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    La memoria, la comunicacin, la cultura

    Apuntes para (re)visitar una relacin

    Amparo Marroqun Parducci

    1

    Para logar ver y hablar del mundo tal cual es,hay que aceptar estar siempre en lo complicado,

    lo confuso, lo impuro, lo vago.Pierre Bourdieu (2004)

    Las reflexiones que presento a continuacin no tienen un carcter definitivo, sinoque son parte de una discusin ms amplia que en el campo de la comunicacin se continaabordando. Mi reflexin parte de una pregunta. Qu lugar tiene la comunicacin dentro dela cultura? O ms delimitado an, cmo pensamos esta relacin tan estrecha entre locomunicacional-tecnolgico en nuestras sociedades y los procesos culturales que muchasveces son procesos de larga duracin y alcance? Tambin esta reflexin parte de otrainterrogante, qu lugar ocupa la memoria en esta discusin? En un primer momento sepuede llegar a pensar que el reino de la comunicacin y sobre todo, de los medios masivos,es el de la actualidad y la obsolescencia inmediata y por tanto, es opuesto a la memoria.

    En las prximas pginas intentar sealar que la constitucin de la comunicacincomo campo y como oficio ha estado estrechamente vinculada a los procesos culturales y lamemoria. Para conseguir mi objetivo, tomo como punto de partida la ubicacin de la culturaen el campo de lo simblico. Mulhern (2002) ubic a inicios del s. XX un cierto malestarde la cultura entre los pensadores de ese momento, una generacin constituida por voces

    muy distintas que en el entre medio de dos guerras mundiales alertaban sobre la amenaza quese cerna sobre la vida cultural: Ortega y Gasset, Thomas Mann, Sigmund Freud, GeorgeOrwell por mencionar algunos, sealaban de maneras diversas su incomodidad. Un malestarque se manifestaba en la desconfianza hacia esas tecnologas de comunicacin, que ibandesde la fotografa, el cine y la radio, y que convertan en industria y en produccin en serietodo lo que antes era patrimonio del arte, de un grupo selecto de pensadores e intelectuales.Esta reproductibilidad, para usar el trmino benjaminiano, produca la masificacin de lopopular, la prdida de las identidades orginarias, la degradacin del aura, hasta llegar a Lasociedad del espectculo de Guy Debord (1967)o la ms reciente versin de desencanto: Lacivilizacin del espectculo del peruano Mario Vargas Llosa (2012).

    1. El campo de la comunicacinSi bien no todos los acadmicos de Amrica Latina, Estados Unidos y Europa miraban a lacultura amenazada por los nuevos medios masivos, en Amrica Latina, los estudios decomunicacin latinoamericanos iniciaron con un estatuto epistemolgico muy vinculado aestas reflexiones anteriores. Si intelectuales e investigadores se encontraban llamados a algoesto era a develar los discursos ideolgicos, el poder, y la hegemona con la que las lites

    1 Universidad Centroamericana Jos Simen Caas. San Salvador.

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    dominaban a unas masas pasivas a travs de la diversin y el consumo. Este discurso semantiene vivo hasta hoy da. Ante esta situacin la academia latinoamericana tom doscaminos bsicos2. Por un lado, la disciplina le apost a la lingstica y la semitica en unintento de llevar a cabo una revisin crtica de los discursos masivos para desmontar losprocesos de ideologizacin, reificacin, olvido; por el otro, la bsqueda de un ejercicio

    periodstico honesto y crtico frente a los discursos polticos latinoamericanos.A finales de los aos de 1970 y en la dcada de 1980 una serie de autores empezaron

    a reflexionar sobre elementos que cambiaban el lugar de las preguntas, uno de ellos, que jme pareceresume en su experiencia muchas de las preguntas, fue el espaol-colombianoJess Martn Barbero.

    Martn trabaj en la Universidad del Valle, en Cali, Colombia, desde 1975 hasta 1995.Pero desde un ao antes, cuando empez en la Universidad Jorge Tadeo Lozano enBogot, arranc su primer proyecto de investigacin, que titul Prcticas de comunicacin en lacultura popular: mercados, plazas, cementerios y espacios de ocio . Al tiempo que los alumnos leantextos de Umberto Eco y Roland Barthes, investigaban las diferencias que se presentabanentre las actividades de espacios y territorios.

    En el curso de semitica de la Tadeo Lozano insert mi primera investigacin: Prcticas decomunicacin en las culturas populares. Una investigacin en la que puse a mis alumnos acomparar cmo era la comunicacin en una plaza popular del mercado, la de Paloquemao, conla de los supermercados Carulla. Los envi con un etnografa rupestre, de tres en tres: unopara describir lo que vea, otro lo que oa y otro lo que ola. Y el resultado fue formidable:desde tres cuadras la plaza de mercado ya ola, dos cuadras antes ya sonaba y su interior erade una riqueza y heterogeneidad visual maravillosa; mientras que el supermercado ni ola, nisonaba, solo se vea cuando estabas dentro y la esttica era completamente funcional a lainformacin sobre el ordenamiento de los tipos de productos. Y de la publicidad. Tambincomparamos el Cementerio Central, donde la gente va los lunes, o sea un da de trabajo, ydonde la gente paga al contado los rezos del cura y practica un montn de rituales diversos,

    con el moderno cementerio de Jardines del Recuerdo, donde la gente-bien va losdomingos en la tarde a pasear (Restrepo, 2010).

    Esta investigacin continu en el nuevo proyecto de la Universidad de Cali. Era un trabajointerdisciplinario con socilogos, antroplogos, historiadores y economistas. Desde ah, seiniciaron las reflexiones sobre la manera en que el espacio cotidiano construa procesos decomunicacin, de simbolizacin, e incluso de distincin. Con estas discusiones se fueconstruyendo el nuevo plan de estudios. La reflexin permiti entender la comunicacin msall de su versin tecnolgica y meditica:

    Nos ponan a la escucha del peculiar proceso de modernizacin de un pas, largamenteaislado y ensimismado, y en el que los medios audiovisuales estaban jugando un papel ya

    decisivo (Martn Barbero, 2008).

    Es por ello que estas primeras investigaciones se encontraron ya con interrogantesvinculadas a las estticas de las clases populares frente a las estticas de las clases altas. Laciudad se vuelve un territorio y una categora que interroga. Cali, pero tambin las nuevasciudades latinoamericanas de esos aos se enfrentaban a procesos de urbanizacin que

    2 No fueron los nicos, sin embargo por el tema que me ocupa y por ser stos los que ms repercusiones

    tuvieron son los que destacar en este texto.

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    constituan nuevas estticas y nuevas formas de comunicar. Los modos de construccin delconocimiento, de significacin y simbolizacin empezaron a ser discutidos:

    Si en Amrica Latina las mayoras viven de la cultura oral, nosotros tenemos que asumir esaoralidad como algo ms que analfabetismo, tenemos que asumirlo como la base de su culturacotidiana, esto es de sus modos de concebir el mundo, de sentir y pensar y querer. Y por

    tanto, tenamos que estudiar cmo se inserta esa cultura oral en los procesos demodernizacin. De ah que la otra constante de nuestras indagaciones fuera el estudio de losprocesos de transformacin urbana de nuestras sociedades, para pensar de ah el papel queestaban cumpliendo los medios de comunicacin (Martn Barbero, 2008).

    Hubo voces crticas que desde ese primer momento se levantaron para prevenir lo queencontraban como un proceso de disolucin de la especificidad del oficio periodstico, eincluso algunos que sealaron la influencia marxista de la propuesta:

    La polmica lleg hasta el ICFES3, pues un consultor externo a quien la universidad solicitun concepto lo calific como marxista leninista. Despus de un debate, el plan fuefinalmente aprobado. Las posiciones en contra no acabaron: algunos artculos de prensa

    descalificaron el plan, lo macartizaron, hicieron desinformacin sistemtica, e inclusopropusieron sacarme del plan y del pas argumentando que, conforme a la Constitucin del86, un extranjero no poda dirigir ningn medio de comunicacin y menos una escuela deformacin de comunicadores. No obstante, logramos consolidarlo (Landaverde y Aranguren,1997).

    La propuesta de la Universidad del Valle fue poco a poco calando en los planes de estudio deotras universidades. El pensamiento de Jess Martn y el grupo de profesores einvestigadores que reflexionaban en colectivo, empezaron a difundirse a travs de artculos 4 ycongresos. Ya para noviembre de 1978 se fund la Asociacin Latinoamericana deInvestigadores de la Comunicacin (ALAIC) y un ao despus, en diciembre de 1979, secre la Federacin Latinoamericana de Facultades de Comunicacin Social (FELAFACS).Ambos espacios consolidaron la discusin sobre la comunicacin ms all de las propuestasfuncionalistas de la escuela estadounidense, o de las discusiones que llegaban desde Europa:

    Lo que ms fuertemente cre la convergencia con experiencias acadmicas nacientes en otrospases fue el proyecto de dejar de identificar el proceso y las prcticas de comunicacinnicamente con el fenmeno de los medios y empezar a estudiar y valorar culturalmente lamultiplicidad de los modos y formas de comunicacin de la gente: desde el mundo de loreligioso hasta el de la plaza de mercado, pasando por el estadio y la cantina de barrio. Puesera desde esos modos cotidianos de comunicar desde donde la gente miraba la televisin yoa la radio (Martn Barbero, 2008).

    El proyecto se consolid. Desde la comunicacin se inici una discusin que busc

    ubicar la disciplina en el mbito explcito de las ciencias sociales y el anlisis cultural conautores como Jess Martn Barbero, Nstor Garca Canclini, Carlos Monsivis, RossanaReguillo, Guillermo Orozco Gmez, Marcelino Bisbal, Mario Kapln, Nelly Richard, AliciaEntel, Beatriz Sarlo, German Rey y otros.

    3 Instituto Colombiano para la Evaluacin de la Educacin. http://www.icfes.gov.co/4 El primero de ellos fue La comunicacin como accin social, publicado en la revista Mutis N 2,

    Bogot, en 1974.

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    El proyecto creo la convergencia con experiencias acadmicas nacientes en distintoslugares del continente y dej de identificar las prcticas de comunicacin con los mediospara empezar a estudiar y valorar culturalmente la multiplicidad de modos y formas decomunicacin de la gente: desde el mundo de lo religioso hasta el de la plaza de mercado,pasando por el estadio y la cantina, el ftbol o la esquina del barrio.

    2. La cultura, lo estudios culturales y la comunicacinMuchos han sido los trnsitos que se han hecho desde la academia en la medida en que lacultura se ha pensado desde la comunicacin. Se sealan ac tres mbitos donde el cruce deestos dos campos ha permitido conocimientos fundamentales.

    El primero tiene que ver con la reflexin sobre la construccin de lo popular masivo(Martn Barbero, 1998; Garca Canclini, 2002) y, sobre todo, de su producto cultural msexitoso: el melodrama. No se trata de discutir la popularidad de lo masivo, sino ms bien quelas relaciones histricas de la esttica masiva, se encuentran enraizadas en ciertas matricesnarrativas y expresivas de las culturas populares. En la construccin de lo popular, sobretodo para la configuracin de culturas nacionales, intervinieron procesos de masificacin que

    se hacan visiblesprimero en la prensa escrita, pero luego en el cine, la radio y la radio ytelenovelaese gnero en que se haca evidente lo mejor y lo peor de la complicidad entrelo popular y lo masivo. Un gnero en el que se manifiesta de manera clara lo residual de lacultura latinoamericana, es decir, lo que del pasado se halla an dentro del proceso culturalcomo un elemento vigente, todo lo que no cabe en el esquema lineal en que un dominador-enunciador, lleva el mensaje a un sujeto pasivo que lo interpreta sin prdidas o negociacionesde sentido.

    Las investigaciones sobre el melodrama, de Nora Mazziotti, Jess Martn Barbero,Florencia Saointoit, Nilda Jacks y muchos otros, han mostrado la negociacin entre laslgicas del sistema comercialde estandarizacin y rentabilidad y las dinmicas deheterogeneidad cultural de los pases y las regiones. Desde estos trabajos se pudo entender

    hace ya treinta aos que la televisin ocupa un lugar estratgico en las dinmicas de la culturacotidiana de las mayoras.

    Un segundo mbito que me interesa situar es cmo se ha establecido unaconstruccin (intencional) del otro, y cmo en ciertos espacios de la regin, esto nos hallevado a habitar unas ciudadanas del miedo.

    La venezolana Susana Rotker, explic en el ao 2000, cmo devenimos ciudadanosdel miedo: "Es el reino de la fatalidad: -seala- no se acusa a nadie y al mismo tiempo seacusa a la sociedad entera." La forma de participacin que propone el Estado es que elciudadano se convierta en informante. De esta manera se aumenta la desconfianza hacia elOtro. Se deterioran an ms las ya frgiles redes sociales pues las personas se perciben comovctimas en potenciade una inseguridad descontrolada.

    Esto me lleva a preguntar cmo se ha construido este discurso en los pases deltringulo norte de Centroamrica. Si bien las pandillas tienen ya un largo recorrido ennuestros pases, tambin es posible encontrar un punto de quiebre que seala el inicio de suvisibilizacin en el espacio pblico y la construccin de stas como el otro social -el chivoexpiatorio- la causa de todos los males. Es despus en la dcada de los noventa, mientras sellevan a cabo Acuerdos de Paz en El Salvador y Guatemala que encontramos un notableincremento de las noticias sobre pandillas. Desde estas primeras noticias, hasta hoy, la prensa

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    escrita y muchos de los medios de comunicacin han venido construyendo la imagen de unmonstruo que, al menos al inicio, resultaba totalmente identificable.

    En muchos mbitos de la sociedad se sigue afirmando que los jvenes de laspandillas son deportados, cuando las estadsticas, los estudios ms serios desde la sociologa,la antropologa, la psicologa social o el periodismo nos muestran lo contrario. Se insiste en

    que los pandilleros son hombres, cuando trabajos investigativos como el dirigido porJeannette Aguilar en el libro Segundos en el aire(Iudop, 2010), nos muestra la dolorosa realidadde las mujeres pandilleras, jvenes que en muchos casos han optado por buscar en lapandilla una proteccin ante los constantes abusos y violencia intrafamiliar a la que se vensometidas.

    Se cree que las pandillas es un fenmeno juvenil, cuando cada vez los rangos de edadse amplan hacia arriba y hacia abajo, en una organizacin que tiene veteranos retirados ynios que se inician.

    Se sigue considerando que los pandilleros son todos parecidos y que operan de lamisma manera cuando ya la academia y el periodismo ms comprometido han sealado que

    las clicas son muy distintas entre s. En esta contingencia cotidiana que vivimos las y lossalvadoreos olvidamos a veces las complejidades de la historia, y los procesos histricos delarga data que nos han llevado hoy a ser esta sociedad que somos. Se sigue creyendo que sepuede entender a los pandilleros desde un territorio definido por los lmites cada vez msfrgilesde un estado nacin particular cuando muchas clicas de las pandillas se encuentrancada vez ms vinculadas al crimen organizado, son ellos quienes mejor parecen haberentendido las lgicas de la globalizacin y sus implicaciones en la vida cotidiana.

    Un tercer cruce tiene que ver con un mbito fundamental para lo que me ocupa, esuna experiencia que ilustro con un ejemplo de El Salvador, pero que es posible adscribir aotras experiencias. Se trata de las otras violencias, esas que nos habitan desde la memoria, ydesde? la capacidad comunicativa de los nuevos medios, para la documentacin y gestin de

    los discursos de las vctimas, o los testimonios de los victimarios.Hace dos aos, una investigacin periodstica llev al medio digital salvadoreo El

    Faro a conseguir las declaraciones de uno de los implicados en el asesinato del arzobispoOscar Romero. La manera cmo el peridico se ha aproximado al hecho, a la violencia queah, en el recuerdo de este asesinato y su impunidad se produce, permite a la sociedadsalvadorea recuperar un perodo de la historia, nombrar la memoria y construirreconciliacin, aunque esto parezca contradictorio. Otras ciudadanas se constituyen tambina travs de estas tecnologas que desde reportajes como este, hasta Wikileaks implican unnuevo acceso a informacin que el ciudadano comn tena antes vedada. Implica laconstitucin de ciudadanas que pueden tener un mayor acceso a la informacin, pero almismo tiempo que pueden estar saturadas de informacin que no es til, que no permite

    tomar decisiones. Son, por decirlo de alguna manera ciudadanas tecnolgicas o incluso,ciudadanas 2.0 que a travs de las nuevas posibilidades pueden generar sus propios discursos,sus propias noticias.

    Este ejemplo, muestra cmo la informacin circula en algunos casos por nuestrassociedades sin necesidad de pasar por los grandes medios. El Faro, ese medio pequeo, enun pas en donde el 70% de su poblacin territorial no tiene acceso a Internet recibi200,000 visitas en un da. Y la informacin circul luego por muchos otros espacios y demuchas maneras.

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    No me interesa alargar la anterior consideracin, pero evidencia cmo treinta aosdespus de un asesinato como el del obispo Romero, este acontecimiento muestra otrasmaneras de trabajar periodsticamente el delito, relatos que sean capaces de hacer sentidopara la sociedad salvadorea. Y tambin muestra las nuevas circulaciones de la informacinque estn transformando los lugares desde los que hacemos sentido.

    3. Los estudios de memoriaA partir de esto, me interesa volver a las preguntas iniciales, por qu considerar el campo dela comunicacin y a la reflexin de este al trabajar la memoria, la cultura, las ciudadanas.Qu es lo que los estudios de comunicacin pueden aportar en estos mbitos? Quieroanotar tres temas para la discusin.

    a. Las industrias culturalesA la Escuela de Frankfurt debemos la categora de industria cultural. A travs de este

    concepto se establece una discusin clave: la racionalidad econmica se debe pensar tambinen el mbito de las artes y la cultura. Estas dos esferas de la vida social se rigen por la lgicade la produccin en serie y no escapa a los procesos de reificacin de las sociedadescapitalistas. Frankfurt nos alertar, con Walter Benjamin, que no existe documento decultura que no sea a la vez documento de barbarie (1973), y este proceso de construccinde hegemonas y complicidades que es la cultura, es un mbito que los estudios decomunicacin permiten abordar. De qu manera, en la esfera pblica se legitiman unosdiscursos y unos documentos de cultura? En muchos momentos se ha desconfiado de lasindustrias culturales. Se ha dicho que son un gesto que impide el progreso y la civilizacin,que potencia y propicia la barbarie.

    Muchas pginas se han gastado sealando cmo la televisin y los videojuegos han

    llevado a las masas a la violencia. Desde la Escuela de Frankfurt a nuestros das, con lareciente prohibicin de los videojuegos favoritos de Anders Breivik, el autor confeso de lasmasacres en Noruega, o la reciente masacre en Colorado durante el estreno de la ltimapelcula de la saga de Batman dirigida por Christopher Nolan, la especulacin sobre lonocivo, homogenizante y alienante de los productos masivos de las industrias culturales hasido una constante.

    Con todo, es posible problematizar esta reflexin. En la tercera versin de La obra dearte en la poca del a reproductibilidad tcnica (2008), Benjamin resumir el debate sealando queno debemos preguntarnos si la fotografa es arte, sino ms bien qu es el arte a partir de lafotografa. Pensar las industrias culturales en un plan de estudios en memoria, cultura yciudadanas en Centroamrica me parece que implicar entonces asumir una discusin

    latinoamericana: la que seala Jess Martn Barbero al obligarnos a pensar juntos lo popular(esa memoria que nos habita y que es en el fondo una propuesta poltica) y lo masivo (elmercado, que conlleva una esttica en que se inscribe el reconocimiento de un gustodistinto). Cito a Martn Barbero: la problemtica de comunicacin en trminos de larelacin entre lo popular y lo masivo nos libera de seguir lamentndonos por lo que lacultura masiva le ha hecho a la cultura y nos posibilita empezar a preguntarnos por lo que lacultura de masas le ha hecho y ha hecho con las culturas populares (2002, 127).

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    Es por ello que en otro trabajo este autor dir que las masas an contienen, en sudoble sentido de contener, pero tambin de tener dentro al pueblo (1998). La realidad esmucho ms compleja de lo que pensamos y me parece que un reto en estos estudios?Memoria cultura y ciudadana? ser el problematizar este sentido de que las masas ancontienen en su doble sentido de contener, pero tambin de tener dentro al pueblo. Se

    vuelve evidente que el pueblo no debe ser entendido como tonto o intil, sino como capazpara constituir sus propios procesos de reflexividad y resistencia.

    Ya Antonio Machado lo seal en su Juan de Mairena, al preguntarse qu es escribirpara el pueblo apunt escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en Espaa;Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Esdecir, al pueblo se le puede entretener con programas sin argumento, con dibujos popularespero no porque es incapaz de entender los planteamientos ms complejos y abstractos, alpueblo se le puede comunicar tambin con los argumentos ms agudos, si estos se ponen asu disposicin y a su alcance. Pero el pueblo tampoco es en s mismo un espacio crtico, escontradictorio, cmplice, implica tambin, se afirmar desde Freire: lo mucho que en eldominado hay del dominador, esos muchos deseos desde los cules se enrazan los

    procesos de hegemona y que es posible reconstruir a travs del anlisis del consumo deproductos masivos. El estudio de las industrias culturales nos lleva a una pregunta necesaria:qu es lo que la cultura de masas le ha hecho a lo popular. Pensar las industrias culturales y lopopular masivo implicar retomar mucho de los acontecimientos de Amrica Latina, desde larevisin de los gobiernos populistas, ese ejercicio de poder que impone narrativas y silencios,protagonismos y olvidos, pasando por los ensayos sobre el cine mexicano de Monsivis, orescatando las matrices culturales hondas que se visibilizan en el espectculo del melodramade las telenovelas. Es por ello que se insistir en que la leccin es que es el melodrama elque permite al pueblo reconocerse como actor de su historia y el que, dirn algunos,proporciona lenguaje a las formas populares de la esperanza.

    b. La recepcin y las audiencias. De qu formas se negocian los sentidos de losdiscursos propuestos por los medios de comunicacin.

    Ac la reflexin ha sido breve, pero intenta abarcar un largo perodo de debates. Desde losestudios britnicos o las reflexiones de Michel de Certeau, hasta los estudios de mercado quela publicidad elabora y los estudios de recepcin desde los migrantes, las clases populares, losjvenes. Lo que nos encontramos es lo que el filsofo Jacques Ranciere ha intentadoplantear en sus textos ms recientes (2011), esto es que el arte en general y la literatura enparticular tiene un valor social y un sentido poltico. La cultura, y la comunicacin sonmbitos donde se juega la visibilidad y el reconocimiento. Es desde ah, desde la recepcinque a su vez construye sus propios sentidos, como lo dijeron Ricoeur, de Certeau, RaymondWilliams, y otros, que a la cultura popular se le permite de nuevo contar. Como dice MartnBarbero en este doble sentido que tiene el verbo castellano contar relatar- pero tambin de

    ser contado, de ser tenido en cuenta.Para conseguir esta ampliacin del concepto de cultura ser clave reflexionar la

    categora de usos. Frente a los enfoques que desde la comunicacin insisten en dotar a losdispositivos tecnolgicos de la posibilidad a priori de liberar o ideologizar, la introduccin dela nocin de usos reconfigur el mapa que nos permite pensar a los medios decomunicacin: deja de importar qu hace la televisin con las personas, cuanto qu es lo quelas personas hacemos con la televisin, los muchos usos, resistencias, anacronismos desdelos cuales configuramos nuestra vida cotidiana. Si bien son claves los modos de produccin

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    de los mensajes de las industrias culturales, es fundamental hacer un nfasis en lasreferencias, en los sentidos, esto es en lo que el argentino Ernesto Laclau llamar el significantevaco como condicin de la hegemona, aquellos smbolos vaciados de sentido local,desanclados tanto de la realidad histrica que pueden ser asumidos y transformados desde eldiscurso hegemnico. Ciertamente este significante vaco puede ser asumido por el discurso

    hegemnico a travs de los medios de comunicacin, pero tambin, y esta puede ser unaclave de discusin revisar cmo las tecnologas de los medios masivos de comunicacin,tambin implican la construccin de nuevos relatos estticos en donde caben muchas vocesdistintas. El filsofo francs Jacques Rancire (2010) seala esto en su libro El espectadoremancipado, al contar la historia de un barrio en el que se llev a cabo el ejercicio de que loshabitantes se mostraran con camisetas llevando frases elegidas por cada uno, como unadivisa esttica. Una mujer con velo escribi: quiero una palabra vaca que yo pueda llenar.Creo que un programa centroamericano de memoria, cultura y ciudadanas deber apuntarhacia esas palabras vacas y las nuevas formas de habitarlas.

    c. Las nuevas tecnologas de comunicacin al servicio de procesos deconstruccin del acontecimiento.

    Es por ello que, adems de las industrias culturales y la reflexin sobre los usos, recepcin ynegociacin de sentidos, quiero anotar un tercer mbito de reflexin y estudios desde lacomunicacin para esta maestra. Esto es, las muchas posibilidades que tiene la tecnologapara que aquellos que por lo general no han sido portadores de su palabra y sus relatos en lassociedades modernas, sean en estos tiempos, los agentes de sus propias ciudadanasmediticas. No quiero hacer una apologa de estas tecnologas, sin embargo, en consonanciacon lo anterior, s me interesa sealar que son estas tecnologas las que han permitido amuchos contar y ser tenidos en cuenta.

    Pienso en las experiencias con las cmaras fotogrficas a un lado y otro de la fronterasur de Estados Unidos en el Border Film Project que rene fotos de los migrantes yminutemen entre la frontera de Mxico y Estados Unidos, que con sus propias cmaras

    intentan dejar constancia de sus vivencias. Pienso tambin en los trabajos que muestran lasnuevas formas de comunicacin de las familias que ahora estn territorialmente separadaspero que a travs del celular y las redes sociales comparten la vida cotidiana y negociansentidos y memorias, en las protestas sociales que cada vez son ms diversas, de Chile aMxico, de los estudiantes a los movimientos indgenas, a los indignados en muchas partes,que se convocan a travs de las redes sociales, transgrediendo unos usos einstitucionalizando otras formas de comunicacin y otras maneras de decir lo que se hace, loque se vive.

    La experiencia de las radios comunitarias de tantas zonas, en los canales de televisinde los jvenes que insisten en decir que no es que no tengan memoria o que no sean polticos, sino quesus preocupaciones estn vinculadas a otros proyectos y a otros consumos. Los estudios de LeonelAlvarado, de Massey University, en Nueva Zelanda, que ha venido trabajando la maneracomo los migrantes construyen comunidades de sentido de la nacin a travs del consumode sus himnos nacionales en youtube y los comentarios que ah dejan; y cmo a travs deestos se difunde una imagen selectiva y homognea del pas, lo que crea un patriotismo adistancia y un nacionalismo banal que coloca el himno nacional al nivel de la comida, lamsica folclrica y los sitios tursticos; stos no slo se vuelven una expresin genuina yexclusiva de lo nuestro, sino que permiten globalizar productos y mitos locales.

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    He intentado colocar la importancia de reflexionar sobre la comunicacin como campo deconstruccin de procesos simblicos, de visibilidad, de construccin de ciudadanas. Estareflexin implica desplazar la mirada central en el medio-mensaje y en los dispositivostecnolgicos de manera aislada. Quiero cerrar este ejercicio reflexivo con una alerta defondo; la que hace el espaol Jess Ibez al decir que estamos llamados a pensar el

    pensamiento con el que pensamos. Creo que de eso se trata esta apuesta, y que lacomunicacin puede posibilitarnos pensar algunas preocupaciones que hemos sealado.

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