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EDITORIAL E

La Asamblea General de las Naciones Unidas acordó que el 2010 fuera el Año Internacional de la Biodiversidad. Cuando ya han pasa-do casi dos décadas desde la eclosión de optimismo que supuso la Cumbre de Río de Janeiro, en 1992, la comunidad internacional no ha conseguido detener la pérdida continua de biodiversidad. Cier-tamente, el Convenio sobre la diversidad biológica, que se «coci-nó» en la Cumbre de la Tierra, ha supuesto un gran paso adelante. Sin embargo, el incumplimiento por parte de la mayor parte de los gobiernos en lo que respecta al desarrollo de los compromisos adquiridos en Río y la inexistencia de mecanismos efectivos de go-bernanza ambiental mundial han conseguido que se desvanezca el optimismo de aquel momento.

Desde la Cumbre de la Tierra se ha avanzado, pero de manera in-suficiente. La verdad es que aún no tenemos una conciencia pública lo suficientemente madura en lo que respecta a la importancia de la biodiversidad para la vida humana y para la preservación de los ecosistemas y del conjunto de las especies.

En este contexto, la revista Medi Ambient. Tecnologia i Cultura ha considerado oportuno dedicar un número a la biodiversidad, a re-flexionar sobre su valor desde diferentes puntos de vista. El primer artículo es la síntesis de un trabajo exhaustivo y coral: un resumen del estudio Economía de los ecosistemas y la biodiversidad, impulsado por las Naciones Unidas y la Comisión Europea y dirigido a la comu-nidad global de los negocios.

La bióloga Carme Rosell describe la rica diversidad biológica de Cataluña, el estado de su conservación, así como las presiones de-rivadas del cambio climático y de las transformaciones sociales y económicas.

Por otro lado, Santiago García Fernández-Velilla reflexiona sobre una serie de mecanismos para financiar la biodiversidad que res-pondan al funcionamiento del mercado y a las pautas del compor-tamiento humano.

Josep Maria Mallarach reflexiona sobre los conceptos de naturaleza y paisaje, y argumenta a favor del reconocimiento de los valores intangibles y de una visión más completa, más holística de la natu-raleza. Por su parte, Mònica Vidal, de la asociación L’Era, explica cómo un conjunto de plantas cultivadas y de razas domesticadas por los hu-manos han dado lugar, según las zonas y también en Cataluña, a un extensísimo número de variedades y razas locales de gran valor para la biodiversidad. En la sección «Cara a cara», Ignasi Puig-Ventosa y Henk Hobbelink dialogan sobre los límites de «monetizar» la biodiversidad. El perio-dista Michele Catanzaro ha resumido su conversación.

Finalmente, Salvador Grau, experto en medio natural, argumenta la necesidad de una nueva Ley de la biodiversidad en Cataluña y nos explica los rasgos generales de las políticas públicas para desarro-llarla.

Lluís RealesDirector de Medi Ambient. Tecnologia i Cultura

Dos décadas desde la Cumbre de Río

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los servicios certificados ecológicamente (cuadro 1). Este cambio de perspectiva, a su vez, incrementa la presión sobre las empresas para que revisen sus ca-denas de valores a fin de garantizar el acceso conti-nuo al mercado, la seguridad del suministro y la pro-tección contra el riesgo de perjudicar su reputación.

En algunos casos, los certificados pueden ser un requisito para que el producto se pueda introducir en el mercado, mientras que, en otras situaciones, puede servir para asegurar o aumentar la cuota de mercado.6

El sector de los servicios financieros está empezan-do a plantearse preguntas sobre la biodiversidad y los ecosistemas. Los inversores están estudiando las nuevas oportunidades que ofrecen los sistemas de biodiversidad y los ecosistemas, pero también se muestran cada vez más preocupados por los ries-gos potenciales que comportan,7 especialmente en el ámbito de la financiación de proyectos y los rea-seguros.8 En estos momentos, se están utilizando estrategias como la cancelación de inversiones en zonas de alta biodiversidad, la redacción de pautas orientativas para los sectores ambientalmente sen-sibles (por ejemplo, Rabobank exige unos requisitos específicos en relación con los impactos en la biodi-versidad para el aceite de palma y la soja), la elusión de los sectores de financiación de los que el banco no disponga de un conocimiento especializado, y la colaboración con los usuarios de los préstamos para mejorar los resultados ambientales y mitigar los im-pactos negativos en el medio ambiente.9

La comunidad empresarial está empezando a ser consciente de la amenaza que representa la pérdi-da de la biodiversidad.10 Un 27 % de los directores generales encuestados por PwC en el año 2009 ex-presaron su preocupación acerca de los impactos de la pérdida de la biodiversidad en las perspectivas de crecimiento de su empresa.11 Esta preocupación era más frecuente en los sectores que se caracterizan por ejercer un gran impacto directo en la biodiversi-dad y en las regiones en desarrollo.

Crecimiento de los productos y los servicios certificados ecológicamente • Enelaño2007, lasventasmundialesdealimen-

tos y bebidas orgánicos alcanzaron una cifra de 46.000 millones de dólares estadounidenses, tres veces más que en el año 1999.12

• LasventasdealimentosorgánicosenlosEstadosUnidos representaban un 3,5 % del mercado de alimentación nacional, y, en el 2008, aumentaron un 15,8 %, más del triple del porcentaje de creci-miento del sector alimentario en conjunto duran-te el mismo año.13, 14

• Las ventas de productos forestales sosteniblescertificados se cuadruplicaron entre el 2005 y el 2007.15

• Entreelmesdeabrildel2008yelmesdemarzodel 2009, el mercado mundial de productos de pescado con ecoetiquetado creció más de un 50 %, con un valor al detalle de 1.500 millones de dólares estadounidenses.16

La economía de los ecosistemas y la biodiversidad

Este artículo lo han escrito Joshua Bishop (Unión Internacional para la Conservación de la Naturale-za), Nicolas Bertrand (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), William Evison (PricewaterhouseCoopers), Sean Gilbert (Global Reporting Initiative), Annelisa Grigg (Global Balance), Linda Hwang (Business for Social Responsibility), Mikkel Kallesoe (Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible), Alexandra Vakrou (Comi-sión Europea), Cornis van der Lugt (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y Francis Vorhies (Earthmind).

La economía de los ecosistemas y la biodiversidad es un estudio global impulsado por el G8 y por cinco de las economías en desarrollo más importantes, y se centra en el beneficio económico de la diversidad biológica a escala mundial, los costes de la pérdida de la biodiversidad y la incapacidad de aplicar medidas protectoras respecto a los costes de la conservación efectiva. El estudio integra los valores económicos de la biodiversidad y los servicios del ecosistema en la toma de decisiones; este documento resume uno de los componentes principales del estudio, destinado a la comunidad empresarial.

La evidencia de la disminución mundial de la di-versidad biológica (biodiversidad) es irrefutable. La mayoría de indicadores del estado de la diver-sidad muestran este declive, mientras que los in-dicadores que miden las presiones que recibe la biodiversidad detectan un aumento de éstas. Si se exceptúan algunas soluciones eficaces y algu-nas respuestas locales, el porcentaje de pérdida de la biodiversidad parece no reducirse.1 Además, también hay otras evaluaciones de la decadencia ecológica que proporcionan unos resultados igual-mente desesperanzadores.2 Entre los factores que impulsan directamente la pérdida de biodiversidad se incluyen la pérdida y la degradación del hábitat, el cambio climático, la contaminación, la sobreex-plotación y la expansión de especies invasoras.3 Concretamente, las previsiones de los impactos del cambio climático indican la existencia de cambios permanentes en la distribución y la abundancia de especies y hábitats, que aceleran el ritmo de extin-ción de las especies.4

La concienciación pública de la pérdida de la bio-diversidad está aumentando y se están producien-do cambios significativos en las preferencias y las decisiones de compra de los consumidores, que se muestran más preocupados por el medio am-biente que hace cinco años.5 Las campañas de las ONG, la investigación científica y la atención de los medios de comunicación son, en parte, respon-sables de este cambio de actitud, pero el ámbito empresarial también está liderando esta vía, como indica la aparición de iniciativas de responsabilidad social corporativa. En consecuencia, cada vez hay más consumidores que se deciden por los bienes y

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• Entreel2008yel2009,distintasmarcasyco-mercios al detalle, como Mars (cacao Rainforest Alliance), Cadbury (cacao de comercio justo), Kraft (café Kenco Rainforest Alliance) y Unilever (PG Tips Rainforest Alliance) añadieron atribu-tos ecológicos a los productos de sus principales marcas de consumo, a menudo mediante pla- nes de certificación independientes.

La biodiversidad proporciona unos servicios muy valiosos para el ecosistema sin ningún coste Los ecologistas centran cada vez más sus análisis sobre la pérdida de la biodiversidad en los bene-ficios o los servicios del ecosistema para las per-sonas.17 Los servicios que el ecosistema ofrece a la población son muy relevantes económicamente y dependen tanto de la diversidad (calidad) como del núme ro (cantidad) de genes, especies y ecosis-temas presentes en la naturaleza (tabla 1).18

Las previsiones de los escenarios para el período 2000-2050 sugieren una mejora continua de los lla-mados servicios de aprovisionamiento (alimentos y otros productos de consumo), gracias al aumento de la conversión de hábitats y con el coste previsi-ble de una degradación todavía más acentuada de lo que en la Evaluación de Ecosistemas del Milenio se define como «servicios culturales, de regulación y de apoyo».19 Por otra parte, la rápida y continua pérdida de la biodiversidad también puede com-prometer el suministro futuro de los servicios del ecosistema y los resultados económicos que se de-rivan de estos servicios.20

La pérdida de la biodiversidad no se puede ob-servar aisladamente, sin tener en cuenta las otras tendencias. El valor económico de la biodiversidad y los servicios del ecosistema es una función de fac-tores de la demanda o de impulsores inherentes de cambios (crecimiento de la población y urbani-zación, crecimiento económico, cambios políticos, preferencias y política ambiental, avances en la in-formación y la tecnología) y de limitaciones del su-ministro (cambio climático, incremento de la falta de recursos naturales y/o disminución de la calidad de los servicios de los ecosistemas). La pérdida de la biodiversidad y la decadencia del ecosistema sue-len estar muy relacionadas con éstas y otras ten-dencias que afectan a la economía.

El primer paso para las empresas consiste en identificar los impactos y las dependencias Las empresas con visión de futuro pueden crear oportunidades a partir de las preferencias ecoló-gicas del inversor, el cliente y el consumidor. Las sociedades pueden influir en las opciones y el comportamiento del consumidor proporcionando información sobre la sostenibilidad de sus produc-tos y sobre cómo utilizarlos y eliminarlos de una forma responsable. Además, también pueden crear productos y servicios inteligentes que ayuden a los clientes a reducir su huella ecológica. El primer paso

G LA MIRADA GLOBAL

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consiste en identificar los impactos y las dependen-cias de sus productos y servicios en la biodiversidad y los servicios del ecosistema.

Todas las empresas se pueden beneficiar de la bio-diversidad y de los servicios del ecosistema, ya sea directa o indirectamente. Además, la mayoría de los negocios también tienen un impacto, positivo o negativo, en la naturaleza. Las sociedades que no analizan sus impactos y su dependencia de la biodiversidad y los servicios del ecosistema corren riesgos no definidos y pueden dejar escapar opor-tunidades muy beneficiosas (cuadro 1).

Cuadro 1: Deforestación en China: impli-caciones para el sector de la construcción

Durante el período de 1949 a 1981, en China se talaron unos 75 millones de hectáreas de árboles para satisfacer la demanda de made-ra para la construcción y otros usos; de és-tas, un 92 % eran bosques naturales y no de plantación. La rápida deforestación resultante provocó la pérdida de servicios del ecosiste-ma, principalmente de la protección de las cuencas hidrográficas y la conservación del suelo. En el año 1997, el Huang He (también conocido como río Amarillo) sufrió graves sequías que lo secaron durante 267 días. Este fenómeno afectó a los usuarios del agua, tan-to industriales como agrícolas y residenciales, del norte del país. Al año siguiente, el Yang-tsé y otras cuencas fluviales importantes su-frieron unas inundaciones devastadoras, que fueron la causa de la pérdida de 4.150 vidas, el desplazamiento de millones de perso-nas y unos daños económicos estimados de 248 millones de yuanes (aproximadamente, 30.000 millones de dólares estadounidenses).

El Gobierno chino llegó a la conclusión de que la deforestación y la explotación agrícola de pendientes inclinadas eran la causa de lo

sucedido. En 1998, el Gobierno prohibió la tala con el Programa de Conservación de los Bosques Naturales. La recogida de madera disminuyó de 32 millones de metros cúbicos en 1997 a 12 millones de metros cúbicos en 2003, e implicó un aumento de los precios de un 20-30 % en el mercado de la made-ra de Pekín durante el período 1998-2003. Se estima que los servicios del ecosistema forestal que se perdieron en China a causa de la deforestación entre 1950 y 1998 tenían un valor aproximado de 12.000 millones de dólares estadounidenses por año, e incluían la regulación del clima, el suministro de made-ra y combustible, la productividad agrícola, la regulación del agua, el ciclo de nutrientes, la conservación del suelo y la prevención de las inundaciones. Aproximadamente un 64 % de esta pérdida se puede atribuir al suministro de madera para el sector de la construcción y los materiales. El valor de los servicios del ecosistema fores-tal perdidos por la producción de madera se puede expresar en términos del precio de mercado de la madera. Este dato indica que el coste marginal verdadero de la producción de madera en China podría haber sido casi tres veces superior al precio de mercado predominante, mucho más que el modesto incremento de precio que se produjo como resultado de la prohibición de la tala. Debe observarse que esta prohibición provocó un aumento de las importaciones de madera de otros países, lo que sugiere que los cos-tes ambientales del consumo de madera se podrían haber desplazado, como mínimo en parte, a los bosques de fuera de China.24

El entorno empresarial está empezando a medir los impactos, las dependencias y las respuestas, y a tomar nota de ellos Para adquirir un compromiso empresarial destina-do a gestionar la biodiversidad y los ecosistemas, es necesario empezar por la gobernanza corporativa e integrar esta perspectiva en todos los aspec-tos de la gestión empresarial. Los objetivos y las finalidades de la biodiversidad y los servicios del ecosistema se pueden integrar en la evaluación de riesgos y oportunidades de la sociedad, la gestión de las operaciones y la cadena de suministro, y la contabilidad, la auditoría y la elaboración de infor-mes financieros. Debe disponerse de sistemas de información nuevos y mejorados que permitan lle-var a cabo los análisis y la toma de decisiones sobre la biodiversidad y los servicios del ecosistema a escala corporativa, de proyecto y de producto, además de elaborar informes internos y externos sobre los resultados de la sociedad.

Las empresas pueden incluir los objetivos en ma-teria de biodiversidad y ecosistemas de distintas formas: el reto consiste en ser específico, medible, factible, relevante y respetar un tiempo determi-nado. Los esfuerzos que dedican las empresas al ámbito de la biodiversidad y los servicios del eco-sistema suelen empezar con la identificación de los aspectos que deben evitarse (por ejemplo, las zo-nas de exploración no admitidas, o las tecnologías o los sectores prohibidos). Además, las sociedades también pueden expresar sus objetivos en biodi-versidad y servicios del ecosistema en términos más positivos, como «reducir, reutilizar, reciclar y restaurar», o adoptar estrategias de equilibrio neto (cuadro 3).

Cuadro 2: Información sobre la diversidad de Rio Tinto

Rio Tinto, una de las empresas mineras más grandes del mundo, inició una estrategia de biodiversidad en el año 2004 con el compro-miso voluntario de lograr un «impacto positi-vo neto» en la biodiversidad. Para cumplir este compromiso, la empresa tiene como objetivo reducir, en primer lugar, los impactos en la biodiversidad evitando, minimizando y rehabi-litando actividades y, más adelante, pretende lograr un impacto positivo mediante el uso de compensaciones de biodiversidad y otras ac-ciones de conservación adicionales.

Para la consecución de este impacto posi-tivo neto, Rio Tinto ha desarrollado una se-rie de herramientas para evaluar los valores de la biodiversidad de sus arrendamientos y otros terrenos. Además, la sociedad, junto con distintas organizaciones de conservación, también ha empezado a aplicar métodos de compensación en Madagascar, Australia y

Tabla 1. Relación entre la biodiversidad, los ecosistemas y los servicios del ecosistema

Biodiversidad

Ecosistemas (variedad y extensión/área)

• Ocio• Regulación del agua• Almacenamiento de carbono

Evitar la emisión de gases de efecto invernadero conservando los bosques: 3,7 billones de dólares estadounidenses (VAN)21

Especies (diversidad y abundancia) • Alimentos, fibra y combustible• Inspiración de diseño• Polinización

Contribución de los insectos polinizadores a la producción agrícola: aproximadamente 190.000 millones de dólares estadounidenses año22

Genes (variabilidad y población) • Descubrimientos médicos • Resistencia a las enfermedades• Capacidad de adaptación

Un 25-50 % del mercado farmacéutico de los Estados Unidos, de 640.000 millones de dólares estadounidenses, proviene de recursos genéticos23

Bienes y servicios de los ecosistemas (ejemplos)

Valores económicos (ejemplos)

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GLa economía de los ecosistemas y la biodiversidad Grupo TEEB de las Naciones Unidas

Norteamérica. En el 2009 finalizó la elabora-ción de un método para desarrollar planes de acción para la biodiversidad en colaboración con Fauna & Flora International (FFI) y aseso-res especializados en biodiversidad de Hard-ner & Gullison.

Rio Tinto ofrece información del valor relati-vo de la biodiversidad (bajo, moderado, alto o muy alto) de sus terrenos dedicados a la mi-nería, la cantidad de tierra próxima a hábitats ricos en biodiversidad y el número de espe-cies animales y vegetales importantes desde el punto de vista de la conservación en cada terreno. Esta información se puede consultar en la página web de la sociedad.

Fuente: Adaptado de www.riotinto.com25

Medir la biodiversidad y los servicios del ecosiste-ma es un proceso que, aunque esté mejorando, continúa siendo muy complicado. Los indicadores estándar de rendimiento ambiental se centran en aportaciones de información directa (agua, energía o materiales) y en resultados (emisiones contami-nantes, residuos sólidos). Para medir la biodiversi-dad y los servicios del ecosistema deben conside-rarse los impactos de las empresas en todos los componentes de la biodiversidad (genes, especies, ecosistemas), además de la dependencia de las operaciones de las sociedades en los procesos biológicos intangibles (plagas naturales y control de enfermedades, ciclos de nutrientes, descompo-sición). Las técnicas de evaluación del ciclo de vida y los sistemas de gestión ambiental deben ampliar-se y perfeccionarse para que las empresas puedan evaluar la biodiversidad y los servicios del ecosiste-ma a lo largo de los ciclos de vida del producto y de las cadenas de valor.26 A pesar de estas dificul-tades, las sociedades pueden empezar a medir los impactos y la dependencia de la biodiversidad y los servicios del ecosistema utilizando los sistemas y las herramientas disponibles, mientras contribuyen a desarrollar este campo.

La valoración económica de la biodiversidad y los servicios del ecosistema puede proporcionar in-formación importante, pero deben dedicarse más esfuerzos a integrar este aspecto en el proceso de toma de decisiones de las empresas.27 Hay méto-dos fiables disponibles para determinar el valor eco-nómico de la biodiversidad y los servicios del eco-sistema.28 Si las sociedades utilizan estos métodos, los ponen en práctica y aprovechan su potencial, los impactos ecológicos y la dependencia se podrán vincular a los resultados finales de las empresas.

En último lugar, la capacidad y el interés de una so-ciedad por utilizar este tipo de evaluaciones para las cuentas financieras corporativas puede depender de los cambios en las normas de contabilidad, los requisitos de divulgación económica y los regla-mentos de responsabilidad ambiental.

Los organismos reguladores y los profesionales económicos están empezando a proporcionar asesoramiento sobre cómo las empresas pueden recoger información sobre aspectos ambientales, pero es necesario continuar avanzando de la mano de otras organizaciones con experiencia en siste-mas y normas para la biodiversidad y los servicios del ecosistema que vayan más allá del carbono.29 Muchas empresas miden sus emisiones de gases de efecto invernadero y proporcionan información sobre las estrategias de mitigación que aplican.30 En cambio, la biodiversidad y los servicios del eco-sistema se suelen tratar superficialmente en los informes de las sociedades y muy pocas veces se consideran material financiero o relevante para los estados financieros anuales (cuadro 5). Es posible que esta tendencia se deba a la falta de claridad sobre las normas de elaboración de informes y a la poca prioridad que le ofrecen las organizaciones que proporcionan la información. La falta de siste-mas estándar de medición de los resultados para la biodiversidad y los servicios del ecosistema que se puedan utilizar a escala empresarial y se puedan controlar continuamente representa un obstáculo para mejorar el seguimiento y la divulgación de es-tos datos. La iniciativa internacional Global Repor-ting Initiative proporciona asesoramiento y algunos indicadores básicos para el inicio, que se pueden perfeccionar para adaptarlos a las necesidades es-pecíficas de cada sector, por ejemplo, mediante los complementos por sector de la Global Reporting Initiative.31

Cuadro 3: Elaboración de informes sobre la biodiversidad y los servicios del ecosistema en los distintos sectores

Según un análisis realizado por PwC de los informes anuales de las 100 sociedades con un nivel de ingresos más alto del mundo en el año 2008, 18 empresas mencionaban la biodiversidad o los ecosistemas.32 De éstas, seis empresas informaron de acciones llevadas a cabo para reducir los impactos en la biodi-versidad y los ecosistemas, y dos empresas más identificaron la biodiversidad como una cuestión estratégica clave. De estas mismas 100 empresas, 89 publicaron un informe de sostenibilidad; 24 de ellas describían acciones para reducir los impactos en la biodiversidad y los ecosistemas, mientras que nueve empresas clasificaron los impactos en la biodiversidad como una cuestión clave para la sostenibilidad (figura 4). Tras estudiar más detenidamente los informes de sostenibilidad, PwC observa que las sociedades que forman parte de sec-tores que a menudo se caracterizan por un alto grado de impacto o de dependencia de la biodiversidad y los servicios del ecosistema (como el petróleo y el gas, los servicios, los productos químicos, las grandes empresas far-macéuticas y los distribuidores de alimentos) tienen más probabilidades de considerar la biodiversidad como una cuestión estratégica

clave (19 % frente al 9 % general) y de em-prender acciones para reducir los impactos en la biodiversidad (36 % frente al 24 % general).

El papel de las empresas a la hora de en-contrar nuevas formas de reducir los ries-gos para la biodiversidad y el ecosistema

La aceptación pública de la pérdida de la biodi-versidad está menguando, por lo que cada vez se exige más una producción que tenga menos im-pactos y una compensación por los efectos en la biodiversidad y los ecosistemas.33 Muchas empre-sas están estudiando cómo gestionar los impactos negativos de sus actividades en la biodiversidad y los servicios del ecosistema, y algunas socieda-des ya han adoptado compromisos públicos para lograr los objetivos de «ninguna pérdida neta», «neutralidad ecológica» o, incluso, «impacto posi-tivo neto» en la biodiversidad o en servicios espe-cíficos del ecosistema, como los recursos hídricos. En algunos casos, incluso una restauración ecoló-gica relativamente simple después de la extracción de recursos puede aportar beneficios para la bio-diversidad que superen los del uso original de la tierra (cuadro 4).

La gestión de los riesgos para la biodiversidad implica mirar más allá de los terrenos y de los productos para fijarnos en la tierra y el paisaje marítimo. En los sectores de la minería, el pe-tróleo y el gas, por ejemplo, la gestión del riesgo ambiental corporativo ha tendido a concentrarse en los impactos primarios o directos que surgen como resultado de las actividades llevadas a cabo en los terrenos de la sociedad y que se podrían evitar o mitigar mejorando los procesos, los pro-cedimientos o las tecnologías aplicadas.34 Sin em-bargo, gracias al aumento del escrutinio público y a unos reglamentos más estrictos, las empresas de una gran variedad de sectores han empezado a ampliar sus horizontes de riesgos para incluir tam-bién los impactos indirectos o secundarios. Este proceso ha despertado un creciente interés por las herramientas de evaluación y planificación del territorio, el análisis del ciclo de vida del producto y la gestión de la cadena de suministro basada en criterios ambientales.

Para fomentar una gestión efectiva de los riesgos para la biodiversidad y el ecosistema puede ser útil disponer de marcos y alianzas de apoyo, como nuevos mercados para los productos respetuosos con la biodiversidad, procesos de selección de inversiones que tengan en cuenta los impactos en la biodiversidad y/o medidas reguladoras que presten una especial atención a los riesgos para la biodiversidad durante el proceso de evalua-ción de los impactos. Además, las estrategias de gestión de riesgos empresariales también suelen incluir alianzas público-privadas y cuentan con la participación de las partes implicadas.35

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Cuadro 4: Valoración de los beneficios de la restauración de las zonas húmedas: Aggre-gate Industries UK

Para satisfacer una solicitud de ampliar una cantera existente en North Yorkshire, Aggre-gate Industries UK (una filial de Holcim) pro-puso la creación de una combinación de zonas húmedas como hábitat natural y un lago para usos recreativos después de extraer la arena y la grava del territorio que se utilizaba para la agricultura. La sociedad consultó a las partes interesadas para conocer sus preferencias. La evaluación del ecosistema se llevó a cabo en el 2009-2010 para estimar los beneficios que podría comportar la restauración de las zonas húmedas. Con un margen de cincuenta años y una tasa de descuento del 3 % , el estudio demostró que el valor de la biodiversidad que generarían las zonas húmedas propues-tas (2,6 millones de dólares estadounidenses en el 2008), de los beneficios recreativos del lago (663.000 dólares estadounidenses) y del aumento de la capacidad de almacenamiento de crecidas (417.000 dólares estadouniden-ses) proporcionarían, después de deducir los costes de restauración y oportunidad, unos beneficios netos aproximados a la comunidad local de 2 millones de dólares estadouniden-ses, en términos de valor actual. Además, los beneficios marginales de la restauración de las zonas húmedas superaban significativamente los beneficios actuales de la producción agrí-cola. Por otra parte, el estudio también de-muestra que los costes de la restauración y el posterior cuidado del ecosistema son bajos en comparación con los beneficios económicos de la restauración de las zonas húmedas y las ganancias que se obtendrían de la extracción de la arena y la grava.

Fuente: Olsen y Shannon (2010)36

Las empresas pueden conservar la biodi-versidad y ofrecer servicios del ecosistema

La biodiversidad y los servicios del ecosistema ofrecen oportunidades para los sectores empre-sariales.37 La integración de la biodiversidad y los servicios del ecosistema puede crear un valor aña-dido significativo para las sociedades, puesto que permite garantizar la sostenibilidad de las cadenas de suministro o introducirse en nuevos mercados y atraer a nuevos clientes (cuadro 6). Las políticas y los procedimientos para gestionar el riesgo para la biodiversidad y el ecosistema también pueden ayudar a determinar nuevas oportunidades de ne-gocio, como las siguientes:

Cuadro 5

•Reducirloscostesdeentradaatravésdeunamejora de la eficacia.

• Desarrollar y comercializar tecnologías debajo impacto.

•Gestionaryelaborarproyectosparareducirsu huella ecológica.

•Serviciosprofesionalespara laevaluaciónyla gestión de los riesgos o la adaptación a éstos.38

La biodiversidad o los servicios del ecosistema pueden convertirse en la base de nuevas iniciativas empresariales. Conservar la biodiversidad y/o uti-lizarla de una forma sostenible y equitativa puede servir para elaborar propuestas de valor únicas, que permitan a los emprendedores y a los inver-sores poner en marcha y desarrollar negocios re-lacionados con la biodiversidad. La oportunidad de negocio que proporciona la biodiversidad se puede apreciar en el caso del ecoturismo, la agricultura orgánica y la silvicultura sostenible. En estos sec-tores, como hemos mencionado anteriormente, existe una demanda creciente de bienes y servicios sostenibles. De forma más general, algunas estima-ciones indican que las oportunidades de negocio mundiales en recursos naturales relacionadas con la sostenibilidad (como la energía, el sector fores-tal, la alimentación y la agricultura, el agua y los me-tales) pueden llegar a una cifra aproximada de 2 a 6 billones de dólares estadounidenses en el año 2050 (en precios del 2008).39 Si son correctas, estas previsiones indican que el sector privado tendrá un papel cada vez más importante en la gestión de los recursos naturales.

En la actualidad, las herramientas para poner en marcha iniciativas empresariales relacionadas con la biodiversidad ya están disponibles o se encuentran en desarrollo. Las herramientas más importantes basadas en el mercado destinadas a capturar las oportunidades de la biodiversidad y los servicios del ecosistema, como las normas de rendimiento de la biodiversidad para los inversores, los certificados relativos a la biodiversidad, los programas de evalua-ción y elaboración de informes, y medidas de incenti-vación voluntaria, están disponibles o en desarrollo, y su uso se podría fomentar en todos los sectores eco-nómicos y en todos los mercados. Una de las herra-mientas más relevantes es la norma de rendimiento número 6 de la Corporación Financiera Internacional (CFI) sobre la conservación de la biodiversidad y la gestión sostenible de los recursos naturales.40 Esta norma no sólo sirve de guía para las inversiones de la CFI el brazo del sector privado del Banco Mundial, sino que, además, influye en las inversiones de unos sesenta bancos multinacionales de grandes dimensio-nes que han adoptado los Principios de Ecuador, que requieren el cumplimiento de las normas de rendi-miento del CFI para la financiación de proyectos de más de 10 millones de dólares estadounidenses en los mercados emergentes.41

Los mercados de la biodiversidad y los servicios del ecosistema están emergiendo, junto con los mercados del carbono. Para poder responder efi-cazmente a la pérdida de la biodiversidad y a la decadencia de los servicios del ecosistema deben producirse cambios en los incentivos económicos y en los mercados.42 El mercado internacional del carbono surgió prácticamente de la nada en el año 2004 y logró una cifra de 140.000 millones de dólares estadounidenses en el 2009, sobre todo a causa de los nuevos reglamentos impulsados por la preocupación respecto al cambio climático.43 Los nuevos mercados para los créditos de biodiversi-dad y los servicios intangibles del ecosistema, como la protección de las cuencas hídricas, también están emergiendo y proporcionan nuevos activos ecoló-gicos con oportunidades comerciales locales e in-ternacionales (tabla 2).

Una de las primeras oportunidades de mercado será, seguramente, la reducción de las emisiones procedentes de la deforestación y la degradación, y la compensación de carbono de los terrenos pertinentes (REDD+).44 A pesar de que fue dise-ñado, principalmente, para luchar contra el cam-bio climático, el programa REDD+ proporcionará unos beneficios significativos para la biodiversidad mediante la conservación de los bosques natura-les.45 Otra oportunidad potencial de mercado es el mecanismo de desarrollo verde, un mecanismo financiero innovador que se está debatiendo en la Convención sobre Diversidad Biológica.46

Cuadro 6: Walmart: almacenamiento de productos sostenibles para satisfacer las demandas de los consumidores

Walmart, uno de los distribuidores más im-portantes, anunció una nueva estrategia eco-lógica en el año 2005 que implicaba, entre otros, el compromiso de vender productos sostenibles.47,48 La sociedad utiliza un índice de productos sostenibles para evaluar los impac-tos ambientales de los productos que almace-na y comunica esta información a sus clientes con un sistema de etiquetado. Este índice mide distintos aspectos de la producción, como el consumo energético, la eficacia del material y las condiciones laborales en que se ha llevado a cabo esta producción.

Unas políticas públicas adecuadas permiten crear el marco adecuado para nuevas iniciativas empre-sariales en biodiversidad y servicios del ecosistema. Inspirados por el rápido desarrollo de los merca-dos mundiales del carbono y la experiencia con los mercados de otros servicios del ecosistema (como los mercados de agua en Australia o las transac-ciones para la mitigación de las zonas húmedas en los Estados Unidos), los responsables políticos están experimentando con un amplio abanico de reformas en la regulación orientadas al ámbito empresarial.

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La experiencia demuestra que para establecer mercados eficientes de servicios del ecosistema deben cumplirse distintas condiciones, que requie-ren aportaciones de expertos financieros y del mercado, así como de la Administración (tabla 3). Las empresas tienen la oportunidad de implicarse en programas piloto y de facilitar las condiciones adecuadas y más eficaces para establecer estos mercados.

Sinergias entre las empresas, la biodiversi-dad y el desarrollo social

El desarrollo económico y social suele implicar un mayor consumo y mercados abiertos, muy relacio-nados con el desarrollo empresarial y a menudo asociados a la pérdida de la biodiversidad y la deca-dencia del ecosistema. El reto consiste en reforzar las estrategias de desarrollo económico que sean ecológicamente sostenibles, socialmente equitativas y positivas para el entorno empresarial.

La buena gobernanza y unos derechos de la pro-piedad claros son dos factores básicos para el desarrollo empresarial, la protección del medio ambiente y la reducción de la pobreza. Debe en-tenderse mejor el funcionamiento de la gobernan-za, especialmente la contribución de los derechos de la propiedad a la pérdida de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas para elaborar res-puestas que no sólo sean ecológicamente sosteni-bles, sino también socialmente aceptables.

La reforma de la titularidad de los recursos, los dere-chos de acceso y las disposiciones para compartir be-neficios pueden ser complementos para lograr una participación eficaz de la comunidad empresarial.

Hay distintas sinergias potenciales entre las em-presas, la conservación y la reducción de la po-breza, pero no se producen automáticamente. La biodiversidad y los servicios del ecosistema no se consideran habitualmente en los procesos de toma de decisiones relacionados con los programas de inversión social de las empresas (capítulo 6). Por lo tanto, algunas empresas disponen de unos pro-gramas que fomentan la conservación de la bio-diversidad y de otros que potencian el desarrollo económico local. En la mayoría de casos, estos pro-gramas entran en conflicto entre sí o no permiten desarrollar las sinergias potenciales, aunque algu-nas sociedades han descubierto cómo combinar la biodiversidad y los ecosistemas con sus programas sociales (cuadro 7).

Cuadro 7: Iniciativas empresariales para afrontar al mismo tiempo el problema de la pobreza y el de la biodiversidad

Aunque muchas empresas apoyan a las orga-nizaciones caritativas locales que participan en el desarrollo socioeconómico, muy pocas consiguen integrar sus programas sociales y ambientales. Algunos ejemplos de integración

efectiva incluyen programas de formación, en-trenamiento en habilidades y colaboración con ONG, administraciones locales y asociaciones empresariales locales. Entre estos ejemplos se encuentran los siguientes:

Starbucks:50 este distribuidor de café de gran relevancia mundial apoya la cartera de inver-siones de Verde Ventures, una iniciativa de Conservation International. Verde Ventures ofrece préstamos a ONG locales y agriculto-res que cultivan café para ayudarles a llevar a cabo proyectos que mantengan los ecosiste-mas y los servicios forestales. Un ejemplo de ello es un préstamo que se ofreció a una coo-perativa de cultivo de café cerca de Sierra Ma-dre que ayudó a financiar la cosecha del café y, al mismo tiempo, permitió a los agricultores iniciar actividades de reforestación junto a sus tierras. Este proyecto de financiación también inspiró programas de formación centrados en

las prácticas de cultivo del café respetuosas con el medio ambiente, con un énfasis particu-lar en la educación de las mujeres.

British American Tobacco:51 el Programa de Responsabilidad Social en la Producción de Tabaco de British American Tobacco fomen-ta unas prácticas agrícolas mejoradas, como la conservación del suelo y del agua; el uso adecuado de los productos agroquímicos; la salud ambiental y ocupacional, y las normas de seguridad en el proceso de elaboración del tabaco, y la plantación de árboles para que los agricultores que necesiten madera para curar el tabaco puedan obtenerla a partir de fuentes locales sostenibles.

Syngenta:52 esta sociedad apoya un proyecto que ofrece formación y servicios de amplia-ción agrícola a agricultores minifundistas de Kenia combinando esfuerzos para mejorar la

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Tabla 2. Mercados emergentes para la biodiversidad y los servicios del ecosistema

Fuente: Adaptado de Forest Trends and the Ecosystem Marketplace (2008)49

Oportunidades de mercado

Productos agrícolas certificados(por ejemplo, orgánicos, grado de conservación)

40.000 millones (2,5 % del mercado mundial de alimentos y bebidas)

210.000 millones Estimación para el 2050

Productos forestales certificados(por ejemplo, FSC, PEFC)

5.000 millones de productos con certificación FSC

15.000 millones 50.000 millones

Biocarbón/compensaciones forestales(CDM, VCS, REDD+)

21 millones (2006) > 10.000 millones > 100.000 millones

Biocarbón/compensaciones forestales(CDM, VCS, REDD+)

21 millones (2006) > 10.000 millones > 100.000 millones

Pagos para servicios del ecosistema relacionados con el agua (Administración)

5.200 millones 6.000 millones 20.000 millones

Pagos para la gestión de las cuencas hídricas (voluntario)

5 millones de dólares estadounidenses.Distintos programas piloto (Costa Rica, Ecuador)

2.000 millones 10.000 millones

Otros pagos para servicios del ecosistema (con el apoyo de la Administración)

3.000 millones 7.000 millones 15.000 millones

Compensaciones obligatorias debiodiver-sidad (por ejemplo, las transacciones de mitigación de los Estados Unidos)

3.400 millones 10.000 millones 20.000 millones

Compensaciones voluntarias de biodiversidad

17 millones 100 millones 400 millones

Contratos de bioprospección 30 millones 100 millones 500 millones

Fideicomisos territoriales privados, servidumbres de conservación(Norteamérica, Australia)

8.000 millones sólo en los Estados Unidos

20.000 millones Difícil de predecir

Tamaño del mercado (dólares estadounidenses por año)

2008 Estimación para el 2020 Estimación para el 2050

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producción de los campos y los ingresos me-diante técnicas agrícolas modernas, prácticas de agricultura orientada a la conservación y un mejor acceso al mercado. Syngenta participa en proyectos similares con agricultores de la India, Mali, Brasil y Bangladés. Además, tam-bién fomenta la investigación agrícola a través de las universidades y de alianzas con ONG y comunidades locales.

El entorno empresarial puede actuar y obtener mejores resultados de las alianzas

El modelo de negocio para la biodiversidad y los ecosistemas es cada vez más sólido. Este texto defiende que las empresas que entienden y ges-tionan correctamente los riesgos que presentan la pérdida de la biodiversidad y la decadencia del ecosistema, que establecen modelos operativos flexibles y adaptables a estas presiones, y que se mueven rápidamente para encontrar oportunida-des de negocio tienen muchas más posibilidades de prosperar. De la misma forma que el cambio climático ha estimulado los mercados de carbono y ha creado nuevos modelos de negocio, la biodiver-sidad y los sistemas del ecosistema también pue-den ofrecer oportunidades para los inversores y los empresarios. Sin embargo, los líderes empresaria-les, los organismos contables, las administraciones y otras partes interesadas deben acordar priorida-des y adoptar un programa de acción, ya que, de no hacerlo, es poco probable que se produzca un cambio significativo.

Las organizaciones de contabilidad e información financiera deberían acelerar sus esfuerzos, en colaboración con las otras partes, para propor-cionar normas y sistemas de medición que per-mitan divulgar y auditar/asegurar los impactos de la biodiversidad y los servicios del ecosistema. Las empresas tienen a su disposición recursos de ase-soramiento, tanto general como específico para cada sector, para identificar y afrontar los riesgos y las oportunidades relacionadas con la biodiver-sidad y los ecosistemas. Las administraciones, las ONG y las sociedades, que a menudo colaboran, han desarrollado distintos principios, pautas, guías y herramientas para ayudar a las empresas a su-perar los retos de la biodiversidad y los servicios del ecosistema. Estas iniciativas suelen reconocer la necesidad de mejorar los sistemas de medición, como la valoración, y en algunos casos exigen una política de apoyo, que incluya incentivos basados en el mercado. Sin embargo, la mayoría de iniciati-vas existentes son poco sólidas a la hora de cuanti-ficar los impactos de la biodiversidad (las llamadas externalidades de negocio) en términos de bienes-tar humano. Deben desarrollarse métodos para la cuantificación de los valores de la biodiversidad y los servicios del ecosistema por sector y nivel de negocio, junto con los requisitos adecuados para la elaboración de informes. Además, se necesitan mecanismos de auditoría y aseguradores fiables para validar los resultados de las empresas y la cali-dad de la divulgación.

Las administraciones tienen un papel esencial a la hora de proporcionar un entorno fiscal y de apo-yo eficiente, por ejemplo, eliminando los subsidios perjudiciales para el medio ambiente; ofreciendo

créditos fiscales y otros incentivos para la inversión en conservación; estableciendo una responsabili-dad ambiental más rigurosa (por ejemplo, garantías de cumplimiento y requisitos de compensación); desarrollando nuevos derechos de propiedad del ecosistema y programas de comercio (por ejem-plo, comercio de calidad del agua); fomentando un acceso público más amplio a la información me-diante normas de registro y divulgación, y facilitan-do la colaboración intrasectorial.53

Desde hoy mismo, las empresas pueden demostrar su liderazgo en la biodiversidad y los ecosistemas llevando a cabo las siguientes acciones: 1. Identificar los impactos y las dependencias de la

sociedad en la biodiversidad y los servicios del ecosistema. El primer paso es evaluar los impac-tos comerciales y las dependencias de la biodi-versidad y los ecosistemas, mediante vínculos tanto directos como indirectos con la cadena de valor, utilizar las herramientas existentes y con-tribuir a mejorarlas.

2. Evaluar los riesgos y las oportunidades de ne-gocio vinculados a estos impactos y dependen-cias. Teniendo en cuenta esta evaluación, las sociedades pueden identificar los riesgos y las oportunidades de negocio relacionados con sus impactos y las dependencias de la biodiversidad y los servicios del ecosistema, y concienciar a los trabajadores, los propietarios y los clientes. La valoración económica de los impactos y las de-pendencias de la biodiversidad y los servicios del ecosistema puede ayudar a detectar cuáles son los riesgos y las oportunidades existentes.

3. Desarrollar sistemas de información de biodi-versidad y servicios del ecosistema; establecer objetivos específicos, medibles, factibles, rele-vantes y que respeten un tiempo determinado; medir y valorar el rendimiento, y proporcionar información sobre los resultados obtenidos. Las estrategias para la biodiversidad y el ecosistema para las empresas suelen incluir un sistema de información corporativo mejorado, el desarrollo de objetivos cuantitativos de la biodiversidad y los servicios del ecosistema, y su integración en procesos más amplios de gestión de los riesgos y las oportunidades comerciales. Para las empre-sas, un paso clave para ofrecer confianza a las partes interesadas externas y, al mismo tiempo, crear presión entre las otras partes del sector, consiste en medir y registrar los impactos, las ac-ciones y los resultados conseguidos en relación con la biodiversidad y los servicios del ecosiste-ma.

4. Emprender acciones para evitar, minimizar y mi-tigar los riesgos para la biodiversidad y los ser-vicios del ecosistema, incluidas compensaciones en especie («compensaciones»), cuando sea factible. Los objetivos de biodiversidad y servi-cios del ecosistema pueden fomentar conceptos como «ninguna pérdida neta», «neutralidad eco-lógica» o «impacto positivo neto», e incluir el

Tabla 3. Prerrequisitos para los mercados en desarrollo para la biodiversidad y los servicios del ecosistema

Fuente: PwC para La economía de los ecosistemas y la biodiversidad

Financieros

• Créditos y débitos de biodiversidad y servicios del ecosistema definidos claramente

• Asegurabilidad de los activos de biodiversidad y servicios del ecosistema

• Conocimiento del inversor y apoyo para las alianzas comerciales

• Perfil de riesgo/recompensa competitiva

• Experiencia combinada en ecosistemas, desarrollo empresarial y conocimientos financieros

• Uso seguro y/o derechos de propiedad para los activos y los servicios del ecosistema

• Puntos de partida claros para evaluar la adicionalidad de las inversiones en biodiversidad y servicios del ecosistema

• Normas y métodos aprobados para evaluar los débitos y los créditos

• Incentivos fiscales (por ejemplo, créditos fiscales para la conservación)

• Autoridad jurídica para comercializar créditos/débitos de ecosistema (también internacionalmente)

• Capacidad reguladora adecuada para aplicar las normas

• Clases de activos definidas claramente

• Procesos eficaces de aprobación de proyectos

• Costes moderados de transacción

• Sistemas de seguimiento, verificación y aplicación ampliamente aceptados

• Registros relacionados para registrar transacciones (especialmente, para los activos inmateriales, como las compensaciones)

• Servicios de intermediación competitivos (por ejemplo, agentes comerciales, validadores)

Reguladores De mercado

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apoyo a las compensaciones para la biodiversi-dad cuando sea pertinente. Las asociaciones del sector continuarán teniendo una función muy importante en el desarrollo y la promoción de normas sólidas y efectivas para los resultados de la biodiversidad y de pautas de mitigación de los impactos para sus miembros.

5. Aprovechar las oportunidades de negocio que ofrece la biodiversidad y los servicios del ecosis-tema, como las eficiencias de coste, los nuevos productos y los nuevos mercados. Las empresas pueden fomentar el crecimiento de mercados ecológicos y ayudar a elaborar las condiciones más adecuadas y eficientes para los mercados de la biodiversidad y los servicios del ecosistema. Estas oportunidades se pueden aprovechar más fácilmente si se establece una colaboración con las agencias públicas, los organismos de contabi-lidad y normas financieras, las organizaciones de conservación y las comunidades.

6. Integrar la estrategia y las acciones de la em-presa en materia de biodiversidad y servicios del ecosistema con iniciativas más amplias de responsabilidad social corporativa. Mediante la integración de la biodiversidad y los servicios del ecosistema en las estrategias de sostenibilidad corporativa y participación de la comunidad se pueden mejorar el estado de la biodiversidad y las condiciones de vida de los seres humanos y, al mismo tiempo, contribuir a reducir la pobreza mundial.

7. Colaborar con el resto de empresas del sector y las partes interesadas de la Administración, las ONG y la sociedad civil para mejorar el aseso-ramiento y la política relativa a la biodiversidad y los servicios del ecosistema.

Las sociedades pueden aportar una capacidad sig-nificativa a los esfuerzos de conservación y tienen un papel esencial a la hora de evitar la pérdida de la biodiversidad. El entorno empresarial debe par-ticipar más activamente en los debates de política pública para defender las reformas en la regulación adecuadas y desarrollar pautas orientativas volun-tarias adicionales.

1 Butchart et al. «Global Biodiversity: Indicators of Recent Declines», www.sciencexpress.org, 29 de abril del 2010, 10.1126/science, 1187512, Secretariat of the Conven-tion on Biological Diversity, Global Biodiversity Outlook 3, 2010, URL: http://www.cbd.int/doc/publications/gbo/gbo3-final-en.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

2 MillenniuM assessMent. Ecosystems and Human Wellbeing. Biodiversity Synthesis, World Resources Institute, Island Press, Washington D. C., 2005a, URL: http://www.millen-niumassessment.org/documents/document.354.aspx.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

3 Baillie, J. E. M., Hilton-Taylor, C. y Stuart, S. N. (ed). 2004 IUCN Red List of Threatened Species™. A Glo-bal Species Assessment, IUCN, Gland y Cambridge, 2004, URL: http://data.iucn.org/dbtw-wpd/commande/downpdf.aspx?id=10588&url=http://www.iucn.org/dbtw-wpd/edocs/RL-2004-001.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

4 secretariat of the convention on Biological Diversity. Global Biodiversity Outlook 3, URL: http://www.cbd.int/doc/ publications/gbo/gbo3-final-en.pdf, 2010 (último acceso: 23 de junio del 2010).

5 taylor nelson sofres (TNS). Global Shades of Green, URL: http://www.tns-us.com/greenlife/, 2008 (último ac-ceso: 23 de junio del 2010).

6 Bishop, j., Kapila, s., hicKs, f., Mitchell, p. y vorhies, f. Building Biodiversity Business, Shell International Limited and the International Union for Conservation of Nature, Londres y Gland, 164 p. (marzo), 2008, URL: http://data.iucn.org/dbtw-wpd/edocs/2008-002.pdf (último acceso: 23 de ju-nio del 2010).

7 f&c asset ManageMent. Is biodiversity a material risk for companies? An assessment of the exposure of FTSE sectors to biodiversity risk (septiembre), 2004. Publicado original-mente por isis asset ManageMent. Véase también www.unepfi.org/fileadmin/documents/bloom_or_bust_report.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

8 Busenhart, j., BauMann, p., orth, M., schauer, c. y WilKe, B. Insuring environmental damage in the European Union, Technical Publishing, Casualty. SwissRe, Zúrich, 2007.

9 Coulson, A. «How should banks govern the environ-ment? Challenging the construction of action versus veto», Business Strategy and the Environment, 18(3):149-161 (mayo), 2009.

10 WBCSD, IUCN, WRI y EarthWatch. Ecosystem Challen-ges and Business Implications, World Business Council for Sustainable Development, Ginebra, 2006.

11 Decimotercer informe anual internacional de directores generales de PriceWaterhouseCoopers.

12 Organic Monitor Gives 2009 Predictions, URL: http://www.organicmonitor.com/r3001.htm (último acceso: 28 de ju-nio del 2010).

13 Organic Trade Association Releases Its 2009 Organic Indus-try Survey, 2009-05-04, URL: http://www.npicenter.com/anm/templates/newsATempaspx?articleid=23917&zoneid=2 (último acceso: 23 de junio del 2010).

14 scott thoMas, C. «Organic foods are now ‘mainstream’, says USDA», Food & Drink Europe, 14 de septiembre del 2009, URL: http://www.foodanddrinkeurope.com/Consumer-Trends/Organic-foods-are-nowmainstream-says-USDA (último acceso: 23 de junio del 2010).

15 forest steWarDship council. Facts and Figures on FSC growth and markets, 2008, URL: http://www.fsc.org/fileadmin/web-data/public/document_center/powerpo-ints_graphs/facts_figures/Global-FSC-Certificates-2010-05-15-EN.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

16 Marine steWarDship council. Annual report 2008/09, 2009, URL: http://www.msc.org/documents/msc-brochu-res/annualreport-archive/MSC-annual-report-2008-09.pdf/view?searchterm=annual%20report (último acceso: 23 de junio del 2010).

17 MillenniuM ecosysteM assessMent. Ecosystems and hu-man well-being, Summary for decision makers, Island Press, Washington D. C., 2005b, URL: http://www.millenniumas-sessment.org/documents/document.356.aspx.pdf (últi-mo acceso: 23 de junio del 2010).

18 TEEB ecological anD econoMic founDation. TEEB – The Economics of Ecosystems and Biodiversity, 2010, URL: http://www.teebweb.org/EcologicalandEconomicFoun-dation/tabid/1018/language/en-US/Default.aspx. Véase también: chevassus-au-louis, B., salles, j.-M., Bielsa, s., richarD, D., Martin, g. y pujol, j.-l. Approche économique de la biodiversité et des services liés aux ecosystems: contri-bution à la décision publique. Rapport du CAS, París, 2009, y national research council. Valuing Ecosystem Services: Toward Better Environmental Decision-Making, National Academies Press, Washington, D. C., 2005.

19 MillenniuM ecosysteM assessMent. Scenarios Assessment, 2005c, URL: http://www.millenniumassessment.org/en/Scenarios.aspx (último acceso, 23 de junio del 2010).

20 WorM et al. «Impacts of Biodiversity Loss on Ocean Ecosystem Services», Science, vol. 314 (3 de noviembre): 787-90, 2006; TILMAN et al. «Biodiversity and ecosystem stability in a decade long grassland experiment», Nature, vol. 441 (1 de junio): 629-32, 2006. DOI: 10.1038/natu-re04742; Gallai et al., op. cit., 2009.

21 Eliasch, J. Climate Change: Financing Global Forests, The Eliasch Review, Reino Unido, 2008, URL: http://www.occ.gov.uk/activities/eliasch/Full_report_eliasch_review(1).pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

22 gallai, n., salles, j.-M., settele, j. y vaissière, B. E. «Economic valuation of the vulnerability of world agriculture con-fronted with pollinator decline», Ecological Economics, vol. 68(3): 810-821, 2009.

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23 teeB ecological anD econoMic founDation. TEEB – The Economics of Ecosystems and Biodiversity, 2009. TEEB for National and International Policy Makers. Summary: Res-ponding to the Value of Nature, 2009, URL: http://www.teebweb.org/LinkClick.aspx?fileticket=I4Y2nqqIiCg%3d&tabid=1019&language=en-US (último acceso: 23 de junio del 2010).

24 CIFOR. CIFOR annual report 2004: forest for people and the environment, CIFOR, Bogor, Indonesia, 68 p., 2005, URL: http://www.cifor.cgiar.org/Knowledge/Publications/Detail?pid=1820 (último acceso: 23 de junio del 2010).

25 Anstee, S. Personal communication, 2010. Véase también: http://www.riotinto.com/documents/Repor tsPublica-tions/RTBidoversitystrategyfinal.pdf y http://www.rio-tinto.com/ourapproach/17214_biodiversity_17324.asp (último acceso: 28 de junio del 2010).

26 houDet, j., pavageau, c., troMMetter, M. y WeBer, j. Ac-counting for Changes in Biodiversity and Ecosystem Services from a Business Perspective: Preliminary Guidelines towards a Biodiversity Accountability Framework, Cahier n. 2009-44, Département d’Économie, École Polytechnique, Centre National de la Recherche Scientifique, Palaiseau (noviembre), 2009, URL: http://hal.archives-ouvertes.fr/docs/00/43/44/50/PDF/2009-44.pdf (último acceso: 28 de junio del 2010).

27 WBCSD. Corporate Ecosystem Valuation Initiative, 2009, URL: http://www.wbcsd.org/DocRoot/pdK9r-5TpPijC1XXpx7QR/EcosystemsServices-ScopingRe-port_280509.pdf (último acceso: 28 de junio del 2010).

28 TEEB ecological anD econoMic founDation, op. cit., 2010.

29 Véase, por ejemplo, US Securities and Exchange Com-mission Guidance Regarding Disclosure Related to Climate Change (febrero del 2010); UK Environment Agency e ICAEW, 2009, Environmental Issues and Annual Financial Reporting.

30 Carbon Disclosure Project, 2010, URL: https://www.cdproject.net/en-US/Results/Pages/overview.aspx.

31 Global Reporting Initiative, Sector Supplements, URL: http://www.globalreporting.org/ReportingFramework/Sector-Supplements/

32 PriceWaterhouseCoopers. Analysis for TEEB, 2009.

33 Business and Biodiversity Offsets Program, URL: http://bbop.forest-trends.org/ (último acceso: 23 de junio del 2010).

34 Energy and Biodiversity Initiative. EBI Report: Integrating Bio-diversity into Oil and Gas Development, 2003, URL: http://www.theebi.org/products.html (último acceso: 23 de ju-nio del 2010); ICMM. Good Practice Guidance for Mining and Biodiversity, International Council on Mining and Me-tals (ICMM), Londres, 2006.

35 tennyson, r. y harrison, t. Under the Spotlight: Building a better understanding of global business-NGO partnerships, Internatio-nal Business Leaders Forum, 2008, URL: http://www.iblf.org/~/media/Files/Resources/Publications/Under_the_spotlight2008.ashx (último acceso: 23 de junio del 2010).

36 olsen, n. y shannon, D. Valuing the net benefits of ecosys-tem restoration: the Ripon City Quarry in Yorkshire, Ecosys-tem Valuation Initiative Case Study No. 1, WBCSD e IUCN: Ginebra y Gland, 2010.

37 Bishop et al., op. cit., 2008.

38 WBCSD, WRI y MeriDian institute.The Corporate Ecosys-tem Services Review: Guidelines for Identifying Business Risks and Opportunities Arising from Ecosystem Change, World Resources Institute, Washington D. C., 2008, URL: http://pdf.wri.org/corporate_ecosystem_services_review.pdf (último acceso: 28 de junio del 2010).

39 WBCSD. Vision 2050: The New Agenda for Business, World Business Council for Sustainable Development: Ginebra, 2010, URL: http://www.wbcsd.org/web/projects/BZrole/Vision2050-FullReport_Final.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

40 IFC. Performance Standard 6. Biodiversity Conservation and Sustainable Natural Resource Management, 2006, URL: http://www.ifc.org/ifcext/sustainability.nsf/Content/Publi-cations_PS6_BiodiversityConservation (último acceso, 23 de junio del 2010).

La política de sostenibilidad y las normas de rendimiento de la IFC se están revisando. Véase http://www.ifc.org/ifcext/media.nsf/Content/PolicyReview_Jun2010.

41 The Equator Principles, URL: http://www.equator-princi-ples.com/ (último acceso: 23 de junio del 2010).

42 WBCSD e IUCN. Markets for Ecosystem Services – New Challenges and Opportunities for Business and the Environ-ment, World Business Council for Sustainable Develop-ment and International Union for Conservation of Na-ture, Ginebra y Gland, 2007, URL: http://www.wbcsd.org/DocRoot/7g8VZQpq0LeF1xNwsbGX/market4ecosys-tem-services.pdf (último acceso: 28 de junio del 2010).

43 Kossoy, a. y aMBrosi, P. State and Trends of the Carbon Mar-ket 2010, Banco Mundial, Washington, D. C. (mayo), 2010, URL: http://siteresources.worldbank.org/INTCARBON-FINANCE/Resources/State_and_Trends_of_the_Car-bon_Market_2010_low_res.pdf (último acceso: 28 de junio del 2010).

44 TEEB for National and International Policy-Makers, op. cit., 2009.

45 Miles, l. y Kapos, v. «Reducing Greenhouse Gas Emissions from Deforestation and Forest Degradation: Global Land-Use Implications», Science 320, 1454-55, 2008. DOI: 10.1126/science.1155358.

46 GDM 2010 Initiative, URL: http://gdm.earthmind.net/ (úl-timo acceso: 22 de junio del 2010).

47 plaMBecK, e. l. y DenenD, l. «The Greening of Wal-Mart», Stanford Social Innovation Review, Stanford Graduate School of Business, primavera del 2008: 52-59, 2008, URL: http://www.openvaluenetworks.com/Articles/Wal-Mart%20Value%20Networks.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

48 Walmart Corporate Sustainability, 2010, URL: http://walmartstores.com/Sustainability/ (último acceso: 23 de junio del 2010).

49 Forest Trends and the Ecosystem Marketplace, 2008, Payments for Ecosystem Services: Market Profiles, URL: http://moderncms.ecosystemmarketplace.com/re-pository/moderncms_documents/PES_Matrix_Pro-files_PROFOR.1.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010) y URL: http://moderncms.ecosystemmarketplace.com/repositor y/moderncms_documents/PES_MA-TRIX_06-16-08_oritented.1.pdf (último acceso: 23 de junio del 2010).

50 conservation international. New Loans for Coffee Far-mers, Nature Reserves, 2008, URL: http://www.conser-vation.org/FMG/Articles/Pages/loans_for_coffee.aspx (último acceso: 23 de junio del 2010).

51 British aMerican toBacco. Social Responsibility in Tobacco Production, URL: http://www.bat.com/group/sites/uk__3mnfen.nsf/vwPagesWebLive/DO6ZXK5Q?opendocument&SKN=1&TMP=1 (último acceso: 23 de junio del 2010).

52 Syngenta FounDation. Projects modules and activities, 2010, URL: http://www.syngentafoundation.org/index.cfm?pageID=576 (último acceso: 23 de junio del 2010).

53 TEEB for National and International Policy-Makers, op. cit., 2009.

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La biodiversidad en Cataluña: cooperar para detener la pérdida Carme RosellBióloga. Directora de Minuartia

La autora subraya que los retos son globales pero los efectos y las acciones para detener la pérdida de biodiversidad son locales. El texto describe la rica diversidad biológica de Cataluña, su estado de conservación así como las presiones derivadas del cambio climático y de los cambios sociales y económicos.

«No se ha logrado el objetivo acordado en el 2002 por los gobiernos del mundo, de conseguir una re-ducción significativa del ritmo actual de pérdida de biodiversidad en el ámbito mundial, regional y na-cional, como contribución para reducir la pobreza y en beneficio de todas las formas de vida en la Tierra». Con esta contundente afirmación se inicia la tercera edición del informe Perspectiva mundial sobre la diversidad biológica1 (Global Biodiversity Outlook 3, 2010) elaborado por la secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y presentado el pasado mes de mayo. La preocupa-ción por el alarmante ritmo de pérdida de biodi-versidad llevó a los gobernantes a fijarse objetivos para frenarla, al entender que representaba una amenaza para la vida en el planeta. Estos objetivos se concretaron, en el 2006, en la comunicación de la Comisión de las Comunidades Europeas «Dete-ner la pérdida de biodiversidad para el 2010 y más adelante. Respaldar los servicios de los ecosistemas para el bienestar humano» y en un plan de acción (véase el cuadro 1) que intentaba responder a la llamada de del CDB, definiendo actuaciones con-cretas, en todos los ámbitos, para conseguir el reto global de detener la pérdida de riqueza de recursos genéticos, de especies y de hábitats, que está po-niendo en riesgo la propia salud y bienestar de las comunidades humanas.

Vencido el plazo, se impone el reconocimiento de que no hemos sido capaces de lograr el reto global. Los datos que la comunidad científica nos mues-tran claramente que, si bien en algunos aspectos se han conseguido grandes avances, en muchos otros los daños, lejos de reducirse, se han intensificado. Con esta evidencia sobre la mesa, las Naciones Unidas declararon el 2010 Año Internacional de la Biodiversidad y abrieron un período de activida-des que se llevan a cabo en todo el mundo a fin de aumentar la sensibilización sobre el valor que tiene la diversidad biológica para las comunidades autónomas y para incentivar las acciones para sal-vaguardarla. Es un buen marco para la reflexión, para evaluar lo que se ha llevado a cabo y lo que no y para trazar una nueva hoja de ruta.

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El próximo paso en el ámbito mundial debe darse en Japón, en la ciudad de Nagoya, donde este oto-ño tendrá lugar el décimo encuentro de la Confe-rencia de las Partes (COP 10), órgano rector del CDB, y donde deben aprobarse nuevas acciones y objetivos con el horizonte del 2020. Los documen-tos preparatorios de la reunión, donde se empiezan a perfilar las líneas de actuación, resultan bastante reveladores respecto a lo que debe cambiarse en la estrategia y otorgan un papel preeminente a la integración de las consideraciones sobre la conser-vación de la biodiversidad en todos los ámbitos gu-bernamentales y de la sociedad, así como a la bús-queda de complicidades y de objetivos comunes con todos los agentes económicos y sociales. Debe tenerse en cuenta que cuando hablamos de biodi-versidad no nos referimos a algo ajeno al género humano, a plantas singulares, a fauna amenazada o a espacios naturales prístinos, que parecerían lujos de los que podemos prescindir. No; no es éste el paradigma. La diversidad biológica integra distintos niveles de organización, desde la variedad genética hasta la de hábitats o paisajes, los organismos y, también, las interrelaciones y los procesos entre sí y con el medio. Este conjunto de elementos provee de servicios indispensables para las comunidades humanas; nos suministran una gran variedad de ali-mentos y otros productos, muchas sustancias con aplicaciones médicas que la tecnología todavía no ha conseguido sustituir por productos de síntesis (véase una revisión reciente en el libro Sustaining Life: How Human Health Depends on Biodiversity, de la Harvard Medical School).2 Los ecosistemas tam-bién contribuyen a regular el clima y a atenuar los efectos de las catástrofes naturales y nos aportan bienes intangibles, pero muy valiosos, los llamados servicios culturales de la biodiversidad, es decir, todo aquello que aporta a nuestras vidas la belleza de los paisajes bien conservados la paz, la inspira-ción, el recogimiento, la espiritualidad, todos los valores que a menudo buscamos (y debemos se-guir encontrando) en la naturaleza. En este mismo número de la revista, otros artículos profundizan más en estos campos, así como en la valoración económica de estos servicios, una iniciativa motiva-da por los trabajos de The Economics of Ecosystems and Biodiversity for Policy Makers (TEEB) que se in-tegra en el programa de medio ambiente de las Naciones Unidas. Se trata de conocer los valores económicos de los ecosistemas y de sus servicios, para ayudar a percibir mejor la dimensión econó-mica asociada a la pérdida de biodiversidad. Pero no nos confundamos: pagar lo que vale en ningún momento nos otorga el derecho a destruirlo; ten-gámoslo claro. Por lo tanto, los retos son globales, pero los efec-tos se sienten localmente, por lo que debe actuar-se también desde esta escala local para detener la pérdida de biodiversidad; es esta perspectiva la que nos lleva a hablar del reto de conservar y recu-perar la diversidad biológica en Cataluña.

Cuadro 1. Objetivos que establecía el plan de acción vinculado a la comunicación «Detener la pérdida de biodiversidad para el 2010 y más adelante. Respaldar los ser-vicios de los ecosistemas para el bienestar humano» (Comisión Europea, 2006). En la próxima cita de Nagoya se definirá un nue-vo plan de acción.

Los objetivos

La biodiversidad en la UE 1. Proteger los hábitats y especies más impor-

tantes de la Unión Europea (UE) 2. Preservar y restaurar la biodiversidad y los

servicios de los ecosistemas en el resto de zonas rurales de la UE

3. Preservar y restaurar la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas en el resto del medio marino de la UE

4. Reforzar la compatibilidad del desarrollo re-gional y territorial con la biodiversidad en la UE

5. Reducir de modo sustancial el impacto en la biodiversidad de la UE de las especies exó-ticas invasoras y de los genotipos exóticos

La UE y la biodiversidad mundial

6. Reforzar de modo sustancial la eficacia de la gobernanza internacional en favor de la bio-diversidad y los servicios de los ecosistemas

7. Reforzar de modo sustancial el apoyo a la biodiversidad y a los servicios de los ecosis-temas en la ayuda exterior de la UE

8. Reducir de modo sustancial el impacto del comercio internacional en la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas a escala mundial

Biodiversidad y cambio climático

9. Apoyar la adaptación de la biodiversidad al cambio climático

La base de conocimiento

10. Reforzar de modo sustancial la base de co-nocimientos para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad en la UE y el mundo

Las cuatro medidas de apoyo

- Garantizar una financiación adecuada - Reforzar el proceso decisorio de la UE - Crear alianzas - Mejorar la educación, concienciación y par-

ticipación del público

La diversidad biológica en Cataluña. ¿De qué hablamos?

Cataluña contribuye de forma muy notoria a la diversidad biológica del planeta. La variedad de paisajes es extraordinaria, si tenemos en cuenta que en poco más de 32.000 km2 encontramos una muestra heterogénea de ambientes representati-

vos, no únicamente de la región mediterránea, que es la que por situación geográfica nos corresponde, sino también de hábitats propios de las regiones eurosiberiana o boreoalpina. Encontramos, así, la amplia franja litoral, abierta al Mediterráneo a lo largo de cerca de 700 km de costa, y muy cerca, el contraste de los ambientes boreoalpinos de las cumbres de los Pirineos, los grandes macizos de poblamientos forestales de distinto tipo, y los paisajes agrícolas, a menudo formando mosaico con los bosques y las fajas de vegetación de ribera que acompañan a los cursos fluviales. Es en estos paisajes, de suelos más llanos y modelados por la huella humana, donde encontramos la mayoría de asentamientos, las áreas residenciales, industriales o de equipamientos, y las infraestructuras que pre-sionen con dureza los sistemas naturales. Cataluña es pequeña y está muy poblada, con las tensiones entre conservación y transformación muy acentua-das, pero la asimetría en la distribución del pobla-miento, con cerca de 5 millones de habitantes de los 7,5 que tiene actualmente concentrados en el ámbito metropolitano de Barcelona, deja una ex-tensa parte del territorio poco artificializado y en manos de agricultores, silvicultores y agentes de conservación de los espacios naturales.

La diversidad biológica queda más claramente manifiesta si aportamos cifras sobre la variedad de hábitats y de organismos. No es una labor fácil reunirlas, ya que la catalogación y la determinación del estado de conservación y el grado de amenaza de los distintos componentes de la biodiversidad concentra los trabajos de numerosos grupos de in-vestigación y organizaciones catalanas, así como de la Administración ambiental, y requiere revisiones continuas para mantenerlas actualizadas; en cual-quier caso, los datos recopilados por el Departa-mento de Medio Ambiente y Vivienda (2010) nos permiten definir este perfil:- En Cataluña se han catalogado 691 tipos de

hábitats; de estos, 94 son hábitats de interés comunitario (el 47 % de los tipificados por la Unión Europea).

- En torno al 65 % de la superficie del territorio está cubierta por hábitats de bosque, maleza y prados, y cerca del 30 % por hábitats vinculados a los espacios agrícolas, donde se llevan a cabo prácticas agrícolas, de ganadería y de silvicultu-ra. En estos espacios se añade, a los organismos silvestres, la diversidad genética que aporta una amplia variedad de plantas de cultivo y animales domésticos.

1 Convention on Biological Diversity. 2010. Global Biodiver-sity Outlook 3. 94 p.

2 Chivian, E.; Bernstein. A. (ed.) Sustaining Life: How Human Health Depends on Biodiversity, Oxford University Press, 568 p., 2008.

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- 22.165 especies diferentes de flora y fauna viven en estado silvestre en Cataluña (véase la tabla 1).

- En relación con la flora, los grupos taxonómicos más bien representados son las plantas vasculares, con unas 4.500 especies, así como las algas y los hongos, con cerca de 2.000 especies cada uno.

- Respecto a la fauna, los invertebrados, destaca-dos en la clasificación, integran más de 10.000 especies de insectos, moluscos, crustáceos y múltiples taxones de organismos; la mayoría de estos son grandes desconocidos de minúsculas dimensiones.

- Los vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos) reúnen menos de 900 especies. Son sólo una pequeña porción de las que viven en Cataluña, pero, ciertamente, las más noto-rias para la sociedad y las que concentran más inversión en conservación. El número de espe-cies de aves y de mamíferos citados en Cataluña representan, respectivamente, el 40 y el 50 % de las descritas en Europa.

- Las especies exóticas que se han establecido en nuestro territorio representan cerca del 20 % de las especies de plantas que se encuentran actualmente en Cataluña y hasta el 75 % en el caso de peces de aguas epicontinentales. Algu-nas de estas especies amenazan la conservación de las autóctonas, y se comportan como invaso-ras que se superponen o desplazan a las comu-nidades locales y simplifican y empobrecen los ecosistemas.

La contribución de Cataluña a la biodiversidad global adquiere especial sentido cuando hablamos de los endemismos: los taxones de flora y fauna que viven exclusivamente en nuestro territorio y no se encuentran en ningún lugar más del planeta. Una revisión reciente sobre endemismos y flora amenazada3 aporta datos de 21 plantas superiores endémicas de Cataluña, pequeñas plantas como el bálsamo del Montseny (Saxifraga vayredana), o la especie Seseli farrenyi, del cabo de Creus, a las que todavía se añadirán otros taxones que justo ahora se están describiendo como endemismos catalanes. También en fauna hay especies algunas recientemente reconocidas como tales endémi-cas de Cataluña, como la lagartija pallaresa (Ibe-rolacerta aurelioi), la lagartija aranesa (Iberolacerta aranica) o el tritón del Montseny (Calotriton arnol-di). Velar por la conservación de estos endemismos es una responsabilidad que tiene Cataluña en ex-clusiva, ya que si se produce la extinción de uno de estos organismos en nuestro territorio, se pierde para todo el planeta. La diversidad biológica no reúne sólo a los organis-mos que viven en la naturaleza en estado silvestre. El trabajo de generaciones de agricultores y gana-deros también ha sumado muchas variedades de plantas de cultivo y de animales domésticos, a los que a menudo nos referimos con el neologismo de agrobiodiversidad, y que incorporan una notable diversidad genética. Son razas como el burro ca-talán, la oca ampurdanesa o la vaca bruna de los Pirineos y variedades de plantas como la patata mora de La Garrotxa, el tomate de colgar y tantas y tantas otras que añaden valor a nuestro patri-monio biológico. Entre ellas también se encuentran muchas otras amenazadas, variedades que han quedado arrinconadas a medida que avanzaba el despoblamiento de áreas rurales y por la presión de la agricultura y la ganadería extensivas. También en la conservación de esta diversidad genética se concentran notables esfuerzos de catalogación y de recuperación, y no únicamente con técnicas de recuperación ex situ, sino fomentando la produc-ción y el consumo de estos productos agroalimen-tarios locales que se valorizan todavía más en el marco de gastronomías con carácter propio.

Tendencias

El estado de conservación de los elementos que forman la biodiversidad es muy diverso, y el gra-do de amenaza de cada uno de ellos se evalúa ba-sándose en el conocimiento técnico y científico, y considerando los referentes normativos europeos, estatales y catalanes. La Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la con-servación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, es el marco normativo que desig-na cuáles son las especies y los hábitats de interés comunitario con problemas de conservación en Europa, y la Ley estatal 42/2007, de 13 de diciem-bre, del patrimonio natural y de la biodiversidad, aporta el marco jurídico básico para la conserva-ción, el uso sostenible y la mejora del patrimonio

natural y de la biodiversidad. Pero será la Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural, todavía en proceso de tramitación, la que ampare de forma más concreta todos los instrumentos y las medidas necesarias para garantizar la conservación de la di-versidad biológica en nuestro territorio. Es una ley necesaria y largamente esperada, que debe supo-ner un punto de inflexión en la conservación de de la diversidad biológica.

Para evaluar cuáles son las especies amenazadas en el territorio de Cataluña, contamos con el refe-rente normativo del Decreto 172/2008, de 28 de agosto, de creación del Catálogo de Flora Amena-zada de Cataluña, y el de fauna, que se encuentra en proceso de preparación; ambos establecen cuá-les son los taxones o las poblaciones amenazadas en nuestro territorio, así como las medidas para conservarlos. Los clasifican en dos categorías, «en peligro de extinción» y «vulnerable», consideran-do la información disponible y dependiendo de su estado y el grado de amenaza. Según estos catálo-gos, actualmente cerca de 400 especies estarían en situación de amenaza en Cataluña. Un total de 59 especies de flora están catalogadas «en peligro de extinción» y 124 especies más como «vulnerables». En relación con la fauna, la propuesta del catálogo en preparación representa la inclusión de unas 70 especies que viven actualmente en Cataluña «en peligro de extinción»; 175 más se incluirían como «vulnerables» y destaca la situación de amenaza en que se encuentran muchas especies de anfibios (el 20 %), reptiles (el 30 %) o mamíferos (cerca del 40 %), así como el caso de los murciélagos, con 17 especies amenazadas. Algunos taxones ya se han perdido; en este cajón encontramos distintas especies de peces, como el esturión (Acipenser stu-rio), felinos como el lince (Lynx sp., no se conoce con certeza la especie que habitaba en Cataluña), otros mamíferos como la foca fraile del Mediterrá-neo (Monachus monachus) o aves extinguidas muy recientemente, como parece ser el caso de la alon-dra de Dupont (Chersophilus duponti). También se han perdido endemismos, como la planta Festuca paucispicula, gramínea del macizo de Cardó que se consideraba extinguida en Cataluña y en todo el mundo, ya que no vivía en ningún lugar más.

LLa biodiversidad en Cataluña: cooperar para detener la pérdida Carme Rosell

Tabla 1. Diversidad de especies de flora y fauna descritas en Cataluña

Fuente: Departamento de Medio Ambiente y Vivienda (DMAV) y CREAF, 2010

* El número de especies exóticas puede variar notablemente según las fuentes y dependiendo de si se consideran, o no, las especies que ya colonizaron Cataluña antes del siglo pasado, y si, en el caso de las aves, se consideran sólo las que ya son nidificantes o todas las detectadas en el territorio.

Total Exóticas*

Número de especies

FLORAAlgasLíquenesMusgosHongosPlantas vascularesFAUNAArtrópodosInvertebrados no artrópodosPeces

AnfibiosReptilesAvesMamíferos

1.9421.362

8171.9644.511

6.1904.500

455

1435

29778

457

1.011

32

10

9

34, de las 42 epicontinentales

3 sáez, l.; ayMerich, p.; Blanché, C. Llibre vermell de les plantes endèmiques i amenaçades de Catalunya, Argania Editio, 2010.

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Sin embargo, también hay otras especies que se encontraban cerca de la extinción, o ya perdidas, que se ha conseguido recuperar, gracias a la expan-sión (o mejora de la calidad) de sus hábitats y me-diante actuaciones de reintroducción o refuerzo de los pocos individuos que formaban las poblaciones relictas. Destacamos, por el interés social que des-velan, la recuperación de grandes carnívoros como el oso (Ursus arctos) y el lobo (Canis lupus), o la expansión de ungulados como el jabalí (Sus scrofa) o el corzo (Capreolus capreolus), que no debemos olvidarlo empezaron en siglo xix con escasos indi-viduos aislados en reductos de montaña, aunque ahora sean abundantes (incluso demasiado en al-gún caso). La nutria (Lutra lutra), que cuenta con un plan de conservación aprobado en el 2002, se encuentra también en expansión, recolonizando la mayoría de los ríos, de los que había desaparecido en décadas pasadas por la contaminación de las aguas y la consiguiente falta de peces, y que ahora regresa, al abrigo de la recuperación de los hábitats fluviales y a partir de los puntos donde se lleva-ron a cabo reintroducciones. También hay otros ejemplos de distintas especies de aves, entre ellas algunas aves rapaces y necrófagas, respecto a las que ha cambiado la tendencia de épocas pasadas, de forma que aumentan los individuos en vez de disminuir. Los planes de recuperación de especies, y las actuaciones que se derivan de ellos, son una herramienta vital para la conservación de especies amenazadas; de momento se han completado los planes referidos a tres aves, el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el avetoro común (Botaurus stellaris) y la gaviota de Audouin (Larus audouinii), y a dos peces, el samarugo (Valencia hispanica) y el fartet (Aphanius iberus), aunque otros se encuen-tran en preparación. Es evidente que se podrían aportar muchos matices sobre cada uno de estos casos, en relación con la forma en que se han lleva-do a cabo algunas actuaciones, los efectos que han tenido (sobre otros elementos de la biodiversidad o socioeconómicos) o los conflictos que generan algunas de estas especies, pero, en cualquier caso, figuran en la cuenta de ganancias del balance, ya que se han recuperado taxones y poblaciones. Del análisis de estas experiencias (que no llevaremos a cabo aquí) seguramente podemos extraer leccio-nes útiles, seguramente de errores que no deben volver a cometerse, pero también sobre nuestra capacidad para invertir situaciones y provocar cambios que mejoran hábitats y reducen presio-nes hasta que, en conjunto, suman lo suficiente como para conseguir recuperar lo que se estaba perdiendo.

Más allá de la visión de los organismos aislados, es en el estado de los hábitats donde encontramos la clave para su conservación. Sin la pretensión de revisar el grado de amenaza de los cerca de 700 hábitats catalogados en Cataluña, sí que debe des-tacarse el extraordinario dinamismo de su estado de conservación y el fuerte vínculo que éste man-tiene con la intensidad y forma en que se llevan a cabo las actividades productivas y los usos del territorio. Aquí debemos abrir un paréntesis para

destacar que, a fin de evaluar tendencias y apoyar una adecuada toma de decisiones, son fundamen-tales los datos de los inventarios y del seguimiento de los distintos elementos que integran la diver-sidad biológica. En Cataluña, el sistema de infor-mación sobre el patrimonio natural (que se puede consultar en el portal del DMAV: http://www20.gencat.cat/portal/site/dmah) integra datos sobre distintas especies, hábitats y elementos protegidos del patrimonio natural de Cataluña, así como del sistema de espacios naturales protegidos, y apor-ta inventarios, cartografía y algunos resultados del seguimiento. Además de la información generada por los centros de investigación y las universidades (no los citaremos para no olvidarnos de ninguno, ya que el número de equipos que trabajan en este ámbito es, ciertamente, muy numeroso) también se encuentra información sobre organismos bioin-dicadores, como los que se extraen del Programa de Seguimiento de Aves Comunes de Cataluña (SOCC) o del Catalan Butterfly Monitoring Sche-me (CBMS) de seguimiento de mariposas diurnas en Cataluña, llevados a cabo con la colaboración de voluntariado. E incluso, para tener una visión completa de las fuentes, debemos añadir los datos que aporta la Agencia Catalana del Agua (http://aca-web.gencat.cat), que coordina el seguimiento de distintos indicadores y parámetros relacionados con hábitats de interés para la biodiversidad como los cursos fluviales, las zonas húmedas y el ambien-te marino.

Justo en el ámbito fluvial es donde encontramos uno de los mejores ejemplos del dinamismo de los ecosistemas, muy evidente en la clara recu-peración que muestra la diversidad biológica que acogen. El saneamiento de las aguas vertidas a los cursos y la optimización de los procesos industria-les han comportado la mejora de la calidad de las aguas, que ha abierto paso a la recuperación de la vegetación de ribera a menudo con el apoyo de las actuaciones directas de restauración del medio y ha favorecido el regreso de muchas especies fluvia-les a ríos y rieras de los que habían desaparecido. Sin embargo, se mantienen, y se intensifican, otras presiones sobre estos hábitats como las generadas por la colonización de especies exóticas invasoras o por la sobreexplotación de los recursos hídricos que comportan dificultades para mantener cauda-les suficientes para sustentar el desarrollo de las comunidades biológicas, Las proyecciones de cam-bio climático evidencian que éste es un gran reto de futuro, como también lo es la mejora de la per-meabilidad de las barreras transversales a los ríos (embalses, esclusas, vados, etc.) para facilitar los flujos biológicos a lo largo de todo el curso fluvial.

En los bosques encontramos otro ejemplo noto-rio de la dinámica temporal de los ecosistemas, ya que en los últimos treinta años en Cataluña se ha registrado un aumento de la superficie forestal, de hasta un 30 %; así, se manifiesta una tenden-cia contraria a lo que se observa mundialmente, donde la pérdida neta de superficie forestal, pese a haberse atenuado, todavía se estima que es de

unos 50.000 km2 por año. En Cataluña la defores-tación también se produjo, de forma muy intensa, a lo largo de los siglos xviiii y xix, pero la recupe-ración durante el siglo xx (especialmente en su se-gunda mitad) ha sido espectacular. Esta expansión del bosque no se debe a acciones del mundo de la conservación, sino que (de la misma forma que lo fue en su momento la deforestación) es con-secuencia de dinámicas sociales y económicas; el bosque crece porque el ámbito rural se despuebla y se pierden prácticas productivas, como el pas-toreo o el cultivo de las zonas de montaña. No obstante, el estado de conservación de los hábi-tats forestales no es, obviamente, función directa de su extensión, sino de las prácticas de gestión; en este momento, el abandono de las prácticas silvícolas no aporta valor a la conservación, sino, más bien, pérdida de biodiversidad y aumento de combustible acumulado. Debemos conservar algu-nos bosques maduros, pero también potenciar la ordenación y explotación sostenible de los recur-sos forestales (no únicamente la madera) y compa-tibilizarla con otros objetivos como el control del riesgo de incendios forestales y la conservación de la diversidad biológica.

Sin embargo, aunque el bosque progresa, otros hábitats muestran retrocesos importantes, y uno de los que sufren esta tendencia regresiva son los prados basófilos y xerófilos del piso montano de los Pirineos. En este caso, la causa que se apunta es también de raíz económica y social: la reducción de las prácticas de pastoreo de ovinos que, ade-más de ser una actividad productiva, es también un vector clave para conservar espacios abiertos que alojan ricas comunidades vegetales y todo tipo de invertebrados, como también lo es para conservar otras especies de vertebrados como la perdiz par-dilla (Perdix perdix). Los resultados del seguimiento de la abundancia de aves también evidencian des-tacados descensos en muchas especies asociadas a los ambientes abiertos, como el alcaudón común (Lanius meridionalis), la bisbita campestre (Anthus campestris), la terrera común (Calandrella bra-chydactyla) que ha perdido una cuarta parte de su población en cinco años, desde el 2002 al 2007 y todas las de fringílidos no forestales, que también se encuentran en regresión. En general, observa-mos una reducción de individuos de muchas espe-cies características de ambientes de matorral, es-pecialmente las que requieren, durante su período de nidificación, espacios abiertos en medio de una matriz arbustiva. El abandono del pastoreo exten-sivo parece tener mucho que ver con la pérdida de biodiversidad asociada a prados y matorrales (véase la figura 1).

Otro ejemplo de hábitat en regresión se encuen-tra en las zonas estépicas que se están transfor-mando en regadíos o en la vegetación de las dunas litorales y las playas arenosas, hábitats de interés comunitario que se reducen, o desaparecen, como consecuencia de la presión que ejerce el turismo en estas áreas tan vulnerables de las zonas coste-ras y también por culpa de otros factores, como el

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paso de maquinaria de limpieza de las arenas, o los vertidos de arenas marinas asociados a actuaciones de regeneración de playas. También algunas comu-nidades marinas están fuertemente afectadas por la ocupación del suelo del litoral y, especialmente, por la construcción de infraestructuras, como los puertos, que generan cambios en la dinámica de las corrientes de las aguas.

Interconexiones

Llegados a este punto se impone hablar de una de las piezas fundamentales que sustentan la conser-vación de la diversidad biológica en Cataluña y en todo el mundo y que se encuentra en la preser-vación del sistema de espacios naturales protegi-dos. Este sistema integra los sectores del territorio que alojan a los ecosistemas en mejor estado de conservación, con más diversidad de organismos y de hábitats, representativos del conjunto del país. El camino recorrido en este ámbito tiene su pun-to de partida hace ahora veinticinco años, con la Ley 12/1985, de 13 de junio, de espacios naturales, donde se definían estos espacios y se sentaban las bases para conservarlos. El Plan de Espacios de In-terés Natural (PEIN) es el instrumento de planifi-cación territorial en el que se integra este sistema de espacios naturales protegidos en Cataluña am-parados bajo distintas figuras de protección: par-que nacional, parques naturales, parajes naturales de protección especial, hasta sumar un conjunto de 169 espacios. Por otra parte, el sistema se ha visto reforzado con la aprobación por parte del Gobier-no de Cataluña, en el 2006, de la propuesta de espacios que deben integrarse en la red europea Natura 2000, definida a partir de las determina-ciones de la Directiva 92/43/CEE, para garantizar la preservación de especies y hábitats de interés comunitario, y que se amplió en el 2009 con la in-corporación de nuevas zonas destinadas a dar más cobertura a las aves esteparias. Este sistema de espacios protegidos, concretamente la red Natura 2000 (véase la figura 2), integra, en la actualidad, una tercera parte de la superficie de Cataluña, más de 1 millón de hectáreas; de éstas, 963.035 son terrestres y 83.104, marinas.

Hablamos de red, y hemos delimitado claramente unas unidades (los espacios protegidos) donde va-mos construyendo un extenso corpus normativo y de instrumentos de gestión que intentan garantizar su salvaguarda. Pero una red no es funcional si las unidades no están interconectadas. De la misma forma que la información fluye a través de nues-tras redes informáticas, los flujos biológicos deben poder discurrir a través del territorio que queda fuera del sistema de espacios naturales protegidos y donde se concentran los hábitats más transfor-mados por la actividad humana, los espacios urba-nizados y las grandes barreras constituidas por los ejes viarios.

Éste es el nuevo reto que se está afrontando con la redacción del Plan Territorial Sectorial de Conec-tividad Ecológica de Cataluña y que ya cuenta con

LLa biodiversidad en Cataluña: cooperar para detener la pérdida Carme Rosell

Figura1. Cambios en los indicadores del seguimiento de aves que muestran la particular intensidad de la pérdida de diversidad de especies en las zonas estépicas y los matorrales

Fuente: Programa de Seguimiento de Aves Comunes de Cataluña (SOCC, 2008)

Indicadores de Cataluña

Agrícola Zonas húmedas Forestal

Zonas estépicas Zonas arbustivas Zonas urbanas

1,6

1,5

1,4

1,3

1,2

1,1

1,0

0,9

0,8

0,7

0,62002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Espacios del PirineoEspacios del PrepirineoEspacios de llanura agrícolaEspacios de montaña interiorEspacios de montaña litoralEspacios de aguas continentalesEspacios de humedales litoralesEspacios marinos

Red Natura 2000

Figura 2. Espacios integrados en la red Natura 2000 en Cataluña según su tipología.

Fuente: Red Natura 2000 (DMAV, 2009).

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numerosos precedentes que deben considerarse (véase la revisión en la página web del DMAV)4 , entre ellos el documento Bases para las directri-ces de conectividad ecológica de Cataluña (2006), donde se reflejan actuaciones que deben llevarse a cabo en distintos ámbitos sectoriales. Asimis-mo, debe destacarse la delimitación de distintos espacios conectores en el marco del planeamien-to territorial y urbanístico. Estos conectores, que deben preservarse de los procesos de urbaniza-ción y construcción de infraestructuras, deben ser garantía de conservación de los flujos biológicos, no únicamente para establecer vínculos entre los espacios naturales protegidos, sino, también, para garantizar que la matriz territorial que queda fue-ra de estos espacios sea bastante permeable para garantizar procesos como la dispersión de organis-mos, esenciales para el mantenimiento de las po-blaciones a largo plazo, y, asimismo, para garantizar la posibilidad de reajuste de las distribuciones de organismos que comportará el cambio climáticos.

La preocupación por garantizar la conectividad ecológica no es nueva, pero ahora se vuelve más intensa y urgente. Requiere la conservación de las vías de interconexión que todavía son funcionales, así como la apertura de nuevas vías que permi-tan superar barreras ya existentes. Dicho de otro modo: deben conservarse los conectores ecológi-cos, pero son indispensables actuaciones de des-fragmentación del territorio y restauración de la conectividad.

Presiones

La amplitud y la aceleración de los procesos de cam-bio de las condiciones ambientales marcan, por lo tanto, la dinámica de los ecosistemas y son el motor de la evolución, de la mutación desde lo que aho-ra tenemos hasta lo que tendremos en el futuro. El cambio del clima es evidente, así como las presio-nes derivadas de los cambios sociales y económicos que determinan variaciones en las tendencias de la ocupación del suelo y de las actividades productivas, que en Cataluña han pasado de estar basadas en el sector primario (la agricultura, la ganadería y la silvi-cultura), a ver la expansión del sector secundario, y, en la actualidad, muestran una marcada tendencia hacia la terciarización de nuestra economía, con un creciente protagonismo de actividades basadas en el turismo y otros servicios.

Globalmente distinguimos cinco presiones prin-cipales que comportan pérdida de biodiversidad: los cambios en los hábitats, la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y la degradación de los ecosistemas, la expansión de es-pecies exóticas y los efectos del cambio climático. Todas operan en el territorio de Cataluña, si bien con intensidades y tendencias muy diferentes. Si tomamos como base los indicadores que aporta el último informe Perspectiva mundial sobre la diversi-dad biológica (GBO 3, 2010) observamos que, en Cataluña, algunos evolucionan favorablemente, ya sea porque muestran tendencias positivas o porque

se han llevado a cabo importantes avances en la identificación de los puntos conflictivos y se han establecido instrumentos (políticos, normativos o de actuación) para reducir las presiones. Entre estos aspectos que presentan balances positivos destacan, por una parte, la mejora de la calidad de algunos hábitats de alto interés para la biodi-versidad, como la progresiva mejora de la calidad de los ecosistemas acuáticos, en particular de los fluviales, que actualmente ya se evalúa siguiendo los requisitos de la directiva europea conocida como Directiva Marco del Agua. También destaca en positivo el incremento de superficie del siste-ma de espacios protegidos, que ha aumentado notablemente en el territorio catalán, donde ha pasado de representar el 5 % del territorio antes de 1992 al 30 % actual. Algunos de estos espacios, pero no todos, cuentan con adecuados instrumentos de gestión, y se van perfilando sistemas de evalua-ción de su efectividad que deberían permitir una continua mejora de las prácticas para lograr los objetivos de conservación. Por la otra, y en re-lación con la densidad y el área de distribución de especies, observamos tendencias divergentes, con algunas especies que muestran una clara re-cuperación, mientras que otras siguen en las listas rojas de especies amenazadas. Aunque la diver-sidad de flora y de fauna está siendo catalogada, se establecen bases normativas y se llevan a cabo actuaciones para reducir impactos y mejorar el estado de conservación de los taxones todavía amenazados, será la monitorización de cada caso la que nos debe permitir evaluar hasta qué punto son suficientes las actuaciones.

En ninguno de estos frentes podemos bajar la guardia, ya que queda un ingente trabajo por ha-cer. Sin embargo, es evidente que en algunos de los ámbitos que se evalúan en los indicadores que se proponen en el GBO 3 son necesarias acciones mucho más firmes para revertir las tendencias que se observan en la actualidad. Entre ellos, destacan los siguientes:

- La pérdida de hábitats y la fragmentación de los ecosistemas terrestres y acuáticos sigue aumentando, principalmente a causa de la ex-pansión urbanística (la superficie urbanizada creció un 24 % entre el período 1992-2002) y de la fuerte presión que impone el desarrollo de infraestructuras viarias, hidráulicas, de ge-neración y transporte de energía y de otros tipos, con el agravante de que la reducción de la conectividad ecológica que esto comporta se convierte en un obstáculo que dificultará no-tablemente la adaptación de los organismos al cambio climático.

- La expansión de las especies exóticas inva-soras se mantiene a un ritmo galopante, con un número creciente de taxones que llegan a nuestros ecosistemas a través de todo tipo de vectores de dispersión y con graves efectos so-bre las comunidades de fauna y flora autócto-nas, y también sobre las actividades económi-

cas, como muestran con especial contundencia los impactos que ocasionan el mejillón cebra (Dreissenia polymorpha) o el caracol manzana (Pomacea insularum) sobre las infraestructuras hidráulicas y la agricultura.

- La explotación de recursos que se extraen de los hábitats agrícolas y forestales, aunque muestre notables avances, tanto en la ordena-ción como en las prácticas de gestión, continúa siendo poco sostenible; destacan especialmente las prácticas asociadas a la agricultura intensi-va, como la aplicación de un exceso de fertili-zantes y de sustancias tóxicas, que comportan fuertes impactos en la flora y la fauna silvestres, así como el cultivo de organismos modificados genéticamente, que desplazan a las variedades locales y ocasionan la pérdida de patrimonio ge-nético.

- La sobreexplotación de los recursos pesqueros, y de los marinos en general (también afecta a otras especies, como el coral rojo, Corallium ru-brum), se evidencia en la disminución del núme-ro de capturas y en la constatación de que los ejemplares son de cada vez de menor tamaño, hecho que, mención aparte de los impactos en la conservación de los recursos, nos obligarán a variar hábitos de consumo, al afectar a un ele-mento básico en nuestra dieta.

- Finalmente, debe destacarse la intensificación de los usos turísticos y recreativos, que, si bien no se prevé en los indicadores del GBO 3, tie-ne una notable incidencia en Cataluña, donde el sector turístico tiene una marcada importancia económica y ejerce intensas presiones sobre la biodiversidad, ya sea por la construcción de infraestructuras asociadas a estos servicios, por la masiva presencia de visitantes en zonas con hábitats muy vulnerables, o por la práctica de actividades deportivas o recreativas en lugares, o en períodos, en los que la presencia humana ocasiona perturbaciones poco compatibles con la conservación de algunas especies.

Por lo tanto, las presiones que provocan pérdida de diversidad biológica se nos presentan como un conjunto poliédrico de fuerzas que actúan, a menudo sumando efectos, desde ámbitos secto-riales y niveles muy diferentes, que van desde la ordenación territorial y las actividades productivas hasta los mismos hábitos personales de consumo y de ocio. Para cada una de estas causas se han desarrollado múltiples instrumentos de normativa, y de gestión, destinados a prevenir los impactos

4 http://www20.gencat.cat/por tal/site/dmah/menuite-m.8f64ca3109a92b904e9cac3bb0c0e1a0/?vgnextoid=6daae94d3fd47210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=6daae94d3fd47210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=default)

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LLa biodiversidad en Cataluña: cooperar para detener la pérdida Carme Rosell

sobre el conjunto del medio ambiente, y sobre la biodiversidad en particular. Entre ellos sólo desta-caremos el procedimiento de evaluación ambien-tal de planes y programas, que se ha añadido al ya existente de evaluación de impacto ambiental de proyectos y que ha abierto la posibilidad de incidir en los niveles estratégicos de la toma de decisiones en todo tipo de ámbitos sectoriales. Cambio

Lo que se evidencia, cuando se observa la dinámica temporal que muestran los ecosistemas, es que las tendencias, hasta ahora, se han visto fuertemente condicionadas por la intensidad y la forma de las distintas actividades productivas y de explotación de recursos, así como por las políticas y las actua-ciones de gestión y ordenación y transformación del territorio. Ahora, además, se ha dado entrada a otra fuente de variación, la que imponen las mani-festaciones asociadas al cambio climático. Esta nue-va causa, una amenaza global de efectos muy evi-dentes, comportará (de hecho ya lo está haciendo) variaciones en la distribución y la fisiología de los organismos, así como en las actividades humanas y los usos del suelo, y actuará sinérgicamente con el conjunto de causas de variación en la composición y la dinámica de los ecosistemas.

Por lo tanto, sin duda, la presión más intensa a la que se ven sometidas actualmente todas las comu-nidades de seres vivos del planeta, y en particular las humanas, es la que se deriva de los efectos del cambio climático. Las señales que informan de los cambios en el clima en el ámbito planetario ya son inequívocas, y sabemos que se manifiestan tanto en cambios graduales en las condiciones de los hábitats como en variaciones repentinas en las perturbaciones (episodios de temporales de lluvia, sequías prolongadas, nevadas a destiempo, etc.). En Cataluña la temperatura ha aumentado 0,1 °C por década y las proyecciones del Servicio Meteo-rológico de Cataluña nos sitúan en escenarios de aumento del promedio de temperaturas de entre 1,5 y 6 °C en el horizonte del 2100, con una ligera disminución de la precipitación. Es en el Pirineo y en el Prepirineo donde se prevén más variaciones en la pluviometría y algunos modelos pronostican que la disminución de la precipitación será de hasta un 30 % en estas zonas.

El conjunto de datos disponibles, generados des-de múltiples disciplinas, se integra en el segundo informe sobre el cambio climático de Cataluña, elaborado durante el 2009 y el 2010 siguiendo el mandato de la Comisión Interdepartamen-tal del Cambio Climático, y que muestra que las variaciones que ocasiona el calentamiento global en los organismos y las comunidades de Cataluña ya son evidente (véase: http://www20.gencat.cat/portal/site/canviclimatic?newLang=ca). Se observa, por ejemplo, que se ha avanzado la llegada de la primavera y este avance queda de manifiesto en aspectos como la aparición de mariposas, que aho-ra se produce unos once días antes de promedio

de lo que era habitual hace pocos años (datos de seguimiento del CBMS) y puede comportar una desincronización entre la floración de determina-das especies y la presencia de sus polinizadores. Se aprecia un aumento de la defoliación y menor cre-cimiento de algunas especies eurosiberianas, como el haya (Fagus sylvatica), que en El Montseny mues-tra descensos importantes en sus crecimientos, y también se observa el desplazamiento de algunas especies hacia altitudes y latitudes superiores. En general, en relación con la vegetación, los modelos prevén que las especies eurosiberianas y boreoal-pinas encuentren condiciones menos idóneas para su crecimiento y que las zonas de montaña debe-rán actuar como refugios de estas especies. En cambio, las especies mediterráneas tendrán bue-nas condiciones para desarrollarse, aunque queda-rán afectadas por los episodios de fuertes sequías y se producirá una acumulación más importante de combustible que favorecerá la propagación de los incendios forestales. En este escenario, como ya se ha destacado, la conservación de la continuidad de corredores de hábitats que permitan la movilidad de los organismos, a través de la matriz territorial terrestre y a lo largo de los cursos fluviales, será fundamental para garantizar las posibilidades de que se lleven a cabo reajustes de la distribución de las especies para adaptarse a las nuevas condicio-nes ambientales.

En los ecosistemas marinos de Cataluña se dan cambios manifiestos, especialmente en el aumen-to de la temperatura de las aguas y de su acidez, que comportarán, a su vez, notables variaciones en la dinámica de estos sistemas; también debe destacarse que el aumento del nivel del mar re-presentará un cambio radical en la línea de costa que afectará tanto a los ecosistemas marinos como a los terrestres que ocupan la franja litoral. En las comunidades de organismos del Mediterráneo ya se observa el fenómeno que se ha calificado de «tropicalización», que consiste en el estableci-miento de numerosas especies de peces subtropi-cales y de algas invasoras que expanden su área de distribución a medida que la temperatura del agua aumenta, y ya llegan a ser dominantes en algunas comunidades. La llegada de especies provenientes del Índico y del Pacífico se vio favorecida por la vía de dispersión que abrió el canal de Suez, lo que se convierte en un buen ejemplo de cómo los efec-tos del cambio climático actúan de forma sinérgica con otros factores de cambios generados por la actividad humana. Por lo tanto, el cambio global ha aportado nuevas especies a nuestras biotas y favorece el aumento de densidad y del área de distribución de algunas especies que ya se encon-traban en nuestro territorio, mientras que otros organismos, en particular las especies de origen boreal, que se desarrollan bien en aguas más frías, y los organismos que presentan esqueletos carbo-natados (como los corales) están saliendo perjudi-cados y muestran descensos en sus poblaciones. Otros efectos del cambio se manifiestan ya no en la composición de las comunidades, sino en su di-námica; se trata de cambios fenológicos o fisioló-

gicos, como el aumento de enfermedades, ya sea por la entrada de nuevos patógenos o porque los existentes afectan de forma drástica a organismos ya debilitados porque el medio no presenta las condiciones óptimas para garantizarles una buena condición física. Este efecto es bastante evidente en el Mediterráneo, ya sea en forma de pérdidas progresivas o de episodios de mortalidad en masa de una o varias especies (un buen número de estas pérdidas o episodios de mortalidad han sido docu-mentados), que han aumentado notablemente su frecuencia en el último decenio.

Como a menudo se observa en los procesos eco-lógicos, y en la vida en general, las comunidades más vulnerables a las presiones que imponen los cambios son las que se desarrollan en medios muy estables pero no tienen cualidades que les permitan adaptarse a nuevas condiciones; por el contrario, las especies oportunistas, que proliferan en todo tipo de medios (a menudo especies inva-soras) aumentan y se vuelven dominantes en los medios con condiciones cambiantes. Por lo tanto, el cambio climático comportará variaciones en los ecosistemas que hasta ahora no habíamos conoci-do ni previsto, y nos vemos obligados a actuar, no sólo para reducir sus causas (las emisiones de gases generadores de efecto invernadero), sino también para atenuar sus efectos. En cualquier caso, la con-servación de la diversidad biológica ya no tiene nin-gún sentido si sólo se plantea en el marco estático de las condiciones actuales de los ecosistemas, y deben plantearse visiones dinámicas a partir de las proyecciones. Nos vemos obligados a trabajar con escenarios, no con certidumbres, pero esto no debe ser óbice para que la acción sea rápida y esté bien orientada.

Acciones

Hace ahora treinta años, el profesor Ramon Mar-galef escribió una reflexión que debe tenerse muy presente: «si hay algo característico de la vida», decía, «se encuentra más en el camino de la sín-tesis que en el del análisis». Ahora es esto lo que corresponde, integrar los análisis que llegan desde distintas disciplinas y desde distintas perspectivas, y sumar acciones con objetivos comunes. A los efectos que comportará el cambio climático en los ecosistemas (ya muy evidentes) se añaden los que se derivan de las rápidas mutaciones en el escena-rio económico y social, y la globalización comporta que pequeños (o grandes) cambios en territorios lejanos tengan repercusiones inmediatas en nues-tros propios sistemas, mientras que nuestras ac-ciones nuestros hábitos de consumo, por ejemplo afectan a sistemas de otros países y continentes. Todo ello proporciona un amplio margen de incer-tidumbre a nuestras proyecciones de futuro, inclu-so a corto plazo, pero, al mismo tiempo, impone la necesidad de reforzar políticas y estrategias y de dotarnos de instrumentos de actuación ágiles y que permitan una gestión adaptativa, para responder, o anticiparnos, a las condiciones cambiantes del en-torno, local y global.

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Con este escenario de referencia, y pensando en clave de futuro, debemos reforzar e integrar la información que nos aportan los «sensores», la monitorización y la evaluación de sus resultados, para extraer conclusiones. Tener en todo momen-to indicadores e información actualizada sobre las tendencias que manifiestan los distintos elemen-tos que integran la diversidad biológica y sobre las presiones que comporta su pérdida nos permitirá definir actuaciones para revertir tendencias, anti-ciparnos a los cambios y favorecer la adaptación.

La gestión del conocimiento es otra de las piedras angulares para definir estrategias y acciones. La in-formación que constantemente se genera en los ámbitos de la ciencia y la tecnología es vital para entender mejor los procesos, las causas y las op-ciones de actuación que tenemos al alcance, ya sea para fomentar efectos positivos, para reducir los negativos o para aportar nuevas soluciones a los conflictos que surgen. La inversión en investi-gación e innovación retorna con creces a las socie-dades, especialmente si se organizan flujos efectivos que permitan integrar los conocimientos y compar-tirlos con todos los agentes económicos y sociales.

Las estrategias, políticas y planes, así como los ins-trumentos y los procedimientos de gestión tam-bién deben alinear objetivos e incorporar, en todos los ámbitos, la consideración de los valores de la di-versidad biológica y de su conservación. Tal y como establece una de las líneas de acción de la Estrate-gia para el Desarrollo Sostenible de Cataluña, pre-sentada recientemente, es necesario «coordinar e integrar efectivamente la conservación de la bio-diversidad y del patrimonio natural con las distintas políticas sectoriales, a fin de revertir la pérdida de biodiversidad, hábitats y servicios socioambienta-les que prestan los ecosistemas». Ciertamente, éste es el reto, y debemos evitar que políticas y planes de distintos ámbitos sectoriales incurran en flagrantes incompatibilidades con los objetivos de conservación de la diversidad biológica. Será necesario liderazgo, y coordinación en ámbitos estratégicos, sí, pero también procedimientos de consenso y de actuación ágiles y precisos, para re-ducir la complejidad y evitar que las tramitaciones se alarguen, el flujo de la información sea enrevesa-do y la toma de decisiones se ralentice.

Finalmente, y no por ello menos importante, es muy necesario cooperar y sumar esfuerzos. Con-servar lo que tenemos, y recuperar algunos ele-mentos que hemos perdido, debe ser una priori-dad muy clara para todos los elementos y órganos de gobierno, y para todos los agentes económicos y sociales. Esto debe ser así por dos razones: en primer lugar, porque las causas de la degradación se originan en el conjunto de presiones que llegan desde muchos frentes y que integran tanto actua-ciones sectoriales como hábitos personales, y en segundo lugar, porque la conservación de la diver-sidad biológica, más allá de garantizar la conserva-ción de la variedad de genes, organismos y hábitats, garantiza la provisión de servicios esenciales para el

bienestar de las personas y para la calidad de vida. Cataluña, además de la notoria riqueza en diver-sidad biológica, también se caracteriza por una intensa actividad social y cultural que se refleja en una gran riqueza de asociaciones, colectivos y voluntariado, que trabajan en aspectos ambienta-les desde distintas perspectivas y a los que deben añadirse los numerosos equipos de investigadores que trabajan en centros de investigación, de de-sarrollo tecnológico y universidades, así como el mundo empresarial, agrupado en organizaciones y colectivos sectoriales. Las percepciones, el cono-cimiento y las acciones de este rico tejido social también deben sumarse a la acción de las admi-nistraciones públicas, Ya no nos podemos plantear la conservación de la biodiversidad defendiéndola desde las trincheras; debemos encontrar lenguajes comunes que hagan comprensible, para todos, lo que es bastante evidente, traspasar fronteras sec-toriales y hacer llegar con nitidez los conocimien-tos a todos los ámbitos de toma de decisiones y de la sociedad para conseguir alinear las acciones y reducir las presiones que originan la pérdida de diversidad biológica.

AgradecimientosEl texto ha contado con las aportaciones de Roser Campeny, Moisès Guardiola, Salvador Grau, Marc Fernández, Ferran Navàs y Joan Pino. A Roser le agradezco especialmente la lectura del artículo, que se ha enriquecido con la información y los ma-tices que ha aportado.

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¿Pueden los mercados trabajar en favor de la biodiversidad?1

Santiago García Fernández-VelillaConsultor; experto en biodiversidad y áreas protegidas

El texto propone un conjunto de mecanismos para financiar la biodiversidad que respondan al funciona-miento del mercado y a las pautas que rigen el com-portamiento humano. En el caso del Estado español, el autor reclama una profunda reforma del modelo impositivo con criterios de fiscalidad verde.

Avanzamos hacia la conclusión del 2010, designado por las Naciones Unidas como Año Internacional de la Biodiversidad. Como tantas otras causas per-didas que también tuvieron su año, tal designación no ha sido perceptible más allá de una efímera campaña publicitaria que pasó de puntillas por dis-tintos medios de comunicación.

Probablemente, la biodiversidad, el conjunto de to-das las formas de vida del planeta, hubiera tenido más suerte si no hubiera coincidido con la crisis económica más intensa de las últimas décadas. Pero, ¿quién se preocupa de la rana dalmatina o del zapatito de dama con la que está cayendo? Sin embargo, no debemos engañarnos; la situación no era mucho mejor cuando en tiempos recientes las finanzas públicas cerraban el año con superávit.En esto tiene mucho que ver el hecho de que la sociedad no perciba la relación que existe en-tre la conservación de la biodiversidad y nuestro bienestar. Los propios profesionales encargados de su gestión y defensa hemos ido descubriendo que pocas son las actividades económicas que no inciden de una u otra manera sobre la biodiversi-dad y que, análogamente, pocos son los procesos productivos que no dependen de la diversidad bio-lógica. Aunque desconocemos aún gran parte de las complejas interacciones que se dan entre los componentes de los ecosistemas, sabemos ya que un ecosistema maduro y saludable, con una alta di-versidad biológica, es capaz de suministrar más y mejores servicios ambientales, de recuperarse más rápidamente de cualquier perturbación natural o de origen humano, y de paliar más eficazmente los efectos de los desastres naturales.

La mejora de los conocimientos científicos y tec-nológicos nos ha permitido concluir que la conser-vación de la biodiversidad trasciende al cuidado y protección de las especies de flora y fauna silves-tre, y de espacios naturales aislados de la actividad social y económica que se promueve en el resto del territorio. Así que, poco a poco, hemos trata-do de ampliar nuestro campo de acción desde los estudios y seguimiento de las especies emblemá-ticas amenazadas hasta la gestión de sus hábitats e, inevitablemente, la regulación, y control de las actividades que les perjudicaban. Y probablemente éste fue el principio del fin: cuando apenas habían comenzado a existir y aún no se habían consoli-

dado, las administraciones ambientales dejaron de ser una entidad anecdótica para convertirse en algo molesto. Porque para promover modelos económicos sostenibles que no consuman nuestro «capital natural» en el conjunto del territorio, más allá de las áreas protegidas se necesitan institucio-nes sólidas, con autonomía para tomar decisiones en las materias específicas de conservación, con capacidad para ejecutar esas decisiones, con meca-nismos de cooperación eficientes para poder inter-venir y codecidir en aquellas cuestiones sectoriales que afectan significativamente a la biodiversidad, y con mecanismos suficientes y eficaces de control sobre estas actividades.

Sin embargo, por el contrario, y siguiendo la doc-trina de la integración ambiental de las políticas sectoriales, venimos asistiendo a un progresivo desmantelamiento de las instituciones públicas res-ponsables de la conservación de la biodiversidad, que han sido incorporadas y fagocitadas de hecho por otras administraciones. Esta «unión» de las dé-biles estructuras ambientales de la administración pública no sólo no ha servido para mejorar los ni-veles de integración ambiental de las «administra-ciones huéspedes», sino que ha reducido la capa-cidad de influencia y decisión de la administración ambiental, cuyos presupuestos dependen en gran medida de las partidas residuales que se destinan a otros programas sectoriales. Estos programas tie-nen objetivos propios, siendo para ellos la conser-vación de la biodiversidad un objetivo secundario, cuando no directamente un hándicap. Vivimos, pues, una crisis ambiental en la que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son probablemente los dos problemas más graves que debemos afrontar. Y esa crisis ambiental es conse-cuencia, entre otras razones, de la crisis institucio-nal y financiera que padece la administración am-biental. Desarrollar una política de conservación de la biodiversidad sólo es posible si las instituciones que deben aplicarla disponen de una financiación estable y suficiente para actuar con rigor e inde-pendencia, en defensa del patrimonio natural.

Nos acercamos al final del Año Internacional de la Biodiversidad sin haber reconocido ante la socie-dad nuestro fracaso respecto al compromiso de frenar su pérdida y sin adoptar las medidas necesa-rias para conseguirlo en la próxima década. Dado que dichas medidas tendrán, sin duda, un coste y que resulta improbable que los presupuestos pú-blicos destinados a la conservación aumenten signi-ficativamente en los próximos años, no queda más remedio que sondear nuevas posibilidades finan-cieras que incrementen los recursos actualmente disponibles. En este escenario, resulta útil traer a debate experiencias que vienen aplicando cada vez con más frecuencia nuevos mecanismos basados en las leyes y comportamientos de los mercados. A la mayor eficacia, eficiencia y flexibilidad para adaptarse a los cambios que han demostrado, hay que añadir una ventaja determinante frente a otros mecanismos financieros tradicionales: permiten la captación de fondos privados para transferir desde

los presupuestos públicos una parte de los costes de la política de conservación a los actores econó-micos privados.

El coste de no actuar

El zoólogo británico Andrew Balford y sus cola-boradores han estimado que para mantener los servicios ambientales necesarios para asegurar y extender los niveles de bienestar de los que dis-frutamos en los países desarrollados harían falta 25.000 millones de euros al año. Esta cifra puede parecer desorbitada, pero supone menos del 2,5 % de lo que los países del G-20 destinaron para apo-yar a las entidades financieras en la crisis del 2009 y la vigésima parte de lo que destinamos a subsidios que reducen el capital natural del planeta.

Resulta difícil estimar el coste de los servicios am-bientales. Un método consiste en calcular cuánto costaría generarlos artificialmente. Para imaginarlo, podríamos tratar de estimar cuánto costaría hacer habitable la luna. Cuando los proyectos son locales, es más fácil hacer estimaciones. De esta manera, se ha calculado que el 65 % de los 200 billones de dó-lares de pérdidas causadas por el huracán Katrina podrían haberse evitado si se hubieran invertido 14 billones de dólares en conservar los ecosistemas costeros y su sistema de protección natural.

Son pocos todavía los estudios sobre los costes derivados de la pérdida de biodiversidad y de la ca-pacidad de los ecosistemas para suministrar bienes y servicios ambientales. El caso del cambio global está más documentado. William Nordhaus, de la Universidad de Yale, ha calculado que adoptar las medidas que serían necesarias para combatir el cambio climático en los Estados Unidos tendría un coste del 2 % del PIB… pero no hacerlo tendría un coste del 5 %. Los costes podrían ser mucho menores a escala global, ya que los países emer-gentes son menos eficientes en el uso de la energía y tienen más margen de mejora mediante el ahorro energético. Además, la forma de cálculo se basa en modelos del coste de adoptar las soluciones tecno-lógicas actuales y de los comportamientos histó-ricos del consumo ante los cambios del mercado. Pero estas estimaciones no consideran los ahorros que generarán nuevas tecnologías incentivadas por las propias medidas. Esto es lo que ocurrió con el exitoso programa de lucha contra la lluvia ácida; su coste fue mucho menor del inicialmente estimado.

E LA MIRADA ECONÓMICA

1 Este artículo está basado en la monografía Mecanismos financieros innovadores para la conservación de la biodiver-sidad, del mismo autor, y editada en el 2010 por EURO-PARC-España, con la colaboración del Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y Pesca del Gobierno vasco.)

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Los beneficios de la conservación

Por lo tanto, parece que la opción de no hacer nada nos saldría bastante cara. Sin embargo, además, debe considerarse que cada vez son más los casos documentados en los que las inversiones en con-servación de la biodiversidad han sido rápidamente amortizadas gracias a los beneficios derivados. En Bélgica, por ejemplo, el Parque Nacional de Hoge Kempen espera amortizar las inversiones realiza-das y registrar un beneficio neto sólo diez años después de la apertura del parque, que generará a partir de ese momento un ingreso adicional anual a la región de 24,5 millones de euros.

En otro ejemplo similar, un reciente estudio del Mi-nisterio de Medio Ambiente alemán muestra que las oportunidades de empleo se incrementan nota-blemente en torno a las tres grandes zonas Natura 2000 en Alemania gracias al desarrollo del turismo, así como a la producción y venta de productos lo-cales. Otros casos estudiados demuestran que el efecto multiplicador sobre otros sectores econó-micos de las inversiones en conservación es mayor que el de otras actividades primarias, puesto que generan, además, empleo juvenil con una inversión por puesto de trabajo mucho menor que la que se requiere en otros sectores. El estudio «The Economics of Ecosystems and Bio-diversity (TEEB)», que es objeto de análisis en otro de los artículos de este número, se ha revelado como una fuente inagotable de ejemplos estudia-dos en los que la conservación de la biodiversidad es una opción de negocio mejor que otras activida-des económicas alternativas.

Hacia una nueva contabilidad ambiental

Sin embargo, para que esta realidad sea percibida como tal por la sociedad, debemos promover una nueva contabilidad que no maquille las cuentas de resultados y que tenga en cuenta el coste de la des-trucción de capital natural. Con frecuencia, en los balances económicos no sólo se omiten los costes derivados de la pérdida de capital natural y de ser-vicios ambientales de las actividades contaminantes o desastres naturales, sino que se computan en la columna positiva del balance los costes derivados de la reparación del daño. De esta manera, el año del desastre del Exxon Valdez aparece en los ba-lances económicos como un buen año para Alaska al incrementarse el PIB gracias a las obras de repa-ración. De igual modo, los 5.100 millones de euros que gasta Alemania para descontaminar los suelos de nitratos y reparar los daños por inundaciones se contabilizan como crecimiento del PIB. Con estos criterios, y como dice sarcásticamente Bill McKib-ben, «el ciudadano económicamente más produc-tivo es un enfermo de cáncer que, camino del abo-gado de divorcios, se estrella con el coche», ya que los gastos de abogado, hospital y taller aparecen de forma positiva en los balances económicos.

Imaginemos que, además, ese ciudadano es un gran-jero dueño de una explotación extensiva de vacas

autóctonas productoras de carne, que, cansado de no llegar a fin de mes y ante la falta de apoyo por la biodiversidad y otros servicios ambientales que genera su actividad, decide aprovecharse de una concentración parcelaria financiada con fondos pú-blicos. Talará un pequeño robledal y sustituirá sus pastos ricos en biodiversidad por prados artificiales más productivos con los que alimentar sus nuevas vacas lecheras, ahora estabuladas. Los servicios de nivelación, drenaje y tala serán contratados a una empresa pagando por ellos un IVA reducido, igual que el que pagará por la adquisición de los nitratos, fósforo y pesticidas que empleará en sus nuevos cultivos, o por los plásticos que empleará para el ensilado del heno. Su nueva explotación incremen-tará así notablemente la carga contaminante de su actividad y reducirá la biodiversidad. Sus ingresos serán más elevados gracias, entre otras cosas, a que los subsidios recibidos no figuran como costes en su cuenta de resultados sino como ingresos, ya que son soportados por el resto de los contribu-yentes, al igual que los gastos de descontamina-ción. Tampoco computará los costes derivados del aumento de horas que tendrá que trabajar para sacar adelante su nueva explotación intensiva. En el otro lado de la balanza, sus costes aumentarán casi en la misma proporción que sus ingresos, al tener que pagar el incremento de inputs y el préstamo que durante el resto de su vida activa pagará al banco, quien sí verá incrementados sus beneficios. En definitiva, nuestro accidentado y desafortunado granjero se habrá convertido en uno de los ciu-dadanos que más PIB generan. Pero su actividad no generará ni capital natural, ni bienestar social ni felicidad personal.

Los defectos de eso que llamamos mercado

La norma básica de funcionamiento de los merca-dos es simple. Se basan en el hecho de que las tran-sacciones entre comprador y vendedor generan beneficios mutuos: si un producto vale 10 euros y alguien lo compra es porque le produce un bien-estar equivalente; y si alguien lo vende es porque fabricarlo le ha costado menos.

Para esto es necesario que haya competencia, ya que los monopolios distorsionan los mercados al suprimir las opciones alternativas de compra. Por lo tanto, y en teoría, los mercados libres son efi-cientes, al permitir ajustar el precio de los bienes de consumo al coste marginal de producción y ajustar la oferta a la demanda.

Sin embargo, el funcionamiento de los mercados no es perfecto y tiene, al menos, tres grandes de-fectos. En primer lugar, no son justos y equitati-vos, ya que excluyen a quien no puede comprar o producir. Durante la celebración del primer Foro sobre el Estado del Mundo (State Of The World Forum) en San Francisco, en 1995, quinientos líde-res y personalidades de las finanzas y de la política vaticinaron que en un futuro cercano el trabajo del 20 % de la población mundial sería suficiente para sostener la totalidad del aparato económico del

planeta. De ser así, el 80 % restante de la población resultaría superflua, no dispondría de trabajo ni de oportunidades de ningún tipo.

En segundo lugar, no tiene en cuenta las externa-lidades, es decir, las repercusiones que las transac-ciones comerciales entre dos agentes económicos tienen sobre un tercero que, sin embargo, no pue-de influir en los términos de dicha transacción. En el caso de las externalidades ambientales negativas, el «producto» se compra o se vende a un precio me-nor de su coste real de producción al no tener en cuenta los costes ambientales, bien porque consu-me gratuitamente un recurso natural, bien porque lo deteriora y perjudica su consumo actual o futuro por otros. En el caso de las externalidades ambien-tales, y dado que los mercados habitualmente sólo reconocen el valor de los bienes de uso, quedan sin asignación de precio o con una asignación menor de su valor real a los bienes y servicios ambientales generados. En consecuencia, en ambos casos, ni la creación o mejora de estos bienes y servicios am-bientales ni su destrucción o deterioro se reflejan en el precio final de las transacciones comerciales.

En tercer lugar, los mercados dan poca importancia a los beneficios o pérdidas a largo plazo; aunque éstas sean evidentes, quienes toman las decisiones lo hacen habitualmente con un horizonte temporal inadecuado, que rara vez supera los cuatro años. Para que la equidad intergeneracional, que es un factor clave de la sostenibilidad, sea una realidad, los responsables políticos deberían dar el mismo valor al bienestar de las generaciones actuales que al de las generaciones futuras.

La incapacidad de los mercados para asignar un va-lor monetario a estos bienes comunes acorde con su valor económico y para repartir equitativamen-te los costes o beneficios entre quienes los dete-rioran o generan está en el origen del desarrollo insostenible y de la pérdida de biodiversidad que se viene registrando. La única manera de corregir esta incapacidad de los mercados es incorporar mecanismos de intervención pública para proteger, en nombre del conjunto de la sociedad, los bienes comunes que de otra forma quedarían desprote-gidos y supeditados a grupos económicos de in-terés cuyo objetivo es la obtención de beneficios privados.

Los mecanismos de «regulación y control»

Durante la primera oleada de legislación ambiental de los setenta, se emplearon inicialmente mecanis-mos de regulación y control. El uso de estos instru-mentos es muy tentador para las administraciones públicas, ya que la promulgación de una norma tiene unos costes muy bajos. Pero no conlleva su cumplimiento automático. Para ello, son necesa-rios, por una parte, instrumentos de control costo-sos para los que hay que habilitar recursos cualifica-dos. Y, por la otra, un régimen sancionador rápido, disuasorio e ineludible. Así por ejemplo, aunque los procedimientos de evaluación de impacto am-

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E¿Pueden los mercados trabajar en favor de la biodiversidad?Santiago García Fernández-Velilla

biental funcionaran adecuadamente, cuestión que no voy a valorar aquí, son escasamente eficaces si no se habilitan recursos para verificar sobre el te-rreno que el desarrollo de los proyectos aprobados se hace siguiendo los condicionantes ambientales que recoge la declaración de impacto ambiental.

A pesar de sus deficiencias, los mecanismos de regulación son necesarios en situaciones críticas, y muy útiles si se usan de forma combinada con otros mecanismos.

Érase una vez un economista llamado Pigou En 1920, el economista inglés Arthur Pigou publicó su obra más señalada: Economía del bienestar. En dicha obra sostuvo que no siempre es más eficaz prohibir las actividades que generan externalida-des; a veces es más eficaz ponerles precio para frenarlas. Los impuestos pigouvianos, usados para corregir las externalidades negativas, reciben ese nombre en su honor. Pigou trató de poner de manifiesto ejemplos en los que la búsqueda de la ganancia privada no redundara en bienestar para la sociedad. Y no deja de ser curioso que uno de los ejemplos que encontró para defender la im-plantación de lo que sería el germen de la fisca-lidad verde, a pesar de vivir en una ciudad donde la alta contaminación procedente de la revolución industrial tenía repercusiones muy negativas sobre la salud y sobre el medio ambiente, fueron las re-percusiones negativas que una actividad conserva-cionista, como es la protección de la caza menor, tendría sobre la propiedad privada como conse-cuencia de los daños de los conejos «indultados». En definitiva, proponía incidir en el «precio», al in-ternalizar el coste ambiental mediante un impues-to, cuota, canon o tasa. La idea, como todas las grandes ideas, cayó en el olvido al desviarse los focos sobre las nuevas doctrinas de Keynes.

Al ser recuperada casi cincuenta años después de su formulación inicial, la idea fue recibida de forma hostil por conservacionistas y moralistas que en-tendieron que poner precio a la biodiversidad o a la capacidad de contaminar era favorecer a quien tenía dinero para permitírselo. La idea de que la biodiversidad es un tesoro demasiado valioso al que es imposible poner precio, así como la idea de de repartir derechos de uso o «propiedad» sobre ella es un concepto que puede causar inicialmente repulsión desde un punto de vista moral. Pero en ausencia de mecanismos eficaces de protección, lo contrario lleva a un uso gratuito de la diversidad biológica que deriva inevitablemente en su sobre-explotación.

Los impuestos ambientales tienen la ventaja de ser más flexibles que los mecanismos regulado-res, pueden modificarse con mayor facilidad y son más eficientes económicamente, ya que pueden generar ingresos para el medio ambiente. Su ma-yor problema, cuando se pretenden utilizar como mecanismo de internalización de costes ambienta-les, reside en la dificultad de estimar dichos costes

ambientales. Por eso, en la mayoría de los casos no se aplican con ese objetivo, sino simplemente para desincentivar la producción y el consumo de las sustancias gravadas cuando se tiene constancia de sus efectos adversos sobre la biodiversidad, aun cuando éstos no se hayan podido traducir en un valor monetario exacto, o bien para desincentivar aquellas actividades que ejercen una presión cons-tatada sobre los hábitats naturales y los hábitats de las especies silvestres.

La inevitable reforma fiscal verde

España está a la cola de Europa en fiscalidad ver-de, donde son habituales los impuestos que gravan el uso de pesticidas (en España soportan el IVA reducido), el exceso de basuras, el consumo ener-gético o las emisiones de CO

2. Sin embargo, cada

vez son más frecuentes los impuestos que gravan actividades que tienen impactos negativos sobre la biodiversidad, hasta el punto de que parece evi-dente que España no va a poder sustraerse de la corriente general de implantar impuestos ambien-tales a corto plazo.

El rechazo a los impuestos ambientales viene en parte por la errónea creencia de que suponen un incremento de la presión fiscal, al sumarse éstos a los impuestos ya existentes, y que podrían verse de este modo afectados la competitividad y el em-pleo. Cabe, no obstante, recordar que en el 2009 la diferencia de puntos porcentuales de presión fiscal respecto al PIB de España en relación con la eurozona era de ocho puntos. Sin embargo, la base de una reforma fiscal ecológica es la reestructura-ción de los impuestos, de manera que los recursos captados mediante impuestos ambientales pueden favorecer la reducción de otros impuestos. De esta forma, el debate sobre la presión fiscal que debe-mos soportar para acceder a niveles deseables de servicios públicos o la progresividad de esa presión son cuestiones independientes de la reforma fiscal verde, que se puede acometer, si así se decide, bajo el principio de neutralidad impositiva.

Así, se pueden reducir los impuestos que gravan el trabajo, que es un bien social, por impuestos verdes que penalicen el derroche de recursos na-turales y la contaminación, a fin de avanzar hacia una economía que tenga en cuenta el coste de la destrucción de los ecosistemas. Un ejemplo que puede ilustrar este hecho es la reforma fiscal aco-metida en Alemania en el 2001. Los niveles de po-lución y emisión se utilizaron como base de cálculo de los impuestos. De esta manera, se sustituyeron los ingresos por impuestos sobre la renta, mientras se aumentaban los procedentes de los nuevos im-puestos ambientales. Los impuestos a las empre-sas bajaron de un 42 a un 25 % y los impuestos a los particulares lo hicieron de un 53 a un 42 %. Simultáneamente, se introdujeron impuestos a la energía y a las emisiones de CO

2. La reforma pre-

tendía, por una parte, proteger el medio ambiente y, por la otra, estimular la inversión en tecnologías energéticamente eficientes y crear puestos de tra-

bajo. En el 2003 el precio de la gasolina se había incrementado en un 31 %, el gasóleo en un 49 % y el gas natural para calefacción en un 200 %. Ade-más se introdujo un impuesto de 2,1 céntimos de euro por kWh en la factura eléctrica. Los prime-ros resultados fueron una reducción del consumo de carburantes y de emisiones de CO

2, así como de

la importación de combustibles fósiles. Al mismo tiempo, se incrementó la eficiencia energética y el uso de energías alternativas, y se crearon 250.000 empleos. En total, los impuestos ambientales supo-nen actualmente más del 10 % de la recaudación impositiva en Alemania.

Una profunda reforma del modelo impositivo po-dría permitir que al menos una parte significativa de los ingresos por impuestos ambientales se desti-naran, a través del Fondo para el Patrimonio Natu-ral y la Biodiversidad, a programas de conservación y a paliar los impactos de las actividades gravadas, en lugar de acabar en la caja única. De esta forma se clarificaría la relación ingreso-gasto, lo que per-mitiría lograr una mayor aceptación social, al perci-birse más nítidamente el objetivo ambiental sobre el recaudatorio.

Así lo hizo Costa Rica al establecer un sistema de pagos por servicios ambientales para promover la conservación de la biodiversidad, mediante el cual los propietarios privados de bosques que los conservan tienen derecho a pagos de 280 dólares por hectárea durante un período de cinco años. Se reconocen, así, los beneficios de la actividad privada por la absorción de carbono, la regulación hidrológica, el mantenimiento de la biodiversidad y la producción de valores paisajísticos. El dinero para afrontar los pagos se genera mediante una combinación de impuestos que el contaminador y beneficiario paga. Incluyen un ecoimpuesto al con-sumo de carburante para vehículos, un impuesto al turista y un impuesto de conservación del bos-que que pagan las compañías hidroeléctricas y de suministro de agua potable. El impuesto al turista se cobra a las empresas de náutica y rafting, que dependen y se benefician de la belleza del paisa-je ribereño. El Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO) se encarga de que los ingre-sos de este impuesto reviertan en los propietarios forestales locales que aplican medidas para la con-servación de los bosques ribereños y se distribuyan entre ellos.

Un caso similar es el de Belice, donde existe un im-puesto a los beneficiarios de la biodiversidad, como es el caso de los turistas y quienes realizan apro-vechamientos forestales, que sirve para financiar el mantenimiento de su sistema de áreas protegidas a través del Patronato para la Conservación de Áreas Protegidas (Protected Area Conservation Trust, o PACT).

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Favorecer la biodiversidad desde la política fiscal

Muchos de los problemas y presiones sobre la biodiversidad en España son consecuencia del urbanismo descontrolado de las últimas décadas. Según los datos del Observatorio de Sostenibili-dad, la superficie urbanizada en España ha crecido un 30 % en poco más de una década, el doble de la media europea. La pérdida de suelo supone la pérdida irreversible de un recurso que tarda miles de años en renovarse y tiene graves repercusiones en multitud de procesos naturales que derivan en la pérdida neta de los niveles globales de biodiver-sidad, acentúan el impacto de las inundaciones y disminuyen el intercambio de gases entre el suelo y la atmósfera, con la consiguiente disminución de la capacidad de los sistemas naturales para proveer de bienes y servicios ambientales. Todo ello deriva en elevadas pérdidas económicas.

Si tomamos como referencia el incremento de su-perficie artificial en España entre 1990 y el 2000, el ingreso procedente de un impuesto sobre los cambios en el uso del suelo sería de 1.680 millo-nes de euros al año. Esto permitiría financiar por completo la red Natura 2000 con una inversión de 140 euros por hectárea, frente a los 40 euros que actualmente se invierten. Además, incentivaría la rehabilitación de suelo urbanizado consolidado. De la misma manera se podrían crear otros im-puestos sobre las actividades que mayor presión ejercen sobre la biodiversidad. Así, por ejemplo, un impuesto de 0,40 euros por tonelada de materia extraída sobre las actividades extractivas redunda-ría en unos ingresos para actuaciones de restau-ración de 18,4 millones de euros al año sólo en Cataluña. Otros impuestos similares podrían pro-ponerse sobre pistas de esquí alpino, campos de golf, actividades de deporte de aventura y activida-des subacuáticas, que aprovechan la biodiversidad como base para su negocio.

Otra medida sencilla de aplicar sería la modifica-ción del impuesto sobre el valor añadido para apli-car el tipo normal a inputs o actividades con efectos negativos sobre la biodiversidad, que actualmente disfrutan del tipo reducido. De igual manera se podría aplicar el tipo reducido a producciones y servicios que tengan efectos positivos sobre el pa-trimonio natural.

Recientemente, algunos ayuntamientos catalanes han planteado la creación de un impuesto de es-tancia para ayudar a mantener el patrimonio cul-tural y los servicios turísticos. La medida se aplica ya en otras ciudades europeas y es bien aceptada por los turistas. De forma análoga se podría plan-tear un impuesto sobre la estancia en empresas turísticas de alojamiento en municipios de la red Natura 2000 o con espacios naturales protegidos cuyo rendimiento quede afectado en su totalidad a un fondo para la protección, restauración y mante-nimiento de la biodiversidad en los terrenos muni-cipales de la red, y para el desarrollo sostenible del

entorno, cuya gestión dependiera de los órganos locales de participación social. De esta manera, además, sería visible para las entidades y comunida-des locales la ventaja de tener espacios protegidos.

Un nuevo impuesto de movilidad interurbana sostenible, con un coste de un céntimo de euro por litro de carburante, cuyo rendimiento queda-rá afectado al Fondo para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, podría generar recursos para un programa de permeabilidad de infraestructuras de transporte y para el pago por servicios ambientales por secuestro de carbono a quienes mantuvieran bosques o los plantaran sustituyendo las plantacio-nes exóticas.

La cara amable del fisco

Una reforma fiscal no sólo puede gravar actua-ciones y consumos indeseados. También puede incentivar aquéllos que adopten comportamientos favorables para la biodiversidad o que alcancen acuerdos de conservación con una organización reconocida o con la administración.

Numerosos son los tipos de incentivos fiscales que podrían aplicarse: el retraso de pagos impositivos de manera que disminuya el valor actualizado de los pagos; la deducción del gasto en equipos de inversión para tecnologías ambientales con impac-to sobre la biodiversidad; la posibilidad de amorti-zación acelerada para este tipo de equipamientos; la disminución del impuesto de transmisión patri-monial en transacciones de terrenos destinados a la conservación; ayudas a la financiación de inver-siones o actividades favorables a la biodiversidad en forma de interés subvencionado, períodos de carencia o prolongación de períodos de amortiza-ción, etc.

En España, de hecho, ya es posible gracias a la ley de mecenazgo disfrutar de deducciones por las do-naciones a entidades sin ánimo de lucro. Pero son pocas las asociaciones que trabajan para la conser-vación que se benefician de estas deducciones. Un registro de entidades de custodia permitiría am-pliar la base de entidades beneficiadas y la oferta para los donantes.

Los mecanismos compensatorios

El tercer gran grupo de mecanismos de interven-ción pública, tras los de regulación y los fiscales, son los compensatorios. El principio básico de cual-quier mecanismo compensatorio es que quienes en su actividad privada son capaces de proporcionar servicios ambientales, deben recibir una compen-sación o pago por los costes en que incurren; y que quienes se benefician de dichos servicios, deben pagarlos, internalizando, con ello, estos beneficios en el precio del bien o servicio ambiental.

Uno de los mecanismos compensatorios más ha-bituales es el uso de subsidios para inducir cam-bios en el comportamiento de los productores de

modo que adopten medidas que tengan efectos beneficiosos sobre el medio ambiente. En el caso de la Unión Europea recibieron un fuerte impulso a partir de las reformas de la Política Agraria Co-mún (PAC) de 1992 y 2003.

Las ayudas agroambientales tratan de asignar una contraprestación a cambio de compromisos a fa-vor del medio ambiente por parte de un agente económico o propietario. Pueden entenderse como un incentivo a la producción de externali-dades positivas y, por lo tanto, como un pago por servicios ambientales en el que la administración actúa como representante del conjunto de la so-ciedad, que es la beneficiaria última del bien o ser-vicio ambiental generado. Algunos autores limitan, sin embargo, el concepto de pago por servicios ambientales a los casos en los que se produce una transferencia entre agentes privados. Su intención es incentivar conductas ambientales favorables y buenas prácticas bajo la hipótesis de que los bene-ficios sociales de esas actividades son superiores a sus beneficios privados y que, por lo tanto, no se realizarían sin intervención pública.

Subsidios contra la biodiversidad

Frente a la opinión generalizada de que ha habi-do escasez de recursos para la conservación, soy de la opinión de que se ha hecho, especialmente desde el ámbito comunitario, un notable esfuerzo por apoyar la conservación y la generación de bie-nes y servicios ambientales, especialmente en los sectores agrario, forestal y pesquero. Sin embargo, los recursos existentes no han sido gestionados adecuadamente. España, potencia europea en bio-diversidad, ha desaprovechado la oportunidad de significarse y de dar el valor que le corresponde a la biodiversidad como un activo motor de desarro-llo y empleo, a cambio de intentar ser competitiva en ámbitos en los que nuestras condiciones son muy desfavorables respecto a otros socios comu-nitarios.

Sólo en el caso de las medidas agroambientales, se ha dispuesto durante el período 2000-2005 de más de 740 millones de euros para la UE-15. El porcentaje de explotaciones con medidas agroam-bientales ha sido y es muy variable entre los distin-tos Estados miembros, y oscilan entre el 98 % de Finlandia, el 86 % de Suecia o el 82 % de Austria, y el 10 % en España, donde las medidas destinadas específicamente a la biodiversidad han sido abso-lutamente residuales. Los reglamentos comunita-rios han permitido una aplicación a la carta de estos fondos agrarios, de manera que cada Estado ha elegido sus prioridades. Y la conservación de la biodiversidad no ha sido obviamente una prioridad del Estado español.

Un problema frecuente es que muchas de estas ayudas deben competir con otras ayudas públicas más cuantiosas que, paradójicamente, incentivan la generación de externalidades ambientales negativas en aras de la generación de beneficios privados.

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Aun en los casos en los que no se da esa com-petencia ni las actividades subsidiadas producen impactos ambientales significativos, la utilización de dichos recursos públicos para la financiación de estas actividades privadas supone un coste elevado de oportunidad por cuanto detrae recursos que no pueden ser utilizados para la generación de bienes públicos sociales o ambientales.

Estos subsidios que incentivan prácticas que redu-cen la calidad y cantidad de la biodiversidad han sido profusamente analizados y documentados. Uno de los casos más llamativos en pleno esfuerzo colectivo por combatir el cambio climático son los subsidios a la producción de carbón. Los 275,3 mi-llones de euros destinados a cubrir de forma total o parcial las pérdidas de cinco empresas mineras supondrán la emisión a la atmósfera de 25 millones de toneladas adicionales de CO

2.

Pedro Arrojo, profesor de análisis económico en la Universidad de Zaragoza y fundador de la Fun-dación Nueva Cultura del Agua, ha documentado ampliamente el caso de los regadíos. Según sus datos, el coste actual de transformación de una hectárea de regadío en Navarra y Aragón es de 43.000 euros, sólo en amortización de infraes-tructuras, mientras que su valor de mercado es de 10.000 euros, cuatro veces menor. De esa cantidad, los regantes acaban pagando apenas el 20 %; el resto lo paga el contribuyente. La tasa de devaluación de los regadíos ha sido mayor del 5 % anual durante los últimos diez años. A pesar de estos datos, la mayoría de estos regadíos se han justificado por motivos económicos y sociales sin que semejante inversión pública haya necesitado un estudio de coste-beneficio que demuestre esos beneficios socioeconómicos. Desde el punto de vista social, la inversión por puesto de trabajo en el regadío es de 2 millones de euros; entre diez y veinte veces mayor que la media en otros sectores. El empleo, además, es precario para una población envejecida, próxima a la jubilación, que se endeuda peligrosamente, y que en el caso del los regantes del Ebro no tiene relevo generacional, ya que los jóvenes no quieren trabajar en el regadío.

Así las cosas, los incentivos a la mejora y manteni-miento de la biodiversidad no son con frecuencia suficientes para compensar los costes de oportu-nidad de los usos del suelo a los que renuncian los propietarios. O, dicho de otro modo, no existe oferta de medidas de conservación porque los propietarios pueden obtener ingresos más altos con otros usos productivos del suelo, que tienen una demanda que se traduce en una compensación monetaria. La paradoja es que con frecuencia esos ingresos sólo son posibles gracias a las subvencio-nes de la propia administración.Por este motivo, la revisión del nada despreciable sistema de subsidios y su redirección hacia activida-des con impactos ambientales y sociales positivos se revela sin duda alguna como la mayor fuente de recursos financieros para el medio ambiente y el desarrollo rural. Esto resulta especialmente rele-

vante en una época de crisis, ya que no supone un incremento de la capacidad recaudatoria, sino la reasignación de los recursos actualmente dispo-nibles.

Sin embargo, y a pesar de las innegables ventajas, la revisión y supresión de estos subsidios encuentra fuertes reticencias y resistencias entre los grupos de interés que los han venido disfrutando, entre los colectivos profesionales que se han fortalecido al amparo de dichas subvenciones, y entre los cuer-pos de la administración que los han gestionado y que tienden a perpetuarse consolidando partidas presupuestarias que consideran propias. Entre es-tos tres colectivos, se han afianzado con el paso del tiempo fuertes relaciones que tienden a mantener el estatus establecido.

La búsqueda de mayor eficiencia en los subsidios ambientales

Por otra parte, cada vez se discute más la eficacia de las medidas específicamente agroambientales y la eficiencia de los recursos empleados. La inter-vención pública mediante subsidios se caracteriza muy comúnmente por la burocracia ineficiente y administrativa, así como por la lenta adaptación a los cambios. El propio Tribunal Europeo de Cuen-tas ha cuestionado con dureza la forma en la que se han utilizado las ayudas a la inversión, forestales y agroambientales de los programas de desarro-llo rural, y más recientemente, la condicionalidad agraria.

Por ello, antes de plantear un incremento de los mecanismos compensatorios es imprescindible evaluar los resultados obtenidos y realizar cuantas modificaciones sea preciso hacer para mejorar su eficacia y eficiencia. En este contexto aparecen nuevas propuestas como son los pagos por subas-tas y resultados.

Habitualmente, las cuantías de las ayudas se cal-culan estimando los ingresos medios que dejan de percibirse como consecuencia de los compromisos adquiridos. Sin embargo, el coste de adopción de una medida no es el mismo en cada explotación y depende de múltiples factores, como la pro-ductividad de las distintas parcelas, el régimen de propiedad, la estructura y tamaño de la misma, el modelo de explotación, los costes por inversiones en bienes amortizables, etc. Estos costes variables son a veces difíciles de obtener.

Por este motivo, otra manera de fijar el precio es ajustarlo al pago necesario para que la actividad se mantenga, alentando el uso de instrumentos de mercado como la competencia entre los provee-dores mediante subastas. Se trata, en definitiva, de preguntar a los proveedores por cuánto estarían dispuestos a aplicar las medidas y elegir entre quie-nes estén dispuestos a hacerlo a menor «precio», incluyendo, si se desea, criterios que permitan te-ner en cuenta no sólo la puja sino también el bene-ficio ambiental de la oferta.

En Australia se han puesto en marcha distintos pro-gramas de subastas para el control de la salinidad y nutrientes o la conservación de vegetación au-tóctona, que han permitido obtener unos ahorros medios del 15 % respecto a los sistemas de pagos mediante pago único. En consecuencia, se puede afirmar que las subastas mejoraron la eficiencia de los subsidios obteniendo mayor «cantidad de bio-diversidad» con menor inversión pública.

Existen experiencias que dan un paso más y propo-nen un sistema de pagos agroambientales basado no en la adopción de medidas sino en la obtención de resultados. En ellos quien suscribe el contrato puede decidir, a partir de su propia experiencia, las prácticas que considere más adecuadas para conseguir los objetivos ambientales, solicitando por ello la prima que estime que compensa dichas prácticas. Los pagos se condicionan a la obtención de los resultados. En algunas experiencias, se ha permitido que en el caso de no alcanzar dichos resultados puedan comprar derechos de cobro a otros agricultores que han conseguido mejores resultados de los comprometidos; se crea de esta manera un mercado de derechos de cobro que favorece a quien más éxito tenga e incrementa la biodiversidad «generada». El enfoque de pagos por resultados tiene un alto potencial innovador y favorece el respeto por prácticas tradicionales y locales.

Los sistemas de pagos por servicios ambientales

Los sistemas compensatorios van evolucionando hacia sistemas de pagos por servicios ambientales (PSA) en los que es posible la participación de capi-tal privado. La idea fundamental de los sistemas de PSA es crear un mercado para un servicio ambien-tal que habitualmente no tiene precio y por el que, por lo tanto, no se recibe remuneración alguna.

El sistema parte de la identificación de los agentes económicos responsables de suministrar el servicio y de los agentes beneficiados o usuarios. Al igual que en los sistemas de pagos de subsidios por re-sultado ya comentados, resulta imprescindible es-tablecer servicios ambientales visibles, concretos y que se puedan medir; o, en su defecto, una eviden-cia científica clara entre los servicios demandados y la práctica que los genera. Los PSA son frecuentes en Latinoamérica: Costa Rica tiene el 11 % de su territorio, unas 450.000 hec-táreas, financiadas con PSA; en Colombia, el 6 % de la tasa hidroeléctrica se destina a programas de conservación de áreas protegidas de municipios y gobiernos regionales; en México, el pago por con-servación es seis veces mayor que el salario míni-mo. El debate sobre su implantación en la Unión Europea está siendo fuertemente impulsado por la Comisión Europea.

Uno de los ejemplos más documentados de pago por servicios ambientales se aplicó en las cuencas

E¿Pueden los mercados trabajar en favor de la biodiversidad?Santiago García Fernández-Velilla

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hidrológicas de Catskill, Delaware y Croton, de donde proviene el agua potable de Nueva York. Tras evaluar en 6.000 millones de dólares el cos-te de construir y explotar una nueva planta de tratamiento, decidieron invertir 1.500 millones de dólares en proteger y restaurar las montañas de Catskill. Además, se puso en marcha un sistema de pagos ambientales gracias al cual los agricultores y productores silvícolas reciben compensación para retirar de la producción áreas sensibles o para me-jorar las prácticas de gestión agrícolas o silvícolas.

La ciudad de Nueva York ha logrado un conside-rable ahorro y preservado una magnífica zona de bosques y humedales gracias a un sistema de pago por servicios ambientales.

El proceso de comercializar la diversidad de la na-turaleza no es fácil, ya que la mayoría de los ser-

vicios que proporciona no son tangibles. Además, los beneficiarios de los servicios de la biodiversidad rara vez se pueden identificar con claridad, ya que la demanda de conservación de la biodiversidad es principalmente global. Por ello, en la mayoría de los pagos por biodiversidad son los poderes públi-cos quienes intervienen en nombre de la sociedad como beneficiaria de un bien común, y normal-mente adoptan la forma de subsidios.

Los pagos vinculados a resultados específicos re-lativos a la presencia de especies amenazadas son un buen ejemplo del uso eficiente de sistemas de incentivos para crear mercados en beneficio de la biodiversidad. Requieren indicadores cuantifica-bles y fáciles de monitorizar. Éste es el caso de los propietarios que reciben 5.000 dólares por cada pareja de lobos reproductores en sus propiedades en los Estados Unidos o de glotones en Suecia. El

interés de estas medidas reside en que al propie-tario no sólo se le compensa en caso de pérdidas y daños, sino también si los lobos permanecen en sus propiedades, lo que no sólo desincentiva la caza, sino que anima a mantener las condiciones de hábitat favorables para la cría y supervivencia de la especie.Cuando los beneficiarios son un grupo reducido y fácilmente identificable, los esquemas de PSA permiten la captación de recursos privados: en Austria, donde el paisaje agrario de montaña es un excelente reclamo turístico, los empresarios turísticos se han unido para incentivar a los gana-deros por el mantenimiento de dicho paisaje. En un caso similar, en el Parque Nacional de Langtang, en Nepal, temerosos de que la rápida deforesta-ción y degradación disminuyera el interés turístico, los operadores de alojamientos en el pueblo de Syabrubensi acordaron pagar a las comunidades locales para que protegieran 170.000 hectáreas de bosques.

De esta manera, con los sistemas PSA se pue-den redistribuir beneficios hacia áreas marginales de alto valor natural a partir de bienes y servicios ambientales generados, identificados y cuantifica-dos, a la vez que se fomenta el desarrollo rural, se favorece la economía local, se crea empleo y se incrementa la conciencia ciudadana de las comuni-dades locales y de la sociedad en general sobre la importancia de la conservación y del uso sostenible de la diversidad biológica.

No obstante, conviene estar alerta para evitar que en nombre de supuestos servicios ambientales di-fusos y sin cuantificar se justifique el mantenimien-to de subsidios a actividades intensivas lesivas para la biodiversidad y poco eficientes respecto a otros servicios ambientales, que actualmente absorben la mayor parte de los recursos públicos.

Los sistemas de «tope y trueque»

Uno de los mecanismos más innovadores para ase-gurar que el uso y consumo de la diversidad bioló-gica no provoca su disminución o el deterioro de su estado de conservación es la creación de mercados y asignación de derechos de propiedad.

Al crear artificialmente mercados en los que se puede intercambiar o comerciar con derechos de explotación transferibles, éstos se asignan en función de cuotas establecidas mediante criterios históricos o sistemas de subasta. La asignación de estos derechos resulta controvertida y ha sido en ocasiones interpretada como una privatización de bienes comunes. Muy al contrario, supone un co-bro que la sociedad realiza a un particular a cam-bio de un uso sostenible de un bien común, que de otra forma tendría un uso ineficiente y gratuito con el único fin de obtener beneficios particulares a corto plazo.

Son una alternativa a los instrumentos reguladores, fiscales o compensatorios, aunque se obtienen me-

Ecosistema

Pago a propietarios

Fondo ambiental

Cobro a consumidores (tarifas)

Mecanismo de pagos por servicios ambientales

- Tasas - Impuestos ambientales - Permisos transferibles - Licencias y cuotas - Subsidios

Pago por servicios ambientales

Intermediario

Demanda de servicios ambientales privada o

pública

Oferta de servicios ambientales privada

o pública

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jores resultados si se utilizan combinadamente. Su popularidad ha crecido en los últimos años a raíz del éxito que el instrumento tuvo en los Estados Unidos para que las empresas eléctricas redujeran las emisiones que originan lluvia ácida.

Para aplicar este instrumento, es necesario deter-minar un «producto» perfectamente identificable y cuantificable que vaya a ser objeto de intercam-bio. Este objeto puede ser una especie amenazada o un hábitat natural. Posteriormente debemos es-tablecer la mínima cantidad de recurso que nece-sitamos para no poner en riesgo su supervivencia, y repartir entre los agentes económicos que van a participar en el mercado los derechos de propie-dad, cuotas de emisión o permisos de explotación, según proceda.

Un caso que ilustra muy bien las diferencias con las que se abordan las soluciones a los problemas am-bientales a ambos lados del océano es el de los ni-tratos y las áreas con alta acumulación de éstos. En los países de la UE se ha optado por mecanismos de regulación y por la implantación de ecotasas, con escasos resultados hasta la fecha. Sin embar-go, en muchos lugares de los Estados Unidos se están experimentando con éxito «permisos nego-ciables». Uno de estos lugares es la bahía de Chesa-peake, en Pensilvania. Las vaquerías de Lancaster y Virginia son uno de los mayores productores de leche de los Estados Unidos, pero también de es-tiércol y de fósforo procedente de los fertilizantes que acaban en las aguas de la bahía. En sólo un año, entre el 2005 y el 2006, los gobiernos federal y estatal informaban de un descenso del 25 % de la vegetación subacuática y de todo el ecosistema marino. El segundo foco de contaminación son las depuradoras de aguas residuales procedentes de los complejos residenciales; la contaminación que éstos producen es más difícil de reducir. Por eso se puso en marcha un sistema de créditos de conta-minación gracias al cual los agricultores y ganade-ros pueden vender créditos a los propietarios de las depuradoras o a otros granjeros que no hayan conseguido reducir sus emisiones y estén por en-cima del nivel permitido. Los granjeros obtienen sus créditos del Estado adoptando medidas que disminuyen sus residuos y vertidos contaminan-tes en mayor medida de lo que exige la ley, como, por ejemplo, la construcción de barreras vegetales para contener la escorrentía o el mantenimiento de cobertura vegetal durante todo el año. Los compradores típicos de créditos son depuradoras de aguas residuales y promotores urbanísticos que necesitan la aprobación de planes que supondrían nuevos focos contaminantes. Y para ello, tendrán que construir depuradoras y comprar suficientes créditos al año para compensar la contaminación que producirán las nuevas instalaciones. Los in-tercambios de créditos se llevan a cabo a través de empresas intermediarias reconocidas. De esta manera, los agricultores pueden ganar dinero des-contaminando. En todas las experiencias analizadas se han conseguido mejores resultados ambientales y un considerable ahorro económico, ya que son

los propios agentes económicos quienes pagan los procesos de restauración o recuperación ambien-tal internalizando de esta manera en su actividad los costes ambientales de la misma.

En algunos países se han establecido variantes que permiten, una vez establecido un nivel máximo de disminución, asignar cuotas transferibles para que el mercado regule los aprovechamientos reducien-do los costes de control. En el caso de Nueva Ze-landa, el programa de cuotas para la pesca se ha ido expandiendo hasta alcanzar actualmente a 99 especies. Con ello se han reducido las capturas ac-cidentales, ya que los pescadores deben computar dentro de su cuota todas las especies capturadas, tengan o no valor comercial, por lo que se esfuer-zan en introducir sistemas de pesca que reduzcan la captura de especies indeseadas, muchas de ellas de gran valor para la conservación. El sistema dis-pone de adecuados controles mediante la labor de observadores y el seguimiento por satélite, y cuen-ta con un alto nivel de apoyo entre ONG y políti-cos, y una notable aceptación entre los pescadores.

En Noruega, además de los pescadores, participan en el mercado empresas turísticas. De esa manera, si los operadores turísticos desean preservar una zona de pesca intensiva o evitar la construcción de una planta transformadora de pescado en la costa, pueden comprar cuotas para no usarlas e impedir que otros lo hagan.

La asignación de cupos para la caza de oso negro asiático y de cabra de cuernos largos (Ovis cana-densis) ha conseguido eliminar la actividad furtiva y aumentar los beneficios obtenidos por las comu-nidades locales en el Parque Nacional de Mount Chiri (Corea) y en México. Estos cupos permiten establecer permisos de transferencia y son repar-tidos entre las comunidades locales según criterios técnicos de caza sostenible previamente estableci-dos. Parte de los ingresos se destinan a la gestión sostenible de las especies y parte a las comunida-des locales, con lo que se han creado puestos de trabajo en torno a la actividad cinegética.

En los sistemas de «tope y trueque», el precio de los permisos hace las veces del impuesto pigouvia-no, pero es variable y la cuantía la establece el mercado. Con los impuestos, el Estado recauda, mientras que con los permisos, regula la transfe-rencia de permisos entre operadores. Si lo recau-dado con los impuestos no se destina a luchar efi-cazmente contra el problema, éste no se resuelve, mientras que con los permisos, el dinero revierte siempre en la solución del problema incentivando a quien adopta medidas que lo resuelven.

España, como la mayoría de los países europeos, es demasiado dependiente del uso de subsidio como instrumento para alcanzar objetivos ambientales específicos. Puesto que los subsidios son amplia-mente utilizados y aceptados, sería recomendable que los sistemas de «tope y trueque» fueran intro-ducidos de forma combinada. De esta manera, los

subsidios o los fondos públicos se podrían utilizar para estimular en un principio la creación de activos naturales que puedan ser convertibles en créditos de biodiversidad, cuando aún no existe demanda de tales créditos, hasta alcanzar un fondo mínimo de créditos en circulación que permitan animar el sistema de intercambio. De lo contrario, puede ocurrir que quienes necesiten comprar créditos no encuentren oferta suficiente. Posteriormente, el propio mercado puede sustituir los subsidios y re-cuperar los fondos públicos inicialmente invertidos.Igualmente, se pueden comprar créditos de emi-sión para retirarlos del mercado. Esto tiene dos efectos: por una parte, reduce los permisos dispo-nibles de emisión y, por lo tanto, la contaminación; por la otra, provoca un aumento del precio de los créditos, lo que estimula los esfuerzos de los emi-sores por reducir sus emisiones. En los mercados orientados a impedir la merma de biodiversidad, se puede recurrir a la compra con fondos públicos de créditos cuando éstos estén a bajo precio, lo que supone un incremento en la eficiencia de estos fondos y un aumento de precios que puede animar a las empresas de restauración y que permite es-timular la creación de oferta; esto haría aumentar al coste más competitivo la cantidad neta de bio-diversidad.

Por otra parte, los programas de «tope y trueque» permiten abrir fisuras entre los operadores, ya que no todos tienen el mismo coste por adoptar medi-das. Las empresas o agentes económicos que em-piezan a aplicar medidas para obtener créditos son aquéllas que pueden hacerlo a menor coste. Con ello suelen generar nuevos conocimientos y tecno-logía que puede ser empleada posteriormente por otros operadores reduciendo costes. Y si esto no ocurriera, siempre es posible recurrir a sistemas de regulación o fiscales.

Los sistemas de intercambio de recurso por recurso

En estos sistemas, también conocidos como siste-mas de compensación, la destrucción o disminución de un recurso necesita ser compensada por una alternativa igual o mejor. Se emplean cuando no resulta aceptable una pérdida neta del recurso, es-pecie o hábitat natural, y puede ser restaurado en lugares alternativos al que sufre el daño que causa su desaparición o deterioro. En consecuencia, se mantiene el nivel actual de la biodiversidad o de cualquier otro bien ambiental sin que exista pérdi-da neta del valor total, pudiendo incluso aumentar el nivel actual si se exige como contrapartida una compensación mayor que el daño producido.

Este mecanismo se recomienda en el Libro Verde de la Comisión Europea sobre instrumentos de mercado a favor del medio ambiente, al conside-rarlo un instrumento adecuado para proteger la biodiversidad, ya que «garantiza el cumplimiento de los objetivos medioambientales sin una pérdi-da neta del valor total y genera al mismo tiempo competencia entre las empresas para establecer

E¿Pueden los mercados trabajar en favor de la biodiversidad?Santiago García Fernández-Velilla

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nuevos bienes ambientales de manera rentable». Esta apreciación es muy interesante, ya que si el mecanismo se aplica adecuadamente, no sólo se evita la reducción del recurso, sino que se estimula la aparición de empresas especializadas en la res-tauración de áreas naturales que contienen bienes perfectamente identificados y cuantificados. Estas empresas asumen la responsabilidad de su man-tenimiento en un buen estado de conservación a largo plazo. A cambio, reciben «créditos» que les son otorgados por agencias reguladoras reconoci-das. Estos «créditos» se pueden entonces vender a promotores que deban compensar la afección a otras áreas naturales ecológicamente equivalentes derivada de proyectos de desarrollo.

Ante las reticencias habituales que este sistema despierta entre las asociaciones conservacionistas, debe explicarse que los créditos deben asignarse con la condición de que reporten «adicionalidad» del recurso, para evitar, así lo que se conoce como «peso muerto», y financiando recursos ya exis-tentes que se mantendrían aunque no existiera el mecanismo financiero de apoyo. Debe igualmente garantizarse la equivalencia, de tal manera que el nuevo recurso sustituya a recursos ecológicamente equivalentes, cualitativa, cuantitativa y geográfica-mente.

Estas reticencias son entendibles dada la vulnerabi-lidad de la administración ambiental española fren-te a las presiones de grupos de intereses y secto-riales y el escaso apoyo político de que disfruta. Por este motivo, estos sistemas necesitan una estructu-ra reguladora sólida, rigurosa e independiente.

En cualquier caso, es interesante mencionar que los primeros bancos de biodiversidad con créditos de activos naturales negociables fueron creados en los Estados Unidos, ya en 1983, por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre para compensar los impactos de los proyectos de las infraestructuras y obras pú-blicas. Varios informes relevantes cuestionaron la eficacia de las prácticas y procedimientos compen-satorios de aquel momento, particularmente en lo que respecta a la selección de áreas alternativas y a la simplicidad de los proyectos que supuestamente debían compensar las afecciones ambientales. Esta situación es muy similar a la que nosotros padece-mos hoy en día.

El nuevo sistema fue entonces considerado como posible solución para la ineficacia del sistema impe-rante. Principalmente, porque facilitaba el control y seguimiento de la restauración y de sus resulta-dos, la gestión del área restaurada bajo condiciones favorables para la conservación a largo plazo y la transferencia inequívoca de la responsabilidad de la compensación desde un promotor sin interés ni cualificación en restauración hacia una entidad cualificada y cuyo objetivo es el mantenimiento y la protección de bienes ambientales públicos.

Los bancos para la conservación tienen una dilata-da experiencia y han tenido un rápido desarrollo

en los últimos diez años en los Estados Unidos. Un informe de la Academia Nacional de Ciencias (Na-tional Academy of Sciences, o NAS) estimó que entre los años 1993 y 2000 se habían restaurado más de 9.600 hectáreas con una inversión de más de un billón de dólares, y una inversión media de 17.500 dólares por hectárea.

Los sistemas de intercambio de recurso por recur-so pueden incrementar el valor de los terrenos de las áreas protegidas, donde el desarrollo urbanís-tico o de otra índole está prohibido por la legis-lación en virtud de su valor o potencial ecológico. Los propietarios privados de estos espacios pue-den vender créditos a los promotores si mejoran o restauran activos naturales, con lo que obtendrían nuevos beneficios económicos gracias a la conser-vación.

Este sistema está consiguiendo en los Estados Uni-dos la recuperación del Picoides borealis, un pájaro carpintero amenazado que vive en pinares madu-ros. Actualmente sólo sobrevive en unas pocas poblaciones estables sobre bosques maduros y ex-tensos, y en numerosas poblaciones más pequeñas y fragmentadas en bosques degradados, en donde no es probable que sobreviva a largo plazo.

Grupos conservacionistas o empresas especiali-zadas en restauración ambiental pueden comprar o llegar a acuerdos con los propietarios forestales para retirar de la producción bosques y promover la creación de nuevos territorios reproductores de esta especie.

Después, las compañías forestales podrán com-prarles los créditos que han obtenido mediante la restauración y conservación de bosques, y estos créditos les darán derecho a explotar otras áreas, pudiendo desplazar a una pareja de aves con futuro incierto, que será compensada por otra pareja que haya colonizado un territorio y forme parte de una población viable a largo plazo.

La población de pájaros carpinteros en el área de reserva ha aumentado sustancialmente, lo que ha permitido la explotación de otras áreas no viables de menor tamaño donde las poblaciones pequeñas dispersas tenían un futuro difícil. Por otra parte, la restauración de bosques y la reintroducción de la especie ha sido un negocio rentable, ya que cada crédito de Picoides borealis se valora aproximada-mente en 150.000 dólares y se espera que alcance en un futuro próximo los 250.000 dólares.

Etiquetas y certificaciones ambientales

El consumo está vinculado a los valores visibles que ofrecen los productos. Y la biodiversidad que se ve favorecida por una determinada manera de producir un bien de consumo no siempre es un valor visible. El diseño de mecanismos de certifi-cación y etiquetado es un mecanismo para hacer visibles ciertos valores diferenciales del producto y para proporcionar información a los consumidores sobre el impacto o beneficio del producto sobre la biodiversidad.

Pocos consumidores saben que detrás de muchos platos precocinados que compramos en los su-permercados se esconde la deforestación de los bosques nativos de Indonesia para extender el cultivo de aceite de palma; o que detrás de una hamburguesa de comida rápida está la tala del bos-que amazónico para cultivar la soja con la que se alimenta al ganado; o que el descenso del precio del langostino ha sido posible gracias a su cultivo en piscinas que han asolado los manglares y col-mado de antibióticos los mares tropicales; o que cientos de aviones trasladan diariamente desde el lago Victoria hasta nuestras pescaderías los filetes de perca, cuya producción industrial ha acabado con las especies autóctonas y ha hundido la econo-mía de las comunidades pesqueras indígenas. Esta ausencia de información afecta a las posibilidades de elección responsable del consumidor.

El objetivo último de la certificación y del etique-tado ambiental es establecer un vínculo entre los consumidores que están dispuestos a pagar más para favorecer la biodiversidad y los productores que asumen un coste adicional de producción por tenerla en cuenta en sus procesos de producción. Para los productores es una herramienta útil para informar sobre la calidad ambiental de sus produc-tos y para que, a pesar del incremento de precios debido a la incorporación de los costes ambien-tales, pueda competir gracias a la creación de un mercado diferenciado, lo que permite mejorar, además, su imagen.

Por otra parte, el principal regulador de la oferta es la demanda, y las compras públicas contribuyen al 16 % del PIB de la Unión Europea, por lo que la adopción de criterios ambientales en dichas com-pras puede estimular la producción responsable. En Austria se creó un catálogo de empresas para facilitar la contratación responsable de una gran cantidad de productos. Asimismo, los vieneses también disfrutan de distintos alimentos ecológicos en hospitales, residencias de ancianos, colegios y guarderías

Pero las compras responsables no se limitan a los suministros, sino que pueden afectar a la contrata-ción de servicios. En París, las empresas que licitan para la obtención de contratos con la administra-ción municipal están obligadas a seguir un código de conducta ecológico. En caso de incumplirlo, el contrato puede darse por finalizado y la empresa

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puede quedar excluida para futuras convocatorias.¿Qué puede animar a alguien que tenga dinero a destinarlo a favorecer la biodiversidad?

Hay dos factores que, según la economía clásica, condicionan el comportamiento de las personas en materia de biodiversidad. En primer lugar, los indi-viduos persiguen intereses propios, de manera que se despreocupan de la defensa de los bienes co-munes, llegando incluso a destruirlos, aun cuando ese comportamiento les perjudique a largo plazo; es lo que Garrett Hardin describió magistralmente como la «tragedia de los bienes comunes». El segundo lo explica la teoría del juego con lo que se conoce como el «dilema del prisionero», don-de diferentes jugadores pueden llegar a ser cons-cientes de que si actúan conjuntamente pueden alcanzar un uso más eficiente del recurso común y generar a largo plazo un mayor nivel de bienestar para todos los jugadores. Sin embargo, todos los jugadores se ven tentados por la alternativa más favorable para sí mismos, que se da cuando un ju-gador juega a obtener las mayores ganancias mien-tras los demás cooperan para respetar los bienes comunes, con lo que además de disfrutar de los beneficios individuales obtenidos, también disfruta «gratuitamente» de los beneficios comunes que sólo se ven mermados por su propio comporta-miento «parasitario».

Frente a este enfoque, la economía del compor-tamiento asume que hay otros factores aparte de la optimización de beneficios individuales que condicionan el comportamiento de las personas: el comportamiento de otras personas, la opinión de personas o entidades a las que se respeta, los hábitos adquiridos, la sensación de hacer lo que se debe hacer o las expectativas que se tienen sobre uno mismo.

A lo largo de este artículo se han descrito algu-nos mecanismos para financiar la biodiversidad que responden al funcionamiento del mercado y a las pautas que rigen el comportamiento humano. Otros han quedado fuera de las posibilidades que daba la extensión del mismo. Los gestores de la biodiversidad deben preguntarse qué puede ha-cer que una persona actúe responsablemente a favor de la biodiversidad. Se puede decir que bá-sicamente lo hará por coacción, por convicción o por conveniencia, y para cada una de estas razones existen mecanismos que resultan más adecuados que otros. En cualquier caso, nuestro reto consis-te esencialmente en que la sociedad comprenda que la cooperación es la estrategia con la que se consiguen mayores intereses y con la que todos ganamos.

El quid de la cuestión

En los próximos años, nuestro trabajo deberá ir encaminado a conseguir una mayor eficiencia de los recursos públicos que actualmente destinamos para conservar la biodiversidad; a incrementar di-chos recursos, en especial los procedentes de los presupuestos nacionales, y a captar nuevos recur-sos privados para la causa de la biodiversidad.

Tendremos mayor o menor éxito, tardaremos más o menos en conseguir unos niveles suficientes de financiación, pero hay un factor clave que va a con-dicionar y decidir nuestro éxito: la consecución de un mecanismo propio y específico de financiación para la conservación de la biodiversidad.

El Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Mari-no tiene ante sí el reto de desarrollar durante los próximos meses el Fondo para el Patrimonio Natu-ral y la Biodiversidad que estableció la Ley 42/2007, y que en su formulación inicial, propuesta en la pro-pia ley, resulta bastante decepcionante.

Existen experiencias interesantes en el ámbito in-ternacional de fondos estatales que se encargan de canalizar recursos públicos y privados para financiar acciones programadas, priorizadas y planificadas por personal cualificado y especializado, y para fi-nanciar sistemas de pago por servicios ambientales que ayudan a los ciudadanos que con su actividad económica privada generan diversidad biológica para el disfrute actual y futuro de toda la sociedad. Estos fondos no son sólo una cuenta bancaria ni una línea presupuestaria. Son estructuras compe-tentes de gestión que tienen una financiación su-ficiente y estable, están gestionados con criterios ambientales y, tal como planteaba al principio de este artículo, tienen autonomía para tomar deci-siones en las materias específicas de conservación, así como capacidad para ejecutar esas decisiones. Si esto se consiguiera en el 2010, podríamos consi-derar un éxito el Año Internacional de la Biodiver-sidad y habríamos dado el primer paso para frenar definitivamente el declive de la biodiversidad en España, y la pérdida de la capacidad de nuestros ecosistemas para seguir proporcionándonos los niveles de bienestar de los que actualmente dis-frutamos.

E¿Pueden los mercados trabajar en favor de la biodiversidad?Santiago García Fernández-Velilla

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Los valores intangibles de la diversidad biológica Josep Maria Mallarach CarreraBiólogo y asesor ambiental

El título de este artículo puede parecer críptico o margi-nal; sin embargo, nada está más lejos de la realidad. To-dos los valores humanos son intangibles por definición, estén vinculados a elementos tangibles o intangibles. Y todos ellos se escapan de las redes de la ciencia como el mar se escurre por las redes de los pescadores, en palabras de Polanyi. Con este texto querría abordar los valores de las dimensiones inmateriales de la diver-sidad biológica, con el objetivo de ofrecer una reflexión desde la perspectiva de las políticas ambientales. Una vez situado el tema y su importancia, examino el alcance semántico del concepto de biodiversidad y sus limitaciones, y lo comparo con el concepto de naturaleza y otros más amplios y éticamente significa-tivos. A continuación analizo cómo se ha desarrollado la consideración de los valores intangibles en las gran-des organizaciones internacionales durante los últimos decenios, destacando algunos hitos, para entrar a co-mentar la situación europea y centrarme, finalmente, en la realidad de Cataluña.

Un conflicto de valores y de actitudes ante la naturaleza

La cuestión que se plantea, por lo tanto, no tiene que ver ni con la descripción ni con el alcance de la biodiversidad, sino con el significado que tiene para la sociedad, es decir, con el valor que le otorga. Porque el hecho de que se conserve o se malogre depende de lo que signifique para los grupos o las sociedades dominantes, y de sus escalas de valores, que no dependen ni de datos ni de informaciones, sino de las visiones del mundo que comparten y de los sistemas éticos y morales que se derivan de ellas.

En un momento en el que la destrucción de la bio-diversidad ha alcanzado la escala global y un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad, no se trata de plantear una dicotomía abstracta entre los valores tangibles –utilitarios o económicos– y los valores intangibles –culturales o espirituales–, sino de reconocer el doloroso conflicto, en oca-siones trágico, que existe entre las relaciones tan diferentes que las sociedades, o los países, pueden llegar a establecer con la naturaleza. Una relación que, según los valores que prevalezcan en un lugar determinado, será patológica y destructiva, o bien saludable y armónica. No es de extrañar, por lo tanto, que la contraposición entre los valores tan-gibles e intangibles de la naturaleza, y de los dere-chos que se le vinculan, se desplace, cada vez más, hacia el centro de debates políticos importantes, como se demostró, por ejemplo, en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada este año en Tiquipaya (Bolivia) en respuesta a la fallida cumbre de Copenhague.

En la actualidad nadie cuestiona que la crisis ecoló-gica global –de la que la pérdida de biodiversidad es uno de los elementos más importantes– es un efecto indeseado de una visión del mundo occiden-tal, un «efecto colateral» de un desarrollo surgido de Europa, durante los siglos xvii-xviii, que si bien por un lado aportó unos beneficios inimaginables hace unos años, por el otro ha desencadenado unas tendencias problemáticas exponenciales de un alcance que desafía también la imaginación: el hambre y la miseria a una escala nunca vista, la des-trucción irreversible de especies y ecosistemas, la expansión continua de los desiertos, las pérdidas irreparables de suelos fértiles, la multiplicación de las catástrofes «naturales», el aumento de las emi-siones de gases de efecto invernadero y un largo etcétera. Ideológicamente, el mito del «progreso» se apoya en el positivismo materialista, el raciona-lismo y el individualismo, y en el campo económico, en el liberalismo capitalista que, quince años des-pués de haber superado la capacidad de carga bio-lógica del planeta, todavía sigue aferrado a la utopía irracional del crecimiento sostenido.

Detener y revertir las tendencias globales de decli-ve de la biodiversidad en las que estamos inmersos no es posible con algunos ajustes, sino que requie-re invertir el paradigma dominante, los sistemas de valores que sostienen el modelo de sociedad presente, no sólo en nuestro país sino también en los países ricos con los que íntimamente vinculados –y en las oligarquías de los países empobrecidos–, ya que las políticas y las actividades que mantienen el «progreso» o el «estado del bienestar» son sus principales causas. Debe recordarse que formamos parte de un país que es miembro de una minoría «privilegiada», la del 20 % de la población que con-sume más del 80 % de los recursos naturales del planeta. Tanto la II Cumbre de la Tierra (Johan-nesburgo, 2002) como la Evaluación de los Ecosis-temas del Milenio (ONU, 2001) lo evidenciaron. Jeffrey Sachs, director del Proyecto Milenio, lo re-sumía así: «La ignorancia, las prioridades erróneas y la indiferencia están llevando al mundo directo hacia el desastre». Y quien dice prioridades, dice sis-tema de valores, naturalmente.

Ni siquiera la Unión Europea ha podido detener la pérdida de su biodiversidad en el año 2010, y eso que parecía que estaba en buena situación para hacerlo y se lo había propuesto. En efecto, aparte del nivel económico y tecnológico, el suyo fue el único gobierno internacional que se propuso for-malmente este objetivo (Cumbre de Gotemburgo, 2001) y el único, también, que impulsó unas polí-ticas ambiciosas basadas en planteamientos cientí-ficos solventes de ámbito biorregional. Sin embar-go, a las puertas del 2010, la Agencia Europea de Medio Ambiente admitió que aproximadamente el 50 % de las especies y el 65 % de los hábitats europeos evaluados se encuentran en un estado de conservación «desfavorable» o «malo». Y en esta evaluación, el Estado español se encuentra a la cola de la Unión Europea.1 Y eso que tanto España, en particular, como la Unión Europea, en conjunto,

exportamos la mayoría de los impactos negativos sobre la biodiversidad hacia otros países, desde donde importamos la mayoría de los recursos que consumimos y hacia los que exportamos la mayoría de los residuos y las emisiones que generamos.2

Por este motivo, el progreso científico y tecnoló-gico, aun considerando sus potencialidades, sirve de poco si no se pone al servicio de otro sistema de valores diferente del que ha generado la crisis ecológica global, ya que es la causa última de que se siga perdiendo irreversiblemente por un lado mucho más de lo que se puede salvar por el otro, con grandes esfuerzos y costosas políticas de con-servación.3

¿Biodiversidad frente a naturaleza?

El concepto de biodiversidad se difundió inter-nacionalmente a partir de la Cumbre de Río de Janeiro y de la aprobación del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en el año 1992. A semejanza de otros conceptos similares, como el de rareza, fragilidad o vulnerabilidad, es muy útil para los in-vestigadores científicos, pero extremadamente complejo, difícil de concebir y de comunicar social-mente, por distintas razones intrínsecas, que vale la pena comentar. En primer lugar, se trata de un concepto cuantitativo, imposible de medir adecua-damente, ya que se estima que se desconocen más del 90 % de las especies del mundo. En segundo lugar, incluye todas las escalas estructurales en las que la ciencia clasifica los organismos –desde los genes hasta los ecosistemas–, de forma que se ex-tiende desde unas realidades tan minúsculas que sólo se pueden observar con microscopio electró-nico, hasta otras tan enormes que sólo se pueden visualizar mediante fotografías aéreas o imágenes de satélite. Además, resulta casi imposible definir cuál es el estado ideal de la diversidad biológica en un lugar o un país determinado, ni cuál sería la biodiversidad original en territorios tan humaniza-dos como los que habitamos, donde la biodiver-sidad originaria ha sido alterada desde hace unos veinticinco siglos. Por otra parte, aun considerando la amplitud del concepto, el alcance semántico de biodiversidad es inferior al de naturaleza, ya que excluye la geodiversidad, es decir, el sustrato de la biosfera. Todas estas razones ayudan a entender que, según una encuesta reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente, más del 80 % de los europeos desconozca qué es la biodiversidad, o qué sentido tiene. Consiguientemente, la impor-tancia real de este concepto para el conjunto de la población mundial es, seguramente, ínfima, y es difícil imaginar que pueda mejorar sustancialmente. En la práctica, las aproximaciones exclusivamente técnicas a la conservación topan, día tras día, con unas percepciones sociales más complejas, ricas y existenciales.4

El concepto de naturaleza, en cambio, está mu-cho más arraigado y es más fácil de comunicar y de comprender, hasta el punto de que a menudo se utiliza como un equivalente o sustituto aproxi-

F LA MIRADA FILOSÓFICA

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FLos valores intagibles de la diversidad biológicaJosep Maria Mallarach Carrera

mado de biodiversidad. Aunque ofrece muchas más ventajas, debe recordarse que el concepto de naturaleza que hoy en día utilizan las ciencias de la naturaleza no se configuró hasta después de la revolución científica que se produjo en Europa entre los siglos xvii-xviii, que tuvo por efecto una reducción gradual del alcance más amplio que, ori-ginalmente, tenía el concepto clásico de naturale-za.5 Naturaleza, de la palabra latina natura, deriva de la raíz natus –que hace nacer–, que inicialmente incluía desde la esencia inmaterial hasta la manifes-tación sensible. Del mismo término latín provienen las palabras nature del inglés y del francés, así como el homónimo natura del catalán. Es cierto que en las lenguas occidentales sustituye un sentido más amplio del concepto que incluye la dimensión in-tangible, y si alguien quiere referirse a su dimensión espiritual incluso lo puede escribir con mayúscula, pero este uso ha quedado confinado a las huma-nidades –poesía, sobre todo–, mientras que la conservación del patrimonio natural, así como la economía y otras disciplinas conexas, han optado por el concepto de ciencias de la naturaleza, del cual deriva su consiguiente reducción a un «recurso natural» explotable.

Aunque en las sociedades no materialistas los valo-res ligados a las realidades intangibles, normalmen-te espirituales, son los más importantes,6 como las políticas de conservación de la naturaleza han sido impulsadas desde países occidentales, o por organizaciones internacionales en las que los valo-res materialistas occidentales prevalecen, el reco-nocimiento de los valores vinculados a realidades inmateriales ha sido tardío, parcial y generalmente dificultoso. Este hecho ha comportado, en la prác-tica, prescindir de los códigos éticos y morales que se refieren a la naturaleza, así como de los sistemas de gobernanza que se le vinculan, lo que finalmente ha provocado que se excluyesen –a menudo lo han hecho ellas mismas– a muchas de las organizacio-nes o de las culturas más resilientes del mundo, para las que estos valores intrínsecos son los más reales, y los que dan, en última instancia, sentido a su vida.

Es cierto que disponemos de otros conceptos, en-tre los que destaca el de paisaje, que integran me-jor los aspectos inmateriales de la naturaleza que nuestras sociedades valoran más, como la belleza o la armonía (cualidades perceptibles pero incon-mensurables), pero esto no altera el hecho de que la tónica dominante de los programas de conserva-ción de la biodiversidad haya sido la de centrarse exclusivamente en las dimensiones de la naturaleza que son mesurables por las ciencias occidentales.

Conceptos y valores más holísticos

El hecho de que los impactos de la civilización tec-nológica hayan llegado a casi todo el mundo no significa que todas las sociedades del planeta com-partan la ideología materialista occidental, en abso-luto. Se estima que existen entre 6.000 y 10.000 lenguas diferentes en el mundo, aunque más de la

mitad, habladas por pueblos indígenas, son orales, y la mayoría están abocadas a la extinción a causa de las tendencias uniformizadoras impulsadas por una tecnología que alarga sus tentáculos hasta los rincones más remotos.

Por otra parte, es evidente que hay una estrecha correlación entre la diversidad cultural y la diver-sidad biológica; en otras palabras: las regiones con más diversidad biológica son también las que tie-nen más diversidad cultura, y viceversa. A pesar de los genocidios que han sufrido, la proporción mundial de biodiversidad custodiada por pueblos indígenas es todavía muy superior a la que mucha gente se imagina. En realidad, las áreas protegidas más extensas del mundo, desde las junglas de la Amazonia o la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta las tundras boreales canadienses o las estepas del centro de Australia, se han establecido sin ninguno de los clásicos instrumentos de conservación occi-dentales; simplemente, reconociendo los derechos de soberanía territorial a los pueblos indígenas –algunos de ellos todavía no contactados– que custodian estos inmensos territorios de una forma mucho más efectiva que la de cualquier organismo gubernamental que pudiese custodiarlos.

La gran mayoría de las lenguas, entre las que se cuentan las lenguas no occidentales más utilizadas en el mundo, como el chino mandarín, el bengalí o el hindi, no tienen ningún equivalente del con-cepto materialista de naturaleza, sino que dispo-nen de conceptos de un alcance semántico más amplio, más holístico, si se prefiere. Por ejemplo, el concepto prakriti, utilizado en hindi, la lengua más hablada de la India, se aplica a múltiples niveles de realidad, desde el principio metafísico femenino del universo, al nivel más elevado, hasta su manifesta-ción tangible terrestre, lo que nosotros llamamos naturaleza. De hecho, la distinción cartesiana entre el mundo material y el espiritual no existe en la mayoría de las culturas del mundo, que consideran que las realidades espirituales lo impregnan todo y que tanto los seres humanos como la naturaleza y todo el universo comparten las mismas dimensio-nes materiales y espirituales, y donde los vínculos de interdependencia entre unos y otros son siem-pre significativos y, a menudo, decisivos. Por este motivo, los conceptos utilizados por la mayoría de culturas se pueden traducir, de forma aproximada, por «madre», «madre Tierra», «madre que hace posibles todas las cosas», «comunidad de todos los seres vivos, visibles e invisibles», «fuente de todo», «autorregeneración», «ángel» o, incluso, «espíri-tu». Además, las grandes religiones del mundo, que influyen en más de tres cuartas partes de la huma-nidad, o que son seguidas por gran parte de esta población, tienen elaboradas cosmologías y dispo-nen de importantes conceptos bien diferenciados, entre los que destacan el de creación (cristianismo, islam y judaísmo), samsara (budismo), prakriti (hin-duismo) o shan-shui (confucianismo y taoísmo).

De toda esta diversidad de conceptos de la natura-leza deriva una impresionante cantidad de valores,

que van desde los intrínsecos hasta los instrumen-tales, vinculados a los medios de subsistencia, y los funcionales, como los servicios ambientales o ecosistémicos. En cualquier caso, lo importante es que siempre se vinculan a estos conceptos unos sistemas éticos y morales complejos y de gran al-cance. El término cultural debe entenderse aquí en un sentido amplio, que comprende desde la visión del mundo hasta los sistemas de gobernanza, des-de las ciencias y las técnicas tradicionales hasta los códigos éticos o morales. Por estos motivos, se-guramente, ha ganado aceptación el concepto de diversidad biocultural,7 en el marco de unos plan-teamientos basados en criterios éticos y de justicia ambiental y social, que defienden numerosas or-ganizaciones, a las que se ha añadido últimamente la ONU, en su programa medioambiental, aunque sea de forma tímida y un poco contradictoria.8

La imposición de los planteamientos científicos po-sitivistas y materialistas, presentados como la for-ma de pensamiento propia de la economía de mer-cado, unida a la superioridad tecnológica, política y militar, que ha posibilitado el colonialismo –en todas sus modalidades–, no sólo han ocasionado la erosión de los valores intangibles de la natura-leza, sino también la de los conocimientos ecoló-gicos tradicionales, y de las ciencias y las técnicas que se les vinculan, que se transmiten mediante los oficios artesanales.9 A semejanza de otras ciencias no occidentales de la naturaleza, estos oficios tra-dicionales se pierden, o se encuentran amenazados de extinción en muchas partes del mundo, a pesar de la sabiduría que vehiculan, como sucede con los paisajes que ellos mismos ayudaron a conformar y mantener durante siglos.10

Todas estas consideraciones tienen consecuencias muy importantes, y bien tangibles, ya que las ac-ciones humanas dependen, en última instancia, de cómo se concibe la realidad y de las escalas de va-lores que se derivan. Por ejemplo, el hecho de im-pulsar políticas o programas de conservación apo-yados en conceptos técnicos y emocionalmente neutros –como el de biodiversidad– es percibido en muchos lugares del mundo como una imposi-ción cultural, que genera rechazo o desconfianza, en las sociedades u organizaciones que se identi-fican con unas cosmovisiones diferentes.11 Otra consecuencia es la imposibilidad de llevar a cabo traducciones fieles de los principales documentos de organizaciones como la UICN, la UNESCO o la FAO a muchas de las lenguas más utilizadas del mundo, sin transmitir –o imponer, al mismo tiem-po– la visión positivista y materialista propiamente occidental.

La protección de la biodiversidad a partir de valores intangibles

La conciencia de la dimensión espiritual de la natu-raleza, y de sus valores intrínsecos, unida a las rela-ciones de profundo respeto que se derivan, se ha mantenido viva, con grados y matices variables, en todo el mundo, sobre todo en aquellos países o re-

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giones donde todavía prevalecen cosmovisiones no materialistas.12 Un estudio del Fondo Mundial para la Conservación (WWF) titulado Beyond Belief (un juego de palabras que tanto se puede traducir por «más allá de lo que es creíble» como por «más allá de la creencia») ha demostrado las importantes consecuencias que los sistemas de creencias y las religiones tienen para la conservación de la biodi-versidad, con ejemplos y estudios de caso de todo el mundo.13

El estudio de conservación del entorno natural a lo largo de la historia muestra que casi todas las civilizaciones han desarrollado estrategias, a me-nudo diversificadas y efectivas, para conservar la naturaleza, generalmente vinculadas a valores es-pirituales. A escala global, el conjunto de espacios naturales protegidos por el hecho de que se hayan tenido por sagrados es tan importante y extenso, en determinados países o regiones, como lo es el conjunto de los espacios naturales legalmente pro-tegidos por sus valores ecológicos. En todos los ecosistemas del mundo, terrestres y marinos, se encuentran espacios o paisajes sagrados vinculados a comunidades locales que velan por su salvaguar-da desde hace generaciones.

En relación con los valores intangibles de las espe-cies, la situación es mucho menos conocida todavía pero, sin embargo, de una gran complejidad. La UICN estima que más de 750 especies conocidas se han extinguido recientemente y 65 más se con-servan en cautividad o cultivadas, pero el núme-ro de las especies extinguidas desconocidas debe de ser, probablemente, dos órdenes de magnitud superior. Ahora bien, casi todas las religiones del mundo consideran sagradas algunas especies, moti-vo por el que son tratadas con gran respeto, lo que no significa que no puedan ser utilizadas; de hecho, la gran mayoría de especies sagradas lo son, ya sea con finalidades rituales, ceremoniales, medicinales o como alimento. Muchas sociedades dependen de estas especies sagradas para su existencia. Éste es el caso, por ejemplo, del arroz en Japón, del taro en Hawai, del reno entre los nenets del noreste de Europa o del bisonte que sostenía a las tribus de las grandes praderas norteamericanas hasta que sucumbieron víctimas del genocidio disfrazado de «destino manifiesto».

Un estudio realizado sobre 75 especies sagradas representativas, animales, plantas y setas, consta-tó que la alta estima que tienen los valores espiri-tuales hace que las comunidades analizadas hayan desarrollado y mantenido prácticas eficaces para la salvaguarda de estas especies. No obstante, la pro-tección tradicional no siempre es suficiente ante las nuevas amenazas o presiones frente a las que estos pueblos se encuentran impotentes para responder. Por este motivo, 9 de las 33 especies de la fauna y 2 de las 36 especies de la flora consideradas sagradas que fueron analizadas se encontraban amenazadas de extinción, con repercusiones sociales y cultura-les muy negativas. También se constató que el culti-vo de plantas sagradas en jardines de templos, san-

tuarios o cementerios ha permitido salvar distintas especies de la extinción, como el árbol ginkgo.14

Reconocimiento internacional de los valores intangibles

El reconocimiento internacional de los valores in-tangibles de la biodiversidad empezó poco después de la introducción del concepto en las políticas medioambientales internacionales, a través de un ambicioso proyecto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que dio lugar a dos congresos internacionales y generó la obra Cul-tural and Spiritual Values of Biodiversity (cuyo título se traduciría al castellano como Valores culturales y espirituales de la biodiversidad), publicada en 1999.15 En el prefacio, Klaus Töpfer, director ejecutivo en aquel momento del programa, concluye que «de-bemos decidirnos a tejer las costumbres que sos-tienen la vida en todas las sociedades del mundo en un tejido resiliente que protege la santidad de toda forma de vida».

En los años transcurridos desde entonces, el reco-nocimiento de los valores intangibles de la biodi-versidad ha ido aumentando, de forma lenta pero continua, en las políticas internacionales vinculadas a la conservación de la naturaleza. A continuación se destacan algunos hechos significativos.

En el 2001, la UNESCO aprobó la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, que tiene importantes implicaciones en cuanto a los sistemas de valores. Al año siguiente, la Conferencia de las Partes de la Convención de Ramsar aprobó una resolución sobre los valores culturales de las zonas húmedas.

En el V Congreso Mundial de Espacios Natura-les Protegidos de la UICN, celebrado en Durban (Sudáfrica) en el 2003, una nutrida representación de pueblos indígenas del mundo expusieron una crítica muy argumentada a los planteamientos oc-cidentales de conservación de la naturaleza, a la vez que denunciaban las terribles injusticias que habían sufrido como consecuencia de la creación de parques nacionales y grandes reservas de fauna salvaje, en aplicación del desventurado «modelo Yellowstone».16 De resultas de esto, el congreso aprobó las primeras recomendaciones para inte-grar los valores culturales y espirituales en las es-trategias, la planificación y la gestión de los espacios naturales protegidos, y se dinamizó un grupo de trabajo sobre los valores espirituales y culturales de los espacios naturales protegidos, dentro de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas, del que surgió una iniciativa centrada en los países tecnoló-gicamente desarrollados, la Iniciativa Delos, que se ha desplegado principalmente en Europa.17

En el mismo 2003, la UNESCO aprobó la Conven-ción para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, que se había demostrado necesaria al constatar que la aplicación del concepto de patri-monio cultural, por ejemplo en la sección de los

lugares de patrimonio mundial, había quedado re-ducida a su dimensión material, a causa del mismo cariz materialista que había afectado al patrimonio natural. Por otra parte, organizó un taller interna-cional sobre la significación de los espacios natura-les sagrados en la conservación de la biodiversidad en la Reserva de la Biosfera de Kun Ming y Xis-huangbanna (China).

En el 2004, la Secretaría del Convenio para la Di-versidad Biológica aprobó unas directrices para la elaboración de evaluaciones de impacto ambiental, cultural y social en espacios sagrados o aguas ocu-padas tradicionalmente por pueblos indígenas.18 En las últimas conferencias de las partes celebradas, los aspectos vinculados a los valores intangibles de la biodiversidad han ido adquiriendo relieve.

En el año 2005, la ONU y la UICN organizaron en Tokio un simposio internacional sobre el papel que los lugares sagrados tienen en la conservación de la biodiversidad biológica y cultural del mundo, que da lugar a una declaración y una publicación sobre el tema.

En el año 2007, después de años de encarnizadas discusiones, la ONU aprobó la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, que tiene ex-tensas repercusiones en relación con el tema de este artículo. Al mismo tiempo, la UICN inició un proceso de redefinición de los espacios naturales protegidos y sus categorías de conservación –unos patrones respecto a los cuales se pueden compa-rar todas las figuras de protección de espacios na-turales que hay en el mundo–. En la cumbre que tuvo lugar en Almería el mismo año se reconoció la existencia de espacios naturales sagrados en todas las categorías de espacios naturales protegidos en todo el mundo, así como la diversidad de sistemas de gobernanza, que superan el estereotipo de los parques creados por los gobiernos. En consecuen-cia, la nueva guía para la categorización de espacios naturales protegidos de la UICN ya reconoce que los espacios naturales protegidos, además de con-servar a largo plazo la naturaleza, también deben velar por conservar los «valores culturales a ella asociados», considerar la modalidad de gobernan-za y reconocer los valores intangibles –sagrados, cuando proceda– de la naturaleza, en todas las categorías.19

En el año 2008, en el marco del Congreso Mun-dial de la Naturaleza de la UICN en Barcelona, se desarrollaron un gran número de actividades relacionadas con los valores intangibles de la na-turaleza, entre las que destaca la presentación de las directrices de la UICN-UNESCO para gestores de espacios naturales protegidos en lugares sagra-dos, centradas en culturas indígenas.20 En la última Asamblea General de la UICN, celebrada a con-tinuación, se aprobó una resolución que admite, por primera vez, la «necesidad de reconocer los distintos conceptos y valores de la naturaleza», así como «la conveniencia de impulsar acciones para conseguir esta finalidad, que incluyan y reflejen

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prácticas y tradiciones que estén arraigadas en la cultura y en los valores culturales de la diversidad de los pueblos del mundo».

Todos estos hechos destacados han tenido una incidencia positiva en las grandes organizaciones internacionales vinculadas directa o indirectamen-te a la conservación de la biodiversidad, que, con mayor o menor interés, han ido integrando los valores intangibles y los conocimientos ecológicos tradicionales en sus programas de trabajo. Aunque en muchos casos esto no ha dado lugar a instru-mentos vinculantes, su influencia ya es considerable y va creciendo, a pesar de las formidables resisten-cias que oponen las políticas sectoriales que mayor impacto económico y ambiental tienen, como las energéticas, extractivas, agrícolas, pesqueras o tu-rísticas.

Lo mismo podría decirse a escala estatal. Los va-lores intangibles de la biodiversidad han ido alcan-zando reconocimiento en las políticas, estrategias, normas y planes de conservación en bastantes países, algunos ricos, como Australia o Canadá, y otros en transición, como México o la India, y un grupo numeroso de países empobrecidos y que presentan una gran diversidad, como Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador o Bután, muy creativos en este sentido. Bolivia, por ejemplo, ha sido el pri-mero en dar fuerza legal a los derechos de la Pacha Mama (madre Tierra). En la Amazonia colombiana y peruana se han desarrollado algunas de las estra-tegias interculturales de conservación de la natura-leza más serias y efectivas que existen. En relación con la India, en palabras de un influyente activista con larga experiencia en áreas de conservación comunitarias, «nadie te toma en serio si en una campaña conservacionista no esgrimes argumen-tos religiosos».21

Se podrían añadir iniciativas transfronterizas de gran entidad. Sirva el ejemplo de la Iniciativa del Paisaje Sagrado del Kailash, presentada en Katman-dú en el año 2009 con el apoyo del PNUMA y del ICIMOD, entre otros, que comprende un extenso ámbito territorial del Tíbet (China) y ámbitos ad-yacentes de Nepal y de la India. El monte Kailash es venerado por más de mil millones de personas: hindúes, budistas, jainistas, bon poo y sijs, principal-mente, y es destino de peregrinajes desde épocas prehistóricas.

El caso de Europa

La concepción de la naturaleza abierta a los niveles espirituales fue común entre los pioneros de la con-servación de la naturaleza en el mundo occiden-tal. En América del Norte, los promotores de los parques nacionales esgrimían siempre los valores morales y espirituales, al lado de los naturales. El ideario de los filósofos trascendentalistas de Nue-va Inglaterra, como John Muir, encontró un buen aliado en la espiritualidad indígena norteamericana, que sitúa a la naturaleza en un lugar análogo al que la revelación y los santuarios tienen en las grandes

religiones históricas. Así, se popularizó la idea de que los espacios naturales protegidos eran «san-tuarios naturales», un término recogido en muchas legislaciones de todo el mundo, que muestra que son los equivalentes modernos de los espacios na-turales sagrados de antaño. A estos lugares, mu-cha gente iba, y todavía va, con la esperanza no de «hacer salud», como decimos en Cataluña, sino de conseguir una «regeneración espiritual y anímica». Este lenguaje, corriente en los países de cultura an-glosajona, báltica o escandinava, ha dado lugar a importantes programas sociales en espacios natu-rales protegidos, por ejemplo Australia o Sudáfrica.

En Europa occidental fue similar, pero por razones que ahora no nos corresponde analizar, aquella visión de los primeros conservacionistas fue aban-donada después de la segunda guerra mundial en favor de unos planteamientos científico-técnicos que, con el paso de los años, han acabado mono-polizando el discurso conservacionista. Lo demues-tra, por ejemplo, el hecho de que la red Natura 2000, la política de conservación de la naturaleza más importante que se ha impulsado en la Unión Europea, se haya limitado a los aspectos materiales del patrimonio natural, con unos planteamientos exclusivamente técnicos.

Sin embargo, la historia es elocuente. La mayoría de paisajes europeos han estado impregnados de valores espirituales desde la prehistoria y aparecen restos de santuarios naturales en todo el mundo. Las cosmovisiones de los pueblos protourálicos, germánicos, vikingos o celtas no difieren demasia-do de las de los iberos, tártaros, dacios o helénicos. Las antiguas cosmovisiones chamanistas, animistas o teofánicas han perdurado entre las comunidades indígenas del norte de Europa hasta el presente y también, con grados variables de integridad, en numerosas comunidades rurales que han perma-necido al margen de las tendencias modernas, por ejemplo en los Cárpatos. Aunque el cristianismo combatió los antiguos «paganismos», las iglesias cristianas orientales, y un poco menos, la Iglesia la-tina, no dudaron en incorporar un gran número de lugares naturales sagrados y peregrinajes, de forma que la continuidad de la protección otorgada a los espacios sacralizados en civilizaciones precristianas fue más la norma que la excepción.

Es digno de mención que en los últimos años se hayan llevado a cabo en Europa –cuna del antro-pocentrismo y el materialismo– distintos congresos y talleres internacionales dedicados a examinar los valores intangibles de la naturaleza, unos valores que han empezado a entrar, de forma tímida pero progresiva, en la agenda de los organismos con res-ponsabilidades en la materia, como lo evidencian los siguientes ejemplos.

En el 2006 se celebró el primer seminario de la Iniciativa Delos (Comisión Mundial de Áreas Pro-tegidas) en Monstserrat, con el apoyo del Patro-nato de la Muntanya de Montserrat, del Depar-tamento de Medio Ambiente y Vivienda y de la

Fundación Territori i Paisatge. Al año siguiente, el segundo seminario de la Iniciativa se llevó a cabo en Ouranoupolis, junto al único Estado monástico del mundo, establecido hace más de un milenio en el noreste de Grecia, en el que se mantiene viva la cultura bizantina y se conservan algunos de los mejores ecosistemas litorales y forestales del Me-diterráneo.22

En el año 2008, el Ministerio de Cultura de Estonia impulsó el plan «Lugares naturales sagrados de Es-tonia: estudio y mantenimiento 2008-2012» a ins-tancias de la organización Maavalla Koda. Estonia es uno de los países europeos donde las antiguas tra-diciones de la naturaleza se han conservado mejor, hasta el punto de que se estima que se conservan unos 2.500 espacios naturales sagrados; de estos, unos 500 son bosques sagrados (hiis) de gran im-portancia no sólo porque representan un patrimo-nio natural y cultural, sino también por su papel en la identidad colectiva.

En el 2009, el Programa MedWet de la Convención de Ramsar organizó un taller dedicado al enfoque integrado de los aspectos naturales y culturales de las zonas húmedas, en los lagos de Prespa (Grecia, Albania y Macedonia). El mismo año, la Agencia Federal para la Conservación de la Naturaleza de Alemania y la Federación Europarc organizaron otro taller, «La comunicación de valores y bene-ficios en los espacios protegidos de Europa», en la isla báltica de Vilm, donde se examinaron los valores espirituales de los espacios protegidos eu-ropeos y las estrategias de comunicación de los valores espirituales en espacios donde habitan co-munidades monásticas cristianas.

Este año (2010) se ha llevado a cabo el tercer semi-nario de la Iniciativa Delos al lado del lago Aanaar, donde se encuentra la isla sagrada de Ukkonsaari, en la Laponia finesa, con apoyo de Metsähallitus y del Ministerio de Medio Ambiente de Finlandia. Aparte de los temas vinculados a los indígenas sami, se han tratado las directrices para los espacios na-turales sagrados vinculados a las grandes religiones del mundo. Un mes antes, el Gobierno de la región de Arjángelsk (Rusia) había organizado el VI Fórum de Contacto Internacional sobre la Conservación de los Hábitats de la Región Euroártica de Barents, junto con instituciones rusas y escandinavas, en el que se presentaron diez ponencias sobre las siner-gias entre el patrimonio natural y el espiritual. Sin embargo, los valores intangibles de la naturale-za abarcan otros aspectos que, para las sociedades europeas contemporáneas, pueden tener tanta o más significación, como lo demuestran los dos ejemplos siguientes.

En Finlandia, uno de los países que tiene el nivel educativo más alto y que cuenta con las políticas de conservación de la naturaleza más efectivas de Europa, se han inventariado 42 lagos, 26 colinas, 18 estanques, 15 ríos, 11 bahías y 9 montañas que tienen el prefijo pyhä (santo o sagrado), entre los

FLos valores intagibles de la diversidad biológicaJosep Maria Mallarach Carrera

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que se cuentan tres parques nacionales: Pyhätun-turi, Pyhä-Häkki y Pyhäkero. Además, se han des-crito unos 200 espacios naturales con topónimos dotados del prefijo hiisi o del genitivo hiiden, que se refieren a rocas de sacrificios,23 reflejo claro de una visión religiosa del mundo natural que todavía perdura, aunque fragmentariamente, en Laponia. Ahora bien, ¿qué significación tienen los valores intangibles de la naturaleza para la población ac-tual finesa, una de las más secularizadas de Europa? Cuando la agencia responsable preguntó a los visi-tantes de los parques qué es lo que más les atraía de la naturaleza, la respuesta más frecuente no fue la biodiversidad, ni la observación de especies ca-rismáticas de la flora o la fauna, sino la búsqueda de una experiencia de paz, armonía y silencio.24

El otro ejemplo proviene de Inglaterra. A la hora de revisar los planes de gestión de dos parques na-cionales (equivalentes a los parques naturales de Cataluña), establecidos hace casi cincuenta años, el de North York Moors y el de Yorkshire Dales, los procesos de participación pública priorizaron dos objetivos, que no son la conservación de especies raras o amenazadas, sino la experiencia de soledad y la belleza... nuevamente dos valores intangibles. Y esto se da en un país a la vanguardia en el estudio de la naturaleza, donde el nivel social de conoci-miento de la fauna y la flora es de los más altos de Europa.

Nuestro contexto más cercano

Las políticas de conservación modernas arrancan a principios del siglo pasado en el Estado español. El senador Pedro Pidal impulsó la primera Ley espa-ñola de parques nacionales en 1916, y al amparo de ésta, él mismo promovió los dos primeros parques nacionales, Covadonga y Ordesa, dos años más tarde. La ley que creó el primer parque nacional celebraba el decimosegundo centenario de la anti-gua batalla de Covadonga, para poner de relieve el valor espiritual y simbólico de aquella mítica cuna de la reconquista, que se veía de forma análoga a la nueva «reconquista» de la naturaleza que se quería impulsar frente a los procesos deletéreos provoca-dos por la industrialización.25

Posteriormente, a semejanza de lo ocurrido en otros países europeos, la conservación de la natu-raleza se decantó gradualmente hacia los valores del patrimonio natural, hasta que, como resultado de los desarrollos internacionales descritos ante-riormente, llegó el momento, en el año 2005, en el que el reconocimiento de los valores intangibles se volvió a debatir, en esta ocasión en el marco de la sección española de Europarc. Fruto de estos de-bates, en los congresos del 2005 y 2006 se adop-taron sendas recomendaciones en este sentido.26 Sin embargo, además de los organismos oficiales, hay distintas organizaciones privadas que traba-jan en esta línea, entre las que debe destacarse la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que en su publicación Agendaviva plantea diálogos sobre los grandes retos de la conservación con filósofos,

artistas y científicos de primer orden, buscando la convergencia entre la cultura rural tradicional y las nuevas disciplinas científicas, como la ecología y la biología de la conservación.27

En Cataluña, a principios del siglo pasado, la visión de la naturaleza que prevalecía entre la minoría de personas cultas preocupadas por la conservación de la naturaleza era similar a la que había en otros lugares. El positivismo materialista todavía no do-minaba en este campo. La Institución Catalana de Historia Natural, fundada poco antes (1899), esta-ba influida por los principios idealistas y metafísi-cos de la Naturphilosophie alemana, y los grandes naturalistas de aquel momento eran religiosos o laicos con profundas convicciones religiosas. En el campo de la geología, destacan el mosén Bataller o el canónigo Almera, y en el de la botánica y la or-nitología, Estanislau Vayreda. Asimismo, muchos de los mejores pintores paisajistas, como los maestros de la escuela de Olot, tenían una visión espiritual de la naturaleza, en sintonía con los más grandes poetas de la época, como Verdaguer o Maragall, que difundieron una visión de la naturaleza abierta a la trascendencia, cuyo influjo ha perdurado en sus obras.

Estas circunstancias explican que en las propues-tas de conservación de la naturaleza, los valores patrióticos, simbólicos, filosóficos o espirituales tu-viesen siempre un papel preponderante. En efecto, la primera propuesta de parque nacional en el Es-tado fue la de la «montaña santa» de Montserrat; su promotor, el ingeniero de montes R. Puig i Valls, afirmaba en 1902 que «esta joya de la naturaleza» era «un ideal para el devoto, una maravilla para el naturalista, un prodigio para el creyente y un monumento para el patriota». Asimismo, cuando J. Gelabert –sacerdote, naturalista y pintor de pai-sajes– solicitó quince años más tarde la declaración de parque nacional para el Bosc de Tosca y para el conjunto de los volcanes de Olot, lo justificaba, también, por motivos «religiosos, estéticos y cien-tíficos».

Sin embargo, Cataluña no quedó al margen de la tendencia general europea, de forma que los valo-res intangibles de la naturaleza se vieron progresi-vamente marginados, hasta el punto de no figurar en la declaración del primer parque nacional, el de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, en el año 1955, en plena dictadura franquista. Igualmente, se ignoró en el establecimiento del primer par-que natural, el de Sant Llorenç del Munt y L’Obac, promovido por la Diputación de Barcelona en el año 1972. Siguiendo esta tendencia, el actual sis-tema de espacios naturales protegidos, aprobado en 1992, se centró en la protección del patrimonio natural. En los pocos casos en los que la protección de un espacio natural se consideraba algún valor cultural, se limitaba a los componentes patrimonia-les históricos o arquitectónicos, entendidos como complementos de los valores naturales, que siem-pre eran tenidos por determinantes.

En los últimos años, de resultas de los desarrollos indicados anteriormente, las cosas han empezado a cambiar. Así, el Parque Natural de la Serra de Montsant aprobó una estrategia para incorporar sus ricos valores culturales y espirituales en todas las dimensiones de su planificación y gestión,28 mientras que el Parque Natural de El Montseny abordó el estudio del patrimonio cultural intangi-ble a fin de salvaguardarlo. Dentro del sector priva-do, la Obra Social de Caixa Catalunya, a través de la Fundación Territori i Paisatge, ha apoyado planes de gestión como los del santuario de Santa Maria de l’Ecologia, en Gallifa, o el del monasterio budista tibetano de El Garraf, que integra la cosmovisión budista con la de la ecología.

Lo mismo ha sucedido en las políticas de protec-ción de especies, que se han desarrollado basán-dose en criterios de la biología de la conservación y de la ecología, sin considerar el significado y los valores que las especies tienen, o han tenido, a lo largo de la historia en nuestra sociedad. El caso del águila perdicera es emblemático; a pesar de los ex-traordinarios significados culturales y espirituales que tiene el águila en nuestra cultura, a ninguna de las organizaciones que se han esforzado por salva-guardar esta especie amenazada de extinción se le ha ocurrido referirse a ellos para reforzar sus mensajes.

Sólo en el caso de las políticas de paisaje se han considerado los valores intangibles, principalmente los de carácter histórico, literario y estético, por ejemplo en los catálogos de paisaje, pero su rela-ción con la biodiversidad, tal y como se están desa-rrollando en Cataluña, es bastante indirecta y sus efectos, en cualquier caso, si los hay, no se podrán ver hasta de aquí a bastantes años.

A modo de recapitulación

Desde el solemne «Aviso a la humanidad» de 1992, los grandes foros científicos han pedido siempre apoyo a los que reconocen otros valores de la naturaleza, especialmente a los líderes religiosos tanto de las grandes religiones mundiales como de las tradiciones indígenas. La mayoría de los grandes geólogos, biólogos o ecólogos no son utilitaristas; más bien al contrario, maravillados ante los miste-rios y la belleza inagotable de la naturaleza, reco-nocen con modestia que la ciencia y la tecnología modernas –huérfanas como están de valores– no tienen la clave para resolver los formidables retos que plantea la conservación de la biodiversidad.

La experiencia acumulada desde la Cumbre de Río ha evidenciado que no se podrá detener la pérdida global de biodiversidad con los instrumentos y los mecanismos convencionales, aunque todos pueden ayudar. En palabras de Lawrence Hamilton, emi-nente biólogo y ex vicepresidente de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN, «No se-rán los ecologistas, los ingenieros, economistas o científicos de la Tierra los que salvarán la nave te-rrestre, sino los poetas, los sacerdotes, los artistas

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FLos valores intagibles de la diversidad biológicaJosep Maria Mallarach Carrera

y los filósofos».29 Ramon Margalef, el ecólogo más reconocido de nuestro país, insistía, poco antes de morir, en la necesidad de «ver la naturaleza con reverencia o con espíritu religioso», y a pesar de reconocer que «esto ahora se lleva poco», insistía en que estaba convencido de que esta visión reve-rencial debía residir «en la base de una ética que mueva a la gente».

La conservación de la biodiversidad es demasiado importante para dejar que dependa, únicamente, de un conjunto de valores utilitaristas que, en este particular momento de la historia, se da el caso de que prevalecen en una parte de la población del mundo –la misma que ha desarrollado una tecnolo-gía capaz de destruirla para siempre–. Los valores materialistas occidentales son cuestionados en to-das partes –dentro y fuera de Occidente– y desde el punto de vista ético tienen errores y limitaciones muy notorios. En vez de confiar en una base tan precaria, ¿no sería más razonable inspirarse en una visión más amplia, que hunda sus raíces en los valo-res más universales y perdurables de la humanidad?

La globalización ha aportado valiosas lecciones de todo tipo. El análisis del colapso de las civilizaciones pretéritas de las que hay constancia histórica ha evidenciado que las civilizaciones más sostenibles son las que más respetuosas han sido con su en-torno, y que su respeto se ha fundamentado en unos valores intrínsecos, en última instancia espiri-tuales. Por este motivo, los sistemas de valores más resilientes, que han perdurado milenios y han de-mostrado su adecuación a la realidad, estén donde estén, deberían merecer no sólo nuestro respeto, sino también nuestra más atenta consideración. ¿Dónde, si no, podremos encontrar las claves para enderezar las tendencias insostenibles a las que es-tamos abocados?

Urge, por lo tanto, superar los planteamientos su-perficiales que habían querido reducir la naturaleza a su dimensión material, y recuperar una visión más completa, que en nuestro contexto deberá referir-se a los valores de los pioneros de la conservación del siglo pasado, enriquecida con los elementos comunes a las grandes tradiciones espirituales y sapienciales de la humanidad, con un lenguaje ve-raz que apele a los valores intrínsecos que todavía siguen vivos en el interior de nuestra sociedad, a pesar de las apariencias contrarias. A la hora de la verdad, todos los discursos de los desarrollistas progresistas, con sus desmesuradas proyecciones de crecimiento, de acumulación indefinida de ri-queza, confiados en argucias tecnocráticas, topan con los límites de la biosfera, y se estrellan contra las elegantes pero implacables leyes de la naturale-za. Ante la incertidumbre de los escenarios futu-ros, y las angustias de las crisis sistémicas que nos asedian por todas partes, los sabios de las culturas más diversas coinciden en recordarnos –con sere-no realismo– que será la naturaleza la que tendrá la última palabra, y que sólo las sociedades que se fundamenten en valores verdaderos, armónicos con las leyes naturales, podrán perdurar.30

1 european environMental agency. Progress towards the Eu-ropean 2010 Biodiversity Target – indicator fact sheet, 2009.

2 Lo documenta el informe La responsabilidad exterior de la economía y la sociedad catalanas sobre la biodiversidad global, elaborado por el Observatorio de la Deuda de la Globalización, Cátedra UNESCO de Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Cataluña (2009). Dirección General de Patrimonio Natural de la Generalitat de Ca-talunya.

3 El filósofo Jordi Pigem lo plantea elocuentemente en su libro La bona crisi (2009).

4 Falgarona, J. Los valores inmateriales en las estrategias de espacios naturales protegidos. ¿Inclusión o exclusión? Actas del Congreso de Europarc-España 2005, Cangas de Nar-cea, 2006.

5 Para una exposición detallada, véase la obra del físico, fi-lósofo y metafísico seyyeD hossein nasr. Religion and The Order of Nature, New York University Press, 1994.

6 Véase huston sMith. Forgotten Truth. The Common Vision of the World’s Religions, Harper & Collins Publishers, San Francisco, 1977. Traducción castellana: La verdad olvidada.

7 loh j.; harMon D. «A global index of biocultural diversi-ty», Ecological Indicators, vol. 5: 3, pp. 231-241, 2005.

8 Debe destacarse Terralingua, http://www.terralingua.org/html/home.html.

9 Véase, por ejemplo, BerKes, F. Sacred Ecology; Traditional ecological knowledge and resource management, Taylor & Francis, Filadelfia, 1999.

10 Mallarach, J. M. (ed.). «Protected Landscapes and Cultural and Spiritual Values», Values of Protected Landscapes and Seascapes Series, n.º 2, IUCN, WCPA, Fundació Obra So-cial Caixa Catalunya & GTZ, 2008.

11 PalMer, M.; Finaly, V. Faith in Conservation. New Approaches to Religions and the Environment, The World Bank, 2003.

12 Véase OlDMeaDoW, H. «The Firmament Sheweth His Handiwork: Re-awakening a Religious Sense of the Na-tural Order». En: McDonalD, Barry (ed.). Seeing God Everywhere: Essays on Nature and the Sacred, Bloomington, Ind., World Wisdom, Inc., pp. 29-51, 2003.

13 DuDley, n.; higgings-zogiB, l.; Mansourian, S. Beyond Be-lief: Linking faiths and protected areas to support biodiversity conservation, World Wildlife Fund for Nature, Equilibrium and Alliance of Religions and Conservation, 2005. El no-veno capítulo contiene recomendaciones para conjugar las necesidades de las religiones con la conservación de la biodiversidad, mientras que el décimo presenta las conclusiones. Además de éste, se han publicado muchos otros trabajos de gran calidad, sean telemáticos –entre los que destaca el que Edwin Bernbaum dedicó a las mon-tañas sagradas, Sacred Mountains of the World, California, University of California Press, 1997–, o de ámbitos geo-gráficos concretos, como el de Juris Urtâns, Ancient cult sites of Semigallia, Riga, Nordik, 2008.

14 Mcivor, a.; pungetti, g. (en prensa) «The conservation status of sacred species: a preliminary study», Sacred Sites

and Sacred Species, Cambridge University Press, Cambrig-de, Reino Unido. Publicación de un congreso organizado por el Cambridge Centre for Landscape and People de la Universidad de Cambridge, en el año 2007.

15 Obra colectiva, basada en dos congresos internacionales celebrados en las universidades de Reading (Reino Unido, 1996) y Leiden (Países Bajos, 1997). La publicación final, coordinada por Darrell A. Posey con el título de Cultu-ral and Spiritual Values of Biodiversity, fue financiada por la Global Environmental Facility.

16 Mallarach J. M. «Parques nacionales versus reservas in-dígenas en los EE.UU.: un modelo en cuestión», Ecología Política, núm. 10, p. 25-34, 1996.

17 Mallarach, j. M.; papayannis t. (en prensa) «Sacred natural Sites in technologically developed countries. Reflexions from the Delos Initiative». B.verschuuren, B., WilD r.; Mc-neely j.; ovieDo G. (ed.) Sacred Natural Sites: Conserving Nature and Culture, Earthscan, 2010. En la web www.med-ina.org/delos se puede encontrar una explicación sobre sus objetivos, la metodología, los estudios de caso, semi-narios internacionales y las declaraciones realizadas. Véase también harMon, D.; putney A. The Full Value of Parks: From Economics to the Intangible, Rowman and Lichfield Publis-hers, 2003.

18 secretariat of the convention on Biological Diversity. Akwé: Kon Voluntary Guidelines for the Conduct of Cultural, Environmental and Social Impact Assessment regarding De-velopments Proposed to Take Place on, or which are Likely to Impact on, Sacred Sites and on Lands and Waters Traditiona-lly Occupied or Used by Indigenous and Local Communities, Montreal, 2004.

19 DuDley, N. (ed.). Guidelines for Applying Protected Area Ma-nagement Categories, Gland, Suiza, IUCN, 2008.

20 WilD, r.; McleoD, C. (ed.). Sitios Naturales Sagrados: Di-rectrices para Administradores de Áreas Protegidas, Serie Directrices sobre Buenas Prácticas en Áreas Protegidas UICN, 16. Gland, Suiza, 2008 (2009 para la traducción castellana, en línea).

21 Declaración de Ashish Kothari, entonces coordinador del TILCEPA, de la Comisión de Políticas Ambientales, Socia-les y Equidad de la UICN, en una reunión de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas realizada en Ciudad del Cabo, 2008.

22 Mallarach, j. M.; papayannis, t. (ed.). Nature and Spirituality. Proceedings of the 1st Workshop of the IUCN WCPA Delos Initiative. IUCN & Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2007. papayannis, t.; Mallarach, J. M. (ed.). The sacred di-mension of protected areas. Proceedings of the Second Wor-kshop of The Delos Initiative. Ouranoupolis 2007. IUCN Med-INA, 2010.

23 Rauno Vaisänen, director del Servicio de Patrimonio Na-tural de Metsahällitus. Ponencia presentada en el tercer taller de la Iniciativa Delos, realitzado en Aanaar/Inari (Fin-landia, 2010).

24 Yrjö Norokorpi, Metsahällitus. Ponencia presentada en el VI Contact Forum on Habitat Conservation in the Ba-rents Region, en Arjángelsk (Rusia, 2010).

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25 Véase el análisis de santos casaDo «The Reenchantment of Nature. Spiritual Values and the History of Protected Areas in the Spanish Experience», en: Mallarach, J. M. (ed.) Nature and Spirituality. Proceedings of the First Works-hop of the Delos Initiative. IUCN & Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2007.

26 garcía varela, J. «Los valores inmateriales de la Natura-

leza». En: Actas del 11 Congreso Europarc-España: Comu-nicar los beneficios de los espacios naturales protegidos a la sociedad, Cangas del Narcea, 8-12 de junio del 2005. Fun-dación Fernando González Bernáldez, Europarc-España, 2006.

27 La web http://www.felixrodriguezdelafuente.com/index fa-cilita numerosos recursos y propuestas creativas.

28 El estudio de la Asociación Silene recomendó trece me-

didas, entre las que se encuentra la expansión del espacio natural protegido, distintas mejoras referentes al uso pú-blico, la educación y la gestión, y la integración eficaz de valores naturales, culturales y espirituales dentro del par-que. Una vez consensuadas con la dirección del parque, fueron aprobadas por unanimidad en el pleno de la Junta Rectora del año 2008.

29 haMilton laWrence (ed.). Ethic, Religion and Biodiversity, 1993. Entre las aportaciones que contiene destaca el plan de acción que, sobre estos mismos ejes, propone J. Ro-nald Engel, entonces responsable del grupo de trabajo sobre ética, cultura y conservación de la UICN.

30 La mayoría de los documentos indicados en este artículo sobre los valores intangibles de la naturaleza se encuen-tran accesibles a través del centro de documentación en línea de la Asociación Silene (www.silene.es).

El mantenimiento de la agrobiodiversidad Mònica Vidal Bezio Bióloga. L’ERA, Espai de Recursos Agroecològics

La agrobiodiversidad es el resultado de nuestra evo-lución sociocultural a lo largo de los últimos 10.000 años: un conjunto de material genético de plantas cul-tivadas y razas domesticadas que los humanos hemos seleccionado durante miles de años, además de todos los elementos culturales, económicos y sociales que están relacionados y que constituyen las raíces y el fundamento de cada sociedad. Este proceso evolutivo ha dado lugar a un extensísimo número de variedades y razas locales adaptadas a las condiciones f ísicas, biológicas y culturales específicas de cada zona, así como a una infinidad de conocimientos, sistemas y tradiciones sobre su cultivo, cría, manejo, conservación y aprovechamiento. .

Hasta hace unos setenta años, la agrobiodiversidad fue aumentando y adaptándose a las condiciones y necesidades cambiantes de cada zona. En aquel momento se inició la llamada erosión genética, es decir, la pérdida rápida y progresiva de agrobiodi-versidad (véase la tabla 1). El motivo de esta pérdi-da fue la progresiva imposición de unas pocas semi-llas y razas comerciales, por encima de las locales, asociadas a una agricultura industrial. Se trata de variedades y razas seleccionadas de acuerdo con la productividad, la homogeneidad y la adaptación a unas condiciones de cultivo o cría muy intensivas, es decir, la concentración de individuos, y el uso elevado de fertilizantes o piensos concentrados y de productos sanitarios.

Debe decirse que el uso generalizado de las varie-dades y las razas comerciales, dentro de lo que se llamó revolución verde, o tecnificación e industriali-zación de la agricultura, ha comportado un elevado incremento de la producción de alimentos, pero también consecuencias nefastas sobre los ecosiste-mas: pérdida de materia orgánica y desestructura-ción y erosión del suelo, degradación y abandono de zonas donde es más difícil el cultivo de forma intensiva, y contaminación de suelos y acuíferos a causa del uso generalizado, y en ocasiones abusivo, de fertilizantes y productos químicos.

Si bien es necesario asegurar una producción de alimentos suficiente para alimentar a la población, mantener la agrobiodiversidad es importante por los siguientes motivos: - Representa un legado genético, cultural, econó-

mico y social generado durante miles de años. - La pérdida de variabilidad genética limita la ca-

pacidad de respuesta ante nuevas necesidades y un incremento de la vulnerabilidad de nuestros cultivos y ganados ante cambios ambientales o la aparición de nuevas plagas o enfermedades. Asimismo, limita las posibilidades de nuevas se-lecciones, usos, etc. Desde la antigüedad, los pue-blos han preservado semillas y animales adapta-

A LA MIRADA AGRÍCOLA

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AEl mantenimiento de la agrobiodiversidadMònica Vidal Bezio

dos a su medio a fin de asegurar la supervivencia alimentaria de la población.

- Las variedades y las razas locales constituyen una maravillosa fuente de sensaciones organolépti-cas, nutrientes, elementos culturales asociados, etc. que no está presente en las variedades co-merciales.

- Las variedades y las razas locales presentan ge-neralmente una adaptación a las condiciones específicas de cada zona muy superior a la de variedades comerciales, por lo que, en la mayo-ría de los casos, necesitan una cantidad inferior de nutrientes, agua, alimentos concentrados y productos sanitarios. Se trata, en consecuencia, de individuos más rústicos muy adecuados para la agricultura ecológica. El uso de estas varieda-des puede ser fundamental para una agricultura sostenible, ya que se desarrollan en condiciones menos intensivas y, por lo tanto, no alteran tanto el agrosistema, sino que, por el contrario, le pro-porcionan estabilidad.

- Las razas locales son muy útiles como herra-mientas de gestión del medio, puesto que su rusticidad las hace muy aptas para el pastoreo de sotobosque, matorrales, etc. y, por lo tanto, para la prevención de incendios forestales. Asimismo, su rusticidad les permite adaptarse a medios con duras condiciones donde las razas comerciales tendrían muchas dificultades para sobrevivir.

- Las razas locales pueden ser de gran ayuda para el trabajo en el campo, por ejemplo en la tracción animal y, de forma indirecta, en el control y la protección de los rebaños; esta es, por ejemplo, la función de los gossos d’atura o de los mastines de los Pirineos.

- El agricultor puede reproducir o multiplicar las variedades y razas locales, mientras que a menu-do las variedades comerciales no permiten una reproducción que dé individuos con las mismas características, ya sea por el hecho de que son híbridas, porque contienen un gen que provo-ca que las semillas sean estériles o por motivos legales o contractuales, como en el caso de los organismos genéticamente modificados.

- Las variedades y las razas locales proporcionan capacidad de autonomía y autosuficiencia a los agricultores y, consecuentemente, a las comu-nidades y las regiones. El mantenimiento de la agrobiodiversidad permite sustentar sistemas ba-sados en el uso de recursos y los conocimientos locales y en un uso sostenible y autónomo del territorio.

El estudio y la preservación de las razas y varie-dades locales ha preocupado desde hace años a científicos y naturalistas, lo que ha dado lugar a nu-merosas entidades y proyectos que han velado por conservarlas. En las tablas 1, 2, 3 y 4 se expone una relación, que no pretende ser exhaustiva, de los principales organismos, instituciones y proyectos que velan por mantener la agrobiodiversidad en el Estado español y en Cataluña.

Tabla 1: Entidades del Estado español que trabajan en la conservación de la agrobio-diversidad vegetal

Centros oficiales (algunos ejemplos)

• El Instituto Nacional de Investigación Agra-ria (INIA). Organismo que coordina una red de bancos de germoplasma (véase el apar-tado «Posibles estrategias para mantener la agrobiodiversidad»). La mayor parte del material de cultivos herbáceos se encuentra en el Centro de Recursos Fitogenéticos de Alcalá de Henares (cereales y leguminosas, así como los duplicados de seguridad de to-das las colecciones activas de semillas de la Red Española de Colecciones del Programa Nacional de Conservación y Utilización Sos-tenible de los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Alimentación), y en los ban-cos de Zaragoza y Valencia (hortícolas). En relación con los cultivos arbóreos, están re-partidos por todo el territorio. Por ejemplo, en el centro IRTA de Mas Bové de Reus se encuentran colecciones de almendro, alga-rrobo, avellano, higuera, caqui, etc. (http://www.inia.es).

• Servicio Regional de Investigación y De-sarrollo Agroalimentario (SERIDA). Es un organismo público del Principado de Asturias con personalidad jurídica propia, que tiene como finalidad contribuir a la modernización y mejora de las capacidades del sector agroalimentario regional. Con-cretamente, trabajan en la conservación, la caracterización y la evaluación de los recur-sos fitogenéticos de especies tradicionales en Asturias, especialmente con variedades de manzana para elaborar sidra (http://www.serida.org/).

Redes y grupos no oficiales del Estado español

• Red de Semillas, Resembrando e Intercam-biando. Organización descentralizada que desde hace once años aglutina a la mayoría de los grupos que mantienen la agrobiodi-versidad en el Estado español. Sus objetivos son promover el uso, la producción, el man-tenimiento y la conservación de la biodiver-sidad agrícola en las fincas rurales y en la alimentación de los consumidores. Asimis-mo, facilita las herramientas necesarias para poder llevarlo a cabo, tanto en los ámbitos técnico y social como político, de forma que organizan campañas de sensibilización e in-tervienen activamente en la elaboración y la modificación de leyes y reglamentos rela-cionados con la producción de semilla para intentar favorecer el conservacionismo. Todos los años organiza una feria de biodi-versidad, que sirve de punto de encuentro y es rotativa para las distintas comunidades

autónomas, donde el grupo anfitrión se en-carga de la organización. Desde hace siete años publica el boletín Cultivar Local, en for-mato digital y consultable en su página web (http://www.redsemillas.info/).

Tabla 2: Entidades de Cataluña que traba-jan en la conservación de la agrobiodiversi-dad vegetal

Centros oficiales

• Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA). A través de dis-tintos departamentos y centros lleva a cabo numerosos proyectos de caracterización, conservación y mejora de variedades y ra-zas locales, por ejemplo de cebada, almen-dro, avellano, avellano asturiano, algarrobo, nogal, higuera, olivo, caqui, melocotonero, manzano y peral (http://www.irta.cat/ca-ES/Pagines/default.aspx).

• Centro de Conservación de Plantas Cultiva-das del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, Departamento de Medio Ambiente y Vivienda, Generalitat de Cata-lunya. Proyecto iniciado en 1990 que tiene como objetivos principales contribuir a la conservación de variedades tradicionales de plantas cultivadas, mejorar el conocimiento agrobiológico de estas variedades, fomentar su cultivo en fincas colaboradoras como mejor sistema de conservación, difundir los usos y las posibilidades de estas variedades e implicar a distintos agentes sociales en su conservación. Recoge una buena colección, 138 árboles de 64 variedades, correspon-dientes a 9 especies diferentes (manzanos, perales, ciruelos, cerezos, nísperos, melo-cotoneros, albaricoqueros, membrillos y caquis). También mantienen algunas varie-dades de cultivos herbáceos tradicionales de alforjón, maíz, alubias y patata.

• Departamento de Ingeniería Agroalimen-taria y Biotecnología, Escuela Superior de Agricultura de Barcelona (ESAB), Univer-sidad Politécnica de Cataluña. En este de-partamento se ha constituido el Equipo de Mejora Vegetal para Características Orga-nolépticas (EMVCO), que trabaja en la con-servación y la mejora de variedades de judía de gancho, judía tavella brisa de Santa Pau, tomate de colgar, tomate de Montserrat, calçot de Valls y alcachofa de El Prat. Asimis-mo, trabaja en la introducción de varieda-des de Triticum monococcum, T. dicoccum y T. aestivum spelta, para la obtención de nuevas variedades de pan. El EMVCO es un grupo multidisciplinar, que consta de genetistas,

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agrónomos, químicos y especialistas en el análisis sensorial (http://www.esab.upc.edu/recerca/departament-denginyeria-agroali-mentaria-i-biotecnologia-deab/mcvo).

• Departamento de Antropología Social, Universidad de Barcelona (UB). Desde hace quince años, trabaja en este departa-mento el Grupo de Estudios Alimentarios (GEA), en la investigación antropológica sobre temas alimentarios de todo el terri-torio catalán. Entre otros aspectos, el GEA estudia los elementos culturales, sociales y económicos, relacionados con la agrobiodi-versidad (http://www.pcb.ub.es/homepcb/live/ct/p1015.asp).

• Red de Parques Naturales, Diputación de Barcelona. Cuenta con el Parque Agrario de El Baix Llobregat, finca situada en El Prat de Llobregat, que recupera y mantiene el patrimonio genético agrícola de la zona de variedades tradicionales de frutales. Con el apoyo de un programa LIFE otorgado por la Unión Europea y del IRTA, ha establecido un banco de germoplasma y un arboreto formado por una colección de especies de frutales con 62 variedades, que ocupa una superficie de 1,8 hectáreas. También está llevando a cabo la selección y mejora del melón pinyonet (o melón piel de sapo), va-riedad tradicional de la comarca de El Baix Llobregat, junto con el Equipo de Mejora Genética Vegetal de la ESAB.

Asimismo, algunos parques naturales, como el del Cadí-Moixeró, el de Cap de Creus o el de El Pallars, están llevando a cabo estu-dios de prospección de las variedades loca-les que se encuentran en su interior (http://www.diba.cat/parcsn/parcs/home.asp).

• Conselh Generau d’Aran. Está elaborando un proyecto de prospección de las varieda-des autóctonas de frutales.

Iniciativas no oficiales

• Xarxa Catalana de Graners. Esta red está constituida por un grupo de personas que desde el 2004 trabaja para crear una red de graneros locales autogestionados y para fomentar el libre intercambio de semillas e información. Su filosofía es que los distintos grupos que la constituyen se presten apoyo (por cuestiones de divulgación técnicas y humanas), presionar y denunciar en el ám-bito político y legislativo, y evitar repetir es-fuerzos, pero en ningún momento pretende unificar los bancos en uno solo. Sus objeti-vos son fomentar el intercambio, el cultivo y el consumo de variedades locales; apoyar la creación de nuevos graneros; coordinar los graneros de la red; elaborar fichas co-

munes de caracterización agronómica, or-ganoléptica y etnobotánica; crear una base de datos común; coordinar la investigación, la preservación y la multiplicación de varie-dades tradicionales y la cultura asociada; di-vulgar la labor que llevan a cabo; crear una página web; apoyar otros proyectos afines y coordinarse con otras organizaciones (Red de Semillas, Plataforma Transgènics Fora, etc.). Forman parte de la red L’Almàixera, Arboreco, el Banco de Semillas del Pirineo (Lleida), Ecollavors, Esporus, Les Refardes, Llavorer Oriental, el vivero de Gerri de la Sal, Slow Food Terres de Lleida, el Banco de Semillas de La Noguera, Triticatum, y, en el País Valenciano, Llavors d’Ací (http://www.xcg.mundoalternativo.org/).

- L’Almàixera: granero de las comarcas de Tarragona que inició su actividad en el 2004. Consta de un granero central y entre 15 y 20 casas activas que cultivan, multiplican e intercambian semillas (http://almaixera.mundoalternativo.org/).

- Ecollavors: grupo de 28 masías, principal-mente de La Garrotxa, constituido en 1995. Disponen de un granero central que ges-tiona y distribuye las semillas de variedades locales a las distintas masías, que las multipli-can, caracterizan e intercambian.

- Esporus: proyecto conservacionista de la asociación L’Era, Espai de Recursos Agroecològics. Iniciado en el 2004 en la fin-ca de Can Poc Oli, de la Escuela Agraria de Manresa, lleva a cabo tareas de prospección, multiplicación, caracterización y difusión de variedades locales principalmente hortíco-las. También lleva a cabo proyectos exter-nos de prospección para el Parque Natural del Cadí-Moixeró y el Parque Natural de Cap de Creus, entre otros (http://www.esporus.org/).

- Les Refardes-Gaiadea: colectivo de El Bages dedicado a la investigación, el asesoramien-to, la formación y la divulgación en energías renovables y agroecología. Constituida como entidad en septiembre del 2005, se ha ido profesionalizando como productora de semillas exclusivamente locales (http://www.lesrefardes.com/).

- Llavorer Oriental: grupo formado por unas ocho casas de El Vallès Oriental y activo desde el 2005. Multiplica e intercambia se-millas.

- Vivero de Gerri de la Sal: proyecto coges-tionado por Forestal Catalana, el Ayunta-miento de El Baix Pallars y la asociación am-bientalista Lo Pi Negre, de El Pallars Sobirà, que desde el año 2006 mantiene un jardín de plantas útiles donde se quieren dar a co-nocer las plantas que tradicionalmente se utilizaban en las casas de El Pallars (hortíco-las, medicinales, ornamentales y tintóreas).

- Slow Food Terres de Lleida: grupo forma-do en el 2005 con el apoyo de la Assem-blea Pagesa y del Consejo Comarcal de La Noguera, y con la colaboración de cerca de cincuenta agricultores y la Escuela Agraria de Vallfogona de Balaguer. Llevan a cabo trabajos de prospección y multiplicación de hortalizas y frutales (http://www.slowfo-odterresdelleida.com/).

- Triticatum: asociación que desde el 2004 trabaja en la prospección, la multiplicación, la caracterización y la divulgación de varie-dades locales del género Triticum, es decir, trigo. Cuenta con un registro de unas cua-trocientas variedades de trigo, algunas de las cuales probablemente ya han desaparecido.

• Aviraut, Avicultura de Races Autòctones, S. L. Empresa de Reus que se dedica a criar razas de gallos, gallinas, patos y ocas autóc-tonas. Se pueden ver, en visita guiada, o in-cluso comprar ejemplares de pollo y capón pota blava de El Prat; gallo, gallina, oca y pato de L’Empordà, y gallinas, pollos y patos de El Penedès.

• BancodeSemillasdeLaGarrotxa–SIGMA.Proyecto iniciado en el 2005 y promociona-do por el Consorcio de Medio Ambiente y Salud Pública de La Garrotxa. Lleva a cabo actividades de prospección, caracterización y distribución de semillas, además de aseso-ramiento y difusión del proyecto. También participa en un proyecto de producción de vivero de variedades tradicionales (http://www.consorcisigma.org/).

Tabla 3: Entidades del Estado español que trabajan en la conservación de la agrobio-diversidad animal

• Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se ha implicado en la conservación de razas au-tóctonas mediante la subvención de distin-tos proyectos de investigación y acciones conservacionistas (http://www.mityc.es/es-ES/Paginas/index.aspx).

• Servicio Regional de Investigación y Desa-rrollo Agroalimentario (SERIDA). Es un or-ganismo público del Principado de Asturias con personalidad jurídica propia que tiene como finalidad contribuir a modernizar y mejorar las capacidades del sector agroa-limentario regional. Cuenta con el primer banco de recursos zoogenéticos en Somió, donde se conservan, almacenados en nitró-geno líquido, semen, óvulos o embriones de razas autóctonas (http://www.serida.org/).

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AEl mantenimiento de la agrobiodiversidadMònica Vidal Bezio

• Sociedad Española para los Recursos Ge-néticos Animales (SERGA). Asociación que tiene como objetivos conocer, estudiar, pro-teger, conservar y promover los recursos genéticos animales en general, y ganaderos en particular, del Estado español. Agrupa a numerosas asociaciones autonómicas de criadores de razas autóctonas (http://www.uco.es/organiza/departamentos/genetica/serga/).

• Sociedad Española de Zooetnología. Aso-ciación promovida por un grupo de profe-sores de distintas facultades de veterinaria, escuelas técnicas agrícolas y por funciona-rios de distintas administraciones y centros de investigación. Sus objetivos son poner en común, unificar y difundir criterios para caracterizar, diferenciar, conservar y mejo-rar las razas de animales domésticos, tanto desde el punto de vista conceptual como metodológico (http://www.uco.es/informa-cion/webs/sez/).

Tabla 4: Entidades de Cataluña que traba-jan en la conservación de la agrobiodiver-sidad animal

• Departamento de Agricultura, Alimen-tación y Acción Rural (DAR). Colabora con distintas entidades en programas de conservación de razas autóctonas, por ejemplo la vaca de La Albera (http://www20.gencat.cat/portal/site/DAR/).

• IRTA y Mas Bové. El IRTA, y específicamen-te el centro Mas Bové, en Constantí, lleva a cabo distintos programas de investigación y mejora de las razas avícolas catalanas desde los años ochenta (http://www.irta.cat/ca-ES/Pagines/default.aspx).

• Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Esta facul-tad tiene una línea de investigación sobre conservación y mejora de los recursos ge-néticos animales y participa en muchos pro-yectos de recuperación y mejora de razas autóctonas (http://www.uab.es/veterina-ria/).

• Asociaciones de criadores de razas autóc-tonas. En el Estado español y en Cataluña hay numerosas asociaciones de criadores de razas autóctonas que agrupan a personas fí-sicas y jurídicas que se dedican de forma pro-fesional o aficionada a la cría de razas autóc-tonas. Algunos ejemplos son la Federación Catalana de la Raza Bruna de los Pirineos (FEBRUPI); la Asociación Catalana de Ga-naderos de Vacuno de Raza Pirenaica (AS-PIC), que forma parte de la Confederación

de Asociaciones de Criadores de Ganado Vacuno Pirenaico (CONASPI), de ámbito estatal; la Asociación Nacional de Criadores de Ovinos de Raza Ripollesa (ANCRI); la Asociación de Criadores de Aves El Fran-colí; la Asociación de Criadores de la Raza de Gallinas Penedesenca; la Asociación de Criadores de la Raza Prat; la Asociación de Criadores de Gallinas de Raza Ampur-danesa, y el Club Catalán de Palomas de Razas Autóctonas. Estas entidades cuentan con recursos de distinto tipo y a menudo reciben alguna ayuda por parte de la Ad-ministración. Sin embargo, muchas dispo-nen de recursos muy limitados que están directamente relacionados con el estado de conservación de la raza.

Ejemplos de variedades conservadas en Cataluña

De toda esta agrobiodiversidad, ¿cuál se mantiene en Cataluña? ¿Cuál se encuentra en una situación más o menos segura y cuál parece tener los días contados? A continuación se citan algunos ejem-plos que se han escogido por el hecho de presentar alguna curiosidad, encontrarse en un número muy reducido, tener algún uso particular, etc. Debe de-cirse que hay numerosas variedades y razas que no se han podido incluir en esta lista al considerarse perdidas o extinguidas.

El tomate bombilla o supositorio es una variedad dulce, firme y que se conserva muy bien. La planta tiene una altura media y el tallo es muy velloso, con un follaje denso de hojas pequeñas, largas y delga-das. El fruto maduro tiene un color rojo intenso, sin manchas ni estrías, y presenta un pedúnculo en la punta que hace que tenga la forma tan característi-ca que le ha dado nombre.

La judía de metro es una judía de emparrar con una flor blanca muy grande y una vaina muy larga (30-40 cm) y delgada. Se siembra a principios de mayo, cuando empieza el calor, pero es más tardía que el resto de judías. Se come tierna, cuando todavía presenta un aspecto rojizo, o bien seca. Sus semi-llas son pequeñas, planas y de color negro.

La judía tavella brisa es la variedad tradicional de la conocida alubia de Santa Pau. Se encuentran distintas subvariedades, en general bastante he-terogéneas (floración, morfología, etc.). Durante los últimos años se han llevado a cabo trabajos de selección y mejora de esta variedad. Su nombre proviene de la coloración morada de la vaina (tave-lla) cuando todavía está tierna.

La patata mora es una variedad de patata de la que se afirma que tenía una tradición importante en La Garrotxa. Actualmente se cultiva muy poco, aun-que algún pequeño productor vuelve a trabajar en su cultivo por el interés de algunos restauradores.

Se caracteriza por una coloración morada de la piel y porque tiene formas poco homogéneas (presen-cia de bultos y protuberancias) y unos ojos muy marcados que la hacen difícil de pelar (tipo bufé). Es bastante resistente al mildiu pero, en cambio, es muy susceptible de ser atacada por el escarabajo de la patata. Organolépticamente es muy buena, de textura firme y apta para cualquier elaboración.

El maíz de escairar (maíz pelado o descascarillado) es una variedad típica de El Berguedà. Presenta un grano grueso, duro y de color claro, casi blanqueci-no. Tradicionalmente se utiliza el grano pelado para la escudella de Navidad, pero hay un cierto consu-mo durante todo el año. Todavía quedan distintos molinos que lo pelan y en la comarca está bien va-lorado. Este maíz también se puede preparar para elaborar papillas, para cocinar trinxat y rossejat (dos tipos de guiso de la cocina catalana) e incorporado a ensaladas de bacalao desmigado u otro tipo de ensaladas.

El alforjón es de la familia de las poligonáceas pero se considera un cereal. Tiene un tallo ramificado con hojas en forma de punta de flecha y una flor blanca y pequeña. El fruto es un grano con tres ca-ras planas y una cascarilla dura, con el que se elabo-ra una harina utilizada en la alimentación humana para elaborar crepes, cremas, galletas, papillas, etc. Con el grano descascarillado y hervido, se cocinan distintos platos con verduras y condimentos. El gra-no entero también se usa en alimentación animal para gallinas, pollos, ganado porcino y rumiantes. En Cataluña es una especie tradicional de La Ga-rrotxa y El Berguedà.

La manzana camuesa es una variedad muy popu-lar y conocida en la comarca de L’Alt Urgell, espe-cialmente en el pueblo de Alàs, donde se cultivó mucho y se comercializó hasta los años setenta, y aportó una fuente de ingresos muy importante al municipio. Es una manzana con la piel lisa y amarilla con franjas de rojo subido con un límite muy defi-nido. La pulpa es fina y blanca, dulce y poco jugosa, Tiene una buena conservación. Florece en abril y madura en octubre con una producción regular. Su árbol es resistente a plagas y enfermedades, y se adapta bien a diferentes condiciones del medio. Se utiliza como comida fresca.

La pera de batall de campana (literalmente, pera de badajo de campana) es una variedad grande, larga, estrecha por arriba y ancha en su parte in-ferior –en forma de campana alargada– y tardía. Tiene la piel dura y la carne muy sabrosa. Se coge del árbol todavía verde, entre finales de septiem-bre y principios de octubre, antes de que llegue el frío, y se deja madurar en casa extendida sobre el grano, la paja o en cajas. Tiene una conservación muy buena. Se trata de una variedad muy conocida en El Solsonès, donde goza de cierta fama entre los agricultores.

La ciruela cogullal es una variedad amarilla, no de-masiado grande, alargada, con el hueso también

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largo, blanda y muy dulce. También recibe el nom-bre de pruna de porc (ciruela de cerdo). A fin de conservarla se le hacía un corte, se extendía y se dejaba secar; en invierno se comía seca o con carne. Esta variedad de El Solsonès madura en julio.

El prinyó no es una variedad concreta sino una es-pecie. Tiene un aspecto similar al de una ciruela, con la piel verde y lisa. Su pulpa es verde y fina, muy dulce y poco jugosa. Se trata de una especie con una producción elevada y regular que se recoge en septiembre. Su arbusto es resistente a plagas y en-fermedades y se adapta bien a diferentes condicio-nes del medio. Este tipo de ciruela silvestre se come fresca, o bien seca y después cocinada. Se puede encontrar en el Parque Natural del Cadí-Moixeró.

La vaca pirenaica es una raza del color del trigo, ti-rando a rojizo, que presenta mucha variabilidad de-pendiendo probablemente de las diferentes condi-ciones ambientales. Su buena constitución muscular y su buen temperamento la hacen adecuada para trabajar, y su buena producción de leche le permite, simultáneamente, alimentar a un ternero y ser or-deñada. Tradicionalmente se criaba en semilibertad en la montaña. En el año 2002, el libro genealógico contabilizaba 31.100 ejemplares inscritos, mayorita-riamente en los Pirineos.

La cabra blanca de Rasquera es la única raza de cabra autóctona que se preserva en Cataluña. Has-ta hace pocos años se encontraba en grave peligro de extinción, dado que sólo se conservaban unos pocos ejemplares en las comarcas más meridiona-les de Cataluña, en explotaciones trabajadas por pastores de elevada edad y con poco relevo ge-neracional. Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado mucho el número de explotaciones –aunque no tanto el número de ejemplares, que se sitúa en torno a los 5.000– y el interés por esta raza en distintos lugares de Cataluña. Esta cabra normal-mente tiene el pelaje blanco con manchas negras o bien totalmente blanco cremoso. Sus cuernos, en ocasiones espectaculares, están presentes en am-bos sexos y tienen forma de tirabuzón. Su aprove-chamiento es principalmente la cría de cabritos de gran calidad y el pastoreo de sotobosque.

La gallina penedesenca tiene una cresta mediana, normalmente de cinco o seis puntas, con la llamada cresta de rey, es decir, un apéndice en el lóbulo pos-terior. Sus patas son de color azul pizarra y su piel es blanca. Respecto al plumaje, se diferencian cuatro variedades: la negra, la aperdizada, la de color trigo y la barrada (que a diferencia de las otras tiene las patas blancas). En el centro de Mas Bové de Cons-tantí se ha llevado a cabo un importante trabajo de recuperación y mejora de esta raza que ha permi-tido obtener unos ejemplares más productores de huevos, que se engordan más rápidamente y con una calidad superior de la carne. El pollo mejorado ha recibido el nombre de gallo de El Penedès. Esta raza se encuentra en expansión y en Cataluña se contabilizan unos 1.000 ejemplares.

La oca ampurdanesa es de tamaño mediano, con el cuello largo y fino, sin papada y con el abdomen poco desarrollado. Es elegante y de color blanco, con los ojos de color celeste, el pico anaranjado, las patas rosadas y con un «moño» muy característico en la cabeza. Es la única raza de ocas moñuda a es-cala mundial. Su supervivencia se encuentra ame-nazada, ya que sólo se conservan unas 170 parejas.

Legislación sobre la agrobiodiversidad

En Europa, en el Estado español y en Cataluña se han elaborado numerosas normativas en rela-ción con la agrobiodiversidad. Debe decirse que la mayoría desincentivan la conservación de varieda-des locales por parte de agricultores y ganaderos o la comercialización de estas variedades –excep-to cuando se trate de variedades registradas–, y que no han ido acompañadas de recursos para resultar efectivas o bien fomentan una conserva-ción poco compatible con el uso por parte de los agricultores. A continuación se relaciona la princi-pal legislación estatal y autonómica que afecta a la conservación de la agrobiodiversidad.

Ley 3/2000, de 7 de enero, de régimen jurídico de la protección de las obtenciones vegetales

Esta ley tiene como objetivos reforzar la protección de los productores de semilla y mejorar el funciona-miento de la Administración pública en el ejercicio de las funciones relativas a la obtención de vegetales, Asimismo, limita bastante el acceso de los agriculto-res a los recursos fitogenéticos mediante los siguien-tes mecanismos: - Amplía el período de protección de las varie-

dades por parte de los obtentores, es decir, el tiempo de vigencia de los derechos sobre la pro-ducción, la multiplicación y la comercialización de la persona física o jurídica sobre la variedad ob-tenida, que pasa a ser de veinticinco años para las especies herbáceas o arbustivas y de treinta años para la vid y las especies arbóreas.

- Considera la llamada excepción del agricultor, es decir, autoriza a los agricultores a usar con fina-lidades de propagación en sus propias explota-ciones el producto de la cosecha obtenido de la siembra de material de propagación de una variedad protegida. Sin embargo, restringe esta excepción a los cereales, las leguminosas, las ole-aginosas y los textiles. Por lo tanto, obliga cada año a los agricultores, por pequeños que sean, a adquirir y pagar derechos por las nuevas semillas de casi todas las especies hortícolas, aunque ten-gan la posibilidad de reproducirlas en su propia finca.

- No reconoce los derechos de los agricultores sobre el germoplasma utilizado en la obtención de variedades comerciales mejoradas, que en definitiva son fruto del trabajo de selección efec-tuado por los campesinos durante miles de años. Tampoco protege a las variedades locales de la supuesta «obtención» o apropiación por parte de empresas comerciales.

Ley 30/2006, de 26 de julio, de semillas y plan-tas de vivero y de recursos fitogenéticos

Esta ley establece que sólo se pueden comercia-lizar las especies y las variedades incluidas en un registro de variedades comerciales o en un catálo-go común de variedades de la Unión Europea. En este registro se pueden incluir variedades que sean homogéneas, estables y que tengan suficiente valor agronómico y de uso. Como se ha visto, las varie-dades locales no cumplen los dos primeros crite-rios; consecuentemente, no se pueden registrar y, por lo tanto, la ley no autoriza su venta.

Incluye un título dedicado a los recursos fitoge-néticos y concretamente el Programa Nacional de Conservación y Utilización Sostenible de los Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Ali-mentación. Este programa pretende evitar la pérdi-da de agrobiodiversidad, caracterizarla y documen-tarla, así como establecer una estructura de bancos de recursos fitogenéticos coordinada con otras es-tructuras en el marco nacional e internacional. El programa prevé una red de colecciones públicas de recursos fitogenéticos mantenidos en forma de semilla o de material de reproducción vegetativa. Establece el Centro de Recursos Fitogenéticos del INIA como Centro Nacional de Recursos Fitoge-néticos y, por lo tanto, el centro de conservación de las colecciones de base de semillas, donde debe haber un duplicado de todas las colecciones de se-millas que forman parte de la red de colecciones del programa nacional.

También establece que la Administración pública debe facilitar a los agricultores la conservación, el uso y la comercialización de las semillas y los plante-les conservados en sus fincas, de variedades locales en peligro de desaparición, en cantidades limitadas y de acuerdo con la legislación vigente.

Directiva 2008/62/CE de la Comisión, de 20 de junio de 2008, por la que se establecen de-terminadas exenciones para la aceptación de variedades y variedades locales de especies agrícolas adaptadas de forma natural a las condiciones locales y regionales y amenaza-das por la erosión genética y para la comer-cialización de semillas y patatas de siembra de esas variedades y variedades locales

Esta directiva define algunas exenciones en rela-ción con la conservación in situ1 y el uso sostenible de recursos fitogenéticos a través de su cultivo y comercialización.

1 Conservación del material genético en su entorno natu-ral y, en el caso de especies de plantas cultivadas, en el en-torno agrícola donde han desarrollado sus características distintivas.

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AEl mantenimiento de la agrobiodiversidadMònica Vidal Bezio

Establece que los Estados miembros pueden incluir en los catálogos nacionales de variedades de espe-cies de plantas agrícolas lo que denomina varieda-des de conservación, es decir, variedades locales que presentan un interés para la conservación de los re-cursos fitogenéticos, que están adaptadas de forma natural a las condiciones locales y regionales y que se encuentran amenazadas por la erosión genética. Reduce los requisitos relativos a la pureza varietal mínima y a los exámenes oficiales para poder incluir una «variedad de conservación» en un catálogo na-cional. Su objetivo es facilitar la comercialización, y por lo tanto la difusión, de estas variedades, aun-que restrinja la producción y la venta de las semillas a sus regiones de origen. Sólo se autoriza la venta de semillas locales a otras regiones del mismo Es-tado miembro cuando estas regiones presenten hábitats naturales y seminaturales similares a los de la región de origen de la variedad.

Finalmente, también limita la comercialización de las «variedades de conservación» a un 10 % del total de semillas de una determinada especie co-mercializadas en un Estado miembro.

Esta directiva todavía no ha sido transpuesta al Es-tado español.

Real decreto 2129/2008, de 26 de diciem-bre, por el que se establece el Programa Nacional de Conservación, Mejora y Fo-mento de las Razas Ganaderas

Este real decreto establece y define el Programa Nacional de Conservación, Mejora y Fomento de las Razas Ganaderas. Las principales actuaciones del programa son las siguientes: - Caracterización y clasificación de las razas a fin

de incluirlas en el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España.

- Reconocimiento de las asociaciones de criado-res de animales de razas ganaderas, así como de los requisitos que deben cumplir para gestionar los libros genealógicos y los programas de mejora.

- Desarrollo de un sistema nacional de informa-ción y bases de datos para la gestión y la divulga- ción de las razas.

- Creación y registro de centros de reproducción, centros de almacenamiento, bancos de germo-plasma y equipos de recogida o producción de embriones.

- Aprobación y desarrollo de los programas de di-fusión de las mejoras ganaderas y celebración de certámenes ganaderos.

- Impulso a las medidas que estimulen la investiga-ción en el campo de la conservación, la mejora y el fomento de razas ganaderas y la creación de redes nacionales de trabajo en cualquiera de las líneas del programa para favorecer la coordina-ción y el intercambio de experiencias y conoci-mientos.

- Líneas de ayudas económicas al programa nacio-nal, que establecerán las autoridades competen-tes para su desarrollo.

¿Cómo podemos conservar la agrobiodiversidad?

Tradicionalmente, la conservación de la agrobiodi-versidad se ha llevado a cabo través de dos meca-nismos: ex situ, es decir, fuera del campo en bancos de recursos fitogenéticos o zoogenéticos, o in situ, es decir, en el campo, mediante el cultivo de los ve-getales o la cría de los animales. Según el Convenio de Diversidad Biológica, firmado en Río de Janeiro en el año 1992, los Estados firmantes se compro-meten a conservar el 60 % de las especies amena-zadas de su territorio en bancos de germoplasma y a incluir el 10 % de dichas especies en programas de recuperación. A continuación se exponen todas estas posibilidades.

La conservación ex situ tiene lugar principalmente en bancos de germoplasma y de recursos zooge-néticos, es decir, colecciones de material genético, principalmente en forma de semillas, óvulos o es-permatozoides, que se conservan en condiciones especiales de temperatura y de humedad, y que permiten que la utilización de este material se mantenga durante largos períodos de tiempo. El banco es una herramienta que permite mantener las especies en un estado de reposo, y a punto de hacer que germinen o de fecundarlas siempre que se necesiten individuos vivos, ya sea para llevar a cabo nuevos estudios de investigación o para ob-tener plantas o animales para reproducirlos en su hábitat natural.

Estos bancos son de gran utilidad para conservar muchas variedades o razas en poco espacio y con menos recursos. Sin embargo, las especies se man-tienen en reposo, es decir, no están sometidas a las condiciones cambiantes de clima, medio, enfer-medades, etc. que seleccionan a los individuos más bien adaptados. Por lo tanto, la conservación ex situ no puede ser demasiado larga porque cuanto más tiempo estén los recursos genéticos en estos bancos, más pierden su adaptación a las condicio-nes ambientales.

Por otra parte, los bancos de recursos fitogenéti-cos o zoogenéticos tienen una capacidad limitada, por lo que deben dejarse algunas variedades fuera; de esta forma se corre el riesgo de perderlas, junto con toda la información que llevan asociada.

Sin embargo, debe entenderse el mantenimiento de la agrobiodiversidad no como la conservación de variedades y razas antiguas fósiles, idénticas a las que hemos podido recuperar, sino como la con-servación de variedades y razas vivas y adaptables a realidades cambiantes. Se trata de llevar a cabo una conservación in situ y continuar la selección genética que los agricultores han elaborado du-rante miles de años y, por lo tanto, aprovechar las características de adaptabilidad, nutricionales, or-ganolépticas y culturales de estas variedades para adaptarlas a las necesidades cambiantes de los agri-cultores y del medio ambiente. Esto puede llevarse a cabo mediante la selección directa por parte de

los mismos agricultores orientados por algún téc-nico en temas de metodología y parámetros que deben considerarse (resistencia a enfermedades, a la sequía, productividad, tamaño del fruto, etc.). Conviene complementar este tipo de selección con degustaciones y selecciones organolépticas por parte de los consumidores.

Este proceso necesita de un apoyo social y de la Administración que se puede resumir en los si-guientes puntos:- Invertir recursos en la prospección, el inventario

y el estudio de variedades y razas locales. - Fortalecer los bancos de germoplasma y dotarlos

de recursos y mecanismos para que se convier-tan en instrumentos cercanos a los agricultores y puedan nutrirse mutuamente de recursos fitoge-néticos.

- Potenciar la selección y mejora de las razas y las variedades locales a fin de adaptarlas lo máximo posible, sin perder sus características diferencia-les, a las necesidades de los agricultores y gana-deros.

- Favorecer la transferencia de información entre los centros de investigación y las personas que trabajan en el campo.

- Eliminar las trabas normativas y reglamentarias y establecer mecanismos que potencien el inter-cambio de material de reproducción vegetal y animal entre los agricultores y los ganaderos.

- Promover la identificación y el registro público de variedades utilizadas por los agricultores, in-cluyendo las que se conservan en los centros de recursos fitogenéticos.

- Reconocer el derecho de los pueblos a utilizar la agrobiodiversidad y establecer mecanismos para que no se pueda privatizar ni limitar su uso.

- Establecer ayudas públicas para la creación de cooperativas y pequeñas empresas locales que se dediquen a la producción y la comercialización de variedades y razas locales.

- Promover una agricultura y una ganadería soste-nibles a través del uso de la agrobiodiversidad y de variedades y razas más rústicas y adaptadas al medio.

- Promover la agrobiodiversidad y sus ventajas or-ganolépticas y de sostenibilidad entre los consu-midores.

En definitiva, los pueblos que quieren velar por su seguridad alimentaria y por preservar su identidad cultural se encuentran en un momento crucial en el que deben dedicar el máximo de esfuerzos a recuperar y mantener su agrobiodiversidad viva, mediante la labor de agricultores y ganaderos. Asi-mismo, deben contar con el apoyo imprescindible de algunos instrumentos, como los bancos de re-cursos fitogenéticos y zoogenéticos y los centros de investigación, y con una legislación y política que favorezca todo el proceso.

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http://www.conaspi.es/. Página web de la Confederación de Asociaciones de Criadores de Ganado Vacuno Pirenaico, con información sobre la raza de vaca pirenaica.

cc CARA A CARA

Monetizar la conservación: con el mercado no es suficiente

Ignasi Puig Ventosa Ingeniero industrial y doctor en ciencias ambientales, consultor ambiental en Ent, Medi Ambient i Gestió

Henk Hobbelink Coordinador de Grain, ONG dedicada a temas de biodiversidad agrícola

Por Michele Catanzaro Doctor en física y periodista científico freelance

Henk Hobbelink y Ignasi Puig Ventosa dialogan sobre cómo conciliar la conservación de la biodiversidad y la economía de mercado tal y como está organizada. Aclaran las diferencias entre valor económico y valor monetario; se sumergen en las complicadas relaciones entre biodiversidad y mercado; analizan la efectividad del comercio de carbono, y reflexionan sobre el comer-cio internacional y el precio de la energía.

MC: Normalmente se habla del valor estético o ambiental de la biodiversidad y de los ecosistemas. ¿También tienen un valor económico?

IPV: Su valor económico es incuestionable. Otra cosa es que se traduzca en valores monetarios que afloren en el mercado: esto es más bien ex-cepcional. Hay algunos valores de los ecosistemas (por ejemplo, productos comerciales como setas, fruta, madera, sustancias farmacéuticas o algunas funciones recreativas) que en ocasiones se pueden monetizar. Pero la mayoría de los valores no se pueden expresar con dinero. Son valores de opor-tunidad: tal vez el uso de determinados aspectos de los ecosistemas se descubrirá en el futuro. Tam-bién hay un valor de existencia: aunque no vaya a ver los rinocerontes africanos, su pérdida no me daría lo mismo. No todo el valor es monetizable, y esto no significa que el valor sea cero.

HH : Cuando se intenta convertir el valor económi-co de los ecosistemas en valor monetario, suelen surgir problemas. Para los indígenas, la biodiversi-dad significa salud, comida, agricultura, creencias e identidad. Para los agricultores en muchos países pobres, la peculiaridad de las semillas locales es esencial para sobrevivir. Para ellos, la biodiversidad tiene un valor económico que no se manifiesta, sin embargo, en circulación de dinero en el mercado. Cuando intentas expresar el valor de la biodiversi-dad en temas monetarios, pierdes la enorme com-plejidad del resto de valores económicos que tiene.

MC : ¿Cuáles son los casos de éxito y de fracaso de la relación entre mercado y biodiversidad?

IPV: La relación entre biodiversidad y mercado es, en la actualidad, principalmente de fracaso. El mercado es muy eficaz en la promoción del acceso de los humanos a porciones cada vez mayores de

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ccMonetizar la conservación: con el mercado no es suficienteIgnasi Puig Ventosa y Henk Hobbelink

recursos. El indicador HANPP (Apropiación Hu-mana de la Producción Primaria Neta) afirma que nuestra especie ya controla el 40 % de la produc-ción primaria de los ecosistemas globales y deja a las otras sólo el 60 %. Esto es un éxito para este sistema económico que no para de crecer. Pero los grandes reservorios de biodiversidad son justa-mente los espacios en los que el mercado no entra, como los parques nacionales o las zonas a las que prácticamente no llega la actividad humana. No es razonable esperar que el mercado vele por el bien público: quien lo ha de hacer es la Administración. Sistemas como la fiscalidad ambiental son instru-mentos de mercado, que pueden ser muy útiles, pero al servicio de otra lógica.

HH: Efectivamente, la relación entre mercado y biodiversidad es más problemática que benefi-ciosa. El problema principal es la privatización de la biodiversidad. Las patentes y la propiedad inte-lectual favorecen que la industria farmacéutica y la alimentaria se apropien de la biodiversidad. El problema no es sólo una cuestión de justicia –ya que se crean monopolios–, sino también de con-servación –ya que la empresa tiende a crear pro-ductos más uniformes que quiere vender en todo el mundo–.

MC: ¿Hay algún caso concreto de esta mala relación?

HH: Los agricultores del sur del mundo han crea-do una gran variedad de semillas y cultivos a lo largo de los milenios. Muchos se han convertido en variedades cultivadas en los países industriali-zados. Por ejemplo, el trigo más exportado para Canadá viene de una variedad de Kenia llamada Kenyan Farmer. En los Estados Unidos y Canadá se cultiva cebada derivada de variedades de Etiopía. La mayoría del sorgo cultivado en Texas tiene su origen en Etiopía y Sudán. Muchos de los cultivos europeos no sobrevivirían si los que mejoran las plantas no pudiesen pescar en esta fuente de di-versidad. El problema es que, en las últimas tres décadas, ha aparecido una gran industria de las se-millas comerciales, controlada por corporaciones multinacionales. Éstas están creando mercados en el sur del mundo y están introduciendo sus semi-llas uniformizadas, y están sustituyendo las semillas locales y destruyendo la diversidad. De esta forma, la aparición de un mercado global de las semillas está eliminando la diversidad de la que depende la agricultura.

IPV: Efectivamente, la poca diversidad se con-vierte en un bumerán económico, ya que hace que la agricultura se vuelva mucho más vulne- rable. La diversidad es una estrategia para hacer frente a este riesgo. En países como Ecuador, la industria del camarón cría variedades muy con-cretas de esta especie. En el pasado ya ha suce-dido que se han producido plagas muy concretas que han fulminado toda la industria.

MC: Por lo tanto, ¿no hay modo de conciliar desa-rrollo económico y conservación?

IPV: Dentro de ciertos límites se pueden hacer ne-gocios que sean compatibles con la conservación. Pero es ilusorio pensar que el propio mercado ge-nerará estos límites: no está pensado para ello. Por ejemplo, ahora se habla mucho de pago por servi-cios ambientales. En este esquema, unos benefi-ciarios pagan a unos proveedores por los servicios proporcionados por ecosistemas. Este mecanismo está funcionando en contextos donde el Estado es débil y lleva a cabo pocas tareas de conservación, como sucede en bastantes lugares de Latinoaméri-ca. Pero también en este caso, es raro que las dos partes sean privadas: normalmente, quienes pa-gan por los servicios ambientales son fundaciones, ONG o la misma Administración. Hay muy pocos esquemas puramente privados que favorezcan la biodiversidad.

HH: Estoy de acuerdo. Hace veinte años se firmó el Convenio de la Biodiversidad. Desde entonces, se debate sobre cómo se puede privatizar la biodi-versidad, a cambio de generar beneficios para los países que la tienen. Las empresas van a los países pobres y se llevan el material genético, y todo el debate se centra en qué deberían pagar para ha-cerlo. Éste es un camino equivocado. Deberíamos debatir sobre cómo los pueblos locales pueden vi-vir en armonía con sus ecosistemas y beneficiarse de ello. Para estos pueblos, los ecosistemas pro-porcionan muchos beneficios económicos que les permiten sobrevivir. Apropiarse de estos benefi-cios a cambio de un pago es tratar la cuestión de una forma simplista y en muchos casos perjudica la posición de los más pobres del mundo. MC: Otra vía para monetizar la conservación es la fiscalidad ambiental...

IPV: La idea de fondo de la fiscalidad es la siguien-te. En los mercados afloran unos precios, que los consumidores utilizan para tomar decisiones. Ac-tualmente, estos precios mienten, ya que no tienen en cuenta los impactos de los productos sobre la biodiversidad: un producto no es más caro porque tenga un mayor impacto ambiental. La fiscalidad ambiental corrige los precios, y hay distintas moda-lidades de este tipo de fiscalidad. Por una parte, se pueden dar desgravaciones a los comportamientos beneficiosos para el medio ambiente. Por la otra, se pueden gravar las prácticas más perjudiciales, según el principio de «quien contamina, paga». Por otra parte, es importante que este principio no derive en «quien puede pagar, puede contami-nar». Para evitar esto, debe combinarse la fiscali-dad ambiental con instrumentos de regulación más clásicos.

HH: La fiscalidad ambiental tiene un defecto: inten-ta corregir un sistema que, en el fondo, es insoste-nible. En Argentina o en Brasil se eliminan bosques y praderas para cultivar soja. Ésta se exporta a Europa para la ganadería intensiva de vacas, cer-dos y pollos, que se vuelven a exportar a los paí-ses pobres. Se puede gravar la industria de la soja, pero el problema real es este absurdo sistema de

alimentación. La ley debería actuar directamente para cambiar este sistema insostenible y promover la soberanía alimentaria: que cada parte del mundo tenga autonomía para alimentarse.

IPV: Es evidente que deben aplicarse distintos instrumentos simultáneamente. Y también cuen-ta la intensidad con la que se aplican. Por ejem-plo, ya estamos gravando los combustibles fósiles, pero esta fiscalidad no es suficiente para romper el hecho absurdo de transportar comida de una punta a la otra del mundo. La energía es todavía demasiado barata. Sin embargo, los instrumentos de mercado como la fiscalidad ambiental tienen la ventaja de que aprovechan la potencia de millones de consumidores y productores que toman cada día los precios como referencia para sus decisiones de consumo y producción.

MC: ¿Qué se está haciendo, globalmente, para mejorar la relación entre ecosistemas y mercados?

HH: Podemos citar el Convenio de Biodiversidad y el Tratado de Semillas de la FAO, pero el debate para llevarlos a la práctica es muy corto de miras. Se proponen medidas de corrección o de incenti-vo, pero no se cuestionan las razones de fondo de la destrucción de los ecosistemas. Por ejemplo, se han creado bancos de semillas en todo el mundo. No estoy en contra de ellos, pero encerrar unas muestras en una nevera no es ninguna solución si el buldócer de la agricultura industrial sigue en mar-cha y destruye la diversidad de las semillas locales.

IPV: Otra idea es la de deuda ecológica. La deuda externa es una losa para los países en desarrollo, pero es importante reivindicar que los países ri-cos tienen una deuda ecológica con los pobres. Sin embargo, esta idea no se ha convertido, de momento, en ninguna opción operativa. Por otra parte, un mecanismo muy difundido es el comercio de carbono. La Administración establece un límite global a las emisiones y da permisos para emitir contaminantes dentro de este marco. Después, el mercado se pone de acuerdo sobre cómo se reparten estas emisiones permitidas. Los grandes contaminadores industriales disponen de unos permisos para emisiones de CO

2; si emiten más o

menos carbono, pueden comercializar los permi-sos que les sobran o comprar los que les faltan. El mecanismo es eficiente, ya que el mercado inten-tará reducir emisiones allí donde sea más barato, y así los costes globales para la sociedad serán me-nores. Si se aplicasen correctamente, tendrían la ventaja de conciliar la eficacia de las normas con la eficiencia del mercado. Pero se aplican de forma incorrecta. En primer lugar, se establecen límites de emisión demasiado generosos. En segundo lugar, en el Estado español los permisos se han reparti-do gratuitamente, y se ha dado más permisos a los que tenían más emisiones históricas. Este modo de actuar premia con más permisos a quien ha estado contaminando más. Esto no tiene ningún sentido, si no es el de hacer un favor a las empresas. Habría sido mucho más razonable subastar los permisos

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(y en un número más reducido), de forma que de verdad pagase quien contamina más.

MC: Por lo tanto, al menos en principio, ¿la comer-cialización de emisiones es un sistema efectivo?

HH: El comercio de carbono no ha limitado el cambio climático y no lo hará. Por el contrario, ha permitido que los que contaminan sigan hacién-dolo, a cambio de dinero. Hay mecanismos para compensar la emisión de gases que acaban per-judicando los ecosistemas. Por ejemplo, vamos al Congo o a Latinoamérica y plantamos eucaliptos para absorber CO

2. Pero esto se lleva a cabo des-

truyendo ecosistemas y el resultado final es que se empeora el cambio climático.

IPV: La comercialización de emisiones entre países desarrollados o entre empresas no la considero tan problemática como los llamados mecanismos de desarrollo limpio, que se introdujeron con el protocolo de Kioto y que se aplican de forma cre-ciente. Con este sistema, un país rico paga a un país pobre un conjunto de medidas para reducir las emisiones, y se apunta el mérito de esta reducción. Esta estrategia es cuestionable. Los países ricos han generado el cambio climático con sus emisiones domésticas; por lo tanto, son los primeros que de-ben aportar soluciones. Es injusto implicar a quien no ha creado el problema y, además, no se ataca la causa. Por otra parte, la negociación es desigual, los fondos destinados a estas iniciativas entran en competencia con los fondos de la cooperación, y hay problemas para garantizar la adicionalidad: tal vez aquel país pobre habría llegado a aplicar igual-mente aquella medida de reducción de emisiones.

HH: En cualquier caso, el problema de fondo es que el mundo quiere utilizar cada vez más energía. Aunque incrementemos el porcentaje de energías renovables, las emisiones seguirán aumentando igualmente, si no reducimos a la vez el consumo total de energía. Por ejemplo, existe una propues-ta interesante del Gobierno de Ecuador. El país se compromete a no extraer el petróleo del ya-cimiento del Parque Nacional Yasuní, en la Ama-zonia. Renuncia a la mitad del dinero que habría implicado la extracción, pero propone que la otra mitad sean aportaciones internacionales a un fon-do, como compensación por la no explotación. La idea es interesante, pero no llevará a ningún sitio si al mismo tiempo no cambiamos un modelo de cre-cimiento que necesita desesperadamente extraer petróleo de algún lugar. De hecho, al mismo tiem-po Rusia y Noruega se están poniendo de acuerdo sobre cómo extraer el petróleo del Ártico.

IPV: La iniciativa Yasuní-ITT me parece muy inte-resante. Es una medida innovadora que viene de un país en desarrollo. Además, está muy bien di-señada: por ejemplo, el fondo está tutelado por las Naciones Unidas y el Gobierno se compromete a gastarse los intereses, pero no el capital. Sería importante que Cataluña y España aportasen re-cursos a este fondo. Es cierto que si la iniciativa se

limita a Ecuador no tendrá un gran impacto. Sin embargo, si otros países imitan la iniciativa, su po-tencial es mayor. Sabemos muy bien que si el pre-cio del petróleo sube, el consumo baja.

MC: ¿Qué se está haciendo en Cataluña para reco-nocer el valor de la conservación?

IPV: En este ámbito, Cataluña no es tan avanzada como solemos pensar. Las políticas ambientales están todavía jerárquicamente por debajo de las de crecimiento económico y de infraestructuras. Es necesario un cambio cultural en este ámbito. El territorio protegido es extenso, pero hay una gran falta de recursos. Gran parte del Plan de Es-pacios de Interés Natural (PEIN) es poco más que unas rayas sobre un plano: se necesitan más recur-sos para que la protección sea efectiva. De hacer una ley de la biodiversidad se habla como mínimo desde el 2005, muchos años antes de que el Estado español aprobase su Ley del patrimonio natural y de la biodiversidad. La catalana todavía no se ha aprobado. En fiscalidad ambiental hay mucho cami-no por recorrer. Se ha hecho algo en términos de desgravaciones por comportamientos respetuosos con el medio ambiente y se ha aplicado un positivo sistema de gravamen del vertido y la incineración de residuos urbanos. Pero en Andalucía, Madrid y Murcia se grava el vertido de residuos industriales; en Galicia y Andalucía, las emisiones de centrales térmicas; en Castilla-La Mancha, los residuos nu-cleares... No sería necesario innovar: sería suficien-te con copiar lo que otras comunidades autónomas ya han puesto en marcha. El impuesto catalán so-bre los residuos municipales es único en España, pero si lo comparamos con Europa, hay mucho campo de mejora.

MC: ¿Qué acciones deberían emprenderse para armonizar bienestar económico y conservación de la biodiversidad?

HH: El 50 % de los gases responsables del cambio climático vienen de la cadena alimentaria, desde la producción de comida hasta el supermercado. Debería dejar de priorizarse el comercio interna-cional y promoverse, mediante políticas públicas, la labor de pequeños agricultores, los mercados locales, la agricultura ecológica y las pequeñas dis-tancias. Transportar comida de una punta a la otra del mundo debería dejar de ser rentable. Esta des-centralización revertiría rápidamente en una mejor gestión de la biodiversidad.

IPV: La cuestión de fondo es limitar la escala del sistema. Kenneth Boulding afirmó que sólo un loco o un economista pueden creer que el cre-cimiento indefinido puede seguir por siempre en un mundo finito. Para mí, un punto esencial es el precio de la energía. La etapa del petróleo es un instante, un siglo y pico dentro de milenios de vida humana. No es casualidad que precisamente en esta etapa se haya producido una revolución tec-nológica, cultural y demográfica sin precedentes: la energía ha sido más barata y accesible que nunca.

Sin embargo, esto no durará. Aumentar el pre-cio de la energía es fundamental y tendrá muchas consecuencias positivas, por ejemplo en el trans-porte de alimentos, en la agricultura industrial o en la producción de fertilizantes, en la actualidad demasiado baratos. También debe actuarse con re-formas fiscales ecológicas. Se podrían gravar cosas perjudiciales, como la contaminación (que hoy en día es gratuita), y gravar menos cosas que quere-mos estimular, como la generación de trabajo (que en la actualidad tiene muchas cargas fiscales). En relación con Cataluña, es esencial que se apruebe una ley en la materia, que se prioricen las políticas ambientales y que se aplique una visión a largo pla-zo, más allá de la duración de una legislatura.

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P POLÍTICAS PÚBLICAS

La nueva Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de Cataluña

Salvador Grau Jefe del Servicio de Planificación y Gestión del Entor-no Natural, Dirección General del Medio Natural, Departamento de Medio Ambiente y Vivienda

El autor argumenta la necesidad de una nueva Ley de la biodiversidad en Cataluña y la enmarca en el contexto internacional. El texto describe los aspectos esenciales y los distintos instrumentos que plantea, de forma transversal, el nuevo marco jurídico. Asimismo, detalla su proceso de elaboración.

El año 2010 era el establecido en los acuerdos del Consejo Europeo de Gotemburgo del 2001 para detener la pérdida de diversidad biológica en la Unión Europea. A escala mundial se estableció, en el año 2002, en la Cumbre de Johannesburgo, un objetivo similar para el 2010, pero más modesto: «reducir el ritmo de pérdida de biodiversidad en todo el mundo». Este objetivo entroncaba con los postulados del Convenio sobre la Diversidad Bioló-gica adoptado mundialmente en el año 1992, en la Cumbre de Río de Janeiro.

En la actualidad, con los datos más recientes dispo-nibles, ya sabemos que ninguno de los dos objetivos se ha cumplido y que, por lo tanto, resulta ineludible continuar trabajando para reforzar las políticas y las acciones en favor de la biodiversidad en todos los ámbitos y en todos los sectores de la sociedad.

En Cataluña también se pierde biodiversidad, aun-que no de la misma forma en todos los sistemas naturales. Actualmente sabemos, con consistencia estadística suficiente, que se está perdiendo biodi-versidad sobre todo en los espacios agrícolas, en los prados y en los pastos, y en los hábitats marinos, mientras que en los bosques y en las zonas húme-das, en términos generales, el estado de la diver-sidad biológica ha ido mejorando. Y lo sabemos gracias a los datos de los programas de seguimiento de la biodiversidad a largo plazo, que pusieron en marcha a principios de la década de los noventa el Departamento de Medio Ambiente de la Genera-litat de Catalunya y distintas entidades naturalistas, centros de investigación y sociedades científicas del país.

A escala comunitaria, la Comisión Europea ha se-ñalado una serie de causas por las que no se ha logrado el objetivo del 2010, a pesar de los esfuer-zos desplegados en todos los ámbitos, tanto guber-namentales como de la sociedad civil. Entre estas causas destacan las siguientes:

Las carencias en el marco político y estratégico. a) Las carencias en materia de información y

conocimiento.b) La deficiente integración de la biodiversidad

en las políticas sectoriales y territoriales.

c) Las carencias en la comunicación y la educa-ción para fomentar la concienciación.

d) La insuficiente financiación para las políticas de biodiversidad.

e) La aplicación incompleta de ciertos instru-mentos legales comunitarios.

A escala mundial, está prevista la aprobación del nuevo plan estratégico del Convenio sobre la Di-versidad Biológica en la Conferencia de las Partes (COP 10) de Nagoya (Japón), que debe fijar los nuevos hitos, así como los objetivos y los recursos necesarios para su consecución durante la próxima década. En la Unión Europea se ha iniciado también un proceso para definir la nueva estrategia comu-nitaria de biodiversidad, que debería aprobarse an-tes de que finalice el 2010 o, como mucho, durante el primer semestre del 2011.

Más allá del 2010: nuevos compromisos

La Comisión Europea, tras asumir que no se ha-bía llegado al objetivo de detener la pérdida de biodiversidad para el 2010, publicó en el mes de enero del mismo 2010 una comunicación en la que proponía la adopción de un objetivo a largo plazo, para el 2050, y otro a medio plazo, para el 2020, y definía cuatro escenarios alternativos posibles, de menor a mayor ambición y comprometidos con la conservación.

En el marco de la presidencia española de la Unión Europea, durante el primer semestre del 2010, el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda ha tenido la oportunidad de participar, el 15 de mar-zo del 2010, en el Consejo Europeo de Ministros de Medio Ambiente en representación de todas las comunidades autónomas del Estado, y esto se ha convertido en una excelente ocasión para inter-venir en la discusión comunitaria de definición de las orientaciones estratégicas para las nuevas políti-cas de conservación de la biodiversidad. Además, las comunidades autónomas concretaron una posición común que se entregó al Ministerio de Medio Am-biente como contribución a las nuevas orientaciones estratégicas que el Consejo Europeo de Medio Am-biente adoptó.

Algunas de las cuestiones más importantes aproba-das por el Consejo Europeo, que deben orientar la conservación de la biodiversidad en la Unión Euro-pea durante la próxima década, están en plena sin-tonía con las propuestas defendidas desde Cataluña:

•Los27EstadosmiembrosdelaUniónhanaproba-do el hito más ambicioso de entre los que se había planteado la Comisión para el 2050, en el sentido de que «[...] se proteja, se valore y se restablezca la biodiversidad de la Unión Europea y los servi-cios ecosistémicos que proporciona –su capital natural– por el valor intrínseco de la biodiversidad y por su contribución básica al bienestar humano y la prosperidad económica, a fin de evitar cambios catastróficos originados por la pérdida de biodi-versidad».

Para el 2020, el objetivo es «[...] detener la pérdida de biodiversidad y la degradación de los servicios ecosistémicos en la UE antes del 2020 y restable-cerlos en la medida en que sea posible, reforzan-do, al mismo tiempo, la contribución de la UE para prevenir la pérdida de biodiversidad en todo el planeta». Se ha acordado incluir este objetivo en la Estrategia de Desarrollo Sostenible de la UE.

•SehareiteradoquelaUniónEuropeasólocon-seguirá aplicar los objetivos de detener la pérdida de biodiversidad y la degradación de los servicios ecosistémicos que se propone si aplica medios adecuados que estén a la altura de estos obje-tivos. Deben fijarse objetivos que concreten los hitos del 2020, y que sean ambiciosos, realistas, factibles y evaluables para los distintos ecosiste-mas, aspectos impulsores y presiones, y para ga-rantizar su integración en las políticas sectoriales pertinentes, tanto internas como externas.

•Sereafirma la importanciade lasáreasprotegi-das y las redes ecológicas para esta nueva política de conservación, pero también se subraya que la protección de la biodiversidad y el manteni-miento de los servicios ecosistémicos requiere políticas y acciones que vayan mucho más allá y que permitan crear, por ejemplo, una «infraes-tructura ecológica» a escala europea.

•Seponedemanifiestolanecesidaddeintensifi-car los esfuerzos para integrar la biodiversidad en el proceso de elaboración y ejecución de otras políticas y, especialmente, en las políticas relacio-nadas con la gestión de los recursos naturales, como las políticas agraria, de seguridad alimenta-ria, de bosques, de pesca y de energía, y también en la planificación territorial, el transporte, el tu-rismo, el comercio y la cooperación al desarrollo.

En este marco de intensificación de los esfuerzos políticos e institucionales a escala internacional para detener la pérdida de biodiversidad, el Go-bierno de Cataluña plantea una de las iniciativas más ambiciosas de las últimas dos décadas en esta materia: un nuevo marco legal para la conserva-ción de la biodiversidad y del patrimonio natural, como una contribución responsable y solidaria a la mejora y el mantenimiento del capital natural que se encuentra en la base del bienestar colectivo de nuestra sociedad.

1 Está disponible en la página web del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda: Inicio > El Departamento > UE y Asuntos Exteriores > Unión Europea > Actividades del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda en el ámbito de la UE > Representación autonómica en los Consejos de Medio Ambiente 2010

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Los argumentos para una nueva ley

Las motivaciones más destacables para la aproba-ción de un nuevo marco legal en materia de biodi-versidad y patrimonio natural en Cataluña son, por lo tanto, las siguientes:

a) La diversidad biológica y el conjunto del patri-monio natural es extraordinariamente relevan-te en el territorio de Cataluña, con una riqueza de especies y de hábitats superior a muchos países europeos de mayor superficie, y con un territorio que mantiene en un 65 % de su super-ficie un alto grado de naturalidad.

b) La aportación de los ecosistemas al bienestar humano es la base del desarrollo socioeconómi-co. Los llamados servicios ambientales de los eco-sistemas dependen del funcionamiento ecológi-co de los sistemas naturales y del buen estado de conservación de la diversidad biológica, Los ecosistemas regulan el ciclo del agua; producen oxígeno y fijan CO

2; intervienen en la forma-

ción y la retención de los suelos; proporcionan alimentos, madera, fibras y otros materiales, así como un gran número de sustancias utilizadas en la industria farmacéutica. El patrimonio na-tural es un activo de primer orden para la in-dustria turística del país, y el acceso al medio natural proporciona numerosas oportunidades para la salud, educativas, culturales y de ocio. El patrimonio cultural, en definitiva, conforma gran parte de los paisajes de Cataluña y es un elemento fundamental de su identidad nacional.

c) El marco legal en Cataluña en esta materia se encuentra, en la actualidad, disperso y desac-tualizado. Es necesaria una reforma legal que incorpore todo el caudal comunitario de pro-tección de la biodiversidad, la legislación básica estatal aprobada durante la presente legislatura y los nuevos conceptos hasta ahora inexisten-tes en nuestro marco normativo –el patrimonio geológico, la conectividad ecológica, la conser-vación de los hábitats amenazados, la custodia del territorio, la fiscalidad favorable a la conser-vación, etc.–, que se han hecho presentes en las respuestas a la problemática de la conservación en todo el mundo.

d) El esfuerzo internacional para detener la pér-dida de biodiversidad y los nuevos objetivos e instrumentos para más allá del 2010 acaparan el interés de la ciudadanía de Cataluña y reciben su apoyo; la aprobación de esta nueva ley es un paso decisivo en el compromiso de Cataluña con la conservación.

Descripción de los aspectos esenciales que plantea la nueva ley

A continuación, y de forma sistemática, pasaremos a describir las principales características de la ley (para ello, nos basamos en la versión del anteproyecto de ley que ha sido sometido a información pública).2

1. La ley tiene como objetivo establecer el ré-gimen jurídico de la protección, la conserva-ción, el uso sostenible, la gestión, la mejora y la restauración del patrimonio natural y de los elementos culturales y de conocimiento tradi-cional que se le asocian, incluyendo sus valores inmateriales e intangibles, la diversidad biológi-ca, geológica, edáfica y paisajística, los procesos ecológicos y geológicos que tienen lugar en su seno y los servicios que prestan los ecosistemas al bienestar humano.

2. El título I de la ley establece un nuevo marco general para la conservación del patrimonio na-tural en Cataluña: define los objetivos generales y los principios rectores de la conservación, de-fine la función social de la conservación del pa-trimonio natural y los derechos y deberes de la ciudadanía, y establece un catálogo de deberes de los poderes públicos, que la ley desarrolla a lo largo de su articulado.

3. La planificación estratégica de la conservación del patrimonio natural se plantea mediante la Estrategia para la Conservación del Patrimonio Natural, un nuevo instrumento que, de hecho, se enmarca en los compromisos adquiridos desde la entrada en vigor del Convenio so-bre la Diversidad Biológica de 1992, y que en Cataluña está todavía pendiente. La estrategia puede desarrollarse con planes sectoriales más concretos, que incorporen los objetivos de la conservación en distintos sectores de la acción pública.

4. La ley incorpora al ordenamiento jurídico de Cataluña los planes de ordenación de los recur-sos naturales, un instrumento de planificación ya previsto en la legislación estatal, y que, fun-damentalmente, debe utilizarse como herra-mienta de ordenación de los espacios naturales protegidos, para sustituir a los actuales planes especiales de protección del medio natural y del paisaje, con algunos efectos y contenidos reforzados (como, por ejemplo, las medidas cautelares o la consideración de la conectividad ecológica en sus medidas).

5. Sin duda, una de las principales aportaciones de la ley es la incorporación de un conjunto de prescripciones y normas, de aplicación directa o instrumentales, a las políticas sectoriales que tienen relación con la conservación de la biodi-versidad y del patrimonio natural. El principio de integración ya contenido en el tratado de la Unión Europea, se concreta y se adapta a la realidad de Cataluña.

La ley establece medidas para:a) las políticas de agricultura y ganadería; b) las políticas de pesca marítima y de gestión

del litoral; c) las políticas forestales y las hidrológicas; d) las políticas mineras y energéticas; e) las políticas territoriales, urbanísticas y de

infraestructuras;

f ) las políticas turísticas y de ocio; g) las políticas ambientales.

Estas medidas deben permitir adoptar una mejor articulación del patrimonio natural con un conjunto de políticas que a menudo concurren en el mismo espacio, y que pueden provocar presiones negati-vas para los ecosistemas.

6. En relación con los servicios ambientales de los ecosistemas, la ley establece la obligatoriedad de su mantenimiento global, prevé la evaluación periódica de su estado en Cataluña siguiendo las pautas de las evaluaciones que efectúa la Organización de las Naciones Unidas en esta materia y establece que se publiquen sus resul-tados.

7. El mantenimiento de la permeabilidad y la co-nectividad ecológica en el conjunto del terri-torio se incorporan a la ley con instrumentos propios, entre los que destaca el Plan de Co-nectividad Ecológica de Cataluña, con carácter de plan territorial sectorial; para su tramitación se prevé, también, la posibilidad de adoptar me-didas cautelares.

8. La ley considera, por primera vez en nuestro ordenamiento jurídico, el impacto que la so-ciedad catalana genera sobre la biodiversidad global (a escala mundial), y prevé mecanismos de información, regulación y cooperación con efectos en el ámbito internacional, que puedan disminuir la huella ecológica de Cataluña.

9. La ley incorpora la fijación de criterios sobre el patrimonio natural en los procedimientos de evaluación ambiental, especialmente en rela-ción con la naturaleza de las medidas compen-satorias que ciertos proyectos deben adoptar, y contribuye a esclarecer esta cuestión gene-ralizando el principio de compensación en los casos de pérdida neta de patrimonio natural. Su objetivo es garantizar la recuperación de los elementos del patrimonio natural afectados cuando sea posible, o la restauración en otros lugares viables cuando no lo sea; establece, asi-mismo, la posibilidad de adquisición pública de terrenos con presencia de elementos del patri-monio equivalentes a los alterados.

2 Está disponible en la página web del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda: Inicio > Ciudadanos > Parti-cipación pública.

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Especies, hábitats y patrimonio geológico

10. La ley crea la Lista de Especies Protegidas y el Catálogo de Especies Amenazadas como los dos principales instrumentos para la conserva-ción a escala de especie. Prevé la elaboración de planes de recuperación y conservación para las especies amenazadas y la delimitación de sus áreas críticas. La ley integra todo un conjunto de artículos de la legislación vigente en materia de protección de los animales, de forma que se concentra en una única ley toda la regulación sobre las especies de la fauna autóctona.

11. Se incorpora y amplía también la normativa vigente en materia de árboles y arboledas mo-numentales, con el criterio de integrar en un solo texto legal toda la normativa dispersa en materia de conservación.

12. También, por primera vez en el ordenamiento jurídico de Cataluña, se adopta un conjunto de instrumentos para hacer frente a la problemá-tica de las especies invasoras, como la creación del Catálogo de Especies Exóticas Invasoras, donde se clasifican de acuerdo con el riesgo de impacto sobre la biodiversidad, lo que compor-ta que se adopten medidas de control y erradi-cación cuando sea posible.

13. La creciente orientación global de la conserva-ción a la consideración de los hábitats como ob-jeto principal de atención (véase, por ejemplo, la Directiva de Hábitats de la Unión Europea), hace que la ley incorpore instrumentos inno-vadores, como el Catálogo de Hábitats Ame-nazados, y les otorgue un régimen propio de conservación y protección. Concede una pro-tección singular a las zonas húmedas, a través del Plan de Protección de las Zonas Húmedas, y amplía el régimen protector ya vigente en la Ley 12/1985, de 13 de junio, de espacios naturales.

14. Otro aspecto innovador es la incorporación de la conservación del patrimonio geológico en el conjunto de la ley (de hecho, el concepto de patrimonio natural engloba también el patrimo-nio geológico), y se establecen, además, medi-das específicas para garantizar su protección mediante el Inventario de Espacios de Interés Geológico y la Lista de Rocas y Minerales Prote-gidos. En uno y otro instrumento se prevé la co-laboración entre el departamento competente en materia de medio ambiente y el Instituto Geológico de Cataluña.

Espacios naturales protegidos

15. La ley continúa configurando los espacios natu-rales protegidos como la columna vertebral de la política pública de protección del patrimonio natural en Cataluña, pero introduce distintas novedades en el marco legal vigente. Regula el régimen jurídico de los espacios naturales pro-tegidos, resultado, por una parte, de la adapta-

ción a la normativa estatal y comunitaria vigente en la materia, y, por la otra, de la experiencia consolidada durante los últimos años en cuanto a la planificación y gestión de estos espacios.

16. Se establece el sistema de espacios naturales protegidos de Cataluña, que proporciona co-herencia interna al conjunto de los espacios na-turales protegidos e integra en un sistema único los instrumentos de conservación, planificación y gestión. El Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN) continúa siendo el instrumento de pla-nificación global que vertebre el sistema, con carácter de plan territorial sectorial. Introducir el concepto sistema significa considerar que la protección de un espacio natural protegido no es únicamente un objetivo por sí mismo, sino que es un elemento más para conseguir la fina-lidad última de conservar el conjunto del patri-monio natural.

17. La ley agrupa todas las categorías de protección de espacios naturales dispersas por distintos ins-trumentos legales e internacionales y les aporta coherencia en el marco del sistema de espacios naturales protegidos. La ley define categorías de protección especial, como la reserva natural, la reserva natural integral, el parque nacional, el parque natural, el monumento natural y el área marina protegida, que incluyen, también, las categorías establecidas por instrumentos in-ternacionales (zonas húmedas de importancia internacional incluidas en la Lista de Ramsar y zonas especialmente protegidas de importancia para el Mediterráneo), y los espacios de la red Natura 2000 (zonas especiales de conservación y zonas de especial protección para las aves). Los parques naturales y nacionales conforman la llamada Red de Parques de Cataluña, para re-forzar sus funciones específicas en el marco del sistema.

18. La ley introduce cambios y precisiones impor-tantesparaalgunasdelasfigurasdeprotección:los parajes naturales de interés nacional pasan a ser monumentos naturales; se adecua la re-gulación de los parques nacionales a la norma básica estatal de la Red de Parques Nacionales; se incorporan las categorías de monumentos naturales y de áreas marinas protegidas, y se adecuan las disposiciones relativas a la red Na-tura 2000 de las directivas de aves y hábitats; las categorías de reservas naturales de fauna salvaje y las reservas naturales parciales se recla-sifican en reservas naturales. Además, cada tres años debe publicarse una lista de los espacios naturales protegidos declarados, con su equi-valencia respecto a las categorías de espacios protegidos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

19. Para la declaración de los espacios naturales protegidos se mantiene el esquema de la Ley de espacios naturales de 1985, que atribuye la competencia sobre esta materia a la Genera-

litat de Catalunya, con la particularidad de los parques nacionales, que deben declararse, por ley, del Estado. Se concreta el contenido del ins-trumento de declaración y se amplía la relación de entidades que pueden promover la declara-ción.

20. Se definen losinstrumentosdeplanificacióndelos espacios naturales protegidos, es decir, el plan de ordenación de los recursos naturales y el plan de gestión, aunque también se pueden elaborar planes, normas o programas sectoria-les o específicos, o bien programas anuales de gestión.

21. Se establece como obligación de los poderes públicos la adquisición de suelo en los espacios naturales protegidos cuando sea necesario para llevar a cabo una gestión eficaz. En esta línea, para las reservas naturales integrales se establece la obligación por parte de la Adminis-tración de la Generalitat de expropiar las fincas y derechos afectados, y se establece un plazo máximo de dos años para que se adquieran es-tos terrenos.

22. Se mejora y se refuerza el modelo de gestión de los espacios naturales protegidos mediante la incorporación de distintas posibilidades de gobernanza y la colaboración de los departa-mentos sectoriales, que deben formar parte de los órganos de gobierno de estos espacios cuando sus competencias resulten afectadas. Si bien la gestión corresponde siempre al de-partamento competente en materia de medio ambiente, se prevé la facultad de delegarla en entidades locales, consorcios, entidades sin afán de lucro o en personas propietarias, arrendata-rias o titulares de derechos reales. Se trata de aumentar la corresponsabilidad en los objetivos de conservación y dejar paso a fórmulas que otorguen más protagonismo a la Administra-ción local, a las entidades de conservación de la naturaleza, a las personas usuarias del territorio y a la comunidad científica, una realidad que ahora ya existe y que la ley articula y ordena.

23. La ley establece la clasificación de los órganos que intervienen en la gestión de los espacios naturales protegidos y define sus funciones ge-nerales: los órganos rectores, los órganos ges-tores, los órganos colaboradores y los órganos científicos asesores. Debe ser el instrumento de declaración de espacio protegido el que es-tablezca su necesidad en cada caso. Todos ellos son obligatorios en cada espacio de la Red de Parques de Cataluña.

24. Finalmente, se reconocen otros espacios con finalidadesdeconservación: las reservas de la biosfera, los lugares naturales de la Lista del Pa-trimonio de la Humanidad de la UNESCO y los espacios naturales de interés local, aunque se diferencian de la categoría jurídica de espacio natural protegido.

PLa nueva Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de CataluñaSalvador Grau

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Conocimiento e información

25. La ley otorga una gran importancia al cono-cimiento de la biodiversidad y del patrimo-nio natural como base para la formulación de políticas sólidas y bien fundamentadas. Regula los instrumentos y las medidas sobre informa-ción, conocimientos tradicionales, investigación científica y evaluación en materia de patrimo-nio natural, que deben permitir el acceso uni-versal a la información y cumplir con el deber de los poderes públicos de facilitar la difusión de conocimientos relativos a la biodiversidad y al patrimonio natural.

26. Se crea el sistema de de información sobre el patrimonio natural, que integra el conocimien-to científico y técnico disponible, y contiene toda la información procedente de catálogos, inventarios, listas o registros, además de los resultados de estudios e investigaciones que provengan de universidades, museos y centros similares. Forma parte de este sistema, entre muchos otros instrumentos, el Banco de Datos de Biodiversidad y el sistema de seguimiento del patrimonio natural.

27. Otro aspecto innovador de la ley es la previsión de inventariar los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad (que algunos auto-res llaman etnobiodiversidad) y establecer medi-das para protegerlos.

28. Al departamento competente en materia de medio ambiente se le asigna la obligación de evaluar, al menos cada seis años, los resultados de las políticas de conservación del patrimonio natural, aunque la evaluación de las políticas pú-blicas y la rendición de cuentas se incorpora a la ley en distintos apartados.

Participación social

29. La ley reconoce la custodia del territorio como fórmula para implicar a las personas propieta-rias y usuarias del territorio en la conservación de los valores y los recursos naturales, cultura-les y paisajísticos. Se definen los acuerdos de custodia, las entidades de custodia y se crea el Registro de Entidades y Acuerdos de Custodia. Se reconocen determinados derechos en favor de las entidades de estudio y conservación de la naturaleza y las personas propietarias, arren-datarias o titulares de derechos reales sobre fincas rústicas, así como en favor de sus aso-ciaciones y las organizaciones de explotaciones agrarias y forestales.

30. Se incorporan a la ley nuevos instrumentos para facilitar la adopción de compromisos volunta-rios en materia de conservación de la biodiver-sidad a las empresas, las entidades locales, las entidades sin afán de lucro, las universidades y otras instituciones educativas, como, por ejem-plo, los planes de acción para la biodiversidad.

31. En el conjunto de la ley se prevén distintos mecanismos de participación pública, como la consulta sistemática a las entidades científicas, económicas, culturales, sociales y ambientales, en todos los instrumentos que desplieguen la ley; la colaboración entre la Administración y otras organizaciones para llevar a cabo progra-mas de cría o cultivo de especies amenazadas fuera de su hábitat, o la posibilidad, por parte de las administraciones públicas, de suscribir acuerdos para delegar la gestión de un espacio natural protegido en una entidad sin afán de lu-cro o en personas titulares de derechos reales, según proceda.

Organización administrativa

32. Aunque la ley no modifica la distribución com-petencial entre la Administración de la Genera-litat y las entidades locales de Cataluña, sí que establece un conjunto de instrumentos y de medidas para promover que las entidades lo-cales, dentro de su ámbito de competencias, contribuyan a la consecución de los objetivos de la ley: la participación sistemática en los ins-trumentos que despliegan la ley y que tienen una repercusión local, la posibilidad de declarar espacios naturales de interés local y de gestionar por delegación espacios naturales protegidos, aprobar planes de acción para la biodiversidad o crear comisiones municipales de patrimonio natural.

33. Se prevé la creación de dos órganos consultivos: el Consejo Social de la Naturaleza, como órga-no de participación social, con funciones de de-liberación, consulta y asesoramiento, y la Comi-siónCientíficaAsesoradelaNaturaleza,como órgano consultivo, con la finalidad de asesorar técnica y científicamente a la Administración de la Generalitat y el Parlamento. Funcionalmente sustituyen al Consejo de Protección de la Na-turaleza, que continúa ejerciendo sus funciones mientras no se creen los dos nuevos órganos.

Instrumentos económicos, fiscales y financieros

34. Se crean incentivos para la conservación y el aprovechamiento sostenible de los componen-tes de la biodiversidad a través de distintos me-canismos, como el establecimiento de ayudas técnicas y financieras para fincas, especialmente las situadas en los espacios naturales protegidos, y las que han suscrito acuerdos de custodia del territorio. Ni estas ayudas ni otras subvenciones con cargo a fondos de las administraciones pú-blicas pueden ser concedidas a actividades que incidan desfavorablemente sobre el patrimonio natural o sean contrarias a los objetivos de la ley.

35. La mejora de la financiación de las políticas de conservación se aborda con la creación del Fon-do de Conservación del Patrimonio Natural, para financiar actuaciones de prevención, pro-

tección, conservación y restauración del patri-monio natural y las medidas que las fomentan. Se nutre de los recursos que provienen de las partidas asignadas a través de los presupuestos de la Generalitat, de aportaciones de fondos de otras administraciones y de personas físicas o jurídicas, de la parte que corresponde a la Ge-neralitat de la asignación tributaria del IRPF a las actividades relacionadas con la defensa del me-dio natural y de la biodiversidad, y de fondos co-munitarios dirigidos a la conservación del patri-monio natural. También se destinan cantidades recaudadas por tributos y tasas afectas al fondo, así como las que provienen de la recaudación de las sanciones derivadas de las infracciones de la ley, y de otros fondos que se determinen.

36. Se introduce la posibilidad de pagar deudas tri-butariasconlacesiónalaGeneralitatdefincassituadas en espacios naturales protegidos o en áreas de alto valor natural, de forma similar a la regulación existente en relación con el patri-monio cultural.

37. Con la finalidad de garantizar un reparto equi-tativo adecuado de beneficios y costes de la conservación, la ley prevé que, en el plazo de un año, la Generalitat debe establecer bene-ficiosfiscalespara la participación en acuerdos de custodia del territorio y acuerdos de con-servación por parte de personas propietarias o titulares de derechos reales sobre fincas y recursos naturales, y en acuerdos entre la Administración de la Generalitat y los titula-res de explotaciones agrarias que contribuyen a la consecución de los objetivos de esta ley. Asimismo, se incorpora la posibilidad de crear sistemas de pago por servicios ambientales a fin de contribuir a mantener las actividades be-neficiosas para la conservación del patrimonio natural. Reconoce la importancia de los servi-cios que prestan los ecosistemas al bienestar humano y al mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales.

Medidas de cumplimiento de los objetivos de la ley

38. La ley incluye un título completo sobre las me-didas que deben garantizar el cumplimiento de la ley. Se clasifican y tipifican las infraccio-nes y las sanciones correspondientes, se prevé la adopción de medidas adicionales en el caso de infracciones graves o muy graves, se regulan los decomisos, se prevén en determinados ca-sos multas coercitivas y se establecen garantías de reparación del daño ocasionado.

39. Se crea un registro de personas infractoras en relación con el medio ambiente, que permite disponer de mecanismos de control en rela-ción con el otorgamiento de subvenciones con fondos de la Generalitat, o para la contratación con las administraciones públicas.

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Cuadro: El proceso de elaboración de la ley

VII legislatura

- Pacto del Tinell (diciembre del 2003) El acuerdo para un gobierno catalanista y

de izquierdas en la Generalitat de Catalun-ya (el llamado Pacto del Tinell) incluía, en el apartado «Biodiversidad y prevención de la contaminación», «Redactar y aprobar la Ley de protección de la biodiversidad que integre y haga compatible la gestión de los recursos naturales, la conserva- ción de la diversidad biológica de Cataluña y la presencia de sus protectores».

- Consejo de Dirección del Departamento de Medio Ambiente y Vivienda (marzo del 2005)

El Consejo de Dirección del Departamen-to de Medio Ambiente y Vivienda acordó iniciar el trámite de elaboración de la ley y estableció sus directrices generales.

- Jornadas en la Universidad de Girona (ju-nio del 2005)

Tuvieron lugar el 14 y 15 de junio del 2005 y se presentaron los contenidos esenciales que debería tratar la ley, organizados en cinco bloques: principios básicos; espacios naturales, biodiversidad y custodia del territorio; coordinación sectorial; marco legal y financiero; conocimiento, moni-torización y evaluación. Representantes de distintos sectores aportaron su punto de vista; participaron en las jornadas los principales agentes culturales, económicos y sociales del país. Estas jornadas dieron lugar a la publicación La futura Llei de bio-diversitat-patrimoni natural (Girona, Docu-menta Universitaria, 2006).

- Dictámenes de expertos (septiembre del 2005 - junio del 2006)

Se encargaron los trabajos Informe sobre las cuestiones clave en materia de conservación que deberían incluirse en el anteproyecto de Ley de la biodiversidad y del patrimonio natu-ral de Cataluña (J. M. Mallarach), Propuesta de instrumentos económicos y fiscales para el anteproyecto de Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de Cataluña (Ent, Consulting) e Informe de derecho compa-rado sobre los documentos de referencia y legislación vigente que deberán tenerse en cuenta en la elaboración del anteproyecto de Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de Cataluña (DTUM).

Partiendo de la información de las jornadas de la UdG, de los tres dictámenes de exper-tos y de las directrices aprobadas por el Con-sejo de Dirección del DMAV, se creó en el seno del Departamento de Medio Ambiente

y Vivienda una comisión de trabajo para la elaboración del contenido de la futura ley. Sin embargo, el proceso queda interrumpido por el avance de las elecciones.

VIII legislatura

- Acuerdo de la Entesa (noviembre del 2006) El acuerdo programático de la Entesa

Nacional pel Progrés establecía, en el apartado «Actuaciones en materia de medio ambiente y energía», «Dar un sal-to adelante en la gestión de los espacios protegidos, con la aprobación de la Ley de protección de la biodiversidad».

- Acuerdo de Gobierno y memoria previa (diciembre del 2008)

El 23 de diciembre del 2008, el Gobierno acordó aprobar la memoria previa al inicio de la tramitación del anteproyecto de Ley de la biodiversidad y del patrimonio na-tural. En consecuencia, se retomaron los trabajos de redacción del anteproyecto de ley.

- Proceso participativo (mayo-junio del 2009) El Plan Interdepartamental de Participa-

ción Ciudadana 2008-2010 de la Generali-tat de Catalunya, coordinado por la Direc-ción General de Participación Ciudadana (DGPC) del Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación (DIRIP), previó que el DMAV acompañase la elaboración del anteproyecto de Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de un proceso participativo. La finalidad principal del proceso fue generar un de-bate social sobre una parte de los conteni-dos del anteproyecto de ley, que aportase elementos de mejora. Se llevaron a cabo cinco sesiones, en las que participaron 76 personas representantes de distintas entidades y sectores y se aportaron más de 200 propuestas. Las sesiones fueron las siguientes: «La implicación social en la conservación del medio natural» (28 de mayo, Girona); «Los efectos de las polí-ticas sectoriales sobre el medio natural» (2 de junio, Manresa); «Prácticas agrarias y conservación de la naturaleza» (8 de junio, Tortosa); «Los instrumentos eco-nómicos para conservar la naturaleza» (16 de junio, Barcelona) y la sesión de clausura (29 de junio, Barcelona).

- Consulta y trabajo interdepartamental Se llevan a cabo consultas y reuniones

interdepartamentales sobre la propuesta de articulado de la ley y se encarga el estu-dio Introducción de criterios de responsabili-dad exterior en la futura Ley de biodiversidad (Observatorio de la Deuda en la Globali-

zación – Cátedra UNESCO de Sostenibili-dad de la UPC). El 20 de abril del 2010, el Consejo Técnico del Gobierno da el visto bueno al anteproyecto de ley y autoriza el inicio del proceso de información pública. Se llevan a cabo sesiones de presentación y discusión con entidades y sectores eco-nómicos y sociales de distinto tipo, y se solicita el informe del Consejo de Caza de Cataluña, el Consejo de Pesca Continen-tal de Cataluña y el Consejo de Protección de la Naturaleza, entre otros organismos.

PLa nueva Ley de la biodiversidad y del patrimonio natural de CataluñaSalvador Grau