TEXTOS+CRITERIOS+PARA+LA+ACCIÓN+PASTORAL

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“criterios que brotan de la continuidad de la misión de CRISTO” 1. CRITERIO TEÁNDRICO (J. Ramos, “Teología Pastoral”, BAC, 1995)

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Accion Pastoral segun Midali

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criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO1. CRITERIO TENDRICO (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO2. CRITERIO SACRAMENTAL (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO3. CONVERSIN CONSTANTE (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO4. CRITERIO DE ENCUENTRO

XIII Asamblea Gral. Ordinaria del Snodo de los Obispos, Instrumentum Laboris La Nueva Evangelizacin para la transmisin de la fe cristiana, Ciudad del Vaticano, 2012: 18. La fe cristiana no es slo una doctrina, una sabidura, un conjunto de normas morales, una tradicin. La fe cristiana es un encuentro real, una relacin con Jesucristo. Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y Jess se realice. El objetivo de toda evangelizacin es la realizacin de este encuentro, al mismo tiempo ntimo y personal, pblico y comunitario. Como ha afirmado el Papa Benedicto XVI No se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva. [...] Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf.1 Jn4,10), ahora el amor ya no es slo un mandamiento, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.[19]En el mbito de la fe cristiana, el encuentro con Cristo y la relacin con l tienen lugar segn las Escrituras (1Co15,3.4). La Iglesia misma se conforma precisamente a partir de la gracia de esta relacin

DOCUMENTO DE APARECIDA: 243. El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discpulo:No se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva.Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jess (cf. Jn 1, 35-39).244. La naturaleza misma del cristianismo consiste, por lo tanto, en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo. sa fue la hermosa experiencia de aquellos primeros discpulos que, encontrando a Jess, quedaron fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de quien les hablaba, ante el modo cmo los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida que haba en sus corazones. El evangelista Juan nos ha dejado plasmado el impacto que produjo la persona de Jess en los dos primeros discpulos que lo encontraron, Juan y Andrs. Todo comienza con una pregunta: Qu buscan? (Jn 1, 38). A esa pregunta sigui la invitacin a vivir una experiencia: Vengan y lo vern (Jn 1, 39). Esta narracin permanecer en la historia como sntesis nica del mtodo cristiano.245. En el hoy de nuestro continente latinoamericano, se levanta la misma pregunta llena de expectativa: Maestro, dnde vives? (Jn 1, 38), dnde te encontramos de manera adecuada para abrir un autntico proceso de conversin, comunin y solidaridad? Cules son los lugares, las personas, los dones que nos hablan de ti, nos ponen en comunin contigo y nos permiten ser discpulos y misioneros tuyos?

1.1.Lneas teolgico-pastorales desde la ptica discipularLaExhortacin apostlicaEcclesia in America,dirigida a todos los bautizados del Continente, tuvo como ncleo temtico elEncuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversin, la comunin y la solidaridad en Amrica. Si bien las categoras seguimiento y discpulo son pocas veces mencionadas[1], los contenidos del texto y algunas categoras sern de central incidencia en la emergencia del discipulado en el contexto teolgico-pastoral latinoamericano[2]. Por otro lado, y sin explicitarse, enEcclesia in Americaqueda enunciado el tema del discipulado desde tres perspectivas: desde su origen (en el encuentro con Jesucristo), su conformacin (camino de conversin permanente) y su misin (anunciando y construyendo el Reino)[3].El punto de partida de la reflexin pontificia es una invitacin al encuentro con la persona de Jess, quien es la respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida y a las interrogantes fundamentales que asedian tambin hoy a tantos hombres y mujeres del continente (EA 10). Esta perspectiva aporta una clave cristolgica concreta que hace perder todo abstraccionismo esencialista, haciendo del encuentro una experiencia profundamente personal, vivencial y existencial[4]. Personajes neo-testamentarios como la Samaritana, Zaqueo, los Discpulos de Emas, los Apstoles y Pablo de Tarso, entre otros, ilustran la hondura y cristalizacin de esta categora y sus implicaciones personales y eclesiales (cf. EA 8-9). Parece coronar este proceso, que apunta a la experiencia vital y originante del discipulado cristiano, la enumeracin de algunos lugares de encuentro con Cristo en el seno de la Iglesia como son, por ejemplo, la Sagrada Escritura, la Liturgia y el rostro de cada hombre, especialmente del que sufre (cf. EA 12).Subrayando la centralidad de la categora encuentro con Jesucristo,Ecclesia in Americaretoma y valoriza el dato fundamental de que el cristianismo naci del encuentro de Jess con los dos primeros discpulos [en el cual] ellos tuvieron una experiencia de salvacin que marcara para siempre sus vidas[5], una experiencia originante a partir de la cual brotan todas las expresiones cristianas, nace el discipulado y se fundamenta la evangelizacin que no es otra cosa que llevar a los hermanos tambin al encuentro personal y comunitario con Cristo Vivo (cf. EA 68).La acentuacin en esta categora devela dos referencias claves para el dinamismo discipular: la centralidad cristolgica, porque el encuentro es con la persona de Jess[6](no primeramente con una idea, con un concepto o con una doctrina); y la centralidad en la persona del discpulo, porque es l quien vive, individual y/o comunitariamente el acontecimiento del encuentro que transforma su vida y lo impulsa a dar y a darse[7].El discpulo forja su identidad a partir del encuentro con Cristo, haciendo un camino de conversin, cuyo primer y fundamental sntoma no est en una prctica moral, o en resultados especficos todos ellos valiosos, sino en que ha cambiado el centro de gravedad de su vida, que ahora est en Jess, el Otro. El encuentro con Jesucristo vivo es el punto de partida, la fuente primera de las expresiones cristianas[8], el ncleo vital de la existencia y el camino (cf. EA 46) que fundamenta la progresiva conversin del discpulo.El que se adhiere a Jess acoge su existencia como un don, procurando vivir como l vivi, aceptando su mensaje, asumiendo sus criterios, abrazando su destino y compartiendo su proyecto (cf. EA 68). La conversin, por tanto, llama a una vida nueva en la que no hay separacin entre la fe y las obras[9]. Como lo seala el texto elocuentemente para ser verdadero discpulo del Seor, el creyente ha de ser testigo de la propia fe, pues el testigo no da testimonio con las palabras, sino con su vida (EA 26). Sin embargo, el discpulo no logra asumir mecnicamente y de una vez la existencia de Jesucristo, por lo que ello es una tarea permanente (cf. EA 28) y progresiva que se realiza en la vida cotidiana, guiada por el Espritu Santo (cf. EA 29) y signada por el compromiso personal (cf. EA 28)[10].El nuclear encuentro con Cristo y la conversin llevan a evangelizar, a participar activamente en la misin de Jesucristo, que en el texto tiene dos grandes expresiones: una social (cf. EA 52-65) y una explcitamente misionera (cf. EA 66-74)[11]. En el primer aspecto, la conversin, iniciada en el encuentro con Jess, connaturalmente abre a las necesidades de los dems[12], implicando una conversin al hermano[13], hacia los otros. La autntica conversin, en efecto, forja la identidad del discpulo orientada hacia la comunin con Dios y hacia la comunin fraterna, porque ayuda a comprender que Cristo es la cabeza de la Iglesia, su Cuerpo mstico; mueve a la solidaridad, porque nos hace conscientes de que lo que hacemos a los dems, especialmente a los ms necesitados, se lo hacemos a Cristo (EA 26). La misma conversin proyecta la vida del discpulo hacia la construccin del Reino globalizando la solidaridad, viviendo la Doctrina Social de la Iglesia, superando los pecados sociales, desarrollando un amor preferencial por los pobres, etc.Sobre este ltimo punto, en sintona con las Conferencias Generales deMedelln,PueblaySanto Domingo,el Snodo de Amrica reafirma la opcin preferencial, pero no exclusiva, por los pobres (cf. EA 58). Es de particular inters considerar queEcclesia in America, consciente de que el orden social en ltimo trmino es producido por las personas que lo componen, recomienda la formacin de la conciencia moral (cf. EA 54)[14], especialmente de los lderes sociales y pone un especial nfasis en la formacin tica de stos (cf. EA 56). En otros trminos, pone el acento en las personas, y en su formacin integral, como clave para la transformacin de la estructura social[15].En la misma perspectiva, la globalizacin de la solidaridad (cf. EA 55) se entiende como la solidaridad con la vida, con los derechos humanos, con la paz, en la verdad, en la libertad y en la justicia[16], donde el ser humano debe ser su finalidad inequvoca: el desarrollo como ecologa humana debe ser su expresin palpable y la solidaridad su instrumento evidente y propicio[17]. Desde otra perspectiva, se plantea que la solidaridad propuesta lleva impresa la huella de una especie de globalidad, puesto que se entiende, a la vez, a la accin pastoral de la Iglesia y a la influencia que la Iglesia puede ejercer, en el interior de su misin espiritual, sobre la vida social de los pueblos[18].La dimensin misionera est ntimamente unida a la solidaridad y nuevamente viene bajo la denominacin nueva evangelizacin. El anuncio del Evangelio es la razn de ser de la Iglesia, su identidad ms profunda[19], cuyo ncleo vital es el anuncio claro e inequvoco de la persona de Jesucristo, razn por la cual la Iglesia en Amrica debe hablar cada vez ms de Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre, siendo ste el anuncio que realmente sacude a los hombres, despertando y transformando los nimos (cf. EA 67). Como lo seala el texto, el encuentro con el Seor produce una profunda transformacin [...]. El primer impulso que surge de esta transformacin es comunicar a los dems la riqueza adquirida en la experiencia de este encuentro (EA 68). En ltimo trmino se comprende esta nueva evangelizacin como un llamado a que la Iglesia en Amrica sea toda ella misionera, tanto en su interior como hacia afuera, para que Cristo sea anunciado entre los que no lo conocen[20]. Un alcance no menor es la novedosa comprensin de la misin que fluye del texto, la cual no se trata nicamente de una segunda evangelizacin sino de una nueva evangelizacin[21]donde Jesucristo y su esperanza que salva sean anunciados en el lenguaje y en la cultura de cuantos la escuchan (EA 70)[22].Finalmente, la dimensin pro-existente del discpulo queda claramente establecida, en el sentido que su formacin y plena realizacin pasa por salir de s mismo al encuentro del Otro y de los otros en los aspectos ya sealados.

criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO5. CRITERIO NEUMATOLGICO

Consumada la obra que el Padre encomend realizar al Hijo sobre la tierra (cf.Jn17,4), fue enviado el Espritu Santo el da de Pentecosts a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espritu (cf.Ef2,18). El es el Espritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (cf.Jn4,14; 7,38-39), por quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos mortales en Cristo (cf.Rm8,10-11). El Espritu habita en la Iglesia y en el corazn de los fieles como en un templo (cf.1 Co3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopcin como hijos (cf.Ga4,6;Rm8,15-16 y 26). Gua la Iglesia a toda la verdad (cf.Jn16, 13), la unifica en comunin y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerrquicos y carismticos y la embellece con sus frutos (cf.Ef4,11-12;1 Co12,4;Ga5,22). Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unin consumada con su Esposo [3]. En efecto, el Espritu y la Esposa dicen al Seor Jess: Ven! (cf.Ap22,17).Y as toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espritu Santo [4](LG 4)

Misin del Espritu Santo4. Y para conseguir esto envi Cristo al Espritu Santo de parte del Padre, para que realizara interiormente su obra salvfica e impulsara a la Iglesia hacia su propia dilatacin. Sin duda, el Espritu Santo obraba ya en el mundo antes de la glorificacin de Cristo. Sin embargo, descendi sobre los discpulos en el da de Pentecosts, para permanecer con ellos eternamente (Cf.Jn., 14,16), la Iglesia se manifest pblicamente delante de la multitud, empez la difusin del Evangelio entre las gentes por la predicacin, y por fin qued prefigurada la unin de los pueblos en la catolicidad de la fe por la Iglesia de la Nueva Alianza, que en todas las lenguas se expresa, las entiende y abraza en la caridad y supera de esta forma la dispersin de Babel. Fue en Pentecosts cuando empezaron "los hechos de los Apstoles", como haba sido concebido Cristo al venir al Espritu Santo sobre la Virgen Mara, y Cristo haba sido impulsado a la obra de su ministerio, bajando el mismo Espritu Santo sobre l mientras oraba.Mas el mismo Seor Jess, antes de entregar libremente su vida por el mundo, orden de tal suerte el ministerio apostlico y prometi el Espritu Santo que haba de enviar, que ambos quedaron asociados en la realizacin de la obra de la salud en todas partes y para siempre. El Espritu Santo "unifica en la comunin y en el servicio y provee de diversos dones jerrquicos y carismticos", a toda la Iglesia a travs de los tiempos, vivificando las instituciones eclesisticas como alma de ellas e infundiendo en los corazones de los fieles el mismo impulso de misin del que haba sido llevado el mismo Cristo. Alguna vez tambin se anticipa visiblemente a la accin apostlica, lo mismo que la acompaa y dirige incesantemente de varios modos (Ad gentes 4)

279. () Como no siempre vemos esos brotes, nos hace falta una certeza interior y es la conviccin de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, tambin en medio de aparentes fracasos, porque llevamos este tesoro en recipientes de barro (2 Co 4,7). Esta certeza es lo que se llama sentido de misterio. Es saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor seguramente ser fecundo (cf. Jn 15,5). Tal fecundidad es muchas veces invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dar frutos, pero sin pretender saber cmo, ni dnde, ni cundo. Tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los dems, no se pierde ningn acto de amor a Dios, no se pierde ningn cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia. Todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida. A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningn resultado, pero la misin no es un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organizacin humanitaria, no es un espectculo para contar cunta gente asisti gracias a nuestra propaganda; es algo mucho ms profundo, que escapa a toda medida. Quizs el Seor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos. El Espritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin pretender ver resultados llamativos. Slo sabemos que nuestra entrega es necesaria. Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Sigamos adelante, dmoslo todo, pero dejemos que sea l quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a l le parezca.280. Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espritu Santo, porque l viene en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8,26). Pero esa confianza generosa tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente. l puede sanar todo lo que nos debilita en el empeo misionero. Es verdad que esta confianza en lo invisible puede producirnos cierto vrtigo: es como sumergirse en un mar donde no sabemos qu vamos a encontrar. Yo mismo lo experiment tantas veces. Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que l nos ilumine, nos gue, nos oriente, nos impulse hacia donde l quiera. l sabe bien lo que hace falta en cada poca y en cada momento. Esto se llama ser misteriosamente fecundos! (Evangelii Gaudium)

criterios que brotan de la continuidad de la misin de CRISTO6. CRITERIO ECLESIOLGICO (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan del camino hacia el REINO7. CRITERIO HISTRICO-ESCATOLGICO (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan del camino hacia el REINO8. SIGNOS DE LOS TIEMPOS (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan del camino hacia el REINO9. CRITERIO DE UNIVERSALIDAD (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la presencia y misin en el MUNDO10. CRITERIO DEL DILOGO (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la presencia y misin en el MUNDO11. CRITERIO DE ENCARNACIN (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)

criterios que brotan de la presencia y misin en el MUNDO12. CRITERIO DE MISIN (J. Ramos, Teologa Pastoral, BAC, 1995)