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Constituyente 1502 – 4to. Piso Tel. 24136397 – Fax 24136398 Montevideo – Uruguay [email protected] cienciassociales.edu.uy i En E E P Serie TESIS Y MONOGRAFÍAS MONOGRAFÍAS FINALES DEL DIPLOMA DE ESPECIALIZACIÓN EN INTERVENCIÓN FAMILIAR TITULO DEL DOCUMENTO: En el país de Varela… ¿Qué Familia puede? Estudio de caso sobre la relación entre el programa Aulas Comunitarias y la institución familiar. AUTOR: Paola Barca Venturiello FECHA DE PUBLICACIÓN: Marzo de 2017 ISSN: 2301-1688 UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL

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Constituyente 1502 – 4to. Piso Tel. 24136397 – Fax 24136398 Montevideo – Uruguay [email protected]

cienciassociales.edu.uy i

En E

E

P

Serie

TESIS Y MONOGRAFÍAS

MONOGRAFÍAS FINALES DEL DIPLOMA DE ESPECIALIZACIÓN EN INTERVENCIÓN FAMILIAR

TITULO DEL DOCUMENTO:

En el país de Varela… ¿Qué Familia puede? Estudio de caso sobre la relación entre el programa Aulas Comunitarias

y la institución familiar.

AUTOR: Paola Barca Venturiello

FECHA DE PUBLICACIÓN: Marzo de 2017

ISSN: 2301-1688

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA

DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL

ii

Área Académica de Infancia y Familia Departamento de Trabajo Social Facultad de Ciencias Sociales.

UdelaR

Email: [email protected]

iii

En el país de Varela… ¿Qué familia puede?

Estudio de caso sobre la relación entre el Programa Aulas Comunitarias y

la institución familiar

Paola Barca Venturiello

Resumen

El documento apunta a analizar la concepción de familia que presenta el Programa Aulas

Comunitarias en relación al proceso educativo de los adolescentes. Pone el foco en conocer

la existencia o no de una tensión entre el fortalecimiento y la responsabilización de la

familia. Al mismo tiempo, busca comprender el rol que ocupa el trabajo social,

reproduciendo o no la tensión antes señalada.

Para comprender la temática seleccionada se toman principalmente los siguientes autores:

el europeo François Dubet, algunos latinoamericanos como Silvia Duschatzky, Cristina

Corea e Ignacio Lewkowicz y el uruguayo Pablo Martinis. Se realiza un estudio de caso,

partiendo de un enfoque cualitativo, que incluye una revisión bibliográfica y un análisis de

documentos institucionales. En términos generales, podría decirse que se logró un análisis

que refiera a la concepción de intervención familiar del Programa Aulas Comunitarias,

haciendo énfasis en sus fortalezas, debilidades y en los riesgos que pueden presentarse

debido a dichas concepciones.

Palabras Clave

Familia, educación, adolescentes, Programa Aulas Comunitarias, trabajo social.

Abstract

The study aims to analyse the family approach that the program called Aulas Comunitarias

has, regarding their adolescents educative process.

It focuses on the tension arriving between strengthen and hold the family accountable.

Also, it points to understand the social worker role in this tension. To analyse and get a

comprehensive view point of the subject, some of the authors selected were: François

Dubet, some Latin-Americans: Silvia Duschatzky, Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz

and a Uruguayan: Pablo Martinis. It’s a case study, carried out with a qualitative approach

iv

were the method used are bibliographic review and the analysis of institutional documents.

In summary, it could be said that the comprehensive analyses was achieved, focusing on

family potentialities, capacities, weaknesses and risks.

Keywords

Family, education, adolescence, Programa Aulas Comunitarias, social work.

v

Tabla de contenido

1. Introducción ........................................................................................................... 1

1.1. Antecedentes del problema .............................................................................. 1

1.2. Relevancia de la investigación ......................................................................... 1

1.3. Motivación para la elección del tema ............................................................... 2

1.4. Formulación del problema, objetivos e hipótesis .............................................. 3

1.5. Metodología ...................................................................................................... 4

2. La educación media en Uruguay ........................................................................... 6

2.1. Historia de la educación media ......................................................................... 6

2.2. Contexto actual de la educación media básica .................................................. 10

3. Programa Aulas Comunitarias ............................................................................ 13

3.1. Presentación....................................................................................................... 13

3.2. Algunos datos sobre el programa ...................................................................... 15

3.3. El rol del trabajo social ...................................................................................... 17

4. El declive de la institución educativa .................................................................... 19

5. Políticas focalizadas y políticas universales ......................................................... 22

6. La familia como institución ................................................................................... 26

7. El material empírico y su análisis ......................................................................... 29

7.1. Situación familiar como explicación de la situación actual de desvinculación

educativa ............................................................................................................ 29

7.2. La familia como aliada para el sostenimiento del proceso educativo de los

adolescentes ....................................................................................................... 33

7.3. Cambios a nivel familiar como objetivo del Programa Aulas Comunitarias .... 36

7.4. Rol del trabajo social en el Programa Aulas Comunitarias ............................... 39

7.5. Importancia de la intervención familiar en el trabajo con los adolescentes ...... 41

8. Conclusiones ............................................................................................................ 44

8.1. Reflexiones en torno a las hipótesis .................................................................. 44

8.2. Alcances y limitaciones del trabajo realizado ................................................... 45

8.3. Aprendizajes ..................................................................................................... 46

9. Bibliografía .............................................................................................................. 48

1

1. Introducción

El presente trabajo constituye la elaboración final del Diploma de Especialización en

Intervención Familiar. Se centra en el análisis del abordaje familiar que realiza el Programa

Aulas Comunitarias (PAC). Cabe preguntarse ¿qué espera de la familia?, ¿de qué forma

aborda la intervención con ella? El trabajo pone su foco en la interacción entre dos

instituciones: la educativa y la familia.

1.1 Antecedentes del problema

Como antecedentes del presente estudio podrían citarse dos trabajos, por un lado, uno

realizado por María Esther Mancebo y Lucía Monteiro en el año 2009, en el cual

desarrollan un análisis de diversos aspectos del PAC, entre ellos el abordaje familiar. En él

plantean que parte del trabajo del programa se orienta a “realizar una verdadera

deconstrucción del anterior rol familiar en relación a la educación de los alumnos,

buscando que superen la inacción y adopten un papel más activo.” (Mancebo y Monteiro,

2009:285).

Por otro lado, un informe de evaluación del programa que realizó la Dirección Nacional de

Evaluación y Monitoreo (DINEM) del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) en el año

2014. Entre otros aspectos, analiza los diferentes perspectivas de intervención familiar que

se presentan en el programa, a partir de entrevistas con equipos técnicos, adolescentes y

familias. De acuerdo con el informe, “El contacto con las familias es un aspecto en el que

el PAC pone énfasis, y que lo diferencia de otras propuestas de Educación Media Básica.”

(DINEM, 2014:24).

1.2 Relevancia de la investigación

En primer lugar, se considera relevante analizar la concepción de familia en el marco del

PAC ya que se trata de un programa focalizado que desde su discurso inicial ha apuntado a

la universalización de la educación media, presentándose como una herramienta

innovadora para disminuir la desvinculación durante el primer año del ciclo básico de

educación media. Durante el 2016 se planteó la finalización del programa. En dicho

contexto cabe preguntarse: ¿Qué aportes logró realizar a la educación media universal?

¿Qué acumulado tiene para aportar a los centros de educación media en relación con su

estructura organizativa? ¿Qué tiene para decir sobre la desvinculación educativa de los

2

adolescentes? ¿Y sobre el rol de la familia en el proceso educativo y en la relación con los

centros de educación media?

En segundo lugar, se considera que, comprender el abordaje que realiza el programa en

relación a la familia y las tensiones asociadas a esta, aporta elementos a las políticas

educativas, en un contexto en el que, desde el gobierno se prevé realizar un cierre del

programa.

Como tercer aspecto, se destaca la importancia de poner el foco en la desvinculación

educativa a partir del discurso de la universalización de la educación media y el contexto

de la crisis educativa. En este sentido, el primer año de ciclo básico presenta un hito de

suma importancia, “En Secundaria, particularmente, la situación golpea más fuerte: entre

los jóvenes de 15 a 17 años, solo 54% terminó el primer ciclo liceal (que va del 1° al 3°

año), y en esa franja de edades hay un 20% que no asiste al sistema educativo, según cifras

oficiales.” (Roizen, 2015).

Un estudio realizado por De Melo, Failache y Machado (2015:18) menciona:

“(…) en la mayor parte de los casos la familia apoyó la decisión de abandono del

adolescente o incluso tomó la decisión por él. Este patrón de consentimiento familiar

se observa de forma más acentuada en el caso de los adolescentes que técnicamente se

habrían desafiliado del sistema educativo formal y es particularmente marcado en el

caso de los adolescentes que nunca llegaron a inscribirse a Ciclo Básico donde supera

75% de los casos.”

En este sentido, aparece un cuarto motivo por el cual se hace sumamente relevante abordar

la temática: la familia y su relación con los centros educativos configura un aspecto

importante en la desvinculación de los adolescentes. Es necesario poder conceptualizar el

rol de la familia en el proceso educativo, así como el de la política social y cómo esta

involucra o no a la familia en su desarrollo.

1.3 Motivación para la elección del tema

Como motivación para la elección del tema se encuentra, como primer aspecto, el interés

personal de profundizar y comprender la relación familia – educación desde el trabajo

social.

En segundo lugar, la motivación está relacionada con el rol que desempeño como tallerista

en un Aula Comunitaria. En este sentido, me enfrento cotidianamente a la tensión entre,

3

por un lado, los procesos que realizan los adolescentes, su empoderamiento y los logros

que van alcanzando en el Aula y por otro, las estructuras de los centros educativos hacia

los que egresan en años siguientes. Podría decirse que esta misma tensión se presenta en

relación a las familias, por un lado, la participación y el rol activo que adquieren en el

proceso educativo de los adolescentes y por otro, las dificultades que presentan al

vincularse con otros centros de educación formal.

1.4 Formulación del problema, objetivos e hipótesis

El problema que se seleccionó a los efectos del presente trabajo es la relación entre el PAC

y la institución familiar.1 Esto es, la concepción de familia que presenta el programa en

relación con el proceso educativo de los adolescentes, poniendo el foco en la ambigüedad

entre el fortalecimiento y la responsabilización de la familia.

Objetivo general: Analizar las concepciones de familia que se desprenden del Programa

Aulas Comunitarias y sus desafíos para el trabajo social.

Objetivos específicos:

- Conocer el rol que el programa le otorga a la familia en el proceso educativo de los

adolescentes.

- Analizar el grado de importancia que el programa le otorga a la intervención

familiar como forma de prevenir o abordar la desvinculación educativa.

- Comprender el rol que otorga el programa al trabajo social en relación con el

abordaje familiar.

Hipótesis:

- Existe una relación conflictiva y de fuertes tensiones entre la familia y el PAC por la

ambivalencia institucional entre el posible fortalecimiento y la participación de la

familia por un lado, y por el otro, su responsabilización por las dificultades que

presentan los adolescentes en el proceso educativo.

- El trabajo social en el contexto del abordaje familiar del programa reproduce esta

tensión que genera el PAC.

1 A lo largo del trabajo se profundizará sobre el concepto de la familia como institución.

4

1.5 Metodología

La metodología utilizada para el presente estudio parte de un enfoque cualitativo, ya que

profundiza en “el análisis de significados, expresiones, patrones y profundidad del

contenido” (Hernández, Fernández y Baptista, 2003:474), centrándose en la comprensión y

descripción de la temática seleccionada.

Se trata de un estudio de caso, ya que “se analiza profundamente una unidad integral para

responder al planteamiento del problema, probar hipótesis y desarrollar teoría” (Hernández

y Mendoza, 2008, citado por Hernández, Fernández y Baptista, 2003:1). En este caso, la

unidad de análisis estaría vinculada al Programa Aulas Comunitarias y el problema

relacionado con su visión de la familia en el marco del proceso educativo de los

adolescentes.

Se realiza una revisión bibliográfica sobre el tema a los efectos de obtener datos que

permitan analizar y comprender el objeto de estudio. De acuerdo con Hernández,

Fernández y Baptista (2003:66-67) “consiste en detectar, obtener y consultar la bibliografía

y otros materiales que sean útiles para los propósitos del estudio, de donde se tiene que

extraer y recopilar la información relevante y necesaria que atañe a nuestro problema de

investigación.”

Por un lado, se revisa la literatura pertinente a la temática, vinculando autores nacionales e

internacionales, con la intensión de generar un marco teórico que permita analizar y

comprender el PAC en su relación con la familia.

Por otro lado, se efectúa un análisis de documentos institucionales publicados por el PAC y

otros actores, entendiendo que “Se trata de documentos producidos por instituciones o por

individuos, en el contexto de la parte «institucionalizada» de su vida. (…) en general,

documentos de carácter público” (Corbetta, 2007:377). La dimensión institucional de los

documentos aporta los datos para conocer el abordaje del programa en relación a la

familia, así como otros aspectos de la política que pueden resultar sumamente importantes

para el análisis.

Con el objetivo de plantear algunos puntos sobre los cuales poner el foco al recabar la

información, se señalan a continuación una serie de hipótesis. Se entiende que al aplicar un

enfoque cualitativo, el análisis podría trascender estos aspectos. Sin embargo, generar

algunas hipótesis iniciales permite organizar la información, así como centrar el trabajo en

determinados puntos del universo de análisis.

5

A modo de organización del texto se presenta en primer lugar el marco teórico,

centrándose en el análisis de la educación media en Uruguay, del PAC, de las políticas

focalizadas y universales, así como de la familia como institución.

En segundo lugar, se presenta un análisis de los documentos seleccionados, reflexionando

sobre algunos puntos que se consideraron de suma importancia a los efectos del trabajo.

Como tercer punto, se plantean conclusiones en relación con algunos aspectos analizados a

partir de las hipótesis, se plantean los alcances y limitaciones del estudio, así como

aprendizajes adquiridos.

Finalmente, se presenta la bibliografía utilizada para el estudio.

6

2. La educación media en Uruguay

2.1 Historia de la educación media

En el inicio de la nación la educación era individualizada, personal y un privilegio al que

pocas personas podían acceder (MEC, 2014). El origen temprano del sistema educativo en

el Uruguay (comparado con el resto de América Latina) es contemporáneo “al proceso de

construcción del Estado y a la temprana modernización de la sociedad, haciendo parte del

proceso originario de democratización “fundamental” y de la construcción de la ciudadanía

(política y social).” (Lanzaro, 2004:8). El sistema educativo surge como necesidad en la

construcción del Estado, de manera que permita impartir los conocimientos necesarios para

formar ciudadanos.

Pablo Martinis (2013) señala que el sistema educativo uruguayo surge en el contexto del

establecimiento de una sociedad disciplinada, concibiendo a la educación como uno de los

derechos del ciudadano. Según el autor:

“(…) nace cruzado por la asunción de prácticas disciplinarias, en las cuales es posible

apreciar el desarrollo de la perspectiva pastoral en la educación y un conjunto de

intervenciones que miran más a conjuntos de alumnos que a sujetos en particular y que

se podrían comprender a través de la noción de normalización.” (Martinis, 2013:25).

La educación primaria va a estar destinada a la formación de ciudadanos como una manera

de homogeneizar a la población, impartiendo una serie de conocimientos y valores que

permitan “educar esa masa popular que se conserva en la ignorancia” (Varela, 1964:169,

citado por Martinis, 2013:57). La educación primaria va a estar centrada, entonces, en

educar a todos los integrantes de la sociedad, incluso los más vulnerables, mientras que la

educación media o secundaria estará destinada a las clases acomodadas, como un

privilegio.

En el inicio la educación secundaria estaba a cargo de la Iglesia y eran escasos los centros

a los que se podía concurrir. Es en el contexto de las dictaduras de Latorre (1876-80),

Santos (1882-86) y Tajes (1886-90) que se desarrolla la educación secundaria. En 1885 se

consolida como tal, con la Ley Orgánica de la Universidad de la República que define

entre sus objetivos “ampliar y complementar la educación e instrucción que se da en las

escuelas primarias y preparar para el estudio de las carreras científicas y literarias” (Ley

Orgánica de la Universidad de la República, 1885, citada en MEC, 2014:77). Una educación

7

secundaria que crece significativamente y se inscribe en un contexto de disciplinamiento

de la sociedad, en la que se dan una serie de transformaciones a nivel social y moral en las

que se imponen una serie de aspectos vinculados al control, la represión y la culpa. A

continuación se hace referencia al contexto antes señalado, en el que la sociedad impone:

“el “empaque” al cuerpo, el puritanismo a la sexualidad, el trabajo al “excesivo” ocio

antiguo, ocultó la muerte alejándola y embelleciéndola, se horrorizó ante el castigo de

niños, delincuentes y clases trabajadores y prefirió reprimir sus almas, a menudo

inconsciente del nuevo método de dominación elegido, y, por fin, descubrió la

intimidad transformando a “la vida privada”, sobre todo de la familia burguesa, en un

castillo inexpugnable tanto ante los asaltos de la curiosidad ajena como ante las

tendencias “bárbaras” del propio yo a exteriorizar sus sentimientos y hacerlos

compartir por los demás.” (MEC, 2014:79).

Entre los años 1912 y 1934 se dieron algunos cambios que facilitaron el acceso a la

educación secundaria pública. El primero de ellos fue la creación de centros de educación

media en el interior del país. El segundo fue la creación de la Sección Femenina, ya que si

bien las mujeres podían concurrir a cualquier liceo, no lo hacían por cuestiones culturales.

El tercer cambio estuvo vinculado a que la educación secundaria pasó a ser gratuita, y el

último a la creación de liceos nocturnos.

En el año 1935, en el marco de la dictadura de Terra (1934-1939) la educación secundaria

se estructura como ente autónomo, y se asiste a su momento de mayor expansión

permitiendo el acceso de las clases medias. En la década del sesenta, la Comisión de

Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) realizó un análisis en el cual señala que esta

expansión estuvo vinculada a un crecimiento poblacional y que en realidad los cambios no

eran acordes a la nueva realidad que se presentaba en los centros de educación secundaria.

El Ministerio de Educación y Cultura (2014) hace referencia al análisis de la CIDE,

señalando que:

“Los bajos niveles culturales de origen familiar de su nuevo alumnado, no fueron

compensados con sistemas pedagógicos de dedicación total, personal especializado y

equipamiento que se requerirían para compensar el déficit cultural de origen. Esto

produjo diferencias muy netas entre los rendimientos promediales de liceos de zonas

de clase media superior y de clase baja, y más aún entre los liceos privados y los

públicos. En aquellos medios sociales en que la familia no puede ser apoyo cultural a

la labor del liceo, los fracasos fueron más marcados y abundantes.” (MEC, 2014:97).

8

En términos generales, podría cuestionarse si esta no continúa siendo la realidad actual de

la educación secundaria en el país. Una vez que se expande a la clase media, más allá de

los cambios que se han generado durante los años siguientes, los centros no han logrado

adaptarse y transformarse a la nueva realidad y heterogeneidad, aspecto que continúa

generando actualmente diferencias en el acceso y el desempeño de los adolescentes.

Caetano y De Armas (2011:359) señalan que “la educación media comenzó a recibir (…) a

estudiantes de los estratos medio-bajo y bajo de la población, lo que implicó, en un

contexto de incremento limitado del gasto público educativo, la creciente masificación de

la enseñanza.”

En el año 1973, el golpe de Estado disuelve las cámaras legislativas, se establece una

dictadura militar y queda la educación en manos de las Fuerzas Armadas. Tal como señala

un documento del Ministerio de Educación y Cultura (2014):

“La educación pasó a ser un espejo en donde se reflejaba una sociedad estancada

socialmente y políticamente. A partir de 1970 toda intervención en la educación por

parte del Poder Ejecutivo, se dirigió a acallar las voces de los actores, con la

consecuencia de la limitación y aún anulación del discurso pedagógico sobre el rol de

la educación.” (MEC, 2014:107).

Durante esta época se interviene la educación, controlando y prohibiendo los textos que se

trabajan, destituyendo docentes, censurando cualquier tipo de reflexión o pensamiento

crítico.

A partir de 1985 comienza la restauración de la democracia en el país, se promulga la Ley

de Emergencia de la Educación N° 15.739 que crea la Administración de Educación

Pública (ANEP) como un ente autónomo que se encargará de la educación pública no

universitaria (MEC, 2014).

A inicios de la década de los noventa, las autoridades apuntaron a la reestructuración de un

sistema educativo, que fue un antecedente para la reforma educativa precedida por Germán

Rama que comienza en 1995 (Lanzaro, 2004). Las líneas principales de la reforma

incluyeron la extensión de la cobertura pública en educación inicial, la expansión de las

escuelas de tiempo completo, modificaciones en la currícula de educación media

apuntando a aumentar la carga horaria y diversificación de la oferta de formación para los

docentes (MEC, 2014).

9

De acuerdo con Martinis (2013) se conforma un estado social o benefactor entre la segunda

y tercera década del siglo XX, que tiene “una preocupación centrada en el desarrollo de

políticas de integración social que buscan reducir las «normalidades más desfavorables»

que se apreciaban en el conjunto de la población” (Martinis, 2013:29). Los cambios que se

realizan desde la educación en esta época van a tener como objetivo, además de la mejora

de la calidad, el fortalecimiento de la equidad, poniendo el foco en las situaciones de

pobreza. De esta forma, según el autor se genera “el mito de la inclusión social a través de

la educación, mito que lleva a colocar en un lugar subordinado las diferencias económicas

(…) en aras de subrayar la igualdad social y cultural que se generaría a través de una

educación universal.” (Martinis, 2013:60).

Entre el año 2000 y el 2002 se produce una crisis económica en el país, que presenta un

panorama socio-económico sumamente crítico, siendo en el año 2004 cuando comienza

una recuperación económica. En este contexto, en el 2005 con el triunfo del Frente Amplio

en las elecciones nacionales, comienza el primer gobierno de izquierda, que se extiende

por tres períodos: 2005-2009, 2010-2014 y 2015-2019.

En el primer período se crea el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), que mostró la

importancia que el gobierno estaba prestando a la pobreza y la vulnerabilidad social. En

este contexto surge el Plan de Atención a la Emergencia Social (PANES) como una política

focalizada con un objetivo a corto plazo destinado a asistir a la población más vulnerable a

través de la transferencia de prestaciones monetarias y alimenticias, y uno a largo plazo

que pretendía generar canales de inclusión social.

A partir del 2008 este programa se consolida como Plan de Equidad, una estrategia de

reducción de la pobreza y la desigualdad. Ma. Ester Mancebo y Lucía Monteiro (2009)

señalan que el Plan presenta dos componentes, uno que apunta a la “reestructuración de la

matriz de protección social e incluye la reforma tributaria, la reforma de la salud, las

políticas de empleo y la política de vivienda” (Mancebo y Monteiro, 2009: 25). Y el

segundo vinculado a la integración social a través de transferencias monetarias, programas

de educación, de inserción laboral y alimentación, entre otros. En este contexto, vinculado

al Plan de Equidad, se consolida el PAC, que “integra justamente este componente de

creación de una red de asistencia e integración social” (Mancebo y Monteiro, 2009:25).

A través de esta breve reseña y análisis de la historia, se logra destacar que a diferencia de

la educación primaria, la educación media fue inicialmente destinada a las clases más

privilegiadas y posteriormente la clase media comienza a acceder en forma masiva. Leer la

10

historia de la educación secundaria, sus cambios, reformas y dificultades, permite

comprender las condiciones actuales y el arduo trabajo que aún queda pendiente.

2.2 Contexto actual de la educación media básica

En el año 2015 la educación media básica contó con un total de 147.165 personas

inscriptas de primero a cuarto año en centros públicos y privados (ANEP, 2015), cifra que

viene en descenso desde el año 2011, tal como lo señala el gráfico 1. Dicha gráfica también

muestra el aumento de la matriculación a ciclo básico que se dio en el año 2008 hasta el

2011. Podría cuestionarse si este incremento está o no vinculado al surgimiento del PANES

y posterior Plan de Equidad que suponía una transferencia condicionada, entre otros

aspectos, a la asistencia educativa.

De acuerdo con ANEP (2015), la tasa bruta de escolarización (TBE) que refiere al porcentaje

de alumnos matriculados, en este caso en ciclo básico, en relación a la cantidad de

personas en edad de cursar ese nivel (en este caso, 12 a 17 años), llega en el año 2013 al

115,8%. Gráfico 1: Matrícula de ciclo básico (2005-2015)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de ANEP, 2015.

Por otro lado, se observa un leve aumento de la tasa bruta de asistencia a ciclo básico a

partir del año 2011, entendida como el porcentaje de personas que asisten a ciclo básico en

relación a la cantidad de adolescentes entre 12 y 17 años.

130.000

135.000

140.000

145.000

150.000

155.000

160.000

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

11

En relación al porcentaje de egreso de ciclo básico de adolescentes entre 12 y 17 años

viene en aumento desde el año 2011, presentando en el año 2014 su mayor valor (si se

compara con los porcentajes del 2006 en adelante) llegando casi a un 59% (ANEP, 2015).

Se entiende que la educación media básica presenta serios desafíos relacionados,

principalmente con “los altos niveles de desvinculación educativa que (…) resultan de las

dificultades que ha tenido el sistema educativo para asimilar el proceso de expansión del

acceso a la enseñanza media registrado durante las últimas tres o cuatro décadas.” (Caetano

y De Armas, 2011:381). Esto se observa claramente en el porcentaje de abandono del

primer año de ciclo básico público, tal como lo señala el gráfico 2. Se observa que el

porcentaje de abandono es altamente mayor en el interior que en Montevideo. Si bien a

partir del año 2011 se encuentra en descenso, tanto para Montevideo como para el interior,

el porcentaje total de abandono de primer año de ciclo básico en los centros públicos en el

año 2013 llega a un 3,3%.

Gráfico 2: Porcentaje de abandono de primer año de ciclo básico público (2000-2014)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de ANEP, 2015.

Simultáneamente se observa un aumento de la promoción de primer año de ciclo básico a

partir del año 2011, llegando casi a 70% de aprobados en el 2014 (ANEP, 2015) y un

descenso de la repetición en el mismo grado.

Inicialmente el Uruguay presentaba una integración social que se reflejaba en la educación

primaria y sus centros. Actualmente se observa una fuerte segregación social de la que el

sistema educativo no queda exento. Magdalena Rossetti (2014) señala, en este sentido:

0,0

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

7,0

8,0

Total

Montevideo

Interior

12

“el énfasis en este país debe estar puesto en la educación secundaria, donde el

porcentaje de alumnos mayores de quince años que no terminaron la educación media

alcanza actualmente el 48.1%. La deserción escolar está ligada a la situación

económica de sus familias; mientras que el 60% de los niños más pobres asiste a un

establecimiento secundario, en los estratos altos esta cifra supera el noventa por

ciento.” (Rossetti, 2014:50)

Se generan centros educativos con poblaciones homogéneas internamente y heterogéneas

entre sí, centros para personas de barrios pobres y para no pobres. De esta forma, la

integración de la sociedad a través de la educación se vuelve un mito, que presenta serias

dificultades en poder alcanzarse con la estructura actual del sistema educativo. En el marco

de esta segregación surgen una serie de programas que, siendo focalizados, apuntan a una

re-vinculación con la educación formal. En este contexto surge la pregunta: ¿en el país de

Varela todos podemos?2

2 Referencia al programa En el país de Varela, yo sí puedo, que comenzó a implementarse en el año 2007 en el marco del Plan de Emergencia.

13

3. Programa Aulas Comunitarias

3.1 Presentación

El PAC es una estrategia diseñada en el año 2007, destinada a adolescentes entre 13 y 17

años en situación de vulnerabilidad social. Se plantea que “tiene como objetivo la inclusión

educativa de adolescentes desvinculados de la Educación Media Básica” (CES-MIDES,

2013:2). Apunta a que los adolescentes, que habiendo culminado la educación primaria,

nunca se han inscripto a primer año de ciclo básico, o que habiéndolo hecho no lo

aprobaron (ya sea por dificultades a nivel curricular, por abandono o inasistencias),

concurran a las Aulas Comunitarias para luego poder reinsertarse en centros de educación

tradicional. Podría decirse que se constituye como un puente entre la educación primaria y

la educación media básica (EMB).

Se plantea como objetivo general “promover la inclusión educativa de adolescentes de 14 a

17 años que se encuentran desvinculados de la EMB” (DINEM, 2014:8) y como objetivos

específicos:

“1. Ofrecer una propuesta educativa formal y de calidad para cursar primer año de

EMB en el marco del sistema de educación pública (Modalidad A).

2. Facilitar la introducción gradual y sostenida al primer año de ciclo básico para

aquellos estudiantes que necesitan un proceso de mayor duración y de carácter más

personalizado (Modalidad B).

3. Dar seguimiento a las trayectorias educativas de los adolescentes que habiendo

cursado primer año en el PAC se insertan en segundo año en un centro educativo

convencional (liceo o escuela técnica) (Modalidad C).” (DINEM, 2014:8).

De acuerdo con Ma. Ester Macebo y Lucía Monteiro (2009:29) “El diseño del PAC tuvo

lugar en el año 2006, con la intervención de técnicos del CES y de Infamilia (…) Puede

decirse así que la cogestión del programa fue precedida por un codiseño entre el CES e

Infamilia.”. Actualmente se encuentra dentro de la órbita del Consejo de Educación

Secundaria (CES) de la ANEP, pero fue diseñado junto con el Ministerio de Desarrollo

Social en el marco del Plan de Equidad.

Las Aulas son gestionadas por Organizaciones de la Sociedad Civil (OSCs), que cuentan

con un equipo socioeducativo y docentes de educación secundaria. En forma semanal el

equipo y los docentes cuentan con un espacio de coordinación en el que se trabajan

14

diversos aspectos y acuerdos en relación al funcionamiento del Aula y de los adolescentes.

Desde el PAC se considera esta cogestión como “un espacio «no convencional» que apuesta

a la innovación educativa” (CES-MIDES, 2013:2). También Ma. Ester Macebo y Lucía

Malián (2009) consideran esta cogestión estado–sociedad civil organizada como una

innovación en la educación secundaria.

Alejandra Scafati, Coordinadora General del PAC menciona:

“Aulas Comunitarias es un avance de posible institucionalidad educativa, que tiene

como finalidad explorar innovación pedagógica y gestión institucional. Es una

propuesta que pone en el centro de la actividad educativa el vínculo positivo con el

aprendizaje, desde la pedagogía de la presencia y la centralidad de vínculo educativo

entre el conjunto de adultos que trabajan en el Aula y los adolescentes que concurren”.

(CES-MIDES, 2013:1)

El programa presenta tres modalidades que aparecen presentes en los objetivos y se

describen a continuación:

- Modalidad A: Los adolescentes cursa primer año de ciclo básico en el Aula

Comunitaria, apuntando a la inserción efectiva de los adolescentes.

- Modalidad B: Los adolescentes cursan “Introducción a la vida liceal”,

constituyéndose un espacio intermedio para que el próximo año los adolescentes

puedan cursar primer año en el Aula. Se apunta a que los adolescentes que aún no

se encuentran preparados para cursar primer año, puedan fortalecerse para el

próximo año.

- Modalidad C: Una vez que los adolescentes egresaron del Aula y se han insertado

en otras instituciones de educación formal, se continúa el trabajo realizando el

seguimiento y apoyo de los adolescentes en sus centros educativos.

La propuesta considera, además de las asignaturas curriculares, un taller temático,

realizado por el equipo socioeducativo de la OSC, un taller de expresión, realizado por un

tallerista contratado por la OSC, un proyecto interdisciplinario generado en conjunto por el

equipo docente y el socioeducativo, un trabajo en red con otras instituciones y centros

educativos de la zona, así como un trabajo con las familias de los adolescentes.

A partir del año 2012, algunas Aulas del país agregaron a su propuesta la aprobación de

segundo año de ciclo básico. “Esta posibilidad permite completar procesos que en un año

15

pueden resultar insuficientes y consolidar otra confianza a los estudiantes, para continuar

sus estudios.” (CES-MIDES, 2013:6)

En el año 2015, Celsa Puentes (Directora del Consejo de Educación Secundaria) en una

entrevista con el diario Brecha anuncia su desacuerdo con que el Programa Aulas

Comunitarias se siga desarrollando (Neves y Porley, 2015). Posteriormente, luego de un

serio cuestionamiento de las OSCs a la dirección del programa, se informa que se cerrarán

nueve Aulas en el 2016 y que este sería el último año del PAC.

3.2 Algunos datos sobre el Programa

El programa Infamilia del MIDES publicó un monitoreo del PAC realizado durante los años

2008 y 2009, que incluye la evaluación de 263 adolescentes en relación con las Aulas

(Infamilia, 2009). De acuerdo a este monitoreo, el 66% de los adolescentes aspiraba a

continuar sus estudios hasta completar ciclo básico, mientas que el 18% buscaba completar

la educación media. Finalmente, el 7% pretendía concurrir a la Universidad (Infamilia,

2009:2). Por su parte, el 42% de las familias de los adolescentes aspiraba a que culminaran

ciclo básico, el 29% a que completaran educación media y el 12% a que ingresaran a la

Universidad (Infamilia, 2009:2).

En el año 2008, de un total de 467 adolescentes que cursaban modalidad A, el 64% aprobó

primer año, el 16% repitió y el 20% se desvinculó del Aula (Infamilia, 2009:4). “Cuando

se comparan los resultados con los del año 2007, se muestra una evolución positiva dado

que no sólo aumentó la proporción de jóvenes que promovieron el 1er. año sino que

también bajó la de desvinculación del sistema educativo.” (Infamilia, 2009:4).

En el año 2007, la cobertura era de 632 adolescentes, en 2008 de 800 (DINEM, 2014:14).

Cifras que han ido en aumento a lo largo de los años alcanzando un total de 1.064

adolescentes en 2009, 1.363 en 2010, 1.756 en 2011, 1.883 en 2012 y 2.092 en 2013

(DINEM, 2014:14), lo que ha supuesto un crecimiento en la cobertura del programa.

De 2007 a 2013, el 62% de los adolescentes que cursaron primer año de ciclo básico han

aprobado, al tiempo que se observa un aumento de la repetición y una disminución del

abandono (DINEM, 2014:49), tal como lo representa el siguiente gráfico.

16

Gráfico 3: Resultados educativos de los adolescentes que cursan modalidad A, 2007-2013 (%)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de DINEM, 2014:49.

En relación con la trayectoria educativa de los adolescentes que egresaron de la modalidad

A del Aula Comunitaria entre el 2008 y 2012, cerca del 70% se inscribió en la educación

media al primer año de egreso, mientras que este valor disminuye a 35-40% al segundo

año. En el siguiente gráfico se observa cómo el primer valor mantiene una cierta

estabilidad, mientras que el segundo presenta cierto aumento.

Gráfico 4: Trayectoria educativa posterior de adolescentes que cursaron modalidad A, 2008-2012

(%)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de DINEM, 2014:49.

0

10

20

30

40

50

60

70

2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

Aprobó

Repitió

Abandonó

2008 2009 2010 2011 20120

10

20

30

40

50

60

70

80

Primer año de egreso

Segundo año de egreso

17

En el primer año de egreso, entre el 2010 y 2012, un promedio del 40% se inscribió al

liceo, un 50,5% a la UTU y un 9,5 a la modalidad A del PAC. Por otro lado, en el segundo

año, el 44, 6% se inscribe al liceo, el 54% a la UTU y un 1,4% a la modalidad A del PAC

(DINEM, 2014: 50). Podría decirse que la mayor inscripción luego del egreso del Aula

estaría centrada en la UTU.

En relación a las características de los adolescentes, se da un predominio de varones siendo

en promedio un 16% más que las mujeres (DINEM, 2014:15). Por otro lado, el 66% ha

repetido en primaria (DINEM, 2014:15). Podría decirse que se trata de adolescentes que se

encontraban desvinculados o en riesgo de desvincularse del sistema educativo, que habían

presentado dificultades en la educación primaria, las que podrían prufundizarse en

secundaria.

3.3 El rol del trabajo social

Dentro de cada equipo socioeducativo de la OSC el Aula cuenta con un trabajador social

que tiene un total de quince horas semanales. De acuerdo con Monteiro y Mancebo (2009)

“el PAC hizo una apuesta a la diversificación de los perfiles profesionales que trabajan con

los adolescentes al incorporar a las aulas a trabajadores sociales, educadores sociales,

psicólogos y psicopedagogos”. Podría decirse que se trata de la integración de otros

profesionales en la cotidianeidad de un centro educativo, entre ellos, la figura del

trabajador social, apuntando a un abordaje más integral y complejo de las situaciones de

los adolescentes y sus familias, así como de la institución y de la educación. El equipo

técnico, integrado entre otros por el trabajador social, a través de la OSC, constituye una

parte del Estado interviniendo a nivel privado, en la vida de los adolescentes y sus familias.

Se trata de un rol que se desempeña en un equipo, lo que permite abordar las situaciones de

los adolescentes, así como sus procesos educativos en forma integral, junto con otros,

conjugando distintas perspectivas. Dubet (2013:302-303), en este sentido, menciona que:

“el equipo obliga a tener un proyecto, a dar un sentido profesional a las prácticas. (…)

El equipo ratifica como profesional la actividad de cada uno de ellos porque exige que

se rindan cuentas, que se tome distancia, porque recuerda que existe un esquema. (…)

El equipo socializa la mala conciencia y el romanticismo de los trabajadores sociales,

da la sensación de cierta objetividad del trabajo”.

18

El trabajo en equipo, al mismo tiempo, hace de contralor en la intervención, ya que implica

la necesidad de fundamentar y dar cuenta de las acciones que se realizan.

Las áreas a las que debería apuntar el trabajador social en relación a los adolescentes,

según el programa, estarían vinculadas con la salud, la documentación y el acceso a las

prestaciones sociales.

Se explicita el rol de articulación que debe tener el profesional, en relación a instituciones

del barrio, la familia y la comunidad. Se trata de un rol que fortalece las redes personales e

institucionales de los adolescentes, así como las del centro educativo, esto favorece un

abordaje más integral y complejo de las situaciones. El trabajo en equipo antes señalado,

puede complementarse con el trabajo en conjunto realizado con otras instituciones,

construyendo un equipo con otros referentes de instituciones del barrio o de la comunidad,

que permitan conocer y abordar la complejidad de las situaciones de los adolescentes y sus

familias.

19

4. El declive de la institución educativa

Cuando se habla de educación se hace referencia a una institución que presenta un

programa institucional (Dubet, 2013a) que orienta y define su función, o que en algún

momento pudo haberlo hecho. Podría decirse que la educación presenta también una

función socializadora y disciplinaria al mismo tiempo. De acuerdo con Corea y Lewkowicz

(2016:20) “la experiencia disciplinaria forjaba subjetividad disciplinaria.” Es decir que esta

institucionalidad socializaba a los individuos produciendo determinadas subjetividades,

teniendo como base la socialización previa que había realizado la familia. “Como resultado

de esta operatoria, se organizaba un encadenamiento institucional que aseguraba y

reforzaba la eficacia de la operatoria disciplinaria.” (Corea y Lewkowicz, 2016:20). El

pasaje por estas instituciones disciplinarias forjaban las condiciones necesarias para la

construcción del ciudadano. ¿En qué medida los centros de educación media logran

producir subjetividades? ¿Hasta qué punto sigue vigente el programa institucional?

¿Realmente los centros educativos actualmente logran construir ciudadanía?

Dubet (2013a) hace referencia al “declive de las instituciones”, a la “decadencia del

programa institucional” (Dubet, 2013b), refiriéndose a “la exacerbación de sus

contradicciones latentes, cuando ya no posee capacidad ideológica para borrarlos, cuando

ya no cuenta con la fuerza para reducir las paradojas que podría superar por el don de su

«magia».” (Dubet, 2013a:64). A partir de la masificación de la educación media y como

consecuencia de la modernidad, se comienza a cuestionar y señalar una serie de aspectos

vinculados a las contradicciones del proyecto institucional de la educación.

Dubet (2013a, 2013b, 2011) identifica cuatro aspectos en los que se refleja dicho declive.

El primero hace referencia a que lo sagrado de la institución entra en decadencia, comienza

un desencantamiento, cuestionamiento y racionalización de los principios de la educación.

En este sentido, plantea que las críticas y los cuestionamientos que se realizan se “deben,

probablemente, a que los individuos no se someten con facilidad a la autoridad de unas

instituciones de las cuales, no obstante, esperan mucho y a menudo demasiado.” (Dubet,

2013b:106). Hay un cuestionamiento de la autoridad y esta se vincula fuertemente a la

utilidad, ya no hay un reconocimiento del docente como aquel que tiene la autoridad en

términos sagrados sino que este debe ganársela. Los adolescentes “esperan ser convencidos

de la utilidad de los estudios, ya sea de su interés intelectual o de su interés social. Hace

20

falta que comprendan que sus estudios sirven para «crecer» y entrar en la sociedad,

circunstancia que no es obvia.” (Dubet, 2013a:160).

El segundo aspecto está vinculado a que ya no se trata de principios superiores de vocación

en los que se basa el trabajo docente, sino en la realización del docente como tal, en que se

desarrolle profesionalmente. “He aquí, en esencia, el origen de la crisis de autoridad: ya no

se asocia esta última al mero cumplimiento de un papel, sino que es indispensable

demostrarla a efectos de ganarse el consentimiento de los usuarios.” (Dubet, 2013b:108).

El tercer punto, está vinculado a la masificación de la educación media. Cuando estaba

reservada para las élites de la sociedad, los centros educativos eran un santuario donde las

fronteras entre el adentro y el afuera estaban bien marcadas. Cuando se masifica la

educación “todos los ingresantes (…) llevan consigo su cultura y sus problemas, junto con

el portafolios. ¿Cómo podrían liceos y colegios populares no sentirse «invadidos» por los

desórdenes sociales de los cuales les había protegido el programa institucional?” (Dubet,

2013a:160). Las fronteras comienzan a permearse y los problemas sociales se ven

reflejados en los centros educativos. ¿En qué medida el centro educativo puede hacerse

cargo de los problemas sociales y vulneraciones con las que vienen los adolescentes? ¿En

qué medida puede ser ajeno a estas situaciones? ¿En qué medida el contexto no influye en

el proceso educativo de los adolescentes?

Como cuarto aspecto, Dubet (2011, 2013a, 2013b) señala un cambio en la concepción de la

socialización. “La imagen de un sujeto considerado una cera blanda modelada por las

disciplinas institucionales ha perdido consistencia. La escuela ya no ignora al niño ni al

adolescente en nombre del alumno.” (Dubet, 2013b:111). Los centros educativos

reconocen la presencia de adolescentes con necesidades y características propias de una

etapa vital. En este sentido, el Código del niño, niña y adolescente del Uruguay (2010)

reconoce la educación como derecho, al mismo tiempo que refiere al interés superior del

niño. Podría decirse que el centro de la educación también debería ser el interés superior

del niño y adolescente. De acuerdo con Dubet, se observa aquí otro aspecto vinculado a la

decadencia del programa institucional:

“Si el alumno está en el centro del sistema, caen las murallas del santuario, (…) el

centro de la institución se desplaza del saber, del conocimiento y de la cultura, hacia

individuos distintos que desenvuelven parte de la subjetividad y de su sociabilidad

entre las paredes de la escuela.” (Dubet, 2013a:160).

21

A estos puntos que desarrolla el autor, podría agregarse la metáfora del galpón que señalan

Corea y Lewkowicz (2016). Los autores señalan que los centros educativos ya no

construyen subjetividad, para varios adolescentes no hay un significado por el cual

concurrir, asisten pero se desconoce el sentido, el para qué. De acuerdo con los autores:

“La metáfora del galpón nos permite nombrar lo que queda cuando no hay institución:

una aglomeración de materia humana sin una tarea compartida, sin una significación

colectiva, sin una subjetividad capaz común. Un galpón es lo que queda de la

institución cuando no hay sentido institucional: los ladrillos y un reglamento que está

ahí pero no se sabe si ordena algo en el interior de esa materialidad.” (Corea y

Lewkowicz, 2016:107).

¿Por qué la educación pierde sentido en un contexto en el que la formación es cada vez

más necesaria? ¿Cuál es la función actual de los centros de educación media? ¿Qué sujetos

deberían construir? ¿Qué deben realizar para que los adolescentes encuentren el sentido de

concurrir? ¿En qué medida generan estrategias que permitan que los adolescentes se

proyecten y construyan a sí mismos como sujetos?

En términos generales, podría decirse que los centros educativos se encuentran en

decadencia ya que han dejado de “construir a un sujeto alrededor de un conjunto de normas

y valores que son los que rigen la vida social” (Duschatzky y Corea, 2002:82). De todas

formas, se entiende que “no es un derrumbe, sino el escenario complejo y extremadamente

duro en el que se despliegan operaciones de invención para vivirla.” (Duschatzky y Corea,

2002:83). Se destaca la importancia de generar nuevas estrategias y compartir experiencias

y metodologías que respondan a los intereses, necesidades y al contexto de los

adolescentes.

22

5. Políticas focalizadas y políticas universales

El PAC, consiste en una política focalizada que pone su centro en los adolescentes que se

han desvinculado del sistema educativo formal. Se entiende la focalización como:

“un achicamiento de la agenda de la política social y se enfatiza como objetivo

excluyente “atender las situaciones de pobreza extrema; abandonando así otros

objetivos como la reducción de la incertidumbre, la distribución progresiva de los

ingresos, la movilidad social” (Lo Vuolo y Barbeito, 1999).” (Cardarelli y Rosenfeld,

2000:23).

Es decir que el Estado se reduce, se retira de ciertos ámbitos y pone el foco en las

situaciones de mayor vulnerabilidad. En el caso del PAC, el foco no está puesto en las

situaciones de pobreza extrema (al menos en forma explícita), pero sí en los adolescentes

que tienen historias educativas de fracaso, que no logran vincularse al sistema educativo

formal.

Se pasa de un Estado de bienestar con un modelo universalista, donde diferentes miembros

de una sociedad se encuentran en los bancos de los centros educativos, sin importar su

procedencia socioeconómica ni su trayectoria educativa anterior, a un modelo en el que a

algunos centros van las personas de un nivel socioeconómico y con determinada

trayectoria educativa y a otro las de un nivel distinto y con otra trayectoria. Duschatzky y

Redondo (2000:133) señalan que con “la ruptura de los mecanismos transversales que

hacían más porosa la dinámica de integración social comienzan a implementarse políticas

de focalización para atender los efectos de una polarización social en ascenso.”

Tal como se observa en la historización de la educación secundaria antes realizada,

comienza siendo destinada a los sectores socioeconómicos más privilegiados de la

sociedad, luego pasa a ser gratuita y obligatoria para todos los sectores, apuntando a la

universalización. “La educación pública suponía entonces homogeneidad e igualdad, con el

costo de subsumir las diferentes narrativas al mito del ciudadano. Sin embargo, (…) no

puede desconocerse el carácter democratizador del proyecto educativo moderno.”

(Duschatzky y Redondo, 2000:134). Podría decirse que hay un tipo de educación

secundaria que vuelve a estar destinada a determinada parte de la población y se crea un

programa en forma paralela, otro tipo de educación secundaria, que se centra en otra parte

de la sociedad: los adolescentes que han abandonado o repetido primer año de liceo, o que

23

han salido de la educación primaria y no se vincularon a la secundaria. ¿Por qué la

educación secundaria necesita de programas específicos para poder integrar a determinados

adolescentes? ¿Por qué se generan programas paralelos y no se generan modificaciones en

los centros ya existentes?

Tal como señalan Duschatzky y Redondo (2000:134), se da una ruptura del imaginario

común en la que parecería que la educación tiene dos tipos de destinatarios: los “sujetos

competentes”, en este caso, aquellos que pueden integrarse a los centros educativos

tradicionales (liceos y escuelas técnicas) y los “sujetos de necesidad”, los destinatarios del

PAC, aquellos que por diversos motivos no han podido integrarse a la educación

secundaria. A través del análisis de las autoras, parecería que la perspectiva de derechos y

el enfoque de las necesidades se encuentran en forma simultánea en la configuración de las

prácticas y la planificación de la política educativa, generando una “ruptura de procesos de

integración educativa y de identidades colectivas históricamente configuradas.”

(Duschatzky y Redondo, 2000:133).

Se podría cuestionar en qué medida un programa focalizado logra integrar o excluir del

sistema educativo, en la medida en que se generan dos propuestas paralelas destinadas a

dos poblaciones diferentes. En este sentido, Duschatzky y Redondo (2000:135) señalan

que “la focalización educativa no hace otra cosa que revelar el fracaso de una política

educativa común.”

Parecería que la educación secundaria para “integrados” se desarrolla en determinados

centros y modalidades y la educación para “excluidos” se desarrolla en otros centros y con

modalidades diferentes, con el objetivo de compensar las desventajas o dificultades con las

que vienen estos últimos adolescentes para que puedan volver a los centros para

“integrados”. Vale cuestionar en qué medida si no se generan modificaciones en los

centros para “integrados”, estos van a seguir produciendo “excluidos”.

Un programa que esté centrado en aquellas personas que se encuentran desvinculadas del

sistema educativo formal (a diferencia del resto de los centros que se destinan a aquellos

que logran mantenerse vinculados) construye diferentes subjetividades en relación a la

pertenencia o no a los diferentes espacios y grupos. Podría hablarse de una discriminación

positiva que genera cierta estigmatización de los adolescentes (Castel, 2004) que son

seleccionados más que por sus derechos, por su historia de fracaso educativo, por su

situación de riesgo. De acuerdo con Filgueira (1998) “La focalización posee el riesgo de

estigmatizar al recipiente erosionando así las bases mismas de la construcción de

24

ciudadanía social”. Las personas son seleccionadas por sus dificultades para integrarse al

sistema educativo formal, en estas circunstancias se hace difícil, hablar de sujetos activos

constructores de la sociedad, que reclamen el ejercicio de sus derechos: ciudadanos. Parece

que se está ante una “pérdida de sentido de la utopía de una educación común. (…) En este

sentido, la retórica de la diversidad cabe como anillo al dedo para afirmar el carácter

democratizador de las líneas focalizadas.” (Duschatzky y Redondo, 2000: 124). La

educación como aquel instrumento universal que concentraba a diferentes clases sociales

en un mismo centro parecería pasar a ser una utopía y en su lugar surge una política

focalizada que busca que todos accedan a la educación formal, generando cambios en las

personas y no en las instituciones.

Se podría cuestionar si esta forma separada y diferenciada de educación formal no supone

un sostenimiento de la desigualdad. Parecería que se buscara una homogeneidad en los

centros educativos, separando y clasificando a los “iguales”. En este sentido, Duschatzky y

Redondo mencionan que “La focalización también puede legitimar la producción de

sujetos desigualmente posicionados en la esfera pública y, sobre todo, cristalizar un

imaginario social polarizado”. (Duschatzky y Redondo, 2000:125).

Se entiende que si bien la focalización permite la protección social específica ante las

situaciones que viven estos adolescentes, el acento está puesto en las situaciones y no en

las condiciones estructurales que han generado dichos riesgos. De acuerdo con Castel

(2004:90) se da “una individualización de su implementación” poniendo el acento en las

situaciones particulares, lo cual supone que podrían dejarse de lado los quiebres que se

encuentran en la malla de protección que generan exclusión social y educativa. De esta

forma, se pone el foco en “intentar modificar la conducta de los individuos con dificultades

incitándolos a cambiar sus representaciones y reforzar sus motivaciones para «salir», como

si fueran los principales responsables de la situación en la que se encuentran.” (Castel,

2004:97). Parecería que se pone el acento en las capacidades personales como causa de la

situación en la que se encuentran, dejando de lado los aspectos institucionales que no se

ven transformados y el rol del Estado como garante de derechos de los individuos.

El programa ha diseñado algunos indicadores que habilitan a que el adolescente participe

de la propuesta, el primero es la edad (ser menor de 17 años), el segundo es haberse

inscripto a primer año de ciclo básico pero no haber aprobado o haber salido de la escuela

hace al menos un año y no haberse inscripto en secundaria y por lo tanto, encontrarse

desvinculado del sistema educativo formal. Estas políticas parecen “apreciar si, y en qué

25

medida, merecen realmente que se los ayude” (Castel, 2004:101), se hace necesario

argumentar que uno cumple con los requisitos de “necesitado”, de estar “por fuera” de la

educación formal y no de ser sujeto de derechos. Tal como señalan Duschatzky y Redondo

(2000:148) “En cierto sentido, las acciones focalizadas guardan alguna similitud con la

tradición de la ayuda social que se montó sobre los déficit de poblaciones objeto.”

Parecería que se da una simultaneidad entre el paradigma de los derechos y el enfoque de

las necesidades, ya que participan en el programa quienes hay que garantizarles el derecho

a la educación, al mismo tiempo que quienes se encuentran desvinculados del sistema

educativo. En este sentido, también se configuran subjetividades, identidades que podrían

presentar esta dualidad entre sujetos de derechos y sujetos de necesidades.

Podría encontrarse una disyuntiva entre la necesidad de garantizar el derecho a la

educación de todos los adolescentes y las dificultades que presenta en este sentido la

política educativa hegemónica. ¿Qué cambios necesitaría hacer la educación formal para

garantizar el derecho a la educación de los adolescentes más allá de sus situaciones

particulares y de vulnerabilidad social? ¿Qué tiene para señalar al respecto un programa

focalizado como el PAC? ¿Qué podrían decir las organizaciones que gestionan las Aulas en

este sentido? Y los adolescentes ¿qué aspectos pueden señalar?

26

6. La familia como institución

En el presente trabajo se toma el concepto de familia de Foucault (2007), quien la entiende

como una forma de soberanía, se trata de una relación de poder asimétrica que une dos

partes, que se caracteriza por presentar una “anterioridad fundadora” (Foucault, 2007:63),

algo que precede y en lo que se basa el poder, como un derecho divino. Foucault

(2007:104) señala:

“en la familia tenemos una referencia constante a un tipo de lazos, compromisos y

dependencia que se ha establecido de una vez por todas con la forma del matrimonio o

del nacimiento. Y lo que da su solidez a la familia es esta referencia al acto anterior, al

estatus conferido de una vez y para siempre, los mecanismos de vigilancia no hacen

sino añadirse a ello, y aunque no actúen, la pertenencia a la familia persiste.”

(Foucault, 2007:104).

Lo considera un elemento esencial del sistema disciplinario, aunque entiende que la forma

de poder de la familia es de soberanía (Foucault, 2007). Señala que “es la instancia de

coacción que va a fijar de manera permanente a los individuos a los aparatos disciplinarios,

que en cierto modo va a inyectarlos en ellos.” (Foucault, 2007:105). Podría decirse que la

familia cumple, en la sociedad, el rol de hacer que sus integrantes se adhieran a un sistema

disciplinario.

En este sentido, podría entenderse a la familia como institución en el modo en que Dubet

define el concepto. De acuerdo con el autor, “Las instituciones son (…) organizaciones que

se asignan el objetivo de transformar valores y principios universales en subjetividades y

personalidades, con la finalidad de producir a los sujetos de la sociedad y establecer la

correspondencia más íntima entre el individuo y esta última.” (Dubet, 2013b:98). El autor

parece otorgarle a las instituciones un rol de socialización del individuo, como una forma

de interiorización de las normas y valores de la sociedad a modo de nexo con esta. Si bien

Dubet refiere a instituciones como la escuela y la fábrica, en el presente trabajo podría

entenderse a la familia como una institución, en la medida que tiene la función de encarnar

los valores y las normas de la sociedad y generar una subjetividad particular que integre los

aspectos universales de la sociedad.

Se entiende que la familia, como institución, se constituye como nexo entre el individuo y

la sociedad e incluso su función estaría vinculada con el facilitar la integración de los

individuos a otras instituciones, por ejemplo, la educativa. Podría decirse que este rol de

27

nexo es similar al que Foucault señala entre el individuo y la sociedad disciplinada, tal

como señala el autor, “Si la obligación escolar ejerce su papel y los niños, (...) quedan

(...) individualizados dentro del sistema escolar, es porque hay familia, porque tenemos

ese sistema de soberanía que actúa en la sociedad con la forma de la familia.” (Foucault,

2007:105). Los centros educativos presentan una serie de supuestos vinculados al

adolescente que se relacionan con una socialización previa que sería función de la familia,

la dificultad se da cuando la familia no cumple con este rol y el/la adolescente llega

desprovisto de dichos supuestos previos. Se observa este doble papel que le otorga

Foucault a la familia “de fijación de los individuos a los sistemas disciplinarios y de

confluencia y circulación de los individuos de un sistema disciplinario a otro.” (Foucault,

2007:106).

Por otro lado, Foucault señala que hay una serie de dispositivos disciplinarios que apuntan

a que la familia se reconstruya, a “constituir una célula familiar que obedezca, (...) a un

mecanismo que en su caso, no es disciplinario sino del orden de la soberanía, como si (...)

los mecanismos disciplinarios sólo pudiesen actuar efectivamente, (...) cuando tienen a su

lado (...) la familia.” (Foucault, 2007:108). En este sentido, se entiende que es rol de los

centros educativos aportar al fortalecimiento de la familia ya que la necesitan para lograr

sus objetivos de disciplinamiento. ¿Podría decirse que las intervenciones que se realizan

desde la institución educativa apuntan a fortalecer a la familia para lograr un mejor

disciplinamiento de los adolescentes?

Continuando con la reflexión antes presentada, el concepto de gubernamentalización de

Foucault (1991) puede aportar algunos aspectos a la problematización de la relación entre

el Estado y la familia. El autor refiere a un fenómeno que le permitió sobrevivir al Estado,

en el cual define qué es competencia del Estado y que no, diferenciando lo público de lo

privado, delimitando las acciones del Estado (Foucault, 1991). De acuerdo con Pablo

Martinis (2013:15) “Gubernamentalización refiere, siguiendo a Foucault (2006), al proceso

de preeminencia del gobierno como forma de poder frente a otras posibles y al desarrollo

en función de esa situación, de aparatos específicos de gobierno y saberes particulares”. Es

a través de estos aparatos de gobierno y saberes que el Estado podría, a través de sus

políticas y programas, por ejemplo educativas/os, influir en la familia como una forma de

disciplinamiento de los individuos. Podría cuestionarse, en este sentido, en qué medida las

intervenciones familiares que se hacen, por ejemplo desde el PAC no estarían relacionados

con formas de ejercer el gobierno sobre la familia y en última instancia, los individuos.

28

Realizando un análisis de la actualidad, se observa que se trata de una institución que se

encuentra en declive ya que aparecen “nuevos modos de vinculación familiar que nos

hablan de algo más que de otros tipos de familia.” (Duschatzky y Corea, 2002:72). Las

autoras señalan que se ha dado una modificación en la autoridad simbólica vinculada a la

familia y un quiebre en la estructura paterno-filial, señalan “la necesidad de repensar la

categoría familia ya que emergen múltiples modos de vínculos que ponen en juego la

eficacia de las figuras portadoras de autoridad simbólica.” (Duschatzky y Corea, 2002:72).

Se hace referencia al declive de la institución familiar ya que se da una “caída de un patrón

referencial en la estructura familiar [que] nos invita a pensar que la “familia” es hoy un

significante vacío, es decir un lugar sin referencia estable de significación.” (Duschatzky y

Corea, 2002:72). Pareciera que la familia deja de tener el rol de nexo que se señalaba

anteriormente, porque podría estar poniéndose en juego la forma de soberanía que, según

Foucault, caracteriza a la familia. Si la familia pasa a ser un significante vacío, ¿qué

consecuencias aparecen en el sistema educativo? ¿En qué medida logra cumplir el rol de

nexo con los sistemas disciplinarios? ¿Qué consecuencias presenta a nivel de la sociedad

en su conjunto?

29

7. El material empírico y su análisis

A los efectos de comprender el fenómeno recurrimos a la selección de tres tipos de

documentos que podrían clasificarse en: documentos de la DINEM (MIDES), documentos

escritos por el PAC con aportes de las OSC, documentos escritos únicamente por el PAC.

El primer grupo incluye el reporte de resultados del año 2014 que aborda a las familias

involucradas en el programa y dos documentos realizados por Mancebo y Monteiro que

realizan en su condición de académicas en el marco de una investigación de la

Organización de Estados Iberoamericanos. El segundo grupo está compuesto por dos

cuadernos de trabajo. El tercer grupo incluye la presentación del programa y los términos

de referencia desde el 2009 al 2015.

En primer lugar, se analizará este material documental a partir de las hipótesis que hacen a

cuatro aspectos. A saber:

- Situación familiar como forma de explicación de la desvinculación educativa.

- La familia como aliada para el sostenimiento del proceso educativo de los

adolescentes.

- Cambios a nivel familiar como objetivo del PAC.

- Rol del trabajo social.

En segundo lugar, se analizará a partir de este material documental, la importancia de la

intervención familiar en el trabajo con los adolescentes, aspecto que se desprende y se

encuentra presente en los documentos. Por último, se realizarán algunas reflexiones finales.

7.1 Situación familiar como explicación de desvinculación educativa

El primero de los aspectos que se observan en los diferentes documentos refiere a

comprender la desvinculación educativa de los adolescentes que llegan al PAC, vinculada a

la situación socioeconómica familiar y principalmente relacionada al nivel educativo de los

referentes adultos. Al mismo tiempo, se observan las subjetividades que las familias

construyen en relación a la educación y transmiten a los adolescentes.

Uno de los documentos realizados por ANEP haciendo referencia a la población que

concurre a Aulas Comunitarias, señala que en relación al nivel educativo de madres y

padres de los adolescentes que concurren al PAC “la gran mayoría solo ha cursado hasta

Primaria (62%).” (ANEP, 2013:223). En el mismo documento se señala que “la mayor parte

de las familias no ha accedido al nivel de Enseñanza Media.” (ANEP, 2013:223) y que “los

30

adolescentes participantes del PAC provienen mayoritariamente de hogares en situación de

pobreza y vulnerabilidad social.” (ANEP, 2013:224).

En este sentido, “Rosanvallon (1997) nos recuerda que la familia tradicional ofrecía un

punto de equilibrio al individuo, al mismo tiempo que lo insertaba en un espacio de sostén

social y redistribución económica.” (Duschatzky y Corea, 2002:69). Los cambios que se

han generado en relación a la familia suponen que esta, en diversas situaciones, no logra

construirse como espacio de sostén para los adolescentes y el sistema educativo parece no

reconocer esos cambios y responsabilizar a la familia al no lograr que los adolescentes se

inserten y permanezcan en el sistema educativo. Por este motivo, se generan programas

paralelos a la educación secundaria, como el PAC que den respuesta a estas situaciones sin

generar cambios sustanciales en el liceo y UTU.

En la medida en que la situación familiar incide en la trayectoria educativa de los

adolescentes, se hace referencia a una situación de desigualdad, en la que pareciera darse

una determinación de los procesos educativos. De acuerdo con Dubet (2015:30) “A pesar

de la democratización del acceso a los estudios, las desigualdades sociales siguen teniendo

peso en la trayectoria de los alumnos”. Los centros educativos actualmente continúan

reproduciendo desigualdad que se refleja en que el desempeño de los adolescentes depende

del capital cultural de las familias (Dubet, 2015). Las desigualdades iniciales se

profundizan como consecuencia de diferentes acciones a lo largo de la trayectoria

educativa que suponen una “acumulación de pequeñas desigualdades que acaban por crear

diferencias mucho más considerables que las meras diferencias de ingresos” (Dubet,

2011:39). De esta forma las desigualdades ya existentes a nivel de primaria son más

visibles en secundaria, reflejándose en la desvinculación educativa de muchos

adolescentes.

También podría hablarse de una discriminación hacia los adolescentes en situación de

pobreza, ya que parecieran determinarse las trayectorias educativas por su situación

socioeconómica, a modo de “estigmas que invalidan a los individuos y los grupos” (Dubet,

2015:76). Se los deja por fuera de la educación secundaria y se insertan en un programa

que apunta a revincularlos al sistema del que fueron expulsados.

Con respecto a la transición entre el aula y el liceo, un docente señala que se genera una

referencia del adolescente en el centro educativo al que egresa, señalando "este viene de

Aulas, vamos a seguir a este chico, para que este chico no se pierda’”. (Docente Aula A)”

(DINEM, 2014: 22). Podría hablarse de una discriminación positiva, en la medida en que se

31

tiene más presente a aquellos adolescentes que provienen de Aulas y que por lo tanto, en

algún momento se desvincularon del sistema.

El PAC corre el riesgo de revictimizar a los adolescentes y hacer que estas características

sean objeto de una nueva discriminación, en la medida en que se constituye como un

programa paralelo a la educación secundaria, como “una movilización en torno a

problemas sociales y alrededor de públicos cada vez más determinados” (Dubet, 2015:

80). Uno de los documentos analizados señala esto como un riesgo y una oportunidad:

“es relevante conocer cuál es el origen y el contexto del que estos estudiantes

provienen pero evitando que esto se vuelva una trampa que justifique la reproducción

de las historias de fracaso. La misión principal del PAC radica precisamente en esta

apuesta a lo inédito, en ver al otro como sujeto de posibilidad.” (ANEP, 2013:226)

Otro de los documentos analizados señala que “se estima que aproximadamente el 50 % de

los estudiantes del PAC pertenece a una familia beneficiaria de Tarjeta Uruguay Social

(TUS), más del 70% cobra Asignaciones Familiares del Plan de Equidad (AFAM-PE).”

(DINEM, 2014:18). Tal como señala Dubet (2015:43) "Susan Mayer (1997) observa que las

ayudas sociales financieras acordadas a las familias pobres no (…) afectan sus resultados

escolares, ni sus conductas 'desviadas'." Si bien las ayudas económicas aportan recursos a

las familias, podría decirse que no generan cambios significativos en el proceso educativo

de los adolescentes en la medida en que el 50% y el 70% de la población que accede a

dichas prestaciones respectivamente, es atendida por un programa que busca la

revinculación al sistema educativo formal. Podría agregarse, en este sentido que:

“No basta con disminuir los obstáculos económicos de la escolaridad para atenuar los

efectos de las desigualdades sociales sobre los rendimientos y carreras escolares de los

alumnos. La cultura, las ambiciones, la competencias de las familias crean tantas

desigualdades ante la escuela como los ingresos.” (Dubet, 2015: 44).

En este sentido, es necesario analizar cuáles son las expectativas familiares en relación a la

educación de los adolescentes y cómo estas se ven involucradas en la construcción de

subjetividad de los estudiantes. De acuerdo a uno de los documentos analizados existen

una serie de “representaciones simbólicas —entre las que se encuentran los prejuicios

familiares— según las cuales la educación media no es para estos jóvenes, quienes

terminan asimilando esta idea como un dato de la realidad.” (CES-MIDES, 2008:5). Se

podría estar hablando de una especie de estigma que presentan estos jóvenes para quienes

32

el sistema educativo no estaría destinado. Esta concepción familiar, pero muchas veces

también de la educación secundaria aunque menos explícita, construye subjetividad en los

adolescentes. Tal como señala Scafatti en uno de los documentos analizados, “Estas frases

repetidas una y otra vez, expresadas por las familias y también por los propios

adolescentes, denotan un marco de frustraciones y temores que hacen del campo del

estudio un fenómeno lejano e inaccesible” (Scafati en ANEP, 2016:6). Se podría decir que

para una parte de la sociedad la institución educativa dejó de producir subjetividad, de

“construir a un sujeto alrededor de un conjunto de normas y valores que son los que rigen

la vida social.” (Duschatzky y Corea, 2002:82), ya no cumple su función por lo que se

podría hablar de una destitución (Duschatzky y Corea, 2002) de la institución educativa,

“se percibe una pérdida de credibilidad en sus posibilidades de fundar subjetividad”

(Duschatzky y Corea, 2002:82).

En contraposición la subjetividad de estos adolescentes se construye desde el no poder,

generando trayectorias educativas previamente frustrantes, en la medida en que consideran

que la educación secundaria no es para ellos. Uno de los textos analizados señala que:

“Romper con esta lógica de “biografías anticipadas” resulta un desafío de primer

orden para los docentes y equipos, que deben convencer a esos adolescentes y a sus

familias que la educación sí tiene algo para ofrecerles y que la misma es un derecho,

que resulta fundamental para su desarrollo personal y social. (Marianovich, Ryan y

Dibot (MIDES) en ANEP, 2016: 219).

Se podría referir en este sentido a lo que Merton denomina profesía autocumplida, “una

falsa definición de la situación que provoca un nuevo comportamiento que convierte el

falso concepto original en verdadero. (…) citará el actual curso de los acontecimientos

como prueba de que él tenía razón desde el principio.” (Merton, 1960:100). Los mismos

adolescentes repiten las palabras de los adultos, uno de los documentos señala que “los

chicos dicen de sí mismos: «soy burro, no me entran las materias», «no puedo», «es difícil,

no sé ni voy a saber»…” (ANEP, 2013:6). Pareciera que los adolescentes supieran de

antemano el resultado de su proceso educativo (la desvinculación) y una vez realizado ese

proceso, efectivamente quedan desvinculados del sistema, tal como se les había dicho. En

este sentido, Martinis (2013:203) cita a Frigerio (1992) haciendo referencia a que “La

noción de «biografías escolares anticipadas» (Frigerio, 1992), (…) condensa esta idea

desde la consideración de los efectos que produce la desconfianza de los docentes en

33

cuanto a las posibilidades de sus alumnos”. Pareciera que Aulas Comunitarias tiene la

misión de hacer de ese proceso un camino diferente en el que el/la adolescente se

reconozca como actor y sujeto de su proceso educativo.

El riesgo que corre el programa como política focalizada es que los adolescentes se

identifiquen con su desvinculación educativa y tengan que dar cuenta de ello para poder

participar, a modo de “exhibir” sus sufrimientos y las injusticias que padecen, con el fin de

obtener la ventaja diferencial que les permitirá beneficiarse con ayudas específicas.”

(Dubet, 2011:77). Al mismo tiempo, podría estar responsabilizando a los adolescentes y

sus familias de su desvinculación en la medida en que no se generan transformaciones en

el sistema educativo, sino que se los separa en un programa paralelo para luego

revincularlos al sistema del que habían sido expulsados. Dubet (2011) señala que:

“Cuanto más lo invade todo el marco del modelo de la igualdad de oportunidades,

menos pueden consolarse los alumnos atribuyendo sus fracasos a otros factores que no

sean ellos mismos. Como esta atribución del fracaso a sí mismo es penosa, hasta

intolerable, algunos alumnos ya no participan en el juego, a otros les va mal, y otros

todavía se vuelven contra la escuela y, por medio de la violencia, intentan recuperar su

dignidad perdida.” (Dubet, 2011: 86).

¿Cómo podría el Aula Comunitaria aportar en esta transformación del sistema educativo de

manera que se tomen en cuenta las características de los adolescentes y sus familias sin

responsabilizarlos de las desvinculaciones? ¿Qué cambios serían necesarios en el sistema

educativo para que los adolescentes se constituyan como sujetos y actores de sus propio

proceso?

7.2 La familia como aliada para el sostenimiento del proceso educativo de los adolescentes

Continuamente en los diferentes documentos se hace referencia a la necesidad del abordaje

familiar como forma de garantizar el sostenimiento del proceso educativo por parte de los

adolescentes. Un docente señala que “Si el alumno no tiene apoyo de su familia, no

importa el plan que tú le pongas al alumno, el alumno depende mucho de nosotros, pero

también depende de su familia. (Docente Aula A)” (DINEM, 2014: 22). Podría observarse

una tensión entre la responsabilización de la familia y el tomarla como aliada en el proceso

educativo. Por un lado se señala que sin el apoyo familiar el adolescente no podría obtener

determinados logros educativos. Ahora bien, si por diferentes motivos (muchos de ellos

34

estructurales) la familia no logra apoyar al adolescente, ¿significa que no está cumpliendo

con su función? Por otro lado, se asigna una función al programa que refiere a generar una

alianza de trabajo con la familia para que los adolescentes obtengan logros en el proceso

educativo.

Este desafío que se les propone a las Aulas, hace referencia a un trabajo con la familia que

supone conocer cada situación y a cada adolescente, se trata de una atención

individualizada, según señala un coordinador del programa: “Conocemos bien a los

chiquilines, su familia, si los tenemos que ir a buscar los vamos a buscar, ellos se sienten

contentos de que eso pase. Eso creo que es una de las fortalezas que tiene el PAC con

respecto al resto del sistema educativo básicamente”. (Coordinador Aula D)” (DINEM,

2014:22)

Podría cuestionarse qué aspectos de este trabajo con la familia competen a las Aulas y

cuáles no, en qué medida la información y el trabajo que se realiza con los referentes

adultos aporta al sostenimiento educativo de los adolescentes participantes. Se podría

observar una tensión referida a la gubernamentalidad, en el sentido de “definir paso a paso

qué es lo que compete al Estado y qué es lo que no le compete, qué es lo público y qué es

lo privado, qué es lo estatal y qué lo no estatal, etc.” (Foucault, 1991:25). Las OSC como

gestoras del programa deberían preguntarse qué aspectos del abordaje familiar les compete

y cuáles no, cuáles refieren a la vida pública de la familia y cuáles no. En este sentido, es el

Estado que a través de ellas interviene en algunos aspectos de la vida familiar con el

objetivo de que los adolescentes sostengan su proceso educativo, si suplantar funciones

familiares que no le competen. Al respecto, uno de los documentos señala que “Lo vincular

tiene que ver (…) con el trabajo de familias, con un seguimiento, con una contención, y ver

hasta dónde uno tiene el límite. Porque hay situaciones que se nos escapan de las manos y

podemos hacer derivaciones” (CES-MIDES, 2008:85). Se observa en este aspecto la

necesidad de realizar derivaciones en aquellas situaciones en las que los problemas o

vulneraciones que se presentan escapan a la intervención que se puede realizar desde el

Aula. La intervención familiar en el programa no es un fin en sí mismo, sino un medio para

lograr el sostenimiento del proceso educativo por parte de los adolescentes, es una

estrategia.

Nuevamente se está ante el riesgo de responsabilizar a la familia de la desvinculación de

los adolescentes. Martinis (2013:202) señala que “el fracaso de la escuela tiende a reenviar

la responsabilidad a los propios sujetos que son excluidos, ya que el fracaso es

35

responsabilidad de sus propias carencias y de las de su medio.” Sin embargo, el PAC se

propone algo diferente que supone aliarse con la familia para juntos apuntar a la

revinculación. Si bien no hay cambios significativos en la estructura del sistema educativo

formal y las responsabilidades se encuentran por fuera, el PAC ocupa un doble rol:

depender de secundaria y estar por fuera de los centros tradicionales (UTU, liceo) y las

políticas universales, aspecto que le permite generar cambios en las prácticas siendo parte

de la educación secundaria, pero no generar cambios significativos a nivel de la estructura

educativa.

El seguimiento al que refieren los documentos analizados en relación con la familia, hace

referencia a “la preocupación permanente por acercar a las familias al Aula, brindarles

apoyo y perspectivas para sus hijos, promoviendo entusiasmarlas con la importancia de la

continuidad de los estudios.” (ANEP, 2016:16). Esta idea de alianza estratégica con la

familia de los adolescentes, es una forma de devolver a la familia el rol de sostén y

referencia que señalaba anteriormente Rosanvallón (1997).

A partir de los documentos analizados, se desprenden dos aspectos importantes en la

construcción de esta alianza: transmitir los logros y aspectos positivos de los adolescentes

e involucrar a la familia en su proceso educativo. En relación al primer aspecto uno de los

documentos analizados hace referencia al trabajo con las familias sin sustituirlas “sino,

muy por el contrario, estimulándolas y contando con ellas como aliadas para sostener el

proceso educativo de sus hijos.” (CES-MIDES, 2008:97). Otro documento señala que “es

clave llamar a los padres para contarles sobre los logros, el esfuerzo y lo «buena gente»

que es su hijo y compartir de qué formas pueden ayudarles a estudiar. «Así, todo se vuelve

significativo».” (Cabrera en ANEP, 2013:230).

Lo significativo podría estar en que se genera un cambio, una forma diferente de vincularse

con la institución educativa: ya no es desde el no poder, desde la responsabilización, sino

compartiendo los aspectos positivos y los logros de los adolescentes, a los que previamente

se les había transmitido que “no les daba la cabeza”. Es una forma de iniciar cambios en

estas biografías anticipadas, de romper con las profecías autocumplidas y apuntar a la

construcción de individuos autónomos, constructores de su propia historia: sujetos.

El segundo aspecto se observa en uno de los textos analizados que señala que “el trabajo

con las familias resulta clave para apuntar a que los padres se involucren en la necesidad de

formación de sus hijos, y se apela a talleres que los apoyen en sus preocupaciones desde el

sostén y no desde la exigencia.” (ANEP, 2016:28). Este involucramiento supone ser parte,

36

tener un rol activo en el proceso educativo de los adolescentes. “A través de visitas y

llamadas telefónicas, el equipo técnico transmite permanentemente el mensaje de que es

importante que los referentes familiares se involucren en el proceso que el adolescente está

haciendo.” (Mancebo y Monteiro, 2009:285). Esto supone un relacionamiento diferente del

centro educativo con los adultos que, en muchas ocasiones, también se han desvinculado

del sistema, y presentan historias de fracaso a nivel educativo. ¿En qué medida las Aulas

Comunitarias pueden trasladar este vínculo a los otros centros educativos en los que luego

se insertan los adolescentes? ¿En qué medida se puede dar un aprendizaje significativo en

relación al vínculo familia - centro educativo?

De acuerdo a la evaluación que realizan los equipos socioeducativos “en 2013 el 14% de

los adolescentes tiene una familia comprometida y presente en la actividad educativa del

estudiante; la mayoría (60%) de las familias son medianamente comprometidas y están

presentes cuando se las convoca. Un 20% se califica como poco presente, ya que no

responde a todas las convocatorias y en el 6% de los casos la familia se muestra

desinteresada.” (DINEM, 2014: 23). Podría cuestionarse la idea de participación familiar

entendida en la clasificación que presentan los equipos e incluso podría analizarse en qué

medida las familias son participantes activas del proceso educativo y del centro en sí

mismo, generando propuestas y cambios que aporten a los adolescentes y su desarrollo.

7.3 Cambios a nivel familiar como objetivo del Programa Aulas Comunitarias

Desde el PAC se consideran los cambios a nivel familiar como un objetivo más de la

propuesta, en la medida en que permite que los adolescentes sostengan los procesos

educativos. En este sentido se busca acompañar a los adolescentes y sus familias durante el

proceso en las Aulas, así como en el egreso y su revinculación con otro centro educativo.

Tal como señala uno de los documentos, se busca “favorecer cambios a nivel de las

familias, y procurar el trabajo conjunto de la educación formal y la no formal como forma

de mejorar los logros educativos de los adolescentes.” (CES-MIDES, 2008:5).

La revinculación tanto de los adolescentes como de sus familias a otros centros de

educación formal se visualiza como un logro por parte del programa “ya que ahora pueden

desarrollar proyectos de vida integrados al sistema, y en algunos casos llegar al Segundo

Ciclo de Enseñanza Media y aun avanzar hacia el nivel terciario.” (ANEP, 2016:8).

Nuevamente el foco se pone en la familia y los adolescentes que ahora se encuentran

integrados al sistema, sin que este último haya generado cambios.

37

En este sentido, Cardarelli y Rosenfeld (2000: 45) señalan que “los objetivos de los

programas se circunscriben a la esfera psicosocial del desarrollo de “capacidades

individuales y grupales”, evitando las alusiones directas a las causas más estructurales de la

pobreza”. El centro está relacionado con el fortalecimiento de los individuos y de sus

núcleos familiares generando transformaciones vinculadas al área psicosocial. Podría

cuestionarse cuándo los programas focalizados comenzarán a generar transformaciones en

las instituciones educativas, ya que se corre el riesgo de responsabilizar a las familias y los

adolescentes de su situación, en la medida en que no se visualizan y se activan

transformaciones en las causas estructurales. Quizás el PAC por la experiencia que presenta

podría generar insumos a un cambio de las instituciones educativas o aportando a las

prácticas cotidianas de los centros.

Otro de los documentos señala, que “una estrategia de las Aulas para que cada familia

valorice la propuesta educativa es la comunicación cada vez que el adolescente aprueba

una materia, resaltando que está consiguiendo un buen desempeño. (…) (Entrevistado

10).” (Mancebo y Monteiro, 2009:285). En este sentido, también se señala que “Los padres

se sorprendían y estaban más que agradecidos de que los llamaras para devolverle algo

positivo del chiquilín (…) (Entrevistado 10).” (Monteiro y Mancebo, 2009:62). Por un

lado, el trabajo de las aulas se centra en la valorización de la educación, pero se lo realiza

resaltando los aspectos positivos y los logros de los adolescentes. Podría cuestionarse si

esto último es una forma de apuntar a la valorización de la propuesta educativa, tal como

señala el documento, o si en realidad es una forma de construir una vivencia positiva de la

relación con el centro educativo, y en última instancia con la educación. ¿En qué medida

continúa esta vivencia positiva de la educación una vez que los adolescentes y sus familias

se vinculan posteriormente a otros centros educativos con lógicas y formas de

relacionamiento diferentes y más tradicionales?

En cambio esta valorización de la propuesta sí puede observarse cuando se busca que la

familia apoye al adolescente en la continuidad de sus estudios, priorizándolo en relación a

las tareas domésticas como el cuidado de hermanos entre otras, mientras los adultos

trabajan. (Monteiro y Mancebo, 2009).

Por otro lado, de los textos anteriormente analizados se desprende un agradecimiento por

parte de la familia al Aula que comunica los logros de los adolescentes, como si esto no

fuera parte del trabajo de un centro educativo, como si solo se comunicaran a las familias

38

los aspectos negativos de los adolescentes. Tal como señalan Duschatzky y Redondo

(2000:150) “El agradecimiento surge cuando el bien obtenido no parece disponible para el

conjunto, ni legitimarse en el derecho.”, como si se tratara de un acto que el Aula lo hace

de buena voluntad, pero que no es su obligación, como si no se tratara de un derecho.

Pareciera que cuando el adolescente egresa del aula y se vincula a otro centro educativo, si

este no tiene la lógica de resaltar los aspectos positivos del adolescente y únicamente se

comunica con la familia para señalar las dificultades y problemas, la familia no se

encontrara en situación de poder exigir que también se señalen los logros del alumno en su

proceso educativo.

La coordinadora del Programa, Alejandra Scafati (2016), señala que:

“El desafío de quienes trabajamos en este programa es promover en nuestros

estudiantes el autodescubrimiento de sus potencialidades y capacidades, educarlos, en

el más profundo sentido de la palabra «educere», que significa «sacar fuera»;

estimularlos intelectualmente y afectivamente a desarrollar sus habilidades, confiar en

ellas para adquirir nuevos conocimientos que puedan integrar a su vida cotidiana”.

(ANEP, 2016:7)

Nuevamente podría decirse que el foco se pone en las capacidades individuales, en

fortalecer las potencialidades, en apuntar a lo que Dubet (2011) denomina la “igualdad de

oportunidades” que “consiste en ofrecer a todos la posibilidad de ocupar las mejores

posiciones en función de un principio meritocrático.” (Dubet, 2011:12). El autor señala que

“se reconocen las diferencias para fundar políticas compensatorias contra las

discriminaciones.” (Dubet, 2011:108). Se podría decir que el programa en cierta medida

compensa las capacidades individuales para que los adolescentes puedan acceder al

sistema educativo formal. Podría cuestionarse si es el rol del PAC generar cambios a nivel

de la institución educativa, ya que se trata de una política focalizada. ¿Son las familias las

que deben cambiar o es el sistema educativo el que debe hacerlo? ¿En qué medida el

programa podría aportar insumos a una transformación de las instituciones educativas por

parte del Estado? ¿En qué medida una igualdad de oportunidades es la propuesta más justa

para un sistema educativo que expulsa a gran cantidad de adolescentes de sus centros?

39

7.4 Rol del trabajo social en el Programa Aulas Comunitarias

Desde el PAC, principalmente por medio de los términos de referencia que dan marco al

programa, se le asigna al trabajador social una serie de tareas principalmente vinculadas a

la relación con la familia y la comunidad de los adolescentes. Por otro lado, se lo define en

un trabajo dentro de un equipo de la OSC que estaría integrado por otros profesionales.

Dubet (2013a) señala tres dimensiones del trabajo social, control, servicio y relación, que

podrían verse explicitadas principalmente en los términos de referencia del programa. Con

relación al control, el autor señala que “consiste antes que nada en asignar un estatuto a los

otros” (Dubet, 2013a: 293) y menciona que la persona debe “acceder a derechos sociales,

debe ser protegido, hay que beneficiarlo con servicios y ayudas que son una forma de

justicia social.” (Dubet, 2013a:294). El programa le asigna al trabajador social el rol de

“seguimiento de la salud del adolescente, documentación y otras prestaciones sociales.

Asimismo realizará acompañamiento y abordaje de las situaciones de posible o efectiva

desvinculación.” (ANEP-MIDES, 2013:9). Podría tratarse de un control más burocrático en la

medida en que únicamente se soliciten los controles de salud y los documentos. De todas

formas, el programa parece agregarle una dimensión más de control de acceso a servicios y

derechos básicos para los adolescentes y sus familias, principalmente el de la educación y

en ese sentido se solicita el acompañamiento en las situaciones de desvinculación. Por otro

lado, aparecería una segunda dimensión del trabajo social vinculada al servicio, en la que

“el trabajador social pone en práctica políticas sociales y aplica medidas favorables para

los pobres y los excluidos. (…) hay que permitirles salir de ella y beneficiarse con todas las

ayudas disponibles.” (Dubet, 2013a:295). Es el encargado de que las familias accedan a los

servicios de salud, los centros educativos y a las prestaciones que les correspondieran.

También se observa la dimensión relacional (Dubet, 2013a), ya que, tal como señalan los

textos analizados, es tarea específica del rol del trabajador social la “vinculación con las

familias de los estudiantes, con la comunidad barrial y con otras instituciones educativas de

la zona” (ANEP-MIDES, 2013:9). El autor señala que “esa relación es la única capaz de

construir al otro como un sujeto por intermedio de sus emociones y una forma de distancia

consigo mismo que no pertenece más que a él” (Dubet, 2013a:298). El vínculo con las

familias, tal como se señaló anteriormente, genera transformaciones y aprendizajes

significativos en los individuos.

Podrían definirse dos ámbitos de trabajo en relación al rol: la familia y la comunidad. En

relación a la familia, el programa señala que “Promoverá la estrecha vinculación con las

40

familias mediante entrevistas en el centro educativo, visitas en territorio, derivaciones

responsables a servicios sociales, entre otros.” (ANEP-MIDES, 2013:10). Se asignan

determinadas tareas como entrevistas, visitas a las casas y derivaciones. Vuelve a hacerse

referencia a la dimensión relacional del trabajo social, ya que el vínculo con la familia es

una herramienta para favorecer el proceso educativo de los adolescentes, porque más allá

de los dos ámbitos de intervención el foco está puesto en que concurren al Aula.

En relación al ámbito comunitario, desde el programa se le asigna al trabajador social el rol

de “ejecutar las actividades de extensión, el relacionamiento del Aula Comunitaria con las

instituciones educativas, con las familias y con la comunidad barrial.” (ANEP-MIDES,

2008:37). Dubet (2013a:268) señala que “La tendencia general es inequívoca: consiste en

una apertura de las instituciones, y en sacarlas puertas afuera; así, se transforma a cada

trabajador social en institución individual, una institución por sí solo”. En esta salida al

exterior del Aula, el trabajador social representa a la institución de la que es parte, pero se

constituye como una institución en sí mismo. En uno de los monitoreos analizados se

señala que “La posibilidad de articular con las instituciones de la zona es vista como un

factor clave para lograr el acompañamiento del estudiante, y en particular, en los aspectos

que se vinculan con sus familias.” (DINEM, 2014: 26), en esta frase se observa cómo el

abordaje comunitario es una herramienta que tiene en su foco el sostenimiento educativo

de los adolescentes.

En diversas ocasiones se hace referencia a situaciones familiares que el Aula no puede

acompañar o abordar y en este sentido se hace sumamente importante el trabajo en red y

las derivaciones responsables por parte del trabajo social. A modo de ejemplo, uno de los

documentos señala que “si hay un caso de violencia familiar poder derivar esa familia y

que lo pueda trabajar más otro equipo que este más especializado en ese tema y tenga más

tiempo. Lo mismo si hay un tema de consumo, adicción (…) (Coordinador Aula C)”

(DINEM, 2014:26). Pareciera que hay una serie de situaciones que afectan el proceso

educativo de los adolescentes, pero que por la modalidad de trabajo y el programa aparece

un límite en el abordaje y se hace necesario trabajar en junto con otra institución o

programa especializado.

En relación al egreso de los adolescentes y su reinserción educativa en otros centros (de los

que alguna vez estuvo desvinculado), podría cuestionarse quién continúa el trabajo con las

familias y las redes comunitarias que apunten al sostenimiento del proceso educativo una

vez que el PAC deja de trabajar con el adolescente. ¿Cuentan los liceos o UTU con

41

trabajadores sociales y otros profesionales que puedan realizar un seguimiento de los

adolescentes y sus situaciones familiares que afectan su desempeño educativo? ¿Alcanza

con el rol del profesor referente para realizar el seguimiento del egreso de los

adolescentes? Una vez que los adolescentes egresan del Aula, ¿alcanza con el trabajo

realizado desde este centro para que los adolescentes continúen su proceso educativo sin

mayores dificultades? ¿Qué aportes podría realizar el trabajo social desde las Aulas

Comunitarias a otros centros de educación secundaria con relación al seguimiento

educativo de los adolescentes, a la relación con su familia y la comunidad?

7.5 Importancia de la intervención familiar en el trabajo con los adolescentes

En los diferentes textos analizados se hace referencia a la importancia del trabajo con las

familias en el abordaje del proceso educativo de los adolescentes. Podría decirse que de

esta forma se rompe con la idea de santuario a la que hace referencia Dubet (2007) tan

identificada con los centros educativos y con la historia del sistema educativo. El autor

señala que como “los valores de la institución están fuera del mundo, hace falta que la

institución misma esté fuera del mundo, que ella sea un santuario protegido de los

desórdenes, los intereses y las pasiones de la sociedad.” (Dubet, 2007:46). De esta manera

el centro educativo no necesita generar vínculos con el exterior, con las familias y la

comunidad, ya que serían una amenaza. Por el contrario, sería necesario construir un

mundo que lo separe, aleje y proteja. En contraposición, las Aulas Comunitarias ven a la

familia y la comunidad como una oportunidad, como un espacio de trabajo que apunta a

fortalecer el proceso educativo de los adolescentes. Incluso, en uno de los documentos

analizados, un coordinador señala que anhela “un proyecto en el cual podamos estar

mucho más en contacto aun, yendo mucho más a las casas”. (Coordinador Aula A)”

(DINEM, 2014: 23). Se destaca el deseo, la necesidad y la importancia del relacionamiento

con la familia como herramienta de trabajo con los adolescentes.

Por otro lado, y continuando con la ruptura del santuario (Dubet, 2007), las Aulas

Comunitarias conciben el trabajo con la familia y la comunidad como un espacio de

aprendizaje. Mencionan que el programa “Aprende de su propia práctica, de la vinculación

con el entorno social en el que se mueven los jóvenes y las familias, y del encuentro entre

distintas formas de enfocar el vínculo pedagógico.” (CES-MIDES, 2008:11). ¿En qué medida

los otros centros educativos a los que egresan los adolescentes también podrían aprender y

readecuar las prácticas a la realidad de ellos, sus familias y la comunidad?

42

Es importante mencionar que la intervención familiar es un aspecto que diferencia a las

Aulas Comunitarias de otros centros de educación media. Podría cuestionarse si no es un

aspecto sumamente importante en el sostenimiento educativo, que genera un proximidad

con el estudiante y su familia. De acuerdo a uno de los monitoreos de la DINEM, “Los

estudiantes también hacen referencia al contacto con las familias y lo marcan como una

diferencia fundamental en relación a la realidad del Liceo/UTU, en que el trato es más

impersonal” (DINEM, 2014: 23). También el propio programa plantea que “El contacto con

las familias es un aspecto que en el que PAC pone énfasis, y que lo diferencia de otras

propuestas de Educación Media Básica. De esta forma se pueden abordar aspectos que

hacen a la integralidad del estudiante” (DINEM, 2014: 24). Podría señalarse el abordaje

familiar como un aspecto de la integralidad con la que se trabaja la educación de los

adolescentes por parte de las Aulas, de poder comprenderlo como un todo en un contexto

familiar, sociocultural, económico y comunitario, que influye en su desempeño en el centro

educativo y en su vida en general. Dubet (2007:55) señala que el sujeto es “un individuo

que ya existe, que tiene una personalidad, que tiene necesidades (…) Su autonomía es el

comienzo del principio de socialización, ya no es simplemente su fin.”. Se trata de

comprender al adolescente como sujeto, como una totalidad y que presenta una historia

previa al ingresar al centro educativo.

Es necesario señalar que el abordaje familiar no solo supone dar respuesta a las

necesidades, demandas o vulnerabilidades de las familias, sino también comprender el

contexto y las situaciones de cada una. A modo de ejemplo, uno de los textos analizados

señala que a veces los horarios de las reuniones con las familias se acuerdan “a las 11.00

de la mañana y capaz que a esa hora no puede ir, estas cuestiones que hay que ir como

pensando y repensando y adecuando a la modalidad también. (…) (Equipo Aula B)”

(DINEM, 2014: 23).

Por otro lado, Dubet (2007) señala una tensión entre dar respuesta a las demandas y ser las

encargadas de satisfacerlas, podría decirse que la articulación con otras instituciones sería

una forma de evitar quedar continuamente dando respuesta a demandas de las que el centro

no puede hacerse cargo. Además de apuntar al desempeño educativo de los adolescentes, el

abordaje familiar aporta a la construcción de una sociedad más justa y en este sentido, a un

mejor centro educativo, tal como señala Dubet (2007:64): “la buena escuela no es sólo la

escuela más eficaz sino que es también la más justa y la que permite a los alumnos

construirse de manera singular.”

43

La intervención familiar en un centro educativo supone conocer y comprender las

diferentes situaciones que se presentan, las historias y contextos de los adolescentes e ir

adaptando las propuestas educativas a los cambios que se van dando en la socialización

previa con la que llegan los alumnos. Esto no supone hacerse cargo de las funciones que no

desempeña la familia, sino generar propuestas diversas y adaptadas a las situaciones, es

comprender la individualidad en el todo. En este sentido, Duschatzky y Corea (2000:179)

señalan que “Insistir en una política educativa homogeneizante es desoír su síntoma, (…)

adoptar como solución deseable políticas sociales que se hagan cargo de los restos que no

pueden contener las políticas hegemónicas es decretar la muerte de todo imaginario

compartido.” Nuevamente se plantea una tensión entre las políticas universales que no

pueden responder a las necesidades y las invidualidades, así como tampoco a las familias y

sus situaciones, y los programas que lo hacen con los que son excluidos de la política

universal. De esta forma, se genera un escenario en el cual las familias de los adolescentes

“integrables” se vinculan al sistema educativo universal y las de los adolescentes

“excluibles” se vinculan al PAC u otros que sean focalizados.

Dubet (2015) hace referencia a la solidaridad entendida como el “apego a los lazos sociales

que nos llevan a desear la igualdad de todos, incluida, muy en particular, la de aquellos a

quienes no conocemos” (Dubet, 2015:11). El autor señala la necesidad de sentirnos

semejantes para desear la igualdad entre todos. ¿Cómo se apunta a la construcción de una

sociedad justa si personas con diferentes contextos no logran compartir los mismos

espacios? ¿Cómo se construyen los lazos de fraternidad si vivimos realidades diferentes y

no se construyen espacios de intercambio?

44

8. Conclusiones

El proceso de la monografía fue una instancia de enriquecimiento personal y profesional,

en el que se adquirieron herramientas teóricas, metodológicas y de análisis, así como el

descubrimiento personal de una línea temática de abordaje profesional en relación con la

cual continuar la formación, reflexión y a futuro, poder aportar al conocimiento en ciencias

sociales.

En las conclusiones se realiza un análisis de los resultados obtenidos, comprobando o

refutando las hipótesis que se plantearon en un inicio. También se presentan algunos

alcances y limitaciones de la investigación, así como algunas líneas a futuro y aportes para

otros estudios sobre la temática. Posteriormente se señalan algunos aprendizajes adquiridos

como forma de reflexión acerca del trabajo realizado y la temática abordada.

Es necesario mencionar que no se pretende generalizar las conclusiones obtenidas, sino

que se acotan al programa analizado y sus documentos. De todas formas, se señalan

reflexiones que podrían aportar a la educación media universal que se desprenden del

análisis del programa focalizado.

8.1 Reflexiones en torno a las hipótesis

En relación con la primera hipótesis, se podría decir que de acuerdo al análisis realizado

existe una tensión entre asociar la situación familiar con la desvinculación educativa de los

adolescentes y considerar a la familia como un aliado en la intervención para que

sostengan el proceso educativo. No se trata necesariamente de una tensión entre la

responsabilización y el fortalecimiento de la familia. De todas formas esta tensión se

manifiesta en la medida en que los cambios que se plantean desde el programa se

relacionan con la familia y no con el centro educativo al que concurrirán los adolescentes.

Tal como señalan Duschatzky y Redondo “se individualizan los problemas de la pobreza

negándole su carácter social, pero además se pone entre paréntesis (…) que los pobres son

ciudadanos iguales a todos los demás y que tienen derechos comunes considerados

esenciales para la relación de ciudadanía” (Duschatzky y Redondo, 2000:146).

Si bien en la concepción de la familia que presenta el programa no se encuentra una

individualización de los problemas, principalmente vinculados a la situación de pobreza,

en la práctica cotidiana se podría estar exigiendo a la familia determinadas

transformaciones, depositando en sus capacidades o habilidades, problemas sociales

estructurales que hacen que los adolescentes se desvinculen del sistema educativo.

45

En términos generales, se podría decir que faltan elementos para refutar o comprobar la

hipótesis. De todas formas, a partir del análisis se han abierto puntos de reflexión con

relación a la concepción de la familia que presenta el programa.

Quedaría pendiente para próximas investigaciones profundizar con relación a este aspecto

a través de entrevistas a los directivos del programa y otras técnicas cualitativas.

En relación con la segunda hipótesis, podría decirse que no necesariamente el trabajo

social reproduce esta tensión aunque corre el riesgo de hacerlo. Este aspecto podría estar

vinculado a que el trabajo social tiene por sí mismo un programa institucional; el

profesional define su marco de trabajo y sus concepciones en un diálogo constante con el

centro al cual está vinculado. En este sentido Dubet (2006:64) señala que “el trabajador

mismo cumple con las tareas de institución (…) Es un trabajo de vocación ligado a valores

considerados universales y es un trabajo que simultáneamente apunta a controlar y a liberar

a los individuos.”. Podría decirse que hay determinados valores que rigen al trabajo social

desde los cuales la profesión concibe su trabajo y a los sujetos, así como a las

organizaciones.

A futuro uno de los aspectos importantes que se podrían abordar son las concepciones de

familia e intervención familiar que presenta el trabajo social a nivel de la educación.

8.2 Alcances y limitaciones del trabajo realizado

En términos generales, durante el proceso se han encontrado alcances y limitaciones en

relación al trabajo realizado. En primer lugar, es necesario mencionar que se logró realizar

un análisis que da cuenta de la concepción de la intervención familiar que presenta el PAC

analizando sus fortalezas y debilidades, así como los riesgos que pueden suponer algunas

concepciones. Por otro lado, se apuntó a identificar de qué manera dicha concepción puede

realizar aportes a las políticas educativas universales.

En segundo lugar, se considera que los datos recabados no han sido suficientes para poder

contrarrestar la tensión señalada en las hipótesis. Quizás se podría haber realizado

entrevistas a la dirección del programa para complementar la mirada que este tiene en

relación a la familia.

Como tercer punto, se considera que el análisis realizado únicamente refiere a los

documentos y la concepción del programa, a partir de las reflexiones de los equipos

técnicos e incluso las familias y los adolescentes. De todas formas, para comprender

realmente las concepciones de familia en el trabajo que se realiza con ellas sería necesario

46

contrastarlo con la práctica, realizando observaciones, entrevistas, entre otras técnicas

cualitativas. Podría ser un aspecto a abordar en otros estudios, tomando como insumo lo

reflexionado y analizado en el presente trabajo.

Finalmente, se considera que otro aspecto a estudiar en el futuro podría estar relacionado

con la concepción vinculada a la participación de la familia y cómo esta se da en la

práctica cotidiana del programa. Se trata de un aspecto que los documentos señalan sin

llegar a profundizarlo y que sería interesante analizar a partir de la escalera de la Shery

Arstein (1969) que refiere a los diferentes grados de la participación ciudadana.

8.3 Aprendizajes

Se considera que el proceso de elaboración de la monografía final del Diploma de

Especialización en Intervención Familiar ha generado una serie de aprendizajes en relación

a la metodología utilizada, la profesión y el tema de estudio. En primer lugar, se

adquirieron aprendizajes al seleccionar el objeto y el problema de estudio, ya que supuso el

ejercicio de acotar y focalizar lo que se buscaba abordar, así como seleccionar la

metodología adecuada en función de los tiempos y las necesidades del estudio.

Como segundo punto, se generaron aprendizajes en relación con la temática seleccionada,

logrando comparar autores y buscando comprender diversas temáticas que emergen a partir

de los textos seleccionados. De esta forma se generan desde la práctica aprendizajes que

reorientan y permiten generar teoría, se da un "hacer reflexivo" (Matus, 1999:26) que

permite complejizar el análisis y el abordaje de la temática.

En tercer lugar, al trabajar en el PAC, el presente estudio me permitió realizar un análisis

constante de mi trabajo, del abordaje en relación a las familias, así como cuestionar desde

una mirada crítica el programa y la inserción profesional.

Por último, se considera que uno de los mayores aprendizajes ha estado relacionado con el

descubrimiento personal de una línea temática de trabajo y abordaje profesional a

profundizar en un futuro, tanto a nivel de formación como de práctica; y con poder aportar

a las ciencias sociales desde los conocimientos adquiridos, el análisis del contexto y de las

intervenciones realizadas.

A modo de síntesis final, se debe señalar que uno de los mayores aprendizajes ha estado

vinculado al concepto de justicia desarrollado por Dubet (2015), que a nivel personal me

ha generado diversos cuestionamientos de la temática y del contexto sociopolítico actual.

En este sentido, se acuerda con el autor en que para poder construir una educación justa es

47

necesario forjar una comunidad educativa “que fije sus propias reglas de vida y asocie a

ellas a padres y alumnos, en el marco de un sistema nacional con atribuciones para definir

programas y los objetivos y asignar los recursos.” (Dubet, 2015:95); que se adapte

continuamente a la realidad en la que se inserta. Construir una comunidad que, formando

parte de un sistema educativo universal, pueda transformar su propuesta en una

retroalimentación continua con las características del territorio y sociedad en la que se

encuentra.

48

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