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- - .__. ---- -.......-. ¿TIENE FUNDAMENTOS EL CONOQMIENTO? P. F. Strawson Magdaten CoJIeget Oxford LA. mSTOlUA.DE LA FIi.osoFÍA está plagada de metáforas infortunadas o insatisfactorias. Una de las menos. acertadas es la que algunos. empiristas emplean cuando, para repre- sentar la relaci6n de ciertas clases privilegiadas de propo- siciones con el conocimiento proposicional en general, llaman a tales proposiciones privilegiadas fundamentos del cono- cimiento. Los fundamentos, al margen de cualquier ~tra propiedad que puedan tener, son perdurables en compara- ción con las ~structuras que se levantan . sobre ellos. Persisten. Son establecidos antes de que empiece la edifica- ción propiamente dicha y muy a menudo permanecen largo tiempo tras la mina o demolici6n del edificio al que sirven de base. Pero las proposiciones seleccionadas por los empiristas como fundamentos del conocimiento son esen- cialmente caducas. En cualquier momento, para cualquier sujeto experimentador, son simplemente aquellas proposi- ciones que pueden servir como informes de lo que en ese momento dicho ~ujeto observa o experimenta. Su carácter esencial es el de ser informes de la observación o experiencia presente; y ninguna proposici6n puede mantener ese carácter más allá del momento al que hace referencia. Criticar una metáfora no es, ipso tacto, critioar una doc- trina, ni tan siquiera la doctrina que dicha metáfora pre- tende hacemos patente. Y, por tanto, debemos tratar de separar la doctrina de la metáfora y descubrir cuál es su alcance real. E incluso si la doctrina es confusa, como sugiere la metáfora que puede muy bien suceder, hay a menudo una. verdad filosófica en el fondo de la confusIón s - --

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    ¿TIENE FUNDAMENTOS ELCONOQMIENTO?

    P. F. StrawsonMagdaten CoJIeget Oxford

    LA. mSTOlUA.DE LA FIi.osoFÍA está plagada de metáforasinfortunadas o insatisfactorias. Una de las menos. acertadases la que algunos. empiristas emplean cuando, para repre-sentar la relaci6n de ciertas clases privilegiadas de propo-siciones con el conocimiento proposicional en general, llamana tales proposiciones privilegiadas fundamentos del cono-cimiento. Los fundamentos, al margen de cualquier ~trapropiedad que puedan tener, son perdurables en compara-ción con las ~structuras que se levantan .sobre ellos.Persisten. Son establecidos antes de que empiece la edifica-ción propiamente dicha y muy a menudo permanecenlargo tiempo tras la mina o demolici6n del edificio al quesirven de base. Pero las proposiciones seleccionadas porlos empiristas como fundamentos del conocimiento son esen-cialmente caducas. En cualquier momento, para cualquiersujeto experimentador, son simplemente aquellas proposi-ciones que pueden servir como informes de lo que en esemomento dicho ~ujeto observa o experimenta. Su carácteresencial es el de ser informes de la observación o experienciapresente; y ninguna proposici6n puede mantener ese caráctermás allá del momento al que hace referencia.

    Criticar una metáfora no es, ipso tacto, critioar una doc-trina, ni tan siquiera la doctrina que dicha metáfora pre-tende hacemos patente. Y, por tanto, debemos tratar deseparar la doctrina de la metáfora y descubrir cuál es sualcance real. E incluso si la doctrina es confusa, comosugiere la metáfora que puede muy bien suceder, hay amenudo una. verdad filosófica en el fondo de la confusIón

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    fIlosóftca; y así, si existe una confusi6n en el caso que nosocupa, debemos tratar de averiguar si también hay unaverdad.

    No es cosa nada fácil la separación de la doctrina Y lametáfora; pero 10 que está claro, o bastante claro, es quese trata de una doctrina acerca de la relación de apoyoevidencial, acerca de la re1aci6n que existe entre dos propo-siciones cuando una de ellas sirve como parte de las razoneso bases para aceptar la verdad de la otra. Supongamos quealguien está defendiendo la verdad de cierta proposici6n,argumentando en favor de su verdad; o supongamos quealguien está ~atando de negar por sí mismo a la verdadsobre ciertos temas acerca de los cuales aún no posee unaopinión firme, tomando como base materias sobre las, cualestiene ya una opinión firme. En una situaci6n de uno u otrotipo, la metáfora de los fundamentos no está completamentefuera de lugar. Ya que el hombre que está argumentando conotro o, por así decirlo, consigo mismo, normalmente estaráasumiendo o dando por sentada la verdad de otras muchasproposiciones. No sería gratuito que llamásemos a laspremisas explícitas y a las suposiciones implícitas funda-mentos de su argumento. Su argumento es una especie deestructura que se apoya en ambas. Se las supone aceptadasantes de que la construcci6n comience y deben permaneceren su lugar a lo largo del proceso; si se elimina una deellas, la estructura corre el peligro de desmoronarse. '

    Por tanto, en el caso de un argumento determínadoo una cadena de razonamientos existen claramente algunasproposiciones que sirven de base a otras y no se consideraque ellas mismas necesiten de apoyo. Esto es una trivialidadque creo nadie quisiera poner' en duda. Pero, evidente-mente, la doctrina que debemos considerar no es esa trivia-lidad. Difiere de ella al menos en dos aspectos. El hechode. aceptar la trivialidad no nos compromete a mantener elque exista una especie o clase tal de proposiciones quesirvan de proposiciones-fundamento (ya sea como premisasexplícitas o como supuestos implícitos) en todo argumentoo cadena de razonamientos plausible. Por el contrario, esobvio que las proposiciones-fundamento de .argumentosconcretos o cadenas de razonamientos pueden incluir propo-

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    Siciones de todas y cada una de las clases. Sin embargo,la doctrina que nOs ocupa selecciona una clase de propo-siciones como la clase de las proposiciones-fundamento: laclase que he mencionado anteriormente. De hecho quizásfuera mejor .llamarlas un tipo de proposiciones en vez deuna clase de proposición; ya que los conjuntos de propo-siciones que esta doctrina cali6ca de proposiciones-funda-mento varían no s610 en distintos momentos, sino también.en un momento dado, según el observador. La clase delas proposiciones que, para un observador en un momentodado, pueden cali6carse de informes sobre lo que estáobservando en aquel momento, puede muy bien tener algu-nos miembros en común con la clase de las proposicionesque tienen el mismo status para otro observador en esemismo instante. Pero es obvio que esto s610 regirá paraobservadores en la misma situación observacional; e inclusopara tales observadores las dos clases no serán idénticas encuanto a sus miembros.

    Ya tenemos, pues, una de las diferencias entre la doc-trina y la trivialidad. La trivialidad permite que proposi.ciones de cualquier tipo desempeñen el papel de proposi-ciones-fundamento. La doctrina selecciona un tipo concretode proposiciones como proposiciones-fundamento. La otradiferencia es la siguiente. La trivialidad hace referencia aargumentos específicos o cadenas de razonamientos. La doc-trina se refiere a algo menos delimitado y más difícilmenteidentificable: el conocimiento en general.

    Nada es pura y simplemente conocido: todo lo conocidolo es para o por un alguien. Para cualquier persona enun momento dado existe un cuerpo, conjunto o sistema deproposiciones más o menos extenso que conoce o al menoscree conocer. El número de miembros de este cuerpo o-sistema es quizás algo indeterminado en sus límites en lamedida en que existen proposiciones que él vacilará enafirmar que conoce. Y su composición variará a lo largo deltiempo a medida que vaya aprendiendo ciertas cosas yolvidando otras. Pero a través de la vida de un individuolas adquisiciones superan generalmente a las pérdidas. Elindividuo construye paulatinamente una visión cada vez másrica del mundo y de su funcionamiento. Podemos hablar

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    con propiedad del sistema de .creenQiasde un individuo, deUDcuerpo de creencias que [email protected] y que,' ensu totalidad, crece ininterrumpidamente.

    La doctrina que debemos considerar él aquella. queaSrma que las proposiciones caducas de la clase preferida.por los .e.mpiristas guardan una relaci6n. especial con lasproposiciones más duraderas de cualquier sistema de estetipo -o por lo menos con aquellas que con toda propiedadse puede decir qu~ son conocidas por el individuo queposee el sistema. La doctrina dice que las proposicionescaducas constituyen el apoyo evidencial último, las razones(o. fundamentos o justificaci6n) últimtl8 para aceptar lasproposiciones duraderas. Pero aún no está claro lo que estosignifica. Así expuesto, DO son más que simples palabras.Si consideramos algo de lo que difícilmente podría significar,podríamos llegar a descubrir lo que significa, si es quesignifica algo.

    Una cosa que difícilmente podría significar es que cuandouna persona sabe de hecho que alguna proposici6n dura-dera es verdad, entonces alguna proposición caduca idel tipofavorito -del empirista constituye la razón, o la razón última,que esa persona tiene efectivamente para creer la propo-sición duradera. Esto sería una tesis disparatada. En primerlugar, el número de miembros de la clase de proposicionescaducas de cualquier individuo es siempre limitado y cam-biante y tan sólo puede tener algún efecto en un fragmentoinsignificante de su sistema de creencias total; e inclusocuando una proposición caduca sirve momentáneamentecomo la razón que alguien posee para creer que unaproposición duradera es verdad, es normalmente una con-dición de ello el que la persona en cuestión tenga otra~creencias verdaderas basadas de manera distinta. (Así mirazón para creer en cierto momento que el depósito de lagasolina está vacío o casi vacío puede ser mi observaciónactual de que el contador de gasolina marca cero. Peroincluso mi capacidad de hacer esta observación, no diga-mos ya de apreciar su significación, depende de creenciasmías para las cuales la observación actual no ofrece ningunarazón en absoluto.) En segundo lugar, la tesis presuponeuna imagen de la naturaleza del sistema de creencias de

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    un individuo que es de por sí una grosera distorsi6n delos hechos de la vida mental. La imagen es la de una especiede estructura jerúquica de creencias con miembros situa-

    . dos a un nivel más alto y. apoyados en miembros de unnivel inferior, que son la evidencia de que dispone el indi-viduo para ellos o sus razones para creer en ellos, y miembrosmás bajos que se basan sobre miembros todavía más bajoshasta que llegamos al más bajo nivel de todos. Pero es ente-ramente falso que el sistema o conjunto de creencias de unindividuo esté organi~do de tal manera. Esto no es, natu-rahÍlente, decir que los miembros del conjunto de creenciasde un individuo estén totalmente sueltos y separados ensu mente, como cosas en una maleta mal hecha. Por elcontrario, están conectados de maneras numerosas y com-plejas. Pero no están organizados como un argumento o unejército de argumentos. De muchas proposiciones es ciertoque cuanto más seguramente fijadas están en nuestro sistemade creencias, menos apropiado parece preguntar cuáles sonnuestras razones para creerlas. ¿Cuáles son mis razonespara creer que el nombre de mi hija es Julia, que lapalabra francesa para conejo es "Iapin" o que Napoleónfue derrotado en Waterloo? Se podría decir: éstas soncosas que conozco demasiado bien para tener razones paracreerlas.

    Antes de que dejemos la tesis disparatada, podría merecerla pena investigar si podríamos hacerla un poco menosdisparatada extendiendo la clase de las proposiciones-funda-mento del empirista de modo que incluya no sólo propo-siciones que enuncian IQ que el individuo observa actual-puede recordar de observaciones del pasado. Con esta en-mienda las proposiciones-fundamento ya no serían conce-bidas como esencialmente perecederas en ese carácter;podrían sobrevivir para un individuo durante tanto tiempocomo pudiera éste recordar la observación que las engendró.Esta es una ligera mejora, ya que la clase de las proposi-ciones-fundamento a disposición de cualquiera en cual..quier momento queda muy engrosada. Pero la tesis es aúndisparatada. De todas las cosas que uno sabe, sólo de unaproporción insignificante de ellas se podría decir con verdad:mi razón, o mi razón básica, para creer esta proposición

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    es tal y cual observación que recuerdo haber hecho. Ynaturalmente el engrosamiento de la clase-fundamento nosirve para salvar la objeción de que la imagen presupuestadel sistema de creencias del individuo es totalmenteirrealista.

    Podemos considerar, entonces, que la tesis fundaciona-lista no es una tesis acerca de cómo el sistema de creenciasde un individuo, en la medida en que es también un sistemade conocimientos, está organizado en su mente. ¿Podría seruna tesis acerca de cómo llegaron a .tener un lugar en susistema de creencias todas aquellas partes de su sistema decreencias que son realmente conocimientos? Es decir, latesis de que todo lo que él sabe, que no sea una proposicióndel tipo fundacional, llegó a conocerlo como resultado deinferencías a partir de proposiciones-fundamento o como unresultado basado en la inferencia a partir de proposicionesque anteriormente llegó a conocer de esa forma o como unresultado de inferencias a partir de proposiciones, algunasde las cuales llegó a conocer con anterioridad en la formaexpuesta y algunas de las cuales eran ellas mismas del tipofundacional. Una tal tesis es igualmente disparatada; ycomo una sucesión de victorias sobre tesis disparatadas seríatediosa, no continuaré por este camino.

    Lo dicho hasta ahora incluye la idea de que una visiónjerárquica de una estructura razonada es irrealista no sólocomo visión de la forma en que se organiza el sistema decreencias de un individuo en su mente, sino también comovisión de la forma en que se construye el sistema. Sinembargo, anteriormente he hecho notar que en determinadosnwmentos y para ciertos propósitos -por ejemplo, cuandoestamos argumentando en favor de, o tratando de llegar a,una conclusión- algunas partes del sistema de creenciasde un individuo están organizadas como una estructura razo-nada; y por tanto, en tales casos tiene sentido hablar defundamentos de las estructuras. ¿Podría ser una interpreta-ción de la doctrina empirista la tesis de que en todos estoscasos, si el argumento justifica realmente su conclusión, susfundamentos serán siempre proposiciones de la clase prefe-rida por los empiristas? Tal tesis sería mucho más débil ymás limitada que sus precedentes y también sería, tal como

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    se ha observado antes, obviamente falsa. Tan sólo la men-ciono para distinguirla de otra tesis que no está tan clara-mente limitada ni es tan claramente falsa.

    Parte de lo que afirma esta tesis es que no hay ningunaproposición acerca del mundo o su funcionamiento que enprincipio se mantenga exenta de toda duda, que todas lascreencias están en principio abiertas a la recusación y ala crítica. Y la otra parte de lo que se afirma en la tesises que cuando una creencia es seriamente puesta en duda,cualquier procedimiento racional para solucionar el problemade una u otra manera debe llevar consigo el dar al queduda (o el darse a sí mismo) alguna razón para pensar quela creencia o su contradictoria es verdadera; y estosólo puede hacerse colocando al que duda (o colocándoseél a sí mismo) en posición de hacer .observaciones relevantes-oír o ver algo--. Por consiguiente, existe un sentido enel que la aceptabilidad de la proposición puesta en duda(o su contradictoria) se asienta finalmente en proposicionesque formulan lo que el que duda ve u oye en tales situa-ciones. Esto sería válido para cualquier proposición quefuera recusada y sostenida tras la recusación. Y cualquierproposición está abierta a recusación. Así, pues, las propo-siciones actuales y posibles que enuncian lo que se ve uoye en las situaciones de observación están en último tér-mino, y en un cierto sentido, a la base de la aceptabilidadde todas las proposiciones aceptables.

    Los aspectos señalados en esta versión de la doctrinaparecen, con algún reajuste retórico y quizá también conuna cierta modificación, ser en sí mismos aspectos aceptables.No obstante, merece la pena situar tras ellos otros aspectosque, por así decirlo, tienden a disminuir su impacto. Ya heconsiderado uno de estos aspectos en un contexto ligera-mente diferente. Es que muchas de las observaciones consi-deradas como relevantes para alguna creencia controvertidason observaciones que el observador no podría ni siquierahacer, no digamos ya apreciar su relevancia, si no fuera porla presencia en su sistema de creencias de otras muchas osupuestos que no se cuestionan en el momento de la obser-vación. Otro aspecto es el siguiente. Muy frecuentemente elprocedimiento de examen, en el caso de una creencia discu-

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    tida, consiste en consultar un texto autorizado, o un atlas,pongamos por caso, o en consultar a alguna otra personaque se presuma que conoce el quid de la cuestión. Valela pena considerar las funciones relativas de la observacióny de la suposición en un caso así. La única función de laobservación es dar acceso al observador a una creenciapasada o presente de otro cualquiera sobre la materia quese lleva entre manos. El que la observación logre esteresultado es ya una creencia que involucra un conjuntomuy complicado de supuestos; y la creencia en que esteresultado, una vez alcanzado, resuelva la cuestión en disputaes una creencia en que las creencias de la autoridad encuestión son ellas mismas dignas de confianza. Un terceraspecto todavía es el siguiente. Se dice que ninguna propo-sición es en principio inmune a la duda. Pero las únicasdudas que debemos tomar con seriedad son las dudasserias. Y deberíamos tener presente que casi toda dudaseria, planteada con seriedad en el campo de la historia,de la ciencia natural o de los asuntos prácticos, presuponeun enorme entramado o fondo de cosas que se dan porconocidas. (Considérese todo el trasfondo de conoci-mientos involucrados al poner seriamente en duda, porejemplo, la historicidad de Jesús.) Las dudas y preguntassurgen dentro de entramados de conocimiento y suposición.y acerca del armazón general de todos esos entramadosnunca es, ni podría ser, planteada ninguna duda o preguntaseria. Lo cual significa que el escepticismo filosófico sobre,por ejemplo, el mundo exterior, las otras mentes o la realidaddel pasado, no se considera, en el presente sentido, comoun planteamiento serio de dudas.

    Creo que hemos llegado al punto en el que podemosabandonar la doctrina de los fundamentos. En ninguna desus formas nos ayuda demasiado a conseguir lo que quere-mos, lo cual es, presumiblemente, un cuadro realista de nues-tras estructuras de conocimientos y de nuestros sistemasde creencias tal cual son -un cuadro que debe, por cierto,entre otras cosas, mostrar cómo se adecuan en dichas estruc-turas las proposiciones de la observación presente y recor-dada. Algo que se desprende, espero, de lo dicho hasta aquíes la gran importancia, en cualquier nivel en el que razones7

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    críticas o infel'encías intervengan, 'de los cuerpos de cono-cimiento o creencia preexistentes para proporcionar unabase indispensable a estas operaciones reHexivas. La forma-ción de tal corpus en el caso de cada individuo -la fonna-ción de la visión del mundo de ese individuo- es, desdeluego, el resultado de su exposición a, y su interacción con, elmundo, incluyendo el adiestramiento e instrucción que re-cibe de otros miembros de su comunidad; y el que talexposición illvolucra observación, ver y oír, es otra trivi~-lidad que está fuera de duda. Incluso después de que haaparecido claramente el poder de la reflexión crítica yautoconsciente, el proceso por el que la visión del mundodel individuo se amplía, modifica o completa sigue siendoen muy amplia medida una cuestión de ajuste irreflexivo a,o adaptación de, la misma clase de inHuencias que operanen los primeros períodos formativos. Hay dos presuncionesque subyacen a todo el proceso, considerado como unproceso de construcción de estructuras del conocimiento.La primera es que el cuadro que un hombre construyepara sí mismo de aquella parte de la escena del mundo yde su historia, de la cual él tiene una continua e íntimaexperiencia de primera mano será generalmente, dentro delos términos que le son disponibles, un cuadro sustancial-mente correcto. Podríamos llamar a ésta la presunción deautoridad de primera mano. La segunda es que cuandoalguien pretende comunicar información a otro u otros lohará generalmente de buena fe. Podríamos llamar a ésta lapresunción de veracidad general. La primera de estas pre-sunciones puede constituir parte de lo que le da a ladoctrina fundamentalista un atractivo como el que tiene.

    De hecho la palabra ~'presunción" es demasiado débilpara estas dos condiciones. No son meramente contingenciasafortunadas que facilitan la adquisición y expansión delconocimiento. Están más cerca de ser verdades conceptuales,condiciones de posibilidad de la existencia y aplicación denuestros conceptos de conocimiento, precisión, verdad.

    Dije antes que a la base de una confusión filosófica haya menudo una verdad filosófica. Las únicas verdades quehasta aquí hemos podido excavar de las ruinas de la metá-

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    fora fundamentalista parecen más bien perogrullescas. Hayla perogrullada más bien específica de que, cuando unacreencia seriamente debatida se somete a prueba, se ha dehacer alguna observación, aunque sólo se trate de mirar untexto o de escuchar lo que alguien dice. Y hay la pero-grullada más bien general de que la experiencia de primeramano del mundo y sus formas, o la recepción de infor-mación e instrucción sobre él proviniente de otros, llevanconsigo también necesariamente el observar -mirar y es-cuchar, o, al menos, ver y oír. Esto parece un resultadoun tanto desalentador; quizá por ello debiéramos investigarsi no hay más que decir, o si todavía a estas mismas pero-grulladas no puede dárseles una vuelta de manera queatraigan nuestros ojos con más d~ un destello filosófico.

    Así, pues, permítaseme dar unas cuantas vueltas a esasperognIlladas. En cualquier momento, podemos decir,nuestro sistema de conocimientos (o creencias) ha de aco-modar las creencias que la experiencia en curso nos imponeen ese momento. Esto puede que no involucre, y general-mente no lo hará, ninguna tensión; y, como ya se ha suge-rido, lo que nuestra experiencia en curso nos impone enforma de creencia es función del carácter del sistemapreexistente. Además, la acomodación puede efectuarse di-fuminando discretamente alguna creencia conflictiva parareafirmada cuando el momento haya pasado; o por obnu-bilación temporal de la sensibilidad a la tensión lógica;aunque, respecto a este último punto, se debería añadir que,en vista del indisoluble entrelazamiento que tienen entre sílas creencias acerca del mundo y de la acción en él, nopodemos acoger por mucho tiempo creencias inconsistentessobre materias que nos conciernen realmente sin una no-table tensión y pérdida del poder de lograr una acciónefectiva. En cualquier caso, no hay duda temporal en lanecesidad general de este tipo de acomodación a la expe-riencia en curso. Es una necesidad que siempre nos acom-paña; y siempre nos acompañó, desde el momento en quepudo por vez primera creerse que teníamos creencias; demanera que desde ese momento en adelante todos losestados subsiguientes de nuestro sistema de creencias son

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    el resultado del continuo proceso de acomodación a lasincesantes presiones de la experiencia.

    Aquí justamente podemos continuar dando algunasvueltas más a la perogrullada. No debemos removerla de-masiado o nos encontraremos atrapados una vez más enlos errores del empirismo clásico, luchando de nuevo en lasciénagas del idealismo o fenomenalismo problemáticos.Pero podemos seguir haciendo sin peligro un poco másobservando que el cuadro de un sistema de creencias queresponda a las presiones continuas de la experiencia nodescubre suficientemente la intimidad de la relación entrecreencia y experiencia en su punto de contacto. Las creen-cias involucran conceptos, y los conceptos que figuran ennuestras creencias más primitivas y menos teóricas sólo ad-quieren significado para nosotros, sólo son conceptos paranosotros, siendo precisamente los conceptos que entran másíntima e inmediatamente en nuestra experiencia del mundo.Experimentamos el mundo como ejemplificación de lo queellos son -adiestramiento especial aparte-, vemos lascosas y situaciones como casos de ellos. Correlativamente, laexperiencia es la apercepción del mundo como ejemplifi-cándolos. No diríamos que la creencia se forma a este nivelsobre la base de, o como el resultado de, la experiencia.Más bien diríamos que, a este nivel, creencia, concepto yexperiencia se funden; que ver y creer son, a este nivel,una misma cosa. Por supuesto, esto sería una exageración,ya que podemos a veces suspender el juicio, o podemos aveces negarnos razonablemente, según decimos, a creer loque nuestros sentidos nos dicen. Pero sólo es una exagera-ción, y corregible. Uno de los errores de los empiristasclásicos fue suponer que los conceptos en cuestión eranconceptos de cualidades sensoriales simples. Per no lo son:son conceptos de objetos y personas y sus cualidades yrelaciones.

    Pienso que quizás sea esta íntima y necesaria relaciónentre creencia, concepto y experiencia -creencia acerca delmundo, conceptos de lo objetivo y experiencia del mundo-la verdad filosófica más interesante que hay a la base dela confusión acerca de los fundamentos; pero, desde luego,no es necesario, a fin de acomodar esta verdad, aceptar un

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    , 16 ¿Tiene funda1nentos el conocimiento?

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    cuadro irreal de la estructura, organización y evolución denuestro conocimiento -o sistemas de creencias.

    Sin embargo, de la doctrina de los fundamentos puederesultar algo distinto de la iluminación filosófica. Cualesquieraque sean sus defectos teóricos -y en la medida en quese balancea incómodamente entre lo disparatado y lo pero-grullesco estos defectos no son de menor cuantía- puedeno obstante tener un cierto valor práctico. Teorías confusaspueden ser el vehículo de excelentes preceptos: en estecaso, de una prevención contra la credulidad, un estímuloa la crítica, un recordatorio de que aunque no toda creenciaaceptada o todo pretendido fragmento de información puedeser comprobado, o examinado, por la evidencia de nuestrosojos y oídos, algunos pueden serlo y muchos deberían serlo.Porque las presunciones que mencioné como condicionesde la posibilidad de nuestros conceptos del conocimientoson solamente presunciones generales. Dejan amplio espaciopara la formación, y para la propagación involuntaria odeliberada de creencias falsas.

    Quisiera terminar con dos citas. La primera es deWittgenstein y reza:

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    Cuando por primera vez empezamos a creer algo,10 que creemos no es una proposición singular, es todoun sistema de proposiciones (La luz se derrama gra-dualmente sobre el todo).

    La segunda es de Austin y la pongo en el caso de que loque he dicho parezca más bien oscuro y complicado enlugar de claro y sencillo. Reza:

    Bien, es un tanto complicado; pero la vida y laverdad y las cosas tienden a ser complicadas. No sonlas cosas, son los filósofos los que son simples.

    Versión castellana de FRANCISCOVERA

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