,mero,iniciólosdiscursoselLicenciadoSánchezOcaña.CortóelDirector:

—¿Tieneustedlasnotas?Hágameelfavor.Yolasveréylasmandaréalaimprenta.¿Quéimpresiónenelpúblico?

—Enlamasa,ungranefecto.Algunaprotestaenlacazuela,perosehanimpuestolosaplausos.Elpúblicoessuyo.

DonCelescontemplabalasestrellas,humeandoelveguero:

—RealyverdaderamenteesunoradorelocuenteelLicenciadoSánchezOcaña?Enlopocoqueletengotratado,mehaparecidounamedianía.

ElVatesonriótímidamente,esquivandosuopinión.DonNicolásDíazdelRivero pasaba el fulgor de sus quevedos sobre las cuartillas. El VateLarrañaga,encogidoysilencioso,esperaba.ElDirectorlevantólacabeza:

—Lefaltaausted intenciónpolítica.Nosotrosnopodemosdecirqueelpúblico premió con una ovación la presencia del Licenciado SánchezOcaña.Puedeustedescribir:Losaplausosoficiososdealgunosamigosnolograronocultarelfracasodetandifusapiezaoratoria,quetuvodetodo,menosdeciceroniana.Esunaredaccióndeelementalformulario.

¡Cadadíaesustedmenosperiodista!

ElVateLarrañagasonriótímidamente:

—¡Ytemíahabermeexcedidoenlacensura!

ElDirectorrepasabalascuartillas:

—Tuvolugar,esungalicismo.

RectificócomplacienteelVate:

—Tuvoverificativo.

—NoloadmitelaAcademia.

Traíaelvientounapagadooleajedeclamoresyaplausos.LamentóDonCelesconhuecasonoridad:

—Laplebeentodaspartessealucinaconmetáforas.

ElDirector-Propietariomirócongestodereprochealsumisonoticiero:

—Peroesosaplausos?¿Sabeustedquiénestáenelusodelapalabra?

—PosiblementeseguiráelLicenciado.

—¡Y usted qué hace aquí? Vuélvase y ayude al compañero. Vatecito,oiga: Una idea que, si acertase a desenvolverla, le supondría un éxitoperiodístico:Haga la reseñacomosi se tratasedeuna funcióndecirco,con loros amaestrados. Acentúe la soflama. Comience con la máscumplidafelicitaciónalaEmpresadelosHermanosHarris.

SeinflóDonCeles:

—¡Yaaparecióelperiodistaderaza!

ElDirector declinó el elogio con arcano fruncimiento de cejas y labio:ContinuódirigiéndosealmacilentoVatecito:

—¿Quiéntienedecompañero?

—FrayMocho.

—¡Quenosetomedebebidaeseganado!

ElVateLarrañagaseencogió,inhibiéndoseconsuapagadasonrisa:

—Hastalueguito.

Tornabaelvuelodelosaplausos.

VI

Sobre el resplandor de las aceras, gritos de vendedores ambulantes:Zigzagdenubios limpiabotas:Bandejas tintineantes,queportanenaltolosmozosdelosbaresamericanos:

Vistosaondulacióndeniñasmulatas,conlaviejaderebocilloalflanco.Formas, sombras, luces se multiplican trenzándose, promoviendo lacaliginosa y alucinante vibración oriental que resumen el opio y lamarihuana.

ElCircoHarris

LibroSegundo

I

ElCircoHarris,entreramajesyfocosvoltaicos,abríasuparasoldelonamorenaydiáfana.Parejasdegendarmesdecorabanconrítmicospaseoslasiluminadaspuertas,yloslaciosbigotes,ylasmandíbulasencuadradasporlascarrilleras,teníanelespaventodecarátulaschinas.GrupospopularesseestacionabanconrumorosaimpacienciaporlasavenidasdelParque:Allíelmayoraldeponchoymachete,conelcriollodeljaranoplatero,yelpeladodesabanilyelindioserrano.Enelfondo,eldiáfanoparasoltriangulabasuscandilessobreelcieloverdedeluceros.

II

ElVateLarrañaga,conrevuelodezopilote,negroylacio,cruzólasaceradasfilasdegendarmesypenetróbajolacúpuladelona,estremecidaporlassalvasdeaplausos.AúncantabasuariadetenorelLicenciadoSánchezOcaña.ElVatecito,enjugándoselafrente,deshechoellazodelachina,tomóasiento,alaveradesucolegaFrayMocho:Unviejalesconmugredechupatintas,picadodeviruelasygrannarizcolgante,queacogióalcompañeroconunabocanadavinosa:

—¡Esunapiezaoratoria!

—¿Tomastevosnotas?

—¡Quéva!Estorrencial.

—¡Ynoacaba!

—Latomódemuylargo.

III

Eloradordesleíaelboladilloenelvasodeagua:Catabaunsorbo:Hacíaengalle:Setirabadelosalmidonadospuños:

—Lasantiguascoloniasespañolas,paravolveralarutadesudestinohistórico,habrándeescucharlasvocesdelascivilizacionesoriginariasdeAmérica.SóloasídejaremosalgúndíadeserunacoloniaespiritualdelViejoContinente.ElCatolicismoylascorruptelasjurídicascimentantodalaobracivilizadoradelalatinidadennuestraAmérica.ElCatolicismoylascorruptelasjurídicassongrilletesquenosmediatizanaunacivilizaciónendescrédito,egoístaymendaz.Perosirenegamosdeestaabyecciónjurídicoreligiosa,seaparaforjarunnuevovínculo,donderevivannuestrastradicionesdecomunismomilenario,enunfuturoplenodesolidaridadhumana,elfuturoqueestremececonpánicostembloresdecataclismoelvientredelmundo.

Apostillóunavoz:

—¡Detumadre!

Seprodujosúbitotumulto:Marejadas,repelones,gritosybrazosporalto.Losgendarmes,sacabanauncholoconlacabezaabiertadeungarrotazo.ElLicenciadoSánchezOcaña,unpocopálido,conafectaciónteatral,sonreíaremoviendolacucharillaenelvasodelagua.ElVatecitomurmurópalpitante,inclinándosealoídodeFrayMocho:

—¡Quiéntuvieraunaplumaindependiente!Elpatrónquiereunacríticadespiadada...

FrayMochosacódelpechounbotellínyseagachóbesandoelgollete:

—¡Muyelocuente!

—Esunoprobiotenervendidalaconciencia.

—¡Quéva!Vosnovendéslaconciencia.Vendéslapluma,quenoeslomismo.

—¡Porcochinostreintapesos!

—Sonlosfríjoles.Nohayqueserpoeta.¿Querésvossoplar?

—¿Quéesello?

—¡Chicha!

—Nomeapetece.

IV

Eloradorsacabalospuños,lucíalasmancuernas,seacercabaalaslucesdelproscenio.

Leacogióunasalvadeaplausos:Consaludodetenorremontóseensuaria:

—Elcriollajeconservatodoslosprivilegios,todaslaspremáticasdelasantiguasleyescoloniales.Loslibertadoresdelaprimerahoranohanpodidodestruirlas,ylarazaindígena,comoenlospeoresdíasdelvirreinato,sufrelaesclavituddelaEncomienda.NuestraAméricasehaindependizadodelatutelahispánica,peronodesusprejuicios,quesellanconpactodefariseos,DerechoyCatolicismo.Nosehaintentadolaredencióndeindioque,escarnecido,indefenso,trabajaenloslatifundiosyenlasminas,bajoellátigodelcapataz.Yesaobligaciónredentoradebesernuestraferevolucionaria,idealdejusticiamásfuertequeel

sentimientopatriótico,porqueesanhelodesolidaridadhumana.ElOcéanoPacífico,elmardenuestrosdestinosraciales,ensusmásapartadosparajes,congregalasmismasvocesdefraternidadydeprotesta.Lospueblosamarillossedespiertan,noparavengaragravios,sinoparadestruirlatiraníajurídicadelcapitalismo,piedraangulardeloscaducosEstadosEuropeos.ElOcéanoPacíficoacompañaelritmodesusmareasconlasvocesunánimesdelasrazasasiáticasyamericanas,queenangustiososueñodesiglos,hangestadoelidealdeunanuevaconciencia,heñidacontalesobligaciones,contalessacrificios,contanarduoymísticocombate,queforzosamenteseaparecerádeliriodebrahamanesalasórdidacivilizacióneuropea,mancilladacontodaslasconcupiscenciasylosegoísmosdelapropiedadindividual.

LosEstadosEuropeos,nacidosdeguerrasydolos,nosientenlavergüenzadesuhistoria,nosilenciansuscrímenes,norepugnansusrapiñassangrientas.LosEstadosEuropeosllevanladeshonestidadhastaelalardeorgullosodesusfelonías,hastalajactanciadesucínicainmoralidadatravésdelossiglos.Yestadegradaciónselamuestrancomotimbredegloriaaloscorosjuvenilesdesusescuelas.Frenteanuestrosideales,lacríticadeesospuebloseslacríticadelromanofrentealadoctrinadelJusto.Aquelobesopatricio,encorvadosobreelvomitorio,razonabaconlasmismasbascas.Dueñodeesclavos,defendíasupropiedad:

Manchadoconlashecesdelagulaydelhartazgo,estructurabalavidasocialyelgocedesusriquezassobreelpostuladodelaservidumbre:Cuadrillasdeesclavoshacíanlasiegadelamies:Cuadrillasdeesclavosbajabanalfondodelamina:Cuadrillasdeesclavosremabaneneltrirreme.Laagricultura,laexplotacióndelosmetales,elcomerciodelmar,nopodríanexistirsinelesclavo,razonabaelpatriciadodelaantiguaRoma.Yelhierrodelamoenlacarnedelesclavoseconvertíaenunpreceptoético,inherentealbienpúblicoyalasaluddelImperio.Nosotros,másquerevolucionariospolíticos,másquehombresdeunapatrialimitadaytangible,somoscatecúmenosdeuncredoreligioso.

Iluminadosporlaluzdeunanuevaconciencia,nosreunirnosenlaestrechezdeesterecinto,comolosesclavosdelascatacumbas,paracrearunaPatriaUniversal.Queremosconvertirelpeñascodelmundoenarasidéreadondesecelebreelcultodetodaslascosasordenadasporelamor.Elcultodelaeternaarmonía,quesólopuedealcanzarseporlaigualdadentreloshombres.Demosanuestrasvidaselsentidofatalydesinteresadodelasvidasestelares;liguémonosaunfinúnicodefraternidad,limpiaslasalmasdelegoísmoqueengendraeltuyoyelmío,superadosloscírculosdelaavariciaydelrobo.

V

Nuevotumulto.Unatropadegachupines,jaquetonaycerril,gritabaenlapista:

—¡Atorrante!

—¡Guarango!

—¡Pelado!

—¡Carentedeplata!

—¡DivorciadodelaLey!

—¡Mueralaturbarevolucionaria!

Lagachupiaenarbolabagritosygarrotesalamparodelosgendarmes.Enconciertoclandestino,alborotabanporlagraderíalosdisfrazadosesbirrosdelTirano.Arreciabalaescaramuzademutuosdicterios:

—¡Atorrantes!

—¡Mueralatiranía!

—¡Macaneadores!

—¡Pelados!

—¡Carentesdeplata!

—¡DivorciadosdelaLey!

—¡Macaneadores!

—¡Anárquicos!

—¡VivaGeneralitoBanderas!

—¡Mueralaturbarevolucionaria!

Lasgraderíasdeindiosensabanadossemovíanenoleadas:

—¡VivaDonRoquito!

—¡Vivaelapóstol!

—¡Mueralatiranía!

—¡Mueraelextranjero!

Losgendarmescomenzabanarepartirsablazos.Cachizasdefaroles,gritos,manosenalto,carasensangrentadas.Convulsióndelucesapagándose.Roturadelapistaenángulos.

VisióncubistadelCircoHarris.

Laorejadelzorro

LibroTercero

I

Tirano Banderas, con olisca de rata fisgona, abandonó la rueda delisonjeros compadres y atravesó el claustro: Al Inspector de Policía,Coronel-Licenciado López de Salamanca, acabado de llegar, hizo señaconlamano,paraquelesiguiese.Porellocutorio,adondeentrarontodos,cruzólamomiasiemprefisgando,ypasóalaceldadondesolíatratarconsus agentes secretos. En la puerta saludó con una cortesía de viejocuáquero:

—Ilustre Don Celes, dispénseme no más un instante. Señor Inspector,pasearecibirórdenes.

II

El Señor Inspector atravesó la estancia cambiando con unos y otrosguiños, mamolas y leperadas en voz baja. El General Banderas habíaentrado en la recámara, estaba entrando, se hallaba de espaldas, podíavolverse, y todos se advertían presos en la acción de una guiñoladadramática. El Coronel-Licenciado López de Salamanca, Inspector dePolicía, pasaba poco de los treinta años: Era hombre agudo, con letrasuniversitarias y jocoso platicar: Nieto de encomenderos españoles,arrastrabaunaherenciasentimentalyabsurdadeorgulloypremáticasdecasta. De este heredado desprecio por el indio se nutre el mestizocriollaje dueño de la tierra, cuerpo de nobleza llamado en aquellasRepúblicas Patriciado. El Coronel Inspector entró, recobrado en sumáscaradepersonaje:

—Alaorden,miGeneral.

Tirano Banderas con un gesto le ordenó que dejase abierta la puerta.Luego quedó en silencio. Luego habló con escandido temoso de cadapalabra:

—Diganomás.¿SehacelebradoelmitotedelasJuventudes?¿Quéloroshablaron?

—AbriólosdiscursoselLicenciadoSánchezOcaña.Muyrevolucionario.

—¿Conquétópicos?Abrevie.

—Redencióndel Indio.Comunismoprecolombiano.MarsellesadelmarPacífico.

Fraternidaddelasrazasamarillas.¡Macanas!

—¿Quéotrosloros?

—No hubo espacio para más. Sobrevino la consecuente boluca degachupinesynacionales,dandolugaralaintervencióndelosgendarmes.

—¿Sehanhechoarrestos?

—ADonRoque,yalgúnotro, loshemandadoconduciramidespacho,paratenerlosaseguradosdelasiraspopulares.

—Muy conveniente. Aun cuando antagonistas en ideas, son sujetosameritadosyvidasquedebensalvaguardarse.Siarreciaselairapopular,déles alojamiento en Santa Mónica. No tema excederse. Mañana, siconviniese,pasaríayoenpersonaasacarlosdelaprisiónyasatisfacerlesconexcusaspersonalesyoficiales.Repitoquenotemaexcederse.¿YquétenemosdelHonorableCuerpoDiplomático? ¿Rememorael asuntoqueletengoplaticado,referentealSeñorMinistrodeEspaña?Muyconvienequenosaseguremosconprendas.

—Estamismatardeseharealizadoalgúntrabajo.

—Obródiligenteylefelicito.Expóngamelasituación.

—Se le ha dado luneta de sombra al guarango andaluz, entre buja ytorero,alquedicenCurritoMi-Alma.

—Quéfiliacióntieneesepersonaje?

—EselniñobonitoqueentraysalecomoperrofalderoenlaLegacióndeEspaña.La

Prensatienehabladoconciertochoteo.

ElTiranoserecogióconungestoaustero:

—Esasmurmuracionesnomesonplatofavorecido.Adelante.

—Pues no más que a ese niño torero lo han detenido esta tarde porhallarle culpado de escándalo público. Ofrecieron alguna duda susmanifestaciones,yseprocedióaunregistrodomiciliario.

—Sobreentendido.Adelante.¿Resultadodelregistro?

—Tengohechoinventarioenestahoja.

—Acérquesealcandilylea.

El Coronel-Licenciado comenzó a leer un poco gangoso, iniciandosomeramenteeltonodelasviejasbeatas:

—Unpaquetedecartas.Dosretratoscondedicatoria.Unbastónconpuñodeoroycifras.

Unacigarreraconcifrasycorona.Uncollar,dosbrazaletes.Unapeluca

conrizosrubios,otramorena.Unacajadelunares.Dostrajesdeseñora.Algunaropainteriordeseda,conlazadas.

TiranoBanderas,recogidoenungestocuáquero,fulminósuexcomunión:

—¡Aberracionesrepugnantes!

III

Laventana enrejada y abierta daba sobre un fondo de arcadas lunarias.Las sombras de los murciélagos agitaban con su triángulo negro lablancura nocturna de la ruina. ElCoronel- Licenciado, lentamente, conesa seriedad jovial que matiza los juegos de manos, se sacaba de losdiversos bolsillos joyas, retratos y cartas, poniéndolo todo en hilera,sobrelamesa,acantodelTirano:

—Lascartassonespecialmenteinteresantes.Uncasopatológico.

—Una sinvergüenzada. Señor Coronel, todo eso se archiva. La MadrePatriamerecemimayorpredilección,yporesemotivotengouninterésespecialenquenosedifamealBaróndeBenicarlés:Ustedvaaprocederdiligenteparaquerecobresulibertadelguarango.ElSeñorMinistrodeEspaña,muyconvenientequeconozcalaocurrencia.PudierasucederqueconsóloesocayeseenlacuentadelridículoquehacetocandounpífanoenlamojigangadelMinistroInglés.¿QuénoticiastieneustedreferentesalareunióndelCuerpoDiplomático?

—Quehasidoaplazada.

—SentiríaquesecomprometiesedemasiadoelSeñorMinistrodeEspaña.

—Yarectificará,cuandoelpollolepongaalcorriente.

Tirano Banderas movió la cabeza, asintiendo: Tenía un reflejo de la

lámpara sobre elmarfil de la calavera y en los vidrios redondos de lasantiparras:Miró su reloj, una cebolla de plata, y le dio cuerda con dosllaves:

—DonCelesnosiluminaráenloreferentealaactituddelSeñorMinistro.¿Sabeustedsihapodidoentrevistarle?

—Meritomeplaticabadelcaso.

—SeñorCoronel,sino tienecosademayorurgenciaquecomunicarme,aplazaremos el despacho. Será bien conocer el particular de lo que nostraeDonCelestinoGalindo.Así tenga a bien decirle que pase, y ustedpermanezca.

IV

Don Celes Galindo, el ilustre gachupín, jugaba con el bastón y elsombreromirandoalapuertadelarecámara:Suredondezpavona,enelfondomal alumbrado del vasto locutorio, tenía esa actitud petulante ypreocupadadelcómicoqueentrebastidoresesperasusalidaaescena.AlCoronel-Licenciado, que asomaba y tendía la mirada, hizo reclamo,agitando bastón y sombrero. Presentía su hora, y la trascendencia delpapelón le rebosaba.ElCoronel-Licenciado levantó lavoz,parandounojoburlónycompadresobrelosotrosasistentes:

—MiseñorDonCeleste,sitieneelbeneplácito.

EntróDonCelesteyleacogióconsuranciaceremoniaelTirano:

—Lamento la espera y le ruego muy encarecido que acepte misjustificaciones. No me atribuya indiferencia por saber sus novedades:¿EntrevistóalMinistro?¿Platicaron?

DonCeleshizounampliogestodecontrariedad:

—HevistoaBenicarlés:Hemosconferenciadosobrelapolíticaquedebeseguir en estas Repúblicas la Madre Patria: Hemos quedadodefinitivamentedistanciados.

Comentóceremoniosalamomia:

—Sientoelcontratiempo,ymuchomássialgunaculpameafecta.DonCeles plegó el labio y entornó el párpado, significando que el sucesocarecíadeimportancia:

—Para corroborar mis puntos de vista, he cambiado impresiones conalgunaspersonalidadesrelevantesdelaColonia.

—Háblemede suExcelencia el SeñorMinistro deEspaña. ¿Cuáles sonsus compromisos diplomáticos? ¿Por qué su actuación contraría a losintereses españoles aquí radicados? ¿Nocomprendeque la capacitacióndelindígenaeslaruinadelestanciero?Elestancieroseveráaquíconlosmismosproblemasagrariosquedejaplanteadosenelpropiopaís,yquesusestadistasnosabenresolver.

DonCelestetuvoungrangestoaduladoryenfático:

—Benicarlés no es hombre para presentarse con esa claridad y esatrascendencialascuestiones.

—¿Enquéargumentaciónsostienesucriterio?Esoestimaríasaber.—Noargumenta.

—¿Cómosustentasuopinión?

—Nolasustenta.

—¿Algodirá?

—Sucriterioesnodesviarseensuactuacióndelasvistasqueadopteel

Cuerpo Diplomático. Le hice toda suerte de objeciones, llegué asignificarlequeseexponíaaunserioconflictoconlaColonia.Queacasose jugaba la carrera. ¡Inútil! ¡Mis palabras han resbalado sobre suindiferencia!¡Jugabaconelfaldero!¡Mehaindignado!

Tirano Banderas interrumpió con su falso y escandido hablarceremonioso:

—Don Celes, venciendo su repugnancia, aún tendrá usted queentrevistarse con el Señor Ministro de España: Será conveniente queusted insista sobre los mismos tópicos, con algunas indicaciones muyespecializadas. Acaso logre apartarle de la perniciosa influencia delRepresentante Británico. El Señor Inspector de Policía tiene noticia dequenuestrasactualesdificultadesobedecenauncomplotdelaSociedadEvangélicadeLondres.¿Noesasí,SeñorInspector?

—¡Indudablemente!LaHumanidadqueinvocanlasmiliciaspuritanasesun ente de razón, una logomaquia. El laborantismo inglés, parainfluenciar sobre los negocios de minas y finanzas, comienzaintroduciendolaBiblia.

MeciólacabezaDonCeles:

—Yaestoyalcabo.

Lamomiaseinclinóconrígidamesura,sesgandolaplática:

—Unespañolameritado,nopuedesustraersuactuacióncuandose tratade lasbuenas relaciones entre laRepúblicay laPatriaEspañola.Hayamásunfeoenredopoliciaco.ElSeñorInspectortienelapalabra.

ElSeñor Inspector,conaquelgestodeburla fúnebre,paróunojosobreDonCeles:

—Losprincipioshumanitariosque invocan laDiplomacia,acaso tengan

que supeditarse a las exigencias de la realidad palpitante. Rumió lamomia:

—Y en última instancia, los intereses de los españoles aquí radicadosestán en contra de laHumanidad. ¡No hay que fregarla! Los españolesaquí radicados representan intereses contrarios. ¡Que lo entienda eseSeñorMinistro! ¡Que se capacite! Si le vemuy renuente, manifiésteleque obra en los archivos policiacos un atestado por verdaderas orgíasromanas, donde un invertido simula el parto. Tiene la palabra el SeñorInspector.

SeconsternóDonCeles.YpusosurejónelCoronel-Licenciado:

—En ese simulacro, parece haber sido comadrón el SeñorMinistro deEspaña.

GemíaDonCeles:

—¡Estoyconsternado!

TiranoBanderasrasgólabocaconmuecadesdeñosa:

—PorvecesnoslleganpurosatorrantesrepresentandoalaMadrePatria.

SuspiróDonCeles:

—VeréalBarón.

—Véale,yhágaleentenderquetenemossucréditoenlasmanos.ElSeñorMinistrorecapacitaráloquehace.HágalepresenteunsaludomuyfinodeSantosBanderas.

ElTiranoseinclinó,conaquelademánmesuradoyrígidodelafiguradepalo:

—LaDiplomaciagustadelosaplazamientos,ydeesaprimerareuniónnosaldrá nada. En fin, veremos lo que nos trae el día de mañana. LaRepública puede perecer en una guerra, pero jamás se rendirá ante unaimposicióndelasPotenciasExtranjeras.

V

Tirano Banderas salió al claustro, y encorvado sobre una mesilla decampaña,sinsentarse,firmó,conrápidorasgueo,losedictosysentenciasque sacaba de un cartapacio el Secretario de Tribunales, LicenciadoCarrillo.Sobrelacaldelosmuros,dabansusespantosmalaspinturasdemartirios,purgatorios,catafalcosydemoniosverdes.ElTirano,rubricadoelúltimopliego,hablódespacio,lamuecadolorosayverdeenlarasgadabocaindiana:

—¡Chac-chac!SeñorLicenciadito,estamosendeudaconlaviejarabonadel7.°Ligero.

Para rendirle justicia debidamente, se precisa chicotear a un jefe delEjército.¡Punirlocomoaunroto!¡Yesunamigodelosmásestimados!¡El macaneador de mi compadre Dominicano de la Gándara! ¡Esebucanero,quedentrodeunratomellamarádéspota,conelojotorcidoalcampo insurrecto! Chicotear a mi compadre, es ponerle a caballo.Desampararalacholarabona,falsificareldesignioqueformuléaldarlelamano,sellamasumirse,fregarse.

Licenciado,¿cuálessuconsejo?

—Patroncito,esunnudogordiano.

TiranoBanderas,rasgadalabocaporlaverdemueca,sevolvióalcorodecomparsas:

—Ustedes,amigos,nosedestierren:Arriéndenseparadarsufallo.¿Han

entendido loqueplaticabaconelSeñorLicenciado?Bienconocenamicompadre.¡Muybuenareataytodosleestimamos!Darlechicotecomoaunroto,esenfurecerleyponerleenelranchodelosrevolucionarios.¿Sele pune, y deja libre y rencoroso? ¿Tirano Banderas —como dice elpueblocabrón—debeserprudenteomagnánimo?Piénsenlo,amigos,quesudictadomeinteresa.Constitúyanseentribunal,yresuelvanelcasoconarregloaconciencia.

Desplegando un catalejo de tres cuerpos reclinóse en la arcada que seabría sobre el borroso diseño del jardín, y se absorbió en lacontemplacióndelcielo.

VI

Los compadritos hacen rueda en el otro cabo, y apuntan distingosjustipreciando aquel escrúpulo de conciencia, que como un hueso a losperroslesarrojabaTiranoBanderas.ElLicenciadoCarrilloseinsinúaconlamuecadezorropropiadelbuencurial:

—¿Cuálserálaideadelpatrón?

ElLicenciadoNachoVeguillas,sesgalabocaysacalosojosremedandoelcantodelarana:

—¡Cuá!¡Cuá!

Y ledesprecia conungesto, tirándosedelpirulo chivónde labarba, elMayorAbiliodelValle:

—¡Noestáelguitarrónparaserpunteado!

—¡MayorcitodelValle,hayquefregarse!

ElLicenciadoCarrillonosalíadesutema:

—Precisoesadivinarlelaideaalpatrón,ydictaminardeacuerdo.

NachoVeguillashacíaeltontomojiganguero:

—¡Cuá!¡Cuá!Yomeguíoporsusluces,Licenciadito.

MurmuróelMayordelValle:

—Paraacertarla,cadaunosepongaenelcaso.

—¿Ypuestoenelcasovos,Mayorcito?...

—¿Entrequétérminos,Licenciado?

—DesmentirseconlaviejaochicotearcomoaunrotoalCoronelitodelaGándara.

ElMayorAbilio delValle, siempre a tirarse del pirulo chivón, retrucósoflamero:

—TronaraDomicianoydespuéschicotearle,esmiconsejo.

El Licenciado Nacho Veguillas sufrió un acceso sentimental de pobrediablo:

—El patroncito acaso mire la relación de compadres, y pudiera lavinculaciónespiritualaplacarsurigorismo.

ElLicenciadoCarrillotendíalacolapetulante:

—Mayorcito, de este nudo gordiano vos estate elAlejandro. Veguillasangustiólacara:

—¡Unescachodebotillería,nopuedetenerpenademuerte!Yosalvomiresponsabilidad.

NoquieroquesemeaparezcaelespectrodeDomiciano.¿VosconocéslaobraquerepresentóanochePepeValero?FernandoelEmplazado.¡Ché!EsuncasodelahistoriadeEspaña.

—Yanopasanesoscasos.

—Todoslosdías,Mayorcito.

—Nolosconozco.

—Permaneceninéditos,porquelosemplazadosnosontestascoronadas.

—¿Elmaldeojo?Nocreoenello.

—Yoheconocidoaunsujetoqueperdíasiempreeneljuegosinoteníaenlamanoelcigarroapagado.

ElLicenciadoCarrilloaguzabalasonrisa:

—Me permito llamarles al asunto. Sospecho que hay otra acusacióncontraelCoroneldelaGándara.Siemprehasidopocodefiareseamigoyandabaestostiemposmuybruja,yacasobuscóremediarsedeplataenlamontonerarevolucionaria.

Seconfundieronlasvocesenunsusurro:

—Noesunsecretoqueconspiraba.

—Puesledebecuantoesalpatroncito.

—Comotodosnosotros.

—Soyelprimeroenreconoceresadeudasagrada.

—Conmenosquelavida,yonolepagoaDonSantos.

—Domicianolehacorrespondidoconlamásnegraingratitud.

Puestosdeacuerdo,ofreciólapetacaelMayordelValle.

VII

ElTiranocorríaporelcieloelcampodesucatalejo:Teníablancadelunalacalavera:

—Cinco fechas para que sea visible el cometa que anuncian losastrónomoseuropeos.

Acontecimientoceleste, delqueno tendríamosnoticia, ano serpor lossabiosdefuera.

Posiblemente, en los espacios sidéreos tampoco sabennada de nuestrasrevoluciones.Estamosparejos.Sinembargo,nuestroatrasocientíficoesmanifiesto.LicenciaditoVeguillas,redactaráustedundecretoparadotarconunbuentelescopioalaEscuelaNáuticayAstronómica.

ElLicenciaditoNachoVeguillas,finchándoseenelpandocompásdelaszancas,sacóelpechoytendióelbrazoenarenga:

—¡Mirarporlaculturaeshacerpatria!

ElTiranopagó la cordialidadavinadadelpobrediabloconungestodecalaverahumorística,mientrasvolvía a recorrer con su anteojo el cielonocturno.Y los cocuyos encendían su danza de luces en la borrosa ylunariageometríadeljardín.

VIII

Torva,esquiva,aguzadoslosojoscomomontésalimaña,penetró,dandogritos,unamujerencamisadaypelona.Por lasalapasóunsilencio, los

coloquios quedaron en el aire. Tirano Banderas, tras una espantada, serecobró batiendo el pie con ira y denuesto. Temerosos del castigo, searrestaron en la puerta la recamarera y el mucamo, que acudían a lacapturadelaencamisada.FulminóelTirano:

—¡Chingada,guardatenésdelaniña!¡Hidetal,latenésbienguardada!

Lasdosfigurasparejasserecogían,susurrantesenelumbraldelapuerta.Eran, sobre el hueco profundo de sombra, oscuros bultos de borrosorealce. Tirano Banderas se acercó a la encamisada, que con el gestoobstinadodeloslocos,hundíalasuñasenlagreñayseagazapabaenunrincón,aullando:

—Manolita,vosserésbienmandada.Andatenomásparalarecámara.

AquellapelonaencamisadaeralahijadeTiranoBanderas:Joven,lozana,de pulido bronce, casi una niña, con la expresión inmóvil, sellaba unenigmacruelsumáscaradeídolo:

Huidizaydoblada,serecogióalamparodelarecamarerayelmucamo,arrestados en la puerta. Se la llevaron con amonestaciones, y en laoscuridad se perdieron. Tirano Banderas, con un monólogo tartajoso,comenzó a dar paseos: Al cabo, resolviéndose, hizo una cortesía deestantigua,ycomenzóasubirlaescalera:

—Almacaneador demi compadre, será prudente arrestarlo esta noche,MayordelValle.

Nochedefarra

TerceraParte

LaRecámaraVerde

LibroPrimero

I

¡Famosas aquellas ferias de Santos y Difuntos! La Plaza de Armas,Monotombo, Arquillo de Madres, eran zoco de boliches y pulperías,ruletas y naipes. Corre la chusma a los anuncios de toro candil en losportalitos de Penitentes: Corren las rondas de burlones apagando lasluminarias, alprocurodehacermásvistosoel candildelbulto toreado.Quiebra el oscuro en el vasto cielo, la luna chocarrera y cacareante:Ahúmanlascandilejasdepetróleoporlasembocadurasdetutilimundis,tinglados y barracas: Los ciegos de guitarrón cantan en los corros depelados.Elcriollaje ranchero—poncho, facón, jarano—seestacionaalruedode lasmesascon tablerosdeazaresy suertes fulleras.Circulaenracimoslaplebecobriza,greñuda,descalza,ypor lasescalerillasdelasiglesias, indios alfareros venden esquilones de barro con círculos ypalotesdepinturasestentóreasydramáticas.Beatasychamacosmercanlosfúnebresbarros,detañidotantristequerecuerdanlatenayelcasodelfraileperuano.Acadavueltasaltanrisasybravatas.Enlosportalitos,porlas pulperías de cholos y lepes, la guitarra rasguea los corridos demilagrosyladrones:

EraDiegoPedernales,debuenageneración.

II

ElCongaldeCucarachitaencendíafarolillosdecoloresenelazoguejo,ylucesdedifuntosenlaRecámaraVerde.Sonconsorciosqueaparejanlasferias. Lupita la Romántica, con bata de lazos y el moño colgante,suspiraba caída en el sueñomagnético, bajo la mirada y los pases delDoctor Polaco: Alentaba rendida y vencida, con suspiros de erótico

tránsito:

—¡Ay!

—RespondalaSeñoritaMédium.

—¡Ay!Alumbrándosesubeporunaescaleramuygrande...Nopuedo.Yanoestá...Semehadesvanecido.

—Sigaustedhastaencontrarle,Señorita.

—Entraporunapuertadondehayuncentinela.

¿Hablaconél?

—Sí.Ahoranopuedoverle.Nopuedo...¡Ay!

—Procuresituarse,SeñoritaMédium.

—Nopuedo.

—Yolomando.

—¡Ay!

—Sitúese.¿Quéveentornosuyo?

—¡Ay!Lasestrellasgrandescomolunaspasancorriendoporelcielo.

—¿Hadejadoelplanoterrestre?

—Nosé.

—Sí,losabe.Responda.¿Dóndesesitúa?

—¡Estoymuerta!

—Voyaresucitarla,SeñoritaMédium.

Elfarandullepusoenlafrentelapiedradeunanillo.Despuésfueronlospasesdemanosyelsoplarsobrelospárpadosdeladaifadurmiente:

—Señorita Médium, va usted a despertarse contenta y sin dolor decabeza.Muydespejada,ycontenta,sinningunaimpresióndolorosa.

Hablabaderutina,conelmurmulloapacibledelclérigoquerezasumisadiaria.GritabaenelcorredorlaMadrota,yenelazoguejo,dondeeraelmitote de danza, aguardiente y parcheo, metía bulla del CoronelitoDomicianodelaGándara.

III

El Coronelito Domiciano de la Gándara templa el guitarrón: Camisa ycalzones, por aberturas coincidentes, muestran el vientre rotundo yrisueño de dios tibetano:En los pies desnudos arrastra chancletas, y setoca con un jaranillo mambís, que al revirón descubre el rojo de unpañueloylaorejaconarete:Elojoguiñate,lamanoenlostrastes,platicaleperón con las manflotas en cabellos y bata escotada: Era negrote,membrudo,rizoso,vestidoconsudadaguayaberaycalzonesmamelucos,sujetos por un cincho con gran broche de plata: Los torpes conceptosvenustos, celebra con risa saturnal y vinaria. Niño Domiciano nuncaestaba sin cuatro candiles, y como arrastraba su vida por bochinches ycongales, era propenso a las tremolinas y escandaloso al final de lasfarras. Las niñas del pecado, desmadejadas y desdeñosas, recogían elbulle-bulle en el vaivén de las mecedoras: El rojo de los cigarros lasseñalaba en sus lugares. El Coronelito, dando el último tiento a lostrastes,escupey rasgueacantandoporburlaselcorridoque ruedaestostiempos,deDiegoPedernales.Lasombradelamano,conelreflejodelastumbagas,ponerasgueodelucesenelrasgueodelaguitarra:

Presolellevanlosguardias,

sobrecaballopelón,

queenlosRanchosdeValdivia

letomaronatraición.

Celosdeniñaranchera

hicieronladelación.

IV

Tecleaba un piano hipocondríaco, en la sala que nombraban Sala de laRecámaraVerde.

Comoelmitote era en el patio, la sala agrandábase alumbradayvacía,conlasrejasabiertassobreelazoguejoyelvientoenlasmuselinasdelosvidrios. El Ciego Velones, nombre de burlas, arañaba lívidas escalas,acompañando el canto a una chicuela consumida, tristeza, desgarbo,fealdad de hospiciana. En el arrimo de la reja, hacían duelo, por lacontrariasuerteenlosalbures,dospeponasamulatadas:Elbarromeladode sus facciones se depuraba con una dulzura de líneas y tintas en elébanode lascabezaspimpantesdepeinesymoñetes,undramaorientaldelacresyverdes.ElCiegoVelonestecleabaelpianosinluces,unpianolechuzo que se pasaba los días enfundado de bayeta negra. Cantaba lachicuela, tirantes las cuerdas del triste descote, inmóvil la cara de niñamuerta, el fúnebre resplandor de la bandejilla del petitorio sobre elpecho:

—¡Nomematestraidorailusión!

¡Estuimagenenmipensamientounahogueradecastapasión!

Lavozlívida,enlalívidailuminacióndelasaladesierta,sedesgarraba

enunaalturainverosímil:

—¡Unahogueradecastapasión!

Algunas parejas bailaban en el azoguejo, mecidas por el ritmo deldanzón: Perezosas y lánguidas, pasaban con las mejillas juntas pordelante de las rejas.ElCoronelito,más bruja que un roto, acompañabaconunacuerdaenelguitarrónlavozenuntrémolo:

—¡Nomemates,traidorailusión!

V

Lacortinaabombasurasoverdeenelarcode la recámara:Brillaenelfondo, sobre el espejo, la pomposa cama del trato y por veces todo setambaleaenunguiñodelaltarete.

SuspirabaLupita:

—¡AnimasdelPurgatorio! ¡Nomás, y qué sueño semehapuesto! ¡Lacabezasemeparte!

Latranquilizóelfarandul:

—Esosepasapronto.

—¡Cuandoyovuelvaaconsentirqueustedmeenajene,vanatenerpeloslastortugas!

ElDoctorPolaco,desviandolaplática,felicitóaladaifaconceremoniadefarandul:

—Es usted un caso muy interesante de metempsicosis. Yo no tendríainconveniente en asegurarle a usted contrata para un teatro de Berlín.Ustedpodría seruncasode losmáscélebres. ¡Estaexperienciahasido

muyinteresante!

Ladaifaseoprimíalassienes,metiendolosdedosconlucesdepedreríaporlosbandósendrinosdelpeinado:

—¡Paratodalanochetengoyajaqueca!

—Unatazadecaféserálobastante...Disuelveustedenlatazaunaperlade éter, y se hallará prontamente tonificada, para poder intentar otraexperiencia.

—¡Unaynomás!

—¿No se animaría usted a presentarse en público? Sometida a unadirección inteligente, pronto tendría usted renombre para actuar en unteatrodeNuevaYork.Yo legarantoaustedun tantoporciento.Usted,antesdeunaño,puedepresentarsecondiplomasde lasmásacreditadasAcademias de Europa. El Coronelito me ha tenido conversación de sucaso,peromuy lejano,queofreciese tanto interéspara laciencia. ¡Muylejano! Usted se debe al estudio de los iniciados en los misterios delmagnetismo.

—¡Con una cartera llena de papel, aun no cegaba! ¡A pique de quedarmuertaenunaexperiencia!

—Eseriesgonoexistecuandoseprocedecientíficamente.

—Larubiaqueaustedacompañabapasadostiempos,secorrióquehabíamuertoenunteatro.

—¿Yqueyoestabapreso?Esacalumniaespatente.Yonoestoypreso.

—Habráustedlimadolasrejasdelacárcel.

—¿Mecreeustedconpoderparatanto?

—¿Noesustedbrujo?

—El estudio de los fenómenos magnéticos no puede ser calificado debrujería.¿Ustedseencuentralibreyadelmalestarcefálico?

—Sí,parecequesemepasa.

GritabaenelcorredorlaMadrota:

—Lupita,quetesolicitan.

—¿Quiénes?

—Unamigo.¡Nopasmes!

—¡Voy!Dehallarmemenoscarente,estanochelaguardabapordevocióndelasBenditas.

—Lupita,puedeustedobtenerunsucesopúblicoenunescenario.

—¡Medamuchomiedo!

Saliódelarecámaraconbulle-bulledefaldas,seguidadelDoctorPolaco.Aqueltunonigromante,conunabarracaenlaferia,eramuyadmiradoenelCongaldeCucarachita.

Lucesdeánimas

LibroSegundo

I

—Enborricodejusticialesacanconunpregón,hizomamolaalverdugoalrevestirleeljopón,yalCristoquelepresentan,unaseñademasón.

En la Recámara Verde, iluminada con altarete de luces aceiteras ycerillos,atendía,apagandounacuchicheo,laparejaencueradadelpecado.Llegaba el romance prendido al son de la guitarra. En el altarete, lasmariposasdeaceitecuchicheabanylosamantesenelcabezal.

Ladaifa:

—¡Erabienruin!

Elcoime:

—¡Ateo!

—Enlanochedehoy,esecantodeverdugosyajusticiados,parecemásnegroqueuncatafalco.

—¡Vidaalegre,muertetriste!

—¡Abrenuncio!¡Quévozdecornejasacaste!Veguillas,tú,vistalahorafinal,¿confesaríascomocristiano?

—¡Yononiegolavidadelalma!

—¡Nachito, somos espíritu ymateria! ¡Dondemeves con estas carnes,puesunaromántica!Denohaberestadotanbruja,hubieraguardadoeste

día.¡Peroesmuchoelempeñoconelama!Nachito,¿túsabesdepersonavivientequenotengasusmuertos?Loshospicianos,yaunésosporquenoles conocen. Este aniversariomerecía ser de losmás guardados: ¡Traemuchosrecuerdos!Tú,sifuesespropiamenteromántico,ahorateníasunescrúpulo:Mepagabaselestipendioytecaminabas.

—¿Ycaminarmesinaflojarlaplata?

—También.¡Yosoymuyromántica!YotedigoquedenohallarmetanendeudaconlaMadrota...

—¿Quieresqueyotecanceleelcrédito?

—Ponesoclaro.

—¿Siquieresqueyotepagueladeuda?

—Nomeveaschuela,Nachito.

—¿Debesmucho?

—¡TreintaManfredos!¡MeniegaquincequeleentreguéporlasFloresdeMayo! ¡Como tú te hicieses cargo de la deuda y me pusieses en unpupilaje,ibasaverunafielesclava!

—¡Sientonosernegrero!

Ladaifaquedóseabstraídamirandolaslucesdesusfalsosanillos.Hacíamemoria.Porlabocapintadacorríaunrezo:

Esta conversación pasó otra vez de la misma manera: ¿Te acuerdas,Veguillas?Pasóconigualespalabrasyprosopopeyas.

Lamozadelpecado, entrándoseen símisma,quedóabismada, siemprelosojosenlaspiedrasdesusanillos.

II

Percibíase embullangado el guitarro, el canto y la zarabanda de risas,chapines y palmas con que jaleaban las del trato. Gritos, carrerillas ycierredepuertas.Acezoypisadasenelcorredor.LosartejosylavozdelaTaracena:

—¡Elcerrojo!HoritavosvaconunacoplaDomiciano.Elcerrojo,sinolotenéiscorrido,queyaleentrólatemadeescandalizarporlasrecámaras.

Siempreabismadaenlafábuladesusmanos,suspirólaromántica:

—¡Domicianotomalavidacomolavidasemerece!

—¿Yeldespertar?

—¡Ave María! ¿Esta misma plática no la tuvimos hace un instante?Veguillas, ¿cuándo fueron aquellos pronósticos tuyos, del mal fin quetendríaelCoronelitodelaGándara?

GritóVeguillas:

—¡Esesecretojamáshasalidodemislabios!

—¡Ya me haces dudar! ¡Patillas tomó tu figura en aquel momento,Nachito!

—Lupita,noseasvisionaria.

Veníaporelcorredor,acreciéndose,labulladecoplayguitarra,soflamasypalmas.

Cantabaelvaledorunairedelosllaneros:

—LicenciaditoVeguillas,sacadelbrazoatudamaparabeberunacopaa

lasaluddelasAnimas.

—¡Santísimo Dios! ¡Esta misma letra se ha cantado otra vez estandocomoahora,acostadosenlacama!

NachoVeguillas, entre humorísticoy asustadizo, azotó las nalgas de lamoza,congranestallo:

—¡Lupita,quetepasasderomántica!

—¡Nomepongasenconfusión,Veguillas!

—Simeestásviendochuelatodalanoche.

Tornaba la copla y el rasgueo, a la puerta de la recámara. Oscilaba elaltaretedelucesycruces.Susurróladeltrato:

—NachoVeguillas,¿llevasbuenarelaciónconelCoronelGandarita?

—¡Amigosentrañables!

—¿Porquénoledasavisoparaquesepongaensalvo?

—¿Puesquésabestú?

—¿Nohablamosantes?

—¡No!

—¿Lojuras,Nachito?

—¡Jurado!

—¿Quénadahablamos?¡Pueslohabrástenidoenelpensamiento!

NachoVeguillas,sacandolosojosaflordelacara,saltóenelalfombrín

conlasdosmanossobrelasvergüenzas:

—¡Lupita,tútienescomercioconlosespíritus!

—¡Calla!

—¡Responde!

—¡Meconfundes!¿DicesquenadahemoshabladodelfinqueleesperaalCoroneldelaGándara?

Batíanenlapuerta,yotravezrenovábaselabulla,coneltemadecoplayguitarro:

—Levántate,valedor,yvísteteloscalzones,parajugarnoslaplataenlosalburespelones.

Abrióselapuertadeunpuntapié,yrascandoelguitarrilloqueapoyaenelvientre rotundo, apareció el Coronelito. Nacho Veguillas, con alegretransportedebotarate,saltódecucas,remedandoelcantardelarana:

—¡Cuá!¡Cuá!

III

ElCongal,conluminariasdeverbena,juntabaenelpatiomitotedenaipe,aguardiente y buñuelo. Tenía el naipe al salir un interés fatigado:Menguaban las puestas, se encogían sobre el tapete, bajo el reflejoamarillo del candil, al aire contrario del naipe. Viendo el dinero tanreceloso, para darle ánimo, trajo aguardiente de caña y chicha laTaracena. Nacho Veguillas, muy festejado, a medio vestir, suelto elchaleco,untiranteporrabo,saltabamimandoeldúodelsapoylarana.Lamúsicaclásica,que,cuandoesparcíasuánimosombrío,gustabadeoírTiranoBanderas.Nachito,conuna lágrimadeartistaambulante, recibía

lasfelicitaciones,estrechabalasmanos,setambaleabaenépicosabrazos.El Doctor Polaco, celoso de aquellos triunfos, en un corro de niñas,disertaba, accionando con el libro de los naipes abierto en abanico.Atentaslasmanflotas,cerrabanuncírculodeojerasylazos,conmelosocuchicheotropical.Lachamacafúnebrepasabalabandejilladelpetitorio,estirandoeltristedescote,mustiayresignada,horribleensucorpiñodemuselinasazules,lívidoslujosdehambre.

Nachitolaperseguíaencuclillascongranalgazara:

—¡Cuá!¡Cuá!

IV

Con las luces del alba la mustia pareja del ciego lechuzo y la chicaamortajada, escurríase por el Arquillo de las Madres Portuguesas. Seapagabanlasluminarias.EnlosPortalitosquedabaunrezagodeferias:Eltiovivo daba su última vuelta en una gran boqueada de candilejas. Elciegolechuzoylachicaamortajadallevanfoscorosmar,claveteadoentrelascuatropisadas:

—¡Tiemposmásfregadosnolosheconocido!

Hablólachicasinmudarelgestodeultratumba:

—¡Dondeotrasferias!

Sacudiólacabezaellechuzo:

—Cucarachita no renueva el mujerío, y así no se sostiene un negocio.¿QuétalmujerlaPanameña?¿Tienepartido?

—Pocopartidotieneparasernueva.¡Estámochales!

—¿Quévieneasereso?

—¡Modo que tiene una chica que llaman la Malagueña! Con ellosignificalostrastornos.

—Notomeselhablardeesasmujeres.

Laamortajadapusolostristesojosenunaestrella:

—¿Semenotabaqueestuvieseronca?

—Nomásquealatacarlasprimerasnotas.Lapasióndeestanocheesdeuna verdadera artista. Sin cariño de padre, creo que hubieses tenido untriunfoenunasaladeconciertos:Nomemates,traidorailusión.¡Ahíhasrayadomuyalto!Hijamía,esprecisoquecantesprontoenun teatro,ymeredimasdeestasituaciónprecaria.Yopuedodirigirunaorquesta.

—¿Ciego?

—¡Operándomelascataratas!

—¡Aymiviejo,cómosoñamos!

—¿Nosaldremos,algunavezdeestapesadumbre?

—¡Quiénsabe!

—¿Dudas?

—Nodigonada.

—Túnoconocesotravida,yteconformas.

—¡Vostampocolaconocés,taitita!

—Lahevistoenotros,ycomprendoloquesea.

—Yo,puestaaenvidiar,noenvidiaríariquezas.

—Pues¿quéenvidiarías?

—¡Serpájaro!Cantarenunarama.

—Nosabesloquehablas.

—Yahemosllegado.

En el portal dormía el indio con su india, cubiertos los dos por unafrazada. La chica fúnebre y el ciego lechuzo pasaron perfilándose. ElesquilóndelasmonjasdoblabaporlasÁnimas.

V

NachoVeguillastambiénteníaelvinosentimentaldebocababosayojostiernos.Ahora,conlacabezasobreelregazodeladaifa,cantasuariaenlaRecámaraVerde:

—¡Dametuamor,liriocaídoenelfango!

Ensoñólamanflota:

—¡Canela!¡Ydecísvosquenososromántico!

—¡Ángel puro de amor, que amor inspira! ¡Yo te sacaré del abismo yredimirétualmavirginal!¡Taracena!¡Taracena!

—¡Noarmésescándalo,Nachito!Dejávosalama,quenoestápara tusfregados.

Yleponíalosanillossobrelabocavinaria.Nachitoseincorporó:

—¡Taracena!¡Yopagoeldébitodeestaazucena,caídaenelbarrovildetucomercio!

—¡Calla!¡Nofaltés!

Nachito,lloronalaalcuzadelanariz,sevolvíaalaniñadeltrato:

—¡Calmamiseddeideal,ángelquetienesrotaslasalas!¡Posatumanoenmifrente,queenunmardelavaardientemicerebrosientoarder!

—¿Cuándo fue que oí esasmismasmúsicas? ¡Nachito, aquí se dijeronesasmismaspalabras!

Nachitosesintióceloso:

—¡Algúncabrón!

—O no se habrán dicho... Esta noche se me figura que ya pasó todocuantopasa.¡SonlasBenditas!...¡Esilusiónéstadequetodopasóantesdepasar!

—¡Yotellamabaenmissolitariossueños!¡Elimándetumiradapenetraenmí!¡Bésame,mujer!

—Nachito,noseássonsoydéjamerezarestetoquedeÁnimas.

—¡Bésame,Jarifa!¡Bésame,impúdica,inocente!¡Dameunósculocastoyvirginal!

¡Caminaba solopor el desiertode lavida, y semeapareceunoasis deamor,dondereposarlafrente!

Nachito sollozaba, y la del trato, para consolarle, le dio un beso defolletínromántico,apretándolealaboaelcorazóndesubocapintada:

—¡Eressonso!

VI

TemblóelaltaretedeÁnimas:Elaleteodeunreflejodesquiciélosmurosde la Recámara Verde: Se abrió la puerta y entró sin ceremonia elCoronelitode laGándara.Veguillasvolvió lanarizdealcuzaypusoelojodecarnero:

—¡Domiciano,noprofaneselidiliodedosalmas!

—Licenciadito, te recomiendo el amoniaco. Mírame a mí, limpio devapores.Guadalupe,¿quéhacessindarleelaguabendita?

ElCoronelitodelaGándara,alpisar,infundíauntemblorenlaluminariade Animas: La fanfarria irreverente de sus espuelas plateras ponía alguiño del altarete un sinfónico fondo herético: Advertíase señaladamudanzaenlapersonayarreodelCoronelito:Traíaelcalzónrecogidoenbotasjinetas,elcintoajustadoyelmachetealflanco,vivaaúnlarasuradelabarba,yelmechónendrinodelafrentepeinadoybrillante:

—Veguillas,hermano,préstameveintesoles,quebientepintóeljuego.Mañanateseránreintegrados.

—¡Mañana!

Nachito,traslapalabraquesedesvaneceenlaverdosapenumbra,quedasuspensosincerrar laboca.Oíaseeldobledeunaremotacampana.Lasluces del altarete tenían un escalofrío aterrorizado. La manflora encamisa rosa—morena prieta— se santiguaba entre las cortinas.Y erasiempresobresutemaelCoronelitodelaGándara:

—Mañana.¡Ysino,cuandomeentierren!

Nachitoestallóenunsollozo:

—Siempre va con nosotros lamuerte. Domiciano, recobra el juicio; laplata,denadateremedia.

Por entre cortinas salía la daifa, abrochándose el corsé, los dos pechosfuera,tiranteslasmedias,altaslasligasrosadas:

—¡Domiciano, ponte en salvo!Este pendejono te lo dice, pero él sabequeestásenlaslistasdeTiranoBanderas.

El Coronelito aseguró los ojos sobre Veguillas. Y Veguillas, con losbrazosabiertos,gritóconsternado:

—¡Ángel funesto! ¡Sierpe biomagnética! Con tus besos embriagadoresmesorbisteelpensamiento.

ElCoronelito,deunsaltoestabaenlapuerta,atentoamiraryescuchar:Cerró, y corrida la aldaba, abierto el compás de las piernas, tiró demachete:

Traelapalangana,Lupita.Vamosaponerleunasangríaaestedoctorcitodeguagua.

Seinterpusoladaifaencorsé:

—Ten juicio, Domiciano.Antes que con él toques, a míme traspasas.¿Quépretendes?

¿Quéhacesyaaquísofregado?¿Correspeligro?¡Puesponteensalvo!

SetiródelosbigotesconsornaelCoronelitodelaGándara:

—¿Quiénmevende,Veguillas?¿Quémeamenaza?Sihoritamismonolodeclaras,tedoypasaporteconlasBenditas.¡Luego,luego,ponlotodode

manifiesto!

Veguillas, arrimado a la pared, se metía los calzones, torcido ycompungido.Letemblabanlasmanos.Gimióturulato:

—Hermano,tedelatalaviejarabonaquetienesumesillaeneljueguecitodelarana.¡Ésatedelata!

—¡Putamadre!

—Te ha perdido lamala costumbre de hacer cachizas, apenas te ponestrompeto.

—¡Mehadeservirparauntamboresacueravieja!

—NiñoSantoslehadadolamanoconpromesadechicotearte.

Apremiabaladaifa:

—¡Nopierdastiempo,Domiciano!

—¡Calla,Lupita!Esteamigoentrañable,luego,luego,mevaadecirporquétribunalestoysentenciado.

GimióVeguillas:

—¡Domiciano,nolachingues,quenoeressúbditoextranjero!

VII

ElCoronelitorelampagueabaelmachetesobre lascabezas:Ladaifa,encamisarosa,apretabalosojosyaspabalosbrazos:Veguillaseratodountemblorarrimadoalapared,enfaldetasyconloscalzonesenlamano:ElCoronelitoselosarrancó:

¡Mechingoenlasbragas!¿Cuálesmisentencia?

Nachitoseencogíaconlanarizdealcuzaenelombligo:

¡Hermano,nomásmepreguntes!Cadapalabraesunabala... ¡Meestoysuicidando!Lasentenciaquetúnocumplasvendrásobremicabeza.

—¿Cuálesmisentencia?¿Quiénlahadictado?

Desesperábaselamanflota,derodillasantelaslucesdeÁnimas:

—¡Ponte en salvo! ¡Sino lohaces, aquímismo teprende elMayorcitodelValle!

Nachitoacabódeempavorizarse:

—¡Mujerinfausta!

Se ovillaba cubriéndose hasta los pies con las faldas de la camisa. ElCoronelito lesuspendiópor lospelos:Veguillas,conlacamisasobreelombligo,agitabalosbrazos.RugíaelCoronelito:

—¿ElMayordelValletienelaordendearrestarme?Responde.Veguillassacólalengua:

—¡Mehesuicidado!

Guiñoldramático

LibroTercero

I

¡Fuecomotrucodemelodrama!ElCoronelito,enelinstantedepisarlacalle, ha visto los fusiles de una patrulla por el Arquillo de lasPortuguesas. ElMayor delValle viene a prenderle. El peligro le da unalerta violento en el pecho:Pronto y advertido, se aplasta en tierra y agatascruzalacalle:Porlapuertaqueentreabreunindiomediodesnudo,llenoelpechodeescapularios,yasemete.Veguillaslesiguearrastradoenuncírculodefatalidadesabsurdas:ElCoronelito,acarreradoescaleraarriba,securvacomoeljinetesobrelamontura.

Nachito,quehocicasobrelosescalones,recibeenlafrenteelresplandorde las espuelas. Bajo la claraboya del sotabanco, en la primera puerta,estápulsandoelCoronelito.Abreunamucamaquetienelaescoba:Enuntraspiés, espantada y aspada, ve a los dos fugitivos meterse por elcorredor:Prorrumpeengritos,pero las lucesdeunpuñalqueciega losojos,lalengualeenfrenan.

II

Alfinaldelcorredorestá larecámaradeunestudiante.El joven,pálidode lecturas, quemedita sobre los libros abiertos, de codos en lamesa.Humea la lámpara. La ventana está abierta sobre la última estrella. ElCoronelito,alentrar,preguntayseñala:

—¿Adóndecae?

Elestudiantevuelvea laventanasuperfil lívidodesorpresadramática.ElCoronelito, sin esperar otra respuesta, salta sobre el alféizar, y grita

conhumortravieso:

—¡Ándele,pendejo!

Nachitoseconsterna:

—¡Sumadre!

—¡Jip!

ElCoronelito,conunabrama,echaelcuerpofuera.Vaporelaire.Caeenuntejadillo.

Quiebramuchas tejas.Escapagateando.ANachito,queasomatimoratolaalcuzallorona,selearrugacompletamentelacara:

—¡Hayquesergato!

III

YporlasrecámarasdelCongalfulgurasucharrascoelMayordelValle:Seguidodealgunossoldadosentraysale,sonandolascharrasespuelas:Asuvera, jaleandoelnalgario, conahogoyponderaciones, zapatobajoyunaflorenlaoreja,laMadrota:

—¡Patroncito, soy gaditana y nomiento! ¡Mi palabra es la del Rey deEspaña!¡ElCoronelGandaritanohaceunbostezoquedijo:"¡Mevoy!"¡Visto y no visto! ¡Horitita! ¡Si no se tropezaron fuemilagro! ¡Apenasllevaríatrespasos,cuandoyaestabanenlapuertalossoldados!

—¿Nodijoadóndesecaminaba?

—¡Ibamuytrueno!Sialgúnbochinchenoletienta,buscarálacama.

ElMayormiródetravésalatíacherinolayllamóalsargento:

Vasaregistrarlacasa.Cucarachita,sitedescubroelcontrabandotecaencienpalos.

—Niño,nomeencontrarásnada.

LaMadrotasonabalasllaves.ElMayor,contrariado,semesabalabarbachivona, y en la espera, haciendo piernas entróse por la Sala de laRecámara Verde. El susto y el grito, la carrera furtiva, un rosario deléperos textos,concertabantoda lavidadelCongal,en la luzcenicientadelalba.Lupita, taconeando,surgióenelarcode laverderecámara,unlunar nuevo en la mejilla: Por el pintado corazón de la boca vertía elhumodelcigarro:

—¡Abilio,estásdemigusto!

—Memandémudar.

—Oye,¿ytúpiensasqueseocultaaquíDomiciano?¡Pocofaltóparaquelearmaseslaratonera!¡Ahora,échaleperros!

IV

YNachitoVeguillasaúnexprimesugestoturulatofrentealaventanadelestudiante. El tiempo parece haber prolongado todas las acciones,suspensas absurdamente en el ápice de un instante, estupefactas,cristalizadas,nítidas,inverosímilescomosucedebajolainfluenciadelamarihuana. El estudiante, entre sus libros, tras de lamesa, despeinado,insomne,miraatónito:

ANachitotienedelante,abiertalabocaylasmanosenlasorejas:

—¡Mehesuicidado!

Elestudiantecadavezparecemásmuerto:

—¿UstedesunfugadodeSantaMónica?

Nachitosefrotalosojos:

—Vieneasercomounviceversa...Yo,amigo,denadieescapo.Aquímeestoy.Míremeusted,amigo.Yonoescapo...Escapaelculpado.Nosoymásqueunacompañante...Simepreguntaustedporqué tengoentradoaquí,me será difícil responderle. ¿Acaso sé dóndeme encuentro? Subípor impulso ciego, en el arrebato de ese otro que usted ha visto. Mipalabraledoy.Uncasoqueyomismonocomprendo.¡Biomagnetismo!

Elestudiantelemiraperplejosindescifrarelenredodepesadilladondefulguraelrostrodeaquelqueescapóporlalívidaventana,abiertatodalanoche con la perseverancia de las cosas inertes, en espera de que secumpla aquella contingencia demelodrama. Nachito solloza, efusivo ycobarde:

—Aquí estoy, noble joven. Solamente pido para serenarme un trago deagua.Todoesunsueño.

Enesteregistro,seleatoraelgallo.Llegadelcorredorestrépitodevocesyarmas.

Empuñando el revólver, cubre la puerta la figura delMayorAbilio delValle.Detrás,soldadosconfusiles:

—¡Manosarriba!

V

Porotrapuertaunagigantonadescalza,enenaguasypañoleta:Lagreñaaleonada,ojosycejasdetanintensosnegrosque,consermuymorenalacara, parecen en ella tiznes y lumbres: Una poderosa figura de viejabíblica: Sus brazos de acusados tendones, tenían un pathos barroco y

estatuario. Doña Rosita Pintado entró en una ráfaga de voces airadas,gestoyademánentrastorno—¿Québuscanenmicasa?¿Esquepiensanllevarse al chamaco' ¿Quién lo manda? ¡Me llevan a mí! ¿Éstas sonleyes?

HablóelMayordelValle:

—Nomeveachuela,DoñaRosita.El retoño tienequevenirsemeritoaprestardeclaración.Yolegarantoquecumplidaesadiligencia,comosehallesinculpa,acávuelveelmuchacho.Notemaningunaojeriza.Estolodimananlascircunstancias.Elmuchachovuelve,siestásinculpa,yoselogaranto.

Miróasumadreelmozalbete,yconariscoceño,lerecomendósilencio.Lagigantona,estremecida,corrióparaabrazarle,endesoladoademánlosbrazos.Laarrestóelhijocongestofirme:

—Mivieja,cálleseynolafriegue.Conbullanadasealcanza.Clamólamadre:

—¡Túmematas,negrodeGuinea!

—¡Nadamalopuedevenirme!

Lagigantonasedebatió,asombradaenunaoscuridaddedudasyalarmas:

—¡MayorcitodelValle,dígameustedloquepasa!

Interrumpióelmozuelo:

—Unoqueentróperseguidoysefugóporlaventana.

—¿Túquélehasdicho?

—Nitiempotuvedeverlelacara.

IntervinoelMayordelValle:

—Conhacerestadeclaracióndondecorresponde,todoquedaterminado.

Plególosbrazoslagigantona:

—¿Yelqueescapaba,sesabequiénera?

Nachitosacólavozentrenieblasalcohólicas:

—¡ElCoroneldelaGándara!

Nachito,lucientedelágrimas,encogidoentredossoldados,resoplabaconla alcuza llorona pingando lamoca.Aturdida, en desconcierto, lemiróDoñaRosita:

—¡Valedor!¿Tambiénustedllora?

—¡Mehesuicidado!

ElMayordelVallelevantaelcharrascoylaescuadraseapronta,sacandoentrefilasalestudianteyaNachito.

VI

DespeinadasyojerosasatisbabantrasdelarejalasniñasdeTaracena.Seafanan por descubrir a los prisioneros, sombras taciturnas entre la grisretículadelasbayonetas.Elsacristándelasmonjassacabalacabezaporelarquillodelesquilón.Tocabandianalascornetasdefuertesycuarteles.Teníaelmarcaminosdesol.Losindios,trajinantesnocturnos,entrabanen laciudadguiandorecuasde llamascargadasdemercaderíasy frutosde losranchosserranos:Elbravíodelganadorecalentaba laneblinadelalba. Despertábase el Puerto con un son ambulatorio de esquilas, y lapatrullade fusilesdesaparecíancon losdosprisioneros,por elArquillo

delasPortuguesas.EnelCongal, laMadrotadabavocesordenandoquelaspupilasserecogiesenalaperreradelsotabanco,yelcoime,conunaflorenelpelo,trajinabaremudandolaropadelascamasdeltrato.Lupitala Románica, en camisa rosa, rezaba ante el retablo de Luces en laRecámara Verde. Murmuró el coime con un alfiler en los labios, almismotiempoqueestudiabalosrecogidosdelacolcha:

—¡Aúnnosemefueelsobresalto!

Amuletonigromante

CuartaParte

Lafuga

LibroPrimero

I

ElCoronelitoDomicianodelaGándara,enaqueltrance,seucardódeunindio a quien tenía obligado con antiguos favores. Por Arquillo deMadres,retardandoelpasoparanomoversospecha,salióalCampodelPerulero.

II

Zacarías San José, a causa de un chirlo que le rajaba la cara, eramásconocidoporZacaríaselCruzado:Teníaelchozoenunvastocharcaldejuncos ymédanos, allí donde dicenCampodel Perulero:En los bordescenagosos picoteaban grandes cuervos, auras en los llanos andinos yzopilotesenelSenodeMéxico.Algunoscaballosmordíanlahierbaalolargodelasacequias.Zacaríastrabajabaelbarro,estilizandolasfúnebresbichas de chiromayos y chiromecas. La vastedad de juncos ymédanosflotabaennieblasdeamanecida.

Hozabanlosmarranosenelcenagal,aespaldasdelchozo,yelalfarero,sentado,sobre los talones, lachupallaen lacabeza,por todovestidouncamisote,decorabaconprolijaspinturasjícarasygüejas.Taciturnobajounanubedemoscas,mirabadelargoenlargoalbejucaldondehabíauncaballomuerto.ElCruzadonoestabalibrederecelos:Aquelzopilotequese habíametido en el techado, azotándole ron negro aleteo, era unmalpresagio. Otro signo funesto, las pinturas vertidas: El amarillo, quepresupone hieles, y el negro, que es cárcel, cuando no llama muerte,juntaban sus regueros.Y recordó súbitamente que la chinita, la nochepasada, al apagar la lumbre, tenía descubierta una salamandra bajo elmetatedelastortillas...Elalfareromovíalospincelesconlentaminucia,

cautivoenundualcontradictoriodeaccionesypensamientos.

III

Lachinita,enelfondodeljacal,semetelatetaenelhipil,desapartandodesu ladoalcríoqueberreayserevuelcaen tierra.Acudea levantarleconunaazotaina,ysuspensodeunaoreja leponefueradel techado.Sequedalachinitaalcantodelmarido,atentaalostrazosdel

pincel,quedecoraelbarrodeunagüeja:

—¡Zacarías,muchocallas!

—Dinomás.

—Notengouncentavito.

—Hoycocerélosbarros.

—¿Yenelentanto?

Zacaríasrepusoconunasonrisaatravesada:

—¡Nomefriegues!Estascuaresmaselayunarestámuyrecomendado.

Yquedóconelpincelillosuspensoenelaire,porqueerasobrelapuertadeljacalelCoronelitoDomicianodelaGándara:Undedoenloslabios.

IV

El cholo, con leve carrerilla de pies descalzos, se junta al Coronelito:Platican,alertados,enlaveradeunmagueyculebrón:

—Zacarías,¿quieresayudarmeasalirdeunmalpaso?

—¡Patroncito,bastantementelosabe!

—La cabezame huele a pólvora. Envidias son demi compadre SantosBanderas.¿Túquieresayudarme?

—¡Nomásquediga,yobedecerle!

—¿Cómoproporcionarmeuncaballo?

—Tres veredas hay, patroncito: Se compra, se pide a un amigo o se letoma.

—Sinplatanosecompra.Elamigonosfalta.¿Ydóndedescubrestúunguacoparabolearle?Tengosobrelospasosunapuntadecabrones.¡Verásnomás!LaideaquetraíaformadaesquemesubiesesencanoaaPotreroNegrece.

—Puesanodilatarlo,mijefe.Lacanoatengoenlosbejucales.

—Debodecirtequetejuegaslarespiración,Zacarías.

—¡Paraloquedanporella,patroncito!

V

Husmeaelperroen tornodelmagueyculebrón,ybajo la techumbredepalmas engresca el crío, quepide la teta, puestodepie, al flancode lamadre.Zacaríasaseñóalamujerparaquesellegase:

—¡Mecaminoconelpatrón!

Apagólavozlachinita:

—¿Compromisogrande?

—Esapintadescubre.

—Recuerda,sitedilatas,quenomedejasuncentavo.

—¡Yquéhacerle,chinita!Llevasacolgaralgunacosa.

—¡ComonoLlevelafrazadadelcatre!

—Empeñaselrelojito.

—¡Conelvidriopartido,nodanunboliviano!

El Cruzado se descolgaba el cebollón de níquel, sujeto por una cadenaoxidada.Y antes que la chinita, adelantóse a tomarlo el Coronel de laGándara:

—¡Tanbrujaestás,Zacarías!

Suspirólacomadre:

—¡Todo se lo lleva el naipe, mi jefecito! ¡Todo se lo Lleva la ciegaofuscacióndeestehombre!

—¡Síquenovaleunboliviano!

ElCoronelitovolteaelrelojporlacadena,yconrisajocundalomandaalcenagal,entrelosmarranos:

—¡Quévaledor!

Lacomadreaprobabamansamente.Habíaveladoeltiroconelpropósitodeirluegoacatearlo.ElCoronelitosequitóunasortija:

—Conestopodrásremediarte.

Lachinitaseechóportierra,besandolasmanosalvaledor.

VI

ElCruzadosemetíapuertasadentro,paraponersecalzonesyceñirseelcintodelpistolónyelmachete.Lesiguelacoima:

—¡Pendejadaqueresultarefulleroelanillo!

—¡Pendejadaymedia!

Lachinitalemuestralamano,jugandolaslucesdelatumbaga:

—¡Buenos brillos tiene! Puedo llegarme a un empeñito para tenercercioro.

—Sicorresunosolopudieranengañarte.

—Correré varios. A ser de ley, no andará muy distante de valer cienpesos.

—Túveenlacuentadequevalequinientos,onovaletlaco.

—¿Teparéslollevemeromero?

—¿Ysitedancambiazo?

—¡Quéesperanza!

VII

ElCoronelito,sobrelapuertadeljacal,atalayabaelCampodelPerulero.

—Notedilates,manís.

Ya salía el cholo, con el crío en brazos y la chinita al flanco. Suspira,

esclava,lahembra:

—¿Cuándoserálavuelta?

—¡Puesyquiénsabe!EnciéndeleunavelitaalaGuadalupe.

—¡Leencenderédos!

—¡Estábueno!

Besóalcrío,refregándolelosbigotes,ylopusoenbrazosdelamadre.

VIII

ElCoronelitoyZacaríascaminaronporelbordedelagranacequiahastael Pozo del Soldado. Zacarías echó al agua un dornajo, atracado en ellégamo, y por la encubierta de altos bejucales y floridas lianasremontaronlaacequia.

Latumbaga

LibroSegundo

I

EMPEÑITOSDEQUINTÍN PEREDA.— La chinita se detuvo ante elescaparate, luciente de arracadas, fistoles ymancuernas, guarnecido depistolasypuñales,colgadodeñandutísyzarapes:Seestuvoamirarunbuenespacio:Cargabaalcríosobrelacadera,suspensodelrebozo,comoenhamaca:Conlamanobarríaseelsudordelafrente:Parejorecogíayatusabalagreña:Semetióporlapuertaconhumildesalmodia:

—¡Salucita,mijefe!Puesaquíestamos,nomis,paraqueelpatroncitoseganeunbuenpremio.¡Lomerece,queesmuyvaledorymuycabalgente!¡Veaquéalhajitademérito!

Jugaba sobreelmostrador lamanoprieta, sin sacarseel anillo.QuintínPereda, el honrado gachupín, declinó en las rodillas el periódico queestabaleyendoysepusolasantiparrasenlacalva:

—¿Quéseofrece?

—Su tasa. Es una tumbaga muy chulita. Mi jefecito, vea no más losresplandoresquetiene.

—¡Noquerrásquetelapreciepuestaeneldedo!

—¡Puessíqueelpatroncitonoesbaqueano!

—¡Hayquetocarelaroconelaguafuerteycalibrarlapiedra!

La chinita se quitó el anillo, y, con unmohín reverente, lo puso en lasuñasdelgachupín:

—SeñorPeredita,ustedmeordena.

Agazapadaalcantodelmostrador,quedóatentaa laaccióndelusurero,que,puestoenlaluz,examinabalasortijaconunalente:

—Creoconocerestaprenda.

Seavizorólachinita:

—Nosoysudueña.Vengomandadadeunafamiliaqueseveenapuro.

Elempeñistatornabaalexamen,modulandounarisadefalsoteclado:

—Esta alhajita estuvo aquí otras veces. Tú la tienes de la uña, muyposiblemente.

—¡Mijefecito,nomecuelguetanmalafama!

El usurero se bajaba los espejuelos de la calva, recalcando la risa deJudas:

—Loslibrosdiránaquénombreestuvootrasvecespignorada.

Tomó un cartapacio del estante y se puso a hojearlo. Era un viejalesmaligno, que al hablar entreveraba insidias y mieles, con falsedades yreservas. Había salido motín de su tierra, y al rejo nativo juntaba lassuspicaciasdesuarteyladulzainacriolladelosmameyes:

Levantólacabezayvolvióaponerseenlafrentelosespejuelos:

—ElCoronelGandaritapignoróestesolitarioelpasadoagosto...Loretiróel7deoctubre.

Tedarécincosoles.

Salmodiólachinita,conunamanosobrelaboca:

—¿Encuántoestuvo?Esomismomedaráelpatroncito.

—¡Noteapendejes!Tedarécincosoles,porhacertealgúnbeneficio.Abienser,miobligaciónserállamarhoritaalosgendarmes.

—¡Quéchance!

—Estaprendanotepertenece.Yo,posiblemente,perderéloscincosoles,y tendré que devolvérsela a su dueño, si formula una reclamaciónjudicial. Puedo fregarme por hacerte un servicio que no agradeces. Tedarátressoles,yconellostomasvientofresco.

—¡Mijefecito,ustedmevechuela!

Elempeñistaseapoyóenelmostradorconsornayrecalma:

—Puedomandartepresa.

La chinita se rebotó, mirándole aguda, con el crío sobre el anca y lasmanosenlagreña:

—¡La Guadalupita me valga! Denantes le antepuse que no es mía laprenda.VengomandadadelCoronelito.

—Tendrás que justificarlo. Recibe los tres soles y no te metas en lagalera.

—Patroncito,vuélvameelanillo.

—Nilosueñes.Tellevaslostressoles,ysihayengañoenmissospechas,que venga a cerrar trato el legítimo propietario. Esta alhajita se quedaaquídepositada.Micasaesmuysuficientementegarante.Recogelaplataycamínateluegoluego.

—¡SeñorPeredita,esunescarnioelquemehace!

—¡Sidebíasiralagalera!

—SeñorPeredita,nomedenigre,quevaequivocado.ElCoronelitoestáen un apuro y queda no más esperando la plata. Si recela hacer trato,vuélvame la tumbaguita.Ándele,mi jefecito,yno seahoritamalo,quesiemprehasidoparamímuybuenareata.

—Nomesitúesenelcasodecumplirconlaley.Sitedilatasenrecogerlamonedayponerteenlabanqueta,llamoalosgendarmes.

Lachinitaserevolvióamendigadayrebelde:

—¡Nodesmentíselsergachupín!

—¡Amuchahonra!Ungachupínnoamparaelrobo.

—¡Peroloejerce!

—¡Tútebuscasalgobueno!

—¡Malacasta!

—¡Voyasolfeartelacochinacuera!

—Demalatierravenís,paratenerconciencia.

—¡Nometoquesalapatria,porquemeciego!

Elempeñista seagachabajoelmostradory se incorporablandiendounrebenque.

II

Metíase, vergonzante, por la puerta del honrado gachupín la pareja delciegolechuzoylaniñamustia.Laniñadetuvoalciegosobrelacortinillarojadelamamparavidriera.Musitóelpadre:

—¿Conquiéneselpleito?

—Unaindita.

—¡Hemosvenidoenmalasazón!

—¡Puesyquiénsabe!

—Volveremosluego.

—Yhallaríamoselmismoretablo.

—Puesesperemos.

Elempeñistaseadelantó,hablándoles:

—Pasenustedes.Supongoquetraeránlosatrasitosdelpiano.Sonyatresplazosloquemeadeudan.

Murmuróelciego:

—Solita,explícalelasituaciónynuestrosbuenosdeseosalSeñorPereda.

Suspiró,redicha,lamustia:

—Nuestrodeseoescumpliryponernosalcorriente.

Sonrióelgachupínconhielesjudaicas:

—Eldeseonobasta,ydebeseracompañadodeloshechos.Estánustedesmuyatrasados.

A mí me gusta atender las circunstancias de mis clientes, auncontrariandomisintereses:Ésahasidominormayvolveráaserlo,peroconlarevolución,todoslosnegociosmarchantorcidos.¡Sonmuymalaslas circunstancias para poder relajar las cláusulas del contrato! ¿Quépensabanabonarhorita?

Elciegolechuzotorcíalacabezasobreelhombrodelaniña:

—Explícalenuestrascircunstancias,Solita.Procuraserelocuente.

Murmuródolorosalachicuela:

—Nohemospodidoreunirlaplata.Deseábamosrogarlequeesperasealasegundaquincena.

—¡Imposible,chulita!

—¡Hastalasegundaquincena!

—Meduelenegarme.Perohayquedefenderse,niña,hayquedefenderse.Si no cumplenme veré en el dolor de retirarles el pianito.Acaso paraustedes represente una tranquilidad quitarse la carguita de los plazos.¡Todohayquemirarlo!

Elciegosetorcíasobrelachicuela.

—¿Yperderíamosloentregado?

Encarecióconmieleselempeñista:

—¡Naturalmente!Yaúnmecargoyo con los transportesy el deterioroquerepresentaeluso.

Murmuró,acobardado,elciego:

—Alargueustedelplazoalasegundaquincena,SeñorPeredita.

Tornóasuencarecimientomelosoelempeñista:

—¡Imposible! ¡Me estoy arruinando con las complacencias! ¡Ya nopuedesermás!¡Hepuestofechosalcorazónparanovermefregadoenelnegocio!¡Sinotengonervio,entretodosmehundenenlapobreza!Hastamañanita puedo alargarles el plazo, más no. Vean de arreglarse. Nopierdanaquíeltiempo.

Suplicólaniña:

—¡SeñorPeredita,dilatesuplazoalasegundaquincena!

—¡Imposible,primorosita!¡Quémásquisierayoquepodercomplacerte!

—¡Noseausteddesutierra,SeñorPeredita!

—Para mentar a mi tierra, límpiate la lengua contra un cardo. Noamolarla,hijita,quesinoandáisconplumas,selodebéisaEspaña.

El ciego se doblaba rencoroso, empujando a la niña para que le sacasefuera:

—Españapodrávalermucho,pero lasmuestrasqueacános remite sonbienchingadas.

Elempeñistaazotóelmostradorconelrebenque:

—Merito póngase en la banqueta. La Madre Patria y sus naturalesestamos muy por encima de los juicios que pueda emitir un rotoindocumentado.

Lamustiamozuela,conacelero,llevábasealpadreporlamanga:

—Taitita,nohagásunacólera.

Elciegogolpeabaenelumbralconelhierrodelbastón:

—Este judío gachupín nos crucifica. ¡Te priva del pianito cuandomarchabasmejorentusestudios!

III

Laotrachinitadelcríoalflanco,saledeunrincóndesombra,concauteladeblandaspisadas:

—¡DonQuintinito,noseaustedtanruin!¡Devuélvamelatumbaguita!

Deunamanorequiereeltapado,delaotrahaceseñalalamustiaparejaporque atienda y no se vaya. El empeñista azota el mostrador con elrebenque:

—¡Semehacequevasabuscarteuncompromiso,sopendeja!

—¡Vuélvamelatumbaguita!

—Tanicuanto regresemi dependiente lomandaré a entrevistarse con ellegítimopropietario.Tenuntantitodepaciencia,hastacuandoquehayasidoevacuadaladiligencia.

Mi crédito debe serte muy suficientemente garante. En el entanto, laalhajita queda aquí depositada. Ponte, merito, en la banqueta y no medejesaquílospiojos.

Lachinitaacudealumbraly,alborotada,reclamaalamustiapareja,queseausentaconrezodeprotestasylástimas:

—¡Oigannomás!Atiendanaltantodecómoestehombremedespoja.

Elgachupínlallamó,revolviendoenelcajóndelaplata:

—Noseasleperona.Tomacincosoles.

—Guárdeselamonedayvuélvamelatumbaguita.

—Nomefriegues.

—Señor Peredita, usted nomide bien lo que hace. Usted se busca quevenga con reclamaciones mi gallo. ¡Don Quintinito, sépase usted quetieneunespolónmuyafilado!

Elempeñistaapilabaenelmostradorloscincosoles:

—Hay leyes,haygendarmería,haypresidiosy,enúltimas resultas,hayunabala:Pagarémimultaylibertarédeunpícaroalasociedad.

—Patroncito,nolepresupongatanpendejoquesevengadandolacara.

—Cholita, recoge lamoneda. Simerito, hechas las investigaciones queme exigen las leyes, hubiera lugar a dartemás alguna cosa, no te seránegada.Recogelamoneda.Sitienesalgunapapeletitaalvencimiento,melatraesluegoluegoyprocurarédealargarteelplazo.

—¡Patroncito, no me vea chuela! Usted me da la tasa. El CoronelGandarita se ha puesto impensadamente en viaje y deja algunasobligacioncitas.Nolopiensemásypongaenelmostradorelcabal.

—¡Imposible, cholita! Te hago no más que el cincuenta por ciento dediferencia. La tasa, puedes verlo en el libro, son nueve soles. ¡Recibesmásdelcincuenta!

—¡SeñorPeredita,nosecomaustedlosceros!

—Vistas lascircunstancias, tedaré losnuevesoles. ¡Ynomepudras la

sangre! Si sale mentira tu cuento, me echo encima una denuncia dellegítimopropietario.

Durante el rezo del honrado gachupín, la chinita arrebañaba delmostradorlasnuevemonedas,hacíaelrecuentopasándolasdeunamanoa otra, se las ataba en una punta del rebozo. Encorvándose, con elchamacosobreelflanco,sealeja,galguera:

—¡Mijefecito,ustedcondenarásualma!

—¡Paísdeingratos!

El empeñista colgó el rebenquedeun clavo, pasóuna escobillapor loscartapacioscomercialesysedispusoalgoceefusivodelperiodiquínquelemandaban de su villa asturiana. El EcoAvilesino colmaba todas lasternuraspatrióticasdelhonradogachupín.Lasnoticiasdemuertes,bodasybautizoslerecordabandeloschigresconmúsicasdeacordeón,delosveloriosconrondadeaniseteycastañas.Losedictosjudicialesdondelosprediosrústicossondescritosconlinderosysembradura,leembelesaban,dándoleunasugestióndelhúmedopaisaje:Arcoiris,lluviasdeinvierno,solenclaras,quiebrasdemontesyverdesmares.

IV

Entró Melquíades, dependiente y sobrino del gachupín. Conducía unapuntadechamacos,quesonabanlaspintadasesquilasdefúnebresbarrosque sevendenen lapuertade las iglesiaspor la fiestade losDifuntos.Melquíadeserachaparrote,conlajetatozudadelemigrantequeprosperay ahorra caudales. La tropa babieca, enfilada a canto del mostrador,repicalosbarros:

—¡Hijos míos! ¡Qué esperanza! ¡Idos a darle la murga a vuestramamasita! ¡Que os vista los trajes de diario! ¡Melquíades, no debistehaberles relajado la moral, autorizándoles esta dilapidación de sus

centavitos! ¡Muy suficiente una campanita para los cuatro! Entrehermanosbienavenidos,asísehace.Vayanasumamá,quelesmudesustrajecitos.

Melquíades,recadólatropa,metiéndolaporlaescalerilladelpisoalto:

—DonCelesGalindolesharegaladolosesquilones.

—¡Muy buena reata! Niños, a vuestra mamita, que os los guarde.Representanunrecuerdoydebéisconservarlosparaelañoquevieneylossucesivos.¡Noseanrebeldes!

Melquíades,alpiedelaescalerilla,vigilabaqueelhatoinfantilsubiesesin deterioro de los trajes nuevos. El arrastrarse por los escalonesquedábaseparaelatuendodediario.

Melquíadesinsistió,ponderandolalarguezadeDonCeles:

—Sonlosbarrosdemásprecio.BajoArquillodeMadrespusoenfilaalos chamacos y lesmandó elegir. Como pendejos, se fueron a losmáscaros.DonCelessacólaplataypagósinatenuante.MeharecomendadoqueustednofaltealajuntadenotablesenelCasinoEspañol.

—¡Los esquiloncitos! ¡Ya estoy pagando el primer rédito! ¡Menombrarán de alguna comisión, tendré que abandonar por ratos elestablecimiento, posiblemente me veré incluido para contribuir!... Detales reuniones siempre sale una lista de suscripción. El Casino estápervirtiendosufuncionamientoyelobjetivodesusestatutos.Decentrorecreativosehavueltounsacadineros.

—¡EstárevolucionadalaColonia!

—¡Con razón! Desmonta el solitario de esa tumbaguita. Hay quedesfigurarla.

Melquíades, sentado al pie del mostrador, buscaba en el cajón losalicates.

El Criterio viene opuesto al cierre de cantinas que tramitan lasRepresentacionesExtranjeras.

—¡Como que se vejan los intereses de muchos compatriotas! Losexpendiosdebebidasestánautorizadosporlasleyes,ypaganmuybuenamatrícula.¿HavertidoalgunaopiniónDonCelestino?

—Don Celes se guía por que todo el comercio de españoles se hagasolidario,ycierreenseñaldeprotesta.ParaesoeslajuntadenotablesenelCasino.

—¡Quéesperanza!Esaopiniónnopuedeprevalecer.Acudiréalajuntayharé patente mi disentimiento. Es una orientación nociva para losinteresesdelaColonia.Elcomerciocumplefuncionessocialesentodoslospaíses,yloscierres,cuandolamedidanoesgeneral,sóloocasionanpérdida de clientes. El Ministro de España, si llegado el caso, seconforma al cierre de los expendios de bebidas, se hará, de cierto,impopularconlaColonia.¿CómorespiraDonCelestino?

—NomentóeltópicodelMinistro.

—Lajuntadenotablesdebíaconcretarseafijarlaactuacióndeeselocodeverano.

Necesitaorientaciones,ysiseniegaarecibirlas,aleccionarle,solicitandoporcableladestitución.Paraunfintanjustificadoyomesuscribiríaconunacuota.

—¡Ycualquiera!

—¿Porquénolohacestú,sopendejo?

—Pongaustedenmicabezaelnegocio,yverásilohago.

—¡Siemprepolémico,Melquíades! ¡Siemprepolémico!...PuesuncableresolveríalasituacióntanfregadadelMinistro.¡Unsodomita,comentadoentodosloscírculossociales,quehoritatienealcrápulaenlacárcel!

—Yalehandadosuelta.AquienmeritosellevabanlosgendarmesesalaCucaracha.

¡Menudarevoluciónvaarmando!

—Esagente escandalosa nodebía estar documentada por elConsulado.Cucarachita,conel tratotaninmoralísimoquesostiene,denigraelbuennombredelaMadrePatria.

—NolehacaídomalpleitoalatíaCucaracha.ParececomplicadaenlaevasióndelCoronelGandarita.

—¿El Coronel Gandarita evadido? ¡Deja esa tumbaga! ¡Vaya uncompromiso!¿EvadidodeSantaMónica?

—¡Evadido cuando iban a prenderle esta madrugada en el Congal deCucarachita!

—¡Fugado! ¡La gran chivona me hizo pendejo! ¡Deja los alicates!¡Fugado!ElCoronelGandaritaeraundescalificadoyteníaqueverseeneste trance. ¡Vaya el viajecito que me pintó la chola fregada!¡Melquíades,esesolitariohapertenecidoalCoronelGandarita!¡Unlazoqueaúltimahorametiraesebriago!¡Mesacónuevesoles!

Sonreía,cazurro,Melquíades:

—¡Valequinientos!

Avinagróseelhonradogachupín:

—¡Uncuerno!Perderélaplata,sinoquierovermechingado.HoritamelargoadenunciarelhechoenlaDelegacióndePolicía.Posiblementemeexigiránlapresentacióndelatumbaguitayhacereldepósito.

Cabeceaba considerando el poco fundamento del mundo y susprosperidadesyfortunas.

V

El honrado gachupín, agachándose tras el mostrador, se muda laspantuflasporbotasnuevas.Luegoechalas llavesa loscajones,ydeunclavodescuelgaeljipi:

—Voyaesadiligencia.

CazurreóMelquíades:

—Cálleseustedlaboca,yquedeachantado.

—¡Y nos visitan los gendarmes antes de un rato! ¡Solamente cavilasmacanas! ¡Pocovalesparaunconsejoencasoapurado,Melquíades!LaPolicía andará sobreavisada, y no sería extraño que a la cabronamediadora ya le tuvieran la mano en la espalda. Puedo vermecomplicado, si no denuncio el hecho yme atengo a las ordenanzas cíeGeneralitoBanderas.

¿Tecorreríastúelcompromisodenocumplimentarlas?Nuevesolesmecuestaoperarconfiadoenlabuenafedelosmarchantes.Ahítienesloqueproduceelnegociocontododeunaprácticadilatada,porsólonotenerenelsótanolaconciencia.Yo,aesacholita,quetanfulleramehasido,pudedarle no más tres soles, y le he puesto nueve en la mano. Para sacaradelante este negocio hay que vivir muy alertado y nunca obtendrásmuchas prosperidades, sobrino. ¡En España soñáis que, arañando, seencuentramonedaacuñadaenestasRepúblicas!

Paraevitarmecomplicacionestendréquedesprendermedelatumbaguitayperderlosnuevesoles.

Melquíadesadormilabaunasonrisaastutadepueblerinoasturiano:

—Al formular la denuncia se puede acompañar una alhajita de menostasa.

Elhonradogachupínsequedómirandoalsobrino.Súbitayconsoladoraluziluminabaelalmadelviejales:

—¡Unaalhajitademenostasa!...

ElCoronelito

LibroTercero

I

Zacarías condujo la canoa por la encubierta de altos bejucales hasta lalagunadeTicomaipú.Alegrábaselamañanaconuntrenzadodegozosasalgarabías—metales,cohetes,bateo—.LaindiadacelebrabalafiestadeTodoslosSantos.Repicabanlascampanas.

Zacarías metió los remos a bordo, e hincando con el bichero, varó elesquife en la ciénaga, al socaire de espinosos cactus que, a modo decerca, limitaban un corral de gallinas, pavos y marranos. Murmuró elcholo:

—EstamosenlodeNiñoFilomeno.

—¡Buenova!Asómateendescubierta.

—Posiblemente,elpatroncitoestarádivirtiéndoseenlaplaza.

—Pueslebuscas.

—Ysitemecomprometerse?

—EsbuenareataFilomeno.

—¿Ysilotemeymandaarrestarme?

—Nohabrácaso.

—Enlopiordelomalohayqueponerse,mijefecito.Yo,demicuenta,dispuestomehalloparaservirle,ycuantiquemepusieranenelcepo,con

callarbocayaguantarmancuerda,estabacumplido.

ChoteóelCoronelito:

—Túescondesalgunaidealuminosa.Descúbrelanomás,ycomoellaseabuena,notellamarépendejo.

Elcholomirabaporencimadelacerca:

—Si Niño Filomeno está ausente, mi parecer es tunarle los caballos ysalirarreando.

—¿Adónde?

—Alcampoinsurrecto.

—Necesitoviáticodeplata.

ElCoronelitosaltóenlaribafangosa,yapardel indiosepusoamirarporencimadelcercado.Descollabaentrepalmasycedroselcampanariodelaiglesiaconlabanderatricolor.

Las tierras del rancho, cuadriculadas por acequias y setos, se dilatabancon varios matices de verde y parcelas rojizas recién aradas. Piñosvacunospacíanalolejos.Algunoscaballosmordíanlahierba,divagandoporelmargendelasacequias.Unacanoaremontabaelcanal:

Se oía el golpe de los remos: En la banca bogaba un indio de piochacanosa, gran sombrero palmito y camisote de lienzo: En la popa veníasentado Niño Filomeno. La canoa atracó al pie de una talanquera. ElCoronelitosalióalencuentrodelranchero:

—Mi viejo, he venido para desayunar en tu compañía. ¡Madrugas, miviejo!

Elrancheroloacogióconexpresiónsuspicaz:

—Hedormidoenlacapital.Mehabíamudadoconelalicientedeoír lapalabradeDonRoqueCepeda.

Se abrazan y, en buenos compadres, alternativamente se suspenden enalto.

II

Caminandodeparporunasendadelimonerosynaranjos,dieronvistaala casona del fundo:Tenía soportal de arcos encalados y un almagreñoencendíalasbaldosasdelsoladillo.

Colgabandelavigueríadelporchemuchasjaulasdepájarosylahamacadel patrón en la fresca penumbra. Los muros era vestidos de azulesenredaderas.ElCoronelitoyFilomenodescansaronenjinocalesparejos,bajo la arcada, en la corriente de la puerta, por fondo una cortinilla delilailos japoneses.—Son los jinocalesunosasientosdebejucoypalma,obradelosindiosllaneros—.Aldelapiochacanosaordenóelpatrónquesacase aparejo de vianda para el desayuno, y a la mucama, negramandinga,quecebaseelmate.TornóChinoViejoconunmagrotasajodeoveja,yenlenguacutumay,explicóquelaniñarancherayloschamacosestabanausentesporhaberseidoa lafiestadeiglesia.Aprobóelpatrónnomás que con el gesto, y brindó del tasajo al huésped. ElCoronelitoclavómediacostillaconunfacónquesacódelcinto,ypuestalaviandaen el plato, levantó el caneco de la chicha.Reiteró el latigazo por tresveces,yseanimóconsecutivamente:

¡Compadre,meveoenunfregado!

Túdirás.

MeritoselehapuestoenlacalvatronarmealchingadoBanderas.Albur

pelón y naipe contrario, mi amigo, que dicen los Santos Padres. Másbruja que un roto y huyente de la tiranía me tienes aquí, hermano.Filomeno,mevoyalcampoinsurrectoalucharporlaredencióndelpaís,y tuayudavengobuscando,pues tampocoeresafectoaesteoprobiodeSantosBanderas.¿Quieresdarmetuayuda?

El ranchero clavaba la aguda mirada endrina en el Coronelito de laGándara:

—¡Te ves como mereces! El oprobio que ahora condenas dura quinceaños. ¿Qué has hecho en todo ese tiempo? La Patria nunca te acordócuando estabas en la gracia de Santos Banderas. Y muy posible quetampoco te acuerde ahora y que vengas echado para sacarme unaconfidencia.TiranoBanderasoshaceatodosespías.

SealzóelCoronelito:

—¡Filomeno, clávame un puñal, pero nome sumas en el lodo! Elmásruintieneunahoradesersanto.Yoestoyenlamía,dispuestoaderramarlaúltimagotadesangreenholocaustoporlaredencióndelaPatria.

—Si el pleito con que vienes es una macana, allá tú y tu conciencia,Domiciano.Pocodañopodráshacerme,dispuestocomoestoyparameterfuegoalranchoyponermeencampañaconmispeones.Yalosabes.Lapasada noche estuve en el mitin, y he visto con mis ojos conduciresposado, entre caballos, aDonRoqueCepeda. ¡He visto la pasión deljustoyelescarniodelosgendarmes!

El Coronelito miraba al ranchero con ojos chispones. Inflábale losrubicundos cachetes una amplia sonrisa de ídolo glotón, pancista yborracho:

—¡Filomeno, laseguridadciudadanaespurorelajo!DonRoqueCepedatarde verá el sol, si una orden le sume en Santa Mónica: Tiene las

simpatías populares, pero insuficientemente trabajados los cuarteles, ycon meros indios votantes no sacará triunfante su candidatura para laPresidencia de laRepública.Yo hacía política revolucionaria y he sidodescubierto, y, antes de ser tronado,me arranco lamáscara. ¡Mi viejo,vamos a pelearle juntos el gallo aGeneralito Banderas! ¡Filomeno,miviejo, tú demilicias estás pelón, y te aprovecharán los consejos de uncientífico! Te nombro mi ayudante. Filomeno, manda no más a lamucamaquetecosalosgalonesdecapitán.

FilomenoCuevassonreía.Eraendrinoyaguileño.Losdientesalobados,retinto de mostacho y entrecejo: En la figura prócer, acerado y biendispuesto:

—Domiciano,seráunfregadoquemipeonadanoquierareconocerteporjefe,yseofusqueycumplalaordendetronarte.

ElCoronelitoseatizóuntragoyafligiólacara:

—Filomeno,abusasdetuspreeminenciasymeestásviendochuela.

Replicóelotroconhumorchancero.

—Domiciano,reconozcotuméritoytenombrarécorneta,sisabessolfeo.

—¡No me hagas pendejo, hermano! En mi situación, esas pullas sonofensas mortales. A tu lado, en puesto inferior no me verás nunca.Digámonosadiós,Filomeno.Confíoquenomenegarásunamonturayunguíabaqueano.Tampocoestarádemásalgúnaprovisionamientodeplata.

FilomenoCuevas,amistoso,perojugandosiempreenloslabioslasonrisasoflamera,posólamanoenelhombrodelCoronelito:

—¡Noterajes,valedor!Aúnfaltaquearenguesalapeonada.Yotecedoel mando si te aclama por jefe. Y en todo caso, haremos juntos lasprimerasmarchas,hastaquesepresenteocasióndezafarrancho.

ElCoronelitodelaGándarainflóse,haciendopiernas,ysocarroneóeneltonodelranchero:

—Manís,hartomefavorecesparaquetedisputeunaboladeindios:Atipertenececonducirlosalamatanza,puesereselpatrónylospagascontuplata. No macanees y facilítame montura, que si aquí me descubrenvamos los dos a SantaMónica. ¡Mira que tengo los sabuesos sobre elrastro!

—Siasomanelhocico,nofaltaráquiennosadvierta.Sélaquemejuegoconspirando,ynomedejarétomarenlacamacomounaliebre.

ElCoronelitoasintiócongestoplacentero:

—Esoquieredecirquesepuedeecharotrotrago.Ponercentinelasenlospasosestratégicosesprovidenciadebuenmilitar.¡Tefelicito,Filomeno!

Hablabaconelgolletedelacantimploraenlaboca,tendidoalabartolaeneljinocal,rotundalapanzadediostibetano.

III

La casa vacía, las estancias en desierta penumbra, se conmovieron conalborozodevocesligeras:Timbradasrisasdeinfanciasalegrespoblaronel vano de los corredores.La niña ranchera, aromada con los inciensosdel misacantano, entraba quitándose los alfileres del manto, en ladispersión de una tropa de chamacos. El Coronelito de la Gándararoncaba en el jinocal, abierto de zancas, y un ritmo solemne de globoterráqueo conmovía la báquica andorga. Cambió una mirada con elmaridolaniñaranchera:

—¿Yeseapóstol?

—Aquí se ha venido buscando refugio. Por lo que cuenta, cayó en

desgraciayestáenlalistadelosimpurificados.

—¿Yvoscómolopasastes?¡Mehabéstenidoencuidado,codalanocheesperando!...

El ranchero calló ensombrecido, y la mirada endrina de empavonadosacerosmudabasusduraslucesaunaluzamable:

—¡Portiy loschamacosnocumplomisdeberesdeciudadano,Laurita!El último cholo que carga un fusil en el campo insurrecto aventaja enpatriotismo a Filomeno Cuevas. ¡Yo he debido romper los lazos de lafamilia y no satisfacerme con ser un mero simpatizante! Laurita, porevitaroslloros,hoyelmásúltimoquemilitaenlasfilasrevolucionariasmehacependejoamispropiosojos.Laurita,yocomercioyganolaplata,mientras otros se juegan vida y hacienda por defender las libertadespúblicas.EstanochehevistoconducirentrebayonetasaDonRoquito.Siahoramerajoynocargounfusil,seráquenotengosangrenivergüenza.¡Hetomadomiresoluciónynoquierolágrimas,Laurita!

Callóelranchero,ysúbitamentelosojosendrinosrecobraronsustimbresaguileños.Laniñaserecogíaalpiedeunacolumnaconelpañolitosobrelaspestañas.ElCoronelitoabría losbrazosybostezaba:Suspendidoennieblasalcohólicas,salíadelsueñoaunarealidadhilarante:Reparóenladueñaysealzóasaludarlaconalardejocundo,ciñendolaurelesdeBacoydeMarte.

IV

ChinoViejo,porunatalanquera,hacíalealpatrónseñasconlamano.Doscaballos de brida asomaban las orejas. Cambiadas pocas palabras, elranchero y su mayoral montaron y salieron a los campos con mediogalope.

Elhonradogachupín

LibroCuarto

I

Sin demorarse, el honrado gachupín acudió a laDelegación de Policía:Guiadoporelsesudodictamendelsobrino,testimonióladenunciaconunanillodeorobajoy falsapedrería,que, apurando su tasa,novalíadiezsoles. El Coronel-Licenciado López de Salamanca le felicitó por sucivismo:

—Don Quintín, la colaboración tan espontánea que usted presta a lainvestigación policial merece todos mis plácemes. Le felicito por sumeritoria conducta, no relajándose de venir a deponer en esta oficina,.aportandoindiciosmuyinteresantes.Vausteda tomarse lamolestiadepuntualizar algunos extremos. ¿Conocía usted a la pueblera que se lepresentó conel anillo?Cualquier indicación referente a los rumbospordonde mora podría ayudar mucho a la captura de la interfecta. Pareceindudable que el fugado se avistó con esamujer cuando ya conocía laorden de arresto. ¿Sospecha usted que haya ido derechamente en subusca?

—¡Posiblemente!

—¿Desechaustedlaconjeturadeunencuentrofortuito?

—¡Puesyquiénsabe!

—¿Elrumbopordondemoralachinita,ustedloconoce?

Elhonradogachupínquedóenfalsaactituddehacermemoria:

—Medeclaroignorante.

II

El honrado gachupín cavilaba ladino, si podía sobrevenirle algún daño:Temíaenredarlamadejaydescubrireltruequedelaprenda.ElCoronel-Licenciadolemirabamuyatento,lasonrisasuspicazyburlona,elgestoinfalibledezahorípolicial.Elempeñistaacobardósey,entresí,maldijodeMelquíades:

—En el libro comercial se pone siempre alguna indicación. Loconsultaré. No respondo de que mi dependiente haya cumplido esadiligencia:Esuncabroncitopocopráctico, recién arribadode laMadrePatria.

El Jefe de Policía se apoyó en la mesa, inclinando el busto hacia elhonradogachupín:

—Lamentaría que se le originase un multazo por la negligencia deldependiente.

Disimulósuenojoelempeñista:

—Señor Coronelito, supuesta la omisión, no faltaránmedios de operarconbuenresultadoasusgentes.Lachinitaviveconunrotoquealgunavezvisitómiestablecimiento,yporseguroqueusted tienesufiliación,puesnoactuósiemprecomociudadanopacífico.Esunodelosplateadosqueseacogierona indulto tiemposatrás,cuandosepactócon los jefes,reconociéndolesgradosenelEjército.Reciéndisimula trabajandoensuoficiodealfarero.

—Elnombredelsujeto¿nolosabeusted?

—Acasolorecuerdemástarde.

—¿Lasseñaspersonales?

—Unacicatrizenlacara.

—¿NoseráZacaríaselCruzado?

—Temodarunfalsoreseñamiento,peromeinclinosobreesasospecha.

—Señor Peredita, son muy valorizables sus aportaciones, y le felicitonuevamente. Creo que estamos sobre los hilos. Puede usted retirarse,SeñorPereda.

Insinuóelgachupín:

—¿Latumbaguita?

Hayqueunirlaalatestado.

—¿Perderélosnuevesoles?

—¡Qué chance! Usted entabla recurso a la Corte de Justicia. Es eltrámite, pero indudablemente le será reconocido el derecho a serindemnizado.Entableustedrecurso.

¡SeñorPeredita,nosvemos!

El InspectordePolicía tocóel timbre.Acudióunescribientedeslucido,sudoso,arrugadoelalmidóndelcuello,lachalinasuelta,laplumaenlaoreja, salpicada de tinta la guayabera de dril conmanguitos negros. ElCoronel-Licenciadogarrapateóunvolante,lepusoselloyalargóelpapelalescribiente:

Procédase violento a la captura de esa pareja, y que los agentes vayanmuysobrecautela.

Elíjalosusteddemoralsuficienteparafajarseabalazos,eilústrelosustedencuanto almal rejodeZacarías elCruzado.Si haydisponible alguno

queleconozca,déleustedlapreferencia.Enelcasillerodesospechososbusquelafichadelpájaro.SeñorPeredita,nosvemos.¡Muymeritoriasuaportación!

Le despidió con ribeteo de soflama. El honrado gachupín se retirócabizbajo,ysuúltimamiradadecanlastimerofueparalamesadondelasortijanaufragabairremisiblementebajounaoladelegajos.ElInspector,puntualizadassusinstruccionesalescribiente,seasomabaaunaventanarejona que caía sobre el patio. A poco, en formación y con pasoacelerado,salíaunaescuadradegendarmes.Elcaporal,mestizodebarbahorquillada, era veterano de una partida bandoleresca años atráscapitaneadaporelCoronelIrineoCastañón,PatadePalo.

III

Elcaporaldistribuyósugenteenparejas,sobrelosaledañosdelchozo,enelCampodelPerulero:Conelpistolónmontado,seasomóalapuerta:

—¡Zacarías,datepreso!

Repusodeladentrolavozazoradadelachinita:

—¡Me ha dejado para siempre el raído! ¡Aquí no lo busqués! ¡Tienehoritaotraquerenciaeseganado!

La sombra, amilanada tras la piedra del metate, arrastra el plañida ydisimulaelbulto.Latropadegendarmessejuntabasobrelapuerta,conlospistolonesapuntadosaladentro.

Ordenóelcaporal:

—Saltúparafuera.

—¿Quémequerés?

—Ponerteunaflorenelpelo.

Elcaporalchoteababaladrón,pordivertiryasegurarasugente.Vinodelfondo la comadre, con el crío sobre el anca, la greña tendida por elhombro,sumisaydescalza:

—Podéscateartodoslosrincones.Sehamudadoeseatorrante,ynomásdejóqueunosguarachesparaquelosheredeelchamaco.

—Comadrita, somosbaqueanosy entendemosesa soflama.Usted,niña,haempeñadountumbaguitapertenecientealCoroneldelaGándara.

—Porpuritacasualidadsehavistoenmimano.¡Unhallazgo!

—Vaustedacomparecerenpresenciademisuperiorjerárquico,CoronelLópez de Salamanca.Deposite usted esa criatura en tierra ymarque elpaso.

—¿Lacriaturayapodréllevármela?

—LaDireccióndePolicíanoesunainclusa.

—¿Yalcargodequiénvoyadejarelchamaco?

—SeharáexpedienteparamandarloalaBeneficencia.

Elcrío,metiéndoseagatasporentrelosgendarmes,huyóalcenagal.Legritóafanosalamadre:

—¡Ruin,venamilado!

Elcaporalcruzólapuertadelchozo,encañonandolaoscuridad:

—¡Precaución! Si hay voluntarios para el registro, salgan al frente.¡Precaución!Eserotoescapazdetiroteamos.¿Quiénnosgarantaqueno

está oculto? ¡Date preso, Cruzado! No la chingues, que empeoras tusituación.

Rodeadodegendarmes, semetíaenel chozo, siempreapuntandoa losrinconesoscuros.

IV

Practicado el registro, el caporal tornóse afuera y puso esposas a lachinita, que suspiraba en la puerta, recogida en burujo, con el fustánechadoporlacabeza.Lalevantóaempellones.

El crío, en el pecinal, lloraba rodeado del gruñido de los cerdos. Lamadre,empujadaporlosgendarmes,volvíalacabezacondesgarradorasvoces:

—¡Ven!¡Noteasustes!¡Ven!¡Corre!

El niño corría un momento, y tornaba a detenerse sobre el camino,llamandoalamadre.

Ungendarmesevolvió,haciéndolemiedo,yquedósuspenso,llorandoyazotándoselacara.

Lamadrelegritaba,ronca:

—¡Ven!¡Corre!

Peroelniñonosemovía.Detenidosobrelaorilladelaacequiasollozaba,mirandocrecerladistanciaqueleseparabadelamadre.

Elranchero

LibroQuinto

I

FilomenoCuevasyChinoViejoarriendanloscaballosenlapuertadeunjacalysemetenporelsombrizo.Apoco,dispersos,van llegandootrosjinetes rancheros, platas en arneses y jaranos: Eran dueños de fundosvecinos,ysecretamenteadictosalacausarevolucionaria:

Habíales dado el santo para la reunión Filomeno Cuevas. Aquelloscompadres ayudábanle en un alijo de armas para levantarse con laspeonadas:UnalijoquellevabaalgunosdíassepultadoenPotreroNegrete.EntendíaFilomenoqueapurabasacarlodeaquelpagoyaprovisionardefusiles y cananas a las glebas de indios. Poco a poco, con meditadosespacios, todavía fueron llegando capataces y mayorales, indiosbaqueanos y boleadores de aquellos fundos. Filomeno Cuevas, conrecalmas y chanzas, escribía un listín de los reunidos y se proclamabapartidario de echarse al campo, sin demorarlo. Secretamente, ya teníadeterminado para aquella noche armar a sus peones con los fusilesocultosenelmanigual,perodisimulabaelpropósitoconastutacautela.Enzarzada polémica, alternativamente oponían sus alarmas los criollosrancheros.Vistalaresolucióndelcompadre,seavinieronenayudarleconcaballos,peonesyplata,peroellohabíadeserenelmayorsigilo,paranocondenarse con Tirano Banderas. Dositeo Velasco, que, por máshacendado,habíasidodeprimeraselmenospropicioparaaventurarseenaquellosazares,conelcaféylachicha,acabóenardeciéndoseyjurandobravatascontraelTirano:

—¡ChingadoBanderitas,hemosdeponertustajadasporloscaminosdelaRepública!

El café, la chicha y el condumio de tamales, provocaba en el cororevolucionario un humor parejo, y todos respiraron con las mismassoflamas: Alegres y abullangados, jugaban del vocablo: Melosos ycorteses, salvaban con disculpas las leperadas: Compadritos, se hacíanmamolasdebuenasamistades:

—¡Valedorcito!

—¡Miviejo!

—¡Nosvemos!

—¡Nosvemos!

Searengabanconelúltimosaludo,puestosenlassillas,revolviendoloscaballos,galopandodispersosporelvastohorizontellanero.

II

El sol de lamañana inundaba las siembras nacidas y las rojas parcelasreciénaradas,espesurasdechaparrosyprodigiososmaniguales,con lostorostendidosenelcarrerodesombra,despidiendovaho.LaLagunadeTicomaipúera,ensucercodetolderías,unespejodeentendidoshaces.Elpatróngalopaensualegretordillo,porelbordedeunaacequia,yarreadetrás su cuartago el mayoral ranchero. Repiques y cohetes alegran lacálidamañana.

Unaromeríadecanoa,engalanadasconflámulas,ramajesyreposterosdeflores,subeporloscanales,confiestadeindios.Casizozobrabalaleveflotillacon tantos triunfosdemúsicasybailes:Una tropacimarrona—careta., de cartón, bandas, picas, rodelas— ejecuta la danza de losmatachines, bajo los palios de la canoa capitana:Un tambor y un figlepautan los compases de piruetas y mudanzas. Aparece a los lejos lacasona del fundo. Sobre el verde de los oscuros naranjales promueven

resplandores de azulejos, terradillos y azoteas. Con la querencia delpotrero, las monturas avivaban la galopada. El patrón, arrendado en elcaminomientraselmayoralcorrelatalanquera,selevantaenlosestribosparamirarbajolosarcos:ElCoronelito,tumbadoenlahamaca,rasgueala guitarra y hace bailar a los chamacos: Dos mucamas cobrizas, concamisotes descotados, ríen y bromean tras de la reja cocineril congeranios sardineros.FilomenoCuevas caracolea el tordillo, avispándoleelancaconlapuntadelrebenque:Deunbotepenetraeneltapiado:

—¡Bienpunteada,miamigo!HacéstúpendejoaSantosVega.

—Túme ganas... ¿Y qué sucedió? ¿Vas a dejarme capturar, mi viejo?¿Quétraesresuelto?

Elpatrón,apeadodeunsalto,entrábaseporlaarcada,sonoraslasplaterasespuelas y el zarape de un hombro colgándole: El recamado alón delsombrerorevestíadesombraelrostroaguileñodecaprinasbarbas:

—Domiciano,voyadarteunaprovisióndecincuentabolívares,unguíayuncaballo,paraquetomesvuelo.Enantes,conlamoscadetusmacanas,tehabléderemontarnosjuntos.

Mero,mero,hemudadodepensamiento.Loscincuentabolívaresteseránentregados al pisar las líneas revolucionarias. Irás sin armas, y el guíalleva la orden de tronarte si le infundes la menor sospecha. Terecomiendo,miviejo,quenolodivulgues,porqueesunaordensecreta.

ElCoronelitoseincorporócalmoso,apagandoconlamanounlamentodelaguitarra:

—¡Filomeno,deja lachuela!Hartosabes,hermano,quemidignidadnomepermitesuscribiresacapitulacióndenigrante.¡Filomeno,noesperabaesetrato!¡Deamigotehasvueltocancerbero!

FilomenoCuevascongarbosacachazatiróeneljinocalzarapeyjarano:

Luego sacó del calzón el majo pañuelo de seda y se enjugó la frente,encendidayblancaentremechonesendrinosytuestesdelacara:

—¡Domiciano,vamosanochingarla!Túteavienesconloquetedanynoponescondiciones.

ElCoronelitoabriólosbrazos:

—¡Filomeno,nolateentupechouncorazónmagnánimo!

Teníaelpathoschispóndecuatrocandiles,laverbasentimentalyheroicadelospagostropicales.Elpatrón,sindejarelchanceo,fueatenderseenlahamaca,yrequiriólaguitarra,templando:

—¡Domiciano,voyasalvartelavida!Aúnfijamentenoestoyconvencidodequelatengasenriesgo,ytomomisprecauciones:Sieresunespía,tenpor seguro que la vida te cuesta. Chino Viejo te pondrá salvo en elcampamento insurrecto, y allí verán lo que hacen de tu cuera.Precisamenteme urgíamandar unmensaje para aquella banda, y tú lollevarásconChinoViejo.Pensabaquefuesescornetaamisórdenes,perolasbolashanrodadocontrariamente.

ElCoronelitosefinchóconalardedeMarte:

—Filomeno, me reconozco tu prisionero y no me rebajo a discutircondiciones. Mi vida te pertenece; puedes tomarla si no te causamolestia. ¡Enseñas buen ejemplo de hospitalidad a estos chamacos!Niños,noseremonten:Venganustedesacáunratoyaprendancómoserecibealamigoquellegasinrecursos,buscandounrefugioparaquenolotrueneelTirano.

La tropamenuda hacía corro, los ingenuos ojos asustados con atento ysuspensomirar.Depronto,lamásmediana,queabríalaruedapomposadesufaldellínentredosgrandotesatónitos,sealzóconlloros,penetrandoeneldramadelCoronelito.Salióacuciosa,laabuela,unaviejadesangre

italiana, renegrida, blanco el moñete, los ojos carbones y el nasodantesco:

—¿Cosac’é,amore?

ElCoronelitoya tenía requeridoa laniña,y refregándole lasbarbas, labesaba: Erguíase rotundo, levantando a la llorosa en brazos,movida laglotona figura con un escorzo tan desmesurado, que casi parodiaba laguladeSaturno.Forcejeayacendra su lloro laniñapor escaparse,y laabuelaseencrespasobreelcortinillojaponés,conelrebozomalterciado.ElCoronelitolarejoneaconhumoralcohólico:

—¡Noseacalore,miviejecita,queesnocivoparaelbrazo!

—¡Nimeasustésvosalabambina,maltragediante!

—Filomeno,correspondecontumamápolíticayexplícalelaocurrencia:La lecciónquerecibesde tusvástagos,elejemplodeesteángel. ¡Noterajesysatisfaceatumamá!¡Tenelvalordetusacciones!

III

Acompasan con unánime coro los cinco chamacos. El Coronelito, enmedio, abierto de brazos y zancas, desconcierta con una mueca elmascaróndelacarayhorneaunsollozo,losfuellesdelpechoinflandoydesinflando:

¡Tiernos capullos, estáis dando ejemplo de civismo a vuestrosprogenitores! Niños, no olvidéis esta lección fundamental, cuando oscorresponda actuar en la vida. ¡Filomeno, estos tiernos vástagos teacusaráncomounremordimiento,porlamalaproducciónquehastenidoamí referente! ¡Domiciano de laGándara, un amigo entrañable, no hadespertado el menor eco en tu corazón! Esperaba verse acogidofraternalmente,yrecibepeor tratoqueunprisionerodeguerra.Nise le

autorizanlasarmasnilapalabradehonorlegaranta.¡Filomeno,teportascontuhermanochingadamente!

Elpatrón,sindejardetemplar,conungestoindicabaalasuegraquesellevasealoschamacos.Laviejaitalianaarrecadóelhatilloylometióporlapuerta.FilomenoCuevascruzólasmanossobrelostrastes,agudoslosojos,yenelmoradodelaboca,unasonrisarecalmada:

—Domiciano, te estás demorando no haciéndote orador parlamentario.Cosecharíasmuchosaplausos.Yolamentonotenerbastantecabezaparaapreciartumérito,ymantengotodaslascondicionesdemiultimátum.

Un indio ensabanado y greñudo, el rostro en la sombra alona de lachupalla, se llegó al patrón, hablándole envozbaja.Filomeno llamóalCoronelito:

—¡Estamos fregados! Tenemos tropas federales por los rumbos delrancho.

EscupióelCoronelito,torcidasobreelhombrolacara:

—Me entregas, y te pones a bien con Banderitas. ¡Filomeno, te hasdeshonrado!

—¡No me chingues! Harto sabes que nunca me rajé para servir a unamigo.YdemisprevencionesesjustificativoelfavorquegozabasconelTirano.Nomás,ahora,vistoelchance,lacabezamejuegosinotesalvo.

—Dameunaprovisióndepesosyuncaballo.

—Nipensarentomarvuelo.

—Véameyoencampoabiertoybienmontado.

—Estarásaquíhastalanoche.

—¡Nomeniegueselcaballo!

—Te lo niego porque hago mérito de salvarte. Hasta la noche vas asumirteenunchiquero,dondenotedescubriránieldiablo.

TirabadelCoronelitoylemetíaenlapenumbradelzaguán.

IV

Porlaarcadadeslizábaseotroindio,quetraspasóelumbraldelapuertasantiguándose.

Llegóalpatrón,sutilycauto,conpisadasdescalzas:

—Hoy leva. Poco faltó para que me laceasen. Merito el tambor estátocandoenelCampodelaIglesia.

Sonrióelranchero,golpeandoelhombrodelcompadre:

—Porsí,porno,voyaenchiquerarte.

Lamangana

LibroSexto

I

Zacarías el Cruzado, luego de atracar el esquife en una maraña debejucos,sealzósobrelabarca,avizorandoelchozo.Lallanuradeesterosymédanos, cruzada de acequias y aleteos de aves acuáticas, dilatábasecon encendidasmanchasde toros y caballadas, entre pradosy cañerlas.Lacúpuladelcielorecogíalosecosdelavidacampañeraensuvastoysonoro silencio. En la turquesa del día orfeonaban su gruñido losmarranos. Lloraba un perro muy lastimero. Zacarías, sobresaltado, lellamóconunsilbido.Acudióelperrozozobrante,bebiendo losvientos,sacudido con humana congoja: Levantado demanos sobre el pecho delindio, hociquea lastimeroy le prendedel camisote, sacándole fuera delesquife.ElCruzadomontaelpistolónycaminaconsombríorecelo:Pasaante el chozo abierto ymudo. Penetra en la ciénaga: El perro le insta,sacudidas las orejas, el hocico al viento, con desolado tumulto,estremecida la pelambre, lastimero el resuello. Zacarías le va enseguimiento.Gruñenlosmarranosenelcenagal.Seasustan lasgallinasalamparodelmagueyculebrón.Elnegrovuelodezopilotesqueabatelasalas sobre la pecina se remonta, asaltado del perro. Zacarías llega:Horrorizado y torvo, levanta un despojo sangriento. ¡Era cuantoencontraba de su chamaco! Los cerdos habían devorado la cara y lasmanosdelniño:Loszopiloteslehabíansacadoelcorazóndelpecho.Elindiosevolvióalchozo:Encerróensusacoaquellosrestos,yconellosalospies,sentadoalapuerta,sepusoacavilar.Detanquieto,lasmoscaslecubríanyloslagartostomabanelsolasuvera.

II

Zacarías se alzó con oscuro agüero: Fue al matate, volteó la piedra ydescubrió un leve brillo demetales.La papeleta del empeño, en cuatrodobleces, estaba debajo. Zacarías, sin mudar el gesto de su máscaraindiana,contólasnuevemonedas,seguardólaplataenelcintoydeletreóelpapel:"QuintínPereda.Préstamos.Compra-Venta."Zacaríasvolvióalumbral, sepusoel sacoalhombroy tomóel rumbode laciudad:Asuarrimo,elperrodoblabaraboycabeza.Zacarías,porunacalledecasaschatas, con azoteas y arrequives de colorines, semetió en los ruidos ylucesdelaferia:Llegóauntabladillodeazares,yeneljuegodelpararapuntó las nueve monedas: Doblando la apuesta, ganó tres veces: Leazotó un pensamiento absurdo, otro agüero, un agüero macabro: ¡Elcostalenelhombroledabalasuerte!Sefue,seguidodelperro,yentróenunbochinche:Allíseestuvo,conelsacoalospies,bebiendoaguardiente.Enunamesacercanacomía laparejadelciegoy lachicuela.Entrabaysalía gente, rotos y chinitas, indios camperos, viejas que venían por elcentavo de cominos para los cocoles. Zacarías pidió un guiso deguajolote,yensuplatohizopartealperro:Luegotornóabeber,conlachupallasobrelacara:Trascendía,conheladaconsciencia,queaquellosdespojos le aseguraban de riesgo: Presumía que le buscaban paraprenderle, y no le turbaba el menor recelo; una seguridad cruel leenfriaba:Sepusoelcostalenelhombro,yconelpielevantóalperro:

—¡Porfirio,visitaremosalgachupín!

III

Se detuvo y volvió a sentarse, avizorado por el cuchicheo de la parejalechuza:

—¿NoalargarásuplazoelSeñorPeredita?

—¡Pocohayqueesperar,miviejo!

—Sinelenojoconlachinitahubieraestadomáscontemplativo.

Zacarías, con la chupalla sobre la cara y el costal en las rodillas,amusgabalaoreja.Elciegosehabíasacadodelbolsillouncartapaciodepapelotesyregistrabaentreellos,comosituviesevistaenellutodelasuñas:

—Vuelve a leerme las condiciones del contrato.Alguna cláusula habráquenosfavorezca.

Alargábalealachamacaunahojaconescriturasysellos:

—¡Taitita,cómosoñamos!

Elgachupínnostienepuestoeldogal.

—Repasaelcontrato.

—Dememoriamelosé:¡perdidos,miviejo,comonohallemosmododeponernosalcorriente!

—¿Acuántosubeeldevengo?

—Sietepesos.

—¡Qué tiempos tan contrarios! ¡Otras ferias sietepesosno suponíannitlaco! ¡La recaudación de una noche como la de ayer superaba esacantidadporlomenostresveces!

—¡Yotodoslostiemposquerecuerdosoniguales!

—Túeresmuyniña.

—Yaserévieja.

—¿NoteparecequeinsistamosconunruegoalSeñorPeredita?¡Acasoexponiéndole nuestros propósitos de que tú cantes lueguito en

conciertos!...¿Noteparecebienvolveraverle?

—¡Volvamos!

—¡Lodicessinesperanza!

—Porquenolatengo.

—¡Hija mía, no me das ningún consuelo! ¡El Señor Peredita tambiéntendrácorazón!

—¡Esgachupín!

—Entrelosgachupineshayhombresdeconciencia.

—ElSeñorPereditanosapretaráeldogalsincompasión.¡Esmuyruin!

—Reconoce que otras veces ha sido más deferente... Pero estaba muytomadodecóleraconaquellachinita,ynodebíafaltarlerazóncuandolapusieronalasombra.

—¡OtraquepagaculpasdeDomiciano!

IV

Zacaríassemovióhacialamustiapareja.Elciego,cercioradodequelaniñanoleíaelpapel,loguardabaenelcartapaciodehulenegro.Lacaradel lechuzo tenía un gesto lacio, de cansina resignación. La niña lealargabasuplatoalperrodeZacarías.InsistióVelones:

—¡Domiciano nos ha fregado! Sin Domiciano, Taracena estaríaregentando su negocio y podría habernos adelantado la plata, o salidogarante.

—Sinolorehusaba.

—¡Ayhija,déjameunrayitodeesperanza!Simeloautorizases,pediríaunabotelladechicha. ¡Nomedecepciones!La llevaremosa casaymeinspiraréparaterminarelvalsquededicoaGeneralitoBanderas.

—¡Taitita,querésvosponerostrompeto!

—Hija,necesitoconsolarme.

Zacaríaslevantósubotellayllenólosvasosdelaniñayelciego:

—Jalatenomás.Lacabronavidasóloasísesobrelleva.¿Quésepasóconlachinita?¿Fuedenunciada?

¡Quéchance!

—¿Yladenuncialahizoelgachupínchingado?

—Paranocomprometerse.

—¡Estábueno!AlSeñorPereditadejátelovosdemimano.

Cargóelsacoysecaminóconelperroa lavera,elalónde lachupallasobrelacara.

V

El Cruzado se fue despacio, enhebrándose por la rueda de charros yboyeros que, sin apearse de las monturas, bebían a la puerta delbochinche: Inmóvil el gesto de su máscara verdina, huraño yentenebrecido,contaladrodolorosoenlassienes,metióseenlasgrescasyvocesdelreal,quejuntabalaferiadecaballos.Cedrosypalmasservíandeapoyoalostabanquesdejaeces,faconesychamantos.Seacercóaunavereda ancha y polvorienta, con carros tolderos y meriendas: Jarochosjinetes lucían susmonturasenalardosascarreras, terciabanapuestas, se

mentíanalprocurodeengañarseenlostratos.Zacarías,conlospiesenelpolvo,alarrimodeuncedro,calabalosojossobreelruanoquecorríaunviejojarocho.

Tentándoseelcintodelasganancias,hizoseñaalcampero:

—¿Sevendeelguaco?

—Sevende.

—¿Encuántoloponés,amigo?

—Pormuybajodesumérito.

—¡Sinmacanas!¿Querésvoscincuentabolivianos?

—Porcadaherradura.

InsistióZacaríasconobstinadacanturia:

—Cincuentabolivianos,siquerésvenderlo.

—¡Noespagarlo,amigo!

—Meestoyenlohablado.

Zacaríasnomudabadevoznidegesto.Conlainsistenciamonótonadelagota de agua, reiteraba su oferta. El jarocho revolvió la montura,haciendolucidascorvetas:

—¡Se gobierna con un torzal!Mírale la boca y verés vos que no estácerrado.

RepitióZacaríasconsuopacacanturia:

—Nomásmeconvieneencincuentabolivianos.Sesentaconelaparejo.

Eljarochosedoblabasobreelarzón,sosegandoalcaballoconpalmadasenelcuello.

Compadreó:

—Setentabolivianos,amigo,ydemicuentalascopas.

—Sesentaconlasillapuesta,ymedejáslareataylasespuelas.

Animóseelcampero,buscandoavenencia:

—¡Sesentaycinco!¡Ytellevas,manís,unaalhaja!

Zacaríasposóelsacoalospies,sedesatóelcintoy,sentadoenlasombradel cedro, contó la plata sobreunapunta del poncho.Nubesdemoscasennegrecíanel saco,manchadoyviscosodesangre.Elperro,congestolegañoso,husmeabaentornodelcaballo.Desmontóeljarocho.Zacaríasatólaplataenlapuntadelponchoy,demorándoseparacerrarelajuste,reconoció los corvejones y la boca del guaco: Puesto en silla cabalgóprobándolo en cortas carreras, obligándole de la brida con bruscoarriende,comocuandosetiraaltorolamangana.

El jarocho, en la linde de la polvorienta estrada, atendía al escaramuz,sobrelascejasdeviseradelamano.Zacaríasseacercó,atemperandolacabalgada:

—Mecumple.

—¡Unaalhaja!

Zacaríasdesatólapuntadelponcho,yenlapalmadelcampero,monedaamoneda,contólaplata:

—¡Amigo,nosvemos!

—¿Novoscaminaresmeromero,sinmojareltrato?

—Meromero,amigo.Meurgenodilatarme.

—¡Vayachance!

—Tengoquerestituirmeamipago.Quedaenpalabraquetrincaremosenotraocasión.

¡Nosvemos,amigo!

—¡Nosvemos!Compadrito,cuídamevosdelruano.

El real de la feria tenía una luminosa palpitación cromática. Por loscrepusculares caminos de tierra roja ondulaban recuas de llamas, piñosvacunos,tropasdejinetesconelsolponienteenlossombrerosbordadosde plata. Zacarías se salió del tumulto, espoleando, y se metió porArquillodeMadres.

VI

Zacarías el Cruzado se encubría con el alón de la chupalla: Una torvaresolución le asombraba el alma; un pensamiento solitario, insistente,inseparable de aquel taladro dolorido que le hendía las sienes. Yformulaba mentalmente su pensamiento, desdoblándolo con puerilparalelismo:

—¡Señor Peredita, cortés de mi cargo! ¡Cortés de mi cargo, SeñorPeredita!

Cuando pasaba ante alguna iglesia se santiguaba. Los tutilimundisencendían sus candilejas, y frente a una barraca de fieras sintióestremecerselosflancosdelamontura:Eltigre,conventeodecarneydesangre, le rugía levantado tras los barrotes de la jaula, la enfurecida

cabezaasomadapor loshierros, losojosenlumbre, lacolaazotante:ElCruzado,advertido,pusoespuelasparaganardistancia:Sobrelafúnebrecargaquesosteníaenelarzónhabíadejadocaerelponcho.ElCruzadosealetargabaenlainsistenciamonótonadesupensamiento,desdoblándolocon obstinación mareante, acompasado por el latido neurálgico de lassienes,sujetoasuritmodelanzadera:

—¡Señor Peredita, cortés de mi cargo! ¡Corrés de mi cargo, SeñorPeredita!

Lascallesteníanuncromáticodinamismodepregones,guitarros,faroles,gallardetes. En el marasmo caliginoso, adormecido de músicas,acohetabanrepentesdegritos,súbitasespantadasytumultos.ElCruzadoesquivabaaquellosparajesdemitotesypleitos.Ondulababajolosfarolesde colores la plebe cobriza, abierta en regueros, remansada frente abochinches y pulperías. Las figuras se unificaban en una síntesisexpresivaymonótona,enervadasenlacrueldadcromáticadelasbaratijasfulleras. Los bailes, las músicas, las cuerdas de farolillos, tenían unaexasperaciónabsurda,unenrabiamientodequimeraalucinante.Zacarías,abismado en rencorosa y taciturna tiniebla, sentía los aleteos delpensamiento,insistente,monótono,trasmudandosupuerilparalelismo:

—¡Señor Peredita, cortés de mi cargo! ¡Corrés de mi cargo, SeñorPeredita!

VII

Iluminaba la calle un farol con el rótulo de la tienda en los vidrios:"Empeñitos deDonQuintín".El tercer vidrio estaba rajado, y nopodíaleerse.Laspercalinasrojasygualdasdelabanderaespañoladecorabanlapuerta:"EmpeñitosdeDonQuintín".Dentro,unalámparaconenagüillasverdes alumbraba el mostrador. El empeñista acariciaba su gato, unmaltés vejete y rubiales, que trascendía el absurdo de parecerse a sudueño.Elgatoyelempeñistamiraronalapuerta,desdoblandoelmismo

gesto de alarma. El gato, arqueándose sobre las rodillas del gachupín,posabael terciopelodesusguantesendossimétricosremiendosde telanueva.ElSeñorPereditallevabamanguitos,teníalaplumaenlaorejaysobre la misma querencia el seboso gorrete, que años pasados la niñabordóenelcolegio:

—¡Buenasnoches,patrón!

Zacarías el Cruzado—poncho y chupalla, botas de potro y espuelas—encorvándosesobreelborrén,adelantabaporlapuertamediocaballo.Elhonradogachupínlemiróconcicaterasuspicacia:

Quéseofrece?

—Unapalabrita.

—Ataelguacoenlapuerta.

—Notienedoma,patrón.

ElSeñorPereditapasófueradelmostrador:

—¡Veamosquéconvenienciatraes!

—¡Conocernos, patrón! Es usted muy notorio por mis pagos.¡Conocernos!Sóloaesenegocioheacudidoalaferia,SeñorPeredita.

—Túhasjaladomásdelacuenta,yesunasinvergüenzadavenirafaltaraunhombreprovecto.Camínatenomás, antesque conunavoz llamealvigilante.

—SeñorPeredita,nosesobresalte.Tengoquerecobrarlaalhajita.

—¿Traeselcomprobante?

—¡Véalonomás!

ElCruzado,metiendolamonturaenelportal,poníasobreelmostradorelsacomanchadoymojadodesangre.Seespantóelgachupín:

—¡Estás briago! Jaláis más de la cuenta, y luego venís a faltar en losestablecimientos.

Tomaelsaqueteycamínate,luegoluego.

El Cruzado casi tocaba en la viguería con la cabeza: Le quedaba ensombra la figura desde el pecho a la cara, en tanto que lasmanos y elborréndelasilladestacabanbajolaluzdelmostrador:

—SeñorPeredita,¿puesnohabéspedidoelcomprobante?

—¡Nomefriegues!

—Abraustedelsaco.

—Camínateydéjamedetusmacanas.

El Cruzado fraseó con torva insistencia, apagada la voz en un silo decóleramansa:

—Patrón,ustedabrenomás,yseentera.

—Poco me importa. Chivo o marrano, con tu pan te lo comas. ElgachupínseencogióviendocaérseleencimalasombradelCruzado:

—¡SeñorPeredita,buscásabrirelsacoconlosdientes!

—Roto,nometraigasunpleitodegauchomalo.Sideseasalgúnserviciodemiparte,vuelvescuandorehallesmásdespejado.

—Patrón,meromero liquidamos. ¿Recordás de la chinita que dejó unatumbagaennuevebolivianos?

Elhonradogachupínsealeló,capcioso:

—No recuerdo. Tendría que repasar los libros. ¿Nueve bolivianos? Novaldríamás.Lastasasdemiestablecimientosonlasmásaltas.

—¡Quierdecirsequeaúnloshaymásladrones!Peronohevenidosobreesetanto.Usted,patrón,hapresentadodenunciacontralachinita.

Gritóelgachupínconguiñoperlático:

—¡No puedo recordar todas las operaciones! ¡Vete no más! ¡Vuelvecuandotehallesfresco!¡Severásipuedemejorarselatasa!

—Esteasuntoloultimamosluegoluego.Patroncito,habésdenunciadoalachinitayvamosaexplicarnos.

—Vuelvecuandoestésmenosbriago.

—Patroncito,somosmortales,yalopiortenéslavidamenosseguraquela luzdeesecandil.Patroncito,¿quiénhapuestoa lachinitaengalera?¿Nohabésvistoelranchitovacío?

¡Yaloverés!¿Nohabésabiertoelsaco?¡Ándele,SeñorPeredita,ynosedilate!

—Tendráqueser,pueseresunalcohólicoobstinado.

Elhonradogachupíncomenzóadesatarelsaco:Teníaelviejalesungestoindiferente.A la verdad, no le importabaque fuese chivoomarrano loque guardase. Se transmudó con una espantada al descubrir la yerta ymordidacabezadelniño:

—¡Uncrimen!¿Mebuscasparalaencubierta?¡Veteynometraigasmaltercio!¡Vete!

¡No diré nada! ¡So chingado, no me comprometas! ¿Qué puedesofrecerme?¡Unpuñadodeplata!¡Sochingado,unhombredemiposiciónnosecomprometeporunpuñadodeplata!

HablóZacarías,remansadalavozenabismosdecólera:

—Ese cuerpo es el de mi chamaco. La denuncia cabrona le puso a lamamasitaen lagalera. ¡Me lohandejadosoloparaquese locomiesenloschanchos!

—Es absurdo que me vengas a mí con esa factura de cargos. ¡Unespectáculohorrible!

¡Unadesgracia!QuintínPeredaesajenoaeseresultado.Tedevolverélatumbaguita. No hago cuenta de los bolivianos. ¡Quiere decirse que tebeneficiasconmiplata!Recogeesosrestos.

Dales sepultura. Comprendo que, bebiendo, hayas buscado consolarte.Vete.Latumbaguitapasasmañanaarecogerla.Dalesepulturasagradaaesosrestos.

—¡DonQuintinitocabrón,vasvosacompañarme!

VIII

ElCruzado,consúbitaviolencia,rebotalamontura,yellazodelareatacaesobreelcuellodelespantadogachupín,quesedesbarataabriendolosbrazos.Fueundislocarse atorbellinadode las figuras, al revolverse delguaco:Undesgarresimultáneo.Zacarías,enalborotadacorveta,atropellay se mete por la calle, llevándose a rastras el cuerpo del gachupín:Lostreganlasherradurasytrompicaelpelele,ahorcadoalextremodela

reata.Eljinete,tendidosobreelborrén,conlasespuelasenlosijaresdelcaballo, sentía en la tensa reata el tirón del cuerpo que rebota en losguijarros.YconsuelasuestoicatristezaindianaZacaríaselCruzado.

Nigromancia

LibroSéptimo

I

Están prontos los caballos para la fuga en el rancho de Ticomaipú. ElCoronelitodelaGándaracenaconNiñoFilomeno.Sobrelostérminosdela colación, manda llamar a sus hijos el ranchero. Niña Laurita, conreservada tristeza, sale a buscarlos, y acude, brincante, lamuchachada,sinatenderalamadre,queasombraelgestoconundedoenloslabios.Elpatróntambiénsentíacubiertasufortalezaconunanubededuelo:Teníalos ojos en los manteles: No miraba ni a la mujer ni a los hijos:Recobrándose,levantólafrenteconausteraentereza.

II

Los chamacos, en el círculo de la lámpara, repentinamente mudos,sentíanelauradeunaadivinacióntelepática:

—Hijos, he trabajado para dejaros alguna hacienda y quitaros de loscaminos de la pobreza: Yo los he caminado, y no los quisiera paraustedes.Hastahoy,éstahasidoladirectrizdemivida,yveancómohoyhemudadodepensamiento.Mipadrenomedejóriqueza,peromedejóun nombre tan honrado como el primero, y esta herencia quiero yodejarles.Esperoqueustedeslatendránenmayoraprecioquetodoelorodelmundo,ysiasínofuese,meocasionaríanungransonrojo.

Seoyóelgemidodelaniñaranchera:

—¡Siemprenosdejas,Filomeno!

Elpatrón,conelgestoapagólapregunta.Laruedadesushijosentorno

delamesateníaunbrilloemocionadoenlosojos,peronolloraba:

—A vuestra mamasita pido que tenga ánimo para escuchar lo que mefalta.Hecreído

hastahoyquepodíaserunbuenciudadano,trabajandoporacrecentarleslahacienda,sinsacrificarcosaningunaalserviciodelaPatria.Perohoyme acusa mi conciencia, y no quiero avergonzarme mañana, ni queustedesseavergüencendesupadre.

Sollozólaniñaranchera:

—¡Desdeyatepasasalabolarevolucionaria!

—Conestecompañero.

ElCoronelitodelaGándaraselevantó,alardoso,tendiéndolelosbrazos:

—¡Eresunpatricioespartano,ynomerajo!

Suspirabalaranchera:

—¿Ysihallaslamuerte,Filomeno?

—Tú cuidarás de educar a los chamacos y de recordarles que su padremurióporlaPatria.

La mujer presentía imágenes tumultuosas de la revolución. Muertes,incendios,supliciosy,remota,comounadivinidadimplacable,lamomiadelTirano.

III

Ante la reja nocturna, fragante de albahacón, refrenaba su parejeñoZacaríaselCruzado:

Aparecióseensúbitagalopada,sobresaltandolanocharniegacampaña:

—¡Vuelo, vuelo,miCoronelito! La chinita fue delatada.Ya la pagó elfregadogachupín.

¡Vuelo,vuelo!

Zacarías refrenaba el caballo, y la oscura expresión del semblante y elsofoco de la voz metía, afanoso, por los hierros. En la sala, todas lasfigurassemovieronunánimeshacialareja.InterrogóelCoronelito:

—¿Puesquésepasó?

—La tormentonamásnegrademivida. ¡Deestrellapendeja fueron losbrillosdelatumbaguita!¡Vuelo,vuelo,quetraigoperrosobrelosrastros,miCoronelito!

IV

Laniñarancheraabrazaalmarido,enelfondodelasala,ylloriquealatropadechamacos,encadillándosealafaldadelamadre.

Hipandosugrito,irrumpeporunapuertalaabuelacarcamana:

—¿Perché questa follia? Se il Filomeno trova fortuna nella rivoluzionepotrádiventarunGaribaldi.¡Nonmispaventaribambini!

El Cruzado miraba por los hierros, la figura toda en sombra. El ojoenormedelcaballo recibíaporvecesuna luzenel juegode lassiluetasqueaccionabancortandoelcírculodelcandil.Zacaríasaúnterciabasobrelasillaelsacoconelniñomuerto.Enlasala,elgrupofamiliarrodeabaalpatrón. Lamadre, uno por uno, levantaba a los hijos, pasándoles a losbrazosdelpadre.ConsideróZacarías,condejoapagado:

—¡Sonpidazosdelcorazón!

V

ChinoViejoacercóloscaballos,ylosecosdelagalopadarodaronporlanocturnacampaña.Zacarías,enelprimersofreno,almeterseporunvado,apareósumonturaconladelCoronelito:

—¡Se chinga Banderitas! Tenemos un auxiliar muy grande. ¡Aquí yaconmigo!

ElCoronelito,lemiró,sospechándoleborracho:

¿—Quédices,manís?

La reliquia de mi chamaco. Una carnicería que los chanchos me handejado.Vaenestealforjín.

ElCoronelletendiólamano:

—Meocasionaunverdaderosentimiento,Zacarías.¿Ycómonohasdadosepulturaaesosrestos?

—Asuhora.

—Nomeparecebien.

—Estareliquianossirvedesalvoconducto.

—¡Esunacreenciarutinaria!

—¡Mijefecito,quelocuenteelchingadogachupín!

—¿Quéhashecho?

—Guindarlo.Nopedíamenossatisfacciónestacarniceríademichamaco.

—Hayquedarlesepultura.

—Cuandoestemosasalvo.

—¡Yparecíamuyvivoelcabroncito!

—¡Cuantimenosparasupadre!

SantaMónica

QuintaParte

Boletodesombra

LibroPrimero

I

ElFuertedeSantaMónica,queenlasluchasrevolucionariassirviótantasvecescomoprisióndereospolíticos,teníaunapavorosaleyendadeaguasemponzoñadas, mazmorras con reptiles, cadenas, garfios y cepos detormento. Estas fábulas, que datan de la dominación española, habíanganado mucho valimiento en la tiranía del General Santos Banderas.Todas las tardes en el foso del baluarte, cuando las cornetas tocabanfajina, era pasada por las armas alguna cuerda de revolucionarios. SefusilabasinotroprocesoqueunaordensecretadelTirano.

II

Nachito y el estudiante traspasaron la poterna, entre la escolta desoldados. El Alcaide los acogió sin otro trámite que el parte verbaldepuesto por un sargento, y enviado desde la cantina por elMayor delValle. AI cruzar la poterna, los dos esposados alzaron la cabeza parahundir una larga mirada en el azul remoto y luminoso del cielo. ElAlcaide de Santa Mónica, Coronel Irineo Castañón, aparece en lasrelaciones de aquel tiempo como uno de losmás crueles sicarios de laTiranía:Era un viejo sanguinario y potroso que fumaba en cachimba yarrastrabaunapatadepalo.Conlabraguetadesabrochada,jocosoycruel,dioentradaalosdosprisioneros:

—¡Mefelicitoderecibiraunagentetanseleccionada!

Nachitoacogióelsarcasmoconfalsarisadedientes,yquisoexplicarse:

—Sepadeceunaofuscación,miCoronelito.

ElCoronelIrineoCastañónvaciabalacachimbagolpeandosobrelapatadepalo:

—A mí en eso ninguna cosa me va. Los procesos, si hay lugar, losinstruye el Licenciadito Carballeda. Ahora, como aún se trata de unasimpledetención,vanatenerporsuyotodoelrecintomurado.

AgradecióNachitoconotrasonrisacumplimenterayacabómoqueando:

—¡Esunpurosonambulismoestefregado!

ElCabodeVara,enelsombrizodelapuerta,hacíasonarlapretinadesusllaves:Eramulato,muyescueto,conautomatismodefantoche:Secubríaconunchafadoquepisfrancés,llevabapantalonescoloradosdeuniforme,yguayaberarabonamuysudada:Loszapatosdecharol,viejosytilingos,traíapicadosenlosjuanetes.ElAlcaideleadvirtiójovial:

—Don Trini, a estos dos flautistas vea de suministrarles boleto depreferencia.

—Nohabráqueja.Sivienenprovisorios,selesdarálunetademuralla.

DonTrini,cumplida lafórmuladelcacheo,condujoa lospresosporunbovedizoconfusilesenarmario:Alfinal,abrióunarejaylossoltóentremurallas:

—Puedenpasearseasugusto.

Nachito,siemprecumplimenteroyservil,rasgólaboca:

—Muchísimasgracias,DonTrini.

Don Trini, con absoluta indiferencia, batió la reja, haciendo rechinarcerrojosyllaves:

Gritó,alejándose:

—Haycantina,sialgodeseanyquierenpagarlo.

III

Nachito, suspirando, leía en el muro los grafitos carcelarios decoradosconfálicostrofeos.

TrasdeNachito,eltaciturnoestudianteliabaelcigarro:Teníaenlosojosuna chispa burlona, y en la boca prieta, color de moras, un rictus decompasiónaltanera.Esparcidosysolitariospaseabanalgunospresos.Seoía el hervidero de las olas, como si estuviesen socavando el cimiento.Las ortigas lozaneaban en los rincones sombríos, y en la azultransparenciaaleteabaunabandadadezopilotes,pájarosnegros.Nachito,finchándose en el pando compás de las zancas, miró con reproche alestudiante:

—Esemutismoesimpropioparadaránimosalcompañero,yhastapuedeserunafaltadegenerosidad.¿Cómoessugracia,amigo?

—MarcoAurelio.

—¡Marquito,quéserádenosotros!

—¡Puesyquiénsabe!

—¡Estoimpone!¡Seoyeelfarollóndelasolas!...Parecequeestamosenunbarco.

ElFuertedeSantaMónica,castilloteteatralcondefensasdeltiempodelosvirreyes,erguíasesobrelosarrecifesdelacosta,frentealvastomarecuatorial, caliginoso de ciclones y calmas. En la barbacana, algunosmorterosantiguos, roídosde lepraporel salitre, se alineabanmoteados

conlascamisasdelospresostendidasasecar:Unviejo,sentadosobreelcantil frente al mar inmenso, ponía remiendos a la frazada de sucamastro. En el más erguido baluarte cazaba lagartijas un gato, ypelotonesdesoldadoshacíanejerciciosenPuntaSerpientes.

IV

Hilodelamuralla, lacurvaespumosadelasolasbalanceabaunaringladecadáveres.

Vientresinflados,lividecestumefactas.Algunosprisioneros,congritodemotín,trepabanalbaluarte.Lasolasmecíanloscadáveresciñéndolosalcostadodelamuralla,yelcieloalto,llameante,cobijabaunastrosovuelodezopilotes,en lacruel indiferenciadesu turquesa.Elpresoqueponíaremiendosenlafrazadadesucamastroquebróelhilo,yconlahebraenelbezomurmuróleperónysarcástico:

—¡Loschingadostiburonesyaseaburrendetantacarnerevolucionaria,ytodavíanosesatisfaceelcabrónBanderas!¡Putamadre!

El rostro de cordobán, burilado de arrugas, tenía un gesto estoico: Larasuradelabarba,crecidaycenicienta,dabaasunaturaladustounciertoaire funerario. Nachito y Marco Aurelio caminaron inciertos, comoviajeros extraviados: Nachito, si algún preso cruzaba por su vera,apartábase solícito y abría paso con una sonrisa amistosa. Llegaron albaluarte y se asomaron a mirar el mar alegre de luces mañaneras,nigromántico con la fúnebre ringla balanceándose en las verdosasespumasdelaresaca.Entrelospresosquecoronabanelbaluarteacrecíalazalomademotínconairadosgestosyerguirdebrazos.Nachitosealelódeespanto:

—¿Sonnáufragos?

Elviejodelafrazadalemiródespreciándole:

—SonloscompañerosreciénultimadosenFoso-Palmitos.

Interrogóelestudiante:

—¿Noselesenterraba?

—¡Quéva!Se les tirabaalmar.Perovistocómoa los tiburonesya lesestomaga la carne revolucionaria, tendrán que darnos tierra a los queestamosesperandovez.

Teníaunarisarabiosayamarga.Nachitocerrólosojos:

—¿Esdemuertesusentencia,miviejo?

—¿PuesconoceotrapenalidadmásclementeelTigredeZamalpoa?¡Demuerte!¡Ynomearrugonimerajo!¡AbajoelTirano!

Losprisioneros,encaramadosenelbaluarte,hundían lasmiradasen losdisipados verdes que formaba la resaca entre los contra-fuertes de lamuralla.Elgrupoteníaunafrenéticapalpitación,unabrama,unclamoreodedenuestos.ElDoctorAlfredoSánchezOcaña,poetaylibelista,famosotribunorevolucionario,seencrespóconelbrazotendidoenarenga,bajola mirada retinta del centinela que paseaba en la poterna con el fusilterciado:

—¡Héroes de la libertad! ¡Mártires de la más noble causa! ¡Vuestrosnombres escritos con letras de oro, fulgirán en las páginas de nuestraHistoria! ¡Hermanos, los que van a morir os rinden un saludo y ospresentanarmas!

Se arrancó el jipi con un gran gesto, y todos le imitaron. El centinelaamartillóelfusil:

—¡Atrás!Nohayordenparademorarenelbaluarte.

LeapostrofóelDoctorSánchezOcaña:

—¡Vilesclavo!

Una barca tripulada por carabineros demar, arriando vela,maniobrabapara recoger los cadáveres. Embarcó siete.Y como los prisioneros encreciente motín no desalojaban el baluarte, salió la guardia y sonaroncornetas.

V

Nachito,tomadodealferecía,seagarrabaalbrazodelestudiante:

—¡Noshemosfregado!

El viejo de lamanta lemiró despacio, el belfomecido por una risa decabrío:

—Nomeritatantoatributoestavidapendeja.

Nachitoahilólavozenelhipodeunsollozo:

—¡Muytristemoririnocente!¡Mecondenanlasapariencias!

Yelviejo,conburlonamuecadeescarnio,seguíamartillando:

—¿Nososrevolucionario?Puessinmerecerlovasvosatenerelfindeloshombreshonrados.

Nachito,relajándoseenunacongoja,tendíalosojossuplicantesalpreso,que,conelcañofruncidoy lamanta tendidasobre laspiernas,sehabíapuesto a estudiar la geometría de un remiendo. Nachito intentócongraciarse la voluntadde aquel viejode cordobán:El azar los reuníabajolahiguera,enunrincóndelpatio:

—Nunca he sido simpatizante con el ideario de la revolución, y lodeploro;comprendoquesonustedeshéroesconunpuestoenlaHistoria:MártiresdelaIdea.¡Sabeamigo,quehablamuylindoelDoctorSánchezOcaña!

Hízolecoroelestudiante,consombríoapasionamiento:

—En el campo revolucionario militan las mejores cabezas de laRepública.

AdulóNachito:

—¡Lasmejores!

Yelviejodelafrazada,lentamente,mientrasenhebra,desdeñosoyariscocomentaba:

—Pues,manifiestamente,paraenterarsenohaycosacomovisitarSantaMónica.Aloquesecolige,elchamacotampocoesrevolucionario.

DeclaróMarcoAurelioconfirmeza:

—Yme arrepiento de no haberlo sido, y lo seré, si alguna vezme veofueradeestosmuros.

Elviejo,anudandolahebra,reíaconsurisadecabra:

—DebuenospropósitosestáempedradoelInfierno.

MarcoAureliomiróalviejoconspiradoryjuzgótancuerdassuspalabras,quenosintióelultraje:Lesonabancomoalgo lógicoe irremediableenaquellacárceldereospolíticosorgullososdemorir.

VI

Eltumbodelmarbatíalamuralla,yeloboedelasolascantabaeltriunfode la muerte. Los pájaros negros hacían círculos en el remoto azul, ysobreellosadodelpatiosepintabalasombrafugitivadelaleteo.MarcoAurelio sentía la humillación de su vivir, arremansado en la faldamaterna, absurdo, inconsciente como las actitudes de esos muñecosolvidadostrasdelosjuegos:Comounoprobioremordíalesuindiferenciapolítica. Aquellos muros, cárcel de exaltados revolucionarios, leatribulabanyacrecíanelsentimientomezquinodesuvida, infantilizadaentre ternuras familiares y estudios pedantes, conpremios en las aulas.Confusoatendíaalviejoqueentrabaysacabalaagujadelezna:

—¿Venísvosalasombraporincidenciajustificada,oporespiarloqueseconversa?Eso,amigo,esbuenoponerloenclaro.Recorralascuadrasyveasiencuentraalgúnfiador.¿Nodicequeesestudiante?Puesaquínofaltan universitarios. Si quiere tener amigos en estamazmorra, busquemodo de justificarse. Los revolucionarios platónicos merecen pocaconfianza.

Elestudiantehabíapalidecidointensamente.Nachito,conojosdeperro,implorabaclemencia:

—AmítambiénmeteníahorrorizadoTiranoBanderas:¡Muypordemássanguinario!

Peronoerafácilromperlacadena.Yoparabolinasnovalgo,¿yadóndeiba que me recibiesen si soy inútil para ganarme los fríjoles? ElGeneralitomedabaunhuesoqueroerysedivertíachoteándome.Enelfondoparecíaapreciarme.¿Queestámal,quesoyunpendejo,queaquelloerapordemás,quetienesusfuerosladignidadhumana?Corriente.Perohayquereflexionar loqueesunhombreprivadodealbedríopor leydeherencia.¡Mipapá,unalcohólico!¡Mimamá,condesvaríohistérico!ElGeneralito,apesardesusescarnios,sedivertíaoyéndomedecirjangadas.Nomefaltabanenvidiosos.¡Yahoracaerdetanalto!

Marco Aurelio y el viejo conspirador oían callados y por veces semiraban.Concluyóelviejo:

—¡Haysujetosmásruinesqueputas!

SeahogabaNachito:

—¡Todo acabó!El último escarnio supera la raya.Nunca llegó a tanto.Divertirse fusilando a un desgraciado huérfano, es propio de Nerón.Marquito, y usted, amigo, yo les agradecería que luego me ultimasen.Sufrodemasiado. ¡Quémevalevivirunashoras,si todoelgustome lomata ese chingado sobresalto! Conozco mi fin, tuve un aviso de lasánimas.

Porque en este fregado ilusorio andan las Benditas. Marquito, damecachete, indúltame de este suplicio nervioso. Hago renuncia de la vidapor anticipado. Vos, mi viejo, ¿qué haces que no me sangrás con esalezna remendona? Mero mero, pasáme las entretelas. Amigos, ¿quédicen?Si temencomplicaciones,háganmeel serviciodeconsolarmedealgunamanera.

VII

El planto pusilánime y versátil de aquel badulaque aparejaba un gestoambiguo de compasión y desdén en la cara funeraria del viejoconspiradoryenlainsomnepalidezdelestudiante.Lamenguadeaquelbufónendesgracia teníacierta solemnidadgrotesca, como losentierrosde mojiganga con que fina el antruejo. Los zopilotes abatían sus alastiñosassobrelahiguera.

Elnúmerotres

LibroSegundo

I

El calabozo número tres era una cuadra con altas luces enrejadas,malolientedealcohol,sudorytabaco.Colgabanencalle,aunoyotrolateral,las hamacas de los presos, reos políticos en su mayor cuento, sin quefaltasenenaquelranchoelladrónencanecido,nielidiotasanguinario,niel rufo valiente, ni el hipócrita desalmado. Por hacerles a los políticosmásatribuladalacárcel,lesbefabaconestascompañías,eldelapatadepalo, Coronel Irineo Castañón. La luz polvorienta y alta de las rejasresbalabapor lacalsuciade losmuros,y laexpresiónmacilentade losencarcelados hallaba una suprema valoración en aquella luz árida ydesolada.ElDoctorSánchezOcaña,declamatorio,verboso,conelpuñode la camisa fuera de la manga, el brazo siempre en tribuno arrebato,engolabaelocuentesapóstrofescontralatiranía:

—El funesto fénix del absolutismo colonial renace de sus cenizasaventadasaloscuatrovientos,concitandolassombrasylosmanesdelosaugustos libertadores. Augustos, sí, y el ejemplo de sus vidas debeservirnos de luminar en estas horas, que acaso son las últimas que nosresta de vivir. El mar devuelve a la tierra sus héroes, los voracesmonstruosdelasazulesminassemuestranmáspiadososqueelGeneralSantosBanderas...Nuestrosojos...

Seinterrumpía.Llegabaporelcorredorlapatadepalo.ElAlcaidecruzófumando en cachimba, y poco a poco extinguióse el alerta de su pasocojitranco.

II

Unpreso,que leía tendidoen suhamaca, sacóa luz,denuevo, el libroquehabíaocultado.Delahamacavecina le interrogólasombradeDonRoqueCepeda:

—¿SiempreconlasEvasionesCélebres?

—Hayqueestudiarlosclásicos.

—¡Mucholeintrigaesalectura!¿Sueñaustedconevadirse?

—¡Puesquiénsabe!

—¡YaestaríabuenopodérselajugaralCoronelitoPatadePalo!Cerróellibroconunsuspiroelqueleía:

—No hay que pensarlo. Posiblemente, a usted y a mí nos fusilan estatarde.

DenegóconardienteconvicciónDonRoque:

—A usted, no sé... Pero yo estoy seguro de ver el triunfo de laRevolución. Acaso más tarde me cueste la vida. Acaso. Se cumplesiempreelDestino.

—Indudablemente.¿Peroustedconocesudestino?

—MifinnoestáenSantaMónica.Tengoencimaelmediosiglo,aúnnohice nada, he sido un soñador, y forzosamente debo regenerarmeactuandoenlavidadelpueblo,ymorirédespuésdehaberleregenerado.

Hablabaconesaluzfervorosadelosagonizantes,confortadosporlafedeunavidafutura,cuandorecibenlaEucaristía.Sucabezatostadadesantocampesinoerguíasesobrelaalmohadacomoenunaresurrección,ytodoelbultodesufiguraexprimíasebajoelsabanilcomobajounsudario.Elotroprisionerolemiróconamistosaexpresióndeburlayduda:

—¡Quisieratenersufe,DonRoque!PerometemoquenosfusilenjuntosenFoso-Palmitos.

—Mi destino es otro. Y usted déjese de cavilaciones lúgubres y sigasoñandoconevadirse.

—Somos muy opuestos. Usted, pasivamente, espera que una fuerzadesconocidaleabralasrejas.Yohagoplanesparafugarmeytrabajoenellosinechardelaimaginaciónelpresentimientodemifinpróximo.Alomáshondoesta ideametrabaja,ysolamentepornocapitularsigoalacechodeunaocasiónquenoespero.

—ElDestinosevence,siparacombatirlesabemosreunirnuestrasfuerzasespirituales. En nosotros existen fuerzas latentes, potencialidades quedesconocemos.Paraelestadodeconcienciaenqueustedsehalla,yolerecomendaría otra lectura más espiritual que esas Evasiones Célebres.Voy a procurarle El Sendero Teosófico: Le abrirá horizontesdesconocidos.

—Reciénleplaticabaquesomosmuyopuestos.Lascomplejidadesdesusautoresmedejanfrío.Seráquenotengoespíritureligioso.Esodebeser.ParamítodoacabaenFoso-Palmitos.

—Pues reconociéndose tan carente de espíritu religioso, usted serásiempre un revolucionario muy mediocre. Hay que considerar la vidacomounasimientesagradaquesenosdaparaquelahagamosfructificarenbeneficiodetodosloshombres.Elrevolucionarioesunvidente.

—Hastaahíllego.

—¿Y de quién recibimos esta existencia que tiene un sentidodeterminado? ¿Quién la sella con esa obligación? ¿Podemosimpunementetraicionarla?¿Concibeustedquenohayaunasanción?

—¿Despuésdelamuerte?

—Despuésdelamuerte.

—Esaspreguntas,yomeabstengoderesolverlas.

—Acasoporquenoselasformulaconbastanteahínco.

—Acaso.

—¿Yelenigma,tampocoleanonada?

—Procuroolvidarlo.

—¿Ypuede?

—Hepodido.

—¿Yalpresente?

—La cárcel siempre es contagiosa...Y si continúa usted platicándomecomolohace,acabaráporhacermerezarunCredo.

—Sileenojadejaréeltema.

—Don Roque, sus enseñanzas no pueden serme sino muy gratas. Peroentreflorestandoctasmehapuestoustedunrejónqueaúnmeescuece.¿Porqué juzgaquemiactuaciónrevolucionariaserásiempremediocre?¿Quérelacionesestableceustedentrelaconcienciareligiosaylosidealespolíticos?

—¡Miviejo,sonlamismacosa!

—¿Lamismacosa?Podráser.Yonoloveo.

—Hágaseustedmásmeditativoycomprenderámuchasverdadesquesóloasíleseránreveladas.

—Cadapersonaesunmundo,ynosotrosdossomosmuydiversos.DonRoque,ustedvuelamuyremontado,yyocaminoporlossuelos;peroelcalificativo que me ha puesto de mediocre revolucionario es unaofuscación que usted padece. La religión es ajena a nuestras luchaspolíticas.

—Aningunodenuestrosactospuedeserajenalaintuicióndeeternidad.Solamente los hombres que alumbran todos sus pasos con esa antorchalogranelcultodelaHistoria.Laintuicióndeeternidadtrascendidaeslaconcienciareligiosa:Yennuestroideario,lapiedraangular,laredencióndelindio,esunsentimientofundamentalmentecristiano.

—Libertad,Igualdad,Fraternidad,meparecequefueronlostópicosdelaRevolución Francesa.DonRoque, somosmuy buenos amigos, pero sinpoder entendernos. ¿No predicó el ateísmo la Revolución Francesa?Marat,Dantón,Robespierre...

—Espíritus profundamente religiosos, aun cuando lo ignorasen algunasveces.

—¡Santa ignorancia! Don Roque, concédame usted esa categoría parasacarmeelrejónquemehapuesto.

—Nomeguarderencor,selaconcedo.

Sedieronlamano,yparaparenlashamacas,quedaronunbuenespaciosilenciosos. En el fondo de la cuadra, entre un grupo de prisioneros,seguíaperorandoelDoctorSánchezOcaña.Elgárrulo fluirde troposymetáforas resaltaba su frío amaneramiento en el ambiente pesado desudor,aguardienteytabacodelcalabozonúmerotres.

III

DonRoqueCepedaconvocabaen tornodesuhamacaungrupoatentoa

lasleccionesdeilusionadaesperanzaquevertíaconapagadomurmulloyclara sonrisa seráfica.DonRoqueeraprofundamente religioso, conunareligiónforjadadeintuicionesmísticasymáximasindostánicas:Vivíaenunpasmoardiente,y superegrinaciónpor loscaminosdelmundose leaparecía colmada de obligaciones arcanas, ineludibles como las órbitasestelares: Adepto de las doctrinas teosóficas, buscaba en la últimahondura de su conciencia un enlace con la conciencia delUniverso:Laresponsabilidadeternadelasaccioneshumanasleasombrabaconelvastosoplo de un aliento divino. ParaDonRoque, los hombres eran ángelesdesterrados:

Reosdeuncrimenceleste,indultabansuculpateologalporloscaminosdeltiempo,quesonloscaminosdelmundo.Lashumanasvidascontodossuspasos,contodassushoras,promovíanresonanciaseternasquesellabala muerte con un círculo de infinitas responsabilidades. Las almas, aldespojarse de la envoltura terrenal, actuaban su pasado mundano enlímpidayherméticavisióndeconcienciaspuras.Yestecírculodeeternacontemplación—gozosoodoloroso—eraelfininmóvildelosdestinoshumanos y la redención del ángel en destierro.La peregrinación por ellimo de las formas, sellaba un número sagrado. Cada vida, la máshumilde,eracreadoradeunmundo,yalpasarbajoelarcodelamuerte,laconcienciacíclicadeestacreaciónseposesionabadelalma,yelalma,prisioneraensucentro,deveníacontemplativayestática.DonRoqueeravarón de muy varias y desconcertantes lecturas, que por el senderoteosófico lindabancon lacábala,elocultismoy la filosofíaalejandrina.Andabasobreloscincuentaaños.Lascejas,muynegras,poníanuntrazodeausteraenergíabajo la frenteancha,pulidacalvadesantorománico.El cuerpo mostraba la firme estructura del esqueleto, la fortalezadramáticadelolivoyde lavid.Supredicaciónrevolucionaria teníaunaluzdesenderomatinalysagrado.

Carceleras

LibroTercero

I

Bajo la luzdeuna reja, hacíancorro jugandoa losnaipeshastaochoodiezprisioneros.

ChuchoelRoto,tirabalacarta:Eraunbigardofamosopormuchosroboscuatreros,plagiosde ricoshacendados,asaltosdediligencias,crímenes,desacatos, estropicios, majezas, amores y celos sangrientos. Tirabadespacio:Teníalasmanosenjutas,lamejillaconlacicatrizdeuntajoyunamelladetresdientes.Eneljuegodealbureshacíanruedapresosdemuydistintacondición:Apuntabanenelmismonaipecharrosydoctores,guerrilleros y rondines. Nachito Veguillas estaba presente: Aún nojugaba, pero ponía el ojo en la pinta y con una mano en el bolso setanteabalaplata.Vinounasotaycomentó,arrobándose:

—¡Nofallaninguna!

Volvióse y tributó una sonrisa al caviloso jugador vecino, quepermanecióindiferente:

Eraunespectrovestidoconfláccidosacodedrilquelecolgabacomodeunaescarpia.

Nachitorecalósuatenciónalabaraja:Consúbitoimpulsosacólamanoconunpuñadode soles,y losechó sobre lapulgona frazadaqueen lascárceleshacelasvecesdeltapeteverde:

—Vandiezsolesenelpendejomonarca.

AdvirtióelRoto:

—Hadoblado.

—Matalapinta.

—¡Va!

El Roto corrió la puerta y vino de patas el rey de bastos. Nachito,ilusionadoconlaganancia,cobróydellenometióseenlosalbures.Porveces se levantaba un borrascón de voces, disputando algún lance.Nachito tenía siempre el santo de cara, y viéndole ganar, el cavilosoespectrohepáticolepagólaremotasonrisadirigiéndoleungestofláccidode mala fortuna. Nachito, con una mirada, le entregó su atribuladocorazón:

—En nuestra lamentosa situación, ganar o perder no hace diferencia.Foso-Palmitosatodosiguala.

Elotrodenegóconsugestofláccidoyamarillodevejigadesinflándose:

—Mientras hay vida, la plata es un factor muy importante. ¡Hay queconsiderarloasí!

Nachitosuspiró:

—Aunreodemuerte,¿quéconsuelopuededarlelaplata?

—Cuandomenos,éstedeljuegoparapoderolvidarse...Laplata,hastaelúltimomomento,esunfactorindispensable.

—¿Susentenciatambiénesdemuerte,hermano?

—¡Puesyquiénsabe!

—¿Nosefusilaatodosporigual?

—¡Puesyquiénsabe!

—Meabreustedunrayodeluz.Voyametercincuentasolesenelentrés.

Nachitoganólapuesta,yelotroarrugólacaraconsugestofláccido:

—¿Ylesoplasiemprelamismaracha?

—Nomequejo.

—¿Quiere que hagamos una fragata de cinco soles?Usted los gobiernacomoleplazca.

—Cincogolpes.

—Comoleplazca.

—Vamosenlasota.

—¿Legustaesacarta?

—Eseljuego.

—¡Quebrará!

—Puesenellavamos.

El Roto tiraba lentamente, y corrida la pinta para que todos la viesen,quedábaseunmomentoconlamanoenalto.Vinolasota.Nachitocobró,y repartida en las dos manos la columna de soles, cuchicheó con elamarillocompadre:

—¿Quéledecía?

—¡Parecequelasve!

—Ahoranostocaenelsiete.

—¿Puesquéjuegolleva?

—Gusto y contragusto. Antes jugué la que me gustaba y ahoracorrespondeelsiete,quenomeincitanimedicenada.

—Gustoycontragustollamaustedaesejuego.¡Lodesconocía!

—Meromero,acabodedescubrirlo.

—Ahoraperdemos.

—Mireelsieteenpuerta.

—¡Enlosdíasdemividahevistosuertetancontinuada!

—Vamosaltercergolpeenelcaballo.

—¿Legusta?

—Leestoyagradecido.¡Yahemosganado!Debemosrepartir.

—Vamosadarleloscincogolpes.

—Perdemos.

—O ganamos. La carta del gusto es el cinco, nos corresponde la delcontragusto.

—¡Juegochocante!Reservelamitad,amigo.

—Noreservonada.Ochentasolesllevaeltres.

—Nosale.

—Algunavezdebequebrar.

—Retírese.

ChuchoelRoto,conunojoenelnaipe,medíaladiferenciaentrelasdoscartasdelalbur.

Silbódespectivo:

—Psss...Vanigualadas.

Posando la baraja sobre la manta, se enjugó la frente con un vistosopañuelodeseda.

Percibiendo a los jugadores atentos, comenzó a tirar conunamuecadesornaylacara torcidabajolacicatriz.Vinoel tresquejugabaNachito.Palpitóasuladoelespectro:

—¡Hemosganado!

ReclamóNachito,batiendoconlosnudillosenlamanta:

—Cientosesentasoles.

CuchoelRoto,alpagarle,leclavólosojosconmofaprocaz:

—Otro menos pendejo, con esa suerte, había desbancado. ¡Ni que unángelselassoplasealaoreja!

Nachito, congestodebonachón asentimiento, apilaba el dineroyhacíasusgracias.

—¡Cuá!¡Cuá!

YmurmurabadesabridountituladoCapitánViguri:

—¡SiemprelaVirgenselesaparecealospastores!

Y Nachito, al mismo tiempo, tenía en la oreja el soplo del hepáticoespectro:

—Debemosrepartir.

DenegóNachitoconunfruncetristeenlaboca:

—Despuésdelquintogolpe.

—Esunaimprudencia.

—Siperdemos,porotroladonosvendrálacompensación.¿Quiénsabe?¡Hastapudierannofusilarnos!SiganamosesquetenemoslacontrariaenFoso-Palmitos.

—Déjese,amigo,demacanas,ynotientelasuerte.

—Vamosconlasota.

—Esunacargafregada.

—Puesmoriremosenella.Amigotallador,cientosesentasolesenlasota.

RespondióelRoto:

—¡Van!

SealmibaróNachito:

—Muchasgracias.

Yrepusoeltahúr,consumuecaleperona:

—¡Sonlasquemecuelgan!

Volvió la baraja, y apareció la sota en puerta, con lo cualmovióse unmurmulloentre los jugadores.Nachitoestabapálidoy le temblaban lasmanos:

—Hubieraqueridoperderestacarta.¡Ay,amigo,nostiranlacontrariaenFoso-Palmitos!

Alentóelespectroconexpresiónmortecina:

—Porahoravamoscobrando.

—Soncientoveintisietesolesporbarba.

—¡Lapuertanoshachingado!

—Másdebióchingarnos.Enunasituacióntanlamentosa,esdemuymalaugurioganareneljuego.

—PuesdéjelelaplataalRoto.

—Noesprecisamentelacontraria.

—¿Vaustedaseguirjugando?

—¿Hastaperder!Sóloasípodrétranquilizarmiánimo.

—Pues yo voy a tomar el aire. Muchas gracias por su ayuda yreconózcamecomounservidor:BernardinoArias.

Sealejó.Nachito,conlasmanostrémulas,apilabalaplata.Lellenabadeterror angustioso el absurdo de aquel providencialismo maléfico, que,dándole tanobstinadaventuraenel juego, le teníadecretada lamuerte.Sentíasebajo el poderde fuerzas invisibles, las advertía en torno suyo,hostiles y burlonas. Cogió un puñado de dinero y lo puso a la primeracartaquesalió.Deseabaganaryperder.Cerrólosojosparaabrirlosenel

mismoinstante.

Chucho el Roto volvía la baraja, enseñaba la puerta, corría la pinta.Nachito se afligió. Ganaba otra vez. Se disculpó con una sonrisa,sintiendolamiradaaviesadelbandolerotahúr:

—¡Posiblementeestatardevoyaserultimado!

II

Al otro rumbo del calabozo, algunos prisioneros escuchaban el relatofluido de eses y eles, que hacía un soldado tuerto: Hablabamonótonamente,sentadosobreloscalcañares,ycontabaladerrotadelastropas revolucionarias en Curopaitito. Echados sobre el suelo, atendíanhastacincopresos:

—Pues de aquélla, yo aún andaba incorporado a la partida de DoroteoRojas.Un servicio perro, sin soltar el fusil, siempremojados.Y el díamás negro fue el 7 de julio: Íbamos atravesando un pantano, cuandoempezólabalaseradelosfederales:Noloshabíamosvistoporquetirabanal resguardo de los huisaches que hay a una mano y otra, y no mássalimosdeaquelpantanopor laGraciaBendita.Desdequesalimos, lescontestamosconfuegomuyduro,ynostiroteamosunchicorato,yotravez,jalayjalayjala,poraquellosllanosquenoselesmirabafin...Yunsolazoquehacíaarderlasarenas,yahívamosjalayjalayjalayjala.

Escapábamos a paso de coyote, embarrándonos en la tierra, y losfederalessenosveníandetrás.Ynomászumbabanlasbalas.Ynosotrosjalayjalayjala.

La voz del indio, fluida de eses y eles se inmovilizaba sobre una solanota. El Doctor Atle, famoso orador de la secta revolucionaria,encarcelado desde hacía muchos meses, un hombre joven, la frentepálida, la cabellera romántica, incorporado en su hamaca, guardaba

extraordinaria atención al relato. De tiempo en tiempo escribía algunacosaenuncuaderno,y tornabaaescuchar.El indioseadormecíaensumonótonosonsonete:

—Y jala y jala y jala. Todo el día caminamos al trote, hasta que almeterse el sol divisamos un ranchito quemado, y corrimos paraagazaparnos. Pero no pudo ser. También nos echaron, y fuimos másadelanteynosagarramosalhocicodeunanoria.Yahíestáotravez labalasera,perofuerteytupidacomogranizo.Yaquícaíaunabala,yallácaía otra, y empezó a hervir la tierra. Los federales tenían ganas deacabarnos, y nos baleabanmuy fuerte, y al poco rato nomás se oía elesquitero,yelesquiteroyelesquiterocomocuandomiviejametostabaelmaíz.El compañero que estaba junto amí, nomás se hacía para unladoyparaotro:

Motivadoqueledije:Nolasatorees,manís,porqueespeor.Hastaqueledieronundiablazoenlamaceta,yallísequedómirandoalasestrellas.Yfuimosalamaneceralpiedeunasierra,dondenohabíaniaguanimaíz,nicosaningunaquecomer.

Calló el indio.Lospresosque formaban el grupo seguían fumando, sinhacerningúncomentarioalrelato,parecíaquenohubiesenescuchado.ElDoctorAtle repasaba el cuaderno de sus notas, y con el lápiz sobre ellabiointerrogóalsoldado:

—¿Cómotellamas?

—Indalecio.

—¿Elapellido?

—Santana.

—¿Dequéparteeres?

—NacíenlaHaciendadeChamulpo.Allínací,perotodavíachamacometrasladaron conuna reata de peones a losLlanos deZamalpoa.Cuandoestallólabolarevolucionaria,desertamostodoslospeonesdelasminasdeunjudasgachupín,ynosfuimosconDoroteo.

ElDoctorAtleaúntrazóalgunaslíneasensucuaderno,yluegorecostóseenlahamacaconlosojoscerradosyellápizsobrelaboca,quesellabaungestoamargo.

III

Conforme adelantaba el día, los rayos del sol,metiéndose por las altasrejas,sesgabanytriangulabanlacuadradelcalabozo.Enaquellashoras,elvahodetabacoycatingaeradeunacrasitudpegajosa.Losmásdelospresos adormecían en sus hamacas, y al rebullirse alzabanunanubedemoscas, que volvía a posarse apenas el bulto quedaba inerte.En corrossilenciosos, otros prisioneros se repartían por los rumbos del calabozo,buscando los triángulos sin sol. Eran raras las pláticas, tenues, con unmatiz de conformidad para las adversidades de la fortuna: Las almaspresentían el fin de su peregrinación mundana, y este torturadopensamientodetodaslashorasrevestíalasdeestoicaserenidad.Lasraraspláticas teníanundejodeolvidada sonrisa, luzhumorísticade candilesqueseapaganfaltosdeaceite.

El pensamiento de la muerte había puesto en aquellos ojos, vueltos almundo sobre el recuerdo de sus vidas pasadas, una visión indulgente ymelancólica.Laigualdadeneldestinodeterminabaunigualacentoenladiversidad de rostros y expresiones. Sentíanse alejados en una orillaremota,ylaluztrianguladadelcalabozorealzabaenunmódulomodernoycubistalaactitudmacilentadelasfiguras.

Alfajoresyvenenos

SextaParte

LeccióndeLoyola

LibroPrimero

I

El indio triste que divierte sus penas corriendo gallos, susurra porbochinchesyconventillosjusticias,crueldades,poderesmágicosdeNiñoSantos.ElDragóndelSeñorSanMiguelitoledescubríaelmisteriodelasconjuras, le adoctrinaba. ¡Eran compadres! ¡Tenían pacto! ¡GeneralitoBanderasseproclamabainmuneparalasbalasporunafirmadeSatanás!

Anteaquelpodertenebroso,invisibleyenvela, laplebecobrizarevivíaunterrorteológico,unafatalidadreligiosapobladadeespantos.

II

EnSanMartín de losMostenses era el relevode guardias, y el fámulobarbero enjabonaba la cara del Tirano. El Mayor del Valle, cuadradomilitarmente, inmovilizábase en la puerta de la recámara. El Tirano,vueltodeespaldas,habíaoídoelpartesinsorpresa,aparentandohallarsenoticioso:

—Nuestro Licenciadito Veguillas es un alma cándida. ¡Está bueno elfregado!MayordelValle,mereceustedunacondecoración.

Era de mal agüero aquella sorna insidiosa. El Mayor presentía elenconadorumiardelaboca:Instintivamentecambióunamiradaconlosayudantes,retiradosenelfondo,doslagartijosconbrillantesuniformes,cordonesyplumeros.Laestanciaeraunaceldagrandeyfresca,soladadeunrojopolvoriento,connidosdepalomasenlaviguería.TiranoBanderassevolvióconlamáscaraenjabonada.ElMayorpermanecíaenlapuerta,cuadrado, con la mano en la sien: Había querido animarse con cuatro

copaspararendirelparteysentíaunairrealidadangustiosa:Lasfiguras,cargadasdeenajenamiento,indecisas,teníanunasensaciónembotadadeirrealidadsoñolienta.ElTiranolemiróensilencio,remegiendolaboca:Luego, con un gesto, indicó al fámulo que continuase haciéndole larasura. Don Cruz, el fámulo, era un negro de alambre, amacacado yvejete, con el crespo vellón griseante:Nacido en la esclavitud, tenía lamirada húmeda y deprimida de los perros castigados. Con quiebrostilingossemovíaentornodelTirano:

—¿Cómoestánlasnavajas,mijefecito?

—Parahacerlabarbaaunmuerto.

—¡Puessonlasinglesas!

—DonCruz,esoquieredecirquenoestáncumplidamentevaciadas.

—Mi jefecito, el solazo de estas campañas le ha puesto la piel muydelicada.

ElMayorseinmovilizabaenelsaludomilitar.NiñoSantos,mirandoderefilón el espejillo que tenía delante, veía proyectarse la puerta y unapartedelaestanciaconperspectivadesconcertada:

—Meaflige que se hayapuesto fuera de ley elCoronel de laGándara.¡Siento de veras la pérdida del amigo, pues se arruina por su genioatropellado! Me hubiera sido grato indultarle, y la ha fregado nuestroLicenciadito.Esunsentimental,quenopuedeverlástimas,merecedordeotra condecoración; una cruz pensionada. Mayor del Valle, pase ustedordendecomparecenciaparainterrogaraesaalmacándida.Yelchamacoestudiante,¿porquémotivaciónhasidopreso?

ElMayordelValle,cuadradoenelumbral,procuróesclarecerlo:

—Presentamalosinformes,ylecomplicalaventanaabierta.

Lavozteníaunamodulaciónmaquinal,desviadadelinstante,unatónicaopaca.TiranoBanderasremegíalaboca:

—Muybuenaobservación,vistoqueustedmástardehabíadearrugarsefrentealtejado.

¿Dequéfamiliaeselchamaco?

—HijodeldifuntoDoctorRosales.

—¿Y está suficientemente dilucidada su simpatía con el utopismorevolucionario?

Convendría pedir un informe al Negociado de Policía. Cumplimenteusted esa diligencia, Mayor del Valle. Teniente Morcillo, ustedencárguesede tramitar lasórdenesoportunaspara lapronta capturadelCoronel Domiciano de la Gándara. El Comandante de la Plaza quedispongalaurgentesalidadefuerzasconelobjetivodebatirtodalazona.Hayqueoperardiligente.AlCoronelito,sihoynolocazamos,mañanalotenemosenelcampoinsurrecto.

TenienteValdivia,entéresesihaymuchacaravanaparaaudiencia.

Terminadalarasuradelabarba,elfámulotilingoleayudabaarevestirseel levitón de clérigo.Los ayudantes, con ritmode autómatas alemanes,habían girado, marcando la media vuelta, y salían por lados opuestos,recogiéndoselossables,sonoraslasespuelas:

—¡Chac!¡Chac!

ElTirano,conelsolenlacalavera,fisgabaporlosvidriosdelaventana.Sonabanlascornetas,yenlacampabarcina,antelapuertadelconvento,unaescoltadedragones revolvía loscaballosen tornodel arqueológicolandóconatalajedemulas,queusabaparalasvisitasdeceremoniaNiñoSantos.

III

Consupasomenudoderatafisgona,asolapándoseellevitóndeclérigo,salióallocutoriodeaudienciasTiranoBanderas:

—¡Salutemplurimam!

DoñaRositaPintado,caídoelrebozo,condramáticaescuela,searrojóalasplantasdelTirano:

—¡Generalito,noesjusticialoquesehaceconmichamaco!

Avinagróelgestolamomiaindiana:

—Alce,DoñaRosita,noesuntabladodecomedialaaudienciadelPrimerMagistradodelaNación.Expongasupleitoconcomedimiento.¿Quélesucedealhijodel lamentadoDoctorRosales?¡Aquelconspicuopatriciohoy nos sería un auxiliarmuy valioso para el sostenimiento del orden!¡DoñaRosita,expongasupleito!

—¡Generalito,estamañanasemellevaronpresoalchamaco!

—DoñaRosita,explíquemelascircunstanciasdeesearresto.

—ElMayordelValleveníasobrelospasosdeunfugado.

—¿Ustedlehabíadadoacogimiento?

—¡Nilomenos!Porloqueentendí,erasucompadreDomiciano.

—¡Mi compadreDomiciano!DoñaRosita, ¿no querrá decir el CoronelDomicianodelaGándara?

—¡Metiranizapidiéndometanjustagramática!

—ElPrimerMagistradodeunpueblonotienecompadres,DoñaRosita.¿YcómoenhorastanintempestivaslavisitadelCoroneldelaGándara?

—¡Uncentellón,nomás,miGeneralito!Entródelacalleysaliópor laventanasinexplicarse.

—¿Yaquéobedecehaberelegidolacasadeusted,DoñaRosita?

—MiGeneralito,¿yaquéobedeceelsinoquerigelavida?

—Acordeconesadoctrina, espereel sinodel chamaco,quenadapodrásucederlefueradeesaleynatural.MiseñoraDoñaRosita,medejamuyobligado. Me ha sido de una especial complacencia volver a verla ymemorizartiemposantiguos,cuandolafestejabaellamentadoLaurencioRosales. ¡Veo siempre en usted aquella cabalgadora del Ranchito deTalapachi!

Váyase muy consolada, que contra el sino de cada cual no hay podersuficienteparamodificarlo,enlolimitadodenuestrasvoluntades.

—¡Generalito,nomehablésencubierto!

—Fíjesenomás:ElCoronelde laGándara,hurtándosea la leyporunaventana, tramita todas las incidencias de este pleito, y enmodo algunopodemosyasustraernosalaactuaciónquenosdejapendiente.MiseñoraDoñaRosita, convengamosquenuestra condición en elmundoes la deniñosrebeldesquecaminasenconlasmanosatadas,bajoelrebencazodelos acontecimientos. ¿Por qué eligió la casa de usted el CoronelDomicianodelaGándara?DoñaRosita,excúsemequenopuedadilatarlaaudiencia,pero llevemisseguridadesdequeseproveeráen justicia. ¡Yenúltimasresultas,siempreseráelsinodelascriaturasquiensentencieelpleito!¡Nosvemos!

Seapartóhechounrígidoespeto,yconausteraseñadelamanollamóalayudantecuadradoenlapuerta:

—Sedanporfinalizadaslasaudiencias.VamosaSantaMónica.

IV

La llama del sol encendía con destellos el arduo tenderete de azoteas,encastilladosobrelacurvadelPuerto.Elvastomarecuatorial,caliginosode tormentas y calmas, se inmovilizaba en llanuras de luz, desde losmuelles al confín remoto. Los muros de reductos y hornabequesdestacaban su ruda geometría castrense, como bulldogs trascendidos aexpresiónmatemática.

Una charanga, brillante y ramplona, divertía al vulgo municipal en elquioscodelaPlazadeArmas.Enlamudadesolacióndelcielo,abismadoenelmartiriodelaluz,eracomounainjurialametálicaestridencia.Lapelazón de indios ensabanados, arrendándose a las aceras y porches, oencumbrada por escalerillas de iglesias y conventos, saludaba con unagenuflexión el paso del Tirano. Tuvo un gesto humorístico la momiaenlevitada:

—¡Chac!¡Chac!¡Tanhumildesenlaapariencia,ysoningobernables!Noestá mal el razonamiento de los científicos, cuando nos dicen que laoriginariaorganizacióncomunaldel indígena sehavisto fregadapor elindividualismoespañol,raízdenuestrocaudillaje.Elcaudillajecriollo,laindiferencia del indígena, la crápula delmestizoy la teocracia colonialsonlostópicosconquenosdenigranelindustrialismoyanquiylasmonasde la diplomacia europea. Su negocio está en hacerle la capa a losbucaneros de la revolución, por arruinar nuestros valores y alzarseconcesionariosdeminas,ferrocarrilesyaduanas...¡Vamosapelearleselgallosacandodelaprisióncontodosloshonores,alfuturoPresidentedelaRepública!

El Generalito rasgaba la boca con fasos teclados.Asentían conmilitartiesura los ayudantes.La escoltadragona, imperativadebrillosy sonesmarciales,rodeabaellandó.

Apartábaselaplebeconeltemordeseratropellada,yrepentinosespaciosdesiertossilenciabanlacalle.Enelbordedelaacera,elindiodesabanily chupalla, greñudo y genuflexo, saludaba con religiosas cruces. Seentusiasmaban con vítores y palmas los billaristas asomados a labalconada del Casi no Español. La momia enlevitada respondía concuáquera dignidad alzándose la chistera, y con el saludo militar losayudantes.

V

ElFuertedeSantaMónicadescollabaeldramóndesuarquitecturaenelluminoso ribazomarino. Formaba el retén en la poterna. El Tirano nomovióunasolaarrugadesumáscaraindianapararespondealsaludodelCoronelIrineoCastañón—PatadePalo—.

Inmovilizábaseenungestodedurasaristas,comolosídolostalladosenobsidiana:

—QuécalabozoocupaDonRoqueCepeda?

—Elnúmerotres.

—Han sido tratados con toda la consideración quemerecen tan ilustrepatricioysuscompañeros?Elantagonismopolíticodentrodelavigencialegal,merecetodoslosrespetosdelPoderPúblico.Elrigordelas leyeshadeseraplicadoalosinsurgentesenarmas.

Aténgase a esta, instrucciones en lo sucesivo. Vamos a vernos con elcandidatodelasoposicionesparalaPresidenciadelaRepública.CoronelCastañónrompamarcha.

ElCoronel giró con lamano en la visera, y su remodepalo, con tiesodestaque,trazólamediavueltaenelaire:Puestoenmarcha,atilingodelasllavesenpretina,advirtióconmarcialesescandidos:

—DonTrinidad,vosnosprecedes.

CorrióDonTrinoconmorisquetasquebradasporlosjuanetesRechinaroncerrojosygonces.Abiertalaferronacancela,renovóetroteconsonesycompasesdelpretinollavero:

Bailarín de alambre relamía gambetas sobre el lujo chafado de loscharoles.ElCoronelIrineoCastañón,alfrentedelacomitiva,marcabaelpaso. ¡Tac! ¡Tac! Por bovedizos y galerías, apostillaba un eco el ritmocojitranco de la pata de palo: ¡Tac! ¡Tac! El Tirano, raposo y clerical,arrugaba la boca entre sus ayudantes lagartijeros. Echó los bofes elCoronelAlcaide:

—¡Calabozonúmerotres!

TiranoBanderas,enelumbral,saludó,quitándoseelsombrero,tendidoslosojosparadescubriraDonRoque.Todoaquelmundocarcelarioestabavuelto a la puerta, inmovilizado en muda zozobra. El Tirano,acostumbrada lavistaa lamedia luzdelcalabozo,penetrópor ladoblehilera de hamacas. Extremando su rancia ceremonia, señalaba undeferentesaludoalcorrocentradoporDonRoqueCepeda:

—MiseñorDonRoque,reciénmeenterodesudetenciónenelfuerte.¡Lohedeplorado!

Hágameelhonordeconsiderarmeajenoaesamolestia.SantosBanderasguarda todos losmiramientos a un repúblico tan ameritado, y nuestrasdiferencias ideológicas no son tan irreductibles como usted parecepresuponerlo, mi Señor Don Roque. En todas las circunstancias ustedrepresentaparamí,enelcampopolítico,aladversarioque,conscientedesusdeberesciudadanos,acudealoscomiciosyriñelabatallasinsalirsefuera de la Carta Constitucional. Notoriamente, he procedido con elmayor rigor en las sumarias instruidas a los aventureros que toman lasarmasysecolocanfueradelasleyes.Paraesoscaudillosquenovacilan

en provocar una intervención extranjera, seré siempre inexorable, peroesta actuaciónno excluyemi respeto y hastami complacencia para losquemepresentanbatallaamparadosenelderechoque lesconfieren lasleyes. Don Roque, en ese terreno deseo verle a usted, y comienzo pordecir-lequereconozcoplenamentesupatriotismo,quemecongratulalagenerosa intención de su propaganda por tonificar de estímulosciudadanosalarazaindígena.Sobreestetópicoaúnhemosdeconversar,pero horita sólo quiero expresarlemis excusas ante el lamentado errorpolicial,originándosequelaergástuladelvicioydelacorrupciónseveaenaltecidaporelvarónjustodequenoshablaellatinoHoracio.

DonRoqueCepeda, en la rueda taciturna de sus amigos incrédulos, seiluminabaconunasonrisadesantocampesino,teníaunsuavereflejoenlasbruñidasarrugas:

—SeñorGeneral,perdónemelafranqueza.OyéndolemepareceescucharalaSerpientedelGénesis.

Era de tan ingenua honradez la expresión de los ojos y el reflejo de lasonrisaenlasarrugas,queexcusabancomoacentosbenévoloslacensurade las cláusulas. Tirano Banderas inmovilizaba las aristas de su verdemueca:

—MiSeñorDonRoque, no esperaba de su parte esa fineza.De lamíapropositaba ofrecerle una leal amistad y estrechar sumano, pero vistoqueustednomejuzgasincero,melimitoareiterarlemisexcusas.

Saludóconlacastora,y,apostilladoporlosdosayudantes,sedi-rigióalapuerta.

VI

Entre la doble fila de hamacas saltó, llorón y grotesco, el LicenciadoVeguillas:

—¡Cuá!¡Cuá!

Lamomiaremegiólaboca:

—¡Macaneador!

—¡Cuá!¡Cuá!

—Noseaspayaso.

—¡Cuá!¡Cuá!

—Quenomediviertehoritaesabufonada.

—¡Cuá!¡Cuá!

—Tendréqueapartarleconlapuntadelaboca.

—¡Cuá!¡Cuá!

ElLicenciadito,recogidalaguayaberaeneltalle,terco,llorón,saltabaencuclillas,infladalamáscara,elojoimplorante:

—¡Mesonrojaverle!Susdelacionesnoseredimencantandolarana.

—MiGeneralitoesunviceversamagnético.

TiranoBanderas, con la punta de la bota, le hizo rodar por delante delcentinela,que,pegadoalquiciodelapuerta,presentabaelarma:

—Voyaregalarleungorrodecascabeles.

—¡MiGeneralito,paraquésemolesta!

—Se presentará con él a San Pedro. Ándele no más, le subo en micarruaje a los Mostenses. No quiero que se vaya al otro mundo

descontentodeSantosBanderas.Meconversaráduranteeldía,yaquetanpronto dejaremos de comunicarnos. Posiblemente le alcanza unasentenciadepenacapital.Licenciadito,porquémehasidotanpendejo?¿Quién le inspiró la divulgación de las resoluciones presidenciales? ¿Aqué móviles ha obedecido tan vituperable conducta? ¿Qué cómplicestiene? Hónreme montando en mi carruaje y tome luneta a mi diestra.Todavíanoharecaídosentenciasobresuconductaynoquieroprejuzgarsudelincuencia.

Flaquezashumanas

LibroSegundo

I

Don Mariano Isabel Cristino Queralt y Roca de Togores, MinistroPlenipotenciario de SuMajestadCatólica en Santa Fe deTierra Firme,Barón de Benicarlés y Caballero Maestrante, condecorado con máslilailosqueborricocañí,eraalasdocedeldíaenlacama,congorradeencajes y camisón de seda rosa.Merlín, el gozque faldero, le lamía elcolorete y adobaba elmascarón esparciéndole el afeite con la espátulalinguaria.Teníaenelhocicoelfalderoarrumacos,melindresymimosdemaricuela.

II

Sinanunciodelayudadecámara,entró,gambetero,CurritoMi-Alma.Elniñoandaluzsedetuvoenlapuerta,marcóunredoblede lasuñasenelalón del cordobés, y con un papirote se lo puso terciado. En elmismocompás levantaba el veguero al modo de caña sanluqueña, entonado,ceceante,conelmejorestilodelacátedrasevillana:

—¡Gachó! ¿Te has pintado para la Semana de Pasión? Merlín te hapuestolapropiajetadeundisciplinante.

SuExcelenciasevolvió,dandolaespaldaalniñomarchoso:

—¡Eresincorregible!Ayer,todoeldíasindejarteverelpelo.

—Formulauna reclamacióndiplomática.Horita salgodel estaribel,quedecimoslosclásicos.

—Dejalaguasa,Curro.Estoysumamenteirritado.

—Laveri,Isabelita.

—¡Eresincorregible!Habrásdadoalgúnescándalo.

—Ojerizas.Hedormidoenladelega,sobreunpetate,yestonoeslomásmalo: La poli se ha hecho cargo de mi administración y de toda lacorrespondencia.

El Ministro de España se incorporó en las almohadas, y al faldero,suspendiéndoleporlaslanasdelcuello,espatarróenlaalfombra:

—¿Quédices?

ElCurroafligiólacara:

—¡Isabelita,unsinapismoparapuestoenelrabo!

—¿Dóndeteníasmiscartas?

—Enunavalijaconsietecandadosmecánicos.

—¡Nos conocemos, Curro! Te vienes con ese infundio idiota parasacarmedinero.

—¡Quenoescombina,Isabelita!

—¡Curro,tútepasasdesinvergüenza!

—Isabelita,agradezcoelrequiebro,peroenestacorridasóloesempresaelLicenciadoLópezdeSalamanca.

—¡Currito,eresuncanalla!

—¡Quemecojauntoroymemate!

—¡Esascartassequeman!¡Debenquemarse!¡Eslocorrecto!

—Perosiempreseguardan.

—¡SiandaenestolamanodelPresidente!¡Noquieropensarlo!¡Esunasituaciónmuydifícilymuycomplicada!

——¿Medirásqueeslaprimeraenqueteves?

—¡Nome exasperes!En las circunstancias actuales puede costar-me lapérdidadelacarrera.

—¡Acudealquite!

—EstoydistanciadodelGobierno.

—Pues te arrimas al morlaco y lo pasas de muleta. ¡Mi alma, que nosabestúhacereso!

ElrepresentantedeSuMajestadCatólicaechólospiesfueradelacama,agarrándoselacabeza:

—¡Si trasciende a los periódicos se me crea una situación imposible!¡Cuandomenossusilenciomecuestaunriñónymitaddelotro!

—DalechangüíaTiranoBanderas.

ElMinistrodeEspañaselevantóapretandolospuños:

—¡Nosécómonotearaño!

—Unadudamuymeritoria.

—¡Currito, eres un canalla! Todo esto son gaterías tuyas para sacarme

dinero,ymeestánatormentando.

—Isabelita,¿vesestascruces?Tehagojuramentoporlomássagrado.

ElBarónrepitió,temoso:

—¡Eresuncanalla!

—Deja esa alicantina. Te lo juro por el escapulario que mi madre,pobrecita,mepusoalsalirdelaadoradaEspaña.

ElCurrosehabíaconmovidoconunecosentimentaldecoplaandaluza.SuExcelenciaapuntabaunallamairónicaenelazulinohorizontedesusojoshuevones:

—Bueno,sírvemedeazafata.

—¡Sinvergonzona!

III

ElrepresentantedeSuMajestadCatólica,perfumadoyacicalado,acudióal salón donde hacía espera Don Celes. Un pesimismo sensual ydecadente,conlemasyapostillasliterarias,retocaba,comootroafeite,elperfil psicológico del carcamal diplomático, que en los posos de suconciencia sublimaba resabios de amor, con laureles clásicos:Frecuentemente,eneltratosocial,traslucíasusaberrantesgustosconellibrecinismodeuneleganteenelLacio:Teníasiempreprontaunaburlade amables epigramas para los jóvenes colegas incomprensivos, sinfantasía y sin humanidades: Insinuante, con indiscreta confidencia, sedecíasacerdotedeHebeydeGanímedes.Bajoestaaparienciadefrívolocinismo, prosperaban alarde y engaño, porque nunca pudo sacrificar aHebe.ElBaróndeBenicarlésmimabaaquellapostizaaficiónflirteandoentrelasdamas,conunvacuocotorreosusurrantederisas,reticenciase

intimidades.Paralasmadamaseraencantadoraquelpesimismodecasacadiplomática, aquellos giros disertantes y parabólicos de los guanteslondinenses,rozadosdefrasesingeniosasdiluidasenunasonrisadeorosodontálgicos. Aquellas agudezas eran motivo de gorjeos entre lasjamonasotoñales:Elmundopodíaofrecerunhospedajemásconfortable,yaquenos tomamosel trabajodenacer.Seríaconvenientequehubiesemenostontos,quenodoliesenlasmuelas,quelosbanqueroscancelasensuscréditos.Laedaddemorirdebíaserunapara todos,comolaquintamilitar.Son reformas sin espera, y con relación a las técnicas actuales,está anticuado elGranArquitecto.Hay industrialesyanquisy alemanesquepromoveríangrandesmejorasenelordendelmundosiestuviesenenelConsejodeAdministración.ElMinistrodeSuMajestadCatólicateníafamadeespiritualenelcorrode lasmadamas,que le tentabanenvanoponiéndolelosojostiernos.

IV

—¡QueridoCeles!

Alpenetrarenelsalónconsonrisabelfonarecatabalacongojadelánimo,estarcidodesuspicacias:¡DonCeles!¡Lascartas!¡LamuecadelTirano!Un circunflejo del pensamiento sellaba la tríada con intuiciónmomentánea, y el carcamal rememoraba su epistolario amoroso, y ladolorosa inquietud de otro disgusto lejano, en unaCorte de Europa. Elilustregachupíneraenelestrado,coneljipiylosguantessobrelarepisade la botarga: Bombón y badulaque, tendida lamano, en el salir de lapenumbra dorada, se detuvo, fulmina-do por el ladrido del faldero, quearisco y mimoso, sacaba el agudo flautín entre las zancas de SuExcelencia:

—Noquierereconocermeporamigo.

Don Celes, como en un pésame, estrechó largamente la mano delcarcamal,queleanimócongestodebenévolaindiferencia:

—¡QueridoCeles,traeustedcaradegrandessucesos!

—Estoy,miqueridoamigo,verdaderamenteatribulado.

ElBaróndeBenicarlésleinterrogóconunamuecadesuripanta:

—¿Quéocurre?

—Querido Mariano, me causa una gran mortificación dar este paso.Créamelo usted. Pero las críticas circunstancias por que atraviesan lasfinanzasdelpaísmeobliganarecogernumerario.

ElMinistrodeSuMajestadCatólica, falsoydeclamatorio,estrechó lasmanosdelilustregachupín:

—Celes,esustedelhombremásbuenodelmundo.Estoyviendoloqueustedsufrealpedirmesuplata.Hoysemehareveladosugrancorazón.¿SabeustedlasúltimasnoticiasdeEspaña?

—¿Perohubopaquete?

—Merefieroalcable.

—¿Haycambiopolítico?

—ElPosibilismoenPalacio.

—¿Deveras?Nomesorprende.Eranmisnoticias,pero lossucesoshandebidoanticiparse.

—Celes, usted será Ministro de Hacienda. Acuérdese usted de estedesterradoyvengaunabrazo.

—¡QueridoMariano!

—¡Quédignacoronacióndesuvida,Celestino!

Falsoyconfidencial,hizosentarenelsofáalorondoricacho,y,sacandola cadera, cotorrón, tomóasiento a su lado.Labotargadel gachupín seinflaba complacida.Emilio le llamaría por cable. ¡LaMadrePatria! Sesintió con una conciencia difusa de nuevas obligaciones, unarespetabilidadadiposadepersonaje.Experimentabalaextrañasensaciónde que su sombra creciese desmesurada-mente, mientras el cuerpo seachicaba. Enternecíase. Le sonaban eufónicamente escandidas palabras—Sacerdocio,Ponencia,Parlamento,Holocausto—.Yadoptabaunlema:¡TodopormiPatria!Aquellamatronaentradaencarnes,corona,rodelayestoque, le conmovía como dama de tablas que corta el verso en latramoya de candilejas, bambalinas y telones. Don Celes sentíaserevestido de sagradas ínfulas y desplegaba petulante la curva de sudestinoconcasacabordada,comoelpavoreallafábuladesucola.Fatuasimágenes y suspicacias de negociante compendiaban sus larvadosarabescosenfugascolmadasderesonancias.Elilustregachupíntemíalamenguadesuslucros,sitrocabalaexplotacióndecholosymorenosporelserviciodelaMadrePatria.Setocóelpechoysacólacartera:

—¡QueridoMariano,realyverdaderamente,enlascircunstanciasporqueatraviesaestepaís,conlaincertidumbreypocafijezadesusfinanzas,merepresenta un grave quebranto la radicación en España! ¡Usted meconoce, usted sabe todo lo queme violenta apremiarle, usted, dándosecuentademibuenavoluntad,nomecrearáunasituaciónembarazosa!...

El Barón de Benicarlés, con apagada sonrisa, tiraba de las orejas aMerlín:

—¡CarísimoCelestino,perosiestáustedhaciendomirol!Susdisculpas,todas sus palabras, las hago mías. No es a usted a quien correspondehablarasí.¡CarísimoCelestino,nomeamenaceustedconlacarteraqueme da más miedo que una pistola! ¡Guárdesela para que sigamoshablando!TengoenventaunamasíaenAlicante.¿Porquénosedecide

usted y me la compra? Sería un espléndido regalo para su amigo elelocuentetribuno.Decídaseusted,queseladoybarata.

Don Celes Galindo entornaba los ojos, abierta una sonrisa de oráculoentrelaspatillasdecanela.

V

El ilustre gachupín extravagaba por los más encumbrados limbos lavoluta del pensamiento: Investido de conciencia histórica, pomposo,apesadumbrado,discerníacomoundeshonorrojoygualdaelepistolariodelMinistrodeSuMajestadCatólicaalCurritodeSevilla.

¡Aberraciones! Y subitánea, en un silo de sombra taciturna, atisbó lamuecadeTiranoBanderas. ¡Aberraciones!Elverdemohín trituraba lasletras.Y Don Celes, con mentales votos de hijo predilecto, ofrecía elsonrojodesucalvapanzonaenholocaustodelaMadrePatria.Elimpulsodeimponerleunparcheenlasvergüenzasleinundógeneroso,calde,conel latido entusiasta de la onda sanguínea en los brindis y aniversariosnacionales.Labotargadelricachoeraunaboyadeecosmagnánimos.ElBarón,demediaanquetaenelsofá,cristalizabalosambiguoscaramelosdeunasonrisaprotocolaria.DonCelestino le tendió lamanocondolido,piadoso,talcornosulienzoenelVía-CrucislaMaríaVerónica:

—Yohe vividomucho.Cuando se ha vividomucho, se adquiere ciertafilosofía para considerar las acciones humanas. Usted me comprende,queridoMariano.

—Todavíano.

ElBaróndeBenicarlés,limitabaelazulhorizontedelosojoshuevones,entornandolospárpados.DonCelescambiótodalacaraenungrangestoabismadoyconfidencial:

—Ayer,lapolicía,enmiopiniónpropasándose,haefectuadoladetencióndeunsúbditoespañolypracticadounregistroensuspetacas...Yadigo,enmiopinión,extralimitándose.

Elcarcamaldiplomáticoasintióconmelindredisplicente:

—Acabodeenterarme.MehavisitadoconesemismodueloCurritoMi-Alma.

ElMinistrodeSuMajestadCatólicasonreía,ysobre lacrasa rasura,elcolorete,abriéndoseengrietas, teníaunsarcasmodecaretachafada.SeconsternóDonCeles:

—Mariano, es asunto muy grave. Precisa que, puestos de acuerdo, losilenciemos.

—¡CarísimoCelestino,esustedunavirgeninocente!Todoesocarecedeimportancia.

En la liviana contracción de sumáscara, el colorete seguía abriéndose,connuevasroturas.DonCelesacentuabasugestoconfidencial:

—QueridoMariano,mi deber es prevenirle. Esas cartas están en poderdel General Banderas. Acaso violo un secreto político, pero usted, suamistad, y la Patria... ¡Querido Mariano, no podemos, no debemosolvidarnosdelaPatria!EsascartasactúanenpoderdelGeneralBanderas.

—Mesatisface lanoticia.ElSeñorPresidenteesbien seguroque sabráguardarlas.

ElBaróndeBenicarlésacogíaseenunaactitudsibilinadehierofanteensabiasperversidades.InsistíaDonCeles,unpococaptadoporaqueltono:

—QueridoMariano, ya he dicho que no juzgo de esas cartas, pero mideberesprevenirle.

—Y se lo agradezco. Usted, ilustre amigo, se deja arrebatar de laimaginación, Crea usted que esas cartas no tienen la más pequeñaimportancia.

—Mealegraríaqueasífuese.Perotemounescándalo,queridoMariano.

—¿Puedesertantalainculturadeestemediosocial?Seríaperfectamenteridículo.

DonCelesseavino,marcandoconungestosuavenencia.

—Indudablemente;perohayquesilenciarelescándalo.

ElBaróndeBenicarlésentornabalosojos,relamidodedesdenes:

—¡Un devaneo! Ese Currito, le confieso a usted que me ha tenidointeresado.¿Ustedleconoce?¡Valelapena!

Hablabacon tanamable sonrisa,conunmatizbritánicode taneleganteindiferencia, que el asombradogachupínno tuvo ánimospara sacar delfuelle los grandes gestos. Fallidos todos, murmuró jugando con losguantes:

—No,noleconozco.Mariano,miconsejoesquedebeustedteneramigoalGeneral.

—¿Creeustedquenolosea?

—Creoquedebeustedverle.

—Eso,sí,nodejarédehacerlo.

—Mariano,hágalousted,seloruego,ennombredelaMadrePatria.Porella,porlaColonia.Yaustedconocesuscomponentes,genteinculta,sincomplicaciones, sin cultura. Si el cable comunica alguna novedad

política...

—Letendréaustedalcorriente,ylerepitomienhorabuena.Esustedungranhombreplutarquiano.Adiós,queridoCeles.

—VeaustedalPresidente.

—Leveréestatarde.

—Conesapromesameretirosatisfecho.

VI

CurritoMi-Almasaliórompiendocortinasy,pordecirloensuverba,máspostineroqueunocho:

—¡Hasestadoperoquemuybuena,Isabelita!

El Barón de Benicarlés le detuvo con áulico aspaviento, la estampafondonaygallota,todaconmovida:

—¡Mepareceunainconvenienciaeseespionaje!

—¡Mírameesteojo!

—Muyseriamente.

—¡Noseaspanoli!

Loscedrosylosmirtosdeljardíntrascendíanremansadaspenumbrasdeverdes acuarios a los estores del salón, apenas ondulados por la brisaperfumadadenardos.El jardínde lavirreinaeraunagalantegeometríadefuentesymirtos,estanquesyordenadossenderos:

Inmóviles cláusulas de negros espejos pautaban los estanques, entre

columnatasdecipreses.

ElMinistrodeSuMajestadCatólica,conundestellodeorgulloenelazulporcelanade laspupilas,volvió laespaldaal rufo,y recluyéndoseenelcalmomiradorcolonial,seincrustabaelmonóculobajolaceja.Trepabandel jardínverdesdeunaenredadera,yeradetrásdeloscristales todalasombra verde del jardín. El Barón de Benicarlés apoyó la frente en lavidriera:

Elegantona, atildada, britanizante, la figura dibujaba un gran gestopreocupado. El Curro y Merlín, cada cual desde su esquina, lecontemplabansumidoenlaluzacuariadelmirador;enlacurvarotunda,labrada de olorosas maderas, con una evocación de lacas orientales yborbónicas, de minué bailado por Visorreyes y Princesas Flor deAlmendro. El Curro rompió el encanto escupiendo, marchoso, por elcolmillo:

—¡Isabelita,prenda,asítedespeines,otesubaselmoño,paramendalomismo que la Biblia del Padre Garulla! Isabelita, hay que mover lospinrelesydarselalenguaconTiranoBanderas.

—¡Canalla!

—¡Isabelita,evitémonosunsolfeo!

Lanota

LibroTercero

I

ElExcelentísimoSeñorMinistro deEspaña había pedido el coche paralasseisymedia.

El Barón de Benicarlés, perfumado, maquillado, decorado, vestido conafeminada elegancia, dejó sobre una consola el jipi, el junco y losguantes: Haciéndose lugar en el corsé con un movimiento de cintura,volviósobresuspasos,yentróen larecámara:Alzóseunapernera,conmimodenoarrugarla,yseaplicóunainyeccióndemorfina.Estirandolazancaconlevecojera,volvióalaconsolaysepuso,frentealespejo,elsombreroylosguantes.Losojoshuevones,labocafatigada,diseñabanenfluctuantes signos los toboganes del pensamiento. Al calzarse losguantes, veía los guantes amarillos de Don Celes.Y, de repente, otrasimágenessalta-ronensumemoria,conabigarradapalpitacióndesueltostoretes en un redondel. Entre ángulos y roturas gramaticales, algunaspalabrasseencadenabanconvigorepigráfico:—Desechodetienta.CríadeGuisando. ¡Graníticos!—Sobre este trampolín, un saltomortal, y elpensamiento quedaba en una suspensión ingrávida, gaseado: —¡DonCeles! ¡Asno divertido! ¡Magnífico!— El pensamiento, diluyéndose enuna vaga emoción jocosa, se trasmudaba en sucesivas intuicionesplásticasdeunvigorosografismomental,yunalógicaabsurdadesueño.Don Celes, con albarda muy gaitera, hacía monadas en la pista de uncirco.

Erarealmenteelorondogachupín.¡Quétoninada!CastelarlehabíahechocreerquecuandogobernaselollamaríaparaMinistrodeHacienda.

ElBarón se apartó de la consola, cruzó el estradoy la galería, dio una

orden a su ayuda de cámara, bajó la escalera. Le inundó el tu-multoluminoso del arroyo. El coche llegaba rozando el azoguejo. El cocheroinflaba la cara teniendo los caballos. El lacayo estaba a la portezuela,inmovilizado en el saludo: Las imágenes tenían un valor aislado yextático,unrelievelívidoycruel,bajoelcelajedecirrus,dominadopormedia lunaverde.ElMinistrodeEspaña,apoyandoelpieenelestribo,diseñaba su pensamiento con claras palabras mentales:—Si surge unafórmula, no puedo singularizarme, cubrirme de ridículo por cuatroabarroteros.

¡Absurdo arrostrar el entredicho del Cuerpo Diplomático! ¡Absurdo!—Rodabaelcoche.ElBarón,maquinalmente,sellevólamanoalsombrero.Luegopensó:—Mehansaludado.

¿Quién era?—. Con un esguince anguloso y oblicuo vio la calletumultuosa de luces y músicas. Banderas españolas decoraban sobrepulperíasycasasdeempeño.Conotroesguinceleacudióelrecuerdodeuna fiesta avinatada y cerril, en el Casino Español. Luego, por rápidostoboganes de sombra, descendía a un remanso de la conciencia, dondegustaba la sensación refinada y te-diosa de su aislamiento. En aquellasima, números de una gramática rota y llena de ángulos, volvían ainscribirlospoliedrosdelpensamiento,volvíanlascláusulasacrobáticasencadenadasporocultosnexos:—QuemedestinenalCentrodeÁfrica.Donde no haya Colonia Española... ¡Vaya, Don Celes! ¡Grotescopersonaje!... ¡Qué idea la deCastelar!... Estuve poco humano. Casimepesa.Unabromapesada...Peroésenoveníasinlospagarés.Estuvobienhaberleparadoenseco.¡Unquiebrooportuno!Yladeudadebedesubirun pico... Es molesto. Es denigrante. Son irrisorios los sueldos de laCarrera.Irrisorioslosviáticos.

II

El coche, bamboleando, entraba por la Rinconada de Madres. Corríangallos.Elespectáculoseproyectabasobreunsilenciotenso,cortadopor

ráfagasdepopular algazara.ElBarónalzóelmonóculoparamirar a laplebe, y lo dejó caer. Con una proyección literaria, por un nexo decontrarios, recordó su vida en las Cortes Europeas. Le acarició uncefirillodeazahares.Rozabaelcochelastapiasdeunhuertodemonjas.Elcieloteníaunaluzverde,comoalgunosciclosdelVeronés.LaLuna,comoentodaspartes,unhalodeversositalianos,inglesesyfranceses.Yel carcamal diplomático, sobre la reminiscencia pesimista y sutil de sunostalgia, triangulaba difusos, confusos, plurales pensamientos. —Explicaciones!¿Paraqué?

Cabezas de berroqueña—. Por sucesivas derivaciones, en una teoría deimágenes y palabras cargadas de significación, como palabrascabalísticas,intuyóelensueñodeunviajeporpaísesexóticos.Recalóensucoleccióndemarfiles.Elídolopanzudoyrisueño,queríeconlapanzadesnuda,separeceaDonCeles.Otravez lospoliedrosdelpensamientoseinscribenenpalabras:—Vaadolermedejarelpaís.Mellevomuchosrecuerdos.Amistadesmuygentiles.

Mehadadomielyacíbar.Lavida,igualentodaspartes...Loshombresvalenmásquelasmujeres.SucedecomoenLisboa.EntrelosjóveneshayverdaderosApolos...Esposiblequemeacompañeyasiemprelanostalgiadeestosclimastropicales.¡Hayunapalpitacióndeldesnudo!—Elcocherodaba.PortalitosdeJesús,PlazadeArmas,Monotombo,RinconadadeMadres, tenían una luminosa palpitación de talabartería, filigranas deplata,ruedasdefacones,tablerosdesuertes,vidriosensartales.

III

Frente a la Legación Inglesa había un guiñol de mitote y puñales. Elcochellegabarozandolaacera.Elcocheroinflabalacarareteniendoloscaballos.Ellacayoestabaenlaportezuela,inmovilizadoenunsaludo.ElBarón,alapearse,distinguióvagamenteaunamujerconrebocillo:Abríala negra tenaza de los brazos, acaso le requería. Se borró la imagen.Acaso la vieja luchaba por llegar al coche. El Barón, deteniéndose un

momentoenelestribo,esparcíalosojossobrelafiestadelaRinconada.Entró en la Legación. Un momento creyó que le llamaban,indudablemente le llamaban. Pero no pudo volver la cabeza: DosMinistros, dos oráculos del protocolo, le retenían con un saludo,levantándose al mismo tiempo los sombreros: Estaban en el primerpeldañode laescalera,bajo laarañadestellantede luces,anteelespejoque proyectaba las figuras con una geometría oblicua y disparatada. ElBaróndeBenicarlésrespondíaquitándoseasuvezelsombrero,distraído,alejado el pensamiento. La vieja, los brazos como tenazas bajo elrebocillo, iniciaba su imagen.Pasó tambiénperdidobajo el recuerdoelecodesupropionombre,lavozqueacasolellamaba.

Maquinalmente sonrió a las dos figuras, en su espera bajo la arañafulgurante.Cambiandocortesíasyfrasesamables,subiólaescaleraentrelosMinistrosdeChileydelBrasil.

Murmuró engordando las erres con una fuga de nasales amables yprotocolarias:

—Creoquenosotrosestamoslosprimeros.

Semirólospiesconlavagainquietuddellevarrecogidaunapiernadelpantalón. Sentía la picadura de la morfina. Se le aflojaba una liga.¡Catastrófico! ¡Y el Ministro del Brasil se había puesto los guantesamarillosdeDonCeles!

IV

ElDecanodelCuerpoDiplomático—SirJonnesH.Scott,MinistrodelaGraciosaMajestadBritánica—exprimía sus escrúpulospuritanos enunfrancéslacio,orquestadodehachesaspiradas.Erapequeñoytripudo,conunvientrejovialyunagrancalvadepatriarca:

Teníaelrostroencendidodebermejocándido,yunapuntademaliciosa

suspicaciaenelazuldelosojos,aúnmatinalesdejuegoseinfancias:

—Inglaterrahamanifestadoendiferentesactuacioneseldisgustoconquemira el incumplimiento de las más elementales Leyes de Guerra.Inglaterra no puede asistir indiferente al fusilamiento de prisioneros,hecho con violación de codas las normas y conciertos entre puebloscivilizados.

LaDiplomacia Latino-Americana concertaba un aprobatoriomurmullo,amueblandoelsilenciocadavezquehumedecíaloslabiosenelrefrescodebrandy-sodaelHonorableSirJonnesH.Scott.ElMinistrodeEspaña,distraído en un flirt sentimental, paraba los ojos sobre elMinistro delEcuador, Doctor Aníbal Roncali —un criollo muy cargados deelectricidad, rizos prietos, ojos ardientes, figura gentil, con ciertaemociónfinayendrinadesombrachinesca—.ElMinistrodeAlemania,VonEstrug, cambiaba en voz baja alguna interminable palabra tudescacon el CondeChrispi,Ministro deAustria. El representante de Franciaengallaba la cabeza, con falsa atención, media cara en el reflejo delmonóculo.SeenjugabaloslabiosyproseguíaelHonorableSirJonnes:

—Unsentimientocristianodesolidaridadhumananosofrecea todoselmismo cáliz para comulgar en una acción conjunta y recabar elcumplimiento de la legislación internacional al respecto de las vidas ycanjedeprisioneros.ElGobiernode laRepública, sinduda, nodesoirálasindicacionesdelCuerpoDiplomático.ElRepresentantedeInglaterratiene trazada su norma de conducta, pero tiene al mismo tiempo unparticular interés en oír la opinión del Cuerpo Diplomático. SeñoresMinistros, éste es el objeto de la reunión. Les presento mis mejoresexcusas,perohecreídoundeberconvocarles,comodecano.

La Diplomacia Latino-Americana prolongaba su blando rumor de eseslaudatorias, felicitando al Representante de Su Graciosa MajestadBritánica.ElMinistrodelBrasil, figura redonda, azabachada, expresiónasiática de mandarín o de bonzo, tomó la palabra, acordando sus

sentimientos a los del Honorable Sir Jonnes H. Scott. Accionabalevantando los guantes en ovillejo. El Barón de Benicarlés sentía unaprofundacontrariedad:Elrevuelodelosguantesamarillosleestorbabaelflirteo.Dejósuasiento,yconunasonrisamundana,seacercóalMinistroEcuatoriano:

—Elcolegabrasileñosehavenidoconunasterribleslubasdecanario.

Explicó el Primer Secretario de la Legación Francesa, que actuaba deMinistro:

—Soncrema.ElúltimogritoenlaCortedeSaintJames.

ElBaróndeBenicarlésevocóconcierta irónicaadmiraciónel recuerdode Don Celes. El Ministro del Ecuador, que se había puesto en pie,agitados los rizos de ébano, hablaba verboso. El Barón de Benicarlés,gran observante del protocolo, tenía una sonrisa de sufrimiento ysimpatía ante aquella gesticulación y aquel raudal de metáforas. ElDoctor Aníbal Roncali proponía que los diplomáticos hispano-americanos celebrasen una reunión previa bajo la presidencia delMinistro de España: Las águilas jóvenes que tendían las alas para elheroico vuelo, agrupadas en torno del águila materna. La DiplomaciaLatino-Americanamanifestó su conformidad conmurmullos.ElBaróndeBenicarlésseinclinó:

AgradecíaelhonorennombredelaMadrePatria.Después,estrechandolamanoprietadel ecuatoriano, entre susmanosdeodalisca, se explicódengoso, lacabezasobreelhombro,unalmíbardemonja lasonrisa,underretimientodecamastrónlamirada:

—¡Querido colega, sólo acepto viniendo usted a mi lado comoSecretario!

ElDoctorAníbalRoncaliexperimentóunvivodeseodelibertaselamano

que insistentemente le reteníaelMinistrodeEspaña:Se inquietabaconuna repugnancia asustadiza y pueril: Recordó de vieja pintada que lellamabadesdeunaesquina,cuando ibaalLiceo. ¡Aquellavieja terrible,insistente como un tema de gramática!Y el carcamal, reteniéndole lamano, parecía que fuese a sepultarla en pecho: Hablaba ponderativo,extasiando los ojos con un cinismo turbador. El Ministro Ecuatorianohizounesfuerzoysesoltó:

—Unmomento,SeñorMinistro.TengoquesaludaraSirScott.

ElBaróndeBenicarlésseenderezó,poniéndoseelmonóculo:

—Medebeustedunapalabra,queridocolega.

ElDoctorAníbalRoncaliasintió,agitando los rizos,y sealejóconunaextrañasensaciónen laespalda,comosioyeseelsiseodeaquellaviejapintada,cuandoibaalasaulasdelLiceo:

Entró en el corro, donde recibía felicitaciones el evangélicoPlenipotenciario de Inglaterra. El Barón, erguido, sintiéndose el corsé,ondulando las caderas, se acercó al Embajador de Norteamérica.Y elflujo de acciones extravagantes al núcleo que ofrecía incienso a ladiplomaciabritánica,atrajoalformidableVonEstrug,RepresentantedelImperioAlemán.

SatélitedesuórbitaeraelazafranadoCondeChrispi,RepresentantedelImperioAustro-Húngaro.Hablóconfidencialelyanqui:

—El Honorable Sir Jonnes Scott ha expresado elocuentemente lossentimientos humanitarios que animan al Cuerpo Diplomático.Indudablemente. ¿Pero puede ser justificativo para intervenir, si-quieraseaaconsejando,enlapolíticainteriordelaRepública?

LaRepública,sinduda,sufreunaprofundaconmociónrevolucionaria,yla represión ha de ser concordante. Nosotros presenciamos las

ejecuciones, sentimos el ruido de las descargas, nos tapamos los oídos,cerramos los ojos, hablamos de aconsejar... Señores, somos demasiadosentimentales. El Gobierno del General Banderas, responsable y conelementossuficientesdejuicio,estimaránecesariotodoelrigor.¿PuedeelCuerpoDiplomáticoaconsejarenestascircunstancias?

ElMinistro deAlemania, semita de casta, enriquecido en las regionesbolivianasdelcaucho,asentíaconimpertinenciapolíglota,enespañol,eninglés, en tudesco. El Conde Chrispi, severo y calvo, también asentía,rozandoconunfrancésmuypuro,subigotedeazafrán.ElRepresentantedeSuMajestadCatólica fluctuaba.Los tres diplomáticos, el yanqui, elalemán, el austriaco, ensayando el terceto de su mutua discrepancia,poníanlesobreloshilosdeunaintriga,yexperimentabaundolorsincero,reconociendoqueenaquelmundo,sumundo,todaslascábalassehacíansincontarconelMinistrodeEspaña.ElHonorableSir JonnesH.Scotthabíavueltoatomarlapalabra:

—Séame permitido rogar a mis amables colegas de querer ocupar suspuestos.

Los discretos conciliábulos se dispersaban. Los Señores Ministros, alsentarse, inclinándose, hablándose en voz baja, producían un apagadomurmullo babélico. Sir Scott, con palabra escrupulosa de concienciapuritana,volvíaaofrecerelcálizcolmadodesentimientoshumanitariosalHonorableCuerpoDiplomático.Trasprolijadiscusiónse redactóunaNota. La firmaban veintisiete Naciones. Fue un acto trascendental. Elsuceso,troqueladoconelestiloepigráficoylacónicodelcable,rodóporlos grandes periódicos del mundo: —Santa Fe de Tierra Firme. ElHonorable Cuerpo Diplomático acordó la presentación de una Nota alGobierno de la República. La Nota, a la cual se atribuye granimportancia, aconseja el cierre de los expendios de bebidas y exige elrefuerzodeguardiasenlasLegacionesyBancosExtranjeros.

Lamuecaverde

SéptimaParte

RecreosdelTirano

LibroPrimero

I

GeneralitoBanderasmetíaeltejueloporlabocadelarana.DoñaLupita,muy peripuesta de anillos y collares, presidía el juego sentada entre elanafredelcaféyelmetatedelastortillas,bajounrayadoparasol,enloscírculosdeunruedodecolores:

—¡Rana!

II

—¡Cuá!¡Cuá!

Nachito, adulón y ramplón, asistía en la rueda de compadritos, pormaligna humorada delTirano.Lamueca verde remegía los venenos deunabefaaúnsoturnaylarvadaenlosreplieguesdelánimo:Diseñabalavírguladeunsarcasmohipocondriaco:

—Licenciado Veguillas, en la próxima tirada va usted a ser mi socio.Procuremostrarsea laalturade su reputación,ynochingarla. ¡Yaestáustedcomounbejucotemblando!¡Peroquéflojosehavuelto,valedor!Un vasito de limón le caerámuy bueno. Licenciadito, si no serena lospulsos perderá su buena reputación. ¡No se arrugue, Licenciado! Elrefresquito de limón es muy provechoso para los pasmos del ánimo.Signifíquese, no más, con la vieja rabona, y brinde a los amigos laconvidada.Despídaserumbosoylerezaremoscuandoestireelzancajo.

Nachito suspiraba meciéndose sobre el pando compás de las piernas,rubicundo,infladalacarotadelágrimas:

—¡Lasílfidemundanamehasuicidado!

—¡Nodivague!

—¡Generalito, me condena un juego ilusorio de las Ánimas Benditas!¡Apelo demimartirio! ¡Una esperanza! ¡Una esperanza nomás! En elmédanomásdesamparadodasusfloreselrosaldelaesperanza.Noviveel hombre sin esperanza. El pájaro tiene esperanza, y canta aunque larama cruja, porque sabe lo que son sus alas.El rayo de la aurora tieneesperanza.¡MiGeneralito,todoslosseressedecoranconelverdemantodelaDeidad!¡Cantasuvozentodoslosseres!¡Elrayodesumiradasesumehastaelfondodelascárceles!

¡Consuela al sentenciado en capilla! ¡Le ofrece la promesa de serindultadoporlosPoderesPúblicos!

NiñoSantosextraíadesulevitónelpañuelodedómineyselopasabaporlacalavera:

—¡Chac!¡Chac!Unasíntesishahecho,muyelocuente,Licenciadito.ElDoctor Sánchez Ocaña le ha dado, sin duda, sus lecciones, en SantaMónica.¡Chac!¡Chac!

Hacíanbullaloscompadres,celebrandoelrejomalignodelTirano.

III

DoñaLupita,achamizada,zalamera,servíaenunrayodesolelirisdelosrefrescos.NiñoSantos,alternativamente,poníaloslabiosenelvidriodelimónyfisgabaalacomadreja:

Sartasdecorales,mielesdeesclava,sonrisadeOriente:

—¡Chac!¡Chac!DoñaLupita,meestápareciendoquetenésvoslanariz

de la Reina Cleopatra. Por mero la cachiza de cuatro copas, un purotrastorno habéis vos traído a la República. Enredáis vos más que elHonorable Cuerpo Diplomático. ¿Cuántas copas os había quebrado elCoroneldelaGándara?¡DoñaLupita,pormenosdeunbolivianomelohabéispuestoenlabolarevolucionaria!NohacíamáslanarizdelaReinaFaraona.DoñaLupita,ladeudadejusticiaquevosmehabéisreclamadohasidounamadejadecircunstanciasfatales:

Escausaprimordial en laactuación rebeldedelCoronelde laGándara:Ha puesto en Santa Mónica al chamaco de Doña Rosa Pintado.Cucarachita la Taracena reclama contra la clausura de su lenocinio, ytenemospendienteunanotadelMinistrodeSuMajestadCatólica.

¡Pueden romperse las relaciones con laMadrePatria! ¡Yvos,mivieja,ahíosestás,sinlamenorconturbaciónportantascatástrofes!Finalmente,cuatrocopasdevuestramesilla,unpesopapel,menosquenada,mehanpuesto en el trance de renunciar a los conciertos batracios delLicenciaditoVeguillas.

—¡Cuá!¡Cuá!

Nachito, por congraciarse, hostigaba la befa, mimando el canto y elcompás saltarín de la rana. Con cuáqueros vinagres le apostrofó elTirano:

—Nohaga el bufón, SeñorLicenciado.Estos buenos amigos que van ajuzgarle,nosedejaráninfluenciarporsusmacanas:Espírituscultivados,elquemenos,havistofuncionarlosParlamentosdelaviejaEuropa.

—¡JuvenalyQuevedo!

Elilustregachupínseacariciabalaspatillasdecanela,rotundalabotarga,infladoelpapodeaduladoresénfasis.Sesantiguabalaviejarabona:

—¡VirgendemiNombre,lajugóPatillas!

—¡Pueshizosaque!

—¡Desalirsiempretanenredadalamadejadelmundo,noselibrabanielmássantodeverseenelInfierno!

—Una buena sentencia, Doña Lupita. ¿Pero su alma no siente elsobresalto de haber concitado el tumulto de tantas acciones, de tantosvitalesrelámpagos?

—¡Mijefecito,nomeasombre!

—Doña Lupita, ¿no temblás vos ante el problema de nuestras eternasresponsabilidades?

—¡Entremíestoyrezando!

IV

RecalabasobreelcaminolamiradaTiranoBanderas:

—¡Chac! ¡Chac! El que tenga de ustedes mejor vista, sírvasedocumentarmeydecirmequétropaesaquélla.¿EljinetecharroquevienedelantenoeselameritadoDonRoqueCepeda?

DonRoque,conunaescoltadecuatroindioscaballerangos,sedeteníaalotro lado del seto, sobre el camino, al pie de la talanquera. La frentetostada,eláureosombreroenlamano,elpotrocubiertodeplatas,dabana la figura del jinete, en las luces del ocaso, un prestigio de santoralrománico. Tirano Banderas, con cuáquera mesura, hacía la farsa delacogimiento:

—¡Muyfelizdeverleporestospagos!ASantosBanderaslecorrespondíala obligación de entrevistarle. Mi Señor Don Roque, por qué se hamolestado?Eraesteservidorquienestabaeneldébitodeacudirasucasa

ydarleexcusascontodoelGobierno.Aestepropósitohasidoelenviarleuno de mis ayudantes, suplicándole audiencia y usted no más,extremando la cortesía, que se molesta, cuando el obligado era SantosBanderas.

ApeábaseDonRoque,yabríalosbrazosconencomioamistosoelTirano.Largas y confidenciales palabras tuvieron en el bancomiradero de losfrailes, frenteal recalmadomarecuatorial, concaminosde sol sobreelvastoincendiodelponiente:

—¡Chac!¡Chac!Muyfelizdeverle.

—SeñorPresidente,nohequeridoausentarmeparalacampañasinpasara visitarle. Al acto de cortesía se suma mi sentimiento de amor a laRepública. He recibido la visita de su ayudante, Señor Presidente, yrecién la de mi antiguo compañero Lauro Méndez, Secretario deRelaciones.Heactuadoenconsecuenciadelapláticaquetuvimos,ydelacualsupongoenteradoalSeñorPresidente.

—El Señor Secretario ha hecho mal si no le dijo que obedecía misindicaciones.Megustalafranqueza.AmigoDonRoque,laindependencianacional corre un momento de peligro, asaltada por todas las codiciasextranjeras. El Honorable Cuerpo Diplomático —una ladronera deintereses coloniales— nos combate de flanco con notas chicaneras quedivulgaelcable.LaDiplomaciatienesusagenciasdedifamación,yhoylas emplea contra la República de Santa Fe. El caucho, las minas, elpetróleo,despiertan lascodiciasdelyanquiydeleuropeo.Preveohorasde suprema angustia para todos los espíritus patriotas. Acaso nosamenazaunaintervenciónmilitar,yafindeproponeraustedunatreguasolicitabasuaudiencia.¡Chac!

¡Chac!

RepetíaDonRoque:

—¿Unatregua?

—Unatreguahastaqueseresuelvaelconflictointernacional.Fijeustedsuscondiciones.

Yo comienzo por ofrecerle una amplia amnistía para todos los presospolíticosquenohayanhechoarmas.

DonRoquemurmuró:

—La amnistía es un acto de justicia que aplaudo sin reservas. ¿Perocuántosnohansidoacusadosinjustamentedeconspiración?

—Atodosalcanzaráelindulto.

—¿Y la propaganda electoral, será verdaderamente libre? ¿No se verácoaccionadaporlosagentespolíticosdelGobierno?

—Libre y salvaguardada por las leyes. ¿Puedo decirle más? Deseo lapacificación del país y le brindo con ella. Santos Banderas no es elambiciosovulgarquemotejanenloscírculosdisidentes.Yosóloamoelbien de la República. El día más feliz de mi vida será aquel en que,oscurecido, vuelva a mi predio, como Cincinato. En suma, usted, susamigos, recobran la libertad, el pleno ejercicio de sus derechos civiles:Pero usted, hombre leal, espíritu patriota, trabajará por derivar larevoluciónaloscaucesdelalegalidad.Entonces,sienlaluchaelpuebloleotorgasussufragios,yoseréelprimeroenacatarlavoluntadsoberanadelaNación.

DonRoque, admiro su idealhumanitarioy sientoel acíbardenopodercompartir tan consolador optimismo. ¡Es mi tragedia de gobernante!Usted, criollo de la mejor prosapia, reniega del criollismo. Yo, encambio,indioporlascuatroramas,descreodelasvirtudesycapacidadesde mi raza. Usted se me representa como un iluminado, su fe en losdestinosdelafamiliaindígenamerememoraalPadreLasCasas.Quiere

usted aventar las sombras que han echado sobre el alma del indiotrescientosañosdelrégimencolonial.¡Admirablepropósito!

QueustedloconsigaeselmayordeseodeSantosBanderas.DonRoque,pasadaslasactualescircunstancias,vénzame,aniquíleme,muéstremeconuna victoria —que seré el primero en celebrar— todas las dormidaspotencialidades de mi raza. Su triunfo, apartada mi derrota ocasional,seríaeltriunfodelagravitaciónpermanentedelindioenlosdestinosdela Historia Patria. Don Roque, active su propaganda, logre el milagro,dentrodelasleyes,ycreaqueseréelprimeroencelebrarlo.DonRoque,le agradezco queme haya escuchado y le ruego queme puntualice susobjeciones con toda la franqueza. No quiero que ahora se comprometacon una palabra que acaso luego no pudiera cumplir. Consulte a losconspicuos de su facción y ofrézcales el ramo de oliva en nombre deSantosBanderas.

DonRoquelemirabaconhonradayapacibleexpresión,taningenuaquedescubríalassospechasdelánimo:

—¡Unatregua!

—Unatregua.Launiónsagrada.DonRoque,salvemoslaindependenciadelaPatria.

TiranoBanderasabríalosbrazosconpatéticogesto.Llegaba,cortadoenráfagas,elchoteodeloscompadritos,queenelfondocrepusculardelacampasedivertíanconbefasychuelasalLicenciadoVeguillas.

V

Don Roque, trotando por el camino, saludaba de lejos con el pañuelo.NiñoSantos,asomadoalatalanquera,respondíaconlacastora.Caballoyjineteyaibanocultosporlosaltosmaizales,yaúnsobresalíaelbrazoconelblancosaludodelpañuelo:

—¡Chac!¡Chac!¡Unapaloma!

La momia alargaba humorística el veneno de su mueca y miraba a lavieja rabona,queen loscírculosdel ruedo,entreelanafredelcaféyelmetate de las tortillas, pasaba las cuentas del rosario, sobrecogida,estremecida en el terror de una noche sagrada. Se alzó a una seña delTirano:

—Mi Generalito, los enredos del mundo meten al más santo en lascalderasdelInfierno.

—Mivieja,vostendrésqueamputarlanarizdeCleopatra.

—Siconelloarreglaseelmundo,ñatamequedabaestanochemesma.

—Unzafarranchodecuatrocopasenvuestramesilla,hasacadounabazadeLucifer.

¡Vea,nomás,aestefilarmónicoamigoendesgracia,acusadodetraición!¡Posiblementelecaerásentenciademuerte!

—¿Ylaculpademitajamar?

—Ese problema se lo habrán de proponer los futuros historiadores.LicenciadoVeguillas,despídasedelaviejarabonayotórguelesuperdón:Manifieste su ánimogeneroso:Revístase la clámide, y asombre a estosamigosquelevenchuela,conungestomagnánimo.

—¡JuvenalyQuevedo!

Lamomiamiróalgachupínconavinagradosarcasmo:

—IlustreDonCelestino,ustedocasionaráquemesaquenalgunachufla.NiQuevedoniJuvenal:SantosBanderas:UnafiguraenelcontinentedelSur.¡Chac!¡Chac!

Laterrazadelclub

LibroSegundo

I

ElDoctorCarlosEsparza,MinistrodelUruguay,oíacongestoburlónymundano las confidencias de su caro colega el DoctorAníbal Roncali,MinistrodelEcuador.CenabanenelCírculodeArmas:

—MehacreadounasituaciónenojosaelBaróndeBenicarlés.Digávos,no más, que tengo muy brillantes ejecutorias de macho para temermurmuraciones,peronodejandesermolestasesasactitudesdelMinistrodeEspaña.¡Quésonrisas!¡Quémiradas,amigo!

—¡Ché!Unapasión.

ElDoctorEsparza, calvo,miope, elegante, se incrustaba en la órbita elmonóculo de concha rubia. El Doctor Aníbal Roncali le miró entrequejosoyrisueño:

—Vosestásdechirigota.

ElMinistrodelUruguaysedisculpóconunaspavientoburlón:

—Aníbal, te veopróximoadejar la capa entre lasmanosdelBaróndeBenicarlés. ¡Yesopuedeaparejarunconflictodiplomático,yhastaunareclamacióndelaMadrePatria!

ElMinistrodelEcuadorhizoungestode impaciencia,acentuadoporelrevuelodelosrizos:

—¡Sigueelchoteo!

—¿Quépensásvoshacer?

——Nolosé.

—¿Sindudanoaceptarelpuestodesecretarioparacolaborarenlagranempresaquetanelocuentementetenésvosexpuestoestanoche?

—Indudablemente.

—¡Porunameticulosidad!...

—Nojuguésvosdelvocablo.

—Sin juego.Repitoqueno teasiste razónsuficienteparamalograrunaaproximación de tan lindas esperanzas. El águila y los aguiluchos queabren las juveniles alas para el heroico vuelo. ¡Has estado muy feliz!¡Eresungranlírico!

—Nomeveásvoschuela,Doctorcito.

—¡Lírico, sentimental, sensitivo, sensible, exclamaba el Cisne deNicaragua! Por eso no lográs vos separar la actuación diplomática y elflirtdelMinistrodeEspaña.

—Hablemosenserio,Doctorcito.¿QuéopinióntemerecelainiciativadeSirJonnes?

—Esunprimeravance.

—¿YquéulterioresconsecuenciasleasignásvosalaNota?

—¡Quilosi!LaNotapuedeserprecursoradeotrasNotas...Ellodependede la actitud que adopte el Presidente. Sir Jonnes, tan cordial, tanevangélico, sólopersigueuna indemnizacióndeveintemillonespara laWest Company Limited. Una vez más, el florido ramillete de los

sentimientoshumanitariosescondeunáspid.

—La Nota, indudablemente, es un sondeo. Pero ¿cómo opinás vosrespecto a la actitud del General? ¿Acordará el Gobierno satisfacer laindemnización?

—Nuestra América sigue siendo, desgraciadamente, una ColoniaEuropea...PeroelGobiernodeSantaFe,enestaocasión,posiblementenosedejarácoaccionar:Sabequeel ideariode los revolucionariosestáenpugnaconlosmonopoliosdelasCompañías.TiranoBanderasnomoriráde cornada diplomática. Se unen para sostenerlo los egoísmos delcriollaje, dueño de la tierra, y las finanzas extranjeras. El Gobierno,llegado el caso, podría negar las indemnizaciones, seguro de que losradicalismosrevolucionariosenningúnmomentomereceránelapoyodelasCancillerías.Ciertoquelaemancipacióndelindiodebemosenfocarlacomo un hecho fatal.No es cuerdo cerrar los ojos a esa realidad. Peroreconocerlafatalidaddeunhecho,noaparejasuinminencia.Fataleslamuerte,ytodanuestravidaseconstruyeenunesfuerzoparaalejarla.ElCuerpoDiplomáticoactúarazonablemente,defendiendolaexistenciadelosviejosorganismospolíticosquedeclinan.

Nosotros somos las muletas de esos valetudinarios crónicos,valetudinarioscomoaquelloséticosantiguos,quenoacabandemorirse.

Labrisaondulabalosestores,yelazultelóndelamarinasemostrabaenun lejos de sombras profundas, encendido de opalinos faros y luces demasteleros.

II

Humeando los tabacossalierona la terraza losMinistrosdelEcuadorydelUruguay.ElMinistrodelJapón,Tu-Lag-Thi,alverlos,se incorporóensumecedoradebambú,conunsaludofalsoyamable,dediplomaciaoriental: Saboreaba el moka y tenía las gafas de oro abiertas sobre un

periódico inglés. Se acercaron los Ministros Latino-Americanos.Zalemas,sonrisas,empaquefarsero,cabezadasderigodón,apretonesdemano, cháchara francesa. El criado, mulato tilingo, atento a losmovimientosdeladiplomacia,arrastrabadosmecedoras.

ElDoctorRoncali, agitando los rizos, se lanzó en un arrebato oratorio,cantando la belleza de la noche, de la luna y del mar. Tu-Lag-Thi,Ministro del Japón, atendía con su oscura mueca premiosa, los labioscomodosvirasmoradasrecogidassobrelaalburadelosdientes,losojosoblicuos, recelosos, malignos. El Doctor Esparza insinuó, curioso denoveleríasexóticas:

—¡EnelJapón,lasnochesdebenseradmirables!

—¡Oh!...¡Ciertamente!¡Yestanochenoestáfaltadecachetjaponés!

Tu-Lag-Thi tenía la voz flaca, de pianillos desvencijados, y unamovilidad rígida de muñeco automático, un accionar esquinado deresorte,unavidainteriordealambreenespiral:

Sonreíaconsumuecaamaneradayoscura:

—Queridos colegas, anteriormente no he podido solicitar la opinión deustedes.¿QuéimportanciaconcedenustedesalaNota?

—¡Esunprimerpaso!...

ElDoctorEsparzadabaintenciónasuspalabrasconunasonrisaambigua,llenadereservas.InsistióelMinistrodelJapón:

—Todoslohemosentendidoasí.Indudablemente.Unprimerpaso.¿Perocuálesseránlospasossucesivos?¿NoseromperáelacuerdodelCuerpoDiplomático? ¿Adónde vamos? El Ministro inglés actúa bajo elimperativodesussentimientoshumanitarios,peroestegenerosoimpulsoacaso se vea cohibido. Las Colonias Extranjeras, sin exclusión de

ninguna, representan intereses poco simpatizantes con el ideario de laRevolución. La Colonia Española, tan numerosa, tan influyente, tanvinculadaconelcriollajeensusactividades,ensussentimientos,ensuvisión de los problemas sociales, es francamente hostil a la reformaagraria,contenidaenelPlandeZamalpoa.Enestosmomentos—sonmisinformes—proyectaunactoquesinteticeyafirmesusafinidadesconelGobierno de la República. ¿No ocurrirá que se vea desasistido en suhumanitariaactuaciónelHonorableSirScott?

Guiñaba los ojos con miopía inteligente y maliciosa el Doctor CarlosEsparza:

—Querido colega, convengamos en que las relaciones diplomáticas nopueden regirse por las claras normas delEvangelio.Tu-Lag-Thi repusoconflébilesmaullidos:

—El Japón supedita intereses de sus naturales, aquí radicados, a losprincipiosdelDerechodeGentes.Peroenelcaminodelasconfidencias,yaundelasindiscreciones,nohedeocultarmispesimismosrespectoalapoyomoralqueprestenalgunoscolegasaloslaudablessentimientosdelMinistro inglés. Como hombre de honor, no puedo dar crédito a lasinsinuaciones y malicias de ciertos rotativos, demasiado afectos alGobiernodelaRepública.

¡LaWestCompany!¡Aberrante!

Latruculentapalabrafinalsedesgarró,transformadaenunchifledeelesyefes,entrelaasiáticaylipudasonrisadeTu-Lag-Thi.ElDoctorAníbalRoncali se acariciaba el bigote, y a flor de labio, con leve temblor,retocaba una frase sentimental. Se lanzó con aquel tic nervioso queagitaba eréctiles, como rabos de lagartijas, los rizos de su negracabellera:

—El Doctor Banderas no puede ordenar el cierre de los expendios de

bebidas.Si tal hiciese, sobrevendría unmotín de la plebe. ¡Estas feriassonlasbacanalesdelcholoydelroto!

III

Llegabanecosdelaverbena.Bailabanenringlalascuerdasdefarolillos,a lo largo de la calle.Al final giraba la rueda de un tiovivo. Su gritoluminoso,histérico,estridente,hipnotizabaalosgatossobreelbordedelosaleros.Lacalle teníasúbitosguiños,concertadosconelrumory losejerciciosacrobáticosdelvientoen lascuerdasdefarolillos.A lo lejos,sobrelabrumadeestrellas,calcabaelnegroperfildesuarquitecturaSanMartíndelosMostenses.

Pasodebufones

LibroTercero

I

TiranoBanderas,en laventana,apuntabasucatalejo sobre laciudaddeSantaFe:

—¡Estándegustolasluminarias!¡Peroquemuylindas,amigos!

La rueda de compadres y valedores rodeaba el catalejo y la escalerillaastrológicaconlamuecaverdeencaramadaenelpináculo:

—Nopuedenegárselealpueblopanycirco.¡Estánperoquemuylindaslasluminarias!

DeSantaMónica, elvientodelmar traía losopacosestampidosdeunafusilada:

—¡Elpueblo, libredepropagandas funestas, esbueno! ¡Yel rigormuysaludable!

Latrincadecompadritos,abiertaencírculo, tenía laatenciónpendientedelTirano.

II

Tirano Banderas dejó su pináculo, y metiéndose en el círculo devaledoresycompadres,sacódeunaorejaalLicenciadoVeguillas:

—Vamosaoírporúltimavezsuconciertobatracio.¿Cómotienelagola?¿Quiereaclararselavozconalgúngargarismo?

En torno, adulando la befa, reía la trinca, asustada, complaciente yramplona.AlelóNachito:

—Quélimpiezadenotasselepuedepediraunpresuntocadáver?

—Hacemalrehusandoamansarconlamúsicaasusjueces.Señores,esteamigo entrañable aparece como reo de traición, y de no habersedescubierto su complicidad, pudo fregarles a todos ustedes.Recordaráncómoenlanochedeayer,actuandoenelsenodelaconfianza,lesdeclaréelpropósitojusticieroenqueestabaconrespectoa lassubversionesdelCoronel Domiciano de la Gándara. Fuera de este recinto han sidodivulgadas las palabras que profirió en el seno de la amistad SantosBanderas.Ustedesvanainstruirme,encuantoalapenaquecorrespondea este divulgador de mis secretos. Han sido citados los testigos de sudefensa,ysi loautorizan,selesharácompareceryoiránsusdescargos.Según tienemanifestado,unamundanaconsonambulismo leadivinóelpensamiento.Conantelación,estaniñahabíaestadosometidaalospasesmagnéticos de un cierto Doctor Polaco. ¡Estamos en un folletín deAlejandro Dumas! Ese Doctor que magnetiza y desenvuelve la visiónproféticaenlasniñasdeloscongales,esundescendientevenidoamenosde José Balsamo. ¿Se recuerdan ustedes la novela? Un folletín muyinteresante. ¡Loestamosviviendo! ¡ElLicenciaditoVeguillas, observennomás,émulodelgenialmulato!MeritovaadecirnosadóndeemigrabaencompañíadelrebeldeCoronelDomicianodelaGándara.

HipabaNachito:

—Puesnomásquesalíamosplaticandodeunestablecimiento.

—¿Losdosbriagos?

—¡Patroncito,dimanantede las ferias, esunapura farra todaSantaFe!Pues no más aquel macaneador, tal como íbamos platicando, da unaespantada y se mete por una puerta. Merito merito la abría un

encamisado. Y en el atolondro, yo metí detrás las orejas como unguanaco.

—¿Puedemanifestarnoselestablecimientodondesehabíanjuntadoparalafarra?

—Mi Generalito, no me sonroje, que es un lugar muy profano paranombrarlo en estaSala deAudiencia.Ante su noble figura patricia,micarasecubredevergüenza.

—Contestea lapregunta.¿EnquécrápulasehallóconelCoronelde laGándara, y qué confidencias tuvieron en este presunto lugar?Licenciadito, usted conocía la orden de arresto, y con alguna palabrapronunciadadurantelaembriaguezpusoensospechaalfugado.

—¿Milealtaddetantosaños,nomeacredita?

—Pudo ser un acto irreflexivo, pero el estado de alcoholismo no esatenuanteenelTribunaldeSantosBanderas.Ustedesunbriagoquesepasa lasnochesdefarraen los lenocinios.Sepaque todossuspasos losconoce Santos Banderas. Le antepongo que solamente con la verdadpodrádesenojarme.Licenciadito,quiero tenderleunamanoysacarledelaciénagadondecorneaatorado,porqueeldelitodetraiciónaparejaunapenalidadmuyseveraennuestrosCódigos.

—Señor Presidente, hay enredos en la vida que sobrecogen y hacencavilar,enredosquesonunanovela.Lanochedeautoshevisitadoaunagatitaqueleelospensamientos.

—¿Yunagatitacontantacienciaestáenunlenocinioparaqueustedlafesteje?

—Pues la pasada noche así sucedió en lo de Cucarachita. Quierodeclararlo todoydesahogarmiconciencia.Estábamos losdospecando.¡NochedeDifuntoseraladeayer,Generalito!Valedores,pormihonorlo

garanto, aquella morocha tenía un cirio bendito desvelándole losmisterios.¡Leíalospensamientos!

—Licenciadito, ésas son quimeras alcohólicas, pues la pasada noche sehallabausted totalmentebriagocuandoentróconlachinita.Mehasidousted traidor, divulgando mis secretos en vitando comercio con unamundana,yporprimeraprovidencia,paratemplaresacarnetanardorosa,leestáindicadoelcepo.Licenciadito,relégueseaunrincón,arrodílleseyprocureelevarelpensamientoalSerSupremo.Estosamigosdilectosvanajuzgarle,ydesusdeliberacionespuedesalirleunasentenciademuerte.Licenciadito, van a comparecer los testigos que ha nominado en sudefensa, y si le favorecen sus declaraciones, será para mí de sumobeneplácito.SeñorCoronelLópezdeSalamanca,luegoluegoejecutelasdiligenciasparaqueacudanaesclarecernoslaniñamundanayelDoctorPolaco.

III

ElCoronelLicenciadoLópezdeSalamanca,arrestándoseauncantodelapuerta, hizo entrar al Doctor Polaco. Detrás, pisando de puntas, asomóLupita la Romántica. El Doctor Polaco, alto, patilludo, gran frente,melenadesabio,vestíadefraquecondosbandasalpechoyunarosetaenla solapa. Saludó con una curvatura pomposa y escenográfica,colocándoselachisterabajoelbrazo:

—Presento mis homenajes al Supremo Dignatario de la República.Michaelis Lugín, Doctor por la Universidad del Cairo, iniciado en laCienciaSecretadelosBrahmanesdeBengala.

—¿ProfesaustedlasdoctrinasdeAllanKardec?

—Soy no más un modesto discípulo de Mesmer. El espiritismoallankardiano es una corruptela pueril de la antigua nigromancia. Lasevocaciones de los muertos se hallan en los papiros egipcios y en los

ladrilloscaldeos.Lapalabraconquesondesignadosestosfenómenosseformadedosgriegas.

—¡EsteDoctorcitoseexpresamuydoctoralmente!¿YganásvoslaplataconeltítulodeProfetadelCairo?

—SeñorPresidente,mimérito,sialgunotengo,noestáenganarplatayamontonar riquezas. He recibido la misión de difundir las DoctrinasTeosóficas y preparar al pueblo para una próxima era de milagros. ElNuevoCristoarrastrasusombraporloscaminosdelPlaneta.

—¿Reconocehaberdormidoaestaniñaconpasesmagnéticos?

—Reconozco haber realizado algunas experiencias. Es un sujeto muyremarcable.

—Puntualicecadauna.

—El Señor Presidente, si lo desea, puede ver el programa de misexperienciasen losColiseosyCentrosAcadémicosdeSanPetersburgo,Viena,Nápoles,Berlín,París,Londres,Lisboa,RíoJaneiro.ÚltimamentesehandiscutidomisteoríassobreelkarmaylasugestiónbiomagnéticaenlagranPrensadeChicagoyFiladelfia.ElClubHabanerodelaEstrellaTeosóficamehaconferidoeltítulodeHermanoPerfecto.LaEmperatrizde Austria me honra frecuentemente consultándome el sentido de sussueños. Poseo secretos que no revelaré jamás. El Presidente de laRepúblicaFrancesayelReydePrusiahanquerido sobornarmedurantemi actuación en aquellas capitales. ¡Inútilmente! El Sendero Teosóficoenseñaelmenospreciodehonoresyriquezas.Sisemeautoriza,pondrémisálbumesdefotografíasyrecortesalasórdenesdelSeñorPresidente.

—¿Ycómodoctorándoseentanausterasdoctrinas,ycontanaltogradoen la iniciación teosófica, corre la farra por los lenocinios? Sírvaseiluminarnos con su ciencia y justificar la aparente aberración de esa

conducta.

—PermítameelSeñorPresidentequesoliciteeltestimoniodelaSeñoritaMédium.

Señorita, venciendo el natural rubor, manifieste a los señores si hamediadoconcupiscencia.

SeñorPresidente,elinteréscientíficodelasexperienciasbiomagnéticas,sin otras derivaciones, ha sido norma demi actuación.He visitado eselugarporquemehabíanhabladodeestaSeñorita.Deseabaconocerlay,sieraposible,trascendersuvidaaotrocírculomásperfecto.¿Señorita,nolepropuseaustedredimirla?

—¿Pagarmeladeuda?ElquetodalanochenoparóconesasonserafueelLicenciado.

—¡Señorita Guadalupe, recuerde usted que como un padre la hepropuestoacompañarmeenlaperegrinaciónporelSendero!

—¡Sacarmeenlosteatros!

—Mostraralospúblicosincréduloslosocultospoderesdemiúrgicosqueduermen en el barro humano.Ustedme ha rechazado, y he tenido queretirarmeconeldolordemifracaso.

SeñorPresidente,creohaberdisipadotodasospechareferentealapurezade mis acciones. En Europa, los más relevantes hombres de cienciaestudian estos casos. El Mesmerismo tiene hoy su mayordesenvolvimientoenlasUniversidadesdeAlemania.

—Va usted a servirse repetir, punto por punto, las experiencias que lapasadanocherealizóconesaniña.

—ElSeñorPresidentemetieneasusórdenes.Repitoquepuedoofrecerle

unprogramaselectodeexperienciassimilares.

—Esa niña, en atención a su sexo, será primeramente interrogada. ElLicenciado Veguillas tiene manifestado como evidente que endeterminadacircunstancialefuesustraídoelpensamientoporlosinflujosmagnéticosdelainterfecta.

Laniñadeltratobajabalosojosalasfalsaspedreríasdesusmanos:

—A tener esos poderes, no me vería esclava de un débito con laCucaracha.Licenciadito,voslosabés.

—Lupita,paramíhassidounaserpientebiomagnética.

—¡Queasímeacusésvos,contoditoqueosdielamoniaco!

—Lupita, reconoce que estabas la noche pasada con un histerismomagnético. Tú me leíste el pensamiento cuando alborotaba en el baileaquelmacaneadordeDomiciano.Túledisteelsantoparaquesevolase.

—¡Licenciado, si estaban los dos ustedes puntos briagos!Yo quise nomásverlosfueradelarecámara.

—Lupita,enaquellahoratúmeadivinasteloqueyopensaba.Lupita,tútienescomercioconlosespíritus.¿NegarásquetehasreveladomédiumcuandotedurmióelDoctorPolaco?

—Efectivamente, esta Señorita es un caso muy remarcable de lucidezmagnética.Paraqueladistinguidaconcurrenciapuedaapreciarmejorlosfenómenos, la SeñoritaMédium ocupará una silla en el centro, bajo ellampadario.SeñoritaMédium,ustedmeharáelhonor.

Latomódelamanoy,ceremonioso,lasacóalcentrodelasala.Laniña,muyhonesta,conpisardepuntasylosojosentierra,apenasapoyabaeltecladodelasuñassuspendidaenelguanteblancodelDoctorPolaco.

—¡Chac!¡Chac!

IV

Teníaunaverdesenectudlamuecahumorísticadelamomiaindiana.ElDoctorPolacosacódelfraquelavaramágica,forjadadesietemetales,ycon ella tocó los párpados de Lupita: Finalizó con una gran cortesía,saludando con la vara mágica. Entre suspiros, enajenóse la daifa.Veguillas, arrodillado en un rincón, esperaba el milagro: Iba aresplandecer la luzdesu inocencia:Lupitayel farandul leapasionabanenaquelmomentoconunencantode folletínsagrado:Oscuramente,deaquellosmisterios,esperabavolveralagraciadelTirano.Seestremeció.Lamuecaverdemordíalaherrumbredelsilencio:

—¡Chac!¡Chac!Vaustedaservirserepetir,puntoporpunto,comocreohaberleindicado,lasexperienciasquelanochedeayerrealizóconlaniñadeautos.

—Señor Presidente, tres formas adscritas al tiempo adopta la visióntelepática: Pasado, Actual, Futuro. Este triple fenómeno rara vez secompletaenunmédium.Aparecedisperso.

EnlaSeñoritaGuadalupe,lapotencialidadtelepáticanoalcanzafueradelcírculodelPresente.PasadoyVeniderosonparaellapuertasselladas.¿Ydentrodel fenómenodesuvisión telepática,elayermáspróximoesunremoto pretérito.EstaSeñorita está imposibilitada, absolutamente, pararepetir una anterior experiencia. ¡Absolutamente! Esta Señorita es unmédium poco desenvuelto: ¡Un diamante sin lapidario! El SeñorPresidentemetieneasusórdenesparaofrecerleunprogramaselectodeexperienciassimilares,enloposible.

LaacerbamuecallenabadearrugaslamáscaradelTirano:

—SeñorDoctor, no se raje para dar satisfacción al deseo que le tengo

manifestado.

Quiero que una por una repita todas las experiencias de anoche en ellenocinio.

—SeñorPresidente,sólopuedorepetirexperimentosparejos.LaSeñoritaMédiumno logra lamiradaretrospectiva.Esunavidentemuy limitada.Puedellegaraleerelpensamiento,presenciarunsucesolejano,adivinarunnúmeroenelcualsesirvapensarelSeñorPresidente.

—¿Ycontantosméritosdeperrosabioseprostituyeenunacasadetrato?

—La gran neurosis histérica de la ciencia moderna podría explicarlo.Señorita, el Señor Presidente se dignará elegir un número con elpensamiento. Va usted a tomarle la mano y a decirlo en voz alta, quetodoslooigamos.Vozaltaymuyclara,SeñoritaMédium.

—¡Siete!

—Comosietepuñales.¡Chac!¡Chac!

GimióensudestierroNachito:

—¡Conesejuegoilusoriomeadivinasteayerelpensamiento!

TiranoBanderassevolvió,avinagradoyhumorístico:

—¿Porquévisitalosmaloslugares,miviejo?

—Patroncito,hastaenmúsicaestápuestoqueelhombreesfrágil.

ElTirano,recogiéndoseensugestosoturno,clavólosojosconsuspicazinsistencia en la pendejuela del trato. Desmayada en la silla, se lesoltabanlospeinesyelmoñoseledesbarataenunacobranegra.TiranoBanderassemetióenlaruedadecompadres:

—De chamacos hemos visto estos milagros por dos reales. Tantosdiplomas, tantas bandas y tan poca suficiencia. Se me está ustedantojandounimpostor,yvoyadarórdenesparaqueleafeitenensecolamelenadesabioalemán.Notieneustedderechoallevarla.

—Señor Presidente, soy un extranjero acogido en su exilio bajo labanderadeestanobleRepública.Enseñolaverdadalpueblo,yleapartodel positivismo materialista. Con mis cortas experiencias, adquiere elproletariado la noción tangible de unmundo sobrenatural. ¡La vida delpuebloseennoblececuandoseinclinasobreelabismodelmisterio!

—¡DonCruz!Porlolindoqueplaticaleharés,nomás,larasurademediacabeza.

El Tirano remegía su mueca con avinagrado humorismo, mirando alfámulo rapista, que le presentaba un bodrio peludo, suspendido en elprietoracimodelosdedos:

—¡Espeluca,patrón!

V

Laniñadeltratosedespertabasuspirante,salíaalasfronterasdelmundocon lívido pasmo, y en el pináculo de la escalerilla, lamomia indianaapuntaba su catalejo sobre la ciudad. El guiño desorbitado de lasluminarias brizaba clamorosos tumultos de pólvoras, incendios ycampanas,conapremiantestoquesdecornetasmilitares:

—¡Chac! ¡Chac! ¡Zafarrancho tenemos!DonCruz,andateadisponermelosarreosmilitares.

Elguaitade la torrehadesclavado subayonetade la luna,ydispara elfusilenlaoscuridadpobladadealarmas.ElrelojdeCatedraldifundelaruedasonoradesusdocecampanadas,ysobrelaescalerilladictaórdenes

elTirano:

—Mayor del Valle, tome usted algunos hombres, explore el campo yobserveporquécuartelessehapronunciadoeltiroteo.

Cuando elMayor del Valle salía por la puerta, entraba el fámulo, queabiertos los brazos, con pinturera morisqueta, portaba en bandeja eluniforme,cruzadoconlamatonadesuGeneralitoBanderas.Sehandadodebruces,y ruedaestruendosa lamatona.ElTirano,chillónycolérico,encismado,batióconelpie,haciendotemblarescalerillaycatalejo:

—¡Sofregados, ninguno la mueva! ¡Vaya un augurio! ¿Qué enigmadescifrausted,SeñorDoctorMágico?

El farandul, con nitidez estática, vio la sala iluminada, el susto de losrostros,latorvasupersticióndelTirano.Saludó:

—Enestascircunstancias,nomeesposibleformularunoráculo.

—¿Yestajovenhonesta,queotrasveceshamostradotanbuenavista,nopuededarnosreferencia,encuantoaltumultodeSantaFe?SeñorDoctor,sírvase usted dormir e interrogar a la Señorita Médium. Yo paso avestirmeeluniforme.¡Queningunotoquemiespada!

Un levantado sonde armas rodabapor los claustros luneros, retenesdetropasacudíanaredoblarlasguardias.Lamorochadeltratosuspirabajolos pases magnéticos del pelón farandul, vuelto el blanco de los ojossobreelmisterio:

—¿Quéveusted,SeñoritaMédium?

VI

El reloj de Catedral enmudece. Aún quedan en el aire las doce

campanadas,yespantan lacresta losgallosde lasveletas.Seconsultansobrelostejadoslosgatosyasomanporlasguardillasbultosencamisa.Sehavuelto locoelesquilónde lasMadres.PorelArquillocorneaunapuntadetorosyloscabestros,enfuga,tolodreanlacencerra.Estampidosdepólvora.Militarestoquesdecornetas.Untropeldemonjaspelonasyencamisadas acude con voces y devociones a la profanada puerta delconvento. Por remotos rumbos ráfagas de tiroteos. Revueltos caballos.Tumultosconasustadosclamores.Contrariasmareasdelgentío.

Lostigres,escapadosdesusjaulones,rampanconencendidosojosporlosesquinales de las casas. Por un terradillo blanco de luna, dos sombrasfugitivasarrastranunpianonegro.Asuespalda,labocanadelescotillónvierteborbotonesdehumoentrelenguasrojas.Conlasropasincendiadas,lasdossombras,cogidasde lamano,vanenuncorrerporelbrocaldelterradillo, searrojana lacallecogidasde lamano.Y la luna,puesta lavenda de una nube, juega con las estrellas a la gallina ciega, sobre larevolucionadaSantaFedeTierraFirme.

VII

LupitalaRománticasuspiraeneltrancemagnético,conelblancodelosojossiemprevueltosobreelmisterio.

Epílogo

I

—¡Chac!¡Chac!

ElTirano,cauto,receloso,vigilalasdefensas,mandaconstruirfajinasyparapetos,recorrebaluartesytrincheras,dictaórdenes:

—¡Chac!¡Chac!

Encorajinándose con el poco ánimo que mostraban las guerrillas, juracastigosmuyseverosaloscobardesytraidores:Lecontraríafallarsedesuprimerpropósitoquehabíasidocaersobrelaciudadrevolucionadayejemplarizarlaconuncastigosangriento.Rodeadodesusayudantes,contaciturnodespecho,seretiradelfrenteluegodearengaralascompañíasveteranas,deavanzadaenelCampodelaRanita:

—¡Chac!¡Chac!

II

Antes del alba se vio cercado por las partidas revolucionarias y losbatallones sublevados en los cuarteles de Santa Fe. Para estudiar lapositura ymaniobra de los asaltantes subió a la torre sin campanas:Elenemigo,endifusas líneas,por loscaminoscrepusculares,descubríaunbuen orden militar: Aún no estrechaba el cerco, proveyendo a losaprochesconparalelasytrincheras.Advertidodelpeligro,extremabasumueca verde Tirano Banderas. Dosmujerucas raposas cavaban con lasmanos en torno del indio soterrado hasta los ijares en la campa delconvento:

—¡Ya me dan por caído esas comadritas! ¿Qué hacés vos, centinelapendejo?

Elcentinelaapuntódespacio:

—Estánmalpuestasparaenfilarlas.

—¡Ponlealcabrónunabalayqueserepartanlacuera!

Disparóelcentinela,ysuscitóseuntiroteoentodalalíneadeavanzadas.Las dos mujerucas quedaron caídas en rebujo, a los flancos del indio,entre loshumosde lapólvora,enelaterrorizadosilencioquesobrevinotraslaráfagadeplomo.Yelindio,conunagujeroenlacabeza,agitalosbrazos,despidiendoalasúltimasestrellas.ElGeneralito:

—¡Chac!¡Chac!

III

En laprimera acometida sedesertaron los soldadosdeuna avanzada, ydesdelatorrefuevistodelTirano:

—¡Putamadre!¡Biensabíayoquealtiempodemayornecesidadhabíaisderajaros!¡DonCruz,túvasasalirprofeta!

Erantalesdichosporqueelfámulorapabarbaslesoplabafrecuentementeenlaorejacuentosdetraiciones.Atodoestonodejabandetirotearselasvanguardias, atentos los insurgentes a estrechar el cerco para estorbarcualquier intento de salida por parte de los sitiados. Había dispuestocañonesenbatería,peroantesdeabrirelfuego,saliódelasfilas,sobreun buen caballo, el Coronelito de la Gándara.Y corriendo el campo ariesgodesuvida,dabavocesintimandolarendición.InjuriábaledesdelatorreelTirano:

—¡Bucanerocabrón,hedehacertefusilarporlaespalda!

Sacandolacabezasobrelossoldadosalineadosalpiedelatorre,lesdioordendehacerfuego.Obedecieron,peroapuntandotanalto,queseveíalaintencióndenocausarbajas:

—¡Alasestrellastiráis,hijosdelachingada!

Enesto,dandounaarremetidamáslargadeloquecuadrabaaladefensa,sepasóalcampoenemigoelMayordelValle.GritóelTirano:

—¡Sólocuervoshecriado!

Y dictando órdenes para que todas las tropas se encerrasen en elconvento,dejólatorre.

Pidió al rapabarbas la lista de sospechosos, y mandó colgar a quince,intentandoconaquelescarmientocontenerlasdeserciones:

—¡PiensaDiosquecuatropendejosvanaponermelacenizaenlafrente!¡Puesengañadoestáconmigo!

Hacíacuentaderesistirtodoeldía,yalamparodelanocheintentarunasalida.

IV

Medida la mañana, habían iniciado el fuego de cañón las partidasrebeldes, y en poco tiempo abrieron brecha para el asalto. TiranoBanderasintentócubrirelportillo,perolastropasseledesertaban,ytuvoquevolver a encerrarse en sus cuarteles.Entonces, juzgándose perdido,mirándose sin otra compañía que la del fámulo rapabarbas, se quitó elcintodelaspistolas,ysalivandovenenososverdes,seloentregó:

—¡El Licenciadito concertista, será oportuno que nos acompañe en elviajealosinfiernos!

Sinalterarsupasoderatafisgona,subióalarecámaradondeserecluíalahija.Alabrirlapuertaoyólasvocesadementadas:

—¡Hija mía, no habés vos servido para casada y gran señora, comopensabaestepecadorquehoritaseveeneltrancedequitartelavidaquete dio hace veinte años! ¡No es justo quedés en el mundo para que tegocen los enemigos de tu padre, y te baldonen llamándote hija delchingadoBanderas!

Oyendotal,suplicabandespavoridaslasmucamasqueteníanalalocaencustodia.TiranoBanderaslasgolpeóenlacara:

—¡Sochingadas!Siosdejoconvida,esporquehabésdeamortajármelacomounángel.

Sacódelpechounpuñal,tomóalahijadeloscabellosparaasegurarla,ycerrólosojos.

Unmemorialdelosrebeldesdicequelacosióconquincepuñaladas.

V

Tirano Banderas salió a la ventana, blandiendo el puñal, y cayóacribillado.Sucabeza,befadaporsentencia,estuvotresdíaspuestasobreun cadalso con hopas amarillas, en la Plaza deArmas: Elmismo automandabahacer cuartos el troncoy repartirlosde frontera a frontera, demaramar.ZamalpoayNuevaCartagena,PuertoColoradoySantaRosadelTitipay,fueronlasciudadesagraciadas.