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1 FACULTAD DE DERECHO GRADO EN CRIMINOLOGÍA TRABAJO FIN DE GRADO CURSO ACADÉMICO [2014-2015] TÍTULO: APORTACIONES DE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO A LA CRIMINOLOGÍA: “FACTORES DE RIESGO E INTERVENCIÓN EN CONDUCTAS DESVIADAS DE LOS MENORES” AUTOR: MARÍA CRISTINA CARBAJALES BARANDELA TUTOR ACADÉMICO: DRA. CARMEN ROSA MAÑAS VIEJO

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FACULTAD DE DERECHO

GRADO EN CRIMINOLOGÍA

TRABAJO FIN DE GRADO

CURSO ACADÉMICO [2014-2015]

TÍTULO:

APORTACIONES DE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO A LA CRIMINOLOGÍA: “FACTORES DE RIESGO E INTERVENCIÓN EN CONDUCTAS DESVIADAS DE LOS MENORES”

AUTOR:

MARÍA CRISTINA CARBAJALES BARANDELA

TUTOR ACADÉMICO:

DRA. CARMEN ROSA MAÑAS VIEJO

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AGRADECIMIENTOS

A mi abuelo Castor, cuya fuerza y entereza me han inspirado para mantenerme firme y

tenaz. Recordándome que debemos permanecer fuertes aun en las peores

circunstancias.

A mis padres, Mª Dolores y Benjamín, por sus palabras de aliento en los momentos más

difíciles, su cariño incondicional, su comprensión y sabiduría; y el gran esfuerzo que

han realizado para que hoy presente este trabajo.

A mi tutora Carmen Rosa y a mis profesores de la Universidad de

Alicante. Que me han aportado gran cantidad de conocimiento y me han ayudado a

construir y perseguir mis sueños.

A Charlotte y Zaira. Por ser mi segunda familia durante estos años y compartir conmigo

tanto los buenos como los malos momentos.

“All that is valuable in human society, depends upon the opportunity for development

accorded the individual” (Albert Einstein).

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ÍNDICE DE CONTENIDOS

1. RESUMEN………………………………...……………………….……...Páginas 5-6

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS………………………………….....…..Páginas 7-9

3. METODOLOGÍA…………………………………………………..…...Páginas 10-12

4. INTRODUCCIÓN………………………………………………..…......Páginas 13-15

5. DESARROLLO……………………………………………………........Páginas 16-37

6. CONCLUSIONES………………………………………………....……Páginas 38-39

7. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………......Páginas 40-44

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ÍNDICE DE FIGURAS Y TABLAS

Figura 1.: La investigación en forma de capas de cebolla. (The research

onion)……..………………….......….……………………………….......…......Página 10

Figura 2.: Método inductivo- deductivo………………………………........…..Página 10

Figura 3.: Etiología del acto delictivo………………………………………..…Página 18

Figura 4.: Desarrollo temprano de un comportamiento delictivo y la influencia del

grupo de amigos……………………………………………………...................Página 22

Figura 5.: Evolución del PIB en España y su previsión (1971- 2019)...…….…Página 28

Figura 6.: Evolución de los índices de delincuencia juvenil en España (2007-

2013)..............………………………………………….……………………….Página 29

Figura 7.: Tabla sobre la tasa de desempleo en Bélgica (2004-2007)……….…Página 30

Figura 8.: Tabla sobre la tasa de desempleo en España (2004-2007)………..…Página 31

Figura 9.: Tabla comparativa del SMI en Bélgica y España (2004-2007)….….Página 31

Figura 10.: Tabla comparativa de la criminalidad juvenil por países de la UE (2004-

2007).........………………………….......….……………………………….......Página 32

Figura 11.: Mapa sobre el riesgo de pobreza en los países de la Unión Europea

(2007).………..………………………………………………………………....Página 33

Figura 12.: Teoría integradora de David Farrington…………………………....Página 36

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1. RESUMEN

La criminalidad juvenil, que a lo largo de los últimos diez años ha experimentado un

aumento, deviene de factores tanto estáticos como dinámicos; que pueden tener a su vez

carácter de protección o de riesgo. Mientras que sobre los factores de riesgo estáticos no

podremos actuar puesto que nacen con el individuo y son inherentes a él, si podremos

actuar sobre los factores de riesgo dinámicos, tanto endógenos como ambientales. Por lo

que hemos de atender e identificar las carencias y necesidades de la población juvenil.

Reconocer este tipo de factores tendrá gran relevancia para predecir y prevenir su

incidencia en el correcto desarrollo psicosocial de los menores. A partir de esto, sería

posible diseñar programas de prevención más adecuados, tanto predelictuales como

postdelictuales, orientados principalmente al ámbito familiar, educativo y comunitario.

Consecuentemente podríamos proteger de manera más eficaz el desarrollo normal de los

menores y prevenir el afloramiento de conductas desviadas. Con el paso del tiempo esto

repercutiría a su vez en el índice de criminalidad en adultos. Sin embargo, para que sea

posible alcanzar este fin, también es necesaria una completa implicación y participación

positiva de la sociedad en el desarrollo de los jóvenes, ya desde su nacimiento.

Palabras clave: delincuencia, menores, factores, desarrollo, carencias, necesidades,

prevención, predicción.

ABSTRACT

Juvenile delinquency, which has been increasing over the past ten years, is caused by

both internal and external factors. These factors may have protective or risk character.

While an individual is born with certain predetermined internal and static risk

characteristics which cannot be changed, one can indeed influence dynamic risk factors,

both internal and environmental. Therefore, an analysis of what the juvenile population

is currently lacking and what they desire is necessary . Recognising such factors is the

key to predicting and preventing its impact on the normal development of children.

Based on this we can design and create prevention programs tailored to each individual

both pre-delict and post-delict. These programs are mainly family, educational and

community oriented. By lowering and, ideally, eliminating juvenile delinquency, one

also targets one of the main root causes of criminal behaviour among adults. Overall,

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this may lower crime rates significantly. However, society needs to get involved fully

and support the positive development of young people.

Key words: juvenile delinquency, prevention, minors, risk factors, development,

society, prevention, prediction.

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2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS

En la última década observamos un aumento de la delincuencia, correlacionado a su

vez con un empobrecimiento socioeconómico, que se vio agudizado con el comienzo de

la crisis económica.1 “Este fenómeno se ha hecho particularmente más visible en zonas

urbanas marginales. El empobrecimiento socioeconómico y el incremento del

desempleo y de las tasas de pobreza, no va solamente de la mano con el aumento del

índice de delincuencia en adultos, sino que también afecta al ámbito de los menores”.2

Por ello, durante este período apreciamos un aumento considerable de las tasas de

criminalidad juvenil en la Unión Europea. Teniendo en cuenta este hecho, nuestra

investigación tomará como premisa principal la existencia de una íntima relación entre

el factor económico y la delincuencia juvenil.

Sin embargo, además del factor socioeconómico existen otros múltiples factores,

tanto dinámicos como estáticos, que pueden afectar al desarrollo normal de los

menores.3 (González, Fernández & Secades, 2004).

Catalano y Hawkins (1996) identifican como factores de riesgo más relevantes: “a los

sociales o comunitarios, la familia, la escuela y las características individuales”.

Entendemos por factor de riesgo, “aquella característica individual o social cuya

presencia aumenta la probabilidad de que se produzca un determinado fenómeno y que

puede encontrarse en diversos ámbitos de la persona” (Pandina, 2002).

Los factores de riesgo llamados estáticos, son inherentes a la persona, es decir, como

Andrews y Bonta (2003) señalan, “no pueden cambiarse o son muy difíciles de

cambiar”, por lo que no podrán ser objeto de nuestra actuación. Ejemplo de ello son: los

antecedentes delictivos, la impulsividad, el sexo, la edad, u aspectos del pasado.

Sin embargo, sí podremos prevenir la incidencia de los factores de riesgo dinámicos

(Garrido, Redondo & Stangeland, 2006). La integración social, las relaciones filio-

parentales, las amistades, el absentismo y el rendimiento académico, el consumo de

1 Legaz F. (2008). Presidente del OIJJ (Observatorio Internacional de Justicia Juvenil). Alertó sobre el posible despunte de la delincuencia juvenil con motivo de la crisis económica. E incidió en que los gobiernos “deberían evitar la fácil huida hacia el Derecho Penal y el endurecimiento de medidas sancionadoras”, e “incidir en políticas sociales y preventivas”. Fuente: ABC.es2 Travis J., basado en Pfeiffer, C. (1998). Trends in Juvenile Violence in European Countries. Instituto Nacional de Justicia, .Departamento de Justicia de Estados Unidos, EUA.3 Enforced Disapearances Information Exchange Center (EDIEC). “Son considerados menores según el Derecho internacional, todos aquellos seres humanos con edad inferior a los 18 años”. (Y serán responsables penalmente, según establece el art. 1 de la LO 5/2000, aquellos de entre 14 y 18 años de edad).

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drogas y alcohol, así como la calificación que la sociedad le aplica a un individuo

(estigmatización), son factores que afectan al correcto desarrollo del menor, y que

pueden llegar a determinar su comportamiento futuro. Por esta razón, es imprescindible

investigar y ahondar en los factores causantes de alteraciones en el desarrollo normal de

los menores. A mejor predicción, obtendremos una prevención más eficaz y menores

posibilidades de que el joven adopte conductas desviadas. Entendemos por

comportamiento desviado “la conducta violadora de normas. La desviación no es una

cualidad de la acción cometida, sino la consecuencia de la aplicación por la sociedad de

reglas y sanciones” (Becker, 1963).4

La realización de esta investigación tiene como objetivos conocer los factores que

inciden sobre el desarrollo psicosocial de los seres humanos desde los 14 a los 17 años,

como afectan a su psique, y el diseño y planteamiento adecuado de métodos para su

prevención. Para ello, como exponíamos anteriormente, nos centraremos principalmente

en el estudio de los factores de riesgo dinámicos o necesidades criminógenas, es decir,

“las características o aspectos que forman parte del sujeto y son modificables”5; como es

el plano socioeconómico, el socioambiental, el consumo de sustancias psicoactivas, el

factor familiar, el efecto del labeling y a menor escala la influencia de los mass media o

medios de comunicación. Andrews & Bonta (2003), afirman que “las necesidades

criminógenas constituyen un conjunto de objetivos de intervención de primer orden,

puesto que si resultan modificados en un sentido positivo, se favorecerá la competencia

social del sujeto y la evitación de estilos de vida de carácter antisocial”.

Por otro lado, considero relevante en este conjunto hacer un inciso en la bibliografía

biológica de la persona, ya que el componente biológico está inherentemente

relacionado con el ambiente y los factores que en él se entremezclan. No podremos

entender la etiología de una conducta antisocial obviando una de las dos fuentes de la

que deriva.

El objetivo general de esta investigación es la prevención del aumento de la tasa de

criminalidad. Al aplicar un mecanismo preventivo sobre menores con determinadas

necesidades o carencias, potenciamos la posibilidad de evitación de conductas

antisociales futuras. Consecuentemente, la tasa de criminalidad en adultos también

podría verse reducida con el paso del tiempo.

4 Becker, H. (1963). Outsiders, studies in the sociology of deviance. Nueva York, EUA: Free Press.5Botija Yagüe, M. d. l. M. (2011): Herramientas útiles en Trabajo Social: Instrumentos de valoración del riesgo en menores y jóvenes con medidas judiciales. Revista de Trabajo y Acción Social, nº 49, 2011. Castilla La-Mancha, España.

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De manera más específica, los objetivos a tratar en este trabajo serán:

1- Conocer cuáles son los factores más decisivos cuando hablamos del desarrollo de una

conducta antisocial.

2- Conocer si el factor socioeconómico está conectado con el desarrollo de una

conducta delictiva.

3- Conocer que tipo de programa sería más adecuado a cada menor teniendo en cuenta

sus circunstancias y los factores de protección o de riesgo que le rodean.

4- Conocer características o elementos de relevancia a la hora de diseñar un programa.

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3. METODOLOGÍA

Figura 1. The research onion. (Saunders et al., 2009).

La filosofía de esta investigación, será de tipología interpretativista, es decir, se basará

en una metodología de enfoque comprensivo en lugar de descriptivo (Weber, 1971);

siendo este enfoque óptimo cuando se trata de entender situaciones complejas y los

factores subyacentes a ellas. Por otra parte, el enfoque de la investigación será de tipo

mixto o eléctrico (combinación del método inductivo y deductivo, planteada por

Aristóteles), pues partiremos de la observación libre a la determinación de los principios

generales o leyes del objeto de estudio; y a partir de estas, mediante su estudio y

contraste obtendremos predicciones o conclusiones.

6 Figura 2.

6 Imagen vista en indeduc.blogspot.com (Mayo, 2013). Método inductivo- deductivo.

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La estrategia de la investigación será el análisis de diversas teorías, estudios, artículos

y ensayos existentes, para determinar cuales son los factores que marcan o precipitan la

conducta antisocial en un sujeto, y como prevenir su incidencia. Con el mismo fin,

llevaremos a cabo un análisis o cruce de datos, empleando las cifras asociadas a la

delincuencia juvenil española (menores de 14 a 17 años) y al estado económico en

España desde el año 2007 (año anterior a la crisis) al 2013.

Para dar respuesta a nuestros objetivos específicos, expondremos el papel de los

factores biológicos (biografía biológica) y los psicosociales; pues ambos están

correlacionados cuando hablamos de predisposición hacia la conducta delictiva, pese a

que nuestra actuación sobre los de tipo biológico esté limitada. En este tipo de factores

nos centraremos principalmente en los traumas cerebrales que dan lugar a déficits en las

FE (funciones ejecutivas). Mientras que en el estudio de los factores de tipo psicosocial,

investigaremos y correlacionaremos diversas teorías con el objetivo de hallar elementos

comunes entre todas ellas, de modo que se de respuesta a cuales son los factores que

causan mayor riesgo de adopción de conductas antisociales.

En el análisis de datos, buscaremos un vínculo entre el índice de delincuencia juvenil

y el nivel económico, para ello emplearemos datos del Instituto Nacional de Estadística

referentes a la situación de España. Pero además realizaremos un análisis comparativo

con la situación de los países de la UE, en este caso escogeremos Bélgica, debido a que

este país destaca por haber profundizado y adoptado estrategias para la prevención de la

victimización secundaria, como es el uso de la Justicia Restaurativa como medida

alternativa a otras penales.7 El concepto victimización secundaria hace referencia a “la

reacción social negativa sobre la víctima, que reexperimenta una nueva violación de sus

derechos legítimos, cuando la policía, las instituciones sociales y gubernamentales

intervienen con el fin de reparar su situación” (Albarrán, 2003). Es, en definitiva, “la

mala o inadecuada atención que recibe la víctima una vez entra en contacto con el

sistema de justicia” (Palacio, 2001).

Por último, resaltaremos elementos trascendentales derivados de nuestro estudio de

los factores dinámicos, con el objetivo de que puedan ayudar al diseño y planteamiento

de programas preventivos más eficaces. Tomaremos en consideración la perspectiva de

7 Generalitat de Cataunya. (2011): Experts internacionals en victimologia reflexionen sobre

desvictimització i resiliència en la II Jornada de Victimologia del Centre d'Estudis Jurídics i Formació

Especialitzada.

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las directrices de Riad (Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la

Delincuencia Juvenil, 14 Diciembre de 1990) y el principio de interés superior del niño,

de la Convención sobre los Derechos del Niño (20 de Noviembre de 1989).

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4. INTRODUCCIÓN

A lo largo de los últimos años, podemos observar un claro aumento de la delincuencia

juvenil en España, que poco a poco se ha ido estabilizando. En este trabajo nos

centraremos en el período comprendido entre el año 2007 y el 2013, de modo que

podremos establecer una relación comparativa entre los índices de delincuencia juvenil

anteriores al comienzo de la crisis económica (2008) y los índices que se presentan a

posteriori.8 “Existen indicios de la asociación de la crisis económica con el incremento

potencial del crimen” (UNODC, 2011).9

Uno de los factores de riesgo o prevención a estudiar será por tanto el económico. Son

muchos los teóricos que han apreciado una correlación entre el factor económico y la

criminalidad en la sociedad; Ramírez (2003) y Ramírez (2004), determinaron que “en la

sociedad mexicana, las familias que habían sido impactadas de manera fuerte y

constante por la crisis económica, en particular familias con muchos miembros, habían

sufrido un deterioro de la comunicación, la fidelidad, la tolerancia, el respeto, la

confianza, el perdón, la alegría, la paz y la cercanía”. Dando lugar a una “desintegración

familiar negativa”, es decir, una desestructuración de la familia; factor que incrementará

la probabilidad de adopción de conductas de tipo delictivo.

Sin embargo, como a lo largo de este estudio observaremos, la aparición de una

carrera delictiva no tiene su etiología simplemente en un factor; sino que es la suma de

factores, el llamado “principio de múltiples factores” (Schneider, 1994) lo que

determina la proclividad del individuo hacia una conducta desviada.10 11 Este principio

habrá de tenerse en cuenta a la hora de diseñar programas de prevención, puesto que si

el programa va dirigido únicamente a un factor, su eficacia será baja.

No obstante, debemos tener en cuenta que la convergencia de múltiples factores, ya

sean de protección o de riesgo, tanto endógenos como exógenos, no determina la

conducta del individuo; sino que simplemente inciden en él aumentando su propensión

hacia comportamientos desviados.

8 Instituto Nacional de Estadística (INE). España.9 United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC).10 García-Pablos, A. (1994). Problemas y tendencias de la moderna Criminología. Madrid, España:Consejo General del Poder Judicial11 Schneider, H. J. (1994): Causas de la delincuencia infantil y juvenil. Revista de Derecho Penal y Criminología. (Lleva a cabo una integración de las teorías más relevantes para dar una respuesta más adecuada acorde a la multiplicidad de factores).

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Así como en la psicopatía se ha determinado que no todos los psicópatas son

criminales y no todos los criminales padecen una psicopatía, y que muchos de los

psicópatas nunca llegan a tener problemas con la justicia12; la posesión de múltiples

factores de riesgo no determinará que un sujeto acabe con una carrera delictiva, ni la

posesión de gran cantidad de factores de protección hará que el sujeto no delinca.

“Conocer los factores de riesgo a los que se ve expuesto un niño o joven, no produce

certeza total de que se vaya a alterar su desarrollo, sino que nos sirve para determinar la

probabilidad de ello ocurra” (Krausskopf, 1999). Pues será su personalidad, habilidades

sociales y motivaciones, las que determinen su conducta a lo largo del tiempo. La

personalidad es “un patrón de comportamiento, cogniciones, actitudes, motivaciones y

emociones que definen a una persona a lo largo del tiempo; y está compuesta por rasgos

que describen la forma habitual de comportarse, pensar o sentir”.13 La personalidad es

por lo tanto, “la suma total de los patrones de conducta actuales o potenciales de un

organismo” (Eysenck, 1947).14

“Los jóvenes que viven en circunstancias difíciles se encuentran en su mayoría en

riesgo de desarrollar una carrera delictiva. La pobreza, las familias desestructuradas, el

abuso de sustancias y la muerte de un miembro de la familia, han sido demostrados

como los factores de mayor riesgo para caer en una conducta delictiva. La inseguridad

debido a un entorno social inestable incrementa la vulnerabilidad, y por ello los jóvenes

con habilidades sociales escasamente desarrolladas son menos capaces de protegerse de

las influencias negativas que pueda ejercer un grupo sobre ellos”.15

Aileen Carol Wuornos, conocida asesina en serie, era hija de un pederasta que pasó

tiempo en varios hospitales psiquiátricos y se suicidó estando en prisión. Su madre tras

haberse divorciado, la abandonó a ella y a su hermano, dejándolos al cuidado de sus

abuelos. El abuelo de de la menor abusaba física y sexualmente de ella, mientras que su

abuela era alcohólica. Aileen mantuvo relaciones sexuales precozmente con múltiples

parejas e incluso con su hermano (quedándose embarazada a los 14 años). Tras dar a luz

fue repudiada por su familia y por la comunidad, por lo que dio a su hijo en adopción y

se vio forzada a vivir en un coche abandonado en el bosque. Con la muerte de su abuela

12 Ostrosky-Solís, F. (2007). Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro. México: Quo Libros.13Asensi, L., & Díez, M. (2006). Trastornos de personalidad y delincuencia. Alicante, España. Universidad de Alicante, Psicopatología del comportamiento delictivo.14 Instituto Ananda. (2013). Psicopatología. Trastornos de la personalidad. Pamplona, España.15 United Nations World Youth Report. (2005).

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iniciaría su dedicación a la prostitución. Es relevante destacar aquí que por aquel

entonces, Aileen era una menor que todavía se encontraba en edad escolar.

Wuornos nunca contó con el apoyo afectivo necesario para el correcto desarrollo del

individuo, procedía de una familia completamente desestructurada, y el ambiente

socioeconómico en donde se desenvolvía era decadente, entre otros factores. Este caso

refleja perfectamente el desarrollo de una conducta desviada debido a la incidencia de

factores exógenos sobre un menor.

Aileen Wuornos, al margen de que pudiera presentar una genética que determinara su

predisposición hacia la conducta delictiva, nació y se desenvolvió en un ambiente

completamente desfavorable, que precipitó la adopción de las conductas que la llevaron

a consolidarse como la asesina en serie que hoy conocemos. “La sociedad prepara a los

criminales y los culpables son solamente los instrumentos que los ejecutan” (Quételet,

1848).

Es por ello que la observación y tratamiento de los menores a lo largo de su desarrollo,

no tan sólo desde un punto de vista físico/ médico, sino psicológico y de tipo

preventivo, es necesario a la hora de reducir significativamente los niveles de

criminalidad en la sociedad. Prestar atención y apoyo a sus carencias y necesidades es el

punto clave para paliar la conducta desviada.

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5. DESARROLLO

5.1. Tipología de factores que intervienen en el desarrollo psicológico del individuo.

“El desarrollo psicológico es un proceso gradual y progresivo, caracterizado por

cambios o transformaciones de la conducta, del pensamiento y de las formas de sentir.

En el que juegan un papel clave las habilidades sociales y el ambiente” (Martínez,

2014).16 Dichas transformaciones o cambios17 tienen lugar a lo largo del

desenvolvimiento del menor, desde su nacimiento hasta la consolidación de su

personalidad, por la influencia de determinados factores. Estos factores pueden

clasificarse en distintos tipos; exógenos o endógenos, dinámicos o estáticos y de

protección o de riesgo.

Los factores endógenos son aquellos que porta el individuo por sí mismo, es decir,

aquellos inherentes a la persona, como los de carácter genético u hormonal. El portar

algún tipo de anomalía o enfermedad puede condicionar a la persona hacia la toma de

una conducta desviada. Los factores exógenos sin embargo, hacen referencia a todos

aquellos elementos o circunstancias ajenos al individuo (tanto ambiente natural como

ambiente artificial), como son el clima social que lo rodea, la familia, el ambiente

económico, laboral, escolar, los medios de comunicación, etc.18 Estos factores tendrán

gran relevancia a la hora de conformarse o no una conducta criminal. “El ambiente

puede fomentar o impedir la conducta humana”.19 “Una persona está en el centro de

varios sistemas ambientales, que abarcan desde la familia hasta la cultura. Estos

sistemas interactúan con los individuos e influyen sobre el desarrollo de manera

relevante” (Shaffer, 1999).

Por otra parte tenemos los factores estáticos y dinámicos. Los factores estáticos serán

aquellos no modificables, como por ejemplo: factores de tipo genético, la edad, los

antecedentes delictivos y la presencia de psicopatía o trastornos mentales. Mientras que

16 Martínez, A. (2014). Nuestra realidad más cercana. El desarrollo humano. Barcelona, España: Plataforma de publicaciones Calaméo.17 Entre los cambios psicológicos que sufre el menor entre los 13 y 17 años (adolescencia), encontramos: el cambio de las cogniciones y las formas de ver el medio ambiente, cambio de actitudes y de carácter, sentimiento de incomprensión (el menor se aleja de los adultos), manifestación de la introspección, la rebeldía, la crisis de identidad y la ambivalencia. 18 Collazos, M., & Puente, J. L. (2006). Principales factores victimológicos. Licenciatura en Victimología, Universidad de Murcia. 19 Rogers, C. (Teoría sobre la potencialidad innata de los seres humanos a la actualización óptima), en Hikal, W. (2011). Criminología etiológica- multifactorial. México: Flores Editor y Distribuidor.

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los dinámicos o necesidades criminógenas hacen referencia a las características que son

modificables; como el consumo de alcohol o drogas, las habilidades sociales y de

resolución de problemas, las amistades perjudiciales, un vecindario que ejerce

influencia negativa sobre el individuo (zonas marginales), la desestructuración familiar,

el pensamiento o las cogniciones del sujeto (modificables mediante terapia cognitiva).

Los anteriores factores pueden a su vez consolidarse como factores de protección o de

riesgo. Se considerarán de riesgo aquellos que incrementen o aumenten la probabilidad

de adoptar conductas antisociales; “los factores de riesgo incrementan la probabilidad

de desarrollar problemas emocionales, conductuales o de salud” (Hein, 2000). Mientras

que los factores de protección ejercerán una influencia positiva en el individuo, que

provocará un descenso de las probabilidades de adoptar una conducta desviada.

A partir de esto podemos determinar los factores sobre los que será más efectivo

trabajar con programas de prevención. Puesto que ante los factores estáticos no

podremos actuar (Garrido, Redondo & Stangeland, 2006), nuestros programas de

prevención habrán de ir orientados a los factores de riesgo de carácter dinámico.

Estos factores que predisponen a niños y adolescentes a adoptar una conducta

antisocial han sido analizados por West y Farrington en su estudio longitudinal

“Cambridge” (1961); en el que empleando una muestra de 411 varones de 8 años,

intentaron determinar como se desarrollaba el comportamiento delictivo y la posibilidad

de predicción de este, mediante la realización de diversas entrevistas, que tenían lugar

hasta que alcanzaban los 32 años. Los principales factores precipitantes de la conducta

antisocial que obtuvieron fueron “antecedentes delictivos de los padres, métodos de

crianza no efectivos, formar parte de una familia numerosa, pobreza, progenitores con

una mala relación matrimonial, familia con bajos ingresos e inestabilidad laboral o

desempleo”.

Por otro lado, Walter Reckless en su Teoría de la contención (1961), lleva a cabo una

determinación de los factores de protección o características personales del individuo

que pueden aislarle de los impulsos internos y de las influencias criminógenas del

entorno; “diferencia entre los mecanismos de contención, tanto internos como externos;

y los mecanismos de presión criminógena”.20 Entre estos factores comprende “la

presencia de objetivos realistas, poseer una alta tolerancia a la frustración,

establecimiento de metas legítimas a largo plazo, tener un autoconcepto positivo,

20 Vicente Cuenca, M. Á. (2011). Sociología de la desviación: una aproximación a sus fundamentos.Alicante, España: Editorial Club Universitario.

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identificarse con la legitimidad y el respeto a las leyes, sentirse parte de la

comunidad”.21

5.2. Factores biológicos. (Biografía biológica).

Los factores biológicos son factores estáticos sobre los que no podemos actuar. Sin

embargo, debemos tenerlos en cuenta a la hora de estudiar un individuo y la posibilidad

de aplicación de un determinado programa de prevención; ya que “estos factores

biológicos o endógenos, también considerados como personalidad de base, son

complementados por los factores de tipología exógena o influencias ambientales,

actuando de forma combinada”.22 Y a su vez, esta tipología nos ayudará a diferenciar

una conducta delictiva en una personalidad psíquicamente normal, una con

anormalidades psíquicas menores, y una personalidad psíquica con profundas

alteraciones o perturbaciones de la personalidad.23

24 Figura 3.

21 Vicente Cuenca, M. Á. (2011).Sociología de la desviación: una aproximación a sus fundamentos. Alicante, España: Editorial Club Universitario.22 Asociación Argentina de Psiquiatras. Revista de Psiquiatría Forense, Sexología y Praxis. Año 2, volumen 2, , nº 2. Marzo 1995.23 Asociación Argentina de Psiquiatras. Revista de Psiquiatría Forense, Sexología y Praxis. Año 2, volumen 2, , nº 2. Marzo 1995.24 Fernández, M. (2007). Imagen vista en Cursos mailxmail.com. Análisis de la inseguridad ciudadana.

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En este punto nos centraremos principalmente en los déficits de las funciones

ejecutivas, que tienen un papel relevante en relación a esta tipología de factores, y que

en las últimas dos décadas, han ido ganando interés en el ámbito científico. Ya que

muchos estudios han determinado que existe una correlación entre el rendimiento en los

procesos de las funciones ejecutivas y la presencia de trastornos de tipo psicopatológico.

Cuando hablamos de funciones ejecutivas, nos referimos a “conjunto de habilidades

cognitivas, vinculadas a la actividad de la corteza prefrontal y a sus conexiones; que

permiten la anticipación y el establecimiento de metas, la planificación de estrategias

para alcanzar las metas trazadas, el inicio de las actividades y operaciones mentales, la

autorregulación de tareas y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente” (Anderson

& Goldberg, 2002).25

Anderson determinó que en los niños, los déficits cognitivos asociados con

alteraciones en las funciones ejecutivas incluían “bajo control de los impulsos,

dificultades en la regulación del desempeño de tareas, problemas en la planeación y

organización, dificultad en establecer estrategias adecuadas y eficientes, poca

perseveración y flexibilidad cognitiva para corregir errores o incorporar nuevas

conductas”.26 Anderson, Bechara, Damasio y Damasio (1994) concluyen que “los daños

en la corteza frontal pueden ocasionar que el individuo no sea capaz de evaluar los

resultados o consecuencias inmediatas o futuras de sus acciones, existiendo de este

modo, predisposición hacia la conductas antisociales y peligrosas”.

El estudio de los déficits que pueden presentarse en las funciones ejecutivas, resulta

interesante a la hora de predecir una posible conducta desviada futura. La incapacidad

para trazar metas, o determinar los medios con los que llegar a ese fin marcado, así

como la falta de habilidad para llevarlo a cabo adecuadamente, y la valoración objetiva

de las posibles consecuencias derivables de las acciones; puede dar lugar a que el

individuo tome otras alternativas no lícitas o socialmente aprobadas, para lograr sus

objetivos más inmediatos; “las deficiencias en las funciones ejecutivas pueden

disminuir las habilidades para generar alternativas sociales que se adapten a los

ambientes sociales y ejecutar respuestas adecuadas para evitar la agresión” (Giancola,

1995), de modo que la conducta delictiva se correlaciona de manera cercana con los

25 Alonso, M. A., Bravo, J., Gonzalez-Perez, P., Hernández, S., Izquierdo, M., & Martin, R. (2010). Procesos psicológicos complejos en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad: una perspectiva neuropsicológica. Revista de Psiquiatria Infanto-Juvenil, 2010, nº 1, vol. 7.26 Alonso, M. A., Bravo, J., Gonzalez-Perez, P., Hernández, S., Izquierdo, M., & Martin, R. (2010). Procesos psicológicos complejos en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad: una perspectiva neuropsicológica. Revista de Psiquiatria Infanto-Juvenil, 2010, nº 1, vol. 7.

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20

déficits neuropsicológicos, “los déficits en funciones ejecutivas o un daño en la corteza

prefrontal pueden relacionarse con una conducta agresiva aumentada” (Lynam &

Moffitt, 1994).

En cuanto a la etiología de estos déficits de las funciones ejecutivas que predispondrán

al individuo hacia una conducta desviada, existen diversos estudios que indican que su

origen puede ser orgánico. El estudio realizado por Adelman, Fletcher, Hoge, Kane,

Rosenbaum y Warnken (1994), señala que “de los traumas cerebrales se derivan

cambios de conducta, que predisponen al incremento de la violencia. Siendo muchas de

las lesiones cerebrales adquiridas en la infancia, en contextos diversos como accidentes,

juegos, o maltrato infantil”.

5.3. Factores psicosociales

5.3.1 Factores familiares y afectivos.

El factor familiar es probablemente uno de los que ejercen mayor influencia sobre el

menor, puesto que el menor tomará como primer modelo de conducta a su familia. “Es

uno de los factores que más destaca, por su importancia para la socialización y

formación de cualquier persona”.27 “La familia es el primer órgano de modelado,

aprendizaje y socialización del menor” (Barca, Mirón, Otero & Santórum, 1986).28 Y es

el primer medio de control social (informal), es decir, “el primer medio empleado para

mantener las normas impuestas por la sociedad” (González, Maté & Trigueros, 2010).29

“Un fracaso en esa etapa lleva a problemas como el uso de violencia para resolver los

conflictos, la inexistencia de valores como la responsabilidad, solidaridad o respeto de

límites” (Chaves & Rodolfo, 2013).30 Así lo ratificaron numerosos estudios y teorías, “la

influencia de la familia es determinante en edades tempranas” (Gerstein & Green 1993;

Alexander, Gary, Kumpfer, Olds & Zucker, 1998). Este factor además se encuentra

vínculado con otros; como el factor económico y el consumo de sustancias. Una

situación de desempleo en el ámbito familiar, y pocos recursos, podrá favorecer

27 Cosgaya, L., Galíndez, E., Iraurgi, I., Martínez-Pampliega, A., Muñoz-Eguileta, A., Nolte, M., &Sanz, M. (2004). El conflicto parental y consumo de drogas en los hijos y las hijas. Euskadi, España: AEFFA.28 Maté, M. d. C. O., González, S. L., & Trigueros, M. L. Á. (2010). El control social. Cantabria:Universidad de Cantabria, Ciencias Psicosociales.29 Chaves, R. (2013). Familia y Delincuencia Juvenil. La Nación Opinión.30 Chaves, R. (2013). Familia y Delincuencia Juvenil. La Nación Opinión.

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21

conductas como el consumo de sustancias psicoactivas y alcohol; y con ello la

potenciación de comportamientos desviados (Cano, Contreras & Molina, 2012; Graña

& Muñoz, 2001).

Por otro lado, Torrente y Ruiz (2005)31, determinan que además del encontrarse en el

seno de una familia desestructurada, el divorcio de los progenitores o la muerte de uno

de los miembros de la familia pueden resultar traumáticos en el menor y predisponer al

consumo de drogas, a una mayor agresividad y a una conducta antisocial. También se ha

determinado que los hogares compuestos por muchos miembros, además de los hogares

en los que uno o ambos progenitores se encuentran ausentes, están relacionados con

características desfavorables; como conflictos, falta de atención, pobres interacciones

afectivas e inadecuada supervisión (Hampe & Spicer, 1975; Fischer, 1984).32

“La familia es la encargada de transmitir al menor un conjunto de valores positivos y

de respeto a la ley”33 (Sutherland, 1970). Por tanto, cuando la familia está

desestructurada, estos valores no se transmiten como deberían al menor, quedando bajo

la influencia de otros valores no prosociales. Sutherland determinaba, que en las

familias en las que faltaba un modelo parental (familia disociada), “se reducía la

vigilancia de los menores”, pudiendo por lo tanto entrar en contacto con otros modelos

no favorables, como amistades o compañías negativas, grupos en los que refugiarse

(bandas o subculturas). Se ha destacado la importancia de las amistades, sobre todo

durante el período de la adolescencia, pues “los grupos de amigos contribuirán a la

conformación de la identidad del menor, sus habilidades y sus conductas” (Leigh &

Peterson, 1990).34

De igual forma, la familia, además de ser la encargada de transmitir valores

prosociales, también jugará un papel importante en la interiorización del autocontrol del

menor (Gottfredson & Hirschi, 1990).35 “La interiorización del autocontrol en el menor

dependerá de la educación recibida de su familia en la primera infancia. Los niños

educados con afecto y disciplina, desarrollarán autocontrol y por lo tanto presentarán

menor predisposición a adoptar conductas delictivas” (factor de protección). Por el

31 Ruiz, J. A., & Torrente, G. (2005). Procesos familiares relacionados con la conducta antisocial de adolescente en familias intactas y desestructuradas. Murcia, España: Universidad de Murcia. Apuntes de Psicología, vol. 23, nº 1.32 Luengo, A., Mirón, L., Otero, J. M., & Sobral, J. (1988) Un análisis de la relación entre ambiente familiar y delincuencia juvenil. Revista de Psicología Social. Santiago, España: Universidad de Santiago. 33 Sutherland, E. H. (1924). Principios de Criminología. Teoría de la Asociación Diferencial.34 Gómez- Fraguela, J. A., Luengo, M. A., & Romero, E. (2000) Factores sociales y delincuencia: Un estudio de efectos recíprocos. Santiago, España: Escritos de Psicología.35 Gottfredson, M., & Hirschi, T. (1990). Teoría general del delito. (Teoría del autocontrol).

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22

contrario, los menores educados en el seno de una familia que emplea la violencia, el

castigo y la agresividad de manera constante y deliberada, serán más propensos a

adoptar la misma conducta agresiva que la de los modelos familiares que observan

(Mussen, 1990).

36 Figura 4. Desarrollo de un temprano comportamiento delictivo y la influencia del

grupo de amigos.

5.3.2. Factores socioeducativos.

El factor socioeducativo constituye un alto factor de protección ante la delincuencia

juvenil, circunstancias como el absentismo escolar y los bajos niveles de estudios

pueden consolidarse como factores que predisponen a la toma de conductas antisociales.

“El abandono escolar, sumado al maltrato infantil, el abandono por parte de los padres,

las malas condiciones socioeconómicas y la falta de oportunidades, es el principal

detonante para que los menores sigan conductas delictivas” (Reyes, 2014).37 Mientras

que un alto nivel de estudios ha sido determinado como un factor de protección frente a

la adopción de comportamientos antisociales. “Para los jóvenes que no asisten a la

36 Imagen vista en Revista de Derecho Valdivia. (2003). Predicción y prevención de la delincuencia juvenil según las teorías del desarrollo social. Coie, Miller- Johnson (2001). Vol. XIV, 135-138, Madrid, 2003.37 Reyes, I. (2014). Deserción escolar, principal factor de delincuencia juvenil. Eje Central. México.

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23

escuela o la abandonan, existe el doble de riesgo de que se dediquen a actividades

delictivas” (Székely, 2008).38 En México D.F. (2008) se llevó a cabo un estudio en

jóvenes de entre 15 y 19 años que habían sido detenidos por infracciones; el estudio

determinó que el 63% de ellos no tenían estudios de ESO o bachillerato.39 Por ello, este

factor además de servirnos como un instrumento preventivo o de protección, podrá

arrojarnos alguna luz a la hora de efectuar predicciones.

“El comienzo de los desórdenes serios de la conducta en la adolescencia y la edad

adulta, se establece en el período preescolar”40 (Webster-Stratton, 1997). Es por ello que

resulta tan importante llevar a cabo una vigilancia o puesta de mayor atención en los

menores, tanto en este ámbito como en el familiar, ya que ambos se complementan

como mecanismos de control social informales. “La escuela es el principal agente de

detección de necesidades y carencias, en especial de las de carácter social. Por ello, esta

institución constituye en muchas ocasiones el principal espacio para la prevención”.41

Además de los conocimientos teóricos en sí mismos, la escuela también proporciona

modelos de conducta para los menores; un profesor es una figura de autoridad, pero que

a la vez atiende a los menores de manera cercana, es por tanto ejemplo positivo que se

hace necesario, sobre todo en el caso de menores procedentes de familias

desestructuradas. Al mismo tiempo, en el ámbito escolar también se potencia el

aprendizaje de habilidades sociales, ejercitación del autocontrol y solución de

conflictos. Por lo que mediante la concientización e implicación de los docentes y la

realización de programas con el alumnado, podría conseguirse un gran potencial

protector.

5.3.3. Factores socioambientales.

Las circunstancias o factores biológicos y psicológicos, en combinación con el

ambiente, pueden aumentar o disminuir las posibilidades de adopción de una conducta

delictiva (Reine, 2002). Las desigualdades sociales, la pertenencia a una minoría étnica,

38 Székely, M. (2008). A mayor nivel de estudios, es menor el riesgo de que los jóvenes se dediquen a actividades delictivas. México: SEMS (Subsecretaría de educación media superior).39 Primera Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia, y Violencia en las Escuelas Públicas de Educación Media Superior (elaborada por solicitud de la SEMS, México D.F.).40 Earls, Moffit, Robins, Silva & White (1990): Mediante un estudio longitudinal del comportamiento diruptivo, llegan a la conclusión de que la presencia de conflictos en la etapa preescolar es un buen predictor de actividades delictivas a las 11 años de edad.41 Navarro, J. J., Pérez, J. V., & Uceda, F. X. (2010). Propuestas de intervención socioeducativa con las adolescencias. Valencia, España: Nau Llibres.

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24

nacer o desarrollarse en barrios marginales urbanos, o los medios de comunicación,

pueden influir en el desarrollo cognitivo y comportamental del menor, así como en la

interiorización de los valores y normas sociales.

Las Teorías Ecológicas de la Escuela de Chicago (1920 y 1930) fueron las primeras

en señalar que la delincuencia tenía mayor auge en las zonas urbanas que en las zonas

rurales; concretamente en áreas marginales de zonas urbanas, como “zonas de industria;

fábricas, almacenes, ferrocarriles y barrios marginales” (García-Pablos, 2001). Si

tenemos en cuenta la Teoría de la Anomia de Émile Durkheim42, encontramos una

explicación lógica a este hecho, “la sociedad establece una serie de metas comunes a

todos los ciudadanos, como son el dinero y el poder”, sin embargo, ciertos sectores de la

población, como en este caso el que se ve relegado a vivir en zonas marginales urbanas,

no poseen los mismos medios y oportunidades que otros para llegar a alcanzar los

objetivos establecidos. De modo que existirá una mayor probabilidad de que la persona,

para conseguir los objetivos que persigue todo ciudadano, emplee vías ilícitas; es decir,

desarrolle una conducta delictiva.

Por otra parte, basándonos en el experimento del psicólogo Philip Zimbardo (1969)43

que dió origen a la Teoría de las ventanas rotas (Kelling & Wilson, 1982). El nacer o el

criarse en una de estas zonas urbanas marginales, provoca también un efecto de

contagio de la conducta delictiva. El descuido del ambiente físico o de las normas

sociales en estas zonas, da lugar normalmente a una expansión de la conducta delictiva,

“las conductas incivilizadas se contagian”. Por ello, la sociedad debería tener en

conjunto una actitud activa de participación y colaboración para la prevención del

desarrollo de conductas antisociales en menores. Paliar las desigualdades existentes,

mejorar el ambiente físico de las zonas marginales y la realización de programas

formativos en la comunidad, podría tener una incidencia positiva en las tasas de

delicuencia juvenil.

Así como la Teoría de las ventanas rotas plantea el contagio de conductas antisociales,

el psicólogo canadiense Albert Bandura (1986), establece que la agresividad puede ser

adquirida por aprendizaje social a través de la observación de modelos (aprendizaje

vicario).44 Por ello, establecer modelos prosociales que los menores pudieran seguir es

42 Primera aparición del concepto de anomia en 1893, en la obra de Durkheim, E. La división del trabajo social.43 Argandoña, A. (2004). Teoría de las ventanas rotas. Cataluña: El País.44 Maisto, A. A., & Morris, C.G. (2005). Introducción a la Psicología. México: Ed. Pearson Educación.

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25

una necesidad. La familia, como anteriormente hemos expuesto, es el primer

mecanismo de control social presente en la vida del menor. Involucrar a las familias en

programas de educación de menores para padres, o programas conjuntos; consiguiendo

una participación activa por parte de estos, crearía un refuerzo del control social

informal que los progenitores ejercen, y a su vez mejoraría la relación filio-parental.

Sin embargo, cuando hablamos de concientización y participación activa de la

sociedad y la familia en la prevención del desarrollo de conductas delictivas en

menores, no hablamos solamente de la participación para evitar que se consume el

delito; sino también de una participación postdelictual, para evitar la cronificación de la

adopción de una conducta antisocial, es decir, evitar la reincidencia.

La sociedad tiende a marcar al menor una vez ha cometido un ilícito, no apreciándolo

ya como un individuo social, sino que se le asigna un rol, que podríamos determinar

como de “enemigo del sistema”, es decir, “ la reacción social ante un delito produce un

efecto de estigmatización en la persona” (Lemert, 1967)45. Sin embargo, Howard Becker

(1964) en su síntesis sobre el labeling, sostiene que “las conductas desviadas o ilícitas

no son tales en sí, sino que son determinadas como desviadas por la reacción social que

provocan”. Una posición parecida mantiene Herrero (1988)46, que considera al sistema

de justicia juvenil como causante del etiquetamiento del menor.

Tannenbaum (1938), introductor del concepto del etiquetado, fija su atención en que

los menores a los que se les había asignado una etiqueta negativa, son más propensos a

cometer actos delictivos. “El etiquetado inicial puede hacer que el individuo adopte la

conducta del rol que la sociedad le ha asignado. La persona incorpora el status con el

que se le marca a su identidad”.

Teniendo en cuenta estos aportes, podemos afirmar que la concientización de la

sociedad debe ir también orientada al plano postdelictual. Si se lograra reducir la

reacción social, se podría evitar la amplia asignación de roles o status, que implican la

evolución de una conducta desviada hacia una verdadera carrera delictiva. A su vez, en

este sentido, el sistema de justicia de menores, debería adoptar también más medidas

alternativas; evitar que el menor pase por mecanismos de control social formal47 podría

reducir la integración del concepto de desviado en su identidad. La potenciación del uso

de la mediación sería, por ejemplo, una medida alternativa que resultaría mucho más

45 Cooper, D. (2005). Delincuencia y desviación juvenil. Santiago de Chile: LOM.46 Herrero, H. (1988). Seis lecciones de Criminología. Madrid, España: Ministerio de Interior.47Control social formal: mecanismo de control que ejerce el Estado sobre aquellos individuos que realizan conductas no deseadas, mediante la aplicación de estatutos, leyes y regulaciones.

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26

beneficiosa para todos a largo plazo. La víctima evitaría pasar por un proceso dañino

psicológicamente para ella (victimización secundaria48) obtendría las respuestas que

necesita del menor, logrando una reparación del daño más eficaz, y menos perjudicial

también para el menor. Además se evitaría en mayor medida el etiquetamiento y se

potenciaría la reinserción social.

Por otra lado, la influencia de los mass media o medios de comunicación en el

desarrollo de los menores ha sido contemplada desde dos perspectivas. “La

visualización de contenidos de carácter violento por parte de los jóvenes en desarrollo

es concebida por la “hipótesis de la catársis” como un medio para reducir las conductas

agresivas” (Lorenz, 1966). Sin embargo, actualmente esta teoría ha quedado deshechada

con la realización de nuevos estudios sobre esta temática. Huesman et al., (2003) y

Meyers (2003) demuestran la existencia de una relación entre la visualización de

contenidos violentos, con la aparición de conductas agresivas a largo plazo. Meyers

destaca además que este efecto incide en individuos que previamente ya poseían una

actitud de tipo violento.

Otra perspectiva diferente a las planteadas es la que establece Donnerstein (2004), que

indica que “los menores no poseedores de un carácter de tipo violento, que visualizan

este tipo de contenidos, pueden ser más propensos a sufrir la victimización. Ya que la

visualización de contenidos violentos despierta en ellos miedo a convertirse en víctimas

y miedo al mundo real”. Frente a esta problemática, la educación por parte de la familia

y la escuela son los factores de protección más potentes.

5.3.4. Factores socioeconómicos.

“Con la caída del muro de Berlín en 1989, miles de ciudadanos se marcharon a países

del oeste de Europa. Sin embargo, debido a problemas lingüísticos y de integración

cultural, muchos de estos inmigrantes tuvieron que afrontar el desempleo. Aquellos que

no encontraban trabajo eran más propensos a involucrarse en actividades delictivas, que

aquellos que si lo encontraban. El incremento de la delincuencia juvenil iba

acompañado de un aumento de las tasas de desempleo y de pobreza en el año 1990”

48 Victimización secundaria: proceso mediante el cual la víctima de un delito sufre de nuevo un daño psíquico, generado por la intevención de las instituciones y profesionales encargados de asistir a la víctima, investigar el delito o instruir diligencias (policías, jueces, peritos, forenses, fiscales, funcionarios, etc).

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27

(Pfeiffer, 1998).49 No obstante, acerca de la relación existente entre desempleo, pobreza

y delincuencia, son distintos los estudios y teorías que la sustentan. Encontramos

diferentes propuestas, algunas establecen que el factor económico no es un factor

determinante en sí mismo, sino que el sujeto que se encuentra bajo la influencia de este

factor de riesgo ya poseía una predisposición en él mismo (se hace patente con la

presencia de antecedentes delictivos). Así por ejemplo, David Farrington (1986) realiza

un estudio longitudinal con jóvenes varones procedentes de zonas urbanas marginales,

obteniendo que los jóvenes desempleados cometían tres veces más delitos que los que

tenían empleo; pero sin embargo, esta correlación entre desempleo y delincuencia sólo

se evidenciaba entre jóvenes con antecedentes de conductas delictivas. Rutter et al.,

(2000) al igual que Farrington determina que la conducta delictiva de los jóvenes parte

de un riesgo ya anterior, siendo el desempleo un factor de riesgo en añadidura, que

solamente incrementaría la predisposición a la conducta delictiva ya existente.

Por otra parte, otras teorías mantienen que existe una relación directa de causalidad

entre el desempleo, la pobreza y la adopción de conductas desviadas. El sociólogo

Gabriel Kessler establece “que los jóvenes que sufren desempleo al comienzo de la vida

adulta, tendrán más posibilidades de desarrollar una verdadera carrera criminal y

menores posibilidades de recuperación”. Pues el desempleo priva a los jóvenes de la

participación en los objetivos colectivos, “afectando así a su status social y creando un

estigma”.50

Cloward y Ohlin en su Teoría de la desigualdad de oportunidades (1960)51, relacionan

el origen de la subcultura52 desviada con la frustración de los jóvenes de clase baja, que

intentan sin éxito alcanzar los objetivos económicos y de poder que la sociedad

establece. Los jóvenes son conscientes de las desigualdades e injusticias de la sociedad,

y ante esto optan por agruparse con sus semejantes, formando las llamadas subculturas

desviadas (Cohen, 1955).

Empleando las tablas que encontramos a continuación, realizaremos un análisis

comparativo, con el objetivo de comprobar si el factor económico jugará un papel

decisivo en la adopción de conductas antisociales.

49 Travis J., basado en Pfeiffer, C., (1998). Trends in Juvenile Violence in European Countries. Departamento de Justicia de Estados Unidos, Instituto Nacional de Justicia.50 Jauregui, M. (basado en Kessler, G.) (2014). El impacto social del desempleo. Argentina.51 Cloward, R. & Ohlin, L. (1960). Delincuencia y Oportunidad: Una Teoría de las bandas.52 Subcultura: Grupo de personas que comparten comportamientos y creencias muy diferentes a los que priman en la cultura dominante de la comunidad a la que pertenecen.

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28

Si observamos la primera tabla y la segunda tabla (figura 5 y figura 6), sobre el PIB y

las tasas de delincuencia juvenil en España, entre los años 2005 y 2010 existe un

descenso acelerado y continuo del producto interior bruto. A su vez en la figura 6, desde

el año 2007 (año anterior a la crisis) observamos que existe un incremento constante de

la delincuencia juvenil hasta el año 2010. A partir del año 2010 la cifra de menores

infractores va descendiendo, más o menos a la par que el PIB va ascendiendo.

Pese a que las cifras no coinciden exactamente, si podemos determinar una

correlación entre estas dos variables. Hemos de tener en cuenta también, que el factor

económico, como se ha expuesto a lo largo de esta investigación, no es el único factor

que va a incidir en el desarrollo y el comportamiento de los jóvenes, ya que existen

múltiples circunstancias que mantienen una relación causal directa o indirecta con la

conducta delictiva.

53 Figura 5. Evolución del PIB en España y su previsión (1971-2019).

53 Gráfica vista en El País digital (Febrero, 2014). Evolución del PIB, España (1971-2019).

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29

54 Figura 6. Evolución de los índices de delincuencia juvenil en España (2007-2013).

Empleando las siguientes tablas, compararemos la situación económica y el índice de

delincuencia juvenil en España con la de otro país de la Unión Europea. En este caso

hemos seleccionado Bélgica, por ser uno de los países de la UE que ha apostado en

mayor medida por la Justicia Restaurativa,55 como alternativa para solventar los

conflictos penales. La Justicia Restaurativa es un sistema alternativo de solución de

conflictos, mediante el cual, las partes involucradas en el (víctima, autor, familias y

comunidad), deciden como afrontar las consecuencias o daños derivados del hecho.56 En

este sistema, se dará importancia a las necesidades de todos, empleándose el diálogo

como medio para la resolución de los conflictos; “el diálogo favorece el

restablecimiento de la paz social, reduce la respuesta estatal violenta y permite la

participación de la comunidad en la resolución de los conflictos”.57

Normalmente los programas de Justicia Restaurativa se aplican con anterioridad al

proceso judicial, no en la fase post procesal, cuando ya se ha juzgado al autor de los

hechos. Sin embargo, en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), se han llevado a

cabo un programa piloto llamado “Restorative Prisons”, cuyo objetivo es la aplicación

del sistema de Justicia Restaurativa en cualquier fase del proceso (Ollero, 2008).

54 Elaboración propia, datos extraídos del INE, (2007-2013).55 Ollero, J. (2008). Justicia Restaurativa entre los muros de la prisión: La experiencia belga. Criminología y Justicia. España.56 Marshall, T. (1999). Restorative Justice: An Overview. London, UK: Research Development and Statistics Directorate. Home Office.57 Bazemore, Gordon & Walgrave (1999). Restorative Juvenile Justice: In search of fundamentals and an outline for systemic reform. EUA.

0

2.000

4.000

6.000

8.000

10.000

12.000

14.000

16.000

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20.000

2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

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30

Si comparamos las figuras 7 y 8, que representan el índice de desempleo en España y

en Bélgica (2004-2007), la figura 9 (SMI en España y Bélgica entre 2004 y 2007), y la

figura 11 (representación de los índices de riesgo de pobreza en los países de la UE) con

la figura 10, que hace referencia al número de menores bajo custodia penal; observamos

que en Bélgica el índice de riesgo de pobreza y el índice de desempleo es más bajo que

en España, y que el SMI en el país extranjero es considerablemente más elevado. A su

vez, observando la figura 10, podemos comprobar que España presenta un índice de

menores en custodia penal 25 veces superior al de Bélgica (0,20‰ frente a 0,008‰).

Por lo que considerando todas las cifras, hemos de concluir que sí debemos apreciar la

existencia de una correlación real entre el factor socioeconómico y la delincuencia

juvenil. Pero a la vez no podemos dejar de tomar en cuenta, que en estas variables

también influirán otros factores y circunstancias.

58 Figura 7. Tabla sobre la tasa de desempleo en Bélgica (2004-2007).

58 Trading Economics. (2004- 2007).

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31

59 Figura 8. Tabla sobre la tasa de desempleo en España (2004-2007).

60 Figura 9. Comparación del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) en Bélgica y España (2004-2007).

España 537€ - 665 €

Bélgica 1.186€ - 1283 €

59 Trading Economics. (2004- 2007).60 Trading Economics. (2004-2007).

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32

61 Figura 10. Tabla comparativa de la criminalidad juvenil por países de la Unión Europea (2004-2007).

Estimación del número de menores bajo custodia penal: Oeste de Europa (2004-2007)

Menores de 18 años en custodia

Tasa por 1000, menores de 18 años (‰)

Países Bajos 2.038 0,57Inglaterra y Gales 2.927 0,25

Alemania 3.448 0,23Grecia 434 0,22

España 1.520 0,20Escocia 188 0,17Irlanda 76 0,16Austria 161 0,10

Portugal 140 0,06Islandia 52 0,05Francia 572 0,04

Suíza 52 0,03Italia 275 0,02

Noruega 10 0,009

Bélgica 19 0,008Suecia 14 0,007

Dinamarca 3 0,002Finlandia 3 0,002

61 Muncie, J. (2008). The Punitive Turn in Juvenile Justice: Cultures of control and rights compliance in Western Europe and the USA.

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33

62 Figura 11. Mapa comparativo de los índices de riesgo de pobreza en los países de la UE (2007).

Por otra parte, debemos mencionar la existencia de una interesante relación,

encontrada por diversos autores, entre desarrollo de las funciones ejecutivas y el NSE

(nivel socioeconómico). Ardila, Guajardo, Matute y Rosselli (2005) y Mezzacappa

(2004), han observado que “los niños que pertenecen a un nivel socioeconómico bajo,

tienen un menor desempeño en el control inhibitorio, el control ejecutivo de la atención

y la memoria de trabajo”. Así como “patrones electrofisiológicos diferentes, como la

inmadurez de la corteza prefrontal” (Otero, 1997). Estos elementos pueden alterar el

curso normal de la evolución del menor, dificultando su vida social, escolar y laboral;

como resultado ello podría derivar en comportamientos antisociales o desviados.

Así pues, se hace patente que todos los factores se encuentran entrelazados. De ello

deducimos que la prevención ha de ser un tipo de intervención de carácter integrador, ha

de tener en cuenta todas las circunstancias que entran en juego en el desarrollo

psicosocial del menor.

62 Imagen vista en euro.centre.org. Gasior, K., & Lelkes, O. (European Centre, Income Poverty in the EU. Situation in the 2007 and trends).

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34

5.4. Prevención de la conducta delictiva.

Partiendo de todo lo analizado y empleando las Directrices de Riad de las Naciones

Unidas (1990)63, determinaremos una serie de puntos importantes a tener en cuenta en la

creación de los programas de prevención de la delincuencia juvenil. Es importante

además tener en cuenta que según el enfoque de estos programas estaremos ante

programas de prevención primaria, de prevención secundaria o de prevención terciaria.64

La prevención primaria está orientada a evitar la aparición de una conducta delictiva, no

habiendo el sujeto adoptado nunca este tipo de comportamiento, es decir, se emplea con

anterioridad a al aparición del problema, y va dirigida a toda la comunidad en general.

Por otro lado, la prevención secundaria se centra en sujetos con un riesgo implícito, es

decir, sujetos con un alto riesgo de protagonizar un hecho delictivo, y se dirigen por

tanto a grupos más reducidos “con el objetivo de que conductas antisociales de escasa

trascendencia den paso a otras de mayor gravedad”. Por último los programas de

prevención terciaria se dirigen a jóvenes que ya han cometido un ilícito, y su objetivo es

mitigar la reincidencia de los menores (Caplan, 1964; Garrido & Redondo, 1997).65

Las Directrices de Riad se centran en la prevención primaria y secundaria (fases

predelictuales); y tienen como objeto la actuación directa e indirecta sobre la población

juvenil, interviniendo en el ámbito familiar, la comunidad, el sistema educativo y los

mass media. Están basadas en la premisa de que “es necesario reducir las condiciones

que afectan al desarrollo normal del menor”, es decir, paliar la incidencia de los factores

de riesgo dinámicos que hemos tratado a lo largo de esta investigación. Pues como

Andrews y Bonta (2003) determinan, “la prevención sólo será eficaz y logrará

resultados relevantes si es capaz de influir en estos factores”.66

De la misma forma se configuran los programas de prevención terciaria, centrándose

al mismo tiempo en dotar a los menores que ya han cometido un ilícito de habilidades

sociales y de resolución de problemas, una amplia gama de conductas prosociales,

63 Adoptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la resolución 45/112, del 14 de diciembre de 1990.64 Garrido, V., & Redondo, S. (1997). Manual de Criminología Aplicada. Argentina: Ediciones Jurídicas Cuyo.65 Garrido, V., & Redondo, S. (1997). Manual de Criminología Aplicada. Argentina: Ediciones Jurídicas Cuyo.66 Busquets, M. d. P., Carrión, C., Cuervo, K., López, R., Pérez, J. M., Sánchez, A. M., Villanueva, L., &. Zorio, M. d. P. Una medida del riesgo de reincidencia en menores infractores. Valencia, Universitat Jaume I, Jornades de Foment de la Investigació.

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modificación de cogniciones, y medios para la regulación de sus emociones y la

prevención de recaídas en conductas antisociales (reincidencia), (Pueyo & Redondo,

2007).67

La prevención irá unida a la predicción de la delincuencia, por lo que prestar atención

a los factores de riesgo presentes en los menores será crucial para llevar a cabo una

prevención eficaz. Resulta aquí relevante mencionar a las llamadas Teorías

integradoras, concepciones en las que se lleva a cabo una conexión entre diferentes

teorías explicativas de los factores de riesgo, con el objetivo de integrar los distintos

aportes y perspectivas para obtener un conocimiento más completo de la etiología de la

delincuencia (Elliot, 1985; Farrington, 1996 & Schneider, 1994).

David Farrington, en su Teoría de la Integración (1996), realiza una fusión de los

conocimientos más relevantes de extraídos de: la teoría de la desigualdad de

oportunidades (Cloward & Ohlin, 1960), la teoría del control (Hirschi, 1969), la teoría

de las subculturas (Cohen, 1955), la teoría de la asociación diferencial (Sutherland y

Cressey, 1974) y la teoría del aprendizaje social (Trasler, 1962) como podemos apreciar

en la figura 12. Y llega a la conclusión de que los factores más decisivos a la hora de

desarrollar una conducta delictiva son el factor económico, el familiar, el

socioambiental y el socioeducativo. Considera que la etiología del acto delictivo

deviene de la interacción del individuo con el ambiente y las oportunidades presentes.68

Por tanto, todos estos factores han de ser tomados en cuenta y habrá que incidir en

ellos a la hora de diseñar un programa preventivo.

67 Pueyo, A. A., & Redondo, S. (2007). La Psicología de la delincuencia. Papeles de Psicólogo.Barcelona. Nº 3, vol. 28, Septiembre, 2007. Universidad de Barcelona.68 Rosser, A. M., & Suriá, R. (2014). Prevención y tratamiento de la delincuencia: Actividades prácticas. Alicante, España: Editorial Club Universitario.

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69 Figura 12. Teoría Integradora de David P. Farrington.

Estas directrices adoptadas por las Naciones Unidas, contemplan también la necesidad

de que los menores participen en la sociedad de forma activa y positiva; es decir, la

protección del menor frente a la adopción de conductas antisociales va a depender de la

integración social que el joven tenga. Por este motivo, es indispensable que la sociedad

esté concientizada del papel que juega en el desarrollo psicosocial de los menores y

actúe en consecuencia; potenciando los factores de tipo protector, como la

interiorización de valores, la existencia de modelos parentales prosociales, el

incremento de la atención, dedicación y vigilancia de los jóvenes desde la infancia, la

mejora del espacio físico en las zonas urbanas marginales, intentar paliar las

desigualdades sociales tan acusadas en la actualidad, atender las necesidades educativas

y emplear medidas alternativas a las penales como la mediación.

69 Imagen vista en monografias.com. Urbina, E. R. Teorías criminológicas que intentan explicar la delincuencia en la sociedad.

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37

Establece también la Convención de los Derechos del Niño 70 en su art. 3, al igual que

las directrices de Riad, que toda medida que se tome en relación a los menores, ha de

regirse siempre por el principio del interés superior del niño. Art. 3 CDN: “En todas las

medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de

bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos

legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del

niño”. Por ende, los programas de prevención de la delincuencia deben situarse también

bajo este principio, han de atender ante todo al interés primordial del menor, sin crear

menoscabo o poner en peligro su desarrollo y sus derechos. “Las políticas de

prevención deberían servir de cimiento para el desarrollo personal de los jóvenes”

(directrices de Riad).

70 Convención de los Derechos del Niño (CDN). Adoptada en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Resolución 44/25, del 20 de noviembre de 1989.

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CONCLUSIONES

Para la predicción y prevención de la delincuencia en menores hemos de tener en

cuenta la presencia de factores dinámicos de riesgo, además de los factores de

protección presentes; pues estos funcionarán como indicadores de la probabilidad de

adopción de una conducta delictiva. Asimismo, aunque no podamos actuar sobre los

factores estáticos, también hemos de tenerlos en cuenta a la hora de valorar de manera

integral la predisposición del menor hacia conductas antisociales.

Entre los factores más decisivos en la adopción de conductas antisociales, el factor

familiar juega un papel muy importante en el desarrollo psicosocial del menor. La

familia es el primer medio de control social, y el primer modelo a seguir para el menor.

Por lo que de los comportamientos que el joven observe o reciba, la presencia o no de

los modelos parentales o el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en el seno

familiar, derivará una mayor protección frente a conductas antisociales o una mayor

propensión. Una mayor vigilancia y atención hacia el menor y la transmisión de valores

de carácter prosocial, combinados con afectividad, establecimiento de límites, y empleo

de medidas alternativas a la violencia para la solución de problemas, constituirán un

ambiente protector para el desarrollo del joven.

Por otro lado, el factor socioeducativo dota al menor de herramientas útiles para su

desarrollo, como habilidades sociales y de resolución de conflictos, conocimientos,

actitud crítica, y modelos autoritarios prosociales, como son los docentes. Por ello

constituye, junto al factor familia, una de las principales fuentes de protección y

prevención de la delincuencia.

El ambiente social, va a ser uno de los pilares del desarrollo de cogniciones y

conductas del menor. Por una parte, circunstancias como el desenvolvimiento del sujeto

en barrios urbanos marginales, en los que la delincuencia está a la orden del día y donde

priman las malas influencias, influenciarán al menor y afectarán a su correcto desarrollo

psicosocial. Y por otra parte, la reacción que la comisión de ilícitos suscita en la

sociedad, resulta desproporcionada y contraproducente; provoca en el menor la

integración de comportamientos antisociales en su catálogo de conductas.

El factor socioeconómico, cuya relación íntima con la criminalidad constituía nuestra

hipótesis, ha probado mantener una correlación con el nivel de delincuencia juvenil. Las

desigualdades sociales, el desempleo y la pobreza, influirán en las cogniciones y

comportamientos del menor. Para paliar esta desigualdad de oportunidades, que crea la

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idea de injusto en la mente del menor, el Estado debe llevar a cabo la mayor actuación

en esta materia, estableciendo una política adecuada para reducir las marcadas

desigualdades económicas en la sociedad y el riesgo de pobreza.

No obstante, es importante tener en cuenta que la presencia de una gran cantidad de

factores de riesgo no determina con plena seguridad que vaya a desarrollarse una carrera

delictiva, sino que simplemente constituye una alta predisposición.

Es primordial ante esta realidad el trabajar en el diseño de nuevos programas o

medidas de prevención, que han de incidir principalmente en los ámbitos familiar,

comunitario y educativo. Y han de estar orientados tanto a menores que no presentan

peligro de incurrir en una conducta delictiva, como a los que si presentan un alto riesgo,

y a jóvenes que ya han cometido ilícitos (con el fin de paliar la reincidencia). Debiendo

centrarse en la provisión de habilidades sociales y de resolución de conflictos, técnicas

para el control de las emociones y de los impulsos, la mejora de las relaciones filio-

parentales y la formación de los menores; y para ello será necesaria la participación

activa de las familias y la comunidad.

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