Tiene algún sentido el bautismo hoy
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REVALORAR EL SIGNIFICADO DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO HOY
JOSÉ DAVIT BELTRÁN
Seminario de Investigación TeológicaProfesor Carlos Lozano
Seminario Mayor de Villa Paúl Funza- Cundinamarca
Junio 24-2016
Contenido
INTRODUCCIÓN.....................................................................................................3
OBJETIVO GENERAL.............................................................................................5
Objetivo específicos.................................................................................................5
JUSTIFICACIÓN......................................................................................................6
1. EL BAUTISMO EN LA HISTORIA.....................................................................7
1.1. ¿Qué es el bautismo?....................................................................................9
2. DIMENSIÓN TEOLÓGICA DEL BAUTISMO...................................................10
2.1. ¿Qué hace la Iglesia del bautismo?.............................................................11
3. QUÉ ESPERAMOS DEL BAUTISMO..............................................................12
3.1. Propuesta de evangelización para el bautismo............................................13
CONCLUSIONES...................................................................................................16
Bibliografía.............................................................................................................17
INTRODUCCIÓN
Ser cristiano es creer en Jesucristo y formar parte de la Iglesia por él constituida.
Nos incorporamos a ella por el Bautismo, que está prefigurado por símbolos y
signos íntimamente ligados al misterio de la vida, a la pertenencia de un pueblo y
a la iniciación en una comunidad de fe.
En el Antiguo Testamento se estableció el rito de la circuncisión como signo de la
alianza de Dios con Abraham y posteriormente con el pueblo de Israel. Este rito
prefigura el bautismo de quienes en la Nueva Alianza son sepultados con Cristo y
resucitan con él por la fe en el poder de Dios (Cfr. Col, 2,11-12; Flp 3,3). Así como
la circuncisión era el sello de la alianza de los israelitas con Dios y el signo de
constituirse como su pueblo, el Bautismo es el primer sacramento de iniciación
cristiana y el signo de la Nueva Alianza y la nueva vida en Cristo por la cual el
creyente se hace Hijo de Dios y empieza a formar parte de la Iglesia.
Para desarrollar este proyecto de investigación, en un primer momento se hará
una breve descripción del contexto histórico del sacramento del Bautismo,
teniendo en cuenta que se fue configurando, ya no como un simple precepto legal
sino como un sacramento capaz de integrar a los creyentes en la vida de Cristo y
su Iglesia.
Posteriormente se desarrollará el concepto del sacramento del Bautismo en sí y su
relevancia para la Iglesia actual, en cuya misión ocupa un lugar privilegiado la
catequesis y la administración al pueblo de los sacramentos, en especial el del
Bautismo. El hombre de hoy, con mucha frecuencia aborda con prejuicios
desfavorables el tema de los sacramentos, pues los percibe no como un misterio
divino sino como un vano ritual o una tradición mítica y mágica ignorando la
sacralidad y el simbolismo religioso que de ellos derivan.
Seguidamente se analizará este importante sacramento desde su dimensión
teológica, teniendo como punto de referencia el ser y el quehacer de la Iglesia
como fiel administradora de la multiforme gracia de Dios, manifestada en los
sacramentos. El desconocimiento del significado de ellos ha llevado a los
creyentes de hoy a tener una visión errada de la comprensión de los ritos y de sus
efectos.
Finalmente, a través de este estudio se presentará una propuesta clara de lo que
la Iglesia actual debe retomar en cuanto a la importancia que le está dando a la
formación y la catequesis en torno al sacramento del Bautismo, pero con un
sentido maduro y serio para crear conciencia en los agentes pastorales y en los
fieles de lo que se debe ser y hacer como verdaderos cristianos.
OBJETIVO GENERAL
Revalorar el sentido del bautismo, para generar una mayor apreciación del
sacramento, realizando la respectiva preparación para quienes se acercan a
recibir este signo sacramental.
Objetivo específicos.
Hacer un análisis desde la realidad pastoral evangelizadora de la iglesia
hoy.
Investigar por medio de los documentos la importancia y el compromiso que
conlleva este sacramento de acogida.
Hacer la propuesta desde el estudio y análisis del tema, en una nueva
manera de crear conciencia de lo que significa este sacramento en la vida
del creyente.
JUSTIFICACIÓN
Desde la realidad que el mundo de hoy vive, los cambios políticos, sociales
religiosos, tecnológicos y en él esta las preocupaciones existenciales del hombre.
En estas realidades la gran mayoría de personas cristianas desconocen las
riquezas espirituales que nos otorgan los sacramentos. Partiendo desde este
contexto se pretende realizar esta investigación, el cual se quiere revalorar el
verdadero sentido del bautismo, y sus compromisos como iniciación a la vida
cristiana. Es necesario recurrir a la tradición antigua para encontrarle el valor
profundo y espiritual de este sacramento, sus implicaciones al realizarlo, y de
esta manera poder darle más sentido a lo que se profesa como vida de fe.
Durante el siglo XXI, el mundo es más lapso y abierto a otras tendencias
culturales y religiosas, y cómo desde esta realidad presentar algunas
propuestas nuevas que lleven a complementar o replantear las ya existentes en
cuanto al manejo de catequesis que se está dando para la preparación del
candidato a recibir el sacramento del Bautismo.
1. EL BAUTISMO EN LA HISTORIA
De manera introductoria y para comprender un poco sobre el origen de la palabra
“bautismo” se dice que viene de la palabra griega “bapto-baptizo” que en primera
medida significa, sumergir, ahogar, y simultáneamente es figura de purificar,
destruir y lavar. Viéndolo desde el Nuevo testamento se configura de dos
maneras: en el griego “báptismos-bátistma”; y en el latín “baptismus-báptisma”.
“Baptismo” no se refiere al bautismo cristiano, pero si tiene varias connotaciones
en las prácticas de purificación de los judíos (Cfr. Mc 7, 4; Heb 9,10). La palabra
latina “baptisma” es la que más se aproxima al concepto del bautismo cristiano.
De este modo la visión judía del término de bautismo influye posteriormente en el
significado y sentido que la fe cristiana le da como sacramento. Es necesario
afirmar que dentro de la aspiración inherente de cada persona hay un anhelo de
purificar su conciencia de todo aquello que pueda ver que está mal o que juzgue
como pecado. Como se mencionaba al principio, el griego “baptismo” significa
purificación, pues es la manera en que históricamente los judíos y muchos grupos
religiosos de pueblos paganos emplean ritos de purificación y de limpieza para las
oblaciones sagradas y los cultos a Yahvé y a los dioses paganos. Todo esto
constituye la prehistoria remota del bautismo cristiano.
Para la tradición rabínica, el bautismo ocupa un lugar muy importante, según el
MISHNÁ (cuerpo exegético de leyes, que consolida la tradición judía, desarrollada
desde los tiempos de la Torá) (Goedert, 1998, pág. 14). Las disposiciones previas
para comer y para presentar los sacrificios a Dios, consisten en el lavado de las
manos y en uso del agua para quedar purificados. Los prosélitos, es decir todos
los que no forman parte del conglomerado judaico, deben estar purificados y
observar la ley para poder ser agregados y admitidos en la religión judía. “El
pagano es impuro y… no se puede unir al pueblo judío, sin previo rito de
purificación, llamado ‘bautismo de los prosélitos’... ‘Como los israelitas fueron
introducidos en la alianza a través de tres cosas, es decir, circuncisión, el baño-
paso del mar Rojo y los sacrificios, así también debe suceder con los prosélitos’”
(Goedert, 1998, págs. 14,15)”. A los prosélitos se les debe preparar en el
conocimiento de la ley, para que sepan a qué atenerse, según el cumplimiento o
incumplimiento de la misma. Posterior a ello se realiza primero el rito de la
circuncisión y luego el del bautismo, de manera que siguiendo los preceptos de la
ley, vivan como auténticos israelitas. Estos ritos de la circuncisión y del bautismo
se hacen como una señal de la nueva alianza (Gn 17,11), y no solo desde la
perspectiva judaica, sino también desde la de los Essenios de Qumrán, judíos que
a semejanza de los Hasidím se retiran a vivir una vida acética y celibataria y,
considerados como hijos de la alianza, hacen que sus ritos de purificación sean
ritos de iniciación como consecuencia de la conversión del corazón (Goedert,
1998, págs. 16,17). Estas tres maneras de purificación se pueden relacionar
perfectamente con el bautismo de Jesús en el Jordán y con el bautismo cristiano,
pero no desde el estricto valor del simbolismo del agua sino desde el sentido
espiritual y el valor que procede de las Escrituras, es decir, el cambio de vida
apartándose de aquello que Yahvé reprueba.
Desde la concepción neotestamentaria (sinópticos), Juan el Bautista aparece
como figura importante, en relación con la predicación y misión de Jesús (Mc 1,
1-5). En el contexto teológico-salvífico, este personaje es de gran importancia,
pues su bautismo viene de una orden divina y siendo llamado a cumplir esta
misión (Lc 1, 13-17) la realiza, a fin de ir preparando la venida del señor (Lc 1,
17) en un lugar específico, el desierto (Mc 3,1) desde donde predica un bautismo
de penitencia (Hch 19,4) y de perdón (Mc 1,4).
Ya manifestado Jesús en el Jordán, asume la condición del siervo sufriente. Hay
una intervención desde lo alto: el Espíritu desciende sobre él y lo hace
prefiguración trinitaria, incomprensible a nuestro modo de pensar por la razón. De
manera que el bautismo de Jesús, es la designación de él como el profeta, rey y
siervo. Esta confirmación es lo que va a prefigurar los tiempos mesiánicos
anunciados en el Antiguo Testamento y cumplidos en el Nuevo Testamento. En el
bautismo de Jesús esta sintetizada la teología del bautismo Cristiano.
Afirma Hilario de Poitiers: “el bautismo del Jordán tiene la finalidad de hacernos
entender – a partir de lo que sucede con Cristo – que también sobre nosotros
después de la purificación del agua, bajara el espíritu para conferirnos la unción de
la gloria celeste y también nos convertiremos – por la Palabra del Padre – en hijos
adoptivos de Dios” (Goedert, 1998, pág. 23). De manera que el bautismo es la
realidad de la imagen que contiene lo que significa, imagen de la muerte y
resurrección de Jesucristo. El hombre ha sentido, la necesidad de ritualizar y
sacralizar la situación del nacimiento, ha pretendido tres cosas, iniciar al recién
nacido a la vida social y religiosa, acrecentar las esperanzas de bien y las
promesas de futuro, y ahuyentar las angustias y peligros; es el caso del pueblo de
Israel, con el tema de la circuncisión, el bautismo de los prosélitos, e incluso el de
Juan, que dados en diferentes contextos expresan la riqueza y el simbolismo
común del agua, en aras de significar la muerte y la vida, la purificación y la
regeneración, el comienzo de una nueva vida. En el cristianismo se aceptan estos
ritualismos pero con un nuevo significado o contenido por el que se va a expresar
la revelación y la salvación.
1.1. ¿Qué es el bautismo?
Partiendo de la afirmación del CEC acerca del bautismo, como aquello que
fundamenta la vida de toda persona que haga parte de la Iglesia y como
sacramento universal de salvación, de acuerdo con las escrituras en Mc 16,16,
donde dice que el que no se bautice no se salvará, este sacramento se puede
definir como el que nos inicia en la vida cristiana y la puerta de entrada a los otros
sacramentos. Es el paso del sumergir, morir y sepultar al resurgir y resucitar para
una vida nueva en Cristo. Este es el significado de la inmersión del agua como
principal símbolo del bautismo.
El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y el espíritu. Su
significado solo es comprensible mediante la fe, racionalmente se puede entender
un poco su analogía, pero su profundo sentido teológico solo se percibe mediante
la fe, que ilumina y permite ver lo que subyace en él, lo que implica y a lo que
compromete.
San Gregorio Nacianceno (obispo de Constantinopla siglo IV) afirma: “El
Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios, lo llamamos don,
gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración,
sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no
aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el
pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los
que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque
cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el
signo de la soberanía de Dios”. Son muchas las disputas que a través de la
historia se han hecho sobre el tratado general de los sacramentos, y en especial
del bautismo, ya que como se mencionó antes, constituye una de los principales y
primeros ritos de iniciación, para hacer parte de un grupo religioso o creencia.
2. DIMENSIÓN TEOLÓGICA DEL BAUTISMO.
La dimensión teológica del bautismo está relacionada indudablemente con el
acontecimiento pascual de cristo. Está fundamentada desde el bautismo de Jesús
en el río Jordán, y en cuanto se caracteriza la figura del siervo de Yahvé (Is 42)
alcanza la cumbre del don personal de Jesús por la obra del Espíritu Santo. De
esta manera se fundamenta el nacimiento del cristiano bajo el signo de aquel
elemento natural pero que es tomado por Dios como el modo de instruir y decir
que por el agua y el espíritu nos sumergimos y nacemos a una vida nueva (Jn
3,5). La teología del bautismo incluye necesariamente la acción del Espíritu Santo
y la relación que se pone entre el bautismo, que es el resurgimiento, el
regenerarse, el renacer, y el pecado original, que es la pérdida o la no gracia que
se recibe por estar manchados, alejados, en oscuridad, en tinieblas y que no deja
ver la luz, no permite la configuración de una vida nueva. Parafraseando a Wualter
Mauricio G, el pecado original es la incapacidad estructural del hombre para entrar
en diálogo con Dios. Hay un pecado personal con el que nace toda persona de
generación tras generación, que está relacionado con la desobediencia de Adán.
El hombre necesita entrar en diálogo con su Creador y esto es posible con el
bautismo, como sacramento de fe, que se realiza en el ámbito eclesial y se
establece en torno a la alianza de Cristo con su Iglesia.
La Iglesia es el Pueblo de Dios, la comunidad de fieles reunidos en nombre de
Cristo vivo, donde se hace presente la unidad sacramental de los que creen, pues
está basada en Jesucristo y es mediada por él. Existe un bautismo común, que
incluso si los creyentes se cambiaran a otras iglesias divididas, se sigue
manteniendo el carácter sacramental. De ahí que dentro del rito del bautismo la
Iglesia Católica acepta y valida el bautismo practicado por otras iglesias.
2.1. ¿Qué hace la Iglesia del bautismo?
Para la Época Antigua y ya a finales de la Edad Media, la Iglesia era la que poseía
todo el saber, pero los cambios sociales, culturales, políticos y económicos, las
mismas formas de pensar y los avances de la técnica y la ciencia de la Época
Moderna, permitieron el desarrollo de nuevos modos de ver la vida, el mundo y
las cosas. La Iglesia no aceptó tan fácil el principio del uso de la razón, pues ello
implicaba concebir el mundo y las cosas ya no a partir de la visión creadora de
Dios, sino de la capacidad racional y creadora del hombre que se impone sobre
todo lo que pueda coaccionar y oprimir. Se da un giro del Teocentrismo al
Antropocentrismo, donde el hombre se constituye como el centro del universo y de
la historia.
La Iglesia tuvo que asumir el rol que le corresponde ante el mundo, ya no como
controladora del pensamiento y actuar de este sino como una institución que debe
estar al servicio del pueblo y en defensa de sus derechos, como la responsable de
administrar y enseñar la manera de vivir y de profesar su fe.
Dentro de sus diversas responsabilidades, la Iglesia tiene la misión de dar a
conocer a Jesucristo por medio de la Palabra y de los sacramentos con el fin
integrar a los fieles en la vida de Cristo. Pero en la realidad, esta misión se ha
desfigurado en gran parte de los ministros que siendo los responsables directos de
conducir al pueblo de Dios hacia la salvación y la vivencia del Evangelio, se han
estancado pensando más en sus intereses particulares que en los de Cristo y su
ideal de Iglesia. Los dirigentes del Catolicismo se han dejado invadir por el espíritu
moderno de la inmediatez, el facilismo y el deseo desordenado de poder.
Se podría afirmar que la Iglesia se ha quedado en un idealismo, según lo que nos
dice el padre Louis Bouyer, francés luterano. En su crítica “descomposición del
catolicismo” refiriéndose a los ministros afirma: Decir, pues, que los ministros de la
Iglesia, comenzando por sus cabezas son servidores, ha venido a significar que no
tenían que asumir sus responsabilidades de guías y de doctores, sino seguir al
rebaño en lugar de precederle” de manera que es el fundamento en el que la
iglesia debe caer en la cuenta hoy, ¿solo nos estamos quedando en unos
ritualismos, o tradiciones sin sentido? Al pensarlo se podría afirmar, porque hoy
esta es el lucro, el inmediatismo, la superficialidad, sin importar la razón profunda
de lo que se dice, se hace y se enseña.
En muchos casos, la Iglesia se aprovecha de los sacramentos como el Bautismo
para sostenerse económicamente y reduciendo su importancia al arancel y una
simple catequesis de cumplimiento, desvirtúa totalmente el sentido y misterio que
lleva en sí tan importante sacramento para la vida de los cristianos. Obviamente,
esta realidad no puede generalizarse, pues es sabido que a lo largo de la historia,
muchos han sido fieles al mandato de Jesucristo y ha luchado contra las corrientes
del mundo siendo signo creíble y visible del Reino de Dios en medio de sus fieles.
3. QUÉ ESPERAMOS DEL BAUTISMO
Desde hace algunos años los hombres de todo el mundo están siendo testigos
directos de un fenómeno bastante paradójico, donde se invade el campo de la
conciencia humana con el tumulto de interrogantes, corrientes e ideologías
contrariar a los ideales del Evangelio y a los deberes y derechos fundamentales.
Actualmente, en muchos cristianos se ha despertado un deseo por conocer a
fondo estas realidades para asumir una actitud nueva frente a ellas a partir de sus
creencias y tradiciones, pero no pocas veces se evidencia una fuerte incoherencia
entre lo que se dice creer y lo que se vive. Es el caso de los sacramentos, que se
encuentran a la orden del día, pero que hay muy poco interés por ponerlos en la
práctica, y cada día se agudiza más esta práctica religiosa, pero como ya se ha
dicho, se ha visto en los últimos tiempos la decadencia del interés o la valorización
de lo que se pide o se recibe dentro del sacramento. Cuando se reflexiona sobre
esta situación se pueden tener muchas razones, hay unas preocupaciones más
inmediatas y directas en cuanto a lo humano y lo natural, por ejemplo el
modernismo, la paz, la tecnología, la salud, el crecimiento demográfico y haciendo
referencia a tiempos anteriores, en que había una sociedad sacral o civilización de
cristiandad, era lo sacramental lo que iba orientando al hombre en su interés por lo
ritual y su forma de vivir era de acuerdo a estos valores.
Para la época actual “la vida que se llama cristiana no aparece ante todo como
vida ritual en el seno de un mundo que va evolucionando cada día, ni tampoco en
la vida, en la mente y en el corazón de una sociedad secular por lo que los ritos
sacramentales se han estado convirtiendo en algo extraño y hasta arcaico”
(DENIS, 1971, pág. 60). En este aspecto es donde se hace difícil la tarea de la
Iglesia para evangelizar y concientizar sobre el primer paso que toda persona
cristiana debe dar al incorporarse a la vida del cristianismo: El bautismo,
sacramento que permite a la persona insertarse a la Iglesia, ser hijo de Dios. En
síntesis lo que se espera es darle significado a este sacramento que permite que
en la vida de cada persona acontezca Dios y su gracia, para ser más humanos y
tener la capacidad de humanizar.
3.1. Propuesta de evangelización para el bautismo.
Hoy cuando el mundo se mueve de una manera más rápida, con todos sus
avances técnicos y científicos, el hombre se ha vuelto más racional, y más
funcional. Y detrás de estos avances ha venido también la manera de pensar del
hombre, de ver la vida, la realidad, la sociedad, las creencias religiosas.
En estas realidades es donde hay que dirigir un campo de acción sobre el
compromiso cristiano tomado desde el inicio de su adhesión a Dios y a la iglesia.
Se trata de ver la realidad, de lo que se vive y se hace con el sacramento del
bautismo, y de analizar la conciencia que hay en el cristiano al momento de
recibirlo.
El magisterio de la iglesia debe ser el primero en tener plena conciencia de la
importancia de este sacramento y de lo que en él se otorga al administrarlo.
Posteriormente, la formación de los agentes pastorales es de vital importancia
para la Iglesia, de tal manera que sean personas preparadas e idóneas. Nos dice
Henri Denis: “de lo que más nos urge hoy es la evangelización, es la tarea más
urgente, y no se puede poner en duda que la sacramentalización es la obra más
grave, ya que es la que compromete más profundamente, al igual que la
catequización, pues ella debe tomar una conciencia más viva de la verdad que
tiene en depósito” (DENIS, 1971, pág. 20). En síntesis es este el meollo, hay un
porcentaje grande de relajo dentro de las Iglesias particulares. Henri decía
hablando de la misión de la Iglesia, con respecto al seguimiento de Jesús: “No
basta con hablar de él con simpatía… Si queremos encontrar el fundamento del
sentido de los sacramentos, será conveniente que no nos empeñemos en aludir
este punto de partida”. Lo importante es hacer una evangelización, consiente, una
catequesis seria e incluyente. No cabe ignorar el contexto en el que se encuentra
el mundo. Pero no por ello la iglesia debe caer un simplismo, en un paternalismo
exagerado, en una condescendencia. Sino que es ver el pasado un poco, se hacia
la preparación no de dos días, sino de meses y años, no queriendo decir que se
haga un retroceso sino que es ver que como se forme a los cristianos es lo que se
va a ver en el mañana, de ello serán personas más humanas y conscientes de lo
que les exige ser hijos de Dios, y al ser hijos de Dios, se configuren con la persona
de Jesús, es saber que en los sacramentos Cristo se manifiesta y se da como el
guía que colma al hombre y a la humanidad. Ellos constituyen el modo original e
insustituible de comunicación salvadora entre Dios y el hombre, entre Cristo y los
cristianos, de manera que se debe exigir en adoptar actitudes que hagan ser a los
cristianos más humanos, sociables, compresivos, tolerantes y personas altruistas.
Por consiguiente se estará haciendo praxis el compromiso bautismal. No se puede
seguir pensando y creyendo que no hay interés, que el mundo nos envuelve, so
pretexto de ello, muchas veces nos excusamos de no formar. Es ver la realidad,
juzgar con criterio y actuar con responsabilidad en la formación. Y por último debe
haber una corresponsabilidad de cada persona en el lugar que le corresponde.
CONCLUSIONES
El cristianismo hoy pareciera que está en crisis de identidad, pues muchos
que se consideran cristianos no están seguros del propósito de su iglesia y el
papel que está debe cumplir en su vida. Unos anhelan las cómodas tradiciones
del pasado. Otros buscan una experiencia más auténtica. Y otros buscan
sanidad y consuelo.
Haciendo un análisis de la realidad cristiana, todavía se necesita tiempo para
que el pueblo cristiano se sienta parte interesada en la formación y celebración
de los sacramentos. Hasta hora pareciera que se ha hecho esfuerzos por la
preparación, cristiana pero que a su vez es insuficiente y en muchos casos a
medias, no hay un sentido del ser de cristianos, ello debe llevar a la persona a
dar frutos.
Por tal motivo hoy más que nunca se hace necesario que los proyectos
pastorales o de evangelización de las parroquias este incluido como punto
central la formación que se le proporcione a todos aquellos agentes pastorales,
pues de ellos depende la formación cristiana de niños y jóvenes en su mayoría.
Una de las dificultades que siempre se ha podido analizar es que el pueblo de
Dios no tiene o no se siente comprometido o interesado por la formación de su
propia fe, y más específicamente por lo que se refiere a los sacramentos.
Esta propuesta de concientización debe integrar en el caso del sacramento del
bautismo, tanto como los progenitores y sus testigos. De manera que las
nuevas generaciones cristianas se sientan responsables de la construcción de
la comunidad de fe.
Ha de quedar resonando las palabras del papa Francisco cuando en la
exhortación Apostolica “Evangelii Gaudium” “se dirige a los fieles cristianos
invitándolos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría”
(francico, 2013, pág. 05 #1) que debe reflejarse en toda persona alegre que
vive y tiene sentido su vida cristiana y se siente que hace parte de una iglesia
de una comunidad y sabe lo que significa y profesa.
Bibliografía DENIS, H. (1971). ¿Tiene porvenir los Sacramentos? Madrid: Paulinas.
francico, p. (2013). Exhortacion Apostlica Evangelii Gaudium. Ciudad del Vaticano: Paulinas.
Goedert, V. M. (1998). Teologia del Bautismo . BRASIL: Ediciones Paulinas.
Raphael, S. (1975). manual de la teologia como historia de la salvacion. madrid: EDICIONES CRISTIANDAD MADRID.