Text Esccreativa Barbara

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Yo dormía, pero mi corazón velaba Cantar de los Cantares 5, 2 A Bárbara le parecía que se le iba el aire. La cruz que colgaba del cuello subía y bajaba a ritmo brusco y acelerado. Continuó su camino de frente, vagando la vista por entre los encabezados. La multitud pausó frente al rojo. Bárbara exhausta. Bárbara Marco Vinicio Cristerna Filosofía Ahí estaba la misma gota que escurría cada mañana por los trazos firmes. Conmoción. No había más duda. Le reconoció. El mismo trazo en músculos, el filo que salía de entre los ojos definido y determinante. Los negros bultos que corrían sobre los portales transportaban al misterio que acontecía: él estaba pre- sente. Los encabezados fit, six pack, healthy, light su espejo. Bárbara luchaba por quedarse, luchaba por irse. A palpitaciones force- jeaba con aquello que la traspasaba desde el interior. Verde y camina. To- davía se pregunta por la otra posibili- dad. Avanza de prisa abriéndose paso a cada momento. Bruno se mece a libertad en viento. Mil miradas. El rojo la denun- cia. Bárbara supo que el colapso estaba próximo. La ansiedad aumentaba. El calor, los latidos, la cruz. ¡No! El aliento se le escapó desde adentro y se abandonó al suelo… Ahí otra vez, el viento fresco y una lágrima hasta el labio. La cruz de arriba a bajo. Impotencia. Las ondulaciones negras giraron a una y mientras el “¿por qué?” se le escapó de los ojos, del cuerpo; se posaron sobre los hombros. Pedía tregua pero no se le concedió. Verde y camina a caricias de Hímero. La calle se llenaba de muchedumbre. A cada paso uno más. Había sólo silencio. El sol despuntaba y todos querían algo. ¡Buen día, Hímero!

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Yo dormía,

pero mi corazón velaba

Cantar de los Cantares 5, 2

A Bárbara le parecía que se le iba el aire. La cruz que colgaba del cuello subía y bajaba a ritmo brusco y acelerado. Continuó su camino de frente, vagando la vista por entre los encabezados. La multitud pausó frente al rojo. Bárbara exhausta.

Bárbara

Marco Vinicio CristernaFilosofía

Ahí estaba la misma gota que escurría cada mañana por los trazos firmes. Conmoción. No había más duda. Le reconoció. El mismo trazo en músculos, el filo que salía de entre los ojos definido y determinante. Los negros bultos que corrían sobre los portales transportaban al misterio que acontecía: él estaba pre-sente. Los encabezados fit, six pack, healthy, light su espejo.

Bárbara luchaba por quedarse, luchaba por irse. A palpitaciones force-jeaba con aquello que la traspasaba desde el interior. Verde y camina. To-davía se pregunta por la otra posibili-dad. Avanza de prisa abriéndose paso a cada momento. Bruno se mece a libertad en viento. Mil miradas. El rojo la denun-cia. Bárbara supo que el colapso estaba próximo. La ansiedad aumentaba. El calor, los latidos, la cruz. ¡No! El aliento se le escapó desde adentro y se abandonó al suelo… Ahí otra vez, el viento fresco y una lágrima hasta el labio. La cruz de arriba a bajo. Impotencia. Las ondulaciones negras giraron a una y mientras el “¿por qué?” se le escapó de los ojos, del cuerpo; se posaron sobre los hombros. Pedía tregua pero no se le concedió. Verde y camina a caricias de Hímero.La calle se llenaba de muchedumbre. A cada paso uno más. Había sólo silencio. El sol despuntaba y todos querían algo. ¡Buen día, Hímero!